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EPÍSTOLA A LOS ROMANOS

INTRODUCCIÓN

La Iglesia de Roma. — Los orígenes de la Iglesia ro­


mana quedan envueltos en cierta oscuridad, en razón de su
misma antigüedad. Es muy probable que «los forasteros ro­
manos, así judíos como prosélitos» fAct. i, 10-11), que oye­
ron el primer discurso de Pedro el día de Pentecostés y se
convirtieron a la fe, llevaron a Roma la primera semilla del
Evangelio. Hacia el año 42, el príncipe de los Apóstoles,
libertado milagrosamente por un ángel de la cárcel, en que
le había encerrado Herodes Agripa I, partió de Jerusalén
«a otro país», según los Hechos (12, 17), a Roma, según la
tradición cristiana, conservada por San Ireneo, Clemente de
Alejandría, Eusebio, San Jerónimo y Orosio. El apostolado
de Pedro en Roma se ejerció especialmente entre los judíos
y prosélitos, de modo que el primer núcleo de la Iglesia ro­
mana se compuso principalmente de judio-cristianos. El de­
creto del emperador Claudio, que hacia el año 49 expulsó
a los judíos de Roma, comprendió sin duda a muchos cris­
tianos venidos del judaismo. Desde entonces los gentiles co­
menzaron a predominar en la Iglesia de Roma, que en pocos
años alcanzó un consolador florecimiento. Cuando en el in­
vierno del año 56, o a más tardar del 57, les escribía San
Pablo desde Corinto, la fe de los romanos era ya conocida
en todo el mundo (Rom. I, 8). Sin duda que a la muerte
de Claudio el año 54, muchos de los judíos o judío-cristianos
desterrados cinco años antes volvieron a Roma; pero aun
así, los cristianos venidos de la gentilidad predominaban
hasta formar la masa y casi la totalidad de la Iglesia romana.
Esta ausencia de los judíos durante los años del mayor des­
arrollo de la Iglesia romana fué providencial, pues preservó
1
__________________ INTRODUCCIÓN___________________

a los fieles de Roma de aquel fermento judaizante que tanto


trastornó las Iglesias de Galacia y de Corinto.

Ocasión de la Epístola. — ¡Ir a Roma! Aun cuando


él no lo hubiera dicho (Act. 19, 21), era evidente que San
Pablo deseaba visitar a Roma. El año 56 al fin de su tercera
misión apostólica dejaba evangelizadas las más importantes
ciudades de Asia y Grecia: Efeso, Atenas, Corinto. Desde
Jerusalén hasta el Ilírico se había anunciado ya la buena
nueva: tocaba ahora su lugar al Occidente. España, en los
últimos confines del mundo occidental, atrajo hacia sí los ojos
y el corazón de Pablo. De paso para España, Pablo quería
detenerse en Roma. Sin duda que la Iglesia de Roma estaba
ya sólidamente fundada y floreciente: pero él, el Apóstol de
la gentilidad, deseaba confirmarlos en la fe, adelantarlos en
el conocimiento del Evangelio y comunicarles algún aumento
de gracia espiritual. Para preparar, pues, su visita escribió
el Apóstol esta carta, que le ponía en relación directa con los
fieles de Roma, y les declaraba lo más fundamental de su
Evangelio.
Los deseos de venir a España fueron la ocasión de escri­
bir el Apóstol su Epístola a los Romanos. No es pequeña la
parte que le cabe a España en la más importante de las
Epístolas de San Pablo.

Tema y plan. — Pocas veces ha precisado el Apóstol el


tema de su carta con tanta claridad como en la Epístola a
los Romanos. Va a exponer su «Evangelio». El Evangelio
de Pablo no es aquí la exposición de los primeros elementos
de la fe cristiana, cual se proponía a los que se deseaba con­
vertir a Cristo o instruir para el Bautismo; ni es tampoco
la más sublime Teología del cuerpo místico de Cristo, cual
se declara en las Epístolas de la cautividad: entre ambos ex­
tremos es aquí el Evangelio de Pablo el Evangelio de la
salud universal ofrecida graciosamente por Dios a todos los
hombres, judíos y gentiles, que por medio de la fe en virtud
de la sangre redentora de Cristo alcanzan la justicia de Dios.
La justicia y la salud, que buscaban los judíos, la virtud y
la felicidad, que soñaban los gentiles, eran aspiraciones irrea­
lizables, utópicas. La filosofía y la política de Grecia y Roma.
INTRODUCCIÓN

la Ley y los ritos de Israel, habían fracasado miserablemente.


Dios, en su misericordia, ofrecía ahora el medio único y efi­
caz en el Evangelio, que es, según su enérgica expresión,
«una fuerza de Dios, ordenada a la salud y puesta a dispo­
sición de todo el que creyere; pues en él se revela la justicia
de Dios que parte de la fe» (Rom. i, 16-17).
Sin contar el prólogo (1, 1-17) y el epilogo (15, 14-16, 27),
se divide la carta en dos partes claramente deslindadas: una
más especulativa o dogmática (1, 18-n) y otra más práctica
o moral (12-15, J3)- Las múltiples subdivisiones de esta divi­
sión general se hallan insertadas en el mismo texto.

3
§_i_______ V LOS ROMANOS L 1-7

EPÍSTOLA A LOS ROMANOS

PRÓLOGO

1. Salutación. Síntesis del Evangelio de Pablo.


L i-7-
1 Pablo, esclavo de Jesu-Cristo,
llamado [o ser] apóstol,
escogido para el Evangelio de Dios,
2 que anteriormente había [él] prometido
por medio de sus profetas
en las Escrituras santas
3 acerca de su Hijo,
EL QUE SE HIZO DE I.A ESTIRPE DE ÜAVID
SEGÚN LA CARNE,
"* EL QUE FUÉ CONSTITUÍ DO HlJO DE DlOS
CON [OSTENTACIÓN DE] PODER
según el Espíritu de santidad
DESDE [su] RESURRECCIÓN DE [ENTRE] LOS
MUERTOS,
Jesu-Cristo, Señor nuestro:
5 por quien recibimos la gracia y el apostolado
para obediencia de la fe
entre todas las gentes
en el nombre de él,
G entre las cuales os contáis también vosotros,
llamados de Jesu-Cristo:
7 a todos los que están cu Roma,
llamados [u jcr] santos:
gracia a vosotros y paz
de parte de Dios, Padre nuestro,
y del Señor Jesu-Cristo.
i, i-“. Estructura rítmica y plenitud teológica di-
la salutación. La fórmula de la salutación epistolar pudiera
haber sido: Pablo, Apóstol de Jesu-Cristo, a los fieles de
4
§ i_________________A LOS ROMANOS_______ ________ i, i-;

Roma: gracia a vosotros y paz. Pero dentro de la fórmula


ordinaria ha querido San Pablo introducir y condensar la
sustancia de su Evangelio. Tres puntos señala en él especial­
mente: i) su objeto principal, Cristo, que ocupa el centro de
la salutación; 2) su promesa en las Escrituras proféticas,
y 3) su propagación entre los gentiles por obra de los Após­
toles. Para facilitar la inteligencia de esta salutación, tan
complicada y recargada, será útil notar su estructura grama­
tical. La expresión Jesu-Cristo. Señor nuestro es el centro,
material y lógicamente, de todo el período. Inmediatamente
precede el recuerdo de la promesa, y sigue la mención del
apostolado: Cristo en medio de los Profetas y de los Após­
toles. En los extremos están Pablo, que escribe, y los ro­
manos, a quienes escribe. La perfecta simetría de estas cinco
partes, más que del ingenio rítmico de Pablo, nace de su
proporción con el centro, Jesu-Cristo: centro, que irradia en
todas direcciones y se halla en todos los extremos.

3-4 El Hijo de Dios iiecho hombre y divinamente


glorificado. Cristo antecedentemente a toda manifestación
temporal, independientemente de todo mérito adquirido, es el
Hijo de Dios. Este Hijo de Dios, preexistente desde toda
la eternidad en la gloria del Padre, se hace hombre en la
encarnación; y, hecho hombre, es entronizado en calidad de
Hijo de Dios en su resurrección. En dos frases paralelas
presenta San Pablo esta entrada y este coronamiento de la
vida terrena de Cristo. En la primera se pone de relieve su
origen davídico, título de su realeza mesiánica. La segunda,
más compleja, presenta a nuestros ojos su glorificación. El
que, siendo Hijo de Dios, había como encogido y eclipsado
durante su vida mortal los esplendores de su gloria divina,
aparece ahora divinamente transfigurado, radiante de luz,
revestido de majestad, sentado en el trono de Dios a la dies­
tra del Padre. Con esta glorificación, verdadera y única apo­
teosis, quedó Jesu-Cristo como definitivamente constituido
Hijo de Dios, manifestado como tal, solemnemente declarado
y entronizado. Esta glorificación se hizo en poder, fué una
ostentación del brazo omnipotente de Dios. La misteriosa
frase según el Espíritu de santidad parece significar que, si
la raíz primera de esta glorificación externa es la filiación
5
$ 1-2____ A LOS ROMAXOS_____________ i. 8-13

divina de Cristo, su principio inmediato y medida fué la


plenitud de santidad y de carismas que el Espíritu Santo
atesoró sin medida en su naturaleza humana. Por fin, el co­
mienzo y como la investidura de esta gloria fué su gloriosa
resurrección de entre los muertos.
5. Los Apóstoles de Cristo. Magnifica difinición del
oficio apostólico. Su origen es la elección divina: es una gra­
cia, recibida por mediación de Cristo. Su misión es repre­
sentar a Cristo y hablar en nombre suyo. Su campo de acción
son todas las gentes, el mundo entero. Su objeto, rendir todas
las inteligencias a la obediencia de la fe.

7. Santidad vocacional. Aunque los fieles eran denomi­


nados santos, aquí la expresión llamados santos significa lla­
mados a ser santos, o santos por divina vocación.

2. Acción de gracias y planes de ir a Roma.


T, 8-I3.
s Primeramente hago gracias a mi Dios,
por medio de Jesn-Cristo, acerca de todos vosotros,
de que vuestra fe es celebrada en todo el mundo.
9 Pnes testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu
en la predicación del Evangelio de su Hijo,
cómo sin cesar hago memoria de vosotros
Jü continuamente en mis oraciones rogando
si por ventura, algún día por fin tengo la dicha,
cotí el favor de Dios, de ir a vosotros.
11 Porque tengo ansias de veros
para comunicaros alguna gracia espiritual
con que seáis corroborados,
12 quiero decir qne hallándome entre vosotros
seamos juntamente consolados
con la. fe, los unos con la de los otros, la vuestra y la mía.
13 Pues no quiero que ignoréis, hermanos,
que muchos veces me propuse ir a vosotros
— y hasta el presente me salió al paso olgún obstáculo -
a fin de lograr algún fruto también entre vosotros,
lo mismo que cutre los demás gentiles.
6
§ 2-3 A LOS ROMANOS i. 14-17

8. La fe dF, la Iglesia romana. Ya entonces era cele­


brada en todo el mundo cristiano la fe de Roma, que, a
diferencia de la fe de otras iglesias particulares, aun apostó­
licas, nunca había de desfallecer, por ser la fe de Pedro
(Ltic. 22, 32) y de sus sucesores en el primado.

3. Tema de la Epístola. 1, 14-T7.


14 Tanto a griegos como a bárbaros,
tanto a- sabios como a simples, soy deudor;
15 así, cnanto de mí depende,
hay ánimo pronto para anunciar el Evangelio
también a vosotros los que habitáis en Roma.
10 Porque no me avergüenzo del Evangelio.
Pues es uncí fuerza de Dios,
ordenada a la salud, para- todo el que cree,
así para el judío, primeramente, como para el gentil.
17 Porque la justicia de Dios en él se revela de fe en fe;
según está escrito (Hab. 2, 4):
Mas el justo vivirá por la fe.

16. El Evangelio df, Pablo. El Evangelio que Pablo


desea anunciar a los Romanos no es la primera catequesis
cristiana, que ellos hablan ya recibido, sino un conocimiento
más profundo de la persona y de la obra de Jesu-Cristo.
A continuación da el Apóstol una definición del Evangelio,
cuyos elementos conviene notar. Es el Evangelio una fuerza,
una energía, un instrumento poderoso; de Dios, que es su
autor; su objeto es la salud o felicidad suprema de los hom­
bres; su destino o extensión es universal, con cierta prima­
cía o prioridad de los judíos; condición esencial de su efica­
cia salvadora es la fe.
17. La justicia, idea fundamental df.l Evangelio.
Este versículo es capital para la inteligencia del Evangelio,
que acaba de definirse, y de la Epístola entera. Ha dicho San
Pablo que por el Evangelio la fe alcanza la salud. Pero la
conexión entre la fe y la salud no es inmediata; entre ellas
media la justicia de Dios, la justicia con que Dios hace jus­
tos a los hombres. A la justicia se da la corona de la vida;
mas como la justicia procede de la fe y estriba en la fe, por
7
3
§ 3-4_______________ A LOS ROMANOS_______________ i, 18

esto pudo decir el Apóstol que la fe, mediante la justicia,


alcanza la vida. Y, pues también la justicia se manifiesta en
el Evangelio, por esto, dando razón de lo dicho en el ver­
sículo 16, añade en el 17: Porque la justicia de Dios en él
se revela de fe en fe. Esta última expresión significa que la
justicia de Dios brota de la fe y recae en la fe; tiene en la fe
su raíz y su principio, y es otorgada por Dios a la fe del
hombre creyente. La conexión de estos tres elementos: fe,
justicia, vida, la halla San Pablo admirablemente expresada
en aquellas palabras, que él cita, de Habacuc (2, 4): El justo
vivirá por la fe: la justicia, nacida de la fe y arraigada en
la fe, alcanzará la vida eterna.
16-17. Las tres secciones de la primera parte. En
estos dos versículos queda propuesto el tema de la parte
dogmática de la Epístola y se enuncia el argumento de las
tres secciones en que se subdivide. La justicia de Dios, reve­
lada en el Evangelio, por la fe: es el argumento de la i." sec­
ción (1, 18-4); el Evangelio como fuerza de Dios en orden
a la salud: es la materia de la 2.a (5-8); la participación de
los judíos en la salud: es el tema de la 3.“ (9-11). En la 1.a se
demuestra el hecho de la justicia por la fe, justicia que no
pudieron realizar la ley natural y la ley mosaica; en la 2.a se
expone con maravillosa amplitud la fecunda vitalidad de la
justicia cristiana; en la 3.a, por vía de objeción que se sol­
venta, se trata el pavoroso problema de la reprobación de
Israel.

PRIMERA PARTE: DOGMATICA

Sección I: LA JUSTICIA POR LA FE

1. Los gentiles privados de i.a justicia

4. Tema. 1, 18.
13 Se revela, en efecto, la cólera de Dios desde el cielo
contra toda impiedad e injusticia de los hombres
que oprimen la verdad con la injusticia.
8
§ 4-5 A LOS ROMANOS i, 19-20

1, 18-4. Sección i.": La justicia de la fe. Su tesis


fundamental de la j’usticia de Dios por la fe demuéstrala San
Pablo por dos vías: una más indirecta y negativa, otra más
directa y positiva. Indirectamente muestra que ni en los gen­
tiles ni en los Judíos, ni en la razón natural ni en la Ley
mosaica, existe la justicia. Es una demostración en gran
parte histórica, fundada en la corrupción moral de gentiles
y Judíos. Directamente prueba cómo en el Evangelio por la
fe se alcanza la justicia de Dios, justicia, que, lejos de anu­
lar la antigua alianza, más bien estriba en ella. De ahí la
subdivisión de esta sección en cuatro miembros o puntos:
1. La razón natural impotente para justificar.
2. Tampoco por la Ley de Moisés se consigue la jus­
ticia.
3. La justicia de Dios se alcanza por la fe.
4. La justicia por la fe, abonada por la Ley.
18. La cólera de Dios. La conexión de este vers. con
el precedente es por vía de contraste. En vez de la justicia
salvadora, se revela y desencadena la justicia vengadora de
Dios contra la injusticia humana. A la justificación por la
fe se contrapone la sanción contra la infidelidad: a Dios jus­
tificante, Dios justiciero.

5. La verdad conocida. 1, 19-20.


Pues lo que de Dios se conoce, hállase claro en ellos,
ya que Dios se lo manifestó.
20 Porque los atributos invisibles de Dios
se hacen visibles por la creación del mundo,
al ser percibidos por la inteligencia en sus hechuras:
tanto su eterna potencia como su divinidad;
de suerte que son inexcusables.
19-20. Conocimiento natural di: la existencia de
Dios. Es digna de notarse la trabazón lógica de este razona­
miento de San Pablo, que es la más espléndida confirmación
de la Teodicea cristiana. Acaba de afirmar que los impíos
oprimen la verdad con la injusticia. Semejante opresión su­
pone el conocimiento de la verdad. Y así es. Porque, conti­
núa el Apóstol: el conocimiento de Dios existe claro en ellos.
9
§ 5-6 A LOS ROMANOS i, 21-23

Este conocimiento no sólo es posible, sino que existe, es un


hecho; y no es un conocimiento dudoso o indeciso, sino cla­
ro; y existe en ellos, esto es, en su conciencia: se dan per­
fecta cuenta de él. ¿Y de dónde nos consta la existencia de
semejante conocimiento? De que Dios se lo manifestó: que
también la creación es en cierto modo una revelación natu­
ral de Dios. En esta revelación señala San Pablo tres ele­
mentos: el medio, el modo y el objeto especial. El medio:
Porque los atributos invisibles de Dios se hacen visibles por
la creación del inundo: lo que en sí mismo es invisible se hace
visible al reflejarse en las maravillas de la creación. El modo:
son conocidos por la inteligencia cu sus obras o por sus
obras: subiendo de las obras al Autor, arguyendo del efecto
a la causa, llega fácilmente la inteligencia humana al cono­
cimiento del Creador. Esta doctrina del Apóstol condena de
antemano y por igual así el ontologismo, que se imagina po­
seer la visión intuitiva de Dios, como el tradicionalismo filo­
sófico, que exige para conocerle el testimonio de la tradición
humana. La invisibilidad intrínseca de Dios excluye el on­
tologismo, la visibilidad extrínseca que le prestan sus obras
excluye el tradicionalismo. El objeto especial de este cono­
cimiento es tanto su eterna potencia como su divinidad; esto
es, su omnipotencia creadora, la eternidad de su ser, supe­
rior al vaivén y contingencia del tiempo, y, finalmente, su
divinidad, que es aquí, no tanto su naturaleza divina, cuanto
su soberanía transcendente o su eminencia suprema e. incom­
parable. Estos atributos de Dios puede conocer, y conoce, la
inteligencia humana por la misma razón natural. Conclusión,
que saca el mismo Apóstol: que los que con su injusticia
ahogan la voz de la verdad conocida no pueden alegar ex­
cusa de su ignorancia: son inexcusables, o, según toda la
fuerza de la palabra original, 110 hay para ellos defensa o
apología posible.

6. La verdad oprimida por la impiedad. 1. 21-23.


21 Por cuanto, habiendo conocido a Dioí,
no le glorificaron como a Dios ni le rindieron gracias,
antes se desvanecieron en sus pensamientos
y se entenebreció su insensato corazón.
10
§ 6-7 A LOS ROMANOS i, 24-32

22 Alardeando de sabios, se embrutecieron;


23 y trocaron la gloria del Dios inmortal
por un simulacro de imagen de hombre corruptible,
y de volátiles, y de cuadrúpedos, y de reptiles.

1, 21-23. La impiedad y sus Ei-'ECTos desastrosos. Ha


demostrado San Pablo que los gentiles conocieron la verdad:
ahora va a declarar cómo oprimieron esta verdad conocida.
Su pecado capital fué la impiedad, con que negaron a Dios
el doble tributo que le debían, de glorificación por ser Dios
quien es, y de hacimiento de gracias por los bienes de él re­
cibidos. A esta depravación de la voluntad siguió la aberra­
ción de la inteligencia hasta llegar al abismo de la degrada­
ción. Cuatro grados, o tumbos, señala San Pablo en esta de­
gradación: i.°, la vanidad o tontería de sus pensamientos:
2.", el enteiiebrecimiento o espesas nieblas que envolvieron
su inteligencia; 3.0, la estupidez o embrutecimiento de su co­
razón; 4.0, la idolatría más vil y repulsiva.

7. La ley del Talión: la corrupción, castigo de


la impiedad. 1, 24-32.
24 Por lo cual los entregó Dios
en manos de las concupiscencias de sus corazones,
dejándolos ir tras la torpeza
hasta afrentar entre si sus propios cuerpos;
25 ellos, que trocaron la verdad de Dios por la mentira
y adoraron y rindieron culto
a la criatura antes que al Criador.
el cual es bendito por los siglos. Amén.
2G Por esto los entregó Dios a pasiones afrentosas.
Pues, por una parte, sus hembras
trocaron el uso natural por otro contra naturaleza.
27 Igualmente, por otra, también los varones,
abandonando el uso natural de la hembra,
se abrasaron con sus impuros deseos, unos de otros,
ejecutando varones con varones la infamia
y recibiendo en sí mismos el pago de su extravío.
2* Y por cuanto ellos recusaron
tener de Dios cabal conocimiento,
11
§ 7-8 ___________ A LOS ROMANOS_____________ 2, 1-11

entrególos Dios en manos de una mentalidad reproba,


de manera que hiciesen lo que no cumplía:
20 repletos de toda injusticia,
perversidad, codicia, maldad;
henchidos de envidia, homicidio,
contienda, dolo, mala entraña;
30 chismosos, detractores, abominad ores de Dios,
insolentes, altaneros, fanfarrones,
inventores de maldades, desobedientes a los padres,
31 desatinados, desleales, desamorados, despiadados;
32 quienes, conociendo el justo decreto de Dios,
que los que tales cosas hacen son dignos de muerte,
no solamente las hacen ellos,
mas aun dan plácemes a los que las hacen.

1, 24-31. Perversión del sentido moral. Por tres ve­


ces (vers. 24, 26, 28) dice San Pablo que Dios entregó a los
impíos en manos de sus instintos bestiales: es la ley del ta­
bón. Los que no quisieron adorar a Dios, caen: primero, en
torpezas infames; luego en los vicios más nefandos contra
la naturaleza; por fin en una total perversión del sentido
moral.
31. Des-athiados, des-leales, des-amorados, des-piadados:
Estos cuatro adjetivos, de estructura análoga, pudieran sus­
tituirse por estas cuatro expresiones equivalentes: «sin sen­
tido común, sin palabra, sin corazón, sin entrañas».
32. La muerte eterna castigo dEl pecado. El justo de­
creto de Dios es la sanción eterna contra el pecado grave:
sanción conocida por los prevaricadores. Lo que aquí insi­
núa San Pablo sobre la ley natural, lo declarará y comple­
tará poco después (2, 14-16).

2. Los JUDÍOS TAMBIÉN PRIVADOS DE JUSTICIA

8. El judío, lo mismo que el gentil, juzgado


según sus obras. 2, 1-11.
1 Por lo cual eres inexcusable, ¡oh hombre!,
quienquiera que seas tú que juegas;
12
§ 8__________ A LOS ROMANOS_____________ 2, 1-11

pues en lo que juzgas al otro, a ti misino te condenas,


ya que haces lo mismo tú que juzgas.
2 Ahora bien, sabemos que el juicio de Dios
es conforme a la verdad
sobre los que tales cosas hacen.
3 ¿ Y te figuras eso, oh hombre,
que juzgas a los que tales cosas hacen,
y tii mismo las haces,
que tú escaparás del juicio de Dios?
4 ¿O es que menosprecias las riquezas de su benignidad,
de su paciencia y de su longanimidad,
desconociendo que la benignidad de Dios
te lleva al arrepentimiento?
5 Pues según tu dureza e impenitente corazón
atesoras para ti ira para el día de la ira
y de la manifestación del justo juicio de Dios,
6 el cual dará a cada uno el pago conforme a sus obras:
7 a los que con la perseverancia del bien obrar
buscan gloria y honor e inmortalidad,
vida eterna;
8 mas para los amigos de porfía
y que, rebeldes a la verdad, se rinden a la injusticia,
ira e indignación.
9 Tribulación y angustia
sobre toda alma humana que obra el mal,
así judío, primeramente, como gentil;
10 gloria, en cambio, honor y paz
para todo el que obra el bien,
así judío, primeramente, como gentil.
11 Que no hay acepción de personas para Dios.
2, 1. San Pablo, imaginando tener delante de sí a un
Judío, que aplaude sus invectivas contra la inmoralidad pa­
gana, se vuelve bruscamente contra él.
1-11. El justo juicio de Dios. Con gran viveza pon­
dera San Pablo la rectitud del juicio de Dios sobre los hom­
bres y sus acciones: juicio justísimo, porque será conforme
a la verdad y sin acepción de personas y porque dará a cada
uno el pago conforme a sus obras: vida eterna, gloria, honor
_y paz a los que obren el bien; ira e indignación, tribulación
13
§ 8-9 A LOS ROMANOS 2, 12-16

y angustia a los que obren el mal. Y de este justo juicio na­


die escapará. Pero la justicia de Dios, aunque rectísima e
imparcial, está mitigada por su inefable misericordia. Recuer­
da y encarece el Apóstol la benignidad de Dios, las riquezas de
su benignidad, de su paciencia y de su longanimidad, para que
no se desconozcan ni menosprecien, sino que lleven al arre­
pentimiento de los pecados, inspirándole confianza y aliento.

9. Los gentiles tienen ley, según la cual serán


juzgados. 2, 12-16.
12 Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán,
y cuantos con ley pecaron, por la ley serán juagados.
13 Que no los oidores de la ley son justos ante Dios;
mas los obradores de la ley serán justificados.
14 Pues cuando los gentiles, que no tienen ley,
guiados por la naturaleza obran los dictámenes de la ley,
estos, sin tener ley, para si mismos son ley;
13 como quienes muestran tener la obra de la ley
escrita cu sus corazones,
por cuanto su conciencia da juntamente testimonio,
y sus pensamientos, litigando unos con otros,
ora acusan, ora también defienden,
10 cual se descubrirá en el día
en que juzgará Dios los secretos de los hombres,
según mi Evangelio, por Jcsu-Cristo.
12. Sin Ley: habla aquí el Apóstol de la Ley mosaica,
que no comprendía a los gentiles.
14. Para si mismos son ley: con estas palabras, después
de haber mencionado tres veces la Ley positiva de Moisés,
testifica San Pablo la existencia de la Ley natural: ley in­
terna, ley innata, ley identificada con la misma naturaleza
racional del hombre; ley, empero, cuyo autor no es el mismo
hombre, sino Dios. El hombre es súbdito, no legislador, de
la ley natural: no es autónomo. San Pablo no era Kantiano.
Tampoco era Pelagiano. La palabra naturalmente, que pre­
cede, contrapuesta no a gracia sino a ley positiva, no signi­
fica que las prescripciones de la ley natural ¡Hiedan cumplirse
sin gracia divina, sino sin ley positiva.
14
§ 9-10 ________ iX LOS ROMANOS 17-24.

15. .Xnálisis delicado de la LEY natural y de sus


manifestaciones. En vez de ley simplemente, dice el Após­
tol la obra de la ley: esto es, no la fórmula sino el contenido;
110 la rígida prescripción sino la bondad o justicia prescrita.
Y esta obra de la ley está escrita, no en tablas de piedra como
las de Moisés, ni sólo en la inteligencia mostrando lo justo,
sino en el corazón inclinándolo a lo bueno. Es a la vez una
ordenación y un impulso. Sus manifestaciones son ora más
espontáneas por el testimonio sincero de la conciencia, ora
más reflexivas por los pensamientos, que, acaso tras reñido
debate, muestran la malicia o bondad de las obras, ya acu­
sando, ya defendiendo.
16. Según ¡ni Evangelio: llama Evangelio suyo San Pa­
blo, no a un Evangelio diferente del que predicaban los de­
más Apóstoles, sino a la forma especial que él daba, por
razón de las circunstancias, a la predicación del único Evan­
gelio: en la cual, al anunciarse el juicio universal, se ponían
de relieve dos puntos: que la materia del juicio comprendía
singularmente los secretos de los corazones y que su juez ha­
bía de ser el mismo Jesu-Cristo.

10. Mayor culpa la de los judíos, que violan la


ley. 2, 17-24.
17 Que si tn te apellidas judío,
y descansas satisfecho en la ley,
y te ufanas en Dios,
1S y conoces su voluntad,
y sabes aquilatar lo mejor,
siendo adoctrinado por la ley,
19 y presumes de ti ser guía de ciegos,
luz de los que andan en tinieblas,
20 educador de necios, maestro de niños,
como quien posees la expresión de la ciencia
y de la verdad plasmadas en la ley:
-1 tú, pues, que a otro enseñas, ¿a ti mismo no te enseñas:’
Tú, que predicas no hurtar, ¿hurtas?
*'■ Tú, que prohíbes adulterar, ¿adulteras?
Tú, que abominas de los ídolos, ¿saqueas los templos?
15
§ IO-II A LOS ROMANOS 2, 25-29

23 ¡Tti, que te ufanas en la ley,


por la transgresión de la ley afrentas a Dios!
24 Porque el nombre de Dios por causa de vosotros
es blasfemado entre las gentes,
según está escrito (Is. 52, 5, LXX; Ez. jó, 20).

17-24. Contradicción del que se gloria En la ley


y no la cumple. En estos ocho versículos, que se suceden
agrupados de dos en dos, se desenvuelve la tremenda diatriba
del Apóstol con tanto orden como elocuencia. El ritmo mismo
de la frase, no ordinario en San Pablo, acrecienta la morda­
cidad de la ironía. En los dos primeros (17-18) se encarecen
las ventajas de la ley mosaica. E11 los dos siguientes (19-20)
se satiriza la presunción del judio, satisfecho con la posesión
de la ley, por la cual se cree maestro del mundo. Al llegar a
los dos siguientes (21-22), cambiando la ironia en invectiva,
se recalca la flagrante contradicción del que predica la ley y
la traspasa. Los dos últimos (23-24) son una amarga re­
convención, apoyada en el texto mismo de la ley.
24. Este texto es combinado. Su letra responde a Is. 25, 5
(según los lxx), su significación más bien a Ez. 36, 20-23.

I 1. La verdadera circuncisión es la del corazón.


2, 25-29.
25 Porque la circuncisión, cierto, aprovecha,
como observes la ley;
mas si fueres transgresor de la ley,
tu circuncisión se ha trocado en incircuncisión.
20 Si, pues, la incircuncisión guardare
los justos dictámenes de la ley,
jpor ventura no será su incircuncisión
computada como circuncisión?
27 Y juzgará la que por naturaleza es incircuncisión,
si cumpliere la ley,
a ti, que con letra y circuncisión
eres transgresor de la ley.
28 Que no el que se parece de fuera es judio;
ni la que se parece de fuera en la carne es circuncisión;
16
A LOS ROMANOS 3. i-8

-® antes el judío que es tal en lo escondido,


y la circuncisión del corazón, en espíritu, no en letra,
cuya es la alabanza, no de los hombres, sino de Dios.
25-29. Doble circuncisión. Se contraponen la circunci­
sión de la carne y la circuncisión del corazón: la que se parece
de fuera y la escondida, la de la letra y la del espíritu .La
carnal es la mera observancia de un rito externo, la espiritual
es la fiel observancia de la ley de Dios. Y es tan diferente el
valor de estas dos circuncisiones, que la carnal, sola, se trueca
en incircuncisión: y la espiritual, aun sola, merece la alaban­
za de Dios. Con razón el diácono Esteban increpaba a los ju­
díos fanáticos, que toda su gloria ponían en la circuncisión
de la carne: ¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazones y
de oídos! (Ac. 7, 51).
29. Alabanza: alusión a la significación etimológica del
nombre de Judío. Judío se deriva de Judá (en hebreo Yebudáj,
que significa alabanza. Dice, pues, el Apóstol: la alabanza,
que, en virtud de su nombre mismo, corresponde al Judío,
si ha de ser verdadera, de Dios ha de venir; mas Dios no ala­
bará sino al Judío que lo sea en su corazón.

12. Prerrogativas y prevaricaciones de Israel.


3, i*8-
1 —¿Cuál es, pues, la ventaja del judío?
¿O cuál el provecho de la circuncisión?
— Mucho de todas maneras.
Primeramente, porque les fueron confiados
los oráculos de Dios.
3 —Pues ¿qué, si algunos de ellos fueron incrédulos?
¿Por ventura su infidelidad anulará la fidelidad de Dios?
4 —¡Eso no!, antes quede sentado que Dios es veraz;
mas todo hombre mentiroso; según está escrito:
Para que seas reconocido justo en tus palabras,
y venzas, si alguien osare juzgarte (Sal. 50, ó).
5 —Pero si nuestra injusticia realza la justicia de Dios,
¿qué diremos?
¿que será tal vez injusto Dios al descargar su cólera?
Hablo según el criterio humano.
*7
§ 12 A LOS ROMANOS 3. 1-8

6 —¡Eso, no! Pues de otro ¡nodo,


¿cómo va Dios a juzgar al mundo?
~ —... Quiero decir que si la verdad de Dios
redunda con mi mentira en mayor gloria suya,
¿por qué todavía yo mismo
he de ser juzgado como pecador?
8 —¿Y por que no, como se nos calumnia,
y como dicen algunos que nosotros enseñamos,
«Hagamos el mal para que resulte el bien»?
Cuya condenación es justa.
3, i-8. Diatriba dialogada. Este pasaje es literariamen­
te, uno de los más difíciles o embrollados de San Pablo. La
raíz de la dificultad está en su doble carácter, de panegírico
a la vez y de diatriba. De ahí la constante oscilación del pen­
samiento entre las prerrogativas de Israel y sus prevaricacio­
nes. Efecto de esta oscilación es la forma dialogada que adop­
ta : pero a medias, nada más. En general, los versos impares
expresan las objeciones de un interlocutor imaginario; los pa­
res contienen las soluciones del Apóstol. Pero entre las difi­
cultades y las soluciones apenas existe línea divisoria que las
deslinde. Y las mismas dificultades no reproducen los términos
mismos con que las ha formulado el interlocutor; sino que
Pablo, olvidado de que habla en nombre de otro, parece se las
apropia, añadiendo además observaciones por su cuenta. El
diálogo real se ha transformado en monólogo literal. Y en­
reda no ¡joco la madeja el que algunas respuestas revistan la
forma de contra-pregunta. La materia es al principio la fideli­
dad y verdad de Dios, luego su justicia, al fin otra vez la
verdad. Sobre esto la tendencia de las dificultades varía radi­
calmente: por cuanto el interlocutor unas veces toma, por asi
decir, la defensa de Dios, y otras parece dirigir contra él sus
ataques. Por fin, como si todo eso no bastara, interviene un
tercer interlocutor plural, no se sabe si para urgir la dificul­
tad o para ayudar a solventarla, cuyas palabras se funden
con las de los interlocutores anteriores en un formidable ana­
coluto. Previas estas observaciones, el mejor comentario de
ese dialogismo monológico será su lectura reflexiva y, si es
menester, repetida.
8. La máxima, que calumniosamente atribuían a San Pa­
i8
A LOS ROMANOS 3, 9-20

blo, y que él justamente condena: Hagamos el mal para que


resulte el bien, coincide con aquella otra, no menos reprobable,
que luego han achacado, no menos calumniosamente, a otros:
El fin justifica los medios.

13. Todos, judíos y gentiles, reos ante Dios.


3> 9-20.
9 —¿En definitiva, qué? ¿Llevamos ventaja?
— No del todo. Porque dejamos ya probado
que judíos y gentiles, todos, están bajo pecado;
10 según está escrito: que
No hay quien sea justo, ni siquiera lino solo;
11 no hay quien tenga seso, no hay quien busque a Dios;
12 todos se extraviaron, a una se echaron a perder;
110 hay quien haga bondad,
no hay siquiera uno solo (Sal. 13, 1-3).
13 Sepulcro abierto es su garganta.
con sus lenguas urden engaños (Sal. 5, 11),
11 ponzoña de áspides bajo sus labios (Sal. 139, 4),
35 cuya boca revienta maldición y amargura (Sal. 10, y).
1(i Ágiles son sus pies para derramar sangre;
17 quebranto y desventura en sus caminos;
1S y el camino de la paz no lo conocieron (Is. 59, 7-8).
1!) No hay temor de Dios ante sus ojos (Sal. 35, 2).
Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley,
con aquellos habla que están dentro de la ley:
para que toda boca se cierre
y el mundo todo se reconozca reo ante la justicia de Dios;
20 dado que en virtud de las obras de la ley
nadie será justificado en su presencia (Sal. 142, 2);
pues por la ley no se alcanza
sino el conocimiento del pecado.

9. PrivilECios y prevaricaciones. A una misma pre­


gunta del interlocutor Judío respondía antes (vers. 1): Mucho
de todas maneras, y ahora responde: No del todo. Es que
primero miraba solamente a los privilegios de Israel, y ahora
mira además a sus prevaricaciones.
10-18. Universalidad del pecado. Con este tejido de
19
§ 13-14 A LOS ROMANOS 3. 21-26

pasajes bíblicos demuestra San Pablo la universalidad del pe­


cado. Los vers. 10-12 son una cita del Salmo T3, 1-3 (yahvís-
tico) idéntico al Salmo 52, 2-4 (elohístico). Los dos primeros
incisos del vers. 13 están tomados del Salmo 5, 9; el tercero
del salmo 139, 3. El vers. ¡4 reproduce el Salmo 9, 28. Los
tres siguientes son una cita libre de Isaías, 59, 7-8. El 18 está
tomado del Salmo 35, 1. Algunos manuscritos de los lxx in­
tercalan los vers. 13-18 entre los vers. 3 y 4 del Salmo 13.
de donde pasaron al Salterio latino galicano, y se han supri­
mido en el nuevo Salterio. La Vulgata deja sin numeración
estos versos interpolados.
20. Doble relación de las obras de la ley en orden a
la justificación. Antes (2, 13) ha dicho San Pablo que los
obradores de la ley serán justificados, ahora, en cambio, afir­
ma que por las obras de la ley >10 será mortal alguno justifi­
cado. La contradicción, con todo, no es más que aparente. Allí,
contraponiendo el cumplimiento de la ley a su mero conoci­
miento, enseña que no el que conoce la ley, sino el que la
cumple (toda la ley, por supuesto), es justo delante de Dios;
aquí, en cambio, partiendo del hecho de que todos han que­
brantado la ley, añade que ni la ley ni su ulterior cumpli­
miento tienen eficacia para justificar al pecador, que una vez
la. ha quebrantado. Lo que añade, que por la ley no se alcan­
za sino el conocimiento del pecado, lo explicará ampliamen­
te en el cap. 7.

3. La justicia de Dios se alcanza ron la fe

14. La justicia por la fe, mediante la redención


de Cristo. 3, 21-26.
21 Ahora, empero, independientemente de la ley,
la justicia de Dios se ha manifestado,
abonada por el testimonio de la ley y de los profetas;
pero una justicia de Dios mediante la fe de Josa-Cristo,
para todos v sobre todos los que creen;
pues no hay distinción.
Porque todos pecaron,
y se hallan privados de la gloria de Dios,
20
§ M A LOS ROMANOS 3, 21-26

24 justificados como son gratuitamente por su gracia,


mediante la redención que se da en Cristo Jesús,
25 al cual exhibió Dios como monumento expiatorio,
mediante la je, en su sangre,
para demostración de su justicia,
a causa de la tolerancia con los pecados precedentes
20 en el tiempo de la paciencia de Dios;
para la demostración de su justicia en el tiempo presente,
con el fin de mostrar ser él justo y quien justifica
al que radica en la fe en Jesús.

21-26. Síntesis pe la soterioloc.ía de San Pablo.


Este pasaje es una síntesis maravillosa de la soteriología pau­
lina. La concisión y el desaliño de la frase unidos a la pro­
fundidad del pensamiento hacen dificil su lectura. He aquí el
desenvolvimiento de las ideas. La idea fundamental es la
justicia de Dios revelada y comunicada al hombre. La expre­
sión justicia de Dios ofrece un sentido complejo, lleno de
variados aspectos o matices: es a la vez la justicia inmanente
con que Dios es justo; es la justicia con que Dios se muestra
justo, o, si la frase no fuera casi irreverente, la justificación
del proceder divino ante el tribunal de la historia; es la jus­
ticia vengadora que restablece el orden violado por el pecado;
es, finalmente, y principalmente, la justicia bienhechora que
hace justo al pecador. ¿Qué conexión tiene esta justicia di­
vina con la ley? Por una parte, se manifiesta independiente­
mente de la ley; mas, por otra, es abonada y como garanti­
zada por el testimonio de la ley y de los profetas. ¿Y cuál
es la disposición del hombre para recibir y apropiarse la
justicia de Dios? La fe en Jesu-Cristo. Y su extensión o
aplicación es universal: no hay distinción de pueblos o de
razas. Está destinada para todos y recae o desciende sobre
todos, con tal que crean. Pero esta justicia envuelve una
gracia, una misericordia; por cuanto los hombres, no sólo
no la merecían, sino que positivamente la desmerecían: por­
que todos pecaron: todos, consiguientemente, se hallaban
privados de la gloria de Dios, esto es, de aquel reflejo de
divinidad, que, con la justicia original, la inmortalidad y la
integridad, brillaba en el hombre antes del pecado. Es a la
vez justicia y gracia: de ahí esta especie de paradoja, que
21
b 14 A LOS ROMANOS 3, 21-26

los hombres sean justificados gratuitamente por la gracia de


Dios. La solución de esta paradoja, la conciliación de los ex^
tremos, a primera vista irreductibles, de gracia y de justicia,
se halla en la redención de Cristo: suprema manifestación
de la gracia y de la justicia divina. Es justicia: porque la
redención de Cristo es un rescate, cuyo precio es su sangre
preciosísima; es gracia: porque este precio, que el hombre
no poseía, se lo da Dios liberalmente y de pura gracia. Es jus­
ticia : porque interviene Cristo como víctima de propiciación
en su sangre (realidad expresada bajo la imagen de monu­
mento expiatorio'); es gracia: porque Dios es quien, con­
forme a los consejos eternos de su misericordia, entrega y
pone ante los ojos del hombre esta víctima sangrienta de
propiciación. El valor y eficacia, que no poseía de suyo la
fe, para recibir y apropiarse la justicia de Dios, lo recibe de
la sangre de Cristo. Ungida con la sangre redentora, la fe se
dispone, habilita y dignifica para revestirse de la justicia y
santidad de Dios. La justicia divina quería comunicarse gra­
ciosamente : pero obstaba el pecado. Antes de ser bienhecho­
ra, según su tendencia innata, liabia de ser vengadora. Pero,
para no arruinar al hombre, a quien quería favorecer y agra­
ciar, descargó sobre Cristo, único que podía recibir en si los
rayos de la cólera divina sin sucumbir a ella definitiva y
eternamente. En Cristo se trocaron las venganzas en gracias.
Concluye el Apóstol: Dios propuso a Cristo como monu­
mento expiatorio para demostración de su justicia, para vol­
ver por su honor, para justificar su providencia. Dos veces
repite San Pablo esta expresión, señalando los motivos de
esta demostración. Primeramente, Dios hizo esta demostra­
ción de su justicia, que pudo en tiempos pasados parecer
remisa y como quedar comprometida por la excesiva toleran­
cia del pecado, por la misericordiosa longanimidad en sufrir
al pecador. Luego, de un modo más positivo, quiso Dios
mostrar a la faz del mundo su justicia personal y su potencia
justificadora.
§ 15 A LOS ROMANOS 3- 27-31

15. La ley de las obras sustituida por la ley de


la fe. 3, 27-31.
27 ¿Dónde, pues, está el orgullo? Quedó eliminado.
¿Por cuál ley? ¿La de las obras?
No, sino por la ley de la fe.
28 Pues razonamos ser por la fe justificado el hombre
independientemente de las obras de la ley.
29 ¿O es que Dios lo es de los judíos solamente?
¿No lo es también de los gentiles?
Si, también.de los gentiles.
30 Puesto que uno mismo es el Dios, que justificará
la circuncisión en virtud de la fe,
y la incircuncisión por medio de la fe.
31 ¿Anulamos con esto la ley por medio de la fe?
¡F.so, no! Antes bien afianzamos la ley.
27-31. Dialéctica paulina. Este es uno de los pasajes
en que se muestra más al vivo aquella formidable dialéctica
de iSan Pablo. Pero esta dialéctica original no marcha, por
así decir, con movimiento uniforme y recto, sino que ora se
lanza rápida, ora da pasos atrás; ya acosa al adversario en
una dirección, ya le sale al paso en dirección contraria para
cortarle la retirada. El tono también varía continuamente: ya
blando, ya severo; ya halagador, ya aplastante; ya serio, ya
irónico: con todos los matices de la ironía: desde la sonrisa
benévola hasta el sarcasmo y la rechifla. Comienza aquí con
esta pregunta, la más humillante para un Judío que se jactaba
de su justicia legal: ¿Dónde, pues, está tu orgullo? Y res­
ponde resueltamente: Quedó eliminado radicalmente. Pero
continúa, dando media vuelta a la diatriba. Esta eliminación
del orgullo, que se consideraba como una humillación y un
castigo, era en realidad un beneficio. En este sentido sigue
preguntando: ¿Por cuál ley recibiste ese beneficio? ¿por la
ley de las obras? No, contesta: que semejante ley ni justifica,
ni siquiera humilla saludablemente. Otra es la ley que humi­
lla y levanta: la ley de la fe. Esta última expresión, para­
dójica dentro de la terminología paulina, como que asocia
los términos opuestos de ley y de fe, es una especie de con­
cesión irónica. Como si dijera: si de todos modos quieres ley,
23
§ 15-16_____________ A LOS ROMANOS______________ 4, 1-8

deja esa ley estéril de las obras y llama ley al remedio de la fe.
30. La FE raíz y medio de la justificación. Matiza
San Pablo de diferente manera la acción de la fe en la justi­
ficación de los Judíos y en la de los gentiles. Los Judíos son
justificados en virtud de la fe, inherente a las promesas me-
siánicas y como entrañada en ellas; los gentiles, en cambio,
son justificados por medio de la fe, como p<>r un remedio
que les vino de fuera.
31. Por la FE se afianza la ley. Podía creer el Judío
que Pablo con sus doctrinas anulaba o desquiciaba la ley.
Todo lo contrario, contesta el Apóstol: tú eres quien sacas
de quicio la ley, atribuyéndole una eficacia que no poseía;
nosotros antes bien afianzamos la ley, dándole su verdadera
significación: la de anunciar, preparar y abonar la justicia
de la fe.

4. La justicia de Dios, abonada por la ley


16. Abrahán, justificado por la fe. 4, 1-8.
1 ¿Qué diremos, pues, haber hallado Abrahán,
progenitor nuestro según la carne?
~ Porque si Abrahán fué en virtud de las obras justificado,
tendrá de que ufanarse, pero no ante Dios.
8 ¿Qué dice, en efecto, la Escritura (Gen. 15, 6)?
Creyó Abrahán a Dios,
y le fué abonado a cuenta de justicia.
4 Ahora bien, al que trabaja,
no se le abona el jornal como favor, sino como deuda;
c en cambio, al que no trabaja,
mas cree en aquel que justifica al impío,
se le abona su fe a cuenta de justicia;
6 como también David expresa el parabién del hombre
a quien Dios abona la justicia sin contar con obras:
7 P»ienaventurados aquellos
a quienes fueron perdonadas las iniquidades.
y a quienes fueron encubiertos los pecados:
8 bienaventurado el hombre
a quien el Señor no le toma a cuenta el pecado
(Sal. jf, 1-2).
24
§ 16 A LOS ROMANOS 4. i-S

4, 1-25. La justicia de Abrahán por la pe. Todos


estos razonamientos dejaban, o más bien, provocaban una
nueva duda en la mente del Judío: duda, que podía formular
con aquellas palabras del mismo Apóstol a los Gálatas: Pues
y la Ley ¿qué? Si la justicia no se alcanza sino por la fe,
¿ qué razón de ser tiene ya la Ley ? ¿ Y qué es entonces de
los justos que hubo en la Ley? ¿No fueron justos Abrahán
y David? Y si lo fueron, ¿cómo alcanzaron la justicia? De
esta dificultad saca San Pablo una nueva confirmación de su
tesis. Para mejor seguir su raciocinio, hay que presuponer
que para los Judíos eran términos casi equivalentes obras,
circuncisión, ley. Por esto, bajo estos tres aspectos demuestra
San Pablo que Abrahán alcanzó la justicia, no en virtud de
sus obras, ni menos por la circuncisión, como tampoco había
de alcanzar por la Ley el cumplimiento de la promesa que
Dios le había hecho de la herencia del mundo. Después de
esta demostración, en gran parte negativa, declara positiva­
mente la eficacia maravillosa de la fe, con la cual Abrahán
dió gloria a Dios: gloria, que también nosotros le podemos
tributar por medio de la fe.
3. «Justicia imputada». La expresión abonar a cuenta,
que la Vulgata traduce de diferentes maneras (imputare,
reputare, accepto ferre), es un término de contaduría comer­
cial que significa anotar en el «Haber» y que, aplicado meta­
fóricamente a la justificación, significa que Dios toma a cuen­
ta de Abrahán la fe, aceptándola como equivalente de la
justicia que le otorga, en atención al valor de la sangre re­
dentora de Cristo. Evidentemente no habla San Pablo de
la justicia imputada o ficticia que imaginó Lutero. Cuando
toda la Teología de San Pablo no protestase contra esas fan­
tasías luteranas, las disiparía completamente el versículo 4,
en que el mismo término se aplica al jornal abonado al jor­
nalero ; y no menos el vers. 9, en que el verbo tomar a cuenta
tiene como objeto o complemento el pecado. Si la justicia
tomada a cuenta fuese puramente ficticia, ficticio habría de
ser igualmente el pecado: consecuencia, que no admitirán los
protestantes.
§ 17 A LOS ROMANOS 4, 9-12

17. La circuncisión, señal de la justicia por la


fe. 4, 9-12.
9 Pues bien, ¿este parabién recae sólo sobre la circuncisión,
o también sobre la incircmtcisióii?
Decimos, en efecto, que
a Abrahán se le abonó la fe a cuenta de justicia.
10 ¿Cómo, pues, se le abonó?
¿En estado de •circuncisión o bien de incircmicisión?
No de circuncisión, sino de incirctittcisióu.
11 Y tomó la señal de la circuncisión
como sello de la justicia de la fe
obtenida en estado de iucircmicisión;
a fin de que fuese él
padre de todos los que creyesen
en el estado de iucircuncisión ;
para que también a ellos se les abonase la justicia;
1:: y padre de la circuncisión para...
no solamente los que están circuncidados,
sino también para los que siguen las huellas de la fe,
que cu el estado de iucircuncisión
tenia nuestro padre .dbrahán.

11-12. La incircuncisión y la circuncisión en la


justificación de Abrahán. Es algo sutil el razonamiento
de San Pablo. Dice: en la justificación de Abrahán intervie­
nen tanto la incircuncisión como la circuncisión: la primera,
porque en ella recibió la justicia; la segunda, porque se tomó
como señal de la justicia recibida. ¿Y esto por qué? Porque
Abrahán había de ser padre de todos los creyentes, así in­
circuncisos o gentiles, como circuncisos o Judíos. Esta doble
paternidad de Abrahán quiere poner de relieve el Apóstol;
mas al llegar en el vers. 12 a la segunda paternidad, corta
bruscamente la frase — con un anacoluto, tan fácil de notar
como de corregir, — para exponer de nuevo, en orden inver­
so. las dos paternidades.

26
§ 18_____________ A LO.S ROMANOS_____________ 4, 13-22

18. La promesa cumplida, no por la ley, sino


por la fe. 4. 13-22.
13 En efecto, no por la ley
le fué hecha a Abrahán y a su posteridad
la promesa de ser él heredero del mundo,
sino por la justicia de la fe.
14 Porque si los hijos de la ley son herederos,
anulada queda la fe y abolida la promesa;
15 pues la ley produce cólera;
que donde no hay ley, tampoco transgresión.
10 Por esto es en virtud de la fe.
para que sea por gracia,
a fin de que sea firme la promesa a. toda la posteridad,
no solamente a la que radica en la ley,
sino también a la que procede de la fe de Abrahán,
que es padre de todos nosotros,
17 según está escrito (Gen. 17, 5), que
padre de muchas naciones te he constituido,
ante el acatamiento de aquel a quien creyó,
de Dios, que da vida a los muertos
y llama a las cosas que no son como si fueran.
18 El cual, fuera de toda esperanza,
estribando en la esperanza,
creyó que sería padre de numerosas naciones,
scgiín lo que está dicho (Gen. 15, 5):
Así será tu descendencia.
19 Y sin desmayar en la- fe consideró
estar su cuerpo ya amortecido, siendo casi centenario,
y el amortecimiento del seno de Sara;
20 mas ante la promesa de Dios
no titubeó con la incredulidad,
antes cobró vigor con la fe, dando gloria a Dios,
21 y plenamente persuadido de que lo que ha prometido,
poderoso es también para cumplirlo.
22 Por lo cual le fué abonado a cuenta de justicia.
13-17. La promesa, vinculada, no a la Ley sino a
la FE. Contra la confusión de Judíos y judaizantes, que vincu­
laban a la Ley el cumplimiento de la promesa, establece el
27
§ 18-19 A LOS ROMANOS j

Apóstol la distinción capital en su Teología, entre la promesa


y la Ley; y afirma que las bendiciones prometidas a Abrahán
no estaban vinculadas a la Ley, sino a la justicia de la fe.
Y demuestra su afirmación por tres razones: 1.a, porque la
ley, añadida a la promesa como condición, seria la anulación
de la promesa hecha incondicionalmente; 2.a, porque la ley
de suyo es más bien, dada la corrupción humana, ocasión de
prevaricaciones; 3?, porque Dios quería que la realización
de la promesa fuera por gracia y no por justicia. Por vía de
confirmación propone de nuevo San Pablo la universalidad
de la promesa, para la cual hubiera sido un obstáculo el par­
ticularismo nacionalista inherente a la Ley de Moisés.
18-22. La FE, glorificación de Dios. Se complace aqui
el Apóstol en ponderar la fe de Abrahán, cuya eficacia pone
empero, no en el heroísmo personal del gran patriarca, sino
en que su fe incomparable fué la suprema glorificación de
Dios, poderoso para dar vida a los muertos. Y Dios glori­
fica a los que le tributan la debida gloria.

19. Conclusión: nuestra justificación por la fe.


4, 23-25.
2:5 T 110 se escribió por él sólo que se le abonó.
21 sino también por nosotros, a quienes se ha de abonar,
a los que ‘Creemos en aquel
que resucitó a Jesús, Señor nuestro,
de entre los muertos;
25 el cual fué entregado por nuestros delitos
V fué resucitado por nuestra- justificación. '

23-24. La fe cristiana, reproducción de i.a fe de


Abrahán. Con penetrante sagacidad y lógica irresistible
muestra San Pablo en la fe de los cristianos una reproduc­
ción de la fe de Abrahán; pues también ellos creen en Dios,
(pie resucitó a Jesu-Cristo. Por esta fe y por la gloria que
con ella tributan a Dios, que no por la ley, son ellos justi­
ficados, como lo fué Abrahán.
25. Doble virtualidad de la redención de Cristo.
En pocas palabras nos da aquí San Pablo otra síntesis de
28
§ 19-20 A LOS ROMANOS 5. i-5

su Soteriología. Dos actos señala en la obra redentora de


Cristo: su muerte y su resurrección; y dos aspectos también
en su objeto: la expiación de nuestros delitos y nuestra jus­
tificación. Al atribuir la expiación a la muerte y la justifica­
ción a la resurrección, no habla el Apóstol en sentido exclu­
sivo ; pues la muerte y la resurrección forman un todo inse­
parable, al cual se han de atribuir in solidum tanto la expia­
ción como la justificación, que no son sino dos aspectos,
negativo y positivo, de una misma realidad. Con todo, la
conexión que, en sentido formal y por apropiación, señala
San Pablo entre la expiación y la muerte, entre la justifica­
ción y la resurrección, no carece de fundamento racional.
La conexión entre la expiación y la muerte es más obvia.
La que existe entre la justificación y la resurrección, si en
otros pasajes ofrece horizontes más amplios, es aquí, por
razón del contexto, más fácil de determinar. La justificación
de que habla el Apóstol es la justificación por la fe, y la
fe que justifica es la fe en la resurrección de Cristo. Es aquí,
pues, la fe lazo de unión entre la resurrección de Jesu-
Cristo y nuestra justificación. Por consiguiente, la causalidad
que establece San Pablo entre la resurrección de Jesu-Cristo
y nuestra justificación no es directa e inmediata, sino me­
diante la fe en la misma resurrección.

Sección II: VITALIDAD DE LA JUSTICIA


CRISTIANA

Introducción: La paz con Dios y la esperanza por la fe


y la sangre de Cristo

20. Tesis: La esperanza no engaña. 5, 1-5.


1 Justificados, pues, en virtud de la fe,
mantengamos la paz con Dios
por mediación de nuestro Señor Jesu-Cristo,
2 por quien hemos obtenido con la fe
el acceso también a esta gracia
en la cual nos mantenemos,
2()
§ 21 A LOS ROMANOS 5- 5~TI

y gloriosamente nos gozamos


estribando en la esperanza de la gloria de Dios.
3 Y no sólo esto,
sino que también nos gozamos en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación engendra -constancia;
4 la constancia, aquilat amiento;
el aquilatamicuto, esperanza,
5 y la esperanza a nadie deja corrido.
5-8. Sección 2.a Vitalidad de la justicia cristiana.
En los cuatro capítulos que siguen expone San Pablo la
vitalidad fecunda de la justicia cristiana, enumerando los
frutos de vida que brotan de la justicia por la fe. Cuatro son
en particular estos frutos: la comunión de justicia con Jesu­
cristo, la vida integral, la potencia moral de la gracia, el
espíritu de filiación; o, bajo otra imágen, son una cuádruple
liberación o victoria contra cuatro tiranos que nos esclavi­
zaban : el pecado, la muerte, la ley, la carne. Alas, antes de
entrar en materia y como por vía de transición, entre el hecho
de la justificación y la consumación de la vida, pone San
Pablo el gozo de la esperanza.
5, 1-11. La Esperanza, garantizada por el amor de
Dios. Esta introducción es, a su modo, un discurso acabado,
en que el Apóstol asienta como tesis la infalibilidad de la
esperanza: la cual demuestra, primero generalmente por el
amor de Dios y luego más particularmente por el hecho de
la muerte de Cristo.
2. Gloria de Dios. Gloria de Dios es aquí, como fre­
cuentemente en San Pablo, la ostentación que Dios hace de
su poder en beneficio del hombre; es la irradiación benéfica
del ser divino.

21. El amor de Dios, prenda de nuestra


esperanza. 5, 5-11.
Porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos juc dado.
G Pues ¿para qué Cristo,
30
§ 21 A LOS ROMANOS 5, 5-ii

siendo todavía nosotros impotentes,


a su tiempo nutrió por míos impíos?
7 Porque a duras penas morirá uno por un justo,
pites por el bueno tal vez uno se anime a morir.
s Mas acredita Dios stt amor para con nosotros
cu que, siendo nosotros todavía pecadores,
Cristo murió por nosotros.
9 Con mucha más rasión, pues,
justificados ahora en stt sangre,
seremos por él salvados de la cólera.
10 Porque, si, siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios
por la muerte de su Hijo,
con mucha más razón, una vez reconciliados,
seremos salvos en stt vida.
17 Y no sólo esto, sino que aun nos gozamos en Dios
por nuestro Señor Jestt-Crisfo.
por quien ahora obtuvimos la reconciliación.
5. La caridad, amor recíproco de Dios y del hombre.
El autor de Dios es aquí una expresión compleja que a la vez
comprende tanto el amor con que Dios nos ama, como el
amor con que nosotros amamos a Dios. El primer sentido
10 exige el contexto, como se ve por el vers. 8. Este amor
con que Dios nos ama es el que presenta aquí San Pablo
como fundamento de nuestra esperanza. Mas, por otra parte,
el texto mismo ha sido derramado en nuestros corazones
exige evidentemente el segundo sentido: la virtud infusa de
la caridad. A esta infusión de la caridad precede lógicamente
la infusión del Espíritu Santo, cuya acción vivificante pro­
duce en el alma toda la vida sobrenatural.
5-11. Desenvolvimiento lógico de la demostración.
He aquí la ilación de este razonamiento, cuya lógica externa,
algo desmazalada, no corresponde a la lógica interna vigo­
rosísima : vers. 5: el amor de Dios, como principio y funda­
mento de todo el raciocinio; vers. 6-7: el hecho, o sea, la
muerte de Cristo por los impíos; vers. 8: repetición del prin­
cipio combinado con el hecho; vers. 9: consecuencia de lo
pasado a lo futuro, de lo ya hecho a lo que queda por ha­
cer; vers. 10: demostración de esta consecuencia: si Dios
3i
§ 21-22_____________ A LOS ROMANOS____________ 5, 12-14

hizo lo más por los enemigos, mejor hará lo menos por los
amigos; vers. 11: júbilos de la esperanza, para la cual Dios,
antes objeto de terror, es ahora objeto de gozo.

1. La justicia del hombre por i.a comunión con


Jesu-Cristo

22. Paralelismo iniciado entre Adán y Cristo.


5> 12-14.
12 Por esto, como por un solo hombre
el pecado entró en el mundo,
y por el pecado la muerte;
y así a todos los hombres alcanzó la muerte,
por cuanto todos pecaron;
12 porque anteriormente a la ley había pecado en el mundo;
mas el pecado no se imputa, donde no hay ley;
14 sin embargo, reinó la muerte desde Adán a Moisés,
aun sobre los que no habían pecado
a imitación de la transgresión de Adán,
el cual es figura del venidero...

12-21. Estructura di:l pasaje y proceso del razona­


miento. Condición previa para entender este pasaje difícil es
conocer su estructura irregular. El pensamiento es de suyo
sencillo: Jesu-Cristo es para los hombres principio de justi­
cia. Para darle mayor relieve, establece San Pablo un para­
lelismo entre Adán y Jesu-Cristo. Pero este paralelismo, si
por una parte declaraba bien su pensamiento, por otra le
pareció casi ofensivo a la dignidad incomparable de Cristo.
Por efecto de este escrúpulo, el paralelismo se convierte en
contraste vigoroso. De ahí las marchas y contramarchas del
raciocinio. Quitado el escrúpulo, reanuda el paralelismo. Por
fin, en la conclusión el paralelismo se combina con el con­
traste. Pero en medio de este razonamiento tormentoso ful­
guran dos grandes verdades: la existencia y naturaleza del
pecado original, la maravillosa concepción o figura del se­
gundo Adán, contrapuesto al primero.

32
§ 22-2,3 A T.OS ROM-ANOS 5> »5-T7

12-14. Existencia dEl pecado original. En estos tres


versículos enuncia San Pablo el argumento clásico que de­
muestra la existencia del pecado original (Cfr. Trid. Sess. 5,
números 2 y 4. Denz. 789, 791). En el vers. 12 propone la
mayor del silogismo: Todos nutrieron, porque todos pecaron.
E11 los vers. siguientes prueba la menor implícita: Este pe­
cado universal no son los pecados personales a imitación de
la transgresión de Adán, sino la participación universal en
el primer pecado. Primera prueba de esta menor: Antes de
la Ley de Moisés no existía ley que castigase con la muerte
el pecado personal. Segunda prueba: Flan existido muchos
(¡ue no cometieron pecados personales: y no obstante, mu­
rieron. Conclusión: luego el pecado, origen de la muerte, es
el primer pecado, que fué a la vez pecado de Adán y pecado
de toda su descendencia: que es lo que se llama pecado ori­
ginal.
14. Adán, tipo de Cristo. Queda sin acabar el parale­
lismo iniciado en el vers. 12. La conclusión normal hubiera
sido: ...Así por un solo hombre la justicia entró en el
mundo, y por la justicia la vida: y así la vida alcanzó a todos
los hombres, por cuanto todos fueron justificados radical o
'virtualmente en Cristo. Esta conclusión está implícita en la
frase anacolútica el cual es figura del que había de venir, esto
es, Adán es figura o tipo de Cristo. Esta significación típica
del primer hombre, base de todos los paralelismos y de todos
los contrastes entre Adán y Cristo, es la expresión más ade­
cuada de toda la soteriología de San Pablo. El binario Adán-
Cristo entraña los dos grandes principios de la solidaridad
y de la recirculación. Y el otro gran binario Eva-María no
es sino la derivación o repercusión del primero.

23. Doble contraste entre Adán y Cristo. 5, 15-17.


15 Mas 110 cual fué el delito, así también fué el don;
pues si por el delito de uno solo
los que eran muchos murieron,
mucho más la gracia de Dios
y la. dádiva en la gracia de un solo hombre, Jesu-Cristo,
se desbordó sobre los qne eran muchos.
33
§ 23-24 A LOS ROMANOS 5, 18-21

10 Y 110 como por uno que pecó, así fué el don;


porque la sentencia, arrancando de uno solo.
remata en condenación;
mas el don, partiendo de muchas ofensas,
se resuelve en justificación.
17 Pues si por el delito de uno solo
reinó la muerte por culpa de este solo,
mucho más los que reciben la sobreabundancia
de la gracia y del don de la justicia-
reinarán en la vida por uno solo, Jesu-Cristo.

15. Contraste entre Adán y Cristo. El paralelismo


iniciado se convierte en antitesis. Temeroso el Apóstol de
que el cotejo entre Adán y Cristo pudiera parecer ofensivo
al divino Redentor, antes de exponerlo lo transforma en un
doblado contraste, personal y real, entre el primero y el se­
gundo Adán. La expresión los que son muchos equivale a
todos los hombres, como se ve por el vers. 18. Muchos, en
griego los muchos, se opone, no a pocos, sino a uno, por cuya
ofensa murieron todos.
16-17. Contraste cualitativo y cuantitativo. El do­
ble contraste insinuado en el versículo anterior entre el pe­
cado y la gracia, entre Adán y Cristo, se reproduce en estos
dos versículos con mayor amplitud y énfasis, con nuevos
elementos y matices. Una circunstancia que pone de relieve
la eficacia de la gracia pondera el Apóstol algo enigmática-
‘ínente en el v. 16; y es que la gracia de Cristo fué tanto
mayor que el delito de Adán, cuanto que hubo de contrarres­
tar y reparar, no sólo el pecado original, sino también los
pecados actuales, cometidos después por todos los hombres.
Cuantitativamente la gracia tuvo que ser inmensamente ma­
yor que el pecado de Adán. Este exceso de la gracia sobre el
pecado fué efecto de la inmensa ventaja que Cristo tuvo
sobre Adán. Según esto, el doble contraste, real y personal,
fué no sólo cualitativo, sino además cuantitativo.

24. Paralelismo reanudado y concluido. 5, 18-21.


ls .¡sí, pues, como por el delito de uno solo
para todos los hombres todo remata en condenación.
34
§ 24 A LOS ROMANOS 5. 18-21

así también por el acto de justicia de uno solo


para todos los hombres todo acaba
en justificación de vida.
19 Pites como por la desobediencia de un solo hombre
fueron constituidos pecadores los que eran muchos,
así también por la obediencia de uno solo
serán constituidos justos los que son muchos.
29 Mas la ley se atravesó para que aumentase el delito;
mas donde aumentó el delito, sobrerrebaso la gracia,
21 a fin de que, como reinó el pecado en la muerte,
así también reinase la gracia
por la justicia para vida eterna
por Jesu-Cristo, Señor nuestro.

18. La versión castellana de este v. refleja exactamente


el pensamiento de San Pablo, mas no la estructura grama­
tical de la frase, que es en el original un verdadero montón
de complementos indirectos, sin verbo ni sujeto. El acto de
justicia, contrapuesto al delito de uno solo es la obediencia
de que se habla en el vers. siguiente, obediencia hasta la
muerte y muerte de cruz (Filip. 2, 8).
19. Solidaridad de pecado y de justicia. Este v. ex­
plica y demuestra el anterior. Por el pecado de uno son todos
condenados, porque el pecado de este uno es también pecado
de todos; y por la justicia de uno son todos justificados,
porque la justicia de este uno se hace también justicia de
todos. La razón de esto es la misteriosa solidaridad e inefable
identidad de todos con uno: con Adán para el pecado, con
Jesu-Cristo para la justicia.
20-21. Conclusión: paralelismo matizado de contraste.
20. La Ley y el delito. La Ley de que aquí se habla es
la Ley de Moisés, no tanto en sí misma, cuanto según la falsa
idea que de ella se habían forjado muchos Judíos. — Para
que aumentase el delito: esta finalidad de la Ley, lo mismo
que su personificación, es una figura de lenguaje.
21. Por Jesu-Cristo Señor nuestro. La expresión final,
tantas veces repetida equivalentemente en todo este pasaje
35
§ 24-25_________ a LOS ROMANOS_________________ 6, 1-14

y en todas las cartas de San Pablo, indica que el Nuevo


Adán, precisamente en calidad de tal, es el Mediador de la
Nueva Alianza, el Mediador de la gracia, de la justicia y
de la vida eterna. Proporcionalmente, María, como Segunda
Kva, universalmente asociada al Segundo Adán, es en cali­
dad de tal, la Medianera universal de la gracia.

2. Por la muerte a la vida

25. Estamos muertos al pecado. 6, 1-14.


3 ¿Qué diremos, pues?
¿Permanezcamos en el pecado,
para que la gracia aumente?
- ; Eso, no! Eos que morimos al pecado,
¿cómo todavía viviremos en él?
¿O es que ignoráis
que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús,
en su muerte fuimos bautizados?
"* Consepultados, pues, fuimos en él
por el bou-tismo en orden a la muerte,
para que. como fué Cristo resucitado de entre los muertos
por la gloria del Padre,
osí también nosotros en novedad de vida caminemos.
5 Porque si hemos sido hechos nna cosa con él
por lo que es simulacro de su muerte,
pero también lo seremos
por lo que lo es de su resurrección;
sabiendo esto, que nuestro hombre viejo
fué con él crucificado,
para que sea eliminado el cuerpo del pecado,
a fin de que en adelante
no seamos ya esclavos del pecado;
' pues quien murió, absuelto queda del pecado.
s 1’ si morimos con Cristo,
creemos que también viviremos con él;
” sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos,
110 mucre ya más. la muerte sobre él no tiene ya señorío.
10 Porque eso que murió.
36
§ 25 A I.OS ROMANOS 6, I-I.|

al pecado murió de una vez para siempre;


mas eso que vive, vive para Dios.
11 Así, también vosotros haceos cuenta
que estáis muertos para el pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal,
de suerte que obedezcáis a sus concupiscencias;
13 ni presentéis vuestros miembros
como armas de iniquidad al servicio del pecado,
antes presentaos a vosotros mismos a Dios
como muertos retornados a la vida,
y vuestros miembros
como armas de justicia al servicio de Dios.
11 Porque el pecado no ha de dominar sobre vosotros,
pues 110 estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

6, 3. Bautizados en Cristo. La expresión bautizados,


al recibir la significación técnica y específicamente cristiana,
no se despojó de su significación etimológica de sumergirse.
Por el bautismo queda el creyente como sumergido en Cristo
y en su muerte: místicamente compenetrado con Cristo y
muerto con Cristo.
4. Bautismo y sepultura. La inmersión del bautismo
sugiere al Apóstol la idea de sepultura, la cual, completando
la idea de muerte, sirve, además, como en Cristo, de punto
de partida de la resurrección.
La gloria del Padre no es aquí la glorificación de Dios,
sino como en muchos otros pasajes de San Pablo, la osten­
tación esplendorosa de su poder.
La novedad de vida es aquí la vida santa. Para entender
el razonamiento de San Pablo y la conexión que establece
entre la resurrección y la santidad de la vida, hay que re­
cordar que en todo este pasaje habla el Apóstol, según un
procedimiento muy característico suyo, de la vida total o inte­
gral, que comprende, así la vida habitual de la gracia santi­
ficante y el ejercicio de la vida santa, como la vida eterna
de la gloria y la resurrección de la carne a nueva vida. Estas
cuatro manifestaciones de la vida sobrenatural forman un
todo indivisible, que San Pablo denomina simplemente vida.
37
§^25________________ A LOS ROMANOS_____________ 6, 1-14

Por esto en su razonamiento pasa el Apóstol insensiblemente


de un sentido o matiz a otro, sin que eso sea un paralogismo.
5. Hechos una cosa con Cristo, o, como otros traducen,
injertados: otra imagen de la comunión o solidaridad, en
que el cristiano, por la fe y el bautismo, entra con Cristo :
misteriosa solidaridad, que le hace partícipe y compañero,
ahora de su muerte y más tarde de su resurrección.
6. Hombre viejo y -cuerpo del pecado son dos expresiones
equivalentes, que expresan la herencia recibida del viejo
Adán: el pecado original con todas sus funestas consecuen­
cias, señaladamente la concupiscencia de la carne, que, incli­
nando al hombre a lo malo, hace que la carne se llame cuerpo
del pecado. Este hombre viejo o cuerpo del pecado queda
destruido radicalmente al morir el hombre con Cristo.
7. La muerte, absolución del pecado. La frase puede
tener dos sentidos, que sustancialmente coinciden. O, en ge­
neral, significa que la muerte exime al hombre de todas sus
obligaciones terrenas; o, en concreto, que la muerte en Cris­
to libra al hombre del pecado. O, acaso mejor, es una com­
paración latente de la muerte mística, que justifica al hombre
de sus pecados, con la muerte natural, que corta de una vez
todos los vínculos que ligaban al hombre en esta vida.
10. Cristo murió al pecado: frase misteriosa, que parece
equiparar a Cristo con el pecador, que, al convertirse, rompe
de una vez para siempre los lazos que le tenían sujeto al
pecado. Es que Cristo también, por su inefable dignación,
antes de su muerte estaba en cierto modo sometido al peca­
do: no a pecado alguno personal, pues era la misma inocen­
cia, sino al pecado del mundo, que sobre sí había tomado y
por el cual, muriendo, había de satisfacer a la justicia divina.
Por esto, al librarse con la muerte de esta especie de suje­
ción al pecado, puede decirse que murió al pecado. Y como
esta muerte al pecado fue definitiva y eterna, quiere San
Pablo que el pecador a su imitación rompa con el pecado de
una vez para siempre.

38
§ 26 A LOS ROMANOS __________ 6, 15-23

26. Muertos al pecado, hemos de servir a la


justicia. 6, 15-23.
15 Pues ¿qué? ¿Pequemos,
ya que no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?
13 ¡Eso, no! ¿No sabéis
que cuando os entregáis a uno
como esclavos para obediencia,
esclavos sois de aquel a quien obedecéis,
ya sea del pecado para la muerte,
ya de la obediencia para justicia?
17 Pero gracias a Dios de que,
habiendo sido esclavos del pecado,
obedecisteis de corazón a aquella jornia de doctrina
a la cual fuisteis entregados;
18 y liberados del pecado,
fuisteis esclavizados a la justicia.
19 Cosa humana digo a causa de la flaqueza de vuestra carne.
Pues como entregasteis vuestros miembros como esclavos
a la impureza 3» a la iniquidad para la iniquidad,
así ahora entregad vuestros miembros como esclavos
a la justicia para la santidad.
20 Pues cuando erais esclavos del pecado,
erais libres respecto de la justicia.
21 ¿Qué fruto, pues, lograbais entonces?
Cosas son de que ahora os ruborizáis,
ya que el paradero de ellas es muerte.
22 Mas ahora, liberados del pecado y esclavizados a Dios,
tenéis vuestro fruto en la santidad,
y el paradero, la vida eterna.
23 Porque el sueldo del pecado es muerte;
utas la dádiva de Dios, vida eterna
en Cristo Jesiís, Señor nuestro.

17. La palabra doctrina, Didakhé, vino a ser como téc­


nica para expresar el contenido doctrinal de la revelación
cristiana. Aquí San Pablo, personificándola, la presenta como
maestra a quien son entregados los cristianos para su instruc­
ción religiosa.
39

5
^6-27___________ A LOS ROMANOS______________ 7, 1-6

23. El sueldo del pecado y la dádiva de Dios. El pe­


cado se representa aquí como un general o Impcrator, que da
como sueldo a los que le siguen la muerte. A este general se
contrapone Dios, que da a los que le sirven la vida eterna,
no como simple sueldo, ya que la vida eterna excede inmen­
samente a todo merecimiento, sino como dádiva, largueza o
gratificación, en que a la justicia se suma la liberalidad. Hay
aquí una alusión a los donativos que en ocasiones solemnes
hacían los emperadores romanos a los soldados.

3. De la ley a la gracia

27. Los cristianos, muertos a la ley de Moisés.


7, 1-6.
1 (O es que ignoráis, hermanos,
— pues hablo a quienes saben lo que es ley —
que la ley mantiene su dominio sobre el hombre
por todo el tiempo que vive?
En efecto, la mujer casada
está atada por la ley al marido,
mientras éste vive;
mas una vez muerto el marido,
queda desligada de la ley del marido.
3 Así que, mientras vive el marido,
será declarada adúltera si se junta a otro hombre;
mas, una vez muerto el marido,
queda libre de la ley.
de suerte que no es adúltera
si se junta a otro hombre.
4 Así es que, hermanos míos, también vosotros
quedáis muertos a la ley por el cuerpo de Cristo,
a fin de que pertenezcáis a otro,
a aquel que fué resucitado de entre los muertos,
con él jin de que llevemos fruto para Dios.
3 Porque cuando estábamos en la carne,
las pasiones de los pecados, atizadas por la ley,
obraban en nuestros miembros
para llevar fruto en pro de la muerte;
40
§ 27-28 A LOS ROMANOS 7, 7-12

fi mas ahora nos desentendimos de la ley,


habiendo muerto a aquello que nos tenía apresados,
de modo que sirvamos en novedad de espíritu
y no en vejez de letra.
y, 1-4. Muertos a la ley por el cuerpo de Cristo.
El razonamiento de San Pablo es en sus líneas generales
bien sencillo. La ley, dice, pierde todo su dominio sobre los
muertos; vosotros habéis muerto jurídica y místicamente:
luego la Ley de Moisés ha perdido todo su dominio sobre
Aosotros. Lo que ya no es tan claro es cómo los cristianos
han muerto a la Ley. Por el Cuerpo de Cristo, dice San
Pablo. Vosotros, parece decir, incorporados a Cristo hasta
formar con él un solo cuerpo, al morir él moristeis junta­
mente con él. Lo que añade: a fin de que pertenezcáis a otro
está en consonancia con la imagen del matrimonio, bajo la
cual ha expresado el Apóstol las relaciones de los fieles con
la Ley de Moisés. Al vínculo metafóricamente conyugal de
¡a Ley han sucedido los místicos desposorios con Cristo.
Parece hay que entender dentro del orden de estas mismas
imágenes la expresión de que llevemos fruto para Dios. Este
fruto es la fecundidad conyugal.
5-6. Antagonismo de la carne y el espíritu. En estos
des versículos condensa el Apóstol oscura y enigmáticamente
cuanto va a exponer en este capítulo y el siguiente. Aparecen
ya aquí los principales factores fisiológicos, psicológicos, mo­
rales y espirituales de la palpitante tragedia de la justifica­
ción. Por una parte, el pecado, las pasiones, atizadas por el
pecado y que arrastran al pecado, la muerte, la del alma y
la del cuerpo, la temporal y la eterna: y, aliada del pecado,
la ley, la misma Ley de Moisés. Por otra parte, el espíritu:
espíritu de justicia y de vida, luz y fuerza del hombre: que
destruye el pecado, castifica la carne, frena las pasiones, eli­
mina la muerte, completa o sustituye la ley.

28» La ley, ocasión de pecado. 7, 7-12.


7 ¿(Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado?
¡Eso, no! Sin embargo, el pecado
no lo conocí sino por la ley.
4i
§28 A LOS ROMANOS 7, 7-12

Porque ni la concupiscencia conociera,


si la ley no dijera: No codiciarás. (Ex. 20, 17).
* Mas tomando ocasión el pecado
por medio del mandamiento
obró en mí toda concupiscencia.
Porque sin ley el pecado estuviera muerto.
e Y yo vivía sin ley un tiempo;
mas, venido el mandamiento, el pecado revivió,
30 y yo morí;
y me resultó que el mandamiento dado para vida,
éste jué para muerte.
13 Porque el pecado tomando ocasión
por medio del mandamiento me sedujo,
y por él me mató.
12 Así que la ley es santa,
y el mandamiento es santo, y justo, y bueno...

7-11. Ley, yo, pecado. Tres términos relacionados entre


sí, predominan en todo este pasaje y en todo el capítulo 7;
términos, de cuyo conocimiento depende la inteligencia de
todo el razonamiento de San P«blo: Ley, yo, pecado. La Ley
es sin duda alguna, la ley de Moisés. En efecto, la ley de
que habla el Apóstol presupone la existencia del pecado y
de la concupiscencia: luego no es la ley dada por Dios a
Adán en el paraíso, de no comer del árbol de la ciencia. La
ley de que habla es además aliada del pecado: luego tampoco
es Ja Ley evangélica. Es, por tanto la Ley de Moisés, o, si
se quiere, la ley natural expresada en el Decálogo. Por lo
demás, el precepto de la ley que cita San Pablo: No codi­
ciarás, está tomado de la Ley de Moisés. — Este sentido de
la ley determina el sentido de yo. Aun cuando habla en pri­
mera persona, es claro que no habla de sí el Apóstol, ni ex­
clusiva ni principalmente: habla en nombre de la humanidad
sometida a la ley antes mencionada. Por tanto, no de la hu­
manidad íntegra, antes del pecado original; ni de la huma­
nidad reparada por Cristo; sino de los Judíos, sometidos a
la Ley de Moisés, y secundariamente de los gentiles some­
tidos a la ley natural. — El pecado, de que se habla aquí,
es, principalmente a lo menos, el original; si bien no sólo en
cuanto es privación de la justicia original, sino además en
42
§ 28-29 A LOS ROMANOS 7, 13-23

cuanto es un principio permanente de depravación, un ger­


men morboso, cuyos malignos efectos se muestran principal­
mente en el desenfreno de la concupiscencia.
12. Antítesis incompleta. Este v. como indica la par­
tícula griega méu, es el primer miembro de una antítesis.
Pero antes de llegar al segundo miembro, corta bruscamente
la antítesis con la pregunta del v. siguiente. Pero San Pablo,
si es incoherente en la forma gramatical, nunca lo es en la
construcción lógica del pensamiento. En los vv. siguientes
explana ampliamente el segundo miembro suprimido de la
mutilada antítesis.

29. La concupiscencia, verdadera causa del


pecado. 7, 13-23.
’8 ¿Luego lo bueno vino a ser para mí muerte?
¡Eso, no! Mas el pecado, para mostrarse pecado,
por medio de una cosa buena. me acarreó la muerte,
a fin de que viniese a ser el pecado
desmesuradamente pecador
por medio del mandamiento.
14 Porque sabemos que la ley es espiritual,
mas yo soy ‘carnal, vendido por esclavo al pecado.

15 Porque lo que hago no me lo explico,


pues no lo que quiero es lo que obro;
antes lo que aborrezco, eso es lo que hago.
lfi Y si lo que no quiero, eso es lo que hago.
convengo con la ley en que es buena.
17 Mas ahora ya no soy yo quien lo hago,
sino el pecado que habita en mí.

18 Porque sé que no habita en mí.


quiero decir en mi carne, cosa buena,
pues el querer a la mano lo tengo;
mas el poner por obra lo bueno, no.
19 Porque no es el bien que quiero lo que hago;
antes el mal que no quiero es lo que obro.
Y si lo que no quiero yo eso hago,
43
S -’9 A LOS ROMANOS 7, 13-23

ya no soy yo quien lo obro,


sino el pecado que habita en mí.

21 Hallo, pues, esta ley.


que al querer yo hacer el bien,
me encuentro con el mal en las manos;
22 pites me complazco en la ley de Dios
según el hombre interior;
23 mas veo otra ley en mis miembros,
que guerrea contra la ley de mi razón
y me tiene aprisionado como cautivo
en la ley del pecado, que está en mis miembros.

13-23. El problema moral. Este pasaje, que, bien enten­


dido, es de capital importancia para la Teología y aun para
la psicología, está con todo muy expuesto a torcidas inter­
pretaciones. Para facilitar su inteligencia ayudarán dos obser­
vaciones. Primeramente, según ya antes se ha notado, habla
aquí ¡San Pablo como Judío sujeto a la Ley. De ahi la ausen­
cia de la palabra espíritu en todo el pasaje. En segundo lugar,
hay que precisar la estructura y desenvolvimiento lógico del
razonamiento. En los vv. 13-14 se propone el enigma de la
Ley ocasión de pecado, y se enuncia la clave de la solución,
que es la esclavitud de la carne al pecado. Sigue la explica­
ción, propuesta en forma paradójica, y repartida en tres ci­
clos, de esta esclavitud de la carne. En los dos primeros
ciclos, vv. 15-17 y 18-20, idénticos más que paralelos, se
pinta vivamente la anomalía de quien quiere el bien y obra
el mal. En el tercero, vv. 21-23, se recogen las observaciones
precedentes y se formula con maravillosa precisión la psico­
logía moral del hombre caído, dejado a sus propias fuerzas.
15-17. La paradoja del pecado involuntario. Tres co­
sas principales dice aquí San Pablo, que parecen una contra­
dicción : que él obra el mal, que lo obra contra su voluntad
y que no es él quien propiamente lo obra. Desapareceria casi
totalmente la dificultad, si esas obras malas fuesen los actos
indeliberados. Pero semejante interpretación violenta dema­
siado el valor de los términos y es contraria al contexto, ya
que habla San Pablo, no del cristiano que lucha por observar
44
A LOS ROMANOS 7, 13-23

la ley, sino del Judío que sucumbe a la fuerza de la carne y


del pecado. Queda, pues, en pie la dificultad: ¿ cómo es res­
ponsable de la mala obra quien la obra contra su voluntad,
quien puede decir que no es él quien propiamente la obra?
La solución, en principio, de esta dificultad es obvia. La res­
ponsabilidad del hombre depende esencialmente de su libre
consentimiento. Ahora bien, puede haber consentimiento ple­
namente deliberado, perfectamente compatible con dos cosas:
con voluntad ineficaz o complacencia contraria y con la au­
sencia de propia iniciativa. Y éste es el caso que presenta
San Pablo: de uno que se complace en la ley de Dios según
el hombre interior, de uno que siente en sí un estímulo en
cierta manera extrínseco que le impulsa al pecado; pero que
al fin consiente libremente en el pecado. Esto, en principio.
Cuándo, en la práctica, se da este consentimiento plenamente
deliberado, ya no es tan fácil determinarlo. De todos modos,
esta triste situación moral del hombre atenúa mucho su res­
ponsabilidad a los ojos de la divina misericordia y aun de la
divina justicia. — Lo dicho sobre los vv. 15-17 vale igual­
mente de los vv. 18-20, que son una repetición casi literal,
y también de los vv. 21-23, en que más libremente se repro­
duce el mismo pensamiento,
21-23. Ley de Experiencia, ley de la razón, ley de
la carne. Cinco veces menciona San Pablo la Ley, en tres
sentidos diferentes: 1) Hallo, pues, esta ley; es ésta una ley de
experiencia interna, es la constatación de un fenómeno psico­
lógico extraño y desconcertante; 2) me complazco en la ley
de Dios, la ley de mi razón: es ésta la ley eterna de Dios
y su derivación o repercusión en la razón humana, que se
llama ley natural; 3) veo otra ley en mis miembros, que...
me tiene amarrado... a la ley del pecado: es la concupiscen­
cia, que reside en la carne y de hecho es una derivación del
pecado original. — Las dos expresiones, sustancialmente
equivalentes: hombre interior y razón, no hay que confundir­
las con el espíritu. Mientras la razón representa las luces y
energías puramente naturales de la porción superior del hom­
bre, el espíritu comprende las luces y energías sobrenaturales
que el hombre recibe del Espíritu de Dios. En este cap. 7 la
lucha es entre la carne y la razón: la cual, aunque auxiliada
45
§ 29-30-31 A LOS ROMANOS 7, 24-25; 8, 1-4

por la ley, no logra sobreponerse constantemente a las su­


gestiones de la carne. En el cap. 8 intervendrá otro factor: el
espíritu; que iluminando y corroborando a la razón y contra­
rrestando las inclinaciones de la carne con otras tendencias
más nobles, dará a la razón la victoria definitiva y aun fácil
sobre la carne.

30. Conclusión. 7, 24-25


24 ¡Desventurado de mí!
¿Quién nte librará del cuerpo de esta muerte?
S5 Gracias sean dadas a Dios,
por Jesu-Cristo, Señor nuestro.
Asi que yo por nú mismo.
con la razón sirvo a la ley de Dios.
mas con la carne a la ley del pecado.

25. La variante occidental, conservada en la Vulgata:


La gracia de Dios..., si críticamente es secundaria, es con
todo una excelente explicación de la variante auténtica Gra­
cias sean dadas a Dios. Damos gracias a Dios por Jesu-
Cristo, porque su gracia, dada a nosotros por mediación de
Jesu-Cristo. es la que nos ha librado del cuerpo de esta
muerte. — La frase siguiente podría traducirse, menos literal
pero más exactamente, de este modo: Así que yo por mí
mismo, si es verdad que con la razón sirvo a la ley de Dios,
mas en definitiva con la carne sirvo a la ley del pecado. Que
es, a la vez, conclusión del cap. 7 y preparación o introduc­
ción del cap. 8.

4. De la carne al Espíritu
a) Espíritu de santidad, de fuerza y de vida

31. La justicia de la ley asequible por el Espíritu.


8, 1-4.
1 Ninguna condenación, pues, pesa ahora
sobre los que están en Cristo Jesús.
~ Porque la ley del Espíritu de la vida en Cristo Jesús
me liberó de la ley del pecado y de la muerte.
§ 3i A LOS ROMANOS 8, 1-4

3 Pues lo que era imposible a la ley,


por cuanto estaba enervada por la carne,
— Dios, habiendo enviado a su propio Hijo
en semejanza de carne de pecado
y como víctima por el pecado,
condenó al pecado en la carne,
4 para que el ideal de justicia de la ley
se realizase plenamente en nosotros,
los que caminamos no según la carne,
sino según el Espíritu.

8, 1. Condenación. La condenación de que habla aquí


San Pablo es la esclavitud a la ley de la carne y del pecado,
es la triste impotencia moral dramáticamente descrita en el
capítulo 7. Así lo demuestran la partícula ilativa pues, que
presenta este v. como conclusión del cap. 7, y la partícula
causal porque del v. 2, que convierte el v. 1 en tesis de los
versículos siguientes. Los que están en Cristo-Jesús son los
cristianos, contrapuestos a los Judíos del cap. 7. Todo esto
corrobora la explicación antes propuesta del término yo.
2. La ley del espíritu contrapuesta a la ley de la
carne. Contrapone San Pablo dos leyes: la del espíritu y la
de la carne. La primera nos libra de la segunda, pero no sino
en Cristo Jesús. Es de notar que San Pablo, conforme a su
habitual negligencia literaria, omite en cada uno de los dos
miembros de la antítesis uno de los factores que los integran.
Completando la frase, resulta: Porque la ley del espíritu
[que lo es de la justicia y] de la vida, en Cristo Jesús, me
libertó de la ley [de la carne, que lo es] del pecado y de la
muerte.
3-4. La justicia de la ley, asequible al hombre en
Cristo. 'Imposible encerrar en un breve comentario la densa
plenitud de pensamiento de estos dos vv., cuyas frases, ava­
ras de palabra y anacolúticas en la forma, contrastan singu­
larmente con la riqueza y harmonía de la doctrina. He aquí
las líneas generales. La Ley encerraba y prescribía la justicia
y santidad; pero estos altos ideales le era imposible reali­
zarlos. JPor qué? Porque estaba reducida a la impotencia
por las tendencias depravadas de la carne que ponía obstácu-
47
§ 31-33 A LOS ROMANOS 8, 5 S

los insuperables a la realización de aquellos ideales. Esta si­


tuación Dios quiso remediarla. ¿Cómo? Por medio de su
Hijo. Envióle a este mundo como víctima por el pecado,
que, encastillado en la carne, atizando las pasiones de la car­
ne, dejaba impotente a la Ley. Para ello le envió cu seme­
janza de carne de pecado, en carne, si bien inocentísima,
pero enteramente semejante a nuestra carne pecadora. Con
esto atacó al pecado en la misma fortaleza donde estaba en­
castillado: en la carne. Y allí lo condenó, lo derrocó, lo des­
barató, lo redujo a la impotencia. Libertada la carne de la
esclavitud del pecado, quedaba a su vez la Ley libre de los
obstáculos que la carne oponía a la realización de sus ideales
de justicia, y Dios obtenía lo que se había propuesto con la
Ley, esto es, que el ideal de la justicia de la Ley se realizase
plenamente en nosotros, que, a consecuencia de esto y su­
puesto nuestro libre consentimiento y cooperación, camina­
mos, no según la carne, sino según el espíritu.

32. Tendencias opuestas de la carne y del


Espíritu. 8, 5-8.
’’ Porque los que son según la carne
aspiran a las cosas de la carne;
mas los que son según el Espíritu,
a las del Espíritu.
r' Porque la aspiración de la carite es muerte;
mas la aspiración del Espíritu, vida y paz.
~ Por cuanto la aspiración de la carne
es enemistad con Dios.
puesto que no se somete a la ley de Dios,
como que ni siquiera puede.
s Y los que están cu la carne uo pueden agradar a Dios.

5-8. Sentimientos y tendencias di: la carne y dei.


espíritu. Las expresiones originales Phroucin y phrouema,
que hemos traducido aspirar y aspiración, tienen sentido
complejo y expresan a la vez lo que los psicólogos denomi­
nan sentimientos y tendencias, los gustos y propensiones, y
aun los juicios o dictámenes previos, que determinan, activan
o dirigen los sentimientos y tendencias.
48
§ 3>33 A LOS ROMANOS 8, 9-11

La antítesis entre la carne y el espíritu es muy com­


pleja. En su análisis, tan irregular como fina, señala San
Pablo cuatro grados o momentos en cada uno de los extre­
mos de la antítesis. Estos cuatro momentos son: estar en la
carne, o en el espíritu; ser según la carne...; aspirar a las
cosas de la carne...; caminar según la carne... El primero
(estar) parece expresar el influjo radical o fundamental de
ia carne o del espíritu, que son como la base de sustentación
o la atmósfera que el hombre respira. El segundo (ser), la
disposición habitual o manera de ser conforme a la carne o al
espíritu. El tercero (aspirar), los sentimientos y tendencias,
ya carnales, ya espirituales. El cuarto (caminar), las obras
o actos deliberados, determinados por uno de estos dos prin­
cipios morales.

33. Ei Espíritu vivificante. 8, 9-11.


'•* Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu,
si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros.
Que si alguno 110 tiene el Espíritu de Cristo,
ese tal 110 es de él.
30 V si Cristo está en vosotros,
el cuerpo, cierto, está muerto a causa del pecado;
mas el Espíritu es vida a causa de la justicia.
11 Y si el Espíritu
del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros,
el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos
vivificará también vuestros cuerpos mortales
por obra de su Espíritu, que habita en vosotros.

9-11. Pniíumatología. Estos tres vv. contienen muchos


elementos de la Pneumatología de San Pablo. El Espíritu
S^anto es a la vez Espíritu de Dios Padre y Espíritu de
Cristo; y como es Espíritu del Padre, porque procede del
Padre, así también es Espíritu de Cristo, porque procede
de Cristo en cuanto Dios. De este Espíritu tres veces dice
San Pablo que habita en nosotros; y de tal manera habita,
que nosotros le tenemos o poseemos. Efecto de esta inhabi­
tación es la justicia, y por la justicia la vida: la inicial de
49
§ 33-34*35 A LOS ROMANOS 8, 12-13; 8, 14-17

la gracia y santidad y la vida consumada de la gloria, y de un


modo especial la resurrección final de la carne. Es además
el Espíritu Santo el principio de cohesión y de actividad del
cuerpo místico de Cristo: que si alguno no tiene el Espíritu
de Cristo, ese tal no es de él, 110 es miembro de su cuerpo.
Triple aspecto de la solidaridad con Cristo. Son de
notar las tres fórmulas, sustancialmente equivalentes, con
que el Apóstol expresa las relaciones de los hombres con
Cristo, de los miembros con la cabeza, dentro de la unidad
de su cuerpo místico: nosotros en Cristo, que es la fórmula
ordinaria, Cristo en nosotros, nosotros (miembros del cuerpo)
de Cristo; fórmulas, que expresan la mutua inmanencia, ínti­
ma y vital, de Cristo en nosotros y de nosotros en Cristo;
por la cual Cristo nos asocia a su ser y nos comunica su vida.

b) Espíritu de filiación y prenda de vida

34. Transición parenética; vivir según el Espí­


ritu. 8, 12-13.
12 Así, pues, hemíonos, deudores somos.
no a la carne, de vivir según la carne...
13 Porque si según la carne vivís, habréis de morir:
mas si con el Espíritu
hacéis morir las jechorías del cuerpo,
viviréis.
12. La antítesis queda incompleta. El segundo miembro,
implícito en el vers. siguiente, sería: sino al Espíritu, de vivir
según el Espíritu.
13. La última palabra viviréis tiene en el pensamiento de
San Pablo mucho más relieve que en sus palabras: es la
tesis que va a demostrar en los párrafos siguientes.

35. Viviréis, como hijos de Dios y herederos de


Dios, por el Espíritu de Dios. 8, 14-17.
14 Pues cuantos son llevados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios.

§ 35 A LOS ROMANOS 8, T4-I/

15 Porque no recibisteis espíritu de esclavitud


para reincidir de nuevo en el temor;
antes recibisteis Espíritu de filiación adoptiva,
con el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre!
lfi El Espíritu mismo testifica a una con nuestro espíritu,
que somos hijos de Dios.
17 Y si hijos, también herederos:
herederos de Dios, 'Coherederos de Cristo;
si es que juntamente padecemos,
para ser juntamente glorificados.

14-17. Hijos y heredaros. Estos vv. contienen un silo­


gismo, que es conveniente formular. La mayor es un prin­
cipio jurídico: Los hijos son herederos. La menor es un he­
cho: Nosotros somos hijos de Dios. La conclusión es evi­
dente: Luego nosotros somos herederos de Dios; conclusión
equivalente a la tesis que se había de demostrar: Viviréis
eternamente; pues la herencia de los hijos de Dios es la vida
eterna. San Pablo, como de costumbre, no guarda la forma.
Comienza proponiendo la menor (v. 14), que a continua­
ción (vv. 15-16) prueba detenidamente. Sólo al fin (v. 17)
enuncia la mayor, casi fundiéndola con la conclusión.
Espíritu de Filiación divina. El nervio de la prece­
dente demostración está en que el Espíritu Santo es Espíritu
de filiación, que nos hace hijos adoptivos de Dios. En lo cual
hay profundas y misteriosas harmonías, que aquí San Pablo
sugiere veladamente, pero que en la Epístola a los Gálatas
insinúa más claramente (Gal. 4, 6). El Espíritu Santo es
Espíritu de filiación, porque es el Espíritu del Hijo. Proce­
dente del Padre y del Hijo como espiración amorosa de en­
trambos, que se funden en amoroso abrazo, es consiguiente­
mente el Espíritu Santo, en Dios Padre Espíritu de amor
paterno hacia nosotros, y en nosotros Espíritu de amor filial
para con Dios. Por esto despierta en nuestros corazones sen­
timientos filiales, que espontáneamente nos hacen exclamar:
¡ Padre! El Espíritu Santo hace que nosotros nos sintamos
hijos de Dios.
Testimonio del Espíritu Santo asociado al de nues­
tro propio Espíritu. Estos sentimientos filiales son un tes­
timonio de nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. A
5i
S 35-36 A 1.ÜS ROMANOS 8, 18-22

este testimonio íntimo de nuestro propio espíritu dice S^n


Pablo que une su testimonio el Espíritu Santo; si bien no
dice que cada uno de los fieles perciba experimentalmente o
conozca con certidumbre este testimonio del Espíritu Santo,
como pretendían los protestantes: suposición, que justamente
condenó el Concilio Tridentino (Denz. 822-826).

c) Espíritu de Esperanza

36. Expectación de la creación inanimada. 8,


18-22.
18 Porque entiendo que las penalidades del tiempo presente
no guardan proporción con la gloria
que se ha de manifestar en orden a nosotros.
10 Pues la expectación ansiosa de la creación
está aguardando la revelación de los hijos de Dios.
20 Porque la creación fué sometida a la vanidad
no de grado, sino cu atención al que la sometió.
con esperanza
21 de que también la creación misma será liberada
de la servidumbre de la corrupción
a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
Porque sabemos que la creación entera
lanza un gemido universal
y anda toda ella con dolores de parto
hasta el momento presente.

18-20. Gemidos de la creación, violentada por el


pecado. Este pasaje es singularmente notable así por la doc­
trina como por su valor estético. San Pablo, insensible al
parecer a los encantos de la naturaleza, se muestra aquí sen­
sibilísimo a las ansias y gemidos de la creación visible, que,
violentada por el hombre y sujeta al servicio del pecado, for­
cejea por sacudir esta degradante esclavitud. Dios, autor de
la naturaleza, ha señalado un término a ese estado de violen­
cia y transtorno: y ha vinculado la rehabilitación de la natu­
raleza a la revelación y a la libertad de la gloria de los hijos
de Dios. Por esto para el Apóstol la expectación ansiosa de
52
§ 36-37 _ A ROMANOS____ ___ ___ 8, 23-25

la creación es un motivo de esperanza y una prenda de nues­


tra futura glorificación. La personificación de la naturaleza,
contenida en el v. 19 y completada en el v. 22, es de una
fuerza trágica palpitante, trazada con rasgos fulgurantes.
Y estos fulgores esclarecen maravillosamente el Principio y
Fundamento de los Ejercicios espirituales de San Ignacio.

37. Nuestros propios gemidos y expectación.


8, 23-25.
-y I’ no sólo ella, sino también nosotros mismos,
que poseemos las primicias del Espíritu,
nosotros mismos también
gemimos dentro de nosotros misinos,
anhelando la adopción filial,
el rescate de nuestro cuerpo
21 Porque en esperanza hemos sido salvados;
y la esperanza que se tiene al ojo no es esperanza;
pues lo que uno ve, ¿a qué viene el esperarlo?
25 Alas si lo que no vemos lo esperamos,
por la paciencia lo aguardamos.

23. Gemidos del Espíritu. Nuestros gemidos, inspirados


por el Espíritu Santo, no pueden quedar frustrados: por esto
son motivo de esperanza.
Las primicias del Espíritu. El genitivo del Espíritu no
es partitivo, sino epexegético o de identidad; esto es, esas
primicias no son una primera participación parcial y privile­
giada del Espíritu, a la cual haya de seguir otra manifesta­
ción común o universal; sino que el Espíritu o su actual efu­
sión sobre los fieles es como las primicias de la efusión inte­
gral, definitiva y eterna de la gloria.
La adopción jilial no es aquí la misma filiación adoptiva,
inherente a la gracia santificante, sino su consumación o ple­
no desenvolvimiento en la gloria, como lo declara el mismo
Apóstol al añadir inmediatamente por el rescate de nuestro
cuerpo en la resurrección de la carne.
24. La salud eterna En perspectiva. La expresión en
esperanza, que es la empleada generalmente por los traduc­
53
§ 37'38 A LOS ROMANOS 8, 26-27

tores de San Pablo, es ambigua o deficiente, por no decir


inexacta. El pensamiento del Apóstol parece ser éste. Por de
pronto esperanza tiene sentido objetivo, no subjetivo; es, no
el acto o el hábito, sino el objeto de la esperanza. Así lo per­
suade lo que a continuación sigue: la esperanza qtte se tiene
al ojo no es esperanza. Según esto, por esperanza se entiende
aquí toda la realidad compleja de la economía de la reden­
ción; es el conjunto de los bienes traídos por Cristo. Dentro
de esta magnífica realidad, y a causa de ella, y conforme a
su gradual realización, es cómo se ha verificado nuestra sa­
lud. Esta realidad se llama esperanza, porque su mejor par­
te está todavía en perspectiva, porque su consumación está
reservada al porvenir. Según esto, el pensamiento y aun la
frase del Apóstol se traduciría más exactamente de esta otra
manera: En perspectiva o con vistas al porvenir es como he­
mos sido salvados. Este sentido de esperanza es muy fre­
cuente en San Pablo. Asi escribiendo a los Efesios les dice
que ruega por ellos para que conozcan cuál es la esperanza
de la vocación de Dios, esto es, qué bienes les ofrece Dios en
perspectiva al llamarlos a la fe para que consientan a su lla­
mamiento ; como lo explica el mismo Apóstol escribiendo a
continuación: cuál es la riqueza de la gloria de su herencia
en los santos (Ef. 1, 18). La herencia futura es un bien en
perspectiva. En este mismo sentido es llamado hermosamen­
te Cristo esperanza nuestra (1 Tim. 1, 1. Cf. Col. 1, 27),
esto es, Cristo es nuestro porvenir; pues todas nuestras pers­
pectivas de gloria y felicidad están cifradas en Cristo.

25. La palabra paciencia suele expresar en San Pablo el


aspecto subjetivo de la esperanza, en cuanto es una espera
sufrida y constante, y pudiera bien sustituirse por la expre­
sión más vulgar de aguante o tesón.

38. Inefables gemidos del Espíritu Santo. 8,


26-27.
20 Y, asimismo, también el Espíritu
acude en socorro de nuestra flaqueza.
Pues qué hemos de orar, según conviene, no lo sabemos;
54
§ 3«-39 A LOS ROMANOS 8, 28-30

mas el Espíritu mismo interviene a favor nuestro


con gemidos inefables.
27 Y el que sondea los corazones
sabe cuál es la aspiración del Espíritu,
por cuanto según Dios interviene a favor de los santos.

26-27. Vislumbres místicas. En estos vv. abre 'San Pa­


blo horizontes dilatadísimos, en que entran los más elevados
estadios de la mística. Los gemidos inefables se atribuyen al
Espíritu Santo, no porque se producen en él, sino porque él
los produce en nuestro espíritu; no formaliter, sino causati-
ve, como dirían los escolásticos. De semejante manera hay
que entender la intervención o interpelación del Espíritu
Santo; el cual no ora por nosotros, sino que pone la oración
en nuestros corazones y en nuestros labios.

39. Desenvolvimiento de los planes divinos.


8, 28-30.
2S E sabemos que Dios coordena toda su acción
al bien de los que le aman,
de los que según su designio son llamados.
29 Porque a los que de antemano conoció,
también los predestinó
a ser conformes con la imagen de su Hijo,
para que fuese él primogénito entre muchos hermanos.
"" E a los que predestinó, a éstos también llamó;
v a los que llamó, a éstos también justificó;
y a los que justificó, a éstos también glorificó.

28. El sujeto del verbo original synergei, que traducimos


coordena, es Dios; y la variante del cod. B y otros, aprobada
por Orígenes, que expresa el sujeto Dios, si bien crítica­
mente no es segura, exegéticamente es una excelente glosa.
Esta acción comprende los cinco actos que se enumeran en
los w. -’Q-jO. Los que según su designio son llamados son
los mismos que aman a Dios. Ambas frases consecutivas tie­
ne la misma amplitud o extensión: no es la segunda una li­
mitación de la primera.
SS
6
§ 39-40 A LOS ROMANOS 8, 31-34

29-30. Providencia sobrenatural de Dios. Cinco ac­


tos comprende la acción salvadora de Dios: la presciencia,
la predestinación, la vocación, la justificación, la glorifica­
ción. La presciencia, si no se quiere violentar la significación
de los términos, es un acto de la inteligencia divina, si bien
connota un acto de la voluntad, el beneplácito divino. La frase
del Apóstol podría traducirse más claramente: aquellos en
quienes puso benignamente sus ojos... La predestinación tie­
ne como término el ser conformes con la imagen de su Hijo,
a fin de que fuese él primogénito entre muchos hermanos.
por tanto, la filiación adoptiva y la gracia santificante. Mas,
como poco antes ha dicho San Pablo que nosotros ahora
anhelamos la adopción filial, esto es, su pleno desenvolvi­
miento y gloriosa manifestación, que sólo tendrá lugar en
la vida eterna, de ahí que también la gloria es aquí térmi­
no de la predestinación. Habla, por tanto, San Pablo de la
predestinación complexive sumpta, si bien explícitamente y
en primer término de la predestinación a la gracia, y sólo
implícitamente y en segundo término de la predestinación a
la gloria. — La vocación a la fe y la justificación son actos
temporales (terminative), a diferencia de la presciencia y
de la predestinación, que son actos eternos. — La glorifica­
ción la presenta San Pablo como un acto pretérito: glorificó:
indicando con ello que para los que aman a Dios la glorifi­
cación es ya un hecho. Y esto por tres motivos. Primero,
porque la gracia es la raíz de la gloria, o la gloria en germen
o en flor. Segundo, porque la gracia da derecho a la gloria:
es un ius ad rem. Tercero, porque la esperanza es ya una po­
sesión anticipada de la gloria. — Otros problemas que sugie­
re este pasaje hay que dejarlos a la discusión de los teólogos.

d) Himno triunfal del amor


40. Cristo, redentor y mediador, prenda de es­
peranza. 8, 31-34.
31 ¿Qué diremos, pues, a estas cosas?
Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?
’2 Quien a su propio Hijo no perdonó,
antes por nosotros todos le entregó,
56
A LOS ROMANOS 8. 3i-34

¿cómo 110 juntamente con el


nos dará de gracia todo lo demás?
33 presentará acusación
contra los elegidos de Dios?
Dios es quien justifica;
34 ¿quien será el que condene?
Cristo Jesús, el que murió
— o más bien, el que resucitó, —
es quien asimismo está a la diestra de Dios
y quien además intercede por nosotros.

34. La intercesión celeste de Cristo. La estructura ló­


gica de la última frase ofrece cierta dificultad. Los cuatro ver­
bos que la integran pueden considerarse de tres maneras: o
todos como parte del sujeto, o todos como predicado, o los dos
primeros como parte del sujeto, y los dos últimos como pre­
dicado. En la primera hipótesis, la frase ha de ser interroga­
tiva: ¿Nos condenará Cristo Jesús, el que murió... que in­
tercede por nosotros? En la segunda hipótesis el sentido, se­
ría: Nadie nos condenará, puesto que Cristo Jesús es quien
murió,... quien intercede por nosotros. La tercera hipótesis es
la adoptada en la versión; y su sentido es: Cristo Jesús, el que
murió, es también nuestro abogado. Dos razones recomiendan
esta interpretación. Primera: el mismo San Pablo establece
diferencia entre los primeros verbos murió, resucitó, que en el
original son dos participios de aoristo precedidos de artículo,
y los dos últimos está, intercede, que son dos verbos finitos de
presente precedidos del relativo. Segunda: los dos primeros
forman un todo, aislado de los dos últimos, que forman tam­
bién un todo homogéneo, diferente del primero. En efecto, el
segundo verbo resucitó se presenta como una simple correc­
ción o complemento del primero murió. Y el tercero está a la
diestra de Dios es como la composición de lugar del cuarto in­
tercede por nosotros; y entrambos nos presentan a Cristo en
función de abogado nuestro en el acatamiento del Padre.
Otra razón más sutil podría invocarse en confirmación de esta
interpretación. Toda la frase es una respuesta a la pregunta
que precede: ¿Quién será el que condene? Y la respuesta es
en sustancia que Nadie, ya que Cristo será nuestro abogado y
nos sabrá defender. Ahora bien, mientras que los dos últimos
57
§ 40-41 A LOS ROMANOS 8- 35-39

verbos se refieren formalmente a Cristo como abogado, los


dos primeros sólo materialmente se refieren, o, si se quiere,
remota y dispositivamente. Con razón, pues, presenta San Pa­
blo los dos primeros como calificativos o determinativos del
sujeto, y los dos últimos como predicado de la frase, sobre
quienes recae todo el peso de la afirmación.

41. El amor, más fuerte que la muerte. 8, 35-39.


35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo?
¿Tribulación?, ¿angustia?, ¿persecución?,
¿hambre?, ¿desnudes?, ¿peligro?, ¿espada?
:i,i Según está escrito (Sal. .]?, ??). que
por tu causa somos matados todo el día.
fuimos contados como ovejas destinadas al degüello.
::t Mas en todas estas cosas soberanamente vencemos
por obra de aquel que nos amó.
;!s Porque seguro estoy que ni muerte ai vida,
ni ángeles ni principados,
ni cosas presentes ni futuras, ni poderíos,
::9 ai altura ni profundidad, ni otra alguna criatura,
será capaz de apartarnos del amor de Dios
que está cu Cristo Jesús, Señor nuestro.

35-39. La caridad, amor recíproco. Es curioso e ins­


tructivo notar la sustitución de frases, que San Pablo eviden­
temente emplea como equivalentes. En el v. 35 habla del amor
de Cristo: en el v. 39 del amor de Dios que está en Cristo. Es
que el amor de Cristo es amor de Dios, y el amor de Dios no
se halla sino en Cristo Jesús. Esto es claro. Lo que no lo es
tanto es si este amor es el de Dios para con nosotros o el
nuestro para con Dios. Con todo, un poco de reflexión disipa
las dudas. Por una parte, en el v. 37 habla de aquel que nos
amó, que es Dios o Cristo. Por otra, poco antes, en el v. 28,
habla de los que aman a Dios, que son los mismos en nombre
de los cuales habla aquí el Apóstol. Por consiguiente el amor
de Dios de que aquí se habla es el amor recíproco con que
Dios ama a los hombres y los hombres aman a Dios. La misma
solución sugieren los términos mismos en que habla San Pa­
blo. Al decir: ¿Quién nos apartará? habla sin duda de algo
§ 4I_4- A LOS ROMANOS 9, i-5

que contra nuestra voluntad (y por tanto, subsistiendo nues­


tro amor para con Dios) nos pudiera arrancar del amor de
Dios para con nosotros. En cambio, los obstáculos del amor,
que luego enumera, no son razones para que Dios deje de
amarnos, pero sí dificultades que podrían enfriar nuestro
amor para con Dios. En conclusión, San Pablo emplea aquí
sn procedimiento habitual y característico de hablar de las
cosas complejas, no en sentido precisivo o formal, sino en
sentido integral y por así decir totalitario o global.

Sección III1: PARTICIPACIÓN DE LOS JUDÍOS


EN EL EVANGELIO

42. Introducción: Tristeza del Apóstol. 9. 1-5.


1 Verdad digo en Cristo, no miento,
como que testifica conmigo mi propia conciencia
en el Espíritu Santo,
2 que es grande mi tristeza
e incesante el dolor de mi corazón.
3 Pues desearía ser yo mismo anatema por parte de Cristo
en bien de mis hermanos según la carne;
1 quienes son israelitas,
de quienes es la adopción filial,
y la gloria, y las alianzas,
y la legislación, y el culto, y las promesas;
5 cuyos son los patriarcas,
y de quienes desciende el Mesías según la carne,
quien es sobre todas las cosas
Dios bendito por los siglos. Amén.

9, 3. Ser anatema por parte de. Cristo. Una compara­


ción precisará exactamente el alcance de estas palabras. Como
Cristo se hizo objeto de maldición por nosotros (Gál. 3, 13),
tomando sobre si nuestros pecados para satisfacer por ellos y
salvarnos, proporcionalmente San Pablo desea hacerse ana­
tema por los Judíos, cargando sobre sí sus pecados para pa­
gar por ellos y así salvar a sus hermanos. La expresión yo mis­
mo quiere decir yo personalmente en lugar de ellos.
59
§ ¿p________________ A LOS ROMANOS______________ 9, 1-5

4-5. Las prerrogativas de Israel. Enumera San Pablo


nueve prerrogativas o privilegios de los Judíos. 1) Israelitas:
es el nombre glorioso, que aun hoy día prefieren los Judíos.
2) La adopción filial: que recae sobre Israel colectivamente
considerado. 3) La gloria: es la presencia de Dios en medio
de Israel, visiblemente manifestada en ocasiones solemnes por
una niebla que envolvía el tabernáculo o el templo: 4) Las
alianzas: son los pactos que hizo Dios con Israel en la perso­
na de Abrahán o de Moisés. 5) La legislación: es la consti­
tución teocrática, que hizo de Israel un pueblo o nación de
Dios. 6) El culto: son las instituciones religiosas dadas por
el mismo Dios. 7) Las promesas: son principalmente las pro­
mesas mesiánicas hechas a Abrahán y a David. 8) Los pa­
triarcas: que son una de las mayores glorias de Israel. 9) El
Mesías: que es la gloria suprema de Israel.
5. Soberanía y divinidad de Jesu-Cristo. La expresión
final: De quienes desciende el Mesías según la carne, quien es
sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos es uno de los
testimonios más explícitos y categóricos acerca de la divinidad
de Jesu-Cristo que se hallan en San Pablo y en todo el Nuevo
Testamento. Algunos han pretendido desvirtuar el valor de
este testimonio puntuando la frase de otras maneras: ...el
Mesías según la carne. El que es sobre todas las cosas, Dios,
(sea) bendito por los siglos; o bien: el Mesías según la
carne, que es sobre todas las cosas. Dios (sea) bendito...
Pero semejantes maneras de dividir la frase son absoluta­
mente inadmisibles. Omitiendo otras razones, bastan y sobran
para rechazar esa puntuación estas sencillas consideracio­
nes. La expresión según la carne es en San Pablo, en fra­
ses como ésta, el primer extremo de una antítesis, cuyo se­
gundo extremo es, según los casos, Dios o el Espíritu. Con
esas extrañas puntuaciones, la antítesis iniciada con la expre­
sión según la carne quedaría bruscamente truncada. Además,
la doxología que se introduce Dios sea bendito ni guarda
la forma normal de las doxologías, que comienzan por la pa­
labra bendito (cf. 2 Cor. 1, 3; Ef. 1, 3...), ni menos dice con
el contexto. Que no menciona San Pablo los privilegios de Is­
rael precisamente como beneficios divinos, ni menos con es­
píritu de júbilo que provoca las doxologías; sino como amar­
60
§ 42-43 A LOS ROMANOS 9, 6-13

go contraste entre los privilegios y la actual incredulidad de


Israel y su consiguiente reprobación. Después de atestiguar
con juramento la grande tristeza e incesante dolor de su cora­
zón; después de ofrecerse como anatema por parte de Cristo,
prorrumpir en una doxología, sería como entonar los júbilos
del Allelttia en los lúgubres oficios del Viernes Santo. Hay
que conservar, pues, a la frase la puntuación tradicional, re­
conociendo en consecuencia que San Pablo proclama a Cristo
como Dios soberano.

1. Dios, Fiel, y justo En sus dones, que da graciosamente

43. Fidelidad de Dios. 9, 6, 13.


6 No tal, que ande por los suelos la palabra de Dios.
Que no todos los descendientes de Israel, ésos son Israel;
’ ni porque son descendencia de Abrahán, son todos hijos;
sino en Isaac será llamada tu descendencia (Gen. 21, 12).
8 Esto es, no los hijos de la carne ésos son hijos de Dios,
sino los hijos de la promesa
son contados como descendencia.
9 Que tal fué la palabra de la promesa (Gen. 18, 10-14):
Hacia este tiempo vendré, y tendrá Sara un hijo.
10 Ni sólo esto, sino que también Rebeca,
habiendo concebido de uno solo, de Isaac nuestro padre,
11 —pues cuando todavía no habían nacido,
ni hecho cosa buena o mala,
(para que el designio de Dios,
hecho por libre elección, se mantuviese,
12 no en virtud de obras,
sino por la gracia del que llama),—
le fué dicho a ella (Gen. 23, 23) que
el mayor servirá al menor;
13 según está escrito (Mal. 1, 2-3):
Amé a Jacob y odié a Esaú.

9, 6-11, 36. El problema de la incredulidad de Israel.


Comienza a tratar el Apóstol el pavoroso problema de la in­
credulidad de Israel. En tres partes se divide su razonamien­
to. En la primera (9, 6-29) demuestra que Dios no es respon­
61
§ 43 A LOS ROMANOS 9, 6-13

sable de esa incredulidad, que no queda comprometida ni su


■fidelidad ni su justicia. En la segunda (9, 30-10, 21) dice que
toda la responsabilidad recae sobre los mismos Judíos, que no
han creído, porque orgullosamente han rechazado la fe. En la
tercera (11, 1-36) propone la solución definitiva del problema,
demostrando que la reprobación de los judíos no es universal,
ni absoluta, ni perpetua. Para no falsear el pensamiento de
San Pablo, al leer uno de estos tres capítulos no hay que ol­
vidar lo que enseña en los otros. Con razón se ha dicho que
quien sólo leyese el cap. 9 pudiera acaso sospechar que el Após­
tol hablaba en calvinista, o que quien sólo leyese el 10 po­
dría al contrario pensar que hablaba en pelagiano. Pero el
aparente calvinismo del cap. 9 queda desvanecido con el 10,
como el aparente pelagianismo del 10, queda desvanecido
con el 9. Más bien podría decirse que en el 9 propone San
Pablo la solución anti-pelagiana, como en el 10 la solución
anti-calvinista.

6-9. El Israel de la carne y el Israel de la pro­


mesa. Con el ejemplo de Abrahán demuestra que la fideli­
dad de Dios no está ligada a la descendencia carnal, ya que
Abrahán tuvo muchos hijos, mas en solo Isaac recayeron
las promesas divinas. Así no todos los que descienden de
Israel, esos son el Israel de la promesa.

10-13. No existe reprobación antecedente. Demues­


tra la misma tesis con el ejemplo de los dos hijos de Isaac.
Este pasaje ofrece algunas dificultades teológicas, nacidas
de su irregularidad literaria. Dos cosas singularmente, ade­
más de su extremada complejidad, lo oscurecen: su cons­
trucción anacolútica y el doblado paréntesis intercalado. El
esqueleto lógico está en estas frases: Rebeca, habiendo con­
cebido..., le fué dicho que... El paréntesis consta de dos
oraciones: una temporal, (precedida para mayor complica­
ción, de la partícula causal pues, que demuestra lo que to­
davía 110 se ha afirmado) y otra final; ambas independien­
tes entre sí y directamente ligadas con la apódosis le fue
dicho... El último inciso del paréntesis no en virtud de
obras... declara o determina lo que precede, no lo que si­
gne. Por fin, el inciso final según está escrito... 110 está li­
62
§ 43-44 A LOS ROMANOS 9. 14-18

gado lógicamente con el período que precede, sino que es


una confirmación independiente. Con esto se desvanece la
dificultad teológica, que nace de la yuxtaposición de estos
incisos: Cuando todavía no habían nacido ni hecho cosa
buena o mala... Amé a Jacob, y odié a Esaú: como si Dios
por libre elección, no en virtud de obras pudiera aborrecer
al hombre. Pero esta yuxtaposición de textos es falsa. Las
últimas palabras: Amé a Jacob... están tomadas de Ma-
laquías (1, 2), que habla de los dos pueblos hermanos en
una situación histórica muy posterior. En la primera si­
tuación, antes de nacer los dos gemelos, Dios concedió li­
bremente a Jacob los privilegios que, sin hacerle ningún
agravio, negó a Esaú. En la segunda situación, de que ha­
bla Malaquías, cuando ambos pueblos hermanos habían pe­
cado, Dios, que pudo castigar igualmente a entrambos, per­
donó misericordiosamente a Jacob y castigó justamente a
Esaú. Por tanto, si los beneficios de Dios son efecto de su
libre elección, sin que necesariamente precedan los méritos
del hombre, en cambio los castigos no proceden de la libre
elección divina, sino que van precedidos de los pecados de
los hombres. Por lo demás, no hay que olvidar que San Pa­
blo no habla de la reprobación eterna de Esaú, sino de los
castigos temporales y terrenos, y éstos no individuales sino
sociales.

44. No hay injusticia en Dios. 9, 14-18.


14 ¿Qué diremos, pues? ¿Acaso hay injusticia en Dios?
15 ¡Eso, no! Porque a Moisés dice (Ex. 55, 19):
Me compadeceré de quien me compadezca
y me apiadaré de quien me apiade.
lf' Así, pues, no está en que uno quiera ni en que uno corra,
sino en que se compadezca Dios.
17 Porque dice la Escritura a Faraón (Ex. 9, 16):
Para esto precisamente te enaltecí,
para ostentar en ti mi poder,
y para que sea celebrado mi nombre en toda la tierra.
Así, pues, de quien quiere se compadece,
y a quien quiere endurece.

63
§ 44-45 A LOS ROMANOS 9, 19-23

16. Gracia de Dios y méritos del hombre. Dios da


sus dones de pura gracia, sin que la voluntad ni la indus­
tria humana sean parte para arrancárselos. Con todo, una
vez recibida la gracia divina, puede el hombre, auxiliado de
la misma gracia y dentro del orden libremente establecido
por el mismo Dios, merecer delante de él.
18. A quien quiere endurece; Dios a nadie endurece
positivamente y de propósito: sólo permite el endurecimien­
to del hombre que por su mala voluntad abusa para su mal
de los favores divinos. Precisamente la historia de Faraón,
a que alude el Apóstol lo prueba evidentemente. Repetidas
veces nota la Escritura que Faraón se endurecía con los
mismos castigos que Dios le enviaba para ablandarle. No
era la acción de Dios por sí misma, sino su propia indispo­
sición la que endurecía a Faraón.

45. Objeción absurda. 9, 19-23.


19 Me dirás, pues: ¿a que, pues, se querella todavía?
Pues a su resolución ¿quién se opuso?
-° —Hombre, hombre, ¡vamos!
¿Tic quién eres, que le plantas cara a Dios?
¿Por ventura dirá la pieza de barro al que la modela:
¿Por qué me hiciste así?
21 ¿O es que no tiene el alfarero dominio sobre el barro
para de una misma masa hacer tal vaso para honor
y tal otro para vileza?
22 ¿Y si Dios, aun queriendo ostentar su ira
y manifestar su potencia
soportó con mucha longanimidad
los vasos de ira
dispuestos para la perdición:
y [sí], para manifestar las riquezas de su gloria,
[quiso usar de misericordia]
sobre los vasos de misericordia,
que él de antemano se preparó para la gloria...?

19-21. Objeción recusada. Responde San Pablo a la


obj'eción, no con una solución doctrinal y definitiva, sino
64
§ 45-46 A LOS ROMANOS o, 24-29

simplemente rechazando la misma objeción como absurda


y tapando la boca al que la propone. La comparación del
alfarero sólo tiende a declarar que, como él dispone del ba­
rro según su voluntad, así Dios dispone de sus dones según
su libre beneplácito. Por lo demás, Dios nada hace por su
propia iniciativa para el mal del hombre, como tampoco el
alfarero al fabricar los vasos destinados a usos más vul­
gares.
22-23. A este mutilado período falta, no sólo la apó-
dosis, sino también la oración principal del segundo miem­
bro de la prótasis, quiso usar de misericordia, o algo pa­
recido.
La ira y la misericordia de Dios. Una ligera refle­
xión muestra la enorme diferencia entre la actitud de Dios
con los vasos de ira y su proceder con los vasos de mise­
ricordia. Respecto de los primeros Dios no tiene la iniciativa,
y aun su justicia la templa con la longanimidad. En cambio,
respecto de los segundos es él quien toma la iniciativa, y
derrama sus misericordias con divina prodigalidad.

46. Misericordia de Dios sobre los gentiles y


sobre las reliquias de Israel. 9, 24-29.
24 A los cuales llamó también, es decir, a nosotros,
110 sólo de entre los judíos,
sino también de entre los gentiles.
25 Como también en Oseas (2, 23-21; 1, 10) dice:
Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo mío;
y a la que no era amada, amada.
2G Y será así que en el lugar donde les fué dicho:
No sois pueblo mío vosotros,
allí serán llamados hijos del Dios viviente.
27 Isaías, por su parte, clama sobre Israel (10, 22-23):
Cuando fuere el número de los hijos de Israel
como la arena del mar,
sólo el residuo será salvo;
2S porque sin menoscabo y sin tardanza
ejecutará el Señor su palabra sobre la tierra.
29 L según ha predicho Isaías (1, 9):
65
§ 46-47 A LOS ROMANOS 9> 3Q-33

Si el Señor de los ejércitos no nos dejara semilla,


quedáramos como Sodoma
y nos asemejáramos a Gomorra.

24-29. En estos vv., que son la aplicación, o, si se quiere,


la apódosis lógica del período precedente, declara el Apóstol
que muchos gentiles han sido preparados por Dios como va­
sos de misericordia; al paso que muchos Judios se han con­
vertido por su propia culpa en vasos de ira. La misericordia
brota de las entrañas mismas de Dios: la ira es provocada
por los pecados del hombre.

2. Responsabilidad humana

47. Los judíos buscan por mal camino la jus­


ticia. 9, 30-33.
30 ¿Qué diremos, pues?
Que los gentiles, los que 110 andaban tras la justicia,
alcanzaron la justicia,
pero la justicia que nace de la fe;
:>1 Israel, empero, que andaba tras una ley de justicia,
no acertó con esa ley.
32 ¿Por qué? Porque no quería justicia nacida de la fe,
sino como si fuera fruto de las obras.
Tropezaron en la piedra de tropiezo,
;::i según que está escrito (Is. 8, iq):
Mirad, pongo en Sión piedra de tropiezo
y peña de escándalo,
y quien creyere en él, no quedará confundido.

32. La soberbia, causa de la reprobación. Apunta


aquí San Pablo la razón de la reprobación de Israel, más
ampliamente declarada en el cap. siguiente: el orgullo en
querer labrar ellos mismos su propia justicia con sus propias
obras. Mayor obstáculo ofreció a las misericordias divinas el
orgullo judaico que la más abyecta corrupción de la genti­
lidad. Semejante orgullo, además de ser para Dios objeto de
abominación, entrañaba el desprecio de la sangre de Cristo,
66
A LOS ROMANOS io, t-4; io, 5-13

que, en vez de Salvador, vino a ser para los Judíos piedra


de escándalo.

48. Quieren hacer valer su propia justicia. 10, 1-4.


1 Hermanos, la inclinación de mi corazón
y mi oración a Dios
es favor de ellos para su salvación.
2 Porque doy fe de ellos de que tienen zelo de Dios.
mas no según ciencia;
por cuanto desconociendo la justicia de Dios,
V empeñándose en mantener su propia justicia,
no se rindieron a la justicia de Dios.
4 Porque el fin de la ley es Cristo.
principio de justicia para todo creyente.

10. 3. Desastrosa reivindicación de la justicia pro­


pia. Ésta es la razón profunda de la reprobación de los Ju­
dies: que, por su soberbia, no se resignaron a recibir la jus­
ticia de manos de Dios; obstinados en mantener los fueros
de su personalidad autónoma, empeñados en conquistar a
punta de lanza la justicia, que a nadie querían deber sino a
sus propias fuerzas, repudiaron el don de la justicia que Dios
liberalmente les ofrecía. No querían ser mendigos de Dios.
Por esto Dios justamente los abandonó.
4. Cristo, fin dE la Ley. Fin es, según unos, remate
o conclusión; según otros blanco o meta; según otros, más
probablemente, ambas cosas a la vez: término hacia el cual
tiende la Ley y que, una vez alcanzado, determina la anula­
ción o cesación de la Ley. Ambos sentidos expresa frecuen­
temente el Apóstol.

49. La justicia de la ley y la justicia de la fe.


10, 5-13.
•' Porque Moisés escribe de la justicia que proviene de la ley
que el hombre que estas cosas practicare,
vivirá por ella (Lev. 18, p-6).
Mas la justicia que nace de la fe habla así:
67
§ 49 A LOS ROMANOS io. 5-13

No digas en tu corazón:
¿Quién subirá al cielo? (Dt. jo, 12),
esto es, para hacer bajar a Cristo;
I o ¿Quién bajará al abismo? (Dt. jo, rj),
esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos.
8 Mas ¿qué dice?
Cerca de ti está la palabra
en tu boca y en tu corazón (Di. jo, iq).
Tal es la palabra de la fe que predicamos.
9 Porque si confesares con tu boca a Jesús por Señor
v creyeres en tu corazón
que Dios le resucitó de entre los muertos,
serás salvo.
10 Porque con el corazón se cree para justicia,
y con la boca se confiesa la fe para salud.
II Pues dice la Escritura (Is. 28, 16):
Todo el que creyere en él, no se verá confundido.
12 Que no hay distinción entre judío y gentil,
dado que uno mismo es el Señor de todos,
espléndido para con todos los que le invocan.
13 Porque todo el que invocare el nombre del Señor
será salvo (Jl. 2, J2).

5-10. Atrevida acomodación bíblica. La profundidad


del pensamiento, la sutileza del raciocinio y, más que nada,
la atrevida acomodación, por no decir inversión, de las pala­
bras mismas de la Ley, oscurecen notablemente el sentido de
todo este pasaje. He aquí el desenvolvimiento e ilación de los
conceptos.
En el vers. 5, con las palabras mismas de Moisés, esta­
blece la condición esencia! para que la Ley pueda ser prin­
cipio de vida, que es su perfecto cumplimiento. Calla aquí
el Apóstol, pero lo supone, que en la antigua economía a la
Ley acompañaba la gracia interna, que hacia posible y faci­
litaba su cumplimiento. Entonces era posible aspirar a la
justicia de la Ley. Mas en la nueva ecoñomía, en que la Ley
lia cedido su lugar a Cristo, no queda ya de ella más que
la letra estéril, desprovista de la gracia interna, sin la cual,
por otra parte, con los solos recursos de las fuerzas naturales
es imposible el constante y perfecto cumplimiento de la Ley.
68
§ 49-5° A LOS ROMANOS io, 14-21

Por esto es ahora una obstinación temeraria aspirar a la


justicia de la Ley. En cambio, la justicia de la je está ahora
al alcance de todo hombre de buena voluntad. Para demos­
trarlo, San Pablo con singular osadía en apariencia, mas en
realidad con profunda penetración, apela a las mismas ex­
presiones empleadas por Moisés para convencer a los Israe­
litas de cnán fácil les era la observancia de la Ley. Aquellas
preguntas: ¿Quién subirá el cielo? ¿Quién atravesará el
mar?, ligeramente modificadas, las aplica felizmente a los
misterios fundamentales de la Encarnación y Resurrección,
en los cuales, mediante una fe sincera y consecuente, halla
el hombre resuelto el problema de su justificación. Porque a
la fe sigue lógicamente la invocación de Dios; y Dios, derra­
mando las riquezas de su gracia sobre todos los que le in­
vocan, hace asequible, fácil y suave la justicia y santidad.
10. La justicia y salvación, que por hendiadys se atribu­
yen separadamente a la fe del corazón y a la profesión de
la boca, se han de entender evidentemente en sentido com­
puesto o global.

50. Los judíos oyen la predicación, mas no


creen. 10, 14-21.
H ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no creyeron?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no oyeron?
¿Y cómo oirán sin haber quien predique?
lñ ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?
Según que está escrito (Is. ¡2, 7):
¡ Cuán lindos los pies de los que anuncian bienes!
1G Pero no todos prestaron oído al Evangelio.
Porque Isaías dice (53, í):
Señor, ¿quién dió fe a nuestra audición?
17 Luego la fe viene de la audición;
y la audición, por la palabra de Cristo.
18 Mas digo: ¿Es que no oyeron?
Antes bien: Por toda la tierra se difundió su voz,
y hasta los confines del mundo sus palabras (Sal. 18, ¿).
19 Mas digo: ¿Acaso Israel no entendió?
Moisés es el primero en decir (Dt. 32, 21):
69
$ >o-5r A LOS ROMANOS i i-i-i'j

Yo os meteré celos de una que no es nación.


y con una nación estúpida os enfureceré.
20 Isaías a su vez cobra osadía y dice (6y. 1-2):
Fui hallado entre los que no me buscaban,
y me manifesté a los que de mí no preguntaban.
21 Mas cnanto a Israel dice (65, 2):
Todo el día extendí mis manos
a un pueblo rebelde v contumaz.

14-21. Incredulidad de Israel y fe de la gentilidad.


Por una serie de interrogaciones dispuestas en forma de
climax o de sorites y seguidas de un rudo contraste entre
la gentilidad e Israel, pone de relieve el Apóstol la respon­
sabilidad de los Judíos en cerrar los ojos a la fe. Su soberbia
contumaz, que no un desamparo antecedente de Dios, es la
causa de la reprobación de Israel.
17. La predicación oral. Este vers. con los que pre­
ceden y siguen demuestra a todas luces que el conducto nor­
mal de la fe no es, como quieren los protestantes, la palabra
de Dios escrita, sino la palabra viviente, predicada y oída,
es decir, la predicación oral.

3. La reprobación de los judíos no es universal, ni


ABSOLUTA, NJ PERPETUA

51. No es universal. 11, 1-12.


’ Digo, pues: ¿por ventura repudió Dios a su pueblo!’
¡Eso, no! Que también yo israelita soy,
del linaje de .dbrahán, de la tribu de Benjamín.
- Pío repudió Dios a su pueblo,
en quien de antemano puso los ojos.
¿O no sabéis qué dice en Elias la Escritura (y De. ig, 10),
cómo interpela a Dios contra Israel?
:: Señor, a tus profetas mataron, tus altares socavaron,
y quedé yo solo, y acechan a mi vida.
1 y Mas qué dice el oráculo? (y Re. >0. 1 y) '
Me reservé siete mil hombres.
quienes no doblaron la rodilla ante la imagen de Baal.
70
A LOS ROMANOS I1-1-I2

5 Pues así también en el tiempo presente


ha quedado nn residuo según la selección de la gracia.
11 Ahora bien, si es por gracia, ya no es por obras:
que si no, la gracia ya no resulta gracia.
’ ¿I,itcgo que? Que lo que busca Israel, eso no lo alcanzó,
mientras que la selección lo alcanzó;
cuanto a los demás, se endurecieron;
•s según que está escrito:
Dióles Dios espíritu de embotamiento,
ojos de no ver y orejas de no oir,
hasta el día de hoy (Is. 29, 10).
9 )’ David dice: (Sal. 68, 2j-2.¡):
Tórneseles su mesa en lazo, y en red.
y en ocasión de tropiezo, v en justo pago;
19 entenebrézcanse sus ojos para no ver,
y su espalda doblégala continuamente,
11 Digo, pues: ¿acaso tropezaron para caer?
¡Eso, no! Mas por su caída
ha venido la salud a los gentiles, para meterles celos.
32 Pues ya, si su caída es riqueza del mundo,
y su mengua riqueza de los gentiles,
¿cuánto más lo será su plenitud?

ii, 2. En quien de antemano puso los ojos: más a la letra


conoció de antemano. No es posible dar a esta expresión, sin
violentarla, el sentido de predestinar. Conocer es acto de la
inteligencia; y conocer de antemano es tener la prioridad e
iniciativa en el conocimiento. Lo que no puede negarse es
que este conocimiento previo de Dios no es pasivo, sino acti­
vo, y equivale a poner los ojos: lo cual en Dios, si no es
formalmente un acto de voluntad, connota o sugiere el bene­
plácito y aun la predestinación de Dios. Por lo demás, la
expresión entera a quien conoció de antemano no tiene sen­
tido limitativo o parcial, sino explicativo y universal.
4. El sustantivo masculino Baal va precedido en el griego
de artículo femenino. La explicación más obvia de este fenó­
meno extraño parece ser que Baal aquí significa la imagen
de Baal.
11-12. Estos dos vers. se completan e ilustran mutuamente.
"i

/
§ 5!-52 A LOS ROMANOS ib 13-24

Por una parte, la caída de Israel fué ocasión de que se acele­


rase la conversión de la gentilidad (cf. Act. 13, 46; 18, 6 : 19,
9). Por otra parte, la conversión de los gentiles despierta los
celos de Israel. Israel, convertido a su vez, consuma y unl­
versaliza la conversión de la gentilidad.

52. Ni es absoluta. 11, 13-24.


13 A vosotros lo digo, los gentiles.
En tanto, pues, que yo soy apóstol de los gentiles
acredito mi ministerio,
14 por si de algún modo meto celos a los de mi sangre
y salvo a algunos de entre ellos.
15 Porque si su repudio es reconciliación del mundo,
¿qué será su acogimiento
sino un retorno de muerte a vida?
16 Y si las primicias son santas, también la masa:
y si la raíz es santa, también las ramas.
17 Que si algunas de las ramas, quebradas, se desgajaron,
y tú, siendo de acebnche, juiste injertado entre ellas,
y entraste a participar con ellas
de la raíz y de la grosura del olivo,
ia no te enorgullezcas contra las ramas;
que si te enorgulleces.
no eres tií quien sostiene la raíz, sino la raíz a ti.
19 Dirás, pues: Fueron quebradas las ramas
para que yo fuese injertado.
20 Muy bien: por la incredulidad se desgajaron,
y tú por la je te mantienes...
No seas altanero, antes teme.
21 Pues si a las ramas naturales Dios no perdonó,
no sea que tampoco te perdone a ti.
22 Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios:
con los que cayeron, la severidad:
contigo, la bondad de Dios,
con tal de que te mantengas en la bondad;
aue si no, también tú serás cortado.
23 Y ellos a su vez, si no persisten en la incredulidad,
serán injertados;
que poderoso es Dios para de nuevo injertarlos.
'2
§ 5--¿3- A LOS ROMANOS n, 25-32

24 Porque si tú fuiste cortado


del que naturalmente era acebnche,
y fuera de tu natural fuiste injertado en el olivo bueno,
¿cnanto más ellos, los naturales,
serán injertados en el propio olivo?

16. Las primicias son aquí las primicias del pan, es decir,
la porción de la masa con que se hacía una torta consagrada a
Dios (Núm. 15, 16-21). Con esta consagración de la porción
primicial se consideraba consagrada toda la masa y los panes
que con ella se hacían.
16-24. El olivo, imagen del Israel de Dios. Este olivo
no es ni todo el 'Israel de la carne, ni solo él. No todo: pues
muchas ramas de Israel por la incredulidad se desgajaron.
No solo: pues en él por la fe fueron injertadas otras ramas,
cortadas del acebuche de la gentilidad. Para San Pablo la
Iglesia continuaba siendo el Israel de la promesa, integrado
por judíos y gentiles, pero no de igual manera. No se fundían
en uno judíos y gentiles, perdiendo igualmente su condición
precedente. Los judíos permanecían israelitas; los gentiles,
despojados de su gentilidad, se incorporaban al Israel de Dios
(cf. Ef. 2, 11-18).

53. Ni tampoco perpetua. 11, 25-32.


25 Porque no quiero que iqnoréis, hermanos, este misterio
— para que no seáis prudentes a vuestros ojos, —
que el encanecimiento ha sobrevenido
parcialmente a Israel,
hasta que la totalidad de las naciones haya entrado;
2<; y así, todo Israel será salvo, según que está escrito:
Vendrá de Sión el Libertador,
removerá de Jacob las impiedades (Is. 59, 20).
27 Y ésta será con ellos la alianza de parte mía,
cuando hubiere quitado sus pecados (Jer. 3, 31-34).
28 Respecto del Evangelio,
son enemigos en atención a vosotros;
mas por lo que toca a la selección,
son amados en atención a sus padres;
73
§ 53'54 A LOS ROMANOS ib 33*3^

20 pues son sin arrepentimiento


los dones y la vocación de Dios.
30 Porque como vosotros fuistes un tiempo rebeldes a Dios,
mas ahora fuisteis objeto de misericordia
•con ocasión de la rebeldía de ellos,
31 así también ellos ahora fueron rebeldes
con ocasión de la misericordia hecha a vosotros,
para que también ellos ahora sean objeto de misericordia.
32 Porque a todos igualmente encerró Dios
dentro de la rebeldía,
para usar de misericordia con todos.

25-32. Anuncia claramente San Pablo la conversión futu­


ra <le Israel. Esta conversión será universal, moralmente a
lo menos; y vendrá después que la plenitud de los gentiles,
esto es, la universalidad de las naciones, haya aceptado el
Evangelio. Semejante conversión después de la incredulidad
presente es lo que San Pablo califica de misterio.
29. La elección de Dios, cuando es incondicional, es irre­
vocable. Tal fué la elección de Israel para que fuese pueblo
de Dios.
32. Razón profundísima, que nos permite vislumbrar el
misterio de la providencia divina. Dios en sus altísimos desig­
nios permitió la defección, de la gentilidad primero, luego de
Israel, para que todos indistintamente, reconociéndose reo.,
ante la divina justicia (cf. 3, 19), impotentes además para
alcanzar por sus propias fuerzas la justicia, se acogiesen hu­
mildemente a su divina misericordia. Para hacer misericordia
Dios exige humildad. Sólo el que se humilla será ensalzado.

54. Conclusión: Profundidad de los juicios de


Dios. 11, 33-36.
33 ¡Oh profundidad de la riqueza
y de la sabiduría y ciencia de Dios!
¡Cuáu insondables son sus juicios
e irrastreables sus caminos!
34 Pues ¿quién conoció el pensamiento del Señor?
¿O quién se hizo consejero suyo? (Is. qo, 13).
74
§ 54'55 A LOS ROMANOS 12. 1-2

35 ¿O quién le dió primero,


y se le pagará en retorno? (Jb. 41, 2).
3G Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas:
a él la gloria por los siglos. Amén.

33. Tres atributos de Dios enaltece San Pablo: Las ri­


quezas de la divina misericordia, la sabiduría o prudencia
con que Dios gobierna el inundo, la ciencia o conocimiento
perfectisimo que suministra los datos, por así decir, a su
prudencia. — Los juicios de Dios son aquí sus consejos eter­
nos de prodigar sobre todos las riquezas de su misericordia;
sus caminos son los medios que Dios conoce por su ciencia
y escoge por su sabiduría para la realización de sus designios
misericordiosos.
36. Todas las cosas proceden de Dios Creador, subsisten
por Dios Conservador, miran y tienden a Dios último fin.

SEGUNDA PARTE: MORAL

Sección- I: JUSTICIA Y CARIDAD SOCIAL

55. Compendio de la vida cristiana. 12, 1-2.


3 Os recomiendo, pites, hermanos,
por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos
como víctima viviente, santa, agradable a Dios,
que ha de ser el culto vuestro espiritual.
2 y no os configuréis a semejanza de este mundo,
antes transformaos con la renovación de vuestra mente,
para que sepáis aquilatar cuál sea la voluntad de Dios,
que es lo bueno y agradable y perfecto.

12, 1-2. Estos dos vv. contienen todo un programa de


vida espiritual. En lo exterior, la vida de los sentidos ha de
ser una inmolación viviente, santa, agradable a Dios, un culto
espiritual incomparablemente superior a los ritos externos de
75
§ 55'56 A LOS ROMANOS 12, 3-8

un culto material. En lo interior, el hombre se ha de trans­


formar en otro ser mediante la renovación de la mente por
el Espíritu Santo, cuyo fruto ha de ser el fino discernimiento
y cumplimiento constante de la divina voluntad; en cuyo
objeto señala tres grados: lo bueno que Dios quiere o manda,
lo agradable en que se complace o que aconseja, lo perfecto
que propone como supremo ideal de santidad; en otros tér­
minos: lo bueno, lo mejor, lo óptimo: algo análogo a las
tres maneras de humildad de San Ignacio.

56. Cada uno obre conforme al don recibido.


12, 3-8.
3 Pues digo, en virtud de la gracia que me fué dada,
a todos y cada uno de vosotros:
no sentir de sí más altamente de lo que conviene sentir,
sino sentir, aspirando a un sobrio sentir,
según que a cada cual repartió Dios la medida de la fe.
’ Porque así como en un solo cuerpo
tenemos muchos miembros,
y no todos los miembros tienen una misma función,
3 así los que somos muchos
somos un solo cuerpo en Cristo;
y por lo que mira a cada nno,
miembros los unos de los otros.
c Pues teniendo dones,
según la gracia a nosotros dada, diferentes
si es profecía, sea guardando proporción con la fe;
7 si ministerio, en el ministerio;
el que enseña, en la enseñanza;
s el que exhorta, en la exhortación;
el que reparte de lo suyo, con liberalidad;
el que preside, cou solicitud;
el que hace misericordia, con jovialidad.

3. Hay en el original un juego de palabras maravillosa­


mente expresivo, pero imposible de traducir en castellano.
Bárbaramente calcado sería: no sobre-sentir (de sí) más
de lo que conviene sentir, sino sentir hasta sanainente-sen-
lir. — Por la fe suelen entenderse (lo mismo que en vers. 61
76
§ 56 A LOS ROMANOS 12, 3-8

los carismas espirituales tan frecuentes en los orígenes del


cristianismo, que después enumera San Pablo. Más exacto
sería decir que con el nombre de fe se designa el estado psico­
lógico de convicción y efervescencia espiritual que producían
los carismas. Un sentido análogo se halla en 14, 23.
4-5. Expone aquí San Pablo en sus lineas más generales
su concepción sobre el cuerpo místico de Cristo.
6-8. Enumera ¡San Pablo, por vía de ejemplo, siete caris-
mas; para cuya inteligencia nótese: i.°, en cuanto a la cons­
trucción, que cada uno de los miembros de la enumeración es
una oración lógicamente completa con su prótasis (en que
se especifica el carisma) y su apódosis, gramaticalmente
elíptica (en que se prescribe el modo de su uso); 2.0, en
cuanto a la significación de cada uno de los carismas, que
su sentido, si bien a las veces algo impreciso, parece ser éste:
la profecía es el don de hablar palabras de edificación, exhor­
tación, consolación, bajo la actual ilustración y moción del
Espíritu Santo; el ministerio es el trabajo personal empleado
en servicio de la Iglesia; el que enseña o el doctor es el maes­
tro o catequista que enseña la doctrina cristiana; el que ex­
horta es el orador o predicador que posee el carisma de la
elocuencia sagrada; el que reparte de lo suyo es el que se
consagra a las obras de beneficencia; el que preside o gobier­
na no es aquí precisamente el que tiene alguna autoridad
dentro de la jerarquía, sino el que posee el don de dirigir a
los demás en servicio de la Iglesia; o, más probablemente,
traduciendo el que asiste, es el que a manera de patrono o
abogado protege y defiende a todos los desvalidos; por fin,
el que hace misericordia es el que se consagra universal­
mente a las obras de misericordia. Por ejemplos se entenderá
mejor la naturaleza de estos carismas. Poseía el carisma de
la profecía San Bernardo, o San Juan de la Cruz; el del
ministerio, San Pedro Nolasco, San Juan de Mata o la Con­
desa Ledóchowska; el de la doctrina, San Cirilo de Jeru-
salén; el de la elocuencia sagrada, San Juan Crisóstomo o
el Beato Juan de Ávila; el de la beneficencia el Marqués de
Comillas o la Duquesa de Villahermosa; el del patrocinio,
San Ibón o San Ignacio de Loyola cuando amparaba a los
77
§ 56-57 A LOS ROMANOS 12, 9-21

huérfanos o a los judíos: el de la misericordia en toda su


amplitud, San Juan de Dios, San Vicente de Paúl o San
Camilo de Lellis.

57. Caridad con los fieles y con todos, u, 9-21


La caridad, sin fingimiento;
abominando lo malo, apegándoos a lo bueno;
10 en el amor fraterno,
tiernamente cariñosos los unos con los otros;
en el honor, dándoos mutuamente la ventaja;
11 en la solicitud, no haraganes;
cu el espíritu, hirvientes;
.11 Señor, servidle;
12 con la esperanza, gozaos;
en la tribulación. perseverad constantes;
a la oración, aplicaos asiduamente;
13 en las necesidades de los santos.
entrad a la parte aliviándolas;
lo hospitalidad, buscad ejercitarla.
11 Bendecid a los que os persiguen:
bendecid, y no maldigáis.
15 Gozarse con los que gozan, llorar con los que lloran.
Tened los mismos sentimientos unos para con otros;
no fomentando sentimientos de altivez,
antes dejándoos arrastrar por lo humilde.
No os hagáis sabios a vuestros propios ojos (l’rv. y. 7).
!T A nadie volváis mal por mal:
próvidos en el procurar lo bueno
a los ojos de todos los hombres (Prv. y. ;):
1S en lo posible, de vuestra parte,
mantened la paz con todos los hombres.
13 No os toméis la venganza por vuestras monos, amados;
antes bien, dad lugar a la ira de Dios;
porque escrito está: Para mi, la venganza:
yo daré el pago merecido, dice el Señor (Lev. ig, N).
20 Antes si tuviere hambre tu enemigo, dale de comer;
si tuviere sed, dale de beber;
porque esto haciendo,
ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza (Prv., 21).
,'S
§ 57-58 A LOS ROMANOS 13, ]-7

21 Xo dejes vencerte por el ¡nal;


antes vence el mal a fuerza de bien.

