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Psicopatología
Tomo I
Nota de edición
Sin embargo, téngase en cuenta que hay textos que se utilizan en varias
unidades por lo que usted encontrará los textos conformen aparezcan
por primera vez en el cronograma.
Paul Bercherie
Los
fundamentos
de la
clínica
Historia y estructura del saber psiquiátrico
MANANTIAL
Capítulo 1
PINEL
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Ahora que el pensamiento de Pinel nos es más familiar, que hemos captado que el
último error que debe cometerse en relación a su obra es tratarla como un sistema
explicativo8, podemos comenzar a estudiar sus ideas positivas, las tesis muy prudentes y
bastante eclécticas que constituyen su doctrina psiquiátrica.
Pinel considera la alienación mental como una enfermedad en el sentido de las
enfermedades orgánicas, una perturbación de las funciones intelectuales, es decir, de las
funciones superiores del sistema nervioso 9. Por eso las ubica en la clase de las neurosis 10 es
decir, de las afecciones del sistema nervioso "sin inflamación ni lesión de estructura", y
que por lo tanto no entran ni en la clase de las flegmasías, ni en la de las hemorragias o
las lesiones orgánicas: son también afecciones sin fiebre. Debe indicarse sin embargo que,
tanto para la alienación mental como para las otras neurosis, cita numerosas causas lesionales
junto a alteraciones idénticas de la función sin lesión perceptible: lo importante es que la
lesión no es constante y que por lo tanto representa un elemento contingente. En el
18 LOS FUNDAMENTOS DE LA CLÍNICA
sus adversarios: aconseja para evitar "las divagaciones del Ideologismo" no pedir prestado a
esas ciencias "accesorias" ideas sino "con una suerte de sobriedad, sólo tomar aquellas que
son las menos cuestionadas" y agregarles la observación (p. 51 y 52 de la
introducción, primera edición).
Puede subrayarse que las causas no son en ningún caso específicas para los diferentes
tipos de locura, exceptuando, quizá, el idiotismo congénito, pero éste es tan solo una
parte del idiotismo. Pinel tiende más bien a atribuir la forma del acceso a la "consti-
tución" del individuo, es decir, al tipo físico: color de los cabellos o de los ojos, con-
formación física, sexo; así los hombres robustos de cabellos negros tienen una mayor
predisposición a los accesos de excitación, las mujeres, sobre todo rubias, estarían más
inclinadas a la melancolía (cf. primera edición, p. 14-15). La alienación aparece aquí
como uno de los tipos de reacción del organismo.
**********
Las mismas ideas fundarán la concepción general del tratamiento. Por lo menos, al
igual que los dogmas y los sistemas que florecían todavía en aquella época, (humorismo
galénico, solidismo de Willis y Boorhave, iatroquimismo de Paracelso, animismo de Stalh,
etc.. .) Pine condena a los empíricos y a su búsqueda de un remedio "específico" por vía
del azar, con toda la charlatanería que esto puede implicar. Rechaza el activismo
terapéutico, el intervencionismo desatado e intempestivo de ambos, y la práctica de la
época no podía más que reforzarle esas ideas: las purgas y los vomitivos sistemáticos de los
antiguos (eléboro) habían sido suplantados por la sangría y, regularmente, Pinel recibía
del Hotel-Dieu alienados exangües y moribundos; si escapaban al tratamiento, a menudo
quedaban dementes e incurables. De Hipócrates retomará la idea de que la enfermedad tal
como se nos presenta es esencialmente una reacción saludable del organismo contra la
acción de causas que perturban su equilibrio, cuya terminación natural es la cura. Citemos
un poco más extensamente, por una vez, un pasaje que resume todo lo que hemos dicho
hasta aquí de la naturaleza de la locura (primera edición, p. 38-39): "Una afección
intensa o, para hablar más generalmente, un estimulante cualquiera actúa fuertemente
sobre el centro de las fuerzas epigástricas, produce en ellas una conmoción profunda que se
repite sobre los plexos abdominales, provocando encogimientos espasmódicos, una
constipación pertinaz, ardores de las entrañas. Inmediatamente después se excita una
reacción general más o menos fuerte, de acuerdo con la sensibilidad individual; el rostro se
colorea, la circulación se vuelva más animada, el centro de las fuerzas epigástricas parece
recibir una impulsión secundaria de una naturaleza totalmente diferente de la primitiva, la
contracción muscular está llena de energía; generalmente se excita una fogosidad ciega y
una agitación incoercible; el entendimiento mismo es arrastrado en esa suerte de movimientos
saludables y combinados. Sus funciones se alteran, muchas a la vez o parcialmente, y a veces
redoblan la vivacidad. En medio de esta perturbación tumultuosa cesan las afecciones
gástricas o abdominales, luego de una duración más o menos prolongada; la calma llega, y
trae consigo en general una cura que es más sólida cuanto más violento ha sido el acceso,
como lo demuestran las observaciones más reiteradas. Si el acceso está por debajo del
grado de energía necesaria, la misma escena puede renovarse en un orden periódico, pero
a menudo los accesos así repetidos disminuyen en intensidad y terminan por desaparecer".
Es fácil comprender las consecuencias de una tal posición: es el "método expectante" de
Hipócrates. El médico debe abstenerse al máximo de toda intervención que fuera a perturbar
el desarrollo del ciclo natural de la enfermedad. Cuando el organismo haya desarrollado su
reacción sobrevendrá
"crisis", por la cual la enfermedad finalizará, por la eliminación de la "materia
mórbida". Pinel consagra así un parágrafo (primera edición p. 276) a un caso de cura por
erupciones cutáneas "críticas". Sin embargo, al médico le queda un papel importante: la
22 LOS FUNDAMENTOS DE LA CLÍNICA
ayuda que pueda brindar a lo largo del ciclo mórbido; podrá utilizar allí los medicamentos en
el momento oportuno para ayudar al organismo en su tarea. Purgantes, evacuantes,
vesicatorios, antiespasmódicos, baños fríos o tibios, e incluso sangrías, tienen de este
modo un papel que cumplir, a condición de ser "moderados" y de ir en la dirección de la
naturaleza; ya no se trata de tratamientos empíricos, utilizados sistemáticamente, sino de
indicaciones terapéuticas limitadas y cuidadosamente regladas en base a la observación del
caso individual, en la gran tradición de Hipócrates 22.
El tratamiento moral, en cambio, cuenta con todo su apoyo y su nombre quedó ligado a
él. Si se debe dejar el cuerpo librado a su reacción natural, por el contrario, en la
alienación mental, la mente alterada puede ser conducida nuevamente a la razón con
ayuda de la institución curativa, pues finalmente se pueden relacionar las concepciones de
Pinel 23 con un concepto de ese orden. Aún una vez más la Ideología funda la teoría, en
particular el sensualismo por el cual, siguiendo a Locke y a Condillac, explica el origen de
las ideas y en el que funda su confianza en la maleabilidad y, por ende, en la
perfectibilidad de la mente humana. Los contenidos de la mente dependen de las
percepciones y de las sensaciones y modificando éstas, se modifica, por intermedio,
obviamente, de las pasiones, de la afectividad, único motor humano, todo el estado
mental. El medio ambiente del alienado jugará entonces un papel capital en la cura. Es
necesario aislarlo en una institución especial, primero para retirarlo de sus percepciones
habituales, de aquellas que han engendrado la enfermedad o al menos acompañado su
inicio; luego para poder controlar completamente sus condiciones de vida. Allí será
sometido a una disciplina severa y paternal, en un mundo completamente regulado por la
ley médica. Por el juego dosificado de las amenazas, las recompensas y los consuelos, por la
demostración a la vez de un gran cuidado y de una gran firmeza, se lo someterá
progresivamente a la tutela médica y a la ley colectiva de la institución, al "trabajo
mecánico" 24 y a la "policía interior" 25 que la reglan. El objetivo es "subyugar y domar al
alienado poniéndolo en estrecha dependencia de un hombre que, por sus cualidades físicas
y morales, sea adecuado para ejercer sobre él un poder irresistible y para cambiar el círculo
vicioso de sus ideas" (primera edición, p. 58: siguen ejemplos para ilustrar esta "verdad
sensible")- Para obtener este resultado, es necesario conducirse de una manera que suscite
el respeto del alienado y su confianza; y para obtener esa "transferencia paterna" Pinel no
carece de ideas. Primero, si a menudo es necesario intimidar al alienado, por ejemplo con
demostraciones de fuerza (primera edición, p. 66: un "aparato imponente de represión", es
decir, enfermeros numerosos y decididos), es necesario, sin embargo, no emplear nunca la
violencia ni los métodos degradantes: la dulzura y la comprensión bastarán a menudo; los
agitados, por ejemplo, los furiosos, no serán encadenados, sino que se los dejará "divagar"
por el parque del asilo, munidos simplemente del chaleco de fuerza, o en el peor de los
casos, se los encerrará en celdas.
En ciertos casos, se montan estratagemas: representaciones diversas que "realizan" más o
menos el delirio del enfermo, como ese melancólico convencido de que estaba en la lista de
sospechosos de la Convención y a quien tres hombres disfrazados de jueces van a darle un
certificado atestiguando su patriotismo 26.
A veces es el sarcasmo, el miedo, la confianza, un contrato firmado con el enfermo, la
visita inesperada y cuidadosamente calculada de personas queridas que determinan el
choque afectivo buscado y que sacan brutalmente al sujeto de su delirio. Otras veces, la
vida regular del asilo, el aislamiento y el reposo, las ocupaciones que distraen (trabajo, la
recuperación del pasatiempo favorito después de una larga interrupción) bastan.
Todo esto implica cierto número de recomendaciones institucionales: la proscripción
PINEL 23
de la violencia y de las vejaciones inútiles (cadenas, visitas de extraños) ciertamente, pero
también la existencia de un personal numeroso y bien entrenado, habituado a observar y a
comprender a los enfermos, un supervisor jefe que controle perfectamente a sus hombres y
que esté totalmente consagrado al médico, locales que permitan aislar las diferentes
variedades de alienados entre sí, sustraer a los idiotas de la mirada, espacio, posibilidades
de trabajo para los enfermos. En suma, el asilo debe ser un centro de reeducación modelo y
"panóptico" 27 en el que la sumisión es el primer paso hacia la cura; como lo hemos visto
anteriormente, una educación mal hecha predispone a la locura; en el asilo, por el contrario,
el sujeto adquirirá una educación modelo que se prolongará en los consejos profilácticos
para evitar una recaída.
Vemos nuevamente perfilarse aquí las posiciones, éticas esta vez, de los Ideólogos: su
movimiento es esencialmente filantrópico y social. En todos los dominios apunta a una
reforma de las costumbres, a una sociedad sana y reglada, lejos de la decadencia del
Ancien Régime o del tumulto revolucionario. Creyeron un instante haber encontrado en
el primer cónsul al hombre que realizaría sus grandes proyectos sociales. De todas
maneras, estuvieron en el origen de un vasto movimiento de asunción y de regulación del
espacio social, por ejemplo, en el dominio de las prisiones 28.
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ESQUIROL
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entonces, la manía sin delirio de Pinel y su melancolía, término ambiguo en tanto debía in-
cluir a los delirios expansivos de tonalidad alegre. Las monomanías le parecen esencial-
mente asimilables a una pasión patológica que actúa sobre la inteligencia fijando su aten-
ción. En lo que concierne a la división del grupo, Esquirol manifestará cierta indefinición:
- La primera división es entre las formas basadas sobre una pasión triste o depresiva que
llama lipemanía o melancolía (prefiere el primer nombre que pone fin a la confusión) y
las formas basadas en una pasión alegre y expansiva, las monomanías propiamente dichas.
- La segunda división se basa en la naturaleza de la facultad dañada. En un primer
tiempo , Esquirol no había admitido la existencia de la manía sin delirio: consideraba, en 18187
que los hechos de ese orden podían dividirse en dos grupos:
- alienados que racionalizan y sistematizan sus alteraciones del carácter y del
comportamiento (manía razonante), dándoles apariencias razonables, pero no por ello
delirando menos;
- casos de división del yo en los que la razón y la locura se alternan , el alienado
no está loco más que en el momento de sus actos delirantes y sigue lúcido fuera de esos
períodos, criticando entonces su comportamiento. Sostenía este punto de vista en
nombre de la unidad del yo.
Más tarde, cambia esta opinión y reconoce la existencia de impulsos a los que el yo no
puede siempre oponerse con éxito. El trabajo de análisis dejará finalmente una distinción
tripartita:
- monomanías intelectuales, donde delirio, ilusiones y alucinaciones están en un primer
plano.
- monomanía afectiva o razonante, en la que las alteraciones del carácter, de la
afectividad y del comportamiento son sostenidas por capacidades intactas de
razonamiento y de racionalización. La mayor parte de los casos de manía sin delirio de
Pinel entran en este marco, como la locura moral del Doctor Pritchard (se trata sobre
todo de accesos hipomaníacos).
- monomanía instintiva o sin delirio en la que "el enfermo es llevado a actos que la
razón y los sentimientos no determinan, que la consciencia reprueba, que la
voluntad no tiene más la fuerza de reprimir" (II, p. 2).
La monomanía instintiva causará una gran controversia debido a sus incidencias médico-
legales: juristas y jueces criticaron esta coartada fácil suministrada a los criminales 8. La
psiquiatría está en esa misma época construyéndose un lugar importante en el campo de la
jurisdicción penal y esa cuestión de la "monomanía homicida" se encontrará en el centro
del conflicto de competencia 9. En general, son casos de obsesión-impulsión los que sirven
de modelo a una teoría que se aplica sobre todo a las impulsiones epilépticas o
esquizofrénicas.
De ese largo trabajo de elaboración del marco de las monomanías quedarán algunas
imperfecciones y algunas vaguedades:
Una monomanía puede ser caracterizada por su coloración afectiva, triste o alegre, o
por su estructura psicológica. En la práctica, Esquirol describe claramente una lipemanía
razonante (I, p. 420), pero se trata de un caso de depresión con consciencia que, en
estricta lógica, no es ni razonante (porque no es asumida por el yo) ni instintiva (porque
no se trata aquí de la impulsión a un acto). De hecho, la división lipemanía-monomanía
no se aplica más que a las monomanías intelectuales (o delirantes), las otras monomanías
ESQUIROL 29
permanecen indivisas. Por ejemplo, el suicidio es una monomanía cuando debería tratarse de
una lipemanía instintiva o en rigor razonante.
Quedará la costumbre de llamar monomanía a toda suerte de actos mórbidos
(incendio, robo, asesinato, ebriedad, suicidio, etc.), ya sean estrictamente impulsivos o
parte y consecuencia de un estado delirante, incluso de otro cuadro clínico tal como
manía, demencia, idiotez. Las monomanías están así a caballo en el plano de los síntomas y
en el de los síndromes; esta decadencia conceptual justificará la reserva de los autores
(Griesinger por ejemplo o Falret y su escuela) y requiere un desmembramiento.
Como balance, la nosología de Esquirol se presenta como un progreso neto sobre la de
Pinel, pero también como imperfecta y virtualmente inestable. Sin embargo, su gran valor
clínico se impondrá durante un cuarto de siglo al menos. Debe indicarse al respecto, que
Esquirol considera a las formas que describe como teniendo un valor "genérico", aunque
reconoce que pueden combinarse o sucederse en cualquier orden y que corresponden a
"muchas afecciones de origen, naturaleza, tratamiento y terminación muy diferentes (I, p.
23). Como en Pinel, esos géneros "demasiado distintos para poder ser confundidos
alguna vez" (ibid) corresponden a esencias distintas que Esquirol, también, parece asimilar a
tipos de reacción cerebral. A eso se debe el acento puesto sobre la constitución física del
sujeto en su determinación: "quienes tienen los cabellos negros, son fuertes, robustos, de un
temperamento sanguíneo, son maníacos y furiosos, el desarrollo de su locura es más agudo,
las crisis más sensibles; quienes tienen los cabellos rubios, los ojos azules, un temperamento
linfático, devienen monomaniacos, pero su locura pasa fácilmente al estado crónico y
degenera en demencia. Quienes tienen los cabellos y los ojos negros, el temperamento seco
y nervioso son más a menudo lipemaníacos. Los individuos que tienen los cabellos de un
rubio ardiente son furiosos, traicioneros y peligrosos". (I, p. 40).
Esquirol no limita sus estudios clínicos a los grandes síndromes de su nosología. Se
consagra también:
- a las alucinaciones que, antes que otros, separa de las ilusiones. Las explica por una
lesión de la atención voluntaria (I, p. 192) que deja al sujeto fascinado por las producciones
de la memoria y de la imaginación, a las que se les atribuye por hábito carácter perceptivo.
Justamente este último punto, el carácter estésico, sensorial de la alucinación, resulta
problemático en esta teoría "central", que intenta explicar las diferentes variedades de
teorías "periféricas", ya sea las que hacen intervenir las terminaciones nerviosas, como en la
época de Esquirol, o los campos de proyección corticales, en su versión más moderna. Esta
discusión, destinada a tener un amplio futuro, está todavía lejos de haberse cerrado hoy10.
— a la descripción de las formas clínicas de la lipemanía o de las monomanías
(demonomanía, erotomanía, monomanía homicida), de los grandes síntomas (furor,
suicidio) o de las locuras sintomáticas (epilepsia, locura puerperal). Su tratado, por otra
parte, no es sino la colección de sus obras completas (artículos del Diccionario de las ciencias
médicas especialmente): gana así en vivacidad lo que pierde en homogeneidad.
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No haremos más que sobrevolar los otros problemas planteados por la locura y
tratados por Esquirol, siendo sus posiciones totalmente conformes con las de Pinel, con
algunas notas personales agregadas. Considera la alienación mental como debida a causas
físicas y morales, atribuyendo a estas últimas un neto predominio. Se extiende de manera
30 LOS FUNDAMENTOS DE LA CLÍNICA
detallada sobre las causas físicas y en particular sobre la herencia, la "causa" predispo-
nente más común de la locura (I, p. 64), tesis destinada a tener un gran futuro. Sobre
todo, se lo ve con la herencia, su concepción de las causas es más fina, jerarquizada y
multifactorial que la de Pinel: las distingue en predisponentes y precipitantes, lo que
permite hacer jugar en cada caso un conjunto de causas morales y físicas. Como Pinel,
ubica la sede principal de la locura (en particular para las causas morales, las pasiones) en
el sistema visceral: "tanto las extremidades del sistema nervioso y los centros de
sensibilidad ubicados en las diferentes regiones, así como el aparato digestivo, el hígado y
sus dependencias son el asiento principal del mal" (I, p. 75).
En lo que se refiere a los principios del tratamiento, volvemos a encontrar también, en
sus grandes líneas, la concepción de Pinel: gusto por el método expectante hipocrático.
utilización moderada y adaptada a cada caso de la farmacopea (las indicaciones sobre la
misma son quizás un poco más largas y detalladas), insistencia sobre el tratamiento moral.
Es sobre todo a propósito de este último que se puede constatar, como lo hará notar más
tarde Leuret 11, un ligero deslizamiento de perspectiva, que proviene sin duda en parte de
la diferencia de personalidad de ambos autores: Esquirol parece menos autoritario y
activo que Pinel.
Se encuentra en él una gran insistencia sobre los medios de romper el círculo vicioso de
las ideas (aislamiento en un establecimiento especializado, viajes, ocupaciones, ya se trate
de distracciones o de trabajo) actuando, conforme con la teoría que tiene sobre las
enfermedades mentales, sobre la atención para distraerla o al contrario fijarla. En cambio,
las curaciones milagrosas por choques emotivos, que Pinel tenía muy en cuenta, ocupan
un lugar menor: Esquirol busca mucho más obtener la confianza y el afecto del alienado. Si
el tema del aislamiento ocupa un lugar importante, que no hará más que crecer en los
escritos ulteriores de los alienistas, éste orienta hacia una de las preocupaciones
fundamentales de Esquirol: los establecimientos para alienados, su construcción, su
equipamiento, su papel terapéutico, ciertamente como instrumento de tratamiento moral
como en Pinel, pero también como espacio higiénico n donde las condiciones del aire, del
espacio, del clima tienen una importancia primordial; ese tema hipocrático comienza la
deriva que, a través de Georget, llevará a la institución del asilo hacia una función cada vez
más alejada de las concepciones originales de Pinel13. Es necesario recordar en ese sentido
el papel fundamental de Esquirol y de sus alumnos en la implementación del sistema
institucional y de la legislación del campo psiquiátrico hasta la adopción de la ley de 1838 14
inclusive.
Evoquemos en pocas palabras un problema que preocupó mucho a Esquirol: el de la
marcha y el pronóstico de la locura. Vimos el papel de este tema en la organización de su
nosografía (delimitación de la idiotez, papel pronóstico de la parálisis, naturaleza a
menudo terminal de la demencia crónica, incurabilidad de las demencias seniles y
crónicas) y veremos que continuará siendo uno de los organizadores del pensamiento
psiquiátrico. En lo que se refiere a las formas curables, Esquirol generaliza la teoría de la
terminación "crítica" de la locura, extendiéndola a la cura por influencias morales, en
particular en lo que se refiere al papel de las pasiones; así, la teoría del tratamiento se
desliza cada vez más hacia una teoría somática: el límite finalmente será atravesado por
Georget.
Para la anatomía patológica de la locura, finalmente, su argumentación es simple (I p.
112). Los vicios de conformación del cráneo no se encuentran más que en la idiotez, las
lesiones orgánicas del cerebro y de las envolturas no se observaron más que en caso de
complicaciones (epilepsia, parálisis) y dependían, por ende, de la enfermedad que hubiese
ESQUIROL 31
causado la muerte y no de la locura; las otras lesiones descriptas por los autores no son
específicas, pues se las encuentra en sujetos que nunca estuvieron alienados y muchos
alienados no presentan ninguna alteración en la disección. Concluye entonces: "que la
locura depende de una modificación desconocida del cerebro" (p. 113); esta confesión de
ignorancia no le incomoda para nada pues "felizmente este conocimiento no es
indispensable para la cura de los alienados" (p. 114). Encontramos aquí nuevamente las
posiciones de Pinel, pero sobre todo, debe subrayarse, el mantenimiento de una
concepción dualista de las alteraciones mentales que será una constante de la psiquiatría del
siglo XIX: algunas sólo son secundarias a las afecciones somáticas, cuya sede puede
eventualmente ubicarse: frenesía, idiotez; la locura, en su forma pura, está exenta de base
lesional y consiste en una modificación funcional desconocida del cerebro. Aquí,
también, la curabilidad es a la vez prueba y consecuencia de esta posición (p. 112). Vemos
aparecer una clase de alteraciones concomitantes, que complican la locura, y que pueden
tener una causa lesional (parálisis general, epilepsia, lesiones orgánicas del cerebro). Serán el
motor de los grandes cambios de la mitad del siglo.
/
Introducción celebramos aquí han retomado por su cuenta, por así
decir, y han actualizado los doscientos años de psi-
P
ara rendirle el debido homenaje a la Revista Ver- quiatría que los precedieron y en los que, por otra par-
/ tex, quisiéramos poner el acento al menos en te, se ubicaban y se siguen ubicando.
tres de sus eminentes cualidades. Por un lado, Tal es el sentido de n uestro título: queremos decir
ha sabido durar diez años y va a durar aún mucho que una concepción lúcida y rigurosa de la psiquia-
más; ahora bien, semejante éxito supone, por parte tría contemporánea presupone un conocimiento ri-
de sus fundadores y de todos los que en ella trabajan guroso de la psiquiatría de las décadas y lustros ante-
cada día, una labor cotidiana de atento manteni- riores.
miento y un esfuerzo, siempre renovado, para enca- Evidentemente, el saber de la psiquiatría contem-
denar el número siguiente con el número anterior. poránea no se reduce a ello, tiene su propia origina-
Por otro lado, la revista ha trabajado, durante es- lidad y sus innovaciones, y nada se opondría más al
tos diez afios, para informar rigurosamente a sus lec- uso positivo de la mirada histórica en psiquiatría que
tores sobre la mayoría de los aspectos de la psiquia- el triste refrán que pretende rebajar el presente res-
tría contemporánea, pero también de la historia de pecto del pasado: nihil novi sub sole(I).
nuestra disciplina, y reflexionar, de manera abierta y Diez años, es la edad de la revjsta; ¿pero por qué
crítica, sobre los principales problemas que en ella se decimos más arriba doscientos años en vez de cien
formu lan y se plantean todavía. o trescientos? Para nosotros hay varias razones con-
Finalmente, hizo todo esto evitando tanto el vergentes que justifican esa fecha. Alrededor de
eclecticismo como el dogmatismo, gracias a perti- doscientos años, es el final del Siglo de las Luces, el
nentes distinciones observadas entre sus diferentes período en que los estados de Europa occidental se
registros: la semiología y la clínica, las distintas mo- vuelven laicos y al mismo tiempo, vuelven laicas a
dalidades de abordaje terapéutico, las múltiples con- sus instituciones hospitalarias y su justicia ya sea
cepciones psico y fisiopatológicas, tales como la me- violentamente, como la Revolución francesa, ya
tapsicología, heredada de S. Freud y de sus sucesores, por etapas, como los déspotas iluminados, Federico
y la neuropsicología, la fenomenología y el cogniti- II, Catalina II y sobre todo José II y Leopoldo II. Son
vismo. los años en que, después de Leyde y Viena, la Escue-
Ahora bien, la calidad de tales esfuerzos y su éxito la de París crea el método anatomo-clínico, en que
se deben, desde luego, al saber y al savoir-faire de aqué- 11
los insensatos" se transforman en los alienados",
11
llos que dieron lo mejor de sus conocimientos y de su y también en que V. Chiarugi en el Gran Ducado de
reflexión; pero también creemos que hay otro aporte Toscana y Ph. Pinel en Bicetre y luego en la Salpé-
que ha tenido un papel esencial. Estos diez años que triere, muestran que se trata de enfermos que nece-
Resumen
Una concepción lúcida y rigurosa de la psiquiatría contemporánea presupone un conocimiento de la historia de la especiali-
dad. En los últimos dos siglos la psiquiatría se organizó en torno a sucesivos paradigmas, en el sentido de T. Kuhn, que fueron
el de la alienación mental, el de las enfermedades mentales y el de las estructuras psicopatológicas. Un balance actual nos per-
mite esboia r lo que legamos a los colegas que nos sucederán en el ejercicio de nuestra profesión.
Palabras clave: Historia de la psiquiatría - Epistemología psiquiátrica - Clínica psiquiátrica - Paradigmas en psiquiatría.
sitan ser curados, y no de desviados que merecen las teorizaciones y las instituciones de estos dos si-
ser castigados. glos, nos ha ido mostrando que podíamos abordar-
Es, finalmente, el período en que la patología los haciendo sucederse un pequeño número de pe-
mental conoce sus primeras formulaciones médicas ríodos, cada uno de los cuales se caracteriza no ya
precisas, en armonía con la exigencia de fundar hos- por una do<:trina 'que lo habría dominado, sino por
pitales específicos y de un razonamiento jurídico algunas convicciones compartidas de antemano por
adecuado a tales conocimientos. Por todas estas ra- casi todos, aceptadas como indiscutibles, tácitas y
zones, nos parece que la medici_n a mental vive en- que por eso mismo permitían que en su interior se
tonces una modificación de conjunto, más o menos enfrentaran teorías, se opusieran médicos y compi-
idéntica en todos los países civilizados, y que consti- tieran instituciones.
tuye la base sobre la cual, y de manera crítica, va a Es bastante parecido a lo que T. S. Kuhn, en sus
desplegarse una psiquiatría ulterior, siempre impor- trabajos de epistemología y de historia de las cien-
tante para nosotros(2). cias dio en llamar paradigmas(?), término que reto-
Por ello es que recordaremos primero esos doscien- maremos con gusto por nuestra cuenta, para enfati-
tos años, para tratar de distinguir algunos movimien- zar la especificidad de nuestro proceder.
tos esenciales; luego intentaremos mostrar cómo tales Cuando tratamos de percibir los paradigmas en
aspectos mayores, cuando se los observa con una mi- cuestión, vemos con bastante claridad que podemos
rada distanciada(3) conveniente, pueden ayudarnos a separar tres períodos fáciles de situar, aunque no ali-
comprender los principales significados de las tres úl- mentamos la ilusión sobre la precisión, un tanto
timas décadas, y en particular de los últimos diez años aleatoria, de los años retenidos: el primero va de
que han sido, en realidad, los nuestros. 1793 a 1854, el segundo de 1854 a 1926, el tercero
de 1926 a 1977. El primero se caracteriza por la pri-
macía de la alienación menta!, el segundo, por la de
Un movimiento de doscientos años de edad las enfermedades mentales, y el tercero, por la de las
estructuras psicopatológicas. Estudiaremos de cerca
No haremos aquí la crónica de la patología men- todos estos términos, a fin de precisar su significado
tal desde el final de la Aufkli:irung, pues las páginas de y los efectos de s_entido.
esta introducción no nos alcanzarían, y además, se-
mejante ejercicio no presentaría mayor interés¡ re-
sultaría fatigoso, y nunca lograría la exhaustividad La alienación mental
que sólo puede pretenderse en la imaginación. y la unicidad de la psiquiatría
Tampoco trataremos de elegir algunos nombres
importantes, para narrar acerca de cada uno de ellos Como fip del Siglo de las Luces, proponemos el
todo lo que les debe nuestra disciplina, y evitaremos año de 1793, pues entre agosto y septiembre de ese
dicho ejercicio al menos por dos razones. año la Comuna de París, dominada por los Hebertis-
Por un lado, semejante selección resultaría inevi- tas y el temible Couthon, nombró a Ph. Pinel en Bi-
tablemente arbitraria. Tal vez retendríamos el nom- cetre, institución que, un año antes, había sufrido
bre de Ph. Pinel y, probablemente el de E. Esquirol, particularmente las masacres de septiembre (1792),
¿pero, al elegir éste último, dejaríamos de lado, sin de las que las distintas facciones se culpaban mutua-
chauvinismo inaceptable, a alguien como J. .Guis- mente(8). Durante esos mismos años, pero en cir-
lain?, ¿pero no deberíamos, en esa eventualidad, es- cunstancias menos dramáticas, V. Chiarugi en Flo-
tudiar a E. Georget, y podríamos entonces, no decir rencia, J. Daquin en Chambéry y otros en diversos
nada de A. L. J. Bayle? En suma, nos encontraríamos países de Europa occidental, se ocupaban también de
en la alternativa de practicar un ostracismo muy los insensatos tratados en sus respectivos hospitales.
abusivo, o de comenzar una letanía interminable, Unos y otros tenían concepciones etio-patogénicas y
con faltas groseras en el primer caso y una tropa in- terapéuticas muy diferentes, pero al menos estaban
finita en el segundo. de acuerdo en un punto.
Por otro lado, correríamos el riesgo de partir a la Para ellos, la patología mental constituía la parte
caza de los precursores, limitando nuestro interés a de la locura, noción social y cultural, de la que la me-
aquéllos que creeríamos poder asociar con la posteri- dicina podía dar s-uenta; esta parte formaba una en-
dad. Nuestro maestro G. Canguilhem ya nos advirtió fermedad, y es por ello que los insensatos debían ser
contra esta manera de tratar la historia de la medici- tratados com0 enfermos, y no arrestados como de-
na y pensamos que, al menos en este punto, siempre lincuen tes,1para ser condenados más tarde; pero se
lo hemos seguido(4). trataba de/una enfermedad única, que Pb. Pinel(9)
Pero tampoco fabricaremos una concatenación iba a denbminar alienación mental, empleando un
diacrónica de doctrinas expuestas una tras otra. Por término que reinaría durante más de sesenta años en
una parte, dos teorías antagonistas pueden coexistir los países1 de lengua francesa.
y no sucederse; por la otra, la referencia al cerebro no Esta noción de enfermedad tenía otra consecuen-
tiene el mismo sentido para A. L. J. Bayle(S) en 1822 cia. Hasta 'entonces, muchos de los que se ocupaban
que para J. Séglas en 1896(6), de manera que hablar de los insensatos en instituciones públicas, privadas
de organicismo y oponerlo a alguna psicogénesis sin o religiosas, ¡;¡o eran médicos, y allí donde había mé-
referencia sólo podría tener sentido precisando la fe- dicos, su rol ~€ limitaba a tratar las eventuales afec-
cha y el contexto. ciones intercur'?-e~ tes y no a la atención específica de
Emprenderemos una reflexión totalmente distin- la locura. A partir- del momento en que se trata de
ta. Cierta familiarización progresiva con los autores, una enfermedad própiamente dicha, só]o los médi-
VERTEX Rev. Arg. de Psiquiat. 2000, Vol. XI
Nuestra psiquiatría. Doscientos aFíos después 11
cos pueden ocuparse de ella y tratarla. El efecto tar- "De la no existencia de la monomanía"(lO). Rompía así
dará en generalizarse, pero hacia mediados del siglo con la tradición de Esquirol, de quien había sido mé-
XIX, los médicos habrán adquirido el monopolio del d ico interno mucho antes, y establecía cómo la pa-
tratamiento legítimo de los alienados. Es por ello tología mental debía renunciar a esta noción de uni-
q ue esta alienación mental, considerada desde en- cidad, abandonar la autonomía de la alienación
tonces como una enfermedad, tomará una inipor- mental y admitir que su campo, como el del resto de
tancia mayor durante toda la primera mitad del l iglo la medicina, se hallaba ocupado por varias enferme-
XIX y funcionará como paradigma en la medida en dades mentales, rigurosamente distintas unas de
que será concebida como una enfermedad úrhica, otras e irreductibles a todo intento de unificación.
unicidad que acarreará tres consecuencias. Por un la- Muchos de nuestro predecesores -V. Magnan, J. Sé-
do, la medicina mental se alejará de todo el resto de glas, Ph. Chaslin, E. Hecker, K. L. Kahlbaurn, E. Krae-
ta medicina, renovada por la Escuela de París, una de pelin, K. Jaspers, y muchos más- reafirmaron esta
cuyas características fundamentales era el estudio nueva concepción de la psiquiatría que prevaleció
anatomo-clínico de diversas enfermedades i.rreducti- en todas partes, hasta que la multiplicación de las es-
bles unas a otras: una parte del genio de J. Bouillaud pecies mórbidas -entia non sunt mulitplicanda, praeter
será mostrar que la constricción mitral es una enfer- necessitatem- hizo sentir la necesidad de volver a
m edad diferente de la insuficiencia aórtica y de la cierta reunificación, con la noción de estructuras psi-
pericarditis, tal como Laennec establecería que la di- copatoiógicas; y nos parece que la fecha de 1926
latación bronquial es una en fermedad distinta de la marca muy bien este punto de inflexión, pues es el
pleuresía. Con la unicidad de la alienación, la medi- año en que, durante el Congreso de Ginebra-Lausa-
cina mental le da la espalda a una de las inspiracio- na, E. Bleuler expuso en francés su concepción de la
nes del resto de la medicina, uno de cuyos progresos esquizofrenia que, de manera evidente, constituía
será el distinguir las especies mórbidas unas de otras. un recurso, no a la semiología y la clínica, sino a la
Por otro lado, la medicina mental va a extender psicopatología(l 1).
esta exigencia de unidad al ámbito de las institucio- Pero, no obstante, el período de las enfermedades
nes y de la terapéutica. Los hospitales en cuestión, mentales no desapareció y nos dejó al menos dos
q ue en Francia se llamarán asilos, a partir de la ley de problemas. Por un lado, la psiquiatría abarca figuras
1838, deberán recibir sólo a sujetos víctimas de alie- bien diversas, que ya no podríamos reducir a una
nación mental, excluyendo toda otra enfermedad, y unidad, como así tampoco imaginar que, desde cier-
allí se practicará únicamente el tratamiento moral de to punto de vista, no habría distinción irreductible
la locura, excluyendo toda otra terapéutica eventual. entre, por ejemplo, la neurosis obsesiva y la demen-
Será una panacea, que no hallará ninguna práctica cia arteriopática: la pluralidad clínica es una eviden-
comparable en todo el resto d.e la medicina. cia, al menos para un primer abordaje descriptivo, y
Nos parece importante subrayar las dos conse- no se deja doblegar tan fácilmente por exigencias
cuencias inevitables de esta unicidad radical y cons- psicopatológicas, que se volverían frente a ella un
titutiva de la alienación mental. Esta será objeto de suerte de lecho de Procusto.
una crítica muy eficaz a partir de mediados del siglo, Por otro lado, esta diversidad clínica nos obliga a
pero le legará a la psiquiatría un tema radical que no darnos cuenta de que el campo de la psiquiatría se
creemos que se haya resuelto en realidad, incluso caracteriza a la vez por límites difusos y por un ám-
más allá del siglo XX. Podemos formularlo así: cual- bito de contenido muy heterogéneo. El tema de las
quiera fuera el nivel de rigor al que la patología men- fronteras nos obliga a preguntarnos, entre otros inte-
tal hubiera llegado y aunque se pudiera hablar en- rrogantes difíciles de responder, cuándo ciertos com-
tonces de cientificidad, sin perder por ello todas las portamientos extraños dejan de tener que ver con la
neuronas prefrontales que nos conservarían un poco rareza de las conductas o con el derecho penal para
de espíritu crítico, de todas formas, para la opinión pertenecer a la patología mental, o también qué ha-
general, pero iluminada, la locura, como experiencia cer con esa región compartida con la neurología. El
humana insuperable, seguiría siendo una; y todos tema del contenido no nos parece más tranquiliza-
los progresos imaginables del conocimiento no evi- dor, pues nos lleva a preguntarnos si todas las enfer-
tarían que esta cuestión de la unicidad de estar loco medades que en general se ubican allí tienen algo en
siguiera siendo apremiante e inevitable. común, o sólo se las reúne por los motivos extrínse-
El período de la alienación mental llegó a su fin y cos de una comodidad a veces anecdótica. Y podría-
se desdibujó en el pasado de nuestra disciplina, pero mos retomar para la psiquiatría lo que JP. Sartre di-
nos dejó el interrogante insoslayable de saber si, cua- jo en su momento de la psicología: " ... la psicología,
lesquiera fueran los progresos ulteriores de la psi- aunque pretenda ser una ciencia, sólo puede plan-
quiatría, la locura no sería, para una experiencia hu- tear una suma de hechos heteroclitos que en su ma-
mana quizás más fundamental que la medicina, un yoría no tienen nada en común. ¿Qué más diferen-
asunto grave, que sólo podría resolverse de manera te, por ejemplo, que el estudio de la ilusión estrobos-
binaria: estar loco o no estar loco. cópica del estudio del complejo de inferiori-
dad?"(12).
El período en que prevalecía el paradigma de las
Las enfermedades mentales enfermedades mentales pertenece, desde luego, a
y las aporías de la pluralidad nuestro pasado, pero a su manera, sobrevive y conti-
núa preocupándonos con interrogantes apremian-
La fecha un tanto arbitraria de 1854 es la de la pu- tes. Dejando de lado toda polémica corporativista,
blicación del polémico artículo que J. P. Falret llamó ¿qué puede significar la relación de inclusión o de
VERTEX Rev. Arg. de Psiquiat. 2000, Vol. XI
12 G. Lanteri-Larira
venü, del que sólo vislu~bramos un futuro p róxi- pues presupone otro nivel, el de la reflexión psicopa-
mo. Es por ello que nos parece que nuestras incerti- tológica. En este aspecto, debemos volver un instan-
dumbres son no tanto inter\pgan tes a los que debe- te a esos t reinta últimos años.
ríamos poder aportar soluciones definitivas, sino En sus comienzos, la mayoría de nosotros buscá-
más bien testimonios irrecusaBtes de que nuestra dis- bamos algo como la verdadera teoría que daría cuen-
ciplina se halla habitada(19) \Pºr estas cuestiones ta, si no de la totalidad de la psiquiatría, al menos de
fundamentales q ue nos legaran los paradigmas de lo que constituía lo esencial, y esperábamos mucho
los siglos XIX y XX. ya sea de la metapsicología, ya de la fisiología de los
neurotransmisores, ya de la renovación de la neu-
ropsicología. El paso del tiempo, la mayor experien-
a la h erencia tr7-
D·e la herencia recibida
ida
cia, la reserva impuesta a las doctrinas hegemónicas
y cierta modestia nos han llevado a estimar que aún
habría que esperar décadas para llegar a un conoci-
Varios de J).GSotros pueden desear legar a sus suce- miento completo y cierto, o bien, que resultaba pre-
sores -que contribuyeron a formar y que, a la vez y suntuoso y poco crítico esperarlo efectivamente.
aun venidos de lejos, sin debernos nada directamen- Por otra parte, no se trataba de tener un escepti-
te, tomarán de hecho n uestro lugar(20)- cierto saber cismo desengañado, sino más bien de reconocer que,
y cierto savoir-faire, que se ubican a nivel de las prác- en el mejor de los casos, sólo se t rata de lo que lla-
ticas semiológicas, clínicas y terapéuticas, y a nivel maríamos con gusto un procedimiento de epistemo-
de las reflexiones psicopatológicas. logía regional(24): ciertas áreas de la psiquiatría no
El primero de estos niveles, en lo que respecta a la comportan ninguna psicopatología; otras sí tienen
semiología y a la clínica, le debe mucho a nuestro una, pero varía según el área en cuestión; otras, fi-
pasado, aunque lo hayamos retomado en buena me- nalmente, pueden tener que ver con más de una psi-
dida gracias al uso del análisis estructural(21) y con copatología. Y en el mejor de los casos, sólo se podía
un empleo juicioso y crítico de la noción de transfe- tratar de modelos por rever, y no de la naturaleza de
rencia. Y sigue siendo necesario que un diagnóstico las cosas, pues la lucidez trae consigo Ia modestia.
bien definido preceda la puesta en marcha del trata-
miento.
En cuanto a la terapéutica, nos parece primero Epilogo
que, salvo para la patología aguda, y para ciert os as-
pectos neuróticos, trata menos de abolir las expe- Hemos tenido la ventaja, y a veces la alegría, de
riencias anormales, que de ayudar al paciente a reto- heredar estos doscientos años de nuestros anteceso-
marlas como suyas propias y reubicarlas en su propia res, algunos prestigiosos, otros modestos, pero todos
historia. Nos parece que luego oscila entre dos polos. útiles¡ sacamos nuest ro provecho, y t reinta años de
En un extremo, tenemos un tratamiento esencial- práctica y de reflexión nos permiten ocuparnos de
men te individual(22), que tiene que ver sobre todo nuestros pacientes verdaderamente bastante bien y
con la psicoterapia y cuyo modelo ideal sigue siendo pensar que nuestros sucesores lo harán tal vez mejor
la cura-tipo(23). En el otro, está lo que cada vez más que nosotros. Los habremos ayudado un poco a sa-
se llama la prise en charge -el hacerse cargo- que se car su beneficio, sabiendo que el equiUbrio entre la
opera casi siempre de a varios y donde debemos ase- reflexión critica, la información sutil y la práctica
gmarnos, con la más estricta vigilancia, de que los inevitablemente emprendida, por sí solas, pueden
roles efectivos de unos y otros no se mezclen, si no permitirles seguir los efectos positivos de una psi-
caeríamos en una confusión d e géneros, cruza de quiatría que nosotros, con toda modestia, hemos
cierta sociogénesis activista. contribuido a mantener, perfeccionándola; durante
Pero este estadio de la clínica y de la t erapéutica la última década u na revista como Vertex, ha tenido
no tiene probablemente una verdadera autonomía, en esta tarea un rol decisivo ■
Hemos ilustrado este número aniversario recreando obras de arte que han
tomado la celebración o lo festivo como inspiración. Al tratar de escoger
estas obras, hemos caído en cuenta de lo poco que estos temas, a través
del tiempo, han atraído a los grandes artistas.
Notas
l. "No hay nada nuevo bajo el sol". /11Uo11 (ra11raise, G. Walter ed., París, l'insensé, Paris, Gallimard, 1994; Gau-
Su único uso legítimo es gramatical, pues Gallimard, Bibliothéque de la Pléiade, chel, M. y Swain, G. La pmtique de /'esprit
puede servirles a los que estudian latín 1961, 2 vol., 1, 1047-1091, 11, 568-609. humai11. L'institution asilaire et la révol11-
para concebir que también es correcto 9. Cf. Traité 111édico-philosophiq11e sur tio11 démocratique, París, Gallimard, 1980.
decir: nihil 11ovi que nihil novum. l'aliénation mentnle, París, Richard, Caille 19. No decimos "encantada", lo que
2. Remitimos aquí al lector a dos tex- y Ravier, 1ª ed., An IX; J. A. Brosson, 2° podría dar un estilo más brillante, pues
tos de nuestra autoría: Psychiatrie et co11- ed., 1809. no tenemos ninguna confianza en el ro-
11aissance, Paris, Sciences en Situation, 10. Cf. Falret, J. P., Des maladies men- manticismo.
1991 y Essai sur les paradigmes ele la psy- tales et des asiles d'aliénés, Paris, (nouvelle 20. Durante la Revolución francesa, la
chiatrie modeme, París, Les Editions du edition, Sciences en Situation, París, 1994, Marsellesa decía:
Temps, 1998. 2 vol., !, 525-448). "Entraremos en el camino
3. Le debemos esta metáfora a un li- 11. Cf, Bleu]er, E., La schizophré.nie de la vida,
bro de nuestro maestro CI. Lévi-Strauss: Congres des méclecins aliénistes et neurolo- cuando nuestros mayores
Le regare/ éloig11é, Paris, Pion, 1983. gistes de France et des pays de langue fran- ya no estén,
4. Cf. Canguilhem, G. Tdéologie et ra- ¡:aise, XXXª Session, Ginebra y Lausana, hallaremos allí el polvo
tionalité dans les scie11ces de la vie, Paris, J. 2-7 agosto 1926. París, Masson, 1926. de sus huesos
Vrin, 211 ed., 1988. 12. Cf. Sartre, J. P., Esquisse d'une théo- y la huella de sus virtudes".
5. Cf. Recherches sur l'arachnitis chroni- rie des émolions, París, Hermann, 2ª ed., El término "polvo de sus huesos"
q11e, la gastrite et la gastroe11térite chroni- 1948, s. (poussiere) se usaba para la rima, en lugar
ques, et la goutte, considérées comme causes 13. Cf. Ey, H., Des idées de /ackson a un de "cenizas", y no tenía nada de peyora-
de l'alié11atio11 menta/e, Paris, Gabon, modéle orga110-dynamiq11e en psychiatrie, tivo.
1822, y "Des causes organiques de l'alié- Toulouse, Privat, 1975. 21. Cf. Lanteri-Laura, G. "La connais-
nation menta le accompagnée de paraly- 14. Cf. Abraham, K., Oeuvres comple- sance clinique: h istoíre et structure en
sie générale", Annales médico-psychologi- tes, trad. J. Barande y E. Grin, París, Pa- médecine et en psychiatrie", L'Evolution
ques, 1855, 3, 1, 409-425. yot, 1965? 2 vol. psychiatrique, 1982, 2, 423-469, y "La sé-
6. Cf. Pathogénie et physiologie patho- 15. Cf. Bourdieu, P., Esquisse d'une miologie psychiatrique: son évolution et
logique de l'hallucination de l'ou1e Con- théorie de la pratique, Ginebra, Droz, son état en 1982", L'Evol11tid1111 p,ychintri-
gres des médecins a/iénistes et neurologistes de 1972. que, 1983, 2, 327-363.
France et des pays de la11gi1e franraise, Vll2 16. Cf. Le moi divisé, trad. CI. Elsen, 22. Salvo en lo que atañe al trata-
Session, Nancy, 1-5 agosto 1896. Paris, París, Stock, 1970. miento llamado "bi-focal", hoy menos
Masson, 1897, 2 vol., 1, 3-73. 17. Cf. Lanteri-Laura, G. "Le voyage frecuente, y que conjugaba a un psicote-
7. Cf. Kuhn, T. S., La structure des révo- dans l'anti-psychiatrie anglaise", L'Evolu- rapeuta y u n prescriptor.
lutions scientifiques, trad. L. Meyer, Paris, tion psychiatrique, 1996, 3, 621-634. 23. Cf. Green, A. Un psychanalyste en-
Flammarion, 1983, y La tension essentie- 18. Consideramos aquí mucho me- gagé, Paris, Calmann-Lévy, 1994, 148-
1/e. Tradition et changement dans les scien- nos la obra de M . Foucault que la de G. 149.
ces, trad. M. Biezunski, Paris, Gallimard, Swain y de M. Gauchet. Cf. Swain, G. Le 24. Estamos en d euda con G. Bache-
1990. s'ujet de la folie. Naissance de la psychiatrie, lard: Cf. Bachelard, G. Le 11ouvel esprit
8. Cf. Michelet, J., I-Tistoire de la Révo- Toulouse, Privat, 1977, y Dialogue avec scientifique, Paris, J. Vrin, 5° ed. 1981.
Que8 la psicopatología ha ingresado al siglo XXI es un hecho que no por constatable es menos
sorprendente. La sorpresa radica en que subsista aún, a pesar del impacto feroz de una clínica -la de nuestros
días- gobernada por el lobby de los laboratorios que fuerzan la construcción de manuales diagnósticos y
estadísticos que se pretenden ateóricos. El auge de los psicofármacos trae una consecuencia fatal para el
clínico: la psiquiatría ha tomado el derrotero que la lleva a convertirse cada vez más en una disciplina
puramente médica, en la que el diagnóstico psicopatológico no tiene lugar y es reemplazado por el diagnóstico
de trastornos (diferencia que retomaremos posteriormente), lo que supone el empleo de sistemas cuya
construcción prescinde de consideraciones teóricas, es decir, psicopatológicas. De este modo, si la psiquiatría
fue durante décadas uno de los pilares fundamentales del desarrollo de la psicopatología, sirviendo su clínica
tanto como fuente de datos como de campo de aplicación, esa interrelación ha comenzado a disminuir, y, en
ciertos ámbitos, casi a desaparecer.
Que el supuesto ateorismo y el consenso democrático con el que se pretende un ordenamiento prolijo
de entidades con el fin de facilitar la protocolización, tengan la pretensión de, en pocos años, sustituir la
robustez de una disciplina que lleva más de 200 años de desarrollo como la psicopatología, no ha hecho por
ello que logren construir otra cosa que un mero nomenclador, provisorio, mutante, pues los consensos parece -
como la última versión del DSM testimonia- no trascienden demasiado.
La medicalización de la vida cotidiana que se promueve cada vez más decididamente a medida que las
versiones del DSM se renuevan, casi como una afrenta a la psicopatología de la vida cotidiana que Freud
deslindó, atenta contra lo necesario del detenimiento al que nos fuerza el ejercicio de escuchar aquello que del
padecimiento logre articularse en un discurso, atenta contra el intervalo preciso que haga posible la lectura de
un detalle clínico que en su sutileza pasaría desapercibido por la prisa a la que se empuja para retornar cuanto
antes a la velocidad productiva, atenta por fin contra la contingencia de un encuentro, singular.
Pero antes de adentrarnos en un debate polémico que posee múltiples aristas, debemos efectuar
algunas precisiones en relación con nuestra materia: la psicopatología.
Orígenes de la psicopatología
La psicopatología es una disciplina que forma parte de la psicología constituida en ciencia y tiene por
objeto específico estudiar los procesos y fenómenos psíquicos patológicos. Si bien es parte de la psicología,
8
Los textos que componen este volumen tienen orígenes diversos. El presente capítulo fue redactado tomando por
base la clase dictada en ocasión de la prueba de oposición y antecedentes del concurso para el cargo de Profesor Titular de
la Cátedra de Psicopatología de la UNC, a fines del año 2013. El tema sorteado en esa oportunidad fue: “Diversos enfoques
teóricos en Psicopatología. Fundamentos de su selección”. Este texto contiene agregados muchos temas que en una clase de
aproximadamente 30 minutos sería imposible desarrollar. Habiéndome hecho cargo de la Cátedra a partir del año 2014, creí
necesario que un texto como este, que plantea la posición doctrinal de la misma sobre la Psicopatología, sirva como
introducción a nuestros estudiantes, y a los eventuales lectores, de modo que tal posición quede explicitada desde el inicio.
debe considerarse que, como tal, es una disciplina teórica autónoma, que construye sus conocimientos a partir
de la observación de los hechos. En este sentido, a priori es independiente de cualquier campo particular de
aplicación de la psicología, pero a cualquiera de los cuales puede aportar.
El término psicopatología fue empleado por primera vez por el alemán Emminghaus en 1878 como
sinónimo de psiquiatría clínica. La psicopatología nace más tarde como método y disciplina de propio derecho.
Como término se formó como una abreviatura de psicología patológica, que es el modo en que se denominó en
sus inicios a esta disciplina en el momento de su surgimiento en el campo de la psiquiatría, por analogía con la
expresión medicina patológica. Etimológicamente psyché: alma o razón, páthos: enfermedad, y logía o logos,
discusión o discurso racional, ha dado lugar, tanto históricamente como en la práctica efectiva, a diversos
empleos, de los que distinguiremos al menos tres:
1- Designar un área de estudio: aquella área de la salud que describe y sistematiza los cambios en el
comportamiento que no son explicados, ni por la maduración o desarrollo del individuo, ni como resultado de
procesos de aprendizaje, denominados enfermedades mentales.
2- Como término descriptivo: Es aquella referencia específica a un signo o síntoma que se puede encontrar
formando parte de una enfermedad.
3- Como designación de un área de estudio en psicología: es una de las disciplinas que forman parte de la
psicología como ciencia. Su objeto de estudio son los procesos y fenómenos psíquicos patológicos, ya sea en
las enfermedades mentales (opuestas al estado de salud tal y como es definida por la Organización Mundial de
la Salud: social, psicológica y biológica), sea en las perturbaciones que acontecen en personas sanas.
Abordar el complejo y extenso campo de las enfermedades mentales, el campo de la psicopatología,
implica examinar esas enfermedades y articularlas con una teoría capaz de explicarlas. Para ello deben
considerarse: 1) aspectos semiológicos, 2) patogénicos, 3) etiológicos, y 4) las nosologías psicopatológicas.
Como puede apreciarse, estas múltiples consideraciones confluyen, irremediablemente, en un problema clínico: el
del diagnóstico. Problema complejo, arduo, apasionante, difícil, sobre el que han corrido -y siguen corriendo- ríos de
tinta, y en el que “navegaremos” en un capítulo posterior de este volumen.
El surgimiento de la psicopatología hacia fines del siglo XIX es correlativo de la tendencia de la
psicología de ese tiempo a constituirse en ciencia. El puntapié inicial, en términos históricos, lo da Théodule
Ribot en Francia al denominar “Psicología patológica” a la disciplina cuyo método, a diferencia de la psicología
experimental, consiste en estudiar los hechos patológicos para comprender y conocer mejor la psicología
normal. El “método patológico” -así lo denomina- propone entonces que los procesos o mecanismos que
intervienen en el desarrollo normal del psiquismo se observan y conocen con mucha mayor precisión allí donde
las facultades se desorganizan o desvían. Es decir: busca comprender la psicología normal a partir del hecho
patológico. Lo cual sólo puede asentarse en una concepción de lo normal y lo patológico de pura continuidad.
Podemos concluir entonces a partir de ello que la oposición normal-patológico se sostiene con un criterio
continuista.
La influencia de Ribot en la psicología universitaria francesa fue notable, aunque es importante tener
presente que su formación era filosófica y no tenía experiencia práctica concreta en el campo de la patología
mental. Vale decir que ya en ese tiempo, en el momento de su nacimiento, la psicopatología se constituía como
una disciplina más teórica, por oposición a la psiquiatría como práctica médica (veremos luego como a lo largo
de la historia esta dualidad retorna, según se van sucediendo los diversos paradigmas de la psiquiatría que
marcan su evolución). Uno de sus discípulos, Pierre Janet9, quien lo sucedió en su cátedra de Psicología
patológica, también de formación filosófica, se volcará luego a la medicina y será uno de los fundadores de la
psicopatología dinámica. Ha sido uno de los grandes interlocutores de Freud con quien debatirán extensa y
duramente. Pero lo que nos interesa destacar es lo siguiente: es notable que la premisa ribotiana se continúe
en el joven neurólogo vienés. En efecto, Freud ha planteado sistemáticamente que la patología permite
observar con mayor claridad el funcionamiento normal pues muestra exageradamente algo que en la
normalidad escapa a nuestra aprehensión. Así, por ejemplo, lo plantea a propósito de su introducción del
concepto de narcisismo en la teoría de la libido. ¿Cómo puede apreciarse claramente una colocación de la
libido definible como narcisismo en tanto “complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de auto-
conservación, de la que justificadamente se atribuye una dosis a todo ser vivo”10? Nada mejor que en dos
rasgos de aquel caso de la patología que demuestra su exacerbación: el delirio de grandeza -una de las formas
que asume el delirio paranoico- y el extrañamiento de su interés respecto de personas y cosas del mundo
exterior, característico del cuadro de dementia praecoz delimitado por E. Kraepelin. En esos mismos años,
procede de igual modo con el duelo y la melancolía, y otros ejemplos, anteriores y posteriores podrían listarse
para confirmar la presencia en Freud de la inspiración de Ribot.
Pero, como suele pasar con Freud, nos desgastamos por mucho tiempo interpretando la lógica de su
modo de pensar, para luego encontrar que él expresa con toda claridad y sencillez lo que nosotros concluimos
con dificultad luego de enormes rodeos. En efecto, afirma:
“la patología mediante sus aumentos y engrosamientos puede llamarnos la atención sobre
constelaciones normales que de otro modo se nos escaparían”.11
Sin embargo, no podemos afirmar que Freud suscribe la tesis de Ribot sin más, parece más bien
subvertirla, pues no se trata de una continuidad a secas sino de un criterio cuantitativo: “exacerbación”, decía a
propósito del narcisismo, “aumentos” y “engrosamientos” de constelaciones normales, afirma aquí. La oposición
normal-patológico se desdibuja hasta el punto en que la transmutación que opera Freud las reúne en una
identidad: se trata de los mismos mecanismos. La diferencia es cuantitativa pero sobre la base de su identidad.
Ahora bien, si el nacimiento de la psicopatología se produce en Francia, tal como acabamos de
mencionar, es incorrecto sostener que ella es un derivado de las teorizaciones de Freud. Más bien, hemos
hecho notar cómo él se nutre de las tesis ribotianas. Pero estas relaciones no son unidireccionales, debemos
considerar también cómo los desarrollos freudianos comienzan a aportar a la disciplina psicopatológica a partir
de sus elaboraciones en torno de los mecanismos psíquicos, concepciones del síntoma, las tópicas del aparato
9
Recordemos que Jacques Lacan en su tesis de doctorado denomina a Janet como “un pionero de la
psicopatología”.
10
Freud, S.: Introducción del narcisismo, pág. 71,
11
Freud, S.: 31° Conferencia de introducción al psicoanálisis: “La descomposición de la personalidad psíquica”.
psíquico y la metapsicología.
En efecto, la psicopatología se ha interrelacionado estrechamente con la práctica clínica de la
psiquiatría y del psicoanálisis, que constituyeron sus fuentes privilegiadas de recolección de datos empíricos,
tanto en el momento de su surgimiento como en las primeras décadas de su desarrollo. Pero también, y
fundamentalmente, la práctica clínica psiquiátrica y la psicoanalítica fueron los principales campos de aplicación
de la psicopatología en la medida en que le proporcionaron la posibilidad de la extensión de sus conceptos.
Delimitamos así la constitución de un trípode: psicopatología, psiquiatría y psicoanálisis, cuyas fronteras
conviene conocer y mantener con firmeza:
PSICOPATOLOGÍA
PATHOS
PSIQUIATRÍA PSICOANÁLISIS
Trípode robusto, sólido, inseparable, basado no sólo en las razones históricas que comenzamos recién
a delinear y que desarrollaremos todavía mucho más, sino sobre todo en razones clínicas: es imprescindible
conocer las relaciones estrechas entre estas tres disciplinas para no recaer en muchos de los vicios a los que
nos conduce el desconocimiento: creer que el psicoanálisis surge de la nada, suponer que la psicopatología
nace gracias al psicoanálisis, o que la psiquiatría es un saber perimido al que los clínicos ya no tenemos nada
que deberle. Prejuicios que sólo pueden sostenerse en la ignorancia, que es -como lo ha señalado Jacques
Lacan- una de las tres grandes pasiones del alma, agreguemos: lamentablemente muy difundida en lo atinente
a las relaciones entre psicoanálisis, psicopatología y psiquiatría. Pero que tiene incidencias clínicas, prácticas.
No se trata sólo de un problema meramente especulativo sino que afecta el modo de concebir y,
entonces, de tratar, el pathos humano – núcleo de la psicopatología tal como la definiremos aquí. Ese pathos -
vocablo griego (πάθος) que puede tomar varias acepciones-, tomando en cuenta esa peculiar relación que
Freud sostiene de lo normal con lo patológico, alude tanto al sufrimiento humano normal como al sufrimiento
existencial, propio del ser en el mundo, distinto del sufrimiento patológico o mórbido. Significa también pasión,
desenfreno pasional no patológico pero inducido. Se puede definir como: «todo lo que se siente o experimenta:
estado del alma, tristeza, pasión, padecimiento, enfermedad», adoptando así un cariz ético ineliminable.
Para dar prueba de las múltiples articulaciones y entrecruzamientos que la pirámide refleja,
comenzaremos por plantear los tres grandes enfoques teóricos con que -en mi opinión- puede abordarse el
extenso campo de la psicopatología.
Tres enfoques
Como podrá constatarse, el estudio de la patología mental puede llevarse a cabo a partir de diversos
enfoques o modelos, que nacen del estudio histórico de lo acontecido con las enfermedades mentales y del
acercamiento a las mismas según diversas disciplinas y escuelas. La variedad de enfoques que se han
empleado a lo largo del desarrollo de la psicopatología ha conducido a que la enfermedad mental se entienda
de diversos modos y, en consecuencia, que se intervenga sobre ella también de múltiples maneras, con
consecuencias muy variadas sobre los aspectos individuales, familiares y sociales. Vale decir que según como
concibamos y expliquemos la enfermedad mental, aplicaremos modelos terapéuticos diferentes. Para dar un
ejemplo sencillo: si pienso que la causa de la depresión radica en la ausencia o mal funcionamiento de la
sinapsis de cierto neurotransmisor, no tendré mejor opción a la mano que el tratamiento químico que supla la
carencia neurológica.
Pero no nos abocaremos a listar aquí dicha variedad de enfoques con un afán de erudición historicista,
que permita reunir objetivamente esa multiplicidad, ofreciendo un panorama general, por muy erudito que
pudiere parecer, tampoco les propondré un abordaje multidisciplinario que pretenda hacer confluir los tres
enfoques que voy a presentar. Esa posición ecléctica puede conducir al error de tomar discursos muy
diferentes, incluso opuestos, como aquellos que permiten explicar partes de una verdad, de una realidad que
estaría allí esperando ser abordada por nuestras teorías. Como ya hemos señalado, la psicopatología engloba
un conjunto de problemas, abordables desde diferentes perspectivas teóricas y campos disciplinares. Diversas
profesiones, por tanto, podrán involucrarse en el estudio de la psicopatología. Principalmente lo hacen la psiquiatría
y la psicología, en la medida en que, fundamentalmente, a su vez participan del tratamiento, investigación y
explicación acerca del origen del pathos de la psyché. Ahora bien, ello no indica aún las orientaciones teóricas que
se entrecruzan allí. Esto permite entrever que aquello que se denomina psicopatología es el resultado del
entrecruzamiento de referencias teóricas y disciplinas muy diversas, que han variado a lo largo de las épocas.
Cuando afirmé mi interés por desechar el eclecticismo, apuntaba especialmente a enfatizar entonces que
frente a una tal diversificación, se torna imprescindible adoptar una decisión, esto es, definir claramente cuál es
nuestra concepción de la psicopatología. Esto implica, por un lado, afirmar que esta posición no configura “la única
psicopatología” -lo que significaría el desconocimiento de lo producido en campos u orientaciones diferentes-, pero
también, por otro lado, implica no formular una propuesta que se pretenda ecléctica, supuestamente más “amplia” o
“abierta”, con pretensiones de “neutralidad”. En mi opinión, no existe una psicopatología ecléctica o integradora que
sume “todas” las orientaciones teóricas ni todos los campos disciplinares.
Subrayada esta posición, y para comenzar a adentrarnos en tema, conviene proponer cierta
sistematización del campo de abordaje de lo patológico. Para ello propondremos tres enfoques que podemos
ubicar como los modelos más habituales, difundidos e importantes de abordar la patología mental en la historia
de la psicopatología y que propongo denominar: el enfoque descriptivo, el interpretativo, y el estadístico.
Si elegimos este modo de presentación, es por una razón: pretendemos no hacer de la historia de la
psicopatología una larga, simple y tediosa colección de nombres y fechas, sino de producir la lógica que la rige.
Pues, como afirma J. Lacan: “La historia no es el pasado”. El pasado es un conglomerado de hechos, de
fechas, de nombres propios, mientras que la historia es una lectura, que desde el presente y orientándose hacia
ese pasado, ordena, reordena y da la razón a ese pasado. “Lo pasado pisado” reza el pacto de los juegos de la
infancia, la historia no se pisa, siempre está abierta a la renovación, a lo nuevo, al hallazgo, a lo sorpresivo, a
veces sorprendente.
1- ENFOQUE DESCRIPTIVO
Situamos el puntapié inicial a fines del siglo XVIII en Francia con Philippe Pinel y su discípulo y
continuador, Esquirol, y con ellos, el nacimiento de la clínica psiquiátrica. Su desarrollo y evolución posteriores
es enorme y no podremos detenernos aquí en sus detalles. Sobre todo porque la clínica psiquiátrica no ha
progresado con un movimiento unificado, llano, recto, sino animado por infinidad de controversias de escuelas,
fundamentalmente la Escuela Francesa y la Escuela Alemana, que estuvieron en comunicación, oposición y
constante debate durante apróximadamente los doscientos años que hoy vamos a reunir en unas pocas
páginas. El imprescindible texto del historiador de la psiquiatría Paul Bercherie Los fundamentos de la clínica
balizará el inicio de nuestro derrotero.
Pero quisiera detenerme un instante en un planteo más general: ¿cuál es el valor de estudiar a los
autores clásicos de la psiquiatría cuando lo que nos interesa es la psicopatología? Porque los clásicos
trascienden el momento de su surgimiento y producción y siguen provocando efectos. La novena Sinfonía de L.
Beethoven, el Hamlet de Shakespeare, o el humor de “El chavo del 8” -recientemente desaparecido- nos
“tocan” como antaño y si son clásicos es porque podemos conjeturar que lo seguirán haciendo a las futuras
generaciones. En este caso particular, la psiquiatría clásica sigue enseñando, sigue produciendo novedad,
aunque su tiempo de producción haya culminado. Se trata de otra temporalidad que la cronológica y lineal.
Como señala Bercherie, desconocer todo lo positivo que ese saber tuvo, ignorar esa enorme “tabla de
orientación” -como la calificó Karl Jaspers- en lo atinente al diagnóstico psiquiátrico, la clínica y la nosología en
sentido clásicos, conduce irremediablemente a reconstruir su versión pero empobrecida, envilecida, corriendo el
riesgo de retomar, sin querer o sin saber, los mismos impasses, de repetir los mismos problemas que
determinaron su declinación.
En La historia de la locura en la época clásica, Foucault edifica una ficción genealógica del discurso de la
psiquiatría en la que exhibe cómo la locura pasa de ser sometida al encierro junto con otras modalidades de ocio y
exclusión, a convertirse en un objeto del saber médico y eso sucede cuando Ph. Pinel es llamado a organizar el
Hospital general francés. La locura era entonces un desorden a ser controlado, no era un problema médico. Es así
que surge el famoso tratamiento moral pineleano. Sin embargo, Pinel era médico y entonces comienza a operar
con su saber: observa, describe, clasifica, nomencla y así nace la clínica psiquiátrica. El texto de Foucault muestra
bien cómo la psiquiatría deviene saber positivo, la locura se convierte en un problema médico dejando de
pertenecer al grupo de los desórdenes morales y deviene enfermedad mental. Surgen de este modo las
clasificaciones, nomenclaturas, taxonomías que objetivan la locura mediante un saber científico. La psiquiatría se
ocupa, de allí en más, ante todo, de identificar signos y síntomas que llegan a configurarse como síndromes,
enfermedad o trastorno mental. Esto sirve tanto para el diagnóstico de pacientes individuales como para la
creación de clasificaciones diagnósticas. Se trata entonces de observar, describir objetivamente fenómenos, sin
una elaboración teórica o profundización interpretativa.
Paul Bercherie, en su artículo “La constitución del concepto freudiano de psicosis”, denominó este
período clínica sincrónica, en la medida en que se describe un estado. Según él, en este momento nace la
clínica como método, como ciencia de la pura observación y clasificación (aún sin consideración por la etiología,
la terapéutica, ni la evolución de la enfermedad). Podríamos decir entonces que Pinel introduce una innovación
en el plano del método: funda la tradición de la clínica sistemática. Siendo heredero de los ideólogos del siglo
XVIII, de la tradición nominalista, concibe el conocimiento como un proceso que se basa en la observación
empírica de los fenómenos que constituyen la realidad. Se observa y se clasifica lo que se ve. Es
fundamentalmente esto lo que llevó a Foucault a calificar la psiquiatría desde su surgimiento como una “clínica
de la mirada” en tanto se sustenta en la descripción detallada, fotográfica -en el sentido de la fidelidad lo más
cercana posible a lo que se ve- de los fenómenos del modo más claro y neto posible.
Pinel y su clínica
Los padres ideológicos de Pinel, entonces, habrán sido Locke y Condillac, quienes sostuvieron su
doctrina a partir de la confianza en la observación y la desconfianza en la teoría. Para Condillac la ciencia es
una lengua bien hecha, y una lengua que funciona bien es la que nombra lo real. Entonces, para Pinel los
fenómenos tal como se aparecen a la observación son la esencia de la realidad, razón por lo cual no hace falta
ninguna explicación: sólo se conoce lo que de lo real se presenta y se podrá obtener de él un conocimiento
pragmáticamente eficaz. De este modo, se constituye la clínica como observación y análisis de los fenómenos
perceptibles de la enfermedad.
Pinel consideraba la locura como un género unitario, en el que se encuentran diversos cuadros
sincrónicos, entendiendo por tal diversos síndromes agrupados alrededor de una manifestación central, rectora:
la alienación mental. Se trata de un cuadro único que puede tomar diversas formas en distintos pacientes o en
distintos momentos pero sin dejar de constituir una única y misma enfermedad. La alienación mental es
considerada por Pinel una enfermedad en el sentido de las enfermedades orgánicas, y definida como una
perturbación de las funciones intelectuales (funciones superiores del sistema nervioso). Del mismo modo, en
Alemania, W. Griesinger -considerado el padre de la psiquiatría alemana- acuñará la expresión “ciclo único de la
locura” que da cuenta de la misma concepción.
Dentro de esa enfermedad única, Pinel distingue las neurosis, la manía, la melancolía, la demencia, el
idiotismo, entre otras especies. Es importante entender que estos nombres no reflejan lo mismo que en
nuestros días. Debemos tener cuidado con no confundirnos en ese aspecto pues los mismos términos nombran
diferentes cuadros, no sólo en lo relativo a lo que describen sino también, y sobre todo, en lo atinente a cómo
los conciben.
Las neurosis son consideradas por Pinel como afecciones del sistema nervioso sin inflamación ni lesión
ni fiebre. Las denomina neurosis cerebrales (fundamentalmente porque considera que el cerebro es el asiento
de la mente) y se dividen en dos tipos: las que comportan abolición de la función (las afecciones comatosas) y
las que perturban la función (sin abolirla), las denomina vesanías (dentro de las que incluye la locura
propiamente dicha, la hipocondría, el sonambulismo, la hidrofobia -que no es la fobia al agua sino la rabia-).
Como puede observarse, esta nosografía pineleana está constituida por grandes clases fenoménicas, grandes
categorías conformadas cada una por el síntoma más notorio, evidente, saliente.
Pero la gran novedad de Pinel es considerar a los alienados como enfermos y no como endemoniados,
posesos, delincuentes, vagos, sino “pacientes”: concernidos entonces por el campo de la medicina, lo cual
implica ser tratados como tales.
Bisagra histórica
Un momento crucial en la historia de la psiquiatría se produce en 1822 con el descubrimiento de la PGP
(Parálisis General Progresiva), por parte del anátomo-patólogo francés llamado Bayle. Él realiza una serie de
autopsias a pacientes que habían padecido un cuadro denominado Parálisis General -descripto dentro de las
formas de la alienación mental y que se caracterizaba por presentar varios trastornos motores (de allí la
denominación de “parálisis”) acompañados de delirios megalomaníacos- y descubre la existencia de lesiones
específicas en las meninges que no aparecían en otros pacientes que padecían otras de las formas de la
alienación mental. Vale decir que el descubrimiento de Bayle supone la constatación de una etiología específica
para la PGP: la meningoencefalitis. ¿Ello qué implica? Que si hay una lesión específica para la PGP podría
haber otras lesiones que expliquen otras enfermedades. Y aún más: que la alienación mental no se trata
entonces de una única enfermedad, sino que habría que considerar la existencia de distintas enfermedades,
cada una de las cuales podría corresponder a una lesión específica. Bayle produce, en efecto, un fuerte giro en
el modo de considerar la enfermedad mental.
Hacia 1850 algunos autores empiezan a reconocerlo, a admitir la caída de la alienación como
enfermedad única. El descubrimiento de la PGP implicó incorporar a la psiquiatría el método anátomo clínico,
paradigmático de la medicina de la época. Dicho método implica reconocer en una enfermedad varios
parámetros: una evolución típica, una etiología conocida, un tipo de lesión histopatológica definida y un
mecanismo fisiopatológico preciso. Lo que supone el método es que la conjunción de todos estos parámetros
permitirá encontrar un tratamiento específico para cada enfermedad.
J. Falret es quien da el puntapié inicial en Francia al plantear este cambio metodológico, y en Alemania
es Kahlbaum quien lo retoma posteriormente, quien ejerció una fuerte influencia sobre E. Kraepelin.
12
Pinel, Ph.: Traité de l'aliénation mental, priemra edición, citado por Bercherie, P.: Los fundamentos de la clínica,
Bs. As., Manantial, 1986, pp. 22.
Para hacer justicia, debemos mencionar a Griesinger como el eslabón alemán de esta bisagra histórica,
pues retomando el descubrimiento francés comienza a considerar formas primarias (por ejemplo el trastorno
emocional como factor esencial) a las formas secundarias (debilitamiento del yo, de la personalidad) a partir de
lo que distingue delirios sistematizados de psicosis afectivas, aunque todo ello siga sucediéndose dentro de su
concepción de la locura como un gran ciclo, un proceso en la degradación progresiva del espíritu que
representa la enfermedad mental.
Locura: Locura:
género unitario homogéneo clase de enfermedades
P.G.P yuxtapuestas
etiología específica: meningo-
encefalitis
Clínica basada en la observación Estudia la evolución de la
pura de síndromes enfermedad, pasado y porvenir
Sin consideración por Búsqueda de etiologías específicas
etiopatiogenia
Acento en el síntoma saliente en el Compilación de síntomas primarios,
momento de la evaluación síntomas negativos, atención a
signos secundarios
13
Sus desarrollos principales han sido retomado en su artículo publicado en español especialmente redactado en
ocasión de los 10 años de la revista Vertex: Lanteri-Laura, G.: “Nuestra psiquiatría. Doscientos años después”, Revista
Vertex, N° 40.
el objeto de estudio, el método considerado válido para la producción de conocimiento científico sobre dicho
objeto, el tipo de interrogantes que deben formularse, los modos de interpretación de los resultados de la
investigación científica y cuándo se produce lo que denomina “crisis paradigmática”.
En este sentido es que Khun distingue la “ciencia normal” de la “ciencia en crisis”, es decir, ni más ni
menos que oponer el período en que la ciencia opera como fundamento de una práctica, que nadie pone en
cuestión y que resuelve los problemas surgidos en su campo, al período en que esa ciencia ya no responde, en
que es puesta en cuestión pues aparecen problemas que ella no puede resolver. El paradigma es entonces el
conjunto del saber establecido que sostiene a la ciencia normal en su función14, cuya eficacia se mantiene
mientras que no surjan problemas que lo pongan en “crisis”. El estado de crisis se mantendrá hasta que un
nuevo paradigma venga a resolverlo y se establezca un nuevo período de ciencia normal.
Lanteri-Laura aplica a la historia de la psiquiatría este sistema de pensamiento que Kuhn produce para
explicar la historia de la ciencia, lo cual arroja como resultado un esquema constituido por una serie de tres
paradigmas escandida por dos crisis:
14
No se confunda “paradigma” con teoría. Esta es particular, mientras que el paradigma es el marco en el interior del
cual son posibles un conjunto de teorías.
mórbidas. Pensaba que estas no se reducían a ser meras variedades de un género único sino que eran
enfermedades específicas e irreductibles unas a otras. Según Falret:
“La práctica de una semiología y de una clínica atentas y prolongadas, cuidadosa a la vez de la
precisión en la actualidad y del cuidado en la evolución, conduce a identificar especies
mórbidas que no se pueden reducir a la unidad sin desconocer la riqueza de los datos de la
observación...”. Y agrega que dichas especies son: “verdaderamente distintas, caracterizadas
por un conjunto de síntomas y por una marcha determinada”.15
La cita es muy gráfica pues resume con excelente claridad los parámetros con que caracterizamos la
clínica diacrónica en la denominación de Paul Bercherie.
Es entonces este punto de inflexión plantado por Falret, proseguido por tantos otros como Magnan,
Séglas, Chaslin, Kahlbaum, Kraepelin, Jaspers, y un largo etcétera, que pone en crisis la noción de alienación
mental y establece las bases sobre las que se edificará el paradigma de “las” enfermedades mentales, ya en
plural. Paradigma cuya vigencia se extiende apróximadamente desde 1870 hasta la posguerra de 1918. El
campo psiquiátrico permanece ordenado en una infinidad de especies mórbidas, de la que se deriva una
pluralidad de terapéuticas y de instituciones asistenciales, con predominio de tratamientos centrados en lo
farmacológico. Esta multiplicación de las entidades mórbidas fuerza al clínico a poner el acento en la semiología
y en la observación clínica del paciente. Se vuelve entonces crucial la evaluación diagnóstica para poder
establecer un pronóstico y un tratamiento adecuados. En tiempos de Pinel era más sencillo: una vez que el
clínico reconoce que el cuadro corresponde a la alienación mental y no a otra enfermedad del campo médico,
sólo resta aplicar el tratamiento moral. Pero ahora, al constituirse la patología mental como un conjunto de
enfermedades diversas, cada una con sus signos distintivos, sus modos de evolución, etc., se vuelve
imprescindible el reconocimiento de sus signos. Entonces la semiología psiquiátrica alcanza su mayor grado de
desarrollo al ser la rama de la medicina que describe y define los signos de las enfermedades. En este
paradigma se constituyen entonces las grandes nosografías psiquiátricas tal como las conocemos hoy.
Lanteri-Laura destaca en este período un “empirismo estricto” que se exterioriza en la importancia de la
observación aguda y la fineza en la descripción, como características decisivas de la clínica psiquiátrica. Esto
implica un énfasis de la observación por sobre los presupuestos, las elaboraciones teóricas. De este modo, se
instaura una tensión fuerte entre la clínica y la psicopatología en la medida en que la semiología psiquiátrica
adquiere un valor fundamental para decidir la orientación terapéutica. Aquí parece entonces radicalizarse
aquello que señalamos sucedía en el nacimiento mismo de la psicopatología con Ribot, considerada una
disciplina meramente teórica por oposición a la práctica psiquiátrica.
Pero ese desarrollo, ese esplendor semiológico es lo que conduce a la crisis del paradigma, por dos
razones relacionadas entre sí. Por un lado, el método anátomo patológico, en el que se sostenían las
esperanzas para anclar las enfermedades mentales en una etiología certera, no logra situar las lesiones que
15
Citado por Lanteri-Laura.
operarían como causa de los síntomas. El programa propuesto a partir de los descubrimientos de Bayle
tambalea, y finalmente la teoría de las localizaciones cerebrales cae. Por otro lado, el furor categorizandis
condujo a una multiplicación de las especies mórbidas tan exuberante que su utilidad antaño valorada se fue
haciendo cada vez menos clara. La proliferación ilimitada de artículos científicos, irreductibles entre sí, que no
permiten intercambios ni comparaciones, ni aportan a ninguna propedéutica, termina por estallar en un
desorden inefable que afecta por igual a la clasificación de las enfermedades y a los signos semiológicos. Así,
por tomar un ejemplo, a la clasificación esquiroliana de las alucinaciones se agregan las falsas alucinaciones, la
alucinosis, la obsesión alucinatoria, que no es lo mismo que la alucinación obsesionante, la manía alucinatoria,
sin dejar de destacar el aporte de la alucinación verbal de Séglas, etc., etc., etc. En suma, una proliferación de
categorías sin correlato clínico específico y de dudosa utilidad para la orientación diagnóstica. La descripción
encuentra su límite.
16
Dedicamos el siguiente capítulo completo a la elucidación de este concepto original, en psicoanálisis, de la
enseñanza de Lacan.
lesiones cerebrales ni a factores exógenos evidentes y, según Lanteri-Laura, tratará de ser sostenida por la
psiquiatría apoyándose en la neurología globalista (que se oponía a la teoría de las localizaciones cerebrales y
concebía al cerebro como una totalidad articulada, es decir como una estructura figura-fondo) y en la
fenomenología. En efecto, la distinción neurosis-psicosis que proviene de Freud no tiene un origen neurológico
ni lesional, entonces, su origen está ligado a procesos psicopatológicos.
Así, este paradigma mantendrá una distinción de origen más psicopatológico que clínico, desplazando
el acento que en los paradigmas anteriores recaía sobre la clínica más que en la psicopatología, pues se la
consideraba -como ya indicamos- más teórica que práctica.
La denominación del paradigma con el término de “estructuras psicopatológicas” no obedece a la
noción de estructura vinculada al estructuralismo y a la estructura del lenguaje. Este empleo aparecerá
posteriormente de la mano de Jacques Lacan cuando destaque la estructura lingüística de los fenómenos que
componen el campo de la psicopatología y establezca distinciones estructurales. Lanteri-Laura adopta la noción
de estructura de la teoría de la Gestalt (la teoría de la forma), definida como una organización de elementos
irreductibles a la suma de sus partes. Destacamos de entre sus mentores a Koehler y Koffka, quienes
demostraron que el mínimo perceptible para un ser vivo no es nunca un estímulo aislado y absoluto sino una
organización figura-fondo. Entonces, para Lanteri-Laura en este momento la psiquiatría clínica pasa a segundo
plano como una disciplina médica empírica y la psicopatología devendrá dominante.
Para dar un ejemplo, Kraepelin consideraba la demencia precoz una enfermedad que podía abordarse
a partir de la descripción clínica y cuya evolución aseguraba la unicidad del cuadro. Bleuler plantea el
mecanismo esquizofrénico: la esquicia de las diversas funciones, la fragmentación y la ambivalencia mentales.
Esto marca de manera decisiva el tenor de la transformación que ha sufrido la psicopatología desde el
paradigma de las enfermedades mentales al paradigma de las estructuras psicopatológicas: se formulan
hipótesis psicopatológicas y no meramente descriptivo-semiológicas.
De este modo, cobra un valor relevante la pirámide propuesta más arriba: aquí se ve claramente ahora
el papel preponderante que jugó el psicoanálisis en ese pasaje del segundo al tercer paradigma: por las
hipótesis psicopatológicas que Freud introduce y por la distinción neurosis-psicosis. A la vez que permite
distinguir el campo de la psicopatología del psicoanálisis como tal. Vale decir, este tercer paradigma sigue
perteneciendo a la psiquiatría, una psiquiatría infectada ya por “la peste” del psicoanálisis, es cierto, pero
psiquiatría al fin.
Por otra parte, no debe confundirse este paradigma de las estructuras psicopatológicas con el origen de
la psicopatología como tal. Como ya hemos señalado, no nace aquí sino que con este nombre Lanteri-Laura
destaca el momento en que un conjunto de conceptos y la psicopatología misma como tal se imponen en el
ámbito de la psiquiatría, produciendo una modificación monumental de sus coordenadas. Así como tampoco
debe limitarse el origen de la psicopatología al surgimiento del psicoanálisis.
Podemos entonces transformar la pirámide del trípode psicopatología-psicoanálisis-psiquiatría en un
diagrama de Venn que nos facilite graficar tanto las relaciones entre la psiquiatría y el psicoanálisis en la
constitución del campo de la psicopatología en los diversos momentos de su historia, a la vez que nos ilustra
gráficamente las relaciones entre los momentos de la historia delimitados por Bercherie en su entrecruzamiento
con la sistematización de Lanteri-Laura:
El campo de la psicopatología
PSIQUIATRÍA PSICOANÁLISIS
Ahora bien, ¿por qué no considerar que la psicopatología tal como la conocemos hoy es finalmente el
resultado de la intervención del psicoanálisis? En suma, ¿por qué no aceptar que hay una psicopatología que
no convendría distinguir del psicoanálisis? Sencillamente porque su historia demuestra que es falso. Pero sobre
todo por una razón conceptual que echa por tierra todo intento de confundir el psicoanálisis con la
psicopatología, develando con claridad que el paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas lo que en
verdad prueba es la fuerte influencia de Freud en el campo de la psicopatología y la práctica psiquiátrica. En
este sentido, lo que Lanteri-Laura demuestra, quizás sin proponérselo, es que la clínica psiquiátrica y la
psicopatología no serán ya lo que fueron antes de Freud.
La razón conceptual mencionada radica en el debate Bleuler-Freud. Marcamos que la incidencia de
Freud en la concepción de la enfermedad mental llevó a Bleuler a una producción novedosa en el campo de la
esquizofrenia, pero esta incidencia no estuvo exenta de polémica. Es sabido que Bleuler cuestiona la
conceptualización kraepeliniana de la demencia precoz, propone desechar esa denominación y sustituirla por la
de esquizofrenia y establece su particular mecanismo especialmente a partir de lo que denomina “autismo”.
Pero lo hace sobre la base de la formulación freudiana del autoerotismo, como esa fase en la evolución
de la libido en la que aún no se ha constituido ningún yo ni un objeto, donde reina la parcialidad pulsional, la
satisfacción anárquica de las pulsiones parciales en un cuerpo fragmentado en zonas erógenas aún no
constituido como unidad. ¿Del “autoerotismo” al “autismo” qué se pierde? “Eros”: auto(ero)tismo – esa es la
marca de la intervención de Bleuler: el rechazo de la teoría de la libido freudiana. El efecto es indudable y eso
marca la distancia entre la psicopatología que surge de este paradigma y el psicoanálisis. Al borrar las huellas
del autoerotismo freudiano y designar como síntoma fundamental de la esquizofrenia el autismo, se revela el
límite de Bleuler y el del tercer paradigma.
¿Por qué? Porque la teoría de la libido le permite a Freud introducir la oposición neurosis-psicosis así
como también la diferencia entre paranoia y esquizofrenia a partir de sus diferentes modos de tratamiento,
localización y retorno de la libido retirada de los objetos y personas del mundo. Y ello introduce una cuestión
fundamental: la transferencia. La clínica psicoanalítica es una clínica bajo transferencia, es decir el analista se
constituye como el objeto fundamental de la libido y desde esa posición que puede intervenir sobre el
padecimiento. Y es precisamente esto lo que lo aleja definitivamente de la descripción objetivante de la
psiquiatría.
En ese sentido, para observar sus diferencias, es muy claro servirse del valor y lugar que se otorga al
fenómeno y su relación con la estructura en los diversos paradigmas de la psiquiatría y en el psicoanálisis. La
clínica sincrónica y la clínica diacrónica están marcadas por el acento puesto en el fenómeno sin consideración
por la estructura. El paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas desplaza el acento del fenómeno a
la estructura: se trata de encontrar todos los fenómenos (síntomas) en una entidad y remitirlos al mismo
mecanismo generador, explicables por la misma hipótesis psicopatológica (la esquicia para la esquizofrenia, por
ejemplo), lo cual permite situar todos los síntomas en un análisis estructural. Mientras que en la perspectiva del
psicoanálisis no se trata ya de la disyunción entre fenómeno y estructura -que ha llevado a los teóricos del
tercer paradigma a enormes dificultades- sino de una novedosa relación. Es tal vez J. Lacan quién mejor lo ha
puesto en el tapete al sostener en El Seminario 3 que: “...la estructura aparece en lo que se puede llamar, en
sentido propio, el fenómeno”.17 Es decir, no una disyunción sino una conjunción que implica la búsqueda de la
estructura en el fenómeno mismo. De este modo hemos comenzado a poner un pié en el segundo enfoque que
voy a proponer, razón por la cual interrumpiremos aquí el desarrollo de este tema para retomarlo enseguida.
Antes de ello, quisiera detenerme brevemente en situar lo que podría considerarse, según Lanteri-
Laura, el problema que conduce a la crisis al tercer paradigma. El uso y abuso del concepto de estructura
termina por convertirse en un problema de difícil solución. En el conjunto de autores que dominan este período
comienza a ser engorroso hallar una definición común de estructura y cada vez más, cuando los leemos,
debemos interrogar sus textos para dilucidar qué entienden por tal, de modo que la unidad se va deshaciendo,
la dispersión va ganando terreno. Pero también debe considerarse el auge de los medicamentos un factor
decisivo en la crisis paradigmática de las grandes estructuras, así como la proliferación de dispositivos
psicoterapéuticos, todo lo cual plantea nuevos problemas prácticos que el paradigma debe enfrentar, según
Lanteri-Laura, con dudoso éxito. Es así que afirma que:
“Las referencias psicopatológicas se han multiplicado, sin que ninguna de ellas se haya podido
imponer a las otras” -dando cuenta de la dispersión mencionada- y agrega que: “al
17
Lacan, J. (1955-56/1984): El seminario. Libro 3: “Las psicosis”, op. cit., pág. 207.
psicoanálisis, la psiquiatría dinámica y la fenomenología, se han agregado el conductismo, las
teorías de la comunicación digital y analógica, las concepciones congnitivistas y ciertas
importaciones de la inteligencia artificial, sin olvidar que por otra parte las generalizaciones
que no han dejado de realizarse a partir de los efectos terapéuticos de los neurolépticos, los
ansiolíticos y los timolépticos. Ninguna de esas vías ha logrado, sin embargo, suplantar a las
otras. Al mismo tiempo, la distancia que separa la actividad cotidiana, clínica y terapéutica, de
las teorizaciones ha aumentado mucho […] y carecemos completamente de una teoría de la
práctica capaz de dar cuenta de manera reflexiva de esas prácticas mismas”.18
El diagnóstico del autor es claro y certero. Se abre entonces el interrogante de si esta crisis ha
conducido o no a un cuarto paradigma, en función de lo que representa hoy día el auge de los manuales DSM,
cuyo modelo sindrómico pretende ocupar el lugar central de la práctica psiquiátrica. Dejaremos esta discusión
para más adelante.
“esta diversidad clínica nos obliga a darnos cuenta de que el campo de la psiquiatría se
caracteriza a la vez por límites difusos y por un ámbito de contenido muy heterogéneo. El tema
de las fronteras nos obliga a preguntarnos, entre otros interrogantes difíciles de responder,
cuándo ciertos comportamientos extraños dejan de tener que ver con la rareza de las
conductas o con el derecho penal para pertenecer a la patología mental, o también qué hacer
con esa región compartida con la neurología. El tema del contenido no nos parece mas
tranquilizador, pues nos lleva a preguntarnos si todas las enfermedades que en general se
18
Lanteri-Laura, op. cit., pp. 207.
ubican allí tienen algo en común, o sólo se las reúne por los motivos extrínsecos de una
comodidad a veces anecdótica”.19
El paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas terminará por desaparecer pero nos dejará el
interrogante de saber si la eventualidad de la locura tiene que ver sólo con la contingencia y el azar o si es
constitutiva de la condición humana, de modo que no se puede ser hombre sin el riesgo de estar loco. Tema
apasionante que Lacan ha recorrido y que esperemos poder retomar en otro contexto.20
19
Lanteri-Laura, G.: “Nuestra psiquiatría. Doscientos años después”, Revista Vertex, N° 40.
20
Al respecto cf. Muñoz, P.: Las locuras según Lacan, Bs. As., Letra Viva, 2011.
que Jaspers encaró el diagnóstico psiquiátrico de síntomas; según él, el criterio de diagnóstico debía tomar en
cuenta principalmente la forma ante el contenido. Por ejemplo, al diagnosticar una alucinación, el hecho de que
una persona experimente fenómenos visuales sin que para ello medie un estímulo sensorial (la forma) es más
importante que lo que el paciente ve (el contenido). Se opuso así con claridad al paradigma de las
enfermedades mentales criticándole el abuso de la semiología, que tienen a reducir al paciente a una suma de
aspectos patológicos en lugar de enfocarlo en su totalidad, a la vez que se sitúa en oposición a la concepción
anatomista de la enfermedad mental, considerándola un reduccionismo que desconoce lo esencial de lo
humano al objetivar el campo de lo que es fundamentalmente subjetivo.
En este sentido, Jaspers ha sido decisivo para la constitución del tercer paradigma, el de las grandes
estructuras psicopatológicas. Y debemos reconocerle, junto a Bleuler, ese lugar, aunque el texto de Lanteri-
Laura no lo señale con claridad. En efecto, su crítica al paradigma precedente es tan sólida como bella:
“Lo mismo que las ondas circulares en la superficie de las aguas, puestas en movimiento por
las gotas de lluvia, al comienzo pequeñas y nítidas, luego vueltas cada vez mayores, se
interfieren y se confunden, así aparecen de tanto en tanto enfermedades en la psiquiatría que
crecen cada vez más, hasta que se destruyen por la propia magnitud”.21
Ahora bien, no es sólo eso por lo que Jaspers merece una mención especial. Quiero llamar la atención
sobre algo: Jaspers propone como principal fuente de la presentación intuitiva de los estados psíquicos de los
enfermos las autodescripciones de los mismos, llega a decir que son preferibles a las descripciones producto de
las observaciones que el psiquiatra o el clínico en general puede hacer, siempre teñidas de preconceptos,
saberes previos que operan como prejuicios -constatamos ahí claramente su formación en fenomenología
(sobre esto nos extenderemos en un capítulo posterior)-. Me refiero al método de reducción, la epoche de
Husserl: suspender toda certidumbre en el abordaje del fenómeno. Plantea entonces que la autodescripción de
un enfermo puede comprenderse. Sólo pretendo destacar aquí, por considerarlo esencial para lo que sigue, que
la clínica jaspersiana pone así un acento inédito en el decir del enfermo, antes que en su objetivación para la
mirada.
