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ÁRBOLES NATIVOS
PARA PREDIOS GANADEROS
Especies focales del Proyecto
Ganadería Colombiana Sostenible
Zoraida Calle Díaz
Enrique Murgueitio Restrepo
ÁRBOLES NATIVOS
PARA PREDIOS GANADEROS
ISBN 978-958-9386-95-8
Autores
Zoraida Calle Díaz
Enrique Murgueitio Restrepo
Cali - Colombia
Especies focales del Proyecto
Ganadería Colombiana Sostenible
Cofinanciado con recursos provenientes del Patrimonio Autónomo
Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación
Francisco José de Caldas - Minciencias, Gobierno de Colombia.
Árboles Nativos para Predios Gana-
deros: Especies Focales del Proyecto Gana-
dería Colombiana Sostenible / Calle Díaz,
Zoraida; Murgueitio Restrepo, Enrique. –
Cali, CIPAV, 2020
346 páginas ilustradas
ISBN 978-958-9386-95-8
1. Especies nativas. – 2. Biodiversidad. – 3.
Ganadería sostenible. – 4. Sistemas silvo-
pastoriles. – 5. Restauración ecológica – 6.
Fincas ganaderas. – 7. Árboles multi-propó-
sito. – 8. Rehabilitación ecológica. – 9. Agro-
ecología. -- I. Zoraida Calle Díaz, Enrique
Murgueitio Restrepo; José Antonio Riascos
de la Peña, Diseñador. -- II. Título.
636.21 CD 21
Centro para la Investigación en Sistemas
Sostenibles de Producción Agropecuaria
CIPAV.
CIPAV
Centro para la Investigación en Sistemas
Sostenibles de Producción Agropecuaria
Carrera 25 No. 6-62 Barrio El Cedro
Cali, Valle del Cauca, Colombia
Teléfono (57) (2) 524 30 61
e-mail: cipav@fun.cipav.org.co
http://www.cipav.org.co
Título
Árboles nativos para predios
ganaderos. Especies focales del
Proyecto Ganadería Colombiana
Sostenible
Autores
Zoraida Calle Díaz
Enrique Murgueitio Restrepo
Fotografía de la portada
Carlos Hernán Molina Castro frente
al samán que sembró con su padre
cuando era niño. La relación de
este médico veterinario zootecnista
con el árbol emblemático de la
Reserva Natural El Hatico (El Cerrito,
Valle del Cauca), es un ejemplo
de amor a la naturaleza y a la
producción agropecuaria ligada
indisolublemente a los árboles y
arbustos tropicales.
Foto: Meredith Kohut-WAP
Fotografías contraportada y solapas
Carlos Pineda
Jhon Jairo Lopera
Walter Galindo
Diseño gráfico
José Antonio Riascos de la Peña
Impresión
Ingeniería Gráfica S.A.
ISBN
978-958-9386-95-8
Para citar este libro:
Calle, Z., Murgueitio E., 2020. Árbo-
les nativos para predios ganaderos.
Especies focales del Proyecto Ganadería
Colombiana Sostenible. CIPAV, Cali Co-
lombia. 346 p.
III
Árboles nativos para predios ganaderos
Agradecimientos
Este libro es el resultado del aprendizaje colectivo de varios investigadores y ganaderos en di-
ferentes regiones de Colombia y otros países de América Latina. Florencia Montagnini, Eduar-
do Escalante y Julián Chará revisaron el primer manuscrito e hicieron buenas sugerencias para
mejorar el libro. Bernardo y Amalia Murgueitio nos guiaron en el proceso de lograr que el texto
fuera comprensible para los lectores no especializados. El conocimiento y la experiencia de los
siguientes investigadores y productores enriquecieron varios capítulos: Oscar Tafur y Julián Andrés
Giraldo (palmas de cera); Luz Mercedes Botero y Leonardo Manzano (totumo); José Alirio Bolívar,
Lorena Piedrahita, Eudaly Giraldo, Luis Enrique Méndez y Enrique Villegas (palma zancona); Walter
Galindo y Víctor Galindo (roble morado y otros); Mauricio Carvajal y Jhon Jairo Lopera (móncoro
y otros), Henry Walforth Sánchez, Mónica Martínez, Raúl Botero y Adriana María Giraldo (cacay);
María Mercedes Murgueitio (iguá); Adolfo Cardozo y Carlos Hernán Molina C. (samán y otros); Car-
los Hernando Molina D. y Enrique José Molina D. (ébano del Caribe, caoba y otros); Olimpo Montes
e Irene Montes (dinde); Alfonso Madriñán (písamo); Adolfo Galindo (yopo peludo y otros). Mateo
Hernández, Adriana María Giraldo, Fernando Uribe y Andrés Felipe Zuluaga hicieron contribuciones
importantes a la selección de las especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible.
Las fotografías que ilustran los capítulos fueron tomadas por Carlos Pineda, Juan Carlos Gómez,
Adolfo Galindo, Walter Galindo, Víctor Galindo, Jhon Jairo Lopera, Luis Solarte, Mateo Hernández,
Pedro Brancalion, Fernando Uribe, Antonio Solarte, Álvaro Zapata, Juan Carlos Alfaro, Meredith
Kohut y los autores.
El Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible (GCS) trabajó arduamente para incorporar árboles
nativos en los predios ganaderos participantes con el objetivo de promover la biodiversidad y los
servicios ambientales. Queremos expresar nuestra gratitud a las personas, instituciones, organiza-
ciones y empresas que hicieron posible esta iniciativa, que hoy se reconoce como un hito histórico
en la transformación ambiental y productiva de la ganadería en nuestro país.
ELTI (Iniciativa de Capacitación y Liderazgo Ambiental, un programa de la Escuela Forestal y de
Estudios Ambientales de la Universidad de Yale) apoyó el proceso de formación del equipo técnico
del Proyecto GCS en temas como la propagación de árboles nativos en viveros, la restauración
ecológica en agropaisajes, el relevo generacional en la ganadería sostenible y la aplicación conjunta
de la agroecología y la restauración ecológica. Gracias a Eva Garen, Alicia Calle, Saskia Santamaría y
todo el equipo de ELTI por su apoyo en la capacitación del equipo técnico del Proyecto.
Queremos dedicar este libro a la memoria de dos médicos ganaderos que marcaron su paso por la
vida con innumerables árboles y palmas. Junto a Constanza Díaz y Guillermo Calle, aprendimos que
cada evento significativo en la vida de una familia debe dejar como huella, un árbol plantado con
amor y gratitud. Hoy, muchos ganaderos, campesinos, estudiantes y profesionales de Antioquia
visitan y admiran el legado de Constanza y Guillermo. Nuestro sueño es que este ejemplo inspire a
todos los ganaderos, y que, con el paso del tiempo, aquellas tierras escogidas para conmemorar los
eventos significativos se transformen en bosques donde cada árbol celebra la vida y los logros de
un ser querido.
IV
Contenido
Presentación									 1
Capítulo 1
Restauración ecológica en fincas ganaderas. 3
Capítulo 2
Especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. 21
Familia ARECACEAE (palmas)
Capítulo 3
Palmas de cera: Ceroxylon alpinum Bonpl. ex DC., Ceroxylon quindiuense (H. Karst.) H.
Wendl. y otras especies del género Ceroxylon.37
Capítulo 4
Palma zancona Syagrus sancona H. Karst. 59
Familia BIGNONIACEAE
Capítulo 5
Totumo, Crescentia cujete L. 75
Capítulo 6
Roble morado o guayacán rosado, Tabebuia rosea (Bertol.) D.C. 99
Familia BORAGINACEAE
Capítulo 7
Móncoro o solera, Cordia gerascanthus L.  117
Familia EUPHORBIACEAE
Capítulo 8
Cacay o inchi, Caryodendron orinocense H. Karst. 137
V
Árboles nativos para predios ganaderos
Familia FABACEAE
Capítulo 9
Iguá, Albizia guachapele (Kunth) Dugand (Sinónimo: Pseudosamanea guachapele
(Kunth) Harms). 159
Capítulo 10
Samán o campano, Albizia saman (Jacq.) F. Muell. o Samanea saman (Jacq.) Merril. 175
Capítulo 11
Ébano del Caribe colombiano, Caesalpinia ebano H. Karst. o Libidibia ebano (H. Karst.)
Britton  Killip 197
Capítulo 12
Orejero o piñón de oreja, Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb. 215
Capítulo 13
Búcaro, Erythrina fusca Lour. 239
Capítulo 14
Yopo pelú, Mimosa trianae Benth. 257
Familia FAGACEAE
Capítulo 15
Roble andino Quercus humboldtii Bonpl. 283
Familia MELIACEAE
Capítulo 16
Caoba Swietenia macrophylla King. 301
Familia MORACEAE
Capítulo 17
Dinde, árbol mora o palo amarillo Maclura tinctoria (L.) D. Don ex Steud. 327
VI
1
Árboles nativos para predios ganaderos
Presentación
Durante nueve años, el Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible promovió la
incorporación de árboles nativos en los sistemas ganaderos y áreas de protección de
las fincas participantes. Un listado de especies focales de alto valor de conservación
orientó los esfuerzos de propagación en viveros y distribución de los árboles. Casi la
mitad de los tres millones de árboles que el Proyecto les entregó a los ganaderos de
cinco regiones colombianas pertenecían a este grupo de especies focales.
Este libro es el resultado de un amplio diálogo de saberes sobre 15 especies foca-
les del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. Se seleccionaron especies con
características diferentes, que incluyen algunas de alto valor cultural y simbólico para
los colombianos, otras de uso tradicional desde tiempos prehispánicos, árboles que
han acompañado el avance de la ganadería en nuestro territorio durante cinco siglos
y también algunas especies raras, vulnerables o endémicas, que poco a poco se han
abierto un espacio en los paisajes ganaderos y en el afecto de los productores.
El contenido de cada capítulo refleja el estado del conocimiento sobre estas quince
especies. En algunos capítulos predomina la descripción de la historia natural y las
funciones que cumplen estos árboles nativos en los ecosistemas naturales. En otros,
tienen más relevancia las aplicaciones directas de estas especies en el sistema gana-
dero, bien sea como fuentes de suplementos alimenticios para el ganado o de made-
ra para la infraestructura de las fincas, o por su utilidad en el proceso de restaurar las
microcuencas ganaderas, humedales, laderas pendientes, márgenes de ríos y otros
espacios que muchos ganaderos colombianos han resuelto devolverle a la naturaleza.
La selección incluye también especies que ofrecen alternativas económicas impor-
tantes para diversificar los ingresos de los productores y fortalecer la resiliencia de su
sistema productivo.
Sin desconocer el papel fundamental que algunos árboles exóticos han jugado en
la ganadería silvopastoril, este libro también es una invitación a abrir la mente y el
corazón hacia nuestras especies nativas, que no sólo merecen ser honradas por ser
el soporte fundamental de nuestra biodiversidad y un legado para las generaciones
futuras, sino que además tienen mucho que ofrecerle a la ganadería en términos de
valor estético, funcionalidad ecológica, oportunidades económicas y conservación de
la biodiversidad.
Este libro contribuye a la divulgación del conocimiento sobre el papel de los árboles
nativos en la ganadería sostenible. Pero más que transmitir información, la intención
de los autores es ampliar la imaginación y la creatividad de los ganaderos para que
asuman con convicción su papel como guardianes responsables de nuestro territorio.
2
Árboles nativos para predios ganaderos
RESTAURACIÓN ECOLÓGICA EN
FINCAS GANADERAS
Capítulo 1
La tierra no apta para ganadería es aquella
con determinados niveles de inclinación, la
que se encuentra próxima a ríos y espejos
de agua, la de malezas y rastrojos quizás, y
aquella robada a la selva tropical durante
décadas por la colonización incontrolada
de los desplazados de todas las violencias,
incluida la pobreza. Estas tierras, muy
seguramente, tampoco son aptas para la
agricultura; es más, nunca debieron haber
sido tocadas. Por ello, el Plan Estratégico de
la Ganadería 2019, se ha propuesto la meta
de devolver a la naturaleza 10 millones de
hectáreas.