9-21. Catálogo maravilloso de las virtudes cristianas, que


San Pablo desea, no en un grupo privilegiado, sino en todos
los fieles.
16. Lo humilde: el término griego correspondiente puede
en absoluto ser neutro (las cosas humildes) y masculino (las
personas humildes). El paralelismo o contraposición con la
palabra original lo alto parece dar la razón a la opinión más
común que entiende el adjetivo en sentido neutro.
20. Ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza: estas
palabras, tomadas de Prov. 25, 21-22 se han de tomar en
sentido favorable, como lo exige el contexto: no son una
venganza o deseo de mal, sino un amontonamiento de bene­
ficios, que obligan al enemigo a dolerse y avergonzarse de
sus malas obras. Dádivas quebrantan peñas.
21. Vencer el mal con el mal es aumentar el mal. Según
San Pablo, fiel intérprete del pensamiento de Cristo, el mal
se ha de vencer a fuerza de bien.

58. Sumisión a las autoridades. 13, 1-7.


1 Toda alma se someta a las autoridades superiores.
Pues 110 hay autoridad que 110 sea instituida por Dios;
y las que existen, por Dios han sido ordenadas.
2 Así el que se insubordina contra la autoridad
se opone a la ordenación de Dios,
V los que se oponen, su propia condenación recibirán.
3 Porque los magistrados
no son objeto de temor para la buena acción,
sino para la mala.
¿Quieres no temer a la autoridad?
Obra el bien, y obtendrás de ella elogio;
4 porque de Dios es ministro respecto de ti para el bien.
Mas si obrares el mal, teme;
que no en vano lleva la espada;
Porque de Dios es ministro,
vengador para castigo del que obra el mal.
79
§ 58 A LOS ROMANOS 13. i-7

5 Por lo cual fuerza es someterse,


110 ya sólo por el castigo,
sino también por la conciencia.
c Que por eso también pagáis tributos,
ya que funcionarios son de Dios,
asiduamente aplicados a eso mismo.
7 Pagad a todos las deudas:
a quien 'Contribución, contribución;
a quien impuesto, impuesto;
a quien respeto, respeto;
a quien honor, honor.

13, 1. Declara el Apóstol el precepto de Jesu-Cristo: Dad


al César lo que es del César: recomendando la sumisión y
acatamiento a toda autoridad que esté sobre nosotros. Y da la
razón. Porque la autoridad, en abstracto, es de origen divi­
no ; y, en concreto, los que actualmente la poseen, la han reci­
bido de Dios, que en su providencia ha ordenado que sean
éstos y no otros los que de hecho la poseen. Recuérdese que
entonces imperaba Nerón.
3-4. Es digno de consideración este optimismo de San
Pablo respecto de la autoridad, cuando imperaba Nerón.
Las excepciones de esta ley general, introducidas por la mali­
cia humana, no han de cambiar el criterio cristiano sobre la
sumisión debida a las autoridades. Si el justo padece por su
justicia, al mérito de la obediencia añadirá la aureola del
martirio.
5. Expresa San Pablo los dos motivos de obediencia: el
inferior que es el temor del castigo, y el superior, que es el
dictamen de la conciencia.
6. Puncionarios: el término griego correspondiente
AciToupycí expresa el carácter sagrado de la autoridad, cuyas
funciones son una especie de sagrada liturgia.
7. Las dos clases de tributos mencionados corresponden
a los que más técnicamente se llaman directos e indirectos.

80
§ 59-óo A LOS ROMANOS 13. 8-10; 13, 11-14

59. La ley, recapitulada en el amor. 13, 8-10.


s A nadie quedéis debiendo nada,
si no es el amaros los unos a los otros:
pues el que ama al otro ha cumplido plenamente la ley.
9 Porque aquello de No adulterarás,
no matarás, no hurtarás, no codiciarás,
y si algún otro mandamiento hay,
en esta palabra se recapitula, es a saber:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Ex. 20, 13-17;
10 La caridad no hace mal al prójimo. (Lev. ip, 18).
Plenitud, pues, de la ley es la caridad.

8. Es delicado el pensamiento de San Pablo. Pagad, dice,


todas las deudas, sin que quedéis debiendo nada a nadie;
si no es en la deuda del amor, que nunca acabaréis de pagar.
Por más que améis, siempre seguiréis debiendo más amor.
8-10. La caridad es una anacefalcosis o síntesis de toda
la Ley; y es también su plenitud; esto es, no sólo su pleno
cumplimiento, sino también la sustancia que llena sus huecos
y completa sus deficiencias, el espíritu que informa la letra,
la energía que da eficacia a sus preceptos.

60. Las obras de la luz. 13, 11-14.


11 P esto tanto más, sabiendo el tiempo cu que estamos;
que hora es ya que despertéis del sueño;
pues ahora más cerca está de nosotros la salud
que cuando abrasamos la fe.
12 La noche está avanzada, el dia se avecina.
Lancemos, pues, de nosotros las obras de las tinieblas
y revistámonos las armas de la luz.
13 Como en pleno dia, andemos decorosamente,
no en comilonas y borracheras,
no en fornicaciones y desenfrenos,
no en rivalidad y envidia;
14 sino revestios del Señor Jesu-Cristo;
y no os toméis solicitud por la carne
para dar pábulo a sus concupiscencias.
81
§ 6o-6i A LOS ROMANOS 14, 1-12

11. Cada hora que pasa nos acerca a la salud definitiva,


así de la resurrección universal, como de la vida eterna esen­
cial que ha de seguir a la muerte de cada uno: momentos
ambos, cuya proximidad ignoramos. Deducir de esta declara­
ción que San Pablo creyese inminente el segundo adveni­
miento de Cristo, es, además de arbitrario, contrario a las
declaraciones que otras veces hace el mismo Apóstol.
12. A las obras de las tinieblas opone San Pablo no sim­
plemente las obras sino las armas de la luz: correspondientes
al carácter militante de la vida cristiana.
14. Revestirse de Jesu-Cristo es una expresión favorita
de San Pablo, que expresa la transformación, compenetración
y mística identificación de los fieles con Jesu-Cristo, esto es,
la asimilación de su pensamiento y de sus sentimientos, la
imitación de sus virtudes, la comunión de su misma vida.
Revestirse de Cristo es revestirse de las anuas de la luz.

Succión II: DEBERES MUTUOS ENTRE LOS


FUERTES Y LOS DÉBILES EN LA FE

61. Fuertes y débiles: No juzgar a otro ni


menospreciarle. 14. j-i 2.
1 .•// que es débil en la je hacedle buena acogida,
sin meteros a dar jallos sobre modos de pensar.
2 Hay quien cree poder comer de todo;
mas el que es débil come verduras.
3 El que come, al que no coma no le menosprecie;
v el que no come, al que coma 110 le juzgue,
pues Dios le acogió.
4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajenoJ
Para su propio Señor es, para quien está en pie o cae;
mas será sostenido en pie,
pues poderoso es el Señor para sostenerle.
’■ Hay quien da preferencia a un día sobre otro día.
hay quien da la misma preferencia a todo día:
82
6i A LOS ROMANOS 14, 1-12

cada cual en su propio sentir


tenga conciencia segura.
G El que siente propensión a tal día, para el Señor la siente;
y el que come, para el Señor come,
pues da gracias a Dios;
y el que deja de comer, para, el Señor deja de comer,
y da gracias a Dios.
7 Porque nadie de nosotros vive para sí,
y nadie muere para sí.
K Pues ya sea que vivamos, para el Señor vivimos;
ya sea que muramos, para el Señor morimos.
Tanto, pues, si vivimos como si morimos,
del Señor somos.
!' Pues para esto Cristo murió y retornó a la vida,
paro que así de los muertos como de los vivos
tenga señorío.
10 Y tú, ¿por qué juzgas a tn hermano?
Pues que todos hemos de comparecer
ante el tribunal de Dios.
11 Porque escrito está:
Vivo yo, dice el Señor,
que ante mí se doblará toda rodilla,
y toda lengua alabará a Dios. (Is. 43, 24).
12 Así que cada cual de nosotros
dará cuenta de sí misino a Dios.

14, 1-23. Entre los fieles de Roma existían peligrosas dis­


crepancias sobre la obligación de celebrar las fiestas religio­
sas de los judíos y de abstenerse de las carnes y del vino
que se vendían públicamente. Los espíritus débiles se creían
obligados a celebrar aquellas fiestas, por respeto a la Ley de
Moisés, y abstenerse de la carne y del vino, probablemente
contaminados por actos idolátricos Los espíritus fuertes, por
el contrario, se creían desobligados de lo uno y de lo otro.
Especulativamente estos últimos tenían razón. Pero práctica­
mente esas discrepancias traían consigo graves peligros. Por
una parte, los débiles juzgaban temerariamente de los fuertes;
por otra, los fuertes despreciaban a los débiles, y, lo que era
peor, a veces eran para ellos piedra de escándalo, por cuanto
con su ejemplo los inducían a que, sin deponer su juicio
8.3
§ ÓI-Ó2 A LOS ROMANOS 14, 13-23

erróneo, comiesen de las carnes que ellos se imaginaban con­


taminadas. Como el conflicto nacía no de prejuicios doctri­
nales, pertinazmente sostenidos, contra los cuales hubiera
alzado el Apóstol su voz inexorable, sino más bien de escrú­
pulos de unos pocos, la solución que da San Pablo es indul­
gente y conciliadora. Dando tácitamente la razón a los fuer-
íes, les recomienda ahincadamente que no desprecien ni es­
candalicen a los débiles; a los cuales, a su vez, manda
seriamente que se abstengan de juzgar temerariamente a sus
hermanos; y a todos recuerda que nada hagan contra el dicta­
men de su propia conciencia. El mismo problema trata con
mavor amplitud el .Apóstol en sn 1“ carta a los Corintios
(8-ío).

6-9. Este es uno de los frecuentes testimonios, no, por ser


implícitos, menos eficaces, que da San Pablo sobre la divi­
nidad de Jesu-Cristo: a quien presenta como señor de la vida
y de la muerte y, principalmente, como supremo fin de todas
nuestras acciones: prerrogativas ambas, inalienables e inco­
municables, de la divinidad.

62. No escandalizar a los débiles en el uso de


la libertad. 14, 13-23.
13 En adelante, pues, 110 juzguemos las anos a los otros;
antes juzgad esto más bien,
qne tío debéis poner a vuestro hermano
tropiezo o escándalo.
14 Sé y estoy persuadido eu el Señor Jesús,
que nada de suyo hay impuro;
solo para quien estima ser impura tina cosa,
para él es impura.
15 Y cierto, si por uu manjar se contrista tu hermano,
no andas ya conforme a la caridad.
No hagas que por tu comida se pierda aquel
por quien Cristo murió.
1G No hagáis, pues, que sea objeto de críticas
lo que es vuestro bien.
17 Que uo es el reino de Dios comida ni bebida,
sino justicia y paz y gozo eu el Espíritu Santo;
84
§ 62-63_____________ A LOS ROMANOS______________15, 1-6

18 pues quien en esto sirve a Cristo,


es grato a Dios y acepto a los hombres.
19 Así, pues, sigamos lo que fomenta la paz
y la edificación de unos para con otros.
20 No arruines por un manjar la obra de Dios.
Todo, sin duda, es puro;
pero es malo para el hombre
que come inducido por el escándalo.
21 Bueno es no comer carne ni beber vino,
ni hacer cosa en que tu hermano tropiece,
o se escandalice o pierda la firmeza.
22 ¿Tú tienes fe? Guárdala para ti delante de Dios.
Bienaventurado aquel
que no tiene que condenarse a sí mismo
en las resoluciones que toma.
23 Mas el que no sale de dudas, si come, queda condenado;
porque no se rige por fe.
Y todo lo que no procede de fe es pecado.

16. El bien de los cristianos es la serenidad de criterio


que mira todas las criaturas como obra de Dios y buenas
en sí, capaces consiguientemente de ser ordenadas a la glori­
ficación de Dios (cf. 1 Tim. 4, 3-5). Este bien quiere San
Pablo que, por la indiscreción de algunos, no sea expuesto a
los reproches y vituperios de los débiles.
22-23. Enseña San Pablo que no es lícito obrar con con­
ciencia prácticamente dudosa; y que lo que se hace contra el
dictamen de la propia conciencia, aun cuando sea errónea,
es pecado. Fe es aquí la peisuasión de la conciencia (cf. ver­
sículo 5).

63. Tolerancia mutua a ejemplo de Cristo. 15, 1-6.


1 Debemos nosotros los fuertes
sobrellevar las flaquezas de los débiles
y no complacernos a vosotros mismos.
- Cada uno de nosotros trate de complacer
al prójimo para lo bueno
mirando a la edificación;
85
§ 63-64 A I.OS ROMANOS 15, 7-13

s pues Cristo no trató de complacerse a sí mismo,


sino que, como está escrito (Sal. 68, 10),
Los ultrajes de los que te ultrajaron recayeron sobre mi.
4 Porque cuantas cosas fueron antes escritas.
para nuestra enseñanza se escribieron,
a fin de qne por la paciencia
y la consolación de las Escrituras
mantengamos la esperanza.
•' Y el Dios de la paciencia y de la consolación
os dé tener mi mismo sentir
de unos para con otros según Cristo Jesús;
c para que unánimemente, a una voz, glorifiquéis
al Dios y Padre de nuestro Señor Jesu-Cristo.

15, 4. Tres frutos de las divinas escrituras: nuestra ense­


ñanza, nuestra paciencia y nuestra consolación.
5. Llama San Pablo a Dios <7 Dios de la paciencia y de
¡a consolación, como después (vers. 13) el Dios de la espe­
ranza: sólo el cristianismo descubre en Dios estos atributos
tan dulces para el corazón humano.

64. Cristo acoge a todos para gloria de Dios.


I5> 7-i3-
7 Por lo cual acogeos los unos a los otros,
como Cristo por su parte os acogió a vosotros
para gloria de Dios.
s Digo, en efecto, que Cristo
ha sido hecho ministro de la circuncisión
a favor de la veracidad de Dios,
para hacer firmes las promesas hechas a los patriarcas;
0 y que a su vez los gentiles glorifiquen a Dios
por razón de su misericordia,
según que está escrito (2 Sam. 22, yo):
Por eso te bendeciré entre los gentiles,
y cantaré tu nombre.
10 Y otra vez dice (Dt. y 2, .¡y):
Regocijaos, naciones, juntamente con su pueblo;
11 y de nuevo (Sal. 116, 1):
Alabad, naciones todas, al Señor,
86
§ 64-65 A LOS ROMANOS 15,

y ensálcenle todos los pueblos;


12 y otra vez dice Isaías (11, 1-10):
Aparecerá la raíz de Jesé,
y el que se levanta para imperar en las naciones;
y en él las naciones esperarán.
13 Y el Dios de la esperanza
os colme de todo gozo y paz en el creer,
para que abundéis más y más en la esperanza
por la virtud del Espíritu Santo.

8-9. Los judíos deben su salvación a la veracidad o fide­


lidad de Dios a sus promesas: los gentiles, a la pura miseri­
cordia de Dios.

EPÍLOGO

65. Excusas por haber escrito, 15, 14-21.


14 Persuadido estoy, hermanos míos,
también yo mismo acerca de vosotros,
de que ya vosotros mismos estáis colmados de bondad,
henchidos de toda ciencia,
capaces también de amonestaros los unos a los otros.
15 Todavía, con algún atrevimiento,
os escribí, hermanos, en parte a lo menos,
como quien os frac a la memoria lo que ya sabéis,
en virtud de la gracia que me fué dada por Dios
10 de ser agente de Cristo Jesús ante los gentiles,
ejerciendo la función sagrada del Evangelio de Dios,
a fin de que la oblación de los gentiles sea acepta,
santificada en el Espíritu Santo.
17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús
por lo que mira a Dios;
18 pues no me atreveré a hablar de cosa
que no haya obrado Cristo por mí
en orden a la obediencia de los gentiles,
por palabra y por obra,
19 por la virtud de señales y portentos,
por la virtud del Espíritu Santo;
tanto que desde Jerusalén,
87
8
y 65-66 A LOS ROMANOS ij. 22-29

y en todas direcciones, hasta el Ilírico


lo he llenado todo del Evangelio de Cristo;
2l‘ imponiéndome, empero, como punto de honra, la norma
de no predicar el Evangelio
sino donde Cristo no había sido nombrado,
para no edificar sobre fundamento ajeuo;
21 antes bien, segiín está escrito (Is. 52, /j/.
Los que ninguna nueva recibieron de él. le \erán;
y los que nada han oido, alcanzarán inteligencia.

16. El ministerio evangélico es para San Pablo un oficio


litúrgico, un acto sagrado o cultual, cuyo fruto es una ofren­
da u oblación acepta a Dios y santificada por el Espíritu
Santo. Apenas se podia declarar con mayor relieve la san­
tidad de tan excelso ministerio.
19. La expresión original llenar el Evangelio, análoga a
implevit ruinas del Salmo 109 (=llenarlo todo de estragos o
de cadáveres), parece significar llenarlo todo del Evangelio.
Podría también interpretarse completar o acabar la predica­
ción del F^vangelio en aquellas regiones.

66. Proyectos de viaje a Jerusalén y a España.


15, 22-29.
22 Por esto mismo me veía impedido
las más de las veces de ir a vosotros;
2:1 mas ahora, no teniendo ya campo de acción
en estas regiones,
y teniendo vivos deseos de ir a vosotros
desde hace bastantes años,
-'■* cuando me d¡rigiere a España,
— porque espero a tul paso veros
y ser por vosotros encaminado para allá,
después que primero, en parte,
hubiere disfrutado de vosotros a mi satisfacción.—
2,1 Por ahora, empero, voy a ir a Jerusalén,
atendiendo al servicio de los santos.
2,1 Pues tuvieron a bien Maeedoma y -dcaya
disponer cierta colecta a favor de los pobres
que hay entre los santos de Jerusalén.
88
§ 66-6/ A LOS ROMANOS 15. 30-32

Sí, lo tuvieron a bien y les son deudores de ello;


pues que, si de sus bienes espirituales
han participado los gentiles,
deben éstos a su vez consagrar a su servicio
los propios bienes temporales.
2S Así, pues, que hubiere concluido este negocio
y consignado en sus manos el fruto de esta colecta,
iré de allí, pasando por vosotros, para España.
23 Y sé que en llegando a vosotros,
llegaré con la plenitud de la bendición de Cristo.

24. El proyecto de San Pablo de venir a España se realizó


después de su primera cautividad romana, como consta evi­
dentemente por la tradición más antigua y acreditada. Y a
este deseo de venir a España, pasando por Roma, se debe
el que San Pablo escribiera su magnífica carta a los Romanos.
26. De esta colecta habla largamente el Apóstol en sus
cartas a los Corintios.

67. Pide oraciones. 15, 30-33.


"° Os recomiendo, hermanos, por nuestro Señor Jesu-Cristo
y por la caridad del Espíritu,
que luchéis a mi lado con vuestras oraciones a Dios por mí,
31 Para que escape de los rebeldes que hay cu la Judca,
y que el ministerio que se me ha confiado para Jerusalén
sea bien recibido de los santos,
32 a fin de que, llegado con gozo a vosotros
por voluntad de Dios,
me huelgue en compañía de vosotros.
33 Y el Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

30-33. San Pablo, aunque tan singularmente favorecido


por Dios con dotes naturales y carismas sobrenaturales, se
creía necesitado de ser socorrido con las oraciones de los fie­
les. Es edificante esta humildad del grande Apóstol. Mas 110
era sola la humildad la que le movía a solicitar oraciones.
Sabía él muy bien que la oración es normalmente el medio con
que el hombre se dispone para recibir los dones de Dios. Con
la oración entramos en la órbita benéfica de la divina Provi­
89
§ 6/-68 A LOS ROMANOS 16, 1-16

dencia. A la actitud humilde y confiada del hijo que ora, res­


ponde la complacencia del Padre celeste que bendice y favo­
rece. La oración es la llave de los tesoros divinos.

68. Recomendaciones y saludos. 16, 1-16.


1 Os recomiendo a Pebe, nuestra hermana.
que es, además, diaconisa de la Iglesia de Cencreas,
2 para que la recibáis en el Señor
de una manera digna de los santos
V la asistáis en cualquiera cosa
cu que necesitare de vosotros;
pues ella también ha sido favorecedora de muchos,
y de mi en particular.
3 Saludad a- Prisca y Aquila,
mis colaboradores eu Cristo Jesús,
4 — quienes por mi vida expusieron sn cabeza;
a los cuales no sólo yo doy gracias,
sitio también todas las Iglesias de los gentiles, —
'• y a la Iglesia que se ■congrega en sn casa.
Saludad a Epéneto, mi amado,
que es primicias del /Isia para Cristo.
* Saludad a Mario,
la cual se tomó muchos afanes por vosotros.
7 Saludad a Audrónico y a Jimias,
mis parientes y mis compañeros de prisión,
los cuales gozan de grao consideración entre los apóstoles,
y que aun antes que yo han sido en Cristo.
s Saludad a Ampliato, mi querido en el Señor.
9 Saludad a Urbano, mi colaborador en Cristo,
y a Estaqnis, mi amado.
10 Saludad a Apeles,
que ha dado buenas pruebas de sí en Cristo.
Saludad a los de casa de Aristóbulo.
11 Saludad a Herodión, mi pariente.
Saludad a los de casa de Narciso, que son en el Señor.
12 Saludad a Trifcua y a Trifosa,
las cuales trabajan con afán en el Señor.
Saludad a Pérside, la amada,
que muchos afanes se tomó en el Señor.
90
§ 68 ___________ A LOS ROMANOS_____________ 16, 1-16

13 Saludad a Rujo, el escogido cu el Señor,


y a su madre, que también lo es mía.
14 Saludad a Asíncrito, a Flegonte,
a Hermas, a Patrobas, a Hermas
y a los hermanos que con ellos están.
15 Saludad a Filólogo y a Julias,
a Nereo y a su hermana, y a Olimpos
y a todos los santos que con ellos están.
16 Saludaos los unos a los otros con el ósculo santo.
Os saludan las Iglesias todas de Cristo.

16, i. Febe tenía los carismas del ministerio y de la asis­


tencia (cf. 12, 7-8); que fuese verdadera diacouisa, en el sen­
tido técnico que más tarde se dió a esta palabra, no consta
suficientemente. Lo mismo hay que decir de otras señoras
cristianas que se mencionan más abajo. — Céntreos era el
puerto de Corinto en el mar Egeo.
3-5. De Prisca o Priscila y Aquila se habla frecuente­
mente en los Hechos y en San Pablo. En qué ocasión expu­
sieron su vida para salvar la del Apóstol, no nos consta.
5. Epéneto fué el primero del Asia proconsular que se
convirtió a la fe. De éste y de los demás personajes que luego
se mencionan apenas sabemos otra cosa que lo que dice aquí
San Pablo.
7. Andrónico y Junias (nombre de varón) parecen haber
sido, lo mismo que Herodión (vers. 11) de la tribu de Ben­
jamín, y en este sentido parientes de San Pablo.
10-11. Aristóbulo era nieto de Herodes el grande, Nar­
ciso fué un liberto favorito del emperador Claudio. San Pablo
saluda a los siervos que habían formado parte de la familia
de estos personajes, que por entonces habían ya muerto, por
lo menos Narciso. Herodión había sido uno de los siervos
de Aristóbulo.
13 Este Rufo, según todas las probabilidades, era uno de
los hijos de Simón el de Cirene. Las antiguas y amistosas
relaciones con esta buena familia son causa de que Pablo
llame madre suya a la madre de Rufo, de quien parece haber
9i
§ 68-69 A LOS ROMANOS 16, 17-20

recibido atenciones maternales durante su primera juventud


en Jerusalén.
15. Olimpas, contracción de Olimpiodoro, es nombre de
varón.

69. Exhortación a que se aparten de los que


promueven disensiones. 16. 17-20.
17 Os recomiendo, hermanos, que estéis alerta
sobre los que promueven las disensiones
y los escándalos
apartándose de la doctrina que aprendisteis,
y desviaos de ellos;
18 porque esos tales no sirven a Cristo, Señor nuestro.
sino a su propio vientre;
y con blandas palabras y lisonjas
seducen los corazones de los inocentes.
19 Pues vuestra sumisión a la fe
ha llegado a conocimiento de todos;
me gozo, pues, en vosotros;
mas quiero que seáis listos para lo bueno
y cándidos para lo malo
20 Y el Dios de la paz aplastará en breve a Satanás
debajo de vuestros pies.
La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo sea con vosotros.

17-20. Estos agitadores, contra los cuales previene San


Pablo a los Romanos, por si se presentan en Roma, son los
judaizantes, los adversarios encarnizados del Apóstol.
Recuérdese lo que por el misino tiempo escribió contra ellos
en las Epístolas a los Gálatas y a los Corintios, Ellos son los
satélites de Satanás (vers. 20).
19. La docilidad u obediencia de los Romanos, reconocida
en todo el mundo, es su fe (cf. 1, 8). Ordenó Dios en su pro­
videncia que ya desde los principios fuese inmaculada, y de­
chado para todo el mundo, la fe de Roma. — Sabiduría para
lo bueno, sencillez para lo malo: son dos virtudes, que con
otras palabras recomienda San Pablo a los Corintios (1 Cor,
1.1, 20).
92
§ /0-7i A LOS ROMANOS 16, 21-24; 16, 25-27

70. Saludos de los que están con Pablo. 16. 21-24.


-1 Os saluda Timoteo, mi colaborador,
y Lucio y Jasón y Sosípatro, mis parientes.
22 Os saludo yo, Tercio, que escribí la carta, en el Señor.
23 Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la Iglesia.
Os saluda Erasto, el cuestor de la ciudad,
y Cuarto el hermano. [24]

21. Lucio, Jasón y Sosípatro eran judíos de la tribu de


Benjamín. Del primero nada se sabe con certeza. Jasón pa­
rece haber sido el hospedador de San Pablo en Tesalónica
(Act. 17, 5-9). Sosípatro parece era el mismo Sópatro (forma
contracta) de Berea (Act. 20, 4).
23. Este Gayo es el mismo que fué bautizado por San
Pablo (1 Cor. 1, 14). Erasto no parece ser el compañero del
Apóstol de quien se habla en Act. 19, 22.
[24]. Este vers. no es auténtico.

71. Doxología final. 16. 25-27.


Al que puede consolidaros
en orden a mi Evangelio y a la predicación de Jesu-Cristo,
en orden a la revelación del MISTERIO.
por tiempos eternos mantenido SECRETO.
23 mas ahora MANIFESTADO,
y por las Escrituras proféticas,
según la ordenación del eterno Dios,
para obediencia de la fe
a todos los gentiles NOTIFICADO.
27 al solo sabio, Dios, por Jesu-Cristo —
a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

25-27. Este pasaje es uno de los que expresan sintética­


mente el pensamiento fundamental de la Teología de San
Pablo. Mi Evangelio llama el Apóstol no un Evangelio dife­
rente del predicado por los demás Apóstoles, sino su manera
particular de enfocar y proponer el único Evangelio, en con­
sonancia con su misión especial de Apóstol de los gentiles.
93
§ 71 A LOS ROMANOS 16, 25-27

Este Evangelio no es otra cosa que la predicación de Jesu­


cristo, cuyo objeto es Jesu-Cristo. Ni es invención de Pablo,
sino en orden a la revelación del misterio (cf. Gal. 1, 11-12).
Este misterio por antonomasia es la salud universal de los
hombres en Cristo Jesús mediante la fe, como explica am­
pliamente San Pablo en sus Epístolas a los Efesios y a los
Colosenses. Este misterio pasó por tres estadios o fases.
Primero, fué tenido en secreto por tiempos eternos. Ahora
con el advenimiento y la redención de Jesu-Cristo ha sido
manifestado. Por fin, ha sido notificado o divulgado univer­
salmente. En esta divulgación señala San Pablo cuatro ele­
mentos o circunstancias. Su principio es la ordenación del
eterno Dios; su medio o instrumento son las Escrituras pro-
féticas; sus destinatarios son todos los gentiles; su objeto o
fin es la obediencia de la fe, esto es, que todos se rindan y
sometan a la fe.

94
PRIMERA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

INTRODUCCIÓN

La iglesia de Corinto. Corinto, aquella «lumbrera de


toda la Grecia», que, como decía Cicerón, habían extinguido
los romanos, brillaba ya de nuevo. Floreciente por el comer­
cio, por el arte, la elocuencia y la filosofía, era aún más
famosa por la espantosa corrupción de las costumbres. Su
cultura y su ventajosa posición geográfica hacían de Corinto
«la de los dos mares», como la llamaba Horacio, un centro
de primer orden para la predicación del Evangelio. Estas
ventajas atrajeron las miradas y el zelo de Pablo, quien lle­
gaba a Corinto hacia el año 51 de nuestra era, durante su
segunda misión apostólica.
Casi dos años empleó el Apóstol en evangelizar a Corinto
y fundar su Iglesia. Y no fué sin fruto. Ni la corrupción
de las costumbres, ni siquiera la ruda oposición que hicieron
loe judíos, fueron obstáculo para que surgiese vigorosa, flo­
reciente, la Iglesia de Corinto. No fueron con todo los ricos
comerciantes, los oradores o los filósofos, los que abrazaron
el Evangelio; tampoco fueron los judíos los que formaron el
núcleo de la nueva comunidad cristiana: gentiles y pobres
fueron en su mayoría los que Dios escogió como primicias de
la fe en Grecia.
Los primeros años fueron prósperos. Pero pronto surgie­
ron dificultades más peligrosas que la inmoralidad pagana o
la perfidia judaica. Discordias internas, abusos lamentables,
ponían en peligro la prosperidad y aun la existencia misma
de aquella Iglesia. Pablo estaba entonces en Efeso. Desde
allí había ya escrito una primera carta, que por desgracia se
ha perdido, y mandó luego allá a su discípulo Timoteo, para
que pusiese remedio a aquellos males. Entre tanto llegaron
95
INTRODUCCIÓN

de Corinto tres cristianos, Estéfanas, Fortunato y Acaico,


con cartas de la Iglesia al Apóstol, en las cuales le hacían
varias consultas. Aprovechando esta oportunidad, Pablo es­
cribió una segunda carta, que es nuestra «Primera Epístola
a los Corintios». Era probablemente la Pascua del año 56.
La Epístola. Si no iguala en amplitud dogmática a la
Epístola a los Romanos, es en cambio la primera Epístola a
los Corintios la más interesante desde el punto de vista his­
tórico. Un atento lector lee en ella, mejor que en otra parte,
el estado de las primitivas Iglesias con sus luces y sombras,
sus virtudes y sus defectos, sus fervores y sus peligros, su
vida íntima y su culto, y, sobre todas las deficiencias huma­
nas, las maravillosas comunicaciones del Espíritu divino.
En medio de la variedad de puntos que toca San Pablo
y de la aparente irregularidad con que los va exponiendo
unos tras otros, se divide claramente la Epístola en dos par­
tes : los abusos y las consultas. Los varios abusos, que por
diferentes conductos habían llegado a oídos de Pablo, llenan
los seis primeros capítulos; los diez restantes responden a las
múltiples consultas que los Corintios propusieron al Apóstol.

96
1.a A LOS CORINTIOS i, i-3

EPÍSTOLA I A I.OS CORINTIOS

INTRODUCCIÓN

72. Salutación epistolar, i, 1-3.


1 Pablo, llamado a- ser apóstol de Cristo Jesús.
por voluntad de Dios,
y Sostenes el hermano,
2 a la Jglesia de Dios que está en Corintc.
a los santificados en Cristo Jesús,
llamados a ser santos,
con todos los que invocan el nombre
de nuestro Señor Jesu-Cristo
en todo lugar, de ellos y también nuestro:
3 gracia a vosotros y paz
de parte de Dios, Padre nuestro,
y del Señor Jesu-Cristo.
1, 1. Sostenes: es probable que este Sostenes sea el archi-
sinagogo de que se habla en Act. 18, convertido después
por San Pablo a la fe.
2. Santidad cristiana. Las dos expresiones santificados
en Cristo Jesús y llamados (a ser) santos son sustancial­
mente equivalentes. La santificación operada en el bautismo,
que es una incorporación en Cristo Jesús o en su Cuerpo
místico, es también una vocación a la santidad de la vida.
La santidad es tan esencial al cristianismo, que es una nots
distintiva de la verdadera Iglesia de Jesu-Cristo; la cual es
santa, como es una, católica y apostólica.
De ellos y también nuestro: son las iglesias de la Acaya,
que San Pablo llama suyas por haberlas él fundado. Algunos
juntan esta expresión no con lugar sino con Señor; pero la
estructura de la frase no consiente fácilmente semejante inter­
pretación. Fuera de que no se ve razón para dar aquí tanto
énfasis al señorío universal de Jesu-Cristo.
n?
y/
§ 73 i.« A LOS CORINTIOS i, 4-9

73. Acción de gracias, i, 4-9.


4 Gracias hago a mi Dios sin cesar acerca de vosotros
por la gracia de Dios que os fué dada en Cristo Jesús,
5 pues en todo fuisteis enriquecidos en él.
en toda palabra y en todo conocimiento,
conforme a como el testimonio de Cristo
se afianzó en vosotros;
~ hasta el punto de no quedaros vosotros atrás
en ningún carisma,
en tanto que aguardáis la revelación
de nuestro Señor Jesu-Cristo;
•s el cual también os mantendrá firmes hasta el fin,
hallados sin culpa en el día de nuestro Señor Jesu-Cristo.
9 Piel es Dios
por quien fuisteis llamados a la comunión de sn Hijo,
Jesu-Cristo, Señor nuestro.

•5. Palabra... conocimiento: los cansinas de la palabra y


de la inteligencia, que sustituyen con ventaja las glorias lite­
rarias y filosóficas, de que tanto se preciaban los Corintios a
fuer de buenos helenos.
6. El arraigo del Evangelio, que es un testimonio acerca
de Cristo, es a la vez la causa y la medida de la exuberancia
de cansinas con que Dios enriqueció a los Corintios.
8. El día es el juicio universal.
9. La comunión con su Hijo es la participación de su
divina filiación por la filiación adoptiva, o, más generalmente,
la inefable comunicación de la vida divina con Cristo y en
Cristo dentro de la unidad de su Cuerpo místico: es la soli­
daridad y comunión vital de los miembros con la Cabeza.
§ 74 i.» A LOS CORINTIOS I, 10-12

PRIMERA PARTE:

ABUSOS QUE NECESITAN REFORMA

i. Primer abuso: Discordias y partidos


74. Lo que debió ser y lo que es. i, 10-12.
10 Os ruego, hermanos,
por el nombre de nuestro Señor Jesu-Cristo,
que digáis todos una misma cosa
y que no haya entre vosotros escisiones,
sino que seáis consumados
en tener un mismo pensamiento y un mismo sentir.
11 Pues se me hizo entender
acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloe,
que hay contiendas entre vosotros.
32 Quiero decir que cada cual de vosotros dice:
«Yo soy de Pablo»; «Yo, de Apolo»;
«Yo, de Cejas»; «Yo, de Cristo».

10. Un mismo pensamiento y un mismo sentir. Quiere


el Apóstol que sea una realidad en la Iglesia de Corinto y
en toda la Iglesia el ideal del divino Maestro: “Que todos
sean uno» (Jn. 17, 21), un solo corazón y una sola alma
(Ac. 4, 32); para lo cual es necesaria la identidad de crite­
rios y de sentimientos y de intereses, sin escisiones o ban­
derías.
11. Cloe parece ser el nombre de una señora cristiana de
Corinto. Los de Cloe serían por tanto los miembros de su
familia.
12. Cuatro bandos o partidos existían en Corinto: 1) el
de Pablo, su primer predicador; 2) el de Apolo, que fascinó
a muchos con su palabra brillante; 3) el de Cejas o Pedro,
formado a lo que parece por los judaizantes; 4) el de Cristo:
nuevo bando, formado por los que no querían afiliarse a nin-
99
§ 74’75 i.“ A LOS CORINTIOS ______ b 13-17

gún bando. Algunos opinan, con menos fundamento, que la


expresión Pues yo de Cristo no es la designación de un cuarto
bando, sino la réplica del mismo Apóstol contra la división
en bandos.

75. Protesta del Apóstol contra el espíritu de


partido, x, 13-17.
13 ¿Está dividido Cristo?
¿Por ventura fué Pablo crucificado por vosotros?
rO eu el nombre ac Pablo fuisteis bautizados?
14 Doy gracias a Dios
de que a ninguno de vosotros bauticé,
si no es a Crispo y Gayo;
15 para que nadie diga
que en mi nombre fuisteis bautizados.
J'' Dauticé también a la familia de Estéfanas;
fuera de esto no sé si bauticé a algún otro.
17 Que no me envió Cristo a bautizar,
sino a evangelizar;
110 con sabiduría de palabra,
para que no se desvirtúe la cruz de Cristo.

13. Con suma delicadeza, al revolverse contra el espíritu


de bandería, calla el Apóstol los nombres de Apolo y de
Cefas, reservando todas sus invectivas para descalificar el
partido que llevaba su propio nombre.
17. Oratoria cristiana. La sabiduría de la palabra o el
arte de la elocuencia, si se toma como medio, es decir, como
cooperación del hombre a la gracia de Dios. 110 solamente
no debe despreciarse, sino antes procurarse y cultivarse es­
meradamente. Hay que reconocer, con todo, que el arte hu­
mano no pocas veces, en vez de dar relieve a la palabra de
Dios, desvirtúa la cruz de Cristo. Y esto de muchas maneras.
Unas veces se da a la palabra una importancia o sustanti-
vidad contraria a la naturaleza de las cosas, conforme a lo
cual la expresión verbal no tiene otra razón de ser que la de
exteriorizar el pensamiento. El cultivo de la palabra nunca
puede ser un culto a la palabra. Otras veces con la ambición
100
§ 75-/6 i." A LOS CORINTIOS i, 18-25

de la belleza literaria el orador cristiano más que a Cristo


se predica a sí mismo. Otras, finalmente, fiando más del arte
humano que del poder divino, se atribuye a los recursos lite­
rarios o estilísticos una eficacia de persuasión, que en el
orden sobrenatural es exclusivo de la acción del Espíritu
Santo.

A) La enseñanza de Pablo

76. La cruz, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.


1. 18-25.
1S Pues la palabra de la cruz
para los que perecen es una insensatez;
mas para los que se salvan, para nosotros,
es una fuerza de Dios.
19 Porque escrito está (Is. 19, ii-i.].):
Arruinaré la sabiduría de los sabios,
y la inteligencia de los inteligentes anularé.
20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba?
¿Dónde el disputador de este mundo?
¿Por ventura 110 atontó Dios
la sabiduría de este mundo?
21 Que, pues en la sabiduría de Dios
no conoció el mundo a Dios
por el camino de la sabiduría,
tuvo a bien Dios
por la necedad de la predicación
salvar a los creyentes.
22 Puesto que los judíos por su parte demandan señales,
V los griegos por la- suya, buscan sabiduría;
mas nosotros predicamos un Cristo crucificado:
para los judíos, escándalo; „
para los gentiles, necedad;
24 mas para los misinos que lian sido llamados,
así judíos como griegos,
un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
2' Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres;
V lo flaco de Dios, más fuerte que los hombres.

101
§ 76 i.a A LOS CORINTIOS i, 18-25

18. La palabra de la cruz... es una fuerza de Dios. Es ésta


una de las más profundas sentencias de San Pablo. La pala­
bra de la cruz es la que predica a Jesu-Cristo crucificado, la
salvación del mundo por la cruz del Redentor, la rehabili­
tación del hombre caído por la crucifixión del hombre viejo.
Y esta palabra, vivificada por la gracia divina, ha sido una
fuerza de Dios, que ha sacudido el mundo, ha convertido a
los hombres de buena voluntad y ha obrado las maravillas
de la santidad cristiana.
20. Sabio es término genérico; escriba significa los legis­
peritos judíos; filósofo (más a la letra disputador') se refiere
a los filósofos o sofistas griegos.
21. Por el camino de la sabiduría: esto es, pues el mundo,
judío y gentil, por vía de sabiduría, por su propia sabiduría,
no conoció a Dios en su divina sabiduría, no entendió la
sabiduría de Dios manifestada en las maravillas de la revela­
ción y de la creación, Dios, para salvar al mundo, optó por
el medio contrario, por la necedad de la predicación, por la
cruz, que no busca ciencia inflada, sino fe humilde. Cón estas
antítesis paradójicas glosa San Pablo la sentencia del divino
Maestro: Bendigote, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque encubriste estas cosas a los sabios y prudentes y las
descubriste a los pequeñuelos (Mt. 11, 25).
22. Señales... sabiduría: con maravillosa exactitud, his­
tórica y psicológica, señala San Pablo las dos tendencias
características de judíos y griegos.
24. Fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Cristo es la en­
carnación viviente y personal de Dios; mas en esta encarna­
ción no hay que ceñirse al aspecto hipostático o meramente
ontológico: hay que contemplar en Cristo la fuerza de Dios
y la sabiduría de Dios encarnada y divinamente personifica­
da. Y esto bajo diferentes aspectos. Personalmente, el Hijo
de Dios hecho carne posee con la misma plenitud que el
Padre los divinos atributos de la omnipotencia y de la omnis­
ciencia. Pasivamente, la obra de la encarnación es el supremo
alarde del poder v de la sabiduría de Dios. Activamente,
Cristo hombre, como taumaturgo y como Maestro obraba
los milagros y enseñaba divinamente. Sus milagros, obrados
102
§ 7^-/7 i." A LOS CORINTIOS i, 26-31

con imperio soberano, son una ostentación de la fuerza de


Dios; sus enseñanzas, tan superiores a las de los escribas y
a las de los profetas, son una revelación de la sabiduría de
Dios.

77. La grandeza del mundo, reprobada por Dios.


L 26-31.
?G Porque mirad, hermanos,
quiénes habéis sido llamados.
Oue no hay entre vosotros
muchos sabios según la carne,
110 muchos poderosos, no muchos nobles;
antes lo necio del mundo se escogió Dios,
para confundir a los sabios;
y lo débil del mundo se escogió Dios,
para confundir a lo fuerte;
23 v lo vil del mundo y lo tenido en nada se escogió Dios,
lo que no es,
para anular lo que es;
29 a fin de que no se gloríe mortal alguno
en el acatamiento de Dios.
30 De él os viene lo que vosotros sois en Cristo Jesús,
el cual fue hecho por Dios para nosotros sabiduría,
como también justicia, santificación y redención,
31 para que, según está escrito (Jer. 9, 23),
el que se gloría, gloríese en el Señor.

26-28. Contraste saludable. A los sabios, poderosos y


nobles opone San Pablo lo necio, lo débil y lo vil o lo que no
es. Al paso que rebaja los humos de los infatuados Corintios,
nos descubre el Apóstol los misterios de la divina elección,
que está muy lejos de ser una acepción de personas.
29. Principio fundamental de la ascética. En este
versículo se expresa el axioma fundamental de la economía
de la gracia y de la ascética cristiana: Dios quiere dar su
gracia y el hombre debe recibirla de tal modo que toda la
gloria sea para sólo Dios; el hombre debe reconocer con sen­
cillez y verdad que cuanto bueno tenga, obre o sea, todo es
103

9
§ 77'7$ i." A LOS CORINTIOS 2, i-5

pura gracia y misericordia de Dios. Ningún obstáculo mayor


puede ponerse a las divinas misericordias que la presunción
en las propias fuerzas, industrias o merecimientos.
Y ninguna mejor disposición para la gracia de Dios que
la sincera humildad. Por esto Dios para otorgar a la Virgen
filaría la gracia suprema de la divina maternidad preparó
su Corazón con la humildad más asombrosa. Ella misma lo
reconoce, cuando dice: Engrandece mi alma al Señor..., por­
que puso sus ojos en la bajeza de su esclava (Le. J, 46).
30. Dios, origen de todo lo bueno. Por él: el énfasis
dado a esta expresión sirve para poner de relieve que la ine­
fable gloria de ser o estar en Cristo Jesús, con todos los bie­
nes que de ella se derivan, procede exclusivamente de Dios,
de sn bondad y misericordia. La misma colocación del ver­
sículo 30, entre el 29 y el 31 (repetición o confirmación es-
criturística del 29) da mayor realce al pensamiento funda­
mental de que Dios es la única fuente de todo bien, y que a
él por tanto se debe la gloria de todo lo bueno.

78. El magisterio de Pablo en Corinto. 2, 1-5.


1 Y yo. venido a vosotros, hermanos,
vine no con supereminencia de palabra o de sabiduría
al anunciaros el misterio de Dios.
2 Porque resolví no saber cosa entre vosotros,
sino a Jesu-Cristo, y éste crucificado.
3 Y yo me presenté ante vosotros
■con sensación de impotencia, y con miedo,
y con mucho temblor;
4 y mi palabra y mi predicación
no fué con persuasivas palabras de sabiduría,
sino con demostración de espíritu y de fuerza;
5 para que vuestra fe no estribe en sabiduría de hombres,
sino en fuerza de Dios.

2, 1. El misterio de Dios, lista expresión preludia lo


que poco después (vers. 7) se anuncia acerca del misterio por
antonomasia, que es el consejo arcano y eterno de Dios sobre
la salud humana en Cristo Jesús, es decir, el modo inefable
104
§ "8-79 i? A 1,OS CORINTIOS 2, 6-16

de la redención por la unión o compenetración con Cristo,


por la incorporación y vida divina en Cristo. La mayoría
de los códices y de las ediciones críticas en vez de misterio
leen testimonio. La expresión testimonio de Dios equivaldría
a Evangelio atestiguado por Dios. Pero es preferible la va­
riante misterio, conservada por excelentes códices (los mejo­
res a excepción de B) entre los cuales se cuenta el antiquí­
simo papiro 46. recientemente descubierto, y el escuria-
lense 915.
2. Jesu-Cristo, y éste crucificado: Tal es el contenido
principal, y en cierta manera integral y exclusivo, del misterio
o del testimonio de Dios.
3-4. La fragilidad del hombre, instrumento de la
potencia DE Dios. En esta maravillosa pintura de su propia
predicación enseña San Pablo que la fuerza de Dios toma
como instrumento de su acción la fragilidad del hombre.
Para el que ve las cosas como son y las aprecia en su justo
valor, la sensación de impotencia, el miedo y el mucho tem­
blor, lejos de ser un obstáculo para la predicación de Jesu-
Cristo crucificado, antes son una disposición providencial,
como haya humildad y resolución de atribuir a Dios toda la
gloria. La palabra medrosa y temblorosa del predicador hu­
milde se verá realzada con demostración de Espíritu v de
fuerza, cual se vió en la de San Pablo.
5. Motivo de la Fe. El motivo en que propiamente es­
triba la fe es la palabra de Dios, es decir, la autoridad de
Dios que revela; mas aquí habla San Pablo de lo que llaman
los teólogos piadoso afecto de la credulidad, que es preli­
minar de la fe; el cual, apoyándose principalmente en el mila­
gro, estriba consiguientemente en la fuerza de Dios.

79. La sabiduría cristiana. 2, 6-i6.


Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos;
sabiduría, empero, no de este mundo
ni de los jefes de este mundo,
condenados a perecer;
' sino que hablamos sabiduría de Dios,
105
§ i.“ A LOS CORINTIOS 2, 6-16

encerrada en el misterio,
la escondida,
la que predestinó Dios antes de los siglos
para gloria nuestra;
8 la cual ninguno de los jefes de este mundo conocio;
que, si la conocieran,
jamás al Señor de la gloria crucificaran;
3 sino que, como está escrito (Is. 6.J, 1),
Lo que ojo no vió. ni oído oyó,
ni a corazón de hombre se antojó,
tal preparó Dios a los que le aman.
1,1 Porque a nosotros nos lo reveló Dios
por medio del Espíritu ;
pues el Espíritu todo lo sondea,
aun las profundidades de Dios.
11 A la verdad, ¿quién conoce de los hombres
lo íntimo del hombre,
sino el espíritu del hombre que está en él?
Así también las cosas de Dios
nadie las conoce sino el Espíritu de Dios.
12 Mas nosotros recibimos no el espíritu del mundo,
sino el Espíritu que viene de Dios,
para que conozcamos las cosas
que Dios graciosamente nos dio.
las cuales asimismo hablamos
no con aprendidas palabras de sabiduría humana,
sino con las aprendidas del Espíritu,
adaptando lo espiritual a lo espiritual.
14 Mas el hombre animal no coge
las cosas del Espíritu de Dios,
pites son necedad para él;
ni es capaz de entenderlas,
como que solo espiritualmentc se disciernen.
En cambio, el espiritual todo lo discierne,
mas él de nadie es discernido.
16 Porque ¿quién conoció el pensamiento del Señor,
de modo que pueda instruirle? (Is. 40. ¡y.
Mas nosotros poseemos el pensamiento de Cristo.

106
§ 79_____________ i-:1 A LOS CORINTIOS_________2, 6-16

6. Sabiduría de los perfectos. z\ la sabiduría de este


inundo, a la descadente filosofía v retórica de su tiempo, con­
trapone San Pablo la sabiduría de Dios. Pero esta sabiduría
de Dios es propia de los perfectos: de los que, salidos de la
niñez espiritual, lian alcanzado la madurez varonil en Cristo
Jesús; de los que, iluminados por el Espíritu de Dios, se
consagran a la contemplación del misterio de Cristo. Seme­
jante sabiduría no la alcanzan los jefes de este inundo, con­
denados a perecer. ¿Tendrá que ver este calificativo de San
Pablo con el de los grandes, tan en boga actualmente?
7. El misterio es aquí no tanto la redención de Cristo
cuanto el modo inefable de la redención por la asociación de
los hombres a Cristo, por la unión y compenetración con
Cristo, por la incorporación y vida divina en Cristo. En este
pasaje se vislumbran los primeros destellos de aquellos ful­
gores divinos que bañarán las Epístolas a los Efesios y a los
Colosenses.
Con este misterio relaciona San Pablo la sabiduría de
Dios; de la cual dice: 1) que está encerrada y como entra­
ñada en el misterio; 2) que es escondida o recóndita, que
fué un secreto de Dios, hasta que el mismo Dios se dignó
revelarla; 3) que fué objeto de la eterna predestinación de
Dios; 4) que estaba destinada para gloria nuestra o para
nuestra glorificación.
8. Divinidad de Cristo. La expresión Señor de la glo­
ria, tanto por la apelación de Señor, reproducción del nombre
inefable Yahvé, como por el complemento de la gloria, evo­
cación de la gloria de Yahvé que sensiblemente se manifes­
taba en medio de Israel (Ex. 40, 34; i Reg. 8, 11...), es
propia y estrictamente teológica: uno de los testimonios más
inequívocos y apodícticos de San Pablo a favor de la divi­
nidad de Jesu-Cristo. Y la frase entera, con el verbo cruci­
ficaran, es tal vez el texto bíblico más explícito y más eficaz
para demostrar la llamada comunicación de idiomas en la
persona del Verbo encarnado.
10-12. PnEümatología de San Pablo. En estos tres ver­
sículos nos revela San Pablo las principales verdades de la
Pneumatología cristiana: la divinidad del Espíritu Santo, su
107
§ i.a A LOS CORINTIOS 2, 6-16

consustancialidad con el Padre, su personalidad y su origen.


Su divinidad se desprende de su conocimiento privativamente
divino; pues el Espíritu todo lo sondea, aun las profundida­
des de Dios, y las cosas de Dios nadie las conoce sino el
Espíritu de Dios. Conocimiento exclusivo de Dios supone
sér o naturaleza de Dios. Su consustancialidad con el Padre
resulta clara de la comparación entre el espíritu del hombre
y el Espíritu de Dios. Como el espíritu del hombre es con­
sustancial al hombre, así el Espíritu de Dios es consustancial
a Dios. Su personalidad distinta la afirma el Apóstol al decir
que Dios nos reveló sus consejos eternos por medio del Espí­
ritu, y al añadir que nosotros recibimos el Espíritu que viene
de Dios. Esta última expresión nos descubre también la pro­
cesión u origen del Espíritu Santo.
13. Adaptando lo espiritual a lo espiritual: conservamos
en la versión la imprecisión o generalidad de la frase original.
Su sentido concreto depende del contexto antecedente o con­
siguiente. Si se atiende al contexto antecedente, que es el ver­
dadero, el sentido será: Acomodando las palabras espiritua­
les a las verdades espirituales. Si, en cambio, se mira al con­
texto siguiente, que lo es sólo en apariencia, el sentido sería:
Acomodando las enseñanzas espirituales a los hombres espi­
rituales.
14. Como que sólo cspiritualmente se disciernen: más
claro: puesto que sólo espiritualmente se pueden discernir;
esto es, sólo por quien posea el Espíritu de Dios pueden
percibirse distintamente las cosas del Espíritu de Dios.
16. Jesu-Cristo, Dios. El pensamiento del Señor es en
el texto de 'Isaías, citado por San Pablo ÍIs. 40, 13), el pen­
samiento de Dios; es lo que antes ha dicho: las profundi­
dades de Dios. Al sustituir, pues, a continuación esta expre­
sión por la otra el pensamiento de Cristo, como equivalente,
atribuye manifiestamente San Pablo a Cristo la divinidad y
consustancialidad con el Padre, que antes ha atribuido al
Espíritu Santo.

108
§ 8o-8i i.a A LOS CORINTIOS 3, 1-4; 3, 5-9

80. Niñez espiritual de los Corintios. 3, 1-4.


1 Iz yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales,
sino como a carnales,
como a niños en Cristo.
- Leche os di a beber, no manjar sólido,
pues todavía no erais capaces.
Pero ni aun ahora lo sois,
:t porque todavía sois carnales.
Porque mientras haya en vosotros
emulación y contienda,
¿no sois por ventura carnales
V procedéis conforme a criterio humano?
1 Porque cuando uno dice: «Yo soy de Pablo»,
V el otro: «Yo, de Apolo»,
¿acaso no sois hombres?

3, 1-4. Niñez espiritual. Reprende San Pablo en los


Corintios el que en Cristo sean todavía niños, es decir, no
espirituales sino carnales. Ser carnales significa aquí, como
el mismo Apóstol lo declara a continuación, ser puramente
hombres, que proceden conforme al criterio humano y natu­
ralista. Efecto y señal de su niñez es que haya en ellos emu­
lación y contienda. Efecto es también la incapacidad de nu­
trirse espiritualmente con manjar sólido, esto es, con la sabi­
duría del misterio, que el Apóstol habla entre los perfectos.
que son los varones espirituales. Esta niñez espiritual, que
aquí y en otros varios pasajes reprueba San Pablo, no debe
confundirse con la infancia espiritual, que el mismo Apóstol,
haciéndose eco del divino Maestro, otras veces recomienda
(Rom. 16, 19; 1 Cor. 14, 20).

B) El ministerio de Pablo

81,. Pablo, colaborador de Dios. 3, 5-9.


? ¿Qué es, pues, Apolo? ¿Y qué Pablo?
Ministros por cuyo medio creisteis,
y cada uno según el Señor le dió.
109
§ 81-82__________ i.a A LOS CORINTIOS__________ 3. 10-15

Vo planté, Apolo regó;


■mas Dios obró el crecimiento.
7 De manera que ni el que planta es algo,
ni el que riega,
sitio el que obra el crecimiento, que es Dios.
s Y el que planta y el que riega, una cosa son,
si bien cada cual recibirá su propia paga
según su propio trabajo.
9 Pues de Dios somos colaboradores:
de Dios sois labranza; de Dios, edijicio.

5-7. Humildad apostólica. Tres razones apunta San


Pablo, suficientes para cortar de raíz toda soberbia y presun­
ción en los ministros evangélicos: 1) que son puro instru­
mento de Dios; 2) que eso mismo es un favor recibido de
Dios; 3) que su acción, puramente externa, sería completa­
mente estéril, si Dios no la fecundase con su acción interna.
8. Ministros evangélicos. La unidad de representación
y de acción en los ministros evangélicos no suprime la dife­
rencia y personalidad en la recompensa, que será a medida
del trabajo personal de cada uno.
9. Labranza... edificio. Con la primera imagen resume
San Pablo lo que acaba de decir; con la segunda prepara lo
que va a declarar.

82. Constructores evangélicos. 3, 10-15.


10 Según la gracia de Dios que me fué dada,
yo, cual sabio arquitecto, puse el fundamento,
y otro sobreedifica.
Cada cual, empero, mire cómo sobreedifica.
11 Pues fundamento, nadie puede poner otro
fuera del ya puesto, que es Jesti-Cristo.
12 Mas si uno edifica sobre este fundamento.
oro, plata, piedras preciosas,
modera, heno, paja,
53 la obra de cada cual se pondrá de manifiesto;
porque el día lo descubrirá,
por cuanto en fuego se Ita de revelar;
110
§ 82 i.» A LOS CORINTIOS__________ 3, 10-15

y la obra de cada uno, qué tal sea,


el juego misino la aquilatará.
14 Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere,
recibirá recompensa;
15 si la obra de uno quedare abrasada.
sufrirá detrimento;
él sí se salvará,
aunque así como a través del juego.

11. Fundamento evangélico. La imagen metafórica de


fundamento, idéntica en la significación, varía en el matiz,
tendencia o aplicación según el contexto. Aquí se aplica a
Jesu-Cristo exclusivamente. En Mt. 16, 18 se aplica por co­
municación exclusivamente también, aun entre los mismos
apóstoles, a Pedro. En Apoc. 21, 24 se aplica por extensión
atenuada a los doce Apóstoles. En Ef. 2, 20 sólo aparente­
mente se aplica a los Apóstoles y Profetas: en realidad el
fundamento es sólo Jesu-Cristo; y se dice ser de los Após­
toles y de los Profetas, porque los Apóstoles lo ponen y los
Profetas lo anuncian. Esta significación transcendente de
fundamento prueba manifiestamente la transcendencia del
primado de Pedro.
T2. Construcción evangélica. La construcción o edifi­
cación de que habla San Pablo es la predicación del Evan­
gelio. Conforme a esto, quien predica el verdadero Evangelio,
construye con materiales preciosos, comparables al oro, plata
y piedras de valor; quien por el contrario predica un Evan­
gelio más o menos desnaturalizado, mezclado y desvirtuado
con enseñanzas baladíes, si bien no sustancialmente viciado,
construye con materiales deleznables, impropios del edificio
que se ha de levantar y comparables a la madera, heno y
paja.
13 £/ día por antonomasia es el juicio universal.
El EuEgo escatológico. Dos veces en este vers. se men­
ciona el fuego; en cuya interpretación reina gran diversidad
de opiniones. Dejando otras inadmisibles, unos entienden el
fuego, en sentido propio, del fuego de la conflagración que
acompañará el juicio universal; otros, en sentido metafórico,
del mismo juicio expresado bajo la imagen del fuego; otros,
ni
§ 82 1.a A LOS CORINTIOS 3, 10-15

con San Roberto Eellarmino, lo entienden en sentido propio


en el primer caso, y en sentido metafórico en el segundo.
Esta última interpretación, bien entendida, parece preferible
En la primera frase: por cuanto el día cit juego se ha de
revelar, juego es la misma conflagración; en la segunda: el
juego mismo lo aquilatará, el juego se presenta, como dice
Santo Tomás, «como instrumento de la divina justicia» ;
que, si no es formalmente el mismo juicio, es su manifesta­
ción y ejecución: respetando los edificios de oro, plata y pie­
dras preciosas, y abrasando los de madera, heno y paja. Esta
diferencia de matices en una misma palabra en el mismo con­
texto es habitual y muy característica en San Pablo.
15. Como a través del juego: aquí juego es el fuego ordi­
nario, tomado en sentido propio, como término de una com­
lia ración.
El Purgatorio. Ni en la tercera mención del fuego, ni en
las dos precedentes, la voz juego significa directamente el
fuego del Purgatorio. Sin embargo, de todo este pasaje toman
los teólogos católicos, y con razón, un argumento con que
demuestran la existencia del Purgatorio. La duda sólo puede
estar en si el texto del Apóstol contiene la afirmación del
Purgatorio sólo virtualiter o más bien jormaliter implicite.
Esta segunda hipótesis es preferible. Al afirmar el Apóstol
el castigo, temporal a la vez y escatológico, de pecados leves
no perdonados previamente, supone un principio o ley gene­
ral : que todo pecado leve no perdonado es castigado tempo­
ralmente después de esta vida. Y no dice otra cosa el dogma
católico sobre la existencia del Purgatorio. Según esto, el
castigo extraordinario de que habla San Pablo no es en reali­
dad sino un sustituto del Purgatorio, que supone la muerte
previa y cesa con el juicio universal. Más aún, la triple men­
ción del fuego, que hace el Apóstol, es, por lo menos, un indi­
cio vehementísimo de que el Purgatorio es una purificación
por medio del fuego.

iU
§ 83-84 i." A LOS CORINTIOS 3, 16-17; 3,18-23

83. Los destructores del templo de Dios. 3, 16-j7.


10 ¿No sabéis qite sois templo de Dios.
y el Espíritu de Dios habita en vosotros?
17 Si alguno destruye el templo de Dios,
Dios lo destruirá a él;
porque santo es el templo de Dios,
que sois vosotros.

16. La Iglesia, templo de Dios. A la imagen más inde­


terminada de edificio de Dios sucede la más concreta de
templo de Dios; que se ha de entender, como la de edificio,
del cuerpo social de la Iglesia; si bien, por extensión, puede
aplicarse a cada uno de los fieles.
Templo del Espíritu Santo. La razón de ser la Iglesia
templo de Dios es, como indica el Apóstol, el que el Espíritu
de Dios habita en vosotros: argumento manifiesto de la divi­
nidad del Espíritu Santo.
17. Destructores del templo de Dios. A los incautos
constructores del edificio evangélico, de que acaba de hablar,
opone aquí San Pablo los criminales destructores del templo
de Dios; cuyo castigo será, que Dios los destruirá a ellos.
No pasarán simplemente como a través del fuego, sino que
serán pasto de las llamas infernales. Y todo pecado grave es
destrucción del templo de Dios en sí mismo; y todo escándalo
grave es destrucción del templo de Dios en los otros.

84. Sabiduría mundana y parcialidades injusti­
ficadas. 3, 18-23.
18 Nadie a sí mismo se engañe.
Si alguno entre vosotros piensa ser sabio en este mundo,
hágase necio para que se haga sabio.
39 Porque la sabiduría de este mundo necedad es para Dios'.
Que escrito está (Jb. 5, 13):
Prende a los sabios en su propia astucia.
20 Y otra ves (Sal. 93, ri):
El Señor conoce los pensamientos de los sabios
cuán vanos son.
H3
§ 84-85 i.“ A LOS CORINTIOS 4> I-5

21 Así que nadie ponga su gloria en hombres,


pues todas las cosas vuestras son:
22 ya sea Pablo, ya Apolo, ya Cejas,
ya sea el mundo, ya la vida, ya la muerte,
ya las cosas presentes, ya las venideras;
todo es vuestro;
23 mas vosotros de Cristo,
y Cristo, de Dios.

19. Sabiduría mundana. La sabiduría de este mundo,


descalificada aquí por San Pablo como necedad a los ojos de
Dios, es la que Santiago (3, 15) apellida terrena, animal, en­
demoniada, contraria a la sabiduría celeste, espiritual y divina.
Prende a los sabios en su propia astucia. ¡ Cuántas veces
en la historia antigua y moderna, se repite el hecho que los
impíos han caído prendidos en los mismos lazos que su astu­
cia había tendido contra la Iglesia de Jesu-Cristo!
21-23. Subordinación jerárquica. Los Corintios de­
cían: Yo soy de Pablo... Pablo replica: no sois vosotros de
Pablo, antes bien Pablo y los demás ministros evangélicos
son vuestros. Q'ue no es la Iglesia para los ministros, sino
éstos para la Iglesia. Y aun todas las cosas creadas, añade,
son vuestras; dado que todas las ordena Dios para vuestro
bien. En esta cuenta no entra Cristo. No puede decirse que
Cristo es vuestro, en el mismo sentido en que se dice que
Pablo es vuestro. En cambio, si no habéis de decir que vos­
otros sois de Pablo, sí habéis de decir que vosotros (sois)
de Cristo. Y Cristo [es] de Dios* Si se puede decir de Cristo
en cuanto Dios que es de Dios, por cuanto procede del Padre,
parece, con todo, que San Pablo habla aquí de Cristo en
cuanto hombre, que, como tal, depende de Dios y está subor­
dinado a Dios.

85. Ministros de Cristo. 4. 1-5.


1 Así nos considere todo hombre
como servidores de Cristo
y administradores de los misterios de Dios.
2 En tal supuesto, lo que, en resumidas cuentas,
114
§ 85-86 i? A l.OS CORINTIOS 4, 6-7

buscáis en los administradores


es que a uno se le halle fiel.
3 Aunque a mí lo que menos me importa
es el ser juzgado por vosotros
o por algún tribunal humano.
Pero tampoco yo mismo ine juzgo;
4 porque aun cuando de nada tenga conciencia,
mas no por esto quedo justificado,
sino que quien me juzga es el Señor.
5 Asi que no os hagáis antes de tiempo jueces de nada,
hasta que venga el Señor,
el cual si sacará a luz los secretos de las tinieblas
y pondrá al descubierto los designios de los corazones,
y entonces le vendrá a cada uno la alabanza
de parte de Dios.

4, 2. Misterios de Dios. Los Misterios de Dios son las


enseñanzas e instituciones que integran la economía de la
redención, confiadas por Dios a la fiel administración de los
Apóstoles; o, lo que es lo mismo, es el depósito de la revela­
ción divina bajo todos sus aspectos, asi doctrinal como prác­
tico.
3-5. El juicio del Señor. Enseña San Pablo, con su
ejemplo no menos que con su humilde declaración, el poco
caso que debe hacerse del juicio de los hombres, tantas veces
parcial y desacertado, cuando no temerario e injusto. Lo que
a todos debe interesar es el juicio de Cristo; verídico a la vez
y benévolo, único que puede asegurar la conciencia, y del
cual depende la suerte eterna del hombre. No es el hombre
juez de sí mismo y menos de los demás: el juez único y
universal de la conciencia humana es sólo Jesu-Cristo.

86. Sin figuras. 4, 6-7.


Estas cosas, hermanos, las he trasladado figuradamente
a nú y a Apolo a causa de vosotros,
para que en nosotros aprendáis aquello de
No traspasar los límites de lo que está escrito,
a fin de que no os infléis
uno a favor de uno contra el otro.
US
§ 86-8; 1.a A LOS CORINTIOS 4, 8-i6

7 Pues ¿quién reconoce en ti ventaja


que te distinga de los demás?
¿Y qué tienes que no hayas recibido?
J7 si es así que lo recibiste,
¿a qué gloriarte, cual si no lo hubieras recibido?

6. No traspasar los límites...: probablemente expresión


proverbial, con que San Pablo recomienda la moderación en
los sentimientos de la propia estimación.
~. Triple humildad. /XI satirizar la tonta vanidad en
pavonearse de glorias ajenas, acosa el Apóstol a los Corin­
tios con tres preguntas, que son tres frenazos de la sen­
satez y de la humildad. Con la primera advierte que muchas
veces los otros no reconocen en nosotros las ventajas que
nosotros mismos nos arrogamos. Con la segunda nos enseña
que cuanto bien hay en nosotros es recibido o advenedizo, y
por tanto ajeno. Es la humildad de conocimiento. Con la
tercera pone de relieve la inconsecuencia del que se gloria
en lo ajeno, cual si fuera propio. Es la humildad de senti­
miento.
Humildad rKspecto de la gracia. Aunque no se habla
precisamente de la gracia de Dios, claro está que a ella se
aplican, y con mayor razón todavia, los principios de humil­
dad recomendados por el Apóstol. De la gracia de Dios, más
que de otra cosa, debe decirse que nada tenemos que no
havamos recibido misericordiosamente, sin merecimiento al­
guno de nuestra parte, como no se trate de merecimientos
derivados y dependientes de la misma gracia. Por la gracia
de Dios soy eso que soy. dirá después el mismo Pablo
(15, 10).

87. Ironías y contrastes. 4, 8-16.


8 ya estáis hartos, ya os enriquecisteis:
sin nosotros llegasteis a reinar...
¡y ojalá que reinaseis,
para que también nosotros reinásemos con vosotros!
9 Porque pienso que Dios a nosotros los apóstoles
nos exhibió como los últimos,
116
§ 8;__________ i/ A LOS CORINTIOS 4, 8-16

cual condenados a muerte,


pues fuimos puestos como espectáculo al mundo.
tanto a los ángeles como a los hombres.
10 Nosotros, necios por causa de Cristo;
vosotros, sensatos en Cristo;
nosotros, débiles; vosotros fuertes;
vosotros en gloria; nosotros, sin honor.
11 Hasta la hora presente pasamos hambre y sed,
y andamos desnudos, y somos abofeteados,
y en ninguna parte hallamos seguridad;
v nos fatigamos trabajando con nuestras manos.
Ultrajados, respondemos con bendiciones;
perseguidos, aguantamos;
13 difamados, rogamos;
como basuras del mundo hemos venido a ser,
desperdicio de todos hasta ahora.
14 No os escribo esto para sonrojaros,
sino que como a hijos míos queridos os amonesto.
15 Pues aun cuando diez mil pedagogos tuvierais en Cristo,
no, empero, muchos padres;
porque en Cristo Jesús,
por medio del Evangelio, yo os engendré.
16 Os lo suplico, pues; sed imitadores míos.

8-16. Sentimientos del Apóstol. En este maravilloso


pasaje la pluma de Pablo registra fielmente el vaivén de sen­
timientos que, mientras escribe, van levantándose en su cora­
zón. Comienza echando en cara irónicamente a los infatuados
Corintios la vanidad con que se creen hartos y ricos y hechos
ya unos reyes. Esos imaginarios reyes, hartos y ricos, le su­
gieren por vía de contraste, la situación real de los Apóstoles,
semejantes a reos de muerte, cuyo ignominioso suplicio va a
ser el espectáculo del universo entero (vv. 8-9). Sigue un
segundo contraste, no menos irónico, entre la presunción de
sabiduría, de fuerza y de gloria de que blasonan los Corin­
tios y la abyección de los Apóstoles, que ante el mundo apa­
recen como necios, débiles y sin honor (v. 10). Ni todo queda
en simple deshonor. E11 un cuadro realista presenta San Pa­
blo a los Apóstoles hambrientos y sedientos, desnudos y abo­
feteados .inseguros en todas partes, trabajando con sus ma-
117
§ 8;-S8 i? A LOS CORINTIOS 4, 17-21

nos (vv. 11-12). Y sobre este fondo de penalidades resalta


un nuevo contraste, ya sin ironía, de subidísimo valor moral,
en que los Apóstoles realizan en su vida el ideal de las Biena­
venturanzas evangélicas. Al fin sobre este vaivén de senti­
mientos flota el amor entrañable del Apóstol, que no quiere
sonrojar a los Corintios, sino amonestarles como a hijos que­
ridos.
15-16. Paternidad espiritual. Es digna de considera­
ción la propiedad con que San Pablo se considera padre de
los Corintios. Distinguiéndose de los diez mil pedagogos
que pudieran ellos tener, afirma que él es su padre y ellos
sus hijos, por cuanto, dice, en Cristo Jesús por medio del
Evangelio os engendré. Habla de una generación espiritual
que justifica la denominación de padre. Los dos rasgos carac­
terísticos de la generación son: que es de la propia sustancia
y vida y que tiende a producir un fruto semejante. Y estos
dos rasgos se verifican en la espiritual generación de Pablo.
Por una parte, el Apóstol podía decir a los Corintios no me­
nos que a los Tesalonicenses: Prendados de vosotros nos
complacíamos en entregaros no sólo el Evangelio de Dios
sino también nuestras propias almas y vidas. (1 Tes. 2, 8). Al
comunicarles el Evangelio, Pablo transfundía en ellos su pro­
pia vida. Por otra parte, deseaba que sus hijos fuesen seme­
jantes al padre. Por esto concluye: Os lo suplico, pues, sed
imitadores míos. Esta paternidad apostólica sirve para ilus­
trar la espiritual maternidad de María respecto de los hom­
bres.

88. Medios prácticos. 4, 17-21.


17 Por esto mismo os envié a Timoteo,
que es mi hijo querido y fiel en el Señor,
el cual os recordará mis normas de conducta
que sigo en Cristo Jesús,
según qne enseño dondequiera en toda Iglesia.
1S Como si no hubiera yo de ir a vosotros,
se inflaron algunos.
19 Pues iré presto a vosotros, si el Señor quisiere;
y conoceré no la palabrería de esos inflados,
sino la eficiencia;
118
§ 88-8q____ i " A LOS CORINTIOS____________ 5, 1-8

que 110 está en la palabrería el reino de Dios,


sino en la eficiencia
¿{Qué queréis? ¿Que vaya yo a vosotros con vara,
o bien con amor y espíritu de mansedumbre?

17. Tradición oral. San Pablo se remite aquí, como


otras muchas veces, a la enseñanza oral dada precedente­
mente, dada además uniformemente a todas las Iglesias por
él evangelizadas. Existía, por tanto, universalmente en las
Iglesias una tradición apostólica, y a esta previa enseñanza
oral se remite la enseñanza escrita. La oral era básica, la es­
crita complementaria; la oral era completa sustancialmente,
la escrita parcial o fragmentaria; la oral era ordinaria, la
escrita más o menos ocasional.
20. Obras, no palabras. Reproduce el Apóstol aquella
severa sentencia del divino Maestro:
No todo el que me dice: «Señor, Señor»,
entrará en el reino de los cielos; [cielos,
mas el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los
éste entrará en el reino de los cielos (Mt. 7, 21).
Esta advertencia era más necesaria a los Corintios, que
tanto se pagaban del arte de la palabra.

II. Segundo abuso: L’n escándalo tolerado

89. Excomunión del escandaloso. 5, 1-8.


1 Resueltamente se oye decir
que hay en vosotros fornicación,
y tal fornicación, cual ni siquiera entre gentiles,
hasta el punto de tener uno la mujer de sn padre.
2 ¿ Y vosotros andáis inflados,
y uo más bien os pusisteis de luto,
para que sea quitado de eu medio de vosotros
quien tal acción •cometió?
3 Pues yo, por mi parte, ausente con el cuerpo,
119

jo
§ 89 i.“ A LOS CORINTIOS 5, 1-8

mas presente con el espíritu,


ya he resuelto, como si presente me hallase,
al que así tal obró,
4 en el nombre del Señor nuestro Jcsu-Cristo,
— congregados vosotros y mi espíritu,—
con el poder del Señor nuestro Jesús,
5 entregar a ese tal a Satanás
para perdición de la carne,
a fin de que el espíritu sea salvo
en el día del Señor Jesús.
G No es tan bueno eso de que blasonáis.
¿No sabéis que poca levadura fermenta toda la masa?
7 Expurgad la vieja levadura,
para que seáis una masa nueva,
así como sois ázimos.
Pues nuestro Cordero Pascual, Cristo, fue inmolado.
8 Así que hagamos fiesta,
no con levadura vieja,
ni con levadura de malicia y perversidad,
sino con ázimos de pureza y de verdad.

5. 1-2. Santa intolerancia. Escándalos hubo en los días


del Apóstol, y escándalos hay en nuestros días. Lo había
anunciado el Divino Maestro: Porque fuerza es que vengan
los escándalos (Mt. 18, 7). Malo es el escándalo; pero peor
es, y más indignaba a San Pablo, la indiferencia con que los
Corintios miraban el escándalo de uno solo. ¿Qué diría hoy
el Apóstol al ver la apatía con que muchos cristianos pre­
sencian tantos y tan horrendos escándalos?
3-5. Excomunión apostólica y eclesiástica. Se repro­
duce en la versión el orden de los incisos, cual se halla en el
original, a pesar de su desaliño y consiguiente oscuridad. Asi
lia parecido, para no prejuzgar con el cambio de orden la
interpretación, y para que se tenga una muestra del estilo
agitado y tormentoso de San Pablo. La principal dificultad
de la interpretación está en los dos incisos en el nombre del
Señor y con el poder del Señor, que unos juntan, en todo o
en parte, con congregados, otros con entregar. Para preparar
la acertada solución, hay que notar las frecuentes repeticiones
120
$ 89 i? A LOS CORINTIOS 5, i-S

que tanto recargan este pasaje. Tres veces reproduce el mis­


mo pensamiento con las expresiones equivalentes presente con
el espíritu, como si presente me hallase, congregados vosotros
V mi espíritu. También la frase al que así tal obró es una com­
binación recargada de las dos frases simples al que así obró y
al que tal obró. Bien pueden, por tanto, las dos frases en el
nombre... y con el poder.... como repeticiones de un mismo
pensamiento o de pensamientos afines, aplicarse a un mismo
verbo, que, evidentemente, no es congregados, sino entregar, o
más bien he resuelto... entregar. Esto con más razón, cuanto
que las dos frases tienen sentido bastante diferente. En el nom­
bre... significa autoridad: tal cual aun hoy la posee la jerarquía
eclesiástica; con el poder, en cambio, significa potencia fisica,
que es aquí la potestad carismática de entregar el culpado a
Satanás, para que, en castigo de su delito, le atormente. Más
claramente, pues, si bien enervando el vigor de la frase, todo
el pasaje podría construirse de este modo: «Pues yo por mi
parte, ausente con el cuerpo, más presente con el espíritu,
como si presente me hallase, congregados vosotros y mi es­
píritu, he resuelto, en el nombre del Señor nuestro Jesús,
con el poder del Señor nuestro Jesús, entregar al que así tal
obró a Satanás...» De todos modos hay que notar: i) que
la pena de que habla San Pablo es algo más grave que la
simple excomunión: es la excomunión con el agravante de
entregar al incestuoso en manos de Satanás; 2) que seme­
jante sentencia San Pablo no la habia ejecutado o fulmina­
do definitivamente, sino sólo habia resuelto fulminarla, caso
de que los mismos Corintios no excomulgasen al reo; 3) que
la pena, al fin medicinal, iba ordenada a la salud eterna del
pecador. De todo este pasaje se colige la potestad que posee
la Iglesia Jerárquica de excomulgar a los que por sus deli­
tos se han hecho indignos de la comunión eclesiástica.
7. Sed i.o que sois. Parece inútil el consejo, que da el
Apóstol a los Corintios, de que sean una masa nueva, si ya
son asimos. Es que lo son en un sentido, y en otro deben
serlo. Es lo que con frase feliz expresaba un escritor medie­
val: Estotc quod estis, Sed lo que sois. En lenguaje teoló­
gico podría decirse que lo que ya eran por la gracia santifi­
cante, lo fuesen por la vida inmaculada o por las buenas obras.
121
§ 89-90 i? A LOS CORINTIOS 5, 9-*3

Preceptos o consejos de semejante tendencia se hallan


otras veces en San Pablo.
7-8. Pascua cristiana. De este pasaje coligen fundada­
mente los críticos que esta carta debió de escribirse poco an­
tes de la Pascua, que ya entonces se celebraba cristianamente
y en que se conmemoraba la inmolación de nuestro Cordero
pascual, Cristo.
Sacrificio di' Cristo. Colígese también de las palabras
de San Pablo que la muerte de Cristo fué verdadero sacrifi­
cio, cuyo tipo o figura había sido la inmolación del Cordero
pascual.

90. Una mala inteligencia. 5, 9-13.


9 Os escribí en la carta
que no os mezclaseis con fornicarios:
111 no en absoluto con los fornicarios de este mundo,
o con los codiciosos y ladrones o idólatras,
pues entonces os veríais forzados a salir de este mundo.
31 Ahora, pues, lo que os escribí fué
que no os mezclaseis con quien, llamándose hermano,
fuese fornicario, o codicioso, o idólatra,
o ultrajador, o borracho, o ladrón:
con ese tal, ni comer.
12 Pites ¿qué me va a mí en juzgar a los de fuera?
¿Acaso no es a los de dentro a los que vosotros juzgáis?
A los de fuera ya Dios los juzgará.
Expeled al malvado de cutre vosotros.

13. Sacad o excluid al malvado: conclusión de todo lo


dicho: que los Corintios excomulguen al incestuoso. Más
se\ero se muestra el Apóstol con los pecados de los cristia­
nos que con los crímenes de los gentiles.
§ 9i i." A LOS CORINTIOS 6. i-S

III. Tercer abuso: Pleitos cristianos en tribunales


paganos

91. Procesos escandalosos. 6, 1-8.


1 ¿Se atreve alguno de vosotros,
si tiene pleito con el otro,
a demandar justicia ante los injustos
y 110 ante los santos?
- ¿O no sabéis que los santos juagarán al mundo?
Y si por vosotros va a ser juagado el mundo.
¿seréis indignos de sentaros cu tribunales ínfimos?
3 ¿No sabéis que a los ángeles juzgaremos?
¡Pues no los asuntos cotidianos!
’ Si tuviereis, pues, tribunales para asuntos cotidianos,
a los que nada representan cu la Iglesia,
a ésos poned por jueces.
5 Para sonrojo vuestro os lo digo.
¿Conque no hay entre vosotros nuu siquiera sabio,
capaz de mediar como árbitro cutre sus hermanos?
6 ¡Sino que hermano con hermano litiga,
v eso ante infieles!
" Ya por cierto, pues,
es de todo punto mengua para vosotros
el que enire vosotros tengáis pleitos.
¿Por qué no os dejáis más bien atropellar?
¿Por qué no os dejáis más bien despojar?
8 Antes vosotros sois los que atropelláis y despojáis;
y eso a hermanos.

6, I. Injustos: nombre dado a los gentiles o infieles para


poner de relieve el absurdo de pedir justicia a los injustos.
2-3. Asesores de Cristo juEz. Los santos juzgarán el
mundo... o los ángeles: juez con autoridad propia, suprema
y definitiva lo será Cristo exclusivamente, ante cuyo tribu­
nal se han de presentar todos, hombres y ángeles. No obs­
tante, Cristo, como cabeza de los santos, así como habrá aso­
ciado a todos sus miembros a su muerte, a su vida, a su di­
123
S 91-92 i.« A LOS CORINTIOS 6. 9-11

vina filiación, a sn sacerdocio y realeza, así también los aso­


ciará a su potestad judicial. No todos los santos, empero,
participarán igualmente de esta potestad: los Apóstoles se­
rán asesores privilegiados de Cristo juez.
4. Jueces árbitros. A ios que nada representan en la
Iglesia... poned por jueces: antes que llevar vuestros plei­
tos a tribunales infieles, tomad como jueces a los últimos de
los fieles. La frase es irónica: con ella quiere decir el Após­
tol que busquen entre los fieles jueces árbitros de sus litigios,
como a continuación indica. Otros, contra el contexto, tra­
ducen el original i<a?í¿c~c (sentad, constituid) como si fue­
ra indicativo interrogativo: y por los que nada representan
en la Iglesia entienden a los infieles.
7. Cesión de los propios derechos. ¿Por qué no os
dciáis más bien atropellar y despojar? Con palabras diferen­
tes inculca el Apóstol a los Corintios la cesión de los propios
derechos en aras de la caridad, cual la había aconsejado el
divino Maestro en el Sermón de la montaña con expresiones
más gráficas y realistas (Mt. 5, 38-42; Le. 6, 29-30).

92. Castigo de los injustos. 6, 9-11.


9 ¿O no sabéis que los injustos
no heredarán el reino de Dios?
No os forjéis ilusiones.
Ni fornicarios, ni idólatras.
ni adúlteros, ni afeminados, ni sodomitas,
ni ladrones, ni codiciosos, ni borrachos,
ni ultrajadores, ni salteadores
heredarán el reino de Dios.
” I' eso erais algunos:
pero fuisteis lavados,
pero fuisteis santificados,
pero fuisteis justificados
en el nombre de nuestro Señor Jesu-Cristo
y en el Espíritu de nuestro Dios.

ii. La gracia de i.a redención. Los seis incisos de que


consta este versículo sintetizan el misterio de la redención.
124
§ 92-93 i." A LOS CORINTIOS 6, 12-20

El primero, eso erais algunos, indica el estado previo de


esclavitud al pecado. Los tres siguientes declaran la gracia
de la redención bajo los tres aspectos de limpieza, santifi­
cación y justificación. Lavados: por el Bautismo: santifica­
dos: con la gracia interna, que hace al hombre digno de alle­
garse a Dios y le consagra a su servicio; justificados: con
justicia real, que borra los pecados. Estas tres expresiones
'-olí una condenación de la justicia meramente imputada y
forense de los protestantes.
Los dos últimos incisos señalan los agentes de la gracia:
Jesu-C'risto y el Espíritu Santo. En el nombro: por la acción
moral, y en particular por los merecimientos de Jesu-Cristo.
En el Espirita: por la acción fisica del Espíritu Santo, Tal
es la doctrina del Concilio Tridentino (Denz. 799-800): fide­
lísima interpretación del pensamiento de San Pablo.

93. La pureza cristiana. 6. 12-20.


1J —«.Todo me es licito...»
— Pero no todo es conveniente.
— «Todo me es licito...»
— Pero yo por nada me dejare dominar.
1" — «Los manjares para el vientre.
y el vientre para los manjares...»
— Pero Dios a este y a aquéllos los e.i'terminará.
«E el cuerpo»... no «para la fornicación»,
sino para el Señor,
y el Señor, «para el cuerpo»1.
11 }' Dios, como resucitó al Señor,
también a nosotros nos resucitará con su poder.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
/Tomando, pues, los miembros de Cristo.
los vov a hacer miembros de una ramera? ;Eso no!
,G /O no sabéis que quien se ayunta a la ramera
es un cuerpo con ella?
Porque serán, dice, los dos una carne. (Gén. 2, 24).
’’ Mas quien se adhiere al Señor, un Espíritu es con él.
1S Huid la fornicación.
Todo otro pecado que hiciere un hombre,
fuera del cuerpo queda:
125
93 i.« A LOS CORINTIOS 6, 12-20

mas quien fornica,


contra el propio cuerpo peca.
n' ¿O no sabéis que vuestro cuerpo
es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros,
el cual tenéis recibido de Dios,
y no sois vuestros?
20 Porque comprados fuisteis a costa de precio;
pues glorificad a Dios en vuestro cuerpo.

12-13. Hay aquí un dialogismo, en que San Pablo replica


a ciertos dichos de algunos Corintios despreocupados, que
miraban la fornicación como cosa indiferente. La frase los
manjares para el cuerpo... es el primer miembro de una
comparación, cuyo segundo miembro calla el Apóstol por
delicadeza o por indignación, pero que se trasluce en la ré­
plica vehemente: «Y el cuerpo no para la fornicación...'»
14-19. Pureza cristiana. Este pasaje es una apremiante
recomendación de la pureza. Cinco motivos principales pro­
pone San Pablo: 1) nuestra futura resurrección, que ha de
espiritualizar nuestra carne; 2) el ser nosotros miembros del
cuerpo místico de Cristo; 3) el respeto debido a nuestros
propios cuerpos; 4) el ser nuestros cuerpos templos del Es­
píritu Santo; 5) el ser nosotros propiedad de Cristo, que nos
compró con su sangre. La impureza, por el contrario, es un
materialismo grosero, un sacrilegio que deshonra los miem­
bros de Cristo, una degradación del propio cuerpo, una pro­
fanación que viola el templo del Espíritu Santo, una injusti­
cia que desconoce los derechos de Cristo sobre nosotros.
17. Quien se adhiere al Señor, un Espíritu es con él.
Esta unidad de Espíritu con el Señor es la sustancia y la
profunda realidad del Cuerpo místico de Cristo.
18. Huid la fornicación. Huyendo, 110 afrontándolas teme­
rariamente, se vencen las tentaciones impuras.
Todo otro pecado fuera del cuerpo queda; mas quien for­
nica, contra el propio cuerpo peca. En los demás pecados la
intervención del cuerpo es accidental o puramente material;
en la fornicación es esencial o formal. Tiene el cuerpo sus
derechos, conformes con su destinación providencial: estos
126
§ 93-94 i.:l A I.OS CORINTIOS 7, i-7

sagrados derechos son conculcados por la fornicación y más


aún por otros pecados impuros.

SEGUNDA PARTE:

CONSULTA DE LOS CORINTIOS

I. Primera consulta : Matrimonio y con'i inEncia

94. Relaciones conyugales. 7, 1-7.


1 Acerca de las cosas que escribisteis,
bien le está al hombre no tocar mujer;
2 con todo, por razón de las fornicaciones,
cada uno conserve su propria mujer,
y cada una conserve su propio marido.
3 El marido a la mujer págitele lo que le es debido,
e igualmente también la mujer al marido.
4 La mujer no es dueña de su propio cuerpo,
sino el marido;
asimismo tampoco el marido es dueño de su propio cuerpo,
sino la mujer.
5 No os defraudéis el uno al otro,
a no ser de común acuerdo por un tiempo,
con el fin de vacar a la oración,
y luego tornar a juntaros,
no sea que os tiente Satanás
a causa de vuestra incontinencia.
6 Esto, empero, lo digo por condescendencia,
no por vía de precepto.
7 Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo;
mas cada cual tiene de Dios su propio don:
quién de una manera, quién de otra.
7, 2. Por razón de las fornicaciones: esto es, para evitar
el peligro de incontinencia. Con esto enseña el Apóstol que
el trato conyugal ha sido ordenado por Dios secundariamente
127
i.!l A LOS CORINTIOS 7,8-11; 7, 12-24

como sedante normal y legítimo de la concupiscencia. Pero


buscar fuera del matrimonio la satisfacción de la concupis­
cencia, y más aún buscarla contraviniendo su lev fundamental,
es trastornar y frustrar el orden sapientísimo y santísimo im­
puesto a la naturaleza por Dios Creador.

95. Matrimonio menos perfecto, pero indiso*


luble. 7, 8-11.
8 Y digo o los solteros y a los viudas:
bien les está, si se quedan lo misino que yo:
0 pero si no pueden guardar continencia, cásense,
qnc mejor es casarse que abrasarse.
Mas o los ya casados ordeno,
no yo sino el Señor.
que la mujer no se separe del marido.
11 —y caso que llegare a separarse.
que no piense en otro •casamiento.
o qim haga las paces con sn marido —.
j1 el marido no despida a la mujer.

8. ó'í se quedan...: esto es, respectivamente, en la soltería


o viudez. I.o mismo que yo: esta categórica afirmación des­
vanece las fantasías de algunos sobre el matrimonio de San
Pablo.
to-i t. Ixuisoi.vmijDAn del M VTRi.MOXio. Dos cosas de­
clara el Apóstol: 1) «pie el matrimonio es absolutamente indi­
soluble, con la sola excepción del llamarlo privilegio Paulino,
qnc a continuación se enuncia: 2) (pie esta indisolubilidad es
de derecho divino. En la hipótesis, no admisible, de que las
palabras del divino Maestro olrecícrau alguna dificultad
í.Mt. 5, 31-32: 19, 9; Me. 10, 11-12: Le. 16, 8). quedaría
ésta zanjada por la declaración auténtica de! Apóstol.

96. Piivilegio paulino. 7, 12-24.


K: Pero a los demás digo yo. no el Señor:
Si algún hermano está casado con mujer no cristiana.
v illa se contenta de vivir con él.
110 la despida;
96 i.1' \ LOS CORINTIOS 7, 12-24

v la mujer, si está casada con marido no cristiano,


v él se contenta de vivir con ella,
no despida al marido.
14 Pues santificado queda el marido no cristiano en la mujer.
V santificada queda la mujer no cristiana en el hermano:
pues entonces vuestros hijos fueron inmundos,
mientras que ahora son santos.
15 Mas si el no cristiano se separa, que se separe;
no está esclavizado el hermano o la hermana
en tales circunstancias;
antes a vivir en paz nos ha llamado Dios.
Pites ¿qué sabes, mujer, si salvarás al marido:’
¿O qué sabes, marido, si salvarás a la mujer?
17 Sólo que según que a cada uno repartió el Señor,
según que a cada uno llamó Dios, así proceda.
L así lo ordeno en todas las Iglesias.
¿Pué uno llamado estando circuncidado?
No disimule su circuncisión.
¿Ha sido uno llamado siendo incircunciso?
No se circuncide.
1:1 La circuncisión nada es, y la iiicircuiicisiéu nada es,
sino la guarda de los preceptos de Dios.
Cada cual, en la vocación en que fue llamado,
en ésta permanezca.
21 ¿I'uiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado;
antes bien, aun cuando puedas obtener la libertad,
más bien aprovéchate.
Porque el que fué llamado en el Señor siendo esclavo,
liberto es del Señor;
asimismo, el que fué llamado siendo libre.
esclavo es de Cristo.
23 A precio fuisteis comprados:
no os hagáis esclavos de hombres.
2-1 Cada cual en el estado en que fué llamado, hermanos.
en éste permanezca ante Dios.

12. Ordenación apostólica. Digo yo, no el Señor: Lo


que a continuación ordena no es ordenación inmediatamente
divina, como lo es la indisolubilidad del matrimonio, sino
ordenación apostólica. Nótese empero que, si la ordenación
T29
§ 96 i.“ A LOS CORINTIOS 7, 12-24

misma no emana de Dios, de Dios sin embargo se deriva la


autoridad con que los Apóstoles dieron semejantes ordena­
ciones.
14. Santificado: no ciertamente con la gracia santificante,
pero sí con cierta santidad extrínseca, legal o remota, que
comienza a sustraerle al imperio de Satanás y le va dispo­
niendo a la santidad verdadera, por cuanto le facilita de mu­
chas maneras el camino de la fe y el Bautismo. De seme­
jante manera, y con mayor razón, vuestros hijos... ahora son
santos. Hasta aquí la primera parte de la ordenación de San
Pablo, relativa a los matrimonios mixtos, previamente con­
traídos.
15-24. b'n estos vers. se contiene la segunda parte de las
prescripciones referentes a los matrimonios mixtos de fieles
con gentiles, esto es, el llamado privilegio Paulino. Consiste
éste en que, si el cónyuge infiel se separa, o no quiere coha­
bitar con el fiel pacíficamente sin contumelia del Creador
(Cod. Iur. Can. 1.120-1.121), el cónyuge fiel queda en liber­
tad para contraer segundas nupcias, con las cuales se disuelve
el vínculo del primer matrimonio (Can. 1.126).
16. A pesar de los términos algo ambiguos, el pensa­
miento de San Pablo es suficientemente claro. Quiere decir
<(ue los buenos deseos de salvar al cónyuge no son razón sufi­
ciente para querer continuar en el primer matrimonio sin
paz y con peligros.
17. Fuera del caso indicado, en todo lo demás desea el
Apóstol que los fieles no pretendan, con el Bautismo, cam­
biar el estado social en que antes de él se hallaban.
21. Más bien aprovéchate: esta expresión ha sido inter­
pretada en dos sentidos contrarios. Los antiguos y muchos
modernos creen que el sentido es: “aprovéchate del estado
de esclavitud para servir a Dios». Bastantes modernos creen
por el contrario que el sentido es: «Aprovéchate de la oca­
sión para recobrar la libertad». El texto y el contexto están
a favor de la interpretación tradicional.
23. Esclavos -oe Cristo. J precio fuisteis comprados:
con la sangre de Cristo. De Cristo, por tanto, sois todos es-
‘30
§ (X’-97 i." A LOS CORINTIOS 7- 25-38

clavos, cualquiera que sea vuestra posición social. Asi que


no os hagáis esclavos de hombres de tal manera que desco­
nozcáis u olvidéis el señorío supremo de Cristo sobre todos,
así esclavos como libres.

97. Excelencia de la virginidad sobre el matri­


monio. 7, 25-38.
-5 Acerca de las vírgenes 110 tengo precepto del Señor;
pero doy consejo,
como quien por misericordia del Señor
ha alcanzado la gracia de ser fiel.
2C' Entiendo, pues, ser esto bueno
a cansa de la urgente necesidad:
a saber, que es bueno al hombre el estarse así.
¿Estás ligado a mujer? No busques ser desligado.
¿Estás desligado de mujer? No busques mujer.
-s Pero si ya te hubieres casado, 110 pecaste;
y si se hubiere casado la doncella, no pecó;
tribulación, empero, en la carne tendrán estos tales;
mas yo os la ahorro.
29 Esto, pues, digo, hermanos: el tiempo es limitado.
Por lo demás, que aun los que tienen mujeres,
se hayan como si 110 las tuviesen;
30 y los que lloran, como si no llorasen;
y los que gozan, como si no gozasen;
y los qne compran, como si no poseyesen;
:3; y los que usan del mundo, como quien no abusa.
Porque pasa la representación de este mundo.
32 Y quiero que viváis sin preocupaciones.
El soltero se preocupa por las cosas del Señor:
cómo agradará al Señor.
33 Mas el casado se preocupa por las cosas del mundo:
cómo agradará a la mujer; y anda repartido.
3’1 También la mujer soltera y la virgen
se preocupa por las cosas del Señor:
cómo ser santa en el cuerpo y en el espíritu.
Mas la casada se preocupa por las cosas del mundo:
cómo agradará al marido.
}' esto dígalo por vuestro propio interés,
131
i.” A LOS CORINTIOS 7. 25-38

110 para armaros un lazo,


sitio mirando a lo que os cumple
V facilita el trato familiar con el Señor sin distraimiento.
3,! .1Í05 si alguno piensa ser mal visto
a causa de su hija doncella,
si pasa ya de la edad nubil,
V es preciso que asi se haga,
ejecute su designio; no peca: cásense.
:1" Mas el que se mantiene firme en su corazón,
no viéndose forzado,
antes es dueño de hacer su voluntad,
V esto ha resuelto en su corazón,
guardar su hija doncella, hará bien.
De suerte que el que casa su hija doncella, hace bien,
y el que no la casa, hará mejor.
25. Piel puede significar o bien «fiel mensajero del Evan­
gelio» como en 4, 2, o bien «digno de fe», como en 1 Tim. 1,
.
15.. El primer sentido parece aquí preferible.
26. Espinas del matrimonio. Urgente necesidad: con
esta expresión, que muchos han entendido equivocadamente,
se significan las apremiantes solicitudes y punzantes espinas,
anejas al matrimonio, que pueden impedir el libre servicio
de Dios, listarse así: significa permanecer en el estado de
virginidad.
29. Brevedad di’.i, 'iiempo. El tiempo es limitado: no
sólo el tiempo de la vida, que es lo que principalmente a lo
menos quiere significar el Apóstol, sino también la duración
misma de este mundo. Todo eso es pasajero v provisional: y
es necedad poner en ello el corazón.
Libertad del corazón. Como si no las tuviesen: no
quiere decir que se abstengan de la vida conyugal, sino que
conserven en ella la santa libertad del corazón. El parale­
lismo de esta frase con las correspondientes del vers. siguiente
exige esta interpretación.
31. La representación: es el aspecto externo, la configu­
ración , y como el escenario de este mundo, que, entre con­
tinuos vaivenes y mudanzas, pasa precipitadamente delante
de nuestros ojos, a manera de una película cinematográfica.
132
§ 97-98 i/’ A LOS CORINTIOS 7> 39-4Q

34. Pureza y santidad. Santa en el cuerpo: la pureza


es la santidad del cuerpo. Es digna de atención esta expre­
sión, por cuanto muestra que, en la mente de San Pablo, la
carne no es sustancialmente mala o pecaminosa, como ima­
ginaron los gnósticos v maniqueos, antes puede positivamente
ser santificada, señaladamente por la virginidad.
37. Aunque la elección o determinación de casar o no
casar a la doncella parece dejarse en manos del padre o
tutor, se presume justamente (pie nada se hará no sólo sin
el libre consentimiento, sino aun contra la inclinación de la
misma interesada. Habla San Pablo con padres o tutores cris­
tianos, que no querrán, por satisfacer caprichos despóticos,
labrar la desventura de sus hijas.
38. Excelencia de la virginidad. El pensamiento de
San Pablo es bien claro: bueno es el matrimonio, pero mejor
es 'a virginidad. Todos los sofismas de los protestantes para
oscurecer esta claridad no tienen otro efecto que convertir
la virginidad en una nota de la verdadera Iglesia de Cristo.
Y como sólo la Iglesia Católica es la que constantemente ha
dado a la virginidad todo el honor que le tributa la Escritura
divina, la consecuencia que de ahi se desprende no es menos
clara que la doctrina de San Pablo sobre la virginidad.

98. Viudez y segundas nupcias. 7, 39-40.


39 La. mujer está sujeta al vínculo
todo el tiempo que viva su marido:
mas si el marido muriere,
queda libre para casarse con quien quiera,
sólo que sea en el Señor.
40 Será, con todo, más dichosa,
si permaneciere así, siguiendo mi consejo.
Que también yo pienso tener Espíritu de Dios.

39. Segundas nupcias. Después de inculcar la indisolu­


bilidad del vínculo conyugal, admite San Pablo la legitimidad
de las segundas nupcias.
Contra los matrimonios mixtos. La expresión en el
Señor significa que la viuda, si quiere casarse de nuevo, debe
133
§98-99 i? A LOS CORINTIOS 8, 1-3

necesariamente tomar por esposo un cristiano v no un infiel


No era partidario San Pablo de los matrimonios mixtos.
40. Ventajas de i.a viudez. San Pablo ni manda ni
propiamente aconseja la viudez: se contenta con insinuar las
ventajas de la continencia vidual, que son proporcionalmente
las mismas de la continencia virginal, que antes ha encare­
cido. Y para prevenir el posible reparo de que esa preferencia
dada a la continencia general pudiera provenir de algún cri­
terio puramente humano, advierte el Apóstol que a ello le
mueve el Espíritu de Dios.

JL Segunda consulta: Uso de las carnes inmoladas


A LOS ÍDOLOS

99. Introducción digresiva: Ciencia y caridad.


8, i-3-
1 Acerca de las víctimas sacrificadas a las ídolos
sabemos... ¡Sí que todos tenemos ciencia1
La ciencia infla, más la caridad cría robustez.
2 Si alguno se figura saber algo,
todavía no ha sabido como conviene saber.
:! Pías si uno ama a Dios, éste es conocido por él.

8, 1. Ciencia que ini'la. Sabemos...; aquí se corta brus­


camente la frase, que se reanuda en el vers. 4. Lo que signe:
¡Sí que todos tenemos ciencia!, es una fina ironía contra la
presunción de ciencia, de que adolecían 110 pocos Corintios,
ciencia que aplicaban mal en el uso de las carnes inmoladas
a los ídolos. La irónica censura del Apóstol no recae <obre
toda ciencia, ni siquiera sobre la ciencia profana, sino sobre
la talsa ciencia, es decir, la que es deficiente, acompañada de
presunción y aplicada torcidamente.
La caridad en el cuerpo místico de Cristo. La ex­
presión cría robustez es una perífrasis de la palabra original
edifica. El verbo edificar o el sustantivo edificación, pertene­
cientes n la arquitectura, aplícalos metafóricamente a la bio­
logía o a la formación y desarrollo vital del cuerpo nóstico
§ 99->oo 1.a A LOS CORINTIOS 8. 4-7

de Cristo, dentro del cual, como explicará más tarde en las


Epístolas a los Efesios (4, 15-16) y a los Colosenses (2, 19:.
la caridad es el principio inmediato de cohesión y de energía
vital.
2. Sabiduría cristiana. En contraposición a la falsa
ciencia admite y recomienda San Pablo la verdadera ciencia
y mayormente la sabiduría espiritual, que es la que sabe como
conviene saber. Esta sabiduría, que es don del Espíritu San­
to, tiene especial conexión con la caridad o amor de Dios:
como, por el contrario, se oponen entre sí la ciencia que infla
v la caridad.
3. Conocido: Dios le conoce o reconoce por suyo, pone
sus ojos en él, le mira complacido.

100. Los principios y los hechos. 8, 4-7.


4 Acerca, pues, del comer las víctimas idolátricas,
sabemos que nada es nn ídolo en el mundo
y qne no hay más Dios que uno solo.
5 Pues, si bien hay quienes son llamados dioses,
sea en el cielo, sea en la tierra
— cuales hay muchos dioses y muchos señores,—-
0 mas para nosotros no hay sino un Dios,
el Padre, de quien proceden todas las cosas,
y nosotros estamos destinados a él;
y un solo Señor, Jesu-Cristo,
por quien son todas las cosas,
y nosotros también por él.
7 Pero no en todos se halla esa ciencia;
antes algunos, por efecto del hábito,
persistente aun ahora, del ídolo,
comen la carne como sacrificada al ídolo.
Y su conciencia, débil como es. se contamina.

4. Nada es un ídolo: no quiere decir, evidentemente, que


los ídolos no existan; sino que la divinidad o transcendencia
divina, que los gentiles les atribuían, es irreal y puramente
ficticia.
Monoteísmo de San Pabi.o. Profesa el Apóstol el más
135
11
§ 100 i? A LOS CORINTIOS 8. 4-7

radical monoteísmo, cual pudiera profesarlo el más rígido


fariseo. Este monoteísmo Paulino entraña dos consecuencias
capitales para la Teología cristiana. Primera: avalora las ex­
presiones en que San Pablo afirma la divinidad de Jesu-
Cristo, que serían inverosímiles y blasfemas, si Jesu-Cristo
no fuera Dios. Segunda: es la base para explicar la trinidad
de las personas divinas en un solo Dios.
5-6. Este pasaje, que, mal entendido, pudiera parecer una
dificultad contra la divinidad de Jesu-Cristo, bien entendido,
en cambio, resulta un testimonio espléndido de esta divini­
dad. Basta para convencerse, el más ligero análisis del razo­
namiento de San Pablo. A los llamados dioses, así los olím­
picos como los imperiales, unos y otros llamados también
señores, contrapone el Apóstol el único verdadero Dios y el
único verdadero Señor. En virtud de esta contraposición el
término Señor no es menos divino que el mismo término
Dios, como que ambos responden igualmente por vía de con­
traste a los que indiferente o equivalentemente son apellida­
dos dioses o señores. La atribución del término Dios al Padre
110 es exclusiva, como no lo es la del término Señor a Jesu-
Cristo. Si con esa atribución o apropiación quisiera decir
San Pablo que sólo el Padre, y no Jesu-Cristo, es Dios, por
el mismo caso afirmaría que sólo.Jesn-Cristo, y no el Padre,
es Señor. Absurdo evidente. Además, Dios y Señor son en
las versiones latinas y griegas del Antiguo Testamento los
términos correspondientes a los nombres hebreos Eloliim y
Yahvc. ambos igualmente divinos; si ya 110 es que el de
Y olivé es más enfáticamente divino que el de Elohim.
<>. Primer principio y último rix. Al motivar la divi­
nidad de Dios Padre en los dos atributos, estricta e inco­
municablemente divinos, de ser primer principio y ultimo fui
de todas las cosas, nos autoriza v aun nos fuerza San Pablo
a interpretar como afirmaciones de verdadera y propia divi­
nidad las expresiones bíblicas en que se presenta a Jesu-
( risto como primer principio y último fin.
7. Conciencia errónea. Advierte el A]X>stol que la con­
ciencia errónea puede ser principio de pecado. De ahí la nece­
sidad de ilustrar la conciencia y precaverla de errores que
podrían resultar fatales.
I !(>
i.“ A LOS CORINTIOS 8,8-13:9,1-23

101., Evitad el escándalo. 8, 8-13.


s El manjar no nos hará recomendables a Dios.
Ni. si no comemos, somos menos:
ni, si comemos, somos más.
Yías mirad que esa libertad que os tomáis
no venga a ser tropiezo para los débiles.
10 Porque si alguno te viere a ti, que tienes ciencia,
en un templo de ídolos puesto a la mesa,
¿su conciencia débil como es él.
no será inducida a comer
de las carnes sacrificadas al ídolo?
11 ¡Y se pierde el débil por tu ciencia,
el hermano por quien Cristo murió'
1? I’ pecando así contra los hermanos.
v sacudiendo a golpes su conciencia, eme flaquea,
contra Cristo pecáis.
1:! Por lo cual, si un manjar escandaliza a mi hermano,
110 comeré carne minea jamás.
para 110 escandalizar a mi hermano.

8-13. Tres cosas enseña aquí San Pablo: 1) que los man­
jares son de suvo moralmente indiferentes: 2) que lo que es
de suyo indiferente, puede convertirse en malo, siempre que
es ocasión de escándalo; 3) que los pecados de escándalo, no
sólo perjudican a nuestros hermanos, sino que ofenden a
Cristo.

102. El eiemixlo de Pablo. 9. 1. 23.


1 ¿No soy yo libre? ¿No soy apóstol?
¿Es que 110 he visto a Jesús, Señor nuestro?
¿No sois vosotros obra mía en el Señor?
- Si para otros no soy apóstol, para vosotros sí lo soy.
Porque el sello de mi apostolado
vosotros sois en el Señor.
3 Tal es mi defensa para los que me discuten.
4 ¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?
c ¿Acaso 110 tenemos derecho
137
§ 102 i.3 r\ I.OS CORINTIOS 9, 1-23

a traer con nosotros una mujer hermana,


lo mismo que los demás apóstoles
y los hermanos del Señor, y Cejas?
R ¿O sólo yo y Beruabc no tenemos derecho a no trabajar?
7 ¿Quién milita jamás a su propia costa?
¿Quién planta una viña y no come su fruto?
¿Quién apacienta un rebaño
y no se alimenta de la leche del rebaño?
s ¿/lcaso hablo así con criterio humano,
y no dice esto también la Ley?
9 Porque en la Ley de Moisés está escrito:
No pondrás bozal al buey que trilla (Dt. ¿j, 4).
¿Es que le importa a Dios de los bueyes?
10 ¿O lo dice, ni más ni menos, por nosotros?
Si que por nosotros se escribió
que debe con esperanza arar el que ara;
y el que trilla, con esperanza de tener su parte.
11 Si nosotros sembramos en vosotros bienes espirituales,
¿será mucho que nosotros cosechemos
vuestros bienes materiales?
12 Si otros se toman este derecho sobre vosotros,
¿no con más razón nosotros?
Con todo, no hicimos uso de semejante derecho;
antes bien, todo lo sobrellevamos
por no crear obstáculo alguno al Evangelio de Cristo.
15 ¿No sabéis qnc los que ejercen funciones sagradas,
del sagrado lugar sacan su sustento?
¿que los que al altar asisten,
con el altar entran a la parte?
14 Así también ordenó el Señor
a los que anuncian el Evangelio vivir del Evangelio.
15 Mas yo no me he aprovechado de nada de eso.
Y no os escribí esto con el intento
de que así se haga conmigo;
que mejor me juera antes morir que...
— mi gloria nadie la anulará. —
10 Porque, si predico el Evangelio,
110 es para mí gloria ninguna:
coacción es la que pesa sobre mí;
pues ¡ay de mí si no predico el Evangelio1.
j ’8
§ iQ2____________ i? /\ LOS CORINTIOS___________ 9, 1-23

lí Pues si por mi propia iniciativa hiciera esto,


recibiría mi salario;
mas si por imposición ajena.
eso es puro desempeño de un cargo
que me ha sido conjiado.
18 ¿Cuál es, pues, mi salario?
Que al predicar el Evangelio lo ponga de balde,
para no hacer valer mi estricto derecho
en la predicación del Evangelio.
19 Porque, siendo yo libre de iodos, a todos me esclavicé,
para ganar a los más.
20 Y me hice con los judíos como judío,
para ganar a los judíos;
con los que están bajo ley, como quien está bajo ley,
110 estando yo bajo ley,
para ganar a los que están bajo ley;
21 con los que están sin ley, como quien está sin ley,
no estando sin ley de Dios, sino con la ley de Cristo,
para ganar a los que están sin ley.
22 Me hice con los débiles débil,
para ganar a los débiles;
me he hecho todo a todos,
para de todos modos salvar a algunos.
23 Y todo esto lo hago por causa del Evangelio,
para tener también yo alguna parte en él.

9, 1-23. Elocuentísimo alegato, en que San Pablo pone


de relieve sus derechos de Apóstol, para decir luego que a
todos ellos ha renunciado en bien de sus hermanos. Lo mis­
mo deben hacer los Corintios «ilustrados» renunciando a la
libertad de comer cualquiera clase de manjares para no es­
candalizar a los débiles. Hermosamente dijo de Cristo San
Ambrosio, que más quiso «aliquid dissimulare de iure, quam
de caritate deponere» (ML, 16, 689).
1. Apostolado de Pablo. Reclama San Pablo para sí la
libertad de apóstol; y funda su apostolado en un derecho y
un hecho. El derecho es haber visto al Señor, de quien reci­
bió directamente los poderes apostólicos. El hecho es la obra
apostólica realizada por él en Corinto.
139
jí 102-103 i.” A LOS CORINTIOS 9, 24-27

3. Este vers. se refiere a lo que antecede, 110 a lo que


sigue.
16-17. Esclavitud de amor. Bajo esas apariencias ser­
viles muestra San Pablo la nobilísima generosidad de su
corazón. Si se mira como un esclavo, que, sin derecho nin­
guno a la retribución, debe de antemano todos sus servicios
v su vida misma a su Señor, el mismo considerarse como
enclavo es efecto de aquella absoluta sujeción con que se ha
entregado irrevocablemente a Jesu-Cristo. Siente que pesa
sobre él una coacción que le subyuga: mas esta misma coac­
ción es la fuerza irresistible que sobre su corazón ejerce el
amor de Jesu-Cristo.
20. Ley: es aquí la Ley de Moisés.
21. Los que están sin ley: son los gentiles, no sujetos a
la Ley Mosaica.
22-23. Humildad di i. Apóstol. Es conmovedora la hu­
mildad de San Pablo, que, hecho todo a todos, se considera
indigno de todo galardón, y sólo aspira a tener alguna parte
en el Evangelio: como la Cananea, que se contentaba «con
las migajas que caen de la mesa» (Mt. 15, 27).

103. Ejemplo tomado de los certámenes ístmi­


cos. 9, 24-27.
¿No sabéis que los que corren en el estadio,
todos, sin duda, corren.
mas uno solo recibe el premio?
De tal modo corred, que lo alcancéis.
25 Y todo el que toma parte en el certamen,
de todo se abstiene;
y ellos, al fin, lo hacen
por obtener una corona que se marchita;
mas nosotros, una que no se marchita.
2” Yo, pues, así corro, no como a la aventura;
así lucho en el pugilato, no como quien da en el aire;
27 sino que abofeteo mi cuerpo y lo esclavizo,
no sea que, después de pregonar el premio para otros,
quede yo descalificado.
140
£ 103-10.4 i." A LOS CORINTIOS i°. 1-13

24-27. Juegos ate éticos. Todo este pasaje está entrete­


jido de términos técnicos propios de los certámenes gímnicos.
Para los Corintios, espectadores entusiastas de estos certá­
menes en el estadio del Istmo, junto al cual se hallaba Co-
rinto. tenían semejantes términos un colorido y un realismo
análogo al que hoy día tienen los términos de la tauroma­
quia o los del balompié. Bajo las imágenes tomadas de estos
juegos enseña San Pablo el atletismo del espíritu.
24. Luchar según i.a ley. La aplicación de la carrera a
la vida espiritual no consiste en que uno solo recibe el premio.
El pensamiento de San Pablo es el expresado más clara­
mente en la Segunda a Timoteo (2, 5): Si uno lucha como
olleta. 110 es coronado si no lucha conforme a ley. Cuantos
luchen según ley. todos recibirán sil galardón.
25. Entrenamiento espiritual. A ejemplo del durísimo
entrenamiento a que se sometían los atletas del estadio exhor­
ta el Apóstol a someterse al entrenamiento del espíritu, que
110 es otra cosa que la austeridad inherente a la vida cristiana
y a la práctica de la virtud. Y ¡qué diferencia en el galardón!
Mientras el atleta del cuerpo sólo aspira a una corona pere­
cedera e insegura, de pino, de roble o de laurel, el atleta del
espíritu espera una corona segura y que no se marchita, la
vida eternamente bienaventurada.
26-27. Seriedad en los juegos. Aunque bajo las imáge­
nes de juegos, muestra San Pablo la seriedad con que ha
emprendido la carrera y el pugilato del espíritu. Con frase
moderna podría decirse que sentía la mística del juego.

104. Peligro de idolatría. 10, 1-13.


1 Pues no quiero que ignoréis, hermanos,
que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube,
y todos atravesaron el mar,
- y todos fueron bautizados en Moisés
en la nube y en el mar,
3 y todos comieron un mismo manjar espiritual,
4 y todos bebieron una misma bebida espiritual,
pues bebían de una peña espiritual que los seguía;
y la peña era Cristo.
141
§ 104 i.a A LOS CORINTIOS io, 1-13

5 Con todo, en los más de ellos 110 se agradó Dios,


pues quedaron tendidos en el d-esierto.
<! Estas cosas fueron figuras referentes a nosotros,
para que no fuéramos codiciadores de lo malo,
como ellos lo codiciaron.
7 Ni os hagáis idólatras, como algunos de ellos,
según que está escrito (Ex. 32, 6):
Sentóse el pueblo a comer y beber,
y levantáronse a divertirse.
8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron,
y cayeron en un solo día veintitrés millares.
u Ni tentemos al Señor, como algunos de ellos le tentaron,
y perecieron mordidos por las serpientes.
30 Ni murmuréis, como murmuraron algunos de ellos,
y perecieron a manos del Exterminador.
31 Y estas cosas todas les acaecían figurativamente,
y fueron escritas como aviso para nosotros,
que hemos alcanzado las postrimerías de los siglos.
12 Así que quien piense estar en pie, mire no caiga.
13 No os ha sobrevenido tentación que no sea humana;
mas fiel es Dios, quien no permitirá
que seáis tentados más de lo que podéis;
antes hará que con la tentación
tengáis el buen suceso de poderla sobrellevar.

10, 1-13. A los motivos expuestos en los dos capítulos


precedentes, en razón de mover a los Corintios a abstenerse
de las carnes inmoladas a los ídolos, añade ahora San Pablo
otro motivo más apremiante: el propio peligro; peligro, que
él les pone ante los ojos, recordándoles la historia de los
Israelitas, a quienes los favores divinos no inmunizaron con­
tra la tentación y la caída.
1. El Isrz\el de Dios. Nuestros padres son los hijos de
Tsrael. La Iglesia, como el Israel de Dios (Gal. 6, 16). si
nada tiene que ver con la Ley de Moisés; sí tiene que ver
con la promesa hecha a los patriarcas, cuyos hijos y herede­
ros son en Cristo Jesús todos los cristianos.
Ea nube: era aquella nube que en forma de columna
guiaba a los Israelitas por el desierto.
142
§ 104____________ i.a A LOS CORINTIOS__________ io, 1-13

2. Tiro dei. bautismo. El doble hecho de estar bajo la


nube y atravesar el mar es para San Pablo una doble figura
del Bautismo cristiano. Donde es de notar la reacción, por
así decir, de lo figurado en la figura, al llamar bautismo o
inmersión al simple hecho de estar cobijados por la nube
o pasar a través del mar. Más patente aún es este efecto re­
troactivo, al decir que los Israelitas fueron bautizados en
Moisés, es decir, asociados y como incorporados al caudillo
libertador, como los cristianos son, en un sentido incompara­
blemente más verdadero y profundo, bautizados en Cristo,
esto es, espiritualmente incorporados a Cristo, místicamente
compenetrados de Cristo y como embebidos de Cristo.
3-4. Figura de la Eucaristía. Manjar espiritual: el
maná; bebida espiritual: el agua que dos veces brotó de la
peña, herida con la vara de Moisés: doble figura de la Euca­
ristía.
Cristo Dios. Peña espiritual que los seguía: la roca ma­
terial, que suministró abundante bebida a los hijos de Israel,
era imagen de otra Peña viviente, como le llaina frecuente­
mente la Escritura: Yahvé, defensa inexpugnable de Israel
y fuente de todo bien; Peña, no inmóvil, como las rocas del
monte Horeb, sino que les acompañaba en su largo camino
por el desierto. Y la peña era Cristo, añade solemnemente
el Apóstol; esta Peña, Yahvé, sostén, guía y sustento de
Israel, era el mismo Cristo. Así entendido, como debe enten­
derse. este misterioso pasaje, es una de las más gloriosas
confesiones de la divinidad de Jesu-Cristo.
5. De los seiscientos tres mil Israelitas varones, que dos
años después del éxodo habían cumplido los veinte de edad,
solos dos. Josué y Caleb, entraron en la tierra prometida.
6. Tipología bíblica. Figuras o tipos: aquí enseña San
Pablo el carácter figurativo o típico del Antiguo testamento.
Cf. v. 11.
Codiciadores de lo malo: como los Israelitas, que codicia­
ron las carnes y pescados de Egipto: concupiscencia, que Dios
castigó enviándoles las codornices; con cuyas carnes aún
entre los dientes fueron heridos y consumidos por la cólera
divina, y dieron el nombre a los Sepulcros de la concupiscen­
cia (Núm, n, 4-34).
i43
§ 104-1 oí_________ i.!l \ LOS CORINTIOS_________ io, 14-22

7. Idólatras: son los que adora ion el becerro de oro


(Ex. 32. 1-6). Comer: completaron la idolatría comiendo las
carnes de las víctimas inmoladas al becerro. Divertirse: des­
pués del banquete cantaron y danzaron en torno al ídolo,
basta llegar al desenfreno.
S. Fornicaron: con las hijas de Moab, y se iniciaron en
los impuros ritos de Beelfegor, el ídolo de la torpeza. Caye­
ron: castigados por los jueces de Israel (Núm. 25, 1-9).
9. Le tentaron: cuando hablaron contra Moisés, porque
los había sacado de Egipto, y contra Dios, porque no les
daba otra comida que el maná (Núm. 2T. 4-9).
10. Como murmuraron algunos: como Coré, Datan y
Abirón, quienes en castigo de su sedición fueron tragados
vivos por la tierra juntamente con sus familias, sus bienes y
sus partidarios; o como la muchedumbre de los hijos de
Israel, quienes, furiosos por este castigo de los rebeldes, se
amotinaron contra Moisés y Aarón, y perecieron más de
catorce mil de ellos a manos del ángel exterminador.
11. Que hemos alcanzado las postrimerías de los siglos:
versión algo libre de la frase original a quienes han venido
al encuentro los fines de los siglos, esto es. a cuyo encuentro
han llegado los últimos siglos, o sea la plenitud de los tiem­
pos mesiánicos.
13. Tentación humana: esto es, proporcionada a las fuer­
zas humanas con el ordinario socorro de la gracia divina.

105. Huid de la idolatría. 10. 14-22.


14 Por lo cual, queridos míos, huid de la idolatría.
15 Como a prudentes hablo;
juzgad vosotros mismos lo que digo.
1G El cáliz de la bendición que bendecimos,
¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo?
El pan que partimos,
¿no es acaso comunión con el cuerpo de Cristo?
17 Puesto que uno es el pan,
un cuerpo somos la muchedumbre;
pues todos de un solo pan participamos.
144
i? A LOS CORINTIOS 10, 14-22

18 Mirad al Israel según la carne:


¿por ventura los que comen de las víctimas
no entran en comunión con el altar?
,p ¿Que os digo, pues?
¿Que lo inmolado a los ídolos es algo?
¿o que el ídolo es algo?
20 Pero es que lo que inmolan los gentiles,
a los demonios, y no a Dios, lo inmolan.
T no quiero que vosotros
entréis en comunión con los demonios.
■-’* No podéis beber el cáliz del Señor
y el cáliz de los demonios;
no podéis participar de la mesa del Señor
y de la mesa de los demonios.
¿O es que pretendemos meter celos al Señor?
¿Por ventura somos más fuertes que él?

14-22. Quiere el Apóstol persuadir a los Corintios que el


comer de las víctimas inmoladas a los ídolos no sólo entraña
peligro de idolatría, sino que es en sí mismo idolatría formal.
Y lo prueba por el principio general, que el comer las carnes
de la víctima es asociarse al sacrificio y entrar en comunión
con la divinidad verdadera o falsa, a quien ha sido inmolada
la victima. Este principio general lo presenta San Pablo en
dos casos concretos: el sacrificio eucaristico y los sacrificios
de Israel. ?\ la objeción que pudiera formularse, de que en
los sacrificios gentílicos no existe objetivamente divinidad
alguna con la cual se pueda entrar en comunión, responde el
Apóstol que esos sacrificios en realidad se ofrecen a los de­
monios, con los cuales por medio de ellos se entra en verda­
dera comunión.
jó. EZ cáliz de la bendición: asi se llama el cáliz euca­
ristico. o simplemente por razón de las preces que acom­
pañan la consagración, o, mejor, por haber consagrado el
Señor en la última Cena la copa de vino denominada por los
judíos «el cáliz de la bendición».
Sacrificio Eucarístico. El principal interés de este ver­
sículo está en lo que enseña el Apóstol sobre el sacrificio
eucaristico. La. cena del Señor, la participación del pan y
145
§ 105-106 i." A LOS CORINTIOS io, 23-33 u, 1

del cáliz de la bendición, la comunión con el cuerpo y con


la sangre de Cristo, supone e incluye un verdadero sacri­
ficio. ’Si esto no fuera así, el razonamiento analógico del
Apóstol sería un paralogismo. En efecto, San Pablo esta­
blece una analogía perfecta entre el banquete eucarístico y
el banquete idolátrico, para probar que como el primero es
una comunión con Cristo, así el segundo es una comunión
con los demonios. Y ¿por qué el banquete idolátrico pone
al que de él participa, en comunicación con los demonios?
Porque es una extensión del sacrificio idolátrico ofrecido a
los demonios. Por medio de las carnes inmoladas entra el
que las come en comunión con la víctima, con el altar, con
el sacrificio y con la divinidad, en cuyo honor se ha ofrecido.
Ahora bien, para que sea exacta la paridad establecida entre
el banquete eucarístico y el idolátrico, ambos igualmente
vínculos de unión con la divinidad, verdadera o falsa, es
menester que también la carne y la sangre de Cristo sean
víctima inmolada de otro sacrificio, por medio del cual el
que de ellas participa entra en comunión con Cristo. La pa­
ridad recibe nueva luz y confirmación decisiva con la com­
paración del banquete eucarístico con los banquetes sacrifí­
cales de Israel. Los que comen de las víctimas, dice San
Pablo, entran en comunión con el altar y con el sacrificio:
lo cual supone que la carne y la sangre eucarística son igual­
mente las de una víctima inmolada en otro altar.
17. Comunión de i.os santos Aquí presenta San Pablo
la comunión con Cristo como vínculo de la comunión de los
santos: los cuales, al participar de un mismo pan, al entrar
en comunión todos ellos con el mismo Cristo, quedan por
el mismo caso estrechamente unidos entre sí: unión vital
que hace de todos ellos un solo cuerpo, cuya vida común,
con las recíprocas relaciones de unos miembros con otros, no
es otra cosa que la llamada Comunión de los Santos.

106. Solución práctica. 10, 23-33; XI>


23 «.Todo es lícito...»—Pero no todo es conveniente.
«Todo es lícito...»—Pero no todo edifica.
24 Nadie busque su propio interés, sino el ajeno.
146
§ TOÓ__________ !■« A LOS CORINTIOS io, 23-33 n. 1

25 Todo cnanto se vende en la carnicería, comedlo,


sin más averiguaciones motivadas por la conciencia.
2,! Que del Señor es la tierra
y todo cuanto la llena (Sal. 23, 1).
27 Si alguno de los infieles os invita a comer,
comed todo lo que se os presente,
sin más averiguaciones motivadas por la conciencia.
Mas si alguno os dijere:
«Esto fué inmolado a los ídolos»,
no comáis de ello, por causa del que hizo la indicación
y por la contienda.
29 Conciencia, digo, no la propia, sino la ajena.
Pites ¿con qué derecho mi libertad
ha de ser juzgada por ajena conciencia?
::n Si yo participo con acción de gracias,
¿por qué soy censurado
por lo que tomo con batimiento de gracias?
31 Ora, pues, comáis, ora bebáis,
ora hagáis cualquier otra cosa,
hacedlo todo a gloria de Dios.
32 No deis ocasión de tropiezo a judíos ni a gentiles
ni a la Iglesia de Dios,
3:: como yo también en todo complazco a todos,
no buscando mi propia utilidad, sino la de los demás,
a fin de que sean salvos.
1 Haceos imitadores míos, como yo lo soy de Cristo.
23-33. Aquí da finalmente San Pablo la solución práctica
al problema propuesto, distinguiendo tres casos: 1) respecto
de las carnes que se venden públicamente, permite que libre­
mente las coman, sin preocuparse de su procedencia; 2) en
el caso de ser invitados, si nada se dice de la procedencia de
las carnes, coman también sin más averiguaciones; 3) mas
si en el convite se indicase que las carnes son de víctimas
sacrificadas a los ídolos, absténganse en absoluto.
23-24. Lici'iud Y caridad. Apunta San Pablo el dialo-
gismo antes mencionado (6, 12-13), aplicado a otra materia.
Con ello enseña que la sola licitud no justifica un acto, cuan­
do se atraviesan motivos superiores de caridad, que aconse­
jan, y aun pueden obligar, a abstenerse de él.
1 17
§ io6 i.a A LOS CORINTIOS 10. 23-33; n, 1

29-30. Conciencia y caridad. Esta reflexión del Após­


tol. (pie a- primera vista desconcierta y parece contradecir a
la solución que acaba de dar, resulta bastante clara, si se
atiende a su objeto. Distinguiendo entre el acto externo y la
conciencia interna, recomienda San Pablo que en la conducta
externa nos acomodemos a la conciencia ajena, siempre que
así lo exija la caridad; pero añade que esa acomodación en
lo exterior no implica una abdicación o una condenación de
la propia conciencia, siempre que sea recta, como en el caso
presente. Aplica San Pablo a la moral el criterio que seguía
Cicerón en materia literaria: «L’stim populo concessi. scien-
liam mihi reservavi».
31. A ma\or gloria de Dios. Reduce San Pablo toda
la vida humana a la glorificación de Dios, que ha de ser el
fin supremo de todos sus actos, Principio y fundamento de
toda la vida cristiana y espiritual.
u. 1. La imitación de los santos. Cristo es el ideal
supremo y el modelo insustituible de toda santidad. Esto 110
quita, empero, que también los Santos puedan y deban ser
imitados, como dechados de perfección: v lo son precisamente
por haber sido, como San Pablo, imitadores de Cristo.

III. Tercera consulta: Reuniones litúrgicas

107. El velo de las mujeres. 11, 2-1(1.


*' Os alabo, porque en todo os acordáis de mi,
y mantenéis las tradiciones
tales cuales yo os las transmití.
:! Más quiero que sepáis
que de todo varón la cabeza es Cristo,
y que la cabeza de la mujer es el varón,
y la cabeza de Cristo es Dios.
4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta,
afrenta su cabeza.
' Mas toda mujer que ora o profetiza
con la cabeza descubierta,
14S
§ io; i? z\. LOS CORINTIOS ii, 2-16

afrenta su cabeza; '


pues es una misma cosa con la mujer rapada.
c Pues si la mujer no se cubre la cabeza,
que se haga también trasquilar.
Mas si es afrentoso para una mujer
ser trasquilada o rapada, cúbrase.
I El varón no debe ciertamente cubrir la cabeza,
siendo como es imagen y gloria de Dios:
nías la mujer es gloria del varón.
8 Porque no procede el varón de la mujer,
sino la mujer del varón.
9 Pues que no fué creado el varón por causa de la mujer,
antes la mujer por causa del varón.
10 Por esto debe llevar la mujer sobre su cabeza la potestad
por causa de los ángeles.
II Sin embargo, ni la mujer sin el varón,
ni el varón sin la mujer en el Señor.
32 Porque como la mujer procede del varón,
así también el varón por medio de la mujer;
y todas las cosas, de Dios.
32 Juzgar por vosotros mismos.
¿Es decente que la mujer ore a Dios descubierta?
34 ¿Y no os enseña la naturaleza misma
que si el varón deja crecer la cabellera,
es un deshonor para él;
15 mas si la mujer la deja crecer,
es un honor para ella?
Porque la cabellera le ha sido dada a guisa de velo.
30 Si, con todo eso, hay alguno amigo de porfiar,
nosotros no tenemos tal costumbre,
ni las Iglesias de Dios.

2. TRADiciONES apostólicas. Alaba San Pablo a los


Corintios porque mantienen las tradiciones que él oralmente
les había transmitido. Merece advertirse que aquí y en otros
pasajes análogos las versiones bíblicas protestantes en vez de
tradiciones (palabra para ellos enojosa) emplean otros térmi­
nos que desfiguran el pensamiento del Apóstol. Esta infide­
lidad es más grave en los que no admiten otra fuente de la
divina revelación fuera de la Sagrada Escritura.
149
§ ioy-ioá i? A LOS CORINTIOS n. I/-34

3-16. El velo de las mujeres. Al prescribir San Pablo


que las mujeres asistan a las reuniones litúrgicas con el velo
en la cabeza, razona su prescripción de esta manera: por una
parte, la mujer, sometida al varón por ordenación divina,
debe mostrar en todas partes, mucho más en la Iglesia, esta
sumisión; por otra parte, el cubrir la cabeza con velo era
considerado como señal de la potestad del varón sobre la
mujer, tanto que el velo mismo parece recibió el nombre de
potestad. A esta razón fundamental añade otras dos: 1) el
respeto debido a los ángeles, zeladores de la subordinación
jerárquica establecida por Dios entre el varón y la mujer:
2) el hecho mismo que la naturaleza ha poblado la cabeza
de la mujer con más abundante cabellera; a lo cual agrega el
motivo estético-moral que la larga cabellera al varón le afe­
mina, a la mujer, en cambio, la hermosea y ennoblece.
3. El varón, cabeza de la mujer; Cristo, cabeza del
varón. De una manera la mujer tiene por cabeza al varón,
y de otra el varón tiene por cabeza a Cristo. La mujer tiene
por cabeza al varón, por cuanto reconoce en él superioridad
y autoridad sobre sí: el varón en cambio tiene por cabeza a
Cristo, por cuanto de él recibe la potestad que ejerce sobre
la mujer.
11. El varón y la mujer. E11 el plan divino el varón y
la mujer se complementan mutuamente, no sólo en el orden
natural, sino también en el social. Ahora que. entre cristia­
nos, esto ha de ser en el Señor, es decir, con la santidad
que reclama el ser miembros del cuerpo místico de Cristo.

108.. Agape y Eucaristía. 11, 17-34.


17 Y esto escribo, no alabando el que os reunís,
no para lo mejor, sino para lo peor.
18 Porque primeramente oigo decir,
que, cuando os reunís en la Iglesia,
existen entre vosotros escisiones,
y en parte lo creo.
19 Porque es fuerza que aun bandos haya entre vosotros,
para que también se pongan de manifiesto entre vosotros
los que son de temple acrisolado.
150
IOS )? A LOS CORINTIOS ib 17-34

20 Cuando os reunís, pues, en común,


ya no es eso comer la cena del Señor.
21 Porque cada cual, al comer,
se adelanta a tomar su propia cena,
V nno pasa hambre y otro se embriaga.
22 ¿Pues qué? ¿No tenéis casas para comer y beber?
¿O es que menospreciáis la Iglesia de Dios
V avergonzáis a los que no tienen?
¿Qué os diré? ¿Os alabaré?
Hn esto no os alabo.
23 Pues yo recibí del Señor
lo misino que os transmití a vosotros:
que el Señor Jesús, la noche que era entregado, tomó pan,
24 y habiendo dado gracias, lo partió y dijo:
lCste es mi cuerpo, que se da por vosotros;
haced esto en memoria de mí.
25 Asimismo el cáliz, después de haber cenado, diciendo:
Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre:
haced esto, cuantas veces bebiereis, en memoria de mí.
2G Porque cuantas veces coméis este pan y bebéis el cáliz,
anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.
27 De suerte que quien comiere el pan
o bebiere el cáliz del Señor indignamente,
reo será del cuerpo y de la sangre del Señor.
2S Pruébese el hombre a sí mismo,
V así coma del pan y beba del cáliz.
-<J Porque quien come y bebe,
su propia condenación come y bebe,
si no discierne el cuerpo del Señor,
:io por eso hay entre vosotros muchos enfermos y achacosos,
V mueren bastantes.
3: Que si nos examinásemos bien a nosotros mismos,
no seriamos juzgados.
32 Mas al ser juzgados, somos corregidos por el Señor,
a fin de que no seamos condenados con el mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando os juntéis para comer,
aguardaos mutuamente.
34 Si alguno tiene hambre, coma en su casa,
a fin de que no os juntéis para condenación.
Lo demás, cuando vaya, lo arreglaré.
151
12
§ io8 i? A LOS CORINTIOS ii. I/-34

17-22. Agapes. Tenemos en este pasaje un testimonio de


la existencia v legalidad de los llamados ágapes en la primi­
tiva Iglesia. Era el ágape una cena fraternal sobria, que,
como la última cena del Señor, precedía inmediatamente a la
celebración de los sagrados misterios. Suministraban los man­
jares los fieles más ricos; todos empero participaban igual­
mente, ricos y pobres. Y los manjares no se tomaban sepa­
radamente. sino que se aguardaban unos a otros. Era, pues,
una cena litúrgica: era la Cena del Señor. En Corinto se
introdujeron dos abusos principalmente, que profanaban e.>ta
Cena del Señor: que algunos, sin aguardar a sus hermanos,
se adelantaban a comer lo que habían traído, y que no guar­
daban la debida moderación.
23-32. Eucaristía. Tres cosas principalmente contiene
esta instrucción acerca de la Eucaristía: la historia de la
institución, el misterio de la presencia real y su carácter de
sacrificio.
E11 cuanto a la historia, a la narración de los Sinópticos
añade San Pablo aquel rasgo patético de que el Señor insti­
tuyó la Eucaristía la noche que era entregado.
El misterio de la presencia real del cuerpo y sangre de
Cristo bajo las especies de pan y vino lo expresa el Apóstol
con tanta claridad como los Sinópticos; en términos tan pre­
cisos y categóricos, que desbaratan todas las argucias pro­
testantes. Y este sentido reconoció en estas expresiones uná­
nimemente la tradición cristiana, solemnemente confirmada
por el Concilio Tridentino (Sess. 13, cap. 1, can. 1).
El carácter de sacrificio lo enseña San Pablo con mayor
relieve que los Evangelistas. Pues aquellas palabras Haced
esto en memoria de mí, en las cuales, como definió el mismo
Tridentino fSess. 22, cap. 1, can. 2), fueron instituidos el
sacerdocio cristiano v el sacrificio eucaristico, las repite dos
veces el Apóstol, mientras que San Lucas las inserta una
sola vez, y San Mateo y San Marcos las omiten. Y esta reite­
rada ordenación del Señor Haced esto en memoria de mi
adquiere mayor relieve todavía con la declaración que a con­
tinuación hace el Apóstol: Cuantas veces coméis este pan o
bebéis el cáliz, anunciáis la muerte del Señor: anuncio o
conmemoración, que no es un mero recuerdo histórico, sino
una viva reproducción del sacrificio mismo de la cruz.
i.= A LOS CORINTIOS 12, 1-3

IV. Cuarta consulta: Los carismas espirituales

109. Criterio. 12, 1-3.


1 Lo que toca a los cansinas espirituales
no quiero, hermanos, que lo ignoréis.
- Sabéis que. cuando erais gentiles,
erais arrastrados, según que os impelían,
a los ídolos mudos.
•’’’ Por eso os hago saber que nadie,
hablando con espíritu de Dios,
dice: «Shiatema Jesús»;
y nadie puede decir: «Señor Jesús»,
sino por el Espíritu Santo.

12, 1. Carismas. Carismas espirituales o gracias gratis


dadas, son, según Santo Tomás, las gracias que Dios concede
al hombre, no precisamente para su santificación personal,
sino para disponerle a que coopere en la santificación de los
demás (f-2 q. m, a. 1, c., a. 4, c.). Más brevemente podría­
mos decir que los carismas son gracias sociales.
2. Menciona San Pablo los ídolos mudos e inertes en
contraposición al Espíritu que bulle en el corazón de los Co­
rintios y que se desborda por los labios en palabras inspi­
radas.
3. Criterio de ortodoxia. El criterio positivo para dis­
cernir el Espíritu de Dios es la confesión de la divina sobe­
ranía de Jesu-Cristo; que eso significa la fórmula Señor
Jesús. Ha habido en las diversas épocas del cristianismo dis­
tintas fórmulas de fe, que, en virtud de las circunstancias,
eran como el «santo y seña» de la ortodoxia. Como la «con-
substancialidad» del Verbo a principios del siglo iv, o la
«infalibilidad pontificia» o también «la historicidad de la fe»
en nuestros días, así el «señorío soberano de Jesús» com­
pendiaba en tiempo de San Pablo toda la fe cristiana.

153
i." A LOS CORINTIOS 12, 4-11

I 10. Repartición, objeto y origen de los caris-


mas. 12, 4-11.
4 Distribuciones hay de cansinas,
pero un mismo Espíritu;
5 v distribuciones hay de ministerios,
pero un mismo Señor;
'• v distribuciones hay de operaciones,
pero mi mismo Dios,
quien obra todas las cosas en todos.
' A cada cual se da la manifestación del Espíritu
para el provecho común.
s Pues a tino se da palabra de sabiduría por el Espíritu;
a otro palabra de ciencia, según el mismo Espíritu.
” al otro, fe en virtud del mismo Espíritu;
a otro, carismas de curaciones en un mismo Espíritu;
1(1 a otro, operaciones de milagros;
a otro, profecía;
a otro, discernimiento de espíritus;
al otro, variedades de lenguas;
a otro, interpretación de lenguas.
II úlas todas estas cosas obra un mismo y solo Espíritu,
repartiendo en particular a cada uno según quiere.
Tris géneros de carismas. Las comunicaciones
carisniáticas se distribuyen en tres grupos: carismas, minis­
terios, operaciones. Los carismas, tomados aquí en sentido
restringido, en cuanto se contradistinguen de los ministerios
y operaciones, se atribuyen por especial apropiación al Espí­
ritu Santo; los ministerios son como servicios que se prestan
a las órdenes del que es Señor, Jesu-Cristo; las operaciones,
n obras del poder divino, corresponden por apropiación a
Dios Padre, primer origen del ser y del poder.
Tres personas distintas igualmente divinas. No hay
que desperdiciar este testimonio del Apóstol sobre la Trini­
dad de las divinas personas. Como el Padre es principio de
las operaciones carisniáticas, así Cristo lo es de los ministe­
rios espirituales y el Espíritu Santo de los carismas sobre­
naturales: los tres por igual autores de efectos análogos; los
tres, por tanto, iguales en la acción y consiguientemente
'54
§ • 1O i." A LOS CORINTIOS 12, 4-II

también en el ser. Por otra parte, como Dios Padre y Cristo


son dos personas distintas, otra tercera persona es el Espíritu
Santo, por cuanto se presenta en un mismo orden con ellos
y con una actividad análoga. En suma: tres personas igual­
mente divinas y distintas entre sí.
7. Definición de i.os carismas. Aqui nos da San Pablo
una definición general de los carismas sustancialmente idén­
tica a ’a de Santo Tomás.
8-10. Catálogo de los carismas. Combinando este catá­
logo de carismas con el que sigue poco después (12, 28-30)
y con los que se hallan en las Epístolas a los Romanos (12.
6-8) y a los Efesios (4, 11), se obtiene una lista más com­
pleta de los carismas mencionados por el Apóstol. Distribui­
dos por los tres grupos antes indicados, resulta la división
siguiente:
1) Carismas: el don de lenguas, la interpretación de estas
lenguas y la inspiración de los salmos o cánticos espirituales.
2) Ministerios: el apostolado, el carisma de los Evan­
gelistas o propagandistas del Evangelio, la profecía, la ense­
ñanza. el ministerio pastoral, el don de gobierno y presi­
dencia. el de los servicios subalternos y el carisma de la
beneficencia, asi personal como económica e intelectual o
técnica. De estos ministerios los más frecuentemente men­
cionados por San Pablo son la profecía y la enseñanza. A la
profecía están subordinados los carismas del discernimiento
de espíritus, la palabra de sabiduría y de exhortación o elo­
cuencia sagrada. A la enseñanza, carisma propio de los Doc­
tores, está subordinada la palabra de ciencia.
3) Operaciones : el don de obrar milagros, el de cura­
ciones y la fe, que es aquí la llamada je de los milagros.
ir. Consustancialidad trinitaria. A la divinidad y
distinción de las tres Personas añade aquí San Pablo la
mutua consustancialidad. Porque los carismas atribuidos an­
tes al Padre y al Hijo, se atribuyen aquí al Espíritu Santo:
lo cual supone en todos tres mía misma acción y consigiente-
mente un mismo principio de acción, que es decir, la misma
naturaleza. La expresión según quiere pune de relieve la per­
sonalidad del Espíritu Santo.
§ II 1 i.a A LOS CORINTIOS 12, I2-2Ó

111. Variedad de miembros en la unidad del


cuerpo. 12, 12-26.
32 Pues a la manera que el cuerpo es uno
y tiene muchos miembros,
y todos los miembros del cuerpo, con ser ¡michos,,
constituyen un solo cuerpo,
asi también Cristo.
13 Porque en un mismo Espíritu
todos nosotros fuimos bautizados,
ya judíos, ya griegos, ya esclavos, ya libres,
en razón de formar un solo cuerpo.
Y a todos se ¡ios dio a beber mi misino Espirito.
14 Porque el cuerpo no es nn solo miembro, sino muchos
15 Si dijere el pie:
«Puesto qne 110 soy mano, no soy del •cuerpo».
110 por eso deja de ser del cuerpo.
lfi Y si dijere el oido:
«Puesto que 110 soy ojo, 110 soy del cuerpo»,
no por eso deja de ser del cuerpo.
17 S7 todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído?
Y si todo oído, ¿dónde el olfato?
lfl Mas ahora Dios dispuso los miembros,
cada uno de ellos en el cuerpo, como quiso.
19 Que si fueran todos ellos un solo miembro,
¿dónde estaría el cuerpo?'
20 Mas ahora muchos son los miembros,
uno, empero, el cuerpo.
21 Ni puede el ojo decir a la mano:
«No tengo necesidad de ti»;
ni tampoco la cabeza a los pies:
«No tengo necesidad de vosotros»
22 Antes mucho más los miembros del cuerpo
que parecen ser más débiles
son necesarios;
23 y los que pensamos ser menos honrosos del cuerpo
a ésos los cercamos de mayor honor;
y los indecorosos en nosotros
son tratados con mayor decoro.
156
§ I! I \ LOS CORINTIOS 12, 12-26

Que los decorosos cu nosotros 110 lo necesitan.


Mas Dios concertó el cuerpo,
dando mayor honor a lo que más lo necesitaba,
25 <2 fin de aue no hay escisión en el cuerpo,
sino que los miembros tengan la misma solicitud
los unos a los otros.
2,: Y si padece un miembro,
juntamente padecen todos los miembros;
y si se goza un miembro,
juntamente se gozan todos los miembros.

12. El cuerpo místico de Crtsto, Para declarar la orga­


nización del cuerpo místico de Cristo, toma como término de
comparación el cuerpo, esto es, el organismo humano; en el
cual, enfocando este organismo desde puntos de vista opues­
tos, en la unidad recalca la variedad, y viceversa en la varie­
dad recalca la unidad.
El Cristo místico. Así también Cristo: es aquí, no el
Cristo personal, sino el Cristo místico, o sea, la muchedum­
bre organizada de los fieles en un solo cuerpo, que es la
Iglesia, cuya cabeza es el Cristo personal.
13. Bautismo y confirmación en El Espíritu Santo.
Dos acciones se atribuyen aquí al Espíritu Santo: la primera
en el Bautismo, que es «en agua y Espíritu», cuyo efecto es
incorporarnos a Cristo, en el cual todos los fieles forman
mi solo cuerpo; la segunda en la Confirmación, en la cual
se da a beber, esto es, se comunica profusamente el Espíritu,
fuente de todos los carismas.
14-26. Tres propiedades del cuerpo místico. Con fra­
se pintoresca y dramática expone San Pablo tres propiedades
del organismo humano, que analógicamente deben existir en
el Cuerpo místico de Cristo. Tales son: a) la variedad nece­
saria de los miembros (vv. 14-20); b) la necesidad que unos
órganos tienen de otros (vv. 21-24): c) la mutua concordia
que entre ellos reina (vv. 25-26). En estas propiedades está
latente el sentido social, prerrequisito indispensable de la
perfecta justicia y caridad social.

157
§ I 12 i.” A LOS CORINTIOS 12, 2/-3I

112. El cuerpo místico de Cristo. 12, 27-31.


J' vosotros sois cuerpo de Cristo
v miembros cada uno por su parte.
V a tinos puso Dios cu la Iglesia
primeramente apóstoles;
cu segundo lugar, profetas;
en tercero, doctores;
luego, poderes de milagros;
Inego. carismas de curaciones,
asistencias, gobiernos, variedades de lenguas.
-'•* ¿Por ventura son todos apóstoles?
¿Por ventura todos profetas?
¿Por ventura todos doetores?
¿Por ventura todos obran milagros?
;;e ¿Por ventura todos poseen carismas de curaciones?
¿Por ventura todos hablan lenguas?
¿Por ventura todos interpretan?
31 Codiciad, empero, los carismas más excelentes.

27. Unidad y variedad. Hl Cuerpo de Cristo es uno y


único, formado conjuntamente por todos los fieles; pero 110
es uniforme o anorgánico, compuesto como está por órganos
o miembros diferentes, cada uno de los cuales tiene sil fun­
ción peculiar y característica.
28-30. Variedad jera hocica. Las diferencias orgáni a.>
del Cuerpo místico tienen su jerarquía. Ocupan lugar preemi­
nente los apóstoles y los profetas, cuyas funciones carisniá-
ticas son más nobles y más necesarias para la formación y
desenvolvimiento vital del Cuerpo de Cristo. Por esto en
ambas listas ocupan indefectiblemente el primer lugar.
31. Anuncia San Pablo lo que después dirá en el cap. 14
sobre el carisma de la profecía, que es entre los carismas más
excelentes el que principalmente deben los Corintios codiciar.
§ 113 r.“ A LOS CORINTIOS 12, 32; 13, i-j

113. Necesidad de la caridad. 12. 32; 13, 1-3.


:1-’ Y todavía os muestro lili camino sobre toda ponderación.
1 Si hablare las lenguas de los hombres y de los ángeles,
mas 110 tuviere caridad,
no soy sino un bronce resonante
o un címbalo estruendoso.
- E si poseyere la profecía
y conociere todos los misterios y toda la ciencia,
y si tuviere toda la fe hasta trasladar montañas,
mas 110 tuviere caridad,
nada soy.
3 Y si repartiere todos mis haberes,
y si entregare mi cuerpo para ser abrasado,
mas no tuviere caridad,
ningún provecho saco.

13, 1_3- Triple ventaja i>e la caridad. Este capítulo


es una disgresión, destinada a mostrar el altísimo valor de
la caridad, con infinitas ventajas superior a todos los caris-
mas. Por su inspiración y su tono bien pudiera apellidarse
un himno en loor a la caridad. En tres partes se divide natu­
ralmente. En la primera afirma que carismas sin caridad
nada son. En la segunda, que caridad sin carismas lo es todo.
En la tercera, cotejando los carismas y la caridad, enaltece
la supremacía eterna de la caridad.
1-3. Nada aprovecha sin caridad. Ni las lenguas con
sus asombrosas exhibiciones, ni la profecía con sus esplendo­
res de inteligencia, ni la fe de los milagros con todas sus es­
tupendas energías, ni las obras de beneficencia con todas sus
larguezas y todos sus heroísmos, son nada, si no van acom­
pañadas de la caridad. De los varios carismas mencionados
por San Pablo, el don de lenguas pertenece a la primera
categoría de los carismas en sentido estricto; la profecía y la
ciencia a la segunda categoría de los ministerios; la fe obra­
dora de portentos, a la tercera categoría de las operaciones;
la doble beneficencia del que da y del que se sacrifica, a la
segunda categoría de los ministerios.
159
§ ii4 i.= A LOS CORINTIOS 13, 4-7

1 14. Imagen de la caridad. 13, 4-7.

4 La caridad es sufrida, es benigna;


la caridad no tiene celos,
no se pavonea, 110 se infla,
5 no traspasa el decoro, no busca lo suyo,
no se exaspera, no toma a cuenta el mal.
*'■ No se goza de la injusticia,
antes se goza con la verdad.
~ Todo lo disimula, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo tolera.

