La Amalgama, material restaurador o veneno?

El uso de la Amalgama como material restaurador de piezas dentales sigue siendo un tema muy controvertido.

Antes de la aparición de las Resinas Compuestas, era el material número uno para cavidades de Clase I, II y V.

Actualmente, en los consultorios, los pacientes cada vez la solicitan menos por su pésima estética, pero por sus bajos costos y fácil manipulación en ámbitos comunitarios aún se siguen utilizando.

Pero este artículo no habla ni de los costos ni de la poca estética de la Amalgama, sino de los inconvenientes de uno de sus componentes extremadamente tóxico, el Mercurio y su posibilidad de producir hidrargirismo o micromercurialismo, es decir, intoxicación crónica por Mercurio.


Para más información de este tema ver las Webs:

mercuriados.org

toxicteeth.org

odontologiaholistica.org

El Instituto Federal de Medicamentos de Alemania nos dice que la amalgama contribuye censurablemente a la contaminación del hombre. Desde el 1 de julio de 1995 limita aún más el uso de la Amalgama durante el embarazo y el período de lactancia. Todavía no se ha llegado a una prohibición del material controvertido. No es extraño, porque la Amalgama pasó a ser un tema político: pues un 95% de la población tiene al menos una restauración de este material en su boca. Un saneamiento general de los dientes costaría varios millones de dólares.

En Japón se ha cambiado a restauraciones de Composite desde el año 1982.

En la ex URSS la Amalgama está prohibida desde 1975.

Suecia quiere abandonar el uso de Amalgama desde 1996.

Historia del debate sobre la amalgama

Desde que se rehabilitan los dientes tratados con Amalgama, hay disputas sobre el material mercurial. Poco después de su presentación estalló en el año 1833 la «primera guerra de la Amalgama» en los EE.UU. De repente aparecieron enfermedades desconocidas y pocos años después se volvió a prohibir la amalgama. Odontólogos, que después de la prohibición continuaron a utilizar la amalgama, perdieron su licencia.

Pero la prohibición duró poco tiempo. Bajo la presión de la industria quedó anulada en el año 1860 y de pronto la Amalgama fue considerada un material restaurador valioso, porque era barato y fácil de elaborar. No obstante aumentaron entonces las intoxicaciones de mercurio. Informes sobre este tema fueron desmentidos e ignorados. La nueva enfermedad se llamó «neurastenia» y se consideró causada de forma «psicosomática».

Mientras tanto, la Amalgama ha comenzado su marcha triunfal por Europa. Pero su efecto perjudicial a la salud tampoco fue inadvertido aquí. En Alemania estalló el año 1926 la «segunda guerra de la amalgama». El reconocido profesor de química Dr. Alfred Stock, director del instituto Max-Planck de Berlín demostró en su día en varios experimentos que el mercurio sale de las restauraciones de amalgama y puede ser absorbido por el cuerpo. Dijo: «no hay ninguna duda que muchos síntomas, entre ellos fatiga, depresión, irritabilidad, vértigo, amnesia, inflamación bucal, diarrea, inapetencia, catarros crónicos (inflamación de mucosa) son muchas veces ocasionados por el mercurio al que el cuerpo está expuesto por sus restauraciones de Amalgama, en cantidades pequeñas pero continuas. Los médicos deben prestar seria atención a este hecho. Entonces, probablemente se compruebe que el uso despreocupado de la amalgama como material restaurador dental ha sido un delito grave a la humanidad».

Hoy en día la Amalgama es el material restaurador más utilizado. Solo en Alemania se realizan unos 40 millones de obturaciones de Amalgama cada año. Esto corresponde a un consumo de mercurio de más de 20 toneladas, que se vuelve a encontrar en la naturaleza algún día. El toxicólogo muniquense Dr. Max Daunderer explica: «Como más Amalgama se utiliza, más frecuentes serán las contaminaciones básicas por alimentos». No en vano los Odontólogos tienen que desechar la Amalgama en recipientes especiales.

Daunderer, hoy el crítico más mordaz, tranquilizó durante casi dos décadas a los Odontólogos respecto a la amalgama hasta que «encontramos por casualidad en una niña de 10 años, que se encontró en coma, como única causa de su intoxicación crónica de mercurio cinco obturaciones de Amalgama». Desde entonces, Daunderer demostró intoxicaciones en más de 10.000 pacientes. «Estamos sorprendidos de los daños provocados por la intoxicación crónica. Probablemente mueren solo en Alemania miles de personas bajo los signos de un infarto de corazón o de un ataque de apoplejía por consecuencia de la Amalgama».

¿Qué es la Amalgama?

