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EDGARDO DANIEL TRUFFAT

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Fuero de atracczon
en los
concursos
Sistema instituido por la ley 26.086
Suspensión. Atracción. Reglas y excepciones
Verificación con sentencia de juez extraconcursal
Prohibición de deducción de nuevas acciones
Función del síndico. Control correspectiva
Pronto pago de créditos laborales
Prólogo da
ADOLFO A. N. ROUIUQN

AL a REA
EDGARDO DANIEL TRUFFAT

Fuero de atracción
e n los
concursos
Sistema instituido por la ley 26.086

Suspensión. Atracción. Reglas y excepciones


Verificación con sentencia de juez extraconcursal
Prohibición de deducción de nuevas acciones
Función del sindico. Control correspectivo
Pronto pago de créditos laborales

EDITORIAL
ASTREA
DE ALFREDOY RICARDO
DEPALMA
CIUDAD DE BUENOS AIRES
2007
O EDITORIAL
ASTREA
DE ALFREDO
Y RICARDO
DEPALMA
SRL
Lavalle 1208 - (C1048AAF) Ciudad de Buenos Aires
www.astrea.com.ar - info@astrea.com.ar

Queda hecho e1 depósito que previene la ley 11.723


I M P R E S O E N L A A R G E N T I N A
A AZejandra, Gastón y Nacho,
por Lo mucho que hay de ellos en este libro.

A mi querido amigo y mentor


Francisco Jttnyent Bas.

A la memoria de dos recordados magistrados:


Gtrillerrno Mosso y Enrique M. Butty,
por el afecto que me brindaron
y por lo mucho que les debo inteZectua1mente.
Para cualquier cultor de la materia concursal, al igual
que para quien sufridamente deba acercarse a ella por cir-
cunstanciales razones profesionales, "Fuero de atracci6n en
los concursos" resultará un titulo literario atractivo aunque,
en rigor de verdad, es poco lo que hoy atrae el fuero del
proceso concursal. Atrayente es, sin embargo, el libro de
TRUFFAT, quien, explicando el título de su elección, nos dice
que en ella ha primado la carga psicológica que, desde la
universidad, encierra la expresión "fuero de atracción", com-
prensiva de muchos aspectos técnicos, no abarcados por ella
pero en los cuales todos pensamos cuando la oimos: la suspen-
sión de los procesos contra el concursado, la posibilidad o
prohibición de promover nuevos juicios contra él, la factibi-
lidad de ejecutar separadamente bienes del activo concursal,
la alternativa de cobrar antes que (o por vías diferentes de las
de) el resto de los acreedores, etcétera.
Los enunciados son temas que, como pocos, han tenido
numerosos cambios en las sucesivas leyes que vienen ri-
giendo a los concursos en la Argentina desde 1972.
Esos cambios no han respondido a meras inquietudes cien-
tíficas o a simples vaivenes de las comentes doctririarias preva-
lecientes en una u otra época. MAS bien, esas idas y vueltas
de la legislación reflejan la sempiterna puja de los acreedores
enfrentados a la dura realidad de la escasez del patrimonio
del deudor comi4n, la cual inexorablemente conduce a asu-
mir pérdidas que nadie quiere aceptar de buena gana. A la
hora de las reformas legislativas, ese forcejeo se pone en
evidencia en las siempre presentes pretensiones sectoria-
les de obtención de privilegios sustanciales para ciertos cré-
ditos, y en la biisqueda de ventajas procesales que, también y
en definitiva, demuestran que la igualdad de trato (en la
sustancia del crédito o en las formas para su reconocimien-
to) es una aspiracibn declamada por muchos y querida por
nadie.
En la dinámica de las reformas legislativas concursales,
los intereses de sectores particulares (públicos y privados)
operan como fuerzas centrihgas que tienden a alejar al sis-
tema concursal del ideal absoluto de la igualdad de trato y
sus derivados lógicos de universalidad (de bienes alcanzados
y acreedores comprendidos) y unicidad en la toma de deci-
siones y solución de los conflictos. La igualdad concursal
-sustantiva y procesal- es un núcleo duro, cuya fuerza cen-
trípeta sólo puede ser efectiva si el legislador actúa de con-
trapeso efectivo y eficiente de los bríos sectoriales, natural-
mente centrífugos, que persiguen excepciones a la estrictez
del trato igualitario.
En los hechos, las reformas legales -locales y comparadas-
muestran que el legislador muchas veces actúa más para dar
cauce a los empeños centrífugos que para arbitrar un siste-
ma que tienda a respetar el ideal concursal. La ley 26.086
no es una excepción a esa dinámica legislativa. No es esto
un juicio anticipado de valor sobre el sistema inaugurado
por la ley 26.086, cuyas bondades deberán demostrarse en
la práctica, despuks de un tiempo prudencial. En ese sen-
tido, compartimos con TRUFFAT la óptica del acercamiento al
nuevo sistema tal como ha quedado después de la reforma
y no como cada quien imagine que podría haber sido mejor
diseñado. Este último tipo de especulaci6n, en todo caso,
es útil para planear reformas futuras, no para hacer asequi-
ble al operador jurídico el entendimiento de un sistema en
vigor.
El libro que prologarnos es una herramienta imprescindi-
ble para comprender las nuevas avenidas de acceso al proceso
concursal -principalmente, para obtener el reconocimiento
de un crédito litigioso y, también, para el cobro de ciertas
acreencias, como las laborales-.
Cualquiera sea el juicio de valor que, anticipadamente a
la experiencia, pueda hacerse sobre el sistema inaugurado
por la ley 26.086, es difícil discrepar en un aspecto: las so-
inteligente de los interpretes guiados o desafiados por este
libro, y que en la concursalidad argentina florezcan solucio-
nes apropiadas para mitigar el siempre indeseable subirnien-
to de la insolvencia.

Alexandria (Virginia, USA), abril de 2007.


luciones a los temas que usualmente englobamos en la expre-
si6n "fuero de atraccibn" han cambiado, pero no ha cambiado
la oscuridad de los textos legales respectivos. Esta aprecia-
ción puede hacerse sin esperar al uso judicial de los nuevos
textos, ya que la mejor evidencia empírica de esa falta de
claridad es la actual existencia de numerosas interpretacio-
nes dactrinales divergentes -cuidadosamente analizadas por
TRUFFAT- sobre aspectos cmciales del regimen instalado hace
menos de un ano.
No haber hablado claramente es pecado original de la
ley 26.086, cuya redencion habrá de producirse, no sin seve-
ro padecimiento de los intérpretes y los usuarios, si al cabo
de un tiempo prudencial se consolidan lineas jurispruden-
ciales que traigan certeza a los litigantes. La insolvencia
del deudor acarrea demasiados problemas a los acreedores
para encima agregarle, como ahora ocurre, la zozobra de
no saber con certeza ante que juez hace valer una preten-
sión de cobro y por cuál camino encarrilarla. Esta injusti-
ficable incertidumbre termina convirtiendo al ya de por sí
laberíntico proceso concursal, en una carrera de obstáculos
infranqueables para los no iniciados o, peor aun, en una su-
cesión de trampas para incautos.
La estupenda investigación llevada a cabo por el autor
muestra las primeras hesitaciones de la doctrina en la com-
prensión de los nuevos textos. También repasa exhaustiva-
mente las cuestiones permanentes que en estas áreas ha de
tener en cuenta el operador jurídico que se acerque a un
proceso concursal haciendo valer un crédito litigioso, persi-
guiendo el cobro de una acreencia laboral o intrigado por
conocer el cn'ptico "fuero de atracción" concursal vigente.
Aunque no compartimos algunas, TRUFFAT aporta siempre in-
teligentes proposiciones propias para procurar salir del labe-
rinto creado por la defectuosa redacción legal.
No dudamos de la utilidad de la obra y del agrado que ha-
llará el lector al leerla, tal como le ha ocurrido a este prolo-
guista al terminar, con satisfacción, el análisis del libro, esta
gris mañana del comienzo de primavera en el hemisferio nor-
te, donde, a pesar de la falta de sol, los cerezos están vol-
viendo a florecer. Hagamos votos para que, igualmente, Ia
falta de claridad de la ley sea suplida por la construccióln
PALABRAS PRELIMINARES

El cambio de paradigmas instituido por la ley 26.086 im-


portó notables modificaciones para nuestro sistema concur-
sal tradicional y sobre ello se extiende el analisis que hago
en esta obra1.
La ley 26.086 es, en verdad, dos leyes y no una. Porta
toda la preocupación de alguna doctrina -encabezada por la
senadora NEGRE DE ALQNSO,no casualmente autora del pro-
yecto de "la mitad" de la ley- por encontrar un pronto pago
que sea merecedor de tal nombre. Hasta hoy todos los es-
fuerzos por conseguir que el pronto pago sea, según una fe-
roz y siempre recordada frase de MAZAy LORENTE, también
un pronto cobro2, no han sido coronados por el éxito3. Si
el nuevo sistema lo será o estamos a las puertas de nueva
frustración, comporta una incógnita que sólo despejara el
tiempo (aunque aprovecho para remarcar que, en mi opi-
nión, la única solución realmente viable pasa por estructu-
rar un mecanismo al modo de la frustrada ley 23.472). El
otro SO% de la ley aparece como un tema lateralmente vin-
culado con el anterior, pero conceptualmente aut6nomo. No

l Aunque ya antes había demostrado interés por el tema, en algún tra-


bajo en conjunto con BARREIRO y en diversas ponencias en el Congreso de
Rosario, algunas de ellas también en coautoría con el jurista citado. Res-
pecto de una de ellas, confieso, el nuevo anhlisis habido en este libro me ha
llevado a reformular totalmente el criterio expuesto en tal ocasión.
2 Tan temprano como en la primera edición (1996), MAZA y LORENTE
titularon uno de los parhgrafos de su libro Créditos laborales en los concur-
sos con esta sabia observacidn: "Operatividad. El pronto pago no es nece-
sariamente un pronto cobro", 9 27, p. 61,
3 DELELLIS,Derecho de 'bronto pago" del acreedor laboral, p. 21 a 30
(evolución histórica del instituto del "pronto pago").
XII PALABRAS PRELIMINARES

se puede hablar del tratamiento de los créditos laborales en


el concurso y la quiebra y no recaer en el ácido debate entre
laboralistas y concursalistas sobre la preservación del fuero
específico. Para los cultores del derecho concursa1 se trata
de una rémora corporativa -dado que los magistrados con-
cursales pueden aplicar tan bien el derecho del trabajo como
el mas experimentado juez laboral-, mientras que para los
laboralistas es un tapico que excede largamente la cues-
tión de competencia y se imbrica con el derecho a la juris-
dicción (que, en el caso, es corno decir en el derecho al de-
bido proceso y en la efectiva concreción de la garantáa
de inviolabilidad de la defensa en juicio). Por esto de la
pendularidad de nuestros estados de animo sociojurídicos
ha llegado la hora de que se asigne más importancia a los
segundos argumentos. Y de la mano de la restitución del
fuero específico, al modo de la vieja ley de facto 19.551
-conforme las previsiones de la ley 20.744-, se pensó, y se
reguló, hacer extensiva la sustracción del fuero de atrac-
ción de todos, o casi todos, los juicios de conocimiento en
trámite.
Esto último fue largamente aplaudido, y potenciado, por
los magistrados que integran la Cámara Nacional de Apela-
ciones en lo Comercial. Ello porque se pensó que tal alte-
ración del fuero de atraccián produciría una indispensable
descarga de tareas en un fuero castigado por la saturacibn
(hay algún debate en comisión en el Senado entre camaris-
tas del trabajo y del fuero comercial que ilustra acaba-
darnente lo antedicho, incluso con infaltables menciones a
la matriz histórica común). Uno de los argumentos más
conocidos, y seguramente el peor, de la reforma fue preci-
samente la mentada aligeración de causas para la colapca-
da justicia mercantil nacional4. Más adelante apunto que,
además de lo antipatico del argumento para un pais fede-
ral -donde muchas provincias han creado hace décadas un
fuero especializado de bancarrotas-, no le hace justicia al
esfuerzo sobrehumano que han llevado adelante los magis-
trados, funcionarios y empleados del fuero nacional en lo

4 Esto sin perjuicio de que el Proyecto del Poder Ejecutivo nacional fue
la respuesta a un requerimiento de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial.
PALABILAS PRELIMINARES XIII
comercial; se merecían más: nuevos juzgados, nueva infraes-
tructura, tecnificación, asesores contables permanentes y
procesos diferenciados según X a magnitud del deudor o se-
gún se trate de una empresa o de un deudor persona física
(habitualmente un consumidor). El te6rico fundamento de
la alteración del fuero de atracción tiene mucho de discurso
apresurado, de manotón de ahogado, de "parche" de emer-
gencias.
La antedicho no significa que la mutación del h e r o de
atracción (y de la suspensi6n y de la prohibición de deduc-
ción de nuevas acciones) no tenga otros fundamentos más
valiosos y atendibles. Bálsicamente HEREDIA se ha cargado
sobre los hombros el proveer a la doctrina de tales argu-
mentos: el ejemplo del derecho comparado, la eventual de-
negación de justicia para el. justiciable obligado a litigar a
larga distancia del lugar donde debe rendirse la prueba y
con la asunci6n de gastos duplicados para hacer valer sus
derechos frente a un cesante, etcétera.
Hay en una sociedad tan particularmente demandante
como la argentina una extraña paradoja -¡una más!- y es
que, en esencia, es notablemente conservadora. Vive de-
clamando la necesidad del cambio, pero cuando éste llega,
siempre e inevitablemente es objeto de duras críticas. Pa-
recería que estamos siempre a la espera del "hada madrina"
que con un simple toque de la varita mhgica nos convierta
en "niños de verdad", mientras insultamos al destino porque
nos tenemos por simples muñecos de madera. Un pueblo
como el nuestro -capaz de encontrar dos problemas para
cualquier soluci0n- estit tan listo para exigir soluciones como
para fulminar cualquier intento de cambio que se produzca
(como si nuestros estándares fueran tan altos que jamás de
los jamases pudiéramos sentir que nos arrimamos a una so-
lución). No hay hadas madrinas fuera de los cuentos infan-
tiles. El cambio requiere un duro aprendizaje; la pelea diaria,
el esfuerzo, a veces e'l sacrificio. Exige prueba y error, co-
rrecciones y más correcciones. J5xige tenacidad.
Claro que en muchas ocasiones el cambio puede ser para
peor. Y esto sólo significa que la batalla se redoblará, que

5 Ver MORO,Ley 26.086. Concursos y quiebras. Modificación de la ley


24.522, p. 15.
XIV PAZABRAS PRELIMINARES

conseguir acercarse al valor justicia requerir6 un esfuerzo


adicional porque en su consecución se err6 el camino y debe-
rá desandárselo. ¿Cómo saber ab initio que se está en un
escenario u otro? Por cierto, puede concluirse que es así
desde lo racional, pero -al menos- parece lógica alguna
prudencia hasta que la prueba empírica ratifique o rectifi-
que tal convicción.
Me he acercado a la "segunda mitad" de la ley 26.086
(porque básicamente sobre ello versa este libra) con la mis-
ma actitud de todos mis trabajos previos. La ley está y está
para ser cumplida (art. lo, Cód. Civil). Es necesario rebus-
car, escarbar en sus entresijos, en sus contradicciones, en los
puntos oscuros que ni siquiera imaginó el legislador, para
tratar de hacerla aplicable con su mejor rostro. La finali-
dad del estudioso del derecho no consiste en hacer la ley (o
en soñar con leyes perfectas), sino en encontrar el modo de
interpretar de la manera más recta, pero mas útil, la nor-
mativa vigente -en algún caso límite, X e único modo de ha-
cer eso puede consistir en predicar la inconstitucionalidad
de un dispositivo y propugnar su repulsa judicial por agra-
viar a la ley suprema-.
Como todos mis libros anteriores encaré el trabajo de la
mano de la ley desnuda, ajeno a influenciasB(o lo m&sajeno
posible) y con prescindencia de lo que opinaron los destaca-
dos colegas que encararon antes tal labor. Esto porque creo,
y sigo creyendo, en las sabias palabras del siempre recorda-
do juez BUTTY, quien aIguna vez señaló que hay que estar a
lo que la ley dispone "en si y para sí" -y porque tengo presen-
te algún comentario del legendario SOLER, quien solía apun-
tar que la legislación es muchas veces más sabia que el legis-
lador-. Sólo obtenida un prototipo más o menos aceptable
(según mis pautas) encaré el análisis del aparato crítico, su
inclusión en el texto y la necesaria correcci6n de lo escrito
de primera mano -con las sensatas opiniones de otros autores7
que vinieron a enmendar opiniones propias que se me reve-

6 Aunque no totalmente liberado de mis propios pseconceptos -según


confieso en la síntesis conclusiva-.
7 Incluidos los consejos de mis amigos, los doctores CULLARL,
BARREIRO
Y UBEID,quienes padecieron y opinaron con kanqueza y buen tino sobre
borradores en diverso estado de elaboración.
PALABRAS PRELIMINARES

laron como errbneas-. En tal obrar complementario resul-


tó valiosísimo -entre otros textos, claro está- el trabajo del
doctor PABLO D. HEREDIA.Cuando presenté El nuevo acuerdo
preventivo extrajudicial resalté la existencia de un extenso
artículo de HEREDIA sobre el mismo tema, artículo que bien
podría haber tenido el formato de libro.
En este caso ocurre exactamente lo mismo; y, corres-
ponde que lo destaque, me resultaron de enorme utilidad tan-
to la jurisprudencia que generosamente me remiti6 MARCELO
VILLOLDO, como el texto -en prensa- de la "Revista de Dere-
cho Concursal", t. IV, que me adelantó MIGUEL RASPALL por
vía informática.
El texto no es demasiado extenso, porque tampoco lo es
el tópico a considerar. He puesto, sin embargo, mucho en-
fasis en el análisis de los principios y reglas que han mutado,
antes de encarar el impacto de la reforma en diversas cues-
tiones puntuales. No soporté la tentación de entremezclar
en varias ocasiones mis ideas con ciertos debates filosóficos,
y con algunas lecturas muy caras de mi juventud y madu-
rez, porque tengo la impresión de que así como lo cortés no
quita lo valiente, el estudio serio y profundo no es enemigo
de un cierta toque lúdico. En verdad, y más allá de su uti-
lidad práctica, este libro no es más que una manifestación
del enorme placer intelectual que me provoca el análisis en
si mismo, el discurrir sobre cuestiones dudosas y el. pesqui-
sar omisiones o contradicciones.
Confío en que muchos lectores puedan despejar dudas
prácticas que les plantee la reforma de paradigmas, tan ca-
ros y enraizados, como los que contenían el art. S2 de la ley
19.55 1 y el art. 21 de la ley 24.522. Pero también confío y
deseo que todos aquellos que encuentran igual alegría que
yo en el juego del intelecto, compartan el vértigo de la
aventura intelectual.
Apunto, por último, que resultó imposible encontrar un
titulo satisfactorio para este libro. Hablar de "Ias reformas
de la ley 26.086" hubiera sido pretencioso (dado que sólo
me ocupo de algunas de ellas) y limitante: aspiro a que las
conclusiones que aquí se exponen, en especial en lo atinente
a los principios generales en juego, vayan mucho más allá
de una ley reformadora que bien podría ser modificada, a
su vez, en breve. Algún titulo a lo MAFF~A, a los que soy tan
PALABRAS PRELIMINARES

afecto, como por ejemplo "Réquiem para el fuero de atrac-


ción" seria incompleto (porque sólo se referiría a uno de los
efectos de la tríada que trae el art. 21) y porque proyectaría
una idea negativa. Ha terminado una cierta concepción de
tales institutos -que bien podria renacer alguna vez-, pero
en su lugar hay una nueva. Y es ésta sobre la cual hay que
hacer hincapié. Opté por un titulo mutilado desde lo tkc-
nico (insisto: "fuero de atracción" no incluye, desde la pure-
za juridica, a la "suspensián" y a la "prohibición de deduc-
ción de nuevas acciones"), pero muy significativo desde lo
psicológico; cuando se dice "el fuero de atracción" se pien-
sa, tal vez porque así se enseña por cuestiones metodológicas
en la universidad, en todos los conceptos antedichos y no
sólo en el primero.
Espero "atraer" al lector con las ideas volcadas en estas
páginas, y que mientras las lee "suspenda" sus preconceptos
sobre los nuevos institutos y se acerque a ellos con la mis-
ma candidez que he tratado de imprimir al presente; confío
que -al modo de los acreedores laborales y los actores en
juicios donde el cesante integra un litisconsorcio pasivo ne-
cesario- sienta que no le estíi "prohibido" llegar a sus pro-
pias y personalísirnas conclusiones, después de haber com-
partido las que aquí propongo. La verdad es inasible. Y
el camino para acercarnos a ella es dialéctico. Sólo con un
intenso debate de ideas y contra-ideas, nos arrimaremos
-que es lo más a lo que podemos aspirar- a esa meta impo-
sible, pero irrenunciable.
Este libro fue escrito utilizando la primera persona del
singular. Así pienso y así escribo los textos que son de mi
exclusiva autoria. La Editorial publica sus trabajos em-
pleando un plural mayestdtico, y por eso sus dedicados y
sufridos correctores pasaron todo lo proyectado por mí a
esa persona y ajustaron todas las conjugaciones verbales.
Personalmente no comparto tal modo expresivo, pero bas-
tantes dolores de cabeza les he dado a los Depalma para no
ceder a un estilo consagrado por ellos para sus libros.
Aclaro, sin embargo, que m$s al15 del plural referido no
hay un "otro" que sea responsable de las ideas -y yerros-
que contiene este trabajo.
PLAN DE OBRA

Cuando se realizan este tipo de reformas, los primeros


análisis de éstas suelen transitar algunos tópicos casi insos-
layables: a ) una reseña tanto de1 régimen dejado de lado,
cuanto de sus defectos e insuficiencias (explicando el por-
qtké de la modificación); b) una descripción del nuevo régi-
men (esto sería el que' de la modificación), y c ) un análisis
dogmhtico sobre las ventajas o desventajas de la mutaci6n y
su irnbricacion o apartamiento en principios tradicionales.
A veces todo ello se complementa con un comentario de Ia
suerte que tuvo el proyecto en sede parlamentaria, las va-
riaciones respecto de la propuesta original, el debate garla-
mentario o alguna opinión académica rendida en el seno de
la comisiones de trabajo (es decir el cómo).
Este libro también versar6 sobre esas cuestiones. Pero,
además, es menester analizar el "impacto ambiental" de la
reforma efectuada por la ley 26.086 en el integro sistema de
la ley 24.522, pues cuando se modifica parcialmente un sis-
tema, la proyecci6n de las alteraciones suele ir mucho más
allá de las piezas reemplazadas.
Veamos dos ejemplos elegidos al azar: el art. 11 de !a
ley LCQ (requisitos del pedido de concursamiento) no fue
modificado. Sin embargo -y a la luz de las previsiones del
nuevo art. 14- es casi imposible postuIar que un concursa-
do serio no acompañe sir propia lista de créditos con dere-
cho a pronto pago; así corno es inimaginable que el sindico
no formule un listado de tales acreencias (véase que el art.
16 menciona, en su párr. 2", el listado que establece el
art. 14, inc. 11, pero que el art. 14, inc. 11 no le demanda tal
nómina, sino que se pronuncie sobre diversas cuestiones).
PLAN DE OBR9

El art. 21, incs. 2 y 3, de la LCQ ha creado un nuevo meca-


nismo de ingreso al pasivo (cuya primera etapa es la conti-
nuación del juicio ante e1 juez primigenio), pero la ley nada
establece en orden a la legitimacibn de tales sedicentes
acreedores para impugnar-observar cr&ditos,observar el in-
forme general, impugnar el acuerdo, etcetera. Es evidente
que los pretensos acreedores que recurran a la váa del art.
2 1, incs. 2 y 3, no pueden ser privados del derecho de con-
trol de conformación de la masa pasiva, de control de lo in-
formado por la sindicatura, de objetar un acuerdo que se
resienta de alguna de las causales del art. 50 de la LCQ.
El plan de obra de este libro es, por lo antedicho, el si-
guiente:
1) Breve historia de la regulación del fuero de atrac-
ción, de la suspension de acciones, de la prohibición de la
deducción de nuevas acciones y del pronto pago, según las
leyes 19.551, 22.917 y 24.522. Objeciones, defectos e insu-
ficiencias de tales regímenes.
2) Valoración del sistema concursal, en funci6n del ca-
rácter claudicante en que han quedado antiguos principios
liminares: atraccidn-suspensi6n-prohibicih de deducción de
nuevas acciones. ¿Nuevo paradigma concursal?
3) Atracción-suspensión-prohibición de deduccion de
nuevas acciones: ámbito de aplicacidn (determinacibn de la
regla general y de las excepciones a la citada regla). Modi-
ficaciOn del dies a quo para la producción de efectos emer-
gentes de la apertura del concurso. El tema de los juicios
arbitrales.
4 ) Comentario en particular sobre el proceso de conoci-
miento en que el concursado sea parte de un litisconsorcio
pasivo necesario.
5) El régimen de las ejecuciones de garantías reales (en
el concurso y en la quiebra).
6) Valoración del sistema concursal, en función de la
exaltación del instituto del pronto pago laboral.
7) Breve noticia de la nueva estructura legal del pronto
pago (automática y a pedido de interesado). Necesidad de
adecuacion del pedido de apertura del concurso. El asi Ila-
mado listado del art. 14, inc. 11.
PLAN DE OBRA XIX
8) La situación de los "prontocobristas". lAutomati-
cidad del listado? Posibilidad de que el juez se aparte de
éste. Recursos. Trámite del reclamo de pronto pago a pe-
tición de parte.
9) Actuación del síndico en los juicios continuados.
Alcance del término "parte necesaria".
10) La trabajosa delegación del rol sindical en abogados
designados a tal fin, Imprecisa nomativización del régimen de
regulación de honorarios. Dudas sobre la asunción de cos-
tos en orden al otorgamiento de poder y gastos procesales.
11) Existencia o inexistencia de límites al derecho de de-
fensa del concursado en el juicio continuado (posibilidad de
allanamiento o conciliación o transacción).
1.2) Control por parte de los demás sedicentes acreedo-
res del juicio continuado. Posibilidad de ingreso al mismo
o necesidad de aguardar a la petición verificatoria.
13) Legitimación de los sedicentes acreedores que con-
tinuaron con el juicio ante el magistrado originario para
ejercer los derechos de control correspectivo y de regulari-
dad del trámite cancursal.
14) La sentencia en juicio continuado y su valor como
título verificatorio. Posibilidad de cuestionamiento por otros
acreedores y de apartamiento por el juez concursa1 en caso
de tratarse de sentencia irrita o de existir motivos graves de
sospecha sobre el obrar del deudor en e1 citado juicio.
15) Plazo para solicitar "verificación" por quien porta
sentencia de juicio continuado (en el concurso preventivo y
en la quiebra). La modificacion de las reglas sobre pres-
cripción concursal.
16) Trámite para solicitar "verificaciOn" por quien por-
ta sentencia de juicio continuado. ¿Incidente del art. 280 de
la LCQ? Alcance del traslado al deudor y al síndico. Posi-
ción de los demás acreedores. Régimen de costas.
17) Las modificaciones en el mecanismo de levanta-
miento de las medidas cautelares.
18) ¿Tiene algún rol en todo esto el comité de acree-
dores?
Se verá que la enumeración precedente no comporta
stricto sensu la referencia de los capitulos y subcapítulos en
PLAN DE OBR4

que se divide el libro. El plan de obra aquí expuesto es un


"plan" temático (he querido contarle al lector cuáles son los
tópicos específicos que entiendo menester tratar), pero a lo
largo del desarrollo hubo temas que sentí necesitados de al-
guna autonomía y que merecieron un tratamiento más es-
pecífico que el que sugieren las inquietudes cuyo análisis mo-
tivó la redacción del presente.
Todos los temas que anteceden pueden agruparse te-
máticamente según tres grandes ejes: "el fuero de atracción",
11 41
el pronto pago", la verificación y el control correspectivo"
(pronto pago resulta, en algún grado, subsumible en el si-
guiente, pero por sus particularidades parece razonable re-
saltarlo). Quedan algunos puntos complementarios que se-
rían algo así como una miscelánea.
Por razones de buen orden expositivo (y siguiendo so-
bre el punto el sagaz consejo de mi editor) todas las le-
yes que considere merecían ser transcriptas -total o par-
cialmente-: la ley 26.086, la ley de facto 21.499, la vieja y
olvidada ley 23.472 y el convenio 173 de la OIT constan en
un Apéndice. Allí se ubie6, también, un modelo de escrito
a presentar por la sindieatura citada como "parte necesaria"
en juicio continuado.
~NDICEGENERAL

Prólogo .........................................................................VI1
Palabras preliminares .............................. . . .................. XI
Plan de obra ................................................................. XVII
Introducción. Breve noticia histbrica ........................... 1

5 1. Carnbio de paradigrnas concursales en un mundo en


cambio .................................................................. 19
5 2. Un paradigma a realzar: el control correspectivo .... 25
3 3. Desafíos que plantea el cambio acelerado propio de
estos tiempos en la materia que nos ocupa ............. 40
3 4. Un régimen novedoso que, en alguna medida, podía
preverse ............................ .
.. ..............................45
3 5. El nuevo sistema y su compatibilidad con los princi-
pios concursales .............................. . . . ................. 5 1
3 6. Pros y contras ......................................................... 59
3 7. Descripci6n analítica del nuevo sistema .................. 65

11
CAP~TULO
REGLAS Y EXCEPCIONES

5 8. Juicios de contenido patrimonial ...........................77


5 9. Juicios de expropiacion ........................................... 84
Juicios fundados en relaciones de familia ...........
Ejecución de garantias reales ....................
......
Procesos de conocimiento en trámite (no laborales)
"Dies a quo" .......................... . . . ......................
Demanda arbitral ...............................................
Juicios laborales ..................... . . .......................
Litisconsorcio pasivo necesario ............................
Sintesis ................... ............. .............................
¿Qué juicios quedan atrapados por la regla atrac-
tiva? ..................................................................
La opción de verificar en sede concursa1 .............
La opcion parcial ................................................
e ,

El juicio originario después del ejercicio de la op-


ción .....................................................................

El pronto pago .................................................


Naturaleza jurídica y trámite del incidente de veri-
ficación promovido por quien cuenta con sentencia
pronunciada en sede distinta de la concursa1 ......
Perención de la instancia .....................................
Síndico. Parte necesaria en el concurso .............
Síndico. Parte necesaria en la quiebra ...............
.

Honorarios en el incidente ..................................


Abogados que reemplacen al síndico ...................
Prescripción ...........................
. .. .......................

EL CONTROL CORRESPECTIVO
Y EL IMPACTO DE LAS VERIFICACIONES
DIFERIDAS EN EL TIEMPO

5 30. Derechos del acreedor concursal que continúa el


juicio .....................
. .
......................................197
3 1 Control correspectivo ........................................... 206
S 32 . Falta de certeza e impacto sobre el concurso ...... 216

.
33 El levantamiento de medidas cautelares ..............
223
3 34 . El agónico rol del comité de acreedores .............. 227
....................... 228
5 35. Síntesis conclusiva ..........*..........

A) Disposiciones complementarias .................................. 233


Ley 2 1.499. Expropiación ........................................ 233
Ley 23.472. Fondo de Garantia de Ciléditos Laborales 239
Ley 26.086. Modificación de la ley 24.522 ............... 243
Convenio OIT 173. Protección de los crkditos labora-
les en caso de insolvencia del empleador ............ 248
B) Modelo de presentación de sindicatura citada en juicio
continuado ...................
. ..........................................255
BREVE NOTICIA HISTÓRICA

Bien ha señalado CAMARA que "la ley 11.719 callo sobre


el fuero de atracción de la convocatoria de acreedores, ya
que sólo aludió al tema en la quiebra -art. 122-. En mu-
chos casos se declaró que este procedimiento colectivo no
ejercía vis atractiva; en otros se mitigó el principio.
Avanzando, algún fallo extendió el fuero de atracción al
remedio preventivo, por la conveniencia de que se concen-
tren ante el mismo tribunal todas las cuestiones sobre los
bienes del deudor, atento a su carácter universal"'.
Es decir que hasta 1972, y con salvedades de origen
pretoriano como la que señala LAMARA, el fuero de atraccibn
estuvo reservado de modo exclusivo para los procesos liqui-
datorios.
Al igual que la mayoría de los autores que comentaron
"el nuevo fuero de atracción", WILLIAMS dedicó mayor aten-
ción a la suspensicin que a la atracción en sí misma. Sobre
esta última brinda un interesante relato de antecedentes:
"En la legislación del país sólo se admitía para el caso de
quiebra, no para la convocatoria de acreedores. Recién se
advierte en el 'Proyecto de ley nacional de bancarrotas' del
PEN del año 1950 y en el 'Anteproyecto de ley de concursos
mercantiles', del año 1969. En el Proyecto de 1950 se esta-
blecía que las demandas contra el deudor, respecto de sus
bienes o contra la masa, aun las iniciadas y las pendientes
de sentencia o en vía de ejecución, serían de exclusiva com-

1 El concurso preventivo y la quiebra, vol. 1, p. 5 12.


CAMARA,
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

petencia del juez del concurso, salvo las excepciones espe-


ciales que disponga la ley. El antecedente lo fue el art. 122
de la ley 11.719, que decía: 'La declaración de quiebra atrae
al juzgado de la misma todas las acciones judiciales contra
el fallido con relación a sus bienes. En el Anteproyecto
se consagró el principio de la radicación ante el juzgado del
concurso de todos los juicios suspendidos, que tramiten en
su misma jurisdicción judicial (art. 21, inc. 2 ) . El fuero
de atracción alcanzaba también a los juicios laborales, ya
que éstos se incluian entre 10s suspendidos. Aun en etapa
de conocimiento debían responder al fuero de atra~ción'"~.
Una de las grandes mutaciones de la ley de facto 19.551
fue hacer aplicable, con ciertas particularidades, el fuero de
atracción también a los procesos rehabilitatorios, habitual-
mente llamados "preventivos", y generar una auténtica cul-
tura en derredor del instituto; enfoque y criterio que con
sus bemoles duraron treinta y cuatro años (de tal suerte que
se ha hecho carne para la inmensa mayoría de los profesio-
nales relacionados con la materia, quienes dificultosamente
pueden pePtsar la concursalidad sin vis atractiva3).

2 WILLIAMS, EI concurso preventiv~,p. 153.


3 Bajo la vigencia de la ley de facto 19.551, la idea de la atracción había
calado tan hondo que hubo autores que se quejaron del acotamiento del fue-
ro de atracciBn en el concurso preventivo y que, incluso, postularon un fuero
de atracción activo. La segunda opinión era demasiado fuerte, pero la pri-
mera no llamaba la atención. "Creo que se trata de un error y que el fuero
de atracci6n debería ser igual en ambos casos, vale decir, atrayendo tambikri
el concurso preventivo (que importa, debe recordarse, un pedido condicional
de propia quiebra) todas las acciones judiciales iniciadas contra el deudor,
para su radicaci6n ante el juzgado del concurso, mLixirne si se considera que
la atraccidn se refiere a juicios cuya tramitacihn la misma ley dice suspender
¿Cuál es el sentido o el fundamento de la diferencia, como para justificarla?
Debe señalarse, por ultimo, que el fuero de atracción s610 está dispuesto res-
pecto de los juicios contra el deudor, y no rige en la hipótesis contraria, esto
es respecto de aquellos procesos en que el concursado preventivamente o el
fallido (con mayor precisMn, la quiebra del deudor) puedan promover contra
terceros. Entiendo que la universalidad del proceso concursa1 (y también la
existencia de otras razones, derivadas de la misma naturaleza de ese proce-
so, como son, por ejemplo, la centralización de la documentación necesaria,
la inmediatez de la información, etc., que tiene el juez del concurso en todo
lo que se refiere al deudor) hace aconsejable la forma activa del fuero de
atracción, lo que implicaría la radicación ante el juzgado del concurso de los
juicios que el concursado preventivamente o la quiebra del fallido produzcan
BREVE NOTICIA H I S T ~ R I C A

Cuando ARGERIcomenta el art. 22 de la ley 19.551 cen-


tra toda su exposición en sus efectos suspensivos y en la
prohibición de deducir nuevas acciones.
El jurista referido señala: "La ejecucidn forzada sobre
los bienes de naturaleza patrimonial del deudor, que se cum-
ple mediante la intervención del órgano jurisdiccional, lleva
por finalidad satisfacer la obligaciíin (por equivalente) con-
tenida en la sentencia de condena. Si abierto el proceso
concursa1 preventivo, los acreedores individualmente se vie-
ran facultados para satisfacerse en sus sendas acreencias
realizando uno varios bienes del empresario cesante o de-
duciendo acciones cuya promoción siempre origina mayo-
res cargas sobre el patrimonio en crisis, su consecuencia
traería: desnaturalizar el principio de ser el patrimonio pren-
da común de los acreedores al hacer prevalecer el prior tem-
pore, potior iure sobre la pars conditio creditorum y de ma-
nera indirecta trabar al deudor en su posibilidad econOmica
de llegar a un acuerdo con los acreedores. De ahí que la
norma establezca como principio genérico la suspensión de
acciones individuales de naturaleza patrimonial y al propio
tiempo admita excepciones sin perjuicio de atender la nece-
saria protección de las acciones correspondientes a los de-
rechos de los acreedores conforme al estado del proceso
concursaln4.
En el caso de quiebra sí desarrolla el tópico, pero es
bueno apuntar que el art. 136 de la ley citada se refería es-
pecíficarnente al "fuero de atracción". El texto pertinente
dice: "en principio, el proceso de quiebra dada su naturale-
za universal, que es de orden público, atrae al juzgado in-
terviniente desde la declaración de quiebra hasta que la fi-
nalidad del concurso queda cumplida, cualquiera sea el
estadio procesal en que se hallen los procesos singulares y
aun cuando existan codemandados libres de falencia, todas
las acciones judiciales dirigidas contra el fallido o la masa
en relación a los bienes. El fundamento del dispositivo legal
reside en el propósito de facilitar el desarrollo del proceso,

contra terceros, aunque no parece ser esa la opinión mayoritaria sobre el


punto" [SCHATZKY, Efectos de los procesos concursaies sobre los pleitos en ctar-
so, en RUB~N (dir.), "Instituciones de derecho concursal", p. 2631.
4 ARGERI,La quiebra y &mds procesos concursaíes, t. 1 , p. 270,
4 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

afirmar el mejor conocimiento del patrimonio reconstitui-


do, disminuir gastos, abreviar tiempo y juridicamente posi-
bilitar la igualdad entre los acreedores asegurando los efec-
tos juridicos perseguidos con el proceso de quiebraFp5.
a) La ley 19.55 1 contenía varios artículos relacionados
con estas cuestiones.
"Art. 22. -Juicios contra el concursado. La apertura del
concurso preventivo produce:
1 ) La suspensión del trámite de los juicios de conteni-
do patrimonial contra el concursado, salvo las ejecuciones
de garantía prendaria o hipotecaria, los procesos de expro-
piación y los que se funden en las relaciones de familia. Si
no se inició la publicación de edictos o no se presentó la ra-
tificación prevista en los arts. 6" a 8") solamente se suspen-
den los actos de ejecución forzada.
2) La radicación ante el juzgado del concurso de todos
los juicios suspendidos, segun el inciso anterior, que trami-
ten en su misma jurisdicci6n judicial.
3 ) La prohibición de deducir nuevas acciones de conte-
nido patrimonial contra el concursado por causa o título
anterior a la presentación, excepto las que no sean suscepti-
bles de suspensión según el inc. 1.
4) El mantenimiento de las medidas precautorias tra-
badas, salvo cuando recaigan sobre bienes necesarios para
continuar con el giro ordinario del comercio del concursa-
do, cuyo levantamiento en todos los casos es decidido por
el juez del concurso, previa vista al síndico y al embargante".
"Art. 136. - Fuero de atracción. La declaración de quie-
bra atrae al juzgado en el que ella tramita todas las acciones
judiciales iniciadas contra el. fallido por las que se reclamen
derechos patrimoniales, salvo los juicios de expropiación,
los fundados en relaciones de familia y los laborales en eta-
pa de conocimiento.
El trámite de los juicios atraídos se suspende cuando la
sentencia de quiebra del demandado se halle firme; hasta
entonces se prosiguen con el síndico, sin que puedan reali-
zarse actos de ejecucióln forzada".

5 ARGERI,La quiebra y dernds procesos concursales, t. 2 , p. 245,


B E V E NOTICIA H I S T ~ W C A 5
"Art- 137. - Fallido eodemandado. Cuando el fallido sea
codeanandado, el actor puede optar por continuar el juicio
ante el tribunal de su radicación originaria, desistiendo de
la demanda contra aqukl sin que quede obligado por costas
y sin perjuicio de solicitar la verificaci0n de su crédito.
Existiendo litisconsorcio necesario respecto de los de-
mandados, debe proseguirse ante el tribunal donde está
radicado el juicio de quiebra, continuando el trámite con
intervencibn del sindico. El acreedor debe requerir verifi-
cación después de obtenida sentencia".
b) La ley 20.744 de contrato de trabajo (LCT), de 1974,
vino a modificar parcialmente -con referencia a los acree-
dores laborales- lo relativo al fuero de atracción. El art.
265 establecía, en la parte pertinente:
"Art. 265. - Exclusidn del fuero de abraccidn. El concur-
so preventivo, quiebra, concurso civil u otro medio de liqui-
dación colectiva de los bienes del empleador, no atrae las
acciones judiciales que tenga promovidas o prornoviere el
trabajador por créditos u otros derechos provenientes de la
relaciOn laboral; kstas se iniciarhn o continuarh ante los
tribunales del fuero del trabajo, con intervención de los res-
pectivos representantes legales, cesando su competencia
con la etapa de conocimiento, debiendo proseguirse la eje-
cucián ante el juez del concurso, conforme a los procedi-
mientos previstos por las Ieyes para estos casos".
En 1983, la asi llamada ley 22.9 17 dio una nueva redac-
ción al inc. 1 del art. 22 de la ley 19.5 5 1, inciso que pas6 a
decir:
"Art. 22. -Juicios contra el co~zcursudo. La apertura del
concurso preventivo produce:
1) La suspensión del trámite de los juicios de conteni-
do patrimonial contra el concursado, salvo los procesos de
expropiación y los que se funden en relaciones de familia.
Las ejecuciones de garantías prendarias e hipotecarias pue-
den deducirse o continuar una vez presentado el pedido de ve-
rificación respectivo. Si no se inició la publicacibn de edictos
o no se presentó la ratificaci6n prevista en los arts. 6" a 8")
solamente se suspenden los actos de ejecuci6n forzada".
c ) La ley 24.522 (LCQ), de 1995, intensific6 notablemen-
te el fuero de atracción previsto por los dispositivos referi-
6 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

dos con sus arts. 2 1 -norma analoga al art. 22, ley 19.55 1-,
132 y 133.
"Art. 21. - Juicios contra e2 conc~kr-sado. La apertura del
concurso preventivo produce:
1 ) l a radicación ante el juez del concurso de todos los
juicios de contenido patrimonial contra el concursado. El
actor podrá optar por pretender verificar su crédito confor-
me a lo dispuesto en los arts. 32 y concs., o por continuar
el trámite de los procesos de conocimiento hasta el dictado
de Ia sentencia, lo que estará a cargo del juez del concurso,
valiendo la misma, en su caso como pronunciamiento veri-
ficatorio.
2 ) Quedan excluidos de la radicacibn ante el juez del
concurso los procesos de expropiación y los que se funden
en las relaciones de familia. l a s ejecuciones de garantías
reales se suspenden, o no podrán deducirse, hasta tanto se
haya presentado el pedido de verificación respectivo; si no
se inició la publicación o no se presentó la ratificación pre-
vista en los arts. 6" a 8", solamente se suspenden los actos
de ejecucibn forzada.
3 ) La prohibicibn de deducir nuevas acciones de conte-
nido patrimonial contra el concursado por causa o título
anterior a la presentación, excepto las que no sean suscepti-
bles de suspensión segfin el inc. 1.
4 ) El mantenimiento de las medidas precautorias tra-
badas, salvo cuando recaigan sobre bienes necesarios para
continuar con el giro ordinario del comercio del concur-
sado, cuyo levantamiento, en todos los casos, es decidido
por el juez del concurso, previa vista a1 sindico y al embar-
gante.
5) Cuando no procediera pronto pago de los créditos
de causa laboral por estar controvertidos, el acreedor debe
verificar su credito conforme al procedimiento previsto en
los arts. 32 y SS. de esta ley. Los juicios ya iniciados se
acumularán al pedido de verificación de crkditos. Quedan
exceptuados los juicios por accidentes de trabajo promovi-
dos conforme a la legislación especial en la materia".
"Art. 132. - Fuero de atracción. La declaración de quie-
bra atrae al juzgado en el que ella tramita todas las acciones
judiciales iniciadas contra el fallido por las que se reclamen
BREVE NOTICIA H I S T ~ R I C A 7

derechos patrimoniales, salvo los juicios de expropiación y


los fundados en relaciones de familia.
El tramite de los juicios atraídos se suspende cuando la
sentencia de quiebra del demandado se halle firme; hasta
entonces se prosiguen con el síndico, sin que puedan reali-
zarse actos de ejecución forzada.
A los juicios laborales se aplica lo previsto en el art. 21,
inc. 5".
"Art. 133. - Fallido codernandado. Cuando el fallido sea
codemandado, el actor puede optar par continuar el juicio
ante el tribunal de su radicación originaria, desistiendo de
la demanda contra aquél sin que quede obligado por costas
y sin perjuicio de solicitar la verificación de su crédito.
Existiendo litisconsorcio necesario respecto de los de-
mandados, debe proseguirse ante el tribunal donde está
radicado el juicio de quiebra, continuando el trámite con
intervención del síndico a cuyo efecto podrá delegar hncio-
nes en profesionales de extraña jurisdicción con facultades
limitadas a ese solo efecto. El acreedor debe requerir veri-
ficaciQn después de obtenida sentencia.
Si una entidad aseguradora hubiera sido citada en ga-
rantía y se hubiera dispuesto su liquidación de conformi-
dad a lo establecido en la ley 20.091, el proceso continuará
ante el tribunal originario, con intervencion del liquidador
de la entidad o de un apoderado designado al efecto. La
sentencia podrá ejecutarse contra las otras partes intervi-
nientes en el proceso que resultaren condenadas a su cum-
plimiento, sin perjuicio de solicitarse la verificación del
crédito ante el juez que intervenga en el proceso de liquida-
ción".
Asimismo, la ley 24.522 derogó el art. 265 de la LCT.
De todo 10 anterior puede colegirse que la ley de facto
19.55 1, en su versión original, en la etapa de concurso pre-
ventivo, preveía la suspensión y atracción de "los juicios de
contenido patrimonial contra el concursado"y la prohibi-
ción de deducir nuevas acciones de contenido patrimonial
contra este por causa o título anterior a la presentaci6n.
Estaban excluidos de tales efectos: a ) las ejecuciones de
garantía grendaria o hipotecaria; b) los procesos de expro-
piación, y c ) los procesos fundados en relaciones de familia.
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Con la particularidad de que si bien la suspensión y la


prohibición de deducción de nuevas acciones eran compren-
sivas de todos los juicios que no fueran los expresamente
exceptuados, la atracción s61o aparecáa referida a los jui-
cios suspendidos que tramitaban en la misma jurisdicción
judicial (circunscripción o departamento judicial) del juzga-
do concursal.
En cambio, la atraccidn era mits intensa en caso de quie-
bra porque ya no existía la cortapisa territorial (se atraía a
todos los procesos, incluso las ejecuciones de garantías reales,
dondequiera que tramitaran), salvo: a ) los juicios de expro-
piación; b ) los fundados en relaciones de familia, y c ) los
juicios laborales en etapa de conocimiento.
El art. 137 consagraba lo que fue la solución clásica en
caso de litisconsorcio. Se autorizaba -en caso de litiscon-
sorcio facultativo- a proseguir contra los demás demanda-
dos por ante el juez natural y a desistir contra el fallido
(sin generar costas por tal obrar), debiendo solicitar la veri-
ficación de crédito. En caso de litisconsorcio necesario se
autorizaba la prosecución del juicio, pero por ante el juez
de la quiebra e imponiendo al acreedor el deber de verificar
el crédito una vez obtenida la sentencia.
La última previsión resultaba llamativa porque, insisti-
mos, el crédito reconocido por sentencia y a verificar ante
el juez del concurso liquidatorio tenía, como fundamento
del petitum, una sentencia pronunciada por ese mismo juez
y en su condicibn de juez concursa1 (!).
Es interesante señalar que se acept6 pacificamente t r a s -
polar la solución del art. 137 al caso del concurso preventi-
vo, donde no habia solución expresa.
U n criterio finalista hacía necesaria tal aplicacidn ana-
lOgica (art. 16, Ciid. Civil). Esto, reforzado por un argu-
mento valorativo: si en un caso donde el fuero de atracciun
era más intenso -la quiebra- se actuaba asi, con respecto a
un caso de litisconsorcio, ¿cómo no hacer otro tanto en un
caso donde el fuero de atracción era más atenuado -el con-
curso preventivo-?
Una aplicacidn a rajatabla de los principios hermenéu-
ticos habituales (empezando por el famoso "ubi Zex ...") hu-
biera generado una situación inequitativa en el supuesto de
B E V E NOTICIA H I S T ~ W C A 9
litisconsorcio facultativo -según la fria letra de la ley no ha-
bía dispensa en costas en el caso de desistir contra el con-
cursado para ir a verificar-; stricto sensu, el concurso hasta
podria haberse opuesto al "desistimiento de la acción", si
ello no comportara una monstruosa vulneración de toda re-
gla de buena fe y no conllevara un patente abuso de dere-
cho. Y se hubiera dejado en el más inconstitucional de los
limbos a los juicios donde habia un litisconsorcio pasivo
necesario que incluia al convocatario.
La ley no contenía ningtín dispositivo expreso sobre la
intervención del sindico en el juicio laboral continuado en
caso de quiebra, pero ello se solventaba por la pérdida de
legitimación del fallido y la necesidad de participación del
funcionario emanaba, entonces, de las reglas generales so-
bre su accionar. En cambio, en el caso de litisconsorio ne-
cesario, donde la conclusión era la misma (es decir, como el
quebrado tenia vedado proseguir con su defensa -por pérdi-
da de legitimación procesal-) la ley proclamaba que la con-
tinuación se hacia "con intervencibn del sindico".
La LCT amplió la sustracción de los juicios laborales en
etapa de conocimiento tanto de1 fuero de atracción, cuanto
de la suspensión, como de la prohibición de deducción de
nuevas acciones -ya fuera concurso preventivo o quiebra-
("no atrae las acciones judiciales que tenga promovidas o
promoviere el trabajador por créditos u otros derechos pro-
venientes de la relación laboral") y previó la intervencióln
te ,
de la sindicatura con una frase de notable imprecisión: es-
tas se iniciarán o continuarán ante los tribunales del fuero
del trabajo, con intervención de los respectivos representan-
tes legales" [en 1974 ya no se Ie ocurria a nadie, salvo al le-
gislador laboral, que la sindicatura ejerciera alguna suerte
de representación legal del concurso o de la anacrónica ma-
sa de acreedores de la quiebralb.

6 Quien quiera refrescar o conocer, si por razones biográficas no vivió


la etapa generada por tales reformas, encontrará un cuadro sobre el fhrago
que con buenas intenciones se había generado, cuadro tan exacto cuanto be-
llamente formulado (con algunas pinceladas de surrealismo), en DACSO, Quie-
bras. Concurso preventivo y cramdown, t. 1, p. 728. El citado maestro de-
nomina a tal subcapítulo de modo muy griifico: "Las dificultades del trámite:
una peregrinación sin destino".
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Cabe apuntar que la normativa emergente de la LCT no


daba al acreedor laboral ninguna opción para ingresar dere-
chamente en la nómina de acreedores. Lo condenaba -con
la finalidad de tutelarlo- a transitar el camino del juicio en
sede laboral hasta la sentencia y ello no podía ser alterado
por voluntad del accipiens (dado que estaba en juego una
cuestión de competencia raiione m a t e r i ~ ) .
Sin embargo, y en casos muy puntuales, el pretorio fue
abriendo algunas brechas para permitir la verificación direc-
ta -p.ej., cuando la sindicatura consentía el pedido de veri-
ficación, por entender que en ese supuesto no había contro-
versia ni necesidad de recurrir a la justicia especializada-7.
La ley de facto 22.917 zanjó un intenso debate sobre la
necesidad de verificar su acreencia por parte de los acree-
dores hipotecari~sy prendarios, imponiéndoles tal deber
y previendo, en el caso de concurso preventivo, una sus-
pensión temporal acotada o una prohibición de deduc-
ción de acción también acotada: el ejecutante las removía
por el simple expediente de pedir verificacibn a la sindica-
tura, sin que fuera menester aguardar a obtener una deci-
sión de mérito que tuviera por concurrentes su crédito y
privilegio.
En 1995, la ley 24.522 impuso -por más de una déca-
da- un paradigma más intenso de concentración de conoci-
miento en manos del juez concursal, aunque resignando en
alguna medida la suspensibn8.
Se mantuvo, sin embargo, la tradicional exclusión de la
atracci6n y suspensión para los procesos de expropiacibn y
los que se funden en las relaciones de familia.

7 TRUFFAT, DOSproyectos de verifieacidn oficiosa e inmediato paga de cré-


ditos laborales en caso de quiebra, LL, 1986-B-955,
"La ley 19.551 hacia énfasis en la suspensión de todos los juicios de
contenido patrimonial contra el concursado (art. 22, inc. 1, LC) para recién
después explicitar que los juicios suspendidos eran atraídos (art, 22, inc. 1,
LC). Como hemos explicado más arriba, la tkcnica legislativa de la ley
24.522 es bien diferente. La regla es la atracción de todas las causas (art.
21, inc. 1, LCQ), y luego se determina cuAles se suspenden (los juicios que
no son de conocimiento) y en cudles el accionante puede optar por su conti-
nuacián (no suspensión) por ante el juez del concurso" (LOREPITE, Ley de con-
cursos y quiebras, t. 1, p. 281).
BREVE NOTICIA H I S T ~ R I C A 11

La atracción se volvió territorialmente omnicomprensiva


en caso de concurso preventivo (se atraía a todos los juicios
de contenido patrimonial), incluyendo en la nómina de pro-
cesos que se atraian ante el juez del concurso a "las ejecu-
ciones de garantías reales". Esto tíltirno, sin embargo, fue
frustrado por un fallo de la Corte Suprema de Justicia ("Ca-
sasa") y por diversos pronunciamientos de tribunales infe-
riores -incluido un fallo plenario de la Cámara Comercial-.
La suspensión, en cambio, se relativizó con buen senti-
do, permitiendo a quien tuviera juicio de conocimiento en
trámite optar por continuarlo ante el juez del concurso (va-
liendo la sentencia -favorable, se entiende- que éste dictara
como "pronunciamiento verificatorio"; arg. art. 2 1, inc. 1).
Esta alternativa se negó a los trabajadores, a quienes se
remitía sin escalas -salvo la posibilidad del pronto pago del
art. 16- al procedimiento verificatorio y se degradaban los
juicios ya iniciados al rol de mero "acumulado" del pedido
de verificacibn. El sistema no brindaba ninguna pista de
qu6 hacer con los juicios laborales que hubieran discurrido
ante tribunales orales de instancia única (¿cómo acollarar
un proceso no actuado y donde la adquisición de las pro-
banzas había tenido lugar exclusivamente en la persona de
los jueces que habian participado en la vista de causa?).
Respecto de los supuestos de litisconsorcio se mantu-
vieron las soluciones que venían de la ley 19.55 1 (incluso
con el error metodológico de no establecer previsión expre-
sa para el concurso preventivo y con la incoherencia -vista
la previsión del art. 21, inc. 1- de prever que en caso de li-
tisconsorcio necesario continuado ante el juez del concurso
era menester la ulterior verificación).
Hay una extraña turbulencia en el art. 133, como si al-
gún retoque posterior de una primera versi6n hubiera roto la
coherencia del dispositivo: si los juicios donde había litiscon-
sorcio necesaria debían proseguirse ante "el tribunal donde
está radicado el juicio de quiebra, sentido tenía facultar
al síndico a '...delegar funciones'. .. en profesionales de extra-
ña jurisdicción con facultades limitadas a ese solo efecto"?'

9 "Esta delegación sólo se justificaria si el litisconsorcio quedara radi-


cado fuera de la jurisdicción del juzgado, pero no se explica si, como dice el
12 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Así como ciertas características anatómicas insostenibles


actualmente en un animal terrestre permiten colegir que en
lejanos tiempos prehistdricos sus antepasados vivian en el
mar, de igual modo puede postularse un prototipo del art.
133 donde los juicios en los que el fallido fuera codemanda-
do integrando un litisconsorcio necesario se quedaban por
ante el tribunal originario. Ello si explicaría la mención a
la delegacidn en profesionales de extrafia jurisdicción (simi-
lar al actual dispositivo) y la necesidad de requerir verifica-
ciiin después de la sentencia.
Olvidado en el debate que dispar6 la modificacilljn de la
ley 26.086, el art. 133 remataba con un dispositivo que no le-
vantii escándalo y que resultaba absolutamente análogo a la
actual solución legal: la situación de las aseguradoras en li-
quidación citadas en garantia.
Frente al aluvión de procesos que importaba para los
juzgados concursales la liquidación de una aseguradora, por-
que atraían centenares de reclamos por daños y perjuicios
donde la cesante estaba citada en garantia, el legislador de
1995 previo: a) que el proceso continuara "ante el tribunal
originario"; b ) que lo hiciera "con intervención del liquida-
dor de la entidad o de un apoderado designada a1 efecto", y
c ) que la sentencia contra la aseguradora no liberara de so-
licitar "la verificaciiin del crédito ante el juez que interven-
ga en el proceso de liquidación".
Aclaramos, porque es un terna cuya trascendencia no
permite rematarlo con el breve párrafo anterior, que proba-
blemente el tema más arduo que suscitaron tales modifica-
ciones (sin olvidar los amargos reproches de los laboralistas
por una solución que jamás aceptaron y que llevaron a un
autor de tal filiación -y prestigioso juez del trabajo- a ha-
blar con ironía del dulce encanto de suprimir el fuero espe-
cializado) fue lo atinente a la atracción, o no, de las ejecucio-
nes de garantías reales en caso de concurso preventivo.
La letra de la ley no dejaba dudaslo.

texto, el juicio debe proseguirse ante el tribunal donde tramita la quiebra"


(FAVIER DUBOIS, CONCU~SOS y quiebras, p. 258).
10 Véase el meticuloso y prolijisimo análisis de MACAGNO, Ejecución de
garantias reales en el concurso preventivo, p. 107 y SS., en JUWENTBAS - MOLINA
BREVE NOTICIA H I S T ~ R I C A 13
Habia una regla general (la atracción) y un par de ex-
cepciones a tal regla (expropiaciones y juicios fundados en
relaciones de familia). También estaba la clásica previsión,
desde la ley de facto 22.917, de la suspensión temporal de
las ejecuciones de garantías reales (que, en el original, sOlo
se refería a los juicios prendarios e hipotecarios). ¿COms
concluir que una norma que versaba sobre la suspensión ex-
cepcionaba, a su vez, a la atracción?
De la mano del fallo "Casasa" un sector relevante de la
doctrina entendió que tal milagro era posible. Tal vez fue-
ra deseable, según cierta concepción del instituto, esto es,
para prevenir maniobras de deudores desaprensivos que se
cobijaran en procesos concursales de localidades distantes
para perturbar los derechos del acreedor con garantías reales,
criterio, por cierto, que no resultaba nada justo respecto
del desempeño general de la magistratura concursal argen-
tina y que, por eso, no se hacía explícito. Pero, insistimos,
no era ésa la solución legal.
La Cámara de Apelaciones en lo Comercial, en el fallo
plenario "Aván", se pleg6 al criterio de la Corte Suprema de
Justicia de la NaciOn.
En resumen, desde 1972 a esta parte, la atracción, sus-
pensi6n y prohibición de nuevas acciones ha seguido el si-
guiente derrotero:
a ) Parece una soluci0n consagrada e indisputable que
los procesos de expropiación y los que se fundan en relacio-
nes de familia están exentos de tales efectos.
b) Ha habido hesitaciones notables sobre cómo actuar
con las ejecuciones prendarias e hipotecarias en caso de con-
curso preventivo (actualmente el concepto- es más amplio:
ejecuciones de garantías reales). Empezaron excluidas de
tales efectos y también de la verificación (ley 19.551, ver-
si6n primigenia). La ley 22.917 les impuso el deber de
solicitar verificación y previó una suspensión y prohibi-
ción temporal de la deducción de éstas -hasta el pedido ve-
rificatorio-. La ley 24.522 las sujeto a la atracción y man-
tuvo en lo demás la solución de la ley de facto 22.917, pero

SANDOVAL, "PrActica judicial del proceso concursal". En especial, repárese en


la reseña abrumadora de jurisprudencia y doctrina de p. 166 y siguientes.
14 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

una indetenible corriente jurisprudencia1 las eximib de la


atracción. En la actualidad, la ley 26.086 ha consagra-
do esta última solución e, incluso, la ha intensificado -dado
que ya no hay suspensión si falta el pedido de verificación;
tal ausencia impide el remate pero no que el proceso con-
tinúe-.
c ) Ha habido una variación zigzagueante sobre los cré-
ditos laborales, Originariamente (ley 19.55 1) sometidos a
atraccign, suspensión y prohibicion de deduccibn de nuevas
acciones en el caso del concurso preventivo, pero no en la
quiebra; no merecieron el derecho, sino la imposición, en
mérito a la LCT, de actuar por ante los jueces naturales
hasta el dictado de la sentencia (no se les dio opción para
verificar directamente). Esta exclusión de los efectos de
atracción, suspensión y prohibición de nuevas acciones fue
diametralmente revertida por la ley 24.522: no sólo queda-
ron sujetos a la atracción y prohibición de promoci6n de
nuevas acciones, sino que se les dispensó la m& enérgica
suspensión de todos los acreedores, y a los trabajadores se
les negó el derecho de optar por continuar con el juicio de
conocimiento ante el juez concursa1 (arg. art. 21, inc. 5).
La ley 26.086 ha reestablecido en lo esencial el sistema de la
ley 20.744, pero concediendo a los acreedores laborales la op-
ción de concurrir directamente en sede concursal.
d ) Se partió de una atracción, con algunos pudores en
el concurso preventivo (la circunstancia de que no hubiera
tal atracción bajo la ley 19.551 para los juicios suspendidos
que se encontraran en otra jurisdicción) y se pas6 a una
atracción amplísima con la ley 24.522, que incluía, como
ya se dijo, hasta las ejecuciones prendarias e hipotecarias.
Actualmente se ha optado por la solución inversa, aunque
la teórica regla general siga siendo la atraccidn, dado que
sólo se atraen, en la práctica, los juicios de ejecución; es
tan distinta de la anterior que ya no se limita al proceso
concursa1 rehabilitatorio, sino que este nuevo paradigma
también se aplica en la quiebra. Sin embargo, el actual
sistema sí prevé atracción de las ejecuciones de garantías
reales en caso de la quiebra (prenotando, entonces, solucio-
nes disimiles cuando se trata de concurso rehabilitatorio y
cuando se está frente a una liquidación).
BREVE NOTICIA H I S T ~ R I C A 15
e ) La suspensión, sin sutilezas -salvo el caso del art.
137, ley 19.551, que ya prefiguraba la posibilidad de juicio
continuado ante el juez concursal, si bien no liberaba de la
ulterior verificación-, dio paso con la ley 24.522 a la posibi-
lidad de que los juicios de conocimiento continuaran ante
el propio juez concursa1 en caso de concurso preventivo (arg.
art. 21, inc. 1) e, incluso, a un juicio continuado ante el
juez originario con deber de posterior pedido verificatorio
(la liquidación de aseguradoras citadas en garantía). En la
actualidad, aunque la suspensión sigue siendo la regla, en
la práctica sólo se aplica a los juicios atraídos (es decir, a
los procesos de ejecucidn).
f ) La deducción de nuevas acciones de causa o título
anterior siempre ha estado vedada en la quiebra, salvo para
las expropiaciones y los créditos fundados en relaciones de
familia. Podría postularse que el art. 136 de la ley 19.551
eximía de la atracción a los juicios laborales en etapa de
conocimiento, pero que, en modo alguno, exceptuaba a ta-
les acreencias de la prohibición de deducción de nuevas ac-
ciones. Sin embargo, tal limite fue suprimido, en 1974, para
las demandas laborales de la mano de la ley 20.744. En el
caso del concurso preventivo s61o los juicios eximidos de
atracción (expropiaciones, crkditos fundados en relaciones
de familia y ejecucianes de garantías reales) podían ser pro-
movidos a posteriori de la presentacih, con base en causa
o título anterior a ésta. El art. 265 de la LCT asignó tal
posibilidad de promoción a las causas laborales. Así siguió
hasta la ley 24.522 que, con la consabida excepción de las
expropiaciones y procesos basadas en relaciones de familia
y ejecuciones de garantias reales, proyectó tal prohibicióln a
todo otro proceso, fuera en concurso o en quiebra; este tó-
pico era relevante para los laborales, puesto que éstos eran
los únicos que sorteaban ese vallado bajo la ley 19.55 1, que
quedaron sometidos a la regla general.
El actual sistema mantiene la prohibición como regla
y exime de ksta a las expropiaciones, a los procesos funda-
dos en relaciones de familia, a las ejecuciones de garantías
reales y a los juicios laborales (se ha retornado, en lo que
atañe a la prohibición de deducir nuevas acciones, al es-
quema de la ley 19.551 con las modificaciones de la ley
20.744).
16 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

En verdad es muy poco apasionante la fragua parlamen-


taria que gestó la ley 26.086, pero también es particular-
mente enrevesada. La conocemos de primera mano porque
la explica, en un trabajo aeadkmico, la senadora de la Na-
ción y distinguida concursalista doctora NEGRE DE ALONSO~l.

La citada legisladora considera que el origen de la ac-


tuaI ley 26.086 se encuentra en proyectos presentados desde
el año 2001 [proyecto de ley por el que se modifica su sirni-
lar 24.522, en lo que respecta al concurso preventivo, a par-
tir de la incorporación del convenio colectivo de crisis (S.
21 10/01), presentado por la senadora NEGREDE AEONSO; pro-
yecto de ley que modifica las leyes 24.522 (concursos) y
20.744 (contrato de trabajo) a fin de excluir del fuero de
atracción a las acciones entabladas por los trabajadores en
virtud de derechos provenientes de sus relaciones laborales
(S. 1139/02), presentado por la senadora IBARRA.El proyec-
to de ley S . 2110101 caducó el 28 de febrero del año 2003 y
fue reproducido como S. 2422103, el 9 de octubre de 2003,
por la misma senadora de San Luis12] y en un proyecto de
ley del Poder Ejecutivo nacional que proponía modificar ar-
tículos de la ley de concursos y quiebras a fin de reformar
aspectos del fuero de atracción.
Los proyectos senatoriales fueron aprobados por esa
Chmara, pero cuando se los giró a la Cámara de Diputados se
los dejó caducar. El proyecto del Poder Ejecutivo, en cam-
bio, mereció un intenso tratamiento en comisión (con presen-
cia de juristas de fuste, algunos de ellos jueces de la Cáma-
ra Comercial o de la Cámara del Trabajo) y remitido que
fue a Diputados, esta Cámara lo trató en sesiones extraordi-
narias -suprimiendo todo lo referido al pronto pago, vale
decir, al agregado que la había hecho el Senado en la línea
del proyecto de las dos senadoras antes citadas y con ma-
yor apego, cabe suponer, al texto presidencial-. Llegado en
revisión de nuevo al Senado de la Nación, éste volviél a con-
sultar a camaristas del trabajo y comerciales y a los docto-
res ALEGRIA y HEREDIA e insistió en su sancion primigenia (la
que obviamente se impuso por ser cámara iniciadora).

