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Fi VII IIT(411-ü.
Romeo, Hilada . '20-1.
TOMO I.
sík
,n•
r-
•
MADRID: 1842.
1prenta de D. Josú FELIX PALACIOS.
Que todos los aquivos
Aquí no habernos de mandar. No es bueno
El gobierno de muchos: uno solo
El caudillo supremo y soberano
De todos sea: aquel á quien el hijo
Del anciano Saturno ha dado cetro
Y regia autoridad para que mande.
41,
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E
1112111D 1,1
DEL PAPA EN SU RELACION CON
LA IGLESIA CATÓLICA.
CAPÍTULO I.
DE LA INFALIBILIDAD.
DE LOS CONCILIOS.
CAPÍTULO V.
>tfj p
. 68
nos dimana se n de él, como de la cabeza á todo el cuer-
po (1).
Me complazco en reunir primero los textos que
prueban la fé antigua con el grande axioma tan terrible
para los novadores. Continuando despues el &den de
los testimonios mas marcados que se me presentan en
la cuestion general, oigo á S. Cipriano declarar á me-
(liados del siglo III que si habia herejías y cismas en la
iglesia , era porque no se volvían todos los ojos hácia el
sacerdote de Dios, hácia el pontifico que juzga en la
Iglesia EN LUGAR DE JESUCRISTO (2).
En el siglo IV el papa Anastasio llama mis pueblos
á todos los pueblos cristianos, y miembros de un mis-
mo cuerpo (3) á todas las iglesias cristianas.
Y algunos años despues el papa S. Celestino llama-
ba á las mismas iglesias nuestros miembros (a).
El papa S. Julio escribe á los partidarios de Eu-
sebio: ¿ Ignorais que el uso es escribirnos primero, y que
se decida aquí lo' que es justo? »
(1) Fleury, hist. ecl. lib. XXVIII. n., 11. — Fleury que traba_
jaba á ratos, olvidó este texto y otro enteramente semejan-
te (Lib. XII, n. 10): y nos dice osadamente en su discurso TV
sobre la hist. ccl. n. 11: «Los que habeis leido esta historia, no
habeis visto en ella nada parecido. El doctor Marchetti se toma
1,4 libertad de citar á Fleury, el mismo Fleury (critica &c., toro.
art. §. 1, p. 20 y 21).
(2) Ad disputationem si venturo fuerit, vos de eorum senten-
tiis dijudicare, debetis non subire certamen (Véame las actas del
concilio).
(3) De ahí proviene que el. canon XXVIII de Calcedonia no
Este mismo Babia convocado anteriormente el con-
cilio II de Efes° , y sin embargo le anuló negándole su
aprobacion 1).
A principios del siglo VI el obispo de Pátara en
Licia decia al emperador Justiniano: « Puede haber
muchos soberanos en la tierra; pero no hay mas que un
Papa en todas las iglesias del universo (2).
En el siglo VII escribia S. Máximo en una obra con-
t ra los monotelitas : « Si Pirro afirma que no es hereje,
que no pierda el tiempo en disculparse con una multitud
de gentes, sino que pruebe su inocencia al beatisimo Papa
de la santa iglesia romana, es decir á la silla apostólica, á
laque corresponden el imperio, la autoridad y la potes-
tad de atar y desatar en todas las iglesias que hay en el
mundo EN TODAS LAS COSAS Y DE TODAS MANERAS. (3).))
A mediados de este mismo siglo los obispos de
PI
allí está la iglesia: . ubi Petrus ibi ecclesia (Arnbr. ín psalm. XL).
(1) Bellarrnino, De summo pontífice, in prwf.
(2) Ego pariter legatus sedis apostolicte approbo decretum, si
s. D. N. approbetur (Pallav. hist. cone. trident. lib. XXXII, C.
117 y IX: lib. XXIII, c. IX Zacharia, Anti-Febt onius vindica-
tur, eu 8.°, torno disert. 1V, c. VIII, p. 187 y 1G8 )
76 —
CAPÍTULO VII.
CAPÍTULO VIII.
, .„ • .
lfist. bossuet, lib..,X,,n. -la, p. 30
, ,
(2) Mqrtirii Alce pargatum,,Elt s otro testa vulgar.
