EL TRUEQUE CLÁSICO Y LAS REDES DE TRUEQUE (MONEDAS SOCIALES)

EL TRUEQUE CLÁSICO Y LAS REDES DE TRUEQUE (MONEDAS SOCIALES)

El trueque es el intercambio de bienes materiales o de servicios por otros objetos o servicios. Se diferencia de la compraventa habitual en que no intermedia el dinero como representante del valor en la transacción. Al contrato por el cual dos personas acceden a un trueque se le denomina permuta.

Según la corriente liberal de la economía fundada por Adam Smith, el trueque, como intercambio libre entre individuos, es una práctica natural del ser humano para la cual debe existir previamente el excedente (exceso de bienes que no necesitan consumirse) y la división del trabajo (necesidad de un bien que no produce uno mismo), lo que desemboca en el concepto de propiedad privada.

Sin embargo, según diversos antropólogos, no se ha descrito ninguna comunidad en la que el trueque existiera como el medio principal de acceso a bienes, lo que desmiente la extendida concepción de que el trueque era una fase previa a la aparición del dinero. Tan solo se ha documentado el trueque como una práctica ejercida entre comunidades rivales (debido a que el reparto de los bienes dentro de la propia comunidad se realizaba en común) o en periodos posteriores a las caídas de los grandes imperios y sistemas económicos que ya estaban basados con anterioridad en la moneda y en el intercambio.

Las Redes de Trueque son mucho más que una forma de organizar lo económico: son una fuente de extraordinarias mejoras y transformaciones para las comunidades y para cada una de las personas que toman parte en ellas. Se crean nuevas formas de relación entre los vecinos y nuevas formas de entender la economía, despertando en cada uno lo mejor de sí mismo, al permitirle trabajar en lo que le gusta hacer.

Nacen nuevas amistades; se recupera la solidaridad vecinal, se crece en autoestima, tanto a nivel personal como comunitario; se estimulan cientos de proyectos nuevos; renace una familia extensa mucho mayor que da valor a los recursos locales sin depender de nadie más que de la capacidad de organización, confianza y solidaridad de la comunidad, de su entusiasmo y de su capacidad de inventiva e imaginación.

Se logran mayores niveles de autosuficiencia y gobierno de los asuntos económicos desde lo local, lo que permite establecer un nuevo nivel económico que complementa la economía nacional y transnacional con un nuevo eslabón económico más orgánico, humano y sostenible.

Se abren nuevos caminos; en sus manos está la posibilidad de transformar la vida de su comunidad.

Todos hemos oído hablar del trueque. Es la forma de intercambio más común y antigua del mundo. Trueque intercambio de productos sin dinero. Pero el trueque clásico que todos conocemos es el trueque directo, llamado también reciproco o de punta a punta ya que solamente permite el intercambio de productos:

1. Entre dos personas;

2. En el mismo momento, y;

3. Por cosas del mismo valor

Las redes de Trueque, en cambio, permiten que el trueque se dé:

1. Entre distintas personas;

2. En distintos momentos, y;

3. Con cosas de distinto valor.

Se llama multirecíproco a esta nueva forma de trueque, y puede existir cuando el trueque se convierte en un sistema económico estable y organizado.


Trueque clásico:

Permite Intercambio entre:

·       Mismas personas.

·       Mismo valor.

·       Mismo momento.

·       No existe el interés.

·       No existe la usura.

·       No existen unidades de cambio ni de registro (monedas, billetes, cheques...).

·       Se basa en la confianza y el conocimiento previo entre quienes intercambian.

·       Nadie carece, no hay abusos, no hay escasez, ni inequidad, ni jerarquías, ni subordinación.

·       Satisface la economía local.


Dinero:

·       Permite Intercambios con todo el que tenga dinero.

·       Sí existe interés.

·       Sí existe la usura.

·       Emisión centralizada de los billetes y monedas.

·       Se basa en la escasez, la competencia y la coerción.

·       No todos tienen;

·       Promueve abusos, escasez, inequidad, jerarquías, subordinación y explotación.

·       Satisface necesidades locales e internacionales a quien lo tenga.


Red de trueque:

 ·       Permite intercambios de distinto valor, en distinto momento y entre distintas personas.

·       No existe el interés.

·       No existe la usura.

·       Emisión no centralizada y democrática de la moneda local.

·       Se basa en la confianza y la solidaridad, pero no sólo entre amigos y quienes ya se conocen.

·       Al alcance de todos.

·       Crea solidaridad, regenera tejido social, autoestima, autogestión y posibilidad de acceder a recursos locales.

·       Satisface necesidades locales en función del éxito de la Red.