La típica Amalgama color gris-metálico que se puede observar en los molares y premolares de miles de personas en el mundo entero se elabora mezclando en un mortero y pilón o en un Amalgamador, Mercurio puro líquido (porción del 50%) con un polvo de aleación metálica. Este polvo se compone de estaño, cobre y plata. Las Amalgamas convencionales con gamma-2 contenían en su polvo adicionalmente un 3% de Mercurio también, a parte del líquido. En las Amalgamas nuevas, libres de gamma-2, se redujo el Mercurio adicional al 1,5% o se eliminó totalmente. En todo caso queda en la mezcla final un 50% de Mercurio y según los conocimientos científicos las Amalgamas con o sin gamma-2 se comportan absolutamente idénticas respecto a la contaminación de Mercurio.


El camino del mercurio desde la restauración al cuerpo

Siete restauraciones de Amalgama corresponden como promedio a un peso de unos 2 gramos de Mercurio puro. Tan solo un gramo de mercurio conduciría a la muerte por inyección directa. Soportamos esta gran cantidad de Mercurio porque en primer lugar existe en su forma metálica, que relativamente es poco tóxica y en segundo lugar porque se disuelve y es absorbido por el cuerpo lentamente. A solo 20 grados centígrados se evapora el Mercurio y en esta forma de vapor es altamente tóxico. Al existir en la boca a veces temperaturas entre 40 y 60 grados, continuamente se libera vapor de Mercurio y es absorbido por el cuerpo. Esta liberación de Mercurio aumenta por masticar fuertemente, pastas dentífricas con flúor, comidas y bebidas calientes o ácidas, fumar y masticar chicles. Investigadores de la Universidad de Erlangen (Alemania) descubrieron que al masticar chicles el contenido de Mercurio en la saliva sobrepasa el valor máximo autorizado de mercurio en agua potable por el factor 190.

Pero no solo el Mercurio, también los demás componentes de la Amalgama contaminan el cuerpo.

Pero el problema principal sigue siendo el Mercurio. Así, cada ciudadano ingiere anualmente unos 560 mg de Mercurio a través de sus restauraciones y según la regla de Habermann con dosis pequeñas pero prolongadas se sufre la misma gravedad de intoxicación que con intoxicaciones agudas o en corto plazo.

El mercurio llega al cuerpo a través de los siguientes cuatro caminos:

1. Desde la cavidad bucal y nasal llegan vapores de Mercurio a la circulación sanguínea y a través de los nervios directamente al cerebro.

2. Los vapores se ingieren parcialmente por el pulmón a través de las vías respiratorias. Así pasan también a la circulación sanguínea, dónde se transforma una parte del vapor de Mercurio: oxida a iones de Mercurio. Una forma del Mercurio aún más tóxico que el vapor. Puesto que órganos como el hígado, el corazón y el riñón trabajan como un filtro sanguíneo, es aquí donde se almacena principalmente el metal tóxico.

3. Cuando masticamos se desprenden partículas de Amalgama en su forma metálica todavía inocua y se las traga. La flora intestinal natural transforma estos partículas y el vapor de mercurio en la forma más peligrosa del metal: Mercurio Metílico. Este proceso se llama metilación. Numerosos experimentos y estudios confirman este proceso. Desde el intestino pasa el Mercurio metílico a la circulación sanguínea y finalmente a los órganos.

4. El metal se difunde a través de las encías, las raíces dentales y la mandíbula hasta el sistema nervioso central y al cerebro. 

¿Qué consecuencias tiene el mercurio en el cuerpo?

Al principio el cuerpo intenta aún acabar con el Mercurio, si sus anticuerpos no están ya destruidos por otros tóxicos ambientales. La gente que posee un alto nivel de Selenio es capaz de soportar el ataque continuo del Mercurio durante más tiempo. Científicos suecos descubrieron que un alto nivel de Selenio acelera la excreción natural del Mercurio. En primer lugar, el Selenio contrarresta al Mercurio como un elemento de enzima. En segundo lugar forma con el metal tóxico una combinación no tóxica. De esta forma queda desactivado no solo el Mercurio sino también el Selenio. La consecuencia es que el nivel de Selenio baja y el Mercurio puede desarrollar su acción en el cuerpo cada vez más. Numerosos estudios confirman que el Mercurio perjudica y bloquea determinadas hormonas, receptores y enzimas. Así se perturba principalmente el metabolismo en el cerebro, los nervios, las proteínas, grasas, hidratos de carbono y vitaminas, reflejándose en múltiples enfermedades.