(3) Pascal, supra p. 59.
- 83 -
CAPITULO 1X.
TESTIMONIOS PROTESTANTES,
CAPÍTULO X.
cuatro uno para cada trimestre. El ejemplar que tengo entre las
manos es de esta última especie. A las vidas de los santos añaden
las últimas ediciones himnos y otros documentos; de modo que
quizá fuera mas exacto llamar el todo oficio de los santos. Mos-
cow, 1813 en fol. 30 de junio. Coleecion en honor de los santos
apóstoles.
( 1) S. Juan Crisóstomo traducido en slavo en el libro ritual de
la iglesia rusa , intitulado PROLOG. ',14oscow , 1677 en fol. Es urt
compendio de la vida de los santos cuyo oficio se celebra cada día
del ano. Tamhien se hallan en di sermones, panegíricos de S. Juan
Crisóstomo y otrcs padres de la iglesia, sentencias sacadas de sus
obras &e. La cita que llama esta nota corresponde al oficio de 29
de junio , y está sacada del sermon III de S. Juan Crisóstomo pa-
ra tiesta de los apóstoles S. Pedro y S. Pablo.
(7) S. Juan Crisóstomo, ibid. segundo sermon.
T1110 DPOSTNALA (ritualis quadragesima10. Este
libro contiene los oficios de la iglesia rusa desde el domingo de la
septuagésima hasta el sábado santo (Woscow 1811 en fol.). El pa-
saje f itado se ha sacado de! oficio del jueves dela segunda semana.
93 —
brera del universo, paloma inmaculada, príncipe de los
apóstoles (1) , origen de la ortodoxia. (2)»
La iglesia rusa que habla en términos tan magnífi-
cos del príncipe de los apóstoles, no es menos elocuente
respecto de los sucesores de aquel : citaré algunos
ejemplos.
Despues de la muerte de S. Pedro y de sus dos suce-
sores, Clemente condujo sabiamente en Roma el timon
del barco que es la iglesia de Jesucristo (3); y en un
himno en honor de este mismo Clemente la iglesia ru-
sa le dice: Mártir de Jesucristo , discípulo de Pedro , tu
imitaste sus virtudes divinas, y te mostraste así el ver-
dadero heredero de su trono (4).»
Dice la misma al Papa S. Silvestre: Tú eres el jefe
del sagrado concilio: tú has ilustrado el trono del prín-
cipe de los apóstoles (5): divino jefe de los santos obispos,
iú has confirmado la doctrina divina, y has cerrado la
boca impía de los herejes (6). »
Dice á S. Leon: a l¿Vué nombre te daré yo hoy ? ¿Te
llamaré el heraldo maravilloso y el firme apoyo de la ver-
) !bid . p, 271.
— I 00 --
El obispo elevado á la cum- S. Cipriano epist. 111
bre apostólica.
El padre de los padres. Concil. de Calced. ses.
111.
El supremo pontífice de los Idenz in pral.
obispos.
El sumo sacerdote. Concite de Calced. ¡es.
XVI.
El príncipe de los sacerdo- Estevan, obispo de
tes. Cartago.
El prefecto de la casa del Concilio de Cartago
Señor y el guardian de la epist. ad Darnasum.
viña del Señor.
El vicaria de Jesucristo, el Gerónimo, pral. in
confirmador de la fé de Eva ng. ad Dama.
los cristianos. sum.
El gran sacerdote. Valentiniano y con el
toda la antigüe.
dad.
El soberano pontífice. Concil. de Calced.
epist. ad Tkeodor,
impera
El príncipe de los obispos.
El heredero de los apóstoles. S. Bernardo, lib. de
consid.
Abraliam por el patriarcado. S. Ambrosio in 1. Tipa.
111.
Melquisedec por el órden. Concil. de Catcedon.
epist. ad Leonem.
Moises por la autoridad. S. Bernard. epiit. 190•
O1 ---
Samuel por la jnrisdiccion. ld. et in lib. de
conside•.
Pedro por la potestad. Ibid.
Cristo por la uncion. Ibid.
El pastor del aprisco de Je- 1d. lib. 9 de consid.
sucristo.
El llavero de la casa de Dios. ihid. cap. 8.