4-7. Características de la caridad. Quince rasgos o


propiedades de la caridad, distribuidos en esta forma: dos
propiedades más generales expuestas en forma positiva (v. 4);
siguen siete cualidades más particulares, presentadas en for­
ma negativa (vv. 4-5): una antítesis pone luego de relieve
la relación de la caridad con la justicia y la verdad (v. 6);
por fin cierran la enumeración cuatro manifestaciones de su
eficacia universal (v. 7). Interesa precisar cada una de estas
propiedades características de la caridad.
La caridad es sufrida, o, más literalmente, longánimo;
que, ni vencida por las dificultades, ni quebrantada por la
contradicción, ni rendida por el cansancio, flaquea, desmaya
o sucumbe. Es benigna: no sólo blanda y complaciente, sino
también liberalmente comunicativa de los propios bienes.
La caridad no tiene celos: no es supicaz ni envidiosa, y
mira y trata a los demás como amigos, 110 como rivales. No
se pavonea: no es jactanciosa ni vanidosa. 110 amiga de exhi­
birse ni de cacarear sus propios méritos. No se infla: 110 está
infatuada de sil propio valer, no se imagina superior a los
demás ni los trata con desdeñosa altivez. No traspasa el de­
coro: no es descomedida, descompuesta, descortés, grosera o
descarada. No busca lo suyo: no es interesada, avara o codi­
ciosa. No se exaspera: no se sulfura ni irrita ni enoja fácil­
mente, ni pierde la calma o la serenidad. No toma a cuenta
el mal: no es rencorosa ni vengativa, o, como vulgarmente
se dice, no se las guarda.
No se goza con la injusticia, antes se goza con la verdad.
160
114 i.» A LOS CORINTIOS ]3, 4-7

E11 los conflictos, tan frecuentes, cutre la injusticia y la jus­


ticia, entre la mentira y la verdad, la caridad no se declara
neutral o indiferente, ni menos aprueba la injusticia y la
mentira, antes aplaude la justicia y la verdad. Y lejos de
doblegarse ante la injusticia y la mentira triunfantes, se de­
clara a favor de la justicia y la verdad abatidas y perseguidas.
Sus plácemes son todos para la justicia y la verdad.
Todo lo disiinula: los pecados, defectos y descuidos aje-
neis, las ofensas o desaires recibidos, las ingratitudes, descor­
tesías, impertinencias, molestias, indirectas, todo lo cubre con
discreto velo y lo echa en olvido; si puede, lo excusa: si no
puede, se calla. Todo lo cree: no es suspicaz, recelosa ni
desconfiada. Su lema no es «Piensa mal, v acertarás». Supone
en los demás, mientras no conste de lo contrario, veracidad
cu la palabra y lealtad en el trato. Todo lo espera: es fran­
camente optimista. Sabe muy bien que la esperanza en Dios
a nadie defrauda ni deja corrido (Rom. 5, 5): que el bien,
la justicia y la verdad pronto o tarde al fin triunfarán. Todo
lo tolera: todo lo adverso sobrelleva y soporta pacientemente,
segura de que si constantemente sufrimos con Cristo, tam­
bién con él reinaremos (2 Tim. 2. 12); que «la paciencia todo
lo alcanza».
Esta lección del Apóstol sobre la caridad, lejos de per­
derse en el vacío, bailó inmenso eco en la literatura ascética
cristiana. Para citar un solo ejemplo, el más antiguo de to­
dos. San Clemente Romano se inspiraba en San Pablo, cuando
escribía en su carta auténtica a los Corintios: «El que tiene
caridad, cumpla los mandamientos de Cristo. F,1 vínculo de
la caridad de Dios ¿quién lo podrá declarar? La magnifi­
cencia de su hermosura ¿quién será capaz de expresarla?
1.a altura a que eleva la caridad es inenarrable. La caridad
nos junta apretadamente con Dios; la caridad cubre la mu­
chedumbre de los pecados; la caridad todo lo sobrelleva,
todo lo sufre longánimemente. Nada sórdido hay en la cari­
dad, nada altivo. La caridad no conoce cisma, la caridad no
promueve sediciones, la caridad todo lo hace en concordia.
Con la caridad alcanzaron la perfección todos los elegidos
de Dios, sin la caridad nada es acepto a Dios. Con cari­
dad nos acogió el Señor; por la caridad, que con nosotros
tuvo, su sangre dió por nosotros Jesu-Cristo por voluntad
161
§ JU-115 i.° A LOS CORINTIOS 13. 8-13

de Dios» (1 Clem., 49). En San Pablo también se inspira


San Agustín en su bellísimo Sermón 350 sobre la caridad
(ML 39. 1533-1535). Y como él, otros muchos.

I 15. Soberanía eterna de la caridad. 13. <8-13.


8 La caridad jamás decae.
One si profecías, se desvanecerán;
qne si lenguas, cesarán;
que si ciencia, se desvanecerá.
9 Porque parcialmente conocemos
V parcialmente profetizamos:
1,1 mas cuando viniere lo integral.
lo parcial se desvanecerá.
II Cuando era yo niño.
hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño;
cuando me he hecho hombre,
me he despojado de las niñerías.
12 Porque ahora vemos por medio de espejo en enigma;
mas entonces, cara a cara.
.Ahora conozco parcialmente,
entonces conoceré plenamente,
al modo que yo mismo fui conocido.
13 .Ahora subsisten fe. esperanza, caridad, esas tres;
mas la mayor de ellas es la caridad.

8. Los tres últimos miembros de este vers.. dentro de su


concisión elíptica, constan de prótasís y apódosis.
12. 1*E y visión. Dos veces contrapone San Pablo el
conocimiento que de Dios poseemos ahora en la vida pre­
sente al que poseeremos entonces en la vida futura y bien­
aventurada. El conocimiento de ahora es por medio de espe­
jo, por cuanto las criaturas sirven de espejo en que se refle­
jan los atributos divinos; es además en enigma o enigmático
por razón de su oscuridad: a ese conocimiento contrapone
San Pablo el de entonces, que será cara a cara, esto es, intui­
tivo. Lo que lia dicho por imágenes lo repite a continuación
en términos propios. Al conocimiento presente, (pie es par­
cial o imperfecto, contrapone el conocimiento futuro, que
162
§ 115-116 i.:1 A LOS CORINTIOS 14, 1-12

será pleno o perfecto; tanto que conoceremos a Dios a la


manera que nosotros somos conocidos por él: conocimiento
inmediato y directo, aunque no, de parte nuestra, compre­
hensivo. En suma, este doble conocimiento, expresado en
términos teológicos, es el conocimiento oscuro de la fe y el
conocimiento intuitivo de la visión beatífica.
13. Las tres virtudes teologales. Tres verdades con­
tiene este vers.: 1) fe, esperanza, caridad, esas tres forman
un grupo aparte entre las virtudes y superior a todas ellas;
2) que estas tres ahora subsisten, esto es, que son hábitos
permanentes y no impulsos pasajeros como los carismas:
31 que dentro del grupo ternario de las virtudes teologales
la mayor es la caridad, tanto por su excelencia intrínseca
cuanto por su duración eterna.

116. Profecía y don de lenguas. 14, 1-12.


1 Id tras la caridad;
codiciad, no obstante, los carismas espirituales;
pero preferentemente el profetizar.
- Porque el que habla en lenguas,
no habla a hombres, sino a Dios;
pues nadie entiende,
sino que en Espíritu habla misterios.
3 Mas el que profetiza,
a hombres habla edificación, exhortación, consolación.
4 El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica;
mas el que profetiza, a la Iglesia edifica.
5 Deseo que todos vosotros habléis en lenguas,
pero más todavía que profeticéis.
Mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas,
a no ser que interprete,
a fin de que la Iglesia reciba edificación.
G Y ahora, hermanos,
si fuere yo a vosotros hablando en lenguas,
¿qué provecho os traeré,
como no os hable o con revelación, o con ciencia,
o con profecía o enseñanza?
‘ Con todo eso, las cosas 'inanimadas que dan un sonido,
sea flauta, sea cítara,
163
§ l_lb i." A LOS CORINTIOS 14, 1-12

si 110 dan distinción a los sonidos,


¿cómo se conocerá lo que con la flauta o la citara se toca?
3 Y a la verdad, si una trompeta diere un sonido incierto,
¿quién se aprestará para la batalla?
9 Así también vosotros con la lengua,
si no proferís nn lenguaje que tenga buen sentido,
¿cómo se va a entender lo que se habla?
Porque estaréis hablando al aire.
10 Son tantos, si a mano viene,
los linajes de lenguas en el mundo,
ni hay quien no tenga su lengua.
11 -S7 yo, pues, desconociere la significación del sonido,
seré para el que me habla nu bárbaro,
y el que me habla, mi bárbaro para mí.
12 Así también vosotros, ya que estáis ávidos de espíritus,
procurad, para edificación de la Iglesia,
aventajaros en ellos.

14, 1-12, Ventaja de la profecía sobre el don de


lenguas. Volviendo a los carismas y dejando todos los de­
más, se fija en solos dos: el don de lenguas, por ser el pre­
ferido de los Corintios, y el don de profecía, por ser el más
importante a los ojos del Apóstol. En qué consista el don de
lenguas o glosolalía, se deja entender por los rasgos espar­
cidos por todo el capítulo, y se reducen a estos cinco: su
principio es el Espíritu, es decir, cierta efervescencia espi­
ritual que hace prorrumpir en expresiones prodigiosas; su
término es Dios, no los hombres, que nada entienden; su
instrumento es una lengua extraña, desconocida así del que
habla como de los que oyen; su materia son los misterios
divinos; el fruto es más bien personal que social o colectivo.
Muy diverso es el carisma de la profecía. Su principio es tam­
bién el Espíritu, pero más reposado; su término es la Iglesia;
su instrumento, la lengua común; su materia las verdades de
la fe, necesarias para la salud eterna; su fruto es, en general la
edificación de la Iglesia, más en particular su e.vhortacióu y
consolación. Esta profecía no se ha de confundir con la de
los profetas del Antiguo Testamento, mensajeros autorizados
que hablaban en nombre de Dios, ni tampoco con la inspi­
ración bíblica de los hagiógrafos del Nuevo Testamento.
164
£ ii7 l-f A LOS CORINTIOS 14, 13-25

117. Deficiencias del don de lenguas. 14, 13-25.


13 Por tanto, el que habla en lengua
pida el don de interpretar.
14 Porque si orare en lengua,
mi espíritu ora, pero mi mente se queda sin fruto.
15 En suma, ¿qué?
Oraré con el espíritu,
mas oraré también con la mente;
cantaré con el espíritu,
mas cantaré también con la mente.
16 Pues de otro modo, si bendices a Dios con el espíritu,
el que está en situación de simple particular
¿cómo dirá el amén a tu hacimiento de gracias?
Pues no entiendo qué dices.
17 Porque tú, sin duda, lindamente haces gracias a Dios,
mas el otro no se edifica.
16 Gracias doy a Dios.
que hablo en lenguas más que todos vosotros;
pero en la Iglesia
más quiero hablar cinco palabras con mi seso,
en razón de instruir también a otros,
que no diez mil palabras en lengua.
20 Hermanos, no os hagáis niños en las mientes;
antes en la malicia sed niños,
pero en las mientes, hombres maduros.
21 En la ley escrito está (Is. 28, 11) que
Por gentes de otras lenguas y por labios extraños
hablaré a este pueblo,
y ni aun así nte escucharán, dice el Señor.
22 De modo que las lenguas sirven de señal,
110 para los creyentes, sino para los incrédulos;
mas la profecía,
no para los incrédulos, sino para los creyentes.
23 Si, pues, se congrega la Iglesia entera en asamblea,
y todos hablan en lenguas,
V entran hombres profanos o infieles,
¿no dirán que estáis locos?
24 Si, en cambio, todos profetizan,
’65
117 1? A LOS CORINTIOS_________ 14, 13-25

3» entra algún infiel o profano,


es convencido por todos, es sondeado por todos;
los secretos de su corazón se hacen patentes,
y así, cayendo sobre su rostro, adorará a Dios,
proclamando que verdaderamente está Dios en vosotros

14. Mente y espíritu. No es fácil determinar qué dife­


rencia exista aquí entre espíritu y mente. Según algunos,
mente es la inteligencia, espíritu el sentimiento. Más exacto
sería decir que uno y otro significan la misma inteligencia
según dos tendencias o maneras de obrar radicalmente diver­
sas. Mente es la inteligencia o razón en cuanto forma con­
ceptos precisos y determinados. Espíritu en cambio es la inte­
ligencia en cuanto aprehende con vislumbres imprecisas y
vagas. Los conceptos de la mente son como los trazos firmes
de un dibujo: los del espíritu podrían compararse a las inde­
cisas imágenes musicales. E11 la esfera de la mente se desen­
vuelve la ascética: la región del espíritu está reservada a la
mística. El espíritu, en medio de su imprecisión, llega con
todo más al fondo del alma despierta más hondos senti­
mientos. Ejemplo, los místicos.
15. Peligros del iluminismo. Previniendo iluminismos
heterodoxos o enfermizos, enseña el zXpóstol que 110 bastan
para gobernar la vida las elevaciones místicas del espíritu:
t s también necesaria la inteligencia clara y exacta de las ver­
dades reveladas por Dios para la salud eterna. Ejemplos,
San Ignacio de Loyola }■ Santa Teresa de Jesús.
17. Cánticos espirituales. Cantaré con el espíritu:
cantaré con la mente: expresando a la vez sentimientos reli­
giosos y verdades divinas. Escribirá el mismo Apóstol a los
Eiesios: Llenaos del Espíritu hablándoos los unos a los otros
con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando y ta­
ñendo en vuestro corazón al Señor (5, 18-19). En estos cán­
ticos predomina el Espíritu; en los recomendados a los Colo-
senses predomina más bien la mente: La palabra de Cristo
more en vosotros opulentamente, en toda sabiduría, enseñán­
doos y amonestándoos irnos a otros con salmos, himnos, cán­
ticos espirituales, cantando con ¡¡acimiento de gracias en
vuestros corazones a Dios (3, 16). Admite, por tanto, el
166
s 117-118 i? A I.OS CORINTIOS 14, 26-36

Apóstol un carisma de inspiración poético-nuisical. Fruto de


este carisma es la poesía religiosa y música sagrada, la cual,
si ha de responder a su objeto, la edificación de la Iglesia,
debe ser verdaderamente espiritual. Si el que compone, canta
o toca no está actualmente en oración, no serán espirituales
1oí> cánticos. Se requiere el arte; mas el arte mismo debe
estar movido y regido por la inspiración del Espíritu Santo,
por el carisma espiritual y sagrado de la inspiración poético-
11 msical.
20. Tneancia espiritual. Distingue atinadamente San
Pablo dos infancias diainetralmente opuestas: la infancia en
la malicia, y la infancia en la discreción. Modelo de la pri­
mera infancia Santa Teresa del Niño Jesús.
21. Ironía divina. F.11 Isaías los Judíos remedaban bal­
buceando las palabras de los profetas: Dios con justa ironía
les responde que también les hablará por labios balbucientes,
por los Asirios que invadirán sn tierra. Con esa lengua de
los Asirios compara tácitamente San Pablo el don de len­
guas.
22. La glosolalía de Pentecostés. Señal para los in­
crédulos: tal fué el don de lenguas, infundido por el Espíritu
Santo a los Apóstoles el día de Pentecostés: despertó la
atención de los incrédulos, los cuales empero no se convirtie­
ron sino por la exhortación de San Pedro.

1 18. Reglas prácticas. 14, 26-30.


En suma, ¿qué, hermanos?
Cada vez que os reunís,
cada cual trae un salmo,
trae una enseñanza, trae tina revelación,
trae lengua, trae interpretación:
hágase todo para edificación.
27 Si alguien habla en lengua,
sean cada vez dos o a lo más tres, y por turno,
y nuo interprete.
28 ¡Que si no hubiere interprete, calle en la Iglesia,
mas hable para sí y para Dios.
29 E11 cnanto a los profetas, hablen dos o tres,
167

•3
§ 118-119 i." A LOS CORINTIOS 14, 37-40

y los demás dictaminen.


30 Y si a otro que esté sentado le juere revelado algo,
el primero calle.
81 Pues podéis todos uno por uno profetizar,
a fin de que todos aprendan y todos cobren alientos.
32 Y los espíritus de los profetas se sujetan a los profetas.
33 Pues no es amigo Dios de transtorno, sino de paz.
Como en todas las iglesias de los santos.
34 las mujeres en las iglesias callen,
pues no les es permitido hablar;
antes muestren sujeción,
como también la ley lo dice (Gén. y, 16).
35 Que si algo desean aprender,
pregunten en casa a sus propios maridos,
porque es indecoroso a la mujer hablar en la iglesia.
36 ¿O es que salió de vosotros la palabra de Dios,
o a vosotros solos llegó?
26. Los carismas en las reuniones litúrgicas. Es in­
teresante lo que aquí insinúa San Pablo sobre las reuniones
litúrgicas de Corinto. A ellas acudían los fieles provistos de
carismas con que previamente habían sido favorecidos de
Dios. Cinco de estos carismas se mencionan: 1) los salmos,
anteriormente descritos; 2) la enseñanza o doctrina, propia
de los doctores; 3) la revelación, propia de los profetas; 4) el
don de lenguas y 5) su interpretación. Pero todo debe hacer­
se para edificación, y consiguientemente con orden; para lo
cual da el Apóstol a continuación normas prudentísimas.
32. Libertad proeética. La inspiración no coacciona al
profeta, sino <|ue le deja en plena libertad de hablar o de
callar.

I 19. Conclusión. 14, 37-40.


37 Si alguno piensa ser profeta o espiritual,
reconozca que lo que os escribo es ordenanza del Señor.
33 Mas si lo desconoce, que lo desconozca.
39 /Í5Í que, hermanos míos, codiciad el profetizar;
y cuanto al hablar en lenguas, no lo estorbéis.
40 Todo, empero, se haga decorosamente y con orden.
168
§ II9-120 i.” A LOS CORINTIOS

37-38. Inspiración privada. Insinúa aquí el Apóstol una


norma importantísima para la acertada dirección de espíritus:
que sobre la inspiración privada o personal está la autoridad
de los que Dios ha puesto como maestros en su Iglesia. Pero
no quiere entablar discusiones con esos pseudo-espirituales:
allá ellos, ya darán cuenta a Dios.
39. Jerarquía de valores. El projet izar, dice San Pablo,
es justo codiciarlo; el hablar en lenguas, basta no estorbarlo.
Es lo que en otra materia enseñaba el divino Maestro: estas
cosas había que practicar, aquéllas uo descuidarlas (Mt.
-’3- 23).
40. Estética litúrgica. Quiere el Apóstol, y quiere la
Santa Iglesia, que en las reuniones litúrgicas reine el decoro
y el orden: nada indecoroso, nada turbulento.

V. Quinta consulta: La resurrección de eos muertos

120. Cristo resucitó. 15, 1-11.


1 Os notifico, hermanos, el Evangelio que os evangelicé,
el que también recibisteis,
en el que asimismo perseveráis,
- por el cual también sois salvos:
en qué jornia os lo evangelicé,
si es que lo retenéis,
a no ser que hayáis creído en vano.
3 Porque os transmití en primer lugar
lo que a mi vez recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados,
según las Escrituras,
4 y que jué sepultado,
y que ha resucitado al tercer día, según las Escrituras,
5 y que jué visto por Cejas,
luego por los Doce.
,! Después jué visto
por más de quinientos hermanos de una vez,
de los cuales los más quedan aún ahora,
algunos ya murieron.
169
§120 1.a A LOS CORINTIOS 15, x-11

7 Después fué visto por Santiago,


luego por todos los apóstoles;
A últimamente, después de todos,
siendo como soy el abortivo,
fué visto también por mi.
9 Porque yo soy el menor de los apóstoles,
que no soy digno de ser apellidado apóstol,
pues perseguí la Iglesia de Dios.
Mas por gracia de Dios soy eso que soy,
y su gracia, que recayó en mí, no resultó vana;
antes me afané más que todos ellos;
bien que no yo. sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Sea, pues, yo. sean ellos.
así lo predicamos, y así lo creisteis.

i¿. 1-2. De todos estos incisos gramaticalmente desligados,


los primeros se van sucediendo con regularidad: los tres últi­
mos, en cambio, como virando en redondo, vuelven al punto
de partida. El inciso en qué forma os lo evangelicé es una re­
producción anacolútica de la frase inicial; los dos últimos
son dos amonestaciones no exentas de ironía, con que les pica
el amor propio.
3-8. HISTORICIDAD DI' I.A RESURRECCIÓN DE CRISTO,
liste testimonio sobre el hecho de la resurrección de Cristo,
en su redacción, dista del hecho sólo unos 25 años; mas in­
directamente. como este testimonio es una simple reproducción
del que más de 20 años atrás recibió el mismo Pablo al con­
vertirse a la fe. resulta que acerca de la resurrección del Sal­
vador poseemos una prueba testifical contemporánea al hecho
mismo: prueba, además, (pie subsistía al escribirse esta Epís­
tola, por cuanto vivían aún muchos de los que habían visto al
Señor resucitado. Contra este testimonio se ha estrellado siem­
pre, y siempre se estrellará, la crítica racionalista.
6. De esta aparición, distinta de las narradas en los Evan­
gelios, 110 queda otro recuerdo que el consignado aquí por
San Pablo.
7. Santiago: es el rXpóstol Santiago el Menor, el llamado
Hermano del Señor v Obispo de Jerusalén, autor de la Epís­
tola Católica, que lleva su nombre. La aparición del Señor re-
170
§ i.a A LOS CORINTIOS 15> i-ii

«licitado a Santiago es otra de las apariciones, cuyo único tes­


tigo es San Pablo.
8. Visión rEai.. La expresión fué visto, la misma cuando
se trata de Pablo que cuando se trata de Pedro o de 'Santia­
go o de los Doce o de los quinientos, da a entender que la
visión de Cristo resucitado con que fué favorecido San Pablo
no fué imaginaria sino real y verdadera: aparición corporal
equiparable a las narradas por los Evangelistas.
5-8. Cronología di: i.as apariciones. Las seis apariciones
de Cristo resucitado mencionadas por San Pablo, dispuestas
por orden cronológico ícomo se ve por los adverbios después,
luego, últimamente, que las relacionan) pueden servir de pau­
ta para ordenar la cronología de las apariciones. La lista, con
todo es incompleta. En ella se callan las apariciones a María
Magdalena y a las piadosas mujeres, a los dos discípulos que
iban a Emaús y a los siete junto al mar de Tiberíades; no se
distinguen además las dos a los Doce (o a los Once) separa­
das por el intervalo de ocho días (Jn. 20. 19-29), y las otras
dos comunes a todos los apóstoles: la del monte de Galilea
(Mt. 28, 16-17) y la del día de la Ascensión (Ac. 1, 4-9). Aña­
diendo a estas apariciones la primera de todas a la Madre San­
tísima, se obtiene la siguiente lista según su probable sucesión
cronológica:
1. A la Virgen Santísima.
2. A María Magdalena (Me. 16, 9-11: Jn. 20, 11-18).
3. A las piadosas mujeres (Mt. 28, 9-10).
4. A Pedro (Le. 24, 34; 1 Cor. 15, 5).
5. A los de Emaús (Me. 16, 12-13; Le. 24, 13-35).
6. A los Apóstoles el dia de la resurrección (Le. 24,
36-43; Jn. 20, 19-23).
7. A los Apóstoles ocho días después (J11. 20, 24-29).
8. A los siete junto al mar de Tiberíades (Jn. 21, 1-23).
9. A los quinientos (1 Cor. 15, 6).
10. A Santiago el Menor (1 Cor. 15, ~¡).
11. A los Apóstoles en el monte de Galilea (Mt. 28, 16-
17; Me. 16, 14-15; 1 Cor. 15, 7?).
12. /X los Apóstoles el día de la Ascensión (Ac. 1, 4-9;
i Cor. 15, 7?).
13. A Pablo junto a Damasco (Ac. 9, 3-7; 1 Cor. tj, 8.).
171
§ I20-I2I i.R A LOS CORINTIOS 15. 12-19

9. La pesadilla, de San Pablo. El recuerdo de haber


perseguido a la Iglesia de Dios, y en ella al Señor Jesús,
tan profundamente adorado, tan apasionadamente amado, fué
siempre para Pablo una pesadilla que le atormentaba y hu­
millaba. Aquellas sentidas palabras: Saúl, Saúl; ¿por qué
me persigues? Yo soy Jesús, a quien tú persigues, habían
quedado clavadas en el corazón del Apóstol.
10. Humildad y verdad. La humildad 110 está en des­
conocer los dones recibidos, mas en atribuirlos no a sí sino
a Dios. En lo uno y en lo otro la humildad es la verdad.
11. Testimonio aceptado. Asi lo predicamos, y así lo
creisteis. El testimonio verídico de los que vieron a Jesús
resucitado recibe nueva comprobación y queda como refren­
dado por la aceptación de los que estaban en condiciones de
verificar personalmente el valor del testimonio. Y éstos fue­
ron millares.

121. Conexión entre la resurrección de Cristo


y la nuestra. 15. 12-19.
32 Ahora, pites, si de Cristo se predica
que ha resucitado de cutre los muertos,
¿cómo dicen algunos entre vosotros
que tío hay resurrección de muertos.
13 Mas si 110 hay resurrección de muertos.
tampoco Cristo ha resucitado.
’' F si Cristo 110 ha resucitado,
vana es, por tanto, nuestra predicación.
vana también vuestra fe;
15 y sontos hallados, además, falsos testigos de Dios,
pues testificamos contra Dios que resucitó a Cristo,
a quien no resucitó,
si es verdad que los muertos no resucitan.
1,5 Porque si los muertos no resucitan,
tampoco Cristo ha resucitado.
17 Y si Cristo 110 ha resucitado,
baldía es vuestra fe:
aún estáis cu vuestros pecados.
172
§ 121-122 i.« A LOS CORINTIOS 20-23

18 Por donde también los que ya reposaron cu Cristo


perecieron.
59 57 cu esta vida solamente
tenemos puesta en Cristo nuestra esperanza.
somos los más dignos de lástima de todos los hombres.

13. Si Cristo, también nosotros. La conexión que exis­


te entre la resurrección de Cristo y la nuestra se debe a la
unidad del cuerpo místico de Cristo, cuya cabeza es el mismo
Salvador, cuyos miembros son todos los fieles: y sería algo
monstruoso una cabeza viva de un cuerpo muerto. En virtud
de esta conexión la muerte ya no es muerte, sino sueño o re­
poso pasajero.
15. Nueva garantía dee testimonio apostólico. Re­
conoce San Pablo que si el testimonio apostólico referente
a la resurrección de Cristo no fuera verídico, los Apóstoles
serían falsos testigos de Dios y testificarían contra Dios. Pa­
blo y los demás Apóstoles muestran tener conciencia de la
grave responsabilidad que ante Dios asumían al testificar la
resurrección de Cristo. S;u testimonio, por tanto no podía
proceder de vanos motivos religiosos, es decir, del prurito
de glorificar a Dios con la mentira. Y como, por otra parte,
otros motivos de orden humano o terreno no existían, fuer­
za es aceptar como verídico su consciente testimonio.

122. Cristo, primicias de la resurrección. 15,


20-23.
2" Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos,
primicias de los que ya reposan.
2y Pues ya que por un hombre vino la muerte,
por un hombre también la resurrección de los muertos.
-- Porque como en Adán mueren todos,
así también en Cristo serán todos vivificados.
23 Cada uno en su propio rango;
las primicias, Cristo;
después los de Cristo, en su advenimiento.
20-23. Vivificados en Cristo. Bajo la imagen de pri­
micias y recolección presenta San Pablo la resurrección de
i? A LOS CORINTIOS 15. 24-28

Cristo como primicias, y la de todos los fieles como la re­


colección al fin de los siglos. Pero, además de esta sucesión
cronológica, muestra una conexión más íntima entre las pri­
micias y las restantes mieses. Esta conexión la declara, ape­
lando a su contraste favorito entre Adán y Cristo. La fase
más externa de este contraste está en que. como Adán fué
instrumento de muerte, así Cristo es instrumento de vida
(v. 21). La razón íntima de este doble hecho es la misteriosa
solidaridad de todos los hombres: primero en Adán para la
muerte, luego en Cristo para la vida (v. 22).
23. Asunción de María. Aquí apunta San Pablo un ar­
gumento solidísimo a favor de la resurrección anticipada y
Asunción corporal de la Virgen María a los cielos. En efec­
to, María, como segunda Eva, estrechamente asociada al
Segundo Adán, pertenece, como éste al orden de las primi­
cias. Anticipada fué, por tanto, su resurrección, como lo filé
la de Cristo.

123. El fin. 15, 24-28.


-4 Luego, el fin:
cuando hará entrega de sn reino al Dios y Padre,
cuando habrá destruido todo principado
y toda potestad y fuerza.
Porque es menester que él reine,
hasta que haya puesto todos sus enemigos
debajo de sus pies.
El último enemigo que será destruido es la muerte.
27 Porque todas las cosas sometió bajo sus pies (Sal. 8, 8).
Y al decir que todas las cosas le han sido sometidas,
claro es que excepto aquel
que sometió a él todas las cosas.
-* Y cuando le hubieren sido sometidas todas las cosas,
entonces también el Hijo mismo se someterá
al que todas las cosas le sometió.
para que sea Dios todas las cosas cu todos.
24. Fin del reinado militante di: Cristo. Hará en­
trega de sn reino... Esta expresión, que luego se repite en el
vers. 28, parece una dificultad contra la eternidad de la rea-
’74
§ 123-124 i." A LOS CORINTIOS 15. 29-34

leza de Cristo. Esta dificultad se desvanece, empero, distin­


guiendo en el reino de Cristo, aun como hombre, dos aspec­
tos; su dignidad real y sn gobierno militante. Su regia auto­
ridad será eterna; mas su gobierno militante cesará al fin de
los siglos. Una vez acabado este mundo temporal, ¿qué ex­
traño es que acabe también el gobierno transitorio que en él
ejerce Cristo?
26. El milEnaris.vo Excluido por San Pablo. Afirma
aquí San Pablo que el reinado de Cristo (en el sentido antes
expuesto) terminará cuando haya rendido a todos sus enemi­
gos: no ata con esto la suposición milenarista. que el reinado
de Cristo sobre la tierra comenzará precisamente en el mo­
mento en que haya rendido a sus enemigos. En la escatolo-
gia de San Pablo no queda lugar para el imaginario reino de
Cristo y de los santos en la tierra durante mil años.
28. Divinización de los bienaventurados. La biena­
venturanza de la vida eterna será como una divinización del
ángel y del hombre. Dios estará en ellos, y ellos en Dios; y
Dios será en ellos y para ellos todas las cosas. Lo que puede
haber de grande y de legítimo en el fondo de los desvarios
panteistas. será, por otro camino, una venturosa realidad en
los moradores celestes. ¡Deits uieits et omnia!

124. Nuevas confirmaciones de la resurrección


final. 15, 29-34.
29 Pues si no, ¿qué lograrán
los que se bautizan por los difuntos?
Si definitivamente los muertos 110 resucitan,
¿a qué viene bautizarse por ellos?
30 ¿Y por qué nosotros andamos entre peligros a todas horas?
31 Cada día vengo a trance de muerte;
a fe, hermanos, por la gloria que en vosotros tengo
en Cristo Jesús, Señor nuestro.
32 Si por miras humanas luché con fieras en Efeso,
¿qué provecho saco yo de eso?
Si los muertos no resucitan,
Comamos y bebamos,
que mañana nos morimos (Is. 22, 13).
J75
§ 124-125 i.E A LOS CORINTIOS J5. 35-49

33 No os dejéis engañar;
Malas compañías estragan costumbres buenas.
;u Despertad, como es razón, de esa modorra,
y dejad de pecar;
pues ignorancia de Dios es lo que algunos tienen.
Para confusión vuestra lo digo.

29. Los que se bautizan por los difuntos: el hecho men­


cionado por San Pablo, sin reprobarlo ni aprobarlo, parece
haber consistido en que, cuando moría un catecúmeno sin
haber recibido el Bautismo, otro suplía en sí las ceremonias
del Bautismo con el fin de testificar delante de la Iglesia con
esta acción simbólica que el catecúmeno había muerto en la
fe de Cristo.
32. Trabajos apostólicos. Luché con fieras: estas lu­
chas hay que entenderlas, en sentido metafórico, de sus con­
tiendas o colisiones, con algunos fieros adversarios de su
apostolado. Confiesa de sí San Pablo que por miras humanas
nunca arrostrara o sufriera las inmensas fatigas del aposto­
lado. Sin la esperanza de la vida eterna y sin el amor de
Jesu-Cristo crucificado, más lógico sería el hedonismo de Ho­
racio que la heroica austeridad de San Pablo.
33. Verso, ya proverbial, de la comedia «Tais» de Me-
naudro.

125. Modo de la resurrección. 15, 35-49.


35 l\Ias dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos?
¿Y con qué linaje de cuerpo se presentan?
3G Necio, lo que tú siembras
no cobra vida si primero no muere.
37 y lo que siembras no es el cuerpo que ha de ser,
sino un simple grano, pongo por caso, de trigo
o de alguna de las otras semillas.
38 }' Dios le da un cuerpo como quiso,
y a cada una de las semillas su propio cuerpo.
39 No toda carne es una misma carne,
sino que una es la carne de las bestias,
otra la carne de las aves
176
§ I25 i.a A LOS CORINTIOS 15- 35-49

y otra la de los peces.


4” Hay también cuerpos celestes y cuerpos terrestres;
pero diferente es el esplendor de los celestes
y diferente el de los terrestres.
41 Uno es el esplendor del sol,
y otro el esplendor de la luna
y otro el esplendor de las estrellas.
Porque de estrella a estrella hay diferencia de esplendor.
42 Asi será también la resurrección de los tnuertos.
Siémbrase en corrupción, surge en incorruptibihdad ;
42 siémbrase en vileza, surge en gloria;
siétnbrase en debilidad, surge en vigor;
41 siémbrase cuerpo animal, surge cuerpo espiritual.
Si hay cuerpo animal, le hay también espiritual.
Así también está escrito (Géu. 2, 7):
Fué hecho el primer hombre, Adán, alma viviente;
el postrer Adán, espirita vivificante.
4,: Ahora que uo es primero lo espiritual, sino lo animal;
luego lo espiritual.
47 El primer hombre, de la tierra, terrestre;
el segundo hombre, del cielo.
4S Cual el terrestre, tales también los terrestres;
y cual el celeste, tales también, los celestes.
49 Y como llevamos la imagen del terrestre,
llevaremos también la imagen del celeste.

35'39- Posibilidad y propiedades de la resurrección.


El modo de la resurrección sugiere dos problemas: cómo se
concibe la resurrección, y cuáles serán las cualidades del cuer­
po resucitado. Ambos problemas resuelve San Pablo por la
analogía de la resurrección con la germinación de las plantas,
en la cual ve dos propiedades. Primera: la semilla muere para
germinar, y lo mismo que muere es lo que germina y en cierta
manera revive: así el cuerpo muere para resucitar, y el mismo
cuerpo que muere es el que ha de resucitar a nueva vida. Se­
gunda : como la vida de la planta que germina es en sus mani­
festaciones externas superior a la vida latente de la semilla,
así la vida del cuerpo resucitado es inmensamente superior
a la vida del cuerpo mortal; y además, como de diversas
semillas nacen diferentes plantas, asi según la proporción
1/7
§ 125 ____ i? A LOS CORINTIOS I5> 35-49

del germen vital que encierran los cuerpos al morir es el


diferente grado de la vida con que reflorecen al resucitar.
La solución del segundo problema la esclarece San Pablo
con nuevas comparaciones tomadas de la diferencia que existe
entre la carne del hombre y la de diversos animales, y de la
variedad de esplendor entre los cuerpos celestes y los te­
rrestres.
42-44. Dotiís del cuerpo resucitado. Cuatro cualida­
des atribuye aquí San Pablo a los cuerpos glorificados: la
incorruptibilidad o inmortalidad, la claridad o belleza radian­
te, la fuerza o agilidad, la espiritualidad o sutileza, que suelen
llamarse las cuatro dotes del cuerpo glorioso. Estas cuatro
dotes no son propiedades independientes o paralelas, sino que
existe entre ellas'íntima conexión y subordinación. La prin­
cipal y fundamental es la espiritualidad o sutileza, opuesta a
la grosería o animalidad presente. A esta espiritualidad si­
guen las otras tres propiedades: una. en cierto modo, nega­
tiva, la incorruptibilidad, impasibilidad o inmortalidad; y otras
dos positivas: la claridad radiante de la hermosura y la energía
vigorosa en la acción y el movimiento.
44. Cuerpo espiritual: atrevida paradoja, con que se ex­
presa el dominio prepotente del espíritu en el cuerpo glori­
ficado, sustraído con ello a las leyes más deprimentes de la
materia.
45. ,-lltua viviet.’c..., espíritu vivificante: doble superio­
ridad de Cristo sobre Adán, expresada por via de contraste.
Alma y espíritu, si sustancialmente son una misma cosa, la
expresan empero bajo dos conceptos diferentes. Es abita, en
cuanto informa la materia; es espíritu, ya en cuanto por sus
energías de inteligencia y libertad se levanta incomparable­
mente sobre la materia, ya principalmente en cuanto recibe
en sí el influjo del Espíritu divino. Vivificante supera a vi­
viente, por cuanto no sólo posee la vida, sino que también
la comunica a otros.
49. Llevaremos: variante mucho más probable que lléve­
nlos, como otros leen; dado que semejante lección daría a
la imagen del celeste nn sentido ético totalmente ajeno al
contexto.
178
$ u6 i.1' A LOS CORINTIOS £5, 50-58

126. Transfoi mación gloriosa en la resurrec*


ción. 15, 50-58.
listo digo, hermanos:
que la carne v sangre no puede heredar el reino de Dios
ni la corrupción hereda la incorrnptibilidad.
51 Mirad, un misterio os digo.
Todos no moriremos, pero todos seremos transmutados:
52 en un instante, en un pestañear de ojos,
al son de la última trompeta;
pues sonará la trompeta,
V los muertos resucitarán incorruptibles,
V nosotros seremos transmutados.
:':i Porque es necesario
que eso corruptible se revista de incorruptibilidad
V que eso mortal se revista de inmortalidad.
ñ4 Y cuando eso corruptible se revista de incorruptibilidod
v eso mortal se revista de inmortalidad,
entonces se realizará la palabra que está escrita:
Sumióse la muerte en la victoria (Is. 25, 8J.
¿Dónde está, ¡oh muerte!, tu victoria?
¿Dónde, ¡oh muerte!, tu aguijón? (Os. 13, 14).
•’,t: El aguijón de la muerte es el pecado,
y la fuerza del pecado, la ley.
•r,T Pero a Dios gracias, que nos dió la victoria
por nuestro Señor Jesu-Cristo.
5S Asi, que, hermanos míos amados,
procurad estar firmes, inconmovibles,
aventajándoos en la obra del Señor continuamente,
sabiendo que vuestra fatiga no es vano en el Señor.
51. Existen cuatro variantes. cuya> diferencias pueden
apreciase en el siguiente esquema:
a) No todos moriremos,
pero todos seremos transformados.
b) Todos moriremos,
pero no todos seremos transformados.
c) Todos resucitaremos.
pero no todos seremos transformados.
d) No todos moriremos,
pero no todos seremos transformados.
179
§ I2Ó____________ i.a A LOS CORINTIOS_________ 15, 50-58

La variante a) es la lección de la inmensa mayoría de los


códices y versiones; la b) está apoyada por unos pocos códi­
ces, si bien excelentes: S A C 33 1739 G F; la c) sólo se
halla en D* y en los latinos; la d) es exclusiva del papi­
ro 46 recientemente descubierto. El apoyo documental favo­
rece, pues, la variante a). Por otra parte, las variantes b)
y c) parecen correcciones tendenciosas de la variante a), por
la aparente dificultad que ofrece la afirmación de que no
todos moriremos. Pero precisamente esta dificultad recomien­
da la variante a); tanto más, cuanto el contexto y otros
pasajes de San Pablo afirman que no todos los fieles de la
última generación han de morir. En efecto, en este pasaje
habla el Apóstol de solos los fieles, los cuales divide en dos
grupos: el de los anteriormente muertos, que resucitarán glo­
riosos, y el de los sobrevivientes, que, sin pasar por la muerte
(a lo menos en el sentido ordinario), se transformarán glo­
riosamente. De ser auténtica la variante del papiro 46, el
punto de vista de San Pablo sería diferente. Afirmaría que
ni la muerte ni la transformación serían universales. No la
muerte, pues no morirían los hombres (o los justos) hallados
vivos el día del juicio. No la transformación, pues sería ex­
clusiva de los justos. En este sentido se verificaría más lite­
ralmente que Cristo ha de venir a juzgar a los vivos y a los
muertos.
52. Los incisos eu uu instante, eu un pestañear de ojos,
al son de la última trompeta pueden referirse o bien a la frase
precedente, o, más probablemente a la siguiente: y esto de
una de dos maneras: o considerando los tres incisos como
una frase iniciada y no acabada, o tomando el inciso siguiente
pues sonará la trompeta como un simple paréntesis.
Nosotros: en este pasaje, lo mismo que en 1 Tes. 4, 15-17,
el uso de la primera persona del plural 110 implica que San
Pablo esperase vivir hasta la parusía (Decreto de la Pont.
Comis. Bibl. de 18 de junio de 1915. Denz. nn. 2.179-2.181);
es una simple figura de lenguaje, por la cual el Apóstol, tras­
ladándose con la imaginación a la época ignorada del segundo
advenimiento de Cristo, habla en representación de los que
entonces vivirán.
53-54. Eso es el sujeto permanente v común a entrambos
180
§ 126-12/ i.“ A LOS CORINTIOS 16, 1-4

estados de mortalidad y de inmortalidad. La permanencia


de un mismo sujeto en ambos estados arguye manifiesta­
mente la identidad entre el cuerpo mortal y el cuerpo resu­
citado. Sube de punto la fuerza de este argumento con la
cuádruple repetición de las frases paralelas iniciadas por eso.
56-57. Estos dos versículos son un resumen, tan conciso
como enérgico, de los capítulos 5-8 de la Epístola a los Ro­
manos.

EPÍLOGO

127. Colecta para los fieles de Jerusalén. 16, 1-4.


1 Acerca de la colecta para los santos,
como lo ordené a las Iglesias de Galacia,
así también hacedlo vosotros.
2 Cada primer día de la semana
cada uno de vosotros reserve en su poder
y vaya atesorando, lo que lograre ahorrar;
no sea que cuando llegue yo,
se hayan de hacer entonces las colectas.
3 E cuando yo llegare,
los que vosotros tuviereis por bien,
a ésos enviaré yo con cartas,
para que lleven vuestra generosidad a Jerusalén.
* V si valiere la pena de que también yo vaya,
irán conmigo.

16, 2. Primer día de la semana: es el Domingo o día del


Señor, el cual ya desde los tiempos apostólicos había susti ■
tuído al sábado judaico.
3-4. Es notable la delicadeza de San Pablo. En ningún
caso quiere él tocar el dinero; aunque, si la suma fuere cosa
digna, consiente, no precisamente en ir con los encargados
de llevarla — un Apóstol no ha de ser un satélite de honor
del dinero, — sino en que ellos vayan con él.

181
S 1 _S 1.” A LOS CORINTIOS i6, 5-9

128. Planes de viaje. 16, 5-9.


5 Iré a vosotros después de pasar por Macedonia.
Pues por Macedonia sólo pienso pasar.
" Mas con vosotros tal ves me detendré
y aun pasaré el invierno,
para que vosotros preparéis mi via je a donde tenga que ir.
7 Pues no quiero ahora veros de paso,
porque espero permanecer algún tiempo con vosotros,
si el Señor le concediere.
•s Quedaré en Ejcso hasta Pentecostés.
Pues se me ha abierto una puerta grande v eficiente,
v los que se oponen son muchos.

5-7. Espíritu práctico y desinterés. Dos cualidades


de San Pablo resaltan en este pasaje. Primeramente, su espi­
rito práctico. Los grandes proyectos y afanes del apostolado
no le hacían perder el contacto con la realidad prosaica de la
vida. Algo análogo se observa en otras grandes almas, como
San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús. En segundo
lugar, merece notarse el desinterés o la libertad de corazón
que supone el propósito de detenerse y aun pasar el invierno
entre los Corintios; mientras por Macedonia, donde están
sus queridos Eilipenses. sólo piensa pasar.
S. Siete semanas, por tanto, pensaba San Pablo perma­
necer todavía en Efeso: desde la Pascua, en que se escribía
la carta, hasta Pentecostés.
v. Dos MÓVILES DE LA ACCION APOSTÓLICA. Dos lUOtlVOS
determinan la permanencia de San Pablo en Efeso: la efi­
ciencia o fruto de su acción y la oposición o contradicción
de los que se proponen inutilizarla. Lograr el máximo rendi­
miento, superar los obstáculos que se atraviesan: tal es el
doble objeto de los trabajos apostólicos.

182
§ 129-130 i.1’ A LOS CORINTIOS i6,10-12; 16,13-18

129. Timoteo y Apolo. 16, 10-12.


10 Si fuere Timoteo,
mirad que esté con vosotros sin temor,
dado que en la obra del Señor trabaja como yo.
11 Que nadie, pues, le menosprecie.
Y preparadle el viaje en paz,
para que se venga a mí,
pues le estoy aguardando con los hermanos.
12 En cnanto a Apolo el hermano, mucho le insté
para que vaya a vosotros junto con los hermanos,
y decididamente no había voluntad de ir ahora;
irá cuando tuviere buena oportunidad.

ic. Temía San Pablo que fuese recibido con prevención


el joven y tímido Timoteo.
11. Con los hermanos: no se ve claro si son los compa­
ñeros de Timoteo que él aguarda, o bien los mensajeros de
Corinto, que con él aguardan a Timoteo. Parece preferible
la segunda solución, según la cual estos hermanos son Esté-
fanas y sus compañeros, de que después habla.
12. Nobleza de corazón. Mucho le insté: estas instan­
cias hechas a Apolo, a quien algunos Corintios miraban como
rival de Pablo, muestran el desinterés y la alteza de miras
con que procedía el Apóstol. Podría ser, que semejante no­
bleza de sentimientos retrajera igualmente a Apolo de ir a
Corinto, donde su presencia y su palabra podrían, contra su
voluntad, resucitar o consolidar el partido o bando de Apolo.

130. Últimas recomendaciones. 16, 13-18.


1:! l'igilacl, manteneos en la fe,
tened ánimo varonil, confortaos.
H Todas vuestras cosas se hagan en caridad.
15 Os recomiendo, hermanos
— conocéis la casa de Estéfanas,
que es primicias de la Acaya,
y se consagraron al servicio de los santos,—
183
§ 130-131 i.« A LOS CORINTIOS 16, 19-24

lfi que también vosotros os mostréis sumisos a los tales


y a todo el que trabaja con ellos y se fatiga.
17 Me gozo con la llegada de Estéfanas,
y de Fortunato, y de Acaico,
puesto que lo que de vuestra parte me faltaba,
ellos lo suplieron plenamente,
,s porque aquietaron mi espíritu y el vuestro.
Reconoced, pues, a los que son tales.

14. La caridad, norma suprema de la vida. En esta


breve sentencia: todas vuestras cosas se hagan en caridad,
recopila el Apóstol todo cuanto en el cap. 13 ha escrito sobre
la caridad. Explicación de esta sentencia es lo que escribe a
los Colosenses (3, 14-15): Sobre todas estas cosas revestios
de la caridad, que es el vínculo de la perfección. Y la paz
de Cristo sea quien dé la ley en vuestros corazones. Y no es
otro lo que escribe a los Gálatas (5, 13): Por la caridad ha­
ceos esclavos los unos de los otros. Porque plenitud de la
ley es la caridad (Rom. 13, 10; Gál. 5. 14). En frase más
moderna podria decirse que la caridad es la superación de la
justicia.
15-16. En estas palabras, de construcción algo irregular,
recomienda San Pablo a la familia de Estéfanas por dos razo­
nes : por ser los primeros que en Acaya se convirtieron a
¡a fe, y por haberse consagrado a las obras de caridad cris­
tiana.
17-18. Estéfanas, acompañado de Fortunato y Acaico,
eran los mensajeros enviados a San Pablo por los Corin­
tios. Lo suplieron plenamente: como si dijera: ausente de
vosotros, sentía vo soledad: ellos, al venir en representación
vuestra, han llenado el vacío que vuestra ausencia dejaba en
mi corazón.

131. Saludos finales y bendición apostólica.


16, 19-24.
19 Os saludan las Iglesias del Asia.
Os saludan mucho en el Señor Aquilas y Prisco
junto con la Iglesia que está en su casa.
184
§ 1 i? A LOS CORINTIOS i6, 19-24

20 Os saludan los hermanos todos.


Saludaos unos a otros con el ósculo santo.
21 La salutación va de mi propia mano: Pablo.
22 Si alguno no ama al Señor, sea anatema.
Maraña tha.
23 La gracia del Señor Jesús sea con vosotros.
24 Mi caridad con todos vosotros en Cristo Jesús.

19. Aquilas y Prisco su mujer habían hospedado a Pablo


la primera vez que fue a Corinto. y de allí le acompañaron
a Et’eso, donde un grupo de fieles se reunía en su casa for­
mando como su Iglesia doméstica.
22. Deuda de amor. Anatema tremendo fulmina San
Pablo contra los que no aman al Señor. El amor a Jesu­
cristo, si debe ser generoso, no por eso, se deja al arbitrio
de nuestra generosidad. El Señor tiene derecho, no sólo a
nuestros servicios, sino también al amor de nuestro corazón.
Y es fuerza satisfacer esta deuda sagrada del amor, si no
queremos incurrir en el anatema del Apóstol.
Morana tha expresión aramaica, que significa Señor nues­
tro, ven, análoga a la que termina el Apocalipsis Ven, Se­
ñor Jesús (22, 20). Otros dividen, menos probablemente,
Maran atha, que significaría Nuestro Señor viene. Esta ve­
nida que se desea (o se afirma) es el segundo advenimiento
del Señor.
24. Caridad cristiana. La caridad de Pablo es dechado
de la caridad cristiana que ha de ser con todos, esto es, uni­
versal, y además en Cristo Jesús, es decir, sobrenatural. Todos
deben amar a todos, por cuanto todos son miembros de un
mismo cuerpo, que es el Cuerpo místico de Cristo.

185
SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

INTRODUCCIÓN

Antecedentes históricos. La Segunda Epístola a los


Corintios es la más personal de las cartas de San Pablo: por
eso exige, más que ninguna otra, fijar con la mayor exactitud
posible sus antecedentes históricos.
Según la probable cronología adoptada, San Pablo escri­
bía su Primera Epístola a los Corintios hacia la Pascua del
año 56. Estaba en Efeso, donde pensaba permanecer hasta
Pentecostés. Desde Efeso, algunas semanas después de Pas­
cua, mandó a Tito a Corinto para que se enterase del efecto
que había producido en aquellos neófitos la carta que aca­
baba de escribirles; él poco después partiría por tierra hacia
Tróade, donde le aguardaría para recibir noticias y deter­
minar lo que conviniera hacer. El hombre propone y Dios
dispone. Pablo tuvo que salir de Efeso precipitadamente an­
tes de lo que había determinado. Los plateros de Efeso, fu­
riosos de ver las quiebras de su industria en objetos idolá­
tricos, ocasionadas por la difusión del Evangelio, promovie­
ron en la ciudad un terrible motín, que quitó por entonces
a Pablo la posibilidad de predicar libremente y aun amena­
zaba su seguridad personal. Adelantó, pues, su viaje; así fué
que, cuando llegó a Tróade, no halló aún a Tito. Preocupado
por los Corintios, no pudo reposar en Tróade, y partió para
Macedonia, donde finalmente encontró a Tito. Las noticias
que éste le trajo, sin dejar de ser consoladoras, no eran del
todo satisfactorias. La mayoría de la Iglesia, sin duda, había
recibido con sumisión la carta de su Apóstol y su padre, cuyo
amor reconocían y cuyas disposiciones acataban y ponían en
ejecución. Lo pasado, pues, quedaba en gran parte reme­
diado ; pero habia aparecido un nuevo peligro, un fermento de
187
INTRODUCCIÓN

rebeldía y oposición, más temible que los desórdenes anterio­


res. Un grupo de judaizantes, adversarios descarados de Pablo,
con el objeto de arruinar su obra, atacaban descubiertamente
su persona y sus títulos de Apóstol.
Pablo, en tales condiciones, no podía presentarse en Co-
rinto con el espíritu de blandura paternal y franca confianza
que deseaba. Para poner, pues, las cosas en orden y preparar
su viaje a Corinto, escribió esta nueva carta, la segunda de
¡as canónicas, pero en realidad la tercera de las que escribió
a los Corintios.
La carta. Para conseguir su objeto principal, dos cosas
había de hacer San Pablo: disipar las prevenciones que con­
tra él habían concebido algunos Corintios, y desacreditar a
sus desleales adversarios. De ahi el doble carácter, apolo­
gético y polémico, de la Epístola. Pero no podía olvidar el
Apóstol lo que ya había recomendado en la Epístola ante­
rior, a saber, la gran colecta que se estaba organizando en
beneficio de los cristianos pobres de Palestina. Esta exhor­
tación a la limosna, casi a modo de digresión, la intercala
San Pablo entre la apología que hace de su conducta apos­
tólica y la polémica con que ataca a sus adversarios. De ahi
la división de la Epístola en tres partes principales, que.
comprendidos el prólogo y el epílogo, se distribuyen de esta
manera: 1) apologética: 1-7; 2) parentésis: 8-9; 3) polémi­
ca: 10-13.

1S8
§ 13^-133_______ 2." A LOS CORINTIOS T, 1-2; I, 3-1 I

EPÍSTOLA II A LOS CORINTIOS

SALUTACIÓN EPISTOLAR

132. Inscripción. 1, 1-2.


1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios,
y Timoteo el hermano,
a la iglesia de Dios que está en Corinto,
y juntamente a- todos los santos
que residen en toda la Acaya
- gracia a vosotros y paz
de parte de Dios, Padre nuestro,
y del Señor Jesu-Cristo.

1, i. Santos: equivalente de jieles, porque se supone a


todos ellos santificados por medio de su unión con Cristo
en el Espíritu Santo.
Que residen cu toda la Acaya: esta Segunda Epístola,
lo mismo que la Primera, si iba dirigida principalmente a
los fieles de Corinto, se destinaba también a los cristianos
ilc toda la Acaya o Grecia peninsular. Era, por tanto, real­
mente una Epístola circular o encíclica, como lo será luego
la Epístola a los Efesios.

133. Acción de gracias.. 1, 3-11.


Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesu-Cristo,
el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación,
4 que nos consuela en toda tribulación nuestra,
hasta el punto de poder nosotros consolar
a los que están en toda tribulación,
con la consolación con que nosotros mismos
somos consolados por Dios.
Porque según qtte rebosan sobre nosotros
I Kq
§ 2.a A LOS CORINTIOS

los padecimientos de Cristo,


asi por mediación de Cristo
rebosa también nuestra consolación
G Pero ora seamos atribulados,
es por vuestra consolación y salud;
ora seamos consolados,
es por vuestra consolación,
la cual muestra su eficacia
en el sufrimiento de los mismos padecimientos,
que también nosotros padecemos;
~ v nuestra esperanza es firme acerca de vosotros,
sabiendo que como sois compañeros de los padecimientos,
así también de la consolación.
g Porque no queremos que ignoréis vosotros, hermanos,
la tribulación que nos sobrevino en Asia;
pues sobre toda ponderación,
más de lo que sufrían nuestras fuerzas,
nos vimos abrumados,
hasta tal punto que aun de la vida desesperamos.
9 Antes bien nosotros dentro de nosotros mismos
sentimos la sentencia de muerte,
para que no pongamos la confianza en nosotros mismos,
sino en Dios, que resucita los muertos,
10 el cual de tan grande muerte nos libró, y nos librará;
en el cual tenemos esperanza
que también en adelante nos librará,
11 coadyuvando también vosotros
a favor nuestro con la oración,
a fin de que de parte de muchos
la gracia otorgada a nosotros por medio de muchos
sea regraciada en nombre nuestro.

7. Comunión de cruz. Nuestra comunión con Cristo


paciente es, según San Pablo, y según toda la Escritura, con­
dición esencial de nuestra comunión con Cristo glorioso.
x
8. Parece que San Pablo hace alusión a la revuelta pro­
movida en Efeso por un tal Demetrio, platero, la cual le
obligó a salir precipitadamente de la ciudad (Act. 19, 23;
20, i). K
190
§ I33",34 2.» A LOS CORINTIOS i. 12-14

11. Intercambio de oraciones. Recomienda frecuente­


mente San Pablo en sus Epístolas la recíproca oración de
unos por otros, a la cual atribuye gran eficacia, así para al­
canzar los bienes que de Dios se desean, como para darle
las gracias por los ya recibidos.

PRIMERA PARTE

APOLOGÍA DEL MINISTERIO


APOSTÓLICO DE PABLO

I. Sinceridad y verdad del Apóstol

134. Testimonio de la conciencia. 1, 12-14.


12 Porque ésta es nuestra gloria,
el testimonio de nuestra conciencia:
que con santidad y sinceridad de Dios,
y no con sabiduría carnal, sino con el favor de Dios,
hemos procedido en este mundo,
y mucho más con vosotros.
13 Porque no os escribimos otra cosa que lo que leéis,
que es lo mismo que entendéis:
y espero que del todo conoceréis,
n como ya nos conocisteis en parte,
que somos gloria vuestra, lo mismo que vosotros nuestra,
en el día del Señor nuestro Jesús.

12. El testimonio de la conciencia. Muchas veces en


sus cartas apela San Pablo al testimonio de la propia con­
ciencia. Mal comprendido por muchos, se consuela en la
lealtad de sus miras y de su proceder. Su conciencia le ates­
tigua que siempre y en todo ha procedido con santidad de
Dios, con aquella limpieza de manos que Dios inspira y se
merece, y con sinceridad de Dios, con aquella sencillez e
ingenuidad de quien mira a Dios como juez de sus actos;
no con sabiduría carnal, no con astucia o segundas intencio­
191
§ 134-135 A LOS CORINTIOS I. 15-22

nes, no fiando en humanos artificios, sino únicamente en el


favor de Dios.
13. Intklict-.ncia di* i,as Epístolas. Advierte San Pablo
a los Corintios que lo que espontáneamente entienden al leer
sus cartas, eso es lo que él quiere decirles, sin reticencias ni
segundas intenciones. Otra cosa sería, si hablase de la pro­
fundidad de sus pensamientos, que ciertamente no alcanza
cualquiera a la primera lectura de sus Epístolas. Ya advertía
San Pedro (2, 3, 16) que hay en ellas algunas cosas difíciles
de entender, las cuales los indoctos y poco asentados tuercen.

135. Cambio de itinerario. 1. 15-22.


ir' )' en esta persuasión, quería primero ir a vosotros,
(i fin de que tuvierais ana segunda gracia,
II- v pasando por vosotros ir a Macedonia,
y de nuevo desdo Macedonia volver a vosotros.
V que vosotros dispusieseis mi viaje a la Jadea.
17 Al querer, pues, esto, ¿acaso usé de ligereza?
¿O lo que yo determino, según la carne lo determino,
de suerte que se encuentren en mí el Sí y el No/
18 Mas fiel es Dios.
que nuestra palabra propuesta a vosotros no es Si y No.
1!> Porque el Hijo do Dios. Jesu-Cristo.
el que entre vosotros filé por nosotros predicado,
por mí, por Silvano y por Timoteo,
no resultó Sí y No.
antes Sí en él se ha verificado.
Porque cuantas promesas hay en Dios,
en él son el Sí:
por lo cual también por mediación de Id
se retorna el .Amén a Dios para gloria
por medio de nosotros.
-1 Mas el que nos -conforta, lo mismo qne a vosotros,
en orden a Cristo,
y el que nos ungió, Dios es;
-- el cual además nos marcó con su sello
V nos dió las arras del Espirita cu nuestros corazones.

102
§J35_ 2.:‘ A LOS CORINTIOS______ i_, ¿5-22

15. Segunda gracia: quiere decir la gracia de la doble


visita apostólica hecha a los Corintios, la una de paso para
ir a Macedonia, y la otra al volver de Macedonia a Corinto.
como dice en el vers. siguiente.
19-20. Cristo es el sí. ¡Pensamiento admirable! Jesu-
Cristo es el sí absoluto y universal: el sí de las promesas
divinas, el sí de las aspiraciones humanas, el sí de los orácu­
los proféticos. de las esperanzas de Israel, de los suspiros de
todas las naciones. Es el sí de la verdad inconmovible, el
sí de la felicidad eterna: suprema afirmación de la verdad,
plenitud desbordante de la vida. No hay en Jesu-Cristo un
no desesperante: en Él todo es sí.

20. El amén de i.a Iglesia. Al sí de Cristo responde


la Iglesia con el Amén, que es profesión de fe, grito triunfal
de la esperanza realizada, expansión del amor inflamado.
Mas como todo bien por medio de Cristo viene de Dios a
nosotros, así también por mediación de Él debe retornar a
Dios el Amén de nuestra glorificación y hacimiento de gra­
cias.
21-22. Triple gracia del apostolado. Los Apóstoles
de Jesu-Cristo han recibido privilegiadamente la unción, el
sello de Dios y las arras del Espíritu Santo en sus corazones.
Esta unción, este sello, estas arras, no son en realidad sino
el Espíritu divino o sus carismas: que, a manera de óleo
espiritual, dan robustez de atletas a los ministros evangélicos
para los trabajos y luchas del apostolado; que, como sello
divino, los acredita ante la Iglesia; que, como arras, son
prenda de la protección divina, del resultado de sus empresas
apostólicas y de la recompensa con que serán premiadas sus
fatigas. En una palabra, unción, sello y arras no son sino tres
imágenes metafóricas de la vocación al apostolado con todas
las gracias que la acompañan. Y en esta vocación toman
liarte las tres divinas personas: Dios Padre, como fuente
primera y original de toda gracia; Dios Hijo, como fin a
honra del cual se dirige el apostolado; Dios Espíritu Santo,
como energía inmediata de toda actividad espiritual.

193
§ 1.36 A A LOS CORINTIOS i, 23-24; 2, 1-4

136. Razón del cambio de itinerario. 1, 23-24;


2, 1-4.
23 Yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma.
que por miramiento a vosotros todavía no fui a Corinlo;
110 porque seamos déspotas de vuestra fe,
sino somos cooperadores de vuestro gozo,
pites en cuanto a la fe os mantenéis firmes.
1 Porque me impuse esta determinación:
que mi ida a vosotros no fuera de nuevo
motivo de tristeza.
- Porque si yo os entristezco a vosotros,
¿quién será el que me alegre de mí,
sino el que recibe tristeza de nú?
3 Y os escribí esto mismo,
no sea que, yendo a vosotros,
reciba tristeza de parte de aquellos
de quienes me había de gozar,
confiando de todos vosotros
que mi gozo lo es de todos vosotros.
* Porque a impulso de una gran congoja
y apretura de corazón
os escribí con abundantes lágrimas,
no para que os entristezcáis.
sino para que conozcáis el amor, que os tengo,
a vosotros más que a otros.

23-24. Pensamientos de paz. Después de probar que el


motivo de haber modificado sus planes de viaje no había sido
ligereza o inconstancia, afirma ahora con solemne juramento
que ello ha sido por miramiento a los Corintios, para aho­
rrarles amarguras y tristezas. Quiere que su visita sea para
ellos y para éh no de pena, sino de gozo. La expresión algo
singular déspotas de vuestra fe no parece ser invención de
San Pablo, sino más bien una de las frasecillas mordaces de
sus adversarios, que él recoge para descalificarla. Así lo hace
(>tras veces, especialmente cu esta misma carta.
2. 3-4. Otras cartas a los Corintios. Alude San Pablo
a 1111a carta anterior que afligió notablemente a los Corin-
194
§ 136-137 2.a A LOS CORINTIOS 5-i 1

tíos. No es imposible una carta intermedia entre las dos Epís­


tolas canónicas a los Corintios; pero no existe fundamento
suficiente para admitir como necesaria esa carta intermedia,
pues cnanto aquí dice el Apóstol halla su conveniente expli­
cación en la actual Primera a los Corintios, que realmente
contiene expresiones harto severas, igualmente dolorosas al
corazón del Apóstol y al de los vidriosos neófitos. Otra cosa
es, si se habla de una carta anterior a nuestra Primera Epís­
tola: tal carta es absolutamente cierta fcf. 1 Cor. 5, 9-11).

137. El perdón del incestuoso. 2, 5-11.


5 Que si alguno contristó, no me contristó a mí,
sino, en parte, — para no exagerar. — a todos vosotros.
(! Bástale a este tal esa corrección hecha por los más;
7 de suerte qne, al contrario,
antes bien le perdonéis y consoléis,
no sea que por la excesiva tristeza sea devorado este tal.
s Por esto os exhorto
a qne otorguéis para con él vuestra caridad.
9 Pues para esto mismo os escribo,
para conocer vuestros quilates,
a ver si para todo sois obedientes.
10 A quien algo perdonáis, yo también;
puesto caso que lo que yo he perdonado,
si algo he perdonado,
por vosotros ha sido, en persona de Cristo;
11 no sea qne nos veamos envueltos
por la astucia de Satanás,
pues no desconocemos sus designios.

5-11. Indulgencia tras la severidad. Uno de los prin­


cipales motivos de pena, así para San Pablo al escribir la
carta anterior como para los Corintios al leerla, fué el crimen
nefando de aquel incestuoso que vivía mal con su propia
madrastra. Al recordar ahora la pena impuesta entonces al
delincuente, aprovecha la ocasión para mitigar la dureza de
la primera sentencia, ya que los Corintios habían cumplido
las severas órdenes del Apóstol, y el pecador había vuelto
sobre si y hecho penitencia.
195
§ 137-13^ K LOS CORINTIOS 2, 12-17

ji. Astucia de Satanás. Explicando el pensamiento de


San Pablo, escribe San Ambrosio: Satanás «quiere siempre
dañar, siempre envolver en sus redes, para matar; mas debe­
mos evitar que nuestro remedio se convierta en triunfo suyo.
Porque caemos en sus redes, si por nuestra excesiva obstina­
ción perece el que con nuestra indulgencia pudiera librarse»
(De pacu. 1. 17).

138. Ansiedades y consuelos: De Tróade a


Macedonia. 2, 12-17.
12 Y venido a Tróade para el Evangelio de Cristo,
V habiéndoseme abierto puerta en el Señor,
3:5 no hallé sosiego para mi espirita,
por no haber encontrado yo a Tito, mi hermano,
sino que, despidiéndome de ellos, salí para Macedonia.
14 Pero a Dios gracias,
que continuamente nos hace triunfar en Cristo
V descubre la fragancia de su conocimiento
por medio de nosotros en todo lugar;
K’ porque somos biten olor de Cristo para Dios,
entre los que se salvan y entre los que se pierden;
para los unos, olor de muerte para muerte;
para los otros, olor de vida para vida.
17 V para esto, ¿quién es idóneo?
Porque no somos como tantos otros
que desnaturalizan la palabra de Dios,
sino que cual de pecho sincero,
en presencia de Dios, hablamos en Cristo.

12. Tróade: ciudad de la Misia, en la costa NO. del Asia


Menor, no lejos de la antigua Troya, célebre por la Ilíada.
Puerta: ocasión favorable para la predicación del Evan­
gelio.
14. Triunfos apostólicos. Compara San Pablo las ex­
pediciones apostólicas a las carreras triunfales de los anti­
guos vencedores.
Difusión del Evangelio. Se compara hermosamente la
predicación del Evangelio a la fragancia de los perfumes o
196
§ 138-139 A LOS CORINTIOS 3. i-i»

de las flores, cuyo efecto es el conocimiento de Dios y de


Cristo.
15. Para Dios. Este dativo no es de término o destinación
sino de acción. No quiere decir que Dios se recrea en el
bucn olor de Cristo, sino que él es quien por ministerio de
los Apóstoles lo difunde en el mundo. El dativo, por tanto
significa en manos de Dios o bajo la dirección y acción de
Dios.
16. Olor de vida iieciio olor de muerte. En otros
términos y bajo otras imágenes repite San Pablo la senten­
cia del anciano Simeón : Éste está puesto para caída y para
resurgimiento de muchos en Israel..., para que salgan a luz
de muchos corazones los pensamientos. (Le. 2. 34-35). El
Evangelio por su tendencia intrínseca es olor de vida para
vida, mas la mala disposición del que lo recibe hace que se
convierta en olor de muerte para muerte.
17. Incapacidad natural para la predicación del
Evangelio. Todos los talentos y todas las industrias de los
hombres son impotentes para anunciar fructuosamente el
Evangelio de Cristo. Toda la capacidad proviene de la gracia
de Dios. Lo que Dios exige del Apóstol para hacerle ins­
trumento suyo es la lealtad, la sinceridad y la humildad, que
aquí muestra San Pablo.
Desnaturalizan o adulteran: metáfora tomada de los ta­
berneros que aguan o falsifican el vino.

II. Altísima dignidad del Ministerio Apostólico

139. Las cartas de recomendación de Pablo.


3, 1-6.
1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos
a nosotros mismos?
¿O por ventura necesitamos, como algunos,
de cartas de recomendación para vosotros o de vosotros?
• Nuestra carta vosotros sois,
escrita en nuestros corazones,
conocida y leída por todos los hombres;
197
§ 139 2.a A LOS CORINTIOS 3, i-í>

3 como que es manifiesto que sois carta de Cristo,


escrita por ministerio nuestro.
v escrita no con tinta.
sino con Espíritu de Dios vivo;
110 en tablas de piedra,
sino en tablas que son corazones de carne.
4 Y esta tal confianza la tenemos por Cristo para con Dios.
No que por nosotros mismos seamos capaces
de discurrir algo como de nosotros mismos,
sino que nuestra capacidad nos viene de Dios;
0 quien asimismo nos capacitó
para ser ministros de una nueva alianza,
no de letra, sino de Espíritu;
porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica.

3, 1-3. Variabilidad de las imágenes. Cartas de reco­


mendación. El uso que hace el Apóstol de esta expresión nos
da una idea exacta de la libertad con que varia una misma
imagen presentándola bajo diversos aspectos. De las cuatro
veces que en estos tres versos se encuentra tal expresión, la
primera se toma en sentido propio; la segunda es metafórica­
mente la Iglesia de Corintio, grabada espiritualmente en el
corazón de San Pablo; la tercera es la misma Iglesia objeti­
vamente en sí misma; la cuarta es el Evangelio escrito en
los corazones de los mismos Corintios. Aquí tenemos uno de
los casos que comprueban la verdad de aquel principio funda­
mental de la exegesis paulina: que hay que buscar en San
Pablo la máxima cohesión interna, frecuentemente pertur­
bada por las múltiples incoherencias de la forma externa.
4-6. Acción divina y cooperación humana. Es digno
de notarse el énfasis con que enseña San Pablo que la aptitud
y eficacia del ministerio apostólico proviene totalmente de
Dios. El hombre, claro está, ha de poner todo su trabajo;
pero el resultado de este trabajo se ha de atribuir exclusi­
vamente a la acción de Dios. Y esto que dice San Pablo
del ministerio apostólico, se aplica umversalmente a toda la
vida sobrenatural: en la cual la activa cooperación del hom­
bre es exigida por Dios como condición esencial, mas recibe
de la gracia de Dios, que nunca falta, toda su eficacia. Este
]<>
§ 139-140________ 2.a A LOS CORINTIOS ___ 3, 7-1 j

es, en la Ascética Paulina, el principio fundamental de la


humildad cristiana. La doctrina de San Pablo es asimismo
la doctrina de todos los Santos Padres, principalmente de
San Agustín, el Doctor providencial de la gracia contra el
naturalismo de los Pelagianos. Así escribe, por ejemplo, en
el libro Del don de la perseverancia: «pensando creemos,
pensando hablamos, pensando hacemos todo lo que hacemos:
y por lo que toca al camino de la piedad y al verdadero culto
de Dios, no somos capaces de pensar nada por cuenta pro­
pia, sino que el poder nos viene de Dios» (13, 33. ML 45,
1013). Esta doctrina no es de menos actualidad contra el
naturalismo moderno.
6. Letra y Espíri'iu. La letra de la Ley Mosaica, daba
preceptos, pero no fuerzas para cumplirlos: y con eso era
ocasión de pecado v de muerte; mas el Espíritu del Evan­
gelio juntamente con el precepto da fuerza, que no es vio­
lencia, sino inefable suavidad para cumplirlo con toda perfec­
ción. Esta enseñanza del Apóstol no justifica en manera al­
guna la falsa libertad de los que se rebelan contra la ley justa
de la legítima autoridad; pero sí es una condenación total de
todo formulismo de pura legalidad, como el que ya en los
Fariseos fustigó duramente el divino Maestro.

¡40. El ministerio evangélico, superior al de


Moisés. 3, 7-11.
7 Que si el ministerio de la muerte.
grabado con letras en piedras, resultó glorioso ,
hasta el punto de no poder los hijos de Israel
fijar su vista en el rostro de Moisés
a causa de la gloria de su rostro, si bien evanescente,
8 ¿cómo no con más razón será glorioso
el ministerio del Espíritu?
9 Pues si para el ministerio de la condenación hubo gloria,
mucho más rebosa de gloria el ministerio de la justicia.
10 Porque lo glorificado no fué glorificado eu este respecto,
a causa de la sobrepujante gloria.
11 Porque si lo perecedero tuvo su momento de gloria,
mucho más lo permaneme cercado está de gloria.
199

15
< 140-141 A LOS CORINTIOS 3, 12-18

Gloria de Moisés y gloria de los apóstoles. Conviene


precisar la argumentación de San Pablo. La gloria de Moisés,
dice, al descender del Sinai con las tablas de la Ley, era
grande; su rostro resplandecía con fulgores divinos, que
deslumbraban a los hijos de Israel. Sin embargo el ministerio
de Moisés era ministerio de muerte, ministerio extrínseco de­
una Ley esculpida en piedras, ministerio de condenación,
ministerio provisional y pasajero. En cambio, el ministerio
del Evangelio es ministerio de vida, de Espíritu, de justi­
ficación, de duración definitiva y eterna. ¡ Cuánto más glo­
rioso, pues, no será el ministerio de los Apóstoles que el
ministerio de Moisés! Por tanto, si los ministros evangélicos
proceden en consonancia con su excelsa dignidad, es injusto
tacharlos de arrogancia. Pueden y deben usar de toda la
autoridad y libertad que exige la alteza de su misión. Esta
última consecuencia, que está continuamente presente en el
espíritu del Apóstol y que constituye el fondo y como el
nervio de su apología, se desenvolverá más ampliamente en
el período siguiente.
9. Ministerio de condenación: el ministerio de Moisés
era, en la intención de Dios, ministerio de salud; pero, por la
deficiencia intrínseca de la Ley y la mala disposición de los
Israelitas, se convirtió en ministerio de condenación, esto es,
i’né, no causa, sino mera ocasión, de su ruina.

141. Manifestación, franca y sin velos, del


Evangelio. 3, 12-18.
12 Teniendo, pues, semejante esperanza.
usamos en el hablar de nntcha claridad;
1:1 y no a la manera que Moisés
ponía un velo sobre su rostro,
para que uo jijasen su vista los hijos de Israel
en el remate de lo que se desvanecía.
14 Mas se embotaron sus inteligencias.
Porque hasta el día de hoy
cu la lectura del Antiguo Testamento
perdura el mismo velo, sin removerse,
porque sólo en Cristo desaparece.
§141____________ 2? A LOS CORINTIOS__________ 3. ts-iS

1;; Mas hasta hoy, siempre que es leído Moisés,


un velo está puesto sobre el corazón de ellos.
10 Mas cuando se vuelva al Señor,
es quitado el velo (Ex. 34, 34.)
17 Y el Señor es el Espíritu.
Y donde está el Espíritu del Señor hay libertad.
,s Mas^nosotros todos, con el rostro descubierto.
reverberando como espejos la gloria del Señor,
nos vamos transfigurando en la misma imagen
de gloria en gloria,
conforme a como obra el Espíritu del Señor.

13. Gloria oue se desvanecía. Al hecho de cubrirse


Moisés la cara con el velo para no deslumbrar los ojos de los
hijos de Israel, San Pablo, viendo en eso el carácter tran­
sitorio del régimen del Sinaí, le da una interpretación ines­
perada, presentando este velo como destinado, no tanto para
ocultar aquella irradiación fulgurante, cuanto para impedir
que se diesen cuenta de que aquel resplandor se iba desva­
neciendo.
13-15. Variabilidad de las imágenes. Otro caso de la
variabilidad de las imágenes en San Pable. El velo que co­
mienza tapando ?ia cara de Moisés, pasa a cubrir el Antiguo
Testamento considerado en sí mismo, y acaba envolviendo el
corazón de los Judíos y privándole de la visión de Jesu-
Cristo.
16. Conversión de los Judíos. La Escritura dice de
Moisés que cuando volvía a la montaña para hablar con el
Señor, se quitaba el velo: San Pablo, aplicándolo a los Ju­
dies. dice que, cuando se conviertan al Señor, se verán libres
del velo que ofuscaba su corazón.
17. No quiere decir San Pablo que el Señor, es decir,
Cristo, sea la misma persona del Espíritu Santo. La palabra
Espíritu significa aquí la plenitud del Espíritu Santo con su
presencia y sus dones, que Cristo poseía y nos comunicó a
nosotros; dícese además Espíritu, en cuanto se opone a la
letra y es figurado por ella.
Auténtica libertad evangélica. Libertad no es la
201
§ 141-142________ 2.a A LOS CORINTIOS____________ 4, i-6

libertad de la carne, ni la libertad de la soberbia, tan enérgi­


camente condenada por San Pablo: antes al contrario es la
verdadera libertad del espíritu, redimido de los terrores y
de las prácticas estériles de la Ley Mosaica. Esta libertad
verdaderamente evangélica no es la libertad pseudo-evangé-
lica de los protestantes.
18. Esplendores apostólicos. ¡Grandiosa concepción
del ministerio apostólico, aun estéticamente considerado 1 El
Señor, Cristo, es la luz increada, el Espíritu es la irradiación
de esta luz en los hombres: pero esta luz no desciende direc­
tamente sobre sus corazones. Dios en su providencia ha dis­
puesto que los Apóstoles, a manera de espejos, recojan los
rayos de luz divina y la difundan por toda la tierra: y en
esta iluminación evangélica los Apóstoles, como los espejos
heridos por los rayos del sol, aparecen revestidos de la luz
divina que irradian; y recibiendo en sí los resplandores del
Espíritu, crecen en resplandor hasta transfigurarse finalmente
en la misma imagen esplendorosa del Señor. ¡ Qué contraste
entre esta revelación luminosa del Evangelio <v el velo de
Moisés!
Reverberando o reflejando: muchos traducen «contem­
plando». Nuestra versión, autorizada por San Juan Crisós-
tomo y por todos los padres griegos, los jueces más califi­
cados tratándose del sentido de una palabra griega, es tam­
bién la que reclama el contexto.

142. Aliento que inspira a los apóstoles su


ministerio. 4, 1-6.
1 Por esto, teniendo este ministerio,
según la misericordia con qne fuimos favorecidos,
no desfallecemos;
2 antes bien, desechamos los tapujos de la ruindad,
no procediendo con astucia
ni falsificando la palabra de Dios,
sino con la manifestación de la verdad,
recomendándonos a nosotros mismos
ante toda conciencia de hombres
en la presencia de Dios.
202
§ 2." A LOS CORINTIOS _____ 4. 1-6

;! Que si todavía queda velado nuestro Evangelio,


para los que perecen está velado,
4 para los incrédulos,
ci/yas inteligencias cegó el dios de este siglo,
para que no columbrasen la esplendorosa irradiación
del Evangelio de la gloria de Cristo,
que es imagen de Dios.
5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos,
sino a Jesu-Cristo Señor;
que a nosotros mismos nos consideramos
como esclavos vuestros por causa de Jesús.
c Porque Dios, que dijo:
Del seno de las tinieblas fulgurará la luz,
es quien la hizo fulgurar en nuestros corazones,
para que irradiásemos el conocimiento
de la gloria de Dios.
que reverbera en la faz de Cristo Jesús.
4, 4. El dios de este siglo. Así llama San Pablo a
Satanás, a quien, consciente o inconscientemente, adoran los
mundanos como a dios, o bajo la imagen de vanos ídolos, o
en el Dinero, amo del mundo, o en personajes o doctrinas
impías.
4-6. Iluminación evangélica. La bellísima imagen de
la iluminación evangélica, antes solamente esbozada, recibe
aquí su completa perfección. La gloria esplendorosa de Dios
era inaccesible a los ojos mortales; pero reverbera en el ros­
tro de Cristo, imagen de Dios, y se hizo accesible. Estos divi­
nos fulgores los concentró el Señor en el corazón de los
Apóstoles, como en foco potente que irradiase en todos sen­
tidos aquella luz soberana, que proviene como de fuente ori­
ginal de la misma divinidad. ¡ Cómo crece el contraste, no ya
entre Moisés y los Apóstoles ,sino entre Moisés con el rostro
velado y Cristo Jesús, en cuya faz descubierta relumbra toda
la gloria de Dios Padre!
Cristo, imagen de Dios. Jesu-Cristo es imagen de Dios
Padre, como Dios y hmo hombre. Como Dios, es imagen
adecuada; como hombre, es imagen visible: y estas dos pro­
piedades, adecuación, visibilidad, hacen que Jesu-Cristo sea
la única imagen perfecta de Dios.
203
§_H3___ 2.-' A LOS CORINTIOS 4. 7-i2

III. El proceder del apóstol: Sus fines y sus móviles

143. El tesoro divino en vasos de barro. 4. 7-12.


7 Mas tenemos este tesoro eú vasos ferrizos,
para que la sobrepujanza de la fuerza
se muestre ser de Dios, que no de nosotros.
8 En todo atribulados, mas no reducidos al último extremo;
perplejos, mas no desconcertados;
perseguidos, mas no abandonados;
derribados, mas no rematados;
:0 siempre llevando por doquiera en nuestro cuerpo
el estado de muerte de Jesúts.
a fin de que también la vida de Jesús
se manifieste en nuestro cuerpo.
11 Porque siempre nosotros los que vivimos
somos entregados a la muerte por causa de Jesús.
a fin de que también la vida de Jesús
se manifieste en nuestra carne mortal. >
12 De suerte que la muerte obra en nosotros,
y la vida en vosotros.

/. Lo humano y 1.0 divino DE la Iglesia. I 'asos terrizos


son sin duda las personas y las instituciones de la Iglesia,
capaces, como tales, de dejar perder el tesoro de la divina
palabra; pero que de hecho no lo han dejado perder, como
imaginan los protestantes, sino, que gracias a la eminencia
de la virtud divina, lo han conservado y lo conservarán siem­
pre intacto y puro, como enseña San Pablo, que tantas veces
reclama su infalibilidad en la predicación del Evangelio.
10-12. Por la muerte a la vida. Aquí nos da San Pablo
la idea más maravillosa y exacta del ministerio apostólico en
relación con la muerte de Cristo. Así como esta muerte es
el principio esencial de nuestra vida divina, así también los
ministros del Evangelio han de reproducir en sí mismos la
muerte de Cristo para reproducir en los hombres la vida de
Cristo. Reciben la muerte para dar la vida.

204
§ U4-U5 I-OS CORINTIOS 4. 13-1.8: 5. i-3

144. La fe de la resurrección, móvil de los pre­


dicadores evangélicos. 4, 13-15.
I-’’ Mas teniendo nosotros el misino espíritu de la je,
según aquello que está escrito (Sal. 115. jo):
Creí, v por esto hablé,
también nosotros creemos.
V por esto también hablamos:
” sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús,
también a nosotros con Jesús nos resucitará,
y pondrá a su lado juntamente con vosotros.
Porque todo es para bien de vosotros,
a fin de que la gracia, habiéndose acrecentado, a
por ñoca de los más produzca más abundante
el batimiento de gradas para la gloria de Dios.

13. Citas bíblicas. Cita aquí San Pablo el Salmo 115


(iiebr. 116). 1, según la versión Alejandrina, como hace ordi­
nariamente, por ser esta versión la usada entre los Judíos
helenistas. Y con mayor razón la usa en este caso, por encon­
trar en ella Una frase hecha que formula con admirable pre­
cisión su pensamiento. Y, en general, cuando esta versión se
aparta del original hebreo, si San Pablo la usa, no la toma
como principio de demostración, sino como medio de ilus­
tración.
14. Resurrección solidaria. Doble solidaridad señala
San Pablo en la resurrección de los fieles; solidaridad de los
fieles con Cristo resucitado y solidaridad de unos hombres
con otros. La esperanza de esta resurrección daba aliento a
San Pablo para el desempeño de su ministerio apostólico.

145. Esperanza de gloria en las mansiones ce­


lestes. 4, 16-18; 5, 1-5.
](t Por lo cual no desfallecemos, antes bien,
aun cuando nuestro hombre exterior se desmorone,
empero nuestro hombre interior se renueva día tras día.
77 Porque eso momentáneo, ligero, de nuestra tribulación
nos produce, con exceso incalculable siempre creciente,
205
§ U5 A LOS CORINTIOS 4. 16-18: 5. 1-5

un eterno caudal de gloria;


,s y en esto no miramos a las cosas que se ven,
sino a las que no se ven.
Porque las que se ven son pasajeras; r
mas las que no se ven, eternas.
1 Porque sabemos que si nuestra casa terrena,
en que vivimos como en tienda,
se viniere abajo,
edificio tenemos de Dios,
casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
- Porque estando en ella gemimos,
anhelando sobrevestirnos de nuestra morada celeste.
:í cen tal de que seamos hallados vestidos, no desnudos.
4 Porque los que estamos en esta tienda, gemimos agobiados,
por cuanto no queremos ser despojados,
sino más bien sobrevestidos,
a fin de que eso mortal quede absorbido por la vida.
5 )’ quien nos dispuso para esto mismo es Dios,
el cual nos dió las arras del Espíritu.

17. El capí i al celeste. Caudal, literalmente peso, signi­


fica aquí tesoro, o, como diriamos ahora, el capital con sus
intereses: esto es, la gloria inmensa del cielo, que nos pro­
ducen las tribulaciones de esta vida.
5, 1-4. Casa y vestido. La fusión de las dos imágenes,
de vestido y de casa, pide una breve explicación. La casa y
el vestido son para nosotros dos cosas tan diferentes, que no
se nos puede ocurrir confundirlas en una misma imagen me­
tafórica. Para los antiguos orientales, mayormente para San
Pablo, constructor de tiendas de campaña, la imagen de una
tienda de lona y la de un vestido, que para ellos era una
amplia túnica o capa, no eran tan diferentes como para nos­
otros. Así no es tan extraño, como podría parecer, que la
gloria se represente con la fusión de las dos imágenes de la
casa y del vestido. Los orientales de entonces podían imagi­
narse la túnica como una tienda adaptada al cuerpo, o al
contrario, la tienda como una amplia túnica extendida a
cierta distancia.
Glorificación celeste sin pasar por la muerte.
206
§ >45-146 2? A LOS CORINTIOS___________ 5. 6-10

Supone San Pablo que algunos de los fieles de la última


generación, que presenciarán el segundo advenimiento de
Jesu-Cristo, no morirán. Si no fuera así, no hablaría de la
posibilidad de ser sobrevestidos de la nueva vida sin ser
antes despojados de este cuerpo mortal. Y en esta suposición,
meramente hipotética, parece aspirar a ser él mismo sobre­
vestido de la gloria celeste, sin haber sido despojado de la
vestidura del cuerpo. Tal es la interpretación de los más
ilustres Teólogos y exegetas contemporáneos.
5. El Espíritu Santo agente de la resurrección.
Presenta frecuentemente San Pablo el Espíritu Santo como
principio vital de nuestra resurrección, como lo fué de la de
Cristo. Siendo, como es, el alma del Cuerpo místico de Jesu-
Cristo, así como determinó la resurrección de la cabeza, así
también, por consecuencia, determinará la resurrección de los
otros miembros.

146. Cristo, objeto de ansias ardientes y de


santo temor. 5, 6-10.
Confiados, pues, osadamente en todo tiempo,
y sabiendo que mientras estamos domiciliados en el cuerpo
andamos ausentes lejos del Señor,
7 —como quiera que por fe caminamos, 110 por vista,--
s confiamos, pues, y vemos con agrado
más bien ausentarnos lejos del cuerpo
y estar domiciliados cabe el Señor.
9 Por lo cual tomamos como punto de honra,
ora sea estando domiciliados,
ora sea estando ausentes,
ser aceptos a él.
10 Porque todos nosotros hemos de aparecer de manifiesto
delante del tribunal de Cristo,
para que reciba cada cual el pago
de lo hecho viviendo en el cuerpo,
en proporción a lo que obró, ya sea bueno, ya sea malo.
6-8. Osadamente... confiamos...: hemos conservado este
anacoluto, del cual no se podía prescindir sin desfigurar el
estilo, con frecuencia tan enrevesado, de San Pablo.
207
§ 146-M/ 2? A LOS CORINTIOS

7. Fe y visión. Como en la Primera Epístola (13, 12),


a la fe de esta vida, que es un conocimiento por medio de
espejo en enigma, se contrapone la vista de la vida celeste,
que será una visión de Dios cara a cara, esto es, una intui­
ción presencial de la divina esencia.
9. Tomamos como ptmto de honra, es decir, nos esfor­
zamos o empeñamos.

147. La caridad, resorte del apostolado. 5, t 1-15.


11 Sabiendo, pues, lo que es el temor del Señor,
tratamos de sincerarnos ante los hombres.
que a Dios patentes le estamos;
v espero que también en vuestras conciencias
estamos patentes.
.Vo es que de nuevo nos recomendemos a vosotros,
sino que os damos ocasión de gloriaros en nosotros,
a fin de que tengáis que responder
a los que se glorían en la faz y no en el corazón.
1:' Porque si perdimos el tino, fué con miras a Dios;
si nos moderamos, es en atención a vosotros.
14 Porque el amor de Cristo nos apremia, al pensar esto:
que uno murió por todos; luego todos murieron;
15 v por todos murió,
para que los que viven, no vivan ya para si mismos.
sino para aquel que por ellos murió y resucitó.

13. Arrebato y mesura. La gloria y el interés de Dios


nos arrebata a las veces y nos hace parecer desatinados; pero
en atención a vuestro provecho moderamos nuestros trabajos
y refrenamos nuestro zelo. Lo uno y lo otro, los arrebatos
v la moderación, todo es por vuestro bien no menos que por
la gloria de Dios.
14-15. Morir En Cristo y por Cristo. Según el Após­
tol, la muerte de Cristo tiene doble eficacia: mística y moral.
Mística, en cuanto, muriendo Cristo, morimos en él y con él
todos los hombres; moral, en cuanto que, habiendo muerto
Cristo por nosotros, nosotros en retorno, siguiendo su ejem­
plo. hemos de morir a nosotros mismos y por la salvación
20S
§ 147-148 2.» A LOS CORINTIOS 5, 16-17

de nuestros hermanos. Morimos en Cristo, y hemos de morir


por Cristo.
Valor soteriológico de la resurrección de Cristo.
Resucitó por ellos. Es uno de los puntos más interesantes de
la Teología de San Pablo la eficacia redentora que él atri­
buye, no sólo a la muerte, sino también a la resurrección
de Cristo, principalmente porque a su resurrección estaba
vinculada la efusión del Espíritu Santo sobre los fieles, de la
cual depende ahora nuestra resurrección espiritual y después
la resurrección corporal: efectos, uno y otro, de la redención
de Cristo.

148. La nueva creación. 5. 16-17.


]|; De suerte que nosotros desde ahora
o nadie conocemos según la carne.
Aun citando hemos conocido según la carne a Cristo,
ahora, empero, ya no lo conocemos asi.
17 Por manera que si uno está en Cristo,
es una nueva creación.
Lo viejo pasó: mirad, se ha hecho nuevo.

16. No quiere decir San Pablo que antes hubiera cono­


cido personalmente a Jesús: sino que la idea que tenía del
Mesías (que esto quiere decir Cristo, esto es, Ungido} era
la de la escuela rabínica, que él califica diciendo que era
según la carne.
17. La nueva creación En Cristo. La nueva vida del
cristiano no es una modalidad de orden meramente moral o
jurídico, como la que resulta de ser miembro de una corpo­
ración cualquiera puramente humana; antes es una existencia
totalmente distinta, incomparablemente superior, efecto de
una verdadera creación; la cual, mediante un espiritual rena­
cimiento, eleva al hombre a la condición de Dios. Pero esta
nueva existencia no la recibe el hombre por lo que es cada
uno en sí mismo, sino en cuanto está en Cristo, esto es, en
cuanto forma parte del Cuerpo místico de Jesu-Cristo, infor­
mado y vivificado por el Espíritu Santo.

209
§ 149 A LOS CORINTIOS 5, 18-21

149. La embajada de la reconciliación. 5, 18-21.


1S I’ todo procede de Dios.
quien nos reconcilió consigo por mediación de Cristo,
y a nosotros nos dió el ministerio de la reconciliación;
19 como que Dios en Cristo
estaba reconciliando al mundo consigo,
no tomándoles a cuenta sus delitos;
V puso en nosotros el mensaje de la reconciliación.
20 En nombre, pues, de Cristo somos embajadores,
como que os exhorta Dios por medio de nosotros.
Os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos eon Dios.
21 Al que no conoció pecado, por nosotros le hizo pecado,
para que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en él.

18-19. Reconciliación del hombre con Dios. El pro­


ceso de nuestra reconciliación con Dios, según San Pablo, es
éste: enemistad de los hombres, iniciativa de Dios, reden­
ción de Cristo, mensaje de los Apóstoles. Los hombres, sien­
do enemigos de Dios por nuestros pecados, teníamos nece­
sidad de la reconciliación, de la cual, no obstante, éramos
incapaces por nosotros mismos. Esta incapacidad halló reme­
dio en la inefable misericordia de Dios Padre, que. tomando
la iniciativa, se mostró dispuesto a perdonarnos. Pero la
inexorable justicia de Dios pedía satisfacción: y esta satis­
facción la dió la preciosísima sangre de Jesu-Cristo, Redentor
y Mediador de la reconciliación. Para que estos amorosos
planes de Dios tuvieran plena realización, fueron escogidos
los Apóstoles como mensajeros y ministros de la reconci­
liación en nombre y autoridad de Cristo.
21. Solidaridad de Cristo con los hombres. Señala
aquí San Pablo lo más profundo del misterio de la reden­
ción: la solidaridad moral y mística identificación de Cristo
con los hombres. Nosotros éramos pecadores, un abismo de
iniquidad: Jesu-Cristo, la pura inocencia. Dios, haciendo pe­
sar sobre él nuestros pecados, pareció hundirle en este abismo
de corrupción moral. Cristo entonces apareció a los ojos de
210
$ 149->5° 2? A LOS CORINTIOS 6, i-io

Dios, según la enérgica palabra del Apóstol, pecado, hecho


un puro pecado. Pero la intrínseca santidad de Cristo fue
más potente que la malicia sobrepuesta de nuestros pecados.
Murió, sí, como si fuera pecador; pero, muriendo, con su
muerte mató el pecado. Y su justicia, reaccionando y revol­
viendo sobre nosotros, nos hizo, no simplemente justos, sino,
como dice San Pablo, justicia de Dios en él. ¡En Cristo es
el hombre justicia de Dios!

150. Azares apostólicos sostenidos por la cari­


dad. 6, i-io.
1 Secundando la obra de Dios,
os exhortamos por nuestra parte
que no hayáis recibido en vano la gracia de Dios.
2 Porque dice (Is. 49, 8):
En tiempo favorable te escuché.
v en el día de salud te socorrí.
Mirad, ahora es tiempo favorable;
mirad, ahora es día de salud.
3 Por nuestra parte, nosotros trabajamos,
no dando en nada ocasión alguna de tropiezo,
para que no sea mofado el ministerio,
4 antes bien acreditándonos en todo como ministros de Dios,
en mucha paciencia, en tribulaciones,
en necesidades, en apreturas,
5 en golpes, en prisiones, en motines, en fatigas,
en noches sin dormir, en días sin comer,
*’ en castidad, en ciencia, en longanimidad, en amabilidad,
en Espíritu Santo, en caridad sin fingimiento;
7 con palabra de verdad, con fuerza de Dios;
manejando las armas de la justicia,
las de la diestra y las de la siniestra;
8 por gloria y por afrenta,
por crédito y por descrédito;
como seductores, aunque veraces;
como desconocidos, aunque bien conocidos;
9 cotno quienes se están muriendo, y ya veis que vivimos;
como castigados, aunque no ajusticiados;
211
§ i5o_____ 25' A LOS CORINTIOS____ 6, i-io

10 como contristados, aunque siempre regocijados;


como pobres, pero que a muchos enriquecen;
como quienes nada tienen, y todo lo poseen.

Esta larga enumeración de tribulaciones y de virtudes


pide un poco de reflexión, para que nos hagamos cargo de su
riquísimo contenido.
En tres series podemos dividir este catálogo.
La primera, encabezada por la virtud fundamental de la
paciencia, comprende las numerosas ocasiones que se ofrecen
de ejercitarla: tribulaciones, necesidades y apreturas, que son
de carácter más general; golpes, prisiones y motines, que so­
brevienen al Apóstol sin él buscarlos; fatigas, desvelos, ayu­
nos, que él mismo se toma libremente para subyugar el cuer­
po al mismo tiempo que propaga el Evangelio.
La segunda serie comprende varios grupos de virtudes,
cuyo ejercicio pide el ministerio apostólico. Dos binarios de
virtudes encabezan la serie: la castidad y la ciencia, sin las
cuales ni siquiera se concibe la autoridad del ministro evan-
gélico v el fruto de su acción; la longanimidad y la amabi­
lidad, sin las cuales el zelo apostólico o desmaya en las em­
presas o retrae a los hombres. Sigue luego un grupo cuater­
nario, el más característico acaso del varón apostólico: el
Espíritu Santo, que le mueve y se manifiesta en sus palabras
v obras, de donde procede la caridad en el corazón, la verdad
v fuerza de Dios, que acompañan su predicación : la sabiduría
de su enseñanza y los milagros físicos y morales que la acre­
ditan. Sirve como de epílogo a las dos primeras series y de
transición a la tercera la mención de las armas de la justicia,
ofensivas y defensivas, que en realidad no son otra cosa que
los trabajos sobrellevados con paciencia y las virtudes apos­
tólicas cuyo catálogo acaba de proponerse. La eficacia de es­
tas armas es tan poderosa, que en nada depende del favor o
contradicción de los hombres: sino que por gloria y por
afrenta, por crédito y por descrédito, siempre dan la victoria
al que las maneja, siempre consignen ei objeto que Dios en
su misericordia se propone.
La tercera serie es una exhibición dramática de esta lu­
cha y victoria en medio de la más ruda y universal oposición
que el mundo hace al Evangelio en la persona de sus minis­
212
§ 150-151_________ ?:■' A LOS CORINTIOS 6, 11-13

tros. A los apóstoles se les ataca sin piedad como a seducto­


res, y al mismo tiempo se finge un desdén, que no existe,
como hacia hombres ya moribundos, y no obstante se les per­
sigue y castiga cruelmente; se les compadece como a hom­
bres miserables y afligidos, y se les desprecia como a pobres
que nada tienen. Sin embargo, toda esta tempestad de con­
tradicciones y persecuciones se desvanece ante los fulgores
triunfantes de la verdad. Los seductores son finalmente reco­
nocidos como veraces; los desconocidos son bien conocidos
de todo el mundo; los moribundos viven y comunican vida
a todos; los afligidos rebosan de gozo: los pobres, los que
nada tienen, todo lo poseen y enriquecen a muchos.
Son, sin duda, muchos los azares de la vida apostólica,
pero mayor es la caridad de los Apóstoles, y mucho mayor
aún la gloria divina del apostolado que en ellos resplandece.
Queda, pues, vindicado el Apóstol de la acusación de arro­
gancia. El exceso mismo de la gloria apostólica es su más
victoriosa refutación, sobre todo cuando la gloria aparece
como de Dios y al hombre sólo le llegan las tribulaciones
arrostradas invictamente por la caridad de Jesu-Cristo.

IV. Conclusión de la apología

151. Amor con amor se paga. 6, 11-13.


11 Nuestro lenguaje ha sido con vosotros abierto, Corintios;
nuestro corazón se ha ensanchado;
12 uo estáis apretados dentro de nosotros,
sino estáis apretados en vuestras entrañas;
,:i reciprocamente, en pago, como a hijos hablo,
ensanchaos también vosotros.

11-13. El corazón de Pablo y el corazón de Cris'io.


liste pasaje sugiere dos observaciones: una de filología y
otra de ascética: ambas relacionadas con la devoción al Co­
razón de Jesús. Primera: San Pablo usa como términos
equivalentes 110 solo corazón y entrañas, sino también nos­
otros: para indicar que en el corazón está resumida y con­
centrada toda la persona moral y psicológica del hombre.
-i.t
§ 15i-15- 2.a A LOS CORINTIOS 6, 14-18: 7-1

Luego con mucha razón adoramos en el Corazón de Jesús


toda su persona. Segunda: San Pablo dice que tenía a todos
los Corintios dentro de su corazón. Mucho más, por tanto,
dentro del Corazón de Jesús tendrá ancha cabida toda la hu­
manidad.

152. Santidad incontaminada. 6. 14-18: 7. 1.


14 No os juntéis- bajo un mismo yugo con los infieles,
que os son tan desiguales.
Pues ¿qué participación entre la justicia y la iniquidad.’
¿O qué comunicación de la las: con las tinieblas?
10 ¿Y qué harmonía de Cristo con Belial?
¿O qué parte del jiel con el infiel?
l,: ¿Y qué acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos?
Sí que nosotros somos templo de Dios vivo,
según que dijo Dios:
Moraré entre ellos, y en medio de ellos andaré,
y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo (Ez. yj, 2~).
17 Por lo cual, salid de en medio de ellos
y apartaos, dice el Señor;
y cosa impura no la toquéis,
y yo os acogeré (Is. 52, t,i).
JS y seré para vosotros Padre.
v vosotros seréis para mi hijos e hijas,
dice el Señor Todopoderoso (2 Saín. ~, 14).
1 Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos,
purifiquémonos de toda suciedad de carne y de espíritu,
realizando el ideal de santidad en el temor de Dios.

14-18. Esta exhortación, sin transición alguna que la una


con lo que antecede, es como una llamarada de zelo apostó­
lico, que pretende purificar el corazón de los Corintios de
toda contaminación gentílica. Xo es posible el consorcio en­
tre los fieles, que son justicia y luz, y los infieles que son
iniquidad y tinieblas; entre los que pertenecen a Cristo y son
templo de Dios vivo, y los que son de Pelial v adoran ídolos
muertos.
14. Alusión a la T.ey de Moisés íDt. 22, 10) que prohibía
214
2* A LOS CORINTIOS 7> 2-7

uncir a un mismo yugo animales diversos, un buey con un


asno, por ejemplo.
7, i. Estas promesas son las que inmediatamente antes
se señalan, a saber: que el Señor es nuestro Dios y nuestro
Padre, que vive y anda en medio de nosotros.
Pureza y santidad. La contraposición entre suciedad
y santidad indica que el elemento básico de la santidad es la
pureza.
Suciedad de carne y de espíritu. Supone San Pablo que
puede haber contaminación y purificación así de la carne
como del espíritu, y que por tanto ni la carne es esencial­
mente mala, ni el espíritu (físicamente considerado) es esen­
cialmente bueno; sino que el espíritu humano puede conta­
minarse, y la carne llegar a purificarse bajo la influencia del
Espíritu de Dios.
Todo el hombre es obra de Dios: y todo puede a su modo
unirse a Dios y todo a su vez puede apartarse de él. Por
esto la virgen puede ser santa en el cuerpo y en el espíritu
(i Cor. 7,34).

153. Consolación sobre consolación. 7, 2-7.


2 Dadnos cabida en vuestro corazón:
a nadie hicimos agravio,
a nadie ocasionamos ruina,
a nadie sonsacamos nada.
3 No digo esto para condenación;
que ya antes tengo dicho
que estáis en nuestros corazones
para juntos morir y juntos vivir.
1 Mucha es la confianza que uso con vosotros;
henchido estoy de consolación, estoy que reboso de gozo,
en medio de toda esta tribulación nuestra.
5 Porque, llegados nosotros a Macedonia,
no ha tenido ningún reposo nuestra carne,
antes en todo atribulados:
de fuera, luchas; de dentro, miedos.
6 Mas el que consuela a los humildes, Dios,
nos consoló con la venida de Tito;
215
16
§ 153-154 A LOS CORINTIOS 7> 8-13

' ni sólo con su venida, sino también con la consolación


con que él se consoló por causa de vosotros...,
refiriéndonos vuestra añoranza, vuestro llanto,
vuestro celo por mí,
de suerte que más me alegré.

7, 3. Inmanencia y comunión mística ex el Corazón


de Jesús. Afirma aquí San Pablo que tiene a los Corintios
tan adentro de su corazón, que de él y de ellos es una misma
la muerte y una misma la vida. ¡ Con cuánta más razón se
dirá esto de Jesu-Cristo y de su Corazón, cuya muerte es
nuestra muerte y cuya vida es nuestra vida! Estos dos he­
chos, la recíproca inmanencia y la comunión o solidaridad
de muerte y de vida, que son los elementos esenciales del
Cuerpo místico de Cristo, alcanzan su más plena realización
en los estadios místicos de la devoción al Corazón de Jesús.
Incomparablemente mejor que Pablo a los Corintios puede
Jesu-Cristo decir a sus más fieles amigos: Estáis en mi Co­
razón para juntos morir y juntos vivir.

154. Tristeza convertida en gozo. 7, 8-13.


8 Porque si bien os contriste con la carta, no me pesa;
y aun ruando me pesaba,
viendo que aquella carta,
si bien por breve tiempo, os contristó,
0 ahora me gozo,
no de que os contristasteis,
sino de que os contristasteis para penitencia;
porque os contristasteis según Dios,
de modo que en nada recibieseis perjuicio de nosotros.
10 Porque la tristeza según Dios
obra arrepentimiento para salad,
en que no cabe pesar;
mas la tristeza del mundo engendra muerte.
11 Porque ved, eso mismo de haberos contristado según Dios.
■ Cuánta solicitud obró en vosotros!
.Vi esto sólo, sino exculpación, sino indignación,
sino temor, sino añoranza, sino celo, sino vindicta.
En todo os acreditasteis
216
§ 154-155________ 2.a A LOS CORINTIOS 7. 14-16

estar exentos de culpa en este negocio.


12 De manera que, si bien os escribí,
no fué por razón del que hizo el agravio
ni por razón del que lo recibió,
sino a fin de que se hiciese patente vuestra solicitud,
la que a favor de nosotros existe entre vosotros
en el acatamiento de Dios.
pfír esf0 uos hemos consolado.

10. Tristeza según Dios y tristeza según el mundo.


Distingue San Pablo dos géneros de tristeza muy diferen­
tes : la tristeza segúií Dios y la tristeza del mundo. La triste­
za según Dios es la preconizada por el divino Maestro en la
tercera Bienaventuranza; Bienaventurados los que están afli­
gidos, porque ellos serán consolados (Mt. 5, 5). Esta Bie­
naventuranza anunciaba el mismo Maestro a los discípulos:
En verdad, en verdad os digo que vosotros lloraréis y os la­
mentaréis, y el mundo se regocijará; vosotros os afligiréis,
pero vuestra aflicción se tornará en gozo (Jn. 16, 20). For­
mas singularmente bienaventuradas de esta santa tristeza son
el dolor o pesar de los pecados propios o ajenos, la pena de
ver en el mundo tantas calamidades temporales y espiritua­
les, y la mística comunión de las almas víctimas con la an­
gustia del Corazón de Jesús en Getsemaní. La tristeza del
mundo es la que nace de la codicia frustrada de los bienes
terrenos o también de la amarga desilusión o hastío que cau­
sa su mismo goce: tristeza negra, pesimista, infructuosa, que
al fin engendra muerte.
11. Reacción saludable. La pena que con la carta de
San Pablo recibieron los Corintios fué causa de que reaccio­
naran saludablemente y se decidieran a expulsar a aquel in­
cestuoso (I Cor. 5, 1-13): mostrándose con esto fielmente
adheridos a su Apóstol y padre.

155. Nueva consolación por el acogimiento he­


cho a Tito. 7, 14-16.
Y sobre nuestra consolación
excesivamente más nos gozamos por el gozo de Tito,
217
5$ >? A LOS CORINTIOS 8, 1-15

por cnanto sn espíritu ha quedado refocilado


por parte de todos vosotros.
11 Porque si de algo me glorié con él respecto de vosotros,
no quedé avergonzado,
sino que, así como en todo os hemos hablado con verdad,
así también los encomios
que de vosotros hicimos delante de Tito
resultaron verdad.
15 L su corazón, se le va más y más hacia vosotros,
al recordar la obediencia de todos vosotros,
cómo con temor y temblor le recibisteis.
1,: Me gozo de que en todo puedo confiar cu vosotros.

14. Palabra de verdad. Es tan ingenioso como delicado


el argumento que saca San Pablo de la verdad de los elogios
tributados a los Corintios para probarles la verdad de su
predicación evangélica. Os elogié, les dice, delante de Tito;
v los hechos han demostrado la verdad de mis elogios. Pues,
añade, la misma verdad usé con vosotros cuando os anuncié
el Evangelio. De la verdad de los elogios podréis razonable­
mente colegir la verdad del Evangelio, que es la palabra de
la verdad (Ef. 1. 13).

SEGUNDA PARTE

COLECTA A FAVOR DE LOS CRISTIANOS


POBRES DE JERUSALÉN

156. La liberalidad de los tesalonicenses, moti­


vo de emulación. 8, 1-15.
1 Os hacemos saber, hermanos, la gracia de Dios
otorgada a las Iglesias de Macedonia;
• porque en la gran tribulación con que han sido acrisolados,
sobreabunda su gozo,
y su pobreza desde su fondo
se desbordó en las riquezas de m generosidad.
218
§ 2.a A LOS CORINTIOS 8, 1-15

3 Porque según su posibilidad, yo doy je,


y más allá de su posibilidad,
de su propia iniciativa,
4 rogándonos con mucha instancia la gracia de tomar parte
cu este socorro destinado a los santos,
•’ dieron, y no según habíamos esperado,
sino que a sí mismos se dieron,
primero al Señor y luego a nosotros por voluntad de Dios;
así es que recomendamos a Tito
que, como antes lo había iniciado.
así también lleve hasta el cabo entre vosotros
esta misma obra de caridad.
Mas, como en todo os aventajáis,
en la fe, y en la palabra, y en la ciencia, y en toda solicitud,
y en vuestro amor para con nosotros,
aventajaos también en esta obra de caridad.
8 No digo esto en son de mando,
sino que. valiéndome de la solicitud de otros,
pongo a prueba también lo hidalgo de vuestra caridad.
y Que ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo,
por cuanto por vosotros, siendo rico, se empobreció;
para qne vosotros con su pobreza os enriquecieseis.
Jr en esto os doy consejo,
porque eso os cumple a vosotros,
como quienes no sólo en poner manos a la obra.
sino también en el querer, fuisteis los primeros
en tomar la iniciativa desde el año anterior;
11 v ahora la misma ejecución llevadla al cabo;
de suerte que, según fué la prontitud del querer,
así sea también el llevarlo al cabo,
conforme al propio haber.
12 Porque, como exista la pronta voluntad.
es bien acogida, en razón de lo que uno tiene.
33 No que haya de haber para otros holgura,
para vosotros estrechez, sino por igual;
14 que en la presente ocasión
vuestra sobra remedie la falta que ellos tienen,
para que, a su vez, su sobra
pueda remediar la falta que vosotros tenéis,
de donde resulte igualdad;
219
§ 156____________ 2.a A LOS CORINTIOS___________ L.1:!?

15 según está escrito (Ex. 16, 18):


El que mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos,

8, t. La limosna, gracia de Dios. En estos dos capítu­


los, 8 y 9, recomienda San Pablo a los Corintios la limosna
a favor de los fieles pobres de Jerusalén. Es digno de consi­
deración que en todo este pasaje no aparece ni una sola vez
la palabra «dinero», ni siquiera las palabras «limosna» o «co­
lecta». La delicadeza, tan necesaria en este asunto, le mueve
a preferir los términos más espirituales de bendición, minis­
terio, liturgia, y principalmente gracia de Dios. Hay que te­
ner presente, para entender el lenguaje del Apóstol que toda
esta variedad de términos significa una sola cosa: la limos­
na; con la ventaja de hacer resaltar su carácter sobrenatural.
Y, en particular, la expresión gracia de Dios muestra que la
limosna es un beneficio, no sólo para el que la recibe, sino
también y señaladamente para el que la hace.
7. Excelentes códices, entre ellos el Vaticano y el papi­
ro 46, leen inversamente, tal vez con mayor probabilidad, y
en nuestro amor para con vosotros.
9. La pobreza de Cristo, riqueza de los hombres.
Jesu-Cristo, que como Dios era infinitamente rico y como
hombre era Señor de todas las riquezas de la tierra, cuando
vino a este mundo despojóse, en cuanto le era posible, de las
riquezas divinas y renunció completamente a las riquezas te­
rrenales : doble pobreza, a la cual voluntariamente se some­
tió para comunicarnos a nosotros sus riquezas celestiales, y
no menos para darnos ejemplo de generosidad desinteresa­
da. Limosna divina a favor nuestro fué toda la obra del Sal­
vador a fin de que nosotros a imitación suya hiciéramos li­
mosna a nuestros hermanos necesitados.
15. Igualdad cristiana. El texto del Exodo (16, 18)
habla de los Israelitas que recogían el maná, los cuales, re­
cogieran mucho o recogieran poco, todos por igual tenían su­
ficiente. La igualdad que de eso resultaba es para el Após­
tol figura de la doble igualdad, material y espiritual, que re­
sulta de la limosna. Material, por cuanto lo que a los unos
sobra, pasa a remediar la falta de los otros; espiritual, por
220
§ 156-157 2.” A LOS CORINTIOS 8, 16-24

cuanto las riquezas sobrenaturales de los pobres socorridos


se comunican a los ricos que lian hecho la buena obra.

157. Recomendación de Tito y de sus compa-


ñeros. 8. 16-24.
IG Y gracias a Dios, que inspira en el corazón de Tito
la misma solicitud por vosotros,
17 porque no sólo recibió bien la recomendación.
sino que, teniendo él mayor solicitud,
de su propia voluntad partió para vosotros.
1S Y enviamos con él al hermano,
cuyo renombre por la predicación del Evangelio
se extiende por todas las Iglesias;
y no sólo esto,
sino que fué además designado por sufragio de las Iglesias
compañero de nuestro viaje en esta obra de caridad
administrada por nosotros a gloria del mismo Señor
y en prueba de nuestra prontitud de ánimo,
20 evitando esto: que nadie nos pueda poner tacha
con motivo de esta importante suma
que pasa por nuestras manos:
21 porque atendernos a hacer lo que es bueno,
no sólo a los ojos del Señor,
sino también a los ojos de los hombres.
-- I' enviamos con ellos a nuestro hermano,
a quien en muchas cosas y muchas veces
liemos hallado por experiencia ser solícito,
V ahora mucho más solícito
por la mucha confianza que tiene en vosotros.
Que si se trata de Tito,
compañero mió es y colaborador para con vosotros;
V si de nuestros hermanos,
delegados son de las Iglesias, gloria de Cristo.
2i Haced demostración ante ellos de vuestra caridad
y acreditad los encomios que de vosotros hicimos
a la faz de las Iglesias.

18. Algunos pensaron que este hermano es San Lucas y


que el Apóstol hace alusión a su Evangelio. Pero eso no pa­
221
§ 157-158 A LOS CORINTIOS 9, 1-5

rece posible, pues entonces todavía 110 se había escrito el ter­


cer Evangelio. Tratándose de un hermano, designado por
sufragio de las Iglesias de Macedonia, corno compañero de
San Pablo en esta obra de caridad, parece más razonable
buscarle entre los Macedonios que de hecho acompañaron al
Apóstol en el viaje a Jerusalén. Éstos eran Sópatro, Aristar­
co y Segundo (Ac. 20, 4). Es, por tanto, probable que fuera
uno de estos tres Macedonios el hermano cuyo renombre por la
predicación del Evangelio se extiende por todas las Iglesias.
21. Necesidad de la edificación. Quiere San Pablo
que las buenas obras, las que lo son a los ojos del Señor, lo
sean igualmente a los oios de los hombres. Más concreta­
mente atiende a que las buenas obras no se hagan en tales
circunstancias, que fácilmente puedan ser mal interpretadas
y ser ocasión de desedificación. Tales son aquellas en que in­
terviene el dinero.

158. Pundonor lastimado. 9, 1-5.


1 Porqne acerca de este ministerio a favor de los santos
por demás es qne yo escriba;
2 porqne conozco vuestra prontitud de ánimo,
por razón de la cual me glorio de vosotros
delante de los macedonios:
qne la Acaya está apercibida desde el año anterior,
vuestro celo estimuló a la mayor parte.
3 Envié, empero, a los hermanos,
para qne nuestro encomio acerca de vosotros
no resulte fallido en este punto;
para qne, como decía, estéis apercibidos;
4 no sea que, si vinieren conmigo macedonios
y os hallaren desapercibidos,
quedemos nosotros, para no decir vosotros,
avergonzados en este asunto.
'■ Juzgué, por tanta, necesario recomendar a los hermanos
que se fuesen por delante a vosotros
V de antemano preparasen esta largueza vuestra
anteriormente prometida,
de suerte que esté a punto,
v sea como una largueza y 110 como una tacañería.
222
§ 158-159 2.» A LOS CORINTIOS 9, 6-15

9, 1-5. Prontitud eficaz y generosa. Reconoce San


Pablo en los Corintios prontitud de ánimo en este ministerio
a favor de los santos; mas conociendo la innata pereza del
hombre en el bien obrar y la tacañería en dar, les exhorta a
qne a la prontitud de ánimo añadan la eficacia y presteza en
la ejecución y la liberalidad en socorrer a sus hermanos ne­
cesitados. de suerte que su generosidad sea como una largue­
za y no como una tacañería. Esta exhortación del Apóstol
tiene universal aplicación a todas las obras de virtud, en las
cuales la prontitud de ánimo debe ir acompañada de eficacia
y de generosidad. Es muy conforme con esta exhortación de
San Pablo el aviso de San Ignacio de Loyola, cuando escri­
be que «al que rescibe los ejercicios mucho aprovecha entrar
en ellos con grande ánimo y liberalidad» (5).

159. Frutos de la limosna. 9, 6-15.


G Esto digo: quien siembra mezquinamente,
mezquinamente también cosechará;
y quien siembra con larguezas,
con larguezas también cosechará,
7 Cada uno, según que tiene determinado en su corazón:
no de mala gana ni por fuerza,
que al dador jovial ama Dios (Prov 22, 8).
8 P poderoso es Dios
para acumular sobre vosotros toda gracia.
a fin de que, teniendo en todas las cosas
en todo tiempo toda suficiencia,
tengáis para derramar en toda obra buena,
0 según que está escrito (Sal. 111; 9):
Desparramó, dió a los pobres;
su justicia subsiste eternamente.
10 Y el que suministra la semilla al que siembra
y pan para comer (Is. 55, 10),
suministrará y multiplicará vuestra sementera
y acrecentará los frutos de vuestra justicia;
” ricos cu todo para toda largueza,
la cual, pasando por nuestras manos,
produce hacimicnto de gracias a Dios.
12 Porque la prestación de este servicio sagrado
2 >2
159 2." A LOS CORINTIOS 9> 6-15

no sólo remedia colmadamente


las privaciones de los santos,
sino también se desborda
en múltiples batimientos de gracias a Dios;
13 por cuanto, vistos por experiencia
los quilates de esa obra de caridad,
glorifican a Dios a causa de la sumisión de la je
que profesáis al Evangelio de Cristo.
y por la largueza con que comunicáis lo vuestro
a ellos y a todos;
14 y corresponden con su oración por vosotros,
como que os aman entrañablemente
por la sobrepujante gracia de Dios sobre vosotros.
¡Gracias a Dios por su inenarrable dádiva!
g, 6. Siembra y cosecha espiritual. La ley de la pro­
porción entre la siembra y la cosecha material rige también
en la siembra y la cosecha espiritual. A la mezquindad de la
siembra sigue una cosecha mezquina, como a la largueza de
la siembra sigue una cosecha espléndida. Pues lo que siem­
bra uno, eso mismo cosechará... Y en el bien obrar no des­
mayemos, porque a su tiempo cosecharemos sin desfallecer
(Gál. 6, 7-9). La expresión con larguezas más literalmente
podría traducirse con bendiciones. La palabra bendición tie­
ne en San Pablo (conforme al uso de los lxx). el sentido de
abundancia, como en la frase castellana «esto es una bendi­
ción de Dios».
8. Este versículo es un ejemplo típico del énfasis con que
San Pablo suele expresar su pensamiento. Hasta cinco veces
emplea la palabra «todo».
13. La gloria de Dios, eruto de i.a limosna. La idea do­
minante de este versículo es que los fieles de Jerusalén glo­
rificarán a Dios por la limosna de los Corintios. El motivo de
la glorificación es doble: la fe de los Corintios en el Evange­
lio y su generosidad para con el prójimo. La manera como
dan a Dios esta gloria es rogando por los bienhechores.
15. La limosna, dádiva de Dios. La limosna tanto para
el que la da como para el que la recibe es una dádiva de Dios.
. I Dios, por tanto, deben darse las gracias de la limosna dada
y recibida.
224
§ 160 2.« A LOS CORINTIOS 10, 1-6

TERCERA PARTE

POLÉMICA DEL APÓSTOL CONTRA


SUS ADVERSARIOS

I. Potestad apostólica de Pablo

160. Ruegos y amenazas, io, i-6.


1 Yo mismo, Pablo, os ruego
por la mansedumbre y blandura de Cristo;
yo, que en presencia soy humilde entre vosotros,
pero que ausente me atrevo cou vosotros,
2 os ruego, pues, que en presencia
no tenga yo que atreverme,
con aquella osadía con que pienso obrar resueltamente,
contra algunos que nos consideran
como hombres que caminan según la carne.
3 Porque, si bien caminamos en carne,
no militamos según la carne;
4 pues las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas por virtud de Dios
para allanamiento de fortalezas;
con ellas desbaratamos sofismas
5 y toda altivez que se yergue contra la ciencia de Dios.
y sojuzgamos toda inteligencia
bajo la obediencia de Cristo,
’’ y estamos dispuestos a vengar toda desobediencia,
una vez que fuere completa vuestra obediencia.
io. i. Mansedumbre y humildad de Cristo. Las pala­
bras de San Pablo son un eco de aquellas otras del divino
Maestro: soy manso y humilde de Corazón (Mt. ii, 29/
Aun al reivindicar sus derechos de Apóstol, no olvida San
Pablo la mansa y humilde declaración del Maestro.
2-3. Doble sentido de “carne». No es lo mismo cami­
nar en carne que caminar según la carne. Cu carne quiere
225
§ i6o-i6i 2.a A LOS CORINTIOS IO. /-II

decir vivir la vida natural; según la carne, vivir una vida


naturalista.
4-5. Las armas del Espíritu. Los sofismas y la altivez
de la inteligencia humana, fortalezas que se yergncn contra la
•ciencia de Dios, si no hay obstinación empedernida, tienen
que rendirse a las armas del Espíritu y de la verdad. Han
sido muchas en el decurso de la historia las fortalezas que
han sido allanadas por el empuje irresistible de las armas
apostólicas. Es la suprema felicidad y gloria de la inteligencia
humana verse sojuzgada libremente bajo la obediencia de
Cristo.
6. La obediencia, nervio de la autoridad. Advierte
atinadamente San Pablo que para poder vengar toda desobe­
diencia de los súbditos rebeldes, necesita apoyarse en la com­
pleta obediencia de los súbditos leales. Es impotente la auto­
ridad, si no cuenta con la obediencia y colaboración de la ma­
yoría de los súbditos.

161. Las amenazas pueden convertirse en he*


chos. 10, 7-11.
7 No miráis sino la sobrehaz.
Si alguno presume de si ser de Cristo,
piense éste a su vez consigo misino,
que como él es de Cristo, así también nosotros.
s Pues, aun cuando me gloriare algo más todavía
de nuestra potestad,
la cual dio el Señor para edificación
y no para destrucción vuestra,
no quedaré corrido.
9 Para que nadie se imagine
•como si yo quisiera intimidaros con las cartas,
10 —Porque «las cartas, hay quien dice, son graves y fuertes;
poro la presencia del cuerpo es poca cosa,
v la palabra no vale nada'»,—
11 piense ese tal
que cuales somos con lo palabra por cartas cu ausencia,
toles seremos también cu presencia con la obra.
226
§ 161-16? 2? A LOS CORINTIOS IO, 12-18

7. No miráis sino la sobrehaz, juzgáis por solas aparien­


cias. Otros traducen por imperativo: mirad lo que se parece
de juera: aun en esas exterioridades 110 me hallaréis inferior
a mis rivales.
8. Potestad para edificación. La autoridad, emanada
de la potestad soberana de Dios, ha sido comunicada a los
hombres para edificación y no para destrucción. Todo el que
posea alguna autoridad ha de tomar como divisa y norma de
gobierno el dicho del divino Maestro: No vine a destruir
sino a dar cumplimiento (Mt. 5, 17): construcción, no des­
trucción.

162. Su potestad no es una usurpación. 10, 12-18.


12 Porque no osamos equipararnos o compararnos
con algunos de aquellos que se recomiendan a si mismos;
mas ellos, al medirse a si mismos por sí mismos
y compararse a si mismos consigo mismos,
han perdido el juicio.
13 Nosotros, empero,
no nos gloriaremos traspasando la medida,
sino conforme a la medida del límite
— medida que Dios nos señaló,—
dentro de la cual cabía llegar también hasta vosotros.
14 Porque no traspasamos nuestros propios límites,
cual si no llegáramos hasta vosotros,
pues hasta vosotros también arribamos
en la predicación del Evangelio de Cristo;
15 no traspasando la medida gloriándonos eu ajenos trabajos,
antes abrigando la esperanza de que,
como se acreciente vuestra fe,
seremos engrandecidos entre vosotros,
siempre conforme a nuestra norma,
rebasando los límites actuales;
10 esperanza de llevar el Evangelio más allá de vosotros,
qne no será gloriarnos dentro de territorio ajeno,
entrando en campos ya labrados.
17 El que se gloría, gloríese en el Señor (Jer. 9, 23);
que no el que a sí mismo se recomienda,
§ 1Ó2 A LOS CORINTIOS IO, I2-lS

ése queda abonado,


sino aquel a quien el Señor recomienda.

T2-13. La versión de estos dos vers. reproduce el texto


generalmente adoptado por los críticos. Pero existe otra va­
riante que omite el final del v. 12 y el principio del v. 13
(lian perdido el juicio. Nosotros, empero). Si se prefiere el
texto más breve, la versión deberá ser: mas nosotros, mi­
diéndonos a nosotros por nosotros mismos y comparándonos
a nosotros con nosotros mismos, no nos gloriaremos traspa­
sando la medida... Esta variante más breve tiene a su favor
los testigos de tipo occidental (D d F f G g Ambrst Sedul
Vig, y parcialmente Peí), apoyado en este caso por el exce­
lente códice 460 (= 109 = l"3 397), que parece de tipo ce-
sariense, y parcialmente por la Vg y por el códice 429c
( = 74 = Ihl 398); y es mucho más coherente y conforme con
el pensamiento y el estilo de San Pablo, que la adición, la
cual parece tener todos los visos de glosa, en esta cosa poco
afortunada.
13-1O. Es singularmente oscuro este pasaje de San Pablo,
por razón del estilo del Apóstol, que en este lugar acentúa
todavía más su carácter de incoherencia en sus formas de
dicción. Lo es también, y principalmente, por la aplicación
persistente y minuciosa de una imagen tomada de la agri­
mensura. El pensamiento del Apóstol es éste: el apostolado
se puede comparar a un campo bien medido y parcelado,
que el amo ha distribuido a diversos trabajadores para que
lo cultiven, teniendo cada uno de ellos señalada a su actividad
una determinada porción de terreno, dentro de cuyos térmi­
nos debe mantenerse, no siéndole lícito traspasar los límites,
fuera de los cuales se encuentra ya el terreno encomendado
a otro. .Ahora bien, los adversarios de San Pablo le acusaban
de extralimitarse traspasando los linderos a él señalados,
como si la Iglesia de Corinto no le tocase a él, sino a otros
enviados de Cristo. Rechaza esta acusación afirmando que
no se sale del terreno que Dios le ha marcado; y que por
tanto es falso (pie se gloríe de los trabajos de los otros como
de cosa propia. Y asegura todavía más, esto es, (pie 110 sólo
los territorios de los Corintios le corresponden, sino además
228
§ 162-163________ 2." A LOS CORINTIOS___________ IL-Jj6

otras regiones más allá, a las cuales tiene intención él de


extender su acción apostólica.
17. Gloriarse en el Señor. Gloriarse en el Señor es
reconocer y acatar a Dios como a primer principio y último
fin; es decir, atribuir lealmente a Dios y a su gracia cuanto
bueno se posea y dar por ello a Dios toda la gloria. No es
contrario a la glorificación de Dios gozarse humildemente en
el bien recibido; pero es incompatible con ella el estimarse o
alabarse por los dones de Dios.

TI. Superioridad de Pablo sobre sus adversarios

163. Excusas previas. 11, 1-6.


I ¡Ojalá me sufrierais un poqitillo de desatino!
Pero, ¡ea!, sufridme.
Porque celoso estoy de vosotros con celos de Dios,
pues os desposé con un solo varón,
para presentaros eolito casta virgen a Cristo.
Pero me temo no sea que,
como la serpiente sedujo a Eva con su astucia,
sean estragadas vuestras inteligencias,
perdida la lealtad y santidad que debéis a Cristo.
4 Porque si éste que viene predica otro Jesús
que nosotros no hayamos predicado,
o recibís uu espíritu diferente que no hayáis recibido,
o un Evangelio diferente que no hayáis abrazado,
bien hacéis en sufrirlo.
Pues pienso que en nada les voy en zaga
a esos supereminentes apóstoles.
II Que si bien inculto en la palabra, mas no en la ciencia;
pero... bastante nos hemos dado a conocer a vosotros
de todas maneras y en todas las cosas.

11, 1. Celos de Dios. Dios, como esposo que es de la


Iglesia, tiene celos de su esposa; San Pablo, intermediario
entre el esposo y la esposa, participa de los celos de Dios.
Jesu-Cris: o, esposo divino de la Iolesia. Un solo va-
229
§ 163-164 2.a A LOS CORINTIOS ii. 7-15

?•<>». En todo el Antiguo Testamento el esposo único de Israel


es el Señor, Yahvé. En el Nuevo Testamento estos despo­
sorios no sólo duran, sino que toman más realce. La esposa,
que es el Israel de Dios, esto es, la Iglesia, no podía ser
entregada por Dios a otro esposo. Ahora, pues, este esposo
en el Nuevo Testamento es siempre Jesu-Cristo: señal mani­
fiesta de que Jesu-Cristo es el mismo Dios. Esta considera­
ción no sólo es un argumento, tan convincente como poético,
de la divinidad de Jesu-Cristo. sino que también tiene in­
mensa aplicación en la mística cristiana, en la que el término
directo de la unión es frecuentemente la persona misma de
Jesu-Cristo, como lo demuestra la historia.
5. Supereminentes apostóles: esta expresión tiene sus ri­
betes de ironía, la cual no recae sin embargo sobre los gran­
des apóstoles, Pedro, Santiago, Juan, sino sobre los mismos
adversarios de San Pablo, que abusaban de ella para depri­
mirle a él.
6. Inculto en la palabra, no en la ciencia. Con estas pala­
bras caracteriza San Pablo perfectamente su pensamiento y
su estilo: tan lleno de sabiduría en el fondo, como de irregu­
laridad en la forma.

164. Desinterés del Apóstol, u, 7-15.


7 ¿O es qne cometí pecado al rebajarme a mí mismo,
para qne vosotros fuerais enaltecidos,
por haber de balde anunciado el Evangelio de Dios?
8 A otras Iglesias despojé,
recibiendo socorros para vuestro servicio.
v hallándome entre vosotros y reducido a la necesidad,
a nadie fui gravoso;
9 porque mi necesidad la remediaron cumplidamente
los hermanos venidos de Macedonia,
V en todo me conservé, y me conservaré, sin seros cargoso.
10 Por la verdad de Cristo, que está en mí,
os aseguro que esta gloria no se me truncará
por impedimiento alguno en las regiones de Acaya.
11 ¿Por qué? ¿Porque no os amo?
Dios bien lo sabe.
230
§ IÓ4 A J£)S CORINTIOS 11. 7-15

12 /l/<u lo que hago lo seguiré haciendo,


para cortar de raí" todo pretexto
a los que buscan pretextos,
con el objeto de aparecer iguales a nosotros
en aquello de que blasonan.
13 Porque esos tales son pseudoapóstolcs, obreros tramposos,
que se transfiguran en apóstoles de Cristo.
14 Y no es maravilla,
ya que el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz.
Yo es mucho, pues, que también sus ministros
se transfiguren cual ministros de la justicia,
cavo remate será conforme a sus obras.

7-15. Los doctores judaizantes, puestos a desacreditar a


Pablo, no solamente le echaban en cara sus deficiencias na­
turales. sino también sus mismas virtudes. El desinterés del
Apóstol en su ministerio era una de las cosas que más les
daban en rostro. Para combatirlo, parece decían que era in­
digno de un apóstol trabajar con sus propias manos para
ganarse el sustento; que esa reserva mostraba poca confianza
con los Corintios; que tanto desinterés era más aparente que
real, pues bajo mano y por medio de otros ya sabía sacarles
el dinero... Esas y otras cosas semejantes dirían para oscu­
recer la inmensa ventaja que en este punto les llevaba el
Apóstol. Pablo, lejos de rechazar la acusación de sus adver­
sarios, la admite de buen grado; y no sólo la rebate victo­
riosamente, empresa nada difícil, sino que se vale de ella para
desenmascarar la sórdida avaricia y baja envidia de sus de­
tractores.
14. Satanás '1 ranseigurado En ángel de luz. Esta
seria advertencia del Apóstol aconseja extremada discreción
y cautela en los caminos del espíritu, tan expuestos a los
trampantojos diabólicos. Probadlo todo, quedaos con lo bue­
no. amonestaba el mismo San Pablo a los Tesalonicenses
(1, 5, 21). Y San Juan en su Primera Epístola (4, 1): Carísi­
mos, no creáis a todo espíritu, antes contrastad los espíritus
si son de Dios.

17
§ 165-166 2.a A LOS CORINTIOS 11,16-21; 11.22-33

165. Nuevas excusas. 11, 16-21.


16 Otra vez lo diré: que nadie me tome por mentecato;
pero si no, aunque sea como a mentecato, atendedme,
para que también yo pueda- jactarme un poquillo.
17 Lo que yo hable, no lo hablo según el Señor,
sino como perdido el juicio, en este punto de la jactancia.
38 Pues que muchos se glorían según la carne,
también yo me gloriaré.
19 Porque con gusto soportáis a los necios.
por lo mismo que sois cuerdos.
20 Porque soportáis si uno os esclaviza,
si uno os devora la hacienda, si uno os defrauda,
si uno se engríe, si uno os hiere en el rostro.
21 Para sonrojo lo digo:
como que nosotros hemos sido apocados.
En lo que alguien se atreva,
desatinando lo digo, me atrevo también yo.

16-21. Estas excusas, salpicadas de amable y discreta iro­


nía, revelan la finísima psicología de San Pablo, en que la
nobleza rivaliza con el ingenio.
17. Alcance de la divina inspiración. No lo hablo se­
gún el Señor. No quiere decir que no hable inspirado por
Dios. Sabido es que los hagiógrafos; 110 sólo cuando enseñan
las verdades reveladas por Dios, sino también cuando expre­
san sus sentimientos humanos, escriben siempre regidos y
movidos por la divina inspiración.
19. Cordura y necedad. Es tan interesante como exacta
la observación de San Pablo: que es una muestra de cordura
soportar con gusto a los necios. No sé qué secreta afinidad
une los extremos de la cordura y la necedad. No hay que
olvidar, con todo, la sal de ironía que salpica la frase.

166. Osadías y tribulaciones. 11, 22-33.


22 ¿Hebreos son? También yo.
¿Israelitas son? También yo.
¿Linaje son de Abrahán? También yo.
232
§ i66 2.a A LOS CORINTIOS

23 ¿Ministros de Cristo son? — Delirando hablo — Más yo.


En trabajos más; en cárceles, más; en golpes, mucho más;
en peligros de muerte, muchas veces.
24 Cinco veces recibí de los judíos
cuarenta golpes menos uno;
2:‘ tres veces fui apaleado, una vez apedreado;
tres veces naufragué,
un día y una noche pasé sobre el abismo del mar:
2,: caminos hechos a pie, muchas veces;
peligros de ríos, peligros de salteadores,
peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles,
peligros en la ciudad, peligros en despoblado,
peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;
2' en trabajo y fatiga,
en noches sin dormir, muchas veces;
en hambre y sed, en días sin comer, muchas veces;
en frío y sin abrigo;
28 fuera de otras cosas,
las atenciones de cada día que me asaltan.
la ansiosa solicitud por todas las Iglesias.
29 ¿Quién desfallece, que yo no desfallezca?
¿Quién padece escándalo, que yo no me abrase?
30 Si es fuerza gloriarse,
en lo que es de mi flaqueza me gloriaré.
::: El Dios y Padre del Señor Jesús,
que es digno de bendición por todos los siglos,
sabe que no miento.
32 En Damasco, el jefe regional puesto por el rey Aretas
tenía distribuidas guardias en la ciudad de los damascenos
con el objeto de prenderme,
33 y por una ventanilla fui descolgado
muro abajo en una espuerta,
y escapé de sus manos.

23-27. Los trabajos DE San Pablo. De muchos de estos


trabajos y tribulaciones no nos queda más noticia que la que
aquí nos da el Apóstol: prueba manifiesta de que son muchas
las cosas que ignoramos de la vida de San Pablo, a pesar
de ser contada tan por extenso en los Hechos de los Após­
toles. No es, pues, extraño que de la mayor parte de los
233
§ 166-16/ 2.a A LOS CORINTIOS 12, I-IO

otros Apóstoles lo desconozcamos casi todo: razón por la cual


no pueden ser rechazadas por una crítica imparcial, sin exa­
minarlas bien, muchas de las primitivas tradiciones referentes
a ellos, por el mero hecho de no constar en la Escritura.
28. Solicitud pastoral. Más que todas las penalidades
externas acuciaba al grande Apóstol la ansiosa solicitud por
todas las Iglesias.
29. Estos desfallecimientos melancólicos v estas llamara­
das de indignación son una muestra, no tanto de la riquísima
psicología de San Pablo, cuanto de su abrasada caridad apos­
tólica. Sintiéndose vivamente miembro del Cuerpo místico de
Clisto, atestiguaba ser verdad lo que él había escrito a los
mismos Corintios: Si padece un miembro, juntamente pade­
cen todos los miembros: y si se goza mi miembro, juntamente
se gozan todos los miembros (r Cor. 12, 26L
30. Fuerza ex la debilidad. Insinúa aquí San Pablo
el pensamiento que después desarrolla con más amplitud, esto
es, que la íntima convicción de la propia debilidad es la mejor
disposición del hombre para la acción de Dios; el cual nunca
muestra mejor su esplendoroso poder, que en medio de la
flaqueza humana. Así puede decir San Pablo que nunca es
más fuerte que cuando se siente más débil, que su fuerza
radica en su debilidad.

167. Dones divinos y flaquezas humanas. 12, 1-10.


’ ; Fuerza es gloriarse?
— cosa, a la verdad, no conveniente; —
i>eudré a las visiones y revelaciones del Señor.
- Sé de un hombre en Cristo que catorce años atrás
— si cu el cuerpo, 110 lo sé;
si fuera del cuerpo, 110 lo sé: Dios lo sabe —
fué arrebatado hasta el tercer cielo.
:1 I’ sé de tal hombre
— si en el cuerpo o si separadamente del cuerpo,
no lo sé: Dios lo sabe —
4 (¡ue fué arrebatado al paraíso,
y oyó palabras inefables que 110 es dado al hombre hablar.
234
§ i6; A LOS CORINTIOS 12, 1-10

Por lo que toca a este tal, me gloriaré;


mas por lo que toca a mí mismo,
no me gloriaré sino en mis flaquezas.
9 Porque si quisiere gloriarme, no seré necio,
pues que diré verdad;
pero me abstengo,
no sea que alguien forme de mi itn juicio
superior a lo que ve en mí it oye de mi boca.
7 E a causa de la sublimidad de las revelaciones,
por esto, para que no me levante sobre mí,
se me dió una espina en mi carne,
emisario de Satanás, para que me apuñee,
a fin de que no me levante sobre mí.
s Sobre esto tres veces rogité al Señor que se alejase de mi.
)’ me ha dicho: «Te basta mi gracia,
porque la fuerza culmina en la flaqueza»
Con sumo gusto, pues, me gloriaré
más bien en mis flaquezas,
para que fije en mí su morada la fuerza de Cristo.
19 Por lo cual me agrado en las flaquezas,
cu las afrentas, en las necesidades,
en las persecuciones, en los aprietos,
por el nombre de Cristo.
Porque cuando flaqueo, entonces soy fuerte.

J2. 2. Catorce años atrás: Parece que este rapto tuvo


lugar hacia el año 44, cuando San Pablo, en compañía de
Bernabé, llevó a los fieles de Jerusalén la limosna enviada
por los fieles de Antioquia de Siria.
Arrebatado: este rapto parece ser el que Santa Teresa
llama «vuelo del espíritu», el cual describe ella maravillosa­
mente en las Sextas moradas, capítulo 5.
Tercer cielo: esta expresión oscura parece que debe ser
interpretada según la concepción de muchos rabinos, que dis­
tinguían tres cielos: el atmosférico o del aire, el astral o del
éter, el espiritual o el empíreo.
3-4. Es la opinión más probable que San Pablo habla de
la misma visión de que se trata en el versículo precedente.
En esta suposición paraíso y tercer cielo son una misma cosa.
235
§ 167-168 2.a A LOS CORINTIOS 12, 11-18

5. Desdoblamiento dEl «yo». San Pablo distingue en


sí mismo dos hombres: el hombre en cuanto recibe de fuera,
es a saber, de Dios, los dones espirituales, y el hombre en
cuanto en sí mismo no tiene otra cosa que las flaquezas pro­
pias. Es evidente que no hay que confundir esta distinción,
puramente moral, con la doble personalidad de la psicología
experimental moderna.
7. Espina en mi carne: no significa, como dicen muchos
escritores ascéticos, los estímulos de la concupiscencia. No es
probable que San Pablo, haciendo su apología contra sus
adversarios, se ponga a dar cuenta públicamente de estas
tentaciones. Pero qué significa en concreto esta espina, no es
fácil determinarlo. Probablemente se trata de alguna enfer­
medad, que él creía serle obstáculo para su apostolado.
Muchos piensan que era una oftalmia purulenta. Sea lo que
fuere, llámala San Pablo emisario, ministro o instrumento
de Satanás, en cuanto el mal espíritu se aprovecha de las
miserias humanas para hacernos caer en el abatimiento y
pesimismo; pero que Dios lo ordena a los fines altísimos de
su amorosa providencia.
9-10. Fuerza divina en la flaqueza humana. La fuerza
culmina en la flaqueza; Cuando flaqueo, entonces soy fuerte:
expresiones paradójicas de una gran verdad, fundamental en
la vida del espíritu y en la conquista de la santidad cristiana.
l'irtud es fuerza; pero esta fuerza no radica en las energías
psicológicas del hombre, sino en la conciencia y sensación de
la propia debilidad, siempre que con la humilde confianza
entre en contacto con la omnipotencia de Dios.

168. Las señales de su apostolado, unidas a su


amor y desinterés. 12, 11-18.
11 He estado desatinado: vosotros me forzasteis.
Que yo debía ser por vosotros recomendado.
Porque en nada les fui en zaga
a esos supereminentes apóstoles,
si bien nada soy.
12 Las señales del apóstol se verificaron entre vosotros
con una constancia a toda prueba,
236
§ 168-169 2." A LOS CORINTIOS 12, 19-21

con señales y portentos y milagros.


13 Pues ¿qué cosa hay en que fuisteis inferiores
respecto de las demás Iglesias,
como no sea que yo personalmente no os he sido cargoso?
Perdonadme este agravio.
14 Mirad: por tercera vez
estoy ahora a punto para ir a vosotros,
y no os seré cargoso;
que no busco lo vuestro, sino a vosotros.
Porque no deben los hijos atesorar para sus padres,
sino los padres para los hijos.
15 Y y'o con sumo gusto gastaré
y me desgastaré a mí misino en bien de vuestras almas;
aunque... amándoos yo más a vosotros, soy menos amado.
10 Sea, pues; yo no os fui gravoso;
mas, astuto como soy, con dolo os cogí.
11 ¿Acaso, valiéndome de alguno de los que os he enviado,
por medio de él os sonsaqué?
18 Rogué a Tito, y con él mandé al hermano.
¿iQué? ¿Os sonsacó algo Tito?

14. Desinterés apostólico. No busco lo vuestro, sino a


vosotros. Tal ha sido siempre la divisa de todos los hombres
apostólicos: buscar las almas, no las bolsas.
15. Amándoos yo más a vosotros, soy menos amado. No
sin melancolía escribía el Apóstol esta amorosa querella, que
los Corintios leerían con rubor. Con mucha más razón puede
decir, y ha dicho, el divino Salvador a los hombres, lo que
Pablo dijo a los Corintios: He aqui este Corazón que tanto
ha amado a los hombres, y en cambio...

169. Temores del Apóstol. 12, 19-21.


19 Hace rato estaréis pensando
que hacemos nuestra apología delante de vosotros.
Hablamos en presencia de Dios en Cristo,
y todo, queridos, por vuestra edificación.
20 Porque me temo no sea que, en llegando,
os halle a vosotros no cuales quiero,
5 T69-170 A LOS CORINTIOS 13, 1-6

y vosotros me halléis a mí cual 110 queréis;


110 sea que halle contienda, emulación,
enojos, riñas, maledicencias,
■chismerías engreimientos, alborotos:
no sea que, en llegando otra vez.
me humille mi Dios ante vosotros
y tenga yo que llorar a muchos
de los que habían antes pecado
y no hicieron penitencia de la impureza
y fornicación y disolución a que se entregaron.

19. Palabra apostólica. Con tres rasgos caracteriza San


Pablo su palabra de apóstol a los Corintios: que es en pre­
sencia de Dios. Señor a quien ba de rendir cuentas y Juez
que un día le ha de juzgar; que es en Cristo, a quien está
unido como miembro a su Cabeza, y de quien recibe el espí-
rilu vital; que es por vuestra edificación, para la edificación
del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos juntos... a
la madurez del varón perfecto, a un desarrollo orgánico pro­
porcionado a la plenitud de Cristo (Ef. 4, 12-13).

170. Amenazas de severidad. 13, 1-6.


1 Por tercera vez ahora voy a vosotros'
Sobre la declaración de dos o tres testigos
se resolverá en firme todo asunto (Dt. 79. 75).
2 He dicho antes y digo de antemano
— como presente la segunda vez, también ahora ausente —
a los que habían antes pecado y a todos los demás
que si voy otra vez, no guardaré miramientos;
3 ya que buscáis una comprobación
de ser Cristo quien habla en mí;
el cual no es débil en orden a vosotros,
sino poderoso en vosotros.
4 A la verdad, fué crucificado a causa de la flaqueza,
mas vive en virtud del poder de Dios.
A la verdad, nosotros somos flacos en él,
mas viviremos con él
en virtud del poder de Dios para con vosotras.
238
§ 170-171 2-¡' A LOS CORINTIOS 13, 7-10

Haced experiencia de vosotros mismos si estáis en la fe,


•contrastaos a vosotros mismos.
¿O no reconocéis en vosotros mismos
que Cristo Jesús está en vosotros?
.‘1 no ser que estéis descalificados.
G 1’ espero que conoceréis
une nosotros no somos descalificados.

13, 3-4. Como Cristo. San Pablo, como ministro de Cris­


to, se compara al mismo Cristo; porque así como Cristo fue
crucificado por la flaqueza humana, pero, una vez resucitado,
vive por la fuerza de Dios, así también su ministro en medio
de sus flaquezas posee la fuerza de Cristo. Por eso pregunta
irónicamente a los Corintios si quieren que les dé las pruebas
de esta fuerza.
5-6. Contraste Espiritual. Contrastaos: metáfora toma­
da del ‘‘contraste» que se hace de los metales. Con esto quiere
decir San Pablo que, si hacen ellos la prueba de si mismos,
como se hace con los metales, espera que hallarán ser cris­
tianos de «buena ley» ; como, inversamente, no le hallarán a
él Apóstol de mala ley. Pero, en resumidas cuentas, no le
importa nada que le tengan a él por Apóstol de buena o maía
ley, con tal que las obras de ellos sean buenas.

171. La blandura es preferible a la severidad.


13, 7-io.
7 1’ rogamos a Dios que no hagáis vosotros mal alguno.
no para que nosotros aparezcamos calificados,
sino que vosotros obréis el bien,
y nosotros seamos, si se quiere, descalificados.
8 Porque no podemos nada contra la verdad,
sino a favor de la verdad.
9 Porque nos gozamos, cuando nosotros somos flacos,
vosotros, empero, fuertes.
Esto mismo pedimos a Dios: vuestra cabal perfección.
10 Por eso estas cosas escribo en ausencia,
a fin de que en presencia no tenga que usar de severidad,
según la potestad que me dio el Señor
parq edificación y no para destrucción.
239
§ 1/1-I/2 2.a A LOS CORINTIOS ’3. u-13

8. Impotencia contra la verdad. Hay que notar que


110 dice San Pablo que no «quiere», sino que no puede nada
contra la verdad. Es el «Non possumus» tantas veces repe­
tido por la Santa Sede Apostólica. A este «Non possumus»
del Papa respondió Enrique "VIII de Inglaterra con la rebe­
lión de que nació la Iglesia Anglicana.

CONCLUSIÓN

172. Últimas recomendaciones y saludos. 13,


11-13.
11 Por lo demás, hermanos, gozaos,
trabajad en vuestra perfección, consolaos,
tened un mismo sentir, conservad la paz,
y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
12 Saludaos los unos a los otros con el ósculo santo.
Os saludan a vosotros todos los santos.
13 La gracia del Señor Jesu-Cristo
y la caridad de Dios
y la comunicación del Espíritu Santo
sean con todos vosotros.

13. SoteriologLx trinitaria. Constituyen estas palabras


un exacto y luminoso resumen de la doctrina revelada sobre
la unidad y Trinidad de Dios. Coloca San Pablo en una
misma línea a Jesu-Cristo y al Espíritu Santo con Dios Pa­
dre, y presenta a los tres por igual como principio de la gra­
cia. Esta igualdad lleva consigo la unidad de la divina esencia
y la distinción de las personas. La distinción entre la persona
de Dios Padre y la de Jesu-Cristo es evidente en toda la
Teología de San Pablo. Por otra parte, aquí la persona del
Espíritu Santo completa la serie ternaria; y es cosa mani­
fiesta que no podría ser la tercera de la misma serie, si no
fuera distinta de la primera y de la segunda. Y es digna de
especial consideración, desde el punto de vista teológico, la
parte que, por apropiación, como hablan los Teólogos, atri­
buye a cada una de las divinas personas en la obra de nuestra
240
§ i/¿ 2.a A LOS CORINTIOS 13, n-13

salud: a Dios Padre apropia la caridad, primer origen de la


reparación humana; a Jesu-Cristo la gracia, síntesis de toda
la economía sobrenatural; al Espíritu Santo la comunicación.
última ejecución, en el orden ontológico, de la salud, iniciada
por la caridad del Padre y merecida por la gracia de Jesu-
Cristo.