De este modo, se observa cómo se va perfilando un tiempo en el que el campo de la psicopatología se
vuelve más permeable a las ideas del psicoanálisis.... y con ello el segundo enfoque que voy a plantearles hoy.
2- ENFOQUE INTERPRETATIVO
21
Jaspers, K. (1913): Psicopatología General.
sujeto descentrado de la conciencia y una nueva perspectiva terapéutica: la cura por la palabra.
El inconsciente, que aparece con sus formaciones: síntomas, sueños, lapsus, actos fallidos, se ha
vuelto la causa de los diversos modos de presentación del sufrimiento psíquico: las conversiones histéricas, los
rituales e ideaciones obsesivas, las inhibiciones y limitaciones fóbicas, las alucinaciones y delirios psicóticos,
ataques de angustia, etc. Y entonces Freud llegará a plantear algo inédito en la psiquiatría que lo precedió: la
existencia de mecanismos de formación de síntoma. Y como si fuera poco: que no debemos entender síntoma
como índice de lo patológico, exclusivamente, sino que también existe toda una psicopatología de la vida
cotidiana que enrarece la concepción de lo patológico, desdibujando las fronteras que dividen lo normal de lo
patológico.
Debe notarse entonces que, desde esta nueva perspectiva, la psicopatología ya no se trata de
observación y descripción, se trata de escuchar y leer lo que ese síntoma tiene para decir. Así, Freud podrá
justificar su hipótesis de que el síntoma es expresión simbólica de conflictos inconscientes, que suelen tener
raíces bien afincadas en escenas de la infancia, la temprana niñez, de contenido sexual. Escenas concebidas
inicialmente como traumas efectivamente acontecidos pero que luego, en el avance de su pensamiento, son
reemplazadas por la concepción de unas fantasías que sostienen esos síntomas.
La investigación desarrollada por Freud estuvo siempre animada por un mismo principio, articular la
psicopatología y la psicología, esto es fundar “una psicología nueva y más fundamental, indispensable también
para la comprensión de lo normal”. Queda así indisolublemente conjuntada una y otra disciplina, y lo hacen de
un modo tal que los procesos y mecanismos psíquicos que operan y determinan las habituales formaciones
oníricas o los lapsus son los mismos que están presentes en las cristalizaciones patológicas.
Lacan
Visto desde esta perspectiva, es posible abordar una psicopatología estructural que explora y privilegia
el determinismo inconsciente de los fenómenos descriptos tradicionalmente por la psicopatología, su causalidad
psíquica, sus mecanismos patogénicos específicos y la particular conformación clínica que el sujeto imprime a
su malestar.
Si ya no se trata de observación, si el padecimiento es interpretable, si hay un saber inconsciente que
allí se expresa, que se da a leer -como el contenido del sueño que se expresa mediante un jeroglífico- debemos
concluir que tiene una direccionalidad, que se dirige a Otro, para que lo interprete, lo aloje y lo alivie.
Es Jacques Lacan quien dirá entonces que “el inconsciente es el discurso del Otro”, las formaciones del
inconsciente tienen estructura de lenguaje, un entramado significante ordenado por las leyes de la metáfora y la
metonimia. Su perspectiva estructuralista, con el retorno a Freud que promueve, le da a la psicopatología una
renovación impensada, que reordena el campo promoviendo un análisis estructural de las neurosis, las psicosis y
las perversiones.
Se percibe el lazo sólido que une al psicoanálisis con el tercer paradigma por medio del concepto de
“estructura”. Lacan integró el célebre grupo de psiquiatras de los años '30 denominado L'evolution psyquiatrique
junto con Henri Ey y E. Minkowski desde donde cuestionaron fuertemente la psiquiatría objetiva por aislar
artificialmente los elementos psíquicos y le opusieron una concepción ligada a la consideración de la personalidad
humana entera como la estructura fundamental subyacente a todo manifestación patológica. Incluso lo que en otro
trabajo he denominado “la obra psiquiátrica de J. Lacan”22 se orienta en la búsqueda de una noción de estructura, lo
que se ve con claridad en su tesis doctoral: De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, donde
la “estructura de la personalidad” asume un valor decisivo en el análisis del caso Aimée y la teorización que de ella
se deriva, así como en la búsqueda de las “estructuras conceptuales” que se presentan en el delirio paranoico
sistematizado y que inciden en la percepción de la interpretación delirante, que allí se propone explícitamente.
Sin embargo, la distancia del tercer paradigma con el psicoanálisis se hace más patente con Lacan cuando
luego forje un concepto de estructura radicalmente diferente, referido a la estructura del lenguaje y articule a dicha
estructura el efecto subjetivo: esa subversión freudiana del sujeto y la dialéctica del deseo, así como la problemática
del goce.
Una vez en el marco de su enseñanza propiamente dicha en psicoanálisis, a partir de los años '50, Lacan
se referirá sistemáticamente a lo que él denomina “las estructuras freudianas”. Cuando Lacan lo utiliza -y con
insistencia- en El Seminario 3 lo hace del siguiente modo:
“...el análisis del texto schreberiano nos condujo a enfatizar la importancia de los fenómenos
de lenguaje en la economía de la psicosis. En este sentido podemos hablar de estructuras
freudianas de la psicosis”.25
Puede notarse que Lacan afirma que la estructura del síntoma psicótico es estructura de lenguaje. Es
decir, las estructuras lingüísticas que reconocemos en las psicosis, en sus variedades clínicas. Por tomar tan
sólo un ejemplo: el célebre caso Schreber, en el que Freud distingue cuatro formas del delirio paranoico
(persecución, celotipia, erotomanía y megalomanía) a partir de cuatro modos de negar la frase “yo un varón
amo a otro varón”, es decir un evidente análisis lingüístico estructural que trasciende la semiología del
fenómeno. Y es justamente en este seminario donde Lacan se explaya sobre este tópico:
“Pienso que ya tienen la orientación suficiente para comprender que la noción de estructura es
22
Muñoz, P.: La invención lacaniana del pasaje al acto, Bs. As., Manantial, 2009.
23
Lacan, J. (1955-56/1984): El seminario. Libro 3: “Las psicosis”, op. cit., pág. 207.
24
Ibíd.
25
Ibíd., 229.
ya en sí misma una manifestación del significado. Lo poco que acabo de indicarles acerca de
su dinámica, sobre lo que implica, los dirige hacia la noción de significante. Interesarse por la
estructura es no poder descuidar el significante. En el análisis estructural encontramos, como
en el análisis de la relación entre significante y significado, relaciones de grupos basadas en
conjuntos, abiertos o cerrados, pero que entrañan esencialmente referencias recíprocas. En el
análisis de la relación entre significante y significado, aprendimos a acentuar la sincronía y la
diacronía, y encontramos lo mismo en el análisis estructural. A fin de cuentas, al examinarlas
de cerca, la noción de estructura y la de significante se presentan como inseparables. De
hecho, cuando analizamos una estructura, se trata siempre, al menos idealmente, del
significante. Lo que más nos satisface en un análisis estructural, es lograr despejar al
significante de la manera más radical posible”.26
Ahora bien, aquí se nos presenta un problema que no teníamos en el enfoque descriptivo: los usos y
consecuencias clínicas de las categorías diagnósticas psiquiátricas clásicas, freudianas y lacanianas, cuando
tienden a la universalización. Pues la perspectiva estructural de Lacan instaura una tensión entre lo singular, lo
particular y lo universal: una vez delimitada la estructura del fenómeno (dialéctica o indialectizable, de
encadenamiento significante o de cadena rota, de significación que remite a otra significación o de significación que
remite a la significación en cuanto tal, inefable), se plantea su modulación a partir del caso particular. Los grandes
historiales de Freud no son ejemplificaciones de la teoría, sino que son los casos a partir de los que surge la teoría.
Hay allí un obstáculo a la generalización, una resistencia a la tipificación y que ubica al caso como singular (en el
sentido de persona extraña) que resiste a la clasificación, al encuadramiento clasificatorio.
Conforme con esta orientación, debemos destacar la importancia de la consideración de lo singular en la
formulación del diagnóstico subjetivo, un “caso por caso” sin por ello excluir la nosología y la semiología construidas
por la psiquiatría. El caso singular no significa “uno” ni conlleva su aislamiento respecto de lo universal sino una
dialéctica que es propia de la ética del psicoanálisis, lo cual acarrea una consecuencia sobre la psicopatología: la
concepción de sujeto propia del psicoanálisis implica la resistencia del caso a la tipificación, en tanto es considerado
un efecto que es hueco, desgarro, agujero, aquello que no encaja en el saber universal, es decir: lo inclasificable
por excelencia.
Ello no implica un nominalismo que reniega de la clínica y la transmisión. Más bien de lo que se trata es de
la transmisión del efecto sujeto, singular, único e irrepetible. Donde inclasificable no quiere decir lo excepcional, el
“caso raro” o de difícil diagnóstico sino, fundamentalmente, lo que en cualquier caso escapa, no subsumiéndose en
ninguna clasificación: lo radical del sujeto del inconsciente.
26
Lacan, J. (1955-56/1984): El seminario. Libro 3: “Las psicosis”, op. cit., pág. 262.
momento en que el psicoanálisis nace en el lecho de la psiquiatría, se recorta de allí mediante una
interpretación de los puntos débiles, sintomáticos, de esta disciplina, así como ocupándose de lo que la
psiquiatría descarta y reduce al nivel de desechos. Cuando Freud inaugura el campo del psicoanálisis lo hace
con un análisis quirúrgico27 de los fundamentos de la teoría de la histeria elaborada por Charcot, descubriendo y
demostrando que no puede tratarse de un problema orgánico sino de algo relativo al modo en que el ser
hablante se relaciona con las representaciones que lo afectan, sentando las bases de lo que se constituirá más
tarde como una teoría del síntoma absolutamente distinta de las teorías médicas y que, por añadidura, dará
lugar a una nueva concepción del sujeto (dividido, es decir no centrado en sí mismo) y del cuerpo (erógeno y
por ende alterado en su “funcionalidad” biológica).
Ello explica, con argumentos distintos a los ya mencionados pero que deben sumarse a los mismos, por
qué la psicopatología, la psiquiatría y el psicoanálisis no se recubren. A la vez que da cuenta de por qué la
práctica y la teoría psicoanalíticas entran en confrontación con las teorías psiquiátricas y sus aplicaciones. En la
Conferencia 16 Freud señala que, si bien no son prácticas contradictorias hay un punto donde ambas
disciplinas divergen en la pregunta por la causa del síntoma: si la psiquiatría se conforma con las teorías de la
herencia o la degeneración, el psicoanálisis avanza y plantea la cuestión del mecanismo de formación de
síntomas y su etiología sexual, incluyendo en la pregunta por la producción del síntoma el modo en que el que
lo padece está allí involucrado. Y, fundamentalmente, la modalidad singular en que ese síntoma se despliega y
las transformaciones que se producen por el encuentro con “la persona del médico”, es decir, lo atinente al
campo de la transferencia. Cuando el síntoma deja de ser un fenómeno objetivable y descriptible para pasar a
ser efecto de un mecanismo complejo que toma forma en un desarrollo discursivo -que incluye e implica
necesariamente a quien lo formula así como a quien lo escucha y lo lee- se plantea una brecha irreversible con
la norma psiquiátrica, y la psicopatología que surge de allí será indefectiblemente muy otra.
En este sentido, si la psiquiatría sostiene el ideal de la extirpación del síntoma, proponiéndose el
sometimiento de lo desviado para forzarlo a “retornar” al campo de la “normalidad” por todos los medios que
fueran necesarios -tal como lo ha destacado Foucault28-, desconociendo su “valor de verdad” y reduciendo la
subjetividad a pautas de funcionamiento yoico, el psicoanálisis pone en juego la sexualidad articulada a la palabra
en el fundamento de los síntomas, la importancia del síntoma en la constitución del sujeto y la transferencia como
herramienta fundamental de la cura.
En consecuencia, el descubrimiento freudiano no es tanto el de un instrumento terapéutico como el de una
concepción, una ética y una política del síntoma, que encontró en sus seguidores, especialmente en la enseñanza
de Jacques Lacan, la fundamentación y el despliegue que hacen del psicoanálisis un modo de lectura de los
síntomas “sociales”.
En la clase del 4 de noviembre de 1971 de El saber del analista, Lacan invita a distinguir entre
psiquiatría y psiquiatrería. Lo que nos recuerda cuando, en otro texto, dice que él no hace lingüística sino
lingüistería. Psiquiatrería es lo que habilita al psicoanálisis como un modo de leer los efectos de la psiquiatría (y
27
Cf. Freud, S. (1893), "Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices e
histéricas". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1979., t. I., 191-210.
28
Cf. Foucault, M. (1973-74 [2003]), El poder psiquiátrico, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005.
de sus improntas en la cultura y sobre la subjetividad moderna) como síntoma a su vez, y en tanto tal
merecedor de una interpretación que lo haga decir su verdad. Esto, que no nos pone a salvo automáticamente
de recaer en las mismas huellas que el pensamiento psiquiátrico, nos permite sostener una posición de
escucha y de lectura que, justamente, no desconoce que nos rige la ley del malentendido en un campo que es
el demarcado por los efectos de goce. Si la práctica del psicoanálisis implica un modo de hacer con eso
imposible de soportar, ser hospitalarios, o sea, hacer lugar a la palabra de aquellos que hablan en lenguas
extrañas -las lenguas del padecimiento subjetivo- permite, más que hacer diagnósticos (y medicar en
consecuencia), hacer una práctica que incluye al diagnóstico pero no para engrosar una estadística sino para
alojar a lo que arruina todo esfuerzo estadístico: la singularidad. Esto nos da pie justamente para plantear un
tercer enfoque de la psicopatología.
3) ENFOQUE ESTADÍSTICO
DSM V
Una breve nota aparte merece la reciente aparición de la última edición del DSM que, en un esfuerzo
más, suma una nueva adaptación de esta obra cuya primera versión, de 1952, fue realizada a partir de un
trabajo de elaboración iniciado en 1948. Esta versión remplazará al ya familiar DSM-IV, publicado en 1994, cuya
última versión (el DSM-IV TR) data del año 2000.
Su suerte parece estar echada, dado que se puede verificar ya que existen varias voces autorizadas
que anticipan consecuencias negativas de la nueva versión, al punto que algunas organizaciones profesionales
del ámbito de la salud mental han anunciado que no lo tomarán en cuenta.
Como lo ha señalado Leonardo Leibson en un excelente artículo al respecto: “Entre esas voces se
destaca la de Allen J. Frances (médico psiquiatra nacido en Nueva York en 1942) quien dirigió el grupo de
trabajo que produjo la cuarta versión del DSM y que se ha pronunciado ahora como uno de los primeros y
principales críticos de esta quinta versión. Algunas cuestiones que este profesional plantea acerca de las
debilidades de esta obra son29: “Pobre e inconsistente redacción: Quizás no debería causar sorpresa que un
proceso defectuoso haya logrado un producto defectuoso. El problema más importante es la escritura pobre e
inconsistente. (…) La pobre redacción es también signo de un mal pronóstico, sugiriendo que las secciones de
texto del DSM-V para los variados trastornos podrían eventualmente ser inconsistentes, variables en calidad y a
veces incoherentes.” “Decir que algo está mal escrito no es solo una cuestión convencional o un indicio de una
falla estética sino que dice de lo que hace a su elaboración y grado de formalización. Por lo tanto no es una
objeción menor y de hecho Frances la coloca en primer término. De todos modos, deberíamos consignar que la
redacción de los DSM sigue una línea y un estilo que se ajusta a su objetivo primero: ser, como su nombre lo
indica, un Manual destinado a que las estadísticas se efectúen siguiendo parámetros homogéneos. O sea, que
el DSM no es (ni debería pretenderlo) un verdadero tratado de Clínica Psiquiátrica, sino un procedimiento de
atribución de diagnósticos de la manera menos equívoca posible con fines estadísticos. O sea, una muestra del
ideal de encontrar “una lengua bien hecha”. Por esto, que se lo termine utilizando en buena parte del mundo
como la fuente principal y casi excluyente del saber psiquiátrico es algo que no debe dejar de sorprendernos e
inquietarnos. Sigamos con las objeciones planteadas por A. Frances: “En términos de contenido, son más
preocupantes las muchas sugerencias del DSM-V que podrían dramáticamente incrementar las tasas de
trastornos mentales. Esto aparece de dos maneras: (a) Nuevos diagnósticos que podrían ser extremadamente
comunes en la población general (especialmente después del marketing de una siempre alerta industria
farmacéutica). (b) Umbrales diagnósticos más bajos para muchos desórdenes existentes. El DSM5 podría crear
decenas de millones de nuevos mal identificados pacientes (…) exacerbando así, en alto grado, los problemas
causados por un ya demasiado inclusivo DSM-IV. Habría excesivos tratamientos masivos con medicaciones
innecesarias, caras, y a menudo bastante dañinas. El DSM-V aparece promoviendo lo que más hemos temido:
la inclusión de muchas variantes normales bajo la rúbrica de enfermedad mental (…)”.
Entre estos nuevos diagnósticos problemáticos, innovaciones que el DSM V aporta y que motivan
semejante comentario (y, remarquemos esto, no proveniente de un psicoanalista ni de un “antipsiquiatra”, sino
de un psiquiatra que formó parte de la elaboración de la versión anterior del DSM), se encuentran cosas tales
como: el “síndrome de riesgo de psicosis”30; el “trastorno mixto de ansiedad depresiva”31; el “trastorno
29
Cf. Frances, A. “Abriendo la caja de pandora. Las 19 peores sugerencias del DSM V” en
http://www.sepypna.com/documentos/criticas-dsm-v.pdf
30
Respecto del cual dice Allen Frances: “es ciertamente la más preocupante de las sugerencias hechas para el DSM-
V. La tasa de falsos positivos sería alarmante, (…) y aparentemente mucho más alta una vez que el diagnóstico sea oficial,
cognitivo menor”32; el “trastorno de atracones” (binge eating disorder)33. Y, siguiendo con la lista de la
“innovaciones”: el “trastorno disfuncional del carácter con disforia” (“una de las más peligrosas y pobremente
concebidas sugerencias para el DSM-V y una mal orientada medicalización de los exabruptos del carácter”); la
categoría de “adicciones conductuales” que sería incluida en la sección de adicciones a sustancias y podría
cobrar vida con un trastorno del juego patológico; el “trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad”
(“contribuyendo a aumentar las tasas de TDAH, acompañado de un generalizado abuso de medicaciones
estimulantes para la mejora del desempeño y la emergencia de un gran mercado secundario ilegal”); el
“trastorno de espectro de autismo” (“el desorden de Asperger colapsaría en esta nueva categoría unificada”); la
“medicalización del duelo normal”.34
para el uso general, y se convierta en un blanco para las compañías farmacéuticas. Cientos de miles de adolescentes y
jóvenes adultos (…) recibirían una innecesaria prescripción de antipsicóticos atípicos”, fármacos que tienen importantes
efectos adversos como el aumento de peso, y cuya eficacia en la prevención de brotes psicóticos no está demostrada
31
Que “toca síntomas no específicos que están ampliamente distribuidos en la población general y podría, de ahí en
más, convertirse inmediatamente en uno de los más comunes de los desórdenes mentales en el DSM-V. Naturalmente su
rápido encumbramiento a proporciones epidémicas podría ser fácilmente asistida por el marketing farmacéutico.” (Frances,
op. cit.).
32
“(…)definido por síntomas inespecíficos de desempeño cognitivo reducido, que son muy comunes (quizás hasta
ubicuos) en personas de más de 50 años.” (Frances, op. cit.)
33
“Las decenas de millones de personas que se dan estos atracones una vez a la semana por 3 meses podrían, de
pronto, tener un “trastorno mental”, sujetándolos al estigma y a medicaciones de probada ineficacia.” (Frances, op. cit.)
34
Leibson, L.: “Un esfuerzo más: el DSM V o el avance de la psiquiatrización de la vida cotidiana”, en Revista
electrónica Intersecciones Psi, Facultad de Psicología, UBA.
35
Lacan, J. (1967) “Breve discurso a los psiquiatras”, traducción y notas de Ricardo E. Rodríguez Ponte, inédito.
notable, citamos la misma conferencia recién mencionada, Pequeño discurso a los psiquiatras, donde afirma:
“la psiquiatría entra en la medicina general sobre la base en que la medicina general entra ella
misma enteramente en el dinamismo farmacéutico”.36
Esta crítica a la psiquiatría absorbida por la industria farmacológica es aplicable a los manuales DSM. Y
Lacan define a continuación sus consecuencias clínicas:
Por lo tanto, concluimos que este modelo en la actualidad, por su grado de desagregación y pérdida de
coherencia interna, tiende a perder vigencia y situarse en tensión con otros modelos explicativos que recuperan la
importancia de la subjetividad.
Para concluir
En este sentido, nos parece necesario justificar este ordenamiento propuesto en lo siguiente: si abordamos
críticamente las nociones psiquiátricas que dan lugar a un enfoque descriptivo de la psicopatología, lo hacemos no
con el fin de desestimarlas sino de convertirlas en herramientas pertinentes y útiles en la senda que conduce a la
elaboración del diagnóstico del padecimiento. En función de la necesidad de esta elaboración, objetamos los
enfoques que confeccionan diagnósticos a partir de la mera agrupación de síntomas, o por rasgos de carácter, ya
que pierden el rumbo al ordenarse exclusivamente por la descripción. Al tiempo que ponemos también en cuestión
las perspectivas unilaterales que tienden a considerar las “estructuras clínicas” provenientes del psicoanálisis -
neurosis, psicosis y perversión- a partir del aislamiento de un único mecanismo específico -Verdrängung,
Verleugnung, Verwerfung-, así como aquellos que las consideran las tres estructuras que ordenan y recubren toda
la psicopatología. Por lo demás, privilegiamos la singularidad del diagnóstico, frente a los sistemas estadísticos que
tienden a reducirla, en una tendencia a la generalización y a la uniformidad que le quita a la psicopatología todo viso
humanista. Respecto de esa singularidad, y su concomitante opacidad, nos ocuparemos en un capítulo posterior -
no sin antes dedicarnos a la paradójica concepción del sujeto en psicoanálisis, que será explicativa de aquella
opacidad.
36
Lacan, J. (1967): “Breve discurso a los psiquiatras”, inédito.
37
Ibíd.
16ª conferencia. Psicoanálisis
y psiquiatría
223
148
.· . .i
vo? Ni siquiera a nuestros pacientes les exigímos un acto nos hicimos amigos y lo seguimos siendo hasta el día de
de convencimiento o de adhesión al psicoanálisis. Que· lo hoy. Pero por mucho tiempo no he repetido el ex.perin'lento;
hagan nos resulta a menudo sospechoso. La actitud que m.ás no estaba seguro de obtener idéntico desenlace. 3
deseamos en ellos es la de un benévolo escepticismo. Procu- Ustedes juzgarán, sin duda, que una repulsa tal d2 la dis-
ren ustedes, pues, dejar que la concepción psicoanalítica co- cusión académiqa atestigua un grado particularmente alto
exista y crezca en paz junto a la popular o a la psiquiátrica, de inaccesibilidad a las objeciones, de terquedad o, como lo
hasta que se presenten oportunidades én que ambas puedan suelen expresar lo~ científicos en su cortés lenguaje, de «ex-
influirse, cotejarse y conciliarse en una decisión final. travagante pertinacia»•. Me gustaría responderles que si a
Por otra parte, ni por un instante deben creer que esto costa de tantos trabajos ustedes adquiriesen una convicción,
~ les cabría cierto derecho de sostenerla con alguna tenacidad.
que les presento como concepción psicoanalítica sea un sis-
tema especulativo. Es más bien experiencia: expresión di- Además, puedo invocar en mi favor que en el curso de mis
recta de la observación o resultado de su procesamiento. Si trabajos he modificado mis opiniones sobre algunos puntos
este ú}timo pr.ocedió o no de manera suficiente y justificada, importantes sustituyéndolas por otras nuevas, de lo cual,
he ah1 ?-lgo que se verá con el ulterior progreso de la ciencia; desde luego, h~ce comunicación pública en cada caso. ¿Y el
y por cierto tengo derecho, trascurridos ya casi dos decenios resultado·de.esta sinceridad? Algunos ni siquiera han toma-
Y medio y bastante avanzado yo en la vida 1 a aseverar sin do conocimiento de mis autoenmiendas y todavía hoy me
jactancia que fue un trabajo particularmente dificil intenso critica?: por !esis que desde hace muqho ya_ no significan
Y empeñoso el que brindó estas observaciones. A 'menudo para rm lo nnsmo·, :Los otros me reprochan justam.ente esas
he recibido la impresión de qu~ nuestros oponentes no que- mudanzas y me· declaran por eso mismo poco sólido. ¿No
rían considerar para nada este origen de nuestras asevera- es cierto que quie?- ha cambiado algunas veces sus opiniones
ciones, como si creyesen que no eran sino unas ocurrencias no merece crédito, pues con harta probabilidad puede andar
de.cuno subjetivo a las que otro podría oponer su propio ca- errado también en las aseveraciones que últimamente ha
pncho. Este copiportamiento opositor no me resulta del hecho? Pero al que se atiene, imperturbable, a lo que una
todo comprensible. Quizá provenga de que los médicos se vez expresó o no ~e deja apartar de ello con suficiente rapiw
com.prome~~n muy poco con los neuróticos; oyen con tan dez~ le llaman obcecado y extravagante. ¿Qué puede uno
poc?- aten.c1on lo. ~~e ellos tienen que decirles. que se han hacer, en vista de estos contrapuestos ataques de la critica
enaJenado la pos1b1hdad de extraer algo valioso de sus comuw sino mantenerse como uno es y comportarse como su propi~
nicaciones, y por tanto de hacer en ellos observaciones en juicio lo autorizE:\,? Estoy decidido a esto, y no me abstendré
profundidad. En esta ocasión les prometo que én el curso de de rehacer y corregir todas mis doctrinas según lo exija mi
mis conferencias polemizaré poco, al menos con personas in- experiencia m.ás avanzada. En las intelecciones básicas, hasw
dividuales. Nunca he podido convencerme de la verdad de la ta ahora no he hallado nada que modificar; y espero que en
sentencia .según la cual la guerra es el padre de todas las lo sucesivo sea también así. 4
8 [Hay aquí una.alusión a las controversias, n~ucho más recientes.,
cosas. Creo que proviene de la sofística griega y falla como
que .:i;nantuvo Freud conAdler y Jung, especialm.ente en su «Contri•
esta? por sobr~stimación de la dialéctica. Me parecía, ;l con- bución a la historia del mov:imiento psicoanalítico» (1914d).]
trario, como s1 la llamada polémica científica fu.ese en todo • 4 [El cam.bio fundamental que habían experimentado las concep-
sentido infecunda, prescindiendo de que casi siempre se la ciones de Freud hasta el momento de esta conferencia fue 1 tal vez, su
cultiva con un sesgo en extremo personal. Hasta hace unos abandono de la noción de una cauaación pu.rrunente traumática de las
añ.os.podía_gloriarme, respecto de mí nnsmo, de que con un . neurosis y su insistencia, en lugar de ello, en la importancia de las
mociones.pulsíonales innatas y en el gran papel desempeñado por las
solo mvestigador (Lowenfeld, de Munich) había entablado fantasías. Véase, al respecto, su trabajo sobre la sexualidad en la
una vez una polémica científica en regla. 2 El final fue que etiología de las neurosis (19060:), AE, 7, págs. 165-9. Más tarde, sus
punt<?s de vista sufrieron, por supuesto, otros cambios importantes;
1[Freud tenía alrededor de 60 añ.os a la sazón.] por eJemplo, en lo tocante a la naturaleza de la angustia (cf. lnhibi~
.
2
{La P?lémica giró en torno de las primeras teorías .de Freud sobre ción, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, págs, 147 y sigs,) y al de-
la angustl.8.. Su segundo trabajo sob1·e ese tema (1895/) estuvo entera- sarrollo sexual de la mujer (cf• .mi «Nota introductoria~ a «Algunas
me~t~ consag:r~d.o a las críticas de Lowenfeld. Aunque este nunca consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos»
adhznó a las opiniones de Freud, tuvo más adelante una actitud más (1925j),AE, 19, págs. 261 y sigs,). Pero lo decisivo en años posteriores
favorable hacia ellas. Cf. mi <<Nota introductoria» a. dicho traba'io AE fue la revisión de la teoría de las pulsiones en Más allá del prin•
3, pág. 119.J · ~ ' ' cipio de placer (1920g) y el nuevo cuadro estructural de la psique
224 225
149
Debo pre!J~nt_arles, entc_>nces, la cp-i;icepción__ psicoanalítica en la sala d.e espera y por tanto deja tras sí una habitación
d~ los fenómenos neuróticos. Para ello, me parece indicado desierta; nunca cuando otras personas extrañas esperaron
empalmar con los fenómenos ya tratados, tanto a modo de con él. En este último caso comprende muy bien que es su
analogía como de contraste. He de echar mano a una acción interés n.o ser espiado con las orejas {belauschen} mientras
sintomática* en que veo que incurren muchas p~rsonas en habla con el médicor y jamás omite cerrar cuidadosamente
mis horas de consulta. .F,;_18,Il..alista no atina a hacer gran cosa ambas puertas.
c9p. la gente que lo visita en su consultorio médico para des~ La omisión del paciente obedece entonces a un determi-
plf3gm:- :fre:r;tte a él, en un cuarto de hora, las íainentaciones de _pismo, no es ~ontingente.ni ~arece de sentido; ni siq~iera es
!:!\1:J~gª·yida. Su sab-er'más profundo.le impide pronunciar intrascendente, P.Ues veremos que ilustra la relación del re-
el veredicto a que recurriría átro médico: •«Lo que usted tie- ci~:q. Jl;~gªq.o ~qi;i. -~l ;m.édico. El paciente pertenece al gran nú-
ne no es nada», e impártir el consejo: <<Tome una ligera cura mero de los que claman por una autoridad mundana, de los
de aguas>>. Uno de nuestros colegas~ preguntado por lo que que quieren ser deslumbrados, intimidados. Quizás hizo
hacía con sus pacientes de consultorio> respondió incluso, preguntár telefónicamente cuál era la mejor hora a que po-
con un encogimiento de hombros: «Les impongo una multa día venir y se preparó para encontrarse con un gentío en bus-
de unas buenas coronas>►, Por eso no les.asombrará enterarse ca de asistencia, como si fuera una filial de Julius Meinl. 5
de que aun en el caso de psicoanalistas con mucha clientela Y ahora entra en una sala de espera desierta, por añadidura
las horas de consulta no suelen ser muy concurridas. Yo en extremo modesta, y eso lo perturba. Tiene que hacerle
puse doble puerta en remplazo de la simple que separaba mi pagar al médico su intención de ofrecerle una muestra tan
sala de espera de mi sala de tratamiento y consultorio, re- superflua de respeto y. .. omite eerrar las puertas entre
forzándola además con una cubierta de fieltro. El propósi- sal~ de espera y consultorio. Con eso quiere decirle: <c¡Ah.1
to de este pequeño artificio no es nada dudoso. Ahora bien, Aquí no hay nadie) y probablemente durante todo el tiempo
siempre acontece que personas que hago pasar desde la sala en que yo esté no vendrá nadie tampoco}>. Además, en la
de ~spera descuidan cerrar la puerta tras sí, y por cierto casi entrevista se portaría con total descortesía y falta de respeto
siempre dejan las dos puertas abiertas. Tan pronto lo obser- si desde el comienzo mismo no se le pusiera un dique a su
vo, me obstino, con tono bastante inamistoso, en que el o la arrogancia mediante una tajante reconvención.
ingresan.te vuelva sobre sus pasos para reparar ese descuido, En el análisis de esta pequeña acción sintomática ustedes
por más que se trate de un elegante caballero o de una dama no· encuentran nada que no les sea ya f~ar: la asev~;r?,tjón
empingorotada. Esto hace la impresión de una descortés pe.. de 9.ue no es .contjnge1:1;te, sino que posee un motivo, ,un s~n-
dantería. Y aun en ocasiones me he puesto en ridículo con iicf:ctY....!fP.-_p~op9~1to; qµ~ _perj;~A~~.e""ª, ~~ ti::,ab.~fm. ~~a ,·
esa exigencia, ante una de esas personas incapaces de asir p~squisable y qi,ie, e,n ca~ida~ de peq~~no 1~dic~o, !3,n<;rti~1.~ ',
un picaporte y que ven con agrado que su acompañante les 4.~.:t!:P. proce_so anfr~1gp IJ?._á~ ;I:Aporj;~~te. Pero, sobre todo,
ahorre ese contacto. Pero en la enorme mayoría de los casos que la conciencia de quien la consuma ignora el proceso cuya
yo tenía razón, pues quien se porta de ese modo, qu.ien ...q.~j a marca es la acción misma: ninguno de los pacientes que· han
abierta la puerta que separa la sala de espera del consul- cf~J~do abiertas ambas puertas admitirían que mediante esa
torio del médico, pertenece a la plebe y merece que lo omisión quisieron testim.oniarme su menosprecio. Mucho~,
traten descortésmente. Ahora bien, no tomen ustedes partido probablemente, recordarían haber tenido '?-n conato de des~
antes de oír lo que sigue. Este descuido del paciente, en engaño al ingresar en la sala_de ~pera dE:s1erta; ~er~ el nexo
efecto, no acontece más que cuando se ha encontrado solo entre esta impresión y la acción smto;°ática subs1gu1E;nte_ ha
trazado en El yo y el ello (1923b). Todas estas modificaciones serían permanecido con seguridad desconocido para su conc1enc1a.
examinadas quince años más tarde, en las Nuevas conferencias de Ahora abandonaremos estos pequeños análisis de una
introducci6n al psicoanálisis (1933a).] (En la nota precedente y en acción sintomática para pasar a la observación de un enfer-
todas las que siguen hemos traducido «pulsi6n» cuando Strachey em- mo. Escojo una por tener fresco su recuerdo, y también por-
plea «instinct».} ·
* {Cf. 15> pág. 54. Se entiende que estas rem.isiones internas co- que puede exponerse en breve espacio~ "f!n c.i~rto grado de
rresponden al volumen 15 de la presente eclici6n. La equivalencia, prolijidad es indispensable en una comumcac1on así.
página por página, con las Gesammelte Werke y la Standard Edition,
como aclaramos en la -«Advertencia» (l.5, pág. x, 11,. 5), se dará en el vo- 5 [Se refiere a las colas que, en la época de la guerra, se formaban
lumen 24.} · en Austria en esa conocida cadena de almacenes.]
226 227
150
Un joven oficial, al regresar a la casa con. una breve licen- de inmediato por ~u marido para hacerle los más acerbos re-
cia, me pidió que tomara bajo tratamiento a su suegra, que, proches. El hombre rechazó riendo la imputación e hizo lo
viviendo en las más dichosas condiciones, se amargaba la mejor que podía hacer. Llamó al médico de la casa y de la
vida y la amargaba a los suyos a causa de . una idea dispara- fábrica, quien puf?O todo su empeño en calmar a la desdicha-
tada. De ese modo conocí a una dama de unos 53 años, bien da señora. El ulterior proceder de ambos fue también ente-
conservada, de naturaleza simple y afable, que sin resistirse ramente razonable, La mucama fue despedida, pero la su-
me dio el siguiente informe: Vive en el campo, en feliz-ma- puesta rival no. Desde entonces, una y otra vez, la enferma
trimonio con su marido, quien dirige una gran fábrica. Todo pareció tranquilizarse a punto tal de no dar más crédito al
le parece poco para encomiar el amoroso cuidado que él le contenido de la carta anónima, pero nunca radicalmente ni
dedica. Casada por amor treinta años antes, desde entonces por mucho tiempo=._ Bastaba que oyera nombrar a esa seño-
ninguna nube, ni querella, ni ocasión de celos. Ya bien ca- rita o que la encontrara por la calle para que se le desenca-
sados los dos hijos, el marido y padre, movido por un senti- denase un nuevo ataque de desconfianza, dolor y reproches.
miento de deqer, no quiere darse todavía descanso. Hace un He ahí, pues, la historia clínica de esa honrada señora. No
afio ocurrió lo increíble, incomprensible para ella misma: le hacía falta mucha experiencia psiquiátrica para comprender
llegó una carta anónima donde se le denunciaba que su vir- que, a diferencia de otros neuróticos, había expuesto su· caso
tuoso marido mantenía relaciones amorosas con una mucha- más bien suavizando las tintas, como si dijéramos disímu~
Qha joven, y ella le prestó crédito en el acto; desde entonces lándolo, y que nu:p_ca·había vencido su creencia en la incul-
.quedó destruida su 'dicha. Más en detalle, lo ocurrido fue pación de la carta anónima•
aproximadamente como sigue: ~enía u..na mucama con quien Ahora bien, ¿qué, actitud adopta el psiquiatra frente a un
conversaba quizá demasiado de cosas íntimas. Esta mucha- caso clínico así? Harto lo sabemos: la misma que adoptaría
cha perseguía a otra con una hostilidad animada directa- frente a la acción sintomática del paciente que no cierra las
mente por el odio; ello se debía a que esta última había progre- puertas que dan -a. la sala de espera. La decla_ra una contin-
sado mucho· más en la vida, sin ser de mejor cuna. En lugar gencia sin interés psicológico, y no le da más importancia.
de entrar a trabajar en servicio doméstico, se había procura- Pero esta conducta ya no es viable en el caso patológico de la
do una formación en asuntos de comercio, ingresó en la fábri- señora celosa. La acción sintomática parece ser algo indife-
ca y; a causa de la falta de personal producida por el llama- rente, pero el sínton;ta se impone como importante. Va conec-
miento a filas de los empleados, fue promovida a un buen tado a un intenso sufrimiento subjetivo, y objetivamente
puesto. Ahora vivía en la propia fábrica, tenía trato con caba- amenaza la conviyencia de una familia; es, por tanto, un
lleros y aun se hacía llamar señ.orita. La que se había queda- objeto insoslayable del interés psiquiátrico. El psiquiatra in-
do atrás en la vida estaba naturalmente dispuesta a decir to- tenta primero caracterizar el síntoma mediante una propie-
do el mal posible de su antigua compañ.era de escuela. Un día dad esencial. La idea con que esta mujer se martiriza no ha
conversaba nuestra dama con su mucama acerca de un señor de llamarse disp~e'.tada en sí misma; ocurre, en efecto, que
anciano que habían recibido en la c~sa, y de quien se sabía hombres casados de edad avanzada mantienen relaciones
que no vivía con su mujer~ sino que mantenía una relación amorosas con mu.chachas jóvenes. Pero otra cosa hay aquí
con otra. Ella no sabe cómo fue que de pronto dijo: «Para disparatada e incomprensible. El único fundamento que
mí sería lo más terrible enterarme de que mi buen esposo tiene la pacient~_para creer que su tierno y fiel esposo perte-
tiene tam.bién una relación». Al día siguiente recibió por el nece a esa categoría de hombres -no tan rara, por lo demás-
correo una carta anpnima que 1 con escritura disimulada, le es la aseveración de la carta anónima. Sabe que ese escrito
comunicaba eso mismo que ella, por así decir, había conju- no posee fuerza probatoria alguna, puede esclarecerse satis-
rado. Extrajo la conclusión -probablemente acertada- de factoriamente su origen; debería poder decirse, entonces, que
que la carta era obra de su maligna mucama~ pues señ.ala- no tiene fundam~nto para sus celos, y así se lo dice; no obs-
ba como la amada del marido precisamente a esa señorita tante, sufre como si admitiera la total justificación de esos
a quien la sirvienta perseguía con su odio. Pero aunque se celos. A ideas de este tipo, inaccesibles a argumentos lógicos
percató e1;1-segu;i.da de la intdga y en su lugar de residencia y tomados de la realidad, se ha convenido en llamarlas ideas
había vivído sobrados ejemplos de la poca fe que merecían delirantes. La buena señora padece, pues, de un delirio de
tales cobardes denuncias, aconteció que esa carta la hizo de- celos. He ahí la característica esencial de ese caso patológico.
rrumbarse al instante. Presa de una terrible _emoción, envió Tras esta prime;ra comprobación, nuestro interés psiquiá-
228 229
151
trico se avivará con fuerza todavía mayor. Si una idea deli- toria, sus ul~eriores pensamientos, ocurrencias y recuerdos.
rante no puede ser desarraigada refiriéndola a la realidad> Asev:eró que na~a se le ocurría, lo había dicho todo, y tras-
no ha de provenir de esta. ¿Y de dónde vendría entonces? curridas dos sesiones fue preciso interrumpir realmente el
~xisten ideas delirantes del más diverso contenido; ¿por qué ensayo con ella, pues había proclamado que ya se sentía
Justamente los celos son en nuestro caso el contenido del s~a Y e~~aba segura de que la idea enfermiza no reaparece-
delirio? Aquí querríamos escucharlo al psiquiatra, pero aquí na. Lo d1Jo, desde luego, sólo por resistencia y por angustia
mismo nos deja en la estacada. Se internarái ~xclusivamen- frente al?- prosecución del análisis. Pero en esas dos sesiones
te, en una sola de las cuestiones que hemos planteado. Inves- había deJado caer algunas observaciones que permitieron
tigará en la historia familiar de esta señora y nos aportará una interpretación determinada, y aun la hicieron inevita-
quizás esta respuesta: ~<Ideas delirantes se presentan en ble; y esta interpretación echa una luz fulgurante sobre la
aquellas personas en cuyas familias han aparecido repetidas génesis de su delirio de celos. Había dentro de ella un intenso
veces estas y otras perturbaciones psíquicas». Con otras pa~ en~oramiento por un hombre joven, ese mismo yerno que
labras, esta señora ha desarrollado una idea delira11te porque la_mst6 a buscarme en calidad de paciente. De este enamora-
estaba predispuesta a causa de una trasmisión hereditaria. rmento, ella no s~ía nada o quizá muy poco; dada la relación
Es por cierto algo) pero, ¿es todo lo que queremos saber? de parentesco ex~stente, esta amorosa inclinaci6n podía
¿To_do lo que ha cooperado en la causación de este caso pato- enmascararse fácilmente como una ternura inocente. Tras
l6gico? ¿Tendremos _que contentarnos con suponer que es todas las exp~riencias que hemos recogido en otras partes, no
·indiferente, arbitrario o inexplicable que se haya desarro- nos :esulta ~ñcil u.na comprensión e.mpática {einfühlenJ de
llado un delirio de celos en vez de cualquier otro delirio? ¿Y es la vida anímica de esta decente señora y honrada. madre
lícito que entendamos también en sentido negativo el aserto de 53 a~os. ~n enamoramiento así, que sería algo mons-
que proclama el predominio de la influencia hereditaria, a truoso, lmpos1ble, no pudo devenir conciente· no obstante
saber, que son indiferentes las vivencias que sobrevinieron a P~✓rsistió y, en calidad de inconciente, ejerció ~a seria pre:
esta alma pues estaba condenada a producir ·alguna vez un s1on. Alguna cosa terúa que acontecer con él, algún remedio
delirio? Querrán ustedes saber por qué la psiquiatría cientí- tenía que buscarse, y el alivio inmediato lo ofreció sin duda
fica no quiere darnos más referencias. Pero yo les respondo: el mecanismo del desplazamiento, que con tanta regularidad
¡Maldito sea quien dé más de lo que tiene! Digamos que el toma parte en la génesis de los celos delirantes. Si no sólo
psiquiatra, justamente, no conoce ningún camino que lo haga ella, una señora mayor, se había enamorado de un hombre i.
joven, sino también su anciano marido mantenía un.a rela-
avanzar más en el esclarecimiento de un caso de esta índole.
Tiene que conformarse con el diagnóstico y una prognosis ción amorosa con una joven muchacha3 entonces su con-
ciencia moral se descargaba del peso de la infidelidad. La ..:_:
u
del desarrollo ulterior, prognosis insegura por rica que sea
su experiencia. f8:1-tasía de la infidelid~d del marido fue entonces un paño
fr10 sobre su llaga ardiente. Su propio amor no le había
Ahora bien, ¿puede el psicoanálisis dese:tnpeñ.arse mejor?
Sí, por cierto; espero mostrarles que aun en un caso así de devenido cc;>ncielite, pero el reflejo de él, que le aportaba
tan dificil acceso, es capaz de descubrir algo que posibílite esa ventaja, ahm;a se le hizo conciente de manera obsesiva
la comprensión más directa. Primero, les ruego que atiendan delirante. Todos los argumentos en contra no podían, desd~
a este pequeñ.o detalle: fu.e la propia paciente quien provocó lueg~, dar fruto alguno, pues sólo se dirigían a la imagen
esa carta anónima que sirve de apoyo a su idea delirante, refl.eJada, no al modelo a que aquella debía su poder y que
acechaba inatacable en lo inconciente.
cuando, el día anterior, dijo a la intrigante muchacha que su
máxim.a desventura sería que su marido mantuviera una ~esum~I?ºª ah.ar~ lo que un breve y dificultoso empeño
psicoanalítico aporto para la comprensión de este caso clí-
relación amorosa con una muchacha joven. Sólo entonces nico, suponiendo, desde luego, que nuestras averiguaciones
concibió la servidora la idea de enviarle la carta anónima. La
se hayan realizado correctamente, cosa que no puedo some-
idea delirante cobra así una cierta independencia de la carta; ter aquí al juicio de ustedes. En primer lugar: La idea deli-
ya antes había estado presente como temor -¿o como de-
rante ha dejado. de s?r algo disparatado o incomprensible,
seo?- en la enferma. Ahora agreguen ustedes algunos
posee pleno sentido, tiene sus buenos motivos, pertenece a la
pequefios indidos más que sólo dos sesiones de análisis han
trama de una vivencia, rica en afectos,. de la enferma. En se-
brindado. La paciente se comportó con mucha renuencia gundo lugar: ~s necesaria como reacción frente a un proceso
cuando se la exhortó a comunicar1 tras el relato de su his-
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230
152
animico inconciente colegido por otros indicios, y precisa- «·evitaciones» muy estrictos. 7 Tanto en el aspecto positivo
mente a esta dependencia debe su carácter delirante> su re- cuanto en el negativo ella rebasa a menudo la medida cul-
sistencia a los ataques basados en la lógica y la realidad. Es turalmente deseada. Ahora bien, cuál de estos tres factores
a su vez algo deseado, una suerte de consuelo. En tercer lu- operó en nuestro caso, si dos de ellos, si todos se conjuga-
gar: La vivencia que hay tras la contracción de la enferme- ron, no puedo decírselo a ustedes, pero únicamente porque
dad determina unívocamente que habría de engendrarse no me fue permitido proseguir el análisis del caso más allá
una idea de celos delirantes y ninguna otra:. cosa. 6 Bien lo re- de esas dos sesiones.
cuerdw.1. ustedes: el día anterior había manifestado_ a esa mu-
chacha intrigante que lo más terrible sería que su marido le
fuera infiel. No descuiden tampoco las dos huportantes ana- Ahora caigo en la cuenta, señ.ores míos, de que he hablado
logías. con la acción sintomática que hemos analizado, asa- de cosas que ustedes todavía no están preparados para com-
ber: en cuanto al esclarecimiento del sentido o del propósito y prender. Lo hice con el fin de comparar la psiquiatría con el
·en ~uanto a la dependencia de algo inconciente que estaba da- . psicoanálisis. Pero hay algo que tengo derecho a preguntar-
do dentro de 1~ situación. les: ¿Han observado alguna contradicción entre ambos? _La
Con ello, desde luego, no quedan respondidas todas las psiquiatría no aplica los métodos :téGm~os del _p_s_icoan4lisis,
preguntas que pudimos plantearnos a raíz de este caso. lY.[ás omite todo otro anudamiento con el contenido de la idea de-
bien, él rebosa de otros problemas, unos que todavía nos lirante y, ai·remitirnos a la herencia, nos proporciona una
.resultan_ insolubles y otros que no se dejan solucionar a causa etiología muy genei::al y. i;emota, ~P.:_Y~~ _~e pon~r d_e. ID:ani-
de lo desfavorable de las circunstancias. Por- ejemplo,,¿por fiestp primero la_ causacj.(5:,;i m~ ..P.ª-ttiPJJJ~~ Y. pr(i:pma. Pero,
qué esta señora, que vive un inatrin'lonio dichoso, sufre un ¿hay ahí una contradicción. una oposición? ¿No es más bien
enamoramiento hacia su yerno, y por qué el alivio, que tain- un completam.ie1;1.to? ¿Acaso el factor hereditario contradice
:.· .. bién habría sido posible por otras vías, ocurre en la fonna la importancia de la vivencia? ¿No se conjugan ambos, más
de un espej amiento así; de una proyección de s~ propio es- bien, de la manera más eficaz? Me concederán que ~P: J~ na-
tado sobre su marido? Y no crean ustedes que es ocioso o turaleza del tr~bajo psiquiátrico no hay nada que pudiera
pretencioso plantear tales preguntas. Disponem.os ya de mu- rébelarse 'contrit., la investigación psicoanalítica. Son enton-
cho material para una respuesta posible .. Esta señora se en- ces los psiquiatras los que se resisten al psicoan~s, no la
cuentra en la edad crítica que trae a la·necesidad sexual psiquiatría. El psicoanálisis es a la psiquiatría lo que la his-
femenina una intensificación indeseada y repentina; quizás toiog:(a a la anatomía: esta estudia las formas exteriores de
esto baste por sí solo. O tal vez quepa agregar- que su marido~ los órganos; aqµella, su constitución a partir de los tejidos y
bueno y fiel, desde hace muchos añ.os ya no pose€: aquella de las células. Es inconcebible una contradiccíón entre estas
capacidad de rendimiento sexual que esta seño~~a bien con- dos modalidades de estudio) una de las cuales continúa a la
servada necesitaría para satisfacerse. La experiencia nos ha z;tra. Como saben, la anatomía es hoy para nosotros la base
hecho notar que justamente esos maridos, cuya_fidelidad se
descuenta, se distinguen por una particular ternura en el
de una medicina científica, pero hubo un tiempo en que es~
taba tan prohibido disecar cadáveres humanos para averi-
trato con sus esposas y por una inhabitual paciencia hacia guar la constitución interna del cuerpo como lo parece hoy
sus achaques nerviosos. Y hasta quizá no sea indiferente que ejercer el psicoanálisis para averiguar la fábrica interna de
fuera el joven marido de una hija quien deviniera objeto de la vida del alma. Y previsiblemente, en una época no muy
este enamoramiento patógeno. Un fuerte lazo erótico con la lejana comprend!3remos que no es posible una psiquiatría
hija, que en su último fundamento se reconduce a I:=t- consti- profundizada en sentido científico sin un buen conocimiento
tución sexual de la madre, a menudo halla el camino para de los procesos de _la vida del alma que van por lo proftu1.--
proseguirse en una trasmudación de esa índole. En este con- do, de los procesos inconcientes.
texto, quizá me sea lícito recordarles que la relació.n entre Ahora bien, quizás el psicoanálisis~ tan combatido? tiene
suegra y yerno fue juzgada desde siempre espinosa por los entre ustedes también amigos que verían coh buenos ojos
seres humanos, y entre los primitivos dio ocasión a tabúes y que se lo pudiera justificru.· desde ot-ro costado, el costado te-
6 (Esta oración no aparece con la misma claridad en algunas de las
primeras ediciones alemanas.] 7 Véase mi libro Tótem y tabú (1912-13). [~<Ensayo!>►, AE, 13, págs.
21 y sigs.]
232 233
153
rapéutico. Ustedes saben que nuestra terapia psiquiátrica no
ha sido capaz hasta ahora de influir sobre las ideas deliran-
tes. ¿Podrá hacerlo acaso el psicoanálisis gracias a su intelec-
ción del mecanismo de estos síntomas? No, señores núos, no
puede; al menos provisionalmente, es tan impote.nte contra
esta enfermedad como cualquier otra terapia. Podemos com-
prender, es verdad, lo que ha ocurrido dentro del enfermo,
pero no tenemos medio alguno para hacer que él mismo lo
comprenda. Acaban de escuchar que yo no. pude llevar el
análisis de aquella idea delirante más allá de los primeros
esbozos. ¿Afirmarán por ello que el análisis de esos casos
es desestimable porque no arroja fruto? Creo que no, en
modo alguno .. Tenemos el derecho, más aún, el deber, de
cultivar la investigación sin mirar por un· efecto úti~ inme-
diato. Al final -no sabemos dó:q.de ni cuándo- cada par-
tícula de saber se traspondrá en un poder hacer, tam.bién en
un poder hacer terapéutico. Aunque para todas las otras for-
mas de contracción de enfermedades nerviosas y psíquicas el
psicoanálisis se mostrara tan huero de éxitos como en el caso
de las ideas delirantest seguiría ·siendo, con pleno derecho, j t
8 [La última de las conferencias de esta serie Oa 28ª) tiene por tema
el psicoanálisis como método de psicoterapia.]
234
154
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA.
EL LUGAR DEL PSICOANÁLISIS EN
LA MEDICINA
Jacques Lacan
¿Cuál era mi objetivo cuando hace tres años tomé, en tanto que psicoanalista
y antes pediatra, un servicio para los Niños Enfermos? Era doble: yo quería
introducir, en la medida de lo posible, una colaboración entre pediatras y
psicoanalistas de buena voluntad, trabajando en un mismo equipo y deseo-
sos de comunicar entre sí. Se trataba de ver lo que el psicoanálisis podría
aportar a los pediatras, e inversamente. Yo estaba igualmente preparada, dis-
ponible, para responder a toda demanda que podría recibir de parte de los
otros equipos médicos del hospital.
1
Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textos-fuente de esta traduc-
ción, véase, al final, el Anexo 1. Las notas, así como lo incluido entre llaves, es de
la traducción.
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Las primeras demandas que me fueron dirigidas eran del dominio de la psi-
cología y de la psicometría, lo que no tiene nada que ver con el psicoanáli-
sis. Es cierto que el rol del psicoanalista no es suministrar datos cifrados en
máquinas electrónicas. Se trata de otra cosa y hablamos desde otro lugar.
Progresivamente, pude obtener que me sean formuladas preguntas precisas
para cada caso que se trataba de dirigir al psicoanalista, o al psi... no se sabía
qué.
2
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Sr. KLOTZ — No es todos los días que uno tiene la posibilidad de poder in-
terrogar a analistas de la clase de los que están en esta mesa. Voy entonces a
entrar inmediatamente en lo vivo del asunto y formular a mi colega Lacan
algunas cuestiones preliminares.
¿No cree que los médicos verían con mejores ojos el recurso al psicoanálisis
si la práctica de éste estuviera democratizada? Sé bien que las consultas de
especialistas son todas muy costosas, pero cada especialista acepta dispensar
su ciencia o su talento en consultas hospitalarias. Al contrario, el carácter
dispendioso de las consultas es considerado por la mayoría de los analistas
como una de las condiciones necesarias del éxito de la cura psicoanalítica.
Hacen de eso una cuestión de principio. A priori, uno está siempre tentado a
dudar del valor de un principio demasiado cómodo o demasiado ventajoso.
A propósito de esto, por otra parte, es interesante citar este texto profético
de Freud, quien escribe: «no debiendo estar las enfermedades neuróticas
abandonadas a los esfuerzos impotentes de caridades particulares, se edifi-
carán establecimientos, clínicas, que tengan a su frente médicos psicoana-
listas calificados donde se esforzará, con la ayuda del análisis, a que con-
serven su resistencia y su actividad a hombres que, sni eso, se abandona-
rían a la bebida, a mujeres que sucumben bajo el peso de frustraciones, a
niños que no tienen otra elección que entre la depravación y la neurosis.
Estos tratamientos serán gratuitos. Quizá se precisará mucho tiempo antes
de que el Estado reconozca la urgencia de estas obligaciones, las condicio-
nes actuales pueden demorar notablemente estas innovaciones y es proba-
ble que los primeros institutos de este género serán debidos a la iniciativa
privada, pero un día u otro la necesidad de esto habrá de ser reconocida». 2
¿No cree usted que, para aproximar la enseñanza del psicoanálisis a la ense-
ñanza de la medicina, y, por consiguiente, para aproximar esas dos discipli-
nas, conviene democratizar la enseñanza del psicoanálisis? Actualmente, un
psicoanálisis didáctico cuesta al alumno alrededor de 100.000 viejos francos
por mes, y esto durante un tiempo variable que va de 2 a 4 años, término
medio. Independientemente del hecho de que esta forma de enseñanza es
fundamentalmente antidemocrática, veo en ello otro escollo. Un ser humano
que se haya impuesto semejante sacrificio financiero, que deberá a veces en-
tregarse a una segunda ocupación subalterna para cumplir con sus obligacio-
nes respecto de su analista, no puede no estar marcado por esas circunstan-
2
Traduzco según cita en francés el Sr. Klotz. El lector confrontará el párrafo en:
Sigmund FREUD, «Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica» (1919 [1918]),
en Obras Completas, Volumen 17, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, pp.
162-163.
3
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Esta enseñanza tan poco democrática, ¿es por otra parte una enseñanza? Los
vínculos que se establecen entre el candidato psicoanalista y su psicoanalista
educador, a quien ve de 3 a 4 veces por semana, en la posición del diván, no
son los que unen a un alumno y un maestro, sino más bien los vínculos eso-
téricos y rituales que unen a un neófito y un iniciado. No se trata de una en-
señanza sino de una ordenación, y durante mucho tiempo el iniciador ejerce-
rá sobre su iniciado una influencia psicológica muy particular. ¿No cree us-
ted que es preciso buscar y encontrar las bases de una enseñanza, verdadera-
mente científica del psicoanálisis?
Toda empresa humana arriesga a petrificarse, la que toma sus medios por su
fin. ¿No cree usted que hay ahí un peligro cierto para el psicoanálisis? Cier-
tamente, el aporte del psicoanálisis freudiano parece capital para la com-
prensión del desarrollo de la personalidad, del nacimiento a la edad adulta,
y, no habiéndolos estudiado yo mismo, no veo ninguna razón para poner en
duda el carácter científico de los estadios orales, anales, pregenitales, genita-
les de la semántica psicoanalítica. Pero al lado de estos datos están todos los
de la biología, de la sociología, todas las influencias de las condiciones cul-
turales y de trabajo que no carecen de resonancias sobre el equilibrio psíqui-
co de los individuos. ¿No cree usted que al cerrarse a todas esas influencias,
y al limitarse voluntariamente al esquema de la dinámica psicoanalítica, es
decir a los conflictos y a los complejos clásicos, numerosos psicoanalistas
que se dicen ortodoxos desarrollan en sí cierta paresia de la imaginación,
frenando todo impulso creador? Esa monotonía de las respuestas y de los
conceptos psicoanalíticos decepciona a cierto número de internistas deseo-
sos de confiar su enfermo a un analista, y estoy tanto más cómodo para for-
mular esta pregunta al Doctor Lacan cuanto que precisamente él pertenece,
al contrario, a la categoría de los innovadores.
Ahora bien, desde este punto de vista, desde el punto de vista de la terapéu-
tica, los médicos se preguntan si es verdaderamente un enriquecimiento para
un psicoterapeuta de inspiración analítica no conocer nada o no querer cono-
cer nada de las otras armas de la psiquiatría y de la psicoterapia. ¿Hay ver-
daderamente interés en limitar la actividad del analista a su técnica pura, y
no es, por algún lado, él también un psiquiatra, amputado?
4
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Sra. AUBRY — Creo que para los problemas terapéuticos que resultan de la
aplicación del análisis, responderemos más bien en un segundo estadio. ¿Si
el Sr. Royer quiere tomar la palabra?
Muy poco tiempo nos fue necesario para que nos demos cuenta de que éra-
mos torpes en el manejo de las relaciones humanas y que así sembrábamos a
nuestro alrededor mucha desdicha. Es por esto que yo buscaba, desde hace
mucho, a alguien en posesión de técnicas psicológicas adaptadas a mi de-
manda. Yo no tenía a priori ninguna preferencia a favor del psicoanálisis
más bien que otras técnicas, siendo muy ignorante de esos métodos, y sim-
5
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
En segundo lugar, deseaba que a partir de los documentos que nos suminis-
traba un psiquiatra a propósito de esto, pudiéramos cambiar la naturaleza de
las relaciones, de las conversaciones y de las direcciones de espíritu que
otorgamos durante años a nuestras relaciones con las familias y los niños
enfermos, y ver si, poco a poco, podíamos elaborar una doctrina o hábitos
de espíritu completamente diferentes de los que teníamos hasta entonces.
Había pues una serie de cuestiones para las cuales yo requería un estudio
psicológico que ninguno de nosotros podía llevar a buen puerto.
La segunda cuestión se reúne con una de las formuladas por Klotz. La Sra.
Raimbault está vinculada al INSERM.3 Ella practica por lo tanto estas técni-
6
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Este ejemplo propone una nueva cuestión, que es la del psicoanalista de in-
vestigación, y me gustaría tener la opinión de ustedes también sobre este
punto.
3
Institut de la Santé et de la Recherche Médicale.
7
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Lo que yo creía que tenía que aportar a una reunión como ésta,
caracterizada por quien la convoca, es decir el Collège de Médecine,
era muy precisamente abordar un asunto que jamás tuve que tratar en
mi enseñanza, el del lugar del psicoanálisis en la medicina.
4
Como nota editorial precediendo la primera intervención de Lacan en la mesa re-
donda, LEF informa:
8
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9
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
5
Cf. Michel FOUCAULT, Historia de la locura en la época clásica, tomos I y II,
Fondo de Cultura Económica, México. La obra había aparecido en Francia en
1964.
6
Cf. Michel FOUCAULT, El nacimiento de la clínica, Siglo Veintiuno Editores,
México. Esta obra había aparecido en Francia en 1963.
10
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7
Así, en LEF. En PEC y PTL: *que es la condición del advenimiento*
11
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
terminadas, pero después de todo, ¿qué tiene que ver eso con lo que
llamaremos la posición tradicional del médico?
12
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14
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
lizarla como polo opuesto, pues ahí también la ciencia está vertiendo
ciertos efectos que no dejan de comportar algunas apuestas. Materiali-
cémoslos bajo la forma de los diversos productos que van de los tran-
quilizantes a los alucinógenos. Esto complica singularmente el proble-
ma de lo que hasta ahora se ha calificado, de una manera puramente
policial, de toxicomanía. Por poco que un día estemos en posesión de
un producto que nos permita recoger informaciones sobre el mundo
exterior, veo mal cómo podría ejercerse una contención policial.
Pero cuál será la posición del médico para definir esos efectos a
propósito de los cuales hasta aquí ha mostrado una audacia alimentada
sobre todo de pretextos, pues desde el punto de vista del goce, qué es
lo que un uso ordenado de lo que se llama, más o menos apropiada-
mente, tóxicos, puede tener de reprensible — a menos que el médico
no entre francamente en lo que es la segunda dimensión característica
de su presencia en el mundo, a saber, la dimensión ética. Estas obser-
vaciones, que pueden parecer banales, tienen de todos modos el inte-
rés de demostrar que la dimensión ética es la que se extiende en la di-
rección del goce.
8
Lo entre asteriscos, sólo el LEF.
15
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9
*el análisis*
10
PEC y PTL: *ha revelado sus verdaderas dimensiones y sus verdaderas estruc-
turas*
11
Alusión a Calibán, el esclavo salvaje y deforme del drama La tempestad, de
Shakespeare.
16
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12
PEC y PTL: *el registro de la dimensión imaginaria*
13
PEC y PTL: *en*
17
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14
sans le savoir, también: “sin el saber”.
18
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nexiones, cuyos nudos, debe conocer, y que no son los temas corrien-
tes de la filosofía y de la psicología. Los que están en curso en cierta
práctica investigadora que se llama psicotécnica, donde las respuestas
están determinadas en función de ciertas cuestiones, ellas mismas re-
gistradas en un plano utilitario, tienen su precio y su valor en unos lí-
mites definidos que no tienen nada que ver con el fondo de lo que está
en la demanda del enfermo.
19
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Sra. AUBRY — Sr. Royer, ¿tiene usted algo para decir antes de la exposi-
ción de la Sra. Raimbault?
Sr. ROYER — Me excuso por volver a tomar la palabra tras la “breve” in-
tervención del Sr. Lacan.
15
Cf. Evangelio según San Mateo, 329: “Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de
pecado, sácatelo y arrójalo de ti...”.
16
En este punto, LEF señala: “La señora Aubry da entonces la palabra a uno de
los médicos invitantes, cuya intervención reproducimos aquí, por cuanto motiva la
respuesta que se le dio tras una intervención de la señora Ginette Raimbault” —
pero nosotros seguimos ahora el texto de PTL.
20
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Sra. AUBRY — No creo que jamás hayamos considerado al Sr. Royer como
un distribuidor de medicamentos, y, si trato de precisar el pensamiento del
Sr. Lacan, él probablemente ha querido decir que ése era un peligro que ace-
chaba al médico.
17
La reproducción fotocopiada que hace PEC del texto publicado en los Cahiers
du College de Médecine se interrumpe aquí.
21
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Sra. AUBRY — Yo creo, Sr. Royer, que la manera con que el psicoanálisis
ha sido puesto al servicio de su equipo de investigación aclarará esta discu-
sión, y me gustaría que la Sra. Raimbault nos diga algunas palabras al res-
pecto. 18
En las reuniones semanales del servicio, que agrupan al equipo y los corres-
ponsales de París y de Provincia, expuse esas entrevistas de manera tan fiel
como fuera posible. Esto reveló a los médicos la importancia del discurso
del niño enfermo y de su familia, develando un “vivido” de la enfermedad al
que no correspondía sino de manera lejana la visión “científica” objetiva
que ellos mismos tenían de ella. La diferencia entre lo que hemos llamado,
con el Sr. Royer, la enfermedad endógena (“la enfermedad autógena” de Ba-
lint) y la enfermedad vista por el médico, apareció como una de las fuentes
de dificultades en la relación “médico-enfermo”: el diagnóstico global que
debe integrar y articular los cuatro polos del problema: “niño-familia-médi-
co-enfermedad” y servir de base a la discusión de la conducta terapéutica.
En el curso del año, entonces, proseguimos esas discusiones y, con los mé-
dicos, nos pareció que podíamos desprender algunas nociones en cuanto a la
visión endógena de la enfermedad en los padres y en los niños, en los casos
de enfermedades crónicas letales.
18
PTL no reproduce las palabras de G. Raimbault.
22
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Por otra parte, desde la primera entrevista, los padres dan parte de sus pro-
pias investigaciones en cuanto a la etiología de la enfermedad considerada
como un mal. Aquí remito a los trabajos anteriores de la Sra. Aubry, de la
Sra. Bargues, de Valabrega. La formulación de los padres va de “eso no tie-
ne sentido” a “ése es el sentido que le damos”. Por cierto, la búsqueda médi-
ca sistemática en relación a los antecedentes, la falta de información, o la
mala información del público en cuanto a los problemas de nefrología, la
impotencia de la ciencia médica en ciertos casos, favorecen esta actitud y la
elaboración de los fantasmas en cuanto al agente responsable.
Aunque hayamos avanzado poco en esta investigación, que, como se los di-
je, no data de más de 18 meses, hemos sido llevados necesariamente a dis-
cutir sobre problemas de práctica médica. De este modo, hemos abordado
varias veces un asunto quemante en el curso de nuestras reuniones semana-
23
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
Para resumir, digamos que a partir de una demanda de los médicos en lo que
concierne a la repercusión de la enfermedad crónica sobre el niño y las cau-
sas de las dificultades de la relación médico-enfermo, el trabajo del equipo
se orientó hacia la toma en consideración del discurso del niño enfermo y de
su familia, el análisis de ese material, y la explotación que puede hacerse de
éste con fines terapéuticos.
24
Psicoanálisis y Medicina, el 16 de Febrero de 1966
que es vista desde el exterior, por el médico, desde ese punto de vista
que hace un momento llamé científico. La enfermedad endógena recu-
bre todos esos problemas que yo indicaba, los de la demanda y del
fondo que ella encubre. Para poder resolverlos e intervenir allí de una
manera apropiada, no basta con adelantarse en una formación apresu-
rada. Al considerar la difusión actual de la teoría de la relación médi-
co-enfermo, vista de una manera más o menos aproximativa como psi-
coanalítica, y lo que ella permite en algunos casos como intervencio-
nes intempestivas, *en ciertos casos* 19 una no-iniciación es preferible
a una demasiado grande. 20
Sr. LACAN — Estoy muy contento por la intervención del Sr. Wolf.
Ocurra lo que ocurra con mi inconsciencia, hay que emplear esa pala-
bra en el sentido corriente del término, y no es del inconsciente freu-
diano que se trata, es siempre una gran inconsciencia servir “así” una
tajada más o menos transversal de algo que requiere ser expuesto con
todo tipo de escalonamientos.
19
*a veces*
20
En este punto, LEF señala: “Aquí, una nueva intervención permite a Jacques
Lacan otra respuesta.” — La nueva intervención, que PTL tampoco reproduce, es
la que sigue, del Sr. Wolf.
25
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21
Lo entre asteriscos, sólo el PTL, no en LEF.
26
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en todo caso no por mí, asistir a lo que sería exagerado llamar mi cur-
so, sino a mis comunicaciones y a mi seminario. 22
22
Al concluir la intervención de Lacan, LEF informa:
“Para decir todo, es gracias a ella, como conserva aquí su indicación la pri-
mera frase, que Jacques Lacan pudo sortear sin siquiera precaverse la “trampa”
que sin duda es el accesorio en curso en este tipo de coloquio, puesto que no se ve
cómo algo parecido habría podido llegar al punto en que se testimonia haberlo
sentido tan vivamente, sino que lo haya dejado en el aire”.
27
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de la
ESCUELA FREUDIANA DE BUENOS AIRES
28
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Anexo 1:
FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN
Y NOTAS DE ESTE TEXTO DE LACAN 23
23
Este texto fue también publicado en Le bloc-notes de la psychanalyse, nº 7,
1987, pp. 17-28, al que no hemos tenido acceso.
29
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LEY NACIONAL DE
SALUD MENTAL
Nº 26.657
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CAPÍTULO I
ARTÍCULO 2º.- Se consideran parte integrante de
Derechos y garantías la presente ley los Principios de Naciones Unidas
para la Protección de los Enfermos Mentales y para
ARTÍCULO 1º.- La presente ley tiene por objeto ase- el Mejoramiento de la Atención de Salud Mental,
gurar el derecho a la protección de la salud men- adoptado por la Asamblea General en su resolución
tal de todas las personas, y el pleno goce de los 46/119 del 17 de diciembre de 1991. Asimismo, la
derechos humanos de aquellas con padecimiento Declaración de Caracas de la Organización Pana-
mental que se encuentran en el territorio nacional, mericana de la Salud y de la Organización Mundial
reconocidos en los instrumentos internacionales de de la Salud, para la Reestructuración de la Atención
derechos humanos, con jerarquía constitucional, Psiquiátrica dentro de los Sistemas Locales de Sa-
sin perjuicio de las regulaciones más beneficiosas lud, del 14 de noviembre de 1990, y los Principios
que para la protección de estos derechos puedan de Brasilia Rectores para el Desarrollo de la Aten-
establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de ción en Salud Mental en las Américas, del 9 de no-
Buenos Aires. viembre de 1990, se consideran instrumentos de
orientación para la planificación de políticas públi-
cas.
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ARTÍCULO 10.- Por principio rige el consentimiento como casas de convivencia, hospitales de día,
informado para todo tipo de intervenciones, con las cooperativas de trabajo, centros de capacitación
únicas excepciones y garantías establecidas en la socio-laboral, emprendimientos sociales, hogares y
presente ley. familias sustitutas.
Las personas con discapacidad tienen derecho a ARTÍCULO 12.- La prescripción de medicación sólo
recibir la información a través de medios y tecnolo- debe responder a las necesidades fundamentales
gías adecuadas para su comprensión. de la persona con padecimiento mental y se ad-
ministrará exclusivamente con fines terapéuticos y
ARTÍCULO 11.- La Autoridad de Aplicación debe nunca como castigo, por conveniencia de terceros,
promover que las autoridades de salud de cada o para suplir la necesidad de acompañamiento te-
jurisdicción, en coordinación con las áreas de edu- rapéutico o cuidados especiales. La indicación y
cación, desarrollo social, trabajo y otras que corres- renovación de prescripción de medicamentos sólo
pondan, implementen acciones de inclusión social, puede realizarse a partir de las evaluaciones profe-
laboral y de atención en salud mental comunitaria. sionales pertinentes y nunca de forma automática.
Se debe promover el desarrollo de dispositivos ta- Debe promoverse que los tratamientos psicofar-
les como: consultas ambulatorias; servicios de in- macológicos se realicen en el marco de abordajes
clusión social y laboral para personas después del interdisciplinarios.
alta institucional; atención domiciliaria supervisada
y apoyo a las personas y grupos familiares y comu-
nitarios; servicios para la promoción y prevención
en salud mental, así como otras prestaciones tales
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ARTÍCULO 13.- Los profesionales con título de gra- ARTÍCULO 14.- La internación es considerada
do están en igualdad de condiciones para ocupar como un recurso terapéutico de carácter restric-
los cargos de conducción y gestión de los servicios tivo, y sólo puede llevarse a cabo cuando aporte
y las instituciones, debiendo valorarse su idoneidad mayores beneficios terapéuticos que el resto de las
para el cargo y su capacidad para integrar los dife- intervenciones realizables en su entorno familiar,
rentes saberes que atraviesan el campo de la salud comunitario o social. Debe promoverse el mante-
mental. Todos los trabajadores integrantes de los nimiento de vínculos, contactos y comunicación
equipos asistenciales tienen derecho a la capaci- de las personas internadas con sus familiares, alle-
tación permanente y a la protección de su salud gados y con el entorno laboral y social, salvo en
integral, para lo cual se deben desarrollar políticas aquellas excepciones que por razones terapéuticas
específicas. debidamente fundadas establezca el equipo de sa-
lud interviniente.
22 23
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Órgano de Revisión que se crea en el artículo 38 de ARTÍCULO 19.- El consentimiento obtenido o man-
la presente ley. tenido con dolo, debidamente comprobado por au-
toridad judicial, o el incumplimiento de la obligación
ARTÍCULO 18.- La persona internada bajo su con- de informar establecida en los capítulos VII y VIII de la
sentimiento podrá en cualquier momento decidir presente ley, harán pasible al profesional responsable
por sí misma el abandono de la internación. En to- y al director de la institución de las acciones civiles y
dos los casos en que las internaciones voluntarias se penales que correspondan.
prolonguen por más de SESENTA (60) días corridos,
el equipo de salud a cargo debe comunicarlo al Ór- ARTÍCULO 20.- La internación involuntaria de una
gano de Revisión creado en el artículo 38 y al juez. El persona debe concebirse como recurso terapéuti-
juez debe evaluar, en un plazo no mayor de CINCO co excepcional en caso de que no sean posibles
(5) días de ser notificado, si la internación continúa los abordajes ambulatorios, y sólo podrá realizarse
teniendo carácter voluntario o si la misma debe pa- cuando a criterio del equipo de salud mediare situa-
sar a considerarse involuntaria, con los requisitos y ción de riesgo cierto e inminente para sí o para ter-
garantías establecidos para esta última situación. En ceros. Para que proceda la internación involuntaria,
caso de que la prolongación de la internación fue- además de los requisitos comunes a toda interna-
se por problemáticas de orden social, el juez deberá ción, debe hacerse constar:
ordenar al órgano administrativo correspondiente la
inclusión en programas sociales y dispositivos espe- a) Dictamen profesional del servicio asis-
cíficos y la externación a la mayor brevedad posible, tencial que realice la internación. Se debe determinar
comunicando dicha situación al Órgano de Revisión la situación de riesgo cierto e inminente a que hace
creado por esta ley. referencia el primer párrafo de este artículo, con la
26 27
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y solicitar la externación en cualquier momento. El tinuidad de dicha medida, y podrá en cualquier mo-
juzgado deberá permitir al defensor el control de las mento disponer su inmediata externación. Si trans-
actuaciones en todo momento. curridos los primeros NOVENTA (90) días y luego del
tercer informe continuase la internación involuntaria,
ARTÍCULO 23.- El alta, externación o permisos de el juez deberá pedir al Órgano de Revisión que
salida son facultad del equipo de salud que no re- designe un equipo interdisciplinario que no haya
quiere autorización del juez. El mismo deberá ser intervenido hasta el momento, y en lo posible inde-
informado si se tratase de una internación involun- pendiente del servicio asistencial interviniente, a fin
taria, o voluntaria ya informada en los términos de de obtener una nueva evaluación. En caso de dife-
los artículos 18 ó 26 de la presente ley. El equipo de rencia de criterio, optará siempre por la que menos
salud está obligado a externar a la persona o trans- restrinja la libertad de la persona internada.
formar la internación en voluntaria, cumpliendo los
requisitos establecidos en el artículo 16 apenas cesa ARTÍCULO 25.- Transcurridos los primeros SIETE (7)
la situación de riesgo cierto e inminente. Queda ex- días en el caso de internaciones involuntarias, el juez,
ceptuado de lo dispuesto en el presente artículo, las dará parte al Órgano de Revisión que se crea en el
internaciones realizadas en el marco de lo previsto en artículo 38 de la presente ley.
el artículo 34 del Código Penal.
ARTÍCULO 26.- En caso de internación de personas
ARTÍCULO 24.- Habiendo autorizado la internación menores de edad o declaradas incapaces, se debe
involuntaria, el juez debe solicitar informes con una proceder de acuerdo a lo establecido por los artículos
periodicidad no mayor a TREINTA (30) días corridos 20, 21, 22, 23, 24 y 25 de la presente ley. En el caso
a fin de reevaluar si persisten las razones para la con- de niños, niñas y adolescentes, además se procederá
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de acuerdo a la normativa nacional e internacional de ARTÍCULO 29.- A los efectos de garantizar los dere-
protección integral de derechos. chos humanos de las personas en su relación con los
servicios de salud mental, los integrantes, profesiona-
ARTÍCULO 27.- Queda prohibida por la presente ley les y no profesionales del equipo de salud son respon-
la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátri- sables de informar al Órgano de Revisión creado por
cos o instituciones de internación monovalentes, pú- la presente ley y al juez competente, sobre cualquier
blicos o privados. En el caso de los ya existentes se sospecha de irregularidad que implicara un trato indig-
deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, no o inhumano a personas bajo tratamiento o limita-
hasta su sustitución definitiva por los dispositivos al- ción indebida de su autonomía. La sola comunicación
ternativos. Esta adaptación y sustitución en ningún a un superior jerárquico dentro de la institución no re-
caso puede significar reducción de personal ni mer- levará al equipo de salud de tal responsabilidad si la
ma en los derechos adquiridos de los mismos. situación irregular persistiera. Dicho procedimiento se
podrá realizar bajo reserva de identidad y contará con
ARTÍCULO 28.- Las internaciones de salud mental las garantías debidas del resguardo a su fuente laboral
deben realizarse en hospitales generales. A tal efec- y no será considerado como violación al secreto pro-
to los hospitales de la red pública deben contar con fesional. Debe promoverse la difusión y el conocimien-
los recursos necesarios. El rechazo de la atención de to de los principios, derechos y garantías reconocidos
pacientes, ya sea ambulatoria o en internación, por y las responsabilidades establecidas en la presente ley
el solo hecho de tratarse de problemática de salud a todos los integrantes de los equipos de salud, den-
mental, será considerado acto discriminatorio en los tro de un lapso de NOVENTA (90) días de la sanción
términos de la ley 23.592. de la presente ley, y al momento del ingreso de cada
uno de los trabajadores al sistema.
32 33
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ARTÍCULO 30.- Las derivaciones para tratamien- ARTÍCULO 31.- El Ministerio de Salud de la Nación
tos ambulatorios o de internación que se realicen es la Autoridad de Aplicación de la presente ley, a
fuera del ámbito comunitario donde vive la persona partir del área específica que designe o cree a tal
sólo corresponden si se realizan a lugares donde la efecto, la que debe establecer las bases para un
misma cuenta con mayor apoyo y contención so- Plan Nacional de Salud Mental acorde a los princi-
cial o familiar. Los traslados deben efectuarse con pios establecidos.
acompañante del entorno familiar o afectivo de la
persona. Si se trata de derivaciones con interna- ARTÍCULO 32.- En forma progresiva y en un plazo
ción, debe procederse del modo establecido en el no mayor a TRES (3) años a partir de la sanción
Capítulo VII de la presente ley. Tanto el servicio o de la presente ley, el Poder Ejecutivo debe incluir
institución de procedencia como el servicio o insti- en los proyectos de presupuesto un incremento
tución de destino, están obligados a informar dicha en las partidas destinadas a salud mental hasta al-
derivación al Órgano de Revisión, cuando no hubie- canzar un mínimo del DIEZ POR CIENTO (10%) del
se consentimiento de la persona. presupuesto total de salud. Se promoverá que las
provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
adopten el mismo criterio.
34 35
LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657 LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657
ARTÍCULO 33.- La Autoridad de Aplicación debe ARTÍCULO 35.- Dentro de los CIENTO OCHENTA
desarrollar recomendaciones dirigidas a las univer- (180) días corridos de la sanción de la presente ley,
sidades públicas y privadas, para que la formación la Autoridad de Aplicación debe realizar un censo
de los profesionales en las disciplinas involucradas nacional en todos los centros de internación en sa-
sea acorde con los principios, políticas y dispositi- lud mental del ámbito público y privado para relevar
vos que se establezcan en cumplimiento de la pre- la situación de las personas internadas, discrimi-
sente ley, haciendo especial hincapié en el conoci- nando datos personales, sexo, tiempo de interna-
miento de las normas y tratados internacionales en ción, existencia o no de consentimiento, situación
derechos humanos y salud mental. Asimismo, debe judicial, situación social y familiar, y otros datos que
promover espacios de capacitación y actualización considere relevantes. Dicho censo debe reiterarse
para profesionales, en particular para los que se con una periodicidad máxima de DOS (2) años y se
desempeñen en servicios públicos de salud mental debe promover la participación y colaboración de
en todo el país. las jurisdicciones para su realización.
ARTÍCULO 34.- La Autoridad de Aplicación debe ARTÍCULO 36.- La Autoridad de Aplicación, en coor-
promover, en consulta con la Secretaría de Dere- dinación con los ministerios de Educación, Desarro-
chos Humanos de la Nación y con la colaboración llo Social y Trabajo, Empleo y Seguridad Social, debe
de las jurisdicciones, el desarrollo de estándares de desarrollar planes de prevención en salud mental y
habilitación y supervisión periódica de los servicios planes específicos de inserción socio-laboral para
de salud mental públicos y privados. personas con padecimiento mental. Dichos planes,
así como todo el desarrollo de la política en salud
mental, deberá contener mecanismos claros y efi-
36 37
LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657 LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657
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LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657 LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657
ARTÍCULO 40.- Son funciones del Órgano de Re- e) Informar a la Autoridad de Aplicación
visión: periódicamente sobre las evaluaciones realizadas y
proponer las modificaciones pertinentes.
a) Requerir información a las instituciones
públicas y privadas que permita evaluar las condi- f) Requerir la intervención judicial ante si-
ciones en que se realizan los tratamientos. tuaciones irregulares.
40 41
LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657 LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657
l) Velar por el cumplimiento de los dere- ARTÍCULO 41.- El Estado nacional debe promover
chos de las personas en procesos de declaración convenios con las jurisdicciones para garantizar el
de inhabilidad y durante la vigencia de dichas sen- desarrollo de acciones conjuntas tendientes a im-
tencias. plementar los principios expuestos en la presente
ley. Dichos convenios incluirán:
42 43
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LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657 LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL Nº 26.657
Artículo 482: No podrá ser privado de su libertad ARTÍCULO 44.- Derógase la Ley 22.914.
personal el declarado incapaz por causa de enfer-
medad mental o adicciones, salvo en los casos de ARTÍCULO 45.- La presente ley es de orden pú-
riesgo cierto e inminente para sí o para terceros, blico.
quien deberá ser debidamente evaluado por un
equipo interdisciplinario del servicio asistencial con ARTÍCULO 46.- Comuníquese al Poder Ejecutivo
posterior aprobación y control judicial. nacional.
Las autoridades públicas deberán dispo- DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CON-
ner el traslado a un establecimiento de salud para GRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, A LOS
su evaluación a las personas que por padecer en- VEINTICINCO DÍAS DEL MES DE NOVIEMBRE
fermedades mentales o adicciones se encuentren DEL AÑO DOS MIL DIEZ.
en riesgo cierto e inminente para sí o para terceros.
·----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
46 47
Decreto Reglamentario 603/2013 Decreto Reglamentario 603/2013
DECRETO
REGLAMENTARIO
603/2013
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Decreto Reglamentario 603/2013 Decreto Reglamentario 603/2013
Que en dicha ley prevalecen especialmente, en- Que la ley aludida, presta asimismo una especial
tre otros derechos concordantes y preexistentes consideración a la necesidad de adecuar las modali-
reconocidos por nuestra Constitución Nacional y dades de abordaje al paradigma de los derechos hu-
Tratados Internacionales de rango Constitucional manos inserto en la normativa constitucional, y des-
(conforme artículo 75, inciso 22 de nuestra Carta tacado en la Declaración de Caracas del año 1990
Magna), los derechos de toda persona a la mejor acordada por los países miembros de la ORGANIZA-
atención disponible en salud mental y adicciones, CIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD (OPS) - OR-
al trato digno, respetuoso y equitativo, propugnán- GANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (OMS).
dose la responsabilidad indelegable del Estado en
garantizar el derecho a recibir un tratamiento perso- Que los términos de dicha ley, deberán entenderse
nalizado en un ambiente apto con modalidades de siempre en el sentido de que debe velarse por la sa-
50 51
Decreto Reglamentario 603/2013 Decreto Reglamentario 603/2013
lud mental de toda la población, entendida la misma Que mediante el Decreto Nº 457 de fecha 5 de abril
como “un proceso determinado por componentes de 2010, se creó la DIRECCIÓN NACIONAL DE
históricos, socio-económicos, culturales, biológicos SALUD MENTAL Y ADICCIONES en la esfera de la
y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento SECRETARÍA DE DETERMINANTES DE LA SALUD
implica una dinámica de construcción social vincu- Y RELACIONES SANITARIAS del MINISTERIO DE
lada a la concreción de los derechos humanos y SALUD, con el objeto de desarrollar políticas, pla-
sociales de toda persona” en el marco de la vida en nes y programas coherentes con el espíritu y texto
comunidad (artículo 3° de la Ley Nº 26.657). de la Ley Nº 26.657.
Que dicha definición se articula con la consagrada Que en tal sentido corresponde en esta instancia
conceptualización de la salud desde la ORGANIZA- dictar las normas reglamentarias necesarias que
CIÓN MUNDIAL DE LA SALUD como “un estado de permitan la inmediata puesta en funcionamiento de
completo bienestar físico, mental y social, y no sola- las previsiones contenidas en la Ley Nº 26.657.
mente la ausencia de afecciones o enfermedades”
(Preámbulo de la Constitución de la Organización Que la DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS JU-
Mundial de la Salud, adoptada por la Conferencia RÍDICOS del MINISTERIO DE SALUD ha tomado la
Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del intervención que le compete.
19 de junio al 22 de julio de 1946, firmada el 22 de
julio de 1946 por los representantes de 61 Estados Que el presente se dicta en uso de las atribucio-
—Official Records of the World Health Organization, nes emergentes del artículo 99, incisos 1) y 2) de la
Nº 2, p. 100—). CONSTITUCIÓN NACIONAL.
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Artículo 2°— Créase la COMISIÓN NACIONAL IN- La Autoridad de Aplicación deberá convocar a or-
TERMINISTERIAL EN POLÍTICAS DE SALUD MEN- ganizaciones de la comunidad que tengan incum-
TAL Y ADICCIONES en el ámbito de la JEFATURA bencia en la temática, en particular de usuarios y
DE GABINETE DE MINISTROS, presidida por la Au- familiares, y de trabajadores, para participar de un
toridad de Aplicación de la Ley citada e integrada Consejo Consultivo de carácter honorario al que
por representantes de cada uno de los Ministerios deberá convocar al menos trimestralmente, a fin de
mencionados en el artículo 36 de la Ley Nº 26.657. exponer las políticas que se llevan adelante y escu-
char las propuestas que se formulen.
Cada Ministerio afectará partidas presupuestarias
propias para hacer frente a las acciones que le co- Artículo 3°— El presente decreto entrará en vigen-
rrespondan, según su competencia, y que se adop- cia a partir de la fecha de su publicación en el Bo-
ten en la presente Comisión. letín Oficial.
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usuarios, y en particular para las personas interna- médicos y decisiones relativas a su salud, las cuales
das y sus familiares, un letrero de un tamaño mí- deberán ser aceptadas por el equipo interdisciplina-
nimo de OCHENTA CENTÍMETROS (0.80 cm) por rio interviniente a excepción que aquellas constitu-
CINCUENTA CENTÍMETROS (0.50 cm) con el con- yeran riesgo para sí o para terceros.
siguiente texto: “La Ley Nacional de Salud Mental
Nº 26.657 garantiza los derechos de los usuarios. Dichas decisiones deberán asentarse en la histo-
Usted puede informarse del texto legal y denunciar ria clínica. Asimismo, las decisiones del paciente
su incumplimiento llamando al...” (números de telé- o sus representantes legales, según sea el caso,
fono gratuitos que a tal efecto establezca el Órgano podrán ser revocadas. El equipo interdisciplinario
de Revisión de cada Jurisdicción y la autoridad local interviniente deberá acatar dicha decisión y adop-
de aplicación). tar todas las formalidades que resulten necesarias
a fin de acreditar tal manifestación de voluntad, de
Las instituciones referidas precedentemente tienen la la que deberá dejarse expresa constancia en la his-
obligación de entregar a las personas usuarias y fami- toria clínica.
liares, al momento de iniciarse una internación, copia
del artículo 7° de la Ley Nº 26.657, debiendo dejar l) La información sanitaria del paciente sólo podrá
constancia fehaciente de la recepción de la misma. ser brindada a terceras personas con su consenti-
miento fehaciente.
k) Todo paciente, con plena capacidad o, sus repre-
sentantes legales, en su caso, podrán disponer di- Si aquél fuera incapaz, el consentimiento será otor-
rectivas anticipadas sobre su salud mental, pudien- gado por su representante legal.
do consentir o rechazar determinados tratamientos Asimismo, la exposición con fines académicos re-
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quiere, de forma previa a su realización, el consenti- los procedimientos alternativos y sus riesgos, bene-
miento expreso del paciente o en su defecto, de sus ficios y perjuicios en relación con el procedimiento
representantes legales y del equipo interdisciplinario propuesto; las consecuencias previsibles de la no
interviniente, integrado conforme lo previsto en el realización del procedimiento propuesto o de los al-
artículo 8° de la Ley. En todos los casos de expo- ternativos especificados.
sición con fines académicos, deberá reservarse la
identidad del paciente. Dicho consentimiento deberá brindarse ante el or-
ganismo público que la autoridad de aplicación de-
El consentimiento brindado por el paciente, en to- termine, fuera de un contexto de internación invo-
dos los casos, debe ser agregado a la historia clí- luntaria u otra forma de restricción de la libertad.
nica.
Todos los proyectos de investigaciones clínicas
m) Entiéndese por “consentimiento fehaciente” a y/o tratamientos experimentales, salvo los que se
la declaración de voluntad suficiente efectuada por realicen exclusivamente sobre la base de datos de
el paciente, o por sus representantes legales en su personas no identificadas, deberán ser previamente
caso, emitida luego de recibir, por parte del equi- aprobados por la Autoridad de Aplicación.
po interdisciplinario interviniente, información clara,
precisa y adecuada con respecto a: su estado de Tanto para la elaboración del protocolo de consen-
salud; el procedimiento propuesto, con especifica- timiento fehaciente como para la aprobación de los
ción de los objetivos perseguidos; los beneficios es- proyectos referidos, la Autoridad de Aplicación tra-
perados del procedimiento; los riesgos, molestias y bajará en consulta con el CONSEJO NACIONAL DE
efectos adversos previsibles; la especificación de BIOÉTICA Y DERECHOS HUMANOS del MINISTE-
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El pago de dicha compensación se verificará si- En aquellas jurisdicciones en donde aún no se han
guiendo las reglas, usos y costumbres de la acti- desarrollado equipos interdisciplinarios, la Autoridad
vidad de que se trate. La Autoridad de Aplicación, de Aplicación en conjunto con las autoridades lo-
en coordinación con el MINISTERIO DE TRABAJO, cales, diseñarán programas tendientes a la confor-
EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, deberá fiscalizar mación de los mismos, estableciendo plazos para
que no existan abusos o algún tipo de explotación el cumplimiento de dicho objetivo. Hasta tanto se
laboral. conformen los mencionados equipos, se procurará
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sostener una atención adecuada con los recursos b) Garantía de continuidad de la atención en aque-
existentes, reorganizados interdisciplinariamente, a llos servicios adecuados y que sean de preferencia
fin de evitar derivaciones innecesarias fuera del ám- de la persona.
bito comunitario.
c) Articulación permanente en el caso de interven-
La Autoridad de Aplicación deberá relevar aquellas ción de distintos servicios sobre una misma perso-
profesiones y disciplinas vinculadas al campo de la na o grupo familiar, disponiendo cuando fuere nece-
salud mental y desarrollará acciones tendientes a: sario un área de coordinación, integrando al equipo
de atención primaria de la salud que corresponda.
a) Fomentar la formación de recursos humanos en
aquellas que sea necesario, y d) Participación de personas usuarias, familiares y
otros recursos existentes en la comunidad para la
b) Regularizar la acreditación de las mismas en todo integración social efectiva.
el país.
e) Reconocimiento de las distintas identidades ét-
ARTÍCULO 9°.- La Autoridad de Aplicación promo- nicas, culturales, religiosas, de género, sexuales y
verá que las políticas públicas en materia asistencial otras identidades colectivas.
respeten los siguientes principios:
Asimismo promoverá políticas para integrar a los equi-
a) Cercanía de la atención al lugar donde vive la per- pos interdisciplinarios de atención primaria de la salud
sona. que trabajan en el territorio, conformados por médicos
generalistas y de familia, agentes sanitarios, enferme-
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ros y otros agentes de salud, como parte fundamental ARTÍCULO 11.- Facúltase a la Autoridad de Aplica-
del sistema comunitario de salud mental. ción a disponer la promoción de otros dispositivos
adecuados a la Ley Nº 26.657, en articulación con
Las políticas de abordaje intersectorial deberán las áreas que correspondan, promoviendo su fun-
incluir la adaptación necesaria de programas que cionamiento bajo la forma de una red de servicios
garanticen a las personas con padecimientos men- con base en la comunidad. Dicha red debe incluir
tales la accesibilidad al trabajo, a la educación, a servicios, dispositivos y prestaciones tales como:
la cultura, al arte, al deporte, a la vivienda y a todo centros de atención primaria de la salud, servicios
aquello que fuere necesario para el desarrollo y la de salud mental en el hospital general con interna-
inclusión social. ción, sistemas de atención de la urgencia, centros
de rehabilitación psicosocial diurno y nocturno, dis-
ARTÍCULO 10.- El consentimiento informado se en- positivos habitacionales y laborales con distintos ni-
cuadra en lo establecido por el Capítulo III de la Ley veles de apoyo, atención ambulatoria, sistemas de
Nº 26.529 y su modificatoria, en consonancia con apoyo y atención domiciliaria, familiar y comunitaria
los principios internacionales. en articulación con redes intersectoriales y sociales,
para satisfacer las necesidades de promoción, pre-
Si el consentimiento informado ha sido brindado vención, tratamiento y rehabilitación, que favorezca
utilizando medios y tecnologías especiales, deberá la inclusión social.
dejarse constancia fehaciente de ello en la historia
clínica del paciente, aclarando cuáles han sido los La Autoridad de Aplicación establecerá los requisi-
utilizados para darse a entender. tos que debe cumplir cada dispositivo para su ha-
bilitación.