El pastor de todos los Ibid.
tores.
El pontífice llamado á la ple- Ibid.
nitud de la potestad.
S. Pedro fue la boca de Je- S. Crisóstomo, hora.
sucristo. in divers. seria.
La boca y el jefe del apos- Ori g. horn. fi
tolado. Illat h.
La cáledra y la iglesia prin- S. Cipriano, epist. 1,17,
cipal. ad. Com.
El origen de la unidad sa- Id. epist. III, 2.
cerdotal.
El ínculo de la unidad. Id. ibid. IV, 2.
La iglesia donde reside la
potestad principal (polen-
tior principalilas). Id. ibid 111, 8.
La iglesia, raiz, matriz de S. Anacleto papa,
todas las otras. epist. ad omnes
ppisc. et fideles.
La silla sobre la cual edificó S. Dánzaso, epist. ad
el Señor la iglesia uni- uní episc.
versal.
El punto cardinal y la cabe- S. 31tir-eclino, 11. epist.
102
za de todas las iglesias. ad episc. Antil)ch.
El refugio de los obispos.
Concil. de Ale j. epist.
ad Felic. pap.
La silla suprema apostólica. S. Atanasio.
La iglesia presidente. El emper. Justin. in I.
8 cod. de s q m.Tri-
nit.
La silla suprema que no S. Leon in nat. SS.
puede ser juzgada por nin- apos-t.
guna otra.
La iglesia antepuesta y pre- Victor deUtica
ferida á todas las otras, De pellect.
La primera de todas las sillas. S. Prospero, in lib. De
ingrat.
La fuente apostólica. S. Ignacio. epist. ad
ronz. in subser'-
El puerto segurisirno de toda Concilio de Rozna en
comunion católica. tiempo de Gdasio.
CAPÍTULO XI.
CAPÍTULO MI.
.......n••nn•n•nn••n•
C A P Í TU L O XV.
INFALIBILIDAD DE HECHO.
(1) Algunos sabios han creído que podían sostener esta opi-
nion. Vease Dissert. acerca del Papa Liberio, en la que se hace
ver que no cayó. Paris 1726, en 12. Francisci Antonii Zacchari
P. S. Dissertatio de commentitio Liberii lapsi. In thes. theolog.
Ven. 1;92, en 4.°, t. II, p. 580 y sig.
(2) Sed ita non egit: non definivit ex cathedrá: non docuit
tanquam omnium fidelium tnagister ac doctor. 13bi veré ita non
se gerat, sciat Bossuct romanurn pontificern infallibilein á uobis
non agnosci. Véase la nota de Illansi en la obra citada ; p. 568.
(3) Orsi; t. 1, lib. III, c. XXVI, p. 118.
-143 —
libros italianos, sed grcecis incognita qui sua lantürn
mirantur.
El único Papa que puede originar dudas legítimas,
menos por sus yerros que por la condenacion que su-
frió, es Honorio. Pero ¿qué significa la condenacion de
un hombre y de un soberano pontífice pronunciada á
los 42 años de su muerte? Uno de esos desgraciados
sofistas que solían deshonrar el trono patriarcal de
Constantinopla , un azote de la iglesia y de la sana ra-
ron, Sergio en una palabra, patriarca de Constantino-
pla, discurrió preguntar á principio del siglo VII si en
Jesucristo habla dos voluntades. Decidido él por la ne-
gativa, consultó al papa Honorio en palabras ambiguas.
El Papa que no descubrió el lazo, creyó que se trata-
ba de dos voluntades humanas, es decir , de las dos le-
yes que afligen á nuestra infeliz naturaleza , y de que
ciertamente estaba del todo libre el Salvador. Honorio
ademas, traspasando quizá las máximas generales de la
santa sede, que teme sobre todo las cuestiones nuevas
y las decisiones precipitadas, deseaba que no se hablara
de dos voluntades, y escribió en este sentido á Sergio,
en lo cual pudo cometer un error que se llamaria ad-
ministrativo, porque si faltó en esta ocasion , fue á las
leyes del gobierno y de la prudencia. Calculó mal si se
quiere: no vió las consecuencias funestas de los medios
ezonómicos que creyó podia emplear ; pero en todo es-
to no se nota ninguna derogacion del dogma , ningun
error teológico. Que Honorio entendió la cuestion en el
sentido supuesto , se demuestra primero con el testimo-
nio expreso é irrecusable del hombre mismo de cuya
--144 --
pluma se había valido para escribir su carta á Sergio;
quiero decir del abad Juan Syrnpon , el cual tres años
despues de la muerte de Honorio escribia al emperador
Constantino , hijo de Heraclio: «Cuando hablamos de
una sola voluntad en el Señor , no teniamos presentes
s-us dos naturalezas, sino su humanidad sola. En efecto
habiendo sostenido Sergio que en Jesucristo habia dos
voluntades contrarias , dijimos que no se podian recono-
cer en él dichas dos voluntades, á saber , la de la carne
y la del espíritu , como nosotros las tenemos desde el pe-
cado (1).»