Fuente: Plan Estratégico de la Ganadería Colombiana
2019, FEDEGAN.
La ganadería en los terrenos planos ha respetado los
bellos bosques que protegen estas lomas de fuerte
pendiente en el Darién panameño.
Se destacan los enormes macondos o cuipos
(Cavanillesia platanifolia).
Foto: Fernando Uribe, CIPAV.
3
4
4
5
Árboles nativos para predios ganaderos
Muchos ganaderos colombianos, preocupados por la degradación ambiental que
sufren hoy el país y el planeta, desean hacer cambios en su sistema productivo de tal
modo que sus fincas puedan generar más bienes y servicios ecosistémicos. El primer
paso de esta transformación consiste en reconocer, como lo hace con claridad el Plan
Estratégico de la Ganadería Colombiana 2019, que la ganadería convencional ha contri-
buido al cambio climático, la deforestación, la contaminación, la pérdida de biodiversi-
dad y el deterioro de los suelos y las aguas.
El modelo ganadero del monocultivo de gramíneas y el patrón estético de la “ganade-
ría de pasto y cielo” han llevado a muchos productores a talar los bosques e incluso los
árboles de sombrío en las praderas. Algunas fincas han llegado al extremo de eliminar
la vegetación protectora de las quebradas, ríos, humedales y reservorios de agua.
El uso de las cercas muertas ejerce presión adicional sobre los bosques nativos. Las
maderas más apreciadas como postes son aquellas que toleran la intemperie y pro-
vienen casi siempre de árboles de lento crecimiento y maderas finas, que tienen gran
importancia para la fauna silvestre. Al eliminar estas especies de los bosques en las
fincas, no solo hemos agotado una fuente de ingresos económicos para las familias
del campo sino también importantes recursos alimenticios y sitios de refugio para los
animales.
A esto se suma la contaminación que se produce cuando el ganado bebe directamente
de los manantiales y quebradas, erosiona el cauce y deposita heces y orina en el agua.
Al aumentar los niveles de nitrógeno disuelto y la materia orgánica en los cuerpos de
agua dulce, el hábitat se deteriora para los organismos que requieren agua limpia y se
vuelve favorable para aquellos que toleran la contaminación orgánica, tales como los
parásitos internos y bacterias patógenas que causan enfermedades a las personas y al
ganado. Estos cambios del hábitat ribereño afectan a los peces e invertebrados y a la
fauna que depende de estos organismos como recurso alimenticio.
Por otra parte, los suelos de todas las regiones naturales de Colombia, también han
sufrido las consecuencias del pastoreo mal manejado. El pisoteo descontrolado y la
eliminación de la vegetación leñosa generan degradación física y todas las formas de
erosión, desde la laminar hasta las grandes cárcavas (Calle y Carvajal, 2012).
En síntesis, muchas fincas ganaderas han producido carne y leche a un costo muy alto
para el medio ambiente, que se traslada a la sociedad en general (y a los productores
que viven aguas abajo, como ocurrió durante la Ola Invernal de 2011), bajo la forma de
ríos contaminados, inundaciones, deslizamientos, pérdida de la capacidad productiva
de la tierra y deterioro del paisaje.
Río San Juan (afluente del río Carare), Cimitarra, Santander. Algunos productores ganaderos han
conservado la majestuosa belleza de los bosques que protegen los cuerpos de agua del Magdalena
Medio. Foto: Zoraida Calle, CIPAV.
6
7
Árboles nativos para predios ganaderos
Transformación del territorio
Es justo recordar que, durante siglos, las políticas de Estado
promovieron la ocupación y tenencia de la tierra, condicionadas
a la tala de los bosques. Esta forma de intervención formó
parte de las políticas de poblamiento y control de los territorios
durante la Conquista y la Colonia entre los siglos XVI y XIX,
continuada luego por los gobiernos republicanos del siglo XIX,
hasta muy avanzado el siglo XX (Patiño, 1970; Parsons, 1972).
El uso del fuego y la conversión de los bosques a pastizales
donde los ganados deambulan en amplios territorios con poca
población humana, es una estrategia de bajo costo económico,
que resulta útil únicamente cuando se desconoce o se desprecia
el valor de los recursos naturales. Por largo tiempo, las políticas
de Estado incentivaron la transformación de los ecosistemas
naturales a través de la titulación de “tierras baldías”. El uso
dominante de estas tierras fue la ganadería convencional,
luego de extraer las maderas finas, pieles, plantas medicinales
y minerales como el oro, el platino y el carbón (Bennet y
Hoffmann, 1992; Gómez, 1993; Etter y van Wyngaarden 2000).
Por otra parte, miles de hectáreas de tierras degradadas que hoy
sostienen bovinos en pastoreo son una herencia de la agricultura
intensiva. Con el furor de la Revolución Verde durante el siglo
pasado, cientos de miles de hectáreas de bosques y ambientes
ganaderos arborizados fueron transformadas en monocultivos
agroindustriales de algodón, caña de azúcar, maíz, sorgo, soya,
café, palma de aceite y otros cultivos (Gómez, 1993; Murgueitio,
1999). La visión de los árboles y arbustos como estorbos a la
producción hizo carrera en las profesiones de campo y el Estado
facilitó créditos e incentivos que aceleraron los desmontes y que
todavía tienen expresiones en algunos territorios. Los cultivos
para uso ilícito como la coca, marihuana y amapola siguieron
el mismo modelo. Innumerables predios ganaderos que habían
conservado palmares y fragmentos de vegetación arbórea,
fueron (y siguen siendo) arrasados en pocas horas en el proceso
de adecuar las tierras para cultivos como la caña de azúcar, el
algodón, el banano o las flores de invernadero.
Árbol de caoba. Foto: Carlos Pineda.
8
Una nueva visión de la relación entre la ganadería y los
ecosistemas naturales
El contexto histórico de la pérdida de nuestros bosques, nos permite entender que
la ganadería no es una actividad degradativa en su esencia, sino que ha sido un
instrumento empleado por varios sectores sociales para adueñarse de las tierras,
sin valorar los ecosistemas naturales ni los pueblos originarios que habían hecho un
manejo sabio de la naturaleza gracias a sus conocimientos ancestrales (Pinzón, 1984).
Es lógico suponer que la reconversión de territorios transformados y degradados
mediante iniciativas enmarcadas en el desarrollo sostenible, implica un proceso
de cambio de grandes proporciones en los aspectos cultural, social, normativo,
económico y político, tanto en el contexto colombiano como a escala global.
Es justo destacar que algunos sectores ganaderos tradicionales generaron modelos
adecuados de manejo del territorio y los recursos naturales, con expresiones
culturales de gran riqueza. Un caso bien documentado es el de los hatos llaneros
tradicionales de las sabanas inundables de la Orinoquia en Colombia y Venezuela,
que por más de tres siglos practicaron una convivencia entre ganados, fauna silvestre,
recursos hídricos y vegetación nativa, dando lugar al mismo tiempo a un valioso
patrimonio cultural que define al “llanero” con una identidad propia. También en
las regiones ganaderas del Caribe seco y húmedo, la gran cuenca del Magdalena
– Cauca, las vertientes de las tres cordilleras desde el piedemonte hasta el trópico
de altura, así como en los altiplanos y valles interandinos, existen ejemplos de
productores ganaderos que han consolidado modelos valiosos de manejo de la tierra,
respaldados por valores familiares y tradiciones que reflejan una actitud respetuosa
hacia la naturaleza. En todos estos casos, el diálogo de saberes y las herramientas
de la ciencia moderna, permiten construir en corto tiempo, modelos subregionales
y locales de ganadería amigable con la naturaleza, capaz de regenerar los servicios
ecosistémicos en los agropaisajes (Patiño, 1990; Cardozo, 2008; Botero, 2010;
Ocampo et al., 2011).
Cerca viva con ébano. Foto: Carlos Pineda.
9
Árboles nativos para predios ganaderos
Entre todos los actores del territorio en Colombia, el sector ganadero es el que tiene
el mayor potencial de restauración ecológica, por varias razones:
•	 La ganadería ocupa la mayor parte de la superficie destinada a usos agrícolas en
el país.
•	 El sector ganadero enfrenta problemas estructurales de competitividad por lo
cual el costo de oportunidad para invertir en procesos de restauración ecológica
es menor que en el sector minero o en la agricultura intensiva.
•	 La degradación actual de las tierras ganaderas es reversible en gran medida con
las técnicas que se discuten en este capítulo.
•	 Muchos productores que han sufrido las expresiones del cambio climático en
años recientes, saben que la ganadería sostenible ofrece múltiples opciones para
fortalecer la resiliencia y sostenibilidad del sistema ganadero.
•	 Los ganaderos han demostrado su determinación para mantener su sistema
productivo a pesar de la violencia en el campo.
El gremio ganadero colombiano ha reconocido los errores de muchos productores
y ha avanzado en la tarea de promover un buen uso de la tierra. Algunos ganaderos
empiezan a preocuparse por el estado de los recursos naturales en sus propiedades
y se preguntan si es posible deshacer el daño y recuperar los ecosistemas naturales
sin sacrificar la productividad de la ganadería. La respuesta en pocas palabras es “sí
se puede”. Para iniciar el proceso se requieren voluntad, conocimientos y algunos
recursos financieros.
El avance en el conocimiento sobre los sistemas silvopastoriles y sus múltiples
ventajas, ha contribuido a abrir los corazones y las mentes de muchos productores.
Hoy en día se reconoce ampliamente el papel de los sistemas ganaderos con árboles
en la rehabilitación ecológica de las tierras degradadas. En todas las regiones
naturales de Colombia donde existe la ganadería, la restauración ecológica y la
adopción de prácticas productivas sostenibles ofrece oportunidades para aumentar
la rentabilidad de los sistemas ganaderos y contribuir a la recuperación de nuestros
agroecosistemas (Calle et al., 2013).
La energía restauradora de los ganaderos puede llegar a ser enorme si logramos
canalizar sus talentos y su capacidad de resiliencia. En manos de los ganaderos está
la posibilidad de iniciar un cambio ambiental positivo sin precedentes en la historia
de Colombia. Ante los retos del cambio climático, los productores del campo están
llamados a ser los mejores aliados de la naturaleza.
10
11
Árboles nativos para predios ganaderos
Restauración ecológica
La restauración ecológica es el proceso de asistir
o apoyar la recuperación de un ecosistema (o
agroecosistema) que ha sido degradado, dañado
o destruido para restablecer los valores sociales
que los paisajes pueden proveer (SER, 2004). Se
define también como una actividad intencional
que inicia o acelera la recuperación de un
ecosistema con relación a su salud, integridad y
sostenibilidad (SER, 2004).
Esta ciencia aplicada se basa en dos supuestos
principales: (1) las fuerzas que causan la
degradación son temporales, y (2) la pérdida
de hábitats y el descenso de las poblaciones
silvestres son reversibles en alguna medida
(Hobbs y Norton, 1996). La restauración
ecológica busca entonces reparar aquello que
pueda ser reparado y garantizar la suerte futura
de los hábitats y poblaciones sobrevivientes. En
los paisajes agrícolas y ganaderos la restauración
busca incrementar el área de vegetación natural
para mejorar el valor de conservación y los
servicios ecosistémicos.
En las fincas ganaderas es posible mejorar la
eficiencia productiva de los terrenos más fértiles
y aptos para la ganadería a través de sistemas
silvopastoriles y un manejo adecuado de los
animales. Al intensificar la producción en las
mejores tierras de las fincas, se pueden liberar
los terrenos pendientes, las zonas inundables, los
bordes de ríos y quebradas y en general, todas
las tierras frágiles y marginales, para restaurar en
ellas los bosques nativos, corredores ribereños y
humedales. El punto de partida de este proceso
es la planificación del predio.