El Mercurio también ataca al sistema inmunitario, así que hongos, virus y bacterias pueden extenderse muy fácilmente. La consecuencia: aún más enfermedades. Puesto que el mecanismo natural de desintoxicación está paralizado no se pueden excretar otras sustancias nocivas de nuestro entorno que absorbemos involuntariamente cada día (barniz de madera, formaldehido, plomo, cadmio) y se almacenan en el cuerpo.

Daunderer describe los siguientes síntomas principales de la intoxicación de Mercurio:

Poca vitalidad, irritabilidad, dolor de cabeza, mareos, temblores, molestias intestinales, pérdida de memoria, insomnio, debilidad muscular, dolores de espalda, de mandíbula, paradenciopatías, alergias, nerviosismo, depresión, perturbaciones de coordinación, parálisis, perturbaciones de vista y de oído, defensas bajas frente a infecciones, arritmia, anemia.

¿Se puede curar?

Estudios de terapia demuestran, que después de la eliminación de la amalgama y posterior desintoxicación las enfermedades mejoran en la mayoría de los casos drásticamente o incluso desaparecen. Estos éxitos muchas veces espectaculares de unas enfermedades «no curables» confirman también unos «grupos de defensa propia», que atienden en Alemania a entre 50.000 y 60.000 pacientes. Hasta ahora forman el mayor grupo de pacientes afectados. «A las más de cincuenta oficinas de información acuden a diario más de cien afectados, que sufren enfermedades ‘no investigadas’ y son tratados muchas veces con medicamentos fuertes como antibióticos o psicofármacos por la medicina clásica», explica Manfred Klewers de la iniciativa de pacientes afectados por la amalgama en Baja Sajonia. «En el 90% de los casos conseguimos una mejora notable o la cura». Y a veces suena como magia: Así se curó esclerosis múltiple en la fase inicial. «Allí donde ya se han producido daños orgánicos, poco se puede hacer. En todo caso disminuyen los dolores».

Dr. Max Daunderer: «La Intoxicación crónica de amalgama es seguramente también una causa frecuente de la infertilidad. Por lo menos varias mujeres infértiles quedaron al fin embarazadas después de haberles eliminado sus restauraciones de amalgama».

En Alemania mueren cada año unos 1500 bebés por la muerte súbita infantil (SID = sudden infantil death). Nuevas investigaciones de Suecia informan de almacenamientos altos de mercurio en el cerebro por la amalgama de la madre. Daunderer: «Hay que sospechar que la amalgama es un factor de la SID».  

¿Intoxicación de Amalgama?

Entre la colocación de la restauración y la intoxicación pasan frecuentemente muchos años. Hay gente que les afecta más y otros menos. Y a algunos parece ser que no les afecta nada. Esto depende principalmente de la buena función del sistema inmunitario, del mecanismo de desintoxicación, de la forma de vida, alimentación y contaminación del ambiente. 

Pruebas de intoxicación

Hay varios métodos para diagnosticar una posible intoxicación.

La prueba del chicle:

Se emplea para demostrar que se desprende mercurio de los empastes de amalgama que se encuentran en la boca. Antes de hacer la prueba se guarda un poco de saliva. Luego se mastica de forma intensiva durante unos diez minutos un chicle sin azúcar. Posteriormente se analiza la saliva en un laboratorio respecto a su nivel de mercurio. Según un estudio de la universidad de Tübingen publicado en mayo 1996, cada tercero de los 17.000 portadores de amalgama analizados tenía en su saliva niveles de mercurio demasiado altos y según los médicos perjudiciales para la salud.

Prueba DMPS:

DMPS (Dimercapto-propansulfonato) es una sal sulfúrica a la que se adhiere el mercurio en la sangre. A través de la orina y la defecación se excretan los tóxicos. Daunderer analiza la orina espontánea entre 45 y 60 minutos después de la inyección de DMPS en búsquedas de Mercurio y otros metales. De esta forma puede deducir la gravedad de la intoxicación. El Instituto Federal de Medicamentos de Alemania (BfArM) recomienda a su vez el uso de la orina almacenada en las últimas 24 horas. Para Daunderer significa esto una falsificación de la prueba. Como el DMPS solamente tiene efecto entre 2 o 4 horas, el método de 24 horas diluiría la orina tóxica con orina limpia.

Electro-acupuntura (prueba de EAV):

Esta prueba no mide el Mercurio que excreta el cuerpo sino la contaminación del cuerpo. Si se realiza la prueba con exactitud se pueden conseguir resultados fiables con EAV. No solo el nivel de intoxicación se puede medir sino también que órganos están especialmente afectados o dañados. En Alemania existen unos 2000 médicos clásicos y naturalistas que emplean EAV, entre ellos también Odontólogos.