Y ¿qué cosa hay mas decisiva que estas palabras
del mismo Honorio citadas por S. Máximo: «No hay
mas que una voluntad en Jesucristo, supuesto que sin
duda la divinidad se habia revestido de nuestra natura-
leza, pero no de nuestro pecado, y que así le eran ex-
traños todos los pensamientos carnales (2).»
Si las cartas de Honorio hubieran contenido real-
mente el veneno del monotelismo; ¿cómo puede figu-
rarse nadie que Sergio, que ya habia tomado su reso-
lucion, no se hubiese apresurado á publicarlas por todos
los medios imaginables? Sin embargo no lo hizo; al
contrario ocultó las cartas ó carta de Honorio mientras
praMicare (Baller. toco eitato número 35, p. 306). Seria inutil ha-
cer observar el giro griego de estas expresiones traducidas de una
traduccion. Los originales latinos mas pi : eciosos han perecido. Los
griegos eseribiercal lo que quisieron.
1 so_
Alistan á la iglesia. Disuelvo el concilio y me retiro.»
Honorio no cesó, como se ha visto, de profesar, en_
sesear y defender la verdad hasta su último aliento, ex-
hortando , amenazando y reprendiendo á los mismos
manotelitas , cuyas opiniones quisiera persuadirsenos
que habla abrazado. Honorio en su misma carta segun-
da (tengamosla por auténtica palabra por palabra) ex-
presa el dogma de un modo que forzó á Bossuet á
aprobarle (1). Honorio murió en posesion de su silla y
de su dignidad, sin que despues de su desgraciada cor-
respondencia con Sergio escribiese jamás una línea , ni
profiriese una palabra que la historia haya señalado co-
mo sospechosa. Sus cenizas descansaron pacífica y honro-
samente en el Vaticano: sus imágenes continuaron bri-
llando en la iglesia, y su nombre en los dipticos sagra-
dos. santo mártir que está ea nuestros altares , le
llamó hombre divi q,o á poco d su muerte. Los padrea
del concilio VIII general celebrado en Constantinopla,
i
es decir, el oriaiate entero pres dido por el patriarca
Constantinol)la, profesan solemnemente que «no era lici-
«to olvidar las promesas hechas á Pedro por el Salvador,
('1) ro la alauera de expresarse es not,rble. Bossuet conviene
en que Honorii verba orlItuckxa 7,1i;.7 ME videri. (Lib VII, ah XII,
dt-fens. c. XXII). No habido jaraas al() hombre en el uaiive1 so
que fuera tau due0.0 de su pluma. k :nal,¡uiet a creerá a primera vis-
ta poder traduen : La expt esion de Hohorío parece mu y ortodoxa,'
pero se et1111170C,Iria. 13HS3ilet zfijoinaxi,itj ordi olux d SiriO
orthodora maxiind videri. El inafiiaz recae sobre videri y 110 so-
bre ortodoxa. paralexpresar
, eta suutela ea la lengua patria era
precisa lie su ptilnera deelr: La e Cpre'SiOn H131J2iÇitaC) parece 01 -
todux-,4. La vurdad arrastra al arande houibre . que parece 1: : 11C W-
S41110 t^C`::451.1be a dia.
- 151 -
«y cuya verdad se habia confirmado por la experien-
cia, supuesto que la fé católica habia subsistido sieni-
«pre sin mancha, y se habla enseñado INVARIABLEMENTE
«la doctrina pura en la sede apostólica (1).
