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1. Considerar la topografía del terreno.

Antes de adquirir el terreno es recomendable hacer un estudio de suelos, observar los desniveles y tomar en cuenta otros aspectos que podrían encarecer la obra o requerir cambios en el diseño.

2. Presupuesto.

Asegúrese que el presupuesto contempla el tipo y calidad de materiales que usted espera. Cuando se hace un presupuesto de construcción, normalmente se basa en un presupuesto en materiales “estándar”, a menos que el dueño de la obra le indique específicamente el tipo de material que desea utilizar en cada caso.

3. No olvidar los accesorios primarios.

Aunque suene obvio, en el presupuesto de la obra se omiten los extras que surgen con la misma, pero que no necesariamente tienen que ver con la construcción, como ejemplo son: las luminarias, manerales, grifos, muebles de cocina, baño etc. Se debe buscar un buen balance precio-calidad, y no siempre la moda es lo más conveniente para el estilo arquitectónico del proyecto.

4. Es muy común decir “Ya que estamos en esto”.

Cuando se está en pleno proceso constructivo surgen nuevas ideas sobre cosas que nos gustaría agregar o cambiar en nuestra obra. Esto es muy común en todo proyecto, ya que estamos a tiempo de hacerlo, pero no hay que perder de vista que cada cambio, en el diseño de la obra, posiblemente encarecerá el presupuesto inicial. Hay que valorar si el cambio en realidad es necesario y el resultado da un valor agregado al proyecto.

5. Contratar profesionales confiables y expertos.

Dicen que lo barato sale caro, y esto es especialmente cierto cuando de construir se trata. Para llevar a cabo con seguridad y a buen término un proyecto constructivo, conviene buscar a los profesionales (arquitectos, ingenieros y empresa constructora) que te ayudarán a gestionar desde la conceptualización del diseño y presupuesto base para optimizar espacios, administrar los recursos, mejorando la expectativa del cliente.

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