Análisis del tejido con una tomografía:

Con una tomografía se puede descubrir si el tejido está contaminado con metales pesados. En los portadores de Amalgama suelen ser la corteza cerebral, la hipófisis y la mandíbula.

El saneamiento dental

Lo primero es la protección del paciente contra la exposición adicional al Mercurio. Esto es especialmente importante en los pacientes con intoxicación. El paciente intoxicado por Mercurio pudo haber sido expuesto a cantidades variables en la dieta, en el ambiente, en su puesto de trabajo o por las Amalgamas. Todas las formas son acumulativas y pueden contribuir a la carga de Mercurio del organismo. Durante la eliminación o la colocación de la Amalgama, el paciente puede ser expuesto a cantidades que son mil veces mayor que la concentración permitida. Una vez que la fresa toca la Amalgama, la temperatura se incrementa inmediatamente vaporizando el componente de Mercurio de la aleación. Para minimizar esto, hay varios pasos a seguir:

Mantenga las Amalgamas frías. Toda la eliminación debe ser hecha bajo un spray de agua fría con cantidades copiosas de agua. Una vez que la eliminación haya comenzado, el vapor de Mercurio será expulsado continuamente del diente. 

Utilice un succionador de alto volumen.
Una extremidad del succionador de alto volumen debe ser situada cerca del diente (a menos de 1 cm. y medio) en todo momento para evacuar el vapor de esta área del paciente.

Eliminación inmediata de la aleación de mercurio. Las partículas de la aleación de Mercurio deben ser aspiradas tan pronto como son generadas. La restauración se debe seccionar y quitar en trozos grandes para reducir la exposición. Actualmente la Academia Internacional de Medicina Oral y Toxicología (IAOMT) ha aprobado la eliminación con y sin el uso de un dique de goma. Existe una cierta evidencia para apoyar ambas opiniones puesto que altos niveles de partículas de Mercurio y de Amalgama se pueden encontrar debajo del dique. Todos los miembros están de acuerdo en que, tanto si se usa o no un dique de goma oral, debe ser instruidos para no respirar a través de su boca y no tragar las partículas generadas

Lavado y cambio de guantes. Después de que las restauraciones se hayan eliminado, saque el dique de goma si fue utilizado y haga un lavado de boca al paciente por lo menos durante 30 segundos con agua fría y succión. Quítese sus guantes y substitúyalos por un nuevo par. Si a continuación va a realizar un procedimiento restaurativo entonces reaplique un dique nuevo y proceda. 

Mantenga el aire de la habitación puro. Instale purificadores de aire o ionizadores para el bienestar de todos en el consultorio.  

Después de la eliminación de la Amalgama se recomienda un sellado de la cavidad con un buen cemento provisorio por unos días.

Conclusiones

Si bien muchas afirmaciones de este artículo suenan bastante pesimistas, no hay duda que la Amalgama contiene Mercurio, el material más tóxico después de los materiales radiactivos.

Informes científicos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) o del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), nos vienen advirtiendo de su peligro desde hace años.

Contrariamente la ADA (American Dental Association) dice que la Amalgama dental es un material restaurador 100% seguro.

También la exposición mercurial puede venir de diferentes procedencias como la dieta, el agua, el aire y la exposición laboral. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha calculado que la ingestión de mariscos una vez por semana incrementa los niveles urinarios de mercurio de 5 a 20 mg/l, una cifra 4-8 veces superior al nivel de exposición por la amalgama dental.

Personalmente cada vez utilizo menos las Amalgamas en mi consulta, hasta las obturaciones apicales en apicectomías las realizo con MTA (Agregado de Trióxido Mineral) que es mucho mas biocompatible y más aún que estará en contacto directo con el hueso.

Como material restaurador coronario, las mejoras en las Resinas Compuestas de última generación son cada vez mayores, pudiendo optar por resinas de esmalte y de dentina, dando una Estética perfecta a las piezas tratadas.

Si aún seguimos utilizando Amalgamas para determinados casos clínicos, debemos de tener mucho cuidado en su preparación y no colocar excesos de mercurio, y por supuesto eliminarlo junto con los restos sobrantes del material en un recipiente adecuado etiquetado como desecho tóxico.

Hasta comienzos del 1900 amputar un brazo por una infección en una mano salvaba la vida del paciente, y por supuesto que era el tratamiento adecuado; luego de que Alexander Fleming descubriera la Penicilina en 1928 todo aquello cambió.

Por supuesto que Black tenía razón cuando describió los principios de sus cavidades de máxima extensión, llegar a las zonas de autoclisis fisiológica y realizar extensión por prevención, pero para aquella época; hoy en día es impensado por una caries de punto en oclusal de un molar tallar toda la cara de la pieza para realizar una Amalgama.

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