Desde la ocurrencia de Ilonorio y en todas las oca-
siones posibles , de las cuales la mas notable es la que
acabo de citar, no han cesado jamás los papas de atri-
buirse esta alabanza y de recibirla de los denlas.
Despues de esto confieso que no entiendo la conde-
nacion de Honorio. Si algunos papas sus sucesores, por
ejemplo Leon II, ha parecido que no clamaban contra
los helenismos de Constantinopla , hay que alabar su
buena fé , su modestia y sobre todo su prudencia ; pero
todo cuanto han podido decir en este sentido no tiene
nada de dogmático , y los hechos quedan como son.
Todo bien considerado la justificacion de Honorio
me cuesta menos dificultad que otra ; pero no quiero
levantar el polvo , y exponerme al riesgo de ocultar el
camino.
Si los papas hubieran solido exponerse á ser repren-
didos por algunas decisiones aventuradas siquiera; no me
admirarla yo de oir tratar el pro y el contra de la caes2
tion , y aun aprobaria mucho que en la duda tomase-
mos partido por la negativa porque los argumentos
(1) rJosee sigtzum. Plant Bach. IV, 6, 19. IV, 9, 62. El per-
soli.,je teatral no dice : «Reconoce la firma: sino « reconoce el
sixoo c; el sello. »
("?) La lengua francesa, tan notable por la admirable propie-
dad de las expresiones, ha formado la palabra cachet (sello)
que ha sacado de cache• (ocultar), porque entre nosotros sirve el
sello para ocultar y no para autenticar la escritura. Entre los
nntigues era todo lo contrario.
(3) Ta et Basilio quibus prwterea videbitur,
etiam Servilio conscribas , ut tili videbitur, meo nomine. (Ad
Att, XI-, xu, 19). Quod luceras quibus putas opus esse curas
(tandas f úcio commode. (Ibid. XI, 7. Item XI, 8, 12 &c.).
(1) Hoc mana mea (XIII, 28 &.c.).
Luis (moque epistolís /ilerim vídeo,' cognó seere (XVE,
'V.+ Alexis (l a el liberto y el scretalio de cJntianut de .tico,
1 56
i ce e s cribiendo desde su campamento de Vercelis al mis-
mo Ciceron , le dice : «Lee primero la carta que en-
vio al senado, y si te parece haz en ella algunas va-
riaciones (1). » Asi un general que está en campaña,
encarga á un amigo suyo que altere ó rehaga un des-
pacho oficial que ealia á su soberano. Esto es chistoso
segun nuestras ideas; pero no veamos aquí más que
la posibilidad material de la cosa.
Habiendo abierto corlesmente Ciceron una carta de
su hermano QuinW, en que pensaba encontrar horri-
bles secrews , la envió á un amigo suyo, y le dijo:
«Envíala á su destino , si lo juzgas oportuno. Está
abierta ; pero no hay ningun perjuicio: sin duda tu
hermana Pomponia (la mujer de Quinto) (2) tiene el
sello, de su marido.»
Nada tengo que decir de la moralidad de esta ama-,
ble familia: atengámonos al hecho. No se trataba, M
imo se ve, ni de letra, ni de firma: este latrocinio re-
pugnante que no causaba ningun mal , se ejecutaba
sin, la menor dificultad por medio de un simple sello,
No digo por eso que cada uno no , tuviese su ca-
racter de letra (3); pero era mucho menos determi-
CAPÍTULO XVI.
CAPÍTULO XVII.
CAPITULO XVIII.
CAPÍT E LO XIX.
CAPITULO XX.
CAPÍTULO I.
CAPÍTULO II;
INCONVENIENTES DE LA SOBERANIA.
.....•n•••nn••n••n•
CAPÍTULO sir.
CAPÍTÚLO Vi
(1) Vvase la disertacion del - Presb. Cenni al fin del libro del
cardenal Orsi , Della origine del dominio é della sovranitá de'
rom. pontrfici sobra gli stati loro temporalmente soggetti. Roma.
Pagliarini , en 12 , 1754 , p. 30G á 309. El patrimonio llamado do
los Alpes marítimos era inmenso: ineltjia á Genova y toda L
ta basta las fronteras de Francia. Veanse las auto: idades.
go no podían los primeros brillar aliado - del pontüke.