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Los dispositivos terapéuticos que incluyan aloja- ARTÍCULO 12.- Debe entenderse que no sólo la
miento no deberán ser utilizados para personas con prescripción de medicamentos sino de cualquier
problemática exclusiva de vivienda. otra medida terapéutica, indicada por cualquiera de
los profesionales del equipo interdisciplinario, debe
Entre las estrategias y dispositivos de atención en cumplir con los recaudos establecidos en el artículo
salud mental, se incluirán para las adicciones dis- 12 de la Ley Nº 26.657.
positivos basados en la estrategia de reducción de
daños. La prescripción de psicofármacos debe realizarse
siguiendo las normas internacionales aceptadas
La Autoridad de Aplicación promoverá que la crea- por los consensos médicos para su uso racional,
ción de los dispositivos comunitarios, ya sean am- en el marco de los abordajes interdisciplinarios que
bulatorios o de internación, que se creen en cum- correspondan a cada caso.
plimiento de los principios establecidos en la Ley,
incluyan entre su población destinataria a las per- La indicación y renovación de prescripción de me-
sonas alcanzadas por el inciso 1) del artículo 34 del dicamentos sólo puede realizarse a partir de las
Código Penal, y a la población privada de su liber- evaluaciones profesionales pertinentes realizadas
tad en el marco de procesos penales. de manera efectiva por médico psiquiatra o de otra
especialidad cuando así corresponda.
Para promover el desarrollo de los dispositivos se-
ñalados, se deberá incluir el componente de salud
mental en los planes y programas de provisión de
insumos y medicamentos.
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Cuando existan restricciones precisas de carác- No será admitida la utilización de salas de aisla-
ter terapéutico que recaigan sobre algún familiar o miento.
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Las instituciones deberán disponer de telefonía gra- a) El diagnóstico interdisciplinario e integral consiste
tuita para uso de las personas internadas. en la descripción de las características relevantes
de la situación particular de la persona y las proba-
ARTÍCULO 15.- Cuando una persona estuviese en bles causas de su padecimiento o sintomatología, a
condiciones de alta desde el punto de vista de la partir de una evaluación que articule las perspecti-
salud mental y existiesen problemáticas sociales o vas de las diferentes disciplinas que intervienen. En
de vivienda que imposibilitaran la externación inme- aquellos casos en que corresponda incluir la refe-
diata, el equipo interdisciplinario deberá: rencia a criterios clasificatorios de trastornos o en-
fermedades, la Autoridad de Aplicación establecerá
a) Dejar constancia en la historia clínica. las recomendaciones necesarias para el empleo de
estándares avalados por organismos especializados
b) Gestionar ante las áreas que correspondan con del Estado Nacional, o bien por organismos regio-
carácter urgente la provisión de los recursos corres- nales o internacionales que la República Argentina
pondientes a efectos de dar solución de acuerdo a integre como miembro.
lo dispuesto por el artículo 15 de la Ley Nº 26.657.
La evaluación deberá incorporarse a la historia clínica.
c) Informar a la Autoridad de Aplicación local.
Los profesionales firmantes deberán ser de distintas
ARTÍCULO 16.- Todos los plazos a que se refiere la disciplinas académicas e integrar el equipo asisten-
Ley Nº 26.657 deberán computarse en días corri- cial que interviene directamente en el caso, sin per-
dos, salvo disposición en contrario. juicio de la responsabilidad de las autoridades de la
Institución.
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El informe deberá contener conclusiones conjuntas CUARENTA Y OCHO (48) horas de haber tomado
producto del trabajo interdisciplinario. conocimiento de la situación; manteniendo un Regis-
tro Nacional actualizado que permita un seguimien-
b) Deberán consignarse en la historia clínica, los datos to permanente de estos casos hasta su resolución
referidos al grupo familiar y/o de pertenencia, o en su definitiva. Este Registro Nacional actuará en coordi-
defecto, las acciones realizadas para su identificación. nación con la Autoridad de Aplicación y contendrá
todos aquellos datos que tiendan a identificar a las
c) Para ser considerada una internación volunta- personas o su grupo de identificación familiar.
ria el consentimiento deberá ser indefectiblemente
personal. Para ello los servicios de salud mental deberán no-
tificar obligatoriamente y de manera inmediata a la
ARTÍCULO 17.- La Autoridad de Aplicación con- Autoridad de Aplicación correspondiente el ingreso
juntamente con el MINISTERIO DEL INTERIOR Y de personas cuya identidad se desconozca.
TRANSPORTE y las dependencias institucionales
que a estos fines resulten competentes, promove- La Autoridad de Aplicación regulará el funciona-
rán la implementación de políticas que tengan como miento del Registro Nacional debiendo respetar el
objetivo: 1) facilitar el rápido acceso al Documento derecho a la intimidad, la protección de datos y lo
Nacional de Identidad (DNI) a las personas que ca- indicado en el artículo 7° inciso I), de la Ley Nacional
rezcan de él; y 2) la búsqueda de los datos de iden- de Salud Mental Nº 26.657.
tidad y filiación de las personas con padecimiento
mental cuando fuese necesario, con procedimientos ARTÍCULO 18.- Solamente podrá limitarse el egre-
expeditos que deberán iniciarse como máximo a las so de la persona por su propia voluntad si existiese
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una situación de riesgo cierto e inminente, en cuyo cuyo fundamento no deberá reducirse exclusiva-
caso deberá procederse de conformidad con el artí- mente a una clasificación diagnóstica.
culo 20 y subsiguientes de la Ley Nº 26.657.
No se incluyen los riesgos derivados de actitudes
Deberá reiterarse la comunicación al cabo de los o conductas que no estén condicionadas por un
CIENTO VEINTE (120) días como máximo y deberá padecimiento mental.
contener los recaudos establecidos en el artículo
16 de la Ley Nº 26.657. A los efectos de evaluar Las Fuerzas de Seguridad que tomasen contacto
si la internación continúa siendo voluntaria, el juez con una situación de riesgo cierto e inminente para
solicitará una evaluación de la persona internada al la persona o para terceros por presunto padeci-
equipo interdisciplinario dependiente del Órgano de miento mental, deberán intervenir procurando evitar
Revisión. daños, dando parte inmediatamente y colaborando
con el sistema de emergencias sanitarias que corres-
ARTÍCULO 19.- Sin reglamentar. ponda. La Autoridad de Aplicación en conjunto con
el MINISTERIO DE SEGURIDAD elaborará protoco-
ARTÍCULO 20.- Entiéndese por riesgo cierto e in- los de intervención y capacitación en base al criterio
minente a aquella contingencia o proximidad de un de evitar todo tipo de daños para sí o para terceros.
daño que ya es conocido como verdadero, seguro
e indubitable que amenace o cause perjuicio a la Aún en el marco de una internación involuntaria,
vida o integridad física de la persona o de terceros. deberá procurarse que la persona participe de la
Ello deberá ser verificado por medio de una evalua- decisión que se tome en relación a su tratamiento.
ción actual, realizada por el equipo interdisciplinario,
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ARTÍCULO 21.- Las DIEZ (10) horas deben com- fijados en el artículo 25 de la ley Nº 26.657.
putarse desde el momento en que se efectivizó la
medida, incluso cuando su vencimiento opere en Entiéndese por “servicio de salud responsable de la
día u horario inhábil judicial. cobertura” al máximo responsable de la cobertura
de salud, sea pública o privada.
La comunicación podrá realizarse telefónicamente
o por otra vía tecnológica expedita y verificable que ARTÍCULO 22.- La responsabilidad de garantizar el
habrán de determinar en acuerdo la Autoridad de acceso a un abogado es de cada jurisdicción. La
Aplicación local, el Poder Judicial y el Órgano de actuación del defensor público será gratuita.
Revisión.
En el ejercicio de la asistencia técnica el abogado
El Juez deberá garantizar el derecho de la persona defensor—público o privado— debe respetar la vo-
internada, en la medida que sea posible, a ser oída luntad y las preferencias de la persona internada, en
en relación a la internación dispuesta. lo relativo a su atención y tratamiento.
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o solicita un defensor público, se dará intervención remitiéndole un informe con copia del consentimien-
a la institución que presta dicho servicio. to debidamente firmado. En este caso se procederá
de conformidad con lo establecido en el artículo 18
En aquellos estados en los que no pueda compren- de la Ley, debiendo realizar la comunicación allí pre-
derse la voluntad de la persona internada, el defen- vista si transcurriesen SESENTA (60) días a partir de
sor deberá igualmente procurar que las condiciones la firma del consentimiento.
generales de internación respeten las garantías mí-
nimas exigidas por la ley y las directivas anticipadas ARTÍCULO 24.- Los informes periódicos deberán
que pudiera haber manifestado expresamente. ser interdisciplinarios e incluir información acerca de
la estrategia de atención, las distintas medidas im-
El juez debe garantizar que no existan conflictos de plementadas por el equipo y las respuestas obteni-
intereses entre la persona internada y su abogado, das, fundamentando adecuadamente la necesidad
debiendo requerir la designación de un nuevo de- del mantenimiento de la medida de internación.
fensor si fuese necesario.
Se entenderá que la intervención del Órgano de Re-
ARTÍCULO 23.- El equipo tratante que tiene la fa- visión, en el marco del presente artículo, procede a
cultad de otorgar el alta, externación o permisos intervalos de NOVENTA (90) días.
de salida se compone de manera interdisciplinaria
y bajo el criterio establecido en el artículo 16 y con- Hasta tanto se creen los órganos de revisión en cada
cordantes de la Ley Nº 26.657. una de las jurisdicciones, el juez podrá requerir a un
Cuando una internación involuntaria se transforma equipo interdisciplinario, de un organismo indepen-
en voluntaria, se le comunicará al juez esta novedad diente del servicio asistencial interviniente, que efectúe
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la evaluación indicada por el presente artículo. Para las internaciones de personas menores de
edad el abogado defensor previsto en el artículo 22
ARTÍCULO 25.- Sin reglamentar. de la Ley Nº 26.657 deberá estar preferentemente
especializado en los términos del artículo 27 inciso
ARTÍCULO 26.- En las internaciones de personas de- c) de la Ley Nº 26.061.
claradas incapaces o menores de edad sé deberá:
ARTÍCULO 27.- La Autoridad de Aplicación en con-
a) Ofrecer alternativas terapéuticas de manera com- junto con los responsables de las jurisdicciones,
prensible, en particular de aquellas que tengan en su territo-
rio dispositivos monovalentes, deberán desarrollar
b) Recabar su opinión, para cada uno de ellos proyectos de adecuación y
sustitución por dispositivos comunitarios con pla-
c) Dejar constancia de ello en la historia clínica, zos y metas establecidas. La sustitución definitiva
deberá cumplir el plazo del año 2020, de acuerdo
d) Poner a su disposición la suscripción del consen- al CONSENSO DE PANAMÁ adoptado por la CON-
timiento informado. FERENCIA REGIONAL DE SALUD MENTAL convo-
cada por la ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE
En caso de existir impedimentos para el cumpli- LA SALUD (OPS) -ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE
miento de estos requisitos deberá dejarse constan- LA SALUD (OMS) “20 años después de la Declara-
cia de ello con informe fundado. ción de Caracas” en la CIUDAD DE PANAMÁ el 8
Asimismo deberá dejarse constancia de la opinión de de octubre de 2010. La presentación de tales pro-
los padres o representantes legales según el caso. yectos y el cumplimiento efectivo de las metas en
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los plazos establecidos, será requisito indispensa- tribución total de los mismos en la red de servicios
ble para acceder a la asistencia técnica y financiera con base en la comunidad.
que la Autoridad de Aplicación nacional disponga.
El personal deberá ser capacitado y destinado a los La implementación de este lineamiento no irá en
dispositivos sustitutivos en funciones acordes a su detrimento de las personas internadas, las cuales
capacidad e idoneidad. deberán recibir una atención acorde a los máximos
estándares éticos, técnicos y humanitarios en salud
La Autoridad de Aplicación en conjunto con las ju- mental vigentes.
risdicciones, establecerá cuales son las pautas de
adaptación de los manicomios, hospitales neurop- ARTÍCULO 28.- Deberá entenderse que la expre-
siquiátricos o cualquier otro tipo de instituciones de sión “hospitales generales” incluye tanto a los esta-
internación monovalentes que se encuentren en blecimientos públicos como privados.
funcionamiento, congruentes con el objetivo de su
sustitución definitiva en el plazo establecido. Las adaptaciones necesarias para brindar una aten-
ción adecuada e integrada sean estructurales y/o
También establecerá las pautas de habilitación de funcionales de los hospitales generales a efectos de
nuevos servicios de salud mental, públicos y priva- incluir la posibilidad de internación en salud mental
dos, a los efectos de cumplir con el presente artí- es responsabilidad de cada jurisdicción. Aquellas
culo. deberán respetar las recomendaciones que la Au-
La adaptación prevista deberá contemplar la des- toridad de Aplicación realizará a tales fines.
concentración gradual de los recursos materiales,
humanos y de insumos y fármacos, hasta la redis- A los efectos de contar con los recursos necesarios
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para poder efectuar internaciones de salud mental copia del texto de la Ley y su Reglamentación.
en hospitales generales del sector público, el MINIS-
TERIO DE PLANIFICACIÓN FEDERAL, INVERSIÓN Asimismo, los usuarios, familiares y allegados ten-
PÚBLICA Y SERVICIOS y el MINISTERIO DE SALUD drán a su disposición un libro de quejas, al que ten-
deberán contemplar en la construcción de nuevos drán acceso irrestricto tanto la Autoridad de Aplica-
hospitales, áreas destinadas específicamente a la ción, el Órgano de Revisión, el abogado defensor
atención de la salud mental, promoviendo que igual como la Autoridad Judicial.
criterio adopten todas las jurisdicciones.
La Autoridad de Aplicación promoverá espacios de
Asimismo, establecerán planes de apoyo para el re- capacitación sobre los contenidos de la Ley y de los
acondicionamiento o ampliación de los Hospitales instrumentos internacionales de referencia, dirigidos
Generales, con el mismo objetivo. a todos los integrantes del equipo de salud mental.
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Dicha Comisión trabajará en conjunto con las ju- El INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y
risdicciones provinciales y elevará al Secretario de CENSOS (INDEC) prestará la colaboración que le
Derechos Humanos y a la Autoridad de Aplicación sea requerida.
las propuestas elaboradas para su aprobación, las
que deberán garantizar el cumplimiento de todos ARTÍCULO 36.- Sin reglamentar.
los derechos establecidos en el artículo 7° y demás
previsiones de la Ley Nº 26.657. ARTÍCULO 37.- La SUPERINTENDENCIA DE SER-
VICIOS DE SALUD en conjunto con la Autoridad
La Comisión conformada dará asistencia técnica y de Aplicación deberán controlar que se garantice la
seguimiento permanente para la implementación de cobertura en salud mental de los afiliados a Obras
los estándares elaborados. Sociales. Para ello deberán adecuar la cobertura del
Programa Médico Obligatorio (PMO) o el instrumento
Se deberá entender que los estándares se refieren a que en el futuro lo remplace, a través de la incor-
habilitación, supervisión, acreditación, certificación, poración de los dispositivos, insumos y prácticas en
monitoreo, auditoría, fiscalización y evaluación. salud mental que se promueven en la Ley y los que la
ARTÍCULO 35.- La Autoridad de Aplicación deberá Autoridad de Aplicación disponga de acuerdo con el
considerar como requisito para el acceso a progra- artículo 11 de la misma. Para acceder a dicha cober-
mas de asistencia en los términos del artículo 28 de tura no será exigible certificación de discapacidad.
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cuando se estipule en esta reglamentación, o a tra- gias políticas, jurídicas e institucionales, participar
vés del reglamento interno, un quórum diferente. sin voto de las reuniones, seguir los lineamientos
acordados por los integrantes del Órgano, canalizar
A los fines de dotar al Órgano de Revisión de la la colaboración necesaria entre los distintos miem-
operatividad necesaria para cumplir de un modo bros, y adoptar todas las medidas necesarias para
más eficaz sus funciones, encomiéndase a la DE- asegurar el funcionamiento permanente del orga-
FENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN la Presiden- nismo, rindiendo cuentas de las acciones empren-
cia, representación legal, y coordinación ejecutiva didas.
del Órgano Revisor, a través de la organización de
una Secretaría Ejecutiva y de un equipo de apoyo La labor permanente de carácter operativo, técnico
técnico y otro administrativo. y administrativo del Órgano de Revisión, se susten-
tará mediante los equipos de apoyo enunciados
La DEFENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN, a precedentemente, cuyo personal será provisto por
través de su servicio administrativo financiero, se la DEFENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN y coor-
encargará de brindar el soporte necesario para la dinado por la Secretaría Ejecutiva.
ejecución del presupuesto que se le asigne para el
funcionamiento del Órgano de Revisión. En la conformación del equipo de apoyo técnico
deberá respetarse el criterio interdisciplinario previs-
La Secretaría Ejecutiva, cuyo titular será designa- to en la Ley, y deberá asegurarse que el personal no
do por la DEFENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN, posea conflictos de intereses respecto de las tareas
deberá coordinar las reuniones de los integrantes encomendadas al Órgano de Revisión.
del Órgano de Revisión, implementar las estrate-
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ARTÍCULO 39.- Los integrantes del Órgano de Re- La DEFENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN a tra-
visión serán designados de la siguiente manera: vés de su titular o de quién éste designe deberá
ejercer el voto en las reuniones a los efectos de
a) UN (1) representante del MINISTERIO DE SA- desempatar, cuando resultare necesario.
LUD;
Las entidades de perfil interdisciplinario y con expe-
b) UN (1) representante de la SECRETARÍA DE DE- riencia de trabajo en la temática de salud mental y de
RECHOS HUMANOS del MINISTERIO DE JUSTI- derechos humanos, representativas de las asocia-
CIA Y DERECHOS HUMANOS; ciones y organizaciones mencionadas en los incisos
d), e) y f), serán designadas por decisión fundada
c) UN (1) representante del MINISTERIO PÚBLICO adoptada entre las jurisdicciones mencionadas en
DE LA DEFENSA; los incisos a), b) y c), a través de un procedimiento
de selección que asegure transparencia.
d) UN (1) representante de asociaciones de usua-
rios y/o familiares del sistema de salud; Las entidades que sean designadas a tal efecto, inte-
grarán el Órgano de Revisión por el término de DOS
e) UN (1) representante de asociaciones de profe- (2) años, al cabo del cual deberán elegirse nuevas
sionales y otros trabajadores de la salud; organizaciones. Podrán ser reelegidas por UN (1)
sólo período consecutivo, o nuevamente en el futuro,
f) UN (1) representante de organizaciones no guber- siempre con el intervalo de UN (1) período.
namentales abocadas a la defensa de los derechos
humanos. El mismo criterio de alternancia se aplica a las personas
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que representen a las organizaciones, las que ade- a efectos de coadyuvar a su buen funcionamiento.
más no podrán tener vinculación de dependencia
con las jurisdicciones mencionadas en los incisos También podrá convocar, a los mismos fines, a per-
a), b) y c). sonalidades destacadas en la materia.
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a) El Órgano de Revisión requerirá plazos expeditos situaciones irregulares que vayan en desmedro de
para la recepción de los informes requeridos; los derechos de las personas usuarias de los servi-
cios de salud mental;
b) A los fines de lograr la supervisión de las condi-
ciones de internación y tratamiento, el Órgano de g) Sin reglamentar;
Revisión podrá ingresar a cualquier tipo de estable-
cimiento, público y privado, sin necesidad de au- h) Las recomendaciones deberán efectuarse a tra-
torización previa, y realizar inspecciones integrales vés de informes anuales sobre el estado de aplica-
con acceso irrestricto a todas las instalaciones, do- ción de la Ley en todo el país, que deberán ser de
cumentación, y personas internadas, con quienes carácter público;
podrá mantener entrevistas en forma privada;
i) Sin reglamentar;
c) El equipo interdisciplinario que evalúe las internacio-
nes deberá estar conformado bajo el mismo criterio es- j) A los fines de promover la creación de órganos
tablecido en el artículo 16 y concordantes de la Ley. de revisión en las jurisdicciones, deberá fomentarse
que en su integración se respete el criterio de inter-
d) Sin reglamentar; sectorialidad e interdisciplinariedad previsto en la ley
e) Sin reglamentar; para el Órgano de Revisión nacional, y podrán de-
pender del ámbito que se considere más adecuado
f) El Órgano de Revisión podrá requerir la interven- de acuerdo a la organización administrativa de cada
ción judicial, así como de la defensa pública y de jurisdicción, para garantizar autonomía de los servi-
otros organismos de protección de derechos, ante cios y dispositivos que serán objeto de supervisión.
104 105
Decreto Reglamentario 603/2013 Decreto Reglamentario 603/2013
Se promoverá que, como mínimo, las funciones de ARTÍCULO 43.- Sin reglamentar.
los órganos de revisión locales sean las indicadas
para el Órgano de Revisión nacional, en su ámbito. ARTÍCULO 44.- Sin reglamentar.
l) A los fines de velar por el cumplimiento de los dere- ARTÍCULO 46.- Sin reglamentar.
chos fundamentales, se comprenderá la situación de
toda persona sometida a algún proceso administrati-
vo o judicial por cuestiones de salud mental, o donde
se cuestione el ejercicio de la capacidad jurídica.
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Decreto Reglamentario 603/2013 Decreto Reglamentario 603/2013
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Lo simbólico, lo imaginario y lo real1
Jacques Lacan
En junio de 1953, Jacques Lacan abandonó la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP) junto con Daniel
Lagache, Françoise Dolto, Juliette Favez-Boutonier, B. Reverchon-Jouve y varios otros analistas que
terminaron fundado la Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP), cuyo espíritu iba a ser mucho más
abierto y liberal que el de la institución madre. Apenas un mes después, en la primera reunión científica de
esa nueva sociedad, Lacan dio esta conferencia, en la que presentó los tres registros que, en lo sucesivo,
iban a guiar su enseñanza. Al mismo tiempo, hizo alusión, por primera vez, al consabido “retorno a Freud”
o, mejor dicho, al “retorno a los textos de Freud”, que decía haber iniciado dos años antes. Siguiendo a
Claude Lévi-Strauss, también enunció allí, por primera vez, la idea de que en el síntoma se expresaba “algo
estructurado y organizado como un lenguaje” y la noción de que “el nombre del padre crea la función del
padre”. Finalmente, basándose en las estructuras elementales del parentesco, definía la palabra a la vez
como mediadora y como constitutiva de la realidad (A. Dagfal).
Mis buenos amigos, ustedes podrán ver que para esta primera comunicación llamada científica de
nuestra Sociedad, he tomado un título que no carece de ambición. Ante todo empezaré por disculparme,
pidiéndoles que consideren esta comunicación llamada científica más bien como, por un lado, un resumen
de puntos de vista, que los que aquí están, mis alumnos, conocen bien y con los cuáles están
familiarizados desde hace unos dos años a través de mi enseñanza; y también como una especie de
prefacio o de introducción a cierta orientación de estudio del psicoanálisis.
En efecto creo que el retorno a los textos freudianos que es el objeto de mi enseñanza desde hace
dos años, me ha dado -o más bien, nos ha dado, a todos los que hemos trabajado juntos-, una idea cada
vez más certera de que no hay dimensión más total de la realidad humana que la realizada por la
experiencia freudiana y que no podemos dejar de retomar las fuentes y estudiar estos textos en todos los
sentidos de la palabra. No podemos dejar de pensar que la teoría psicoanalítica (y al mismo tiempo la
técnica ya que no constituyen más que una sola cosa) no haya sufrido una especie de retroceso, y la verdad
sea dicha, de degradación. Es que en realidad no es fácil mantenerse al nivel de una plenitud tal. Por
ejemplo, un texto como el del "Hombre de los Lobos", pensaba tomarlo esta tarde como base y ejemplo
de lo que he de exponerles. Pero durante todo el día de ayer hice una relectura completa del mismo; había
hecho al respecto un seminario el año pasado y sin embargo se me impuso la sensación de que era
absolutamente imposible darles una idea, aunque sea aproximada, de ese texto; y que de mi seminario del
año pasado había una sola cosa que hacer: retomarlo el año próximo.
Pues lo que percibí en ese texto formidable, después del trabajo y progreso que hemos hecho juntos
este año alrededor del texto "El hombre de las ratas', me hace pensar que lo que había sacado el año
pasado como principio, como ejemplo, como tipo de pensamiento característico dado por ese
extraordinario trabajo era literalmente un mero "approach", como dicen los anglo-sajones; dicho de otro
modo, un balbuceo. De modo que, en resumen, haré tal vez incidentalmente una breve alusión, pero
trataré sobre todo simplemente de decir algunas palabras sobre el planteamiento de un problema
semejante; sobre lo que quiere decir la confrontación de estos tres registros que son los registros
esenciales de la realidad humana, registros muy distintos y que se llaman: lo simbólico, lo imaginario y lo
real.
Ante todo, una cosa que es evidentemente sorprendente y que no debería escapársenos; o sea, que
hay en el análisis toda una parte de real en nuestros sujetos que precisamente se nos escapa; que sin
embargo no escapaba a Freud al ocuparse él de cada uno de sus pacientes. Pero, por supuesto, aunque no
se le escapaba, caía igualmente fuera de su dimensión y alcance. Uno no terminaría nunca de sorprenderse
del hecho y modo del cual habla de su 'Hombre de las ratas', distinguiendo entre 'sus personalidades'. Al
1
Texto publicado por primera vez en castellano en 1977, en Revista Argentina de Psicología, 22, 11-27. La versión “oficial”
de este texto es muy tardía, y data de 2005: « Le Symbolique, l’Imaginaire et le Réel », en Des noms-du-père, París, Seuil.
1
respecto concluyó: "la personalidad de un hombre fino, inteligente y culto", personalidad que puso en
contraste con los otros aspectos del sujeto. Sí bien eso se atenúa, al tratar su 'hombre de los lobos', no por
ello deja de mencionarlo. Ahora bien, a decir verdad, no estamos obligados a refrendar todas sus
apreciaciones. No parece tratarse en el 'Hombre de los lobos' de alguien de tanta clase. Pero es
sorprendente: lo enfatiza como un punto particular. En cuanto a su 'Dora', ni que hablar, si hasta podemos
decir que la ha amado.
Hay por lo tanto en todo esto algo que, evidentemente no deja de impactarnos y que en suma es algo
que constantemente nos concierne. Yo diría que ese elemento directo, que ese elemento de peso, de
apreciación de la personalidad, es algo bastante inefable al cual hemos de atenernos en el registro de lo
mórbido, por un lado, así como en el registro de la experiencia analítica con sujetos que, en absoluto, caen
en el registro de lo mórbido; es algo que en resumen, siempre debemos cuidar y que está particularmente
presente en la experiencia de los que estamos encargados de la pesada tarea de elegir a los que se someten
al análisis con un fin didáctico. En suma ¿qué podemos decir, después de todo? Cuando expresamos, al
término de nuestra selección, todos los criterios que se invocan: ¿es necesaria la neurosis para hacer un
buen analista? ¿un poquito? ¿mucho? ¿seguramente no, en absoluto? Pero a fin de cuentas, ¿es eso lo que
nos guía en un juicio que ningún texto puede definir, y que nos hace apreciar las cualidades personales de
esta realidad?, podrían reducirse a esto: ¿qué significa que un sujeto tenga o no tenga pasta, que sea,
como dicen los chinos ('she-un-ta') un hombre de gran talla, o ('sha-o-yen') o un hombre de pequeña talla?
Es algo que -es necesario decirlo- constituye los límites de nuestra experiencia. Es en este sentido que se
puede decir para plantear la cuestión de saber qué entra en juego en el análisis: ¿de qué se trata? Acaso de
ese rapport real del sujeto -a saber, según cierto modo y según nuestras medidas de reconocimiento-. ¿Es
sobre eso que debemos trabajar en el análisis? Ciertamente no. Se trata indudablemente de otra cosa. Y he
aquí la pregunta que nos planteamos sin cesar y que se plantean todos los que intentan formular una teoría
de la experiencia analítica. ¿Qué es esa experiencia singular entre todas, que va a aportar transformaciones
tan profundas a los sujetos? ¿Y qué son tales transformaciones? ¿Y cuál es su resorte?
La elaboración de la doctrina analítica desde años apunta a responder esta pregunta. Y es cierto que
el hombre común no parece asombrarse, por otro lado, de la eficiencia de esta experiencia que se
desenvuelve íntegramente en palabras; y, en cierto sentido, en el fondo tiene razón, puesto que en efecto,
funciona y para explicarla parecería que no tuviéramos de entrada más qué demostrar el movimiento en
marcha. Y por ende, 'hablar' es ya introducirse en el sujeto de la experiencia analítica. Es allí,
efectivamente, caundo es útil proceder y saber y ante todo plantear la pregunta: ¿qué es la palabra, es
decir, el símbolo?
En verdad a lo que asistimos es más bien a un evitamiento de dicha pregunta. Y, ciertamente, lo que
constatamos es que al reducirla a (al querer no ver en los elementos y en los resortes propiamente técnicos
del análisis más que algo que debe acceder por una serie de aproximaciones a la modificación de las
conductas) mecanismos, costumbres del sujeto, desembocamos rápidamente en un cierto número de
dificultades y de 'impases', al punto de no poder -ciertamente- situarlos en el conjunto de un estudio total
de la experiencia analítica; pero de proseguir en ese sentido, nos orientamos inevitablemente hacia un
cierto número de impenetrables que se nos oponen y que tienden a transformar, a partir de allí, el análisis
en algo que se manifiesta como mucho más irracional de lo que realmente es.
Es sorprendente ver cuantos novicios y recién venidos a la experiencia analítica han expresado, en
sus primeras expresiones sobre sus experiencias, la cuestión del carácter irracional de este análisis,
precisamente cuando tal vez, por el contrario no haya técnica alguna más transparente. Y por supuesto, así
anda todo. Abundamos en apreciaciones psicológicas más o menos parciales del sujeto paciente;
hablamos de su 'pensamiento mágico'; hablamos de todo tipo de registros que tienen indudablemente su
valor y son reencontrados de modo muy vivo por la experiencia analítica. De allí a pensar que el análisis
mismo juega en un cierto registro, ciertamente el del pensamiento mágico, no hay más que un paso,
rápidamente franqueado cuando no se toma como punto de partida y como referencia desde el vamos, la
cuestión primordial: 'qué es esa experiencia de la palabra', y por decirlo todo, de plantear al mismo tiempo
la cuestión de la experiencia analítica, la cuestión de la esencia y del intercambio de la palabra.
2
Creo que el punto del cual se debe partir es el siguiente. Partamos de la experiencia, tal corno nos
fue presentada en las primeras teorías del análisis: ¿qué es eso 'neurótico' a lo cual debemos atenernos en
la experiencia analítica? ¿qué ocurrirá en la experiencia analítica? ¿Y ese pasaje del consciente al
inconsciente? ¿Y cuáles son las fuerzas que dan a este equilibrio una cierta existencia? Nosotros lo
llamamos el principio del placer.
Para sintetizar diremos con M. de Saussure, que 'el sujeto alucina su mundo'; es decir que sus
ilusiones o sus satisfacciones ilusorias no pueden ser de todos los órdenes. Evidentemente él va a
desviarlas hacia un otro orden que el de sus satisfacciones, quienes encuentran su objeto en lo real puro y
simple. Jamás un síntoma ha calmado el hambre o la sed de un modo duradero, si no es por medio de la
absorción de alimentos que les satisfagan, aún cuando una baja general del nivel de la vitalidad pueda, en
los casos límites, ser la respuesta; por ejemplo: la hibernación natural o artificial. Todo esto es concebible
sólo como una fase que no podrá, ciertamente durar, si no es con el riesgo de arrastrar daños irreparables.
La reversibilidad misma de los problemas neuróticos, supone que la economía de las satisfacciones
en ella implicadas fueran de otro orden e infinitamente menos ligadas a ritmos orgánicos fijos, aunque
determinando ciertamente una parte de ellos. Esto define la categoría conceptual que resuelve este tipo de
objetos. Es justamente aquello que estoy en vías de definir: lo imaginario si se acepta y reconoce todas las
implicaciones que le son apropiadas. A partir de ahí es muy simple, claro, fácil, de ver que este tipo de
satisfacción imaginaria no puede ser encontrado nada más que en el orden de los registros sexuales.
Todo está dado a partir de esta especie de condición previa de la experiencia analítica. Y no es
asombroso, aunque, ciertamente, deban ser confirmadas (controladas, diría yo), por la experiencia, que
una vez hecha, hace que las cosas parezcan responder a un perfecto rigor.
El término "libido" es una noción que no hace más que expresar la noción de reversibilidad, la que a
su vez, implica la de equivalencia, en cierto metabolismo de las imágenes; para poder pensar esta
transformación es necesario un término energético a lo que ha servido el término de 'libido'. Se trata por
supuesto de algo complejo. Cuando digo 'satisfacción imaginaria', no es evidentemente el simple hecho de
que Demetrios se haya satisfecho de haber soñado que poseía a la sacerdotisa cortesana... aunque este
caso no es sólo un caso particular en el conjunto. . . Sino que es algo que va más allá y que está
actualmente recortado por toda una experiencia que es la que los biólogos evocan concerniendo a los
ciclos instintivos, muy especialmente en los registros de los ciclos sexuales y de la reproducción; a saber,
que, puestos aparte los estudios todavía más o menos inciertos e improbables tocantes a los conectores
neurológicos en el ciclo sexual, (¡y que no son lo más sólido de esos estudios!), está demostrado que estos
ciclos en los animales responden a fenómenos denominados con el mismo término que el utilizado para
designar los problemas y los resortes sexuales primarios de los síntomas en los sujetos mismos, o sea el
'desplazamiento'.
Lo que muestra el estudio de los ciclos instintivos en los animales, es precisamente, que son
esencialmente de orden imaginario, y que son lo más interesante en el estudio del cielo instintivo, a saber,
que su límite, que su definición, el modo de precisarlo fundamentado sobre la puesta a prueba de un cierto
número de experiencias hasta un determinado limite de desvanecimiento, son susceptibles de provocar en
el animal esa especie de puesta en erección de la parte del ciclo del comportamiento sexual del cual se
trata. Y el hecho de que en el interior de un ciclo de comportamiento determinado, sea siempre
susceptible la aparición, en ciertas condiciones, de un determinado número de desplazamientos; por
ejemplo, en un ciclo de combate la brusca aparición en el retorno de este ciclo, (en los pájaros uno de los
combatientes que se pone de golpe a alisar las plumas) de un segmento del comportamiento de
ostentación que intervendrá en el medio de un ciclo de combate.
Se podrían dar mil ejemplos más. No estoy aquí para enumerarlos. Esto es simplemente para darles
la idea de que éste elemento de desplazamiento es un resorte absolutamente esencial del orden y
sobretodo del orden de los comportamientos ligados a la sexualidad. Sin duda, estos fenómenos no son
electivos en los animales, pero otros comportamientos (cf, los estudios de Lorenz sobre las funciones de
la imagen en el ciclo de la alimentación) muestran que lo imaginario juega un papel importante en el
orden de los comportamientos sexuales. Y por otro lado, en el hombre, es siempre y principalmente en
este plano que nos encontramos frente a este fenómeno.
3
Desde el vamos señalamos, puntualizamos lo expuesto con lo siguiente: que los elementos de
comportamiento instintivos desplazados en el animal son susceptibles de alguna cosa en la cual vemos el
esbozo de lo que llamamos un "comportamiento simbólico".
Lo que llamamos en el animal un comportamiento simbólico es lo que, cuando uno de esos
segmentos desplazados adquiere valor socializado, sirve al grupo animal de punto de referencia para un
cierto comportamiento colectivo. Así, planteamos que un comportamiento puede ser imaginario cuando
su oscilación entre imágenes lo hace susceptible de desplazamientos fuera del ciclo que asegura la
satisfacción de una necesidad natural.
A partir de ahí, el conjunto que se articula en la raíz del comportamiento neurótico puede ser
definido y dilucidado en el plano de la economía instintiva, teniendo en cuenta que siempre concierne a
un comportamiento sexual. No necesito retornar sobre esto a no ser para indicar brevemente que un
hombre pueda eyacular a la vista de una pantufla es algo que no nos sorprende como así tampoco que un
esposo la utilice para llevar a su consorte a mejores sentimientos, pero seguramente, a partir de ello nadie
soñaría que una pantufla pueda servir para apaciguar la excitación extrema de un individuo. Es que, a lo
que debemos constantemente atenernos es a los fantasmas. En el orden del tratamiento no es raro que el
paciente, el sujeto, haga intervenir en el curso del análisis un fantasma tal como el del 'fellatio del
partenaire del analista'. ¿Trátase también aquí de algo que haremos ingresar en un ciclo arcaico de su
biografía de un modo cualquiera? ¿Una anterior subalimentación? Es evidente que cualquiera sea el
carácter incorporativo que demos a esos fantasmas jamás pensaríamos en tal subalimentación. ¿Cómo
entenderlo?
Puede significar muchas cosas. En efecto es necesario ver bien que lo imaginario está a la vez lejos
de confundirse con el dominio de lo analizable y, que por otro lado, puede existir otra función que la
imaginaria. No es porque lo analizable coincida con lo imaginario, que lo imaginario se confunde con lo
analizable, que es lo exclusivamente analizable, y que sea enteramente lo analizable o lo analizado.
Para tomar el ejemplo de nuestro fetichista, a pesar de que sea raro, si admitirnos que allí se trata de
una especie de perversión primitiva, no es imposible visualizar casos parecidos. Supongamos que se
tratara de uno de esos desplazamientos imaginarios tal como los encontramos realizados en el animal.
Supongamos, en otros terminos, que la pantufla sea aquí estrictamente el desplazamiento del órgano
femenino puesto que es más a menudo en el macho que se da el fetichismo. Si, literalmente, no hubiera
nada que pudiera representar una elaboración con respecto a este dato primitivo, serían tan igualmente
inanalizables ciertas fijaciones perversas.
Inversamente, para hablar de nuestro paciente o sujeto, si lo pensamos como presa de un fantasma lo
estamos planteando como algo que tiene un muy diferente sentido y en este caso está bien claro que si ese
fantasma puede ser considerado corno algo que representa lo imaginario es porque puede representar
ciertas fijaciones a un estadio primitivo oral de la sexualidad. En otras palabras no diremos que su
práctica del fellatio sea constitucional.
Entiendo pues que aquí, en el fantasma en cuestión, el elemento imaginario no tiene en rigor más
que un valor simbólico que debernos apreciar y comprender en función del momento del análisis en que
se inserta. En efecto aún cuando el sujeto retiene su confesión el fantasma surge en un momento preciso
del diálogo analítico. Está hecho para expresarse, para ser dicho, para simbolizar algo, y algo que difiere
según el momento del diálogo.
¿Qué decir pues? Que no basta que un fenómeno represente un desplazamiento, dicho de otro modo,
se inscriba entre los fenómenos imaginarios, para que sea analizable y que, para que lo sea, es necesario
que represente a otra cosa que a si mismo.
Para abordar el tema en cuestión o sea el simbolismo, diré que toda una parte de las funciones
imaginarias en el análisis no tienen otra relación con la realidad fantasmática que ellas manifiestan que,
por ejemplo, la que tiene la sílaba 'po' (en la palabra pote) con las formas, preferentemente simples del
jarro que ella designa. Como podemos fácilmente ver en el hecho de que en 'policía' o 'poltrón' esta sílaba
'po' tiene totalmente otro valor. Podremos utilizar el 'pote' para simbolizar la sílaba 'po' inversamente en el
término 'policía' o 'poltrón', pero convendrá agregarle al mismo tiempo, en tal caso, otros términos
4
igualmente imaginarios que no serán tomados por otra cosa que como sílabas destinadas a completar la
palabra.
De este modo es necesario entender lo simbólico en juego en el intercambio analítico, teniendo en
cuenta que lo que en él encontramos, y estamos definiendo, es lo que Freud definió como su realidad
esencial, así se trate de síntomas reales, actos fallidos y todo cuanto en ello se inscriba; se trata todavía y
siempre de símbolos, y de símbolos muy específicamente organizados en el lenguaje, que por
consiguiente funcionan a partir de ese equivalente del significante y del significado: la estructura misma
del lenguaje.
No me pertenece la expresión: 'el sueño es un acertijo', pertenece a Freud. Y que el síntoma expresa,
también él, algo estructurado, organizado como un lenguaje, queda de manifiesto a partir del hecho de que
el síntoma histérico arroja siempre un equivalente de una actividad sexual, pero jamás un equivalente
unívoco. Por el contrario se trata siempre de un equivalente plurívoco, superpuesto, sobredeterminado, y
por decirlo todo, construido según el exacto modelo en que lo son las imágenes en los sueños, las que
representan una competencia, una superposición de símbolos tan compleja como una frase poéticas la que
a su vez vale por su tono, su estructura, sus giros, su ritmo, su sonoridad, por consiguiente y
esencialmente sobre varios planos, en el orden y registro del lenguaje.
A decir verdad, esto no se nos aparecerá en su relieve si no intentamos ver a pesar de todo, que es
algo enteramente propio del lenguaje. Ciertamente no estamos aquí para hacer un delirio colectivo, ni
organizado, ni individual sobre el problema del origen del lenguaje, ya que es un tema que se presta
inmejorablemente a este tipo de delirios. El lenguaje está ahí, es un emergente. Y ahora que ha emergido
no sabremos jamás cuándo ni cómo ha empezado, ni cómo eran las cosas antes que él estuviera.
Pero sin embargo, ¿cómo expresar ese algo que debe, tal vez haberse presentado como una de las
formas más primitivas del lenguaje? Piensen en las contraseñas. Vean, elijo a propósito este ejemplo,
justamente porque el error y espejismos cuando se habla del lenguaje, radica siempre en creer que su
significación es la que él designa. Pero no es así. Por supuesto que designa algo, pero antes de hacerlo
cumple una cierta función. Y elijo a propósito la contraseña porque tiene esa propiedad de ser elegida de
manera íntegramente independiente de su significación, y esa significación es la de designar a quien la
pronuncia como teniendo tal o cual propiedad en respuesta a la pregunta que motivó la palabra. Algunos
dirán que el ejemplo está mal elegido puesto que está tomado del interior de una convención. Pero
precisamente en ello reside su valor. Por otro lado no podemos negar que la contraseña tiene la más
preciosa de las virtudes; sirve simplemente para evitarnos ser muertos.
Es por eso que podemos considerar el lenguaje como teniendo una función. Nacida entre esos
animales feroces que debieron ser los hombres primitivos (a juzgar por nuestros contemporáneos no es tan
inverosímil), la contraseña no es justamente aquello mediante lo cual 'se reconocían los hombres del
grupo', sino aquello mediante lo cual 'se constituye el grupo'.
Hay otro registro en el que se puede meditar acerca de esta función del lenguaje; es el del lenguaje
estúpido del amor, que consiste, en el último grado del espasmo, del éxtasis -o al contrario de la rutina,
según los individuos- a cualificar repentinamente su compañero sexual con el nombre de una legumbre o
de un animal repugnante. Esto expresa también algo que no está lejos de tocar el problema del horror al
anonimato. No es por nada que tal o cual de estas apelaciones al animal o soporte totémico, se encuentra
en la fobia. Es evidente que hay, entre los dos, algún punto en común; el sujeto humano está muy
especialmente expuesto, lo veremos en seguida, a este tipo de vértigo que aparece y experimenta la
necesidad de alejarlo, la necesidad de hacer algo que lo trascienda. Y es de lo que se habla en el origen de
la fobia.
En estos dos ejemplos, el lenguaje está particularmente desprovisto de significación. En ellos
podemos, inmejorablemente, ver lo que diferencia el símbolo del signo, a saber, la función interhumana
del símbolo. Se trata de algo que nace con el lenguaje y que hace que después que la palabra (y
precisamente para lo que sirve la palabra) haya sido pronunciada, los dos compañeros pasan a ser otra
cosa que antes. Esto, apoyándonos en el más simple de los ejemplos.
Por otra parte se equivocarían al creer que éstos no son ejemplos particularmente plenos.
Seguramente a partir de estas pocas observaciones, podrán percibir que, así sea en la contraseña, así sea
5
en la palabra llamada de amor, se trata de algo, que a fin de cuentas está lleno de connotaciones. Digamos
que la conversación que en un momento dado de vuestra carrera de estudiantes hayan podido tener (en
una cena, por ejemplo), donde el modo y la significación de las cosas intercambiadas tiene ese carácter
común a las conversaciones de la calle o del colectivo, no es otra cosa que un cierto modo de hacerse
reconocer, lo que justificarla a Mallarmé cuando dice que el lenguaje es 'comparable a esa moneda
borrada que se pasa de mano en mano en silencio'.
A partir de ahí, veamos pues de que se trata; ya que en suma es lo que se establece cuando el
neurótico llega a la experiencia analítica. Es que él también comienza diciendo cosas. Dice cosas, y las
cosas que dice no deben sorprendernos si, al inicio, no son más que palabras de poco peso, a las que acabo
de aludir. Sin embargo hay algo que es fundamentalmente diferente; es el hecho que viene al analista para
otra razón que para decir tonteras y banalidades; que, desde el vamos, en la situación está implicado algo.
Y algo que no es banal, puesto que en suma, es su propio sentido lo que viene a procurar; es que hay algo
místicamente puesto sobre la persona de quien lo escucha. Por supuesto avanza sobre esta experiencia,
sobre esta vía original, con -¡Dios mío!- todo lo que tiene a su disposición: a saber, con la creencia ante
todo de que debe hacer de médico, informar al analista. Ciertamente ustedes tienen su experiencia
cotidiana; llevándolo a su plano, digamos que de lo que se trata no es de hacer eso, sino de hablar, y
preferentemente, sin procurar meterse en el orden de la organización, es decir, a meterse según un
narcisismo bien conocido, en el lugar de su interlocutor.
Al fin de cuentas la noción que tenemos del neurótico es que en sus síntomas mismos, se trata de
una 'palabra amordazada' en la que se expresa un cierto número, digamos, de trasgresiones de un cierto
orden' que por si mismas gritan al cielo el orden negativo al cual se han inscripto. Por no haber realizado
el orden del símbolo de un modo vivo, el sujeto realiza imágenes desordenadas cuyo sustitutivo ellas son.
Y es, ciertamente, eso lo que va ante todo y desde ya, a interponerse a toda relación simbólica verdadera.
Lo que el sujeto expresa ante todo y desde el vamos cuando habla, es ese registro que llamamos las
'resistencias'; lo que no quiere y puede interpretarse de otra manera que como el hecho de una realización
hic et nunc, en la situación y con el analista, de la imagen o las imágenes que son las de la experiencia
precoz. Y es sobre este punto que se edifica toda la teoría de la resistencia y eso, tan solo después del
reconocimiento del valor simbólico del síntoma y de todo aquello que puede ser analizado.
Lo que la experiencia prueba y demuestra, es justamente algo más que la realización del símbolo; es:
el intento del sujeto, de constituir hic et nunc en la experiencia esta referencia imaginaria que
denominamos, 'los intentos del sujeto de hacer entrar al analista en su juego'. Lo que vemos, por ejemplo,
en el caso del 'Hombre de las ratas', cuando percibimos (rápida, pero no inmediatamente, así como
tampoco Freud) que al relatar su historia obsesiva, en el gran énfasis sobre el suplicio de las ratas hay, un
intento en el sujeto de realizar hic et nunc, (aquí y con Freud), esa especie de relación sádico-anal
imaginaria que constituye por sí misma la sal de la historia. Y Freud percibió que se trata de algo que se
traduce y se traiciona fisiognómicamente, en la cara, en la expresión del sujeto, puesto que lo califica en
ese momento: el horror del goce ignorado.
A partir del momento en que estos elementos de la resistencia son remontados en la experiencia
analítica, que se los ha podido medir, pesar como tales, se constituye un momento significativo en la
historia del análisis. Y podemos decir que es a partir del momento en que se supo hablar al respecto de un
modo coherente (en el momento por ejemplo, del artículo de Reich, uno de los primeros al respecto.
aparecido en el International Journal), que Freud hace surgir el segundo en la elaboración de la teoría
analítica: algo que no representa nada más y nada menos que la teoría del yo; en esa época, 1920, aparece
'das Es' (el ello), y en aquel momento empezamos a percibir en el interior (es preciso mantenerlo siempre
en el interior del registro de la relación simbólica) que el sujeto resiste; que esta resistencia no es como
una simple inercia opuesta al movimiento terapéutico, como se podría decir en física que la masa resiste a
toda aceleración. Es algo que establece cierto lazo, que se opone como tal, como una acción humana, a la
del terapeuta; pero, con esta precisión: es necesario que el terapeuta no se engañe. No es a él en tanto
realidad que se le opone, sino en la medida en que, en su lugar, está realizada una cierta imagen que el
sujeto proyectó sobre él.
6
En verdad, éstos no son más que términos aproximativos. Es igualmente en ese momento que nace
la noción de pulsión agresiva, que es necesario adjuntar a la libido el término destruido; y esto no sin
motivo. Es que a partir del momento en que su meta es descifrar las funciones totalmente esenciales de
esas relaciones imaginarias, tal como se presentan bajo la forma de resistencia, aparece un otro registro
que no está ligado a nada menos que a la función propia que juega el yo en esa teoría del yo, que no
trataré hoy, y que es absolutamente necesaria distinguir en toda noción coherente y organizada del yo del
análisis; a saber, el yo como función imaginaria del 'moi' , como unidad del sujeto alienado a si mismo,
del 'moi' como aquello en lo que el sujeto no puede reconocerse más que alienándose y por consiguiente
no puede reencontrarse más que aboliendo el alter ego del 'moi', el que, como tal, desarrolla la dimensión,
muy distinta de la agresión, que denominaremos agresividad.
Creo que ahora nos es necesario retomar el problema en estos dos registros: la cuestión de la palabra
y la cuestión de lo imaginario.
La palabra, se los he mostrado en forma abreviada, juega ese rol esencial de mediación. De
mediación quiere decir, de algo que intercambian los dos partenaires en presencia. Esto no tiene, por otra
parte, nada que no nos sea dado hasta en el registro semántico de ciertos grupos humanos. Y si ustedes
leen (no es un libro que merezca todas las recomendaciones, pero es bastante expresivo como manual y
excelente como introducción para quienes la necesiten) el libro de Lenhardt, "Do Kamo", verán que entre
los Canacos se produce algo bastante particular en el plano semántico, o sea, que el término 'palabra'
significa algo que va mucho más lejos de lo que nosotros designamos. Alude además a una acción. Y por
otro lado, también entre nosotros la 'palabra dada' es una forma de acto. Pero es igualmente algunas veces
un objeto, o sea, algo que se pierde, una gavilla. Es no importa que, pero entre ellos por momentos
designa un objeto, algo que se lleva, una gavilla... pero a partir de ahí, existe algo que no existía antes.
Convendría también hacer otra observación: es que la palabra mediadora no lo es pura y simplemente en
ese plano elemental, puesto que permite trascender la relación agresiva fundamental al espejismo del
semejante. Es necesario que sea más que eso, porque si reflexionamos, vemos que constituye no
solamente esa mediación, sino que igualmente constituye la realidad en si misma. Esto es claramente
evidente si consideran lo que denominamos una estructura elernental, es decir, arcaica del parentesco.
Lejos de ser elementales, no lo son siempre. Por ejemplo, el hecho especialmente complejo (en verdad,
estas estructuras complejas no existirian sin el sistema de palabras que la expresan) de que entre nosotros,
las interdicciones que regulan el intercambio humano de las alianzas, en el sentido propio de la palabra, se
reduzcan a un número excesivamente restringido, tiende a confundirnos, palabras como 'padre, madre,
hijo...' con relaciones reales.
Es porque el sistema de relaciones de parentesco, por su misma constitución, se ha extremadamente
reducido en sus límites y en su campo. Pero, si ustedes formaran parte de una civilización donde no
podrian desposar tal o cual prima en séptimo grado porque es considerada como prima paralela, o
inversamente, como prima cruzada, o encontrándose con ustedes en una cierta homonimia que retorna
cada tres o cuatro generaciones, percibirían que la palabra y los símbolos tienen una decisiva influencia en
la realidad humana, y es precisarnente porque las palabras tienen exactamente el sentido que yo les
decreto. Como diría Humpty Dumpty en Lewis Caroll, cuando se le pregunta ¿por qué?, y da esa
respuesta admirable: "porque soy el amo".
Digamos que en principio, es evidente que es el hombre en efecto quien da su sentido a la palabra. Y
que, si posteriormente las palabras se encuentran en el común acuerdo de la comunicabilidad, es decir,
que las mismas palabras sirven para reconocer la misma cosa, es precisamente en función de relaciones,
de una relación de partida, que ha permitido a esas personas ser personas que comunican. En otros
términos, no es absolutamente cuestión, salvo en una percepción psicológica expresa, de intentar deducir
cómo las palabras salen de las cosas y les son sucesiva e individualmente aplicadas, pero sí de
comprender, que es en el interior del sistema total del discurso, del universo de un lenguaje determinado,
que comporta por una serie de compIementariedades, un cierto número de significados; que lo que hay
que significar, a saber, las cosas hay que acomodarlas, dándoles un lugar.
Es así que las cosas, a través de la historia se constituyen. Es lo que torna particularmente pueril
toda teoría del lenguaje, por cuanto habría que comprender el papel que juega en la formación de los
7
símbolos. Por ejemplo, la teoría dada por Wasserman, quien hizo al respecto, en el International Journal
of Psychoanalysis, 1944, un muy lindo artículo cuyo titulo es: 'Language, behavior, dynamic psychiatry'.
Es evidente que uno de los ejemplos que da, muestra con suficiencia la fragilidad del punto de vista
behaviorista. Pues es de eso que se trata en esta oportunidad. Cree resolver la cuestión de lo simbólico del
lenguaje, dando este ejemplo: el condicionamiento que tendrá efecto en la reacción de contracción de la
pupila a la luz, regularmente producido en simultaneidad con una campanilla. Suprimimos la excitación
de la luz y la pupila se contrae cuando agitamos la campanilla. Terminaríamos por obtener la contracción
de la pupila por la simple audición de la palabra 'contract'. ¿Creen ustedes que con eso han resuelto el
problema del lenguaje y de la simbolización? Pero, está bien claro que si en lugar del 'contract' hubiera
otra cosa, habría podido obtener exactamente el mismo resultado. Y no se trata del condicionamiento de
un fenómeno, sino en los síntomas de la relación del síntoma con todo el sistema del lenguaje. Es decir, el
sistema de las significaciones de las relaciones interhumanas como tales.
Creo que el eje de lo que acabo de decirles es el siguiente: ¿qué es lo que constatamos, y en qué
consiste el recorte que hace el análisis de esas observaciones mostrándonos hasta en su último detalle el
alcance y la presencia?
Es, ni más ni menos, que en esto: que toda relación analizable, es decir, interpretable
simbólicamente, está siempre más o menos inscripta en una relación de tres. Lo hemos ya visto en la
estructura misma de la palabra: mediación entre tal y cual sujeto en lo libidinal realizable; lo que nos
muestra el análisis y lo que da su valor a este hecho afirmado por la doctrina y demostrado por la
experiencia es que finalmente nada se interpreta, porque es de eso que se trata en la intermediación de la
realización edipica. Es ese el sentido. Quiere decir que toda relación de dos está siempre más o menos
marcada por el estilo de lo imaginario; y que, para que una relación tome su valor simbólico, es necesario
que tenga la mediación de un tercer personaje que realice, en relación al sujeto, el elemento trascendente
gracias al cual su rapport con el sujeto puede ser mantenido a una cierta distancia.
Entre la relación imaginaria y la relación simbólica está la distancia de la culpabilidad. Es por eso,
la experiencia lo muestra, es que la culpabilidad siempre es preferible a la angustia. La angustia en sí
misma está, desde ya lo sabemos, por el progreso de la doctrina y la teoría de Freud, siempre ligada a una
pérdida, es decir, a una transformación del yo, o sea, a una relación dual próxima a desvanecerse, y a la
cual debe suceder algo más que el sujeto no puede abordar sin un cierto vértigo. He ahí el registro y la
naturaleza de la angustia. La introducción del tercero en la relación narcisística introduce la posibilidad de
una mediación real, esencialmente por la intermediación del personaje que, con relación al sujeto,
representa un personaje trascendente, dicho de otro modo, una imagen de dominio por medio de la cual su
deseo y su cumplimiento pueden realizarse simbólicamente. En ese momento interviene otro registro, que
es justamente el denominado: o bien de la ley, o bien de la culpabilidad, según el registro en el que es
vivido. (Notarán que abrevio un poco; ese es el término. Estimo, al abreviar, no despistarlos con ello,
puesto que se trata, aquí o en nuestras reuniones de cosas harto repetidas.)
Lo que quisiera subrayar referente a este registro, de lo simbólico es sin embargo importante. Es lo
siguiente: desde que se trata de lo simbólico, concierne, a aquello en lo que el sujeto se compromete en
una relación propiamente humana; desde que se trata de un registro del 'je' (yo), se trata de un
compromiso: en 'yo quiero... yo amo', hay siempre algo literalmente dicho, de problemático, es decir, un
elemento temporal muy importante a ser considerado. ¿A qué apunto? Esto plantea toda una serie de
problemas que deben ser tratados paralelamente al problema de la relación de lo simbólico y de lo
imaginario. El problema de la constitución temporal de la acción humana es, absolutamente inseparable
de la relación de lo simbólico y de lo imaginario. Aunque no pueda resolverla en toda su amplitud esta
noche, es necesario por lo menos indicar que la encontramos sin cesar en el análisis y quiero decir del
modo más concreto. Ahí también para comprenderla conviene partir de una noción estructural, si se puede
decir, existencial, de la significación del símbolo.
Uno de los puntos que pareciera de lo más controvertido de la teoría analítica, a saber, el del
supuesto automatismo de repetición, ha sido magistralmente ejemplificado por Freud, al mostrar como
actúa el primer dominio: el niño que elimina por desaparición su juguete. Esta repetición primitiva, esta
escansión temporal, que hace que la identidad del objeto sea mantenida en la presencia y en la ausencia,
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nos da la dimensión y significado del símbolo en tanto refiere al objeto, es decir, a lo que denominamos el
concepto. Ahora bien, ahí encontramos ilustrado algo que parece bastante obscuro cuando leemos en
Hegel: 'el concepto es el tiempo'. Sería necesario una conferencia de una hora para demostrar que el
concepto es el tiempo. (Cosa curiosa, Hippolyte, que trabaja la "Fenomenología del Espíritu" se contentó
en hacer una nota diciendo que esto era uno de los puntos más obscuros de la teoría de Hegel).
Ahí tocamos algo muy simple, que consiste en que el símbolo del objeto, es justamente 'el objeto
ahí'. Cuando él no está más es el objeto encarnado en su duración separado de sí mismo, y que por lo
mismo, puede estar, en cierto modo, siempre presente, siempre ahi, siempre a vuestra disposición.
Reencontramos allí la relación que hay entre el símbolo y el hecho que todo lo que es humano es
considerado como tal, y cuanto más humano, más preservado, si se puede decir, del aspecto motor y
descomponente del proceso natural. El hombre hace y ante todo, hace subsistir en una cierta permanencia
todo lo que ha durado como humano.
Reencontramos un ejemplo. Si hubiera querido tomar por otra punta el problema del símbolo, en
lugar de partir de la palabra, o de la pequeña gavilla, habría partido del túmulo sobre la tumba del jefe o
sobre la tumba de cualquiera. Lo que caracteriza la especie humana es, justamente, el rodear al cadáver
con algo que constituye fina sepultura, el mantener el hecho que 'esto ha durado'. El túmulo o no importa
que otro signo de sepultura merece con toda precisión el nombre de símbolo, de algo humanizante.
Conceptúo símbolo a todo aquello cuya fenomenología he intentado mostrar hoy. Es por lo que, si les
señalo esto no es sin razón, y la teoría de Freud ha debido avanzar hasta la noción de instinto de muerte, y
todos los que, a posteriori, poniendo el acento solamente en lo que es el elemento de resistencia, es decir,
el elemento noción imaginaria en la experiencia analitica, anulando más o menos la función simbólica del
lenguaje, son los mismos para quien el instinto de muerte es algo que no tiene razón de ser.
Este modo de 'realizar' en el sentido propio del término, de retrotraer a un cierto real la imagen,
-habiendo por supuesto incluido como una función esencial un particular signo de ese real- de retrotraer a
lo real la expresión analítica, está siempre presente entre aquello que carece de ese registro,
correlativamente a la puesta entre paréntesis (leáse exclusión) de lo que Freud denominó instinto de
muerte, o que denominó, más o menos, automatismo de repetición.
En Reich es muy característico. Para Reich todo lo que el pacíente cuenta es "flatus vocis', el modo
con que el instinto muestra su armadura. Punto que es significativo, muy importante, pero en la medida en
que es puesta entre paréntesis toda esta experiencia en tanto simbólica, el instinto de muerte queda
excluido, puesto, entre paréntesis. Lógicamente este elemento de muerte no se manifiesta únicamente en
el plano del símbolo. Ustedes saben que se manifiesta en lo que es el registro narcisista. Pero se trata de
otra cosa mucho más próxima a este elemento de aniquilación final, ligada a todo tipo de desplazamiento.
Lo podemos conceptuar. El origen, la fuente como lo he indicado a propósito de los elementos
desplazados, no está en la posibilidad de transacción simbólica de lo real; sino que es, al mismo tiempo,
algo que tiene mucho menos relación con el elemento duración, en tanto concibo el porvenir esencial del
comportamiento simbólico como tal.
Ustedes, notan, estoy obligado a ir un poco rápido. Hay muchas cosas a decir en todo esto. Y es
cierto que el análisis de nociones tan diferentes como las de: resistencia, resistencia de transferencia,
transferencia como tal, abre a la posibilidad de comprender lo que es necesario llamar propiamente
transferencia y dejar a la noción de resistencia. Creo que todo esto puede fácilmente inscribirse con
relación a las nociones fundamentales de lo simbólico y de lo imaginario.
Quisiera simplemente, para terminar, ilustrar de algún modo (es siempre necesario dar una pequeña
ilustración de lo que uno cuenta), darles algo que no es más que una aproximación, con respecto a los
elementos de formalización que he desarrollado más profundamente con mis alumnos del Seminario (por
ejemplo en el Hombre de las Ratas). Podemos llegar a formalizar plenamente con la ayuda de los
elementos como los que les voy a indicar. Esto es algo que les mostrará lo que quiero decir.
He ahí como un análisis podría, muy esquemáticamente, insertarse desde su inicio hasta el final: rS - rI -
ir - iS - sS - SI - SR - iR - rR - rS: realizar el símbolo.
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Este es el punto de partida: el analista es un personaje simbólico como tal. Y es a ese título que se lo
consulta, puesto que es, a la vez el símbolo de toda potencia, es una autoridad, el amo. Es en esta
perspectiva que el sujeto la encuentra, colocándose en una cierta postura que es aproximadamente esta: 'es
usted quien tiene mi verdad', postura completamente ilusoria, pero típica.
- rI: después tenemos: la realización de la imagen.
Es decir la instauración más o menos narcisista en la que el sujeto entra en una conducta que es
justamente analizada como resistencia. ¿Y en virtud de qué? De una relación iI.
- iI: imaginación / imagen
Es la captación de la imagen esencial constitutiva de toda realización imaginaria en tanto la consideremos
como instintiva; esta realización de la imagen es la que hace que la espinosa hembra (pez) sea cautivada
por los mismos colores que el espinoso macho y que entren progresivamente en una cierta danza que las
lleva ustedes saben donde.
¿Qué es lo que la constituye en la experiencia analítica? La incluyo por el momento en un círculo (cf. más
lejos).
Después de eso tenemos:
- iR: - que es la continuación de la transformación precedente: I es transformado en R.
Es lo que hace de resistencia, de transferencia negativa o aún, en el límite, de delirio, que hay en el
análisis. Es en cierto modo lo que los analistas tienden a definir: "el análisis es un delirio bien
organizado", fórmula que he oído en la boca de mis maestros, que es parcial, pero no inexacta.
¿Y después qué pasa? Si el final es bueno, si el sujeto no tiene todas las disposiciones para ser psicótico
(en cuyo caso permanece en el estadio iR) pasa a:
- iS: la imaginación del símbolo.
Imagina el símbolo. Tenemos, en el análisis mil ejemplos de la imaginación del símbolo. Por ejemplo: el
sueño; el sueño es una imagen simbolizada.
Aquí interviene:
- sS: que permite la subversión. Que es la simbolización de la imagen. Dicho de otro modo, lo que
denominamos 'la interpretación'. Esto únicamente luego del franqueamiento de la fase imaginaria que
aproximadamente engloba: rI - il - iR - iS; empieza la elucidación del síntoma por la interpretación (sS).
-SI
Luego tenemos:
-SR que es en suma, la meta de toda salud y que no consiste (como se cree) en adaptarse a un real más o
menos bien definido y organizado, sino en hacer reconocer su propia realidad; en otras palabras, su propio
deseo. Como a menudo lo he subrayado, hacerlo reconocer por sus semejantes, es decir simbolizarlo.
En ese momento reecontramos:
- rR
Lo que nos permite llegar por fin al:
-rS
Es decir, exactamente al punto de donde hemos partido.
No puede ser de otro modo, puesto que si el análisis es humanamente válido, no puede ser más que
circular. Y un análisis puede comprender varias veces este ciclo.
-iI es la parte propia del análisis, es lo que se denomina (sin razón) 'la comunicación de los
inconscientes'.
El analista debe ser capaz de comprender el juego que juega su sujeto. Debe comprender que él mismo es
el espinoso macho o hembra según la danza que lleva su sujeto.
El sS es la simbolización del símbolo. Es el analista quien debe hacerla. No hay dificultad: él mismo es
desde el vamos un símbolo. Es preferible que lo haga con totalidad, cultura e inteligencia. Es por eso que
es preferible, que es necesario que el analista tenga una formación tan completa como sea posible en el
orden cultural. Más sepan ustedes, más les servirá. Y esto (sS) no debe intervenir sino después de un
cierto estadio, después de una cierta etapa franqueada.
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Y en particular, es en este registro (no es por nada que lo he separado) que el sujeto forma siempre una
cierta unidad más o menos sucesiva, cuyo elemento esencial se constituye en la transferencia. Y el analista
viene a simbolizar el superyo, que es el símbolo de símbolos.
El superyo es simplemente una palabra que no dice nada. (Una palabra que prohíbe). El analista no tiene
ninguna dificultad en simbolizarla. Es precisamente lo que hace.
El rR es su trabajo, impropiamente designado con la expresión 'benévola neutralidad', de la cual se habla
a diestra y siniestra, y que simplemente quiere decir que, para un analista todas las realidaddes son
equivalentes; que todas son realidades. Esto parte de la idea de que todo lo que es real es racional y
viceversa. Y es lo que le debe dar esa benevolencia contra la cual viene a romperse la resistencia y le
permite llevar a buen puerto su análisis. Todo eso se ha dicho un poco rápidamente.
Podría haberles hablado de otras cosas. Pero, al final esto no es más que una introducción, un prefacio a lo
que yo intentaré tratar más completamente, más concretamente, el informe que espero hacerles en Roma,
sobre el tema del lenguaje en el psicoanálisis.
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.:.·
IV
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JNTRODUCCION A LA CUESTION DE LAS PSICOSIS
<\'VENGO DEL FIAMBRERO»
embargo, actuar sobre lo reprimido mediante el mecanismo ,.Serí~. ~ejor. ~~~~q.9.~-~t. ~.t_ . !~i:~.np de proye~~~9.n_. Aquí
de la represión, es saber algo acerca de ello, porque la regf:'_e- ~s:a e~ J~1~go algo que na4a ~~~n~-- q:1:1:e_ y~r e~~ esa proyección
sión y el retorno de lo reprimido no ·son sino una sola y _única .e_s1~olog1ca_por J~ cual, Pº; eJe~plo, _recibi~.<?.~~--~~~~pr_e todo
cosa, expresada no en el lenguaje consciente del sujeto sino en ... !9 que hacen aq~el~os .J~~l~ !~~-- cuales tenemos sentimientos
otra pa.rte. Algunos encuentran una dificultad porque no per- -~lg~. _mez;l~~os,. -~on _al _me~-l?~. ~lgu~a perplejidad en tocan-
lo
cij:>en que lo que está en juego es del orden de un sa~~r. ~~ . . ~- . ~~-~. -~~~~<?~º.!!~· ~a p~_oye_~.c~ón en la psicosis es muy
Les daré otra cita, tomada del caso Schrebet. En el mo- ~~f~~-~~t~f~ . .to~~--~}~? es el m~-~?.-1?:~~~9- ~~-J1~~!:_r.~!9rnir qel
mento en que Freud explica el mecanismo propio de la pro- ~~~~~!~!._ 2.. q~~ -~~t-ª.. P.r~s9. ~tt J.ª Vf!rw.erfu11g, o sea lo que ha
yección que podría dar cuenta de la reaparición del fantasma sigo. ~~jado fuera de la simbolización general que ~structura
en la realidad, se detiene, para observar que en este caso no í!l_ suieto~ ·
podemos hablar pura y simplemente de ·proyección. Lo cual ¿Qu~ es este juego de manos del que somos presa, este
es harto evidente con.sólo pensar cómo funciona ese mecanis·· ma~abansmo entre lo simbólico, lo imaginario y lo real?
mo, por ejemplo, e1_1 el delirio de celos llamado proyectivo, Como 1:º conocemos al malabarista podemos hacer la pregun-
que consiste en imputar al cónyuge infidelidades de las qu? ta .. L~ incluyo yll el orden del día este año, pues permitirá
uno se siente imaginariamente culpable. Otra cosa es el delirio de~tnrr lo que se denomina la relación con la realidad, y
de persecución, que se manifiesta a través de intuiciones 'inter- articular a }a yez el objetivo del análisisi sin caer en las ·
pretativas en lo real. Estos son los términos en que se expresa perpetuas confusiones que al respecto se hacen en la teoría
J.:r:~l:1-~. ; E..~ incorrfcto decir que la sensación interiormente repri- analítica. Cuando se habla de adaptación a la realidad •de
mida -la Verdrangung es una simbolización, y Unt~rdrüc- qué s~ habla? N~die puede responder si no se define q~i es
~Ü.ng, indica sencillamente algo caído por debajo- es proyec- fa realidad, lo c1J.al no es asunto senciHo,
tada de nuevo hacia el exterior -esto es lo reprimido y el A fin de introducir el problema partiré de un elemento ·
retorno de lo reprimido. Deberíamos decir más bien .que lo tot~lmente act?al. No puede de~irse, en efecto, que este semi-
rechazado- recuerdan quizás el tono de insistencia que el uso · nario es tan solo una comentario de ttxtos, en el sentido de
dio a esta palabra -retorna del exterior. q~e se trataría de 'una pura y simple exégesis: estas cos·as
Este es un texto para agregar a los que ya cité en el mismo viven para nosotros en nuestra práctica cotidiana, en los con-
registro, textos que son pivotes. Precisamente> el texto de la troles, en el modo de dirigir nuestra interpretación, en el
Verneínung que comentó Hyppolite, permitió ~rticul,ilr con modo en que actuamos ante las resistencias.
.p(ecisión que hay un momento que, si pu~de decirse, es el Por ello tomaré un ejemplo de mi presentación de enfer-
origen de la simbolización. Entiendan bien: est~ origen no es mos del viernes pasado. .
un punto del desarrollo, responde a una exigencia; que la
simbolización necesita un comienzo. Ahora bien, en todo
momento del desarrollo, puede producirse algo que -es lo
contrario de la Bejahung; una Vemeinung de algún modo.
primitiva, cuya continuación es la Verneinung en sus conse-
cuencias dínicas. La distinción de ambos mecanismos, Verneí-
nung y Bejahung, es absolutamente esencial.
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INTRODUCCION A LA CUESTION DE LAS PSICOSIS « VENGO DEL FIAMBRERO»
gentil, tan buena como ella, y que para colmo había padecido que tiene de delirante el hombre normal.
además tantas pruebas, s6lo podía gozar de una benevolencia, Vengo del fiambrera. Si me dicen que hay algo que enten-
de una simpatía general, y, a decir verdad, su jefe de serví.do, der ahí, puedo muy bien articular que hay una referencia al
en el testimonio que daba de ella, siempre se refería a ella cochino .. No dije cochino, dije puerco. Ella estaba muy de
corno una mujer encantadora y querida por todos. acuerdo, era lo que quería que comprendiese. Era también
En suma, luego de haber tenido las mayores dificultades quizá, lo que quería que el otro comprendiese. Sólo que es
para abordar el tema, me aproximé al centro de lo que est~~a precisamente lo que no hay que hacer. Lo que debe interesar-
manifiestamente presente allí. Por supuesto, su preocupac1on nos es saber por qué, justamente, quería que el. otro compren-
fundamental era probarme que no tenía ningún elemento de diera eso, y por qué no se lo decía claramente sino por
reticencia, sin a la vez dar pie a la mala interpretación por alusión. Si comprendo, paso, no me detengo en eso, porque
parte del médico, de la que estaba segura por adelantado. De ya comprendí. Esto les pone de manifiesto qué es entrar en
todos modos me 9onfió que un día, en el pasillo, ~n el el juego del paciente: es colaborar con su resistencia .. L,_a
momento en que salía de su casa, tuvo que vérselas con una r_~_s_ist_~~c~.a.,~tel . Paciente es s~~~pre la de un<?, y c~~ndo u~a
especie de mal educado, hecho que no tenía por qué asombrar- (~§..i.§!encia tiene é~go, e~ porque e~tª'J} metidos __en el!aJ13:~~a
la, pues era ese malvado hombre casado que era el amante ~l cuello, porque comprenden. Compren<tf:Jl, hacen ~--ªl. J.~.
regular de una de sus vecinas de vida fácil. ~_sunto es precisamente compren.4~.r. . P?.E . qué . ~e da. Ago a
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JNTRODUCCION A LA CUESTION DE LAS PSICOSIS « VENGO DEL FIAMBRERO»
comprender. ¿Por qué dijo Vengo del fiambrera; y no cochino? ,, ¿qué es Mar~ana? Es,. en efecto, su mensaje, pero ¿no es
Limité mi comentario, pues no me alcanzaba el tiempo, a mas bien: su prop10 mensaJe?
hacerles observar que ésta era una perla, y les mostré la Al comienzo de todo lo dicho, tenemos la intrusión de la
·analogía con el descubrimiento que consistió en percatarse un ·susodicha vecin~ en la relación de estas dos mujeres aisladas,
día de que algunos enfermos que se quejaban de ah1cinacion_es que per?1aneciE:ron estrechamente unidas en la existencia, que
auditivas, hacían manifiestamente movimientos de garganta, no pudieron separarse en el momento del casamiento de la
de labios, en otras palabras las articulaban ellos mismos. Aquí, más joven, q1:1e huyeron súbitamente de la dramática .situación
no pasa lo mismo, es análogo, y es. aún más interesante que parece haberse creado en las relaciones conyugales de fa
porque no es igual. . joven, debido a las amenázas de su marido, el cual, según los
Dije.· Vengo del fiambren:,, y entonces, nos -largó el asunto, certificados· médicos, quería, ni más ni menos, cortarla e11
¿qué dijo él? Dijo: Marrana. Es la respuesta del pastor a la pas- rodajas, Tenemos ahí la impresión de que la injuria del caso
tora: hilo, aguja, mi alma, mi vida, así ocurre en la existencia. -el término injuria es allí esencial, siempre fue destacado en
Detengámonos un momentito aquí. Ahí !9 tienen muy la fenomenología clínica de la paranoia- se ajusta con el
contento, se dirán ustedes, es lo que nos enseña: en la palabra, proceso de defensa vía expulsión, a la que se sintieron
el sujeto recibe su propio mensaje en forma invertida. Desen- obligadas a proceder en relación a la vecina, considerada
gáñense, precisamente no es eso. El mensaje en juego no es como primordialmente invasora. Venía a golpear la puerta
idéntico) ni mucho menos, .a la palabra, por lo menos en el siempre que est~ban arreglándose, o en el momento en que
sentido· en que la articulo para ustedes como esa forma de c;omenzaban algo, míen tras estaban cenando . o leyendo. Se
mediación en la que el sujeto· recibe su mensaje del otro en trataba ante tqdo de alejar a esta persona esencialmente pro-
forma invertida. pensa a la intrusión. Las cosas sólo se volvieron: problemáticas
Primero, ¿ quién es este personaje? Ya lo dijimos, es un cuando esa expulsión, ese rechazo, esa negativa se realizó
hombre casado, amante de una muchacha que es amiga de plenamente, quiero decir en el momento en que realmente la
nuestra enferma y muy implicada en el deseo del que es · pusieron de patitas en la calle.
víctima: ella es,. no su centro, sino su personaje fundamental. ¿Debe!11os· situa~ esto en el plano de la proyección, como
Las relaciones de nuestra sujeto con esta pareja son ambiguas. u!1 mecanismo de d;!ensa? Toda la vida íntima de estas pa-
Son ciertamente personajes persecutorios y hostiles, pero no c~e1:1tes se desenvolv10 fuera del elemento masculino, siempre
son aprehendidos en forma demasiado reivindicativa, como hicieron de él .i:Lt?- extraño con el que nunca se pusieron de
pudieron darse cuenta con asombro los que estaban presentes acuerdo, el mundo para e.Uas era esencialmente femenino.
en la entrevista. Las relaciones de la sujeto con el exterior se ¿La relación que mantienen con personas de su propió sexo
¡ .......
caracterizan más bien por la perplejidad: ¿cómo se pudo · es acaso del tipo de la proyección, en la necesidad en que se
entonces, por chismes, por una petición, sin duda, llevarlas al encuentran ambas de permanecer encerradas en sí mismas, en
hospital? El interés unÍW:rsal que se les concede tiende a pareja? ¿Está vinculada a esa fijación homosexual, en el senti-
repetirse. A ello se deben esos esbozos de elementos erotoma- do más amplio del término, que está en la base, dice Freud,
níacos que captamos en la observaeión. Hablando estrictamen- de las relaciones sociales? Esto explicaría que, en el aislamien-
te, no son erotómanas, pero están habitadas por la impresión to del mundo femenino en que viven ambas mujeres, ambas
de que se interesan por ellas. se encuentren en la posición, 1?-º de recibir del otro su mensa-
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INTRODUCCION A LA CUESTION DE LAS PSICOSIS « VENGO DEL FIAMBRERO»
je, sino en la de decírselo ellas mismas al otro. ¿Acaso es la mi mujer, o también la palabra mentirosa, que siendo lo
injuria el modo de defensa que vuelve de algún modo por contrarió, supone de igual modo el reconocimiento de un
reflexión en su relación, relación que es comp~ensible, a par- Otro absoluto, al que se apunta más allá de todo lo que
tir del momento en que está establecida, se extienda a todos pueden conocer, y para quien el reconocimiento sólo tiene
los otros en cuanto tales, cualesquiera sean? Esto es concebi- valor precisamente porque está más allá de lo conocido. Uste-
ble, y hace pensar que efectivamente se trata del propio men- ~es lo instituyen en el reconocimiento, no como un puro y
saje del sujeto, y no del mensaje recibido en forma invertida. simple elemento de la realidad, un peón, una marionetat sino
¿Debemos detenernos aquí? Ciertamente no. Este análisis un absoluto irreductible, de cuya existencia como sujeto de-
permite comprender que la paciente se siente rodeada de pende el valor mismo de la palabra en la que se hacen recono-
sentimientos hostiles. Pero el problema no es ése. Lo impor- cer. Algo nace ahí.
tante es que Marrana haya sido escuchado realmente, en lo Diciéndole a alguien: Tú eres mi 1!1-Ujer, implícitamente le
real. dicen Yo (je) soy tu hombre, pero primero le dicen Tú eres
¿Quién habla? Ya que hay alucinación, es la realidad la mi mujer, vale decir que la instituyen en la posición de ser
que habla. Nuestras premisas lo implican, si planteamos que reconocida por ustedes, mediante lo cual podrá reconocerlos.
la realidad está constituida por sensaciones y percepciones. Esta palabra es entonces siempre un más allá del lenguaje.
Al respecto no hay ambigüedad, no dice: Tuve la impresión Un compromiso como éste, al igual que cualquier otra pala-·
de que me respondía: Murrana, dice~ -Dije: Vengo del fiam- bra, así fuese una mentira, condiciona todo el discurso que
brero, y él me dijo: -Marrana. va a seguir y aquí, entiendo que discurso incluye actos, gestio-
O bien nos contentamos con decir: Miren, está alucinada, nes, contorsiones de las marionetas presas del juego, y la
o bien intentamos -puede parecer una empresa insensata, primera son ustedes mismos. A partir de una palabra se
pero ¿el papel de los psicoanalistas hasta el presente no es instituye un juego, comparable en todo a lo que sucede en
dedicarse a empresas insensatas?- .ir un poquitito más lejos. Alicia e~ el país 1e las maravi~las, cuando los servidores y
En primer término, ¿se trata de la realidad de los objetqs? , los demas personaJes de la corte de la reina se ponen a jugar
¿Quién suele hablar para nosotros en la realidad? ¿La realidad a las cartas disfrazándose de cartas y transformándose ellos
es precisamente cuando alguien nos habla? El interés de las mismos en el rey de corazón, la reina de pique y el valet de
observaciones que hice la vez pasada sobre el otro y el Otro, diamantes. Una palabra los compromete a sostenerla por
el otro con minúscula y el Otro con mayúscula, era hacerles vuestro discurso, a negarla, recusarla o confirmarla, a refutar-
notar que cuando el Otro con mayúscula habla, no es pura y la, pero más aún puede llevarlos a muchas cosas que están en
simplemente la realidad ante la cual están, a saber, el indivi- la regla del juego. Aunque la reina cambie a cada momento
duo que articula.• El Otro está más allá de esa realidad. la regla, eso no cambiará para nada lo esencial: una vez
En la verdadera palabra, el Otro, _es _aquello anteJo __ cual entrados en el juego de los símbolos, siempre están obligados
s_e__~~~~!l re~_?n?,_'::er. ~~r<?. ~§.!o . P~~-~.~~ .E~~~!.~~-.. r~~~P.-2~~r_por a comportarse según una regla.
él pprque él está de antemano re~~~?.~J~<?.· _Deb~ es.t~r ~<:~~~o- En otros términos, cuando una marioneta habla, no habla
cido para que puedan hacerse reconocer. Esta dimensión su- ella sino alguien que está detrás. El asunto es saber cuál es la
plementaria, la recíprocidád;~ es.necesaria
para que valga esa función del personaje que encontramos en esta ocasión. Pode-
palabra cuyos ejemplos típicos di, Tú eres mi amo ó Tú eres mos decir que, para el sujeto, manifiestamente habla algo
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... \ «VENGO D_EL FIAMBRERO»
; . JNTRODUCCION A LA CUESTION DE LAS PSICOSIS
real. Nuestra paciente no dice que otro habla ~etrás_ de él, pedazos. Ella no sabe que lo dice,. pero de todos modos lo
ella recibe de él su propia palabra, pero no mvert1da, su dice. Le dice sobre sí misma a ese otro a quien le habla: Yo,
propia palabra está ~n el otro que_ es ella misI?a, el otro con_ la marrana, vengo del fiambrera, ya estoy disyunta, cuerpo
minúscula, su refle10 en su espeJo, su semeJante. Marrana fragmentado, me~bra disjecta, delirante, y mi mundo se cae
surge en ping-pong y ya no se sabe dónde estuvo el prim~r en pedazos, al. igual que yo. Esto es lo que dice. Este modo
saque.. • . de expresarse, ,por comprensible que parezca es> empero, es
Que la palabra se expresa en lo r~al quiere decir. que_ ~e lo menos que s·e puede decir, un poquititú curioso.
expresa en la marioneta. E~ Otr<: en,. Jueg? en es~a s1tu~c1on 'todavía hay otra cosa, que afecta la temporalidad. Resul-
no está más allá de la pareJa, esta mas alla del suJeto rrusmo ta claro, a partir de los comentarios de la paciente, que no se
-es la estructura de la alus~ón: se indica a sí misma en un sabe quién habló primero. Todas las apariencias indican que
más allá de lo que dice-. no es nuestra Pél:ciente, al menos forzosamente. Nunca sabre-
Intentemos ubicarnos a partir de este juego de a cuatro mos nada sobre ·este punto, porque no vamos a cronometrar
que implica lo que dije la vez pasada. las palabras desreales, pero si el desarrollo que acabo de
El a con minúscula, es el señor con quien se ·encuentra en hacer es correcto, si la respuesta. es la alocución, vale decir lo
el pasillo, la A mayúscula no existe. a' minúscula es quien que verdaderamente dice la paciente, el Vengo del fiambrero
·... .. : dice Vengo del fiambrera. ¿Y de quién se dice Vengo del presupone la respuesta Marrana.
fiambrera? De S, a minúscula le dijo M_arrana. ~a p_ersoi:a En la palabra: verdadera, por el contrario, la alocución es
que nos habla, y que habló, .~n tanto ~ehrante, a, :ec1be_ sin la respuesta. L~ consagración del Otro como mi mujer o mi
duda en algún lado su prop10 mensaJe en forma mvert1da, amo es lo que ·responde a la palabra, luego, en este caso, la
del otro con minúscula, y lo que ella dice concierne al mismo respuesta presupone la alocución. El Otro está excluido ver-
má? allá que ella misma es en tanto sujeto, y del cual, por daderamente e1_1 la palabra delirante, no hay verdad por detrás,
definición, sencillamente porque es sujeto humano, sólo pue- hay tan poca que el sujeto mismo no le atribuye verdad
de hablar por alusión, . . . . alguna, y está frente a este fenómeno, bruto a fin de cuentas, en
· Sólo hay dos maneras de hablar de ese S, ese suJeto que una realidad de perplejidad. Hace falta mucho tiempo antes
somos radicalmente; o bien dirigirse verdaderamente al Otro, de que intente restituir alrededor de esto un orden al que
·con mayúscula, y recibir de él el mensaje que lo concierne a llamaremos orden delirante. No lo restituye, como se cree,
uno en forma invertida; o bien indicar su dirección, su exis- por deducci~n y construcción, sino de una manera que como
tencia bajo la forma de alusión. Si esta mujer es estrictamente veremos más adelante no deja de estar relacionada con el
· una paranoica, es que el ciclo, para ella, entraña una exclu- fenómeno primitivo mismo.
sión del gran Otro. El circuito se cierra sobre los p'equeños. f:stando pu~s verda~eramente .excluido el Otro, lo que
otros que son la marioneta que está frente a ella, que habla, concierne al SUJeto es dicho realmente por el pequeño otro,
y en la que resuena su mensaje, y ella m_Ísma, quien, en tanto por sombras de otro, o como se expresará nuestro Schreber
que yo, es siempre otro y habla por alusión. para designar todos los seres humanos que encuentra, por
Esto es lo importan:te. Habla tan bien por alusión que no hombrecitos mal paridos,. o hechos a la ligera. El pequeño
!'•:.·. ~abe qué·dice. ¿Qué dice? Dice: Vengo del fiambrera. Ahora otro presenta, en efecto, un carácter irreal, tendiente a lo
bien, ¿quién viene del fiambrera? Un cochino cortado en irreal.
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INTRODUCCION A LA CUESTION DE LA5 PSICOSIS « VENGO DEL FIAMBRERO»
La traducción que acabo de darles no es completamente tido ahí dentro a partir del momento en que le dan una
válidat hay resonancias en alemán que intento transmitir me- ilg~i~~ción, ~n q~e ~~ean otro significante en tanto que
diante la expresión mal pariao. sig~ificante, a:lgo en esa función de significación. Por__~~º
P.~4~~~-~-- h~~!~r d~l lenguaje. La participación significante-
significado sin embargo se repetirá siempre. No hay dudas
de que la significación és de la índole de lo imaginario. Es, al
3 igual que lo imaginario, a fin de c~entas siempre evanescente, . ·:.
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....... L·:
;• ..
La exístencia sincrónica del significante está caracterizada cia es mío, no me lo dijeron los otros, es mi discftrso común.
suficÍentemente en el hablar delirante por una moqif~cacÍÓ!;!__ ¿Q~~ pasa a.nivel de la significación? La injuria es si~mpre
que ya señalé aquí, a saber que al~unos de sus elementos se ~na ruptura del sistema del lenguaje, la palabra amorosa tam-
aíslan se hacen más pesados, adqmeren un valor, una fuerza biéµ. Qu~ Mar_ran:a esté cargada de un sentido oscuro, cosa
d~ in;rcia particular, se cargan de significac:ión, de una.~ign~- p.,r..9pable, o no, c<;>n ello ya tenemos la indicación de la diso-
ficación a secas. El libro de Schreber está ser:nbrado de ellos. ~!~.~!§.n. Es;~ . . ~ignific~ci~n como toda significación que se
··· --Tomen una palabra como por ejemplo Nervenanhang, re~P._~~e, fe!ll~te a otra significación. Es precisamente lo que
adjunción de nervios, palabra de la lengua fundament~l. ~q-µí caracteriza 1a alusión. DicJ~~~9 Vengo del fiambrero, la
Schreber -diferencia perfectamente las palabras .que 1~ surgie- P.?.-~i~~~e nos !f:1-dica q~e esto !emite a otra signififación. Des-
ron de manera inspirada, precisamente por vía de N ervenan- ~~ Juego, ~~~_un Pº~'? _o~licuc:->, ella prefiere que• yo eI?-tienda.
hang, que le fueron repetidas en su significación ele~tiva que Cuídense ~é la gente que les dice: Usted comprende. Siem-
no siempre entiende exactamente. Seelenmord, ~sesmato d~l pre lo -hacen p·ara que uno vaya a donde no había que ir. Es
alma, por ejemplo, es otra de estas palab~as, para. el problema- lo qu~ ella hace: Usted compr,endt; bien, quiere decir que ella
tica, pero que él sabe que tiene un sentido particular. Por lo misma no está muy segura de la significación, y que· ésta
demás, habla de todo esto en un discurso que es en verdad el i.~~1~e·, . no. tanto a un_ sistema _de significación continuo y
nuestro, y su libro, debo decirlo, está escrito notablemente, ajustable, sino. a la significación en tanto inefable, a. la signifi-
claro y ágil. Más aún, es tan coherente como muchos de los cación intríns:eca de su realidad propia, de su fragmentación
sistemas filosóficos de nuestra época, en que a · cada rato personal.
vemos a algún señor a quien le pica de golpe, en u~a vuelta · Luego, estí lo real, la articulación real de verdad verdad,
del camino, no sé qué bícho que le hace d~cubrir que el que por un juego de manos pasa al otro. ~a p_al_~bra real,
bovarismo y la duración son la clave del mundo, y reconstru- qui~.?.-~C:~ir, 1~ pala~r~. en tanto articulada, a_p~r~~~ ~n otro
ye todo el mundo alrededor de esa noción, sin que un? sepa E....1.!!1:!º.A~I _c_aµipo, pero no en cualquiera, sino en el .9tro, la
por qué escogió ésa y no ?tra. No me parece ~u; el s1steµ1a ~arioneta, en tant~ qu~ eleme.nto del mundo exterior.
de Schreber sea menos vahoso que el de esos filosofos cuyo El S mayúscula, cuyo medio es la palabra, el análisis
tema general acabo de perfilar. Y Freud descubre:> cua~do muestra que no es lo que piensa el vulgo. Está la persona
llega al término de su desarrollo, que en el fondo ese tipo real que está ante uno en tanto ocupa lugar -en fa presencia
escribió cosas estupendas, que se parecen a lo que yo, Fr~ud, de un ser humano está eso, ocupa lugar, en su consultorio
he descdto. . pueden entrar a lo sumo diez personas, no ciento cincuenta-
Este libro, escrito entonces en discurso común, señala las está lo que ven, que manifiestamente los cautiva, y es capaz
palabras que adquiríeror: Pª:~ el suje~o ese peso tan p~rti~ular. '.de hacer que de repente se echen en sus brazos, acto inconsi-
· Lo llamaremos una erot1zac1on, y evitaremos las explicaciones derado que es del _orden imaginario; y luego está el Otro que
demasiado···sh~ples. Cuando el significante_ está cai:g_~~o 4e mencionábamos, que también puede ser el sujeto~ pero
este modo, el sujeto se da perfectamente cuenta. En el mo- que no es el reflejo de lo que tiene enfrente, y tampoco es
~ento en que Schreber emplea el término instancia -él tam- simplemente lo que se p·roduce cuando se ven verse.
\ .... bién tiené sus pequeñas instancias- para definir las diversas Si lo que digo no es cierto, Freud nunca ha dicho la
fuerzas articuladas del mundo que le ha tocado, dice: lnstan- verdad, porque el inconsciente quiere decir' eso.
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INTRODUCCION A LA CUESTIÓN DE LAS PSICOSIS ¡::
=:.f:
7 DE DICIEMBRE DE 1955
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V
. .
La psfcosis n·o es un ~imple hecho de lenguaje.
El dialecto de los síntomas.
Que hermoso sería ser una mujer...
Dios y la ciencia ..
