Las empresas deben dejar de mirarse el ombligo si quieren sobrevivir

Las empresas deben dejar de mirarse el ombligo si quieren sobrevivir

Hace unos días leí una noticia que me resultó increíble (y a la vez muy decepcionante): la creación del fondo STRIVE. Este está destinado a brindar respaldo a empresas enfocadas exclusivamente en el retorno económico de sus accionistas, mas no en los beneficios del resto de grupos de interés, promocionando el capitalismo tradicional duro y puro. Esto, sumado al excelente artículo de mi amigo y profesor Ranjay Gulati, “Can Excellence Capitalism Truly Deliver Excellence?”, me llevaron a una reflexión sobre los paralelos entre el objetivo de este fondo y la realidad actual.

En su texto, el profesor Gulati hace un interesante recorrido sobre la evolución del impacto social de las empresas a lo largo de la historia, desde la convicción inicial, que era abiertamente aceptable que las empresas tuvieran un impacto negativo sobre la sociedad y el medio ambiente, siempre y cuando se mantuvieran en la legalidad, hasta el presente, en el cual se espera que las empresas, además de evitar o reducir su impacto negativo, generen bienestar en sus grupos de interés (comunidades, medio ambiente, empleados, etc.).

De hecho, Gulati hace también un repaso propio sobre su convencimiento inicial que el capitalismo consciente era una utopía, mientras que el capitalismo de excelencia (como lo promueve el fondo), enfocado exclusivamente en el beneficio económico, era el camino. Sin embargo, su visión cambio por completo, cuando identificó en base a su experiencia y estudios, que las empresas con un propósito enfocado en generar bienestar no solo prosperaban, sino que destacaban por encima de sus competidores.

Ahora bien, esta dicotomía entre empresas tradicionales, que buscan exclusivamente la excelencia económica, y aquellas que entienden que el bien común y la generación de valor para todos sus grupos de interés no solo es positiva para la sociedad en su conjunto, sino también para su propio desarrollo, es solo aparente. ¿Por qué?

Muy simple. Para maximizar los beneficios económicos las empresas tradicionales requieren de clientes satisfechos, y para conseguirlos y mantenerlos, deben tener empleados comprometidos y productos cada vez más sustentables, así como la cooperación de proveedores y comunidades.

Por otro lado, tomemos la emergencia climática que estamos viviendo, en la cual el principal problema es que las empresas tradicionales enfocadas solo en sus beneficios económicos no son conscientes, por su visión de muy corto plazo, del tsunami que se nos viene encima (quizás de manera literal).

Lo cierto es que en unos pocos años el mundo requerirá tácitamente un giro hacia modelos más sostenibles. Ya en este momento la sostenibilidad no es una opción sino una obligación, tal como ocurrió en su momento con la innovación, pero esa es otra historia, que detallé en muchos otros artículos anteriores.

¿Qué pasará con todas esas empresas tradicionales enfocadas en sacar rédito de fuentes de energía no renovables y de actividades con un escaso compromiso social? ¿Cómo competirán en un entorno en el cual el uso de energías renovables y la optimización de recursos sea la norma? Ya hemos vivido esto antes. La innovación no espera.

Puede ser que en este momento les resulte “más barato” no pensar en sus grupos de interés, pero la realidad es que la evolución natural de lo que significa hacer empresa lleva a que la expectativa del bienestar generado por las organizaciones sea cada vez más alta y que alcance a todos los grupos de interés vinculados a la misma. Ya los consumidores “castigan” con su indiferencia a las empresas sin un propósito realmente conectado con el bien común.

Lo mismo aplica para nuestro querido Perú. Sí, el Estado tiene la obligación de brindar bienestar a todos sus grupos de interés y no solo a los allegados al grupo que nos gobierna. Y es cierto que la incertidumbre actual, producto de un manejo político no solo mediocre, sino también corrupto y colmado de un egoísmo insultante, va completamente en contra de ello. Nuestro gobierno esta faltando a su compromiso histórico de desarrollar el capitalismo consciente en nuestro país.

Pero también en esto los líderes empresariales tenemos una responsabilidad. Es cierto que es fácil mirar a un costado mientras la máquina sigue facturando. Sin dudas. Pero ¿no toca tomar acciones para lograr el equilibrio que el país requiere con tanta urgencia? ¿No somos también responsables de realizar todo lo que este en nuestras manos para empujar al gobierno a que lleve el bienestar a todos sus grupos de interés?

A mí los premios empresariales me dicen poco y nada. Las fotos, los videos con acciones de Responsabilidad Social Empresarial organizadas por áreas de marketing concentradas en la reputación de la empresa, sin interiorizar su propósito, son solo un paliativo para una clase empresarial (de la cual formo parte) que tiene también un compromiso y una deuda grande con un país que nos lo ha dado todo.

La ganancia de apostar por “agrandar” la torta para todos es la base de la sostenibilidad y del crecimiento a largo plazo. Salvo que queramos que tanto nuestro país como nuestras organizaciones sean solo una demostración temporal de poder y grandeza. Como los dinosaurios. Y ya sabemos cómo terminó esa historia…

LUIS GUILLERMO EGOCHEAGA YOUNG

Gerencia General | Gerencia Social | Sostenibilidad | Innovación | Minería | Acuicultura & Pesca | Agua & Saneamiento

1 año

Comparto parte de tu visión, Karl; se trata mucho más que sólo sobrevivir. Si las empresas no comprenden, aceptan y apuestan por el desarrollo (calidad de vida) sostenible y renuncian al crecimiento económico insostenible, estarán decidiendo consumirse todo el capital -social, ambiental y económico- con el que contamos todos en el planeta, y las generaciones venideras. Y atención que estamos en LA década clave (del 2020 al 2030) para tomar y poner en práctica esta decisión!

Siegfried Arce Helberg

Consultor minero y geo-ambiental

1 año

Al piputi

Juan Aguilar

Human Potential Center - Entrepreneur - Consultant - Instructor - Coach

1 año

Excelente artículo Karl.

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