Leiase ea su frente el carácter de un sacerdocio tan emi -
¡lente, q . te el emperador que ta,m5ienfraia entre sus títulos
#1 de pontífice c•',, n) le sufra en Roma con mas im-
pviencia qle la qt2 pudiera causarle el ejército de un Ce-
sar, que le disputara el imperio (Possuet, ;art. past; sobre
la co.n. pase. N." IV, ex. Cm. epis- t. LI. ad Amt). Una
m mo. cGulta loa arrojaba de la ciudad eterna para entre-
garla al jefe de la iglesia eterna. Paede ser que en el espí-
l
i tu de Constantino se "mezclase á esta sujecion de que
hablo, un principio de fé y de respeto; pero no dudo ase-
gurar que semtlante sentimiento no influyó en la deter-
minacion que to-ni de trasladar la silla del imperio, ma-
cho meas que to la; lo; mV,ivo3 políticos que se le
atribuyen: asi se cumpla el decreto del Altísimo (1).
Un mismo lugar no podia contener á un emperador
y á un pontífice: Constantino cedió al pontífice la ciudad
de Roma. La conciencia universal , que: es infalible,
lo comprendió así ; y este es el origen de que- pa),--
cedió la fábula de la donado] , que es mucha verdad.
La antigüedad que deseá mucho verlo y tocarlo toda,
abandonó- (que ni aun hubiey. a sibido nombrar) una
donacion en solemne forma. Vióla escrita en un perga-
mino y depositada en el altar de S. Pedro. Los modernoi
dicen mentira, y la misma inocencia denunciaba sus pen-
samientos (2). No hay cosa mas cierta que la do /clon
(1) 'liad.
()). ¿Ño ocian LYmbien á un á..1 ► gei. (re ute•ró á . Ama de-
ain( de S...1,9. o .kt?..Nusotros los. actmules vivievnes., no velp os.." C/t1)
de Constantino. Dettle altota se conoce que loN empk1,-
radores no estar en Roma en su casa. Parecen forasteros
que van con el competente permiso á pasar en ella al
hunas temporal s. Pero aqui tenemos una cosa mas
admirable aun : Odoacro con sus hérulos pone tér-
mino al imperio de Occidente en 475. Poco despues
los hérulos desaparecen á vista de los Godos, y estos tam-
bien sucumben á la superioridad de los lombardos que
se apoderaron del reino de Italia. ¿Qué poder humano
impidió á todos estos príncipes, y por espacio de tres si-
glos, fijar definitivamente su trono en Roma? ¿Qué bra-
zo los rechazaba en hilan, en Pavia, en Ravena? Era la
donacion que producía sus legales efectos, y que procedía
de muy alta region para que dejase de producirlos.
Un punto está fuera de toda cuestion; y es que los
papas siempre trabajaron para conservar á los empera-
dores griegos la parte de Italia que les quedaba contra
los godos, hérulos y lombardos. Nada omitieron para
inspirar valor á los exarcas y fidelidad , á los pueblos.
Exhortaban continuamente á los emperadores griegós
para que viniesen á socorrer la Italia : pero ¿qué podia
obtenerse de estos miseables príncipes ? No solament ►
era muy poco lo que podian hacer en beneficio de aquel
reino, sino que sistemáticamente le vendian porque
(1) Life arad pontificate of Leo the tenth by 11. William nos.
ene. London. M'Orcery, en 8.° 1805, t. II, c. VIII, p. (i8.
(2) Vix bullum indiettnn est dim vincis, nec cituis vis,
Vincere quárn parcas: bwc tria agis pariter,
tina dedit. bellum , hellum lux sustulit una,
Nee tibi quim bellum longior ira fuit.
Roe Nomen divinum alignit fert secum, et utriun sit.
Mitior anne idem fortior, arnhigitur.
(Casanova post expugnationem Mirandube, 2! ¡unió 1511: I.
n(Iscoe, ibid. p A5).
.....,
Leo? ' X, entonces cardenal , todo quedó tranquilo
Si Bolonia hubiera caido en poder de Maximiliano y
aun del buen Luis XII , no hubiese salido libre á tan
poca costa.