El Díos de Schreber.
f •••
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA
separación todavía estaba presente en la vida del sujeto, quien padre: Si no te vas de aqid, te voy a botar al mal. Estas
nos relató la diferencia de sus relaciones con el mundo cuan- · cos~s, que .podrían· tambié~ ser dichas _por un neurótico que
do esta.ha frente a su madre y en el momento en que se hubiese temdo que construir su neurosis de modo diferente,
paseaba por la calle. estaban ahí a cielo abierto, en el registro de la otra lengua,
l!Cuál era el resultado? Es el caso más demostrativo. Re- no sólo dialectal, sino interfamiliar.
sultaban dos cosas. La primera, evidente en el interrogatorio,· _¿~u( es la r~p~e~ión para et-::t?:~~EQ..~!~9.?... ~~--~~~J~~_gE;a,
era la dificultad que tenía para volver a evocar cualquier cosa Qtf~L--~D:gl-!.~--fl~-----ª--·-.nca con s~_LfilfilQm.ªs, ~~- µec.:1r, si es un
en el viejo registro, es decir, para expresarse en él dialecto de hi_st~ri~<?. .0..!1:P--.. qJ:>_§.~§.iYo, cpn la .~ialéc.~i~a ͺ1agi_ll;~ria d~--éfy·- ~l
su infancia, el único que hablaba con su madre. Cu'1,ndo le 99;·0. EJ" síntoma p.etp."ótico .cumple el pap~_l .~e Ja .l~tig_\!.~ ..gve
pedí que se expresase en ese dialecto, que me repitiese comen- p~rm.i~_~xpr~~ar la repr~§.jón. ~sto h~ce palpa~ re~~lll:ente
tarios que había podido intercambiar con su padre, por ejem- q~~...l.?- {ep_~~~-~?.!LY.: el..ret<?,rng_~~J9... ~~e~!1.P.:.f~9.. ~-~1?: ~!1~ ú~.i~a
plo, ·me respondió:- no puedo sacarlo. Por otra parte, se veía y sola cq§a, e1J~v~~-Y-...~Lg_~r.~~J10 .d.~. un _solo .Y único .pro.~~~.O·
en él una neurosis, huellas de un comportamiento que permi- Estos comentarios no son ajenos a nuestro problema.
tía adivinar un mecanismo que puede llamarse -es
un térmi-
no que siempre empleo con prudencia- regresivo. En partí..
cular, su manera peculiar de ejercer su genitalidad tendía a 1
confundirse en el plano imaginativo con una actitud regresi-
va de las funciones excremencíales. Pero todo lo que e.s del ¡·:
orden de lo que está habitualmente reprimido, todo el conte- ¿Cuál es nuestro método a propósito del presidente
nido· comúnmente expresado mediante síntomas neuróticos, Schreber? • ;, 1
era perfectamente cristalino, y no tuve dificultades en hacérse- Indiscutiblemente éste se expresó en el discurso común
lo expresar. Le era mucho más fácil expresarlo debido a que para explicar lo que le ocurrió, y que todavía persistía en el
estaba sostenido por el lenguaje de los otros. momento de la redacción de su obra. Este testimonio da fe
Utilicé la comparación con una censura ejercida sobre u~ de transformaciones estructurales que sin duda deben consi- fE, \..~
periódico, no sólo de tiraje sumamente limitado, sino redacta- derarse reales, pero lo verbal predomina, puesto que la prue...
do en un dialecto que sólo sería comprensible para un núme- ha de ello la tenemos por intermedio del testimonio escrito
ro exageradamente mínimo de personas. El establecimiento del sujeto.
del discurso comú_n, c;~~! ..9.!f.Ía. s!.~Lffi.~curªP púb_lico, ~ª- ~-P. Procedamos metódicamente. Avanzamos en el análisis de
este territorio, las psicosis, · a partir del conocimiento que
!~~~or ÍEJ_P.Q!~~~~~~ .!~ fa~~~§-~._p_,;opia del m~f.~Ui~WP 4e re-.
tenemos de la importancia . de la ·palabra en la estructuración
pre~ió~. ~§J~ ..4.~P-~~-~~. ~n s.í.. ~i.~~º- de_!~.. !!P-.P.Q~!~.fü.4.a~ _ __d_e
~~or4~r: _cqA .~.l ~is~~rso. cie~;_q .P~.s~qo de ,l;i _p~.lª'hpt 4~l. ~_µj(;J9, ~e los síntomas psiconeuróticos. No decimos que l-ª-R~.i~.9-~S
vj1;1~yJado, como Freud ló subrayó, al. inundo. propio de las tiene la misma etíologfa que la neurosis, tampoco decimos, ni
mucho menos, que al igual que la neurosis es un puro y
relaciones_ infantiles. P~~c~sament~'-· -~n !.~.J~~gl!a p~~~-~!Y,~,. si-
g~e fun~ionando ese p~~~1o de la palabra. Ahora bien, para simple hecho de lenguaje. Señalamos simplemente que es muy
este sujeto, esa lengua es su dialecto corso, en el cual podía fecunda en__ cuant~ --~---~-q~e P}·!~4~. e;p_!_~~ar_ eµ. el ..d.i~.c.urs.o.
decir las cosas más extraordinarias, por ejemplo arrojarle a su Prueba de ello es la obra que nos legó el presidente Schreber,
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL F"J;NOMENO PSICOTICO DE UN [)!OS .QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA
y hacia la que atrajo nuestra mirada la atención casi fascinada jamás se emplea, ya no se sabe clasificar las cosas- que es
de Freud, quien, en base a esos testimonios, y por un análisis un fenómeno ·preconsciente. Pertenece a ese orden precons-
interno, mostró cómo estaba estructurado ese mundo. Así ciente que Fre~d hace intervenir el! la dinámica del sueño, y
procederemos, a partir del discurso del sujeto, y ello nos al que da tanta importancia en la Traumdeutung.
pe;mi~rá acercarnos a los mecanismos constitutivos de la Se tiene claramente la impresión de que eso parte del yo.
ps1cos1s. El énfasis puesto que ese sería hermoso ... tiene todo el carác-
Tengan claro que habrá que ir metódicamente, paso a ter de pensamiento seductor, que el ego está lejos de
paso, no saltar los relieves, bajo pretexto de que se vislumbra desconocer.
una analogía superficial _con el mecanismo de la neurosis. En En un pasaj'e de la Traumdeutung dedicado a los sueños
suma, no hacer nada de lo que tan a menudo se hace en la de castigo, Freud admite que en el mismo nivel donde ínter~ .
literatura. vienen en el sueño los deseos del inconsciente, puede presenw
El susodicho Katan, por ejemplo, qui~n se interesó espe- tarse otro mecanismo que el que se apoya en la oposición
cialmente en el caso Schreber, da por supuesto que el origen consciente-inconsciente: el mecanismo de formación, dice
de su psicosis debe situarse en su lucha contra la m:asturbación Freud, se vuelve mucho más transparente cuando se sustituye
amenazadora, provocada por sus cargas eróticas homosexuales la oposición d~ lo c.onsciente y lo inconsciente} por la del yo y
sobre el personaje que formó el prototipo y a la vez el lo reprirr;ido. - .:
núcleo de su sistema persecutorio, a saber, el profesor Flech- Esto está. escrito en un momento en que la noción de yo
al
síg. Esto habría llevado presidente Schreber hasta el punto no ha sido elaborada aún en doctrina por Freud, pero apre-
de subvertir la realidad, es decir hasta reconstruirla, tras un cian sin embargo que ya está presente en su mente. Señalemos
corto período de crepúsculo del mundo, en un mundo nuevo, aquí solamente que los sueños de castigo no están 1Jinculados
irreal, en el que no tenía que ceder ante esa masturbación necesariamente. con la persistencia de sueños dolorosos, nacen
considerada como tan amenazante. ¿No sienten todos que en cambio a 11J,enudo, parece, cuando esos sueños del día son de
un mecanismo de esta especie, si bien es cierto se ejerce en naturaleza apaciguante, pero expresan satisfacciones inte-
cierta articulación en las neurosis, tendría aquí resultadós riores. Todos esos pensamientos prohibidos son reemplazados
totalmente desproporcionados? en este concepto manifiesto del sueño por su contrario. El
El presidente Schreber relata con toda claridad las prime- carácter esencial de los sueños de castigo me parece entonces
ras fases de su psicosis. Y nos da la atestación de que entre el ser el siguiente: los produce no un deseo inconsciente originado
primer brote de lo psicótico, fase llamada no sin fundameúto en lo reprimido, sino un deseo de sentido contrario que se
pre-psicótica, y el apogeo de estabilización en que escribió realiza contra iste, déseo de castigo que aunque inconsciente,
su obra~ tuvo un fantasma que se expresa con. estas pala- más exactamente preconsciente, pertenece al yo.
bras: sería algo hermoso ser una mujer sufriendo el apo- Todos los que siguen el camino por donde los llevo poco
plamiento. a poco, atrayendo vuestra atención sobre un mecanismo dis--
'·, ,!
Subraya el carácter de imaginación de este pensamiento tinto de la Verneinung, que se ve emerger todo el tiempo en
que lo sorprende, precisando a la vez haberlo experimentado el discurso de F.reud, encontrarán allí una vez más la necesi ...
con indignación. Hay ahí una suerte de conflicto moral. Esta- dad de distinguir entre algo que fue y algo que no fue
mos en presencia de un fenómeno -y como el término simbolizado.
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE. f.JNO QUE NO ENGAÑA
ción en la que florecerá el delirio llegado a su punto culmi- Comencé distinguiendo las tres esferas de la palabra en
nante, a saber, que el hombre debe ser la mujer permanente cuanto tal. Recordarán que podemos, __ en_el _seno . mismo del
de Dios? Hay razones, sin duda alguna, para relacionar ambós fenómeno de la palabra, integrar los tres __ planos de)o_ simbó-
términos: la primera aparición de ese pensamiento que atra. . lico, representado por el ~ignifi~!~.!~,___4~__!2_ imaginario rep_r~-
viesa la mente de Schreber, aparentemente sano entonces, y sentado · Pº!"_ .!~. ~!ggµ,icac~pµ, .. Y....4~. }.Q_. !!!~LSI!!.'r....~.s .~l q~~_9urs9
el estado terminal del delirio, que lo sitúa a él mismo como r~ª~-~P.:~e pr9nun~!~dQ,.~P... ~E .ilil!l:~~~t§~..9.:!~~-r,9nica.
ser completamente feminizado 1 una mujer,. así lo dice, frente ~L~yjeto dispone de ~5?.~9--~~raterial ~i..s._~!!~:~E:~~~--~s
a un personaje omnipotente con el que tíene relaciones eróti- s_~-J~~~u~, ma.t~rna o no, :r}_~_?.!!..!Iz~. . P~a;_ li~~-~~-·-~l.~-: ~~~~
cas permanentes. El pensamiento del comienzo se presenta ruficac1ones pase_n a 1~_ re~. ·N9.. . ~~-. g J.1!~!!!9. ~~~r ..!!1:~~ ..!?... ~.e-
legítimamente como el atisbo del tema final. Pero no por ello nos cautivado, caP.turado e~_.E.!1.~. -~igg~f;~~~ió~, y ~~pre.~-ª-~ -~sa
debemos descuidar las etapas, las crisis que lo hicieron pasar ggmfü;a_c.i9n -~µ_y_:g__@~f\lf§.Q.,g~~!.!ml4Q ..ª°·-~9~uniq1.rla,. que: pq-
de un pensamiento tan fugaz a una conducta y a un discurso 11:~#~. d~ ~9~erd9 con la_s~4~!P.7ª§. . ~iggjfica~~one_~ diyers~me11:!e .~c!- ¡.
tan firmemente delirantes como los suyos. ~ti_c;l~~.• - ~Jl ..~~~~ .t~rlJ}ino, acbriiti4,g,_ .~stft el re~o,;te d~ 1~ que
No está dicho de antemano que los mecanismos en causa
sean homogéneos a los mecanismos que encontramos habi-
hace··-------··-···---·---··-·--·-~
,._.,.
del discurso común -·-- un - discurso
---·--····- .. ~-comúnmente_ admitido.
.. ..........,.. ____,_ ····-
La noción ·de discurso ___ es .fundamental. Incluso para lo
··-·•· -
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTJCO DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA
reales, es obvio que esta introducción de la realidad es sie~- que fue necesario en los primeros pasos de la ciencia y de la
óii.
pr~:. fu~~f d~ la. palabra. Pa:a que algo, sea lo Glue fuere, constitución de la ciencia experimental. Resulta obvio para
p~eda refrdr~i:, respecto al suJeto y al Otro, a :,lgun fun~a- nosotros que la materia no es tramposa, que nada hace adrede
mento en lo real, es necesario que haya en a,lgun lado, algo para arruinar nuestros experimentos y reventar nuestras má-
que no engañ.e. El correlato dialéctico de la estructur~ fun4a- quinas. Eso ocurre, pero es porque nos equivocamos, no es
mental que hace de la palabra d~,, sujeto a sujeto una pala~~ª cuest~ón de que_ ~~s- engañe. Este paso no estaba servido en
que pu~de en_gañar, e~ que tam?1en haya algo que no ~~ga~. bandeja. Fue necesaria nada menos que la tradición judeo-
Esta función, obsenrenlo bien, se cumple en formas muy cristiana para que _-pudiese darse con tanta seguridad. ·
diversas según las áreas culturales en las que está en <;>hra la Si la emergencia de la ciencia tal como la hemos constitui-
función eterna de la palabra. Sería un error creer que siempre .do, con la tenacidad, la obstinación y la audacia que caracteri--
son los mismos elementos, igualmente calificados, los que zan su desarrollo, se produjo en el seno de esta tradición, es
realmente porque postuló un principio único en la base, no
han cumplido esta función. .
Fíjense en Aristóteles. Cuanto nos d1ce es perfectamente sólo del universo, sino de la ley, No sólo el universo fue
comunicable, y, no obstante, la posición del elemento no creado ex-nihilo, sino también la ley; ahí es donde se juega el
engañoso es esencialmente diferente en él y en nosotros. debate de cierto racionalismo y cierto voluntarismo, que ator-
¿Dónde está ese elemento en uusotros? mentó, atormenta aún a los teólogos. ¿Depende el criterio
Pues bien, piensen lo que piensen las mentes que sól<: se del bien y del mal de lo que podría llamarse el capricho de
atienen a las apariencias, que suele ser el caso de los espíritus Dios?
más decididos, y aun de los tnás positivistas de ustedes, los La radicalidad del pensamiento judeocristiano permitió
más liberados incluso de toda idea religiosa, el sólo hecho de en ese punto el paso decisivo, para el cual la expresión de
vivir en este punto preciso de la ev~lución de las_ ideas huma- acto de fe no es inadecuada, y que consiste en postular que
nas, no les exime de lo que esta franca y rigurosamente hay algo que ~s ¡:1.bsolutamente no engañoso. Que este paso
formulado en la meditación de Descartes, sobre Dios en ~an- se reduzca a este acto, es algo esencial. Reflexionemos sola-
to que no puede engañarnos. mente ~n lo que sucedería, a la velocidad con que se va
Hasta tal punto es esto así, que un personaje tan lúcido ahora, s1 nos percatáramos de que no sólo hay un protón, un
como Einstein cuando se trataba de la manipulación del orden mesón, etc., sino un elemento con el que no se había contado
simbólico que era el suyo, lo recordó claramente: Dios, decía, un miembro de más en la mecánica atómica, un personaj;
es astuto, pero honesto. La no_ción_ de que lo re~l, por delicado que mintiese. Entonces, ya no reiríamos.
de penetrar que sea, no puede J?garnos sucio, que no nos Para Aristóteles_ las cosas son totalm.ente distint~s. ¿Qué
engañará adrede, es, aunque nadie repare realmente en ello, aseguraba, en la naturaleza, la no-mentira del Otro en tanto
esencial a la constitución del mundo de la cien~ia. que real? Las cosas en tanto vuelven siempre al mismo lugar,
Dicho esto, admito que la referencia al Dios no engañoso, a· saber, las esferas ,celestes. La noción de las esferas celestes
único principio admitido; está fundada en los resultados obte- como lo que es incorruptible en el mundo, lo que tiene otra
nidos de la ciencia. Nunca, en efecto, hemos comprobado esencia, divina, habitó largo tiempo el pensamiento cristiano
nada que nos muestre en el fondo de la naturaleza . a un mismo, la tradición cristiana medieval que era heredera de ....
:
.•
demonio engañoso. Pero de todos modos es un acto de fe ese pensamiento antiguo. No se trataba sólo de una herencia
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA
escolástica~ pues ésta es una noción, puede decirse, natural del Schreber, que trat;:i del sistema de las estrellas como artículo
hombre, y somo~ nosotros quienes estamos en una posición esencial, lo cual es más bien inesperado, de la lucha contra la
excepcional al no preocuparnos ya por lo que ocurre en la· masturbación.
esfera celeste. Hasta una época muy reciente, la presencia
mental de lo que ocurre en el cielo como referencia esencial
está comprobada en todas las culturas, inclusive en aquellas
cuya astronomía nos asegura del estado muy avanzado de
sus observaciones y sus reflexiones. Nuestra cultura es una
excepción, desde el momento en que consintió, muy tardía- La exposición está entrecortada por lecturas de las Memorias
mente, en tomar al pie ~e la letra a la tradición judeocristiana. de un neurópata, capítulo 1, págs. 25-30
Hasta entonces era imposible despegar el pensamiento tanto
de los filósofos como de los teólogos, por tanto de los físicos, Según ~sta teoría cada nervio del intelecto representa la
de la idea de la esencia superior de las esferas celestes. La entera individualidad espiritual del hombre, lleva inscrito,
medida es su testigo materializado -pero sómos nosotros por así decir, la totalidad de los recuerdos. Se tr.ata de una
quienes lo decimos-; en sí, la medida es el testigo de lo que teoría sumamente elaborada, cuya posición no sería difícil de
no engaña.· encontrar, aunque sólo fuese como una etapa de la discusión •
En verdad, sólo nuestra cultura presenta ese. rasgo -co- en ~?ras científicas recono~idas. Por un mecanismo de imagi~
mún a todos los que están aquí, creo, excepto algunos que nac10n que no es excepcional, palpamos el vínculo de la
noción de alma con la de perpetuidad de las impresiones. El ¡.
puede~ haber tenido ciertas curiosidades astronómicas- ese
rasgo de nunca pensar en el retorno regular de los astros y
los planetas, ni tampoco en los eclipses. No tiene para noso-
fundamento del concepto de alma en la exigencia de conserva-
ción de las impresiones imaginarias, es allí claro. Casi diría que
i .: 1
tros la menor importancia, sabemos que todo eso funciona. ahí está el fundamento, no digo la prueba, de la creencia
Hay un mundo entre lo que se llama, con un término que en la inmortalidad del· alma. Hay ·algo irresistible cuando el
no me gusta, la mentalidad de gente como nosotros -·para sujeto se considera a sí mismo: no sólo no puede no concebir
quienes la garantía de todo lo que pasa en la naturaleza es un que existe, sino más aún, no puede no concebir que una
simple principio, a saber, que ella no sabría engañamos, que impresión participa de .su perpetuidad. Hasta aquí nuestro
en algún lado hay algo que garantiza la verdad de la realidad, delirante no delira más que un sector muy vasto de la huma-
y que Descartes afirma bajo la forma de su Dios no engaño• nidad, por no decir que le es coextensivo.
so-- y, por otro lado,. la posición normal, natural, la más
común, la que aparece en el espíritu de la gran mayoría de Continuación de la lectura
las culturas, que consiste en ubicar la garantía de la rea-
lidad en el cielo, cual_quiera sea el modo en que se lo No estamos lejos del universo espinoziano, en tanto se
represente. funda en la coexistencia del atributo del pensamiento y del
El d~sarrollo que acabo de hacer no deja de tener relación atributo de la extensión. Dimensión sumamente interesante
con nuestro objetivo, ya que de inmediato estamos en la para situar la cualidad imaginaria de ciertas etapas del pensa-
trama del primer capítulo de las Memorias del presidente miento filosófico.
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA
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--verán hasta qué punto esta expresión se justµica- y la del gio un fenón1~n.o ..P.a~iyo, __ c~_~o_ .. _tg~~ experiencia vivida del
Dios que experimenta como la pareja de esa oscilación de qµ.e'J!ega_~
spj~to, -~-~~-~i ~r_~Íf!2-.P~f§!:}~g_en!~ _4~1_, ~~.g~~Ó á ~j!.~~~r~
fuerza viviente que se volverá la dimensión en la que de ahí tir. cualquier orden, ~~t1~0 o no, en_ el pe11:.sa~~nto mismo.
en adelante sufrirá y palpitará. Esta divergencia ·se resuelve Que el mundod;al conio. lo verán desarrollarse en el discurso
para él en estos términos: La verdad total quizá se encuen~ra q;~l s~fotq,. -~~ tr~~sf~rm~ -~I?-_ J~. q_ge. llañ;:iamos .~~~J~~!~-~~ago
a la manera de una cuarta dimensión, bajo la forma de la ria,_pero que para él es lo más cierto de su vivencia, se debe
diagonal de esas líneas de representacion, que es inconcebible
para el hombre.
a ese juegq_,_,~e engañp que mantiene, n.o·.con un _otro que
~~.rJª' .~.!1. se_Jp.~Ja_nte, sino con ese ser _primero., garante mismo
Se sale del paso, ¿no es así?, como se ~uele hacer. en el de lo real. · .
lenguaje de esa comunicación por demás desigual a su objeto ---·. -Ef .pr~pio Schreber señala muy bien que de ningún mod~
que se llama la metafísica:1 cuando no se sabe de m~nera e~tabf p~efarado por .sus _ca~e?orías anteriores par~ esta expe-
alguna cómo conciliar. dos términos, por ejemplo, la libertad . r1enc1a v1v1ente del D10s mfm1to; hasta entonces esos asuntos
y la necesidad trascendente. Se limitan a decir que en algún no tenían ninguna especie de interés para él, y, mucho más
lado hay una cuarta dimensión y una diagonal en donde que un ateo, era un indiferente.
halan ambos extremos de la cadena. Esta .dialéctica, perfecta- Puede decirse que, en este delirio, Dios es esencialmente
mente manifiesta en todo ejercicio del discurso, no puede el térm'ino polar en relación a la megalomanía del sujeto, ·
escapárseles. .pero lo es e~ .tanto que Dios está ati:apado en su propio
JU~go. El delirio de Schreber nos explicará, en efecto, que
D10s, por haber querido captar sus fuerzas y hacer de él el
Continuación de la lectura desecho, la basura, la carroña, objeto de todos los esfuerzos.
de destrucción que permitió a su modo intermedio efectuar,
queda atrapado en su propio juego. El gran 'peligro de Dios
A fin de cuentas, Dios sólo tiene una relación compl~ta, es, a fin de cuentas, amar demasiado a Schreber, esa zona
auténtica, con cadáveres, Dios nada comprende de los seres transversalmente transversal.
vivos, su omnipresencia sólo percibe !ª~ cosas desde afuera, Tendremos que estructurar la relaci~n de lo que garantiza
nunca desde dentro. Estas son propos1c1ones que no parecen lo real en el otro, es decir, la presencia y la existencia del
obvias, ni exigidas por la coherencia del sistema, tal como mundo estable de Dios, con el sujeto Schreber en tanto reali-
podríamos concebirla noso~ros. ~ ,. . dad orgánica, cuerpo fragmentado. Veremos, tomando presta-
Retomaré la vez que viene este punto, con mas enfas1s. das algunas referencias a I-a literatura analítica, que gran parte
Pero ven ya que l~__r~lación psj~~~ic!_ ~~ .!.':1 gra~<?, ~l~i;p.o .de de sus fantasmas, de sus alucinaciones, de su construcción
d~s~_r~91J.~, -~pliq1_.~j~Jrn_4µf~ión. de la <Ual~~tj~a fundamen- milagrosa o maravillosa, está hecha con elementos en que se
tal q~l t;~g;lño ~µ u~~ ~~ens_1on, s1 .P~~-~~-decirse, transv~r~al reconocen claramente toda suerte de equivalencias corporales.
~on_r~-~EeC!'?. a la relación auténtica. El sujet<? P.~~-~e habl~-~!~ Veremos lo que representa orgánicamente, por ejemplo, la
al Otro en tanto se trata con él de fe o. de fingmuento, .pero· alucinación de los hombrecitos. Pero el pivote de estos fenó-
iq!-!L~2.. en 1a:·-dimensión _4~_. un iniagíñ:~~~~~-paclecido -caracte- menos, es la ley, .que aquí está enteramente en la d~mensi6n
ri~!icA . fandaro.~Ji!.ajA~~ 19 j~ª-gill:ªri~. ~gn4~ s_e produce co-. imaginaria. La llamo transversal, porque se opone diagonal-
TEMATICA y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO
21 DE DICIEMBRE DE 1955
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VII
LA DISOLUCION IMAGINARIA
i.
'
Dora y 5U cuadri/.átero.
Eros y agresión en el picón macho.
Lo que se llama el padre.
La fragmentación de la identidad.
129
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO.PSICOTJCO LA DJSOLVCION IMAGINARIA
,,• .
....
como Freud la introduce para apoyar esta noción muestr~, permitirán delimitar esas modificaciones del carácter del otro
sin embargo, que lo que repugnaba al narcisis~~ del suso~1- que siempre están, lo sentimos claramente, en el fondo de la
cho Presidente, era la adopción de. una pos1c10n feme~~ª alienación de la locura?
respecto a su padre, pos~ción que. implicaba la ~:strac10n.
Esto es algo que se satisfaría me1or en una relac1?? funda-
da en el delirio de grandeza, o sea que la castr~c10n n~. le
importa a partir del momento en que su pareJa es Dios, 1
En suma, el esquema de Freud podi;ía resumirs 7 así, de
acuerdo con las fórmulas que propone de la paran~1a en e~e
mismo texto: yo (je) no· lo amo a él, es a Dios a quien yo (je) Voy a perm1t1rme aquí volver brevemente hacia atrás,
amo e inversamente, es Dios quien me ama. pa~a intentar hacerles ver coµ una mirada nueva ciertos aspec-
y; les señalé la vez pasada que, después de todo, quizás tos de fenómenos que ya les son familiares. Tomemos un
caso que no es una psicosis, el caso casi inaugural de la
esto no es completamente satisfactorio, como tampoc? lo
son las fórmulas de Freud, por esclar~cedoras . qu~ sean. ~a experiencia propiamente psicoanalítica elaborado por Freud,
i.
doble inversión, yo (je) no lo amo, yo Oe) lo odio! el me odia, el de Dora.
proporcio:i.1a indudablemente una clave del mecamsmo de per- Dora es una histérica, y en cuanto tal tiene relaciones
secución. Todo el problema es ese él; en efecto,_ e~e. él está singulares con el objeto. Saben qué dificultades presenta en
detenido, neutralizado, vaciado, parece, de su s1;1bJetr~1dad: ~1 su observación, y también en el desarrollo de la cura, la
fenómeno persecutorio adq1-:1-iere .el carácter de s19nos indefllll- ambigüedad que persiste en torno al problema de saber cuál
damente repetidos, y el perseguidor, en la ~ed1da en que. es es verdaderamente su objeto de amor. Freud finalmente vio
su sostén, no es más que la sombra del º?Jeto persecuton~. su error, y dice que sin duda hizo fracasar todo el asunto
Esto también es cierto para el Dios en Juego en el ~oree~- por haber desconocido el verdadero objeto de·amor de Dora,
miento del delirio de Schreber. Señalé al pasar la d1stanc1a cortándose prematuramente la cura, sin permitir una resolu-
que hay, tan evidente que es casi ridículo. mencionar}a,. . entre ción suficiente de lo que estaba en juego. Saben que Freud
la relación del presidente Schreber con Dios~ y 1~ mas mfima creyó entrever en ella una relación conflictiva debida a su
producción de la experien~ia :11~tica. Por m1r1:uc1osa que. sea, imposibilidad de desprenderse de su primer objeto de amor,
la descripción de esa pareJa un1ca llamada Dios no_s deJa de su padre, para ir hacia un objeto más normal, a saber, otro
todos modos perplejos acerca de su natural~za. . . hombre. Ahora bien, el objeto para Dora no era sino esa
Lo dicho por Freud sobre el retraimiento de la hb1do mujer a la que se llama, en la observación, la señora K, que
lejos del objeto externo, está realmente en el meollo del ~s precisamente la amante de su padre.
problema. Pero a nosotros nos toca elaborar lo_ que est~ Partamos de la observación, luego comentaré. La historia,
puede significar. ¿En qué plano ~e p,-roduce ese retiro? Sen;1- como saben, es la de un minueto de cuatro personajes, Dora,
mos efectivamente que algo modifico profundament~ al ob¡e- su padre, el señor K., y la señora K. El señor K. en suma le
to, pero ¿basta imputárselo a uno de esos desplazarment_os de sirve a Dora de yo, en la medida en que por su intermedio
la libido que colocamos en el fondo de los ~ecarusmos puede sostener efectivamente su relación con la señora K.
de las neurosis? ¿Cuáles son los planos, los registros, que Pido que me sigan en este punto y que confíen en mí, puesto
vienesa. Como lo subrayan todas las observaciones poster10~ a producir un delirio. No obstante, es un fenómeno que está
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TE.MATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO LA DISOLUCION IMAGINARIA
en la vía inefable, intuitiva, de la imputación a otro de hosti- el inicio por sí mismo otro, porque se instaura en una duali-
lidad y mala intención, y a propósito de una situación en la . dad interna al sujeto. El yo es ese amo que el sujeto encuen-
que el sujeto participó, verdaderamente, del modo electivo tra en el otro, y . que se instala en su función de dominio en
más profundo. lo más íntimo de él mismo. Sí en toda relación con el otro
¿Qué quiere decir esto? El nivel de alteridad de ~ste incluso erótica, hay un eco de esa relación de exclusión, él~
personaje se modifica, y la situación se degrada debido a la yo, e: p_orque en _el plano imaginario el sujeto humano está
ausencia de uno de los componentes del ·cuadrilátero que le const1tu1do de modo tal que el otro está siempre a punto de
permitía sostene~se. Podemos usar aquí, sí sabemos manejar- retomar su I:1gar de dominio en relación a él, que en él hay
la con prudencia, la noción de distanciamiento. La usan a ~n yo qu~ siempre e~ parte le es ajeno. Amo implantado en .
diestra y siniestra, sin ton ni sont pero no es una razón para el P?r encima del c;'nJ1;1nto de sus_ tendencias, de sus compo"r-
que nos neguemos a usarla, a condición de darle una aplica- tam1entos, de sus mstmtos; de sus pulsiones. No hago más
ción más conforme a .los hechos. que expres.ar a~uí, de un ;111odo algo más riguroso y que
Esto nos lleva a la médula del problema 4el narcisismo. pone. en ev1denc1a la paradoJa, el hecho de que hay conflictos
entre las pulsiones y el yo, y de que es necesario elegir.
Ad. opta
. algui:~s, otra~ no;_ es lo que llaman, no se sabe por
que, la func1on de smtes1s del yo, cuando al contrario la
2 síntesis nunca se realiza: sería mejor decir función de domi-
nio. ¿Y dónde está ese amo? ¿Adentro o afuera? Está siempre
~ 1a ':'ez ~dentro y afuer~, por esto todo equilibrio puramente
¿Qué noción podemos tener del narcisismo a partir de 1mag1nano con el otro siempre está marcado por una inestabi-
nuestro trabajo?· Consideramos la relación del narcisismo co- lidad fundamental.
mo la relación imaginaria central para la relación interhuma- . Hagamos ahora una breve comparación con la psicología
na. ¿Qué hizo cristalizar en torno a esta noción la experÍ<!ncia anrmal.
del analista? Ante todo su ambigüedad. En efecto, es una Sabemos que los animales tienen una vida mucho menos
relación erótica -toda identificación erótica, toda captura complicada que la nuestra. Al menos, eso creemos en función
del otro por la imagen en una relación de ,cautivación erótica, ~e lo que ve~os, y la evidencia parece bastar, porque desde
se hace a través de la relación narcisista- y también es la siempre los animales han servido a los hombres de referencia. .......
base de la tensión agresiva. Los animales tienen relaciones con el otro cuando les viene
A partir del momento en que la noción de narcisismo en_ gana. Hay para ellos dos modos de tener ganas del otro:
entró en la teoría analítica~ la nota de la agresividad ocupó pn1;1ero, c.omérselo, segundo, jodérselo. ·Esto se produce
cada vez más el centro de las preocupaciones técnicas. Su segun un ritmo llamado natural, y que conforma un ciclo de
eb,boración, empero, ha sido elemental. Se trata de ir más allá. comportamiento instintivo.
Para eso exactamente sirve el estadio del espejo. Evidencia Ahora bien,_ se ha podido destacar el papel fundamental ...
.·.•
la naturaleza de esta relación agresiva y lo que significa. Si la que juega la imagen en las relaciones de los animales con sus
relación agresiva interviene en esa formación que se llama el semejantes, y precisamente en el desencadenamiento de estos ... :
yo, es porque le es constituyent_e, porque el yo es desde ciclos. Al ver el perfil de un ave de rapiña al que pueden ..
estar más o menos sensibilizadas, las gallinas y otras aves de efecto, de ningún modo puede otro macho entrar en el
corral se asustan. Este perfil provoca reacci~n~s de huida, área así marcada sin que· se desencadenen reflejos de com-
de cacareo y chillidos. Un perfil ligeramente d1stmto _no pro- bate.
voca nada. Lo mismo se observa en el desencadenamiento de Ahora bien, los experimentadores, llenos de curiosidad,
los comportamientos sexuales. Se puede engañar perfectamen... quisieron saber ·has~a dónde funcionaba. la susodicha reacción
te tanto al macho como a la hembra del picón. La parte de c9mbate, variando primero la distancia de acercamiento
,,•,:
dorsal del picón asume, en :1 momento del payoneo, determi- del rival, y reemplazando luego ese personaje por un señuelo.
nado color en uno de los miembros de la pareJa,. que desenca- En ambos casos, observaron en efecto que la perforación de
dena en el otro el ciclo de comportamiento que permite su los agujeros, hechos durante el pavoneo, e incluso antes, es
un acto ligado esencialmente al comportamiento erótico. Si el
acercamiento final. .
Este punto limítrofe entre el eros y la relación agre- invasor se acerca a cierta distancia del lugar definido como
siva del que hablaba en el hombre, no hay .razón. alguna para el territorio, se, produce en· el primer macho la reacción de
que no exista en el animal, y es perfectamente. P?s1ble ponerlo ataque. Si el invasor está un poco más lejos no se produce.
en evidencia, manifestarlo, y aun extenonzarlo en el Hay pues un punto donde el picón sujeto está entre atacar o
no atacar, pu~to límite definido por determinada distancia, y
picón. . . . . . .
El picón, en efecto, nene un terntono, espec1alm~nte ~m~ ¿qué aparece entonces? Esa manifestación erótica de la negati-
portante cuando llega su ~eríodo de pavoi:eo, que,. emge cier- vidad, esa actiyidad del comportamiento sexual que consiste
to espacio en las profundidades de una nbera mas o ~enos en cavar agujeros.
p1'ovista ·de hierba. U na verdadera danza, u~a especie de En otras palabras, cuando el picón macho no sabe qué
vuelo nupcial se produce, en que el asunto c0n$1Ste en encan- hacer en el plano de su relación con su semejante del mismo
tar· primero a la hembra, en inducirla luego _suavemente. a sexo, cuando ho sabe si hay o no que atacar; se pone a hacer
dejarse hacer, y en ir a ensartarla en una especie de tunelc1to lo que hace cuando va a hacer el amor. Este desplazamiento,
que le han confeccionado previamente. Pero hay algo aú~ no que ~o dejó ~e,, impactar al etólogo, no es para nada algo
muy bien explicado, y que es que una vez llevado a cabo especial del p1con. Es frecuente, entre los pájaros, que un
todo esto, todavía le queda tiempo al macho. para hacer mon- combate se d~tenga bruscamente, y que un pájaro se ponga
tones de agujerítos por doquier. . desenfrenadamente a alisarse las plumas, como lo suele hacer
No sé si recuerdaq. la fenomenologfa del aguJero en El Ser cuando ·trata de gustarle a la hembra.
y la Nada, pero saben la importancia _que les atribuye Sart:e Es curioso que- Konrad Lorenz, a pesar de no haber
en la psicología del ser humano, especialmente la del hurgues asistido a mis seminarios, sintiera la necesidad de encabezar
que se distrae en la playa. Sartre lo vio co~o un. fenómen_o su libro con la· im~gen; muy bonita y enigmática, del picón
esencial que casi confina con una de las mamfestac1ones factt- macho ante el espejo. ¿Qué hace? .B.aja el pico, está en po-
cias de la negatividad. Pues bien, creo qu~ ,,en cuanto a es~o, _sición oblicua, la cola al aire, el pico hacia abajo, posición
el picón macho no se queda a.tr~s. El tain:b1en hac~ sus ag:11e- que sólo adopta cuando con su pico va a cavar la arena para
ros, e impregna con su nega_t1v1dad_ propia el medio e.xteri<?r. hacer s_us agujeros. En .otros términos, su imagen en el espejo
Tenemos verdaderamente la 1mpres1ón de que con esos aguJe- n_o le es indiferente, si bien no lo introduce al conjunto del
ritos se apropia de cierto campo del medio exterior, y, en ciclo del comportamiento erótico cuyo efecto sería ponerlo
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO LA DISOLUCION IMAGINARIA
en esa reacción límite entre eros y agresividad señalada por el Suponga~os una máquina que no tuviese dispositivo de
horadamiento del agujero. autorregulac10n global, de modo tal que el órgano destinado
El animal es también accesible al enigma de un señuelo. a mover la pat~ de~echa sólo pu~~a armonizarse con el que
'El señuelo lo pone en una situación netamente artificial, am- mueve_ fa pata 1~qu~erda, a co_nd1c1ó;11 de que un aparato de
bigua, que entraña ya un desarreglo, un desplazamiento de recepc1~n fot?electrica trans~mta la imagen de otra máquina
comportamientos. Esto no debe asombrarnos a partir del que esta funcionando armoniosamente. Piensen en esos autos
momento en que hemos captado la importancia para el hom- que vemos en los parques de diversiones lanzados a toda
bre de su imagen especular. carrera en un espacio libre, cuyo principal entretenimiento es
Esta imagen es funcionalmente esencial en el hombre> en entrechocarse. Si ·estas actividades producen tanto placer
tanto le brinda el complemento ortopédico de la insuficiencia es que lo de estarse chocando debe ser de verdad algo funda-
nativa, del desconcierto, o desacuerdo constitutivo, vincula- mental en el ser humano. ¿Qué pasaría si cierta cantidad de
dos a la prematuración del nacimiento. Su unificación nunca ma~uinitas como las que acabo de describir, fuesen lanzadas
será completa porque se hace precisamente por una vía alie- al ~1rcuíto? Estando cada una unificada, pautada por la visión
nante, bajo la forma de una imagen ajena, que constituye una de la otr~,n? es imposible c~~cebir matemáticamente que
función psíquica original. La tensión agresiva de ese yo o el esto culminara en la concentrac1on, en el centro del dispositi-
otro está integrada absolutamente a todo tipo de funciona- vo, de todas las maquinitas, respectivamente bloqueadas en
miento imaginario en el hombre. un conglomerado cuyo único límite en cuanto a su reducción
Intentemos representarnos qué consecuenc~as implica el es la resistencia exterior de las carrocerías. Una colisión, un
carácter imaginario del cpmportamiento humano. Esta pre- despachurramiento general.
gunta es en sí misma imaginaria, mítica, debido a que el .. Esto es s~lo ~n apólogo de~:ina~p a. mostrar que la ambi-
comportamiento humano_ nunca se reduce pura y simplemen- gu~dad, la h1~;1a. de 1~,, relac1<?n 1m~gmaria exige algo que
te a la relación imaginaria. Supongamos, empero, un instante, mantenga relac1on, func1on y distancia. Es el sentido mismo
en una suerte de Edén al revés, un ser humano redu~ido del complejo de Edipo.
enteramente ·en sus relaciones con sus semejantes a esa E~ comp!ejo de Edipo sig~fica que la relación imaginaria,
captura a la vez asimilartte y disimilante. ¿Cuál es su re ... confüctual, mcestuosa en sí m1sma, está prometida al conflic-
sultado? to y.~ la r~ina. Para que el ser humano pueda establecer la
Para ilustrarlo ya hice referencia al campo de esas maqui- relac10n mas natural, la del macho a la hembra es necesario
nitas que nos diyierte hacer desde hace algún tiempo, y que . '
que Intervenga un tercero, que sea la imagen de algo logrado,
semejan animales. Por ~upuesto que no se les p~ecei: en el modelo de una armonía. No es decir suficiente: hace falta
nada, pero tienen mecanismos montados para estudiar cierto una ley, una cadena, un orden simbólico, la intervención del
número de comportamientos que, según nos dicen, son com- ~rden de la palabra~ es decir del padre. No del padte natural,
parables a los comportamientos animales. En cierto sentido sm? . de lo que se llama el padre. El orden que impide- la
es verdad, y una parte de ese comportamiento puede ser colisión y el estallido de la situación en su conjunto -está
estudiado como algo imprevisible, lo cual tiene el interés de fundado en la existencia de ese nombre del padre.
recubrir las concepciones que podemos hacernos de un fun- Insisto: el orden simbólico debe ser concebido como algo
cionamiento que se autoalimenta a. sí mismo, superpuesto, y sin lo cual no habría vida animal posible para
ese sujeto estrambótico que es el hombre. En todos los casos Ahora que tienen en mente la función de la articulación
así se presentan las cosas actualmente, y todo hace pensar sim?ólica, será:p,. 111;á~ sensibles a esa verdadera invasión imagi-
que siempre fue así. En efecto, cada vez que encontramos un nana de la stib_1et1v1dad a la que Schreber nos hace asistir.
esqueleto, lo llamamos humano si está en una sepultura. ¿Qué Hay una dominancia realmente impactante de la relación en
razón puede haber para poner ese resto en un recinto de ~spej?, una impr~sionante di~olución del otro en tanto que
piedra? Antes que nada es necesario que todo un orden sim- 1de1?-t1dad. Todos .Jos persona1es de los que habla -a partir
bólico haya sido instaurado, que entraña que el hecho de que del momento en que lo hace, porque durante largo tiempo
un señor haya sido el señor Zutano en el orden social exige no puede hablar, y volveremos ·a la significación de ese tíem-
que s·e lo indique en la piedra de la:S tµm.bas. El hecho de po-·.se reparten e~ dos categorías que están, pese a todo,
que se llamara Zutano sobrepasa en sí su existencía vital. .del mismo lado de c!erta frontera .. Están los que en apariencia
Ello no supohe creencia alguna en la inmortalidad del alma, viven, se desplazan:: sus guardianes, sus enfermeros, que son
sino sencillamente que su nombre nada tiene que ver con su sombras de hombres perpetradqs en un dos por cuatro como
existencia viviente, la sobrepasa y se perpetúa más aUá. dijo Pichon, quien es el responsable de esta traducción.'; luego
Si no se dan cuenta que la originalidad de ~reud. es haber hay personajes más 'importantes, que invaden el cuerpo de
subrayado esto, me pregunto qué hacen ustedes en el análisis. Schr~ber, se trata d.e almas, la mayoría de las almas, y a
Sólo a partir del momento en que se ha subrayado bien que medida que la ·cosa sigue, se trata, cada vez más, de muertos, 1.
'··
ese es el resorte esencial, un texto como el que tenemos El sujeto miimo no es más que un ejemplar segundo de
que leer puede llegar a ser interesante. su propia identi~ad. Tiene en determinado momento la reve-
Para captar en su fenomenología estructural lo que presen- lación de que ~l año anterior tuvo lugar su propia muerte,
ta el presidente Schreber, deben primero tener este esquema que fue anunciada en los peri6dicos. Schreber recuerda a ese
en la cábeza, que entraña que el orden simbólico subsiste en antiguo colega como a alguien con mayores elotes que él. El
cuanto tal fuera del sujeto, diferente a su existéncia, y deter- es otro. Pero él es de todos modos el mismo, que se acuerda
minándolo. Sólo ~e fija uno en las cosas cuando las considera del otro. Esta fragmentación de la identidad marca con su
posibles. Si no, uno se limita a decir Es así, y ni siqÚiera sello t~da 1~ re.ladón de Schreber con sus semejantes en el
trata de ver qué es así. pl~no 1~ag!?ªn?·., Habla en otros momentos de Flechsig,
qmen tamb1en esta muerto, y que por ende ascendió adonde
sólo existen las almas en tanto que son humanas, en un más
a~lá_ donde po~o a poco son asimiladas a la gran unidad ...... ..
3 d1vma) no sin perder progresivamente su carácter individual. ~
~ara lograd~, aún es necesario que sufran una prueba que las
La larga y notable observación que constituyen las Memo- libere de la impureza de sus pasiones, de lo que, en sentido
·rias de Scp..reber es sin duda excepcional, pero no ciertamente estricto, es su deseo. Hay literalmente fragmentación de la
única. Sólo lo es probablemente debido al hecho de que el identidad, y el sujeto encuentra sin duda chocante este menos-
presiden~e Schreber estaba en condiciones de hacer publicar cabo de la identidad de sí mismo, pero así es, sólo puedo dar
su libi-o, aunque censurado; también al hecho de que Freud fe, dice, de las cosas que me han sido reveladas. Y vemos así,
se haya interesado en él. ~ lo largo de toda esta historia, un Flechsig fragmentado, un
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TEMATICA Y ESTRUCTURA DEL FENOMENO PSICOTICO LA DISOLUCION IMAGINARIA
Flechsig superior, el Flechsig luminoso, y una par~e inf ~rior constelaciones desempeña un papel esencial en el estableci-
que llega a estar fragmentada entre cuarenta y sets alm1tas. miento de cierto número de relaciones simbólicas fundamen-
Salto muchas cosas resaltantes por las cuales me gustaría tales, que se hacen mucho más evidentes cuando nos encon-
que se interesaran lo suficiente para que pudiésemos seguirlas tramos en presencia de una cultura más primitiva, como sole-
en detalle. Este estilo, su gran fuerza de afirmación, caracterís- mos decir. Tal fragmento de alma se vincula entonces a algún
tica del discurso deµrante, no puede dejar de llamarnos· la luga.r. Casiopea, los hermanos de Casiopea, cumplen un gran
atención por su convergencia con la noció.n de que la identi- papel. No es para n~da una idea en el aire; es el nombre de ·.····. . .
dad imaginaría del otro está profundamente relacionada con una confederación de estudiantes de la época en q\le Schreber
la posibilidad de una fragmentación, de un fraccionamiento, hacía sus estudios. La adhesión a una confraternidad tal,
Que el otro es estructuralmente desdoblable, desplegable, es- cuyo carácter narcisista, incluso homosexual, es puesto en
tá" claramente manifestado en el delirio. evidencia en el análisis, constituye por otra parte una
También está el caleidoscopio que se produce de esas marca· característica de los antecedentes imaginarios de
imágenes entre sí. Enéontramos por una parte las identidades Schreber.
m~ltiples de un mismo personaje, por otra, ·esas pequ~ñas Es sugerente ver que, para que todo no se reduzca de
identidades enigmáticas, diversamente punzantes y nocivas golpe a nada, para que toda la tela de la relación imaginaria
en su interior, a las que llama, por ejemplo, los hombrecitos. no se vuelva a enrollar de golpe, y no desaparezca en una
Esta fantasmática sorprendió mucho la imaginación de los oquedad sombría de la que Schreber al comienzo no estaba
psicoanalistas, quienes se preguntaron si eran niños, o esper- muy lejos, es necesaria esa red de naturaleza simbólica que
matozoides o alguna otra cosa. ¿Por qué no serían hombreci- conserva cierta estabilidad de la imagen en las relaciones
tos, sin más? interhumanas.
Estas identidades, que tienen respecto a su propia identi- Los psicoanalistas discurrieron, dando miles de detalles,
dad valor de instancia, penetran en Schreber, lo habitan, ~o acerca de la significación que podía tener, de~de el punto de
dividen a él mismo. La noción que tiene de estas imágenes le vista de las cargas libidinales del sujeto) el hecho de que en de-
sugiere que ellas se achican progresivamente, se reabsorben, terminado momento Flechsig fuese dominante, que en otros
de algún modo son absorbidas por la propia resistencia de lo fuese una imagen divina diversamente situada en los pisos
Schreber. Sólo mantienen su autonomía, lo que por cierto de Dios, porque Dios también tiene sus pisos: hay uno ante-
quiere decir que no pueden seguir mo,lestándolo, realiza~~º _rior y uno posterior. Imaginan cuántos t~ques le dieron a
la operación que llama el apego a las t1erras:t de cuya noc1on esto los analistas. Por supuesto, estos fenómenos permiten
carecería sín la lengua fundamental. cierto número de interpretaciones. Pero hay un registro que
Esas tierras, no son sólo el suelo, son también· las tierras es abrumador en comparación con ellos, y que parece no
planet~rias, las tierras astrales. Reconocen ustedes en ellas_ ese haberle llamado la atención a nadie: por rica y divertida que
registro, que en mi pequeño cuadrado mágico, yo llamaba, el sea esa fantasmagoría, por más que se preste a que encontre-
otro día, el de los astros; No lo .inventé para esta circunstan- mos en ella los diferentes obj~tos del jueguito analítico, de
cia, hac~ bastante tiempo que hablo de la función de los un extremo al otro del delirio de Schreber, se presentan
astros en la realidad humana. No es casual, sin duda, que fenómenos auditivos sumamente matizados.
desde siempre, y en todas las culturas, el nombre dado a las_ Van desde el susurro ligero, hasta las voces de las aguas ·- .. :
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120
....·... ..
su propio peso. Pero si son diferentes, ¿eso es suficiente para que hagan tres? Si son tan
diferentes como yo la diga(4). De donde la noción de común medldr-1 que es tan difícil de
aprehender, sino para definir alll la unid~d como función de medida: hay tantos: uno, dos,
tres. Todavía es pr:ecíso, para que se pueda decir que hay tantos, todavla es preciso
. fundar esta unidad sobre el signo, que eso sea un signo o que eso sea escrito; l~G~U-A-L,
o bien que ustedes hagan dos pequeños trazos: =1 para significar igual la equfvalencla de,
estas· unidades. Pero -si por azar fueran otros, .si puedo decir, el uno para el otro,
quedarfamos bien embarazados, y después de todo, lo que testimoniaría de ello serla el
sentido mismo del término "otro'\ Todavía es preciso distinguir en este sentido de otro, el
otro constituldo por una distinción definida por una relación, exterior-interior por ejemplo,
como Freud lo hace, lo quiera· $i o no, en su segunda tópica, la que se soporta.de una
geometrla de la bolsa, y dondi? ustedes ven una oosa, en alguna parte de las NYevas
Conferencias, una ..t:;osa que está l?onsiderada que contiene, ¿que contiene qué? Es
divertido decirlo: las pulsiones. :Es lo que él llama el Ello. Naturalmente, ello lo fuerza a
añadir allí un cierto número de utenslUos, una especie de lúnula que de paso transforma a
ello en una especie de vitelo sobre el cual se diferenciaría un embrión. Evidentemente, no
es lo que él quiere decir, pero es lamentable que ello lo sugiera. Tales son las desventajas
de· las figuraciones por imagenes. No Tes digo todo lo que él está forzado a añadir todavla 1
sin contar con no sé qué ptuméado que intitula superyó.
Esta geometría de.la bolsa, es pr~cisamente algo de to qt,Je nos ocup,amos al nivel de la
topologla 1 satvo que, como puede habérsefes ocurrido la Idea, eso se dibuja sobre una
superficie, y que estamos forzados a poner altl la bolsa. Sobre una superflcle 1 eso hace un
redondel, y de este redondef hay un Interior y un exterior. Es con eso que estamos
llevados a escribir fa inclusión, a saber que algo, 1 por ejemplo, está incluido en un C, un [il
conjunto. La inclusión, quiz:á ustedes saben cómo se escribe eso; es as1: ? , de d~nde se
ha deduci90 un poco rápidamente que se podia deslizar de la inclusión, que está ahi
encima, al signo "inferior a": <, a saber que I es más pequeño que C, lo que es una
imbecilidad·manlflesta. He ahf entonces el primer'otro, otro definida del exterior al interior.
Pero hay otro otro, el que he séñaiado con una A mayúscula, que se define por no tener la
.........·1o __cfe. Díciefnbre de 1974 (*)(2) ___ ....... •-·-•··". ·.... . menor relación, por pequeña. que la Imaginen. Cuando comenzamos a movernos con
algunos términos, inmediatamente caemos entro los abrojos, porque ese "por pequeña
Nota del Traductor(3) que -la imaginen" y bien, eso reintroduce de golpe lo Imaginarlo. Y cuando· ustedes
reintroducen _de g~lpe lo lmagi~ario, tlen~n todas l~s posibilidades-de.trabarse. Es incluso
asf que se ha partido para et-infinitesimal: füe preciso tomarse un trabajo de locos para
sacarlo de lo Imaginario. ·
Ustedes han visto, pues, mi afic~e. Que sean tres, ese Real, ese Simbólico y ese Imaginario, ¿qué quiere decir eso?
Eso se lee así: ¡r'síl · Puede leerse asf. Puede t¡3mbién leerse, puesto que está en letras Hay dos pendientes: una pendiente que nos arrastra a· homogeneizarlos, lo que es
mayúsculas, puede leerse: R'- S" 1, lo que quizá lia.su_gerido, a tos que están advertidos: , empinado. porque ¿qué relación tienen entre ellos? Y bien, ahI está justamente aquello
ro Real, lo Simbólico y lo Imaginarlo. · cuya vía quisiera.desbrozarlas este año.
Quisiera, este año, hablarles de lo Real y comenzar por hacerles observar que·estos tres Se podría decir que lo Real es lo que es estrictamente Impensable. Eso sería al menos un
términos: Real, Simbólico e Imaginario tienen. un sentido. Son tres sentidos diferentes. punto de partida. Eso harta un agujero en el asunto. Y nos permitirla interrogar aquello da
Pero también pueden observar que he dicho, tres sentidos, así porque eso parece cae'. por lo cual.· no lo olvidE;m, he partido, a saber de tres términos en tanto que vehiculizan un
121
· ·sentido.
En v~rdad, esta masa a\estigÚada de la debilidad mental es algo de lo que no espero, de
¿Qué es~esta historia del sentÍdo? .Sobre to~o si uste.des introducen allf lo que yo m~ . ningún' modo, salir. No ve~ por qué lq que yo les aportarla serla menos dé~ll que el resto.
esfuerzo por hacerles sentir: esto es que para lo que e.s de la práctica analftlca, es desde
ah( que ustedes operan, pero que por otro tado, este sentido, ystedes no op·eran_ más que Serla precisamente ah( que tomarla su sentido esta·cáscara- de banana qua me deslizaron
para reducirlo; que es en la 1medlda en qu~ el lnconsclénte se soporta de. ase alg,o -hay ~ bajo los ples apretándome en el teléfono. para cjue fuera-a dar un¡3 conferens:;ia en N(za .. A
q'ue c!eclrlo, ló rpás difícil da lo que he tenido gua Introducir-:-- ese· algo·que está definido· q4e no. lo adivinan, me tiraron el título bajo la pata; "El Fenómeno L.acaniano". ,vaya! Lo
por m(, estrtJoturado como lo Simbólico, es por-el equivoco· fund?imerital en ese algo de lo . qua estoy dfciénddles, es.Justamente qua espero que eso no sea un fenórñena, a saber
que se trata b!3jo este término de Simbólico que ustedes operan siempre - hablo a aquellos . · que lo gue yo diga sea m'enos tonto que todo lo damas: Lo único que hace que y-~
que son aquj dignos·del nombre da analistas. persevere -y ustedes saben que no persevero sin mirar allí dos veces, les· tie dicho la
1
última vez aquello por lo q~e vacilaba en volver a poner esó. éste ~ño- es que ·hay algo
. El equivóco, ~so·no.es él sentido. El sentido, es aquello por lo cual responde algo que es que yo creo haber aprehendido, no puédo siquiera decir que coñ mis manos, con mis pies,
diferente que lo ~imbólico; y este algo no hay medio ae 1:,;oport.arlÓ de otro mo~o que por lo esto es. la entrada en juego de esta huella que dibuja 19 que muy aparentemente n9 es
Imaginario. ¿Pero qué es lo Imaginario? ¿Es que Incluso eso ex-siste, puesto que Úst~des fácilmente soportado, especialménte no por los analistas, esto es la experiencia analítica.
soplan encima nada más queporpronuñciarestetérmir:o de lmaginarío? · De manera que si hay un fenómeno, eso sólo puede ser el fenómeno "lacanalista", ¡O bien .
laca-no-anallstaf •
Hay algo qwe hace que el ser. hablante se. demuestre consagrado a la debllldad mental, y .
• e.so resulta da la solá noción de Imaginario en tanto que el punto de partida de ésta es la Hay algo que sin embargo _se ha producid.o, les doy parte ~e eUo asl porque me d~jo Hevar.
referencfa al cuerpo y al hecho de qu·e· su repre~ntao\ón -quiero decir todo lo que para él Naturalmente, yo no podia explicarles nada.de todo esto, puesto que para ellos yo era un
se representa- no es sino el· reflejo de su organismo. Esta# es la meoor de las ;;- fenómeno. Los organl?adores·, en fin, todo lo que ellos querían era Ja aglomeración:
suposiciones que implic~ ·el .cuerpo. Pero ahl hay algo que enseguida nos hace tropezar:' siempre hay aglomeración para mir.ar un fenó!11éno. Entonces, yo no Iba a decirles: 11 Pero
es que en esta noción de cuerpo·es·preciso implicar allí inmediatamente esto q1,1e es su ustedes saben, yo no soY, un fenómeno". ¡Eso hUQiera sido una- Veme/,wr,gl . En fin, dije
definición misma, que es. algo de lo que se presume que tiene funciones espec'iflcadas en tonterias durante una buena hora y cuarto. No puedo decir que esté en·absoluto contento
unas órganos, d~ manera que un autcimóvlt, incluso u_n ordenador, según las últi1J1as de lo que les he contado porque ¡qué es lo que ustedes quieren que cuente en una hora y·
noticias, es también un cuer.po. No va de suyot para decirlo, que un CU!¡!rpo esté vlvo. De cuartel ·
modo que lo que_ atestigua mejor que está vivo. es precisamente ~sa 'lnens(~)" a
propósito dé la cuat, o más exactamente que he introduc\oo por la vfa, ar camino de la Yo con ustedes, me imagino -por supuesto:-que tengo un número de horas, como son
debilidad mental. No está dado a todos -los· cuerpos, en tanto que funcionan. sugerir la un poquitito más que tres, eso es sin !imite. Yo estoy muy equivocado, porque en realidad
dlmensi6n de la imbecHidad. Esta dimensión se introduce por ese algo que laléngua.(6) -y ellas no son más de' cincuenta. ·¡y aún tomando en cuenta lo que t~ngo de aqui a fin de l
no cualquiera: la latina, todo esto para-poner ~O su
lugar a aqué.Uos que, a la latina, ie añol Pero eso !3S lo que ayuda a emprender el camino. l.
Imputan justamente esta 1mbecllidad, es Justamente la única que en lug·ar de malformar ahí
un término opaco como el vo4s. u otra metáfora de no se sabe qué,. de un saber del ouar, En resumen 1 al cabo de una.hora y cuarto de 'paiabrerto, les hice preguntas, quiero decir:
seguramente, no sal1emos si exlste(7} puesto que es el saber supuesto por lo Real: el • .les. pedl que me las hicieran~ ·Er:a una demanda. Y bien, cré~i:,me si· quieren:
saber de Dios. Es cierto que- ex-siste. Nos damos bastante .trabajo para. deletrearlo. contrariamente a ustedes, me·ias hlcleron ... durante tres cuartos de hora. Y diré más~ ~sas
11
Ex-siste, pero solamente en el sentido que inscribo con_ el término· · ex-sistencia al
11
preguntas tenlan· esto de sorprendente, que eran pregunta~ pertinentes, pertinentes .por
1 . supuesto as[, en una segund~ zona. En fin, era ei testimonio de que en un cierto contexto,
escribirlo de otro modo qúe como se hace habitualmente. El quizá ' siste'1. pero no se sabe
dónde·... Todo lo que se puede de~lr, es que lo que con-slste· no d? de ~llo ningún , en el que no insisto; pódlan negarme preguntas, y pregunl:as no fontas. preguntas. en todo
testlmqnio( nota del traductor(S) ):... . caso; que me 1mpontan responder. De manera que me encon~raba ant~ esta sltuación, sin.
haber téniao que recusar el fenómeno lacahlano·, no·haberlo demostrado. Naturaimenté,
Entonces hay algo u·n poquitito sorprendente al ver que /alengua que se sospecha que es incluso no era _seguro que ellos mismos se percataran de que era· eso e1 fenómeno
11
· 1a más bru1a es justamente aquella que forja este término: "lntelligere , leer entre las·'- lacanlano, a saber que tengo efectos para un público que sól.o ha' escuchado a~f. por .
lfneas', a saber en otra parte que la manera en que. lo Simbólico se escribe•• Es erraste repercusión, de~de muy lejos., lo c¡~e yo puedo articular en este stuo que está aquí y donde
efecto. de escritura de lo Simbólico que, se sostiene el efecto de sentido, dicho de otro hago mi enseñanza para desbrozar para el analista el discurso mismo que lo soporta, si ~s
mqdo de imbecilldad 1 aquel del que tesfimonlan hasta hoy todos los sistemas llamados. de que es por el discurso, y siempre por el discurso. que padece esa cosa que tratamos de
la naturaleza. Sin el lenguaje, no·podríámos tener ta menor sospecha de estaimbecilldad - manipular en el análisis, por un discurso. ·
que es tambÍÉlf.l. aquello por lo cual el soport~ que es el cus·rpo nos testimonia -· se los
recuerdo por haberlo dicho recién, pero eso no les da ni frlo ni ea\or -te~tlmonia. estar Digo pues que eso es el fen61:1en~. En suma, ~s la ola, si ustedes-me permit~n emplear un
vivo. ,. · .
término que es el que hubiera podido teótarme a escribir las letr,as en otro orden:,.en lugar
122
.de R-S-I, R-I-S; eso hubiera hecho un R-I-S, el famoso rizo (¡is) del agua sobre el cual desanudan dos anmos de ta cadena, los otros anillos permanecen anudados. La definición
justamente, en alguna parte de mis Ecrits, hago equívocos - recién busqué la página, ahl del nudo borromeo parte d~ tres, a saber que si de tres ustedes rompen uno de los anillos
habla alguien, un compañero de la primera fila, que los tenía a esos Ecrlts, lo encontré: es· todos los otros están líbres, es dedr que los otros dos anillos son líberados. Lo notable en
en la página 166 que juego con ese telón (rideau), incluso para Involucrar allí a mi querido esto, que es un hecho qe consistencia, ·es que- <:1 partir de ali( ustedes pueden poner un
amigo Leíris dominando no sé qué (nota del trad.uctor(9)). Es preciso evidentemente que número Indefinido de anillos. Síempre será verdadero que si ustedes rompen uno de esos
yo me reconforte diciéndome que este fenómeno no es único: sólo es particular, quiero anillos todos los demás, por numerosos que sean, quedqrán libres. Pienso que ya les he
decir que se distingue de lo universal. Lo enojoso, es que hasta el día de ·hoy sea único a · hec.ho sentir suficientemer¡te en un tiempo ya perimido que, para tomar el ejemplo de un
nivel del analista. Sin embargo es indispensable que el analista sea af menos des. : anillo asi fabricado, es completamente concebible que otro venga a pasar dentro de la
lazada que está realizada por el pliegue de· este pequeño círculo, y que ustedes captaran
El analista para tener efectos es (est(10)) el analista que, a esos efectos, los teoriza. Es. inmediatamente que,. con simplemente romper el cf rculo qué aquí impide liberarse al
precisamente por eso que -me era precioso que me acompañara una persona que quizá a
tercero. la lazada plegada va deslizarse de éste, y que al
poner un número indefinido da
-no se lo he preguntado- a ese nivel preciso del fenómeno, del fenómeno Uamado estos circulos plegados ustedes ven por qué mecanismo verdaderamente sensible.
lacaniano, ha podido percatarse precisamente ah[, al nive~ de·to que tenTa que decir de lo inmediatamente lmaginabfe, todos los anillos se liberan cualquiera que sea su número.
que acabo ahora de enunciar, a saber que este fenómeno, esta vez ~implemente lo he
demostrado por el hecho de que ahl, de ~sa aglomeración, he recibido preguntas y que
el
ahl solamente está fenómeno. Si asta persona -de lo cuaf no dudo- es analista, pudo
CID
percatarse de que este fenómeno yo lo habfa, por lo poco que dije que era -se los
repito-detestable, demostrado.
He aquf cerrado · el paréntesis. Y ahora quiero volver a eso en lo que hoy tengo que
avanzar, a saber que no he encontrado, para decir el término 1 más que una única manera
de darles a estos tres términos: Reaf I Simbólico e Imaginario, común medida más que al
anudarlos en este nudo ·bobo(11), borromeo. En otros términos, que es preciso
interesarse en lo que he figurado ahl sobre el pizarrón, y ustedes han podido verlo no sin Esta propiedad es por si sol~ lo que homogeneiza todo lo que hay de número a partlr de
trabajo por haberme equivocado varias veces de color. - tres, lo que quiere decir que en la serie de los números 1 de los números enteros, 1 y 2
están desligados. Algo comienza en 3 que inoluye todos los números por lejos que sean ·
Esquemal enumerables -y es precisamente sobre eso que entendí poner: el acento en mí seminario
especialmente del_ año pasado.
Pues es precisamente ahí que volveremos a encontrar todo el tiempo la cuestión; ¿qué es
lo que distingue aquello en lo qu~ consiste cada una de estas cosas que en un tiempo h_e Esó no es todo. Para borromel)izar un cierto número de toros consístentes 1 hay mucho
d~signado como redondel de hilo, qué es lo que distingue a cada uno de los otros? más que una·sola manera. Ya se los he indic?do en su momento: hay muy probablemente
Absolutamente nada más que el sentido. Y es por esto que tenemos la esperanza, una una cantidad que 110 hay ning~na razón para no calificar de infinita, de infinita en eJ sentido
esperanza, mi Dios. sobre la cual ustedes pueden hacer fondo - porque la esperanza, en de lo numerable, puesto qt:1e ustedes no tienen más que suponer por un Instante. Ja
fin: sólo es para mí en este asunto, y sf yo _no tuviera la respuesta, como ustedes saben, manera siguiente de · hacer · una l~zada para percatarse de que ustedes pueden
no plantearía Ja pregunta ~tenemos la esperanza, les dejo la esperanza a corto plazo multiplicarlaindeflnidamente-¿mesiguen?:
·-no hay otra- que este año demos un paso Juntos, ·un paso que solamente consiste en
que si hemos ganado .. algo en alguña parte, esto es· forzosamente -es seguro- a
expensas de otra cosa: En otros términos, si el discurso analítico funciona, es
seguramente porque alU perdimos algo en otra parte. Por otra parte, C1Ué es lo que
podríamos perder, si verdaderamente· 10 que acabo de· decir, a saber que todos los
sistemas de la naturaleza hasta ~qui surgidos están marcados por la debilidad mental.
¡para qué atenernos tanto a -eUos! De todos modos nos quedan estos aparatos pivotes
cu·ya manipufación puede permitirnos ·dar cuenta de nuestra propia ~ entiendo que a
nosotros, anallstas- operación.
~ a saber, hacer con estas razadas, tantas vueltas como usted~s quieran para anudar juntos
Sobre el nucjo .borrorneo quisiera retenerlos un instante. El nudo borromeo consiste , dos toros, que no hay ningún Umite plausible para esta dfsposición, Y. que por consiguiente
estrictamente-en que tres es -qU mf nimo (no{a del traductor('l 2)). Si ustedes hacen una . nada más que ya en esta dimensión hay medio de anudar juntos uno al otro de tantas
cadena, con lo que este término tiene para ustedes de s<mtido ordinario, eso, si us_tedes maneras como es posible soñarías en est.e caso, que ustedes inolt;so pueden encontrar
123
otr_as, que·.no será menos ve'rdadero que el nudo- borro meo; cualquiera que sea, tiene ·por
limite' Inferior el" núfDero· tres, que es si empra de tres- que el nudo qorromeo llevará la
marca, y que en virtud de esto ust~des tienen que 'plantearse inmediatamente la pregunta: .
¿a qué teglstro pertenece el nudo borróméo? ¿A.lo Simqólico", a lo Imaginario o a lo ~eal? ·
. '
Adelanto desde hoy lo qÚe a contin_uaclón me p~r~itiré demostr~r, adelanto esto:·ei nudo
borrome9,- eri tanto que se soporta del número tres, es ·del registro de-lo Imaginario. Es en ·
tanto que lo Imaginario se enr~lza da
tas tres dtmensiones del espacio, adelanto esto ·que·
no va en nJnguna partea.conjurarse con una estética·trascendental. Es a1 contrario porque· ' .
. el nudo borr-omeo pertenece a lo lmaglnari9, es decir scipol:f:a la triada de lo lmaginarío, de sombras, sino que son efectivc¡3.mente tre.s rectas consistentes que, en el. punto aqul.
lo SimbóUco-:-y de 1o·'Re¡3l, es en tanto q't,Je esta triada existe· porque alli se conjuga la. central, realizan lo que cpnstltuyé la esencia del nudo borromeo, es decir que determina un
adición de lo ü:nag.ina:rio (nota del traductor(13)), que ·ei espacio· en tanto que sensible se . punto como taL a saber algo por lo cual nos es preciso entonces inventar otra cosa que
. encuentra reducido a '?Se mlnlmo de tres dlmensionesl o sea 'Í)C~f su ligazón a lo Simbólico simplemente la lndicación de t,ma dimensión· que sea cero, es décir que no "dlmensie11 • Les ,
y _a lo_ Real. · sugiero que h<?gan el ensayo de est~. que no h_ay aq~f simplemente trazo bánal, ~ saber
qua esfo se §_o porta igualmente bien de tres su_perfic~es,
Otras dimensl,ones son \maglnables, y ellas han siqo imaginadas. Es para sosten~r a lo
Simbólico y a lo Real qu~ lo- Imaginario se· reduce á to que no es un máximo, impuesto por
-1~ bolsa del cuerpo, lo que no es.un mÉíximo, sino lo que por ef contrario se define como
un mlnlmo, et que hace que no hay nudo borromeo·stno cuando haya al menos tr,es.
I
• Aqul, ~ntes de· ab~ndonarlos, voy a· dárles una pequeña. '"lndlqacióh, algunos puntost
algunas puntuaólones de lo que este .año vamos' a tener que demostrar~
. ,
~
. .. ..
~
- '
.
.
Si bien he figurado aquí 90n el redondel'azúJ to,Real, eón el redondel blanco lo Slmb~ico.y
·con el redondél rojo, aqÚel . que resulta s9portarse del tres, estar aqui. figurado
domln.ándolqs, quisiera hace·rles observar que de ningún modo está impljcado en la noclqn ,
del nud6 como tal, del nudo borromeo·, que s.e trate de r.edorideles de hilo o de toros, que
también es concebible que, conforme a la lntJ.Jlriión que fue la de Desargues en la quiero· decir que con tres ·superficies ustedes obtienen el efecto llamatjo de ptJnto de una
Geonietrla ordinaria, estos redondeles se abra') ó, para
decirfo simplemente, se conviertan manera tan válida como la que ustedes figuran aqul, -digamos, con tres cuerdas, que por
en· cuerdai3' dé las qúe se presume ¿por qÚé ·n~?, nada hos impide proponerlo como un otra parte ustedes pueden volver sensible. que estas rectas aqui, estas.. cuerdas,· tas
postulado-que se reúnen-¿por QUfJ _no?-.... enel-infinito. No hay otro medio de definir lo obtendrian .con juego libre, es dectr sobre tres superficies.que ño se c~lzan; st parten n9·de.
que se llama un punto, a saber ese t:!,lgo .e~traño que fa·geometrla euclidi~na no deflne_y, la cadena tal como está constituida en el Í14do borromeo, sino de esa cadena dos p9r dos
'sin e"rnbarg.0 1 del que ~lla se sirve comó sciporte, puestp que dado el caso ella puntúa aJlf al cuyo fantasma· ~a evocado al pasar hace-un momef}to, que al de_sanudar dps lazadas
índividuo, esto.es-a saber que el punto en la geometrla,-euclidtana no'tle~e dimensión en : anudadas·dos po·r dos to que ustedes obtienen.son tres·rectas Ubres una sobre.la otrfi, es
absoluto, que tiene cero dimenslón·t contrariamente a la línea,. a ·,a superficie, lnclu:So al decir ncicalzándose, no definjendo.~I puntq como tal.
volumen, que respectlvarnente Uen~n un~ dos, tres. ¿Es que nó bay en la definlcló,:a del . .
_púnto que da· ta geometrla euclidiana como la intersección· da dos rectas, algo, de to· ,Que Lb que quiero anunciarles antes de abandonarlos1 es entonces q~e e~tó se esc1arece aq·l!.1
me. pe1111itiré decir, algo que pesca peche(14))? Es. decJr: ¿qué es lo que Impide por. el hecho p~ que podemos ver que con dós ré~tas infinita~ podemos, a¡ anudar un sólo
(empeche)-a dos ret:tas deslizar una sobte la ptra?·.Só!o· puede permitir definir _porf!o tal un . redondel de hilo, m~ntener .la propiedad del· nudo borrorw~o. con esta única co,ndlcl.ón de.
punto lo que .se ·presenta d'e este ~odo. a saber tres rectas que no son aqu[ simples·· qué-,a~ dos rectasno podrlan en atguna.paJ1e, ·entre este nudo y el-lnflnlto, recortarse'más . ··..
aristas. trazos de.slerra, · ·quede .una sola manera. a saber: para tomar ta linea recta R, q~e hay que tirai:I~, si puedo
. decir, hacia adelante; mientras que· la linea recta S de 1a figura sólo puede tirársela hacia
atrás, que es preciso, d·e alguna manera, que es préclso que ño sean l_lev~~as a enlazarse
dos a dos 1 lo que de todas maneras·excluye la figura central O,ota del.~radµctor(15)), la
que habiendo ya hecho que una de las lazadas, que. uno de 1os redondeles., s~a el_
redondel blanco sobre el redon~el rojo, qefln~ por este sólo hec~o. cualquiera que sea_ ~u
suerte ulterior, la posición estricta de la recta infinita azul, la que debe pasar de-bajo de .lo
qu~ está abajo y sobre lo qua está.encima, para expresarme dé una manera simple. Con
124
esta condición., el nudo borromeo funciona. menos un punto que el punto central, el punto llamado del objeto a, puesto que conjuga en
este caso tres superficie~ que igualmente se calzan.
¿Qué es, por otra parte, de ese· otro modo de goce, el que se figura por un recorte, un
a.,;v:l estrecha111iento ·que viene aqul, lo Real. a calzarlo en ta periferia de otros dos redondeles
(1~
H~+-1- bl.rm~P
de hilo, qué es de este goce? Estos son trazos, puntos que tendremos que elaborar,
puesto que son también lo~ q~.e nos interrogan.
Un punto que sugiero es, e!~- ahora en adelante, para volver a Freud, el siguiente: a saber,
5t + H\+++<+t 1"" + + +j+ < + +; ese algo trfádico que él em.mcló: inhibición, Síntoma y Angustia. Yo diria que la inhibición,
como Freud mismo lo articula, es siempre asunto de cuerpo, o sea de función; Y para
Indicarlo ya sobre este esquema, diré que la inhibición es ·10 · que en alguna parte se
~LA. '1'
detiene por inmiscu.irse, si puedo decir, en_ una figura que es figura de agujero, de agujero
de lo Simbólico. Tendremos_que discutir esta inhibición, para· saber si lo que se encuentra
l en el animal, donde· hay en el sistema nervioso un centro fnhibidor, es algo q'::!e es del
'
t
~
mismo orden que esta detención del funcionamiento en tanto que Imaginario, en tanto que
esp~cifioado en el ser hablante, si es concebible que algo sea del mismo orden, a saber la
puesta en función en el neur9eje, en el sistema nervioso central, de una actividad positiva
en tanto que inhib1dora. ¿Cómo es 9oncebible que el ser del que.se presume que no tiene
Quisiera Indicarles esto: es que si nosotros situamos este redondel, el azul,conio lo Real, el lenguaje se encuentre que conjuga, en el término de inhibición, algo del mismo orden
sí situamos este redondel como lo Simbólico y éste como lo lmqginario, me permito que lo que nosotros aprehendemo~ ahí 1 a nivel de la exterioridad del sentidó, que lo que
indicarles que aqu(se•sitúa, se sitúa por una puesta.en el plano, dicho de otro modo por nosotros aprehendemos ahl como derivando de lo que en suma se encuentra exterior al
una reducción de lo Imaginario, pues e~tá claro que lo Imaginario siempre tie11de a cuerpo, a saber esta superficie, para topologizarla de la manera de a que les he dicho que
reducirse por un aplanamiento, que es sobre eso que se funda toda figuración, dando por seguramente as solamente sobre dos dimensiones qua esto se figura?. ¿cómo. la
· bien entendido que no es porqúe hub1éramos arrugado e_stos tres redondeles de hilo que inhibición puede tener que ·ver con aste efecto de detención que resulta de su Intrusión en
eUos estarían menos borromeanamente anudadost En lo Real, es decir respecto da esto el campo de lo Simbólico? ...
de que desanudado cada uno de ellos libera a los otros dos, la cosa 93rla siempre
verdadera. · Es a ·.partir det ah!, y no solamente a partir, es completamente sorprendente ver que la
angustia 1 en .tanto que ella es algo que parte d~ lo Realt es completamente sensible ver.
¿Cómo se produce que· nos sea necesario este aplanamiento para poder figurar u~a que es esta angustia la que· v? a dar su sentido a la naturaleza del goce que se produce
topologfa cualquiera? Esta es, muy ciertamente, una cuestión que alcanza a 1~ da la aquí por el recortet por el rec0rte púesto·en superficie, por el recorte euleriano de lo Real y
debilidad que he calificado de mental, en tanta que está enraizada en el cuerpo mismo. de lo Simbólico.
He escrito aquf a, o sea en lo Imaginario; pero también ~n lo Simbólico inscribo lá función . Fiñalmente, para definir el tercer término, es en el síntoma qu~ ldentiJlcamos lo que se
llamada del sentido (nota del traductor.(16});. Las c;itras dos {unciones, fas qu_e·resultan de · ·produce en el ·campo de lo ·Real. Si lo Real se manifiesta en el an~lisis, y no solamente en
lo que hay que definir cóm~.,. respecto del punto el análisis, s·i la ·noción de síntoma ha si.do introducida mucho ante~ que Freud por Marx,
da manera de hacer de él el signo de algo que es lo que no anda an lo Real, si, en otros
Esquema U términos, somos capaces da operar sobre el síntoma,
ceniraL pétmitlendo que se afladan alfí .otros tres puntos,· y esto es algo a definir-
tenemos Goce.
Se trata de saber, estos dos goces, en tanto que, por ejemplo, a tJnO podríamos definirlo.
¿pero cuál?, gozar de la vida, si lo Real es la vida que somos llevados a referirle; ¿paro
esto es seguro? '
Si fo ·Real es Ja vida, el goce, en.tanto que participa de lo imag[na.rlo del sentido, el gozar
de la vida, para decirlo todo, es algo que podemos situar en esto que, observémoslo, no es
125
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esto és· sn tanto:que ·et slntoma es del efecto pe la simbólico en lo Real. Es en tanto que·
esta slm6ólico tal como lo he díb1t:1Jado aqut va a completarse aqul -y por qué es exterior,
es lo qua tendré que manipular para ustedes en lo que sigue- es en· tanto qµe él
Inconsciente es, para· decirlo todo, 19 que respond13 del slntoma, es en lanto que este
nudo, este núdo bien .Real aunque solamente reflejado- en lo Imaginarlo, es en tanto que
este nudo ·da cuenta· de un cierto numero cie inscripcloo~s por las cual(?s una·s superficies
se resrionden, que veremos que el Inconsciente puede ser raspan.sable de la redü~cló.n del
126
Jacques Lacan
Seminario 22
1974-1975
R.S.I.
*2, 3
1
Para las abreviaturas en uso en las notas, así como para los criterios que rigieron
la confección de la presente versión, consultar nuestros Prefacios: «Nota sobre es-
ta Versión Crítica digitalizada», de Mayo de 2002, y «Sobre una Versión Crítica
del Seminario R.S.I.», de Noviembre de 1989. Al traducir esta clase del Seminario
en su Versión Chollet ―en adelante, MC―, la he confrontado con la transcrip-
ción que de la misma efectuara Jacques-Alain Miller en el número 2 de la revista
Ornicar? ―en adelante: JAM, puede consultarse mi traducción de esta versión en
la Biblioteca de la E.F.B.A.―. En general, las palabras entre llaves son interpola-
ciones de la traducción y constituyen, entonces, otros índices de mi lectura, así co-
mo la puntuación, la sintaxis, etc... No parece necesario señalarlos, por obvios. Lo
mismo ocurre con las cursivas, que habitualmente sustituyen comillas. Ya no se
facilita sobre margen izquierdo la paginación de la versión traducida.
2
Joël Dor, en su Chronologie recapitulative du séminaire, redactada en colabora-
ción con Gérôme Taillandier, informa sobre una supuesta “sesión faltante en la
publicación de R.S.I. en Ornicar?, correspondiente al 19 de Noviembre de 1974
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
Eso se lee así: ¡r’sí! Puede leerse así. Puede también leerse,
puesto que está en letras mayúsculas, puede leerse: R - S - I, lo que
quizá ha sugerido, a los que están advertidos: lo Real, lo Simbólico y
lo Imaginario.
(cf. Joël DOR, Bibliographie des travaux de Jacques Lacan, InterEditions, Paris,
1983, p. 197) ― sin embargo, la presente transcripción tampoco incluye dicha se-
sión. Por otro lado, el texto de la sesión que en ambas versiones aparece como pri-
mera, ésta del 10 de Diciembre de 1974, invita a pensar que se trata efectivamente
de la primera ― lo que no sería, por otra parte, el primer error que encontramos
en un trabajo cuya consulta, no obstante, sigue siendo útil.
3
Para la publicación de este seminario en Ornicar?, 2, Lacan redactó una Intro-
ducción a esta publicación y una Nota al margen de la figura 3, cuyas traduccio-
nes adjuntamos ― cf. Apéndices I y II, al final esta clase.
4
En su lugar, JAM transcribe: “Y si son tan diferentes como yo lo digo, ¿eso no
hace allí obstáculo?”.
2
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
Que sean tres, ese Real, ese Simbólico y ese Imaginario, ¿qué
quiere decir eso?
3
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
5
mens: en latín, “mente”; en francés, conjugación del verbo mentir: “miento”.
4
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
6
En su lugar, JAM transcribe: “la lengua”.
7
En su lugar, JAM transcribe: “ex-siste”. Del latín ex-sistere, literalmente: ex,
afuera, sistere, el lugar donde está.
8
cf. nota 7.
9
El guión que escande la palabra, invita a la siguiente conjetura: con, en una de
sus varias acepciones en francés, corresponde a nuestro “pelotudo”, para quien,
dada la relación etimológica a testis (cf. el Seminario sobre Las psicosis) sería di-
fícil dar testimonio.
10
En su lugar, JAM transcribe: “la lengua”.
5
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
les aportaría sería menos débil que el resto. Sería precisamente ahí que
tomaría su sentido esta cáscara de banana que me deslizaron bajo los
pies apretándome en el teléfono para que fuera a dar una conferencia
en Niza. A que no lo adivinan, me tiraron el título bajo la pata: El Fe-
nómeno Lacaniano. ¡Vaya! Lo que estoy diciéndoles, es justamente
que espero que eso no sea un fenómeno, a saber que lo que yo diga sea
menos tonto que todo lo demás. Lo único que hace que yo persevere
― y ustedes saben que no persevero sin mirar allí dos veces, les he di-
cho la última vez aquello por lo que vacilaba en volver a poner eso,
este año ― es que hay algo que yo creo haber aprehendido, no puedo
siquiera decir que con mis manos, con mis pies, esto es la entrada en
juego de esta huella que dibuja lo que muy aparentemente no es fácil-
mente soportado, especialmente no por los analistas, esto es la expe-
riencia analítica. De manera que si hay un fenómeno, eso sólo puede
ser el fenómeno lacanalista, ¡O bien laca-no-analista!
Hay algo que sin embargo se ha producido, les doy parte de ello
así porque me dejo llevar. Naturalmente, yo no podía explicarles nada
de todo esto, puesto que para ellos yo era un fenómeno. Los organiza-
dores, en fin, todo lo que ellos querían era la aglomeración: siempre
hay aglomeración para mirar un fenómeno. Entonces, yo no iba a de-
cirles: “Pero ustedes saben, yo no soy un fenómeno”. ¡Eso hubiera si-
do una Verneinung! En fin, dije tonterías durante una buena hora y
cuarto. No puedo decir que esté en absoluto contento de lo que les he
contado porque ¡qué es lo que ustedes quieren que cuente en una hora
y cuarto!
6
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
11
En verdad, es en la página 167, arriba, de los Écrits. Ahí Lacan juega con la ho-
mofonía entre le rideau {el telón}, les ris de l’eau {los rizos del agua} y su amigo
Leiris. Cf. la página 157 de la última edición castellana de los Escritos.
12
En su lugar, JAM transcribe: et {y}, lo que es más coherente con el hecho de
que “es indispensable que el analista sea al menos dos”.
7
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
Esquema I14
13
bobo corresponde a nuestro “pupa”, pero mantengo la relación al “borromeo”.
14
Véanse estos esquemas más adelante, en la p. 16.
8
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
15
Aquí, JAM remite a esta figura:
9
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
¿me siguen? ― a saber hacer, con estas lazadas, tantas vueltas como
ustedes quieran para anudar juntos dos toros, que no hay ningún límite
plausible para esta disposición, y que por consiguiente nada más que
ya en esta dimensión hay medio de anudar juntos uno al otro de tantas
maneras como es posible soñarlas en este caso, que ustedes incluso
pueden encontrar otras, que no será menos verdadero que el nudo bo-
rromeo, cualquiera que sea, tiene por límite inferior el número tres,
que es siempre de tres que el nudo borromeo llevará la marca, y que
en virtud de esto ustedes tienen que plantearse inmediatamente la pre-
gunta: ¿a qué registro pertenece el nudo borromeo? ¿A lo Simbólico, a
lo Imaginario o a lo Real?
16
En su lugar, JAM transcribe: “Pues la tríada de lo real, de lo simbólico y de lo
imaginario sólo existe por la adición de lo imaginario como tercero”.
10
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
17
En su lugar, JAM trascribe: pèche {peca}.
11
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
rromeo, es decir que determina un punto como tal, a saber algo por lo
cual nos es preciso entonces inventar otra cosa que simplemente la in-
dicación de una dimensión que sea cero, es decir que no “dimensie”.
Les sugiero que hagan el ensayo de esto, que no hay aquí simplemente
trazo banal, a saber que esto se soporta igualmente bien de tres super-
ficies, quiero decir
12
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
18
Aquí JAM remite a la figura 6 de su transcripción, equivalente a la que encon-
tramos reproducida en la página 16 de esta traducción, en el medio, a la izquierda.
13
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
Esquema II20
¿Qué es, por otra parte, de ese otro modo de goce, el que se fi-
gura por un recorte, un estrechamiento que viene aquí, lo Real, a cal-
zarlo en la periferia de otros dos redondeles de hilo, qué es de este go-
ce? Estos son trazos, puntos que tendremos que elaborar, puesto que
son también los que nos interrogan.
19
Mantengo la puntuación de esta transcripción, pero me parece más verosímil la
de JAM: “He escrito a aquí, en el punto central. En lo imaginario, pero también
en lo simbólico, inscribo la función llamada del sentido” (cf. la p. 11 de mi traduc-
ción de esa versión).
20
Véanse estos esquemas más adelante, en la p. 16.
14
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
15
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traducción y notas:
RICARDO E. RODRÍGUEZ PONTE
16
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
Apéndice I21
21
Fuente: Ornicar?, 2.
17
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
Jacques LACAN
traducción y notas:
RICARDO E. RODRÍGUEZ PONTE
22
Se trata de la página 97 del nº 2 de la revista Ornicar? ― cf. nuestro Apéndice
II, en la página siguiente de esta traducción. La figura 3 que menciona Lacan co-
rresponde a la que reproducimos en la página 10.
18
Seminario 22: R.S.I. – Versión Crítica ― Clase 1: 10 de Diciembre de 1974
Apéndice II23
Nada más fácil que reproducir esta cadena de tres con la que es-
bozamos aquí. He aquí la puesta en el plano que lo demuestra (fig. 7).
Desde que esta cadena es más larga, así fuese en un solo redon-
del, el redondel que aquí cierra (F) debe redoblarse en el otro cabo de
la “cadena” borromea abierta. Es además suplible en su función de
Uno por el que le sigue: 1 = 2. De donde el privilegio de la cadena de
3, que, lo veremos, la distingue de la cadena de 4 en la que el orden
comienza a no poder ser cualquiera. Allí pondremos los puntos sobre
las íes.
J. L.
23
Fuente: Ornicar?, 2.
19
LA TERCERA*
* Lacan escribe je souis jugando con je suis [yo soy] y je jouis [yo
gozo]. [N. T.]
76 Jacques Lacan
1 Codice Atlantico 145 r. a., trad. francesa de Gallimard, tomo II, p. 400.
2 Psychanalyse et sciences de l’homme.
3 Tuvo lugar el 9 de mayo de 1957 en el anfiteatro Descartes de la Sorbona, y
la discusión prosiguió frente a unas copas.
462 escritos 1
i. el sentido de la letra
Nuestro título da a entender que más allá de esa palabra, es toda la estruc-
tura del lenguaje lo que la experiencia psicoanalítica descubre en el incons-
ciente. Poniendo alerta desde el principio al espíritu advertido sobre el he-
cho de que puede verse obligado a revisar la idea de que el inconsciente no
es sino la sede de los instintos.
Pero esa letra, ¿cómo hay que tomarla aquí? Sencillamente, al pie de la
letra.
4 Die Frage der Laienanalyse, G. W., XIV, pp. 281-283. [¿Pueden los legos ejercer el
análisis?, A. XX, pp. 230-232. AS]
la instancia de la letra 463
S
—
s
ÁRBOL
9 Así el señor Richards, autor precisamente de una obra sobre los procedi-
mientos apropiados para ese objetivo, nos muestra en otra su aplicación.
Escoge para eso una página de Mong-Tse, Mencio para los jesuitas: Mencius
on the mind, se llama eso, en vista del objeto de esa pieza. Las garantías apor-
tadas a la pureza de la experiencia no tienen nada que envidiarle al lujo de
sus puntos de vista. Y el letrado experto en el Canon tradicional en que se
inserta el texto es encontrado en el lugar mismo de Pekín adonde la centri-
fugadora en demostración fue transportada sin mirar en gastos.
Pero no seremos menos transportados, y con menos gastos, de ver operarse
la transformación de un bronce que da un sonido de campana ante el más
pequeño roce del pensamiento, en una especie de trapo para limpiar la
pizarra negra del psicologismo inglés más deplorable. No sin identificarlo,
¡ay! rápidamente con la propia meninge del autor, único resto que subsiste
de su objeto y de él mismo después de cumplir el agotamiento del sentido
del uno, y del buen sentido del otro.
la instancia de la letra 467
donde se ve hasta qué punto favorece la dirección antes indicada como erró-
nea.
La sustituiré para mis oyentes por otra, que sólo podía considerarse como
más correcta por exagerar en la dimensión incongruente a la que el psicoa-
nalista no ha renunciado todavía del todo, con el sentimiento justificado de
que su conformismo sólo tiene valor a partir de ella. Esa otra es la siguiente:
CABALLEROS DAMAS
□
□
ventanilla que da al exterior deja desarrollarse la vista de los edificios del andén
a lo largo del cual se detiene el tren: “¡Mira, dice el hermano, estamos en Da-
mas! — ¡Imbécil!, contesta la hermana, ¿no ves que estamos en Caballeros?”.
Aparte de que en efecto los rieles en esta historia materializan la barra del
algoritmo saussureano bajo una forma bien adecuada para sugerir que su re-
sistencia pueda ser de otra clase que dialéctica, sería necesario, y ésta es sin
duda la imagen que conviene, no tener los ojos enfrente de los agujeros10
para embrollarse sobre el lugar respectivo del significante y del significado, y
no seguir hasta el centro radiante desde donde el primero viene a reflejar su
luz en la tiniebla de las significaciones inacabadas.
Porque va a llevar la Disensión, únicamente animal y condenada al ol-
vido de las brumas naturales, al poder sin medida, implacable a las familias
y acosador a los dioses, de la guerra ideológica. Caballeros y Damas serán
desde ese momento para esos dos niños dos patrias hacia las que sus almas
tirarán cada una con un ala divergente, y sobre las cuales les será tanto más
imposible pactar cuanto que, siendo en verdad la misma, ninguno podría
ceder en cuanto a la preeminencia de la una sin atentar contra la gloria de
la otra.
Detengámonos aquí. Parece la historia de Francia. Más humana, como es
justo, para ser evocada aquí que la de Inglaterra, condenada a zarandearse
de la Punta Gruesa a la Punta Fina del huevo del déan Swift.
Queda por concebir qué estribo y qué corredor debe atravesar la S del sig-
nificante, visible aquí en los plurales con los que centra sus acogidas más allá
de la ventanilla, para llevar su codo hasta las canalizaciones por donde, como
el aire caliente y el aire frío, la indignación y el desprecio vienen a soplar más
acá.
Una cosa es segura, y es que esa entrada en todo caso no debe implicar
ninguna significación si el algoritmo S con su barra le conviene. Pues el
—
s
algoritmo, en cuanto que él mismo no es sino pura función del significante,
no puede revelar sino una estructura de significante a esa transferencia.
Ahora bien, la estructura del significante es, como se dice corrientemente
del lenguaje, que sea articulado.
Esto quiere decir que sus unidades, se parta de donde se parta para dibu-
jar sus imbricaciones recíprocas y sus englobamientos crecientes, están some-
10 [Dicho popular francés que significa no ver lo que está visible. TS]
la instancia de la letra 469
11 En esto la alucinación verbal, de revestir esa forma, nos abre a veces una
puerta de comunicación, errada hasta ahora por haber sido inadvertida,
con la estructura freudiana de la psicosis (Seminario del año 1955-56).