Sistema silvopastoril intensivo con botón de oro y pasto estrella.
Finca La Esperanza, Pereira, Risaralda. Proyecto Ganadería
Colombiana Sostenible. Foto: Fernando Uribe, CIPAV.
12
Planificación Predial
La planificación es el proceso a través del cual los productores analizan
conjuntamente la situación social y ambiental histórica, las condiciones actuales y sus
sueños o expectativas con el fin de definir los cambios en el uso de la tierra y en el
manejo de los recursos naturales que son necesarios para mejorar la sostenibilidad
de sus predios. A través de este ejercicio, los ganaderos identifican las áreas de sus
fincas que tienen mayor aptitud para la producción (cultivos, lechería, levante de
terneras, cría o engorde) y las tierras frágiles y marginales que requieren procesos de
restauración ecológica (Cammaert et al., 2007; Galindo et al., 2011).
Ningún ser humano sembró
esta bella cerca viva de
tablón o malagueto (Xylopia
amazonica) en la finca San
Juan del Carare, Cimitarra,
Santander. Las aves que
se posaron sobre la cerca
muerta dejaron sus semillas
en una línea perfecta. Las
islas de vegetación donde
el ganado se refugia en las
horas de más calor también
fueron dispersadas por las
aves y por el ganado, que
consume los frutos y hojas
de este árbol.
Fotos: Zoraida Calle, CIPAV.
13
Árboles nativos para predios ganaderos
Bosque ribereño restaurado
y palmas de cera en la
finca lechera Cien Años,
Rionegro, Antioquia. Durante
muchos años cada evento
significativo en la vida de
esta familia se celebró con
la siembra de un árbol o
una palma. Como resultado
de esto, hoy todos los
manantiales, quebradas y
terrenos pendientes están
protegidos con vegetación
nativa.
Fotos: Zoraida Calle, CIPAV.
14
Reconversión ambiental de la finca
La planificación del predio permite poner en marcha la reconversión productiva y la
restauración ecológica de la finca ganadera. Por lo general, este esfuerzo involucra
cambios y acciones a lo largo del tiempo, tales como los siguientes:
1.	 Subdividir los potreros y ajustar las cargas animales y las rotaciones. El
objetivo debe ser planificar el pastoreo para tener altas cargas animales en
áreas pequeñas, durante períodos muy breves (12 horas hasta 3 días) y con
tiempos prolongados de descanso o recuperación (30 a 50 días según la zona,
la oferta de forrajes y el tipo de manejo). Esto implica adoptar o mejorar el uso
de la cerca eléctrica e instalar redes de abastecimiento de agua para bebederos
móviles en todos los potreros de la finca. Al eliminar el sobrepastoreo de
los potreros, las gramíneas y el suelo empiezan a recuperarse, mejora la
infiltración del agua, y la calidad y cantidad de los forrajes (que incluyen
muchas leguminosas nativas), aumentan gradualmente.
2.	 Aumentar la densidad y diversidad de árboles y arbustos en los potreros.
Cada productor debe observar con atención cuáles especies de árboles y
arbustos nativos regeneran espontáneamente en su finca porque el manejo
de la regeneración natural es la forma más fácil y económica de transformar
los potreros sin árboles en sistemas silvopastoriles. También es conveniente
aprovechar el potencial del ganado mismo para dispersar semillas de árboles
nativos. Si las semillas se mezclan en el suplemento o la sal mineralizada de los
animales, muchas de ellas germinarán en las excretas (boñiga, bostas), donde
las plántulas tendrán una oferta adecuada de nutrientes y agua durante la fase
de establecimiento en el potrero. Los ganaderos pueden lograr una reducción
importante en sus costos de producción al abandonar o racionalizar el uso de
los herbicidas que detienen el proceso natural de sucesión ecológica.
3.	 Aumentar la densidad y complejidad estructural de las cercas vivas. Las cercas
vivas de una sola especie como el matarratón o el eucalipto son una excelente
opción para crear un microclima más benigno para el ganado y reducir la
presión extractiva sobre los fragmentos de bosque. Sin embargo, en la medida
en que las cercas vivas se vuelven más variadas y complejas en su estructura,
ofrecen más recursos para la fauna silvestre y para organismos benéficos tales
como los controladores de plagas en el sistema ganadero. Es importante que
las cercas vivas incluyan árboles frutales y abundantes plantas con flores, que
ofrecen recursos para los organismos polinizadores y parasitoides.
15
Árboles nativos para predios ganaderos
4.	 Enriquecer las cercas vivas existentes con plantas de la flora local. Las plantas
nativas ofrecen recursos claves para la fauna silvestre. Por esto es importante
plantar algunas palmas, árboles y arbustos en las cercas vivas, o conservar
aquellas plantas que regeneran en el sitio. En los climas húmedos, se observa
una regeneración muy vigorosa debajo de las cercas vivas. Es importante que los
ganaderos dejen de ver esta vegetación como evidencia de abandono y valoren
la contribución de estas plantas a la biodiversidad. Aquellas fincas que en otros
tiempos eran llamadas peyorativamente “fincas de viuda”, donde el rastrojo se
desarrolla libremente hasta transformarse en bosque nativo, son en realidad las
más atractivas para la vida silvestre.
5.	 Cercar y proteger todos los fragmentos de bosque de la propiedad. En un país
donde coinciden una diversidad biológica enorme y una deforestación masiva,
cada fragmento de bosque tiene valor. En décadas pasadas, los investigadores
de la biodiversidad solían subestimar los bosques pequeños y degradados
por considerarlos como versiones empobrecidas de los grandes bosques de
otras épocas. Pero todos los días los biólogos colombianos descubren especies
nuevas para la ciencia en bosques diminutos (o incluso en rastrojos) sin ningún
estatus de protección. Un bosque pequeño se puede fortalecer y ampliar hasta
transformarse en un bosque vigoroso con una alta diversidad de especies. El
primer paso consiste en protegerlo de la entrada del ganado, la cacería, la deriva
de herbicidas y la extracción de madera. Las cercas vivas con plantas espinosas
y resistentes al fuego como la piñuela (Bromelia plumieri), la cabuya (Furcraea
cabuya) o los cactus (cardones), son ideales para evitar la entrada del ganado, los
cazadores y los aserradores ilegales a los bosques privados.
6.	 Proteger los ambientes acuáticos y recuperar la red de bosques ribereños. Los
manantiales, microcuencas, ríos, ciénagas, páramos y pantanos, hacen parte del
sistema circulatorio de nuestro país, donde las aguas brotan de la tierra, fluyen
o se almacenan temporalmente antes de formar los grandes ríos. Estas aguas
dulces no sólo son fundamentales para las comunidades rurales y urbanas, sino
que son el soporte de una gran parte nuestra biodiversidad. Cuando en Colombia
hablamos sobre recuperar las cuencas de los ríos Meta, Cauca o Magdalena, en
realidad deberíamos estar pensando en los miles de manantiales y pequeñas
quebradas que atraviesan las tierras ganaderas del país. Por esta razón, cada
finca debe hacer un manejo responsable de sus ambientes acuáticos. Esto
implica evitar la entrada del ganado y fomentar el crecimiento de la vegetación
protectora. Por la esencia misma de su actividad, los ganaderos pueden y deben
ser los mejores administradores del agua.
16
7.	 Formar corredores entre fragmentos de bosque. Muchas
fincas poseen pequeños bosques desconectados de otros
fragmentos en el paisaje. La conexión física entre estos
remanentes de bosque es fundamental para garantizar la
movilidad de los animales y evitar así que las poblaciones
silvestres queden aisladas y desaparezcan gradualmente.
Por esta razón es muy importante establecer pequeños
corredores o franjas de rastrojo (sucesión vegetal de
diferentes edades) o bosque para facilitar el movimiento
de la fauna y la flora a través del paisaje ganadero. Los
corredores se pueden formar con una combinación
de manejo de la regeneración natural y siembras de
enriquecimiento. En la primera etapa, el ganadero debe
simplemente cercar el corredor y suspender las labores
de limpieza del potrero para permitir que la vegetación
leñosa crezca espontáneamente. Cuando ya se ha formado
un rastrojo, éste se puede enriquecer con la plantación de
árboles nativos de alto valor económico y ecológico. Para los
insectos y las aves de tamaño pequeño, los setos forrajeros
que incorporan árboles nativos también cumplen la función
de corredores biológicos en las tierras de pastoreo.
8.	 Enriquecer los rastrojos y bosques secundarios con especies
locales de los bosques maduros. Los rastrojos de hoy
pueden llegar a ser los grandes bosques del futuro y deben
ser manejados con esa visión. Por esta razón, es importante
enriquecerlos con especies que han perdido su capacidad
natural de dispersión (por ejemplo, los árboles de grandes
semillas como las lecitidáceas de los géneros Lecythis y
Eschweilera, conocidas como ollas de mono).
En síntesis, el sector ganadero colombiano tiene una oportunidad
única de recuperar las tierras degradadas, si enfrenta con decisión
el reto de restaurar los predios ganaderos. Con la arborización y
subdivisión de los potreros, la reducción o el abandono del uso de
herbicidas y el fuego y la recuperación de la vegetación protectora
de todos los manantiales y quebradas, la ganadería puede hacer
una contribución significativa a la salud de nuestras cuencas hidro-
gráficas y a la conservación de la biodiversidad colombiana.
Ciénaga La Sanjuana, cuenca del río Carare, Cimitarra, Santander. Las ciénagas grandes
y pequeñas del Magdalena Medio son vitales para la reproducción de especies como
el bagre rayado y el manatí. Estos humedales, que muchas veces hacen parte de fincas
ganaderas, deben ser protegidos para conservar su riqueza biológica.
Foto: Zoraida Calle, CIPAV.
17
Árboles nativos para predios ganaderos
18
Iguá, Hacienda El Chaco, Tolima. Foto: Enrique Murgueitio.
19
Árboles nativos para predios ganaderos
Lecturas recomendadas
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20
21
Árboles nativos para predios ganaderos
ESPECIES FOCALES DEL PROYECTO
GANADERÍA COLOMBIANA
SOSTENIBLE
Capítulo 2
El Proyecto Ganadería Colombiana
Sostenible (GCS) promovió la reconversión
de la ganadería bovina en cinco regiones
estratégicas de Colombia, benefició a
4100 ganaderos y tuvo una influencia
positiva sobre el uso de la tierra en 96.600
hectáreas, que incluyen 35.000 hectáreas
de sistemas silvopastoriles. Esta iniciativa,
la más ambiciosa hasta el momento en el
reto de avanzar hacia un manejo ganadero
amigable con el entorno natural, fue diseñada
conjuntamente y ejecutada a través de una
alianza entre el GEF (Fondo Mundial para el
Medio Ambiente por su sigla en inglés Global
Environment Facility), el Banco Mundial,
el Gobierno del Reino Unido (Department
of Business, Energy  Industrial Strategy),
FEDEGAN (Federación Colombiana de
Ganaderos), CIPAV (Fundación Centro para
la Investigación en Sistemas Sostenibles de
Producción Agropecuaría), el Fondo Acción y
The Nature Conservancy (Chará et al., 2011).
Cerca viva con búcaros o pízamos (Erythrina fusca),que
fijan nitrógeno y producen forraje de calidad en el
trópico húmedo. Belén de los Andaquíes, Caquetá.
Foto: Mateo Hernández.
22
23
Árboles nativos para predios ganaderos
El Proyecto impulsó la adopción de modelos silvopastoriles (SSP) tales como cercas
vivas, árboles dispersos en potreros, bancos mixtos de forrajes, sistemas silvopastoriles
intensivos (SSPi) y setos forrajeros, con los objetivos de mejorar la oferta de alimento
para el ganado bovino a lo largo del año (Zuluaga et al., 2011); aumentar la capacidad
de carga y en consecuencia la producción de leche y carne por hectárea y por finca
(Murgueitio et al., 2011); mejorar la generación de ingresos y el empleo rural, y al
mismo tiempo, reducir los costos de producción, recuperar los suelos, y proteger las
fuentes de agua (Chará y Giraldo, 2011). En síntesis, el Proyecto promovió la transición
hacia una actividad ganadera más competitiva, sostenible y resiliente frente al cambio
climático.