241
EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS

INTRODUCCIÓN

Los Gálatas. Nacía el año 280 antes de la era cristiana


varias tribus Celtas, procedentes de la Galia, invadieron la
Iliria, la Grecia y la Tracia, y pasando el Helesponto — los
Dardanelos — se establecieron en el Asia Menor, ocupando
parte de la Frigia, la Capadocia y la Paflagonia, cpie de ellos
tomó el nombre de Galacia. Dos siglos más tarde su jefe
Deyótaro, conocido por la oración de Cicerón, obtuvo de
Pompeyo con el título de rey el dominio de nuevas regiones.
Amintas, sucesor de Deyótaro, recibió de Augusto la Pisidia,
la Licaonia y la Panfilia, situadas al sur de la primitiva Gala­
cia. A la muerte de Amintas, el 25 antes de Cristo, el dila­
tado reino de Galacia quedó reducido a provincia romana,
dependiente del emperador y gobernada en su nombre por
un legado pro-pretor, que residía en Ancira. Dos sentidos,
pues, tenía la denominación de Galacia: uno etnológico, que
comprendía la Galacia primitiva, al norte, y otro político-
administrativo, que se extendía además a las regiones meri­
dionales. Se pregunta, pues: ¿quiénes eran los destinatarios
de la Epístola a los Gálatas? ¿los habitantes de la primitiva
Galacia septentrional, o bien los de las regiones meridionales,
sobre todo de Pisidia, Licaonia y Panfilia, comprendidas en
la provincia romana de Galacia?
Mucho se ha discutido sobre este problema: hoy día la
mayoría de los críticos se inclina a la hipótesis de la Galacia
Septentrional. Y con razón, a lo que parece. Primeramente,
los nombres de Galacia y Gálatas, tanto en el uso oficial
como en el lenguaje ordinario, se aplicaban exclusivamente
a la región septentrional y a sus habitantes. En segundo lu­
243
INTRODUCCIÓN

gar, lo que escribe el mismo Apóstol en la Epístola (4, 13):


«Ya sabéis que a causa de la debilidad [o enfermedad] de
la carne os anuncié el Evangelio la primera vez», no puede
aplicarse a las cuatro ciudades de la región meridional, que
él evangelizó, no por una ocasión imprevista, sino muy de
propósito y conforme a un plan preconcebido. Por lo demás
la solución de este problema no afecta grandemente a la in­
terpretación, principalmente doctrinal, de la Epístola, con tal
que se admita que la Iglesia de Galacia estaba integrada en
su casi totalidad por gentiles o prosélitos.
Los adversarios de Pablo. Un fenómeno extraño dió
mucho que pensar y que padecer al Apóstol. Mientras los
gentiles y aun los judíos prosélitos recibían el Evangelio,
por el contrario los judíos de raza, no contentos con recha­
zarle, perseguían encarnizadamente a su zeloso predicador.
Esta constitución de las Iglesias de Galacia, formadas casi
exclusivamente de gentiles y prosélitos, en una palabra, de
incircuncisos, levantó contra Pablo otros adversarios más
temibles que los mismos Judíos rebeldes.
¿Quiénes eran? ¿Cuántos? ¿De dónde venían? Una sola
cosa sabemos, y es que eran cristianos judíos, y más judíos
que cristianos. Al ver que Pablo admitía a los gentiles en la
Iglesia sin obligarles antes a la circuncisión ni negarles una
sola de las prerrogativas de los cristianos judíos, comprendie­
ron, y con razón, que la conducta del Apóstol era la negación
práctica de los privilegios de Israel, era la destrucción misma
de la Ley. Su zelo farisaico se convirtió en furor contra Pa­
blo. ¿Cómo lo conseguirían?
La Epístola a los Gálatas nos ha conservado los manejos
a que apelaron los adversarios del Apóstol para arruinar su
obra. A través de la briosa refutación de Pablo se oyen toda­
vía las calumnias, las insinuaciones maliciosas, los razonamien­
tos envenenados de aquellos judaizantes. Verdaderamente su
arte era diabólico. Ante todo atacaban la autoridad apostólica
de Pablo. «¿Quién era ese intruso, sin vocación divina, que
nunca había visto ni oído al Señor, para oponerse a los Doce,
a los Apóstoles que habían recibido directamente del Señor
la enseñanza y la misión? ¿Quién era ese perseguidor de ayer
para oponerse a las columnas de la Iglesia, a Pedro, a Juan,
a Santiago?» Minada así su autoridad de Apóstol, atacaban
244
INTRODUCCIÓN

abiertamente su doctrina. «Pues su Evangelio, lo que él llama


su Evangelio, es una impiedad. Contra la Ley de Dios, con­
tra las promesas y alianzas divinas, contra todo el Testamento
Antiguo, se atreve a blasfemar este apóstata. El Evangelio que
niega la Ley no es Evangelio.» Y no contentos con atacar en
su principio mismo el Evangelio de Pablo, sacaban de él las
más desaforadas consecuencias. «Lo peor es, añadían, que su
enseñanza es inmoral y escandalosa. Sin Ley que oponga una
barrera a los perversos instintos del hombre, ¿qué resta sino
una libertad desenfrenada, que se lance sin obstáculos a los
mayores crímenes? Sin Ley que lo condene, el pecado queda
justificado.»
La Epístola. La oposición daba alientos a San Pablo.
A los cargos que le achacaban sus adversarios, respondió
con una carta admirable, en que reveló todo el temple de su
espíritu, toda la fogosidad de su alma, toda la ternura de
su corazón, toda la alteza de sus pensamientos. Sin descender
a mezquindades personales, indignas de su noble carácter,
concreta su apología a tres puntos principales. Primeramente
defiende su autoridad apostólica y el origen divino de su
Evangelio. En segundo lugar demuestra la tesis fundamental
de su Evangelio, esto es, la justificación por la fe viva en
Cristo, independientemente de la Ley Mosaica. Por fin hace
ver que su Evangelio, lejos de dar libertad a la carne, la
condena y refrena con dos principios poderosos y altísimos
de santidad: la caridad y el Espíritu.
De ahí tres partes en la Epístola: i) apologética (r-2);
2) dogmática (3-4); 3) moral (5-6).

245
§ J/3 A LOS GÁLATAS i. i-5

EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS

173. Salutación epistolar, i, 1-5.


1 Pablo, apóstol,
no de parte de hombres,
ni por mediación de algún hombre,
sino por Jesn-Cristo y por Dios Padre,
que le resucitó de entre los muertos
2 v todos los hermanos que están conmigo:
a las Iglesias de Calada.
'■ Cracia a vosotros y paz de parte de Dios Padre
y del Señor nuestro Jesn-Cristo,
■’ quien se entregó a sí mismo por nuestros pecados,
a fin de arrancarnos de este presente siglo perverso,
según la voluntad del que es Dios y Padre nuestro,
a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

1, 1-5. División de i.a Epístola. En estos versículos in-


binúa San Pablo los tres cargos que le oponían sus adversa­
rios los judaizantes, y que determinan las tres partes en que
se divide la Epístola. Atacaban la legitimidad de su misión
apostólica, la verdad de su Evangelio, la moralidad de su en­
señanza. A la primera acusación responde San Pablo que
su misión apostólica no se deriva de ningún hombre, sino
de Dios Padre: ni le ha sido transmitida por medio de hom­
bre alguno, sino por medio de Jesn-Cristo. A la segunda
acusación contesta proponiendo la síntesis de su Evangelio:
la muerte redentora y la resurrección de Jesu-Cristo, que, con
exclusión de las observancias mosaicas, por voluntad de Dios
Padre, es el instrumento de nuestra justificación. A la ter­
cera, finalmente, opone que este Evangelio, lejos de indu­
cirnos a la libertad de la carne, nos arranca de este siglo per­
verso y de todas sus concupiscencias.

246
§ '74 A LOS CALATAS i, 6-10

174. Exordio ex abrupto, i, 6-io.


(i Me maravillo de que tan de repente os paséis
del que os llamó por la gracia de Cristo
a un Evangelio diferente:
7 que... no es otro Evangelio,
sino que hay algunos que os alborotan
y pretenden desquiciar el Evangelio de Cristo.
•“ Pero, aun cuando nosotros o un ángel bajado del cielo
os anuncie un Evangelio
fuera del que os ¡teínas anunciado,
sea anatema.
Como antes lo tenemos dicho,
ahora también lo digo de nuevo:
si alguno os anuncia un Evangelio
diferente del que recibisteis.
sea anatema.
Pues ahora, ¿trato de concillarme
el favor de los hombres, o el de Dios?
¿O busco complacer a hombres?
Si todavía tratase de complacer a hombres,
no seria siervo de Cristo.

8-9. Tradición oral. Establece el Apóstol como norma


de toda enseñanza ulterior su predicación oral. Consta, pues,
por la misma Escritura la legitimidad de la tradición oral,
en la cual, lo mismo que en la Escritura, funda sus enseñan­
zas la Iglesia católica. 1
10. Como si dijese: ¿Qué os parece? ¿Este lenguaje mío
es de uno que desea congraciarse con los hombres, como
andan diciendo mis adversarios?

24:
§ 1/5 A LOS GÁLATAS i. 11-24

I. El Evangelio de Pablo es El Evangelio


de Jesu-Cristo

175. Evangelio divino, i, 11-24.


11 Porque os hago saber, hermanos,
que el Evangelio predicado por mí
no es conforme al gusto de los hombres;
12 pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno,
sino por revelación de Jesu-Cristo.
1S Porque habréis oído mi vida un tiempo en el judaismo:
con cuánto exceso perseguía yo la Iglesia de Dios
y la asolaba;
11 y me aventajaba en el judaismo
sobre muchos de mi edad en mi linaje,
siendo excesivamente celador
de las tradiciones de mis padres.
jr’ Mas cuando plugo a Dios,
que me reservó para sí desde el seno de mi madre
y me llamó por su gracia,
1,1 revelar en mí a su Hijo,
para que le predicase entre los gentiles,
17 desde luego no me aconsejé de hombre mortal,
ni subí a Jcrusalén,
para ver a los que me precedieron en el apostolado,
sino que me retiré a la Arabia,
desde donde volví otra vez a Damasco.
1S Luego, pasados tres años, subí a Jcrusalén
para ver y hablar a Cejas,
con quien permanecí quince días.
19 zJ otro de los demás apóstoles no vi,
a no ser a Santiago, el hermano del Señor.
2n Y lo que os escribo,
os certifico delante de Dios que no miento.
Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia,
-- )’ era yo personalmente desconocido
de las Iglesias de Jadea, congregadas en Cristo.
23 Solamente oían decir
§ 175 A LOS CALATAS i. 11-24

que "el que nos perseguía cu otro tiempo,


ahora predica la je que antes destruía».
24 Y glorificaban a Dios en mí.

11-12. Evangelio divino. Mi Evangelio no es conforme


al criterio humano, puesto que su origen tampoco es huma­
no. sino divino, esto es, la revelación hecha por Jesu-Cristo.
Divinidad de Cristo. El contraste tantas veces y tan
enfáticamente repetido en este mismo capítulo (vv. 1, 10 y
11-12) entre los hombres y Jesu-Cristo es uno de los muchos
indicios que. además de los testimonios más explícitos y so­
lemnes, delatan a cada paso el pensamiento del Apóstol sobre
la divinidad de Jesu-Cristo. A’ en esta Epístola, lo mismo que
en las demás, en que tantos puntos se discuten, la divinidad
del Redentor se alza luminosa por encima del oleaje turbu­
lento de la contradicción de la controversia.
12. Recibí, aprendí parecen indicar dos métodos de ense­
ñanza diversos: el de las escuelas rabínicas, en que los dis­
cípulos recibían la doctrina que les entregaban sus maestros,
y el de las escuelas helénicas, en que los discípulos aprendían
la ciencia que sus maestros les enseñaban.
18. Posición eminente de Pedro. Ver y hablar a Cejas:
es decir, según la fuerza de la palabra original, visitar y
entrevistarse con Pedro. Este empeño e interés de ver sólo
a Pedro, o esta atención de visitar a Pedro, revela la posi­
ción singular y eminente del Príncipe de los Apóstoles; tanto
más que de los demás Apóstoles no tenía intención de ver a
ninguno: y si se encontró con Santiago, sólo fué incidental­
mente.
19. Merece advertirse aquí que el modo de mencionar a
Santiago hablando de los Apóstoles, '‘demuestra claramente
que este Santiago, el llamado hermano-del Señor y Obispo
de Jerusalén, es Santiago el Menor, enumerado en la lista de
los Doce.
21. En Siria se hallaba la Iglesia de Antioquía, y en Cili­
cio, Tarso, la ciudad natal de Pablo.
23. Jesu-Cristo, objeto de la i-h. Predica la je: poco
249
A LOS GÁLATAS 2, I-IO

antes (i, 16) ha dicho: predicar a Jesu-Cristo. La correspon­


dencia y equivalencia objetiva de ambas expresiones muestra
que Jesu-Cristo es el objeto central, principal y, en cierto
Sentido, único de la fe y de la predicación evangélica.

176. En el concilio de Jerusalén. 2, 1-10.


1 Después, transcurridos catorce años,
subí de nuevo a Jernsaléu en compañía de Bernabé,
llevando también a Tito.
2 Subí conforme a una revelación.
Y les expuse el Evangelio qne predico entre los gentiles,
y en particular a los que figuraban,
para que me dijesen si yo corría o había corrido en vano.
3 Mas ni siquiera Tito, mi compañero,
con ser gentil, fué forzado a circuncidarse.
’ Por más que, a cansa de los falsos hermanos intrusos,
que solapadamente se habían introducido
para espiar nuestra libertad, qne tenemos cu Cristo Jesús,
con el intento de esclavizarnos ..
A los cuales ni por un instante cedimos
dejándonos subyugar,
a fin de que la verdad del Evangelio
se sostenga eu orden a nosotros.
0 Mas de parte de los que representaban algo...
— cuál fuera al fin su situación, a mí nada me interesa;
no es Dios con el hombre aceptador de personas. —
' pues los qne figuraban nada me impusieron;
antes al contrario, viendo que me ha sido confiado
el Evangelio de la iucircuucisióu,
como a Pedro el de la circuncisión,
s —pues el que infundió fuerza a Pedro
para el apostolado de la circuncisión,
me la infundió también a mí para el de los gentiles, —
11 v reconociendo la gracia qne me ha sido dada,
Santiago, Cefas y Juan,
los qne eran considerados como columnas,
nos dieron las diestras en prenda de comunión
a mí y a Bernabé,
de tuerte qne nosotros nos dirigiésemos a los gentiles
250
§ iz6 A LOS CALATAS 2, I-1O

j' ellos a la circuncisión;


1 '* solamente que nos acordásemos de los ¡'obres,
lo cual por mi parte me esmeré en hacerlo.

2, i-2. La ocasión de la subida de San Pablo a Jerusalén


la hallamos referida en los Hechos de los Apóstoles (15, 1-2).
A la ocasión externa se añade, como nos dice aquí San Pablo,
una revelación de Dios, que así se lo ordenaba, por ser con­
veniente su presencia para resolver la controversia sobre la
necesidad de la circuncisión. La reunión a que dió lugar esta
controversia suele denominarse Concilio de Jerusalén.
2. El Evangelio que predicó entre los gentiles: el Evan­
gelio de San Pablo no era, ni podía ser, un Evangelio dife­
rente del que predicaban los demás Apóstoles. El Evangelio
es único: el Evangelio de Jesu-Cristo. Ahora que San Pablo,
al predicar a los gentiles. * había de poner más de relieve la
universalidad del Evangelio, que admitía a los gentiles en la
Iglesia sin pasar por la circuncisión. Mas, como esto lo mi­
raban los judaizantes con malos ojos, el Apóstol vióse en la
precisión de dar cuenta a la Iglesia de Jerusalén del matiz
característico de su predicación.
A los que figuraban: son San Pedro, Santiago el Menor
v San Juan. Aquí, como en otros pasajes, emplea San Pablo
una frase inventada por sus adversarios. Este procedimiento
característico del Apóstol nos hace comprender qué sentido
hay que dar a la ironía que tiene la frase: ironía que recae,
no sobre Pedro y los demás Apóstoles de Jerusalén, sino
sobre los mismos adversarios, que inconsideradamente se va­
lían de esa expresión con el intento de rebajar a San Pablo.
4. Tenemos aquí, como tantas veces en San Pablo, un
anacoluto, esto es, una frase gramaticalmente inacabada, una
prótasis sin apódosis. Pero si la gramática no conserva toda
su regularidad, la lógica en cambio nunca la pierde San Pa­
blo. El versículo siguiente nos da, bajo una forma gramatical
independiente, la verdadera apódosis lógica de la frase.
6. Caso bien curioso de la psicología de San Pablo: la
partícula adversativa mas, con que comienza el período, se
convierte después del paréntesis en la partícula causal pues.
251
A LOS CALATAS 2, I-IO

Es que mientras tanto, perdido el hilo de lo que iba diciendo,


viénele a la mente de repente la tesis fundamental de la ver­
dad de su Evangelio, en orden a la cual aquello mismo que
queria decir sírvele de confirmación.
Pedro y Pablo. Esta distribución entre los Judíos y
los gentiles, entre San Pedro y San Pablo, no se refiere a la
suprema autoridad, como si estuviera repartida entre el uno
y el otro, sino que señala el campo de operación en que pre­
ferentemente han de desarrollar su actividad evangélica y
misional.
Primado de Pedro. Este pasaje nos ofrece una prueba,
si bien indirecta, no por eso menos decisiva, del primado de
San Pedro sobre toda la Iglesia. En primer lugar, se deduce
este primado por lo que toca a los Judíos: pues que San
Pablo le atribuye el apostolado de la circuncisión, el cual no
puede referirse únicamente al ministerio de la predicación
evangélica, que ni exclusiva, ni siquiera principalmente, fué
ejercida por San Pedro; y menos aún puede referirse a la
ordinaria autoridad episcopal de Jerusalén. que, como sabe­
mos, la tenía Santiago. No puede, por tanto, referirse sino a
la autoridad suprema sobre la Iglesia de los Judíos. En se­
gundo lugar, se deduce también este primado por lo que atañe
a los gentiles: pues que San Pablo, a quien correspondía por
elección de Dios, como aquí dice, este apostolado, reconoce,
no obstante, sobre sí la autoridad de San Pedro, y sube a
Jerusalén para consultarle. Primado sobre los Judíos, pri­
mado sobre los gentiles: primado universal sobre la Iglesia.
9. Apostolado di: Pablo, (irada: esto es, la elección
gratuita al apostolado, que equipara San Pablo a los Doce
elegidos personalmente por el mismo Jesu-Cristo: apostolado
que él en esta Epístola quiere hacer constar claramente.
Cefas: es el nombre aramaico de San Pedro, que significa
«Piedra». E11 castellano se han diferenciado las dos formas
«Pedro» y «Piedra» : no así en francés, en que la palabra
«Pierre» significa tanto «Pedro» como «Piedra».
§ 176-177______ A LOS (L\LATAS 2. Jl-14

10. Consta por otras cartas de San Pablo que organizó


algunas colectas en las Iglesias de los gentiles a favor de los
fieles pobres de Jerusalén.

177. El incidente de Antioquía. 2. 11-14.


11 Mas cuando vino Cejas a Antioquía,
abiertamente me le opuse, porque era culpable.
12 Pues antes que viniesen ciertos hombres
de parte de Santiago,
comía con los gentiles;
mas cuando vinieron,
se retraía y recataba' de ellos,
temiendo a los de la circuncisión.
13 Y le imitaron en esta simulación también los demás Judíos,
tanto que el mismo Bernabé
se vió arrastrado por esta simulación.
14 Mas cuando yo vi que no andaban a las derechas
conforme a la verdad del Evangelio,
dije a Cejas en presencia de todos:

11. No se trata de culpa moral, ni menos aún de error


doctrinal, sino de una falta de previsión en San Pedro, que
110 preveía las consecuencias de la actitud que tomaba.
12. lis de notar (pie no dice aqni San Pablo que los com­
pañeros de Santiago fueran enviados por él, ni menos aún
<¡iie fueran enviados con el objeto de disuadir a San Pedro
que comiera con los gentiles.
13. Primado de Pedro Otra prueba concluyente de la
suprema autoridad de San Pedro: que sólo con su ejemplo,
puramente negativo, determinado además por el miedo, o,
como dice San Pablo, con su simulación, indujo irresistible­
mente a tomar la misma actitud aun al mismo Bernabé, que
era, juntamente con San Pablo, apóstol de la gentilidad.
14. Ortodoxia intachable. El no andar a las derechas
1011 forme a la verdad del Evangelio no significa error en la
doctrina, sino inconsecuencia en la práctica. Algún escritor
moderno, apelando a un juego de palabras, sugerido por el
§ 177-1/8 A LOS GXLATAS —• 15-21

original griego, ha dicho, no sin cierta gracia, que la falta


de San Pedro no fue de «ortodoxia», sino más bien de «or­
topedia» .

178. El discurso de Pablo. 2, 15-21.


Si tú, siendo judio, vives a lo gentil y no a lo judío,
¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?
15 Nosotros..., judíos de nacimiento.
y no pecadores venidos de la gentilidad...,
3G entendiendo, empero, que no es justificado un hombre
por las obras de la ley,
sino por la je de Cristo Jesús.
también nosotros creimos en Cristo Jesús,
para ser justificados por la je de Cristo,
que no por las obras de la ley;
pues por las obras de la ley
no será justificado mortal alguno (Sal. 142, 2).
37 Y sí al buscar ser justificados en Cristo
nos hemos hallado también nosotros pecadores,
¿será que Cristo es agente de pecado?
Jamás, de ninguna manera.
3S Porque si lo que antes derribé, eso lo edifico de nuevo,
me declaro trasgresor.
1!> Porque yo por medio de la ley morí a la ley,
para vivir a Dios.
Con Cristo estoy crucificado,
20 pero vivo... no ya yo, sino Cristo vive en mí.
Y eso que ahora viva en carne,
lo vivo en la fe de Dios y de Cristo,
que me amó y se entregó por mí.
21 No repudio como nula la gracia de Dios.
Porque sí por la ley se alcanzase la justicia,
entonces Cristo hubiera muerto en vano.

14-21. En este pasaje nos da San Pablo solamente un


resumen de su discurso.
14. Exordio y primer argumento, tomado de la inconse­
cuencia práctica de San Pedro.
?54
§1/8 A LOS CALATAS__________________ 2. 15-21

15-16. Aquí precisa el Apóstol la tesis del discurso, inter­


calada en el segundo argumento. La tesis es: «El hombre no
es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesu-
Cristo». Tiene dos partes: una negativa y otra positiva. En
la primera no excluye la necesidad de las buenas obras, las
cuales en esta misma carta, lo mismo que todas las otras,
recomienda encarecidamente: solamente afirma que por más
que el hombre multiplique las prácticas de la Ley mosaica,
nunca pasará del estado de pecador al estado de justo. En la
segunda no expresa todo el proceso de la justificación, sino
solamente su principio y raíz, el cual exige como comple­
mento normal el sacramento del Bautismo.
Por lo que se refiere al argumento, es bastante claro para
quien lea reproduciendo mentalmente las variadas inflexiones
de voz con que el Apóstol iría pronunciando los diferentes
incisos de este período, medio irónico y medio patético.
16. La última frase de este verso es una confirmación
cscriturística de la tesis.
17-18. Este nuevo argumento, poco menos que enigmático
para nosotros, pone de relieve la contradicción de los Gála-
tas, que ahora querían volver a las prácticas de la Ley. Díceles
San Pablo: vosotros, considerando la Ley como ineficaz para
justificar al hombre, la abandonasteis y os acogisteis a Cristo,
atraídos por él. Cristo, pues, fué la causa de que abandonaseis
la Ley. Ahora, al querer volver a aquellas prácticas, consi­
deráis un crimen el haberlas dejado. ¿ No veis, pues, que con
eso hacéis recaer este crimen sobre el mismo Cristo, y le
hacéis instrumento de pecado? Señal que entonces hicisteis
bien en repudiar aquellas prácticas, y ahora hacéis muy mal
en quererlas volver a admitir.
19-20. Por la muerte a la vida. La idea fundamental
de este argumento teológico se reduce a que, habiendo nos­
otros muerto a la Ley, estamos ya totalmente desligados de
la Ley. Pero San Pablo en sus argumentaciones suele ir más
allá de lo que exige la estricta demostración de la tesis. Tres
cosas añade aquí. La primera es que, si hemos muerto a la
Lev, es precisamente en virtud de la misma Ley. En cfcct >.
la Ley, que aquí en bloque es toda la legislación mosaica, y
255
§ i/8 LOS CALATAS 2, 15-21

que, aunque transitoria, representaba entonces la voluntad


de Dios, fué violada por el pecado. Esta violación debía ser
reparada: y, en todo rigor de justicia, no podía serlo sino
por la muerte del Hombre-Dios. Ahora, pues, la muerte del
Redentor éralo justamente de todos los hombres, mística­
mente incorporados e identificados con él. Por tanto, la mis­
ma Ley. que determinó la muerte de Cristo, por el mismo
caso determinó la muerte de los hombres. La segunda es que
esta muerte no remata en muerte sino en vida. Es notable el
énfasis con que San Pablo, hasta tres veces, nos pone ante
los ojos este tránsito de muerte a vida: triple antítesis, que
gráficamente puede representarse en esta forma:
Morí a la Ley — para vivir a Dios.
Con Cristo estoy crucificado, — pero vivo :
Xo ya yo. — sino Cristo vive en mí.
La tercera es que la muerte con la anulación que supone
de la propia personalidad, no es de carácter físico, sino moral,
o mejor dicho, místico. A pesar de esta muerte, subsisten la
vida y la personalidad física, o, como dice San Pablo, en
carne: vida y personalidad, empero, que no han de ser inde­
pendientes de Jesu-Cristo. sino que han de vivir y se han de
desarrollar dentro de su fe.
_o. El. amor !))• Cristo. Tres veces, y con matices dis­
tintos, expresa San Pablo la idea consoladora, que el amol­
de Jesu-Cristo fué el principio determinante de su Pasión.
Aciui dice: Me amó, v se entregó por mí. A los Efesios es­
cribe: Nos amó. y se entregó por nosotros (.5, 2); /linó a la
Iglesia, y se entregó por ella (5, 25'). Con eso nos da a en­
tender San Pablo que el amor de Cristo a los hombres fué,
al mismo tiempo, singular y universal, individual y colectivo:
amor, que. consiguientemente, reclama* de todos y cada uno
de nosotros un reconocimiento amoroso, lo mismo que si
hubiera sufrido la muerte por cada uno en particular. Este
amor redentivo de Cristo es el que justifica la devoción a su
Divino Corazón, símbolo de este amor. Proporcionalmente,
el amor maternahnente corredentivo de Alaria motiva la de­
voción a su Corazón Inmaculado.
21. Último argumento con (pie el Apóstol prueba su tesis.
256
§ 178-179 A LOS CALATAS 3. 1-6

Quiere decir, más claro, que si fuera la Lev la que nos justi­
ficase, sería absolutamente inútil la muerte de Cristo. Por
tanto, buscar en la Ley la justificación es por el mismo caso
repudiar como inútil la gracia que Dios nos hizo dándonos a
su Hijo para que muriera por nosotros.

TI. El Evangelio, cumplimiento de la promesa


hecha a Abrahán

179. Introducción: Evidencia de los hechos.


3, 1-6.
• ¡Oh insensatos (jálalas! ¿Quién os fascinó a vosotros,
ante cuyos ojos fué presentada
la figura de Jesu-Cristo clavado en crus?
- listo sólo quiero saber de vosotros:
¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley
o bien por la. fe que habéis oído?
•" ¿Hasta tal extremo llega vuestra inscusatcrj?
Tras la iniciación por el Espíritu.
¿buscáis ahora la consumación por la carne?
J ¿Habréis padecido eu vano tantas cosas?
Si es que se puede decir eu vano.
El que os suministra, pues, el Espíritu
y obra prodigios cutre vosotros,
¿hace eso en virtud de las prácticas de la ley
o bien por la fe que habéis oído?
" .4sí fué como Abrahán creyó a Dios
y le fué tomado a cuenta de justicia (Gen. ij, 6).

3, 1. Cristo crucificado. Vascular quiere decir trastor­


nar el juicio con hechicerías, encantamientos, y, sobre todo,
con miradas nocivas. Se maravilla San Pablo que la viva
imagen de Jesús crucificado, que les había puesto delante de
los ojos, no hubiera bastado, cual divino talismán, para con­
trarrestar la fascinación o «aojamiento» con que los tenían
embaucados las prácticas mosaicas. Estas palabras nos reve­
lan la importancia que en su predicación daba el Apóstol a la
muerte del Redentor.
257
§ i/9-i8o A LOS GÁLATAS 3. 7-9

4. Iniciación y consumación. Buscar la iniciación en


la carne y la consumación eu el Espíritu podría ser razonable,
como lo es comenzar por lo imperfecto para acabar con lo
perfecto; pero, invirtiendo los términos, buscar en el Espíritu
la iniciación y en la carne la consumación es un contrasentido
intolerable.
En la primera parte de este versículo parece concluir San
Pablo que los Gálatas no han sacado provecho alguno de
todo lo que han sufrido; mas, haciéndose cargo de la incon­
secuencia humana y de la poca malicia de los Gálatas, modi­
fica su apreciación manifestando su convicción de que no han
padecido en balde.
6. La justicia por la fe. La justicia que por la fe al­
canzó Abrahán, lo mismo que nuestra justicia por la fe en
Jesu-Cristo, no es una justicia meramente ficticia o imputada,
como quieren o querían los protestantes, sino una verdadera
justicia que Dios le concedió en atención a su fe. La expre­
sión qne emplea San Pablo tomar a cuenta está tomada del
lenguaje comercial, en el cual no tiene nada de ficticio.

1. La ley y la fe, la ley y la promesa

180. Por la fe hijos de Abrahán, bendecidos en


Abrahán. 3. 7-9.
” Entended, pues, que los que viven de la fe,
éstos son hijos de Abrahán.
s Además, previendo la Escritura
que por la fe justifica Dios a los gentiles,
dió de antemano a Abrahán la feliz nueva (Gen. 18, i8j
de que Bendecidas serán en ti todas las gentes.
” De modo que los que viven de la fe
son bendecidos con el fiel Abrahán.

7. De las palabras de la Escritura deduce el Apóstol que


110 es la circuncisión como querían los judaizantes, sino la
fe. la que constituye verdaderos hijos de Abrahán.
8-0. Xo sólo la filiación de Abrahán, sino también la
258
§ i8o-i8i a los calatas 3. 10-14

participación en las promesas que Dios le hizo, es efecto, no


de la circuncisión, sino de la fe.

181. La ley es régimen de maldición, de la cual


nos libertó Cristo. 3, 10-14.
Pues cuantos quieren vivir por las obras de la ley,
caen bajo la maldición;
porque escrito está: que
Maldito todo el que no persevera constante
en todas las cosas escritas en el libro de la ley,
de modo que las cumpla ÍDt. 27.26).
11 ]’ que en virtud de la ley
nadie se justifica cu el acatamiento de Dios,
es cosa manifiesta:
porque el justo por la fe vivirá (Hab. 2, q).
1:! Ahora bien, la ley no procede por vía de fe,
sino que el que hiciere estas cosas
vivirá por ellas (Lev. 18, j).
1:‘ Cristo nos rescató de la maldición de la ley,
hecho por nosotros objeto de maldición;
porque escrito está (Dt. 21, 23):
Maldito todo el que está colgado de un palo;
H para que la bendición de Abrahán
alcanzase a los gentiles en Cristo Jesús,
a fin de que recibiésemos la promesa del Espíritu
por medio de la fe.

10-12. Los elementos esenciales de esta sutil argumenta­


ción se reducen a dos: que la Ley es ocasión de pecado, pero
(pie en sí misma, para levantar al hombre del pecado, no
ofrece ningún recurso.
13-14. Cristo crucificado, fuente de bendición. La
maldición de la Lev se trocó por la fe en bendición. La clave
de este misterio nos la da Jesu-Cristo crucificado: que, redu­
cido por nuestros pecados, de los cuales quiso hacerse res­
ponsable. a ser objeto de la maldición divina, muriendo y
dando satisfacción a la justicia de Dios, trocó la maldición
en bendición: bendición, prometida antes al gran patriarca y
259
§ 181-18.2 A LOS GÁLATAS 3- 15-18

ahora realizada por la efusión del Espíritu Santo; bendición


y efusión, que alcanzó, no solamente a los judíos, sino tam­
bién a los gentiles en Cristo Jesús.

182. La ley y la promesa. 3, 15-18.


15 Hermanos, hablo según las leyes humanas.
Aun tratándose de un hombre,
nn testamento legítimamente otorgado
nadie puede anularlo ni añadirle nuevas cláusulas.
"• Ahora bien, a Abrahán le fueron hechas las promesas.
y en él a su Descendencia (Gen. 12, ~).
A’o dice: V a las Descendencias,
como hablándose de muchos,
sino de itno solo: Y a tu Descendencia,
la cual es Cristo.
Digo, pues, esto:
el testamento ya válidamente otorgado por Dios
no puede ser anulado por la ley,
que vino cuatrocientos treinta años más tarde,
de suerte que la promesa quedase anulada.
!S Porque si de la ley dependiera la herencia,
ya no procedería de la promesa.
E es asi que a Abrahán hízole Dios merced de la herencia
por medio de una promesa.

15-18. La promesa y i.a Lev. Aquí comienza San Pablo


a exponer sn magnífica concepción del Antiguo Testamento:
en el cual ve dos cosas radicalmente distintas: la promesa y
la Ley. I.a promesa es un elemento esencial, que, lejos de
anularse, halla su plena realización en el Evangelio. La Ley,
en cambio, es un régimen accidental y transitorio, que, al
llegar el Evangelio perdia toda sn razón de existir. Si el
Evangelio se compara a un edificio, la promesa es el funda­
mento, la ley los andamios; si se compara a un árbol, la pro­
mesa es la raíz, la ley los rodrigones. A la luz de esta con­
cepción se ve toda la fuerza de la argumentación de San
Pablo: cómo la promesa era independiente de la Ley, y cómo
la herencia era debida, no a la Ley, sino a la promesa.

260
§ 183 A LOS CALATA.■> 3, 19-22

183» Transición: El problema de la ley. 3, 19-22.


19 Pues ¿y la ley, qué?
En razón de las trasgresiones fue adicionada a la promesa,
hasta que viniese la Descendencia,
a quien jné hecha la promesa,
promulgada por ministerio de ángeles
por intervención de un mediador.
-'* Ahora bien, el mediador 110 lo es de uno solo,
y Dios es uno solo.
2Í ¿La ley, pues, será contraria a las promesas de Dios?
De ninguna manera.
Porque si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar,
entonces realmente de la ley procedería la justicia.
-2 Sino que la Escritura lo encerró todo
bajo el dominio del pecado,
para que la bendición de la promesa
se otorgara a los creyentes en virtud de la je de Cristo.

19. Motivación de la Li’y. En razón de las transgre­


siones. La dureza aparente de esta frase desaparece teniendo
en cuenta las observaciones siguientes: 1) en el lenguaje de
San Pablo, y generalmente en el lenguaje de toda la Escri­
tura, tales frases no tienen precisamente el sentido de fina­
lidad, como a primera vista pudiera parecer, sino que tienen
frecuentemente el de consecuencia o resultado, que es el que
tiene en este lugar; 2) aquí la Ley no es sólo el código de
preceptos morales, sino toda la institución político-religiosa
inaugurada en el Sinai, que venía a ser un régimen de terror,
en que la legalidad armada se consideraba como única de­
fensa del derecho; 3) San Pablo tiene presente, no precisa­
mente la Ley en si misma, sino tal como la concebían los
escribas. La Thora, como ellos la llamaban, convertíase, mer­
ced a una absurda personificación, en el objeto exclusivo de
su estudio y de su ciencia, y casi de su culto y adoración.
Y la observancia de tal Ley, si bien puramente formulista y
mecánica, creían ellos que les daba derecho, no sólo a la
veneración de los hombres, sino también a la recompensa de
Dios. Este ídolo monstruoso, el cual San Pablo había un
261
§ 1^3-184 A LOS CALATAS 3. 23-29

tiempo adorado fervientemente, es el que tiene delante de los


ojos, cuando con tanta dureza califica la Ley.
20. Dios es lino solo: nota esto San Pablo para indicar
que, además de Dios, es necesaria otra parte contratante,
que es aquí el pueblo de Tsrael. F.l mediador entre ambas
partes fué Moisés. Con esto hace resaltar el Apóstol la dis­
tinción entre la promesa y la Ley. Mientras la promesa era
unilateral y absoluta, y por tanto 110 podía fallar, la Ley, en
cambio, fué bilateral y condicionada, y, por consiguiente, po­
día fallar por una de las partes contratantes, y de hecho falló
por la falta de Tsrael.
21. San Pablo propone aquí como una dificultad la opo­
sición entre la Ley y la promesa. La solución que da es:
en la hipótesis de que la Ley justificara, realmente seria
contraria a la promesa, pues que la dejaría sin objeto. En
cambio, desde mi punto de vista, no hay ninguna oposición,
por cuanto la Ley en nada toca la promesa. Con esto la difi­
cultad se vuelve contra el mismo (pie la proponía, y se con­
vierte en argumento positivo de la tesis.
22. Lo encerró lodo bajo el dominio del pecado. La Escri­
tura, al declarar tantas veces que todos los hombres, tanto
gentiles como Judíos, habían traspasado la Ley, testifica por
el mismo caso que todos eran reos de pecado delante de Dios:
y eso precisamente quiere decir encerrar bajo el dominio del
pecado.

2. La lev en el plan de Dios

184. La ley, pedagogo que nos lleva a Cristo.


Hijos de Dios por la fe, en Cristo Jesús.
3, 23-29.
?:! Mas antes de venir la je
estábamos bajo la citsiodia de lo ley.
encerrados con vistas a la je que debía ser revelada.
-4 De manera que la ley ba sido pedoqoqo nuestro
con vistos a Cristo,
paro que por la je seamos justificados;
262
§ 184 A LOS GÁLATAS 3. 23-20

25 mas, venida la fe, ya no estamos sometidos al pedagogo.


20 Porque todos sois hijos de Dios,
por la fe, en Cristo Jesús.
27 Pues cuantos en Cristo fuisteis bautizados,
de Cristo fuisteis revestidos.
28 No hay ya judío ni gentil,
no hay esclavo ni libre,
no hay varón ni hembra,
pues todos vosotros uno sois en Cristo Jesús.
29 Jr si vosotros sois de Cristo.
descendencia sois, por tanto, de Abrahán,
herederos conforme a la promesa.

23-24. Dobij: objeto de la ley. La ley tenía doble obje­


to : negativo y positivo. Por una parte, la Ley hacía que los
hombres se sintiesen pecadores y, como tales, necesitados de
la misericordia de Dios; por otra parte los disponía y enca­
minaba a la fe que un día había de manifestarse. Este se­
gundo aspecto lo expresa San Pablo con la doble metáfora
de prisión y de pedagogo. La palabra pedagogo no se ha
de entender en el sentido técnico que ahora la damos: signi­
ficaba el esclavo que acompañaba el niño a la escuela.
25. Continuando la misma metáfora, la fe representaba la
mayor edad, al llegar a la cual el joven romano quedaba libre
de la tutela del pedagogo.
El régimen de la Fi’. En este pasaje, y en otros muchos,
la fe no es precisamente el acto o hábito de la fe, sino más
bien su objeto o contenido objetivo, es decir, el Evangelio,
considerado como institución o régimen, contrapuesto al régi­
men de la fe. De la fe subjetiva no puede propiamente decirse
que viene, como debe decirse, y lo dice San Pablo, de la fe
objetiva. Además al régimen de la ley debe contraponerse
otro régimen análogo. Este régimen de la fe, debe, por tanto,
Ser una institución divina, no simplemente una actitud o
disposición humana. Claro está, por otra parte, que la fe
objetiva demanda a connota la subjetiva. De ahí la funda­
mental equivocación del protestantismo al atribuir la justifi­
cación del hombre a la fe subjetiva, cuando principalmente
debe atribuirse a la fe objetiva, al Evangelio, es decir, a
263

19
A LOS CALATAS 3» 23-29

Jesu-Cristo, a su obra y a los medios por él instituidos. De


esta fe objetiva habla San Pablo, cuando en el vers. anterior
afirma que por la je somos justificados, y en el vers. siguien­
te, cuando añade que por la je somos hijos de Dios en Cristo
Jesús.
26. Filiación divina. Este versículo repleto de altisima
teologia, exige breve análisis. La idea fundamental o central
es: sois hijos de Dios, ya no esclavos. Tal filiación divina es.
en los designios de Dios, universal: todos sois hijos. Mas
Dios exige, como condición indispensable de esta filiación, la
fe: por la je. La fe, por otra parte, no tiene en sí misma la
virtud de hacer a los hombres hijos de Dios: es tan sólo un
medio, en virtud del cual, los hombres, incorporados en Cristo
Jesús, quedan hechos hijos de Dios.
27. Simbolismo bautismal. Bautizados: tómase aquí en
el sentido etimológico de «sumergir». Y dice San Pablo que
el hombre en el Bautismo es sumergido, no sólo en el agua,
sino también en Cristo. La realidad expresada bajo esta ima­
gen es la mística incorporación del hombre en Jesu-Cristo.
La otra imagen revestidos, según la fuerza de la palabra ori­
ginal, es lo mismo que «compenetrados» o «empapados».
Ejemplo de estas dos imágenes es la esponja sumergida en el
agua y empapada de agua.
28. Unidad cristiana. Todas las diferencias puramente
humanas, ya de raza, ya de condición social, ya también de
naturaleza, desaparecen ante la gran unidad del cristianismo,
en el cual dice San Pablo que somos una sola cosa, o, mejor,
según la expresión original, una sola persona moral en Cristo
J esús.
2<j. 111 rederos di; Abraii \n. Aquí San Pablo saca la
última consecuencia de su argumentación: Cristo es la Des­
cendencia de Abrahán ; por tanto todos los que forman parte
de Cristo son hijos de Abrahán, y, como tales, herederos con­
forme a la promesa.
Filiación Mariana. El argumento de San Pablo para
probar nuestra filiación respecto de Abrahán prueba igual­
mente, y con mayor fuerza todavía, nuestra filiación respecto
de María. Arguye así San Pablo: Vosotros sois de Cristo;
264
A LOS CALATAS 4. i-7

Cristo es la descendencia de Abrahán: luego vosotros estáis


incluidos en esta Descendencia, sois también hijos de Abra­
hán. Análogo a este raciocinio es éste otro: vosotros sois de
Cristo; Cristo es la Descendencia de la Mujer, María: luego
vosotros estáis incluidos en la Descendencia de la Mujer,
sois hijos de María.

¡85. La menor y ¡a mayor edad de¡ heredero.


4- i-/.
1 Digo, pues: todo el tiempo que el heredero es niño,
en nada se diferencia del esclavo, con ser dueño de todo,
- sino que está sometido a ínteres y administradores
hasta el tiempo prefijado por el padre.
n Así también nosotros, cuando éramos niños,
esclavizados estábamos bajo los elementos del mundo.
4 Mas. cuando vino la plenitud del tiempo,
envió Dios de cabe sí a su propio Hijo,
hecho hijo de Mujer, sometido a la ley,
’ para rescatar a los que estaban sometidos a la ley,
a fin de que recobrásemos la filiación adoptiva.
c Y pues sois hijos,
envió Dios de cabe sí a vuestros corazones
el Espíritu de su Hijo
el cual clama: ¡ Abba! ¡Padre!
7 De manera que ya no eres esclavo, sino hijo;
V si hijo, también heredero por intervención de Dios.

4. 1. Habla aquí San Pablo según el Derecho Romano.


Cuanto a las expresiones, la metáfora de la menor edad, im­
plícita en la del pedagogo, aparece aquí explícitamente. Es
curioso observar cómo la metáfora de la prisión, pasando por
¡a del pedagogo, ha venido a parar en la de la menor edad.
3. Elementos del mundo: son los primeros elementos de
la instrucción o educación religiosa, o, como ahora diríamos,
el Abecé o los rudimentos de la religión.
4-'. La misión del Hijo de Dios. Cuatro cosas enseña
San Pablo sobre la Encarnación del Hijo de Dios: 1) El
tiempo de su venida: el mundo, forzado a reconocer la inefi­
265
§ i85_____________ A LOS CALATAS _____________ 4. »-7

cacia tanto de la razón natural como de la Ley mosaica para


una vida conforme a la dignidad humana, y preparado por
un conocimiento suficiente de la promesa mesiánica, estaba
ya en disposición de recibir al Salvador: esto significa el
Apóstol con la frase la plenitud del tiempo. 2) El hecho de
la venida: Envió a su propio Hijo. El Hijo de Dios, según
toda la fuerza del verbo exapésteilen, cuando fué enviado,
existía ya en el cielo cabe Dios: preexistencia eterna, propia
del que era, no un hijo adoptivo, sino el Hijo, único y natu­
ral, de Dios Padre. 3) Doble condición de la venida: hecho
hijo de Mujer y sometido a la Ley. Estas dos condiciones
indican la doble solidaridad de Cristo: como hecho hijo de
Mujer, con todo el linaje humano; como sometido a la Ley.
con el linaje de Israel. 4) El jin de la venida: es también
doble, y corresponde inversamente a las dos condiciones so­
bredichas. Es digno de notarse qne Jesu-Cristo es hecho hijo
de Mujer, de la Virgen María, para hacernos participantes
de su filiación, por cuanto en él somos hechos hijos adoptivos
de Dios Padre v también hijos espirituales de su divina
Madre.
5-6. Bajo la sanción de la ley. La expresión sometida
a la ley quiere decir que el Hijo de Dios quiso someterse
no sólo al fiel cumplimiento sino también a las sanciones de
la ley Mosaica. Esta sumisión a las sanciones de la ley,
dentro de los planes divinos, era necesaria para explicar la
verdad y la justicia de la redención humana. En virtud de
esta sumisión pudo antes afirmar San Pablo que Cristo nos
rescató de la maldición de la ley, hecho por nosotros objeto
de maldición (3, 13). Si Cristo no se hubiera hecho uno con
los transgresores de la ley y no se hubiera sometido a las
sanciones de la misma ley. la redención humana sería una
ficción o una injusticia.
6. Misión del Espíritu Santo. Para significar la mi­
sión del Espíritu Santo, emplea San Pablo la misma palabra
que empleó al hablar del Hijo, palabra qne expresa su pre­
existencia divina. Además, el Espíritu Santo, enviado por el
Padre, es llamado Espíritu del Hijo: lo cual supone que el
Espíritu Santo procede no sólo del Padre, sino también del
Hijo. El Espíritu, qne aquí también se dice Espíritu del Hijo,
266
§ 185-186 A LOS GÁLATAS 4. 8-11

en el pasaje paralelo de la epístola a los Romanos (8, 15) es


llamado Espíritu de filiación, que, al hacernos sentir hijos de
Dios, nos hace decir a Dios: ¡Padre! Abba es palabra ara-
maica que significa «Padre».
7. Por intervención de Dios: quiere decir que a la acción
de Dios debemos el que de esclavos hayamos pasado a ser
hijos y herederos del mismo Dios. Es lo que el mismo Após­
tol escribe a los Corintios: De Dios os viene lo que vosotros
sois en Cristo Jesús (1 Cor. r, 30): o también: Por gracia
de Dios soy eso que soy (1 Cor. 15, to).

186. No es razón volver a los rudimentos. 4. 8-11.


? Pero entonces, no conociendo a Dios,
servísteis a los que por naturaleza no son dioses;
9 mas ahora, después de conocer a Dios,
o más bien, habiendo sido conocidos por Dios,
¿cómo os tornáis de nuevo a los rudimentos
impotentes y miserables,
a los cuales de nuevo queréis otra vez
servir como esclavos?
10 ¡Andáis observando los días, los meses,
las estaciones, los años!
11 Temo de vosotros,
110 sea que inútilmente me haya ajanado con vosotros.

9. O más bien: esta corrección de San Pablo tiene por


objeto hacernos entender que la iniciativa en conocer a Dios
110 parte del hombre, sino del mismo Dios, que pone sus ojos
en ellos y se les da a conocer.
Rudimentos religiosos. De nuevo: es digno de ser con­
siderado que los Gálatas antes de la conversión eran gentiles,
y ahora se quieren sujetar a las prácticas mosaicas. Al decir­
les San Pablo que ahora quieren volver a los rudimentos
equipara las prácticas mosaicas a las prácticas gentílicas.
Pues si bien las prácticas mosaicas eran de origen divino, y
las gentílicas andaban mezcladas con torpes supersticiones,
sin embargo unas y otras convenían en representar un estadio
elemental o rudimentario de la religión.
267
§ 186-187 A LOS CALATAS 4, 12-20

io. Fiestas judaicas. Estas cuatro palabras se refieren


a las principales fiestas judaicas. Días son los sábados; meses,
las neomenias o días de luna nueva; estaciones, las fiestas de
Pascua, Pentecostés y Tabernáculos o Scenopegia; años, cada
siete, el sabático; cada cincuenta, el jubilar.

187. Desahogos paternales. 4. 12-20.


Haceos como yo,
pites tambicu yo me hice como vosotros,
hermanos, os lo suplico.
Ningún agravio me hicisteis.
’:! Ya sabéis qne a cansa de la debilidad de la carne
os anuncié el Evangelio la primera vez;
1! y lo qne era tentación para vosotros en mi carne,
no lo menospreciasteis ni escupisteis,
antes como a un ángel de Dios me acogisteis,
como a Cristo Jesús.
15 ¿Dónde están, pues, aquellos parabienes que os dabais?
Porque testigo os soy de que, a ser posible,
los ojos os arrancarais y me los dierais a mí.
1,1 ¿De modo que me he bocho enemigo vuestro
por tratar verdad con vosotros?
17 No son buenos los celos que tienen de vosotros,
sino os quieren aislar para qne los queráis con celos.
1S Bueno es ser querido con celos, en cosa buena, siempre,
y no sólo mientras me hallo entre vosotros,
,{’ hijuelos míos,
por quienes siento de nuevo los dolores del parto,
hasta qne se forme Cristo en vosotros.
20 Y quisiera hallarme entre vosotros ahora
y matizar las inflexiones de mi voz,
pues no sé qué hacerme con vosotros.
13. Debilidad: aquí quiere decir enfermedad. (Cf. 2 Cor.
12, 7). Esta enfermedad fué la ocasión providencial de que
San Pablo tuviera que ir o permanecer en Galacia.
14. Lo que era tentación: es la misma enfermedad. Ni es­
cupisteis: parece un indicio de la índole de la enfermedad,
si bien insuficiente para precisar el diagnóstico,
268
§ 187-188 A LOS CALATAS 4, 21-31

15. Parabienes o más literalmente felicitación: expresa la


alegría con qne se felicitaban de poder recibir a San Pablo.
Los ojos: otro indicio, qne parece indicar que la enfermedad
era alguna clase de oftalmía.
17. Es exacta la exposición de Santo Tomás: «Tienen
celos de vosotros, pero malamente, porque no pretenden vues­
tro bien; y eso se manifiesta en cuanto quieren que os man­
tengáis apartados de mí, a fin de que los queráis a ellos celo­
samente, es decir, que no admitáis a nadie fuera de ellos».
Es la psicología de los celos.
18. Me hallo entre vosotros: aquí San Pablo pasa insen­
siblemente de un principio general a su caso concreto: mezcla
heterogénea de principios y de hechos muv característica de
su estilo.
19. Fruto de la acción apostólica. El ideal del minis­
terio apostólico no es otro que engendrar de nuevo a los
hombres en Cristo: regeneración espiritual, que no alcanza
su objeto hasta que en ellos se forme, se plasme o se moldee
Cristo. Esta formación de Cristo en los hombres es a la vez
una nueva existencia espiritual o mística de Cristo en ellos y
un nuevo ser que ellos adquieren en Cristo. Por parte del
Apóstol esta formación es paternal o maternal. De ahí los
dolores del parto espiritual inherentes al auténtico aposto­
lado. Mas para arrostrar estos vivos dolores y lograr el fruto
de la nueva generación, necesitan los apóstoles ser otros
Cristos, poseer el amor y el Corazón del mismo Cristo.
20. Una misma cosa, según la inflexión de la voz con
que se dice, causa muy diferente impresión. Por esto en vez
de escribir quisiera San Pablo hablar y según la impresión
qne causaban sus palabras matizar las inflexiones de su voz.

188. Agar y Sara: Esclavitud y libertad. 4, 21-31.


~s Decidme vosotros, los que deseáis estar bajo la ley,
¿110 habéis oído leer la ley?
Pues escrito está que Abrahán tuvo dos hijos:
uno de la esclava y otro de la libre.
& Mas el de la esclava nacido es según la carne;
pero el de la libre, mediante la promesa.
269
§ i88 A LOS GÁLATAS 4. 21-31

21 Estas cosas están dichas alegóricamente,


pites esas mujeres son dos alianzas:
la una desde el monte Sinai,
que engendra para la esclavitud,
la cual es Agar.
25 Y, en efecto, el Sinaí es un monte en la Arabia:
y corresponde a la presente Jerusalén,
pues es esclava lo mismo que sus hijos.
2fi Mas la Jerusalén de arriba es libre.
la cual es madre nuestra.
27 Porque escrito está (Is, ¿4, 1):
Regocíjate, estéril, la que no engendras:
prorrumpe y da voces, la que no conoces dolores de parto;
pues muchos serán los hijos de la que está en soledad,
más que los de aquella que tiene marido.
2S Y vosotros, hermanos, a semejanza de Isaac.
sois hijos de la promesa.
2” Mas como entonces el que nació según la carne
perseguía al que nació según el espíritu,
así también ahora.
se pcro ¿qué dice la Escritura (Gen. ?/. 10)?
Echa fuera a la esclava y a su hijo.
pues no herederá el hijo de la esclava
con el hijo de la libre.
31 Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava,
sino de la libre.
21. De repente deja San Pablo su tono afectuoso y casi
querelloso: por su mente ha cruzado una idea tan evidente,
tan palpable, que no es posible resistir su fuerza. Este nuevo
argumento cierra la segunda parte de la Epístola, y viene a
ser como una peroración alegórica de su larga argumenta­
ción.
¿No habéis oído leer la ley? Esta pregunta supone que
en las reuniones litúrgicas de los fieles se leían públicamente
los libros del Antiguo Testamento: dato importante para
apreciar los testimonios patrísticos referentes al Canon Bí­
blico.
22. Los dos hijos son Ismael, nacido de la esclava. Agar,
e Isaac nacido de la libre, Sara.
370
§ iSS-tSy A LOS CALATAS 5. 1-12

23. Según la carne quiere decir naturalmente.


24. Alegóricamente significa aquí conforme al tecnicismo
actual «típicamente». La diferencia entre la alegoría y el
tipo está en que la alegoría se desenvuelve en la esfera de la
imaginación, mientras que el tipo se mueve en el mundo de
las realidades históricas. Por esto, como Agar y Sara fueron
personas históricas, consigna aquí San Pablo la existencia
de los tipos bíblicos.
25. En el paralelismo que establece entre Agar y Sara,
Agar representa ’la ley de esclavitud, dada en el Sinaí. San
Pablo refuerza esta significación haciendo notar que el Sinaí
está precisamente en la Arabia, donde viven los hijos de
Agar.
26. Jerusalén... madre nuestra. Esta afirmación del Após­
tol justifica la hermosa denominación de la Iglesia nuestra.
Madre, cuya espiritual maternidad es una prolongación y
manifestación visible de la maternidad espiritual de María.

III. Consecuencias morales

189. La libertad cristiana. 5, 1-12.


’ Para la libertad nos libertó Cristo;
manteneos, pues, firmes,
v iio os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud.
2 Mirad, yo Pablo, os digo
que, si os circuncidáis, Cristo de nada os aprovechará.
3 y testifico de nuevo a todo hombre que se circuncida
que queda obligado a practicar toda la ley.
4 Rompisteis con Cristo
cuantos os justificáis dentro de la ley;
caisteis desgajados de la gracia.
5 Que nosotros por el Espíritu, en virtud de la fe,
aguardamos la esperanza de la justicia.
e Porque en Cristo Jesús
ni la circuncisión tiene eficacia alguna
ni la incircuncisión,
sino la fe que actúa por la caridad.
271
§ 189 A LOS GÁLATAS 5, 1-12

7 Lindamente corríais:
/quién os atajó los pasos para no obedecer a la verdad?
s Tal persuasión no viene del que os llama.
!) Poca levadura fermenta toda la masa.
10 Yo confío de vosotros en el Señor
que no otra cosa pensaréis;
V ese que os alborota llevará su condenación,
quienquiera que sea.
11 Y en cuanto a mí, hermanos,
si predico todavía la circuncisión,
/por qué soy todavía perseguido?
¡Conque se ha anulado el escándalo de la cruz!
12 ¡Ojalá que acaben por mutilarse esos que os revuelven!

5, 1. Libertad iristiana. La libertad traída por Cristo


y preconizada por San Pablo es la auténtica libertad cris­
tiana : no la caprichosa libertad de abrazar el error, ni el
torpe libertinaje que da rienda suelta a los instintos anima­
les. ni la rebeldía que sacude el yugo de la legítima autori­
dad: es la libertad de los hijos de Dios opuesta a la escla­
vitud de los cautivos de Satanás, la libertad del Espíritu
opuesta a la esclavitud de la carne, la libertad de la justicia,
opuesta a la esclavitud del pecado, la libertad de la vida
opuesta a la esclavitud de la muerte. Esta libertad de Cristo
ha liberado al mundo de la esclavitud a la letra muerta y a
las prácticas estériles de la ley mosaica. Y no hay que olvidar
que donde está el Espíritu del Señor hay libertad (2 Cor. 3,
17): la libertad de la verdad, que nos libra de la esclavitud
de tantas ficciones e imaginaciones irreales: la libertad de la
luz. que nos libra de la esclavitud de las tinieblas.
2. Prácticas estériles v nocivas. La circuncisión, lejos
de aprovechar, esterilizaba la redención de Cristo. Tales pue­
den ser también, ciertas prácticas exteriores, si ponemos en
ellas la esperanza, que sólo en la gracia de Cristo debe po­
nerse.
5. Discutían Pablo y los judaizantes sobre el modo de
alcanzar la justicia. Decían los judaizantes: nosotros espe­
ramos alcanzar la justicia por la circuncisión y por la ley.
Replica Pablo: nosotros esperamos alcanzarla no por la cir-
2“2
§ i8y 5, 1-12

cuncisión de la carne, sino por la virtud del Espíritu; no por


la ley sino cu virtud de la fe. A demostrar este aserto va
encaminada toda la Epístola.
6. Fe y caridad. Enseña aquí San Pablo que lo que cu
Cristo Jesús vale y tiene eficacia no es sino la fe que actúa
por la caridad. Fe activa, fe impulsada por la caridad: tal es
la fe enaltecida por el Apóstol, no otra que la recomendada
por Santiago. Porque así como el cuerpo sin espíritu está
muerto, así también la fe sin obras está muerta (2, 26).
9. Poca levadura fermenta toda la masa. Sentencia digna
de seria reflexión por su alcance universal. Para el bien y
para el mal suele bastar muy poca levadura. Ideas subver­
sivas, esparcidas al principio en círculos reducidos, cunden
luego por toda la masa y la avinagran terriblemente. A la
vista están los ejemplos. Análogos efectos puede producir la
levadura de las ideas sanas. Ya el divino Maestro había en­
señado esta verdad en la parábola del Fermento (Mt. 13.
33; Le. 13, 20-21).
11. Predico la circuncisión: ésta era la calumnia qne con­
tra él habian lanzado los judaizantes, porque poco antes ha­
bía circuncidado a Timoteo. A la verdad, San Pablo circun­
cidó a Timoteo, mas en ninguna manera consintió en que
fuese circuncidado Tito. Es que en el primer caso se trataba
de una inofensiva condescendencia, mientras que en el se­
gundo peligraba el principio mismo, la inutilidad de la cir­
cuncisión.
Se ha anulado el escándalo de la cruz: Acerba ironía con
que San Pablo, colocándose en la absurda hipótesis de sus
adversarios, parece conceder que, si la justicia procede de la
circuncisión, es ya inútil la cruz, objeto de escándalo para
los Judíos.
12. Con este sangriento sarcasmo les dice que, si tanto
aprecian la circuncisión, mutilación parcial, bien podrían lle­
gar a la mutilación total, como la practicaban los sacerdotes
de Cibeles.

273
§ 190 A LOS GÁLATAS 5, 13-26

190. Los dos frenos de la libertad: La caridad


y el espíritu. 5, 13-26.
1;! Pues vosotros a la libertad fuisteis llamados, hermanos;
sólo que 110 toméis esa libertad romo pretexto
para soltar las riendas a la carne,
antes por la caridad haceos esclavos los unos de los otros.
11 Porque toda la ley condensa su plenitud
en una sola palabra,
en aquello de
Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Lev. ro, 18).
35 Mas si unos a otros os mordéis y devoráis,
mirad que no os aniquiléis los unos a los otros.
1,! Digo, pues: caminad en espíritu,
V no daréis satisfacción a la concupiscencia de la carne.
17 Pues la carne codicia contra el espíritu,
y el espíritu contra la carne;
como que esas cosas son entre si contrarias:
de manera que no hagáis lo que queréis.
Is V si os dejáis llevar del espíritu,
no estéis bajo la presión de la ley.
]? F son patentes las obras de la carne:
cuales somforiiicación, impureza, l'bertina je,
idolatría, hechicería, enemistades,
contiendas, emulaciones, furores,
provocaciones, banderías, sectas,
21 envidias, homicidios, borracheras, comilonas,
y cosas semejantes a éstas;
sobre las cuales os prevengo, como ya os previne,
que los que tales obras hacen
no heredarán el reino de Dios.
22 Mas la fructificación del espíritu es:
caridad, gozo, paz, longanimidad,
benignidad, bondad, fe.
23 mansedumbre, continencia;
frente a tales cosas no tiene objeto la ley.
24 Mas los que son de Cristo Jesús crucificaron su carne
con las pasiones y las concupiscencias.
25 Si en espíritu vivimos,
274
§ 190 A LOS CALATAS ____ 5, I3-2C>

cu espíritu también caminemos.


No nos hagamos vanidosos, provocándonos unos a otros,
envidiándonos unos a otros.

13. Esclavitud de amor. Fiel discípulo del divino Maes­


tro, San Pablo al hablar de la caridad tiene delicadezas ex­
quisitas. A los Romanos escribe: A nadie quedéis debiendo
nada, si no es el amaros los unos a los otros (13, 8). Como
quien dice: todas las deudas podréis y deberéis cancelar a
excepción de una sola: la deuda de la recíproca caridad.
Aquí dice: Por la caridad haceos esclavos los unos de los
otros. Como diciendo: No os hagáis esclavos de los hombres
(1 Cor. 7, 23), si no es por el amor, con que os sometáis y
sirváis los unos a los otros.
14. La caridad cumplimiento de la lev. Toda la ley
con todos sus mandamientos condensa su plenitud y se reca­
pitula (Rom. 13, 9) cu una sola palabra, en la ley de la cari­
dad fraterna. ¡ Maravillosa simplificación de la ley y de la
santidad cristiana! Ya el divino Maestro había enseñado esta
consoladora verdad: De estos dos mandamientos de amar a
Dios y al prójimo penden la ley entera y los projetas
(Mt. 22, 40).
16. No daréis: no dice «no deis» : bien seguro de que, si
caminan en el Espíritu, no es de temer que den satisfacción
a la concupiscencia de la carne. La tendencia de la espiritua­
lidad cristiana 110 es precisamente negativa y represiva sino
positiva y vitalmente expansiva.
17. De manera que no hagáis lo que queréis: La ambigüe­
dad de la frase original deliberadamente reflejada en la ver­
sión, admite dos sentidos posibles: consecutivo o final. En el
consecutivo significaría: «de suerte que no hacéis lo que
queréis» ; en el final: «para que no hagáis lo que queréis».
En el consecutivo, es una conclusión, que, a modo de refle­
xión, saca el Apóstol de lo que acaba de decir sobre la acción
que en nosotros ejercen el Espíritu y la carne; reflexión, con
la cual nos advierte que nuestros primeros impulsos hacia el
bien o hacia el mal se deben comúnmente, no a nuestra pro­
pia iniciativa, sino a la sugerencia o del Espíritu o de la
A'5
a los calatas 5, 13-26

carne: salva en todo caso la libertad de nuestro albedrío,


que puede aceptar o rechazar las sugerencias de entrambos.
En el sentido final, indica el objeto que se proponen estos
dos agentes antagonistas: el Espíritu, que no hagamos lo que
a nuestra voluntad sugiere la carne; la carne, que 110 haga­
mos lo que a nuestra voluntad sugiere el Espíritu. Con todo,
si bien genérica o implícitamente disyuntiva, la frase en el
contexto se refiere principalmente al Espíritu, que con su
acción se propone contrarrestar en nuestra voluntad las su­
gestiones de la carne. Ambas interpretaciones cuentan a su
favor con autoridades respetables; con todo, contra la pri­
mera militan dos dificultades no leves: primera, que el Após­
tol habla, no tanto de la acción de esos dos agentes sobre
nuestra voluntad, cuanto de la lucha recíproca que entre sí
sostienen; segunda, que semejante reflexión resulta algo fría
y menos coherente con el contexto. Por lo cual, en definitiva,
parece más aceptable la segunda interpretación,
18. Bajo ¡a presión de la Ley: los que se dejan gobernar
por el Espíritu, aun cuando son dirigidos por la Ley y están
obligados a cumplirla, no se sienten empero agobiados bajo
el peso abrumador de la Ley. El mismo espíritu les da fuer­
zas para cumplirla.
22-23. Erutos dEi, Espíritu Sanio. Cada uno de los
tres frutos longanimidad, mansedumbre y continencia, en la
Vulgata Clementina se desdobla en dos expresiones: «longa­
nimidad y paciencia», «mansedumbre v moderación», «con­
tinencia y castidad». Y como quiera que cada una de estas
expresiones duplicadas presenta un matiz diferente, cabe con­
tar como doce los nueve frutos que enumera San Pablo. La
naturaleza específica de cada uno de ellos la explica Santo
Tomás (1-2 q. 70 a. 3). En cnanto al orden de los frutos los
códices varían.
25. En Espíriiu, principio vital. El Espíritu es 110 sólo
el primer principio de la vida divina en nosotros, sino tam­
bién principio inmediato de nuestra actividad sobrenatural.
Animados del Espíritu vivimos, regidos y movidos por el
Espíritu caminamos. La vida espiritual la infunde el Espíritu
por la gracia santificante; la luz y las fuerzas para caminar
§ 190-191 A LOS GÁLATAS 6. i-io

por la senda de la santidad las comunica por las virtudes


infusas, por los dones y carismas y por las ilustraciones y
mociones actuales. En virtud de este múltiple influjo el Espí­
ritu Santo es llamado principio vital del Cuerpo místico de
Cristo.

191. Aplicaciones particulares. 6. 1-10


1 Hermanos, si acaso jaece un hombre
sorprendido en algún desliz,
vosotros los espirituales enderezad a ese tal
con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo,
no sea que tú también seas tentado.
- Llevad los unos las cargas de los otros.
v así ■cumplid plenamente la ley de Cristo.
”• Porque, sí alguno piensa ser algo, siendo mida,
se engaña a sí mismo.
4 Que cada uno examine sus propios actos.
V entonces el motivo que tenga de gloriarse
lo tendrá con relación sólo a sí mismo,
V no con relación a otro;
pues cada cual llevará su propia carga.
1’ el que es instruido en la palabra
llame a la parte en todos sus bienes al que le instruye.
~ No os engañéis: de Dios nadie se burla.
s Pues lo que siembre uno, eso mismo cosechará.
Porque el que siembra en su probia carne,
de la come cosechará corrupción;
V el que siembra en el Espíritu:
del Espíritu cosechará vida eterna.
V en el obrar el bien no desmayemos.
porque a su tiempo cosecharemos sin desjaliecer.
.dsi, pues, según tengamos oportunidad,
obremos el bien para con todos,
mayormente con los hermanos en ¡a je.

(:, 2. Ley de Cristo: la fe, que tanto inculca San Pablo,


si bien es verdad que excluye la Ley de Moisés, no excluye
empero, antes al contrario, lleva consigo y entraña la ley de
§ igi A LOS CALATAS 6, 1-10

Cristo. Es, pues, contraria a San Pablo la oposición fie los


protestantes a toda ley cristiana.
4. Examen de conciencia. Aconseja San Pablo a los be­
les que cada uno examine sus propios actos. Es, por tanto,
muy conforme con el espíritu del Apóstol examinar seria­
mente la propia conciencia.
No con relación a otro. Previene San Pablo el peligro, no
ficticio, de examinarse y juzgarse comparándose con otros.
No basta, a los ojos de Dios, ser menos malos que otros:
positivamente es necesario ser buenos.
5. Antes lia dicho que lleven los unos las cargas de los
otros: aquí dice que cada cual llevará su propia carga. Allí
habla de las cargas externas o penalidades, que la caridad
hace comunes; aquí, en cambio, de la responsabilidad de la
propia conciencia, que es exclusivamente personal.
6. Caridad con los ministros evangélicos. Si con to­
dos hay que ejercitar la caridad, son singularmente acreedo­
res a ella los que han tomado sobre sí la carga de instruirnos
en la fe y en la vida cristiana, y por andar ocupados en este
ministerio no pueden por si mismos atender convenientemente
a las necesidades de la vida.
8. Cual la siembra, tal i.a cosfciia. Refiriéndose gene­
ralmente a las obras del Espíritu y más particularmente a las
comunicaciones de la caridad, advierte San Pablo que cual
fuere la siembra, tal será la cosecha. La siembra carnal, que
son las obras de la carne (5, 19-21), dará como cosecha la
corrupción o perdición eterna; la cosecha espiritual, que es
la fructificación del Espíritu (5, 22-23), dará como cosecha
ia vida eterna (Cf. 2 Cor. 9, 6). E11 otros términos: por el
pecado la muerte (Rom. 5, 12), por la justicia la vida (Rom.
6, 22-23).
9. Quiere decir que si ahora sacudimos el desmayo en
obrar el bien, no lo sentiremos luego en gozar de sus frutos.

278
§ 192 A LOS CALATAS 6, ix-iS

192. Conclusión. 6. u-18.


11 Mirad con (pié tamañas letras escribo de mi propia mano.
12 Cuantos quieren parecer bien en la carne,
ésos os fuerzan a circuncidaros,
sólo para no ser ellos perseguidos por la cruz de Cristo.
13 Pues ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley,
sino que pretenden que seáis vosotros circuncidados
para gloriarse en vuestra carne.
14 Pero a mí jamás me acaezca gloriarme en otra cosa
sino en la cruz de nuestro Señor Jesu-Cristo,
por la cual el mundo está •crucificado para mí
v yo para el mundo.
15 Porque ni la •circuncisión es nada, ni la iucircuncisión,
sino la nueva creación.
1,; Y cuantos caminaren siguiendo esa norma,
paz y misericordia sobre ellos
y sobre el Israel de Dios.
17 De hoy más, que nadie me importune;
pues yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
1S La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo
sea con vuestro espíritu, hermanos. Amén.

12. Parecer bien en la carne: congraciarse con los hom­


bres por motivos materiales o temporales.
14. El mundo está crucificado para mí, y yo para el mun­
do: el mundo es para mí un objeto de maldición y de horror,
como un hombre muerto y crucificado, y yo también lo soy
para el mundo, el cual “así como aborrece la cruz de Cristo,
de la misma manera me aborrece a mí» (Santo Tomás).
15. Nueva creación: es la nueva existencia sobrenatural,
es la elevación del hombre por la incorporación en Cristo.
16. El Israel de Dios, contrapuesto al Israel según la
carne, es la Iglesia de Jesu-Cristo, son los mismos que cami­
naren siguiendo esta norma espiritual que propone el Apóstol.
17. Nadie me importune: déjense de decir si predico o
no predico la circuncisión, si estoy, o no, de parte de la Ley;
279
20
192 A LOS GALA TAS 6, 11-18

de hoy más sepan todos que soy esclavo de Cristo, pues que
llevo impresas en mi cuerpo las marcas de mi Señor Jesús:
como los esclavos están señalados con las marcas de sus
amos. Marcas de mi esclavitud son los azotes que han dejado
señalada mi carne y todas las persecuciones que padezco por
la causa de Jesu-Cristo. Los esclavos esconden cuidadosa­
mente estas marcas: yo las llevo patentes corno trofeos de
victoria.
EPÍSTOLA A LOS EFESIOS

INTRODUCCIÓN

Destinatarios de la Epístola. No están acordes los


críticos sobre quiénes sean los destinatarios de la llamada
Epístola a los Efesios. Tres soluciones principales se han dado
a este problema: la tradicional, según la cual la carta se es­
cribió a la Iglesia de Efeso; la que supone haber sido dirigida
a la Iglesia de Laodicea; y la que considera la Epístola como
una carta circular o encíclica, enviada a todas las Iglesias del
Asia proconsular, cuya metrópoli era Efeso. En vez de dis­
cutir en particular las razones aducidas en pro y en contra
de cada una de estas tres hipótesis, será más breve y eficaz
presentar los hechos, para adoptar en definitiva la hipótesis
que mejor los explique todos. Estos hechos se distribuyen
naturalmente en tres grupos: los antecedentes históricos, los
datos de la misma carta, los testimonios históricos poste­
riores.
Entre los antecedentes históricos hay que tener presentes
las relaciones singularmente íntimas de San Pablo con la
Iglesia de Efeso. Tres años enteros empleó San Pablo en
fundar y evangelizar esta Iglesia. Por otra parte, su acción
apostólica, o personal o ejercida por medio de sus discípulos,
se extendió a toda el Asia proconsular, como consta por los
Hechos (19, 10; 20, 25). No mucho después, al fin de la
tercera misión, al dirigirse a Jerusalén, convocó San Pablo
en Mileto a los presbíteros-obispos de Efeso y de las ciuda­
des vecinas para despedirse de ellos y prevenirles contra los
peligros doctrinales que amenazaban a sus Iglesias (Act. 20,
25-31). Otro hecho también hay que recordar: y es que algu­
nas de las Epístolas de San Pablo son en realidad cartas
281
INTRODUCCIÓN

circulares: tales son la Primera a los Corintios (i, 2), la Se­


gunda a los Corintios (1, 1), la escrita a las «Iglesias de
Galacia» (1, 2) y a los Colosences (4, 16).
En la misma Epístola a los Efesios llaman la atención tres
hechos muy significativos: () el tono exclusivamente didác­
tico. enteramente desprovisto de aquellos rasgos afectuosos
tan característicos de San Pablo; 2) la ausencia total de
salutaciones personales, que tanto abundan en otras cartas:
3) ciertas frases que parecen suponer que San Pablo no co­
nocía de vista o personalmente a los destinatarios, ni ellos a
él (1, 15: 3, 2). Además, para apreciar el valor de la hipó­
tesis que supone que la llamada Epístola a los Efesios fué
en realidad escrita a los fieles de Laodicea, hay que tener
en cuenta lo que sobre los Laodicenses dice el Apóstol en su
Epístola a los Colosenses: ‘'Quiero que sepáis cuán grande
lucha sostengo por vosotros, y por los de Laodicea, y por
cuantos no han visto mi rostro en carne» (2, 1); «Le soy
testigo [a Epafrasj de que se toma mucho trabajo por vos­
otros, y por los de Laodicea... Saludad a los hermanos de
Laodicea y a Ninfas y a la Iglesia que se congrega en su casa.
Y cuando hubiere sido leída entre vosotros esta carta, haced
que también en la Iglesia de los Laodicenses sea leida; y la
que recibiereis de Laodicea, que también vosotros la leáis»
<4. >3-rá)-
buitre los testimonios posteriores, todos los códices grie-
go< (a excepción de 1»* S* 1739 424°) y todas las versiones
leen «a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Eje-
so» (i. 1); y aun los mismos códices exceptuados tienen al
principio el título «A los Efesios», que reproducen al fin.
No es menos unánime a favor de Efeso la tradición patrísti­
ca a partir de San 1 reneo. Solamente Orígenes y San Basi­
lio desconocieron o pusieron en tela de juicio la autenticidad
de la frase «en Efeso». Marción fué el único que en vez de
«Efeso» leyó «Laodicea». Confirma la universalidad de la
tradición respecto de Efeso la ficción de la epístola (o epís­
tolas) a los Laodicenses: no se concibe una epístola apócrifa
dirigida a éstos, si se hubiera considerado como tal la actual
Epístola a los Efesios.
Aplicados todos estos datos a las tres hipótesis antes men­
cionadas sobre los destinatarios de la Epistola, resulta: 1) que
.82
INTRODUCCIÓN

éstos no ¡Hieden ser exclusivamente los Efesios; 2) que tam­


poco pueden ser otros con exclusión de los Efesios; 3) con­
siguientemente. que fueron los fieles de Efeso y juntamente
¡os de otras Iglesias: con lo cual la Epístola puede muy bien
denominarse carta circular. Y esta parece ser la que mencio­
na San Pablo escribiendo a los Colosenses: donde no dice
que fuera dirigida precisamente a los Laodicenses, sino que
la «recibirían de Laodicea». a donde llegaría antes que a
Colosas.
Ocasión de la Epísiola. 1.a ocasión parece haber sido
la triste realización de aquel anuncio profetice, que San Pa­
blo 110 mucho antes había hecho en Mileto a los presbíteros-
obispos de Efeso y ciudades vecinas: «Yo sé que han de en­
trar después de mi partida lobos crueles entre vosotros, que
110 perdonen al rebaño; y de entre vosotros mismos se han
de levantar hombres que hablen cosas perversas, para arras­
trar en pos de sí a los discípulos» (Act. 20, 29-30). Se in­
trodujeron, en efecto, en el rebaño de Cristo los lobos rapa­
ces: espíritus extravagantes, última generación de judaizan­
tes cristianos y primeros representantes del naciente gnosti­
cismo: los cuales, amalgamando ciertas prácticas judaicas con
especulaciones teosóficas, desquiciaban la revelación cristiana,
rebajando la divina persona de Jesu-Cristo y desfigurando su
obra redentora. A esos desvarios respondió San Pablo con
la Epístola a los Efesios exponiendo su maravillosa concep­
ción sobre el Cristo místico o el Misterio de Cristo.
La Epístola. En un cuadro de divina belleza, aunque
a veces algo rudo en la ejecución, presenta San Pablo el Mis­
terio por excelencia de los consejos divinos, el plan magnífi­
co de la Redención, el designio misericordioso que Dios aca­
ricia desde toda la eternidad, y luego realiza en la plenitud
de los tiempos, y revela a toda la creación. El designio mis­
terioso de Dios era pacificar toda la creación y reunir, fun­
dir la humanidad entera, y por extensión los ángeles mismos
«en Cristo Jesús». Es verdaderamente sublime contemplar
a Cristo Jesús, hombre y Dios a la vez, como centro a donde
todo converge, lazo que todo lo une, cabeza mística de este
organismo viviente, donde se asocian en un cuerpo, en una
vida, en un amor, judíos y gentiles, hombres y ángeles, las
creaturas y el Creador.
2*3
INTRODUCCIÓN

Plan de la Epístola. Se divide en dos partes sensible­


mente iguales: una más especulativa, sobre el Misterio misino
de Cristo (1-3), otra más práctica, sobre la vida cristiana
como prolongación del Misterio (4-6).

284
§ 193-VM A LOS HE ES IOS i, 1-2; 1, 3-6

EPÍSTOLA A LOS EFESIOS

193. Salutación epistolar, 1. 1-2.


' Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios,
a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:
2 gracia a vosotros y paz
de parte de Dios, Padre nuestro,
y del Señor Jesu-Cristo.

1. 1. Apóstol de Cristo Jesús. Comienza San Pablo


reivindicando su título de Apóstol, enviado, mensajero o de­
legado de Cristo Jesús. Es posible que el orden de los tér­
minos Cristo Jesús, y no Jesu-Cristo, esté inspirado por el
pensamiento, dominante en toda la Epístola, del inefable mis­
terio expresado por la fórmula en Cristo Jesús, que ya aflora
en este primer versículo. Y es Apóstol por voluntad de Dios:
voluntad de beneplácito y predilección, voluntad de imperio
c imposición, que entra como elemento integrante en los con­
sejos divinos en orden a la predicación del misterio.

PRIMERA PARTE: DOGMÁTICA

J;L MISTERIO DE CRISTO

1. El misterio en los designios eternos de Dios

194. Bendición y elección, filiación y predesti­


nación. 1, 3-6.
3 Bendito sea el Dios y Padre
del Señor nuestro Jesu-Cristo,
quien nos bendijo con toda bendición espiritual
en los ciclos en Cristo.
285
§ 194 A LOS EFESIOS i, 3-6

4 según qne nos escogió en el


antes de la fundación del inundo,
para ser santos c inmaculados en su presencia,
a impulsos del amor,

5 predestinándonos a la adopción de hijos suyos


por Jesu-Cristo,
según el beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia,
con la cual nos agració en el Amado.

3-14. Plan. Esta introducción, por la forma con que co­


mienza, por la elevación del pensamiento y por el aliento lí­
rico que la anima, bien puede llamarse himno. Comprende
tres estrofas iguales, subdivididas en dos períodos o estro­
fas menores, también sensiblemente iguales. Es necesario fijar
el desenvolvimiento de las ideas, entorpecido o enturbiado
por el amontonamiento desencuadernado de las frases.
Estrofa I. A. Dios nos bendijo, — según nos eligió,—
para ser santos. B. Predestinándonos — según su benepláci­
to — para su gloria.
Estrofa II. A. En Cristo: en quien tenemos la redención
— según la riqueza de su gracia — que derramó sobre nos­
otros; B. manifestándonos el misterio — según su beneplá­
cito — que se había de realizar en la plenitud de los tiem­
pos. — la recapitulación de todas las cosas en Cristo.
Estrofa III. A. En quien los Judíos fuimos constituidos
herederos — según sil propósito deliberado — para alabanza
ide su gloria; B. en quien también los gentiles — habiendo
creído en el Evangelio — habéis sido sellados con el Espíri­
tu Santo — que es arras de nuestra herencia — para alaban­
za de su gloria.
Contenido dogmático. Es riquísimo el contenido dog­
mático de este maravilloso himno. El pensamiento dominan­
te es la economía de la redención, el plan divino sobre la
salud eterna de los hombres. Este plan se atribuye bajo di­
ferentes aspectos a cada una de las personas divinas. Al Pa­
dre corresponde la iniciativa, la concepción y disposición eter­
na. Al Hijo, su realización en el tiempo. Al Espíritu Santo,
su última consumación. La fórmula qne sintetiza toda la eco­
286
§ ’94 A LOS EFESIOS i, 3-6

nomía es aquella tan típica de San Pablo eit Cristo Jesús, que
equivalentemente, reaparece hasta diez veces en este breve pa­
saje. Todo lo que el Apóstol llama su Evangelio se halla aquí
resumido y condensado. Y en este Evangelio señala, aquí como
en otros lugares, dos como estadios: el más elemental, que es
la redención de nuestros pecados por la sangre de Cristo, y el
superior o místico, que él llama el misterio por antonomasia,
que es la recapitulación de todas las cosas en Cristo. Este bre­
ve esquema del pensamiento de San Pablo, si no agota su exu­
berante contenido, era necesario para hacerse cargo de los di­
ferentes elementos que lo constituyen.
3. Bendito... Dios... quien nos bendijo: a la bendición
efectiva de Dios ha de responder nuestra bendición afectiva. —
Nos bendijo con toda bendición: la junta del complemento
bendición al verbo bendijo, la adición del adjetivo toda y la
significación misma de bendición, que significa también largue­
za (2 Cor. 9, 5), son una triple expresión de la plenitud con
que Dios nos ha bendecido.
3-4. Nos bendijo... en Cristo, según que nos escogió en
el: la bendición realizada en el tiempo tuvo como razón y
medida la elección eterna: una y otra, en Cristo. Como Dios
nos eligió en su eternidad para ser incorporados en Cristo.
así en el tiempo dentro de esta incorporación nos colmó de
bendiciones.
4. A impulsos del amor, o más literalmente por la cari­
dad. Este complemento parece afectar al verbo precedente
nos escogió, y significa que la elección divina tiene su origen
o raíz en el amor divino para con el hombre, otros prefieren
juntarlo con el verbo siguiente predestinándonos; pero el sen­
tido no varía sustancialmente, ya que la predestinación se pre­
senta aquí con una modalidad de la elección. No es, con todo,
improbable que la expresión por la caridad, afecte a la frase,
que precede inmediatamente, para ser santos e inmaculados en
su presencia. En este sentido sería una modificación o deter­
minación del adjetivo santos, para indicar que la caridad es la
consumación o la flor de la santidad.
Definición de la santidad. Santos e inmaculados eu su
presencia. Sin pretenderlo, formula San Pablo una definición
287
§ 194 A LOS EI'ESIOS i, 3-6

de la santidad, cuyos dos elementos constitutivos son la pure­


za (= inmaculados) y la unión o contacto espiritual con Dios
(= en su presencia). Si la expresión siguiente a impulsos del
amor o por la caridad afectase a santos, significarla que la ca­
ridad, como máxima fuerza purificativa y unitiva, sería la su­
blimación de la santidad.
4-5. Nos escogió... predestinándonos: en este texto, a di­
ferencia de otros en que elección equivale sustancialmente a
vocación o llamamiento, la predestinación se presenta como
una modificación o determinación de la elección eterna de Dios.
En la realidad o significación fundamental ambas coinciden;
si bien con diferentes matices: en la elección sobresalen los
matices de favor y selección o predilección, al paso que en la
predestinación predominan los matices de voluntad firme, de
previa resolución y de ordenación o destinación a un fin de­
terminado.
5. Adopción de hijos o filiación adoptiva no parece aquí ni
la sola gracia santificante con exclusión de la gloria, ni tam­
poco la gracia y la gloria, ambas por igual y en primer tér­
mino, sino la gracia directamente y en primer término y la
gloria virtualmente y en segundo término. Esta significación
o concepción, compleja a la vez y matizada, es muy caracte­
rística de San Pablo.
Según el beneplácito de su voluntad: el beneplácito divi­
no es, a nuestro modo de entender, el primer momento de la
predestinación; y significa la bondad o benevolencia de Dios
que se complace en hacer bien, y que en orden a hacerlo fija
amorosamente sus ojos en el hombre.
6. Para alabanza de la gloria de si: gracia: gloria aqui, como
más claramente en los vers. 12 y 14 y en otros muchos pasa­
jes de San Pablo, tiene sentido objetivo, y significa la exhibi­
ción, ostentación o irradiación esplendorosa de la potencia o
más generalmente de las perfecciones divinas. Conforme a esto,
el sentido de la frase es: para que sea alabada la ostentación
gloriosa de la gracia divina.
E11 el Amado: nombre exquisitamente delicado que desig­
na a Jesu-Cristo, y equivale al Hijo de su amor (Col. 1, 13).
y compendia aquellas regaladas palabras del Padre celestial en
288
A LOS EFESIOS i, 7-10

el Bautismo y en la Trasfiguración: 7'ú eres mi Hijo ainado,


eit quien tengo puestas mis complacencias. El amor del Padre
al Hijo amado, al extenderse a los que se hallan incorporados
en Cristo, es el origen de la gracia que sV derrama sobre ellos.

195. Redención por Cristo, recapitulación en


Cristo, i, 7-10.
7 En el cual tenemos la redención por su sangre,
la remisión de los pecados,
según la riqueza de su gracia,
s que hizo desbordar sobre nosotros,
en toda sabiduría e inteligencia,

n notificándonos el misterio de su voluntad,


según el beneplácito que se propuso en él,
10 en orden a su realización en la plenitud de los tiempos,
de recapitular en Cristo todas las cosas,
las de los cielos y las de la tierra.

7-8. Este período habla de la redención: de la cual dice


San Pablo que la tenemos en Cristo; que se efectuó por su san­
gre: que con ella obtenemos la remisión de los pecados; que
todo esto tiene como causa y medida la riqueza o espléndida
largueza de la gracia divina. El inciso final en toda sabiduría
e inteligencia significa más probablemente el conocimiento lu­
minoso que Dios nos da de la gracia que nos comunica. En
absoluto, con todo, podría juntarse con la frase siguiente.
9-10. Este período, el más sublime de toda la introducción,
presenta, en cinco incisos gradualmente dispuestos, los rasgos
o elementos característicos del misterio, que es la recapitula­
ción de todas las cosas en Cristo. Primero: es el misterio de
su voluntad, oculto e impenetrable a toda criatura; para co­
nocerlo fué menester que Dios nos lo manifestase. Segundo:
el origen lógico del misterio es el divino beneplácito, que no
fué una complacencia estéril, sino una firme resolución que
Dios se propuso en sí misino, o, según una interpretación más
probable, en él, esto es. «en Cristo». Tercero: este benepláci­
to y propósito eterno estaba ordenado a su realización en la
389
§ I95-Í96 A LOS EFESIOS i, 11-14

plenitud de los tiempos, o, como técnicamente dice San Pablo.


a la economía de la plenitud de los tiempos. Estos tiempos son
las épocas o edades que precedieron a la realización: que, como
vacías en un principio, fueron llenándose gradual y progresi­
vamente, hasta llegar a su plenitud y madurez. Cuando las pro­
fecías y promesas divinas alcanzaron su madurez, y la legisla­
ción mosaica cumplió su objeto provisional, manifestando al
mismo tiempo su impotencia radical para justificar y salvar
al hombre, llegó finalmente la sazón propicia para la economía
o realización del misterio. Cuarto: la sustancia de misterio es
la recapitulación de todas las cosas en Cristo: recapitulación
misteriosa, que presenta dos fases: una, radical o fundamen­
tal, por cuanto en la persona de Cristo, Dios y hombre, están
reunidos y compendiados el espíritu y la materia, Dios y el
mundo: otra, integral y universal, por cuanto todos los seres
del universo convergen hacia Cristo, se abrazan y harmoni­
zan en Cristo, que es su principio de cohesión y unidad, su
centro a la vez y su cabeza: prolongación o extensión del Cris­
to místico, que no sólo comprende la humanidad incorporada
a Cristo, sino todo cuanto existe, inefablemente también adhe­
rido y unido a Cristo. Quinto: los seres que componen este
inmenso organismo son todos los que están en los cielos y
sobre la tierra.

196. Judíos y gentiles, constituidos herederos.


T, Il-iq.
” En él, en el cual juimos además constituidos herederos,
predestinados según la disposición
de quien obra todas las cosas
según el consejo de su voluntad.
12 para que seamos encomio de su gloria,
nosotros los que ya antes habíamos esperado en Cristo;

13 en el cual también vosotros.


habiendo oído la palabra de la verdad,
el Evangelio de vuestra salud,
en el cual habiendo también creído.
luisteis sellados con el Santo Espíritu de la promesa,
290
§ 196-197 A LOS EFESIOS 1, 15-23

14 que es arras de nuestra herencia,


para la recuperación de su patrimonio,
para alabanza de su gloria.

11-12. Este período presenta la economía del misterio


desde el punto de vista judaico. Los Judíos, depositarios de
las promesas divinas, habían esperado de antemano en Cris­
to. Y, conforme a esta esperanza, los que creyeron no sólo
fueron incorporados a Cristo, sino también en él fueron cons­
tituidos herederos de la vida eterna; cuyo primer origen es
el propósito del que todo lo obra según el consejo de su vo­
luntad, y cuyo fin es la alabanza de su gloria. Y todo en
Cristo.
13-14. La economía del misterio, aplicada a los gentiles,
ofrece un aspecto diferente. He aquí los pasos por donde lle­
gan los gentiles a la participación del misterio: primero, oyen
el Evangelio, que es la palabra de la verdad y el mensaje de
la salud; segundo, creen en el Evangelio y, consiguientemen­
te, en Cristo: tercero, son marcados con el Espíritu Santo,
que es el Espíritu de la promesa, que los equipara a los Ju­
díos; cuarto, este Espíritu es prenda o, mejor, arras de la
herencia de la vida eterna. Este derecho a la herencia celes­
te lo expresa a continuación el Apóstol con una frase fre­
cuente en el lenguaje bíblico: para la recuperación o rescate
de su patrimonio, que nos presenta a Dios como soberano
Pastor, que señala y distingue con su marca a las ovejas de
su grey, para reunirlas a su tiempo-en sus apriscos eternos
y hacerlas definitivamente suyas. Y, no menos que la econo­
mía de los Judíos, la economía propia de los gentiles es toda
para alabanza de su gloria.

2. El misterio, realizado i*n la Iglesia

197. El misterio, iniciado en Cristo. 1, 15-23.


Jí* Por esto también yo,
habiendo oído hablar de vuestra je en el Señor Jesús
y de vuestra caridad para con todos los santos,
291
§ 197 A LOS El'ESlOS i. i.5-¿3

lft no ceso de dar gracias por vosotros,


haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesu-Cristo,
el Padre de la gloria,
os conceda Espirita de sabiduría y de revelación
con pleno conocimiento de él,
18 iluminados los ojos de vuestro corazón,
para que Conozcáis cuál sea la esperanza de su vocación,
cuáles las riquezas de la gloria
de su herencia en los santos
v cuál la sobrepujante grandeza de su poder
para con nosotros los creyentes,
según la energía de la potencia de su fuerza.
que desplegó cu Cristo,
resucitándole de entre los muertos
V sentándole a su diestra en los cielos,
por encima de todo principado, y potestad,
y virtud, y dominación,
y de todo título de honor reconocido
no sólo en este siglo, sino también en el venidero.
-- )7 todas las cosas rindió debajo de sus pies,
V a él le constituyó por encima de todo
cabeza de la Iglesia,
-:i la cual es el cuerpo suyo,
la plenitud del que recibe de ella
su complemento total y universal.

15-18. Fe, esperanza y caridad. La je en el Señor Je­


sús, la caridad para con todos los santos, la esperanza de su
vocación. Se complace San Pablo en mencionar juntas las
tres virtudes teologales, y con frecuencia por este mismo or­
den : fe, caridad y esperanza. Esperanza en este y otros uni­
dlos pasajes significa más bien el objeto qne no el acto de
la esperanza.
17. El Dios de nuestro Señor Jesu-Cristo significa el Dios
que Jesu-Cristo nos ha revelado, esto es, el Dios de la reli­
gión por él instituida y enseñada.
17-18. Skbidvría cristiana. Es muy digno de advertir
la plenitud de sabiduría espiritual que suponen estas expre­
292
S 197-198 A LOS EFESIOS 1 -10

siones del Apóstol: Espíritu de sabiduría y de revelación con


pleno conocimiento de Dios, iluminados los ojos de vuestro
corazón para que conozcáis...
18-19, La esperanza de su vocación; esto es, los bienes
eternos a que nos ha llamado, los declara el Apóstol con fra­
ses ponderativas, primero por descripción: cuáles las rique­
zas de la gloría de su herencia en los santos o en el santua­
rio celeste; segundo, por el poder que en ella Dios ha desple­
gado: 3' cuál la sobrepujante grandeza de su poder para con
nosotros los creyentes, poder, que tiene su razón de ser y su
medida en la energía de la potencia de su fuerza que des­
plegó en Cristo.
20-23. Prerrogativas de Cristo. Las maravillas que el
poder de Dios obró en Cristo, modelo de las que había de
obrar en beneficio nuestro, las reduce aquí San Pablo a seis:
l.‘l la resurrección, 2.a la entronización a su diestra, 3.1 la emi­
nencia soberana sobre toda la creación, 4.” el señorío univer­
sal; 5? la dignidad de cabeza suprema de la Iglesia, 6.a el
misterioso complemento que de la Iglesia recibe.
23. La Iglesia, complemento de Cristo. Este versículo
algunos lo interpretan en sentido activo, como si San Pablo
quisiera significar la plenitud que Cristo da a todas las cosas;
pero la gramática de consuno con el contexto, que habla de
las prerrogativas personales de Cristo, exigen el sentido pa­
sivo, esto es, que Cristo recibe su último complemento o con­
sumada plenitud de la Iglesia. Desde el momento que Cristo
quiso ser Cabeza de la Iglesia, la Cabeza necesitaba ser com­
pletada por los demás miembros para formar el cuerpo ínte­
gro, el organismo completo, el Cristo integral.

198. Los hombres asociados al misterio de


Cristo. 2, 1-10.
1 Y a vosotros, que estabais muerto1;
por vuestros delitos y pecados,
' en los cuales un tiempo caminasteis
conforme a la corriente de este mundo,
conforme al principe de la potencia del aire.
¿93
§ 198 A LOS EFESiOS 2, I-IO

el espíritu que ejerce ahora su acción


en los hijos de la rebeldía,
3 entre los cuales también nosotros todos
nos hallamos un tiempo,
en manos de las concupiscencias de nuestra carne,
cumpliendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,
y éramos por naturaleza hijos de ira,
lo mismo que los demás;
4 mas Dios, rico como es en misericordia,
por el extremado amor con que nos atnó,
5 aun cuando estábamos nosotros muertos por los pecados,
nos vivijtcó con la vida de Cristo
— que por la gracia habéis sido salvados, —
v con él nos resucitó
V juntamente nos sentó en los ciclos en Cristo Jesús,
~ para ostentar en los siglos que habían de venil­
las soberanas riquezas de su gracia
a impulsos de su bondad para con nosotros
en Cristo Jesús.
S'í que por la gracia habéis sido salvados mediante la je;
V esto no de vosotros, que de Dios es el don,
no en virtud de obras, para que nadie se gloríe.
10 Porque de él somos hechura,
creados en Cristo Jesús a base de obras buenas,
que de antemano dispuso Dios
para que nos ejercitásemos en ellas.

2, i-y. Estos versículos forman un amplio período, tan nn-


ravilloso en la doctrina como irregular en la estructura. Su
prótasis, 1-3, pone de relieve nuestra muerte por el pecado;
su apódosis, nuestra espiritual resurrección y glorificación en
Cristo.
3. Pecado original. Éramos hijos de ira: objeto de la
ira divina, pecadores; por naturaleza: no por pecados perso­
nales precisamente, sino por la generación misma, que nos
inoculó el pecado de Adán; lo mismo que los demás: ya sig­
nifique «nosotros los Judíos, lo mismo que los gentiles», ya
más bien «nosotros los cristianos lo mismo que los infieles»,
siempre expresa universalidad. Estos tres rasgos juntos son,
294
§ 198 A I.OS EFESIOS______________ 2, i-io

por tanto, un testimonio inequívoco de la existencia y univer­


salidad del pecado original. Cf. Rom. 5, 12-21.
5-6. Solidaridad con Cristo. Los tres verbos del origi­
nal : con-vivijicó, con-resucitó, con-entronizó, tan extraños en
el griego como en el castellano, sirven maravillosamente para
expresar la inefable «comunión» o consorcio de los hombres
con Cristo, llamados a participar, como miembros, de las glo­
riosas prerrogativas de la Cabeza.
8-9. La fe, don de Dios. Por la gracia habéis sido salva­
dos mediante la je: con admirable precisión presenta San Pa­
blo la salud eterna como producto de dos factores: la gracia de
Dios, como agente principal, y la fe del hombre, como agente
instrumental. Mas, para que nadie creyese, como los semi-
pelagianos, que la fe, contrapuesta a la gracia, era obra pro­
pia del hombre, añade el Apóstol: y esto, el proceso entero de
la justificación y de la salvación. 110 proviene de vosotros: que
de Dios es el don. Y lo repite más explícitamente: 110 en vir­
tud de obras que vosotros hubierais hecho: no por vuestras
fuerzas, industrias o merecimientos; no por la actividad que
vosotros pusisteis al cooperar con la gracia y aceptar la fe:
con todo ello siempre es la gracia la que únicamente produce
la salud eterna. Y da la razón providencial, que tantas veces
inculca: para que nadie se gloríe: esto es. para que nadie pue­
da atribuirse a sí mismo la justicia y la salud, para que toda la
gloria se tribute a Dios.
10. Somos hechura o creación de Dios: magnífica expre­
sión, que presenta la justificación y la salvación como «obra
de arte» o, según la palabra original, poema de la sabiduría,
de la bondad y del poder de Dios. La gracia no es un grado
superior de perfección dentro de la esfera de la naturaleza;
es la elevación a un orden o esfera superior, es la partici­
pación de la vida misma divina. Mas si las buenas obras no
tienen la virtud de justificar al pecador, no por eso quedan
excluidas de la vida cristiana, como pretendió Lutero; antes,
al contrario, como a continuación enseña el Apóstol, fuimos
«creados en Cristo Jesús a base de buenas obras, que de an­
temano dispuso Dios, para que nos ejercitásemos en ellas».
Las buenas obras son básicas en la vida cristiana.
295
21
§ 199 A LOS EFESIOS 2, 11-22

199. Los gentiles, incorporados a Israel en


Cristo Jesús. 2, 11-22.
J1 Por lo cual recordad que un tiempo vosotros,
los gentiles según la carne,
los llamados incircuncisión por la que se llama circuncisión
— en la carne, hecha por mano de hombre,-—
que estabais en aquel tiempo desconectados de Cristo,
excluidos de la ciudadanía de Israel
y extraños a las aliamos,
sin esperanza de la promesa,
sin Dios en el mundo;
1:1 mas ahora en Cristo Jesús vosotros.
los que un tiempo estabais lejos,
habéis sido aproximados por la sangre de Cristo.
14 Porque él es nuestra paz (Miq. 5, 5);
el que de los dos hizo uno
y derribó el muro interpuesto de la valla, la enemistad,
anulando en su carne
1" la ley de los mandamientos formulados como edictos,
para hacer en sí mismo de los dos un solo hombre nuevo,
haciendo paz,
i,: y reconciliar a entrambos en un solo cuerpo con Dios
por medio de la cruz,
matando en ella la enemistad;
J' y, venido, anunció paz a vosotros, que estabais lejos,
y paz a los que estaban cerca;
Jfi pues por él tenemos abierta la entrada
entrambos en un mismo Espíritu al Padre.
19 Así, pues, ya no sois extranjeros ni forasteros,
sino que sois conciudadanos de los santos
y miembros de la familia de Dios,
20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús,
21 en el cual todo el edificio, harmónicamente trabado,
se alza hasta ser templo santo en el Señor;
22 en el cual también vosotros sois juntamente edificados
para ser morada de Dios en el Espíritu.

296
§ 199 A LOS EFESIOS 2, 11-22

11-22. Los gentiles asociados a Israel. En esta sec­


ción, con admirable amplitud y profundidad, se expone la
admisión de los gentiles a las promesas y alianzas de Israel,
con el cual forman un solo pueblo, un solo hombre nuevo,
que por Cristo en el Espíritu Santo se llega al Padre.
12. Degradación de la gentilidad. Con cinco rasgos
realistas pinta San Pablo la precedente miseria y degrada­
ción de los gentiles: privados de Cristo, extraños a la ciuda­
danía de Israel, ajenos a las alianzas concertadas por Dios
con Abrahán v Moisés, sin esperanza, sin Dios. A estas cala­
midades pasadas se contraponen las bendiciones presentes,
que el Apóstol expone a continuación, aunque con alguna
irregularidad.
13. Ahora en Cristo Jesús... A la primera desgracia de
los gentiles, la privación de Cristo, ha sucedido ahora la pri­
mera bendición y raíz de todas las demás, que es la inefable
comunión en Cristo Jesús. Es notable el énfasis que da San
Pablo a esta expresión. Lo que sigue, es a saber, que en vir­
tud de la sangre de Cristo se han suprimido las distancias,
es como la tesis de la demostración desarrollada en los tres
versículos siguientes, cuya ilación lógica es necesario seguir.
14-16. Cristo, pacificador universal. Porque él es
nuestra paz; y lo es, porque él es el que de los dos hizo uno
solo: para hacerlo derribó el muro interpuesto de la valla, la
enemistad. Este muro de separación, esta enemistad, no era
otro que la ley de Moisés: por esto Cristo concertó la amis­
tad entre Judíos y gentiles anulando la ley de los manda­
mientos formulados como edictos. El doble objeto de anular
la ley fué reconciliar a los Judíos y gentiles entre sí y recon­
ciliar a entrambos, unidos, con Dios. Primero: para hacer
en sí mismo de los dos un solo hombre nuevo, haciendo paz.
Segundo: para reconciliar a entrambos en un solo cuerpo
con Dios por medio de la cruz, matando en ella la enemistad.
Cada una de estas palabras es digna de atenta consideración.
17-18. Dios, accesible al hombre pacificado. Nueva
proposición de la tesis y nueva demostración, enriquecida con
nuevos elementos. Proposición: Y venido, anunció paz a vos­
otros, que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.
297
§ 1‘W A LOS ELES IOS 2. 11-22

Demostración: Pues por el tenemos abierta la entrada en­


trambos en un mismo Espíritu al Padre. La mutua concor­
dia y la reconciliación con Dios se declara y enaltece en
función, por así decir, de la augusta Trinidad. El Mediador
de esta doble unión es Jesu-Cristo: su agente íntimo o su
lazo es el Espíritu Santo; su último término es Dios Padre,
con quien tenemos ya libre entrada o acceso.
19-22. Familia y ti mplo de Dios. Conclusión y aplica­
ción de la paz obrada por Jesu-Cristo: Así. pites, ya no sois
extranjeros ni forasteros, sino qne sois conciudadanos de los
santos y miembros de la familia de Dios. Y apelando a una
comparación favorita, empleada también por el mismo Cristo
(Mt. 10. ló) y por San Pedro (1 Pedr. 2, 5), añade: porque
seis edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y pro­
fetas. siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús.
Concretando la imagen de edificio en la de templo, prosigue:
en el enal (Cristo) todo el edificio harmónicamente trabado
se alza hasta ser templo santo en el Señor, en el cual también
vosotros sois juntamente edificados para ser morada de Dios
cu el Espíritu. Es de notar que los fieles son templo de Dios
a la vez en Cristo y en el Espíritu Santo, si bien bajo dife­
rentes aspectos. En Cristo, porque es la piedra angular y
fundamental; en el Espíritu Santo, porque es el principio
intúno de harmonía v solidez: como en la imagen del cuerpo
místico de Cristo, los fieles forman este cuerpo en Cristo a
la vez y en el Espíritu Santo. En Cristo, porque es su Cabe­
za: en el Espíritu Santo, porque es su alma, su principio de
unidad y de actividad. Templo de Dios Padre en Cristo y
en el Espíritu Santo: otra vez se encarece la soberana digni­
dad de la Iglesia en función de la Trinidad Santísima.
20. El fundamento de los Apóstoles y profetas. Afirma
categóricamente San Pablo que fundamento, nadie puede po­
ner otro fuera del que está ya puesto, que es Jesu-Cristo
(1 Cor. 3. 11). Y en todas sus Epístolas, en las muchas veces
que menciona a los apóstoles, jamás les atribuye el oficio de
fundamento. Por tanto, fundamento de los apóstoles, no sig­
nifica ”el fundamento que son los apóstoles», sino el que ellos
pusieron con su predicación, que no es otro qne Cristo Jesús.
29S
5 199-200 \ LOS EEESIOS 3> i-i3

El significado de ¡andamento rc-aparccc a continuación bajo


la imagen de piedra angular.
Siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús. La ex­
presión piedra angular tomada de Isaías (28. 16), y utilizada
también por San Pedro (1. 2. 4-10), significa la piedra que,
a la vez que sirve de fundamento, sirve también para trabar
entre sí los muros que forman ángulo: lo que juntamente
sustenta el peso del edificio y une sólidamente las partes que
lo componen. Dice, pues. San Pablo «el fundamento puesto
por los Apóstoles y profetas es Cristo, ya que él es aquella
piedra angular y fundamental anunciada por Isaías». Esta
cita de Isaías es un indicio no despreciable de que entre los
projetas que acaba de mencionar se incluyen también los pro­
fetas del Antiguo Testamento (Cf. 3, 5).

3. El MIS’IERIO, ANUNCIADO POR PABLO

200. Misión del apóstol. 3. 1-13.


1 Por causa de esto. yo. Pablo,
el prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles....
- si es que habéis oido la economía de la gracia de Dios
que me fue dada en orden a vosotros,
:! v es que por revelación se me dió a conocer el misterio,
según os lo acabo de escribir en pocas palabras,
' conjorme a lo cual, leyéndolo,
podéis conocer mi inteligencia en el misterio de Cristo;
5 el cual en otras generaciones no jué dado a conocer
a los hijos de los hombres,
cual ahora jué revelado
a sus santos apóstoles y projetas por el Espíritu;
fi a saber, que los gentiles son coherederos
y miembros de un mismo cuerpo
v juntamente partícipes de la promesa
en Cristo Jesús por medio del Evangelio,
7 del cual jní constituido ministro
según el don de la gracia de Dios,
que me jné dada según la energía de su poder.

299
§ -00 A LOS EFESIOS 3> i-i3

8 zí mí, menor que el más pequeño de todos los santos,


me fué otorgada esta gracia.
la de anunciar a los gentiles las riquezas de Cristo,
imposibles de rastreen,
y y de iluminar a todos, dando a conocer
cuál sea la economía del misterio,
escondido desde el origen de los siglos eit Dios,
que creó todas las cosas,
10 a fin de que se dé a conocer ahora
a los principados y a las potestades en los cielos.
por medio de la Iglesia,
la multiforme sabiduría de Dios,
11 según el designio eterno que se había propuesto
en Cristo Jesús, Señor nuestro.
12 en quien tenemos la franca seguridad y libre entrada
con confianza por medio de la fe en él.
13 Por lo cual pido que no caigáis de ánimo
con motivo de las tribulaciones que por vosotros padezco,
como que son gloria vuestra.

3, 1. El hilo del razonamiento, iniciado en este versículo,


se rompe bruscamente para reanudarse en el vers. 14. Esta
irregularidad estilística es uno de tantos indicios de auten­
ticidad Paulina, que tanto abundan en esta Epístola. Parece
inconcebible que críticos que tanto peso dan a los motivos de
crítica interna desconozcan el cuño Paulino de esta Epístola.
2-13. Estos versículos son como un inmenso paréntesis,
que en dos ciclos paralelos, 2-7 y 8-13, describe las maravillas
del «misterio de Cristo».
2-7. El misterio. Primera descripción del misterio. Dos
géneros de rasgos integran la descripción: unos extrínsecos,
como son el desconocimiento del misterio en el tiempo pasado
y su revelación en el presente, la inteligencia que de él al­
canzó San Pablo y su particular vocación para anunciarlo:
los intrínsecos están admirablemente condensados en el ver­
sículo 6, que más literalmente podría traducirse: los gentiles
son coherederos y concorporales y compartícipes de la pro­
mesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio. Organizando
con más orden estos elementos, podemos desenvolver así la
300
§ 200-20r A LO tí EFESIOS 3- 14-19

descripción: los gentiles son asociados y equiparados por


Dios a los Judíos, en tres cosas: en el presente, forman con
ellos nn mismo cuerpo; mirando a lo pasado, participan por
igual de la promesa hecha a Israel; mirando a lo porvenir,
están destinados a poseer una misma herencia en los cielos.
Pero todo ello es y ha de ser cu Cristo Jesús y por medio
del Evangelio oído y creído.
8-13. Economía del misterio. Segunda descripción del
misterio. Más que el misterio mismo, que es las riquezas de
Cristo, los tesoros divinos encerrados en Cristo, imposibles
de rastrear, describe el Apóstol la que él llama economía del
misterio. Dios Creador de todas las cosas, en su eternidad
ideó o, por decirlo así, planeó el misterio y resolvió realizarlo
a su tiempo en Cristo Jesús. Pero entre tanto lo guardó en
el más impenetrable secreto. Llegado el tiempo, realizó sus
planes eternos creando la Iglesia, que puso ante los ojos,
no sólo de los hombres, sino también de los mismos ángeles,
para que las mismas jerarquías angélicas, avezadas a mirar
de hito en hito el rostro de Dios, quedasen pasmadas al con­
templar esta nueva creación y vislumbrasen nuevos y siem­
pre variados horizontes en la multiforme sabiduría de Dios.

201. Oración del apóstol del misterio. 3, 14-19.


14 Por causa de esto doblo mis rodillas
ante el acatamiento del Padre,
15 de quien toma su nombre toda familia,
en los cielos y sobre la tierra,
10 para que os conceda, según las riquezas de su gloria,
que seáis firmemente corroborados
por la acción de su Espíritu en el hombre interior,
17 que habite Cristo por la fe eu vuestros corazones,
enraizados y cimentados en la caridad,
1S a fin de que seáis capaces de comprender,
con todos los santos,
qué cosa sea la anchura y longitud y alteza y profundidad
:0 y de conocer, cosa que sobrepuja todo conocimiento,
la caridad de Cristo,
para que seáis colmados de toda plenitud,
cuyo hito sea la plenitud de Dios.
3o 1
§ 2'0-20 ' A LOS EFESIOS 3, 20-21

14-10. Reanudando el razonamiento interrumpido, San


Rabio formula su oración por los Efesios, en la cual son
dignos de consideración los altísimos ideales de santidad que
desea ver realizados en la vida cristiana.
14-15. La familia de Dios. El Padre, de quien toma su
nombre toda familia en los cielos y sobre la tierra. Como los
hijos de Aarón, por ejemplo, juntamente con el ser recibian
c 1 nombre de su progenitor y formaban la familia de Aarón,
asi los ángeles y los hombres, al ser llamados a la partici-
ción sobrenatural del ser divino, reciben el glorioso nombre
de familia de Dios. Esta magnífica concepción del Apóstol
tiene inmensos alcances, que se extienden hasta la Mariolo-
gia : que, ampliando lógicamente la concepción de San Pablo,
presenta a la Virgen María como la Madre de esta gran
familia de Dios.
16-19. Seis gracias desea el Apóstol a los fieles. I^as tres
primeras relativamente inferiores y preparatorias para las
últimas, son: 1) una potente robustez del hombre interior por
el Espíritu Santo; 2) la habitación de Cristo en nuestros
corazones por medio de la fe; 3) el que estemos arraigados
y cimentados en la caridad, como los árboles arraigan en la
tierra, como los edificios se fundan en los cimientos. Las tres
últimas de orden más elevado, son: .0 vigor mental para
abarcar las inmensas dimensiones del misterio: 5) conocer el
amor de Cristo, superior a todo conocimiento; 6) una col­
mada plenitud espiritual, cuyo limite sea la plenitud misma
de Dios.

202. Doxología solemne. 3, 20-21.


Al que es poderoso para hacer sobre toda medida
con incomparable exceso
más de lo que pedimos o pensamos,
según la potencia que despliega en nosotros su energía.
21 a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús.
por todas las generaciones del siglo de los siglos. Amén.

20-21. Esta exposición del misterio de Cristo termina con


una solemne y vibrante •doxología. Las expresiones cu la
30?
§ -’C.---’<’3 A LOS EbT.SlOS 4, 1-6

Iglesia y en Cristo Jesús son aquí hasta cierto punto equi­


valentes. por cuanto la Iglesia tiene como Cabeza a Jesu-
Cristo, Jesu-Cristo como cuerpo a la Iglesia: entrambas jun­
ta •. designan el Cristo místico.

SEGUNDA PARTE: MORAL

LA VIDA CRISTIANA, PROLONGACIÓN


DEL MISTERIO

i. Unidad en la variedad

203. Múltiples lazos de la unidad cristiana. 4. 1-6.


1 Os ruego, pues, yo, el prisionero en el Señor.
que procedáis cual convierte a la vocación
con que fuisteis llamados,
- con toda humildad y mansedumbre, con longanimidad,
sufriéndoos los unos a los otros cotí caridad,
mostrándoos solícitos por mantener la unidad del espíritu
con el vínculo de la paz.
1 Un solo cuerpo y tttt solo Espíritu,
como también fuisteis llamados
con una misma esperanza de vuestra vocación.
■' Un solo Señor, utta sola fe, un solo bautismo.
'■ Un solo Dios y Padre de todos,
que está sobre todos,
que actúa por medio de todos,
que habita en todos.

4, 1-6. Esta sección es a la vez un panegírico de la unidad


esencial y espiritual que existe en la Iglesia y una exhorta­
ción a la unidad moral que los fieles deben fomentar con su
propia colaboración. La expresión céntrica y dominante es:
solícitos por mantener la unidad del Espíritu con el apretado
lazo de la paz. La unidad del Espíritu es la que crea el Espí­
ritu Santo, uno y unificante; mas para que esta unidad sea
303
§ 203-204____________ A LOS EFES 10 S ___________ 4, 7-1 o

efectiva es menester que los fieles la conserven con la mutua


paz y concordia, que es como un lazo común que los une
a todos.
Principios de unidad. Para que los fieles no frustren
con sus discordias la unidad del Espíritu, les propone San
Pablo los múltiples principios de la unidad, distribuidos en
tres series, que Dios ha depositado en la Iglesia. Primera
serie, en función del Espíritu Santo: un solo cuerpo, uu solo
Espíritu, una misma esperanza: existe de parte de Dios, y
ha de subsistir de parte nuestra, este triple lazo de unidad,
cuyo principio es el Espíritu Santo, alma del cuerpo místico
de la Iglesia y prenda de la vida eterna qne esperamos.
Segunda serie, en función de Jesu-Cristo: un solo Señor, una
sola je, un solo bautismo. Esta orden categórica y termi­
nante: una sola je, condena de antemano a todos los herejes,
y singularmente al protestantismo, que ni respecto de la gran
Iglesia, ni dentro de sí mismo, conserva esta unidad de la fe.
Tercera serie, en función de Dios Padre: un solo Dios v
Padre de todos, que está sobre todos, que actúa por medio
de todos, que habita en todos. Magnífica declaración de la
transcendencia de Dios y de su doble inmanente de presencia
y de acción.

204. Los diferentes dones ordenados a la for­


mación del cuerpo místico de Cristo.
4, /-16.
7 A cada uno de nosotros le fué dada la gracia
según la medida con que la da Cristo.
Por lo cual dice (Sal. 67, ig):
s Subiendo a lo alto, se llevó cautiva la cautividad;
repartió dádivas a los hombres.
9 Y eso de que subió,
¿por qué es sino porque descendió primero
a las partes más bajas de la tierra?
El que descendió es el mismo que también subió
por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.
11 Y él dió a unos ser apóstoles;
a otros, projetas;
a otros, evangelistas;
304
§ ~’O4 A LOS EFESIOS 4, 7-16

a otros, pastores y doctores,


12 en orden a la consumada perfección de los santos
para la obra del misterio,
para la edificación del cuerpo de Cristo,
1:: hasta que lleguemos todos juntos a encontrarnos
en la unidad de la fe
v del pleno conocimiento del Hijo de Dios,
a la madures del varón perfecto,
a un desarrollo orgánico
proporcionado a la plenitud de Cristo;
” para que no seamos ya niños,
fluctuando de acá para allá,
dando vueltas a todo viento de doctrina,
por la trampería de los hombres,
por la truhanería que hace caer
en las añagazas de la seducción;
15 sino que, andando en verdad,
por la caridad crezcamos en todos sentidos
para ser como él, que es la cabeza, Cristo,
1,: por quien todo el cuerpo, bien concertado y trabado,
gracias al múltiple contacto
que suministra la nutrición al organismo,
según la actividad correspondiente a cada miembro,
va obrando su propio crecimiento
en orden a su plena formación
en virtud de la caridad.

7- 16. En esta amplia sección declara San Pablo cómo la


variedad de los ministerios y carismas tiende a un solo fin:
la edificación y consumación del cuerpo místico de Cristo.
La escabrosidad del estilo y la profundidad del pensamiento
dan a la sección singular oscuridad.
7. El sentido es: no se recibe otra gracia que la que Cristo
da; la donación de Cristo es la fuente y la medida de la
gracia que se recibe.
8- 9. Se aplica a Cristo un verso del Salmo (67, 19) estric­
tamente teológico: confesión implícita de su divinidad. La ra­
zón de la cita se halla en el segundo hemistiquio; el primero,
que San Pablo entiende de la Ascensión, da lugar a una
305
§ 2C4 A LOS EFESIOS 4, 7-16

breve digresión o paréntesis, en que se presenta la Ascensión


como recompensa del descendimiento a las partes más bajas
de la tierra. Estas partes no son simplemente la tierra con­
trapuesta al cielo, sino los infiernos. Así lo persuade el sen­
tido obvio y manifiesto de la expresión y la antítesis, com­
pletada en el vers. siguiente, entre las partes más bajas de
la tierra y por encima de todos los cielos.
10. Para llenarlo todo: no precisamente con su presencia,
sinocon la largueza de sus dádivas.
11. Cuatro grados o géneros de ministerios se enumeran:
1) los Apóstoles, que son los Doce, y algunos otros que se
les equiparan o los imitaron en la jundación de las Iglesias,
como Pablo y Bernabé; 2) los projefas o maestros carismá-
ticos que hablaban inspirados por Dios: 3) los Evangelistas.
que 110 son aquí los cuatro autores de los Evangelios, sino
los predicadores o misioneros ambulantes, que predicaban el
Evangelio; 4) los Pastores y Doctores, que son los Obispos
residentes en sede fija, cuya principal misión es gobernar v
enseñar.
12. La edificación del Cuerpo de Cristo. El sentido
preciso de este versículo es muy controvertido. Algunos in­
terpretan como paralelos o coordinados los tres incisos de
que consta. Pero esta interpretación más llana y fácil, por
lo mismo que es más superficial, tropieza con la diferencia
de las preposiciones que los encabezan, diferencia que se ha
conservado en la versión latina: ad..., in..., iu... Teniendo
en cuenta esta diferencia, hay que concluir que el primer
inciso expresa un fin inmediato, ordenado a su vez a los
otros dos fines equivalentes o coordinados, expresados en
los dos incisos siguientes. Esto supuesto, en el primer inciso
la palabra «santos» (cf. 3, 5) es una designación genérica o
colectiva de los Apóstoles, profetas, evangelistas, Pastores y
Doctores, mencionados anteriormente; o, precisando más,
designa el cuerpo de los fieles, que en la persona de los esco­
gidos y favorecidos por Dios se hace apto para ejercer las
funciones a que cada cual es llamado. Según esto, todo el
inciso significa que Cristo repartió los varios ministerios o
carismas para que los santos en sus miembros más- distin­
306.
§ -c4 A LOS EFES1OS 4, 7-16

guidos se hallen dispuestos y preparados para los dos fines


expresados en los incisos siguientes; es a saber, para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; esto
es, en general, para realizar la obra propia de cada ministerio,
y en particular, para llevar adelante la edificación o forma­
ción, o, como ahora se dice, estructuración de la Iglesia, que
es el cuerpo místico de Jesu-Cristo. La palabra edificación,
tan característica de San Pablo, está tomada de la arquitec­
tura para ser aplicada al desenvolvimiento biológico del orga­
nismo humano.
13. Hacia la plenitud de Cristo. Plasta que lleguemos
iodos juntos a encontrarnos: quiere decir que todos los fieles,
de cualquier punto que partan, vengamos a parar, converja­
mos, nos reunamos en la unidad de la fe y del pleno conoci­
miento del Hijo de Dios. Esta unidad de la fe no se ha de
tomar en sentido negativo, en cuanto simplemente excluya
las disensiones, ni se ha de separar del pleno conocimiento
de1 Hijo de Dios; sino que ha de ser concordia absoluta y
universal en la fe. y tal fe que, ilustrada por el pleno conoci­
miento de Jesu-Cristo, abarque íntegramente toda la verdad
revelada acerca del Hijo de Dios bajo todos sus aspectos.
Con tal unidad de la fe, lógicamente vivida, todos juntos
venimos a ser un varón perfecto, esto es, que salidos de la
niñez espiritual alcanzamos la madurez varonil; que el mismo
Apóstol explica cuando añade: a un desarrollo orgánico pro­
porcionado a la plenitud de Cristo o más literalmente, hasta
la medida de edad de la plenitud de Cristo, es decir, hasta
el pleno desenvolvimiento orgánico y biológico que corres­
ponde a los miembros conforme a la plenitud varonil de la
Cabeza.
14. Variabilidad de imágenes. A tres imágenes, inco­
nexas e incoherentes, apela San Pablo para declarar un mis­
mo pensamiento: 1) la de la niñez voluble e inconstante,
2) la de la barca zarandeada por las olas y los vientos y
3) la de los jugadores víctimas de otros jugadores más ladi­
nos y tramposos. Pero, como siempre en San Pablo, la inco­
herencia de las imágenes deja intacta la coherencia lógica del
'pensamiento.
307
§ 204-205____________ A LOS EFESIOS____________ 4, 17-24

15-16. Vida del cuerpo de Cristo. El sentido de estos


versículos, irregulares en la forma y pletóricos de ideas, es:
procediendo con verdad, esto es, viviendo sin ficciones ni
inconsecuencias, bajo la acción de la caridad crezcamos y
desenvolvámonos con progreso siempre creciente en todos
los órdenes y en todos sentidos, teniendo como meta e ideal,
al cual hemos de tender continuamente, a aquel que es la
Cabeza, por cuya virtud e influjo todo el cuerpo, harmóni­
camente organizado y proporcionado y sólidamente compacto
y trabado, por medio de todos los contactos y ligamentos
que mantienen la cohesión y suministran la nutrición, con­
forme a la actividad y según la medida propia de cada una
de las partes, va obrando su propio desenvolvimiento vital
hasta llegar a la plena formación y madurez varonil, todo en
virtud de la caridad. El sentido real envuelto en las imá­
genes, que parecen tomadas de la biología moderna, es que
todo el orden jurídico y toda la vida espiritual de la Iglesia
proceden de Jesu-Cristo, externamente por medio de la Je­
rarquía y de los Sacramentos, internamente por la acción del
Espíritu Santo; orden y vida, que no pueden alcanzar su
pleno desenvolvimiento, tanto individual como social, sin el
concurso de la caridad, que en el cuerpo mistico de la Tglesia
es el principio de cohesión y de actividad.

2. Altos ideales de la moral cristiana

205. No imitar a los gentiles. 4, 17-24.


17 Esto, pues, digo y testifico en el Señor:
qite 110 andéis ya como andan los gentiles,
en la vanidad de su mente,
que tienen entenebrecido su entendimiento.
ajenos completamente a la vida de Dios,
por la ignorancia en que se hallan,
por el encanecimiento de su corazón;
19 los cuales, perdida toda sensibilidad moral,
se entregaron a la disolución
para obrar toda impureza
a impulsos de la concupiscencia.
308
§ 20¿________________ A EOS EFESIOS____________ 4. 17-24

Mas vosotros no así aprendisteis a Cristo,


si es que oísteis de él y en él fuisteis adoctrinados,
según es la verdad que está en Jesús,
-2 a despojaros, respecto de vuestra vida anterior,
del hombre viejo, que se corrompe
siguiendo las concupiscencias del extravío,
23 v a renovaros en el espíritu de vuestra mente,
-4 y revestiros del hombre nuevo.
creado según el ideal de Dios
en la justicia y santidad de la verdad.

17-19. Depravación gentílica. Hace San Pablo una


pintura pavorosa de la perversión moral de los gentiles. Como
rasgo general señala la vanidad o frivolidad insustancial de
su pensar o sentir, cuyo origen atribuye a las tinieblas que
envuelven su inteligencia. A esto agrega el alejamiento y
privación de la vida de Dios, de la vida espiritual y sobrena­
tural, cuyas causas son dos: la ignorancia y la dureza o enca­
necimiento del corazón. De ahi procede la insensibilidad o
pérdida del sentido moral que los arrastra al desenfreno y
libertinaje.
20-21. Cristo, personificación de la santidad. A la
vanidad, engaños y mentiras de la perversión pagana opone
San Pablo como síntesis de la moral Cristiana a Jesu-Cristo,
la verdad que se halla en Jesús. Es digna de consideración
la insistencia con que repite que los fieles aprendieron a
Cristo, oyeron hablar de Cristo, fueron amaestrados en Cris­
to. Cristo es toda la moral.
22-24. Hombre viejo y hombre nuevo. Es bajo muchos
conceptos interesantísima la doctrina de San Pablo sobre el
hombre viejo y el hombre nuevo. El hombre viejo es la per­
versión y corrupción moral que proviene del pecado original
V lleva al pecado actual. El hombre nuevo es una creación de
Dios, según el ideal de Dios, en la justicia y santidad de la
verdad; es decir, es la renovación moral y espiritual del hom­
bre, que, partiendo de la justificación de los pecados, le in­
clina poderosamente a las obras de justicia y santidad; es
una transformación del hombre conforme a la imagen de
Jesu-Cristo bajo la acción del Espíritu Santo.
309
§ 2GÓ A LOS EFESIOS 4. 25-30

206. Evitar ia mentira, la ira, el hurto, las pa*


labras malas. 4, 25-30. •
25 Por lo cual, desechada toda mentira,
hablad verdad cada uno con su prójimo (Zac. 8, 19),
ya que somos los unos miembros de los otros.
:!G Enojaos y no pequéis (Sal. 4, 5):
110 se ponga el sol sobre vuestra ira;
ni deis lugar al diablo.
El que hurtaba, ya no hurte;
antes trabaje, obrando cotí sus manos el bien,
para tener que compartir con el que padece necesidad.
.Vo salga de vuestra boca palabra alguna dañada,
sino la míe sea buena para la oportuna edificación,
para que comunique gracia a los que la oyen.
V 110 contristéis al Espíritu Santo de Dios,
con el cual fuisteis marcados para el día del rescate.
25. Palabras de verdad. Para recomendar la verdad en
el trato nos recuerda oportunamente San Pablo que somos
los unos miembros de los otros. Los miembros del cuerpo no
se engañan recíprocamente.
26-27. Mansedumbre. Enojaos en el original hebreo sig­
nifica estremeceos. San Pablo, al citar la versión de los LXX,
toma el imperativo enojaos, en sentido permisivo o hipoté­
tico: dado que alguna vez os enojéis; pero añade: no se
ponga el sol sobre vuestra ira, que es decir, no termine el
día sin que os hayáis desenojado, no sea que la puesta del sol
sea testigo de vuestra rencorosa implacabilidad. El ánimo
encolerizado está expuesto a peligrosas tentaciones. En este
>entido advierte el Apóstol: ni deis lugar al diablo, que halla
fácil entrada en el hombre colérico para sugerirle pensamien­
tos funestos.
28. Trabajar, no hurtar. Si el mundo siguiese este con­
sejo de San Pablo, si a los robos, fraudes y estrapertos suce­
diese el trabajo honrado de todos, automáticamente quedaría
implantado y asegurado el nuevo orden que tanto se pondera,
y ton él la justicia social v la paz.
3J0
§ 206-207 A LOS EFESIOS 4, 31-32; 5, i"2

29. Palabras edificantes. La expresión para que comu­


nique gracia a los que la oyen parece significar: para que se
reciba como un favor, con agrado y con provecho. Así lo
persuade el paralelismo con la frase precedente para la opor­
tuna edificación.
30. Los fieles son marcados con el Espíritu Santo para
el día del rescate, en que Dios tomará posesión definitiva
de los suyos (Cf. i, 13-14.)

207. Indulgencia como la de Dios$ amor comó


el de Cristo. 4, 31-32; 5, 1-2.
31 Toda amargura, cólera, ira, gritería, maledicencia,
destiérrese lejos de vosotros
con todo género de malicia.
32 Sed más bien los unos con los otros benignos,
entrañablemente compasivos,
perdonándoos recíprocamente,
así como Dios en Cristo os perdonó a vosotros.
1 Haceos, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos,
■■ y caminad en el amor,
así como Cristo os amó,
V se entregó a sí mismo por nosotros
como ofrenda y víctima a Dios
en fragancia de suavidad (Es. 20, 41).

32. Perdón de las ofensas. Hemos de perdonar las


ofensas, no sólo por interés personal, para que Dios nos per­
done, sino también por nobleza y agradecimiento, porque
Dios nos ha perdonado antes a nosotros.
5, 1. Imitadores de Dios. Reproduce el Apóstol la ense­
ñanza del divino Maestro: Seréis, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt. 5, 48; Le. 6,
36). Y da la misma razón insinuada por el Maestro: como
hijos, que sois del Padre celestial, y como hijos suyos entra-
nal )!emente queridos.
2. Caminos de amor. No solamente hemos de amar a Dios
y a los hombres, al Padre y a los hermanos, sino que toda
3ii

§ 2C7-208 A LOS EFESIOS 5, 3~7

nuestra vida ha de ser vida de amor. Hemos de caminar en


el amor, impulsados por el amor, por las sendas del amor.
El mandamiento de la caridad no se cumple suficientemente
con algunos actos aislados: es un principio transcendente y
universal, que ha de regir, activar, informar y determinar
toda la vida humana.
El mandamiento nuevo. Como Cristo os amó. Sublima­
ción de la caridad. Antes de Cristo la norma del amor al
prójimo era el amor con que nos amamos a nosotros mismos.
Prescribía la Ley: Amarás a fu prójimo como a ti mismo
(Lev. 19, 18). Éste era el mandamiento viejo; pero Cristo
nos dió un mandamiento nuevo: que como yo os he amado,
también vosotros os améis recíprocamente fjn. 13, 35); man­
damiento suyo, propio v original de Cristo: Este es el manda­
miento mió: que os améis unos a otros, así como os amé
(Jn. 15, 12). Este mandamiento nuevo reproduce aquí el
Apóstol.
Amor basta la muerte.. El amor a los hombres fué lo
que impulsó y determinó a Cristo a que por ellos se entre­
gase a la muerte. El amor es el principio y el móvil de la
redención. La pasión y muerte del Redentor fué obra del
amor inmenso que ardía en su divino Corazón.
El sacrificio de la cruz. La muerte del Redentor fué.
según San Pablo, verdadero sacrificio. En este sacrificio
Cristo era a la vez sacerdote y víctima: se entregó a sí mismo
como ofrenda y víctima. Era sacrificio de propiciación o ex­
piación, ofrecido por nosotros pecadores. Se ofrecía como
ofrenda a Dios, por quien fué aceptado en fragancia de sua­
vidad. Obtuvo, por tanto, su efecto, que fué la reconciliación
de los hombres con Dios.

208. Huir de toda impureza. 5, 3-7.


’ Mas la fornicación y toda impureza o codicia
ni se nombren entre vosotros, cual cumple a santos:
1 lo mismo que la torpeza
y las conversaciones tontas y la chocarrería,
cosas éstas que no estarían bien,
sino antes bien hacimieuto de gracias.
Porque sabed y entended
312
§ 208-209 A LOS EFESIOS 5. 8-14

que todo fornicario, o impuro, o codicioso,


que equivale a idólatra,
no tiene parte en la herencia
del reino de Cristo y de Dios.
f: Que nadie os seduzca con fútiles razonamientos ;
que por esas cosas viene la ira de Dios
sobre los hijos de la rebeldía.
'l No entréis a la parte con ellos.

3. Ni se nombren entre vosotros. No prescribe precisa­


mente el Apóstol que esas palabras materiales no las pronun­
cien los cristianos: él mismo las pronuncia en este lugar y en
otros muchos; lo que desea es que los vicios de la carne
estén tan lejos de los cristianos, que ni siquiera para repren­
derlos sea necesario hablar de ellos. Mucho menos se tendrá
que hablar de ellos en conversaciones como de hechos ocu­
rridos tristemente en el seno de la Iglesia.
3-5. Pecados graves y leves. Dos series ternarias de
vicios enumera San Pablo; pero las califica diferentemente.
Luego repite la primera serie, amenazando con la muerte
eterna a los que estén manchados con esos vicios. Con ello
prácticamente distingue el Apóstol dos géneros de pecados:
irnos graves, y otros leves. La codicia unos la interpretan en
el sentido de concupiscencia, otros en el sentido de avaricia.
El primer sentido es más conforme al contexto.
6. Por esas cosas viene la ira de Dios. Por la depravación
de las costumbres castiga Dios a los hombres. ¿ Será de mara-
\ illar que tan terriblemente descargue la ira de Dios sobre
un mundo tan corrompido? Inútiles son todos los pactos del
Atlántico para mejorar la suerte de los hombres, mientras no
se saneen las costumbres.

209. Hijos de la luz. 5, 8-14.


s Porque erais un tiempo tinieblas;
mas ahora, luz en el Señor.
Caminad como hijos de la luz
— porque el fruto de la luz consiste
en toda bondad y justicia y verdad —,
313
§ 209-210 A LOS EFESIOS 5» 15-21

10 aquilatando que cosa sea agradable al Señor;


11 y guardaos de tener parte
en las obras infructuosas de las tinieblas,
antes bien desenmascaradlas y reprochadlas;
12 pues las cosas que ellos ocultamente hacen,
vergüenza es aun decirlas.
13 V todas esas cosas, al ser desenmascaradas,
son manifestadas por la luz;
que todo lo que se manifiesta, luz es.
14 Por lo cual dice:
Despierta, tú ciue duermes
y levántate de entre los muertos.
y para ti alboreará Cristo.

8-9. Sois luz en el Señor, sois hijos de la luz: y el fruto


de la luz es toda bondad, toda justicia, toda verdad. ¡ Hernio­
so ideal de la santidad cristiana, que es una irradiación es­
plendorosa de verdad, de bondad y de justicia! Pero esta
idealidad estética debe traducirse en realidad práctica, como
a continuación lo declara el Apóstol y ya antes lo había
aconsejado a los Tesalonicenscs: Todos vosotros sois hijos
de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las
tinieblas. Así que no durmamos como los otros, sino velemos
y seamos sobrios... (1 Tes. 5, 4-9; Rom. 13, 12-14).
10. Se necesita fino discernimiento espiritual para aquilatar
en cada caso particular que cosa sea agradable al Señor, es
decir, para conocer la voluntad o beneplácito de Dios. No
basta la discreción humana; se requiere luz de Dios, que es
don del Espíritu Santo (Cf. Rom. 12, 2; 1 Cor. 2, 14-16).
[4. Despierta... Estas palabras parecen ser un fragmento
de un himno cristiano primitivo, inspirado carismáticamente
(Cf. 5, 18-19; Col. 3, 16; 1 Cor. 14, 16).

210. Prudencia y fervor espiritual. 5, 15-21.


’r’ Mirad, pues, con gran circunspección cómo andáis,
no como necios, sino como sabios,
1,; rescatando el tiempo, porque los días son malos.
§ 210. A LOS EFESIOS 5. 15-21

17 Por eso no os hagáis insensatos,


sino entended cuál sea la voluntad del Señor.
)S Y no os embriaguéis con vino, que lleva al desenfreno,
sino llenaos del Espirita,
1(1 hablándoos los unos a los otros
con salmos e himnos y cánticos espirituales,
cantando y tañendo en vuestro corazón al Señor,
haciendo gracias continuamente por todo
al que es Dios y Padre
en el nombre de nuestro Señor Jesu-Cristo,
íl sometiéndoos los unos a los otros
en el temor de Cristo.

16. Aprovechar el tiempo. Rescatando el tiempo y la


ocasión; porque los días son malos. Hay en estas palabras
una metáfora sutil, acompañada de una personificación. Los
días malos son representados como poseedores avaros del
tiempo, que no lo venden sino a precio de diligencia y tra­
bajo. El rescatar el tiempo es, por tanto, trabajar por apro­
vecharlo, sin desperdiciar partecilla de él (Cf. Col. 4. 5;
Ece. 9, 10).
18-19. Inspiración sagrada. Insinúa aqui San Pablo el
carisma de la inspiración sagrada, poética o musical, efecto
de la plenitud del Espíritu Santo. La diferencia entre Salmos,
himnos y cánticos (u odas) espirituales, puede entenderse pol­
la aplicación de estas denominaciones a las diferentes compo­
siciones poéticas del Oficio divino. Salmos, son los de David;
himnos, los de San Ambrosio, Sedulio, Venancio Fortuna­
to... ; cánticos, los de la Virgen, Zacarías, Exequias...
20. Intensidad de vida espiritual. Haciendo gracias
continuamente al... Padre. Es digna de reflexión la intensi­
dad, plenitud y exuberancia de vida espiritual que supone
San Pablo en los fieles.
En el nombre de Nuestro Señor Jesu-Cristo. Especu­
lativa y prácticamente es importantísima la lección que aquí
nos da el Apóstol. Al Padre celestial le hemos de alabar v
glorificar, no solamente en nombre nuestro, sino también
y principalmente en nombre de Jesu-Cristo. Y esto no es una
ficción. Jesu-Cristo, al incorporarnos consigo, al hacernos
315
§ 210-21I A LOS EFESIOS

miembros del cuerpo cuya Cabeza es él, se lia dignado apro­


piarse y hacer suyas nuestras acciones. Consiguientemente,
como nuestras acciones han de valer incomparablemente más
y ser más aceptas al Padre en cuanto Jesu-Cristo las hace
suyas que en cuanto proceden de nosotros, liemos de presen­
tarlas al Padre en cuanto son acciones de su divino Hijo: que
esto quiere decir cu el nombre de nuestro Señor Jesu-Cristo.

3. Moral social: La familia cristiana

21 I. Obligaciones de las mujeres casadas.


5, 22-24.
22 Las mujeres sométanse a sus maridos, como al Señor;
-:! pues el varón es cabeza de la mujer,
como también Cristo es cabeza de la Iglesia,
cuerpo suyo, del cual él es Salvador.
21 Mas así como la Iglesia se sujeta a Cristo.
así también las mujeres a los maridos en'todo.

23. Dignidad dei. matrimonio cristiano. Aquí asienta


San Pablo el principio fundamental del cual se deriva toda
la excelencia sobrenatural del matrimonio cristiano: que es,
y ha de ser, un trasunto de la unión de Cristo con la Iglesia.
La Iglesia cuerpo de Cristo. Que Cristo es cabeza de
la Iglesia y que la Iglesia es cuerpo suyo, lo afirma explícita
y categóricamente San Pablo. Algunos, <011 todo, han ate­
nuado indebidamente estas afirmaciones del Apóstol, redu­
ciéndolas a meras metáforas. Semejante interpretación meta­
fórica desconoce las realidades morales, jurídicas y espiritua­
les. Sin duda que no debe imaginarse el Cuerpo místico como
física o materialmente unido a su Cabeza, Cristo. Pero de
que no sea una realidad física a que sea pura metáfora, media
un abismo. Nótese que aquí no compara San Pablo la orga­
nización del Cuerpo místico al matrimonio, antes, al contra­
rio, hablando del matrimonio, toma como punto de compa­
ración o referencia el Cuerpo místico de Cristo, como cosa
previamente conocida o independiente de la imagen del ma­
trimonio. Tal es la mente de San Pablo auténticamente dccla-
316
§ 2ii-2i2 A LOS EFESIOS 5, 25-33

rada por Pío XII en su magnífica encíclica Mystici Corporis


de 29 de junio de 1943.
Más sutil es otra atenuación de las palabras de San Pa­
blo : la que, admitiendo cierta identificación o compenetra­
ción mística (pero no orgánica) de Cristo con la humanidad,
interpreta como puramente moral o jurídica, no mística o es­
piritual, la unión orgánica de Cristo como Cabeza con el
Cuerpo de la Iglesia. Según esta nueva teoría ni la identi­
ficación mística es orgánica, ni la organización de Cabeza y
miembros es mística. Semejante interpretación es contraria
a la mente y a las expresiones de San Pablo y más aún a
toda la tradición patrística y a las enseñanzas pontificias.
E11 este mismo versículo 23 no sólo se afirma que Cristo es
cabeza de la Iglesia, sino que la Iglesia es cuerpo suyo. Si de
un jefe de estado cabe decir que es cabeza de su pueblo,
no puede en cambio decirse que el pueblo sea cuerpo del jefe.
Aquí, por tanto, no se limita el Apóstol a decir que Cristo
es jefe de la Iglesia, sino que él y la Iglesia, cuerpo suyo,
forman un organismo espiritual y místico, que nada tiene
semejante en los organismos sociales puramente humanos.
El fundamento real de semejante superioridad es el Espíritu
Santo, que con razón ha sido llamado alma o principio vital
de la Iglesia orgánicamente considerada.

212. Obligaciones de los maridos. 5, 25-33.


Los varones amad a vuestras esposas,
como también Cristo amó a la Iglesia
y se entregó a si mismo por ella,
para santificarla, parificándola
con el baño del agua por la palabra,
~~ a fin de hacer parecer ante sí gloriosa a la Iglesia,
sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida,
sino que sea santa e inmaculada.
■s Asi deben también los varones amar o sus esposas
como a sus propios cuerpos.
Quien ama a su esposa, a sí mismo ama.
!l Porque nadie jamás aborreció su propia carne.
antes la mantiene y regala.
como también C l isto a la Iglesia.
3'7
§ 212 A LOS EFESIOS 5. 25-33

30 puesto que somos miembros de su cuerpo.


31 En razón de esto abandonará el hombre
al padre y a la madre,
y se adherirá a su esposa,
y serán los dos una sola carne (Gen. 2. 24).
32 Este misterio es grande,
mas yo lo declaro de Cristo y de la Iglesia.
33 Mas juera de esto, vosotros también,
cada uno en particular,
así ame a su esposa como a sí mismo;
la mujer a su vez, que reverencie al marido.

25-33. Sacramentalidad del matrimonio cristiano. En


este pasaje expone San Pablo su altísima concepción sobre el
matrimonio cristiano, cuyo carácter sacramental declara en
función de los místicos desposorios de Cristo con la Iglesia y
de la inefable unidad del Cristo místico. He aquí los rasgos
esenciales de su pensamiento. Jesu-Cristo quiso unir consigo
la Iglesia con la unión más estrecha, que fuese como la pro­
longación de la unión hipostática. Para ello tomó como de­
chado el matrimonio humano, cuya unión se encarece com­
parándola con la unidad que existe entre los miembros del
organismo humano. Para realizar estos ideales de su amor,
Cristo se entregó a sí mismo por la Iglesia, para lavarla y
hermosearla con su sangre, haciéndola digna de sí; y, una
vez lavada y hermoseada, la unió consigo con tan apretados
lazos, que la hizo carne de su carne y hueso de sus huesos.
I' serán los dos una sola carne. Al enunciar esta ley funda­
mental del matrimonio, tomada del Génesis, añade San Pa­
blo: Este misterio es grande: mas yo lo entiendo y declaro
de Cristo y de la Iglesia. Hasta aquí, por así decir, el des­
envolvimiento directo de su pensamiento. Pero al llegar aquí,
se inicia una reversión o reflexión, trocándose los papeles.
Los desposorios de Cristo con la Iglesia, que se consideraban
como un trasunto del matrimonio natural, se convierten a sit
vez en dechado y modelo del matrimonio cristiano. Como
Cristo se unió con la Iglesia tomando como ejemplar el ma­
trimonio natural, a sí a su vez el matrimonio cristiano se hz
<¡r modelar conforme al ideal de los desposorios de Crist<
c<>n la Iglesia. Los esposos cristianos han de reproducir c
318
§ 212-213 A LOS EFESIOS 6, 1-4

sí la unión de Cristo con la Iglesia. Y el amor con que el


marido ha de amar a su mujer no es una simple exhortación
moral; es, y ha de ser, una realización del altísimo sentido
que Cristo ha dado al matrimonio cristiano. Ahora bien, la
unión de Cristo con la Iglesia es sobrenatural, es por la gra­
cia, es por el Espíritu Santo: sobrenatural, por tanto, funda­
da en la gracia y sellada por el Espíritu Santo, es. y ha de
ser, la unión de los esposos cristianos. Por consiguiente, las
mutuas relaciones de los esposos cristianos, no son sino el des ­
envolvimiento o aplicación de la gracia inicial y radical que
entraña en su mismo origen el matrimonio cristiano. Esta gra­
cia inicial, vinculada al matrimonio cristiano, y que es título
de las gracias actuales y particulares necesarias para la vida
conyugal, hace de él verdadero sacramento de la Nueva Ley.
Y esta consideración adquiere mayor fuerza, si se tiene en
cuenta la actitud del Apóstol con los ritos de la antigua Ley.
Mientras a éstos los califica de rudimentos elementales, esté­
riles y pobres (Gál. 4, 9), al matrimonio, en cambio, lo enalte­
ce, presentándolo como rico de altísima significación y eficaz
de la gracia. Es que en aquellos ritos caducos no comprendía
el matrimonio.
26. Bailo del agua por la palabra: con estas palabras nos da
San Pablo la definición clásica del Bautismo.

213. Obligaciones de los hijos y de los padres.


6, 1-4.
1 Los hijos obedeced a vuestros padres en el Señor,
pues esto es justo.
2 Honra a tu padre y a tu madre (Ex. 20, 21).
— que es el primer mandamiento en la promesa ■—,
3 para que todo te suceda bien
y vivas largo tiempo sobre la tierra (Dt. 5, 16).
4 Y los padres no exacerbéis a vuestros hijos,
sino educadlos en la disciplina
y en la instrucción del Señor (Dt. 6, 7).
6, 2. En la promesa: indica San Pablo la división del De­
cálogo en dos series de mandamientos. La segunda, que co­
mienza en el 4, se llama la promesa, por las promesas vincu­
ladas al cumplimiento de los preceptos en ella contenidos.
3i9
§ 213-214 A LOS EFESIOS 6, 5-9

4. Educación paterna. Recomiéndase a los padres la edu­


cación de los hijos, que ha de ser prudentemente blanda, es­
merada y religiosa.

214. Obligaciones de los esclavos y de los amos.


6, 5*9-
5 Los siervos obedeced a vuestros autos temporales
cotí temor y temblor,
con sencillez de vuestro corazón,
como a Cristo.
r‘ 110 con servicio al ojo,
como tjitienes buscan agradar a hombres,
sino como siervos de Cristo,
haciendo la voluntad de Dios con toda el alma.
7 sirviendo con buena voluntad,
como al Señor y no a hombres:
' sabiendo que cada cual, según lo bueno que hiciere,
eso recibirá del Señor,
que sea esclavo, que sea libre.
Y los amos haced otro tanto con ellos.
no recurriendo tanto a la amenaza.
sabiendo que el Señor, tanto de ellos coiiie vuestro,
está en los cielos.
v que no hay en él acepción de personas.

5-8. Espíritu sobrenatural en el servicio. Lo que dice


San Pablo de los siervos puede y debe aplicarse a todos los
que sirven o trabajan a las órdenes de un superior. Lo princi­
pal es que con ojos de fe miren a Dios y a Jesu-Cristo en el
que manda. Hasta cuatro veces lo repite el Apóstol: como a
Cristo, como siervos de Cristo, haciendo la ''voluntad de Dios,
como al Señor y no a hombres. Si así se mira a Dios en el
hombre, se obedecerá, como enseña el Apóstol, con respeto,
con sencillez de corazón, sin servilismo, con buena voluntad.
Premio de tal obediencia será la paga eterna, la cual dará el
Señor proporcionalmente a los buenos servicios que cada cual
hubiere hecho.
9. Amos y patronos cristianos. Otro tanto deben hacer
los amos con los criados, los patronos con los obreros, los
3-?o
§ ¿14-215 A LOS EFESIOS 6. IO-2O

jefes con los subalternos. Mirando con oios de fe a Cristo


en los subordinados, deberán tratarlos con respeto, con leal­
tad, con dignidad, con buena voluntad y especialmente no re­
curriendo tanto a la amenaza. Porque han de saber que tienen
en los cielos un Señor, amo igualmente de ellos y de sus infe­
riores, en el cual no hav acepción de personas, ante el cual to­
dos los hombres son iguales.

4. Ascética xMilitante

215. La armadura del cristiano. 6. 10-20.


10 Por lo demás, confortaos en el Señor
y en el poder de su fuerza.
I] Revestios de la armadura de Dios
para que podáis sosteneros f
ante las asechanzas del diablo.
1:’ Que no es nuestra lucha contra carne y sangre,
sino contra los principados, contra las potestades,
contra los poderes mundanales
de las tinieblas de este siglo,
contra las huestes espirituales de la maldad
que andan en las regiones aéreas.
1;! Por esto, tomad la armadura de Dios
para que podáis oponer resistencia en el dia malo
v, prevenidos con todos los aprestos, sosteneros.
’ * Manteneos, pues, firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad,
y revestidos con la coraza de la justicia,
v calzados los pies
con la preparación pronta para el Evangelio de la paz,
embrazando en todas ocasiones el escudo de la fe,
con que podáis apagar
todos los dardos encendidos del malvado.
K Tomad también el yelmo de la salud
y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios:
1S orando con toda oración y súplica
en todo tiempo, en espíritu,
y para ello velando con toda perseverancia
y súplica por todos los santos,
321
S 215-216 \ LOS EFESIOS 6, 21-22

]!l y por mí, para que al hablar


se me pongan palabras en la boca
•con que anunciar con franca osadía
el misterio del Evangelio,
20 del cual soy mensajero, en cadenas.
a fin de que halle yo en él fuerzas
para anunciarlo con libre entereza.
como es razón que yo hable.