470 escritos 1
Pues esta estrofa moderna se ordena según la misma ley del paralelismo
del significante, cuyo concierto rige la primitiva gesta eslava y la poesía china
más refinada.
Como se ve en el modo común del ente donde son escogidos el árbol y la
hierba, para que en ellos advengan los signos de contradicción del: decir
“¡No!” y del: tratar como, y que a través del contraste categórico del particu-
larismo de la soberbia con el universalmente de su reducción, termina en la con-
densación de la cabeza y de la tempestad el indiscernible centelleo del ins-
tante eterno.
Pero todo ese significante, se dirá, no puede operar sino estando presente
en el sujeto. A esto doy ciertamente satisfacción suponiendo que ha pasado
al nivel del significado.
Porque lo que importa no es que el sujeto oculte poco o mucho de ello.
(Si CABALLEROS Y DAMAS estuviesen escritos en una lengua desconocida para el
muchachito y la niña, su discusión no sería por ello sino más exclusivamente
discusión de palabras, pero no menos dispuesta por ello a cargarse de signi-
ficación.)
Lo que descubre esta estructura de la cadena significante es la posibilidad
que tengo, justamente en la medida en que su lengua me es común con
otros sujetos, es decir, en que esa lengua existe, de utilizarla para significar
muy otra cosa que lo que ella dice. Función más digna de subrayarse en la pa-
labra que la de disfrazar el pensamiento (casi siempre indefinible) del sujeto:
a saber, la de indicar el lugar de ese sujeto en la búsqueda de lo verdadero.
Me basta en efecto con plantar mi árbol en la locución: trepar al árbol, e
incluso con proyectar sobre él la iluminación irónica que un contexto de des-
cripción da a la palabra: enarbolar, para no dejarme encarcelar en un comu-
nicado cualquiera de los hechos, por muy oficial que sea, y, si conozco la ver-
dad, darla a entender a pesar de todas las censuras entre líneas por el único
significante que pueden constituir mis acrobacias a través de las ramas del ár-
bol, provocativas hasta lo burlesco o únicamente sensibles a un ojo ejerci-
tado, según que quiera ser entendido por la muchedumbre o por unos po-
cos.
La función propiamente significante que se describe así en el lenguaje
tiene un nombre. Este nombre, lo hemos aprendido en nuestra gramática in-
fantil en la página final donde la sombra de Quintiliano, relegada en un fan-
tasma de capítulo para hacer escuchar últimas consideraciones sobre el es-
tilo, parecía precipitar su voz bajo la amenaza del gancho.
Es entre las figuras de estilo o tropos, de donde nos viene el verbo trobar,
donde se encuentra efectivamente ese nombre. Ese nombre, es la metonimia.
la instancia de la letra 473
legado como lo está ahora en las tinieblas del afuera donde la avaricia y el
odio lo alojan en el hueco de su negación.
Pero una vez que su gavilla ha usurpado así su lugar, Booz no podría regre-
sar a él, ya que el frágil hilo de la pequeña palabra su que lo une a él es un
obstáculo más para ligar ese retorno con un título de posesión que lo reten-
dría en el seno de la avaricia y del odio. Su generosidad afirmada se ve redu-
cida a menos que nada por la munificencia de la gavilla que, por haber sido to-
mada de la naturaleza, no conoce nuestra reserva y nuestros rechazos, e
incluso en su acumulación sigue siendo pródiga para nuestra medida.
Pero si en esa profusión el donador ha desaparecido con el don, es para
resurgir en lo que rodea la figura en la que se ha anonadado. Pues es la irra-
diación de la fecundidad —que anuncia la sorpresa que celebra el poema, a
saber, la promesa que el viejo va a recibir en un contexto sagrado de su ad-
venimiento a la paternidad.
Es pues entre el significante del nombre propio de un hombre y el que lo
cancela metafóricamente donde se produce la chispa poética, aquí tanto más
eficaz para realizar la significación de la paternidad cuanto que reproduce el
acontecimiento mítico en el que Freud reconstruyó la andadura, en el in-
consciente de todo hombre, del misterio paterno.
La metáfora moderna no tiene otra estructura. Por lo cual esta jaculatoria:
recrea el amor en una dimensión que pude decir que me parecía sostenible,
contra su deslizamiento siempre inminente en el espejismo de un altruismo
narcisista.
Se ve que la metáfora se coloca en el punto preciso donde el sentido se
produce en el sinsentido, es decir, en ese paso del cual Freud descubrió que,
traspasado a contrapelo, da lugar a esa palabra (mot) que en francés es “le
mot” por excelencia [palabra o frase ingeniosa], la palabra que no tiene allí
más patronazgo que el significante del espíritu o ingenio,19 y donde se toca
19 La palabra francesa esprit es sin duda el equivalente del término alemán Witz
con el que Freud señaló el punto de mira de su 3a. obra fundamental sobre
el inconsciente. La dificultad mucho mayor para encontrar ese equivalente
en inglés [y en español] es instructiva: el wit [como el “ingenio” español]
recargado por la discusión que va de Davenant y de Hobbes a Pope y a
Addison, abandona sus virtudes esenciales al humour, que es otra cosa.
Queda el pun, demasiado estrecho sin embargo.
476 escritos 1
La obra completa de Freud nos presenta una página de cada tres de referen-
cias filológicas, una página de cada dos de inferencias lógicas, y en todas par-
tes una aprehensión dialéctica de la experiencia, ya que la analítica del len-
guaje refuerza en ella más aún sus proporciones a medida que el
inconsciente queda más directamente interesado.
Así es como en La interpretación de los sueños no se trata en todas las páginas
sino de lo que llamamos la letra del discurso, en su textura, en sus empleos,
20 Léo Strauss, Persecution and the art of writing, The Free Press, Glencoe, Illi-
nois.
la instancia de la letra 477
cuela francesa que lo remedia, es sobre la línea: ver en el poso del café no es
leer en los jeroglíficos, sobre la que tengo que recordarles a sus principios
una técnica cuyas vías nada podría justificar sino el punto de mira del incons-
ciente.
Hay que decir que esto sólo es aceptado trabajosamente y que el vicio
mental denunciado más arriba goza de tal favor que es de esperarse que el
psicoanalista de hoy admita que descodifica, antes que resolverse a hacer con
Freud las escalas necesarias (contemplen de este lado la estatua de Champo-
llion, dice el guía) para comprender que descifra: lo cual se distingue por el
hecho de que un criptograma sólo tiene todas sus dimensiones cuando es el
de una lengua perdida.
Hacer estas escalas no es sin embargo más que continuar en la Traumdeu-
tung.
La Entstellung, traducida: transposición, en la que Freud muestra la pre-
condición general de la función del sueño, es lo que hemos designado más
arriba con Saussure como el deslizamiento del significado bajo el signifi-
cante, siempre en acción (inconsciente, observémoslo) en el discurso.
Pero las dos vertientes de la incidencia del significante sobre el significado
vuelven a encontrarse allí.
La Verdichtung, condensación, es la estructura de sobreimposición de los
significantes donde toma su campo la metáfora, y cuyo nombre, por conden-
sar en sí mismo la Dichtung,23 indica la connaturalidad del mecanismo a la
poesía, hasta el punto de que envuelve la función propiamente tradicional
de ésta.
La Verschiebung o desplazamiento es, más cerca del término alemán, ese vi-
raje de la significación que la metonimia demuestra y que, desde su apari-
ción en Freud, se presenta como el medio del inconsciente más apropiado
para burlar a la censura.
¿Qué es lo que distingue a esos dos mecanismos que desempeñan en el
trabajo del sueño, Traumarbeit, un papel privilegiado, de su homóloga fun-
ción en el discurso? Nada, sino una condición impuesta al material signifi-
cante, llamada Rücksicht auf Darstellbarkeit, que habría que traducir por: defe-
rencia a los medios de la puesta en escena (la traducción por: papel de la
posibilidad de figuración es aquí excesivamente aproximada). Pero esa con-
dición constituye una limitación que se ejerce en el interior del sistema de la
23 [En este caso la condensación es obra del propio Lacan: no hay parentesco
etimológico entre Dichtung y Verdichtung. AS]
la instancia de la letra 479
estatuto que Freud fijaba para el inconsciente de buenas a primeras y bajo los
modos formales más precisos.
Esto por una doble razón, donde la menos percibida naturalmente es que
esa formalización no bastaba por sí misma para hacer reconocer la instancia
del significante, puesto que en el momento de la publicación de la Traumdeu-
tung, se adelantaba mucho a las formalizaciones de la lingüística a las que sin
duda podría demostrarse que, por su solo peso de verdad, les abrió el ca-
mino.
La segunda razón no es después de todo sino el reverso de la primera,
pues si los psicoanalistas se vieron exclusivamente fascinados por las signifi-
caciones detectadas en el inconsciente, es porque sacaban su atractivo más
secreto de la dialéctica que parecía serles inmanente.
He mostrado para mi seminario que es en la necesidad de enderezar los
efectos cada vez más acelerados de esa parcialidad donde se comprenden los
virajes aparentes, o mejor dicho los golpes de timón, que Freud, a través de
su primera preocupación de asegurar la supervivencia de su descubrimiento
con los primeros retoques que imponía a los conocimientos, creyó deber dar
a su doctrina durante la marcha.
Pues en el caso en que se encontraba, lo repito, de no tener nada que, res-
pondiendo a su objeto, estuviese en el mismo nivel de madurez científica,
por lo menos no dejó de mantener ese objeto a la medida de su dignidad on-
tológica.
El resto fue asunto de los dioses y corrió tal suerte que el análisis toma hoy
sus puntos de referencia en esas formas imaginarias que acabo de mostrar
como dibujadas en reserva sobre el texto que mutilan, y que sobre ellas es so-
bre las que el punto de mira del analista se conforma: mezclándolas en la in-
terpretación del sueño con la liberación visionaria de la pajarera jeroglífica, y
buscando más generalmente el control del agotamiento del análisis en una es-
pecie de scanning24 de esas formas allí donde aparezcan, con la idea de que és-
tas son testimonio del agotamiento de las regresiones tanto como del remode-
lado de la “relación de objeto” en que se supone que el sujeto se tipifica.25
La técnica que se autoriza en tales posiciones puede ser fértil en efectos di-
versos, muy difíciles de criticar detrás de la égida terapéutica. Pero una crí-
tica interna puede desprenderse de una discordancia flagrante entre el
modo operatorio con que se autoriza esta técnica —a saber, la regla analítica
cuyos instrumentos todos, a partir de la “libre asociación”, se justifican por la
concepción del inconsciente de su inventor—, y el desconocimiento com-
pleto que allí reina de esa concepción del inconsciente. Lo cual sus defenso-
res más expeditivos creen resolver con una pirueta: la regla analítica debe ser
observada tanto más religiosamente cuanto que no es sino el fruto de un fe-
liz azar. Dicho de otra manera, Freud nunca supo bien lo que hacía.
El retorno al texto de Freud muestra por el contrario la coherencia abso-
luta de su técnica con su descubrimiento, al mismo tiempo que permite si-
tuar sus procedimientos en el rango que les corresponde.
Por eso toda rectificación del psicoanálisis impone que se retome la ver-
dad de ese descubrimiento, imposible de oscurecer en su momento original.
Pues en el análisis del sueño, Freud no pretende darnos otra cosa que las le-
yes del inconsciente en su extensión más general. Una de las razones por las
cuales el sueño era lo más propicio para ello es justamente, nos lo dice Freud,
que no revela menos esas leyes en el sujeto normal que en el neurótico.
Pero en un caso como en el otro, la eficiencia del inconsciente no se de-
tiene al despertar. La experiencia psicoanalítica no consiste en otra cosa que
en establecer que el inconsciente no deja ninguna de nuestras acciones fuera
de su campo. Su presencia en el orden psicológico, dicho de otra manera, en
las funciones de relación del individuo, merece sin embargo ser precisada: no
es de ningún modo coextensiva a este orden, pues sabemos que, si la motiva-
ción inconsciente se manifiesta tanto por efectos psíquicos conscientes como
por efectos psíquicos inconscientes, inversamente es una indicación elemen-
tal hacer observar que un gran número de efectos psíquicos que el término
“inconsciente”, en virtud de excluir el carácter de la conciencia, designa legí-
timamente, no por ello dejan de encontrarse sin ninguna relación por su na-
turaleza con el inconsciente en el sentido freudiano. Sólo por un abuso del
término se confunde pues psíquico e inconsciente en este sentido, y se califica
así de psíquico un efecto del inconsciente sobre lo somático por ejemplo.
Se trata pues de definir la tópica de ese inconsciente. Digo que es la misma
que define el algoritmo
S
—
s
482 escritos 1
l
f (S) —
s
f (S...S’)S S(–) s,
f (—S’S ( S S(+) s,
supera la objeción.
Por supuesto, esto me limita a no ser allí en mi ser sino en la medida en
que pienso que soy en mi pensamiento; en qué medida lo pienso verdadera-
mente es cosa que sólo me concierne a mí, y, si lo digo, no interesa a nadie.28
Sin embargo, eludirlo bajo el pretexto de su aspecto filosófico es simple-
mente dar pruebas de inhibición. Pues la noción de sujeto es indispensable
para el manejo de una ciencia como la estrategia en el sentido moderno, cu-
yos cálculos excluyen todo “subjetivismo”.
Es también prohibirse la entrada a lo que puede llamarse el universo de
Freud, como se dice el universo de Copérnico. En efecto, es a la revolución
llamada copernicana a la que Freud mismo comparaba su descubrimiento,
subrayando que estaba en juego una vez más el lugar que el hombre se
asigna en el centro de un universo.
¿Es el lugar que ocupo como sujeto del significante, en relación con el que
ocupo como sujeto del significado, concéntrico o excéntrico? Ésta es la cues-
tión.
28 La cosa es muy diferente si, planteando por ejemplo una pregunta como:
“¿Por qué hay filósofos?”, me hago más cándido de lo que es natural,
puesto que planteo no solamente la pregunta que los filósofos se plantean
desde siempre, sino aquella en la que tal vez más se interesan.
484 escritos 1
29 [Cf. la nota 22, p. 251 de este tomo; el juego aludido se llama en francés du
furet, “del hurón”. TS]
la instancia de la letra 485
Basta con leer los tres ensayos sobre Una teoría sexual, recubiertos para las
multitudes por tantas glosas seudobiológicas, para comprobar que Freud
hace derivar todo acceso al objeto de una dialéctica del retorno.
Habiendo partido así del νο´σ τος30 hölderliniano, es a la repetición kier-
kegaardiana adonde Freud llegará menos de veinte años más tarde, es decir
que su pensamiento, por haberse sometido en su origen a las únicas conse-
cuencias humildes pero inflexibles de la talking cure, no pudo desprenderse
nunca de las servidumbres vivas que, desde el principio regio del Logos, lo
condujeron a pensar de nuevo las antinomias mortales de Empédocles.
¿Y cómo concebir, sino sobre ese “otro escenario” del que él habla como
del lugar del sueño, su recurso de hombre científico a un Deus ex machina
menos irrisorio por el hecho de que aquí se revela al espectador que la
máquina dirige al director mismo? Figura obscena y feroz del padre primor-
dial, inagotable en redimirse en el eterno enceguecimiento de Edipo, ¿cómo
pensar, sino porque tuvo que agachar la cabeza ante la fuerza de un testimo-
nio que rebasaba sus prejuicios, que un hombre de ciencia del siglo XIX haya
dado en su obra más importancia que a todo a ese Tótem y tabú, ante el cual
los etnólogos de hoy se inclinan como ante el crecimiento de un mito autén-
tico?
Es en efecto a las mismas necesidades del mito a las que responde esta
imperiosa proliferación de creaciones simbólicas particulares, en la que se
motivan hasta en sus detalles las compulsiones del neurótico, del mismo
modo que lo que llaman las teorías sexuales del niño.
Así es como, para colocarlos en el punto preciso en que se desarrolla
actualmente en mi seminario mi comentario de Freud, el pequeño Hans, a
los cinco años, abandonado por las carencias de su medio simbólico ante el
enigma actualizado de repente para él de su sexo y de su existencia, desarro-
lla, bajo la dirección de Freud y de su padre, discípulo de éste, alrededor del
cristal significante de su fobia, bajo una forma mítica, todas las permutacio-
nes posibles de un número limitado de significantes.
Operación en la que se demuestra que incluso en el nivel individual, la
solución de lo imposible es aportada al hombre por el agotamiento de todas
las formas posibles de imposibilidades encontradas al poner en una ecua-
ción significante la solución. Demostración impresionante para iluminar el
laberinto de una observación que hasta ahora sólo se ha utilizado para
extraer de ella materiales de demolición. Y también para hacer captar que
30 [Retorno. AS]
la instancia de la letra 487
31 Los dos párrafos que siguen fueron reelaborados (diciembre de 1968) sólo
para el aligeramiento de su discurso.
488 escritos 1
pluma como los más propios para etiquetar a estos mecanismos. ¿Podemos
acaso no ver en ellos sino una simple manera de decir, cuando son las figu-
ras mismas que se encuentran en acto en la retórica del discurso efectiva-
mente pronunciado por el analizado?
Obstinándose en reducir a una permanencia emocional la naturaleza de
la resistencia para hacerla extraña al discurso, los psicoanalistas de hoy mues-
tran únicamente que caen bajo el peso de una de las verdades fundamenta-
les que Freud volvió a encontrar por medio del psicoanálisis. Es que a una
verdad nueva, no es posible contentarse con darle su lugar, pues de lo que
se trata es de tomar nuestro lugar en ella. Ella exige que uno se tome la
molestia. No se lo podría lograr simplemente habituándose a ella. Se habi-
túa uno a lo real. A la verdad, se la reprime.
Ahora bien, es necesario muy especialmente para el hombre de ciencia, para
el mago e incluso para el meigo,32 ser el único que sabe. La idea de que en el
fondo de las almas más simples, y, peor aún, enfermas, haya algo listo a flore-
cer, pase; pero que haya alguien que parezca saber tanto como ellos sobre lo
que debe pensarse de esto... socorrednos, oh categorías del pensamiento primi-
tivo, prelógico, arcaico, incluso del pensamiento mágico, tan fácil de imputar a
los demás. Es que no conviene que esos ordinarios nos tengan con la lengua
afuera proponiéndonos enigmas que muestran ser demasiado maliciosos.
Para interpretar el inconsciente como Freud, habría que ser como él una
enciclopedia de las artes y de las musas, además de un lector asiduo de las
Fliegende Blätter. Y la tarea no nos sería más fácil poniéndonos a merced de un
hilo tejido de alusiones y de citas, de juegos de palabras y de equívocos.
¿Tendríamos que hacer oficio de fanfreluches antidotées?33
Hay que disponerse a ello, sin embargo. El inconsciente no es lo primor-
dial, ni lo instintual, y lo único elemental que conoce son los elementos del
significante.
Los libros que pueden llamarse canónicos en materia de inconsciente —
la Traumdeutung, la Psicopatología de la vida cotidiana y el Chiste (Witz) y su rela-
ción con lo inconsciente— no son sino un tejido de ejemplos cuyo desarrollo se
inscribe en las fórmulas de conexión y sustitución (sólo que llevadas al décu-
plo por su complejidad particular, y cuyo cuadro es dado a veces por Freud
fuera de texto), que son las que damos del significante en su función de
bebiendo el vino de la verdad, escupen sobre el pan de los hombres, sin que
su baba por lo demás pueda tener ya nunca más sobre él otro oficio que el
de una levadura.
¿Lo que piensa así en mi lugar es pues otro yo? ¿El descubrimiento de Freud
representa la confirmación en el nivel de la experiencia psicológica del ma-
niqueísmo?35
Ninguna confusión es posible, de hecho: a lo que introdujo la investigación
de Freud no fue a casos más o menos curiosos de personalidad segunda. In-
cluso en la época heroica a la que acabamos de referimos, en la que, como los
animales en el tiempo de los cuentos, la sexualidad hablaba, nunca se precisó
la atmósfera de diabolismo que semejante orientación hubiese engendrado.36
La finalidad que propone al hombre el descubrimiento de Freud fue defi-
nida por él en el apogeo de su pensamiento en términos conmovedores: Wo
es war, soll Ich werden. Donde estuvo (fue) ello, tengo que advenir.
Esa finalidad es de reintegración y de concordancia, diré incluso de recon-
ciliación (Versöhnung).
Pero si se desconoce la excentricidad radical de sí a sí mismo con la que se
enfrenta el hombre, dicho de otra manera, la verdad descubierta por Freud,
se fallará en cuanto al orden y las vías de la mediación psicoanalítica, se hará
de ella la operación de compromiso que ha llegado efectivamente a ser, o
sea, aquello que más repudian tanto el espíritu de Freud como la letra de su
obra: pues la noción de compromiso es invocada por él sin cesar como si-
tuada en el soporte de todas las miserias a las que socorre su análisis, de tal
modo que puede decirse que el recurso al compromiso, ya sea explícito o im-
plícito, desorienta toda la acción psicoanalítica y la sumerge en la noche.
Pero tampoco basta con restregarse contra las tartuferías moralizantes de
nuestro tiempo y llenarse la boca hablando de “personalidad total”, para ha-
ber dicho siquiera alguna cosa articulada sobre la posibilidad de la mediación.
dre: “¿Por qué me dices que vas a Cracovia para que yo crea que vas a Lem-
berg, cuando vas de veras a Cracovia?”.
Por supuesto, mi movimiento de tropeles de hace un momento puede
comprenderse en ese registro convencional de la estrategia de un juego, en
el cual es en función de una regla como engaño a mi adversario, pero enton-
ces mi éxito es apreciado en la connotación de la traición, es decir, en la re-
lación con el Otro que garantiza la Buena Fe.
Aquí los problemas son de un orden cuya heteronomia es simplemente
desconocida si se la reduce a algún “sentimiento del prójimo”, llámese como
se le llame. Pues “la existencia del otro”, habiendo logrado antaño llegar a las
orejas de Midas psicoanalista a través del tabique que lo separa del conciliá-
bulo fenomenologista, es sabido que esta noticia corre a través de las cañas:
“Midas, el rey Midas, es el otro de su paciente. Él mismo lo ha dicho”.
En efecto, ¿qué puerta ha forzado con ello? ¿El otro, cuál otro?
El joven André Gide desafiando a su casera, a quien su madre lo ha con-
fiado, a tratarlo como a un ser responsable, abriendo ostensiblemente ante
su vista, con una llave que sólo es falsa por ser la llave que abre todos los
candados semejantes, el candado que ella misma considera como el digno
significante de sus intenciones educativas —¿a qué otro apunta? A la que va
a intervenir, y a quien el muchacho dirá riendo: “¿Qué necesidad tiene us-
ted de un candado ridículo para mantenerme en la obediencia?”. Pero tan
sólo por haber permanecido escondida y por haber esperado a la noche
para, después de la acogida tiesa que conviene, echar un sermón al mo-
coso, no es sólo otra, de la que ésta le muestra el rostro al mismo tiempo
que la ira, es otro André Gide, que ya no está muy seguro, desde ese mo-
mento e incluso volviendo sobre ello en la actualidad, de lo que quiso ha-
cer: que ha sido cambiado hasta en su verdad por la duda lanzada contra su
buena fe.
Tal vez este imperio de la confusión que es simplemente aquel donde se re-
presenta toda la ópera bufa humana merece que nos detengamos en él, para
comprender las vías por las cuales procede el análisis no sólo para restaurar allí
un orden, sino para instalar las condiciones de la posibilidad de restaurarlo.
Kern unseres Wesen, el núcleo de nuestro ser, lo que Freud nos ordena pro-
ponernos, como tantos otros lo hicieron antes que él con el vano refrán del
“Conócete a ti mismo”, no es tanto eso como las vías que llevan a ello y que
él nos da a revisar.
O más bien ese “eso” que nos propone alcanzar no es algo que pueda ser
objeto de un conocimiento, sino aquello, ¿acaso no lo dice él mismo?, que
hace mi ser y de lo cual, nos enseña él, doy testimonio tanto y aún más en mis
la instancia de la letra 493
Que esto sea el síntoma y el preludio de una nueva puesta en tela de juicio
de la situación del hombre en el ente, tal como la han supuesto hasta ahora
todos los postulados del conocimiento, les ruego a ustedes que no se conten-
ten con catalogar el hecho de que yo lo diga como un caso de heideggerismo
—aunque se le añadiese el prefijo de un neo que no añade nada a ese estilo
de bote de la basura con el cual es usual eximirse de toda reflexión con un
recurso al “quítenme-eso-de-ahí” de nuestros escombros mentales.
Cuando hablo de Heidegger, o más bien cuando lo traduzco, me esfuerzo
en dejar a la palabra que él profiere su significancia soberana.
Si hablo de la letra y del ser, si distingo al otro y al Otro, es porque Freud
me los indica como los términos a los que se refieren esos efectos de resisten-
cia y de transferencia con los que he tenido que medirme desigualmente
desde los veinte años que hace que ejerzo esta práctica —imposible, todo el
mundo se complace en repetirlo después de él— del psicoanálisis. Es tam-
bién porque necesito ayudar a otros a no perderse por allí.
Es para impedir que caiga en barbecho el campo del que son herederos,
y para esto hacerles entender que si el síntoma es una metáfora, no es una
metáfora decirlo, del mismo modo que decir que el deseo del hombre es una
metonimia. Porque el síntoma es una metáfora, queramos o no decírnoslo,
como el deseo es una metonimia, incluso si el hombre se pitorrea de él.
Y así, para que los invite a indignarse de que después de tantos siglos de hi-
pocresía religiosa y de fanfarronería filosófica, todavía no se haya articulado
válidamente nada de lo que liga a la metáfora con la cuestión del ser y a la
metonimia con su falta —¿sería acaso necesario que, del objeto de esa indig-
nación en cuanto agente y en cuanto víctima, quedase todavía algo allí para
responder a ella: a saber, el hombre del humanismo y el crédito, irremedia-
blemente protestado, que ha obtenido sobre sus intenciones?
·..,
La noción de estructura.
La subjetividad en lo real.
n
. ¡_·:
j;
Cómo situar el comienzo del delirio.
Los entre~yo (je).·
261
170
...·,•.\•'••"· ·.....
: :· ')
ma significante en que se inserta. Es fácil, ·desde luego, criticar lo que puede tener de arbi-
Esto no es . chiste. Debe tomarse . al pie de la letra. El trario o de huidizo el uso de una noción como la de sociedad,
efecto fulgurante de ia llegada del número tres a cierta tri~u por ejemplo. No hace tanto tiempo qu~ se inventó la palabra,
del Amazonas fue notado por gente que sabía lo que decía. y resulta irónico ver a qué impasse concreto lleva, en lo real,
El enunciado de las series de números enteros no va de suyo. la noción de la sociedad como responsable de lo que le
Puede concebirse perfectamente, y la experiencia muest~a que ocurre al individuo, cuya exigencia ha dado lugar finalmente
es así, que más allá de determinado límite en esta. ~ene, las a las construcciones socialistas. En efecto, en el surgimiento
.cosas se confunden, y que sólo se ve la confus1on de la de la noción de sociedad -no digo dé ciudad- hay algo
multitud. La experiencia también muestra que, como el núme- radicalm'ente arbitrario. Piensen que para nuestro amigo Cice-
ro 1 sólo adq uire su eficacia máxima retro~ctivamente, en la rón, y en la misma obra que hemos citado, la nac1on es
adquisición del significante él no nos permite poner el dedo solamente, por decirlo así, la diosa de la población: preside
en el origen. . . los nacimientos. De hecho, la idea moderna de nación ni
Estas consideraciones parecen ,contradecir l~s ~bserv~c~o- siquiera está en el. horizonte del pensamiento antiguo, y no
nes que hice acerca de que t?d~ .s1st.~ma de le~guaJe entran~, es simplemente el azar de una palabra lo que lo demuestra.
recubre, la totalidad de las s1gmficac1ones posible. No es as:, Son todas cosas que no existen de suyo. De ello es lícito
porque ello no quiere· decir que todo sistema de le~guaJe deducir que la noción de socied~d puede ser puesta en duda.
agote las posibilidades del significante. Es totalment~ diferen- Pero precisamente en la medida misma en que podemos po-
te.. Prueba de ello es, por ejemplo, que el lengua.Je de una nerla en duda es un verdadero significan~e. Y por esa misma
. tribu australiana puede expresar determinado número con el razón entró en nuestra realidad social como una roda, como
creciente de la luna. . la cuchilla de un arado.
Estos comentarios pueden parecer lejanos. ·Son, sin ~mbar- · Cuando se habla de lo subjetivo, e incluso cuando aquí
go, esenciales para retomar el com~enzo de nuestro d1sc~rso lo cuestionamos, siempre permanece en la mente el espejismo
de este año. Nuestro punto de partida, el punto al que s17m- de que lo subjetivo se opone a lo objetivo, que está del lado
pre volvemos, pues siempre estaremos en el punto de p~rtI~~' del que habla, y que por lo mismo está del lado de las
es que todo verdadero significante es, en tanto tal, un s1gmfi~ ilusiones: o porque deforma o porque contiene a lo objetivo.
cante que no significa nada. La dimensión hasta ahora eludida de la comprensión del freu-
264 265
172
....... '••····
i ~:
dismo, es que lo subjetivo no está del lado del que habla. Lo causa final e.q. las. fórmulas einstenianas como en Aristóteles.
subjetivo es algo que encontramos en lo real. La diferencia· es muy precisamente la siguiente: ese significan-
Sin duda, lo real en juego no debe tomarse en el sentido te nadie lo emplea para significar cosa alguna -a no ser ésta:
l••
cielo con el pincel de un proyector, vemos aparecer algo en tipo de ma.tiifestaciones, como suele decirse, modeladas, mo-
el medio, eso puede ser considerado como la respuesta del toras y emocionales, satisfago las descripciones de los psicólo-
cieh;). La crítica se hace sola. Esto empero, es aún tomar las gos, comprendo algo, en fin, hago' todo lo que les digo que
cosas de un modo demasiado fácil. hay que saber no hacer. En cambio, si soy un ser humano
¿ Cuándo se puede hablar verdaderamente de comunica- escribo en mi bitácora: A tal hora, en tal grado de longitud y
ción? Me dirán que es evidente: se necesita una respues.ta. latitud, percibimos esto y lo otro.
Esto puede sostenerse, es cuestión de definición. ¿Diremos Esto es lo fundamental. Salvo mi responsabilidad. La dis-
que hay comunicación a partir del momento en que la res- tinción del significante está ahí. Tomo constancia del signo
puesta se registra? Pero, ¿qué es una respuesta? Hay una sola como tal. El acuse de recibo es lo esencial de la comunicación
manera de definirla, decir que algo vuelve al punto de partida. en tai;ito· ella es, no significativa, sino significante. Si no articu-
Es el esquema de la retroalimentación. Todo retorno de algo l~n f~ettemente ~sta distinción, recaerán sin cesar en las signi-
que> registrado en algún lado, desencadena por ese hecho f~ca~1~nes que solo pt:eden enmascarar el resorte original del
una operación de regulación, constituye una .respuesta. La s1gmficante en tanto e1erce su función propia.
comunicación comienza ahí, con la auto-regulación. Retengamos bien esto. Incluso cuando en el interior de
¿Pero estamos ya acaso a nivel de la función del significan- un organismo, vivientd o no, se producen transmisiones fun-
te? Yo digo que no. En una máquina termo-dinámica susten- dadas en la efectividad del todo o nada) aún cuando, debido
tada en una retroalimentación, no hay uso del significante. a la exis~encia ~e un umbral, por ejemplo, hay algo que no
¿Por qué? El aislamiento del significante en tanto tal necesita llega a cierto mvel> y luego, de golpe, produce determinado
otra cosa, que primero se presenta de modo paradójico, como efecto -tengan presente el ejemplo de las hormonas- no
to4a distinción dialéctica, Hay uso estricto del significante a podemos todavía hablar de comunicación, si en la comunica-
partir del momento en que, a nivel del receptor, lo que ción implicamos la originalidad del orden del significante. En
importa no es el efecto del contenido del mensaje, no es el efecto, algo es significante no en tanto que todo o nada, sino
desencadenamiento en el órgano de determinada reacción en .,la 11;e_dida en que ~lgo qu~ c?:istituye un todo, el signo,
debida a la llegada de la hormona, sino lo siguiente: que esta ah1 Justamente para no stgmficar nada. Ahí comienza el
en el punto de llegada del mensaje, se toma constancia del orden del sígnificante, en tanto que se distingue del orden de
la significación.
mensaJe.
Si el psicoanálisis nos enseña algo, si el psicoanálisis cons-
¿Implica esto una subjetividad? Examinémoslo muy dete-
tituye una novedad, es precisamente que el desarrollo del ser
nidamente. No es segur:o. ¿Qué distingue la existencia del
humano no puede en modo alguno ser directamente deducible
significante en tanto tal, como acabo una vez más de intentar
precisar su fórmula, en tanto· sistema correlativo de elementos de la const;uc_c~ón,. de las interfe~encias, de las composicio.: .
nes de las s1gmf1cac1ones, vale decir, de los instintos. El mun-
que toman su lugar sincrónica y diacrónicamente unos en
do humano,. el mundo que conocemos, en el que vivimos, en
relación a otros r
medio del cual nos orientamos, y sin el cual de ningún modo
Estoy en el mar, capitán de un pequeño navío. Veo cosas
podemos orientarnos, no implica solamente la existencia de
que se agitan en la noche de un modo que .me hace pen-
las significaciones, sino el orden del significante.
sar que puede tratarse de un signo. ¿Cómo voy a reaccionar?
Si el complejo de Edipo no es la introducción del signifi-
Si no soy todavía un ser humano, reacciono mediante todo
269
174
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO EL SIGNIFICANTE, EN CUANTO TAL, NO SIGNIFICA NADA
cante, les pido que me den de él alguna concepción distinta .. · que es fa de no significar nada, gracias a lo cual es capaz de
Su grado de elaboración sólo es tan esencial para la normali- darr en cualquier momento significaciones diversas. El superyó
zación sexual porque introduce el funcionamiento del signifi- plantea fa cuestión de saber cuál es el orden de entrada~ de
cante en tanto tal en la conquista del susodicho hombre o introducción, de instancia presente del sig11ificante que es
mujer. No es porque el complejo de Edipo es contemporáneo indispensable para que un organismo humano funcione, orga-
de la dimensión, o de la tendencia genital, que podemos un nismo que no sólo debe vérselas con un· medio natural, sino
solo instante concebir que sea esencial a un mundo humano también con un· universo significante.
realizado, a un mundo que tenga ~u ·estructura de realidad Volvemos a encontrar 1a ·encrucijada en que los dejé fa
humana. vez pasada respecto a las neurosis. ¿En qué estriban los sínto-
Piensen un momento en ello: si hay algo. que con seguri- mas, si no es en la implicación del organismo humano en
dad no está hecho para introducir la articulación y la diferen- algo que está estructurado como un lenguaje, debido a lo
ciación en el mundo, ·es 'precisamente la función genital. Lo cual determinado elemento de su funcionamiento entrará en
que por su esencia propia alcanza la más misteriosa_ de las juego como significante? Avaneé más acerca de este· tema la
efusiones, es justamente lo más paradójico en· relación a toda vez pasada, tomando como ejemplo la histeria. La histeria es
estructuración real del mundo. La dimensión instintiva no es una pregunta centrada en torno a un significante que perma-
la operante en la etapa a superar del Edipo. Al respecto, por nece enigmático en cuanto a s_u significación. La pregunta
el contrario, el material tan variado que muestran las etapas sobre la muerte., la del nacimiento, son en efecto las dos
pregenitales permite concebir con mayor facilidad cómo, por preguntas últimas que carecen justamente de solución en el
analogía de la significación, el mundo de la materia, para significante . .Es~o da a los neuróticos ~u valor existencial.
llamarlo por su nombre, se relaciona con lo que el hombre Pasemos ahora a las psicosis. ¿Qué quieren decir? ¿Cuál
tiene en su campo inmediatamente. Los intercambios corpora- es la función. de las relaciones del sujeto con el significante
les, excremenciales, pregenítales, son harto suficientes para en la psicosis? Intentamos ya delimitarla en varias ocasiones.
estructurar un mundo de objetos, un mundo de realidad Que nos hayamos visto de este modo obligados a abordar las
humana completa, vale decir, en el que haya subjetividades. cosas de manera siempre periférica, debe tener su razón de
No hay definición científica de la subjetividad~ sino a ser en la pregunta misma. Nos vemos obligados por él mo-
partir de la posibilidad de manejar el significante con fines mento a constatarlo. Hay allí un obstáculo, una resistencia
puramente significantes y no significativos, es decir, que no que sólo nos librará su significa.ci6n en la medida en que
expresan ninguna relación directa que sea del orden del hayamos extremado las cosas lo suficiente para darnos cuenta
apetito. de por qué es así.
Las cosas son simples. Pero aún es necesario que el sujeto
adquiera el orden del significante, lo conquiste, sea colocado
respecto a él en una relación de implicación que lo afecte en
3
su ser, lo cual culmina en la formación de _lo que llamamos
en nuestro lenguaje el superyó. No hace falta buscar demasia-
do en la literatura analítica para ver que el uso que se le da a Abordemos otra vez el problema con la intención de dar,
este concepto se adecua bien a la definición del significante, como siempre lo hemos hecho, un paso más.
270
175
• • ...... - . . . i
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO EL SIGNIFICANTE, EN CUANTO TAL, NO SIGNIFICA NADA
Recuerdan el esquema al que llegamos. Les señalé que fundada en la confusión entre el dominio de la significancia
debía haber algo que no se había realizado, en determinado y el dominio de la significación. Partiendo de trabajos de
momento, en el dominio del significante, que había sido Ver- · gran rigor en la elaboración de la función del significante, la
wo1fen. Lo que así fue objeto de una Verwerfung reaparece fenomenología, supuestamente psicológica, cae en el dominio
en lo real. Este mecanismo es diferente a todo lo que por de la significación. Esa es su confusión fundamental. Es lleva-
otra parte conocemos de la experiencia, en cuanto a las rela- da a _ese terreno como una perra es llevada tras una pista, y
ciones de lo imaginario, lo simbólico y lo real. lo mismo que la perra, nunca la llevará a ningún resultado
Freud articuló enérgicamente, incluso en el texto sobre el científico. .
presidente Schreber que e~ta~os tr~bajandot la :ª~cal di~tin. . Conocen la pretendida oposición entre Erklaren y Verste-
ción que existe entre conv1cc1on p~s101;al y ~onvicc1on ?-eliran- hen. Debemos mantener que sólo hay estructura científica
te. La primera surge de la proyección mtenc1onal: po~ e¡emp!o, donde hay Erklaren. El Verstehen, es la puerta abierta a
los celos que hacen que esté celoso en el ~tro de. mis pr?p1os todas las confusiones. El Erklaren para nada implica significa-
sentimientos, en los que imputo al otro mis propias puls1<:nes ción mecánica, ni cosa alguna de ese orden. La naturaleza del
de infidelidad. En lo que respecta a la segunda, Freud tiene Erklaren, es el recurso al signifjcante como único fundamen-
esta fórmula~ lo que fue rechazado del interior reaparece en el to de toda estructura científica concebible.
exterior> o también, como se intenta expresarlo en un lengua- En el caso Schreber, vemos al comienzo un período de
je amplificador, lo que ha sido sup:imi.do en 1~ idea reaparece trastornos, un momento fecundo. Presenta todo un conjunto
en lo real. Pero, precisamente ¿que quiere decir esto? sintomático que, a decir verdad, por haber sido en general
Vemos también en la neurosis ese juego de la pulsión y· escamoteado, o más exactamente por habérsenos deslizado
sus co~secuencias. ¿No hay en esta fórmula algo que deja que de las manos, no ha podido ser elucidado analíticamente, y la
desear, algo confuso, defectuoso, incluso insensato? Todo~ mayoría de las veces es tan sólo reconstruido. Ahora bien,
los autores se limitan a esta fórmula, y cuando se las presente reconstruyéndolo, podemos encontrar, salv~ndo algunos deta-
bajo esta f9rma, nada original quería yo aportar. Espero_ e~- lles, toda la apariencia de la significación y de los mecanismos
contrar entre ustedes alguien que me ayude a exanunar mas cuyo juego apreciamos en la neurosis. Nada se asemeja tanto
detalladamente los trabajos en que Katan intentó precisar el a una sintomatología neurótica como una sintomatología
mecanismo de neoformación psicótico. Verán a q;1é impas~e prepsicótica. Una vez hecho el diagnóstico, se nos dice enton-
extravagante llega, impasse del que sólo logra sahr al precio ces que ahí el inconsciente está desplegado afuera, que todo
de fórmulas contradictorias. Lo cual da fe de las dificultades lo ·que es del id pasó al mundo externo, y .que las significacio- ,•·
.·.:
conceptuales en las que uno se v~,, envuelto. si confunde, nes en juego son tan claras que justamente no podemos inter-
aunque más no sea un poco; la .no~1~n ~_: rea~dad con la de . venir analíticamente..
objetividad, incluso con la de s1gm~1cac~on, s1 se pasa a una Esta es la posición clásica, la cual guarda su valor. La
realidad diferente a la de la experiencia de lo real, a una paradoja que supone no escapa a nadie, pero todas las razones
realidad en el sentimiento de lo real. que se dan para explicarla tienen un carácter tautológico o de
Toda una pretensión fenomenológica, que desborda am- contradicción. Son superestructuraciones de hipótesis total-
pliamente el campo del psicoanálisis, y que sólo reina en é! mente insensatas. l?asta interesarse en la literatura analítica
como síntoma para percatarse de ello.
en la medida· en que reina igualmente en otras partes, esta
172 273
176
•Dónde está la clave? ¿Se caracterizan las psicosis porque padre severo,
. que es el caso de su camarada. Como él se
el 1~undo del objeto está capturado, inducido ~e algún mo?o mteresa '
por una- Joven, que como por azar, es la misma' en
por una significac~ón relacio1:a~a :~n las puls1ones? ¿Se ~1s~ que se interesa su camarada. Una vez suficientemente avanza-
tinguen las psicosis por la e1ifica~1~n .del mundo externo. S1 do en su identificac~ón a su camarada, la. joven caerá en sus
hay algo, empero, que podna defm1r igualmente a las :ie.uro- brazos.
sis es 1·ealmente esto. ¿A partir de qué momento dec1d1tnos :Encontramos manifiestamente allí el mecanismo del como
que el sujeto pasó la barrera, que está en el delirio? . si, que Helene Deutsch destacó como una dimensión signifi-
. Tomemos el período prepsicótico. N~estro presidente cativa de la sintomatólogía de las esquizofrenias. Es un me-
Schreber vive algo cuya índole es la perple11da1. Nos da:r en canismo de compensación imaginario -verificarán la utilidad
estado viviente, esa pregunta que yo les decia estar_ en el ~e la distll;ción de-lps tres registro_s-, compensaci{m imagina-
fondo de toda forma neurótica. Es presa -nos lo dice .re- ria del Edrpo atisente, q:ue le hubiera dado la virilidad bajo la
troactivamente- de extraños presentimientos, es invadido forma, no de la imagen paterna, sino del significante., del
bruscamente por es~ imagen, la que menos h~biera uno pe1:3-~ nombre-del-padr(!.
Cuando la psiéosis estalla, el sujeto se comportará· como
sado que iba a surgir en la mente de un hombre de _su
especie y estilo, que. debe ser muy ~gradable ser u~,.ª m~J~r antes, com? homose~ual ihco;1-sciente. J;Tinguna significación
sufriendo el acoplamiento. Es un periodo de confus1on p~~1- profunda d1fer~n~e a la del per1od~ preps1cótico emerge. Todo·
ca. ¿Cómo situar el límite entre ese momento de confus1on, su compo.rtam1ento en relac1on ~1 amigo que es el
y el momento en que su ~elirio terminó c<;>nstru~endo que. él elemento pilot~ de su tentativa de estructuración en el mo-
era efectivamente una muJer, y no cualqmer muJer, la muJer mento de la pubertad, reaparece en su delirio. ¿A partir de
divina o más exactamente, la prometida de Dios? ¿Basta esto qué momento delira? A partir del momento en. que dice que
para ;bicar la entrada en la psicosis? De ningún modo. Katan su padre le persigue para matarlo, para robarlo,· para castrar-
relata un caso que observó declararse en un período mucho lo. Todos los contenidos .implícitos en las significaciones neu-
más precoz que el de Schr;~er, y del cual pudo tener una róticas están ahí. Pero el punto esencial, que nadie subraya,
noción directa, ya que llego Justo en el moment~ en que el es .q~~ ~I de~rio.. ~comienza a partir del momento en que
caso viraba. Trátase de un hombre joven en la epoca. de la !ª_11:1c!at1va viene_ ~e un Otro, con O mayúscula, en que la
pubertad, cuyo período pre-psicótico analiz~ muy b1en ?1 m1ciat1va está fundada en una actividad subjetiva. El Otro
autor dándonos la noción de que en ese suJeto nada hab1a q~~ere esto, y· .quiere s~bre todo que se sepa, quiere sig-
del o~den de un acceso a algo que pudiese realizarlo en el nificarlo.
tipo viril. Todo faltó. _Si intenta .conq:-i~s~a~ ..la tipificación de En cuanto h~y delirio, entra.mos a todo trapo en el domi-
la actitud viril e!$ mediante una 1dentif1cac10n, un enganche, nio de una intersubjetividad, de la cual todo el problema está
siguiendo los pasos de uno de sus camaradas .. Al igual que en saber por qué es fantasmática. Pero en nombre del fantas-
éste, y siguiendo sus pasos, se entrega a las pnm~~as mamo- ma, omnipresente en la neurosis:r atentos como estamos a su
bras sexuales de la pubertad, a saber, la masturbac1on, .renun- significación, olvidamos la estructura, a saber, que se trata de
cia luego a ella inducido por dicho. camai:ada_, .Y com1~nza a significantes, de ·significantes en tanto tales, manejados por
identificarse con él en toda una sene de eJerc1c10s destinados un sujeto con fines significantes, tan puramente significantes
a la conquista de sí mismo. Se comporta cual si tuviera 1.m que la significación a menudo permanece problemática. Lo
en efecto, es eso, en tanto tiene 1:na relaci~n .e~en~1~l co;1 Es a nivel del entre-yo (je), vale decir del otro con minús-
el significante, no con la prevalencia de la s1gnif1cac1on, si- cula, del doble del sujeto, que es y no es a la vez su yo,
donde apare~en palabras que son una especie de comentario . '
no con la idolatría del significante en tanto tal. Es~a no ·•.···
es más que una indicación. . corriente de la existencia. Vemos ese fenómeno en el automa-
Los sujetos inmiscuidps ¿no es eso prec1sa~ente 1~ que . cismo mental> pero aquí está todavía más acentuado, puesto
se nos aparece en el delirio? Es éste un rasg? tan esencial de que hay un uso de algún modo provocador del significante
toda relación intersubjetiva, que Pt:ede decu-~e que no hay en las frases comenzadas y luego interrumpidas. El nivel del
lengua que no suponga giros ·gramaticales estnctamente espe- significante que es el de la frase incluye uri medio, un comien-
ciales para indicarla. zo y un final, exige por lo tanto un término. Esto permite
Tomo un ejemplo. Toda la diferencia que. ~ay entre: el un j~ego sobre la espera, un enlentecimiento que se produce
médico jefe que hizo operar al enfermo por su int~rno, Y el al nivel imaginario del significante, como si el enigma, por
médico jefe que tenía que operar al enfermo, lo hi~o operar no poder formularse de modo verdaderamente abierto, sino
por su interno. Se dan cuenta de que aunque culmm~ en la mediante la afirmación primordial de la iniciativa del otro,
misma acción quiere decir dos cosas completamente diferen- diera su solución mostrando que de lo que se trata es del
significante.
tes. En el delirio todo el tiempo se trata de eso. ~e les kace
hacer esto. El problema está ahí, lejos de poder decir senc~a~ Así como en el sueño de la inyección de Irma, la fórmula
en grandes letras que aparece al final, está hecha para mostrar
276
178 217
: ...
..
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO
11 DE ABRIL DE 1956
278. 179
l .•
JACQUES LACAN
EL SENTIDO DE UN RETORNO A
FREUD EN EL PSICOANÁLISIS
181
H
ilo conductor dela tesis que está enla base de esta conferencia:
El retorno a Freud ha de ser entendido en un doble sentido.
Por um1. parte, se trata de comar de nuevo la lectura de Freud
y de reelaborar a partir de ella t0do lo que una exposici6n 1 hasta aquí
demasiado abreviada, no vio, dejó de lado u olvidó.
Por otra parte, está la necesidad de un retorno a la práctica originaria
del psicoanálipis1 pero en el sentido deque ese retorno significa. al mismo
tiempo una renovación a partir de los fundamentos. En efecto, lo que :,-
vino después de un primer estadio del psicoanálisis aplicado 1 -1111
estadio en el. que su profundidad propia está ligada a una cierta
...
ingenuidad-, fue un estadio decadente 1 podríamos decir, en el cual la i'/
J. La Teo-rfct
consiste su esencia?
:·.·:
Uno por U no, Rer.:úta ilfrmdit.tl dt: Psicocmdlisis, 11" 46, l 999, p. 7 - 13
182
10-JACQUES LACAN El sentido de un retorno a Freud en psicoanálisis- 11
;,.
El ámbito principal del psicoanálisis resulta ser el de lo simbólico, el de la palabra [Wot1] y del discurso [Rede] están igualmeme en la
distrito del lenguaje [Sprache]. Este µecho, de significación decisiva, fue dependencia mtttua más estrecha. En relación con 1a estructura de
ocultado hasta· ahora en una teoría del psicoanálisis que tiene otro significación de los síntomas, esto quiere decir: en la medida en que el
recurso que el de un simbolismo natural (relación inmediata del símbolo síntoma ha de ser, cada vez, tomado como singular, esto no le hace perder
y de la imagen [J1bbi!dj). sino preservar, gracias a su estructura de significación, su carácter
·... ,•
El cam.po trazado por Freud para el psicoanalisis puede también ser universal.
denominado el de los síntomas, pero de los sínromas captados entonces
en el sentido más amplio, no solamente como síntomas clínicos, sino e) La fun~ión de la palabra
codos los fenómenos paradójicos y que están comprendidos en los La función de- la palabra es la de fundar. La palabra funda el sujeto.
lí1~1ites de lo normal: fantasmagoría, impostura1 lapsus, aquello que Pero ¿qué sujeto? El sujeto marcado por la alienación de sí mismo. Sería
desarma en el chiste. En este sentido, el síntoma funciona corno la una n1era arbitrarie<;Iad no recordar aquí este concepto como hegeliano.
palabra [Wort}; es conceptuado en el campo del lenguaje [Sprach~]. Designamos de u·n·golpe al inconsciente como el discurso del Otro. De
nuevo preguntamo~: ¿de qué Otro? Com.o discurso del Otro, no enten-
b) ¿Qué significa! conceptuado en el can1po .del lengu~je? En este demos la alienación imaginaria en el tdter ego 1 el reflejo narcisístico, el
dominio, la exposición que se ha hecho de Freud ha sembrado la mayor cual da sin embargo·el prototipo [Ut-bild] del yo, en la medida en que el
de las confusiones. Oí decir al señor Binswanger que la taquicardia yo se forma en prhuerísima lugar en esa alienación. En el altBr ego se
provocada por la irrupción de un avión sería el lenguaje ·de la angustia. origina el yo, pero de tal manera que al mismo tiempo sufre por no ser
¿No debemos entonces admitir que la iluminación de las nubes por la luz del todo él mismo. es decir por estar despedazado. (Cf. mi teoría del
delos reflectores antiaéreos es la respuesta del cielo? Debemos guardarnos estadio del espej~). Este tdter ego es al mismo tiempo el objeto de
de designad.o todo como lenguaje con la excusa de que el lenguaje ~lección privilegiada en la muy invocada y muy combatida agresividad
contiene en sí misrno todas las significaciones posibles. del yo, y ese objeto est repitámoslo, imaginario. La mísma cosa vale para
El lenguaje es, coi110 lo ÍI11aginarío y lo real, un rasgo fundamental del el alter ego como obj~to del enamoramiento.
ser que aparece. Está hecho de tal manera que deja que todo aquello que Pero el Otro al cual interrogamos, el Otro "absoluto", es el otro
engendra (presenta) como constitutivo, aparezcasiempr.e ensu ct1alidad sujeto, el cual s~ funda y surge a través de la mediación originaria de la
de ya constituido. El lenguaje no es en sí mismo real [1e-a/.] y reclama de palabra con el yo-sujeto.
acuerdo a ello algo material, se entierra en lo real [Reale] como lo d) A partir de. aquí estamos ahora en la situación de formular el
negativo; es pm su naturaleza "trazo" [Spttr]. Pero esto no basta para sentido de la revblución freudiana. El sujeto inconsciente es excéntrico
constituirlo. El lenguaje com.o trazo requiere el empareja.miento, del respecto del yo. · ·
mismo modo que la línea contfnua requiere la línea[ ... ] quebrada, del . (No desconoce_p.tos que desde hace tiempo se distingue entre "yon
mism.o modo que la sílaba "bu" necesita la sílaba "pu". La oposición ["it'li't] y el Yo [das !ch], una diferencia que la lengua francesa hace
entre presencia y ausencia, que designa la estructura del ser en su aparecer más clar?mente como la que hay encre moi y je.)
sustracción, debe ser enteramente elevada con~o tal a la duplicidad del El pasaje del uno al otro se efectúa en la dialéctica hegeliana al precio
símbolo de esta esencia hecha de nada[ ... ]. del abandono de sí mismo que hace el uyo~' en el saber absoluto. Pero
......
Las significaciones introducidas por el lenguaje.no son de naturaleza lo esencial del descubrimiento freudiano consiste en que ese pasaje no
real [real}, están en la realidad [Realitat], más precisamente, se albergan puede tener lugar sino en el eje de la excentricidad. Es también el
en los intersticios de la realidad [Realitat]. Significaci~nno remite nunca sentido in1.portante y verdadero de la tercera fase de la obra de Freud
a realidad (atif Wi1i-liches] sino siempre sólo a significací6n. Ninguna. (Psicología de las masas y análisis del yo,· El yo y el ello) que viene a
proposici6n puede, hablando con rigor 1 ser e~traída de su contexto de expresarse en la nueva tópica (yo [ich] y ello [Es]).
discurso [Rede]. Así, el alcance de las relaciones contenidas en una
unidad lingüística y el alcance de las relaciones contenidas en la unidad
183
El sentido de mz retorno a Fnmd en psicoandlisis- 13
12-JACQllES LACAN
III. 4
184
De una cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis1
Hoc quod triginta tres per annos in ipso loco studui, et Sanctae
Annae Genio loci, et dilectae juventuti, quae eo me sectata est,
diligenter dedico. [Dedico devotamente este trabajo al genio
local de Sainte-Anne en que me consagré al estudio durante
treinta y seis años y a la amada juventud que allí me siguió. AS]
i. hacia freud
Las tentativas siempre renovadas de corregir sus resultados por los contrape-
sos variados del afecto deben efectivamente seguir siendo vanas mientras se
omita preguntar si es realmente el mismo sujeto el que es afectado por ellos.
2 Roman Jakobson toma este término de Jespersen para designar esas pala-
bras del código que sólo toman sentido por las coordenadas (atribución,
fechado, lugar de emisión) del mensaje. Referidas a la clasificación de
tratamiento posible de la psicosis 513
4. Este ejemplo sólo se promueve aquí para captar en lo vivo que la función
de irrealización no está toda en el símbolo. Pues para que su irrupción en lo
real sea indudable, basta con que éste se presente, como es común, bajo
forma de cadena rota.3
Se toca en ello también ese efecto que tiene todo significante una vez per-
cibido de suscitar en el percipiens un asentimiento hecho del despertar de la
duplicidad oculta del segundo por la ambigüedad manifiesta del primero.
Por supuesto todo esto puede ser considerado como efectos de espejismo
en la perspectiva clásica del sujeto unificador.
Es notable únicamente que esa perspectiva, reducida a sí misma, no
ofrezca sobre la alucinación por ejemplo más que puntos de vista de una po-
breza tal, que el trabajo de un loco, sin duda tan notable como muestra ser el
Presidente Schreber en sus Memorias de un neurópata,4 puede, después de ha-
ber recibido la mejor acogida, desde antes de Freud, por parte de los psiquia-
tras, ser considerado incluso después de él como un volumen digno de pro-
ponerse para iniciarse en la fenomenología de la psicosis, y no sólo al prin-
cipiante.5
En cuanto a nosotros, nos proporcionó la base de un análisis de estruc-
tura, cuando, en nuestro seminario del año 1955-1956 sobre las estructuras
freudianas en las psicosis, reanudamos, siguiendo el consejo de Freud, su
examen.
La relación entre el significante y el sujeto, que ese análisis descubre, se
encuentra, como se ve en este exordio, desde el aspecto de los fenómenos, si,
regresando de la experiencia de Freud, se sabe el punto adonde conduce.
Pero este arranque del fenómeno, convenientemente proseguido, volvería
a encontrarse con ese punto, como fue el caso para nosotros cuando un pri-
mer estudio de la paranoia nos llevó hace treinta años al umbral del psicoa-
nálisis.6
En ningún sitio en efecto está más fuera de propósito la concepción falaz
de un proceso psíquico en el sentido de Jaspers, del que el síntoma no sería
sino el índice, que en el abordamiento de la psicosis, porque en ningún sitio
el síntoma, si se sabe leerlo, está más claramente articulado en la estructura
misma.
Lo cual nos impondrá definir este proceso por los determinantes más ra-
dicales de la relación del hombre con el significante.
5. Pero no hace falta estar en ésas para interesarse en la variedad bajo la cual
se presentan las alucinaciones verbales en las Memorias de Schreber, ni para
reconocer en ellas diferencias muy otras que aquellas en que se las clasifica
“clásicamente”, según su modo de implicación en el percipiens (el grado de
su “creencia”) o en la realidad de aqueste (la “auditivación”): a saber, antes
Pero para retomar el hilo, pasemos a los fenómenos que opondremos a los
precedentes como fenómenos de mensaje.
Se trata de los mensajes interrumpidos, en los que se sostiene una relación
entre el sujeto y su interlocutor divino a la que dan la forma de un challenge o
de una prueba de resistencia.
La voz del interlocutor limita en efecto los mensajes de que se trata a un
comienzo de frase cuyo complemento de sentido no presenta por lo demás
dificultad alguna para el sujeto, salvo por su lado hostigante, ofensivo, las
más de las veces de una inepcia cuya naturaleza es como para desalentarlo.
La valentía de que da pruebas para no desmayar en su réplica, incluso para
desarmar las trampas a las que lo inducen, no es lo menos importante para
nuestro análisis del fenómeno.
Pero nos detendremos aquí también en el texto mismo de lo que podría-
mos llamar la provocación (o mejor la prótasis) alucinatoria. De semejante
estructura el sujeto nos da los ejemplos siguientes (S. 217-XVI): 1] Nun will ich
mich (ahora me voy a...); 2] Sie sollen nämlich... (debe usted por su parte...); 3]
Das will ich mir... (Voy a...), para atenernos a éstos —a los cuales debe replicar
con su suplemento significativo, para él nada dudoso, a saber: 1º rendirme al
hecho de que soy idiota; 2º por su parte, ser expuesto (palabra de la lengua
fundamental) como negador de Dios y dado a un libertinaje voluptuoso,
para no hablar de lo demás; 3º pensarlo bien.
Puede observarse que la frase se interrumpe en el punto donde termina el
grupo de las palabras que podríamos llamar términos-índice, o sea, aquellos
a los que su función en el significante designa, según el término empleado
más arriba, como shifters, o sea, precisamente los términos que, en el código,
indican la posición del sujeto a partir del mensaje mismo.
Después de lo cual la parte propiamente léxica de la frase, dicho de otro
modo, la que comprende las palabras que el código define por su empleo, ya
se trate del código común o del código delirante, queda elidida.
¿No es notable la predominancia de la función del significante en esos dos
órdenes de fenómenos?, ¿no incita incluso a buscar lo que hay en el fondo
de la asociación que constituyen: de un código constituido de mensajes sobre
el código, y de un mensaje reducido a lo que en el código indica el mensaje?
Todo esto necesitaría trasladarse con el mayor cuidado a un grafo,9 en el
que intentamos ese año mismo representar las conexiones internas al signifi-
cante en cuanto que estructuran al sujeto.
9 Cf. p. 769.
518 escritos 2
Pues hay allí una topología que es enteramente distinta de la que podría
hacernos imaginar la exigencia de un paralelismo inmediato de la forma de
los fenómenos con sus vías de conducción en el neuroeje.
Pero esta topología, que está en la línea inaugurada por Freud, cuando
emprendió, después de haber abierto con los sueños el campo del incons-
ciente, la descripción de su dinámica, sin sentirse ligado a ninguna preocu-
pación de localización cortical, es precisamente lo que mejor puede preparar
las preguntas con que se interrogará la superficie de la corteza.
Pues sólo después del análisis lingüístico del fenómeno de lenguaje puede
establecerse legítimamente la relación que constituye en el sujeto y con ello
mismo delimitar el orden de las “máquinas” (en el sentido puramente asocia-
tivo que tiene este término en la teoría matemática de las redes) que pueden
realizar ese fenómeno.
No es menos notable que sea la experiencia freudiana la que haya indu-
cido al autor de estas líneas en la dirección aquí presentada. Pasemos pues a
lo que aporta esa experiencia en nuestra cuestión.
¡Cómo nos habría aliviado esa simplicidad en una época, si hubiéramos es-
timado que debería bastar para el problema de la creación literaria en la psi-
cosis!
3. Sea como sea, ¿qué problema pondría todavía obstáculo al discurso del
psicoanálisis, cuando la implicación de una tendencia en la realidad res-
ponde de la regresión de su pareja? ¿Qué podría cansar a unos espíritus
que se avienen a que les hablen de la regresión, sin que se distinga la regre-
sión en la estructura, la regresión en la historia y la regresión en el desarro-
llo (distinguidas por Freud en cada ocasión como tópica, temporal o gené-
tica)?
Renunciamos a demorarnos aquí en el inventario de la confusión. Está so-
bado para aquellos a quienes formamos y no interesaría a los otros. Nos con-
tentaremos con proponer a su meditación común el efecto de extrañeza que
produce, a la mirada de una especulación que se ha consagrado a dar vueltas
en redondo entre desarrollo y entorno, la única mención de los rasgos que
son sin embargo la armazón del edificio freudiano: a saber, la equivalencia
mantenida por Freud de la función imaginaria del falo en los dos sexos (de-
sesperación durante mucho tiempo de los aficionados a las falsas ventanas
“biológicas”, es decir, naturalistas), el complejo de castración encontrado
como fase normativa del acto de asumir el sujeto su propio sexo, el mito del
asesinato del padre hecho necesario por la presencia constituyente del com-
plejo de Edipo en toda historia personal, y, last but not..., el efecto de desdo-
blamiento que lleva a la vida amorosa la instancia misma repetitiva del objeto
reencontrable siempre en cuanto único. ¿Será necesario recordar además el
carácter profundamente disidente de la noción de la pulsión en Freud, la dis-
yunción de principio de la tendencia, de su dirección y de su objeto, y no
sólo su “perversión” original, sino su implicación en una sistemática concep-
tual, aquella cuyo lugar marcó Freud, desde los primeros pasos de su doc-
trina, bajo el título de teorías sexuales de la infancia?
¿No se ve que estamos desde hace mucho tiempo lejos de todo esto en un
naturismo educativo que no tiene más principio que la noción de gratifica-
ción y su contrapartida: la frustración, no mencionada por ninguna parte en
Freud?
Sin duda las estructuras reveladas por Freud siguen sosteniendo no sólo
en su plausibilidad, sino en su maniobra los vagos dinamismos con que el psi-
coanálisis de hoy pretende orientar su flujo. Una técnica deshabitada se su-
pone incluso que sería por ello mismo más capaz de “milagros” —si no fuese
tratamiento posible de la psicosis 521
el conformismo por añadidura que reduce sus efectos a los de una mesco-
lanza de sugestión social y de superstición psicológica.
dena uno a errar una y otra vez cuando con la esperanza de alcanzarlas me-
jor, se decide que importa un bledo la articulación simbólica que Freud des-
cubrió al mismo tiempo que el inconsciente, y que le es efectivamente con-
sustancial: es la necesidad de esta articulación la que nos significa en su
referencia metódica al Edipo.
14 Antes de la salida del sol, Vor Sonnenaufgang: Also sprach Zarathustra, tercera
parte. Es el 4º canto de esta tercera parte.
15 [Ça pense. Expresión por expresión, sería más parecido el giro: “la cosa
piensa”; pero la palabra “cosa” se prestaría a interpretaciones totalmente
fuera de lugar aquí; ça pense es una especie de impersonal, que en español
sólo podría sugerirse con una construcción sin sujeto, pero “piensa” a secas
sería incomprensible. TS]
tratamiento posible de la psicosis 525
2. Aplicaremos, “para fijar las ideas” y las almas aquí en pena, aplicaremos di-
cha relación en el esquema £ ya presentado y aquí simplificado:
S a
ESQUEMA £ aʼ A
primero definir la sintaxis por los trozos que en momentos privilegiados, sue-
ños, lapsus, rasgos de ingenio, nos llegan de él.
En ese discurso ¿cómo se interesaría el sujeto si no fuese parte interesada?
Lo es, en efecto, en cuanto que está estirado en los cuatro puntos del es-
quema: a saber S, su inefable y estúpida existencia, a, sus objetos, a’, su yo, a
saber, lo que se refleja de su forma en sus objetos, y A, el lugar desde donde
puede planteársele la pregunta por su existencia.
Pues es una verdad de experiencia para el análisis que se plantea para el
sujeto la pregunta por su existencia no bajo la especie de la angustia que sus-
cita en el nivel del yo y que no es más que un elemento de su séquito, sino en
cuanto pregunta articulada: “¿Qué soy ahí?”, referente a su sexo y su contin-
gencia en el ser, a saber, que es hombre o mujer por una parte, por otra
parte que podría no ser, ambas conjugando su misterio, y anudándolo en los
símbolos de la procreación y de la muerte. Que la pregunta por su existencia
baña al sujeto, lo sostiene, la invade, incluso lo desgarra por todas partes, es
cosa de la que las tensiones, los suspensos, los fantasmas con que el analista
tropieza le dan fe; y aún falta decir que es a título de elementos del discurso
particular como esa pregunta en el Otro se articula. Pues es porque esos fe-
nómenos se ordenan en las figuras de ese discurso por lo que tienen fijeza de
síntomas, por lo que son legibles y se resuelven cuando son descifrados.
simbiosis con lo simbólico, sino más bien que sin esta hiancia que lo aliena a
su propia imagen no habría podido producirse esa simbiosis con lo simbólico
en la que se constituye como sujeto a la muerte.
<p
r-----
1S
1
1
1
1
1
1
A
I p
ESQUEMA R
en a’, las extremidades de segmentos Sm, Sa’1, Sa’2, Sa’n, SI, en las que el yo
se identifica desde su Urbild especular hasta la identificación paterna del
ideal del yo.17
Quienes siguieron nuestro seminario del año 1956-1957 saben el uso que
hicimos del ternario imaginario aquí planteado, con el que el niño en
cuanto deseado constituye realmente el vértice I, para devolver a la noción
de Relación de objeto,18 un tanto desacreditada por la suma de necedades
7. Freud develó, pues, esta función imaginaria del falo como pivote del pro-
ceso simbólico que lleva a su perfección en los dos sexos el cuestionamiento del
sexo por el complejo de castración.
La actual relegación en la sombra de esta función del falo (reducido al pa-
pel de objeto parcial) en el concierto analítico no es sino consecuencia de la
mistificación profunda en la que la cultura mantiene su símbolo; esto se en-
tiende en el sentido en que el paganismo mismo no lo producía sino al tér-
mino de sus más secretos misterios.
Es en efecto en la economía subjetiva, tal como la vemos gobernada por el
532 escritos 2
S · /S’→ S(1)
/S’ x s
19 He aquí el texto: Einleitend habe ich dazu zu bemerken, dass bei der Genesis der
betreffenden Entwicklung deren erste Anfänge weit, vielleicht bis zum 18. Jahrhun-
dert zurückreichen, einertheils die Namen Flechsig und Schreber [subrayado
por nosotros] (wahrscheinlich nicht in der Beschränkung auf je ein Individuum
der betreffenden Familien) und anderntheils der Begriff des Seelenmords [en
“Sperrdruck” en el texto] eine Hauptrolle spielen. [A manera de introduc-
ción, debo señalar al respecto que en la génesis de este proceso, cuyos
orígenes se remontan muy atrás, tal vez hasta el siglo XVIII, desempeñan un
papel fundamental, por una parte, los nombres de Flechsig y de Schreber
(probablemente no limitados a un individuo de cada una de las respectivas
familias) y, por otra, el concepto de almicidio. Op. cit., p. 29. AS]
tratamiento posible de la psicosis 535
De Malebranche ou de Locke,
Plus malin le plus loufoque...
[Entre Malebranche y Locke,
Más listo el más chiflado...]
Sí, pero ¿cuál es? Ahí está el hic, mi querido colega. Vamos, deje ese aire de
empaque. ¿Cuándo se sentirá pues a sus anchas allí donde está usted en su
casa?
el que están familiarizados los conocedores del dibujo del niño. Es que los
otros no eran más que “imágenes de hombres pergeñadas a tontas y a locas”,
para unir en esta traducción de los flüchtig hingemachte Männer, las observacio-
nes del señor Niederland sobre los empleos de hinmachen al aletazo de
Édouard Pichon en el uso del francés.25
De suerte que el asunto estaba a punto de estancarse de manera bastante des-
honrosa, si el sujeto no hubiera encontrado modo de rescatarlo brillantemente.
Él mismo articuló su solución (en noviembre de 1895, o sea, dos años des-
pués del comienzo de su enfermedad) bajo el nombre de Versöhnung: la pala-
bra tiene el sentido de expiación, de propiciación, y, en vista de los caracte-
res de la lengua fundamental, debe empujarse aún más hacia el sentido
primitivo de la Sühne, es decir, hacia el sacrificio, mientras que se le acentúa
en el sentido del compromiso (compromiso de razón, cf. p. 539, con que el
sujeto motiva la aceptación de su destino).
Aquí Freud, yendo mucho más allá de la racionalización del propio sujeto,
admite paradójicamente que la reconciliación (puesto que es el sentido in-
sulso el que ha sido escogido en francés) de la que el sujeto se ocupa encuen-
tra su resorte en la alcahuetería del copartícipe que implica, a saber, en la
consideración de que la esposa de Dios contrae en todo caso una alianza de
tal naturaleza como para satisfacer el amor propio más exigente.
Creemos poder decir que Freud aquí faltó a sus propias normas y del
modo más contradictorio, en el sentido de que acepta como momento de vi-
raje del delirio lo que rechazó en su concepción general, a saber, hacer de-
pender el tema homosexual de la idea de grandeza (abrimos a nuestros lec-
tores el crédito de que conocen su texto).
Esta falla tiene su razón en la necesidad, o sea, en el hecho de que Freud
no había formulado todavía la Introducción al narcisismo.
8. Sin duda tres años más tarde (1911-1914) no se le hubiera escapado el ver-
dadero resorte del vuelco de la posición de indignación, que provocaba pri-
meramente en la persona del sujeto la idea de la Entmannung: es muy preci-
samente que entre tanto el sujeto había muerto.
de ser comparada con la “perversión” cuyos rasgos han precisado desde en-
tonces numerosas observaciones.26
Más aún, debemos señalar lo que la estructura que destacamos aquí puede
tener de esclarecedor sobre la insistencia tan singular que muestran los suje-
tos de estas observaciones en obtener para sus exigencias más radicalmente
rectificantes la autorización, y aun si puede decirse las manos-en-la-masa, de
su padre.
Sea como sea, vemos a nuestro sujeto abandonarse a una actividad erótica
que, como él lo subraya, está estrictamente reservada a la soledad, pero cuyas
satisfacciones confiesa sin embargo. A saber, las que le da su imagen en el es-
pejo, cuando, revestido de los tiliches del atuendo femenino, nada, nos dice,
en lo alto de su cuerpo, le parece de un aspecto como para no poder conven-
cer a todo aficionado eventual del busto femenino (S. 280-XXI).
Con lo cual conviene ligar, creemos, el desarrollo, alegado como percep-
ción endosomática, de los nervios llamados de la voluptuosidad femenina en
su propio tegumento, concretamente en las zonas donde se supone que son
erógenos en la mujer.
Una observación, la de que, ocupándose sin cesar en la contemplación de
la imagen de la mujer, no desprendiendo nunca su pensamiento del soporte
de algo femenino, la voluptuosidad divina no resultaría sino mejor colmada,
nos hace virar hacia el otro aspecto de los fantasmas libidinales.
Éste liga la feminización del sujeto a la coordenada de la copulación divina.
Freud vio muy bien el sentido de mortificación, poniendo de relieve todo
lo que liga la “voluptuosidad de alma” (Seelenwollust) que se incluye en ella,
con la “beatitud” (Seligkeit) en cuanto que es el estado de las almas difuntas
(abschiedenen Wesen).
Que la voluptuosidad ahora bendecida se haya convertido en la beatitud
del alma es en efecto un viraje esencial, respecto del cual Freud, observé-
moslo, subraya su motivación lingüística, sugiriendo que la historia de su len-
gua podría tal vez esclarecerla.27
Es únicamente cometer un error sobre la dimensión en que la letra se ma-
nifiesta en el inconsciente, y que, conforme a su instancia propia de letra, es
mucho menos etimológica (precisamente diacrónica) que homofónica (pre-
cisamente sincrónica). No hay nada en efecto en la historia de la lengua ale-
mana que permita hacer un paralelo entre selig y Seele, ni entre la dicha que
pone a los amantes “en los cielos”, por cuanto es ésta la que Freud evoca en
el aria que cita de Don Juan, y la que a las almas llamadas bienaventuradas
promete la morada celeste. Los difuntos sólo son selig en alemán por prés-
tamo del latín, y por el hecho de que en esa lengua fue llamada bienaventu-
rada su memoria (beatae memoriae, seliger Gedächtnis). Sus Seelen más bien ten-
drían algo que ver con los lagos (Seen) donde habitaron en un tiempo, que
con un aspecto cualquiera de su beatitud. Queda el hecho de que el incons-
ciente se preocupa más del significante que del significado, y que “feu mon
père” (“mi difunto padre”) puede querer decir que éste era el fuego (feu) de
Dios, o incluso dar contra él la orden de: ¡fuego!
Pasada esta digresión, queda en pie que estamos aquí en un más allá del
mundo, que se las arregla muy bien con una posposición indefinida de la
realización de su meta.
Con seguridad, en efecto, cuando Schreber haya terminado su transforma-
ción en mujer el acto de fecundación divina tendrá lugar, del que se sobren-
tiende (S. 3-Introd.) que Dios no podría entregarse a él en un oscuro enca-
minamiento a través de unos órganos. (No olvidemos la aversión de Dios
hacia el vivo.) Será pues por una operación espiritual como Schreber sentirá
despertarse en él el germen embrionario cuyo estremecimiento conoció ya
en los primeros tiempos de su enfermedad.
Sin duda la nueva humanidad espiritual de las criaturas schreberianas será
toda ella engendrada en sus entrañas, para que renazca la humanidad po-
drida y condenada de la edad actual. Es ésta sin duda una especie de reden-
ción, puesto que así se ha catalogado el delirio, pero que sólo apunta a la
criatura por venir, pues la del presente está marcada por una corrupción co-
rrelativa de la captación de los rayos divinos por la voluptuosidad que los ata
a Schreber (S. 51-52-V).
En lo cual se dibuja la dimensión de espejismo, que subraya aún más el
tiempo indefinido en que se aplaza su promesa, y que profundamente condi-
ciona la ausencia de mediación de que da testimonio el fantasma. Pues
puede verse que parodia la situación de la pareja de sobrevivientes postreros
que, a consecuencia de una catástrofe humana, se encontraría, con el poder
de volver a poblar la Tierra, confrontada a lo que el acto de la reproducción
animal implica de total en sí mismo.
Aquí también puede colocarse bajo el signo de la criatura el punto de vi-
raje desde el cual la línea prosigue en sus dos ramas, la del goce narcisista y
la de la identificación ideal. Pero es en el sentido en que su imagen es la aña-
gaza de la captura imaginaria en la que se arraigan una y otra. Y allí también
546 escritos 2
ESQUEMA I
tratamiento posible de la psicosis 547
v. post-scriptum
mos por la concepción de la cadena significante, en cuanto que una vez in-
augurada por la simbolización primordial (que el juego: Fort! Da!, sacado a
luz por Freud en el origen del automatismo de repetición, hace manifiesta),
esta cadena se desarrolla según los enlaces lógicos cuyo enchufe en lo que ha
de significarse, a saber, el ser del ente, se ejerce por los efectos de signifi-
cante, descritos por nosotros como metáfora y como metonimia.
Es en un accidente de este registro y de lo que en él se cumple, a saber, la
preclusión del Nombre-del-Padre en el lugar del Otro, y en el fracaso de la
metáfora paterna, donde designamos el defecto que da a la psicosis su condi-
ción esencial, con la estructura que la separa de la neurosis.
Esta consideración que aportamos aquí como cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis prosigue su dialéctica más allá: la detene-
mos sin embargo aquí, diremos por qué.
Es en primer lugar que con nuestro alto vale la pena indicar lo que se des-
cubre.
Una perspectiva que no aísle la relación de Schreber con Dios de su relieve
subjetivo, la marca con rasgos negativos que la hacen aparecer más bien como
mezcla que como unión del ser con el ser, y que, en la voracidad que en ella
se une con el asco, en la complicidad que sostiene su exacción, no muestra
nada, para llamar a las cosas por su nombre, de la Presencia y de la Alegría
que iluminan la experiencia mística: oposición no sólo demostrada, sino fun-
dada por la ausencia asombrosa en esa relación del Du, queremos decir del
Tú, cuyo vocablo en algunas lenguas (Thou) se reserva para el llamado de
Dios y el llamado a Dios, y que es el significante del Otro en la palabra.
Conocemos los falsos pudores acostumbrados en la ciencia a este respecto,
son compañeros de los falsos pensamientos de la pedantería cuando arguye
lo inefable de la vivencia, o aun de la “conciencia mórbida”, para desarmar el
esfuerzo de que ella se dispensa, a saber, el que se requiere en el punto
donde justamente no es inefable puesto que “ello” habla, donde la vivencia,
lejos de separar, se comunica, donde la subjetividad entrega su estructura
verdadera, aquella donde lo que se analiza es idéntico a lo que se articula.
Por eso desde la misma atalaya adonde nos ha llevado la subjetividad deli-
rante, nos volveremos también hacia la subjetividad científica: queremos de-
cir, la que el científico que ejerce la ciencia comparte con el hombre de la ci-
vilización que la sostiene. No negaremos que en el punto del mundo donde
residimos, hemos visto bastante sobre esto para interrogarnos sobre los crite-
rios por los que el hombre con un discurso sobre la libertad que no hay más
remedio que calificar de delirante (le hemos dedicado uno de nuestros semi-
narios), con un concepto de lo real donde el determinismo no es más que
tratamiento posible de la psicosis 551
32 Cf. la tesis sobre Le milieu familial des schizophrènes [El medio familiar de los
esquizofrénicos] (París, 1957), de André Creen: trabajo cuyo mérito cierto
no habría sufrido si puntos de referencia más seguros lo hubieran guiado
hacia un mejor éxito; concretamente en cuanto al enfoque de lo que es lla-
mado allí curiosamente la “fractura psicótica”.
552 escritos 2
rio, el padre casero, el padre que va de juerga, no sería abusivo esperar algún
efecto de descarga de la observación siguiente: a saber, que los efectos de
prestigio que están en juego en todo esto, y en los que (¡gracias a Dios!) la re-
lación ternaria del Edipo no está del todo omitida, puesto que la reverencia
de la madre se ve allí como decisiva, se reducen a la rivalidad de los dos pro-
genitores en lo imaginario del sujeto —o sea, a lo que se articula en la pre-
gunta cuya formulación manifiesta ser regular, para no decir obligatoria, en
toda infancia que se respete: “¿A quién quieres más, a papá o a mamá?”.
No pretendemos reducir nada con este paralelo: muy al contrario, pues
esa pregunta, en la que el niño no deja nunca de concretar el asco que siente
por el infantilismo de sus padres, es precisamente aquella con la que esos ver-
daderos niños que son los padres (en ese sentido no hay otros sino ellos en
la familia) pretenden enmascarar el misterio de su unión o de su desunión
según los casos, a saber, de lo que su vástago sabe muy bien que es todo el
problema y que como tal se plantea.
Se nos dirá ante esto que se pone precisamente el acento en el lazo de
amor y de respeto por el cual la madre pone o no al padre en su lugar ideal.
Curioso, responderemos en primer lugar, que no se tengan muy en cuenta
los mismos lazos en sentido inverso, en lo cual se manifiesta que la teoría par-
ticipa del velo lanzado sobre el coito de los padres por la anmesia infantil.
Pero sobre lo que queremos insistir es sobre el hecho de que no es sólo de
la manera en que la madre se aviene a la persona del padre de lo que con-
vendría ocuparse, sino del caso que hace de su palabra, digamos el término,
de su autoridad, dicho de otra manera, del lugar que ella reserva al Nombre-
del-Padre en la promoción de la ley.
Aún más allá, la relación del padre con esa ley debe considerarse en sí
misma, pues se encontrará en ello la razón de esa paradoja por la cual los
efectos devastadores de la figura paterna se observan con particular frecuen-
cia en los casos en que el padre tiene realmente la función de legislador o se
la adjudica, ya sea efectivamente de los que hacen las leyes o ya que se pre-
sente como pilar de la fe, como parangón de la integridad o de la devoción,
como virtuoso en la virtud o en el virtuosismo, como servidor de una obra de
salvación, trátese de cualquier objeto o falta de objeto, de nación o de nata-
lidad, de salvaguardia o de salubridad, de legado o de legalidad, de lo puro,
de lo peor o del imperio, todos ellos ideales que demasiadas ocasiones le
ofrecen de encontrarse en postura de demérito, de insuficiencia, incluso de
fraude, y, para decirlo de una vez, de excluir el Nombre-del-Padre de su posi-
ción en el significante.
No se necesita tanto para lograr este resultado, y nadie de los que practi-
554 escritos 2
can el análisis de niños negará que la mentira de la conducta sea por ellos
percibida hasta la devastación. ¿Pero quién articula que la mentira así perci-
bida implica la referencia a la función constituyente de la palabra?
Se demuestra así que un poco de severidad no está de más para dar a la
más accesible de las experiencias su sentido verídico. Las consecuencias que
pueden esperarse de ello en el examen y la técnica se juzgan en otra parte.
Sólo damos aquí lo que es preciso para apreciar la torpeza con que los au-
tores mejor inspirados manejan lo que encuentran de más válido al seguir a
Freud en el terreno de la preeminencia que otorga a la transferencia de la
relación con el padre en la génesis de la psicosis.
Niederland da notable ejemplo de eso34 al llamar la atención sobre la ge-
nealogía delirante de Flechsig, construida con los nombres de la estirpe real
de Schreber, Gottfried, Gottlieb, Fürchtegott, Daniel, sobre todo la que se
transmite de padres a hijos y cuyo sentido en hebreo nos da, a fin de mostrar
en su convergencia hacia el nombre de Dios (Gott) una cadena simbólica im-
portante para manifestar la función del padre en el delirio.
Pero por no distinguir en ello la instancia del Nombre-del-Padre, para re-
conocer la cual no basta evidentemente que sea visible a simple vista, deja es-
capar la ocasión de captar la cadena donde se traman las agresiones eróticas
experimentadas por el sujeto, y de contribuir con ello a poner en su lugar lo
que es preciso llamar propiamente la homosexualidad delirante.
¿Cómo entonces se habría detenido en lo que la frase citada más arriba de
las primeras líneas del segundo capítulo35 de Schreber oculta en su enunciado:
uno de esos enunciados tan manifiestamente hechos para que no se los en-
tienda, que deben retener el oído? ¿Qué quiere decir si la tomamos a la letra la
igualdad de plano en que el autor reúne los nombres de Flechsig y de Schre-
ber con el asesinato de almas para introducirnos en el principio del abuso de
que es víctima? Hay que dejar algo que penetrar a los glosadores del porvenir.
Igualmente incierto es el ensayo, en que se ejercita el señor Niederland en
el mismo artículo, de precisar a partir del sujeto esta vez, y ya no del signifi-
cante (cuyos términos le son por supuesto ajenos), el papel de la función pa-
terna en el desencadenamiento del delirio.
Si pretende en efecto poder designar la ocasión de la psicosis en el simple
asumir la paternidad por el sujeto, que es el tema de su ensayo, entonces es
contradictorio considerar como equivalentes la decepción anotada por Schre-
34 Op. cit.
35 Cf. esa frase citada en la nota 19 de la página 534.
tratamiento posible de la psicosis 555
37 S. 194-XIV. Die Redensart “Ei verflucht”... war noch ein Überbleibsel der Grundspra-
che, in welcher die Worte “Ei verflucht, das sagt sich schwer” jedesmal gebraucht
werden, wenn irgend ein mit der Weltordnung unerträgliche Erscheinung in das
Bewusstsein der Seelen trat, z. B. “Ei verflucht, das sagt sich schwer, dass der liebe Gott
sich f...lässt” [Trad. esp.: “La expresión ‘Ah, maldición’... era un residuo del
lenguaje primitivo (lengua fundamental) en el cual se empleaban las pala-
bras ‘¡Ah maldición, quién lo diría!’ cada vez que un fenómeno incompatible
con el orden del mundo llegaba a la conciencia de las almas, por ejemplo:
‘¡Ah, maldición! quién diría que el buen Dios se hace j...’ ”, p. 161. AS].
38 Creemos poder tomar del propio registro de la Grundsprache este eufe-
mismo, del que sin embargo las voces y Schreber mismo, contrariamente a
su costumbre, prescinden aquí.
Creyendo cumplir mejor los deberes del rigor científico al señalar la hipo-
cresía que, en este rodeo como en otros, reduce a lo benigno, o incluso a lo
baboso, lo que demuestra la experiencia freudiana. Queremos decir el
empleo indefinible que se hace ordinariamente de referencias tales como
ésta: en ese momento de su análisis, el enfermo regresó a la fase anal.
Bueno sería ver la cara del analista si el enfermo llegara a “pujar”, o aunque
sólo fuera a babear en su diván.
Todo esto no es más que vuelta enmascarada a la sublimación que encuen-
tra alojamiento en el inter urinas et faeces nascimur, implicando con ello que
este origen sórdido no incumbe más que a nuestro cuerpo.
Lo que el análisis descubre es bien diferente. No es su andrajo, es el ser
mismo del hombre el que viene a tomar su lugar entre los desechos donde
sus primeros retozos encontraron su cortejo, por cuanto la ley de la simbo-
lización en la que debe entrar su deseo lo prende en su red por la posición
de objeto parcial en la que se ofrece al llegar al mundo, a un mundo donde
el deseo del Otro hace la ley.
Esta relación por supuesto es articulada claramente por Schreber en lo que
él refiere, para decirlo sin dejar ninguna ambigüedad, al acto de ca... —
concretamente el hecho de sentir reunirse en este acto los elementos de su
ser cuya dispersión en el infinito de su delirio hace su sufrimiento.
39 Bajo la forma: Die Sonne ist eine Hure (S. 384-Ap.). El sol es para Schreber el
aspecto central de Dios. La experiencia interior de que se trata aquí es el
título de la obra central de Georges Bataille. En Madame Edwarda describe
el extremo singular de esta experiencia.
tratamiento posible de la psicosis 557
La concepción de sujeto que Jacques Lacan forjó para el psicoanálisis -aunque afirme haberla leído en
Freud, respecto de lo cual no podemos no mencionar que es un término prácticamente inexistente en su pluma-
es absolutamente original.38 En la elaboración lacaniana sujeto del inconsciente es el nombre de una paradoja:
no es causa sui pues es efecto de la estructura del lenguaje a la vez que es aquello que no se integra en ella,
en la medida en que se define como “agujero, falta, desgarro”.39 Esta concepción de sujeto -en cuanto
radicalmente inadaptable- está en las antípodas de la que detenta el empirismo conductista, el que apuesta a
su adaptabilidad, pues se define más bien como esa hiancia que hace imposible cualquier funcionamiento
armónico:
“El estatuto del sujeto en el psicoanálisis -así comienza este fabuloso escrito-, ¿diremos que lo
hemos fundado el año pasado? Llegamos al final a establecer una estructura que da cuenta del
estado de escisión, de Spaltung en que el psicoanalista lo detecta en su praxis.”40
Que el sujeto sea efecto de la estructura del lenguaje no lo hace una mera pieza de una maquinaria
simbólica en la que cumpliría una función prefijada con eficacia. Por el contrario, el sujeto se cuenta allí como
falta, es ahí lo que falla, lo que no responde, lo imprevisible e incalculable, por oposición a la pretendida
calculabilidad que el empirismo le supone, con los coeficientes que lo reducen a ser un elemento dentro de un
universo de discurso. Eso que en estas sencillas palabras se configura como una paradoja, es lo que en este
capítulo intentaremos delimitar con precisión.
¿Qué sujeto?
La concepción lacaniana del sujeto es en extremo paradojal, lo cual acarrea una serie notable de
dificultades que muchas veces se pasan por alto, lo que se refleja en una serie de debates donde se mezcla sin
cuidado lo que se entiende por sujeto en la filosofía, en la psicología y en psicoanálisis. El término francés que
emplea Lacan -”sujet”- (del latín subiectus, participio pasado de subiicĕre, “poner debajo”, “someter”)-41
significa: tema de reflexión, aquello sobre lo cual se ejercita una reflexión, eso de lo que se trata en una
conversación o en un escrito. La cuarta acepción del término refiere “sujet” al individuo, al ser individual, a la
persona considerada como el soporte de una acción. En nuestra lengua, este último es el uso más común y
38
“Se me pregunta por qué hablo del sujeto, por qué, según dice, se lo añado a Freud. En Freud no se habla de otra cosa. Pero se
lo refiere en forma imperativa, brutal”. Lacan, J. (1968/2006). Mi enseñanza, su naturaleza y sus fines. En Mi enseñanza. Buenos Aires:
Paidós, p. 112.
39
Lacan, J. (1964-65) El Seminario. Libro 12: Problemas cruciales para el psicoanálisis, inédito, clase del 7 de abril de 1965.
40
Lacan, J. (1953-54/2008). La ciencia y la verdad. En Escritos 2. México: Siglo XXI, p. 813.
41
Cf. Le Petit Robert, París, 2013, p. 2458.
corriente de “sujeto”; nos referimos habitualmente a “un sujeto” en el sentido de la persona, del individuo, al que
le atribuimos acciones o características. Mientras que en la lengua francesa este empleo es más raro, y es
mucho más habitual el primero de los mencionados.42 Ejemplifiquémoslo de un modo sencillo: una pregunta
común y cotidiana en francés podría ser: “C'est à quel sujet?”.43 Que traducimos: “¿De qué se trata?”.
Expresiones tales como “être sujet à” (estar propenso a) y “un sujet de mécontentement” (un motivo de
descontento) son suficientemente claras como para expresar el uso corriente del término en la lengua francesa.
Entre nosotros, por más refinados que queramos parecer, jamás diríamos: “¿Cuál es el sujeto de este artículo o
de esta película?”. Sin embargo, nuestra lengua admite esta acepción del término: “Asunto o materia sobre que
se habla o escribe”. Este breve excursus etimológico tiene el objeto de evidenciar una dificultad: solemos
entender “sujeto” como “persona” o “individuo”, cuando en verdad el concepto que Lacan postula está
determinado por el ”sujet” francés, más explícitamente empleado en su sentido de asunto o tema.
Jean-Luc Nancy señala que Lacan quizás a pesar de sí mismo retiene algo del concepto filosófico de
sujeto (aunque afirme a la vez que psicoanálisis y filosofía no hablan de lo mismo cuando hablan de sujeto),
sobre todo de Heidegger en la articulación entre Dasein y Ereignis. Si el filósofo deseaba reemplazar mediante
el primer término -existencia, ser-arrojado- la inherencia a sí mismo de un supuesto sujeto, es con el segundo
término con el que ese gesto se realiza pues comprendida en el sentido de “evento” ya no busca en ningún
punto designar algo así como un “sujeto” (un “agente”, “alguien”, una “persona”, etc.) sino que habla solo de un
“adviene” o de un “eso adviene”. Por eso, ya no tendría sentido hablar de “un sujeto” sino que habría que hablar
de eso que en francés se dice con una de esas fórmulas que hemos ya subrayado: “estar sujeto a”, “estar
expuesto a”.44
En El Seminario 2 Lacan llega a afirmar que la mayor dificultad existente en la concepción de la
subjetividad es la entificación del sujeto45 y a proponer que “el sujeto es nadie”46 -haciendo resonar
semánticamente y con ironía el término francés “personne” que se emplea en fórmulas negativas con el
significado de nadie, a la vez puede traducirse como persona. Vale decir el sujeto no es la persona, el sujeto no
es el individuo, el sujeto no es a quien tenemos delante, nadie es el sujeto pues no se trata del ser humano -
aunque este extraño “ser que habla”47 es condición de su aparición-. Nuestra lengua -y no sólo ella, sin dudas-
nos arrastra a cierta sustancialización, a esa entificación del sujeto, terminando por hacer del sujeto dividido,
42
Al igual que en inglés. No tenemos más que ver en nuestros ordenadores y smartphones que el administrador de correo
electrónico denomina subject al tema o asunto en juego.
43
Este es el título original del libro de Guy Le Gaufey que ha sido traducido como El sujeto según Lacan. Buenos Aires: El
cuenco de plata, 2010. Se advierte la dificultad de traducirlo literalmente: quién compraría un libro que se llame ¿De qué se trata? O la
remitencia cómica que nos haría preguntar: “¿de qué se trata? ¿De qué se trata?”
44
Nancy, J.-L- (2014). ¿Un sujeto?. Buenos Aires: La Cebra.
45
Lacan, J. (1954-55/1983) El Seminario. Libro 2: El yo en la teoría de Freud. Buenos Aires: Paidós, p. 87. Ente es “lo que es”,
de modo que se identifica, por una parte, con el ser. Entificar el sujeto puede significar entonces darle ser a aquello que Lacan por
definición concibe como pérdida de ser. Para dar una figura: cuando se toma al analizante por el sujeto. A mi modo de ver, la entificación
del sujeto que Lacan diagnostica en los años ‘50 está absolutamente vigente y ha tomado diversas formas en el psicoanálisis de hoy: 1) el
diagnóstico diferencial de estructura clínica; 2) identificar modalidades de goce; 3) que el sujeto se haga responsable. El problema es que,
sea cual sea el tópico que se trate, hace deslizar al psicoanálisis en una ontología -rama de la metafísica que estudia lo que hay- que se
ocupa de investigar el ser en tanto que es, o del ser en general, más allá de cualquier cosa en particular que es o existe.