Esta iniciativa se enfocó en los pequeños y medianos productores, aunque también per-
mitió la participación de algunos predios grandes con bosques, y empleó herramientas
como el Pago por Servicios Ambientales (PSA) por biodiversidad (Pagiola et al., 2011),
el PSA por carbono para los sistemas silvopastoriles intensivos, la asistencia técnica y el
monitoreo productivo y ambiental de las fincas participantes (Chará et al., 2011).
Por otra parte, el proyecto GCS buscó mejorar la conectividad ecológica en los paisajes
ganaderos mediante la conservación y restauración de corredores biológicos y bosques
ribereños. Un esquema de Pago por Servicios Ambientales (PSA) de corto plazo ayudó
a financiar el cambio hacia usos de la tierra (tanto de conservación como productivos),
más compatibles con la biodiversidad (Pagiola et al., 2011). Los ganaderos que optaron
por la conservación (preservación de los ecosistemas naturales o restauración ecológica)
también recibieron PSA de corto plazo durante la vida del Proyecto. Como resultado de
esto, el Proyecto promovió la conservación de 18.000 hectáreas de bosques y la restau-
ración ecológica de bosques ribereños en las fincas ganaderas participantes.
Una de las metas ambientales y productivas del Proyecto fue motivar a los ganaderos
para plantar y proteger especies nativas de árboles y palmas de alto valor de conser-
vación en los bosques, rastrojos, cultivos, corredores ribereños e incluso en los potre-
ros de sus fincas (Calle, 2011). El Proyecto les entregó a los productores participantes
3.100.000 árboles para diferentes usos, de los cuales la mitad eran de especies de
especial interés para la conservación. Como reconocimiento al esfuerzo especial que
hicieron al adoptar una o varias especies focales (ver página 28), los ganaderos elegibles
de PSA recibieron una bonificación adicional por el cuidado de estos árboles nativos en
sus fincas (Chará et al., 2011).
Las acciones del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible se concentraron en cin-
co regiones estratégicas: (i) el Valle del río Cesar, (ii) el Bajo Magdalena, (iii) las zonas
lecheras de Boyacá y Santander que hacen parte del Corredor de Roble Andino, (iv) la
Ecorregión Cafetera y (v) el Piedemonte Llanero en el departamento de Meta (Chará et
al., 2011).
Palma real o de vino (Attalea butyracea) con racimos de frutos en plena sequía. Valle del río Cesar.
Foto: Luis Solarte, CIPAV.
24
25
Árboles nativos para predios ganaderos
Especies nativas
Uno de los principios fundamentales de la restau-
ración ecológica es el uso de plantas locales. Las
especies nativas son aquellas que se encuentran en
la región donde se originaron o donde ha transcu-
rrido una parte importante de su historia evolutiva.
Es importante recordar que las plantas evolucionan
a lo largo de muchas generaciones, al acumular
cambios que las adaptan al clima, los suelos, la
estacionalidad de las lluvias, las sequías, las hela-
das y a las interacciones con otras especies en un
ecosistema determinado. Por varias razones, las
plantas locales deben ser la primera opción en las
iniciativas de restauración ecológica y reforestación
(Román et al., 2012):
•	 Estas especies están adaptadas a las con-
diciones climáticas extremas, los suelos, la
herbívoría (causada por animales grandes y
pequeños) y a las enfermedades presentes
en un sitio determinado.
•	 En general, tienen una mayor probabilidad
de sobrevivir y sus requerimientos de mane-
jo son menores.
•	 Proporcionan un hábitat de mejor calidad
para la fauna silvestre y forman la base de las
cadenas alimenticias.
•	 Ayudan a preservar la biodiversidad local y
regional.
•	 Otra razón para preferir las especies nativas
es que son un legado de largo plazo, valio-
so para las próximas generaciones. Estas
especies ayudan a conservar o restaurar la
autenticidad del paisaje y por lo tanto, mere-
cen ser honradas como parte de la historia y
el patrimonio natural de cada región.
Guacamayos, campanos (Samanea samán) y totumos
(Crescentia cujete): árboles típicos del bosque seco tropical en
la región Caribe. Finca La Luisa, valle del río Cesar.
Foto: Luis Solarte, CIPAV.
26
Preferencias de los productores ganaderos
Los sistemas ganaderos saludables dependen de una
compleja red de interacciones y procesos biológicos que
ocurren por encima y por debajo del suelo. Los árboles y
las palmas son un soporte importante de esta infraestruc-
tura ecológica que sostiene a la ganadería.
Los árboles nativos benefician a los sistemas ganaderos
en forma directa a través de la sombra, la producción de
madera y la oferta de frutos comestibles o forrajes com-
plementarios para el ganado. Los beneficios indirectos
incluyen el mejoramiento y conservación del suelo, el
control biológico natural de organismos plaga, el reciclaje
de nutrientes y en algunos casos, la fijación de nitrógeno
(OFI-CATIE, 2003).
Al recomendar árboles nativos para un sistema producti-
vo es importante tener en cuenta que la mayoría de los
productores tienen una limitada capacidad de inversión
por unidad de área y no cuentan con suficiente mano de
obra. Por esta razón los ganaderos requieren especies
resistentes, de rápido crecimiento y que no inhiban la
producción del pasto (Murgueitio et al., 2015). En general,
los productores rechazan las especies con copas densas
y toleran los árboles de copa amplia siempre y cuando
éstos permitan la entrada de luz suficiente y la producción
del pasto bajo la copa. El manejo de los árboles debe ser
simple, especialmente durante los primeros años, cuando
los beneficios directos de los árboles aún son modestos
(Vieira et al., 2014).
Las lecciones aprendidas de numerosos proyectos de
reconversión ganadera, en especial el proyecto Enfoques
Silvopastoriles Integrados para el Manejo Integrado de
Ecosistemas (GEF, Banco Mundial, CATIE, CIPAV, Nitlapán),
ejecutado entre 2002 y 2007 en Colombia, Costa Rica y
Nicaragua, señalan que los ganaderos y sus familias están
dispuestos a sembrar, cuidar y adoptar plantas de interés
para la conservación global si tienen acceso al conoci-
miento técnico, las plántulas y a incentivos para su protec-
ción (Chará et al., 2011).
27
Árboles nativos para predios ganaderos
Novillas Brangus en un sistema silvopastoril con guamos (Inga spp.), matarratón (Gliricidia sepium),
botón de oro (Tithonia diversifolia) y pasto estrella (Cynodon plectostachyus). Finca Pinzacuá, Alcalá,
Valle del Cauca, en la Ecorregión Cafetera. Foto: Enrique Murgueitio, CIPAV
28
Especies focales
Se cree que existen entre 19.000 y 25.000 especies de árboles en la región Neotro-
pical (Slik, 2015). De esta enorme diversidad, solo unas pocas especies toleran bien
el régimen de perturbaciones propio de la ganadería. Actualmente, los ganaderos
manejan un número relativamente pequeño de especies de árboles nativos en los
casi 600 millones de hectáreas que ocupa esta actividad en América Latina y el Caribe
(Murgueitio et al. 2011). Sin embargo, durante las últimas décadas, la necesidad de
reducir el estrés térmico de los animales se ha convertido en una motivación fuerte
para incorporar una mayor densidad y diversidad de árboles nativos al sistema gana-
dero (Calle et al. 2013 a).
El proyecto Ganadería Colombiana Sostenible aplicó el concepto de especies focales
para identificar un conjunto de árboles y palmas nativos de importancia para la con-
servación global, que pueden ser plantados o manejados en sistemas silvopastoriles
y bosques ribereños con el fin de mejorar la conectividad y el valor de conservación
de los paisajes ganaderos. Las especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana
Sostenible son especies nativas de árboles y palmas de interés para la conservación
global, que pueden ser plantadas en fincas ganaderas de una o más regiones del
proyecto (Calle, 2011). La conservación de cada una de estas especies proporciona un
objetivo práctico para avanzar en la arborización de los espacios naturales y producti-
vos de las fincas.
Comino crespo (Aniba perutilis) joven. Este árbol
de madera bella y durable fue llevado al borde
de la extinción por la sobreexplotación. La familia
Botero, propietaria de la Reserva Natural Nirvana
(Palmira, Valle del Cauca) trabaja activamente en
la educación ambiental y la recuperación de esta
especie focal. Foto: Enrique Murgueitio, CIPAV.
Carreto colorado (Aspidosperma polyneuron),
especie focal del proyecto Ganadería Colombiana
Sostenible, un árbol con madera de alto valor y
poblaciones cada vez más amenazadas en el Ca-
ribe y Magdalena Medio. Fonseca, Guajira. Foto:
Mateo Hernández.
29
Árboles nativos para predios ganaderos
Las palmas de moriche (Mauritia flexuosa), crecen a lo
largo de los ríos y caños de la Amazonia y Orinoquia. Es una
especie focal del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible
por su importancia para la fauna y la regulación hidrológica
y por su valor como símbolo de la cultura Llanera. San Pedro
de Upía, Casanare. Foto: Mateo Hernández.
Polvillos (Handroanthus chrysea) en plena floración en una finca ganadera de Valledupar, Cesar.
Foto: Luis Solarte.
Las especies focales del
Proyecto pertenecen a 22
familias. La lista incluye
especies de Lauraceae
(cualquier especie local),
Fabaceae (7 especies y 2
géneros), Arecaceae (8
especies), Bignoniaceae y
Meliaceae (4 especies cada
una), Anacardiaceae (3),
Euphorbiaceae, Malvaceae,
Moraceae, Podocarpaceae y
Sapotaceae (2 especies cada
una) y una especie de las
familias restantes (Apocyna-
ceae, Boraginaceae, Com-
bretaceae, Escalloniaceae,
Fagaceae, Juglandaceae,
Lamiaceae, Lecythidaceae,
Malvaceae, Urticaceae y
Zygophyllaceae).
30
Tipos de especies focales del Proyecto GCS
Las especies focales del proyecto GCS cumplen una o varias de las siguientes funciones:
1.	 Árboles de sombrío. Un grupo selecto de especies focales pueden ser incorpo-
radas directamente al sistema ganadero como árboles de sombrío. Este es el
caso del yopo pelú (Mimosa trianae Benth.), árbol endémico del Piedemonte
Llanero colombiano, usado como fuente de madera para los asados llaneros
(Calle et al., 2017). Otros ejemplos son los guamos (especies del género Inga),
el samán (Albizia saman (Jacq.) F. Muell.) y el orejero (Enterolobium cyclocar-
pum (Jacq.) Griseb.
2.	 Árboles maderables. Algunas especies focales proporcionan madera valiosa.
Este es es caso del diomate (Astronium graveolens Jacq.), el carreto colorado
(Aspidosperma polyneuron Müll. Arg.), el móncoro o solera (Cordia gerascan-
thus L.) y el macano (Terminalia amazonia (J.F. Gmel.) Exell). Otros árboles
maderables se destacan además por la belleza de su floración sincrónica, por
ejemplo, el guayacán amarillo (Handroanthus chrysanthus (Jacq.) S.O. Grose) y
el roble morado (Tabebuia rosea (Bertol.) DC). La lista incluye también algunos
árboles de gran porte que mejoran la estructura del hábitat y promueven la
rápida recuperación de los servicios ambientales proporcionados por los esca-
rabajos coprófagos, tales como el orejero y los carboneros (Albizia spp.).
