Mecenas…

Cayo Mecenas nació probablemente en Arretium -Arezzo, localidad etrusca del centro de Italia. Se decía que tenía sangre real, como descendiente de los monarcas etruscos de la ciudad a través de la familia de su madre, los Cilnios.

Horacio, lo llamaba «Mecenas, nacido de reyes antiguos, mi dulce baluarte y honor».

Cayo Mecenas, pintado por C. F. Jalabert.

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Mecenas perteneció al orden de los caballeros, inferior a los Senadores, nunca quiso incorporarse al Senado, habría estado a su alcance gracias a su estrecha relación con Octavio el sobrino de Julio César, aunque era unos años mayor. A la muerte de éste, en 44 a.C., se le unió de inmediato en su lucha por hacerse con el poder.

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A lo largo del triunvirato que Octavio formó con Marco Antonio y Marco Emilio Lépido (43-33 a. C.) Mecenas realizó importantes gestiones diplomáticas al servicio de su amigo.

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En el 40 a.C. arregló su matrimonio con Escribonia, pariente de Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo el Grande, con la intención de una alianza entre Octavio y el almirante republicano que evitara una guerra civil con éste y le diera ventaja sobre los otros triunviros.

El matrimonio no fue feliz, pero sí dio a Octavio su única descendencia, Julia, cuyos nietos y bisnietos gobernarían el Imperio durante el siguiente siglo.

Fue aTarento como enviado personal de Octavio, y allí suscribió un tratado en el que se acordaba un nuevo reparto de las áreas de influencia entre éste y Marco Antonio que dejó a Lépido prácticamente fuera de juego.

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También participó, como mano derecha de Octavio, en la campaña militar que culminaría en la batalla de Actium,  el 2 de septiembre del año 31 a. C., entre la flota de Octavio, comandada por Agripa, y la de Marco Antonio y su aliada Cleopatra, frente al golfo de Ambracia y el promontorio de Accio. La batalla logró la victoria absoluta de Octavio.

Un exquisito

Mecenas, era conocido entre sus contemporáneos por ser derrochador y su afición ilimitada por placeres y refinamientos. De hecho, muchos consideraban estos gustos como un signo de molicie y afeminamiento, diciendo que podía «superar a una mujer en su dedicación a la indolencia y el lujo».

Aficionado a la música, el teatro, en particular los mimos y también a la poesía, llamaba la atención su modo de vestir, su manera de ceñirse la túnica sobre las rodillas dejando que pendiera suelta hasta los talones como las enaguas de una mujer, el modo de mantener la cabeza cubierta con su manto o pallium cuando presidía un tribunal. Ese supuesto amaneramiento se traslucía en el estilo recargado de los poemas que compuso, de los que se conservan algunos fragmentos.

El propio Octavio en una carta lo llamaba «ébano de Medulia, marfil de Etruria, hinojo de Arretium, diamante del Adriático, perla del Tíber, esmeralda de Cilnia, jaspe de Iguvium, berilo de Persenna, granate de Italia», haciendo alusión al gusto de Mecenas por las piedras preciosas.

Inmensamente rico, se hizo construir una gran residencia rodeada de jardines en el monte Esquilino, zona adecuada dado que allí llegaban los famosos acueductos. Hoy se conservan aún algunos restos, como el «Auditorio de Mecenas» por cierto no dan para nada una idea del esplendor que tuvo esa propiedad, que pasaría a ser la residencia de Tiberio, sucesor de Augusto, tras la vuelta de su exilio en Rodas.

Allí celebraba espléndidos banquetes con manjares exquisitos que puso de moda en Roma, como la carne de monos. Se decía que le gustaba conciliar el sueño al son de música lejana tocada por músicos escondidos entre los setos.

Un auténtico sibarita, en marcando contraste con el otro consejero principal de Augusto, su yerno Marco Agripa, hombre de carácter sencillo y vocación militar.

Mecenas, había notado que un simple poeta como Catulo había perjudicado seriamente la imagen de Julio César con acusaciones maliciosas como la de ser amante de un tal Mamurra, oficial de intendencia. Para impedir que Octavio sufriera los mismos ataques, Mecenas decidió atraerse a los poetas más destacados de su generación y convencerlos que cantaran alabanzas al fundador del Imperio.

Reconstrucción de Villa Mecenas en Tivoli, Italia, 1713

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Mecenas se rodeó de los principales escritores de Roma, como Virgilio, Horacio, Propercio,Vario Rufo, Domicio Marso y otros que acogió en su impresionante villa de Tívoli, a las afueras de Roma.

A cambio del apoyo económico y moral Virgilio le dedicó sus “Geórgicas”, un tratado de las bondades de la agricultura que servía como secuela espiritual de las «Bucólicas«con las que el poeta ya había hecho promoción de lo saludable de la vida pastoril. Virgilio introduciría también el product placement: cada libro vendría con los agradecimientos a su mecenas entre las páginas…

Horacio, a quien Mecenas conoció tiempo después a través de Virgilio, recibió apoyo financiero completo para vivir en las montañas Sabinas. A cambio, Horacio se convirtió en el poeta lírico más importante del primer imperio romano aunque en una oda se quejaba de que lo suyo era la poesía amatoria, no adular a Octavio: «La Musa quiere que yo celebre los dulces cantos de mi ama Licimnia…».Virgilio, en cambio, se mostró más dispuesto a jugar ese papel, su Eneida se planteó como un poema laudatorio de los antepasados de Augusto, a modo de «premonición» de la obra de éste como fundador y pacificador del Imperio.