11-13. Advierte el Apóstol a los soldados de Cristo cuáles


son los enemigos contra quienes han de luchar: que no son
principalmente los hombres por perversos que sean, sino los
espíritus malignos, que se valen de los hombres para perder a
los hombres.
12. La expresión regiones aéreas corresponde al original
cielos, en los cuales parecen colocarse y revolotear esos espí­
ritus malvados como pájaros inmundos. En sentido parecido
habla el Evangelio de las aves del cielo (Mt. 6, 26; 8, 20;
13- 32...).
14-17. Describe San Pablo la armadura o panoplia de
Dios. Las piezas de esta armadura espiritual son: el cinto,
que es la verdad; la coraza, que es la justicia; el calzado.
que es la prontitud para ir a predicar el Evangelio; el es­
cudo, que es la fe; el yelmo, que es la salud que se espera, o.
como dice en otra parte (1 Tes. 5. 8), la esperanza de la sa­
lud : la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.
T9. El misterio del Evangelio es el misterio de Cristo
anunciado en el Evangelio, o, más exactamente, el misterio
cuyo anuncio es el Evangelio o buena nueva.

CONCLUSIÓN

216. Nuevas personales. 6, 21-22.


21 Mas para que sepáis también vosotros mi situación,
qué es lo que hago,
todo os lo hará saber Tíquico,
el hermano querido y fiel ministro del Señor,
322
§ 216-217 A LOS EFES1OS 6, 23-24

22 a quien envié a vosotros para esto misino,


a fin de que estéis al cabo de nuestras cosas,
y que conhorte vuestros corazones.

21-22. La misión de Tíquico tiene doble objeto: 1) para


que sepáis también vosotros mi situación’y estéis al cabo de
nuestras cosas, que no todas son para ser escritas en una
carta; 2) para que conhorte, esfuerce y consuele, vuestros co­
razones. La palabra oral del enviado podría ser más eficaz
en este sentido que la palabra escrita del Apóstol.

217. Bendición final. 6, 23-24.


2:5 Paz a los hermanos
y caridad acompañada de la fe
de parte de Dios Padre y del Señor Jesu-Cristo.
21 La gracia sea con todos
los que aman a nuestro Señor Jesu-Cristo
con inmortalidad.

23. La paz y la caridad acompañada de la fe son aquí no


tanto virtudes que los fieles deben ejercitar, cuanto dones
de Dios que deben recibir. Mas para recibir provechosamente
los dones de Dios toca al hombre disponerse y 110 oponer
obstáculos.
24. El sentido definitivo de toda la frase depende de la
expresión final, algo insólita y ambigua, en la incorrupción
o con inmortalidad, que en absoluto puede afectar a gracia
o o los que aman, o a Jesu-Cristo. En el primer sentido, que
parece preferible, significa: Sea con todos los que aman a
nuestro Señor Jesu-Cristo la gracia que se consuma en la
inmortalidad. En el segundo sentido significaría: a los que
aman con amor eterno... En el tercero:... a Jesu-Cristo, que
vive y reina en la inmortalidad.
EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES

INTRODUCCIÓN

La Iglesia de Filíeos. La Iglesia de Filipos fué la pri­


mera que fundó San Pablo en Europa. Esta circunstancia, y el
carácter noble, sincero, afectuoso de aquella colonia romana,
explica la predilección del Apóstol a los Filipenses. San Lucas,
en una de las páginas más admirables de los Hechos apostó­
licos, refiere la ocasión, el motivo, las peripecias de esta fun­
dación. Era hacia el año 5 r, cuando San Pablo, durante su
segunda misión evangélica, movido por una visión celeste, de­
terminó pasar de Tróade a Macedonia; y habiendo desembar­
cado en Neápolis (hoy Cavala), se fué directamente a Filipos.
Allí, después de numerosas conversiones y de maravillosos
prodigios, un motín popular, provocado por unos farsantes, le
obligó a retirarse de la ciudad, después de padecer los azotes
y la cárcel. Pero dejaba allí fundada una cristiandad, adicta
como ninguna al Apóstol, «su gozo y su corona», como él la
llama. En otras varias ocasiones visitó San Pablo a los Fili­
penses.
Ocasión y objeto de la carta. Unos diez años más
tarde, hacia el 61, los Filipenses, enterados de que el Apóstol
estaba prisionero en Roma, le enviaron a Epafrodito con una
buena limosna ¡rara socorrer a sus necesidades. Epafrodito,
después de cumplir su misión, se quedó con San Pablo para
ayudarle en sil ministerio apostólico. Pero cayó enfermo de
peligro este «colaborador y compañero de armas», como le
llama el Apóstol; y después de restablecido, en la convale­
cencia sintió la nostalgia. Pablo, para consolar a Epafrodito,
y para calmar a los Filipenses, preocupados con su enferme­
dad. le envió a su ciudad natal confiándole al mismo tiempo
la presente carta.
325
INTRODUCCIÓN

Su objeto es dar gracias a los Filipenses por su caridad,


manifestarles la ternura de su afecto paternal y exhortarlos
juntamente a perseverar en el camino comenzado. Las ad­
vertencias que les hace contra los judaizantes y contra cier­
tos epicúreos prácticos parecen más bien preventivas. Lo que
principalmente les recomienda es la concordia y la caridad
acompañada de humildad.
División de la carta. La Epístola a los Filipenses en
nada se parece a un tratado doctrinal: es una expansión afec­
tuosa de confianza, de gozo, de cariño, envuelto en consejos
paternales. Además de la introducción y de la conclusión, en
el cuerpo de la Epístola se pueden distinguir dos partes, cada
una de las cuales contiene noticias personales seguidas de
exhortaciones.
Introducción: Salutación epistolar (i, 1-2). Acción de
gracias a Dios por los Filipenses, en la cual San Pablo los
elogia delicadamente, les muestra entrañable afecto y ruega
por ellos (1, 3-11).
Primera parte.: A. Noticias: sobre la difusión del Evan­
gelio en Roma y sobre la esperanza de Pablo en el feliz éxito
de su proceso ((, 12-26). — B. Exhortaciones: a la constan­
cia en luchar por la fe (1, 27-30); a la caridad humilde y des­
interesada a ejemplo de Cristo (2, 1-11); a cooperar con la
gracia de Dios en la obra de su salud con el ejemplo de toda
santidad (2, 12-18).
Segunda parte: A. Noticias: sobre Timoteo, a quien
piensa mandar a Filipos, y sobre Epafrodito, cuya enferme­
dad y restablecimiento refiere (2, 19-30). B. Exhortaciones:
a que se prevengan contra los judaizantes (3. 1-21); a la con­
cordia (4, 1-3), al gozo espiritual (4, 4-7) y a toda virtud
(4, 8-9).
Conclusión. Recuerda el Apóstol sus cordiales relacio­
nes con los Filipenses, dándoles nuevamente gracias por su
presente (4, 10-20). Saludos finales y bendición apostólica
(.4, 21-23).

3-<»
§ 218-219 A LOS FILIPE.NSES i, 1-2: 1. 3-1 (

EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES

INTRODUCCIÓN

218. Salutación epistolar. 1, 1-2.


1 Pablo y Timoteo, esclavos de Cristo Jesús,
a todos los santos en Cristo Jesús
que se hallan en Filipos
con los obispos y diáconos.
2 Gracia a vosotros y paz
de parte de Dios, padre nuestro,
y del Señor Jesu-Cristo.

1, 1. Obispos: en las Epístolas de San Pablo se denomi­


nan indiferentemente Obispos y Presbíteros todos los sacer­
dotes, ya sean del grado inferior, va del superior. En Filipos
la pluralidad de Obispos se verifica perfectamente con la exis­
tencia de un colegio presbiteral presidido por un Obispo pro­
piamente dicho, que, investido del carácter episcopal, tuviese
el supremo gobierno y magisterio de aquella Iglesia. El que
los demás, llamados aquí Obispos, tuviesen también el carác­
ter episcopal, ni es necesario, ni tampoco imposible.

219. Acción de gracias, cariñosos elogios, ora­


ciones. 1, 3-11.
:! Hago gracias a mi Dios
todas las veces que me acuerdo de vosotros,
4 siempre, en toda oración mía por todos vosotros,
haciendo con gozo mi oración.
5 por la parte que habéis tomado eu el Evangelio
desde el primer día hasta ahora,
G con la segura confianza de que
quien •comenzó en vosotros obra buena
la llevará al cabo hasta el día de Cristo Jesús,
3-7
§ -19 A LOS FILIPENSES i, 3-11

7 según es justicia para mí sentir eso de todos vosotros,


por cuanto os tengo en mi corazón,
a vosotros, que tanto en mis cadenas
como en la defensa y consolidación del Evangelio
sois todos partícipes de mi gracia.
s Porque testigo me es Dios
de cuánta soledad siento de todos vosotros
en las entrañas de Cristo Jesús.
0 Y esto pido en mi oración:
que vuestra caridad rebose todavía más y más
en cabal conocimiento y en todo discernimiento,
10 para que sepáis aquilatar lo mejor,
a fin de que os mantengáis sin tacha y sin tropiezo
hasta el día de Cristo,
11 colmados del fruto de justicia
que se logra por Jesu-Cristo.
a gloria y alabanza de Dios.
5. Desde el primer dia: la Iglesia de Filipos fue la prime­
ra fundada por San Pablo en Europa.
6. El día de Cristo Jesús es el de su segundo advenimiento.
7. Sentir eso: habla San Pablo de los sentimientos de amor,
gozo, confianza, expresados en los versículos precedentes. El
amor del Apóstol a los Filipenses hace que los considere como
asociados a la gracia singularísima de su apostolado. En vez
de gracia la Vulgata lee gozo.
7-8. Os tengo en mi corazón, os amo ardientemente en las
entrañas de Cristo Jesús. Estas dos frases abren horizontes ili­
mitados para la Teología del Corazón de Jesu-Cristo. Tres
cosas enseñan principalmente: 1) la identidad de significación
entre corazón y entrañas; conforme a la cual la segunda frase
puede, v casi debe, traducirse os amo en el Corazón o con el
Corazón de Cristo; 2) si todos los filipenses — y lo mismo dice
de los Corintios — caben en el corazón de Pablo, mucho más
tocios los hombres cabrán en el Corazón de Jesu-Cristo, en el
cual tienen su morada o inhabitación, inefablemente real y ver­
dadera ; 3) es muy íntima la compenetración o fusión entre el
corazón de San Pablo y el de Jesu-Cristo para que el Apóstol
pueda decir que ama con el mismo corazón de Jesús.
328
§ 2 KJ-2.-Í0 A I.OS PILI PENSES I, I2-JO

9-11. Caridad progresiva. E11 el progresivo crecimiento


de la caridad señala San Pablo dos factores: un principio o
coeficiente intelectual y un objetivo práctico. El principio in­
telectual es cabal conocimiento de Dios y de los divinos miste­
rios y fino discernimiento del divino beneplácito. El objetivo
práctico es aquilatar lo mejor en razón de escogerlo, mante­
nerse sin taclla, colmados del jruto de justicia, que es la santi­
dad de la vida. La conexión de la caridad con estos dos facto­
res de su crecimiento es interesante así para la especulación
como para la práctica.
El jruto de justicia tiene como raíz la humildad, por cuan­
to es fuerza reconocer que sólo se logra por Jesu-Cristo y por­
que hay qne ordenarlo exclusivamente a gloria y alabanza de
Dios.

I. Noticias

220. Difusión del Evangelio en Roma. 1, 12-20.


’- Mas quiero que sepáis, hermanos,
que las cosas que me han sobrevenido
han servido más para el avance del Evangelio,
*" de suerte que mis prisiones
se han hecho en Cristo notorias
en todo el pretorio y a todos los demás,
H y los más de los hermanos,
alentados en el Señor con mis prisiones,
se atreven más y más
a anunciar intrépidamente la palabra del Señor.
’■ Algunos ciertamente por pura envidia y rivalidad,
nías otros también por benevolencia predican a Cristo;
10 los unos por amor,
sabiendo que estoy puesto para dejensa del Evangelio,
’* mas los otros por emulación anuncian a Cristo,
no limpiamente,
imaginando suscitar aflicción a mis prisiones.
1S Pues ¿qué? Que en todo caso, de todas maneras,
sea por pretexto, sea con verdad,
Cristo es anunciado,
329
§ 2-0-221_________ A LOS F1LIPENSES ____ i. 21-26

y de ello me gozo;
más aún, me gozaré siempre;
19 porque sé que esto resultará en beneficio de mi salud,
gracias a vuestra oración
y a la suministración del Espíritu de Jesu-Cristo,
20 según mi expectación y esperanza
de que en nada quedaré confundido,
sino que, con toda seguridad,
ahora lo mismo que siempre,
será Cristo engrandecido en mi cuerpo,
ya sea por vida, ya sea por muerte.

12-I/. El avance del Evangelio. Asegura el Apóstol que


para la difusión del Evangelio contribuyeron más sus prisiones
que sus misiones y su predicación. En la obra de la salvación
y santificación de las almas interviene un factor providencial,
la acción secreta del Espíritu Santo, que suele actuar más po­
derosamente, cuando con la persecución y la violencia se su­
prime a los factores humanos y normales.
De dos maneras contribuyeron las prisiones de Pablo a la
divulgación del Evangelio: por la notoriedad que le dieron en
el pretorio imperial y en toda Roma, y por los nuevos predi­
cadores que suscitaron: estimulados, unos por la caridad, otros
por la rivalidad.
18. Gozo DE San Pablo. En este gozo de que Cristo sea
anunciado, en todo caso, de todas maneras, muestra más el
Apóstol su amor a Jesu-Cristo, su leal desinterés y la nobleza
de su corazón, que en las fatigas del apostolado y más aún que
en las mismas prisiones.

221. Esperanzas de una próxima liberación.


1. 21-26.
21 Pues para mí el vivir es Cristo,
y el morir, ganancia.
22 Por otro lado, si hay qtte vivir en carne,
esto será para mí rendir fruto con mi trabajo;
y qué haya de escoger, no lo sé.
23 )’ me siento estrechado de ambos lados:
330
§ 22i____________ A LOS FIEl PENSES___________ i, 21-26

teniendo el deseo de ser desalado y estar con Cristo,


cosa, en verdad, mucho más preferible,
21 mas el quedarme en la carne es más necesario
en atención a vosotros.
para vuestro adelantamiento y gozo de la fe,
20 a fin de que tengáis en mí
mayor motivo de gloriaros en Cristo Jesús
por mi presencia de nuevo entre vosotros.

21. Cristo, vida de Pablo. Para mí el vivir es Cristo:


el artículo que precede al verbo vivir, que es sujeto de la ora­
ción, hace que la frase sea una proposición de estricta identi­
dad. Asi no dice simplemente San Pablo: Cristo es vida mía,
sino, inversamente: el vivir es para mí Cristo. Así entendida
esta proposición, permite vislumbrar profundidades místicas,
escondidas al vulgar sentir humano. Dice el Apóstol: el vivir,
esto es, el pensar, el sentir, el amar, el querer: toda mi vida,
intelectual y sensible, racional y afectiva, moral y social, en
todos sus aspectos y manifestaciones, es siempre Cristo y sólo
Cristo. Al analizar mis actos vitales, siempre se resuelven en
un elemento: Cristo. Ahora bien, como la vida es inmanente,
es lo más íntimo en el hombre, el que la vida de Pablo sea
Cristo, supone que Cristo se ha hecho inmanente en Pablo,
que se ha compenetrado e identificado místicamente con Pa­
blo. Y lo que se dice de Pablo, se dice proporcionalmente de
todos los fieles.
23. Ser desatado: es una imagen tomada de la navegación
en la cual la nave, sueltas las amarras que la tenían sujeta al
puerto, se lanza a alta mar.
21-23. Ilusión de morir. Estas tres declaraciones: el mo­
rir para mi es ganancia, deseo ser desatado y estar con Cristo,
cosa mucho más preferible, muestran que San Pablo no sentía
las trágicas angustias de la filosofía existencialista. Para el cris­
tianismo consecuente, el problema existencialista ni existe si­
quiera.

33i
§ 222 A LOS FILIPENSES i. 27-30

II. Exhortaciones

222. Constancia en el combate por la fe. 1, 27-30.


Solamente comportaos
de una manera digna del Evangelio de Cristo,
para que. o de vista, si voy, o de oídas, si 110 voy,
sepa en todo caso de vosotros
qne os mantenéis firmes en nn mismo espíritu,
luchando juntos con una sola alma
por la fe del Evangelio,
-s y no dejándoos amedrentar en nada por los adversarios,
lo cual es para ellos señal de perdición,
mas para vosotros de salud,
y esto por obra de Dios;
'/íl ya que a vosotros se os concedió graciosamente
qne por Cristo,,.
no solamente que creyeseis en él,
sino también que por él padecieseis,
:i" teniendo el mismo combate
cual el que visteis en mí
V ahora oís que tiene lugar en mí.

27. Luchando: es frecuente en San Pablo hablar de las rea­


lidades de la vida espiritual con imágenes tomadas de los jue­
gos atléticos.
28. Las persecuciones con que pretenden amedrentados vues-
tios adversarios son para ellos señal de perdición, mas para
vosotros señal de salud. Esto mismo había escrito años antes
en parecidas circunstancias a los fieles de Tesalónica (2 Tes.
L 5-7).
29. Padecer por Cristo. Es merced de Dios, graciosa­
mente concedida, no solamente creer en Cristo, sino también
padecer por él.
30. Recuerda juntamente San Pablo la prisión que padeció
en Filipos (Ac. 16, 19-40) y la que ahora padece en Roma.
33^
§ 2_'3--’-4 A LOS FILIPENSES 2, I-4; 2, 5-11

223. Caridad humilde y desinteresada. 2, 1-4.


1 Si hay, pues, alguna consolación cu Cristo,
si algún solaz de caridad,
si alguna comunión de espíritu,
si algunas entrañas y ternuras de misericordia,
- colmad mi goso, de suerte que sintáis una misma cosa,
teniendo una misma caridad,
siendo una sola alma,
aspirando a una sola cosa;
" nada por rivalidad ni por vanagloria,
antes bien por la humildad
estimando los unos a los otros como superiores a sí,
1 mirando cada cual uo por sus propias ventajas,
sino también por las de los otros.

2, 1-4. Caridad humilde y desinteresada. El pensa­


miento de San Pablo es sencillísimo. Si me queréis bien, dice,
tened caridad, humildad y desinterés; es decir, la caridad que
tenéis conmigo, mostradla igualmente unos con otros. Caridad
en la prótasis (v. 1) y caridad en la apódosis (w. 2-4). Si el
corte del período nada tiene de clásico, las expresiones em­
pero son de un vigor, de una elevación y de una intimidad, a
que nunca llegaron Demóstenes y Cicerón. Consolación en
Cristo, solas de caridad, comunión de espíritu, entrañas y ter­
nuras de misericordia: delicadezas exquisitas, vibrantes pal­
pitaciones del corazón de Pablo, o, mejor, del Corazón mismo
de Jesu-Cristo. Las expresiones con que luego recomienda la
mutua caridad, acompañada de humildad y desinterés, más
que declaración están pidiendo seria reflexión. Muchas veces
en sus cartas recomienda San Pablo la caridad; pero nunca tal
vez con tanto realismo y tanta fuerza como en estas frases des­
ligadas.

224. Humillación y exaltación de Cristo. 2, 5-11.


5 Tened en vosotros estos sentimientos,
los mismos que en Cristo Jesús;
al cual, subsistiendo en la forma de Dios,
333
§ _’2.| _ A LOS FILIPENSES __________ 2, 5-1 *

no consideró como una presa arrebatada


el ser al igual de Dios,
~ antes se anonadó a sí mismo,
tomando forma de esclavo,
hecho a semejanza de los hombres;
y en su condición exterior presentándose como hombre.
s se abatió a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Por lo cual a su vez Dios soberanamente le exaltó,
y le dió el nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla
de los seres celestes, y de los terrenales,
y de los infernales,
11 v toda lengua confiese que Jesu-Cristo es Señor
encumbrado a la gloria de Dios Padre.

2, 5. Este versículo, que traducido literalmente suena asi:


Esto sentid en vosotros, lo que también (o asimismo) en Cristo
Jesús, puede entenderse de dos maneras: o «tened los mismos
sentimientos que tuvo Cristo», o “tened los sentimientos que
corresponden a quien vive y siente en Cristo». En el primer
sentido Cristo sería modelo; en el segundo, principio íntimo
de sus sentimientos. Ambos sentidos son conformes a la Teo­
logía de San Pablo y cuadran bien con el contexto. El segun­
do, con todo, parece preferible (Cf. nuestra Teología de San
Pablo, p. 276-278.)
6-11. Apoteosis de Cristo. Este pasaje, uno de los más
maravillosos de San Pablo, es también uno de los testimonios
más espléndidos de la divinidad de Jesu-Cristo. La expresión
subsistiendo en la forma de Dios, antitéticamente paralela a
esta otra tomando forma de esclavo, no tiene ni puede tener
otro sentido que el de que Cristo poseía antes de su encarna­
ción la naturaleza o esencia divina. Que si forma de esclavo
es la naturaleza humana, forma de Dios no puede ser sino la
naturaleza divina. La forma de esclavo la tomó: la forma de
Dios no la tomó en el tiempo: en ella existía eternamente. El
que Cristo al hacerse hombre se anonadó, o más a la letra, se
vació a sí mismo, no quiere decir que se desposeyese de la
forma de Dios, absurdo inconcebible; sino que escondió o
334
§ 224-225 A_LOS FILIPENSES __ 2. 12-18

eclipsó la gloria externa de la forma de Dios, que renunció a


los derechos extrínsecos que correspondían a quien existía en
la forma de Dios. El nombre que es sobre todo nombre no es
precisamente el nombre de Jesús, sino, como dirá después, el
de Señor en su significación transcendente o divina. Si bien,
por otra parte, el nombre augusto de Jesús, por ser el nombre
propio y personal de este Señor, es acreedor a los honores di­
vinos. Este nombre y la exaltación soberana a él correspon­
diente se la dió el Padre a Jesu-Cristo. No quiere con esto de­
cir San Pablo que el Padre diese a Jesu-Cristo en recompensa
de su obediencia el ser propia e intrínsecamente Señor, pues
nunca había dejado de serlo; lo que le dió fué la manifesta­
ción externa y gloriosa de su señorío o la posesión y goce de
los derechos extrínsecos a que él había espontáneamente re­
nunciado. Aquellas expresiones se doble toda rodilla, toda len­
gua confiese, si se comparan con aquella declaración que hace
Dios por Isaías (45, 24) precisamente para reivindicar su di­
vinidad, A mí se doblará toda rodilla y por mí jurará toda len­
gua, son un testimonio irrecusable de la verdadera y propia
divinidad de Jesu-Cristo. Las últimas palabras: Jesu-Cristo es
Señor encumbrado a la gloria de Dios Padre significan que
Jesu-Cristo es el Señor por antonomasia, es el Yahvé del An­
tiguo Testamento, que entra en la posesión de la gloria divina
al igual que Dios Padre. En esta glorificación divina de Jesu-
Crísta se verifica plena y exclusivamente la significación de la
palabra apoteosis. Cí. Teología de S. Pablo, p. 275-293.

225. Cooperación a la gracia en la obra de la


salud. 2, 12-18.
12 Así que, amados míos, según que siempre obedecisteis,
no como en mi presencia solamente,
sino ahora mucho más en mi ausencia,
con temor y temblor obrad vuestra propia salud;
1!! porque Dios es el que obra en vosotros
así el querer como el obrar,
en virtud de su beneplácito.
34 Hacedlo todo sin murmurcbciones ni discusiones,
para que seáis irreprochables y sencillos,
hijos de Dios sin tacha
335
§ 225 A LOS FILIPENSES 2, 12-18

en medio de una generación aviesa y pervertida,


entre los cuales brilláis como antorchas en el mundo,
16 exhibiendo la palabra de vida,
lo cual será para gloria mía en el día de Cristo,
de que no corrí en vano ni en vano me afané.
17 I’ más, aun cuando se derrame mi sangre como libación
sobre el sacrificio y sagrado culto de vuestra fe,
me gozo y congratulo con todos vosotros:
is reciprocamente, también vosotros gozaos
y congratidaos conmigo.

13. Necesidad de la gracia. Aquí vuelve San Pablo por


los fueros de la gracia divina, necesaria de parte nuestra, pues
da no sólo el obrar lo bueno, sino también el quererlo; y gra­
tuita de jiarte de Dios, pues depende únicamente de su bene­
plácito o benevolencia.
15. Brilláis como antorchas en el mundo. Eco de las pala­
bras del Divino Maestro: Vosotros sois la luz del mundo
(Mt. 5, 14-16).
16. Exhibiendo la palabra de vida, es decir mostrando a
los ojos del mundo en vuestra vida la fuerza santificadora y
vivificante de la palabra evangélica: o, también, ostentando y
presentando a la vista de los hombres la palabra evangélica,
acreditada por la santidad de vuestra vida, como llevando en
vuestras manos, a manera de antorcha, el Evangelio, que es luz
de vida (Jn. 8, 12); o, mejor todavía, conforme al sentido pri­
mario del verbo original (¿né/w = dirigir, enderezar, enfocar).
enfocando a los hombres la palabra de vida (Cf. 2 Cor. 3, 18:
4. 6). Esta interpretación es más coherente con el contexto y
más conforme con las enseñanzas del divino Maestro, a que
parece aludirse, que la otra interpretación poseyendo (o man­
teniendo firmemente) la palabra de vida.
17. El sacrificio de la FE. Con imágenes litúrgicas pre­
senta San Pablo la fe de los Filipenses, acompañada de la ca­
ridad y buenas obras, como un sacrificio ofrecido a Dios, como
un acto litúrgico, sobre el cual, como para completarlo, está
dispuesto a derramar su sangre, a manera de libación sagrada.

336
§ 22Ó-2>7 A LOS FILIPENSES 2, 19-24; 2, 25-30

III. Nuevas noticias

226. Próximo viaje de Timoteo a Filipos. 2, 19-24.


u’ Confío cu el Señor Jesús
enviaros dentro de poco a 7'imoteo.
para qtte yo también cobre buen ánimo
al saber nuevas de vosotros.
20 Pues no tengo otro de iguales sentimientos
que hidalgamente se preocupe por vuestras cosas.
21 Porque todos buscan sus propios intereses,
no los de Jesu-Cristo.
-2 Mas lo acendrado de su bondad ya lo conocéis,
como que cual hijo con su padre
ha trabajado conmigo eu servicio del Evangelio.
2:1 A éste, pues, espero enviar, sin demora,
así que barrunte el desenlace de mi situación :
21 si bien confío en el Señor
que yo mismo pronto iré a vosotros.

19-23. Por este y otros pasajes y por las dos cartas que le
escribió se ve que Timoteo era el predilecto entre los discípu­
los y colaboradores de San Pablo. Ahora, juzgando a distancia
y por los hechos, parece que Lucas y Silas (o Silvano) y sobre
todo Tito no eran inferiores a Timoteo.
21. Todos buscan sus intereses, no los de Jesu-Cristo. No
era una expansión de mal humor momentáneo esta sentida
lamentación del Apóstol. Quisiera Dios que hoy no tuviera que
proferir semejante querella.

227. Enfermedad y restablecimiento de Epafro*


dito. 2, 25-30.
23 Entre tanto, estimé necesario enviaros a Epafrodito,
el hermano y colaborador y compañero mío de armas,
y, de parte de vosotros, delegado
y empleado en atender a mi necesidad;
337
§ 2J/-228 A LOS FILII’ENSES 3- 1-t6

-c pues estaba con añoranza de todos vosotros y en agustias,


por -cnanto os habíais enterado de qne estuvo enfermo.
’2‘ Y así fué, que estuvo enfermo a punto de muerte;
mas Dios tuvo piedad de él,
v no sólo de él, sino también de mí,
para qne no tuviese yo tristeza sobre tristeza.
23 Con tanta más premura, pues, os le envío,
a fin de que, al verle, de nuevo os gocéis
T yo quede con menos tristeza.
29 Recibidle, pues, cu el Señor con toda alegría,
y a tales hombres mostradles toda estima.
3,1 ya qne por la obra de Cristo llegó a punto de muerte,
habiendo puesto a riesgo su vida.
cu razón de suplir por vosotros,
prestándome los servicios qne vosotros no podíais.

25-30. Este pasaje, como toda la carta, está como embal­


samado por la fragancia del más íntimo amor así a Epafrodito
como a los Filipenses. En él, sin querer, descubre San Pablo
toda la exquisita delicadeza de sus sentimientos. Es un error
imaginar que la tonalidad y elevación teológica de la caridad
extingue y ahoga los encantos y ternezas del legitimo amor
humano.
30. Aquí, como ya antes en el vers. 25, llama liturgia o
ministerio sagrado los servicios de la caridad. Es que lo que
se hace con los miembros de Cristo, se hace con el mismo
Cristo (Mt. 25, 40).

IV. Nuevas exhortaciones

228. Prevenirse contra los judaizantes. 3, 1-16.


1 Por lo demás, hermanos míos, gozaos cu el Señor.
Escribiros las mismas cosas a mí no me es enojoso;
a vosotros os puede dar seguridad.
2 ¡Ojo con los perros, ojo con los malos obreros,
ojo con la mutilación!
3 Que nosotros somos la -circuncisión,
338
§ _jS _________ A LOS FILIPENSES____________ 3. 1-16

los que, en el Espíritu de Dios, le damos culto,


y nos gloriamos en Cristo Jesús,
y no ponemos nuestra confianza en la carne;
4 si bien yo podría tener confianza también en la carne.
Si otro alguno cree poder confiar en la carne, yo más;
5 circunciso del octavo día,
del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín,
hebreo de hebreos;
por lo que mira a la ley, fariseo;
,! en cnanto a celo, perseguidor de la Iglesia;
cu cuanto a la justicia qne cabe en la ley,
hombre sin tacha.
7 A pesar de todo, cuantas cosas eran para mí ganancias,
ésas por Cristo las he reputado pérdida.
s \Q11c sí, que aun todas las cosas reputo pérdida,
comparadas con la eminencia del conocimiento
de Cristo Jesús, mi Señor,
por quien di al traste con todas, y las tengo por basura.',,
en razón de ganarme a Cristo,
9 y ser hallado en él,
no poseyendo nna justicia propia,
aquella que viene de la ley,
sino la que viene por la fe de Cristo,
la justicia que proviene de Dios, basada sobre la je;
10 a fin de conocerle a él
y sentir en mí el poder de su resurrección
y la comunión de sus padecimientos,
configurándome conforme a su muerte,
11 por si llego a encontrarme
con la resurrección de entre los muertos.
12 No que ya lo haya obtenido o qne ya sea yo perfecto;
mas sigo adelante, por si logro apresarle,
ya que a mi vez fui apresado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo no me hago cuenta todavía
de haberlo yo mismo apresado;
una cosa hago, empero:
olvidando lo que dejo atrás
y lanzándome a lo que me queda por delante,
14 puestos los ojos en la meta,
sigo corriendo hacia el premio
339
§ A LOS FILIPENSES 3. 1-16

de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.


1' Cuantos,, pues, sontos perfectos,
tengamos estos sentimientos;
v si sobre algo sentís de diferente manera,
también sobre eso Dios os ilustrará.
!fi Puera de esto, desde el punto adonde hemos llegado,
sigamos adelante por los mismos pasos.

3. 1. Gozaos en el Señor. La espiritualidad de San Pablo,


como la auténtica espiritualidad cristiana, con ser una espiri­
tual crucifixión, no es tristona ni ceñuda, sino gozosa y eufó­
rica. En medio de las persecuciones, ultrajes v maledicencias
de todo el mundo, decía el divino Maestro: gozaos y alboro­
zaos (Mt. 5, 12). Y el Apóstol escribía a los Corintios: Hen­
chido estoy de consolación, estoy qnc reboso de gozo en medio
de toda esta tribulación nuestra (2 Cor. 7, 4). Y así innumera­
bles veces.
2. ¡Ojo con los perros! No parece probable que San Pablo
pretenda llamar perros a los judaizantes: más bien parece que
para que se guarden de ellos emplea la frase hecha que se co­
loca a la entrada de las casas para avisar a uno que se guarde
de los perros. Mutilación: con un juego de palabras irónico,
para designar la circuncisión (en griego peritomén) usa la pa­
labra afín katatomén, que significa mutilación (Cf. Gál. 5, 12).
3. Nosotros somos la verdadera circuncisión, el verdadero
Israel de Dios (Gál. 6, 16).
7-8. El todo por el todo. Reputar por pérdidas cuantas
pudieran parecer ganancias, dar al traste con todas, tenerlas por
basuras en razón de adquirir el soberano conocimiento de
Cristo Jesús y de ganarse a Cristo es lo que la Imitación de
Cristo llama «dar el todo por el todo» (3, 5, 4: 3, 27, 1). El
momento de llegar a esta generosa y heroica resolución es lo
que los Santos han considerado como el punto inicial de su
verdadera conversión a Dios.
9. Justicia de Dios en Cristo Jesús. Este vers. es un
resumen maravilloso de la doctrina de San Pablo sobre la
justificación, desarrollada en las Epístolas a los Romanos y
a los Gálatas: justicia en Cristo Jesús, justicia no propia que
34‘i
§ -<28-229 A LOS FILI TENSES

viene de la ley, sino justicia que viene por la je en Cristo, justi­


cia que proviene de Dios y lleva al conocimiento <le Cristo y
entraña la comunión con Cristo.
10-11. En estos vers. pasa San Pablo insensiblemente del
orden especulativo al orden práctico o efectivo. Dice que quiere
la justicia que se alcanza por la fe, para conocer a Cristo y el
poder (o eficacia) de su resurrección, que de la Cabeza se co­
munica a los miembros, y conocer y adquirir la comunión (o
comunicación) de sus padecimientos. Y pues la comunión de los
padecimientos es prerrequisito indispensable para la comunión
de la resurrección, prosigue: configurándome conforme a .01
muerte, por si llego a alcanzar la resurrección de entre los
muertos.
12-14. El pensamiento de San Pablo, expresado con imá­
genes vivientes tomadas del certamen de la carrera, es éste:
Pablo corría desalado tras la justicia; Cristo corrió tras él,
le dió un alcance y le derribó: y siguió corriendo: Pablo se
levanta, y corre tras Cristo, no ya para derribarle, sino para
alcanzar la justicia de la fe y la corona de la vida eterna en
Cristo Jesús. De este pintoresco pasaje de San Pablo han sa­
cado los autores ascéticos su doctrina sobre la necesidad de ir
siempre adelante en el camino espiritual; en el cual, olvidando
lo que dejamos atrás, hay que lanzarse a lo que nos queda por
delante, puestos siempre los ojos en la meta.

229. Ejemplo de Pablo, los enemigos de la cruz,


la ciudadanía celeste. 3. 17-21.
17 Sed, hermanos, todos a una imitadores míos,
V observad a los que así proceden
según el dechado que tenéis en nosotros.
:s Porque muchos andan por ahí,
de quienes a menudo os decía,
— y ahora aun con lágrimas lo digo —
los enemigos de la cruz de Cristo,
cuyo paradero es perdición,
cuyo Dios es el vientre y cuya gloria está cu su vergüenza,
esos cuyos ojos se van tras las cosas terrenas.
34i
A LOS FILIPENSES

20 Porque nuestra ciudadanía en los cielos está,


desde donde también aguardamos un Salvador,
el Señor Jesu-Cristo,
21 el cual transfigurará nuestro cuerpo de bajeza.
hecho al talle de su cuerpo de gloria,
según su poderosa acción,
capaz aun de subyugar a sí todas las cosas.

18-19. Falsos apóstoles. Con rasgos crudamente realis­


tas estigmatiza San Pablo a muchos falsos apóstoles, que no
son aquí solamente los que propalan falsas doctrinas, sino los
enemigos de la cruz de Cristo, especulativos v prácticos, que
ponen todo su corazón en las bajezas carnales y eu las cosas
terrenas.
20. Nuestra ciudadanía en los cielos está: es lo mismo que
escribe a los Hebreos (13. 14): Que no tenemos aquí ciudad
permanente, sino que caminamos en busca de la que ha de
venir, en cuyo censo estamos ya inscritos como ciudadanos
(Hbr. 12, 23).
La interpretación que muchas veces se da: Nuestra con­
versación está en los cielos, si no es estrictamente literal, no
es ajena a la mente del Apóstol; ya que si en los cielos está
nuestra ciudadanía, natural es que en los cielos vivamos con
el corazón y de las cosas celestes gustemos de hablar. La
ciudadanía celeste lleva consigo trato y conversación celeste.
21. Gloria de la resurrección. Hermosamente se des­
cribe la gloria que transfigurará nuestro cuerpo de bajeza.
Dos principios señala San Pablo de esta gloriosa transfigu­
ración : el dechado y el agente. El dechado o causa ejem­
plar será el mismo cuerpo glorioso de Cristo, a imagen del
cual se transfigurará el nuestro. El agente será la poderosa
acción de Cristo, capaz aun de subyugar a sí todas las cosas.
Las leyes deprimentes a que está ahora sujeto nuestro cuer­
po cederán entonces a la acción omnipotente de Cristo. (1 Cor.
15, 42-49).

342
§ 230-231__________ A LOS FILIPENSES____ 4. 1-3; 4, -1-7

230. Concordia. 4, 1-3.


1 Así que, hermanos míos queridos y añorados,
gozo y corona mía,
manteneos así firmes en el Señor, queridos míos.
2 Recomiendo a Evodia y recomiendo a Síutique
que tengan un mismo sentir en el Señor.
3 ¡Ea!, a ti también te ruego, mi leal compañero,
que les prestes tu ayuda,
ya que ellas lucharon a mi lado cu pro del Evangelio
a una con Clemente y los demás colaboradores míos,
cuyos nombres están en el libro de la vida.

4, 1. Es deliciosa y edificante la efusión afectiva de San


Pablo con los fieles de Eilipos, con aquellos soldados vetera­
nos, tan honrados como valientes, que él llama cariñosamente
hermanos míos queridos y añorados, gozo y corona mía,
queridos míos.
2. Evodia y Síntique eran dos señoras entre las cuales
liobía ciertas diferencias y disensiones, pero que, como indica
a continuación, habían trabajado bien en la propagación del
Evangelio, en la Acción Católica, como diríamos ahora.
Parece no tenía que reprender San Pablo en los Filipenses
otros defectos más que las diferencias entre esas dos buenas
señoras.
3. Leal compañero: ignoramos totalmente quién sea este
personaje, con quien habla el Apóstol. Clemente parece ser
el que después fué Papa.

231. Gozo espiritual. 4, 4-7.


4 Gozaos en el Señor en todo tiempo;
otra vez lo diré: Gozaos.
5 El Señor está cerca.
De nada os acongojéis,
sino que en toda coyuntura
vuestras demandas sean presentadas
eu el acatamiento de Dios
343
24
§ L3I A LOS F1L1PENSES 4- 4-~

por la oración y petición


acompañada de hacimiento de gracias.
7 Y la paz de Dios, la que sobrepuja toda inteligencia,
guardará vuestros corazones
y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

4-5. Gozo en el Señor. Gozaos en todo tiempo, gozaos:


¿ice y repite San Pablo. Este gozo ha de ser en el Señor,
cual corresponde a los que viven en Cristo Jesús. Motivo
singular de este gozo es que el Señor está cerca. El adveni­
miento del Señor está muy cerca para cada individuo y se
avecina rápidamente para toda la humanidad. Es digno de
notarse que para el buen cristiano el advenimiento del Señor
no es objeto de terror, antes de esperanza y de gozo. El Apo­
calipsis termina con la exclamación jubilosa: Yen, Señor Je­
sús (22, 20. Cf. 1 Cor. 16, 22). El gozo debe ir acompañado
de moderación, que significa aquí espíritu de equidad, con­
descendencia, blandura, en no tratar a los demás aplicándoles
rígidamente todo el peso de la ley ni exigiendo a punta de
lanza los propios derechos. Necesaria es la justicia social;
pero es insuficiente, si no va acompañada de equidad y de
caridad social.
6. Monos de oración. Tres modos de orar señala San
Pablo; oración, petición, hacimiento de gracias señaladas
también juntamente con la intercesión en 1 Tim. 2, 1. Pero
toda oración debe hacerse en el acatamiento de Dios, cotí
reverencia a Dios considerado presente. Sin la reverente pre­
sencia de Dios no se concibe la oración.
7. La paz de Dios. Dios, amante de la paz, es el autor
y dador de la verdadera paz. lista paz de Dios, no sólo es
superior a la que el mundo da (Jn. 14, 27), sino que sobre­
puja toda inteligencia humana. Habla principalmente San
Pablo de la paz íntima, la que pacifica y guarda los corazones
de las guerras pasionales y preserva los pensamientos de las
dudas y contradicciones, que tanto torturan las inteligencias
humanas. Con esta paz de los corazones y de los pensa­
mientos es incompatible la turbulenta filosofía existencialista.
§ <3-^33 LOS FILI PENSES 4. 8-9: 4. 10-20

232. Ideal de virtud. 4, 8-9.


8 Por lo demás, hermanos, cuantas cosas haya verdaderas,
cuantas decorosas, cuantas justas, cuantas puras,
cuantas amables, cuantas bien reputadas,
si alguna virtud hay. si cosa digna de alabanza,
tales cosas pensad:
p lo que aprendisteis, y recibisteis,
y oísteis y visteis en nú, eso haced;
y el Dios de la paz será con vosotros.

8. Nobles ideales. Es amplio y generoso el ideal de


perfección que aquí sugiere San Pablo. En él cabe todo lo
verdadero, decoroso, justo, puro, amable, honesto, virtuoso,
loable. Junto a los valores sobrenaturales figuran en él los
valores naturales, obras al fin de Dios Creador. Porque toda
cieatura de Dios es buena, y nada hay que merezca repu­
diarse, como se tome con hacimiento de gracias (1 Tim. 4, 4).
Mas ion el mismo criterio con que aprueba todos estos va­
lores, reprueba igualmente todo lo contrario: lo falso, lo in­
decoroso, lo injusto, lo impuro, lo odioso, lo descalificado,
lo vicioso, lo vituperable. Amplitud de criterio y anchura de
corazón para todo lo bueno, detestación y hostilidad inexo­
rable para todo lo malo.

CONCLUSIÓN

233. Sentimientos de Pablo por el obsequio de


los Filipenses. 4, 10-20.
J0 Me goce en el Señor grandemente
de que ya por fin retoñó el interés que por mí sentís,
como que ya lo sentíais,
mas os faltaba oportunidad de mostrarlo.
n No es que lo diga yo por mi indigencia,
pues yo aprendí a bastarme con lo que tengo.
12 Píen sé vivir con estrechez
y sé también nadar en la abundancia :
3-15
§ ¿33_ _______ A LOS FILIPENSES___________ 4, 10-20

en todo caso y en todas cosas he aprendido el secreto


lo mismo de estar harto qne de andar hambriento.
lo mismo de estar sobrado qne de andar escaso.
13 Para todo siento fuerzas en aquel qne me conforta.
14 Por más que hicisteis bien
entrando a la parte conmigo en mi tribulación.
Y sabéis también vosotros, Filipenses,'
que en los comienzos del Evangelio,
cuando salí de Macedonia,
ninguna Iglesia abrió conmigo cuentas de Haber y Debe,
sino vosotros solos;
n: pues va en Tcsalónica una vez v dos veces me enviasteis
•con que atender a mis necesidades.
17 .Yo es que yo busque el don;
lo que busco es
que el interés vaya multiplicándose a cuenta vuestra.
1'■ Lo recibí todo, y ando sobrado;
quedo repleto, después de recibir de Epafrodito
lo que de parte vuestra venía.
fragancia de suavidad,
sacrificio acepto, agradable a Dios.
Mi Dios, por su parte, proveerá colmadamente
a todas vuestras necesidades según su esplendidez,
con gloria cu Cristo Jesús.
•° Al Dios y Padre nuestro sea la gloria
por los siglos de los siglos. Amén.

10-20. Todo este pasaje es de una delicadeza íntima y


exquisita, que llega a su colmo cuando se recuerdan las cuen­
tas de Haber y Debe (vers. 15) y los intereses del capital
(vers. 17) cosas ordinariamente tan frías y prosaicas.
11. Aprendí a bastarme con lo que tengo. Tenía San
Pablo pocas necesidades, fáciles además de satisfacer.
Cumplía en si lo que escribía a Timoteo: Es grande gran­
jeria la piedad, contenta con lo qne basta... Y como tenga­
mos alimentos v abrigos, con eso nos contentaremos (1 Tim.
6. 6-8).
12. El secreto de t.a paz. El secreto de vivir en paz y
de hallar la felicidad posible en este mundo nos lo revela
346
§ ~’33-A34 A LOS FILIPIÍNSES 4. -21-23

aquí el Apóstol: es, en sustancia, «hacernos indiferentes a


todas las cosas creadas», como dice San Ignacio de Loyola
en el Principio y Fundamento de sus Ejercicios espiritua­
les (23). Sólo el que haya aprendido el secreto lo misino de
estar sobrado que de andar escaso, gozará la paz del corazón
y estará dispuesto para cumplir perfectamente la divina vo­
luntad.
13. Para todo siento fuerzas en aquel qnc me conforta
Con el auxilio de Dios el que nada puede lo puede todo.
Divina paradoja, la impotencia trocada en omnipotencia. Dijo
el Señor a San Pablo: Mi fuerza culmina en tu flaqueza
(1 Cor. 12, 8). En consecuencia decía el Apóstol: Cuando
flaqueo, entonces soy fuerte. Es el misterio de la perfecta
humildad, como diría San Alonso Rodríguez.
14. Socorrer al atribulado es entrar a la parte con él en
la tribulación, y también compartir sus merecimientos y su
eterna recompensa.
18. La limosna tiene valor de sacrificio acepto, agradable
a Dios. Escribe el mismo Apóstol a los Hebreos: De la bene­
ficencia y mutuo so-corro no os olvidéis, pues en semejantes
vi-timas se complace Dios (13, 16).

234. Saludos y bendición. 4, 21-23.


21 Saludad a todos los santos cu Cristo Jesús.
Os saludan los hermanos que están conmigo.
22 Os saludan todos los santos,
singularmente los de la casa del Cesar.
23 La gracia del Señor Jesu-Cristo
sea con vuestro espíritu. Amén.

22. Los de la casa del César. En el palacio mismo de


Nerón había penetrado el Evangelio.

317
EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES

INTRODUCCIÓN

La Iglesia de Colosas. Colosas, ciudad de la Frigia,


.situada junto al río Lico, hacia el extremo oriental del Asia
proconsular, fué, según el testimonio de Herodoto y Jeno­
fonte, grande y opulenta. En tiempo de San Pablo había per­
dido su esplendor y preponderancia. Las ruinas que se con­
servan junto a Chonas señalan el lugar que antiguamente
ocupó.
La Iglesia de Colosas no fue fundada por San Pablo,
sino por su discípulo Epafras, natural de aquella ciudad,
convertido por el Apóstol en Efeso. Prisionero San Pablo
en Roma, fue visitado por Epafras, con el objeto de infor­
marle sobre el estado peligroso en qne se hallaba su Iglesia.
Ocasión de la Epístola. La ocasión de escribir la
Epístola fué el peligro que amenazaba a la Iglesia de Colo­
sas, invadida por las propagandas malsanas tic los primeros
representantes o precursores del gnosticismo. Esos extrava­
gantes herejes son los mismos adversarios combatidos por
San Pablo en la Epístola a los Efesios. Mas como en la Epís­
tola a los Coloscnses son más numerosas y concretas las re­
ferencias a esos herejes, conviene recoger todos estos datos
para caracterizar sus tendencias y doctrinas.
Los herejes de Colosas. A un cristianismo, más o me­
nos desfigurado, añadían esos espíritus noveleros varios ele­
mentos exóticos: unos prácticos, otros especulativos. Los ele­
mentos prácticos eran, por una parte, un culto exagerado y
supersticioso de los ángeles, y, por otra, un rigorismo ascé­
tico que proscribía el uso de ciertos manjares e imponía la
observancia del sábado y de otras festividades judaicas y
acaso también de la circuncisión. Los esnecnlativos, que ellos
349
INTRODUCCIÓN

denominaban pomposamente «filosofía», no eran otra cosa


qne fantasías de visionarios, análogas a las que poco después
habían de forjar los gnósticos. Otros elementos, que algunos
suponen, como el culto de Mitra, no pasan de simples con­
jeturas. El origen histórico de semejante amalgama cristia­
no-judío-gentílica. en razón de su misma oscuridad, ha dado
lugar a contrarias hipótesis. Lo más irritante de esas nove­
lerías fantásticas eran las deficiencias que suponían en la per­
sona y en la obra de Cristo: deficiencias, que pretendían lle­
nar con esos elementos exóticos. A semejantes desvarios
opone San Pablo su maravillosa Epístola a los Colosenses.
Plan de la Epístola. Además de la introducción y de
la conclusión, que son bastante extensas, se divide la Epís­
tola en dos partes: una especulativa, en que se expone el
«Misterio de Cristo», esto es, la trascendencia divina de su
persona y la eficacia de su obra redentora, en contraposición
a las vanas filosofías de aquellos visionarios: otra práctica,
en que se desenvuelve la idea, tan hermosa como fecunda, de
la «Vida nueva en Cristo».

350
§ 235-236 A LOS COLOSENSES 1, 1-2: 1, 3-8

EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES

INTRODUCCIÓN

235. Salutación epistolar, t, 1-2.


1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios,
y Timoteo, el hermano,
~ a los santos de Colosas y fieles hermanos en Cristo:
gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre.

1, 2. Es sospechosa la omisión de la cláusula y del Señor


Jesu-Cristo. que en Rom., t-2 Cor., Gál., Ef.. Filp., 2 Tes.,
1-2 Tim., Tit., Film., sigue a Dios nuestro Padre En 1 Tes.
v Hbr. se omiten juntamente Dios Padre y Jesu-Cristo. No
es, pues, verosímil que sólo en Col. se mencionase Dios Padre
sin asociársele Jesu-Cristo. De hecho la mayoría de los códi­
ces añaden con la Vulgata Clementina y del Señor Jesu-
Cristo. Sólo la injustificada preferencia dada al códice B jun­
to con la propensión a las lecciones breves o la aprensión de
harmonizaciones imaginarias han movido a los críticos a su­
primir esta cláusula tan Paulina.

236. Acción de gracias por lo pasado. 1, 3-8.


3 Hacemos gracias al Dios y Padre
de nuestro Señor Jesu-Cristo,
rogando en todo tiempo por vosotros,
'* habiendo oído vuestra je eu Cristo Jesús.
y la caridad que tenéis con todos los santos,
5 por la esperanza que os está reservada en los cielos,
la cual oísteis antes en la palabra de verdad del Evangelio,
G que ha llegado a vosotros,
como también está fructificando
y progresando en todo el mundo.
35i
§ ¿36____________ A LOS COLOSENSES____ i, 3-8

lo misino que entre vosotros,


desde el día que oísteis y conocisteis
la gracia de Dios en la verdad,
7 según aprendisteis de Epafras. nuestro amado consiervo,
que es fiel ministro de Cristo para con vosotros,
s el cual también nos manifestó vuestro amor en el Espíritu.
4-5. Fe, caridad y esperanza. Las tres virtudes teolo­
gales forman en San Pablo grupo aparte y cerrado. Aquí,
como en otros pasajes, se enumeran por un orden diferente
del ordinario: fe. caridad y esperanza. Se señala como objeto
de la fe Cristo Jesús: de la caridad, todos los fieles. A la
esperanza no se le añade objeto propio, porque la palabra
esperanza, como en muchos otros lugares, se toma aquí en
sentido objetivo y equivale a «bien esperado». Las tres vir­
tudes no se presentan coordinadas en serie, sino en cierto
mudo subordinadas: la fe y la caridad por la esperanza.
Fe en Cristo Jesús. La expresión vuestra fe en Cristo
Jesús podria en absoluto significar la fe que actúa y se des­
envuelve vitalmente dentro del Cuerpo místico de Cristo:
pero el contexto y el paralelismo con Ef. 1. 15 hacen prefe­
rible el sentido normal y más obvio de la frase, según el cual
Cristo Jesús es objeto de la fe. Es frecuente en San Pablo
presentar a Jesu-Cristo como objeto adecuado o integral de
la fe. Para San Pablo creer en Jesu-Cristo es creer en sus
atributos personales de Mesías, hijo de David c Hijo de
Dios. Señor soberano, Dios sobre todas las cosas bendito bor
los siglos (Rom. 9, 5), y es también creer en el Padre de
nuestro Señor Jesu-Cristo y en el Espíritu de Cristo; 'creer
en Cristo es creer en el misterio de su obra redentora, creer
en la rehabilitación del hombre por la sangre de Cristo. Xnevo
Adán, que incorpora consigo v compendia y recapitula en
si a toda la humanidad; creer en Cristo es creer en la verdad
y realidad de su palabra, de sus promesas: que la suprema
verdad es ló que él reveló, que los supremos valores de la
vida se cifran en los bienes divinos que él trajo consigo al
mundo. E11 una palabra, creer en Cristo Jesús es creer en el
Evangelio de Jesu-Cristo.
5. La palabra de la verdad: asi se califica aquí, lo mismo
que en Ef. 1. 13. el Evangelio de Jesu-Cristo.
352
§ 236-237_________ A LOS COLOSENSES _ 1. 9-14

5-6. Es curiosa la. inversión de los términos de compa­


ración. Se dice que la palabra de la verdad ha llegado a los
Colosenses lo mismo que a todo el mundo; y a continuación
se añade que cu todo el mundo fructifica y progresa lo mismo
que entre los Colosenses. Semejantes inversiones de términos
sirven a las veces como criterio de interpretación o principio
de solución de algunas dificultades excgéticas.
6. La gracia de Dios es aquí el beneficio de la redención,
efecto y manifestación del amor de Dios. Esto significa gra­
cia: o el amor mostrado en la obra, o la obra nacida del
amor.
8. Puestro amor en el Espíritu es el amor espiritual y
sobrenatural,, infundido en el corazón por el Espíritu Santo
(Cf. Rom. 5, 5).

237. Oración por lo futuro. 1, 9-14.


9 Por esto también nosotros,
desde el día que esto oímos,
no cesamos de rogar por vosotros
v pedir que alcancéis el pleno conocimiento de su voluntad
en toda sabiduría e inteligencia espiritual.
11 a fin de que sigáis una conducta digna del Señor,
puesta la mira en agradarle enteramente,
fructificando cu toda obra buena
v creciendo en el conocimiento de Dios.
” fortalecidos con toda fortaleza según el poder de su gloria
en orden a adquirir toda paciencia
y longanimidad con gozo;
12 haciendo gracias al Padre,
que os hizo capaces de entrar a la parte
en la herencia de los santos en la luz;
33 el cual nos liberó de la potestad de las tinieblas
y nos trasladó al reino del Hijo de su amor,
cu quien tenemos la redención,
la remisión de los pecados.

9-11. Es asombrosa la plenitud, intensidad, elevación v


continuo progreso que desea San Fablo en la vida espiritual
353
§ 237_____________ A LOS COLOSENSES___________ £, 9-14

de los fieles, tanto en los dones de inteligencia y sabiduría


como en los de piedad y fortaleza.
12-14. BiKnes de la ri dención. En estos versículos es­
boza San Pablo los beneficios de la redención. Cada una de
las frases merece atenta consideración.
Haciendo gracias al Padre: a cuyo amor corresponde la
iniciativa en la obra de la salud humana.
<Qiie os hizo capaces: que no por nuestras fuerzas, indus­
trias o merecimientos hemos sido hechos salvos.
La herencia de los santos: es la posesión de la vida eterna
y gloria celeste que los santos heredan, como hijos que son
del Padre Celestial.
En la luz: porque la gloria de Dios ilumina la celeste
Jerusalén, y su antorcha es el Cordero (Ap. 21, 23).
Nos liberó de la potestad de las tinieblas: es decir, del
reino tenebroso de satanás, del pecado y de la muerte.
Nos trasladó al reino del Hijo: Jesu-Cristo es Rey sobe­
rano, v el cielo es su reino, como lo es también la Iglesia:
reino militante en este mundo, reino triunfante en el otro.
El Hijo de su amor: Designación de Cristo inefablemente
bella.
En quien...: 110 sólo por Cristo, sino también en Cristo.
en la comunión o solidaridad con su vida, como miembros
de su Cuerpo místico, tenemos todo bien. Fuera de Cristo,
en el orden sobrenatural, nada valemos, nada podemos, nada
somos.
La redención: el rescate del cautiverio en que gemíamos.
[.a remisión de los pecados: que eran los que realmente
nos tenían cautivos bajo el dominio despótico de satanás.
Impotentes para dar por nosotros mismos a Dios satisfac­
ción de nuestros pecados, la dió Cristo por nosotros. Y a la
satisfacción de Cristo siguió la generosa remisión de Dios.

3;4
A LOS COLOSENSES i. 15-V

PRIMERA PARTE: DOGMÁTICA

EL MISTERIO DE CRISTO Y LOS RUDIMENTOS


DEL MUNDO

1. Principios: Cristo, su persona y sv obra

238. Cristo en la creación. 1, 15-17.


13 El cual es imagen del Dios invisible,
primogénito de toda la creación;
16 como que en él fueron creadas todas las cosas
en los cielos y sobre la tierra,
tanto las visibles como las invisibles,
ya sean los tronos, ya las dominaciones,
ya los principados, ya las potestades;
todas las cosas han sido creadas
por medio de él y para él.
17 Y él es antes que todas las cosas,
y todas tienen en él su consistencia.

15-20. Es éste uno de los pasajes cristológicos más im­


portantes de San Pablo. En él se enumeran en dos series los
excelsos atributos o prerrogativas de Cristo: como Dios, en
la creación (15-17); como hombre, en la Iglesia (18-20).
15. Imagen del Dios invisible: esto es, imagen visible que
representa a los ojos de los hombres las perfecciones del Dios
invisible. Toda imagen es como un medio que dice relación
con dos extremos: el objeto que representa y la inteligencia
a cuya vista lo representa. Respecto del primero, dice rela­
ción de origen o procedencia y de semejanza; respecto del
segundo, tiene relación de signo o manifestación. En cuanto
Dios, Cristo es imagen adecuada, pero invisible, del Padre:
y ésta es precisamente su propiedad personal. Pero San Pa­
blo habla de Cristo como imagen visible, por cuanto en su
misma humanidad y en sus actos humanos resplandecían sus
perfecciones divinas. La gloria divina que Cristo mostró en
355
§ ¿3& A LOS COLOSEN'SES i. 15-17

el Tabor no lué en él intermitente o pasajera. A los ojos


iluminados de la fe Cristo aparece siempre divinamente
transfigurado.
Primogénito de toda la creación. El sentido que dieron
a esta expresión los arrianos, de «primogénito entre todas
las creaturas». como si Cristo fuera la primera de ellas, es
absolutamente contrario al pensamiento de San Pablo, tanto
en este pasaje como en todas sus Epístolas. Su sentido es:
o «engendrado antes que toda creatura», o «Señor por he­
rencia de toda la creación», o más bien, conservando mejor
el sentido de la letra, «Primogénito o Mayorazgo respecto de
toda la creación o de todas las creaturas», que junto con el
Primogénito y a inmensa distancia de él forman la casa y la
familia de Dios.

ií>. En él fueron creadas todas las cosas. El sentido de


la expresión cu él es, por lo misterioso, oscuro. Puede signi­
ficar, en sentido cuasi-local, dentro de su inmensidad. Más
probablemente, a semejanza de la fórmula «en Cristo Jesús»,
significa que toda la creación, como prolongación del Cuerpo
místico de Cristo, forma como un inmenso organismo, cuya
cabeza es Jesu-Cristo. También es probable la significación
de causalidad ejemplar, por cuanto todas las creaturas fueron
vaciadas y moldeadas en Cristo. En este como molde uni­
versal recibir) cada una su propia configuración. También es
oscura la relación de causalidad que entre esta frase y las
precedentes señala el Apóstol. Cristo, dice, es imagen de Dios
y Primogénito de la creación, porque en él fueron creadas
todas las cosas. Lo más llano parece que, tomando «en él»
en el sentido de causalidad ejemplar, el ser Cristo como el
molde, en el cual lian recibido su propia forma las creaturas,
es causa y razón (lógica a lo menos) para afirmar (pie Cristo
es la imagen de Dios, a cuya semejanza han sido creadas, y
ene tiene la priinogenitnra y primacía sobre todas ellas.
Todas las cosas han sido creadas por ¡¡tedio de él. Esta
acción de Cristo en la creación no implica dependencia ins­
trumental, sino, según nuestra imperfecta manera de concebir
y por apropiación, cierta posición intermedia entre Dios Pa­
dre y el mundo. El Hijo, como del Padre recibe el ser. así
también recibe la actividad.
356
§ 238-239______ A LOS COLOSENSES _ 1. 18-20

Todas las eosas han sido creadas... para él o hacia él,


esto es, orientadas hacia él, que es el centro a donde todas
gravitan y convergen, el fin a donde todas están ordenadas.
Estas tres relaciones del mundo con Cristo, expresadas
con las fórmulas <ten él», «por él», «para él», son otro tes­
timonio fehaciente de la divinidad de Cristo (Cf. Rom. 11, 36).
17. Él es antes que todas las eosas: así por su eterna pre­
existencia como por su eminente dignidad.
Todas las cosas tienen en él su consistencia: en él tienen
su cohesión, estabilidad y harmonía; él es la base de susten­
tación, el vínculo de unidad y el principio de orden del
universo entero, que por él es un sistema coherente y har­
mónico, sin él seria un montón de seres desligados v cae­
dizos.

239. Cristo en la Iglesia, i. 18-20.


]s Él es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia,
como quien es el principio,
primogénito de entre los muertos;
para que eu todas las cosas obtenga él la primacía,
19 porque en él tuvo a bien Dios
que morase toda la plenitud,
v por medio de él reconciliar todas las cosas consigo,
haciendo las paces mediante la sangre de su eruz;
por medio de él, así las que están sobre la tierra
como las que hay en los cielos
18. Él es la Cabeza. Tres prerrogativas señala Santo
Tuinas en la cabeza: 1." Su posición elevada o eminente dig­
nidad. 2.“ Su indujo vital sobre los demás miembros. 3.0 El
ser la sede de los principales sentidos, en ella concentrados.
lis el principio: de él derivan su ser y todas sus perfec­
ciones todas las criaturas.
Primogénito de entre los muertos: el primero que resu­
citó para la inmortalidad gloriosa, y origen de la resurrec­
ción universal. Cf. 1 Cor. 15, 20-23.
Para que en todas las cosas obtenga él la primacía: esto
es, el primer lugar y la soberanía: primacía de excelencia y
primacía de autoridad.
357
§ -39 A LOS COLOSENSES 1, 18-20

19. Porque cu él tuvo a bien Dios que inorase toda la ple­


nitud. Toda la plenitud (o pleroma') de las perfecciones di­
vinas y humanas, en el sentido más amplio, elevado y abso­
luto, la plenitud de la deidad y la plenitud de la gracia, la
plenitud de la inteligencia y la plenitud de la fuerza, la ple­
nitud de la soberanía y la plenitud de la justicia, de la san­
tidad, de la bondad, y del amor, halló sus complacencias en
fijar su inorada estable y eterna en Jesucristo.
20. T por medio de él reconciliar todas las cosas consigo.
Jesu-Cristo es el mediador de la reconciliación de todas las
cosas con Dios, reduciéndolas o restituyéndolas con ventajas
a su estado primitivo, restableciendo el orden primordial,
puesto por Dios creador y trastornado por el pecado. Otros
en vez de consigo traducen «hacia él» : esto es, enderezando
u orientando todas las cosas a Cristo. Pero semejante inter­
pretación ofrece dos inconvenientes; primero: es algo inco­
herente que Cristo sea a la vez Mediador y término remoto
de la reconciliación: no lo es, en cambio, que Dios Padre sea
el autor y el término de la reconciliación; segundo: en esta
interpretación no se expresaría el término directo principal
de la reconciliación, pues Cristo no sería propiamente térmi­
no de la reconciliación, sino centro de orientación de todas
las cosas ya reconciliadas. Se trata, pues, de la reconciliación
de todas las cosas con Dios, la cual entraña también sin duda
la reconciliación mutua de todas las cosas entre sí.
Haciendo las paces... En absoluto, el verbo original co­
rrespondiente puede tener sentido intransitivo: «haciendo las
paces», o sentido transitivo: «pacificando». De ahí la doble
construcción del vers. 20. Si es intransitivo, «haciendo las
paces» es un inciso parentético; si, en cambio, es transitivo,
inicia una oración subordinada que abarca todo lo que resta
del vers. Esta segunda construcción no parece admisible;
pues la repetición del complemento por medio de él es por
lo menos supérflua después del precedente mediante la sangre
de su cruz.
Mas, sea lo que fuere de esas menudencias gramaticales,
es siempre asombrosa la amplitud que atribuye el Apóstol a
la redención obrada por la sangre de Jesu-Cristo. Las gue­
rras encendidas en los cielos por la rebelión de los ángeles
prevaricadores, las guerras suscitadas en la tierra por la in­
358
§ 230-240_______ A I.OS COLOSENSES_____________ 1, 21-23

subordinación de Adán, la hostilidad de los ángeles santos


contra los hombres prevaricadores, la hostilidad de la misma
naturaleza insensible violentada por el pecado: todas esas
guerras y hostilidades apaciguó y calmó la sangre del Re­
dentor. que reconcilió entre sí y con Dios toda la creación.

240. La redención de Cristo. 1. 21-23


21 Y a vosotros, que erais un tiempo del todo extraños
y enemigos en vuestro pensamiento por las malas obras,
22 ahora, con todo, os ha reconciliado
en el cuerpo de su carne por medio de la muerte,
para presentaros santos c inmaculados
e irreprochables en sn acatamiento,
con tal que permanezcáis cimentados v estables en la fe
c inconmovibles de la esperanza del Evangelio que oísteis,
que ha sido predicado en toda la creación
que está debajo del cielo,
del cual yo Pablo fui constituido ministro.

21. Extraños y enemigos: doble desventura anterior a la


redención, antes de la cual los gentiles eran extraños a las
divinas promesas hechas a Israel, y además enemigos de
Dios, hostiles a él interiormente en su pensamiento y exte-
riormente por las malas obras.
22. Os ha reconciliado: a la enemistad ha sucedido la mu­
tua reconciliación, obrada por Cristo por medio de la muerte.
En el cuerpo de sn carne. Para dar énfasis a la expre­
sión es amigo San Pablo de acumular los sinónimos acopla­
dos en frases binarias y aun ternarias, como la de Ef. I, iq:
según la energía de la potencia de sn fuerza: recurso litera­
rio algo primitivo. Con todo, no significa enteramente lo
mismo cuerpo que carne. Cuerpo añade a carne, no sólo la
idea de organización, sino también la de realidad tangible,
como en 2, 9; 2, 17... Según esto previene el Apóstol el
error de los docetas, según los cuales la carne de Cristo y
consiguientemente su pasión habian sido pura apariencia.
Cuerpo y apariencia eran para San Pablo términos antité­
ticos.
Santos e inmaculados... en sn acatamiento. Se formula
359
§ 240-241 ___ A LOS COLOSENSES 1 _>4

la definición de la santidad, que es «limpieza consagrada a


Dios». Cf. Ef. 1, 4.
23. Fe y esperanza son condiciones indispensables para
gozar los beneficios de la redención.

2. Pablo, mensajero del «misterio»

24!. La obra de Pablo. 1, 24-29.


24 Ahora me gozo en mis padecimientos
sufridos por vosotros,
V cumplo, por mi parte,
lo que faltaba de las fatigas de Cristo en mi carne
por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.
2í> De la cual fui yo hecho ministro
por la disposición de Dios,
que me fué dada en orden a vosotros,
de anunciar cumplidamente la palabra de Dios,
20 el misterio, que ha estado escondido
desde el origen de los siglos y generaciones,
mas ahora fué manifestado a sus santos, *
27 a los cuales quiso Dios dar a conocer
•cuál sea la riqueza de la qloria
de este misterio en los gentiles,
que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria.
2b Al cual nosotros anunciamos,
amonestando a todo hombre
v enseñando a todo hombre en toda sabiduría,
para presentar a todo hombre perfecto en Cristo.
29 para i0 ctla[ me fatigo también,
luchando según la eficacia de su acción.
que actúa en mí poderosamente.

24. Cumplo por mi parte lo que faltaba de las fatigas de


Cristo en mi carne. No habla aquí San Pablo de los padeci­
mientos con que Cristo redimió a los hombres, en los cuales
no hubo la menor deficiencia o falta, como que fueron sufi-
cientísimos y superabundantes: sino de los trabajos o pena-
360
§ -4ÍJ-M-’ A LOS COLOSENSES___ 2. í-3

lidades que Cristo tomó en orden a la predicación del Evan­


gelio, y establecimiento de la Iglesia, los cuales habían de
ser completados por los Apóstoles y por todos los que des­
pués habían de trabajar por extender el reino de Dios sobre
la tierra. Tal es el sentido literal. En sentido derivado pue­
den acomodarse o extenderse las palabras del Apóstol a los
mismos padecimientos redentores, no en cunto tengan en sí
alguna deficiencia que haya de suplirse, sino en cuanto los
miembros se han de conformar a la Cabeza paciente para
recibir y gozar los frutos de la redención.
26-28. Descripción dEl misterio. Los elementos prin­
cipales, mencionados por el Apóstol, son: 1) el Misterio es el
contenido de la palabra de Dios; 2) escondido antes y mani­
festado ahora; 3) son imponderables las riquezas de la glo­
ria de este Misterio en los gentiles, esto es, los tesoros de
sabiduría, bondad y poder, que Dios ha derrochado al llamar
a los gentiles a Ja participación del Misterio; 4) el Misterio
de los gentiles es lo mismo que Cristo en vosotros, es decir,
el contenido del Misterio se cifra en Cristo y en la comunión
o inmanencia de Cristo en vosotros; 5) el Misterio se va
realizando gradualmente, a medida que todo hombre se hace
varón perfecto, adquiere la madurez viril, en Cristo. En re­
sumen : Cristo en el hombre, el hombre en Cristo, los genti­
les llamados a esta mutua inmanencia y comunión con Cristo,
comunión que se desarrolla hasta la madurez varonil: tales
son los elementos esenciales del Misterio, expuestos aqui por
San Pablo.

242. Solicitud para los colosenses. 2, 1-3.


1 Pues quiero que sepáis cuán grande lucha sostengo
por vosotros y por los de Laodicea,
v por cuantos no han visto mi rostro en carne,
2 para que sean consolados sus corazones,
estrechamente unidos por la caridad,
y en orden a alcanzar toda la riqueza
de la plena convicción de la inteligencia,
hasta llegar a un pleno conocimiento
del misterio de Dios, Cristo,
3<>i
S ¿42-243 A LOS COLOSENSES_______ 2. 4-5

3 en el cual se hallan los tesoros


de la sabiduría y de la ‘ciencia escondidos.

2, 2. El Misterio de Dios, Cristo. La paráfrasis de San


Agustín “El Misterio de Dios, que es Cristo» da el sentido
exacto de esta fórmula: es a saber, el Misterio concebido y
decretado por Dios Padre, cuyo contenido y realización es
Cristo. Cf. 1, 27. Las otras fórmulas que se leen en los có­
dices. versiones v Padres, «el Misterio de Dios», «el Misterio
de Cristo», «el Misterio de Dios y de Cristo», «el Misterio
de Dios. Padre de Cristo», «el Misterio de Dios en Cristo»,
v otras parecidas, son abreviaciones o glosas no muy exactas.
3. Este vers. no significa, como a las vece.-> se interpreta,
los tesoros de la sabiduría que posee Cristo, sino los derro­
chados por Dios Padre en la concepción del Misterio de
Cristo.

3. Aplicación de los principios \ los rudimentos


del mundo

243. Advertencia preliminar. 2, 4-5.


4 Esto digo para que nadie os embauque con falsas razones
propuestas con persuasiva elocuencia.
5 Porque, si bien con el cuerpo estoy ausente,
nías con el espíritu estoy con vosotros,
gozándome y viendo el biten orden con que procedéis
y la solidez de vuestra je en Cristo.

4. Persuasiva elocuencia esconde muchas veces falsas ra­


zones. cuyo efecto es embaucar o extraviar la inteligencia. No
era partidario San Pablo de la indiferencia en las doctrinas.
Para él existía la verdad objetiva, que es necesario acatar y
mantener contra todos los paralogismos.
5. Euen orden, solidez en la fe, constituían el floreciente
estado de la Iglesia de Colosas, v eran para el Apóstol ob­
jeto de gozo.

362
§ -'44 ,\ LOS COLOSENSES 2, 6-12

244. La vana filosofía de los rudimentos y Cris­


to. 2, 6-12.
G .1sí. futes, como recibisteis o Cristo Jesús el Señor,
caminad cu él.
7 arraigados en él, y edificándoos sobre él,
V fortaleciéndoos cu la fe, según fuisteis enseñados,
rebosando en batimiento de gracias.
s Mirad no haya quien os coja como fresa
por medio de la filosofía y vana falacia,
conforme a la tradición de los hombres,
según los rudimentos del mundo, v no según Cristo.
Porque en él reside toda la plenitud
de la deidad eorporahnente.
1,1 v vosotros en él estáis cumplidamente llenos,
el cual es la cabeza de todo principado y potestad;
11 en el cual también fuisteis circuncidados
con circuncisión no hecha por mano de hombre,
con la eliminación del cuerpo de la carne,
con la circuncisión de Cristo;
’- sepultados con él en el bautismo,
cu el cual fuisteis también juntamente resucitados
mediante la fe en la poderosa acción de Dios,
que le resucitó a él de entre los muertos.

6. Recibisteis a Cristo Jesús, el Señor. El contenido pre­


dominante. y en cierto modo único y exclusivo, del Evan­
gelio es Jesu-Cristo. como Mesías y como Señor o Dios,
7. Cimentados y arraigados en Cristo. Cristo es re­
presentado como el suelo en que arraigan y como el cimiento
sobre que se fundan los fieles, a manera de árboles o de edi­
ficios. En Eph. 3, 17 con expresiones casi idénticas dice
San Pablo que este suelo y este cimiento es el amor. Si,
combinadas ambas expresiones, se busca, por así decir, el
denominador común de Cristo v del amor, se viene a parar
en el Corazón de Jesu-Cristo. que es a la vez la síntesis de
la persona y el símbolo del amor.
Según, fuisteis -enseñados: como tantas veces, la Escri­
tura se remite a la enseñanza oral, a la Tradición apostólica.
363
§ 244-245 A LOS COLOSENSES 2, IJ-i;

8. Rudimentos dEl mundo. La doctrina seductora de los


adversarios la califica San Pablo de filosofía y vana falacia,
destituida de solidez y fundamento, conforme a la tradición
de los hombres (opuesta a la tradición divina y apostólica)
y conforme a los elementos del mundo, esto es, a los prime­
ros rudimentos religiosos .contenidos en el Mosaísmo o en el
culto gentílico.
9. Divinidad de Cristo. En él reside, tiene su morada
fija, toda la plenitud de la deidad, no simplemente la «divi­
nidad» (derivada del adjetivo divino), sino la «deidad» (de­
rivada del sustantivo Dios), más aún. la plenitud (o plero-
111a) y toda la plenitud de la deidad. Y habita corporalmente.
esto es, como algunos interpretan, unida hipostáticamente al
cuerpo o «hecha carne» ; o. más probablemente, no en som­
bra y figura, sino en realidad y verdad. Es éste otro de los
testimonios más categóricos de San Pablo sobre la divini­
dad de Jesu-Cristo.
10. En él estáis llen'os, participáis cumplidamente de su
plenitud. Es la Cabeza de todo principado v potestad: tam­
bién, por extensión, los ángeles forman parte del Cuerpo
mistico de Cristo.
11-12. El bautismo: 1) es una circuncisión espiritual:
2) es una expoliación del cuerpo de la carne, esto es, del
hombre viejo; 3) es una comunión o participación de la
muerte y sepultura de Cristo para resucitar a una con él.

245. Abolición de los rudimentos. 2. 13-15.


n Y a vosotros, como estuvieseis muertos por los delitos
y por la incircuncisión de vuestra carne,
os vivificó con él, perdonándoos todos los delitos,
11 cancelando el acta escrita -contra nosotros
con sus prescripciones,
que nos era contraria,
y la quitó de en medio clavándola en la cruz;
>:‘ habiendo despojado a los principados y a las potestades,
los exhibió a la vista del mundo co>r osada gallardía,
triunfando de ellos por la cruz.
364
§ 245-246 A LOS COLOSENSES 2, 16-19

13-15. El drama oí' la redención. Pintura viva y atre­


vida de la redención. Estando nosotros muertos, así por los
pe-cados como por la incircuncisión o concupiscencia des­
enfrenada de nuestra carne, Dios ríos vivificó con Cristo,
condonándonos nuestros pecados. Esta condonación se hizo,
cancelando y anulando la escritura que nos condenaba, que
110 era otra que la Ley de Moisés. Para ello Dios canceló el
documento redactado en decretos, que nos era contrario; y
más, lo quitó de en medio o lo arrinconó; y por fin, lo clavó
en la cruz, como rasgándolo para inutilizarlo definitivamente.
Lo que sigue sobre los principados y potestades, algunos lo
han interpretado de los espíritus infernales; pero otro es el
pensamiento de San Pablo, que habla de los ángeles buenos,
que, por haber sido los mediadores de la Ley Mosaica y de
la antigua alianza (Gál. 3, 19), eran venerados por los Colo-
senses con culto supersticioso. De ellos, pues, así considera­
dos, dice que Dios habiendo despojado a los principados y
potestades, los exhibió en público espectáculo, triunfando de
ellos por la cruz, dándolos a Cristo como escolta de su ca­
rroza triunfal.

246. Abandonar los vanos rudimentos. 2, 16-19.


36 Que nadie, pues, os juzgue cuanto al comer y beber
o en materia de fiestas o neomenias o sábados,
17 que no son sino sombra de lo que había de venir,
mas ser el cuerpo es propio de Cristo.
38 Que ninguno os defraude de vuestro galardón,
haciendo alarde de humildad y culto de los ángeles,
entregado a sus visiones,
vanamente hinchado por la mente de su carne,
39 y no estando adherido a la cabeza,
de la cual todo el cuerpo,
alimentado y trabado
por medio de las coyunturas y ligamentos,
crece con crecimiento de Dios.

16-18. En estos vers. precisa y completa San Pablo la


doctrina de los adversarios, cuyas observancias judaicas y
065
A LOS COLOSENSES 2, 16-1.)

cuyo culto ilegítimo de los ángeles los delata, como judai­


zantes a la vez y gnósticos.
16. Las prácticas judaicas aquí mencionadas son: la abs­
tención de ciertos manjares y bebidas, y las fiestas, que San
Pablo distingue en tres grupos: las grandes fiestas anuales,
las mensuales y las semanales.
17. Cuerpo, contrapuesto a sombra, significa realidad y
verdad: como •corporalmente en el vers. 9. Con estos térmi­
nos caracteriza San Pablo las dos alianzas: umbrátil la an­
tigua, sólida y consistente la nueva.
18. Reprueba aquí San Pablo el culto de los ángeles como
intermediarios que se interponen entre Cristo y nosotros y
eclipsan la persona y la obra del que en todo rigor es el
único Mediador. No es así como la Iglesia considera la me­
diación de los Santos y singularmente la mediación univer­
sal de la Virgen María.
La frase entregado a sus visiones puede también tradu­
cirse, «metido (o embebido, o estribando), obsesionado en
sus visiones (o fantasías)», o bien, dividiendo de otra manera
las palabras originales, «caminando en el vacío de sus vi­
siones» .
La mente de la carne es la mente carnalizada o hundida
en las concupiscencias carnales.
19. El Cuerpo místico de Cristo. Con mayor nitidez y •
brevedad que en el pasaje paralelo de Ef. 4, 15-ib describe
San Pablo la trabazón y desenvolvimiento vital del Cuerpo
místico de Cristo. La frase fundamental es: todo el cuerpo
crece, que expresa la totalidad y el crecimiento progresivo
de todo el organismo. Precede el complemento de la cual (es
decir, dependientemente de la Cabeza), que expresa el origen
de la totalidad unitaria y del crecimiento, que es la unión
con Cristo y el influjo de Cristo. Se intercala el complejo
inciso alimentado y trabado por medio de las coyunturas y
ligamentos, que expresa el alimento con que se nutre el cre­
cimiento, y la trabazón con que se mantiene la unidad inte­
gral, lo uno y lo otro gracias a las articulaciones y órganos
de enlace. Sigue el complemento final con crecimiento de
Dios. Difícil es precisar el sentido exacto que en el pensa­
366
£ _46-¿47 LOS COLOSENSES 2, 20-23

miento de San Pablo tenia esta última frase, que tanto puede
significar crecimiento dado por Dios o digno de Dios, como
crecimiento cuyo término u objetivo sea la plenitud misma
de Dios, como en Ef. 3, 19.

247. Conclusión: No dejarse imponer leyes per­


niciosas. 2, 20-23.
.S'z moristeis con Cristo
desligándoos de los rudimentos del mundo,
¿ por qué, cual si viviscis en el inundo,
os dejáis imponer leyes?
21 «No tomes, no gustes, no toques»
2- —cosas todas destinadas a la corrupción con el uso,—
conforme a los preceptos y enseñanzas de los hombres.
Las cuales cosas tienen sí color de sabiduría
por su afectada piedad y humildad
y maltrato del cuerpo:
mas no son de ninguna estima,
sólo miran a la hartura de la carne.

-0-23. Nueva declaración de los elementos (o rudimen­


tos). del mundo, entre los cuales se comprenden ciertas abs­
tinencias, de las cuales dice San Pablo que, a pesar de sus
apariencias de austeridad y piedad, son cosas en sí perece­
deras y cuyo efecto es adelgazar el cuerpo y engrosar y ce­
bar la carne o las concupiscencias carnales: desprovistas,
por tanto, de todo valor moral. Se contraponen aquí, bajo
otro aspecto, cuerpo y carne. Cuerpo se toma en sentido na­
tural o físico; carne, en sentido moral y peyorativo.

367
§ ¿48 A LOS COLOSENSES 3- i •:

SEGUNDA PARTE: MORAL

LA VIDA NUEVA EN CRISTO

i. Recomendaciones generales

248. Principio fundamental. 3, 1-4.


1 Así pues, si resucitasteis con Cristo,
buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios;
- aspirad a las cosas de arriba.
no a las que están sobre la tierra.
'■ Porque moristeis,
y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
1 Cuando Cristo se manifestare, que es vida vuestra,
entonces también vosotros
seréis con él manifestados en gloria.

3, 1-2. Etica de la resurrección. Resurrección es


vida nueva. Resurrección con Cristo es comunión con la
vida de Cristo. Cristo resucitado subió a los cielos: en los
cielos ha de explayarse nuestra vida, en vez de arrastrarse
por la tierra. Parte esencial de nuestra vida psíquica son las
aspiraciones del corazón, los sentimientos y las tendencias,
que al cielo deben orientarse: «ibi nostra fixa sint corda,
ubi vera sunt gaudia». Toda esta espiritualidad de resurrec­
ción se compendia en la aspiración de la Iglesia: ¡ Arriba los
corazones!
3-4. Como Cristo, resucitado y viviente, queda oculto a
las miradas de los hombres, así nuestra vida queda en tanto
oculta con Cristo en Dios; mas cuando se manifestare Cris­
to, también se manifestará gloriosamente nuestra vida.

368
§ -’49 A LOS COLOSENSES o- .1 11

249. Vicios que deben evitarse. 3, 5-11.


5 Mortificad, pues, los miembros terrenos:
fornicación, impureza, pasión, concupiscencia mala,
V la codicia, que es una idolatría;
por las cuales cosas viene la ira de Dios
sobre los hijos de la rebeldía;
’ ea las cuales también vosotros anduvisteis itu tiempo,
cuando vivíais en ellas.
s Mas ahora deponed también vosotros todo eso:
ira, cólera, malicia, maledicencia, palabras torpes,
lejos de vuestra boca.
No mintáis los unos a los otros,
ya que os despojasteis del hombre viejo
coa sus fechorías,
111 A' os revestísteis del nuevo,
que se va renovando en orden al pleno conocimiento,
conforme a la imagen del que lo creó,
11 donde no hay griego ni judío,
circuncisión e incircuncisión,
bárbaro, escita, esclavo, libre,
sino todas las cosas y en todos Cristo.

5. La codicia parece ser aquí, por razón del contexto, la


avidez insaciable de la sensualidad.
9-10. Sobre el hombre viejo y el hombre nuevo cf. Ef. 4,
22-24. En suma puede decirse que hombre nuevo es el que
se ha revestido de Jesu-Cristo (Rom. 13, 14), el que vive
regido y movido por el Espíritu de Cristo, el que se ha apro­
piado los pensamientos, los sentimientos, el Corazón de
Cristo. De este hombre nuevo tres rasgos reproduce aquí
San Pablo: 1) que se va renovando continuamente (cf. Rom.
12, 2); 2) que progresa en el pleno conocimiento de las cosas
divinas; 3) que se amolda a la imagen de Dios creador
(Gen. 1, 27); triple carácter: progresivo, intelectual, divino.
11. Todas las diferencias etnológicas, nacionales, socia­
les, quedan absorbidas en la unidad predominante de Cristo,
que en todos lo es todo.
360
§ -49*25° A LOS COLOSENSES 3- 1-217

Todas las cosas, v en todos. Cristo. Para vislumbrar el


alcance de esta asombrosa sentencia hay que descomponerla
en estas tres, que están implícitas. 1) Cristo es todas las co­
sas: sabiduría, fuerza, belleza, bondad, amor... todo lo es
Cristo; 2) Cristo está y vive eu todos y eu cada uno, distri­
butiva y colectivamente; 3) en todos y en cada uno Cristo
lo es todo: algo así como en la vida eterna Dios será todas
las cosas en todos (1 Cor. 15, 28).

250. Virtudes que deben ejercitarse. 3. 12-17.


12 Revestios, pues, como elegidos de Dios, santos y amados,
de entrañas de misericordia.
de benignidad, humildad, mansedumbre, longanimidad.
J:J sobrellevándoos los unos a los otros
y perdonándoos recíprocamente
siempre que alguno tuviere querella contra otro.
Como de su parte Cristo os perdonó, asi también vosotros.
14 Y sobre todas estas cosas revestios de la caridad,
que es vínculo de la perfección.
15 V la paz de Cristo sea el árbitro eu vuestros corazones,
a lo cual fuisteis también llamados en un solo •cuerpo,
y mostraos agradecidos.
La palabra de Cristo more eu vosotros opulentamente,
en toda sabiduría.
enseñándoos y amonestándoos unos a otros
con salmos, himnos, cánticos espirituales.
cantando con ¡¡acimiento de gracias
en vuestros corazones a Dios.
17 Y todo cuanto hiciereis, de palabra o de obra,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,
haciendo gracias a Dios Padre por mediación de él.

12. Revestios: por este pasaje se ve que la palabra reves­


tirse no significa simplemente cubrirse por de fuera, sino
compenetrarse íntimamente. De ahí que revestirse de Cristo
(Rom. 13. 14) es compenetrarse con Cristo.
12-13. Ideales de paz y amor. Son para embelesar, y
también para ruborizar, estos altísimos ideales de entrañable
misericordia, de benignidad, paz, que San Pablo desea ver-
3,-o
§ 250 A LOS COLOSENSES 3. t2-i;

realizados, no en un grupo de selectos o más fervorosos, sino


generalmente en todos los fieles. ¡ Cuán poco entiende de
estos ideales el mundo actual, sumido en odios, discordias
y guerras!
14. La CARIDAD, VÍNCULO DE LA PERFECCIÓN. Que O ¡O
cual, la caridad como norma suprema, es el vínculo de la
perfección, esto es, el principio vital que da unidad, cohesión
y vigor, en que consiste la madurez varonil del organismo.
Así como la disgregación y relajamiento es principio de debi­
lidad y aun de muerte, así, por el contrario, la cohesión apre­
tada y recia es principio de consistencia y tonicidad, de bríos
acerados y de energías exuberantes. CF. Ef. 4. 15-16.
15. Sea el árbitro, es decir, dé la ley. dominando y elimi­
nando todos los gérmenes de discordia.
16. Cánticos espirituales. Esta exhortación, paralela
a Ef. 5. 18-19, se distingue por su marcada intelectualidad.
En Ef. se dice: Llenaos del Espíritu, hablándoos los míos a
los otros con salmos...; aquí en vez del Espíritu se propone
la palabra de Cristo, la cual ha de morar en los fieles en toda
sabiduría, de suerte que no simplemente se hablen, sino
enseñen y amonesten unos a otros. Comparando las dos
Epístolas gemelas con lo que el mismo Apóstol escribe a
los Corintios: cantaré con el espíritu, mas cantaré también
con la mente (1 Cor. 14, 15). habrá que decir que los cán­
ticos espirituales recomendados a los Efesios son más bien
con el espíritu, mientras que los recomendados a los Colo-
senses son más bien con la mente.
17. Este vers. contiene un elemento nuevo, ausente en el
versículo paralelo de Ef. 5, 20. Allí se habla solamente del
hacimiento de gracias; aquí se recomienda que todas las ac­
ciones se hagan en el nombre del Señor Jesús. Este consejo
es de mucho mayor alcance, ya que no solamente el haci­
miento de gracias, sino también toda la actividad de nuestra
vida moral debe efectuarse en el nombre de Cristo. Tan altos
ideales no podrá realizarlos sino quien se haya revestido de
Cristo, y en todo actúe bajo el influjo actual del Espíritu de
Cristo; sino, en una palabra, quien sea otro Cristo.
s 251-252-253 A LOS COLOSENSES 18-25; 4, 1

2. Recomendaciones particulares

251. Esposos. 3, 18-19.


19 Las mujeres, someteos a los maridos.
como convendría, en el Señor.
n* Los maridos, amad a vuestras esposas
y no mostréis amargura con ellas.

18-19. Consejos conyugales. Sumisión de las esposas a


los maridos, amor de los maridos a las esposas: tales son
los dos únicos consejos, tan sencillos como prácticos, que da
el Apóstol a los esposos. La sumisión de las esposas ha de
ser en el Señor, es decir, inspirada por motivos sobrenatu­
rales. El amor de los maridos ha de ir acompañado de blan­
dura y consideración. Es lo que les aconsejaba San Pedro:
Tratad a conciencia con la mujer, como con un ser más en­
deble, dándole el debido honor (1 Pedr. 3, 7).

252. Hijos y padres. 3, 20-21.


20 Los hijos, obedeced a. vuestros padres en todo,
porque esto es cosa que agrada al Señor.
21 Los padres no exacerbéis a vuestros hijos,
para que no se tornen pusilánimes.

20-21. A los hijos ordena obediencia, a los padres pru­


dente blandura. La obediencia de los hijos debe ser en todo
y motivada por el noble deseo de agradar al Señor. La blan­
dura de los padres mira al bien de los hijos, para que no se
tornen pusilánimes, con lo cual se les inutilizaría para la vida.

253. Esclavos y amos. 3, 22-25: 4, i.


-- Los esclavos obedeced en todo
a vuestros amos según la carne.
no con 'servicios al ojo,
como quienes buscan agradar a hombres;
3/"-’
A LOS COLOSENSES 3, 22-25; 4, 1

sino con sencillez de corazón, temiendo al Señor.


23 Cuanto hicierais, hacedlo de corazón,
como obsequio del Señor y no de hombres,
24 sabiendo que del Señor recibiréis
la debida recompensa de la herencia.
Servid al Señor Cristo.
Pues quien hace injusticia
recibirá según la injusticia que obró,
y no hay aceptación de personas.
1 Los amos dad a los siervos lo justo y equitativo,
sabiendo que también vosotros tenéis Señor en el cielo.

22-25; 4, 1. Rehabilitación del esclavo. No podía


San Pablo manumitir a los esclavos ni menos provocarlos
a la rebelión, ni siquiera juzgaba prudente imponer o acon­
sejar generalmente a los amos cristianos la manumisión de
los propios esclavos; pero hizo cuanto pudo por elevar y
suavizar la condición de aquellos seres infortunados. En este
pasaje, como en el paralelo de Ef. 6, 5-9, habla extensamente
a los esclavos, breve y seriamente a los amos.
Lo que aconseja a los esclavos puede resumirse en lo que
escribe a los Corintios: el que fué llamado en el Señor siendo
esclavo, liberto es del Señor (1 Cor. 7, 22). Servid, les dice,
al Señor Cristo. Por esto, si no pueden salir de su condición
de esclavos, si deben despojarse del ánimo servil. Y lo logra­
rán, si sirven con corazón leal y con espíritu sobrenatural.
Gracias a este ánimo liberal el esclavo cristiano en el interior
de su conciencia podía sentirse tan libre como su amo, y más
que éste, si no era cristiano. El esclavo cristiano podía espe­
rar una herencia celeste, a que no podía aspirar el amo gentil.
A los amos cristianos da San Pablo dos consejos, que
entrañaban una verdadera y pacífica revolución. Dad a los
siervos lo justo. En una época en que se negaba a los escla­
vos todo derecho, proclama San Pablo los derechos inhe­
rentes a la persona humana, que no habían perdido los es­
clavos. También a los esclavos debía hacerse justicia y dár­
seles lo justo. Mas 110 contento con la justicia, manda que
se les dé además lo equitativo, lo que un hombre debe dar
a su igual, como sugiere la palabra griega isóteta. Gracias a
373
A LOS COLOSENSES 4, 2-6

este espíritu de justicia y de humanidad, inspirado por el


cristianismo, muchos amos cristianos manumitían a sus es­
clavos. Y es de creer que lo que hizo San Pablo en el caso
de Filemón y de Onésimo, se repetiría en otros casos seme­
jantes. Y se fueron multiplicando las manumisiones, hasta
que al correr de los siglos siguió por fin la total abolición
de la esclavitud en los países cristianos.

CONCLUSIÓN

254. Oración y prudencia. 4. 2-6.


- Perseverad constantemente en lo oración.
velando en ella con hacimiento de gracias,
:! rogando al mismo tiempo también por nosotros,
a fin de que Dios nos abra la puerta de la palabra
paro anunciar el misterio de Cristo,
por el cual estoy también en prisiones,
paro que lo dé a conocer como es razón que yo hable.
“ Proceded prudentemente con los de fuera,
rescatando el tiempo.
1 l’ucstra palabra sea siempre con buena gracia,
sazonada con sal,
de modo que sepáis cómo conviene responder a cada uno.

2- 4. Oración. Al exhortar a la oración, tres propiedades


recomienda particularmente: 1) que sea perseverante, 2) que
vaya acompañada de espíritu de agradecimiento para con
Dios. 3) que tenga miras apostólicas.
3- 4. Pablo tide oraciones. Hermosa lección de humil­
dad da el grande Apóstol al pedir a los fieles oraciones para
dos cosas: para que Dios abra la puerta a su palabra y para
que él sepa hablar como es razón. Otra lección más impor­
tante nos da sobre la eficacia y la necesidad de las oraciones
por la dilatación del Evangelio. Es muy conforme con esta
recomendación de San Pablo la oración de la Iglesia y de
cada uno de los fieles a favor de las misiones y de los misio­
neros.
374
§ 254-255-256 A LOS COLOSENSES 4, 7-9'. 4. 10-17

5-6. Tres consejos oportunos. Primero: prudencia con


los no cristianos, para no desacreditar el cristianismo. Se­
gundo : rescatar el tiempo, es decir, conquistarlo, apropiár­
selo y aprovecharlo con el trabajo (Cf. Ef. 5, 16). Tercero:
discreción y buena gracia en el hablar.

255. Misión de Tíquico y Onésimo. 4. 7-9.


7 Eu cuanto a ¡uis cosas, de todas os informará Tíquico.
el hermano querido v ministro fiel
v consiervo en el Señor,
s a quien envié a vosotros con este mismo objeto,
para que conozcáis nuestra situación
y consuele vuestros corazones,
jumamente con Onésimo, el hermano fiel y querido,
qne es de vosotros;
de todo lo de por acá ellos os informarán.

7-9. La familia cristiana. La misión de Tíquico y de


Onésirno, la comunicación de noticias familiares, la íntima
cordialidad de las expresiones, son otras tantas muestras del
espíritu de familia que reinaba entre los primitivos cristianos,
que se miraban y trataban unos con otros como hermanos
queridos en el Señor. Es conmovedora la recomendación de
(tnésimo como hermano fiel y querido, para los que no igno­
raban que poco antes había sido esclavo y ladrón. Pero se­
mejante rehabilitación parecería muy natural a los que a si
mismos se reconocían y sentían rehabilitados de iguales o
mayores bajezas.

256. Saludos. 4, 10-17.


10 Os saluda Aristarco, mi compañero de prisión,
y Marcos, el primo de Bernabé,
acerca del cual recibisteis algunos encargos;
si fuere a vosotros, hacedle buena acogida;
11 y Jesús, el apellidado Justo.
Entre los qne son de la circuncisión,
éstos son los únicos colaboradores míos
cu la propagación del reino de Dios,
375
26
§ 256 A LOS COLOSENSES 4. 10-17

los cuales han sido para mí de consuelo.


3- Os saluda Epafras el vuestro, siervo de Cristo Jesús,
que no cesa de luchar por vosotros en sus oraciones
para que os mantengáis perfectos
y firmemente decididos
a cumplir todo lo que es voluntad de Dios.
K! Pues yo le soy testigo
de que se toma mucho trabajo por vosotros,
y por los de Laodicea, y por los de Hierápolis.
14 Os saluda Lucas, el médico querido, y Üetnas.
15 Saludad a los hermanos de Laodicea
y a Ninfas y a la Iglesia que se reúne en su casa.
Y cuando haya sido leída entre vosotros esta carta,
haced que también se lea en la Iglesia de los Laodiccnses;
V la que recibiréis de Laodicea,
que también vosotros la leáis.
17 Y decid a Arquipo:
considera el ministerio que recibiste en el Señor,
para que lo llenes cumplidamente.

10. Aristarco, macedonio de Tesalónica, compañero de


viaje de San Pablo (Ac. 19, 29; 20, 4; 27, 2) y ahora com­
pañero de prisión.
Marcos, a quien unos diez años antes había recusado
Pablo como auxiliar de su segunda misión apostólica (Ac. 15,
39), está ahora al lado del Apóstol prisionero. Sin duda que
el segundo Evangelista, que poco antes había redactado su
Evangelio, se había enmendado de su juvenil inconstancia
o apocamiento. La coincidencia de Marcos y de Lucas (ver­
sículo 14) en compañía de San Pablo por este tiempo es un
dato muy interesante para la historia de la composición de
los Evangelios.
12-13. este magnífico elogio de Epafras hay que sumar
el que antes ha hecho San Pablo (1, 7-8). En la carta a
Filemón le llama mi compañero de prisión en Cristo Jesús
<v. 23).
14. Razón tenía San Pablo para llamar a Lucas el médico
querido, no sólo por haber tal vez utilizado sus servicios
médicos, sino también por haber hallado en él uno de sus
37<’
§ -’56-257 z\ LOS COLOSENSES 4, 18

más constantes e inteligentes auxiliares de su labor apos­


tólica. Con Pablo estaba Lucas precisamente cuando redac­
taba sus dos bellísimos libros: el tercer Evangelio y los He­
chos de los Apóstoles, cuya composición iría siguiendo o
dirigiendo el grande Apóstol, que tanta parte tiene en ellos.
16. La (carta que os será remitida) de Laodicea: no es
la carta apócrifa que corrió con este título, sino a lo que
parece la dirigida a los Efesios, que de Efeso sería mandada
a Laodicea y de aquí a Colosas.
16-17. De A equipo se habla también en Film. 2, donde
Pablo le llama conmilitón. Este apelativo y el ministerio que
aquí se recuerda permiten suponer que Arquipo tenía a su
cargo la Iglesia de los Colosenses que se reunían en casa
de Filemón, cuyo hijo era tal vez.

257. Salutación final. 4, 18.


1's El saludo de mi propia mano: PABLO.
Acordaos de mis cadenas.
La gracia sea con vosotros.

18. Hasta aquí Pablo ha dictado la carta; ahora toma él


la pluma para terminarla con el saludo de su propia mano:
Pablo. A esta delicadeza añade otra más exquisita: el re­
cuerdo de sus cadenas. El adjunto billete dirigido a Filemón,
que escribiria después, comienza: Pablo, prisionero de Cristo
Jesús.

377
PRIMERA EPÍSTOLA
A LOS TESALONICENSES

INTRODUCCIÓN

La Iglesia de Tesalónica. Tesalónica, hoy Salónica,


puerto del mar Egeo y una de las principales ciudades de
Macedonia, que en riquezas y corrupción competía con Co-
rinto, fue la segunda ciudad de Europa, que en su segunda
expedición apostólica, hacia el año 51, evangelizó San Pablo.
Sus habitantes eran en su mayoría gentiles, griegos y roma­
nos; no faltaban empero los judíos, atraídos por el floreciente
comercio de Tesalónica, y por el espíritu de proselitismo.
Tres semanas escasas pudo el Apóstol permanecer en Tesa­
lónica. Comenzó a predicar, según su costumbre, a los judíos
en su sinagoga, probándoles por las Escrituras que Jesús era
el Mesías. Tres sábados consecutivos había empleado el
Apóstol en evangelizar a los judíos: mas el fruto no respon­
dió a sus trabajos. Entre tanto no se había descuidado Pablo
de predicar el Evangelio a los gentiles y prosélitos de los
judíos; y fue tanta la muchedumbre de los que se convirtie­
ron a Cristo, que envidiosos y furiosos los judíos no lo pu­
dieron sufrir. Secundados por unos cuantos hombres perdi­
dos, asalariados, armaron un motín, que forzó a San Pablo a
abandonar la ciudad.
La Epístola. Pablo, arrojado de Tesalónica, y, poco des­
pués, de Berea también, se dirigió a Atenas. Desde aquí, algo
preocupado por el peligro de los neófitos Tesalonicenses, ex­
puestos a los embates de tan ruda presecución, les envió a su
discípulo Timoteo. Entre tanto el .Apóstol, no hallando en
Atenas el campo preparado para la palabra evangélica, partió
para Corinto, donde le encontró Timoteo a su vuelta de Tesa-
379
INTRODUCCIÓN

Iónica. Las noticias que éste le dió fueron en extremo con­


soladoras: los neófitos en medio de la persecución se mante­
nían firmes en la verdad del Evangelio. Quedaban empero
algunas nubecillas. La precipitada salida de San Pablo habia
impedido que la instrucción religiosa de los Tesalonicenses
fuera completa. De ahí la infundada preocupación de aquellos
neófitos por la suerte de los ya difuntos, que ellos conside­
raban inferior a la de los vivos en el segundo advenimiento
de Jesu-Cristo. Para desvanecer este error, y de paso corregir
algunos- defectos, reliquias de su antigua vida gentílica, les
escribe el Apóstol esta carta, una de las más afectuosas que
salieron de su pluma.
División di; la carta. En dos partes se divide la Epís­
tola: la primera (1-3) es un himno de acción de gracias, en
que andan envueltos mil dulces recuerdos y delicados elogios
con algo también de propia apología; la segunda (4-5) es una
exhortación, parte dogmática y parte moral.

380
§ -’5«--’59 i.« A LOS TESALONICENSES

EPÍSTOLA I A LOS TESALONICENSES

258. Salutación epistolar, i. i.


1 Pablo, Silvano y Timoteo.
a la Iglesia de los Tesalonicenses
en Dios Padre y en el Señor Jesu-Cristo;
gracia a vosotros y paz.

i, i. Es cronológicamente la primera de las cartas es­


critas por San Pablo.
La Iglesia en Dios Padre: expresión singular, forjada a
imitación de la otra, frecuente en San Pablo: la Iglesia en
el Señor Jesu-Cristo. El motivo de esta imitación o exten­
sión lo había declarado poco antes el Apóstol en su discurso
a los Atenienses, en que, recordando un hexámetro de Epi-
ménides, había dicho que en Dios vivimos, nos movemos y
existimos (Ac. 17, 28).
Gracia y paz: es el saludo cristiano y católico, en que se
asocian el saludo helénico gracia y el saludo judaico Paz.

PRIMERA PARTE: ACCIÓN DE GRACIAS

259. Acción de gracias por la conversión y per­


severancia de los tesalonicenses. 1, 2-10.
Damos gracias a Dios cu todo tiempo por todos vosotros,
haciendo memoria de vosotros
en nuestras oraciones sin cesar,
3 recordando la actividad de vuestra je,
y el trabajo de vuestra caridad,
y el tesón de vuestra esperanza
en nuestro Señor Jesu-Cristo,
cu presencia de Dios y Padre nuestro;
§ 259 i.a A LOS TESALONICENSES I, 2-10

4 sabiendo, hermanos amados de Dios, vuestra elección;


5 porque nuestro Evangelio no fué de palabra solamente,
sino también €011 fuerza y Espíritu Santo
y plena convicción,
según que sabéis
cómo nos hubimos entre vosotros por vosotros.
c Y vosotros os hicisteis imitadores
de nosotros y del Señor,
acogiendo la palabra en medio de mucha tribulación
con gozo del Espíritu Santo,
~ hasta llegar a ser vosotros dechado
para todos los que creen, en Macedonia y en Acaya.
s Así es que, partiendo de vosotros,
ha resonado la palabra del Señor
no sólo en Macedonia y en Acaya,
sino que en todo lugar se ha extendido la fama
de vuestra fe para con Dios,
hasta el punto de no tener nosotros necesidad
de hablar palabra.
” Pues ellos mismos andan refiriendo de nosotros
cuál fué la entrada que tuvimos con vosotros
y cómo os 'Convertisteis de los ídolos a Dios
para servir al Dios vivo y verdadero,
10 y aguardar de los cielos a su Hijo,
a quien resucitó de entre los muertos,
Jesús, el cual nos salva de la ira venidera.

3. Virtudes teologales. Ee..., caridad..., esperanza...:


las cualidades que reconoce San Pablo en las virtudes de
sus neófitos son a la vez un elogio y una exhortación. Su
fe es, y ha de ser, activa, ha de llegar a las obras; su caridad
es, y ha de ser, laboriosa, ha de llegar hasta el sacrificio; su
esperanza es, y ha de ser, perseverante, ha de tener aguante
y sufrimiento. Es instructivo recordar que la primera vez
que habla San Pablo de la fe recomienda en ella la eficacia
obradora, como para desmentir de antemano a cuantos ha­
bían de falsear el pensamiento y las palabras del Apóstol,
atribuyéndole una fe sin obras. San Pablo, lo mismo que
Santiago, creía y enseñaba que la fe sin obras es una fe
muerta (Sant. 2, 26).
3*2
§ 259--’6o i." A LOS TESALONICENSES__

4. Vuestra elección. Es característico en San Pablo dar


sentido complejo bajo todos sus aspectos a ciertas palabras
que, a primera vista, parecen empleadas bajo un solo aspecto.
Así en este caso la palabra elección no es solamente el acto
con que Dios elige y llama a los Tesalonicenses a la fe, sino
que incluye además la acción ministerial del Apóstol, la co­
rrespondencia de los mismos Tesalonicenses y la edificación
universal. Estos puntos se desenvuelven en lo que resta del
capítulo.
5. Eficacia de la predicación. Lo que daba eficacia
a la predicación de Pablo, lo que constituía su fuerza, era,
por una parte, la gracia y la unción del Espíritu Santo, y
por otra, la plena convicción personal con que anunciaba la
verdad del Evangelio.
6. Tribulación: alude San Pablo a las persecuciones de
que fueron objeto los neófitos de Tesalónica de parte de los
Judíos y sus secuaces por haber abrazado la fe.
9-10. Símbolo apostólico. Tenemos aquí un resumen o
un eco de la primitiva catcquesis de San Pablo. Comprende
dos partes: una teológica, antipagana, y otra cristológica,
antijudaica. Los elementos estrictamente teológicos se mue­
ven entre dos extremos opuestos: los ídolos, dioses falsos y
muertos, que abandonan definitivamente, y el Dios vivo y
verdadero, a cuyo culto se consagran. Los elementos cristo-
lógicos son cuatro: la divina filiación de Jesu-Cristo. su
muerte redentora, su resurrección de entre los muertos y su
segundo advenimiento para juzgar a los hombres. Juntando
estos elementos a los insinuados en los versículos preceden­
tes, obtenemos los puntos esenciales del Símbolo Apostólico,
formado ya por tanto cuando hacia el año 51 se escribió esta
carta.

260. Nueva acción de gracias por la fe y cons­


tancia de los tesalonicenses. 2, 1-16.
1 Vosotros mismos, en efecto, sabéis, hermanos,
que nuestra entrada a vosotros no ha sido estéril,
sino que maltratados y ultrajados,
383
§ 26o i." A LOS TESALON ICENSES 2, i-t6

como sabéis, en Filipos.


osamos, confiados cu nuestro Dios,
anunciaros a vosotros el Evangelio de Dios
en medio de mucha contradicción.
3 Porque nuestra exhortación no procede de error,
ni de torpe concupiscencia, ni con dolo,
4 sino, según hemos sido juzgados dignos por Dios
de que se nos confiase el Evangelio.
así hablamos:
no como deseosos de complacer a hombres,
sino a Dios, que sondea nuestros corazones.
•’ Porque jamás fuimos en hablar lisonjas: como sabéis:
ni con trastienda de codicia: Dios es testigo:
ni pretendiendo gloria de los hombres,
ni de vosotros, ni de otros:
~ — bien que podiendo presentarnos con autoridad,
como apóstoles de Cristo—:
antes nos hicimos pcqucñitelos en medio de vosotros,
como cuando una madre que cría,
calienta en su regazo a sus propios hijos:
así. prendados de vosotros,
nos complacíamos en entregaros,
no sólo el Evangelio de Dios,
sino también nuestras propias vidas.
puesto que nos habíais ganado el corazón.
L' ]’ si no. recordad, hermanos, nuestro trabajo y fatiga;
trabajando noche y día.
para no ser gravosos a alguno de vosotros,
os predicamos el Evangelio de Dios.
10 l'osotros sois testigos, v Dios también,
de cuán santa, justa c intachablemente
procedimos con vosotros los que creéis,
" según sabéis, cómo a cada uno de vosotros,
lo mismo que un padre a sus hijos.
12 os alentábamos y consolábamos.
V os conjurábamos a que caminaseis
de una manera digna de Dios,
¡¡tic os llama a su reino y gloria.
Por esto también nosotros.
hacemos gracias a Dios incesantemente
384
§ 2ÓO i.u A LOS TESALONICENSES_______

de que, habiendo vosotros recibido la palabra de Dios.


que de nosotros oísteis,
la abracasteis no como palabra de hombre,
sino tal cual es verdaderamente.
como palabra de Dios.
la cual obra eficazmente eu vosotros los creyentes.
14 Pues que vosotros, hermanos.
os hicisteis imitadores de las Iglesias de Dios
que están en la Judca en Cristo Jesús,
por cuanto las mismas cosas padecisteis también vosotros
de parte de vuestros compatriotas
que ellos mismos de parte de los indios,
15 los cuales, como mataron al Señor Jesús
y a los profetas.
también a nosotros nos persiguieron;
que no agradan a Dios
y son contrarios a todos los hombres:
3,: que nos estorban a nosotros
el predicar a los gentiles para que se salven,
obstinados siempre en colmar la medida de sus pecados;
pero está para descargar sobre ellos
la ira hasta el colmo.
2, t-2. Indirectamente San Pablo, no sólo deshace las
especies calumniosas esparcidas por sus adversarios, sino que
nos ha dejado trazado con rasgos indelebles el retrato de su
alma apostólica.
/. Pcqitcñiiclos. Existen dos variantes: V7¡nici (pequeñuc-
los) y vínioi (mansos o blandos). La mayoría de los críticos
modernos da la preferencia a la segunda variante. Así, entre
los principales. Tischendorf, Weiss, von Soden, Vogels,
Merk. Con todo, la prueba documenta! parece decisiva a
favor de la primera variante, que es la preferida por West-
cott-Hort. La tienen, entre los Alejandrinos, B S* C* bo;
entre los occidentales, D* FGyel excelente minúsculo 1912;
entre otros códices menos definidos sobresalen los cesarien-
ses 1311 38 Ó9, y por fin todos los testigos latinos con la
Vulgata. La razón por la cual esta variante de tan firme
apoyo documental ha sido repudiada por tantos críticos es la
incoherencia que existe entre pcqncñiiclos y madre que cria.
3*5
§ 260-261 i.K A LOS TESALONICENSES 2, 17-20; 3. 1-13

Pero esa incoherencia de imágenes, lejos de ser una verda­


dera dificultad contra peqiteñuelos es más bien un argumento
positivo a su favor; y esto por dos razones. Primera: preci­
samente por esta incoherencia peqiteñuelos es una variante
ardua o difícil, y, como tal, preferible. En efecto, en el su­
puesto que el original tuviera blandos, a nadie se le hubiera
ocurrido cambiarlo en peqiteñuelos; en cambio, era obvio
cambiar peqiteñuelos en blandos para evitar la incoherencia
en las imágenes. Segunda: esta incoherencia de imágenes,
tan frecuente en San Pablo y tan característica de su estilo,
es como un sello de autenticidad, que acredita el origen pau­
lino de la variante peqiteñuelos.
8. Amor de padre. Prendados de vosotros, puesto que
nos habíais ganado el 'Corazón. Razón tenía el Apóstol para
afirmar que amaba a sus neófitos en las entrañas de Cristo
Jesús (Filp. 1. 8). Se había compenetrado tanto con Cristo,
que amaba a los hombres con el Corazón mismo del Reden­
tor. De ahí su complacencia en entregar a los hombres no
sólo el Evangelio de Dios, sino también su propia vida. De
ahí la paternidad espiritual del Apóstol, por cuando engen­
draba a los fieles en Cristo de su propia sustancia y vida
espiritual; paternidad que él se complace en recordar repeti­
das veces. Cf. 1 Cor. 4, 14-15; Gál. 4, 19.
13. Predicación oral. Palabra de Dios es la Escritura;
pero lo es también la predicación oral del Evangelio de Dios.
Palabra de Dios es la que ahora está escribiendo el Apóstol:
pero palabra de Dios era también la que antes oralmente
liabía anunciado a los Tesalonicenses, la que ellos de él oye­
ron y abrazaron, no como palabra de hombres, sino, tal cual
es verdaderamente, palabra de Dios.

261. Buenas nuevas traídas por Timoteo. 2, 17-20;


3, I_I3-
17 En cuanto a vosotros, hermanos,
lejos como huérfanos de vosotros por breves momentos.
con el cuerpo, no con el corazón,
tanto más nos dimos prisa por veros caro a cora.
a impulsos de un ardiente deseo.
386
§ _>6i I." A L.OS TESALONICENSES 2, 17-20: 3. 1-13

!S Porque tuvimos intento de ir a vosotros,


yo, Pablo, en particular, una y otra vez;
pero tíos atajó Satanás.
19 Pues ¿cuál es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria,
— ¿acaso no vosotros también? —
eu presencia de nuestro Señor Jesús en su venida?
Sí que vosotros sois nuestra gloria y gozo.
1 Por lo cual, 110 sufriendo ya más,
preferimos quedar ett /¡tenas solos.
- v enviamos a Timoteo, ese hermano nuestro
y ministro de Dios en el Evangelio de Cristo,
para consolidaros y alentaros ett orden a vuestra fe,
a fin de que ninguno titubease en esas tribulaciones.
Pues vosotros mismos sabéis
que a eso estamos destinados.
* Puesto que cuando estábamos cotí vosotros,
ya os predecíamos que hemos de ser atribulados,
como así aconteció, y bien lo sabéis.
5 Por eso yo también, no sufriendo ya más,
envié quien se informase de vuestra fe,
no fuera que os hubiese tentado el tentador
y hubiese resultado estéril nuestro trabajo.
'■ Mas ahora, venido Timoteo a nosotros de vosotros
y habiéndonos traído buenas nuevas
de vuestra fe y caridad,
y que conserváis biten recuerdo de nosotros
eu todo tiempo,
deseando vivamente vernos
— como también nosotros a vosotros—,
' con eso nos hemos consolado, hermanos, en vosotros,
eu medio de todos nuestros aprietos y tribulaciones,
gracias a vuestra fe;
s puesto que ahora vivimos,
si vosotros os mantenéis firmes en el Señor.
9 Pues ¿qué batimiento de gracias
podemos en retorno pagar a Dios respecto de vosotros
por iodo el gozo con que nos gozamos
a causa de vosotros eu el acatamiento de nuestro Dios,
pidiendo noche y día con la mayor instancia
veros cara a cara
§ 2Ói í." A LOS TESALONICENSES 2, 17-20: 3, 1-13

y completar las deficiencias de vuestra fe?


11 Mas el mismo Dios y Padre nuestro
y el Señor nuestro Jesús
enderece nuestro camino hacia vosotros.
Y a- vosotros hágaos el Señor crecer y aventajar
en la caridad de unos para con otros y para con todos
— cual es la nuestra para con vosotros —.
13 en orden a fortalecer vuestros corazones,
irreprochables en santidad
en el acatamiento del Dios y Padre nuestro,
en el advenimiento de nuestro Señor Jesús
acompañado de todos sus santos.
17-20; 3, 1-13. Corazón apostólico. En todo este deli­
cioso pasaje no se sabe qué más admirar, si la intimidad afec­
tuosa o la elevación v espiritualidad de miras. Sin lo uno y
lo otro no hubiera sido Pablo lo que fué: el gran Apóstol
de Jesu-Cristo.
3. 3. A eso estamos destinados: a las tribulaciones y per­
secuciones. Recuerda el Apóstol a los fieles, lo que a los mis­
mos Apóstoles tantas veces había advertido el divino Maes­
tro (Mt. 10, 16; 24, 9; Jn. 15, 20...).
10. Deficiencias de vuestra fe: lo que todavía falta para
una instrucción más cabal acerca de las verdades de la fe.
Forzado por la persecución de los judíos a abandonar la
ciudad de Tesalónica antes de hora, no tuvo el Apóstol tiem­
po suficiente para instruir convenientemente a los neófitos
en los misterios de la religión cristiana.
12. Caridad. En tres cosas desea el Apóstol se distinga
la caridad de los Tesalonicenses: 1) en que constantemente
crezca y se aventaje; 2) en que sea universal, de todos para
con todos; 3) en que emule el amor de Pablo para con ellos,
como el de Pablo procura imitar el de Jesu-Cristo para con
los hombres.
13. Santidad sin tacha. La santidad ha de ser irrepro­
chable, no a los ojos del mundo ni a juicio de los hombres,
sino en el acatamiento de Dios y en el advenimiento y juicio
del Señor Jesús. Lo que ahora sea a los ojos de Dios, eso
aparecerá, y no otro, en el juicio de Cristo.
388
§ '6> i.’ A LOS TESALON1CENSES 4, 1-8

SEGUNDA PARTE: EXHORTACIÓN

262. Primer grupo de exhortaciones. Santidad


y pureza. 4, 1-8.
1 Por lo demás, pues, hermanos,
os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús
a que, según la enseñanza que recibisteis de nosotros,
de que manera habéis de proceder y agradar a Dios
— como procedéis ya,—
que os aventajéis más y más.
2 Porque sabéis qué preceptos os dimos
al anunciaros al Señor Jesús.
3 Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación:
que os abstengáis de la fornicación,
4 que sepa cada uno de vosotros poseer su propia esposa
en santificación y honor,
no con pasión de concupiscencia,
como esos gentiles que no conocen a Dios;
G que en este punto nadie, con violencia o con engaño,
haga injuria a su hermano,
puesto que vengador de todas esas cosas es el Señor,
como ya antes os dijimos y conjuramos.
7 Que no nos llamó Dios para la impureza,
sino para vivir en santidad.
s Así que quien esto reprueba
no reprueba a un hombre, sino a Dios,
el cual os dio también su santo Espíritu,
enviándolo a vosotros.

4, 1. Como procedéis ya: esta frase, paréntesis y anacoluto


a la vez, sustituye a la frase normal, «así procedáis», término
de la exhortación en la idea inicial de San Pablo. Para que
la exhortación apuntada no quede sin objeto, añade, como
corrigiéndose, que os aventajéis más y más.
3. Santificación: en el sentido particular y concreto de
«pureza guardada por motivo religioso».
389
§ 262-263 1.a A LOS TESALONICENSES 4. q-12

4. Esposa: la palabra original ckcücí significa “vaso, ins­


trumento», que en este pasaje unos interpretan «el propio
cuerpo», otros «la propia esposa». En la frase, aisladamente
considerada, ambas interpretaciones son igualmente posibles;
pero el contexto, sobre todo el versículo 6, en que condena
el adulterio cometido por violencia o con engaño, hace mucho
más probable la segunda interpretación de esposa.
3-8. Pureza cristiana. Acumula aquí San Pablo los
motivos más apremiantes para conservar la pureza más ex­
quisita. Además de otros motivos más humanos, cuales son:
la propia dignidad, la serenidad de la mente, el sentimiento
de la justicia y el santo temor de Dios, insinúa otros más
altos y propiamente divinos; que son: el precepto de Jesu-
Cristo, la voluntad de Dios Padre y la presencia del Espíritu
Santo. Toda la Trinidad exige de nosotros imperiosamente
la más incontaminada pureza.

263. Caridad y laboriosidad. 4, 9-12.


r' En lo que toca a la caridad fraterna
no tenéis necesidad de que se os escriba,
puesto que vosotros mismos sois amaestrados de Dios
a amaros los unos a los otros.
1,1 Y. en efecto, eso hacéis con todos los hermanos
en toda la Macedonia.
Sin embargo, os exhortamos, hermanos.
a que os aventajéis más y más.
” y que, pundonorosos, os esmeréis en vivir sosegados,
y en ocuparos en lo vuestro,
y en trabajar con vuestras propias manos,
como os encargamos,
12 a fin de que procedáis decorosamente
a vista de los de fuera,
y de nadie tengáis necesidad.

11. Trabajar: algunos de aquellos neófitos, imaginando


inminente el segundo advenimiento del Señor, suspendieron
como inútil todo trabajo humano.
11-12. La ley del trabajo. I.a esperanza de los bienes
390
§j63-2Ó4 i.a A LOS TESALONICENSES 4. 13-18

eternos no exime al cristiano de la ley de trabajar para ga­


narse el sustento. La base de la laboriosidad es vivir sosega­
dos. El alboroto es enemigo del trabajo. También lo es el
mariposeo, que impide ocuparse en lo suyo propio, es decir,
tener una ocupación seria y fija. Y hay que arrostrar la fa­
tiga inherente al trabajo, trabajando con sus propias manos,
esto es, con el propio esfuerzo. Y quiere el Apóstol que en
este espíritu de laboriosidad sean pundonorosos. Por dos
motivos: 1) por el decoro del nombre cristiano, para no apa­
recer ante los gentiles como un hato de holgazanes; 2) por
legítimo amor propio, para mantener la dignidad y la liber­
tad propia, que irremisiblemente se pierde, cuando se tiene
necesidad de otro, cuando se vive de la liberalidad ajena.

264. Segundo grupo. Ventajas de los ya difun-


tos en el advenimiento de Cristo. 4, 13-18.
13 No queremos que estéis en la ignorancia, hermanos,
acerca de los que duermen,
a fin de que no os entristezcáis.
como esos otros que no tienen esperanza.
1* Porque si creemos que Jesús murió y resucitó,
así también Dios a los que durmieron
por Jesús los llevará consigo.
15 Porque esto os decimos según palabra del Señor
que nosotros, los vivos,
los supervivientes hasta el advenimiento del Señor,
no nos adelantaremos a los que durmieron.
1,1 Porque el mismo Señor, con voz de mando,
a la voz del arcángel y al son de la trompeta de Dios,
bajará del cielo,
y los muertos en Cristo resucitarán primero;
luego nosotros, los vivos, los supervivientes,
junto con ellos seremos arrebatados
sobre las nubes al aire
hacia el encuentro del Señor;
y así siempre estaremos con el Señor.
1>! Así que consolaos mutuamente con estas palabras.

39i
§ 264 i.a A LOS TESALONICENSES 4. ¡3-18

13-18. Estaban los Tesalonicenses preocupados por la


suerte de los ya difuntos, por considerarla menos ventajosa,
suponiendo que no tendrían la dicha de presenciar la gloria
del segundo advenimiento. Respóndeles San Pablo que la
suerte de los ya difuntos, lejos de ser menos ventajosa, seria,
al contrario, más aventajada, por cuanto a la glorificación de
los supervivientes precederá la resurrección gloriosa de los
muertos en el Señor.
14. Por Jesús: no se ve claro si este complemento afecta
al verbo precedente durmieron o bien al siguiente llevará. Para
que pudiese afectar al verbo precedente, la expresión por Jesús
había de significar «en Cristo», o bien en un estado o condi­
ción que tuviese relación con Jesús, como sería “en la fe
de Jesús». Ahora bien por Jesús no puede tener el mismo
sentido que «en Cristo» : no sólo por la diferencia de prepo­
sición, sino principalmente porque el término solo Jesús
nunca en San Pablo tiene el sentido de Cristo místico, que
es la que tiene en la expresión «en Cristo». No es más acep­
table el otro sentido de «condición con relación a...» atribui­
do a la preposición Siá (por): sentido que nunca tiene, cuan­
do afecta a sustantivos personales como Jesús. Queda, por
tanto, como única posible, la interpretación según la cual por
Jesús afecta al verbo llevará en el sentido obvio de «por me­
diación de Jesús» o «por los merecimientos de Jesús».
15. Los vivos, los supervivientes: aquí como en 2 Cor.
5, 2-4, se traslada con la imaginación al tiempo del segundo
advenimiento, como si fuera uno de los que entonces vivirán.
O, acaso mejor, la frase dos veces repetida nosotros, los
vivos, los supervivientes (vers. 15 y 17) expresa, no el pen­
samiento del misino Pablo, sino el de los Tesalonicenses, de
cuyos labios toma él la frasecilla, y la recalca no sin cierto
asomo de ironía.
16. I'ac de mando: es la voz del llijo de Dios que oirán
todos los muertos, como dice el mismo Señor por San
Juan (5, 28). Son de la trompeta de Dios: de esta trompeta
habla el Salvador en la Apocalipsis Sinóptica (Mt. 24, 31),
y más enfáticamente el mismo San Pablo en 1 Cor. 15, 52:
...al son de la última trompeta; pues sonará la trompeta...
392
§ -64-265 A LOS tesalonicenses 5> I-It

Voz del arcángel: 110 es fácil determinar si esta voz y el son


de la trompeta son dos realidades distintas o más bien dos
imágenes de una misma realidad.
16-17. La mención de los vivos después de recordar la
resurrección de los muertos, manifiesta claramente la mente
de San Pablo, que los fieles supervivientes de la última ge­
neración no morirán.
17. Siempre estaremos con el Señor. En estar y vivir
eternamente con el Señor cifraba San Pablo las delicias de
la gloria celeste.

265. Advenimiento repentino del Señor. 5, 1-11.


1 Por lo qtie toca a los tiempos y a las circunstancias,
hermanos, no tenéis necesidad de que se os escriba,
2 pues vosotros mismos sabéis muy bien que el día del Señor,
como ladrón por la noche, así vendrá.
3 Vlsi que digan: «Paz y seguridad»,
entonces de improviso se les echa encima el exterminio,
como los dolores del parto a la que se halla encinta,
y no escaparán.
1 Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas,
para que ese día, como ladrón, os sorprenda.
•’ Que todos vosotros, sois hijos de la luz e hijos del día.
No sontos de la noche ni de las tinieblas.
*' slsí que no durmamos como los otros,
sino velemos y seamos sobrios.
' Pites los que duermen, de noche duermen,
y los que se embriagan, de noche se embriagan;
mas nosotros, que sontos del día, seamos sobrios,
revestidos de la coraza de la je y la caridad,
y como yelmo, la esperanza de la salud,
” puesto que tío nos destinó el Señor para la cólera,
sino para la adquisición de la salud
por Nuestro Señor Jesu-Cristo,
10 que murió por nosotros,
para que, ya velemos, ya durmamos,
vivamos juntamente con él.
31 Por lo cual animaos recíprocamente
V edificaos el uno al otro, como ya lo hacéis.
393
§ 265^ ____ 1.a A_ LOS- TESALONICENSES 5, 1-11

5, 2. Manifiesta aquí San Pablo su ignorancia, y la de


todos, acerca del tiempo de la parusía: manifestación que
alude evidentemente a las declaraciones del mismo Señor
sobre la incertidumbre del último día (Mt. 24, 36 = Me. 13,
32 = Le. 17, 26), y que desvanece las fantasías de los que
atribuyen al Apóstol la creencia de la inminente proximidad
de la parusía.
5- 8. Hijos de la luz. La belleza de la expresión hijos de
la luz e hijos del día sugiere interesantes consideraciones es­
téticas. Pero San Pablo prefiere descender a consideraciones
prácticas. Por esto añade: no somos de la noche ni de las
(¡nieblas. Y saca la doble consecuencia: releíaos y seamos
sobrios. Y da la razón: pues los que duermen, de noche duer­
men, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
6- 10. Es interesante que en este contexto el verbo dormir
presenta tres sentidos diferentes. En el v. 7 (los que duermen,
de noche duermen) tiene el sentido propio o natural de sue­
ño. E11 el v. 6 (no durmamos) tiene el sentido moral de in­
dolencia o desidia. En el v. 10 (ya durmamos) equivale a
haber muerto o yacer en el sepulcro (de ahi cementerio equi­
valente a dormitorio). Algo parecido hay que decir del verbo
opuesto velar, que en el v. 6 significa vigilancia y en el 10
vida. Este hecho aconseja discreta cautela en la aplicación
de la regla hermenéutica de que dentro de un mismo contexto
hay que dar a una misma palabra idéntico sentido. En San
Pablo singularmente falla la regla no pocas veces.
8. De la panoplia o armadura del soldado cristiano, qne
más detalladamente describe en Ef. 6, 14-17. menciona aqui
San Pablo solas dos piezas: la coraza cuyas dos jiartes son
la je y la caridad, y el yelmo, que es la esperanza. Estas tres
virtudes son las mismas que, bajo otros aspectos, recomienda
al principio de esta carta, y por el mismo orden: fe, caridad,
esperanza.
9. Esperanza cristiana. Es sobremanera consolador
pensar que el Señor 110 nos destinó para la cólera o para la
perdición eterna, sino para la adquisición de la salud celeste
y bienaventurada; no ciertamente por nuestros merecimien­
tos, sino por nuestro Señor Jesu-Cristo, que murió por itos-
394
§ 263-266 i.a A LOS TESALONICENSES 5- 1^2

otros. La sangre de Cristo, por una parte, la íe en Cristo y


el amor a Cristo, por otra, son firme garantía de nuestra
esperanza. Cf. 1 Tim. 2, 4.

266. Tercer grupo. Recomendaciones diversas.


5, 12-22.
12 Os rogamos, hermanos,
que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros
y os gobiernan en el Señor y os instruyen.
13 v que los estiméis en el más alto grado con amor
a causa de su obra.
J/ivid en paz entre vosotros.
14 Os exhortamos asimismo, hermanos,
que amonestéis a los revoltosos,
que alentéis a los débiles,
que tengáis longanimidad con todos.
15 Mirad que ninguno vuelva a otro mal por mal,
sino andad siempre tras lo bueno,
así entre vosotros como entre todos.
1G Gozaos siempre,
17 orad sin cesar,
13 en todas las cosas dad gracias,
pues ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús
respecto de vosotros.
19 El espíritu no le apaguéis,
20 las profecías no las menospreciéis.
21 Probadlo todo, quedaos con ¡o bueno.
Absteneos de toda apariencia de mal.

12-22. Programa de vida cristiana. Sin elevadas es­


peculaciones teológicas, como en las Epístolas a los Efesios
y Colosenses, y sin altos vuelos místicos, pero que tampoco
se excluyen, propone aquí San Pablo un esbozo o programa
de vida espiritual, o, si se quiere, puntos de un examen su­
mamente práctico.
A tres grupos pueden reducirse los avisos del Apóstol:
1) normas de trato social, 2) consejos de vida interior, 3) re­
glas de discreción espiritual.
395
§ ¿66-267 i-n A LOS TESALONICENSES 5. 23-28

12-15. Trato social, a) Reconoced, estimad y amad a


los que trabajan entre vosotros y os gobiernan en el Señor
y os instruyen, b) Vivid en paz entre vosotros, c) Amonestad
a los revoltosos, alentad a los débiles, d) Longanimidad con
todos, e) Nunca volver mal por mal. f) Andad siempre tras
lo bueno.
16-18. Tres consejos de vida interior, a) Gozaos
siempre, b) Orad sin cesar, c) En todas las cosas dad gracias
a Dios. Y se da la razón: pues ésta es la voluntad de Dios,
tal el ideal, el beneplácito, la disposición de Dios respecto de
vosotros. La santidad 110 es un capricho humano ni una ar­
bitraria imposición divina: es la altísima ordenación de la
sabiduría y del amor de Dios. Pero estos ideales de perfec­
ción no son asequibles ni realizables sino en Cristo Jesús.
En Cristo hay que gozarse, en Cristo orar, en Cristo hacer
gracias a Dios.
19-22. Cuatro reglas de discreción, a) El espíritu no
le apaguéis. Espíritu es la acción, aqui especialmente la ca-
ri.smática, del Espíritu Santo. Apagar es cohibir, estorbar,
entorpecer esta benéfica acción, b) Las profecías no las me­
nospreciéis. Profecías son las manifestaciones del carisma de
la profecía que tanto aprecia y enaltece San Pablo en 1 Cor.
14. c) Probadlo todo, quedaos con lo bueno. Probarlo todo
no es lanzarse curiosa y temerariamente a ensayar, explorar
o catar cualquier cosa que se presente, sino examinarla, con­
trastarla, acrisolarla antes de admitirla. No creáis a todo es­
píritu, antes contrastad los espíritus si son de Dios (1 Jn.
4. 1). «Sunt multa fucis illita...» d) Absteneos de toda apa­
riencia de mal, es decir de toda sombra de mal y de todo
lo que, siendo j’uzgado como malo, puede fundadamente es­
candalizar o desedificar (Cf. Rom. 14. 13-23; 1 Cor. 8, 8-13;
10, 28-33).

267. Conclusión. 5, 23-28.


23 Y el Dios de la paz él mismo os santifique íntegros,
y que todo entero vuestro espíritu,
y vuestra alma, y vuestro cuerpo
se conserven irreprensiblemente
396
§ 267 i.° A LOS TESALONICENSES 5, 23-28

para el advenimiento de nuestro Señor Jesu-Cristo.


24 Piel es el que os llama, el cual asi lo hará.
Hermanos, rogad también por nosotros.
2,4 Saludad a los hermanos todos con el ósculo santo.
Os conjuro por el Señor
que sea leída esta carta a todos los hermanos santos.
28 La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo
sea con vosotros. Amén.

23. Vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo:


espíritu y alma no son dos partes distintas del compuesto
humano, como lo son cuerpo y alma, sino dos actividades
de la misma alma: la actividad intelectual, sometida al influ­
jo del Espíritu Santo, y la actividad sensitiva (y vegetativa).
Querer ver en los tres términos empleados por San Pablo
una derivación de la tricotomía platónica es desconocer el
dualismo antropológico de San Pablo y de toda la Escritura.
Triple santidad. Es digna de considerarse la santidad
íntegra e irreprensible que aquí desea San Pablo: santidad
estrictamente espiritual, que es la elevación sobrenatural del
espíritu humano bajo la acción depuradora, iluminativa y
unitiva del Espíritu divino; santidad psíquica, que es la or­
denación de los sentimientos y tendencias sensibles y de todos
los instintos naturales; santidad somática, que es la modera­
ción de todos los actos y movimientos propios de los órganos
corporales.
SEGUNDA EPÍSTOLA
A LOS TESALONICENSES

INTRODUCCIÓN

Ocasión de la Epístola. Tranquilizados ya los Tesalo-


nicenses de sus temores infundados acerca de la suerte, que
ellos habían creído desventajosa, de los fieles ya difuntos,
en el advenimiento de Cristo, en cambio se alborotaron más
con la aprensión exaltada de que el día del Señor iba a venir
de un momento a otro. Y llegó a tanto esa fascinación apo­
calíptica. que habían ya abandonado el cuidado de atender,
como cosa superfina, a las más imprescindibles necesidades
de la vida. De ahí que, entregados a la ociosidad, pasaban el
día vagando de casa en casa, v hablando sin duda de la tre­
menda catástrofe que iba a sobrevenir. Temeroso el Apóstol
de que esas extravagancias diesen al traste con la fe y la
moralidad de sus impresionables neófitos, les escribe una se­
gunda carta, en que les declara que el día del Señor no es
tan inminente como ellos se imaginaban: antes han de sobre­
venir dos grandes crisis, la apostasía universal y la aparición
del anticristo.
División de la Epístola. La Epístola se divide en tres
partes, correspondientes exactamente a sus tres capítulos.
En la primera, introductoria, después de dar gracias a Dios
por la fe. la caridad y la constancia de los Tesalonicenses,
les recuerda el justo juicio de Dios, que dará a cada uno su
merecido. Este recuerdo del juicio divino prepara la segunda
parte, dogmática, sobre el advenimiento del Señor, precedido
por la aparición del anticristo. La tercera parte, moral, con­
tiene diversas recomendaciones, derivadas más o menos direc­
tamente de la doctrina antes establecida.
399
§ 268-269 2.n A LOS TESALONICENSES 1,1-2; 1,3-4

EPÍSTOLA II A LOS TESALONICENSES

SALUTACIÓN EPISTOLAR

268. Inscripción. 1, 1-2.


1 Pablo, Silvano y Timoteo
a la Iglesia de los Tesalonicenses
en Dios, Padre nuestro, y en el Señor Jesu-Cristo:
- gracia a vosotros y paz
de parte de Dios Padre y del Señor Jesu-Cristo.

1, 2. Origen de la gracia y de la paz. Esta es crono­


lógicamente la primera de las Epístolas en que San Pablo
vincula la gracia y la paz a la acción de Dios Padre y del
Señor Jesu-Cristo. Como en Dios Padre y en Jesu-Cristo
está congregada la Iglesia de los Tesalonicenses, así de Dios
Padre, como de primer principio, y de Jesu-Cristo, como de
universal Mediador, debe recibir el don divino de la gracia
y de la paz.

269. Acción de gracias. 1, 3-4.


" Gracias debemos dar a Dios en todo tiempo
acerca de vosotros, hermanos, como es razón,
porque se acrecienta más y más vuestra fe
y aumenta la mutua caridad de cada uno de vosotros,
4 hasta el punto de que nosotros mismos
nos gloriamos de vosotros en las Iglesias de Dios
por vuestra constancia y vuestra fe
en medio de todas vuestras persecuciones
y de las tribulaciones que soportáis.
3-4. Fe, caridad, constancia. Tres cosas elogia el Após­
tol en los fieles de Tesalónica: el crecimiento de la fe, el
aumento de la mutua caridad y la constancia en las perse­
cuciones y tribulaciones; pero la gloria de todo la tributa a
Dios, a quien rinde por ello las gracias en todo tiempo.
400
§ 270________ 2.a z\ LOS TESALONICENSES_______ $, 5-10

PRIMERA PARTE

EL JUSTO JUICIO DE DIOS

270. El juicio de Dios en el advenimiento de


Cristo. 1, 5-10.
5 Eso es demostración del justo juicio de Dios,
de que vosotros seréis juzgados dignos del reino de Dios,
por el cual y bien que padecéis:
'• si es que justo a los ojos de Dios
dar en retorno tribulación a los que os atribulan,
y a vosotros, los que sois atribulados,
holgura juntamente con nosotros,
en la revelación del Señor Jesús,
cuando vendrá desde el cielo con los ángeles de su poder
“ cu fuego llameante,
y tomará venganza de los que no conocen a Dios
y no dan oídos al Evangelio del Señor nuestro Jesús;
los cuales pagarán la pena con perdición eterna
ante la presencia del Señor y ante la gloria de su fuerza,
10 cuando viniere, en el día aquel,
a ser glorificado en sus santos
y mostrarse admirable en todos los que creyeron
— pues creído fué nuestro testimonio ante vosotros.

5. El justo juicio de Dios. Demostración: las tribula­


ciones que padecéis por el reino de Dios son señal y prueba
de que Dios os juzgará dignos de su reino: en lo cual res­
plandece el justo juicio de Dios, que no puede menos de ga­
lardonar a los que por él padecen. En un sentido más amplio,
declarado en los versículos siguientes, esas tribulaciones son
una demostración del justo juicio de Dios. El hecho de que
los justos sean atribulados, mientras que los impíos triunfan,
no puede ser duradero y definitivo, si es que hay justicia en
Dios; quien no puede menos de dar a cada cual su merecido,
trocando las suertes e invirtiendo los valores de este siglo
perverso.
401
§ 270-271 2.a A LOS TESALONICENSES____ h ij-12

7. Con los ángeles de sn poder: Cf. Mt. 25, 31...


8. En juego llameante: cf. 1 Cor. 3, 14-15.
9. Perdición eterna: cf. Mt. 25, 41-46; Me. 9, 42-47;
Ap. 14, 11; 20, 10; 21, 8.
Ante la presencia del Señor: otros traducen «lejos de la
presencia del Señor». Esta segunda versión sería tal vez pre­
ferible si se tratase del estado definitivo y eterno de la con­
denación ; pero, pues en el contexto se trata del momento
inicial en que se fulminará la sentencia de condenación, es
preferible la interpretación adoptada en el texto. Cf. Ap.
14. 10.

271. Oración del Apóstol. 1. n-12.


11 En orden a lo cual oramos asimismo
en todo tiempo por vosotros,
qitc nuestro Dios os haga dignos de la vocación
y realice plenamente con poder
toda complacencia en la bondad y toda obra de je,
12 de suerte que el nombre del Señor nuestro Jesús
sea glorificado en vosotros, y vosotros cu él,
según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesu-Cristo.
11. Dignos de la vocación: esto es, que llevéis una vida
santa, cual corresponde a la vocación o llamamiento con que
Dios os favoreció.
Complacencia en la bondad, más literalmente, ‘■compla­
cencia de [la] bondad». Cuatro son las interpretaciones po­
sibles de esta frase: 1) complacencia o beneplácito de la
¡divina] bondad; 2) complacencia [divina] en lo bueno;
3) complacencia de [vuestra] bondad, esto es, aquello en
que os complacéis conforme a vuestra bondad; 4) vuestra
complacencia en lo bueno. Para determinar cuál de estos sea
el verdadero sentido, hay que atender a tres cosas: la sig­
nificación de complacencia, la significación de bondad y el
contexto. La palabra complacencia o beneplácito la emplea
San Pablo otras cinco veces: dos veces íEf. 1, 5 y 1, 9)
ciertamente, otra (Filp. 2, 13) probablemente, se refiere al
beneplácito divino: dos veces (Rom. 10, 1 y Filp. 1, 15) al
beneplácito humano. De este uso, ca.'i equilibrado, nada pue-
402
£271-273 2.“ A LOS TESALONICENSES 2, 1-2

de colegirse en favor de una u otra interpretación. En cam­


bio bondad se aplica siempre en San Pablo a la bondad moral
o virtud del hombre: lo cual excluye la primera de las cuatro
interpretaciones. Examinando el contexto, complacencia de
[/«] bondad es paralela a la frase siguiente obra de la je;
pararelismo que exige que ambas frases sean homogéneas.
Ahora, pues, como la obra de je es la actuación o fruto de
la fe de los Tesalonicenses, a ellos también, por consiguiente,
pertenece la complacencia: con lo cual queda también ex­
cluida la segunda interpretación. Quedan, por tanto, las dos
últimas interpretaciones; entre las cuales, como la tercera no
cuenta a su favor con la .autoridad de ningún intérprete no­
table, no queda sino la cuarta, que es la adoptada en el texto.

SEGUNDA PARTE

LAS SEÑALES DEL ADVENIMIENTO DE CRISTO

272. No es inminente el advenimiento de Cristo.


2, 1-2.
1 Os rogamos, hermanos,
por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesu-Cristo
y a nuestra reunión con él,
2 que no os dejéis tan pronto impresionar,
abandonando vuestro sentir, ni os alarméis,
ni por espíritu, ni por dicho, ni por carta,
cual si juera de nosotros,
como que esté inminente el día del Señor.

2, 2. Espíritu..., dicho..., carta: tres causas de donde


pudo originarse el rumor sobre la proximidad de la parusía.
Espíritu: sería una profecía referente a la parusía. Cual si-
juera de nosotros: estas palabras se refieren a carta; pero
110 se ve claro si se refieren también a dicho, y menos a es­
píritu. Como que esté inminente...: nueva declaración del
Apóstol, que demuestra que no sólo no creía ser inminente
la parusía, sino todo lo contrario.
403
§ 273 A LOS TESALONICENSES 2, 3.7

273. La apostasía general y el Anticristo, pre­


cursores del último día. 2, 3-7.
3 Que nadie os engañe de ninguna manera:
porque si primero uo viniere la apostasía
y se manifestare el hombre del pecado,
el hijo de la perdición,
4 el que hace frente y se levanta
contra todo el que se llama Dios
o lo que tiene carácter religioso,
hasta llegar a invadir el santuario de Dios
y poner en él su trono,
ostentándose a sí mismo como quien es Dios...
5 ¿No recordáis que, estando todavía con vosotros.
os decía yo estol'
F ahora ya sabéis lo que le detiene,
cotí el plan de que no se manifieste sino a su tiempo.
~ Porque el misterio de la iniquidad está ya en acción;
sólo falta que el que le detiene ahora,
desaparezca de en medio.

3-12. La historia del anticristo, en su relación con el se­


gundo advenimiento de Cristo seguirá estos pasos: 1) existe
ya y actúa el germen de la apostasía, que San Pablo llama
misterio de la iniquidad; 2} existe también, en sentido con­
trario, algo o alguien que detiene o estorba la aparición del
Anticristo; 3) vendrá día en que desaparecerá este obstácu­
lo, y entonces surgirá el Anticristo en medio de la apostasía
universal; 4) entonces será cuando sobrevendrá el día del
Señor, y el Señor Jesús aniquilará al Anticristo cou el es­
plendor de su advenimiento.
3. El AnTicristo. lil hombre del pecado...: calificacio­
nes del anticristo. Será el anticristo, según el común sentir
de los Santos Padres y teólogos, una persona, no una colec­
tividad o institución o tendencia personificada, como lo han
pretendido algunos modernos: aunque, claro está, que la
persona del anticristo concentrará en sí y representará una
tendencia y una colectividad, lista tendencia parece será un
sindiosismo militante y comunista, más radical v exacerbado
404
§ 273-2/4 2." A LOS TESALONICENSES 2, 8-12

que cuanto hasta ahora se ha conocido, encarnado además


en una personalidad irresistiblemente fascinadora y avasalla­
dora y satánicamente orgullosa, ante la cual resultaría pá­
lida la figura de un Lenín.
3-4. La frase, no acabada, es una simple prótasis: si pri­
mero no viniere... el anticristo; cuya apódosis, no obstante,
se adivina, y sería «no vendrá el día del Señor».
5. Lástima que San Pablo, en vez de remitirse a lo que
de palabra les había dicho no lo repitiese aquí en la carta.
Efecto de esta preterición es la oscuridad que envuelve todo
este pasaje.
6-7. El obstáculo providencial. Lo que detiene..., el
que detiene al anticristo: estas expresiones claras para los
Tesalonicenses, son para nosotros enigmáticas. Entre las nu­
merosas interpretaciones que se han propuesto sigue siendo
la más aceptable, si bien convenientemente matizada, la que
generalmente adoptaron los Santos Padres; los cuales creye­
ron que lo que detenía la aparición del anticristo era el im­
perio romano, y el que lo detenía, el emperador. Claro está
(jue el obstáculo del anticristo no era precisamente el imperio
o el emperador romano en su concreta realidad histórica, sino
más bien lo que con ello entonces se representaba, que es el
principio de autoridad normal y legítima, en cuanto man­
tiene con mano firme el orden social y político, sobre todo si
este principio de autoridad está informado por el espíritu
Cristiano.

274. Manifestación y destrucción del Anticris­


to. 2, 8-12.
8 Y entonces se manifestará el impío,
a quien el Señor Jesi'ts destruirá con el soplo de su boca
y aniquilará con el esplendor de su advenimiento;
9 este impío, cuyo advenimiento será,
por la enérgica acción de Satanás,
en toda suerte de obras maravillosas y portentos
y prodigios de mentira,
10 v en toda seducción de iniquidad
405
§ 274________ 2.a A LOS TESALONICENSES 2. 8-i_

en daño de los que perecen,


en pago de no haber abierto su corazón
al amor de la verdad para ser salvos.
11 Y por esto envíales Dios eficiencia de seducción,
para que den fe a la mentira,
12 a fin de que sean juzgados todos aquellos
que no dieron fe a la verdad,
antes se complacieron en la iniquidad.

S. Con el soplo de su boca: expresión gráfica de la divina


facilidad con que Cristo aniquilará al anticristo y todo su
imperio. Igual facilidad resalta en la grandiosa descripción
del Apocalipsis 19, ti-21. Jamás se habrá realizado tan a la
letra el dicho Peni, vidi, vici.
10. El misterio de la predistinación. Los que pere­
cen son, 110 los predestinados antecedentemente a la perdi­
ción, sino los que voluntariamente no han abierto su corazón
al amor de la verdad para ser salvos. Dios quiere, por su
bondad, que todos los hombres sean salvos y que en orden
a la salud vengan al pleno conocimiento de la verdad (1 Tim.
2, 4); pero exige justamente como condición que los hom­
bres abran libremente su corazón al amor de la verdad divina.
11-12. Eficiencia de seducción. Es necesario aquilatar
el sentido exacto de estas expresiones atrevidas y misterio­
sas de San Pablo. Por esto, en pago de no haber abierto su
corazón a la verdad, envíales Dios eficiencia de seducción.
Es una acción de Dios consecuente y posterior a la malicia
humana: es acto de justicia vindicativa. Para que den fe a
la mentira: no es una finalidad de Dios, ni antecedente ni
consecuente, sino un resultado o consecuencia (o, si se quie­
re, una finalidad) de la eficiencia de seducción. I.a seducción
tiende a que los hombres den fe a la mentira que se les per­
suade. A fiie de que sean juzgados: ésta es ya finalidad de
Dios (Cf. Rom. 3, 5-6), juez universal de los actos humanos.
Mas los que serán condenados no son otros sino los que
deliberadamente no dieron fe a la verdad, antes se compla­
cieron en la iniquidad. Queda a salvo la justicia v la bondad
de Dios. Cf. Rom. 9, 22-23.

406
§ -'75 2? A LOS TESALONICENSES 2, 13-1/

275. Exhortación a perseverar en la fe del


Evangelio. 2, 13-17.
13 En cnanto a nosotros,
debemos dar gracias a Dios en todo tiempo
acerca de vosotros, hermanos amados del Señor,
por cuanto os eligió Dios como primicias para la salud
mediante la santificación del Espíritu
y la fe en la verdad,
11 para lo cual os llamó también
por medio de nuestro Evangelio,
a fin de que fueseis adquisición gloriosa
del Señor nuestro Jesu-Cristo.
15 Así. pues, hermanos, sed constantes
v mantened firmemente las tradiciones
en que fuisteis adoctrinados,
ya sea de viva vos, ya sea por carta nuestra.
1G Y el mismo Señor nuestro Jesu-Cristo
y Dios, Padre nuestro.
que nos amó y dio consolaciótr eterna
v esperanza buena por su gracia,
17 consuele vuestros corazones
y los afiance en toda obra y palabra buena.