3.	 Árboles para setos forrajeros y bancos mixtos de forrajes. Especies focales
como la caoba, (Swietenia macrophylla King; Calle y Murgueitio, 2012), el
móncoro (Cordia gerascanthus; Calle et al., 2012) y el guayacán rosado o roble
morado, (Tabebuia rosea; Calle y Murgueitio, 2008), pueden ser integradas
al sistema ganadero en líneas, asociadas con arbustos como el botón de oro
(Tithonia diversifolia) y protegidas del ganado con doble cerca eléctrica. Este
sistema, conocido como seto forrajero, permite establecer en las fincas unas
franjas de forrajes arbustivos cultivados en alta densidad, donde los árboles se
protegen en el centro. Un ejemplo de este sistema existe en la Reserva Natural
El Hatico (El Cerrito, Valle del Cauca), donde la línea central incluye caobas,
yopos y árboles de otras especies (Calle et al., 2017). Este método de siembra
puede ser útil para incorporar palmas que también son especies focales, tales
como la zancona (Syagrus sancona H. Karst; Calle y Murgueitio, 2013), el corozo
(Aiphanes horrida (Jacq.) Burret) y las palmas de cera Ceroxylon spp. en la zona
andina (Calle et al., 2013b) o la palma corozo de puerco o palma de vino (Atta-
lea butyracea (Mutis ex L. f.) Wess. Boer; Calle y Murgueitio, 2008) y la palmi-
cha o palma amarga (Sabal mauritiiformis (H. Karst.) Griseb.  H. Wendl.) en el
Caribe y los valles interandinos. En general, estas especies tienen un desarrollo
mejor si se protegen del ramoneo o los daños del ganado.
31
Árboles nativos para predios ganaderos
4.	 Especies con frutos que complementan la nutrición de los bovinos y otros
animales domésticos. Algunas especies focales producen frutas comestibles,
como el jobo (Spondias mombin L.), la palma de corozo (Aiphanes horrida), el
caimo morado (Chrysophyllum argenteum Jacq.), el caimo amarillo (Pouteria
sapota (Jacq.) HE Moore y Stearn) y la uva caimarona (Pourouma cecropiifolia
Mercado). Otras se eligieron por la combinación de resistencia y la provisión
de recursos alimenticios para la fauna silvestre y el ganado: la palma corozo
de puerco (Attalea butyracea), el totumo (Crescentia cujete L.) y el drago (Cro-
ton magdalenensis Müll. Arg.). Especies como el totumo permiten ofrecer un
alimento de alta calidad para el ganado durante los períodos de sequía.
5.	 Sistema silvopastoril productor de nueces. Un caso excepcional y muy inte-
resante es el del inchi o cacay (Caryodendron orinocense H. Karst.; Calle et al.,
2013c), conocido también como la nuez colombiana, que puede ser cultivado
en franjas muy espaciadas (con o sin arbustos forrajeros asociados) y separa-
das por franjas de pastoreo. Esta especie focal puede ser la protagonista de
un sistema productivo con amplios beneficios económicos y ambientales.
6.	 Enriquecimiento de rastrojos, bosques secundarios y bosques de galería o
rondas de ríos y quebradas. Algunas especies focales no crecen bien en las
áreas cercanas a los sistemas ganaderos, pero pueden ser plantadas en las
franjas ribereñas o en los sectores de las fincas que se dedican a la conser-
vación y a la restauración ecológica. Este es el caso del comino crespo (Ani-
ba perutilis Hemsl.) y los pinos colombianos (Podocarpus oleifolius D. Don
ex Lamb. y Retrophyllum rospigliosii (Pilg.) C.N. Page), que crecen bien en
rastrojos protegidos en la zona andina, o del carreto colorado (Aspidosper-
ma polyneuron), que crece en rastrojos y bosques secundarios de la región
Caribe. En los bordes de los grandes cursos de agua y lagunas del piedemonte
de la Orinoquía, la palma de moriche (Mauritia flexuosa) cumple importantes
funciones ecológicas y es motivo de orgullo para la cultura Llanera (Calle et
al., 2015).
7.	 Especies de alto valor cultural. El mejor ejemplo de este grupo de especies
focales son las palmas de cera Ceroxylon alpinum Bonpl. Ex DC. y Ceroxylon
quindiuense (H. Karst.) H. Wendl. Esta última es el árbol nacional de Colombia.
32
Higuerón como sombrío del ganado. Varios árboles del género Ficus son esenciales para la fauna silvestre,
protegen el agua y dan sombra. Finca La Mello, Dibulla (Guajira). Foto: Enrique Murgueitio, CIPAV.
33
Árboles nativos para predios ganaderos
La lista de especies focales contempla tres casos especiales, donde todas las especies
de árboles nativos dentro de ciertos géneros tuvieron el estatus de especie focal:
Erythrina, Inga (ambas Fabaceae o leguminosas) y Ficus (Moraceae). Esto significa
que los ganaderos tuvieron la posibilidad de elegir cualquier árbol local de estos
géneros. Además de árboles multi-propósito bien conocidos como Erythrina poeppi-
giana e Inga edulis, estos géneros incluyen diferentes especies fijadoras de nitrógeno
que proporcionan abundante alimento para la vida silvestre. Los árboles del género
Ficus no son componentes típicos de los sistemas agroforestales o silvopastoriles,
pero la mayoría de las especies sostienen la producción de frutas a lo largo del año
y proporcionan recursos alimenticios para la vida silvestre durante los períodos de
escasez. La otra excepción en la lista de especies focales son los árboles nativos de
la familia Lauraceae, todos los cuales se consideron especies focales. Las lauráceas
incluyen muchas especies en peligro de extinción, raras y endémicas. Casi todos los
árboles de esta familia proporcionan frutas de alta calidad para aves y mamíferos.
En conjunto, las especies focales del proyecto GCS representan un amplio espectro de
tamaños y formas de árboles, tipos de frutos, modos de dispersión, recursos para la
vida silvestre, usos directos, servicios ambientales y valores estéticos. La lista propor-
ciona un punto de partida para incorporar una mayor diversidad de especies leñosas
en los paisajes ganaderos (Calle et al. 2017). La promoción de un conjunto de espe-
cies focales en los proyectos de ganadería sostenible es una estrategia complementa-
ria para incorporar más biodiversidad en los sistemas silvopastoriles.
Los capítulos siguientes de este libro describen la ecología y los usos de 15 especies
focales de árboles y palmas del Proyecto GCS y sugieren algunas ideas para incor-
porarlas en los espacios productivos y de conservación en las fincas ganaderas de
diferentes regiones y zonas de vida en Colombia.
Árboles de cacay (Caryodendron orinocense), asociados con pastos en la Orinoquia.
Finca La Carolina, Cumaral (Meta). Foto: Zoraida Calle, CIPAV.
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Roman, F., De Liones, R., Sautu, A., Deago, J. Hall, J. 2012.Guía para la propagación de 120
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Slik J.W.F. 2015. An estimate of the number of tropical tree species. PNAS 112 (24): 7472–
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(editores). Ganadería Colombiana Sostenible. Fundación CIPAV.
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37
Árboles nativos para predios ganaderos
Colombia es uno de los países que albergan una mayor diversidad de
palmas a escala global, con 213 especies distribuidas en 44 géneros,
presentes en casi todas las regiones naturales del país, desde las costas
hasta las altas montañas (3200 m.s.n.m.) y desde las zonas áridas de
la Guajira hasta las selvas pluviales del Chocó (Henderson et al., 1995).
De todas las palmas silvestres nativas del país, 39 especies tienen algún
nivel de amenaza; esto incluye seis especies en Peligro Crítico, 17 En
Peligro y nueve Vulnerables. Un total de 23 especies de palmas son en-
démicas o exclusivas de Colombia. Todas las palmas que son endémicas
del valle del Magdalena se encuentran en alguna categoría de amenaza
(Galeano y Bernal, 2005).
PALMAS DE CERA:
Ceroxylon alpinum, C. quindiuense
Y OTRAS ESPECIES DEL GÉNERO Ceroxylon
Capítulo 3
Nombres científicos: Ceroxylon alpinum Bonpl. ex DC., Ceroxylon quin-
diuense (H. Karst.) H. Wendl., Ceroxylon sasaimae Galeano, Ceroxylon
parvifrons (Engel) H. Wendl., Ceroxylon ceriferum (H. Karst) H. Wendl.
(Bernal et al., 2017; Galeano y Bernal, 2010). El nombre Ceroxylon se
deriva de las palabras griegas keros (cera) y xylon (madera).
Nombres comunes: Varias especies del género se conocen con los
nombres de palma de cera, palma real o chonta. Ceroxylon alpinum
subsp. alpinum se conoce también como palma de cera de la Zona Ca-
fetera. Otros nombres comunes son palma de ramo (C. quindiuense),
palma negra (C. vogelianum), siri (nombre arhuaco de C. ceriferum) y
läme (nombre páez de C. ventricosum). En otros países andinos se usa
el nombre de ramo bendito (Bernal et al., 2017).
Familia ARECACEAE
Palmas de cera en Cocora, Quindío. Foto: Carlos Pineda.
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Árboles nativos para predios ganaderos
En 1801, Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland
atravesaron la Cordillera Central hacia Cartago en el
Valle del Cauca luego de visitar unas minas en Mari-
quita y Falan, Tolima. Al concluir ese recorrido, en el
que ambos descubrieron la magnitud de los Andes
tropicales, Humboldt clasificó la palma de cera del
Quindío y llamó la atención sobre los majestuosos
palmares de nuestras montañas (Humboldt, 1878;
Villegas, 1994). Desde entonces, las palmas de cera
han sido admiradas por varias generaciones de
exploradores y viajeros en Colombia. Hoy en día,
buena parte de las poblaciones de estas especies
emblemáticas se encuentran en fincas ganaderas,
donde su conservación depende en gran medida del
manejo que los productores hacen de sus potreros y
bosques (Calle et al., 2011).
Palmas con inflorescencias y frutos maduros. Fotos: Carlos Pineda.
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El género Ceroxylon
Este género está integrado por 12 especies de palmas, distribuidas en la Cordillera
de los Andes desde Venezuela hasta Bolivia. Colombia posee el mayor número de
especies de palmas de cera, siete en total (Calderon et al., 2005), varias de ellas endé-
micas o exclusivas de nuestras montañas. Cuatro de las siete especies que crecen en
el país están muy amenazadas (tres se consideran En Peligro y una En Peligro Crítico;
Calderon et al., 2005).
Todas las especies del género son palmas altas, solitarias, dioicas (con los sexos sepa-
rados en dos individuos) e inermes (sin espinas), con el tallo columnar liso, cubierto
por una capa de cera blanquecina y con cicatrices prominentes que dejan las hojas al
caer (Galeano y Bernal, 2005). La corona semicircular de estas palmas está formada
por hojas pinnadas (subdivididas en segmentos lineales), cubiertas en el envés (deba-
jo) por un indumento (conjunto de pelos o escamas) blanquecino o amarillento, que
puede ser ceroso o tomentoso (con pelos). Las flores unisexuales se forman sobre
inflorescencias ramificadas que se proyectan por debajo de las hojas. Los frutos, rojos
o anaranjados, contienen una sola semilla globosa.
Este género incluye no solo la palma más alta del mundo, Ceroxylon quindiuense, que
alcanza los 60 metros de altura (Galeano y Bernal, 2005), sino también las que crecen
a mayor altitud: C. parvifrons (hasta 3.800 m.s.n.m.), C. quindiuense y C. utile de Ecua-
dor (hasta los 4000 m.s.n.m., en los límites del páramo).
Los troncos de las palmas de cera han sido empleados para hacer corrales y cercas.
Anteriormente los frutos eran consumidos con avidez por los cerdos criados al aire
libre. Las hojas jóvenes han sido utilizadas tradicionalmente para la elaboración de
Palmas de cera. Foto: Carlos Pineda.
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Árboles nativos para predios ganaderos
canastos y adornos. Durante años, estas hojas fueron el material vegetal preferido
para la celebración del Domingo de Ramos al comienzo de la Semana Santa. Esta
tradición, responsable de la muerte de miles de palmas, llevó a varias de estas
especies al borde de la extinción. Por fortuna, las campañas educativas llevadas a
cabo por organizaciones ambientalistas y la Iglesia Católica en varios departamentos
han logrado con éxito sustituir los ramos de palmas de cera por otros materiales de
origen vegetal, más fácilmente renovables (Calderon et al., 2005).