11 NECREDE ALQNSO,Reformas a la ley de coutcursos. LRy 26.086, p. 19.


12 FAVIER
DVBOIS,C O Y ~ C L ~y~quiebras,
SOS p. 258.
BREVE NOTICIA H I S T ~ W C A 17
Esta misma secuencia temporal es relatada por RIVERA,
R ~ I T M AyNVÍTOLO,quienes apuntan con alguna sorna: "lo
realmente curioso de la situación es que el Congreso trató
alternativamente dos proyectos distintos de reforma de la
ley de quiebras dentro del mismo trámite; uno de ellos era
el promovido originariamente par el Poder Ejecutivo -que
ingresó por el Senado- y el segundo una versión reformada
en aspectos importantes por modificaciones que introdlljo
la Cámara alta al proyecto enviado por el Poder Ejecutivo.
Lo particular de la historia es que, cuando el Senado giró
la versión modificada a la Cámara de Diputados para su
consideración, ésta no tomó en cuenta las modificaciones
introducidas por el Senado y -directamente- aprobó la ver-
siOn originaria que había remitido el Poder Ejecutivo. Al
arribar -nuevamente- al Senado el proyecto de ley, este cuer-
po se resistió al proyecto del Poder Ejecutivo y mediante
aprobación por los dos tercios doblegó a la Cámara de Dipu-
tados y al Poder Ejecutivo, sancionando como ley su propia
ver~ión"'~.
Más allá de los dimes y diretes entre ambas Cámaras
del Congreso de la Nación, más allá de alguna confusión
entre proyectos y dictámenes que caducaron en el. camino,
más allá de la supresión acrítica de las modificaciones de la
Cámara alta por el otro cuerpo legislativo, vale la pena re-
marcar: a ) que tado indica que esta ley tiene en su favor la
regularidad formal, algo muy dificil de decir, por ejemplo,
de la nada querida ley 25.563 (producto de la desesperación
post default); b) que se consult6 a varios y brillantes juris-
tas y a operadores de primerísima línea de la ley -jueces de
cámara-, y c ) que, como es habitual, las desinteligencias
de los legisladores terminaron poniéndolos en una disyunti-
va de hierro: aprobar lo que había a libro cerrado (para
vencer la voluntad del otro brazo legislativo) o demorar el
trámite con nuevas reformas, y así generar la insensata sir-
presión del comité de acreedores en el art. 14 para hacer10
reaparecer en el art. 16. De este defecto gravísimo (sancio-
nar leyes sin suficiente libertad de cuestionamiento) se re-
siente la propia ley 24.522, aprobada por la Cámara de Dipu-

13 - PZOITMAN
RIVERA - VITOLO,Reformas a la ley de concursos y quiebras.
Ley 26.086, p. 17.
18 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

tados sin tocarle una coma, y con promesa de una ley recti-
ficatoria que nunca llegó a exceder el nivel de proyecto, a
cambio de la gentileza ministerial de cumplir con el deber
republicano de dar explicaciones sobre otras cuestiones a
esa misma Cámara.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. PROHIBICI~N
DE D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

1. CAMB~US
DE PARADIGMAS CONCURSALES
EN UN MUNDO EN CAMBIO

En nuestra infancia veíamos con fascinación cómo el


capitán Jarnes T. Kirk se comunicaba con la "Enterprise" a
través de una especie de teléfono inalámbrico al que se le
levantaba la tapa. Hoy por hoy, cualquiera que esté en un
ámbito masivo (un restaurante, la entrada a un cine, la sala
de preembarque de un avión) puede ver que casi el 100% de
las demás personas allí presentes, incluso los adolescentes
y los niños, tienen aparatos similares, y aun más pequefios y
sofisticados, y que parecen presas, además, de una necesi-
dad compulsiva de utilizarlos. No fue necesario esperar al
siglo XXII -época en que teóricamente ocurrían los hechos
de "Viaje a las Estrellasu- para presenciar tal escenario. Las
revistas de difusión pronostican que en diez años todos los
televisores serán planos, obviamente de plasma, y que, ade-
más, podrá olerse lo que está ocurriendo en pantalla (lo
que recuerda demasiado a la sala holográfica que pronosti-
caba BRADBURY en La Pradera); o que las computadoras de
mano tendrán el. grosor (hay quien dice que incluso la tex-
tura) del papel.
Los hombres siempre hemos vivido asediados por el cam-
bio continuo y por la necesidad consecuente de aferrarnos
a "algo" que permanece. El debate entre los discipulos de
PARMÉNIDESy los de H E ~ C L I T O el sentido de que la reali-
(en
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

dad es inmutable para los primeros y perpetuo cambio para


Iss segundos) lleva ya veinticinco siglos. Y si bien pode-
mos aceptar que hay algo subyacente y eterno a lo que no
llegan nuestros sentidos, hay que reconocer que -corno mi-
nimo- la realidad sensible se nos presenta en continuo
cambio y que éste, en la linea sugerida en el primer párra-
fo, parece acelerado a niveles difíciles de asimilar1.
Es cierto que el texto precedente s61o refiere al cambio
emergente del "hecho técnico", pero ello responde a una
elección subjetiva para no ingresar en las brutales mutacio-
nes sociales que caracterizan a nuestro tiempo.
Lo cierto es que, más allá de la delicadeza que se pre-
tende imprimir a esta introducción, estamos en una época
donde "todo cambia" y en la cual las viejas certezas y cono-
cimientos van quedando rápidamente obsoletos. El dere-
cho no es, por cierto, ajeno a tal variación. En apenas una
I#
década y media hemos visto la adopción de un monismo
relativo" (por vía de incorporar ciertos tratados internacio-
nales de desechos humanos a la propia Constitución -art,
75, inc. 22- y establecer la supremacía de todos los tratados
por encima de la ley). De la mano de tal criterio hemos to-
pado con soluciones impensables para aquellos que estudia-
mos derecho penal a la vieja usanza, o hemos encontrado

1 Si sostuviéramos, como los filósofos griegos presocráticos, que existen


ciertos elementos inalterables (tierra, aire, fuego y agua), pero combinables,
podríamos tratar de superar el dilema entre PARM~NIDES (para quien nada
cambia) y HERACLITO (para quien el cambio era el rasgo mas constante de la
naturaleza) y diriamos: "Todos los cambios de la naturaleza se deben a que
estos cuatro elementos se mezclan y se vuelven a separar.. . Cuando muere
una flor o un animal, los cuatro elementos se vuelven a separar. Éste es un
cambio que podemos ver con los ojos. Pero la tierra y el aire, el fuego y el
agua quedan completamente inalterados o intactos con todos esos cambios
de los que participan. Es decir, que no es cierto que 'todokarnbia. En
realidad, no hay nada que cambie. Lo que ocurre es, simplemente, que cua-
tro elementos diferentes se mezclan y se separan, para luego volver a mez-
clarse" (JOSTEIN GAARDER, El mundo de Sofia,p. 44). Tal vez sea demasiado
simple para concepciones más elaboradas, pero ciertamente en este mundo
en cambio constante (tan cercano a como lo veía HERACLPTO) es menester
confiar -¿intuir?, ¿sentir?, ¿soñar?- en que tras la variación que perciben los
sentidos hay un sustrato profundo, inasible e inmutable (y tanto la tierra,
como el aire, como el fuego o como el agua son bellísimas metáforas para
tal esencia inefable).
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 21

"nuevos derechos" que antaño s61o parecfan referidos a io


prragrarnatico. También, y muchas veces asidos a la nor-
mativa internacional, se han conmovido tradicionales estruc-
turas del derecho del trabajo y aun mercantiles -teniendo
en cuenta, en este último caso, el derecho a la vida2-.
Actualmente es lugar comlin hablar y pensar en el certioria-
ri, las propuestas concordatarias para clases diferenciadas,
la probation, el propio acuerdo preventivo extrajudicial (APE
-que no es otra cosa que la versibn criolla del prepackaged
agreement del Bankrtkptcy Code-), las presentaciones formu-
ladas por amicus ctkrice, etcétera. Los contratos han varia-
do. Figuras que en otros tiempos casi s6lo se mencionaban
al estudiar derecho romano o historia del derecho, tal como
el fideicomiso, transitan con sefiorío el escenario de las
convenciones. Los vericuetos y complejidades de ciertos
negocios financieros -en su hora reservados para un selecto
grupo de especialistas- están a la fecha a la orden del día,
no sólo a tenor de las previsiones de la ley de obligaci~nes
negociables, sino tambien en función de las previsiones de
la Trust Indenture Act (TIA), siendo muchas veces más co-
mentadas las decisiones de la Security Exchange Commis-
sion (SEC) que las de la propia Comisión Nacional de Valores
(CNV)3. La legitimación procesal está en franca expansión
y se advierte la presencia de un sinnúmero de accionantes
inusuales (que actúan en defensa de derechos difusos o
de intereses de alguna minoría que se reputa discriminada),
todo lo cual permite inferir que el tiempo de las acciones
de clase podría estar llegando. A la par de todo ello los
presidentes de iure dictan, para horror de los puristas del
constitucionalismo tradicional, verdaderos "decretos leyes"
(aunque los llamen decretos de necesidad y urgencia) 0 ejer-
citan facultades legislativas delegadas (con 10 cual nuestra

2 Aunque no lo compartimos, cabe recordar un sonado fallo de la Cá-


mara de San Isidro que autorizó una suerte de "concordats a medida" para
una acreedora muy mayor y lesionada, que no pcidia esperar el tiempo pre-
visto en la propuesta (CCivCorn San Isidro, Sala I, 18/5/04, SuplLL Co~zcursos
y quiebras, nov. 2004, nD 38)-
3 A título de ejempIo, ver ALBERDI, Algupzas reflexiones sobre la ejecthcidn
de obligaciones negociables, p. 1 y cs., en LLORENTE - BARREIRO (coords.), "Cues-
tiones actuales de derecho empresario. Homenaje al profesor consulto Víc-
tor Zamenfeld".
22 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

institución presidencial, tan americana en su concepción his-


tórica, se asemeja un poco a los primeros ministros del Vie-
jo Mundo, donde tal accionar delegativo no llama la aten-
ci6n). Nuestra República Federal ya no est%integrada, como
siempre ocurrió, sólo por provincias, sino que junto con ellas
se ubica una "ciudad autónoma-federada" y las propias pro-
vincias pueden crear regiones para actuar de consuno supe-
rando estructuras que hundían sus raíces en la tradicióln.
El Anteproyecto de sociedades comerciales admite pacifica-
mente la sociedad de un solo socio. Se piensa y se discute
seriamente la creación de una Cámara de Casación Civil y
Comercial que aligere a la Corte Suprema de Justicia de la
sobrecarga de tareas que sobre ella pesa.
Nada de lo dicho significa aprobación o rechazo. Es
sólo enumeración. Y como tal nos resulta impactante. ¿Có-
mo será el universo jurídico (el sustancial y el adjetivo) en
el que nos movamos dentro de diez años? ¿Se podrán ha-
cer presentaciones judiciales por Internet? ¿Subsistirán los
expedientes en base papel? ¿Habrá que ir a verificar ante
la oficina del sindico o alcanzará con enviarle un e-mail
con firma digital? ~Seguiriihabiendo síndicos? ¿Seguir%
habiendo verificación de créditos tal y como la cono~emos?~.
Analizar y pensar una cierta figura jurídica en tal esce-
nario (concretamente, las modificaciones sobre el tradicional
mecanismo de atracción, el impacto sobre la verificaci6n de
crkditos y la mutación del rol sindical para adecuar10 a
tales variaciones) requiere, por tanto, relativizar cualquier
conclusión.
Al comentar las reformas que introdujo la asi llamada
ley 22.917, el maestro CAMARA sostenia que "el sindico cons-
tituye la pieza maitresss fundamental del proceso colectivo",
cuyo carácter controvertido anteriormente -representante de
la masa, de los acreedores e incluso del deudor- ya no se

4 Hacer futurologia es siempre riesgoso. En temas juridicos apenas pue-


den intuirse ciertas tendencias, al modo en que lo hizo, con sobrada pruden-
cia, ROUILLON, quien -frente a la regulación de los acuerdos paraconcursales
en la ley 22.917- se animd a preguntar: (Girad hacia el voluntarisrno la legis-
lacidn concursa1 argentina?, RDCO, 1985-235. Podemos estar seguros que el
maestro rosarino no imagin0 siquiera "en que significativa medida" se pro-
ducida tal giro.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

discute: es un "órgano" del concurso, que la ley 19.551 de-


signa como "funcionario" (art. 275, LC), el cual "asume la
legitimación indirecta o por sustitución para realizar sobre
el patrimonio del concursado 0 quebrado cuantos actos de
disposici6n son precisos, asi como ejercitar sus acciones
procesales o comparecer en juicio corno sustituto del deu-
dor demandado, según lo señalan los arts. 113 y SS. de la
LC. Del síndico, pues, depende toda la suerte del d e u d ~ r " ~ .
Actualmente, con la continuación de los juicios de conoci-
miento (rectius: con la posibilidad de tal continuación), el
rol sindical aparece notablemente modificado con miras a
que la allí denominada calidad de "parte necesaria" auto-
matice (o casi) el subingreso de quienes porten la sentencia
recaída en tales procesos como "titulo ~erificatorio"~.Ya
se verá que esto no es así y no sólo porque precisamente

CAMARA,Algunos aspectos de la revisión del régimen conce-lrsal por la. ley


22.91 7, RDCO, 1986-557.
6 "E1 precepto contenido en el padgrafo septimo del art. 56 ordena
que la sentencia recaida en los procesos de conocimiento que escapan al fue-
ro de atracción, deba insinuarse en el pasivo concursal. La norma denomina
dicha pieza procesal como 'título verificatorio', lo que ha producido perpleji-
dad en la doctrina en cuanto al alcance del n o m n iuris. En efecto, si el jui-
cio ordinario tramita con el contralor del síndico, de conformidad con la
manda de1 nuevo art. 2 1, padgrafo cuarto, pareciera razonable que la decla-
raciiin jurisdiccional contenida en el resolutorio respectivo, tenga fuerza
verificatoria. De lo contrario, se articula un sistema de 'doble vuelta', es
decir, el proceso de conocimiento tramita ante el juez natural originario, que
es el órgano jurisdiccional competente para declarar el derecho del pretenso
acreedor, pese a lo cual la sentencia que cierra dicha etapa debe obtener un
'nuevo reconocimiento', por parte del juez concursal. Un desgaste jurisdic-
cional que no parece congruente, aun cuando se aduzca que de este modo se
respeta la concursalidad. Así, cuando la ley 26.086 nomina a la sentencia
como titulo verificatorio, no agrega absolutamente nada a la declaración ju-
risdiccional del juez originario, y constituye un concepto que sOlo trae con-
fusibn, pues en realidad no se verifica la sentencia, sino el crédito por ella
reconocido. En efecto, el juez concursa1 tiene la labor virtualmente 'facilita-
da' por el trAmite ordinario que le precede, pero de todas maneras debe pro-
nunciarse sobre la c1-istalizaci6n del crédito, es decir la suspensicin de los in-
tereses... Por otra parte. el órgano jurisdiccional debe graduar el crédito
según su naturaleza, otorgándole la categoría que le corresponde, ya sea pri-
vilegio especial, general o quirografario" (JUNYENT BAS,El nuevo &gimen de
exclusidn y prosecución de juicios en h ley 26.086, ponencia en VI Congreso
Argentino de Derecho Concursal y W Congreso Iberoamericano sobre la Pn-
solvencia, "Libro de ponencias", t. 111, p. 317).
24 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

el síndico no representa a nadie, sino porque es menester


exaltar el control correspectivo de los acreedores eoncu-
rrentes -ello, en resguardo del inviolable derecho de defen-
sa en juicio-.
La propia ley 24.522, recogiendo el clamor de alguna
doctrina encabezada por MAFF~A, trató -con pésima técni-
ca- de hacer explícita la facultad del fallido de intervenir en
la determinación de la masa pasiva (conf. art. 110, LCQ),
aunque lo hizo del peor modo posible: aquel que consiste
en presumir que se amplía la denotaci6n de un genero por
vía de señalar algunas especies.
Esto abre algún cauce argumenta1 para transpolar al
ámbito de la quiebra -donde el sindico acttía como contra-
dictor legal- lo afirmado anteriormente en el sentido de
que, aun en tal situación, el título verificatorio obtenido en
sentencia continuada debe quedar sujeto al control recípro-
co de los demás acreedores -no resistiría un anhlisis valora-
tivo que se preservaran facultades del cesante y se negaran
éstas a quienes son, junto con él, los directos afectados por
la cesación-.
Por otra parte, y en pos de una declamada mayor par-
ticipación de los acreedores, actualmente hay un nuevo partí-
cipe en el proceso (al menos en los papeles): el "comitk de
acreedores", cuyas funciones muchas veces se superponen
con las tradicionales del órgano sindical. Repárese que di-
cha normativa ha restringido gravemente la intervención del
síndico en los incidentes de verificación y de revisión en el
concurso preventivo, reduciéndolo a una suerte de "relator".
Existe una zona oscura (twilight zone, para mantener el ho-
menaje a las series de nuestra infancia) en el rol de la sin-
dicatura cesada (art. 59, LCQ), pero a la que se le siguen
corriendo traslados y exigiendo participacibn, porque
los comités de acreedores no funcionan y porque los hábitos
judiciales no han registrado el cese que la propia ley predi-
ca. Si esto era dudoso y conflictivo en el sistema primige-
nio de la ley de concursos y quiebras, hoy aparece incre-
mentado, no s61o por la situación claudicante en que ha
quedado el fuero de atracción y por el mecanismo de subin-
greso de los portadores de sentencia "titulo verificatorio",
sino por el desdén con el cual el legislador olvidó regular la
constituci6n del comité en el art. 14 (lo que llev6 a más de
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

uno a postular la supresión de la figura), para mencionarlo


como parte indispensable en la articulación del art. lb7.
La ley 26.086 ha cambiado un paradigma arraigado (la
atracción, suspensi6n y prohibicibn de nuevas demandas
tal como las habíamos conocido). Esto no es ni bueno ni
malo de suyo. Pero es siempre conmocionante. Analizar
cómo ha quedado el sistema positivo, qué interpretación se
puede propugnar de él que saque a relucir sus virtudes y
minimice sus problemas y cómo encarar el futuro, es el co-
metido de estas páginas.

9 2. UN PRRADZGMA A REALZAR: EL CONTROL CORRESPECTZVO

En un relato tan maravilloso cuanto oscuro y perturba-


do$, BORGES imagina el cautiverio de un supremo sacerdote
azteca ("Tzinacán, mago de la piramide de Qaholom"), arro-
jado luego de la tortura a un calabozo de piedra, el que está
partido en dos hemisferios, comunicados por una ventana
con barrotes: en uno yace el mago, en el otro un jaguar,
Una vez por día y por segundos entra luz en las tinieblas:
cuando el carcelero baja con una roldana la comida y el
agua para el prisionero y para la fiera. En esos segundos
Tzinacán ve al animal.
En su postracibn de años y para hacer algo, el mago
busca una fórmula mágica. Palabras grabadas por su dios
en algún lugar misterioso y cuyo solo conjuro le concederia
la omnipotencia. Buscando "formas antiguas, formas inco-
rruptibles y eternas", Tzinacán recuerda que el jaguar era
uno de los atributos de su dios: "Entonces mi alma se llenó
de piedad. Imaginé la primera mañana del tiempo, imagi-
né a mi dios confiando el mensaje a la piel viva de los ja-
guares, que se amarían y se engendrarían sin fin, en caver-
nas, en cañaverales, en islas, para que Pos últimos hombres
las recibieran. Imaginé esa red de tigres, ese caliente labe-
rinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaños
para conservar un dibujo".

- BLANCO,
7 TRAPANI Suerte del comité pvovisorio de ameedores, U ,2006-
C- 1452.
La escritura del Dios, en "El Aleph".
8 BORGES,
26 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Por años, aprovechando los segundos de luz, estudia y


aprende el orden y la configuración de las manchas, sin poder
descifrar lo escrito. "Gradualmente el enigma concreto que
me atareaba se inquietó menos que el enigma genérico de
una sentencia escrita por un dios. ¿Qué tipo de sentencia
(me pregunté) construir5 una mente absoluta? Considere
que aun en Ios lenguajes humanos no hay proposición que
no implique el universo entero, decir el tigre es decir los ti-
gres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró,
el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue
madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra. Consideré
que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciarfa esa
infinita concatenación de los hechos, y no un modo implici-
to, sino explfcito y no de modo progresivo, sino inmediato.
Con el tiempo la nociiin de una sentencia divina pareció
pueril o blasfematoria. Un dios, reflexioné, sólo debe decir
una palabra y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz ar-
ticulada por él puede ser inferior al universo o menos que
la suma del tiempo".
Como en e1 cuento de BORGES, cuya terrible conclusióln
no es atinente a los fines del presente (así que dejaré a los
lectores con la inquietud de saber cómo termina, motiván-
dolos a que lo lean), hay un sinfin de criterios implicitos
que parecen suponer que el. universo es perfecto y se resu-
me (la idea de "resumen" no transmite 10 que se quiere de-
cir) en una palabra secreta. En una cifra.
Eso creyeron los cabalistas cuando buscaron afanosa-
mente la palabra que convertía metales burdos en oro, que
convocaba a la vida a los golems; en definitiva, el secreto
nombre de Dios que éste se cuidó de revelar a Moisés en el
Sinaí.
Con un criterio cientificista, podría postularse que el
universo se resume en un niímero, en un algoritmo. Y tal
vez sea asi a nivel de ffsica subat6mica, terreno que nos re-
sulta ajeno, pero también es bueno recordar que esa rama
de la ciencia es la que nos provey6 el "principio de incerti-
dumbre".
Maravillados de la perfección de lo creado, muchas ve-
ces actuamos y analizamos las cuestiones diarias, coma si
en iíltima instancia dependieran de una idea única y cohe-
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 27
rente (que contuviera en si todas las ideas y en cuyo seno
éstas convivieran sin contradecirse). Algo así como las pa-
labras -a la palabra- que Tzinacán imaginó que su deidad
habla grabado en la piel de los jaguares.
Es posible que sea así efectivamente. Pero ello sólo
será percibido así por una mente absoluta y perfecta. No
por nuestra limitada cognición contingente.
Los hombres estamos atrapados en la fenomenología (en
lo que aparece). No conocemos las cosas "en si" (no hay
modo de que las conozcamos). Nuestros sentidos no llegan
más allá de lo que aparece y nuestra pobre razón apenas
escarba, tan a ciegas como el mago de Qaholom en su cel-
da, los límites de la esencia.
Aun así nos desesperamos, alegamos, combatimos, ba-
sados en meras aproximaciones. La realidad para nosotros
no es lineal ni perfecta. No es una cifra o un término ajeno
a contradicciones. Nuestros conceptos, aun los más depu-
rados, están pletóricos de contradicciones y oscuridades, de
contrasentidos, de imprecisiones.
No convocarnos con nuestro pobre lenguaje, como el
sangriento dios azteca con cuyo mensaje sueña el prisione-
ro, una realidad que contemple -sin contradecirse- todas
las posibilidades existentes de lo nombrado, de modo expIi-
cito y de manera instantánea.
Si esto ocurre así en todos los órdenes de la vida, con
más raz6n en los conceptos teóricos, en las creaciones inte-
lectuales que tratan de definir y aprehender una realidad
fluyente, la cual limitan a los fines de su aniilásis y com-
prensión. Y de la cual no puede pretenderse conocimiento
perfecto e inacabado.
Ni siquiera del todo coherente. Estas construcciones
-tambien limitadas porque sólo refieren una parte arbitra-
ria del universo todo- tal vez se acerquen, y sólo se acer-
quen, a la exactitud en ciertos productos 16gicos: los símbo-
los de la lógica formal, la raíz cuadrada; pero donde son
seguramente poco más que balbuceos es cuando tratan de
describir y circunscribir ciertos fenómenos sociales (econó-
micos o jurídicos). Aquí la aproximación y la necesidad
del "redondeo", por no poder perfilarse adecuadamente una
realidad que nos excede, es la regla.
28 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Ello es lo que ocurre con dos conceptos básicos para


esta exposición: la cesación de pagos y la concursalidad.
¿Que es la cesación de pagos?
Una aproximación casi escolar llevaría a responder: la
imposibilidad de atender regularmente las obligaciones9.
Así, pues, el que no puede (el que está imposibilitado
de hacer este algo aun en grado heroico de esfuerzo) pagar
aquello que prometió o que debe pagar por imposici6n legal
(ya por existir responsabilidad aquiliana, ya por tratarse de
una directa imposición legal -v.gr., tributos, cargas socia-
les-) en tiempo y especie debidos, está en cesaci6n de pa-
gos, en insolvencia, padece de impotencia patrimonial.
El criterio así expuesto permite incluir en el concepto
de imposibilidad también a aquel que cumple, pero lo hace
en una especie diferente (daci6n en pago), lo hace sorne-
tiéndose a intereses usurarios o recurriendo a créditos rui-
nosos, o bien lo hace liquidando toda posibilidad futura de
cumplir con otras obligaciones.
Y es aquí donde se advierte que, a diferencia del men-
saje del dios de Tzinacán (escrito desde el principio de los
tiempos en los jaguares), los términos empleados son insu-
ficientes. Implican "alguna otra idea", pero no la expli-
can.
Ea dacirin en pago es, en principio, un modo lícito de
cumplir con las obligaciones y su diferencia con el paga en
especie sólo consiste en que no puede ser impuesta al acree-
dor reticente. Pero si éste esta de acuerdo, nulh questio.

9 MAFF~A,Manual de concursos, t. 1, p. 38 y 39: "Un pago se considera


'regular' cuando se realiza: a) al vencimiento (innecesario remarcar la impor-
tancia de ese requisito, pues el comerciante asume obligaciones teniendo en
vista los cobros que espera); b ) con medios normales, que lo son básicamen-
te el dinero disponible y el crédito. No es regular el pago que efectúa un
empresario vendiendo para ellos las máquinas de su fhbrica; c ) en la especie
debida. Una de las manifestaciones mAs claras de que un deudor padece
problemas consiste en la entrega de bienes distintos al debido, en especial si
en lugar de dinero entrega cosas. Ya BQNELLI señalaba que si un comescian-
te que debe recibir dinero acepta otros bienes en reemplazo es porque sabe
que el deudor no esta en condiciones de cumplir en forma regular su obIiga-
ci6n; d) a todos los acreedores. Es sabido que algunos deudores en franco
estado de insohencia siguen tirando porque s610 pagan 'al que grita más
fuerte', como dice PAJARDI".
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 29
El recurrir al crédito para atender otras obligaciones na-
da tiene de malo en sí; aun cuando el sujeto en dificultades
deba someterse a tasas de interés muy exigentes. Si el de-
bitor paga la deuda originaria y con notable esfuerzo tam-
bién levanta el segundo débito, nada habria que cuestionarle.
Dar por concluido un negocio fracasado, vender el stock
de mercadería, aplicarlo a la atención de los pasivos gene-
rados, es cuesti6n de absoluta licitud (de hecho, en eso con-
siste precisamente la liquidación de tales emprendimientos
y, en alguna medida, es el esquema de liquidación de las
sociedades disueltas).
Frente a este panorama uno deberia sentirse tan en las
sombras como el mago de Qaholom, porque todos los ítem
que desarrollan el concepto de cesacibn de pagos pueden ser
vistos como actos que ninguna relación guardan con ella.
El breve instante de luz, para percibir y tratar de me-
morizar los "signos" que no adquiere nuestro pobre intelec-
to, tal vez permita intuir que todo ello importa presunción
o demostración de cesaci6n de pagos, en tanto y en cuan-
to esté en funci6n de la imposibilidad de cumplir regular-
mente no con una obligación puntual, sino con una genera-
lidad de obligaciones.
Y así sí cobra asidero la definición citada más arriba.
No se trata simplemente de no poder cumplir regularmente
con las obligaciones; se trata de que ello revele impotencia
patrimonial para cumplir las que no fueran atendidas de
primera mano.
Es decir que el concepto de "cesación de pagos" se im-
brica de modo necesario, pero no explícito, con la idea de
la existencia de pluralidad de acreedoreslO.
Cuando se explica la concursalidad en los libros de tex-
to jurídicos siempre se hace mencihn a que, siendo el patri-
monio de los deudores "prenda común" de éstos, al mediar

10 Aunque refiriéndose al remedio (la concursalidad) y no a la patologia


(la cesacibn), VAISERseñala: "Tal como refiere en varios pasajes la ley concur-
sal, los efectos del concurso preventivo se descargan sobre los acreedores de
causa o título anterior a la presentación en la cual el deudor solicita la forma-
cidn de su concurso preventivo. Se trata de la recepción legal de una de las
notas características del proceso concursal: la 'colectividad' [Verificacidn tau-
dia en el concurso pmentivo, en ROUILLON (dir.), "Derecho concursal", p, 88 11.
30 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

cesación de pagos es menester regular la concurrencia de


los acreedores sobre ese patrimonio insuficiente.
Y es por eso que se detienen las acciones de agresión
patrimonial (derecho consagrado por el art. 505 del C6d.
Civil, norma básica de nuestro derecho obligacional) y se
suspende la aplicación del principio prior in tepnpore (dispo-
sitivo de clara connotación danviniana, que -como premio
al más agresivo- pretende forzar la avidez de los acreedores
en la satisfacción de sus crkditos para propender, precisa-
mente, al cumplimiento de lo debidoH). Porque estas técni-
cas, absolutamente entendibles cuando hay suficiencia patri-
monial, se vuelven atentatorias contra la paz social cuando
el patrimonio a atacar no es suficiente para atender a todos
los acreedores.
Increíblemente, sin embargo, X a ley no exige pluralidad
de acreedores como conditio iuris de la apertura de un con-
curso preventivo o de una sentencia de quiebra. MAFFIA tra-
ta heroicamente de inferir tal exigencia de la circunstancia
que Xe cornitd de acreedores ha de estar integrado al menos
por tres de estos, Buen intento pero insuficiente, rnfixime
visto el escaso favor que la ley dispensa al comité (prueba
acabada de ello es la extraña errata de la ley 26.086, que
sustituyó al inc. 12 del art. 14 sin darle lugar a los mecanis-
mos de constitución del primer comité, pero sin derogar la
figura como lo demuestra su supervivencia en el art. 16).
El grueso de nuestra doctrina insiste en la innecesarie-
dad de la pluralidad y no fue bien acogido un lúcido fallo
de primera instancia que, en su hora, convirtií, una quiebra
con acreedor único en un proceso individual de cobroi2.

1' "Este esquema pivotea sobre un criterio que, metafóricamente, podria


reputarse darwiniano. Asi corno en la selva sobrevive el animal más riipido,
más fuerte y -habitualmente- el m& feroz; la posibilidad de cobro suele pre-
miar al acreedor más diligente, m8s duro y -muchas veces- más exigente.
Escrito asi suena aIgo antipático, pero cabe reconocer que, al menos en teo-
da, parece ser un sistema apto para inducir el cumplimiento de las obliga-
ciones. Obviamente en una sociedad de ángeles t d o esto sería innecesario,
pero es verdad de Perogrullo que ni sornas 6ngeles ni vivimos en una sacie-
dad remotamente parecida a esa" (TRUWAT, Procedimientos de adrnisidiz al pa-
sivo concursal, p. 33).
12 TRUFFAT,
¿Lu pluralidad de acreedores es requisito para la prosecucwn
del concurso?, ED, 143-278.
32 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

un solo acreedor (lo que constituye, en alguna medida, una


contradicción terminológica). Instituimos como recaudo
objetivo de la solución concursa1 la "cesación de pagos",
pero no integramos el concepto con la necesidad de pluri-
dad de acreedores -aunque éste implícita- y, en la przictica,
admitimos convocatorias o quiebras de acreedor único. A
la vez -prueba irrefutable de lo burdo y aproximado de los
conceptos con los que nos manejamos-, la impotencia pa-
trimonial en el cumplimiento de una única obligacibn res-
pecto de un tínico acreedor, tiene aptitud bastante para po-
ner en crisis, a su vez, la posibilidad de cumplimiento de
ese creditor respecto de sus propios acreedores (que, ellos
si, bien podrían ser varios): la cesación de pagos aislada
-sin concurrencia porque no se presenta más de uno y, en-
tonces, no se concurre- es tan contaminante como la impo-
sibilidad de cumplir regularmente las obligaciones con un
universo de acreedores.
Esta visto que nuestros conceptos y enfoques sobre la
cesaciiin de pagos y la concursalidad refieren, en verdad,
dos conceptos disímiles que, la mayoria de Ias veces, se su-
perponen, pero que no concuerdan necesariamente (y que
no pueden convivir -como la palabra única que habría pro-
nunciado la divinidad de Tzinacán- en paz y sin contradic-
ción en un concepto unívoco). Tenemos la impresión de
que cuando se explican ambos conceptos se los da por
perfectamente complementarios -aunque luego, en algrlin
momento, se señalen los problemas que genera no poder
sobreseer una quiebra por inexistencia de pluralidad de
acreedores-, haciendo tabla rasa con las contradicciones
que hemos tratado de explicar aquí (una especie de "nega-
ci0n" en el racionamiento que debería hacer las delicias de
psicólogos). Seguimos alegremente el discurso y diluimos
(porque las nuestras no son mentes perfectas que exijan
que el "todo" esté presente en simultáneo) las contradiccio-
nes en el tratamiento sucesivo de los tópicos.
Ahora bien, es cierto que la inmensa mayoría de las ve-
ces la técnica concursa1 sOlo se activa en presencia de un
sinnúmero de obligaciones. Quien no puede pagarle a al-
gún acreedor comercial, difícilmente esté al día con sus
obligaciones fiscales o con sus trabajadores y habitualmente
está en mora en algún crédito bancario. En general -por
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 31

Incluso, destacada doctrina italiana defiende de modo


expreso la quiebra de quien tuviera un solo acreedor como
modo de extirpar del mercado al cesante. Y no merece du-
das que, en nuestro derecho positivo, no hay óbice para que
el ejecutante insatisfecho pueda pedir con éxito la quiebra
del ejecutado por el salda insoluto.
La concursalidad, se supone, es la respuesta del Estado
al fenómeno insidioso de la cesación de pagos.
Hemos senalada muchas veces que lo dramático de la
cesación (más allá de sus efectos deletéreos para el propio
deudor en tal situación) es la aptitud contaminante. La ce-
saci6n de un sujeto puede producir -y en muchas ocasiones
así lo hace- la cesación de otros.
Es por eso que la ley, mediante el instituto que denomi-
narnos "concurso", procede a establecer diversas vías para
la superación de ese estado: una saneutoria o rehabilitatoria,
que teniendo en miras la capacidad de generación de ingre-
sos del sujeto en cesación persigue que, previa detención de
la acciones de agresión patrimonial, éste pueda, a través
de un acuerdo de mayorías con sus acreedores, obtener las
quitas, esperas o modificaciones de la especie debida que le
permitan "repagar" tales pasivos mutados y continuar como
sujeto útil en el mercado, y otra quirúrgica o Iiquidativ~,que
procede al rápido desapoderamiento y liquidación de los ac-
tivos del cesante para pagar lo que buenamente se pueda
con el producido, para permitir que los bienes vuelvan al
mercado en manos teóricamente más aptas y para brindar
al quebrado la chance de un nuevo comienzo, liberado del
pasivo antiguo, el que sólo podrá ser cobrado de los bienes
objeto de desapoderamiento.
El término "concurso" conlleva la idea de la pluralidad:
1I
concurrencia, reunión de personas en un mismo lugar". Ea
segunda acepción de "concursar", referida precisamente al
terreno juridico, es más lapidaria en ese sentido: "declarar
el estado de insolvencia, transitoria o definitiva, de una per-
sona que tiene diversos acreedores"13.
Como se advierte de la lectura de lo que antecede, las
palabras resultan insuficientes. Admitimos "concursos" de

13 Diccionario EncicEupédico Espasa, t. 1 .


SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 33
alguna caracteristlca del alma humana que lleva al más des-
creído a "creer en milagros" cuando se avizora la crisis-,
quien comienza a transitar el camino de la imposibilidad
de pago de alguna obligación relevante, se encarga -casi
como sujeto a un determinismo histórico- de pluralizar sus
futuros impagos.
Y en tal escenario la capacidad de contagio del vector
infectado se bonifica; son más sus eventuales víctimas y
la impotencia de su patrimonio se acentúa en directa pro-
porción a los sujetos que se relacionan patrimonialmente
con él.
Cobra sentido, entonces, pero desde la praxis diaria, no
desde los conceptos, interrelacionar la imposibilidad de pago
con la necesidad de concurrencia. Se vuelve lógico que las
soluciones saneatorias sean tributarias de un acuerdo de ma-
yorías (hip6tesis imposible en presencia de acreedor único).
Más allá del límite de las palabras y de los conceptos, y
dado que en general la insuficiencia patrimonial se exterio-
riza respecto de múltiples acreedores -cuyas acreencias no
pueden satisfacerse con la "prenda comúny'- y la potenciali-
dad contaminante de tales incumplimientos se potencia cuan-
to mayores sean los sujetos vinculados al cesante, el fenó-
meno de la cesación de pagos es tratado por un instituto
que lleva, en su propio nombre, la idea de la colectividad:
concurso o convocatoria.
En este escenario, los conceptos de cesación de pagos y
de concurrencia -conceptos que se superponen, que, preci-
samente, "concurren" en derredor del problema- se revelan
como pilares del instituto previsto por la ley para el trata-
miento de tal perturbación. En alguna medida, el fenóme-
no de la imposibilidad de pagos aparece como una lesión,
como una herida, en la economía general de las relaciones
patrimoniales. Hay que sanar al baldado o, perdónese la
crudeza, sacrificarlo antes de que su padecer se extienda y
comunique a otros.
El cargcter esencial de la concurrencia (en la prhctica,
no como necesidad lógica imperiosa), para atender a la ce-
saci6n de pagos, fuerza a construir toda una serie de crite-
rios -que informan al "concurso instituto"- y que tradicio-
nalmente se suelen expresar como la necesidad de que un
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

un úkase del mandcín de turno (eventualmente travestido en


juez).
Todo lo atinente a la reforma de la ley 26.086 y su im-
pacto sobre el sistema verificatorio merece especial aten-
ción por lo anterior. No por determinar si los juicios son
atraídos o no. De hecho, lo importante jamás fue la atrac-
ción -que muchas veces sólo importaba atiborrar casilleros
de juzgados ya sobresaturados con causas paralizadas-, sino
la suspensiOn de la agresión patrimonial". Es obvio que
no hay posibilidad seria de que el deudor pueda formular
una oferta razonable a sus acreedores y que éstos puedan
aceptarla por régimen de mayorías, si el patrimonio sigue
sujeto a la agresión de los acreedores (de hecho, además,
no habría manera de que éstos estuvieran motivados a "to-
mar una decisión común", porque seguiría vigente la ley de
la selva del art. 505 del C6d. Civil y el principio prior in

15 Siempre es posible en este terreno llevarse llamativas sorpresas. En


un antiguo trabajo de IGLESIAS este señalaba, en 1988 -esto es, bajo plena vi-
gencia de la así llamada ley 19.551 y de los criterios que giraban en derredor
de su art. 22-: "La Fiscalía de la CAmara Comercial sostuvo que el término
'suspensión' no es correcto ni claro, pues no distingue las distintas situacio-
nes que pueden presentarse. En principio, las acciones que se suspenden
son aquellas que emanan de titulos suficientes para acreditar la legitimidad
del credito que instrumentan, En orden a ello, los juicios ejecutivos en los
que aún no se ha dictado sentencia de trance y remate deben sufrir tal sus-
pensión, por cuanto, lo que mejor se acomoda a la naturaleza y procedimien-
tos de la quiebra, entre los que se cuenta el ahorro de trámites innecesarios,
como sería continuar la ejecudbn sin objeto práctico alguno, es perseguir la
verificación del crkdito por la vía que la ley señala a esos efectos. Sin em-
bargo, tal principio no es absoluto, ya que no media impedimento legal en
que el acto en un juicio de la naturaleza del que se trata pueda proseguir sus
trámites hasta obtener sentencia de trance y remate, que le servir&,no para
ejecutar individualmente los bienes del deudor, que la ley veda, sino para ob-
tener un título de mayor eficacia. No mediando obstáculo legal a la prose-
cución de los trámites hasta la sentencia de trance y remate, es igualmente
de sefialar que por tratarse de un procedimiento innecesario que s61o favore-
ce al actor, debe cargar con las costas [CNCom, Sala A, 11/3/72, 'Martens
SACFI dDistribuidora Argentina de Lanas SA (e.f .)'l...". IGLESIAS, Fuero de
atracción concursaI, RDCO, 1988-646. Si bien el fallo que cita IGLESIAS fue
dictado bajo la vigencia de la ley 11.719 y ni "Traslínea" ni "Difry" y, mucho
menos, "Collbn Curá" eran siquiera imaginables, es llamativo reparar en que
a los magistrados que dictaron el pronunciamiento en tal kpoca (1972) no les
horrorizaba que e1 título a verificar, siempre que no pudiera ejecutarse, fuera
construido por un magistrado extraconcursal.
34 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

único juez y en un proceso colectivo (alejado de la dináimi-


ca vis a vis) lleve adelante las medidas para la superacicín
del estado de cesación, controlando la legitimidad de los tí-
tulos de los teóricos concurrentes y arbitrando las medidas
para que éstos puedan controlar, a su vez, a sus compañe-
ros a la fuerza y puedan, en su hora, percibir lo que magra-
mente les toque sin que sus derechos sean disputados y mi-
nimizados por quienes no están en su misma situación.
La concursalidad sin concurrencia es una contradiccióln
terminológica (y por eco el tremendo derrape conceptual de
la posibilidad de colocar en el estatus de fallido a quien no
tiene pluralidad de acreedores).
La concurrencia exige que todos los acreedores en con-
dición de hacerlo puedan libremente expresar su voluntad
de aceptar o rechazar el acuerdo que les ofrece el deudor.
Exige que todos los acreedores puedan percibir lo que se
obtenga de la liquidación en situación paritaria, salvo las
legitimas preferencias instituidas por ley. Pero para que
todo esto funcione, exige que la nómina de acreedores (de
potenciales comensales de una pitanza harto magra) sea sin-
cera. Que no se omita a quien se debiii incluir y que no se
admita a quien no tiene título bastante para ingresar.
Y por eso es clave de la concurrencia el control corres-
pectivoJ4.
Mucho se exige del juez y es bueno confiar en él. Pero
la inviolabilidad de la defensa en juicio (art. 18, Const. na-
cional) exige más, mucho m&, que jueces lúcidos, probos
y atentos. Exige que los jueces escuchen lo que tengan
que decir los afectados; que estos cuenten con su día de au-
diencia.
Sin oír a quien podría ser afectado por una decisión ju-
dicial (y darle la oportunidad -con mayor o menor ampli-
tud- de probar los supuestos facticos de su pretensi6n) no
hay decisión judicial. Hay desnudo ejercicio del poder. Hay

14 "ES básico, por tanto, preservar el control correspectivo de 'todos'


sobre 'todos' atento la trascendencia del rkgirnen verificatorio. Y ese control
cruzado debe presidir, en Io posible, todos los trámites especiales de verifica-
ci6n... Casi podrfa sostenerte que la verificacihn (y acaso el "infierno') para
el deudor de mala fe y sus cómplices, son los otros" (TRUFFAT, Procedimieiztos
de admisidn al pasivo concursal, p. 40).
36 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

tempore, que premian al más decidido y veloz). Es eviden-


te, también, que no tiene sentido una liquidación ordenada
llevada adelante por un mismo funcionario -el síndico- y
su distribución conforme a un proyecto, cuando los m8s ex-
peditivo~podrían satisfacerse de propia mano, colocando
en peor situación los derechos de los más pasivos.
Incluso, admitimos como altamente debatible si la cons-
trucci6n del titulo base de la pretensión verificatoria, cuan-
do se trata de derechos litigiosos (léase: la sentencia que
decide sobre el punto), debía ser necesariamente asumida
por el juez concursal. En la práctica hay un sinfín de títu-
los verificatorios que jamhs movieron a escándalo y que te-
nían tal característica; piénsese en una sentencia de otro
magistrado pasada en autoridad de cosa juzgada antes de la
presentación en concurso o de la quiebra, o -¿por qué no?-
en un laudo arbitral producido también con antelación tern-
poral a tales momentos; o en un reconocimiento de deuda
en escritura pública; o en determinación de deuda fiscal
consentida; o proveniente del acogimiento a un plan de re-
financiacidn de deuda luego caído; o en una boleta de deu-
da por tasas municipales largamente desatendida; o en un
certificado de saldo deudor emitido por entidad bancaria.
El ndcleo del problema finca en dónde y con qué alcan-
ce resta la capacidad de "control" de los demás acreedores.
Es cierto que la propia ley 24.522, y la ley de facto
19.551, sólo preveían e1 referido control en ocasión de la
verificación tempestiva (mejor la segunda que la primera, al
incluir la posibilidad de impugnar el informe del propio
síndico). Pero no es menos cierto que la doctrina, y en
muchas ocasiones la jurisprudencia, siempre intentó encon-
trar cauces a tal posibilidad.
Fue motivo de alarma el juicio continuado del art. 21,
inc. 1, de la LCQ porque en él no había previsiones sobre el
obrar del sindico y, básicamente, por la ausencia de toda
previsión para la injerencia por los demás acreedores (esto
si fue contemplado en el Anteproyecto de reformas a la ley
de concursos y quiebras, res. MJ 89/9716). Si algiin repro-

16 Decía el art. 21, inc. c , contenido en el Anteproyecto: "Excepcional-


mente, y a pedido del acreedor, el juez puede disponer la continuación del
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Encaramos el análisis del referido impacto sin precon-


ceptos18. Sin lamentos innecesarios. Además, no sabemos
si el sistema anterior era mejor que el actual (porque, en al-
guna medida, se resentía de idénticos reparos). Asimismo,
hemos vivido suficientes años de vida profesional con un
mecanismo -el de la ley de facto 19.55 1- que traía un es-
quema análogo al actual para un sector relevante de los jui-
cios de conocimiento (aquellos de origen laboral) y el siste-
ma no generaba eschndalo.
Se verá en esta exposición que desde lo teólrico lo único
en verdad relevante (sobre los tópicos modificados en el
afío 2006) es la suspensi6n de las ejecuciones, y que con tal
carácter nos parece más grave que sin noticia previa se
haya ya potenciado aún más la posibilidad de seguir ade-
lante con su ejecución, ante los jueces extraconcursales, a
los acreedores con garantías reales, que permitir que los
juicios de conocimiento sean sentenciados por los magistra-
dos originarios. Pero también se verá que sin garantizar
un sistema adecuado de control correspectivo se estará re-
nunciando, sin conciencia de ello, a uno de los derechos
inalienables que genera la concursalidad: el control severo
sobre el título de los otroslg.
Es obvio que hay otros argumentos y razones que mu-
chos destacados colegas pueden considerar que están omiti-
dos en este desarrollo. Hay quien considerará que la devo-
lución a los trabajadores de la vía laboral es, en verdad, un
flaco favor a éstos2'. Hay quienes -como nosotros-, sin

18 Aunque se verá en la síntesis conclusiva del 9 35 que algún reparo


subconcciente fue removido -al finalizar el anAlisis- por las elementales con-
clusiones que rinde el propio sistema.
19 Como dijeron con notable precisi6n y economía GARAGUSO y MEDINA,
"por ser el patrimonio una garantia común, sobre el cual actuarhn pluralidad
de pretensiones, s e d menester que los acreedores encuentren respuestas tbc-
nicas que les permitan el recr'proco control de las incorporaciones creditorias
al estado concurcal" (Verificación de c&ditos en los pakes del Mercosur, p. 24).
20 VITOLO habla de una reforma con pretensión "voluntarista" y define
el voluntarisrno así: "es pensar que, porque alga sea claro a la inteligencia y
querido por la propia voluntad finalmente acontecerá en la realidad, sin te-
ner en cuenta -ni pensar- en los medios y en los procesos que resultan nece-
sarios para alcanzar ese acontecimiento" ( h a c i e r t o s en material concursal:
la ley 26.086, LL, 2006-C-1133).
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

que generará y que, al mismo tiempo, rescate sin agravio de


su letra y espíritu la posibilidad del control por los demás
acreedores. Seguramente en tal esfuerzo recurriremos a
criterios s61o parcialmente coherentes, a veces de difícil
coexistencia. Por todo lo que aquí se dijo, no nos asusta
tal riesgo y límite. Más aún, lo considerarnos ineludible.

3 . DESAF~OS
QUE PLANTEA EL CMBZO ACELERADO PROPIO
DE ESTOS TIEMPOS EN LA MATERIA QUE NOS OCUPA

Por sazones que exceden largamente el cometido de esta


obra, razones que se hunden en la sociología, en el mundo
actual se ha perdido la vocación de estabilidad de la ley po-
sitiva, así como se ha perdido el carácter magistral de los
pronunciamientos judiciales.
Actualmente la legislacion está en el paroxismo del
cambio. Cambia como se cambia de canal en un televisor
con el control remoto. Cambia como se abandonan viejas
pertenencias (ya materiales, ya afectivas) y con el mismo
ritmo de obsolescencia precoz que al que nos ha acostum-
brado la revolucibn digital.
No podemos dejar de remarcar -como lo hicimos en
otras ocasiones- que en parte, ya sea en lo referido a la mo-
dificación permanente de las leyes, ya sea en la necesidad
obsesiva de escalar instancias porque sólo satisface la sen-
tencia que se rinde a las propias pretensiones, lo que subya-
ce es una sociedad quisquillosa, insegura, demandante.
En el medio de tal maremágnum los legisladores, los
jueces, los doctrinarios hacen lo que buenamente pueden
en pos de arrimar algún alivio a la sensibilizada piel social.
Tambien nos excede opinar sobre si el cambia permanente,
en vez de un sedativo a la mentada inseguridad y demanda,
no funciona como un revulsivo que potencia todo aquello
que persigue superar; pero no podemos dejar de pregun-
tarlo.
Si todo cambia, el derecho cambia. Y si el derecho cam-
bia hay un derecho que por su dinamismo esencial liderará
los cambios a su propio respecto. De resultar posible ima-
ginar las ramas del derecho con figura y hábitos humanos,
va de suyo que el derecho mercantil seria -literalmente- un
SUSPENCI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 39

perjuicio de reivindicar una y otra vez: a) la necesidad de


un mecanismo de pronto pago oficioso, rápido y efectivo, y
b) el irnpostergable deber de reglamentar, de una vez por
todas, la ley vigente -o sustituirla por otra superadora- que
preveía la atencion de los pasivos laborales concursales por
vía de un sistema de seguros, no dejan de reconocer que te-
niendo corno tiene nuestro pais un fúero laboral especiali-
zado desde 1944, era un trago demasiado amargo para los
trabajadores, y para los abogados especializados en el tema,
recaer necesariamente en el magistrado concursa1 (mgxime
cuando la ley 24 -522, en su versión primigenia, traia un dis-
criminatorio dispositivo en el art. 21, inc. 5, que privaba a
los acreedores laborales de la posibilidad de juicio conti-
nuado del inc. 1 del mismo artículo). Pero no es objeto
de este estudio determinar cuáles son los mejores medios de
permitir el subingreso de acreedores de la clase que fueran
y en especial de los trabajadores. Nuestra intención es co-
mentar y analizar el impacto del nuevo sistema sobre las
vías de admisión al pasivo concursal. Y proponer una in-
terpretaci6n respetuosa del texto legal que minimice las
restricciones al control correspectivo.
Las leyes son vinculantes para todos los habitantes de
la Naci6n y para los órganos del poder (arg. art. 31, Const.
nacional, y art. lo, Cód. Civil). Frente a una ley nueva se
abre un sinfín de posibilidades: explicarla, justificarla, exal-
tarla, demolerla, propugnar su inmediata modificacidn o de-
rogación, etcétera.
Aceptamos el primer cometido, reconociendo, una vez
más, que ello será con los limites del lenguaje y de los con-
ceptos que tal lenguaje implica (¿la oscura prisión de Tzi-
nacán, restringido a meros chispazos de luz para adivinar
las palabras del dios -léase: la verdad- será una magnífica
metáfora borgeana sobre nuestra posición en el mundo en
tanto sujetos cognoscentes?). No buscarnos ni exaltarla
-no existen motivos para ello- ni demolerla. No pensamos
escribir a n i n g ~ nsenador o dipulaldo para que incluya en
su plataforma electoral la necesidad de cambiar la ley 26.086,
ni imaginamos que sea una bandera que le genere un alu-
vión de votos. Trataremos, en lo posible -como expresamos
precedentemente-, de proponer una cierta línea de interpre-
tación. Una que se haga cargo de los problemas prácticos
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

sujeto adicto a la cirugía estética permanente. Y como sue-


le ocurrir con la cirugía habrá intervenciones que lo ale-
gren, otras que importen demasiado dolor para poca ga-
nancia y otras que conlleven el título de desastrosas.
Pero aun en épocas m6s estables el derecho comercial
fue particularmente movedizo. El comercio tiene, con todo
lo que pueda encontrarse de antipático en su motor (el 1u-
cro), una capacidad de creacidn, de búsqueda, inimaginable
en otras áreas juridicas. En estos tiempos acelerados, el
cambio nos devora, nos consume, nos sorprende. Y, obvia-
mente, nos fuerza a tratar de estudiar y analizar, con algu-
na premura pero siempre con seriedad, las novedades que
ha deparado la hora.
Se ha señalado en muchas exposiciones académicas (cito
a titulo de ejemplo una intervención del doctor BARREIRO en
el Congreso de Derecho Concursa1 que sesionó en Rosario
en octubre de 2005) que si cualquiera de los actuales "con-
cursalistas" hubiera sostenido ante sus exigentes profesores
de la materia sólo alguna de las tesis hoy en boga, hubiera
sido expulsado sin miramientos de la mesa. En apenas
veinte, veintitantos años, los paradigmas y convicciones han
rnutado de manera impactante2'.
A principios de los ochenta la cosmuvisión concursa1
que primaba era hija directa de la legislación italiana y te-
nía -tal vez por influencia del gobierno de facto en el que
fue sancionada la así llamada ley 19.55 1- algún dejo autori-
tario. Todo era riguroso y pesado. No presentar la pro-
puesta en término equivalía a la quiebra (aunque la presen-
tación intempestiva se debiera al inoportuno infarto del
abogado que portaba la propuesta a presentar el último
dia). La teatralización de la junta era imponente; y eso
que nadie ignoraba cuanto había de mera ficción en ella,
no sólo por los improvisados dictámenes que se exigían de
los síndicos ante sorpresivas mejoras de propuesta, sino
tambien por el regimentado modo en que representantes de
acreedores -todos y cada uno de ellos con sus cinco votos-

21 Haciendo hincapik en los aspectos que encuentra criticables de la


nueva normativa y en algunos proyectos preocupantes en curso, TROPEANO
sostiene lo mismo aunque con una vision más oscura (Ea ley de quiebras, en
bancawota, "El Cronista", 1111/06, p. 15).
42 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

levantaban la mano. Por mucho que en la ley lucía un me-


canismo de pronto pago (y que algún infausto funcionario
le había arrancado al Congreso una ley que le garantizaba
que las cajas que de él dependían debían haber sido satisfe-
chas por quienes pretendían concursarse, escondiendo todo
esto detrás de la exigencia de estar al día con los débitos la-
borales), 10 cierto es que habia concursos de todos modos
-pese al art. 11, inc. 8, de la ley 19.55 1 y al fallo "Barbare-
lla" de la CSSN- y no habla nada que se asemejara a un
pronto pago. La repulsa de los pedidos de verificación ba-
sados en títulos de créditos (fundada en impecables razona-
mientos en los plenarios "TranslíneaJ' y "Difry", y en la co-
modidad de ciertos síndicos que en vez de investigar si el
crédito era legítimo y existía le zampaban el latiguillo de
"no haberse acreditado la causa", recomendado la "amplia
vía de la revisiónJ') dejaba en el camino un tendal de acree-
dores legítimos munidos sOlo de tales elementos, consiguien-
do que el efecto originariamente adeeentador de prevenir
los pasivos "dibujados" con pagarés tan comunes bajo la ley
11.719, se invirtiera -al entregar a los malos deudores un
arma formidable para desentenderse de sus obligaciones
cambiarias y someterlas a concordato-.
Ese escenario legal se daba en un mundo muy distinto,
un mundo bipolar; aunque bajo Corbachov se advertían
vientos de cambio en el bloque sovietico; un mundo -deci-
mos- falto de teléfonos (comprar un departamento con telé-
fono era un lujo, lo máximo a aspirar era un inmueble con
"Plan Megatel" incluido), los despachos judiciales se hacían
en viejas máquinas de escribir y los copistas cumplían una
delicada funciiin en las salas de las cámaras de apelaciones,
tanto como en los estudios jurídicos lo hacían las secreta-
rias que eran capaces de "tomar al dictado", con extraños
signos, el proyecto de los escritos para volcarlos en impeca-
bles piezas al rato.
Llegados los noventa, y ante la caída del muro, el capi-
talismo abandonó la necesidad de politicas de marketing
(ya no necesitaba -al no tener rival- seducir a nadie); ello
motivó un terremoto en el ámbito concursal. La nueva ley
24,522, si bien preservaba su formato europeo clásico, es-
condía -20 exhibia?- bajo tal ropaje un fuerte ingreso de
conceptos del derecho americano. Se fue la junta de acree-
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 43
dores, vino la recolección de conformidades con firma cer-
tificada por escribano. Vino un nuevo pronto pago, tan poco
eficaz como el anterior. Se derogó el art. 11, inc. 8 ("la
maldición de la momia"). El mecanismo de salvataje por
tercero hizo su entrada bajo un titulo tan impronunciable
como equivocado: cramdown. El juez, antaño base señera
del derecho mercantil, vio fuertemente menguadas sus fa-
cultades al convertirlo la ley (rectius: al "pretender" conver-
tirlo la ley) en un homologador casi automático, salvo frau-
de (esto, al cambiar el sistema del art, 61 de la ley de facto
19.551 por el art. 52 de la LCQ). Por suerte nuestros jue-
ces, de la mano de los arts. 2 1, 953, 1071 y concs. del Cód.
Civil, resistieron el embate. Se derrumbaron las acciones
de responsabilidad y las acciones de recomposición patri-
monial de la mano de una autorizacián dificil de conseguir.
El mundo cambiaba también en lo cotidiano. Las com-
putadores personales (por lo menos en tanto impresoras de
textos) hicieron su entrada triunfal en los hogares, en los
estudios, en los juzgados. Los escritos y las sentencias se
alargaron y se llenaron de citas -ventajao quizá desventaja
de la informática-. Pesadísimos y ostentosos aparatos tele-
fónicos permitían a algunos elegidos comunicarse donde es-
tuvieran. Los servicios públicos se privatizaban o se ha-
bían privatizado y, al menos en lo referido a la telefonía
domiciliaria, dejaba de ser imaginable un inmueble sin
ésta. La clase media descubría que el boom de las videoca-
seteras aue tanto la había fascinado a fines de los ochenta
L

no extinguía el encanto de la vieja sala de cine (algo achica-


da y con más ofertas, por cierto).
El def~trlttrajo sus modificaciones. Para qué recordar
la ley 25.563 (salvo, eventualmente, porque suprimió -y así
quedó luego- el mínimo de quita del 40%). La ley 25.589
devolvió formalmente a los jueces aquello que éstos habían
reivindicado en la práctica: el control de legalidad sustan-
cial ("En n i n g h caso el juez homologará una propuesta
abusiva o en fraude a la ley"), trajo algo más parecido al
crarndown americano y, básicamente, alumbró al acuerdo
preventivo extrajudicial (APE) .
Al calor de la crisis, de la necesidad de reestructuración
de1 pasivo, inundados de informaciones sobre el manejo de
ellas conforme el exigente mercado financiero americano,
44 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

el APE (un auténtico subtipo concursa1 rehabilitatorio) per-


mitió ver en la práctica una especie de concurso donde, por
ejemplo, no se respetaba el principio de universalidad pasi-
va -no había propuesta ni para el fisco ni para los acreedo-
res comerciales, a quienes se ofrecía pagar según titulo-;
donde se empezó a discutir en serio -aunque hubo casos
así en los concursos- sobre si la par conditio era nuestro
tradicional sistema de paridad o si había mutado hacia la
prevención de la discriminación (al modo sugerido por el
art. 52, inc. 4, LCQ), si el sistema veríficatorio debla ser
-necesariamente- el que veníamos considerando modelo des-
de 1972 o si había otras alternativas posibles. Ese mundo de
contrastes (pletórico al inicio de miseria y desesperación y
hoy de la irreflexiva alegría de quien empieza a repechar la
cuesta) nos mostró un Primer Mundo atemorizado, más au-
toritario que nunca, una sociedad donde hasta los niños de
primaria andan con sus teléfonos celulares (y con los cuales
éstos y los adolescentes no se hablan, sino que se envían
mensajes de texto). Un mundo donde los discos compactos
permiten oír buena música, guardar fotos, ver películas, et-
cétera.
Frente a esta mutación de criterios y valores, y reto-
mando el comentario de BARREIRO, hoy se postula la posibi-
lidad de exclusiones de voto diversas de las tasadas en el
art. 45 de la LCQ, por connivencia u hostilidad, se propug-
na la posibilidad de conformidades tácitas cuando el recha-
zo pudiera importar abuso de derecho, se sueña con con-
cursos a la medida de cada deudor (o, al menos, se reclama
que la ley se haga cargo del grave problema de los consumi-
dores en cesación de pagos), se cuestiona la subsistencia de
los principios de universalidad, activa y pasiva, que eran
algo así como la esencia de la concursalidad.
La ley 26.086 importa una nueva ruptura. Si bien for-
malmente la suspensión, la atracción y la promoción de
nuevas acciones siguen siendo principios generales, se han
establecido generosísimas excepciones que hacen perder
aplicabilidad prgctica a la regla.
Los jueces ya no conocerán, al menos al principio, so-
bre los litigios existentes contra el cesante al abrirse el con-
curso o decretarse la quiebra.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

Esto empezará por un debate vis a vis, con la presencia


del sindico en un extraño rol de parte necesaria, o con el de-
bate entre el actor y el síndico contradictor necesario en caso
de quiebra. Recien después seguirá con algún mecanismo de
subingreso al pasivo (que para algunos era una forma de ve-
rificación tempestiva anómala, para otros una verificaciiin
tardía encubierta y que, luego de algunos meses de debate,
est6 en camino de ser vista como un tercer género).
Una concursalidad donde la suspensián y la atracci6n
de los juicios en trámite está prácticamente suprimida.
Una concursalidad donde la prohibición de deducir nuevas
acciones ha sido dejada sin efecto para algunos acreedores
(los laborales). Un concepto nuevo y difícil de aprehender.
Un desafío. Un sistema cuya comprensión llevará mucho
tiempo, pues -más allá del análisis racional- requiere verlo
en la práctica.

5 4. UN RÉGIMEN NOVEDOSO QUE, EN ALGUNA MEDIDA,


P O P ~ APREVERSE

En algún trabajo más o menos reciente22,citamos un


brillante párrafo de BQRGES en el cual el vate lleva a niveles
de divertidísimo disparate las consecuencias de un acto más
o menos (en e1 caso, la comunicación del padre

22 TRUFFAT,U n pro nu ~ciamientonotable sobre ¡a naturaleza jurídica del


acuerdo preventivo extrajudicial. (El canto del cisne?, ED, 219-406.
23 "En 1517 el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los in-
dios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro anti-
llanas, y propuso al emperador Carlos V la importación de negros, que se ex-
tenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas. A esa
curiosa variación de un filántropo debemos infinitos hechos: los blues de
Handy, el exito logrado en París por el pintor doctor oriental D. Pedro Fíga-
ro, la buena prosa cimarrona del también oriental D. Vicente Rossi, el tama-
Íío mitol6gico de Abraham Lincoln, los quinientos mil muertos de la Guerra
de Secesibn, los tres mil trescientos millones gastados en pensiones milita-
res, la estatua del imaginario Falucho, la admisión del verbo linchar en la
decimotercera edición del Diccionario de la Academia, el impetuoso film
Aleluya, la £ornida carga a la bayoneta llevada por Soler al frente de sus Par-
dos y Morenos en el Cerrito, la gracia de la señorita de Tal, el moreno que
asesinó a Martin Fierro, la deplorable rumba El Manisero, y e1 napoleonis-
mo arrestado y encalabozado de Toussaint Eouverture, la cruz y la serpiente
en Haiti, la sangre de las cabras degolladas por el machete del papaloi, la
46 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Bartolomé de las Casas al rey Carlos V, horrorizado por la


explotacibn de los indios a manos del conquistador -noble
moción cuya consecuencia directa fue la importación de es-
clavos africanos y cuyas consecuencias remotas, al decir del
poeta, terminaron en la Guerra de Secesión americana, en
la mitica figura de Falucho, en la belleza de la sefiorita de
Tal, en la deplorable rumba "El manisero"-).
La cuestión inextricable para nuestra pobre mente limí-
tada de las causas -y, en especial, aquello que denomina-
mos "verdaderas causasJ'- de los hechos sociales, permite
las conjeturas más audaces. En verdad, el tramado de in-
terrelación en los hechos humanos es de tal complejidad
que sólo un Ser Absoluto godria tener acceso a aquello que
denominamos causa-efecto24. Solemos tomar algunos he-
chos más o menos conmovedores, 0 que tenemos interés

El atroz redentor h z a m s
habanera madre del tango, el candombe" (BORGES,
Mom32, en "Historia universal de la infamia", 1935).
24 A veces los historiadores se entretienen postulando "contrafactuales":
iQutr hubiera ocurrido si Washington hubiera sido derrotado por los ingle-
ses?; ¿qué hubiera pasado en la Argentina si el 17 de octubre de 1945 hubie-
ra sido reprimido por el ejército? En general se advierte que no hubiera pa-
sado nada muy distinto: Lincoln o Kennedy, por ejemplo, igual hubieran
sido líderes de su país -pero no con el título de presidente sino como virrey
o primer ministro del "Dominio de Américaw-. A la respuesta local, hay
quien postula que Perón hubiera llegado igual a la presidencia, pero en 1952
con Solano Lima de vicepresidente. Ver, sobre el punto, Historia virttaal,
bajo la direcci6n de NIALL FERGUSQN. El "contrafa~tual"sobre Lincoln o
Kennedy es del propio NMLLFERGUCON: Epilogo: urra historia virtual, 1646-
1996, donde imagina -además- que el primer ministro Kennedy malamente
derrotado en las elecciones de 1968 por un Richard Nixon con mandato para
terminar con la guerra de Vietman, "con aspecto muy demacrado dej6 bien
en claro su resquemor: 'Si hubiera muerto de un tiro en 1963', exclam6, 'hoy
seria un santo'. Pese a que, como sostiene DLANE KUPIZ,a Kennedy no le fal-
taba razón, su comentario fue universalmente ridiculizado en ese momento".
El "contrafactual" sobre Perón es de TORRE:LCL Argentina sin el pemnismo.
¿Qué: hubiera ocuwido si hubiese fracasado el 17 de octubre?
Son muy pocos los hechos que por sí mismos hubieran cambiado total-
mente la historia: si los bravos padres jesuitas que resistieron junto con los
ejércitos guaranies la embestida bandeirante en Mbororé (la batalla más im-
portante de la historia argentina -1 1 al 161311641-) hubieran sido vencidos,
este trabajo versaría sobre algún punto de la nueva ley de concursos brasile-
ña y estaría escrito en portuguks. Hay por cierto algunas hip6tesic "contra-
factuales" que provocan terror: por ejemplo, que el régimen nazi hubiera lle-
gado primero a tener la bomba atómica.
SUSPENSI~N. A T R A C C I ~ N . D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

subjetivo en resaltar, y los damos por causa necesaria y efi-


ciente del cambio. En la mayoría de los casos, o se trata
de un mero dato relevante (el emergente de un proceso más
profundo y plet6rico de motivaciones que aquél que vemos),
o -como mucho- de un elemento coadyuvante.
44
Es una verdad "a palos" que el horrendo régimen es-
claviicrata" que mancilló a la América por más de tres si-
glos se hubiera dado igual, aunque el benemérito padre De
las Casas hubiera contenido su vocación humanitaria y ja-
más hubiera escrito la comunicación de marras. Así como
la cristiandad medieval estaba destinada a la división y la
lucha fratricida entre católicos y reformistas, aunque Lute-
ro hubiera amanecido afiebrado y en cama la mañana que
fij6 su tesis en el castillo de Wittemberg, así también la re-
voluciiin independentista en la Argentina hubiera estallado
de todos modos aun cuando, durante las invasiones ingle-
sas, el marqués de Sobremonte hubiera demostrado un co-
raje a toda prueba y se hubiera puesto al frente de la defensa
-o si el ejército que estaba levantando en Cordoba hubie-
ra llegado más rápido que las milicias de Liniers y hubiera
sido el señor marques quien se llevara la gloria de la recon-
quista-. De igual modo, las mujeres hubieran accedido
mayoritariamente al mercado laboral en el siglo xx, aunque
una guerra mundial más breve o más focalizada no las hu-
biera obligado a cubrir los puestos en fabricas y oficinas
que habían dejado libres los hombres que peleaban en el
frente. El experimento del socialismo real hubiera llegado
a su fin por implosión, aunque KAROLWOJTYLA nunca hubie-
ra accedido al papado o no hubiera decidido un primer via-
je pastoral a su Polonia

25 Hay opiniones disímiles: "el mayor impacto fue Polonia, donde su


notoria visita de 1979, como dijo un obispo polaco, alteró 'la mentalidad del
miedo, el miedo a la policía y a los tanques, a perder el trabajo, a no ser as-
cendido, a ser expulsado de la escuela, a no conseguir el pasaporte. La gen-
te aprendió que, si dejaba de temer al sistema, el sistema se quedaba sin
apoyo'. Este 'primer gran peregrinaje', como observ6 TIMOTHY GARTON ASH, era
el 'principio del fin' del comunismo en Europa oriental" (HUNTINGTON, La ter-
cera ola. La democratización a fimh del siglo xx, p. 85). Pero vkase que no
se postula que tal acto hubiera significado ineludiblemente el fin de la expe-
riencia del socialismo real. Simplemente se trata de un dato relevante, de al-
gún modo como el acto inaugural, en un proceso que excedía esa circunstancia.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Es posible que sin los hechos referidos los procesos his-


tóricos hubieran tenido algún retardo o mayores dificultades
en cuajar. Pero es inimaginable que no hubieran sucedido
tal como acaecieron, en lo fundamental, de todos modos.
Pretender desentrañar, por tanto, verdaderas causas de
una modificación de paradigmas concursales -tal como ha
hecho la ley 26.086- es una tarea temeraria. Nos permitimos
apuntar, sin embargo, algunos lineamientos que hacían po-
sible (que hicieron posible) la modificación que nos ocupa:
a) La extrema mutabilidad del derecho en general y del
derecho concursa1 en particular. Estarnos muy lejos de los
tiempos de las leyes que duraban décadas o centurias. La
insatisfacción general de los ciudadanos -que se hace oír
como nunca- y la creencia voluntarista de los detentadores
del poder en que cambiando una coma en una ley o perge-
ñando un "nuevo instituto" se suscitará la panacea univer-
sal a los males modernos, lleva a un dinamismo reformista
nunca visto. N o fue hace tanto tiempo que el entonces
ministro de Economia de la Nación proclamaba que una re-
forma de la ley de concursos (entonces "ley de concursos",
y "ley de concursos y quiebras" a partir de agosto de 1995)
solucionaría casi mágicamente el tema del desempleo. Con
alg6n grado de retroalimentación, esa vocación reformista
proyecta precariedad en cada reforma que, al carecer del
prestigio y análisis de trabajos diseñados con mayores am-
biciones de duracibn, terminan siendo abatidas por nuevas
reformas; las que -a su vez- estarán a tiro de otras innova-
ciones.
b) La notable crisis de las "viejas verdades" concursa-
les. Entre los dogmas en revisión esta la universalidad.
Pero no sólo la universalidad activa (cada vez más socavada
por la existencia de bienes sustraídos de la prenda común o
de la existencia de patrimonios de afectación), sino también
la universalidad pasiva. El acuerdo preventivo extrajudicial,
tal como lo estableció la ley 25.589, dio lugar a reestructu-
raciones parciales. Las primeras, pudorosamente, hacian
como que se abarcaba todo el universo de obligaciones
(s61o que importaron la idea de las clases a las que no se
les tocaba el titulo -propia del derecho anglosajón-) y pos-
tularon que respecto de éstas debia presumirse la conforrni-
dad; ello en mérito a la teoría del abuso de derecho (art.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

1071, Cód. Civil). Hubo, sin embargo, un sonado caso ju-


dicial ("Acindar SA") donde el juez [FAVIER DUBOIS(H.)] se
atrevió a abrir (el juzgado dictaba auto de apertura en los
APE) un procedimiento dirigido a un único subuniverso de
acreedores: los titulist as.
c ) La constante, convencida y entusiasta prédica de los
laboralistas para recuperar para los trabajadores el viejo
sistema de la ley 19.551 -en los términos del art. 265 de la
ley 20.744-. Tal moción, desoída en los tiempos triunfan-
tes de la flexibilización y la apertura extrema al mundo glo-
balizado, debía volver a tener auditorio en estos tiempos de
revisión parcial de tal concepción. El sobreénfasis en res-
tableces viejas previsiones de tutela laboral, el embate sobre
el rlégimen de cobertura de riesgos del trabajo, no son sino
otras manifestaciones de esa misma ola (que estuvo siem-
pre ahí, agazapada, resguardada en algún rincOn protegido,
a la espera de que -con nuevas épocas más permeables a
dicho discurso- pudiera volver por sus fueros26).
d ) El ejemplo desestabilizador -pero poco registrado a
nivel consciente- de los acuerdos preventivos extrajudicia-
les, respecto de los cuales (mas allá de la previsibn legal en
orden a la suspensión de juicios contra el acuerdista) toda
la doctrina y jurisprudencia terminaran sentando la idea de
que lo único suspendido eran las medidas de ejecución,
mientras los juicios de conocimiento podían seguir su mar-
cha hasta el dictado de sentencia.
e ) La presencia de una cultura sociojurídica muy poco
afecta al control correspectivo. ¿Cuántas veces ha visto el

26 Aunque nunca debi6 olvidarse -y en la prhctica muy pocos jueces


mercantiles merecerían tal reproche, si es que hubo alguno- que "el juez
concursal no puede permanecer indiferente ante el cuadro de principios que
ilustran el derecho del trabajo ... Ello así, en el examen de un crédito de na-
turaleza laboral, el juez concursa1 queda sujeto a los principios que integran
el derecho del trabajo, tal como lo ordena el art. 273, inc. 9 de la LCQ: 'La
carga de la prueba en cuestiones contradictorias, se rige por las normas co-
munes a la naturaleza de la relación de que se trate', directriz que no s61o
acude a las pautas procesales con relación a la valoración de la prueba, sino
que además recurre al auxilio del conjunto de principios que integran el re-
glamento general de contratos laborales'"F~o~~s,LOS principios del derecho
del trabajo m el derecho concursal, p. 269 y ss., en JUNYENT EAS - MOLINA SAN-
DOVAL (coords.), "PTActica judicial del proceso concursal", p, 2771.
50 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

lector que otro sedicente acreedor impugne-observe en sede


sindical? La mayoría de las veces, las impugnaciones pro-
vienen del deudor. ¿Cuántas veces se han visto revisiones
deducidas por otro accipi~nscontra la declaracibn de adrni-
sibilidad de un coacreedor? Peor aún: jamás, o al menos,
casi nunca, se percibieron planteos de acreedores en juicios
continuados Qart.2 1, inc. 1, LCQ -versión original-), ni in-
tentos de subingreso en revisiones o verificaciones tardías
en curso. Fuera del tenue debate en la etapa tempestiva, los
demás acreedores suelen resignarse a que la determina-
ción de la calidad de acreedor de un tercero -con verificación
tardía en trámite- es cuestibn entre éste, el deudor y el sin-
dico. Ese esquema no podía sino favorecer que el debate
se extemalizara (se dejara ante el juez extracsncursal~,eso
si, con la presencia inefable del sindico "parte necesaria".
f ) La efectiva y real saturación del fuero comercial que
más concursos lleva en la República (lo cual, como canto
de sirena, mostró como deseable quitarle esa mochila pesa-
dísima a los jueces -recíius; pretender quitársela, porque el
tema volver& en buena parte, a través de las verificaciones
del art. 56-1.
g ) La errónea, y muchas veces envidiosa, percepción que
la hnción sindical es casi una sine cura. Las masivas ins-
cripciones de síndicos para los cuatrienios recientes (dispa-
radas más por la necesidad de no bajar los brazos durante
la crisis que por la convicción de tratarse de un magnifico
"nicho de mercado") generan Ea falsa idea de que se esta
ante una actividad de brillante rentabilidad, cuyos cultores
pueden -seguramente- dedicar más tiempo, esfuerzos (y, en
algún caso, fondos propios) para el sostenimiento del siste-
ma. Esto empezó con la desafortunada reducción de esca-
las arancelarias en 1995 y se ha profundizado con la actual
(en alguna medida, e1 legislador le pas6 parte si%-
nificativa de la pesada mochila citada a los síndicos),
h ) El ejemplo del derecho comparado (tema que HEREDIA
analiza con una profundidad y dedicación encorniables y

27 TRUFFAT, Ley 26.086: ni siquiera manfes, ponencia en VI Congreso


Argentino de Derecho Concursa1 y IV Congreso Iberoamericano sobre la
Insolvencia, "Libro de ponencias", t. III, p. 771.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

donde hacer algo distinto de la directa remisión al trabajo


de dicho autor, comportaría una p e t u l a n ~ i a ~ ~ ) .

9 5 . EL NUEVO SISTEMA Y SU COMPATIBILIDAD


CON DOS PRINCIPIOS CONCURSALES

Hace algunos años, y luego de remarcar las diferencias


conceptuales entre el "concurso-instituto" y el "concurso-
proceso", y señalar que "la relación existente entre instituto
concursal y proceso concursal, es de similar índole que
la que caracteriza a cualquier derecho de fondo que regula
una materia determinada (la propiedad, el derecho al traba-
jo, la potestad punitiva del Estado) y la normativa adjetiva
que permite llevar por ante los tribunales el conflicto some-
tido a un cierto derecho sustantivo; y obtener del 6rgano
estatal (juez) la resolución -a través de la sentencia que
concluye el proceso- que, en simultáneo, solvente el conflic-
to en sí mismo" y que "aquí lo que se pretende es la preven-
ci6n yfo resolución de eventuales yfo reales conflictos pluri-
subjetivos derivados de una situacibn de crisis o impotencia
patrimonial", hemos elaborado, junto con BARREIRO, los lis-
tados que siguen, en orden a responder a las preguntas que
se formulan a continuación.
iQué hace que un cierto mecanismo legal (proceso)
pueda ser tenido por concursa1 (en el sentido de intentar
resolver un pluriconflicto conforme los principios de los
institutos concursales)?
a ) La inaplicabilidad del principio prior irt tempore.
b) La inaplicabilidad del art. 505 del C6d. Civil.
c ) El sometimiento a un proceso distinto de aquellos
que hubieran correspondido al ejercer acciones individua-
les.
d ) La potestad judicial unificada como dirimente de ese
universo de conflictos.

28 HEREDIA, Ley 26.086: nuevo modelo en el rdgimen de suspensión y


prohibición de acciones y en el dise~rodel fuero de atraccidn del concurso pre-
ventivo, JA, 2006-11-950; analiza alli -a titulo de ejemplo- los sistemas italia-
no, francés, español, portuguks, belga, brasilero, mexicano, paraguayo, uru-
guayo y chileno.
52 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

e ) La ruptura de los principios que llevan a que toda


solución de conflictos se solvente con una sentencia que tie-
ne en miras una relación bilateral en juego y cuyos efectos
s61o son vinculantes para quienes hayan participado expre-
samente (aun en rebeldia) del proceso.
f ) La suspensión de buena parte de los actos (procesos
o actos de ejecución forzada) de agresión patrimonial pro-
pios de los procesos individuales.
g) La universalidad del patrimonio del deudor para res-
ponder a la totalidad de los créditos.
h ) La existencia de alguna regla de distribución genéri-
ca y la presencia del juez para garantizar que no haya abu-
so de mayorías sobre minorías.
i) La relativización de las reglas genéricas -sustantivas-
para resolver conflictos y la existencia de reglas propias (au-
tonomía del derecho concursal) .
j ) La necesidad de regular un elenco de normas adjeti-
vas "propias".
¿Qué caracteristicas suelen ir asociadas a ese mecanis-
mo pero podrían no estar?
a) La par condicio creditorum (por lo menos en los tér-
minos de lo que tradicionalmente se entendió por tal), dado
que existen procesos de indole concursa1 en los que ella
está ausente o muy atenuada.
b) El fuero de atracción (con desplazamiento de la com-
petencia originaria), efecto típico de la "concursalidad" que
generalmente acompaiía a la suspensión de acciones indivi-
duales o de actos individuales de agresión patrimonial, pero
que puede no estar o atenuarse en algún caso.
c ) La necesidad de un auxiliar calificado que interven-
ga en la determinación de los pasivos.
d ) La oficiosidad.
e ) La universalidad plena de los acreedores (p.ej., ex-
clusión temporal, aduana respecto de la mercadería en zona
primaria, hipotecarios y prendarios -&tos relativamente-,
etcétera).
¿Qué procesos se emplean en la legislación nacional (o se
aplicaron antaño) a fin de canalizar el "instituto concursal"?
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 53
Actualmente los procesos que se emplean en la legisla-
ción nacional san:
a) Concurso preventivo propiamente dicho.
b) Concurso preventivo por conversión.
c) Acuerdo preventivo (mal llamado) extrajudicial.
d ) Fideicomiso de administración de entidades deporti-
vas en insolvencia (ya sea para quienes entienden que éste
puede ser un procedimiento autónomo, como para las hipó-
tesis legales en las que se llega a él por conversión del con-
curso preventivo o la quiebra preexis tentes).
e) Cese de actividad reglada (solución adoptada por el
juez Mosso en el caso "Banco de Mendoza").
f ) Procedimientos de liquidación, segijn sus propias le-
yes, de las entidades financieras, AFJP y ART.
g) Quiebra.
h ) ¿Exclusión de activos y pasivos (art. 35 bis, IEF)? Es
éste un híbrido de discutible naturaleza y (difícil) encuadra-
miento, pero con algunas características que nos permitan
dudar sobre su inclusión o no.
Antiguamente se utilizaban los siguientes procesos:
a3 Leyes de moratoria.
b) Liquidación judicial sin quiebra29.
Con la prudencia y relatividad que exige efectuar afir-
maciones en un derecho que transita una época de cambio
arrollador (como ya hemos explicado), parecería que el es-
quema transcripto anteriormente tiene al menos dos reglas
básicas3?
a ) El confiar la última palabra, la iíltima decisión, so-
bre si un pretenso acreedor concursa1 puede ser habido por
"acreedor concurrente" a un Unico magistrado (el juez csn-
cursal) -ver punto d de la primera pregunta-.