46
Ibid., 88.
47
El entrecomillado indica que es una incorrecta traducción del neologismo de Lacan parl’être, que justamente objeta que el ser
hablante sea un ser.
uno. El contexto de semejante diagnóstico no debe ignorarse:
“¿Por qué reintroducir la realidad trascendente del autonomus ego? Bien mirado, se trata de
autonomous egos más o menos iguales según los individuos. Volvemos aquí a una entificación
conforme a la cual no sólo los individuos en cuanto tales existen sino que además algunos existen
más que otros. Esto contamina, más o menos implícitamente, las llamadas nociones del yo fuerte
y el yo débil, que son otros tantos modos de eludir los problemas planteados tanto por la
comprensión de las neurosis como por el manejo de la técnica”.48
Vale decir que es en el contexto del debate con el posfreudismo y la teoría de la autonomía del ego que
Lacan plantea lo problemático de la consideración del sujeto como uno, denominado “entificación” -ligado a la
atribución de una sustancia-. En El Seminario 13 insiste en que “cada vez que hablamos de algo que se llama
sujeto hacemos un uno”.49 El verdadero desafío que asume es cómo definir una subjetividad sin entificar al
sujeto, sin “unificarlo” -hacerlo uno y único, al suturar la escisión que lo constituye-, en última instancia: sin
hacer ontología.50 Su elocuencia resalta en El Seminario 11 al hacer del sujeto y del inconsciente conceptos
inseparables:
“El inconsciente es la suma de los efectos de la palabra sobre un sujeto, en el nivel en que el
sujeto se constituye por los efectos del significante. Esto deja bien sentado que con el término
sujeto -por eso lo recordé inicialmente- no designamos el sustrato viviente necesario para el
fenómeno subjetivo, ni ninguna especie de sustancia, ni ningún ser del conocimiento en su patía,
segunda o primitiva, ni siquiera el logos encarnado en alguna parte, sino el sujeto cartesiano, que
aparece en el momento en que la duda se reconoce como certeza -sólo que, con nuestra manera
de abordarlo, los fundamentos de este sujeto se revelan mucho más amplios y, por consiguiente,
mucho más sumisos, en cuanto a la certeza que yerra. Eso es el inconsciente”.51
Cuando años después los mismos analistas lo interrogan -para su sorpresa no disimulada- respecto de
por qué sigue empleando el término sujeto para referirse al inconsciente estructurado como un lenguaje, Lacan
responde con un irónico retorno no a Freud sino al Organon y las Categorías de Aristóteles, planteando que
sería descabellado no retomar ese término del que esa tradición filosófica nos conservó el hilo. Pero ¿qué hilo
une a Aristóteles con Freud?:
48
Ibid., 24.
49
Lacan, J. (1965-66). El Seminario. Libro 13: El objeto del psicoanálisis, inédito.
50
Este trabajo se desarrolla a partir de la fórmula canónica del sujeto que inicia en El Seminario 9 y que comentamos en algunos
párrafos más adelante, tiene continuación en El Seminario 10 con el cociente de la división subjetiva y culmina en El Seminario 11 con
las operaciones de alienación y separación a las que dedicamos el capítulo siguiente.
51
Lacan, J. (1964/1987). El Seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, p.
132-3.
“Todo parte del traumatismo inicial de la afirmación aristotélica que separa de la manera más
rigurosa el sujeto y la sustancia, y que está completamente olvidada”.52
“esencialmente la dimensión propia del análisis, es la reintegración por parte del sujeto de su
historia hasta sus últimos límites sensibles, es decir hasta una dimensión que supera
ampliamente los límites individuales”.53
Si supera los límites individuales, lo que aparece tras ese trasbasamiento del límite es la otredad.
Alusión a la intersubjetividad con la cual él concibe tempranamente la experiencia del deseo humano como
deseo de reconocimiento ligado a la función de la palabra: mediadora (acuerdo simbólico), pacificadora (de la
lucha imaginaria del prestigio que culmina en la muerte) y que es pacto. Esa es la esencia y la particularidad
diferencial de la clínica psicoanalítica: clínica en transferencia54 quiere decir no sin Otro, una clínica intervalar –
el intervalo en el cual emergerá el sujeto entendido como un efecto, como producto de la relación entre
psicoanalista y psicoanalizante, lo cual tiene como fondo el clásico axioma lacaniano: el inconsciente es el
discurso del Otro. Claramente lo expresa en la conferencia del 20 de abril de 1968 en Burdeos:
“El sujeto del que se trata no tiene nada que ver con lo que se llama lo subjetivo en sentido vago,
en el sentido de lo que mezcla todo, ni tampoco de lo individual. El sujeto es lo que defino en
sentido estricto como efecto del significante. Esto es un sujeto, antes de poder situarse por
ejemplo en tal o cual de las personas que están aquí en estado individual, antes incluso de su
existencia de vivientes”.55
Entonces sujeto no es persona, no es individuo ni individual ni nada del orden del viviente entendido
como ser biológico dotado de vida. Es preciso, sin embargo, hacer notar que Lacan arriba a esta original
concepción de sujeto articulando a la vez que diferenciando dos registros: el de la palabra y el del lenguaje. En
cuanto a la función de la palabra, modifica sutilmente la teoría de la comunicación por la que un emisor envía un
mensaje en cierto código al receptor que lo decodifica. Su nueva fórmula es: “comunicación donde el emisor
52
Lacan, J. (1968/2006). Mi enseñanza, su naturaleza y sus fines. En Mi enseñanza. Buenos Aires: Paidós, p. 114.
53
Lacan, J. (1953-54/1981). El Seminario. Libro 1: Los escritos técnicos de Freud. Buenos Aires: Paidós, p. 26.
54
Como bien ha planteado J.-A- Miller al indicar que es preciso situar tres letritas al pié de todo ensayo de clínica psicoanalítica
como colofón: CST (Clinique Sous Transfer). Miller, J.-A. et al (1984). Clínica bajo transferencia, Buenos Aires: Manantial.
Lamentamos que esto se olvide cada vez más.
55
Lacan, J. (1968/2006). Mi enseñanza, su naturaleza y sus fines. En Mi enseñanza. Buenos Aires: Paidós, p. 103.
recibe del receptor su propio mensaje bajo una forma invertida”56, irónica transformación gracias a los
conceptos de palabra y deseo de reconocimiento, deseo que no podría ser entendido como una información
comunicable, sino que vale como don, don que es símbolo y por ende pacto. La consecuencia de esta fórmula
es doble, por un lado en lo atinente al sentido es fundamental porque el sentido de un discurso no será
determinado por el emisor -independientemente de su intención de significación, como plantea Lacan en El
Seminario 5- sino que reside en quien lo escucha. Y, por otro lado, pero en estricta relación con ello, esta
fórmula afecta a la concepción de sujeto, pues si el sentido reside en quien lo escucha, “de su acogida depende
quién lo dice”57: el sujeto no es previo, a quien se le dirige un discurso ni quien lo ejecuta, sino que es definido,
determinado por el Otro de la palabra. Los clásicos ejemplos que Lacan emplea “tú eres mi maestro” y “tú eres
mi mujer” definen retroactivamente al emisor: “discípulo” y “marido”, lo cual plantea que el sujeto depende en su
constitución de sujeto de la mediación de la palabra en relación a Otro sujeto garante de la buena fe. La
confusión con el sujeto de la comunicación preocupará siempre a Lacan e insistirá muchas veces en la amplia
extensión de su enseñanza, por ejemplo:
“¿Puede evitarse que […] el sujeto que mi discurso delimita no siga siendo lo que es para
nuestra realidad de ficción psicologizante: en el peor de los casos, el sujeto de la representación,
el sujeto del obispo Berkeley58, punto de impasse del idealismo y, en el mejor, el sujeto de la
comunicación, de lo intersubjetivo del mensaje y de la información, incapaz incluso de contribuir
a nuestro problema?”.59
En cuanto al segundo registro, cuando Lacan pone el acento en el sujeto como efecto de la estructura
del lenguaje, lo define lingüísticamente a partir de una fórmula -que está destinada a convertirse en canónica-
de factura extraña, incluso tautológica, en tanto sujeto y significante se definen mutuamente: “el significante es
lo que representa a un sujeto para otro significante”60. Esta formulación apunta a enfatizar la función del
56
Lacan, J. (1953/2008). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1. México: Siglo XXI, p.
287.
57
Lacan, J. (1955/2008). Variantes de la cura-tipo. En Escritos 1. México: Siglo XXI, p. 318.
58
Berkeley fue un filósofo irlandés muy influyente cuyo principal logro fue el desarrollo de la filosofía conocida como idealismo
subjetivo o inmaterialismo, dado que negaba la realidad de abstracciones como la materia extensa. Su filosofía es el empirismo llevado al
extremo; llega a proponer que no se puede saber si un objeto es, sólo puede saberse un objeto siendo percibido por una mente. Planteó que
los seres humanos no pueden conocer los objetos reales o la materia que causa sus percepciones, sino que incluso las propiedades
matemáticas son ideas semejantes a las cualidades sensoriales. Por tanto, concluyó que todo lo que puede conocerse de un objeto es su
percepción del mismo, y resulta gratuito suponer la existencia de una sustancia real que sustente las propiedades de los cuerpos. Así, los
conceptos abstractos son una ficción. En consecuencia, los objetos percibidos son los únicos acerca de los que se puede conocer. Cuando
se habla de un objeto real en realidad se habla de la percepción del objeto. Lo que el objeto realmente es, aparte de las sensaciones que
podamos experimentar o las representaciones mentales que nos hagamos, nos sería, de esta forma, completamente desconocido. El objeto
existiría, en última instancia, como una idea de nuestra mente. Ese sujeto de la representación es el que Lacan deplora como el peor de los
casos de psicologización.
59
Lacan, J. (1967/2012). La equivocación del sujeto supuesto saber (en el Instituto Francés de Nápoles). En Otros escritos.
Buenos Aires: Paidós, p. 358.
60
Lacan, J. (1960/2008). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. En Escritos 2. México: Siglo
XXI, p. 779. Definición cuya construcción se inicia en las primeras clases de El Seminario 9: La identificación, permaneciendo firme a lo
largo de toda su enseñanza y hasta sus últimos tramos -más allá de las variaciones y agregados permanentes-, como se verifica en las
clases del 16 de enero de 1973, 11 de junio de 1974, 15 de noviembre de 1975, 11 de mayo de 1976 y 15 de noviembre de 1977.
significante y sus consecuencias “por donde él determina, singularmente, al sujeto por arrojarle a cada instante
los efectos mismos del discurso”61 introduciendo al sujeto como su efecto y eliminando toda consideración de
una existencia previa. Se comprende por qué el recurso inicial al estructuralismo, pues le permite a Lacan
desplazar el sustancialismo en la medida en que es una doctrina que se funda en la diferencia de las
propiedades intrínsecas de los seres y conlleva, por tanto, la creencia en la existencia de sustancias dotadas de
propiedades y que pueden ser consideradas en cuanto tales.62 Lacan se orienta decididamente a vaciar de
consistencia la sustancia subjetiva y el estructuralismo le aporta -vía Saussure y el Círculo de Praga- la tesis de
que en la lengua no hay términos positivos sino puras diferencias. La inédita definición lacaniana de sujeto,
además de lo antedicho, le instila la falta de reflexividad que le hubiera permitido estar seguro de su identidad
por su propio movimiento. Se trata, por lo tanto, de un sujeto evanescente, por ello incapaz de “reconocerse” ni
a través del Otro ni por sí mismo (ya que no tiene ningún “sí mismo”), lo cual destituye el ideal de autenticidad
que se plantea bajo la forma de “sé fiel a ti mismo”.63 Y para alcanzar esa reflexividad perdida por el hecho de
su constitución dividida entre significantes, la imagen especular es la suplencia que el estadio del espejo le
provee: reflexividad que resulta de la confrontación con la imagen especular, que se construye con ella, cuando
se produce el moi del lado del espejo. Podríamos decir que en esta concepción el sujeto no tiene propiedad, no
tiene atributos, no tiene individuación, extraño ser casi inexistente que -en este estricto sentido- parece
confundirse, como ha señalado Le Gaufey, con la función del tipo de las que W. Quine denominó “entidades
semi-crepusculares”64, esas entidades que no tienen identidad.
Si esto tiene consecuencias decisivas es porque estamos habituados a leer abordajes del sujeto
mediante comprensiones psicológicas, en la medida en que se lo coloca en primer o último término, ya sea
como objeto determinado o como agente de determinación. En verdad, la definición canónica antes citada no le
reserva ni el primer ni el último lugar sino el medio, un intervalo entre dos. Juan Ritvo enfatiza la paradoja que
ello entraña: “si se lo cuenta ya no se lo cuenta porque lo que se cuenta es un significante y el sujeto, efecto del
significante, no queda reducido a él”.65 Es decir que en cualquier cuenta es lo incontable, ya sea por excedencia
o por sustracción. La fórmula lacaniana, objeto de innumerables citas, funciona como coartada para salirse de
estas vueltas problemáticas de la noción de sujeto y clausura el debate y el pensamiento: una definición que
cierra y punto. Es preciso aclarar que subrayar la determinación del sujeto por el significante sin más nos
mantiene en el terreno de la psicología, no es ese el avance o la subversión de Lacan. Por supuesto que lo
determina, eso no es lo nuevo. El quid es que lo determina de modo insuficiente:
“La razón insuficiente del significante torna al sujeto, a cada uno de nosotros puestos en
61
Lacan, J. (1964-65). El Seminario. Libro 12: Problemas cruciales para el psicoanálisis, inédito, clase del 7 de abril de 1965.
62
Al respecto es interesante el recorrido que hace Jacques Alain Miller en dos textos: “Acción de la estructura” y en “S'truc
dure”. En Matemas I. Buenos Aires: Manantial, 1987.
63
Como se plantean estúpidamente la legión de imbéciles que integran The Big Brother. El patetismo llega a límites
insospechados.
64
Le Gaufey, G. (2010). El sujeto según Lacan. Buenos Aires: El Cuenco del Plata.
65
Ritvo, J. (2005) Enigmas del yo pienso. Imago Agenda, 94. Recuperado de
http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=415.
ajenidad próxima con respecto a nosotros mismos, en algo pathemático, en el sentido
etimológico del término: pasión, sufrimiento, privado de verbalización y que por ello mismo llega
a causar la emergencia de la palabra, del Verbo”.66
En ese sentido, tomar “sujeto” derivándolo de la literalidad del sub-yectum del que proviene67,
enfatizando su “debajo de”, no alcanza porque no termina de decir en qué consiste el estatuto de supuesto del
sujeto. En suma, un sujeto insustancial (entonces sin cualidad y sin forma), irreflexivo, evanescente y dividido
por y entre significantes que lo determinan de modo insuficiente. A lo que debemos agregar un elemento más:
un sujeto en inmixión de Otredad. Como afirma Lacan en su conferencia de Baltimore:
“Los sujetos no son entonces aislados, como los pensamos. Pero, por otro lado, ellos no son
colectivos. Tienen una cierta forma estructural, precisamente inmixing”.68
¡Cómo saborea Lacan esa paradoja! El sujeto no es aislado, no se trata de una concepción
individualista, pero eso no lo hace colectivo, no se trata de una concepción sociológica o comunitaria, ni lo uno
ni lo otro, está inmixing, neologismo que Lacan no se priva de proponer en inglés: “in”, prefijo, adentro, en;
“mix”, sustantivo: mezcla, verbo: mezclar(se). El término inglés "immixing" (mezclando) supone una mezcla de
elementos en la que la esencia misma de tales elementos está disuelta y participa de la mezcla. Es decir que
esta condición impide, una vez disuelta su esencia, volver al estado anterior (como cuando se prepara un
pegamento que se compone de la mezcla de dos sustancias que vienen por separado, por ejemplo en la
preparación de "Poxipol"). En algunos escritos Lacan emplea el término francés "immixtion" que significa según
Le Grand Robert "acción de inmiscuirse, de meterse". Entonces, concibe un sujeto en inmixión de Otredad, que
no es uno pero no es sin Otro. De modo que el psicoanálisis instaura un tipo de sujeto regido por una lógica que
no es de identidad sino de alteridad pero de una alteridad que en su determinismo lo hace con insuficiencia -
peculiaridad en la que ya asoma que la estructura de ese Otro está barrada-.
En consecuencia, irremediablemente considerar al sujeto del psicoanálisis como libre es anticonceptual,
contradictorio, pues sujeto, como adjetivo, quiere decir también estar propenso o expuesto a algo -tanto en
francés como en castellano, como indicamos en nuestra excursión etimológica-, de donde deriva el participio
sujetado. Sujeto conlleva por tanto la idea de la sujeción, es decir de estar muy sujeto a algo, y si el sujeto es
sujeto, si está sujeto, sujetado, no es libre. Hallamos esta idea en Lacan, aunque más no sea por aproximación,
cuando a propósito de los tiempos del Edipo, nos plantea que el niño empieza como súbdito:
66
Ibid., nota al pié N°3.
67
Como hace Jean-Luc Nancy: “sujeto o supuesto, el supuesto o el sujeto, es la misma cosa. El subjectum está supuesto, está
puesto abajo, debajo, por debajo” (Nancy, J.-L- (2014). ¿Un sujeto?. Buenos Aires: La Cebra, p. 14).
68
Lacan, J. (1966). Discurso de Baltimore: De la estructura como “inmixing” del prerrequisito de alteridad de cualquiera de los
otros temas. (Intervención y discusión en el Simposio sobre estructuralismo, Universidad Johns Hopkins, Baltimore, 18 al 21 de octubre
de 1966, organizado por René Girard y Eugenio Donato. The Structuralist Controversy, J.H.U.P., 1970, pp. 186-201. Traducción francesa
anónima). El texto original en inglés, y una propuesta de traducción al frances, se encuentran disponibles en la "Biblioteca Lacan" del
sitio "Bibliotecas de Psicoanálisis" (www.psicoanalisis.org).
“Es un súbdito porque se experimenta y se siente de entrada profundamente sometido al
capricho de aquello de lo que depende, aunque este capricho sea un capricho articulado”.69
Nuestra lengua no refleja con claridad lo que está en juego en el término que emplea Lacan: súbdito, en
francés assujet, que alude tanto al sujeto, sujetado, pero también el súbdito es un a-sujeto, énfasis en el prefijo
negativo que lo hace resonar como asujetado, desujetado, desubjetivizado por la ley caprichosa del Deseo
Materno, súbdito en tanto sometido profundamente al capricho insensato que marca su dependencia. En estas
páginas, con el desarrollo de la metáfora paterna y los tres tiempos del Edipo, Lacan da la idea de que se parte,
en la constitución subjetiva, de esa experiencia de dependencia absoluta a una suerte de independencia, pero
en mi opinión, es un punto de vista provisorio, incluso pasajero en el sentido de que vale tan sólo en este
contexto de argumentación pues Lacan subraya siempre la relación de dependencia del sujeto del campo del
Otro. Llegará mucho después a decir algo muy diferente, que en el análisis se marcha de la impotencia a la
imposibilidad. Donde lo imposible implica descubrir una dependencia definitiva pero no absoluta respecto de
circunstancias determinantes aunque no del todo, que son lógicas, no materiales. Tal como lo afirma en ese
mismo Seminario, pero unas clases antes, al comentar el esquema “L”:
“Todo lo que se realiza en S, sujeto, depende de los significantes que se colocan en A” (el
subrayado me pertenece).70
Y más tajantemente aún, cuando define en El Seminario 10 su matema del sujeto barrado: “expresa la
necesaria dependencia del sujeto respecto al Otro en cuanto tal”.71 Estas referencias deben entenderse en el
marco del énfasis que hace allí en que la estructura del lenguaje, que es la estructura que la experiencia
analítica descubre en el inconsciente, lo preexiste72 y es su condición, pues es ella la que estructura al sujeto al
precio de no hacerlo más que su efecto, y no su amo. En este sentido, siempre se es a-sujeto, súbdito, vale
69
Lacan, J. (1957-58/1999). El Seminario. Libro 5: Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires: Paidós, p. 195.
70
Ibíd., 161.
71
Lacan, J. (1962-63/2006). El seminario. Libro 10: La angustia. Buenos Aires: Paidós, p. 32.
72
Lo cual se formaliza claramente en el cociente de la división subjetiva del Seminario 10, en el que A se escribe a la izquierda
arriba y S (el sujeto mítico del goce) en la misma línea a su derecha, marcando la preexistencia del A, así como $, el sujeto dividido
producido por la intersección con el A, se escribe debajo de A, marcando su procedencia y el campo en el que se produce, lo cual también
marca su preexistencia. No quisiéramos dejar de plantear una conjetura: si Lacan elige el matema $ para escribir la división subjetiva, no
es solamente debido a que toma la inicial del término sujet sino porque también S es el matema con el que escribe el término significante;
tacharlo implica que $ es también un modo de matematizar que no hay significante (del sujeto).
Este esquema, en rigor, es el tercero que Lacan produce en el seminario sobre la angustia, que tomamos aquí con el interés de
enfatizar que, además de lo antedicho, el sujeto es causado por el objeto a en tanto que causa de deseo.
decir: no se conquista la libertad, entendida como la posibilidad de un sujeto sin Otro. Debe entenderse aquí la
referencia a la dependencia no en el sentido de que en el Otro están ya prefigurados los significantes que
contienen la programación completa del sujeto sino que -como reza su definición- el sujeto sólo es detectable
(en su estructura de escisión e inmixión) a partir de los significantes. Ello significa que el sujeto no es sin Otro.
Creerlo es una locura -como explícitamente sostiene Lacan en Acerca de la causalidad psíquica en 1946.
Creerse libre, independiente del Otro y “a salvo” de su determinación, es enloquecedor y le deja al ilusorio “a-
sujeto” la figura del hombre libre que Lacan postula en ese escrito: la de títere, cuya ilusión de autonomía se
asienta en el desconocimiento de la dialéctica del Otro que hace del a-sujeto sujeto, dividido, pero sujeto y no
títere manipulado, esclavizado, por el ideal. Pues la posición de sujeto en psicoanálisis justamente se sostiene
de no desconocer, sino más bien de reconocer, incluso de soportar, la determinación ineludible -aunque
agujereada- del Otro. Autodeterminación y libertad -además de ser el nombre de un partido político al que por
esa razón nunca votaría- son formas de locura que en un psicoanálisis hay que guardarse muy bien de
propiciar.73
Así, considerar que en psicoanálisis, en un tratamiento psicoanalítico, se trata de arribar a la
transformación de un sujeto dependiente en un “sujeto libre” es una contradictio in adjecto, una expresión que
merece aplicársele una de las más sorprendentes figuras del lenguaje – la de oximorón74. Pero ello nos plantea
ya desde el comienzo un problema: si la libertad es un imposible, si la determinación del Otro es insoslayable, si
no hay sujeto sin Otro lo cual comporta su condición dependiente de ese Otro, ¿ello no nos devuelve a la
maquinaria de la cual el sujeto no sería más que una pieza funcional? O sea, justamente a aquello que la
definición de sujeto objeta en cuanto tal. Se abre allí una interrogación que debemos retomar: paradoja del
sujeto que se enlaza inextricablemente con la de la libertad. Una libertad que no se entiende en términos de
pura autodeterminación pues -y esto concita consenso entre los comentadores de Lacan- está marcada por ese
poco con el que se la cuantifica no sin cierta ambigüedad (¿cuánto es poco? ¿cómo se mide?). Se acuerda que
esa poquedad responde del determinismo que la atraviesa, al cual están sometidos los actos, los
comportamientos, los pensamientos, el cual la “limita”. Entre libre albedrío y determinismo parece debatirse la
concepción de la libertad en psicoanálisis. No estamos de acuerdo, pues libertad y determinismo no componen
un buen par de opuestos, y porque la concepción de sujeto que formula Lacan lo hiere de muerte. Hé aquí lo
aporético. Busquemos entonces otros caminos.
“Responsalibertad”
En la obra de S. Freud encontramos una fundamentación tajante para desestimar un libre albedrío; es
más que contundente cuando afirma: "no hay en lo psíquico nada que sea producto de un libre albedrío, que no
obedezca a un determinismo".75 Pareciera factible fundar allí una sobreterminación tan absoluta que daría razón
73
Sobre este tema he dirigido una investigación UBACyT durante los años 2010-2012 cuyos resultados finales se encuentran
publicados en Muñoz, P. (2011). Las locuras según Lacan. Consecuencias clínicas, éticas y psicopatológicas. Buenos Aires: Letra Viva.
74
Término proveniente del griego: "oxys" (agudo, ácido, punzante) y "moros" (estúpido, tonto, fofo).
75
Freud, S. (1901/1980). Psicopatología de la vida cotidiana. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, Tomo VI.
de la total dependencia del sujeto del Otro sin resto, de su sujeción sin margen. Pero -y hete aquí una de sus
dimensiones paradojales- ese fundamentalismo determinista no hace que Freud lo exima de la responsabilidad
por sus actos:
"Si el contenido del sueño no es el envío de un espíritu extraño -afirma-, es una parte de mi ser;
si, de acuerdo con criterios sociales, quiero clasificar como buenas o malas las aspiraciones que
encuentro en mí, debo asumir la responsabilidad por ambas clases, y si para defenderme digo
que lo desconocido, inconsciente, reprimido que hay en mí no es mi 'yo', no me sitúo en el
terreno del psicoanálisis, no he aceptado sus conclusiones, y acaso la crítica de mis prójimos, las
perturbaciones de mis acciones y las confusiones de mis sentimientos me enseñen algo mejor.
Puedo llegar a averiguar que eso desmentido por mí no sólo 'está' en mí, sino en ocasiones
también 'produce efectos' desde mí" (las itálicas me pertenecen).76
De este modo, libertad y sujeto son términos que se anudan en el de responsabilidad subjetiva. Bajo
esta expresión -que sin dudas merecería un trabajo más específico, y que haremos en una futura publicación,
porque se la suele emplear en el sentido del discurso yoico que ubica al sujeto como agente de
responsabilización por el acto cometido- intentamos reflejar -lo decimos en sentido muy amplio- que si bien hay
determinación inconsciente, también hay responsabilidad, lo cual hace enrevesar el planteo de cuánto hay de
determinismo y cuánto de libertad. Así, Freud nos presenta un sujeto que no puede considerarse amo y señor
de sí mismo, de sus discursos y sus actos. En principio porque el sujeto no es el yo y no puede ubicarse en
posición de agente, de lo que desprende la subversión del sujeto que Lacan propone: sujeto del inconsciente en
cuanto este es el discurso del Otro. Pero además, fundamentalmente, resultará una toma de posición -
desconocida, elección inconsciente- frente a aquello que lo determina como algo que también es "suyo". Ese
“propio” es de una estofa extraña, es una propiedad impropia, pues en la estructura del sujeto del inconsciente
lo propio y lo impropio se continúan en una relación que cabe designarse como moebiana. Pues para Lacan un
acto no es un producto sino el proceso de su constitución. Es claro que no hay acto sin apuesta del sujeto, pero
este se pierde y desaparece en los efectos del acto, un sujeto que es determinado en su indeterminación. Ajeno
a toda ideología de la absolución, el psicoanálisis considera imprescindible la atribución de responsabilidad por
lo que a cada quien le acontece aunque no lo haya elegido a sabiendas. Pero esa atribución no debe
emparejarse con una asunción del otro lado de los términos.
En este punto conviene quebrar el clásico dualismo libertad-determinación, pues se trata de dos
campos heterogéneos, inconmensurables, tal como se deduce del planteo freudiano: hay un determinismo
absoluto del inconsciente pero... Freud no exime al sujeto de responsabilidad. ¿Qué comporta esa afirmación?
Que la no eximición de la responsabilidad es, en última instancia, un acto. Freud, psicoanalista, en su acto
atribuye responsabilidad al analizante, aunque se trate de algo desconocido o reprimido. Podemos seguir
76
Freud, S. (1925/1979). Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. En Obras completas. Buenos
Aires: Amorrortu, Tomo XIX, pp. 135.
hablando del determinismo inconsciente teniendo presente que es una analogía con otros determinismos, pero
en psicoanálisis se trata de otra cosa. Ese acto nos traslada a otro plano, ya estamos fuera de lo que es o no
cognoscible, fuera del plano de los determinismos y lo indeterminado; atribuir responsabilidad, no eximir al
sujeto de responsabilidad nos lleva a otro terreno, al terreno ético que es el suelo más sólido de la práctica del
psicoanálisis.
“¿de qué me serviría ceder a mi orgullo moral -prosigue Freud- y decretar que, con miras a las
valoraciones éticas, me es lícito desdeñar lo malo del ello, y no necesito hacer a mi yo
responsable de eso malo? La experiencia me muestra que, empero, me hago responsable, que
estoy compelido a hacerlo de algún modo”.77
Compelido a la responsabilidad. El acto del psicoanalista compele a una responsabilidad que por ello
mismo nunca será absolutamente propia y más que unificarme con mi acción me divide en y por ella.
Compelido a hacerlo de algún modo: que no está predefinido, que no responde a un canon adecuado, que no
debe ajustarse a ningún estándar. Por su parte Lacan expresa esta no eximición de responsabilidad en otros
términos:
"Decir que el sujeto sobre el que operamos en psicoanálisis no puede ser sino el sujeto de la
ciencia puede parecer paradoja. Es allí, sin embargo, donde debe tomarse un deslinde a falta del
cual todo se mezcla y empieza una deshonestidad que en otros sitios llaman objetiva: pero es
falta de audacia y falta de haber detectado el objeto que se raja. De nuestra posición de sujeto
somos siempre responsables. Llamen a eso terrorismo donde quieran".78
La fuerza de este enunciado ha de modularse. “De nuestra posición … somos”. ¿Quiénes? ¿Quién es
el sujeto de ese enunciado? Nosotros. Pero ¿quiénes somos “nosotros”? Nótese que Lacan combina un plural y
un singular que no siempre se respeta en el modo en que se la cita79 o se la lee; me refiero justamente a este
sujeto tácito “nosotros” que le corresponde a la conjugación del verbo “somos”, primera persona del plural, y la
“posición de sujeto”, singular. El original francés es claro: “De notre position de sujet, nous sommes toujours
responsables”.80 Se hace imperioso señalar el contexto de la discusión que Lacan mantiene allí para apreciar
qué implicancias tiene el término “responsabilidad” para no recaer en el vicio de comentarista que hace de este
bello apotegma una de las citas privilegiadas al ser revisitada incansablemente como un slogan lacaniano, lo
cual suele ir de la mano de su dudoso valor conceptual.
La ciencia, al forcluir al sujeto despojado de subjetividad y tomado como mero objeto de medición, lo
condena a la causalidad fisicoquímica cuyas fuerzas actúan determinándole y de este modo lo
77
Ibid.
78
Lacan, J. (1953-54/2008). La ciencia y la verdad. En Escritos 2. México: Siglo XXI, p. 816.
79
Por ejemplo: Pujó, M. (2010). Crímenes y pecados. Psicoanálisis y el Hospital, 38, 100.
80
Lacan, J. (1966/1999). La science et la vérité. En Écrits II. Paris: Seuil, p. 339.
desresponsabiliza y le habilita el refugio en el “alma bella”. Esta es la interlocución que está en juego en este
escrito La ciencia y la verdad -donde precisamente Lacan se esfuerza por distinguir el psicoanálisis de la
ciencia, la magia y la religión-, y por eso acto seguido agrega: “La posición de psicoanalista no deja escapatoria,
puesto que excluye la ternura del 'alma bella'”.81 Este es el modo en que Lacan retoma la línea freudiana no
eximir de responsabilidad dejando disponible la coartada del alma bella que denuncia lo que padece sin
reconocer su participación.
No se trata entonces de los sujetos que somos responsables. Lacan tampoco dice que el sujeto se hace
responsable, ni que cada uno de nosotros es un sujeto responsable. Se siente en esas interpretaciones el
deslizamiento del discurso analítico en caída libre hacia la degradación en discurso jurídico. Si “sujeto” es -
como ya señalamos- una posición que carece de reflexividad, entonces no se trata en un psicoanálisis de un
sujeto que “se hace” responsable. El cariz yoico, incluso superyoico, de esa intimación salta a la vista. ¿Quién
“se hace” responsable? Está claro que la cuestión de la libertad está ligada al sujeto, pero entendido como falta-
en-ser, por lo cual el problema de la pregunta por el agente de la responsabilización deriva en la pregunta por la
causa. Libertad y responsabilidad deben pensarse en el marco de lo insondable de la causa. Personne (nadie)
se hace responsable, es el deseo del psicoanalista el que no deja escapatoria: la de disculparse en los
determinismos, ya sean naturales, físico-químicos o incluso inconscientes, o las contingencias del tipo “me
tocaron de chiquito”. No, la posición del psicoanalista no exime de responsabilidad y allí, paradójicamente, se
pone en juego la libertad.
“Llamen a eso terrorismo donde quieran” -prosigue la cita de Lacan-.82 Efectivamente, denuncia en ese
primer enunciado una posición fundamentalista respecto de la responsabilidad. Es un enunciado extremo, aun
extremista (en el sentido en que se dice “extremista islámico”). La bomba que arroja es que el ser afectado por
el lenguaje, el hablante, no puede escapar a la responsabilidad descansando en posiciones tiernas de alma
bella. En El Seminario 12 puede leerse la responsabilidad por la posición subjetiva que alguien asume, en
términos de decir que sí o decir que no, y no como “me hago cargo”. Sus dichos ubican a alguien en la
responsabilidad. Se trata del asentimiento o rechazo del significante. La responsabilidad por la posición
respecto del significante es fundamental e ineliminable. Pero no en cualquier contexto, es una afirmación que
no debe ser desgajada de la experiencia analítica: se trata de la responsabilidad de la que la posición del
psicoanalista no exime al sujeto. Le atribuye responsabilidad por sus ocurrencias. Más precisamente podríamos
decir que el analizante es el soporte del sujeto supuesto responsabilidad. De modo que lo que llamamos
asentimiento del sujeto es asentir al Otro, pero este asentimiento no es racional ni volitivo, ni producto de
ninguna reflexión meditada, es una magnitud irracional, un hueco, hiatus irrationalis.
Que el lugar A sea para Lacan lugar por excelencia donde situar el campo de los condicionamientos y
dependencias que afectan al hablante, es una tesis que mantiene el problema: se arruina cualquier libertad para
el sujeto. ¿Es entonces un producto del Otro, dominado, efectuado, condicionado y determinado por él, pura
variable dependiente? Lo que nos quema en ello es esa determinación ineludible del Otro y el sujeto que nos
81
Lacan, J. (1953-54/2008). La ciencia y la verdad. En Escritos 2. México: Siglo XXI, p. 816.
82
Ibíd.
dibuja. Lo cual podríamos formular: el sujeto no es libre porque depende del Otro. Entonces, hay que hacerlo
libre liberándolo del Otro -modo de pensar la dirección de la cura que objetamos explícitamente-. Para
comenzar a desenmarañar este nudo gordiano, debemos poner a prueba la estrechez de ese modo de concebir
el lazo sujeto-Otro.
“La libertad es el derecho de hacer lo que las leyes permiten”: hace unos años, en mi largo periplo por
ese extraño país que es Rusia, me encontré con esta afirmación de la célebre emperatriz Catalina La Grande,
que elegí como epígrafe de este libro y que nos orientará en el recorrido que haremos en este punto. Afirmación
paradojal que modula la formulación anterior -que el sujeto no es libre por su dependencia del Otro-, pues
afirma la libertad a la vez que la sujeción al Otro. Esta se expresa en la misma definición de sujeto: es en el
intervalo entre el significante uno y el significante dos que emergerá el efecto sujeto. Pero, y aquí algo empieza
a aflojarse, debemos considerar que en ese “entre”, algo no se define unívocamente, que entre esos dos
significantes puede haber diferentes efectos sujeto: angustia, certeza, etc. Allí algo escapa a la determinación
absoluta y en ese intervalo el efecto es una incógnita: equis. Vale decir que por un lado Lacan subraya que el
Otro determina, pero también ubica que lo hace no inevitablemente, no inequívocamente. Vale decir que la
responsabilidad implica el asentimiento o rechazo a esos condicionamientos y determinaciones, acto que los
entroniza o no en ese lugar.
Recordemos el apólogo lacaniano de El Seminario 3 sobre el muchachito que cuando recibía una
bofetada preguntaba ¿Es una caricia o una cachetada? Al responderle la segunda opción lloraba. Si se le
respondía por la primera estaba encantado. De lo que Lacan concluye:
“Cuando se recibe una bofetada, hay muchas maneras de responder a ella además de llorar, se
puede devolverla, ofrecer la otra mejilla, también se puede decir: Golpea, pero escucha”.83
Esa variedad de respuestas que señala -allí con el objetivo de cuestionar la noción de relación de
comprensión tal como la explicita Karl Jaspers- nos ilustra la injerencia del Otro, que interpela al sujeto con su
golpe, golpe que exige respuesta, sea cualquiera de las allí listadas u otra. Puede objetarse que el ejemplo de
la bofetada sustancializa al Otro. Cabe aclarar entonces que no hay posibilidad de que el Otro no interpele.
Digamos: no hace falta que haga algo para interpelar. La sola presencia del lugar del Otro como tal interpela y
exige respuesta. Es decir que lo interpelante del Otro no son sus enunciados conformados por la concatenación
significante, lo que llamamos determinismo, sino la enunciación, aquello que excede todo enunciado, no sin
dejar marcas en él, y que pisa otro suelo que el de la determinación. Tal como formula Lacan en L’étourdit el
hecho de que se diga, acto de decir, queda olvidado en lo que se dice, en el enunciado, y es esta enunciación la
que tiene valor de interpelación.
83
Lacan, J. (1955-56/1995) El Seminario. Libro 3: Las psicosis. Buenos Aires: Paidós, p. 15.
Este sencillo apólogo puede resolverse de dos modos. El primero, concebir que ante la bofetada ya no
somos libres pues no podemos no responder, aunque se responda sin responder (vale decir la no respuesta es
una respuesta también ante la interpelación84 que impone el Otro). Aquí se presenta gráficamente lo que hemos
denominado condición y determinación del Otro: este es esencialmente interpelante. Interpela sin determinar
unívocamente pues no empuja hacia una respuesta determinada -valga la equivocidad y la redundancia-, sólo
conmina a responder. Ello plantea el espacio de emergencia del efecto sujeto y su alojamiento en ese intervalo.
Pero, consecuentemente, plantea el margen de libertad: lo que se abre allí es el conjunto de posibilidades de
respuestas a lo que me determina a responder de una manera indeterminada. La objeción que podemos
oponerle es la pregnancia que el “margen” adquiere por el hecho de que como la determinación no es plena,
entonces, se abre un margen. En síntesis, pierdo mi libertad pues debo responder, aunque la indeterminación a
una respuesta predeterminada me devuelva un margen de elección, es decir un poco de mi libertad perdida.
El segundo modo de encarar el apólogo lacaniano es acentuar lo que vamos a denominar la imputación
del Otro. El problema no es que la determinación está agujereada y que debemos elegir “dentro” de ese
margen, que la libertad es lo que me queda fuera de la determinación. Esto plantea tácitamente que el
problema es que no somos absolutamente libres, que deberíamos poder elegir “sin” márgenes. No, el núcleo
problemático es que el golpe nos imputa la libertad de responder, por lo cual la libertad se nos muestra
traumática.
Fue necesario para llegar a este punto pasar por el planteo sobre la responsabilidad subjetiva porque
nos acerca a otra veta de la libertad. Pero se hace imprescindible volver a ello una vez más para hacer una
precisión: el concepto de responsabilidad implica un presupuesto básico – el de la libertad de acción de la que
en todo caso dispone el sujeto obligado por la norma. Todo hombre que se encuentra en situación de decidir,
puede actuar de uno o de otro modo. Esto implica que al hombre le sean imputables sus acciones (y omisiones)
y hasta cierto punto las consecuencias de ellas y, entonces, responsabilizarlo por ello.
Edgardo Haimovich plantea que “hay responsabilidad, y por lo tanto sujeto, en tanto sus actos no
pueden estar asegurados por una ley; son un plus respecto a la ley a la cual responden”.85 Es decir que la ley
obliga a una respuesta que excede a la propia ley. Esto es posible porque la ley está marcada por lo que
denomina una zona muda, que es un punto de inconsistencia que podríamos nombrar: la cadena significante no
responde. Esa ley está descompletada en cierto modo de contenido, pues nos dice que somos responsables
pero no nos dice cómo debemos serlo – tal como vimos lo plantea Freud: “me hago responsable, estoy
compelido a hacerlo de algún modo”. Vale decir que la ley pone en juego un “tú debes” universal y sin
excepciones pero marcado por una falta a nivel del contenido con el que se llena -que nos recuerda el estatuto
traumático que Lacan le reconoce al superyó en El Seminario 10 en cuanto mandato insensato, orden sin
contenido, puro empuje-. La ley conmina a responder pero no determina la modalidad de respuesta. Es un
84
Este término nos traslada a la relación sujeto-ley en tanto sujetado a la ley y entonces al tema de la responsabilidad ante la ley.
Por esa razón parte de su análisis lo haremos en lo que sigue y parte queda reservada para el capítulo dedicado a la responsabilidad,
impensable en psicoanálisis si no consideramos la constitución del sujeto en relación a la Ley, la del Otro, la del significante, la paterna,
etc.
85
Haimovich, E. (2000). La falta de fundamento de la ley. En Superyó y filiación. Destinos de la transmisión. Rosario: Laborde,
p. 130.
agujero que obliga al sujeto a tomar una decisión con un acto que excede lo que la ley dice, la ley le dice tú
debes pero no le dice qué debe. De allí el efecto sujeto dividido entendido como respuesta a la inconsistencia
de la ley a la que el Otro lo confronta. El sujeto del psicoanálisis se ubicaría así entre determinación e
indeterminación simbólica. Haimovich sostiene que la ley fuerza al sujeto, esa es su faceta de determinación,
pero paradójicamente lo fuerza a que prescinda de tomarla como garantía; por lo tanto, obliga a ir más allá de
ella. Es en este punto en el que la libertad se efectúa en acto, un acto que plantea un “más allá de”. Es decir
que plantea la responsabilidad y la posición del sujeto en relación a la determinación/indeterminación producida
por la ley.86
El sustento de esta posición se encuentra en los desarrollos de Hans Kelsen y su distinción entre ley
causal o natural y ley normativa. La primera rige en el mundo de la naturaleza y describe relaciones entre los
hechos. La segunda se aplica al orden social y no describe sino que prescribe relaciones entre ellos, vale decir
que plantea el deber. Si alguien comete un crimen debe ser sancionado, así como Freud plantea que debo
asumir la responsabilidad por los contenidos buenos y malos de mis sueños. A esta relación prescrita entre dos
hechos Kelsen la llama “imputación”. Haimovich destaca algo muy interesante: el término alemán Zurechnung,
“imputación”, desliza a Zurechnungsfähig que significa “responsabilidad”.
La responsabilidad en Kelsen es vista como la reacción del ordenamiento jurídico ante la infracción de
una norma por parte de un sujeto cuando se dan unas determinadas condiciones establecidas por dicho
ordenamiento. Esta concepción parte de la necesidad de que se produzca la infracción de una norma, de un
acto que, comúnmente, los especialistas llaman contrario a derecho. Es decir, parte de la realización de una
conducta que un ordenamiento dado considera indeseable. Por tanto, al ser considerado este actuar como no
deseable, la responsabilidad, como reacción del ordenamiento, expresa o manifiesta un reproche jurídico que
se explicita en la sanción. Entonces Kelsen considera que un individuo es responsable cuando es susceptible
de ser sancionado, independientemente de que haya cometido o no un acto jurídico. Se es responsable
cuando, según el ordenamiento jurídico, deba aplicarse al individuo una sanción, independientemente de que,
de hecho, se le aplique. Así pues, esta concepción de la responsabilidad se caracteriza por ver en la imputación
de responsabilidad una reacción del derecho contra una actuación que considera reprobable jurídicamente
hablando. Kelsen, en su Teoría Pura del Derecho define la responsabilidad como “la relación del individuo,
contra el cual se dirige la sanción, con el delito que él mismo hubiera cometido o que un tercero cometiera”.87
Así, la responsabilidad es la relación entre la sanción y el sujeto sobre el que ésta recae, y está articulada con
el concepto de obligación, en tanto aquella nace cuando ésta se incumple, ya que es el momento en el que se
da el requisito necesario para aplicar el acto coactivo de la sanción. Aunque, a diferencia de la obligación, la
responsabilidad determina quién será el sujeto que habrá de soportar la sanción. Por lo tanto, para Kelsen “que
una persona sea legalmente responsable de determinada conducta o que sobre ella recaiga la responsabilidad
jurídica de la misma, significa que está sujeta a una sanción en el caso de un comportamiento contrario”.88 La
86
Esta es una pata de su planteo sobre la posición del sujeto, la otra está ligada a la determinación/indeterminación producida por
el lenguaje.
87
Kelsen, H. (1994) Teoría pura del Derecho. Buenos Aires: EUDEBA, p. 137.
88
Ibid., 75.
relación entre el sujeto obligado y el sujeto responsable generalmente es de identidad. Es decir, el sujeto
obligado a una determinada conducta será el que sufre la imputación de la responsabilidad y la ejecución de la
sanción, dándose lugar a un caso de responsabilidad directa. No obstante, es posible que se produzca un caso
en el que la relación entre ambos sujetos no es la identidad, es decir, que son personas distintas, dándose lugar
a un caso de responsabilidad indirecta. La que interesa a nuestros fines es que, en este caso, al sujeto
responsable sólo le queda cumplir con la sanción, ya que no dispone de ningún medio para evitarla.
Haimovich resume el recorrido por el que Kelsen llega a este planteo de la responsabilidad como
imputación separándose progresivamente de la causalidad.89 Lo que permite observar que para el jurista la
libertad implica el hecho de no estar sometido al principio de causalidad, libertad es ausencia de determinación
causal, en la medida en que en su origen la causalidad fue concebida como necesidad absoluta. Esta
perspectiva permite abordar la cuestión de la libertad en la práctica y la experiencia del psicoanálisis, sin
reducirlo a una experiencia yoica, en el sentido de propiciar la implicación del sujeto en aquello de lo que se
queja:
“Se suele decir que la voluntad del hombre es libre puesto que su conducta no está sometida a
las leyes causales, y en consecuencia puede ser hecho responsable de sus actos. ¿Por qué
puede alguien ser hecho responsable de sus actos? Porque en él la causalidad, como causalidad
natural, no opera: según esta concepción, criticada por Kelsen, por ser libre, alguien puede ser
hecho responsable de sus actos. Kelsen invierte el planteo. El hombre no es libre sino en la
medida en que su conducta, a pesar de las leyes naturales que lo determinan, se convierte en el
punto final de una imputación. No es que la causalidad no opere, sino que se sobreagrega, se
sobreimprime a los individuos afectados por la causalidad natural, otra cosa: la imputación.
Plantea que la libertad es introducida por la imputación, y no que alguien puede ser imputado
porque es libre. Está produciendo una inversión: un sujeto es libre porque se lo toma en una
imputación, se lo carga con un nexo imputativo”.90
En términos de Kelsen: “...si el hombre es libre en la medida en que puede ser el punto final de una
imputación, esta libertad que le es atribuida en el orden social no es incompatible con la causalidad”.91
La libertad es atribuida por la ley. Esta conceptualización inaugura una vía para abordar nuestro tema,
la de incrustar la responsabilidad en la libertad, que nos revela su faceta paradojal: la libertad se muestra
introducida por un acto de imputación, en la medida en que la responsabilidad no surge del sujeto sino del Otro.
De allí que la libertad asuma un cariz traumático: no soy libre naturalmente92, no la poseo ni la adquiero como
89
Obviamos aquí replicar ese recorrido, remitimos al lector al articulo citado Haimovich (2000), pp. 131-133.
90
Haimovich, E. (2000). La falta de fundamento de la ley. En Superyó y filiación. Destinos de la transmisión. Rosario: Laborde,
p. 133.
91
Kelsen, op. cit.
92
Como en cambio sí sostiene D. Winnicott: “las alternativas de libertad y falta de libertad corresponden a la naturaleza humana”.
Es por eso que le interesa la libertad, porque piensa que “un estudio del concepto de libertad nos lleva, pues, a examinar las amenazas que
la acechan”. Vale decir que si algo la amenaza, la presupone, delineando la perspectiva contraria a la que estamos promoviendo aquí. Una
atributo o término de mi dominio, la libertad me viene del Otro, como imputación en sus diversas dimensiones,
siempre traumáticas: como mandato superyoico -con la ineludible carga paradojal que el imperativo comporta
en cuanto “tu debes” insensato-, como deseo del Otro, como ley. El efecto traumático de la ley que Kelsen pone
de manifiesto nos hace concebir al sujeto del psicoanálisis como aquel al que se le imputa libertad porque se le
imputa responsabilidad, independientemente de las determinaciones inconscientes. La libertad es imputada y
ello no niega que la determinación inconsciente opere, sino que se monta sobre las determinaciones otra cosa:
un acto de imputación que ya nos traslada a otro terreno, más allá de las determinaciones. Si la libertad es un
acto de imputación, entonces el sujeto no es naturalmente libre. Pero que ella le sea imputada no lo convierte
en su poseedor sino que esa libertad que se le imputa le sigue siendo impropia. Es la paradoja de una libertad
introducida por el Otro, una elección forzada que implica no elegir entre llorar u ofrecer la otra mejilla, sino que
conlleva un estar forzado a elegir como nombre traumático de la libertad. La relación de exclusión interna del
sujeto y la libertad que se le imputa es una hiancia abierta. Por esa razón no concebimos en la experiencia del
psicoanálisis un “ser en el ejercicio positivo de una libertad”.93
Otra vuelta de tuerca permite aproximar la libertad a la indeterminación, quebrando una vez más y
desde otra perspectiva el dualismo clásico determinismo-libertad:
“Esta libertad, o sea esta indeterminación, no es una 'menor causalidad', no es una causalidad
relajada porque se ha introducido el azar, no es una causalidad debilitada. Este punto de
indeterminación, o libertad, o responsabilidad, es introducido por la imputación. La libertad es
atribuida. No es que las personas tienen libertad o son libres, la libertad le es impuesta al sujeto
por la ley”.94
de las razones que lo llevan a esta conclusión es de donde parte, de la tesis de que la libertad incumbe a la economía interna del individuo,
es decir a su organización defensiva y sin relación con el trato que recibe, o sea, la otredad no cuenta. Sin embargo, debemos reconocer
que esta tesis de una libertad natural e inherente al individuo se encuentra modulada por el hecho de que este no es independiente del
medio en que vive, por lo cual admite que “ciertas condiciones ambientales destruyen el sentimiento de libertad incluso en las personas
que podrían haber disfrutado de ella”. (En Winnicott, D. (1969). Libertad. Disponible on line en Biblioteca D. Winnicott.)
93
Lombardi, G. (2015). La libertad en psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, p. 27.
94
Haimovich, E. (2000). La falta de fundamento de la ley, op. cit., p. 133.
No hay libertad sin Ⱥ
“un síntoma no corresponde a una única fantasía inconsciente, sino a una multitud de estas; por
95
Lacan, J. (1966). Discurso de Baltimore: De la estructura como “inmixing” del prerrequisito de alteridad de cualquiera de los
otros temas, op. cit.
96
“El estatuto del inconsciente, que como les indico es tan frágil en el plano óntico, es ético”. “No es bajo un modo impresionista
que quiero decir que su quehacer es aquí ético -no pienso en ese famoso valor del sabio que no retrocede ante nada, imagen a moderar,
como todas las demás. Si formulo aquí que el estatuto del inconsciente es ético, y no óntico, es precisamente porque Freud no lo pone en
evidencia cuando da su estatuto al inconsciente”. Lacan, J. (1964/1987). El Seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, clase III.
cierto que ello no de una manera arbitraria, sino dentro de una composición sujeta a leyes”.97
Freud suscribe entonces la hipótesis determinista que parece objetar lo azaroso, sin embargo, cuando
plantea que las fantasías inconscientes pueden ser de dos tipos (las siempre inconscientes, que se
constituyeron en el inconsciente, o bien las que fueron una vez conscientes -sueños diurnos- devenidas
inconscientes por la represión) plantea que en este segundo caso su contenido -el de las fantasías que
devienen inconscientes- “pudo seguir siendo el mismo o experimentar variaciones, de suerte que la fantasía
ahora inconsciente sea un retoño de la antaño consciente”.98 Si la fantasía se enlaza al síntoma, ¿qué podría
significar que la fantasía inconsciente puede mutar su contenido y su texto ser un retoño de la consciente?
¿Cómo se establecería con alguna certidumbre que tal elemento del contenido de una fantasía es reemplazado
por tal elemento de la otra? Si, como dice Freud, desde los síntomas la interpretación analítica permite colegir
esas fantasías inconscientes, ¿cómo saber cuál elemento de esa fantasía ha sufrido una variación respecto del
sueño diurno y cuál no? Esa laguna es la que habilita la interpretación.
Ahora bien, si la libertad debe considerarse en inmixión de Otredad, del Otro de la palabra, si es
imputada por el Otro, este no es un Otro de determinaciones ineludibles. En el condicionamiento del Otro reina
un agujero: el deseo del Otro que Lacan escribe S(Ⱥ) arriba a la izquierda en el grafo en tanto marca y falta a la
vez (presencia de una ausencia, ausencia que se hace presente). Vale decir, una estructura en falta cuyo
correlato es la ausencia de respuesta. El Otro, finalmente, no responde, no responde -en términos de Freud-
sobre el sexo ni sobre la muerte. Abismo que paradójicamente, por una parte, conmina a responder -su faz
interpelante- pero sin dar los elementos, y por no darlos, justamente por ello, deja abierta la posibilidad de
inventarlos -su faz de imputación de libertad-. El Otro interpela no desde su potencia, desde su poder de
sobredeterminación inapelable sino desde su imposibilidad de determinar, desde su mutismo, su zona muda,
desde el agujero, su indeterminación. Como bien señala Lacan: “a partir de la introducción de un Otro como
lugar de la palabra […] Sobre esa escena aparece el sujeto como sobredeterminado por la ambigüedad
inherente al discurso”.99 Subrayo: sobredeterminado por la ambigüedad, todo lo contrario de como suele
entenderse la sobredeterminación. Allí “sobredeterminado” quiere decir no muy o multideterminado sino “sobre-
determinado”: más allá de las determinaciones, por sobre ellas, por arriba, sobrepasándolas. El Otro determina
más allá de lo que dice, sobredetermina, porque determina desde la ambigüedad de su discurso -lo cual tendrá
continuidad en alienación y separación-. Los ejemplos del par y el impar que Lacan desarrolla en el
complemento a La carta robada muestran la verdadera estructura de la sobredeterminación pues el
ordenamiento mismo de la cadena significante determina, por su misma distribución al azar, la emergencia de
leyes simbólicas que hacen posible o imposible la aparición de determinados signos según el orden de la
secuencia en que se presenten. De modo que la célebre sobredeterminación freudiana es comprensible en el
marco de lo simbólico, es determinación significante, pero que incluye en su estofa la dimensión del azar, que
97
Freud, S. (1908/1976). Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad. En Obras completas. Buenos Aires:
Amorrortu, Tomo IX, p. 144.
98
Ibid., 142.
99
Lacan, J. (1958/2012). El psicoanálisis verdadero y el falso (Intervención en el IV Congreso Internacional de Psicoterapia,
Barcelona, octubre de 1958). En Otros escritos. Buenos Aires: Paidós, p. 183.
nos introduce en el registro de la apuesta y del cálculo de probabilidades, donde la probabilidad fundamental es
la del encuentro. En este sentido, la libertad se instala en la excedencia de la cadena significante, es decir de la
determinación. Lo cual significa que el efecto excede la determinación del significante y ese efecto, que es un
efecto de verdad, es la verdad de la división subjetiva.
De este modo se pone en juego la libertad en la práctica del psicoanálisis. El sujeto es el efecto del
encuentro con la insuficiencia de la palabra del Otro para ceñir la realidad sexual y el ser, frente a lo cual no
cabe otra posibilidad que apostar -y no descubrir qué soy para el Otro, develarlo o reencontrarlo o aprenderlo
(todos ellos nombres de los desvíos posfreudianos que Lacan expuso en su enseñanza)-, es una apuesta
primera, necesaria, fatal, pues el que habla no cuenta con los medios unívocos que, si existiesen lo confinarían
a la aplicación mecánica de respuestas.
Ese punto de inconsistencia del Otro, que la cadena significante no responda, imputa responsabilidad,
es decir libertad porque por no dar las respuestas obliga a buscarlas pero sin decir cómo ni dónde. Lo cual
conlleva la consideración de la respuesta a nivel de lo singular, entendido como imposibilidad de definir
modalidades de respuesta. Si alguna vez Lacan se refirió a la apuesta de Pascal es porque constata que en el
hombre hay un nudo que no admite solución racional, haciéndole lugar a lo incomprensible y el no sé qué
causal. Como señala Sara Vasallo:
“Pascal no concluye en absoluto que debamos adoptar una postura de tipo escéptico (la que
dice: no hay verdad. O toda verdad es relativa: abstengámonos de actuar o de juzgar). A eso
replica: Hay que apostar. Usted está embarcado. Su actitud frente al escepticismo consiste en
llevarlo a un punto de implosión que lo radicaliza, desembocando en una acción. Lo que no se
puede conocer, se lo actúa, sin garantía en el saber del Otro”.100
Sin embargo aquí se vislumbra en el horizonte esta dificultad: el problema es que el Otro no responde
cómo, no da los elementos para responder. Y justamente por ello tal vez el sujeto pueda articular alguna
respuesta. Pero… ¿y si los diese? ¿Si se nos planteara en nuestra práctica que un analizante encuentra quien
le dice qué quiere y cómo responder? No salgamos del atolladero sencillamente con una de esas frases a mano
siempre listas: ”es estructural”. Una respuesta escolar de este orden quiere decir todo y, por eso mismo, no
quiere decir nada.
Un paciente relataba reiteradamente una situación que lo desesperaba y lo angustiaba mucho: su mujer
nunca le decía claramente lo que quería. Enfatizaba que se tomaba el trabajo de preguntarle detalles, hasta el
más ínfimo, de aquello que deseaba: “yo intento que me diga exactamente lo que desea, y cuando creo que lo
tengo se lo doy, pero -concluye amargamente- nunca era eso...”. Es que no se trata de que el Otro es malo y no
da -los enojos con su amada su sostenían de la creencia en su malvada intencionalidad-; aunque diese y
entregue todo, aunque diga con precisión de reloj suizo lo que desea siempre, fatalmente, habrá algo que la
cadena significante en su ambigüedad no alcanzará a decir, o dice de más, o dice de menos, o dice con
100
Vasallo, S.: Sobre Pascal. Texto de circulación interna en nuestro grupo de investigación, se desconoce su publicación.
equivocidad, y en esa excedencia o incompletud o incongruencia que se presenta como una infalible discordia
se dibuja la estofa traumática de la libertad. Él, finalmente, está condenado a elegir qué darle y cómo.
Retomando el apólogo lacaniano del niño y la bofetada, además de llorar se puede devolverla, ofrecer
la otra mejilla o también se puede decir: “Golpea, pero escucha”. Lacan no es inocente al formularlo de este
modo porque la relación entre golpe y escucha es inconmensurable, porque la respuesta tiene estatuto de
palabra que puede ser escuchada y ello nos mete de lleno en el terreno de la transferencia: algo es respuesta
en la medida en que sea escuchado. El clivaje entre el golpe y la respuesta está dado por el Otro de la
transferencia. ¿Qué significa que Freud no lo exime de responsabilidad al soñante? Que lo escucha. Ese
escuchable es el acto que le atribuye, le imputa responsabilidad y, por lo mismo, libertad.
Constitución subjetiva
A modo de síntesis ordenadora, es preciso subrayar que las dos líneas que hemos proseguido en la
delimitación de la libertad del sujeto en su relación al Otro están en perfecta correlación con la duplicidad que
hallamos en el abordaje de Lacan respecto de la pregunta acerca de si el Otro es Uno. Que el Otro es Uno es
un principio teológico: los significantes pertenecen a un Otro que unifica el campo simbólico. Entonces, no hay
libertad para el sujeto, ni margen, ni poco, está sujetado al Uno. Pero si el Otro no es Uno, como también
propone Lacan, se abren para el sujeto los efectos de la falta irreductible que obstaculiza la unificación del Otro,
eso que Lacan denomina enforma de a, que implica un agujero en el saber y una disyunción con la verdad,
coalescentes con el sujeto. Libertad, en esa linea, no es exactamente la respuesta del sujeto a las
determinaciones del Otro, pues así planteado el sujeto se sustancializa, su tiempo es lineal y cronológico y la
libertad su atributo y la responsabilidad su capacidad. Más bien el sujeto se constituye en la respuesta misma a
la imputación de libertad del Otro, en tanto que no hay sujeto previo a la respuesta. La interpelación del Otro, en
su incompletud, impone la necesidad de una respuesta que será subjetiva y, además, singular (entendiendo por
eso no respuesta única sino: extraña, inclasificable y en relación con ese Otro aunque más allá de él). Es por
eso que somos necesariamente llevados a continuación a tratar estos problemas con el despliegue que
permiten las operaciones de alienación y separación.
Libertad, por fin, es el campo hiatal que se dibuja y produce en el punto del desencuentro entre el efecto
sujeto y la estructura abisal del Otro. Hiato y entre: términos de una topología de la libertad que arruina toda
idea de margen porque permiten representarse no sólo dos objetos que están en el mismo campo sino que
entre un significante y otro no hay relación. Allí como aquí, entre libertad y determinismo no hay relación, son
inconmensurables. “Margen de libertad”, expresión tan difundida como poco esclarecida, evoca cantidades:
queda un poco de libertad para el sujeto, es decir lo que escapa a la determinación del Otro. Nos parece que es
más conveniente tratarlo como un problema no cuantitativo101 sino topológico, la libertad no “es”, no puedo
101
Tal vez la expresión grados de libertad, tal como se la emplea en estadística, represente un poco mejor lo que está en juego. En
ese ámbito significa que, de un conjunto de observaciones, los grados de libertad están dados por el número de valores que pueden ser
asignados de forma arbitraria, antes de que el resto de las variables tomen un valor automáticamente, producto de establecerse las que son
medirla aunque podamos hablar de su longitud pero una longitud tal que ningún número existente es capaz de
medir con exactitud: escandaloso oxímoron de una medida inconmensurable. El margen de libertad, si lo hay, si
tiene algún sentido denominarlo así, tiene que ver con la inadecuación entre el lenguaje y lo real, inadecuación
de la cual el sujeto es efecto en tanto se constituye en el clivaje mismo que allí se produce. Porque allí donde el
lenguaje se termina, no hay sujeto… en tanto es efecto del lenguaje y ninguna otra sustancia, ni ente, ni ser. El
margen, insistimos: si conviene seguir llamándolo así, no es lo que separa dos campos (como la tierra del agua,
la parte escrita de la hoja de la parte que queda en blanco) sino que convendría pensarlo como un margen
“interno”, al modo del límite interno de un intervalo entre dos números.102 Margen intervalar que aloja el efecto
sujeto, paradójico, ambiguo, vacilante como su libertad, sujetada tanto como él, esa que se le impone por y en
cada tiempo de su pulsátil, inefable y estúpida ex-sistencia.
libres, esto, con el fin de compensar e igualar un resultado el cual se ha conocido previamente. El número de grados de libertad en un
sistema físico se refiere al número mínimo de números reales que es necesario especificar para determinar completamente el estado físico.
102
Nos referimos al teorema del valor intermedio demostrado por Bernard Bolzano.
El estadio del espejo como formador
de la función del yo [j e]
tal como se nos revela
en la experiencia psicoanalítica1
lógicos no parecen más impropios para aportar alguna luz sobre esta cues-
tión que los ridículos esfuerzos intentados con vistas a reducirlos a la ley pre-
tendidamente suprema de la adaptación. Recordemos únicamente los rayos
que hizo fulgurar sobre el asunto el pensamiento (joven entonces y en re-
ciente ruptura de las prescripciones sociológicas en que se había formado)
de un Roger Caillois, cuando bajo el término de psicastenia legendaria, subsu-
mía el mimetismo morfológico en una obsesión del espacio en su efecto des-
realizante.
También nosotros hemos mostrado en la dialéctica social que estructura
como paranoico el conocimiento humano4 la razón que lo hace más autó-
nomo que el del animal con respecto al campo de fuerzas del deseo, pero
también que lo determina en esa “poca realidad” que denuncia en él la insa-
tisfacción surrealista.5 Y estas reflexiones nos incitan a reconocer en la cap-
tación espacial que manifiesta el estadio del espejo el efecto en el hombre,
premanente incluso a esa dialéctica, de una insuficiencia orgánica de su rea-
lidad natural, si es que atribuimos algún sentido al término “naturaleza”.
La función del estadio del espejo se nos revela entonces como un caso par-
ticular de la función de la imago, que es establecer una relación del orga-
nismo con su realidad; o, como se ha dicho, del Innenwelt con el Umwelt.
Pero esta relación con la naturaleza está alterada en el hombre por
cierta dehiscencia del organismo en su seno, por una Discordia primordial
que revelan los signos de malestar y la incoordinación motriz de los meses
neonatales. La noción objetiva del inacabamiento anatómico del sistema pi-
ramidal, como de ciertas remanencias humorales del organismo materno,
confirma este punto de vista que formulamos como el dato de una verdadera
prematuración específica del nacimiento en el hombre.
Señalemos de pasada que este dato es reconocido como tal por los embrió-
logos, bajo el término de fetalización, para determinar la prevalencia de los
aparatos llamados superiores del neuroeje y especialmente de ese córtex que
las intervenciones psicoquirúrgicas nos llevarán a concebir como el espejo
intraorgánico.
Este desarrollo es vivido como una dialéctica temporal que proyecta deci-
sivamente en historia la formación del individuo: el estadio del espejo es un
drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación;
y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, ma-
quina las fantasías que se suceden desde una imagen fragmentada del
Este momento en que termina el estadio del espejo inaugura, por la iden-
tificación con la imago del semejante y el drama de los celos primordiales
(tan acertadamente valorizado por la escuela de Charlotte Bühler en los he-
chos de transitivismo infantil), la dialéctica que desde entonces liga al yo [je]
con situaciones socialmente elaboradas.
Es este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber hu-
mano en la mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en
una equivalencia abstracta por la rivalidad del prójimo, y hace del yo [je] ese
aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro, aun
cuando respondiese a una maduración natural; pues la normalización misma
de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de un expe-
diente cultural: como se ve en lo que respecta al objeto sexual en el complejo
de Edipo.
El término “narcisismo primario” con el que la doctrina designa la carga
libidinal propia de ese momento revela en sus inventores, a la luz de nues-
tra concepción, el más profundo sentimiento de las latencias de la semán-
tica. Pero ella ilumina también la oposición dinámica que trataron de defi-
nir de esa libido a la libido sexual, cuando invocaron instintos de
destrucción, y hasta de muerte, para explicar la relación evidente de la li-
bido narcisista con la función alienante del yo [je], con la agresividad que se
desprende de ella en toda relación con el otro, aunque fuese la de la ayuda
más samaritana.
Es que tocaron esa negatividad existencial, cuya realidad es tan vivamente
promovida por la filosofía contemporánea del ser y de la nada.
Pero esa filosofía no la aprehende desgraciadamente sino en los límites de
una self-sufficiency de la conciencia, que, por estar inscrita en sus premisas, en-
cadena a los desconocimientos constitutivos del yo la ilusión de autonomía
en que se confía. Juego del espíritu que, por alimentarse singularmente de
préstamos a la experiencia analítica, culmina en la pretensión de asegurar un
psicoanálisis existencial.
Al término de la empresa histórica de una sociedad por no reconocerse ya
otra función sino utilitaria, y en la angustia del individuo ante la forma con-
centracionaria del lazo social cuyo surgimiento parece recompensar ese es-
fuerzo, el existencialismo se juzga por las justificaciones que da de los calle-
jones sin salida subjetivos que efectivamente resultan de ello: una libertad
que no se afirma nunca tan auténticamente como entre los muros de una
cárcel, una exigencia de compromiso en la que se expresa la impotencia de
la pura conciencia para superar ninguna situación, una idealización voyeu-
rista-sádica de la relación sexual, una personalidad que no se realiza sino en
el estadio del espejo como formador 105
el suicidio, una conciencia del otro que no se satisface sino por el asesinato
hegeliano.
A estos enunciados se opone toda nuestra experiencia en la medida en
que nos aparta de concebir el yo como centrado sobre el sistema percepción-con-
ciencia, como organizado por el “principio de realidad” en que se formula el
prejuicio cientifista más opuesto a la dialéctica del conocimiento —para in-
dicarnos que partamos de la función de desconocimiento que lo caracteriza en
todas las estructuras tan fuertemente articuladas por la señorita Anna Freud:
pues si la Verneinung representa su forma patente, latentes en su mayor parte
quedarán sus efectos mientras no sean iluminados por alguna luz reflejada
en el plano de fatalidad, donde se manifiesta el ello.
Así se comprende esa inercia propia de las formaciones del yo [je] en las
que puede verse la definición más extensiva de la neurosis, del mismo modo
que la captación del sujeto por la situación da la fórmula más general de la
locura, de la que yace entre los muros de los manicomios como de la que en-
sordece la tierra con su sonido y su furia.
Los sufrimientos de la neurosis y de la psicosis son para nosotros la escuela
de las pasiones del alma, del mismo modo que el fiel de la balanza psicoana-
lítica, cuando calculamos la inclinación de su amenaza sobre comunidades
enteras, nos da el índice de amortización de las pasiones de la civitas.
En ese punto de juntura de la naturaleza con la cultura que la antropolo-
gía de nuestros días escruta obstinadamente, sólo el psicoanálisis reconoce
ese nudo de servidumbre imaginaria que el amor debe siempre volver a des-
hacer o cortar de tajo.
Para tal obra, el sentimiento altruista es sin promesas para nosotros, que
sacamos a luz la agresividad que subyace a la acción del filántropo, del idea-
lista, del pedagogo, incluso del reformador.
En el recurso, que nosotros preservamos, del sujeto al sujeto, el psicoaná-
lisis puede acompañar al paciente hasta el límite extático del “Tú eres eso”,
donde se le revela la cifra de su destino mortal, pero no está en nuestro solo
poder de practicantes el conducirlo hasta ese momento en que empieza el
verdadero viaje.
Verba Volant. Revista de Filosofía y Psicoanálisis
Año 8, No. 1, 2018
JACQUES LACAN
11Al desarrollar sus perspectivas sobre el yo, Freud fue llevado a hacer dos
formulaciones que parecen contradictorias.
En la teoría del narcisismo, el yo está del lado opuesto al objeto: el concepto de
economía libidinal. La investidura libidinal del cuerpo propio provoca el dolor
hipocondriaco, mientras que la pérdida del objeto produce una tensión depresiva que puede
culminar en el suicidio.
Por otro lado, en la teoría tópica del funcionamiento del sistema percepción-conciencia,
el yo está del mismo lado que el objeto y resiste al ello, es decir, al conjunto de pulsiones
gobernadas exclusivamente por el principio de placer.i
Si hay una contradicción aquí, ella desaparece cuando nos liberamos de una
concepción ingenua del principio de realidad y observamos que aunque el principio de
realidad precede al pensamiento, adquiere diversas formas según el modo en el que el
sujeto se ocupe de él (si bien Freud pudo haber sido claro en este aspecto, sus afirmaciones
no lo fueron).
Para nosotros, la experiencia analítica le da una fuerza especial a esta verdad y la
despoja de cualquier rastro de idealismo, porque nos permite especificar concretamente las
relaciones orales, anales y genitales que el sujeto establece con el mundo exterior en el
nivel libidinal.
Me refiero aquí a una formulación lingüística por parte del sujeto (que no tiene nada
que ver con los modos, vitalistas o románticamente intuitivos, de contacto con la realidad)
1
Leído ante la British Psycho-Analytical Society el 2 de mayo de 1951. [“Some Reflections on the Ego” fue
leído por Lacan ante la British Psycho-Analytical Society el 2 de mayo de 1951, y publicado en la
International Journal of Psycho-Analysis XXXIV, 1 (1953): 11-17. La paginación en negrita corresponde a la
edición original. Traducción al castellano de Agustín Kripper.]
66
Verba Volant. Revista de Filosofía y Psicoanálisis
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de sus interacciones con su entorno tal como están determinadas por cada uno de los
orificios de su cuerpo. ii De esto se sostiene o no toda la teoría psicoanalítica de las
pulsiones instintivas.
¿Qué relación guarda el “sujeto libidinal” –cuyos vínculos con la realidad tienen la
forma de una oposición entre un Innenwelt y [mundo interno] y un Umwelt [mundo
circundante]– con el yo? Para descubrirlo, debemos partir de un hecho que suele
descuidarse demasiado: la comunicación verbal es el instrumento del psicoanálisis. Freud
no lo olvidaba cuando insistía en que el material reprimido (como los recuerdos y las
representaciones), que, por definición, puede retornar de la represión, debió haber existido,
en la época en la que se produjeron los acontecimientos en cuestión, de una forma en la que
al menos haya tenido la posibilidad de ser verbalizado. Reconocer un poco más claramente
la función supraindividual del lenguaje, nos permite distinguir en la realidad los nuevos
desarrollos que éste actualiza. iii El lenguaje tiene, por así decir, una especie de efecto
retrospectivo, por cuanto determina lo que en última instancia se considera real. iv Cuando
se entienda esto, se verá desmoronarse algunas de las críticas que se han lanzado contra la
legitimidad de las incursiones de Melanie Klein en las áreas preverbales del inconsciente.
La estructura del lenguaje ahora nos da una pista sobre la función del yo. El yo puede
ser el sujeto del verbo o bien calificarlo. Hay dos tipos de lenguaje. En uno se dice:
“Golpeo al perro”, mientras que en el otro se dice: “El perro es golpeado por mí”.v Pero
debe señalarse que la persona que habla, aparezca en la oración como el sujeto del verbo o
calificándolo, se afirma en ambos casos como un objeto implicado en una relación de algún
tipo, ya sea una relación de sentir o de actuar.
¿Nos proporciona lo expresado en esos enunciados del yo una imagen de la relación
del sujeto con la realidad?
Aquí, como en otros casos, la experiencia psicoanalítica corrobora sorprendentemente
las especulaciones de los filósofos, cuando definieron la relación existencial expresada en
el lenguaje como una relación de negación.
Lo que pudimos observar es el modo privilegiado en el que una persona se expresa
como yo: precisamente la Verneinung (negación).
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Aprendimos a estar bastante seguros de que cuando alguien dice: “No es así”, es
porque es así, y de que cuando dice: “No quiero decir eso”, es porque sí 12quiere decir eso.
Sabemos cómo reconocer la hostilidad subyacente en los enunciados más “altruistas”, la
corriente de sentimientos homosexuales escondida debajo de los celos, y la tensión del
deseo oculto en el horror profesado al incesto. Observamos que la indiferencia manifiesta
puede enmascarar un intenso interés latente. Y aunque en el tratamiento no nos
encontramos de inmediato con la hostilidad furiosa que provocan estas interpretaciones,
estamos convencidos de que nuestras investigaciones justifican el epigrama del filósofo que
dijo que la palabra se le dio al hombre para que ocultara sus pensamientos.vi Consideramos
que la función esencial del yo se asemeja mucho a esa negativa sistemática a reconocer la
realidad (méconnaissance systématique de la réalité [desconocimiento sistemático de la
realidad]) a la que los analistas franceses se refieren cuando hablan de las psicosis.
Sin duda, toda manifestación del yo se compone en partes iguales de buenas
intenciones y de mala fe, y la habitual protesta idealista contra el caos del mundo sólo
delata, al revés, el modo en el que logra sobrevivir aquél que tiene un papel que cumplir en
dicho caos.vii Ésta es precisamente la ilusión que Hegel denunció como la Ley del Corazón,
cuya verdad aclara sin duda el problema del revolucionario de hoy, que no reconoce sus
ideales en los resultados de sus actos.viii Esta verdad también es obvia para el hombre que,
habiendo alcanzado la flor de su vida y después de haber visto desmentidas tantas
profesiones de fe, comienza a pensar que ha presenciado un ensayo general del Juicio Final.
En mis trabajos previos mostré que la paranoia sólo puede entenderse en tales términos,
y demostré en una monografía que, en el caso estudiado, los perseguidores eran idénticos a
las imágenes del ideal del yo.ix
Pero, a la inversa, el estudio del “conocimiento paranoico” me llevó a considerar que el
mecanismo de la alienación paranoica del yo es una de las condiciones previas para el
conocimiento humano.
De hecho, los celos primordiales preparan el terreno donde surge la relación triangular
entre el yo, el objeto y “alguien más”.x Aquí se evidencia un contraste entre el objeto de las
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necesidades del animal, que está aprisionado en el campo de fuerza de su deseo, y el objeto
del conocimiento humano.
El objeto del deseo del hombre –y no somos los primeros en decirlo– es en esencia un
objeto deseado por otro. El efecto producido por este intermediario permite que un objeto
se vuelva equivalente a otro, posibilitando que los objetos se intercambien y se comparen.
Si bien este proceso tiende a disminuir la significación especial de cualquier objeto
particular, permite entrever al mismo tiempo la existencia de objetos innumerables.
Ese proceso nos lleva a ver nuestros objetos como yoes identificables, dotados de
unidad, permanencia y sustancialidad. Esto implica un elemento de inercia, que obliga a
someter el reconocimiento de los objetos y del yo a una revisión constante en un proceso
dialéctico sin fin.
El Diálogo socrático suponía un proceso semejante. Ya se tratase de la ciencia, la
política o el amor, Sócrates les enseñaba a los amos de Atenas a convertirse en lo que
debían ser desarrollando su conocimiento del mundo y de sí mismos mediante “formas”
que eran redefinidas constantemente.xi El único obstáculo que encontró fue la atracción del
placer.
Los que nos ocupamos del hombre de hoy en día, es decir, un hombre con la
conciencia intranquila, encontramos esa inercia en el yo: la conocemos como la resistencia
al proceso dialéctico del análisis. El paciente se encuentra embelesado por su yo, a tal punto
que éste provoca su padecimiento y revela su función absurda. Fue este hecho precisamente
el que nos llevó a desarrollar una técnica que sustituye la secuencia del Diálogo por los
extraños rodeos de la asociación libre.
Pero, ¿cuál es entonces la función de esa resistencia, que nos obliga a adoptar tantas
precauciones técnicas?
¿Cuál es el sentido de esa agresividad, que siempre está lista para descargarse cuando
la estabilidad del sistema delirante paranoico se ve amenazada?
¿No se trata aquí de una pregunta que es la misma y una sola?
Cuando intentamos responder profundizando un poco más en la teoría, nos guio la idea
de que si tuviésemos una comprensión más clara de nuestra actividad terapéutica,
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podríamos llevarla a cabo con más eficacia –igualmente que si situásemos nuestro papel de
analistas en un contexto definido en la historia de la humanidad, podríamos delimitar con
más precisión el alcance de las leyes que nos sería posible descubrir–.
La teoría que tenemos en mente es una teoría genética del yo. Una teoría semejante
puede considerarse psicoanalítica en la medida en que trata de la relación del sujeto con su
cuerpo propio en términos de su identificación con una imago, lo cual constituye la relación
psíquica por excelencia. De hecho, el concepto que formulamos de esta relación a partir de
nuestro trabajo analítico, es el punto de partida de una psicología genuinamente científica.
13Ahora nos ocuparemos de la imagen corporal. Si el síntoma histérico es un modo
simbólico de expresar un conflicto entre fuerzas diferentes, lo que nos sorprende es el
extraordinario efecto que tiene esta “expresión simbólica” cuando produce una anestesia
segmental o una parálisis muscular que no pueden explicarse por ninguna agrupación de
nervios sensoriales o músculos. Calificar a estos síntomas de funcionales no es sino
confesar nuestra ignorancia, porque siguen el modelo de cierta Anatomía imaginaria que
tiene sus propias formas típicas. En otras palabras, el sorprendente acatamiento somático
que es el signo exterior de esta anatomía imaginaria sólo se muestra dentro de ciertos
límites definidos. Quisiera destacar que la anatomía imaginaria a la que nos referimos varía
según las ideas (claras o confusas) sobre las funciones corporales que prevalecen en una
cultura dada. Es como si la imagen corporal tuviese una existencia autónoma, entendiendo
por “autónoma” independiente de la estructura objetiva. Todos los fenómenos de los que
hablamos parecen manifestar las leyes de la Gestalt, como lo evidencia el hecho de que el
pene sea dominante en la formación de la imagen corporal. Aunque pueda consternar a los
defensores declarados de la autonomía de la sexualidad femenina, esta dominancia es un
hecho, que, por lo demás, no puede atribuirse exclusivamente a las influencias culturales.
Además, esa imagen es selectivamente vulnerable en sus líneas de clivaje. Nos parece
que las fantasías que revelan este clivaje merecen agruparse bajo el término de “imagen del
cuerpo despedazado” (imago du corps morcelé [imago del cuerpo fragmentado]), de uso
corriente entre los analistas franceses. Estas imágenes típicas aparecen tanto en los sueños
como en las fantasías. Pueden mostrar, por ejemplo, el cuerpo de la madre con una
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aflicción en tales condiciones, nos hacen sospechar que la corteza cerebral funciona como
un espejo y que es el lugar donde se integran las imágenes en la relación libidinal insinuada
por la teoría del narcisismo.
Hasta ahora todo está claro. Sin embargo, no hemos tratado la cuestión de la naturaleza
de la imago en sí. En todo caso, los hechos suponen que postulemos cierto poder formativo
en el organismo. Aquí los psicoanalistas reintrodujimos una idea descartada por la ciencia
experimental: la idea aristotélica de la Morphé [Forma]. En la esfera de las relaciones, en la
medida en que concierne a 14la historia del individuo, sólo captamos imágenes
exteriorizadas. Ahora es el problema platónico de reconocer su sentido el que exige una
solución.
A su debido tiempo, los biólogos tendrán que seguirnos a ese dominio. El concepto de
identificación, que [los analistas] elaboramos empíricamente, es la única clave para
entender los hechos que han encontrado hasta ahora.
Es divertido observar, en relación con esto, las dificultades que tienen cuando se les
pide que expliquen datos como los recogidos por Harrison en las Proceedings of the Royal
Society [Actas de la Sociedad Real] de 1939. Estos datos mostraban que la maduración
sexual de la paloma hembra depende por completo de que vea a un miembro de su propia
especie, macho o hembra. Tan es así que la maduración del pájaro puede postergarse
indefinidamente si falta esa percepción. A la inversa, basta que el pájaro vea su propio
reflejo en un espejo para hacer que madure casi tan rápidamente como si hubiese visto a
una paloma real.
Asimismo, hemos subrayado la importancia de los hechos descritos en 1941 por Chauvin
en el Bulletin de la Société entomologique de France [Boletín de la Sociedad entomológica
de Francia] sobre la langosta migratoria, Schistocerca, habitualmente llamada saltamontes.
El insecto tiene dos tipos de desarrollo posibles que difieren por completo en su
comportamiento y su historia posterior. Existe un tipo solitario y un tipo gregario de estas
langostas, el último de los cuales tiende a congregarse en lo que se llama “nubes”. La
cuestión de si seguirá uno u otro tipo de desarrollo, queda abierta hasta el segundo o tercero
de los períodos larvarios (los intervalos entre muda y muda). La condición necesaria y
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suficiente es que el insecto perciba algo cuya forma y cuyos movimientos sean lo bastante
parecidos a los de un miembro de su propia especie. Si la mera visión de un miembro de la
especie Locusta, muy similar a la suya (si bien no gregaria), cumple esta condición, la
frecuentación de un Gryllus (grillo) carece de efecto. (Esto no podría establecerse, por
supuesto, sin una serie de experimentos de control, positivos así como negativos, que
excluyese la influencia de los aparatos auditivo y olfativo del insecto, entre otros,
incluyendo el misterioso órgano descubierto en las patas traseras por Brunner von
Wattenwyl).xiii
El desarrollo de dos tipos totalmente diferentes en el tamaño, el color y la forma –esto es,
en el fenotipo– y que incluso difieren en características instintivas tales como la voracidad,
está completamente determinado por ese fenómeno de reconocimiento. Chauvin, que se ve
obligado a admitir su autenticidad, lo hace pese a todo con mucha reticencia, manifestando
esa timidez intelectual que los experimentalistas consideran una garantía de objetividad.
Esta timidez es ejemplificada en la medicina por la prevalencia de la creencia de que
un hecho –un hecho puro– vale más que cualquier teoría, y se fortalece por el sentimiento
de inferioridad que embarga a los médicos cuando comparan sus propios métodos con los
de las ciencias más exactas.
Desde nuestro punto de vista, sin embargo, son las teorías innovadoras las que
preparan el terreno para los nuevos descubrimientos científicos, ya que no sólo nos
permiten comprender mejor los hechos, sino que hacen posible su observación en primer
lugar. Es poco probable entonces que los hechos, luego de ser ajustados más o menos
arbitrariamente a una doctrina aceptada, se queden encasillados allí.
Muchos hechos de ese tipo han llamado ahora la atención de los biólogos, pero todavía
tiene que ocurrir una revolución intelectual para que los comprendan plenamente. Estos
datos biológicos aún eran desconocidos cuando presenté en el Congreso de Marienbad de
1936 el concepto del “Estadio del espejo”, definiéndolo como uno de los estadios del
desarrollo del niño.xiv
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Volví a tratar el tema hace dos años en el Congreso de Zúrich. En las Actas del
Congreso sólo apareció un resumen (traducido al inglés) de mi trabajo. El texto completo se
publicó en la Revue française de Psychanalyse [Revista francesa de psicoanálisis].xv
La teoría que propuse allí –que sometí hace mucho tiempo a la consideración de los
psicólogos franceses– se refiere a un fenómeno al que atribuyo un valor doble. En primer
lugar, le doy un valor histórico, ya que marca un punto de inflexión decisivo en el
desarrollo mental del niño. Y en segundo lugar, tipifica una relación libidinal esencial con
la imagen corporal. Por estas dos razones, el fenómeno demuestra claramente la entrada del
individuo en un estadio en el que puede observarse la formación más temprana del yo.
La observación consiste simplemente en el interés jubiloso que muestra un niño de
poco más de ocho meses al ver su propia imagen en el espejo. Este interés se manifiesta en
juegos con los que el niño parece entrar en un éxtasis infinito cuando ve que los
movimientos en el espejo corresponden a sus propios movimientos. El juego remata en
intentos de explorar las cosas vistas en el espejo y los objetos cercanos que reflejan.
El juego puramente imaginario evidenciado en ese juego deliberado con una ilusión
tiene mucha importancia para el filósofo, 15en especial porque la actitud del niño es
justamente la inversa de la actitud de los animales. El chimpancé en particular es muy
capaz de detectar la ilusión a la misma edad. Se lo ve probar su realidad con métodos
intrincados que manifiestan una inteligencia en el nivel de desempeño al menos igual, si no
superior, a la de un niño de la misma edad. Pero cuando ha sido decepcionado varias veces
al tratar de agarrar algo que no está ahí, el animal pierde todo interés en ella. ¡Sería
paradójico, por supuesto, concluir que, de los dos, el animal es el mejor adaptado a la
realidad!
Observemos que la imagen en el espejo está invertida, en lo cual podemos ver al menos
una representación metafórica de la inversión estructural que, como demostramos,
constituye en el yo la realidad psíquica del individuo. Pero, metáforas aparte, las
inversiones del espejo reales han sido señaladas a menudo en los Dobles Fantasmales
(fenómeno cuya importancia en el suicidio fue mostrada por Otto Rank). xvi Además,
siempre encontraremos esta misma clase de inversión, si la buscamos, en las imágenes
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la superioridad del Hombre sobre los otros animales –a saber, la flexión cefálica y la
expansión del prosencéfalo–.
Su falta de coordinación sensorial y motriz no le impide al neonato quedar fascinado
por el rostro humano casi tan pronto como abre sus ojos a la luz del día, ni mostrar del
modo más claro posible que distingue a su madre de toda la gente a su alrededor.
Son la estabilidad de la postura erecta, el prestigio de su estatura y la imponencia de las
estatuas las que dan el estilo a la identificación en la que el yo encuentra su punto de
partida y dejan su impronta en él para siempre.xviii
Anna Freud enumeró, analizó y definió de una vez para siempre los mecanismos con
los que se forman las funciones del yo en la psiquis. Es notable que estos mismos
mecanismos sean los que determinan la economía de los síntomas obsesivos. Tienen en
común un elemento de aislamiento y un énfasis en la hazaña. En consecuencia, es común
encontrarse con sueños en los que el yo del soñante es representado como un estadio o
algún otro espacio cerrado consagrado a la competencia por el prestigio.
Aquí vemos al yo en su esencial resistencia al elusivo proceso del Devenir, a las
variaciones del Deseo. Esta ilusión de unidad, en la que el ser humano siempre espera con
ansia el autodominio, conlleva el peligro constante de recaer en el caos del que partió, y
pende sobre el abismo de un Asentimiento vertiginoso en el que tal vez pueda verse la
esencia misma de la Angustia.
16Pero esto no es todo. La brecha que separa al hombre de la naturaleza es la que
determina su falta de relación con ésta y engendra su escudo narcisista, con su
revestimiento nacarado, sobre el que se encuentra pintado el mundo del que está separado
para siempre. Pero esta misma estructura también es la visión en la que su propio entorno –
es decir, la sociedad de sus semejantes– está incrustada en él.
Las excelentes descripciones de niños brindadas por los observadores de [la escuela de]
Chicago nos permiten evaluar el papel que la imagen corporal cumple en los diversos
modos en los que los niños se identifican con el Socius. Los vemos tomar diversas actitudes,
como la del amo y el esclavo, o la del actor y el espectador. Un desarrollo de este fenómeno
normal merece ser descrito por el término usado por los psiquiatras franceses en la
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Esto vale para todas las formas del proceso de negación, cuyo mecanismo oculto Freud
analizó con tanta genialidad. Así, la naturaleza homosexual del: “Yo lo amo” subyacente se
revela en la frase: “Él me ama. Yo lo odio. No es a él a quien amo”. La tensión libidinal,
que encadena al sujeto a la búsqueda constante de una unidad ilusoria que siempre lo aleja
de sí mismo, se relaciona seguramente con la agonía de la derelicción que es el destino
particular y trágico del hombre. Aquí vemos cómo Freud fue llevado a su desviado
concepto de instinto de muerte.
Los signos del daño duradero provocado por esa libido negativa pueden leerse en el
rostro de un niñito desgarrado por los tormentos de los celos, en el que San Agustín
reconoció el mal original. “Yo mismo vi y conocí incluso a un bebé envidioso. Todavía no
podía hablar, pero empalidecía y miraba con amargura a su hermano de leche” (“…nondum
loquebatur, et intuebatur pallidus amaro aspectu conlactaneum suum”).xx
Es más, todo el desarrollo de la conciencia sólo conduce a redescubrir la antinomia que
Hegel establece como el punto de partida del yo. Como afirma la conocida doctrina de
Hegel, el conflicto que surge de la coexistencia de dos conciencias sólo puede ser resuelto
por la destrucción de una de ellas.
Pero, después de todo, es nuestra experiencia del sufrimiento que aliviamos en el
análisis la que nos conduce al dominio de la metafísica.
Estas reflexiones sobre las funciones del yo sobre todo deben alentarnos a examinar de
nuevo ciertas ideas que a veces se aceptan sin sentido crítico, como la idea de que tener un
yo fuerte resulta psicológicamente ventajoso.
De hecho, las neurosis clásicas siempre parecen ser subproductos de un yo fuerte. Y las
grandes ordalías de la guerra nos demostraron que, de todos los hombres, son los
verdaderos neuróticos quienes tienen las mejores defensas. Es obvio que las neurosis que
implican fracasos, dificultades de carácter y autocastigos están en expansión, y ocupan un
lugar entre los tremendos avances que el yo hace sobre la personalidad como un todo.
17En efecto, un proceso natural de autoadaptación no decidirá por sí solo el resultado
final de este drama. El concepto de abnegación, que la escuela francesa ha denominado
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80
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i
Resists (resiste) también podría traducirse por “se resiste”.
ii
In language (lingüística) también podría traducirse por “de leguaje” o “en el lenguaje”.
iii
Actualized (actualiza) podría traducirse alternativamente por “efectúa”.
iv
In determining what is ultimately decided to be real (por cuanto determina lo que en última instancia se
considera real) también podría traducirse por “ya que determina lo que en última instancia se decide que es
real”.
v
La extraña construcción de la frase, There is a beating of the dog by me (literalmente: “Hay una golpiza del
perro por mí), me obligó a traducirla del siguiente modo: “El perro es golpeado por mí”, a fin de que su
sentido quede más claro en contraposición con la frase anterior: “Golpeo al perro”.
vi
Referencia a la frase del epígrafe de Stendhal al capítulo XXII de Rojo y negro: “La parole a été donnée à
l’homme pur cacher sa pensé” (“La palabra le fue dada al hombre para ocultar su pensamiento”).
vii
Chaos (caos) parece ser la palabra con la que Lacan traduce el término désordre (desorden), que suele
emplear al caracterizar la posición del alma bella. He who has a part to play (aquél que tiene un papel que
cumplir en dicho caos) también podría traducirse por “quien tiene un papel que representar”, y remite a las
palabras que Lacan afirma que Freud habría dirigido a Dora: Regarde quelle est ta propre part au désordre
dont tu te plains, “Mira qué papel te cabe en el desorden del que te quejas,” o “Mira cuál es tu propia
participación en el desorden del que te quejas”, o, más literalmente: “Mira cuál es tu propia parte en el
desorden del que te quejas” (“Intervención sobre la trasferencia”, Écrits 1966, 219).
viii
Sobre “la ley del corazón”, cf. G. W. F. Hegel, “La ley del corazón y el delirio del engreimiento”, en
Fenomenología del espíritu (Madrid: Abada-UAM, 2010), 449-461; asimismo, cf. A. Kojève, Introducción a
la lectura de Hegel… (Madrid: Trotta, 2013), 129-130 y Jean Hyppolite, Génesis y estructura… (Barcelona:
Península, 1974), 256-261. Lacan sueñe asociarse la ley del corazón con el análisis hegeliano del “alma bella”.