14. Adquisición gloriosa del Señor: tal parece ser el sen­


tido más probable de la frase original adquisición de [/o]
gloria del Señor, que algunos interpretan en el sentido de
«adquisición [hecha por vosotros] de la gloria» celeste.
Cf. Ef. 1, 14.
15. Tradiciones: es triste el fenómeno que aquí y un poco
más abajo (3, 6) ofrecen las versiones protestantes; las cua­
les mientras traducen indefectiblemente «tradición», siem­
pre que se trata de tradiciones reprobables, cuales eran las
tradiciones farisaicas, esquivan la enojosa palabra, cuando,
como aquí, se trata de tradiciones recomendadas, cuales eran
las tradiciones apostólicas. Con este procedimiento, no muy
leal, las versiones protestantes del Nuevo Testamento dan
la impresión, pretendida sin duda, de que la «Tradición»
es cosa reprobada en la Sagrada Escritura.
407
28
§ 275-276 2.a A LOS TESALONICENSES i-5

De viva voz... por caria: Dice San Juan Crisóstomo so­


bre estas palabras: «De aquí resulta claro que no todas las
cosas nos las transmitieron [los Apóstoles] por carta, sino
muchas cosas también oralmente: y tanto éstas como aquéllas
son igualmente fidedignas. Así que también la tradición de
la Iglesia hemos de mirarla como fidedigna. ¿Es tradición?
No busques más.»

TERCERA PARTE

RECOMENDACIONES DIVERSAS

276. Pablo pide oraciones y expresa sus senti­


mientos de confianza. 3. 1-5.
1 Por lo demás, rogad, hemíonos, por nosotros,
para que la palabra del Señor se propague rápidamente
V sea acogida con honor, como lo fité entre vosotros,
2 v para que nos veamos tibres
de esos hombres absurdos y malvados;
que no de todos es la fe.
’ Mas fiel es el Señor, el cual os fortalecerá
V os preservará del malvado.
* 1' confiamos de vosotros en el Señor,
que lo que os encomendamos, ya lo hacéis, y lo haréis.
5 Y el Señor enderece vuestros corazones
hacia el amor de Dios y la firme esperanza en Cristo.

3, 2. Hombres absurdos o, según la etimología de la pa­


labra original, fuera de lugar, dislocados, son. en frase fa­
miliar, los que discurren al revés, los que se apacientan de
contradicciones.
_Vo de todos es la fe: declaración melancólica del Apóstol.
3. Del malvado: de satanás, príncipe del mal. Otros tra­
ducen: «de [todo] mal».
5. Orientación espiro uai„ íil Señor enderece vites-
tres corazones. 1 .os corazones humanos fácilmente se dvs-
^08
§ 276-277 2.“ A LOS TESALO X'ICENSES 3. 6-15

vían y desorientan hacia el amor del mundo y las ilusiones


terrenas. Con razón, pues, desea y suplica el Apóstol que el
Señor, Jesús, los oriente e impulse hacia el amor de Dios y
la firme esperanza en Cristo, esto es, hacia Dios por el amor
y hacia Cristo por la paciente expectación de su advenimien­
to. La caridad y la esperanza son la orientación del corazón
cristiano.

277. Exhortación al trabajo y a! orden. 3, 6-15.


'■ Os encomendamos, hermanos,
en el nombre de nuestro Señor Jesu-Cristo.
que os retraigáis de todo hermano
que ande desconcertadamente
y no según la tradición que recibieron de nosotros,
' Porque vosotros mismos sabéis cómo nos habéis de imitar,
pues no procedimos desconcertadamente entre vosotros,
8 ni de balde comimos el pan, recibiéndolo de nadie,
sino con fatiga y cansancio, trabajando noche y día,
para no ser cargosos a ninguno de vosotros;
9 no que no tengamos derecho,
sino para darnos a vosotros
como dechado que podáis imitar,
10 Y, cierto, 'Citando estábamos con vosotros,
esto os encomendábamos:
que quien no quiera trabajar, tampoco coma.
11 Porque oímos decir
que algunos de vosotros andan desconcertadamente,
no ocupados en ningún trabajo.
sino ocupados en mariposear.
v- Pues a esos tales recomendamos y exhortamos
en el Señor Jesu-Cristo
que, trabajando con sosiego, coman su propio pan.
13 Y vosotros, hermanos, no remoloneéis en obrar el bien.
14 Mas si alguno no obedece a nuestra palabra
transmitida por esta carta,
a éste señaladle para no juntaros con él,
a fin de que quede corrido;
15 y no le miréis como enemigo,
sino amonestadle como hermano.
409
§ 277-278 2.a A LOS TESALONICENSES 3, 16-1S

6. Tradición apostólica. Según la tradición que reci­


bieron de nosotros. Otra vez se recomienda la tradición o en­
señanza oralmente recibida de los Apóstoles. Con la ense­
ñanza oral se constituyó la Iglesia, no con la Escritura del
Nuevo Testamento, que, al aparecer, halló a la Iglesia ya
sólidamente constituida.
10. La ley del trabajo. Quien no quiera trabajar, tam­
poco coma. Quien rehuye el trabajo, se sale del orden de la
providencia, que ha ordenado que el hombre se gane el pan
de cada día con el propio trabajo. Los holgazanes de oficio
no merecen el pan que se comen.
11. .Vo ocupados... : en el original griego hay un lindo
juego de palabras, intraducibie en nuestra lengua: py]B¿v
¿'ycLcpcvouc, a)Ta nepicpYct¿cp¿vouc. Este segundo par­
ticipio encierra en sí una curiosa contradicción: viene a sig­
nificar un excesivo afán en fruslerías, un continuo agitarse
para no hacer nada, un correr sin andar. Abejas quería San
Pablo, 110 zánganos ni mariposas.
12. Trabajando con sosiego: hermoso ideal de laboriosi­
dad, pacífica a la vez v fecunda, antítesis de la estéril agita­
ción. reprendida por el Apóstol. El trabajo sosegado es un
reflejo de la callada y quieta actividad de Dios Creador y
Conservador.
Coman su propio pan: sugiere aquí San Pablo una con­
secuencia terrible. Si, trabajando, como el hombre su pro­
pio pan. luego quien pretende comerlo sin trabajar, cómese
el pan ajeno. ¿Hay mucha diferencia entre esto y el robo?
13. .Vo remoloneéis en el bien obrar. Subiendo de tono,
exhorta San Pablo a que al trabajo por ganarse el pan co­
tidiano se junte el bien obrar, el trabajo espiritual, con que
se gana la vida eterna.

278. Salutaciones y bendiciones finales. 3, 16-18.


in Y el Señor de la paz os conceda él mismo la paz
en todo tiempo, bajo todo aspecto.
El Señor sea con todos vosotros.
410
§ 2/8________ 2.» A LOS TESALO NTCENSES 3, 16-18

1' La salutación va de mi propia mano: PABLO;


lo cual es contraseña cu toda carta mía: asi escribo.
18 La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo
sea con todos vosotros.

16. La paz de Cristo. El Señor, en San Pablo, cuando


no se cita el Antiguo Testamento, suele designar a Cristo.
Cristo es, por tanto, el Señor de la paz, amador y dador de la
paz, de su paz; como él mismo lo dijo a los discípulos: La paz
os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la
doy (Jn. 14, 27) Jesús, pues, os conceda él mismo la paz cu
todo tiempo bajo todo aspecto: la paz del corazón y la paz
de la familia, la paz social y la paz religiosa, la paz con los
hombres y la paz con Dios; la paz, que unida a la justicia
y al gozo en el Espíritu Santo es el Reino de Dios en la
tierra (Rom. 14, 17, Gál. 5, 22; Filp. 4, 6).
Bajo todo aspecto: más literalmente, en toda manera.
En vez de esta variante, la Vulgata lee in omui loco, en todo
lugar. Esta lección de la Vulgata está apoyada por toda la
tradición occidental (D* F G it Ambrst), por excelentes
códices alejandrinos (A* 33) y por otros (entre ellos el
ms. 76, del grupo sodeniano Ic ¿cesariense?) y por San
Juan Crisóstomo. Por lo demás, el sentido de cu todo lugar
no es menos aceptable que el de la variante rival. Gries-
bach recomendó la variante de la Vulgata, y Lachmann la
adoptó en su edición crítica del N. T.
17. El objeto de esta contraseña parece ser el evitar que
nadie con cartas apócrifas pudiera alborotar a los Tesaloni-
censes.

411
EPÍSTOLA PRIMERA A TIMOTEO

INTRODUCCIÓN

Epístolas Pastorales. Con este nombre, insinuado ya


por Santo Tomás y empleado por la Pontificia Comisión
Bíblica, se designan comúnmente desde mediados del si­
glo xvm las dos Epístolas a Timoteo y la dirigida a Tito.
Son, en efecto, instrucciones dadas por el Apóstol a sus dos
discípulos para el buen gobierno de las Iglesias a ellos con­
fiadas o para el ejercicio de su ministerio pastoral.
Autenticidad. La critica racionalista, que, una tras otra,
ha ido reconociendo la autenticidad de las demás Epístolas
de San Pablo, se resiste todavía a reconocer el origen Paulino
de las Pastorales. Mas sin razón. Los testimonios históricos
a favor de las Pastorales no son menos antiguos y constantes
que a favor de las otras cartas de San rabio. Por este lado
es inexpugnable la autenticidad de las Pastorales. De otro
orden son los motivos aducidos contra ella. Tres son los prin­
cipales: la índole de los falsos doctores en ellas combatidos,
el estado de la jerarquía eclesiástica que ellas suponen, y su
lengua y estilo, diferente del de las Epístolas Paulinas. Pero
esos motivos de negación o de duda, bien considerados, lejos
de oponerse a la autenticidad, antes la corroboran. El estado
de la jerarquía, en vías todavía de formación, dista radical­
mente del que a principios del siglo n suponen las Epístolas
de San Ignacio Mártir. Los falsos doctores, combatidos en
las Pastorales, nada tienen que ver con los gnósticos del si­
glo ii, como suponen esos críticos. Por fin, las ponderadas
diferencias de lenguaje se reducen casi exclusivamente a los
términos o vocablos nuevos, no empleados en las otras Epís­
tolas: fenómeno muy natural, al tratarse de materias no tra­
413
INTRODUCCIÓN

tadas en las cartas anteriores. En cambio, lo que hay de más


personal y característico en el lenguaje, que es la sintaxis,
el desenvolvimiento dialéctico del pensamiento, ciertas imá­
genes o frases favoritas, delata la mano de San Pablo.
Los falsos doctores. Eran judíos y judaizantes: aunque
no aquellos judaizantes taimados y obstinados, desenmasca­
rados y combatidos en las Epístolas a los Romanos, Corintios
y Gálatas, sino más bien unos insulsos charlatanes, que per­
dían el tiempo y desvirtuaban el Evangelio con disputas
acerca de la Ley, con fábulas o cuentos de viejas, con genea­
logías interminables, con prescripciones arbitrarias referentes
al uso o abstención de ciertos alimentos y a la purificación
legal: cuestiones todas ellas, hijas de una curiosidad malsana,
tan inútiles como vanas, y más tontas que falsas. El daño
principal de ese charlatanismo quimérico era hacer perder el
gusto a la sana doctrina del Evangelio y preparar el camino
a otros maestros más perversos, a otras propagandas propia­
mente heréticas, que San Pablo anuncia para lo porvenir.
Timoteo. Nacido en Listra de Licaonia de padre gentil
y de madre judía, fué convertido a la fe por San Pablo du­
rante su primera expedición apostólica. A partir de la segunda
expedición le tomó el Apóstol como compañero: y desde en­
tonces fué uno de sus más fieles y fervorosos colaboradores
en la predicación del Evangelio. Libre de la primera prisión
de Roma. Pablo se dirigió al oriente con Timoteo, a quien
dejó en Efeso, para que en su nombre gobernase aquella Igle­
sia. Desde allí le llamó el Apóstol a Roma durante su segunda
prisión, ya próximo a sellar con su sangre el Evangelio de
Cristo.
Ocasión y objeto de i.a Epístola. La ocasión de la
Epístola fueron las propagandas malsanas antes mencionadas
y otras dificultades que Timoteo había de encontrar en el fiel
desempeño de su ministerio pastoral. Su objeto era, no sólo
darle instrucciones, que sin duda poco antes le había dado
de palabra, sino además poner en su mano un documento
autorizado, que Timoteo pudiera utilizar oportunamente para
vencer más eficazmente las resistencias que se le opusieran.
División. Puede la Epístola dividirse en dos partes: una
más didáctica, otra más parenética. Parte primera: Inscrip­
ción epistolar (i. 1-2); sana doctrina (1, 3-20): oraciones pú-
414
INTRODUCCIÓN

Micas y sumisión de las mujeres (2, 1-15); ministerios ecle­


siásticos (3, 1-13); la Iglesia y el misterio de la piedad (3,
¡4-16); los futuros herejes (4, T-5). Parte segunda: conducta
de Timoteo (4, 6-16); modo de haberse con los diferentes
estados (5. 1-6, 2); recomendaciones diversas (6, 3-19); con­
clusión: guardar el depósito de la fe (6, 20-21).

415
§ 279 i.” A TIMOTEO 1, 1-2

EPÍSTOLA I A TIMOTEO

INTRODUCCIÓN

279. Inscripción epistolar, 1, 1-2.


1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús,
según la ordenación de Dios, nuestro Salvador,
v de Cristo Jesús, esperanza nuestra.
■ a Timoteo, genuino hijo en la fe:
gracia, misericordia, paz de parte de Dios Padre
v de Cristo Jesús, Señor nuestro.

1. 1. Es notable la solemnidad de esta inscripción o sa­


lutación epistolar. Esto se debe al carácter de documento
oficial y como de credenciales, que quiso el Apóstol dar a
esta carta.
Dios, nuestro Salvador. Dos cosas merecen notarse: j." el
acoplamiento de los dos términos o títulos Dios y Salvador;
2.a el valor teológico o transcendente del titulo Salvador, que
no se aplica exclusivamente a Jesu-Cristo hombre, sino tam­
bién a Dios en cuanto Dios. Más adelante se sacarán las con­
secuencias de estas dos observaciones.
Cristo Jesús, esperanza nuestra. Jesu-Cristo, como es el
objeto preponderante y resumen de la fe (1 Cor. 2, 2; Gál. 1.
tó; 1, 23), síntesis de toda la moral (Ef. 4, 20-21 : Col. 2. (>;.
compendio del misterio de Dios (Col. 2, 2; 1 Tim. 3, 16), el
si o la realización de las promesas divinas (2 Cor. 1. 20), re­
capitulación de cuanto existe (Ef. i. 10) y singularmente de la
Iglesia (1 Cor 12, 12; Ef. 3, 21 ; Col. 3. 11), asi también es
nuestra esperanza, suma y concreción viviente de cuanto bueno
esperamos y podemos desear.

416
§ 280 i? A TIMOTEO 1. 3-7

PRIMERA PARTE

280. Cortar la propaganda de doctrinas malsa­


nas. 1, 3-7.
2 Conforme te encargué que permanecieses eu Efeso,
mientras yo partía para Macedonia,
para que intimases a ciertos hombres
que no enseñasen otras doctrinas
4 vi prestasen atención a fábulas
y a genealogías interminables,
cosas esas más a propósito para promover disputas
que no para realizar los designios de Dios,
que se apoyan en la fe,
hazlo como lo dije.
5 Mas el fin de esta intimación es la caridad,
nacida de un corazón puro,
y de una conciencia buena, y de una fe sincera;
ü de las cuales cosas algunos habiéndose desviado,
se perdieron en vana palabrería,
~ pretendiendo ser doctores de la ley,
cuando no entienden ni lo que dicen
ni qué es lo que tan categóricamente aseveran.

4. Genealogías interminables: referentes a los personajes


bíblicos; a no ser que preludien las syzygías de los eones.
5. La intimación es la que Pablo encarga a Timoteo que
haga a los Efesios en los vers. 3-4- Es intimación de sana
doctrina.
Ortodoxia y caridad. Por una parte la caridad es el fin
de la ortodoxia. Ortodoxia sin caridad fácilmente puede dege­
nerar en vana palabrería (v. 6). Mas, por otra parte, la cari­
dad ha de nacer de una fe sincera. Caridad no nacida de la fe
no es auténtica caridad cristiana.
Caridad y moralidad. La caridad debe nacer de un co­
razón puro, y, más generalmente, de una conciencia buena. La
caridad, sin duda, es un don de Dios, una virtud infusa por el
41/
§ 280-281 i.n A TIMOTEO i, 8-11

Espíritu Santo (Rom. 5, 5); mas para que se humanice, para


que entre en la corriente vital de la psicología humana, para
que produzca sus frutos de santidad y buenas obras, es me­
nester que su actuación radique en un corazón puro y en una
conciencia recta. Tendencias y sentimientos impuros, perver­
sos dictámenes y pecados, entorpecen y aun inhiben la acción
sobrenatural de la caridad.

281. Uso legítimo de la ley. 1, 8-1 t.


8 Sabemos, sí, que la ley es buena,
con tal que lino use de ella legítimamente:
9 sabiendo esto, que no está puesta la ley para el justo,
sino para los prevaricadores y rebeldes,
impíos y pecadores, irreligiosos y profanos,
parricidas y matricidas, homicidas,
10 fornicarios, infames, secuestradores, mentirosos, perjuros,
y si hay otra cosa que se oponga a la sana doctrina,
11 como lo enseña el Evangelio
de la gloria del Dios bienaventurado.
que me fue confiado.

9. No se ha puesto la ley para el justo. No dice el Apóstol


que la ley 110 obliga a los justos, sino que no ha sido estable­
cida y acompañada de su correspondiente sanción en atención
a los justos, que ya sin la coacción de la ley obran el bien. Es
10 que escribe a los Gálatas: 57 os dejáis llevar del Espíritu,
no estáis bajo la presión de la ley (5, 18).
10. Sana doctrina: abundan en las Epístolas pastorales ex­
presiones tomadas de la medicina o de la higiene.
11. Como lo enseña el Evangelio de la gloria del Dios bien­
aventurado. El sentido exacto parece ser: conforme al Evan­
gelio o Buena Nueva, que es efecto o muestra de la gloria de
Dios, esto es, manifestación esplendorosa de su sabiduría, bon­
dad y poder. Lo insólito de la expresión, tan ajena al estilo de
San Pablo, parece deba explicarse por estar tomada de algún
himno cristiano, carismáticamente inspirado. Otros semejantes
fragmentos poéticos se hallan en las Epístolas Pastorales.

418
§ 282 i." A TIMOTEO i, 12-17

282. Pablo, pecador, hecho Apóstol por la mi­


sericordia de Cristo. 1, 12-17.
12 Doy gracias al que me dió fuerzas,
a Cristo Jesús, Señor nuestro,
porque me consideró digno de su confianza,
poniéndome en el ministerio,
1:1 a mi que primero fui blasfemo
y perseguidor e insolente:
mas hallé misericordia,
porque obré por ignorancia en mi infidelidad;
’4 sobreabundó, empero, la gracia de nuestro Señor
con la fe y caridad que está cu Cristo Jesús.
15 Palabra es digna de fe y de toda aceptación:
que Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores,
de los cuales el primero soy yo.
111 Mas por esto alcancé misericordia,
para que en mí primero mostrase Cristo Jesús
toda su longanimidad.
para ejemplo de los que habían de creer en él
para la vida eterna.
17 Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios,
honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

12. Atributos divinos de Cristo. Dos rasgos de divini­


dad atribuye San Pablo a Cristo Jesús: 1) que le consideró
digno de su confianza, poniéndole en el ministerio apostólico;
2) que le dió fuerzas para desempeñarlo. Por lo uno y lo otro
a él rinde el tributo de su gratitud.
13-16. Humildad del apóstol. Es conmovedora esta
confesión que hace de sus pecados, por los cuales se considera
como el primero de los pecadores, y más aún la explicación que
<la de la singular misericordia que con él mostró Cristo Jesús:
para que ya en adelante ningún pecador pudiese desesperar de
alcanzar misericordia, después que la alcanzó el mayor de to­
dos los pecadores. No se equivocó Cristo Jesús, cuando le
consideró digno de su confianza. A mayor humildad mayor
419
§ 282-4283 i.“ A TIMOTEO i. 18-20

exaltación. Tal es la ley de la divina providencia en el reparto


de sus dones.
17. También esta doxología suena a poética. Si la repro­
ducción del fragmento carismático es literal, la disposición rít­
mica pudo ser ésta:
Al Rey de los siglos,
inmortal, invisible,
al que es uno y solo Dios,
, sea el honor y la gloria
por los siglos de los siglos.
Amén.

283. El buen combate de la fe. 1, 18-20.


)S Este mandato te confío, hijo mío Timoteo,
conforme a las profecías
hechas precedentemente sobre ti,
para que milites conforme a ellas la noble milicia,
15 conservando la fe y la buena conciencia,
la cual habiendo algunos desechado
naufragaron acerca de la fe;
de los cuales es Himeneo y también Alejandro,
a quienes entregue en manos de Satanás
para que aprendan a no blasfemar.

18. Profecías no son precisamente vaticinios o prediccio­


nes, sino declaraciones hechas sobre Timoteo por alguno que
poseía el carisma de la profecía. Cf. 1 Cor. 14.
Espiritualidad militante. Es frecuente en San Pablo
dar a la espiritualidad cristiana y apostólica el tono o carác­
ter militar o militante. El cristiano y el apóstol, al luchar
contra los enemigos de la santidad o de la fe, debe militar
la noble milicia de Cristo.
19. Fe y buena conciencia. Consigna San Pablo el he­
cho, tristemente después repetido en la historia, (pie algunos.
por haber desechado la buena conciencia, naufragaron, cu la fe.
20. Himeneo y Alejandro: personajes desconocidos. Del
primero se habla también en _• Tim. 2. 17-18.
420
i." A TIMOTEO 2, 1-7

A quienes entregue en manos de Satanás: es una especie


de exorcismo al revés. Cf. i Cor. 5, 5.

284. Orar por todos para que todos se salven.


2, 1-7.
1 Recomiendo, pues, lo primero de todo,
que se hagan peticiones, oraciones, intercesiones,
acciones de gracias, por todos los hombres,
2 por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos,
a jin de que pasemos una vida tranquila y sosegada
con toda piedad y dignidad.
3 Esto es bueno
V acepto a los ojos de Dios nuestro Salvador,
4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos
y vengan al pleno conocimiento de la verdad.
5 Porque uno es Dios,
uno también el Mediador de Dios y de los hombres,
un hombre, Cristo Jesús,
6 que se dió a sí mismo como precio de rescate por todos;
divino testimonio dado en el tiempo oportuno,
7 para cuya promulgación
juí yo constituido heraldo y apóstol,
— digo la verdad, no miento,—
maestro de los gentiles en la je y la verdad.

2, 1. Modos de oración. Peticiones, oraciones, interce­


siones, acciones de gracias. Es muy varia la interpretación de
estas cuatro formas de oración. Algunos opinan que San Pa­
blo, para encarecer la necesidad de la oración, acumula sinó­
nimos, sin pretender señalar diferentes modos de orar. Otros,
en cambio, se esfuerzan en distinguir cuatro diferentes géne­
ros de oración. Tal vez un término medio sea más razonable
y más conforme a la mente de San Pablo; quien, sin el pro­
pósito de sistematizar los varios modos de oración, emplea
con todo diversos términos, atendiendo al diferente sentido o
matiz de cada uno. Este diferente sentido o matiz se ha de
buscar en la etimología de cada palabra.
Peticiones (o también postulaciones, súplicas, ruegos, de­
mandas) son la expresión de la propia o ajena indigencia o
421
§ 284 i.a A TIMOTEO _______2. 1-7

necesidad, para cuyo remedio se acude a Dios con la oración.


Connotan, por tanto, especialmente los bienes que se desean,
o los males cuyo remedio se implora.
Oraciones (o también preces, plegarias, deprecaciones)
tienen sentido más religioso o ritual. Connotan, por tanto, a
Dios, a quien se dirige la oración. Etimológicamente (rrpoc-
cuX/¡) son las preces que acompañan a una oblación o voto
hecho a Dios.
Intercesiones (o también interpelaciones) parecen supo­
ner o connotar otras dos personas: aquella a quien se acude
en demanda de auxilio, y aquella a favor de la cual se inter­
viene.
Acciones de gracias (o también bendiciones, alabanzas),
si se refieren principalmente a los beneficios recibidos, tienen,
no obstante, sentido más amplio o comprensivo, y expresan
las bendiciones o glorificaciones que se tributan a Dios por
su largueza y munificencia.
Algunos, siguiendo a San Agustín (ML 33, 636-637) y
a Santo Tomás (2-2, q. 83, a. 17), descubren estas cuatro
formas de oración en las diferentes partes de la Misa y tam­
bién en algunas fórmulas de oración usadas en la sagrada
Liturgia.
Entre los antiguos que interpretaron este pasaje del Após­
tol merecen señalarse San Hilario (ML 9, 825), San Agustín
(ML 33, 635-637), Casiano (ML 49, 780-788), santo Tomás
(íoc. cit.), Suárez (In 3 p., disp. 83, sect. 1). Como muestra,
reproducimos este hermoso comentario de San Hilario:
“Quattuor autem genera orationum Apostolus esse significat,
ad Tiinotheum scribens: Exhortare ergo primo onininm
jicri precationes, orationes, postulationes, gratiaruni actiones.
Humilitatis nostrae est deprecan, magnificentiae Dei est ora-
ri, fidei est postulare, confessionis et laudis est gratulan»
(In Ps. 140, 2. ML 9, 825).
Cf. Ef. 6, 18; Filp. 4, 6.
2. Por los reyes... Hay que advertir que entonces impe­
raba Nerón. Es muy conforme al consejo de San Pablo rogar
a Dios por los que gobiernan. A todos interesa que gobiernen
bien, a jin de que pasemos una vida tranquila y sosegada,
que tanto depende del buen gobierno. I.as turbulencias y tras-
422
§ 284________________ i.!1 A TIMOTEO _ _ 2, 1-7

trunos públicos, efecto generalmente del desgobierno, no son


del agrado de Dios.
4. Voluntad sai.vífica de Dios. Categóricamente afir­
ma San Pablo la voluntad de Dios de que todos los hombres,
>in excepción, sean salvos. Se trata de la voluntad antece­
dente de Dios, es decir, de la que brota de su propia inicia­
tiva, no de la voluntad consecuente, lógicamente posterior
a las buenas o malas obras de los hombres. La voluntad an­
tecedente, aunque no es, ni puede serlo en la actual provi­
dencia, última y definitiva, es con todo voluntad seria, no una
simple veleidad, y también eficaz, por cuanto proporciona
a los hombres los medios suficientes y aun superabundantes
para alcanzar la salud eterna. Pero la última palabra en este
asunto ha de decirla la libre determinación del hombre, a
quien Dios juzgará, conforme a sus obras buenas o malas,
como tantas veces lo repite San Pablo en consonancia con
toda la Escritura.
Quiere Dios además que todos los hombres vengan al
pleno conocimiento de la verdad, la cual se anuncia en el
Evangelio. Y esto por dos razones. Primera: porque algún
conocimiento de la verdad es necesario para la fe, sin la cual
nadie puede ser grato a Dios (Hebr. 11, 6). Segunda: por­
que Dios no se contenta con cualquiera salud, sino que desea
una salud perfecta y cumplida, la cual presupone el pleno
conocimiento de la verdad evangélica. Este deseo de Dios
es el que, como hermosamente escribe el mismo Apóstol,
hizo fulgurar la luz en los corazones de los predicadores evan­
gélicos para que irradiasen el conocimiento de la gloria de
Dios, que reverbera en la faz de Cristo Jesús (2 Cor. 4, 6.
Cf. 1 Cor. 2, 6-16; Ef. 1, 16-18; Col. 1, 28; 2, 2...).
5. Uno sólo también el Mediador: sólo Jesu-Cristo, por
derecho propio, por representación propia, por méritos pro­
pios, es el Mediador entre Dios y los hombres: los Santos,
y singularmente la Virgen María, lo son en cuanto son aso­
ciados a la mediación única de Jesu-Cristo.
Un hombre: Jesu-Cristo es propiamente mediador en
cuanto hombre, como, siguiendo a San Pablo, enseñan San
Agustín y Santo Tomás. Pero Cristo hombre no es la sola
humanidad contradistinta de la persona divina; sino es la
423
29
§ 284-285 i/ A TIMOTEO

humanidad supositada o sustentada por la personalidad del


Hijo de Dios.
6. Redención de Cristo. Afirma aquí San Pablo la
verdad y la propiedad de la redención de Cristo, que se cali­
fica como rescate. El precio de este rescate es el mismo Cris­
to. o más concretamente su sangre y su muerte (Ef. 1, 7:
Hebr. 9, 12; 9, 15. Cf. Teología de San Pablo, p. 327-328).
Al decir que este precio se dió por todos, pretende garantizar
la universalidad de la voluntad salvífica de Dios, anterior­
mente afirmada.
Testimonio dado en el tiempo oportuno: la venida y la
redención de Cristo son un testimonio que Dios quiso dar
de si en la plenitud de los tiempos. Cristo es por antono­
masia el testigo de Dios y de Ja verdad.

285. Oración del varón, modestia y sumisión de


la mujer. 2, 8-15.
8 Quiero, pues, que los varones oren en todo lugar,
alzando puras las manos, sin ira y sin altercados.
9 Asimismo que las mujeres se presenten con traje decoroso;
que se atavíen con pudor y moderación,
que no con trenzas de oro o perlas o vestido suntuoso,
30 sino, cual cumple a mujeres que profesan piedad,
con obras buenas.
11 La mujer, oyendo en silencio,
aprenda con toda sumisión;
32 a la mujer no le consiento enseñar
ni arrogarse autoridad sobre el varón,
sino ha de estarse sosegada en su casa.
13 Porque Adán fue formado el primero, luego Eva.
14 Y Adán no fué engañado,
sino la mujer fué quien, seducida,
se hizo culpable de la transgresión;
15 será, empero, salva por la maternidad,
con tal que perseveren en la fe,
y en la caridad, y en la santidad,
unidas a la moderación.

424
§ 285 i.» A TIMOTEO 2, 8-15

8. Oración. Recomienda San Pablo la oración, no preci­


samente a las mujeres, sino a los varones, que necesitan más
semejante recomendación. Los cuales han de orar en todo
lugar; no solamente en la Iglesia. En todas partes está Dios
presente, dispuesto a escuchar nuestra oración. Para que la
oración sea acepta a Dios, debe hacerse alzando puras las
titanos, limpias de todo pecado. La costumbre de alzar las
manos para orar se ha conservado en la oración litúrgica.
Por fin, quien ora, ha de presentarse en el acatamiento divino
sin ira. No es justo que quien pide a Dios misericordia, abri­
gue él ira contra su hermano.
9-10. Ornato de i.as mujeres. Se prescribe generalmente
a las mujeres que se presenten con traje decoroso, no con des­
nudeces indecorosas. No se les prohíbe que se atavíen, pero
ha de ser con dos condiciones: con pudor, no con remilgos
provocativos; con moderación, no con despilfarres irritantes.
Cuatro maneras de aderezos inmoderados o inconvenientes
se excluyen: trenzas, oro, perlas, vestidos suntuosos. Es de
presumir lo que de otros aderezos más baratos y más repug­
nantes dijera San Pablo, si los conociera. También es de
presumir que si San Pablo custodiara las puertas de las Igle­
sias, jamás entrarían en ellas algunas mujeres que ahora
entran. Los atavíos que él recomienda, son las buenas obras.
11-14. Sumisión de la mujer. Tres cosas enseña San
Pablo sobre la situación o condición social de las mujeres:
1) a la mujer no le consiento enseñar, señaladamente en la
Iglesia (cf. i Cor. 14, 34-35); 2) ni arrogarse autoridad sobre
el varón (Cf. 1 Cor. n, 3-12); 3) sino que ha de estarse sose­
gada en su casa, dada a los quehaceres domésticos (Tit. 2,
5). Y esto por dos razones. Primera: porque Adán fué for­
mado el primero, luego Eva. Segunda: porque no fué Adán
el engañado por la serpiente diabólica, sino la mujer fué la
seducida. La última expresión: Eva se hizo culpable de la
transgresión de Adán, declara la complicidad y cooperación
de la mujer en el pecado del varón, que acarreó la ruina del
hombre. Consiguientemente, si, en virtud del principio de
recirculación, a la Segunda Eva corresponde una actuación
paralelamente antitética a la de la primera, es claro, y así
lo ha entendido siempre la tradición patrística, que a María
425
§28.5-.286 1 ,;1 A TIMOTEO

corresponde en la obra de la reparación humana una inter­


vención y acción no menos eficaz que lo fué la de Eva en
orden a su ruina: que es afirmar la corredención mariana.
15. La maternidad. La mujer, dice el Apóstol, será salva
por la maternidad, por la generación, la crianza y la educa­
ción de los hijos (cf. 5, 14). Esta función maternal, no sólo
es la mayor gloria humana de la mujer, sino que será para
ella el medio principal para conseguir la salud eterna. Para
ello la madre cristiana ha de perseverar en la fe y en la
■caridad, es decir, en las tres grandes virtudes teologales, y
además en la santidad, que es aquí fidelidad para con el ma­
rido y piedad para con Dios. Estas virtudes deben ir unidas
a la moderación, o, más literalmente, a la sofrosine, que es el
sentido de la templanza o mesura en todas las cosas, «el
ne quid nimis, sobriedad eterna», como decía el gran Maes­
tro Menéndez y Pelavo.

286. Cualidades del obispo. 3. 1-7.


3 Digna de fe es esta palabra.
Si uno pretende el episcopado,
excelente función codicia.
- Es, pues, necesario que el obispo sea irreprensible,
marido de una sola mujer, dueño de si, sensato,
digno en sn porte, hospitalario, idóneo para enseñar,
3 no dado al vino, no amigo del palo, sino indulgente;
enemigo de pendencias, desinteresado:
4 que rija bien sn propia casa,
que mantenga sus hijos en sumisión con toda honestidad:
' que si uno no sabe regir sn propia casa,
/cómo va a cuidar de la Iglesia de Dios?
11 Xo neófito, no sea que. infatuado,
caiga en la condenación del diablo.
" es menester que goce de buena reputación
de parte de los de fuera,
110 sea que caiga en el descrédito y en el lazo del diablo.
3, 1. Digna de fe es esta palabra. Esta aseveración m-
refiere a lo que precede, no a lo qne sigue (Cf. Bíblica. 19
1. 74*79)-
426
§286-287 i/_.\ TIMOTEO 3. 8-13

Si mío pretende el episcopado, excelente junción codicia.


No dice San Pablo que es bueno el desear el obispado, sino
que es muy excelente y elevado este oficio, al cual, por tanto,
no todos pueden aspirar.
2. No manda San Pablo que el obispo tenga mujer, sino
que, en el caso entonces ordinario de que esté casado, no
tenga sino una sola mujer; no se prescribe el matrimonio de
los obispos, sino se prohíbe su poligamia.
2-7. Se enumeran las principales virtudes que deben ador­
nar a los obispos y, proporcionalmente, a los presbíteros.

287. Cualidades del diácono. 3, 8-13.


s Que los diáconos, asimismo, sean respetables,
no doblados en sus palabras,
no aficionados a mucho vino,
no dados a sórdidas ganancias;
!l cine guarden el misterio de la je cou pura conciencia.
10 Y estos sean probados primero;
luego ejerzan las junciones del diacouado,
si juerau hallados irreprensibles.
" Las mujeres, asimismo, sean respetables,
no murmuradoras, circunspectas, jieles en todo.
r-‘ Los diáconos sean maridos de una sola mujer,
que rijan bien a sus hijos y sus propias casas.
13 Pues los que loablemente han desempeñado
el ojicio de diácono
adquieren para sí un puesto honroso
y mucha confianza en la je que es eii Cristo Jesús.
9. El misterio de la je es la economía de la redención hu­
mana, objeto de nuestra fe. La solemnidad de la frase indica
que San Pablo habla del misterio de la fe con relación a los
diáconos. Esto supuesto, este misterio o bien es el objeto de
la predicación evangélica, confiada secundariamente a los
diáconos, o bien, muy probablemente, el misterio eucarístico,
tuya distribución estaba también confiada a los diáconos.
De hecho, parece que aquella frase parentética de la consa­
gración del cáliz «Mysterium fidei», que primitivamente de­
cían en alta voz los diáconos, está tomada de este pasaje de
San Pablo.
427
§ 287-288__________ i.» A TIMOTEO 3, 14-16

10. Sean probados primero. Esta prescripción es más ur­


gente en nuestros días, en que el diaconado es el paso inme­
diato y decisivo para el presbiterado.
11. Las mujeres de que aqui se habla son las esposas de
los diáconos.
13. Un puesto honroso: más literalmente, un grado o
paso excelente. El sentido parece ser: el diaconado loable­
mente ejercido es una preparación v recomendación para los
grados superiores de presbítero y obispo. Así entendida, la
frase podria traducirse, en lenguaje moderno y profano: se
hacen acreedores a un honroso ascenso.
Mucha confianza en la je. La palabra confianza significa
aquí, como otras veces en San Pablo, expedición, franqueza,
soltura, libertad, seguridad, exenta de encogimiento en el
hablar y obrar. En la fe podría entenderse en el sentido de
que esta confianza del diácono se inspira en la fe. Pero si
se da a la fe el sentido objetivo que tiene frecuentemente en
las Epístolas Paulinas, según el cual viene a ser equivalente
de Evangelio o predicación Evangélica, resulta un sentido
más coherente con el contexto: que los diáconos adquieren
gran expedición y segura confianza en la predicación del
Evangelio o en la administración de los divinos misterios.

288. La “casa de Dios” y “el misterio de la


piedad”. 3, 14-16.
14 Estas cosas te escribo,
si bien espero ir a ti bastante pronto;
,5 mas, por si tardare, para que sepas
cómo hay que portarse en la casa de Dios,
que es la Iglesia del Dios viviente,
columna y sostén de la verdad.
lfi V, reconocidamente, grande es
el misterio de la piedad, el cual

fué manifestado en la carne,


justificado por el Espíritu;
mostrado a los ángeles,
428
§ 288-283 t.a A TIMOTEO 4. i-5

predicado entre los gentiles;


creído en el inundo,
enaltecido en gloria.

15. Columna y sostén o base de la verdad: parece que


se representa San Pablo la verdad como una estatua (opuesta
a la falsa divinidad de la Artemis de Efeso), levantada sobre
una columna apoyada sobre una firme base, que es aquí la
Iglesia.
16. El Misterio de la piedad, es el mismo misterio de la
fe. objeto de nuestra veneración, que se cifra en la persona
de Cristo, que es el sujeto tácito de los seis incisos siguientes.
Estos incisos, agrupados en tres versos de dos miembros caria
uno — otros los agrupan en dos versos de tres miembros, —
parecen una estrofa de un primitivo himno cristiano, com­
puesto bajo la inspiración carismática que describe San Pablo
en 1 Cor. 14, 15 y 26; Ef. 5, 19; Col. 3, 16.
Fué manifestado en la carne: es lo mismo que el Verbo
se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria
(Jn. 1, 14).
Fué justificado por el Espíritu: por cuanto el Espíritu
Santo testificó la justicia, verdad y santidad de Jesu-Cristo:
lo cual hizo ya en la resurrección, atribuida al Espíritu Santo
(cf. Rom. 1, 4; 8, n...), ya el día de Pentecostés, ya en las
variadas manifestaciones carismáticas. Cf. Jn. 16, 8-11.
Mostrado a los ángeles como Hijo de Dios. Cf. Hebr. 1,
6; Ef. 3, 10; Le. 2, 9-14.
El himno es cristológico; pero esto no impide que pueda
ser además soteriológico, es decir, que no sólo se refiera al
Cristo personal, sino también al Cristo místico. Y si así es,
como parece, el himno adquiere nueva luz, que le transfigura
profundamente. Cf. Teología de San Pablo, 925-234.

289. Futuras herejías diabólicas. 4, 1-5.


1 Mas el Espíritu abiertamente dice
que en tiempos posteriores apostatarán algunos de la fe,
dando oídos a espíritus seductores
y a doctrinas de demonios,
429
§ 289-290 i." A TIMOTEO 4, 6-10

- inducidos por la hipocresía de algunos impostores,


que lleven marcado con fuego en su conciencia
el estigma de su ignominia,
:! que proscribirán el matrimonio y el uso de manjares,
que Dios crió para que los tomasen
con hacimiento de gracias los fieles,
y los que han conocido plenamente la verdad.
1 Porque toda criatura de Dios es buena.
y nada hav que merezca repudiarse,
como se tome con hacimiento de gracias,
pues santifícase por la palabra de Dios y por la oración.

4, 1. El Espíritu Santo: lo dice por medio de los que po­


seen el carisma profético. No tardaron en aparecer esos se­
ductores: ebionitas, encratitas, gnósticos...
5. La palabra de Dios que santifica los alimentos es la que
enseña la verdadera naturaleza de los alimentos, obra de
Dios, y prescribe su recto uso para la gloria de Dios. Cf. 1
Cor. 10, 31. Es consoladora esta amplitud de criterio.

SEGUNDA PARTE

290. Oponerse a las malas doctrinas con la fe


y la piedad. 4, 6-10.
Si estas cosas sugieres a los hermanos,
serás excelente ministro de Cristo Jesús,
nutriéndote con la palabra de la fe
y de la buena doctrina que has seguido.
7 En cambio, esas fábulas profanas y propias de viejas,
evítalas.
Ejercítate a ti mismo en orden a la piedad.
8 Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso;
mas la piedad para todas las cosas es provechosa,
ya que tiene vinculada promesa
relativa a la vida presente y a la venidera.
9 Digna de fe y de toda aceptación es esta palabra.
430
§ -9° i.11 A TIMOTEO 4, 6-10

10 Pues para esto nos fatigamos y luchamos,


pues tenemos puesta la esperanza en el Dios viviente,
que es Salvador de todos los hombres,
mayormente de los fieles.

7-10. Ejercicios atléticos. Este es uno de los varios


pasajes en que San Pablo declara el ejercicio de la vida espi­
ritual bajo la imagen y con los términos propios de los jue­
gos atléticos o certámenes gímnicos. Pero advierte al mismo
tiempo que, comparado con el ejercicio espiritual de la pie­
dad, el ejercicio corporal para poco es provechoso; pues con
él, como escribe a los Corintios, sólo se conquista una corona
que se marchita (i Cor. 9, 25). No habla, por tanto, San
Pablo del ejercicio corporal considerado como higiénico o
como educación física, sino como certamen atlético, por el
cual estaban tan apasionados los griegos. No es difícil ima­
ginar lo que sentiría San Pablo sobre los modernos deportes,
no menos apasionantes.
7. Ejercítate: la palabra original significa gimnasia, apli­
cada aquí metafóricamente al ejercicio espiritual. Esto mismo
significa la palabra «ascética». Con esto condena San Pablo
la pasividad erigida en sistema exclusivo de vida espiritual.
7-8. Piedad tiene aquí el sentido objetivo de religiosidad.
I,a cual tiene vinculada promesa relativa a la vida presente,
por la paternal providencia que Dios tiene de los que le hon­
ran : y promesa relativa a la vida venidera, que es el galardón
eterno de la piedad.
9. Digna de je... esta palabra. Esta aseveración, cinco
veces repetida en las Epístolas pastorales (1 Tim. 1, 15; 3, 1;
4, 9; 2 Tim. 2, 11; Tit. 3, 8), suele referirse a la vida eterna.
Con ella nos recuerda el Apóstol la seguridad infrustrable v
la realidad solidísima de los bienes eternos, en cuya compara­
ción los temporales son como sombra, ficción, nada.
10. Salvador de todos los hombres: se afirma nuevamente
la universalidad de la voluntad salvífica de Dios.
Mayormente de los fieles: pues si, como se supone, los
fieles viven conforme a su fe y perseveran en la fe y en la
43i
§ 290-291 A TIMOTEO 4, u-t6

vida santa, alcanzan de hecho la salud eterna; con lo cual la


voluntad salvífica de Dios es, no sólo antecedente, sino tam­
bién consecuente, esto es, definitiva. De hecho, por tanto, la
voluntad salvifica de Dios respecto de los fieles añade algo
especial a la voluntad general respecto de todos los hombres.
En la ulterior y más profunda explicación de este hecho mis­
terioso no andan acordes los teólogos.

291. “Atiende a ti y a la enseñanza”. 4, 11-16.


11 Intima estas cosas y enséñalas.
12 Que nadie te menosprecie por tu juventud;
antes bien, hazte dechado de los fieles
en la palabra, en el comportamiento,
en la caridad, en la je, en la pureza.
En tanto que llego, aplícate a la lectura,
a la exhortación, a la enseñanza.
11 No mires con negligencia la gracia que hay en ti,
la cual te jué dada a causa de las projecías
con la imposición de las manos del colegio presbiteral.
1’’ Medita estas cosas, anda metido en ellas,
para que tu adelantamiento sea patente a todos.
1G Atiende a ti mismo y a la enseñanza,
insiste en estas cosas;
pues eso haciendo,
salvarás así a ti mismo como a los que te oyen.

11-16. Excelentes consejos sobre la doctrina y la vida de


1<!S ministros evangélicos.
14. Sacramento di-x orden. La gracia que hay en ti, la
cual te jué dada... con la imposición de las manos del colegio
presbiteral. Se expresan aqui los dos elementos más esen­
ciales del sacramento del orden: i.° el rito exterior, que es
la imposición de las manos del colegio presbiteral, en el cual
el jefe por lo menos era obispo: 2.0 la gracia permanente,
producida instrumentalmente por el rito exterior. Cf. 2
Tim. 1, 6-7.
La profecía, por medio de la cual, o las projecías, a causa
de las cuales--pues ambas interpretaciones consiente el
43
§ ..•91-292 i.;i A TIMOTEO 5, 1-8

original griego, — son las que señalaban a Timoteo como


candidato del episcopado. Cf. 1, 18.
16. Atiende a ti mismo y a la enseñanza: consejo, ya clá­
sico, que compendia todos los demás. Es como el lema del
apostolado, así jerárquico como seglar. El apóstol, el hombre
de acción católica, deben atender a dos cosas: a sí mismo,
es decir, a su propia santificación, y a la enseñanza, esto es.
a la santificación de los demás. La atención exclusiva a sí
mismo supone cortedad o egoísmo; la atención exclusiva a
los demás es falsa y está llena de peligros. Añade San Pablo:
insiste en estas cosas, en esta doble atención. En la obra de
la santificación, así propia como ajena, no bastan impulsos
flojos o intermitentes; se requiere insistencia, es decir, per­
severancia y tesón.

292. Modo de haberse con los ancianos y jóve­


nes. Situación de las viudas. 5, 1-8.
1 Al anciano no le increpes con dureza,
sino exhórtale como a padre;
a los jóvenes, como hermanos;
- a las ancianas, como madres;
a las jóvenes, como hermanas, con toda pureza.
3 A las viudas hónralas, como sean verdaderas viudas.
1 Que si una viuda tiene hijos o nietos,
aprendan estos primero el cariñoso respeto
que deben a su propia familia
y el reconocimiento
con que deben recompensar a sus progenitores,
porque esto es acepto a los ojos de Dios.
'' Mas la que es verdaderamente viuda y ha quedado sola,
tiene puesta su esperanza en Dios
y persevera en las plegarias y oraciones noche y día.
G En cambio, la que se da a los placeres,
viviendo está muerta.
7 Intímales estas cosas, a fin de que sean irreprensibles.
s Que si uno no se interesa por los suyos,
y particularmente por los de su casa,
ha renegado de la fe, y es peor que un infiel.
433
§ 292_293 i? A TIMOTEO 5, 9-i6

5, i-8. Tres series de consejos formula aquí San Pablo


La primera (vv. 1-3) mira directamente a Timoteo y le in­
dica la diferente manera con que debe exhortar a las varias
clases o categorías de los fieles. La mención de las viudas
(v. 3) sugiere las otras dos series de avisos, que se refieren
a los mismos fieles: una sobre la vida de familia (vv. 4 y 8)
y otra sobre el estado de viudez (vv. 5-6). El espíritu que
informa los avisos referentes a la vida familiar es el que ha
creado el hogar cristiano. Si con razón se dice que la familia
es la célula primordial de la sociedad civil, con no menos
razón puede afirmarse que el hogar cristiano es la célula de
la sociedad religiosa. En las familias cristianas es donde nor­
malmente brotan y se desarrollan las vocaciones eclesiásticas
y religiosas.
4. Aprenda)): este consejo mira a los hijos o nietos res­
pecto de sus madres o abuelas viudas.

293. Viudas: Ancianas, jóvenes, con familia.


5, 9-i6.
!l Una viada, pora que sea inscrito en la lista,
no ha de tener menos de sesenta años,
mujer qne haya sido de un solo marido,
lu acreditada por sns buenas obras:
si crió bien a sns hijos,
si ejercitó la hospitalidad,
si lavó los pies a los santos,
si socorrió a los atribulados,
si anduvo solicita tras toda obra buena.
J1 Mas a las viudas jóvenes descártalas;
porque si una vez los estímulos de la sensualidad
les ponen hastío de Cristo,
quieren casarse,
12 incurriendo en condenación,
por haber quebrantado su primera je,
13 y al mismo tiempo, ociosas también,
aprenden a ir de casa en casa;
ni sólo ociosas, sino además chocarreras y entrometidas,
hablando lo qne no conviene.
434
§ 293-294 i." A TIMOTEO 5. 17-25

14 Deseo, pues, que las jóvenes se casen,


que críen hijos, que sean amas de casa,
que no den al adversario ninguna ocasión de hablar mal:
que ya algunas se han extraviado
yéndose en pos de Satanás.
1,; Si alguna mujer fiel tiene viudas allegadas,
socórralas de lo suyo, y no sea gravada la Iglesia,
a fin de que se pueda socorrer
a las que verdaderamente son viudas.

9-10. Enumera San Pablo las condiciones que ha de reunir


una viuda para ser inscrita como tal en el registro de la
Iglesia. Las viudas así inscritas formaban una clase respe­
table. Eran sustentadas por la Iglesia, a la cual ayudaban
contribuyendo a la educación cristiana y a la catcquesis de
las jóvenes. Profesaban continencia. Las demás viudas, aun­
que no inscritas, eran también socorridas por la Iglesia, si
carecían de otro medio de sustentación.
11. Razón por la cual no deben ser inscritas las viudas
jóvenes: para que no quebranten el propósito de guardar
continencia: lo cual sería afrentar a Cristo.
12. Por haber quebrantado su primera fe. Esta expresión
supone que el propósito de continencia que hacían estas viu­
das revestía las condiciones de voto.
13. Tenía San Pablo singular ojeriza contra el ocio, ori­
gen de tantos males, cuales son los que aquí satíricamente
describe. Cf. 1 Tes. 4, 9-12; 2 Tes. 3, 6-15.
14. Vuelve otra vez San Pablo por el honor de la mater­
nidad. Cf. 2, 15.

294. Modo de proceder con los presbíteros.


5. 17-25-
17 Los presbíteros que gobiernan bien,
sean considerados dictaos de doblado honor,
mayormente los que se afanan
en la palabra y en la enseñanza.
435
§ 294 i.u A TIMOTEO

Pues dice la Escritura (Dt. 25, 4; 19, 15):


Al buey que trilla 110 le pondrás bozal,
y Digno es el trabajador de su jornal.
1!* Contra un presbítero no admitas acusación,
a no ser sobre el testimonio de dos o tres.
20 A los que pecaren repréndeles en presencia de todos,
para que también los demás cobren temor.
21 Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús
y de los ángeles escogidos
a que observes estas cosas, depuesto todo prejniao,
no haciendo nada por inclinación a una de las partes.
22 A nadie impongas las manos de ligero,
ni te hagas cómplice de los pecados ajenos;
a ti mismo consérvate puro.
2:1 En adelante no bebas agua sola,
sino toma un poco de vino a causa de tu estómago
y de tus frecuentes achaques.
24 En ciertos hombres, los pecados son del todo notorios,
aun antes de ser llevados a juicio:
los de otros, en cambio, sólo por el juicio se descubren.
25 Asimismo, las obras buenas
son a las veces del todo notorias;
y las que 110 lo fueren, no pueden encubrirse.

17. El doblado honor se refiere a los subsidios, o, como


ahora se dice, «honorarios», más copiosos. La razón que se
da de este honor en el vers. siguiente exige esta interpreta­
ción «económica». Los ministerios sagrados no se venden;
mas los que los desempeñan tienen derecho a su decoroso
sustento. Cf. 1 Cor. 9, 13-14.
24-25. Estos dos vers. son una declaración del vers. 22.
El sentido es: hay algunos cuya dignidad o indignidad para
el sacerdocio es manifiesta, sin necesidad de nuevas infor­
maciones ; de otros, en cambio, no consta claramente: antes
de ordenar a éstos son necesarias previas informaciones. La
actual disciplina de la Iglesia sobre este punto es más rígida
todavía.

43<S
§ 295-296 i? A TIMOTEO 6, 1-2: 6. 2-10

295. Deberes de los esclavos. 6, 1-2.


1 Cuantos están bajo yugo como esclavos
miren a sus propios amos como dignos de todo honor,
para que el nombre de Dios y la doctrina
no sean blasfemados.
2 Mas los que tienen amos fieles
110 los tengan en menos por ser hermanos:
antes bien, sírvanlos con mayor sumisión,
por cuanto son fieles y amados
los que reciben sus buenos servicios.

6, 1-2. I.o que aquí se dice de los esclavos tiene perfecta


aplicación a los criados, obreros, empleados y subalternos.
Generalmente se recomienda el fiel cumplimiento de los de­
beres, porque tal fidelidad acredita al cristianismo que la
inspira. Particularmente se previene el peligro de que esta
fidelidad desmerezca, cuando el amo, patrono, jefe o supe­
rior es buen cristiano. La indulgencia y bondad del supe­
rior no excusa al inferior del fiel cumplimiento de sus obli­
gaciones.

296. Doctrinas y codicias contrarias a la piedad.


6, 2-10.
Esto es lo que has de enseñar y recomendar.
3 Si alguno enseña otra doctrina
■y no se allega a las sanas palabras,
las de nuestro Señor Jesu-Cristo,
y a la doctrina que es conforme a la piedad,
4 está infatuado, siendo así que nada sabe;
antes bien, padece el prurito morboso
de promover cuestiones y contiendas de palabras,
de las cuales resultan envidia, riña,
insultos, sospechas malignas,
3 interminables disputas,
propias de hombres corrompidos en su mente
y privados de la verdad,
que piensan ser la verdad una granjeria.
437
§ 296 i.a A TIMOTEO 6, 3-10

*’ Es, sí, grande granjeria la piedad,


contenta con lo que basta;
~ pues nada hemos traído al ¡muido,
como tampoco podemos llevarnos cosa de él:
s y como tengamos alimentos y abrigos,
con eso nos contentaremos.
9 Mas los que pretenden ser ricos
caen en la tentación y en el laso
y en muchas codicias insensatas y perniciosas,
las cuales hunden a los hombres
en el abismo de la ruina y de la perdición.
10 Porque raíz es de todos los males el amor al dinero,
tras el cual afanados algunos se descarriaron de la fe,
y se envolvieron a si mismos
en muchos dolores punzantes.

3- 10. Se pintan de mano maestra los dos enemigos de la


verdad cristiana: la perversión doctrinal (3-5) y la codicia de
riquezas (6-1 o), a los cuales se contraponen la sana doctri­
na y la pobreza de espíritu.
3. Se proponen dos criterios de verdad para juzgar de
¡as doctrinas religiosas, que son las sanas palabras de nues­
tro Señor Jesu-Cristo y la piedad. «Piedad» parece tener
aquí sentido objetivo y es lo mismo que “religión cristiana».
4- 5. Se descalifican las malas doctrinas por lo que son,
por su origen viciado y por sus efectos deplorables. En sí
son cuestiones y contiendas de palabras. Su origen es la in­
fatuación ignorante, el prurito morboso de provocar cuestio­
nes, corrupción de la mente, privación de la verdad, criterio
utilitarista de la misma verdad, concebida como una granje­
ria. Los resultados son envidia, riña, insultos, sospechas ma­
lignas, interminables disputas.
6-8. Provechos df. la piedad no codiciosa. Grande
granjeria es la piedad, porque tiene vinculada promesa rela­
tiva a la vida presente j' a la venidera. Condición y también
raíz de estos provechos es que la piedad esté contenta con lo
que basta (cf. Filp. q, 11-12). Si cada cual en el mundo es­
tuviera contento con lo que basta, sobraría para todos y na­
438
§ 296-297___________ i.a A TIMOTEO _________ 6, it-t6

die padecería necesidad. La razón de semejante pobreza de


espíritu es doble: porque nada hemos traído al 'inundo y por­
que los bienes temporales, como advenedizos que son y pa­
sajeros, son incapaces de satisfacer las aspiraciones del cora­
zón. El cual, por esto, modera los deseos, contento con tener
alimentos y abrigos.
9-10. Peligros y Espinas de i.a codicia. La codicia de
riquezas es un lazo del tentador, es origen de otras muchas
codicias insensatas y catastróficas, es raíz de todos los males
v singularmente de extravíos en la fe. Y. lógrese o no se
logre la codiciada riqueza, envuelve al codicioso en muchos
dolores punzantes (Cf. Mt. (3, 22; Me. 4. 19; Le. 8, 14):
congojas, remordimientos, desazones...

297. Exhortación a Timoteo: Santidad de vida,


lucha por la fe, fidelidad sin tacha,
ó, 11-16.
31 Mas tú, ¡oh hombre de Dios!, huye de esas cosas;
anda más bien tras la justicia, la piedad,
la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre.
12 Lucha el noble certamen de la fe,
conquista la vida eterna, para la cual fuiste llamado,
c hiciste aquella noble confesión de fe
en presencia de numerosos testigos.
13 Ordeno en presencia de Dios, que vivifica todas las cosas,
y de Cristo Jesús, qne dió testimonio de la verdad
ante Pondo Pilato con tan noble confesión,
14 que conserves el mandato inmaculado, irreprensible,
hasta la manifestación de nuestro Señor Jesu-Cristo,
15 la cual en sus tiempos mostrará

el bienaventurado y único soberano,


el Rey de los que reinan
y Señor de los que dominan,
1G el único que posee la inmortalidad,
qne mora en luz inaccesible,
a quien no vió ninguno de los hombres
ni tampoco puede ver,
439
30
§ 297-298 ________ i? A TIMOTEO______________6, 17-19

12. Hombre de Dios: así eran apellidados los profetas en


el A. T., que por vocación especial estaban consagrados al
servicio divino y eran como ministros y enviados de Dios.
Paciencia es aquí fuerza, constancia o aguante de la espe­
ranza : por eso sigue inmediatamente a la fe y la caridad.
12. Habla aquí San Pablo de las realidades espirituales
bajo las imágenes, tan frecuentes en sus Epístolas, tomadas
de los juegos atléticos.
12-13. La noble confesión de fe hecha por Timoteo al ser
consagrado obispo, es comparada con la noble confesión que
de su realeza mesiánica y filiación divina hizo Jesu-Cristo
ante Poncio Pilato.
14. El mandato es como el código de las instrucciones
episcopales que en esta carta da Pablo a Timoteo.
Manifestación o advenimiento: en griego «epifanía».
14-16. La elevación y tono poético de estOo versículos
permite suponer que sus expresiones están tomadas de algún
himno cristiano primitivo.

298. Advertencia a los ricos. 6, 17-19.


a quien sea honor y poderío sempiterno. Amén.
17 A los que son ricos en este presente siglo incúlcales
que no nutran sentimientos de altenería,
ni cifren su esperanza en la riqueza, tan insegura,
sino en Dios, que de todo nos provee espléndidamente
para que disfrutemos de ello;
,s que se den a la beneficencia,
que sean ricos en buenas obras,
largos en repartir, amigos de comunicar sus bienes,
I:' atesorando para sí un excelente fondo para lo porvenir,
a fin de alcanzar aquella que realmente es vida.

17-19. Uso de las riquezas. Después de haber conde­


nado la codicia del dinero (6, 9-10), enseña aqui el Apóstol
el buen uso de las riquezas. Primeramente previene a los ri­
cos contra los sentimientos de altanería. Sabido es que la ri­
440
§ 298-299 i? A TIMOTEO

queza lleva a la soberbia, según el refrán «riqueza de hoy,


soberbia de mañana». En segundo lugar señala otro peligro
de la riqueza, que es cifar en ella su esperanza, en vez de po­
nerla en Dios. Medio seguro para evadir este doble peligro
y para ganarse la vida eterna es la beneficencia, con la cual
los fondos o capitales terrenos se trasladan, multiplicados, a
las moradas celestes (cf. Le. 16, 9; 2 Cor. 4, 17).
19. Fondo: la palabra original, que significa fundamento,
designa aquí el fondo o los fondos atesorados con las buenas
obras para la vida eterna.

EPÍLOGO

299. “Guarda el depósito de la fe”. 6, 20-21.


20 ¡Oh Timoteo!, guarda el depósito,
dando de mano a las profanas palabrerías
y contradicciones de la mal llamada ciencia,
21 de la cual algunos haciendo alarde, erraron en la fe.
La gracia sea con vosotros.

20. Guarda el depósito: como si dijera: lo que enseñas,


lo que mandas, no es tuyo: es un depósito sagrado que te ha
sido confiado; cual lo has recibido, tal lo has de transmitir:
íntegro, intacto. Tal es y ha sido siempre la voz y la actitud
de la Iglesia ante las novedades profanas, que han atentado
contra la sagrada integridad del depósito divino. Tal es tam­
bién la divisa o emblema de la Tradición católica.
La mal llamada ciencia, lo mismo en tiempo de San Pa­
blo que en nuestros días, con sus profanas palabrerías y con­
tradicciones pretende minar el depósito intangible de la Tra­
dición. Mas advierte el Apóstol que algunos haciendo alarde
de esa ciencia, erraron en la fe.

441
SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO

INTRODUCCIÓN

Ocasión de la Epístola. Pablo está de nuevo en Roma,


encarcelado y encadenado por Cristo. Su muerte es inminente.
Se halla además casi solo: a excepción de Lucas, que per­
manece constante a su lado, los demás o han partido a otras
regiones o le han abandonado cobardemente. Pero lo que
más le llega al alma son los peligros a que se ve expuesta
la 'Iglesia: no principalmente los peligros de persecución san­
grienta, sino los de doctrinas perversas o de propagandas
malsanas. Es el Getsemaní del Apóstol en vísperas de su
Calvario. Las angustias, los temores, la soledad invaden su
alma. Mas esos sentimientos penosos no le abaten ni aco­
bardan. A imitación de Cristo, su corazón reacciona: la fe,
la esperanza, el amor, el zelo apostólico se sobreponen triun-
talmente. A impulso de estos encontrados sentimientos es­
cribe Pablo esta Epístola, que es como su testamento apos­
tólico.
Objeto. Él parte: pero antes de partir quiere legar y como
transfundir su espíritu apostólico a su querido discípulo, a su
hijo Timoteo: a la manera que Elias dejó a Elíseo su doblado
espíritu profético. Para esto le llama a Roma, para tenerlo
a su lado, cuando derrame su sangre como libación a honor
de su Señor Jesu-Cristo. Mas, por si se frustran esos deseos,
traslada a esta carta todos los sentimientos de su corazón de
padre y de apóstol. La nota dominante es la de constancia e
intrepidez en luchar por el Evangelio y la de firmeza en
desenmascarar y combatir el error: lo uno y lo otro, guar­
dando fielmente la tradición y custodiando intacto el dejiósito
de la verdad revelada.
443
INTRODUCCIÓN

División. Entre la introducción (i, 1-5), notable por la


intimidad del sentimiento, y la conclusión (4, 9-22), en que
los encargos y nuevas personales se mezclan con los saludos,
el cuerpo de la Epístola puede dividirse en dos partes, no
bien deslindadas por razón de sus múltiples afinidades. En la
primera, de carácter más general, exhorta San Pablo a su
discípulo a la constancia e intrepidez en su ministerio pasto­
ral (1, 6-2, 13). En la segunda, más concreta, le instruye
sobre el modo de proceder contra la propaganda de doctrinas
malsanas (2, iq-4, 8).

444
§ JCO 2." A TIMOTEO I. 1-2

EPÍSTOLA II A TIMOTEO

INTRODUCCIÓN'

300. Inscripción epistolar, i, 1-2.


’ Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios
para anunciar la promesa de la vida,
que se halla en Cristo Jesús,
- a Timoteo, mi querido hijo:
gracia, misericordia, paz, de parte de Dios Padre
v de Cristo Jesús, Señor nuestro.

1, 1. En pocas palabras define San Pablo su apostolado:


1) es una misión y representación de Jesu-Cristo; 2) su pri­
mer origen es la voluntad de Dios Padre, no la elección hu­
mana: 3) su objeto característico es anunciar a los hombres
la promesa de la vida eterna; 4) su obra es la edificación del
cuerpo de Cristo (Ef. 4. 12), expresada por la fórmula en
Cristo Jesús. Estas declaraciones del gran Apóstol son una
condenación de la herejía liberal, que pretende someter la
Iglesia a la potestad civil. La potestad apostólica, ejercida
en nombre de Jesu-Cristo. instituida por voluntad expresa
de Dios Padre, destinada a fines incomparablemente superio­
res a los de toda la sociedad humana, en ninguna manera
]mede estar supeditada a la potestad civil. La Iglesia es por
derecho divino libre e independiente de toda autoridad hu­
mana ; y con esta total independencia puede y debe desem­
peñar su divina misión. Quien esto niega, ha negado la fe.
La genuína libertad de conciencia es que los hombres, sin
traba ninguna del estado, puedan aceptar la invitación de
Dios hecha por medio de la Iglesia y vivir conforme a la fe
que han profesado.

415
§ JO 1-302 2.a A TIMOTEO T 3-5! i. 6-14

301. Recuerdos personales, i, 3-5.


3 Hago gracias a Dios, a quien sirvo,
siguiendo la tradición de mis progenitores,
con pura conciencia,
Por cuanto conservo sin cesar el recuerdo de ti
en mis oraciones noche y día,
4 suspirando por verte,
al acordarme de tus lágrimas,
para sentirme colmado de gozo,
5 habiendo recibido nuevas
que me han recordado la je no jingida que hay en ti,
la cual arraigó primero en tu abuela Loide
y en tu madre Eunice,
y estoy seguro de que también en ti.

3-5. Estos recuerdos y sentimientos de Pablo, próximo


ya a su martirio, son de una ternura conmovedora, y arran­
carían lágrimas a Timoteo.
3. El recuerdo de ti en mis oraciones: el afecto de Pablo
a Timoteo se explaya a través de la oración. Es admirable
en los santos este abrazo de lo humano con lo divino. La
cordialidad en ellos queda sublimada por la espiritualidad.

PRIMERA PARTE

302. Intrepidez sacerdotal en la predicación


del Evangelio a ejemplo de Pablo.
1, 6-14.
” Por esta causa te amonesto
que reavives la gracia de Dios,
que está en ti por la imposición de mis manos.
7 Que no nos dió Dios un espíritu de timidez,
sino de fortaleza y de caridad y de templanza.
s .Vo te avergüences, pues,
446
§ 30? A TIMOTEO i. 6-14'

del testimonio que debes dar a nuestro Señor,


ni de mí, su prisionero;
antes bien, comparte mis padecimientos
por la causa del Evangelio,
estribando en la fuerza de Dios,
n el cual nos salvó y nos llamó con vocación santa,
no según nuestras obras,
sino según su propia determinación
y según la gracia dada a nosotros en Cristo Jesús
antes de los tiempos eternos,
10 y que se manifestó ahora
por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús,
que destruyó la muerte
e irradió luz de vida y de inmortalidad
por medio del Evangelio.
11 Para ctiya predicación fui yo constituido heraldo
y apóstol y maestro de los gentiles.
12 Y por esta causa también padezco estas cosas;
mas no me avergüenzo;
porque sé a quién he creído,
y estoy firmemente persuadido de que es poderoso
para guardar mi depósito hasta aquel día.
13 Conserva sin deformarlo
el tipo de las palabras sanas que de mí oíste,
con la fe y la caridad que está en Cristo Jesús.
14 Guarda el precioso depósito
por el Espíritu Santo, que habita en nosotros.

6-7. El Sacramento del orden. Como en 1 Tim. 5, 19,


señala aquí San Pablo los dos elementos constitutivos del
Sacramento del orden, que son la imposición de las manos,
como signo sensible, y la gracia de Dios, como realidad sig­
nificada. Lo que de nuevo añade es la determinación de la
gracia sacramental, que es espíritu de fortaleza, de caridad y
de templanza o moderación.
8. La predicación del Evangelio es un testimonio sobre
Jesu-Cristo, testimonio, que, en virtud de la palabra origi­
nal. puede ser martirio sangriento.
8-12. El Evangelio de San Pablo. Este es uno de los
447
§ 30-? 2.a A TIMOTEO i. 6-14

pasajes en que San Pablo expone sintéticamente lo que él


llama su Evangelio. Ateniéndonos al punto de vista peculiar
de este pasaje y coordinando orgánicamente los diferentes
rasgos en él esparcidos, podemos distinguir dos partes prin­
cipales: la acción de Dios en cuanto Dios y la acción de
Cristo.
La acción de Dios se declara con los dos verbos nos salvó
y nos llamó, que expresan la principalidad de la acción divi­
na así en la obra de la salud humana como en nuestro llama­
miento a participar de sus frutos. Una antitesis, muy carac­
terística de San Pablo, recalca bajo otro aspecto esta princi-
palidad. Dios nos salvó y llamó no según nuestras obras, sino
según su propia determinación y según la gracia. A su vez
en esta gracia se señalan dos momentos o fases, por cuanto
fué otorgada ya antes de los tiempos eternos, y se manifestó
chora en el tiempo. El modo histórico de esta manifestación
efectiva de la gracia fué la aparición de Cristo Jesús en este
mundo. Esta última frase empalma la acción de Dios con la
de Cristo.
Ya en la acción misma de Dios aparece Jesu-Cristo. En
Cristo Jesús se nos otorgó la gracia por la predestinación
eterna, y por la aparición de Cristo Jesús se hizo efectivo el
otorgamiento. Mas fuera de esto Cristo realizó por su pro­
pia acción la obra de la salud humana. Si de Dios se ha dicho
que nos salvó, de Cristo se dice ahora que es nuestro Salva­
dor. Su acción salvadora consistió en que destruyó la muer­
te e irradió luz de vida y de inmortalidad. Esta irradiación
filé doble: fué la producción de la luz inmortal y fué su di­
fusión por el mundo por medio del Evangelio, cuya predica­
ción fué confiada a los Apóstoles y señaladamente a Pablo.
heraldo y apóstol y maestro de los gentiles ícf. 2 Cor. 3. 18:
4. 6).
En este pasaje, y en otros también, el Evangelio de Pablo
es a la vez teológico, cristológico y soteriológico.
9. La gracia dada a nosotros en Cristo Jesús antes de los
tiempos eternos: Cf. Ef. 1, 3-4.
10. El primer advenimiento de Cristo es llamado, lo mis­
mo que el segundo, epifanía.
448
§ 3O£-3_O3_________ 2.a A TIMOTEO__________________ i, 15-18

12. Mi depósito: es el tesoro de las buenas obras, aquí es­


pecialmente los trabajos apostólicos, con la recompensa me­
recida, que Pablo deposita confiado en la fidelidad y poder de
Dios.
13. El sentido es: como dechado, idea, arquetipo de tu
enseñanza, conserva con fe y caridad las palabras sanas que
de mi oíste.
13-14. El depósito de la le. Recomienda aquí San Pa­
blo la fidelidad a la Tradición apostólica. Su punto de par­
tida son las palabras sanas que de mí oíste: la enseñanza oral
de los Apóstoles; estas palabras sanas son el precioso de­
pósito que hay que custodiar y transmitir fielmente; son tam­
bién el modelo, la norma, de la enseñanza episcopal; su con­
servación y transmisión incorrupta está garantizada, de parte
de Dios por el Espíritu Santo que habita en nosotros, de
parte del hombre por Id je y la caridad. Decir, como dicen
les protestantes, que sola la Escritura es regla de fe, es dia-
metralmente opuesto a lo que aquí enseña San Pablo; es,
por una contradicción absurda, canonizar la verdad de la
Escritura falseando y desmintiendo la misma Escritura.

303. Los cobardes y los leales. 1, 15-18.


15 Sabes ya que me han vuelto las espaldas
todos los que hay en el Asia,
entre los cuales está Figelo y también Hermógenes.
Conceda el Señor misericordia
a la jamilia de Onesíjoro,
por cuanto muchas veces me alivió
V no se avergonzó de mi cadena,
17 antes bien, llegado a Roma,
solícitamente me buscó y halló.
1S Concédale el Señor que alcance misericordia
de manos del Señor cu aquel día.
Y cuántos buenos servicios prestó en Ejeso,
mejor tú lo sabes.

15. Eigelo y Hermógenes: personajes desconocidos.


16-18. De Onesíjoro sólo sabemos lo que aquí dice San
449
§ 3°3’3°4 2.a A TIMOTEO 2, 1-7

Pablo en su elogio. Del contexto se saca que por entonces


ya había fallecido. Se extiende más el Apóstol en elogiar la
fidelidad de Onesiforo que la cobardía de Figelo y Her-
mógenes.
18. Concédale el Señor que alcance misericordia. Con esta
oración por Onesiforo acredita San Pablo la costumbre de
la. Iglesia de orar por los fieles difuntos.

304. Buscar colaboradores, luchar y trabajar


con la esperanza del fruto. 2, 1-7.
1 Tú, pites, hijo mío, confórtate en la gracia
que se halla en Cristo Jesús;
- v lo que oíste de mí, garantido por muchos testigos,
esto confíalo a hombres fieles, .
quienes sean idóneos para enseñar a su vez a otros.
3 Entra denodadamente a compartir las fatigas,
como bizarro soldado de Cristo Jesús.
4 Nadie que se dedica a la milicia,
se deja enredar en los negocios de la hacienda,
a fin de contentar al que lo alistó en el ejército.
5 P también, si uno lucha como atleta,
no es coronado si no lucha conforme a ley.
El labrador que se fatiga,
razón es que sea el primero en participar de los frutos.
7 Piensa lo que digo,
porque te dará el Señor inteligencia en todo.

2, 2. Garantido por muchos testigos: para acreditar la


verdad de su palabra San Pablo apelaba al testimonio de los
que habían visto y oído al Salvador, principalmente después
de su resurrección. Cf. 1 Cor. 15, 5-7.
Aquí describe San Pablo el proceso de la Tradición sub­
jetiva, en la cual, como cadena no interrumpida, señala has­
ta cinco anillos: 1) los testigos de vista que vieron a Cristo
resucitado; 2) el mismo Pablo, que de ellos lo había oído,
— fuera de que también él lo había visto glorioso —; 3) Ti­
moteo, que lo oye de Pablo; 4) los hombres fieles, a quienes
Timoteo confía el testimonio; 5) los otros, que lo reciben de
450
§ 304-305 2.a A TIMOTUO 2, 8-13

los hombres fieles. Y claro está que éstos a su vez han de


transmitir a otros lo que ellos recibieron. ¿ A qué esta cons­
tante transmisión del testimonio apostólico, si bastaban como
norma de fe las Escrituras? En vez de testigos, San Pablo
hubiera buscado escribientes; en vez de instruir hombres,
se hubiera ocupado en hacer copiar y divulgar libros; en vez
de crear Iglesias, hubiera fundado editoriales.
3-4. Todo apóstol, y más generalmente todo cristiano, ha
de ser un bizarro soldado de Cristo Jesús. Es muy conforme
a esta concepción Paulina del apostolado y de la vida cris­
tiana lo que enseña San Ignacio en sus Ejercicios espiri­
tuales.
3*(>. Tres imágenes sucesivas: la del soldado, la del atleta
y la del labrador. Esta variabilidad de las imágenes es muy
característica de San Pablo.
5.. Es ya proverbial esta sentencia del Apóstol. En la
vida espiritual no basta hacer profesión de atleta: es menes­
ter luchar conforme a ley.
(i. Sentencia algo enigmática, cuyo sentido más natural
es que el predicador evangélico ha de ser el primero en par­
ticipar de los frutos espirituales del Evangelio. Cf. 1 Cor. 9,
27. Oue es lo que galanamente decía el P. Rodríguez, que en
el convite del Evangelio Dios nos quiere convidados y no
trinchantes.

305. Sufrir como Pablo a ejemplo de Cristo


para reinar con Cristo. 2. 8-13.
s Pon delante de tus ojos a Jesu-Cristo,
resucitado de cutre los muertos, del linaje de David,
conforme a mi Evangelio;
por cuya predicación padezco trabajos
hasta ser encadenado como malhechor;
mas la palabra de Dios 110 está encadenada.
!fl Por eso todo lo sufro por los escogidos,
para que también ellos alcancen la salud
que se halla cu Cristo Jesús con gloria eterna.
451
§ 3Q5________________ -V A TIMOTEO______________ 2, 8-13

11 Digna es de fe esta palabra.


Pues si con él uiorimos, también con él viviremos;
12 si constantes sufrimos, también con él reinaremos;
si le negáremos, también él nos negará;
13 si somos infieles, él permanece fiel,
pues no puede desmentirse a sí mismo.

8. La resurrección de Cristo y su origen davídico eran


elementos importantísimos de lo que San Pablo llamaba mi
Evangelio, esto es, la forma característica que él daba a su
predicación del Evangelio a los gentiles.
9. La palabra de Dios no está encadenada. Podrán los
hombres aprisionar y encadenar a los predicadores evangé­
licos, pero jamás podrán encadenar el Evangelio. Ni podrán
impedir que se propague, ni menos podrán entorpecer su se­
creta acción en las almas.
10. Con gloria eterna: no es del todo clara esta expresión,
que gramaticalmente puede referirse al verbo alcancen o al
sustantivo salud o también a la frase gne se halla en Cristo
Jesús, o tal vez a todo el conjunto. El sentido, empero, no
varía notablemente en estas diferentes hipótesis. De todos
modos, parece que se trata de la gloria eterna que participa­
rán los hombres, no precisamente de la que ostenta o exhibe
Dios (Cf. Rom. 3. 23).
11-12. Ley fundamental de la vida cristiana: morir con
Cristo para vivir con él: sufrir constantemente para reinar
con Cristo (cf. Rom. 8. 17; 2 Cor. 1. /...).
13. Él permanece fiel: o cumpliendo sus generosas pro­
mesas o ejecutando sus justas amenazas (Rom. 2, 6-11).

452
§ 306 2.11 A TIMOTEO 2, 14-21

SEGUNDA PARTE

306. Enseñar la verdad y huir de vanas pala­


brerías que degeneran en impiedad.
2, 14-21.
11 Trac a la memoria estas cosas,
conjurándolos en presencia de Dios
a no perderse en logomaquias
— cosa que para nada aprovecha —
para el completo trastorno de los oyentes.
r’ Procura diligentemente presentarte tal ante Dios,
que merezcas su aprobación,
obrero que no tiene de qué ruborizarse,
que maneja derechamente la palabra de la verdad.
A las profanas palabrerías húrtales el cuerpo,
porque los que se dan a ellas
irán avanzando con creciente aumento de impiedad,
17 y su palabra como gangrena se cebará;
de los cuales es Himeneo lo misino que Pilcto,
los cuales se desviaron de la verdad
diciendo que la resurrección ya se ha efectuado,
y trastornan la fe de algunos.
!í’ Mas, en verdad, el sólido fundamento de Dios
se mantiene firme, teniendo este sello:
Conoció el Señor a los que son suyos (Núm. 15, p,)¡
v Aléjese de la iniquidad
todo el que nombra el nombre del Señor (Jocl, 2, 32).
Mas en una casa grande
no hay solamente objetos de oro y de plata,
sino también de madera y de barro;
y de ellos unos son para usos honrosos,
otros, para usos viles.
-1 Así pites, si uno se purificare de esas cosas,
será objeto destinado a usos honrosos,
santificado y útil a su dueño,
aparejado para toda obra buena.
453
§ 3q6 ____ 2,:t \ TIMOTEO 2. 14-21

15. Que maneja derechamente: la palabra original, que


significa cortar recto — como el labrador que corta rectos los
surcos — se aplica al predicador que, evitando desvíos o ro­
deos superfluos, va derecho a la instrucción y fruto espiri­
tual de los oyentes.
17. De Himeneo se habla también en 1 Tini, 1, 20; de Fi­
lete no se tienen más noticias.
18-19. Cuál sea el sólido fundamento de Dios, se entien­
de por lo que precede. Himeneo y Fileto, como errando el
tiro, se desvían de la verdad; otros, seducidos por ellos, ta­
llan en la fe. Al desacierto de los primeros y a la inestabili­
dad de los segundos se contrapone la sólida firmeza de la
verdad de Dios. Esta verdad la expresa San Pablo con la
metáfora del fundamento de un edificio. Si lo que precede
lo concibió bajo la misma metáfora, habrá que decir que los
seductores son como piedras no puestas sobre el fundamento,
o colocadas en falso; y que los seducidos son como piedras,
que, aunque colocadas sobre el fundamento, no estaban fir­
memente adheridas a él. En el fundamento está grabada una
doble inscripción, que expresa que Dios, en su eterna pres­
ciencia, sabe cuáles sean las piedras que han de formar parte
definitivamente del edificio, y cuáles no: que, por tanto, las
defecciones humanas no sorprenden a Dios ni trastornan sus
planes.
20-21. La inteligencia de este pasaje difícil, más que de
los textos paralelos o afines, depende del contexto. En 1
Cor. 3. 12 se habla también de materiales de construcción
preciosos o viles, resistentes o endebles; en Rom. 9, 2í se
habla también de vasos u objetos de barro destinados a usos
honrosos o despreciables. Pero en estos textos afines las
imágenes, además de encarnar pensamientos diferentes, pre­
sentan modalidades distintas. Lo que hay que aprovechar
de ellas es la doble categoría de objetos: unos preciosos,
otros despreciables. Más luz da el contexto. El problema
principal está en si la doble categoría de objetos: unos de
oro o de plata, otros de madera o de barro: — o bien, unos
para honor, otros para ignominia, — expresa simple grada­
ción de mejor a menos bueno, o bien oposición entre bueno
4.H
§ 306-307 2.a A TIMOTEO 2, 22-26

y malo. Lo que sigue y lo que antecede demuestra que en la


mente de San Pablo la doble categoría es de oposición. Lo
que sigue: si uno se purificare de esas (inmundicias), será ob­
jeto destinado a usos honrosos, santificado, supone que los
vasos para ignominia, cuyas inmundicias hay que limpiar
para que sean santificados, son, no menos buenos, sino posi­
tivamente malos. Lo que antecede: Conoce el Señor los que
son suyos y los que no, con todo el contexto, distingue tam­
bién claramente dos categorías, de buenos y de malos. Ni se
opone a esta interpretación el qne en la vida real los llama­
dos vasos de ignominia presten su utilidad : pues no enfoca
San Pablo la imagen o comparación desde este punto de vis­
ta. Por fin hay que advertir que el ser objeto de honor, si
radical y principalmente depende de la gracia de Dios, tam­
bién depende secundariamente de la libre cooperación del
hombre, como lo expresa el Apóstol claramente en el vers. 31.

307. Mansedumbre pastora!. 2. 22-26.


22 De los caprichos juveniles huye:
sigue más bien tras la justicia, la fe, la caridad,
la paz con los que invocan al Señor con limpio corazón.
23 Las discusiones tontas e indoctas rehuyelas,
sabiendo que engendran peleas;
24 y el siervo del Señor no debe pelearse,
sino ser blando con todos, doctrinador, sufrido,
2:i que con mansedumbre instruya a los adversarios.
por si tal vez les inspira Dios arrepentimiento,
que los lleve al pleno conocimiento de la verdad,
2,i y vuelven sobre si, escapando al lazo del diablo,
que los tenía prendidos y rendidos a su voluntad.

22. A los caprichos o concupiscencias juveniles contrapo­


ne San Pablo la justicia, la fe, la caridad, la paz y espíritu
de concordia. El corazón consolidado por estas grandes vir­
tudes se hace inaccesible a los caprichos juveniles o fácil­
mente los frena.
23. Las discusiones reprobadas por San Pablo revisten
tres condiciones: t) son tontas o necias, sobre materias fúti-
455
3'
S 307-308 2-:' A TIMOTEO 3, 1-9

les; 2) son indoctas o ineruditas, suscitadas o seguidas sin co­


nocimiento de causa; 3) engendran peleas, llevadas adelante
con ánimo apasionado, que no tanto desea averiguar la ver­
dad cuanto imponer a toda costa la propia opinión. Las dis­
cusiones graves, sabias, serenas, emprendidas con el leal pro­
pósito de esclarecer la verdad, no las reprueba el Apóstol.
25. Que con mansedumbre instruya. La mansa instruc­
ción, más que la violenta discusión, puede llevar a los adver­
sarios, no obstinados, al pleno conocimiento de la verdad.
26. En muchas doctrinas malsanas anda de por medio la
«cola serpentina» del diablo. Muchas veces ni la tontería ni
la malicia humana dan para tanto (cf. Ef. 6, 11-12). Muchos
sabios según el mundo, que se imaginan ser libres en su pen­
samiento. están en realidad prendidos por el lazo del diablo
y rendidos a su voluntad.

308. Desbordamiento futuro de corrupción so


capa de piedad. 3, 1-9.
1 Y has de saber eso, que en los postreros días
se presentarán tiempos difíciles;
- porque serán los hombres amadores de sí mismos,
amigos del dinero, fanfarrones, soberbios, difamadores,
desobedientes a sus padres, ingratos, irreligiosos,
3 desamorados, desleales, calumniadores,
incontinentes, despiadados, enemigos de todo lo bueno,
* traidores, arrojados, infatuados,
amigos del placer más que amigos de Dios,
5 que tendrán cierta compostura de piedad,
mas qne habrán renegado de su verdad y eficacia;
a éstos también rehuyelos.
Porque de ésos son los que se cuelan por las casas
v cautivan a mujercillas cargadas de pecados,
azuzadas por toda suerte de concupiscencias,
~ que siempre están aprendiendo
v nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.
s De la manera que Yannés y Yambrés
se opusieron a Moisés,
así también ésos se oponen a la verdad,
-456
5 308 2.a A TIMOTEO _________ Y_H)

hombres corrompidos en su mente,


descalificados en materia de fe.
11 Mas no lograrán nuevos avances,
puesto que su demencia se hará patente a todos,
como también la de aquellos lo fue.

3, 1-5. La frase inicial en los postreros días parece tener


sentido escatológico; en cambio el consejo final a éstos también
rehuyelos tiene sentido histórico y presente. La conciliación
más natural de esta antinomia, aplicable a otros muchos ca­
sos semejantes, es que la apostasía anunciada, si llegará a su
colmo en los postreros días del anticristo, tendrá no obstante
sus precedentes en el decurso de la historia humana. Y los
tiene en nuestros días, cuales jamás los había tenido en épo­
cas anteriores.
7, Que siempre están aprendiendo se refiere, como se ve
claramente en el texto griego, a las mujercillas, no a sus maes­
tros. La expresión siempre aprendiendo sin llegar jamás al
conocimiento de la verdad califica, o descalifica, a los agnós­
ticos, y, más generalmente, a los que investigan por investigar,
sin preocuparse gran cosa por la verdad objetiva del resul­
tado de sus laboriosas investigaciones. Semejantes investi­
gadores no sienten aquella noble pasión de San Agustín por
la verdad: «Quid enim fortius desiderat anima quam veri-
tatem?» (In Jn. tr. 26).
8. Los nombres de Yannés y Yambrés. magos de Faraón,
110 constan en la Escritura; San Pablo los conoció por la
tradición de los Judíos; de cuya verdad responde la divina
inspiración con que escribe el Apóstol.
g. Antes ha dicho San Pablo: irán avanzando con cre­
ciente aumento de impiedad (2, 16); aquí, en cambio, se afir­
ma: no lograrán nuevos avances. No hay, con todo, contra­
dicción en estas dos afirmaciones. Allí se afirman los avances
iniciales de las perversas doctrinas, aqui se niegan avances ul­
teriores y definitivos; o, más bien, allí se afirman los progresos
subjetivos en el mal, aquí se niegan los progresos objetivos de
I la inala doctrina, porque su demencia se hará patente a to­
i dos (cf. 3, 13).
457
§ 309 2.a A TIMOTEO___________ 3. 10-17

309. La tradición y la escritura en el ministerio


pastoral a ejemplo de Pablo., 3, 10-17.
10 Til, empero, me seguiste asiduamente en la doctrina,
en el modo de vivir, en los planes, en la je,
en la longanimidad, en la caridad, en la paciencia,
n en las persecuciones, en los padecimientos,
cuales los qne me acaecieron en Antioquía,
en Iconio, en Listras;
cuales jueron las persecuciones que padecí,
y de todas me libró el Señor.
12 y también todos los que quieran vivir piadosamente
en Cristo Jesús,
serán perseguidos.
13 Mas los hombres malvados y embaucadores
adelantarán de mal en peor,
seductores a la vez y seducidos.
11 Tú, en cambio, permanece constante
en lo que aprendiste v acogiste como verdadero,
sabiendo de quiénes lo aprendiste,
1-’ y que desde niño conoces las sagradas Letras,
las cuales pueden hacerte sabio en orden a la salud
por medio de la je que se halla en Cristo Jesús.
1G Toda la Escritura, divinamente inspirada,
es también provechosa para la enseñanza,
para la reprensión, para la corrección,
para la educación en la justicia,
17 para que sea cabal el hombre de Dios,
dispuesto y a punto para toda obra buena.

10. El verbo lias seguido asiduamente varia de matiz con


los diferentes complementos que rige: has imitado mi fe,...
has estado a mi lado en las persecuciones...
14-15. Enumera San Pablo las dos fuentes de la verdad
revelada: 1) la Tradición apostólica: lo qne aprendiste,...
sabiendo de quiénes lo aprendiste; 2} la Sagrada Escritura:
desde niño conoces las sagradas Letras.
15. Canon bíblico. Desde niño conoces las sagradas Le­
tras. Estas sagradas Letras que desde su infancia conoció y
458
§ 309 2.a A TIMOTEO 3- 10-17

leyó Timoteo y que aquí recomienda el Apóstol es la ver­


sión griega o Alejandrina de la Escritura, llamada de los
Setenta. A ella se refiere inmediatamente después, cuando
habla de toda la Escritura divinamente inspirada. Con esto
canoniza el Apóstol los llamados deuterocanónicos del An­
tiguo Testamento, incluidos en el canon alejandrino y ausen­
tes del canon judaico. Con razón, pues, la Tglesia católica
incluye en su canon estos libros, que los protestantes, judai­
zando, se empeñan en repudiar. Los católicos reciben la Es­
critura de los Apóstoles, los protestantes la reciben de los ju­
díos, enemigos del cristianismo.
Interpretación cristiana del A. T. Pueden hacerte
sabio por medio de la je. La escritura divina del A. T., para
adquirir de ella la verdadera sabiduría, debe leerse con los
ojos de la fe, es decir, a la luz de la revelación cristiana. Lo
que Dios en los tiempos pasados muy fragmentaria y varia­
damente había hablado a los padres por medio de los profe­
tas recibe nueva luz con lo que al fin de estos días nos habló
a nosotros en la persona del Hijo (Hebr. 1, 1-2). Porque en
los que leen el A. T. con mentalidad judaica hasta el día
de hoy en la lectura del Antiguo 7'estamenfo perdura el mis­
mo velo, sin removerse, porque solo en Cristo desaparece
(2 Cor. 3, 14. Cf. 1, 18).
16. La frase puede construirse de dos maneras: 1) Toda
la Escritura es divinamente inspirada y útil...; 2) Toda la
Escritura, divinamente inspirada (como es), es útil... La se­
gunda construcción es más probable. Pero en ambas el ad­
jetivo theopnuestos es .pasivo (divinamente inspirada) y tie­
ne extensión universal, por cuanto se refiere a toda la Es­
critura.
Provechos de la Escritura. Es provechosa la sagrada
Escritura para cuatro cosas, entre otras: 1) para la enseñanza
de la verdad divinamente revelada y para amaestramiento de
los indoctos en materia religiosa; 2) para la reprensión de
los vicios y pecados y para reconvención de los pecadores;
3) para la corrección de los extravíos mentales o morales y
para enderezamiento de todo lo torcido; 4) para la educación
en la justicia y santidad de la vida, o para la formación o
adiestramiento en la virtud.
459
§ 3Q9-J10 2.a A TIMOTEO 4, i-8

i/. La Escritura y ei, Magisterio de la Iglesia. Los


provechos de la Escritura son universales, y la Biblia es un
libro para todos. Lejos de la mente de la Iglesia el vedar a
los fieles, ni siquiera coartarles, la lectura de la Biblia. Lo
que hace la Iglesia es señalar la gran dificultad de entender
acertadamente la Biblia y los graves peligros de errar a que
se expone quien la lee sin la dirección del Magisterio insti­
tuido por Jesu-Cristo. San Pablo, después de enumerar los
provechos de la Escritura, añade a continuación: para que
sea cabal en su ministerio el hombre de Dios. Hombre de
Dios es aqui, como en i Tim. 6, n, lo mismo que siervo o
ministro de Dios. Es, por tanto, la Biblia a manera de libro
de texto, que se entrega a todos, pero para que lo lean bajo
la dirección del Magisterio eclesiástico, guiados por los hom­
bres de Dios.

310. Santa obstinación en volver por los fue­


ros de la verdad con la esperanza de la
corona. _|. i-8.
1 Te conjuro en la presencia de Dios y de Cristo Jesús,
que ha de juzgar a vivos y muertos,
y por su advenimiento y por su reino:
- predica la palabra, insta a tiempo y a destiempo,
reprende, exhorta, increpa con toda longanimidad
y no cejando en la enseñanza.
Porque vendrá tiempo
cuando no soportarán la sana doctrina,
antes a medida de sus concupiscencias
tomarán para si maestros sobre maestros,
con la comezón de oídos que sentirán;
4 y por un lado desviarán sus oídos de la verdad
v por otro se volverán hacia las jábulas.
5 Mas tú anda sobre ti en todo,
arrostra los trabajos, haz obra de evangelista,
desempeña cumplidamente tu ministerio.
G Pues yo voy a ser derramado como libación,
y el momento de mi partida es inminente.
~ He luchado la noble lucha,
he finalizado la carrera, he mantenido la fe;
460
§ 3io________________ 2.a A TIMOTEO______________ _q. 1-8

s por lo demás,, reservada me está la corona de la justicia,


con la cual me galardonará en aquel día
el Señor, el justo Juez;
v no sólo a mí, sino también a todos
los que habrán aguardado con amor su venida.

4. 1-5. Testamento de San Pablo. Toda esta carta y


señaladamente estos versículos son como el testamento en
que San Pablo desahoga su gran corazón de apóstol. Con
emoción y reverencia leería Timoteo, y debemos leer nos­
otros, esta apremiante exhortación a la actividad y a los tra­
bajos apostólicos. Cada palabra exige atenta consideración
y reflexión.
3. La comezón de oídos se refiere, naturalmente, a los
que oyen, no a los que enseñan. La versión ambigua de la
Vulgata ha dado lugar a algunas equivocaciones.
5. Haz obra de evangelista. Aquí, como en Ef. 4, 11.
evangelista es el que predica el Evangelio de ciudad en ciu­
dad, a la manera de misionero ambulante.
6. Declara el Apóstol su próxima muerte con dos imáge­
nes expresivas: la de la libación v la de la nave que, sueltas
las amarras, sale del puerto. Cf. Filp. 2. 17: 1, 23.
7. Estas palabras, en vísperas del martirio, son un canto
triunfal de la esperanza, un epinicio más conmovedor que
los de Píndaro. Toda la humildad de Pablo no ha podido
ahogar este grito de victoria.
8. La corona de la justicia. La vida eterna, si fundamen­
talmente es una dádiva de Dios (Rom. 6, 23), una vez gra­
ciosamente concedida la gracia divina, es también corona de
justicia, es galardón del justo Juez. Es una inefable delica­
deza de Dios el haber dispuesto que el hombre tuviese el
consuelo y aun la gloria de haber merecido la vida eterna.

461
§ 3ii 2.a A TIMOTEO 4- 9-iS

CONCLUSIÓN

311. Encargos varios y nuevas personales.


■4, 9-18.
9 Procura venir a mí pronto,
1(1 pues Demas me abandonó por amor a este siglo
v se marchó a Tesalónica:
Crescente, a la Gaita; Tito, a Dabnacia:
11 Lucas solo queda conmigo.
A Marcos tómale y trácle contigo,
pites me va a ser útil para el ministerio.
72 zí Tíquico le mandé a Efeso.
1:1 El abrigo qtte me dejé en Tróade, en casa de Carpo,
cuando vengas, tráelo,
y también los libros, mayormente los pergaminos.
11 Alejandro el metalúrgico me ocasionó muchos males:
el Señor le dará el pago según sus obras;
15 del cual guárdate tú también,
pues hizo obstinada oposición a nuestras palabras.
En mi primera defensa nadie me patrocinó,
antes me desampararon:
que no se les tome en cuenta;
17 mas el Señor me asistió y me confortó,
para qtte por mi medio el oficio de la predicación
sea cumplidamente desempeñado,
y la oigan los gentiles;
y fui librado de la boca del león.
1S El Señor me librará de toda mala obra, y ote salvará,
llevándome a su reino celeste;
a quien sea la gloria por los siglos. Amén.

10. Demás, primero fiel compañero de Pablo (cf. Col. 4,


14; Filp. 24), al fin le abandonó cobardemente.
Galia: otros códices leen Galacia.
13. Abrigo: la palabra griega significa concretamente go­
rfe
§ 3H-312 2.a A TIMOTEO 4, 19-22

báu, o capote provisto de capuchón. Esta demanda supone


en San Pablo una pobreza edificante.
Los libros: se trata al parecer de libros determinados, que
sería interesante saber cuáles eran. Fuera del necesario abri­
go San Pablo sólo pedía libros.
14. No consta la identidad entre este Alejandro y el
mencionado en i Tim. 1, 20.
16. E» mi primera defensa delante del tribunal del Cé­
sar. nadie me patrocinó de los que yo presentaba como tes­
tigos. Cf. 1, 15.
17. De la boca del león: metáfora usada o frase hecha
para designar un inminente peligro de la vida. Aunque des­
amparado de los hombres, Pablo filé amparado de Dios en
su primera defensa.
1 <8. El Señor me librará de toda mala obra, o hecha por
mí. o. más bien, tramada por otros contra mí para mi ruina.
En esta cuenta no entra la muerte que él prevé inminente.

3 Í2. Saludos y bendición. 4, 19-22.


19 Salada a Prisco v Aquila y a la casa de Onesiforo.
20 Erasto se quedó en Corinto,
a Trófimo le deje en Mileto enfermo.
21 Procura venir antes del invierno.
Te saluda Enbulo, y también Pudente,
y Lino, v Claudia, y los hermanos todos.
22 El Señor Jesu-Cristo sea con tu espíritu.
La gracia sea con vosotros.
20. Este Erasto es probablemente el mencionado junto
con Timoteo en Act. 19, 22, más bien que el mencionado
en Rom. 16. 23. Sobre Trofimo cf. Act. 20, 4; 21, 29.
21. Pudente y Lino: personajes bien conocidos en la
primitiva Iglesia romana.

463
EPÍSTOLA A TITO

INTRODUCCIÓN

Tito. Nació Tito de padres gentiles, acaso en Antioquía.


Aparece por vez primera asociado a San Pablo en su viaje
al Concilio de Jerusalén, donde los judaizantes intentaron en
vano circuncidarle. Durante la tercera expedición del Apóstol
fué enviado por éste dos veces a Corinto: una desde Efeso,
otra desde Macedonia. Años más tarde, a su vuelta de Espa­
ña, San Pablo evangelizó rápidamente a Creta, donde dejó
a Tito para que completase su obra. De allí le llamó San
Pablo a Nicópolis en el Epiro. Más tarde le hallamos en
Dalmacia. Según una tradición, conservada por Eusebio,
murió en Creta. Fué Tito el hombre de confianza de San
Pablo.
Ocasión y objeto de la carta. La Epístola a Tito guar­
da estrecha afinidad con la Primera a Timoteo. Salvo las
diferencias de lugares y personas, ambas Epístolas fueron es­
critas con ocasión parecida y con idéntico objeto: resistir a
la propaganda de doctrinas malsanas, organizar definitiva­
mente las Iglesias, custodiar intacto el depósito de la fe.
División. Después de la introducción, más solemne que
de ordinario (i, 1-4), el cuerpo de la Epístola consta de dos
partes principales. En la primera se proponen las cualidades
de los presbiteros (1, 5-16). En la segunda se inculcan los
deberes propios de cada estado (2, 1-15), los generales a todos
los fieles (3, 1-8) y los particulares del pastor (3, 8-11).
Cierran la carta algunas recomendaciones, seguidas de saludos
y de la bendición (3, 12-15).

465
§ 313 A TITO i, i-4

EPÍSTOLA A TITO

INTRODUCCIÓN

313. Inscripción epistolar, i. 1-4.


1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesu-Cristo
en orden a la fe de los escogidos de Dios
y al pleno cono-cimiento de la verdad
que es conforme a la piedad,
2 cou la esperanza de la vida eterna,
que prometió el Dios que. 110 miente,
antes de tiempos eternos,
y manifestó en su tiempo su palabra
por la predicación que me fué confiada
por la ordenación de Dios nuestro Salvador:
4 a Tito, hijo genuino según la fe común a entrambos,
gracia y paz de parte de Dios Padre
y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.

1, 1-2. Apóstol de Jesu-Cristo...; magnífica concepción


del apostolado relacionado con la fe y con la esperanza.
1) En orden a la fe: para anunciarla a todos los hombres,
de modo que la abracen los escogidos de Dios. Esta fe lleva
consigo el pleno conocimiento de la verdad: pues no es la
fe un ciego sentimiento del corazón, sino un acto de la inte­
ligencia que conoce la verdad; si bien, no una verdad pro­
fana, sino la verdad que es conforme a la piedad, que somete
y junta el hombre a Dios. 2) Con la esperanza o, más lite­
ralmente, a base de la esperanza. Esta esperanza de la vida
eterna, si no es motivo de la fe, es sí un estímulo poderoso,
y normalmente necesario, para abrazarla de todo corazón.
En pocas palabras propone San Pablo el objeto y el mo­
tivo de la esperanza. El objeto es la vida eterna, es decir,
Dios, en cuanto es nuestro sumo bien. El motivo es la
466
§ 313-314 A TITO b 5-9

fidelidad de Dios en cumplir sus promesas. La expresión


que no miente, tratándose de esperanza y de promesa, equi­
vale a “que no falta a su palabra». Antes de tiempos eter­
nos: expresión hiperbólica, para significar la más remota
antigüedad (Cf. Le. 1, 70; Act. 3, 21).
2-3. Conviene notar la incoherencia gramatical de la fra­
se. Lo normal hubiera sido decir: ... la vida eterna que pro­
metió... y manifestó, sin añadir nuevo complemento directo
al verbo manifestó, que ya lo tiene en el relativo que. Pero
San Pablo, desligando este verbo del relativo, le dió por
complemento su palabra. Tal incoherencia, empero, no pasa
de la corteza: el pensamiento, como siempre en San Pablo,
mantiene su más estricta cohesión; dado que esta palabra no
es otra que la promesa de la vida eterna, contenida en la frase
precedente.
En su tiempo: en el tiempo oportuno (cf. Gál. 4, 4; Ef. 1,
10): expresión correlativa a los tiempos eternos del vers. 2.
Por la ordenación de Dios: el apostolado presupone la
elección, la vocación y la misión recibida de Dios, sin la
cual carecería de toda autoridad. San Pablo insiste muchas
veces en sus Epístolas en este origen del apostolado. Por
falta de esta misión divina, de esta apostolicidad, carece de
base el protestantismo.
Dios nuestro Salvador: conviene notar la atribución de
estos términos Dios y Salvador a una misma persona, que
es aquí Dios Padre.

PRIMERA PARTE

314. Cualidades de ios presbíteros-obispos.


’ L 5-9-
5 Con este objeto te dejé en Creta,
para que acabases de poner en regla lo que faltaba
y establecieses en cada ciudad presbíteros,
según yo te ordené:
p si uno es inculpable, marido de tina sola mujer,
467
§ 3U A TITO i. 5-9

que tenga sus hijos fieles,


no tachados de libertinaje ni insumisos.
7 Porque es menester que el obispo sea inculpable,
como administrador de la casa de Dios;
no arrogante, no colérico, no dado al vino,
no amigo del palo, no codicioso de sórdidas ganancias,
8 sino hospitalario, amigo de lo bueno,
moderado, justo, santo, dueño de sí,
9 que muestre adhesión a la palabra fiel
que es conforme a la doctrina recibida,
para que sea capaz aun de exhortar
conforme a la sana doctrina
y de rebatir a los que contradicen.

5. Establecieses en cada ciudad presbíteros: tal era la


providencia de San Pablo: no dejar libros, sino formar
hombres; no confiar el porvenir de la Iglesia a la lectura
de la Biblia, sino a la enseñanza oral de maestros autorizados.
El camino primario y principal para hacer llegar a los hom­
bres la palabra revelada por Dios, no es la Escritura, sino
la Tradición.
6. Alarido de una sola mujer: no se prescribe que tenga
mujer, sino, caso que la tenga, que no tenga más de una:
como no se manda que tenga hijos, sino, dado que los tenga,
que sean éstos fieles. Cf. 1 Tim. 3, 2.
7. El obispo: la lógica obliga aquí a identificar estos
obispos con los presbíteros anteriormente mencionados, l’n
mismo nombre se aplicaba indiferentemente por entonces a
los dos grados del sacerdocio .cristiano, que posteriormente
recibieron los nombres diferentes de obispos y presbíteros.
9. Ea adhesión ...a la doctrina recibida, a la tradición
apostólica, es la cualidad del obispo que más encarece San
Pablo. Los obispos son maestros, instituidos por Cristo, de
la palabra divina; en otros términos, los anillos principales
de la tradición cristiana.
§ 315 A TITO i, 10-16

315. Judaizantes charlatanes, propagandistas


de doctrinas malsanas. 1, 10-16.
10 Porque hay muchos insubordinados,
vanos charlatanes y seductores,
mayormente los de la circuncisión;
11 a quienes es preciso tapar la boca;
hombres que revuelven casas enteras,
enseñando lo que no se ha de enseñar,
por codicia de sórdida ganancia.
J'-’ Dijo uno de los de su tierra,
estimado por ellos como profeta suyo:
«Cretenses, siempre embusteros,
malas bestias, pansas holgazanas».
13 Este testimonio es verídico.
Por esta causa repréndelos severamente,
para que se conserven sanos en la fe,
14 no dando oídos a las fábulas judaicas
v a preceptos de hombres
que vuelven sus espaldas a la verdad.
13 Todo es limpio para los limpios;
titas para los contaminados e infieles nada es limpio,
antes están contaminadas su mente y su conciencia.
1,1 Hacen profesión de conocer a Dios;
mas con los hechos reniegan de él.
hombres al fin abominables y rebeldes
v descalificados para toda obra buena.

12. Cretenses... hexámetro del poeta cretense Epiméni-


des (s. 6 a. Chr.), que se hizo proverbial fCf. San Jerónimo
MI. 26, 572). Llama San Pablo profeta a Epiménides por la
afinidad remota entre la inspiración profética y la poética, y
porque los poetas, no indignos de este nombre, ejercían entre
los gentiles un oficio en cierta manera análogo al de los pro­
fetas de Dios entre los hijos de Israel.
13. Sanos en la fe: no basta tener fe; es menester que
la fe sea sana.
15. Todo es limpio para los limpios: maravillosa senten-
’ 469
§ jió-.VÚ A TITO 2^1-10

cía, pero que, mal entendida y peor practicada, ha dado ori­


gen a errores groserísimos.
16. Este vers. pudiera considerarse como un comentario
de aquella sentencia de Santiago: La je sin abras está muer­
ta (2, 26). Lo cual prueba que para San Pablo, lo mismo
que para Santiago, la fe que justifica, no es una fe pura­
mente intelectual, sino una fe plenaria y lógicamente cohe­
rente, que, partiendo de la inteligencia, penetra v avasalla
todo el hombre.

SEGUNDA PARTE

316. Lo que hay que enseñar a los ancianos y


jóvenes y a ¡os esclavos. 2, 1-10.
1 Mas tú habla lo que dice bien con la sana doctrina.
2 Que los ancianos sean sobrios, graves, moderados.
sanos en la je, en la caridad, en la paciencia.
3 Que las ancianas, asimismo,
muestren en su porte decencia religiosa;
que no sean murmuradoras,
no esclavizadas por el excesivo vino,
maestras de toda bondad.
1 de modo que formen bien a las jóvenes, enseñándolas
a amar a sus maridos, a amar a sus hijos,
a ser moderadas, castas,
dadas a los quehaceres domésticos,
bondadosas, sumisas a sus maridos,
para que la palabra de Dios no sea calumniada.
A los jóvenes, asimismo, exhórtalos a que estén sobre sí,
• en todo mostrándote a ti mismo dechado de buenas obras:
integridad incorruptible en la doctrina, gravedad,
8 palabra sana, intachable;
para que el de la parte contraria quedo confundido,
no teniendo que decir de nosotros nada malo.
9 iQuc los siervos sean sumisos a sus amos,
470
§ 316-31/ A TITO 2. u-15

que en todo se muestren complacientes,


que no contradigan,
10 que no sisen; antes bien, muestren toda buena fe,
para que acrediten en todo
la doctrina de Dios nuestro Salvador.

2, 2. Fe... caridad... paciencia: es la tríada de las vir­


tudes teologales, que tantas veces enuncia San Pablo, y por
este mismo orden. A la esperanza subjetiva suele darle el
nombre de paciencia, reservando el nombre de esperanza
más bien al objeto esperado.
4. Es digno de notarse este consejo del Apóstol. Mientras
encarga a Tito que a los ancianos v a los jóvenes los instruya
por sí mismo, en cambio a las jóvenes quiere que las ins­
truyan las ancianas.
5. Dadas a los quehaceres domésticos o hacendosas: otra
variante antigua y extendida lee caseras, amigas de estarse
en su casa.
6. Que estén sobre sí: más literalmente, que tengan so-
frosinc, moderación y dominio de sus pasiones. Es lo único
que aquí aconseja el Apóstol a los jóvenes.
7-8. Integridad incorruptible en la doctrina..., palabra
sana. Llama la atención la insistencia de San Pablo sobre
la sanidad de la doctrina (cf. 1, 3; 2, 1-2...). No es indife­
rente creer o enseñar cualquiera doctrina.
9-10. Cf. Ef. 6, 5-9; Col. 3, 22-25; 1 Tim. 6, 1-2.

317. La santidad, fruto de la gracia y disposi­


ción de la gloria. 2, 11-15.
11 Porque se manifestó la gracia salvadora de Dios
a todos los hombres,
enseñándonos que, dando de mano a la impiedad
v a las concupiscencias mundanas,
vivamos moderada, justa y piadosamente
en el presente siglo,
1:1 aguardando la bienaventurada esperanza
4/i
§ 317 .X TITO 11-15

y manifestación de la gloria
del gran Dios y Salvador nuestro, Jesu-Cristo;
14 quien se entregó a si mismo por nosotros
para redimirnos de toda iniquidad
y purificar para si un pueblo qtte fuese suyo,
zelador de obras buenas.
15 Habla tales cosas, y exhorta y reprende ct.n autoridad.
Que nadie te menosprecie.

11-14. Doble Epifanía. Es éste uno de los pasajes en


que San Pablo reúne y sintetiza los principales elementos de
su Teología. Su carácter distintivo podría expresarse con
este título: La doble Epifanía: la de la gracia y la de la
gloria. El v. 11 contiene la primera Epifanía; el 12, las en­
señanzas morales de esta primera Epifanía; el 13 nos pre­
senta la segunda Epifanía; el 14 retrocede a la primera Epi­
fanía, cuyo aspecto dogmático completa y cuyo aspecto moral
establece: lógicamente se intercala entre el 11 y el 12.
11. Cada palabra merece consideración. Se manifestó:
como una Epifanía luminosa, con palabras y con hechos.
La gracia: es decir el amor benéfico, o el beneficio nacido
del amor. Salvadora: cuyo objeto es la salvación humana.
De Dios: primer origen de la gracia, de la salud y de la
manifestación. A lodos los hombres: universalidad de la sa­
lud humana.
12. Enseñándonos: toda la obra de la salud humana es
una enseñanza moral. La virtud, la santidad, no es algo acce­
sorio a la manifestación de la gracia divina: es algo esencial,
que está en su misma entraña.
l7iz>amos moderada, justa y piadosamente. La modera­
ción o templanza se refiere a nosotros mismos; la justicia,
a nuestros prójimos; la piedad, a Dios.
13. La bienaventurada esperanza: se toma aqui objetiva­
mente : es el bien esperado, cuya posesión nos ha de hacer
bienaventurados. Equivale, por tanto, a la manifestación de
la gloria de Jesu-Cristo en su segundo advenimiento. Esta
gloria es la exhibición de su poder y majestad.
Cristo, oran Dios. La expresión el gran Dios v Salva­
dor se refiere íntegra a Jesu-Cristo; es decir, Cristo es 11a­
47-’
§ 317 A TITO 2, 11-15

mado, no sólo Salvador nuestro, sino también gran Dios.


Semejante interpretación (o puntuación) se apoya, entre
otras, en estas razones: 1) en el original griego, exactamente
reproducido en la versión castellana ,el artículo inicial afecta
y da unidad a toda la frase; si gran Dios no apelase a Jesu-
Cristo, San Pablo hubiera escrito: «del gran Dios y del
Salvador...»; 2) ambos títulos, Dios y Salvador, eran apli­
cados indiferentemente en tiempo de San Pablo a las divini­
dades olímpicas, y ambos también a las divinidades imperia­
les • formaban, por tanto, un título doble o compuesto de la
divinidad; 3) el mismo San Pablo une frecuentemente ambos
títulos refiriéndolos a una sola persona (2, 10; 3, 4...); 4) la
manifestación, que precede inmediatamente a gran Dios, la
atribuye San Pablo constantemente a Jesu-Cristo. (Cf. 2
Tes. 2, 8; 1 Tim. 6, 14; 2 Tim. 1, 10; 4, 1; 4. 8); a Cristo
igualmente, y nunca a Dios Padre, atribuye el mismo Após­
tol el segundo advenimiento o «parusía» ; 5) la hipótesis
contraria introduciría en la frase una escisión o incoherencia
lógica, impropia de San Pablo: en su primera parte, ascen­
dente, hasta gran Dios, se referiría a Dios Padre, y en su
segunda parte, descendente, desde Salvador se referiría ex­
clusivamente a Jesu-Cristo. Y sabido es que San Pablo,
cuanto es a veces más irregular en la construcción grama­
tical, tanto es más coherente y lógico en el razonamiento.
Así entendida, como debe absolutamente entenderse, nos da
esta frase uno de los testimonios más elocuentes de la divi­
nidad de Cristo.
14. Soterioi.ogía paulina. Este vers. es un resumen de
la Soteriología de San Pablo. Se entregó asi mismo: dió
libre y generosamente su sangre y su vida, como precio de
nuestro rescate. Por nosotros, cautivos del pecado: en bene­
ficio nuestro: tomando sobre sí nuestros pecados y la pena
debida por ellos. Redimirnos: rescatarnos, libertarnos de la
esclavitud a precio de su sangre. De toda iniquidad: que era
el tirano que nos tenía esclavizados. Purificar: es el aspecto
moral positivo de la redención. Para si: la redención es un
nuevo título del señorío de Cristo sobre nosotros (Cf. Rom.
14, 9). Un pueblo: fruto social de la redención: crear el
nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. Que fuese suyo: posesión,
473
§ 3i~-3iS____ A TITO 3, i-7

propiedad o peculio de Cristo: como el pueblo de Israel era


peculio de Yahvé. Estos últimos rasgos son una nueva com­
probación de la divinidad de Cristo. Si el Reino de Dios en
su estadio primitivo e imperfecto era peculio de Yahvé, el
mismo Reino de Dios en su estadio definitivo y perfecto no
había de ser peculio de un puro hombre. Zelador de obras
buenas: fruto moral de la redención: buenas obras, que no
sólo fe, como imaginaron los protestantes.
15- Ql,c nadie te menosprecie. Dirigido este consejo, no
a ios demás, sino al mismo Tito, significa: no des lugar con
tu excesiva lenidad o encogimiento a que los otros tengan en
poco tus palabras, tus exhortaciones, tus reprensiones, o tu
autoridad.

318. Deberes de los cristianos, regenerados


por Cristo. 3, 1-7.
1 Recuérdales que se sometan a los príncipes,
a las autoridades;
(¡iie les obedezca»,
tjiic estén prontos para toda obra buena,
- que no ultrajen a nadie.
(¡iie sean pacíficos, condescendientes,
mostrando toda mansedumbre con todos los hombres.
Porque éramos nn tiempo también nosotros
insensatos, rebeldes, descarriados,
esclavizados por codicias y placeres de toda suerte,
odiando los tinos a los otros;
4 mas cuando se manifestó la bondad y amor a los hombres
de Dios, nuestro Salvador,
’■ no por obras hechas en justicia
que nosotros hubiéramos practicado.
sino según su misericordia,
nos salvó por el baño de la regeneración
V de la renovación del Espíritu Santo.
([tic derramó sobre nosotros opulentamente
por Jesu-Cristo. nuestro Salvador,
7 para que, justificados por su gracia,
seamos constituidos, conforme a la esperanza,
herederos de la vida eterna.
474
§_ji8 _ A TITO__________________________ 3^1-7

3, i. Sumisión a la autoridad. No se ve claro si hay


<píc interpretar a los príncipes, a las autoridades, como tér­
minos distintos, o bien a los principes-autoridades. Otros
leen a los principes y autoridades. En el supuesto de la dis­
tinción entre los dos términos, parece habla San Pablo de las
autoridades supremas y de las subalternas. De todos modos,
recomienda San Pablo la sumisión y la obediencia a las auto­
ridades legítimas establecidas. Cf. Rom. 13, 1-7.
2. Mostrando toda mansedumbre con todos los hombres:
mansedumbre total con la totalidad de los hombres. Magnífico
programa de convivencia humana.
4-7. Sottrioi.ogía trinitaria. Otra sintesis de la Sote-
riología de San Pablo. La base o el centro es el hecho de
nuestra salvación, expresado por el verbo principal de todo
el pasaje: nos salvó. El agente o el principio de nuestra
salud es Dios, son las tres divinas personas, que intervienen
conforme a sus propiedades personales. A Dios Padre co­
rresponde la primera iniciativa, Jesu-Cristo es el Mediador,
el Espíritu Santo es el agente inmediato y físico. Dios Padre
manifiesta su bondad o blanda benignidad y su amor a los
hombres (según el término original, su filantropía'), y nos
salva según su misericordia v por su gracia: por esto se le
apellida nuestro Salvador o, mejor, el Salvador nuestro. La
obra propia de Jesu-Cristo es la de Mediador entre el Padre
y los hombres: por esta mediación se le llama también, lo
mismo que al Padre, el Salvador nuestro. El Espíritu Santo
es el agente de nuestra salud, la cual obra derramándose
sobre nosotros y dentro de nosotros. Para realzar esta acción
libérrima y gratuita de Dios, para volver por los fueros de
su gracia, declara el Apóstol que fuimos hechos salvos no
por obras hechas en justicia qne nosotros hubiésemos practi­
cado. El hecho mismo, la salud, es justificación de nuestros
pecados: justificados por su gracia. Pero esta justificación
no es, como imaginaron los protestantes, meramente putativa
o ficticia: ni siquiera es de orden puramente moral: antes
lleva consigo una verdadera regeneración interna y espiritual,
una renovación de todo el hombre interior, causada por el
Espíritu Santo. A esta justificación sigue el ser constituidos
herederos de la vida eterna: lo cual supone lo que tantas
475
§ 3'8-319 A TITO 3- 8-11

veces inculca el Apóstol, nuestra filiación divina adoptiva.


El medio de que Dios se vale para nuestra justificación y
salud es el baño de la regeneración: hermosa definición del
Bautismo, que expresa sus tres elementos principales: 1) la
materia próxima, que es el baño; 2} el agente, que es el
Espíritu Santo; 3) el efecto, que es la regeneración y reno­
vación espiritual. La parte que, bajo el influjo de la gracia,
pone el hombre en la obra de su justificación, no tiene espe­
cial relieve en este pasaje: explícitamente sólo se expresa
la esperanza, cuyo objeto es la herencia de la vida eterna.
7. De dos maneras puede construirse la frase final: «sea­
mos constituidos, conforme a la esperanza, herederos de la
vida eterna» ; o bien, menos probablemente: «seamos cons­
tituidos herederos, conforme a la esperanza de la vida eter­
na». En ambas construcciones el sentido permanece sustan­
cialmente idéntico.

319. Obras buenas y doctrina sana. 3. 8-11.

•s Digna de fe es esta palabra;


y acerca de ello quiero que te pongas firme,
para- que traten de aventajarse en las obras buenas
los que han creído en Dios.
Tales cosas son nobles y provechosas a los hombres.
!l En cambio, cuestiones tontas y genealogías y contiendas
y disputas relativas a la ley, evítalas,
pues son inútiles y vanas. *
10 Al hombre que introduce escisiones,
tras la primera y segunda amonestación, rehuyele,
11 sabiendo que ese tal está del todo pervertido y peca,
condenado por su propia sentencia.

8. La fe y las buenas obras, sólo apuntadas en el anterior


pasaje teológico, reciben aquí el conveniente relieve. Los que
han creído en Dios traten de aventajarse en las buenas obras.
10. Que introduce escisiones: la palabra original «heré­
tico» está tomada aquí en sentido general y significa faccioso.
La pena que se le señala es ya una especie de excomunión.
476
§ 3i9-3^o A TITO 3j!2-15

u. Condenado por su propia conciencia: en griego una


sola palabra: autokatákritos. Con ella significa el Apóstol
que el introducir escisiones es pronunciar contra sí sentencia
de condenación.

EPÍLOGO

320. Encargos, saludos y bendición, 3, 12-5.


12 Cuando te haya enviado a Arfemos o Tíquico,
date prisa en venir a mi a Nicópolis,
porque allí he resuelto pasar el invierno.
13 A Zcnas el jurisconsulto y a Apolo
provéelos solícitamente de lo necesario para el viaje,
de manera que nada les falte.
14 Y aprendan también los nuestros
a tener iniciativas en las obras buenas,
atendiendo a las necesidades apremiantes,
para que no sean gente inútil.
15 Te saludan todos los que están conmigo.
Saluda a los que nos aman en la fe.
La gracia sea con todos vosotros. Amén.

12. De Arfemos no tenemos más noticias. Sobre Tíquico


cf. Act. 20, 4; Ef. 6, 21 ; 2 Tim. 4. 12. Nicópolis: ciudad
del Epiro.
13. Sobre Zcnas no nos quedan noticias.
14. E11 medio de sus altas especulaciones teológicas y de
sus vastas empresas apostólicas no descuidaba San Pablo las
menudencias de la vida ordinaria. Quería que los suyos fue­
ran hombres prácticos v de recursos, 110 gente inútil.
15. Nos aman en la fe: hermosa fórmula de la genuina
caridad. Si la fe actúa y obra por la caridad (Gál. 5, 6), la
caridad a su vez recibe su dirección y su impulso de la fe.
a fe sin caridad está muerta; la caridad sin fe será un amor
I.
naturalista, puramente humano, cuando 110 animal, pero no
será la caridad que nos enseñó Jesu-Cristo.
477
EPÍSTOLA A FILEMÓN

INTRODUCCIÓN

Ocasión dE i,a Epístola. La ocasión de la carta es un


asunto de familia. Onésimo, esclavo de Filemón, se había
escapado de casa de su amo después de haberle robado. Llega­
do a Roma, tuvo la fortuna de encontrarse con San Pablo,
a quien probablemente había visto en Efeso, o de quien por
lo menos había oído hablar en Colosas, donde vivía Filemón.
San Pablo, prisionero entonces de Jesu-Cristo, acogió al fugi­
tivo, y, después de convertirle a la fe y bautizarle, se encargó
de recabarle el perdón de su amo, justamente irritado.
Escribió para ello una cartita, que él mismo había de llevar
a su amo.
La Carta. Contiene, como las demás Epístolas de San
Pablo, su introducción, su parte principal y central, y su
epílogo. En la introducción, después de un afectuoso saludo,
explaya San Pablo su corazón, bendiciendo a Dios por la
fe, la caridad, la generosidad de Filemón, a quien elogia con
noble delicadeza. Viniendo a su objeto, le pide sin ambages
que acoja al esclavo fugitivo, como a él mismo. Se lo pide
Pablo, anciano ya, y ahora prisionero de Jesu-Cristo. Podría
muy bien mandárselo, pero prefiere rogárselo, apelando para
ello a los más nobles motivos de la generosidad, del interés
temporal y eterno, de la justicia, de la caridad cristiana, se­
guro de que Filemón hará aún más de lo que le pide. Concluye
la carta pidiéndole que le prepare hospedaje, y después de
transmitirle los saludos de sus compañeros, le da su bendición.

479
§ 321 A FILEMÓN i-3

EPÍSTOLA A FILEMÓN

321. Inscripción epistolar. 1-3.


1 Pablo, prisionero de Cristo Jesús,
y Timoteo, el hermano,
a Filemóu, el amigo querido y colaborador nuestro,
- y a A pía, la hermana.
y a Arqitipo, nuestro compañero de armas,
y a la Iglesia que se reúne en tu casa:
gracia a vosotros y paz
de parte de Dios, Padre nuestro,
y del Señor Jesu-Cristo.

1, 1. El prisionero de Cristo. A los títulos usuales de


siervo de Cristo o apóstol de Cristo se sustituye aquí el título
singularísimo de prisionero de Cristo Jesús. Otras cuatro
veces se adjudica San Pablo este titulo para él glorioso (Ef. 3,
1 ; 4, 1 ; 2 Tim. 1.8; b'ilm. 9). En tres de estos pasajes (Ef. 3,
1 : 4, 1 ; 2 Tim. 1, 8) se lo apropia como algo suyo personal:
el prisionero de Cristo. No es tan fácil precisar exactamente
el valor del genitivo de Cristo. No significa, evidentemente,
«en poder de Cristo» o aprisionado por Cristo, ni simple­
mente «por amor de Cristo», ni tampoco «el siervo de Cristo
hecho prisionero». Existe una conexión más intima entre la
prisión y Cristo. Es el heraldo de Cristo, aprisionado por
predicar a Cristo, es el prisionero por la causa de Cristo, que
en sus prisiones y precisamente con sus prisiones (Filp. 1,
12-18) anuncia más eficazmente que nunca a Cristo, y entre
todos los prisioneros es el que lleva la marca de Cristo (Cf.
Gal., 6, 17). Tal vez también, si el genitivo Cristo Jesús (110
Jesu-Cristo) significa o connota el Cristo místico, Pablo rei­
vindicaría para sí el honor de ser entre los miembros, el
prisionero de Cristo. Como si dijera: Gloríense los otros
miembros de Cristo de ser apóstoles, profetas, doctores...
480
§ 3£i-3£2_ A KJLEMÓN 4-7

(Cf. i Cor. 12, 27-31; Ef. 4, ti): mi gloria es la de ser el


miembro cuva función propia es ser el prisionero dr Cristo
(Cf. Gál. 6/14).
2. Es probable que Apia sea la esposa de Eilemón, y
Arquipo sea su hijo. Parece también que Arquipo presidía las
nimioncs de los fieles de Colosas en casa de Eilemón (cf.
Col. 4, 17).

322. Delicados elogios de Filemón. 4-7.


* Doy gracias a mi Dios,
haciendo continua memoria de ti en mis oraciones.
5 al oír tu caridad
y la fe que tienes para con el Señor Jesús
y en beneficio de todos los santos.
G para que la generosidad de tu fe se haga eficaz
en el conocimiento de todo lo bueno
que hay en vosotros, con miras a Cristo.
1 Y es así que tuve grande gozo y consolación
con motivo de tu caridad,
por cuanto las entrañas de los santos
han hallado alivio por ti, hermano.

5. Entre las varias interpretaciones que se han dado de


este vers. la más sencilla y natural es: «al oír tu caridad y
tu fe, caridad y fe, que tiene puesta la mira en el Señor
Jesús, caridad y fe, que se ejerce y redunda en beneficio de
todos los santos». El antecedente del relativo que no sólo
es la fe sino también la caridad.
6. Todo el vers. es una oración final, dependiente del
verbo rogar, implícito en el vers. 4. Su sentido exacto parece
ser éste: “para que la generosa comunicación o beneficencia,
nacida de tu fe, contribuya eficazmente a dar a conocer uni­
versalmente todo el bien que existe en la Iglesia, de modo
que este conocimiento atraiga los hombres a Cristo». Así
entendido, este vers. es una explicación y una ampliación del
precedente. En el 5 se menciona la caridad y la fe; en el 6,
la generosidad de la fe. En el 5 la caridad y la fe miran
tanto a Cristo como a los santos; en el 6 la generosidad de
481
§ 3-’2-3<3 A FILEMÓN 8-20

la fe tiene por blanco y efecto el bien de los hombres y la


gloria de Cristo.
7. Empleando sus riquezas en beneficio de los fieles, Filc-
món había remediado muchas necesidades y proporcionado
mucha consolación a Pablo.

323. Apremiante intercesión a favor del escla­


vo fugitivo. 8-20.
8 Por lo cual, aunque tengo cu Cristo cutera franqueza
para ordenarte lo que convenga,
9 te mego más bien a titulo de amor,
en atención a quien yo soy, como Pablo, anciano.
v ahora, además, prisionero de Cristo Jesús,
10 te ruego por mi hijo,
a quien engendré eu las prisiones, Ouésimo.
11 el que mi tiempo te fué desaprovechado.
mas ahora lauto a ti como a mi nos es bien provechoso,
el cual te remito,
a él, es decir, a mis propias entrañas.
1:! zí/ cual yo quisiera retener a mi lado,
para que en tu lugar me sirviese
en estas prisiones del Evangelio:
14 mas sin tu asentimiento nada quise hacer,
para que tu beneficio no sea como a la fuerza,
sino de grado.
]5 Que quizás por esto se escapó por un tiempo.
para que lo recobres para siempre,
10 110 ya como esclavo.
sitio, más que esclavo, como hermano querido,
singularmente para mi. pero ¡cuánto más para ti,
tanto en la carne como en el Señor!
17 Si. pues, me consideras como una cosa contigo,
acógele a él como a mi.
Js Que si eu algo te perjudicó o algo te debe,
eso ponlo a mi cuenta.
«Yo, Pablo, lo firmo de mi mano, yo lo pagaré»...
por no decirte que aun a ti mismo te me debes.
-1’ Si, hermano; reciba yo de ti gozo eu el Señor:
alivia mis entrañas eu Cristo.
482
§ 323 A FILEMÓN 8-20

8-22. Difícilmente se hallará en ninguna literatura ejem­


plo de genuina delicadeza, comparable con este billete de San
Pablo. ¡ Y qué fuerza persuasiva la de esta delicadeza, tan
sentida e insinuante, y al mismo tiempo tan sobria y reca­
tada : tanto más potente cuanto más blanda! ¡ Qué emociones
y suaves estremecimientos provocaría en el bondadoso File­
món esa palabra impregnada de las exquisiteces balsámicas
de la caridad!
10. Onésimo esclavo de Filemón, pero ladrón y fugitivo,
llegado a Roma, se había acogido a Pablo, quien le convirtió
a la fe, y trata ahora de reconciliarle con su amo.
11. Provechoso: delicado juego de palabras, fundado en
la significación de la palabra griega «onésimos», que significa
útil o provechoso.
12. A él, es decir, a mis propias entrañas: en vez de esta
frase cortada, tanto más expresiva, cuanto más concisa, la
mayoría de los códices y versiones diluyen el pensamiento en
esta forma: «mas tú a él, como a mis entrañas, recíbele».
16. Tanto en la carne como en el Señor: es decir, tanto
desde el punto de vista natural, como desde el punto de vista
sobrenatural. La expresión en la carne, si afecta solamente
el adjetivo precedente querido, significa los buenos servicios
que, como fiel esclavo, Onésimo prestará a Filemón; mas si
afecta a la frase entera, como es más probable, en conso­
nancia con todo el contexto, es una delicada sugerencia he­
cha por Pablo a Filemón de que, en vez de castigar a Oné­
simo, le otorgue la libertad.
17. Como a mí: a mí, viene a decir el Apóstol, ni me cas­
tigarías, ni siquiera me considerarías como esclavo.
19. Esta fórmula de pagaré, tan fría y prosaica ordina­
riamente, adquiere aquí matices de exquisita delicadeza, a
través de la cual se vislumbran pensamientos profundísimos.
Lo que Pablo se propone hacer por Onésimo, eso mismo, y
mucho más, es lo que en realidad hizo Cristo por otros escla­
vos, condenados a más. terribles suplicios.
Por no decirte...: esta osada inversión o trueque de pape­
les. esta especie de contraataque, si fuese obra del ingenio de
483
§ 323~324 A FILEMÓN 21-25

Pablo delataría una diplomacia finísima y habilísima; pero


más que obra del ingenio es una reacción de la caridad, capaz
de avasallar y subyugar el corazón de Filemón, que recibirá
a Onésimo, no con azotes, sino con el acta de manumisión.
20. Llega aquí a su colmo la delicadísima osadía de esta
carta. La frase reciba yo de ti gozo o goce yo de ti, según el
valor etimológico del verbo original onaimen, viene a decir a
Filemón: «sé tú mi Onésimo» ; como si dijera: «propor­
cióname tú a mí el gozo y el provecho, que yo te prometo
hallarás tú en Onésimo, si le acoges amorosamente y le con­
cedes la libertad». Sólo en el día del juicio universal sabrán
los hombres lo que a este billete de San Pablo debe la aboli­
ción de la esclavitud.

324. Encargos, saludos, bendición. 21-25.


-1 Seguro de tu obediencia, te escribo esto,
sabiendo que liarás aun más de lo qne te digo.
J’ al mismo tiempo prepárame hospedaje,
ya que espero qne, gracias a vuestras oraciones,
seré regalado a vosotros.
2:5 Te saludan Epajras,
mi compañero de prisión, en Cristo Jesús,
Marcos, Aristarco, Demas, Lucas, mis colaboradores.
La gracia de nuestro Señor Jesu-Cristo
sea con vuestro espíritu. .Jmén.

21. «liarás aún más» ; más de lo que te mando harás por


mi amor y respeto y por tu propio interés espiritual. F.ste
«más» incluye la manumisión, si es que no estaba ya expre­
sada anteriormente.
22. Prepárame hospedaje: para cuando vaya yo a ti para
restituirte a Onésimo.
23. Sobre Epajras cf. Col. 1. 7; 4, 12.
24. De .'Iristarco se habla en Act. 19. 29; 20. 4: 27. 2:
Col. 4. 10. Sobre Demas cí. Col. 4, 14; 2 Tim. 4. 10.
EPÍSTOLA A LOS HEBREOS

INTRODUCCIÓN

Aniecedextis históricos. El estado de ánimo de los


Hebreos palestinenses era verdaderamente excepcional. No se
trataba de un peligro ordinario, como las disensiones de los
Corintios, o las preocupaciones escatológicas de los Tesaloni­
censes : se trataba de una crisis gravísima, decisiva, de la
Iglesia de Palestina. En un esfuerzo supremo, presagio de
la última catástrofe, el judaismo se empeñó en restaurar su
nacionalidad y esplendor religioso. Terminado ya, o a punto
de terminarse, el templo de Jerusalén, comenzado más de
ochenta años antes por Herodes el Grande, el culto divino
jiodia ostentar toda su magnificencia. Los judíos cristianos,
que no habían roto aún definitivamente con el judaismo ofi­
cial, no podían quedar impasibles ante este aparente resurgi­
miento: y cuando cotejaban la pompa del culto levítico con
la sencillez y pobreza de la naciente liturgia cristiana, se
apoderaba de ellos una nostalgia religiosa qne comprometía
su fe. Y no sólo echaban menos la esplendidez del culto mo­
saico, sino también las purificaciones rituales y observancias
tradicionales, en que una ascética desorientada hacía consistir
principalmente la santidad. A todo esto se añadía el temor
de los odios y persecuciones, con que sus antiguos correli­
gionarios, en aquellos momentos de exacerbación nacionalista,
habían de responder a su defección del judaismo. En suma:
sentían un gran vacío moral y religioso, aumentado por el
terror de la persecución.
Argumi’.x 10 de la Epístola. Puestos los Hebreos al bor­
de del abismo, que les atraía irresistiblemente, necesitaban de
una mano amiga v fuerte que los detuviese: Pablo, que había
INTRODUCCIÓN

deseado ser anatema de Cristo por sus hermanos según la


carne, voló en su socorro. Valiéndose del anónimo y velán­
dose con el incógnito, si bien más aparente que real, les es­
cribió una carta, o, mejor, lo que en lenguaje moderno llama­
ríamos un mensaje de aliento, para desvanecer sus preocu­
paciones y sus temores. La tesis del escrito es eminentemente
práctica, y consta de (jos afirmaciones íntimamente relacio­
nadas entre sí. La primera y principal establece la virtud
santificadora de la nueva religión: virtud más poderosa de
una santidad más perfecta; la segunda, consecuencia de la
primera, infunde valor para no desmayar ante las persecu­
ciones. Al anhelo de perfección, aunque algo extraviado, de
los Hebreos, responde San Pablo, no refrenando esos ím­
petus del corazón religioso, antes bien dando al espíritu ma­
yores vuelos y levantándole a alturas jamás imaginadas,
donde la luz es más radiante y el aire más diáfano.
Para presentar en toda su dignidad y eficacia la santidad
cristiana, inmensamente superior a la santidad mosaica, es­
tablece un parangón, que fácilmente se convierte en antítesis,
entre la antigua y la nueva alianza. Esta comparación entre
las dos alianzas, presente siempre a los ojos del autor, es la
base y la síntesis de toda su demostración: la antigua alianza,
pasajera, preparatoria, imperfecta; la nueva alianza, eterna,
definitiva, perfectísima. Pero este cotejo o contraste apenas
sale, diríamos, a la superficie: no quiere Pablo herir dema­
siado en lo vivo los sentimientos de los judíos: lo que apa­
rece radiante en primer término es la persona amable de
Cristo, Autor y consumador de la fe. En la antigua alianza
Dios se comunicó al pueblo por medio de los ángeles y Moi­
sés, siervos de Dios: en la nueva, habla a los hombres por
Cristo, Hijo de Dios, inmensamente superior a los ángeles y
a Moisés. En la antigua alianza los hombres se comunicaban
con Dios por medio del sacerdocio de Aarón, ineficaz y tran­
sitorio : en la nueva alianza se comunican por medio de Cris­
to, sacerdote único y eterno según el orden del Melquisedec.
En la antigua alianza los ministerios de mensajero y pontífice
estaban repartidos: en la nueva Cristo los asume todos en sí.
Apóstol y pontífice de nuestra fe. Pero llega más alto el vigor
sintético y elevación teológica del autor. Si Cristo reúne en
su persona toda la grandeza religiosa de la nueva alianza,
486
INTRODUCCIÓN

su sacrificio en la cruz condensa a su vez toda la obra de


Cristo. El sacrificio del Pontífice eterno, punto central de
toda la demostración y de toda la Epístola, es juntamente
la clave de los dos problemas que en ella se desenvuelven:
Cristo crucificado es la fuente primera de toda santidad y el
supremo modelo de paciencia en la tribulación.
Autor, lengua, tiempo y lugar. Que el autor de la
Epístola a los Hebreos sea San Pablo, no admite duda; no
es con todo improbable que a las órdenes del Apóstol, bajo
su dirección y responsabilidad, colaborase un redactor, cuyo
nombre no ha llegado hasta nosotros. Así cabe afirmar, den­
tro de la más estricta ortodoxia, conforme a la Respuesta
dada por la Pontificia Comisión Bíblica a 24 de junio de 1914 :
«No es necesario sostener, salvo siempre el juicio ulterior
de la Iglesia, que el Apóstol Pablo de tal manera ha de ser
considerado como autor de esta Epístola, que él no sólo la
concibió y expresó toda entera bajo la inspiración del Espí­
ritu Santo, sino que además le dió su forma actual y defini­
tiva» (Denz. 2.178). La lengua original en que se escribió
la Epístola no es la hebrea o la aramea, como alguno ima­
ginó, sino la griega, más pura aquí que en otros escritos del
Nuevo Testamento. Escribióse la Epístola, según todas las
probabilidades, después de haber sido martirizado Santiago
el Menor, obispo de Jerusalén, a cuya muerte se alude
en 13, 7, y después también de la primera cautividad romana
de San Pablo, inmediatamente antes o después de su viaje
a España. La frase final «Os saludan los de Italia» (13, 24)
parece indicar haberse escrito la carta desde alguna ciudad
de Italia, acaso desde Roma.
División. El cuerpo de la Epístola consta de dos partes.
La primera, dogmática, presenta a Jesu-Cristo como Dios,
sacerdote y víctima (1, 5-10, 18); la segunda, parenética,
contiene exhortaciones a la perseverancia en la fe y a la
constancia en la tribulación, seguidas de recomendaciones
particulares (10, 19-13, 17).

487

33
§ 3-5 A LOS HEBREOS i. i-4

EPÍSTOLA A LOS HEBREOS

INTRODUCCIÓN

325. Atributos divinos del Hijo, i, 14.


1 Dios, que en tiempos pasados
muy fragmentaria y variadamente
habló a los padres por medio de los profetas,
2 al fin de estos días
nos habló a nosotros en la persona del Hijo;
a quien constituyó heredero de todas las cosas,
por quien hizo también los mundos;

3 el cual, siendo destello esplendoroso de su gloria


e impronta de sil sustancia,
sustentando todas las cosas con la palabra de su poder,
después de obrar por sí mismo
la purificación de los pecados
se sentó a la diestra de la Grandeza en las alturas;
* hecho tanto más excelente que los ángeles,
cuanto con preferencia a ellos
ha heredado un nombre más aventajado.

I, 1-2. Pai.ABRA DE LOS PROEETAS \ PALABRA DEL HIJO. Ell


la revelación divina del Antiguo Testamento nota el Apóstol
tres circunstancias que la hacen inferior a la del Nuevo: que
fué fragmentaria y como por entregas; que fué de maneras
muy diferentes, por visiones, sueños, símbolos y figuras; que
fué por mediación de los profetas, simples siervos de Dios.
La del Nuevo Testamento, en cambio, fué plenaria, con pala­
bras claras, por mediación del Hijo. Él es el mensajero su­
premo y definitivo de la palabra de Dios. Por el Hijo nos ha
hablado Dios su palabra de luz, que nos revela los misterios
divinos; su palabra de paz, que nos revela los designios eter­
488
A LOS HEBREOS i, i-4

nos de la salud; su palabra de amor, que nos descubre el


corazón del Padre celestial (Jn. i, 18...).
2. A quien constituyó heredero. El Hijo en cuanto hom­
bre ha sido constituido por Dios heredero, esto es, dueño y
soberano, de todas las cosas. La universalidad de la creación,
la visible y la invisible, la natural y la sobrenatural, ha sido
puesta debajo de sus pies, le ha sido entregada, como al
heredero, primogénito y unigénito, es entregada en posesión
toda la herencia paterna. El Padre, sin duda, no abdica ni
puede abdicar de su dominio supremo e inalienable; pero este
dominio lo ejerce todo por medio del Hijo, a quien lo ha
comunicado enteramente y por igual. Todo cuanto tiene, el
Padre lo ha entregado en manos del Hijo. (Mt. tt, 27; Jn. 3,
35; 1 Cor. 15, 27...).
Por quien hizo también los mundos. Toda la universa­
lidad de la creación es obra juntamente del Hijo v de Dios
Padre, si bien cada uno de los dos interviene conforme a su
propiedad personal: el Padre como fuente primera de todo
ser y de toda acción, el Hijo como agente que recibe del
Padre su actividad, lo mismo que su ser. No es el Hijo pro­
piamente un instrumento del Padre: entre la acción de am­
bos no media sujeción o subordinación; mas no por eso existe
disparidad o divergencia, sino un orden o proporción corres­
pondiente a las propiedades personales, que determinan, sin
destruirla, la unidad divina (Jn. I, 3; 5, 19-20...).
3. Destello esplendoroso de su gloria. La gloria de Dios
es aquí la majestad radiante de la divinidad, la espiritualidad
luminosa de su ser, el esplendor irresistible de su potencia,
la luz de su esencia: de esta gloria el Hijo es un destello,
una irradiación: es, según la magnífica frase de los Padres,
adoptada por el Concilio de Nicea, «Luz de Luz». La con-
sustancialidad del Hijo con el Padre, la eternidad y necesidad
de su inefable generación, no podían expresarse más feliz­
mente. La luz divina, eterna y necesariamente brilla e irra­
dia : por eso esta irradiación es necesaria y eterna; Dios eter­
na y necesariamente no irradia sino divinidad: la creación
no es eterna ni necesaria: por eso la generación del Hijo
es comunicación de la misma divinidad del Padre (Jn. 1, 14:
J Cor. 1, 24...).
489
A LOS HEBREOS i, i-4

Impronta de su sustancia. La palabra original hypóstasis


no tiene aquí el sentido técnico que tuvo más tarde de «sub­
sistencia» o «persona», sino simplemente de “sustancia» o
más vagamente de «ser». De este ser divino es el Hijo como
una impronta, sello o marca, esto es, tiene impresa en su
misma sustancia la figura de Dios, su ser está marcado con
la forma del ser divino, está moldeado con el troquel de
Dios; es. en una palabra, imagen perfecta y adecuada de
Dios. Si la irradiación expresaba la consustancialidad del
Hijo con el Padre, el sello y la imagen expresan la distin­
ción personal: el Hijo es una persona en quien se imprime
la figura de otro distinto, Dios Padre. Una cosa es digna de
notarse en la frase del Apóstol, y es que el Hijo no se dice
precisamente llevar impresa en sí la figura de Dios, sino que
es él la figura o imagen misma; como si dijera que el Hijo
es todo y puramente una configuración divina, una simple
reproducción de la divina sustancia; no es una materia o
potencialidad que recibe en sí una semejanza sobrepuesta,
antes es la misma semejanza subsistente (Jn. 14, 9; Col.
3. >5...).
Sustentando todas las cosas... Aquí ya no es el Padre
quien sustenta el mundo por medio del Hijo, sino el mismo
Hijo quien sustenta el mundo con su palabra. Lo sustenta,
es decir, según la fuerza de la palabra original, lo sostiene,
lo mantiene, lo conserva. Y lo conserva en su ser, 110 con
esfuerzo fatigoso o con puntales extraños, sino con la palabra
de su poder, con el imperio de su voluntad omnipotente.
I na cosa conviene advertir aquí, tan clara y sencilla, que si
no fuera tan importante, sería superfino notarla. Aun cuando
la acción del Hijo, creadora y conservadora, no fuera por sí
misma tan manifiestamente divina, lo sería por el lugar y la
posición en que le coloca, fuera del orden de las cosas crea­
das, que Dios produce por él, y anteriormente a las cuales él
;.a existe, en la eternidad v unión de Dios: fuera también v
por encima de los mundos que él sostiene en su ser. sin nece­
sidad de ser él sustentado por influjo extraño, ni de men­
digar socorros ajenos para mantener la universalidad de los
mundos en su ser, su cohesión, su harmonía y su hermosura.
Después de obrar por sí mismo la purificación de los
pecados, listábamos hundidos en el cieno de nuestros crí-
490
A LOS HEBREOS

inenes, y necesitábamos purificación: el Hijo, pues sólo él


¡nidia hacerlo, con su sangre preciosísima nos lavó de nues­
tras manchas y nos purificó de nuestros pecados. Iluminados
con su palabra y purificados con su sangre, hallamos la repa­
ración y la salud. Este poder purificador de la sangre del
Hijo será el objeto preferente de las enseñanzas del Apóstol
en esta Epístola.
El que redime el mundo como hombre, es el mismo que
como Dios sustenta todas las cosas con la palabra de su
poder. Atribuir tan categóricamente a uno mismo obras hu­
manas y obras divinas es confesar inequívocamente su doble
naturaleza en la unidad de su divina persona fApoc. i, 5...).
A la diestra de la Grandeza. Como Señor soberano y uni­
versal. el Hijo está sentado en las alturas de los cielos a la
diestra de Dios, o, como dice aquí el Apóstol, con frase muy
común entre los judíos a quienes escribía, a la diestra de la
Grandeza o Majestad. Junto al Padre, por encima de todas
las jerarquías angélicas tiene su trono el Hijo: trono incom­
parable y único, que además de merecerlo por la dignidad de
su persona divina, se lo ha conquistado con las hazañas de
su obra redentora y ha comprado con el precio de su sangre.
Estas ocho expresiones del Apóstol contienen otros tan­
tos títulos o excelencias del Hijo, que se distribuyen cómo­
damente en cuatro grupos binarios. Dos expresiones nos re­
velan la naturaleza misma del Hijo: destello de su gloria e
impronta de su sustancia; otras dos nos señalan su acción
creadora y conservadora en el mundo: por quien hizo los
mundos, sustentando todas las cosas con la palabra de su
poder; otras dos se refieren a su obra redentora: nos ha ha­
blado por medio del Hijo, después de obrar por sí mismo la
purificación de los pecados; otras dos finalmente ponen de
relieve la glorificación de Cristo hombre: a quien constituyó
heredero de todas las cosas, se sentó a la diestra de la Gran­
deza en las altttras.
4. Este versículo, conclusión de lo que precede, es la tesis
que se demuestra en los que siguen. Hecho o constituido:
aunque se dice principalmente de Cristo hombre, puede tam­
bién a su modo entenderse de Cristo Dios.
Un nombre más aventajado. Cristo es inmensamente su-
491
§ 3-^5-3-6 A LOS HEBREOS L 5-M

perior a los ángeles; y la medida de esta superioridad es el


nombre mismo de Hijo, de Señor, de Dios eterno e inmuta­
ble, que por derecho de nacimiento y como por título inalie­
nable de herencia posee.
Estos títulos divinos va a declarar San Pablo, aplicando
a Cristo numerosos pasajes del Antiguo Testamento.

PRIMERA PARTls: DOGMÁTICA

JESU-CRISTO, DIOS, SACERDOTE Y VÍCTIMA

I. Jesu-Cris’io, Dios

326. El Hijo, inmensamente superior a los án­


geles. i, 5-14.
5 Pues ¿a quién de los ángeles dijo jamás (Sal. 2, 7):
Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado;
y también (2 Saín. 7, rq):
Yo para él seré Padre, y él para mí será Hijo?
G 1’ de nuevo, al introducir al Primogénito en el mundo,
dice (Sal. 95, 7): Y adórenle los ángeles de Dios.
7 Y cierto, respecto de los ángeles dice (Sal. ioj. 4):
Él hace a sus ángeles vientos.
y a sus ministros llama de fuego.
s En cambio, respecto del Hijo (Sal. 44, 7-8):
Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los siglos,
y la vara de la rectitud, vara de tu realeza.
n Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad;
por esto te ungió, oh Dios, tu Dios con óleo de alegría,
con preferencia sobre tus compañeros.
30 Y también (Sal. roí, 26-28):
Tú, al principio, pusiste los cimientos de la tierra.
y obras de tus manos son los cielos.
11 Ellos se disolverán, mas tú subsistes,
y todos, como un manto, se envejecerán;
12 y como un vestido los arrollarás,
492
§ 3->ó A LOS HEBREOS L 5-14

como un manto, y serán cambiados.


Mas til eres el mismo, y tus años no fenecerán.
13 ¿Y c quién de los ángeles ha dicho jamás (Sal. 109, 1):
Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga tus enemigos por escabel de tus pies?
14 ¿Acaso no son todos ellos espíritus ministrantes,
enviados para servicio en gracia de aquellos
que han de alcanzar la herencia de la salud?

