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¿Conoces la historia de la fiebre de Texas?

 

En muchos medios de información, hemos visto entre hoy y ayer multitud de noticias relacionadas con el día de la Independencia de los EE. UU y con su celebración que tuvo lugar ayer 4 de julio.
A nosotros, realmente, poco nos afecta, pero si que tenemos una historia que relaciona a los veterinarios con la época del salvaje oeste que seguro que muchos hasta el día de hoy desconocíais.
Hoy, os vamos a hablar de… La fiebre de Texas.
Los movimientos de ganado en Estados Unidos constituían uno de los principales motores económicos del país durante gran parte del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Se estima que alrededor de 30 millones de cabezas de ganado bovino fueron desplazadas desde Texas hacia los distintos estados de la costa oeste. Muchos movimientos se hacían a través de la red de ferrocarriles, pero otros tantos se hacían transportando los rebaños de una manera tradicional, exponiendo al ganado a multitud de peligros y aventuras que tantas películas de cowboys han inspirado hasta el día de hoy.
Si el transporte de ganado era responsabilidad de los vaqueros, el mantenimiento de este una vez llegaba a las ciudades donde había sido comprado, era responsabilidad tanto de los propios ganaderos como de las autoridades sanitarias competentes, entre las que se encontraban por supuesto, los veterinarios de aquella época.
Pues bien, estas autoridades empezaron a observar que aproximadamente al mes de la llegada del ganado texano, los bovinos autóctonos empezaban a desarrollar un proceso que cursaba con unas elevadas fiebres y un marcado cuadro de anemia que habitualmente finalizaba con la vida de los animales, a esta enfermedad la llamaron, como no podía ser de otra manera, la fiebre de Texas.
Un equipo dirigido por el Dr. Theobald Smith, en el que se encontraban 3 prestigiosos veterinarios, estudió esta enfermedad y en 1883, gracias a la observación y al análisis minucioso de las reses texanas comparadas con las reses locales, determinaron que esta enfermedad era transmitida por las garrapatas que transportaban los animales foráneos. Estos hallazgos, permitieron desarrollar programas de desparasitación que minimizaron la aparición de esta fatal enfermedad.
Ya en 1889, se concluyó, que las garrapatas únicamente eran el vector de la bacteria responsable de la enfermedad, la cual denominaron Pyrosoma bigeminum (actual Babesia bigemina). Como curiosidad, la fiebre de Texas fue la primera enfermedad descrita transmitida por la picadura de artrópodos, y el descubrir cómo era su etiología, influyó en futuras investigaciones abriendo el camino a distintos hallazgos biomédicos que revolucionaron el conocimiento de la época.