29 BARREIRO - TRUFFAT,
Los procesos conctarsa!es no se agotan en los regidos
por la ley 24.522, ponencia en V Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y
IIi Longreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, en "Derecho concursa1 argen-
tino e iberoamericano", t. 1, p. 55 a 58.
30 Agregamos, pero ello es objeto de desarrollo a E o largo de toda esta
obra, que en verdad son "tres" las reglas básicas de la concursalidad -según
lo vemos-, pues es menester garantizar el control correspectivo.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

b) El suspender las acciones de agresi6n patrimonial,


por ser il6gico el intento de rehabllitacibn o de liquidaci6n
si los acreedores conservan la posibilidad de ejecutar sus
propias acreencias (no estando mínimamente motivados para
la celebraciún de un acuerdo o perturbando la tarea liqui-
datoria del síndico). Con todo, este importantísirno recau-
do está pacificamente excepcionado en nuestro derecho por
el tratamiento preferencial que reciben los acreedores con
garantías reales.
Fáicil es advertir que hemos omitida toda mención a la
11
atracción" y a la "suspensiOn" de juicios que no comporten
ejecuciiin (o hasta que no llegue el estadio en que quepa eje-
cutar la sentencia).
Como todas las presuntas verdades dogmáticas que cons-
truye el hábito -y la repetición, tanto desde la cátedra, cuan-
to desde los fallos-, hay mucho de irreflexivo e inexplicado
en la "atracci6nHy en la "suspensicán" que la ley 26.086 ha
dejado en posición claudicante.
Es decir que la sacrosanta atracción, por sí misma, nada
dice ni aporta. Traer expedientes de un juzgado a otro a
los fines de que éstos queden en algún casillero perdido
durmiendo el sueño de los justos, como ocurría con la
así llamada ley 19.55 1, podrá -como mucho- facilitar el co-
nocimiento de las cuestiones a juzgar (por existir en ellos
documentación o pruebas testimoniales o periciales incor-
poradas), pero en general solamente constituirá un trámite
ocioso.
En verdad lo importante, lo que subyace en la cuestión,
es la sustitución del proceso original vis a vis (y por ante el
juez natural), por un nuevo proceso ante el magistrado del
concurso -proceso donde debería garantizarse el control co-
rrespectivo y donde el juzgamiento se haría con la visiun
general que cabe exigir de tal magistrado-.
Cuando la ley prohíbe deducir nuevas acciones y cuan-
do llama a todos los acreedores de causa o título anterior a
solicitar verificación (según lo determinado por los arts. 21
y 32, respectivamente), lo que está haciendo es precisamen-
te proveer un mecanismo sustitutivo (y obligatorio) ya para
obtener una sentencia de mérito contra el cesante y, a su
vez, ser habido por acreedor concurrente, o para ser tenido
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 55
en tal calidad si el tema no motivaba (o no había aún moti-
vado) litigio3'.
Algo parecido puede decirse de la suspensión. Por su-
puesto, la "suspensi6n" de las medidas de ejecución parece
connatural a los procesos concursales (y, por esa razón, es
de lamentar que nada se haya avanzado conceptualmente
en derredor del tópico de las ejecuciones de garantías reales).
Pero la "suspensi6n" de los juicios antaño atraidos es me-
ramente instrumental. ¿Por qué se los suspendía? Porque
el juez tomaba el eventual conocimiento del microlitigio,
ya cuando se formulaba pedido de verificación tempestivo, ya
cuando se deducía incidente de verificacibn tardía. Véase
que la ley 24.522, en una norma atinada (aunque criticable
en tanto no preservaba de modo enfático el control corres-
pectivo) permitia la continuación de los juicios de conoci-
miento ante el magistrado concursal (art. 2 1, inc. 1, LCQ
-redacci6n original-). De hecho, además, ha habido juicios
avanzados que si bien debían ser suspendidos sin más y
sustituidos por el tramite verificatorio que correspondiera
(art. 21, inc. 5, LCQ -redacci6n original-), eran "transfor-
mados" pretorianamente por los jueces en incidentes (art.
280, LCQ) y seguian su curso sin mAs.
Parecería que, entonces, y como se afirm6 anteriorrnen-
te, el quid de la cuestiOn estaría en preservar el "conoci-
miento final" del juez concursal y la suspensión de las eje-
cuciones. Ambos cometidos son cumplidos por la nueva
normativa.
En lo atinente a las ejecuciones por existir norma ex-
presa genérica (art. 21) y en lo referido a los juicios de co-
nocimiento, ya sea porque se continúe ante el juez natural,
ya sea que (siendo juicio laboral) se promueva juicio a pos-
teriori de la presentación, en ambos casos se concurre sen-
tencia en mano -sentencia que es sólo "título verificatorio"
y con la cual, bajo control del magistrado concursal, se per-
sigue devenir en acreedor concurrente-. Desde lo teórico,
parece mucho m8s grave que la situación depreciada de
atracci6n -suspensión-, no promoción de nuevas acciones,

31 ES obvio que lo "obligatorio"es someterse a algún procedimiento de


admisión (art. 125, LCQ), no que éste sea Ia verificación tempestiva.
56 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

la circunstancia de que la ley haya venido a consagrar, esta


vez de manera indisputable, la triste interpretación sentada
por la CSJN en "Lasasa" (sustrayendo un contundente pro-
ceso de ejecución -el de garantías reales- de la competencia
del juez concursalf2).
Entiende HEREDIA que el fuero de atracción es un insti-
tuto en franco retroceso en todo el mundo y efectúa un de-
tallado análisis de derecho comparado para sustentar tal
afirmacibn.
Consideramos, por tanto, y para tratar de aportar algu-
na luz al terna, que desde lo teórico la soluci6n vigente se
ajusta a los parámetros mínimos exigibles para no poner Ia
concursalidad en crisis (y se enrola en el enfoque del dere-
cho comparado), siendo que e1 tema es otro; el "cómo" ins-
trumentado por la ley 26.086, Les adecuado?, (es práctico,
útil, garantista de todos los derechos intersubjetivos en jue-
go el mecanismo que estatuye la ley?, ¿se tutela adecuada-
mente el potencial éxito de la solución preventiva o se la
somete a un riesgo impensado?
Como se advierte, los reparos al nuevo sistema no son
(aunque parezcan) por reputar agraviados sacrosantos prin-
cipios -que no son tales-. El tema es si, más allá de la
adscripción formal a las soluciones más generalizadas, los
mecanismos y las previsiones de la ley no generan proble-
mas que se habian superado en su hora, no reviven riesgos
olvidados, no suscitan dudas que complejizarán todo el tema
en análisis.
Es justo reconocer, por otra parte, que el argumento
original de la relativización de la atracción y la suspensión
giraba en derredor de un único tipo de acreedores: los labo-
rales (volviendo al esquema de la ley de facto 19,551). Pon-
derar si el medio elegido es apto y si tiene potencialidad de
irrogar una nueva frustración a las expectativas de los tra-
bajadores, poniendo en riesgo cierto las soluciones preven-
tivas, es un dato ineludible para tratar aquí.
Hay una mención adicional que no podemos, ni que-
remos, silenciar. La modificaci6n de los paradigmas habi-

32 Por suerte el derrape sólo alcanza a 10s concursos preventivos y no


al caso de la quiebra (arg. art. 132, LCQ, texto según ley 26.086).
SUSPENSI~N. A T R A C C I ~ N . D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 57
tuales respecto de los juicios de conocimiento en trámite (al
permitir su continuación ante los jueces naturales) merecia
un mejor justificativo que la saturación de los tribunales de
comercio de la Capital Federal. Tal asfixia es f&cllmente
perceptible pero, ya se ha apuntado, poco y nada soluciona-
rá la modificación del régimen de atracción.
No se merecían las otras jurisdicciones de la República
(y en especial aquellas provincias que como Córdoba, Men-
doza, San Juan y Chaco cuentan con tribunales especializa-
dos en concursos) ese "destrato". Y si había alguien que
no lo merecía era la sufrida justicia comercial de la Nación.
Estos veintiséis juzgados y cámara de cinco salas que han
venido atendiendo casi por una década una cantidad de
causas que excede lo humanamente procesable, cuyos inte-
grantes -jueces, auxiliares, empleados- han desempeñado
su rol en un grado encomiable de compromiso, no debieron
ser utilizados de "argumento" para esta decisión (que, ade-
más -insisto-, poco los beneficiará). Seguramente se me-
recian la creaci6n de nuevos juzgados y nuevas salas, la
creación de juzgados especializados de ejecución, el estable-
cimiento de una ley de "concursos mínimos" que permitiera
que los concursos de consumidores discurrieran en un trá-
mite abreviadisirno y formulario ante un par de juzgados
específicos. No es eso lo que les dio el legislador. En ver-
dad, les dio poco y nada, porque la "descarga" de los juicios
continuados no será significativa, porque "volverá" a través
de los incidentes del art. 56 y del deber de regulación de los
honorarios de los procesos dirimidos por el juez natural,
cuando el condenado en costas fuera el cesante.
Ciertamente, el mecanismo impetrado por la ley 26.086
genera dudas par diversas razones,
a ) Por la poco feliz regulación de la intervención sindi-
cal. ¿Qué significa que es "parte necesaria"? Véase que, se
comparta o no la interpretación que aqui se propugna, ja-
más se podría "automatizar" el ingreso de la sentencia dicta-
da por el juez originario, por el hecho de la participacirín
del sindico.
b ) Por la demora que generará en una certera determi-
naci6n del pasivo, poniendo en riesgo, por un lado, la suer-
te última del concurso que podrh ser impactado, despues de
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

muchos años de trámite y cumplimiento, por una catarata


de sentencias y, por otro, la posibilidad de subtransferencia
o capitalización de la empresa renacida (el alongamiento de
seis meses a partir de la sentencia firme en sede originaria
y la posibilidad para los acreedores laborales de demandar
por crédito con causa o título anterior a la presentaci6n,
después de la presentación concursal, atentan francamente
contra ellos).
c ) Por la acentuación de la extraconcursalidad en el trá-
mite de ejecución de garantías reales.
Muy particularmente merece análisis la cuestión labo-
ral. Obtener la solución perfecta (que contemple la digni-
dad del trabajo, el derecho a la justa retribución -o a la jus-
ta indemnizaci6n-, que preserve los criterios tutelares propios
de las leyes del trabajo, etc.) es una solución difícil cuando
el debitor está in bonis.
Pretenderlo con un cesante (ya en vía de rehabilitación,
ya en vía de liquidación) puede importar la cuadratura del
círculo.
Se ha intentado todo. Primero que nada un pronto
pago, ya desde la ley 19.551, y se había proyectado un me-
canismo de verificación oficiosa y pronto pago -que luego
no fue incluido en la versión final- en lo que fue la ley de
facto 22.9 17. Luego vino el pronto pago: de la ley 24.522 y
el pronto pago remozado de la ley 26.086. Se ha intentado
prohibir tener deuda laboral para concursarse (art. 11, inc.
8, ley 19.551) y permitir la continuación de los juicios labo-
rales ante el juez especializado. Se ha probado atraer las
causas laborales y forzarlas a verificar (al vedarseles la po-
sibilidad de continuar -art. 21, inc. 5, LCQ, versibn origi-
nal-).
Y, por cierto, se ha sancionado -pero jamás reglamenta-
do y puesto en acto- el medio mas lógico para atender el
tema: el régimen de fondo público de carácter asegurativo,
administrado por el Estado y destinado a garantizar el co-
bro de los crkditos laborales respecto de cesantes.
En el núcleo de la falta de empleo de este sistema (in-
sistimos: el más lógico) subyace mucho más que el posible
lobby de empresarios que no quieren incrementar sus cas-
tos; seguramente incide el temor por la potencial corrup-
SUSPENCI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 59
ciQn futura del sistema, por el casi ineludible fracaso de
cualquier sistema de recupero del fondo respecto de lo que
se abone en los concursos y quiebras, etcétera. Y falta,
además, la pregunta del millón (pregunta que, segtín nues-
tra tradicihn fílrnica, podría referirse a "eso" de lo que "no
se habla"): si las indemnizacisnes que contempla nuestro
sistema se adecuan a la situación de crisis, o si hay que
pensar en otro esquema. Esto parece una herejía, pero la
propia LCT, en su art. 247, demuestra una lucidez que se-
guramente no tienen quienes deberían animarse a conver-
sar sobre el tópico.

Uno de los problemas mas dramáticos que plantea la


universalidad concursa1 y la necesidad lógica de concentrar
en un único juez el conocimiento último de las decisiones
atinentes a la calidad de acreedor, consiste en una cuestióln
insoluble, que mereció una respuesta diametralmente opues-
ta por la ley 24.522 y por la ley 26.086 y que constituye el
basamento de la defensa y de las objeciones a la última.
Dice HEREDIA: "La primera de las consecuencias indica-
das (sustracción del pleito fuera de la sede judicial a la cual
estaba material o juridicamente conectado) perjudicaba la
economia procesal. Ejemplifiquernos el aserto anterior con
el siguiente caso práctico: a) un damnificado domiciliado en
Jujuy por un accidente de tránsito ocurrido en su ciudad
demanda al responsable de los daños -domiciliado en Bue-
nos Aires- ante los tribunales locales, que son competentes
por ser los del lugar del hecho; el reclamo comprende un
resarcimiento por lesiones corporales; daños causados al
vehículo que conducía; y daño psíquico y moral; b) poste-
riormente el demandado responsable se concursa preventi-
vamente en Buenos Aires; c) el acreedor damnificado tenía
bajo la ley 24.522 dos opciones, a saber: se presentaba en el
concurso en Buenos Aires pidiendo la verificación de su
crédito en los términos del art. 32 de la LCQ, o bien prose-
guía el juicio de conocimiento en la sede concursa1 con fi-
nalidad verificatoria (art. 2 1, inc. 1); d ) si después de supe-
rado el obstáculo inicial que constituye la simple remisión
60 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

física de las actuaciones el acreedor optaba por continuar


en sede concursa1 el juicio de conocimiento, se encontraba
con que la prueba principal del pleito la tenía que tramitar
en la jurisdicción de origen (testigos que presenciaron el
accidente; peritaje mkdico y psicológico sobre el actor; peri-
taje mechico sobre el vehículo de este filtimo; remisidn de
las actuaciones policiales labradas con motivo del acciden-
te, etc.), 10 cual habráa de cumplirse en los términos de la
ley 22.172, con probable intervención del mismo juzgado
que entendia originariamente en la causa; e ) si, en cambio,
el damnificado optaba por pretender verificar su crédito
conforme a lo dispuesto por el art. 32 y concs., seguramen-
te su insinuación se declararía inadmisible porque los da-
ños que dan lugar al crédito en cuestión requieren de una
prueba que no es posible rendir en el marco de la verifica-
ción tempestiva; el acreedor, entonces, debía promover el
incidente de revisión en los términos del art. 37 de la LCQ
y reproducir en él la prueba que ya había rendido en el jui-
cio de conocimiento atraído y suspendido, o bien producir-
la en los términos de la ley 22.172, como antes se indicara.
Como se aprecia, en el ejemplo descripto precedentemente,
cualquiera hubiera sido la alternativa elegida por el actor,
había duplicación de gastos y una generacibn de dilación
en los trámites, por ser necesario librar oficios para cada
prueba a realizarse en extraña jurisdicción. Piénsese, ade-
más, que el actor tenía que afrontar la contratación de dos
representaciones letradas, una en Buenos Aires y otra en
Jujuy, para atender al control de la producción de prueba
que alli habría de hacerse. Claramente, el acceso a la justi-
cia estaba dificultado, si no negado. En las condiciones
expuestas precedentemente, ¿no es más razonable permitir
-como lo hacen las modernas legislacianes del derecho
comparado- que el acreedor contintie el juicio de conoci-
miento en la jurisdicción de origen con finalidad exclusiva-
mente declarativa de derecho, sin perjuicio del ulterior tra-
tamiento concursa1 -verificación- que corresponda a su
rédito?"^^.

33 HEREDIA, Ley 26.086: nuevo wzodeb en el végimen de suspensión y pro-


hibicidn de acciones y en el diseño del fuero de atracción del concurso preven-
tivo, JA, 2006-11-960.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 61
A su vez, dicen RIVERA, ROITMAN y V~TOLO: "Bajo el régi-
men originario de la ley 24.522, cuando comenzaba un pro-
ceso de concursa preventivo o existía una quiebra declara-
da, todos los juicios laborales y la gran mayoría de los que
tenían carácter patrimonial contra el concursado eran 'atraí-
dos' por la jurisdiccibn del juez del concurso con el pro-
pósito de que se concentraran en un solo tribunal las deci-
siones en materia de verificacióln de créditos y pago de las
obligaciones del deudor. Al mismo tiempo esta concentra-
ción de poder en el juez del concurso o de la quiebra, per-
mitia que todos los acreedores pudieran tener mayor infor-
mación sobre la real composición del pasivo del deudor y
respecto de las posibilidades ciertas de poder arribar a una
soluci6n satisfactoria sin tener que afrontar los riesgos de
procesos dispersos en diversos tribunales y jurisdicciones
que, mucho tiempo después, pudieran venir a impactar ne-
gativamente el acuerdo, o directamente frustrarlo ... Si bien
ha existido desde que la ley 24.522 entrara en vigencia una
resistencia por parte de los tribunales con competencia
concursa1 a convertirse en el foco de recepci6n de los recla-
mos de toda Endole contra los concursados -pero muy espe-
cialmente los relacionados con los juicios laborales- no es
menos cierto que el regreso al sistema anterior de la ley
19.55 6 disponiendo que los procesos de conocimiento en
que el concursado sea demandado, así como los juicios la-
borales, continuarán tramitando por ante los tribunales
de radicación originaria o ante el competente si se tratare de
acciones laborales nuevas, debiendo ser el síndico parte ne-
cesaria en todos esos procesos -ver el nuevo art. 21- aunque
alivia al tribunal del concurso ea su labor, abre una enor-
me carga de trabajo y responsabilidad funcional práctica-
mente incumplible para la sindicatura, a la vez que la carga
con la facultad de designar abogados que la representen en
dichos procesos pero con regulacion de honorarios a cargo
del juez del concurso cuando el concursado fuera condena-
do en costas. Adicionalmente, teniendo en cuenta que la
nueva previsión legal -art. 5 O , ley 26.086- de que la senten-
cia que recaiga en cada uno de estos procesos ajenos al trá-
mite concursa1 valdrá como título verificatorio -expresi6n
cuyo alcance no se advierte en plenitud- advertiremos que
se abre un ríspido debate sobre si ello equivale a una decla-
62 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

ración de 'verificacilóln del crédito' o simplemente es un mero


1 ,
titulo' que debe transitar el proceso de incorporación al pa-
sivo concursa1 como cualquier otro crédito. Asi, la conh-
sión e incertidumbre aumentan"34.
Como se aprecia, uno y otros están preocupados por los
costos y complejidades que irroga al justiciable el permitir
la continuación del juicio de conocimiento ante el juez con-
cursa1 (el primero) y los mismos costos y complejidad que
importa para el síndico su intervención en tales juicios ante
el juez original (los segundos).
La ley 24.522, versión original, de modo coherente con
la tradición de la atracción que había establecido la ley de
facto 19.551, pero exponenciándola, previó con sentido co-
mún la innecesariedad de suspender juicios sujetos a gra-
vosa prueba, forzando a su repetición ulterior en vía de re-
visión, y estableció la posibilidad del juicio continuado ante
el juez concursal (art. 2 1, inc. 1).
Es cierto que en procesos de daños y perjuicios, por
ejemplo, resultaba harto molesto -cuando no carísimo y ra-
yano en la denegación de justicia- el tener que producir Ia
prueba faltante en el lugar de su acaecimiento (a través de
rogatorias), muchas veces sito a cientos -cuando no a miles-
de kilómetros de distancia de la sede del juzgado concur-
sal. El argumento es serio, aunque cabe reconocer que tiene
una faz "sensible" por vía de colocar en tal posición siem-
pre y necesariamente a una persona de magros fondos (que
seguramente litiga con carta de pobreza), víctima de algún
ilícito civil en su propia persona.
Más allá del marketing adosable a la citada postura, lo
cierto es que muchas veces era un precio altísimo a pagar
(pero desde lo institucional) que la situación generada por
el desplazamiento del expediente a una lejana sede concur-
sal, pudiera Ilegar a importar una vulneración fáctica del
inviolable derecho de la defensa en juicio.
Bueno es reconocer, sin embargo, que el actor en tal
proceso de todos modos deberá recurrir por ante el magis-
trado concursal: a ) para obtener reconocimiento a los dere-

34 - ROITMAN
RIVERA - V~TOLO,
Reforma a la ley de concursos y quiebras.
Ley 26.086, p. 19.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 63
chos emergentes de la sentencia obtenida ("titulo verificato-
rio"); b) para intimar el cumplimiento del concordato bajo
apercibimiento de quiebra (art. 64, LCQ) si el deudor incu-
rriera en mora en su cuota concursal, y c ) para hacer valer
cualquier derecho potencialmente menoscabado por algdn
intento del debitor de cumplir en extensión diversa, o sin
los intereses debidos, etcétera.
No es menos cierto que la política legislativa hacia los
síndicos no brilla por el intento de hacer apetecible tal co-
metido. A los síndicos se les exige título de grado y expe-
riencia y se los insta a obtener un posgrado con rango de
especialización (art. 253), se les impone un durisimo ré-
gimen de responsabilidad disciplinaria (art. 255), se les
recargan tareas con informes tan urgentes como complejos
(art. 16) -lo que también los expone a potencial responsa-
bilidad patrimonial-; se les redujeron en su hora las esca-
las arancelarias (arts. 264 y 265) y, aunque les aumentaron las
tareas, se mantuvieron las parámetros antiguos. Ha habi-
do una explosión en la anotacidn de síndicos para recientes
cuatrienios; pero ello es atribuible -nos parece- más al
escenario desesperante de los tiempos posdefault que a una
vocaci6n rediviva por desempeñar el rol sindical (habría
que ver qué ocurre en tiempos más calrnos como los actua-
les).
Los síndicos trabajan en miras a una regulación futura
-s610 asistidos por las gotas de agua en el desierto que
constituyen los "aranceles"- y deben en ese interin mante-
ner una estructura física (art. 275, inc. 7) y altísimos están-
dares de actuación. Más de una vez, especialmente en las
quiebras, aunque también se han dado casos en concursos
poco significativos, los tribunales han pretendido de ellos
que "adelanten fondos" para alguna diligencia (p.ej., publi-
cidad de una subasta de bienes), cuando obviamente tal
pretensión es inconstitucional (arg. art . 19, ley suprema).
Es verdad que a los sindicas les costar&conseguir letra-
dos que los representen en jurisdicciones alejadas y en
procesos donde, aun gananciosos, difícilmente perciban ho-
norarios (cabe señalar que el caso del ejemplo citado ante-
riormente es un supuesto de paradigmática invocacibn del
beneficio de litigar sin gastos). Agrkgase a ello que imagi-
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

nar que los agentes fiscales asumirán tal cometido (art. 258,
párr. 2') -con alguna meritoria y solitaria excepción, que
siempre las habrá- es un argumento tan fácil como de im-
posible concreción práctica; demasiado trabajo en múltiples
otros temas tienen los fiscales como para dictaminar al
modo del art. 56 en juicios por daños y perjuicios (esto, cla-
so está, en tanto se acepte que el cometido del sindico no
debería exceder del antedicho).
Estamos ante la cuadratura del círculo. La ley 24.522
eligió que todos esos riesgos y esfuerzos pesaran sobre el
sedicente acreedor; la ley 26.086 los ha transferido al órga-
no sindical.
Una vez más se siente aquí (la ley 26.086 ha tenido la
virtud de hacer muy patente tal necesidad) lo imprescindi-
ble de diferenciar procesos concursales segun su magnitud.
En alguna ocasión hemos propuesto con BARREIRO y LORENTE
##
la necesidad de diferenciar entre "megaconcursos", gran-
#<
des concursos", concursos típicos" y "pequeños concursos".
También proyectamos un texto legal que previera un proce-
dimiento formulario para los concursos mínimos (los con-
cursos de con sur nido re^)^^. Por cierto, no sería igual la si-
tuaciOn en un megaconcwrso -tal vez con establecimientos
o actividad esparcida por toda la República-, donde no se-
ría ilbgico pensar que tales costos de representacibn sindi-
cal debieran ser asumidos por el concursado, que el concur-
so típico de una pequeña empresa textil del conurbano
(donde la mayor molestia y complejidad del sindico sería
seguramente asistir a audiencias de vista de causa ante los
tribunales de San Martín o Morón). Pero esta discrimina-
ciOn no existe en la ley. El no frustrar el sistema depende-
rá de la lucidez de los jueces (y el ejercicio lógico de las fa-
cultades previstas por el art. 274, LCQ) y del sentido común
y posibilidades de los propios concursados -primeros inte-
resados, en tanto sean deudores de buena fe, en la interven-

35 Remitido como comunicación al Primer Congreso Hispanoamerica-


no sobre Derecho Concursal, celebrado en Barranquilla, Colombia, en 2005.
En la misma linea: BARREIRO - LORENTE- TRUFFAT, El concurso olvidado: consu-
midores, usuarios de tarjeta de c&ito, etc., "Doctrina Societaria Errepar",
nov. 2005, no 2 16, p. 1349, y TRUFFAT, La hora del concurso minimti se acerca,
20/6/05, w w w . i n f o b a e p r o f e s i o n a l . c o r n l i n t e r i o r / i n ~ & i d=20605.
x
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

ción de "control" sindical en los juicios continuados-. Así,


postulamos que los gastos de otorgamiento de poder deban
ser asumidos por la concursada por ser gastos del concurso
(arg. art. 240); tal vez no resulte temerario que -garantizán-
dose un rkgimen transparente que incluya dep6sito en el
expediente- se pretenda que el deudor "adelante" algún mon-
to para los honorarios de eventuales abogados en el resto del
país. Esto, justo es señalarlo, dependería de la buena vo-
luntad del debitor, porque él tiene derecho a no abonar ta-
les emolumentos (y no hacer adelantos "a cuenta") sino hasta
el momento en que hubiera sida condenado en costas en tales
juicios y el juez concursa1 hubiera fijado los honorarios de
los letrados de la sindicatura.
Una situación laberíntica, obviamente no deseada (pero,
como se vio, dificilmente superable porque la alternativa
también es desvaliosa). Lo dijimos alguna vez: el mejor
modo de salir de los laberintos, es por arriba.

El esquema diseñado por el nuevo art. 21 de la LCQ


comporta una notable alteración de los paradigmas habi-
tuales de tratamiento concursal respecto de los juicios exis-
tentes al momento de la apertura, así como una variación
significativa en orden a la prohibición de deducción de nue-
vas demandas.
Una redacción poco feliz genera confusión y permite
enfoques interpretativos disímiles.
Las reglas tradicionales (con la excepción de los proce-
sos de expropiaci611, de los que se funden en las relaciones
de familia y las ejecuciones de garantías reales) consisten
en una tríada de imperativos:
a) La suspensión de los juicios de contenido patrimo-
nial contra el concursado por causa o título anterior a la
presentación.
b) La radicación de los antedichos ante el juzgado del
concurso.
c) La prohibición de deducir nuevas acciones con Eun-
damento en tales causas o títulos.
66 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Éste es, precisamente, el sistema general que prevé la


ley 24.522, en su actual redacción, pero que cuenta con ex-
cepciones tan significativas que, en verdad, son numérica-
mente rnás importantes (al menos desde lo conjetural) las
excepciones que la regla.
Pero antes de ingresar en el análisis de las excepcio-
nes (de los "casos" que están exceptuados del sistema gene-
ral) es menester dilucidar el alcance de ellas. En lenguaje
rnás llano: ¿de qué están exceptuados los exceptuados?, ito-
dos los exceptuados son iguales?, (hay excepciones y excep-
ciones?
La ley preve un listado de situaciones de excepción:
a) Los procesos de expropiación, los que se funden en las
relaciones de familia y las ejecuciones de garantías reales.
b) Los procesos de conocimiento en trámite y los jui-
cios laborales, salvo que el actor opte por suspender el pro-
cedimiento y verificar su crédito conforme lo dispuesto por
el. art. 32 y concordantes.
e ) Los procesos en los que el concursado sea parte de
un litisconsorcio pasivo necesario.
Respecto de todos estos, el art. 21 predica de manera
contundente: quedan excluidos de los efectos antes mencio-
nados (léase, según la nómina formulada anteriormente: la
suspensión, la radicación y la prohibici6n de deducci0n de
nuevas acciones).
Ésta es una de las interpretaciones posibles y, nada me-
nos, la que propone ROUILLQN~~.
Hay una lectura alternativa y es la que aquí propugna-
mos. Las consabidas tres previsiones básicas del sistema
no están, en verdad, dirigidas a un único universo; sino a
dos subuniversos distintos.
Cuando la ley predica que no hay atracción y suspen-
sión, sólo puede referirse a juicios en trámite. Carece de
todo sentido postular que se prohibe iniciarlos a quien ya
tiene un proceso iniciado. Así que la prohibición de nuevas
acciones está referida sólo a las "nuevas" acciones (perogru-
220 dixtr) y nada establece sobre aquellas en curso.

36 ROUILLON,
Régimen de concursos y quiebras, p. 94.
SUSPENCI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 67
Al establecer la ley la prohibición de deducir nuevas ac-
ciones, solo puede referirse a potenciales reclamos aún no
iniciados. Obviamente, aquello que todavía no comenzó a
existir como juicio (es una mera posibilidad de juicio) mal
podría ser suspendido o atraído.
¿Es posible, a partir de estas observaciones elementa-
les, concluir que cuando la ley excluye ciertas situaciones
de "los efectos antes mencionados'kcorresponde discriminar
si los supuestos previstos como exceptuados se refieren a
ambos subuniversos (tanto a las acciones promovidas, cuan-
to a las acciones a promoverse) o sólo a alguno de ellos?
Tras un enorme esfuerzo (alguien dirá "forzamiento") inter-
pretativo, creo que podría arribarse a tal conclusi0n.
El problema finca en que el legislador mezcló sin clari-
dad casos donde la excepción es a toda la triada, con casos
donde la excepción es s61o a las dos primeras normas bási-
cas (suspensión - atracción).
Tiene razón ROUXLLON cuando advierte que, en principia,
la ley genera una excepción omnicomprensiva. En ausencia
de otros datos que permitan una interpretacibn distinta, de-
berá estarse a esta (es casi una contradicción terminológica)
excepción general.
De esta manera, en el caso de los incs. 1 y 3 no hay
más remedio que concluir que los procesos allí mentados, o
las posibles acciones que se deduzcan según tal esquema,
están exceptuados tanto de la atracción, cuanto de la sus-
pensión e , incluso, de la prohibicidn de deducir nuevas ac-
ciones. Lo atinente a la expropiación, a las relaciones de
familia, a las ejecuciones de garantías reales o a los casos
en que el concursado sea parte de un litisconsorcio pasivo
necesario, esta fuera de la regla general (está alcanzado por
la plena excepcion que consagra el art. 21 en su párr. 2").
Hay algo, sin embargo, que "cruje" en el inc. 2. Allí se
mencionan "los procesos de conocimiento en trámite" y "los
juicios laborales", generando la idea de que el legislador
pretendió discriminar entre los primeros (que quedan aco-
tados a la característica de "estar en trámite") y los segun-
dos (que no tienen tal limitación).
Se dirá que este argumento es muy endebIe no sOlo por
el defectuoso empleo de términos del legislador (la mencióln
68 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

del sindico como "parte necesaria'' es prueba acabadísima


de ello), sino porque apenas concluida la enumeracibn de
las excepciones la propia ley los engloba bajo la denomina-
ci6n de "los juicios" (tkrmino que abraza tanto a los "proce-
sos de conocimiento en trámite", cuanto a los "juicios labo-
rales").
No cejaremos, sin embargo, aun cuando admitimos que
la discordancia apuntada es sólo una pista, un dato relevan-
te, para construir 10 que pretendemos decir.
Tenemos la convicción de que con oscura redacción la
ley persigue que los procesos de conocimiento (salvo los la-
borales) no gocen de la excepción a las tres previsiones bá-
sicas (de nuevo: suspensiiin-atracción-prohibición de deduc-
ción), sino sólo a las dos primeras.
Ya apuntamos que la ley habla de procesos de conoci-
miento en trámite. Además, el propio art. 21 agrega que
estos juicios "proseguirán ante el tribunal de su radicacion
originaria'' (para lo cual deben haber tenido "tribuna1 de ra-
dicación originaria", deben haber estado prornovidos, radi-
cados) y s610 respecto de los juicios de conocimiento labo-
rales se admite la posibilidad de que sea ante el tribunal
id
originario o ante el. que resulte competente si se trata de
acciones laborales nuevas".
Este dispositivo quedaría privado de lOgica si se pensa-
ra que todos los casos enumerados por los incs. 1 a 3 del
art. 21 están exceptuados de la regla general.
Pero, además, porque aquí entra a tallar una regla bási-
ca de hermenéutica: las excepciones son excepcionales. Todo
lo que no h e exceptuado de modo claro y mandatario por
la ley cae en la regla general.
La excepci6n del art. 21, párr. 2") s61o se refiere a los
procesos de conocimiento en trámite. Aprovecha sOlo a és-
tos y a ningún otro. Es un despropósito concluir que estos
procesos ya en trámite están exceptuados de la prohibición
de deducción de nuevas acciones, por la simple circunstan-
cia de que tal excepción no tiene sentido a su respecto.
Pero es a ellos a quienes se acuerda la triple excepción (sin
advertir que integran un subuniverso que s61o exige, poten-
cialmente, las dos primeras). En cambio, no hay dispensa
de la regla general para las "nuevas acciones" que, de haber
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

sido deducidas antes del concurso, hubieran discurrido a


través de proceso de conocimiento. Por tanto, al no estar
mencionado este subuniverso en las previsiones del inc. 2,
no cae en las excepciones del art. 21, párr. 2' (subuniverso
al cual, es obvio, s61o le apetecería la excepción a la tercera
previsión -la prohibición de deducir nuevas acciones- y don-
de nada tendrían que hacer las dos primeras).
Por ello, nuestra lectura es la siguiente:
a ) Los juicios enumerados en los Pncs. 1 y 3 no se SUS-
penden ni son atraídos. Las acciones que, de ser promo-
vidas, discurrirían a través de los juicios enumerados en
los incs. 1 y 3 pueden ser promovidas (aun siendo de cau-
sa o título anterior) después de la presentación en con-
curso.
b) Los juicios enumerados en el inc. 2 (con excepcibn
de los laborales) no se suspenden ni son atraidos (salvo que
el interesado opte por verificar). No es posible deducir nue-
vas acciones por causa o titulo anterior a la presentación
del concurso si se trata de acciones cuyo cauce son los jui-
cios de conocimiento enumerados en el inc. 2 (con excepcihn
de los laborales).
c ) Los juicios laborales no se suspenden ni son atraídos
(salvo que el interesado opte por verificar). Es posible de-
ducir nuevas acciones laborales por causa o título anterior
a la presentación del concurso -aun después de la publica-
ción edictal-.
Encontramos más valioso este enfoque no por apego a
los principios interpretativos señalados con anterioridad
(tema muchas veces discutible en presencia de regulaciones
defectuosas), sino por el impacto que ello genera en la cer-
teza sobre el pasivo. Volveremos sobre el punto cuando
nos ocupemos de la prescripci6n. Sin embargo, correspon-
de fundar la afirmacián precedente.
La doctrina venia clamando desde siempre por alguna
regla que limitara la posibilidad de subingreso de acreedores
tardíos (fbera del plazo de prescripción del. crédito rnoro-
so). Se llegó a pedir algún régimen de caducidad. Ea ley
24.522 apenas estableció un sistema de prescripción (con
todos los defectos emergentes de una defensa que puede ser
objeto de interrupción o suspensión).
70 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Sin embargo, el mecanismo del art. 54 importó un no-


table avance e n dicho tópico.
Vale la pena remarcar que el "concurso institutoJ' recla-
ma que la mayorla de las relaciones patrimoniales afectadas
por la concursalidad queden sometidas al juez del concurso
y que es inimaginable -como solución a la crisis- la trans-
ferencia de la empresa en crisis si no existe razonable cer-
teza sobre el pasivo. Ambos objetivos se alcanzaban, bien
que mal, con el mecanismo de suspensión-atracción de la
ley 24.522 y con las reglas sobre prescripción que trae el
art. 56.
Pero actualmente, luego de la reforma por la ley 26.086,
la prescripción de dos años desde la presentación concursa1
no alcanza a los juicios tramitados ante tribunal distinto
que el de1 concurso, si el pedido se deduce dentro de los
seis meses de haber quedado firme la sentencia.
Ya se genera una notable contingencia con la posibili-
dad de acciones laborales deducibles-a posteriori de la pu-
blicación edictal, que contarán con el tiempo de trarnita-
ción del juicio y luego con seis meses para verificar, como
para incrementar tal posibilidad con cualquier acción sus-
ceptible de ser reclamada en juicio de conocimiento. De
hecho, y como no hay óbice e n que los créditos que cuen-
tan con vía ejecutiva sean recXarnados a través de un proce-
so ordinario, en la práctica se derogaría la prescripci6n.
El portador legitimado de un pagaré que no tuviera ejecu-
ción en trámite bien podria (en la tesitura que no comparti-
mos) reclamarlo a través de juicio de conocimiento y luego
ir a verificar dentro de los seis meses. ~ Q u écrédito pr&-
cribiría dando certeza a1 pasivo? Pareceria que práctica-
mente ninguno.
La interpretaciiin que aquf se defiende (con la salvedad
de Ias expropiaciones, relaciones de familia, laborales y su-
puestos de litisconsorcio pasivo necesario) preserva su ám-
bito de apllcaci6n al art. 21, inc. 2, dado que los juicios en
trámite sí seguirán ante los jueces originarios (salvo opción
del interesado), pero coloca a todo el resto del pasivo en la
disyuntiva de solicitar verificacibn tempestiva o de concu-
rrir a verificar tardíamente dentro de los dos años de la
presentaciiin.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES

El enfoque propuesto es consistente con las conclusio-


nes de H O L A N D SANCHEZ~'
~~, Y JUNYENT BAS. Este último, sin
embargo, encuentra de algún modo infundado el manteni-
miento de la prohibicibn de deducir nuevas acciones para
los que hubieran podido promover juicios de conocimiento.
Dice asi: "Tal como se advierte del texto legal relacionado
supra, los juicios enunciados precedentemente, quedan ex-
cluidos, tanta de la suspensión de acciones como de la atrac-
ción. Asimismo, en las alternativas del inc. 1, y de los
juicios laborales, tampoco resulta operativa la prohibiciun
de deducir nuevas acciones. En esa línea, el art. 21 tam-
bién establece que en estos casos los juicios proseguirán
ante el tribunal de su radicación originaria, o ante el que
resulte competente si se tratare de acciones laborales nue-
vas, intentando clarificar que los procesos de conocimiento
simplemente continúan, y no quedan excluidos de la prohi-
bición de deducir nuevas acciones, mientras el acreedor la-
boral se encuentra habilitado para iniciar nuevos juicios.
De todos modos, la íntegra lectura del texto legal reformu-
lado permite afirmar que también resultan excluidos de la
prohibición de deducir nuevas acciones aquellos procesos
en los que el concursado sea parte de un litisconsorcio pa-
sivo necesario, pues es evidente que el legislador no habilita
solamente la prosecución, sino tambikn la iniciación del
proceso, aun cuando sea por causa o titulo anterior a la
presentación concursal, la demanda requiere de la integra-
ción forzosa del consorcio pasivo. Si esto es así, no se ad-
vierte el motivo por el cual los demds acreedores que no ha-
yan iniciado juicios de conocimiento, deben concurrir por la
vla verificatoria ya sea tempestiva o tavdia y no se les permita
la Zniciacih de nuevos juicios ante el juez originario, sobre
todo cuando su exclusión se debe a sus especiales caracte-

9 HOLAND, La excepctdn de prohibicidn de deducir acciones nuevas frente


a tn apevrtdra concursa1 se ciñe al primer inciso del art. 21, y Particuladades
en torno a los juicios laborales nuevos eu el concurso preventivo, ambas po-
nencias en el VI Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y IV Congreso
Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. 11, p. 293 y
30 1, respectivamente.
38 SANCHEZ, Nuevo mecanismo de incotpomcidn al pasivo (ley 26.086),
ponencia en el M1 Congreso Argentino de Derecho Concursal y PV Congreso
Iberoamericano sobre la InsoIvencia, "Libro de ponencias", t. 11, p. 719.
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

risticas de complejidad y también en la especial de la ma-


teria civil, v.gr., las acciones de daños y otras cuestiones si-
r n i l a r e ~ "(la
~ ~bastardilla es nuestra).
Aunque rescatamos el impecable análisis que antecede
(y obviamente las conclusiones), nos hemos expedido ante-
riormente -y luego volveremos sobre ello- en el sentido de
apoyar la prohibición de deducción de nuevas acciones
para quienes hubieran podido promover un juicio de cono-
cimiento que no fuera laboral.
Si bien la regla general que tiene la actual ley de con-
cursos y quiebras, luego de ser modificada por la ley 26.086,
es análoga a aquella que tradicionalmente ha venido soste-
niendo nuestro derecho, con sus más y sus menos, hay (o
podría haber) -a la luz del análisis precedente- una notable
modificación práctica.
Y ello no s61o por lo referido a los créditos laborales
que, en alguna medida, han vuelto por sus fueros (nunca
mejor empleada la frase) y se encuentran en situación simi-
lar a la que se vivid bajo la vigencia de la así llamada ley
22.917, sino básicamente por la posibilidad de continuación
de los procesos de conocimiento en trámite.
Lo referido a los procesos de expropiación siempre se
rigió por tales parametros y es un supuesto inusual. Ni el
Estado nacional, ni los Estados provinciales, ni el Estado
Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires, andan por ahí ex-
propiando a mansalva. De hecho, el tópico de la expropia-
ción ha alcanzado alguna importancia en la temática con-
cursa1 en los últimos tiempos, pero referido a un supuesto
muy distinta del que nos ocupa: las expropiaciones de do-
minio o de uso que hacen las provincias y la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires en el caso de quiebras y para pesmi-
tir a las cooperativas de trabajadores (art. 190, LCQ) poner
en marcha lo que se ha llamado "empresas recuperadas".
En cambio, el art. 2 1, inc. 1, se refiere a procesos expropia-
torios -en curso o a promover- con referencia a sujetos que
se encuentran en pleno trámite concursal; situación en la

39 JUNYENT BAS,El n u v o rcfgimen de excllusidn y p s e c u c i d n de juicios en


la ley 26.086, ponencia en VI Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y IV
Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. 11,
p. 311.
SUSPENCI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 73
cual (al menos según la clara disposici6n constitucional del
art. 17) no podrfa haber detrimento patrimonial porque re-
sulta menester la "indemnizacidn previa" y donde -también
se supone- lo que esth en juego es un interks superior al
particular, dado que las expropiaciones deben responder a
principios de utilidad pública.
En lo que atañe a la excepción para procesos donde
media una relación familiar, cabe apuntar que su supervi-
vencia en la ley es producto de la tozudez del legislador que
se sigue negando a regular el fen6meno de la insolvencia
donde especificamente debe ser referido, par su trascenden-
cia económica y social, es decir, respecto de la empresa,
continuando nuestra ley con un molde centenario y anacró-
nico en el que el concursado sigue siendo pensado como
una persona fisica.
Va de suyo que debería existir algtin procedimiento para
tales deudores, incluso varios, porque no debería recibir
idéntico tratamiento la superación de la cesación de un co-
merciante que efectivamente sea tal y gire a título personal,
y la situación, tan en baga en estos tiempos, de la quiebra
de ~onsumidores(que no tienen giro comercial alguno y cu-
yos únicos activos son, con suerte, un inmueble, algún auto y
un salario). En estos casos resultaria menester una regla
como la que nos ocupa; en los demás, es casi un exotismo
de la ley.
Respecto de las ejecuciones de garantías reales la ley
26.086 ha venido a consagrar una tesis largamente resistida
por parte de la doctrina, la interpretación propugnada por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo "Casa-
sa", generandose una sustancial variación del mecanismo
que había introducido la ley de facto 22.172. La falta de
petición de verificación obstaba a la prosecución de la eje-
cución. Ahora simplemente impide el remate, con lo cual
el juicio puede seguir avanzando hasta ese estadio.
El grueso de las demandas de contenido patrimonial
que no sean las antedichas, o las laborales, o el supuesto de
litisconsorcio pasivo necesario, podrán continuar. El actor
gozará de la opción de solicitar verificación, pero si no lo
hace el proceso seguirá hasta la sentencia por ante el juez
originario.
SUSPENSI~N. ATRACCI~N. D E D U C C I ~ NDE NUEVAS ACCIONES 75
rna incidental del art. 280 de la LCQ. El tema tenia sus
bemoles porque por esa vía se podía estar privando a las
partes del derecho a alegar, que eventualmente tenían en el
juicio continuado original y, además, se podía estar cam-
biando -con sorpresa para algdn desprevenido y pérdida
consecuente de derecho- e1 modo de concesión del recurso.
El juicio original, en tanto ordinario, bien podía prever que
el recurso contra la sentencia debía concederse libremente.
En cambio, el juicio adaptado pretorianamente a la inci-
dentalidad resultaría irrecurrible in genere y el recurso con-
tra la resolución final se hubiera concedido en relación.
En el actual sistema resulta dudoso, a nuestro entender,
que sea menester demandar pronunciamiento alguno del ac-
tor. Éste tiene derecho a proseguir con su demanda ante el
juez natural y, en consecuencia, no tiene nada que avisar.
Salvo que (como dice literalmente el art. 21, inc. 2) "opte
por suspender el procedimiento". Es decir que el acto ex-
plícito está exigido sólo para efectuar la opción. Será de
buena práctica, sin embargo, hacer saber al tribunal que
existe el juicio en el que se actúa y que se continuará con
él. Sin ir más lejos, esto disipará dudas sobre la legitimi-
dad, en tanto acreedor concursal, del actor en tal proceso
para ejercer su desecho de control en el trámite concursal.
¿Cuál es la conducta previsible de quienes tengan juicio
en trhnite? ¿Lo desistirsn? Es obvio que quienes se en-
cuentren enredados en procesos complejos cuya único des-
tino en caso de ocurrir a verificar sea toparse con un con-
sejo de inadmisibilidad, con una resolución en tal sentido y
que se verán obligados en tal hipotesis a promover revisión,
optarán por continuar el juicio en trámite.
También es obvio que quienes -aun en causas más sen-
cillas- contaran con una prueba contundente, o con alguna
ventaja procesal (v.gr., una pésima contestación del deudor,
una confesión ficta, incluso -¿incluso- una rebeldía) se
quedarán allí donde se encuentran cómodos.
Al revés, quien hubiera deducido una demanda defec-
tuosa, hubiera omitido una prueba relevante (o Ie hubieran
decretado la caducidad de esta), se apresurará a suspender
el trhmite herido y se abrazará, sin pudor, al trámite verifi-
catorio.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

¿Serán tantas como para justificar una modificación le-


gislativa aquellas acciones? Piénsese que la necesidad de
desagotar a la justicia nacional de tales procesos (y, por su-
puesto, de los laborales) fue la motivación que el legislador
hizo explícita para el dictado de la ley 26.086.
¿Será positivo para los propios actores esta alternativa
que les da la ley?
El primer dato a tener en cuenta es que la actual op-
ciOn es distinta de la que traía el art. 21, inc. 1, conforme
su redacción original.
En el sistema de la ley 24.522 (versi6n prirnigenia) el
juicio de conocimiento atraído requería una opci6n expre-
sa: "El actor podrá optar por pretender verificar su crédito
conforme a lo dispuesto en los arts. 32 y concs., o por con-
tinuar el trámite de los procesos de conocimiento hasta el
dictado de la sentencia".
El tribunal debía exigir tal manifestación. La ley no
solucionaba qué opción seguir en caso de silencio al reque-
rimiento del juzgado.
Entendemos que en este último supuesto correspondía
el mantenimiento del statu quo según se encontraba al mo-
mento de la atracción, es decir, considerar que quien había
decidido accionar por un camino y luego callaba ante la po-
sibilidad de perseverar en 61 o elegir otro, debia ser mante-
nido en la senda original.
Sin embargo, tampoco podía arribarse tan fácilmente a
la soluci6n. Cuando la ley predicaba la continuación del
trámite parecería estar postulando que todos los procesos, en
todas las jurisdicciones, son análogos. Pero la realidad de-
muestra que no es así. De compartir el tribunal la idea
de que en caso de silencio debía proseguir el juicio continua-
do y ser éste un juicio ordinario de su jurisdicci0n, segura-
mente podría haberse dejado todo como estaba sin más.
Aunque, vale la pena señalarlo, inevitablemente se generaria
debate sobre el término para acusar perención al juicio así
continuado. ¿Conforme qué plazos?
En la práctica no tenemos noticia de que alguna vez un
intimado hubiera guardado silencio. Cuando la respuesta
era positiva -que lo era inniimeras veces-, en general el Juz-
gado del concurso "adecuaba" el juicio a continuar a la for-
76 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

iExiste limite para ejercer la opción? Dicho de otro


modo: jes posible suspender un juicio vencido el plazo para
pedir verificación tempestiva y requerir verificación tardia?40.
La ley no ilumina el punto. No basta con la remisidn
al art. 32 (verificación tempestiva) porque ella es a dicho
artículo y a sus concordantes. El art. 56 milita serenamen-
te en tal grupo.
En mérito a 10 que señalamos con anterioridad (esto es,
que la opción puede responder a razones meramente estra-
tégicas), genera alguna molestia admitir la posibilidad de
acudir derechamente a la verificación tardía. Pero, por cierto,
no hay prohibici6n legal. ~66rnonegar, entonces, un dere-
cho que no está vedado expresamente por la ley y que, de
la mano de remisiones a las normas concordantes, perrniti-
ría tal obrar?

40 'Volveremos a tratar el terna en los 3 19 y 20 referidos específica-


mente a "la opción".
REGLAS Y EXCEPCIONES

El art. 21 aparece referido, a los fines de la aplicación


de los tres efectos que contempla -y sin perjuicio de las
plurales excepciones que trae, actualmente, de la mano de
la ley 26.086-, a "los juicios de contenido patrimonial con-
tra el concursado por causa a título anterior a su presenta-
ción". El art. 132 emplea una fórmula más ambigua: to-
44

das las acciones judiciales iniciadas contra el fallido por las


que se reclamen derechos patrimoniales".
Tal definición torna menester puntualizar:
a) Que, obviamente, es inaplicable respecto de los cré-
ditos o derechos "de causa o título posterior" a la presenta-
ción en concurso o el decreto de falencia. La poco feliz
mención del art. 132 -que, por cierto, podría haber empleado
los terminos del art. 21 a remitirse a él como lo hace res-
pecto de las excepciones- jamás podría estar consagrando un
fuero atractivo para créditos o derechos de causa o título
posterior. Y no sólo por lo difícil de su existencia, atento
las previsiones que emergen de los arts. 108 y 110 de la ley,
sino porque todo el tema queda solventado por el art. 125.
Es obvio que las soluciones concursales (ya rehabilitatorias,
ya liquidativas) tienen en miras el patrimonio (activos y pa-
sivos) que pesan a la fecha de corte que dispara el sistema:
la presentación en concurso y el decreto de quiebra1.

1 Esto no es dbice para; que, obviamente, el activo se integre también


con los bienes adquiridos durante la etapa de desapoderación y que sobre el
78 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

b) Que corresponde determinar que se entiende por jui-


cios de "contenido patrimonial" o juicios por los que se re-
clamen "derechos patrimoniales".
Al analizar el tkrrnino respecto del art. 21 original, HE-
REDTA señalaba: "la radicación establecida por el art. 2 1, LCQ,
alcanza a todas aquellas acciones que impliquen un dese-
quiIibrio con los acreedores comunes frente a la masa de
bienes del concurso. Con tal sentido debe interpretarse la
frase 'juicio de contenido patrimonial' contenida en el inc. 1.
Como señala QUINTANA EERREYRA, bien que refiriéndose al
art. 22, inc. 1, LCQ, esa expresibn se refiere, precisamente a
aquellos juicios cuyo objetivo es la obtención de algún
beneficio patrimonial a favor del actor, en desmedro de la
igualdad en el tratamiento de los acreedores, importando
un desequilibrio que atenta contra la integridad del patri-
m~nio"~.
Cabe acotar que no es menester que el beneficio patri-
monial sea necesariamente a favor del actor, como propugna
la cita de QUINTANA FERREYM.Imagínese que un accionante
por daño moral hubiera prometido la indemnizaci6n a per-
cibir a favor de una entidad de bien público, Parecería más
correcto, entonces, poner el énfasis en el deterioro, detri-
mento y reduccidn del patrimonio del deudor, como objeto
del juicio mencionado bajo tal locución.
Por su parte, M ~ L I NSANDOVAL
A apunta: "en relaci6n a la
locución 'contenido patrimonial', la cuestión ya tuvo un in-
tenso análisis bajo el velo de la ley 24.522. Así, QUINTANA
FERREIRA señalaba: ... (ROUILLON,
por su parte, considera que
la jurisprudencia ha puesto el acento en el aspecto activo
del patrimonio, señalando que ha de entenderse por juicio
de contenido patrimonial todo aquel que pueda alterar la
garantía común de los acreedores, con lo que no tendrían
tal contenido aquellos en los que se arremete contra el pa-
trimonio en su activo'. Y completa la noción con la refe-
rencia al indeltrdible pasivo patrimonial. Asi, piensa que,
en este orden, también tienen contenido patrimonial los jui-

patrimonio pesen -y se sujete al juez concurcal- los gastos de conservación y


justicia (ara. 240, LCQ).
2 HEREDIA, Tratado exegético de derecho concursaí, t. 1 , p. 552.
REGLAS Y EXCEPCIONES

cios cuyo propósito es incrementar el pasivo aunque, en lo


inmediato, carecieren de intención agresiva sobre los bienes
del activo. Por ello, excluye aquellos procesos cuyo efecto
econ6mico final, cualquiera fuese el resultado del juicio h e -
ra neutro sobre el pairimonio del concursado. Como pue-
de verse, lo esencial es que dicha acción tenga incidencia
en el patrimonio del deudor. Y, como patrimonio, deben
concebirse en un sentido activo y pasivo; así tambien de-
ben interpretarse las cuestiones de contenido patrimonial
como aquellas que tengan algún grado de afectación dentro
de los bienes y deudas del deudor. Ello así, pues según
ARAUZCASTEX,el patrimonio no se forma s61o por bienes,
sino que 'contiene además las deudas, es decir, las relacio-
nes jurídicas de contenido económico de las cuales el titu-
lar es sujeto pasivo'. Lo que tenga un sentido económico y
no afecte el patrimonio del deudor (en sus dos nociones) no
será de contenido patrimonial y, por ende, no podrá ser
atraídon3.
Hay temas que se imaginan absolutamente ausentes de
contenido patrimonial, pero en una sociedad dominada por
el paradigma del homo ~conomicus4,es más dificil de lo
que parece encontrar situaciones que no repercutan, de un
modo u otro, sobre el patrimonio.
Para ilustrar este punto de vista, resulta muy útil traer
un texto que busca la polémica desde otra rama del dere-
cho (el tributario) y con referencia a una cuestión donde,
habitualmente, se predica
- la ausencia de contenido econó-
mico: las acciones meramente declarativas (dejamos cons-
tancia de que el autor del trabajo que parcialmente se cita
a continuación, reconoce que hay casos donde efectivamen-
te no hay contenido patrimonial).
Sostiene CHRISTENSEN: "El objetivo que tiene el presente
trabajo es el de analizar si la accion declarativa de certeza
que contemplan las normas adjetivas tiene o no un conteni-

3 MOLINA SANDOVAL, El cambio de las reglas de juego en al fuero da atrae-


cidn concursa¡, ED, 217-630.
4 Seghn BAUMAN, el homo econowzicus y el homo consumens definen y
conforman la sociedad de mercado, y lo dice respecto de algo tan lejano al
tópico que nos convoca como las relaciones interpersonales (ver, en general,
BAUMAN, Amor liquido).
80 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

do o cuantificación económica. El porqué analizaremos este


tema se funda en que existe un criterio que afirma la caren-
cia de contenido económico de esta acción, hndando dicha
postura en que simplemente se busca una declaraci6n de
certeza; ergo, dicha petición no encerraría una pretensión
econ0mica. Así tenemos que todas las sentencias contie-
nen en si una declaración, pero pese a esto pueden clasifi-
carse o distinguirse en sentencias que conllevan una conde-
na, son las que obligan a cumplir con una obligación; las
constitutivas, que son las que crean un nuevo estado jurídi-
co, y las declarativas, que son aquellas que eliminan un es-
tado de incertidumbre. Para alguna doctrina, la sentencia
meramente declarativa de certeza es una categoría autóno-
ma de tutela jurídica de derechos. Por una cuestión de
prudencia, no vamos a incurrir en una falacia de generali-
zaci6n apresurada, en la que caeríamos si nos inclinamos
por una respuesta afirmativa o negativa, ornnicompresiva
de todos los supuestos. Simplemente, nos detendremos en
el presente para fundar el porqué sostenemos la tesis afir-
mativa, pero con la salvedad de que habrA que estar al caso
concreto. Esto es, nuestra posiciiin se encuentra en el sen-
tido opuesto a lo manifestado anteriormente, pero no des-
cartamos de plano que la acción declarativa de certeza pueda
en algún supuesto no tener monto económico, pero enten-
demos que es la excepción. Como se desprende de lo re-
cién dicho, nuestra postura difiere de la tesis que niega va-
lor económico a la acción declarativa, a la que -a su vez- la
caracterizan con esa cualidad de no tener monto en litigio.
Afirmamos que esta excitacitin judicial, por regla general,
tiene determinación económica, la que tal vez no sea inme-
diata, pero subyace, ya que si bien por medio de ella no se
persigue resarcimiento económico alguno, eso no la hace si-
níinimo de que la misma carezca de un contenido patrimo-
nial determinado o determinable ... Las normas rituales
requieren de tres presupuestos para que la acción sea pro-
cedente, a saber: a) incertidumbre sobre la existencia, el al-
cance o la modalidad de una relación jurfdica; b) que la fal-
ta de certeza pueda ocasionar un perjuicio o lesión; c ) que
no exista otra herramienta o via útil para ponerle inmedia-
tamente fin al estado de incertidumbre invocado. Como se
desprende de lo dicho, deben existir intereses juridicos en
REGLAS Y EXCEPCIONES 81
conflicto entre las partes, los que serán los generadores de
esta relación procesal. Este interés jurídico, que es el mo-
tor de la acción, normalmente tiene un valor patrimonial,
motivo por el cual es tutelado por el derecho, y el particu-
lar intenta defenderlo por esta vía, a la cual el último de los
requisitos procesales califica como la única posible. A Io
que añadiendo el segundo de los requisitos enunciados, po-
tencialidad de un perjuicio o lesidn, obtendremos la res-
puesta según nuestro criterio. En consecuencia, la acción
declarativa de certeza, en la mayoría de los supuestos, tiene
un monto económico, que surge del perjuicio que intenta
evitar el accionante, el cual podrá ser determinado con ma-
yar o menor facilidad en algiín caso que en otro, pero exis-
te. Si no tuviera una mensura económica, no seria un re-
quisito de procedencia de la acción, esto es, la posibilidad
seria y concreta del prejuicio que alega la accionante, el
cual comúnmente tendrg un valor que se traduce en dinero.
El perjuicio para algunos se encuentra subsumido dentro
del daiío, o sea, que el perjuicio es una modaIidad del con-
cepto más amplio de daño. Sin duda, por eso puede concep-
tualizarse al prejuicio como un daño, un desmedro, un me-
noscabo en el patrimonio de una persona, o lo que Csta se
ve privada de ganar. En consecuencia, entendemos que este
perjuicio o dano normalmente será mensurable económica-
mente, ya sea que el mismo fuese material o moral. Tam-
bién hay que tener presente que la acción declarativa tiene
que conformar un caso, esto es, que no debe ser una mera
especulación: debe buscar evitar los efectos de un acto en
ciernes al que se le atribuye la ilegitimidad. Al igual que
la acciéln de amparo, tiene una finalidad preventiva, motivo
por lo cual normalmente el daño consistirá en evitar que
salga algo del patrimonio del accionante, que para el peti-
cionante evidentemente tiene un valor, por formar parte de
su derecho de propiedad, extremo contekplado expresamen-
te como valor del pleito a los fines de la regulación de ho-
norarios y del pago de los servicios de j ~ s t i c i a " ~ .
En este complejo camino, más complejo de lo que a
primera vista sugiere una frase que parece tan clara como

5 CHRISTENSEN, Lu accidn declarariva: ¿tiene monto económico?, "Legal-


manía", www.legalmania.com.arlderecho/accionndec1arativaahtm.
82 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

"procedimiento de contenido patrimonial", resulta posible


inferir la existencia de un subuniverss de tópicos sustraídos
del imperio del art. 21, con todos los matices y dudas perti-
nentes. Encontramos muy útil, a tales fines, la sistemati-
zacióln de GRAZIABILE, quien plantea cuidadosamente la exis-
tencia de situaciones border line en las que toda soIuci6n es
más o menos insatisfactoria, y sin que la cita comporte con-
cordar necesariamente con algunas de sus conclusiones.
1I
Dice el referido autor: Algunos precedentes jurispru-
denciales han excluido a los juicios de desalojo, aunque se
decidió lo contrario cuando el inmueble locado sea el esta-
blecimiento donde el concurso ejerce su actividad comer-
cial, afirmándose que si es para uso de vivienda familiar es
ajeno al concurso. En la actualidad, atento a tratarse de
un juicio de conocimiento queda exceptuado y continuará
su trhmite ante el juez natural, siempre que estuviese ini-
ciado, y la sentencia valdrá como verificación, por lo que el
problema queda reducido para el caso en que no haya sido
iniciado. Debe reconocerse que el desalojo importa la res-
cisión del contrato de locación, adquiere verdadero conteni-
do patrimonial, por lo que entendemos que no podrá ser
iniciado, quedará afectado a la prohibición legal y deberá
verificarse la obligación del concursado de restitución del
inmueble. Quedan excluidos del fuero de atracción los pro-
cesos de naturaleza administrativa, ya que en principio no
serian Juicios' y porque tratándose de obligaciones cuya
prestacibn ha sido liquidada por el fisco, dicho organismo
recién podrá ocurrir concursalmente cuando los actos ad-
ministrativos pertinentes queden firmes y determinen el
crédito a insinuarse. Tampoco se atrae el trámite recursi-
vo tributario, por tratarse de una verdadera demanda del
sujeto pasivo del tributo contra el fisco; por ello, mucho
menos cuando se encuentran en recurso ante el tribunal fis-
cal. Ha presentado dudas el case de los creditos por servi-
cio aduanero en el caso de los arts. 997, 998 y 999 de la ley
22.4 15 -Código Aduanero- par mercaderlas que se encuen-
tran en zona primaria aduanera, las que no entrarán al con-
curso hasta que no se cobre el fisco aquel crédito, pues así
lo dispone la norma. Por ello, el derecho que le asiste a la
Aduana de ejecutar separadamente por estos crkditos este
tipo de mercaderías no queda afectado por la vis attrativa
REGLAS Y EXCEPCIONES 83
concursal. También se han excluido por resolución preto-
riana los pedidos de convocatoria a asamblea, reeonocimien-
to de calidad de socio y los juicios por la impugnación de
las mismas, cuando la sociedad esté concursada, por care-
cer de contenido patrimonial stricto sensu. Se fundó, ade-
m a ~ tal
, solución en el hecho de que estas acciones referidas
a las relaciones intestinas de una sociedad tienden a fijar la
validez de sus decisiones internas o sus estructuras, lo que
significa que hacen al estado lde la persona jurídica, sin per-
juicio que de ellas pudiera resultar algún derecho credito-
rio. Aunque igualmente la situación debe analizarse en cada
caso en particular, teniendo principalmente en cuenta la de-
cisión asamblearia que se impugna y su posible contenido
patrimonial. En cuanto a los juicios penales contra el con-
cursado, debe entenderse que los mismos cuando carecen
de contenido patrimonial no quedan afectados por el fuero de
atraccion, y en todo caso quedará suspendida la incorpora-
ción crediticia concursal cuando exista algún supuesto de
prejudicialidad conforme el art. 11O 1 del Cód. Civil. Cuan-
do el proceso penal tenga naturaleza patrimonial sobre el
concursado -p.ej., daños y perjuicios demandados en sede
penal- deberán diferenciarse dos situaciones: si el juicio ha
sido iniciado, en tal caso corresponde su continuación hasta
el dictado de la sentencia, por tratarse de juicio de conoci-
miento en trámite; pero si la acción no fue incoada, queda-
rá afectada a la prohibición de iniciarla y deber5 directa-
mente verificarse en el concurso. Existente el juicio penal
y declarado el estado concursal, cobran efecto sobre el pro-
ceso penal todas las medidas ordenadas por el plexo norma-
tivo del concurso; por 10 tanto, el desapoderamiento ate-
nuado alcanza también a los bienes afectados a la acción
civil en el juicio penal, ello, sin perjuicio de que a partir de la
reforma deberán levantarse las medidas cautelares trabadasTJ6.
Resulta casi ocioso apuntar que, obviamente, las men-
ciones de los arts. 21 y 132 están referidas a situaciones en
las que el concursado o fallido es el sujeto demandado (es
decir, está enfocado desde la faz pasiva de la relación): "los

de acciones y fuero de atmccidn en el concurso


~ ~ A Z I A B ~ L E Suspensidn
,
preventivo. Versión S006 (ley 24.522, reformada por la ley 26.086), JA, 2006-
11-1345.
84 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

juicios de contenido patrimonial contra el concursado por


causa o título anterior a su presentaci6nM;"todas las accio-
nes judiciales iniciadas contra el fallido por las que se re-
clamen derechos patrimoniales"; las expresiones utilizadas
no dejan margen de duda. "El radio subjetivo de la atrac-
cibn, entonces, excluye -a contrario- las acciones iniciadas
por Xe deudor. Ello es asi, pues de otro modo la ley no hu-
biese aclarado que son los juicios contra el deudor. Sobre
estas causas el efecto suspensivo no produce efectos y con-
tinuarán normalmente el trámite. Existen ciertos supues-
tos que pueden resultar dudosos, tales como el caso de re-
convención contra el concursado, concursado codemandado
o citado como tercero (R~uILLoN)"~.
En resumen, para que la regla general del art. 21 se
aplique (generosamente excepcionada en el mismo disposi-
tivo: juicios de expropiación, juicios fundados en relaciones
de familia, ejecución de garantías reales, procesos de cono-
cimiento en trámite, juicios laborales, juicios en los que el
concursado sea parte de un litisconsorcio pasivo necesario)
es menester:
a ) Que se trate de proceso (o de acción, atento la prohi-
bición de deducir nuevas de éstas) de contenido patrimonial.
b ) Que se trate de un proceso (o de una acción) deduci-
do o a deducir, en sede judicial (o, atento las previsiones de
nuestras leyes adjetivas, en sede arbitralg); pero no en sede
administrativa.
c ) Que se trate de un proceso ( o de una acción) promo-
vido o a promover contra el cesante -ya concursado, ya
quebrado-.

El art. 17 de la Const. nacional prevé lo siguiente con


referencia a Ia expropiaci6n: "La propiedad es inviolable, y

7 MOLINA SANDOVAL, El cambio de las reglas de juego en el fuero de atrae-


cián conctarsal, ED, 2 17-633.
8 El juicio arbitral -más alli del carActer convencional que lo sustenta
y de tratarse de "jueces privadosw-es técnicamente tan juicio como el que se
sustancia en sede judiciaI y ante los jueces de la Constitución.
REGLAS Y EXCEPCIONES

ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino


en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por
causa de utilidad publica, debe ser calificadapor ley y previa-
mente indemnizada".
La ley de facto 21.499 regula el marco general expro-
piatorio cuando es llevado a cabo por el Estado federal (la
ley también preveía la situación de la extinguida Municipa-
lidad de la Ciudad de Buenos Aires). Se encontrará en el
Apéndice una transcripción de las partes que pudieran re-
sultar conducentes a los fines de esta exposición.
Cada provincia cuenta con una normativa propia. En
el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se trata
de la ley 293 (largamente conocida por los concursalistas,
pero por su aplicación c o m o respuesta al problema que
suscitan las habitualmente denominadas "empresas recu-
perada~'')~.
El proceso expropiatorio" eximido de suspensión, atrac-
ción y prohibición de deducción de nuevas acciones (art.
21, inc. 1) no distingue respecto del sujeto expropiante, ni
si la ley sobre la base de la cual se deduce dicho proceso es
la ley nacional citada o alguna normativa provincial o la
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todos ellos están
exentos de la triada de efectos previstos en general por el
art. 21.

UBEID- UBEID- Zmm, Aspectos laborales en la ley de concursos y quie-


bras, p. 31 a 34.
10 "Los juicios de expropiación tienen lugar cuando el expropiante y el
expropiado no han llegado a un acuerdo en relación al valor a otorgar al
bien objeto de la expropiaci611, el expropiante promueve el juicio de 'expro-
piacibn' correspondiente, a fin de obtener el dominio del bien. En dicho
proceso, el particular puede ofrecer prueba tendiente a demostrar que el pre-
cio del bien es mayor que el ofrecido por el Tribunal de Tasaciones. En ma-
teria concursal, el deudor promueve la acción contra el expropiante, con el
fin de conseguir el pago del valor del bien declarado de utilidad pública (art.
54, ley 2 1.499). El 6nico proceso judicial de esas características, compren-
dido dentro del art. 21 de la ley de concursos, es el juicio de expropiación, el
cual no se ve suspendido a consecuencia de la sentencia de apertura del pro-
ceso concursal, en virtud de obvias razones de utiIidad pública, dado que, si
un determinado bien, es declarado como tal, no resultaría aconsejable, pri-
var al organismo estatal correspondiente de la utilizacihn de ese bien, lo
cual, en el caso de un concurso, puede llegar a tornar demasiado tiempo"
(GRISPO,Tratado sobre la ley de concursos y quiebras, t. 1, p. 334).
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

La ley de facto 21.499 tiene un dispositivo que hace


inaplicable el fuero de atracción (art. 19). Ello resulta en-
tendible en una normativa nacional, y de no existir una
previsión al modo del art. 21 de la LCQ -análoga sobre el
particular al art. 22 de la así llamada ley 19.551- tampoco
hubiera podido predicarse atracción respecto de los juicios
deducidos en mérito a la referida ley. Se hubiera plantea-
do, sin embargo, un severo conflicto respecto de disposicio-
nes de tal suerte en las leyes provinciales.
En el juicio sumario de expropiación, se deberá dar in-
tervencibn al síndico concursa1 (con el cuestionable rol de
##
parte necesaria"). Si el síndico llegara en ocasión de par-
ticipar, una buena oportunidad para hacerlo será el alegato
previsto por el art. 19, párr. .4 Es relevante acotar que
'
aquí el dictamen y la intervención de esta sorpresiva parte
necesaria se diferenciará del que debería hacer en un juicio
continuado, por ejemplo, en los términos del inc. 3 del art.
21 de la LCQ. Y ello porque, en la especie, no estará, en
juicio la ulterior posibilidad de reconocimiento de la cali-
dad de accipiens para el actor. El expropiante no subingre-
sará en modo alguno en la masa, pues la sentencia de conde-
na que persigue es aquella que le permita tomar la propiedad
o el uso temporario del bien sujeto a expropiación y que dé
por bueno un cierto precio indemnizatorio. Así, pues, el
rol sindical -en el concurso preventivo- deberá básicamente
centrarse en la regularidad del trálmite, incluido el justo
precio de la indemnizacibn. En el caso de quiebra, el sin-
dico actuará como contradictor legal. Obviamente (aunque
ello excede el marco de esta obra), podrá accionar por re-
trocesi6n o por expropiación irregular. Para que el sindico
llegue a avenimiento, será menester la autorización del juez
concursal (arg. art. 182, LCQ).
Sobre el rol sindical en este particular proceso, apun-
que, en lo atinente a los jui-
il
tan BAUZA DE BINAy FRAGAPANE
cios de expropiación que no se atraen, donde el Estado ha
declarada de utilidad pública un bien del deudor concursa-
do abonando por ello una indemnización, va de suyo que si
bien la falta de anoticiamiento al tribunal concursal del
proceso de marras no impedirá la prosecución de la causa,
quien tiene la carga procesal de hacer saber al juzgado d6n-
de tramita el concurso, la existencia de ese juicio no es el
REGLAS Y EXCEPCIONES 87
fisco sino el propio deudor, pues si no lo hace, y con ello
permite que activos que por su naturaleza son indisponibles
sin previa autorización judicial (art. 16)) se conviertan en
'sumas de dinero' (disponibles sin más), podría incurrir
en alguna causal que amerite la aplicaciáln de las sanciones
del art. 17, tales como la designación de un veedor, un
coadministrador o inclusive un interventor. Mas, y en lo
que aquí nos interesa, la función del síndico una vez hecho
parte en el expediente de expropiación consiste en controlar
el correcto procedimiento del juicio y, cuando se determine
la suma que el Estado abonará en concepto de indemniza-
ción, anoticiar al juzgado concursal de esa circunstancia de
modo tal que el elenco de acreedores concurrentes tome co-
nocimiento y la evaltie d tiempo de conferir o no su confor-
midad con las propuestas concordatarias. Y en su caso el
tribunal le requiera al deudor informe sobre el destino que
dará a dichos ingresos"".
Esta excepcibn al rkgirnen de atracci6n-suspensi6n-
prohibición de deducción de nuevas acciones, era explicada
así por HEREDIA: "El fundamento de la no radicación del trá-
mite referido se encuentra en las razones de 'utilidad públi-
ca' que le son inherentes a las expropiaciones (art. 4", ley
21.499) y de que se trata de un procedimiento que no está
sujeto al fuero de atracción de los juicios universales en ge-
neral por aplicacidn de la ley especial que lo rige (art. 19,
ley 21.499). Por lo demiis, en el proceso expropiatorio el
patrimonio concursa1 no sufre alteraciones, pues en reem-
plazo del bien expropiado ingresa una indemnización que
debe ser Justa' o sea, actual e integral. Hay, se dice, una
'conmutaci6n' de valores. Como fue destacado en el comen-
tario al art. 15 de la LCQ, el deudor concursado preventiva-
mente no pierde su capacidad procesal. Por tanto, no exis-
te inconveniente para que actúe como parte demandada en
el juicio de expropiación que le promueva el órgano estatal,
ni como parte actora en el caso que decida promover la de-
nominada expropiación "irregular", a fin de que el Estado
cumpla su decisidn de adquirir el bien o cosa declarado de
utilidad ptíblica. Puede el convocatario, asimismo, deducir

DE PINA- FRAGAPANE,
1' BAUZA El sindico como parte necesaria, "Revista de
Derecho Concursal", t. VI, en prensa.
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

la acción de retrocesión prevista por los arts. 35 a 50 de la


ley 21.499, pero en este ultimo caso, atento el pago s depó-
sito previo que le exige el art. 45, inc. b, de la citada nor-
mativa y, en su momento, el dep6sito definitivo del art. 45,
inc. g , parece juicioso exigir que anticipadamente tramite
autorizacibn judicial regulada por el art. 16 de la LCQ, para
los actos que exceden de la administración ordinaria"12.

