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Híbridos y quimeras: confusiones y precisiones
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Antonio Diéguez

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Híbridos y quimeras: confusiones y precisiones

Dos noticias científicas recientes han causado revuelo y no poca confusión en las redes sociales. Me refiero, en primer lugar, a la noticia de que el

Foto: La doblre hélice del ADN
La doblre hélice del ADN

Dos noticias científicas recientes han causado revuelo y no poca confusión en las redes sociales. Me refiero, en primer lugar, a la noticia de que el científico español Juan Carlos Izpisúa y su equipo han logrado en un laboratorio en China (para soslayar las trabas legales en Estados Unidos o en Europa) crear quimeras de humano y mono, cuyo desarrollo embrionario se interrumpió antes de nacer. La segunda noticia que ha saltado al mismo tiempo que esta es que el gobierno de Japón ha dado permiso al equipo dirigido por Hiromitsu Nakauchi para crear también embriones animales con células humanas que puedan ser llevados a término, es decir, abriendo la puerta a que puedan nacer esos organismos.

Lo primero que conviene saber es que esto no es un asunto completamente nuevo, sino un avance más en una cuestión en la que lleva tiempo investigándose. En la actualidad existen animales que llevan incorporados en algunas de sus células un gen humano que les faculta para producir sustancias o medicamentos aprovechables por la industria farmacéutica, o que, como en el caso de los onco-ratones, hacen que desarrollen ciertas enfermedades, de modo que éstas pueden ser estudiadas con técnicas que no son practicables en humanos por razones éticas. Técnicamente la mayoría son quimeras, puesto que en algunas de sus células la dotación genética proviene de dos organismos distintos, pertenecientes en este caso a especies diferentes. Ahora bien, dado que son uno o pocos los genes humanos que portan y conservan la misma apariencia que los animales de su misma especie, su creación no ha generado demasiada polémica.

Hay que distinguir quimeras genéticas que son animales transgénicos de lo que serían las verdaderas quimeras

No obstante, hay que distinguir estas quimeras en el nivel genético, que son animales transgénicos en los que se ha insertado algún gen de otro organismo en algunas de sus células, de lo que serían las verdaderas quimeras, que son organismos en los que se han incorporado células completas de otros organismos, ya sea en su fase embrionaria o adulta. Las quimeras pueden ser a su vez interespecíficas, si las células provienen de individuos de especies distintas, o intraespecíficas, si provienen de individuos de la misma especie. Asimismo, cabe distinguir a los híbridos transgénicos, que son organismos que contienen algún gen proveniente de organismos otra especie en todas sus células, de los verdaderos híbridos, que son organismos surgidos de la fecundación de un gameto femenino perteneciente a una especie por un gameto masculino perteneciente a otra especie.

Las técnicas actuales de ingeniería genética podrían ser utilizadas para la creación de animales con un mayor contenido genético humano del incorporado hasta ahora. Por ello, se está investigando desde hace unos pocos años en la creación de ovejas y cerdos transgénicos en los que la inserción de genes humanos o de células madre humanas haría que estos desarrollasen órganos o tejidos que supuestamente no serían rechazados por el nuestro sistema inmunológico, lo que facilitaría los xenotrasplantes. En 2016 un equipo dirigido por Juan Carlos Izpisúa consiguió desarrollar hasta los 28 días embriones de cerdos con células humanas, aunque los resultados no fueron muy efectivos. No era la primera vez que se generaban este tipo de quimeras de animal y humano. En 2010 ya se había informado de la creación de un ratón con células humanas en su hígado. En febrero de 2018 un grupo de científicos de la Universidad de Stanford anunció que había conseguido desarrollar hasta los 28 días embriones de ovejas quiméricas con un 0.01% de células humanas.