Como sabemos, el trueque ha sido en todas partes la primera forma de organizar la actividad económica entre los seres humanos. Cuando esta se vuelve más compleja, con intercambios con otras regiones y objetos de consumo más elaborados, surge el dinero para resolver las limitaciones del trueque clásico y hacer viable una actividad económica más amplia y dinámica.

El dinero nace, por tanto, como una forma de medir lo intercambiado; algo así como un bien congelado, que puede ser guardado para no tener que intercambiar en el mismo momento cosas del mismo valor, con la misma persona.

El dinero fue, sin duda, un buen invento, y efectivamente cubrió esa limitación del trueque clásico, por lo que todas las regiones del mundo crearon sus propias monedas.

De todo ello resulto que lo que servía para medir se convirtió en una cosa más a medir, en un bien en sí mismo. ¡Una herramienta para medir el valor de las cosas, que es a la vez un valor a medir! ¡He aquí la trampa del dinero! El dinero se convierte en algo irracional y poco justo.

“Es como si alguien entrara a una tienda a comprar madera, y al pedir una tabla de tres metros, el comerciante, en pie junto a un tablón de esas mismas características, le dijera que no se la puede dar porque no tiene suficientes centímetros para medirla”. Esa es la lógica del dinero, y esa es la huella que deja en nuestro modo pensar y de ver las cosas.

Las Redes de Trueque ponen de manifiesto estas sinrazones ante todos, sin que sea necesario ser economista para entenderlo. Los recursos disponibles a nuestro alrededor adquieren su verdadero valor, y también nuestras capacidades, desde las más irrelevantes a las más inverosímiles, pasando por las más importantes, las que más nos gusta hacer; las redes nos permiten, efectivamente, en un plano personal, reconciliarnos con nosotros mismos y poder vivir un poco más de lo que nos gusta hacer. Descubrimos con más facilidad cuales son nuestros talentos, que es lo que sabemos hacer mejor, y nos dedicamos a hacer eso mismo, a crear y a autorealizarnos para ganarnos la vida, sin agresión ni competitividad; ofreciendo cada cual lo que sabe hacer, lo que disfruta haciendo, que es siempre bienvenido en la comunidad, donde siempre alguien puede beneficiarse de ello.

En la economía formal, los primeros en tener dinero tuvieron siempre más y más, y quienes nunca tuvieron, siempre tuvieron que pagar por acceder a él.

La economía globalizada en la que hoy vivimos se basa en este mismo principio. Al ser así, los países pobres no tienen alternativa: van a ser siempre pobres, pagando una deuda eterna, y los países ricos van a ser siempre ricos, viviendo de las rentas que producen los préstamos que los ricos dan a los pobres.

Esta es la dinámica del interés.

En una zona empobrecida, con escaso dinero en circulación, aunque hayan habilidades, talentos, y riquezas naturales, y a la vez personas con necesidades que podrían ser resueltas, toda forma de intercambio será descartada por la falta de dinero circulante.

En las Redes de Trueque, mientras existan recursos humanos y materiales dentro de una comunidad, que siempre los hay, cualquier intercambio económico puede ser realizado.

En esencia, la Moneda Social recupera la función que tuvo en un primer momento el dinero: establecerse como una mera forma de información para estimular el intercambio. La Moneda Social registra las transacciones de una forma similar al dinero siendo, sin embargo, muy distinto a este ya que en primer lugar está libre de intereses, permanecen dentro de la comunidad local, crean un sistema económico complementario y evita la especulación.

Es difícil al principio llegar a comprender como es posible acceder a bienes y servicios sin que haya dinero de por medio. Nos olvidamos entonces de lo que debiera ser la economía: repartir lo que hay entre los que somos, y tratar de explotar al máximo los recursos de que disponemos mediante el trabajo.

En lugar de eso, lo económico es para nosotros hoy día únicamente ganar dinero. Todo lo económico tiene sentido si de por medio hay dinero. Si no es así, los intercambios nos parecen más bien favores entre amigos, entretenimientos, distracciones lúdicas o solidarias.

Pero no debiera ser así.; aun sin dinero, si alguien da una lechuga, si alguien repara una avería, si alguien lleva a los niños a la escuela, ¿no está realizando una actividad económica?

Evidentemente si, aunque no haya dinero de por medio. Si aun así cuesta de entender, tengan en cuenta simplemente lo que uno deja de gastar en dinero al recibir sin dinero esos servicios.

En la economía oficial, el interés subyace dentro del precio de cada bien que adquirimos, aumentando considerablemente el precio de los productos. Los costes de producción y comercialización de cada bien o servicio reposan sobre una compleja malla de intereses que encarecen los productos. En Gran Bretaña el propio Ministro de Economía admitió en 1993 que los pagos a intereses representan media libra de cada libra que era gastada en la isla.