E1 inc. 1 del art. 2 1 exime de la suspensión-atracción-


prohibicibn de deducción de nuevas acciones a los procesos
que "se funden en las relaciones de familia". Estos proce-
sos cuentan con una excepción que comparten con los otros
ubicados en el mismo inciso: no están alcanzados por la
prohibición de dictado de medidas cautelares y regimen de
levantamiento de éstas (normas sólo aplicables a los proce-
sos previstos en los incs. 2 y 3), y con una excepción propia
y exclusiva: éstos son los únicos juicios donde no se inmis-
cuirá el sindico.
¿Qué juicios fundados en las relaciones de familia goza-
rán de tales excepciones?, ¿todos los juicios fundados en re-
laciones de familia?
La ley no discrimina, mejor dicho, no lo hace en el art.
21. Parecería, según tal texto, que lo atinente a los recla-
mos fundados en relaciones de familia tiene carácter extra-
concursal. Sin embargo, el art. 156 prevk, en el tema de
alimentos, que sólo corresponde reclamar en el concurso el
crédito por alimentos adeudados al fallido antes de la sen-
tencia de quiebra.
Lo que significa que hay items fundados en relaciones
de familia que tienen carácter concursal -que no se ejecu-
tan como si el debitor estuviera in bonis, sino que deben
concurrir al seno del proceso universal-.
Esto lleva a concluir que, en verdad, los juicios que go-
zan de ajenidad son los referidos a cuestiones puramente
familiares. Así, se trataría de una norma redundante por-
que no sería, entonces, un juicio de contenido patrimonial.

12 HEREDIA,
Tratado exegético áe derecho concursal, t. 1, p, 558.
REGLAS Y EXCEPCIONES

Ir
Citamos a ESPARZA: NOSparece interesante reseñar, aun-
que sea sucintamente, la postura que los autores RICHARD,
MALDONADO y ALVAREZsostienen en su obra, pues allí podemos
leer que 'no es una excepci6n propiamente dicha, ya que s6-
lo se suspenden los juicios de contenido patrimonial. En la
clasificacibn que efectúa ALSINA,los juicios de familia, de es-
tado, los que sustentan acciones de contenido personalisirno,
no se suspenden, porque no tienen contenido patrimonial, tal
como surge de la inteligencia de los arts. 22, 112, inc. 1, y
136 de la ley de concursos, por lo que las normas podrían
haber omitido esta supuesta excepción, ya que no sería tal"'13.
El mismo autor apunta, sin embargo, lo siguiente: "Lo
primero que debemos decir es que el legislador falencia1
(tanto el de la ley 19.551, como los posteriores, y funda-
mentalmente el de la ley 24.522) no ha tenido una clara y
definida postura en este tema (complejo y difícil) de las re-
laciones entre derecho concursal y el derecho de familia
(tanto en su faceta extrapatrimonial como patrimonial, la
cual obviamente tiene una injerencia a la hora de la falen-
cia). En efecto, por un lado edicta que todo lo referido a
las '. .. relaciones de familia.. .' parecerian estar totalmente
sustraídas al juez del concurso, pero luego como muestra
de esa indefinicidn (llamémosle politica) regula en mate-
ria de alimentos que '... $610 corresponde reclamar en el con-
curso el crédito por alimentos adeudados al fallido antes de
la sentencia de quiebra. ..' (art, 156, LCQ), sugerente dispo-
sición (que aunque redundante si la miramos a travds de
los arts. 32 o 200, LCQ) adquiere una mayor significacióln
si el prisma es a través de los arts. 2 1, inc. 2, o 132 de la
LCQ. Tambien las disposiciones de los arts. 108, incs. 3 y
4, de la LCQ, las cuales parecerían reafirmar el primado de
la legislacibn concursal y su magistratura por sobre el dere-
cho de familia. Primer tema que dejarnos señalado, la falta
de una clara y definida política legislativa al respecto, la
cual obviamente genera que el juzgador deba crear juris-
prudencia al respecto y las ldgicas inseg~ridades"~~.

13 ESPARZA, LOS juicios fundados relacionas de familia ante el conctcr-


so. Un fallo y algo mds que una cuestibn de competencia, ED, 188-589.
14 ESPARZA, EOS juicios fundados en relaciones de familia ante el conctcu-
so. Un fallo y algo más que una cuestidn de competencia, ED, 188-590.
90 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Dificultades aparte (porque siempre habrzi temas don-


de es sencillísimo considerar que la exigencia legal está en
estado puro y otras donde comporte un verdadero intrin-
gulis), la regla parece clara. Sobre el punto, acota M ~ L I N A
SANDOVAL: "En relación a los procesos de familia, cabe se-
ñalar que -de manera similar al régimen anterior- la ex-
cepción consagrada en el art. 21, inc. 1, de la LCQ, sólo
procede en aquellas casos en los que se discuten relaciones
familiares propiamente dichas (acción de filiación, juicio
de adopcidn, etc.), pues si tienen contenido patrimonial
están alcanzadas por la atracción concursal, siempre que
no se trate de un proceso de conocimiento (art. 21, inc. 2,
LCQ)"15.

La detención de la posibilidad de agresión patrimonial


por el acreedor desatendido -habilitado para ello por el art.
505 del Cód. Civil y alentado a ello por el principio prior in
tempore- es una de las claves de bóveda de la técnica con-
cursal.
En el caso de la rehabilitación, ello resulta más que evi-
dente. Se otorga al debitor la posibilidad de generar un
ámbito de relativa serenidad y tiempo (bajo celosa vigilan-
cia sindica1 y sujeto a diversas restricciones que fuerzan a
recurrir al juez del concurso), pasa que el citado deudor
pueda controlar la conformación de la masa pasiva habili-
tada para considerar su propuesta, formular adectaadamen-
te dicha propuesta (en el sentido de que se ajuste a los pa-
rámetros inderogables de la ley concursa1 -v.gr., art. 56-,
que comporte una recta solución que no implique abuso o
enriquecimiento incausado de su parte -arg. art. 52, inc.
4-), y para que pueda colectar las conformidades mayorita-
rias que permitirán tener por aceptada la oferta. Resulta-
ria ilógico que, encontrándose en tal situación, hubiera
acreedores que pudieran seguir adelante con las ejecuciones
sobre su patrimonio.

15 MOLTNA SAMDOVAL,El cambio de las reglas de juego en el fiero de atrac-


cidn concursal, ED, 2 17-630.
REGLAS Y EXCEPCIONES 91
En el caso de la liquidacion, ello proviene de una regla
de elemental practicidad: la concentracidn del procesa li-
quidativo en un unico funcionario que lleva adelante las
subastas o licitaciones, que colecta los créditos pendientes,
que persigue la reintegracion de activos indebidamente cus-
trafdos a la garantía colectiva, que acciona por responsabi-
lidad y que, una vez obtenidos los fondos, proyecta su dis-
tribución conforme las preferencias legales. En el caso,
resultarfa perturbador para el obrar de tal funcionario que
éi hubiera de lidiar con ejecuciones dispersas, que tuviera
que promover tercerfas de mejor derecho, que no pudiera co-
brar acreencias por estar embargadas en otras ejecuciones,
etcktera.
Este esquema reconoce, sin embargo y más allá de los
temas excluidos de la concursalidad (expropiaciones, rela-
ciones de familia), una excepción clásica: el derecho de co-
bro preferente, por vía de ejecución, del acreedor con ga-
rantías reales.
La cuestión de las ejecuciones hipotecarias y prendarias
fue motivo de acalorado debate, apenas dictada la ley 19.551,
porque el texto legal parecía habilitar la ejecución de ellas
con total ajenidad al ámbito concursa1 -no estaban sujetas
a atracción ni suspensión e, incluso, era altamente discuti-
ble que debieran solicitar verificación-. En el caso de quie-
bra la situaci6n era angloga, aunque existia un cierto con-
trol judicial -si bien formal- porque la vía de ejecuci6n era
el concurso especial que tramitaba ante el magistrado con-
cursa1 (arts. 130 y 203, LCQ).
El camino para imponerles el deber de solicitar verifica-
ción (y sOlo éste; no el de obtener reconocimiento verifi-
catorio) y para que las ejecuciones en cuestidn se radicaran
ante el tribunal concursa1 -en caso de concurso- fue muy
largo. Lo último, la radicación, termin6 frustrada por un
desconcertante fallo de la Corte Suprema.
Realiza R U B ~ un
N detalladismo racconto: "Por un lado,
estaban quienes pretendían entronizar a los acreedores titu-
lares de prenda o hipoteca, considerándolos extraños al. pro-
ceso concursaZ. En el otro extremo se encontraban quienes
entendían que los acreedores que contaban con prenda o
hipoteca, no tenían por qué gozar de una excepción no pre-
92 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

vista en la ley, ubici~ndciseen situación prevaleciente, inclu-


so de otros acreedores superiores a los suyos. En esa línea
pueden encontrarse dos ponencias presentadas ante las Pri-
meras Jornadas de Derecho Concursa1 en 1979, las que pro-
piciaron una modificación radical a ese rggimen: una of-re-
cida por los doctores Cousa, LUCHINSKY y SCOLNI,y otra por
las doctoras BAUER y FARHI DE MONTALBAN, La comisión re-
dactora del proyecto que culminó transforrn5ndose en la
ley 22.917, tampoco impuso la obligación de verificar los
créditos prendarios e hipotecarios. A través de una fórmula
ecléctica, en tributo a la supuesta necesidad de defender el
crédito fundiario y pignoraticio, estableció en el art. 22,
inc. 1, que a los acreedores de esa indole les alcanza con
presentar el pedido de verificación para poder iniciar o pro-
seguir la ejecucion en ámbito extraconcursal, y, en muchos
casos, en otras jurisdicciones judiciales. CAMI~IARA
criticó enér-
gicamente a esa norma. Se preguntaba: ¿que pasa cuando
alguien se limita a presentar el pedido de verificación de un
crédito prendario o hipotecario, al instante encara la subas-
ta del bien, si, a posteriori, no completa el proceso verifica-
torio o lo desiste? Siguiendo a ROUILLON, consideraba que
era preferible esperar que se complete el trámite verificato-
rio para luego permitir la fase ejecutoria. El Anteproyecto
de ley de concursos de 1987 del senador MAUHUM, en su art.
52 establecía que no podía efectuarse la venta de los bienes
gravados por prenda o hipoteca si no se verificaban previa-
mente los créditos que garantizaban. En ese mismo año el
Proyecto de Código Único Civil y Comercial esbozó una dis-
tinción entre el crédito prendario e hipotecario meramente
financiero, del generado para contribuir a la construcci6n o
mejora de un inmueble. En el artículo referido a los privi-
legios especiales, fueron ubicados en incisos distintos, 10
que implicaba mejorar la segunda modalidad, postergando
a la primera (art. 3883, incs. 5 y 7)"16. Prosigue el autor ci-
tado con el relato de ciertos proyectos que existieron en el
seno de la comisión del Ministerio de Justicia que elaboró
el Proyecto de Reformas de 1993 -y que dejQ en lo sustan-
cial el sistema anterior, con un particular detalle: e1 art. 22,

16 RUB~N,
Créditos con garantia especial y procesos concursales en la ley
24.522, LL, 1996-C-1422.
REGLAS Y EXCEPCIONES 93
inc 2, proyectado preveia: "la radicacih ante el juzgado de
concurso de todos los juicios suspendidos según el inciso
anterior y de los de ejecución prendaria e hipotecaria cual-
quiera sea la jurisdicci6n en que tramiten".
Sabido es que la ley 24.522, en su redacción original,
mantuvo la solución de compromiso de la ley 22.917. R u s f ~
dice: "lo primero que hizo fue extender el injusta régimen
de excepción de las ejecuciones prendarias o hipotecarias a
todas las ejecuciones de créditos con garantía especial"".
Proveyó, sin embargo, una notable modificación: sujetó ta-
les ejecuciones al fuero de atracción, es decir que, también
en el concurso preventivo, éstas debían continuar su trami-
taci6n o ser promovidas por ante el magistrado concursal.
La clara letra de la ley no fue óbice para que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación entendiera todo lo con-
trario y fijara un enfoque interpretativo que abrogó -por
imperio de su ejemplaridad- la mentada soluciijn.
Señalaba ROUILLON, con pesar evidente -por participar
de la interpretacidn adecuada del dispositivo contenido por
41
el art. 21- pero con remarcable prudencia: Una interpreta-
ciOn de los ines. 1 y 2 del art. 21 de la ley concursal, destaca
que la regla general y primera, hoy, es el fuero de atraccibn
intenso del concurso preventivo, que abarca a todos los jui-
cios de contenido patrimonial contra el concursado, cuyas
únicas excepciones legales son las mencionadas en la pri-
mera frase del inc. 2 citado: 'quedan excluidos de la radica-
ción ante el juez del concurso los procesos de expropiación
y los que se funden en las relaciones de familia'. Esta tesis
asigna a la segunda frase del mismo inciso la significaciun
que surge de la lectura de su propio texto, esto es, reglar la
posibilidad de continuación o de iniciación de las ejecucio-
nes de garantías reales después de haberse presentado el
pedido de verificación respectivo, y nada más, ya que nada
hay en dicha frase que autorice a suponer que están exclui-
das del actual, e intenso, principio de radicación ante el
juez concursal. Es la interpretacidn que hemos sostenido y
que compartimos con una porción significativa de tribunales

17 R u s f ~ ,Créditos con garantía especial y procesos concursales en la Ley


24.522,LL, 1996-C-1422.
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

de segunda instancia del país, así como algún tribunal supe-


rior provincial, Otra postura interpretativa considera que
en el inc. 2 del art. 21 de la ley concursal, se reglan todas
las excepciones al principio de radicación normado en el
anterior inciso. Por lo que, a los Juicios de expropiacibn y
a los fundados en relaciones de familia, suman estas ejecu-
ciones de garantías reales, debido a la ubicación sisternáti-
ca de ellas dentro del inciso que determina las exclusiones
al fuero de atracción. Esta interpretacibn, también segui-
da por numerosos tribunales del país, fue la adoptada por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación decidiendo la
inoperatividad del fuero de atraccibn del concurso preventi-
vo respecto de las ejecuciones de garantías reales in re: 'Ca-
sasa SA c/Saiegh, Salvador, y otro slejecución hipotecaria',
el 2 de abril de 1996... Por ello, y sin perjuicio de lo inte-
resante de la disputa en el plano doctrinario (y de mantener
nuestra opinión en ese área), o de la eventual aclaración del
texto de la ley por vía de una reforma legislativa, creemos
que frente a la consolidación de la jurisprudencia de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, bien harían los tri-
bunales inferiores del país, llamados a resolver conflictos
de competencia en los supuestos en que el alto tribunal no
es el superior común de los jueces en contienda, en adecuar
sus decisiones a la misma línea jurisprudencia1 de la Corte
Suprema, en aras de la seguridad jurídica y de la igualdad
de los litigantes"'s.
Dedic6 MAFF~A al punto varios apasionados y apasionan-
tes párrafoslg. Machaca este autor con algo tan elemental
como que la "atracción" y la "suspensión" podrán ir de la
mano, pero no son lo mismo y que las dos oraciones del
inc. 2 del art. 21 de la ley 24.522 regulaban situaciones di-
versas (la primera, qué juicios no se atrai'an; la segunda, la
suspensión provisoria de las ejecuciones de garantías reales
hasta que solicitara verificación el accionante). Aprovecha
la ocasión para rendir acabado homenaje a un sesudo pro-
nunciamiento del juez Mosso y remata con estas durísimas

18 ROUILLON, LAS ejecuciones de garantías reales y d fuero de atracción del


concurso preventivo del deudor, LL, 1998-E-107.
19 M A F F Aspectos
~, de Ea nueva ley de concursos (VI. El fuero de atrac-
cidn, LL, 1996-D-1301, especialmente p. 1320.
REGLAS Y EXCEPCIONES 95
palabras: "Volvamos al texto legal: a ) El inc. 1 del art. 21
prescribe 'la radicaci6n ante el juez del concurso de todos
los juicios de contenido patrimonial contra el concursado'.
Como vimos, se trata de la disposición de norma, lugar
ocupado antes por la suspensión. b) El inc. 2 dice en su
primera parte qué juicios 'quedan excluidos de la radica-
ción ante el juez de1 concurso'. Esa exclusión, que erige en
excepcionales ciertos procesos, no incluye a las ejecuciones
hipotecarias, prendarias, etcétera. e ) La segunda parte del
inc. 2 habla de suspensión ('las ejecuciones de garantias
reales se suspenden...'); no dice que se atraen. Como la
cláusula es dudosa, quienes afirman la tramitación dualista
tratan de llevar agua a su molino, pero ¿basta con la inteli-
gencia posible de una cláusula 'dudosa' para fabricar una
excepción? ¿Y nada menos que una excepción en orden a
la competencia de un juzgado concursal? Contestamos que
no a 10 último en razón de lo ya dicho y repetido: porque se
trata de un proceso necesariamente único para salvar la
nota de universalidad del. concurso. Porque la competen-
cia del magistrado concursa1 es absoluta e inderogable.
Porque se juega toda el patrimonio del deudor. Porque el
procedimiento es inquisitivo, por tanto juez y síndico dispo-
nen los pasos y medidas que hacen al proceso. Porque el
fuero de atracción, para bien o para mal, es un regimen
lato -no ya un criterio o un principio- de la ley vigente.
Porque en una balanza que recoja ventajas y desventajas, al
favor para el concurso sólo podrían oponérsele la conve-
niencia para un acreedor ya sobradamente favorecido por el
mantenimiento de garantías supervivientes de siglos lejanos.
Porque ese acreedor, casi siempre financiero, sólo sufriria
la molestia de una distinta competencia territorial. Porque la
competencia territorial pactada es casi seguro que obedeció
a la voluntad del acreedor. Porque destroza la sistemática
legal -concediendo, volupnpt~presunta, que procediera ha-
blar de 'sistemática' respecto de la ley 24.522-; la sistemáti-
ca legal, insistimos, quedaria destrozada si un cañero de
Salta o un conmilitón de pingüinos y focas debiera, por im-
perio legal inexcusable, concurrir a Buenos Aires porque
el empresario, alguna vez, fijó esa sede social aunque sus
establecimientos estuvieran en los extremos austral y nórdi-
co del país, pero en cambio se libera de esa molestia al
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

acreedor hipotecario que en el contrato de venta o de mu-


tuo hizo consignar una cláusula en punto a la competencia
territorial. Porque la competencia territorial pactada pue-
de imponerse al deudor hipotecario prendario, pero no al
concurso que no es el -ni sucede al- obligado. Y porque,
en definitiva aun cuando concediéramos que una cláusula
dudosa admitiera la interpretación que rechazamos, debe-
mos preguntar si se justifica el fórceps en vista a otorgar
un favor mas al acreedor más favorecido por el sistema le-
gal en orden a garantías".
Las prestigiosas voces de ROUILLON,RICHARD, JUNYENT BAS,
RUB~N, SOSA, MAFF~A~' y muchos otros nada pudieron en or-
den a consagrar la recta interpretación del art. 21; así como
tampoco nada habían podido en su hora los mismísimos
CAMARAy GAMES~' para supeditar el trámite hipotecario y
prendario al reconocimiento de la calidad de acreedor con-
currente.
Tanto es así que llegó la ley aclaratoria que postulaba
ROUILLON. Ese rol le cabe a la ley 26.086. Pero se verá
más adelante que la solución fue absolutamente inversa a lo
que pretendía la doctrina (al menos, la doctrina aquí cita-
da), aunque seguramente sí resultará del paladar de los
acreedores con garantías reales.
Estos acreedores (cuya situaci6n de privilegio especial
los mantendría ajenos a cualquier propuesta concordataria
de no mediar su conformidad -art. 44, párr. 2", LCQ- y que
no deben aguardar la distribución final para cobrar su
acreencia -art. 209, LCQ-) han merecido tal ventaja notabi-
lísima porque, en alguna medida, se trata de preferencias
habitualmente asociadas al crkdito -e indispensables para
la existencia y agilidad en la obtención de éste-.

20 Desde nuestro modesto lugar intentamos colaborar con tal patriada,


TRUFFA'F,Ejecucio~esde garantías reales y fuero de atuaccián en e/ concurso
prmentivo (la historia sin fin...), ED, 172-1000; ANIDO- TRUFFAT, Ei fuero de
afracción en las ejecuciones reales, ED, 180-420.
21 CAMES señala: "Existe una exagerada sobreprotección de los creditos
con garantía real -diferente de otras legislaciones más avanzadas- que con-
duce a problemas más complicados cuando no se produce la verificación, y
más aún, cuando se frustra el proceso preventivo desembocándose en quie-
bra" (Concursos especiales y subastas extrajudiciales, p. 1 1 2 ) .
REGLAS Y EXCEPCIONES 97
No son simpáticas ni las garantías hipotecarias y pren-
darias, ni los acreedores hipotecarios y prendarios "en abs-
tracto". La dureza de la solución, la imagen colectiva (f6-
cil y habitualmente falsa) del medio empleado por acreedores
impiadosos hace dificil alegar en pro de ellas. A la postre,
y si bien se mira, lo que S h y l ~ c ktenia
~ ~ respecto de Anto-
nio era un derecho de prenda sobre una libra de carne cer-
ca de su coraz6nZ3. Y si bien el prestamista pudo ser ven-
cido por la teoría del abuso del derecho y de muchas otras
mejores maneras que con el clásico sofisma que propuso
Porcia (porque es obvio que quien promete un cierto bien
en garantía, promete también los actos y circunstancias que
son lógica necesidad de su ejecucion; asi que lo de la gota
de sangre era un juego de palabras falazz4),ciertamente no
se hubiera salvado de haber recurrido a la solución concor-
dataria. Por más que otros acreedores hubieran votado un
acuerdo generoso, todo indica que Shylock hubiera podido
ejecutar de todos modos su prenda.
Pero más allá de las discusiones del tipo que anteceden,
va de suyo que sin garantias reales no habría crédito o se-
ria absolutamente inalcanzable. Generaciones de argenti-

22 El mercader de Venecia.
SHAKESPEARE,
23 Obviamente la idea es metafdrica -es impensable que el objeto de
este contrato no repugne al art. 953 del Cód. Civil y que no lo hiciera a
principios básicos aun en la dura República de Venecia en el Prerrenaci-
miento; y además tiene indeterminación del objeto vulnerando el principio
de especialidad-. Se diría, además, que no había traslacidn de la cosa, o
sea que -de haber sido posible el desaguisado- hubiera sido una "prenda
sin desplazarniento", lo que no existía. Pero no es menos cierto que en
aquellas dpocas lo que hacía las veces de los actuales registros públicos
eran los notarios y que Shylock se cuidó de dar resguardo notarial a1 com-
promiso de Antonio.
24 El infame juego de palabras del dux a instancias de Porcia-, esto es
"ni una gota de sangre", es el paradigma del derecho ritual mas rígido e in-
humano (aunque, en el caso, empleado para una causa teóricamente noble).
Así como Shylock es el paradigma del "abusador de derecho", aunque en su
auxilio hay que recordar las humillaciones previas y el rapto -consentido por
ésta- de su propia hija Jessica, la solución ducal sólo se sostiene para solaz
de un público fh-eamente antisemita como el de la Inglaterra isabelina, que
no quería la justicia sino la humillación del prestamista. Probablemente
SHAKESPEARE, moroso consuetudinario y pedigüefio tenaz, estuviera proyectan-
do sus propios deseos con relación a aquellos a los que debía fondos que no
quería restituir.
98 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

nos accedieron por primera vez a su vivienda propia gracias


a los créditos hipotecarios a larguísirno plazo que otorga-
ban entidades nacionales y provinciales. No hay emprendi-
miento industrial serio, atentó las ingentes inversiones en
infraestructura edilicia y maquinarias, que pueda prescindir
de crédito -al que se adosan garantías reales o figuras nove-
dosas de raíz anglosajona más contundentes aun, como el
leasing y el fideicomiso-. Cuando el legislador pretendió
abrir a los obreros una pequeña parte del capital de las em-
presas privatizadas diseñó los "programas de propiedad par-
ticipada" y en ellos los trabajadores recibían acciones sujetas
a prenda.
Ni el cielo ni el infierno, pero una realidad inexorable:
sin garantías suficientes, el crédito huye (o, insistimos, se
vuelve inalcanzable, con el dato paradójico y cruel de que
si está disponible para quienes menos lo necesitan y devie-
ne un objetivo ilusorio para quienes nada pueden hacer sin
su asistencia).
Es posible que el precio a pagar para dar tales certezas
resulte excesivo frente al fenómeno de la insolvencia.
De hecho, destacadfsimos autores han propugnado an-
tes de ahora que las ejecuciones de garantías reales debían
suspenderse durante el tramite concursa1 tanto como los
demás créditos privilegiados y recuperar su capacidad de
agresi6n recién después de la aprobación judicial del acuer-
do (en los términos del actual art. 57).
Pero no es menos cierto que el legislador "modelo 2006"
(un legislador más inclinado a soluciones que tengan -o pa-
rezcan tener- algún tinte social, que a halagar al "capital fi-
nanciero") ha actuado de modo diametralmente opuesto al
sugerido por GAMESy ha venido a bonificar la capacidad de
agresióln de estos acreedores: la omisiOn de solicitud de ve-
rificación no obsta al trámite del juicio, sólo impide el rema-
te (art. 21). Es decir que el proceso de ejecución avanzará
libremente hasta su última instancia y sólo en ese momento
será menester haber solicitado (;y sólo haber solicitado!)
verificación para llevarlo a su conclusión.
El sistema elegido por el legislador (a la postre, una
acentuaci6n del precedente) se resiente de las mismas ob-
servaciones que merecía éste:
REGLAS Y EXCEPCIONES 99

a ) ¿Qué hacer en orden al cobro del crédito amparado


por hipoteca a prenda cuando el tribunal concursa1 hubie-
ra, por ejemplo, resuelto la inadrnisibillidad (del crkdito o
de la preferencia) y estuviera en curca un incidente de revi-
si6n?
b) ~Cólmoresolver -en lo atinente a la extensión del
crédito- la potencial discordancia entre la sentencia ejecuti-
va y la decisión de verificación o admisión firme (visto que
estas dos últimas serían sentencias con efecto de cosa juz-
gada material y con rango superior a la primera, que sólo
tendría efecto de cosa juzgada formal)?
La primera cuesticin no genera problemas en caso de
quiebra. Y no s61o porque alli hay fuero de atracción para
las ejecuciones de garantías reales (art. 132) -aunque con
una técnica cuestionable que produce una doble excepción-,
sino porque la percepci6n de los fondos en una ejecuci6n
especial está sujeta a "previa fianza en su caso" (art. 209 in
fine) .
En el supuesto del concurso preventivo referido anterior-
mente, no basta con la suspensión del art. 24 (que sería un
remedio de emergencia). Parecería que en caso de haberse
declarado inadmisible el crédito o privilegio podría preten-
derse la aplicación de1 criterio sentado por la CSJN en el
caso "Soldimar", alongando la suspensión hasta que recaiga
sentencia firme en el incidente de revisión o verificacióln
tardía. Otra variante seria entender que -por vía analógi-
ca- puede pretenderse que el ejecutante que percibe preste
previa fianza.
La segunda cuestión ha cobrado notable actualidad por
la diversidad de criterios de los jueces en orden a las nor-
mas pesificatorias (ley 25.561, decr. 2 14/02, etcétera). Ima-
gínese que podría ser que el juez de la ejecución entendiera
que un cierto crédito resta en divisa extranjera y el juez
concursal reputó adecuado pesificarlo. O que los jueces di-
sienten sobre el criterio pesificatorio (uno genera una re-
composición "a medida" ponderando la antigüedad de la
mora y el otro aplica el sistema estandarizado de la ley
25.820). Esto mismo, sin necesidad de recurrir a lo que
-mas allá de su gravedad- no deja de ser un tema de coyun-
tura, bien podria plantearse con el c á l c u l ~de intereses, pro-
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

cedencia de la tasa a aplicar, admisión de la posibilidad de


acumular moratorios y punitarias, etcktera. En caso de tal
conflicto, parece evidente que, al fungir el juicio concursa1
como una suerte de "ordinario posterior" (deducible sin ne-
cesidad de previo pago del monto de la condena ejecutiva,
al modo que consagran habitualmente las leyes adjetivas),
la primacia de la decisión del magistrado que tuvo conoci-
miento pleno es indisputable. En la práctica estos temas
suelen zanjarse con tal interpretación y lo más común -cuan-
do el magistrado concursal fij6 una paridad inferior a la del
juez de ejecución- es que se deposite en pago o a embargo lo
establecido en sede falimentaria y que se suspenda el proce-
so de ejecucibn a las resultas de que quede firme una deci-
sión allí dictada que solvente definitivamente la cuestión.

El inc. 2 del art. 21 excluye de la suspensi6n-atracci6n


a "los procesos de conocimiento en trámite". También el
art. 132 que remite al primero.
¿A qué universo se refieren con esa locuci6n? Empe-
zamos por señalar que hay ciertos procesos de conocimien-
to con previsiones propias:
a ) Los procesos de expropiación.
b) Los procesos de conocimiento fundados en relacio-
nes de familia.
c) Los juicios laborales (que son procesos de conoci-
miento).
d ) Los procesos de conocimiento en los que el concur-
sado sea parte de un litisconsorcio pasivo necesario.
Si bien como regla tanto las ejecuciones de sentencia
cuanto los juicios ejecutivos o apremios quedan atrapados
por la suspensión-atracción del art. 21, hay algunos que sos-
layan tal efecto.
a ) La ejecución de la sentencia de expropiación (lo que,
en verdad, no debería afectar el patrimonio cesante porque
frente a la transferencia coactiva del bien declarado de uti-
lidad pública, se produce el ingreso del contravalor que com-
porta la indemnización previa).
REGLAS Y EXCEPCIONES 101

b) l a ejecuci6n de garantías reales (estas hltimas, sin


embargo, no están eximidas de atracciáln en la quiebra; arg.
art. 132).
En respuesta a la pregunta formulada anteriormente,
están excluidos de la suspensiiin-atraccih todos los proce-
sos de conocimiento (que persigan crédito de causa o título
anterior) que no se encuentren en la enumeración hecha
anteriormente (a a d), siempre que:
1 ) Estén en trámite al momento de la presentación en
concurso o quiebra, si fueran procesos judiciales propiamen-
te dichos (arg. arts, 21 y 132, que formula una remisión "al
régimen allí previsto").
2) Se hubiera constituido tribunal de árbitros o arbi-
tradores antes del auto de apertura o de la sentencia de
quiebra (arg. art. 134), si fueran procesos arbitrales [véase
-corno se indicará luego- que toda la construcción pivotea
sobre el art. 134 y que al dies ad quem que los valida no
está atado a ninguna publicidad, sino al día de la falencia;
por analogía (art. 16, Cod. Civil), en el caso de concurso
preventivo debe estarse al día de la apertura].
Debe tratarse de juicios de conocimiento (poco importa
que la ley local tenga un trámite abreviado -al modo del su-
marísimo- mientras el conocimiento sobre el thema deci-
dendurn sea amplio). El juez no puede estar acotado a co-
nocer y decidir sobre ciertas características extrínsecas del
titulo base, sino que debe estar habilitada la proposici6n
para las partes y el poder de indagar para el tribunal, de
todo lo atinente a la relación jurídica sustancial (incluido el.
debate sobre la causa).
Se trata de procesos solventables con sentencia con ran-
go de cosa juzgada material, insusceptibles de reanálisis a tra-
ves de proceso uIterior, al revés de lo que ocurre con las
ejecuciones, cuya sentencia tiene alcance de cosa juzgada
formal y pueden revisarse a través de un juicio ordinario pos-
terior (arg. art. 553, Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, y
dispositivos locales análogos). Para rehuir a la suspensi6n-
atracción estos procesos deben estar en trámitez5. Es decir:

25 NOSreferirnos en exclusiva a 10s judiciales, pues los arbitrales están


tratados en el 5 14, al que remitimos.
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

a ) Deben haber sido promovidos ante tribunal judicial.


Es posible que -vista la habitual asignación de causas por
las cámaras de apelaciones o por una oficina de sorteos- no
se encuentren stricto sensu en un juzgado o tribunal cole-
giado, si cupiera. Ello no les impide "estar en trhmite", pues
si tal presentación importa promoción de la demanda a to-
dos sus efectos (v.gr., para interrumpir una prescripción o
caducidad), va de suyo que lo mismo debe concluirse en el
supuesto en estudio. No importa que la promocidn haya
sido ante tribunal errado (aunque cabe apuntar que si como
consecuencia de la eventual declaración de incompetencia
no se los remitiera al juzgado competente sino que se los
archivara -v.gr., art. 354, inc. 1 in fine, Cód. Proc. Civil y
Com. de la Nacibn, y normas similares- su reproposici6n
en el juzgado podría haber devenido imposible -por mediar
presentacibn en concurso o quiebra-).
b) No basta la solicitud de mediación (a nivel nacional:
ley 24.573).
c) Deben tener instancia abierta. Esto ultimo incluye
los supuestos en que se hubiera repelido liminarmente su
promoción o se hubiera acogido excepci6n de previo y espe-
cial pronunciamiento que no fuera meramente dilatorio, o
se hubiera decretado perención de instancia, o se hubiera
pronunciado sentencia, en tanto y en cuanto no estuvieran
firmes. En cambio, de encontrarse firme cualquier deci-
sión que concluyera el trhmite o que dirimiera el litigio, se
estaría: 1 ) ante pretensión rechazada que obligaria a verifi-
car, de haberlo sido por razón que no perjudicara el derecho
de fondo (v.gr., perención de instancia); 2) ante pretensirjln
rechazada con valor de cosa juzgada (no habria derecho a
verificar y si se intentara chocaría con la referida cosa juz-
gada), o 3) ante derecho reconocido por sentencia firme -cuya
verificacidn deber&demandarse en los tkrminos del art. 32-.
¿A qué fecha deberán estar promovidos y en trámite es-
tos juicios de conocimiento? A diferencia de los juicios so-
bre creditos laborales, promovibles después de la apertura
o la sentencia de quiebra, estos juicios no están exceptua-
dos de la prohibicibn de deducir nuevas acciones (lo que es
lógico porque la eximicion está prevista para procesos y no
para acciones).
REGLAS Y EXCEPCIONES

El problema es si la prohibición rige desde que comen-


zó la publicación edictal o desde el auto de apertura o la
sentencia de quiebra.
Considera HEREDIA que el segundo supuesto es el correcto.
Ea cuestión no es tan clara, según se verá. El art. 21
proclama que "la apertura del concurso produce, a partir
de la publicación de edictos, la suspensión del trámite de
los juicios del concursado por causa o título anterior a su
presentación y su radicación en el juzgado del concurso.
No podrán deducirse nuevas acciones con fundamento en
tales causas o títulos".
El jurista citado apunta que "el nuevo art. 2 1 es claro
al respecto. En su párr. lo hay dos oraciones. La primera
se refiere a la suspensión de juicios y al fuero de atracción,
y en ella solamente la subordinación del dies a quo a la pu-
blicación de edictos. En cambio, en la segunda oración se
establece la prohibición de deducir nuevas acciones de cau-
sa o titulo anterior a la presentacibn, pero sin establecerse
vinculación alguna entre ese efecto y la publicación de edic-
tosWZ6.
El razonamiento transcripto es impecable. Es posible,
sin embargo, que se argumente que el punto seguido entre
ambas oraciones denote subordinación de la segunda a la
primera. Un argumento de tal tipo fue invocado, en su
hora, para adherir al erróneo criterio de "Casasa" y eximir
a las ejecuciones de garantías reales de la atracción que in-
disputablemente sentaba el art. 21, inc. 2, de la ley 24.522
-en su redacción original-.
Aunque la pura lógica debería bastar para apoyar la
conclusión de HEREDIA, nos permitimos contribuir con un
argumento valorativo: el desideratum teórico de la ley con-
cursa1 sigue siendo la concentración de la solución de los
conflictos patrimoniales preconcursales del debitor cesante,
en las manos del juez concursal.
Admitir como proponibles demandas entre la presenta-
ci6n y la primera publicaci6n edictal, permitiría eludir tal

26 HEREDIA, Ley 26.086: nuevo modelo en el régimen de suspensión y


prohibicidn de acciones y en el diseño del fuero de atracción del concurso pre-
ventivo, JA, 2006-11-950.
104 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

manda implícita de modo harto sencillo. Nos parece mas


valiosa, entonces, la interpretacióln aquí defendida.
¿Que hacer con los juicios de conocimiento promovidos
entre la presentación y la publicación de edictos? Son tan
nulos como los promovidos después que ésta hubiera co-
menzado. S610 que, si bien el efecto de anoticiamiento
edictal es más relativo y, en general, los acreedores se ente-
ran de la presentación inmediatamente de acaecida, en es-
tos casos debe presumirse la buena fe del accionante (que,
al menos desde lo formal, podrá ignorar la circunstancia de
la presentación) y eximirlo de costas.
Aclaramos, a estos efectos, que considerarnos que cuan-
do la ley dice "a partir de la publicación de edictos" se está
refiriendo a la primera publicación del primer edicto que
aparezca impreso. No es relevante que exista una plurali-
dad de publicaciones en diversas jurisdicciones. Bastará la
primera aunque no coincida con la jurisdicci0n del juicio
continuado. Esto en la línea de considerar que -hoy por
hoy- no hay anoticiarniento real alguno que emane de ellos.
Ya lo dijimos: los acreedores en general se enteran por otras
vias (noticias periodísticas, el boca a boca del segmento de
mercado donde operan, etcetera). Salva estudios especia&
zados, nadie Iee estos edictos. Se trata de un dato formal
erigido en recaudo temporal por el legislador -que bien po-
dría haber seleccionado uno diverso-.
Por último, si los procesos de conocimiento portaran
pretensiones de cobro con base en cartulares, igual se esta-
ría a la eximlci6n de suspensión-atracción, si tal cobro se
persiguiera por vía de conocimiento. La vía ejecutiva es
renunciable y no hay óbice en intentar una acción carnbia-
ria a través de un proceso de conocimiento pleno2' -10 que
habilita a discutir el negocio fundante de la adquisicióln del
cartular por su portador y oponer defensas causales, pero
sólo contra éste28-. Hay, además, acciones en el propio

27 SueIe haber estatutos de empleo público que, si el reclamo no se


efectúa en juicio de conocimiento pleno, no autorizan ejecución sobre la par-
te embargable del sueIdo del servidor p6blico.
28 Y Q ~ la
e accidn tramite por via ordinaria puede tener otras conse-
cuencias, pero siempre deben respetarse las directivas del derecho sustancial.
Si en el proceso ordinario se enfrentan vinculados directos en la relacion
REGLAS Y EXCEPCIONES

deer. ley 5965163 que no toleran otro modo de proposici6n


(v.gr., acción causaP9, acción de enrique~irniento~~
-arts. 6 1
y 62, decr. ley 5965/63-3').

carnbiaria, es posible oponer y discutir excepciones personales (entre ellas


las causales) o de otra índole, dado que en el tramo tnter partes no existe po-
sibilidad alguna de exclusi6n de excepciones. Si, al contrario, se enfrentan
dos sujetos que no tienen vinculación directa (v.gr., el portador contra un
endosante que no le transmitid la letra), no es posible oponer las excepciones
personales -y. en general, las excepciones excluibles- sin que la vía procesal
sea apta para alterar un resultado previsto por el derecho sustancial. Aquí
cabe reiterar que la vía elegida para el ejercicio no invalida los principios de
orden sustancial que gobiernan el instituto. La accidn continúa siendo cam-
biaria -en cuanto se ejerce una pretensión que tiene por contenido y por lí-
mites el propio titulo cartular- y, por ende, la inmunidad del tercero cambia-
n o a las excepciones personales o cambiarias relativas que cabria oponer a
los anteriores tenedores del título, juega en plenitud (BERGEL - PAOWTONIO,
Acciones y excepciones carnbiarias, t. 11, p. 206).
29 "El libramiento de un pagaré no extingue la relación fundamental
que le sirve de causa, salvo que expresamente se establezca el efecto novato-
rio de tal libramiento (o negociación). Tal principio ha sido expresamente
adoptado por la ley cambiaria argentina (art. 61, LCA), norma ausente en la
LU de Ginebra, que reconoce su fuente inmediata en el Proyecto Yadarola,
que la tomó del art. 66 de la ley carnbiaria italiana. Habida cuenta de lo ex-
presado, estamos contestes en la coexistencia de ambas relaciones: a) la de
naturaleza cambiaria fundada exclusivamente en el pagark, en tanto título
constitutivo-dispositivo del derecho en 61 representado, y b) la extracambia-
ria o relación causal, fundada en la relación subyacente de derecho cornun,
que motivó su libramiento y que subsiste a pesar de tal libramiento, salvo que
se acredite que hubo novación. Ambas relaciones -la cambiaria y la causal-
otorgan a su vez acciones propias de su naturaleza al acreedor del negocio
base, que es el portador legitimado del pagaré que tiene el mismo objeto"
( G ~ M ELEO,
Z El pagaré, p. 380).
30 "El art. 62 de la ley carnbiaria vigente, siguiendo la norma consagra-
da por el art. 67 de la ley cambiarla italiana, instituyó la accidn de enrique-
cimiento. Esta acci6n extracambiaria tiene por fundamento la equidad, pues
permite al portador de un papel de comercio que carezca ya de acciones
carnbiarias, por caducidad o prescripción de ellas y no cuente con acción
causal contra su garante inmediato en el nexo cambiario, que pueda accio-
nar contra el integrante de ese nexo cambiario (v.gr., suscriptor, endosante o
avalista) que se hubiera enriquecido injustamente, en su perjuicio" ( G ~ M E Z
LEO,El pagaré, p. 385).
31 Estas últimas no deben confundirse con la acción cambiaria ejercida
en proceso de conocimiento amplio. Asi lo señalan BERGEL - PAOLANTONIO,
Acciones y excepciones cambianas, t. 11, p. 107. Dicen textualmente dichos
autores: "Ea falta de claridad en algunas definiciones conceptuales, así como
la disciplina concomitante al derecho común de la acción cambiaria inter
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Según se expusiera aquí, y en la línea propuesta por


HEREDIA, la triada de efectos emergentes del art. 21 (suspen-
sión-atracción-prohibición de deducción de nuevas acciones)
tendría distinta fecha de entrada en vigencia.
Los dos primeros recién se tornarían operativos "a par-
tir de la publicación de edictos", mientras que la prohibi-
ción de deducción de nuevas acciones cobraría vigencia con
el propio auto de apertura.
En caso de quiebra podría no existir tal discriminación,
en principio, porque los efectos parecen referidos a la "de-
claracidn de quiebra". Se verá posteriormente, sin embar-
go, que ello no es así por la remisión del art. 132 al "régi-
men allí previsto" en el art. 2 1.
Fundamenta SOSA el nuevo dies a quo del siguiente mo-
do: "A diferencia del régimen legal anterior, no es la mera
apertura del concurso preventivo lo que produce efectos
respecto de los juicios contra el concursado, sino su conso-
lidación a través de un acto posterior: la publicacibn de
edictos. La reforma al parecer persigue desalentar los pe-
didos de convocatoria in extremis, al filo de subastas judi-
ciales, realizados con el solo o principal objetivo de lograr
la suspensión del trámite de ejecución forzada en juicios in-
dividuales, al estilo manotón de ahogado.
Ahora, como ese efecto recien se habrá de producir más
adelante una vez consolidado el concurso con la publica-
ciiin edictal, la presentación en concurso preventivo para
ser efectiva tendrá que ser más seria y para ser más seria
-no meramente dilatoria- tendrá que ser más oportuna y
previsora, no podr% servir s61o como un paso m8s -la sus-
pensión de subastas- para seguir estirando un estado de
agonía p a t r i r n ~ n i a l " ~ ~ .
Obviamente la previsión es de interés exclusivamente
respecto de aquellos procesos que no están excluidos.

pavtes, ha motivado que en no pocas oportunidades se equipararan errdnea-


mente a la acci6n causal y a la acci6n cambiaria ejercida en un proceso de
conocimiento amplio".
32 SOSA,El fuero de atraccidn en Ea ley 26.086, LL, 2006-D-908.
REGLAS Y EXCEPCIONES 107
El tema resultará indiferente (salvo por la presencia ne-
cesaria del síndico -exceptuada a su vez en los juicios que
se funden en relaciones de familia-, presencia sin la cual
todo lo actuado podria ser habido por nulo) en los juicios
de expropiación, en los referidos procesos fundados en rela-
ciones de familia, en las ejecuciones de garantias reales, en
los procesos de conocimiento en trámite, en los procesos la-
borales y en los procesos respecto de los cuales el convoca-
tario ocupe el lugar de litisconsorte pasivo necesario.
Pero no resultará para nada indiferente: a) a quienes
estuvieran ejecutando una sentencia o previeran ejecutarla;
b) a quienes estuvieran ejecutando algún titulo que contara
con tal vía o pensaran hacerlo, y c ) a quienes tuvieran la in-
tencion de promover juicio de conocimiento (no laboral),
aun cuando ya hubiera iniciado trámite de mediación -en
las jurisdicciones donde es recaudo previo-.
En el supuesto referido en a y en b, podrán seguir ade-
lante con sus juicios (si ya estuvieran incoadss) y también
llevar adelante medidas de agresión patrimonial, incluidas
subastas, hasta el día en que comenzare la publicaciíin de
edictos.
Liquidado un bien, será una cuestibn muy delicada de-
terminar qué hacer con los fondos si éstos hubieran ingre-
sado al expediente pero aun no mediara auto de aprobaciíin
de la subasta ni orden de pago al accipiens. El juicio sus-
pendido y atraído por el juzgado concursa1 no podría prose-
guir para cobrar tales sumas; máxime que un cobro a pos-
teriori de la oportunidad del inicio de la publicación edictal
afectaría irreparablemente la par con di ti^.
Parecería, a fuerza de sincero, que como el art. 16 -en
tanto predica el mantenimiento del statu quo anterior a la
presentacibn- sigue vigente, tales fondos no podrían ser li-
berados en favor del acreedor:
Sospechamos, incluso, que aun aprobada la subasta y
ordenado el pago por el juez extraconcursal -e, incluso,
efectivizado- en el lapso temporal que va de la presenta-
ción hasta la publicación edictal, se generará un supuesto
de amargo debate. Los deudores -en caso de concurso pre-
ventivo- o el sindico -en caso de quiebra- se parapetarán
en los arts. 16 y 125, respectivamente, y pretenderán que
108 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

el pago no se haga efectivo e, incluso, que se restituya lo


cobrado. Los acreedores, a su vez, se tomarán del va-
lor de derecho adquirido del auto aprobatorio de subasta y
orden de pago, invocaran en su favor el art. 17 de la
Const. nacional y señalarán, con acierto, el desarreglo con-
ceptual de admitir la prosecución de una acción de cobro,
por un lado, y pretender predicar el efecto retroactivo de
la igualdad de trato (art. 16)) por el otro.
¿Qué sentido tendría admitir la continuación de una
ejecucibn si lo actuado en ella -insistimos, en tanto medie
auto del juez extraconcursal que hubiera dispuesto el pago-
quedara en situación claudicante y a tiro de repetición?
Presentada el. concurso, y aún no consolidado -en la
terminología de SOSA- con la publicación edictal, cesa el de-
recho para los acreedores mencionados en a, b y c para
promover demandas (ya sea de ejecución, ejecutivas o de
conocimiento). Las ejecuciones o juicios de conocimiento
así promovidos sólo podrán ser considerados a los efectos
de interrumpir la prescripción (art. 3986, Cód. Civil) o ca-
ducidades en curso, pero resultarán nulos a todos los de-
más efectos. Técnicamente no quedarían sujetos ni a sus-
pensión ni a radicación; deberia archivárselos sin m&. Es
probable, sin embargo, y por su potencial utilidad instru-
mental a los fines de la verificación, que terminen siendo
remitidos al juzgado del concurso.
En el caso de quiebra el tema es más oscuro, porque
-por empezar- no hay previsión expresa que consagre la
prohibición de deducir nuevas acciones.
Recurrimos nuevamente a SOSA: "NO señala la ley con-
cursa1 expresamente que, declarada la quiebra, no se pue-
dan ya promover juicios individuales contra el fallido, pero
va de suyo que esa khance' no es factible en tanto dispone
que todos los acreedores por causa o título anterior a la
quiebra deben verificar sus acreencias en el concurso. Si
se debe verificar en sede concursal, por principio para qué
poder iniciar en vez o al mismo tiempo el juicio individual
ante el juez que naturalmente hubiera correspondido en de-
fecto de falencia; y si de todos modos se iniciara, deberia
igualmente radicarse ante el juzgado de la quiebra y a más
tardar al adquirir firmeza la sentencia de quiebra deben'a
REGLAS Y EXCEPCIONES

s ~ s p e n d e r s e " ~Adunarnos
~. a la argumentaciíin del citado
profesar, la previsión del art. 125: clave de bóveda de todo el
sistema concursal.
Ya adelantamos que, salvo las ejecuciones de garantias
reales, en la quiebra es aplicable el art. 21 bajo el régimen
allí previsto.
Esto debería llevar a concluir que es indiferente el de-
creto de quiebra (de nuevo, con la salvedad de la presencia
del síndico -a su vez exceptuada en los juicios que se fun-
den en relaciones de familia-) en los juicios de expropia-
ción, en los juicios que se funden en relaciones de familia,
en los procesos de conocimiento en tr8mite, en los labora-
les y en los procesos respecto de los cuales el quebrado
ocupe el lugar de litisconsorte pasivo necesario.
Sin embargo, el decreto de quiebra será harto relevante
para las siguientes personas.
a) Quienes estuvieran ejecutando una sentencia o pre-
vieran ejecutarla.
b) Quienes estuvieran ejecutando algún título que con-
tara con tal vía o pensaran hacerlo.
c ) Quienes estuvieran ejecutando garantías reales o tu-
vieran en miras ejecutarlas.
d ) Quienes tuvieran la intención de promover juicio de
conocimiento (no laboral), aun cuando ya hubiera inicia-
do trámite de mediación -en la jurisdicción donde es recaudo
previo-.
Es muy dudoso determinar si la remisión al régimen
11
allí previsto" incluye lo atinente al dies a quo, pero nos in-
clinamos -ante la falta de especificaciones del texto- por la
afirmativa.
O sea que a y b podrían proseguir con la ejecución has-
ta el inicio de la publicación edictal, con todos los riesgos
apuntados anteriormente, en orden a la potencial negacióln
de entrega de fondos cuando ella no hubiera sido dada por
el juez natural "antes" del inicio de la publicación de edic-
tos. No podrán, en cambio, promover ejecuciones a partir
del decreto de quiebra.

33 SOSA,El fuero de atraccidn en la ley 26.086, U ,


2006-D-908.
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Los acreedores del caso d no podrán promover su de-


manda a partir del referido decreto de falencia.
El caso c es el más complejo. La ley 26.086 estatuye
tantas excepciones de las excepciones (excepcidn que remi-
te el tema a la regla general) que a veces lleva a confusidn.
Si los acreedores con derecho a ejecutar las garantías
reales están "exceptuados", en caso de quiebra, de la excep-
ción del art. 21, entonces quedan atrapados en la regla ge-
neral: sus juicios se suspenden, sus ejecuciones son atraidas
-a partir de la publicación edictal- y, además, no pueden
promover ejecuciones a posteriori del decreto de falencia.
Es cierto que ello no es grave, porque en el seno de la quie-
bra podrán promover concurso especial e, incluso, recondu-
cir sus trámites originarios en concurso especial.
La variante es considerar que la "excepción" es s61o res-
pecto de la atracción -único ítem que menciona expresa-
mente el art. 132-. En este caso pueden continuar ante el
juez de la quiebra con sus ejecuciones (las que bien pudie-
ron seguir tramitando tranquilamente hasta el inicio de la
publicación) e, incluso, promoverlas ante el referido magis-
trado. En verdad, y como en caso de promoción el tribu-
nal les asignaría trámite de concurso especial, ambas solu-
ciones confluyen.

La regla referida a atracción y suspensión -si bien clau-


dicante en la práctica por la amplitud de las excepciones
consagradas-, es decir, el nuevo art. 21, establece de mane-
ra bastante terminante que la apertura del concurso pro-
duce, a partir de la publicación de edictos, la suspensi6n
del tramite de los juicios de contenido patrimonial contra
el concursado por causa o título anterior a su presentación,
y su radicación en el juzgado del concurso.
Va de suyo que un obvio criterio de hermenéutica fuer-
za a sujetar a tal mandato todos aquellos casos que no cai-
gan expresamente en las excepciones previstas en los tres
incisos que trae el referido art. 21.
Entre las excepciones relevantes a los fines de este de-
sarrollo (porque aquello que está exceptuado ratione mate-
REGLAS Y EXCEPCIONES 11 1

r t a -la expropiación, lo fundado en las relaciones de fami-


lia- siempre resultará ajeno a la regla general, fuera cual
fuese e1 vehículo procesal empleado) están los "procesos de
conocimiento en trámite". Es nuestra intencibn determi-
nar si esta locución (que la ley sustituye por "juicios" en el
párrafo donde regula la radicación ante el juzgado origina-
rio o el que resulte competente si fueran acciones laborales
nuevas) está referida s61o y exclusivamente a los juicios de
jurisdicción estatal, o juicios propiamente dichos, o si pue-
de hacerse extensiva (sin vulnerar el principio hermenéuti-
co citado anteriormente) a los juicios de jurisdicción priva-
~ ~decir,
da y ~ o l u n t a r i a es , a los arbitrajes.
En otras palabras, podernos considerar que la frase
il
procesos de conocimiento en trámite" abarca a los juicios
arbitrales, los que quedaran exceptuados sin escándalo de
la regla genérica reseñada más arriba. Al revés, si se repu-
tara que los "procesos de conocimiento en tramite" ( o '"ji-
cios") sólo mencionan a los juicios propiamente dichos, es
decir, a los que se promueven por ante los jueces constitu-
cionales (federales, nacionales, provinciales o autonómicos),
su suspensión y atraccibn al juzgado del concurso resulta-
ría insoslayable.
El tema parece solventarse con el criterio habitualmen-
te invocado para admitir la validez de sentencias arbitrales
contra quebrados: el art. 134 que prevé que la declaracilóln
de quiebra produce la inaplicabilidad de las cláusulas com-
promisarias pactadas por el deudor, salvo que antes de dic-
tada sentencia se hubiere constituido el tribunal de árbitros
o arbitradoresS5.

34 "La jurisdicción, en definitiva, no importa un ejercicio rnonopdlico a


travCs de los órganos del Estado; al ser una función establecida en interés y
protección de los particulares, éstos podrán, en el campo de los derechos
que pueden disponer libremente, escoger un sistema privado, al que -por
anadidura- la propia ley otorga naturaleza jurisdiccional. El Estado perrni-
te -en el arbitraje voluntario- la instauracidn de una jurisdicción privada;
mientras que en el caso de arbitraje forzoso, directamente delega su jurisdic-
cibn, al disponer, mediante una norma, que los hrbitroc detenten facultades
jutisdiccionales" (CAIVANO, Arbftraje, p. 26).
35 YElfuero de atraccidn no rige si el tribunal de árbitros o arbitradores
designado por las partes en el convenio ya estaba constituido al momento de
la presentación en concurso preventivo de la demandada (art. 136, ley 19.551
112 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Este artículo, leído a contrario sensu, establece la apli-


cabilidad (y validez consecuente) de las cláusulas compro-
misorlas, del trámite arbitral y del laudo, en tanto y en
cuanto se hubiere constituido el tribunal de árbitros o ar-
bitradores antes de la sentencia de quiebra. Cabe apuntar
que la mayoría de los arbitrajes de cierta entidad se suelen
confiar a tribunales arbitrales institucionales, así pues el
tribunal en cuestión está en muchas ocasiones constituido
antes de la referida sentencia (pues el sometimiento al re-
glamento de las instituciones que administran el arbitraje
remite expresamente a un cuerpo de árbitros que preexiste
al propio litigio; aunque en ocasiones se conforma el tribu-
44
nal con árbitros elegidos por las partes, sin la participa-
ción directa de la entidad, que se limita a dar apoyo a las
partes y a los Arbitro~"~~).
Si en el supuesto de quiebra se da por válida Ea juris-
dicción privada y voluntaria (con Ba condición antedicha),
parecería que dicha jurisdicción debe reputarse incluida en
la idea de procesos de conocimiento sustraídos de la atrac-
ción (lo que está normado en el supuesto de la liquidación
por el art. 132, el cual remite al art. 2 1, incs. 1 a 3 -salvo
respecto de las ejecuciones de garantías reales- y "bajo el
régimen allí previsto"). No tendría ningún sentido y no ha-
bría modo de garantizar alguna aplicabilidad al art. 134 si
no se hiciera tal lectura.
Véase que el compromiso arbitral carecerla de todo
efecto respecto de un quebrado si, al momento de pronun-
ciarse la falencia, no estuviera constituido el tribunal de ár-
bitros o arbitradores. Es decir que, en tal supuesto, el úni-
co modo de hacer valer derechos contra el quebrado (art.
125, LCQ) sería a través del mecanismo verificatorio del
art. 200 o alguna otra norma específica de tal cuerpo. Es
decir que la pretensión quedaría sujeta al juez concursal.

y art. 134, ley 24.522). La ley trata de evitar supuestos de duda sobre la
complaciente formación de un tribunal posterior a la quiebra, máxime ante
el interés colectivo en el reconocimiento de los créditos. Por ello, el princi-
pio es que las cláusulas compromisorias son ineficaces e inaplicables cuando
han sido estipuladas con anterioridad a la declaracidn de falencia, excepto
que a1 momento de decretarse la quiebra se hubiere constituido e1 tribunal
de Arbitras o arbitradores" (ZAMUDTO - GERSCOWCH, Concursos, p. 167).
36 CAIVANO, Arbitraje, p. 67.
REGLAS Y EXCEPCIONES

Si no se entendiera que al procedimiento arbitral, con


tribunal de árbitros o arbitradores constituido antes de la
quiebra, se le aplica la excepción del art. 21, el proceso
quedaría suspendido y sería atraído. Es decir que, una vez
m&, la pretensibn quedaria sujeta al juez concursal.
En tal interpretación (que, por cierto, no se comparte)
la solución sería la misma para ambos casos y el art. 134
resultaria una norma completamente inútil; generaría una
distinción sin consecuencia práctica alguna.
Sentado lo anterior, cabria considerar que el art. 134
podría aplicarse analógicamente (art. 16, Cód. Civil) al con-
curso preventivo, el cual carece de regla especifica. A todo
evento, siempre queda el argumento ad maiorem ad minzas:
si en un subsistema concursa1 mas gravoso -tal como es la
quiebra- se admite la validez del trámite arbitral y del lau-
do, resultaría incoherente no predicarlo de un subsistema
concursa1 más leve donde el cesante conserva la administra-
ción de su patrimonio (art. 15, LCQ) y respecto del cual pa-
rece existir consenso en el sentido de que la presentación
en concurso no importa la resolución de los contratos en
curso -incluido, se entiende, aquel que porte un compromi-
so arbitral- ("aunque inicialmente la Corte Suprema sostu-
vo una doctrina distinta.. . varios años después el alto tribu-
nal aceptó que lo dispuesto por el art, 134 de la LCQ se
aplicaba al concurso preventivo. Así lo resolvió en el caso
'La Nación SA c/La Razón SA' en el que concluyó que si la
constitución del tribunal de árbitros o arbitradores obsitaba
al funcionamiento del fuero de atracción originado en la
declaración de quiebra -en donde media desapoderamiento
del deudor y aquella excepción a las reglas ordinarias de
distribución de la competencia es regulada con todo vigor-
no puede sino suceder lo mismo cuando, como en el caso
del concurso preventivo, el concursado conserva la adminis-
tración de su patrimonio y el fuero de atracción establecido
por el art. 22, inc. 2 de la ley citada -hoy art. 21, LCQ- es
de car8cter m8s limitad^"^^). Lo que resulta difícil de deter-
minar es si en el caso del concurso preventivo rige o no

37 HEREDIA, Ley 26.086: nuevo modelo en el régimen de suspensión y


prohibicidn de acciones y en el diseño del fuero de atmcción del concurso pre-
ventivo, JA, 2006-11-950.
114 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

la exigencia de que el tribunal de árbitros o de arbitradores


ya esté constituido antes de la presentación en concurso.
Es que no ofrece mayores problemas aplicar por vía analó-
gica la habilitacitin de tal proceso; lo que resulta perturba-
ble es trasladar analógicamente las restricciones que porte
el art. 134.
Aquí se impone una opción de hierro: o la validez del
arbitraje se sustenta en la pura libertad contractual del ce-
sante cuando no había requerido la apertura de su concur-
so preventivo (contrato que -ya lo dijimos- no queda re-
suelto ope legis), con lo cual no hay ninguna necesidad de
incurrir en razonamientos de analogía (generando, sin em-
bargo, una notable molestia respecto del difuso orden pú-
blico concursal); o la validez del arbitraje se sustenta en la
aplicación analógica del instituto consagrado por el art. 134
y, en tal caso, hay que tomar al instituto corno viene -ínte-
gramente como viene- y ello implica permitir el trámite
arbitral (y su continuación, salvo que el actor optara por
suspenderlo y pedir verificación) en tanto y en cuanto el
tribunal de árbitros o arbitradores precediera temporalmen-
te al auto de apertura. Esta segunda interpretación es más
consistente con el citado orden público.
En la práctica, la cuestión no será grave porque los ar-
bitrajes de mayor importancia económica y complejidad
(al menos cuando es arbitraje doméstico) suelen confiarse,
como ya señalamos, a instituciones que cuentan con tribu-
nales permanentes. Es obvio que el suscripto se inclina
por esta segunda interpretacibn. Si se comparte lo antedi-
cho, puede predicarse que los procesos arbitrales en trAmite
(con tribunal de árbitros o arbitradores ya constituido) no
quedan sujetos a la atracción y suspensión tampoco en los
concursos preventivos. Y que, consecuentemente, y con in-
dependencia de si se trata de concurso rehabilitatorio o li-
quidativo, el laudo hará las veces de "titulo verificatorio" en
los términos del. art. 56.
Es conflictivo determinar en que consiste el rol del sín-
dico en los procesos continuados y qué quiere decir la ley
con la asignación de calidad de "parte necesaria". Se ha
sostenido aquí que ello implica algo así como la presenta-
ción del informe del art. 5 6 . Si tal situación es más o me-
nos sencilla en los procesos arbitrales institucionales -cuyo
REGLAS Y EXCEPCIONES 115
rito pautado en reglamentos se asemeja en mucho al de los
códigos procesales-, la cuestión se vuelve brumosa en arbi-
trajes con fórmulas rituales laxas o prácticamente inexisten-
tes. Lo cierto es que el tribunal deberá dar intervención al
6rgano sindical, permitir que controle la producción de prue-
ba y que, en algún momento previo al laudo, deberá garanti-
zar al funcionario el derecho a ser o f d ~ ~ ~ .
La potencial intervención de los otros sedicentes acree-
dores -hipótesis trabajosa en juicios propiamente dichos-
deviene prácticamente una fantasía en estos casos.
No es menor señalar que si bien el laudo tiene tanto va-
lor de res iudicata entre partes (y frente al. sindico partici-
pante) como una sentencia judicial, el juez en la ocasi6n
del art. 56 deberá ser más exigente con tal decisión para
admitir el potencial crédito que ella reconozca. Aquí la in-
tervención sindical en el trámite arbitral y la información
que hubiera rendido durante su curso, o -in extremes- al co-
rrérsele traslado en los términos del art. 5 6 , resultará fun-
damental. Se ha señalado la posibilidad de apartamiento
de la sentencia "título verificatorio" en caso de que se vul-
nere el orden piíblico concursa1 (arts. 125, 22, 14, 19 y 5 4 ) ,
en caso de violación al derecho de defensa en juicio, en
caso de que se esté en presencia de un pronunciamiento
que comporte grosero apartamiento de las pretensiones y
defensas esgrimidas y de las constancias de la causa. Es
cierto que hay tribunales arbitrales de altísimo nivel técnico

38 Guardando resewa sobre la carátuIa del expediente, señalamos que


en un juicio en triirnite por ante el Tribunal Arbitral Permanente de la Bolsa
de Comercio de Buenos Aires se citó a la sindicatura -por aplicación del art.
21, LCQ-. El funcionario así llamado objet6 e1 rol que originariamente le
había sido conferido (analogable al de una parte propiamente dicha), postuló
que su accionar consistía básicamente en dictaminar una vez rendidas las
probanzas y de modo previo al laudo y obtuvo un pronunciamiento en este
sentido: "10 de agosto de 2006 ... y considerando: que si bien es cierto que el
art. 21, acap. 3 de la ley de concursos establece textualmente que en todos
los juicios seguidos contra el concursado la sindicatura 'sera parte necesaria',
no es menos cierto que dicha norma debe ser compatilizada con lo dispuesto
por el art. 15 de dicha ley que dispone la subsistencia de la administración
de los bienes en cabeza del concursado. Así la cuestión, y teniendo presente
la propia naturaleza del procedimiento concursa1 estima el tribunal que la
intervención de la sindicatura en este pleito deberá ser como 'parte' con los
alcances establecidos y planteados por dicho órgano".
116 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

y cuyo respeto por las garantías de las partes es paradig-


mático. Ésta es precisamente la razón que sustenta su
prestigio.
También hay tribunales no institucionales que cuentan
con un detallado reglamento acordado o que deben emplear
las reglas del juicio ordinario (art. 751, C6d. Proc. Civil y
Com. de la Nación).
Pero no es menos cierto que la libertad de formas del
arbitraje podría dar lugar a decisiones más chapuceras o
donde la regularidad ritual (en tanto tutela efectiva de los
derechos sustantivos en discusión) estuviera en crisis. O
que el "leal saber y entender" de los amigables componedo-
res se revelara ostensiblemente arbitrario.
Tambikn es evidente que así como hay jueces excelen-
tes, los hay muy malos. Sin embargo, la seguridad del pro-
ceso preestablecido, la habitual posibilidad de recurso ante
un tribuna1 de alzada y, a la postre, la responsabilidad últi-
ma de los magistrados ante las legislaturas o consejos de la
magistratura que correspondan (y el espaldarazo del Sena-
do de la Nación, de las legislaturas provinciales o de la le-
gislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a su de-
signaci6n) minimizan los riesgos.
Sin embargo, aclaramos que tenemos en alta estima el
proceso arbitral y que en muchas ocasiones un arbitraje de
amigables componedores, por muy informal que resulte y
por muy librada a la equidad que esté la decisión, podrá
importar un analisis de la existencia, legitimidad y exigibili-
dad del crédito más profundo que el que haga un juez abru-
mado por centenares de pedidos de verificacibn en ocasión
del art. 36 de la LCQ. Además, ese hipotético buen fallo
arbitral quedará sometido luego al tamiz del subingreso
(art. 56, LCQ).
No es menor, sin embargo, en orden a verificar el crédi-
to insinuado empleando el laudo como "tftulo verificatorio",
el analizar si él fue pronunciado en juicio arbitral o en un
arbitraje de amigables componedores, e intensificar el con-
trol en el último supuesto. La circunstancia de que todo
haya acaecido en un procedimiento sin sujeción a formas
legales, donde los amigables componedores se limitan a re-
cibir los antecedentes o documentos que las partes les pre-
REGLAS Y EXCEPCIONES

senten y a pedirles las explicaciones que creyeren conve-


nientes, y donde la sentencia sera dictada "seg6n su leal
saber y entender" (art. 748, Cbd. Proc. Civil y Com. de la
NaciOn), es un tOpico que deberá ser tenido seriamente en
cuenta. Si bien en el concurso preventivo ello no deberia
afectar a los demas acreedores, lo cierto es que el crédito
admitido pasa a integrar la nómina de acreencias a recalcu-
lar en caso de quiebra (art. 202, LCQ) y que cuenta con
idéntica aptitud sobre el dividendo de liquidación, en caso
de quiebra ulterior, que aquel cuyo "título verificatorioJ'
provenía de una sentencia judicial.