5. Eterna generación dee hijo. De los dos testimonios


citados, el segundo, menos importante, se refiere en sentido
literal a Salomón, y en sentido estrictamente típico al Hijo
de David por antonomacia, el Mesías. El primer testimonio,
mucho más glorioso y solemne, se refiere al Mesías en sen­
tido literal y exclusivo; y declara maravillosamente no sólo
la filiación propia, natural y única de Cristo, sino también el
amor entrañable, la complacencia fruitiva, con que el Padre
le llama Hijo suyo, la misteriosa actualidad de la generación
eterna, siempre de hoy, siempre de ahora, sin ayer ni maña­
na. sin antes ni después.
6. De nuevo: simple transición, que no expresa tiempo.
Al introducir: por la encarnación.
Primogénito: heredero o mayorazgo, que se ha dignado
asociar a sí mismo como hermanos a los hijos adoptivos de
Dios.
Adórenle: Por lo que en sí significan y por su contexto
y atribución a Yahvé, estas palabras comprueban la divini­
dad de Cristo.
7. El texto del Salmo está tomado directamente de la Ver­
sión Alejandrina, cuya correspondencia con el original he­
breo es controvertida. Aun concediendo al texto el sentido
meteorológico, la argumentación del Apóstol es legítima, fun­
dada en la identidad de nombre y de oficio entre los ángeles
y los vientos y los rayos, puesto que tanto unos como otros
son ángeles o mensajeros y ministros de Dios.
8. Magnífico testimonio, no sólo de la mesianidad, sino
también de la divinidad de Jesu-Cristo, a quien se da el nom­
bre de Dios, y cuya realeza eterna se reconoce, simbolizada
en el trono y en el cetro de la justicia.
493
A LOS HEBREOS 2. 1-4

9. Al testimonio de la divinidad de Jesu-Cristo nuevamente


confesada, se añade el de su personalidad distinta de la per­
sonalidad del Padre, que le ha ungido como a hombre con el
Espíritu Santo. La fórmula dogmática de Nicea Dios de Dios
se halla aqui expresada poéticamente.
JO-12. Señor, Creador de cielos y tierra, inmutable y eter­
no: tales son los atributos verdaderamente divinos de Jesu-
Cristo: atributos que en el Salmo se cantan de Yahvé, y que
San Pablo aplica al Salvador.
13-14. El Hijo sentado a la diestra de Dios: los ángeles
enviados a una y otra parte como criados. El asiento a la dies­
tra de Dios significa reposo, señorío, honores divinos: los án­
geles, en vez de reposar, se mueven y trabajan; en vez de ejer­
cer señorío, sirven como ministros y criados; lejos de ocupar
el lugar y honor supremo de la divinidad, están hasta cierto
punto subordinados a los elegidos, en cuyo bien trabajan. Cla­
ro está que no quiere decir el Apóstol ni que el Hijo no fué en­
viado al mundo para la salud de los hombres, ni que a su vez
los ángeles no gocen del bienaventurado reposo de la gloria;
pero afirma que ni la misión del Hijo fué puramente ministe­
rial, como la de los ángeles, ni éstos alcanzan en los cielos la
gloria incomunicable de la divinidad.

327. Conclusión parenética: perseverancia en


la fe. 2, 1-4.
1 Por esto es menester
que prestemos mayor atención a las cosas oidas,
no sea que nos veamos arrastrados a la deriva.
- Porque si la palabra transmitida por los ángeles
obtuvo fuerza de ley,
y toda prevaricación y desobediencia
recibió su justa retribución,
3 ¿cómo nosotros escaparemos del castigo
si menospreciáremos tan grande salud?
La cual, anunciada inicialmente por el Señor,
llegó a nosotros refrendada por quienes la oyeron;
4 acreditándola a su vez Dios con señales y portentos,
494
§ 3-57-328 A LOS HEBREOS______________ 2^5-9

y variedad de milagros,
v repartición de dones del Espíritu Santo,
a medida de su voluntad.
1. A'üj veamos arrastrados a la deriva: como nave arre­
batada por la corriente: tal parece ser el sentido de la palabra
original. La correspondiente de la Vnlgata «(per)effluamus»
se aplica más bien al agua cpie se desborda o se derrama de un
vaso quebrado. Pero bajo dos imágenes diferentes, la idea es
una misma.
3. Tan grande salud: es la obra de la redención humana
anunciada en el Evangelio.
3-4. Tradición oral. La predicación del Evangelio fué
iniciada por el Señor v continuada por los apóstoles. Habla
San Pablo de la predicación oral, la cual, y no la Escritura,
fué lo qne Dios acreditó con variedad de milagros y reparti­
ción de dones del Espíritu Santo. Y esta predicación apostó­
lica. conservada y perpetuada en la Iglesia, es la Tradición
oral.

328. La nueva economía, sometida a Cristo.


2, 5-9-
5 Porque no a los ángeles sometió Dios
el mundo que había de venir,
del cual estamos hablando.
fi Allá uno testificó diciendo (Sal. 8. 5-7):
¿Ouién es el hombre, que te acuerdas de él,
o el hijo del hombre, que miras por él?
7 Le rebajaste un poquito respecto de los ángeles,
de gloria y honor le coronaste;
8 todas las cosas sometiste debajo de sus pies.
Pues al someter a él todas las cosas.
nada dejó no sometido a él.
Ahora, empero, todavía no vemos
todas las cosas sometidas a él.
9 Mas al que fué rebajado
un poquito respecto de los ángeles, Jesús.
vemos, por causa de su muerte padecida,
coronado de gloria y de honor,
495
A LOS HEBREOS -2- iQ-13

a fin de que, por gracia de Dios,


eu bien de todos gustase la muerte.

5. ¿7 mundo que habia de venir: con esta expresión insó­


lita se designa la nueva economía de la gracia, anunciada
como futura en el Antiguo Testamento.
6-8. El Salmo octavo, como otros muchos pasajes del An­
tiguo Testamento, se refiere a Cristo, no propiamente en sen­
tido literal o estrictamente típico, ni tampoco en sentido mera­
mente acomodaticio, sino en un sentido intermedio, que los
intérpretes llaman consecuente, puesto que procede por vía de
consecuencia, que en el caso presente pudiera llamarse por
eminencia o plenitud. En efecto, el Salmo octavo celebra la
gloria de Dios en la creación y la glorificación del hombre so­
bre todas las obras de las manos de Dios. Prescindiendo aho­
ra de la gloria divina de Cristo, que indudablemente se canta
en el Salmo en sentido literal, la glorificación del hombre y
su señorío universal sobre toda la creación no se realiza plena
y perfectamente sino en el hombre por excelencia, Cristo, úni­
co que domina realmente en el mundo de la naturaleza y en el
mundo de la gracia. Razón, pues, tiene el Apóstol para apli­
car con especial propiedad y aun con cierta exclusión a Cristo
un Salmo que sólo en él halla su perfecto cumplimiento.
(). A fin de que por gracia de Dios en bien de todos gus­
tase la muerte. Esta proposición final lógicamente depende del
verbo fué rebajado. La gracia de Dios es el beneficio de la re­
dención o más bien el amor de Dios, origen de este beneficio
hecho a los hombres. El inciso eu bien de todos gramatical­
mente puede depender tanto del inciso antecedente por gracia
de Dios como del siguiente gustase la muerte. En sentido real
el bien universal es efecto tanto de la gracia de Dios como de
la muerte de Cristo.

329. Humanidad del Salvador. 2. 10-13.


10 Pues le estaba bien a aquel
para quien es todo y por quien es todo
■que, al paso que llevaba muchos hijos a la gloria,
consumase con los padecimientos al autor de su salud.
496
§ 3~9 A LOS HEBREOS 2. IO-I3

11 Pues tanto el que santifica como los santificados


de uno vienen todos;
por cuya causa no se avergüenza de llamarlos hermanos,
diciendo (Sal. 21, 23):
12 Anunciaré tu nombre a mis hermanos,
en medio de la asamblea cantaré tus loores.
13 Y además (Is. 8, 17-T8):
Heme aquí a mí y a los hijos que Dios me dió.

10. Consumación dEl Redentor. Este vers. no carece de


dificultades y de misterios. El sentido general es que Dios Pa­
dre, primer principio y último fin, se propuso dos fines en los
padecimientos de Cristo: salvar a los hombres y consumar al
Salvador. Así, en los planes de Dios, los padecimientos de
Cristo no son medio solamente de la salud ajena, sino al mis­
mo tiempo consumación del mismo Cristo. Por estos padeci­
mientos Cristo queda constituido y consagrado como víctima
perfecta y consumada, capaz de expiar los pecados, aplacar a
Dios y santificar a los hombres. Sin los padecimientos el sa­
crificio y aun el sacerdocio de Cristo no hubieran sido perfec­
tos y consumados. Así consumado, Cristo es autor, es decir,
según la fuerza de la palabra original, «príncipe y guía», de
la salud humana.
11. De uno: de un mismo Dios y de un mismo padre
Adán.
13. Quien habla es Isaías: con todo, como el pasaje es me-
siánico, y el profeta interviene no sólo como mensajero de
Dios, sino también como señal en Israel, está justificada la
aplicación que de él hace San Pablo al Mesías. En este sen­
tido acomodaticio, que tiene algo de típico y de consecuente,
aplica a Cristo dos rasgos de Isaías: su confianza en Dios y
la solidaridad del profeta con sus hijos. La confianza de
Isaías parece figurar la que tiene Cristo en su glorificación y
en el buen suceso de su obra. La solidaridad del profeta con
sus hijos es figura más clara de la de Cristo con los hombres,
sus hermanos.

497
§ 330 A LOS HEBREOS 2, 14-18

330. Pontífice compasivo. 2, 14-18.


11 Por tanto, pues los hijos participaban
de la sangre y de la carne,
también igualmente participó de las mismas,
para destruir por medio de la muerte
‘ al que tenía el señorío de la muerte, esto es. al diablo.
15 v libertar a cuantos con el miedo de la muerte
estaban durante toda su vida sujetos a esclavitud.
10 Porque, en fin, no son los ángeles
a quienes tiende la mano,
sino el linaje de Abrahán es a quien la tiende.
17 Por donde debió ser en todo asemejado a sus hermanos,
para ser compasivo y fiel pontífice
en las cosas que miran a Dios,
a fin de expiar los pecados del pueblo.
18 Pues por cuanto él mismo fué probado con lo que padeció,
puede socorrer a los que son probados.

14. Los hijos: son así llamados los hombres por razón del
texto de Isaías que acaba de citarse. Fuera de esta adaptación
bíblica, antes y después son llamados hermanos.
De la sangre y de la carne. Dos razones se indican de esta
solidaridad de naturaleza entre Cristo y los hombres: 1) por­
que esta solidaridad de naturaleza había de ser la base de la
solidaridad moral, jurídica y espiritual: 2) porque a esta soli­
daridad natural estaba vinculada la mortalidad del Redentor,
condición necesaria para la muerte redentiva.
17. Debió ser en todo asemejado a sus hermanos. Osada­
mente afirma San Pablo un deber, no un simple querer. El to­
mar nuestra semejanza fué, sin duda, efecto de su libérrima
y misericordiosa dignación; mas dentro de los altísimos desig­
nios de Dios fué también una necesidad, hipotética y conse­
cuente, pero al fin necesidad o deber. En todo: a excepción
del pecado. Su santidad personal y la limpieza virginal de su
concepción le eximían de la ley del pecado. Sin embargo, como
Redentor debió tomar sobre sí los pecados de toda humani­
dad. Al que no conoció pecado, Dios por nosotros le hizo pe­
cado, afirma el mismo Apóstol (2 Cor. 5, 21).
49S
§ 330-331 A LOS HEBREOS ___ 3. 1-6

Para ser compasivo... El Redentor debía ser compasivo,


y para serlo humanamente debía asemejarse a los hombres en
¡os padecimientos y en la muerte. La muerte del Redentor era
necesaria, no solamente para satisfacer a la justicia de Dios,
sino también para inspirar confianza a los hombres. Es una
verdad profundamente humana la expresada por el poeta en
aquel conocido verso:
Non ignara malí, miseris succurrere disco.

331. Ventaja de Cristo sobre Moisés. 3, 1-6.


1 Por donde, hermanos santos,
participes del llamamiento celeste,
considerad al Apóstol y Pontífice
de la fe qne profesamos, Jesús,
- fiel al que le hizo,
como también lo fue Moisés en toda su casa.
3 Porque de mayor gloria ha sido él juzgado digno
en comparación de Moisés,
cuanto tiene mayor honra que la casa el que la fabricó.
' Pues toda casa es fabricada por alguno;
y quien todas las cosas fabricó es Dios.
5 Y Moisés, cierto, fué fiel en toda la casa de Dios,
como criado,
para dar testimonio de las cosas que se habían de decir;
,! mas Cristo, como Hijo sobre su propia casa;
cuya casa somos nosotros,
como mantengamos firme hasta el fin
la confianza y orgullo de la esperanza.

3, 1. Los diferentes oficios que en la Antigua alianza es­


tuvieron repartidos entre los ángeles, Moisés y Aarón, están
ahora reunidos en la persona incomparable del Hijo. Cristo es
a la vez Apóstol o enviado de Dios a los hombres y Pontífice
o sacerdote de los hombres ante Dios: misión y sacerdocio,
que integran la mediación de Jesu-Cristo.
2. Al que le hizo o constituyó, en cuanto hombre, Apóstol
y Pontífice.
3-5. Moisés y Cristo. La comparación iniciada de Cristo
499
§ 331-332 A LOS HEBREOS 3. 7-i i

con Moisés se convierte en antítesis. Cristo, a diferencia de


Moisés, ha edificado la casa de Dios: prueba manifiesta de sn
divinidad. Cristo, además, en esta casa de Dios es el Hijo,
donde Moisés es un criado.
6. En los vers. precedentes se emplea la palabra casa cua­
tro veces en dos sentidos distintos. En 3 y 4 se toma en sen­
tido de edificio; en 2 y 5 en un sentido algo impreciso, que
puede ser familia o edificio metafórico, o entrambas cosas a la
vez. En el v. 6 se emplea dos veces: en la primera parece con­
servar todavía este sentido impreciso, en la segunda (cuya
casa somos vosotros) toma el sentido preciso de familia. Es
muy característica de San Pablo semejante oscilación (Cf.
Ef. 2, 19-22).
El orgullo de la esperanza lo describe San Pablo cuando
habla de la ansiosa expectación de la creación visible, que, er­
guida la cabeza y con la mirada clavada en el lejano horizonte.
está aguardando la revelación de los hijos de Dios. En senti­
do real este orgullo de la esperanza es la jubilosa seguridad
de los hijos de Dios de que las divinas promesas a nadie dejan
defraudado (Rom. 5, 5).

332. “No endurezcáis vuestros corazones”.


3- 7'11-
7 Por esto, como dice el Espíritu Santo (Sal. gj, 7-1 i):
Hoy, si oyereis su voz,
s no endurezcáis vuestros corazones;
como en la Provocación,
como en el día de la Tentación en el desierto,
” donde me tentaron vuestros padres
sometiéndome a prueba;
y esto que vieron mis obras
10 durante cuarenta años.
Por lo cual me irrité contra esa raza:
y dije: Siempre andan extraviados en su corazón;
y ellos no conocieron mis caminos.
11 Y así juré en mi indignación:
¡ Si van a entrar en mi reposo!

500
§ 332-333 ^08 HEBREOS 3, 12-19

7. Como dice el Espíritu Santo. Desde el vers. 8 se intro­


duce a Dios hablando a Israel; pero además de esto, todo lo
que en este pasaje del Salmo se contiene es palabra actual del
Espíritu Santo a la Iglesia.
Si oyereis su voz: en el original hebreo la frase no es con­
dicional sino optativa: ¡Ojalá oyerais su voz! Y esta voz de
Dios es lo que sigue a continuación.
8. Provocación, Tentación son nombres propios, traducidos
de las palabras hebreas Meribah y Massali, que se dieron al
lugar donde los hijos de Israel provocaron y tentaron a Dios,
como se narra en el Éxodo, 17, 1-7. El nombre de Meribah,
que la Vulgata omite en este pasaje, reaparece en un hecho se­
mejante, que se refiere en Núm. 20, 13.
10. Durante cuarenta años. Esta frase, seguida de la par­
tícula ilativa por lo cual no puede juntarse a lo que sigue sino
a lo que precede, contra lo que suele hacerse en las ediciones
hebreas, griegas y latinas del Salmo 94. Pero esta partícula,
que se lee en todas las ediciones de la epístola, es bastante sos­
pechosa. La omiten los siguientes códices: 4- (de la fam. H),
623, 489 (del grupo Ia2), 2004, 462 (del grupo Ia3 ¿cesarien-
serj, 206* (del grupo Ibl), 103, 327, 0142*. Sobre todo, en 3,
17: ¿Contra quiénes se irritó durante cuarenta años?, la frase
durante cuarenta años afecta al verbo irritó que sigue, no a
lo que precede en el Salmo. Es, pues, probable que, omitiendo
la partícula por lo cual, la frase durante cuarenta años deba
juntarse, no con lo que precede, sino con lo que sigue.
11. ¡Si van a entrar en mi reposo! Modismo hebreo, equi­
valente a la negación No entrarán..., y no del todo ajeno al
castellano, que en el lenguaje familiar posee algunos modismos
análogos.

333. Guardaos de la incredulidad. 3, 12-19.


12 Mirad, hermanos, no se halle en alguno de vosotros
un corazón perverso de incredulidad,
que os haga apostatar del Dios viviente,
13 antes bien alentaos los unos a los otros cada día,
mientras se verifica aquel hoy,
50 J
§ 333 A LOS HEBREOS 3, 12-19

a fin de que no se endurezca nadie entre vosotros


con la seducción del pecado.
14 Pues hemos sido hechos partícipes de Cristo,
con tal de qne mantengamos firme hasta el fin
la segura confianza del principio,
ir' mientras se dice (Sal. 97, 8):
Hoy, si oyereis su voz,
no endurezcáis vuestros corazones,
como en la Provocación.
p; Pites ¿quiénes fueron los que, habiendo oído, provocaron?
Pero ¿no fueron todos los que salieron de Egipto
por mano de Moisés?
,T ¿Y contra quiénes se irritó durante cuarenta años?
¿Xo fué contra los que pecaron.
cuyos miembros quedaron tendidos en el desierto?
,s ¿Y a quiénes juró qtte no entrarían en su reposo
sino a los contumaces?
19 )' vemos qne uo pudieron entrar por su incredulidad.

12. Tres son los conceptos que en la aplicación del Salmo


desenvuelve el Apóstol: el reposo de la eterna bienaventuran­
za ; la fe, como condición para entrar en el reposo, y el tiem­
po de hoy. el de la presente vida, concedido para caminar por
la fe al eterno reposo. De la fe habla en lo que resta del capí­
tulo; del reposo y de hoy, en el capítulo siguiente.
La incredulidad tiene como principio el corazón perverso
y como remate el apostatar del Dios viviente. La perversidad
lleva a la incredulidad, y la incredulidad a la apostasía.
13. Los alientos de cada día son necesarios para utilizar
o aprovechar el hoy pasajero y asegurar el mañana eterno.
14. Partícipes de Cristo: es una expresión atenuada de la
comunión o solidaridad con Cristo. Esta idea fundamental del
pensamiento de San Pablo no está ausente de la Epístola a
los Hebreos, aun cuando en ella no se halle la fórmula favo­
rita en Cristo Jesús.
La segura confianza del principio o más literalmente el
principio (o los principios) de la esperanza, concebida como
substrato, base, apoyo o sostén de la fe (ii, 1) y de toda la
vida espiritual, es lo mismo que la confianza y orgullo de la
502
§ 333-334 A LOS HEBREOS 4, i-io

esperanza, que antes se ha recomendado (3, 6). Quiere el


Apóstol que la esperanza exultante que tuvieron al principio,
cuando abrazaron la fe, la mantengan firme hasta el jin.
16. Véase Ex. 17, 1-7.
17. Véase Núm. 14, 29-32.
18. Véase Núm. 14, 22-23.

334. La entrada por la fe, hoy, en el reposo de


Dios. 4, 1-10.
1 Teníamos, pues, no sea qne.
subsistiendo la promesa de entrar en su reposo,
parezca alguno de vosotros haberse quedado rezagado.
2 Pues a nosotros se nos ha dado la buena nueva,
lo mismo que a ellos;
mas a aquéllos no aprovechó la palabra del mensaje,
por no ir acompañado de la je
por parte de los que oyeron.
3 Porque entramos en el reposo los que creimos,
según que tiene dicho:
Y así juré en mi indignación:
¡ Si van a entrar en mi reposo!
Y por cierto que desde la fundación del mundo
estaban acabadas las obras.
1 Porque en un lugar tiene dicho así,
hablando del día séptimo (Gén. 2, 2):
Y reposó Dios en el día séptimo de todas sus obras.
5 Y en este sitio, de nuevo:
¡ Si van a entrar en mi reposo!
0 Pa que está, pues, reservado a algunos entrar en él,
y aquellos a quienes primero se dió la buena nueva
no entraron a causa de su contumancia,
~ de nuevo determina un día, hoy,
diciendo por David al cabo de tanto tiempo,
según antes queda dicho (Sal. 94, 7-8):
Hoy. si oyereis su voz,
110 endurezcáis vuestros corazones.
s Porque si Josué les hubiera proporcionado el reposo,
no hablaría tras esto de otro día.
503
34
§ 334_______________A LOS HEBREOS_______ 4, 1-10

Queda, pues, reservado un reposo sabático


al pueblo de Dios.
10 Porque el que ha entrado en su reposo,
también él reposa de sus trabajos,
lo mismo que Dios de los suyos.

4, ]. La promesa y la fe. De parte de Dios subsiste, se


mantiene inmutable, la promesa de entrar en su reposo eterno;
pero requiérese de parte nuestra la fe, sin la cual quedaríamos
rezagados y nos veríamos frustrados de entrar en el reposo
prometido.
2. Por no ir acompañada...: tal parece ser la versión más
exacta del texto griego más probable.
3-10. El razonamiento algo enigmático del Apóstol se re­
duce a estos puntos principales: Dios de.-tinó al hombre a par­
ticipar de su eterno reposo. 1.a entrada de Israel en la tierra
de promisión no era la entrada en este reposo, sino sólo su
figura profética; pero aun de ese reposo figurativo fueron ex­
cluidos los israelitas incrédulos. De suerte que antes de Cristo
nadie entró de hecho en el reposo de Dios: unos porque fue­
ron incrédulos, otros porque sólo entraron como en sombra y
figura: la verdadera entrada estaba reservada para ahora, en
este hoy de los dias mesiánicos, al nuevo pueblo de Dios, al
Israel espiritual, a los que con su fe siguen a Cristo. El reposo
divino está preparado desde la creación del mundo: pero su
entrada es de hoy.
3-4. Ei. reposo de Dios. Es profunda la conexión que se
establece entre el reposo del hombre y el reposo de Dios. Como
Dios, acabadas las obras de la creación, entró en el reposo, asi
el hombre, después de trabajar en esta vida, como cooperando
en el trabajo de Dios Creador, entrará en el reposo, que será
una participación del reposo mismo de Dios.
y. Reposo sabático. Se compara tácitamente el reposo de
la bienaventuranza eterna con el reposo sabático (o más lite­
ralmente sabatismo) que cada siete años gozaba el pueblo de
Israel. Cf. Ex. 23, 10-11; Lev. 25, 2-7; Deut. 15, 1-11 ; 31,
10-
13.

504
§ 3^5______________ A LOS HEBREOS 4, 11-16

335. Epílogo: Eficacia de la palabra de Dios.


4. 11-16.
31 Trabajónos, pues, por entrar en aquel reposo,
a fin de que nadie, a ejemplo de ellos.
caiga en la misma contumacia.
12 Porque viviente es la Palabra de Dios, y obradora,
y más tajante que espada alguna de dos filos,
V que penetra hasta la división del alma y del espíritu,
V de las coyunturas y de las medulas,
V discierne los sentimientos y pensamientos del corazón;
3:i v no hay creatura invisible en su presencia,
antes todo está desnudo y descubierto a sus ojos,
delante de quien habremos de dar cuenta.
34 Teniendo, pues, un Pontífice grande,
que lia penetrado los cielos.
Jesús, el Hijo de Dios,
mantengamos firme la fe que profesamos.
15 Pues no tenemos un Pontífice incapaz de compadecerse
de nuestras flaquezas,
antes bien probado en todo a semejanza nuestra,
excluido el pecado.
v: Lleguémonos, pues, con segura confianza
al trono de la gracia
en orden a ser socorridos en el tiempo oportuno.

16.
11- Temor y confianza. Todo este pasaje es una ex­
hortación estimulada por el temor de la divina justicia y sua­
vizada con la confianza en la divina clemencia. La exhortación,
expresada en el v. 11, se condensa en estas palabras del v. 14:
mantengamos firme la fe que profesamos. El temor se funda
en que habremos de dar cuenta delante de quien todo lo co­
noce (vv. 12-13), la segura confianza estriba en que tenemos
un Pontífice compasivo, Jesús, el Hijo de Dios, quien inter­
cede por nosotros ante el trono de la gracia (vv. 14-16). Insi­
núa aquí el Apóstol la celeste intercesión de Jesu-Cristo, que
más adelante propondrá explícitamente (7, 25; 9, 24). En es­
tos pasajes (lo mismo que en Rom. 8, 34) se relaciona la in­
tercesión de Cristo con su eterno sacerdocio y con su muerte
505
L3351336_____ LOS HEBREOS_________ _____ 5,1-4

redentora. De manera análoga habrá que concebir la universal


intercesión de María como vinculada a su corredención.
12. La palabra de Dios. Viva personificación de la pala­
bra divina, con la cual quiere significar el Apóstol que Dios,
que todo lo ve, nos ha de juzgar conforme a su palabra.
La división del alma y del espíritu no significa distinción
sustancial, sino oposición de dos tendencias, inferiores y su­
periores, animales y espirituales. Cf. 1 Tes. 5, 23.
13. Descubierto: es digna de notarse la gallardía con que
el Apóstol expresa en la lengua original el hecho de estar todas
las cosas patentes a Dios, diciendo que están con el cuello er­
guido y la cabeza echada hacia atrás, como para mostrar el
pecho y descubrir el corazón.

II. Jesu-Cristo. sacerdote

336. Propiedades del sacerdote. 5. 1-4.


1 Porque todo pontífice, escogido de entre los hombres,
es constituido cu pro de los hombres,
cuanto a las cosas que miran a Dios,
para ofrecer dones y sacrificios por los pecados,
- capaz de ser indulgente
con los ignorantes y extraviados,
dado que también él está cercado de flaqueza;
razón por lo cual debe,
por sí mismo no menos que por el pueblo,
ofrecer sacrificios por los pecados.
4 Y nadie se adjudica este honor
sino cuando es llamado por Dios, como lo fué Aarón.

5, 1. Definición del sacerdocio. En esta definición, exac­


ta en el actual orden de la providencia, cuatro rasgos o propie­
dades del sacerdote señala el Apóstol:
1) la elección y vocación divina: por cnanto el sacerdote
es escogido por Dios de cutre los hombres. Después se dirá:
.\'adie se adjudica este honor, sino cuando es llamado por
Dios, como lo fué Aarón (v. 4).
506
§ 336-337 ___ A LOS HEBREOS_____________ 5, 5~io

2) su doble solidaridad humana: solidaridad de origen y


naturaleza, por cuanto es elegido y tomado de entre los hom­
bres; y solidaridad de representación, por cuanto es consti­
tuido en pro de los hombres, cuyas veces representa y a favor
de quienes interviene ante el acatamiento de Dios .
3) la esfera de su actividad o las cosas en que desempeña
su ministerio: que son las que miran a Dios: actividad sa­
grada, ministerio santo.
4) su función esencial y característica: que es ofrecer do­
nes incruentos y sacrificios cruentos por los pecados del pue­
blo, los propios y los ajenos.
2. Cualidades morales del sacerdote. Dos especifica
el Apóstol: indulgencia y humildad. Primeramente debe ser
indulgente con los ignorantes y extraviados. Esta indulgen­
cia debe radicar en la humildad, dado que también él está
cercado de flaqueza. En Cristo piensa el Apóstol, cuando des­
cribe la imagen del sacerdote. Por esto, las dos virtudes que
a sus propios ojos más se destacan en el sacerdote son las
dos que tan amablemente resaltan en Jesu-Cristo: las que él
mismo señaló cuando dijo: Aprended de mi, pues soy manso
y humilde de corazón (Mt. 11, 29).

337. Cristo, Pontífice soberano. 5, 5-10.


5 Así también Cristo no se glorificó a si mismo
en hacerse Pontífice,
sino el que le habló (Sal. 2, y):
Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado .
6 Como también en otro lugar dice (Sal. 109, q):
Tu eres sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec.
T El cual en los dias de su carne,
habiendo ofrecido plegarias y súplicas
con poderoso clamor y lágrimas
al que le podía salvar de la muerte
y habiendo sido escuchado por razón de su reverencia,
aun con ser Hijo,
aprendió de lo que padeció lo que era obediencia;
” y, consumado, vino a ser para todos los que le obedecen
507
§ 337-33»__________A LOS HEBREOS____________ 5, n-14

causa de salud eterna,


proclamado por Dios sumo sacerdote
según el orden de Melquiscdec.

5-6. Vocación sacerdotal de Cristo. Según la profun­


da concepción del Apóstol la vocación de Cristo al Sacerdo­
cio incluye dos actos divinos: la generación eterna y la inves­
tidura temporal. La generación es el fundamento y raíz de
este divino sacerdocio, y la medida de su excelsa dignidad; su
complemento último y formal lo da el decreto de Dios, que
es como su investidura. La filiación divina de que habla el
Salmo 2 es como una vocación intrínseca y natural, que dis­
pone a Cristo al sacerdocio: el decreto jurado e irrevocable,
de que habla el Salmo 109, es como la solemne consagración,
que confiere a Cristo hombre el oficio sacerdotal.
7. En los días de su carne: alude San Pablo a la oración
de Cristo en la cruz, y también a la oración del huerto, en la
cual el Señor, además de sudar sangre, clamaría v lloraría.
Habiendo sido escuchado: el Señor fué escuchado por
cuanto se le mostró un ángel venido del ciclo, el cual le con­
fortaba (Le. 22, 43).
Por razón de su reverencia: es decir, en atención a la su­
misión incondicional con qne oraba. Otros traducen, menos
probablemente, «escuchado [y librado] del temor» que le
acongojaba.
8. Aprendió... obediencia: conoció práctica y experimen-
lalmente lo que era obedecer, lo que cuesta la perfecta obe­
diencia hasta la muerte y muerte de cruz.
<). Consumado: Palabra misteriosa, con la cual significa
el Apóstol que Cristo, al ser inmolado, alcanzó la plena con­
sumación de su condición de víctima y de toda su vida mor­
tal : consumación que fué para él principio de su glorificación,
y para nosotros causa de salud eterna.

338. Mala disposición de los hebreos. 5. 11-14.


” . ¡cerca de lo cual es mucho lo que tenemos que decir
v no fácil de declarar.
va que os habéis tornado torpes de oído.
508
§ 338-339 A EOS HEBREOS 6. 1-8

Porque debiendo, en razón del tiempo, ser maestros,


de nuevo tenéis necesidad de que os enseñen
los primeros rudimentos de los oráculos de Dios,
y habéis llegado a tener neeesidad de leche
y no de manjar sólido.
1;í Pues todo el que está a leche,
es inexperto para la doctrina de la justicia,
como niño que es.
Jl AZa.v de los hombres maduros es el manjar sólido.
de aquellos que por el hábito
tienen los sentidos ejercitados
para el discernimiento del bien y del mal.

ii. No fácil de declarar: por vuestra escasa disposición.


14.
12- Son importantísimas estas advertencias del Após­
tol jiara no entender equivocadamente la doctrina de la infan­
cia espiritual, que no es lo mismo que niñez espiritual. Re­
pite aquí, bajo las mismas imágenes de niñez, leche y manjar
sólido, lo que había escrito a los Corintios (1 Cor. 3, 1-2).
14. Discernimiento Espiritual. Lo que aquí enseña
San Pablo recuerda, aunque desde un punto de vista diverso,
’o que escribe a los Corintios sobre el discernimiento espiri­
tual. Allí (1 Cor. .?, í 2-16) el discernimiento se atribuye a
la acción directa del Espíritu Santo; es un don de Dios. Aquí
se considera como efecto del hábito de ejercitar los sentidos
espirituales. No se contradicen estas dos afirmaciones, antes
se completan mutuamente. Porque el don del Espíritu Santo
supone normalmente la aquiescencia y la cooperación humana
cu orden a su actuación ordenada. Y esta actuación engen­
dra connaturalmente el hábito, que. favorece, facilita y sua­
viza la acción del don de Dios en el hombre. Es un caso par­
ticular de la ley general, que exige el consorcio harmónico
entre la gracia divina y la cooperación humana.

339. “Tendamos a la perfección”, o. 1-8.


' Por lo cual, dejada la enseñanza inicial de Cristo,
tendamos a lo perfecto.
no echando do nuevo el fundamento,
509
§ 339 A LOS HEBREOS 6. i-8

es decir, la penitencia de las obras muertas,


y la fe en Dios,
2 las abluciones de la Doctrina,
y la imposición de las manos,
y la resurrección de los muertos,
y el juicio eterno.
? Y esto vamos a hacer, si lo permitiere Dios.
’ Porque a los que una vez fueron iluminados,
y gustaron el don celeste,
y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,
•' y gustaron la hermosa palabra de Dios
y los portentos de la edad venidera,
G y recayeron,
es imposible renovarlos segunda vez,
convirtiéndolos a penitencia,
cuando ellos, cuanto es de su parte,
crucifican de nuevo al Hijo de Dios
y le exponen a pública ignominia.
~ Porque la tierra que bebe la lluvia
que frecuentemente cae sobre ella,
si produce plantas provechosas
a aquellos por quienes es además labrada,
participa de la bendición de parte de Dios;
8 mas la que lleva espinas y abrojos, es ¡eprobada
y cerca está de ser maldecida,
cuyo paradero es ir a las llamas.

6, i. Por lo cual: parece que sería más lógico decir «a pe­


sar de lo cual». Es que supone el Apóstol que los Hebreos,
vueltos en sí por la reprensión, se han hecho capaces de las
enseñanzas que les quiere dar. Véase el vers. 9.
1-2. CateqüEsis apostólica. Estos seis puntos de la doc­
trina elemental, que aquí menciona el Apóstol, son para nos­
otros de sumo interés histórico, puesto que nos revelan el
principal contenido de la primitiva catcquesis apostólica. En
tres grupos binarios se distribuyen claramente estos seis pun­
tos. Los dos primeros, dogmático-morales, son la penitencia
de los pecados y la fe en Dios: los mismos que comprendía ya
la primera predicación del Salvador y aun la del Bautista:
510
§ 339 A LOS HEBREOS 6, i-8

Haced penitencia y creed en el Evangelio (Me. i, 15). Los dos


siguientes, rituales, son el Bautismo rito principal y esencial
del cristianismo, y la imposición de manos propia de la confir­
mación, que es como su perfección y complemento, por la co­
municación del Espíritu Santo que lleva consigo. El Apóstol
habla en plural de las abluciones, porque se refiere a su rito
de trina inmersión. Los dos últimos puntos son escatológicos:
la resurrección final de los muertos y el juicio universal, lla­
mado eterno por su sentencia definitiva. La expresión ablu­
ciones de la Doctrina algunos la invierten traduciendo «la en­
señanza acerca de las abluciones». La versión que damos, con­
forme a la Vulgata, nos parece mucho más probable, entre
otras razones, porque en ella la palabra Doctrina o enseñanza,
en griego didakhé, adquiere el sentido técnico que tenía en el
primitivo cristianismo, y que sirvió de título a uno de los pri­
meros escritos cristianos, recientemente descubierto. Cf. Rom.
6, 17.
3. Y esto: dar la enseñanza superior.
4-6. Imposible: si es irracional dar a las palabras del Após­
tol el sentido de los Montañistas y Novacianos. que cerraban
a los cristianos caídos en pecado la puerta de la penitencia,
tampoco es justo atenuarlas más de lo que conviene. No habla
aquí San Pablo de cualquier pecado, cometido después del Bau­
tismo, sino de la apostasía plenamente deliberada. El misera­
ble apóstata, salido del único camino de salvación, que es la
fe, y obstinado en no volver a él. claro está que no tiene hu­
mano remedio. Y lo peor es que con su perfidia y soberbia
aleja de sí la gracia divina, que desmerece y que rechaza. ¡ Si
al menos pudiera apelar a la mediación del único Redentor!
Mas el desgraciado, cuanto es de su parte, ha renovado el cri­
men de los judíos crucificando de nuevo al Hijo de Dios. De
modo que los medios ordinarios de salud que Dios ha dejado
en su Iglesia los ha inutilizado él con su abuso, y el recurso
supremo de una gracia extraordinaria lo tiene desmerecido
con su obstinada soberbia.
4. Iluminados: con la luz del Evangelio y con el Bautis­
mo. Cf. Teología de San Pablo, p. 659.
El don celeste: es, principalmente a lo menos, la Euca­
ristía.
511
§ 339_____ __ _____ A LOS HEBREOS _ _ 6.1-8

Partícipes del Espíritu Santo: por la confirmación, acom­


pañada frecuentemente en la primitiva Iglesia de los caris-
mas extraordinarios.
5. Palabra de Dios: el Evangelio, que es herniosa palabra.
Las maravillas del poder divino propias de la edad veni­
dera o de la era mesiánica, anunciada como futura en los va­
ticinios del /Antiguo Testamento. Cf. 2, 4.
6. Renovarlos segunda vez convirtiéndolos a penitencia:
la forma activa del verbo original renovarlos expresa no tanto
la imposibilidad del apóstata para convertirse, cnanto la impo­
tencia de los ministros evangélicos para reducirlo a penitencia
con los recursos ordinarios.
Crucifican al Hijo de Dios: señala el Apóstol dos circuns­
tancias que agravan el pecado del Cristiano: que es, por su in­
nata tendencia, una reiterada crucifixión del Redentor y una
afrenta que se le hace.
1-6. P'rasi'oi.ogía culta. Interesa sobremanera paca la
acertada exegesis de la Epístola a los Hebreos conocer la fra­
seología artificiosa del redactor, tan diferente del lenguaje na­
tural de San Pablo, totalmente ajeno a todo prurito literario.
El redactor era un literato, cultivador de la frase culta v flo­
rida con un gusto literario bastante parecido al de los cultera­
nos de los siglos xvii y xvm. La divina inspiración, compati­
ble con los defectos literarios del hagiógrafo, con más razón
lo será con sus criterios estilísticos y aun amaneramientos re­
tóricos. San Pablo, por razones que ignoramos, quiso escribir
a los Hebreos una carta o tratadito literario. Como él, inculto
en la palabra (2 Cor. 11. 6). era incapaz de hacer literatura,
echó mano de un literato, Apolo. Bernabé, un alejandrino, o
quien fuese, para que conforme a sus instrucciones redactase
la carta literariamente. Este, para secundar los designios del
Apóstol, o, si se prefiere, dejándose llevar de sus gustos lite­
rarios, se esmere') en acicalar su estilo, escogiendo frases inge­
niosas e insólitas, a las veces algo rebuscadas o relamidas. No­
temos algunas de estas expresiones cultas y casi culteranas en
estos seis versículos.
En vez de «pecados», expresión para él demasiado trivial,
dice obras muertas; en vez de «bautismo», abluciones de la
51 -
§ 339-340 A i,OS 11 CERCOS _ _ 6, 9-J2

Doctrina; en vez de «juicio universal», juicio eterno; en vez


de «bautizados», iluminados; en vez de «Eucaristía», don ce­
leste; en vez de «confirmados», partícipes del Espíritu Santo;
en vez de «Evangelio» o predicación evangélica, hermosa pa­
labra de Dios. Semejante artificio fraseológico, con que está re­
dactada toda la Epístola, debe tomarse en cuenta para la inter­
pretación del pensamiento: la cual, además de examinar el
valor o sentido natural de las palabras y expresiones, debe, a
través de ellas, buscar la correspondiente expresión normal 110
literaria, que hubiera empleado San Pablo. A la luz de estos
hechos no parecerá arbitrario el que por «don celeste», por
ejemplo, se entienda Eucaristía. Las consecuencias exegéticas
v teológicas de estos principios hermenéuticos no es menester
encarecerlas.

340. Palabras de aliento. 6. 9-12.


Mas respecto de vosotros, carísimos,
pensamos resueltamente, cosas mejores
y allegadas a la salud,
por más que hablemos así.
Que no es injusto Dios
para echar en olvido vuestra labor
y el amor que mostrasteis para con su nombre,
con los servicios que habéis prestado a los santos
y continuáis prestando.
11 Mas deseamos qne cada cual de vosotros
muestre ese mismo empeño en razón de lograr
la plena firmeza de la esperanza hasta el fin;
v- de suerte que no os volváis indolentes,
antes bien seáis imitadores de aquellos
que por la fe y la longanimidad
llegan a la herencia de las promesas.
10. No es injusto Dios para echar en olvido vuestra labor...
Doctrina altamente consoladora, con que nos enseña San Pa­
blo qne lo^ merecimientos pretéritos y las obras de misericor­
dia presentes no los echa Dios en olvido, cuando el hombre
peca por fragilidad.
1 i-T2. Esperanza. Combinando todos los rasgos, aquí apun­
5*3
§ 340-341 A LOS HEBREOS 6, 13-20

tados, se obtiene esta noción de la esperanza: es como un eco


afectivo de la fe intelectual; una firme persuasión, cuya pro­
piedad característica es la constancia o longanimidad, cuyo ob­
jeto es la herencia prometida por Dios.

341. Firmeza de la esperanza. 6, 13-20.


13 Porque al formular Dios sus promesas a Abrahán.
como no hubiese nadie superior por quien jurase,
juró por sí mismo,
14 diciendo (Gén. 22,
¡ Por mi fe, a manos llenas te bendeciré
y con innumerable prole te multiplicaré!
K’ Y así, aguardando con longanimidad,
alcanzó la promesa.
l(i Porque los hombres juran por uno superior.
y para ellos es el juramento
término de todo litigio como garantía.
17 En lo cnal, queriendo Dios mostrar más cumplidamente
a los herederos de la promesa
lo inmutable de su resolución,
interpuso el juramento.
1R con el fin de qne, por medio de dos cosas inmutables,
tengamos vehemente consolación
los que hemos buscado nuestro salvamento
en asirnos de la esperanza puesta ante nosotros;
a la cnal nos cogemos
como áncora del alma, segura y firme,
y que penetra hasta lo interior del velo,
adonde como precursor entró por nosotros Jesús,
hecho según el orden de Melquisedec
sumo sacerdote para siempre.

13-18. Objeto formal de la Esperanza. E11 toda la Epís­


tola señala San Pablo como objeto formal de la esperanza la
fidelidad y la promesa de Dios: la fidelidad como principio, la
promesa como hecho (cf. Teología de San Pablo, p. 857-858).
Aquí para corroborar la firmeza de este motivo propone el
juramento de Dios al formular sus promesas hechas a Abrahán.
Apoyados en estas dos cosas inmutables, la fidelidad del que
514
§ 34¡-342 A LOS HEBREOS 7. 1-3

promete y el juramento, podemos seguramente aguardar la


promesa, no solo con longanimidad, sino con vehemente con­
solación.
19. Como áncora... con esta comparación, algo incoherente
en su forma literaria, significa San Pablo que la esperanza pe­
netra hasta lo interior del velo, hasta el Sancta Sanctorum de
la gloria celeste, a manera de áncora, que se clava en la arena
o en la roca.
20. Este versículo, eco de 5, 10, sirve admirablemente de
transición.
Nuevo motivo de Esperanza. La herencia celeste no es
una promesa simplemente futura, sino una posesión en cierto
modo presente, por cuanto ya Jesús, como precursor, entró en
ella por nosotros, es decir, en nombre y representación de to­
dos nosotros. En la persona de nuestro precursor o adelantado,
Dios ha comenzado a cumplir la promesa jurada.

342. Melquisedec, figura de Cristo sacerdote.


7> '-3-
1 Porque este Melquisedec, rey de Salen,
sacerdote del Dios Altísimo;
el que salió al encuentro de Abrahán
cuando volvía de la derrota de los reyes,
y le bendijo;
- a quien, además, repartió Abrahán el diezmo de todo;
que, primero, es interpretado «rey de justicia»,
y luego también rey de Salen, que es «rey de paz»;
:: sin padre, sin madre, sin genealogía;
que ni tiene principio de días ni jin de vida;
hecho semejante al Hijo de Dios,
permanece sacerdote perennemente.

1. Melquisedec etimológicamente es «rey de justicia».


Reproduce San Pablo compendiosamente la narración del
Génesis, 14, 18-20.
Salcm: parece ser Jerusalén.
Reyes: los cuatro reyes de que habla el Génesis 14, 1-17;
uno de los cuales. Amrafel, parece ser el famoso Hammura-
5’5
§ 342-343 A 1.0S HEBREOS 7. 4-io

bi, cuyo admirable código ba sido descubierto y publicado re­


cientemente.
2. El diezmo de lodo es decir, de todo el botín cogido a
los reyes.
3. Sin padre...: no quiere decir San Pablo que Melquise-
dec no tuvo padre, o que no nació ni murió, mas quiere sig­
nificar que el silencio de la Escritura sobre la generación de
Melquisedec hace a éste más apto para simbolizar a Cristo,
verdadero Rey de la justicia y de la paz y sacerdote eterno,
sin principio de días, en cuanto Dios, y sin fin en la gloria
de su realeza y sacerdocio. Es interesantísima la Epístola (73)
de San Jerónimo sobre Melquisedec. ML 22, 676-681. Cf.
Ambr. De Myster. c. 8, n. 45-46 ML. 16, 421. De Sacrani. 1.
4. c. 3, n. 10-12. ML 16. 458-459. De Sacram. 1, 5, c. 1, n. 1-2.
M L 16, 465.
Hecho semejante al Hijo de Dios. Parece esta expresión
una inversión de los términos, cuando se trata de comparar,
1:0 a Melquisedec con Cristo, sino a Cristo con Melquisedec.
El sentido es que para que Melquisedec pudiera ser término
de comparación respecto de Cristo, Dios previamente le revis­
tió de ciertas propiedades que le hiciesen apto para semejante
comparación o simbolismo. En general, para que el antitipo
pudiera ser convenientemente figurado en el tipo, Dios en su
providencia dispuso o configuró el tipo en consonancia con las
excelsas realidades que habían de resplandecer en el futuro
antitipo
Permanece sacerdote perennemente, por cuanto su sacerdo­
cio u orden sacerdotal subsiste eternamente en Jesu-Cristo.

343. Ventajas de Melquisedec sobre Leví. 7. 4-10.


4 )’ considerad cuán grande es éste,
a <ii<ien, además, ríbrahán, el patriarca,
dió el diezmo de lo más rico de los despojos.
•' E cierto, los que de entre los hijos de Leví
reciben el sacerdocio
tienen orden, según la ley,
de cobrar el diezmo del pueblo,
5ió
§ 343-344 ____________ A LOS HEBREOS

esto es, de sus hermanos,


bien que procedentes de la estirpe de Abrahán;
mas el que no deriva de ellos su genalogia
percibió diezmo de Abrahán,
y al que tenia las promesas le bendijo.
'■ Ahora bien, fuera de toda controversia,
lo inferior es bendecido por lo superior.
s Y aquí, por cierto, reciben diezmo hombres que mueren;
mas allí mío de quien testifica que vive.
0 Y, por asi decir, por medio de Abrahán
también Leví, el que percibe diezmos, fué diezmado;
10 pues estaba, todavía en germen, en su padre,
cuando fué a su encuentro Mclqiiisedec.

q, io. Triple ventaja de Melouisedec sobre Leví. De­


muestra el Apóstol la superioridad de Melquisedec sobre Leví
por tres ventajas que le hace: i) porque recibió de él diezmos
en la persona de su padre Abrahán, 2) porque le bendijo, y 3)
porque eternamente vive.
4. Lo más rico de los despojos: etimológicamente, lo
que, como más precioso, se colocaba en la parte superior de
los acervos, en que se acumulaba el botín.
8. Aquí: en la Ley de Moisés, en el sacerdocio de Leví;
allí: en la narración del Génesis, en el sacerdocio de Melqui­
sedec.

344. El sacerdocio, transferido de Aarón a


Melquisedec. 7, 11-19.
11 Si, pues, se hubiera realizado la perfección
mediante el sacerdocio levítico,
ya que a base de él
ha recibido el pueblo la legislación,
¿qué necesidad había de que surgiese otro sacerdote
según el orden de Melquisedec
V no se denominase según el orden de Aarón?
12 Porque, transferido el sacerdocio,
fuerza es que se haga también
la transferencia de la ley.
5>7
§ 344_______________ A LOS HEBREOS_______ 7,1 ij9

1:! Pues aquel de quien se dicen esas cosas


a otra tribu pertenecía,
de la cual nadie se ha llegado al altar;
14 porque manifiesta cosa es
que el Señor nuestro es retoño de Judá,
a cuya tribu para nada se refirió Moisés
al hablar de sacerdotes.
15 y esto es mucho más evidente todavía,
si, a semejanza de Melquisedec,
surge un sacerdote diferente.
que ha sido creado,
no según nna ley de ordenanza carnal,
sino según la pujanza de una vida indestructible.
17 Que tal es el testimonio (Sal. rog, q):
Tú eres sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec.
1fi Y es así qne la derogación
de la precedente ordenanza
se produce a causa de la ineficacia e inutilidad;
10 pues nada llevó la ley a la perfección,
mas fué introducción a una esperanza mejor,
por medio de la cual nos acercamos a Dios.

11-17. Traslación del sacerdocio La complejidad y


profundidad del raciocinio de San Pablo exige alguna decla­
ración. La institución del sacerdocio según el orden de Mel­
quisedec entrañaba dos consecuencias gravísimas: la abroga­
ción del sacerdocio levítico y la abolición de la Lev de Moi­
sés, que toda se basaba en él. Prueba evidente de la trasla­
ción o sustitución del sacerdocio es el hecho de que el nuevo
sacerdote, Jesu-Cristo. no pertenecía a la tribu de Leví, la
tribu sacerdotal según la Ley, sino a la tribu de Judá. Pero
la razón fundamental de la traslación es la impotencia del
sacerdocio levitico, transmitido por la generación carnal de
hombres mortales, ¡jara dar la consumación de la santidad,
que sólo podía comunicar un sacerdote eterno, en virtud de
>11 vida imperecedera.
19. Una esperanza mejor: una Alianza nueva, por la cual
no llegamos confiadamente a Dios. ¡Magnífica concepción!
§ 344-345 A LOS HEBREOS 7, 20-25

La Antigua Alianza es una ley: un yugo moral impuesto al


pueblo de 'Israel; la Nueva Alianza es una esperanza: una
primavera espiritual que promete frutos abundantes de vida
eterna, una aurora esplendorosa de un día sin fin.
22. Alianza mejor: La nueva Alianza aventaja tanto a la
Antigua, cuanto el sacerdocio de Cristo aventaja al de Aarón.

345. Sacerdocio de Cristo, único y eterno,


confirmado con juramento. 7, 20-25.
J7 por manto juc 110 sin juramento
— pues aquéllos sin juramento fueron hechos sacerdotes,
21 mas éste con juramento,
por boca del que dijo (Sal. roo, q):
Juró el Señor, y no se arrepentirá;
tú eres sacerdote para siempre —,
i’n la misma proporción Jesús se ha hecho garante
también de una alianza mejor.
23 Además, entre ellos son muchos
los sacerdotes que se han sucedido,
por cuanto la muerte les impedía perdurar;
24 mas él, a causa de subsistir perpetuamente,
posee el sacerdocio intrasjerible:
2r’ por donde puede también salvar perennemente
a los qne por él se llegan a Dios,
siempre viviente para interceder a favor de ellos.

24-25. Sacerdote E intercesor. Posee el sacerdocio in­


transferible..., siempre viviente para interceder. Cristo, en
cuanto hombre, es, no sólo nuestro Redentor y Sacerdote
eterno, sino también nuestro Abogado e intercesor. Aquí,
como en los pasajes paralelos (4, 14-16; 9, 24; Rom. 8, 34),
San Pablo presenta la intercesión celeste de Cristo como una
derivación o prolongación de su función sacerdotal o reden-
tiva. Ambos conceptos, de Redentor y de intercesor, se resu­
men en el más amplio o genérico de Mediador.

5i9

35
§ 346-347 A LOS HEBREOS 7> 26-28; 8, r-5

346. Cristo, sacerdote santo y consumado.


7, 26-28.
Pues tal Pontífice nos convenía también a nosotros:
santo, inocente, incontaminado,
separado de los pecadores
y encumbrado por encima de los cielos;
que no tiene necesidad de ofrecer víctimas
dia tras día, como los pontífices,
primero por los pecados propios,
luego por los del pueblo;
porque esto hizo de una vez para siempre,
ofreciéndose a sí mismo.
28 Es que la ley constituye sacerdotes
a hombres sujetos a fragilidad;
mas la palabra del juramento, que vino después de la ley,
al Hijo consumado para siempre.

26. Separado de los pecadores: por razón de su santidad


incontaminada; si bien, por otro lado, por su inefable digna­
ción quiso tomar sobre sí todos nuestros pecados, haciéndose
responsable y como reo de ellos ante la divina justicia.
27. Sacrificio cristiano. De una vez para siempre: en
la Nueva Alianza 110 existe propiamente sino un solo sacri­
ficio, el de Jesu-Cristo en la cruz; mas este único sacrificio
se renueva y reproduce cada día incruentamente en la Santa
Misa, en la cual el mismo Jesu-Cristo por ministerio de
hombres inmola y ofrece la misma víctima, su cuerpo y su
sangre, como lo enseña el Concilio Tridentinu (Denz. 938,
948) en conformidad con la Sagrada Escritura y con toda
¡a Tradición cristiana, recibida de los .Apóstoles.

347. El santuario celeste del nuevo sacerdote.


8, 1-5.
1 El punto capital sobre lo que vamos diciendo es
qne tenemos un Pontífice tal,
qite se sentó a la diestra
del trono de la Majestad en los cielos,
520
§ 347-348___________ A LOS HEBREOS_____________ 8, 6-13

2 ministro del santuario y del tabernáculo verdadero,


que erigió el Señor, no el hombre.
3 Porque todo pontífice es constituido
para ofrecer dones y víctimas:
por donde era necesario
qne también éste tuviera algo que ofreciese.
4 Si estuviera, pues, sobre la tierra,
ni siquiera sería sacerdote,
habiendo ya quienes según la ley ofrecen dones;
los cuales practican un culto
que es trasunto y sombra del ideal celeste,
según fué dicho a Moisés por el oráculo divino
cuando iba a construir el tabernáculo.
Porque Mira, dice, harás todas las cosas
según el modelo que se te mostrará (Ex. ?j, 40).

8, 2-4. En las palabras de San Pablo hay que dar no


pequeña parte a la metáfora. Como sería ridículo afirmar que
existe en el cielo un tabernáculo verdadero, que sirviera de
modelo al construido por Moisés, así sería irracional preten­
der deducir de las palabras del Apóstol que Jesu-Cristo sola­
mente en el cielo consumó su sacrificio. Lo único que inculca
San Pablo es que el sacerdocio y el sacrificio de Jesu-Cristo
no son terrenos a la manera de los levíticos, ni están vincu­
lados a un santuario material, y que además se continúan y
perpetúan de alguna manera en los cielos, no porque en ellos
Consume el sacrificio, consumado y ofrecido ya eu la cruz,
sino porque allí Cristo, Sacerdote eterno, con su intercesión
incesante, con la aplicación de los frutos de la cruz y con la
continuada renovación del sacrificio eucarístico, da cierta
perpetuidad moral al sacrificio del Calvario, principalmente
por cuanto continúa perennemente y como ratifica actual­
mente su oblación sacerdotal, consumada sí en la cruz, mas
no por eso interrumpida o terminada.

348. Superioridad de la nueva alianza. 8, 6-13.


G Mas ahora posee una función tanto más excelente,
por cuanto es mediador de lina alianza también mejor,
que ha sido ordenada a base de promesas mejores.
521
§ 348______________ A I.OS HEBREOS 8,613

7 A la verdad, si aquella primera fuera irreprochable,


uo se buscara lugar para uva segunda.
x F es así que en son de reproche dice (J^r. 31, 31-34):
Mirad, días vendrán, dice el Señor,
en que concluiré una alianza nueva
con la casa de Israel y con la casa de Judá,
u no conforme a la alianza que concerté con sus padres
el día que los tomé de la mano
para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos no permanecieron fieles a mi alianza,
y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
10 Porque esta es la alianza
que concertaré con la casa de Israel,
después de aquellos dias, dice el Señor:
Pondré mis leyes en su mente
y sobre sus corazones las inscribiré,
y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
11 Y no habrán de instruir
cada cual a su conciudadano,
ni cada cual a su hermano,
diciendo : Conoce al Señor ;
porque todos me conocerán,
desde el menor hasta el mayor de ellos.
12 Porque seré propicio a sus iniquidades,
y de sus pecados no me acordaré más.
13 Al decir “nueva'» ha anticuado la primera;
y lo que se vuelve antiguo y envejece,
cerca está de la desaparición.
6. En 6, 19 habla San Pablo de una esperanza mejor;
en ó, 22 de una Alianza mejor basada en promesas mejores.
lista doble identidad de esperanza con Alianza y con prome­
sas, al paso que expresa el aspecto objetivo de esperanza,
insinúa su objeto, que son los bienes prometidos por Dios,
y su motivo, que es (parcialmente, a lo menos) la fidelidad
divina. Pero más que estas precisiones de concepto interesa
la grandiosa idea de la inmensa ventaja de la nueva Alianza
sobre la antigua, es decir, del cristianismo sobre el judaismo.
11. ATo habrán de instruir...: estas palabras no se han de
tomar materialmente a la letra, como lo han hecho muchos
§ 348-349 ______ A LOS HEBREOS 9. 1-10

protestantes, con el empeño de suprimir el magisterio ecle­


siástico. Despojadas de su hipérbole oriental, significan sen­
cillamente que en la nueva economía el conocimiento de Dios
había de ser más universal y más completo que en la Antigua
Alianza. Si excluyeran todo magisterio externo, ¿qué signi­
ficarían las palabras de Jesu-Cristo a los Apóstoles: Id v
amaestrad a todas las naciones (Mt. 28, 19-20)? ¿Y qué ra­
zón de ser tendría esta misma carta de San Pablo a los He­
breos? Y además ¿con qué derecho los protestantes mismos
se arrogan la misión de enseñar?

III. Jesu-Cristo, víctima

349. El santuario y los ritos del antiguo testa»


mentó. 9, 1-10.
1 Tenía, pues, también la primera
prescripciones relativas al culto
y su santziario terrestre.
2 Porque se construyó un tabernáculo,
cuya primera estancia, en la cual estaba el candelabro
y la mesa y la exposición de los panes,
era llamada lugar santo:
3 y detrás del segundo velo otra estancia,
que era llamada lugar santísimo,
4 la cual tenía un altar de oro para el incienso
y el arca de la aliauza recubierta de oro por todos lados,
en la cual estaban una urna de oro con el maná dentro,
y la vara de Aarón que retoñó,
y las tablas de la alianza;
3 y por encima de ella los querubines de la gloria,
que cobijan con su sombra el propiciatorio;
acerca de lo cual no hay para qué hablar ahora en particular.
8 Dispuestas así estas cosas,
en la primera estancia del tabernáculo
entran continuamente los sacerdotes
al desempeñar las funciones del culto;
7 mas en la segunda una sola vez al año
sólo el sumo sacerdote, no sin sangre,
5 23
§ 349 A LOS HEBREOS 9- 1-10

la cual ofrece por sí y por los pecados del pueblo;


8 significando con ello el Espíritu Santo
que no está aun abierto el camino para el santuario,
mientras subsiste aún la primera estancia del tabernáculo,
!) la cual es figura que se refiere al tiempo presente,
conforme a la cual se ofrecen dones y víctimas
impotentes para dar la consumada perfección
en la que toca a la conciencia
al que practica ese culto,
consistiendo únicamente en manjares y bebidas
y diferentes abluciones,
observancias, en fin, de una justicia carnal,
impuestas hasta el tiempo de la reformación.

g, 2. El tabernáculo comprendía dos estancias o piezas


principales, separadas entre si por un velo y precedidas de
un vestibulo. En la primera estancia, separada del vestíbulo
por un primer velo, se hallaba el candelabro de oro a la iz­
quierda, y la mesa, sobre la cual se ponían los panes de la
proposición, a la derecha.
Para evitar confusiones conviene advertir que la misma
palabra "Ayiot (en latín Sancta) aquí significa la primera es­
tancia; en cambio en 9, 8 y 9. 25 (y también en 10, 19 y
en 13, 11) designa la segunda estancia, de que se habla en
el vers. siguiente; y en 8, 2 (9, 12 y 9, 24) designa conjun­
tamente entrambas estancias y equivale a santuario.
4. El altar de oro aunque moralmente pertenecía al Lugar
santísimo, estaba con todo colocado delante del segundo velo,
para que los simples sacerdotes, que no podían pasar del
Lugar santo, pudiesen ofrecer el incienso sobre este altar.
5. El propiciatorio era una plancha de oro puro con que
se cubría el Arca de la Alianza. Sobre el propiciatorio se
rociaba la sangre de las víctimas ofrecidas por los pecados
de los sacerdotes y de todo el pueblo el día solemne de la
Expiación: función privativa del Sumo Sacerdote, solo el
cual y sólo en aquel día podía entrar en el «Sancta sanc-
torum».
7. No sin sangre: de los novillos y machos cabríos, que
se inmolaban en la gran solemnidad de la Expiación.
524
§ 349-350 A LOS HEBREOS 9, 11-14

8-10. La primera estancia del tabernáculo, separada del


Lugar santísimo (que aquí se denomina Santo o santuario)
por un velo impenetrable, aparece a los ojos de San Pablo
como símbolo del culto levítico, que incapaz de santificar inte­
riormente al hombre, en vez de acercarle a Dios, es una ba­
rrera que le cierra el paso. Era menester que este velo se
rasgase, como de hecho se rasgó, con la muerte de Cristo.

350. El santuario celeste y eficacia del sacri­


ficio de Cristo. 9, 11-14.
11 Mas Cristo, habiéndose presentado
como Pontífice de los bienes advenideros,
penetrando en el tabernáculo más amplio y más perfecto,
no hecho de manos, esto es, no de esta creación,
12 v no mediante sangre de cabrones y becerros,
sino mediante su propia sangre,
entró de una vez para siempre en el santuario,
consiguiendo una redención eterna.
13 Porque si la sangre de cabrones y de toros
y la ceniza de la becerra
santifican con su aspersión a los contaminados
en orden a la purificación de la carne,
14 ¡cuánto más la sangre de Cristo,
que por el Espíritu Eterno
se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios,
purificará vuestra conciencia de obras muertas,
para que rindáis culto al Dios viviente!

’ii. Los bienes advenideros o que habían de venir son las


bendiciones mesiánicas.
12. El santuario del vers. 12 es el mismo tabernáculo
mencionado en el vers. 11. La distinción entre ambos ha
dado lugar a variadas interpretaciones, todas igualmente in­
admisibles. El llamar al cielo tabernáculo o santuario es una
metáfora, que no hay que extremar, cuyo fundamento o rea­
lidad queda ya declarado anteriormente (8, 2-4).
Consiguiendo una redención eterna: esto es, alcanzando
de Dios el rescate definitivo y perpetuo del hombre.
S25
§ 350-351 A LOS HEBREOS o. 15-22

14. El Espíritu eterno: a pesar de lo insólito de la expre­


sión, no es sino el Espíritu Santo, como traduce la Vulgata.
Cf. 6, 1-6.
Obras tunerías son los pecados. Cf. 6, 1-6.
El sacrificio di; la cruz. Combinando los rasgos acu­
mulados en este vers. con los esparcidos en los tres vers. pre­
cedentes se obtiene una idea bastante completa del sacrificio
de la cruz, cual lo concebía San Pablo. El sacerdote que lo
olrece es Cristo, Pontífice de los bienes advenideros. La víc­
tima inmolada es el mismo Cristo, víctima inmaculada, me­
diante sti propia sangre. En la oblación, con que Cristo se
ofreció a Dios, se notan dos circunstancias: que se hizo bajo
la acción del Espíritu Eterno, y que se efectuó de nna vez
para siempre. Los efectos del sacrificio son: generalmente,
la redención eterna conseguida o la consecución de los bienes
advenideros; particularmente, la purificación de lo concien­
cia, contaminada por las obras muertas o pecados y la potes­
tad de rendir culto en adelante al Dios viviente.

351. La sangre de Cristo, sello del Nuevo Tes­


tamento. 9. 15-22.
15 Y por esto es mediador de un Xncvo Testamcnlo.
a fin de qne. habiendo intervenido muerte
para rescate de las transgresiones
ocurridas durante la primera alianza,
reciban los qne han sido llamados
la promesa de la herencia eterna.
1C Pues donde hay testamento.
menester es que conste la muerte del testador:
17 pues mi testamento es válido en caso de defunción,
por cuanto nunca tiene valor mientras el testador vive.
Por donde tampoco el primero se inauguró sin sangre.
v' Porque Moisés,
recitados todos los mandatos a tenor de la ley
a oídos de todo el pueblo,
tomando la sangre, de los becerras y cabrones
con agua y lana teñida en grana e hisopo,
roció así el libro como a todo el pueblo,
5-’ó
§ 351 A LOS HEBREOS 9. 15-22

20 diciendo (Ex. ¿4, 8):


Ésta es la sangre de la alianza
que para vosotros dispuso Dios.
-* De semejante manera roció también con la sangre
el tabernáculo y todos los objetos del culto.
Ycasi todo según la ley se purifica con sangre,
y shi efusión de sangre no se obtiene remisión.

15-17. La doble significación de la palabra griega diathéke,


que es a la vez alianza y testamento, permite a San Pablo
pasar insensiblemente de la una a la otra, dado que la Nueva
Alianza es un verdadero Testamento, que recibe su validez
de la muerte de Cristo.
15. Jesu-Cristo, Mediador. Para no desfigurar el sig­
nificado de las palabras Mediador y mediación, conviene te­
ner presente que San Pablo, que no llama a Cristo Mediador
cuando habla de su intercesión celeste, le denomina Mediador
cuando aquí y en 1 Tim. 2, 5 le presenta como Redentor.
Para él, lo mismo que para los Santos Padres y los antiguos
teólogos, la redención es verdadera mediación. También lo
es sin duda la intercesión celeste: pero no es lógico circuns­
cribir el concepto de mediación al de intercesión, como hacen
algunos mariólogos. tal vez para poder discutir o atenuar
más libremente la corredención mariana.
19. La sangre... con agua y lana teñida en grana e hisopo:
esto es, la sangre mezclada con agua y recogida en la lana
que envolvía la caña del hisopo. El hisopo, probablemente,
era el orégano.
20. Para vosotros dispuso: más claramente pudiera tra­
ducirse, «para con vosotros ordenó» o «con vosotros con­
certó» .
22. Sin efusión de sangre no se obtiene remisión. Esta
sentencia, proferida con vistas a la sangre del Redentor en
razón de encarecer su necesidad y eficacia, ha servido a los
escritores ascéticos para encarecer la necesidad de la morti­
ficación v de las austeridades cristianas.
§ 35-’ A LOS HF3BREOS 9, 23-28

352. Excelencia y eficacia eteina del sacrificio


único de Cristo. 9, 23-28.
Era, pues, necesario
que las figuras de lo que existe en los cielos,
con estas cosas se purificasen,
mas las cosas mismas celestiales
con víctimas más excelentes que no estas.
24 Pues no entró Cristo en un santuario hecho de mano,
imagen del verdadero,
sino en el ciclo misino,
para presentarse ahora en el acatamiento de Dios
a favor nuestro;
v no para ofrecerse a sí misino repetidas veces,
a la manera que el sumo sacerdote
entra en el santuario año tras año con sangre ajena:
2G pues habría sido necesario que él padeciera muchas veces
desde la fundación del mundo;
mas ahora de una sola vez en la consumación de los siglos
se ha manifestado para la abolición del pecado
mediante sn propia inmolación.
27 Y así como está reservado a los hombres
morir una sola vez,
y tras esto, juicio,
28 así también Cristo,
después de haberse ofrecido una sola vez
para tomar sobre sí los pecados de la muchedumbre.
por segunda vez, sin intervención de pecado,
se manifestará a los que le esperan para sn salud.

23. Las cosas mismas celestiales con victimas más exce­


lentes que 110 éstas se han de purificar: bastaba esta sola frase
para convencer de que cuanto dice San Pablo sobre el San­
tuario celeste hay que entenderlo metafóricamente: de lo
contrario habría de admitirse que en el cielo mismo había
manchas que era menester lavar con la sangre de Cristo.
27. Juicio particular. Tras esto, juicio: parece que
habla San Pablo, principalmente a lo menos, del juicio par­
ticular.
528
§ 35-’ A LOS HEBREOS 9, 23-28

1) E11 efecto, entre el juicio y la muerte se establece una


conexión de sucesión que da a entender que se habla de dos
términos análogos u homogéneos. Ahora bien la muerte es
aquí la muerte única e individual de cada hombre. Luego el
juicio que la sigue es igualmente el juicio individual que si­
gue a la muerte de cada uno.
2) Corrobórase esta interpretación, si se considera que en
orden al juicio universal seria indiferente que los hombres
hubieran muerto una o muchas veces: cosa que no acontece
con el juicio particular.
3) Es, además, de notar el énfasis con que habla el Após­
tol, así tratando de los hombres en general como tratando de
Cristo, de la única vez que se muere, considerando una y otra
muerte como algo decisivo o definitivo. Por tanto, así como
la muerte de Cristo concluye definitivamente la obra de la
redención humana, así la muerte de cada hombre es algo
definitivo que decide de su suerte eterna: decisión, que en­
traña o supone algún juicio de parte de Dios, que no es otro
que el juicio particular.
Otras consideraciones confirman esta misma interpreta­
ción.
4) En la hipótesis, verdadera, de que no todos los hom­
bres morirán, el juicio universal, que será de vivos y muer­
tos, tiene menos conexión con la muerte que el juicio parti­
cular.
5) En 2 Cor. 5, 8-9 se afirma que los justos después de
su muerte y anteriormente a la resurrección de la carne go­
zan de la visión beatífica de Dios, es decir, de la bienaven­
turanza esencial. Para otorgarles este premio de la justicia
es necesario algún juicio previo.
6) No carece de importancia el que la palabra juicio en
el original griego no lleva artículo: y debía de llevarlo, si
designase un hecho tan determinado y de tanto relieve cual
es el juicio universal.
7) Finalmente, la misma palabra original crisis, empleada
aquí por San Pablo para expresar «juicio», parece excluir el
juicio universal. En efecto, cuando habla del juicio universal,
nunca lo llama crisis; y cuando emplea la palabra crisis nunca
habla del juicio- universal. Los otros tres pasajes en que usa
la palabra crisis son: Hebr. 10, 27, donde significa castigo;
529
§ 352-353___________ A LOS HEBREOS______________ io, 1-4

2 Tes. i, 5, donde significa sentencia; 1 Tim. 5, 24, donde


significa proceso humano. En cambio, en esta misma Epís­
tola (6, 2), al referirse al juicio universal emplea la palabra
crinia (Cf. Rom. 2, 2-3).
28. Sin intervención de pecado, o más literalmente sin
pecado. En la primera manifestación o venida de Cristo al
mundo intervino el pecado, el pecado de Adán y de su pos­
teridad, para cuya abolición aceptó el Redentor su propia in­
molación (v. 26); y en razón de esta inmolación y abolición
ya desde su entrada en el mundo (10, 5-10) se ofreció para
tomar sobre si los pecados de la muchedumbre. Pero esto
habia de ser, y fué, de una sola vez para siempre. Por esto,
cuando por segunda vez venga al mundo, no tendrá que to­
mar sobre sí los pecados del hombre para expiarlos; el objeto
de su venida será juzgar a los vivos y a los muertos, y pre­
ferentemente manifestarse a los que le esperan para su eterna
salud.
Los que le esperan: tal es la actitud y la vida toda del
cristiano en este mundo: estar en espera del Señor, velando,
como el prudente padre de familia (Mt. 24, 43) y como los
siervos fieles (Mt. 24, 45); con las lámparas encendidas como
las vírgenes prudentes (Mt. 25, 4); negociando con los talen­
tos recibidos, como los siervos buenos y leales (Mt. 25, 21 ).
Dichosos los que así habrán amado la manifestación del Señor
(2 Tim. 4, 8), suspirando continuamente por este día: Den,
Señor Jesús (Apoc. 22, 20). Maraña tha (1 Cor. 16, 22').

353. Esterilidad de la expiación anual. 10. 1-4.


1 Pues conteniendo la ley
una sombra de los bienes que habían de venir,
no la expresión real de las cosas.
no puede jamás, con los mismos sacrificios
que sin cesar ofrece año tras año,
dar cumplida perfección a los que se llegan;
- de lo contrario, ¿no hubieran cesado de ofrecerse,
por no tener ya ninguna conciencia de pecados
los que rendían este culto,
una vez purificados?
530
§ 353-354 A I.OS HEBREOS io, 5-10

: Al contrario, con ellos año tras año


se renueva el recuerdo de los pecados.
* Porque es imposible
que sangre de toros y cabrones quite los pecados.

10, 1. Expresión real o realización, plasmación; tal es el


sentido de la palabra imagen, empleada aquí por San Pablo,
en oposición a sombra.
1-4. Realidad y Espiritualidad. Con singular relieve
y hasta con crudo realismo se expresa el carácter umbrátil a
la vez y craso de los antiguos sacrificios expiatorios, que,
lejos de purificar la conciencia, no hacen sino renovar el re­
cuerdo de los pecados. Año tras año se recrudece la memoria
de los pecados, siempre los mismos, sin que nunca se borren.
La razón de esta ineficacia es de una evidencia que se entra
per los ojos: porque es imposible que sangre de toros y ca­
brones quite los pecados. Es lo que antes se ha dicho: todos
esos sacrificios no son en fin sino observancias de nna jus­
ticia carnal (8. 10). Por vía de contraste, frente a esa mate­
rialidad umbrátil surge la espiritualidad consistente y realí-
sima del sacrificio de Cristo. Pero en el fondo de este con­
traste, por así decir, ritual late otro contraste transcendente:
entre el criterio pagano y el criterio cristiano. A los ojos del
materialismo pagano sólo lo material es un valor real y esti­
mable; lo espiritual es pura ficción o fantasía. Mas a los ojos
del espiritualismo cristiano lo único que monta, lo que ver­
daderamente posee valor real, es lo espiritual, no lo material,
que pasa como sombra, que se disipa como un sueño. Es lo
que el mismo .Apóstol escribía a los Corintios: no ponemos
nosotros la mira en las cosas que se ven, sino en las que no
se ven. Porque las que se ven son pasajeras; mas las qnc
no se ven, eternas. (2 Cor. 4, 18).

354. Obediencia y oblación del Mesías. 10, 5-10.


5 Por lo cual al entrar en el mundo dice (Sal. 39, p-gj :
Sacrificio y ofrenda no quisiste,
pero me diste un cuerpo a propósito;
11 holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron;
53i
§ 354 A LOS HEBREOS 10, 5-10

7 entonces dije: Heme aquí presente,


En el pomo del libro está escrito de mí:
quiero hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad.
s Diciendo más arriba:
Sacrificios y ofrendas
y holocaustos y sacrificios por el pecado
no los quisiste ni te agradaron,
los que según la ley se ofrecen,
11 entonces ha dicho:
Heme aquí que vengo a hacer tu voluntad.
Suprime lo primero para establecer lo segundo.
1(1 En virtud de la cual voluntad hemos sido santificados
mediante la oblación del cuerpo de Jesu-Cristo
de una vez para siempre.

5. Oblación del Redentor. Al entrar en el mundo: en


el momento mismo de la encarnación. En el seno de la Vir­
gen Madre, el primer sentimiento del Corazón de Jesu-Cristo
es la oblación de su sangre y de su vida por la redención de
los hombres: oblación, que, consumada en la cruz, se perpe­
túa de alguna manera con su actual e incesante ratificación
en su vida celeste. Esta consideración, entre otras, demuestra
que en Jesu-Cristo el carácter de Redentor no es advenedizo
o accidental, sino, en el presente orden de la divina Provi­
dencia, esencial. Cristo fué concebido Redentor, como fué
concebido Dios. De ahí que María, como es verdadera Madre
de Dios, así es con toda verdad y propiedad Madre del Re­
dentor.
7. El pomo del libro es el pomo o esfera que remataba
la parte superior de la vara cilindrica, en torno de la cual se
arrollaba el volumen. Semejante interpretación, propuesta
por el P. José M. de Oleza, S. I. (Analecta Tarraconen-
sia, 3 [1927J, 7-32) parece enteramente satisfactoria. Otros
traducen: en el rollo del libro, o en el volumen del libro, o
en el rollo del volumen, o, calcando la Vulgata. en el principio
o encabezamiento del libro.
10. Santieicación di: la humanidad. Santificados... de
uno vez pora siempre: no quiere decir el Apóstol que la
muerte del Redentor, sin más, santificó personalmente a cada
532
§ 354-355 A LOS HEBREOS io, 11-18

uno de los hombres. Los protestantes mismos exigen por lo


menos la fe para apropiarnos los merecimientos de Cristo.
Lo que quiere decir es que su muerte redentora es el prin­
cipio único v raíz de la santificación de todos los hombres, o
también que con la muerte de Cristo la masa de la huma­
nidad globalmente considerada fué ya virtual o potencial­
mente santificada.
Voluntad de Dios y oblación de Cristo. La voluntad
cu virtud de la cual hemos sido santificados y la oblación del
cuerpo de Jesu-Cristo deben entenderse a la luz de los ver­
sículos precedentes. En v. ~ se dice: quiero hacer, oh Dios,
tu voluntad; y en v. 9: heme aquí que vengo a hacer tu vo­
luntad. La voluntad, por tanto, de que aquí se trata es la de
Dios Padre o de Dios en cuanto Dios, y significa el designio
y el propósito de Dios en orden a la reparación humana. E11
la obra de nuestra salud, según San Pablo, la iniciativa co­
rresponde siempre a Dios Padre. En la oblación del cuerpo
de Jesu-Cristo hay que considerar la oblación y el cuerpo.
La oblación es lo que antes ha dicho: quiero hacer..., heme
aquí... Esta oblación es acto de Cristo hombre, que, conforme
al Salmo citado (39, 9), debe atribuirse especialmente a su
Corazón. El cuerpo, objeto o término de la oblación, se en­
tiende por lo que en v. 5 dice: me diste un cuerpo a propó­
sito para ser inmolado. Con esto, junto a la oblación sacer­
dotal se insinúa la inmolación victimal.

355. Ineficacia de los sacrificios diarios contra­


puesta a la eficacia del sacrificio único
de Cristo. 10, 11-18.
11 V cierto, todo sacerdote está día tras día
desempeñando sus junciones
V ofreciendo muchas veces unos mismos sacrificios,
que no pueden jamás hacer desaparecer los pecados;
12 mas éste, habiendo ofrecido por los pecados
un solo sacrificio de eficacia eterna,
se sentó a la diestra de Dios,
1;; aguardando, por lo demás, a que sus enemigos
sean puestos como escabel de sus pies.
533
§ 355_ __ _____ A LOS HEBREOS^ io, 11-18

14 Porque con una sola oblación


ha consumado para siempre a los que son santificados.
13 Y nos lo testifica también el Espíritu Santo.
Pues después de haber dicho (Jer. 31, 33):
10 Ésta es la alianza que concertaré con ellos,
después de aquellos días, dice el Señor;
pondré mis leyes sobre sus corazones,
y sobre su mente las inscribiré,
17 añade (Jer. 31, 34):
Y de sus pecados y de sus iniquidades
no me acordaré más.
15 Ahora bien, donde hay remisión de esas cosas,
no hay ya más oblación por el pecado.

12. Sacrificio de Cris i o. Otra vez se afirma el sacrifi­


cio de Cristo: en el cual se nota 1) su carácter expiatorio y
propiciatorio: por los pecados; 2) su unicidad: «11 solo sa­
crificio; 3) su eficacia definitiva v eterna; 4) la gloria que re­
dundó en el mismo Cristo, quien se sentó a la diestra de Dios.
13. Cf. 1 Cor. 15, 25-28; Hebr. 2, 8.
14. Ha consumado... : cf. v. 10. Conforme a esto los que
son santificados (participio presente, no pretérito, como pu­
diera dar a entender la versión de la Vulgata) significa los
que con el tiempo van siendo santificados individual o per­
sonalmente. Una cosa es la santificación radical o en prin­
cipio, otra la santificación actual o formal o de hecho.
18. No hay ya más oblación por el pecado: después del
sacrificio de la cruz no es menester ya otro sacrificio distinto
¡jara expiar los pecados de los hombres. Se reproducirá cada
día en nuestros altares el mismo sacrificio, para aplicarnos
sus frutos; mas no se ofrecerá ya otro sacrificio diferente, 110
se inmolará ya otra víctima ofrecida por manos de otro sa­
cerdote. El único sacerdote en el pleno sentido de la palabra,
la única víctima, el único sacrificio es Jesu-Cristo, una vez
ofrecido y perpetuamente renovado.

534
§ 356 A LOS HEBREOS io, 19-25

SEGUNDA PARTE: PARENÉTICA

I. Exhortación general: Perseverancia en la fe


356. Primer motivo de perseverancia: La me­
diación de Cristo. 10, 19-25.
19 Teniendo, pues, hermanos.
segura confianza de entrar en el santuario
en virtud de la sangre de Jesús,
2" entrada que él inauguró para nosotros
como •camino nuevo y viviente a través del velo,
esto es, de su propia carne,
21 y teniendo un sacerdote grande sobre la casa de Dios,
22 lleguémonos con sincero corazón
con plena convicción de fe,
purificados los corazones de conciencia mala
y lavados los cuerpos con agua pura.
23 Mantengamos inconmovible la confesión de la esperanza,
pues fiel es quien hizo la promesa;
24 v consideremos los unos a los otros,
para estímulo de caridad y de buenas obras;
23 no desamparando vuestra común reunión,
según es costumbre de algunos,
antes bien alentándoos,
y tanto más cuanto veis que se acerca el día.
19-20. Las alusiones y atrevidas metáforas de este pasaje
reclaman alguna declaración. Ante todo hay una alusión, que
pudiéramos llamar fundamental, al segundo velo del templo,
a través del cual penetraba el Pontífice con la sangre de las
víctimas en el Lugar Santísimo. Otra segunda alusión re­
cuerda el velo del templo que se rasgó de alto a bajo al mo­
rir el Redentor. Luego, una osada metáfora presenta la car­
ne del Salvador, rasgada con los clavos y principalmente con
la lanza, como el velo rasgado, a través del cual entramos en
el santuario celeste. Pero además las palabras del Apóstol
sugieren una aplicación, asombrosamente exacta, a la aber-
535

36
§ 356-357___________ A LOS HEBREOS_____ io, 26-31

tura del sagrado costado, que nos brinda franca entrada al


santuario de su Santísimo Corazón.
22. Lavados ¡os cuerpos con agua pura: por el Santo
Bautismo.
23. Cf. 6, 13-18.
24. Para estimulo de la caridad: lo que puede estimular
la caridad de unos con otros, bajo distintos aspectos, son los
buenos ejemplos y las necesidades que se padecen.
25. El día del juicio de Dios. Ignoraban los Hebreos cris­
tianos, deslumbrados por el esplendor de la liturgia levítica,
que aquel templo dentro de pocos años iba a ser pasto de las
llamas, y con él todos los ritos de la Ley. La destrucción de
Jerusalén y del templo es para el Apóstol imagen y, a la vez.
inauguración del último juicio de Dios.

357. Segundo motivo: Castigos de la apostasía.


10, 26-31.
26 Porque si deliberadamente pecamos,
después de haber recibido el conocimiento de la verdad,
110 queda ya sacrificio por los pecados,
27 antes una pavorosa expectación del juicio
v el ardor vengativo del fuego
dispuesto a devorar a los enemigos.
28 En atropellando uno la ley de Moisés,
sin compasión es llevado a la muerte
sobre el dicho de dos o tres testigos:
20 /de cnanto peor castigo pensáis será juagado digno
el que pisoteó al Hijo de Dios,
V consideró como profana la sangre de la alianza
con que fué santificado,
v ultrajó al Espíritu de la gracia?
•jo pltes conocemos al que dijo:
A nú me corresponde la venganza.
yo daré a cada litio su merecido:
y otra vez (Dt. ?2, 35-36):
Juzgará el Señor a su pueblo.
21 Horrendo es caer en manos de Dios vivo.
§ 357-35*'* A LOS HEBREOS _ io, 32-39

26. No queda ya sacrificio...: no el de Cristo, que volunta­


riamente rechazamos; no los de la Ley, que son ineficaces
para borrar pecados. Tal es el sentido de estas palabras, no
el de que el pecador no pueda ya obtener perdón para sus
pecados.
27-31. Justicia y juicio de Dios. I.a contemplación de
los misterios divinos 110 debe hacernos olvidar del santo lé­
mur de Dios. Por esto el Apóstol nos hace aqui considerar
cuán horrendo es caer cu manos del Dios viviente; “para
que, como decía San Ignacio de Loyola, si del amor del Se­
ñor eterno me olvidare por mis faltas, a lo menos el temor
de las penas me ayude para no venir en pecado» No
son fieles a la doctrina de San Pablo y a la del mismo divino
Maestro los que pretenden eliminar de la espiritualidad cris­
tiana el temor de Dios.
29. Tres circunstancias señala San Pablo en el pecado de
apostasia, que revelan toda su gravedad v malicia: 1) que
pisotea al Hijo de Dios, menospreciando o desdeñando su
redención; 2) que considera como profana la sangre de la
alianza, desconociendo la santidad del que con tanto amor la
derramó por nosotros; 3) ultraja al Espíritu Santo, que por
ser el Amor subsistente y el supremo don de Dios a los
hombres, justamente es llamado el Espíritu de la gracia.
Cf. 6, 6. Estas tres circunstancias se hallan, proporcionalmen­
te. en todo pecado grave deliberadamente cometido.
32. Iluminados: es decir, bautizados. Cf. 6, 4.

358. Tercer motivo: Recuerdos y esperanzas.


10, 32’39-
32 Acordaos de los días pasados,
en que, habiendo sido iluminados,
soportasteis recio combate de padecimientos;
33 hechos, por una parte, blanco de ludibrios y tribulaciones
como en público espectáculo,
V por otra parte, hechos solidarios
de los que se hallaban en semejante situación.
■u Pues compartisteis las penas de los encarcelados,
537
§ 358-359___________ A LOS HEBREOS _________ n, 1-7

v acogisteis con gozo el robo de vuestros bienes,


sabiendo que poseéis una hacienda mejor y permanente.
Xo perdáis, pues, vuestra conjianza
a la cual está vinculada una gran recompensa.
Porque tenéis necesidad de paciencia;
a fin de qne. habiendo cumplido la voluntad de Dios,
alcancéis la promesa.
:i; Porque (Hab. 2. y-fi):
Todavía un poquito, tantico, tantico,
y el que ha de venir vendrá, y no tardará;
:1N y mi justo por la fe vivirá,
y si se acobardare, no se agradará mi alma en él.
•!y Mas nosotros no somos hombres de cobardía
para perdición,
sino de je para salvamento del alma.

33-34. Para alentarlos, dos cosas recuerda el Apóstol a


los Hebreos: la fortaleza con que en tiempos pasados sufrie­
ron las tribulaciones y la caridad con que socorrieron a los
hermanos atribulados.
Sabiendo qne poseéis en el cielo una hacienda mejor: tal
es la consideración con que se alienta el cristiano a sobre­
llevar pacientemente los atropellos de la injusticia humana.
36. Cumplir la voluntad de Dios y entre tanto aguardar
con paciencia y longanimidad la promesa divina: magnífico
programa de vida cristiana.
38. Mi justo por la je vivirá: cf. Rom. 1. 17: Gál. 3, 11.
Se complace San Pablo en citar este texto de Habacuc, en
que se presenta la fe como raíz y la vida eterna como fruto
de la justicia y santidad.

359. Cuarto motivo: Ejemplos de fe de los an*


tiRuos: Abel, Enoc, Noé. 11, 1-7.
’ lis la je convicción de las cosas qne se esperan,
argumento de las qne no se ven.
- Pues por ella merecieron lesliniottio javorable
los antepasados.
538
§ 359 A LOS HEBREOS______________ 11, 1-7

:: Por la je entendemos haber sido los mundos


aparejados por la palabra de Dios,
de suerte que no de cosas que estuvieran a la vista
ha sido producido eso que se ve.
' Por la je ojreció Abel a Dios
un sacrificio superior al de Caín,
por el cual mereció testimonio de que era justo,
dando Dios testimonio favorable sobre sus ofrendas;
y por ella, muerto ya, habla todavía.
5 Por la je Enoc fué trasladado para que no viese la muerte;
y 110 compareció,
puesto que Dios le había trasladado ÍGen. j. 2.[):
Porque anteriormente al traslado
había merecido testimonio
de haber sido grato a Dios.
u Ahora bien, siit fe es imposible ser grato;
pites es necesario que quien se llega a Dios
crea que existe
y que es rentunerador para los que le buscan.
7 Por la fe, Noé,
avisado por Dios de cosas que todavía no se veían,
inspirado por un religioso temor
construyó un arca para salvación de su casa;
fe, por la cual condenó al mundo,
y fué constituido heredero de la justicia
que es según la fe.

11, 1. Definición de la fe. La fe de que habla el Após­


tol es la actual, es decir, el acto de la fe. De dos maneras la
define. Es, primeramente, una convicción de las cosas que se
esperan, esto es, una convicción o persuasión racional que
nos hace mirar como real y subsistente el mundo sobrena­
tural ; o, en términos más teológicos, un asentimiento de la
inteligencia a la palabra de Dios que nos ha revelado la
economía de la salud humana. Es, además, la fe un argumen­
to de las cosas que no se ven, es decir, tiene la eficacia de la
demostración más convincente, por cuanto comunica por sí
misma al espíritu la certidumbre que normalmente producen
los argumentos. La fe no ve; mas está tan cierta y segura de
la verdad que no ve, como si la viera con sus ojos y la pal­
539
§ 359^_______ ______ A LOS HEBREOS____________ ¿7

pase con sus manos. No es, por tanto, la fe, como pretendían
los antiguos protestantes, una ciega confianza de la voluntad,
ni tampoco, como pretenden los protestantes liberales y los
modernistas, un sentimiento del corazón. Cf. Teología de San
Pablo, p. 841-851.
2. Por ella merecieron testimonio...: por semejante fe se
distinguieron los antiguos santos del pueblo de Dios, y por
ella obtuvieron testimonio de que eran justos, y gratos al
Señor. Cf. vers. 4.
3. Por la je enfeudemos: la fe es acto de la inteligencia,
acto a la vez de conocimiento y de adhesión.
Los mundos: literalmente los siglos, esto es, el universo
entero sujeto a las vicisitudes de los siglos.
Aparejados: artificiosamente dispuestos y ordenados.
En el primer hemistiquio de este versículo habla San Pa­
blo, principalmente, de la segunda creación, esto es, de la
obra sucesiva de los seis días. En cambio, en el segundo ha­
bla de la primera creación: donde la expresión no de cosas
que estuvieran a la vista quiere decir «no de materia preexis­
tente». Es la creación ex iiiltilo.
4. Habla todavía: hermosa alusión a la voz de su sangre.
Como diciendo: el clamor de su sangre, que pedia venganza,
pronto cesó; mas no ha cesado, ni cesará jamás, el clamor
de su fe y de sn justicia.
5. Que Enoc no murió, lo afirma San Pablo. A dónde
fué trasladado, no lo sabemos. Que volverá al fin del mundo,
juntamente con Elias, como precursor de Cristo Juez, es tra­
dición antiquísima y respetable.
6. Necesidad de la fe. La fe, condición y raíz de la jus­
tificación, es necesaria y absolutamente indispensable para la
salvación. San Pablo mismo da la razón de semejante nece­
sidad. Pues es necesario, dice, que quien se llega a Dios con
el espíritu, con la oración, con el culto, crea dos cosas: que
existe, y que es remunerador para los que le buscan. Porque
quien no cree en la existencia de Dios, ¿cómo pensará en
llegarse a él? Y quien no cree, en un Dios remunerador. ¿con
qué alientos emprenderá el arduo camino de la justicia? El
540
§ 359-36» A ¡.OS HEBREOS 1i. 8-i0

puro amor de las divinas perfecciones, si basta a los perfec­


tos para el heroísmo de la santidad, no basta normalmente a
los que comienzan a servir al Señor.
", Las cosas que todavía no se veían: esto es, el diluvio
que había de sobrevenir 120 años más tarde.
Condenó al inundo: la fe de Noé, contrastando con la in­
credulidad universal, puso de manifiesto la perversidad del
mundo.

360. Abrahán y Sara, n, 8-19.


s Por la fe. Abrahán, al ser llamado, obedeció
saliendo para el lugar que había de recibir en herencia,
y salió sin saber a dónde iba.
9 Por la fe emigró a la tierra de la promesa,
como a tierra extraña,
habitando en tiendas de campaña,
lo mismo que Isaac y Jacob,
los coherederos de la misma promesa:
10 porque aguardaba aquella ciudad
asentada sobre los fundamentos,
cuyo artífice y constructor es Dios.
” Por la fe también la misma Sara cobró vigor
para la fundación de un linaje,
aun fuera de la sazón de la edad,
pues tuvo por fiel al que había hecho la promesa.
12 Por lo cual también de uno solo, y éste amortecido,
procedieron (Gen. 22, 17):
como las estrellas del cielo en muchedumbre.
y como la arena que está en la ribera del mar, innumerable.
13 En la fe murieron todos estos
sin haber ellos logrado las promesas,
sólo de lejos viéndolas y saludándolas,
y confesando que eran extraños
y forasteros sobre la tierra.
” Pues los que tal dicen, dan bien a entender
que andan en busca de una patria.
15 Y si se refirieran a aquella de la cual habían salido
ocasión tuvieran de retornar;
54i
§ 3<>o A LOS HEBREOS ii, S-19

Vi mas ahora pretenden una mejor, esto es, celestial.


Por lo cual no se avergüenza Dios de ellos
ni tiene a menos el ser apellidado Dios suyo:
como que les había preparado una ciudad.
17 Por la je, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac;
y el que había recibido la promesa ofrecía al unigénito,
1S respecto del cual le fue dicho (Gen. 22, 1-10):
En Isaac tendrás una posteridad
que llevará tu nombre;
10 pensando para sí que poderoso es Dios
aun para resucitar de entre los muertos:
por donde la recobró también en figura.

10. Aquella ciudad: la celeste y eterna, en la cual tenía


Abrahán puestos los ojos de su fe, mientras moraba en tien­
das portátiles.
11. Para la fundación de un linaje: para la concepción de
un hijo, que había de iniciar la posteridad de Abrahán y el
pueblo de Israel.
Pues tuvo por fiel...: con estas palabras expresa el Após­
tol el motivo (o, en términos teológicos, el objeto formal), par­
cial a lo menos, de la esperanza: la fidelidad de Dios en cum­
plir sus promesas. Cf. 10, 23.
13-16. Señala admirablemente San Pablo la espiritualidad
de la fe de aquellos primitivos Patriarcas .
19. Pensando... que poderoso es Dios: es la misma con­
sideración con que San Pablo en la Epístola a los Romanos,
en un contexto totalmente diferente, enaltece el mérito de la
fe de Abrahán (Rom. 4, 17-23). Esta profunda identidad de
pensamiento es uno de los numerosos indicios que delatan el
origen Paulino de la Epístola a los Hebreos.
Le recobró también en figura: la preservación de Isaac
se convirtió en figura o tipo de la resurrección de Jesu-Cristo:
como también el sacrificio del unigénito, espiritualmente con­
sumado en el corazón del padre y místicamente realizado en
la inmolación del carnero, figuró hermosamente el sacrificio
sangriento del Redentor.

54-
§ 361-362 A LOS HEBREOS 11, 20-22; 11, 23-19

361. La fe de Isaac, Jacob y José. 11, 20-22.


20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú
aun acerca de cosas por venir.
21 Por la fe, Jacob, al morir,
bendijo a cada uno de los hijos de José
y adoró apoyado sobre la extremidad de su vara.
22 Por la fe, José, a punto de tnorir,
recordó el éxodo de los hijos de Israel,
y dió disposiciones acerca de sus restos.

21. Adoró...: esta expresión ambigua y oscura, literal­


mente traducida suena: adoró-inclinado sobre (o hacia) la
extremidad de su vara. Del sentido que se dé a la preposición
griega epi (sobre o hacia) depende el sentido total de la
frase. El sentido más obvio y más conforme con la gramática
es, traduciendo epi por sobre: [Jacob] inclinado adoró [a
Dios] [apoyándose] sobre la extremidad de su [propio] bácu­
lo. Traduciendo epi por hacia, el sentido sería el sugerido por
la Vulgata: [Jacob] inclinado adoró [a José] [volviéndose]
hacia la extremidad de su vara [de José]. De todos modos el
texto del Génesis citado por San Pablo (47, 31) es el de la
versión Alejandrina de los Setenta. El texto masorético re­
producido en la versión de San Jerónimo es: «Adoravit Is-
íael Deum. conversus ad lectuli caput». La diferencia está en
que los Setenta leyeron Mattéh (vara o báculo), mientras que
los Masoretas leyeron Mittáh (lecho). Es curiosa la nota de
San Jerónimo sobre este pasaje del Génesis (ML 23, 1002-
1003).

362. La fe de Moisés. 11, 23-29.


23 Por la fe, Moisés, así que nació,
fué tenido oculto fres meses por sus padres,
como vieron lindo al niño,
y no temieron el edicto del rey.
21 Por la fe, Moisés, hecho mayor,
repudió el ser llamado hijo de la hija de Faraón,
25 eligiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios
que tener el goce pasajero del pecado,
543
§ 362-363 A LOS HEBREOS 11, 30-40

2,: reputando como mayor riqueza el oprobio de Cristo


que no los tesoros de Egipto;
pues tenía puesta la mira en el galardón.
27 Por la fe abandonó el Egipto,
sin temer la cólera del rey,
pues, como si viera al invisible, cobró esfuerzo.
•js por ia je celebró la Pascua y la aspersión de la sangre,
para que el exterminado/' no tocase sus primogénitos.
Por la fe pasaron el mar Rojo, como por tierra enjuta:
en el cual habiéndose aventurado los egipcios
fueron tragados.
26. El oprobio de Cristo: prefigurado en las persecuciones
de que era objeto el pueblo de Israel.
El tener puesta la mira en el galardón divino en ninguna
manera se opone a la perfección del amor de Dios: de lo con­
trario no lo contara San Pablo entre los méritos de Moisés.
La esperanza y la caridad hermanas son, que no rivales.
27. Abandonó el Egipto: sacando de allí el pueblo de Israel.

363. Otros ejemplos de fe. j 1, 30-40.


;t0 Por la fe se desplomaron los muros de Jericó,
después de rodeados por siete días.
31 Por la fe Rahab la ramera no pereció con los rebeldes,
por haber acogido en paz a los exploradores.
32 Y ¿a qué seguir diciendo?
Porque me faltará el tiempo,
si me pongo a discurrir acerca de Ccdeóti.
Paroc. Sansón, Jefté,
David 31 Samuel y los profetas;
3:1 los cuales por la fe conquistaron reinos,
obraron justicia,
alcanzaron promesas,
taparon bocas de leones,
34 extinguieron la violencia del fuego,
escaparon al filo de la espada,
convalecieron de la enfermedad,
se hicieron fuertes en la guerra,
abatieron campamentos de extranjeros.
544
§ 363 A LOS H LE REOS IT, 3O-4O

35 Recobraron algunas mujeres a sus difuntos.


gracias a una resurrección.
Mas otros fueron estirados en el potro,
no admitiendo la liberación por rescate,
a fin de alcanzar más aventajada resurrección.
:1‘: Otros experimentaron ludibrios y azotes
y además cadenas y cárcel.
17 Fueron apedreados, sometidos a prueba, aserrados,
murieron al filo de la espada,
anduvieron errantes,
cubiertos de zamarras, de pieles de cabras,
faltos de todo, atribulados, vejados;
3S de los cuales no era digno el mundo:
extraviados por despoblados y montes
y cuevas y cavernas de la tierra.
39 1' todos éstos, si bien acreditados
con tales testimonios por razón de su fe.
no vieron cumplida en sí mismos la promesa;
4,1 disponiendo Dios próvidamente
algo mejor acerca de nosotros,
a fin de que 110 llegasen sin nosotros a la consumación.

31. Ror la je Rabal’...: Santiago en su Epístola (2, 25)


atribuye la justificación de Rahab a sus obras, mientras que
San Pablo atribuye a su fe su salvación. Ambas afirmaciones,
lejos de contradecirse, se completan y aun suponen mutua­
mente. Pues las obras, que ensalza Santiago, nacían de la
fe, y la fe. que enaltece San Pablo, se traducía en obras, dado
que, como añade a continuación, no pereció,... por haber aco­
gido en paz a los exploradores.
33. Conquistaron reinos: como los Jueces y David.
Obraron justicia: como principalmente Samuel y David.
Alcanzaron promesas: como el mismo David la promesa
de un trono eterno.
Taparon bocas de leones: como Daniel en el lago de
Babilonia.
34. Extinguieron la violencia del fuego: como los tres jó­
venes hebreos de Babilonia.
Escaparon al filo de la espada: como David, que escapó
545
§ 3<>3 A LOS HEBREOS n, 30-40

de las manos de Saúl; Elias, de las iras de Jezabel; Elíseo,


de la espada de Jorán.
Convalecieron: como el piadoso rey Exequias.
Fuertes en la guerra: como los Jueces y David.
.Abatieron campamentos de extranjeros: como principal­
mente los Macabeos.
35. Algunas mujeres: como la viuda de Sarepta y la Su-
namitis, cuyos hijos fueron resucitados por los profetas Elias
y Eliseo.
Estirados en el potro: como el integérrimo anciano Eleá-
zaro en el libro segundo de los Macabeos.
36. Experimentaron ludibrios: como los siete hermanos
llamados Macabeos, y también Sansón y Eliseo, Job y To­
bías.
Acotes: como los hijos de Israel en Egipto.
Cadenas y cárcel: como Miqueas y Jeremías.
37. Apedreados: como Nabot Jezraelita y Zacarías, hijo
de Joiadas.
Sometidos a prueba: como el paciente Job.
Aserrados: como Isaías, según la tradición.
Al jilo de la espada: como tantos profetas bajo el reinado
del impío Acab.
Anduvieron errantes: como David y Elias.
Cubiertos de zamarras...: como Elias y Eliseo.
Faltos de todo...: como David. Elias y muchos heles Is­
raelitas en tiempo de los Macabeos.
38. Extraviados...: como David, perseguido por Saúl,
los cien profetas perseguidos por Jezabel, y Matatías con sus
hijos.
39. No vieron... la promesa: no lograron ver con sus ojos
al Mesias prometido y tan ansiosamente esperado.
40. Disponiendo Dios...: que ellos aguardasen la reali­
zación de la promesa, para dar tiempo a las generaciones de
justos que habían de venir, a fin de que todos juntos llegasen
a la consumación de la vida eterna por la universal resu­
rrección.
546
§ 364 A LOS HEBREOS i-L i-3

II. Exhortación especial: Constancia en las


tribulaciones

364. El ejemplo de Cristo. 12, 1-3.


1 Por tanto, también nosotros, teniendo tantos testigos,
que a manera de nube nos rodean,
sacudiendo toda carga
y el pecado que apretadamente nos asedia,
corramos por medio de la paciencia
la carrera que tenemos delante,
2 lijos los ojos en el jefe iniciador
y consumador de la je, Jesús.
el cual, en vez del gozo que se le ponía delante,
sobrellevó la cruz, sin hacer caso de la confusión,
y está sentado a la diestra del trono de Dios.
3 Porque recapacitad
mirando al que tal contradicción sostuvo contra sí
de parte de los pecadores,
a jin de que no desfallezcáis,
aflojada la resistencia de vuestras almas.

12, 1. Testigos: son los héroes de la fe, que el Apóstol


acaba de celebrar; los cuales, como los espectadores en las
gradas del circo o del anfiteatro romano, a manera de nube
nos cercan, contemplando nuestro esfuerzo en la lucha. Todo
este pasaje está lleno de alusiones a los certámenes atléticos:
otro punto de contacto entre la Epístola a los Hebreos y
las demás Epístolas del Apóstol.
Toda carga: que nos pueda embarazar en la carrera.
La carrera: es en el original, y en los mejores códices de
la Vulgata, lo que los gramáticos llaman acusativo interno o
cognatae significafionis. Se dice correr la carrera, como vivir
vida feliz, morir muerte desdichada, juzgar justicia...
2. Iniciador o autor y consumador de la fe: expresiones
profundas cuya plenitud teológica no es fácil agotar. Jesús
es autor, o según la fuerza de la palabra original «jefe y
547
§ y>4-3<>5_____ A LOS HEBREOS ____ 12. 4-i3

guía» o «caudillo y conductor» de la fe, por cuanto con su


palabra de luz y de aliento y con su ejemplo estimulante y
avasallador nos guía y vigoriza para correr la carrera de la
fe, que él mismo, delante de nosotros, ha inaugurado y re­
corrido hasta alcanzar la meta. Es también consumador de
la fe, por cuanto con su sangre ha comunicado a nuestra fe
la capacidad de merecer la corona de la vida eterna. Estas
dos expresiones corresponden a las empleadas anteriormen­
te (3, í) por el mismo .Apóstol, al llamar a Jesu-Cristo
«Apóstol y Pontífice» de nuestra fe.
Pn vez del gozo: otros traducen: ante el gozo que se le
ponía delante como galardón... Creemos que esa interpreta­
ción además de violentar el sentido de las palabras, oscurece
y rebaja el sublime desinterés con que Cristo se abrazó con
la cruz.

365. Las tribulaciones, muestra del amor pater­


nal de Dios. T2, 4-13.
' Todavía no habéis resistido hasta derramar sangre
luchando contra el pecado;
5 y os habéis olvidado de la exhortación,
que habla con vosotros como con hijos (Prov. j, 11-12):
Hijo mío, no tengas en poco la corrección del Señor,
ni caigas de ánimo al ser reprendido por él:
*’ ¡jorque a quien ama corrígele el Señor,
v azota a todo hijo que por suyo reconoce.
‘ A vuestra corrección va encaminado cnanto sufrís:
como con hijos se ha Dios con vosotros:
porque, ¿qué hijo hay a quien no corrige sn padre?
s )’ si os quedáis sin corrección.
de la cnal han participado todos,
será qne sois bastardos y no hijos.
■’ Además, a nuestros padres según la carne
los teníamos como corredores y los reverenciábanlos:
.110 nos sujetaremos con mucha más razón
al Padre de los espíritus, y viviremos.'
Porque ellos educaban para pocos dios,
según sn propio arbitrio;
3¿5_ __________ A LOS HEBREOS I2> 4-1,3

mas él con miras a lo provechoso


para que participemos de su santidad.
11 Toda educación mirando a lo presente,
no parece ser cosa de gozo, antes de pena;
pero más tarde rinde fruto apacible de justicia
a los ejercitados en ella.
12 Por lo cual, enderezad las manos relajadas
y las rodillas aflojadas (Is. 35, 3),
13 y rectificad las pisadas de vuestros pies (Prv. q, 26. LXX),
a fin de que lo cojo no se esguince,
sino más bien se can'.

4. De la imagen de la carrera pasa San Pablo a la de la


lucha o pugilato.
Hasta derramar sangre: expresión vigorosa de los bríos
y aceros con que hay que resistir a la tentación y luchar con­
tra el pecado.
5. Otro cambio de imágenes: de los certámenes atléticos
a la educación paterna. Esta incoherencia de imágenes, unida
a la más estricta coherencia de pensamiento es otro de los
rasgos Paulinos en esta Epístola.
7. Sufrís: otros traducen en imperativo: para vuestra edu­
cación sed sufridos: esto es, para lograr el fruto de vuestra
educación sobrellevad pacientemente los castigos de vuestro
Padre celestial. El indicativo, que hemos preferido, parece
más conforme al contexto.
7-8. Es lindo, como suyo, el comentario del P. Alonso Ro-
diiguez: «Como venios acá, que cuando un padre halla a su
hijo haciendo alguna travesura, luego le reprende y castiga,
porque es su hijo y le ama como a hijo, y desea que sea bue­
no y virtuoso; pero al que no es su hijo, aunque le vea hacer
alguna cosa nial hecha, déjale, y no le dice nada, ni hace caso
de él, porque 110 es su hijo: allá su padre mire por él, y le
doctrine bien, que a mí 110 me toca» (Ejercicio de perfección
y virtudes cristianas, p. 3, tr. 8, c. 1).
(). Nuestros padres según la carne: más a la letra los pa­
dres de nuestra carne; la expresión correlativa: Padre de los
espíritus o de las almas, indica que el alma humana no procede
549
§ 365-366 A LOS HEBREOS 12, 14-17

de los padres carnales por vía de generación, sino inmediata­


mente de Dios por vía de creación.
10. Doble contraste entre la educación de los padres car­
nales y la educación del Padre celestial. Los padres carnales
proceden a las veces en sus castigos por arbitrariedad o ca­
pricho : el Padre celestial modera los castigos con su infinita
sabiduría y bondad. Además el fruto de la educación humana
no se extiende más allá de los términos de esta vida: los pro­
vechos de la corrección divina alcanzan la eternidad.
11. Deberían tener presente esta sentencia de San Pablo
los que se empeñan en suprimir de la educación toda penalidad.
Si es loable el suavizarla, es temerario el querer reducirla a
puro juego. Afas si la raíz es amarga, los frutos son regala­
dísimos.
13. No se esguince: usamos el verbo csgiíinzar(sc), nor­
malmente derivado del sustantivo esguince, aun cuando no
esté en el Diccionario de la Academia, por ser una traducción
exactísima del verbo original. Los otros verbos sinónimos o
afines son menos aptos: distender(se), por excesivamente téc­
nico; relajar(se) o torcer(sc), por demasiado flojos; dislo­
carse), por demasiado fuerte.

366. Necesidad de la paz y la santidad. 12, 14-17.


14 Procurad con empeño la paz con todos y la santidad,
siu la cual nadie verá al Señor,
15 estando a la mira, no sea que alguno,
por andar rezagado, se quede sin la gracia de Dios;
no sea que alguna raíz de amargura, retoñando,
ocasione turbación
V sean por ella inficionados los más:
1G no sea que se halle algún fornicario o irreligioso
como Dsat't. que por una vianda entregó) su mayorazgo.
17 Pues ya sabéis que más tarde,
por más que quiso heredar la bendición, jué reprobado;
y no obtuvo el arrepentimiento.
por mucho que aun con lágrimas lo buscó.

550
§ 366-367 A LOS HEBREOS 12, l8-29

14-16. Paz y santidad. La paz con todos y la santidad


compendian toda la exhortación moral de estos vers. La paz
resume las relaciones con los hombres; la santidad, los debe­
res para con Dios. La paz, fruto de la justicia, excluye toda
amargura qne ocasione turbación. La santidad, que es pureza
consagrada a Dios, excluye la fornicación y la irreligiosidad.
Galardón de la paz y de la santidad será la gracia o la dádiva
de Dios, que es aquí, como en Rom. 6, 23, la vida eterna, en
la cual el hombre pacífico y santo verá al Señor.
i;. El arrepentimiento de que se habla, no es, .como algu­
nos han imaginado, el de Esaú, sino el de Isaac: quien, a pesar
de las lágrimas de Esaú, no retractó la bendición dada a
Jacob, no se arrepintió de ella.

367. Ventajas y obligaciones de la nueva alian*


za. 12, 18-29.
Porque no os habéis llegado a un fuego y niebla
y lobreguez y tempestad,
en que todo ardía y se andaba a tientas,
19 y a un son de trompeta y voz de palabras,
la cual los que oyeron
demandaron que no se les añadiese palabra;
20 porque no podían soportar lo que se les ordenaba:
Aun si una bestia tocare el monte,
será apedreada (Ex. 19, 12-13):
21 y—¡tan espantoso era el espectáculo! —
Moisés dijo: Espantado estoy y estremecido (Ex. 19, 16);
22 sino que os habéis llegado al monte Sión
y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celeste,
a miríadas de ángeles, a la festiva asamblea
23 v a la Iglesia de los primogénitos,
inscritos en el censo de los cielos,
y al Juez, Dios de todos,
v a los espíritus de los justos llegados a la consumación,
24 y al Mediador de la nueva alianza, Jesús,
y a la sangre de la aspersión,
que habla mejor que la de Abel.
2:1 Mirad no recuséis al que habla;
55i

37
§ 36/ A LOS HEBREOS 12, l8-2()

porque si aquellos no escaparon,


por haber recusado
al que en nombre de Dios hablaba sobre la tierra,
mucho más nosotros los que rechacemos
al que habla desde los cielos;
2,1 cuya voz entonces conmovió la tierra,
y ahora ha prometido, diciendo:
Una vez más yo sacudiré no solamente la tierra,
sino también el cielo (Ag. 2, 6-?).
27 V eso de una vez más declara el cambio
de las cosas que son conmovidas,
como hechas que son,
a fin de que subsistan las que no son conmovidas.
2S Por lo cual, recibiendo un reino inconmovible,
mostremos reconocimiento,
por el cual demos a Dios culto agradable,
con reverencia y temor.
29 Porque nuestro Dios es juego devorador.

18-21. Pintura magnífica de las circunstancias terroríficas


que acompañaron la primera Alianza del Sinaí.
22-24. Pintura no menos espléndida de la Nueva Alianza,
que, sin ser un régimen de terrorismo, como la antigua, no ha
de inspirar menos reverencia y sagrado temor.
22. Sión: como símbolo de la Nueva Alianza, contrapues­
to al Sinaí, símbolo de la Antigua: contraste análogo al de Je-
rusalén y Sinaí en la Epístola a los Gálatas (4, 21-31).
La ciudad del Dios vivo o la Jcrusalén celeste es la Igle­
sia en toda su integridad.
A miríadas de ángeles, a la festiva asamblea...: estas frases
pueden puntuarse e interpretarse de tres diferentes maneras:
a) «A miríadas de ángeles en festiva asamblea...» : seme­
jante interpretación acreditada por la autoridad de los anti­
guos expositores y de las versiones latinas y siríacas, sería pre­
ferible, si el dativo panegyrci afectase a un verbo o por lo me­
nos a un nombre verbal; pero unido a los sustantivos miríadas
de ángeles no parece pueda tomarse como dativo de modo.
b) «A miríadas, a la festiva asamblea de los ángeles...» :
en esta interpretación, miríadas sería un término genérico, es-
55>
A LOS HEBREOS 12. 18-29

pecificado luego por los dos miembros siguientes; mas seme­


jante término genérico, puramente numérico, resulta muy frió
en un contexto tan cálido.
c) La puntuación adoptada en el texto; que, en definitiva
es preferible; ni merece consideración la dificultad, de que en
semejante puntuación la expresión «festiva asamblea», seguida
de la Iglesia de los primogénitos, resultaría pleonástica. Si ese
criterio valiera, ¿no serían igualmente pleonásticas las expre­
siones precedentes la ciudad del Dios vivo, la Jerusalcn ce­
leste, con que se designa también la Iglesia?
23. Primogénitos: todos los fieles en la ciudad y casa de
Dios tienen la dignidad y derechos de primogénitos.
Inscritos en el censo de los ciclos: como ciudadanos, a par
de los ángeles. Cf. 11, 10; 11, 16; 13, 14; Filp. 3. 20.
Al lites, Dios de todos: tal es el orden de las palabras en
el texto original, y tal parece ser también su puntuación más
obvia y natural. Y si así es, el Juez parece ser Jesu-Cristo,
quien es consiguientemente Dios de todos, o, como dice el mis­
mo Apóstol a los Romanos (9, 5), Dios sobre todas las cosas.
Si hubiera de puntuarse: Al Juez, Dios, de todos de modo que
el genitivo de todos dependiese de Juez, la frase resultaría en
extremo violenta: violencia, que tan fácilmente hubiera podi­
do evitarse, cambiando el orden de las palabras: “A Dios,
Juez de todos», o bien «Al Juez de todos, Dios», como lee la
Vnlgata, sin otro apoyo documental.
Los espíritus de los justos: las almas de los fieles que des­
cansan en el Señor; llegados a la consumación: de la bienaven­
turanza esencial antes de la resurrección de los muertos. Cf. 9,
27: 2 Cor. 5, 8).
24. Completa y corona este magnífico cuadro la amable figu­
ra del Mediador de la Nueva Alianza, Jesu-Cristo, cuya san­
gre habla mejor que la de Abel: no clamando venganza, sino
pidiendo misericordia y clemencia.
27. Como hechas que son: es decir, hechas de tal condición,
que su misma mutabilidad sea principio de su desaparición,
a fin de que sólo subsistan las que no son conmovidas.
29. Fuego devorador: expresión metafórica, qne pinta al
553
§ 367-368 A LOS HEBREOS 13, 1-6

vivo lo terrible de la justicia de Dios; quien, con fuego ven­


drá a juzgar el mundo, y con fuego eterno castigará a los
impíos.

II. Recomendaciones particulares

368. Caridad, pureza, desinterés. 13, 1-6.


1 .Manténgase la caridad fraterna.
- De la hospitalidad no os olvidéis;
pues por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
.Acordaos de los prisioneros,
como compañeros do sus prisiones;
de los que sufren vejaciones,
como que también vosotros arrastráis ese cuerpo.
4 Sea para todos el matrimonio cosa digna de honor.
V el trato conyugal sea inmaculado;
porque a fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.
•' Sea vuestro proceder exento de avaricia,
contentándoos con lo qne de presente tenéis;
puesto qne él ha dicho:
No, no te dejaré ni te abandonaré (Dt. ¿i, 6-8);
''' de suerte que osadamente podamos decir (Sal. rip, 6):
¿qué me podrá hacer el hombre?
El Señor es mi auxiliador, 110 temeré.

13. 2. Hospedaron ángeles: como Abrahán y Lot.


3. La caridad v la propia pasibilidad son dos vínculos que
nos asocian a las penalidades de nuestros hermanos.
4. Sanijdad del matrimonio. Sea para todos el matri­
monio cosa digna de honor, o, más a la letra, sea en todos...
honorable. Honorable puede significar: o digno de estima o
digno de que se le mire y trate con respeto, como cosa santa.
Este segundo sentido es más conforme con el contexto. El
complemento en todos no parece significar en todas las cosas.
pulique la expresión original consienta esta interpretación,
sino más bien entre todos vosotros: y esto en 1111a de dos
554
§ 368-369 _ A LOS HEBREOS 13, 7-17

maneras: o en sentido práctico o efectivo o en sentido inten­


cional o afectivo, según que signifique trátese o mírese el ma­
trimonio como cosa santa. El último sentido, por parecer más
probable, se refleja en la versión adoptada.
5-6. Es digno de notarse el valor moral de la pobreza de
espíritu, que aquí señala el Apóstol: que dispone al hombre
a poner toda su confianza en Dios. Los ricos confian en sus
riquezas: los pobres confían en el Señor.

369. Sumisión a los maestros en la fe y fideli­


dad a sus enseñanzas. 13, 7-17.
" Acordaos de vuestros guías.
los coales os hablaron la palabra de Dios;
de quienes, considerando el remate de sn vida,
imitad la je.
Jesu-Cristo ayer, y el mismo es hoy,
y también por todos los siglos.
Por doctrinas abigarradas y peregrinas
no os dejéis arrastrar;
porque bueno es que se corrobore el corazón
con la gracia, no con manjares,
de los cuales ningún provecho sacaron
los que tal camino siguieron.
Tenemos un altar, del cual no tienen derecho a comer
los que se emplean en el servicio del tabernáculo.
11 Porque los cuerpos de aquellos animales,
cuya sangre, derramada por el pecado,
es introducida en el santuario
por medio del sumo sacerdote,
son quemados juera del campamento.
12 Por lo cual también Jesús,
a fin de santificar al pueblo por medio de su sangre,
padeció juera de la puerta.
13 Salgamos, pues, a él juera del campamento,
llevando su oprobio;
14 pues no tenemos aqui ciudad permanente,
sino andamos en busca de la venidera.
Por medio, pues, de él ofrezcamos a Dios perennemente
555
§369 A LOS HEBREOS 13, 7-i;

sacrificio de alabanza,
esto es, fruto de labios qne bendicen su nombre.
3i: De la beneficencia v mutuo socorro no os olvidéis,
fines en semejantes victimas se complace Dios.
17 Obedeced a vuestros guias y mostradles sumisión,
pites ellos se desvelan por el bien de vuestras almas,
como quienes han de dar razón,
a fin de qne hagan eso con alegría y no gimiendo:
porque esto a vosotros no os trae cuenta.

/. Enestros guías: es decir, vuestros jetes o superiores


espirituales: tales como Esteban, Santiago el hijo del Zebe-
deo y el otro Santiago hermano del Señor, los cuales os ha­
blaron la palabra de Dios y sellaron con su sangre la palabra
que predicaron.
8. El mismo: puede juntarse o con lo que precede, como
lo sugiere el texto griego, o con lo que sigue, como puntúa
la Vulgata. El sentido viene a ser el mismo.
9. Este prudente consejo, de no dejarse arrastrar por doc­
trinas abigarradas 3' peregrinas, o. como se dice a los Efe-
sios (4, 14) de todo viento de doctrina, tal vez tenga hoy más
actualidad que en tiempos de San Pablo.
10-16. A los Hebreos, que echaban menos los sacrificios
leviticos. propone San Pablo otros sacrificios cristianos, más
nobles y agradables a Dios: el de la Eucaristía, representa­
ción y renovación del sacrificio de la cruz, el de las alabanzas
divinas y el de la beneficencia. Para seguir el razonamiento
del Apóstol hay que reparar atentamente en la concatenación
de las ideas, que se van derivando unas de otras.
10. Sacrificio eucarístico. Tenemos nn altar: el del
sacrificio eucarístico. Que tal sea el pensamiento del Apóstol,
se prueba por dos razones: 1) habla San Pablo de una co­
mida litúrgica, que proviene de un altar; ahora bien no hay
en el cristianismo otra comida litúrgica que la eucarística:
luego la comida eucarística proviene de un altar 3- de un sa­
crificio : existe, por tanto, el sacrificio eucarístico. 2) Habla
el Apóstol de un altar que tenemos de presente, de un sacri­
ficio actual, capaz de contrapesar los sacrificios actuales leví-
556
§ 369 A LOS HEBREOS 13. 7-1/

ticos, capaz, por tanto, de dar plena satisfacción a las aspira­


ciones religiosas y litúrgicas de los Hebreos. Ahora bien, el
sacrificio de la cruz era nn sacrificio pretérito. Luego de otro
sacrificio habla, que no es otro que el sacrificio eucarístico.
Del cual no tienen derecho a comer los que se emplean en
el servicio del tabernáculo levítico, por ser comparable al sa­
crificio solemne de la Expiación, de cuyas carnes no podían
comer los sacerdotes: como lo prueba el Apóstol en el vers. 11.
12. En el hecho de morir Cristo fuera de la ciudad descu­
bre San Pablo una representación figurativa del carácter ex­
piatorio de su sacrificio. El Calvario, que hoy cae dentro de
los muros de Jerusalén. estaba en tiempo de Jesn-Cristo fuera
de la ciudad.
13. Aplicación moral de las ceremonias que acompañaban
el sacrificio de la Expiación : hay que salir de Jerusalén, esto
es, hay que abandonar el culto levítico.
Llevando su oprobio: alusión a los oprobios de que era ob­
jeto el cabrón emisario el mismo día de la Expiación. Es de
gran consolación para todo cristiano saber que los oprobios
padecidos por el nombre de Cristo son una participación en
los oprobios del mismo Cristo.
14. Cf. 11, 10; 11, 16; 1.2, 23; Filp. 3. 20.
16. Las obras de caridad y misericordia, elevadas a la con­
dición de sacrificios ofrecidos a Dios, adquieren subidísimos
quilates de valor moral y son fuente de riquísimos mereci­
mientos.
17. Motivos dé la obediencia. Recomienda San Pablo la
obediencia y sujeción a los Pastores de la Iglesia por tres ra­
zones eficaces, que con su habitual maestría desenvuelve el
P. Alonso Rodríguez (Ejercicio de perfección..., p. 3, tr. 5,
c. 10).

557
37» A LOS HEBREOS 13, 18-21

EPÍLOGO

370. Pide y ofrece oraciones. 13, 18-21.


ls Rogad por nosotros;
porque estamos seguros de que tenemos buena conciencia,
con voluntad de proceder en todo rectamente.
E con mayor instancia os exhorto que hagáis eso,
para que más presto sea yo restituido a vosotros.
20 E el Dios de la paz,
el que levantó de entre los muertos
en virtud de la sangre de una alianza eterna
al gran Pastor de las ovejas, el Señor nuestro Jesús,
21 os dé cabal perfección en todo bien
para que cumpláis su voluntad,
obrando él en nosotros lo que es acepto a sus ojos
por mediación de Jesu-Cristo,
a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

20. La sangre de Cristo. Dios... levantó de entre los


muertos en virtud de la sangre de una Alianza eterna al gran
Pastor de las ovejas. ¡Misterios de la sangre de Jesu-Cristo!
Es la sangre de la Alianza definitiva y eterna entre Dios y los
hombres. En virtud de esta sangre, pagado ya el precio de
nuestro rescate, Jesu-Cristo se levanta de entre los muertos
para tomar posesión, en nombre suyo y nuestro, de la vida
eternamente bienaventurada. En virtud de esta misma sangre
Cristo es, por nuevo título, Pastor supremo de las ovejas que
con ella se conquistó (Cf. Act. 20, 28; Rom. 14, 9; Tit. 2, 14).
21. Ideal de vida santa. Este hermoso versículo es una
síntesis de la Ascética cristiana. El ejercicio y materia de la
virtud es todo bien; su ideal es una cabal perfección; su nor­
ma directiva, la voluntad de Dios; su fin y objeto, el divino
beneplácito. Todo acto virtuoso es a la vez obra nuestra y
obra de Dios, que con su gracia nos dispone y coopera con
nosotros. Mas todo ha de ser por mediación de Jesu-Cristo,
558
§ 37O-J7I A LOS HEBREOS 13. 22-25

por quien Dios nos otorga su gracia, y por quien nosotros


agradamos a Dios. Digno es, por tanto, nuestro divino Me­
diador de la solcpme doxología con que termina el Apóstol.

371. Excusas, nuevas y saludos. 13, 22-25.


22 Os ruego, hermanos, llevéis bien
esta palabra de exhortación,
pues a la verdad os he escrito compendiosamente.
23 Sabed que nuestro hermano Timoteo
ha sido puesto en libertad;
con el cual, si viniere presto, os iré a ver.
2Í Saludad a todos vuestros guías y a todos los santos.
Os saludan los de Italia.
2:1 Sea la gracia con todos vosotros. Amén.

22. Palabra de exhortación o de aliento o de conhorte: ex­


presión, que caracteriza admirablemente la Epístola a los He­
breos.
23. Ninguna otra noticia poseemos de la prisión de Timo­
teo a que alude aquí San Pablo.
24. Los de Italia: los fieles de Italia, desde donde se es­
cribió esta carta.

559
Apéndice I

MODO DE UTILIZAR LAS EPÍSTOLAS DE


SAN PABLO COMO MATERIA DE MEDITACIÓN

Introducción

Las Epístolas de San Pablo pueden suministrar materia


abundante y provechosa para la meditación y contemplación.
No todos, empero, estarán suficientemente preparados para
utilizarlas provechosamente. Tres previas disposiciones se re­
quieren para meditar con fruto las Epístolas: cultura ascética,
hábito de meditar, conocimiento de San Pablo.
Primeramente, es indispensable cierto conocimiento de la
ascética y de la vida espiritual: en qué consiste la perfección
cristiana, cuáles son las virtudes que la integran, cuáles los
medios y ejercicios para alcanzarla, cómo hay que superar los
obstáculos que estorban o entorpecen su consecución. Y este
conocimiento ascético sería deficiente, si juntamente no se co­
nociera a Jesu-Cristo, dechado supremo de santidad.
En segundo lugar, es imprescindible poseer no sólo el co­
nocimiento especulativo sino también la práctica y el hábito de
la oración mental y de sus variadas formas: la meditación, la
contemplación, la oración simplificada y afectiva, la aplicación
de sentidos.
Por fin, es menester que antes de emprender la medita­
ción de las Epístolas se conozca suficientemente a San Pablo:
au persona, su vida, sus escritos, su mentalidad, su pensamien­
to, su estilo y lenguaje. Ni basta un conocimiento abstracto o
puramente teórico; hay que estar familiarizado con esas sin­
gulares Epístolas, tan hoscas y tenebrosas en un principio, pero
tan sugeridoras y luminosas, cuando se las ha tratado íntima­
mente. Las flores de las Epístolas esconden miel exquisita,
561
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

pero están cercadas de molestas espinas, que conviene saber


tratar discretamente para no pincharse.
La carencia de esta triple disposición constituiría una tri­
ple dificultad que debe haberse vencido de antemano y cuya
solución ahora presuponemos. Nuestro objeto es ahora se­
ñalar el método o procedimiento que podría seguirse para
emprender con esperanza de resultado la meditación de las
Epístolas. Para mayor claridad ilustraremos este procedi­
miento con unos pocos ejemplos.

< I. Método

Estamos en los preliminares. No vamos a desarrollar una


serie de meditaciones sobre las Epístolas, ni siquiera a pro­
poner puntos sobre ellas, sino a precisar la manera o el arte
de buscar y hallar en ellas la materia de la meditación, es
decir, de extraer o entresacar los puntos, que luego se han de
fijar y elaborar. Para ello se necesitan dos cosas: i) conocer
cuáles son concretamente estos puntos meditables encerrados
en las Epístolas: 2) cuál es la manera práctica de sacarlos o
aislarlos del contexto.

1. Puntos meditables
Los puntos meditables son las verdades divinas o sagra­
das, enseñadas o sugeridas por San Pablo, que, atentamente
consideradas, iluminan el camino de la santidad, nutren y
activan la vida del espíritu. Sobre «la gracia del Señor Jesu-
Cristo y la caridad de Dios Padre y la comunicación del Es­
píritu Santo» (2 Cor. 13, 13) propone San Pablo enseñanzas
altísimas y provechosísimas, que pueden ser sabrosamente
meditadas y fructuosamente aplicadas a la propia santifica­
ción. No son menos interesantes otras enseñanzas de San
Pablo sobre el fervor de la vida espiritual, sobre el amor y
la glorificación de Dios, sobre la santidad de la vida cris­
tiana, sobre las virtudes más excelsas y necesarias: la humil­
dad y la mansedumbre, la oración y la mortificación, la pa­
ciencia y la pureza... Pero entre estas múltiples y variadas
562
APÉNDICE I

enseñanzas dos categorías de verdades merecen destacarse


particularmente: las referentes a Jesu-Cristo y a las tres vir­
tudes teologales.
La Teología de San Pablo es preferentemente una Cris-
tología. Él ni sabe ni quiere saber otra cosa sino a Cristo, y
éste crucificado (i Cor. 2, i): Cristo «fuerza de Dios y sabi­
duría de Dios» (i Cor. i, 24), «hecho por Dios para nos­
otros sabiduría y justicia, santificación y redención» (1 Cor.
1. 30). La redención por Cristo, la comunión o solidaridad
con Cristo, la vida íntima en Cristo, el Cuerpo místico de
Cristo, el inefable consorcio de muerte y de resurrección con
Cristo, en una palabra, la persona y la obra de Cristo, su
divinidad y su santidad, pueden ser objeto de la más sublime
contemplación y de las más prácticas consideraciones y apli­
caciones. Quien desee conocer internamente a Jesu-Cristo pro­
cure entender a San Pablo, instrumento o «vaso escogido» por
Dios (Act. 9. 1 5) para anunciar «las riquezas de Cristo»
(Ef. 3, 8).
El contacto del alma con Cristo lo inician y consuman
las tres grandes virtudes teologales «Fe, esperanza, caridad,
esas tres» (1 Cor. 13, 13), como se expresa el Apóstol; para
quien son “la fe de Cristo» (Gal. 2, 16), «la esperanza de
Cristo» (1 Tes. I, 3), «la caridad de Cristo» (Rom. 8, 35).
La fe contempla y adora a Cristo divinamente transfigurado,
como «Señor, encumbrado a la gloria de Dios Padre» (Filp.
2, ti), como «Dios sobre todas las cosas bendito por los
siglos» (Rom. 9, 5). La esperanza le mira como «único
Mediador de Dios y de los hombres», como Redentor «que
se dió a sí mismo como precio de rescate por todos» (1 Tim.
2. 5-6) y como «autor de la salud» universal (Hebr. 2, 10).
«La caridad de Cristo, que transciende todo conocimiento»
(Ef. 3, 19) es una comunión de vida y muerte (2 Cor. 7, 3;
Filp. 3, io-ii...), que, íntimamente vivida y sentida (Gal. 2,
19-20; Filp. 1, 21), hace que sólo vivamos y muramos para
quien antes murió y resucitó por nosotros (Rom. 14, 7-9;
2 Cor. 5, 14-15); cuyo amor triunfante supera y arrolla todos
los obstáculos del amor (Rom. 8, 35-39).
Conocimiento de Cristo, amor de Cristo, imitación de
Cristo: esto es lo que continuamente enseña el Apóstol, éstas
son las verdades que propone a nuestra consideración, éstos
56.3
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

los puntos de meditación que de él hemos de sacar. Para sa­


carlos ninguna disposición mejor que la avidez por captarlos.
La lectura de las Epístolas debe emprenderse con el alma
cargada de interrogantes. Dos interrogantes sobre todo de­
ben acuciarnos: Señor, «¿tú quién eres?» (Jn. 8, 25; Act.
9, 5), «¿Qué he de hacer, Señor?» (Act. 22. 10). Todas nues­
tras consideraciones deben apuntar a este doble objetivo:
conocer quién es Jesu-Cristo y entender su voluntad sobre
nosotros.

2. Captación de verdades o puntos mcditables


Para saber captar, sorprender o aislar estas verdades o
puntos meditables encerrados y tal vez escondidos en las
Epístolas de San Pablo el procedimiento que debe seguirse
es obvio. Más o menos deben seguirse estos pasos:
° Leer atentamente el pasaje que se va a meditar, hasta
i.
adquirir de él razonable inteligencia. Es muy conveniente
leer y releer el pasaje procurando sacar por si mismo su inte­
ligencia. Al comentario no debe recurrirse sino después de
agotar los propios recursos. Y después de leído el comen­
tario volver de nuevo a la lectura reiterada del texto. Sólo
con este conato personal se adquiere la inteligencia de las
Epístolas.
2.0 Entendido ya el pasaje, con la reflexión buscar en él
la respuesta a los interrogantes que tenemos clavados en el
alma. No en vano el interrogante tiene la forma de anzuelo
para pescar.
3.0 Las respuestas obtenidas son ya los puntos que bus­
camos, pero en bruto todavía, Es menester elaborarlos. Serán
ciertas verdades o sentencias espirituales, que es necesario
examinar y analizar por todos los lados y bajo todos los
aspectos. El análisis lógico y gramatical de la sentencia es
indispensable.
4.0 Formular más personalmente el pensamiento de San
Pablo. Se requiere una adaptación personal. Hay que tra­
ducir en el propio lenguaje, conforme a la propia mentalidad
y a las actuales necesidades del espíritu, las palabras de San
Pablo. Puede ser que la formulación personal sea objetiva­
mente más imperfecta; pero será sin duda subjetivamente
?fi.|
APÉNDICE I

mas eficaz para la inteligencia y la aplicación de la verdad


captada.
5.0 Por fin, las verdades asi formuladas y adaptadas hay
que enfocarlas a la meditación o contemplación, señalando
particularmente los puntos que se quieren considerar y las
aplicaciones que convenga hacer a la actual disposición y
necesidad del espíritu. Y después, entregarse humilde y con­
fiadamente en las manos de Dios bajo la acción del Espíritu
Santo.
Adver'iiíxcias prácticas. Para lograr más seguramente
el resultado apetecido, conviene insistir y ampliar algunas
observaciones prácticas, que son como postulados básicos.
Sería imprudente querer meditar las Epístolas sin cono­
cerlas antes todas suficientemente y sin estar ya algo fami­
liarizado con el estilo irregular y escabroso de San Pablo.
Este primer trabajo de desbroce es muy áspero; pero sus
frutos recompensan colmadamente la fatiga. La Epístola que
particularmente se va a meditar debe conocerse especialmen­
te. Una buena introducción nos pondrá al corriente sobre la
ocasión que la motivó, sobre el tema que en ella se desarrolla
y sobre su distribución o estructura. Es también muy con­
veniente conocer hasta cierto grado la Teología o Cristología
de San Pablo y señaladamente su Teología ascética y las
características de la espiritualidad Paulina. Esta visión de
conjunto iluminará el pensamiento de cada pasaje. Natural­
mente no todos los pasajes se prestan igualmente a la medi­
tación. En un primer recorrido basta reparar sólo en lo más
saliente. Recorridos sucesivos permitirán detenerse más pro­
vechosamente en puntos antes considerados más a la ligera.
F.1 comentario debe utilizarse discretamente. No se ha puesto
para suplantar el texto, sino para introducir en su mejor
inteligencia. Muchas consideraciones más obvias, pero no
menos provechosas, se han dejado a la perspicacia del dis­
creto lector.

565
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

II. Ejemplos

DE LA EPÍSTOLA I A LOS TESALONICENSES,


i, I-IO
Dos enseñanzas principales contiene este pasaje: sobre
las virtudes teologales y sobre el Evangelio.

i. Virtudes teologales

...Recordando la actividad de vuestra je, y el trabajo de


vuestra caridad, y el tesón de vuestra esperanza en nuestro
Señor Jesu-Cristo (j, 3).
1. ¿Qué son? Entre todas las virtudes da San Pablo es­
pecial relieve a la fe, la esperanza y la caridad, que son para
el «estas tres» (1 Cor. 13, 13), distintas de las demás y su­
periores a todas.
La je es formalmente un acto de la inteligencia, radical­
mente una entrega de toda la vida. Como acto de la inteli­
gencia es una adhesión a la verdad divina, a la palabra de
Dios. Con la fe se renuncia a ver las cosas con los ojos de
la carne o de la pobre razón humana para verlas con los ojos
de Dios. Esta adhesión de la inteligencia, hecha con serie­
dad, entraña virtualmente la entrega de toda la persona v de
toda la vida para vivirla según los criterios de Dios.
La esperanza es la aspiración del alma a los bienes celes­
tes. Es un vuelo al supremo Bien. Jas también una filosofía
de valores, que desdeñando los espejismos de los bienes ca­
ducos, coloca todos sus intereses en el cielo.
La caridad es la ordenación y la sublimación del amor.
Es el amor filial al Padre celeste y el amor fraternal a los
hijos de Dios. Rompiendo las prisiones del mezquino egoís­
mo, dilata el corazón y lo abre a todos los hombres con de­
seos de hacer bien a todos, aun a costa de los intereses per­
sonales.
2. ¿De dónde su excelencia? Responden los teólogos:
566
APÉNDICE I

porque, a diferencia de todas las demás virtudes, tienen como


objeto directo e inmediato al mismo Dios, porque son un
contacto íntimo con la divinidad. De ahí su potencia santi-
íicadora. Si el contacto con Dios es santificación, no es de
maravillar que las virtudes teologales, triple contacto con la
divinidad, sean energías santificadoras y principio de san­
tidad.
3. Propiedades. Señala el Apóstol la actividad de la fe, el
tesón de la esperanza, el trabajo de la caridad. Y con razón.
La historia y la experiencia enseñan demasiado que muchas
veces los hombres fantasean una fe estéril, fe sin buenas
obras; una esperanza desmayada o impaciente, que, seducida
por los bienes sensibles o amilanada por las tribulaciones de
la vida, pierde el aguante y la espera de los bienes futuros:
una caridad regalona y remilgada, (|ue 110 cueste fatigas y
trabajos.
4. Virtudes cristológicas. Habla aquí San l’ablo de la es­
peranza en Jesu-Cristo: en otros pasajes habla igualmente de
la fe en Cristo y del amor a Cristo. Las tres virtudes, si
tienen a Dios por objeto directo, no empero a un Dios abs­
tracto, sino al Dios viviente que se nos manifiesta y comu­
nica en nuestro Señor Jesu-Cristo. Fe en la palabra de Cris­
to. Maestro de la verdad; esperanza en la gracia de Cristo,
Reparador de la vida; amor a la persona de Cristo, nuestro
Dios y nuestro bien.

2. El Evaxgi-i.io

A. Predicación del Evangelio


Nuestro Evangelio no fué de palabra solamente, sino tam­
bién con fuerza y Espíritu Santo y plena convicción (1, 5).
1. La palabra evangélica. El Evangelio es palabra, pero
no palabra solamente. Posee todo el valor de la palabra, no
sus deficiencias. Es palabra de Dios, palabra de Cristo, pala­
bra de la verdad, la palabra por antonomasia. No es palabra
vacía de contenido, desconectada de la realidad.
2. Palabra de fuerza. El Evangelio es la fuerza de Dios,
arma poderosa que rinde la altivez de la razón humana. Es
56/
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

fuerza, no sólo por los milagros que la acreditan, sino tam­


bién por su interna virtud de iluminar la inteligencia, robus­
tecer la voluntad, consolar el corazón.
3. Palabra inspirada por el Espíritu Santo. La fuerza de
la palabra evangélica viene toda del Espíritu Santo que la
alienta. La palabra evangélica es el vehículo del Espíritu
Santo.
4. Palabra de convicción. No puede anunciarse digna­
mente el Evangelio, si no hay pleno convencimiento de su
verdad y de su valor. La predicación del Evangelio no es
una declamación académica ni un torneo literario: es la co­
municación del propio convencimiento de que el Evangelio
es la verdad absoluta y el supremo valor de la vida.

B. Acogimiento del Evangelio


...Acogiendo la palabra en medio de mucha tribulación
con gozo del Espirita Santo (i, 6).
1. Acogiendo la palabra. El Evangelio debe acogerse con
prontitud de voluntad, con docilidad y con gusto: como «pa­
labra de la verdad», como «mensaje de la salud» (Ef. 1, 13).
2. En medio de mucha tribulación. La tribulación no
debe arredrarnos de recibir el Evangelio. La tribulación ex­
cluye las intenciones torcidas que pudieran mezclarse en la
aceptación del Evangelio v contribuye a que se arraigue más
firmemente en el corazón.
3. Con gozo del Espíritu Sofito. Hay que recibir el Evan­
gelio, no con displicencia o indiferencia, sino con gozo íntimo
del corazón, con el gozo de quien ha hallado un tesoro. Bien
acogido, el Evangelio engendra gozo en el Espíritu Santo,
gozo infundido por el Espíritu Consolador.

C. Contenido del Evangelio


Os convertisteis al Dios vivo y verdadero y... a su Hijo,
a quien resucitó) de entre los muertos, Jesús, el cual nos salva
de la ira venidera (1, 9-10).
En este primer capítulo de la Primera a los Tesalonicen­
ses reproduce San Pablo, sin pretenderlo, los principales ar­
568
APÉNDICE T

tículos del Símbolo de los Apóstoles, formulado a base de la


fe en las tres divinas personas.
1. Fe en Dios. Recuerda San Pablo la fe en Dios, en el
Dios vivo y verdadero, en el Dios único, contrapuesto a la
pluralidad de los ídolos, Señor a quien hemos de servir, Pa­
dre a quien hemos de amar.
2. Fe en Jesu-Cristo. Jesu-Cristo es el Ilijo de Dios, es
el Señor, el que con su muerte nos salva de la ira divina,
el que resucitó de entre los muertos y subió a los cielos, des­
de donde aguardamos que vendrá un día a juzgar a los vivos
y a los muertos.
3. Fe en el Espíritu Santo. Dos veces se menciona el
Espíritu Santo: como inspirador de los predicadores evan­
gélicos, como origen del gozo con que los fieles reciben el
Evangelio: como Espíritu de fuerza y de consolación.

569
Apéndice II

BREVES SENTENCIAS MÁS NOTABLES

Dicentes se esse sapientes, stulti facti snnt.


Alardeando de sabios, se embrutecieron. Rom. i, 22.
In quo indicas altemm, te ipsniii condemnas.
En lo que juzgas al otro, a ti mi>mo te condenas. Rom. 2. I.
Penignitas Dei ad paenitcntiam te addncit.
La benignidad de Dios te lleva al arrepentimiento. Rom. 2, 4-
Non est acceptio personarnni apud Denni.
No hav aceptación de personas para Dios. Rom. 2. 11.
Cf. Ef' 6. 9: Col. 3. 25; Gal. 2. 6.
Qui alinni doces, te ipsum non doces?
Tti..., que a otro enseñas, ¿a ti mismo no te enseñas? Rom. 2, 21.
Per legem cognitio peccati.
Por la ley no se alcanza sino el conocimiento del pecado.
Rom. 3, 20.
Lex iraní operatur.
La ley produce cólera. Rom. 4, 15.
Tribnlatio patientiam operatnr.
La tribulación engendra constancia. Rom. 5. 3.
Spes non confundí!.
La esperanza a nadie deja corrido. Rom. 5, 5.
Per peccatunt inors.
Por el pecado la muerte. Rom. 5, 12.
Ubi abundavit delictnnt, superabundai’il gratia.
Donde aumentó el delito, sobrerrebasó la gracia. Rom. 5, 20.
Stipendia peccati mors.
El sueldo del pecado es muerte. Rom. 6, 23.
Prndentia carnis mors est.
La aspiración de la carne es muerte. Rom. 8, 6.
.Vpm sunt condignae passiones Ituius teniporis ad fnturani gloriani.
Los padecimientos del tiempo presente 110 guardan proporción
con la gloria. Rom. 8. 18. Cf. 2 Cor. 4, 17.
57°
APÉNDICE 11

Spe salvi facti sumtis.


En esperanza es conijo hemos sido salvados. Rom. 8, 24.
Spes quae videtur non est spes.
La esperanza que se tiene al ojo 110 es esperanza. Rom. 8, 24.
Diligeittibus Deum omitía coopcrantur in botttim.
Dios coordena toda su acción al bien de los que le aman.
Rom. 8, 28.
Si Deus pro nobis, quis contra nos?
Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? Rom. 8. 51.
Quis nos scparabit a caritate Cliristi?
¿Quién nos apartará del amor de Cristo? Rom. 8, 35.
Non currcntis, ñeque volentis, sed miscreittis est Dci,
No está en que uno quiera ni en que uno corra, sino en que se
compadezca Dios. Rom. 9, 16.
Tu quis es, que respondeos Deo?
¿Tú quién eres, que le plantas cara a Dios? Rom. 9, 20.
Si radix sancta, et rami.
Si la raíz es santa, también las ramas. Rom. 11, 16.
Noli altum sapero, sed tinte.
No seas altanero, antes teme. Rom. 11, 20.
Sine paenitentia suiti dona et vocatio Dci.
Son sin arrepentimiento los dones y la vocación de Dios.
Rom. 11, 29.
Non plus sapero quani oportct s'apere.
No sentir de sí más altamente de lo que conviene sentir.
Rom. 12, 3.
Qtti docet, in doctrina.
Él que enseña, en la enseñanza. Rom. 12, 7.
Gaudere cuín gaudentibus, flere ctint flentibtis.
Gozarse con los que gozan, ílorar con los que lloran. Rom. 12, 15-
Noli vittei a malo, sed vinco in bono maltittt.
No dejes vencerte por el mal; antes vence el nial a fuerza de
bien. Rom. 12, 21.
Non est potcstas nisi a Deo.
No hay autoridad que 110 sea instituida por Dios. Rom. 13, 1.
Vis non tiniere potestateni? Bonutn fac.
¿Quieres no temer a la autoridad? Obra el bien. Rom. 13, 3.
Nemini quidquant debeatis, nisi ut ittviccn diligatis.
A nadie quedéis debiendo nada, si no es el amaros los unos a
les otros. Rom. 13, 8.

5/1
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Qui diligit proxintum. legcm implcvit.


El que ama al otro lia cumplido plenamente la ley. Rom. 13, 8.
Plcnitudo legis cst dilcctio.
Plenitud... de la ley es la caridad. Rom. 13, 10.
llora cst iam nos de somito sttrgere.
Hora es ya que despertéis del sueño. Rom. 13. 11.
Tu qtiis es qui índicas alicuum servían?
;Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Rom. 14. 4-
Pnusquisquc nostrum pro <tc rationcm rcddct Deo.
Cada cual de nosotros dará cuenta de si mismo a Dios. Rom.
14, 12.
.V011 cst regnum Dci csca et potus.
No es el reino de Dios comida y bebida. Rom. 14. 17.
Omite quod non cst ex fide, pcccotum cst.
Todo lo que no procede de fe es pecado. Rom. 14. 23.
Unttsqtiisqtic... próximo sito placcat 1’11 feoiimii.
Cada uno de nosotros trate de complacer al prójimo para lo
bueno. Rom. 15, 2.
Polo vos sapientes esse iu bono ct simpliccs iu malo.
Quiero que seáis listos para lo bueno y cándidos para lo malo.
Rom. 16, 19.
Quod stultum cst Dci, sopicntius cst hominibus.
Lo necio de Dios es más sabio que los hombres. 1 Cor. 1. 25.
Infirma mundi elegit Dcus. ut coufuiidat fortia.
Lo débil del mundo se escogió Dios, para confundir lo fuerte.
1 Cor. 1, 27.
Qui gloriotur, iu Domino alorictur.
Él que se gloria, gloríese en el Señor. 1 Cor. 1. 31 = 2 Cor.
10, 17.
shiimalis homo non pcrcipit co quae sunt Spiritus Dci.
El hombre animal no coge las cosas del Espíritu de Dios. 1 Cor.
2, 14.
Ñeque qui plontot cst aliquid. ñeque qui rigot. sed qui iitcremcn-
tum dat Dcus.
Ni el que planta es algo, ni el que riega, sino el que obra el cre­
cimiento, que es Dios. 1 Cor. 3, 7.
Qui plantat ct qui rigat. utium sunt.
El que planta y el que riega, una cosa -011. 1 Cor. 3. 8.
APÉNDICE II

Uuusquisque propriam mcrccdcn accipict secundan proprium


laboren.
Cada cual recibirá su propia papa según su propio trabajo,
i Cor. 3, 8.
Sapientia huius mundi stultitia cst apitd Dcuiu.
La sabiduría de este mundo necedad es a los ojos de Dios,
i Cor. 3, 19.
Nano glorictur ñ; hominibus.
Nadie ponga su gloria en los hombres. 1 Cor, 3, 21.
Nihil mihi cousciits sum. sed non in hoc iustificatus sum.
Aun cuando de nada tenga conciencia, mas no por esto quedo
justificado. 1 Cor. 4, 4.
Nolite ante tempits indicare.
No os hagáis antes de tiempo jueces. 1 Cor. 4, 5.
Quid habes quod non accepisti?
¿ Qué tienes que no hayas recibido ? 1 Cor. 4, 7.
Modicum ferincntmn totam massain corrunipit.
Poca levadura fermenta toda la masa. 1 Cor. 5, 6. = Gál. 5, 9.
Oinnia mihi liccnt, sed non omnia cxpcdiuut.
«•Todo me es lícito...» —Pero no todo es conveniente. 1 Cor.
6, 12 = 10, ¡23.
Qui adhaeret Domino, uuus Spiritus cst.
Quien se adhiere al Señor, un espíritu es con él. 1 Cor. 6, 17.
Unusquisque proprium donum liabcf ex Deo.
Cada cual tiene de Dios su propio don. 1 Cor. 7, 7.
.41 ius quidem sic, alias vero sic.
Quién de una manera, quién de otra. 1 Cor. 7, 7.
Uuusquisque in qua vocatione vocatus cst, in ca pennaneat.
Cada cual, en la vocación con que fué llamado, en ésta perma­
nezca. 1 Cor. 7, 20.
Nolite ficri serví hominuui.
No os hagáis esclavos de hombres. 1 Cor. 7, 23.
Praeterit figura huías inuudi.
Pasa la configuración de este mundo. 1 Cor. 7, 31.
Scicntia iuflat, caritas vero acdificat.
La ciencia infla, mas la caridad cria robustez maciza. 1 Cor. 8, 1.
Sed non in ómnibus cst scicntia.
Pero no en todos se halla esa ciencia. 1 Cor. 8, 7.
Sis curritc nt comprencndatis.
De tal modo corred, qne lo alcancéis. 1 C’or. 9, 24.
573
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Ne forte cum aliis praedicaveritn, ipse reprobus efficiar.