La cera de los tallos de C. quindiuense se utilizó en la elaboración de velas en Quindío
y Tolima hasta mediados del siglo XIX (Galeano y Bernal, 2005). Hoy en día es fácil
reconocer las palmas cuya cera fue raspada en el pasado porque una parte del tallo
presenta una tonalidad oscura que cambia abruptamente al color claro típico de esta
palma. Esto se debe a que la cubierta cerosa no regenera.
Todas las especies del género Ceroxylon cumplen un papel importante en la nutrición
de la fauna silvestre (Henderson et al., 1995). Dos especies de palmas de cera, C.
quindiuense y C. alpinum, son el lugar de anidación y alimentación del loro oreji-
amarillo o loro de las palmas Ognorhynchus icterotis, en grave peligro de extinción.
Infinidad de aves como mirlas, tucanes de montaña, trogones (parientes de los
quetzales de América Central), pavas y carriquíes (cuervos de colores vistosos)
consumen los frutos y dispersan las semillas de las palmas de cera. Incluso después
de muertas, sus troncos ofrecen sitios de anidamiento para loras, pájaros carpinteros
y tucanes (Galeano y Bernal, 2010).
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Árboles nativos para predios ganaderos
Ceroxylon alpinum
(palma de cera de la Zona Cafetera,
chonta o palma real)
Esta especie en peligro de extinción, es una
palma del bosque húmedo subandino o
premontano de los Andes de Colombia, Ecuador
y Venezuela. Crece entre 1400 y 2000 metros de
altitud en la vertiente occidental de la Cordillera
Oriental en el departamento de Cundinamarca;
en la Cordillera Central en los departamentos
de Caldas, Antioquia, Risaralda y Quindío y en la
Cordillera Occidental en el Valle del Cauca, Caldas
y Antioquia (Galeano y Bernal, 2005, 2010;
Calderon et al., 2005).
Su tallo solitario crece hasta los 40 m de altura y
30 cm de diámetro y está cubierto por una capa
cerosa grisácea que se oscurece con la edad y se
cubre de líquenes. Se estima que estas palmas
alcanzan la etapa reproductiva alrededor de los
80 años, pueden vivir 160 años (más de 200 en
algunos casos) y que sus poblaciones se han
reducido en más de 80% durante las tres últimas
generaciones humanas. En algunas localidades
todavía quedan algunos individuos o pequeñas
poblaciones en cultivos de café de altura,
potreros y bosques secundarios. Los especialistas
Gloria Galeano y Rodrigo Bernal estimaron que
el número de palmas adultas no sobrepasa 4000
(Galeano y Bernal, 2005; Calderon et al., 2005).
C. alpinum es una importante fuente de alimento
para la fauna silvestre (Henderson et al., 1995).
Mamíferos como murciélagos, guatines y ardillas,
o aves como pavas, tucanes, barranqueros, y
trogones, dispersan sus semillas (Calderon et al.,
2005).
Corredor de palmas de cera (C. quindiense) y arbolocos
(Montanoa quadrangularis) entre potreros de la finca Cien
Años, Rionegro, Antioquia. Foto: Zoraida Calle.
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Árboles nativos para predios ganaderos
Ceroxylon quindiuense
(palma de cera del Quindío)
Esta especie sorprendente, la más alta de todas
las monocotiledóneas del mundo (su tallo solita-
rio puede crecer hasta 60 m), fue seleccionada
como árbol nacional de Colombia por la Comisión
Preparatoria del III Congreso Suramericano de Bo-
tánica, celebrado en Bogotá en 1949. En 1985 fue
declarada Árbol Nacional mediante la Ley 61 de
1985, que prohíbe la tala y la extracción de palmas
adultas para fines ornamentales (Galeano y Bernal,
2005). En 2015 se publicó el Plan de Conservación,
Manejo y Uso Sostenible de esta especie, que
identifica las acciones prioritarias de investigación
y monitoreo, conservación, políticas e instrumen-
tos de gestión, educación y comunicación que se
requieren para proteger y aumentar las poblacio-
nes naturales de la palma (Bernal et al., 2015).
La palma de cera del Quindío forma extensos pal-
mares en los bosques escarpados de la Cordillera
Central entre 2.500 y 2.800 msnm, con tempera-
turas entre 12 y 19°C y suelos fértiles y arenosos,
derivados de cenizas volcánicas. Se caracteriza por
su tallo blanquecino, marcado con anillos conspi-
cuos y por sus hojas oscuras, formadas por folíolos
angostos y colgantes. Está amenazada de extinción
(categoría En Peligro EN A2 ace; Calderon et al.,
2005) debido a la reducción de los bosques y al
corte de sus hojas al inicio de la Semana Santa.
Tiene altísimo valor en la ornamentación urbana
(parques, jardines y ejes viales) y rural (Vargas,
2002).
El Jardín Botánico José Celestino Mutis de Bogotá
ha reproducido esta palma desde que fue fundado
por el doctor Enrique Pérez Arbeláez. A partir de
1998 la ha incorporado con éxito en la ornamenta-
ción de los parques y avenidas de la capital.
Ceroxylon quindiuense, Cocora, Qundío.
Foto: Carlos Pineda.
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Árboles nativos para predios ganaderos
Ceroxylon sasaimae Galeano
(palma de cera de Cundinamarca o palma real)
De esta especie, críticamente amenazada [CR], sobre-
viven unos cientos de individuos en Sasaima y Supatá,
Cundinamarca, entre 1400 y 1800 m de altitud (Calde-
ron et al., 2005). El biólogo Germán Andrade descubrió
hace dos décadas una población de unas 100 palmas
adultas y miles de individuos juveniles en San Francisco
de Sales, que habían sido cultivadas por un campesino
entre sus arbustos de café y naranjos. La conservación
de esta especie se debe al esfuerzo amoroso de dos ge-
neraciones de productores en un pequeño predio rural
(Andrade, 2006). Este ejemplo sugiere que no siempre
se necesitan grandes proyectos para contribuir a la con-
servación de una especie amenazada.
Ceroxylon parvifrons (Engel) H. Wendl.
Crece en las tres cordilleras de Colombia entre 1900 y
3200 m de altitud y hasta 3500 m en Ecuador. Es fácil de
reconocer por sus hojas arqueadas, formadas por pinnas
(foliolos en que se dividen las hojas de las palmas) rígi-
das que apuntan hacia arriba.
Ceroxylon ceriferum (H. Karst) H. Wendl.
Esta especie crece en los bosques húmedos de la ver-
tiente norte de la Sierra Nevada de Santa Marta (Guajira
y Magdalena) y en la Serranía de Perijá (Cesar y Guajira)
entre 1900 y 2800 m.s.n.m. Se encuentra en peligro de
extinción [EN], debido a su pequeña área de distribución
y al deterioro constante de su hábitat.
Además de las especies mencionadas, en Colombia se
encuentran las especies C. ventricosum Burret. (pal-
ma de cera barrigona) [EN] y C. vogelianum (Engel) H.
Wendl. (Galeano y Bernal, 2005; Calderon et al., 2005).
Ceroxylon alpinum en la vereda La Esperanza, El Dovio, Valle del Cauca.
Foto: Carlos Pineda
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Buenas prácticas para la conservación de las palmas de cera
Los bellos palmares que se observan en los potreros de algunas fincas ganaderas
altoandinas están formados por individuos que se establecieron cuando el terreno
estaba cubierto de bosques. Varios estudios han confirmado que las palmas de cera y
otras palmas silvestres no regeneran en el ambiente del potrero (Bernal y Sanín, 2013)
porque el ganado consume los frutos que caen al suelo y destruye la mayoría de las
plántulas, en tanto que que las palmitas sobrevivientes son eliminadas por el fuego y
las desyerbas de los potreros.
Para tener una noción de la escala de tiempo propia del desarrollo de un palmar, es im-
portante tener en cuenta que una semilla de palma de cera del Quindío se demora casi
un año en germinar, la plántula tarda dos años en crecer los primeros 10 a 15 centíme-
tros y la palma juvenil necesita casi 20 años hasta empezar a formar el tallo o estipe.
Es claro que los ganaderos actuales no pueden permitir la eliminación de las palmas
jóvenes durante la limpieza de los rastrojos y potreros.
Las siguientes prácticas se recomiendan para contribuir a la restauración de las pobla-
ciones de palmas de cera en las fincas ganaderas (Calle et al., 2011):
•	Proteger los bosques nativos y rastrojos donde regeneran las palmas contra el fue-
go, los herbicidas y la presencia del ganado.
•	Mejorar la conexión física entre los palmares a través de corredores de vegetación
nativa o mixta, protegidos del ganado con cercas eléctricas.
•	Evitar el uso del fuego como herramienta para renovar los pastizales o eliminar los
residuos de cosechas agrícolas.
•	Evitar el acceso del ganado a las áreas muy pendientes o degradadas, vecinas a los
palmares.
•	Aumentar la productividad de los mejores potreros de las fincas mediante el
pastoreo rotacional con cerca eléctrica y la incorporación de leguminosas, árboles
y arbustos forrajeros, con el fin de liberar las tierras frágiles y marginales para la
conservación o restauración de los palmares.
•	Emplear madera cultivada para usos ganaderos tales como postes de cerca, corra-
les, establos, puentes y viviendas rurales, evitando así la tala de las palmas.
•	Evitar la cacería, especialmente de las especies que dispersan los frutos de las
palmas.
•	Plantar palmas producidas en viveros locales o trasladar plántulas que regeneran
en alta densidad en el bosque.
•	Aprovechar los palmares como lugares de recreación, educación ambiental e inves-
tigación a través de iniciativas de conservación privada y proyectos comunitarios.
•	Promover la conservación, propagación y cuidado de las palmas de cera entre los
valores familiares y empresariales por el carácter emblemático, la importancia
ecológica y la belleza incomparable de estas especies.
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Árboles nativos para predios ganaderos
Morro Gacho, Cocora, Qundío. Foto: Carlos Pineda.
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A continuación, se relatan algunas experiencias y acciones de productores y grupos co-
munitarios que contribuyen a la conservación de las palmas de cera (Calle et al., 2011):
•	Hace dos décadas, Darío Marulanda inició un programa de siembra de cercas vivas
de eucalipto, orientado a mejorar la productividad de su finca, La Britania, situada en
Salento, Quindío. Al mismo tiempo, cercó los potreros más pendientes de su pro-
piedad para permitir la recuperación espontánea del bosque. Hoy existe un bosque
joven con una vigorosa regeneración natural de palmas de cera en los terrenos que
anteriormente fueron los potreros menos productivos de la finca.
•	En la finca Los Árboles, situada también en Salento, el Dr. Eduardo David ha puesto en
práctica durante varias décadas un método de desmatona selectiva para aumentar la
densidad de árboles nativos. Los potreros se dejan enrastrojar durante algunos años,
al cabo de los cuales, en vez de hacer una limpieza completa, se seleccionan las plan-
tas que han regenerado en el terreno, dejando varias especies de alto valor ecológico
o económico. Las palmas de cera y los árboles de maderas finas como el cedro negro
(Juglans neotropica) y el sin-muerte Sessea corimbosa (Solanaceae) son protegidos
con cerca eléctrica.
•	También en la cuenca alta del río Quindío, otros ganaderos y empresarios del turismo
rural como Juan B. Jaramillo de Bosques de Cocora y la finca San José, Juan Carlos
Nieto de la finca El Cortijo (Grupo Ecoverde) y la familia Ángel Marulanda en la finca
El Cairo (que protege la mayor población conocida de C. alpinum), llevan a cabo ac-
ciones de conservación, propagación y siembra en áreas en proceso de restauración
y corredores ribereños sobre el río Quindío y sus afluentes. La finca San José ofrece a
los turistas que visitan el Valle de Cocora la posibilidad de apadrinar palmas de cera
plantadas en los setos forrajeros e intercaladas con arbustos de tilo.