Los acreedores laborales pueden, como toda otro acci-


piens que esté discutiendo su derecho en juicio de conoci-
miento, continuar con él (pese al concursamiento o quiebra
del accionado -arg. arts. 21 y 132-) u optar por el trámite
verificatorio del art. 32.
Esto último es una novedad importante en el resucitado
sistema (novedoso para los demás, pero una reinstalación
parcial del sistema que consagró el art. 265 de la ley 20.744
hasta su supresión por la ley 24.522), parque en la versión
original los acreedores laborales estaban forzados a accio-
nar en la sede especializada.
Y ello no era disponible para tales acreedores por tra-
tarse de competencia en razdn de la materia. Hubo algu-
nos intentos jurisprudenciales de otorgar tal opción y, bási-
camente, CAMAFUfavorecía tal solución (cabe apuntar, vista
la extensa cita que transcribiremos, que el gran jurista cor-
dobés no era partidaria de tal opcibn porque la viera con
buenos ojos -lease, porque creyera bueno que los acreedo-
res laborales pudieran litigar en su sede original-, sino por-
que perseguía liberarlos de la tutela "a palas" de la ley
20.744, permitiéndoles recurrir, cuando lo consideraran con-
veniente, al juez concursal).
Una especialista con conocida y pública preocupaciun
por el tópico laboral (y que en su función de senadora de la
Naci6n ha impulsado la ley 26.086 con la conviccibn de ser
éste un buen sendero para proteger el interks de los traba-
118 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

jadores) reconoce expresamente cuanto había de insensato


en el dispositivo de la LCT. Dice NEGRE
Id
DE ALONSO: se san-
ciona la ley de contrato de trabajo, la que establece en su
art. 265 la exclusi6n del fuero de atracción para los proce-
sos laborales, e incluso la obligatoriedad de la promociiin
de cualquier acci6n tendiente al reconocimiento de crédito
en el h e r o laboral. En el marco de la ley de contrato de
trabajo, y en el capítulo de los privilegios, se incorpora esta
norma bajo el titulo 'Exclusión del h e r o de atraccibn'; jun-
tamente con ello, establece tarnbiíon la obligatoriedad del
h e r o laboral, aun para los procesos no iniciados, lo que
significa una importante restricción al ejercicio del derecho
de pronto pago que la ley concursa1 había establecido a fa-
vor de los acreedores laborales (art. 17) produciendo una
demora innecesaria en el cobro de sus acreencias, lo que
en definitiva result6 perjudicial para los mismos"39.
Actualmente los acreedores laborales podrán optar por
el mecanismo verificatorio. Vemos dificil que ello ocurra
en la práctica, pero -al menos- la posibilidad existe en la
ley, Es necesario confiar en la lucidez de los abogados la-
boralistas, quienes deberán proponer a sus clientes transitar
el fuero especializado cuando ello haga a la mejor defensa
de sus derechos, pero que no deberán hesitar en pasar a Ia
justicia concursa1 cuando razones de practicidad, rapidez y
efectividad de la tutela de los derechos de sus asistidos así
lo aconsejen.
A diferencia del resto de los acreedores con juicio con-
tinuado, los trabajadores podrán demandar -por causa o tí-
tulo anterior- ya efectuada la apertura del concurso o de-
cretada la quiebra.
Incluso, y al señalar la propia ley que elegida una vía aún
les restará la alterna, los acreedores podrgn pretender el
pronto pago (cuya concesión, que importa el reconocimiento
de la calidad de acreedor concurrente, tiene -para enojo de
MAFE~A- efecto de cosa juzgada material) y en caso de serles
negada tal posibilidad, demandar a novo en sede laboral.
Se verá más adelante que uno de los ítems que más
preocupan a los cultores del derecho falimentario es la po-

39 NEERE Reformas a la ley de concursos. Ley 25.086,p. 128.


DE ALONSO,
REGLAS Y EXCEPCIONES 119
sibilidad de que créditos reconocidos por sentencia extra-
concursa1 vengan en rnalón sobre el concurso y lo frustren.
Y lo cierto es que entre los destinatarios del reproche hipo-
tético están en lugar destacado los acreedores laborales.
{Por qué genera tanta rispidez el terna que nos ocupa?
Porque chocan dos cosmovisiones de cómo tratar el fenó-
meno laboral. Los profesionales que han dedicado su vida
y esfuerzos a tal especialidad ven como una cuestión basi-
lar el contar con jueces especializados. Es algo que está
más allá de la competencia y que hace a la propia concep-
tuaIización del subsistema del derecho del trabajo.
Las crispadas palabras de CORNAGLIA ilustran muy bien
el punto: "La norma [se refiere a la ley 26.0861 no sólo in-
cursiona en un terna de competencia, sino que regula sobre
un problema atinente al derecho a la jurisdicción. A1 asig-
nar al trabajador afectado en sus crkditos laborales por un
proceso de quiebra o concurso de su empleador, el derecho
a contar con un proceso de conocimiento ante el fuero del
trabajo y de su domicilio, se resuelve una de esas cuestio-
nes propias del acceso a la justicia, de los sectores más des-
protegidos de la población. La complejidad de las causas
laborales, por múltiples razones, es la regla común que rige
a los juicios de trabajo en la actualidad. Atrás quedó en el
tiempo la época en que la mayoría de los procesos referían
a demandas cuasi formularias, simples y rutinarias. Hoy,
la causa laboral por infortunios de trabajo y despidos defi-
ne situaciones complejas, en las que se discuten situaciones
provocadas por el divorcio entre la legislacióln de la flexibi-
lización y los derechos y principios constitucionales. Esto
determina la necesaria existencia de procesos complicados,
extensos y requirentes de alta especialidad en los magistra-
dos. La norma restaura al trabajador el derecho de poder
someter estos asuntos complejos, en la etapa de conoci-
miento y en cuanto a la declaración de derechos, a la justi-
cia especializada del trabajo. Firme la resolucion en cues-
ti6n, el trámite sigue ante el juez del proceso falencial, que
en esos casos interviene, pero teniendo que respetar el pro-
ceso cumplido y la cosa juzgada, en cuanto a lo ya procesa-
do. No se trata esto nada más que de una elección inocen-
te de competencias alternativas. Se trata de la posibilidad
de una vía especial y protectoria a litigantes en estado de
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

hiposuficiencia real que, de no contar con esa posibilidad,


en la mayoría de los casos, deberán entregar sus créditos en
subsidio de los empleadores y aquellos que se disputan la
liquidación de su patrimonio o por las migajas que dejan
los concordatos impuestos, en los que carecen de toda posi-
bilidad de gravitar. Para la mayor proporción de las cau-
sas laborales en trámite, la cuestión gira en torno a relacio-
nes fraudulentas, ya que el trabajo llamado en negro y no
registrado es más que el regular, siendo esta causa determi-
nante de la mayor parte de los litigios ... Cualquier juez
puede, si está dotado de singular formación, a estos princi-
pios especiales aplicarlos, pero lo cierto es que el oficio es
el resultado de la práctica y la practica sólo la alcanzan los
espe~ialistas"~~.
En línea similar, ALVAREZ destaca: "Un punto central en
la reforma es el auspicioso y esperado retorno al sistema
tradicional previsto por los arts. 265 y concs. de la ley de
contrato de trabajo, que excluia del fuero de atracción de los
juicios laborales... Sería ocioso rememorar las críticas de
todos los sectores que suscitú la ley 24.522 no sólo desde el
punto de vista de la especial versaci6n que requieren los
conflictos laborales sino incluso desde perspectivas más
pragmáticas relacionadas con la distribución de la labor y
el 'coPapso' de la justicia comercial. Recuerdo, a titulo ilus-
trativo, que desde 1995 se presentaron más de seis proyec-
tos de reforma tendientes a excluir los juicios laborales del
fuera de atracción, y dos de ellos provinieron del Ministerio
de Justicia de la Nación, y uno del Ministerio de Trabajo de
la N a ~ i ó n " ~ ' .
El criterio diametralmente opuesto fue levantado nada
menos que por CAMARA.Se lee en su clásica obra el texto
bravío que transcribimos: í cNo compartimos la reforma in-
troducida por la ley de contrato de trabajo al tema -suspen-
siún de las acciones laborales en el concurso preventivo-,
por las razones siguientes: 1 ) la ley limita el ejercicio de las
acciones individuales una vez abierta la ejecución colectiva,

40 CORNAGLIA, El acceso a la jurisdicción laboral y la reforma plasmada epz


la ley 26.086, LLActualidad, 2014106.
41 ÁLVAREZ, El acreedOr iaborul y el proceso universal en la reciente modi-
ficacibn de la ley de concursos y quiebras, LL, 2006-6-1171.
REGLAS Y EXCEPCIONES 121

porque dentro de ésta deben resolverse todas las cuestiones


de los acreedores, salvo casos especialísimos. Ésta es la
postura de la doctrina -como vimos- y derecho comparado,
donde recordamos la ley italiana: el tribunal que declara el
concurso es competente para conocer en todas las acciones
que se deriven de ella, sea cual fuere su valor y aunque fue-
sen relativas a relaciones de trabajo -art. 24- conforme el
art. 2", RD del 21/5/34, na modificado por la reciente ley
procesal laboral. Ello concuerda con el art. 237, ley mexi-
cana: 'Todas las acciones que se deriven del reconocimiento
de crédito han de ejercerse ante eI juez de la quiebra'. 20
ratifica más ampliamente el reciente proyecto italiano, con-
firiendo al tribunal concursa1 competencia para conocer to-
das las acciones directa o indirectamente conexas, cualquie-
ra sea el valor y aunque referidas a relaciones laboraIes,
impuestos, derechos industriales o marcas, contratos agra-
rios de cualquier tipo, y también competente para las accio-
nes reales inmobiliarias a cuyo efecto se derogan las normas
ordinarias de competencia -art. 7% ... Ésa es la solución
racional [se refiere a que fue voluntad del legislador de la
ley 19.551 suspender los juicios laborales en el concurso
preventivo]. .., ya que las acciones individuales perturban in-
necesariamente el proceso universal, llevando al síndico a
atender mtíltiples acciones singulares, que pueden plantear-
se en distintas jurisdicciones, conforme a la opci0n conferida
por la ley: no hay que olvidar que el sindico actúa personal-
mente, aun cuando deba cumplir actos fuera de la jurisdic-
ción del juzgado -art. 282, parte la, LC-, ... las acciones
particulares de los trabajadores provocan un desgaste de
tiempo y dinero innecesario, pues no logran sentencia que
cause e j e ~ u t o r i a " ~ ~ .
Visto desde la realidad actual, idéntico criterio informa
lo que sostiene V f ~ o ~(con o el agregado de que el citado au-
tor fue coproyectista de la que luego sería ley 24.522).
Puede gustar o no lo que afirma VITOLO, lo que no se puede
negar es que lo sostiene con sincera convicción: "Como
puede advertirse la reforma -en este punto- dista de ser fe-
liz. No s61o se produce la descentralización de los recla-

42 CANARA,El concurso preventivo y la quiebra, vol. 1, p. 508.


122 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

mos haciéndole perder identidad y dirección al proceso


concursal sobre el pasivo a ser reestructurado, sino que
-además- se sobrecarga innecesariamente la función sindi-
cal. En efecto, debiendo ser el síndico parte necesaria en
todos estos procesos, aunque constituyera un alivio para el
tribunal del concurso la descentralización, el nuevo sistema
-sirnilar al anterior de la ley 19.551- abre una enorme car-
ga de trabajo y responsabilidad funcional prActicamente in-
cumplible para Ia sindicatura, a la vez que lo carga con la
facultad de designar abogados que lo representen en dichos
procesos. Si, por otra parte, relacionarnos esta norma con
la contenida en el art. 5" de la ley 26.086, modifícatorio del
art. 56 de la ley 24.522, por el cual se extiende el plazo de
prescripción concursal hasta seis meses después de que
quede firme la sentencia recalda en proceso no atraido, ve-
remos que pueden pasar hasta diez años antes de conocer
exactamente cómo quedará conformado el pasivo eoncur-
sal. ¿Es esto predictibilidad para la recuperación de em-
presas en crisis y una atracción para los inversores? La
respuesta negativa se impone. Imaginemos -s61o por un
momento- incluso a los acreedores posconcursales y a quie-
nes financien u operen con la empresa una vez saneada y
con acuerdo preventivo homologado -y hasta cumplido-
quienes se veran sorprendidos ocho años después -o m&-
por el arribo de una o varias sentencias judiciales de extra-
ña jurisdiccion por créditos preconcursales los cuales, si son
de carácter laboral, podrían hasta tener privilegio general y
hasta especial, fulminando la operaci6n de la nueva empre-
sa in b ~ n i s " ~ ~ .
Tras una lectura detenida de las cuatro largas citas que
anteceden se coincidirá con nosotros en que estamos frente
a un problema cultural. Los gestos y elogios recíprocos
que derrocharon jueces de la Cámara Comercial y de la Cá-
mara del Trabajo, no parecen tener correspondencia en el
fuero intimo de los especialistas: los laboralistas desconfian
de la justicia mercantil, entienden que sus jueces -por capa-
ces que resultaren- no tienen experiencia y formación bas-
tante para entender contratos complejos, informales, rodea-

43 Desaciertos en materia copzcursal: la ley 26.086, LL, 2006-


V~TOLO,
C-1133.
REGLAS Y EXCEPCIONES

dos de irregularidades generadas por el mhs h e r t e y que, a


la larga o a la corta, los trabajadores terminarán viendo sus
derechos restringidos cuando concurran a sede mercantil.
Los concursalistas defienden la unidad de conocimiento del
juez concursal, entienden riesgosa toda dilación en proce-
sos dispersos y tiemblan frente al impacto conjetural que
podría irrogar una masa de acreencias (en especial labora-
les), dando por tierra un trámite concursal hasta entonces
exitoso. Y, para no incurrir en reticencias, también des-
confían de la justicia laboral a la que intuyen tal vez muy
capacitada y entrenada pero demasiado proclive en favor de
las posturas de los actores -como si el hábito de proteger a
los mas débiles hubiera terminado por desbalancear todo
equilibrio en sentido inverso-.
Creemos que, en un caso y en otro, estamos simple-
mente ante la proyección de los miedos profundos de uno y
otro sector. Por cierto que debe haber jueces comerciales
con nula capacidad para entender el litigio laboral (pero
vistos pronunciamientos como el plenario "E~cursionistas"~~
-que, aclaramos, no compartimos mínimamente- nadie po-
dría argumentar que el pretorio mercantil es insensible a
las posiciones laboralistas). Seguramente debe haber jue-
ces del trabajo que se entusiasmen en la defensa de los hi-
posuficientes fiicticos y se olviden de que uno de los deberes
judiciales básicos es cumplir con la Constitución (y entre
sus mandatos preclaros está la igualdad de las partes y la
inviolabilidad de la defensa en juicio). Pero también ocu-
rre que en la mayoría de los casos unos y otros cumplen
acabadamente su rol, dando a cada uno lo suyo y garanti-
zando la igualdad dinámica de nuestra ley suprema que
manda tratar igual a los iguales y distinto a los desiguales.
MAS de medio siglo de tradición con un fuero altamente
especializado, con asociaciones de abogados y de magistra-
dos dedicados por completo al tópico, con una literatura
tan abrumadora corno la concursal, con el dato que está in-
corporado en la psiquis colectiva que ve como auténtica con-

44 Ver sobre el punto el demoledor alegato de VITOLO,


Las relacianes la-
borales en los concursos, ponencia en VI Congreso Argentino de Derecho
Concursa1 y W Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de po-
nencias", t. 111, p. 83 1.
124 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

quista social el contar con justicia del trabajo, parece un ar-


gumento sociológico de demasiado peso para que la ley lo
ignorara. Además, es cierto que hay casos particularmente
complejos (donde estaba en juego la solidaridad de terce-
ros con el empleador formal) que resultaban de paradigma-
tica competencia de tales jueces y que la ley 24.522 les ha-
bía arrebatado de un plumazo.
La comisión creada por res. 89/97 del Ministerio de
Justicia -que tuve el honor de coordinar- preparó un Ante-
proyecto de reformas a la ley de concursos y quiebras que
incluía la opción para el trabajador de mantenerse en su
sede específica o acceder a la justicia c o n ~ u r s a l ~ ~ .
Es verdad lo que dice V f ~ o ~sobre
o la pérdida de certe-
za (aunque la contabilidad de las empresas deberían refle-
jar el contingente, por lejanos que fueran los tribunales del
trabajo donde tramiten los juicios). Es verdad, también,
que la subtransferencia será mucho más difícil -porque los
vendedores deberán prestar mayores garantías por las refe-
ridas contingencias-. También es verdad que establecer un
justo medio requiere el sacrificio compartido de todos los
sectores en juego y no uno sOlo. Máxime cuando ese sec-
tor es el de los obreros -porque la ofensa a éstos es una fal-
ta gravisima que clama al cielo-.
Hay otras vias de solución. Eso creemos y de ello se
ocupan otros capítulos de este libro. Apuntamos, sin em-
bargo, y con esto perjudicaremos todo atisbo de simpatía
que nuestro discurso pueda haber suscitado en colegas la-
boralistas, que el tema está harto complicado por la nega-
tiva rotunda de los sectores cercanos al trabajo a analizar
si las indemnizaciones ordinarias (y aquí incluirnos a la re-

45 Decía el art. 21 proyectado en el inc. 5: "Los acreedores por causal


laboral pueden, a su opción: a) solicitar el pronto pago, en los terminos del
art. 16; b) solicitar verificaci6n de su crédito, conforme con el art. 32 y si-
guientes. Proseguir o iniciar las acciones conforme con el art. 265 de la ley
20.744, Cuando se deniegue la solicitud de pronto pago, en todo o en parte,
el. acreedor laboral puede utilizar una de las d e d s opciones. Si solicita la
verificacibn del ckdito, el juicio que haya iniciado se radica ante el juez del
concurso y se suspende, debiendose tener en cuenta sus constancias". Si
bien puede resultar una infidencia, vale la pena remarcar que el inspirador
del otorgamiento de la opción, y quien defendió sólidamente tal posibilidad
en el seno de la comisión, fue el doctor ALEGRIA.
REGLAS Y EXCEPCIONES

ducida del art. 247, LCT) son las razonables en caso de con-
curso preventivo o quiebra; o si debería pensarse en números
más módicos, pero de efectivo cobro, para la emergencia
-sin perjuicio de que luego se reclamaran las eventuales di-
ferencias que previera la legislacihn-.

9 16 LITISCQNSORCIOPASIVO NECESARIO

El art. 2 1, según la redaccibn de la ley 26.086, se ocupa


del caso del "litisconsorcio pasivo necesario" y, así, modifi-
ca lo que resultaba inexplicable.
Por décadas todo lo atinente a la radicación y suspen-
sión de este tipo de procesos debía solventarse, en el caso
del concurso preventivo, por aplicación analógica de las re-
glas establecidas para el caso de quiebra.
Ya se expuso que la solución tanto jurisprudencia1
cuanto la doctrinal resultaban acertadas, porque era insos-
tenible:
a) En el caso de litisconsorcio pasivo facultativo, que
se expusiera al actor al riesgo de cargar costas por some-
terse al tramite verificatorici (cuando no le quedaba otra vía
para hacer valer sus derechos contra el concursado).
b) En el caso de litisconsorcio pasivo necesario, que se
fuera contra la estructura misma de la figura -colocando al
accionante frente a una hipótesis de denegación de justicia-
por la circunstancia de que debía necesariamente integrar
la litis con un sujeto que no había modo de demandar (o
contra quien proseguir la demanda ya incoada) en mérito a
su estatus concursal.
Como nada es perfecto, sin embargo, vale la pena se-
ñalar que el art. 21 $610 regula lo atinente al litisconsorcio
necesario, y guarda indebido silencio sobre el litisconsor-
cio facultativo. Es decir que sobre el punto pareceria que
nada se ha aprendido y que el derecho a desistir del juicio
contra el concursado sin riesgo de costas, sigue dependien-
do de la aplicaciOn anal6gica del art. 133 -relativo a la
quiebra-.
En el caso del litisconsorcio necesario, la ley lo estatuye
como otra excepción a las reglas de suspensibn-radicación.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Pero, ¿podría suponerse que la excepción del inc. 3 no


tiene motivos para ser más extensa que la del inc. 2; es decir,
que la excepción no abarcaría a la prohibición de deduc-
ción de nuevas acciones?
En esta línea podría considerarse que el párrafo del art.
21 que discrimina entre los supuestos de los incisos prece-
dentes y los juicios laborales ("los juicios proseguirán an-
te el tribunal de su radicacióln originaria o ante el que resulte
competente si se trata de acciones laborales nuevas") ven-
dría a corroborar que, aun mediando litisconsorcio necesa-
rio, no sería posible la promoción de nuevas acciones. Esto
pareceria reforzado por la redacción del art. 133, donde
hay diversas menciones a la idea de prosecución ("el juicio
debe proseguir ante el tribunal originario", "continuando el
trámite", "el proceso continuará").
Sin embargo, resulta conceptualmente disparatado -e in-
constitucional, por tanto- presuponer que no será promovi-
ble un juicio donde un concursado o fallido fueran parte de
un litisconsorcio necesario, por la circunstancia antedicha.
Ello importaría crear un supuesto donde no existirfa
para el accionante la posibilidad de hacer valer en juicio
sus derechos, en franca contradicción con el art. 18 de la
ley suprema.
Es obvio que el actor tendria derecho a demandar a los
"otros" accionados y, como no podría hacerlo sin incluir en
la litis al concursado o fallido, ni verificar contra éste sin
incluir a los demás, se estaría ante una privacibn inconsti-
tucional de su derecho.
Agrégase a lo ya dicho que, como antes se apuntara,
hay en verdad dos subuniversos de exceptuados: los que
pueden ultrapasar la presentación concursa1 y los que no.
Y el lote restringido está integrado sólo por los procesos de
conocimiento en trámite (con la salvedad de los laborales).
Así pues, y consciente de que la interpretación que aquí
se propone no se aparta de las estrictas palabras del art. 21
(leídas con cuidado exacerbado) ni por cierto de la Constitu-
ción nacional, debe postularse en consecuencia que -de un
modo por cierto anárquico y que hace difícil la recta aplica-
ción de las reglas habituales de la hermenéutica- hay cier-
tas "excepciones" en el art. 21 que, como hubiera dicho
REGLAS Y EXCEPCIONES 127
ORWELL,
son más excepcionales que las otras: mientras que
los juicios de conocimiento en trámite no están alcanzados
por la atracción y por la suspensión, los juicios de expropia-
cicin, los juicios fundados en relaciones de familia, las eje-
cuciones de garantías reales, los juicios laborales y aquellos
procesos contra un canvocatario o fallido en los que éste
integre un litisconsorcio necesario, no sólo están eximidos
de la atracción y la suspensión, sino que son deducibles una
vez abierto el concurso o pronunciada la quiebra (entre es-
tos últimos "súper exceptuados" también hay diferencias de
grado, porque las ejecuciones de garantias reales no están
exentos de la atracción en caso de quiebra; conf. art. 132).
Obviamente, no hay aquí opción posible para acceder
derechamente al regimen verificatorio, lo cual es una impo-
sición de la lógica propia de la figura del litisconsorcio ne-
cesario.
Aclaramos por una elemental razón de probidad inte-
lectual, que todo cuanto señalamos anteriormente importa
una radical modificación de lo que sostuvimos, junto con
BARREIRO, en una ponencia presentada en el Congreso de
11
Rosario. Dijimos en dicha ocasión: Juicios nuevos: con-
forme el texto literal de la excepción prevista en el inc. 3"
del art. 21 que no distingue los nuevos juicios en los que el
deudor debiera intervenir como parte de un litisconsorcio
pasivo necesario claramente no resultarían alcanzados por
la suspensión y atracción. Atento que existe una norma
con una expresa excepción en donde no se distingue (y no
debería hacerlo el intérprete): a) de allí que, apriorística-
mente existiera una nueva posibilidad que permite violar la
prohibición de iniciar acciones nuevas luego de publicado
el edicto dando cuenta de la apertura del concurso rn%sallá
de los juicios de índole laboral: los juicios en los que el
deudor sea un litisconsorte pasivo necesario; b ) a este prin-
cipio interpretativo relacionado en forma directa con el tex-
to literal de la norma, se le contraponen -como argumentos
en contrario-: 1) el texto de la excepción habla de los 'pro-
cesos en los que el concursado sea parte', es decir la refe-
rencia temporal del rnodalizador parece indicar -a diferencia
de la interpretación literal- que aquella rige para los proce-
sos en los que el concursado integre el litisconsorcios al
momento de publicarse el edicto; 2 ) lo expuesto en 1 se ve
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

afirmado en el hecho de que la referencia inmediata del


párr. lo posterior al inc. 3" en análisis, que indica que los
juicios no suspendidos ni atraídos (conforme las excepcio-
nes al principio general previstas en los tres incicos que
contiene la norma), 'proseguirhn ante el tribunal de su radi-
caci6n ~ r i g i n a r i a ~
o ~ante
, el que resulte competente si se
trata de acciones laborales nuevas'. Es decir que, clara y
contwndenternente, la norma parece referir que las únicas
acciones nuevas que pueden iniciarse en violacibn del prin-
cipio general de no iniciaci6n de nuevos juicios luego de pu-
blicado el edicto son las causas laborales. A esta frase,
punto y seguido, le sigue la mención de que el síndico sera
parte necesaria en dichos juicios no atraídos ni sometidos a
la suspensión, por lo que si se admitiere la interpretación
literal referida en a dichos juicios nuevos, en donde el deu-
dor ser&litisconsorte pasivo necesario, el sindico no estar&
llamado a participar. Dentro de las dos opciones interpre-
tativas que hemos analizado entendemos que la segunda de
ellas (referida como b) es la que lógicamente debiera adop-
tarse como ali ida"^^.
Desde el punto de vista de la más estricta hermenéuti-
ca, la interpretación antedicha parece respetable y no puede
negarse su sofisticación. Hemos cambiado de opinión (ig-
noramos la postura actual de BARREIRO al respecto), sin em-
bargo, al ponderar tal enfoque conforme el cartabón de su
constitucionalidad (criterio dirimente para fulminarlo) y al
postular la plena excepción de la tríada de efectos, salvo
cuando facticamente -tal el caso de los "procesos de cono-
cimiento en trámiten- resulte evidente que importan un
subuniverso respecto del cual sólo son predicables dos de
las tres excepciones.

46 Claramente referido a los procesos en trámite al momento de publi-


carse el edicto.
47 BARREIRO- TRUFFAT,
E¡ litismns~rciopasivo necesario: jacepcidn al prin-
cipio general?, ponencia en VI Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y
rV Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. 111,
p. 161.
Ello mbs allá de que el hecho que la CAmara Nacional en lo Comercial
fuera uno de los mis fuertes impulsores de esta reforma nos hace prever
que, seguramente, la intepretación de ese fuero se inclinará por la opción
a que permitirá "desagotar" aun más el fuero de causas.
REGLAS Y EXCEPCIONES

Al solo efecto de sistematizar el muy complejo esquema


legal, proponemos esta síntesis.
a ) Los procesos de expropiación (conf. arts. 21 y 132):
1 ) No están sujetos a suspensión (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
2) No están sujetos a atracciiin (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
3 ) Pueden deducirse aún después de abierto el concur-
so o decretada la quiebra.
4) EI síndico es "parte necesaria" en ellos.
b) Los procesos que se funden en relaciones de familia
(conf. arts. 21 y 132):
1 ) No están sujetos a suspensión (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
2 ) No están sujetos a atracción (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
3) Pueden deducirse aun después de abierto el concur-
so o decretada la quiebra.
4) El síndico no es "parte necesaria" en ellos.
c ) Las ejecuciones de garantías reales:
I ) No están sujetas a suspensión en el concurso pre-
ventivo, (pero no se admitirá el remate de la cosa gravada si
no se acredita haber presentado el pedido de verificacidn
del crédito o privilegio); conf. art. 2 1.
2 ) No están sujetas a suspensión en la quiebra (pero
deben adecuarse al trámite de concurso especial y no se po-
drá percibir el producido de Ia subasta -salvo que se cuente
con sentencia verificatoria sobre crédito y privilegio- sin
previa fianza); conf. art. 209.
3) No están sujetas a atracción en el concurso preventi-
vo; conf. art. 2 1.
4) Sí están sujetas a atracción en la quiebra; conf.
art. 132.
5) Pueden deducirse aun después de abierto el concur-
so o decretada la quiebra; conf. arts. 21 y 132.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

6 ) El sindico es "parte necesariaJ' en caso de concurso


preventivo -conf. art. 21- y tiene la intervención prevista
para el concurso especial en el caso de quiebra.
8) Los procesos de conocimiento en trámite que no sean
juicios laborales (conf. arts. 21 y 132):
1) No están sujetos a suspensión (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
2) No están sujetos a atracción (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
3 ) No pueden deducirse una vez abierto el concurso o
decretada la quiebra.
4) El sindico es "parte necesaria" en ellos.
e) Los juicios laborales (conf. arts. 21 y 132):
1 ) No están sujetos a suspensión (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
2) No estan sujetos a atracción (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra).
3) Sí pueden deducirse una vez abierto el concurso pre-
ventivo o decretada la quiebra.
4) El sindico es "parte necesaria" en ellos.
f ) El litisconsorcio pasivo necesario donde el concursa-
do o fallido sea codemandado;
1 ) No está sujeto a suspension (ni en el concurso pre-
ventivo ni en la quiebra); conf. arts. 2 1 y 133.
2) No está sujeto a atracción (ni en el concurso preven-
tivo ni en la quiebra); conf. arts. 21 y 133.
3 ) Sí puede deducirse una vez abierto el concurso pre-
ventivo o decretada la quiebra; conf. art. 21 de la LCQ, y
art. 18 de la Const. nacional.
4) El síndico es "parte necesariaJ' cuando se trate de un
concurso preventivo; conf. art. 2 f .
5) El síndico interviene en ellos cuando se trate de una
quiebra ("continuando el trámite con intervención del síndi-
co"); conf. art. 133.

A la luz de todo lo dicho hasta aqui, ¿qué juicios que-


dan atrapados por las previsiones de los arts. 21 y 132?
REGLAS Y EXCEPCIONES 131
Primero, y segtin se señaló anteriormente, debe tratarse
de: a ) juicios o de acciones de contenido patrimonial; b) ob-
viamente, juicios o acciones de causa o titulo anterior a Ja
presentacidn en concurso o a la sentencia de quiebra; c)
juicios o acciones que tramiten (o pudieran tramitar) en
sede judicial (incluyendo la arbitral), y d) juicios o acciones
deducidos -o a deducir- contra el deudor cesante.
En principio, se parte de la siguiente base:
a ) Que los procesos de expropiación, los que se funden
en relaciones de familia, los juicios laborales y los proce-
sos en los que el concursado o fallida sea parte de un li-
tisconsorcio pasivo necesario, están exceptuados de la sus-
pensión, de la atracción y de la prohibición de deduccióln
de nuevas acciones (tanto en el concurso preventivo como
en la quiebra).
b) Que las ejecuciones de garantías reales están excep-
tuadas de la suspensión, atracción y prohibición de deduc-
ción de nuevas acciones en el concurso preventivo y de la
suspensión y prohibicián de deducción de nuevas acciones
en la quiebra (aunque deberán continuar o iniciarse bajo la
forma de "concurso especial" ante el magistrado concursal).
e ) Que los procesos de conocimiento (que no sean labo-
rales, o donde el concursado o fallido no sea parte de un li-
tisconsorcio pasivo necesario) están exceptuados de la sus-
pensión y de la atracción (tanto en el concurso preventivo
como en la quiebra).
A partir de lo expuesto, se advierte que los casos suje-
tos a la regla general parecen reducirse, en la práctica, a
las ejecuciones de sentencia y procesos ejecutivos48(que no

48 iEl proceso de ejecución de sentencia constituye un complemento


del juicio de cognici6n y su finalidad es cumplimentar lo ordenado por el tri-
bunal. La ejecución del fallo no importa un nuevo juicio, sino la continua-
ción del sentenciado. En la base de todo proceso de ejecución se encuentra
un derecho, cierto o presumiblemente cierto, cuya satisfaccih se procura
asegurar mediante el uso de la fuerza. En rigor, el proceso de ejecución no
es mas que un medio para que, por virtud de los órganos judiciales del Esta-
do, se sustituya por la ejecución forzada la ejecución voluntaria. No obstan-
te lo señalado precedentemente, tarnbien es factible la ejecucitin forzada sin
que haya sido anticipada por un juicio de cognici6n. Son los tíruIos ejecuti-
vos arrajudiciales, a los cuales la ley ha dotado de efectos similares a los de
una sentencia de condena" (DE SANTO, Procesos de ejecucidn, p. 53).
132 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

sean ejecuciones de garantias reales). Bien entendido que


desde un enfoque tedrico, la regla residual -por su generali-
dad- es que todo caso no contemplado por las excepciones
quedará necesariamente incluido en la tríada de efectos
previstos por los arts. 21 y 132. Acótase que queda como
una suerte de "hermano menor" de los casos sometidos a
dichas disposiciones, el caso de las acciones que debiendo
tramitar en proceso de conocimiento (que no fuera laboral)
no estuvieran promovidas a la fecha de la presentacibn en
concurso o de la sentencia de falencia, dado que ellas están
sujetas a uno de los tres efectos: la prohibición de Qeduc-
ción de nuevos procesos.
Así pues, e iniciada la publicación edictal, los juicios al-
canzados por los artículos citados se suspenden irremedia-
blemente o se radican (nadie sabe muy bien para qué) por
ante el juez concursal.
Toda ejecución que no fuera de garantias reales (sea que
se tratara de sentencia firme, de sentencia recurrida a travils
de recurso extraordinario pero que apareciera sustentada
por fianza del actor, de sentencia parcial de rubros no recu-
rridos; sea que se tratara de ejecución de títulos de crédito
que traen aparejado tal tramite, o de ejecuciQn de reconoci-
mientos de deuda en instrumento público o respecto del
cual se hubiera preparado la vía ejecutiva, o de apremio
con base en documento de deuda de creación estatal) que-
dará suspendida en el momento en que se inicie la pulblica-
ción edictal. Todo acto habido a posteriori de tal ocasiOn
resultará nulo ("si bien el radio de aplicacibn se ha dismi-
nuido notablemente, dichas actuaciones serán nulas proce-
salmente y no podrán ser convalidables mediante la no in-
terposición del incidente de nulidad en forma oportuna.
Ello así pues el art. 22 de la LCQ establece la nulidad de
las estipulaciones contrarias a lo dispuesto por el art. 21
de la LCQ"49).
Se señala en este trabajo la dificil situaci6n que se sus-
cita con los actos habidos entre la presentación concursal y
la publicación edictal, cuando no hubiere resolución firme

49 MOLTNA SAMDOVAL,El cambio de las reglas de juego en el fiero de atrac-


cidn concursal, ED, 2 17-630.
REGLAS Y EXCEPCIONES 133
que asignara la propiedad de los fondos emergentes de la
ejecución habida al ejecutante.
Tales procesos así suspendidos se radicarán ante el tribu-
nal concursal. Seguimos preguntándonos -como lo hacía-
mos con el régimen de la ley 24.522, versión originaria- qué
sentido tiene esa acumulación de papeles en los saturados
estantes de los juzgados de concurso. Las constancias pue-
den resultar útiles para el tramite verificatorio del crédito,
pero no son indispensables y -en más de una ocasión- po-
drían ser satisfactoriamente sustituidas por copias certifica-
das de las piezas pertinentes.
Los juicios de conocimiento (que no fueran juicios la-
borales) no pueden promoverse una vez solicitada la for-
mación de concurso preventivo o decretada la quiebra. Los
asi deducidos serán hábiles para interrumpir la prescrip-
ci6n (porque la demanda ante juez incompetente tiene tal
virtud) o la caducidad. Pero fiera de ello, resultaran nu-
los. El magistrado extraconcursal deberá archivarlos sin
más. Podrá, si fuera menester, extender certificado de su
promoción (precisamente para acreditar el acto interrupti-
vo de prescripci6n o caducidad), e incluso remitirlos ad
effectum videndi al juez concursal si le fueran requeridos.
Pero, en principio, la solución es la apuntada anteriorrnen-
te: su directa conclusión por imperio legal (arts. 21, 125,
132, según el caso) y la anulación de todo lo acaecido en
infracción a normas inderogables de derecho concursal.
Otro tanto deberá hacerse con los procesos de conoci-
miento -o, con más razón, ejecutivos- que hubieran tenido
andamients por estar en pendencia su calidad de pre o pos-
concursales (cuestión más habitual de lo que se cree respec-
to de ciertos reclamos fiscales). En caso de ser determina-
da su concursalidad por resolución firme (es decir que se
trataba de procesos basados en reclamos de "causa o titulo
anterior'" la presentación concursa1 o a la quiebra), la re-
ferida resolución deberá prever su conclusión y la anula-
ción de todo lo actuado desde la presentación en concurso
o desde la sentencia de falencia.
Aunque desde lo teórico la cuestión se presenta clara,
son imaginables amargos debates sobre la subsistencia de la
condena en costas que hubiera podido recaer respecto de
134 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

la convocatoria o la quebrada, por lo acaecido en el expe-


diente hasta que llegó el momento de la declaración de que se
trataba de tema sujeto a concurrencia. Adviértase que has-
ta tal ocasibn, que bien podría concretarse en algún fallo
de tribunal de revisión o, incluso, del mhs alto tribunal
federal al dirimir contienda de competencia entre el juzgado
extraconcursal y el concursa1 -por no tener otro superior
comtín-, podría haber habido una pluralidad de articulacio-
nes que hubieran generado la referida condena en costas.
¿La nulidad del proceso tambikn las arrastraría? Una regla
de pura lógica jurídica parecerfa indicar la respuesta afir-
mativa, pero -al mismo tiempo- se suscitaria conflicto con
el derecho de propiedad garantizado por los arts. 14, 14 bis
y 17 de la Const. nacional, respecto de los profesionales be-
neficiarios de las regulaciones consecuentes, y bien podría
temerse que la canclusión señalada pudiera entenderse para
el accionar temerario del cesante (que litigaría con la ex-
pectativa de un bill de indemnidad).

Un dato relevante, y que a veces se pierde al enfatizarse la


posibilidad de que ciertos procesos antaño suspendidos y atraí-
dos tjuicios de conocimiento en trámite, incluidos los labo-
rales) puedan continuar ante el juez extraconcursal, es que
la mentada continuación depende de la voluntad del preten-
s a creditur, pero que este se encuentra plenamente habilitado
por el texto legal expreso para "optar" por la vía verificatoria.
Hemos señalado que, en nuestra opinión: a ) no se opta
por continuar el juicio en sede originaria, sino que la op-
ción es de sometimiento al regimen verificatorio50 (lo que li-
bera de formalidades a la decisión de continuar, aunque ha-
ria bien cualquier acreedor prudente en anoticiarlo de todos

50 La mejor prueba de ello es que el legislador (en la cláusula transito-


ria -art. $O, ley 26.086- destinada a aplicarse a los casos en trámite bajo el
régimen originario de la ley 24.522) dispuso la remisión ope legis de los expe-
dientes d juzgado extraconcursal. Esto demuestra que en el espíritu de la
ley 26.086 lo que ve como supuesto normal es la continuacidn -de los jui-
cios, exceptuados los de atracción, se entiende- y como excepción que los
accionantes en tales procesos recurran al régimen típico verificatorio.
REGLAS Y EXCEPCIONES 135
modos en el concurso, si quisiera ejercer control correspec-
tivsS1),y b) que la opción no remite ineludiblemente al caso
de verificación ternpestiva, dado que cualquier acreedor po-
dría hacerlo también respecto de la verificacidn tardia.
Considera HEREDIA que la opción -en tanto acto ritual
expreso- es un deber del acreedor concursal, a tal punto
que señala, respecto del juicio continuado, que "los juicios
de conocimiento en trámite quedan excluidos de la suspen-
sión ordenada en el párr, lo del art. 21 de la LCQ, y sÓ6o
suspenden su trámite si el actor opta por verificar su crédi-
to conforme a lo dispuesto por el art. 32 y concordantes.
Tal es lo que resulta de la detenida lectura del art. 21 en
el texto dado a él por la ley 26.086. En esas condiciones el
juicio continúa su trámite ordinario, sumario o sumarísimo,
según corresponda, hasta que: a ) el demandante-acreedor
manifieste su voluntad de verificar en los términos del art.
32 de la LCQ, en cuyo caso queda suspendido, con los efec-
tos de un desistimiento de la acci6n (no del derecho), sin
que sea exigencia la previa conformidad de la parte contra-
ria, y sin incurrir en costas por ello; b) venza el plazo para
verificar ternpestivarnente sin que el demandante-acreedor
ejerza la opción prevista por e1 art. 21, hipótesis en Ia cual
el juicio de conocimiento se interrumpe definitivamente,
debiendo aquél promover el incidente de verificación tar-
día, pues ha precluido la posibilidad de verificar en los tér-
minos del art. 32 de la LCQ, que es la única alternativa ad-
mitida por el citado art. 21"52.

51 Concordamos con los PRONO en la necesidad de manifestar en el


concurso qué se habrá de hacer, aunque los citados juristas no 10 colocan en
el terreno de la prudencia, sino que lo elevan al rango de deber, por aplica-
ción dd art. 919 de1 C6d. Civil. Disentirnos, por tal razón, con ellos porque
-en la Iinea antedicha- entienden que la falta de anoticiamiento sujeta al
pretenso accipiens al proceso verificatono. Como se ve, la postura de los
PRONO esta en concordancia con la posición de HEREDIA que se menciona en el
principal y de la que da cuenta la nota siguiente [PRONO- PRONO, El acreedor
que desee continuar el proceso de conocimiento en trámite (art. 21, inc. 2, LCI;)),
deberá así manifesfurio en el concurso antes de que venza el plazo de verifica-
ción, ponencia en VI Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y IV Congre-
so Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. III, p. 6451.
52 HEREDIA, Ley 26.086: nuevo modelo en el régimen de suspensión y
prohibición de acciones y en el diseco del fuero de atracción del concurso pre-
ventivo, JA, 2006-11-950,
136 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

No compartimos tal conclusibn; en verdad, ninguna de


las dos que porta el texto: si el acreedor no opta, nada ocu-
rrirá con el juicio continuado -es decir, continuará hasta la
sentencia- y bien podría ejercerse la opci6n a posteriori del
vencimiento del plazo de verificación tempestiva.
La ley no impone el deber de optar (escoges una cosa
entre varias). Faculta a ejercer una opción, a elegir el ca-
mino concursal en sustitución del juicio continuado.
Es muy difícil -y peligroso- usar términos al modo de
"la regla general es" en todo lo referido a la ley 26.086, por-
que es una normativa con excepciones en cascada. La ver-
dadera regIa es la suspensión-atracción, pero la ley esta-
blece una excepción (la continuación) que, a su vez, tiene
en su seno la posibilidad (de nuevo de modo excepcional)
de volver a1 mecanismo general: esto es, suspender el juicio
y someterse al trámite verificatorio.
En presencia de juicios de conocimiento continuados,
el legislador parte de la base de que Ta "excepción" de con-
tinuar es regla frente a la "excepción" de sometimiento vo-
luntario al régimen verificatorio. Dice literalmente la ley,
en su art. 21: "Quedan excluidos de los efectos antes men-
cionados ... 2) Los procesos de conocimiento en trámite y
los juicios laborales, salvo que el actor opte por suspender
el proceso y verificar su crédito conforme lo dispuesto por
los arts. 32 y concordantes" (la bastardilla es nuestra).
Las palabras resaltadas "salvo que" equivalen, en el caso,
a "fuera de, excepto", o sea que los juicios de conocimiento en
trámite continuarán hasta la sentencia, sin necesidad de ma-
nifestacibn alguna -aunque con la presencia del síndico "par-
41
te necesaria7'-, excepto" si el actor, por un acto expreso de
voluntad, hiciera saber al magistrado extraconcursal su vo-
luntad de suspender el trámite y verificar concursalmente.
El juez originario no necesita que el actor le avise que
va a seguir adelante con un juicio si, una vez presentado
el síndico -prueba acabada de la existencia del concurso-, el
actor, precisamente, sigue adelante con el juicio (sus actos
propios hablan por él).
El magistrado concursal tampoco necesita que el actor
le comunique su voluntad de proseguir con la demanda ori-
ginaria. Lo sabrá de todos modos porque seguramente la
REGLAS Y EXCEPCIONES

sindicatura informará en el expediente concursal que se


present6 en tal proceso (es probable que si los magistrados
naturales se ponen exigentes con la personería, deba hacer-
lo por una razón práctica, para que se le provean las certifi-
caciones que acreditan su calidad), o porque un acreedor
concurrente lúcido, que prefiera seguir adelante con su ac-
ción en sede originaria, se cuidará en informarlo en el juz-
gado concursal. Ello para estar habilitado, más allá de toda
duda, a ejercer las facultades de control que la ley 24.522
asigna a todos los demás sedicentes acreedores.
Al mismo tiempo, no es menester acto formal para ejer-
cer la opción ante el concurso. Bastará el pedido verifica-
torio ante el síndico o bien la promoción del incidente de
verificación tardío. BARREIRO sostiene: "La ley nada dice
acerca de la forma en que la opcidn debe ejercerse, ni si di-
cho ejercicio debe ser expreso o tácito. En nuestro crite-
rio el solo hecho de que el acreedor se presente a verificar
importará el ejercicio de dicha opciáln, importando ello el im-
plícito desistimiento del juicio de conocimiento. La opcióln
expresa por X a vía colectiva reemplazará definitivamente y
sin vuelta atrás, a la individual abierta lo que obligar6 al
acreedor, el sindico o el propio juez concursa1 a comunicar
tal circunstancia al juzgado originalmente competente para
que se proceda a suspender el trámite de dicho
Si bien el ejercicio de la opción verificatoria no está
sujeto a formalidad en sede concursa1 (al punto que bien
podria ser que el juez recién se entere de ella -porque el
acreedor no tuvo el tino de informarlo en el juicio concur-
sal- en ocasión del informe del art. 35, o cuando el síndico
hubiera aportado copia de las irnpugnaciones y observacio-
nes y tal pretensión verificatoria estuviera entre las objeta-
das), bien hará el accionante en hacerlo saber en el juicio
extraconcursal. Ello porque el desistimiento así habido lo
libera de costas por tal acto. En todo caso, el propio deu-
dor se apurará a hacer constar en tal expediente que su ac-
cionante ejerció la opcións4.

O juicio
53 B A ~ I REl , continuado en sede extrafia:la opcidn de continuar,
"Revista de Derecho Concursal", t. VI, en prensa.
54 De nada le serviría al deudor quedarse agazapado a Ia espera del ven-
cimiento del plazo de perención. En tal caso no correspondería decretarla
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Desde el momento mismo en que se solicita verificacibn


(es decir, se opta), el magistrado originario queda privado
de competencia. Nada de lo actuado en tal sede -salvo de-
cisiones meramente instrumentales, v.gr., expedir copias
de ciertas piezas, desglosar documentación para el pedido
verificatorio- tendrii ya validez; esto, obviamente, podría
ser distinto si hubiera una pluralidad de coactores y sólo
uno o varios de ellos hubieran optado por la vía verificato-
ria. Aunque la ley habla de "suspensiOn" del juicio, cabe
apuntar que conforme lo señala BARREIRO en el pgrrafo ante-
rior, y también HEREDIA, quien dice que "el ejercicio de la
opción que consagra el art. 21 de la LCQ es definitivo.
Elegida una vía queda excluido el ejercicio posterior de la
otra: electa una via non datum recursos ad a l t e r a ~ n " ~el~ ,
proceso en verdad queda extinguido y debería decretarse su
archivo56.
El vallado de la verificación tempestiva no parece con-
vincente, a su vez, porque el art. 21 ya citado remite a lo
dispuesto por el art. 32 y concs. y, corno apuntamos, el art.
56 bien podría considerarse incluido en tal nómina.
En la línea antedicha, BARRE IR^ sostiene: "La cuestiiin a
tal fin resulta, en nuestro criterio, determinar cuál será la
correcta interpretación sobre la referencia al 'art. 32 y concs.
de la LCQ'. ¿Allí se está mencionando exclusivamente la
posibilidad de la verificación tempestiva o, por el contrario,
se está aludiendo a todo proceso de admisión de créditos o
derechos previsto por la ley concursal? Cuando se habla

ni imponer las costas al actor (más allá de su evidente torpeza al no haber


anoticiado al tribunal de la opci6n efectuada) porque: a) la suspensión se
produjo por imperio de ley al ejercerse la opci6n a favor del trámite concur-
sal (y los juicios suspendidos no perimen); b) el deudor no podría invocar
desconocimiento de haberse efectuado la referida opción sin invocar su pro-
pia negligencia en el control del proceso concursal, y los jueces no deben en-
tremezclarse en debates entre torpes.
55 HEREDIA, LRy 26.086: nuevo msdela en el régimen de suspensián y
prohibición de acciones y en el diseño del fuero de atracción al concurso pre-
ventivo, JA, 2006-11-950.
56 Tomamos esta terminologia del art. 304 del Cód. Proc. Civil y Com.
de la Nación, pues el ejercicio de la acci6n importa una forma atipica de de-
sistimiento del proceso -en el cual no es menester la conformidad de la otra
parte, aun después de notificada la demanda-.
REGLAS Y EXCEPCIONES 139
de los arts. 32 y concs. de la LCQ, jse está también hablan-
do de la posibilidad del planteo de verificaciones tardías?
El diccionario de la Real Academia Española define concor-
dante, en la última acepción, que es la aplicable al caso,
como lo que 'completa, aclara o interpreta a otraJ en refe-
rencia a las normas. En un sentido estricto y acotado Iss
arts. 37 y 38 de la LCQ completan el art. 32 de la LCQ, pu-
diendo entenderse que ello no sucede as1 con el art, 56 de
la LCQ. No es ésta nuestra interpretación. No cabe duda
sobre la identidad de fines que existe entre la verificaciun
ternpestiva prevista en el art. 32 de la LCQ y la tardía pre-
vista en el art. 56 de la LCQ: permitir la admisión o el reco-
nocimiento de un crédito preconcursal. En nuestro crite-
rio la imprecisa alusi6n ('y concordantes') sin indicación
expresa respecto de a que artículos se entiende como con-
cordante~del art. 32 de la LCQ, debe interpretarse del más
amplio modo, es decir, incluyéndose todo procedimiento
que importe la pretensión de admisión de un crédito al pa-
sivo concursal, incluso verificaciones tardías y revisiones.
Ésta es la m8s armónica e integral interpretación posible,
pues no es posible entender que los únicos sistemas de re-
conocimiento de crédito concordantes con el previsto en el
art. 32 de la LCQ son el del incidente de revisión y la ac-
ción de dolo. El sistema de verificación tardía que prevé
la ley concursal es, indudablemente, concordante con la
tempestiva en tanto aquella es tal en función de que le
preexiste ésta, la tardía completa la tempestiva en el senti-
do de que completa el sistema de reconocimiento o admi-
sión de los pasivos concursales en el preventivo. Por tal
razón, entendemos que en cualquier momento podrá el
acreedor (actor de un juicio continuado no atraído) realizar
la opción prevista en el art. 2 1, inc. 2, de la LCQ, es decir,
incluso cuando se encuentre largamente vencido el plazo
tempestivo de verificación fijado por el tribunal, mediante
la suspensión del pleito no atraido y la iniciación de un in-
cidente de verificación tardía"57.
Imaginamos que la construcción de HEREDIA seguramen-
te busca prevenir las ventajas indebidas de que podría to-

57 BARREIRO, El juicio continuado en sede extraña: la opcidn de continuar,


"Revista de Derecho Concursal", t. VI, en prensa.
140 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

marse un litigante torpe, que sabe que si su demandado es


un concursado o fallido podrál litigar con desatención y des-
parpajo, bastandole con "optar" antes del llamado a senten-
cia para suspender el juicio -donde su propio desempeño
hace prever una sentencia desfavorable- y volver a empe-
zar en incidente de verificación tardía. Bien entendido,
por supuesto, que al no haber recaido sentencia en lo que
BARRE IR^ llama "sede ajena" no rige la previsión excepcional
del art. 56 sobre prescripción y que la posibilidad de verifi-
car tardm'amente estará sujeta al plazo fatal de dos años a
contar de la presentacibn en concurso.
Esta posibilidad está permitida por la ley -1amentable-
mente- y sólo se podra aminorar su impacto si en el referi-
do incidente de verificación tardía el deudor, o el síndico al
opinar, en ocasión de haberse rendido las pruebas, advier-
ten al juzgador concursa1 sobre la existencia de constancias
desfavorables en el juicio "suspendido". Entendemos que
este es uno de esos casos particulares donde la sindicatura,
a la par de emitir opinión, debe propugnar una medida
para mejor proveer -si el deudor no hubiera ofrecido como
prueba el juicio extraconcursal- y obtener que él sea traído
ad efectum videndi al tribunal del concurso. De darse esta
hipdtesis en caso de quiebra -ocasión en la que la sindica-
tura habrá sido el contradictor legal del audaz en el juicio
que quedó en sede originaria y lo seguirá siendo en la veri-
ficación tardía-, comportaría un grave yerro del órgano sin-
dical no requerir que se tenga a la vista tal expediente antes
de resolver y de instar para que la conducta desplegada por
el sedicente acreedor sea merituada por el juez.
La opción es un instituto bien mirado por la doctrina
concursalista en todos los casos (iy ni qué hablar respecto
de los acreedores laborales a los que la ley 20.744 les impo-
nía, corno un yugo, seguir siempre y en todos los casos ade-
lante en el fuero especial!), pero es bueno no engañarse so-
bre su alcance.
Sólo recurrirán a ella quienes, como se dijo anterior-
mente, hubieran llevado tan mal el juicio de conocimiento
que tomaran como una chance milagrosa de volver a empe-
zar el poder concurrir a verificar, o quienes tengan recla-
mos de tan sencilla comprobación que sabrán que el some-
REGLAS Y EXCEPCIONES

terse a un extenso litigio es una pérdida de tiempo, cuya


única consecuencia prálctica sera privarlos de la posibili-
dad -en la que pueden tener lícito y marcado interés- de
formar parte de la base de cómputo para el cálculo de ma-
yorias en la aprobaci6n del acuerdo y tener la posibilidad
de aprobar, o negarle aprobacion. "Ya dijimos que en esa
elección cuenta fundamentalmente la naturaleza del crédito
en cuanto a la comprobación de su existencia y exigibili-
dad. Así, si el crédito es de aquellos de dificil investiga-
ción o comprobación, convendrá al acreedor continuar con
el juicio de conocimiento que tenía en tramite contra el
concursado. Si, en cambio, se trata de un crédito de fácil
comprobación por el síndico (v.gr., porque aparece registra-
do en Pa contabilidad y los libros de comercio que dicho
funcionario debe examinar a los fines del informe indivi-
dual del art. 35, LCQ) convendrá al acreedor presentarse a
verificar tempe~tivamente"'~.

¿Es posible ejercer una opciOn parcial? Si el juicio


continuado contiene una acumulaciOn de acciones (p.ej.,
el cobro de un crédito líquido -con reconocimiento de deuda
en el instrumento base-, por un lado, y el cobro de una mul-
ta -también pactada en el instrumento base-, por el otro; el
juicio gira en derredor de la falta de pago del primer con-
cepto y en desconocimiento de la procedencia del segundo
reclamo) en nuestra opinión la opció-n parcial es posible.
Precisamente el primer caso es de aquellos de fácil
comprobaciCin, mientras que el segundo requiere un debate
y prueba tal vez complejos.
En tal hipótesis, el acreedor interesado en preservar su
derecho de voto (perdónesenos el anacronismo, pero es
muy gráfico) podrá ir a verificar la deuda reconocida en el
documento base y proseguir su batalla en el juzgado origi-
nario sobre la procedencia de la multa.

58 HEREDIA, Ley 26.086: nuevo modelo en el rdgimen de suspensión y


prohibición de acciones y en el diseño del fuero de atracción del concurso pre-
ventivo, JA, 2006-11-950,
142 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Un supuesto un poco más complicado que lo antedi-


cho -si bien se trata de un tema signado por la contingen-
cia y que desaparecerá con el tiempo- son aquellos juicios
donde el deudor no discute la deuda pactada originariarnen-
te en divisa extranjera según el tipo-de conversión "1 a 1".
pero discute la procedencia del esfuerzo compartido (ley
25.561) o el deber de atender el débito en la moneda pac-
tada (decr. 410102). Aun en este supuesto no encontramos
improcedente que el actor "suspenda" el juicio respecto del
capital histurico y vaya a verificarlo -siempre señalando,
para no incurrir en acto propio, que se trata de un monto
"a cuentap'- y continúe con su discusión sobre la diferencia
de cambio.
Habrá casos, con todo, donde resulte muy difícil escin-
dir las pretensiones, porque están tan irnbricadas que no
es fácil determinar su teórica independencia. En estos su-
puestos, el natural espíritu conservador de los abogados de-
bería IlevarIos a aconsejar a sus clientes no explorar tesre-
nos discutibles. Que opten por todo o que sigan adelante
por todo.

Por expreso imperio de la ley, éste queda suspendido.


Sin embargo, y según señalamos anteriormente, en verdad
debe considerhrselo extinguido y decretarse su archivo.
Esto, claro está, en tanto el optante fuera el Unico ac-
tor. En caso contrario, continuará con los demás accio-
nantes, el deudor y la presencia del sindico como '"parte ne-
cesaria".
El juicio extinguido probablemente terminará de to-
dos modos en algún anaquel del juzgado concursal, como
prueba remitida ad eflectzam videndi del pedido verificato-
rio.
Ninguna decisiun jurisdiccional podrá tomarse válida-
mente en éste una vez ejercida la opción, salvo en lo atinen-
te a la regulación de honorarios de los profesionales letrados
y peritos que hubieran intervenido (de hecho, el magistrado
originario habrá sido privado de competencia por el ejerci-
REGLAS Y EXCEPCIONES 143
cio de la opción y deberá, consecuentemente, inhibirse de
actuars9).
No procede imposición de costas por el hecho del desis-
timiento, pero distinto criterio cabe sostener por lo actuado
hasta el momento del ejercicio de la opción. Por separa-
da se analiza el criterio que correspondería respecto de tal
imposición, al que intuimos atado, necesariamente, al resul-
tado de la pretensión verificatoria en sede concursal.

59 Arg. art. 4", párr. lb, del Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación, y nor-
mas simiIares de los códigos locales (por analogía).
El auténtico núcleo duro de la reforma emergente de la
ley 26.086 pasa por articulas (por intentar articular) un me-
canismo de pronto pago que, en verdad, garantice a los tra-
bajadores la citada preferencia temporal.
No es objeto de estas líneas el análisis del "nuevo pron-
to pago" en sí, sino del impacto de la citada ley sobre el ré-
gimen de atracción, suspensión y, en última instancia, so-
bre el mecanismo verificatorio.
Sin embargo, para quien -como es nuestro caso- ha in-
cluido el pronto pago laboral entre los mecanismos de ad-
misi6n al pasivo concursall (siguiendo sobre el punto una
consolidada línea interpretativa que arrancó con RIVERA~
-en conocido contrapunto con FERRER~- y que fue acompa-
ñada por M A F F ~ Aquien
~ , aprovechó para quejarse del inge-
nuo texto legal entonces vigente), parece menester efectuar
algún análisis del nuevo régimen, al menos en lo que apor-
ta al tópico verificatorio.
Aclaramos, aunque no hace falta, que empleamos el ter-
mino %erificatorio" de moda general. No estamos mentan-

1 TRUFFAT,
Procedimientos & admisión al pasivo concursal, p. 143 y SS.
k m , Instit~1cionesde derecho concursal, t. 1, p. 240.
3 FBRRER,Las relaciones laborales en 10s pmcedimientos concursales. La
wtseva normariva ivitroducida por la ky 24,522, "Revista de Derecho Privado y
Comunitario", 1996. no 10, Concursos y quiebras 1, p. 129.
4 MAEF~A,Vkrificucidn de créditos, p. 479.
146 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

do al procedimiento del art. 32 y SS. o a su alterno del art.


56, sino "al acto de determinar si un credito, que debe ser
de causa o titulo anterior a la presentación en concurso a
la quiebra, importa una autkntica deuda del cesante (con-
cursado o f~illido)"~.
En esta línea de interpretación, entendemos que cuando
el juez manda pagar un cierto crédito de causa o título an-
terior a la presentación o a la quiebra, 10 está verificandoe.
El art. 16 comienza por señalar que, en función del in-
forme previsto por el art. 14, inc. 11, el juez del concur-
so autorizará el pago de diversas acreencias laborales que
especifica en larga (y potencialmente contraproducente)
lista.
Dice el texto legal que "el juez del concurso autorizará
el pago de las remuneraciones debidas al trabajador, las in-
demnizaciónes por accidentes de trabajo o enfermedades
laborales y las previstas en los arts. 132 bis, 232, 233 y 245
a 254, 178, 180 y 182 de la ley 20.744; arts. 6" a 11 de la ley
25.013; las indemnizaciones previstas en la ley 25.877, en
los arts. 1" y 2' de la ley 25.323; en lo arts. 8", 9", 10, 11 y
15 de la ley 24.013; en el art. 44 y 45 de la ley 25.345 y en
el art. 16 de la ley 25.561 que gocen de privilegio general o
especial".
No es buena la tkcnica elegida al haber incurrido en
esa extensa y mudable enumeración. Ya bastante criptico
ha devenido el derecho laboral con la catarata de reformas
que se abatieron sobre el, como para añadir al derecho de
pronto pago todas las dudas que se generaran cuando nue-
vas leyes cambien la numeración de artículos y -por lOgica

5 TRUFFAT,Prcrcedirnientos de admisión a¡ pasivo concursal, p. 35.


6 En el caso del "pronto pago", aizn bajo la vigencia de la ley 24.522,
versión original -y con la salvedad de la distinguida jurista platense, no pa-
recían existir mayores reparos a tal interpretación. "El 'pronto pago' no
importa una mera dispensa provisoria de aquella carga tendiente a agilizar
el cobro, sino que, cuando se reúnen las condiciones de hacerlo procedente,
la resolución que lo concede reemplaza de modo definitivo a la verifica-
ciún. Derivase de ello que ambas -la resolución que ordena el 'pronto pago'
y la sentencia verificatoria- suponen un pronunciamiento sobre el fondo de
la cuestión, y tiene el idkntico efecto de conceder al peticionante la calidad
de acreedor concurrente en el concurso" (VILLANUEVA, Concurso prevenrivo,
p. 105).
implicación al ser normativas novedosas- de ellas mismas.
Era mucho mas prudente recurrir a los conceptos a tutelar
(como hace el. art. 241, inc. 2, cuando les otorga privilegio),
máxime en atención a la imbricación entre el referido art.
16 y los arts. 241, inc. 2, y 246, inc. 1, porque para que
haya pronto pago es menester que los créditos gocen de pri-
vilegio general y especial (y el único cuerpo normativo que
puede diferir tal privilegio -arg. arts. 125 y 239, LCQ- es la
propia ley de concursos).
Para que proceda este pronto pago automático es rne-
nester que el crédito laboral: "u) sea uno de los enunciados
en la detallada enumerci6n de dicho p%rs2"; b) goce de pri-
vilegio general o especial (arts. 241, inc. 2, y 246, inc. 1); c )
esté incluido en la lista que el síndico debe elaborar de
acuerdo con el art. 14, inc. 11, y d) el juez haya autorizado
el pago de las créditos incluidos en aquella listan7.
Es interesante advertir que la ley presupone la infalibi-
lidad sindical, porque no ha previsto ninguna vista de su in-
forme al deudor ni la posibilidad de que algún otro sedi-
cente acreedor lo objete. Ea ley tambikn parece inferir que
el juez no tiene otra alternativa que ordenar el pronto pago
(y en todos los casos). Tambien podemos advertir que no
existe ningún remedio que articular -por el deudor, por al-
gún sedicente acreedor que se sienta agraviado por el conte-
nido del listado o por aIgún trabajador incluido en el mis-
mo respecto de quien no se hubiere ordenado pronto pago-.
Es evidente que la ley confía en la veracidad de la de-
nuncia que respecto de sus créditos laborales hizo el deu-
dor (art. 11, inc. 518 y en el pronunciamiento que efectúe
la sindicatura sobre los citados pasivos laborales y sobre la
existencia de otros créditos comprendidos en el pronto pago
(art. 14, inc. 11, a y b), pero no puede contener un mandato

R Q ~ L O Rdgiwren
N, de concursos y quiebras, p. 80.
8 Como con precisibn apuntó HEREDIA, en su exposición en las Primeras
Jornadas de Derecho Empresario Econ~imico,Universidad Católica Argenti-
na, Facultad de Derecho, Departamento de Posgrado y Extensión Juridica
(16 y 17/61/06), como integrante del panel sobre "Alcances de la reforma dis-
puesta por la ley 26.086'' q u e cornpartia con el suscripto-, para el deudor se
trata de una auténtica "confesión". Y esto coadyuva claramente a la auto-
maticidad del pago.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

automático que reduzca al tribunal a un mero autorizador


acríticog.
El juez puede tener serias y fundadas razones para le-
vantar reparos respecto de la "autodenuncia" del debitor res-
pecto de sus pasivos laborales (o de alguno de ellos) y para
dudar de la confiabilidad última del trabajo sindical -pri-
mero porque diez días no alcanzan ni alcanzarán jamás,
salvo en empresas muy pequeñas, para hacer una auténtica
auditoría y aun el síndico más talentoso, dedicado y pru-
dente puede incurrir en error y, segundo, porque bien po-
dría tratarse de un trabajo chapucero o hecho a las apu-
radas-.
En el último caso, seguramente la sindicatura será san-
cionada (arg. art. 255, LCQ), pero en el ínterin mal podn'a
ordenarse el pronto pago de tales créditos (o, al menos, de
los de ellos que generen mayores inquietudes).
El tema bien podría solventarse con un nuevo traslado
-con contundentes apercibimientos- y s61o se habría susci-
tado una demora temporal. Pero si los motivos del reparo
del juzgador provienen no de la labor sindical (que bien po-
dría ser de excelencia) sino de reservas sobre la regularidad
de las constancias consultadas o su fiabilidad, entonces co-
rrespondería denegar el pronto pago.
Imagínese que el magistrado tuviera duda sobre el ori-
gen o legitimidad del presunto credito o tuviera sospechas
fundadas de connivencia entre el concursado y el hipotktlco
acreedor. Resultaría escandaloso que aun así tuviera que
ordenar ese pronto pago.
De igual suerte, bien podría ocurrir que el propio deu-
dor (al que obviamente hay que oír sobre el listado sindi-
calio) objetara algún ítem donde dicho órgano se hubiera

9 Piensa exactamente al revds sobre el punto D~sso,quien, en ocasibn


del Skptirno Seminario Anual sobre Análisis Critico de Jurisprudencia, Boe-
trina y Estrategias Concursales, Mar del Plata, 23 y 24/11/06, organizado por
la Fundación para la Investigación y Desarrollo de las Ciencias Jurídicas, se-
ña16 que, en su opinión, el dictamen del síndico es una suerte de pericia ar-
bitral vinculante para el juez.
' 0 En contra de esta postura, CHOMER señala: "No coincido con tal visión
del asunto; parque si es el deudor el interesada en pagar y desembarazarse de
los créditos laborales, bien 'omitió' el legislador tal sustancibn con el con-
apartado de los créditos denunciados, o pusiera en tela de
juicio la existencia de créditos "descubiertos" por la así lla-
mada auditoría.
También algun sedicente acreedor podría oponerse (en
este caso se trataría de presentación espontánea, que choca-
ría con los problemas de legitimación del sedicente acree-
dor, dado que éste s61o podría acreditar su condición de tal
con certificación actuarial que demostrara que tiene juicio
en trámite o al haber sido, a su vez, denunciado por el deu-
dor en su presentación) tanto a la veracidad de la denuncia
cuanto al contenido del listado del síndico.
En estos dos iiltimos casos, ¿habría que sustanciar la
oposición con el afectado?; isi fuera el deudor quien hubiera
formulado la objeción, ¿debería correrse traslado al acreedor
laboral aspirante a pronto cobrista?; ¿si fuera un sedicente
acreedor quien lo hubiera hecho, ¿debería correrse traslado
al referido aspirante y al propio deudor? En todos los ca-
sos, parecería menester -además- oír a la sindicatura.
La decisión que recayera, ¿serfa apelable?
Véase que la ley sólo prevé la apelabilidad en caso de
pronto pago a pedido de interesado (es decir, el segundo su-
puesto que regula el art. 16).
Pero guarda silencio aquí, coherentemente con la idea
de la "automaticidad" que, según se señaló, no puede ir
contra el derecho constitucional de defensa del debitor
(art. 18, Const. nacional) ni convertir al magistrado en un
autómata.
Podría postularse, entonces, que el tema queda compren-
dido en la regla del art. 273, inc. 3, de la LCQ.
No compartimos tal conclusión. 0,para ser exactos, no
la compartimos íntegramente (confesarnos que se trata de una
cuestibn dudosa que bien podría salventarse de otra manera).
El acreedor laboral incluido originariamente en el lista-
do y luego mantenido en él, pese a la oposición del deudor

cursado. Porque carecería de toda relevancia conceder al deudor la posibili-


dad de objetar o impugnar el informe sindical que bien puede atender en la
medida de su conveniencia y desatender sin consecuencia alguna" (CHOMER,
La mconrraw.formu cancursal. Breve análisis de las modificaciones sobre pron-
to pago, RDCO, 2006-255).
150 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

o de un sedicente acreedor, está en la misma situaci6n que


los demás acreedores del listado. No está previsto recurso
contra tal decisi~n. Así pues, la decisión del juez de man-
tenerlo en el listado resulta inapelable.
En cambio, el acreedor laboral incluido originariamen-
te en el listado y excluido ex oficio de él, o a petición del
deudor o de un sedicente acreedor, queda en situación ab-
solutamente analogable a la de quien pretende que procede
el pronto pago y no está incluido en el listado que establece el
art. 14, inc. 11.
Es decir que -respecto de él- rige la posibilidad apela-
toria que concede el art. 16 para quien instó su inclusión.
Admitimos que la cuestión no es lineal y que bien po-
dría pensarse que tanto el incluido pese a la oposición del
deudor y terceros, cuanto el excltltdo podrían considerarse,
en ambos casos, en igual posición que quien demanda su
incorporación al listado. De partirse de tal concepcióin, tam-
bién la inclusión originaria resistida por deudor u otro acree-
dor y mantenida por el juez resultaría recurrible.
La otra cuestión es si este "microlitigio" no previsto en
la ley, pero inferible de la recta aplicación de principios
constitucionales en juego, da lugar a imposición de costas.
Podría sostenerse, como premisa, que en principio no, salvo
los casos que contempla la ley para el pronto pago a pedido
de interesado (connivencia, temeridad o malicia). Pero ocu-
rre que es muy difícil que se genere un debate como el que
aquí hemos postulado, precisamente si no hay sospechas de
connivencia o si el deudor o el "otro sedicente acreedor" no
actúan maliciosa o temerariamente. La alternativa sería
que el entuerto hubiera sido generado por un confuso y
mal dictamen sindical; pero ello -ya lo anticipamos- debe-
ría haberse solucionado, sin perjuicio de la responsabilidad
del síndico, mandando presentar un nuevo listado buena-
mente confeccionado.
En conclusión, consideramos: a) que el juez no está
atado por el listado sindical. Puede ordenar reformularlo y
en el fnterin, e incluso luego de tal tarea, denegar el pronto
pago a un pretenso acreedor laboral (ya por dudar de la de-
nuncia del debitor, ya por no confiar en las constancias en
que se basó el informe sindical); b) que es menester que se
corra traslado del listado al concursado, quien podría for-
mular oposiciones (es de imaginar que respecto de cuestio-
nes puntuales) y otro sedicente acreedor podría esponthnea-
mente presentarse levantando objeciones, y c) que la decisi6n
del magistrado de inclusihn definitiva es inapelable, mientras
que la decisión de excluir crédito incorporado al listado po-
dría ser recurrida por el afectado. Bien entendido que, en
todo caso, el trabajador siempre podría iniciar o continuar
juicio de conocimiento ante el juez laboral.
El acreedor laboral omitido en el listado sindical podrá
pedir su inclusibn. Aquí sí está prevista: a) la vista al sin-
dico y al concursado; b) la obvia facultad del juez para de-
negar total o parcialmente el pedido de pronto pago (aun-
que señalando que ello -la denegaci6n- s6lo podrá ocurrir
cuando se tratare de créditos que no surgieren de los libros
que estuviere obligado a llevar el concursado, existiere duda
sobre su origen o legitimidad, se encontraren controverti-
dos o existiere sospecha de connivencia entre el peticiona-
rio y el concursado); c ) la apelabilidad de la decisión; d) la
autorización expresa al sedicente acreedor laboral a quien
se le hubiere denegado el pronto pago para iniciar o conti-
nuar juicio de conocimiento laboral ante el juez especializa-
do, y e) la aclaración de que no mediará imposición de cos-
tas, excepto en caso de connivencia, temeridad o malicia.
Hay un par de reglas sentadas respecto de quien peti-
ciona inclusión que, obviamente, son predicables respecto
de todos los acreedores con derecho a pronto pago (los in-
cluidos en el listado y los que no 10 están): la primera es
que para que proceda el. pronto pago no es necesaria la ve-
rificación del crédito en el concurso ni sentencia en juicio
laboral previo, y la segunda es que la resolución judicial
que admite el pronto pago importará la verificación en el
pasivo concursal.