No sea que, después de pregonar el premio para otros, quede
yo descalificado, i Cor. 9, 27.
Qui se existimat stare, videat ne cadat.
Quien piensa estar en pie, mire no caiga. 1 Cor. 10, 12.
Omnia mihi licent, sed non omnia aedificant.
«Todo es lícito...» Pero no todo edifica. 1 Cor. 10, 23.
Nemo qnod snnm est qnaerat, sed quod alterius.
Nadie busque su propio interés, sino el ajeno. 1 Cor. 10, 24.
Onmia in gloriam Dei facite.
Hacedlo todo a gloria de Dios. 1 Cor. 10, 31.
Alins quidem esurit, alius autem ebrius est.
Uno pasa hambre y otro se embriaga. 1 Cor. ii, 21.
Orabo spiritn, orabo et mente.
Oraré con el espíritu, mas oraré también con la mente. 1 Cor.
14, 15-
Nolite pueri cffici sensibus, sed malitia parvitli estote, sensibns
autem perfecti estote.
No os hagáis niños en las mientes; antes en la malicia sed niños,
pero en las mientes, hombres maduros. 1 Cor. 14, 20.
Omnia ad aedificationeni fiant.
Hágase todo para edificación. 1 Cor. 14, 26.
Spiritns prophetarnm prophetis subiecti sitnt.
Los espíritus de los profetas se sujetan a los profetas. 1 Cor.
14, 32.
Non est dissensionis Deus. sed pacis.
No es amigo Dios de trastorno, sino de paz. 1 Cor. 14, 33.
Omnia honeste et secundum ordinem fiant.
Todo se haga decorosamente y con orden. 1 Cor. 14, 40.
Gratia Dci sum id quo sitin.
Por la gracia de Dios soy eso que soy. 1 Cor. 15, 10.
Corrtimpunt mores bonos colloqnia mala.
Malas compañías estragan costumbres buenas. 1 Cor. 15, 33.
V irtus peccati lex.
La fuerza del pecado, la ley. 1 Cor. 15, 56.
Omnia vestra in caritate fiant.
Todas vuestras cosas se hagan en caridad. 1 Cor. 16, 14.
Sicut socii passionnm estis, sic eritis et consolationis.
Como sois compañeros de loo padecimientos, así también de la
consolación. 2 Cor. 1, 7.
574
APÉNDICE II

Gloria nostra haec est, testimoniuni conscientiae nostrac.


Ésta es nuestra gloria, el testimonio de nuestra conciencia. 2 Cor.
1, 12.
Quotquot promissiones Dei sunt, in illo est.
Cuantas promesas hay en Dios, en él son el Sí. 2 Cor. 1, 20.
Christi bonus odor sumus Deo.
Somos buen olor de Cristo para Dios. 2 Cor. 2, 15.
Sufficieiitia nostra e.r Deo est.
Nuestra capacidad nos viene de Dios. 2 Cor. 3, 5.
Littera occidit, Spiritas vivificat.
La letra mata, mas el Espíritu vivifica. 2 Cor. 3, 6.
Ubi Spiritas Domini, ibi libertas.
Donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. 2 Cor. 3. 17.
Habanas thesaurum istum in vasis fictilibus.
Tenemos este tesoro en vasos terrizos. 2 Cor. 4, 7.
Aporiainur, sed non destituimar.
Perplejos, mas no desconcertados. 2 Cor. 4, 8.
Per fidem ambulanius, et non per speciem.
Por fe caminamos, no por vista. 2 Cor. 5. 7.
Caritas Christi urget nos.
El amor de Cristo nos apremia. 2 Cor. 5. 14.
Neminein novimus secundum carnem.
A nadie conocemos según la carne. 2 Cor. 5, 16.
Si qua in Christo, nova creatura.
Si uno está en Cristo, es una nueva creación. 2 Cor. 5, 17.
Petera transierunt, ecce pacta sunt omnia nova.
Lo viejo pasó; mirad, se ha hecho nuevo. 2 Cor. 5, 17.
Pro Christo legatione fungimur.
En nombre de Cristo somos embajadores. 2 Cor. 5, 20.
Ne in vacuum gratiam Dei recipiatis.
No hayáis recibido en vano la gracia de Dios. 2 Cor. 6, 1.
Ecce nano tempus acceptabile, ecce nunc dies salutis.
Mirad, ahora es tiempo favorable; mirad, ahora es día de salud.
2 Cor. 6, 2.
Per infamiam et bonain famam.
Por crédito y por descrédito. 2 Cor. 6, 8.
Ut seductores, et veraces.
Como seductores, aunque veraces. 2 Cor. 6, 8.
Quasi tristes, seinper antevi gaudentes.
Como contristados, aunque siempre regocijados. 2 Cor. 6, 10.
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Tamquam itihil habentcs. ct omitía possidentes.


Como quienes nada tienen, aunque todo lo poseen. 2 Cor. 6, 10.
Quae soeietas lucí ad latebras?
¿Qué comunicación de la luz con las tinieblas? 2 Cor. 6, 14.
Jn cordibus nostris cstis ad comnioricitduiii ct convivcndtiiit.
Estáis en nuestros corazones para juntos morir y juntos vivir.
2. Cor. 7, 3.
Superabundo gandío in omití tribttlalioitc nostra.
Estoy que reboso de gozo en medio de toda esta tribulación nues­
tra. 2 Cor. 7, 4.
Forís pugnae, intus /¡mores.
De fuera, luchas; de dentro, miedos. 2 Cor. 7, 5.
Saeettli tristitia mortein operatur.
La tristeza del mundo engendra muerte. 2 Cor. 7, 10.
Non ut aliis sit remissio, vobis aitleiit tribulatio, sed ex aequa-
litate.
No que haya de haber para otros holgura, para vosotros estre­
chez, sino por igual. 2 Cor. 8, 13.
Qui parce seminal, paree ct mete/.
Quien siembra mezquinamente, mezquinamente también cosecha­
rá. 2 Cor. 9, 6.
Hilaran datorem diligit Deus.
Al dador jovial ama Dios. 2 Cor. 9. 7.
Jn carne ambulantes, non secniidiini carnem militamos.
Si bien caminamos en carne, no militamos según la carne. 2 Cor.
10, 3.
Non qui se ipsuttt commendat. ¡lie probatns cst.
No el que a sí mismo se recomienda, ése queda abonado. 2 Cor.
10, 18.
Etsi imperitas sermone, sed non seientio.
Si bien inculto en la palabra, mas no en la ciencia. 2 Cor. 11, 6.
1 pse sotanas transfigura! se in aitgelnm lucís.
El mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. 2 Cor. n, 14.
Quis infirmatiir. ct ego non infirmor?
¿Quién desfallece, que yo no desfallezca? 2 Cor. 11, 29.
Quae iitfirmatis meae sutil gloriabor.
En lo que es de mi flaqueza me gloriaré. 2 Cor. 11, 30.
Firtiis in infirmitate perfieitnr.
La fuerza culmina en la flaqueza. 2 Cor. 12. 9.
576
APÉNDICE II

Cuín infinitar, tune poteiis sitia.


Cuando flaqueo, entonces soy fuerte. 2 Cor. 12, 10.
Non qaaero qttae vestra suut, sed vos.
No busco lo vuestro, sino a vosotros. 2 Cor. 12, 14.
Licet plus vos diligcus, mitins diligar.
Aunque... amándoos yo más a vosotros, soy menos amado. 2 Cor.
J2. 15.
Vosnietipsos teutate, si estis iu fide, ipsi vos probatc.
Haced experiencia de vosotros mismos si estáis en la fe, con­
trastaos a vosotros mismos. 2 Cor. 13, 5.
Non possiuuiis aliquid adversas veritateiu.
No podemos nada contra la verdad. 2 Cor. 13, 8.
Si adliuc honiinibus plaeerem, Christi servas non cssciu.
Si todavía tratase de complacer a hombres, no sería siervo de
Cristo. Gál. 1, 10.
Christo coufixiis snnt eruei.
Con Cristo estoy crucificado. Gál. 2, 19.
Vivo aittcni, iatti 11011 ego, vivit vero iu tac Christus.
Pero vivo... no ya yo, sino Cristo vive en mí. Gál. 2, 20.
Lex paedagogus noster fait iu Christuin.
La ley ha sido pedagogo nuestro con vistas a Cristo. Gal. 3, 24.
Otones vos utiuiit estis iti Christo lesa.
Todos vosotros uno sois en Cristo Jesús. Gal. 3. 28.
Otiae ciiiui seiuiiiavcrit homo, hace et ntetet.
Lo que uno sembrare, eso también cosechará. Gal. 5, 8.
Per caritateni... servite inviceni.
Por la caridad haceos esclavos los unos de los otros. Gal. 5, 13.
Spirita anibulate, ct desideria caruis non perficictis.
Caminad en espíritu, y no daréis satisfacción a la concupiscencia
de la carne. Gal. 5, 16.
Caro coiicupiseit adversas Spirituia.
La carne codicia contra el espíritu. Gal. 5. 17.
Si Spiritu dueiiniiii, non estis iu lego.
Si os dejáis llevar del Espíritu, no estáis bajo la presión de la
ley. Gal. 5, 18.
Qui snnt Christi, cameni sttain erucifixerun!.
Los que son de Cristo crucificaron la carne. Gal. 5, 24.
Si Spiritu viviiuus, Spiritu ct aiubulciiius.
Si en espíritu vivimos, en espíritu también caminemos. Gal. 5. 25.
577
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Considerans te ipsum, ue et tu teuteris.


Considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Gal. 6, i.
/Eter alterius onera pórtate, et sic adhnplebitis legem Christi.
Llevad los unos las cargas de los otros, y asi cumplid plenamente
la ley de Cristo. Gal. 6, 2.
Opus stium probet nnusquisque.
Que cada uno examine sus propios actos. Gal. 6, 4.
Unusqtiisque ontis sititm portabit.
Cada cual llevará su propia carga. Gal. 6, 5.
Qnae seminaverit homo, haec et metet.
Lo que siembre uno, eso mismo cosechará. Gal. 6, 8.
Dum tempus habemtts, operemnr boniim.
Según tengamos oportunidad, obremos el bien. Gal. 6, 10.
Mihi absit gloriari, nisi in cruce D. N. lesa Christi.
A mí jamás me acaezca gloriarme en otra cosa sino en la cruz
de nuestro Señor Jesu-Cristo. Gal. 6, 14.
Ego stigmata Domini Iesu in corpore meo porto.
Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. Gal. 6, 17.
Hoc non ex vobis, Dei enim donum est.
Y esto no de vosotros, que de Dios es el don. Ef. 2, 8.
Iam non estis hospites et advenae.
Ya no sois extranjeros ni forasteros. Ef. 2, 19.
In caritate redicati et fnndati.
Enraizados y cimentados en la caridad. Ef. 3. 17.
Servare nnitatem Spiritns in vinculo pacis.
Mostrándoos solícitos por mantener la unidad del espíritu con
el vínculo de la paz. Ef. 4, 3.
Unmn corpus et tinns Spritus.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu. Ef. 4, 4.
Unus Deus et Pater oinnium.
U11 solo Dios y Padre de todos. Ef. 4, 6.
Renovamiui Spritit mentís vestrae.
A .renovaros en el espíritu de vuestra mente. Ef. 4, 23.
Sol non oeeidat supere iracnndiain vestram.
No se ponga el sol y caiga la noche sobre vuestra ira. Ef. 4, 26.
Estote imitatores Dei, sicnt filii carissimi.
Haceos, pues, imitadores de Dios como hijos queridos. Ef. 5. 1.
/Imbuíate in dilcctione, sicnt et Christns dilexit nos.
Caminad en el amor, así como Cristo os amó. Ef. 5, 2.
578
APÉNDICE II

Eratis aliqiiaudo teuebrae, ttuuc autem luz iu Domino.


Erais un tiempo tinieblas; mas ahora, luz en el Señor. Eí. 5, 8.
Eructas lucís cst iu otiiui bouitate ct iustitia ct vertíate.
El fruto de la luz consistente en toda bondad y justicia y verdad.
Ef. 5, 9-
Probantes quid sit bencplacitum Deo.
Aquilatando qué cosa sea agradable al Señor. Ef. 5, 10.
Rediuieutes tcmpits, quoniam dies mali sunt.
Rescatando el tiempo, porque los días son malos. Ef. 5, 16.
Induite vos armaturam Dci.
Revestios de la armadura de Dios. Ef. 6, 11.
Caritas vestra magis ac magis abuudet iu scientia.
Que vuestra caridad rebose todavía más y más en cabal conoci­
miento. Filip. 1, 9.
Milti vivere Christus cst, ct niori lucrum.
Para mí el vivir es Cristo, y el morir, ganancia. Filp. 1, 21.
Ju ¡1 iiinilitate superiores sibi inviccm arbitrantes.
Por la humildad, estimando los unos a los otros como superiores
a sí. Filp. 2, 3.
Non quae sua sunt siuguli considerantes, sed ea quae alionan.
Mirando cada cual no por sus propias ventajas, sino también por
las de los otros. Filp. 2, 4.
Hoc scutite iu vobis quod ct iu Christo Icsu.
Tened en vosotros estos sentimientos, los mismos que en Cristo
Jesús. Filp. 2, 5.
Citm metu ct tremore vestrain salutem operamini.
Con temor y temblor obrad vuestra propia salud. Filp. 2, 12.
Omites quae sua sunt quaeruut, non quae sunt Iesu-Christi.
Todos buscan sus propios intereses, no los de Jesu-Cristo. Filp.
2, 21.
Ouiuia detrimentum feci... ut Christuiu lucrifaciaui.
Di al traste con todo.... a fin de ganarme a Cristo. Filp. 3. 8.
Nostra couversatio iu caclis cst.
Nuestra ciudadanía en los cielos está. Filp. 3, 20.
Gandete iu Domino semper: iterum dico, gaudetc.
Gozaos en el Señor en todo tiempo; otra vez lo diré: gozaos.
Filp. 4, 4.
Scio ct huniiliari, scio ct abundare.
Bien sé vivir con estrechez y sé también nadar en la abundancia.
Filp. 4, 12.

570
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Onmia possum in eo qui me confortat.


Para todo siento fuerzas en aquel que me conforta. Filp. 4, 13.
Quae sursuni sunt quaerite, tibí Christus est.
Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo. Col. 3, 1.
Onmia et in ómnibus Christus.
Todas las cosas, y en todos, Cristo. Col. 3, 11.
Caritatem habete, quod est vinculan perfectionis.
Revestios de la caridad, que es el vinculo de la perfección. Col.
3> 14-
Pax Christi exultet in cordibus vestris.
La paz de Cristo sea el árbitro en vuestros corazones. Col. 3, 15.
In gratia cantantes iu cordibus vestris Deo.
Cantando con hacimiento de gracias en vuestros corazones a
Dios. Col. 3, 16.
In sapientia ambulate ad eos qui foris sunt.
Proceded prudentemente con los de fuera, Col. 4, 5.
Sernio vester semper in gratia, sale sil couditus.
Vuestra palabra sea siempre con buena gracia, sazonada con sal.
Col. 4, 6.
Haec est voluntas Dei, sanctificatio vestra.
Ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación. 1 Tes. 4, 3.
Dies Doniini, sicnt fur in nocte, ita veniet.
El día del Señor, como.ladrón por la noche, asi vendrá. 1 Tes. 5, 2.
Ne quis malum pro malo alicui reddat.
Mirad que ninguno vuelva a otro mal por mal. 1 Tes. 5. 15.
Sitie intermissione orate.
Orad sin cesar. 1 Tes. 5, 17.
Spiritum nolite extinguere.
El espíritu no le apaguéis. 1 Tes. 5, 19.
Omnia probate, quod bonum est teuete.
Probadlo todo, quedaos con lo bueno. 1 Tes. 5, 21.
Ab omni specie mala abstinete vos.
Absteneos de toda apariencia de mal. 1 Tes. 5, 22.
Fidelis est qui vocavit vos.
Fiel es el que os llama. 1 Tes. 5. 24.
Ut non cito moveamini a vestro seusu.
Que no os dejéis tan pronto impresionar, abandonando vuestro
sentir. 2 Tes. 2, 2.
580
APÉNDICE lí

Tenete traditiones quas didicistis.


Mantened firmemente las tradiciones en que fuisteis adoctrina­
dos. 2 Tes. 2, 15.
Si quis non vult operari, nec manducet.
Quien no quiera trabajar, tampoco coma. 2 Tes. 3, 10.
Cuín silentio operantes, panem suum manducent.
Trabajando con sosiego, coman su propio pan. '2 Tes. 3, 12.
Finís praecepti est caritas.
El fin de esta intimación es la caridad. 1 Tim. 1, 5.
Roña est lex, si quis ea legitime utatur.
La ley es buena, con tal que uno use de ella legítimamente.
1 Tim. 1, 8.
Lex insto non est posita, sed iniustis.
No se ha puesto la ley para el justo, sino para los prevaricado­
res. 1 Tim. 1, 9.
¿7 quias episcopatnm desiderat, bonum opus desiderat.
Quien ambiciona el episcopado, muy alta función codicia. 1
Tim. 3, 1.
Ecclesía Dei viví, columna et firmamentum veritatis.
La Iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad
1 Tim. 3, 15.
Omnis creatura Dei bona est.
Toda criatura de Dios es buena. 1 Tim. 4, 4.
Pietas ad omnia utilis est.
La piedad para todas las cosas es provechosa. 1 Tim. 4, 8.
Atiende tibí et doctrinae. insta in illis.
Atiende a ti mismo y a la enseñanza, insiste en estas cosas.
1 Tim. 4, 16.
Dignus est operarías mercede sua.
Digno es el obrero de su jornal. 1 Tim. 5, 18.
Est quaestus magnas pietas aun sufficientia.
Es grande granjeria la piedad, contenta con lo que basta. 1 Tim.
6, 6.
Radix omnium malorum est cupiditas.
Raíz es de todos los males el amor al dinero. 1 Tim. 6, 10.
Certa bonum certamen fidei.
Lucha el noble certamen de la fe. 1 Tim. 6, 12.
Depositum custodi, devitans profanas vocum novitates.
Guarda el depósito, dando.de mano a las profanas palabrerías.
1 Tim. 6, 20.
581
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Collabora Evangelio, sccnndiim virtntem Dei.


Comparte mis padecimientos por la causa del Evangelio, estri­
bando en la fuerza de Dios. 2 Tim. 1, 8.
Formani habe sanornm verbornni.
Conserva sin deformarlo el tipo de las palabras sanas. 2 Tim.
1, 13-
Bonum depositnm cnstodi per Spiritnm Sanctnm.
Guarda el precioso depósito por el Espíritu Santo. 2 Tim. 1. 14.
Labora sien! bonus miles Christi.
Entra denodadamente a combatir las fatigas, como bizarro sol­
dado de Cristo Jesús. 2 Tim. 2. 3.
Nenio militans Deo. implica/ se negotiis saecnlaribns.
Nadie que se dedica a la milicia se deja enredar en los negocios
de la hacienda. 2 Tim. 2, 4.
Oni certat in agonc non coronabitur. nisi legitime ccrtaverit.
Si uno lucha como atleta, no es coronado si no lucha conforme
a la ley. 2 Tim. 2, 5.
Ecrbnm Dei non est alligatnni.
La palabra de Dios no está encadenada. 2 Tim. 2. 9.
Si commortui sumn-s, et conviz’cmns.
Si con él morimos, también con él viviremos. 2 Tim. 2, 11.
Si sustinebinms. et conrcgnabiinns.
Si constantemente sufrimos, también con él reinaremos. 2 Tim.
2, 12.
Noli contenderé verbis, ad nihil enim ntile est.
No perderse en logomaquias — cosa que para nada aprovecha.—
2 Tim. 2, 14.
Stnltas et sine disciplina qnaestiones devita.
Las discusiones tontas e indoctas rehuyelas. 2 Tim. 2. 23.
Scrvnm Domini non oportet litigare.
El siervo del Señor no debe pelearse. 2 Tim. 2. 24.
Semper discentes, et nnmqnam ad scienfiani veritatis pervenicntes.
Siempre están aprendiendo y nunca pueden llegar al pleno cono­
cimiento de la verdad. 2 Tim. 3, 7.
Omites qni pie voliiut viviré en Christo lesit. pcrsecntioneni pa-
tientur.
Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán
perseguidos. 2 Tim. 3. 12.
Permanc in iis qnae dtdicisti.
Permanece constante en lo que aprendiste. 2 Tim. 3. 14.
-o ■>
APÉNDICE II ___

Omnia inunda innudis.


Todo es limpio para los limpios. Tit. i, 15.
Perfectornm est solidus cibtis.
De los hombres maduros es el manjar sólido. Hebr. 5, 14.
Qui lactis est particeps, expers est sennonis institiae, párvulas
enim est.
Todo el que está a leche es inexperto para la doctrina de la
justicia, como niño que es. Hebr. 5, 15.
Quod antiqiiatnr et seuescit, prope interituni est.
Lo que se vuelve antiguo y envejece, cerca está de la desapa­
rición. Hebr. 8, 13.
Sine sanguinis effnsione non fit remissio.
Sin efusión de sangre no se obtiene remisión. Hebr. 9. 22.
Horrendmn est incidere in inanns Dei viventis.
Horrenda cosa es caer en las manos del Dios viviente. Hebr.
10, 31.
Per patientiam citrrainns... propositum nobis certamen.
Corramos por medio de la paciencia la carrera que tenemos de­
lante. Hebr. 12, 1.
Nondiun usque ad sangnincm reslitistis.
Todavía no habéis resistido hasta derramar sangre. Hebr. 12, 4.
Quem diligit Doniinus castigat.
A quien ama corrígele el Señor. Hebr. 12, 6.
Qnis filius, queni non corripit pater?
¿Qué hijo hay a quien no corrige su padre? Hebr. r_>. 7.
Deas noster ignis consuniens est.
Nuestro Dios es fuego devorador. llebr. 12, 29.
Iesits Christus heri et hodie ipse et in saecitla.
Jesu-Cristo aver. v el mismo hov. v también por todos lo.' siglos.
Hebr. 13, 8. ' '
Doctrinis variis et peregrinis nolite abduci.
Por doctrinas abigarradas y peregrinas 110 os dejéis arrastrar.
Hebr. 13, 9.
Non habeinus hic nianentem civitateiu, sed fntnrani inquirimos.
No tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos en busca
de la venidera. Hebr. 13, 14.
Obocdite praepositis vestris et snbiacete eis.
Obedeced a vuestros guías y mostradles sumisión. Hebr. 13, 17.

583

39
Apéndice III: Teológico

PRINCIPALES TEXTOS DOGMÁTICOS DE SAN PABLO,


ORDENADOS SISTEMÁTICAMENTE

Propedéutica

Revelación. Dios, que en los tiempos pasados muy fragmen­


taria y variadamente había hablado a los padres por medio de los
profetas, al fin de estos días nos habló a nosotros en la persona
del Hijo. Hebr. i, 1-2.
Señales de la Revelación: Milagros. Las señales del após­
tol se verificaron entre vosotros... con señales y portentos y mila­
gros. 2 Cor. 12, 12.
Profecías. En orden a la revelación del misterio,
por tiempos eternos mantenido secreto,
mas ahora manifestado,
y por las Escrituras proféticas,
según la ordenación del eterno Dios,
para obediencia de la fe
a todos los gentiles notificado... Rom. ¡6. 25-26.

Cristo, legado de Dios

Cristo il'cado. Considerad al apóstol... de la fe que profe­


samos, Jesús. Hebr. 3, 1.
Verdad histórica de la Resurrección de Cristo. Os trans­
mití en primer lugar lo que a mi vez recibí: que Cristo... ha
resucitado al tercer día, según las Escrituras, y que fué visto
por Cefas, luego por los Doce. Después fué visto por más de
quinientos hermanos de una vez, <le los cuales los más quedan
aún ahora, algunos ya murieron. Después fué visto por Santiago,
luego por todos los apóstoles; últimamente, después de todos,...
fué visto también por mí. 1 Cor. 15, 3-8.

584
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

La Iglesia

Nombre y dignidad. En la casa de Dios, que es la Iglesia


del Dios viviente, columna y sostén de la verdad... i Tim. 3, 15.
Reino de Dios y de Cristo. Nos trasladé) al reino del Hijo
de su amor. Col. 1, 13.
Estos son los únicos colaboradores míos en la propagación del
reino de Dios. Col. 4, 11.
Propiedades y notas: Apostolicidad. Edificados sobre el fun­
damento de los apóstoles y profetas. Ef. 2, 20.
Unidad. Un solo cuerpo y un solo Espíritu,... Un solo Se­
ñor, una sola fe, un solo bautismo. Un solo Dios... Ef. 4, 4-5.
Catolicidad. No hay distinción entre judío y gentil, dado que
uno mismo es el Señor de todos, espléndido pata con todos los
que le invocan... ¿Es que no oyeron? Antes bien (Sal. 18, 5):
Por toda la tierra se difundió su voz,
y hasta los confines del mundo sus palabras. Rom. 10, 12.18.
Santidad. Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por
ella, para santificarla, a fin de... que sea santa... Ef. 5, 25-28.
Magisterio. Lo que oíste de mí..., esto confíalo a hombres
fieles, quienes sean idóneos para enseñar a su vez a otros. 2 Tim.
2 2.
Poder de jurisdicción. Aun cuando me gloriare algo más
todavía de nuestra potestad, la cual dió el Señor para edifica­
ción.... no quedaré corrido. 2 Cor. 10, 8.
Poder judicial. Yo, por nn parte,... ya he resuelto,... al que
así tal obró, en el nombre del Señor nuestro Jesu-Cristo..., con el
poder del Señor nuestro Jesús entregar a ese tal a Satanás para
perdición de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo... 1 Cor.
5, 3'5- t •
Cuerpo y cabeza de la Iglesia. A él le constituyó por en­
cima de todo cabeza de la Iglesia, la cual es el cuerpo suyo, la ple­
nitud del que recibe de ella su complemento total y universal.
Ef. 1, 22-23.
Cuerpo y Espíritu. En un mismo Espíritu todos nosotros
fuimos bautizados... en razón de formar un solo cuerpo. 1 Cor.
12, 13-
La Iglesia, Israel de Dios. Vosotros, los gentiles según la
carne,... que estabais... excluidos de la ciudadanía de Israel y ex­
traños a las alianzas, sin esperanza de la promesa,... mas ahora en
Cristo Jesús, vosotros, los que un tiempo estabais lejos, habéis sido
aproximados por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz; el
que de los dos hizo uno... F.f. 2, 11-14.
585
APÉNDICE III

Fuentes de la divina revelación

Inspiración. Toda la Escritura, divinamente inspirada, es


también provechosa para la enseñanza, para la reprensión, para la
corrección, para la educación en la justicia, para que sea cabal el
hombre de Dios, dispuesto y a punto para toda obra buena. 2
Tim. 3, 16-17.
Tradición. Mantened firmemente las tradiciones en que fuis­
teis adoctrinados, ya sea de viva voz, ya sea por carta nuestra.
2 Tes. 2, 15.

Dios uno

Existencia. Es necesario que quien se llega a Dios crea que


existe. Hebr. 11, 6.
Cognoscibilidad. Pues lo que se conoce de Dios se halla
claro en ellos, ya que Dios se lo manifestó. Porque los atributos
invisibles de Dios resultan visibles por la creación del mundo, al
ser percibidos por la inteligencia en sus hechuras: tanto su eterna
potencia como su divinidad; de suerte que son inexcusables. Rom.
1. 19-21.
Invisibilidad. ...Mora en luz inaccesible, a quien no vió nin­
guno de los hombres ni puede ver. 1 Tim. 6, 16.
Unidad. Dios es uno solo. Gal. 3, 20.
Inmensidad. Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre
todos, que actúa por medio de todos, que habita en todos. Ef. 4, 6.
Inmutabilidad física. Ellos (los cielos) se disolverán, mas
tú subsistes.... Mas tú eres el mismo, y tus años no fenecerán.
Hebr. 1, 11-12.
Inmutabilidad moral. Queriendo Dios mostrar más cumplida­
mente a los herederos de la promesa lo inmutable de su resolu­
ción... Hebr. 6, 17.
Eternidad. ...Según la ordenación del etenio Dios. Hebr.
16, 26.
Omnipotencia. Dice el Señor todopoderoso. 2 Cor. 6, 18.
Bondad. Dios... el Padre de las Misericordias y Dios de toda
consolación. 2 Cor. 1, 3.
Sabiduría. No hay creatura invisible en su presencia, antes
todo está desnudo y descubierto a sus ojos. Hebr. 4, 13.
Penetración de los corazones. El que sondea los corazones
sabe cuál es la aspiración del Espíritu. Rom. 8, 27.
Presciencia. No repudió Dios a su pueblo, en quien de ante­
mano pu<o los ojos. Rom. 11, 2.
586
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Providencia. Según la disposición de quien obra todas las


cesas según el consejo de su voluntad. Ef. i, ti.
Voluntad salvífica. Dios nuestro Salvador, el cual quiere
que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento
de la verdad, i Tim. 2, 3-4.
Salvación del hombre por i.a gracia de Dios. No por
obras hechas en justicia que nosotros hubiéramos practicado, sino
según su misericordia, nos salvó... Tit. 3, 5.
Proceso sobrenatural de la providencia. Dios coordena
toda su acción al bien de los que le aman, de los que según su
designio son llamados. Porque a los que de antemano conoció,
también los predestinó... Y a los que predestinó, a éstos también
llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó. Rom. 8, 28-30.
Predestinación. Los predestinó a ser conformes con la ima­
gen de su Hijo. Rom. 8, 29.
Signos o estadios lógicos de la predestinación. Beneplá­
cito. Predestinándonos... según el beneplácito de su voluntad.
Ef. 1, 5.
Propósito. Predestinados según la disposición (de Dios). Ef.
1. 11.
Elección (eterna). Nos escogió en él antes de la fundación
del mundo. Ef. 1, 4.
Predestinación a la gracia. Predestinándonos a la adopción
de hijos suyos por Jesu-Cristo. Ef. 1, 5.
Predestinación a la gloria. En el cual fuimos además cons­
tituidos herederos, predestinados según la disposición (de Dios).
Ef. 1, 11.
Reprobación. ¿ Y si Dios, aun queriendo ostentar su ira y
manifestar su poder, soportó con mucha longanimidad a los vasos
de ira dispuestos para la perdición... Rom. 9, 22.

Dios trino
Trinidad de las personas. La gracia del Señor Jesu-Cristo,
y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean
con todos vosotros. 2 Cor. 13, 13.
Distinción e igualdad de las personas. Distribuciones hay
de carismas. pero un mismo Espíritu; y distribuciones hay de
ministerios, pero un mismo Señor; y distribuciones hay de opera­
ciones, pero un mismo Dios. 1 Cor. 12, 4-6.
Relaciones personales:
Padre. Bendito sea el Dios y Padre del Señor nuestro Jesu-
Cristo. Ef. 1, 3.
Hijo. Porque el Hijo de Dios, Jesu-Cristo... 2 Cor. 1, 19.
587
APÉNDICE III

Espíritu del Padre y del Hijo. ...Si es que el Espíritu de Dios


habita en vosotros. Que si alguno no tiene el Espiritu de Cristo,
ese tal no es de él. Rom. 8, 9.
Orden de la Trinidad. ...En la persona del Hijo, ...por quien
hizo también los mundos. Hebr. 1, g.
A nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espiritu. 1 Cor.
2, 10.
No me atreveré a hablar de cosa que no haya obrado Cristo
por mí... por la virtud del Espíritu Santo. Rom. 15, 18-19.
El Padre, Dios. Para nosotros no hay sino un Dios, el Pa­
dre. 1 Cor. 8. 6.
El Hijo, Dios. De quienes desciende el Mcsias según la
carne, quien es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos.
Rom. 9. 6.
El Hijo igual al Padre. El cual, subsistiendo en la forma
de Dios, no consideró como una presa arrebatada el ser al igual
de Dios. Filp. 2, 6.
El Hijo, consustancial al Padre. El cual, siendo irradia­
ción esplendorosa de su gloria y sello de su sustancia... Hebr. 1. 3.
El Espíritu Santo, Dios. A nosotros nos lo reveló Dios
por medio del Espíritu; pues el Espiritu todo lo sondea, aun las
profundidades de Dios. A la verdad, ¿quién conoce de los hom­
bres lo intimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en
él? Así también las cosas de Dios nadie las conoce sino el Espi­
ritu de Dios. 1 Cor. 2, 10-11.
Personalidad del Espíritu Santo. Todas estas cosas obra
un mismo y solo Espíritu, repartiendo en particular a cada uno
según quiere. 1 Cor. 12, 11.
Consustancialídad . ...Pero un mismo Dios; quien obra
todas las cosas en todos... Mas todas estas cosas obra un mismo
y solo Espíritu. 1 Cor. 12, 6. 11.
Procesiones :
Generación del Hijo. Porque ¿a quién de los ángeles dijo
alguna vez (Sal. 2, 7) :
Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado...? Hebr. 1, 5.
El cual es imagen del Dios invisible. Col. 1, 15.
... Un Cristo,... sabiduría de Dios. 1 Cor. 1, 24.
Procesión del Espíritu Santo: Del Padre. Nosotros recibi­
mos... el Espíritu que viene de Dios. 1 Cor. 2, 12.
Del Padre y del Hijo. ...Si es que el Espiritu de Dios ha­
bita en vosotros. Que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
ese tal no es de él. Rom. 8, 9.
Misiones. Envió Dios desde el cielo de cabe sí a su propio
Hijo... Envió Dios desde el cielo de cabe si a nuestros cora­
zones el Espíritu de su Hijo. Gal. 4, 4-6.
588
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Dios creador

Dios creador. Quien todas las cosas fabricó es Dios. Hebr.


3> 4-
La obra de la creación. Por la fe entendemos haber sido
los mundos aparejados por la palabra de Dios, de suerte que no
de cosas que estuvieran a la vista ha sido producido eso que se
ve. Hebr. n, 3.
Conservación. — Sustentando todas las cosas con la palabra
de su poder. Hebr. 1, 3.
Concurso. Dios, quien obra todas las cosas en todos. 1 Cor.
12, 6.
Angeles. Y cierto, respecto de los ángeles dice (Ps. 103, 4) :
Él hace a sus ángeles vientos,
y a sus ministros llama de fuego... Hebr. 1, 7.
Dignidad de los ángeles. Le rebajaste un poquito respecto
de los ángeles. Hebr. 2, 7.
Jerarquías angélicas. ... Por encima de todo principado,
y potestad, y virtud, y dominación, y de todo titulo de honor re­
conocido no sólo en este siglo, sino también en el venidero.
Ef. 1, 21.
Ya sean los tronos, ya las dominaciones, ya los principados,
ya las potestades... Col. 1, 16.
Angeles buenos. Te conjuro en presencia de Dios y de
Cristo Jesús y de los ángeles elegidos... 1 Tim. 5, 21.
Ministerio dE los ángeles. ¿Acaso no son todos ellos es­
píritus ministrantes, enviados para servicio a favor de aquellos
que han de alcanzar la herencia de la salud? Hebr. 1, 14.
Angeles malos. Revestios de la armadura de Dios para que
podáis sosteneros ante las asechanzas del diablo... contra los
principados, contra las potestades, contra los poderes mundanales
de las tinieblas de este siglo, contra las huestes espirituales de
la maldad que andan en las regiones aéreas. Ef. 6, n-12.
El hombre: Adán. Fué hecho el primer hombre, Adán,
alma viviente (Gén. 2, 7). 1 Cor. 15, 45.
Varón y mujer. No procede el varón de la mujer, sino la
mujer del varón. Pues que no fué creado el varón por causa de
la mujer, sino la mujer por causa del varón. 1 Cor. 11, 8-9.
Unidad del género humano. Tanto el que santifica como
los que son santificados de uno vienen todos. Hebr. 2, 11.
Constitución del hombre. La virgen se preocupa por las
cosas del Señor: cómo ser santa en el cuerpo y en el espíritu.
1 Cor. 7, 34.

589
APÉNDICE III

Elevación y caída del hombre

Justicia original. Como por un solo hombre el pecado en­


tró en el mundo, y por el pecado la muerte... Rom. 5, 12. [Si
por el pecado la muerte, luego antes del pecado el hombre era in­
mortal : la cual inmortalidad era un don preternatural. Además,
si por el pecado la muerte, luego inversamente por la justicia la
vida (Rom. 8, íoj. Luego la inmortalidad preternatural presu­
ponía una justicia sobrenatural].
Pecado original. Como por el delito de uno solo para to­
dos los hombres todo remata en condenación, así también por el
acto de justicia de uno solo para todos los hombres todo acaba
en justificación de vida. Pues como por la desobediencia de un
solo hombre fueron constituidos pecadores los que eran muchos,
así también por la obediencia de uno solo serán constituidos jus­
tos los que son muchos. Rom. 5, 18-19.
Pecado actual: Tiolación de la Ley. ¡Por la transgresión
de la ley afrentas a Dios! Rom. 2, 23.
Ofensa de Dios. ... Crucifican de nuevo al Hijo de Dios y
le exponen a pública ignominia. Hebr. 6, 6.
Muerte del alma. ... Que estabais muertos por vuestros de­
litos y pecados... Ef. 2, 1.
Sanción. ... Los injustos no heredarán el reino de Dios.
1 Cor. 6, 9.
Pecado mortal y venial. La fornicación y toda impureza o
codicia ni se nombren entre vosotros, cual cumple a santos; lo
mismo que la torpeza y las conversaciones tontas y la chocarre­
ría... Porque sabed y entended que todo fornicario, o impuro,
o codicioso, que equivale a idólatra, no tiene parte en la herencia
del reino de Cristo y de Dios. Ef. 5, 3-5.

Cristología

Cristo Dios : Preexistencia. No digas en tu corazón:


¿Quién subirá al cielo? (Dt. 30, 12), esto es, para hacer bajar
a Cristo. Rom. 10, 6.
Primacía universal de Cristo. Él es antes que todas las
cosas... para que en todas las cosas obtenga él la primacía. Col.
1, 17-18.
Cristo, creador. Todas las cosas han sido creadas por me­
dio de él. Col. 1, 16.
Conservador. ... Sustentando todas las cosas con la pala­
bra de su poder. Hebr. 1, 3.

590
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Imperio sobre las cosas creadas. Ya sea que vivamos, para


el Señor vivimos; ya sea que muramos, para el Señor morimos.
Tanto, pues, si vivimos como si morimos, del Señor somos. Pues
para esto Cristo murió y retornó a la vida, para que asi de los
muertos como de los vivos tenga señorío. Rom. 14, 8-9.
Cristo, fin de la creación. Todas las cosas han sido crea­
das por él v para él. Col. 1, 16.
Objeto dEl culto divino. ... En el nombre de Jesús se do­
ble toda rodilla de los seres celestes, y de los terrestres, y de los
intérnales, y toda lengua confiese que Jesu-Cristo es Señor...
Filp. 2, 10-11.
Gloria divina de Cristo. ...Resucitándole de entre los
muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de
todo principado y potestad y virtud y dominación, y de todo
titulo de honor reconocido no sólo en este siglo, sino también
en el venidero. Ef. I, 20-21.
Cristo, «Señor». Si bien hay quienes son llamados dioses,
sea en el cielo, sea en la tierra — cuales hay muchos dioses y
muchos señores, — mas para nosotros no hay sino un Dios, el
Padre, de quien proceden todas las cosas, y nosotros estamos
destinados hacia él; y un solo Señor, Jesu-Cristo, por quien son
todas las cosas, y nosotros también por él. 1 Cor. 8, 5-6.
«Hijo de Dios». Moisés, cierto, fué fiel en toda la casa de
Dios, como criado...; mas Cristo como Hijo sobre su propia
casa. Hebr. 3, 5-6.
Cristo, Dios. En cambio, respecto del Hijo (Sal. 44, 7-8) :
Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los siglos,
V la vara de la. rectitud, vara de tu realeza.
.diñaste la justicia y aborreciste la iniquidad,
por esto te ungió, ¡oh Dios!, tu Dios con óleo de alegría
con preferencia sobre tus compañeros. Hebr. 1, 8-9.
Textos del Antiguo Testamento dichos de Dios y aplica­
dos a Cristo. Todos hemos de comparecer ante el tribunal de
Dios. Porque está escrito (Is. 43, 24) :
Vivo yo, dice el Señor,
que ante mí se doblará toda rodilla,
y toda lengua alabará a Dios. Rom. 14, 10-11.
Cristo, hombre. Porque uno es Dios, uno también el Me­
diador de Dios y de los hombres, un hombre, Cristo Jesús.
1 Tim. 2, 5.
De Adán. Tanto el que santifica como los que son santifi­
cados de uno vienen todos. Hebr. 2, n.
De Abraiián. A Abrahán le fueron hechas las promesas, y
en él a su Descendencia..., la cual es Cristo. Gal. 3, 16.

591
APÉNDICE III

De i,os patriarcas. Cuyos son los patriarcas, y de quienes


desciende el Mesías según la carne. Rom. 9, 5.
D,e iJudá. Es cosa manifiesta que el Señor nuestro es retoño
de Judá. Hebr. 7, 14.
De David. ... Acerca de su Hijo, el que nació de la estirpe
de David según la carne. Rom. 1, 3.
De la Virgen M>aría. Envió Dios desde el cielo de cabe sí
a su propio Hijo, hecho hijo de Mujer. Gal. 4, 4.
Pin de i.a encarnación: la redención de los pecados. Cris­
to Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. 1 Tim. 1, 15.
Fines más altos de la encarnación. ... Notificándonos el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se propuso en
él en orden a su realización en la plenitud de los tiempos, de
recapitular en Cristo todas las cosas, las de los cielos y las de la
tierra. Ef. 1, 9-10.
Doiíl.e naturaleza. El cual, subsistiendo en la forma de
Dios..., se anonadó a si mismo, tomando i-'orma de esclavo...
Filp. 2, 6-7.
Comunicación de idiomas. Jamás al Señor de la gloria cru­
cificaran. 1 Cor. 2, 8.
Oficios teándricos: Nuevo Adán. Fué hecho el primer
hombre, Adán, alma viviente (Gén. 2, 7) ; el postrer Adán, espí­
ritu vivificante. 1 Cor. 15, 45.
Cristo, Mediador. Ahora posee un ministerio sagrado tanto
más excelente por cuanto es mediador de 1111a alianza también
mejor, como qne ha sido establecida a base de promesas mejo­
res. Hebr. 8, 6.
Cristo, Sacerdote. Tenemos un Pontífice tal, que se sentó a
la diestra del trono de la Majestad en los cielos. Hebr. 8, 1.
Celeste intercesión de Cristo. Él, a causa de subsistir perpe­
tuamente, posee el sacerdocio intransferible; por donde puede
también salvar perennemente a los que por él se llegan a Dios,
siempre viviente para interceder a favor de ellos. Hebr. 7, 24-25.
Salvador. Nos salvó por el baño de la regeneración y de la
renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros opu­
lentamente por Jesu-Cristo, nuestro Salvador. Tit. 3, 6.
Cabeza de la Iglesia. Él es la cabeza del cuerpo, de la Igle­
sia. Col. 1, 18.
La Iglesia, cuerpo df. Cristo: cuerpo místico. Asi como
en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los
miembros tienen una misma función, así los que somos muchos
somos un solo cuerpo en Cristo; y por lo que mira a cada uno,
miembros los unos de los otros. Rom. 12, 4-5.
Todo el cuerpo, Cristo. A la manera que el cuerpo es uno

59-2
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con


ser muchos, constituyen un solo cuerpo, así también Cristo,
i Cor. 12, T2.
En el cuerpo, todas las cosas y en todos, Cristo. ... (Os
habéis) revestido del nuevo (hombre)..., donde no hay griego ni
judío..., sino todas las cosas y en todos, Cristo. Col. 3, 10-11.
Todas las cosas recapituladas en Cristo. ... Notificándo­
nos el misterio de su voluntad... en orden a su realización en la
plenitud de los tiempos, de recapitular en Cristo todas las cosas,
las de los cielos y las de la tierra. Ef. 1, 9-10.
Judíos y gentiles, reconciliados en Cristo. Por revela­
ción se me dió a conocer el misterio...; a saber, que los gentiles
son coherederos y miembros de un mismo cuerpo y juntamente
partícipes de la promesa en Cristo Jesús. Ef. 3, 3-6.
Cristo, vida del cuerpo. Vivo... ya no yo, sino Cristo vive
en mí. Gal. 2. 20.
Otras imágenes afines a la df. «cuerpo». Como recibisteis
a Cristo Jesús, caminad en él, arraigados en él, y edificándoos
sobre él. Col. 2, 6-7.
Cristo, esposo de la Iglesia. Los varones amad a vuestras
esposas, como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí
mismo por ella..., a fin de hacer parecer ante sí gloriosa a la
Iglesia, sin que tenga mancha... Ef. 5, 25-27.
Plenitud de Cristo: Plenitud de la divinidad. En él habita
toda la plenitud de la divinidad corporalmente. Col. 2,9.
Plenitud universal. En él tuvo a bien Dios que morase toda
la plenitud. Col. 1, 19.
Cristo consumado. Le estaba bien a aquel para quien es
todo y por quien es todo que, al paso que llevaba muchos hijos a
la gloria, consumase por medio de los padecimientos al autor de
su salud. Hebr. 2, 10.
Cristo, rey. Es menester que él reine. 1 Cor. 15, 25.

Soteriología

Dios airado. Éramos por naturaleza hijos de ira. Ef. 2, 3.


Reconciliados con dios. Si, siendo enemigos, fuimos recon­
ciliados con Dios por la muerte de su Hijo, con mucha más ra­
zón, una vez reconciliados, seremos salvos en su vida. Rom. 5, 10.
La muerte de Cristo, sacrificio por los pecados. Cristo
os amó, y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y
víctima a Dios en fragancia de suavidad. Ef. 5, 2.
Redimidos por la muerte de Cristo. Se entregó a sí mismo
por nosotros para redimirnos de toda iniquidad. Tit. 2, 14.

593
APÉNDICE III

Sustitución penal. Cristo nos rescató de la maldición de


la ley, hecho por nosotros objeto de maldición. Gal. 3, 13.
Satisfacción. Comprados fuisteis a costa de precio. 1 Cor.
6. 20.
Nuestra comunión o solidaridad con i„a muerte de Cristo.
Al que no conoció pecado, por nosotros le hizo pecado, a fin de
que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en él. 2 Cor. 5, 21.

La gracia de Cristo

Orden sobrenatural. No ceso de dar gracias por vosotros,


haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que...
Dios... os conceda espíritu de sabiduría y de revelación con ple­
no conocimiento de él, iluminados los ojos de vuestro corazón,
para que conozcáis cuál sea la esperanza de su vocación, cuáles
las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál la
sobrepujante grandeza de su poder para con nosotros los cre­
yentes. según la energía de la potencia de su fuerza, que desple­
gó en Cristo... Ef. 1, 16-20.
Gracia actual : don de Dios. Por la gracia habéis sido sal­
vados mediante la fe; y esto no de vosotros, que de Dios es el
don; no en virtud de obras, para que nadie se glorie. Ef. p, 8-9.
GraTuidad. Ha quedado un residuo según la selección de
la gracia. Ahora bien, si es por gracia, ya no es por obras; que
si no, la gracia ya no resulta gracia. Rom. 11, 5-6.
Potencia de la gracia. Para todo =iento fuerzas en aquel
que me conforta. Filp. 4, 13.
Gracia inicial. Con la segura confianza de que quien co­
menzó en vosotros obra buena la llevará al cabo hasta el día de
Cristo Jesús. Filp. 1. 6.
De la gracia proviene el buen pensamiento No que por
nosotros mismos seamos capaces de discurrir algo como de nos­
otros mismos, sino que nuestra capacidad nos viene de Dios, quien
asimismo nos capacita para ser ministros de una nueva alianza.
2 Cor. 3, 5-6.
De la gracia, la buena voluntad y la acción. Dios es el
que obra en vosotros asi el querer como el obrar, en virtud de su
beneplácito. Filp. 2, 13.
Gracia de orar. El Espíritu acude en socorro de nuestra
flaqueza. Pues qué hemos de orar, según conviene, no lo sabe­
mos. Rom. 8, 26.
El don de i.a perseverancia. ... E11 tanto que aguardáis la
revelación de nuestro Señor Jesu-Cristo. el cual también os man­
tendrá firmes hasta el fin. 1 Cor. 1, 7-8.
594
EPÍSTOLAS PE SAN PABLÓ

Gracia y libertad. El espíritu no le apaguéis... Probadlo


todo, quedaos con lo bueno, i Tes. 5, 19-21.
Gracia habitual: Justificación. Ahora, empero, indepen­
dientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado...
mediante la fe de Jesu-Cristo, para todos y sobre todos los que
creen... justificados como son gratuitamente por su gracia. Rom.
3, 21-24.
Anulación de los pecados. ¡ Cuánto más la sangre de Cris­
to... purificará vuestra conciencia de obras muertas... ! Hebr.
9, 14-
Santificación. Pero fuisteis lavados, pero fuisteis santifica­
dos, pero fuisteis justificados en el nombre de nuestro Señor
Jesu-Cristo y en el Espíritu de nuestro Dios. 1 Cor. 6, 11.
l'ida del espíritu. El Espíritu es vida a causa de la justicia.
Rom. 8, 10.
... En justificación de vida. Rom. 5. 18.
Renovación espiritual. ... A despojaros... del hombre viejo...
y a renovaros en el espiritu de vuestra mente y revestiros del
hombre nuevo, creado según el ideal de Dios en la justicia y
santidad de la verdad.
Filiación adoptiva. Enyió Dios desde el cielo de cabe sí a
su propio Hijo..., a fin de que recobrásemos la filiación adoptiva.
Y pues sois hijos, envió Dios desde el cielo de cabe sí a nues­
tros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba!
¡ Padre ! Gal. 4, 4-6.
Inhabitación del Espíritu Santo. ¿No sabéis que sois templo
de Dios, y el Espíritu de Dios habita en vosotros? 1 Cor. 3, 16.
Puntos üe contacto de, la fe con la justificación. Al que
cree en aquel que justifica al impío, se le abona su fe a cuenta
de justicia. Rom. 4, 5.
Noé... fué constituido heredero de la justicia que es según
la fe. Hebr. 11,7.
También nosotros creimos en Cristo Jesús, para ser justifi­
cados por la fe de Cristo. Gal.-2, 16.
La justicia de Dios en él se revela de fe en fe. Rom. 1, 17.
L'no mismo es el Dios que justificará la circuncisión en vir­
tud de la fe, y la incircuncisión por medio de la fe. Rom. 3, 30.
Justificados... en virtud de la fe, mantengamos la paz con
Dios por mediación de nuestro Señor Jesu-Cristo, por quien he­
mos obtenido con la fe el acceso también a esta gracia. Rom.
5, 1-2.
... A fin de ganarme a Cristo y ser hallado en él, no poseyen­
do una justicia propia, aquella que viene de la ley, sino la que
viene por la fe de Cristo, la justicia que proviene de Dios.
Filp. 3. 9.
595
APÉNDICE III

Dios, principio y fin de la justicia. Justificados... para


la demostración de su justicia en el tiempo presente, con el fin
de mostrar ser él justo y quien justifica al que radica en la fe
en Jesús. Rom. 3, 24-26.
Cristo, mediador de la justicia. Colmados del fruto de
justicia que se logra por Jesu-Cristo. Filp. 1, n.
Al buscar ser justificados en Cristo. Gal. 2, 17.
■Justificados ahora en su sangre, seremos por ti salvados de la
cólera. Rom. 5, 9.
Justificados... mediante la redención que se da en Cristo Je­
sús, al cual exhibió Dios como monumento expiatorio, mediante
la fe, en su sangre. Rom. 3, 24-^5.
Fué resucitado por nuestra justificación. Rom. 4, 25.
Justificados por el Espíritu Santo. Fuisteis justificados...
en el Espíritu de nuestro Dios. 1 Cor. 6, 11.
Nosotros por el Espíritu, en virtud de la fe, aguardamos la
esperanza de la justicia. Gal. 5, 5.
Mérito. Reservada me está la corona de ¡a justicia, con la
cual me galardonará en aquel día el Señor, el justo Juez; y no
sólo a mí. sino también a todos los que habrán aguardado con
amor su advenimiento. 2 Tim. 4, 8.
Herencia celestial. Si hijos, también herederos: herede­
ros de Dios, coherederos de Cristo. Rom. 8, 17.
Incertidumbre de la propia justicia. Quien piense estar
en pie, mire 110 caiga. 1 Cor. 10, 12.

Virtudes teologales

Número ternario. Ahora subsisten fe, esperanza, caridad,


esas tres; mas la mayor de ellas es la caridad. 1 Cor. 13, 13.
Coordinación. Habiendo oído vuestra fe en Cristo Jesús
y la caridad que tenéis con todos los santos, por la esperanza
que os está reservada en los cielos. Col. 1, 4-5.
Propiedades. Recordando la actividad de vuestra fe, y el
trabajo de vuestra caridad, y el tesón de vuestra esperanza.
1 Tes. 1, 3.
Aumento. ... Como se acreciente vuestra fe... 2 Cor. 10, 15.
F.l Dios de la esperanza os colma de gozo y paz... para que
abundéis más y más en la esperanza por la virtud del Espíritu
Santo. Rom. 15, 13.
Se acrecienta más y más vuestra fe y aumenta la mutua ca­
ridad de cada uno de vosotros. 2 Tes. 1, 3.

596
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Fe

Virtud de la FE. Es la fe una convicción de las cosas que


se esperan, argumento de las que no se ven. Hebr. n, i.
Virtud intelectual. Por la fe entendemos haber sido los
mundos aparejados por la palabra de Dios. Hebr. ii, 3.
Oscuridad. Por fe caminamos, no por vista. 2 Cor. 5, 7.
Necesidad. Sin la fe es imposible ser grato (a Dios), pues
es necesario que quien se llega a Dios crea que existe y que es
remunerador para los que le buscan. Hebr. 11,6.
Motivo de la fe. Habiendo vosotros recibido la palabra de
Dios, que de nosotros oísteis, la abrazasteis no como palabra de
hombre, sino tal cual es verdaderamente, como palabra de Dios.
1 Tes. 2, 13.
La fe viene de la audición: y la audición, por la palabra de
Cristo. Rom. 10, 17.

Esperanza

Virtud de i a esperanza. La tribulación engendra constan­


cia; la constancia, aquilatamiento; el aquilatamiento, esperanza,
y la esperanza a nadie deja corrido. Rom. 5, 3-5.
La esperanza designada con el nombre de paciencia. Que
los ancianos sean sobrios..., sanos en la fe, e:i la caridad, en la
paciencia. Tit. 2, 2.
Motivo de la esperanza. Mantengamos inconmovible la
confesión de la esperanza, pues fiel es quien hizo la promesa.
Hebr. 10. 33.
Esperanza en sentido objetivo. En esperanza es como he­
mos sido salvados; ahora bien: la esperanza que se tiene al ojo
no es esperanza; pues lo que uno ve ¿a qué \iene el esperarlo?
Mas si lo que no vemos lo esperamos, por la paciencia lo aguar­
damos. Rom. 8, 24-25.

Caridad

Nombres de la caridad. El amor de Dios. Rom. 5, 5.


El amor de Cristo. 2 Cor. 5, 14.
La caridad del Espíritu. Rom. 15, 30.
Virtud infusa. F.1 amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo. Rom. 5, 5.
Duración eterna. La caridad jamás decae. Que si profe­
cías, se desvanecerán; que si lenguas, cesarán; que si ciencia, se
desvanecerá. 1 Cor. 13, 8.

597
APÉNDICE III

Objeto de la Dios coordena toda su acción al


caridad.
bien de los que le aman.Rom. 8, 28.
.Si alguno no ama alSeñor, sea anatema. 1 Cor. 16, 22.
En lo que toca a la caridad fraterna no tenéis necesidad de
que se os escriba. 1 Tes.
4, 9.
La caridad, plenitud de la ley. El que ama al otro ha
cumplido plenamente la ley... Plenitud, pues, de la lev es la ca­
ridad. Rom. 13, 8-10.

Los sacramentos: Bautismo

Noción del bautismo. Cristo amó a la Iglesia y se entregó


a si mismo por ella, para santificarla, purificándola con el baño
del agua por la palabra [de vida], Ef. 5, 25-26.
Unidad. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Ef. 4. 5-
Efectos. ... No por obras hechas en justicia que nosotros
hubiéramos practicado, sino según su misericordia, nos salvó por
el baño de la regeneración y de la renovación ¿el Espíritu Santo,
que derramó sobre nosotros opulentamente por Jesu-Cristo, nues­
tro Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos cons­
tituidos, conforme a la esperanza, herederos de la vida eterna.
Tit. 3, 5-7.
Simbolismo del rito bautismal. ¿O es que ignoráis que
cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos
bautizados? Consepultados, pues, fuimos en él por el bautismo
en orden a la muerte, para que como fué Cristo resucitado de
entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
en novedad de vida caminemos. Porque si hemos sido hechos una
cosa con él por lo que es simulacro de su muerte, pero también
lo seremos por lo que lo es de su resurrección. Rom. 6, 3-5.
Por el bautismo se constituye el cuerpo místico de Cris­
to. Cuantos en Cristo fuisteis bautizados, de Cristo fuisteis
revestidos. Gal. 3, 27.
E11 un mismo Espíritu todos nosotros fuimos bautizados, ya
judíos, ya griegos, ya esclavos, ya libres, en razón de formar
un solo cuerpo. 1 Cor. 12, 13.

Confirmación

Rito. ... No echando de nuevo el fundamento, es decir, la


penitencia... y la imposición de las manos. Hebr. 6, 1-2.
Efecto. A todos se nos dió a beber un mismo Espíritu.
1 Cor. 12. 13.
598
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Eucaristía

Institución y presencia real. Yo recibí del Señor lo mis­


ino que os transmití a vosotros: que el Señor Jesús, la noche
que era entregado, tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió
y dijo: «Este es mi cuerpo, que se da por vosotros; haced esto
en memoria de mi.» Asimismo el cáliz, después de haber cenado,
diciendo: «Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre;
haced esto, cuantas veces bebiereis, en memoria de mí.» Porque
cuantas veces coméis este pan y bebéis el cáliz, anunciáis la
muerte del Señor, hasta que venga, i Cor. 11, 23-26.
Disposición i>e alma. Pruébese el hombre a si mismo, y así
coma del pan y beba del cáliz. Porque quien come y bebe, su.
propia condenación come y bebe, si no discierne el cuerpo del
Señor. Por esto hay entre vosotros muchos enfermos y achaco­
sos, y mueren bastantes. 1 Cor. 11, 28-30.
Bajo ambas especies está todo el sacramento. De suerte
que quien comiere el pan o bebiere el cáliz «leí Señor indigna­
mente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor. 1 Cor. 11, 27.
Sacrificio eucarístico. Huid de la idolatría... El cáliz de
la bendición que bendecimos, ¿ no es acaso comunión con la san­
gre de Cristo ? El pan que partimos, ¿ 110 es acaso comunión con
el cuerpo de Cristo ? Puesto que uno es el pan. un cuerpo somos
la muchedumbre; pues todos de un solo pan participamos. Mirad
al Israel según la carne: ¿por ventura los que comen de las
víctimas no entran en comunión con el altar? ¿Qué digo, pues?
¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? ¿O que el ídolo es algo?
Pero es que lo que inmolan los gentiles, a los demonios, y no a
Dios, lo inmolan. Y no quiero que vosotros entréis en comunión
con los demonios. No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz
de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de
la mesa de los demonios. ¿ O es que pretendemos meter celos al
Señor? 1 Cor. 10, 14-22.

Orden
Sacramento del orden. Te amonesto que reavives la gra­
cia de Dios, que está en ti por la imposición de mis manos.
2 Tim. 1, 6. Cf. 1 Tim. 4, 14.
Jerarquía. Pablo y Timoteo, esclavos de Cristo Jesús, a
todos los santos en Cristo Jesús que se hallan en Filipos con los
obispos y diáconos. Filp. 1, 1. — Te dejé en Creta, para que...
establecieses en cada ciudad presbíteros, según yo te ordené.
Tit. 1, 5.
599

40
apéndice iií

Matrimonio
Derechos y obligaciones. El marido a la mujer pagúele lo
que le es debido, e igualmente también la mujer al marido. La
mujer no es dueña de su propio cuerpo, sino el marido; e igual­
mente tampoco el marido es dueño de su propio cuerpo, sino la
mujer. No os defraudéis el uno al otro, a no ser de común acuerdo
por un tiempo, con el fin de vacar a la oración, i Cor. 7, 3-5,
Indisolubilidad. A los ya casados ordeno no yo, sino el
Señor, que la mujer no se separe del marido — y caso que llegare
a separarse, que no piense en otro casamiento o que haga las
paces con su marido, — v el marido no despida a la mujer,
1 Cor. 7, io-ii.
Privilegio Paulino. A los demás digo yo, no el Señor: si
algún hermano está casado con mujer no cristiana, y ella se con­
tenta de vivir con él, no la despida; y la mujer, si alguna está casa­
da con marido no cristiano, y él se contenta de vivir con ella, no
despida al marido. Pues santificado queda el marido no cristiano
en la mujer, y santificada queda la mujer 110 cristiana en el her­
mano; pues entonces vuestros hijos fueron inmundos, mientras
que ahora son santos. Mas si el no cristiano se separa, que se
separe; no está esclavizado el hermano en semejantes casos;
antes a vivir en paz nos ha llamado Dios. Pues ¿qué sabes, mujer,
si salvarás al marido? ¿O qué sabes, marido, si salvarás a la
mujer? Sólo que según que a cada uno repartió el Señor, según
que a cada uno llamó Dios, así proceda. 1 Cor. 7, 12-17.
La virginidad, superior al matrimonio. El que casa a su
hija doncella, hace bien, y el que no la casa, hará mejor. 1 Cor.
7, 38.
Legitimidad de las segundas nupcias; matrimonios no
mixtos. La mujer está sujeta al vínculo todo el tiempo que viva
su marido; mas si el marido muriere, queda libre para casarse
con quien quiera, sólo que sea en el Señor. Será, con todo, más
dichosa si permaneciere así, siguiendo mi consejo. 1 Cor, 7, 39-40.
SacramenTalidad del matrimonio. El varón es cabeza de
la mujer, como también Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo
suyo, del cual él es Salvador. Mas así como la Iglesia se sujeta
a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Los
varones, amad a vuestras esposas, como también Cristo amó a la
Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla... a fin
de hacer parecer ante sí gloriosa a la Iglesia, sin que tenga man­
cha... Asi deben también los varones amar a sus esposas como
a sus propios cuerpos. Quien ama a su esposa, a si mismo se ama.
Porque nadie jamás aborreció a su propia carne, antes la man-
óoo
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

tiene y regala, como también Cristo a la Iglesia, puesto que somos


miembros de su cuerpo. En razón de esto abandonará el hombre
al padre y a la madre, y se adherirá a su esposa, y serán los dos
una sola carne. Este misterio es grande, mas yo lo declaro de
Cristo y de la Iglesia. Ef. 5, 23-32.

Novísimos

Muerte y juicio particular. Está reservado a los hom­


bres morir una sola vez, y tras esto, juicio. Hebr. 9, 27.
Purgatorio. Si uno edifica sobre este fundamento oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual se
pondrá de manifiesto; porque el día lo descubrirá, por cuanto en
fuego se ha de revelar; y la obra de cada uno, qué tal sea, el
luego mismo lo aquilatará. Si la obra de uno, que él sobreedificó,
subsistiere, recibirá recompensa; si la obra de uno quedare abra­
sada, sufrirá detrimento; él si se salvará, aunque así como a
través del fuego. 1 Cor. 3, 12-15.
Bienaventuranza esencial de los justos antes de la re­
surrección universal. Confiamos, pues, y vemos con agrado
más bien ausentarnos lejos del cuerpo y estar domiciliados cabe
el Señor, Por lo cual tomamos como punto de honra, ora sea
estando domiciliados, ora sea estando ausentes, ser aceptos a él.
2 Cor. 5, 8-9.
Apostasía Final... Este impío (el hombre del pecado), cuyo
advenimiento será, por la enérgica acción de Satanás, en toda
suerte de obras maravillosas y portentos y prodigios de mentira,
y en toda seducción de iniquidad en daño de los que perecen, en
pago de no haber abierto su corazón al amor de la verdad para
ser salvos. Y por esto envíales Dios eficiencia de seducción, para
que den fe a la mentira, a fin de que sean juzgados todos aquellos
que 110 dieron fe a la verdad, antes se complacieron en la iniqui­
dad. 2 Tes. 2, 9-12.
Anticristo. Si primero no viniere la apostasía y se mani­
festare el hombre del pecado, el hijo de la perdición, el que hace
frente y se levanta contra todo el que se llama Dios o tiene ca­
rácter religioso, hasta llegar a invadir el santuario de Dios y
poner en él su trono, ostentándose a sí mismo como quien es
Dios... ¿No recordáis que, estando todavía con vosotros, os decía
yo esto? Y ahora ya sabéis lo que le detiene, con el objeto de que
no se manifieste sino a su tiempo. Porque el misterio de la ini­
quidad está ya en acción; sólo falta que el que lo detiene ahora
desaparezca de en medio. Y entonces se manifestará el impio.
_> Tes. 2, 3-8.
601
APÉNDICE III

Ruina del anticristo. Y entonces se manifestará el impío,


a quien el Señor Jesús destruirá con el soplo de su boca y aniqui­
lará con el esplendor de su advenimiento. 2 Tes, 2-8.
Conversión final de los judíos. No quiero que ignoréis,
hermanos, este misterio... que el encanecimiento ha sobrevenido
parcialmente a Israel, hasta que la totalidad de las naciones haya
entrado; y así, todo Israel será salvo, según que está escrito:
Vendrá de Sión el libertador,
removerá de Jacob las impiedades (Is. 59, 20).
I’ ésta será con ellos la alianza de parte mía,
citando hubiere quitado sus pecados (Jer. 31, 31-34).
Respecto del Evangelio, son enemigos en atención a vosotros;
mas por lo que toca a la selección, son amados en atención a sus
padres; pues son sin arrepentimiento los dones y la vocación de
Dios. Porque como vosotros fuisteis un tiempo rebeldes a Dios,
mas ahora fuisteis objeto de misericordia con ocasión de la rebel­
día de ellos, asi también ellos ahora fueron rebeldes con ocasión
de la misericordia hecha a vosotros, para que también ellos ahora
sean objeto de misericordia. Porque a todos igualmente encerró
Dios dentro de la rebeldía, para usar de misericordia con todos.
Rom. 11, 25-32.
Segundo advenimiento. No os hagáis antes de tiempo jueces
de nada hasta que viniere el Señor. 1 Cor. 4, 5.
Distintos nombres del mismo advenimiento. ¿Cuál es nues­
tra esperanza... o corona de gloria — ¿acaso no vosotros tam­
bién?— en la presencia de nuestro Señor Jesús en su adveni­
miento (- ■ Parusia) ? 1 Tes. 2, 19. — Entonces se manifestará el
impío, a quien el Señor Jesús... aniquilará con el esplendor
(lipiphania') de su advenimiento. 2 Tes. 2, 8. — Hasta el punto
de no quedaros vosotros atrás en ningún carisma, en tanto que
aguardáis la revelación (= Apocalypsin') de nuestro Señor Je­
su-Cristo. 1 Cor. 1. 7. — Vosotros mismos sabéis perfectamente
que f.l día del Señor, como ladrón por la noche, así vendrá. Asi
que digan: «Paz y seguridad», entonces de improviso se les echa
encima el exterminio, como los dolores del parto a la que se halla
encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en
tinieblas para que ese: día como ladrón os sorprenda. 1 Tes. 5, 2-4.
No habrá reino de mil años. En Cristo serán todos vivifi­
cados. Cada uno en sn propio rango: las primicias, Cristo; des­
pués los de Cristo, en su advenimiento. Luego el fin: cuando hará
entrega de su reino al Dios y Padre, cuando habrá destruido todo
principado y toda potestad y fuerza. Porque es menester que él
reine, hasta que haya puesto todos sus enemigos debajo de sus
pies. El último enemigo que será destruido es la muerte. Porque
602
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

todas las cosas sometió debajo de sus pies (Sal. 8, 8). i Cor. 15,
22-26.
Conflagración. ...Til (lía (del Señor)... en fuego se lia de
revelar; y la obra de cada uno, qué tal sea, el fuego mismo k>
aquilatará: ...si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detri­
mento; él si se salvará, aunque así como a través del fuego.
1 Cor. 3, 13-15.
La ríe.surrección : hecho y orden i»e la resurrección.
Ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los
que ya reposan. Pues ya que por un hombre vino la muerte, por
un hombre también la resurrección de los muertos. Porque como
en Adán mueren todos, así también en Cristo serán todos vivi­
ficados. Cada uno en su propio rango: las primicias, Cristo; des­
pués los de Cristo, en su advenimiento. 1 Cor. 15, 20-23.
Dotes del cuerpo resucitado. No toda carne es una mis­
ma carne, sino que una es la carne de los hombres, otra la carne
de las bestias, otra la carne de las aves y otra la de los peces.
Hay también cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero diferente
es el esplendor de los celestes y diferente es el de los terrestres.
Uno es el esplendor del sol, y otro el esplendor de la luna, y otro
el esplendor de las estrellas. Porque entre estrella y estrella hay
diferencia de esplendor. Asi será también la resurrección de los
muertos.
Siémbrase en corrupción, surge en incorniptibilidad;
siémbrase en vileza, surge en gloria;
siémbrase en debilidad, surge en vigor:
siémbrase cuerpo animal, surge cuerpo espiritual.
1 Cor, 15, 39-44.
Incorrupción a imagen de Cristo. Como llevamos la ima­
gen del terrestre, llevaremos también la imagen del celeste. 1 Cor.
15, 49-50.
Identidad del cuerpo resucitado. Es necesario que esto co­
rruptible se revista de incorruptibilidad y que esto mortal se
revista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se revistiere
de incorruptibilidad y esto mortal se revistiere de inmortalidad,
entonces se realizará la palabra que está escrita: Sumióse la
muerte en la victoria (Is. 25, 8). 1 Cor, 15, 53-54.
Principio de la resurrección. El que íesucitó a Cristo
Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos
mortales por obra de su Espíritu, que habita en vosotros. Rom,
8, 11.
Gloriosa transformación de los vivos. Mirad, un miste­
rio os digo. Todos no moriremos, pero todos seremos transmu­
tados: en un instante, en un pestañear de ojos, al son de la última
603
APÉNDICE III

trompeta; pues sonará la trompeta, y los muertos resucitarán


incorruptibles, y nosotros seremos transmutados. Porque es nece­
sario que esto corruptible se revista de incorruptibilidad y que
esto mortal se revista de inmortalidad, i Cor. 15, 51-53.
Juicio universaal: Cristo, juez. Te conjuro en la presen­
cia de Dios y de Cristo llesús, que ha de juzgar a vivos y muer­
tos... 2 Tim. 4. 1.
Proceso. ...Hasta que viniere el Señor, el cual sí sacará a
luz los secretos de las tinieblas y pondrá al descubierto los desig­
nios de los corazones, y entonces le vendrá a cada uno la alabanza
de parte de Dios. 1 Cor. 4, 5. — Todos hemos de comparecer ante
el tribunal de Dios... Así que cada cual de nosotros dará cuenta
de sí mismo a Dios. Rom. 14, 10-12.
Sentencia. Según tu dureza e impenitente corazón atesoras
para ti ira para en el dia de la ira y de la manifestación del justo
juicio de Dios, el cual dará a cada uno el pago conforme a sus
obras. Rom. 2, 5-6. — Todos nosotros hemos de aparecer de ma­
nifiesto delante del tribunal de Cristo, para que reciba cada cual
el pago de lo hecho viviendo en el cuerpo, en proporción a lo que
obró, ya sea bueno, ya sea malo. 2 Cor. 5, 10.
Eos santos, asesores en EX juicio. ¿ O no sabéis que los
santos juzgarán al mundo? Y si por vosotros va a ser juzgado
el mundo, ¿seréis indignos de sentaros en tribunales ínfimos?
;No sabéis que a los ángeles juzgaremos?... 1 Cor. 6, 2-3.
Entrega dei, reino. Luego el fin: cuando hará entrega de
su reino al Dios y Padre, cuando habrá destruido todo principado
y toda potestad... 1 Cor. 15, 24. — Y cuando le hubieren sido
sometidas todas las cosas, entonces también el Hijo mismo se
someterá al que todas las cosas le sometió, para que sea Dios
todas las cosas en todos. 1 Cor. 15, 28.
Infierno. Pena de daño. ¿O no sabéis que los injustos 110
herederán el reino de Dios? No os forjéis ilusiones. Ni fornica­
rios, ni idólatras... herederán el reino de Dios. 1 Cor. 6, 9-10.
Pena de sentido. ...Vendrá desde el cielo... en fuego llamean­
te, y tomará venganza de los que no conocen a Dios y no dan oí­
dos al Evangelio del Señor nuestro Jesús; los cuales pagarán la
pena con perdición eterna ante la presencia del Señor y ante la
gloria de su fuerza... 2 Tes. 1, 8-9.
Bienaventuranza eterna. La patria celestial. Os habéis
llegado al monte Sión y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusa-
lén celeste, a miríadas de ángeles, a la festiva asamblea y a la
Iglesia de los primogénitos inscritos en el censo de los cielos,... y
a los espíritus de los justos llegados a la consumación... Hebr.
12. 22-24.
604
_ EPÍSTOLAS DE SAN PABLO_____________

Gloria o felicidad. A los que <le antemano conoció, también


los predestinó) a ser conformes con la imagen de su Hijo, en or­
den a que fuese él primogénito entre muchos hermanos. Y a los
que justificó, a éstos también glorificó. Rom. 8, 29-30.
Perfecto reposo. Queda... reservado un reposo sabático al
pueblo de Oíos. Porque el que ha entrado en su reposo, también
él reposa de sus trabajos, lo mismo que Dios de los suyos. Hebr.
4, 9-10.
¡Sida eterna. Tenéis vuestro fruto en la santidad; y el para­
dero, la vida eterna. Rom. 6. 22.
l’isión de Dios. Cuando viniere lo integral, lo parcial se des­
vanecerá... Porque ahora vemos por medio de espejo en enigma;
mas entonces, cara a cara. Ahora conozco parcialmente, entonces
conoceré plenamente, al modo que yo mismo fui conocido. 1 Cor.
13, 10-12.
Reino. ...Mucho más los que reciben la sobreabundancia de la
gracia y del don de la justicia reinarán en la v’da por uno solo,
Jesu-Cristo. Rom. 5, 17.
Consorcio de Cristo. ...Y así siempre estaremos con el Señor.
1 Tes. 4, 17.
La vida eterna es una gracia. El sueldo del pecado es muer­
te; mas la dádiva de Dios, vida eterna en Cristo Jesíis, Señor
nuestro. Rom. 6. 23.
Es una herencia. Si hijos, también herederos: herederos de
Dios, coherederos de Cristo: si es que juntamente padecemos,
para ser juntamente glorificados. Rom. 8, 17.
Es también un premio o recompensa. Reservada me está la
corona de la justicia, con la cual me galardonará en aquel día el
Señor, el justo Juez. 2 Tim. 4. 8.
Grandeza de la bienaventuranza. Lo que ojo no vió, ni
oído oyó, ni al corazón del hombre se antojó, tal preparó Dios
a los que lo aman. 1 Cor. 9.— Entiendo que los padecimientos
del tiempo presente no guardan proporción con la gloria que se
ha de manifestar en orden a nosotros... Rom. 8, 18.
Eternidad. Eso momentáneo, ligero, de nuestra tribulación
nos produce, con exceso incalculable siempre creciente, un eterno
caudal de gloria; y en esto no ponemos nosotros la mira en las
cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las que se ven
son pasajeras; mas las que r.o se ven, eternas. 2 Cor. 4, 17-18.

605
ÍNDICE
DE LAS MATERIAS TRATADAS EN LAS NOTAS

(Los números se refieren a los párrafos)

ABEL: sangre de— 3^9


ACCIÓN APOSTÓLICA: dos móviles de la— 12S
ADÁN y Cristo: 22 23 24
ADOPCIÓN FILIAL o filiación adoptiva: 35 36 37 196
— universal, por la fe, en Cristo: 18,4
ADVENIMIENTO: doble — de Cristo: 317
— segundo: circunstancias: 264
— — no inminente: 126 265 272
— no se sabe cuándo será: 60
ÁGAPE: 108
AGAR: figura del Antiguo Testamento: 188
AGRIMENSURA: imagen tomada de la—, aplicada a la labor
evangélica: 162
ALABANZA propia: 163
ALIANZA: las dos alianzas: 246
— contraposición entre la antigua y la nueva: 345 346
— del Sinaí: terrorífica: 367
— nueva: 367
ALMA humana, creada por Dios: 365
— y espíritu: 266 267
— — distinción modal, no real: 335
ALTAR de oro del tabernáculo: 349
AMEN: el— de la Iglesia: 135
AMOR del Padre, primer origen de la gracia: 194
— de Cristo: individual y universal: 178
— — móvil de la redención: 178
— recíproco entre Dios y el hombre: 41
— redentivo del Corazón de Jesús y del Corazón de María:
178
— espiritual: .36
— hasta la muerte: 207
v. CARIDAD
ANATEMA: San Pablo— de parte de Cristo: 42
606
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

ÁNGELES: culto ilegítimo de los— 246


ANTICRISTO: 273
— obstáculo de su aparición: 274
ANTIGUO TESTAMENTO: Interpretación cristiana del—
309 ,
APARICIÓN real de Cristo a San Pablo: 120
APARICIONES de Cristo resucitado: cronología de las— 120
APOSTzVSÍA: pecado de— 339 357
APOSTOLADO: gloriosas prerrogativas del— 135 313
— su origen divino: 313
— su eficacia, debida a Dios: 139 140 141 144
— freno y espuelas del— 147
— de San Pablo: 300
APÓSTOLES: tribulaciones y virtudes: 150
APOTEOSIS de Cristo: 224
APROPIACIÓN teológica: 172
ARMAS espirituales: 160
ASCENSOS eclesiásticos: 287
ASCÉTICA cristiana: síntesis de la— 370
— su tendencia expansiva: 190
— su carácter militante: 60 215 304
— sus armas de combate: 215 265
ASUNCIÓN corporal de María: 122
ATEOS gentiles: su degradación: 6 7
AUTORIDAD: origen divino de la— 58
— carácter sagrado de la — 58
— sumisión debida a la— 58 318

BANDOS en Corinto: 74
BAUTISMO: 356
— su definición: 212
— simbolismo del— 25 104
— es iluminación : 339
— circuncisión espiritual: 244
— comunión con la muerte de Cristo: 245
— por los difuntos: 124
BENDICIÓN de Dios: su plenitud: 194
BENEPLÁCITO de Dios: 194 195
BIENAVENTURADOS: divinización de los— 123
BIENAVENTURANZA esencial antes de la resurrección: 367
BINARIO Adán-Cristo: 23
— Eva-María: 23

607
ÍNDICE DE MATERIAS

CÁLIZ de la bendición: 105


CAMINOS de amor: 207
CANON bíblico: 309
CANTICOS espirituales: 117 250
CAPRICHOS juveniles: 307
CARGAS ajenas: dos clases diferentes: 191
CARIDAD: necesidad y suficiencia de la— 113 114
— propiedades de la — 261
— quince propiedades de la— 114
— soberanía de la— 114 115
— eternidad de la— 114 115
— vinculo de la perfección: 250
— energía vital del cuerpo místico: 205
— consumación de la santidad: 194
— síntesis y plenitud de la ley: 59 190
— deuda inextinguible: 58
— acto litúrgico: 227
— estímulo de la — 356
— obras de — 369
— de San Pablo: 131
— humilde y desinteresada: 223
— mandamiento nuevo: 207
— cumplimiento de la ley: 190
— norma suprema de la vida: 130
— cristiana: 131
— y moralidad : 280
— con los ministros evangélicos: 191
— en el cuerpo místico: 90
— fundada en la fe: 320
— carismas sin— 113
v. AMOR
CARISMAS: 56 68
— definiciém de— 110
— en función del cuerpo místico de Cristo: 204
— división de los— 204
— catálogos o grupos de — 73 204
— de la profecía: 116 283 291
— del discernimiento de espíritus: 79
— del don de lenguas: 116 117 118 131
— de la poesía y música sagrada: 210
— en las reuniones litúrgicas: 118
CARNE; doble sentido: natural y naturalista: 160
— y espíritu: 27 31 32 33
608
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

CARNE y espíritu: principios antagónicos: 190


— y razón: desventaja de la razón en su lucha contra la
carne: 29
— mente de la — 246
CARTAS: otras— a los Corintios: 136
CASA: edificio y familia: 331
CASTIGOS paternales: 365
— de Dios: 208
CATEQUESIS apostólica: 339
— su contenido: símbolo apostólico: 250
CAUDAL: la gloria celeste considerada como— 145
CEPAS: su significación: 176
CELIBATO eclesiástico: 286
— de San Pablo: 95 96
CELOS: psicología de los: 187
— del Esposo divino: 163
CERTAMENES atléticos: 222 228 290 364 365
CIELO: tercer cielo: 167
CIENCIA que infla: 99
— la mal llamada — 299
CIRCUNCISIÓN y mutilación: 189 228
— espiritual: v. BAUTISMO
— la de la carne y la del corazón: 11
CIUDAD celeste: 360
CIUDADANÍA celeste: 229
CIUDADANOS celestes: los fieles: 367
CODICIA: 296
COLA serpentina: 307
COMPAÑEROS predilectos de San Pablo: 226
COMPARACIONES inútiles: 191
COMPASIÓN de Cristo: 330
COMUNICACIÓN de idiomas: 79
COMUNIÓN mística: 228
— de muerte y de vida: 152
— con Cristo: 73 198 333
— paciente y gloriosa: 133
— eucaristía: vínculo de la comunión de los santos: 105
CONCIENCIA cierta: 62
— errónea: 100
CONCILIO de lerusalén: 176
CONCORDIA:'74
CONFIANZA en la fe: 287
CONFIRMACIÓN: 339
609
ÍNDICE DE MATERIAS

CONSEJOS: tres— oportunos: 254


CONSTRUIR, no destruir: 161
CONSUMACIÓN de Cristo: 329 337
CONVIVENCIA humana: 318
CORAZÓN: síntesis de toda persona: 151
— de Jesús: 219 244
— — inmanencia y comunión mística en el— 153
— — símbolo de su persona: 151
— — santuario: 356
— — mística inorada: 151 152 219
— compenetración de corazones: 219
CORDIALIDAD espiritual: 301
CORDURA y necedad: 165
CORONA de justicia: 310
CREACIÓN: primera y segunda— 359
— nueva — 192
CRISTIANISMO: ventaja del— sobre el judaismo: 348
CRISTO: tres fases de su existencia: 1
— su divinidad: Dios sobre todas las cosas: 42
— — en forma de Dios, igual a Dios: 224
— — por cuanto todo es en él, por él, para él: 238
— — en él reside la plenitud de la deidad: 244
— — Gran Dios: 317
— — en cuanto es el Hijo: 325 326
— — como Señor: 100
— — Señor de la gloria: 79
— — Señor de la vida y de la muerte: 61
■—• — Señor de la Iglesia: 317
— — como Esposo: 163 212
— — reproducción subsistente del ser divino: 325
— — atributos divinos: 104 p82 326
— — primer principio y último fin: 100
— — realeza divina: 326
— — Creador y Conservador: 325 331
— — es objeto de honores divinos: 224 326
— — se le aplican textos divinos de la Escritura: 204 326
— — se le contrapone a los puros hombres: 175
— personalidad propia y distinta: 325 326
— consustancial al Padre: 325
— generación eterna: luz de luz: 325 326
— encarnación y misión al mundo: 31 185
— sometido a la sanción de la ley: 185
— dos naturalezas en una persona: 325
610
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

CRISTO: descendimiento a los infiernos: 204


— resurrección: su historicidad: 120
— ciencia experimental: 337
— santidad: 346
— primacía de Cristo: 239
— el primogénito: 326
— primogénito de toda la creación: 238
— heredero universal: 325
— encumbrado sobre los ángeles: 326
— sentado a la diestra de Dios: 325 326
— plenitud o pleroma de Cristo: 239
— plenitud de la deidad: 244
—• Cristo es el «si»: 135
— misterio de Cristo: 79 194 200
— Cristo es el misterio de Dios: 242
— misterio de la piedad: 288
— Cristo es todo el contenido del Evangelio: 244
— Cristo es síntesis de la moral: 205
— atributos y títulos de Cristo: 238 325
— imagen de Dios: 142 238
— imagen sustancial y subsistente: 325
— esposo de la Iglesia: 163
— el Amado, el Hijo del Amor: 194 238
— fuerza y sabiduría de Dios: 76
— Mediador: 24 284 351
— — en cuanto hombre: 284
—. — de la creación: 325
— — de la nueva alianza: 367
— — de la reconciliación y restauración: 239
— como Mediador es enviado y pontífice: 331
— — Redentor y abogado: 346
— sacerdocio de Cristo: su fundamento y su investidura: 339
— sacerdote y víctima: 207
— autor y consumador de la fe: 364
— dador de la gracia: 204
— rey: 326
— — término de su gobierno militante: 123
— juez universal: 367
— acción de Cristo en la creación: 239
— causa ejemplar de la creación: 238
— fin y centro de la creación: 239
— conservador de todas las cosas: 325
— principio de cohesión y harmonía: 195 239
611
índice de materias

CRISTO: relaciones del mundo con Cristo: 239


— intercesión celeste de Cristo: 40
— fundamento: 82
— es nuestra paz: 199
— nuestra esperanza: 37 279
— nuestra vida: 221
— en cierto sentido puede llamarse Espíritu: 141
— en el nombre de Cristo: 210
CRISTO MISTICO: en Cristo (Jesús) 33 194 199 202
— incorporados en— 184
— injertados en — 25
— arraigados y sobreedificados en — 244
— hijos de Abrahán en— 184
— nueva creación en— 148
— justicia en — 149
— elección y bendición en — 194
— muerte mística en— 178
— diferencias abolidas en — 249
— gentiles asociados a Israel en — 199 200
— recapitulación de todas las cosas en— 195
— plenitud de los fieles en — 244
— en Cristo y en el Espíritu: 199
— Cristo en nosotros: 33
— todas las cosas en todos: 249
— cuerpo místico de— 27 56 111 211 246
— — estructura del — 204
— Cuerpo místico: tres propiedades del— m
— Cuerpo místico: Unidad y variedad: 112
— Cuerpo místico: variedad jerárquica: 112
— Cuerpo místico: desenvolvimiento orgánico del — 204
— — caridad, energía vital del — 204
— — carismas en función del— 204
— — extensión o prolongación del— 195 238
— la Iglesia cuerpo y complemento de — 197
— la Iglesia, Cristo místico: 202
— Cristo Cabeza del cuerpo mastico: 197 211 239
. — los fieles, miembros de Cristo: 33
— participación de los oprobios de — 369
— los padecimientos de los miembros completan los de la
Cabeza: 241
— comunión con Cristo: 198
— — con la muerte de Cristo: 245
— inmanencia mutua entre Cristo y nosotros: 241
612
___________ EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

CRISTO: solidaridad de Cristo con nosotros: 104


— — con el género humano y con Israel: 185
— — de los hombres en Cristo: 122
— mística identificación— con 221
— mística anulación de la propia personalidad: 178
— revestirse de Cristo: 60 184
— formación de— en el hombre: 187
CRITERIO cristiano: 62
CRITERIOS de verdad: 296
CRITICA textual: 126 156 162 235 260 278 323 332
— moderación de la crítica relativa a las primitivas tradicio­
nes sobre lc.> Apóstoles: 166
CRUZ: la palabra de la — 76
CUERPO resucitado: su identidad: 126
— espiritual: 125
— — contrapuesto a sombra: 246
— y carne: 240 247
CULTO: fraseología — de la Ep. a los Hebr. 339

DECÁLOGO: distribuido en dos series: 213


DEPÓSITO de la Tradición: 85 299
— ile las buenas obras 302
DERECHOS: cesión de los propios— 91 102
DESINTERÉS de San Pablo: 164 168 220
DESPOSORIOS de Cristo con la Iglesia: 212
DESTRUCTORES del templo de Dios: 83
DEUDA de amor: 131
DTACONADO: 287
DIATHEKE: alianza y testamento: 351
DIFUNTOS: oración por los— 303
DINERO: delicadeza en hablar del— 156
— despego que San Pablo tenía del — 127
DIOS: conocimiento natural de— 5
— conocimiento por vía de humildad: 76
— atributos de — 54 63
— ciencia de visión: 335
— presciencia eterna : 39 51 306
— trascendencia e inmanencia: 204
— principio, medio y fin: 54
— fuente de todo bien : 77
— fidelidad de — 305
— providencia : acción coordenada : 39
— — permisión del pecado: 53

613
ÍNDICE DE MATERIAS

DIOS providencia: elección de Dios: 53 194


— el Dios de Cristo: 197
DISCERNIMIENTO espiritual: 209 338
— de espíritus : 79
DISCRECIÓN en el trato con mujeres: 316
— reglas de — 266
DISPUTAS reprobables: 307
DOCTRINA cristiana personificada: 26
DOCTRINAS malas— 296
DOMINGO sustituido al sábado: 127
DORMIR: tres sentidos de la palabra— 265
DOTES del cuerpo glorioso: 125

ECONOMÍA de la redención: 194 195


— del misterio: Judíos y gentiles: 196 200
EDIFICACIÓN en las palabras: 206
— necesaria: 157
EDUCACIÓN seria: 365
— paterna: 213
EFICIENCIA y finalidad de la acción de Dios: 274
EJERCICIOS: Principio y fundamento: 36
— tres maneras de humildad: 55
ELEMENTOS del mundo: 185 244 247
ENDURECIMIENTO del corazón: 44
ENEMIGOS de la verdad: 296
— de la cruz: 229
ENFERMEDAD de San Pablo: 167 187
ENOC: 359
ENTRENAMIENTO espiritual: 103
EPISCOPADO: pretensión del— 286
EPÍSTOLA circular: 132
EPÍSTOLAS de San Pablo: autenticidad: 200
— inteligencia de las— 134
EQUIDAD: 253
ESCLAVITUD: abolición de la— 323
— de amor: 102 190
ESCLAVO de Jesu-Cristo: 96
ESCLAVOS: rehabilitación de los— 253
ESCRITURA: divina inspiración: 309
— frutos espirituales: 63
— uso que hace San Pablo: 144
— y tradición: 309
— provechos de la — 309
614
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

ESCRITURA y Magisterio eclesiástico: 309


ESCRUPULOSOS: condescendencia limitada con los__ 106
— y espíritus fuertes: 61
ESGUINZAR(SE): 365
ESPAÑA: venida de San Pablo a— 66
ESPERANZA: 297
— en sentido objetivo: 37 197 236 317
— objeto y motivo: 313 348 360
— honestidad de la — 362
— seguridad de la — 20
— paciencia en el sentida de — 37
— cristiana: 265
— objeto formal de la— 341
— la— actitud del cristiano: 352
— orgullo de la — 331 333
— canto triunfal de la— 310
ESPINA o aguijón en la carne: 167
ESPÍRITU SANTO: preexistencia: 185
— divinidad: 79 83 185
— consustancialidad: 79
— personalidad distinta: 79 m
— procesión: 33 79 185
— su morada en el hombre: 33
— efectos de su presencia: 35
— en el bautismo y en la confirmación: m
— Espíritu de filiación: 35 185
— marca o sello de los fieles: 196 206
— principio de la resurrección: 145
— hace ligera la ley: 190:
— primicias del— 37
— testimonio del — en nosotros : 35
— gemidos e interpelación del — 38
— en el cuerpo místico de Cristo: 35 m 145
— — principio vital: 190
— en el Espíritu y en Cristo: 200
— carismas del — 266
— Espíritu y carne: 27 31 32
— Espíritu y razón: 29
ESPIRITUALIDAD militante: 283
— gozosa: 228 231
ESTÉTICA litúrgica: 119
ESTILO DE SAN PABLO: 12 15 17 22 23 24 25 2g
35 4i 43 45 56 82 89 93 99 120 139 141 146 I59 l6¿“^4

ói5
ÍNDICE DE MATERIAS

176 185 187 194 200 259 260 264 273 281 297 308 309 313.
ESTIPENDIO por los ministerios sagrados: 294
EXPIACIÓN: fiesta de la— 349
EUCARISTÍA: 339
— institución de la — 108
— presencia real: 108
— sacrificio eucarístico: 105 108 369
— renovación del sacrificio de la cruz: 346 355
— figuras de la Eucaristía: 104
— comunión eucarística, vínculo de la comunión de los san­
tos : 105
EVANGELIO auténtico y— desnaturalizado: 82
— compendiado en Jesu-Cristo: 244
— de San Pablo: 3 9 176 302 305
— — origen divino: 175
— — potencia moralizadora: 173
— — pasajes sintéticos del— o de la Teología de San Pa­
blo: 1 71 75-79 173 178 185 200 224 1237-240 302 317 3*8
— — dos estadios en el — 194
— palabra de la verdad: 155 236
— que no puede encadenarse: 305
— avances del — 220
— difusión del — 138
EVANGELISTA: 310
EXAMEN de conciencia: 191
EXISTENCIALISMO: 221

FAMILIA: la —de Dios Padre: 201 238


— cristiana: 255
FASCINAR: 179
FE: definición de la — 359
— índole intelectual: 313
— adhesión intelectual: 359
— Cristo, objeto principal de la— 175
— motivo de la — 78
— oscuridad de la— 115
— necesidad de la— 359
— unidad de la — 204
— el régimen de la — 184
— en Cristo Jesús: 236
— necesidad de la gracia para la — 198
— razón del mérito de la— 18
— oblación litúrgica : 225
616
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

FE: conexión de la — con la justicia y la salud: 3


— en virtud de la — y por medio de la— 15
— y por la fe hijos y herederos de Abrahán: 180
— y buena conciencia: 283
— y caridad: 189
— justicia y vida: 3 358
— y buenas obras: 259 315 319 363
— ejemplos de — 359 363
— de Abrahán: 18 19 360
— carismática: 56
FEMINISMO no aceptable: 285
FERMENTACIÓN de las ideas: 189
FIDELIDAD de los subalternos: 295
FIESTAS judaicas: 186
FILIACIÓN adoptiva: v. ADOPCIÓN
FIN: el— no justifica los medios: 12
FIRMEZA doctrinal: 369
FLAQUEZA: la— humana enaltece la fuerza de Dios: 166
FORNICACIÓN: malicia particular de la— 93
FRAGILIDAD humana y potencia divina: 78
FRASEOLOGÍA culta de la Ep. a los Hebr.: 339
FRUTOS del Espíritu Santo: 190
FUEGO : el — del último día: 82
— el —del juicio de Dios: 367
FUERZAS en Dios: 233
— divina en la flaqueza humana: 167
FUNDAMENTO de la Iglesia: 199
— evangélico: 82

GENTILES: su degradación: 6 7 199 205


—asociados a Israel en Cristo: 199 200
— y judíos : 64
GIMNASIA espiritual: 290
GLORIA celeste: 264
— de Dios: irradiación de sus atributos: 20 25 42 117 195 317
— — a mayor— 106
GLORIARSE en el Señor: 162
GLORIFICACIÓN del hombre: 39
GRACIA de Dios: 236 328
— — como favor: 317
— elevación a un orden divino: 199
— iniciativa de la— 45 186
— necesidad de la — 225
617
______ ______________ ÍNDICE DE MATERIAS_______ ______

(.HACIA: origen de la — 268


— gratuita: 44 225
— divina y cooperación humana: 140 306

HABER y Debe: 233


HEBREOS: Epístola a los —: origen Paulino: 360 365
HEREDEROS de Dios: 35
HIJOS de Dios: v. ADOPCIÓN:
— y padres: 252
HIMNOS cristianos primitivos: 209 281 282 288 297
HOGAR cristiano: 292
HOMBRE viejo y— nuevo: 25 205 249
— interior: 29
— de Dios: 297
— absurdos: 276
HUMILDAD: fundamento de la gracia y de la virtud: 77
— motivos de la— 80 81
— y verdad: 120
— triple — 86
— respecto de la gracia: 86

IDEAL de perfección y santidad: 201 232 237


IDEALES nobles: 232
ÍDOLOS: 100
IGLESIA: cuerpo místico de Cristo: v. CRISTO.
— madre nuestra: 188
— edificio y templo de Dios: 83 199
— columna y base de la verdad: 288
— obra maestra de Dios: 200
— fiel depositarla de la revelación: 143
— jerárquica: potestad de excomulgar y castigar: 89
— intransigencia de la— 171
ILUMINADOS = bautizados: 339 358
IMAGEN: Cristo— de Dios: v. CRISTO.
— en el sentido de realidad: 353
IMAGENES: variabilidad de las— 204 304
IMITACIÓN de Dios: 207
— de los Santos: 106
INCAPACIDAD natural para evangelizar: 138
INCREDULIDAD: 333
INDIFERENCIA doctrinal: 243
— a todo lo criado: 233
INDULGENCIA tras la severidad: 137
618
EPÍSTOLAS DE SAN PAULO

INFANCIA espiritual: 117 338


INICIACIÓN v consumación: 179
INSPIRACIÓN bíblica: 332
— — alcance de la— 165
— privada: 119
INSTRUMENTOS: Dios escoge — débiles: 78
INTERCESIÓN, función sacerdotal: 345
INTOLERANCIA: santa— 89
INVERSIÓN de términos: 236
INVESTIGAR por investigar: 308
ISAAC: tipo de Cristo sacrificado y resucitado: 360
ISRAEL: privilegios de— 42
— incredulidad de — 43
— el Israel de Dios: 192

JERARQUÍA de valores: 119


JF.RUSALÉN celeste: 367
TESU-CRISTO: en el nombre de— 250
JESÚS, JESU-CRISTO: v. CORAZÓN. CRISTO:
JUDÍO: significación de su nombre: 10 11
— reprobación de los — 260
— conversión final de los— 51 53
— y gentiles: 64
JUEGOS atléticos: 103
— seriedad en los— 103
JUICIO de Dios: 8 85
— — figurado e iniciado en la destrucción de Jerusaién:
356
— justicia del— de Dios: 270
— particular: 352
— universal: los santos, jueces asesores: 91
JUSTICIA de Dios: 228
— y juicio de Dios: 357
— real, 110 ficticiamente imputada: 16 92 179
— por la fe: sus frutos: 19
— — contrapuesta a la — de la ley: 48 178
— salvadora y — vengadora: 4
JUSTIFICACIÓN: síntesis y proceso: 198 228

LENGUAS: don de— v. CARISMAS.


LEY: doble objeto de la — 9
— obligación de la — 281
10
619
ÍNDICE DE MATERIAS

LEY: conocimiento y cumplimiento de la—13


— contradicción del que se gloría en la ley y no la cumple:
— sintetizada en la caridad: 190
— ocasión de pecado: 24 183
— natural: 9
— de Cristo: 191
— de Moisés: muro de división: 199
— — su personificación absurda: 183
— y legalidad: 139
— y fe: 15
— y promesa: 18 182 183
— y espíritu: 139
— de la carne y— del espíritu: 31
— de los metales en sentido metafórico: 171
— cinco sentidos o matices de— en nn mismo pasaje: 29
LIBERTAD: respetada por la acción de Dios: 118
— espiritual: 141
— cristiana: 189
LICITUD v caridad: 106
LIMOSNA': 233
— dádiva de Dios: 159
— elevado concepto de la— 156
— ejercer la— a ejemplo de Cristo: 156
— produce igualdad: 156
— glorifica a Dios: 159
— tiene valor de sacrificio: 369
LIMPIEZA moral: 315
LUCAS, el médico querido: 256
LUCHA contra el pecado: 365
LUCHAR según la ley: 103
LUZ : en sentido moral: 209
— en el Señor: 209
— hijos de la— 265

MAGISTERIO eclesiástico: 348


MANSEDUMBRE: 206
— apostólica: 307
— y humildad de Cristo: 160
MARAÑA THA: 131
MARAVILLAS obradas en Cristo: 197
MARCOS con San Pablo: 256
MARÍA: Madre del Redentor: 354
— humildad de — 77
620
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

MARÍA: Medianera de la gracia: 24


— Maternidad espiritual de— 184 185
— Madre de la familia de Dios: 201
— resurrección anticipada y asunción corporal: 122
MARTIRES: primeros — 369
MATERNIDAD: 285 293
MATRIMONIO: indisolubilidad del— 94 96
— privilegio Paulino: 96
— cristiano: sacramento: 212
— menos perfecto que la virginidad: 97
— santidad del— cristiano: 97 212 368
— trato conyugal: 94
— consejos conyugales: 251
— profanación del — 94
— solicitudes anejas al— 97
— exclusión de los — mixtos: 97 98
— intervención del padre en el— de su hija: 97
MEDIADOR: Cristo— en cuanto hombre: v. CRISTO.
MELQUISEDEC: 342 343
— tipo de Cristo, superior a Levi: 343
MÉRITO: 43
MILENARISMO imposible: 123
MINISTERIO apostólico y evangélico: 2 65
— gloria del— 142
— de muerte y de vida: 143
MINISTROS de Cristo comparados al mismo Cristo: 170
MISTERIO: elementos constitutivos del— 241
— el — de Dios: 78
— Cristo es el— de Dios: 242
— de Cristo: v. Cristo.
— del Evangelio: 216
— de la fe: 287
— de la piedad: 288
— sabiduría de Dios en el— 241
— economía del— v. ECONOMÍA.
MISTICA: espíritu contrapuesto a mente: 117
— vuelo del espíritu: 167
— cristológica: 163 221
MODERACIÓN, justicia y piedad: 317
MOISÉS y los Apóstoles: 140
MONOTEÍSMO de San Pablo: 100
MORIR para vivir: 305
MORTIFICACIÓN: 351
.621
ÍNDICE DE MATERIAS

MUERTE: universalidad de la— 126 145 264


— por la— a la vida: 178
— a los ojos del cristiano: 221
— muertos a la ley por la ley: 178
MUJER: subordinada al varón: 106 107 285
MUNDO: vicisitudes del— 359
MÚSICA earismática: 209

NATURALEZA insensible violentada por el pecado: 36


N1NE-Z espiritual: 80 338
NUPCIAS segundas — 98

OBEDIENCIA: motivos de la— 58


— a los Pastores de la Iglesia: 369
— nervio de la autoridad: 160
OBISPOS: 218
— magisterio de los— 314
— presbíteros — obispos: 314
OBRAS, no palabras: 88
— buenas: 198
OCIO: 293
OCUPACIONES estériles: 277
OLIVO: imagen de Israel: 52
OLOR de vida y de muerte: 138
OPOSICIÓN entre fieles e infieles: 152
ORACIÓN por los reyes: 284
— por los difuntos: 303
— de los hombres: 285
— propiedades de la — 254
— por las misiones: 254
ORACIÓN: llave de los tesoros de Dios: 67
— modos de— 231 284
ORACIONES: intercambio de— 133
ORATORIA cristiana: 75
ORDEN : sacramento del — 291 302
ORIENTACIÓN espiritual: 276
ORIGINAL: pecado— 22 198
— raíz de la concupiscencia: 28
ORNATO de las mujeres: 285
ORTODOXIA: 316
— criterios de— 109
— y caridad: 280

622
EPÍSTOLAS DJÍ SAN PABLO

PABLO (SAN): apostolado de— 102 300


— origen divino de su autoridad apostólica: 173 176
— autenticidad de las Epístolas de — 200
— Evangelio o Teología de— v. EVANGELIO.
— uso que hace de la Escritura: 144
— estilo de— v. ESTILO.
— sentimientos de — 87
— espíritu práctico y desinterés: 12S
— nobleza de corazón: 129
— psicología de San—165 166 168 230 261
— caridad y delicadeza: 131 227 323
— paternidad espiritual: 260
— solicitud pastoral: 166
— humildad de San— 102 382
— pesadilla de San — 120
— despego del dinero: 127
— celibato de — 96
— enfermedad de— 167 187
— venida de — a España: 66
— rapto de— al tercer cielo: 167
— anatema de parte de Cristo por sus hermanos: 42
PACIENCIA cristiana: 358
PALABRA de Dios: 289
— de apóstol: 169
PANOPLIA espiritual: 215 265
PARUSIA: v. ADVENIMIENTO.
PASCUA cristiana: 89
PATERNIDAD espiritual: 87 260
PATRIMONIO de Dios: 196
PATRONOS cristianos: 214
PAZ de Dios: 231
— de Cristo: 278
— pensamientos de— 136
— el secreto de la— 233
— ideales de paz y amor: 250
— y santidad: 366
PECADO: original: v. ORIGINAL.
— remisible: 357
— grave y— leve: 208
— del cristiano reviste mayor gravedad: 341
— personificación del — 26
— el — y la venida de Cristo: 352
PEDAGOGÍA rabínica y helénica: 175
623
_____________ ÍNDICE DE MATERIAS____________

REDRO (SAN): v. CERAS.


— primado de— 175 176
— superioridad de— sobre San Pablo: 175
— falta que San Pablo notó en— 177
l'ENAS eclesiásticas: 319
PENITENCIA: 339
PERDÓN de las ofensas: 207
PERSECUCIONES, señal de salud: ,222
PERSONALIDAD: doble — moralmente: 167
PIEDAD: provechos de la— 296
PLENITUD: de Cristo: 239 244
— de los fieles en Cristo: 244
— de vida espiritual: 237
— del tiempo: 185
— de los tiempos: 195
POBREZA: espiritual: 368
— doble— de Cristo: 156
POEMA de Dios: 198
POETAS y profetas: 315
POMO del volumen: 354
POTESTAD apostólica independiente de la— civil: 300
PRÁCTICAS exteriores: 189
PRECEPTO divino y— apostólico: 96
PREDESTINACIÓN: término de la— 39 194
— misterio de la — 274
PREDICACIÓN cristiana: 306
— apostólica: testimonio acerca de Cristo: 302
— oral: (260
— eficacia de la — 259
PRESBÍTEROS: 218 314
PRIMADO de Pedro: 82
PRIMICIAS: 52
PRIMOGÉNITOS: son todos los fieles: 367
PRISIONERO de Cristo: 321
PROFECÍA: carisma de la— 283 297
PROGRAMA de vida cristiana: 266 358
PROGRESO en la caridad: 219
PROGRESOS de las malas doctrinas: 308
PROMESA y fe: 18 182 334
PRONTITUD de ánimo: 158
PROPICIATORIO: 349
PRUDENCI/X y cautela: 266
PSICOLOGÍA de San Pablo: mente y espíritu: 117
624
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

PSICOLOGÍA moral del hombre caído: 29


— proceso psicológico de los actos morales: 31
PUREZA; es la santidad del cuerpo: 97
— motivos para guardar la — 93 262
— de la carne: 97
PURGATORIO: 83

REALIDAD y espiritualidad: 253


REALISMO: sano— 117
RECONCILIACIÓN con Dios: 149 199
REDENCIÓN: 195 239 -245 350
— de Cristo: 284
— drama de la— 245
— la gracia de la — 92
— bienes de la — 237
— sintesis de la doctrina sobre la— 14 19 172 317 318
— economía de la— 194
— aspecto Trinitario de la— 194 199
— la Encarnación principio de la— 354
— testimonio divino contenido en la— 284
— enseñanza moral de la— 316 317
— muerte expiatoria de Cristo: 369
— muerte redentora, único principio de santidad: 354 355
— eficacia mística y moral de la muerte de Cristo: 147 148
— la sangre de la Alianza eterna: 370
— sacrificio de la redención: 207
— oblación celeste del sacrificio de la cruz: 347
— eficacia redentora de la resurrección de Cristo: 147
REDENTOR: Jesu-Cristo— 325 350 351
— misteriosa consumación de Cristo — 329 337
— Cristo víctima y sacerdote: 207
—■ oración de Cristo en la pasión: 337
— Cristo hecho responsable de nuestros pecados: 346
— — hecho pecado por nosotros: 149
— — hecho maldición por nosotros: 181
— — murió al pecado: 25
— — crucificado, sintesis del Evangelio: 78
— — crucificado en la predicación de San Pablo: 78
— — Pastor en virtud de su sangre: 370
RELIGIÓN: estado rudimentario de la— 186
REPOSO de Dios: 334
REPROBACIÓN: 44 45 46 47 4S
RESURRECCIÓN final: 125
625
ÍNDICE DE MATERIAS

RESURRECCIÓN gloriosa: 229 264


— de los hombres, postulada por la— de Cristo: 122
— de los fieles, solidaria: 144
— ética de la— 248
— dotes del cuerpo glorioso: 125
— de Cristo: testimonio aceptado: 120
REVELACIÓN del Antiguo y del Nuevo Testamento: 3
RIQUEZAS: uso de las— 298
ROMA: fe de— 2 69

SABATISMO: 334
SABIDURÍA espiritual: 197
— cristiana: 99
— de los perfectos: 79
— del misterio: 79
— mundana: 84
SACERDOTE y sacerdocio: su definición: 336 337
— cualidad del — 336
— sacerdocio levítico: su abrogación: 344
SACRIFICIO de la cruz: 207 350 355
— de Cristo: 89
— sacrificios cristianos: 369
SALUDp: helénico y judaico: 258
SALVADOR: Dios —279
SANCIÓN: contra el pecado: 7
SANCTA: diferentes sentidos de— 349
SANTIAGO Apóstol, obispo de ijerusalén: 120
SANTIDAD: 261
— definición de la— 194 240
— cristiana: 72
— espiritual, psíquica, somática: 267
— y pureza: 152
SANTIFICACIÓN: radical y formal: 355
— significa pureza: 262
— extrinseca: 96
SANTOS: los fieles son llamados: 132 ¡204
SANTUARIO: celeste: en sentido metafórico: 352
SATANÁS, el dios del mundo: 142
— astucia de— 137
— transfigurado en ángel de luz: 164
SED lo que sois: 89
SEMEJANZA de Cristo con los hombres: 330
SENTIDO bíblico: consecuente: 328
626
EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

SENTIDO acomodaticio: ¿29


SERVICIO: idea de — en los oficios eclesiásticos: 84
— con espíritu cristiano: 214
SEVERIDAD apostólica: 90
SIEMBRA y cosecha espiritual: 159 191
SÍMBOLO apostólico: 259
SOFROSINE: 316
SOLIDARIDAD de Cristo con los hombres: 330
SOTERIOLOGÍA de San Pablo: v. REDENCIÓN.

TABERNÁCULO del A. T. 349


TEMOR y confianza: 335
TENTACIÓN humana: 104
TEOLOGALES (VIRTUDES): son tres: 115 197 236 269
— orden o coordinación: 236 259 265 316
— hábitos permanentes: 115
— propiedades: 259
v. FE, ESPERANZA, CARIDAD.
TESTAMENTO espiritual de San Pablo: 310
TESTIMONIO de la conciencia: 134
— apostólico: nueva garantía del— 121
TIEMPO: rescatar el— 210
TIPO: carácter figurativo del A. T. 104
— y alegoría: 188
TIPOLOGÍA bíblica: 342
(EL) TODO por el todo: 22S
TRABAJO honrado: 206
— material y espiritual: 277
— sosegado: 277
— la ley del — 263 277
TRABAJOS apostólicos: 124
— de los apóstoles, complemento de los de Cristo: 241
TRADICIÓN oral apostólica: 50 88 107 244 275 277 302 304
3M 327
— y Escritura: 309
— atestiguada en la Escritura: 174
— depósito de la — 85 299
TRATO social: 266
TRIBULACIONES: 261
TRINIDAD: sintesis doctrinal sobre la— 172
— tres personas iguales, distintas, consustanciales: lio
TRISTEZA según Dios y según el mundo: 154

627
ÍNDICE DE MATERIAS

UNIDAD de la fe: 203 204


— de la Iglesia: 203
— de los hombres en Cristo: 184
•— del Espiritu: 93 203
UNIVERSALIDAD del pecado: 183
— de la muerte : 126 145 264

VANAGLORIA: ridiculez de la— 86


VELO: de Moisés: 141
— del Tabernáculo: 349
— del templo: 356
— o mantilla en la Iglesia: 106 107
VERDAD en las palabras: 206
VIDA: cuatro fases o aspectos: 25
— interior: 266
— interior y apostolado: 291
— programa de — espiritual: 55 370
— oculta en Dios: 248
— plenitud de la — espiritual: 210
— ley de la — cristiana : 305
VIRGINIDAD: nota de la verdadera Iglesia: 97
VIRTUDES: catálogo: 57
— teologales: v. TEOLOGALES.
VISIÓN intuitiva: 115
— celeste contrapuesta a la fe: 146
VIUDAS: 293
VIUDEZ: ventajas de la— 98
VOCACIÓN a la fe: 39
VOLUNTAD salvífica de Dios: 284 290
— de Dios en la oblación de Cristo: 354

628
DEL MISMO AUTOR

OBRAS BÍBLICAS
La Biblia y el Cristianismo.
El Sermón de la Cena.
El Evangelio de la Pasión.
Jesús: Estudios cristológicos.
Vida de Nuestro Señor Jesu-Cristo. en 80 láminas de W. Hole,
con introducción y notas del P. José M. Bover, S. I.
Bienaventuranzas Eucarísticas.
San Pablo, Maestro de la vida espiritual.
De Getsemaní al Calvario.
Dominicales Evangélicas.
Epístolas dominicales.
Homilías evangélicas sobre las principales festividades de Jesu-
Cristo Nuestro Señor, de la Santísima Virgen María y del
patriarca San José.
Jesu-Cristo Rey.
Las Epístolas de San Pablo: texto de la Vulgata latina cotejada
con el griego y versión del texto original acompañada de
comentario.
Los soldados, primicias de la gentilidad cristiana.
Evangeliorum Concordia: quattuor D. N. Iesu Christi Evange-
lia in narrationem unam redacta, temporis ordine disposita.
El Evangelio de N. S. Jesu-Cristo.
Novi Testamenti Biblia graeca et latina.
El Evangelio de San Mateo, traducido del griego y comentado.
Teología de San Pablo.
Sagrada Biblia, en colaboración con don Francisco Cantera.
Nuevo Testamento. Versión directa del griego, con notas exe-
géticas.
OBRAS MARIOLÓGICAS

María, Madre de gracia.


La Mediación universal de la Virgen en Santo Tomás de
Aquino.
Mediación de Madre, o la mediación universal como actua­
ción de la maternidad de María.
La Mediación Universal de María.
Nuevo Mes de María.
María, maris Stella.
María Reparadora.
El Mensaje de Fátima y la Consagración al Inmaculado Co­
razón de María
Deiparae Virginis consensus, Corredemptionis ac Mediationis
íundamentum.
Origen y desenvolvimiento de la devoción al Corazón de Ma­
ría en los Santos Padres y escritores eclesiásticos.
Posición transcendente y actuación universal de María en el
mundo de la gracia.
Soteriología Mariana.
La Asunción de María.
El Corazón de María, Madre y Corredentora.
JOSÉ M. BOVBR, S.1
* LJ

Profóor ds Surada EísrHüia

DE
LAS EPÍSTOLAS DE SAN PABLO
LAS EPÍSTOLAS
DE SAN PABLO
VERSIÓN DEL TEXTO ORIGINAL
ACOMPAÑADA DE COMENTARIO
POR EL

P. JOSÉ M. BOVER, S. I.

2.a edición

EDITORIAL BALMES
Duran y Bas, ii. - Barcelona
1950
LICENCIA DE LA ORDEN
Imprimí potest
lULLANUS SaYÓS, S. I.
Praep. Prov. Tarracon.

APROBACIÓN ECLESIÁSTICA

De conformidad con el canon mil trescientos no­


venta 'y uno del Código de Derecho Canónico, que
prescribe que <las versiones de las Sagradas Escritu­
ras no se impriman en lengua vulgar, si no son apro­
badas por la Sede Apostólica o editadas bajo la
vigilancia de los Obispos y con notas sacadas Iprin-
cipalmente de los santos Padres de la Iglesia y de
doctos escritores católicos) damos Nuestra aproba­
ción, por cuanto según el informe del Censor reúne
las1 debidas condiciones, a la presente edición de Las
Epístolas de San Pablo.
Barcelona, 27 de Octubre de 1949

IMPRÍMASE
f Gregorio, Obispo de Barcelona

Por mandato de Su Excia. Rvma.


M. I. Dr. Luis Urpí, Maestrescuela
Canciller-Secretario

Atenas A. G. - Barcelona
ISIDORO BOVER OLIVER O. D.

SACERDOTI PIO

POSTR. KAL. OCT. ANN. MDCCCCXXXVI

PRO CHRIiSTI NOMINE TRVCIDATO

FRATRI OPTIMO SVAVISSIMO

FRATER
ÍNDICE GENERAL

rÁcs.
Prólogo de la i\.a edición.................................................... Ix
Prólogo de la 2.a edición.................................................... xv
Introducción general a las Epístolas de San Pablo.......... xix
Epístola a los Romanos........................... §§ 1-71 . 1
Primera epístola a los Corintios........... §§ 72-131. 95
Segunda epístola a los Corintios........... §§ 132-172. 187
Epístola a los Gálatas ........................... §§ 173-192. 243
Epístola a los Efesios................................ §§ 193-217. 281
Epístola a los Filipenses........................... §§ 218-234. 325
Epístola a los Colosenses........................... §§ 235-257- 349
Primera epístola a los Tesalonicenses . §§ 258-267. 379
Segunda epístola a los Tesalonicenses . §§ 268-278. 399
Primera epístola a Timoteo................... §§ 279-299. 413
Segunda epístola a Timoteo................... §§ 300-312. 443
Epístola a Tito........................................... §§ 313-320. 465
Epístola a Filemón................................... §§ 321-324. 479
Epístola a los Hebreos........................... §§ 325-371- 485
Apéndices
I. Modo de utilizar las Epístolas de San Pablo como
materia de meditación........................................... 561
II. Breves sentencias más notables.................................. 57°
III. Apéndice teológico: principales textos dogmáticos
de San Pablo ordenados sistemáticamente....... 585
índice de las materias tratadas en las notas................... 607
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

AL LECTOR

La índole singular y aun la relativa novedad de este libro


demanda previa explicación.
Su historia es algo larga. En 1915 comenzaron a publi­
carse en el «Correo Josefino de Tortosa» las Epístolas de
San Pablo, traducidas al castellano y acompañadas de un
comentario, primeramente breve, luego más extenso, entre­
verado con el mismo texto. Ocho años más tarde, en Sala­
manca, surgió la idea de publicar una versión castellana de
toda la Biblia conforme a los textos originales. Parte de esta
Biblia castellana debían ser las Epístolas que hoy publica­
mos, enteramente distintas de los primeros ensayos publi­
cados en el «Correo Josefino». Pero el magnífico proyecto
de la nueva Biblia castellana no ha logrado realizarse toda­
vía, a pesar de los generosos esfuerzos del entonces Lectoral
de Sevilla y hoy Obispo de Málaga. Dr. D. Balbino Santos.
Los trágicos acontecimientos del último año han aplazado
la realización del acariciado proyecto x. Algunos, quizás mu­
chos, de los profesores que trabajaban en la versión, han es­
crito con su propia sangre páginas más gloriosas que las que
estaban redactando con sus plumas; y sus trabajos literarios
es de temer hayan perecido en la formidable conflagración
que está devastando a España. En semejantes circunstancias,
y atendiendo a las indicaciones y deseos de personas respe­
tables, hemos juzgado era llegada la hora de dar a luz nues-

1 Afortunadamente hoy el proyecto está realizado, aunque en for­


ma diferente. En vez de la única versión proyectada se han publicado
las dos Biblias castellanas Nácar-Colunga y Bover-Cantera, gracias a
la generosidad de la B. A. C.
IX
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

tra versión comentada de las Epístolas de San Pablo. Otros


motivos además nos han movido a tomar esta resolución.
Por una parte, faltaba en castellano una versión moderna,
directa y científica del original griego de las Epístolas del
grande Apóstol. Por otra parte, el presente libro contiene
muchos elementos que no tendrían cabida en la proyectada
Biblia castellana: es, en suma, una obra distinta.
Ahora, dos palabras sobre cada uno de los elementos que
integran el libro.
Encabeza la obra una Introducción general sobre la per­
sona y los escritos del Apóstol. Los que de antemano no
posean los conocimientos históricos y literarios reunidos en
esta Introducción, no pueden prescindir de su atenta lectura,
si quieren entender adecuadamente el pensamiento de San
Pablo. Principalmente, lo que en ella se dice sobre el estilo
de San Pablo merece especial consideración.
Además, cada una de las Epístolas va precedida de su
correspondiente Introducción particular, en que se exponen
sucintamente los antecedentes históricos necesarios para su
cabal inteligencia, la ocasión que la motivó, el tema que en
ella se trata y su distribución o estructura... 2
Exige algunas declaraciones la versión castellana de las
Epístolas, que es en cierto sentido la parte más principal y
como sustantiva de todo el libro.
Ante todo, sobre el texto que adoptamos como base de
la versión. Traducimos directamente del texto griego origi­
nal. Pero es sabido que el texto de las Epístolas, aunque
no tanto como el de los Evangelios, sufrió durante el decurso
de los siglos no pocas variaciones o retoques, si bien gene­
ralmente accidentales. Hasta hace unos cincuenta años se
tomaba como base de las traducciones el llamado Textus re-
ceptus, última forma que adoptó la recensión antioquena.
Justamente abandonado ese texto deformado, prevalecen hoy
día las llamadas ediciones críticas: de Tischendorf, Westcott-
Hort, Von Soden, Nestle, Vogels, Merk... Mas, como por
nuestra cuenta tenemos preparada una nueva edición crítica
del Nuevo Testamento griego, que, Dios mediante, espera-

1 Suprimimos todo lo referente al texto latino de la Vulgata, que


acompañaba la primera edición.
X
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

mos publicar oportunamente3, ella nos ha servido de base


para nuestra versión...
Pero incomparablemente más difícil que escoger un texto
era el trabajo de la versión. Conviene declaremos más en
particular el criterio que nos ha guiado en este trabajo, tan
delicado como erizado de enormes dificultades.
Existen tres géneros o tipos de versiones: dos extremos,
uno intermedio. Por un lado existen versiones libres, que,
atentas a reproducir el pensamiento, no pocas veces con ex­
cesiva desenvoltura, se desentienden de la forma literaria.
No faltan tampoco, por otro lado, versiones serviles, que,
atadas a la palabra, desfiguran o entenebrecen el pensamien­
to. Entre ambos extremos, se dan a las veces versiones fie­
les, que son a un tiempo expresión exacta y precisa del
pensamiento original, aun en sus más delicados matices, y
reproducción adecuada de la forma literaria, conservando en
lo posible la estructura de la frase, el movimiento rítmico,
el tono de las expresiones, el colorido de las imágenes.
Entre estos diferentes géneros de versión la selección no
podía ser dudosa. El pensamiento y la palabra son como el
alma y el cuerpo de la obra literaria: ambos deben mante­
nerse y respetarse, en cuanto lo sufra el genio de la nueva
lengua, si la obra literaria ha de conservar su propio ser y
su personalidad característica. De lo contrario, la traducción
es una traición al autor y a su obra: traduttore traditore.
Mas este ideal de traducción, fácilmente asequible en
otros autores, ofrece en San Pablo enormes dificultades, de
que apenas podrá formarse cabal idea quien no haya inten­
tado alguna vez trasladar a nuestra lengua aquellas frases
irregulares, revueltas, enmarañadas, desencuadernadas, ora
cortadas en seco, ora diluidas y como estancadas, de que es­
tán erizadas las Epístolas: frases anhelantes, que gimen ago­
biadas y sucumben y se quiebran bajo el peso abrumador del
pensamiento: de aquellos pensamientos de San Pablo, impe­
tuosos, vertiginosos, fulmíneos; ya sacudidos y entrecorta­
dos, ya desbordantes y arrolladores; que ora se precipitan

8 La publicó en 1943 el Consejo Superior de Investigaciones Cien­


tíficas con el título Novi Testamenti Biblia Graeca et Latina. Agotada
la primera edición, se está imprimiendo la segunda.
XI
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

como cascada, ora se acumulan en masas imponentes, ora dan


vueltas en torno del mismo objeto sin hallar salida; que cho­
can unos con otros, se entrecruzan, desaparecen y vuelven a
reaparecer; que ora aturden como estampidos, ora son ape­
nas perceptibles como rumores de brisa; que ya son moles
grandiosas, ya filigranas delicadísimas. Reproducir fielmente
todo ese oleaje, con frecuencia tempestuoso, de ideas y pala­
bras en una versión, que no sea una algarabía o un labe­
rinto, es empresa formidable. Pero es fuerza intentarlo. Hay
que empeñarse en combinar la fidelidad con la claridad. Hay
que vaciar en nuestra lengua el pensamiento íntegro, vivien­
te, matizado de San Pablo, y, lo que es más difícil, reprodu­
cir y aun calcar la estructura, el corte, el movimiento, la to­
nalidad, el cuño de su palabra personalísima: y todo esto en
un lenguaje, en cuanto sea posible, nítido, terso, diáfano, co­
rrecto, clásico. Combinación dificilísima, en que es menester
apelar al sistema de tira y afloja. En suma, nuestro lema es:
la mayor fidelidad y exactitud posible, con tal de que «no se
corrompa el subyecto», como dice a otro propósito San Ig­
nacio de Loyola; esto es, con tal de que no sea en detrimen­
to de la claridad o no se torture violentamente el castellano.
En otras palabras, prestar a San Pablo nuestra hermosa len­
gua, para que él mismo exprese en ella su propio pensa­
miento con claridad y corrección.
Para ayudar a esta claridad hemos prodigado los títulos
y subtítulos, intercalados oportunamente en la traducción:
unos, que expresan las divisiones y subdivisiones de las Epís­
tolas, otros, puestos al principio de cada apartado, que indi­
can su contenido; títulos, que fuesen a la vez sucintos y com­
prensivos, claros y sugestivos; que, sobre todo, fuesen como
hilos conductores, que permitiesen seguir el desenvolvimien­
to v enlace lógico de los pensamientos; que hiciesen asequi­
ble aquella «formidable dialéctica» del Apóstol, como dijo
muy acertadamente el Dr. D. Isidro Gomá.
Pero la versión más fiel y clara de las Epístolas no
basta para agotar el riquísimo contenido doctrinal del pen­
samiento en ellas encarnado. La versión, no menos que el
texto original, necesitan un comentario, no pocas veces pro­
lijo, que ponga de relieve su riquísimo contenido doctrinal,
el sentido exacto y preciso, la alteza y profundidad, el al-
XII
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

canee vastísimo de sus enseñanzas. A esto miran las notas


puestas al pie de la versión. Fácil hubiera sido extender este
comentario acumulando textos patristicos pero no lo consen­
tía la brevedad. En gracia de la cual ha parecido preferible,
en vez de reproducir sus palabras, condensar su exegesis.
Inspirado en la interpretación de los Santos Padres, nuestro
comentario ha de ser, como deseamos, preferentemente doc­
trinal. El comentario que pudiéramos llamar filológico o li­
terario, queda como encarnado en la misma versión, esmera­
damente trabajada... Aunque eminentemente tradicional, no
hemos querido que nuestro comentario resultase arcaico o
anticuado. Hemos tenido presentes los mejores estudios que
recientemente se han hecho de la Teología de San Pablo.
Ortodoxia tradicional y sana modernidad no están reñidas
ni divorciadas.
Por fin, ni el más amplio comentario era suficiente para
abarcar en su maravilloso conjunto, en toda su riqueza y
harmonía, el pensamiento teológico de San Pablo. Era con­
veniente alguna síntesis de su Teología. Aunque una plena
exposición de esta vastísima Teología, tan profunda como
personal, exige una obra aparte, — obra en que hace 25 años
trabajamos4, — un breve resumen o índice de ella podría
ser oportuno y provechoso. Así nos lo ha sugerido el Exce­
lentísimo señor Obispo de Madrid-Alcalá: cuya sugerencia
hemos acogido gustosos. En el Apéndice, que sigue a las
Epístolas, hemos recogido y coordinado según el plan que
ordinariamente siguen los modernos tratados de Teología los
principales textos doctrinales del Apóstol. Estos textos, ilus­
trados con el comentario que acompaña la versión pueden ser
como un sustituto o un avance de una Teología de San Pablo.
Perdonará el discreto lector lo largo de esta introducción:
en la cual hemos procurado delinear, no lo que es nuestro
pobre trabajo, cuyas deficiencias somos los primeros en re­
conocer, sino lo que debería ser una versión ideal de las Epís­
tolas de San Pablo. Muy lejos estamos de ese magnífico ideal.
Y aun eso poco que podemos ofrecer a nuestros indulgentes
lectores ha necesitado de la colaboración ajena. Entre estos
colaboradores no podemos dejar de mencionar al P. Vicente

‘ Publicóla por fin en 1946 la Biblioteca de Autores Cristianos.


XIII
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

Segarra, a cuya solícita e inteligente labor tanto debe nuestro


humilde trabajo. El cual ojalá se digne bendecir la Virgen
María, Medianera universal de la gracia, para que pueda con­
tribuir a un conocimiento más cabal de las Epístolas y de las
enseñanzas del Apóstol y con ello a una inteligencia más am­
plia y profunda del «Misterio de Cristo», de su persona di­
vina y de su obra redentora. Quien conozca los escritos de
San Pablo, conocerá y amará más y más cada día a Jesu­
cristo, centro radiante y esplendoroso de su incomparable
Teología.

San Remo, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, 4 de


junio de 1937 5.

* Razones fáciles de comprender retrasaron cerca de tres años la


publicación del libro, que no pudo imprimirse hasta 1940.

XIV
PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN

Esta nueva edición de las Epístolas de San Pablo no es


una repetición de la anterior, publicada en 1940. Interesará
al lector conocer las innovaciones introducidas.
Se ha prescindido del texto latino de la Vulgata, que a
muchos lectores no interesaría. Ha parecido que la comodi­
dad de poder confrontar más fácilmente la versión castella­
na con el texto latino oficial no compensaba la enorme difi­
cultad de la compaginación. Las notas que cotejaban el texto
latino con el original griego son ya menos necesarias des­
pués de publicada nuestra edición crítica del Nuevo Testa­
mento.
La versión castellana no es la misma publicada en 1940.
Sometida a una profunda revisión para publicarse en la Bi­
blia Bover-Cantera, ha sido ahora nuevamente retocada en
razón de aquilatar la exactitud y la claridad.
Con el objeto de facilitar en lo posible la difícil lectura de
San Pablo se ha apelado al procedimiento, seguido por los
antiguos, de dividir los períodos de las Epístolas per cola et
commata (por miembros e incisos). Semejante procedimien­
to, lógicamente aplicado, habría de distinguir, no solamente
las proposiciones principales y las subordinadas (de l.° y
2/ grado), sino también los miembros y los incisos. Mas
para el objeto práctico de la claridad y relieve de los pensa­
mientos no es necesaria tanta complicación. Se han separado
por igual los miembros y los incisos que no rebasen la ex­
tensión normal de las líneas. Cuando rebasaban esta exten­
sión, se han cortado en el punto más conveniente de la frase.
La segunda parte de las frases así cortadas se ha colocado en
linea más entrante, con lo cual se da a entender su conexión
con la línea precedente. Este procedimiento no coincide con
xv
PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN

el empleado en los discursos del Divino Maestro, que tiene


por objeto sensibilizar el ritmo o paralelismo de los pensa­
mientos. En San Pablo el movimiento del pensamiento es
más helénico que semítico. Por esto la división per íoZa et
commata es en San Pablo más de orden lógico que estético.
De su aptitud para facilitar la lectura y dar relieve al des­
envolvimiento de las ideas puede juzgarse por este ejemplo,
escogido al azar: «Por lo cual eres inexcusable, ¡ oh hom­
bre!, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo mismo
que juzgas al otro, a ti mismo te condenas, ya que haces lo
mismo que tú juzgas» (Rom. 2, i). Léase este mismo pá­
rrafo, dividido según sus elementos lógicos o gramaticales:

Por lo cual eres inexcusable, ¡ oh hombre!,


quienquiera que seas tú que juzgas;
pues en lo mismo que juzgas al otro,
a ti mismo te condenas,
ya que haces lo mismo tú que juzgas.

Son relativamente pocas las sentencias de San Pablo re­


fractarias a esta división. En estos casos menos frecuentes se
ha sacado de este procedimiento el partido que se ha podido,
para dar al pensamiento del Apóstol la mayor claridad po­
sible. Se ha procurado que los ojos facilitasen la inteligen­
cia de su pensamiento. Aisladas en una línea seguida, y como
recobrando su individualidad, las sentencias del Apóstol, pro­
fundas y pletóricas de sentido, revelan más fácilmente sus
inagotables riquezas teológicas.
El comentario, libre de las estrecheces y trabas impuestas
por la compaginación, ha podido ser notablemente más co­
pioso. Las notas de carácter más doctrinal, que son la in­
mensa mayoría, van generalmente precedidas de su corres­
pondiente título, que oriente su lectura.
El apéndice teológico de la edición anterior ha sufrido
un cambio notable: el texto latino ha sido sustituido por la ver­
sión castellana. Con esto la teología de San Pablo será asequi­
ble aun a los que no estén tan familiarizados con la lengua del
Lacio.
Para satisfacer al deseo de no pocos, deseosos de utilizar
las Epístolas para su diaria .meditación, hemos añadido un
XVI
_ ___ PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN_______

segundo apéndice, en que se propone el método de meditar


a San Pablo.
Por fin, para simplificar el índice de materias, se ha di­
vidido en párrafos numerados el texto de las Epístolas.

San Pablo no escribió sus Epístolas para suplantar a los


Evangelios, que son insustituibles. Precisamente para ahon­
dar en la inteligencia del Evangelio, para conocer más inti­
mamente a Jesu-Cristo, ninguna introducción o preparación
mejor que la lectura v la meditación de las Epístolas de
San Pablo.

Barcelona, Fiesta de la Circuncisión. i ° de enero de 1949.

XVII
INTRODUCCIÓN GENERAL
A LAS EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

I. LA PERSONA DEL APÓSTOL

La vida de San Pablo se divide en cuatro períodos mar­


cadamente distintos: i) sus primeros años hasta su conver­
sión; 2) su preparación para el ministerio apostólico; 3) sus
tres grandes expediciones apostólicas; 4) los últimos años de
su vida destinados a la consolidación de su obra evangélica.

I. Primeros años. — Pablo nació en Tarso de Cilicia,


en los primeros años de la era cristiana, de una familia judía
oriunda probablemente de Galilea. Por su nacimiento y por
su educación Pablo era judío de raza y de corazón: «cir­
cuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de
Benjamín, hebreo hijo de hebreos, fariseo según la ley»,
como él mismo escribía más tarde a los Filipenses (3, 5). En
la circuncisión recibió el nombre de Sanio (Shaúl), que más
adelante cambió por el nombre romano de Pablo, con ocasión
quizás de sus primeras relaciones con el procónsul Sergio
Paulo. Después de su primera educación en la casa paterna
o en alguna de las Sinagogas de Tarso, hacia los 14 años de
edad se trasladó a Jerusalén, en donde «a los pies de Ga-
maliel» completó su formación científica y religiosa x. El jo­
ven escriba no imitó la prudente moderación de su célebre
maestro. «Zelador de la ley y de las tradiciones paternas»

1 No consta que Saulo hubiese recibido una extensa formación


helénica. Las tres citas de los poetas griegos Arato, Menandro y Epi-
ménides no son indicio suficiente de que poseyese la cultura helénica
que le hubiese podido proporcionar su ciudad natal, floreciente enton­
ces por sus escuelas filosóficas y literarias.
XIX
INTRODUCCIÓN GENERAL

(Act. 22, 3), «se aventajaba en el judaismo sobre muchos


de los jóvenes de su edad» (Gal. 1, 14). Afiliado a la secta
de los fariseos, «perseguía enconadamente y devastaba la
Iglesia de Dios» (Gal. 1, 13). Mas, por fin, plugo a Dios,
que le habia escogido desde el seno de su madre, llamarle
por su gracia y revelarle a su Hijo para que fuese su apóstol
entre los gentiles. Después de asistir a la muerte de Esteban,
mientras caminaba a Damasco con la misión oficial de pren­
der a los cristianos, se le apareció aquel Jesús, a quien él
perseguía. La gracia de Cristo rindió al perseguidor e hizo
de él su más fervoroso apóstol.

II. Preparación para el apostolado. — La conver­


sión de Saulo acaeció entre los años 34 y 36 de nuestra era,
a los 30 más o menos de su edad. Bautizado en Damasco por
Ananías, de allí a pocos días se retiró a la Arabia, probable­
mente al Sinaí, donde permaneció un año por lo menos, y
quizás dos. Vuelto a Damasco, se consagró a la predicación
del Evangelio, hasta que, perseguido por los judíos, tuvo que
huir hacia los años 37 ó 38. Subió entonces a Jerusalén para
ver y hablar a Pedro; mas a los quince días tuvo que esca­
parse de nuevo. Desde aquella fecha hasta el año 42 ó 43 vi­
vió, según parece, retirado en Tarso. Invitado por Bernabé,
se trasladó a Antioquia de Siria, donde trabajó un año en­
tero en aquella naciente Iglesia, la primera de los gentiles.
Hacia el año 42 ó 43 fué enviado con Bernabé a Jerusalén
para llevar a los fieles pobres de aquella Iglesia las limosnas
de sus hermanos de Antioquia. Eran aquéllos días de prueba
para la Iglesia madre; para Saulo fueron en cambio días de
gracia: entonces fué cuando tuvo aquella sublime visión en
que fué arrebatado hasta el tercer cielo. Vuelto a Antioquia,
continuó su predicación, hasta que por especial vocación del
Espíritu Santo fué destinado a la evangelización de la gen­
tilidad.

III. Las tres grandes misiones apostólicas. — Al


prolongado retiro y primeros ensayos de apostolado siguió
el período de mayor y más vasta actividad apostólica, el de
las tres grandes expediciones, en que Saulo. llamado desde
entonces Paulo o Pablo, después de recorrer repetidas veces
xx
INTRODUCCIÓN GENERAL

el Asia Menor, lleva el Evangelio hasta Europa. No cono­


cemos con entera seguridad los limites extremos de este pe­
ríodo. La primera misión comenzó hacia el año 45, y la ter­
cera terminó con la prisión del apóstol hacia el año 57 ó ¿8.
/\. Primera misión. — Con Bernabé y Marcos se em­
barcó el Apóstol con rumbo a Chipre, en donde convirtió a
la fe al procónsul Sergio Paulo. Desde Chipre Pablo y Ber­
nabé navegaron a las costas del Asia Menor. Internándose
en la provincia romana de Galacia, evangelizaron las regio­
nes de Panfilia, Pisidia y Licaonia. Vueltos a Antioquía, re­
ferían a los fieles de aquella Iglesia cómo Dios «había abier­
to a los gentiles la puerta de la fe» (Act. 14, 27). «Y se de­
tuvo no poco tiempo con los discípulos» (Ib. 28). Lo vago
de esta nota final de San Lucas nos hace imposible conocer
exactamente el tiempo que duró esta primera misión. A” crece
esta incertidumbre por no poder fijar precisamente el año
en que se tuvo el llamado Concilio de Jerusalén.
Entre la primera y la segunda expedición, hacia el año 50,
no antes del 49 ni después del 51, tuvo lugar el primer Con­
cilio de Jerusalén, en que los Apóstoles, habiendo oído a
Pablo y Bernabé y después de madura deliberación, dieron
un decreto importantísimo, en virtud del cual los cristianos
venidos de la gentilidad quedaban eximidos de la circunci­
sión y de otras observancias de la ley mosaica: decreto tras­
cendental, que abría de par en par las puertas de la fe a los
gentiles.
B. Segunda misión. —- En la segunda expedición, que
comenzó el año 50 ó 51 y terminó el año 53 ó 54, llegó San
Pablo a Europa. Acompañado de Silas o Silvano, y luego
también de Timoteo, recorrió las provincias antes evangeli­
zadas y llegó hasta el extremo opuesto del Asia Menor, a
Tróade, donde se le juntó Lucas. Amonestado por una vi­
sión del cielo, se resolvió Pablo a pasar a Europa. Habiendo
desembarcado en Macedonia, fundó en medio de continuas
persecuciones, las Iglesias de Filipos. Tesalónica y Berea. De
Macedonia bajó a Acaya, donde, después de visitar Atenas,
se estableció en Corinto. El encuentro de Pablo con el pro­
cónsul, el cordobés Galión, que, según los últimos descubri­
mientos. debió de ser hacia el año 52. ayuda a fijar algo la
XXI
INTRODUCCIÓN GENERAL

cronología de esta segunda misión. Fundada con muchos su­


dores la cristiandad de Corinto, Pablo se embarcó de nuevo;
y, después de hacer escala en Efeso, desembarcó en Cesárea;
desde donde, habiendo subido a Jerusa’én para cumplir un
voto y saludar a la Iglesia madre, se retiró a Antioquía.
C. Tercera misión. — Después de breve intervalo, em­
prendió Pablo su tercera expedición, que duró desde el
año 53 ó 54 hasta el 57 ó 58, cuyo principal resultado fué
la fundación de la Iglesia de Efeso. Pasando por la Galacia
y la Frigia, se encaminó el Apóstol hacia el Asia procon­
sular, en cuya capital, Efeso, se detuvo cerca de tres años.
Obligado a huir por un motín popular, visitó las Iglesias de
Macedonia y Acaya; y pasando de nuevo por el Asia occi­
dental, se despidió en Mileto de los Presbíteros-Obispos de
Efeso y de las ciudades vecinas. Tristes presagios anunciaban
a Pablo cárceles y tribulaciones en Jerusalén; mas el intré­
pido Apóstol no se amedrentó. Fué a Jerusalén: y en efecto
le sobrevinieron las tribulaciones anunciadas.
IV. Úl'iimos años. — Después de muchas peripecias
ocurridas en Jerusalén, fué Pablo conducido a Cesárea, don­
de estuvo en prisiones dos años enteros: desde 57 a 59 ó
desde 58 a 60. Habiendo apelado al César, fué trasladado
a Roma. Medio año duró aquel viaje lleno de azares: desde
el otoño del 59 (ó 60) hasta la primavera del 60 (ó 6i). En
Roma permaneció arrestado otros dos años: 60-G2 (ó bi-63).
/\¡ fin, absuelto y puesto en libertad, emprendió una nueva
expedición apostólica a España, donde predicó el Evangelio
por los años 63 y 64. En Tarragona perdura aun ho\’ día
la tradición de haber ido el Apóstol a aquella capital. De
España volvió a Oriente para visitar las Iglesias fundadas
y consolidar su obra apostólica. Efeso. Macedonia, Tróade,
Mileto, Corinto, Creta, vieron sucesivamente al anciano Após­
tol. Sabemos además que tenía San Pablo el proyecto de
pasar el invierno en Nicópolis, capital de Epiro. Lo único
que conocemos de San Pablo es que, aprisionado en Roma
juntamente con San Pedro, fué martirizado, imperando Ne­
rón, a 29 de junio del año 67, el mismo día, aunque en dis­
tinto lugar y con diferente suplicio, que el Príncipe de los
Apóstoles.
XXII
INTRODUCCIÓN GENERAL

II. LAS EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

I. Forma Externa. — La disposición o estructura de


las Epístolas de San Pablo es bastante uniforme. Tres partes
se distinguen en ellas: la introducción, el cuerpo de la Epís­
tola y la conclusión. La introducción, además de los nombres
del remitente y de los destinatarios y de la salutación, como
se observaba generalmente en las cartas de los griegos y
latinos, suele contener una bendición, en la cual se dan gra­
cias a Dios por los favores otorgados a los destinatarios.
El cuerpo de la Epístola, en que se desenvuelve el tema o
argumento, consta ordinariamente de dos partes: una dog­
mática o didáctica, otra moral o parenética. Frecuentemente
las exhortaciones morales son una deducción o aplicación de
las verdades establecidas en la primera parte; otras veces son
más independientes y responden más bien a las necesidades
espirituales de los destinatarios. A las exhortaciones propia­
mente dichas se añaden a veces algunos avisos particulares.
La conclusión comprende, junto con las noticias personales
que algunas veces se dan, los saludos a las personas y la
bendición final.

II. Distribución cronológica e histórica. — Las


Epístolas de San Pablo no fueron escritas por el mismo or­
den con que se leen actualmente en nuestras Biblias. En cua­
tro grupos pueden distribuirse, atendido sil orden cronológico
y su origen histórico.
El primer grupo comprende las dos Epístolas a los Tesa-
lonicenses, escritas durante la segunda expedición apostólica,
probablemente poco después de la llegada del Apóstol a
Corinto, hacia el año 51. Son las Epístolas escatológicas por
excelencia.
El segundo grupo abarca las cuatro grandes cartas, que
actualmente encabezan la colección, y fueron escritas durante
la tercera expedición apostólica. La primera a los Corintios
fué escrita desde Efeso cerca de la Pascua el año 56 (ó 57);
la segunda a los Corintios, desde Macedonia a fines del mis­
mo año o principios del siguiente; la Epístola a los Romanos
XXIII
INTRODUCCIÓN GENERAL

desde Corinto pocos meses más tarde. No puede establecerse


con la misma seguridad la cronología de la Epístola a los
Gálatas. Parece lo más probable que se escribiese poco antes
que la Epístola a los Romanos. Las dos Epístolas a los Co­
rintios son en gran parte apologéticas y disciplinares; las
otras dos exponen el dogma de la justificación.
El tercer grupo comprende las llamadas Epístolas de la
cautividad, escritas desde Roma durante la primera prisión
de San Pablo, entre los años 60-62 (ó 61-63). Son cuatro:
las dos Epístolas gemelas a los Colosenses y a los Efesios,
el billete a Filemón, que las acompañó, y la Epístola a los
Filipenses. De esta última algunos suponen que fué escrita
durante la tercera misión apostólica desde Efeso; pero no
aducen razones suficientes para abandonar la opinión tradi­
cional. En estas Epístolas desarrolló San Pablo más amplia­
mente su maravillosa cristología. A este grupo pertenece la
Epístola a los Hebreos, cristológica y sacerdotal, que parece
se escribió desde Italia poco después de la primera cautividad
romana hacia el año 62 (ó 63).
El cuarto grupo es el de las llamadas Epístolas Pastora­
les, escritas, a lo que parece, por este orden: Primera a
Timoteo y Epístola a Tito, por los años de 65 ó 66; segunda
a Timoteo, durante su última prisión en Roma, a fines del
año 66 o principios del 67.

III. Lengua y estilo. — San Pablo escribió todas sus


Epístolas en griego. Su lengua 110 es el griego clásico de
Platón o Jenofonte ni el de los aticistas de su tiempo, sino
el común (koiv/]) o helenista, que usaban por entonces gene­
ralmente las personas cultas.
El estilo de San Pablo merece muy distinta apreciación,
según sea el punto de vista desde el cual se considera. Si se
atiende a la estructura o construcción de la frase, hay que
confesar que es extremadamente irregular, incorrecto, esca­
broso. Inversiones violentas, elipsis tenebrosas, paréntesis
desconcertantes, transiciones bruscas, períodos desarticulados,
anacolutos formidables, oraciones sin verbo ni sujeto, verda­
deros montones de complementos indirectos: éstas y otras
escabrosidades del lenguaje hacen .sumamente desapacible y
difícil la lectura de San Pablo. Su palabra es además aus-
xxiv
____________ INTRODUCCIÓN GENERAL______________

tera: inútil buscar en ella frescura y colorido. Y sin em­


bargo, a pesar de esas deficiencias, el estilo de San Pablo
es personal, expresivo, viviente, rico, matizado. Oue a las
veces sea enérgico, vigoroso, fulmíneo, aplastante, no es
tanto de maravillar. Lo que verdaderamente maravilla y
asombra es encontrarse a cada paso con rasgos de una deli­
cadeza exquisitamente suave, que blandamente se insinúa,
conmueve y seduce. Y las mismas asperezas que poco antes
señalábamos no tanto son efecto de impericia o desaliño
cnanto de la noble seriedad con que el .Apóstol, apasionado
y obsesionado por la verdad, desdeñaba todo artificio litera­
rio: lo cual, en definitiva, contribuye al valor estético de su
estilo, ajeno a todo convencionalismo y refinamiento retórico.
Y, sobre todo, quien tras largos afanes y sudores logre rom­
per la ruda corteza de su palabra y entrar en comunicación
directa con su elevado pensamiento y noble corazón, verá
brotar por todas partes raudales de luz cálida que ilumina
horizontes vastísimos de verdad y de gracia y hace sentir
intensamente la vida palpitante de un nuevo mundo antes no
imaginado, el mundo de las realidades divinas.

IV. La teología de San Pablo. — Las Epístolas del


Apóstol son un arsenal riquísimo y un venero inagotable
para la Teología. Apenas se hallará una sola de las verdades
fundamentales del cristianismo que no haya sido enseñada,
afirmada y explicada por San Pablo. El misterio de la Tri­
nidad, la encarnación del Hijo de Dios, la divinidad de Jesu­
cristo, la redención de los hombres, la economía de la gra­
cia, la importancia de la fe, de la esperanza y de la caridad,
la eficacia de los sacramentos, el sacrificio eucarístico, la
unidad de la Iglesia, la autoridad suprema de Pedro: éstas
y otras verdades centrales de la revelación cristiana hallan
su más espléndida confirmación y su más firme apoyo en la
enseñanza de San Pablo.
Aunque, por otra parte, si la doctrina de San Pablo coin­
cide con la enseñanza de los demás Apóstoles, no puede ne­
garse que el Apóstol, en conformidad con la misión especial
que el cielo le confió, tiene su Teología propia y personal.
El punto céntrico y como la síntesis de su maravillosa Teolo­
gía es el «Misterio de Cristo». Este misterio es la inefable
INTRODUCCIÓN GENERAL

unión y comunión de los hombres «por la fe» «en Cristo


Jesús». Fruto de esta unión es la Iglesia, cuerpo místico
cuya cabeza es el mismo Jesu-Cristo, de quien recibe su ser
sobrenatural y su vida divina. La justicia de Cristo por la
fe de Cristo; la persona divina de Cristo, Dios y hombre,
y su obra redentora; la participación mística de la muerte y
de la vida de Cristo en un organismo que es el cuerpo místico
de Cristo: tales son los tres elementos principales que inte­
gran la Teología, o, mejor, la Cristología o Soteriología de
San Pablo.

V. AUTENTICIDAD DJi LAS EPÍSTOLAS DE SAN PABLO. —


Hoy día no puede ya ponerse seriamente en duda la auten­
ticidad de las Epístolas de San Pablo. Sólo el testimonio de
Eusebio, quien a principios del siglo iv aseguraba que las
catorce Epístolas eran umversalmente reconocidas como au­
ténticas. bastaba para desvanecer la menor sombra de duda.
Por lo demás, las afirmaciones generales o las citas particu­
lares de los Padres anteriores, aun de los Padres apostólicos,
principalmente el catálogo del Fragmento de Muratori com­
binado con las numerosas citas de San Ireneo, comprueban
plenamente la verdad del testimonio de Eusebio. Con los tes­
timonios históricos de la crítica externa coincide el análisis
de la crítica interna. Quien conozca el estilo tan personal y
característico de San Pablo no puede dudar un solo mo­
mento de que todas las cartas que llevan su nombre son obra
suya. Sólo la Epístola a los Hebreos, escrita no por un sim­
ple amanuense como las otras, sino por un secretario o redac­
tor, presenta ciertas variedades estilísticas que la distinguen
de las demás Epístolas. Pero esta circunstancia ya fue notada
por la tradición patrística. Y si se comparan las pocas epís­
tolas apócrifas atribuidas al Apóstol, crece la convicción de
que las canónicas, tan radicalmente diferentes de las apócri­
fas y tan parecidas entre sí, son genuinamente Paulinas. Ni
deja de ser significativo el que la misma crítica heterodoxa,
que a mediados del siglo pasado sólo admitía como auténticas
las cuatro grandes cartas a los Romanos, Corintios y Cála­
las, haya ido paso por paso volviendo a la tradición antigua.

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