Por otro lado, a finales de los 70 del siglo XX se creó el primer “híbrido citoplasmático” de humano y animal, en concreto, de humano y ratón. Desde principios de este siglo se han creado varios de estos híbridos, fusionando células humanas con ranas, vacas, conejos y ratones. Los híbridos citoplasmáticos, también llamados cíbridos, son organismos que surgen de la fertilización de un óvulo animal enucleado con un núcleo obtenido de una célula somática humana. Hasta el momento ninguno ha llegado a término. Todos han quedado en fase embrionaria inicial de blastocito debido a las regulaciones legales existentes. No podemos saber con seguridad cuál sería su viabilidad posterior. Quizás manifestaran grandes malformaciones que los hicieran inviables. No está claro cómo se desplegaría el programa epigenético de un organismo así, ni cómo interactuarían el ADN nuclear, que sería humano, con el ADN mitocondrial, que sería animal. Pero no puede descartarse la posibilidad futura del nacimiento de alguno de estos organismos.

Podrían, por ejemplo, desarrollarse animales con cerebros humanos o al menos con un alto porcentaje de neuronas humanas

Y cabe imaginar otras transformaciones más problemáticas desde un punto de vista ético. Podrían, por ejemplo, desarrollarse animales con cerebros humanos o al menos con un alto porcentaje de neuronas humanas. De hecho, Irving Weissman, de la Universidad de Stanford, conocido por haber creado un ratón con un 1% de células humanas en su cerebro, solicitó permiso en 2005 para crear un ratón con un cerebro compuesto exclusivamente por neuronas humanas. Este experimento nunca se realizó, pero en 2013 se publicó en la revista Cell Steam Cell un artículo en el que se daba cuenta de cómo se había creado un ratón cuyo cerebro contenía una alta proporción de células gliales (astrocitos, en concreto) del cerebro humano, lo que potenció las capacidades cognitivas del ratón. Esta sería una forma posible de lo que algunos denominan ‘Uplift’, esto es, el aumento de la inteligencia en animales a través de la tecnología. En la noticia arriba mencionada sobre lo que pretende hacer el equipo de científicos japoneses se nos dice que los científicos destruirán el embrión del animal si su cerebro llega a tener un 30% de células humanas, lo cual es un porcentaje inquietante, todo sea dicho.

Yendo por el camino inverso, en un futuro más lejano, podría pretenderse la creación de seres humanos con algunos genes animales incorporados a su genoma, o con células animales en determinadas partes de su cuerpo. El caso extremo –y el que con toda seguridad despertaría el mayor rechazo– sería el de organismos subhumanos por su combinación con animales, como describe la película 'Splice', de Vincenzo Natali. Puede que hubiera quien llegara a defender que estos organismos fueran usados para la realización de trabajos desagradables o peligrosos, o para satisfacción sexual (como la citada película sugiere). Por el momento, y aunque esto es ciencia ficción, en previsión de mezclas así, en Estados Unidos y en otros países no está permitida la creación de híbridos o quimeras de humanos y chimpancés (ya tienen nombre previsto: humancés).

Pese a que algunas de estas posibilidades tecnológicas no están tan lejanas y pese a que la reacción instintiva de la mayoría de las personas es de fuerte oposición a que se materialicen alguna vez las más radicales, como los casos de híbridos o quimeras cuasi humanos, la reflexión ética y sociopolítica sobre este asunto está todavía en sus comienzos. Casi puede decirse que la discusión explícita comenzó con el caso del ratón con cerebro humano que acabamos de citar. No deja de sorprender que en uno de los análisis pioneros, el realizado por Jason Scott Robert y Françoise Baylis en un artículo de 2003, el principal problema que se señale sea el de la confusión moral que se generaría a la hora de tratar a estos hipotéticos organismos, es decir, el no saber qué estatus moral habría que concederles y cómo debería ser nuestro comportamiento hacia ellos; no saber, por ejemplo si deberían compartir con el ser humano su dignidad como personas.

Dos noticias científicas recientes han causado revuelo y no poca confusión en las redes sociales. Me refiero, en primer lugar, a la noticia de que el científico español Juan Carlos Izpisúa y su equipo han logrado en un laboratorio en China (para soslayar las trabas legales en Estados Unidos o en Europa) crear quimeras de humano y mono, cuyo desarrollo embrionario se interrumpió antes de nacer. La segunda noticia que ha saltado al mismo tiempo que esta es que el gobierno de Japón ha dado permiso al equipo dirigido por Hiromitsu Nakauchi para crear también embriones animales con células humanas que puedan ser llevados a término, es decir, abriendo la puerta a que puedan nacer esos organismos.

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