Cf. “Palabras sobre la causalidad psíquica”, en Écrits 1966, 173, y G. W. F. Hegel, “La certeza moral, el alma
bella, el mal y su perdón”, en Fenomenología del espíritu (Madrid: Abada-UAM, 2010), 731-775, esp. 749-
759; asimismo, cf. A. Kojève, Introducción a la lectura de Hegel… (Madrid: Trotta, 2013), 197-200 y Jean
Hyppolite, Génesis y estructura… (Barcelona: Península, 1974), 465-469.
ix
La monografía referida es la tesis de doctorado de Lacan, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la
personalidad (México: Siglo XXI, 1976 [1932]). Cf. asimismo “Palabras sobre la causalidad psíquica”, en
Écrits 1966, 168-70.
x
Sets the stage (preparan el terreno) podría traducirse alternativamente por “instauran el estadio”. Someone
else (alguien más) también podría traducirse por “otra persona”.
xi
Awareness (conocimiento) también podría traducirse por “conciencia”.
xii
Cf. Paul Schilder, Imagen y apariencia del cuerpo humano (Buenos Aires: Paidós, 1977 [1935]).
xiii
Corregimos la errata, “Wattenwyll”.
xiv
Lacan se refiere al trabajo, “El estadio del espejo como formador de la función del Yo tal como se nos
revela en la experiencia psicoanalítica”, en Écrits, 93-100.
xv
El texto referido es “La agresividad en el psicoanálisis”, en Écrits, 101-24.
xvi
Phantom Doubles (Dobles Fantasmales) podría traducirse alternativamente por “Dobles Fantasmáticos” o
“Dobles Fantasiosos”. Cf. Otto Rank, El doble (Buenos Aires: Ediciones Orión, 1976).
xvii
Wean (alejarse) es literalmente “destetarse”.
xviii
In it (en él) podría alternativamente referirse a la identificación (en ella) en vez del al yo.
xix
Suponemos que aquí body es una errata de boy, que traducimos por “niño”.
xx
“Myself have seen and known even a baby envious; it could not speak, yet it turned pale and looked bitterly
on its foster-brother”. Esta frase de san Agustín (Confesiones, Libro I, 7) es citada por Lacan en la página 114
de los Écrits: “Vidi ego et expertus sum zelantem parvulum: nondum loquebatur et intuebatur pallidus amaro
aspectu conlactaneum suum”, y es traducida por él del siguiente modo: “J’ai vu de mes yeux et j’ai bien
connu un tout petit en proie à la jalousie. Il ne parlait pas encore, et déjà il contemplait, tout pâle et d’un
81
Verba Volant. Revista de Filosofía y Psicoanálisis
Año 8, No. 1, 2018
regard empoisonné, son frère de lait” (“Vi con mis ojos y conocí bien a un pequeñín presa de los celos. Aún
no hablaba y ya contemplaba, todo pálido y con una mirada envenenada, a su hermano de leche”). En su
versión castellana (Madrid: Gredos, 2010, p. 128), Alfredo Encuentra Ortega la traduce así: “He visto y
experimentado los celos de un pequeñín: todavía no hablaba y contemplaba pálido, con amarga mirada, a un
hermano de leche”.
xxi
Self-sacrifice (abnegación) también podría traducirse más literalmente por sacrificio de sí mismo.
xxii
Abram Kardiner propuso y definió el concepto de estructura básica de la personalidad en su libro de 1939,
El individuo y su sociedad. La psicodinámica de la organización social primitiva (México: Fondo de Cultura
Económica, 1945) como “aquel grupo de características psíquicas y conductuales derivadas de los contactos
con las mismas instituciones, tales como el lenguaje, las connotaciones específicas, etc.”.
xxiii
Leaving all the talking to him (dejándolo hablar sólo a él) también podría traducirse por “dejándolo hablar
sólo a él” o “dándole toda la palabra”.
82
Notas sobre el estadio del espejo
Javier Aguirre
Las elaboraciones de Lacan sobre el estadio del espejo, nos ofrecen un aparato conceptual
para explorar la constitución de dicha imagen, precisamente de la construcción del yo. Lacan
con el estadio del espejo presenta una topología que subvierte la dimensión interior- exterior,
dando un paso más allá del padre del psicoanálisis ¿En qué consiste el estadio del espejo que
Lacan elabora? En este texto, nos proponemos puntualizar algunas notas referidas a esta fase
del espejo, que Lacan considerará no sin variaciones, hasta sus últimas elaboraciones.
El estadio del espejo, señala Lacan1 , tiene un valor histórico, ya que marca una coordenada
del desarrollo infantil (entre los 6 y 18 meses) y al mismo tiempo tipifica una relación libidinal
1 La primera versión del estadio del espejo Lacan la presentó en el Congreso Internacional de
Marienbad en 1936, sin embargo, de esta versión no se tiene registro. Luego, algunos desarrollos al
respecto los encontramos en el texto solicitado por Wallon Los complejos familiares en la formación del
individuo (1938), publicada en el tomo VIII de la Enciclopedia Francesa que estaba dedicado a la Vida
Mental, también en su trabajo “Acerca de la causalidad psíquica” (1946), “La agresividad en
Psicoanálisis, (1948), pero principalmente en su exposición “El estadio del espejo como formador
de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” (1949), se trata de una
comunicación que Lacan presentó en el Congreso Internacional de Psicoanálisis en Zurich. Otras
versiones aparecen diseminadas en los desarrollos posteriores desde 1949, algunas de ellas serán
abordadas en el presente trabajo.
1
con la imagen corporal (Lacan, 1953). Además, con él Lacan renueva la teoría del yo y de las
identificaciones poniendo en cuestión toda teoría psicológica y filosófica que sitúa al yo como
una instancia de concomimiento, alejándose de la ego psychology, pero también de Freud al
debatir su argumento que supone al yo como núcleo del sistema percepción conciencia. En
el momento en que Lacan elabora el estadio del espejo, estaba en la escena del psicoanálisis
la escuela de Chicago y Nueva York que habían enfatizado la segunda tópica freudiana
orientando la cura hacia el reforzamiento del yo.
Ahora bien, renovar la teoría del yo, no implica que Lacan lo “desconoció” o le restó
importancia al “yo” tanto en la práctica como en la teoría. Como veremos a lo largo del este
texto, Lacan recurrirá a la categoría (moi y je) de un modo constante en su enseñanza.
Con este estadio Lacan forja una explicación sobre la conformación del yo. Siguiendo la tesis
freudiana sobre el narcisismo y las elaboraciones de la segunda tópica que consideraba al yo
como la proyección de una superficie, Lacan hace ingresar al estadio del espejo como una
identificación imaginaria, es decir, “como la transformación producida en el sujeto cuando
asume una imagen (Lacan, 1949: 87)”.
¿Constitución del yo? ¡Si! El yo2(moi) no es una dato primario, ni ex nihilo, sino una
consecuencia o un dato secundario, o sea, que se constituye. Pero esto no es una novedad,
ya Freud consideraba un supuesto necesario que desde el inicio no esté presente una
“unidad” comparable al yo, sino que este debe constituirse, algo debería agregarse al auto
erotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya (Freud, 1914: 40).
2 En francés se puede nombrar al yo de dos maneras, je y moi. El je (yo), es la forma átona del
pronombre de la primera persona en singular, éste tiene la función gramatical del sujeto y aparece
apoyada por un verbo. En el castellano para armar una frase no es imprescindible la utilización del
pronombre, mientas que en el francés sí lo es, ya que determinan en su terminación y la declinación
la persona que está hablando. Por ejemplo, je parle (hablo), en castellano podemos tener el sujeto
tácito y decir “hablo”. Mientras que el moi (yo) es la forma tónica del pronombre y tiene una función
enfática, puede prescindir del apoyo del verbo. Por ejemplo, para enfatizar que yo estoy hablando
podría decir, moi, je parle. (Yo hablo). En inglés ocurre algo similar, en nuestro ejemplo diríamos I
speak.
En Lacan encontraremos la diferencia entre je y moi, el primero indica la posición simbólica del
sujeto, mientras que el segundo, la construcción imaginaria, es el yo del narcisismo. Sin embargo, en
1949, cuando Lacan pronuncia la conferencia sobre el estadio del espejo, no está claramente
establecida esta diferencia, al hablar del yo del narcisismo se refiere al moi, al sí mismo. Más adelante,
Lacan, relacionará al je con la categoría lingüística de sfhifter. Lacan propone “partir de la definición
estrictamente lingüística del Yo [Je] como significante: en la que no es nada sino el shifter o indicativo
que en el sujeto del enunciado designa al sujeto en cuanto que habla actualmente. Es decir que designa
al sujeto de la enunciación, pero que no lo significa. (Lacan, 1960: 779)”.
2
Esa etapa (el narcisismo) que Freud delimita y conceptualiza no es una fase a superar, sino
que se trata de una organización necesaria y permanente para la conservación de la vida, a la
cual le asigna un lugar normal en el desarrollo del ser humano, de allí que lo considere como
el complemento libidinoso inherente a la pulsión de autoconservación. Las alteraciones del
narcisismo le servirán a Freud para explicar ciertos estados, por ejemplo, el enamoramiento,
la hipocondría, la enfermedad orgánica y la parafrenias, entre otras cuestiones.
Ahora bien, Freud no avanza en la explicación de esta nueva acción psíquica, allí el estadio
del espejo ingresa como un manto de luz a ese lugar opaco que éste había dejado. Para Lacan
el yo se conformará en base a una identificación con la imagen del semejante y del “espejo
del Otro”, entonces, donde más creo ser yo, soy más otro, por lo cual, reforzar al yo como
meta del análisis, implica reforzar una imagen que no es propia, magnificando las cualidades
del registro imaginario. Esta dirección es una forma de desconocer los elementos
constitutivos del yo y perderse en las tinieblas de la ilusión de autonomía que se le confía.
Además, Lacan marca otra innovación al diferenciar las nociones de yo (moi) y sujeto. “El
sujeto está descentrado con respecto al individuo. Yo es otro quiere decir eso” (Lacan,
Seminario 2: 20). La palabra individuo proviene del latín individuus, que significa indivisible,
o sea, la unidad mínima y no divisible menor en un grupo es el individuo. Se forma con la
negación in- sobre el adjetivo latino dividuus (divisible, reductible, compartido), adjetivo
formado de la raíz del verbo dividere (dividir). Entonces el individuo no es el sujeto. A esta
altura de su enseñanza el sujeto, no es una sustancia, sino un efecto del lenguaje, el sujeto
habla desde otra parte, no desde el lugar de agente, no lo captamos cuando lo consideramos
un individuo, por lo tanto, el yo no es el sujeto.
Así como el yo se construye, el estadio del espejo también tiene su génesis, ya que para erigir
este aparto conceptual Lacan recupera fuentes de distintos campos del saber. Por ejemplo,
propone que la génesis del yo explica el principio de lo que él denominó el “conocimiento
paranoico”. En tanto que hay una relación entre la estructura del yo y las manifestaciones de
los delirios paranoicos, caracterizados entre otras cosas, por el desconocimiento de la función
proyectiva y la iniciativa del Otro. Esta idea la encontramos claramente en los fenómenos
de transitivismo infantil, mencionados por Lacan y estudiados por la escuela de Charlotte
Bühler. Se trata de situaciones indiferenciadas en pequeños de edades similares, donde la
acción del niño equivale a la acción del otro, el niño que pega dice haber sido golpeado y el
que ve caer es quien llora, experiencia proyectiva que no se extingue en el infans.
Para delimitar el estadio del espejo además de recurrir a los desarrollos de Bühler, también
acude a otras fuentes (Wallon, Köhler, Bolk) que examinaremos a continuación. Varias de
las referencias conceptuales que Lacan recupera fueron investigadas por Wallon, en su libro
“Los orígenes del carácter en el niño” editado por primera vez en 1934, el cual Lacan parece
haber leído para la elaboración de su texto de 1949.
3
Henri Wallon (1934), para investigar la evolución biológica del niño, principalmente
histológica del sistema nervioso, compara las conductas de los animales y los niños en la
experiencia del espejo, intentando especificar cómo se alcanza la distinción entre interior y
exterior. Considerará que los niños en algún momento del desarrollo logran reconocer su
imagen exteroceptiva, aunque no se encuentren maduros fisiológicamente. Para Wallon, el
niño pasa de una percepción parcial de su cuerpo a una integral. Por ejemplo, cuando el niño
mueve un brazo frente al espejo, aquel (la imagen) mueve un brazo, el niño sonríe, ella sonríe.
El niño progresivamente va adquirir un dominio sobre la disociación entre ambas imágenes.
El autor distingue tres dominios sobre los datos biológicos: el dominio interoceptivo
(sensibilidades viscerales que informa el cerebro de los acontecimientos internos del cuerpo),
el exteroceptivo (es aquel que involucra las excitaciones exteriores), y el dominio
propiocepivo, (sistema intermedio pero autónomo que incluye las sensaciones ligadas al
equilibrio, actitudes y movimientos); el conjunto de estos dominios implican un proceso de
maduración del sistema nervioso durante un periodo de tiempo.
Wolfgang Köhler, es otro de los autores que recupera Lacan en su escrito de 1949. Aquel
había descubierto que el chimpancé capta la ilusión de la imagen reflejada y busca
comprobarlo de diferentes modos, por ejemplo, intentando atrapar manualmente la imagen
atrás del espejo, cuando no logra capturarla se pone furioso y no repite la experiencia3.
Kölher deduce una inteligencia a nivel de la ejecución mayor que la del niño a la misma edad
de seis meses. Si bien, el niño en una edad similar es superado en las habilidades
instrumentales por el chimpancé, aquel reconoce su imagen en el espejo, y lejos de enojarse
o resultarle indiferente se presta a ella de manera jubilosa4.
“Este acto, en efecto, lejos de agotarse, como en el mono, en el control, una vez adquirido,
de la inanidad de la imagen, rebota en seguida en el niño en una serie de gestos en los que
experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio
ambiente reflejado, y de ese complejo virtual a la realidad que reproduce, o sea con su propio
cuerpo y con las personas, incluso con los objetos, que se encuentran junto a él (Lacan, 1949:
86)”.
En este punto, Lacan toma los desarrollos de Louis Lodewijk Bolk , sobre la prematuración
de la cría humana5. Bolk, en 1926 plantea que en el ser humano, a diferencia de otras especies
3Un dato curioso es la mención que hace Lacan en la conferencia de 1949, de James Mark Baldwin,
para referirse a sus estudios sobre la psicología infantil y la experiencia del espejo, ya que éste último
no había realizado dichos estudios; aunque en una de sus obras Baldwin cita a otros autores que sí se
habían ocupado de investigar la experiencia del niño frente al espejo.
4 En los últimos años se han realizados estudios similares con el objetivo de avanzar en la reversión
de la falta de reconocimiento de la propia imagen, como puede suceder en algunas afecciones
subjetivas.
5 Lacan vincula la prematuración con lo que Freud llamó en Inhibición, Síntoma y angustia, Hiflosigkeit,
el desamparo. El estado de extrema fragilidad del infans implica la necesidad de los cuidados del Otro.
Además, como ya Spitz lo demostró con el fenómeno de la hospitalización, no es suficiente cubrir
exclusivamente las necesidades de neonato, se precisa algo más que ello para la supervivencia y la
evitación de patologías irreversibles, un lazo al Otro que va más allá de las satisfacción de las
necesidades.
4
de animales, hay una retardación evolutiva a causa de una retraso del desarrollo del sistema
endocrino. Sus estudios etológicos mostraron una aproximación entre el feto de un
chimpancé y el adulto humano, de allí que considere la fetalización de la estructura humana
como característica principal de nuestra especie, el estudio de este proceso se denomina
neotenia6.
De allí que Lacan afirme que “el estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita
de la insuficiencia a la anticipación (Lacan, 1949: 90)”. El niño se anticipa a la formación de
una imagen unificada, a una forma de gestalt, que no corresponde con sus posibilidades de
coordinación motriz. Es una forma constituyente y no constituida. Se trata de una forma
ortopédica de su totalidad, una especie de muleta, una ilusión de unidad. Este movimiento
permite considerar la fragmentación corporal como un segundo tiempo, como un efecto
retroactivo de la unificación de la imagen y no meramente como un dato psicogenético.
Dicha fragmentación comprende un gran abanico de fenómenos, se puede presentar en
algunos sueños donde los miembros aparecen desunidos, en ciertos síntomas esquizofrénicos
e histéricos y en otras tantas expresiones.
“La función del estadio del espejo se nos revela como un caso particular de la función de la
imago, que es establecer una relación del organismo con su realidad; o, como se lo ha dicho
del Innenwelt con el Umwelt7 (Lacan, 1949: 89)”, se trata también del efecto orgánico que produce
la imagen del semejante. En la especie humana esta relación con el Umwelt está atravesada no
solo por lo imaginario, sino por el lenguaje. Circunscribir el estadio del espejo
exclusivamente a lo imaginario y su alcance a una franja del desarrollo infantil, no deja de ser
una paradoja de lo imaginario, o sea, es una ilusión o engaño, que desconoce los resortes de
lo simbólico y real.
Así como el yo se constituye a partir de la imagen del otro, el deseo también está mediatizado
por el otro /A. Si el yo no es una experiencia natural, el deseo tampoco lo es. Se trata de una
tesis hegeliana que Lacan recupera y la ayorna a sus elaboraciones. Se desea el deseo del otro,
tomando como objeto el deseo del otro. La psicología infantil ofrece variados ejemplos del
fenómeno; el niño que quiere lo que tiene el semejante y al obtenerlo lo descarta como si su
único fin era el deseo del otro8.
6 La neotenia es un proceso que se caracteriza por la conservación del estado juvenil en el organismo
adulto en comparación con su ancestro u organismos cercanamente emparentados. Según Bolk esta
retardación en el desarrollo es el que permitió en nuestra especie la evolución del encéfalo.
7 Lacan toma de zoólogo Von Uëxkull la nociones de Innenwelt (mundo interno)con el Umwelt (medio
circundante).
8 Lacan irá modificando el sentido de la expresión “el deseo es del deseo del otro”. Si bien en este
momento el énfasis está colocado en el registro imaginario, luego desplazará el acento a lo simbólico,
sustituyendo el pequeño otro por el gran Otro (A) y considerará en su lectura el genitivo (del) en su
sentido objetivo y subjetivo. Ambos genitivos acompañan sustantivos verbales. Si el genitivo
5
Esta imagen del semejante que puede cautivar, también es susceptible de provocar
agresividad, celos, y otros afectos. Lacan menciona que San Agustin se adelantó al
psicoanálisis al ofrecernos una imagen paradigmática de un comportamiento de un niño que
observaba a su hermano de leche “Vi con mis propios ojos y conocí bien a un pequeñuelo
presa de los celos. No hablaba todavía y ya contemplaba, todo pálido y con una mirada
envenenada, a su hermano, de leche". Así anuda imperecederamente, con la etapa infans (de
antes de la palabra) de la primera edad, la situación de absorción espectacular: contemplaba,
la reacción emocional: todo pálido, y esa reactivación de las imágenes de la frustración
primordial: y con una mirada envenenada, que son las coordenadas psíquicas y somáticas de
la agresividad origina (Lacan, 1948: 107)”. Sobre este punto, en el Seminario sobre la
Identificación, Lacan comenta que es falso decir que este niño frente al cual se experimentan
los celos es mi semejante, porque “él es mi imagen, en el sentido en que la imagen de la que
se trata es imagen fundatriz de mi deseo. Ahí está la revelación imaginaria, y ésta el sentido
y la función de la frustración9. ” (Lacan, Seminario 9, clase del 14/03/1962, inédito).
El modelo óptico
Pocos años después de su exposición sobre el estadio del espejo, en el Seminario 1 (1953-
1954), Lacan introduce el esquema óptico, como un modelo teórico para explicar dicho
estadio. Para abordar este modelo, introduciremos algunas consideraciones básicas sobre las
leyes de la óptica geométrica. En primer lugar, todo lo que vemos se debe a la recepción en
nuestra retina de la luz que proviene de los objetos que nos rodean, ya sea por reflexión o
emisión. En el esquema que Lacan trabaja, predomina la ley de la reflexión. Esta ley afirma
que un rayo incidente sobre un punto sobre una superficie reflectora, se refleja de tal modo
que el rayo reflejado forma el mismo ángulo que el incidente.
En cambio, las imágenes reales son producidas por los espejos esféricos10, estas se comportan
como objetos reales generando una ilusión óptica. En éstas también se produce una inversión
simétrica, pero se invierte la imagen de abajo hacia arriba o viceversa. Son imágenes reales ya
que se ellas se forman en el punto donde convergen los rayos. Hay que agregar que son
imágenes que se forman del mismo lado del espejo en el cual se encuentra el observador.
Además, la imagen que resulte dependerá del punto en el que se localice el objeto y el
observador. Cuando el objeto está en el centro del espejo, la imagen será real, invertida, del
mismo tamaño que el objeto y se localizará en la misma distancia que el espejo. Asimismo,
como lo demuestra la experiencia que Lacan realiza, podemos producir imágenes virtuales
de esos objetos que son las imágenes reales. Si ocurre este fenómeno, el el objeto que es la
imagen real se llamará objeto virtual.
La primera experiencia que Lacan presenta, es la del ramillete invertido que incluye solo un
espejo cóncavo. Los elementos que la componen son:
El ojo: el símbolo del sujeto. Depende de la posición del ojo en el dispositivo para que se
produzca la experiencia. Es decir, que la situación del sujeto se caracteriza por su lugar en el
10
Hay que agregar que estos espejos también pueden producir imágenes virtuales.
7
mundo simbólico. Las distintas posiciones del ojo, permiten comprender las distintas
posiciones del sujeto en relación a la realidad.
Este modelo le sirve a Lacan como una suerte de analogía para ilustrar la génesis del yo, a
partir de la articulación de los tres registros. En esta primera experiencia, el ramillete de
flores, por reflexión de los rayos aparecerá en forma invertida como una imagen real, como
si estuviera contenida por el florero, generando una ilusión óptica.
Con el espejo plano, colocado en A (es decir en el lugar del Otro) se ve aparecer la imagen
real (la cual queda casi por fuera del campo especular del ojo) como una imagen virtual
“detrás” del espejo plano.
Figura 1
8
Para abordar este esquema Lacan toma una idea de Manonni, referida a dos narcisismos. El
primero, señala Lacan, está en el nivel de la imagen real de este esquema, ya que posibilita
organizar la realidad a partir de ciertos marcos prefigurados. Se trata del narcisismo en
relación a la imagen corporal, en tanto humana y no de otra especie. En el segundo
narcisismo, la imagen del otro, como ya hemos dicho, tiene valor cautivador, este narcisismo
implica la identificación al otro, y es el que permite al humano situarse con cierta precisión
en su relación imaginaria y libidinal con el mundo. Es aquel que ofrece la ilusión de unidad
del cuerpo y constituye el Ideal-Ich (yo ideal), el cual es una instancia imaginaria.
En este nuevo modelo, coloca al lado del ojo, el símbolo S para indicar el sujeto (mítico).
Una línea de puntos que va del S a SV (sujeto virtual) que quedará ubicado “atrás” del espejo
plano, es decir, es el lugar donde el sujeto ve su imagen. Esto es posible por el campo bien
delimitado x´y´ y el lugar del ojo. Tenemos entonces, que este SV, no es sino posibilitado
por el lugar del Otro.
Si inclinamos el espejo plano la imagen se verá alterada, tal vez ya no sea nítida o puede que
aparezca fragmentada. La inclinación dependerá de la voz del Otro, es decir, del registro
simbólico, o sea, que lo imaginario es determinado por lo simbólico, en tanto que es aquello
que lo trasciende. Entonces, la distinción entre yo y el otro está regulada por lo simbólico,
según las diferentes coordenadas de un orden que determinará la relación entre los
elementos. De allí que las relaciones simbólicas determinan la posición del sujeto;
supongamos el contexto áulico, donde el enseñante adviene en cuanto tal como un efecto de
los estudiantes y ellos un efecto del enseñante.
¿Cómo introduce Lacan lo real en este segundo modelo? Dice que lo real y lo imaginario
actúan en el mismo nivel (Lacan, 1954: 214). Supongamos que en lugar del espejo plano hay
un vidrio, lo que se observará es el reflejo de la imagen real (la imagen virtual) pero además
los objetos que están detrás del vidrio. Habría una cierta coincidencia entre las imágenes y lo
real. Pero debemos precisar que Lacan está refiriéndose a la imagen del cuerpo humano, los
objetos reales son los objetos pulsionales que están también atravesados por lo simbólico.
Imaginario y Real también están traspasados por lo simbólico, de allí que actúen en el mismo
nivel, no se trata de una superioridad de algún registro sobre otro sino de una especie de
nivelación entre ellos. En este momento de su elaboración la experiencia psicoanalítica se
trata de ir más allá del engaño que producen las identificaciones o la relación especular.
Una nueva versión del modelo óptico, la encontramos en el texto Observaciones sobre el informe
de Daniel Lagache, (1961):
9
Figura 2
Lo que muestra el esquema es que el sujeto solo tiene acceso a su imagen por mediación del
espejo del Otro, o sea, es un espejo hablante, parlante.
Con respecto al espejo plano, Lacan introduce un detalle de la experiencia del niño frente al
espejo. Se trata de la mirada del niño, pero no al espejo sino hacia aquel que lo sostiene frente
el espejo. El niño “apela con la mirada al testigo que decanta, por verificarlo, el
reconocimiento de la imagen del jubiloso asumir donde ciertamente estaba ya” (Lacan, Lacan,
1961: 658)12.
11 En este esquema el objeto a, es el objeto parcial y el objeto del (genitivo objetivo y subjetivo) deseo,
mientras que el i, un modo de imaginarizarlo. Poco tiempo después, Lacan inventa la noción de
objeto a, como causa de deseo.
12 Esta experiencia, como venimos insistiendo, tiene sus alcances más allá de este estadio, es un hecho
cotidiano en el ser hablante la búsqueda del espejo del Otro para ratificar una imagen. El ideal del yo,
será entontes quien le asigne determinado valor a esa imagen, lo cual abre en el neurótico el debate
de lo suficiente o insuficiente de su imagen, debate que no se agota en lo especular, sino que tiene sus
resortes en lo simbólico.
10
advenimiento de su historia y de reconstrucción de significante, si no se niega simplemente
que su medio sea de palabra-que un psicoanálisis sea capaz de retocar el Yo así constituido
en su estatuto imaginario (Lacan, 1961: 656)”.
El siguiente esquema muestra el movimiento del espejo plano que implica un psicoanálisis:
Figura 3
“Sin entrar en unos detalles que parecerían un recurso forzado, puede decirse que, al borrarse
progresivamente hasta una posición a 90º de su punto de partida, el Otro, como espejo en
A, puede llevar al sujeto desde 1 a venir a ocupar por una rotación casi doble la posición
de 2, en I, desde donde sólo virtualmente tenía acceso a la ilusión del florero invertido
en la figura 2 pero que en ese recorrido la ilusión debe desfallecer con la búsqueda a la que
guía: en lo cual se confirma que los efectos de despersonalización comprobados en el análisis
bajo aspectos diversamente discretos deben considerarse menos como signos de límites que
como signos de franqueamiento (Lacan, 1961: 659)”.
Este cambio en lo simbólico involucra un cambio en la posición del sujeto, ya que el ojo
alcanza la posición del I, desde donde percibe directamente la ilusión del florero invertido,
pero también reflejada en A, es decir, la imagen virtual y real. Cuando el ojo, la posición del
sujeto, alcanza “la posición de I desde donde percibe directamente la ilusión del florero
invertido, no por ello dejará de ver rehacerse en el espejo A ahora horizontal una imagen
virtual i´( a) del mismo florero, que invierte de nuevo, puede decirse, la imagen real
oponiéndose a ella, como el árbol su reflejo en un agua, muerta o viva, le da unas raíces de
sueño (Lacan,1961: 660)”.
Por un cambio de 90° del espejo plano, se produce un cambio de 180° de la posición del
sujeto y también de la imagen virtual. Cuando las coordenadas imaginarias y simbólicas se
pierden, puede tener como consecuencia en la experiencia analítica los efectos de
despersonalización (no se trata de un estado permanente, sino de momentos que no siempre
se producen en un análisis), donde la imagen que provoca identidad se retira, como el actor
que todavía no se ha vestido con el ropaje del personaje a representar.
Para finalizar esta notas sobre el estadio del espejo, vale la pena decir que una experiencia
psicoanalítica no alcanza con la reducción de los ideales, Lacan señala que “es como objeto
11
a del deseo, como lo que ha sido para el Otro en su erección de vivo, como el wanted o el
unwanted de su venida al mundo, como el sujeto está llamado a renacer para saber si quiere
lo que desea… (Lacan, 1961: 662)”. Es en esta dimensión donde el sujeto debe pagar el
rescate de su deseo.
Referencias
Freud, S. ([2001]1914): “Introducción del narcisismo”. En Obras completas, Vol. XIV, Buenos
Aires: Amorrortu, pp. 71-98.
Lacan, J. ([2000]1949): “El Estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal
como se nos revela en la experiencia analítica”. En Escritos I. México: Siglo XXI, pp.86-93.
Lacan, J. ([2018]1951): “Algunas reflexiones sobre el yo”. En Verba Volant. Revista de Filosofía
y Psicoanálisis Año 8, No. 1, 2018: Buenos Aires.
Lacan, J. ([2008]1953-54): El seminario. Libro 1: “Los escritos técnicos de Freud”, Barcelona: Paidós.
Lacan, J. (1961-1962): El seminario. Libro 9: “La identificación”. Inédito. Versión Rodriguez Ponte.
Wallon, H. ([1975]1934): Los orígenes del carácter del niño, Buenos Aires: Nueva visión.
12
I
EL FAMILLONARIO
Este año hemos t-<;>_mado como tema de nuestro seminario las f ormacio•
nes del inconsciente.
Aquellos de entre ustedes, y creo que son la mayoría, que estaban ayer
en nuestra sesión ciéntífica, ya se han puesto a tono, y saben que las cues-
tiones que plantearemos aquí concierneni de forma directa esta vezt a la
función en el inconsciente de lo que hemos elaborado a lo largo de los años
precedentes como el significante.
Algunos de l!stedes - me expreso así porque mis ambiciones son mo-
destas - han leído, espero, el artículo que hice publicar en el tercer núme-
ro de la revista La Psychanalyse con el título "La instancia de la letra en el
inconsciente". Quienes hayan tenido el valor de hacerlo estarán bien situa- .1
dos, incluso mejo:r; situados que el resto, para ir siguiendo las cuestiones que 1
trataremos. Por otra parte, es una pretensión modesta, creo, que puedo te-
se
ner, que quienes toman la molestia de escuchar lo que digo se tomen
también la de leerlo que escribo, pues al fin y al cabo lo escribo para uste-.
des. Quienes no fo han hecho es preferible que acudan allí, porque voy a
referirme a ese escrito constantemente, Me veo obligado a suponer cono . .
cido lo que ya se ha enunciado una vez.
Pensando en los que no cuentan con ninguna de estas preparaciones, les
diré a qué voy a limitanne hoy, cuál será el objeto de nuestra lección de
introducción en nuestro tema.
En un primer tiempo, de forma por fuerza breve y alU;síva, pues no pue-
do empezar otra vez· por el principio, les recordaré algunos puntos que
puntúan lo que, en los años anteriores, esboza y anuncia lo que tengo que
decirles sobrn la función del significante en el inconsciente.
11
371
LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU EL FAMILLONARIO
Luego, para descanso de aquellos a quienes esta evocaci'ón quizás deje ci6n de la relación .simbólica y pueda quedar afectado por ella en su den-
sin aliento, les explicaré qué significa el esquema al que habremos de reN sidad, en stis funciones de síntesis, todas hechas igualmente de espejismo,
mitirnos a lo largo de toda nuestra experiencia teórica de este año, •pero de un espejismo cautivador, eso, como también se lo enseñé el primer
Finalmente, tomaré un ejemplo. Es el primer ejemplo del que se sirve añot sólo es posible debido a la hiancia abierta en el ser humano por la pre-
Freud en su libro sobre la agudeza. 1 No lo haré con fines ilustr~tivos, sino sencia en él, bíológica, original, de la muertet en función de lo que llamé la
precisamente porque no hay chiste que no sea particular - no hay agude- prematuración del nacimiento. Éste es el punto de impacto de la intrusión
za en el espacio abstracto. Empezaré mostrándoles, a este respecto, lo que - simbólica.
hace que la agudeza sea la mejor entrada para nuestro objeto, a saber, las He aquí hasta donde habíamos llegado en- la articulación entre mi
fmmaciones del inconsciente. No sólo es la mejor entrada, sino también la primer seminario y mi segundo seminario.
fonna más notoria en que el propio Freud nos indica las relaciones del in- El segundo seminario destacó el factor de la insistencia repetitiva, como
consciente con el significante y sus técnicas. proveniente del inconsciente. Identificamos su consistencia con la estruc-
He aquí, pues, mis tres partes. Ya saben a qué atenerse en cuanto a lo tura de una cadena significante, y eso es lo que traté de hacerles entrever
que voy a explicarles,· y ellp les permitirá, al mismo tiempo, ·economizar dándoles un modelo bajo la forma de la sintaxis llamada de las a. jj y ó.
su esfuerzo mental. Ahora tienen, en mi artículo sobre "La carta robada", una exposición es-
crita al respecto gue constituye un resumen sumario de dicha sintaxis. A
pesar de las críticas que ha recibido, algunas de las cuales estaban justi-
ficadas - hay dos pequeñas deficiencias que convendrá corregir en una
1 edición ulterior - , todavía habrá de serles útil por mucho tiempo. Hasta
estoy persuadido de que cambiará con la edad, y tendrán ustedes menos
dificultades si lo consultan dentro de algunos meses, incluso al final de
El primer año de mi seminario, consagrado a los escritos técnicos de este año. Lo digo para responder a los loables esfuerzos de algunos, des-
Freud, consistió esencialmente en introducirles la noción de la función de tinados a reducir su alcance. E-p. todo caso, así tuvieron la oportunidad de
lo simbólico como la única capaz de explicar lo que se puede llamar la de- ponerse a prueba, y eso es precisamente lo que busco. Aunque hayan dado
terminación del sentido, en tanto que ésta es la realidad fundamental de la con algún atolladero, de todas formas les habrá servido para- esa gimnasia.
experiencia freudiana. Tendrán la oportunidad de dar con alguno más en lo que tendré ocasión de
Como la detenninaci6n del sentido es, en este oaso, nada más y nada demostrarles este año.
menos, una definición de la razón, les recuerdo que esta razón se encuen- Sin lugar a dudas, como los que se han tomado esa molestia me han
tra en el principio mismo de la posibilidad del análisis. Precisamente por- recalcado, incluso escrito, cada uno de esos cuatro términos está marcado
que algo ha quedado anudado con algo semejante a la palabra, el discurso por una ambigüedad fundamental, pero en ella reside precisamente el valor
puede desanudado. del ejemplo. Con estas agrupaciones entramos en la vía de lo que consti-
A este respecto les señalé la distancia que separa la palabra, en cuanto tuye la especulación actual sobre los grupos y sobre los conjuntos. Estas
es ejercida por el ser del sujeto, del discurso vacío que deja oír su zumbido investigaciones se basan en el principio de partir de estructuras complejas,
por encima de los actos humanos. Estos actos se tornan µnpenetrables de• que sólo se presentan como casos particulares. No voy a recordarles cómo
bido a la imaginación de motivos que son irracionales, y sólo se raciona- fueron engendradas esas pequeñas letras, pero es indudable que llegamos,
lizan en la perspectiva yoica del desconocimiento. Que el propio yo sea fun- después de las manipulaciones que permiten definirlas, a algo muy simple.
En éfecto, cada una de ellas es definida por las relaciones existentes entre
los dos ténninos de dos pares, el par de lo simétrico y lo disimétrico, de lo
l. En adelante se tratará de mantener, aunque no siempre, la siguiente correspondencia:
Le trait d'esprit, 1'la agudeza,,; un. trait d'esprit, "una ocurrencia"; le/un mot d'esprit, "el/ disimétrico y lo simétrico, y luego el par de lo semejante con lo deseme-
un chiste". [N. del T.] jante y de lo desemejante con lo semejante. Tenemos, pues, un grupo de ·,
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU EL FAMILLONARIO
cuatro significantes cuya propiedad es que cada uno de ellos es analizable de entrada no sé qué tentativa de seducción. Los galardones que le hemos·
en función de sus relaciones con los otros tres. Para confirmar, de paso, este otorgado a esta obra de teatro nos han hecho olvidar un poc0, sin duda,
análisis, añadiré que un grupo así es, según Roman Jakobson, de acuerdo todas sus resonancias, ,pero admiren cuán extraordinaria es. Les destaqué
con su propia fórmula, que recogí cuando nos vimos recientemente, el c6mo, por su parte. el Gi·an Sacerdote ponía en juego algunos significantes
grupo mínimo de significantes necesario para que sé den las condiciones esencíales -Y Dios, que result6 fiel en todas sus amenazas, o bien -A
primeras, elementales, del análisis lingüístico. Ahora bien, como verán, las promesas del cielo, ¿por qué renuncias? EI téfmino cielo, y algunas
éste tiene la más estrecha relación con el análisis, a secas. Incluso se con-· otras ·palabras bien_ claras, no son sino significantes puros. Les recalqué su
funden. Si lo examinamos detenidamente, uno y otro no son en esencia vacío absoluto. Joad ensarta, por así decirlo, a su adversario hasta el punto
cosas distintas. de reducirlo en adelante a aquella irrisoria lombriz que, como les decía,
En el tercer año de mi seminario, hablamos de la psicosis, en tanto que volverá a las filas de la procesión y servirá de cebo para Athalie, quien
la
se funda en una carencia significante primordial. Mostramos subducción acabará sucumbiendo a este pequeño juego.
de lo real que se produce cuando; arrastrado por la invocación vital, viene La relación del significante con el significado, tan sensible en este diá~
a ocupar su lugar en la carencia del significante de la que hablábamos Iogo dramático, me llevó a referirme al esquema ·célebre de Ferdinand de
ayer con el ténnino de Verweifung, y que, lo admito, no deja de presentar Saussnre en el que se ve representado el doble flujo paralelo del significante
algunas dificultades, por lo cual volveremos a hablar de elfo este año. Creo~ y del significado;distintos y condenados a un perpetuo deslizamiento el uno
sin embargo, que el seminario sobre la psicosis les pennitió comprender,- encíma del otro. Con esta intención forjé para ustedes la imagen~ tomada
si no el motor último, al menos el mecanismo esencial de la reducción del de la técníca del colchonero, del punto de.capitonado. En efecto, es pre-
Otro, del Otro con mayúscula, del Otro como sede de la palabra, al otro ciso que en algún punto el tejido de uno se amarre al tejido del otro para
imaginario. Es una suplencia de lo sim96Iico mediante lo imaginario. que sepamos a qué atenemos, al menos en cuanto a los límites posibles de
Al mismo tiempo, captaron cómo podemos concebir el efecto de total esos deslizamientos:Hay, pues, puntos de capitonado, pero dejan alguna
extrañeza de lo real que se produce en los momentos de ruptura de ese diá- elasticidad en las ligaduras entre los dos ténninos.
logo del delirio mediante el cual, y sólo en él, el psicótico puede sostener Aquí es donde lo retomaremos.este año, cuando les haya dicho en qué,
lo que llamaremos una cieita intransitividad del sujeto. Por nuestra parte, de forma paralela y simétrica a esto, desemboca el diálogo entre Joad y
la cosa nos parece del todo natural. Piensot luego soy, decimos intran- Abner, a saber, que no hay ningún verdadero sujeto que se sostenga, salvo
sitivamente. Sin duda, ahí está la dificultad para el psicótico, en razón el que habla en nombre de la palabra. No han olvidado ustedes en qué plano
precisamente de la reducción de la duplicidad del Otro, con mayúscula, y habla Joad- He aqu/ que este Dios os responde a través de mi boca. S 610
el otro con minúscula, del Otro, sede de la palabra y garante de la verdad, hay sujeto en la referencia a este Otro. Esto es simbólico de lo que existe
y el otro dual, ante el cual el sujeto se encuentra como siendo su propia en toda palabra válida.
imagen. La desaparición de esta dualidad es precisamente lo que le oca- Asimismo, en el cuarto año de este seminario, quise mostrarles que
siona al psicqtico tantas dificultades para mantenerse en un real humano, no hay objeto, salvo metonímico, siendo el objeto del deseo el objeto del
es decir, un real simbólico. deseo del Otro, y el deseo siempre deseo de Otra cosa, muy precisamente
En este tercer año, tratando sobre-la dimensión de lo que llamo el diálo- de lo que falta, a, obje~o perdido primordialmente, en tanto que Freud nos
go que le permite al sujeto sostenerse, se lo ilustré ni más ni menos~ con el
2 lo muestra como pendiente siempre de ser vuelto a encontrar. Del mismo
ejemplo de la primera escena de Athalie. Es un seminario que cie1tamente modo, no hay sentido,· salvo metaf6rico, al no surgir el sentido sino en la
me hubiera gustado retomar para escribirlo, si hubiera tenido tiempo. sustitución de un significante por otro significante en la cadena simbólica.
Creo, sin embargo, que no han olvidado ustedes el extraordinario diá- Esto está connotado en el trabajo del que les hablaba hace un momento
logo inicial de la obra, donde vemos acercarse a ese Abnert prototipo del y al que les invitaba a remitirse, uLa instancia de la letra en el inconscien-
falso he1mano y del agente doble, que viene a tantear el terreno tras los te". Los símbolos siguientes son respectivamente los de la metonimia y la
p1imeros indicios. Su SÍi vengo a su templo a adorar al Eterno hace resonar . metáfora,
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU EL FAMILLONARIO
f(S ... S1) S" E= S (-) s Como hay entre la cadena significante y la corriente del significado un
deslizamiento recíproco) que constituye lo esencial de su relación, pero a
. esar de este desiizamiento hay un vínculo, una coherencia entre las dos·
;
~orrientes, que necesitamos captar dónde se produce, se les puede ocurrir ¡.
a ustedes que este deslizamiento. si hay deslizamientoi es por fl.1erza un
deslizamiento relativo. El desplazamiento de cada una produce un despla-
En la prhnera fórmula, S está vinculado, en la combinación de la cadena,
zamiento de la otra. Por otra parte, como vamos a encontrar algún esquema
ejemplar va a ser mediante algo así como el entrecruzamiento en sentido
con S', todo ello con respecto a S", lo cual lleva a poner Sen una cierta
inverso de las dos líneas en una especie de presente ideal.
relación metonímica con s en el plano de la significación. De la misma
En tomo a esto podemos ~entrar nuestra especulación.
forma, la sustitución de S' por S con respecto a S11 desemboca en la relación
· Perot por muy importante que deba ser para nosotros esta noción del
S (+) st que aquí indica - resulta más fácil decirlo que en el caso de la
presente, un discurso no es un aco~tecimiento ~untiforrne a la ~ussell,
metonimia - el surgimiento, la creación, del s~ntido.
por así decirlo. Un discurso no es solo una matena, una textura, smo que
He aquí en qué punto nos encontramos. Ahora abordaremos lo que
constituirá el objeto de nuestros encuentros de este afio. requiere tiempo~ tiene una dimensión en el tiempo, un espesor. No podemos
conformamos en absoluto con un presente instantáneo, toda nuestra expe-
riencia va en contra, y todo lo que hemos dicho. Podemos presentiñcarlo
enseguida mediante la experiencia de la palabra. Por ejemplo, si empiezo
una frase, no comprenderán ustedes su sentido hasta que la haya acabado.
2
Es del todo necesario - ésta es la definición de la frase - que haya dicho
la última palabra para que comprendan dónde está la primera. Esto ~os
1
proporciona el ejemplo más tangible de lo que se puede llamar 1~ acción
Para abordar este objeto, les be construido un esquema, y ahora les diré
qué, al menos hoy, podrán connotar con él. nachtraglich del significante. Prec~samente es lo que les muestro sm cesar L
en el texto de la propia experiencia analítica, en una escala infinitamente
Si hemos de encontrar una fonna de aproximarnos más a las relaciones
más grande, cuando se trata de la historia del pasado.
de la cadena significante con la cadena significada, será mediante la ~gen
grosera del punto de capitonado. . Por otra parte, una cosa está clara - es una manera de expresarse - y
la recalco de forma precisa en "La instancia de la letra en el i~consciente",
Para que resulte válido, antes habría que preguntarse dónde está el col-
chonero. Evidentemente, está en alguna parte, pero el lugar donde podría-
Les ruego que a ella se remitan provisionalmente. Lo expresé en forma
de una metáfora, si puedo decirlo así, topológica. En efecto1 es imposible
mos ponerlo en el esquema sería, con todo, demasiado infan~L
representarse en el mismo plano el significante, el significado y el sujeto.
No es nada misterioso ni opaco, está demostrado en el texto de una manera
muy simple a propósito del cogito cartesiano. Me abstendré de retomarlo
ahora porque volveremos a encontrarnos con esto mismo bajo otra forma.
Les recuerdo todo esto simplemente con la finalidad de justificarles las
dos líneas que vamos a manipular a continuación.
La boya significa el inicio de un recorrido, y la punta de la flecha su
final, Reconocerán ustedes aquí rrú primera línea, sobre la cual queda
enganchada la otra tras haberla atravesado dos :veces.
Les advierto que no pueden confundir lo que representaban anterior-
mente estas dos líneas, a saber, el significante y el significado, con lo que
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·.··.
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU EL FAMJLLONARIO
: •'
representan aquí, ligeramente distinto, pues ahora nos situamos por entero por supuesto. Es también el nivel donde se producen menos creaciones de
en el plano del significante. Los efectos sobre el significado están en otra sentido. porque ahí el sentido ya está, en cierto modo, dado. La mayor parte
parte, no se encuentran directamente representados. En este esquema del tiempo, este discurso sólo consíste en una fina mezcla de los ideales
se trata de los dos estados o funciones que podemos aprehender en una admitidos. En este nivel precisamente es donde se produce el famoso dis-
secuencia significante. curso vacío del qu~ partió cierto número de observaciones mías sobre la
La primera línea nos represent~ la cadena significante en tanto que per- función de la palabra y el campo del lenguaje.
manece enteramente permeable a los efectos propiamente significantes de Como muy bien ven ustedes. esta línea es el discurso concreto del sujeto
la metáfora y de la metonimia, lo cual implica la actualización posible de individual, el que habla y se hace oír, es el discurso que se puede grabar
los efectos significantes en todos los niveles> í3:1cluido el nivel fonemático en un disco, mientras. que la primera son todas las posibilidades que ello
en particular. El elemento fonológico es, en efecto, la base del retmécano, incluye en cuanto a descomposición, reinterpretacíón, resonancia, efectos
el juego de palabras, etcétera. Es, en suma, en el significante, aquello con lo metafórico y metonímico·. Una va en sentido contrario de la otra, por la
que nosotros, analistas~ hemos de jugar sin cesar. Salvo quienes llegan aquí simple razón de que.se deslizan una sobre otra. Pero una corta a la otra. Se
por primera vez~ deben de teµer ustedes alguna noción al respecto, y por cortan en dos puntos perfectamente reconocibles.
eso hoy empezaremos a entrar en cierto modo en el tema del inconsciente Si partimos del di~curso, el primer punto ~ond~ topa con la cadena pro..
:•,
a través de la agudeza, el Witz. piamente significa'rite es lo que acabo de explicarles desde el punto de vista
del significante, a saber, el haz de los empleos. Lo llamaremos el código,
en un punto marcado aquí a.
Es preciso que el _código se encuentre en alguna parte para que pueda
haber audición del discurso. Este código está, evidentemente, en A mayús-
cula, es de,:;ir el Otm.como compañero de lenguaje. Este Otro es absolu-
tamente prec~3o que exista y, les ruego que lo adviertan, no hay ninguna
razón en absoluto j_.)~a llamarlo con ese nombre imbécil y delirante de la
conciencia colectiva. Gn Otro es un Otro .. Basta con uno solo para que la
lengua esté viva.. m;ista tal punto basta con uno solo~ que este Otro por
sí solo puede constituir el primer tiempo - con que quede uno y pueda
hablarse a sí mismo.su lengua, con eso basta para que esté él y no sólo un Otro
sino incluso dos, en todo caso alguien que lo comprenda. Se puede seguir
contando ocurrencias en unl:l ~P:ngua cuando se es su único posesor.
La otra línea es la del discurso racional, en el que ya están integrados He aquí, pues, el primer encuentro, que se produce en lo que hemos lla-
cierto número de puntos de referencia, de cosas fijas. Estas cosas, en esta mado el código. El segundo encuentro que remata el bucle, que constituye
ocasión, sólo pueden captarse estrictamente en el nivel de los empleos del el sentido propiamente dicho, que lo constituye a partir del código con el
significante, es decir, aquello que concretamente, en el uso del discurso, que el bucle se ha encontrado en primer lugar, se produce en este punto de
constituye puntos fijos. Como ustedes saben, están muy lejos de conespon- llegada marcado y. Como ven, aquí llegan dos flechas, y hoy me dispensaré
der de forma unívoca a una cosa. No hay ni un solo semantema que corres- de decirles cuál es· la segunda. El resultado de la conjunción del discurso
ponda a una sola cosa. Un semantema corresponde la mayoría de las veces con el sigrúficante éotno soporte creador del sentido es el mensaje.
a cosas muy diversas. Nos detenemos aquí en el nivel del semantema, es En el mensaje, el sentido nace. La verdad que se ha de anunciar, si hay
dech', lo que está fijado y definido por un empleo. alguna verdad, está ahí. La mayor parte de las veces no se anuncia ninguna
Se trata, pues de la línea del discurso corriente, común~ como lo admite
1
verdad, por la sencilla razón de que, las más de las veces, el discurso no
el c6digo del discurso que yo llamaría el discurso de la realidad que damos pasa en absoluto a través de la cadena significante, es el puro y simple ron~
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU · EL FAMILLONARIO
roneo de la repetición, el molinillo de palabras, que pasa en cortocircuito pueden parecerles obvias, la que va del Yo (Je) al Otro y la que va del Yo
entre By W. El discurso no dice absolutamente nada, salvo indicarles que (Je) al objeto metonímico, nos serán de gran utilidad.
soy un animal parlante. Es el discurso común, hecho de palabras para no Verán también a qué corresponden las otras dos líneas, formidablemente
decir nada, gracias al cual nos aseguramos de no hallarnos frente a lo que apasionan~s, que van del mensaje al código y del código al mensaje. En
el hombre es por naturaleza, a saber, una bestia feroz. efecto, existe una línea de retorno, y si no existiera no habría la menor
Los dos puntos - el mínimo de nudos del cortocircuito del ·discurso ~ esperanza de creación de sentido, como se lo indica a ustedes el esquema.
son fácilmente reconocibles. Son, por una parte, en ¡3', el objeto, en el sentido Es precisamente en el juego entre el mensaje y el código, y también, en
del objeto metonúnico del que les hablé el afio pasado. Por otra parte, en (3 1 consecuencia, en el retorno desde el código al mensaje, donde actúa la
el Yo (Je), en tanto que indica en el propio discurso el lugar de quien habla. ·dimensión esencial en la que nos introduce, a este mismo nivel, la agudeza.
Pueden apreciar en este esquema, de forma sensible, lo que vincula y Ahí es donde nos mantendremos durante cierto número de lecciones
lo que distingue enunciado y enunciación. Es una verdad perfecta e inme- para ver todo lo que de extraordinariamente sugerente e indicativo puede
diatamente accesible a la experiencia lingüística, pero que la experiencia ocurrir.
freudiana del análisis confin:na al menos con la ·distinción principal que Esto nos proporcionará también una ocasión •más para aprehender la rela-
existe entre el Yo (Je), que no es sino el lugar del que habla en la cadena ción de dependencia en que se encuentra el objeto metonúnico, ese famoso
del discurso, el cual además no tiene necesidad siquiera deser designado objeto del cual empezamos a ocupamos el año pasado, ese objeto que nunca
con un Yo (Je), y, por otra parte, el mensaje, que requiere totalmente, como está ahí, que siempre está situado en otra parte, que siempre es otra cosa.
mínimo. el aparato de este esquema para existir. Es completamente impo- Ahora abordemos el Witz.
sible hacer surgír, de forma irradiante y concéntrica, de la existencia de
un sujeto cualquiera, un mensaje o una palabra cualquiera sí no se da toda
esta complejidad - y ello por la sencilla razón de que la palabra supone
precisamente la existencia de una cadena significante. 3
Su ·génesis está lejos de ser algo simple de obtener - nos ha costado un
año conseguirlo. Supone la existencia de una red de los empleos, dicho de ,.::
otra manera, del uso de una lengua. Supone además todo este mecanismo El Witz es lo que se ha traducido como trait d' esprit. También se ha
por el cual - digas lo que digas, pensando en ello o sin pensarlo, formu.les dicho mot d' e:iprit, dejo de lado las razones por las que prefiero la primera l\!
lo que formules - tan pronto entras en la rueda del molinillo de palabras, traducción. Pero el Witz quiere decir también el espíritu. Este término se i?
tu discurso siempre dice más de lo que tú dices. nos presenta pues, enseguida, con una ambigüedad extrema. z t:=
Además, por el solo hecho de ser palabra, el discurso se basa en la Una ocurrencia es a veces objeto de cierta depreciación - es ligereza,
existencia en alguna parte de aquel término de referencia que es el plano falta de seriedad, fantasía, capricho. ¿Y el espíritu? En este ~aso, por el
de la verdad - de la verdad en cuanto distinta de la realidad, lo cual hace contrario, uno se detiene, va con cuidado antes de hablar de la misma forma.
entrar en juego el surgimiento posible de sentidos nuevos introducidos en Conviene dejarle al espíritu todas sus ambigüedades, incluyendo el espí~
el mundo o la realidad. No son sentidos que ya estén sino sentidos que ella ritu en su sentido amplio, ese espíritu que evidentemente sirve demasiado
hace surgir, que literalmente introduce.
Aquí tienen ustedes, irradiando por una parte del mensaje y por otra
parte del Yo (Je), estos pequeños alerones que indican dos sentidos diver- 2. La palabra francesa esprit cubre un campo inmenso, que corresponde a multitud
gentes. Desde el Yo (Je), uno va hacia el objeto metonímico y el segundo de términos en español, según los contextos: espíritu, alma, mente, conciencia, ingenio,
inteligencia, gracia, agudeza, ánimo, malicia, picardía, carácter, mentalidad, intención, etc ••
hacia el Otro: Simétricamente, por la vía de retomo del discurso, el mensaje aparte de algún uso en. plural, con significados semejantes a la expresión "las gentes", etc.
va hacia el objeto metonímico y hacia el Otro. Todo esto es provisional, les Trataremos de usar el más adecuado a cada contexto particular, intentando transmitir el juego
ruego que lo tengan en cuenta, pero van a ver cómo estas dos lúteas que con los diversos sentidos y recurriendo a veces a la traducción literal. [N. del T.]
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LA.S ESTRUCTURAS FREUDIANA.S DEL ESPÍRITU EL FAMILLONARIO
a menudo de pabellón para mercancías dudosas~ el espíritu del espiritualis- de vista crítico, qyiero decir desde el punto de vista de una formulación
mo. Pero no por ello carece ]a noción de espíritu de un centro de gravedad, intelectual del problema.
que reside para nosotros en el ingenio en el sentido en que se habla de un Dejo de lado)a tradición principal, la española, porque es demasiado
espíritu agudo,3 aunque no tenga una reputación excesivamente buena. El importante como p~ra que no hayamos de remitirnos a ella abundantemente
espíritu, nosotros lo centraremos en la agudeza, es decir, lo que parece más más tarde.
contingente, más caduco, más asequible a la ciítica. Ciertamentet es propio El punto decisivo es el siguiente - lean lo que lean ustedes sobre el
del genio del psicoanálisis hacer cosas así, y por eso no nos ha de sorpren- problema del Wítz o ·del Wit, el hecho es que siempre llegan a claros calle-
der que el único punto, en suma, de la obra de Freud, donde se mencione jones sin salida, que sólo el tiempo me impide desarrollarles hoy - ya lo
lo que otros p.ecoran con una mayúscula, a saber, el espíritu, sea su obra retomaré. Dejo es~a parte de mi discurso, pero ulterimmente les demostraré
sobre el -Witz. No por ello carecen de parentesco los dos polos del término, qué salto, qué franca.rupturai qué diferencia de calidad y de resultados
gue desde siempre ha dado pie a disputas. caracterizan a la obra de Freud.
Sería divertido recordarl~s la tradición inglesa. El ,Wit es todavía más · Freud no había llevado a cabo la investigación a la que acabo de refe-
netamente ambiguo que el Witz, e incluso que el esprit en francés. lirme sobre la tradición europea del Wztz. Nos dice cuáles son sus fuentes~
Han abundado las discusiones sobre el verdadero, el al'!-téntico espíritu. están claras - so~ tres libros muy sensatos, muy legibles> de esos buenos
el buen espíritu, por decirlo todo, y por otra parle, sobre el mal espíritu, es profesores alemá.nes de pequeñas universidades, que tenían tiempo para
decir, ese espíritu con el cual los que se dedican a hacer piruetas entretienen reflexionar apaciblemente.y hacían cosas nada pedantes. Son Kuno Fischer.
a la gente. ¿Cómo distinguirlos? Sería preciso referirse a las dificultades Theodor Vischer y _Theodor Lipps, un profesor de Múnich que~ de los tres,
que abordaron los críticos. Tras el siglo XVIII, con Addison, Pope, etcétera, escribió las mejores cosas, y llega muy lejos, incluso le tiende las manos a
la cuestión continúa a principios del siglo XIX con la escuela romántica la investigación freudiana, Simplemente, si el Sr. Lipps no hubiera estado
inglesa, que por fuerza tenía que poner de actualidad la cuestión del Wit, tan preocupado por la respetabilidad de su Witz, si no hubiera querido que
Los escritos de Hazlitt son a este respecto muy significativos. Alguien de hubiese uno verdadero y otro falso, habría llegado sin duda mucho más
quien teiidremos ocasión d.e habla:r, Coleridge~ fue quien llegó más l~jos lejos. Por el contrario; eso no retuvo a Freud para nada. Ya estaba acostum-
en esta vía. brado a exponerse, y.por este motivo vio mucho más claro. También porque
Podría hablarles igualmente de la tradición alemana. E11 particular, la vio las relaciones dtructurales que hay entre el Witz y el inconsciente.
promoción del espíritu al primer plano del cristianismo literario siguió en ¿En qué plano .las vio? Únicamente en un plano que podemos llamar 1
Alemania una evolución estrictamente paralela. La cuesti6n del Witz se formal. Entiendojonnal, no en el sentido de bellas formas, redondeces, '!
encuentra en el corazón de toda la especulación románticaf que requerirá todo aquello con to que tratan de sumergirlos otra vez en el más negro
nuestra atención tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto oscurantismo, sino en el sentido en que se habla de la forma en la teoría
.,•,,
de vista de la situación del análisis. literaria, por ejemplo. En efecto, hay otra tradición de la que no les he
Es muy llamativo que entre nosotros no haya nada que corresponda hablado, pero es también porque habré de referirme a ella a menudo, una
a este interés de la crítica p~r la cuestión del Wit o del Witz. Las únicas tradición nacida recientemente, la tradici6n checa. Su ignorancia les hace
personas que se han ocupado se1iamente de ello han sido los poetas. En el creer que la referencia al formalismo tiene un sentido vago, De ninguna
período del siglo XIX, entre los poetas, la cuestión no sólo está viva sino manera. El formalismo tiene un sentido extremadamente preciso - es
que se encuentra en el corazón de la obra de Baudelaire y de Mallanné. Por una escuela crftica Iiterari~ perseguida desde ya hace algún tiempo por
otra parte, siempre se la ha presentado, incluso en ensayos, desde el punto la organización estatal que está de parte del sputnik. De cualquier forma, ,t....
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU _EL FAMILLONARIO
·-·~ t}
Después de haberles pedido que lean de vez en cuando.mis· artículos 1 de Reisebilder, Estampas de viaje, qne es desconcertante que no sea un libro ~·:
todas formas no tengo necesidad de pedirles que lean el libro de Freud, Der clásíco. En la parte italiana, se encuyntra un pasaje donde figura aquél
Witz und seine Beziehung zum Unbewussten. Dado que este año les hablo personaje inenarrable sobre cuyas propiedades espero tener todavía tiempo
del Witz, me parece lo mínimo. Verán que la economía de este libro se basa de decirles algo hoy.
en que Freud parte de la técnica del chiste y vuelve a ella constantemente. En el transcurso de su conversación con él, Reine obtiene de Hirsch-
¿Qué sigtúficaesto para él? Se trata de técnica verbal, como se suele decir. Hyacinth la declaración de que tuvo el honor de curarle los callos al gran
Yo les digo, más precisamente, técnica del significante. 1; r·-:
Rothschild, Nathan el Sabio. Mientras le limaba los callos, se decía a sí ...• l
Si Freud desentraña verdaderamente el problema, es porque parte de la mismo que él, Hirsch-Hyacinth, era un hombre importante. En efecto,
técnica del significante y vuelve a ella sin cesar. Pone de manifiesto dis- pensaba que durante esta operación Nathan el Sabio estaba meditando
tintos planos, y de pronto se ve con la mayor nitidez qué es lo que se debe sobre los diversos correos que había de enviar a los reyes, y que si él,
saber distinguir para no perderse en perpetuas confusiones del significado, Hirsch-Hyacinth, le roía demasiado un callo, resultaría en las alturas
en pensamientos que no pern~u.ten salir del apuro. Se.ve, por ejemplo, que alguna irritación► y en consecuencia Nathan a su vez la tomaría un poco
hay un problema del ingenio. y hay un problema de lo cómico, y que no es más con los reyes.
lo mismo. De la misma fonna 1 por mucho que de vez en cuando el problema Y así, de una cosa a otra, Hirsch-Hyacinth acaba hablando de otro
de lo cómico y el problema de la risa vayan juntos, incluso aunque los tres Rothscbild que cónoció, Salomon Rothschild. Un día que se anunció en
se enmarañen, no se trata tampoco del mismo problema. casa de este último como Hirsch-Hyacinth, obtuvo esta respuesta en len-
En resumen, para esclarecer el problema de la agudeza, Freud parte de guaje campechano-Yo también colecciono lotería, la lotería Rothschild, ·
la técnica significante, y de alú partiremos nosotros con él. no quiero que mi colega ponga un pie en la cocina. Y, exclama Hírsh- ~ •• r
Curiosamente, se produce en un nivel del que, está claro, no se indica Hyacinth, me trató de una forma del todo famillonaria. ••• tM; ...
<_::_·,:·:_·:· r::~
que sea el nivel del inconsciente, pero, por razones profundas, relacionadas · He aquí en qué se detiene Freud. i;;:
con la propia naturaleza de lo que está en juego en el Witz, fijándonos en ¿Qué es eso de famillonaria? ¿Es un neologismo, un lapsus, una ocu- i
eso es como mejor veremos lo que no está del todo ahí, sino al lado, y que rrencia? Es una ocurrencia, sin duda, pero el solo hecho de que haya podido j.
es el inconsciente. El inconsciente, precisamente, sólo se aclara y se nos plantearme las dos otras preguntas nos introduce ya en una ambigüedad del J.:
confía cuando miramos un poco al lado:' Lo verán ustedes constantemente significante en el inconsciente.
en el Witz, pues ésta es su propia naturaleza - miras ahí y eso te permite ¿Qué nos dice Freud? Que reconocemos aquí el mecanismo de la con-
ver lo que no está ahí. densación, materializada en el material del significante, se trata de una
Empecemos, pues, con Freud por las claves de la técnica del significante. especie de encastrado, con ayuda de no sé qué máquina, de dos líneas de la
Freud no se mató para encontrar ejemplos - casi todos los que nos da, cadena significante. Freud completa esta palabra con un precioso esquema
y que pueden parecemos un poco prosaicos y de valor desigual, los toma de significante donde se inscribe, primero, familiar, luego, debajo, millona-
esos tres profesores, por eso les be dicho en qué estima los tenía. Con todo, ria. Fonéticamente, ar/ar está en los dos casos, igual que millmill1 eso se
hay otra fuente en la que Freud verdaderamente se empapa, es Heinrich condensa y, en el intervalo entre los dos, aparece famillonaria.
Reine, y de esta fuente toma su primer ejemplo.
Se trata de una palabra espléndida que florece en la boca de Hirsch- ºFamili ar
Hyacinth, judío de Hamburgo que colecciona boletos de lotería, menes- mili onaria
teroso y famélico, con quien Heine se encuentra en los baños de Lucas.
faMILlon ARia
Si quieren llevar a cabo una lectura completa sobre el Witz, deben leer
Tratemos de ver qué ocurre en el esquema de la pizarra. Me veo obli-
4. A coté. En otros contextos se usa como adjetívo ("errado") o adverbio ("erra- gado a ir deprisa, pero tengo algo que señalarles.
damente"). Véanse págs. 281 y 330. [N. del T.J
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LAS ESTRUCTURA.S FREUDIANAS DEL ESPÍRITU . EL FAMILLONARIO
Evidentemente, puede esquematizarse el discurso diciendo que parte han de estar en una posición segunda intermedia. Las otras son~ o bien
del Yo (Je) para dúigirse al Otro. Es más correcto darse cuenta de que, iniciales o bien terminales.
con independencia de lo que pensemos, todo discurso parte del Otro, a., Así pues, en tres tiempos, las dos cadenas, la del discurso y la del
se refleja en el Yo (Je) en '3 1 pues éste se ha de ver implicado en el asunto, significante, llegan a converger en el mismo punto, el del mensaje.
vuelve al Otrn en un segundo tiempo~· de ahí la invocación al Otro, Yo Como resultado, el Sr. Hirsch-Hyacinth fue tratado de una forma del todo
tenía con Salomon Rothschild un trato del todo familiar-y a continuación famillonaria.
se va volando hacia el mensaje, y. Este mensaj~•es perlectamente incongruente, porque no se admite> no
Pero no olviden que el interés de este esquema está en que tiene dos está en el código. En eso reside todo. Por supuestot el mensaje está hecho,
líneas y las cosas circulan al mismo tiempo por la línea de la cadena sig- en principio, para estar en cierta relación de distinción respecto al código~
nificante. Por la misteriosa propiedad de los fonemas que se encuentran pero aquí, es en el propio plano significante donde viola manifiestamente
en una y otra palabra, conelativamente algo se remueve en el sigruficante, el código.
se produce una sacudida en la propia cadena significante elemental. En lo La definición que les propongo de la agudeza descansa de entrada en
que se refiere a la cadena, hay igualmente tres tiempos. esto, que el -mensaje se produce en cierto nivel de la producción signi-
En el primer tiempo, el esbozo del mensaje. ficante, se diferencia y se distingue respecto al código~ y adquiere. por
En el segundo tiempo, la cadena se refleja en ~' en el objeto meto- esta distinción y esta diferencia, valor de mensaje. El mensaje reside en su
nímico, mi millonario. En efecto, de lo que se trata para Hirsch-Hyacinth es diferencia respecto al código,
del objeto metonímico 1 esquematizado, de su pertenencia. Es su millonario, ¿Cómo se sanpiona esta diferencia? Aquí se trata del segundo plano,
pero al mismo tiempo no lo es, porque es más bien el millonario quien lo Esta diferencia es sancionada como agudeza por el Otro. Esto es indispen-
posee a él. Resultado - no pasa, 5 y por eso precisamente este millonario sable, y está en Freud.
se re:flej a en el segundo tiempo en p', a la vez que el otro ténninoi 1afonna Hay dos cosas en el libro de Freud sobre la agudeza - la promow
familiar, llega a a.. ción de la técµ.ica significante y la referencia al Otro como tercero.
En el tercer tiempo, millonaria y f amiliat se encuentran y se conjugan Esta referencia-, q1,e les martilleo desde hace años, Freud la articula
en el mensaje, en y, para producirfamillonaria. claramente, en especial en la segunda parte de su obra, pero por fuerza
Encontrar este esquema puede parecerles pueril, aunque esté bien, por- desde el principio.
que soy yo quien lo ha hecho. Pero cuando se les vaya pegando a lo lar.go Por ejemplo, ~reud nos destaca perpetuamente la diferencia entre la
de todo el año, tal vez se dirán que sirve de algo. En particular, gracias agudeza y lo cómico, debida a que lo cómico es dual. Lo cómico es la
al hecho de que nos presenta exigencias topológicas, nos pennite medir relación dual, y es preciso que esté el Otro tercero para que haya agudeza.
nuestros pasos en lo que se refiere al significante. Tal como está hecho; lo La sanción del Otro tercero, ya sea que lo sostenga o no un individuo,.
recorran como lo recotran, limita nuestros pasos - quiero decir que cada resulta aquí eseripial. El Otro ·devuelve la pelota, dispone el mensaje en el
vez que debamos dar un paso, el esquema nos exigirá que no demos más de código como agudeza, dice, en el código - Esto es una agudeza. Si nadie
tres elementales: A eso están destinadas las boyas iniciales y las puntas de lo hace, no hay agudeza. Si nadie se da cuenta, sifamillonaria es un lapsus,
flecha, así como los alerones relacionados con los segmentos, que siempre· no constituye una agudeza. Es preciso, pues, que el Otro lo codifique como
agudeza, que se inscriba ·en el código mediante esta intervención del Otro.
Tercer elemento de la definición - la agudeza tiene relación con algo
5. Ne passe pas. Tanto eu este caso como en frases afirmativas que incluyen la forma
passe, traducimos literalmente este téimino sin añadidos por su connotación topológica
que está situado profundamente en el nivel del sentido. No digo que sea una
precisa en el contexto del grafo. Hay que recordar por otra parte que en francés está muy verdad, pues las sutiles alusiones a no sé qué de la psicología del millonario
presente la idea de "ser admitido", "concedido", "aprobado" e ''introducirse en", así como y el parásito, aunque contribuyan mucho a nuestro placer, ya hablaremos
lo que coloquialmente se diría "colar". En español está demasiado presente, por el contrario, de ello, no nos explican la producción de este famillonario. Yo digo que
la idea de caducidad, de alejamiento. es la verdad.
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379
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU
•.··
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Desde hoy les propongo que la esencia de la agudeza - si queremos
buscarla, y buscarla con Freud, pues él nos llevará tan .lejos como sea posi-
ble en esta dirección, hacia lo más agudo que tiene, porque de agudeza se
trata y tiene punta - 6 reside en su relación con una dimensión rndical que
se refiere esencialmente a la verdad, a saber,' a lo que llamé, en mi artículo
sobre ºLa instancia de la letra"> la dimensión de coartada de la verdad. ·
Por muy de cerca que queramos captar la esencia de la agudeza, lo cual
no deja de producimos no sé qué diplopía mental, de lo que se trata siempre,
lo que la agudeza hace expresamente, es esto - designa, siempre al lado,
lo que sólo se ve mirando en otra dirección.
Aquí es donde lo retomaremos la próxima vez. Los dejo sin duda con
algo pendiente, con un enigma. De todas forinas, creo haber planteado
los términos a los que, comQ °luego les demostraré, debemos mantenernos
necesariamente fieles.
.... ·
6 DE NOVIEMBRE DE 1957
6. [... ] ll nous conduira aussi loin que possible dans ce sens ou est sa pointe, puisque
de polnte il s 1 agit, et pointe il y a. [N. del T.J
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V
Iré directamente al tema de lo que nos ocupa hoy- ¿cuál es, se pte-
gunta Freud, la fuente del placer del chiste?
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.. ··.. :. :·:_
En un lenguaje demasiado extendido en t?Uestros días y que algunos al sentido, la esencial polivalencia y la funci6n creadora que tiene con
usarían, diríamos que la fuente del placer del chiste se ha de buscar en respecto a él, el acento arbitrario que aporta al sentido.
su aspecto formal. Felizmente, Freud no se expresa en estos términos. La otra cara es la cara de inconsciente. Que el ejercicio del significante
Llega a decir, por el contrario, de una forma mucho más precisa, que la recuerda de por sí todo lo que es de la categoría del inconsciente, queda
verdadera fuente del placer aportado por el chiste reside simplemente en suficientemente indicado para Freud por el hecho de que las estructuras
la broma. que revela el chiste, su constitución, su cristalizaciónr s11 funcionamiento,
Pero resulta que el placer que obtenemos durante el ejercicio del chiste no son distintas de las que descubriera en sus primeras aprehensiones del
tiene su centro en otra parte. ¿Acaso no vemos en qué dirección busca inconsciente, en los sueños, en los actos fallidos - o logrados, como quie-
Freud esta fuente, y a lo largo de todo su análisis? La ambigüedad inherente ran ustedes entenderlo - , incluso en los síntomas, de todo lo cual hemos
al propio ejercicio del chiste hace que no veamos de dónde nos viene ese tratado de dar una fórmula más ajustada bajo las rúbricas de la metáfora
placer, y es preciso todo el esfuerzo de su análisis para mostrárnoslo. y de la metonimia. Esas fórmulas son equivalentes para todo ejercicio del
Es absolutamente esencial seguir aquí el movimiento de su avance, lenguaje y también para aquello estructurante que, del lenguaje, encontrare-
De acuerdo con un sistema de referencia explícita que se manifestará de mos en el inconsciente. s·on las fórmulas más generales, y la condensación,
forma cada vez más acentuada hasta el fin de la obra, la fuente primitiva de el desplazamiento y los otros mecanismos que Freud pone de relieve en las
placer es puesta en relación con un periodo lúdico di? la actividad infantil, estructuras del inconsciente, no son en cierto modo sino sus aplicaciones.
con ese primer jugueteo con las palabras que nos remite directamente a la Conferir de esta forma al inconsciente la estructura de la palabra no forma
adquisición del lenguaje en cuanto puro significante, al juego verbal, al parte quizás de nuestros hábitos mentales, pero corresponde a lo que tiene
ejercicio~ diríamos, casi puramente emisor de la forma verbal. ¿Se trata, efectivamente de dinámico en su relación con el deseo.
pura y simplemente, de un retorno a un ejercicio significante propiamente A esta medida común entre el inconsciente y la estructura de la palabra
dicho en un periodo anterior al control - mientras que la razón obliga ·en tanto que está regida por las leyes del significante, a eso es precisamente
progresivamente al sujeto, debido a la educación y a todo_s los aprendizajes a lo que tratamos de aproximarnos cada vez más, intentamos convertirlo
de la realidad, a añadirle control y crítica al uso del significante? ¿Reside en ejemplar con nuestro recurso a la obra de Freud sobre la agudeza. Esto
acaso en esta diferencia el principal origen del placer en el chiste? Si lo es lo que trataremos de examinar hoy más detenidamente.
que Freud nos plantea se concretara en esto, la cosa parecería sin duda muy Destacar lo que podríamos llamar la autonomía de las leyes del sig-
simplel pero no es así, ni mucho menos. nificante, decir que son primeras con respecto al mecanismo de la creación
Si Freud nos dice que ahí está la fuente del placer1 tambi~n nos mues- del sentido, no nos dispensa, por supuesto, de planteamos la pregunta de
tra por qué vías pasa este placer - son vías antiguas, porque siguen ahí cómo concebirt no sólo la aparición del sentido sino también, por parodiar
en potencia, virtuales, existentes y todavía sostienen algo. Son ellas las una fórmula que fue bastante torpemente producida dentro de la escuela
que quedan liberadas por la operación del chiste, éste es :su privilegio con lógico-positivista, el sentido del sentido - no es que esta última expresión
respecto a las vías que han sido llevadas al primer plano del control del tenga ningún sentido. ¿Qué queremos decir cuando se trata de sentido?
pensamiento del sujeto en su progrnso hacia el estado adulto. El paso por Por otra parte, Freud, en este capítulo sobre el mecanismo del placer, no
estas vías hace entrar desde un principio el chiste - y aquí interviene todo deja de referirse constantemente a esta fórmula tan a menudo propagada a_
el análisis anterior que Freud hace de su nervio y de sus mecanismos - en propósito del chiste, el sentido en el sinsentido. Esta fórmula, propuesta hace
las vías estructurantes que son las del inconsciente, las mismas. ya mucho tiempo por distintos autorest ti.ene en cuenta dos aspectos aparentes
En otros términos. y es el propio Freud quien se expresa así, el chiste del placer- el chiste llama la atención de entrada por el sinsentido, nos deja
tiene dos caras. pendientes y luego nos recompensa con la aparición en este mismo sinsentido
Está, por una parte, el ejercicio del significante, con esa libertad que de no sé qué sentido secreto, siempre tan difícil de definir por otra parte.
eleva al máximo su posibilidad de ambigüedad fundamental. Para decirlo De acuerdo con otra perspectiva, se dirá que el camino del sentido lo
todo, encontramos aquí el carácter primitivo del significante con respecto abre el sinsentido que en ese instante nos deja estupefactos, pasmados.
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIA.NAS DEL ESPÍRITU . EL POCO SE_NTIDO Y EL PASO DE SENTIDO
Esto se acerca tal vez más al mecanismo~ y seguramente Freud se inclina Esos tiempos han sido tan poco examinados, que un personaje emi-
a concederle más propiedades. O sea, que al sinsentido le corresponde el nentemente represe~tativo de la jerarquía psicoanalítica escribió todo
papel de embaucamos por un instante, el tiempo suficiente para que un un artículo, de una docena de páginas aproximadamente - lo he men~
sentido hasta entonces inadvertido nos sorprenda a través de su captura por donado en alguna parte en uno de mis artículos - , para maravillarse de
el chiste. Este sentido, por otra parte, desaparece rápidamente, es fugitivo, las vrrtudes de lo que llama Wording, palabra inglesa correspondiente a
es un sentido en forma de relámpago, de la misma naturaleza que el pasmo lo que, con menos gracia,' llamamos en francés paso a lo verbal o verba-
que por tm instante nos retuvo en el sinsentido. lización. Evidentemente es mucho más elegante en inglés. Una paciente
De hecho, si se examinan las cosas con más cuidado; vemos que Freud se había encabritado singularmente por una intervención suya, y entonces
llega a repudíar el término de sinsentido. Ahí es donde quisiera que nos detu- él dijo algo que significaba que sus demands, lo cual en inglés tiene un
viéramos hoy, pues lo propio de estas aproximaciones e_s precisamente evitar acento todavía más insistente que en francés, eran singulares, incluso
el último ténnino, la fuente última del mecanismo que interviene. Semejantes fuertes. Ella quedó lityralmente trastornada, cpmo frente a una acusación,
fónnulas tienen en sí mism~s~ sin lugar a dudas, su apariencia, su seducción una denuncia. Pero:_ al hacerle otra vez la misma interpretación al poco
psicológica, pero no son, hablando con propiedad, las cqnvenientes. rato sirviéndose de la palabra needs, o sea necesidades, se encontró con
Les propondré que, como punto de partida, no rec~rramos al niño. alg1:3ien completamente dócil en la aceptación de su interpretación. Y el
Sabernos que el niño puede obtener cierto placer con sus juegos verbales, autor va y- se maravilla.
y por eso podemos referimos en efecto a algo así para dar sentido y peso Que el autor en cuestión haga de este descubrimiento una montaña,
a una psicogénesis del mecanismo del ingenio, concederle todas las gra- nos demuestra muy bien hasta qué punto el arte del Wording se encuentra
cias a aquella actividad lúdica primitiva y lejana, y quedamos satisfechos todavía en el análisis, o al menos en cietto círculo del análisis, en estado
con ello, Pero si se piensa de otra forma, en vez de obedecer a la rutina prinútivo. Porque en verdad, todo está ahí - la demanda es de por sf tan
.... •
preestablecida, ésta no es una referencia que deba satisfacemos tanto, pues relativa al Otro, que el Otro se encuentra enseguida en posición de acusar al
tampoco es seguro que el placer del ingenio, en el que el nifio sólo participa sujeto, de rechazarlo, nú~ntras que, cuando se invoca la necesidad, asume
muy de lejos, deba ser explicado exhaustivamente recurriendo a la fantasía. esta necesidad, la homologa, la atrae hacia él, ya empieza a reconocerla,
Para conseguir anudar el uso del significante con lo que podemos llamar lo cual es una satisfacd.ón esencial. El mecanismo de la demanda hace
una satisfacción o un placer, volveré l:lhora a una referencia que me parece que el Otro, por naturaleza, se oponga a él, incluso se podrla decir que por
elemental. Si recurrimos al niño, es preciso no olvidar que al principio el naturaleza la demanda ·exige, para sostenerse como demanda, que alguien
significante está destinado a servir para algo - está hecho para expresar se le oponga. El modo¡ en que el Otro accede a la demanda ilustra a cada 1
una demanda. Pues bien, detengámonos un instante en el motor de la momento la introduc~i6n del lenguaje en la comunícaicón. '!
demanda. Pensémoslo bien: El sistema de las necesidades se introduce en la
dimensión del len~3:je para ser remodelado, pero también para volcar-
se hasta el infinito én el complejo significante, y por eso la demanda es
esencialmente algo que por su naturaleza se plantea como potencialmente
2 exorbitante. No sin razón los niños piden 13: luna. Piden la luna porque pedir
la luna corresponde a la naturaleza de una necesidad que se expresa a través
del sistema significante. Por otra parte, no dudamos en prometérsela. Por
¿ Qué es la demanda? Es lo que, de una necesidad, por medio del signifi- otra parte, además, estamos cerca de tenerla. Pero a fin de cuentas, todavía
cante dirigido al Otro, pasa. 1 Ya les indiqué la última vez que esta referencia no la tenemos, la luna.
merecía que tratáramos de sondear sus tiempos. Lo esencial es poner esto de relieve - ¿qué ocurre en la demanda de
satisfacción de una necesidad? Respondemos a la demanda, damos a nues-
l. Passe. Recuérdese la nota 5 sobre este ténnino en la página 26. [N, del T.] tro prójimo lo que nos pide, pero para ello, ¿por qué ratonera ha de pasar?
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU EL POCO SENTIDO Y EL PASO DE SENTIDO
¿A qué reducción de sus pretensiones es preciso que se reduzca él mismo nueve obras de misericordia. Sus propios términos son bastante llamativos.
para que la demanda sea ratificada? . Vestir a quienes van desnudos - si la demanda fuera algo que debiera
Es algo que pone de relieve suficientemente el fenómeno de la necesidad sostenerse hasta su extremo más directo~ ¿por qué no decir vestir a los
cuando aparece al desnudo. Diría incluso que para acceder a la necesidad
0 a las que están desnudas en Christian Dior? De vez en cuando ocurre,
en cuanto necesidad hemos de referirnos, más allá del sujeto, a no sé qué pero por lo general ha empezado desnudándolos uno mismo. Iguahnente,
Otro que se llama Cristo y se identifica con el pobre. Esto vale para quienes dar de comer a los que tienen hambre - ¿por qué no atiborrarlos? Eso
practican la caridad cristiana, pero también para los otros. El hombre del no se· hace, les haría daño, están acostumbrados a la sobriedad, no V'.ªYª a
deseo, el Don Juan, de Moliere, le da al pobre, por supuesto, lo que éste sentarles mal, En cuanto a visitar a los enfermos, les recordaré el dicho de
le pide, y no en vano añade por amor de la humanidad. La respuesta a la Sacha Guitry - Una visita siempre es placentera, si no cuando uno llega,
demanda, la concesión de la demanda, es deferida a fin de cuentas a Otro . al menos cuando se va.
más allá del que tienes delante. Una de
las historietas el)._ las que Freud La temática de la demanda se encuentra pues en el corazón de lo
centra su análisis del chiste, la del salmón con mayonesa, es la más bonita que hoy nos proponemos. Tratemos por lo tanto de esquematizar lo que
para ilustrarlo. . ocurre en este tiempo de detención que, de alguna forma, por una vía
Se trata de un personaje que, tras haberle dado a un pedigüeño algún singulart a la manera de una bayoneta, si podemos expresarnos de esta
dinero que éste necesita para hacer frente a no sé qué deudas, habiéndose ya forma, desfasa la comunicación de la demanda con respecto a su acceso
cumplido el plazo, se indigna cuando le ve darle otro destino al objeto de su a la satisfacción.
generosidad. Es una historia graciosa de verdad. Después de su buena obra, . Para hacer uso de este pequeño esquema, les ruego que se remitan a algo
ve al otro en un restaurante a punto de regalarse un salmón con mayonesa; que no por ser mítico es menos profundamente verdadero.
lo cual se considera signo de un gasto suntuario. Hay que ponerle un poco
Supongamos algo que a pesar. de todo debe existir en alguna parte,
de acento vienés, como requiere el tono de la historia. Le dice - ¿C6mo? aunque sólo sea en nuestro esquema, a saber, una demanda que pasa. A
¿Para eso te he dado dinero? ¿Para que te permitas salmón ~on mayonesa? fin de cuentas, alú está todo - si Freud introduce una nueva dimensión en
Entonces interviene el otro en el chiste, respondiendo - Pero entonces, no nuestra consideración del hombre es porque, yo no diría que algo pasa de
lo entiendo. Cuando no tengo dinero1 no puedo comer salmón con mayo- todas formas, sino que algo que está destinado a pasar, el deseo que debería
nesa, cuando lo tengo, tampoco puedo comerlo. Así, ¿cuándo voy a comer no
salmón con. mayonesa?
Todo ejemplo de chiste resulta todavía más significativo por su particu-
pasar, deja en algún lugar sólo huellas sino un circuito insistente.
Partamos, pues, de algo que represente la demanda que pasa. Como
existe la infancia, muy bien podemos hacer que la demanda que pasa se
ij
laridad, por lo que la histotia tiene de especial e imposiqle de generalizar. refugie en ella. El niño articula lo que en él es todavía tan sólo una arti-
A través de esta peculiaridad es como llegamos al núcleo del motor del culación incierta, pero en la que se complace - por otra parte, a eso es
dominio que estamos examinando. a lo que se refiere Freud. El joven sujeto dirige su demanda. ¿De dónde
La pertinencia de esta historieta no es menor que la de cualquier º!1'ª, parte, esta demanda, si todavía no ha entrado en juego? Digamos que se
pues todas conducen siempre al meollo del problema, a saber, la relación dibuja algo que parte de este punto que llamaremos delta o D mayúscula,
entre el significante y el deseo. El deseo queda profundamente transfor~ por Demanda.
mado en su acento, queda subvertido, se toma ambiguo, debido a su paso ¿Qué es lo que nos describe esto? Nos describe la función de la nece-
por las vías del significante. Entendamos bien qué quiere decir esto. Toda sidad. Se expresa algo que parte del sujeto y que consideramos la línea de
satisfacción es concedida en nombre de cierto registro que hace intervenir su necesidad. Acaba aquí, en A, donde se cruza también con la curva de
al Otro más allá del que pide, y esto precisamente pervierte en profundidad lo que hemos aislado como el discurso, hecho de la movilizaci6n de un
el sistema de la demanda y de la respuesta a la demanda. material preexistente. No la he inventado yo, la línea del discurso, en la que
Vestir a quienes van desnudos, dar de comer a quienes tienen hambre. interviene el stock, muy reducido en este momento, del significante, en la
visitar a los enfermos - no es preciso que les recuerde las siete, ocho o medida en que el sujeto articula correlativamente algo.
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU . EL POCO S~NTIDO Y EL PASO DE SENTIDO
Véanlo. Esto se desarrolla en dos planos, el de la in{ención, estructuración de la .demanda que tratamos de situar en el fundamento del
primer ejercicio del significante en la expresión del deseo.
Les pediría que, -ar menos provisionalmente, admitieran, como la
2
referencia más ú~l para lo que trataremos de desarrollar posteriormente,
el caso ideal en el cual la demanda encuentra exactamente en el tercer
tiempo lo que la pr9longa, o s_ea, el Otro que la retoma a propósito de su
mensaje.
Ahora bien, lo que hemos de considerar aquít en cuanto a la demanda,
la
n9 puede confundirse_ (?Xactamente con satisfacción de la necesidad,
porque el propio ejercicio de todo significante transfonn~ la manifestación
1
1
'
objeto •: 1 - - - - - - - l ' yo
de dicha necesidad. Al añadir él significante se le aporta un
mínimo de
'1
transfo1mación - de metáfora, por decirlo todo - que hace que lo signi-
11
ficado sea algo más allá de la necesidad bruta, resulta remodelado por el
3 \ ¡1 uso del significante. En consecuencia, desde este comienzo, lo que entra en
'ti 1
la creación del significado no es pura y simple traducción de la necesidad
sino recuperación, reasunción, remodelado de la necesidad, creación de
un deseo distinto d~. la necesidad. Es la necesidad más el significante. Así
por confusa que la supongan, del joven sujeto en tanto que enúte la llama- como el socialismo, decía Lenin, es posiblemente algo encantador, pero
da, y el del significante, por desordenado que puedan suponer igualmente la comunidad perfecta dispone además de la electrificación, aquí, en la
su uso 1 en tanto que es movilizado en este esfuerzo, en esta llamada. El expresión de la necesidad, también está el significante.
significante progresa al mismo tiempo que la intención hasta que ambos Del otro lado, del lado del significante, hay seguramente en el tercer
alcanzan estas intersecciones, A y M, cuya utilidad para comprender el tiempo algo que corresponde a la aparición milagrosa - en efecto, la
efecto retroactivo de la frase que se completa ya les he indicado. habíamos supuesto milagrosa, perfectamente satisfactoria - de la satis-
Antes del fin del segundo tiempo, vean que estas dos lfueas todavía no se facción en el Otro de este mensaje nuevo que ha sido creado. Ello conduce
han entrecruzado. En otras palabras1 quien dice algo dice al mismo tiempo normalmente a lo que Freud nos presenta como el placer del ejercicio del
más y menos de lo que ha de decir. La referencia al carácter titubeante del significante. En este caso ideal exitoso, el Otro está en la propia prolonga-
primer uso de la lengua por paite del niño se puede emplear plenamente ción del ejercicio del significante. Lo que prolonga el efecto del significante
en este caso. en cuanto tal es su 1·esolución en un placer propio, auténtico, el placer del
Hay progresión simultánea a lo largo de las dos líneas, y doble ter- uso del significante: Pueden ustedes inscribirlo en alguna línea límite.
minación al final del segundo tiempo. Lo que empezó como necesidad se Les ruego_ que lo admitan de momento a modo de hipótesis - el uso
. llamará la demanda, núentras que el significante se <;ierra en lo que temú- común de la demanda está subtendido2 por una referencia primitiva a lo que .
na, de una forma tan aproximada como ustedes quieran, el sentido de la podríamos llamar el éxito.pleno, o prí.mer éxito, o éxito mítico, o la forma
demanda y constituye el mensaje que evoca al Otro - digamos la madre, arcaica primordial del ejercicio del significante. Esta hipótesis pennane-
por admitir de vez en cuando la existencia de buenas madres. La institución cerá como subyacente ~n todo lo que trataremos de concebir de lo que se
del Otro coexiste así con la tenninación del mensaje. Ambos se determinan produce en los casos real~s del ejercicio del significante.
al mismo tiempo, el uno como mensaje, el otro como Otro.
En un tercer tiempo, veremos que la doble curva se tenni.na tanto más 1. Soustendu, de soustendre. En espafiol es sólo un término de geometría, pero en
allá de A como más allá de M. Indicaremos, al menos a título de hipótesis, francés tiene un uso figurado. que se refiere a lo que es la base más o menos clara de un
cómo podemos nombrar estos puntos terminales y localizarlos en esta. discurso. [N. del T.]
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU EL POCO SE!'/TIDO Y EL PASO DE SENTIDO
En la medida en que crea al mismo tiempo el mensaje y el Otro) el piamente, es por lo que es apto para enh·ar en el inconsciente. En efecto,
paso plenamente exitoso de la demanda a lo real conduce, por una parte, a no todo deseo es capaz de entrar en el inconsciente. Sólo entran en el
una reorganización del significado, introducido por el uso del significante inconsciente aquellos deseos que, por haber sido simbolízados, pueden, al
en cuanto tal1 y, por otra parte, prolonga directamente el ejercicio del sig~ entrar en el inconsciente, conservarsét en su forma simbólica, es decir, la
nificante en un placer auténtico, Ambos se equilibran. Está) por un lado, forma de aquella huella indestructible, ejemplo que Freud vuelve a tomar
este ejercicio del significante que en efecto encontramos, con Freud, en el una vez más en el Witz, Se trata de los deseos que no se gastan, que no
propio origen del juego verbal y que constituye un placer original siempre tienen el carácter de impermanencia propia de toda insatisfacción sino
dispuesto a surgir, Por otro lado, está lo que se produce para oponerse a él. que, por el contrario, se sostienen en la estructura simbólica, la cual los
Ahora veremos de qué se trata. mantiene en cierto nivel de circulación del significante, ése que, como les
Cuán enmascarada está esa novedad que aparece no s61o en la respuesta he señalado, hemos de situar en este esquema en el circuito entre el men-
a la demanda sino en la demanda verbal misma, algo original que com- saje y el Otro, donde ocupa una función variable según las circunstancias
plejiza y transforma la necesidad, que la sitúa en el plano de lo que desde en las que se produce. Por este mismo procedimiento hemos de concebir
entonces llamaremos el deseo. el circuito giratorio del inconsciente en la medida en que está ahí siempre
¿ Qué es el deseo? El deseo se define por una separación esencial con dispuesto a reaparecer.
respecto a todo lo que corresponde pura y simplemente a la dirección Por la acción de la metáfora es como se produce el surgimiento del sen-
imaginaria de la necesidad - necesidad que la demanda introduce en un tido nuevo, cuando, tomando prestados ciertos circuitos originales, asesta
orden distintot el orden simbólico, con todas las perturbaciones que éste un golpe dentro del circuito corriente, banal, admitido, de la metonimia. En
puede traer aquí. la agudeza, la pelota va y vuelve entre el mensaje y el Otro a cielo abierto,
Si les ruego que recurran a ese mito primordial es porque será preciso produciendo el efecto original que le es propio.
que nos apoyemos en él a continuación, o de lo contrario volveremos Entremos en más detalles para tratar de captarlo y concebirlo.
incomprensible todo lo que nos articule Freud a propósito del mecanismo
·propio del placer del chiste. Esta novedad que aparece en el significado por
la introducción del significante, la encontramos en todas partes como una
dimensión esencial acentuada por Freud, a cada vuelta del caminot en todo 3
lo que es manifestación del inconsciente.