Léase la historia con atencion y sin preocupacion,
y chocará esta diferencia aun en los papas menos papas,
si se permite esta expresion. Por lo ciernas todos jun-
tos corno príncipes han tenido los mismos derechos
que los otros príncipes, y no puede hacérseles car-
gos por sus operaciones políticas , aun cuando hu-
bieran tenido la desgracia de no obrar mejor que sus
augustos compañeros. Pero si se observa con respecto
á la guerra en particular que la han hecho menos que
los otros príncipes y con mas humanidad : que no la
han buscado ni provocado jamás; y que desde el ins-
tante en que los príncipes, por no sé qué convenio tá-
cito digno de lijar la atencion , se han puesto al pa-
recer de acuerdo para reconocer la neutralidad de los
papas, estos no se han mezclado mas en las intrigas
operaciones guerreras; no podrá negarse que aun
en el órden político han conservado la superioridad
que hay derecho á esperar de su caracter religioso. En
una palabra ha sucedido Á VECES á los papas, consi-
derados corno príncipes ternporates , que no se han con-
ducido mejor que los otros. Este es el único cargo que
puede hacérseles con justicia lo demas es calumnio-
so. Pero esta palabra á veces designa ciertas anomalías
que no deben jamás tomarse en consideracion. Cuan-
(1) lí 1 thing, nay, jara certain that the Pope is the misera...
lile puppet of the usurper of the throne of the Bourbons that he
ciare onot move bu by Napoleon's command, and should he order
influence the lrisch himto to cose their tlocks to rebellion, he cond
not refuse to obey the desput. (`Parliamentary debates . vol. IV
London 1805 en 8. Q , col. 726).»
Este tono colérico insultante debe admirar en, l'a boca de un
par ; porque es una regla general-(y la recomiendo á la atencion
particular de todo observador verdadero que en Inglaterra el
odio contra el Papa y el catolicismo está en razon inversa de la
dignidad intrínseca de las personas. Sin duda que hay excepcio-
nes ; pero son pocas en proporcion á la niult•tud.
(2) Véase la nota dcl cardenal secretario de estado , fecha en
el palacio Quirinal á 19 de abril de 1808, en respuesta á la de Mr.
Le Febvrc, encargado de negocios de Francia.
- 257
CIERTO , que el Papa no es mas que un títere mise-
rable á las órdenes de los foragidos que quieren va-
lerse de él; le preguntaría con la franqueza y los mi-
ramientos que se deben á un hombre de su clase, no lo
que piensa del Papa, sino lo que piensa de sí mismo
al recordar aquel discurso.
CAPÍTULO VII.
ARTÍCULO PRIMERO.
ARTICULO II.
(1) «Se . admira uno de que bajo el reinado de papas tan escPm-
dalosos siglo X) y tan poco poderosos no perdiese la iglesia ro-
mana ni sus prerogativas, ni sus pretensiones. (Volt. ib.c. XXXV).»
Muy bien dicho está cal admirare, porque el fenómeno es hu-
manamente inexplicable.
(7) Sic ptngressum est ut . ad (n'os deveniret (fetulum) ,
clueco seilicet domín US 110C \'CUCt bCtierle 1(1111 pertinere. Cons " t -
feud, lib. 1, tit. 5 I.).
_ 9)51 _
los bienes eclesiásticos, queriendo todo el mundo ser
vasallo ó soberano (1).
Enrique V pedía ó que se le cedieran las inves-
tiduras , ó que se obligase á los obispos á renunciar to-
, dos los grandes bienes y todos los derechos que debían
al imperio (2).
La confusion de ideas es visible en esta pretension.
El príncipe no vena mas que las posesiones temporales
y el título feudal. El Papa Calixto II le propuso esta-
blecer las cosas en el pie en que estaban en Francia,
donde los obispos no dejaban de cumplir perfectamente
sus deberes en cuanto á lo temporal y los feudos, aun-
que las investiduras no se recibiesen por el anillo y el
báculo (3).