•	En el predio La Samaria, situado en el corregimiento de San Félix (Salamina, Caldas),
la familia Abril Castro ofrece servicios de agroecoturismo en un pequeño predio con
un palmar. Ellos propagan la palma de cera y les ofrecen a sus visitantes la posibilidad
de apadrinar (financiar el mantenimiento) de las pequeñas palmas que plantan en los
potreros, protegidas con una cerca.
•	En la Reserva Natural El Ciprés, situada en El Dovio, Valle del Cauca, Tiberio Giraldo
(Q.E.P.D.) estableció hace casi dos décadas un sistema agroforestal complejo que
incluye nogales cafeteros (Cordia alliodora), palmas de cera, plantas de bore para la
alimentación del ganado, heliconias variadas, bijaos e hileras de fríjol, maíz y arraca-
cha. Este sistema, que el propietario estableció para su hijo menor y que todos cono-
cen como el bosque de Camilo, es un ejemplo digno de imitar. ¿Qué sucedería si cada
ganadero colombiano plantara un bosque para celebrar el nacimiento de sus hijos?
•	Los niños y jóvenes del grupo ecológico Herederos del Planeta de Bellavista (El Do-
vio, Valle del Cauca) han estudiado la fenología y los hábitos de regeneración de C.
alpinum, propagan esta especie en su vivero y llevan a cabo jornadas de siembra de
las palmas en el bosque que protege dos microcuencas abastecedoras de agua. Este
grupo planta palmas en peligro de extinción como homenaje en vida a personas que
han hecho labores ambientales significativas o como homenaje a personas fallecidas.
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Árboles nativos para predios ganaderos
Cocora, Qundío. Foto: Carlos Pineda.
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•	En 1982, Miguel Urrea empezó a sembrar un gran número de palmas de cera de
las dos especies presentes en la región (C. quindiuense y C. alpinum) en su peque-
ña finca, situada a 1950 m.s.n.m. en Filandia, Quindío. Hoy, la Reserva Paloterin-
dio ofrece servicios de ecoturismo y los visitantes pueden caminar cómodamen-
te, disfrutar y aprender en este bello y curioso bosque cultivado, donde muchas
de las palmas ya superan los 20 metros de altura.
•	Durante las tres últimas décadas, el municipio de Salento ha construido una
nueva identidad alrededor de la palma de cera y actualmente atrae a miles de
turistas de todo el mundo. En la actualidad, la Alcaldía de Salento celebra el Día
del Árbol Nacional en el mes de septiembre y otorga un premio anual como reco-
nocimiento a una persona que se destaca en la protección de las palmas de cera.
Sorprendentemente, algunos municipios del Tolima como Cajamarca y Roncesva-
lles, que poseen palmares más densos y espectaculares, todavía no han seguido
este ejemplo.
•	En las décadas de 1970 y 1980, la Corporación Autónoma Regional del Quindío
estableció grandes plantaciones de árboles exóticos para la producción de made-
ra. Más tarde, la corporación decidió transformar estos predios en áreas de pro-
tección. Poco a poco, palmas de cera y especies nativas variadas han regenerado
bajo los árboles cultivados. Actualmente, la extracción controlada de las maderas
exóticas favorece el crecimiento del bosque nativo y los futuros palmares de cera.
La CRQ sigue haciendo viveros de palma para enriquecer los bosques de sus áreas
protegidas.
•	Preocupados por la homogeneidad del hábitat que ocupan muchas palmas de
cera en los predios ganaderos, la Fundación Herencia Verde llevó a cabo en la
década de 1990 una campaña educativa con el lema La palma de cera no vive
sola. Esta campaña se basó en un afiche que muestra algunas de las especies de
animales, plantas y hongos que se interrelacionan en forma directa o indirecta
con la palma de cera. La campaña se articuló a un programa de reproducción de
árboles nativos altoandinos y palmas de cera.
Los anteriores ejemplos permiten vislumbrar un futuro esperanzador en el que los
espléndidos palmares de montaña serán disfrutados y amados por las nuevas ge-
neraciones de colombianos y extranjeros. Todavía es posible ver rincones donde se
mezclan pastizales arborizados, ríos protegidos, rastrojos en crecimiento, bosques de
diversos tamaños y por encima de todos ellos, ondean los penachos de las palmas de
cera como si fueran un bosque sobre el bosque, tal como lo describió Humboldt (Calle
et al., 2011).
Con sus decisiones cotidianas, los ganaderos de los Andes tienen la opción de prote-
ger e incrementar este patrimonio natural para el disfrute de todos. En estas tierras
altas, donde la vegetación crece más despacio y donde la ganadería es una parte de
la cultura, las palmas son un símbolo de belleza, paciencia y perseverancia y ofrecen
una oportunidad para legar un patrimonio invaluable a las siguientes generaciones.
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Árboles nativos para predios ganaderos
Reserva Paloterindio, Filandia, Quindío. Foto: Zoraida Calle.
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Tabla 1. Arreglos silvopastoriles y de restauración ecológica con palmas de cera.
TIPO DE SISTEMA ARREGLO ESPACIAL
Palmas en setos forrajeros
como división de potreros
Palmas de cera juveniles a una distancia mínima de 5 m,
intercaladas con árboles nativos como el arboloco (Montanoa
quadrangularis) y con arbustos como botón de oro Tithonia
diversifolia (1500-2500 m.s.n.m.) y tilo Sambucus nigra (2500-
3500 m.s.n.m.).
Barrera rompevientos
Dos hileras de eucaliptos, arboloco Montanoa quadrangularis
(1800 - 2600 m.s.n.m.) y aliso Alnus acuminata (2200- 3500
m.s.n.m.) a una distancia de 2-3 m, intercalados con palmas de
cera a una distancia mínima de 5 m, robles a 10 m y arbustos
forrajeros.
Restauración ecológica de
áreas degradadas.
Siembra de plántulas o manejo de la regeneración de palmas
de cera, sin un patrón geométrico especifico, pero en alta
densidad.
Banco forrajero mixto
para corte y acarreo con
palmas de cera
Surcos de morera Morus alba, ramio Boehmeria nivea, tilo
Sambucus nigra y botón de oro Tithonia diversifolia en alta
densidad (10.000 o más arbustos ha-1
) con palmas de cera en
densidades variables.
Palma de Cera (C. quindiuense), Cocora, Salento, Quindío. Foto: Carlos Pineda.
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Árboles nativos para predios ganaderos
SIEMBRA OBSERVACIONES
Las palmas se deben establecer en una
hilera al centro de un seto protegido
con doble cerca, luego de reemplazar
la cobertura de gramíneas por arbustos
forrajeros.
Las palmas crecen bien entre los arbustos. El
corte de los forrajes debe ser cuidadoso para
evitar el daño a las hojas de las palmas. Se
sugiere una amplitud mínima de 5 m del seto
forrajero con el fin de evitar que los animales
dañen las hojas de las palmas.
Siembra de plántulas de palma de cera
y árboles de vivero, intercalados con
estacas de botón de oro y sauce en
franjas protegidas con alambre de púas o
cerca eléctrica.
Se recomienda extraer las gramíneas de raíz y
reemplazarlas por arbustos forrajeros en alta
densidad. El uso de la cerca eléctrica reduce
costos y evita el daño del ganado.
Siembra en el sitio o traslado de plántulas
desde áreas de regeneración.
Desde el comienzo se debe enriquecer el
sistema con otras especies de lento crecimiento
y alto valor ecológico (alimento de fauna). No
se deben eliminar los arbustos nativos, cuya
presencia es benéfica.
Plántulas de vivero o traslado de
plántulas del bosque.
Se cosechan surcos completos de cada especie
forrajera según la tasa de crecimiento en el sitio.
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Palma de Cera (C. quindiuense), Cocora, Salento, Quindío.
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Árboles nativos para predios ganaderos
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Árboles nativos para predios ganaderos
PALMA ZANCONA
Capítulo 4
Nombres científico: Syagrus sancona H. Karst.
Nombres comunes: sarare, saray, quirache,
chiragua (Casanare y Norte de Santander); palma
de sarare o corunta (Orinoquia); zancona, palma
zancona o palma real (Antioquia, Quindío y Valle
del Cauca) (Bernal et al., 2006).
La palma zancona señorea con su estatura
procera el resto de la vegetación en la cuenca
del río La Vieja. La zancona, descrita por
Humboldt al norte del Valle del Cauca como
Oreodoxa sancona, fue transferida después
por Karsten al género Syagrus. Zancona no es
nombre indígena, sino el aumentativo femenino
español de zanca; basta ver los ejemplares
remanentes de esa palma en cualquier lugar
de la planicie vallecaucana para encontrar ese
nombre perfectamente adecuado. Humboldt
cree que después de la Ceroxylon [palma de cera]
quindiana, que alcanza hasta 60 m de altura, la
zancona es la más elevada de las que conoció.
Víctor Manuel Patiño (Patiño, 2002).
Palma zancona en la finca ganadera El Tesorito.
Alcalá, Valle del Cauca. Foto: Zoraida Calle
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61
Árboles nativos para predios ganaderos
Las palmas nativas hacen una contribución estética
y productiva invaluable a los paisajes ganaderos. No
sólo embellecen el entorno con sus formas esbeltas y
simétricas, sino que ofrecen alimento y refugio a la vida
silvestre y mejoran la fertilidad del suelo sin interferir
con el crecimiento de las gramíneas, arbustos forrajeros
y árboles (Calle y Murgueitio, 2013).
La zancona, una de las palmas más llamativas de
Colombia, es una especie vulnerable y es la única de
su género que crece en las montañas andinas. Puede
alcanzar alturas hasta de 25 metros y diámetros de 20
a 30 cm. Su tallo solitario, de color ocre o grisáceo, es
rematado por 8 a 18 hojas que forman una corona esfé-
rica. Esta preciosa palma tiene una amplia distribución
geográfica en la región andina y áreas aledañas, inclu-
yendo sectores del piedemonte orinocense y amazóni-
co en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, y el
extremo occidental de la Amazonia brasileña (Galeano y
Bernal 2005, 2010; Henderson et al., 1995).
En Colombia, la palma zancona se encuentra en el
cañón del río Cauca (desde Antioquia hasta el Valle del
Cauca), la cuenca del río Magdalena (en Cundinamarca
y Tolima), un enclave seco de la vertiente occidental de
la Cordillera Occidental (entre Cali y Buenaventura) y en
el piedemonte oriental de la Cordillera Oriental (desde
Norte de Santander hasta Putumayo). Crece natural-
mente en áreas secas a húmedas entre 200 y 1200 m
de altitud y también se cultiva como especie ornamen-
tal por encima de 2000 m.s.n.m.
Las hojas de la palma zancona se componen de nume-
rosos folíolos angostos y rígidos, dispuestos en varias
direcciones. Las flores crecen en grupos de tres (tria-
das), una flor femenina rodeada de dos masculinas.
Los frutos, amarillos y de unos 3 cm de largo, crecen
en racimos con muchas ramas. Cada fruto es un cuesco
leñoso con tres agujeros y una sola semilla en el interior
(Galeano y Bernal, 2005 y 2010; Calderón et al., 2005).
Palma zancona en la finca ganadera El Tesorito.
Alcalá, Valle del Cauca. Foto: Zoraida Calle
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Raíces y tallo de la palma zancona. Fotos: Zoraida Calle
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Árboles nativos para predios ganaderos
Palma con frutos verdes y maduros.Foto: Carlos Pineda.
Frutos de la palma zancona. Foto: Lorena Piedrahita.
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Regeneración y crecimiento
Cada hoja de la palma zancona está formada por varios folíolos rígidos. Foto: Carlos Pineda.