Freud nos dice a veces que en las formaciones del inconsciente aparece
algo que se llama la sorpresa. Es conveniente tomarla, no como un acci- Si abandonamos el nivel primordial, mítico, de la primera instauración
dente de ese descubrimiento sino como· una dimensión fundamental de de la demanda en su forma propia, ¿cómo son las cosas?
su esencia. El fenómeno de la sorpresa tiene algo de originario - ya sea Vayamos a un·tema absolutamente fundamental en el.conjunto de las
cuando se produce en el interior de una formación del inconsciente, en la historias de los chistes. Constantemente vemos pedigüeños a quienes se
medida en que en sí misma le choca al sujeto por su carácter sorprendente, les conceden cosas. O bien se les concede algo que no piden, o bien, una
o bien si, cuando tú te encargas de descubrírsela al sujeto, provocas en él el vez obtenido lo que piden, le dan un uso distinto, o bien se comportan con
sentimiento de sorpresa. Freud lo indica en toda clase de ocasiones, tanto respecto a quien se lo ha concedido con una insolencia muy particular,
en La interpretación de los sueños como en Psicopatología de la vida coti- reproducci6n en la relación del demandante con el solicitado de aquella
diana, o también, en todo momento, en el texto de El chiste y su relaci6n bendita dimensión de la ingratitud, sin la cual sería verdaderamente inso-
con lo inconsciente. La dimensión de la sorpresa es consustancial a lo que portable acceder a cualquier demanda. Observen, en efecto, como nos lo
ocurre cort el deseo en tanto que ha pasado al nivel del inconsciente. ha indicado con mucha pertinencia nuestro amigo Mannoni en una obra
Esta dimensión es lo que le queda al deseo de una condición de emer- excelente, que el mecanismo normal de la demanda concedida es provocar :•,·
:···
gencia que le es propia en cuanto deseo. Por esta misma condición, pro- demandas constantemente renovadas.
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·:·,.
¿Qué es, a fin de cuentas, esta demanda cuando encuentra a su oyente, es la Damada., la intención, esto es el circuito secundario de la necesidad.
el oído al que va destinada? Hagamos un poco dé etimología. Aunque la No es in~ispensable atribuirle demasiado el acento de la razón sino el del
dimensión esencial a la que debemos referimos no resida por fuerza en el control - control por parte del sistema del Otro. Por supuesto, implica
uso del significante, un poco de etimología viene bien para instru:h110s. La ya toda clase de factores que de forma fundada, sólo en este caso~ pode- !.
demanda~ tan marcada.por la temática de la exigencia en el empleo concre~ mos calificar de racionales. Digamos que si bien es racional tenerlos en i:
¡·-
to del término, en inglés más que en otras 'lenguas, pero también en-otras cuenta. no por ello está implicado en su estructma que sean efectivamente
lenguas, es originalmente demandare, confiarse, racionale~.
La demanda se sitúa así en el plano de una c'Omunidad de registro y de ¿ Qué ocurre en la cadena significante de acuerdo con estos tres tiempos
lenguaje, y lleva a cabo una entrega total de sí1 de todas las necesidades que, como vemos, qued~n descritos? Algo moviliza de nuevo todo el apa~
propias, a un Otro de quien se toma prestado el propio matedal significante rato y todo el material; y llega en p1imer lugar aquí a M. Luego no pasa
7
de la demanda, que adquiere un acento distinto. Este desplazamiento se le enseguida hacia el Otro, sino que se refleja aquí. en algo que, en el segundo
impone muy especialmente a la demanda por su funcionamiento efectivo. tiempo, ha correspondido a la llamada al Otro, a saber, el objeto. Se trata
Aquí vemos el origen de los materiales empleados metafóricamente, como del objeto admisible para el Otro. el objeto de lo que el Otro tiene a bien
ven ustedes por el progreso de la lengua. desear, en suma el objeto metonímico. Al reflejarse en este objetot en el
Este hecho nos instruye perfectamente respecto al famoso complejo de tercer tiempo, se dirige al mensaje.
dependencia que mencionaba hace un momento. En efecto, según los tér-
minos que emplea Mannoni, cuando el que pide puede pensar que el Otro
ha accedido verdaderamente a una de sus demandas, ya no hay límite - es
normal que le encomiende todas sus necesidades, De ahí los beneficios de
la ingratitud, que he recordado hace un instante, púe~ ·pone término a algo
que no se podría detener.
Pero, por otra parte, por experiencia, el pedigüeño no suele presentar
-así su demanda, al desnudo. La demanda no tiene nada de confiada. El
sujeto sabe demasiado bien a qué se enfrenta en el ánimo del Otro, y por 1J1\.· n1
V
eso disfraza su demanda. Pide algo que necesita en nombre de otra cosa
objeto yo
que a veces también necesita, pero que, por otra parte, será admitida con
más facilidad como pretexto de la demanda. De ser necesario, si esta otra
cosa no existe, se la inventará pura y simplemente, y sobre todo tendrá en
cuenta, en la formulación de su demanda, el sistema del Otro. Se dirigirá
de determinada manera a la dama caritativa, de otra manera al banquero,
de otra manera al casamentero, de otra manera a tal o cual de los perso- Así, aquí no encontramos aquel feliz estado de satisfacción que habíamos
najes que se perfilan de forma tan divertida en ese libro del Witz. O sea obtemdo al cabo de los tres tiempos de la primera representación• mítica de
que su deseo ·quedará capturado y reorganizado, no sólo en el siste:tna del la demanda y de su _éxito, con su ·srn:prendente novedad y su placer, de por sí
significante, sino en el sistema.del significante tal como está instaurado o satisfactorio, Al co11trario1 nos encontramos detenidos en un mensaje que en
instituido en el Otro. sí mismo es portador dé un carácter de ambigüedad, En efecto, este mensaje
Así, su demanda empezará a formularse a partir del Otro, y se refleja en es una foonulación que se encuentra alienada desde el principio, en tanto que
primer lugar en algo que mucho antes ha accedído_al estado de actividad parte del Otro, y por este lado conduce a lo que de algún modo es deseo del
en su discurso, a saber, el Yo (Je). Éste profiere la demanda para réflejarla Otro. El mensaje es el encuentro de ambos. Por una parte, lallamada que ha sido
en el Otro, y la demandat por el circuito A-M, acaba como mensaje. Es~o evocada es del propio Otro. Por otra parte, en su mismo aparato significante
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LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU · EL POCO SENTIDO Y EL PASO DE SENTIDO
se han introducido toda clase de elementos convencionales, constitutivos Este esquema nos puede servir para percatarnos de que el extremo de la
de lo que llamaremos el carácter de comunidad o de desplazanúento de los primera curva de la cadena significante prolonga también lo que pasa de
objetos, porque éstos están profundamente reorganizados por el mundo del la necesidad intencional al discurso. ¿Cómo? Mediante la agudeza. Pero
Otro. Y es llamativo que en el tercer tiempo, como hemos visto, el discurso ésta, ¿cómo verá la luz? Encontramos aquí ~e nuevo las dimensiones del
circule entre los dos puntos de llegada de la :flecha. Esto mismo es lo que sentido y del sinsentido, pero debemos afinar más.
puede conducir a lo que llamamos lapsus, tropiezo verbal. , Si las indicaciones que les di la última vez sobre la función metonímica
. No es seguro que la significación que así se forma sea unívoca. Lo es apuntaban a algo, era precisamente, en el desarrollo simple de la cadena
tan poco, incluso, que pifia y equivocación son un carácter fundamental significante, a la nivelación que se produce, la equivalencia, la igualdad. Es
del lenguaje, constituyen una dimensión suya esencial. Sobre la base de la un desvanecimiento o una reducción del sentidoT pero esto no significa el
ambigüedad de esta formación del mensaje trabajará el chiste. A partir de sinsentido. A este respecto tomé la referencia marxista - hacer funcionar
este punto, de diversas maneras, se formará el chiste. dos objetos de la necesidad de tal forma que uno se convierta en la medida
Hoy no trazaré todavía la diversidad de las formas en que este mensaje, del valor del otro borra del objeto lo que es precisamente del orden de la
tal como está constituido, en su forma esencialmente ambigua en cuanto a necesidad, y por eso lo introduce en el orden del valor. Desdé el punto de
la estmctura, puede ser recogido para seguir un tratamiento cuya :finalidad, vista del sentido, esto se puede nombrar mediante una especie de neolo-
según lo que nos dice Freud, es restaurar finalmente el· camino ideal que gismo que presenta también una ambigüedad, el desentido. 3 Llamémoslo
ha de conducir, por una parte, a la sorpresa de una novedad Y1 por otra, al hoy, s.implemente, el poco sentido .4 Tan pronto dispongan de esta clave, la
placer del juego del significante. Éste es el objeto del chiste. El objeto del significación de la cadena metonímica se les revelará sin falta. ·
chiste es en efecto volver a evocar la dimensión por la que el deseo, si no Con lo que juegan la mayoría de los chistes es, exactamente, con el poco
recupera, por lo menos indica todo lo que ha perdido durante el trayecto sentido. No se trata de sinsentido, porque en el chiste no somos aquellas
por ese camino, a saber, por un lado, los desechos que ha dejado en el nivel almas nobles a quienes. tras el gran desierto que las habita, les revelan
de la cadena metonímica y, por otro, lo que no realiza plenamente en el enseguida los grandes misterios del absurdo general El discurso del alma
nivel de la metáfora. bella, aunque no consiguió ennoblecer nuestros sentimientos, sí ennobleció
Si llamamos metáfora natural a lo que había ocurrido antes en la transi- recientemente a un escritor.. Con todo, su discurso sobre el sinsentido es
ción ideal del deseo al acceder al Otro, en tanto que se forma en el sujeto y el más vacuo que nunéa hayamos es9uchado. No hay, en absoluto, inter-
se dirige hacia el Otro, que lo recoge, nos encontramos aquí en un e$tadio vención del sinsentido cada vez que se introduce el equívoco. Si recuerdan
más evolucionado. En efecto~ ya han intervenido en la psicología del sujeto ustedes la historia del becerro. ese becerro con el que la última vez me
esas dos cosas llamadas Yo (Je), por una parte, y por otra parte ese objeto divertía casi respondiendo por Henri Heine, digamos que aquel becerro no
profundamente transformado que es el objeto metonímico. Por lo tantoj no vale un cuemo5 en la fecha en que de él se habla. Por otra parte, todo lo
nos encontramos ante la metáfora natural sino ante su ejercicio corriente, que puedan encontrar en los juegos de palabras, y más especialmente esos
ya sea que resulte o que fracase en la ambigüedad del mensaje, a la cual se que llaman juegos de palabras del pensamiento, consiste en jugar con lo
trata de sacarle provecho en las condiciones que se dan en estado natural. tenues que son las palabras para ser sostén de un sentido pleno. Este poco
Toda una parte del deseo sigue circulando en forma de desechos del sentido es, en cuanto tal, lo que se recoge> y por él pasa algo que reduce a
significante en el inconsciente. En el caso del chiste, por una especie de
forzamiento, hace pasar la sombra feliz, el reflejo de la satisfacción antigua.
Logro sorprendente cuyo vehículo es puramente el significante. Digamos
que ocurre algo que tiene como efecto, con toda exactitud, la reproducción 3. Dé-sens. Hay equívoco con décence, decencia; [N. del T.]
del placer .primero de la demanda satisfecha, al mismo tiempo que ésta 4. Peu de sens. La ausencia de partitivo en espafiol atenúa una ambigüedad entre lo pura-
accede a una novedad original. He aquí lo que la agudeza, por su misma mente negativo del "poco sentido'' y lo residual de lo que vendría a ser upizca de sentido••. La
misma clase de ambigüedad se introduce unas líneas más abajo parapas de sens. [N. del T,]
esencia, realiza. ¿Cómo lo realiza? 5. Ce veau ne vaut guere. [N. del T.]
su propio alcance este mensaje, en la medida en que es al mismo tiempo ¿Diremos acaso qu~ autentifica el sinsentido que pueda haber? Insisto
un logro y un fracaso, pero siempre forma necesaria de toda formulación también en este caso - no creo que se deba mantener este término de sin-
de la demanda. El mensaje interroga al Otro a propósito del poco sentido. sentido, que sólo tiene sentido en la perspectiva de la razón, de la crítica, es
La dimensión del Otro es aquí esencial. dech", lo que se evita precisamente en este circuito. Les propongo la fórmula
Freud se detiene en esto como en algo del todo primordial y debido a del paso de sentido - como se dice pas9 de rosca, paso de cuatro, el Paso
la propia naturaleza del chiste, a saber, que no hay chiste solitario. Aunque de Susa, el Paso de Calais.
lo haya fo1jado uno mismo, aunque lo haya inventado, si acaso inventamos Este paso de sentido es, hablando con propiedad, lo que se realiza en la
el chiste y no nos inventa él a nosotros, experimentamos_ la necesidad de metáfora. Es lainténción de\ sujeto, su necesidad, lo que más allá del uso meto-
proponérselo al Otro. El chiste es solidario del Otro a quien le conesponde nímico, más allá de lo que. se encuentra ~n la común medidat en los valores
autentificarlo. admitidos que deben ser satisfechos, introduce precisamente en la metáfora el
¿Cuál es este Otro? ¿Por qué este Otro? ¿Qué es esta necesidad del paso de sentido. Tpmar un elemento de do~de está y sustituirlo por otro, diría
Otro? No sé si hoy tendremos tiempo suficiente para definirlo y darle su incluso otro cualquiera~ introduce aquel más allá de 1a necesidad con respecto
estructura y sus límites, pero, en el punto en que nos encontramos, dire- a todo deseo fornruládo, que está siempre en el origen de la metáfora
mos simplemente esto. Lo que se le comunica en el chiste al Otro, juega ¿Qué hace aqu~ la agudeza? Indica, nada más y nada menos, la propia
esencialmente, de una forma singularmente astuta, con la dimensión del dimensi6n del paso en cuanto tal, hablando con propiedad. Es el paso, por
poco sentido. Conviene tener presente qué carácter tiene esto. En el Witz. así decirlo~ en su forma. Es el paso vaciado de toda clase de necesidad.
no se trata nunca de provocar esa invocación patética de no sé qué absurdo Esto es lo que, en la agudeza, puede, a pesar de todo, manifestar lo que
fundamental que mencionaba hace un momento refiriéndome a la obra de en mf ~stá latente de mi deseo, y puede tener eco en el Otro, páo no por
una de las Grandes Cabezas Blandas de la época. Lo que se trata siempre fuerza. En el cbistej ~o importante es que la dimensión del paso de sentido
de sugerir es la dimensión del poco sentido, introduciendo la pregunta por sea recogida, autentificada.
su valor, urgiéndola a que realice su dimensión de valor, a revelarse como Es a esto a lo que corresponde un desplazamiento. Tan sólo más allá
verdadero valor. Dense cuenta, es una astucia del lenguaje, pues cuanto del objeto se produce· la novedad y a la vez el paso de sentido, y al mismo
más se revele como verdadero valor, más revelará que se sostiene en lo que tiempo para los dos sujetos. Está el sujeto y está el Otro, el sujeto es quien
llamo el poco sentido. Sólo puede responder en el sentido del poco sentido, y
le habla al Otro le comunica la n9vedad como agudeza. Tras haber
y ahí reside la naturaleza del mensaje propio de la agn~éza, o sea, aquello recorrido el segmento de la dimensión metonímica, hace admitir el poco
con lo que aquí, en el nivel del mensaje, reemprendo con el Otro el camino sentido en ct1anto tal,· ei Otro autentifica en él el paso de sentido y el placei-
interrumpido de la metonimia y le lanzo esta inten-ogación - ¿Qué quiere se consuma para el sujeto.
decir todo esto? El sujeto cosecha placer en la medida en que con su chiste ha conse-
La agudeza sólo se consuma más allá de este punto, es decir, cuando guido sorprender al Otro, y se trata ciertamente del mismo placer primi-
el Otro acusa el golpe, responde a la ocurrencia y la autentifica. Para que tivo obtenido del primer uso del significante por el sujeto infantil, nútico,
haya agudeza es preciso que el Otro haya percibido, en ese vehículo de la arcaico, primordial, que les recordaba hace un momento.
pregunta por el poco sentido, lo que hay de demanda de sentido, es decir, de Los dejaré en este punto del proceso. Espero que no les haya parecido
evocación de un sentido más allá- más allá de lo que permanece inacaba- demasiado artificial, ni demasiado pedante. Pido excusas a quienes esta
do. En efecto, en todo esto algo ha quedado por el camino, marcado con el especie de pequefio ~jercicio con el trapecio les dé dolor de cabeza, no
signo del Otro. Este signo marca sobre todo con su: profunda ambigüedad porque no los crea capaces, por su ingenio, de captar las cosas. No creo que
toda fonnulación del deseo, ligándolo, en cuanto deseo, con las necesidades lo que Kaut llama s1;1 Mutte1witz, su buen sentido, esté tan adulterado por
y las ambigüedades del significante, con la homonimia, entiéndase con la los estudios médieós, psicológicos, analíticos y otros a los que se ex.ponen,
homofonía. El Otro responde a esto en el circuito snpeli.or, que va desde A como para que no puedan seguilme por estos caminos a base de simples
hasta el mensaje, autentificando - pero, ¿qué? alusiones. De todas formas, según las leyes de mi enseñanza tampoco sería
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IAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS DEL ESPÍRITU
4 DE DICIEMBRE DE 1957
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17ª conferencia. ·El sentido
de los síntomas
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su nexo co:Qi.la vida de las ru,;rsonaf? ..g.'9:~.lq~. ~~l?,~;n. .Ahpra a.ictivid~des de la vida cotidiana, a raíz de lo cual, empero, es-
querría acercarles esa importante intelección median.te al- tos manejos necesarios, el meters.e en cama, el lavarse 1 el
gunos ejemplos. Qu.e siempre y en todos los casos sea así, .hacerse la toilette, el ir de paseo, se convierten en tareas en
sólo :puedo aseve:arl~, no demostrarlo. Quien se busque por extremo fastidiosas y casi insolubles. Las representaciones,
ª! mismo ~xper1enc1as, se convencerá de elloi Pero, por impulsos y acciones emernúzos en modo alguno se mezclan
c1ertos motivos, no tomaré estos ajemplos de la histeria sino por partes iguales en cada forma y caso singular de la neu-
de otra neu1.·osís, asombrosa en extremo, que en el fox{do le· rosis obsesiva. Más bien es regla que uno u otro de estos
es m.uy próxima. y sobre la cual tengo que decirles algunas factores domine el cuadro y dé su nombre a la enfermedad;
palabras introductorias. Esta, la llf!mJ¡tdª_~:!JtQsj~ .QA~~s.iva, pero lo común a top.as estas fórma.s ea harto inequívoco.
no es tan popular como la histeria, de todos conocid-a; nP Y bien, ae trata fu.duda.blemente de un penar estrafalario.
~.f?,.§ÍJ3!},1J,l~ P.~:r.r;rite ,exp;9eaarme así, ~an e:3.~g,en:fl~; !3~_pg;-~~ Creo que la :fantasía psiquiátrica más desbocada sería inca-
:µiás oomq un asunto_pn~ado del enfermo, renuncia casi por paz de construir algo parecido, y si no lo viéramos ante noso-
(?OJllP.l~to a -~~;1if.~~~~~~- ~ñ-·ei""cy.~rp,9 ·Y..º!.Y?.i Jii4.oi~@i.a~~~~o. tros todos ·1os días no nos decidiríamos a c:reerlo. Ahora bien;
:gi~s en el ~bito q.el.~lma. La neurosis obsesiva y la histeria no piensen ustedes que podrían lograr algo con el enfermo
son las formas de contracción de neurosis sobre cuyo estudio exhortándolo a distraerse, a no o·cuparse de esos estúpidos
com.enzó a construirse el psicoanálisis, y en cuyo tratamiento pensamientos y a hacer algo racional en vez de dedicarse a
nuestra terapia fest~ja también sus triunfos. Pero la neu:ro- tales jugueteos. Bien lo querría él, pnes tiene perfectamente
.sis obsesiva, que no presenta ese enigmático· salto des.de lo claro el juicio de ustedes sobre sus síntomas obsesivos, lo
a~co a lo ~':rporal, se nos ha.hecho en verdad, por el empe.. comparte y aun se los formula. Sólo que no puede hacer
ño psiooanahticoJ más trasparente y familiar que la histeria otra cosa; lo que en la neurosis obsesiva se abre paso hasta
Y hemos advertido que man:iñ.esta de m.anera más resplande: la acción es· sostenido por un3: energía que :pr,oqa:!!l~~~g~e no
ciente ciertos caracteres extremos de las neurosis. tiene paralelo e:i:i.. ~a. vida normal del almfl:, ~1 ~l?f~:rmo sólo
La neurosis ob_s~siy~ se exterioriza del siguiente modo: p"Q.ede hacer una cosa: desplazar, permutar, pone?? en lugar
~E..~.- e~~rmos__r;mn ~~-q.pados PºZ: pensami~~tp_s. que en v~rdad de una idea estúpida otra de algún modo debilitada, avanzar
?-1-º ~'?.s m.-p,er~~tfm,. s~E?.l'!:~~~ ~~..el .?:1:!:t:~ri9p_ de sí impulsos qri.e les desde una precauci6n o prohibición hasta otra., ejecutar un
parecen muy extraños, y s~n movidos a realizar ciertás ac- ceremonial en vez de ;otro. ~ued:e. de;ipJª~~r Jª=..QfHlª-~!Qn,
cj.oTh~s cuya ejeqµci6µ l}o l~s-~ep~i cp~{eÁto B¡Íguno;·_pero°les P.~;!?. P.9...~fE-P.~trla. Lfi: desplazabilidad de t9~os ~9~ .~:1'.t;,~.q~~s
~s entera~ente imposible on::ri,tirlas.. l;,ios pensamientos (re- bien lejos de su conf.órmaci6n originaria es un carác.te;r.prill.-
prese?-tac1q~f:S obsesivas) p~eden s~r_,.!;l~... ~í disparatados _o gipal de su eD;f~rmeda'd; adem.ás, salta a la vista que las
t!imbién sólo 1ndifer~ntes para. el individuo; a menudo són oposipiones (polaridades) de que está atravesada la vida del
lisa Y llanamente necios, y en todos los· casos son el dispa- álm.a [cf, pág. 2751 se han aguzado particularmente en el
r,ador de una esforzada. actividad de pensantlento que dej'a ~ é'stado del obsesi-vo. Junto a la obsesión de conteniclo posi..
exhausto al enfermo y a la que se e:ntr.ega de muy mala gana. tivo y negativ(?, Elª hace valer .en el cani.po intelectual la duda,
$e. y~ forzado contra su volul_"l:tAd a sutilizar y especular que poco a -poco corroe aun aquello de que solemos estar se..
?i2:i:r:tº si se tratara de sus más im.portáñteá texeas vitaie~: ·Lo~ ~os ai máxi;rno. ~1 todo desemboca en ~a creciente inde-
impulsos que sien~~ en el interior de sí pueden i~almente c!sión, ~n u;i.a falta ~1¡1.~a vez m.ayor de energía, en un.a rea-
hace': u.na hnpresión infantil y disparatad~, pero ca;d J3i~m- ~r~cci<?,n fl.e 1~ .li!?.~r~ad. Y eso .c;t~e el neurótico obsesivo ha
J?re tienen el más espantable contenido como tentaciones a sido al principio un carácter de cuño muy enérgico, a menu-
cometer g.ravea crímenes, de suerte que ~l enfermo no· s6lo los do ·de una testarudez extraordinaria, por regla general po ...
desmiente como ajenos, sino que huye de ellos; horrorizado, s'éedor de dotes intélectuales superiores a lo nor,_~á'l:. Pas;i
y se protege de ejecutarlos mediante prohibiciones renun- siempre ha conseguido una loable elevación en el plano
cias y restricciones de su libertad. Pero, con todo esd, jamás, ético, muestra una extremada conciencia moral, es correcto
nunca realmente, llégan esos impulsos a ejeou.tarse· el resul- ~ás .P.e lQ .h!:1-b\t:!,.·9!\:.9..R!!l9 .1:!§°t:~4~~ ip;l.aginan, hac~ .falta un
tado es siempre el triunfo de la huida y la preca{,,ci6n. Lo lindo trabajo para orientarse un poco en este cont:radictorio
que el enfermo en realidad ajecuta, las llamadas acciones ob- conjunto de.rasgos de carácter y de síntomas patológicos.
~esivas, son u~as cosas ínfimas, por cierto, harto inofensivas Por ahora no aspiramos sino a comprender algunos síntomas
l{:lS más de las veces repeticiones, floreos ceremoniosos sobr~ de esta enfermedad, a poder interpretarlos.
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Esto podría parecer arbitrarlo, pero no se dirá. que hem.oe una pieza nQ desde:fiable del secreto de la neurosis obsef:liva.
estudiado el simbolismo onírico sin provecho. En el suefio, De buena gana. los hago demorarse en este ejemplo, pues
de igual modo, hartas veces es vista una mesa que, empero, re\lne condiciones que no podrían exigirse en todas los casos.
ha de interpretarse como cama. Mesa y cama, juntas, .signi- Aquí, la interpretación dél ~íntoma fue hallada de golpe p9r
:fican matrimonio, 6 y entonces fácilmente una hace las veces . la enferma, sin guía ni mtromisi6n del analista, y 1~ obtu-
dela otra. vo por referencia .ª una vivencia -que no hapía per~eneci~o,
La prueba de que la acción obsesiva. es rica en sentido ya. como es lo corriente, a un período olvidado de la 1nfanc1a,
estaría aportada; parece ser una ñguraoi6n, una repetición sino que su.cedio durante su vida madura y había :perm~e~-
de aquella significativa escena. Pero nada.nos obliga a de~ do in.c6lume en su recuerdo. Ninguna de las objeciones que la
tenernos en esta apariencia; si indagamoEJ más a fondo la crítica suele enderezar contra nuestras interpretaciones de
rela.oi6n entre ambas, con probabilidad obtendremos ilustra- síntomas hace mella en este caso singular. No siempre ha~
ción sobre algo que va más allá, sobre el propósito de la ao.. bremos de tener, sin duda, uno tan hueno. 7
ci6n obsesiva. El núcleo de esta es, evidentemente, el Ua.. ¡Y algo·más todavía( ¿No les ha sorprendido el inodo en
mado a la mucama, a quien le pone la mancha ante los ojos, que esta ácci6n obsesiva nimia nos introdujo en las intimi-
por oposfoión a lo que dijo su marido ese día: «Es como para· dades de la paciente? Una mujer no tiene muchas cosas más
que uno tenga que avergonzarse frente a la mucama>). :Cnti:ro.as para contar que la historia de su noche de bodast y '
El -cuyo papel ella actúa- no se avergüenza entonces el he~o de que justamente hayamos dado oon intimidades
, frente a la mucama; la mancha, conaiguie11temente, ~stá en ' de la vida sexual, ¿se deberá al azar, o tendrá un alcance ma-
el lugar justo. Vemos. puea, que la mujer no se limitó a re• yo1~?. Podría ser, sin duda, consecuencia ele la elección que yo
petir la escena, sino que la prosiguió., y al hacerlo la corrigió, hice esta vez. Pero no emitamos juicio demasiado rápido y
la rectificó. Pero así corrigió también lo otro., lo que aquella volvámonos al segundo ejemplo, que es de una clase por en"
noche fue tan penoso e hizo necesario recurrir al ex.pec;liente tero diversa, una muestra de un género que suele presentar-
de la tinta roja: la i:r;npotencia. La acción obsesiva dice en- se a menudo., a saber, un ceremonial de dormir.
tonces: «No, eso no es cierto, él no tuvo de qué avergon-
zarse frente a la mt1-cama, no erá impotente»; como lo haría
un sue:tio, figura este deseo como cumplido dentro de una Una muchacha de 19 años, lozana, bien dotada, hija única,
acción :presente; sirve a la tendencia de elevar al marido por que aventaja a sus padres en materia de cultura y vivacidad
sobre su infortunio de entonces. :intelectual, fue, de n:iña, salvaje y traviesa; en el curso de los
A esto se suma todo lo otro que podrí.a contarles de esta · últimos años, sin que mediase influencia exterior visible, se
se:ñora; mejor dicho; todo lo que en otros respectos sabemos ha convertido en una neurótica. En particular, se muestra
de ella nos marca el ca.mino hacia esta :interpreta.ci6n de su muy irritab~e con su :o;iadre; sie:mpre insatisfecha, deprimi-
acción obsesiva, en sí misma incomprensible. La. sefi.ora vive .da~ se inclina a la indecisión y a la duda y, por últhnoi confie-
desde hace años separada de su marido, y se
debate indeci- sa que ya no puede ir más sola a plaza.a ni por calles impor-
sa con el propósito de obtener un divorcio por vía judicial. tantes. No nos explayaremos sobre su complicado estado pa~
Pero ni por asomo está libre de él; se ve oo~pelida par.. a tol6gico, que requiere por lo menos de dos diagnósticos, el de
manecerle fiel, rehúye todo contacto mundano para no·
caer una agorafobia y el de una neurosis obsesiva; sólo nos de-
en tentación, disculpa y engrandece en su fantasía la perso- tel.1.dremos en el hecho de que esta muchacha ha desaTrollado ·
na de él. Y aun el secreto más hondo de su enfermedad que es también un ceremonial de dormir que aflige a sus padres.
por medio de ella resguarda a su marido de la maledicencia En cierto sentido puede decirse que toda persona normal
justifica el que vivan en lugares separados y ie posibilitt:t. un; tiene su ceremonial de dormir: c-µ:i,da que se establezcan cier-
cómoda vida solitaxia.Así, el análisis de una inocc,:3nte acción tas condiciones cuyo incumplimiento le molesta para dormir-
obsesiva lleva po.'.t" el camino recto hasta el núcleo más ínti.m.o se; ha volcado dentro de ciertas formas el tránsito de la vida
de un Cru3o clínico, pero al mismo :tiempo nos hace entrever de vigilia al ~staqo del dormir, y cada noche las repite de la
misma manera. Pero todo lo que la persona sana requiere
6
[En inglés existe análogamente la frase <4bed an.d board»- {<,cama y '7 tFreud había dese-rito este caso más sintéticamente, aµnque con
comida»}, proveniente a su vez de una frase del bajo latín que deaig- inclusión de otros detalles, en su trabajo sobre {<Acciones obsesivas y
. n~ba la separaci6n de los cónyuges! «saparatio a mensa et toro».] prácticas religiosas» (1907b), AE, 9, págs. 104~5.] ·
242
159 ~1:3
efecto, repetidas veces la había despertado esta ~ensaci6n pe- los padres, pero el aprovecharla le atrajo cierta vez un in-
nosa para ella, y ahora esa angustia de erección se exteriori.. somnio que duró meses. No satisfecha con perturbar así a los
zaba en el man.dato de alejar de su cercanía durante la noche padres, impuso después, ~n cierto momento, que la dejasen
todo reloj en funcionamiento. Floreros y vasos son, del mismo dormir en la cama matrim.onial entre ambos. -<<Almohada» y
modo que toda clase de vasijas, símbolos femeninos.* Por «respaldo»• no pudieron entonces juntarse realmente. Por
eso, el temor de que durante la noche se cayesen e hiciesen. último, cuando ya fue tan grande que físicamente no podía
añicos no carece de sentido. Conocemos la muy difundida hallar sitio cómodo en la cama entre los padres, conaigu.i6,
costumbre de romper una vasija o un plato con ocasión de mediante una simulaci6n oonciente de angustia, que la
los esponsales. Cada uno de los hombres presentel:$e apo .. madre trocase la cama con ella, cediéndole su puesto junto al
dera de un fragm.ento, y estamos autorizados a entender ese padre. Esta situación fue por cierto el disparador de fan-
acto como una renuncia a sus pretensiones sobre la novia tasías cuya repercusion se registra en el ceremonial.
que un réfi:r:nen matrimonial anterior a la monogamia 1~ Si una almohada era una mujer, tenía también un sentido
concedía.1 .Con relación a esta parte de su ceremonial, la sacudir el: edredón hasta que todas las plumas se agolparan
~uchacha aport~ también un recuerdo y varias ocurrencias. abajo y se provocase una hinchazón. Significaba preñar a
Cierta vez, de niña, se había caído llevando una vasija de la mujer; pero ella n,o dejaba de volver a eliminar esa pre--
v~drio o de c~rámioa, cortá:ndose un dedo que le sangró co.. ñez, pu.ea dur~te años había: vivido con el tem.o:it de que el
p1osamente. Cuando c:r:eoi6 y tomó conocimiento de los he- comercio sexual de los pádres diera por fruto otro hijo y así
chos del comercio sexual, ije instaló en ella la idea angustiosa le deparara un cpmpetidor. Por otra parte 1 si la almohada
de que en la noche de boda{:! no sangraría ni demostraría grande era u.na m-ujer, la madre, entonces la pequeña al-
su virginidad:. Sus cautelas hacia la rotura de los vasos sig.. moliadita de :mano sólo podía representar a la hija. ¿Por
nifican, entonces, un rechazo de todo el complejo que se en- qué esta tenía que colocarse formando un roinbo, y la ca-
trama con la 'Virginidad y el sangrar en el primer c-oito· es beza de ella coincidir exactamente con su diagonal mayor?
tantb un rech~o de la angustia de sangrar como de la ;on- Con facilidad deja que se le recuerde: el rombo es el di..
trarla, la d~ no sangrar. Estas medidas, que ella s1,1bordin.6 a bajó de los genitale1:;1 femeninos abiertos que se repite en
· la prevenc16n i!-ª loa ruidos, s6lc;> remotal).').ente tení{lll que todas las paredes. Ella misma hacía entonces el pe..pel del
ver con esta última. ·. hombre, el padre, y con su cabeza sustitu.ía al miembro vi-
El sentido central de su ceremonial 1~ coligió un díá 'en que ril. (Cotéjese con: ·el simbolismo de la decapitación para la
repentinamente comprendió su precepto de que la almohada castración.)12
no debía estar en contacto con la cabecera de la cama. La· Cosas escandalosas, dirán ustedes~ unos íncubos había en
almohada había sido siempre para ella, dijo, una mujer, y la cabeza de esta muchacha virgen. Lo concedo, pero ho olvi-
el ~nhiesto respaldo, un hombre. Quería entonces -de ma- den que no he creado yo estas cosas, sino que me he limi-
nera mágica, podemos acotar- mantener separados hombre tado a interpretarlas. Un ceremonial de dor:mir como este
y mujer, vale decir, separar a sus padres., no dejarlos que es también algo extratloJ 18 y no podrán ustedes desconocer
llegaran al comercio conyugal. En añ.os- anteriores a la la correspondencia entre el ceremonial y las fantasías que
institución del ceremonial había procurado obtener eso mis- nos revela la interpretaci6n. Para mí es más importante,
mo por vías más directas. Había simulado angustia o explo- empero,. que noten esto: en el ceremonial no se ha pre-
tado una in.cl:inaci6n a la angustia preexistente en ella para cipitado una fantasía única, sino toda una serie de ellas, que,
no permitir que se ce:rr1;1sen las puertas que comunicaban por otra parte, tienen en algó.n lugar su punto nodal. Tam-
el dormitorio de los padres y su cuarto. Y por éierto este man- bién, que los preceptos del ceremonial reflejan los deseos
dato se había conservado en su actual ceremonial. De tal sexuales ora positiva, ora negativa.ro.ente, en parte com.o sub-
suerte, ae procuró la oportunidad de espiar con las orejas a rogación de ellos y en parte como defensa contra ellos.
de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica» (1915() AE 14 ·
pá .270J ' > '
12 [En el trabajo que dedic6 Freud al tema (1916c) se incluye una
!11
{Of. 151 pág. 142.) . breve referencia ·a este caso; cf. AE, 14, págs, 346~7 .]
[Se hallará uria referencia al ,imatrimonio por grupoa)> en Tótem 18 [Mucho tiem.:po atrás, en su segundo trabajo sobre las neuro~
Y tabú (1912-18), .AE, 18, pág. 17; el tema ea examinado en ((El tabl.1 psicosis de defensa (1896b ), AE, 8, pág. 178n.• Freud había informado
de la virginidad>> (l918a), AEi 11, págs. 190--2 y n. 12.] acerca de un ceremonial del dormir casi tan minucioso como este.]
246 1611').Á.7
de asco, quedaremos c;lesooncertados si, en. otro caso de ~6mi- esclarecimiento su monotonía y su ocurrencia típica, Tam.--
to, el análisis nos descubre una serie de vivencias supuesta- bié:Ó. en el ·caso de estos sueños, empero, observam.os que un
1nente eficaces de índole por entero diversa. De prontp parece trasfondo conrd.n es vivificado por añadidos que varían según
como si los histéricos, por razones desconocidas, se vieran los individuos, y es probable que también ellos puedan ser
obligados a manifestar vómitos, y que las ocasiones históri- ensamblados en la comprensión de la vida onírica que ob-
cas que el análisis brinda fueran sólo unos plfetextos. de que tuvimos respecto de los otros sueños; se ensamblarán sin
se vale esa necesida.d interior cuando por azar se prés~ntan. "'1/iolencia, a condición de que ensanchemos nuestras intelec.._
Esto nos lleva enseguida a una perturbadora intelección: ciones. 15
J;)odemos, por cierto; esclarecer satisfactoriamente el sentido
de los síntomas neuróticos individuales por su referencia al
vivenciar,. pero nuestro arte nos deja en la estacada respecto
de los s:l'.ntoroas típicos, con mucho los más frecuentes. A esto
se suma que todavía no los he familiarizado a ustácles con
todas las dificultades que surgen cuando se persigue ·de ma-
nera consecuente la interpretación histórica del síntoma.
Tampoco quiero hacerlo; es verdad que me propongo no
embellecerles ni disimularles nada, pero no tengo derecho-a
dejarlos desconcertados y confusos al comienzo mismo de
nuestros estudios en oomún. Sólo hemos dado un primer
paso hacia la comprensión del significado del síntoma. Pero
queremos atenernos a lo ganado y avanzar poco a poco hasta
dominar lo que a-6.n no comprendemos. Por eso quiero canso--
larlos con esta reflexi6n: es difícil suponer una diversidad
fundamental entre una y·otra clase de síntomas. Si los sín-
tomas individuales dependen de manera tan innegable del
vivenoiar del enfermo, para los síntomas típicos queda lapo-
sibilidad de que se remonten a un vivenciar típico en sí mis-
mo, comün a todos los hombres. Otr9s de Ios rasgos que rea--
parecen con regularidad en las neurosis podrían ser reac-
ciones universales que le son impuestas al enfermo por la na-:-
turaleza de la alteraéi6n p~tológica, como el repetir o el du-
d~r en el caso de la neurosis obsesiva. E:p. suma, no tenemos
razón alguna. para acobardarnos por anticipado; Y!i V'eremos
qué habrá. de :r;esultar.
En la doctrina del sue:fi.o tropezamos con una dificultad
muy semejante, qu~ no pude abordar en nuestros anteriores
coloquios sobre ese tema. El contenido' manifiesto de loa
sueños es variado en extremo y diferente según los indivi-
duos, y hemos mostrado con prolijidad lo que a p~rtir de
él puede obtenerse mediante el análisis. Pero jun~o a eso
hay sueños a los que se llama también-«típicos», que apa-
recen de igual manera en todos los hombres; sueñof de con--
tenido unüorme que oponen a la inte:r:pretaci6n aquellas mis-
mas dificultades. Son los suefios de caer, de volar~ dffl flotar,
de nadar, de estar inhibido, de estar desnudo, y ciertos otros
sueñ.os de angustia, que en diversas personas reclaman ora 15 [Véase la sección sobre los sueños típicos en La interpretaaión. d,e
esta, ora estotra interpretación, sin que con ello encuentre los sueños (1900a), AE, 4, págs, 252 y aiga.J ·
326
actividad (pre)conciente; esta, que ejerce la censura, permite, elusiva.mente a la formación de síntoma en el caso de la
.
lograda la avenencia, la formación de un EJueño manifiesto en neurosis histérica.
calidad de compromiso. Del rnism.ó modo, la subrogación:I. de
la libido en el interior del inconciente tiene que contar con el
poder del yo preconciente. La contradicción. que se había Ahora bien, ¿donc;ie halla la libido las :fijaciones que le
levantado contra ella en el interior del .yo la persigue (nach- bJ!..g~n.f.~Jt!:l:.. :P~fª~qµ,el?.rw.ta.~ las repr~1=1;io:p.es?Jnn las prácti..
geheTJ,} como «contrainvestidura»2· y la Íll;erz~ a escoger una ~-ª y viv~n~;~s .4e la sexualidad inf~ti¡, e:p. los afan<:3s pa:rcta-
~~r~ij1:ÓP...4Y.~ P.Ue.cJ:a ~onvertirse al mismo tieµipo en 19: suya !~~ ab8:11.9:<?!1:ª=42~Y. ..~~J.Q~ ..Qpj~~Qs resignados g.elaniñez. ~acia
p:z;-g_pia. Así~ el síntoma se engendra cqm.o un retoño d.~} ~fü>.s1 .P.or t~nt~, revierte''la libido. La importancia de este
c~p~iento 4el ~eae9 libidinoso i;q.,ooncie:p.t~, desfigur~do Qeríodo infantil es doble: por un lado~ en él se manifestaron
g.e, :m,~~ra µl.p.ltjple; es una ambigüedad escogida irig-eniosa- por primera vez__lE!í:t..o.rJ.~...~ta.c~op.~!=J prilsionales que el ni:fi.o
:rµente, provista de dos significados· qu~ se, cop.traqicen p9.r k~J.f:1:~E2.!!!.~go ~~ ..~µ.gjsP,osi9i6n ~ata; y en.se_gu.n~o lugar,
qompleto e;itre sí. Sin en:ibargo, en este liltimo punto ha de en virtud -de influencias externas, de vivencias accidfmtales,
reconocerse u.na diferencia entre la formación del slie:fi.o y la ~~1.~~i!~.fipertaron Y. á~tiv~r~~. ¡:>9r ye~ ;primera otras pulsio-
del síntoma, pues en el caso del primero el propósito· preconw nes,. No cabe dudi¡t, creo, de qu~ tenemos derecho a estable-
ciente se agota en la preservación del dormir, en no dejar que ceresta bipartición. La exteriorización de las disposiciones
penetre en la conciencia nada que pueda perturbarlo; de innatas n.o ofrece asidero a ningún reparo crítico. Ah.ora
ningún modo consiste en opone:rle un rotundo «¡No, al con- bien, la e:x.perienci?, analítica nos obliga sin más a suponer
trarlo l» a la moción de deseo inconciente. Puede niostrarae que :i--i~s v;Y..':l!l}?~~ .P.ll.:!-'~Dl;en~e...~ontingentes p.e_ la infancia
más tolerante porque la situación del que duerme está me .. son capaces d~.!;!~t~!~-'19~º ~~g:t.:1-,~la ñjacio~es de la libido. No
nos amenazada. Por sí solo, el estado del dormir bloquea la veo ningUna dificultad teórica en esto. Las disposiciones
salida a la realidad. constitucionales son, con seguridad, la secÜela. que-dejaron
Como ustedes ven, la escapatoria de la libido bajo las con.. iaa·viveñcias ·¿té nuestros anteP-asados; también ellas se ad-
diciones del con;]icto es posibilitada por la preexistencia de qµJ;deron una vez: 'sin ··taf ·adquisición no habría herencia
:fijaciones. ;La investid,n:a regresiva de estas lleva a sortear la · ~ a . ¿Y puede concebirse que ese proceso de adquisición
represión y a una descarga -.o satisfacción- de la libi<;l.o que pasa. a la herencia haya terminado justamente en la
en la que deben respetarse las condiciones del compromiso. generación que nosotros consideramos? Suele restarse toda
Por el rodeo a través del inconciente y de las antiguas fija- importancia a las vivencias infantiles por comparación a las
cianas, la libido ha;. logrado por fin abrirse paso hasta y.µ,13- de los antepasados y a las de la vida adulta; esto no es lícito;
satisfacai6n real, aunque extraordinaciam.ente restringida y al contrario, es preciso valorarlas particularmente. El hecho
~penas. re.2_9~ocible ya. Permítanme agregar dos observacio- de que sobrevengan en períodos en que el desarrollo no se ha
nes acerca de este resultado imal. Consideren, en primer completado confiere a sus consecuencias una gravedad tanto
lugar, cuán ínt;imamente aparecen ligados aquí la l:i.bido y el mayor y las habilita para tener efectos fa:au.;máticós. Los tra..
inconciente, por una parte, y el yoi la conciencia y la reali- bajos de Roux8 y otros sobre la mecánica evolutiva nos han.
dad, por la otra. si bien al comienzo en manera alguna se mostrado que el pin~o da una aguja en un german en pro"
copertenecen; en segundo lugar, tengan presente esto: todo lo ceso de bipartición celular tiene como consecuencia una gra-
dicho aquí y lo que se diga en lo que sigue se re:ñ ere ex- ve perturbación del desarrollo. Ese mismo ataque infligido a
la larva o al animal ya crecido se soporta.ria sin que sobre-
viniera daño.
en otra.a oportunidades, por «solicitaci6n,►, oom.o por ejemplo en ceso~
matisches Entgegen.kommung», ccsolicitaci6n somática,►,} La_[~g,i2~..'ª)?._;ª~:Q.8:l q.el adulta, que hemos introducido
1 [«¼rtretung)► , vale decir, el representante (representative en enTE\_~9JL.aqi6:g. .etip¡pgica de las neurosis como represen-paute
inglés) psíquico de la libido considerado como algo somátic'o. Se en- del J~~t.9.F .~f>nstíti.;r.cional [pág. 315], ª!=l nos descompone aho-
contrará un análisis más amplió de esta noción en nlí -«Nata intro~
ductoria» a «Pulsiones y destinoa de pulsión)> (1915c), AE. 14, pág.
i:ª,. Por tanto., en otrof!I ~os f~ctores: la disposici6n heredada y
1~ predisposición f:1,dquirida ep. la primera infancia. S4bem.os
108.]
2 [O sea una fuerz~ que actúa en sel'ltido contrario a la energía.
pulaional primaria. Véase la sección IV de ~<Lo inconciente>> (1915e), AE, 8 [Wilhehn Roux (1850-1924:), uno de los fundadores de la em~
1~ pág. 178.] briología experbn.ental.]
828 66 829
que un esquema contará seguramente con la simpatía dé los malenten:di.do que podría extraviarnos haciendo que centrá-
estudiantes. Resumamos entonces el juego de las relaciones semos la vida con excesiva unilateralidad en la situación
en un esquema: 4* · neur6tica.)~fi! qm~. a:.la importancia de las vivencias infantiles
Ca.usación de Predisposición poz: + Vivenciar accidental clmJ(¡lln9~ :r~starle lo siguiente: la libido ha vuelto a ellas re-
laneuro1:1is fijación Iibidinal ({raumático) [del adulto] Br~s_ivamer,,te de~pués que fue expulsada de sus posiciones
1 -~':1-ª tardías. X ~sto n9s sugiere ~on fuerza la inferenciá recí-
Constibuci6n sexual VivenoiÁr inf~til Eroca, a sabe.E, q~~ las vivencias libidínales no tUvieron en"su
(Vivenciar prehiet6dco) 4!PS!!!l:~~j.;gP,9t~~c~a alguna, Y s6lo la cobraron regresiva-
:mºgle, Re~uerden ustedes que ya habíamos considerado una
L~ constituc~g12-. sex~aJ her~~1~~ nos. ~!.~1:¼c!~~:~.~ ..~~ alternativa de esta clase en la elucidación del complejo de
diversidad de disposiciones, segú!Lque. esta .o. aque.JJ.a.pulei6p. Eldipo (pág."806].
e..~~¼al, PE.!.!'L~!?.!~. ~- ~~-~~9.~.~2..I!...~EE.~~1~.V.ºsea un~_fue1;~a Tamp_oco esta vez nos resultará difícil zanjar la cuestión.
.r-~tic,iar. La·--~-~P~-~~.E!.<?.~.~~~1:l*.fº.!!9-~. !?.<lP.-.d.!)l.Y,1~~fq1a:tr
miant1 otra «~~~-~~!!].plementar1a», ~-~ to o s~me~~~--~
:ffl~~!P.-dl.!a~~~~II?-e:e-t~ .~orreo~a la ob~eryaci6n de que la inveati.--
<!~i~J!p;!Wñal-:ypor tanto la importancia·páiógéña- de las
a. la nue....~a conocimos ent:re.J2!.edisnos1c:i.6:ri y v1venc1ar
aoo@:ntafiíel'
··-····---·•"-.... -........aclu1to
-,... -fi-á·-:-816].
p g A-u·r~mo
q
mismos casos extremos y las mismas relaciones de subroga...
·allínallaiii.os los f~@"!=?~~~~ªª·
~y~n?i~~--~ª~~l~s ha aido reforzada e~ grEµi_ ;m~qi~~ .P.Qr ¡a
~~. r1h1do. Pero caeríamos en un error si viésemos
en esta lo único de'cisivo. Aquí es preciso dejar sitio a otras
ci6n. En este punto no podemo's menos que plantearnos una consideraciones.
pregunta: la más llamativa de las regresiones libidinales, la En primer lugar, la observaoi6n muestra, fuera de toda
que vuelve a etapas m.ás tempranas de la organización se- duda, que las vivencias infantiles tienen una importancia
xual, •¿no está condicionada predolninantemente por el fac- i~~. ~e~-8,! ~~~V~ª Y que ya ha1;1 probado en los a:fios de la ni-
tor consti~cional hereditario? Pero tenemos qu~ posponer la E-~?.i· Es que. tal;lb~én existen neurosis in:fantiles en las que el
respuesta hasta que hayamos considerado un.a serie m.ás factor del difernn1ento temporal desempeña necesarian:i.ente
amplia de las formas de contraer neurosis. un papel muy reducido o falta por completo, pues la enferme-
dad se contrae como consecuencia directa de las vivencias
trauxnáticas. El estudio de estas neurosis infantiles nos pre-
Detengáplonos ahora en el siguie:p.te hecho.: la indagación cave de caer en más de un peligroso malentendido acerca de
analítica muestra que la libido de_ lOJ; _:g.eurótic.os. est4Jigªd~ las neurosis de los adultos, así como los 13ueños de los ni"
a_ ,sus vivencias sexuales infantiles. Así
_ __ _ _ _ N-••- • ..••••••---•• t••h••• ~•,. "~••••..~*••- .,..,, .. ,,.._parece
• conferir
•• •••••• a ños nos han dadó 1a clave para comprender los de los adul-
49stas una importancia eE:_QEP.-~-.E..~?.- -~ª ~9:~.~9:..~)Q.~ .~t~!~~ p.\'l- tos. 5 Y bien; las neurosis de los nifi.os son muy frecuentes
P?-ªP.ºs. :r.1~!-~_l;'lfe,;:~~ª-~4~~ qmtq~:g.:tr~~n. Y la siguen pose- mucho más de -lo qu.e se supone. A menudo no se las ve'
yendo, incólume, en lo que concierne al t-rabajo terapéutico. se las juzga.signos de m.aldad o de malas costumbres y aUX.:.
Pero si prescindimos de las tareas que este plantea, advet- son sofrenadas por las autoridades encargadas de la crianza.
timos con facilidad que nos amenaza aquí el peligro de un No obstante, viéndolas retrospectivamente desde algún mo-
4 [Tal vez los lectores encuentren más sencillo seguir este esquema mento posterior siempre es fácil individualizarlas. En la ma--
si se le da la forma de -qn. árbol genealógico: yoría de los casos se presentan en la forma de u.na histeria
de angustia. El significado de esto lo averiguarem.oa en otra
Constitución sez.ual + Vivencíar infantil oportunidad [cf. págs. 864..5]. Si en períodos más tardíos de
(Vlyenoiar prehistórico) · I
la vida estalla una neurosis, el análisis revela, por lo general
Predisposición por + Vivencie.r· accidental· que es la continuación directa de aquella enfermedad infan~
:fijación libidinal (traumático) [del adulto] ti;l.,-nizá sólo velada1 constituida s6lo por indicios. Pero 1 como
1
Neurosis.] d:ijunos, hay casos en los que esa neurosis infantil p:rosigue
sin interrupción alguna como un estado de enfermedad que
111
(En este esquema, Freud emplea «Erleben» = <1vivenciar», y no
«Erlebniss» = <1vivencia>>; además, utiliza <iAiilctge>► (disposición) para 6
designa.I.' lo heredado, innato, y <~isposition,1► (predisposición) para lo [Cf. 15, 8ª conferenci~. Sin duda, Fraud estaba pensando aquí en
adquirido en la prim.e:ra infancia.) su análisis del ◄<Hombre de los Lobos,>) que ya tenía terminado pero
allnno habí~publicad.o (1918b).] ·
330
dura toda la vida, Todavía no hemos podido analizar sino después d1:1,ñina, o bien que lo lance al mundo inerme frente
unos pocos ejemplos de neurosis infantiles en el propio niño al asedio de los requerimientos sex:q.ales que le sobrevendrán
-en su estado de neurosis actuales-; 6 mucho más a me... en la pubertad. 7 Por eso sigue siendo sumamente dudoso
nud-o debimos conformarnos con que una enfermedad con.- cuanto pueda avanzarse con ventaja en la profilaxis de la
traída en la vida adulta nos permitiera inteligir con pdsterio- infancia, y si un cambio de actitud frente al esta.do actual no
ridad la neurosis infantil de esa persona. Y en tales casos no p1'ometería un mejor punto de abordaje para precaver las
pudimos omitir ciertas correcciones ni ciertos recaudos. neurosis. ·
En se~ndo lugar, ~abemos admitir qu~..~~1'!ª' :i,n~ppcepible
que la, libido re~esase {regredieren) con tantª I~w.a:rtdªP. a
las épocas de la ~ancia si ahí n.o h'!:J.°!Jie?='~ .l:'lf+Q.J;_.9.µe ,:pµqj.el'a V~lvamoa ahora a l..Q..@. !=l;t;n~omas. Qrean;, e.ntonces.t un
ejercer una ~tracción sobre ella. "X.~~- efe~tp,J~ ..ft:iJ.1:g;i,Qn....g,u~ §11§-pituto para la satisfacci6n frustrada; lo hacen por medio
~~-~a rew,.-~13iq:q. dJ?J-ª" p.~ido !1 épocas anterior~s, a la que va
su.ponemos e~ d!lte;i:!D,inS;~q~ puntos c;:1.e la y!~ __gel i;l~..s,~:rrolJ,o
sólo cob:ra•val.or si la hacemos consistir en la inmovil;izacióp.
de u.n deternnnado monto de ener~a libidinosa.
~or ültimo, p~~g.oH,haee:ries pr~s~µ.te que e~tre la intensi...
~~~m:rollo ~n la elecci611; ªª
ln~~q¡µpJe~~nt~ lj.ga;p.o el retroces,o a estadios anteriores del
objeto o en la organizaci6:o.. Hace
m.ucno que sE;tbeme>s que ~l.~-~11.r.t1'!;igo que~6 adherido a al-
Q.f:!:Q.••~ i::J?1POrtap.cia P!it9gena r;I.e las vivencias i~an.tii~~ Y. l.~ .de ~ú!l,;•.EUJ1~cu!~-~~ . P.a~aq.0;8 ~or,~ nos enterru:p.ps A,e ,qµe,.~µ
~as .más :tardías hay una relación de compl~:in.~!l:t~rl~~P. ~e.. '::1§1~.P.~.P,;Q.<;1:..Q...fftl: lip~do no eol:iaJ~~ ~e menos la a~tisfacci4n, y él
meJante a la de las series antes estudiadas. Hay casos en que ex..i:t. .4.1911.Pso. l;!:U!=l~ª entonces. a lo fargo de toda s11¡ biogra-
t9q.o el p~so de .la causaoi6n recae en las viveriólas"sexu.a.les :f.(ª_hf\'.~t~ ha.lJ,.~ µna época así, a.unque para ello tenga que
.fle. I~. infancia; .~n ellos, estas impres!QP.~~. ~ercen un:a'eiú:ro ref.r99.~g.~,rj}.as.t.~ s-q. paría.do de l~ctru:+cia, tal cotp.o lo recuer-
4~. o tªL9.9P.lQ. se lo :imagina en virtud de. incitaciones má.s
efecto traumático y no necesitan de otro apoyo c¡ue el ~ue
puede ofrecerles la constitución sexual promedio y sü' in- -~~rdías. :W~ síntopia reptt_e d~ ~lgún :r:n.qdo aquella m.pdali:-
madurez. .:funto a estost hay otros en que todo el ·a.cantó re- d!,id de sa~~~~~~~ón de su temprana infancia, desfigurada por
caé sobre los conflictos posteriores, y la 'insistencia en las !a c~;h~ura que nace del ..g~a,fl,;c;to, pqr r_egla _g~~~rJ:l-1.volcada
~ u~a ~~~!!~oi6n 4~ S'\:!-Í~imiento y mezclada con elementos
e~.
impresion~s 9-fl la infancia, según la revela ~nálisis, apa..
q,~~ PF~E~~~n 4~ la ocasión que llev6 a contraer 1~ ~-nf~r..
re~e enteramente como la obra de la regresión; vale decir
tenemos loa extremos de la <dnhibici6n del d.esarróflo»··y·· el~ ~~~@-d. t!1.modajj.c;lªd de satisfac~i6.P. que el síntoma aporta
Lda...«regrbes~n» y, entre ellos, todos _los gra~Rs..fl.e ~_H;ajugaoión t!~~~"~B--~lE.-tµ~o de e:x.~año. Prescindamos de que es frre ..
e a.m. os J.actores. ggg,Q~J:?l~ P,ara la persona, que siente la presunta satisfacción
Estas circunstancias poseen cierto :interés :para una peda- :r;n.ás bien como un sufrimiento y como tal se queja de ella..
gogía que se proponga precaver las neurosis medit!l.nte una ~~t.!=l.m.µ?,anza es parte del conflicto psíquico bajo cuya pre-
intervención temprana en el desarrollo sexual del nifi.o. Si se ~~61?,- ~e°J?1~ f.9.!ID:arse el síntoma. Lo que otrora fue para el
atiende preponderantemente a las vivencias sexuales m:fan.. 111-dividu-o unB; -ª-'i':.t!§!~Q9Í.91:l:. ~~~á de~tinado, en verdad, a pro--
tiles1 no puede menos que pensarse que se lo ha hecho todo yoqar .hoy su resistencia o su repugnancia. Conocemos un
para la profilaxis de las enfermedades nerviosas cuando se · modelo trivial, pero instructivo, de ese cambio de actitud.
ha velado por que ese desarrollo se posponga y se le ahorren El mismo niño que ha mam.ado con avidez la leche del pe-
al nifio vivencias de esa clase. Pero ya sabemos que las con.. cho materno suele manifestar afias más tarde una fuerte re-
dicion~s de la causaci6n son complicadas ~nM ~l. caso<!~"1a.s nuencia a beber leche, que los encargados de su crianza tie ..
~euros1s, y ea imposible influir sobre ellas tomando en cuen- nen dificultades para vencer. Esta renuencia crece hasta la
~a 1l;D, factor -único. El riguroso resguardo de ios nifioá.pierde :repugnancia cuando la leche, o la bebida en que ella esta
mezclada, se halla cubierta de nata. No puede desecharse
valor porque es impotente frente al factor constitucional;
además, su ejecución es m.ás difícil de lo que creen los edu- quizá, que esta nata convoque el recuerdo del pecho ma:
cadores, y trae aparejados dos nuevos peligros nada de&pre.. terno, tan ardientemente anhelado antaño. Es verdad que en
ciables: que consiga. demasiado, vale decir, que fav-orezca una tanto se tuvo la vivencia del destete, de efecto traumático.
represión sexual desmedida en el niño, la cual resultará 7 [Freud,se explayó sobl'e est·e problema en la 84ª de las Nueuas
con¡erencia.s (1983a.), AE, .221 pág. 188.]
6 [Véase el caao del pequefio Hans (1909b).] [Véase, por ejemplo, el comien~o de la 18ª conferencia, pág. 250.]
382 68 383
Hay todavía algo más que hace que los síntomas nos falseadas, si se revelaran. como· inventos, como fantasías de
parezcan asombrosos e incomprensibles com.o medio de la los enfermos, .tendríam.o:;¡ que abandonar este suelo movedizo
sdatidsfacci6n libidinosa. :m.t1:..m.,~1!ªJ'.?:. ~J.@.!1~.E.2~..r~.ctierq.lP.}. P.-~- y ponernos a salvo en otro. Pero no es ni una cosa ni la otra;
- l! . e .1q. g_µe J:IC?~~µ;i.os p,ormalm.ente esperar de una satisfac- puede demostrarse que la situación es esta: l~s X;iyen?~as in-
Q=!:.9-9.:.t q~~f .si~m.pre prescinden del objeto y resignan, por ~~tiles construidas en el análisis, o recordadas, son -µnas
tanto, el vínculo con la realidad exterior. Entendemos esto ~~9.~~ irreft;tablemente falsas, otras vec~s son con certeza
2~~º :~~~.-~9E-f:1e_cuen:cia del extrañamie:11:to .~espe°"cto. '4,el yerd~qeras, y en la mayoría de los casos 1 una mezcla ~e
ptjn~iP.!º _de E~ª];í.g.ad, Y. d~l retrqceso al pr~Qill!.Q..d§. ,P,lac;er. v~rq.ad y falsedad. ~os síntomas son, entonces, ora la fi...
Empero, ~~- ti0.mbién un retroceso a una suerte d.e autoero- gµraci6n de vivencias que realmente se tuvieron y a las que
tismo ampg~~<?, cpµto_ ~!. gi¿t~ ofrecic;) las Plin?-~1=:f:l:?, .k~~~~~~P.~~~ la
p,;ueda:·~friJ:mirse UD:ª imluencia sobre la fijaci<iA.de libido,
nes a la puls16n sexual. Remplazan una m.od1ficaci6n del . <?!.!)~ ·'ª~?-:~~~~~~l;l...:f.~~8:sías del enfermo, i1:13-p~opi~s. desde
~~9.:9..~~~,;i:Qr.P,or ~P:~ ~o~~;g5;:~aj.2n.. ~~t.9j_eg:12Q_;_i.!!(ei~~;cir, luego para cumplir un papel etiol6gi.co. ;Es dificil onentarse
udn~ ..€1:~'?.ic'.?P.. ~xterior P.ºY.. :9-1'1:ª Jp:t.~.:r!Q.f.,1."9,~~ ...~~_gJQ.:Q...J?.<?.1:". u_na aquí:-uñ ·))rimar punto de apoyo lo hallamos quizás en un
a apt3;?i6n,_lo_cu?3- a su vez correspona.e a :U~..rep~s~~n de descubrimiento"'parecido, a saber: ¡_os.recuerdos ~f~tiles
~~.!?:!~ ;mP,o:r;ta~c;a: en el aspecto fJlgg~;g~;t1~m~ Lo compren- - aislados que, desde siempre y antes de todo análisis, los hom-
daremos sólo en conexión con una novedad que· todavía han ·b:res 'han llevado en su interior con conciencia pueden estar
de proporcionarnos las indagaciones analíticas sobre la for- igu.~ente :ta].seados o, al menos, mezclar mucho. }o verda-
mación de síntoma. Recordemos 1 además, qu!3 e.B. esfaª'.. han dero con lo falso. En estos casos no es dificil probar la fal-
eied9:d, y ello.nos proporciona al menos la tranquilidad de que
~lf~~~~r:fu:~l~':'~~:i;.f:te:~ºJ::
,!g. . igual_ que el su!3ño 1 el sfr;ltoma fi~~. E!-lgg .P~~C? cumpl:J.-
el culpable de este inesperado desengafio no es el análisis,
sino que de EÜguna m.anera lo son los enfern;i.os.
~?: una satisfacción a la manera de lo .infantil; P.!='ro por J:?:10• Tras breve reflexión comprendemos con facilidad lo que
,9-1~ de }a más e~rem.f!. condens~ci611; ~~.f!-.1!ª:.t!.ªf!!.~.P!.9.P. P.U:~de tanto nos confunde en este estado de cosas. Es el menos-
G_QmP.FH~jrse en uµa_ sensación o inerv~Q:i-..2!!:..YP.-.Í~§.§., ..Y._,po;r precio por la realidad, el descuido por la diferencia entre
m~sH~.~e ~ extremo desplazamiento pueq~ circunscribirse a ella y la fantasía. Tentados estamos de ofendernos por el
p.µ pequ~ño ~etalle de ~oda el complejo liP.!!=!~!~ps~. :Noªª--~.. hecho de que los enfermos nos hayan ocupado con unas
k.~9.. Q.1:1:!=~..•~amp:!:,én nosotros tengamos muchas veces clifícul... historias inventadas. A nosotros nos parece que la realidad
tades para individualizar en el síntoma lasatl'sfaécióñ li- difiere incomnensurablemente de la invención, y ia aprecia-
bidinosa que sospechamos y que en to.dos fos. casos corro- mos de una manera por entero diversa. Por lo demás, este
1?,oramos. - .... ·· h·"· mism.o punto de vista es e¡ que adopta también el enfermo
en su pensamiento normal. Cuando él nos presenta aquel
material que, por detrás de los síntomas, lleva hasta las si-
Les anuncié que nos enterar:íam.os aún de algo núevo; es, tuaciones de deseo calcadas de las vivencias infantiles, al
en realidad, algo que sorprende y confunde. Como ustedes conrlenzo no podemos menos que dudar sobre si se trata de
saben, por el análisis de los síntomas tomamos conocimiento realidades o de fantasías. Más tarde, ciertas sefiales nos per-
de las vivencias infantiles en que la libido está fijada y desde mitirán decidirlo, y se nos plante.ará la tarea de hacérselo
las cuales .se crean loa síntomas. Bien; lo_ sor;i:,rendente reside conocer al enfermo. Pero ello en ningún caso se logra sin
en que estas escenas infantiles no siempre son verdaderas. dificultades. Si de entrada le· revelamos que está a punto de
l:?-t~s aún: en la may<?:r:f~. d~ los casos rio lo. ~QB, .Y.~;!.l-·ai'~os traer a la luz las fantasías con q.ue ha encubierto su· his ..
~stán en oposici6n directa a la verdad histórica. Ya ven us... toria infantil, que son como las sagas. que los pueblos crean
tedes: este des~·i.ibriii{i~nt~ más es· apto.qÜ;·
cuaiquier otro acerca de su historia olvidada, notamos corttrariados que
para desac;ireditar al análisis~ que nos ha llevado hasta él, o desaparece repentinamente su interés por continuar el tema.
bien a los enfermos, sobre cuyas manifestaciones se cona.. También él quiere conocer realidades y desprecia todas las
truye el análisis· así como toda la compren,si6n de las· neu- «imaginaciones». Pero si hasta finiquitar esta parte del tra..
rosis. Si las vivencias infantiles que el análisis saca a la luz bajo le hacemos creer que nos dedicamos a explorar los he-
fueran reales en todos los casos, tendríamos la sensación de chos reales de su infancia, corremos el riesgo de que más
movernos en terreno seguro; si por regla general estuvieran tarde nos reproche habernos equivocado y se ría: 'd.e nuestra
334 69--,
aparente credulidad. Durante largo tiempo, n:o comprenderá Tampoco está excluido en modo alguno que, aun en fami-
nuestro designio de equiparar fantasía y realid~d y de no lias no proletarias> el niño pequeño, al que no f:;le le atribuye
preocuparnos al comienzo por saber si esas vivencias infan.. ninguna comprensión ni memoria, sea testigo de un acto
tiles que han
de explicarse son lo uno o lo otro. No'·obstante, sexual entre los padres u otros adultos, y no debe descartarse
que pueda comprender con posterioridad esta impresi6n y
es evidentem.ente la única actitud correcta frente a estas
produociones del alma. También ellas poseen una suerte de reaccionar .frente a ella. Pero cuando ese acto es descrito con
realidad: queda en pie el hecho de que el enferm.o se ha unos detalles precisos que diñcilmente podrífiLU observarse, o
oaupado de esas fantasías2 y difícilm.ente ese hecho tenga cuando ae lo presenta (y así sucede con notable frecuencia)
menor importancia para su neurosis que si hubiera viven- como ejecutado desde atrás, more ferarum [a la manera de
ciado en la realidad el contenido de sus fantasías. '.fil]Jru¿ pp- los anim.al~s], n.o queda ninguna duda de que esta fantasía se
~-~~f..~~!'-l!~~4..P~!2'.!±iE~t por oposición ~ una re~i~~fl~..~-~PP· apuntala en la observaoi6n del comercio sexual entre ani-
'f?~"' y poco a poco aprendemos a comprender que en eJ mury,• males (perros) y su motivo es el insatisfecho :placer de ver
ao ..
de. las neurosis.la realidadpstquica
. es la decisiva. {Schaulust} del ni:fio en los años de la pubertad. El producto
más extremo de esta índole es, po:r último, la fantasía de
haber observado el coito entre los padres cuando, todavía no
EJ?.-!;.~ ~os ~conteci~t.entoa que siempre retornan en la nato, se estaba en el seno materno.
hisj;o~~Juye1:fi é!-ª lo~ neuróticos, que no PJ:!l"!l~~n f~.1:par ;n.J.;Jn- ~-~:rticular inte~és presenta la fantasía de la seducción,
~.i.Á.E!-Y ~Igu.~os de P~!'Piqµlar nnpoi:tB;Aci!ii j'g~gp _que m~re- aunque s61o sea porque a menudo· no es una fantasía, sino
º.~~ dest!:1,~:a,7se. Como eje:r.q.plos de este género, les. ·enumero: iinºrecuerdo real. Pero: afortunadamente, no lo es con tanta
frecuencia como lo sugerirían a primera v.i.sta los resultados
f!i, observac16n d,el.};.!,l,!I!~~<?io sexual ei+t:r:~Jt!s P..~c;Lr..es, la ~e--
g.ucci6n por una persona aduita y la amenaza de castración. del análisis. ~€J. .~.~9-1-1.~c:l,9n pof nífi.9.s n;i.~yores o de la misma
Sería un error suponer que nunca les-corresponde -una reali... ~dad es, con ~~c~9., más .frecuente que 18: .seducción por .
d~d m!i~~;r,ial; al contrario, :muchas veces la compulsa entre ~du~toa, y si ª1;. ~t~~~9 ~e ~L:-~. :n};fias g.ue acuf!.8;ll este hecho
parientes mayores permite comprobar su realidad fuera de ~.n su hl§l_toiJ.~..1:D-fantll el padre a.parece con Iiastante regu-
toda duda, Así, no es nada raro que un muchacho se tome la laridad como el seductor no son dudosos ni la naturaleza
mala costumbre de jugar con su miembro sin saber que es {aµt~it.f~:~e. nJ :mot,i.y_q
~·~f~]~imJp~ción :el. a
,q-q.e ~onstriñe
preciso ocultar esos manejos, y los padres o las personas . ellf¡l.,? QQn la fa.p.P!lSí~ 9:~l~ seducción, c-g~~<? no la hf!-habido.,
encargadas de su crianza lo am.enacen con cortarle el miem- e_l_ll,1jj.o encubre (deq~en}- por regla geµ.~r.al el período au-
bro o la m.ano pecadora. Preguntados, los padres a menudo ~o~.r.,6]ig9 d~ . ~:H-.9.1:-1eh~cer sexcpu. $.e ~arra. la ver~enz~ p.~ l.a
confiesan que con ese amedrentamiento oreen haber hecho J.P..~sturbac~~'.ln fantast?a;n.do retros:pectivamente, para estas
algo conveniente; muchos hombres tienen un recuerdo con• épocas más tempra.p,as, un objeto aD4elado. No c:r:ean uste ..
ciente verídico de esa amenaza, en particular si la recibieron lo
cíes, ·por dem~s, que los ab11soE1 sexuales cometidos contra
en afias un pooo más tardíos. Si es la madre o 'Q.na persona las niñas por sus parientes masculinos rnás próximos parte..
del sexo femenino quien la formula, suele achacar su eje- necen por ~ntero al reino de la fantasía. La mayoría de los
cución al padre o al... médico. En el famoso Struwwel- analistas habrán tratado casos en que esas relaciones fueron
peter de Ho:fónan, el pediat:ra de Francfort, cuyo libro debe reales y pudiexon comprobarse inobjetablemente; s61o que
su popularidad justamente. a la ~omprensión que muestra. correspondían a años más tardíos de la infancia y se atri...
de los complejos sexuales y otros de la infancia, hallan uste... buyeron a una época anterior.
des a la castración morigerada y t;:1ustituida por el corte del No se tiene otra impresi6n sino que t~les Jie.c;hos _de la
pulgar como castigo a un chupeteo obstinado. Pero es suma- i?fanci~ ~on ~e alguna manera ~e~~sarios, perte~~!?~:Q. al pa-
mente improbable que los niños reciban· la amenaza de cas- ~i:~~~<?.!!?-~.E!l?~P.~.ab~eN de la neurosis. Si est.4. co;iteniqos .en
l!a x.~_al~~a?{, muy bien; si ella no los ha conc~q.ido, s.e los
tración oon tanta frecuencia como aparece en los análisis de ·
loa neuróticos. Nos resulta suficiente comprender1as cosas 9 [Véase una referencia posterior a esto1 con una explicaci6n más
del siguiente modo: el niño se compone esa· amenaza sobre amplia, en el trabajo icSobre la aexualidad.temenina)> (1981b),AE, .21,
~-~ ba.s~.d~ in~~!-9!.3, . ~ª~d~ "pqr·~µ ~aq·~~:civ.~ la satisfac.. págs. 289-40. Hemos hecho una reseña completa de las opiniones de
cJQ~~'?.~eef~tic~ ea.t~~prohib~da, Y. bajo 1~. llll:P!.~si6n de s:p. Freud sobre este tema en una nota al pie de las Nuevas conferen.oias
descuEr11mento de los genitales femeninos. [Cf. pág. 290.] (1988a), AE1 .22j pág. 112.] ·
- - _,n• _ •.,......... • • • •• •
836
70 887
estab;ece a partir de indicios y se 101:J completa . J:!l-~d\~!?.-:f:.~_J!=', lo siguiente .. ~aben ya que el yo del hombre es educac:;lo po-
fantasía.· ~l resultado es al mismo, y ha.ata hoy no hemos co a p_oco p~;r;a aprec~ar la .rea:lidad y para obedecer al
logrado- registrar á.iferencia._alguna, en cuanto a las con- principio de _realiqaApol" influencia del apremio exterior.
secuencias de esos sucesos infantiles, por el hecho de que ~n :@:g.._~J.1~ PF-P.QfaijO. tien.ª--9...l!ª r~nunqiar de manera transitoria ··
ellos corresponda mayor participación a la.f,antasía o a la
realidad. De nuevo, lo que tenemos aquí no es sino una de las
tan a menudo mencionadas relaciones de complementa❖
ª'ª
o p,ei-11J.ª"1J..e:p.te a diy~r~os objetos y ro.e:tas de s.u asp;j.i;■?,ci6n.
.l?~~c§:t -.I!.R. sólo sexual-. ];>ero siempre es difícil para el
hombre la renuncia al placer; no la lleva a cabo sin algiµi
riedad; en verdad, es la más extraña de todas -las que hemos ·a~
~pg i.ruú;;,,x.c1mi.~nto. P9_r eso .. se ~ha r~~.~:r:v;ap.o una ..áctivi•
conocido. ¿De d6nde vienen la necesidad de crear tales q.~d ~el alma .en que se concede a _todas estas fuentes de
· .~antasías y el
maferial con qÜ.e s~ conS.~f~Y~i,t·r~Q:·9.~~i: ~~da P!~~~?;-~§lS}.-gD;~das y a estás vías abandonadas de la gananci!=l
de 9-ue -ª~ .
:fu.~D:~~...e~t~.. en ~~f!..P.)11Si_2µ.es, pe~o. queda por ex- 4.~ .Blf.l.Q~.l:.~'P..t'-1¡1. supervivencia, una for.ma_ 4~. -~~~tencif;l !1.Ue .
plicar el hecho ele que en todos fos casos se ·ct!3en las mismas J:as ..~ID?:~9ÍP.~.del requisito de realidad y de lo q-q.e ll~ma-
t}J) fantasías-con idéntico contenido. Tengo pronta una respuesta m.9..~.,;<~.~~~.m~p. de realidad>►• 12 'I:_odJ:!-. aspiració:p. ªl.~~n~?, en-
'\__ f!. i : pa't'a esto> y sé que les parecerá atrevida. Qpi;t~ _que. ~~ters
fantasías primordiales -así las llamaría, junto a algµnas
. E!_eguhida la 'fo:r:ma de una re:p,;_~!'.~;i;~~.2.té.P.:.. 9-~_qµp;p~P.:P-i~!!-1_;~;
n:o ay nlll;guna: d-µda de que el demor~i-:se e:n ~'?~. _gµ;rµp)i-
ótras- son un patrunonio filogenático: En-·ellas; ei''indiv}.. :q:\i.~n,tpi¡; de. d~seo _de la fantasía trae consigo una satisfacci!5n,
~~o-ré'ffasa· su :vivenciar prop!o h~C?t~. ~!_y~y~~-qt~r _9-e la S¡unque el sabe;r de que no se trata de una realidad perJJ?,a-
prehistoria> en los pun,tos en que el primero ha sido ·de- ·n~~~ª--i~t.!!9to. J:?. pr J;a;q.i;º :,..~rd:B-.}~:9:fiiytsl:!=i-d. fle.-1~ ..f.ª-P.-~-~aj:~-..~1
~~~i~~o· rudime~tario'. Me' parece' múy P<?~~Jjle_ 'ciüe)9~ó)o "I;<?.~~e.~.igu_e gozando de la libertad.respecto d~J':1.P.9!!1..E-µ1-
que hoy nos es contado en el análisis como fantasía -la s16n extei;:ior, ~ija lib~;rtad a la que hace mucho renunció en 1~
-- 01) seducción mfan.til,' la. excita.d.6n sexual encendida. por :ia ó'};:. rE1ª1:tg,aP:.·H~.~consegu.ido, en cqntinua a~ternaD;,~ia ~P.:.tre_io.
- ifl seivaciori"a.el coito ·entre los ·padres, la amen-a.za éi.e ·6as- ~2.Y.)C?..__9..~EP,,... s_~~?:! s~~?:!-'ª-2..~!! ~n!mal ~n P.!l:~<.?~ .9-~ P.!?-~er,
1
~r~ción Jo, má~ liien, la castración)- fue una ve?i realidad en P..m:A•.Q.QJJ;Y.~~tir-ª.,~.. ·--~-E.!P.U~S ~i~~pre, de nu~v~.J en .EP.:. ~er ra-
los tiempos originarios de la familia humana, y que el nifío Q.:i,Q!}...@.1. Es g_u.e no le ~asta la magra satisfacción q~& .P.:,tiede
fantaseador no ha heého más que llenar las lagunas de la arrancar a la realidad. ·«Esto no anda sin construcciones au--
v~rdag_,.i9,.g.~-y!dual .~<?P.,..~:g.a__:y~rdad I?,rel?,Jstórica. U:p.a ~-C?~ª 2dliares», dijo una vez Theodor Fontane.18 ,La creación del
yez. hemos d~do en aosp!3char q~~ htP.~~c9.l_~~~ sl~-1!=1~ -~~u- reino de la fantasía dentro del alma halla su cabal corres~
:r;oa1s ha conservado para nosotroscie las anti_g:üedfl:des. de la pondiente en la institución de «parques naturales)>, de «re-
eyolución humana m.ás que todas las otras. f!:1.~ntes. 1 0 servas>►, allí donde los reclamos de la agricultura, el co-
mercio y la industria aménazan alterar velozmente la faz
originaria de la Tierra hasta volverla irreconocible. El par-
Señores: Las cosas que hemos elucidado en último tér- que natural conserva ese antiguo estado que en todos los
mino nos fuerzan a considerar con mayor .detenimiento la otros lugares se sacrificó, con pena, a la necesidad objetiva.
génesis y la importancia de aquella activldad del espíritu ~ í tia~~ .P·~rmitido pp.lular y 01:e.c~r t~.d~. ~o 9.ue _q~!~~a
llamada ~<fantasía». 11 Como a ustedes les consta, goza de 1!-ªQ.~;:!~,.a1.1.9:_lo inútil, hasta lo dafíino. Una rese;rva ~sí, E(lUS-
universal estima, sin que se esté en claro acerca. de su posi- trnt<;l.B:. g.~l.P.~!;Q.q!P.!~ de. realidad, es tambié:q. en el alma el
ción dentro de la vida del alma. Sobre ella ,puedo decirles reino de la fantasía.
10 [Est~ examen de las <{fantasías pr.imordiales» y de la posibilidad
·-··tas prod.Ücciones de la fantasía más conocidas son los lla-
mados «sue..;O.os .diurnos», de los que-y.a hemos. hablado:14
de q_ue fuesen heredadas se basó, E,Jn considerable medida, en los
descubrimientos g,ue hizo Fteud durante su análisis dei icHombre de 12 [O sea, el proceso de juzgar si una cosa es o no real; sus :implica-
los Lobos» (1918b ), que h~bía concluido dos o tres años antes. Cuando ciones más profundas se examinan en el <tOomplemento ro.etapsi-
lo publicó (al año siguiente de pronunciar esta conferencia), añadió al col6gico a la doctrina de los suefiosn (1917d),AE, 14, págs. 229-83; se
manuscrito original dos largos pasajes que remiten al presente texto. halla:rán refeJ:"e;ncias completas en mi «Nota introductoria» a dicho
Cf.AE, 17, págs. 54..7y87-9.] .. trabajo, iblá., págs. 218~9.]
11 [Los dos trabajos principales en que Freud se había ocupado 18 [En su novéla Effi Briest (1895). Freud volvió a citar esto, en un
anteriormen:he de la fantasía son «El creador literario y el fantasem> contexto semejante, en El malestar en la cultura (1930a), A.E, 21, pág.
(1908e) y «Las fantasías histéricas y su relación con la bise1rualidad» 75.1 _.;
(1908a).] i4 [Cf. 15, P._ág. 89.]
338 71 9
vn11s satis:f~cciones imaginadas de dese~.s er6tJ.~<?~, A~ am~i- rece sin dt1da una denominacl6n particular. ?'!J.M. 2ilºt!-P-6 p~ra
ci6n y de grandeza, que florecen con tBl:lto más exuberancia <¡,lla el n.o-P,;?:l?,~!t.P.1-UY apropiado de introversión, pero le dio
cuanto más lla:µia la' realidad a modera:r::se__q_, a !3ª1: pacien~e. también, impropiamente, ot-1;-as significaciones. la- Por nues-
La dicha de la fantasía muestra en ellos ~u esencia de .ma- tra p~te, nos atenemos a esto: La introversión designa el e:x:-
nera inequívoca~ de nuevo la. ganancia de placer se hace ii"lde... tr~amiento de la l~bidó respecto de las posibilidadest p.e la
pendiente de la aprobación dé la reaJidad. ~abemos que esos sa:tisfacci6n real, y. la sobxeinvestidural 7 de las fantasías que
sueños· diurnos E¡qn el núcleo y los modelos 4.e ~O.fL!:f!:'f:0Ü(?B hasta e~e moE,1e:g.to ~e_:tole;ra:r;on por in.ofensivas. 1J"n intro-
~ooturnos. ~i!:tPs, ~n el fondo, ng spn sino suefíos diurnos que v~~d~.~C? e~..todaví~ un 3;1euz:.6tio<;>, pero se encuep.tra.~r:i:.-i;ina
se han vuelto utilizables por la liberact6n 9.'1.'I:~ _qtg:~t~ la . ~i½@..Q;~,:q ,lábil; al menor desplazamiento de fuerzas .~e verá
nóohe experimentan las mociones puls!onales,. Y. q_-q.e, son obl;gag:!) a desarrollar síntomas, a menos que haya hallado
<;f.esfigurados por la forma nocturna de la acti~q~d aní;p:ii.. qt:i:~s saliªªª para su libido. estancada. El carácter irreal de
ca. Ya nos hemos familiarizado con la idea de que no ne- la satisfacci6n neurótica y el descuido ,de la diferencia entre
pcesariamente los suefios diurnos son conciéntes; ~xif;l:t.e.n f~n"t,~s¡ía y· realidad ya están, en cambio, deter.minados por la
también aue:fi.os diurnos inconcientea. Eatos últimos son la :p~rmanencia en el estadio de la introversión.
:(He:nt~ tanto de los sueiios nocturnos cuan.to. ·~!..~e lqs sfn.. Sin dúá.a'J:ia.ñ 'notado ustedes· que en las 't:iltimas elucida-
tomas neur6ticos.15 ciones he introducido un nuevo factor en la ensambladura
.... La comunicación que sigue les aclarará la impo:t¡tancia de del ~~c·adenamiento etiológico: ia cantidad~ la magÜitÜd··a.e
la fantasía para' la formación de síntoma. Hemos dicho [pág. las c:,mergías que entran en juego; y por cierto tenemos que
827] que en el caso de la. f,rustración la lib~~q Íl.1-Vi'ª~·~ .r~g;r.-~- . constderarlo en todas partes. ~o nos basta con un anª-']¡pia
sivamente las posicion~s que había abandonado, ·~ero a las P'!!I.ti!.ment.§.~~!Y~tativo de las c~~diciones etiológicas. O, pa:ra
que quedó adherida con ciertos montos. No tenemos que expresarlo de otro modo: una concepción m.e:ramente diná-
retractarnos de ello ni corregirlo, pero sí intercalar un es ... mic,g,M .4~ .JE§.tq_s .P.;i;.ocespE;J anímicos es insuficiente; .hace falta
lab6n intermedio. ¿Cómo encuentra. la libido el o~tµ:i;t,QJ:l~- i¡odaví~ eJ pu:r;itp de vista económico. No podemos menos que
cj.a esos lµgarea de :fijación? );lien; todos loa objetos y orien- decirnos lo siguiente: el conflicto c¿_:g,_-g:-..§.._9-.9El, aspµ+ac!_o~e.s ..!l-..9 ·
taciones de 1a libido resignados no lo han sido todavía por estall~ a~~-ª~- c_tue ~e hayan~ alcanzado ci~z:tas inJe~iª~cJ&@..9-e
~-pmpÍeto. lg~los o aus retoños son retenidos aún con ~e~a investidu;r_a, __por ~~ gµ~_pr~~?.fistiel'a'.!J, 18:s .CE}l~Ci!Jnea de
:intensidad en las representaciones de la f~npasía. La libid~ contenido. De igual manera, la importancia patógena de los
ño"tiene más que volver a las fantasías par!L halla~ expec'!i- · .:(ac"f.0·~~1;1.-~C?P.:é!:til,]l;lgiQ...11-1:ll~s depj;Q.d~ qe cuánto mdS:tle--i.ii,iá pul"
to desde ellas el camino a c"adi¡i._:fijación reP,r:ip:i.id!l. Estas si6n P.~r~cl~l respecto de otra esté presente en la disposicióll;; y
fantasías gozan de cierta tolerancia, y no se J1~K..f!..ª\..Qonfli~]o a~P..9.9-~:tr?,.o~j~~ginar que las dispq,sioiones de to?-os los
éntre ellas y el yo, por grandes que sean las oposiciones, aeres human:ps son de igual género en lo cualitativo, y sólo
mientras se observe una determinada condición. ~s un~ se dife:rencian por estas proporciones cuantitativas. No me-
condioi6n de naturaleza cuantltativa, infringida @.O):"a por el ios decisivo es el factor. cua1+#taj;jyo para la cap_a~fP-1ª:d de
· ~aflujo de la libido a las fantasías. Por este aflujqJ.~ µ}Ves- resistencia a c;ontraer una neuroa.is. J;nteresa. ..el m.qn,tQ,•.de
tidura energética de las fantasías se eleva tanto que ellas se 16 [Este puntó ya había sido. debatido por Freud antes, en una nota
vuelven exigentes, desarrollan un esfuerzo, orie:q.ta~o ~aeia al pie de «Sobre la dinámica de la trasferencia» (1912b)> AE, 12, pág.
la realización. Ahora bien, esto hace inevitable el co~cto 99. n. 5J donde·.afi.rmaba que Jung parecía aplicar el término
entre ellas y el yo. Si antes fueron preconcien~~s o~ppn~ientes, ~<introverai6wi. exclusivamente a la dementia praecax. Conmiltese esa
ahora son sometidas a la represión por parte del yo Y libra- nota :para mayores referencias.]
17 (Q sea,ª' ~~.c,b.Q fl.e jn:~~~tir ~on una cantidad adiciona); r:J.e ener-
das a la atracci6:p. del tp.conoiente. Desde las _fa;n;tas.~as ahora fil~..P.r~-~quica. Este ea el sentido más general en que F:reud usó el
@~QB_.Ci~ntes, la libido vuelve ~ i.µigrar P,ijJ3tA.1llM~~orj'.g~;nefl._en término; por ajemplo, en ,cLo inoonciente» (l915e), AE. 14, pág. 194;
el inconciente, hasta sus propios lugares de fijac16n. · en Más allá del principio de placer (1920g)1 AE, 18, pág. 81, y en ,,El
La retirada de la libido a la fantasía es .un estªd:iQ..J.~ter.. humor1> (1927d),AE, 21. pág. 161. Por otro 1ado1 a veces lo aplicó para.
medio del camino hacia la f¿rmació:n de síntoma, que m.e- referh-se, más específicamente, a la distinción entre las representa"
ciones inooncientea y preco:no.{entes: en ~,Lo inconciente». AE, 14~ págs.
191 y 198-9,. y en el Esquema del psicoanálisis (1940a), AE, 23, pá.gs.
15 [Véase la larga nota al '.()ie añadida por Freud en 19.20 al tercero 161-2. Of. también el i«Proyeoto de psi~ología» (l950a), .AE, 1, págs.
de sus 7res ensayos de teoría sexual (1905d), .AE, 7, pág. 206.] 376 y 408-20,] .
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pbido no aplicadá que una persona puede conserva.r_.flotan.~ . abre un camino que puede llevar .a la neurosis. Tienen que
t~, y la "ouantCa de, la fracci6n ~e su libido 9.:Uª -~ª
capaz de conjugarse toda una serie de circunstancias para que no sea
desviar de lo sexual hacia las metas de 1~ sublim12,~Q;n...~a este el d~senl.ace de su desarrollo; y es bien conocida la fre-
meta final de la actividad del alma, que ep._1.~ ~'!1ahtat1.vo
ªª
p~e5l,e _des!-1rib:i:rs~ ,cqmo aspir~ción !3, 1~ _gan~:i;iqi~
J.a eyj.t~qt.9~.
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pJ~cer !,. a
dJ§l.E!!=3=~~r, _se p~an~e_a, p1:,r~.!~~<?~!~~~~~!~~
cuencia con que jus"Gam.ente los artistas padecen de una in-
hibici6n parcial de su productividad, provocada por neuro-
sis. Es probable que su constitución incluya una vigorosa
económica, como la tarea de d<;J;ne~~. ~<?~ JP.!~~?2-.!3.~, q.e ex- facultad para la subli:rnación y una cierta flojera de las re-
citaci6n (masas de estímulo) ~ue operan en .~1_,~ten~r del presiones decisivas para el conflicto. Ahora bienJ he aquí el
apar'at'o ai-µmico .Y de impedir su eatasis generadora <;le modo en que el artista encuentra el camino de regreso a la
ª·!_spl_~~er. 18 . . realídad. Por cierto, no es el único que lleva una vida fan- .
taaeada. El reino intermedio de la fantasía es admitido por
acuerdo 1.l]llversal .de los hombres, y todo desposeído espera
Es todo buanto quería decirles acerca de la f~rm?-qi6n de hallar en él alivio y consuelo, Pero en los que no son ar-
síntoma en'las·11.eurosis. Pero no dejaré de dastaoa.:t'lo ex- tistas, la gananoiaAe place:,; ~xtraída de las füentea· de la
presamente otr~ vez: Todo lo dicho aquí s.e re~ere sólo a fantasía es muy restringida.. La inflexibilidad de sus repre-
. la form.aoi6n de síntoma en el caso d~ la h1ater1a. Ya en el sioneá los fuerza a Qontentarse con los mezquinos sueiios
caso de la neurosis obsesiva hallamos -conservándose lo diurnos que todavía son autorizados a devenir cóncientes.
fundamental- muchas cosas diferentes. Las contrai.µvesti- Ahora bien, cuando alguien es un artista genuino, dispone de
duras frente a las exigencias pulsionales, d~ las que tam-- algo ·más. Se las ingenia, en prim.er lugar, para elaborar sus
b\én hablamos a raíz de la histeria [pág. 328], J?asan al aue:fios diurnos de tal modo que pierdan lo que tienen de
- (i;I¿)' primer plano en la neurosis obsesiva ·y, por medio da 18:s excesivam.ente personal y de chocante para los extraños, y
llamadas «formaciones reactivas>>, dominan el ·cuadro clfui- para que estos puedan gozarlos también. Además, sabe ate-
·._ -(~~) co. PiveJ¡'gencias similares, e incluso más p1Noftindas, descu- nuarlos hasta el punto en que no dajen traslucir fácilmente
._ (1{) brimos en el caso de las otras neurosis, respecto de las cua- su proveniencia de las fuentes prohibidas. Por otro lado, po-
les bajo ningún aspecto han concluido nuestras indagaciones see la enigmática facultad de dar forma a un material de-
sobre loa mecanismos de la fbrmación de síntoll).a. terminado hasta que se convierta en copia fiel de la repre-
sentaci6n de su fantasía y, después, sabe anudar a esta figu-
ración de su fantasía :inconciente una ganancia de placer tan
Antes de dejarlos por hoy, me gustaría reclamar la aten- grande que ~n 'Virtud de ella las represiones son doblegadas y
ción de ustedes un momento aún para un aspecto de la vida canceladas, al menos temporariam.ente. Y si puede obtener
- i@ de la fantasía que es dig;no del más universal interés. ~xiste, todo eso, posibilita que los otros extraigan a su vez consuelo
en efecto un camino de regreso de la fantasía a la real1da<l:~ Y y alivio de las fuentes de placer de su propio inconciente,
- @i) es.,. el ;rte. Al comienzo, el artista es tam.bién un introver~ que se les hábían hecho inaccesibles; así obtiene su agra--
tido, y no está muy lejos de la neurosis. Es constreñ.ido p~r decimiento y su admiración, y entonces alcanza por su fan-
necesidades pulsionales hiperintensas; querría consegull' tasía lo que antes lograba.s6lo en ella: honor, poder, y el amor
honores, riqueza, fama y el amor de l9;s m.uJeres. Pero le de las mujeres.19
faltan los medi9s para alcanzar estas satisfa~o1ones. Por.eso,
como oualqaje:r otro insatisfecho,. se extr~~a de la realidad
y trasfiere todo su interés, tamb1án su hb1.do, a las forma-
ciones de deseo de su y:ida fantaseada, desde laa cuales se
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