Las abuelitas se pierden por oscuros pasillos y reaparecen con ollas enormes, con cacerolas especiales de barro y un sinfín de accesorios que seguramente harán chillar del susto a más de un pavo. Es curioso que a estos animalitos se les llamen guajolotes en mole y pavos en Navidad. ¿Acaso no es lo mismo?

En fin, entre la larga lista de cosas que aparecen repentinamente, una de las más frecuentes es la parentela: un desfile que no parece terminar nunca, medios hermanos del primo Fulanito o Sutanito, y por supuesto que tampoco puede faltar la cuñada de alguna tía soltera que por cierto ni siquiera va a las reuniones.

 

Todos se reúnen con puntualidad inglesa a la hora de la comida, rodean ruidosamente la comida y una vez que acaban con todo lo comestible desaparecen en un acto de escapismo magistral. Lo mismo pasa cada año, entre posadas, reuniones familiares y tamalizas: la diversión es mucha, la comida innumerable y los trastes sucios se amontonan en tambaleantes torres a punto de caerse.

Si no fuera por el peligro de que caigan dolorosamente en tu cabeza, podrías pasarte un buen rato tratando de adivinar quién uso cada traste. Las pistas están ante ti: claras marcas de una torta de tamal con su inseparable vaso de refresco de dieta, el olor del bacalao y los solitarios huesitos de las aceitunas, las manchas de mole y una parte casi identificable de un camarón naufragando en el agua.

Si te ha tocado a ti esta vez el turno de lavar los trastes, no te unas al equipo de escapismo, y sobre todo ¡no te aflijas! Aquí te damos una idea para que la grasosa tarea te sea más leve, y rápidamente puedas seguir gozando de las fiestas. Si tuviste suerte y la tarea le tocó a alguien más, sugiérele que se ayude con estos guantes especiales para la temporada navideña.

 

 

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