La arrogancia

Psic. Ylenia Estrada
yleniaestrada@gmail.com /@yleniaestrada

La arrogancia es la hermana siamesa de la soberbia, al parecer tiene su origen en dos circunstancias infantiles diferentes, una el maltrato que puede ser tanto físico, ejemplo  el abuso sexual, los actos lascivos, los golpes, quemaduras etc., o el daño psicológico o emocional, como el producido por las ofensas, las humillaciones, las descalificaciones o acusaciones infundadas etc.; el otro caso, cuando el niño es sobreprotegido, en ambos se impide el desarrollo armónico y equilibrado de su personalidad, lo cual conlleva a que el niño desarrolle mecanismos compensatorios exagerados para alcanzarlo por sí mismo.

Esto es una fantasía porque en realidad no resuelve la construcción sana de su personalidad, y que se traduce en una profunda inseguridad o una falta de confianza en sí mismo, e incluso en los demás, como podemos suponer no hay distingos de clases sociales ni de género, constituyendo  un trastorno de la personalidad en sí mismo.

En un grado extremo se le conoce como trastorno narcisista de la personalidad.

Así que, encontramos que entre sus características destacan, además de las ya mencionadas, la falta de autocrítica, de empatía y una exagerada sobrevaloración  de sí  mismo, descalifica y desprecia a los demás a quienes considera inferiores a él, suelen ser muy inteligentes lo cual, sumado a los logros personales, les permite ejercer cierta fascinación  sobre los demás, lo que necesitan sobremanera para sentirse seguros.

Por ello también suelen ser simpáticos, joviales,  siempre y cuando esto les permita lograr su cometido de aprobación y respeto por los demás; tienden a ser mitómanos, altivos, déspotas, intolerantes a la crítica, racistas, supremacistas.

Por eso  pudimos oír decir a una pareja de estudiantes de clase media, cuando comenzaba a despuntar la migración  inducida, que se “irían demasiado”, tratando de ser diferentes hasta en el uso del lenguaje, o que lo que le haría  mejorar a Caracas sería “quitarle la gente”, por supuesto, ninguna otra persona es suficientemente digna a su parecer de compartir la ciudad con ellos.

Como puede apreciarse claramente, es un trastorno que les impide relacionarse adecuadamente consigo mismo y con su entorno. Por otra parte podemos hacer otras consideraciones  acerca de su manifestación como fenómeno psicosocial:

Cuando la persona proviene de una familia de abolengo, con linaje, de estirpe, como ya lo tratamos en el reciente artículo “Abolengo vs honorabilidad”,  destaca el orgullo de pertenecer a una casta económicamente poderosa, culta, de tradición, con miembros que destacan por ser científicos, músicos, escritores, profesionales en diversas áreas, sin tomar en cuenta el origen de dicha fortuna  ni el costo social que ha representado para los demás ciudadanos; ese desarrollo tan asimétrico, entonces hace que se desplieguen sin ningún  pudor las características hasta ahora señaladas.

Volvamos al imprescindible Galeano, en su Las venas abiertas de América Latina, el cual no es por cierto un poemario.

Un segundo caso es el de los desclasados, conocidos históricamente como los nuevos ricos; estos, además se horrorizan y se avergüenzan de su origen humilde, provenientes de familias trabajadoras y de escasos recursos.

Lejos de sentirse orgullosos por el heroico esfuerzo familiar, comienzan a fantasear con la idea de que ellos serán  iguales a la clase superior y lo primero que hacen es abandonar el barrio, cambiar de amigos, visten diferente, adquieren nuevos carros, y hasta la forma de hablar varía, de alimentarse.

Se van asemejando al estilo de vida americano,  al ir asimilando usos y costumbres ajenos a nuestra cultura y van quedando en el olvido aquellos discursos vanguardistas de cuando eran estudiantes y  aun vivían en el barrio.

A estos personajes los vemos claramente reflejados en los políticos de derecha, neoliberales y no por casualidad, es que son expresión fiel del pensamiento capitalista, el cual se soporta sobre los antivalores; es decir, en todo lo que venimos expresando como características de la persona arrogante; hay sintonía, una perfecta congruencia, son reflejo de ellos mismos, un espejo y, cero disonancia.  En esta categoría también se incluye a quienes habiendo sido revolucionarios, apenas suben un escalón de dos centímetros por el cargo logrado, comienzan a padecer del “síndrome de altura”, lo que les permite mirar a los demás por encima del hombro  y hasta con una ceja alzada.

Siguiendo el proceso de remantizacion, dimos con una resignificación de la palabra “patacón”, la cual nos llevaba a paladear aunque sea en la imaginación a los ricos tostones con ensalada de nuestras costas; ahora “patacón = patán con chequera”.

Dicen que cuando los dioses griegos querían aniquilar a alguien, lo hacían arrogante para que se autodestruyera.

¿Podremos protegernos de las personas arrogantes? No es simplemente protegernos individualmente, es que se hace necesario generar cambios en ellos que les permitan incorporarse a la sociedad, no como Dragones de Comodo, que destilan un veneno letal por donde quiera que pasan, sino experimentando un cambio, un darse cuenta de que así no es como se aborda la vida. 

Por su felicidad y la de su entorno, nos convoca el Art. 326 de la CRBV, a que asumamos una corresponsabilidad que revierta esta situación y que puedan ser liberados de la misma.

Para ello se requiere de muchos, de especialistas quizás, pero sobre todo de aquellos que les puedan ofrecer nuevas opciones, desde el amor comprensivo, compasivo y solidario, expresión del socialismo humanitario, como emprendimientos novedosos, desde el Estado y las organizaciones sociales; así mismo en cuanto a la creación de espacios para las artes, la recreación, la investigación y las diversas manifestaciones culturales.

No es un tema sencillo, ya se han venido implementando estrategias que favorezcan un cambio de actitud a la población en general y el pueblo se ha mostrado receptivo, como son los programas deportivos y culturales, el financiamiento para sus proyectos, con acompañamiento técnico que garantice el logro de los objetivos.

Se hace necesario el desarrollo de una metodología particular que facilite su identificación, captación y permanencia en los mismos, así como la realización de un proceso de formación  ideológica que complemente la solidez del proceso de cambio.

No lo olvides, para que la Milicia Bolivariana sea perfecta, solo hace falta tu pronta incorporación.

Bendiciones generosas para mi pueblo amado.

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