En las redes, todo usuario tiene acceso gratuito e ilimitado a los créditos de la Red. Eso hace que la usura y la figura del prestamista no tengan sentido, y que por lo mismo, acumular moneda local sea absurdo ya que, al contrario que el dinero, con ella no se puede comerciar.

Crean un sistema económico complementario, lo que permite mantener una estabilidad y ciertos grados de independencia o autogestión económica. Complementa demandas económicas a las que no llega la economía nacional, estimulando la regeneración monetaria de las comunidades. Se convierte en un primer peldaño más accesible, dentro de un sistema mayor con distintas formas de economía, donde convergen la economía local, la regional, la nacional y la internacional.

Evita la especulación con la que se consigue dinero por dinero. Esta lógica del dinero oficial, conduce, sin duda, al aumento de la inequidad y las diferencias sociales entre el que tiene dinero para prestar, y el que debe pagar por tener acceso a él.

Según afirma el propio Banco Mundial, el 95% de las transacciones internacionales son de tipo especulativo financiero. Solo un 5% representa el comercio de bienes tangibles, es decir el dinero que usamos para comprar y vender productos.

Hoy en día resulta más fácil hacer dinero con dinero que invertir en la producción de bienes y servicios tangibles.

La economía se ha transformado en una suerte de casino internacional. El sistema financiero internacional, animado por esta rápida especulación, y liberada de aranceles y leyes reguladoras, se encuentra fuera de control.

Una nueva forma de entender la economía, es difícil al principio llegar a comprender cómo es posible acceder a bienes y servicios sin que haya dinero de por medio. Nos olvidamos entonces de lo que debiera ser la economía: repartir lo que hay entre los que somos, y tratar de explotar al máximo los recursos de que disponemos mediante el trabajo.

La economía mundial en su conjunto ha crecido más de un 40% en los últimos treinta años, sin embargo las desigualdades entre el norte y el sur han pasado a ser de 1 a 9, a ser de 1 a 40.

Crece la riqueza y a la vez crece la miseria. Solo podemos entender esa aparente contradicción cuando miramos más de cerca la naturaleza inequitativa del dinero, que asegura riqueza a quienes ya disponen de él.

Por otro lado, el proceso económico no tiene en cuenta muchas tareas imprescindibles para la reproducción de la sociedad, como las domesticas, educativas, sanitarias, etc., que históricamente han sido reservadas a la mujer. El sistema económico hegemónico valora también de forma distinta a quienes trabajan tras haber podido estudiar largos años, de quienes debieron desde muy jóvenes, retribuyendo de forma desproporcionada a los primeros respecto los segundos. Se crea aquí otro círculo vicioso que beneficia a los que ya tuvieron recursos.

El trueque no es, como el capitalismo, un juego de suma cero, en el que para que alguien gane, otro debe perder, sino que es un juego de sumas infinitas, en el que la satisfacción de las necesidades del otro beneficia a todos.

La no escasez de moneda social permite retribuir de forma justa a cada uno según su actividad, sin que nadie salga perdiendo.

En el lenguaje de la economía oficial el ser humano y el medio ambiente son EXTERNALIDADES: asuntos que no entran en el estudio científico del economista por no poder ser cuantificables en términos de costos y beneficios. El medio ambiente, la Tierra, es visto como un sinfín de recursos explotables. Todo es valorado según su precio de intercambio.

En toda esta lógica, hecha ciencia y entregada a nosotros como verdades incuestionables, el ser humano no es más que mano de obra y potencial consumidor; el beneficio está por encima de él. Este, y no el hombre y la mujer, es el fin último de toda empresa económica.

Las Redes de Trueque devuelven el sentido a lo económico, haciendo del ser humano el centro y el fin último de la economía, con consideración hacia la Tierra; las redes son, en lo económico, lo que el ecologismo es al medio ambiente: una forma más orgánica, armónica y sustentable de relación entre el hombre y su entorno. Relaciones más orgánicas que no desgastan sino que regeneran, recrean y dan vida, en lugar de terminar con ella.

También la diversidad es bienvenida en las redes, ya que aparecen nuevos proyectos y más ideas cuando se encuentra gente de distintos ingresos y procedencia cultural o étnica.

Las redes son, por último, una isla privilegiada en el que ricos y pobres están en verdadera igualdad de condiciones. Esa horizontalidad en las relaciones es para muchos algo nuevo, que nunca habían conocido antes ni en la familia, ni el trabajo, ni en su relación con el Estado, donde siempre las relaciones son de tipo jerárquico o piramidal.

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