Beber o no beber: ¿los árboles coordinan su suministro de agua con las condiciones ambientales?

Predecir las respuestas futuras de los árboles a la sequía es notoriamente difícil y requiere la consideración de muchos factores, incluida la temperatura, el tipo de suelo y cómo los árboles regulan su uso del agua. La regulación del agua en los árboles se puede describir a lo largo de un espectro que va desde isohídrico (que mantiene un estado hídrico constante de las hojas bajo un suministro de agua cambiante) hasta anisohídrico (que permite que el estado hídrico de las hojas varíe a medida que varía el suministro de agua). Hay muchos rasgos que se utilizan para clasificar las plantas de acuerdo con este espectro, incluida la capacitancia hidráulica (la capacidad de la planta para almacenar agua) y la velocidad a la que los estomas responden a las condiciones ambientales. La tolerancia a la sequía de los árboles está relacionada con el lugar en el que se encuentra la especie en este espectro. Sin embargo, la medición de los rasgos que usamos para evaluar la isohidria requiere mucha mano de obra, lo que dificulta la recopilación de datos sobre muchas especies. Ser capaz de predecir la isohidria y la anisohidria de una manera más sencilla sería importante para los esfuerzos de gestión y conservación de la tierra.

Recientemente, Fu y Meinzer analizó datos globales sobre árboles isohídricos y anisohídricos para ver qué rasgos predicen mejor an/isohídrico. Curiosamente, uno de los rasgos más fáciles de medir, la densidad de la madera, fue un buen predictor de anisohidricidad, ya que una mayor densidad de la madera indica un comportamiento más anisohídrico. Los autores interpretan esto como una mayor redundancia en el transporte de agua por todo el árbol (es decir, un mayor número de vías para el agua), lo que permite que el árbol tolere sequías más prolongadas o más severas.

¿Por qué importa esto? La información sobre la densidad de la madera es fácil de obtener, tanto de muestras vivas como muertas. Puede ser posible caracterizar cómo ha evolucionado el comportamiento isohídrico en los últimos 10,000 XNUMX años observando los tejidos de madera conservados, lo que da una idea de la presión de selección pasada. Además, la densidad de la madera podría usarse para evaluar las distribuciones globales del comportamiento isohídrico, lo que ayudará a predecir la futura susceptibilidad a la sequía de los árboles en todo el planeta.