jueves, 6 de abril de 2017

El señorío medieval


EL DOMINIO
Constituía la reserva señorial. Era el conjunto de tierras dedicadas al uso exclusivo del señor. 
Estaba formada por las mejores tierras de labor y por la casi totalidad de los bosques y baldíos.
Para trabajar las tierras, se utilizaban hombres libres y siervos que eran alojados y alimentados en la corte. Los siervos eran hombres no libres que dependían y estaban ligados al señor a cambio de manutención y protección. También se utilizaban los servicios de los campesinos libres establecidos en los mansos.
Adaptado de: Bonnassie, Pierre. (1983). Vocabulario básico de la Historia Medieval. Barcelona: Crítica, p. 230.

EL CASTILLO
El castillo era fundamentalmente un centro de mando, la base material del poder señorial que se extendía sobre todos los campesinos, libres y no libres, que vivían bajo su sombra.
El poder que el castellano ejercía sobre ellos derivaba directamente de la potencia militar que daba la posesión de la fortaleza; los instrumentos de dicha potencia eran los guerreros a caballo, encargados del mantenimiento del orden señorial.
Adaptado de: Bonnassie, P. (1983). Vocabulario básico de la Historia Medieval. Barcelona: Crítica, págs. 45-46.

LOS MANSOS
Eran las tierras de los campesinos libres. El manso comprendía la vivienda del tenente, las tierras arables que le estaban adjudicadas y un conjunto de derechos de uso en el bosque y los baldíos de la reserva del señor.
La función primordial del manso era alojar y alimentar al tenente y a su familia para permitirles cumplir los servicios que se le pedían y debían realizar en la reserva señorial.
Este sistema permitía al señor mantener la mano de obra que requería sin tenerla directamente a su cargo y sin necesidad de pagarle ninguna remuneración.
Las cargas que pesaban sobre el manso consistían esencialmente en servicios de trabajo. La principal obligación del habitante del manso era cultivar gratuitamente, en provecho exclusivo del señor, un lote de tierra de la reserva. También existía la corvea: los campesinos «libres» debían entre tres y seis semanas de trabajo gratuito al año.
A esas obligaciones básicas se añadían ciertas prestaciones más especializadas: servicios de transporte, trabajos en la cerca que rodeaba a la corte señorial, esparcimiento del estiércol, escarda de los viñedos.
Adaptado de: Bonnassie, P. (1983). Vocabulario básico de la Historia Medieval. Barcelona: Crítica, págs. 147-148.
EL BOSQUE
El bosque desempeñaba un papel esencial en la vida de los hombres. Ante todo, en su economía, si tenemos en cuenta que gran parte de ella continuaba basada en la caza y en la recolección.
La caza proporcionaba una parte importante de la alimentación cárnica.
La recolección aportaba una amplia gama de productos de primera necesidad: los frutos silvestres, las bayas, las raíces y la miel podían calmar un poco el hambre de los hombres; los árboles resinosos proporcionaban la brea; la cera permitía alumbrar las iglesias y las viviendas más ricas.
De ellos se obtenía lo más esencial: la madera. Su utilización era múltiple: de madera se construían todavía la mayor parte de las casas y de las fortificaciones, así como los instrumentos agrícolas. Por otra parte, la madera era el único combustible que se podía utilizar, tanto en los hogares domésticos como en la metalurgia.
Por último, el bosque era una inmensa zona de pastos y era en los bosques esencialmente donde hallaban su alimento las manadas de caballos, y los rebaños de ovejas y de cabras. Los cerdos, pertenecientes a una especia aún semisalvaje, vivían en los bosques formando inmensas piaras de varios centenares e incluso millares de cabezas.
Adaptado de: Bonnassie, P. (1983). Vocabulario básico de la Historia Medieval. Barcelona: Crítica, págs. 33-34.

LA FRAGUA Y EL HERRERO
A lo largo de los siglos IX y X tuvo lugar una verdadera revolución en la naturaleza y en la función de la metalurgia.
Hasta el siglo X, el herrero se había dedicado casi únicamente a cubrir las necesidades de la guerra para una pequeñísima clientela de aristócratas. Forjaba principalmente espadas de muy buena calidad.
A partir del siglo X, el hierro interviene cada vez más en la fabricación de las herramientas campesinas y empieza a difundirse en el mundo agrario. Aparecieron los hornos de obra, que permitieron mejorar la calidad de los metales, aumentar la cantidad de fraguas rurales y proporcionar a los aldeanos los medios necesarios para llevar a cabo una lucha eficaz contra la naturaleza.
Adaptado de: Bonnassie, P. (1983). Vocabulario básico de la Historia Medieval. Barcelona: Crítica, págs. 101-102.

LA IGLESIA
Entre los siglos VIII y XII se multiplican en Occidente las iglesias rurales.
Los señores fundaron en sus dominios lugares de culto para controlar mejor a los hombres colocados bajo su dependencia. El hecho de que todo el mundo, desde el rey hasta el simple propietario de tierras, pudiera crear y poseer uno o varios santuarios, favoreció la aparición de ese «blanco manto de iglesias» que cubría Occidente en los alrededores del año mil.
A través de esas iglesias, aumentó el contacto entre los fieles -señores y campesinos- y la Iglesia. Además, la religión impregnó la mentalidad de los hombres medievales.
Adaptado de: Fossier, Robert (1988). Le Edad Media. Tomo 2: El despertar de Europa 950-1250. Barcelona: Crítica, p. 80-81.


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