3 2 3 . NATURALEZA
J U R ~ D I C AY TRAMITE DEL INCIDENTE
DE V E R I F I C A C I ~ NPROMOVIDO POR QUIEN
CUENTA CON SENTENCIA PRONUNCIADA
EN SEDE DISTINTA DE L.A CONCURSAL

No resulta suficientemente claro cómo encuadrar al


pedido del art. 56 de la LCQ, en el sentido de reconocer
152 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

calidad de acreedor concurrente al beneficiario de senten-


cia pronunciada por juez extraconcursal contra el csncur-
sado.
La ley no dice que es, ni tampoco que no es. S6lo aler-
ta sobre qué no podrá ser considerado: no se considerará
tardío, pese a estar regulado por un párrafo cuya rúbrica
es, precisamente, "verificación tardía".
Esta circunstancia vendría en auxilio de quienes lo ven
corno una variante de tal verificación (porque si la ley aler-
ta que no hay que considerar un cierto instituto bajo una
determinada tipología, es parque sin tal previsión legal re-
sultaría ineludible instalarlo allí). La ley podría determi-
nar que por su rareza y riesgos de extinción los "tigres
blancos'' no seriin regulados ni tratados como el resto de
las tigres cautivos en zoológicos, y pretender sentar tal dis-
positivo como una frase poco feliz del tipo: "a los efectos de
esta ley no se considerará a los tigres blancos como a los ti-
gres que regula la ley tal". Sería pésima tkcnica legislativa
pero plausible. En cambio, rozaría el disparate un texto
que mandara no considerar a los citados tigres albinos
corno prirnates (porque es obvio de toda obviedad que no lo
son).
Ahora bien, y más allá del gusto intelectual para algún
cultor de la metafisica o de la ontología, poco hemos avan-
zado con lo dicho hasta aquí.
Concedemos -a los fines del análisis- que el pedido ve-
rificatorio que nos ocupa es en su naturaleza una verifica-
ciOn tardía (esto, claro está, si se reconoce que en el univer-
so pueda haber algo como la "esencia de la verificación
tardía"). La propia ley nos ordena hacer como que no es
lo que sería.
Si es un incidente de verificación intempestiva, la nor-
ma expresa impone tratarlo corno si no lo fuera.
Y si se piensa que las figuras jurídicas instrumentales
no tienen -en verdad- una entidad que el legislador no pue-
de dejar de reconocer (que no estamos hablando de la dig-
nidad de la condición humana, ni de los derechos inaliena-
b l e ~que le caben al hombre s61o por serlo), se verá que el
procedimiento en análisis empieza y termina en la regula-
ci6n recibida. Con lo cual se llega a la paradoja de que
"por no considerar" al instituto de marras una verificación
tardía, se puede concluir que "no es" tal figura".
En su momento, y para mejor sostener el control corres-
pectivo (a travks de la posibilidad de impugnar-observar
el pedido verificatorio), nos inclinamos por ver en este no-
vedoso incidente algo así como una verificacibn ternpestiva
distinta o anómala.
Dijimos en tal ocasión: "¿Cuando la ley dice que el pe-
dido de verificación del acreedor reconocido tal por senten-
cia dictada por el juez natural no se considerará tardio, está
señalando que existe otra forma 'ternpestiva' de verificación
o s61o esta señalando una regla sobre la prescripción? La
preposicion 'si' -que viene a subordinar la atribución de ca-
lidad de no tardño a lo previsto sobre prescripción- llevaría
a una respuesta afirmativa. Pero tal conclusión no tiene
asidero: la verificacibn tardía s61o cuenta con accibn si se
deduce en el plazo de prescripcibn que preve la ley. Luego
no hay verificación tardía; hay intento de verificar una obli-
gaciún que -por prescripta- devíno natural. Para que el 'si'
de la ley tuviera algún sentido juridico lógico (al correlacio-
nar antecedente y consecuente) el artfculo hubiera debido
decir que 'no se considerará prescripta' o 'no se considerará
sujeta a las reglas de prescripción de las demás tardías'.
Como no se presume el error en el legislador y como hay
que tratar de preservar un ámbito de aplicación a todas
las disposiciones de un texto legal, consideramos que -con
una impropia construcción verbal- la ley está diciendo dos
cosas distintas: a) que la verificaciiin no se considerará tar-
día; b) que cuenta con un plazo especial de prescripción,
que viene a funcionar como una aplicación automatizada
del Código Civil, art. 3980, por el doble de término (seis y
no tres meses). Concedo a quienes opinan de modo diver-

fl Aunque la terminología legal es similar, el tema no es comparable


-por ejemplo- con el art. 124 de la ley 19.551. Porque cuando ésta dice que
una sociedad constituida en el extranjero con sede en la RepUblica o que cum-
pla con su objeto social en ella, "será considerada como sociedad local" a
ciertos fines, se está refiriendo a un "algo":una cierta y determinada socie-
dad extranjera que "existe"como tal, de modo real y verificable. Pretender
que "la verificación tardfa" sea un algo (fuera de un conjunto de normas
para regular un cierto trámite de admisión al pasivo concursa1) parece un
exceso.
que no deben ser consideradas como tales. Nos estamos
refiriendo a aquellos acreedores que, ante la presentación
en concurso preventivo de su deudor-demandado, optaron
por continuar el trámite procesal del juicio de conocimien-
to ante el juzgado originario y, una vez obtenida sentencia
definitiva, lleva la misma al juzgado donde tramita el con-
curso para incorporarse, mediante ella, al pasivo concursal.
En efecto, sostiene el nuevo art. 56 de la LCQ que 'si el tí-
tulo verificatorio fuera una sentencia de un juicio tramitado
ante un tribunal distinto que el del concurso, por tratarse de
una de las excepciones previstas en el art. 21, el pedido
de verificación no se considerará tardío'. En este aspecto,
resulta necesario destacar dos cuestiones fundamentales que,
sin duda, permitirán poner un poco de claridad a la cues-
tión: 1) la oportunidad procesal en la cual se lleva a cabo la
petición, y 2 ) a qué efectos no se considerará tardía. En
cuanto a la primera cuestibn planteada, no caben dudas
de que, en tales circunstancias, el pedido de verificación
se insinúa una vez vencido el plazo previsto en el auto de
apertura. Por ese solo hecho, y recordando entonces la
distinción efectuada en el punto anterior, no quedará otra
alternativa que coincidir en que tal pedido se reputará
tardio.
Sin embargo, existe calificada doctrina que considera
este pedido de verificación como tempestivo13. Me permito
discrepar con tal criterio interpretativo. Y es que, aun cuan-
do basta corroborar que el pedido de verificación se efecti-
viza una vez finalizado el período dispuesto por el juez con-
cursa1 en el auto de apertura para reputarlo tardzó, existen
otros elementos que avalan tal interpretación. En primer
lugar, hay un componente de orden metodológico. La opor-
tunidad de insinuación de estos créditos está prevista en el
mismisirno art. 56, que es el que refiere a los acreedores
tardíos. En segundo lugar, es el art. 21 de la LCQ, en su
versión reformada por ley 26.086, el que se encarga de des-
pejar cualquier tipo de dudas. En dicha norma se dispone

13 TRUFFAT,iu verificacidn no tardfa del acreedor concursa1 reconocido tal


por sentencia de otro juez. Un sernifferode dudas, ponencia presentada en el
VP Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y W Congreso Iberoamericano
sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. IIi, p. 775 y siguientes.
154 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

so que lo más probable es que el proyectista de la ley e, in-


cluso, los legisladores que la votaron, hayan querido decir
que este modo de verificación no se consideraria tardío a
los fines de la aplicaci6n de la prescripci6n bianual, sino
que regiria el dispositivo específico. Pero ni el proyectista
ni los propios legisladores concretos son 'el legislador'.
Esta mitica figura es el Congreso de la Nación (la Nación
Argentina reunida en Congreso) y si bien es importante para
el análisis lo que los autores intelectuales hayan querido de-
cir, lo dirimente es 10 que el legislador dijo. Y si quería
decir que esta verificación es una tardia anómala sujeta a
sus propias reglas de prescripción, no se salió con la suya.
No es eso lo que la ley dice. Y es a ella, a lo que 'en sí y
para sí dispone', a quien debe recurrirse, a 'sus' palabras
y a 'su>spiritu.
Nada sabemos, en verdad, sobre este pedido de verifica-
ci6n deducido por el acreedor, salvo las dos cuestiones se-
ñaladas en el punto anterior: a) que no se considerará como
verificación tardia (esto es: no sabemos qué es, sabernos
qué no es); b) que cuenta con un plazo especial de prescrip-
ción. Sin embargo puede postularse: c) que debe tramitar
por incidente (arg. art. 280, LCQ); d) que, en principio, no
deberia dar lugar a imposición de costas; e ) que genera un
problema interpretativol con el último párrafo del art. 56 (si
no se trata de verificantes tardíos, zpodrian disputarle dere-
chos a los otros acreedores tempestivos -lease: a los del art.
32 y ss. LCQ-?)'*".
Otros autores vieron en ella una verificación tardia con
reglas propias sobre prescripcidn (y así corno perseguimos
garantizar el control correspectivo, aquéllos buscaron hacer
extensivo el blindaje del art. 56 también respecto de los
acreedores que recurrieran a este mecanismo).
Sobre el punto resulta muy ilustrativo el siguiente tex-
to: "Aunque parezca una grosera contradicci611, a partir del
dictado de la ley 24.086 existen verificaciones tardias que,
vaya a saber por qué circunstancias, el legislador entendió

12 TRUFFAT,La verificacidn no sur& de1 acreedor concursa1 reconocido tul


por sentencia de otro juez. Un semillero de dudas, ponencia presentada en el
VI[ Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y IV Congreso Iberoamericano
sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. IIT, p. 275.
156 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

expresamente que el actor podrA optar por continuar el jui-


cio de conocimiento por ante el tribunal de origen, o some-
terse al proceso de verificacidn dispuesto por los arts. 32 y
SS. de la LCQ. Es esa misma norma, entonces, la que reco-
noce la existencia de dos momentos procesales distintos
para instar la verificación. Nada impide que se cumpla con
la carga de insinuar la acreencia en la etapa tempestiva.
Cualquiera fuese la causa (negligencia, descuido o hasta es-
trategia procesal), lo cierto es que si se opta por continuar
el juicio, el acreedor-actor está aceptando explícitamente in-
corporarse en forma tardia, ya que teniendo la posibilidad
de hacerlo en el momento procesal indicado, no lo hace,
prefiriendo diferir la incorporaci6n al pasivo concursa1 para
más adelante. Ello determina la imposibilidad de reputar
tempestiva la insinuación del crkdito bajo las circunstancias
apuntadas. En realidad existe aqui, reiterarnos, una confu-
sión terminológica pues la verif'icaciOpz realizada en tales con-
diciones es, entendemos, tardia, pues llega después de vencido
e2 plazo para verificar ternpestiva~ítente~~.Ahora bien, no po-
demos quedarnos sólo con la mentada confusiiin termino-
lbgica. Evidentemente, al disponer expresamente (aun con
marcados defectos de redacción) que tal pedido no se repu-
tara tardío, es porque el legislador ha querido negarle cier-
tos efectos propios de las verificaciones tardías. Y es este
razonamiento el que nos permite entrar a analizar el segun-
do interrogante planteado. Al respecto, vale la pena acla-
rar que existen dos posturas bien diferenciadas: una es aque-
lla que sostiene que los pedidos de verificación de créditos
sustentados en una sentencia dictada par un juez ajeno al
concurso en virtud del ejercicio de la opci6n reconocida en
el art. 21 de la LCQ no se consideran tardfos, sólo a los
efectos de determinar el inicio del cómputo del plazo de
prescripción concursal15.

l4 BARREIRO, La nueva venficacidn no tardia (nunca es tarde cuando el


juicio no arraído es bueno), ponencia presentada en el VZ Congreso Argentino
de Derecho Concursa1 y IV Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia,
"Libro de ponencias", t. 111, p. 137 y siguientes.
15 BARREIRO, La nueva verificacidn no tardia (nunca es tarde cuando el
juicio no atraido es bueno), ponencia presentada en el VI Congreso Argentino
de Derecho Concursa1 y W Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia,
"Libro de ponencias", t. 111, p, 137 y siguientes,
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

b) Tiene un plazo adicional de prescripción de seis me-


ses desde que quedQ firme la sentencia extraconcursal, para
cubrir el riesgo de que se llegue con el plazo bianual de
prescripción vencido.
c ) Se sustancia necesariamente con el deudor y con el
síndico -¿con el comité si no hubiera síndico?-, pero debe
garantizarse a los coacreedores la chance de ser oídos.
d ) No da lugar, en principio, a imposición de costas2'.
Las costas para el verificante tardío (creacion pretoriana
sOlo vagamente insinuada por el art. 202) son una sanciun
por su morosidad. Quien pudo elegir la vía tempestiva y
no lo hizo, es justo que cargue con los mayores costos de
su elección. Cabe acotar que hay una elección pero entre
dos caminos de diversa jerarquia. La ley propugna la veri-
ficación tempestiva; la verificacidn tardía es una red de se-
guridad, una second clrance para quien, por causa justifica-
da, no pudo pedir verificación en tiempo propio.
Por eso la jurisprudencia elaborada bajo la ley 19.551
eximió de costas a las verificaciones laborales tardias. El
art. 21 permite continuar con el juicio en sede originaria
con igual rango que la vía del art. 32, sino mayor (véase lo
dicho en su oportunidad, en el sentido de que la opción
es por el rkgimen concursa1 y el criterio que emana del
art. 9" de la ley). Por lo tanto, y salvo pluspetición inexcu-
sable o maliciosa, tal tramitación no debe dar lugar a impo-
sición de costas.
Quien tuviera en trámite un juicio de conocimiento
contra un sujeto que -durante la tramitacidn- se presenta
en concurso preventivo o quiebra, topará con una delicada
decisi6n: a) proseguir la demanda hasta su conclusión y
luego verificar en los términos del art. 56, o b) optar por

mfis acreedores eventualmente intervenir como terceros interesados, en la


medida en que puedan demostrar que la sentencia pudiera afectar su capaci-
dad de percepción del dividendo concursai" (Ref¿¿umasa la ley de concursos y
quiebms. Ley 26.086, p. 189).
20 "Entiendo que, además, se introduce una excepción al principio gene-
ral fijado en materia de costas, ya que, atento no considerarse al incidente
en dichas condiciones como tardio, dificilmente se le aplicarán costas al
acreedor, como en los restantes supuestos" (BARBIEN, C O P ~ C U ~y Squiebras,
OS
p. 192).
Otra, en cambio, sostiene que tales pedidos no se repu-
tan tardíosI6, sólo a los efectos de la imposición de costas
por el incidente de verificación"".
En un caso y otro, ambas posiciones se resienten de no-
rninalismo, como si hubiera relación unívoca y necesaria
entre los términos que lo nombran y la cosa nombrada
(Adán, asignando en lenguaje edénico el justo nombre que
les cuadra a las cosas según su naturaleza, según una bri-
llante frase que Eco pone en boca de Fray Guillerrno de
Ba~kerville'~).
Si estos institutos son los que la ley dice que son, cabe
colegir que el mecanismo en comentario es una vía de in-
greso al pasivo distinta de las conocidas. Ernparentada
con la verificación tempestiva por la necesidad de garanti-
zar el control de los demás acreedores sobre el titulo verifi-
catorio, pero con el ropaje de la verificacibn tardía.
a ) Discurre en vía incidental (art. 280) o por la acción
individual que corre~ponda'~.

16 HEREDIA, í e y 26.086: nuevo modelo en el rkgimen de suspelzsidn y


prohibición de acciones y en el diseño del fuero de atracción del concurso pre-
ventivo, JA, 2006-11-950.
j7 RUIZVEGA, El nuwo artículo 56 de la ley de concursos y quiebras (tex-
to según ley 26.0861, "Revista de Derecho Concursal", t. VI, en prensa.
l8 Eco, El nombre dr: E a rosa.
19 Estos supuestos están explicados lucidamente por RIVERA, ROITMAN y
V~TOM (aunque el reconocimiento no importa concordancia con algunas afir-
maciones: la denominación como "verificaci6n tardia", la ausencia del sfndi-
co, a quien los jueces llaman igual, en la "acción individual que corresponda"),
quienes señalan, tratando de encontrar cuál sena la mítica acción individual:
"a) si el concurso no ha concluido, deberá promover un incidente de verif2ca-
ción tardia, donde tanto el deudor ser&parte, el síndico deber&emitir un in-
forme finalizado el período de prueba, y los demh acreedores +An hacerse
oir como terceros interesados para oponerse a la incorporación del crédito al
pasivo concursal; b) si el concurso ha concluido, la única vía posible de in-
corporacibn -'la acci6n individual que correspondaJ- imaginamos sería la
promoci6n de una "acción meramente declarativa' tendiente a reconocer el ti-
tulo vm#i~arorZo-sentencia firme emanada de otro tribunal- acogiéndola como
pronunciamiento verificatorio por el juez del concurso al dictar sentencia en
ese proceso declarativo. El propósito de la acción sería obtener -corno dice
el art. 322 de1 C6d. Proc.- una nueva sentencia para que cese la incertidum-
bre sobre los alcances y modalidad de la sentencia dictada por el tribunal ex-
traño al concurso a los efectos de este proceso universal, En este último
caso s e r h parte en el proceso sólo el acreedor y el deudor, pudiendo los de-
suspender el juicio y concurrir a verificar en los tkrrninos
del art. 32.
Por cierto, si el juicio en trámite estuviera dirigido a
una pluralidad de accionados -que constituyan un litiscon-
sorcio necesario- y uno de ellos se concursara o quebrara,
no se encontrará frente a tal dilema. No tendrá otra alter-
nativa que proseguir con su juicio y, en su hora y de obte-
ner sentencia favorable, ir a verificar en el pertinente con-
curso o quiebra.
En cambio, quien estuviera pronto a demandar a un su-
jeto (incluso habiendo iniciado el trámite de rnediaciiin, si
estuviera en jurisdicción que lo establece como recaudo ine-
ludible previo) y se encontrara con la presentación en con-
curso o quiebra de aquél, ya no podrá accionar a su respec-
to. Sólo le restara la vía verificatoria. Y poco importará
que la complejidad del asunto, la dependencia respecto de
pruebas de ardua obtenciiin, etc., conspiren contra toda po-
sibilidad de ser verificado en la etapa tempestiva, Deberá
transitar tal camino para luego, en un incidente de revisión
que no deja de ser pese a su trámite abreviado un juicio de
conocimiento pleno, hacer valer los eventuales derechos que
le cupieran. También podrá demorar su reclamo -mientras
no se exceda de dos afios de la presentación en concurso- y
promover un incidente de verificación tardío (que también
es un juicio de conocimiento pleno y trámite rápido, simpli-
ficado o abreviado). Sólo que en esta ocasión, y por la
elección de tal camino, quedará casi ineludiblemente sujeto
a la imposición de costas.
Este límite no regirá para el acreedor por causa laboral.
Él podrá -si no tuviera demanda previa en curso- deman-
dar en sede especializada aun después del concursamiento
o la quiebra. Incluso, podrá intentar el reconocimiento del
derecho de pronto pago, sin riesgo de costas (salvo supues-
to de connivencia, temeridad o malicia) y si le fuera nega-
do, dirigirse luego a la justicia del trabajo (arg. art. 16, se-
gún ley 26.086).
Tampoco existirá tal valla para quien deba demandar,
como integrante de un litisconsorcio necesario, a un convo-
catario c, a un quebrado, Y ello es lrfilgico porque la solu-
ción inversa importaría hacer tabla rasa con el inalienable
derecho de accionar en justicia (art. 18, Const. nacional).
cio concursa1 estuviera expresamente denunciado el crédito
resistido en sede originaria, el actor deberá autointerrogar-
se sobre la chance a perder -en el sentido de no formar
base de cómputo-.
Es difícil, aunque no imposible (y ciertamente demos-
trativo de escasa buena fe), que un deudor en problemas re-
sista una demanda -básicamente para no habilitar medidas
cautelares- y que una vez tornada la decisión de concursar-
se, y vista la ostensible procedencia de la pretensión, de-
nuncie derechamente al accionante como acreedor en el lis-
tado del art. 11, inc. 5. En ese supuesto, el actor deberá
preguntarse seriamente sobre la necesidad de seguir adelan-
te con tal juicio. Lo que no deberá hacer jamás es privarse
de pedir copia certificada de tal confesión y aportarla al
juicio en curso (arg. art. 163, inc. 6, párr. ZO,Cód. Proc. Ci-
vil y Com. de la Nación, o norma equivalente en el c6digo
de rito aplicable).
De tomar Ea decision de concurrir al juicio concursa1 a
verificar, el actor puede "suspender" el juicio en curso.
Esto plantea una cuestión no prevista ni analizada por la
ley: l q u é ocurre con quienes tenían derecho, por su actua-
ci6n profesional en el juicio, a que en algiin momento se
les fije emolumentos (letrados, peritos)?, ¿quién carga con las
costas?
Tenemos la irnpresibn de que el tema debería tratarse
del mismo modo que ha creado la jurisprudencia respecto
de Tos pedidos de quiebra rechazados cuando media depósi-
to a embargo. Según la suerte de la verificación, se verá si
la pretensión articulada en el juicio suspendido tenía o no
sustento legal. Si hubiera verificación o admisión firme,
las costas deberán pesar sobre el demandado. En caso con-
trario, la solución sera imponerlas al actor. Si fuera un
juicio en el que no lleg6 a intervenir el síndico, ni letrado
alguno en su nombre, la regulación de honorarios será de
exclusiva incumbencia del juez originario.
En el caso de juicio encarado por un trabajador será
casi imposible que éste ejercite la opción, pues siempre pre-
ferirá al juez especializado. Sin embargo, cuando su deman-
da resultara harto sencilla, cuando el ex empleador llevara
en forma adecuada los libros laborales, cuando no hubie-
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Para quien tuviera proceso en trámite la decisión de


proseguirlo s concurrir a verificar deberá ser sopesada cui-
dadosamente.
Insistimos en que si bien el pretenso acreedor hará bien
en informar sobre su opción al juez del concurso (de mane-
ra de ser indisputable su habilitación para haces valer el
control concurrente sobre los pedidos verificatorios de los
otros y para controlar el curso del expediente), en verdad
no hay "opción" de continuar: lo que hay es opción de sus-
pender e ir a verificar,
Si bien el acreedor concursa1 con juicio en trámite ten-
drá derecho a impugnar-observar pedidos de verificar (art.
34), a promover revisiones (art. 37)) a observar el informe
general (art. 40) e, incluso, a impugnar el acuerdo (art. 50),
es evidente que no tendl-á derecho a formar parte de la base
de cómputo y a aprobar o desaprobar la propuesta. No
hay modo de que llegue a tiempo -antes de la oportunidad
del art. 42- a ser habido por acreedor concurrente a tra-
vés del mecanismo del art. 56 (la sentencia "título verifica-
torio" debería quedar firme el día inmediato después del
plazo para solicitar verificación en los términos del art. 32
y aun así resultaría muy difícil que le dieran los tiempos).
Si su reclamo demanda un sinfín de probanzas (testi-
gos, pericias, etc.) es obvio que hará bien en quedarse en
sede originaria (porque tampoco integraría la base de cómpu-
to ni votaría de ir a verificar en los términos del art. 32;
terminaría reenviado a la amplia vía del art. 37). Segura-
mente tampoco optará por concurrir a sede concursal si el
demandado no contestó en su hora la demanda, o si produ-
jo un responde de pésimo nivel, o si perdió un número sig-
nificativo de pruebas, o si la mayoría de las probanzas ren-
didas, en especial las periciales, le son ostensiblemente
favorables. El natural esplritu conservador de los aboga-
dos llevará a su asesor letrado -seguramente- a aconsejarle
que "no cambie de caballo en el medio del río".
Ahora bien, si el juicio estuviera apenas promovido, si
las probanzas fueran tan sencillas que se agotaran -o casi-
en lo documental, si el intercambio epistolar previo a la de-
manda contuviera prácticamente el reconocimiento de deu-
da por el demandado, si en el listado de acreedores del jui-
162 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

ra reclamos salariales "en negro", bien podría ponderarse la


utilidad manifiesta de abreviar el reconocimiento del crkdi-
to. Por el contrario, cuando fuera menester -para la pro-
cedencia de la acci6n- tomarse las presunciones a favor del
trabajador, la mayor informalidad contractual que rige en
derredor de los contratos laborales, etc., será inimaginable
suponer que se abandonará un fuero por el que se ha cla-
mado por once años.
Continuado el juicio, el actor se encontrará con la figu-
ra del síndico ("parte necesaria"), cuyas funciones en tal
emergencia han sido largamente mencionadas en estas pá-
ginas. También, si contara con un tribunal amplio de mi-
ras, podría haber presentaciones de otros acreedores concu-
rrentes que hicieran manifestaciones sobre su derecho (así
como él tiene derecho al control correspectivo en el seno
del juicio concursal, los demás acreedores -verificantes al
modo tradicional o promotores de juicios proseguidos en
sede original- tienen análoga facultad).
Sentencia firme en mano (titulo verificatorio) -y dentro
de los seis meses de haber quedado firme ésta si estuviera
excedido el término bianual de prescripción desde la pre-
sentación en concurso-, el sedicente acreedor promoverá in-
cidente (art. 280). Si el proceso concursal ya estuviera con-
cluido (léase: la primera conclusión procesal del art. 59 y
no la finalización por cumplimento), deberá peticionar a
través de la "acci6n individual que corresponda". Tal ac-
ción debe radicarse ante el juzgado comercial y lo más pro-
bable es que el referido tribunal la incidentalice, así que no
habría diferencias con el primer supuesto.
El sedicente accipiens tendrá cuidado (pues su pedido
es en verdad una demanda) en determinar adecuadamente
el objeto -no basta una remisión a la sentencia originaria-,
pero no deberá ingresar en todo aquello que ya quedó pro-
bado y que fue sentenciado. También deberá ajustar su pe-
titum a la particularidad del subingreso concursal (v.gr., in-
dicando si le corresponde algún privilegio y por qué).
Es difícil determinar si tal incidente es, en verdad, un
incidente tardío, según se sefialó anteriormente. Entende-
mos que no, que es una forma anómala -e incidental- de
verificaci6n ternpestiva o, como mucho, un tercer genero.
Lo cierto es que, en principio, no dará lugar a imposici6n
de costas, pero en lo demás se parecerá corno una gota de
agua a la otra a un incidente de verificación tardío2'.
En tal incidente deber6 correrse traslado al síndico (si
lo hubiera, porque podn'a haber cesado), al comité de acree-
dores (si lo hubiera, aunque lo m8s probable es que aun ce-
sado el síndico sea a él a quien se disponga oír) y al con-
cursado o fallido. Ni el síndico ni el fallido podrán venir
contra el reconocimiento de la sentencia recaída en el juz-
gado originario. Sí podrán: a) oponer prescripcidn (en el
concurso preventivo, s61o el deudor); b) peticionar la ade-
cuación de la sentencia a parámetros concursales desaten-
didos por el juzgador original; c ) objetar la personería o la
legitimaci6n del presentante, y d) denunciar que se está
frente a sentencia írrita (por grosero error jurídico, por vio-
laci6n de normas de orden público concursal, por vio1ació.n
del derecho de defensa en el juicio continuado). El síndi-
co, a su vez, que bien puede haber preparado el terreno con
diligencias reservadas ante el juez concursal, tarnbikn po-
dría denunciar que la sentencia se obtuvo con connivencia
entre acreedor y deudor (porque este último se defendió
con torpeza inexplicable, porque dejo caducar pruebas in-
dispensables, etcktera). A su vez, los demás acreedores po-
drán impugnar-observar el pedido. Cu%l es la via idOnea
para ello resulta muy discutible. En la práctica lo más pro-
bable es que se esté frente a simples manifestaciones (que,

21 En líneas generales, MUGUILLOconcuerda con este enfoque, quien seña-


la: "la redacción del texto es mala pues no se trata de una verificación tardía
por excederse el plazo de dos años,ya que la verificaci6n t a d a es la que ex-
cede el plazo de verificación tempestiva del art. 32 de la LCQ y de excederse
el plazo de dos años no s61o seria tardía sino, incluso, un crédito prescripto.
Esta verificación no se considerara entonces tardía ni se irnpondrii costas
por esta situación. Precisamente, porque el acreedor ha obrado conforme a
derecho, amparado por una facultad que le concede la ley y que le permite
continuar el proceso en su sede natural, luego del cual -sentencia en mano-
se presentará a verificar. esta es una nueva forma de verificacibn para un
conjunto de acreencias derivadas de los procesos excluidos por el nuevo art.
21 de la LCQ, por ello el plazo de seis meses no puede considerarse un plazo
de gracia sino un término particular de prescripci6n para este supuesto ven-
ficatorio especifico dentro del proceso concurcal" (Apostillas sobre algunos
aspectos de h reforma de la ley 26.086. Suspensión de procesos, fuero de
atraccidn, prescripcibn y pronto pago laboral, LRxisNexis, no 00031401 198).
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

de ser serias, el tribunal no podrá desatender y que deberán


justificar medidas para mejor proveer). Es evidente que
como el verificante no ofrecerá prueba alguna, porque 61
vendrá con una sentencia, siempre deberá atenderse su de-
recho de defensa y accederse t a m b i h a diligencias que
eventualmente proponga para controvertir tales objeciones.

El incidente de subingreso como acreedor concurrente


-sentencia extraconcursal en rnano- es un incidente del art.
280 y como tal, como todos los incidentes concursales, está
sujeto a la regla del art. 277 (esto es, la perención se opera
a los tres meses2*).
Resulta conceptualmente muy exigente hacer perimir un
incidente cuya base es una sentencia judicial pasada en au-
toridad de cosa juzgada, pero la ley no discrimina (jamás lo
hizo, por ejemplo, con las verificaciones tardías que tuvie-
ran como base una sentencia judicial pronunciada antes de
la presentación en concurso o de la sentencia de falencia).
El tema puede alcanzar bemoles dramáticos cuando,
además de perimir la instancia, el crédito quede privado de
accibn por estar prescripto (recuérdese que el efecto inte-
rruptivo de la promoción de la demanda se tiene por no su-
cedido "si ha tenido lugar la deserción de la instancia"; art.
3987, Cód. Civil). Bien puede ocurrir que, una vez firme la
caducidad de instancia, estén vencidos tanto los dos años
desde la presentación en concurso, cuanto los seis meses de
haber quedado firme la sentencia dictada en sede diversa
de la concursal.
Aunque la antedicha es la soluci6n legal en todos los
casos -y respecto de todos los créditos-, avizoramas en cur-
so alguna línea de interpretación judicial que se alza contra

22 "Todas las demas actuaciones (incidentes, recursos, etc.) que no sean


estadios procedimentales del concurso en sí, caducan a los tres meses, o en
el plazo especifico que al respecto establezca la legislación concursa1 (p.ej.,
arts. 119, 164 y 174, LCQ). Consecuentemente, es indiferente -a los efectos
de la posibilidad de perimir- quién hubiese promovido dichas actuaciones o
quién tuviera la carga de impulsarlos (sindico, concursado, acreedores o ter-
ceros)" (ROUILLON, Régimen de concursos y quiebras, p. 389).
la referida perención en el caso de créditos laborales. Al
día de hoy está aún en gestación, pero es inferible que bien
podría afianzarse con el transcurso del

Una parte importante (casi la clave de bóveda) del sis-


tema verificatorio alternativo instaurado pos la ley 2 6.086
(continuacibn del juicio de conocimiento ante el juez origi-
nario y posibilidad de subingreso con la sentencia habida
por "título verificatorio") gira en derredor de una frase des-
dichada: la ley proclama a la sindicatura como parte necesa-
ria en los juicios continuados.
Es menester diferenciar, a los fines del análisis, la situa-
cidn del deudor en concurso preventivo y en quiebra. De
este segundo t6pico nos ocuparemos en el pzirágrafo si-
guiente.
{Qué quiere decir "parte necesaria"? La doctrina se
muestra dividida; hay autores que efectúan una lectura lite-
ral del texto, aunque ostensible y valientemente denuestan

23 "En algún fallo que he comentado recientemente (en verdad, en el


voto en minoria de tal fallo) se advierte una línea interpretativa según la
cual las verificaciones tardías de créditos de naturaleza laboral no deberían
estar sujetas a la perención de instancia. Es decir, aplica al ámbito concur-
sal el dispositivo propio dd derecho laboral que veda la posibilidad que el
reclamo perima ... La cuestión es si tal criterio... no aparece potenciado o
bonificado cuando se trata del incidente 'no tardio' (arg. art. 56, LCQ) desti-
nado a hacer valer en sede concursal el tttub veRficarorio que comporta la
sentencia Iaboral... Hay una notable contradicción entre la circunstancia de
poder arribarse a una sentencia en un juicio que, con criterio tuitivci, no
puede perimir (porque el impulso de oficio esti en cabeza del juez) y que, en
caso de concurso preventivo o quiebra del empleador, el trámite de reconoci-
miento que se prevé en sede concursa1 sí pueda resultar perimido. Ninguno
de los principios tutelares del derecho del trabajo esta atemperado o restrin-
gido en presencia del magistrado mercantil y, sin embargo, el desajuste del
sistema -y un dispositivo ritual- lleva a que la solucidn legal sea, ni m6s ni
menos que la antedicha: el pedido de verificación de crédito laboral en vía
de verificación 'no tardia' del art. 56 de la LCQ no está exceptuado de las re-
glas adjetivas de todo incidente, ergo: puede perimir" (TRUFFAT, El incidente de
verificacibPz "no rardio" cuyo título es una sentencia laboral uno estd exento de la
posibilidad de que perima la instancia, ponencia en VI Congreso Argentino de
Derecho Concursa1 y W Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Ei-
bro de ponencias", t. 111, p. 793).
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

la soluci0n legal, y señalan que no cabe distinguir donde la


ley no distingue.
Para esta línea de interpretación el síndico es un Iitis-
colzsorte necesario del c o n c u r ~ a d o ~ ~ .
Aunque no media explicación concreta de cuáles serian
las consecuencias de tal posición, apuntamos que podrían in-
ferirse las siguientes:
a) El subingreso del síndico no podrh retrogradar el jui-
cio ni suspender su curso (art. 93, C6d. Proc. Civil y Com.
de la Nacidn y normas concordantec de los regímenes adje-
tivos específicos -v.gr., leyes de ordenamiento procesal en
asuntos laborales- o de los códigos provinciales). Sin em-
bargo, cuando se denunciare en el expediente continuado la
existencia de concurso y sindicatura y se hubiere dispuesto
la comparecencia del sindico, el procedimiento quedarh sus-
pendido hasta su comparecencia o hasta el vencimiento del
plazo que se le hubiere señalado para comparecer (art. 95 y
coneordantec). La sentencia lo alcanzara como a los liti-
g a n t e ~principales (art. 96 y concordantes).
b) Si el estadio procesal lo permitiera, el síndico podrá
contestar demanda, oponer excepciones y ofrecer prueba.
Asimismo, podrá apelar la sentencia que recaiga e, incluso,
deducir los recursos extraordinarios locales en las provin-
cias y, en su caso, el recurso extraordinario federal (ley 48).
C ) Dentro del marco del ofrecimiento de prueba, podrá
exigirse del sindico la presentación de documentación en su
poder y su negativa resultará una presunción en su contra
-cuando por otros elementos de juicio resultare manifies-
tamente verosímil su existencia y contenido- (art. 388 y
concs.); podrh ser llamado a absolver posiciones bajo aper-
cibimiento de tenerlo por confeso (art. 404, SS. y concs.),
resultando más que discutible que el apoderado que le per-
mite designar la ley de concursos pueda d i d a m e n t e susti-
tuirlo en los términos del art. 405, inc. 2, y concordantes.
El propio sindico podrit, en caso de prueba pericia1 y aunque

24 V~TOLO,El sindico como parte necesaria en los procesos no atrafdos


por el concurso,ponencia en VI Congreso Argentino de Derecho Concurcal y
W Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias",
t. 111, p. 841.
la ley concursa1 sólo prevk la designacibn de apoderados.
.
designar consultores técnicos (art 45 8 y concordantes).
d ) La conducta del síndico podrá ser tenida por mali-
ciosa o temeraria (art. 45 y concordantes).
e ) En principio, podría llegar a tener que responder per-
sonalmente por las costas generadas en incidentes y por las
propias del pleito principal (art. 68 y concordantes).
La otra línea de interpretación, que es expresamente la
que abrazamos con convicción, entiende que tanto la pro-
pia definici6n legal, cuanto sus consecuencias, comportan
un auténtico disparate y postula lo siguiente:
a) El síndico no es titular de ninguin derecho perso-
nal ni representa a una "masa de acreedores" que no exis-
te en el concurso. No se juzga de derechos propios y no
puede resultar victorioso ni vencido en un proceso entre
terceros.
b) El síndico está llamado a cumplir un rol imparcial.
Es un funcionario de la ley y su deber es garantizar la re-
gularidad de la trarnitacidn. Debe dar su opini6n -técnica
y desapasionada- sobre la recta solucion del caso (lo que
incluye, por qué no, aconsejar que se haga lugar a la de-
manda). ¿Cómo tolerar el sinsentido de una parte impar-
cial?
c ) El síndico no conoce (o puede que no conozca) los
hechos en debate. No puede tomar partido por una u
otra pretensi6n -la del actor o Pa del demandado- antes de
haber tenido acceso a todo el material probatorio rendido.
En ese punto, su situacibn es largamente analogable a la
del defensor oficial (art. 356, inc. 1, párr. 2" y concordan-
tes).
d) El síndico no puede ni debe ser llamado a absolver
posiciones. Él no era (ni es) parte de la relación jurídica
y no conoce (o puede no conocer) los hechos que lo moti-
varon.
e ) Importa lisa y llana destrucción del instituto sindical
pretender que el funcionario -colocado en tal situación- pu-
diera asumir personalmente condena en costas. Del mismo
modo que a nadie se le ocurriría cargárselas, por ejemplo,
al defensor de menores cuyo dictamen fuera repelido en un
juicio de adopci6n) m8s alla de su -teórica- derrota,
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Resulta evidente que la locucidn "parte necesaria" es


una mera
De, hecho, la ley de concursos llama indebidamente "par-
te" al síndico en diversas oportunidades (bdsicamente, en el
art. 275, LCQ) y mucho ha trabajado la doctrina para expli-
car que se está en presencia de un órgano, de un funciona-
rio de la ley que tiene poderes-deberes y legitimación proce-
sal para llevar adelante tal cometidoz6,pesa jamás de una
11
parte" en estricto sentido tkcnico procesal.
El adjetivo "necesaria" parece haber desatado un hura-
cán interpretativo pero en nada se diferencia de la interven-
ción necesaria, por ejemplo, del Ministerio pupilar en los
juicios de adopción. Por cierto, el proceso será inválido si
no se garantizó la participación del funcionario llamado a
tales fines. Pero allí se agota la manda legal.

25 YFig~ra que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello


de que se habla" (Diccionario de la kngua Española).
26 Y{Haylímites 'precisos' acerca de quk puede y que no puede hacer la
sindicatura? Si de ser exactos y veraces se trata ila respuesta es no! Empe-
ro, primero: tal como lo indica profunda jurisprudencia italiana en la que
abreva ANCELO DE MARTINI, la autonomía juridica del procedimiento fallimenta-
rio exhibe -adem& 'elasticidad' y 'fungibilidad', la cual, por otra parte, im-
pregna tambikn el plexo de posibilidades -antes los llamé (y creo que acerta-
damente) 'poderes-deberes' del sindico-. Esta 'elasticidad' hace que los
alcances de la actuación del síndico no sean una simple surnatoria de los po-
deres del deudor y los de sus acreedores considerados en conjunto, sino que
en ocasiones los exceda, en otras no alcance a los mismos, y siempre -repito,
siempre- requiera la autorizacitin judicial ante d menor indicio de 'extraor-
dinariedad' de la decisidn a tomar; segundo: el síndico no representa a1 falli-
do, porque este último -como consecuencia de la declaración de su quiebra-
ha perdido la administración y disposicibn de sus bienes, a raíz de lo cual
mal podría ser considerado mandatario de aquél. Tampoco representa a la
'masa de acreedores', no s610 por carecer esta de personalidad jurídica autó-
noma o propia, sino porque, además, a raiz -precisamente- de esta última
situación, difícilmente -por no decir nunca- podría ser titular de un interés
individual accionable e impartirle al síndico las instrucciones que suelen
dársele a un mandatario. Por otra parte, no se olvide que el síndico -si es
de los buenos- puede verse llevado, y ello ocurre habitualmente, a colocarse
en posici6n encontrada con uno, algunos o todos los acreedores, lo que ocu-
rriria -por ejempl* si rechaza la verificación parcial o total de un medito,
no acepta su convertibilidad o lo 'pesifica'. Así las cosas, precisamente esta
condición de no mandatario frente a la inexistencia de 'Prokura' (ora con el
cessatus ora con la masa), por un lado difumina los límites de los poderes o
facultamientos del sindico, mientras que por el otro los expande, exhibiendo
Para la línea de interpretacióln que aqui se propone, el
síndico esta en situación analogable a la que prevk para la
verificación tardía el art. 56 de la LCQ. Debe citárselo, debe
admitirse su participacibn a los fines de control y debe re-
querírsele al final del dfa (rectius: del proceso) un informe
sobre las pruebas rendidas y su opinión. Y basta.
Esto no quita -aunque la cuesti6n se vuelve aún más
dudosa- que el síndico pueda apelar la sentencia. Hay au-
tores que, siguiendo estrictamente las consecuencias de la
premisa de la que parte esta tesis, entienden que no. No-
sotros, por entender que el control de regularidad bien pue-
de incluir el garantizar la revisión por instancia superior de
la sentencia de grado, considera que en ciertas situaciones
de escándalo (cuando la sentencia se hubiera apartado os-
tensiblemente de la opinión sindical, cuando mediara evi-
dente violación del derecho de defensa en juicio, cuando se
hubiera llegado a una soluci6n que fuera mera derivación
de la voluntad del juzgador con franco apartamiento de las
constancias probadas de la causa y del derecho aplicable)
el órgano sindical -en tanto custodio de la regularidad del
tramite- quedaría habilitado para sustentar agravios sobre
dichos puntos.
En la misma línea entendemos que, analogando el su-
puesto a la así llamada "facultad requirente" del Ministe-
rio Público, el síndico podrá (en casos realmente graves y
donde su inacción pudiera ser vista como incumplimiento
de sus deberes funcionales -art. 255, LCQ-) peticionar
algunas medidas o solicitar algunas precisiones, yendo un
poco mds alla del rol expectante que generalmente le
cabe.
Cuando la sindicatura advierta indicios de connivencia
fraudulenta, cuando se generen contra toda lOgica y sentido
común situaciones de indefensión (v.gr., por pérdida de prue-
bas por negligencia) de gravedad tal que hagan sospechar
que no es asi como ocurren habitualmente las cosas obran-
do con diligencia, el órgano sindical podrá levantar su voz
y formular tales peticiones.

la situacibn en cuesti6n la ya citada 'plasticidad' de la que habIara DE


MARTNI"(MARTORELL, Tratado de concursos y quiebras, t. 111, p. 227).
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Es un tema que deberá ser enfocado con prudencia ex-


trema y que se csncatena, según se verá en otro capítulo,
con la difícil coexistencia del derecho del deudor a proveer
libremente 10 que entienda conducente a su mejor defensa
(lo que, insistimos, incluye el derecho a "no defenderse") y
la obvia presunciíjn de que el síndico no está erigido -con
mala técnica- en un participe necesario para ser pasivo es-
pectador de una teatralizacián. En esos casos límite, y s61o
en esos casos, proceder& intentar articular la facultad re-
quirente.
De igual modo, nada obsta a que la sindicatura formule
manifestaciones y peticione explicaciones sobre el obrar
procesal del debitar en el seno del propio juicio concursal.
Apuntamos, sin embargo, que tales acciones deberán que-
dar reservadas (siendo solo asequibles al tribunal, al síndi-
co y al propio deudor) al menos hasta que el actor de juicio
continuado persiga su subingreso a través del mecanismo
señalado por el art. 56 de la LCQ.
Resultaria violatorio del derecho de defensa en juicio
que se pretenda una exposición pública de la estrategia de-
fensista del debitor mientras el citado proceso continuado
está en trámite.
Con estas salvedades, reservadas para hipótesis de es-
cándalo, cabe rematar señalando que el sindico:
a ) Se presentará en el expediente una vez citado; su
tramitación deber& suspenderse mientras está en curso el
referido llamado. Más alla de las locuciones procesales ha-
bituales (al modo de "hasta que comparezca o haya vencido
el plazo para hacerlo"), la sindicatura no tiene alternativa
para efectuar tal presentación.
b) Obviamente, su presencia no podra hacer retrogra-
dar el expediente, al que ingresara en el estado en que se
encuentre.
c ) La referida presentación requerirá: 1 ) constitución de
domicilio a los fines del tal juicio; obviamente, cuando sea
en extraña jurisdicción deberá tener un domicilio distinto
del constituida en el juicio concursal, pero aun siendo en la
misma sede no se advierte que sea exigible mantener el re-
ferido domicilio. Bien podría constituir un domicilio ad Zi-
tem para ese juicio especifico; 2 ) aunque en primera contes-
tación el sindico ni defenderá ni controvertirh derechos -10
que podría eximir esta pieza del patrocinio letrado-, va de
suyo que, para garantizar acabadamente el cumplimiento
de su deber de control, el informe una vez rendidas las
pruebas deber5 contar con dicho patrocinio; 3 ) deberá acre-
ditar su calidad de tal. Aqui los tribunales podrl'an flexibi-
lizar la exigencia de un certificado emitido por el juzgado
del concurso y contentarse con los edictos (donde figura el
nombre del Organo sindical), y 4) peticionar que se difiera
la contestacibn definitiva al momento en que estén rendidas
todas las pruebas. En esta ocasión el síndico producirá un
informe al modo del previsto por el art. 56 (ver en Apéndi-
ce el modelo de escrito de presentacidn de sindicatura que
allá se expone).
Durante el trámite del juicio el sindico deberá tener li-
bre acceso a todas las actuaciones y podrá asistir, si asi Io
juzgara menester, a las audiencias de prueba, asi como
participar de las reuniones de peritos y consultores técni-
cos (cuestión muy sensible y de notable utilidad, segura-
mente, cuando el tema a consideración sea la habitual peri-
cia contable).
Una vez rendidas las pruebas el síndico deberá produ-
cir un informe donde hará un examen de mérito de ellas, y
donde, además, analizará las pretensiones jurídicas y brin-
darh su opinión al tribunal sobre la hipotktica sentencia que
se deba dictar.
Ésta será la ocasión para ejercitar -si se diera la situa-
ciiin excepcional ya mencionada- ]la "facultad requirente",
que podrá ser canalizada por el juez a través de medidas pa-
ra mejor proveer. Va de suyo que, a través de la mentada
facultad, la sindicatura no podrá suplir las defensas que el
deudor dej6 de producir o asistirlo con una prueba que de-
bió rendir y no produjo (una cosa es investigar si hay moti-
vo de escándalo o si cabe recabas explicaciones o precisio-
nes sobre puntos confusos, y otra muy distinta es convertir
a la sindicatura en un "tutor" de la defensa del accionado).
Es debatible si el dictamen sindical debe hacerse en si-
multáneo con la presentacihn de los alegatos de las partes
(cuando el proceso prevea tal instancia) o si corresponde
presentarlo una vez agregados ellos.
172 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Esto último parece más coherente can el control de re-


gularidad, dado que es bueno que el sindico cuente con el
panorama más amplio e ilustrado posible (y los alegatos
vendrian a bonificarlo) .
Este informe debe llevar patrocinio letrada. Es toda
una cuestión, porque la ley guarda silencio, determinar
quién atenderá los gastos habituales que irroga dicho pa-
trocinio (bonos de los colegios públicos o de las cajas abo-
gadiles). Parece bastante injusto que se pretenda su aten-
ción por el sindico o por el profesional que lo asiste (porque,
ademhs, no es un gasto que deberia quedar librado a Ia
condena en costas),
Se tratada de un típico gasto de conservaci0n y justicia
(art. 240, LCQ), cuya acreditación en el concurso preventi-
vo debería permitir su inmediato recupero de manos del
deudor concursado.
Segtín ya se expuso, cuando la sindicatura reputara ha-
llarse ante algún tipo de connivencia entre el actor y el
demandado (concursado) o cuando el apartamiento de su
dictamen fuera manifiesto -y ello conllevara, según su crite-
rio, alguna hipóltesis de escándalo-, el órgano sindical no
sólo podría sino que deberia apelar. Otro tanto, con la ex-
cepcionalidad del caso (pero ahora proveniente del carácter
restringido del remedio recursivo), debería hacer (a través
de los recursos extraordinarios locales o a través del recurso
extraordinario federal) si 10 escandaloso fuera la sentencia
del tribunal de revisiOn (si hubiera caso federal o arbitra-
riedad de sentencia).
Esta concepcibn del rol sindical torna absolutamente
improponible que la sindicatura oponga excepciones (aun
la de prescripción), lo que -por otra parte- es consistente
con la postura que siempre hemos sostenido que en el ám-
bito del concurso preventivo el órgano sindical no puede
deducir tal defensa.
Asimismo, es impensable que Ta sindicatura acuse pe-
renci6n de instancia, aunque en una causa ostensiblemente
abandonada podría requerir que se intime al actor a mani-
festar su interés en la prosecución. En este último caso, y
de no mediar respuesta en el sentido de existir interés en la
obtención de sentencia, sí cabría admitir la perención. Pero
ya no como parte de tiicticas de litigio, sino porque -sim-
plemente- la sindicatura tiene el mismo derecho que cual-
quier otro sujeto "instalado" en un proceso, a desentenderse
de 61 cuando su promotor evidencia haber perdido toda vo-
luntad de continuar con éste.
Es muy complejo determinar si el debitor puede "conci-
liar" o "transar" este tipo de juicios, Una vez más entra
en conflicto la conservación de legitimación por parte del
concursado, la administración de sus bienes y su derecho
de proveer a su defensa del modo que repute adecuado, con
el interes último de que no subingrese -el día de mañana-
un acreedor sin mérito suficiente para hacerlo (aunque de
la mano de una sentencia homologatoria de un acuerdo
cuente con "titulo" para hacerlo).
Si se entendiera que ello es posible (que bien podría ad-
mitirse la posibilidad frente a efectivas concesiones recípro-
cas; o cuando se trata de un tema largamente fallado en el
sentido acordado en casos análogos), ello no liberaria al ór-
gano sindical de producir su dictamen, de modo previo a la
convalidación por el juez originario.
Una última cuestión es determinar qué ocurre si no par-
ticipa en el juicio continuado este funcionario erigido en
" t4
parte necesaria". Sobre el punto se ha dicho: la asigna-
cidn de 'parte necesaria' que la norma confiere al síndico, da
cuenta de que en aquellos juicios que versan sobre cuestio-
nes patrimoniales, donde el deudor es demandado y recono-
cen una causa o título anterior a la presentación del con-
curso que se continuaren o se iniciaren en sedes ajenas al
proceso concursal, la omisión de darle intervención a los
términos del art. 21 de la LCQ no es intrascendente, trayen-
do consecuencias para el 'creditor', el 'deudor', el 'sindico', o
la 'causa' según los casos; que conforme a la doctrina pue-
den ir desde el mero incumplimiento de un deber funcional
pero sin mayor trascendencia para el juicio de que se trate
hasta la posible 'nulidad', pasando por la 'inoponibilidad' al
concurso de una sentencia dictada sin la participación del
síndico al momento en que el acreedor se presente a verifi-
car la sentencia, que vale como título verificatorio, en la
oportunidad del art. 56"27.

DE PINA- FRAGAPANE,
27 BAUZA El sindico como parte necesaria, "Revista de
Derecho Concursal", t. VI, en prensa.
174 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Entendemos que aquf la inexactitud terminológica de la


ley muestra su peor rostro: es o b v i ~que el síndico no es
11
parte" porque no hay partes imparciales. Pero también
es obvio que su presencia es necesaria. Así, si el síndico no
h e llamado (lo que no es lo mismo que no participe, por-
que si se lo citó y nada hizo, el10 no invalida el proceso,
aunque seguramente acarreará sanciones gravisimas para el
funcionario) o si, presentado, el tribunal no admitió su pre-
sencia por las razones que fueran (razones dificiles de ima-
ginar por cierto, (cómo invocar una causa para tal dislate
contra norma expresa como el art. 21?), el proceso seguido
de tal suerte sera nulo (art. 22, LCQ; art. 1044, C6d. Civil),
en todo lo actuado en él desde la fecha en que debió contar
con la participación sindical.

Cuando el sindico sea llamado a intervenir en la cali-


dad que la ley llama errdneamente como "parte necesaria"
y el deudor se encuentre en quiebra, no habrA -en lo for-
mal- diferencias, como ya lo apuntamos, con su actuación,
cuando el debitor está en concurso preventivo.
a ) El ingreso del síndico no puede retrogradar el juicio
(arg. art. 93, Cód. Proc. Civil y Com. de la Nación y normas
equivalentes). En general, cuando se piensa y analiza la
cuestión, se lo hace como si necesariamente el órgano sin-
dical fuera citado a un proceso que se encuentra en condi-
ciones de contestar demanda. La realidad desmiente con
su habitual impiedad tal modo de razonar. La sindicatura
es llamada tanto a expedientes noveles, donde puede produ-
cir responde -posteriormente se vera con qué alcance-,
cuanto a expedientes largamente avanzados, con todas las
probanzas rendidas, en condición de alegar, cuando no con
sentencia de grado ya dictada.
17) La respuesta de la sindicatura, cualquiera h e r a ésta,
seguirá siendo la de un funcionario "imparcial", ya que
aunque la ley haya empleado una frase desafortunada, la
sindicatura no deja de ser órgano del concurso, hncionario
de la ley y, en consecuencia, no es titular de derecho perso-
nal alguno ni representante de la "masa de acreedores"
(que, dicho sea de paso, tampoco existe en la quiebra -al
menos no existe como sujeto juridico accidental; la frase
"masa de acreedores" en la actualidad está más cerca de
una metáfora clrisica para definir todo el entramado de re-
laciones creditorias que giran en derredor del concurso li-
quidatorio).
La gran diferencia, sin embargo, es que atento a la pér-
dida de legitimaci61-1del fallido (art. 110, LCQ), el "contra-
dictor legal" de la pretensión es Xe síndico.
iCómo conjugar esa obligacion de ejercer la legitima-
ción de la cual se privo al quebrado (posteriormente se verá
si tal privaci6n es tan intensa como se dice habitualmente),
con la necesaria objetividad proclamada con anterioridad?
Véase que es posible incluso que el asf llamado contra-
dictor legal carezca de un minimuwz de datos y elementos
como pasa producir un responde que sea una verdadera con-
testación de demanda -si la citación se hubiera efectuado
en momento en que la permitiera- o realizar cualquier otro
tipo de contestación.
Nos parece que, como regla, el síndico se arropará en
una posiciOn equivalente a la del defensor oficial. Produci-
rá una negativa genérica -si fuera el momento de hacerla-,
o, aun si hubiere sido llamado tarde, efectuará en su prime-
ra manifestación una declaración de tal suerte y quedar& a
la expectativa del resultado de las pruebas a producir, las
que deberá controlar activamente.
A diferencia de lo dicho sobre su actuación en el con-
curso preventivo, entendemos que la sindicatura sí está ha-
bilitada para interponer excepción de prescripción y para
solicitar que se decrete la perención de instancia, si cupie-
ran.
Acotamos, sin embargo, que el tópico de la prescrip-
ción sólo parece proponible cuando el &gano sindical hu-
biera sido llamado a una demanda a novo. Su presencia
en un juicio largamente tramitado no permitiría borrar Io
actuado antes del llamado -cuando el debitor estaba in bo-
nis- y, en consecuencia, tal accionar del demandado, previo
a ese momento, bien podría haber purgado la excepcibn
que el mismo debitor hubiera debido deducir de actuar con
diligencia.
176 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

En este caso, la dispensa de la prescripción se habría


incorporado al patrimonio del accionante (art. 17, Const.
nacional) y el ulterior ingreso de la sindicatura no podría
revocar tal adquisición -nuevamente, arg. art. 93 de la ley
ritual y disposiciones analogas-.
Cierto es, sin embargo, que si se tratare de cuestión
grosera que hiciera sospechable algún tipo de connivencia
entre el actor y el deudor -o si encuadrara en los supuestos
del art. 118, LCQ- la sindicatura podría venir contra la li-
beraltidad implícita del ahora fallido (pero debería hacerlo
en sede concursal y de cumplirse los extremos que habilita-
ran tal accionar). Va de suyo, no obstante, que en su pre-
sentación por ante el juez originario el síndico no podría
dejar de deducir la excepcióln y alertar al magistrado que la
proponibilidad de ésta quedara sujeta a la potencial revoca-
ción concursal del accionar del deudor. Ello generarla un
caso extraño, pero no ilógico, de prejudicialidad respecto
de la causa a la que hubiera subingresado la sindicatura.
Más allá de la objetividad exigible, si el sindico conta-
ra con elementos serios (por ejemplo, por tratarse de de-
manda con un quebrado cuyo concurso preventivo tramit6
largamente antes y en el cual -ya en el informe del ast. 39,
ya en algún incidente de investigación ad hoc- hubiera ele-
mentos suficientes para resistir la pretensión), el síndico de-
bería introducirlos. Si el trámite del juicio originario estu-
viera muy avanzado, tal vez cabria tal proposición mediante
la invocación de la llamada "facultad requirente" -con los
límites del caso y sin poner en riesgo lo que será materia de
competencia del magistrado extraconcursal: el derecho
de defensa en juicio y la igualdad de las partes-.
Es importante dejar en claro que "objetividad'ho es lo
mismo que "pasividad". Si el síndico no sabe, no cuenta
con elementos serios que le permitan tomar una posicibn,
va de suyo que un obrar objetivo exigirá el quedarse a Ia
expectativa de las pruebas que se rindan. Pero si la sindi-
catura cuenta con elementos que prima facie le permitan
defender una posición,
- deberá defenderla. No está llamado
a cumplir un rito. Se lo cita para que ejercite una legiti-
maci6n procesal de la cual se priv6 (o, al menos, se diluyó)
al fallido. De su lucidez y sentido comrín depende que
ejercite -según las circunstancias de tiempo y lugar; arg.
arts. 512 y 902, Cód. Civil- con mayor s menor intensidad
el rol de contradictor.
¿Puede allanarse el síndico? El terna es particularrnen-
te discutible. Es cierto, sin embargo, que como culmina-
ción de su obrar (al alegar o presentar un informe final, se-
gún establezca el juez originario) la sindicatura bien podría
señalar que carece de elementos para resistir la pretensión,
o que las probanzas producidas demuestran que la preten-
sión ejercida por el actor es prima facie acogible. Imagina-
mos que los síndicos en verdad recurrirán a una fórmula
más prudente -a1 modo de la que emplean los funcionarios
pGblicos que son llamados a dictaminar- del tipo: S. pue-
de dictar sentencia conforme las pretensiones deducidas y
pruebas rendidas", pero lo cierto es que como el sindico no
representa a ninguna masa inexistente, y mucho menos al
fallido al que sustituyó en su legitimaci6n procesal, no esth
llamado a defender lo indefendible.
Pero una cosa es la postura sugerida en el párrafo ante-
rior y otra muy distinta es la especifica respuesta a la pre-
gunta sobre allanamiento.
Imagínese que el sindico fuera llevado a una causa ab-
solutamente anhloga a otras muchas precedentes (idéntico
objeto, idénticos supuestos de hecho; jurisprudencia conso-
lidada en el sentido de acceder al petitum): (sería exigible
que el órgano sindical deje transcurrir un proceso que ine-
ludiblemente concluirá en cierto sentido, generando mayo-
res costos que incidirán sobre el dividendo de liquidacioln
en su hora?
Supóngase, en tren de conjetura, que en el informe ge-
neral (o en algún informe de gestión de los consagrados por
el art. 16, LCQ) el propio síndico hubiera adelantado la pro-
cedencia y exigibilidad de la misma acreencia reclamada en
el juicio al que debe subingresar: tpodria pretenderse que,
de la mano de una formalidad, llevara adelante una defensa
ritual condenada por sus propios actos precedentes?
Y, por ~ l t i m o si
, la demanda fuera ostensible, patente,
irrefutable; se sostuviera en instrumentos públicos indispu-
tados e indisputables; importara la aplicación de normativa
absolutamente clara -en su expresión legal y en la interpre-
178 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

tación del pretorio-, ¿debería insistir el funcionario en una


mera teatralización de juicio?
Agrégase a lo antedicho que el síndico -en tanto hncio-
nario de la ley- podría explicar su actuar de la mano de ra-
zonamientos como los aquí desarrollados, en el sentido de
11
no tener alternativa" en la prosecusión, pero tal dispensa
no cubriría a sus patrocinantes -quienes podrian verse cues-
tionados el día de mañana por haber patrocinado un plan-
teo que se juzgara como temerario-. Y los síndicos, en
tanto controvierten y defienden derechos, han de contar con
asistencia letrada (sin la debida apoyatura técnico-jurídica
no alcanza el cartabón de inviolabilidad de defensa en jui-
cio que predica la ley suprema). ¿Debe forzarse a los sín-
dicos a prescindir de tal apoyatura?, idebe colocarse a los
abogados en la duda sobre si acompañar al funcionario
concursal?
Los casos referidos son extremos y la respuesta parece
simple. No lo es, sin embargo, porque aun en tales supues-
tos el síndico necesitan's autorización del juez del concurso
para tal allanamiento (arg. art. 182, LCQ).
A título de hipótesis, piénsese en un síndico ejemplar,
altamente imbuido de la importancia de su obrar y dispues-
to a evitar que se generen gastos ociosos (básicamente en
honorarios de letrados y peritos), ¿cómo debería actuar?
Va de suyo que su primera respuesta no diferiría de las
habituales (sin permiso del juez del concurso su única al-
ternativa sería contestar como siempre y, como mucho, pre-
pararse para un serio dictamen o alegato que dejara las co-
sas en claro en tal ocasión y evitara, al menos, las costas de
la etapa recursiva).
En paralelo deberfa gestionar en el juzgado del concur-
so la autorizaci6n para allanarse. Ello plantea dos proble-
mas: a) que, en principio, tal autorizacion no debería trami-
tar en expediente público sino reservado (hacer explícita la
vocación de allanamiento podria ser levantado por la con-
traparte en el juicio continuado para intentar hacerlo valer
como una circunstancia suscitada durante el curso del pro-
ceso que debiera ser atendida por el juez originario -arg.
art. 163, inc. 5, párr. 2") e inc. 6, párr. 2", C6d. Proc. Civil y
Com. de la Nación y normas equivalentes), y b) si la referi-
da autorización puede otorgarse inaudita parte o si es me-
nester sustanciarla.
Es fácil advertir lo trabajoso e inseguro de los condi-
cionantes de la autorización. En primer lugar, un inci-
dente reservada es una pieza antipática y sospechosa, cuya
utilización debe guardarse, en principio, para aquellos casos
que no dejen otra alternativa -obvio que la reserva cesa-
ría al recaer la autorizacion-, y en segundo lugar, siem-
pre flotaría en el ánimo del juzgador el riesgo de la nulidad
de lo decidido (y los jueces deben prevenir las nulidades:
arg. art. 34, inc. 5, b in fine, Cód. Proc. Civil y Com. de la
Nación y normas análogas), si no se garantizara una ade-
cuada controversia con quienes tuvieran derecho a ser
oídos.
Sin embargo, y vista la postura que se asume en este li-
bro, en el sentido de propugnar el más amplio control corres-
pectivo posible del acreedor que concurriera con la sentencia
extraconcursal como "título verificatorio", creemos que am-
bos 6bices podrían soslayarse. Quien tuviera algo que decir
contra la autorización (el deudor o los coacreedores), debe-
ría poder decirlo cuando se pretendiera verificación en los
términos del art. 56 de la LCQ.
¿Puede y debe el síndico apelar la sentencia recafda en
juicio ante el tribunal originario? Que puede no es cues-
tión dudosa; significara lo que significase la locuci0n "parte
necesaria", es obvio que le asigna potestad recursiva. Si debe
es cuestión que dependerá de su contestación -si la hubiera
habido- y básicamente de su dictamen o alegato. Si el sín-
dico resistiera la pretensión una vez rendidas las pruebas, o
si hubiera denunciada concilio fraudulento, es indisputable
que "debe" apelar el pronunciamiento. Incluso, aunque ello
resulta más dudoso por el carácter extraordinario de tales re-
medios, bien podría serle exigible el extraordinario local por
ante el superior tribunal de la provincia en que litigare o el
extraordinario federal por ante la propia Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
En cambio, si el síndico hubiera dictaminado asignan-
do verosimilitud a los hechos sujetos a prueba y adecuaciun
a derecho del petitum, no correspondería apelación. Y ello
no requeriría autorización del juez concursal.
180 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Nos parece, sin embargo, que la sindicatura estaría


siempre obligada a apelar por altos los honorarios que se
hubieran regulado si el condenada en costas fuera el que-
brado.
¿Y el fallido?, (deberá restar apartado de la causa en
mérito a la pérdida de legitimación procesal (arg. art. 11O$?
Aunque el accionar del quebrado suele no ser simpático en
los incidentes de verificación tardía o revisión en que actúa
ante el propio juzgado del concurso (para lo que está expre-
samente habilitado por el citado art. 1lo), porque litiga en
la comodísima posición de quien habiendo perdido todo
sólo le resta ganar, la verdad es que la ley no sólo lo autori-
za, sino que no podría dejar de autorizarlo. La tan rerna-
nida pérdida de legitimación procesal (hemos empleado esa
locución habitual varias veces aquí) aleja al fallido de todo
control sobre la masa activa (de la que h e desapoderado),
pero no lo aparta de la determinación de la masa pasiva: él
tiene una vocación obvia sobre el saldo de la 1iquidació.n y
derecho inalienable (arts. 17 y 18, Const. nacional) respec-
to de éste.
Además, es el único modo de predicar el efecto "extra-
concursal" de las sentencias que reconozcan créditos a su
respecto,
Por el impacto de la reforma de la ley 26.086 sobre
todo el esquema legal verificatorio -y dado que el juicio
continuado es, en Ia actualidad, un paso preliminar de la
verificación, para quienes opten por tal vía- entendemos apli-
cable la misma habilitación del art. 110 para los incidentes
al juicio continuado.
Lo más probable, como ocurre de manera habitual, es
que los fallidos se desentiendan de tales procesos. Pero si
quieren participar estarán habilitados para hacerlo y deberá
notificárseles aquellos actos procesales básicos (el traslado
de la demanda, la citacion a audiencia de fijación o produc-
ción de pruebas, la sentencia). Alguna tradicional línea in-
terpretativa los aparta de la posibilidad de absolver posicio-
nes; pero tenemos nuestras dudas sobre su subsistencia -al
menos respecto de las posiciones que versen sobre supuestos
de hecho y no comporten directo reconocimiento de dere-
chos-.
Una cuestión desatendida por la ley 26.086 (y van,..) es
la atinente a la base regulatoria de los honorarios del sindi-
co. En líneas generales, la regulación en el concurso pre-
ventivo tiene por parámetro un cierto porcentaje del activo,
con el límite de un cierto porcentaje del pasivo (arg. art. 266).
A los fines de tal regulación el tribunal tiene en miras
el pasivo verificado y admitido a efectos del límite. No hay
agravio al derecho retributivo de la sindicatura (no es ocio-
so remarcar que la prestacien de servicios no se presume
gratuita; art. 1627, C6d. Civil), por la circunstancia de que
dicho "tope" no incluye las acreencias inadmisibles sujetas
a revisibn ni los créditos insinuados a traves de verificaeibn
tardía, porque en tales juicios darán lugar a imposicien de
costas. Y de resultar condenado el sedicente acreedor -aun
victorioso, si en el primer caso le fuera atribuible la origi-
naria declaracián de inadmisibilidad y en el segundo su tar-
danza-, el síndico cobrará de 6lZ8.
Pero se ha señalado que los incidentes del art. 56, basa-
dos en sentencia dictada en juicio continuado, no irrogarán
-salvo algún supuesto grave- costas.
Aparece entonces la iniquidad del sistema. Estos cré-
ditos no integran la base de cómputo básica o general (no
integran el tope) y tampoco dan lugar a regirlacibn de ho-
norarios cuando subingresan por incidente a través de la
acción individual que corresponda.
Es decir que respecto de estos procesos, donde la sindf-
catura ostentará el cuestionable rol de "parte necesaria",
donde no sólo trabajará sino que pondrá en juego su res-
ponsabilidad profesional (art. 255, LCQ), la ley impone (de
facto) el accionar gratuito.
La cuestión no mejora con la potencial regulacibn en el
juicio continuado. Si el condenado es el actor, lo más pro-

28 "Corresponde regular honorarios al sindico, por la representación


del concurso, cuando &te resulte vencedor en costas; dichos honorarios y los
que corresponde regular al letrado del sindico, tambi6n en calidad de costas,
pertenecen al beneficiario de la regulaci6n" (CNCom, en pleno, 29112188, "Ci-
rugía Norte SRL", U ,1989-A-537; JA, 1989-1-119, y ED, 131-417).
182 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

bable es que litigue en la mayoría de los casos con benefi-


cio de litigar sin gastos (créditos laborales s por daños y
perjuicios personales). Cabe preguntarse, además, si los
jueces extraconcursales estardn inclinados a regular hono-
rarios a quien es, a sus ojos -según la desafortunada letra
legal-, una "parte". Si el condenado es el demandado con-
cursado el panorama no es más alentador, Primero, por-
que el art. 21 parece diferir la potestad regulatoria del juez
del concurso sólo con relación a los abogados delegados de
la sindicatura y no al síndico. Segundo, porque los magis-
trados se sentirán inclinados a considerar que tal tarea está
abarcada por la regulación general, sin advertir que, para
ello, el crédito emergente de la sentencia continuada debió
ser límite de la base de cómputo.
Sobre un tema tan discutible, consideramos muy valio-
sa la siguiente opinión de RASPALL: " C ~ s f aimpuestas
s a un
tercero: Veamos ahora: hay honorarios para el síndico cuan-
do éste fue quien intervino y es condenado en costas el ac-
tor (i?). Al respecto la ley ya deja instalado el siguiente
debate: si al abogado que actúa en representación del síndi-
co se le regularan honorarios por el juez del juicio ordina-
rio y los percibirá del acreedor perdidoso, cuál sería la ra-
z6n para negarle el mismo derecho al sindico cuando éste
hiciera el trabajo realizando el control él mismo. La lógica
que aplicábamos al principio de este tema, utilizando com-
parativamente el régimen de la ley 24.522 ha desaparecido,
pues si un profesional realiza un trabajo y por el mismo
debe ser remunerado, es 16gico que para otro profesional
que está habilitado para realizar el mismo trabajo, igual-
mente se le deba retribuir. Ac5 sí estamos frente al 'princi-
pio de igualdad ante la ley' que ampara la ConstituciOn na-
cional; dos personas que realizan un mismo trabajo, frente
al mismo supuesto (actor perdidoso), siendo ambos profe-
sionales habilitados, no podrían ser tratados distintos y na-
cerá justo derecho a reclamar regulación de honorarios por
parte del síndico. La situación tiene notoria similitud con
la que se da respecto del síndico, por su intervencibn y de-
recho a percibir honorarios frente a los casos de recurso de
revisión o verificación tardía cuando las costas se imponen
al tercero y no al concurso, en los cuales la jurisprudencia
nacional mayoritaria le reconoce el derecho. El criterio es
perfectamente sintetizado por GRAZIABILE al expresar que
'en todas las incidencias planteadas en el proceso en que no
proceda la regulación de honorarios prevista para los inci-
dentes por el art. 287 de la LCQ, corresponde regular hono-
rarios a la sindicatura cuando el concurso sea vencedor en
costas, en cambio, si el concurso carga con las costas, la re-
gulación será global al finalizar el proceso'. En definitiva
considero que si en vez del abogado a quien se le delega la
tarea, la misma la realiza el síndico, por iguales razones
-en este supuesto- debe tener derecho a percibir honorarios
a cargo del actor perdidoso. Costas impuestas a2 co~zcu-~so:
En tanto, respecto de los honorarios del síndico, para los
supuestos en que las costas sean impuestas al concurso, se
advierte que su derecho a honorarios queda incluido en la
regulación general del art. 266. La situación es similar a
la que se da respecto de las verificaciones tardías y el re-
curso de revisión sobre el cual la jurisprudencia nacional se
ha expedido en idkntico sentido; las costas del síndico y su
letrado están incluidas en la regulación general, cuando
éstas son impuestas al concurso". En una reflexión algo
más detenida, diremos asimismo que tampoco es absoluta-
mente idéntica la tarea que el síndico va a tener que desa-
rrollar en el ámbito de la ley 26,086 con relación a la que
desplegaba en la continuación de procesos del régimen de-
rogado, pues hoy ya hay mayores tareas para el mismo,
dado que éste seguramente deberá volver a expedirse al
momento en que el acreedor concurra a verificar con la
sentencia obtenida en el proceso de conocimiento (título ve-
rificatorio). Si el síndico participó en el proceso de cono-
cimiento, ahora ya serán dos informes. Par lo que, no
puede dejar de reconocerse objetivamente que el desdobla-
miento produce mayores trabajos y requerirá necesariarnen-
te del incremento en la escala porcentual del referido ar-
ticulo, para poner justicia retributiva a las nuevas y mayores
tareas.
En tal orden nuestra opinicin es coincidente con la de
PESARESI citada anteriormente, pues consideramos que el juez
tiene la posibilidad de superar los topes de la escala arance-
laria para producir una regulación que sea adecuada y justa
con relación al esfuerzo desplegado. Asi como puede -ex-
cepcionalmente- perforarse el piso mínimo, debe también
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

poder hacerlo -fundadamente- con el techo o máximo de la


e~cala''~~.

La ley concursa1 tiene entre sus "dogmas" la indelega-


bilidad de las tareas sindicales (art. 258, LCQ). Predica
expresamente que "el sindico debe actuar personalmente",
atribuye la actuación personal a uno de los síndicos inte-
grantes de sindicaturas clase "A" ("el indicado no podrá ser
reemplazado salvo causa justificada") y enfatiza que "la ac-
tuación personal, se extiende aun cuando deban cumplirse
actos fuera de la jurisdicción del tribunal".
Es una verdad a medias (que es lo mismo que decir una
mentira a medias), pero que resulta útil, en tanto genera un
único centro de imputación del obrar y torna claramente
aplicable el control disciplinario del art. 255 que ejerce el
tribunal. En alguna medida recuerda la repetida cantinela
de la unipersonalidad del Poder Ejecutivo (como si, en ver-
dad, el Presidente de la República fuera un ser omnisciente,
cuando es públicamente sabido que un batallón de funcio-
narios -jefe de Gabinete, ministros de Estado, secretarios
de Estado y un sinfín de subordinados- analizan, proyec-
tan, controlan, enmiendan, aconsejan y cuestionan los actos
que luego formalmente serán decisiones ejecutivas). Lo bue-
no del tema, como en el caso del Presidente, es que queda
claro "quién es el que toma la 6ltima decisión" y, en conse-
cuencia, "quién es el último responsable" (por acción, por
omisión, por culpa in vigilando, etcétera).
Por cierto, las tareas del síndico son entonces s61o for-
malmente indelegables. U n dato empírico de ello es que
las sindicaturas "A" muy raramente delegan en alguno de
sus integrantes la actuación personal sino que, demcistran-
do en la práctica lo ocioso del instituto, comisionan a todos
sus integrantes para la actuación personal, con cuidado de
prever que ella podrá ser conjunta, sucesiva o alternativa
(sistema que los jueces pacíficamente aceptan).

