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Cosas de lentiscos

Posted by Pele Camacho en 4 marzo, 2017

El lentisco es un arbusto silvestre de porte mediano, un “todoterreno” poco melindroso que se adapta fácilmente a casi cualquier terruño  -aunque prefiere secarrales a humedales- por lo que es frecuente verlo en nuestros campos, aislado o revuelto con chaparros, coscojas, aladiernos, labiérnagos… y todo tipo de matorrales. Dentro de la ordenación taxonómica actual, su nombre botánico es Pistacia lentiscus, del género nombrado en honor al pistacho, o Pistacia vera, aunque su pariente más conocido y parecido es el Pistacia terebinthus, alias terebinto o cornicabra.

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Racimo de drupas de un lentisco a mediados de Septiembre

Su carta de presentación más vistosa es la veraniega, cuando algunas plantas -remarcando el  femenino- muestran sus racimos de pequeñas drupas rojas, que recuerdan a los racimos de bayas de grosellas y más de una persona se pregunta si serán comestibles. Ya en otoño se vuelven tintas, casi negras, y algunas aves se las comen, pero las semillas soportan la agresión de sus procesos digestivos y terminan dispersas muchos kilómetros más allá de donde salieron.

imgp3338_1200_knInflorescencias femeninas de un lentisco, en el inicio de su floración

¿Y de las flores, qué?  Pues poca cosa si hablamos de tamaño, y muchas cosas si lo hacemos de números y colores: el lentisco es una especie dioica, con ejemplares femeninos -los que dan frutos- y masculinos que solo dan polen; cada tipo tiene sus propias inflorescencias, en racimos pequeños a simple vista, pero impresionantes cuando se las mira con algún instrumento que magnifique su observación.

imgp3154_1200_knInflorescencias masculinas de lentisco mostrando el polen

Los meses de Febrero y Marzo, incluso Abril, según la altitud y latitud de la comarca, son los meses ideales para buscar y observar sus flores.

imgp3382_1200_knInflorescencias femeninas de lentisco con dos o tres días de vida

Cuando maduran, las flores masculinas estallan y liberan el polen que contienen, quedando algunas veces las carcasas vacías y secas. El proceso de polinización es mayormente anemófilo, es decir, se lleva a cabo por el viento y, precisamente por esto, cualquier población de lentiscos necesita de pies masculinos y femeninos relativamente cercanos para ser estable en el tiempo. Los racimos femeninos van creciendo y las flores polinizadas evolucionan y crecen hasta convertirse en drupas esféricas de unos 6-8 mm. de diámetro.

imgp3141_1200_knYemas de inflorescencias masculinas de un lentisco y carcasas vacías de la campaña anterior.

Como en los campos abiertos “todo es de todos”, las drupas de los lentiscos alimentan aves y las hojas, a veces, dan cobijo a criaturas diminutas, como  pulgones casi invisibles que encuentran en las hojas de los lentiscos un habitat idóneo para depositar su huevecillos y dejar que evolucionen “a su bola”, dentro de una agalla que crece como una deformación de la hoja, primero verde, después rosada y, finalmente, de tonos granates, hasta que los pulgones de la nueva generación alcanzan el tamaño y la capacidad para abrir un agujerito en la agalla foliar, saliendo a vivir, probablemente, una corta vida.

imgp3127_1200_knAgalla del pulgón Aploneura lentisci, en una hoja de lentisco

También los troncos tienen sus cosas, porque con el tiempo y las circunstancias, los troncos llegan a agrietarse y dejan salir resinas, savias y líquidos para los que siempre hay alguna criatura a la que sus aromas y sabores le molan lo suficiente para llegar al embeleso.

imgp2734_1200_1129knAnverso de una mariposa Nymphalis polychloros, con su espiritrompa aspirando un jugo de lentisco

Cuando bishos que no se dejan fotografiar fácilmente se detienen en un sitio durante un tiempo que “no es normal”, algo le pasa al bisho o algo tiene el sitio, más aún si hay bishos de naturalezas muy distintas que se disputan el emplazamiento para buscar allí algo que los atrajo desde lejos. Ese es el caso en algunos troncos de lentiscos viejos que conozco y que suelo visitar cuando paso por los parajes donde están, con la casi certeza de que encontraré algún premio a la visita.

igp2569_1200_knVespa crabro, un avispón de casi 30 mm, usando sus mandíbulas en una corteza de lentisco

Dicen las crónicas internáuticas que algunas regiones griegas y turcas del oriente mediterráneo, aún siendo vecinos mal avenidos comparten costumbres ancestrales como la de extraer de los lentiscos una resina que, después de secarla convenientemente, mastican a modo de chicle, o sea, que también algunos homosapiens sacan alguna cosa de los lentiscos. Pero esas son otras cosas, otras historias que caen lejos en el tiempo y la distancia.

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