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Tras la proclamación de Octavio como emperador, con el nombre de Augusto, el 16 de enero de 27 a. C.,el Senado otorgó a Octavio, de manera inédita, los recién creados títulos de «Augusto» y «Princeps».​ Augusto, del latín augere -traducido como «el ilustre», un título religioso más que político.

Mecenas siguió desempeñando un papel prominente en la corte, pero en un segundo plano frente a Agripa, quien llegó a ser considerado como el sucesor de Augusto.

Con el tiempo, las relaciones con el emperador se enfriaron por causas difíciles de determinar, Mecenas se retiró a su palacio del Esquilino, donde se dedicó a sus libros y a sus artistas. Como no tenía descendencia, en su testamento legó toda su fortuna a Augusto, su protector y el hombre por quien tanto había hecho en vida y ante la posteridad. Su labor más reconocida fue como «protector de artistas» como hoy, cuando se refiere a los patrocinadores de las artes y de las letras.

Muchos le siguieron en esto del Mecenazgo

A finales del siglo XIV e inicios del siglo XV, con el auge del Renacimiento, que el mecenazgo adquiriría verdadera relevancia histórica.

La cultura occidental comenzó a abandonar el teocentrismo en favor del antropocentrismo con las habilidades artísticas del hombre, trayendo como consecuencia el auge de un sinnúmero de artistas, y, junto a estos, mecenas dispuestos a impulsar y patrocinar sus habilidades.

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A Lorenzo el Magnífico, miembro de los Medici, poderosa familia florentina del Renacimiento, convirtió el jardín de San Marcos en una academia artística multidisciplinar donde jóvenes talentos practicarían la escultura, el dibujo y otras técnicas al mismo tiempo que se inspiraban en la colección familiar de obras de arte disponibles para su estudio. Miguel Ángel rondaba aquellos jardines mediceos y cuando el Magnífico se topó con sus esculturas notó que el jovencito merecía llevárselo al palacio de la Via Longa y mantenerlo durante un tiempo.


Otras familias y «mecenas» …


Familia D’Este,los Sforza, la Familia Gonzaga. Los papas: Julio I I y León X. Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico su protegido: Tiziano Vecellio di Gregorio.Rey Felipe IV de España por Velázquéz…

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Al Barón Gottfried van Swieten, debemos agradecer nada más y nada menos que el “Rapto del serrallo”, singspiel comisionado gracias a sus conexiones. Era de conocimiento popular que el Barón apoyaba económicamente a los tres músicos con generosas propinas, y que los acompañó durante una larga parte de sus carreras profesionales hoy, se le recuerda mejor como el patrón de varios grandes compositores de la música clásica, incluidos Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven.

Familia húngara Esterházy,su apoyo a Haydn

 

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Primero bajo el príncipe Paul Anton Esterházy y luego por su sucesor. De esta manera, Haydn debía dirigir la orquesta, componer la música para cada ocasión, interpretar música de cámara y organizar el montaje de algunas óperas semanales. Gracias a esta relación de casi treinta añosel músico tuvo la oportunidad de desarrollar la mayoría de su trabajo.

Nadezhda von Meck,

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Tchaikovsky, tuvo la suerte de contar con la ayuda de Nadezhda von Meck: aristócrata, mecenas y empresaria rusa, que mantuvo económicamente a Tchaikovsky durante catorce años consecutivos, otorgándole una cuantiosa fortuna anual que superaba por mucho los ingresos de oficiales del gobierno de la época. Solo había una condición para esta ayuda: nunca, en ningún momento, Von Meck y Tchaikovsky debían conocerse, pues Von Meck temía que esto pudiese hacerla desilusionar sobre el compositor. En 1878, Tchaikovsky le dedicó su “Sinfonía número 4 en fa menor”, y, teniendo en cuenta que las dedicatorias de obras en la Rusia de la época implicaban una relación de colaboración artística, bien se podría decir que con este gesto el compositor estaba nombrando a Von Meck responsable de la creación de la obra.

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El papa Julio II- fue uno de los principales mecenas del Renacimiento, y en gran medida responsable del cambio de la centralidad cultural de Florencia a Roma, a donde atrajo a artistas de la talla de Miguel Ángel,

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Sir Endymion Porter, de Van Dyck. Mecenas y artista se representan juntos.

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Retrato de Rodolfo II en traje de Vertumno (1590), de G.Arcimboldo

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Federico II de Prusia rodeado de «los philosophes» que protegía, entre ellos, Voltaire.

También lo fueron: Catalina la Grande de Rusia, José II de Austria y Carlos III de España.

Los déspotas ilustrados se preciaban de proteger artes y letras, y promover el progreso científico.

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