29 RASPALL,LOS honorarios en los aspectos regulados por la ley 26.086,


"Revista de Derecho Concursal", t. VI, en prensa.
Los síndicos también cuentan, o pueden contar, con un
número relevante de colaboradores: otros contadores que
trabajan en sus estudios, empleados internos y, básicamen-
te, asesores letrados.
La cuestión del patrocinio letrado es un tema sensible y
que excede del ámbito de este análisis. Se tocan allí diver-
sos intereses y conflictos corporativos (como lo demuestra
la fugacidad de la ley que habilitb a los abogados para ser
síndicos, el conocido -y poco elevado- debate en el Senado
de la Nación sobre el titulo exigido para desempeñar la sin-
dicatura en ocasión de la sanción de la ley 24.522 y el muy
prudente intento del Anteproyecto de reformas de 1997 que
mantenía el monopolio para los profesionales contables pero
prescribía con caracter obligatorio, y a cargo del concurso,
el patrocinio letrado). A riesgo de evadirnos por un ins-
tante del tema principal, pero conscientes de que hay postu-
ras que no deben silenciarse, repetimos aquí algo que he-
mos dicho muchas veces: no encontramos óbice lógico en
mantener la larga tradición de que la sindicatura sea de-
sempeñada por contadores públicos, pero sí consideramos
vergonzosa la previsibn del art. 257 (en el sentido de impo-
ner al síndico los costos del patrocinio letrado), dado que
nos parece que un funcionario que cumple buena parte de
su labor en un proceso judicial, donde defiende y contro-
vierte derechos, no puede -y no debe- carecer de asistencia
técnica. Ello pone en riesgo el resultado último de su tra-
bajo y podría llevar a dudar de la constitucionalidad del
dispositivo objetado -art. 257- por consistir en un medio
indirecto de relativizar el derecho de defensa en juicio (art.
18, Const. nacional). Se nos dirá que los síndicos siem- ((

pre" cuentan con asistencia letrada. Quien esto afirme es-


tará fijando su mirada en los estrechos límites de la aveni-
da General Paz30. Nos consta que en el interior del país
hay muchos y muy buenos síndicos que, confiados en su
oficio y capacidad, tratan de maximizar su desde ya magro
peculio (también nos ocuparemos del tema de la retribución

30 Inv~camos,una vez m&, las dolientes palabras de MORO, citadas an-


teriormente sobre pensar el derecho concursa1 en derredor del "rnicroclima'"
judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Ley 26.086. Concursos y
quiebras. Modificación de la ley 24.522, p. 15).
186 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

sindical a la luz de las reformas de la ley 26.086) prescin-


diendo de patrocinio. Mala práctica por todo lo ya dicho,
pero forzada por un legislador que para abaratar los con-
cursos aplicó una medida angloga a suprimir los salvavidas
en una lancha de pasajeros para hacer bajar el precio del
boleto.
Lo señalado en el párrafo precedente se ha dicho bien y
en alta voz muchas veces, pero pocas con la contundencia
de SUNYENT BAS. Dice el citado jurista: "A esta altura de las
circunstancias y pese a las diferentes incumbencias profe-
sionales de los contadores y abogados, no puede negarse y,
por ende, cabe enfatizar que la función sindical s61o puede
desarrollarse en plenitud con la convergencia de los conoci-
mientos de ambos profesionales.. . los conocimientos del
proceso concursal, si bien tienen aspectos típicos de la ma-
teria contable, se encuentran enraizados en normas jurídi-
cas que exigen, en la mayoría de los casos, el asesoramiento
letrado. La interdisciplinariedad de la función sindical se
advierte también en los estudios de posgrado, donde con-
vergen tanto contadores como abogados, para poder inte-
grar la curricula docente que habilite las diversas carreras
de especialización. Esta realidad se encontraba reflejada
en el proyecto original de la ley 24.522 que habilitaba tanto
a abogados como a contadores para desempeñar la sindica-
tura y, en el caso del letrado, le permitía requerir el aseso-
ramiento contable. En consecuencia, cuando el legislador
elimina el dispositivo proyectado y limita a los contadores
la posibilidad de ejercer la funci6n sindical, se privó de
todo sentido a la disposición del art. 257, y el texto legal
devino claramente 'írrito', tal como lo explica LORENTE. En
este aspecto, la jurisprudencia cordobesa ha puntualizado
que la tarea sindical se desarrolla en forma comdn pos am-
bos profesionales, en una verdadera convergencia de cono-
cimientos técnicos. Dicho derechamente, la integral y aca-
bada comprensión del instituto y oficio de la sindicatura,
permite afirmar su estructura contable y juridica para el
desarrollo de las diversas etapas del proceso concursal. En
este sentido, PESARESI y PASSAR~N señalan, con total acierto,
que derechos pacíficamente reconocidos en la historia legis-
lativa, son violentados por el art. 257 de la ley concursal, lo
que afecta de manera directa tanto a los contadores como a
los abogados, y ataca sus garantias y derechos de propiedad
e igualdad. Lo más grave de la norma es que destruye 'el
puente de colaboración' que debe existir entre ambos profe-
sionales, en orden a la eficacia del ejercicio de la funcidn
E1 maestro cordobés remata su tesis proponien-
do la derogación del art. 257 de la LCQ y que en el ínterin
los jueces procedan a su descalificación constitucional.
Es alentador saber que existe un proyecto legislativo que
trata de poner las cosas en su quicio, donde se prevé -junto
con modificaciones de la escala arancelaria- que "el síndico
puede requerir se designe asesor letrado a su elección. Al
regular los honorarios el juez decide sobre la pertinencia del
asesoramiento, el que deberá ser abonado por el concursa-
do". Es de esperar que el Congreso de la Nación convier-
ta en ley tal iniciativa3'.
Retornarnos la llnea principal. La propia ley no ignora
que más allá de la asignación del carácter personalisirno
hay tareas que el síndico no puede desempeñar. Por eso, el
art. 257 lo deja requerir asesoramiento cuando la materia
exceda de su competencia (no s61o el letrado), y el art. 258
permite confiar al agente fiscal de la respectiva jurisdicci6n
la realización de tareas en otros Srnbitos geográficos distin-
tos del propio cuando no existan "fondos para atender a los
gastos de traslado y estadías o si media otra causa justifi-
cada". Y, además, prevé que el juez "puede autorizar al
sindico para que designe apoderado con cargo a gastos del
concurso, a los fines de su desempeño en actuaciones que
tramitan friera de su tribunal".
Explica R ~ U I L L O N última dispositivo así: "Puede de-
este
signar apoderado para actuaciones que tramitan fuera del
tribunal concursal. No se establecen distinciones entre ac-
tuaciones judiciales, administrativas o relativas a otros trá-
mites". Y realiza la siguiente ingeniosa interpretacióin so-
II
bre la frase "actuaciones fuera de su tribunal": tampoco se

31 JUNYENT BAS,En torno a los honorarios del síndico y su asesor, "Doc-


trina Societal-ia y Concursa1 Errepar", sep. 2006, no 226, p. 1017 y siguientes.
32 PESARESI, Adhesidn al novfsimo proyecto de reforma al &gimen del pa-
trocinio letrado del sindico y de los honorarios concursales, ponencia en W
Congreso Argentino de Derecho Concursal y IV Congreso Iberoamericano so-
bre la InsoIvencia", "Libro de ponencias", t. 111, p. 609.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

exige que radiquen en distinta jurisdicción territorial, con


lo cual podría designarse -excepcionalmente- apoderado, aun
para trámites dentro del mismo Ambito de competencia te-
rritorial del juez del concurso, siempre y cuando no se trata-
se de actuar ante el propio tribunal c o n ~ u r s a l " ~Apun-
~.
tamos, en la lfnea sugerida por este autor, que en algunas
ocasiones los tribunales de comercio han autorizado a las
sindicaturas a designar apoderado, con cargo a gastos del
concurso, cuando se trataba de llevar adelante querellas cri-
minales -aun en la misma jurisdicción del juzgado concur-
sal- contra los administradores del quebrado o a l g ~ nterce-
ro sospechoso de connivencia con éstos.
El art. 263 permite al síndico "pedir al juez autoriza-
ciiin para contratar empleados en el número y por el tiem-
po que sean requeridos para la eficaz y económica realiza-
ción de sus tareas". Hipótesis que no abarca, por cierto, la
infraestructura mínima exigible a quien asume el rol sindi-
cal (de la exigencia de tal infraestructura da cuenta, por
ejemplo, el art. 275, cuando en su inc. 7 manda, "durante el
período de verificación de créditos y hasta la presentacion
del informe individual", tener "oficina abierta al ptiblicu en
los horarios que determine la reglamentación que al efecto
dictará la cámara de apelaciones respectiva")), quedando
subsistente la posibilidad de contratación de empleados en
situaciones particulares. Imagínese, por ejemplo, que las
tareas de control previstas por el art. 14, inc. 12, de la LCQ
exigen, por la magnitud del emprendimiento, que la sindi-
catura cuente con un punto fijo en la sede de la concursa-
da. Seria ilógico pretender que tal emolumento sea sopor-
tado por el órgano sindical.
Por último, el art. 275, inc. 8, permite delegar en perso-
na autorizada en el expediente el dar recibo fechado y data-
do de "todo escrito que le sea presentado en su oficina du-
rante el período de verificación de creditos".
Frente a este panorama, y en especial frente a la posibi-
lidad de designar apoderado del art. 258 (en alguna medida
una rémora de la ley de facto 19.55 1, cuando se solía desig-
nar tales para representar al síndico en los juicios laborales

33 Régimen de concursos y quiebras, p. 364.


ROUILLON,
continuados hasta la sentencia), la previsión del art. 21, en
tanto prescribe que para cumplir el rol de "parte necesaria"
el sindico "podrii otorgar poder a favor de abogados", no
importa ninguna novedad.
Bajo el régimen de la ley 24.522, en su versión primige-
nia, no debía haber juicios continuados extraconcurso (los
que continuaban eran quienes ejercían la opción de hacerlo
por ante el magistrado falencial, conforme el viejo art. 21,
inc. 1, LCQ), pero en ciertos casos excepcionales se recurráa
a la designación de apoderados. Ya referimos el caso de la
contratación de abogados penalistas, pero se nos podria re-
trucar que -en tal hip6tesis- la referida contratación era
para desempeñar un rol activo y no pasivo y que el actual
sistema está previsto para los juicios donde el concursado o
el fallido es el demandado. Acotamos que de igual modo,
en el anterior sistema, también eran contratables abogados
que sostuvieran la posición de contradictor legal del síndico
en caso de quiebras (no así en concursos porque ésa era cues-
tión del deudor y el síndico sólo tenía que presentar el in-
forme del art. 56), cuando se trataba de juicios exentos de
atracción (v.gr., juicios con sentencia de primera instancia
ya pronunciada al momento de la quiebra y donde era me-
nester representar al fallido ya en segunda instancia, ya en
vía casatoria o extraordinaria, por ante los tribunales supe-
riores de provincia).
La reforma del art. 16 viene a quitar excepcionalidad a
la referida designacibn. El sindico podrá designar siempre
apoderado y no parece menester que lo justifique. Es como
la contrapartida del aumento de tareas (se recarga al sindi-
co con la necesidad de presentarse como "parte necesaria"
en los juicios continuados, pero se lo aligera al permitirle
nombrar libremente apoderado).
Adernhs del mecanismo poco claro de retribución de ta-
les letrados -sobre el cual volveremos-, existen otras cues-
tiones que no quedan claras. ¿Puede el síndico hacer tal
designacibn directamente o es menester autorización judi-
cial?, {quién asume los gastos de otorgamiento de los pode-
res? En caso de sindicatura plural, les menester un acta
del libro que ésta eventualmente lleve para el otorgamien-
to del poder? (hay muchos casos en que los jueces imponen
190 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

el llevado de tales libros cuando en concursos de magnitud


han designado varias sindicaturas). En caso de sindicatura
"A" ¿el poder lo debe otorgar necesariamente el integrante
que se designó para actuar personalmente?, {quién asume
los costos de los diversos derechos que los colegios de aboga-
dos y cajas forenses imponen a las actuaciones judiciales?
Es obvio que la ley no le pone cortapisas a la elecci6n
sindical y que es él quien seleccionará a los profesionales
en quienes confíe. No es necesaria autorización judicial en
los términos del art. 16, pero lo sigue siendo en los casos
del art. 258. Es decir que cuando se trate de representar al
síndico en su rol de "parte necesaria" no es menester la
aprobación del juez; pero en todo otro caso es indispensable.
Los gastos del otorgamiento de poderes, así como 10s
derechos forenses, deben ser asumidos par el deudor como
gastos del concurso (art. 240, LCQ) y pagados de inmediato
a su acreditacián en el expediente. No es necesario que el
debitor haya sido condenado en costas para que asuma tales
costos. Se trata claramente de gastos incurridos en la tra-
mitaciiin del concurso.
Cuando existe una pluralidad de sindicaturas muchos
jueces disponen que se lleve libro de actas. En tal caso
consideramos indispensable que se vuelque en el citado li-
bro la decisión de nominar apoderados y que tal acta inte-
gre el poder; ello salvo que el tribunal hubiera escindido
funciones y existieran sindicos verificantes y controladores.
En este caso, sólo los primeros deberán concurrir ante el
escribano. Va de suyo que el síndico que realice tal dili-
gencia deberá ser sindico autorizado para actuar personal-
mente.
Lo atinente a la regulación de honorarios de los letra-
dos apoderados no podría ser más desafortunado. Por cier-
to, si las costas son impuestas al actor la regulaciiin de ho-
norarios se hará por el juez originario y se regirá por las
reglas arancelarias locales. Como es inferible que un nú-
mero significativo de juicios continuados sean demandas la-
borales 0 dañas y perjuicios por accidentes (cuyos promoto-
res suelen accionar con beneficio para litigar sin gastos), lo
más probable es que en la mayorla de tales casos los letra-
dos en cuestión no cobren un centavo.
iPueden estos letrados contar con alghn convenio de
honorarios con Ba sindicatura que cubra tales situaciones?
Obviamente, sí. No sólo porque la realización de tareas que
hacen al modo regular de vida no se presume gratuita (art.
1627, Cód. Civil), sino porque la propia ley prevé un caso
significativo en que la retribución es asumida por el síndi-
co: nada menos que cuando se lo patrocina en el propio
concurso (arg. art. 257). No habrfa óbice legal, por tanto,
en que el tdpico quede sujeto a la autorregulaci6n conven-
cional (art. 1197, COd. Civil), pero hay que reconocer que
ella desalentarh aún más a los buenos síndicos -quienes se
resistirán a este gasto adicional-, no motivar5 a los letrados
a asumir tales tareas y, por 16gica impIicaci0n, desmejorara
la performance de los malos síndicos.
Cuando las costas sean impuestas a la concursada se
ingresara en una solución kafkiana. La regulación se con-
fía al juez del concurso. Pero dicho magistrado nada sabrá
de Ia causa fuera de lo que surja de la copia certificada de
la sentencia que se traiga como "titulo verificatorio" por el
pretenso acreedor o que se arrime por el propio letrado en
pos de su regulaci6n. ¿Deber&requerirse el expediente ad
efectum vidsndi para tal regulación? iSe habrá creado por
esta vía un remedo de atracción temporaria de los expe-
dientes (en el sentido de su desplazamiento material al juz-
gado del concurso), con la pérdida de energías y tiempo
que ello implica y con la sobrecarga de espacios siempre es-
casos? ¿Se pretenderá que estos poco incentivados profe-
sionales deban copiar de su peculio todo el expediente para
soslayar las dificultades que muchas veces acarrea el pre-
tender su traslado de un juzgado a otro?
El premio consuelo es que si las costas estáln impuestas
al concursado, los letrados de la accionante y los peritos
(una vez que sus propios emolumentas hayan pasado en au-
toridad de cosa juzgada) serán espontáneos colaboradores
en la rernisián del expediente al juzgado del concurso -por-
que tendrán interés en el reconocimiento de sus propias
acreencias-.
Un punto adicional -y no menor- es que los profesiona-
les que representaron a la sindicatura correrfin contra el
plazo fatal de dos años de prescripción del pedido de regu-
192 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

lación. Su derecho a ella ernergerá de la imposición de


costas firme, pero sera menester -para impedir la prescrip-
ción de la acción- que demanden rápidamente la regulación
al juez concursa1 (en qué momento tal regulación tenga lu-
gar es otra cuestión).
Obviamente, bastara para interrumpir la referida pres-
cripción el presentarse ante el juez concursal -copia certifi-
cada de la sentencia en mano o formulando remisi611 a la
ya aportada por el actor victorioso si éste tuviera incidente
en trámite- solicitando la regulación.
Ahora bien, ¿dicha regulación procede de inmediato o
es menester realizarla en algún momento en particular? (lo
que, insistimos, es distinto de "peticionaria", acto que debe-
rá tener lugar dentro de los dos años de haber quedado fir-
me la condena en costas al concursado, a riesgo de que se
repute prescripta tal acreencia).
El art. 21 señala que las regulaciones se sujetaran a
"las pautas previstas en la presente ley".
La sumisi6n a las tales pautas parece referirse a las es-
calas retributivas, pero podría postularse que abarca tam-
bién a las previsiones sobre los tiempos regulatorios. Y
esto resultaria 16gico porque no resistiría el análisis que un
abogado delegado del sindico pueda cobrar de inmediato
(en los términos del art. 240) y que su mandante, el síndi-
co, deba aguardar a las ocasiones previstas por los arts. 265
y 267, cuando puede ocurrir que el síndico también tenga
"regulaciOn" por lo actuado en otros juicios continuados,
con lo cual la discriminación a su respecto resultaria una
afrenta. Por otra parte, ello es coherente con el concepto
regulatorio de los concursos -preventivos y rehabilitatorios-
que mandan tener en cuenta un "tope" genérico en re1ació.n
con las costas.
Mucho más discutible resulta determinar si en caso de
concurso preventivo los letrados quedan sujetos -también-
a la espera adicional del art. 54. En concordancia con tal
inquietud cabría preguntarse si estos honorarios, en caso
de desatención, deben ejecutarse necesariamente (o aplicar-
se para pedir la quiebra en trámite autónomo) o si cuentan
con la posibilidad de peticióln directa de quiebra por incum-
plimiento del art. 54 (esta última sería consecuencia impre-
vista, pero no incoherente, de la disposición del art. 21 en
$6
tanto establece que la regulaci6n se regirá por las pautas
previstas en la presente ley").
Los honorarios regulados a posteriori de las oportuni-
dades previstas por el art. 265 serAn exigibles sin mAs en
los términos del art. 240.
En cuanto al monto de la regulacidn, nos remitimos a
11
la opinión de PESARESI: en los procesos no atraídos por el jui-
cio universal, los honorarios del síndico y de su represen-
tación letrada, en caso de resultar el concursado vencido en
costas, se rigen por las pautas del art. 258 de la ley 24.522,
debiendo aplicarse -según el caso- los arts. 266 y 267, pu-
diendo el juez concursa1 eventualmente superar los topes
mAximos (arg. arts. 268 y 271), con el fin de alcanzar nive-
les de retribución proporcionales y adecuado^"^^.

La ley 24.522 nos trajo -en su momento- una buena


noticia. Ya no sería posible, al menos en el concurso pre-
ventivo, que aparecieran a largulsima distancia de la presen-
tación acreedores morosos (habitualmente llamados tar-
díos). La ley hacía practicamente imposible que quedaran
acreedores agazapados a la espera del cumplimiento del
acuerdo, por no poder superar el tamiz verificatorio (clase
a la cual hemos denominado "omisos"). Y esto porque ins-
tituy6 un plazo abreviado de prescripcidn -bianual- para
ser tenido como acreedor concurrente.
Tal soluci6n mereció diversas críticas, empezando por
su naturaleza, dado que hubiera sido preferible un plazo de
caducidad y no uno de prescripcibn, y siguiendo por el
defectuoso dies a quo para el cómputo del plazo (la presen-
tación es mala elección porque el concurso puede ser recha-
zado y consumirse un largo término hasta obtener la aper-
tura con una apelación victoriosa; la apertura parecía mejor
punto de partida).

34 PESARESI,Causas IZO afraidas y honorarios concursafes,ponencia en VI


Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y IV Congreso Iberoamericano so-
bre la Insolvencia", Iibro de ponencias, no 111, p. 617.
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

Además, queda abierto el debate sobre si esta defensa


(propia del concurso) debía haber sido articulada vigente
éste, o si era proponible en una quiebra ulterior -con la
condici6n, claro estfi, de que el concurso preventivo hubiera
durado, antes de su presentaci6n o fracaso, un minimun de
dos años-. Esta última es la interpretación que entendemos
adecuada,
Por cierto, siendo la prescripci6n suspendible o inte-
rrumpible, la certeza que se persiguicí al instituirlo quedaba
relativizada.
La reforma de la ley 26.086, al admitir la continuación
de los juicios de conocimiento en tramite e, incluso, al ha-
bilitar a los acreedores laborales a demandar por crédito de
causa o título anterior a la presentación, una vez acaecida
ésta, ha generado un supuesto que obsta a la prescripción.
En el caso de los juicios de conocimiento no laborales,
o de los juicios laborales en trámite, es su propia existencia
lo que impide que corra el plazo de dos años. En el caso
de las acciones laborales nuevas, su promoción hubiera in-
terrumpido la prescripción de proponerse la demanda den-
tro de los dos años de la presentación (por otra parte, y
como se trata de crédito de causa o título anterior a la pre-
sentación -o sea que debe preexistir a tal acto-, va de suyo
que la propia prescripción laboral, tambien bianual, forza-
ría a tal promoción a quien quisiera conservar la acción).
Si el legislador de 2006 nada hubiera dicho, esa previsi-
ble un debate en defensa de tres posturas:
a ) Quien sostuviera que una vez obtenida sentencia ha-
bría diez años para verificar (así es ahora en la quiebra,
donde no existe plazo bianual de prescrip~ión~~).
b) Quien sostuviera que, sentencia en mano -si ya ha-
bían transcurrido los dos años-, el verificante podría reque-

35 '21 plazo de prescripción para verificar un crkdito reconocido por


sentencia dictada por el juez natural, por ante una quiebra, es -en principi*
de diez años. Esto complica la determinaciOn del pasivo, porque hoy hay
acreedores (los laborales) que parecerian exceptuados de la prohibición de
demandar al fallido (remisi611 del art. 132 'bajo el rkgimen allí previsto' al
art. 21, incs. 1 a 3) (TRUFFAT,
ponencia en VI Congreso Argentino de Derecho
Concursa1 y W Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de po-
nencias", t. 111, p. 781).
rir la ldispensa de la prescripción por el juez concursal, si
concurría ante él dentro de los tres meses inmediatos pos-
teriores a X a firmeza del pronunciamiento en sede origina-
ria (art. 3980, C6d. Civil).
c ) Quien sostuviera que el plazo de dos años del art. 56
(versión original) empezaría a correr desde que la sentencia
extraconcursal habia pasado en autoridad de cosa juzgada.
Esta última interpretacion se acercaría a la que formuló el
pretorio en Ios primeros tiempos de la Iey 24.522, cuando
entendi6 que el plazo de dos años -respecto de concursa en
tramite bajo la ley 19.551- empezaba a correr a partir del
18 de agosto de 1995 (fecha de entrada en vigencia de la ley
24.522).
Personalmente nos hubiéramos inclinado -desde lo teó-
rico- por la tercera soluciiin.
Pero el legislador que alumbró la ley 26.086 habló so-
bre el punto y lo hizo de modo confuso, generando una
nueva duda con relación a la verificacibn de quien invoca
sentencia como "título verificatorio" y a la que manda no
considerar tardia sobre la naturaleza jurídica del pedido,
pero solventando el punto sobre la prescripción.
El verificante en cuestión tiene seis meses para insi-
nuar su medito (titulo verificatorio). Algún autor conside-
ra que es un plazo de caducidad. Nos encantaría compar-
tir tal conclusión (por lo que ya dijimos de la superioridad
de tal. instituto a los fines de prevenir la morosidad del, acree-
dor), pero tenemos la convicción de que es un plazo de pres-
cripcibn. Lo dice la ley: vencidos esos plazos ... [el de dos
11

anos y el de seis meses complementarios] prescriben las ac-


ciones del acreedor".
i,Córno coexisten el plazo de dos años y los seis meses
adicionales?, ¿se esta hablando de un plazo de prescripci6n
de treinta meses? Por cierto que no.
Pueden haber transcurrido -por ejemplo- cinco años des-
de la presentación, y el accipiens concursa1 podría pedir veri-
ficación si lo hiciere dentro de los seis meses de haber que-
dado firme la sentencia dictada en el juzgado originario.
Pero, al revés, si la sentencia extraconcursal hubiera
quedado firme -por ejemplo- en el mes diecinueve de la
presentacih en concurso, el sedicente acreedor sólo conta-
196 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

rá con un mes excedente respecto de los dos años, porque


en el mes veinticinco se habrán cumplido seis meses de Ia
sentencia "titulo verificatorio" (véase los recaudos legales:
haberse excedido el plazo de dos años y deducirse dentro
de los seis meses de haber quedado firme la sentencia).
No hay prescripción concursa1 en la quiebra, sin em-
bargo, si ésta fuera secuencia de un concurso que hubiera
tramitado por algo más de dos años y medio y la sentencia
hubiera pasado en autoridad de cosa juzgada, seguida por
seis meses de inacción; aún vigente el concurso preventivo
luego frustrado o fracasado, podria deducirse pl-escripcióln
contra un pedido verificatorio formulado en tal ocasión.
EL CONTROL CORRESPECTIVO
Y EL IMPACTO DE LAS VERIFICACIONES
DIFERIDAS EN EL TIEMPO

5 30. DERECHOS
DEL ACREEDOR CONCURSAL
QUE CONTINÚA EL JUICIO

El pretenso acreedor que continua (o promueve, si es


acreedor laboral) con juicio de conocimiento ante el juez
originario (o ante el que corresponda, en el segundo casca)
es tan acreedor concursa1 como aquellos que formularon
petición de verificación o promovieron incidente de revi-
sión.
La cuestión no es menor porque la ley 26.086 sólo ha
modificado algunos pocos artículos y ha dejado todos aque-
llos que preven actos efectuados por los accipiens, durante
el trámite del concurso a en la quiebra, con la redacción
primigenia que traía la ley 24.522 y esto puede generar con-
fusiones en orden a la legitimación para el ejercicio que
confieren los referidos artículos (p.ej., impugnar-observar
créditos, promover revisiones, impugnar en los términos del
art. 50, LCQ, etcétera).
Bien entendido que si para evitar discusiones estériles
un acreedor en juicio continuado, tuvo el cuidado de hacer
constar en el expediente principal su decisiOn de prose-
guir con éste, eUo sólo agilizará el trámite (pues nada tendrá
que demostrar que no estuviere demostrado en la causa);
pero no hay ratio iuris para denegar este derecho al acree-
dor que no hubiera hecho expresa su voluntad de continuar
198 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

(porque, en verdad, Io que hay que hacer de forma expresa


es la opción del art. 21, inc. 2, de la LGQ y no la otra; y
para ser precisos la opción referida debe hacerse explícita
en el juicio continuado -hay que avisarle a dicho magistra-
do que se elige suspender tal causa y continuar en vía veri-
ficatoria-l). Por cierto, el tribunal podrá requerir que se
aclare el punto, o quizá -con mayor practicidad- pedir al
sindico que informe sobre el particular.
En anAloga situaciiin se encuentra el acreedor laboral
incluido en la planilla, o declarado tal a su petición, respec-
to de quien se hubiera ordenado el pronto pago. Se ha se-
ñalado que tales decisiones (aunque la ley s61o la aplica
formalmente al segundo) importan verificación del crkdito.
Es decir que se trata de acreedores ya no concursales, sino
concurrentes. Mientras sus acreencias no sean íntegramen-
te atendidas, ya sea por el pago inicial o por el plan de pa-
gos proporcional a efectuar por la sindicaturas, restará
potencial ínteres de tales acreedores en ejercer el mismo
derecho que tienen todos aquellos a satisfacer con el patri-
monio del debitor (volvemos sobre un punto: el hecho de
que en el concurso preventivo tal circunstancia pudiera ser
neutra -dado que el deudor deberá. atender todos los erédi-
tos reconocidos, con independencia del subingreso de futu-
ras acreencias- no genera desinterks sobre la exactitud de
la masa pasiva, pensando en la hipbtesis de una posible
quiebra).
Es lamentable que la nueva ley haya generado las dudas
interpretativas que aquí se pretenden despejar, al no adver-
tir que si se creaba una nueva vía de ingreso al pasivo, de-
bían adecuarse las diversas disposiciones "legitimantes" que
existen en la ley para los pretensos acreedores. Pero lo
cierto es que no lo hizo. Resta entonces a la doctrina y ju-
risprudencia venir a salvar el gap. No negamos que la le-
tra es la primera fuente de interpretación de la ley y que
cabe presumir que el legislador no se equivoca. Pero la
verdad es que, a veces, si se equivoca.

1 MOLINA SANDOVAL,
COS~USy honorarios en la reforma concursa1 de la ley
26.086, ponencia en VI Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y IV
Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. 111,
p. 507 y siguientes.
EL CONTROL CORRESPECTIVO

Parapetarse en un respeto cerrado al literalismo no solo


va contra las pautas interpretativas fijadas por la Corte Su-
prema (que es quien ha marcado lo dicho en el pfirrafo
anterior, pero cuidando de seiialar que también debe pre-
servarse el espiritu de la norma y que no son admisibles in-
terpretaciones rituales que desvirttien el sentido de la ley),
sino que se contrapone a una practica largamente ejercita-
da respecto de la propia ley 24.522.
No estamos hablando sólo de sus conocidas erratas
(p.ej., todo el mundo está conteste en que la remisión del
art. 183 de la LCQ no confiere derecho de "pronto pago" a
los acreedores hipotecarios y prendarios, aunque la norma
envíe al art. 241, inc. 4, en vez de al art. 241, inc. 2). Nos
referimos a ciertas irnprecisiones expresivas que el sentido
común y la buena voluntad han venido a corregir.
Tenemos, entonces, que el art. 34 no permite saber si el
término "observaciones" incluye a las impugnaciones o al
revés. Véase que el titulo es "periodo de observación de
créditos", lo que llevaría a inferir que este es el género y las
impugnaciones son una especie agravada. Pero el mismo
artículo despues parece utilizar "impugnaciones" como gé-
nero (cuya especie atenuada serian las observaciones), cuan-
do prescribe que estas -las impugnaciones- serán agregadas
al legajo2.
La ley prescribe, además, que dentro de las cuarenta y
ocho horas de vencido el plazo para "impugnar-observar" el
síndico presentará al juzgado un juego de copias de las im-
pugnaciones.
¿Alguien puede imaginar seriamente que el síndico sólo
acompañe las impugnaciones al juzgado?, jes imaginable que
el legajo que arme la sindicatura s61o contenga las impug-
naciones? Literalmente eso es lo que dice la ley. Insisti-
mos en que el sentido común, aun sin poder construir solu-
ciones por el empleo arbitrario de ambas palabras (sin
poder atribuir a una u otra la calidad de gknero y especie),
ha establecido pacíficamente la incorporación al legajo sin-

2 TRUFFAT, Verificación ternpestiva en la ley de concursos y quiebras. Un


esquema digno de ser observado e impugnado, "Doctrina Societaria y Concur-
sal Errepar", no 96, nov. 1995, t. VII, p. 496.
200 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

dical tanto de las observaciones cuanto de las impugna-


ciones. Lo mismo ocurre con su presentación en el tri-
bunal.
La cuestión alcanza niveles gravísimos -para los culto-
res de la literalidad- en el art. 36. Señala el párr. 2" de di-
cho articulo: "Cuando existan observaciones, el juez debe
decidir declarando admisible o inadmisible el crédito o el
privilegio".
¿Es inferible que cuando existan impugnaciones, el ma-
gistrado nada pueda hacer porque la ley s61o menciona a
las observaciones? Por supuesto que no. La declaracióln
de admisibilidad-inadmisibilidad tiene por condicio iuris la
existencia de impugnaciones u observaciones, o la discordia
ex oficio del propio juez con el dictamen.
Estos sencillos ejemplos (sencillos pero contundentes)
deberían demostrar cómo con un poco de esfuerzo interpre-
tativo se superan límites, cuya base -muchas veces- está en
el simple y humano error en el empleo de un término (a ve-
ces acentuado por la errónea pretensión del legislador de
no repetir palabras, finalidad muy loable en un discurso, en
un ensayo, en una novela, pero no en la ley).
Además, el tema no puede solventarse con el argumento
simplista consistente en mencionar que el art. 2 1, inc. 2, de
la LCQ concede una opción y que el optante debe cargar
con las consecuencias de su decisión. Primero y principal,
porque ello dejaría sin resolver el tema frente a un litiseon-
sorcio pasivo necesario del que el deudor sea parte, dado
que tal accionante carece de la opción. Segundo, porque
parece un exceso ritual interpretar que el haber mantenido la
vía del juicio continuado condene al sujeto en tal situación
a una auténtica capitis diminutio de sus derechos. La res-
tricción de derechos es, precisamente, de interpretación
restrictiva. Parece tolerable que quien prefirió no ocurrir
a verificar (lo que, en algUn caso, puede ser una decisión
muy sabia porque en vía tempestiva jamás hubiera sido ad-
mitido por la complejidad de su caso y la necesidad de prue-
ba) no forme parte de la base de cómputo de las mayorías.
Hasta allí es entendible que el haber preferido mantener el
juicio en trámite ( o promover uno nuevo en caso de acreen-
cia laboral) irrogue la pérdida de tal posibilidad. Pero ex-
EL CONTROL CORRESPECT'IVO

tender el apartamiento va contra la naturaleza del juicio


continuado -que es, según se ha podido advertir aquí, una
etapa de una forma alternativa de subingreso al pasivo con-
cursal-.
En concreto, el art. 34 de la LCQ parece reservar (por-
que así lo dice expresamente, lo que era coherente con el
esquema primigenio de la ley 24.522 -aunque ya crujía en
el caso del art. 21, inc. 1, agregado por el Senado de la Na-
ción-) la posibilidad de "impugnar-observar" los pedidos de
verificación s61o para el deudor y los acreedores que hubie-
ran solicitado verificación3.

3 "A nadie se le ocurriría (pero esto porque resultaría discrirninatorio y


políticamente incorrecto) negar a una mujer el ejercicio de algún derecho
que una ley decimonónica otorgara expresamente a los varones. Todos en-
tenderían que luego de la concesi6n de los derechos polfticos a las ciudada-
nas y de la plena igualdad civil entre los sexos, sin importar el estado civil
de la mujer (lo que recien se consiguió adecuadamente con la ley de facto
17.711 -hace menos de cuarenta años-), aunque la ley siguiera consignando
que cierto derecho o cierta legitimaci6n apareciera discernida en exclusiva a
los varones, ésta resultaria lógicamente aplicable a las mujeres mAs allá de
un desafortunado anacronismo legislativo. En ocasiones, además, ni siquie-
ra resultaría menester la igualación en derechos entre los sexos; pues se en-
tendería que el dispositivo no podía sino estar referido a los seres humanos
con independencia del genero (cuando, por ejemplo, dijera 'hombres' y no
'varones'). Léase nada menos que una de las normas trascendentes de nues-
tro régimen institucional, el art. 19 de la ley suprema: 'Las acciones privadas
de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral publica, ni
perjudiquen a un tercero, están s61o reservadas a Dios, y exentas de la autori-
dad de bs magistrados: za alguien se le podria pasar por la mente que las
acciones privadas de las mujeres que de ningún modo ofendan al orden y a
la moral pública ni perjudiquen a un tercero, sí están sujetas a la autoridad
de los magistrados? Se podría argumentar que lo anterior es un sofisma
porque es inferible sin esfuerzo que cuando los constituyentes de 1853 es-
cribieron 'los hombres' se estaban refiriendo al gbnero humano (al modo
que lo hizo la Asamblea francesa el 26 de agosto de 1789 en la famosa 'De-
claración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano'). Precisamente
son este tipo de construcciones 16gicas las que demuestran los límites de la
interpretación literal. Y además nada es tan claro como parece: adviértase
que en las diez primeras enmiendas a la Constitución americana se emplea-
ron los tkrrninos 'persona' y 'pueblo' y jamas 'hombre' y sin embargo el
Congreso de Estados Unidos sintió la necesidad en 1972 de incluir una en-
mienda [que no fue ratificada] que dejara establecida de modo efectivo el
tema de la igualdad entre los sexos (la famosa ERA)" (TRUFFAT, LOS acreedo-
res que optan por continuar el juicio ante el juez natural no son acreedores
"de segunda", LL, 2006-F- 1343).
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Va de suyo que quien decidió continuar con el juicio de


conocimiento está articulando su propia via de verificacibn,
aunque con algún dejo metafdrico podría sostenerse que él
está iniciando su camino de solicitud verificatoria.
Si hay un derecho a respetar a todo acreedor, ademas
del de formar mayoría y expresar su voluntad libremente,
es el de controlar -con la mayor extensión posible- el po-
tencial ingreso de otros sujetos a la nómina del pasivo.
Tratándose el concurso preventivo de una solución que pi-
votea sobre un acuerdo de mayorías, y tratandose la quiebra
de una concurrencia de acreedores sobre un patrimonio
por definiciún insuficiente, resultaria contrario al princi-
pio constitucional de inviolabilidad de la propiedad (art. 17,
Const. nacional) y de defensa en juicio (art. 18, Const. na-
cional) pretender restringir a los acreedores que continua-
ron con el juicio de conocimiento, el derecho a ejercer tal
control.
Si se reconoce tal derecho, no puede considerarse que
un acreedor en tal gosiciOn no sea un "interesado" en los
términos del art. 37 de la LCQ. Es decir que tal accipiens
está habilitado para promover revisión.
Aunque el art. 40 de la LCQ menciona como legitima-
dos para observar el informe general del art. 39 de la LCQ
al deudor y a quienes hayan solicitado verificaciiin, corres-
ponde apuntar que idéntica posibilidad debe acordarse a
quienes tienen juicio continuado en trámite. Ello por las
razones expuestas.
Por idénticos fundamentos debe salvarse la valla del tex-
to del art. 50, el cual, con gran dureza, limita la posibilidad
de impugnar el acuerdo a "los acreedores con derecho a
voto, y quienes hubieren deducido incidente, por no haber-
se presentado en termino, o por no haber sido admitidos
sus créditos quirografarios".
En el caso de quiebra -y por imperio del art. 132, LCQ-
rigen reglas casi idénticas (la única diferencia está dada res-
pecto de las ejecuciones de créditos con garantías reales).
Así, podría postularse que quien tiene juicio continuado está
habilitado para promover la extensión de la quiebra en los
términos del art. 163 de la LCQ. Ello en la medida en
que se comparta la tesis de ROUILLON (tal como en nuestro
EL CONTROL CORRESPECTIVO

caso) en el sentido de que para tal peticibn "no es menester


que se trate de acreedores ya verifi~ados"~, postura que no
es pacifica en doctrina5.
En uno de los primeros fallos dictados sobre las cues-
tiones aquí desarrolladas, se reconoció el derecho del actor
en juicio continuado a impugnar-observar las pedidos de
verificación e, incluso, a observar el informe sindical. E1
fallo avanza, incluso, sobre la posibilidad de control corres-
pectivo, aunque parece confiarla en exclusiva al sindico (te-
sis que analizamos en el § 26). Se dijo en lo pertinente:
"3.2. El art. 34 de la ley 24.522 prescribe que: 'Durante los
diez días siguientes al vencimiento del plazo para solicitar
la verificación, el deudor y los acreedores que lo hubieren
hecho podrán concurrir al domicilio del síndico, a efectos
de revisar los legajos y formular por escrito las impugnacio-
nes y observaciones respecto de las solicitudes formuladas'.
Del texto normativo parcialmente transcripto se desprende
que, además del deudor, se encuentran legitimados para
observar los creditos aquellos acreedores que hubieren so-
licitado la verificación de sus presentes acreencias en forma
tempestiva. A los fines que aquí interesa, corresponde
determinar qué acreedores merecen ser reputados 'ternpes-
tivos' y, por ende, habilitados a formular observaciones en
los términos del art. 34 citado. Tal como lo remarca el se-
ñor juez de grado en la resolución apelada, el anhlisis de la
cuestión debe realizarse teniendo en cuenta pautas herme-
néutica~coherentes con el sistema en que se encuentra
incluida la norma, e interpretarse armónicamente can el
ordenamiento jurídico en general y con las garantías de la
Constitución nacional (Es. 23). 3.3. Ahora bien, la norma-
tiva concursa1 autoriza el ingreso de acreedores al pasivo
por tres vías: 1 ) la presentacibn del pedido verificatorio di-
rectamente ante el síndico, hasta el vencimiento del plazo

Rtigimen de concursos y quiebras, p. 27 1.


ROUILLDN,
5 reservan tal posibilidad a los acreedores
JUNYFNT BASy MOLINASANDOVAL
concurrentes (ya verificados ternpestivamente, ya admitidos por pronto pago,
ya verificados tardamente e, incluso, a los beneficiarios de pronto pago), pero
le niegan tal legitimacidn a los acreedores concursales "pendientes",por ejem-
plo, quien tiene incidente de revisión en trámite ( b y de concursos y quiebras,
t. 11, p. 316).
204 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

que se fije para ello, conforme lo previsto por la LCQ: art.


14, inc. 3; 2 ) la continuaci0n del juicio de conocimiento en
trámite a la fecha de concursamiento ante el juez natural,
ya sea por el ejercicio de la opci6n prevista en la LCQ: art.
21, inc. 2, o bien por encuadrar el caso en el supuesto con-
templado por el inc. 3 del citado articulo, valiendo el pro-
nunciamiento que allí se dicte como título verificatorio en
el concurso, y 3) la incidental prevista por la LCQ: art. 54
(misma regla, art. 2801, mientras tramite el concurso pre-
ventivo, o por acción individual que corresponda, dentro de
los dos años de la presentación en concurso. En este últi-
mo supuesto, la misma norma contempla que no debe con-
siderarse tardía el pedido de verificación, si el titulo verifi-
catorio fuera una sentencia de un juicio tramitado ante un
tribunal distinto que el del concurso, por tratarse de una de
las excepciones previstas en el art. 21 (LCQ: art. 56, parte 2")
pArr. 3"). Se concluye de lo expuesto que, tanto los acree-
dores que hubieren concretado su pedido verificatorio ante
e1 sindico, como aquel que ejerció la opción de continuar
con el juicio de conocimiento abierto contra el concursado
y pendiente de trámite, en los términos previstos por la
LCQ: art. 21, inc. 2, o el que debió proseguir con el trámite
ante el juez natural por formar parte el concursado de un
litisconsorcio pasivo necesario Qinc. 3)) se encuentran en
un plano de igualdad a los efectos que aquí interesan, y de-
ben ser considerados insinuantes 'tempestivos'. En conse-
cuencia, el acreedor que hubiera formulado el ejercicio de
la opci6n dentro del plazo establecido: art. 14, inc. 3, est5
en condiciones de ejercer el control que permite el art. 54
de la LCQ, ya que cabe entender que se ha insinuado opor-
tunamente, en forma tempestiva, no tardía. En su caso,
también podrá promover la revisión contemplada por el art.
37 de la LCQ, respecto de los créditos declarados admisi-
bles, y aun realizar las observaciones al informe general del
sindico que contempIa el art. 40 ... Para ello, obviamente,
s61o basta que se haya insinuado ante el síndico o formula-
do en tiempo y forma la opción prevista por el art. 21, inc.
2, sin que se vea disminuida su fuerza por la circunstancia
de que el propio crkdito hubiera sido objeto, a su vez, de
impugnacibn y observación, o bien como en el caso, que
haya sido controvertido por el concursado al contestar la de-
EL CONTROL CORRESPECTIVO

manda. Ejercida la opción por continuar el proceso de


conocimiento, mientras dure su trámite cabe considerar al
crédito allí reclamado como condicional (arg. art. 220, inc.
2, LCQ) por estar subordinado a la decisión de un tribu-
nal. 3.4. Por lo demás, si bien es cierto que los restantes
acreedores no tendrán ninguna injerencia en el juicio de
conocimiento que se prosiga, en tanto no podrán realizas
una observación al modo previsto por el art. 34 de la LCQ,
adviértase la inexactitud de lo señalado por la deudora en
el sentido que este acreedor se 'sustraerá' al conocimiento
y eventuales objeciones de la concursada y la sindicatura
(fs. 17 vta., p. 1.3, ap. A), o que en su hora este impugnan-
te no podrá 'someterse' al mismo tamiz de control (fs. 18,
pto. 1.3, ap. B). En efecto, la demandada podrá ofrecer
prueba y controlar la propuesta por su contraria en aquel
juicio de conocimiento. A su vez, la sindicatura tomará la
participacion que le ordena el art. 2 1, párr. 4", y art. 275,
in fine, LCQ, a fin de efectuar un control sobre los actos
dispositivos procesales del deudor que, por curnpIirse en
juicios materialmente no atraídos, no es posible que lo
ejerzan ni el juez de comercio ni los acreedores concurren-
tes distintos del actor ... En definitiva, la solución propi-
ciada en la presente es la que más resguarda y protege el
derecho de los acreedores, que son los m6s interesados en
controlar como se conforma la masa pasiva y persuadir
cualquier intento de fraude, ya que son los destinatarios
de la futura propuesta de pago que formule el. deudor, que
se impondrh a los restantes acreedores; y ademhs es la que
contribuye a otorgar mayor transparencia al tramite con-
cursal, siendo esto de primordial interés para la propia
deudora a fin de transmitir confianza al resto de los acree-
dores y a quienes sin serlo se relacionan en forma directa
con ella. Además, permite al juez tornar conocimiento de
las especiales circunstancias que pudieran rodear a cada
caso e indagar lo necesario para intentar llegar a la verdad
jurídica objetiva, y determinar quién es acreedor y quién
no lo es, evitando así un indebido intento de abultar el pa-
sivo'I6.

CNCom, Sala D, 27/9/06, "Camisur SA s/concurso preventivo síqueja",


inédito.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Una de las cuestiones más arduas para analizar es has-


ta dónde llega la facultad de control correspectivo de los
demás acreedores concursales7 (sean concurrentes o estén
aún en trámite; sea que su vía de subingreso sea la verifica-
ción tempestiva, la verificación tardía o el juicio continuado)
respecto de la regularidad de la tramitacidn de los juicios
continuados y sobre el accionar del demandado.
Y la cuestión es ardua no s610 por la falta de certeza
emergente del nuevo plexo legal (que no se ocup6 del punto
y pretendió despacharlo de un plumazo al erigir al síndico
como "parte necesaria"), sino también porque se concatena
con otras cuestiones relevantes:
a) Alcance de la representatividad del síndico ("parte ne-
cesaria") en juicio continuado contra un concursado.
b) Alcance de la representatividad del síndico ("parte
necesaria") en juicio continuado contra un fallido.
c ) Control del accionar del concursado en el juicio con-
tinuado e impacto de él en tanto pudiera afectar su derecho
de defensa (que incluye el derecho a no defenderse) y con-
secuencias sobre el valor de cosa juzgada de la sentencia re-
caida en tal juicio.
d ) Ámbito subjetivo del valor de res iudicata de la sen-
tencia pronunciada en juicio continuado, en caso de con-
curso preventivo y en caso de quiebra.
e ) Momento para formular cualquier cuestionamiento
-por parte de los demás acreedores concursales- en derre-
dor de la regularidad del trámite continuado y respecto de
la sentencia dictada allí.
En verdad, muchos de estos temas se imbrican de tal
suerte que es casi imposible ocuparse de alguno de ellos sin
ingresar en los otros.

7 En ocasión de la exposición conjunta que hicikramos con el doctor


HERFDIA
en las Primeras Jornadas sobre Derecho Empresario Económico, en
la Universidad Católica Argentina, Facultad de Derecho, Departamento de
Posgrado y Extensidn Jurídica, el 17 de noviembre de 2006, el referido juris-
ta señaló -no sin razdn- que el problema del control correspectivo no es una
novedad de la ley 26.086, porque la falta de previsiones sobre tal obrar es
tema de larga data en el caso de las verificaciones tardias y revisiones.
EL CONTROL CORRESPECTIVO 207
Basicamente nos preocupa centrar esta exposición en la
actitud (en la posible actitud) de los demás acreedores con-
cursales frente al juicio continuado en trámite. Tenemos
por cierto que una vez que el actor en juicio continuado
ocurre ante el juez del concurso preventivo, con su senten-
cia "título verificatorio" en mano, los demás acreedores tie-
nen plena facultad para cuestionarla, como mínimo con
base en la violación de principios concursales (arg. arts.,
16, 19, 56, etc.) o por tratrarse de sentencia írrita. Ello
con independencia de cualquier posibilidad de actuacióln an-
terior en el juicio continuado. Volveremos sobre ello en
este mismo parágrafo. No tenemos tan por cierto que idén-
tica solución se dé en caso de quiebra. Ello se relaciona
con el alcance vinculatorio para los acreedores de lo que
hiciera el síndico, quien en tales juicios ostenta el rol de
"contradictor legal". También volveremos sobre este punto
en este parágrafo.
El tema es si cabe admitir que, sin asumir ninguna cali-
dad de tercero adherente (dado que la sentencia a dictarse
los afectara -potencialmente- de modo indirecto, al impac-
tar sobre la masa de liquidación -la actual, en caso de quie-
bra, o la que podría generarse en caso de fracasar un con-
curso preventivo en trhrnite-), los demás acreedores pueden
presentarse en el juicio continuado y hacerse oír.
¿Pueden denunciar al juez la existencia de connivencia?
En verdad, en este último supuesto es imaginable una de-
nuncia doble: en el juicio continuado y en el concurso (don-
de quedará, como mínimo, como antecedente para juzgar
la procedencia de la admisión de quien ostente la senten-
cia a dictarse en el juicio continuado como "título verifica-
torio").
¿Puede señalar un obrar torpe del demandado? Ello se
daría en los casos de incontestación de demanda, omisión
de ofrecimiento de pruebas ineludibles, caducidad de pro-
banzas de tal suerte, etcetera. Desde lo teiilrico no dudamos
de tal posibilidad. En la práctica creemos que los jueces
se "sacarán de encima" a los acreedores que formulen tales
peticiones, escudándose en el lamentable latiguillo de que
la parte necesaria es el síndico y olvidando que, al menos
en el caso de hallarse el demandado en concurso preventi-
vo, dicho funcionario no representa a nadie.
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Tal vez una solución de compromiso, a crear trabajosa-


mente en vfa pretoriana, sea simplemente disponer la agre-
gacidn de las denuncias u objeciones de dichos acreedores
(sobre las cuales podrán pronunciarse las partes al alegar,
con lo cual su derecho de defensa se preservará -art. 18,
Const. nacional- y que el sindico bien podria hacer propias
o refutar, al presentar el informe analogable al del art. 56,
LCQ) e invitar a éstos a que las hagan valer ante quien co-
rresponda.
Un texto de tal suerte importaría decir algo así como:
dd
comuníqueselo al juez del concurso para que lo tenga pre-
sente".
Se dirá que esta imaginable solución de compromiso
esteriliza la facultad de control, porque si bien es demostra-
tivo de preocupación, no parece demasiado necesario ad-
vertir al juez concursa1 de ciertas irregularidades en el cur-
so del juicio (que el magistrado solo podrá tener presente
en tanto denuncias), siendo que todo ello bien podria pro-
ponerse al citado juez concursal, al momento de peticionar-
se verificación de la sentencia continuada.
No compartimos tal enfoque, por dos razones: a ) por-
que, como ya se dijo, las alertas que formulen acreedores
diligentes bien podrían ser levantadas por el síndico, el que
ostenta la condicidn de "parte necesaria" (fuera lo que fue-
se lo que tal locución signifique), y b) porque si bien el juez
no podrá juzgar sobre la regularidad de un trámite cuyo re-
sultado último (la sentencia) no le fue propuesto a admi-
sión, nada obsta a que el propio tribunal bonifique su futu-
ra decisidn requiriendo explicaciones al cesante (si lo que
se denunciara fuera connivencia o torpeza llamativas).
Es importante dejar en claro un punto que hemos seña-
lado como al pasar, precisamente por tratarse de cuestión,
a nuestro modo de ver, indisputada, pero que no resulta tan
clara a los ojos de cierta parte de la doctrina: la aptitud de
la sentencia en juicio continuado para afectar actual o po-
tencialmente a los demás acreedores concurrentes.
Se lee en algún trabajo de fuste que los acreedores no
tendrían legitimación de tal tipo, porque es bien sabido que
la sentencia no los afecta, así como los terceros no están
afectados por un contrato.
EL CONTROL CORRESPECTIVO 209

Es un argumento de batalla, conmocionante es cierto,


pero absolutamente contrario a los principios concursales:
la concursalidad es hija de la insuficiencia patrimonial, de la
imposibilidad de un patrimonio de cumplir regularmente
con las obligaciones que sobre él pesan, al punto que es
menester suspender el derecho de agresibn patrimonial (art.
505, Cód. Civil) y el principio prior in lenzpore, porque re-
sulta altamente atentatorio contra la paz social que algu-
nos puedan cobrar sus créditos contra el cesante y otros
-en general los más- encuentren que no les resta bien algu-
no sobre el que ejecutar sus derechos.
En este marco, la concursalidad, además de un medio
idóneo para superar la cesación (ya por provisión de un
marco adecuado a traves de quitas, esperas o mutacibn del
objeto debido, ya por extirpación quirúrgica del sujeto in-
salvable), importa un mecanismo de distribución, conforme
reglas preestablecidas y que atienden a la justicia del repar-
to, de aquello que hubiera entre todos los sujetos con dere-
cho a percibir. En consecuencia, no es indiferente para los
acreedores concursales "cuántos otros de ellos se sienten a
la mesa del concurso". Por el contrario, uno de los dere-
chos básicos -contrapartida de la suspensión del derecho
de agresión patrimonial- es la posibilidad de controlar la
legitimidad del crédito de los otros, así como el sometimien-
to del propio crédito a tal control (es decir, el control corres-
pectivo).
Una sentencia o un contrato, de suyo, sólo proyectan
efectos entre los litigantes o los celebrantes del convenio.
Pero también es evidente que una sentencia írrita que otor-
gara "el derecho a sentarse" a quien no lo tuviera, estada
afectando la extensi611 de concurrencia de los demás acree-
dores. Así como un contrato leonino y con cláusulas que
previeran intereses exorbitantes o multas confiscatorias, ge-
neraria el mismo efecto.
Hay una especie de lúcido juego de palabras en la con-
cepción que aquí se critica. La sentencia en tanto senten-
cia, no afecta a los demás acreedores. Un contrato a veri-
ficar, en tanto contrato, tampoco los afecta. Pera tanto la
sentencia como el contrato (en tanto "causa" del crédito, o
si se prefiere, en tanto "título verificatorio") sí afectan -¡y
210 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

c6rno!- a los demas acreedores y su derecho de control co-


rrespectivo resta intacto en sus manos.
El tema del valor de res iudicata de la sentencia extra-
concursa1 dará mucho que hablar (en verdad, recreará un
debate que ya se daba con sentencias dictadas por magis-
trado diverso "antes" de la presentación en concurso). Se
suscitarán, como ya ocurrió, tres líneas de interpretaci6n: a )
quienes admitan la posibilidad de revisisn por el juez con-
cursal; b) quienes se parapeten en el valor de cosa juzgada
de dicha sentencia, y c ) quienes -en posición que comparti-
mos- entiendan que, en principio, debe estar a tal senten-
cia, salvo cuanto terceros afectados levantaran óbices y, en
especial, cuando pudiera inferirse que se está frente a sen-
tencia írrita.
Sobre el punto resulta imperdible, como siempre, un
voto de KEMELMAJER DE CARLULCI, en plena vigencia de la ley
24.522, versi0n original, y respecto de sentencia que había
adquirido firmeza antes del concursamiento. Dijo en tal
II
ocasión la magistrada: Posición que legitima para impug-
nar el crkdito a los acreedores que no fueron parte en el
juicio anterior y al síndico pero que niega legitimación a la
deudora concursada que h e parte y tuvo amplia posibilidad
de defensa, salvo supuestos expresamente previstos. Esta
tesis ha sido defendida por la prestigiosa Sala D de la Cá-
mara Nacional de Comercio ... quien ha dicho siguiendo
precedentes de otras salas del mismo tribunal.. . 'Podria
admitirse que el reexamen fuese intentado por los acreedo-
res insinuados en el concurso posterior a esa sentencia, o
por el síndico de tal juicio universal: dado que ni aquéllos
ni éste fueron ni pudieron ser parte en el precedente pmce-
so en que fue dictada tal sentencia, no estarían alcanzados
por los límites subjetivos de la cosa juzgada. Empero, en
tanto la concursada misma fue parte en el precedente pro-
ceso, es indiscutible que resulta afectada por ese alcance
subjetivo del instituto de que se trata'. La sentencia firme
y ejecutoriada no es verdadera ni falsa, es simplemente un
acto decisorio del Poder Judicial del Estado que emite una
declaración legal de certeza sobre una cuestión antes liti-
giosa y que, por consecuencia, pone fin a tal situación con-
flictiva. El instituto de la cosa juzgada, pues, no protege la
'verdad' de la sentencia, sino su autoridad de acto de certe-
EL CONTROL CORRESPECTIVO 211

za y de conclusión de litigios. Es claro, entonces, que di-


cho instituto no puede desconocerse sobre la única base de
la afirmación de la condenada, en el sentido de no consti-
tuir verdad objetiva". Aunque discrepa con el estilo de la
sentencia y alguno de sus fundamentos, parece adherir a
la solución.
Por excepción, sigue diciendo el tribunal, cabe admi-
tir la legitirnacidn de la concursada en los siguientes su-
puestos:
a) "Si fundase su impugnación al crédito insinuado, o
su revisión respecto del crédito admitido, en la afirmación
de ser fraudulento el proceso en cuyo marco fue dictada Ia
sentencia de condena pasada en autoridad de cosa juzgada,
en aparente autoridad de tal, más precisamente, En efec-
to, aunque la doctrina procesalista coincide, en general, en
que tal cuestionamiento debe hacerse en una acción autó-
noma, la peculiar situaci6n del concursamiento preventivo
produciría la atracción de esta acción, la cual podría desa-
rrollarse en vía de impugnación a consejo del sindico o de
revisión de la declaracidn de admisibilidad del crkdito8'.
b) Si invoca "en su defensa actos 'posteriores' al dicta-
11
do de la sentencia", pues en este caso no rnediaria alza-
miento contra la cosa juzgada, sino invocacidn de hechos
posteriores a los cuales, naturalmente, no alcanzó ni pudo
alcanzar esa sentencia".
Por nuestra parte, adherimos a la posición intermedia
expuesta en último termino por estas razones:
a) La tesis que faculta el juez a revisar sin ningún tipo
de distinción afecta la seguridad jurídica, pues otorga al
concursado, por el solo hecho de ser tal, un recurso no
previsto en la ley para revisar un acto que había generado
derechos subjetivos del litigante contrario frente al concur-
sado.
Adviértase, incluso, que todos los argumentos de esta
posición están enderezados a mostrar la posición de los
acreedores, sin hacer mencibn al deudor.
b) La tesis que niega la revisibiIidad Q outrance, da prio-
ridad a un dudoso derecho de propiedad sobre el innegable
derecho de defensa en juicio de terceros, contra quienes
hace oponible una decisión que los perjudica sin haber sido
212 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

ofdos. La soluci6n viola, entonces, una garantf a constitu-


cionalmente amparada, que hasta la legislacibn común se
encarga de defender (p.ej., art. 71 5, Cód. Civil).
Por eso, esa respuesta contraria los precedentes de esta
sala, que con apoyo de autorizada doctrina ha dicho que el
problema de la cosa juzgada enlaza con el de derecho de
defensa en juicio: si mediante el otorgamiento de estos efec-
tos expansivos se viola la defensa en juicio, el juzgador
debe pronunciarse por no reconocerlos; en cambio, si ha
habido oportunidad de defensa, debe concederloss.
Si bien cuanto se dirá a continuación dificilmente le-
vante escándalo, pues en la práctica funciona de manera
análoga en las verificaciones tardías de crédito, lo cierto es
que e1 mecanismo alterno de verificación estatuido por X a
ley 26.086, consistente en Ia prosecución del juicio de cono-
cimiento en tramite (o su inicio en caso de acreencia de
origen laboral) y ulterior subingreso con el llamado "titulo
verificatorio", que es la sentencia dictada por el. juez origi-
nario, resiente a tal punto el control correspectivo (al me-
nos en el concurso preventivo, aunque -ya se verá- también
potencialmente en la quiebra) que es válido preguntarse si,
a los fines de la oponibilidad de esa sentencia en el concur-
so o en la quiebra, el. magistrado concursa! no podrá anali-
zar, también, el desempeño procesal del cesante.
Sin perjuicio de cuanto se dirri después sobre el alcance
de la referida sentencia, va de suyo que en presencia de un
proceso regular en que el deudor haya formulado defensas
prima facie razonables, haya articulado las excepciones es-
perables, haya diligenciado las probanzas por él ofrecidas
con cuidado y corrección, haya recurrido y sustentado sus
agravios con un memorial adecuado, poco y nada (en ver-
dad, nada) podrii resultar perturbador para el juez concur-
sal y los derngs acreedores.
La situación no mejora en caso de concurso preventivo
por la presencia del síndico (mal denominado "parte nece-
saria" por la ley), si es que se comparte la interpretación
que aquí se propugnará en e1 sentido de que tal funcionario

S SCJ Mendoza, Sala 1, 2016/95, "Lorenzo, José", JA, 11997-1-113, y LL,


1997-B-188.
214 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

segundo, porque tales peticiones se efectuarán a magistra-


dos de todos los fueros, cuya formaciun específica no inclu-
ye la habitualidad de peticiones de tal suerte.
Volvernos, entonces, al punto de partida. El deudor con-
cursado conserva la administración de sus bienes (art. 15,
LCQ), plena legitimación procesal (art. 110, LCQ, a contra-
rio sensu) y él y solo él -con la asistencia letrada que esco-
ja- podrá determinar qué resulta más conducente a su dere-
cho: si defenderse o allanarse, si oponer excepciones o no
hacerlo, si recurrir la sentencia de grado o consentirla. En
una hip6tesis extrema, si el juicio continuado fue grosera-
mente abandonado, ¿podrá reprocharse al deudor el no ha-
ber solicitado la perencibn de instancia y, por el contrario,
haber consentido un acto impulsorio extemporáneo sanean-
do la caducidad ya producida?
Vale la pena recordar, por otra parte, que tales decisio-
nes impactarán en el total de su deuda porque nada lo libe-
rará de la eventual imposición de costas cuando articulara
pretensiones luego repelidas.
Así, se genera una evidente tensión entre el derecho cons-
titucional de defensa en juicio del deudor (art. 18, Const.
nacional), derecho que -como todos los derechos- incluye
la posibilidad de no ejercerlo, y la necesidad de garantizar
que no subingresen el dia de mañana pasivos amañados por
esta vía.
Se dirá que ello sólo debería importar al deudor. A la
postre, es su patrimonio el que se vería impactado por tal
obrar. Sin embargo, hay un principio de buena fe subya-
cente en quien recurre a la solución preventiva y es que no
lo está haciendo "de mentirillas". Que cuando solicita a sus
acreedores que le vuelvan a dar crédito (que vuelvan a creer
en él) es porque tiene la firme convicción, y porque ha
realizado los estudios que sustentan tal posición, de que po-
drá superar la cesación pagos y cumplir en los terminos del
concordato. Esto sin contar con que toda verificación du-
dosa en un concurso preventivo es una posible concurren-
cia indebida en caso de liquidación.
Obviamente no será lo mismo una sentencia recaída en
juicio con las características descriptas anteriormente que
uno donde el deudor se allanó o donde no apeló. Vale
EL CONTROL CORRESPECTIVO 213
sólo debe rendir un informe analogable al del art. 56 de
la LCQ. Y, aunque volveremos sobre el tópico al analizar la
situaci6n peculiar de la quiebra -en este mismo parágrafo-,
bien podría ser que tampoco mejore en los juicios continua-
dos contra un quebrado pues, por más que el sindico ostente
el rol de "contradictor legal", no podrá pretender desandar
etapas procesales ya precluidas (y el juicio podría hallarse
en estado avanzado cuando ingresd el órgano sindical).
Véase que el tema ni siquiera varía sustancialmente si
se milita en la postura que los demás acreedores concursa-
les (en tanto hubieran solicitado verificacián y no estuviera
firme el rechazo, o tuvieran sus propias demandas en cur-
so, o tramitaran una vesif icación tardía) pueden presentar-
se en tales expedientes y "controlar" su trámite. Una cues-
tión es que se acepte tales presentaciones, que se las tenga
presentes, incIusó que se consideren sus opiniones en una
suerte de alegato, y otra muy distinta es que se les admita
formular pretensiones -cuando, al menos los demás sedi-
centes acreedores, claramente carecen de legitimación para
ello-. Esto sin perjuicio de que el impacto: emergente del
momento de presentación, en su relaci6n con el estadio pro-
cesal del juicio, es análogo al señalado para la sindicatura.
Tal vez pueda pensarse (lo cual será motivo de conside-
ración al ponderar el rol de la sindicatura en el juicio conti-
nuado) que en situaciones extremas el 6rgano sindical pue-
da invocar y ejercer una especie de "facultad requirente" -al
modo que creó para sí, en sus dictsmenes, la Fiscalía de
Cámara de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Co-
mercial-. De hecho, antes de la ley de Ministerio Ptíblieo
actual. y del. art, 120 de la Const. nacional, que brinda algu-
na pátina formal a tal facultad, el ejercicio de la facultad
requirente emergia como una imposición de la raz6n en pre-
sencia de situaciones graves (de tal manera que el Ministerio
publico no dejara pasar aquello que, resultando insosteni-
ble, no podráa ser tratado ex oficio por la Cámara al no ha-
ber sido propuesto en los agravios).
Conjeturamos, sin embargo, que tal alternativa resulta-
rá de muy difícil concreci0n. Primero, por el lógico res-
quemor de las sindicaturas, que no cuentan con la indernni-
dad de un iirgano del Estado para asumir tales actitudes, y
EL CONTROL CORRESPECTIVO 215

recordar que en vía verificatoria tradicional hay autores


como MAFF~A que sostienen que el allanamiento por el debi-
tar no es válido.
No parece haber modo de solventar satisfactoriamente
la encrucijada antedicha. Si se admitiera la "facultad re-
quirente" de la sindicatura tal vez podrían prevenirse los
casos más escandaTosos. Pero hasta que tal situación se
instale, si es que lo hace algún día, {cuál debería ser el cur-
so de acci6n a seguir?
Además -esto es de toda lógica-, bien puede ser que en
algún supuesto la actitud más sabia, prudente y de buena fe
sea el allanamiento o el consentimiento de una sentencia
que se reputa ejemplar.
Es posible, al menos como solución de emergencia, que
corresponda recurrir a la facultad de control del sindico en
los términos del art. 15 de la LCQ y que se confíe en que el
citado funcionario pida explieaeiones cuando alguna deci-
sión procesal le parezca desatinada.
El problema alli es corno rendir tal informaci6n sin le-
sionar gravemente el derecho de defensa del deudor. Na-
die podría pretender que explique en público su estrategia
procesal.
Tal vez en casos muy relevantes (porque si no el sindi-
co, ya abrumado de nuevas tareas por la ley 26.086, se
convertiría en una suerte de supervisor de estrategias jurí-
dicas) la sindicatura pueda pedir tales explicaciones y pre-
tender que se rindan en un "incidente reservado". Si el
tema fuera significativo y la decisi6n restara inexplicada o
fuera defendida por argumentos groseramente inatendi-
bles, el tribunal podría pedir explicaciones adicionales en
audiencia.
Salvo que tal obrar constituyera prueba de una incon-
ducta merecedora de mayor sanción, bastaría con preser-
var tales elementos y hacerlos públicas cuando se recabara
verificación de la sentencia dictada por el juez origina-
rio.
Esto preservaría al tribunal concursa1 de haber prejuz-
gado, pero le permitiría contar con elementos de primera
mano para determinar si se encuentra, o no, en presencia
de una sentencia irrita.
EL CONTROL CORRESBECTIVO 217

facilitaría el ingreso de nuevos capitales o la transferencia


de la propiedad empresaria a nuevos y mejores emprende-
dores, dado que las garantlas por contingencias y pasivos
ocultos a prestar por el empresario original sólo deberían
referirse a las deudas posconcursales, y porque cualquier
eventual inversor se sentiría confiado sobre la extensión de
las obligaciones del deudor concordatario.
Es imposible imaginar una situaciiiln más distante de la
consagrada por la ley 26.086. Tan imposible como imagi-
nar que tales ideas (las apuntadas anteriormente) pudieran
llegar a tener, aquí y ahora, andamiento legislativo. Cabe
resignarse sabiamente a que la mencionada certeza es, al
momento, una meta imposible y acaso recitar: iSeñor, dame
paciencia para aceptar aquello que no puedo cambiar?
El segundo reparo, centrado por los críticos del nuevo
sistema en el caso de los créditos laborales, debe ser tam-
bién asumido como un riesgo factible y probable. Pero aquí
creemos posibles un par de decisiones clave, de Zege ferenda,
y no las imaginamos como políticamente improponibles.
Comenzamos, sin embargo, por el genero: los créditos
concurrentes en general, para pasar recién después al tópi-
co de los laborales. Aclaramos, no obstante, que cuanto se
dirá del género poco incidirá en la especie, porque la suge-
rencia que aqui se formula gira en derredor del tratamiento
de créditos quirografarios que, cuando concurran, quedarán
sometidos al concordato (la que rara vez ocurre con los
créditos laborales, que -además- son casi íntegramente pri-
vilegiados).
Encontramos que un modo de minimizar el sacudbn
que irrogaría al concurso un ingreso masivo de creditos qui-
rografarios en etapa de avanzado cumplimiento, pasa por el
ejercicio de la potestad que confiere el art. 56 ("y el juez
fijará la forma en que se aplicarán los efectos ya ocurri-
dos, teniendo en cuenta la naturaleza de las prestaciones").
Cuando de acreencias quirografarias se trata, el grave pro-
blema siempre se suscita con las cuotas ya devengadas, y
que el reciente acreedor concurrente no podía percibir por
ser mero acreedor concursal. Si bien el art. 56 de la LCQ
parece brindar ya el marco normativo para que los jueces
adecuen el pago de las cuotas concordatarias vencidas, no
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

puede dejar de repararse que el dispositivo no está estructu-


rado teniendo en miras al debitor sino a los otros acreedo-
res y que falta alguna precisión legal en el sentido de que
tal facultad puede aplicarse para permitir un regular cum-
plimiento que no lleve al abismo el concurso en etapa final.
Tal vez sería útil hacer explícita a la ley sobre el punto.
Con la posibilidad de subingreso de múltiples juicios conti-
nuados, sería muy bueno que los magistrados pudieran po-
ner racionalidad en la regulaci6n del pago a quienes -por
haber optado por seguir el juicio ante los jueces origina-
rios- llegaron en etapa de cumplimiento del concordato.
Con respecto al tema de las acreencias laborales es me-
nester que estos créditos -al menos algunos de ellos y, en la
emergencia, con una extensión acotada- sean atendidos, ya
en caso de quiebra, donde resulta de prioridad, ya en caso
de concurso, donde todo sería menos urgente si llegara a
funcionar (habrá que ver) el sistema de pronto pago de la
ley, por un sistema solidario y a travks de un fondo público.
Es dificil -imposible, diríarnus- que el legislador se
avenga a establecer un régimen acotado de indemnización
en caso de insolvencia. El propio art. 247 de la ley 20.744
ha sido privado de efectos prgcticos por pacífica y consoli-
dada jurisprudencia. Pero sin perjuicio del derecho de los
trabajadores a accionar por el saldo, o verificar, tal vez se
pueda establecer -al moda previsto por la ley 23.472- el re-
ferido régimen con una asistencia acotada.
Ello no liberaria al deudor de atender esos pasivos
-cuando el fondo los verificara por subrogación-, pero per-
mitiría una atenci6n más racional de ellos que la emergente
del hipotético aluvión que se conjeturo anteriormentei0.
Nos parece útil a los fines de este análisis y sin que ello
importe obrar nostálgico (que, en este caso, seria la nostal-
gia peor porque se referiria a aquello que jamás pasó1'), co-
mentar el sistema postrado desde 1986. En el Apéndice se

10 Sin ir mBs lejos, no resulta inimaginable que respecto de los pasivos


subrogados con privilegio, el fondo hasta pudiera prever "planes de pago"
preestablecidos.
1' "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedib"
(SABINA,Con la frente marchita, 1990).
EL CONTROL CORRESPECTIVO

transcribe la ley 23.472, que es ciertamente una ley en extra-


ña situacióni2. Ha caído en el olvido más absoluto. Tal
vez serviría para analizar si es posible la famosa derogación
"por costumbre" (desuet~do) con la que solían conjeturar los
profesores de ciencia política o de derecho constitucional.
La supeditaci6n de su vigencia (art. 10) a la espera de
una reglamentación que no se han dignado a dictar cua-
tro presidentes constitucionales y dos presidentes interinos,
la convierte en una auténtica rareza.
Apenas dictada, los mejores trabajos de la doctrina co-
mercial que la trataban sólo se preocupaban en determinar
si el art. 11 regia desde el vamos o si tambien dependia del
reacio decreto reglamentario que nunca lleg6.
Parece razonable concluir que todo lo atinente al pron-
to pago (precisamente el art. 11) perdió vigencia por su in-
compatibilidad con el mecanismo estatuido en su hora por
la ley 24.522 y actualmente por la ley 26.086.
Su primera parte, en cambio, si bien necesitada de adap-
tación a estos tiempos (denominación de créditos laborales
a amparar, entes públicos allí referidos), sólo parece dudo-
samente alcanzada por una derogación ambigua con la in-
compatibilidad entre normas nuevas y viejas. Por cierto,
no estamos postulando la idea de que un día, de buenas a
primeras, el presidente de la República dicte el decreto re-
glamentario que ponga "en acto" una normativa dejada de
lado por veinte años (aunque vale la pena señalar que nues-
tra experiencia institucional incluye dislates de ese tipo;

12 En el Séptimo Seminario Anual sobre Análisis Critico de Jurispru-


dencia, Doctrina y Estrategias Concursales, organizado por la Fundaci6n
para la Investigación y Desarrollo de las Ciencias Jurídicas, Mar del Plata, 23
y 24 de noviembre de 2006, fue llamativo el ncirnero de voces empezando
por la de MOR* que se levantaron, sin acuerdo previo, en sostén de un es-
quema al modo que consagra esta ley. esta es tambikn la tesis de TROPEANO,
quien -en el articulo periodístico "La ley de quiebras, en bancarrota- dice:
"Es posible entonces que debamos iniciar un debate para eliminar el con-
flicto laboral de las situaciones de insolvencia empresaria, a través de alter-
nativas que involvcren a todos los sectores, empezando por el Estado. Un
fideicomiso con recursos del sistema provisional, por ejemplo, o una partici-
pación de los aportes fiscales para atender estas contigencias, al mejor estilo
de algunas economías europeas, sea tal vez una solución para comenzar a
discutir".
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

Quiza, pero esta vez requerido por el propio deudor,


podrían incoarse actuaciones de similar tenor en presencia
de groseras violaciones de su derecho de defensa en el jui-
cio continuado.

Pensamos que aun garantizando un sincero sistema de


control correspectivo (que está en la ley; la cuestión es si se
lo quiere ver y registrar tal dato), no se habrían removido
algunas de las principales críticas al nuevo texto legal: a ) la
notable falta de certeza sobre la determinacibn del pasivo
concurrente, y b) el riesgo cierto de que un aluvion de pedi-
dos de subingreso basados en sentencias extraconcursales
(títulos verificatorios) irnpacte malamente sobre un concur-
so exitoso hasta el momento de tal ingreso masivog.
El primer reparo -lo confesamos- nos parece insalva-
ble. La certeza exige una draconiana concentración de
competencia en el juez concursa1 y una lapidaria grohibi-
ción de deducir nuevas acciones (fuera del mecanismo de
ingreso que la ley concursa1 prescriba, precisamente, por
ante el magistrado del concurso). Es menester la más ex-
tensa sustituciOn de todos los magistrados originarios por
el juez del concurso, incluidos aquellos que conocen en las
ejecuciones de garantías reales y, en la medida de lo posi-
ble, la transformación de todos los litigios ya promovidos
en una suerte de incidentes concursales.
No basta con ello. Es necesario sostener los efectos
novatorios de la homologación -solución legal que hemos
cuestionado- y articular un régimen de caducidad (jsí! de
caducidad) y no de prescripción para quienes no hubieran
peticionado la transformación de sus juicios de conocimien-
to en trámite previas al concurso en incidentes concursales,
o no hubieran requerido verificación tardía.
Así y sólo así, el concurso funcionaría en muy breve
plazo como un due dilligence legal y, en consecuencia, se

TEPLITZCHI,Prescripcidn no te vayas, prescvipcidn voivd, ponencia en VI


Congreso Argentino de Derecho Concursa1 y IV Congreso Iberoamericano so-
bre la Insolvencia, "Libro de ponencias", t. 111, p. 747.
220 FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

como cuando se reglamentó -con apenas ochenta años de


demora- la ley que regulaba las condenas contra el Estado);
máxime de una ley cuya vigencia "teórica" es, como mini-
mo, una incógnita.
Sí estamos diciendo, y de modo enfático, que la ley
23.472 marca el camino a seguir. Nos hacemos cargo de
sus riesgos y de la preocupación que generará en sectores
relevantes del empresariado, pero, a fuerza de resultar sin-
ceros, acotamos que el sistema de la ley 23.472 (la filosofía
y concepto de esa ley, no necesariamente ella en si) es el
tinico que se ajusta en verdad a la res. OIT 173. Y tal deci-
si6n de la Organización Internacional del Trabajo tiene ran-
go supralegal (art. 75, inc. 22, Const. nacional).
El mercado es connaturalmente danviniano. Salvo que
la desaparición de un determinado agente econOmico per-
turbe a otros en su obtención de insumos o contratación de
servicios o colocación de sus productos, la crisis patrimo-
nial -y potencial quiebra- de un emprendedor (de "otro"
emprendedor) no suele despertar ningun sentimiento de asis-
tencia. La muerte de un individuo en la naturaleza es algo,
f<
precisamente, natural". Lo mismo pasa en el mercado.
Sólo intranquiliza criando tal supresión genera el riesgo
de afectar el delicado balance de tales sistemas (el ecosiste-
rna o el referido mercado).
Ni el mercado (espontáneamente) ni la naturaleza son
proclives a mecanismos de prevencibn que pivoteen sobre
concepciones solidarias. Por eso, aunque los empresarios
rnascullen maldiciones contra la ley 26.086 en su fuero ínti-
mo, nada objetaran del deber de atender el pronto pago
mientras no les llegue la hora a ellos de concursarse.
Se comparta o no la mecánica de la ley 26.086, se con-
fíe -o no- en su utilidad a futuro, es bueno remarcar su do-
ble talón de Aquiles ya apuntado anteriormente: que estas
exigencias se cargan sobre los hombros de un sujeto en ce-
sación de pagos, y que el alto riesgo de reclamo masivo la-
boral calisione y frustre un concurso preventivo hasta ese
momento exitoso.
A todas luces, un fondo que garantice el cobro inmedia-
to de los trabajadores (aun parcial) y que desaliente el liti-
gio, no puede sino ser analizado con seriedad.
EL CONTROL CORRESBECTIVO 22 1

Seguramente el esquema no fue siquiera reglamentado


por los temores que genera, además del encarecimiento de
los costos laborales. U n mecanismo así no servirá:
a) Si no es honestamente administrado.
b) Si no es de interpretación y aplicación restrictiva
(la mano generosa con fondos ajenos -la beneficencia con
la plata de otros- es una práctica tan habitual como detes-
table).
c ) Si no es complementado por una política de agresivo
recupero de los créditos laborales subrogados (la Tenidad en
tales recuperos podría importar una vía de corrupción o de
subsidio encubierta).
A titulo informativo, señalamos que el referido conve-
nio 173 de la OIT obra en el Apéndice.
Es de la esencia de la concursalidad (ya rehabilitatoria,
ya liquidativa) la detención de las acciones de agresión pa-
trimonial. Se puede discutir, algo se ha señalado ya en este
trabajo, sobre la necesidad y utilidad de la atracción (espe-
cialmente cuando, como ocurn'a con la llamada ley 19.551,
la atracción sólo servía para amontonar expedientes deteni-
dos en los casilleros del juzgado concursal, porque todo lo
atraído se suspendía -ver art. 22, incs. 1 y 2, de dicha nor-
mativa-), pero lo que resulta indisputable es la necesidad de
suspensión cuando se trata de medidas de ejecuci0n. Nue-
vamente, es debatible la necesidad de suspender juicios de
conocimiento (la ley 24.522 vari6 en su art. 21, inc. 1, tal
criterio al asignar una opción al actor, y la ley 26.086 ha
hecho tabla rasa con tal principio al generar excepciones
que casi agotan el universo de juicios teóricamente suspen-
didos), pero resulta dificil de imaginar que sea posible una
reestructuracitin de pasivos (mutando convencionalmente a
través de un acuerdo de mayorías los títulos originarios,
en tanto ello resulte merecedor de homologación) o que sea
posible una liquidación ordenada de ellos, mientras los acree-
dores pudieran ejecutar libremente sus acreencias. Señala-
(4
mos en un trabajo anterior: Este tema suele enfocarse más
desde la 'atracción' que desde la suspensión, pero es obvio
que lo realmente importante es la 'suspensi6n'. Podría no
haber atracción (salvo en los supuestos de juicios que pueden
continuarse -arg. arts. 21, inc. 1, y 133-), lo que no puede
FUERO DE ATRACCI~NE N LOS CONCURSOS

faltar es la 'suspensión'. Si se quiere que el deudor pueda


superar su estado de cesación a traves de un plan votado
por sus acreedores, a bien si se quiere liquidar su patrimonio
para distribuirlo entre los acreedores, no puede aceptarse que
cada acreedor per se siga adelante con sus demandas contra el
concursado. Incluso basta puede tolerarse la continuación
de los juicios de conocimiento (tan es así que la ley otorga
una opción al demandante en ese supuesto, conf. art. 2 1, inc.
1, LCQ). Lo que no cabe aceptar, en modo alguno, es que
puedan seguir adelante las 'ejecuciones' contra el deudorpJ1.
¡Bastante problemas genera (desde la concepción dog-
mhtica de la concursalidad) que haya algunos acreedores
eximidos de tal suspensión, corno ocurre con aquellos que
gozan de garantías reales! No en balde, aun a su respecto,
existen normas morigeradoras que preven la posibilidad de
suspensión ternporaria para el supuesto en que obtener la
referida suspensión resuZte de "necesidad y urgencia eviden-
tes para el concurso", ponderándose la conveniencia para la
continuación de las actividades del concursado y la protec-
ción de los intereses de los acreedores (arg. art. 24 y remi-
sión al art. 16 in fine, LCQ).
Atento tales razones, siempre lució como una anomalia
que la ley predicara como regla el mantenimiento de las me-
didas cautelares trabadas, salvo cuando recayeran sobre bienes
necesarios para continuar con el giro ordinario del concur-
sado (arg. art. 21, redacción prirnigenia). Aclárase que la
ley de facto 19.551 tenía una previsión absolutamente análoga
en su art. 22, inc. 4. Sobre esto, HHREDIA señala: "La solu-
cidn, que debe coordinarse con lo dispuesto por el art. 24, se
justifica porque las medidas cautelares ordenadas en procesos
singulares promovidos contra el convocatario no afectan, en
principio el desarrollo normal del concurso. Sin perjuicio
de lo dispuesto en el texto legal, observa CAMARA que en la
practica las medidas cautelares pierden interés para los acree-
dores singulares, quienes son satisfechos atento los termi-
nos del acuerdo preventivo -monto y fecha- o en su defecto
se abre la quiebra: ningún beneficio les rep~rtarli"~.