En el concilio de Reims celebrado en 1119 por el
mismo Calixto II, probaron ya los franceses cuán se-
guro era su oido; porque habiendo dicho el Papa:
«Prohibinos absolutamente recibir de mano de una per-
sona laical la investidura de las iglesias , ni la de los
bienes eclesiásticos,» toda la asamblea se opuso , porque
pareja que el canon negaba á los príncipes el derecho
de dar los feudos y las regalías dependientes de sus co-
ronas. Mas luego que el Papa varió la expresion y dijo:
«Prohibimos absolutamente recibir de los legos la investi-
(1) Ihid. lib. III, A. 1071. Federico empañó con nIgnnos ac-
tos de tiranía el es,-dendor de sus buenas prendas. Se indispuso
sin razon con diferentes papas: se apoderó de las rentas de los be-
neficios vacantes: se apropió el nombramiento de los obispos, é bi-
vo abiertamente un tráfico simon jaco de las cosas sagradas (Vidas
de los santos traducidas del inglés , en 8. °, t. p , 11
Lie abril.
('') Ensayo acerca de la hi.st. etc. t. 1, c. XXX.. 5O.
_ 254 _
«fundamente instruido en las letras santas, que bri-
«Haba con todo género de virtudes (1).»
«Manifestaba , dice otro, en su conducta todas las
virtudes que su boca enseñaba á los hombres (2); » y
Fleury, que como es sabido, no mima á los papas, no
rehusa por eso confesar que S. Gregorio VII «fue un
«hombre virtuoso , nacido con gran valor, educado en
«la mas severa disciplina monástica y lleno de un zelo
«ardiente para purgar á la iglesia de los vicios de que
veia inficionada , particularmente de la simonía
«y de la incontinencia del clero (3).» Soberbia esce-
na fue y digna de un hermoso cuadro la entrevista
de Canosa cerca de Reggio el año 1077, cuando tenien-
do aquel Papa la Eucaristía en sus manos , se volvió
há,;ia el emperador , y le intimó que jurara, como él.
mismo juraba , por su salvacion eterna que no había
obrado jamás sino con una pureza perfecta de inten-
eion por la gloria de Dios y la felicidad de los puebles,
sin que el emperador , oprimido por su conciencia y
por el ascendiente del pontífice, se atreviese á repetir
la fórmula ni á recibir la comunion.
. Gregorio pues no presumia demasiado de sí mismo,
cuando atribuyéndose con la confianza íntima de
ARTICULO III. •
LIBERTAD DE ITALIA.
LIBRO PRIMERO.
DEL PAPA EN SU RELACION CON LA IGLESIA CA-
TOLICA.
CAPÍTULO I. De la infalibilidad • • 27
CAP. I.I. De los concilios. 40
CAP. Definicion y autoridad de los concilios. 42
CAP. IV. Analogía sacada del poder temporal. .. r)2
CAP. V. Dáqnesion sobre lo que se llama la juven-
tud de las naciones .58
CAP: VI. Supremacía del soberano pontífice recono-
cida en todos tiempos. Testimonios católicos
de las iglesias de Occidente y de Oriente. . 62
CAP. Testimonios particulares de la iglesia !fa-
licana
CAP. VIII. Testimonio jansenista. Texto de Pascal
y reflexiones sobre el peso de ciertas auto-
ridades. 79
CAP. IX. Testimonios protestantes 83
CAP. X. Testimonio de la iglesia rusa , y por ella
testimonio de la iglesia griega disidente. . . 90
CAP. XI. Sobre algunos textos de Bossuel 105
CAP. XII. Del concilio de Constanza 116
CAP. XIII. De los cánones en general y de la ape-
lacion á su autoridad.
Ci p . XIV. Examen de una dificultad partieular
que se suscita contra las decisiones de los
papas 128
CAP. XV. Infalibilidad de hecho 135
CAP. XVI. Respuesta á algunas objeciones. . . 160
CAP. XVII. De la infalibilidad en el sistema filosó-
fico. 167
CAP. XVIII. Ningun peligro en las resultas de la
supremacía reconocida. 169
CAP. XIX. Continuacion del mismo asunto. Acla-
raciones ulteriores sobre la infalibilidad. . 175
CAP. XX. Última explicacion sobre la disciplina, y
digresion acerca de la lengua latina 180
LIBRO SEGUNDO.
DEL PAPA EN SU RELACION CON LAS SOBERANÍAS
TEMPORALES.