Pmedimientos de udmisibrt al pasivo concursal, p. 37.


TRUFFAT,
2 HEREDIA,
Tratada aegético de derecho conc~rsaí,t. 1, p. 579.
Desde 10 conceptual, por tanto, debe celebrarse la in-
versibn de la regla que ha instaurado la ley 26.086. Ade-
m8s de vedar la posibilidad de obtener el dictado de medidas
cautelares en los juicios continuadas conforme los incs. 2 y
3 del art. 21 (previsión necesaria al admitirse la posibilidad
de continuaci6n ante magistrado extraconcursal), la ley se-
ñala que en vez de mantenerse Ias medidas y eventualmente
levantárselas por motivos graves, éstas "serhn levantadas por
el juez del concurso, previa vista de los interesados".
Es decir que la regla será el levantamiento de las cautela-
res (dado que una vez trabada la inhibición general de bie-
nes prevista en el auto de apertura, en vigencia el régimen de
inopanibilidad de los arts. 16 y 17 y en funciones el síndi-
co, éstas parecen ociosas) y son los interesados quienes de-
berán invocar las razones que funden su mantenimiento.
No importa qué juez las haya dictado, es el juez del
concurso quien está habilitado para levantarlas (lo que im-
porta una suerte de interferencia cautelar entre magistra-
dos, al modo de la prevista por el art. 24, LCQ). Poco sig-
nifica que la medida haya sido dispuesta, por ejemplo, por
el superior tribunal de una provincia (p.ej., en un incidente
de cobro de honorarios provenientes de un recurso de casa-
ción); el más humilde magistrado con competencia concur-
sal cuenta con facultades explícitas para disponer el referi-
do levantamiento. Es probable, por límites burocráticos de
los registros, por hábitos asentados en centurias de hacerlo
así y por la ausencia de una razonable base de datos púbIi-
ca donde se asienten tales decisiones y sus modificaciones,
que desde lo material el juez concursa1 termine oficiando al
magistrado que decretó la medida para que sea él quien ar-
bitre lo atinente a su levantamiento. Un caso claro será
cuando se hubiera trabado embargo preventivo sobre fon-
dos y éstos estuvieran depositados en un banco oficial; es
evidente que el referido banco no los liberará (ya sea remi-
tiéndolos al juez del concurso, ya sea devolviéndolos al deu-
dor) si esto no le es requerido por el tribunal a cuyo nom-
bre está abierta la cuenta.
Es importante remarcar que el levantamiento de cautela-
res no puede efectuarse automáticamente. La ley prevé una
vista a los interesados. Esto significa que la ley presume que
226 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

puede existir algun argumento válido -en tanto traído por los
cautelantes- que justifique el mantenimiento de la medida.
Es muy dificil pensar en algún fundamentó en abstrac-
to. Acotamos que será común, sin embargo, solicitar que
el levantamiento no tenga Iugar mientras el debitor esté en
condiciones de desistir per se el concurso o, incluso, con la
conformidad de la mayoría de los acreedores (art. 31).
Véase que resulta aceptable rendirse frente al criterio de
mayorías para arribar a un concordato que mutará el título
de los acreedores de causa o título anterior, no sólo porque
se presume que los m6s siempre elegirán lo mejor, sino
también porque nadie podrál someter a otro a una regla
más gravosa que la autoimpuesta (art, 5 6 ) . La moralidad
intrínseca de la soluciOn que viene de un acuerdo de mayo-
rías se sustenta en tal criterio: el art. 56 garantiza la par
condicio creditorum Entra clases y ningún acreedor puede ve-
nir, con su conformidad, a colaborar en que se establezca un
régimen que afecte el derecho de los otros acreedores en gra-
do diverso a la afectación a la que se somete (esto, claro está,
con las variaciones provenientes de la existencia de subpro-
puestas donde no hay agravio mientras el derecho de elegir
sea parejo y no se pretenda imponer opciones de hierro). La
conformidad mayoritaria en el desistimiento del art. 31 de
la LCQ en nada disminuye o afecta el derecho de quienes la
prestan; pero podria dañar gravemente a quien no habién-
dola prestado hubiera sido privado, por vía de levantamien-
to, de una medida cautelar que aseguraba sus derechos.
Así pues, consideramos que prima facie el levantamien-
to no debería tener lugar antes de la ocasión del art. 42 de
la LCQ, salvo el supuesto de auténtica urgencia y necesidad
evidentes para el concurso. Este criterio que aquí se expo-
ne ya había sido adelantado por R u B ~ Npero
~ ; su actualidad
se ha potenciado atento el nuevo régimen legal.
Saber poner la cuestión en su justo quicio será el modo
para que el nuevo inc. 4 del art. 21 sea visto como lo que es
"en abstracto": un avance, para evitar que los pícaros de
siempre tomen ventaja que nadie ha querido concederles.

3 El desistimknfo del concurso preventivo en la ley 24.522, ED,


RUB~N,
165-1341.
3 34. EL AGÓMICO ROL DEL C O M I T ~DE ACREEDORES

La ley 24.522 imagin6 que, con el espíritu con que fiin-


ciona en los Estados Unidos, los acreedores comprendidos
en la convocatoria estarían dispuestos a intervenir en aqué-
lla corno un órgano de control y consejo, y que al menos no
seria dificil convencer a los acreedores cuyas acreencias fue-
ran más significativas que atenderia al mejor interés de todos,
y al propio, que un comité de acreedores opinara en mo-
mentos relevantes del trámite a la par de la sindicatura.
Imaginó eso y algo más: que como parte del acuerdo se
establecería un comité definitivo de acreedores que -a to-
dos los efectos- debería asumir las tareas que abandona la
sindicatura, cuyo cese se previó (art. 59) como medida
complementaria de la homologación.
El modelo estadounidense es una consecuencia, más que
nada, del mercado de ese país y su ética negocial. Muchas
veces se ven operando comités sin designación oficial -pero
con consenso entre los acreedores- que cumplen un serio
rol en la estructuración del plan (piden amplia apertura de
informaci6n sobre el deudor, esbozan propuestas potencial-
mente aceptables, canalizan reclamos y quejas de los demás
acreedores). Estos cornitgs estan integrados por estudios
jurídicos y contables de primer nivel -y carisimos fees- y su
sola existencia revela una realidad económica y una cultura
distintas del ámbito local. Hay vocación y decisión para
"invertir'kn obtener un plan digno, y hay interés de los di-
rectores de los acreedores -que deben informar a los boards
de los fondos de inversión que son sus accionistas- sobre el
esfuerzo para reparar o minimizar los daños de un mal ne-
gocio previo.
Aquí los comités, cuya propia formaci6n le interesa tan
poco al legislador que se olvidó de ella y la suprimió al pa-
sar al modificar el art. 14 por ley 26.086, sin advertir que al
mantenerse la figura en el art. 16 exigía la omitida regula-
ción, no llegan a constituirse.
Y los comités definitivos no son la imposición de Tos
acreedores al deudor, sino que los forman acreedores vincu-
lados que despiertan más reticencias que confianza, o acree-
dores que han debido cargar con el sayo, pero no tienen vo-
FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

cación de asumir responsabilidades o incurrir en costos


cuyo eventual recupero la ley sólo atiende parcial y avari-
ciosamente (art. 260).
Todo indica que nada de lo antedicho cambiar6 con mo-
tivo de la sanción de la ley 26.086, salvo la circunstancia de
que las sindicaturas -aun cesadas por el imperio del art. 59-
seguirán desempeñando por largo tiempo, en una suerte de
labor residual, el asignado rol de "paste necesaria" en los
procesos extraconcursales, así como a la fecha vienen con-
testando traslados en incidentes de verificación tardíos o en
pedidos de autorización durante la etapa de cumplimiento.

Debemos reconocer que nuestro primer acercamiento a


la ley 26.086 no fue del todo imparcial. Algún reflejo con-
servador en lo recóndito de nuestras mentes nos mal pre-
dispuso de entrada, tanto contra el nuevo mecanismo de
pronto pago -aunque no dejamos de valorar que se siguiera
intentando hacer funcionar la figura- cuanto, y muy espe-
cialmente, contra el desguazamiento de la atracción.
Veintitantos años de dedicación al ejercicio profesional
(ya como funcionario judicial, ya como abogado de ejerci-
cio) con preferente atención a la temática concursal, igual
tiempo de dar clases de la materia -como docente regular o
como invitado- en un sinfin de universidades desparrama-
das en todo el territorio nacional, con un número elevado
de artículos sobre cuestiones concursales y varios libros so-
bre el tópico, todo ello bajo el imperio de las leyes 19,551, y
24.522 (versión primigenia), no podf an haber omitido su
huella en nuestro espíritu.
Si bien los trabajos dispersos que presentamos sobre al-
gunas cuestiones de la ley (un artículo en coautoría con
BARREIRO y algunas ponencias en el Congreso de Rosario)
estuvieron presididos por el intento de permanecer sbjeti-
vos, no podemos silenciar que -en principio- ese resquemor
inicial, aunque contenido, persistía en nuestros enfoques
(pese a la candidez que nos autoadjudicamos en las pala-
bras de inicio -atribución subjetiva que bien puede impor-
tar "reescritura de la historia" a partir del resultado final-).
Como señalamos en las "Palabras preliminares", este li-
bro fue la ocasión de un análisis más abarcativo, más siste-
mático, de un análisis "en s e r i ~ " ~ .
Para nuestra sorpresa (jcuánta sabiduría oculta tenía PI-
RANDELLO!~) el texto cobró vida propia, se independizb del
autor -nosotros sólo pusimos seriedad en e1 enfoque y el se-
vero esfuerzo de transmitir aquello que nos dictaba la recta
razón- y terminó convenciendo, antes que a nadie, pero esto
por una razón temporal no por virtud alguna, al autor (a tal
punto que hoy tenemos nuestras dudas si no fue que siempre
ostentamos la posici6n que describimos posteriormente).
Se obtendrá una visión mucho menos dramática, mu-
cho menos áspera de la nueva ley (al menos sobre la mayo-
ría de las cuestiones ponderadas).
No defendernos aqui a la ley 26.086. Simplemente ana-
lizamos y comentamos -con todas las limitaciones insalva-
b l e ~de nuestras propias capacidades- dicha normativa.
Ya apuntamos sus defectos graves: el poco feliz rol del
síndico en los juicios continuados; el destrato al honorario
de dicho funcionario; las dificultades imaginables en la con-
tratación de abogados en extraña jurisdicción; los riesgos
de la frustraci6n del concurso por la aparicibn "en avalan-
cha" de créditos hasta ese momento en juicio continuado;
la pérdida de la oportunidad de someter las ejecuciones de
garantías reales a la competencia del magistrado concursal.
Las referidas fallas no son peores que muchas que las
que tenía la ley en su versión original: posibilidad de dene-
gación de justicia por graves complicacia;>nesde prueba en
sede concursal; encarecimiento del acceso a la justicia para
litigantes de magros recursos por tal circunstancia; posibili-

4 Lo demuestra la rnodificaci6n de criterio sobre los litisconsorcios pa-


sivos necesarios uno de cuyos integrantes fuera el cesante y la posibilidad
de su promocidn a posteriori de la presentación en concurso preventivo o de
la sentencia de quiebra; y la atenuacidn de nuestra postura original sobre la
naturaleza del incidente de subingreso al pasivo, sentencia en mano (verifica-
cidn tempestiva "an6mala"es lo mismo que tercer género; otro tanto ocurre
con quienes lo ven como verificación tardía atípica).
PIRANDELLO,Seis personajes en busca de un autor. Aqui se trata de di-
versas ideas y concepciones (esperamos que algunas mas de seis) que busca-
ron y encontraron a su autor -el suscript*.
230 FUERO DE ATRACCI~NEN LOS CONCURSOS

dad -cierta- de confundir una cuestión de competencia, en


lo referido a los acreedores laborales, con lo que en verdad
era un tema de auténtico derecho de defensa, dado que los
especialistas en derecho laboral sentían el desplazamiento
de sede como la privación de una jurisdiccibn cuya propia
existencia casi se confunde con la aplicaci6n misma del cri-
terio tutelar de la normativa del trabajo.
Desde la pura teoría, el nuevo sistema no parece agra-
viar los principios últimos del "concurso-instituts". Se si-
gue preservando para el juez concursa1 el. decidir en ultima
instancia sobre la calidad concurrente do un crédito. Se
suspenden las ejecuciones contra el patrimonio del cesante.
Seria bueno, además, que la praxis judicial desarrollara de
modo exponencial el control correspectívo (no sólo en el
caso de los pedidos de verificación -art. 56- de créditos ba-
sados en sentencia extraconcursal, sino también respecto de
los más tradicionales incidentes de verificación tardía y re-
visión).
A los hombres nos ha sido negado el don de la profecfa
(lo señalamos con igual convicción en algún libro previo).
No sabemos cómo funcionará el nuevo sistema. No sabe-
rnos si funcionará.
Tal vez dure poco. Tal vez se quede con nosotros, como
la atracción en su versión 1972 y sus modificaciones, por
los prbximos treinta años.
En el ínterin, y mientras sea ley positiva de la Repúbli-
ca, sólo nos resta poner lo mejor de nuestros intelectos
para hacer que el sistema funcione. Y ayudarlo (y ayudar-
nos) a descubrir que "lo que sí y para sí disponeJ' es mejor
que lo que prefiguraban las oscuras intuiciones y precon-
ceptos de los primeros tiempos.
B) MODELO
DE PRESENTACI~N DE SINDICATURA
CITADA EN JUICIO CONTINUADO
T~TULO1
CALIFICACI~NDE UTILIDAD P~TBLICA

Articula I D - La utilidad pública que debe servir de fundamento le-


gal a la expropiacihn, comprende todos los casos en que se procure la
satisfacción del bien común, sea éste de naturaleza material o espiri-
tual.

Art. 2" - Podrá actuar como expropiante el Estado nacional; tambikn


podrán actuar como tales la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires,
las entidades autfirquicas nacionales y las empresas del Estado nacional,
en tanto esten expresamente facultadas para ello por sus respectivas leyes
orgánicas o por leyes especiales.
Los particulares, sean personas de existencia visible o juridicas, po-
drán actuar como expropiantes cuando estuvieren autorizados por la ley o
por acto administrativo fundado en ley.
Art. 3"- La acción expropiatoria podrá promoverse contra cualquier
clase de personas, de carácter público o privado.

* Sancionada y promulgada el 17 de enero de 1977 (BO, 2 1/1/77). Se transcri-


be Ia parte pertinente.
T ~ T U1L
11~
OBJETO EXPROPIABLE

Art. 4 " - Pueden ser objeto de expropiacibn todos Ios bienes conve-
nientes o necesarios para la satisfacción de la "utilidad pública", cualquie-
ra sea su naturaleza jurídica, pertenezcan al dominio público o al dorni-
nio privado, sean cosas o no.
Art, 5 ' - La expropiación se referirá especificamente a bienes deter-
minados. Tambikn podrA referirse genéricamente a los bienes que sean
necesarios para la construcción de una obra o la ejecución de un plan o
proyecto; en tal caso la declaracibn de utilidad pública se hará en base a
informes técnicos referidos a planos descriptivos, análisis de costos u
otros elementos que fundamenten los planes y programas a concretarse
mediante la expropiación de los bienes de que se trate, debiendo surgir la
directa vinculacibn o conexión de los bienes a expropiar con la obra, plan
o proyecto a realizar. En caso de que la declaración genérica de utilidad
pública se refiriese a inmuebles, deberán determinarse, ademfis, las dis-
tintas zonas, de modo que a falta de individualización de cada propiedad
queden especificadas las Areas afectadas por la expresada declaracibn.
Art. 6'- Es susceptible de expropiación el subsuelo con independen-
cia de la propiedad del suelo.
Igualmente son susceptibles de expropiación los inrnuebles sometidos
al régimen de propiedad horizontal.
Art. 7'- La declaración de utilidad publica podrá comprender no so-
lamente los bienes que sean necesarios para Iograr tal finalidad, sino tam-
bién todos aquellos cuya razonable utilización en base a planos y proyec-
tos específicos convenga material o financieramente a ese efecto, de modo
que se justifique que las ventajas estimadas serán utilizadas concretarnen-
te en la ejecución del programa que motivó la declaración de utilidad pú-
blica.
Art. 8'- Si se tratase de la expropiación parcial de un inmueble y la
parte que quedase sin expropiar fuere inadecuada para un uso o explota-
ción racional, el expropiado podrh exigir la expropiacibn de la totalidad
del inmueble.
En los terrenos urbanos se considerarán sobrantes inadecuados los
que por causa de la expropiación quedaren con frente, fondo o superficie
inferiores a lo autorizado para edificar por las ordenanzas o usos locales.
Tratándose de inmuebles rurales, en cada caso serán determinadas
las superficies inadecuadas, teniendo en cuenta la explotaci6n efectuada
por el expropiado.
En el supuesto de avenimiento, las partes de común acuerdo determi-
narán la superficie inadecuada, a efectos de incluirla en la transferencia
de dominio; en el juicio de expropiaci6n dicha superficie será establecida
por el juez.
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

Art, 9'- Cuando la expropiación de un inmueble incida sobre otros


con los que constituye una unidad orgánica, el o los propietarios de estos
últimos estarán habilitados para accionar por expropiaci6n irregular si se
afectare su estructura arquitectónica, su aptitud funcional o de algún
modo resultare lesionado el derecho de propiedad en los tkrminos del art.
51, incs. b y c.

Art. 10. - L a indemnización s61o comprenderá el valor objetivo del


bien y los daños que sean una consecuencia directa e inmediata de la ex-
propiación. No se tomarán en cuenta circunstancias de carácter perso-
nal, valores afectivos, ganancias hipotéticas, ni el mayor valor que pueda
conferir al bien la obra a ejecutarse. No se pagará lucro cesante. Inte-
grarán la indemnización el importe que correspondiere por depreciación
de la moneda y el de los respectivos intereses.
Art. 11. -No se indemnizarán las mejoras realizadas en el bien con
posterioridad al acto que lo declarb afectado a expropiacibn, salvo las me-
joras necesarias.
Art. 12. -La indernnizacidn se pagará en dinero en efectivo, salvo
conformidad del expropiado para que dicho pago se efectúe en otra espe-
cie de valor,
Art. 13. - Declarada la utilidad pública de un bien, el expropiante po-
drá adquirirlo directamente del propietario dentro de los valores mdximos
que estimen a ese efecto el Tribunal de Tasaciones de la Naci6n para los
bienes inmuebles, o las oficinas técnicas competentes que en cada caso se
designaran, para los bienes que no sean inmuebles. Tratándose de in-
muebles el valor rn6xirno estimado será incrementado autom6ticamente y
por todo concepto en un 10%.
Art. 14. - Si el titular del bien a expropiar fuere incapaz o tuviere al-
gún impedimento para disponer de sus bienes, la autoridad judicial podrá
autorizar al representante del incapaz o impedido para la transferencia
directa del bien al expropiante.
Art. 15. -No habiendo avenimiento respecto del valor de los bienes
inmuebles, la cuestion será decidida por el juez quien, respecto a la in-
demnizacibn prevista en el art. 10 y sin perjuicio de otros medios proba-
torios requerir& dictamen del Tribunal de Tasaciones de la Nación el que
deber& pronunciarse dentro de los noventa días.
Las maquinarias instaladas o adheridas al inmueble que se expropiará se
tasaran conforme a lo establecido para los bienes que no sean inmuebles.
Art. 16. -No se considerarán válidos, respecto al expropiante, los
contratos celebrados por el propietario con posterioridad a la vigencia de
la ley que declarb afectado el bien a expropiación y que impliquen la
constitución de algún derecho relativo al bien.
Art, 17. - No habiendo avenimiento acerca del valor de los bienes que
no sean inmuebles, sin perjuicio de la intervención de las oficinas tCcni-
cas a que alude el art. 13, deberá sustanciarse prueba pericial. Cada par-
te designara un perito y el juez un tercero, a no ser que los interesados se
pusieren de acuerdo en el nombramiento de uno solo.

T ~ W LVO
DEL PROCEDIMIENTO JUDICIAL

Art. 18. - No habiendo avenimiento, el expropiante deber5 promover


la acción judicial de expropiación.
Art. 19. - El proceso tramitará por juicio sumario, con las modifica-
ciones establecidas por esta ley y no estará sujeto al fuero de atracción de
los juicios universales.
Promovida la acción se dará traslado por quince días al demandado.
Si se ignorase su domicilio, se publicarán edictos durante cinco días en el
diario de publicaciones legales de la Naci6n y en el de la provincia corres-
pondiente.
Si existieren hechos controvertidos se abrirá la causa a prueba por el
plazo que el juez estime prudencial debiendo tener presente lo dispuesto
en los arts. 15 y 17.
Las partes podrán alegar por escrito sobre la prueba dentro del plazo
común de diez dias, computados desde que el secretario certificare de ofi-
cio sobre la producción de la misma.
Presentados los alegatos o vencido el plazo para hacerlo, el juez lla-
martí autos para sentencia, la que deberá pronunciarse dentro de los trein-
ta días de quedar firme aquella providencia. El cargo de las costas del
juicio, asi como su monto y el de los honorarios profesionales, se regirán
por las normas del C6digo Procesal Civil y Comercial de la Naci6n y por
las respectivas leyes de aranceles.
Las partes podrhn interponer todos los recursos admitidos por el men-
cionado CBdigo.
Art, 20. - L a sentencia fijará la indemnización teniendo en cuenta el
valor del bien al tiempo de la desposesión.
Para establecer la depreciación monetaria, se descontará del valor fi-
jado la suma consignada en el juicio, conforme con lo previsto en el art.
22, efectuandose la actualizacibn sobre la diferencia resultante, hasta el
momento del efectivo pago,
En tal caso, los intereses se liquidarán a la tasa del 6% anual, desde
el momento de la desposesibn hasta el del pago, sobre el total de la in-
demnización o sobre la diferencia, según corresponda.
Los rubros que compongan la indemnizacidn no estarán sujetos al
pago del impuesto o gravamen alguno.
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

Art, 21. - Tratándose de inmuebles, incluso por accesión, será compe-


tente el juez federal del lugar donde se encuentre el bien a expropiar con
jurisdicción en lo contencioso-administrativo. Tratándose de bienes que
no sean inmuebles, será competente el juez del lugar en que se encuen-
tren o el del domicilio del demandado, a eleccion del actor.
Los juicios en que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires sea
parte, tramitarán ante la justicia nacional en lo civil de la Capital Federal.
Art, 22. - Si se tratare de bienes inmuebles, el expropiante deberá con-
signar ante el juez respectivo el importe de la valuación que al efecto hu-
biere practicado el Tribunal de Tasaciones de la Nación. Efectuada dicha
consignación, el juez le otorgará la posesión del bien.
Art. 23. - El expropiado podrh retirar la suma depositada previa justi-
ficaci6n de su dominio, que el bien no reconoce hipoteca u otro derecho
real y que no está embargado ni pesan sobre 61 restricciones a la libre
disposicibn de sus bienes.
Art. 24. -La litis se anotarri en el Registro de la Propiedad, siendo
desde ese momento indisponible e inembargable el bien.
Art. 25. - Si la expropiacidn versare sobre bienes que no sean inmue-
bles, el expropiante obtendrá la posesión inmediata de ellos, previa con-
signación judicial del valor que se determine por las oficinas tdcnicas
mencionadas en el art. 13.
Será de aplicacidn, en lo pertinente, lo establecido en el art. 23.
Art. 26. -Otorgada la posesión judicial del bien, quedarán los arren-
damientos, acordgndose a los ocupantes un plazo de treinta días para su
desalojo, que el expropiante podrd prorrogar cuando a su juicio existan
justas razones que así lo aconsejen.
Art. 27. - La acción emergente de cualquier perjuicio que se irrogase
a terceros por contratos de locación u otros que tuvieren celebrados con
el propietario, se ventilará en juicio por separado.
Art. 28. - Ninguna acci6n de terceros podrá impedir la expropiaci6n
ni sus efectos. Los derechos del reclamante se considerarhn transferidos
de la cosa a su precio o a la indemnizacibn, quedando aquélla libre de todo
gravamen.
Art. 29. -El expropiante podrá desistir de la acción promovida en
tanto la expropiaciún no haya quedado perfeccionada. Las costas serán
a su cargo.
Se entender& que la expropiación ha quedado perfeccionada cuando
se ha operado la transferencia del dominio al expropiante mediando sen-
tencia firme, toma de posesión y pago de la indemnizaci6n.
Art. 30. -Es improcedente la caducidad de la instancia cuando en el
juicio el expropiante haya tomado posesión del bien y el expropiado sólo
cuestionare el monto de la indemnización.
Art, 31. - La acción del expropiado para exigir el pago de la indernni-
zación prescribe a los cinco años computados desde que el monto respec-
tivo quede determinado con carácter firme y definitivo.
Art. 32. -Para la transferencia del dominio de inmuebles al expro-
piante, no se requerir& escritura pública otorgada ante escribano, siendo
suficiente al efecto la inscripcidn en el respectivo registro de la propiedad
del decreto que apruebe el avenimiento o, en su caso de la sentencia judi-
cial que haga lugar a la expropiación.

PLAZO DE LA EXPROPIACI~N

Art. 33. -Se tendra por abandonada la expropiacibn -salvo disposi-


ción expresa de ley especial- si el expropiante no promueve el juicio den-
tro de los dos años de vigencia de la ley que la autorice, cuando se trate de
llevarla a cabo sobre bienes individualmente determinados; de cinco años,
cuando se trate de bienes comprendidos dentro de una zona determinada,
y de diez años cuando se trate de bienes comprendidos en una enumera-
ción genérica.
No regirá la disposición precedente en los casos en que las leyes orgá-
nicas de las municipalidades autoricen a éstas a expropiar la porción de
los inmuebles afectados a rectificaciones o ensanches de calles y ochavas,
en virtud de las ordenanzas respectivas,

Art, 35. - Procede la acción de retrocesi6n cuando al bien expropiado


se le diere un destino diferente al previsto en la ley expropiatoria, o cuan-
do no se le diere destino alguno en un lapso de dos años computados desde
que la expropiacidn quedd perfeccionada en la forma prevista en el art. 29.
Art. 36. - Se entenderá que no hubo cambio de destino cuando el acor-
dado al bien mantenga conexidad, interdependencia o correlación con el
especificamente previsto en la ley.
Tampoco se considerar& que medió cambio de destino si una parte
del bien expropiado se le asignare uno complementario o que tiende a in-
tegrar y facilitar el previsto pos la ley.
Art. 37. -La retrocesión también procede en los supuestos en que el
bien hubiere salido del patrimonio de su titular por el procedimiento de
avenimiento.
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

DE LA EXPROPZACI~N
IRREGULAR
Art. 51. -Procede la acción de expropiación irregular en los siguien-
tes casos:
a) Cuando existiendo una ley que decIara de utilidad pública un bien,
el Estado lo toma sin haber cumplido con el pago de la respectiva indem-
nizacibn.
b) Cuando, con motivo de la ley de declaracibn de utilidad pública,
de hecho una cosa mueble o inmueble resulta indisponible por evidente
dificultad o impedimento para disponer de ella en condiciones normales.
c) Cuando el Estado imponga al derecho del titular de un bien o cosa
una indebida restricción o limitación, que importen una lesión a su dere-
cho de propiedad.
Art. 52. - No corresponde la acci6n de expropiación irregular cuando
el Estado paraliza o no activa los procedimientos despuks de haber obte-
nido la posesión judicial del bien.

Art. 57. - Cuando por razones de utilidad pública fuese necesario el uso
transitorio de un bien o cosa determinados, mueble o inmueble, o de una
universalidad determinada de ellos, podrá recurrirse a Ia ocupaci6n tem-
poránea.
Art. 58. - La ocupación temporanea puede responder a una necesidad
anormal, urgente, imperiosa o súbita, o a una necesidad normal no inminente.
.........................................................................................................................
Art. 65. -El procedimiento judicial establecido para el juicio de ex-
propiación es aplicable, en lo pertinente, al juicio de ocupación temporá-
nea normal.
.........................................................................................................................

Avticulo l o- Crdase el Fondo de Garantía de Créditos Laborales con cu-


yos recursos se atendedn las prestaciones indicadas en el art. 3" de la presente.

* Sancionada el 3 1/10/86; promulgada el 1/12/86 (BO, 25/3/87).


Art, 2' - El Fondo de Garantía de Crkditos Laborales se integrará con
los recursos que se enumeran a continuación:
1 ) Las siguientes contribuciones a cargo de todos los empleadores
comprendidos en el ámbito de aplicación del Régimen de Contrato de
Trabajo (LCT), de la ley 22.248 y del decr. ley 326/56,con exclusi6n de las
empresas del Estado, sociedades anónimas con participación estatal ma-
yoritaria, sociedades del Estado, sociedades de economfa mixta y organis-
mos del Estado nacional, provincial o municipal, comprendidos o no en
el régimen de convenciones colectivas de trabajo:
a) 0,5% de las remuneraciones sujetas a aportes y contribuciones
previsionales, aun cuando las mismas se encuentren incluidas en el su-
puesto del inc. b.
b ) 3% de todas las sumas abonadas por cualquier concepto a los tra-
bajadores como consecuencia de una acción judicial o de un reclamo ad-
ministrativo. En caso de acuerdo conciliatorio en sede judicial la contri-
bución se reducirá al 15%.
Exclúyense las sumas reclamadas como consecuencia de un infortu-
nio laboral, cualquiera fuera el régimen juridico a cuyo amparo se haya
efectuado el reclamo, con excepción de los salarios debidos en virtud del
inc. d del art. 8" de la ley 9688.
Los organismos de aplicacibn de la presente ley, por resolución con-
junta, podrán reducir hasta en un 50% los porcentajes indicados, de acuer-
do con las disponibilidades financieras del sistema.
2) Las sumas recaudadas como consecuencia de la subrogación en
los derechos de los beneficiarios de las prestaciones del Fondo.
3) Las actualizaciones, intereses, cargos o multas originadas en in-
fracciones a las normas de la presente ley.
4) Las rentas provenientes de la inversión de las sumas ingresadas al
Fondo por cualquier concepto.
5) Donaciones, legados y todo ingreso compatible con la naturaIeza y
fines del Fondo.
Art. 3 O - Los recursos del Fondo de Garantía de Créditos Laborales
serAn destinados a:
1) Adelanto a los trabajadores o a sus causahabientes, en su caso,
de las siguientes sumas en e1 supuesto de imposibilidad de pago del em-
pleador:
a) Hasta cuatro meses de sueldo con un tope mensual rnáiximo de
tres veces el importe del salario mínimo vital vigente al momento del
pago; de las asignaciones familiares por igual periodo; y hasta una cuota
semestral del sueldo anual complementario, con un tope de una vez y me-
dia el importe del salario mínimo vital vigente al momento del pago. En
caso de existir créditos por períodos superiores se adelantaran las sumas
mensuales o semestrales, en su caso, más elevadas que se adeuden, con
los topes y límites temporales indicados.
b ) Indemnizaciones por extinci6n del contrato laboral computando
un aiio por cada dos años completos de antigüedad efectiva, y sustitutivas
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

de hasta un mes de preaviso y de las vacaciones. Cuando la antigüedad del


trabajador sea inferior a dos años se adelantará el 50% de la indemniza-
ci6n que corresponda.
c ) El monto mínimo de la indemnización prevista en la primera parte
del segundo parrafo del art. 18 de la ley 22.250; la reparacidn por incum-
plimiento de la obligación de inscripci6n en el Registro Nacional de la
Industria de la Construcciiíin; y hasta doce meses de los aportes previstos
en el art. 15 de la ley 22.250 correspondientes al último periodo traba-
jado.
2) Cobertura de los gastos del organismo de aplicacion, sin que pue-
da afectarse a este destino más del 03% de los ingresos totales del Fondo.
El Poder Ejecutivo nacional podrá elevar este porcentaje hasta el 1%.
3) Asimismo el Poder Ejecutivo nacional podrá:
a) Elevar los limites indicados en los incs. a, b y c del ap. 1; y
b) Incluir otras prestaciones de acuerdo con las disponibilidades fi-
nancieras del sistema.
Art. 4" - Se considera que existe imposibilidad de pago del emplea-
dor, a los efectos previstos en el articulo anterior, cuando se produzca al-
guna de las siguientes circunstancias:
a) En caso de concurso (concurso preventivo, quiebra, concurso en
caso de liquidación administrativa o concurso civil) o de liquidación co-
lectiva judicial de bienes del empleador, cuando así lo declare el juez del
concurso o liquidacibn en razón de que no fuere factible el pago integro
de los cr&ditosindividualizados en el art. 3 O de esta ley dentro de los diez
días habiles de la resolucibn que autorizare el pronto pago de dichos crk-
ditos.
b ) En todos los casos en los que no mediare concurso ni otro proce-
dimiento de liquidación colectiva judicial de bienes del empleador, y en
los que el juez con competencia en lo laboral que tuviere el conocimiento
en la respectiva acción judicial promovida por el trabajador o sus cau-
sahabientes considerare y declarare la imposibilidad de pago actual de
aquél. Para la procedencia de esta declaracihn será necesaria la concu-
rrencia de los siguientes requisitos:
1 ) La existencia de cosa juzgada material en el proceso de conoci-
miento pertinente.
2) La existencia de una liquidacidn aprobada y firme de los crkditos
emergentes de la condena, sin perjuicio de su ulterior actualización.
3) El resultado negativo de la intimación de pago efectuada al obli-
gado.
4) El resultado negativo de la diligencia de embargo o la manifiesta
insuficiencia de los bienes del empleador para responder por las conse-
cuencias patrimoniales de la condena en el proceso de ejecución; y
5) La declaracidn jurada del acreedor o de sus causahabientes, en su
caso, sobre el desconocimiento de todo otro bien del condenado sobre el
cual hacer recaer dicha ejecución forzada.
En todos los casos, previo a la declaración judicial de imposibilidad
de pago, deberá darse traslado de la petición por el término de cinco días
al organismo de aplicación de la presente ley que corresponda, plazo den-
tro del cual podrá ofrecer medidas de prueba para acreditar la existencia
de bienes del empleador suficientes para responder por la deuda laboral
reclamada.
Vencido el plazo indicado en el párrafo anterior, o producida la prue-
ba ofrecida, en su caso, el juez interviniente deberá pronunciarse sobre la
configuracidn de la imposibilidad de pago, dentro del término de cinco
días.
Art. 5" - Las cajas de asignaciones o subsidios familiares serán los or-
ganismos de aplicacibn de la presente ley y tendrán a su cargo la admi-
nistracidn del Fondo de Garantía de Crkditos Laborales, de acuerdo con
las funciones, atribuciones y competencias que le fije la reglamentacirfin,
la que deberá contemplar los mecanismos necesarios para asegurar la in-
dependencia administrativa y contable del Fondo creado por esta ley con
relacidn a las demás prestaciones a cargo de esas cajas.
Art. 6"- Las cajas de asignaciones y subsidios familiares se subroga-
rán en Ioc derechos y acciones de los trabajadores o de sus causahabien-
tes, en su caso, hasta las sumas que se adelanten, conservando los pri-
vilegios y garantías que correspondieran a los créditos abonados a
aquéllos.
Art. 7" - Sera condicidn para el goce de los beneficios de la presente
ley que se haya registrado ante el organismo de aplicación que correspon-
da, con los requisitos que establezca la reglamentacibn, la vinculación la-
boral con relación a la cual el trabajador pretenda la cobertura del art. 3O.
Este registro deberA ser hecho por el empleador dentro del termino
de cinco dias de iniciada la relación laboral. Vencido este plazo, el regis-
tro podrA ser hecho por el trabajador o por la entidad sindical que lo re-
presente.
5610 se cubrirán con los recursos del Fondo de Garantía de CsCditos
Laborales los crkditos que se devenguen luego de transcurridos quince
dias hábiles de efectuado el registro de la relación laboral.
Art. 8" - El incumplimiento por el empleador de las obligaciones pre-
vistas en el ap. 1 del art. 2 O de la presente ley será sancionado con multa
equivalente a cinco veces el monto de la suma que debió depositar, la que
serh actualizada de acuerdo con la variacidn experimentada por el índice
de precios al consumidor, nivel general, desde la fecha en que debió efec-
tuar el aporte hasta la de su efectivo pago. Igual actualizacián corres-
ponderá sobre el aporte omitido y a ella se adicionará un interés del 8%
anual.
El incumplimiento por el empleador de la obligacidn de registro im-
puesta por el art. 7" serd sancionada con una multa equivalente a tres ve-
ces el importe mensual del salario minimo vital vigente a la fecha en que
se verifique la infraccibn, por cada trabajador cuya inscripcibn se hubiera
omitido.
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

Art, 9 O - Las prestaciones previstas en el art. 3' cubririin los créditos


que se devenguen a partir de los doscientos setenta días corridos poste-
riores a la entrada en vigencia de esta ley. Facúltase al Poder Ejecutivo
nacional a reducir este plazo, de acuerdo con las disponibilidades finan-
cieras del sistema.
Art. 10. - La presente ley ser6 reglamentada dentro de los sesenta días
de su prornulgacidn y entrar8 en vigencia a Pos treinta días de publicado
el decreto reglamentario, fecha a partir de la cual serfin exigibles las con-
tribuciones previstas en el art. 2'.
Art. 11. - Sustitúyese el art. 266 del régimen de contrato de trabajo
ILCT) (t.o., decr. 390176) por el siguiente:
"Art. 266. -Derecho de pronto pago. El juez del concurso debe
autorizar el pago de las remuneraciones debidas al trabajador, las in-
demnizaciones por accidentes y las previstas en los arts. 232, 233 y
245 a 254 de esta ley que tengan el privilegia asignada por el art. 268,
previa comprobacidn de sus importes por el síndico, los que deberfin
ser satisfechos prioritariamente con el resultado de la explotaci0n,
con los primeros fondos que se recauden o con el producto de los bie-
nes sobre los que recaigan los privilegios especiales que resulten de
esta ley.
A menos que se produzcan los supuestos previstos en el párrafo
siguiente, para disponer el pronto pago no ser6 necesaria la sentencia
en juicio laboral ni la verificacibn del crkdito en el concurso y el sín-
dico deber&pronunciarse sobre su procedencia dentro de los diez días
de efectuada la petición.
Oído el sindico, el juez s61o podrá denegar el pedido, mediante
resolución fundada, cuando se tratare de créditos que no surjan de la
documentación laboral y contable del ernpleador o que estuvieren
controvertidos, o existieran dudas sobre su subsistencia o legitimidad
o sospecha de connivencia dolosa entre el peticionante y el concursa-
do, en cuyos supuestos dispondrh que se produzca el incidente de ve-
rificación o, en su caso, el reclamo judicial previo en sede laboral.
La resoluci6n que deniegue el pedido de pronto pago ser&ape-
lable".
Art. 12. [De forma]

LEY 26.086"
MODIFICACIÓN DE LA LEY 24.522

Articulo lo- Modificase el inc, 11 del art. 14 de la ley 24.522, el que


quedar& redactado de la siguiente forma:

* Sancionada el 22/3/06; promulgada el 10/4/06 (BO, 11/4/06).


"11) Correr vista al sindico por el plazo de diez días, el que se
computará a partir de la aceptación del cargo, a fin de que se pro-
nuncie sobre:
a) Los pasivos laborales denunciados por el deudor.
b) Previa auditoría en la documentaci6n legal y contable, informe
sobre la existencia de otros créditos laborales comprendidos en el pron-
to pago.
c ) La situacidn futura de los trabajadores en relacidn de dependen-
cia ante la sucpensibn del convenio colectivo ordenada por el art. 2.0".
Art. 2"- Incorpórase como inc. 12 del art. 14 de la ley 24.522, el si-
guiente:
"12) El síndico deberá emitir un informe mensual sobre la evolu-
ción de la empresa, si existen fondos líquidos disponibles y el curnpli-
miento de las normas legales y fiscales".
Art. 3"- Modificase el art. 16 de la ley 24.522, el que quedará radac-
tado de la siguiente forma:
"Art. 16. - Actos prohibidos. El concursado no puede realizar ac-
tos a titulo gratuito o que importen alterar la situaci6n de los acree-
dores por causa o titulo anterior a la presentacicin.
Pronto pago de créditos laborales. Dentro del plazo de diez días
de emitido el informe que establece el art, 14, inc. 11, el juez del con-
curso autorizar$ el pago de las remuneraciones debidas al trabajador,
las indemnizaciones por accidentes de trabajo o enfermedades labora-
les y las previstas en los arts. 132 bis, 232, 233 y 245 a 254, 178, 180
y 182 de la ley 20.744; arts. 6" a 11 de la ley 25.013; las indernniza-
ciones previstas en la ley 25.877, en los arts. lo y 2" de la ley 25.323;
en los arts. 8", 9", 10, 11 y 15 de la ley 24.013; en el art. 44 y 45 de la
ley 25.345 y en el art. 16 de la ley 25.561, que gocen de privilegio ge-
neral o especial y que surjan del informe mencionado en el inc. l l
del art. 14.
Para que proceda el pronto pago de credito no incluido en el Iis-
tado que establece el art. 14, inc. 11, no es necesaria la verificacibn
del crédito en el concurso ni sentencia en juicio laboral previo.
Previa vista al síndico y al concursado, el juez podrá denegar to-
tal o parcialmente el pedido de pronto pago mediante resolución fun-
dada, s61o cuando se tratare de créditos que no surgieren de los li-
bros que estuviere obligado a llevar el concursado, existiere duda
sobre su origen o legitimidad, se encontraren controvertidos o existie-
re sospecha de connivencia entre el peticionario y el concursado.
En todos los casos la decisión será apelable.
La resoluci6n judicial que admite el pronto pago tendrá efectos
de cosa juzgada material e importara la verificación del crédito en el
pasivo concursal.
La que lo deniegue, habilitará al acreedor para iniciar o conti-
nuar el juicio de conocimiento laboral ante el juez natural.
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

No se impondrán costas al trabajador en la solicitud de pronto


pago, excepto en el caso de connivencia, temeridad o malicia.
Los crkditos seriin abonados en su totalidad, si existieran fondos
líquidos disponibles. En caso contrario y hasta que se detecte la
existencia de los mismos por parte del sindico se deberá afectar el 1%
mensual del ingreso bruto de la concursada.
El síndico efectuará un plan de pago proporcional a los creditos y
sus privilegios.
En el control e informe mensual que la sindicatura deber& reali-
zar, incluirá las modificaciones necesarias, si existen fondos líquidos
disponibles, a los efectos de abonar la totalidad de los prontos pagos
o modificar el plan presentado.
Actos sujetos a autorizacicin. Debe requerir previa autorización
judicial para realizar cualquiera de las siguientes actos: los relaciona-
dos con bienes registrables; los de disposición o locaci6n de fondos
de comercio; los de emisidn de debentures con garantía especial o flo-
tante; los de emisión de obligaciones negociables con garantía espe-
cial o flotante; los de constitución de prenda y los que excedan de la
administración ordinaria de su giro comercial.
La autorización se tramita con audiencia del sindico y del comité
de acreedores; para su otorgamiento el juez ha de ponderar la conve-
niencia para la continuación de las actividades del concursado y la
protección de los intereses de los acreedores".
Art. 4" - Sustitúyese el art. 2 1 de la ley 24.522 y sus modificatorias,
por el siguiente:
"Art. 21. - Juicios ~ o n t r ael concursado. La apertura del concur-
so produce, a partir de la publicación de edictos, la suspensión del
tramite de los juicios de contenido patrimonial contra el concursado
por causa o título anterior a su presentación, y su radicación en el
juzgado del concurso, No podrán deducirse nuevas acciones con h n -
damento en tales causas o titulos.
Quedan excluidos de los efectos antes mencionados:
2 ) Los procesos de expropiación, los que se funden en las relacio-
nes de familia y las ejecuciones de garantías reales.
2) Los procesos de conocimiento en tramite y los juicios labora-
les, salvo que el actor opte por suspender el procedimiento y verificar
su crkdito conforme lo dispuesto por los arts. 32 y concordantes.
3) Los procesos en los que el concursado sea parte de un litiscon-
sorcio pasivo necesario.
En estos casos los juicios psoseguiran ante el tribunal de su radi-
cación originaria o ante el que resulte competente si se trata de accio-
nes laborales nuevas. El síndico ser&parte necesaria en tales juicios,
excepto en los que se funden en relaciones de familia, a cuyo efecto
p0dr6 otorgar poder a favor de abogados cuya regulación de honora-
rios estará a cargo del juez del concurso, cuando el concursado resul-
tare condenado en costas, y se regir6 por las pautas previstas en la
presente ley.
En los procesos indicados en los incs. 2 y 3 no procederá el dicta-
do de medidas cautelares. Las que se hubieren ordenado, serán le-
vantadas por el juez del concurso, previa vista a los interesados. La
sentencia que se dicte en los mismos valdra como titulo verificatorio
en el concurso.
En las ejecuciones de garantías reales no se admitir6 el remate de
la cosa gravada ni la adopcibn de medidas precautorias que impidan
su uso por el deudor, si no se acredita haber presentado el pedido de
verificacibn del crédito y su privilegio".
Art, 5 * - Sustitúyese el art. 56 de la ley 24.522 y sus modificatorias,
por el siguiente:
"Art. 56. - Aplicación a todos los acreedores. El acuerdo homolo-
gado produce efectos respecto de todos los acreedores quirografarios
cuyos créditos se hayan originado por causa anterior a la presenta-
ción, aunque no hayan participado en el procedimiento.
También produce iguales efectos respecto de los acreedores pri-
vilegiados verificados, en la medida en que hayan renunciado al privi-
legio,
Son absolutamente nulos los beneficios otorgados a los acreedo-
res que excedan de lo establecido en el acuerdo para cada categoría.
Socios solidarios. El acuerdo se extiende a los socios ilimitada-
mente responsables, salvo que, como condición del mismo, se estable-
ciera mantener su responsabilidad en forma mas amplia respecto de
todos los acreedores comprendidos en él.
Verificación tardía. Los efectos del acuerdo homologado se apli-
can tambikn a los acreedores que no hubieran solicitado verificacidn,
una vez que hayan sido verificados.
El pedido de verificacidn tardia debe deducirse por incidentes
mientras tramite el concurso o, concluido éste, por la acción indivi-
dual que corresponda, dentro de los dos años de la presentación en
concurso.
Si el título verificatorio fuera una sentencia de un juicio tramita-
do ante un tribunal distinto que el del concurso, por tratarse de una
de las excepciones previstas en el art. 21, el pedido de verificación no
se considerará tardío, si, no obstante haberse excedido el plazo de
dos anos previsto en el parrafo anterior, aqukl se dedujere dentro
de los seis meses de haber quedado firme la sentencia.
Vencidos esos plazos prescriben las acciones del acreedor, tanto
respecto de los otros acreedores como del concursado, o terceros vin-
culados al acuerdo, salvo que el plazo de prescripción sea menor.
Cuando la verificación tardia tramite como incidente durante el
concurso, serán parte en dicho incidente e1 acreedor y e1 deudor, de-
biendo el sindico emitir un informe una vez concluido el período de
prueba.
Los acreedores verificados tardíamente no pueden reclamar de
sus coacreedores lo que hubieren percibido con arreglo al acuerdo, y
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

el juez fijará la forma en que se aplicarán los efectos ya ocurridos, te-


niendo en cuenta la naturaleza de las prestaciones".
Art. 6"- Sustitúyese el art. 72 de la ley 24.522 y sus modificatorias,
por el siguiente:
"Art. 72. - Requisitos para la homologación. Para la homologa-
ci6n del acuerdo deben presentarse al juez competente, conforme lo
dispuesto en el art. 3", junto con dicho acuerdo, los siguientes docu-
mentos debidamente certificados por contador público nacional:
1 ) Un estado de activo y pasivo actualizado a la fecha, del instru-
mento con indicación precisa de las normas seguidas para su valua-
ci5n.
2) U n listado de acreedores con mención de sus domicilios, mon-
to de los créditos, causas, vencimientos, codeudores, fiadores o terce-
ros obligados y responsables; la certificación del contador debe expre-
sar que no existen otros acreedores registrados y detallar el respaldo
contable y documental de su afirmacibn.
3) Un listado de juicios o procesos administrativos en trámite o
con condena no cumplida, precisando su radicación,
4) Enumerar precisamente los libros de comercio y de otra natu-
raleza que lleve el deudor, con expresión del último folio utilizado a
la fecha del instrumento.
5) El monto de capital que representan los acreedores que han
firmado el acuerdo, y el porcentaje que representan respecto de la to-
talidad de los acreedores registrados del deudor.
Ordenada la publicacidn de los edictos del art. 74, quedan sus-
pendidas todas las acciones de contenido patrimonial contra el deu-
dor, con las exclusiones dispuestas por el art. 21".
Art. 7" - Sustitúyese el art. 132 de la ley 24.522 y sus modificatorias,
por el siguiente:
"Art. 132. - Fuero de atraccidn. La declaración de quiebra atrae
al juzgado en el que ella tramita, todas las acciones judiciales inicia-
das contra el fallido por las que se reclamen derechos patrimoniales.
Salvo las ejecuciones de creditos con garantías reales, quedan excep-
tuados de este principio los casos indicados en el art. 21, incs. 1 a 3
bajo el régimen allí previsto.
El trámite de los juicios atraídos se suspende cuando la sentencia
de quiebra del demandado se halle firme; hasta entonces se prosigue
con el sindico, sin que puedan realizarse actos de ejecución forzada".
Art. 8"- Sustitúyese el art. 133 de la ley 24.522 y sus modificatorias,
por el siguiente:
"M. 133. - Fallido codemandado. Cuando el fallido sea codeman-
dado, el actor puede optar por continuar el juicio ante el tribunal de
su radicación originaria, desistiendo de la demanda contra aquél sin
que quede obligado por costas y sin perjuicio de solicitar la verifica-
ción de su credito.
Existiendo un litisconsorcio pasivo necesario en el que el fallido
sea demandado, el juicio debe proseguir ante el tribunal originario,
continuando el tramite con intervenci6n del síndico a cuyo efecto po-
drá extender poder a letrados que lo representen y cuya remunera-
ci6n se regirá por lo establecido en el art. 21. El acreedor debe re-
querir verificación después de obtenida sentencia.
Si una entidad aseguradora hubiera sido citada en garantía y se
hubiera dispuesto su liquidación de conformidad a lo establecido en
la ley 20.091, el proceso continuará ante el tribunal originario, con
intervención del liquidador de la entidad o de un apoderado designa-
do al efecto. La sentencia podrA ejecutarse contra las otras partes
intervinientes en el proceso que resultaren condenadas a su cumpli-
miento, sin perjuicio de solicitarse la verificación del crédito ante el
juez que intervenga en el proceso de liquidaci0n".
Art. 9" - Cláusula transitoria. Los juicios excluidos por el art. 2 1, que
a la fecha de entrada en vigencia de esta ley se encuentren radicados ante
el juez concursa1 le serán aplicadas de inmediato las modificaciones in-
troducidas por esta ley a la competencia material, debiendo ser remitidas
las actuaciones a la justicia originariamente competente dentro de los
quince dias hábiles. Quedan exceptuados aquellos casos en los que en el
expediente se hubiera dictado el llamado de autos para sentencia, los cré-
ditos de pronto pago y aquellos juicios en los que se hubiera optado por
la verificación del crédito segíin lo previsto por el art. 21, inc. 1 de la ley
24.522.
Art, 10. [De forma]

OIT 173"
CONVENIO
PROTECCI~NDE LOS CRÉDITOS LABORALES
E N CASO DE INSOLVENCIA DEL EMPLEADOR

La Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo:


Convocada en Ginebra por el Consejo de Administración de la Oficina
Internacional del Trabajo, y congregada en dicha ciudad el 3 de junio de
1992, en su septuagésima novena reuni6n.
Subrayando la importancia de la protecci6n de los crbditos laborales
en caso de insolvencia del empleador y recordando las disposiciones al
respecto del art. 11 del convenio sobre la protección del salario, 1949, y
del art. 1 1 del convenio sobre la indemnlzacidn por accidentes del traba-
jo, 1925;

* Adoptado el 23/6/92; entrada en vigor: 8/6/95.


DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

Observando que, desde la adopci6n del convenio sobre la protección


del salario, 1949, se ha atribuido une mayor importancia a la rehabilita-
cidn de empresas insolventes y que, en raz6n de los efectos sociales y eco-
n6micos de la insolvencia, deberían realizarse esfuerzos, siempre que sea
posible, para rehabilitar las empresas y salvaguardar el empleo;
Observando que, desde la adopción de dichas normas, la legislación y
la práctica de muchos miembros han experimentado una importante evo-
lución en el sentido de una mejor protección de los creditos laborales en
caso de insolvencia del empleador, y considerando que sería oportuno que
la Conferencia adoptara nuevas normas relativas a los créditos laborales;
Despuks de haber decidido adoptar diversas proposiciones relativas a
la protección de los créditos laborales en caso de insolvencia del emplea-
dor, tema que constituye el cuarto punto del orden del día de la reuni6n;
Después de haber decidido que dichas proposiciones revistan la for-
ma de un convenio internacional;
Adopta, con fecha 23 de junio de 1992, el presente convenio, que po-
drá ser citado como el convenio sobre la protección de los creditos labo-
rales en caso de insolvencia del empleador, 1992.

DISPOSICIONES GENERALES

Articulo l o- 1 ) A los efectos del presente convenio, el término insol-


vencia designa aquelIas situaciones en que, de conformidad con la legisla-
ción y la práctica nacionales, se ha abierto un procedimiento relativo a
los activos de un empleador, con objeto de pagar colectivamente a sus
acreedores.
2) A los efectos del presente convenio, todo miembro podrá extender
el termino "insolvencia" a otras situaciones en que no puedan pagarse los
créditos laborales a causa de la situaci6n financiera del empleador, por
ejemplo cuanda el monto del activo del empleador sea reconocido como
insuficiente para justificar la apertura de un procedimiento de insol-
vencia.
3) La medida en la que los activos de un empleador están sujetos a
los procedimientos mencionados en el párr. lo será determinada por la le-
gislación o la práctica nacionales.
Art, 2'- Las disposiciones del presente convenio deberán aplicarse
por vía legislativa o por cualquier otro medio conforme a la prdctica na-
cional.
Art. 3'- 1 ) Todo miembro que ratifique el presente convenio deber5
aceptar, ya sea las obligaciones de su parte 11, relativa a la protección de
los crkditos laborales por medio de un privilegio, ya sea las obligaciones
de la parte 111, relativa a la protección de los créditos laborales por una
institución de garantía, o bien las obligaciones de las partes 11 y 111. Su
eleccidn deberá consignarse en una declaraci6n que acompailari a la rati-
ficaci6n.
2) Todo miembro que sólo haya aceptado inicialmente las obligacio-
nes de la parte 11 o de la parte 111 del presente convenio podrá extender
ulteriormente su aceptacP6n a la otra parte, mediante una declaración co-
municada al director general de la Oficina Internacional del Trabajo.
3) Todo miembro que acepte las obligaciones de las dos partes preci-
tadas del presente convenio podrg limitar, después de consuItar a las or-
ganizaciones de empleadores y de trabajadores miis representativas, la
aplicación de la parte 111 a ciertas categorías de trabajadores y a ciertos
sectores de actividad económica; esta limitación deberá ser especificada
en la declaracihn de aceptación.
4) Todo miembro que haya limitado su aceptación de las obligaciones
de la parte 111 de conformidad con el parrafo precedente deberá, en la
primera memoria que presente de conformidad con el art. 22 de la Cons-
titución de la Organización Internacional del Trabajo, exponer los rnoti-
vos por los cuales ha limitado su aceptación: En las memorias ulteriores
deberá proporcionar informaciones relativas a la extensidn eventual de la
protecci6n dimanante de la parte 111 del convenio a otras categorias de
trabajadores o a otros sectores de actividad económica.
5) Todo miembro que haya aceptado las obligaciones de las partes 11
y 111 del presente convenio podrg, despues de consultar a las organizacio-
nes de empleadores y de trabajadores mas representativas, excluir de la
aplicaci0n de la parte 11 los créditos protegidos en virtud de la parte 111.
6) La aceptacibn por un miembro de las obligaciones de la parte 11
del presente convenio pondrá término de pleno derecho a las obligaciones
dirnanantes para 61 del art. 11 del convenio sobre la protección del sala-
rio, 1949,
7) Todo miembro que haya aceptado únicamente las obligaciones de
la parte 111 del presente convenio podrá, mediante una declaración comu-
nicada al director general de la Oficina Internacional del Trabajo, poner
término a las obligaciones dimanantes para él de1 art. 11 del convenio so-
bre la proteccidn del salario, 1949, en lo que concierne a los créditos pro-
tegidos en virtud de la parte 111.
Art. 4 " - 1 ) A reserva de las excepciones previstas en el párrafo si-
guiente y llegado el caso, de las limitaciones establecidas de conformidad
con el art. 3 O , pgrr. 3", el presente convenio se aplica a todos los trabaja-
dores asalariados y a todas los sectores de actividad econ6mica.
2) Después de consultar a las organizaciones de empleadores y de
trabajadores más representativas, la autoridad competente podrfi excluir
de la parte 11 o de la parte 111, o de ambas partes del presente convenio, a
categorías determinadas de trabajadores, en particular a los empleados
públicos debido a la índole particular de su relación de empleo, o si exis-
ten otras garantias que les ofrezcan una proteccibn equivalente a la que
dimane del convenio.
3) Todo miembro que se acoja a las excepciones previstas en el párra-
fo precedente deber6 proporcionar, en las memorias que presente de con-
formidad con el art. 22 de la Constitución de la Organizacidn Internacio-
nal del Trabajo, informaciones sobre dichas excepciones y explicar sus
motivos.
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

PROTECCI~NDE LOS CRÉDITOS LABORALES


POR MEDIO DE UN PRIVILEGIO

Art. 5'- En caso de insolvencia del empleador, los créditos adeuda-


dos a los trabajadores en razón de su empleo deberán quedar protegidos
por un privilegio, de modo que sean pagados con cargo a los activos del
empleador insolvente antes de que los acreedores no privilegiados puedan
cobrar la parte que les corresponda.
Art. 6"- El privilegio deberá cubrir al menos los crkditos laborales
correspondientes:
a) a los salarios correspondientes a un periodo determinado, que no
deber& ser inferior a tres meses, precedente a la insolvencia o a la termi-
nacidn de la relación de trabajo;
b) a las sumas adeudadas en concepto de vacaciones pagadas corres-
pondientes al trabajo efectuado en el curso del ano en el que ha sobreve-
nido la insolvencia o la terminación de la relacitjn de trabajo, así como
las correspondientes al año anterior;
c ) a las sumas adeudadas en concepto de otras ausencias retribuidas,
correspondientes a un período determinado, que no deberá ser inferior a
tres meses, precedente a la insolvencia o a la terminación de la relaci6n
de trabajo, y
d) a las indernnizaciones por fin de servicios adeudadas al trabajador
con motivo de la terminación de la relacibn de trabajo.

Art. 7" - 1 ) La legislación nacional podrá limitar el alcance del privi-


legio de los créditos laborales a un monto prescrito, que no deberh ser in-
feriar a un minimo socialmente aceptable.
2) Cuando el privilegio de los créditos laborales esté limitado de esa
forma, aquel monto se deberá reajustar cuando proceda, para mantener
su valor.

RANGODEL PRIVfLEEIO

Art. 8"- 1 ) La legislación nacional deberfi atribuir a los crt-ditos la-


borales un rango de privilegio superior al de la rnayoria de los demás cré-
ditos privilegiados, y en particular a los del Estado y de la seguridad
social.
2) Sin embargo, cuando los crkditos laborales estin protegidos por
una institucidn de garantfa, de conformidad con la parte 111 del presente
convenio, se podrá atribuir a los créditos así protegidos un rango de pri-
vilegio menos elevado que el de los créditos del Estado y de la seguridad
social.
PROTECCI~NDE LOS CRÉDITOS LABORALES
POR UNA INSTITUCI~NDE GARANTÍA

Art. 9" - El pago de los crkditos adeudados a los trabajadores pos sus
empleadores, en razón de su empleo, deber8 ser garantizado por una ins-
tituci6n de garantia, cuando no pueda ser efectuado por el empleador de-
bido a su insolvencia.
Art. 10. - A los efectos de la puesta en aplicación de esta parte del
convenio, todo miembro podra adoptar, despuks de consultar a las organi-
zaciones de empleadores y de trabajadores más representativas, las medi-
das apropiadas para evitar posibles abusos.
Art. 1 I . - 1) Las modalidades de organización, gestibn, funcionamien-
to y financiacidn de las instituciones de garantía deberán ser determina-
das de conformidad con el art. 2".
2) El p8rrafo precedente no obsta a que un miembro, de conformi-
dad con sus caracteristicas y necesidades, permita que las compañías de
seguros proporcionen la protección mencionada en el art. 9 O , siempre que
ofrezcan garantías suficientes.

C&DITOSPROTEGIDOS POR UNA I N S T I T U C I ~ I VDE E A R A N T ~ A

Art. 12. - Los crkditos laborales protegidos en virtud de esta parte del
convenio deberan cubrir, al menos:
a) los salarios correspondientes a un periodo determinado, que no
deberá ser inferior a ocho semanas, precedente a la insolvencia o a la ter-
minación de la relacidn de trabajo;
b) las sumas adeudadas en concepto de las vacaciones pagadas co-
rrespondientes al trabajo efectuado en un período determinado, que no
deberá ser inferior a seis meses, precedente a la insolvencia o a la termi-
nación de la relación de trabajo;
C) las sumas adeudadas en concepto de otras ausencias retribuidas
correspondientes a un período determinado, que no deberá ser inferior a
ocho semanas, precedente a la insolvencia o a la terminación de la rela-
ción de trabajo, y
d) las indemnizaciones por fin de servicios adeudadas a los trabaja-
dores con motivo de la terminación de su relación de trabajo.
Art. 13. - 1 ) Los créditos laborales protegidos en virtud de esta parte
del convenio podrhn ser limitados a un monto prescrito, que no deberá
ser inferior a un mínimo socialmente aceptable.
2) Cuando los créditos protegidos estén limitados en esa forma, aquel
monto se deberá reajustar cuando proceda, para mantener su valor.
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS

Art. 14. -El presente convenio revisa, en la medida precisada en el


art. 3", parrs. 6 y 7, que anteceden, el convenio sobre la protección del sa-
lario, 1949, el que permanece no obstante abierto a la ratificacidn de los
miembros.
Art. 15. - Las ratificaciones formales del presente convenio serán co-
municadas, para SU registro, al director general de la Oficina Internacio-
nal del Trabajo.
Art. 16. - 1 ) Este convenio obligara únicamente a aquellos miembros
de la Organización Internacional del Trabajo cuyas ratificaciones haya re-
gistrado el director general.
2) Entrara en vigor doce meses despues de la fecha en que las ratifi-
caciones de dos miembros hayan sido registradas por el director general.
3) Desde dicho momento, este convenio entrará en vigor, para cada
miembro, doce meses después de la fecha en que haya sido registrada su
ratificación.
Art. 17. - 1 ) Todo miembro que haya ratificado este convenio podrá
denunciarlo a la expiracidn de un periodo de diez afios, a partir de la fe-
cha en que se haya puesto inicialmente en vigor, mediante un acta cornu-
nicada, para su registro, al director general de la Oficina Internacional
del Trabajo. La denuncia no surtirá efecto hasta un año despues de la
fecha en que se haya registrado.
2) Todo miembro que haya ratificado este convenio y que, en el plazo
de un año desputs de la expiraciljn del período de diez años mencionado
en el párrafo precedente, no haga uso del derecho de denuncia previsto en
este articulo quedara obligado durante un nuevo período de diez años, y
en lo sucesivo podrA denunciar este convenio a la expiración de cada pe-
riodo de diez años, en las condiciones previstas en este articulo.
Art. 18. - 1 ) El director general de la Oficina Internacional del Tra-
bajo notificara a todos los miembros de la Organización Internacional
del Trabajo el registro de cuantas ratificaciones, declaraciones y denun-
cias le comuniquen los miembros de la Organización.
2) Al notificar a los miembros de la Organizacidn el registro de la
segunda ratificación que le haya sido comunicada, el director general lla-
mara la atención de los miembros de la Organización sobre la fecha en
que entrara en vigor el presente convenio.
Art. 19. - El director general de la Oficina Internacional del Trabajo
comunicar& al secretario general de las Naciones Unidas, a los efectos
del registro y de conformidad con el art. 102 de la Carta de las Naciones
Unidas, una informacibn completa sobre todas las ratificaciones, declara-
ciones y actas de denuncia que haya registrado de acuerdo con los articu-
los precedentes.
Art. 20. - Cada vez que lo estime necesario, el Consejo de Administra-
ción de la Oficina Internacional del Trabajo presentara a la Conferencia
una memoria sobre la aplicacibn del convenio, y considerará la conve-
niencia de incluir en el orden del día de la conferencia la cuestión de su
revisión total o parcial.
Art. 21. - 1 ) En caso de que la Conferencia adopte un nuevo conve-
nio que implique una revisión total o parcial del presente, y a menos que
el nuevo convenio contenga disposiciones en contrario:
a) la ratificacidn, por un miembro, del nuevo convenio revisor impli-
cará, zpso iure, la denuncia inmediata de este convenio, no obstante las
disposiciones contenidas en el art. 17, siempre que el nuevo convenio re-
visor haya entrado en vigor;
b) a partir de la fecha en que entre en vigor el nuevo convenio revi-
sor, el presente convenio cesarA de estar abierto a la ratificacidn por los
miembros.
2) Este convenio continuará en vigor en todo caso, en su forma y
contenido actuales, para los miembros que 10 hayan ratificado y no ratifi-
quen e1 convenio revisar.
Art. 22. -Las versiones inglesa y francesa del texto de este convenio
son igualmente auténticas.
B) MODELO
DE PRESENTACI~N DE SINDICATURA
CITADA EN JUICIO CONTINUADO

SE PRESENTA

" ..., a VS respetuosamente digo:


a) Conforme surge del edicto judicial que comunica la presentación
en concurso preventivo de la accionada (del cual se adjunta un ejemplar),
la sindicatura designada para intervenir en la etapa verificatoria (o dere-
chamente "la sindicatura", si no hubiera pluralidad de éstas) es el Estudio
"A" denominado "..." (o el suscripto si fuera sindicatura "B'", uno de cu-
yos integrantes es el firmante. Habida cuenta de la recarga innecesaria
que generaría la obtenci6n de certificaciones sobre tal calidad para todos
y cada uno de los juicios continuados ante el juez natural, es que se ha
optado por el medio de acreditación antedicho*. Si asi no fuera conside-
rado por VS o cuestionado por el accionante, solicito se oficie al Juzgado
Comercial no ..., Secretaria no ..., a fin de que d6 informe sobre la calidad
invocada.
b) La ley 26.086 ha producido un giro copernicano en el sistema veri-
ficatorio existente bajo la ley 24.522. Ésta preveia: l ) la suspensión de
todos los juicios de contenido patrimonial contra el deudor concursado;
2 ) la radicación de dichos juicios por ante el juez del concurso -salvo las
ejecuciones reales, conforme doctrina plenaria de la CAmara Comercial,
en el caso 'Avan', y los atinentes a las relaciones de familia y expropiacio-
nes-; 3) la prohibición de deducir nuevas demandas en todos los casos
-salvo, nuevamente, los emergentes de relaciones de familia, las expropia-
ciones y las ejecuciones reales-; 4) la sustitución del derecho de accionar
contra el deudor por el mecanismo verificatorio [que podia adoptar diver-
sas formas: a) verificación tempestiva -arg. art. 32, LCQ-; b) continua-

* Aclárase que tradicionalmente, bajo la vigencia de la ley 19.551, en los juicios


laborales (la situaci6n histbrica más similar habida a la establecida por ley 26.086)
bastaba con la denuncia del nombre y domicilio del sindico por el actor para darle
intervención. Así, pues, en el caso debería resultar suficiente el anoticiamiento
erga ornnes que emerge de los edictos y la conformidad del actor.
ción de juicio de conocimiento ante el juez concursa1 -arg. art, 2 1, inc. 1,
LCQ-; c) pedido de pronto pago en caso de créditos laborales -arg. art.
16, LCQ-, y d) pedido de verificación tardío -arg. art. 56, LCQ-1. Hoy la
realidad legislativa es distinta: 1 ) subsiste la prohibición de deducir nue-
vas demandas, con las mismas excepciones pero habitndose aditado la
posibilidad de hacerlo también respecto de juicios laborales de causa o tí-
tulo anterior a la presentación; 2) se acuerda a quienes tuvieran juicios de
conocimiento en trAmite, en cualquier hero, la opci6n de continuar con
&tos por ante el juez natural (sin perjuicio del deber de concurrir a veri-
ficar -en presentación que no se considerara tardía- una vez obtenida
sentencia favorable; arg. nuevo art. 56, LCQ) o bien acudir a la verifica-
ción, y 3) se mantiene para quienes no hayan promovido demanda antes
de la presentaci6n en concurso la obligaci6n de ir a verificar (salvo, según
lo ya dicho, para los acreedores laborales).
c ) De la mano de la nueva normativa, el presente juicio -salvo deci-
sión en contrario del actor- debe proseguir hasta su sentencia. En el, la
sindicatura ha sido investida de la calidad de "parte necesaria".
d) El legislador, desoyendo las enseñanzas de la mejor doctrina (ver,
por todos, MAFF~A), insiste en el yerro de reputar "parte" al órgano sindi-
cal. Obviamente la sindicatura no es parte porque no titulariza ningún
derecho personal, porque en la especie no pierde su condición de funcio-
nario de la ley (atado por el deber de imparcialidad y objetividad) ni su
calidad última de colaborador tdcnico calificado del tribunal concursal.
e) Obviamente lo que la ley pretende establecer (al modo en que tam-
bikn asigna con idéntica locuci6n la calidad de "parte necesaria" al Minis-
terio Público o al Ministerio pupilar en un sinfin de cuestiones) es que el
sindico está legitimado para intervenir en esos juicios, Y el adjetivo "ne-
cesario" apunta al deber de tal intervención como recaudo de validez de
los mismos.
f ) La tal intervenci6n no debe hacer olvidar, sin embargo: 1 ) que la
sindicatura esta muchas veces en situación analogable a la del defensor
oficial (es decir que puede diferir cualquier manifestaci6n sobre la preten-
sión hasta el momento en que, rendidas las pruebas, cuente con los ele-
mentos que le permitan producir respuesta adecuada); 2) que la interven-
ción de la sindicatura no la convierte en "colitigante", llev8ndola a actuar,
según el caso, como litisconsorte de una u otra de las partes (insisto en
esto del rol imparcial: a& initio no habría razones iuris para que el órgano
sindical apoyara una u otro postura -ya la del demandante, ya la del de-
mandado-). Esto porque la intervencidn sindical no se da fuera de un
marco normativo, sino como etapa necesaria del tramite verificatorio (uno
de CUYOS pasos es la tramitacicín de la litis ante el juez natural), y 3) que
el sistema más analogable -en orden a la intervencidn sindical- es el
que establece la ley 24.522 para eI caso de verificación tardía en al art. S6
de la LCQ [donde el legislador se ha cuidado de confiarle algo así como
un "dictamen" o "alegato" una vez rendidas las pruebas, y, eventualmente,
el derecho de apelación cuando existieran motivos graves (denuncia de
concilio fraudulento, sentencia írrita, etc.) que así 10 justifiquen].
g) Que en mérito a todo lo cual, solicito:
MODELO DE PRESENTACI~NDE SINDICATURA

a ) Me tenga por presentado, por parte y con el domicilio constituido.


En su caso, ordene el oficio pedido.
b ) Tenga presente el ámbito d e actuación como "parte necesaria"
-pero con el alcance aqui especificado- y una vez rendidas las pruebas y
clausurado el periodo probatorio se me corra nueva vista de todo lo ac-
tuado para que me expida.

Proveer de conformidad,
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La fotocomposición y armado de esta edición
se reallz6 en EDITORIAL ASTREA,LavalIe 1208,
y fue impresa en sus talleres, Berón de Astrada
2433, Ciudad de Buenos Aires, en la primera
quincena de junio de 2007.

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