Las palmas zanconas adultas sobreviven en los pastizales ganaderos, pero no así
las plántulas y palmas jóvenes, para las cuales el potrero es un ambiente hostil. Un
estudio sobre la regeneración de las palmas zanconas en la cuenca del río La Vieja
(Quindío, Risaralda y Valle del Cauca), encontró una densidad promedio de 0.5
plántulas por metro cuadrado (equivalente a 5000 pequeñas palmas por hectárea),
en los bosques secundarios y ribereños, pero no registró ninguna plántula en las
parcelas de estudio situadas en los potreros vecinos a los fragmentos de bosque
(Méndez y Calle, 2007). Esto se debe a que el ganado consume o pisotea las plántulas
y a que éstas son destruidas en las limpiezas manuales o químicas de los potreros y
no pocas veces son quemadas cuando se emplea esta absurda práctica para renovar
las praderas (Calle y Murgueitio, 2013).
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Árboles nativos para predios ganaderos
Palma zancona en un potrero arborizado. Finca Villa Haana, Alcalá, Valle del Cauca. Foto: Carlos Pineda.
Pero incluso en los bosques, la mortalidad de las plántulas (palmas con hojas
de menos de un metro) es muy alta. Sin embargo, una vez superan esa talla, la
probabilidad de supervivencia se estabiliza. Por lo tanto, en los proyectos de
restauración ecológica y ganadería sostenible, es necesario proteger bien las palmas
pequeñas hasta que sus hojas superen una longitud de un metro.
El crecimiento natural es relativamente lento en las plántulas, pero es mucho más
rápido en las palmas juveniles. Las plántulas forman solo una o dos hojas nuevas y
crecen alrededor de 6.5 cm al año (en la longitud de las hojas). En cambio, las palmas
juveniles pueden crecer 126 cm en un semestre. Las palmas medianas (con más de 5
metros de altura) forman alrededor de 20 hojas nuevas y crecen cerca de 2.8 metros
por año.
En la cuenca del río La Vieja se registró una supervivencia del 100% en las palmas
juveniles (con hojas de un metro o más) que fueron trasplantadas en varias fincas
ganaderas (Méndez y Calle, 2007). Esta investigación tiene aplicaciones inmediatas
para reducir costos y evitar pérdidas en las iniciativas de los ganaderos que quieren
recuperar su flora nativa o embellecer la finca. Se requiere una larga permanencia en
el vivero (más de un año), que permita llevar a las palmas hasta la etapa juvenil, antes
de plantarlas en el campo.
66
Propagación
Aunque la floración de las palmas zanconas es más o menos continua a lo largo del
año, la formación de los frutos se concentra en el segundo semestre y éstos maduran
entre noviembre y febrero. La palma se propaga a partir de las semillas, cuya
germinación puede tardar varios meses. La fenología de esta especie se estudió en la
cuenca del río La Vieja; es probable que la reproducción de otras poblaciones tenga
patrones temporales diferentes.
En la Hacienda Oriente (Palmira, Valle del Cauca) el Sr. Enrique Villegas ideó una
práctica sencilla para obtener abundantes plántulas de palma zancona fuera del
bosque. La práctica consiste en cercar las palmas adultas para evitar el ingreso del
ganado, eliminar el pasto alrededor de cada palma y depositar abundante estiércol
seco de caballo.
Palma con frutos verdes. Foto: Carlos Pineda.
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Árboles nativos para predios ganaderos
El estiércol parece acelerar la germinación de las semillas. Una vez germinadas, éstas
se trasladan a bolsas hasta que alcanzan un tamaño adecuado para la siembra. Este
método reduce las pérdidas de semillas y plántulas por el consumo del ganado y el
ataque de patógenos.
El Sr. Eber Figueroa de la finca El Tesorito (Alcalá, Valle del Cauca) evita eliminar la
regeneración natural alrededor de las palmas adultas que crecen en sus potreros.
Esta sencilla práctica le permite recolectar las semillas recién germinadas y llevarlas a
un vivero. En las pequeñas áreas alrededor de solo dos palmas adultas, recolectó 500
plántulas para el vivero de la finca El Tesorito (Calle y Murgueitio, 2013).
Plántulas obtenidas a partir de semillas depositadas sobre estiércol de caballo. Foto: Zoraida Calle.
68
Usos
Dice Víctor Manuel Patiño en su libro Historia y Dispersión de los Frutales Nativos
del Neotrópico: “En muchos lugares de la hoya del río La Vieja, foco principal de la
vandálica actividad de los guaqueros en el último cuarto del siglo XIX y primero del
XX, se han desenterrado en muchas sepulturas lanzas, púas, flechas y otras armas
de palma. Debió haber en esa región una activa manufactura de tales armas y de
macanas para usos agrícolas.” (Patiño, 2002)
Aunque en el pasado la palma zancona fue un importante recurso maderable para
construcciones (chontas) y techos transitorios (hojas), su principal uso actual es
ornamental y paisajístico. Se adapta bien a los espacios urbanos; puede ser plantada
en sistemas silvopastoriles, donde no interfiere con el crecimiento del pasto; puede
usarse para enriquecer cercos vivos, como elemento acompañante de sistemas
agroforestales y en todo tipo de iniciativas de restauración ecológica. Produce
abundante alimento para la fauna silvestre y es muy usada como sitio de anidación
por las aves rapaces y por especies amenazadas regionalmente en el alto Cauca,
como el coclí Theristicus caudatus.
Palmas adultas en un potrero de la finca Villa Haana, Alcalá, valle del Cauca. Foto: Zoraida Calle.
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Árboles nativos para predios ganaderos
La zancona es una de las especies de palmas más usadas en la ornamentación urbana
tropical (Caldas, 2006). Su valor paisajístico fue destacado por estudiosos de la flora
como Ciro Molina Garcés, quien hace medio siglo la seleccionó para ambientar la
entrada de la Estación Agrícola Experimental de Palmira (Valle del Cauca) fundada
por él en 1928 (hoy Centro de Investigación Palmira de Agrosavia). Este ejemplo fue
mejorado en la sede del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), también
en Palmira, donde ambos lados de la vía que conduce hasta la sede principal están
adornados con hileras dobles de palmas zanconas (Segovia et al., 2002). Algo similar
sucede con la entrada al ingenio La Carmelita en Riofrío (Valle del Cauca) y en la
entrada de la Autopista del Café en Risaralda. Con el desarrollo del agroturismo en
el Quindío, la demanda de palmas zanconas para la ornamentación rural ha crecido
en los últimos años y esta especie se cultiva para embellecer las vías de entrada a
las fincas, jardines y huertos frutales. La producción de palmas juveniles e incluso de
individuos de varios metros se ha convertido en un lucrativo negocio para los viveros
y asesores de paisajismo.
Palmas zanconas en la cuenca media del río La Vieja (Alcalá, Valle del Cauca). Foto: Carlos Pineda.
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Palmas zanconas en fincas ganaderas
Esta especie es ideal para todo tipo de arreglos
agroforestales y silvopastoriles porque su tallo es
muy delgado y su copa tiene un área reducida (Calle y
Murgueitio, 2013). En el campus de CIAT se midieron
ejemplares de 20-21 metros que tienen diámetros a la
altura del pecho (DAP) de 26.1 a 27 cm y un radio de
copa de 2.7 a 2.8 m (Segovia et al., 2002). Esto evidencia
la mínima intercepción de luz en el dosel superior que
ocupan las palmas, de tal forma que el sistema puede
incluir otros estratos de árboles y arbustos sin afectar la
producción forrajera de los pastos, arvenses y leguminosas
rastreras (Calle y Murgueitio, 2013).
Tabla 2. Arreglos silvopastoriles y de restauración ecológica con palmas zanconas.
TIPO DE SISTEMA ARREGLO ESPACIAL
Palmas en setos forrajeros
y cortinas rompevientos
Setos forrajeros. Palmas zanconas plantadas a distancias de 2 a
5 m, intercaladas con matarratón Gliricidia sepium y arbustos
como botón de oro Tithonia diversifolia. Cortinas rompevientos:
Dos hileras de árboles a 2-3 m, intercalados con palmas zanconas
y arbustos forrajeros.
Restauración ecológica de
áreas degradadas.
Siembra de plántulas o manejo de la regeneración de las palmas
zanconas, sin un patrón geométrico específico, pero en alta
densidad.
Banco forrajero mixto para
corte y acarreo con palmas
zanconas
Surcos de nacedero Trichanthera gigantea, bore Xanthosoma
sagittifolium, morera Morus alba, ramio Boehmeria nivea, y
botón de oro Tithonia diversifolia en alta densidad (10.000 o más
arbustos ha-1
) con palmas y árboles en densidades variables.
Embellecimiento de las
fincas
Filas simples, dobles o triples a ambos lados de las vías de acce-
so. Palmas aisladas, en grupos, en líneas rectas o en zig-zag en
jardines y zonas vecinas a las viviendas, establos y corrales.
Sistema silvopastoril inten-
sivo de arbustos forrajeros
con palma zancona, árbo-
les maderables y frutales.
Franjas de Tithonia diversifolia o leucaena Leucaena leucocepha-
la (10.000 a 30.000 por hectárea para ramoneo) con palmas y ár-
boles maderables y frutales, alternadas con franjas de pastoreo
con pasto estrella Cynodon plectostachyus, guineas Megathyrsus
maximus común, Tanzania, Massai, India o Mombasa.
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  • 1. ÁRBOLES NATIVOS PARA PREDIOS GANADEROS Especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible Zoraida Calle Díaz Enrique Murgueitio Restrepo
  • 2. ÁRBOLES NATIVOS PARA PREDIOS GANADEROS ISBN 978-958-9386-95-8 Autores Zoraida Calle Díaz Enrique Murgueitio Restrepo Cali - Colombia Especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible Cofinanciado con recursos provenientes del Patrimonio Autónomo Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación Francisco José de Caldas - Minciencias, Gobierno de Colombia.
  • 3. Árboles Nativos para Predios Gana- deros: Especies Focales del Proyecto Gana- dería Colombiana Sostenible / Calle Díaz, Zoraida; Murgueitio Restrepo, Enrique. – Cali, CIPAV, 2020 346 páginas ilustradas ISBN 978-958-9386-95-8 1. Especies nativas. – 2. Biodiversidad. – 3. Ganadería sostenible. – 4. Sistemas silvo- pastoriles. – 5. Restauración ecológica – 6. Fincas ganaderas. – 7. Árboles multi-propó- sito. – 8. Rehabilitación ecológica. – 9. Agro- ecología. -- I. Zoraida Calle Díaz, Enrique Murgueitio Restrepo; José Antonio Riascos de la Peña, Diseñador. -- II. Título. 636.21 CD 21 Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria CIPAV. CIPAV Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria Carrera 25 No. 6-62 Barrio El Cedro Cali, Valle del Cauca, Colombia Teléfono (57) (2) 524 30 61 e-mail: cipav@fun.cipav.org.co http://www.cipav.org.co Título Árboles nativos para predios ganaderos. Especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible Autores Zoraida Calle Díaz Enrique Murgueitio Restrepo Fotografía de la portada Carlos Hernán Molina Castro frente al samán que sembró con su padre cuando era niño. La relación de este médico veterinario zootecnista con el árbol emblemático de la Reserva Natural El Hatico (El Cerrito, Valle del Cauca), es un ejemplo de amor a la naturaleza y a la producción agropecuaria ligada indisolublemente a los árboles y arbustos tropicales. Foto: Meredith Kohut-WAP Fotografías contraportada y solapas Carlos Pineda Jhon Jairo Lopera Walter Galindo Diseño gráfico José Antonio Riascos de la Peña Impresión Ingeniería Gráfica S.A. ISBN 978-958-9386-95-8 Para citar este libro: Calle, Z., Murgueitio E., 2020. Árbo- les nativos para predios ganaderos. Especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. CIPAV, Cali Co- lombia. 346 p.
  • 4. III Árboles nativos para predios ganaderos Agradecimientos Este libro es el resultado del aprendizaje colectivo de varios investigadores y ganaderos en di- ferentes regiones de Colombia y otros países de América Latina. Florencia Montagnini, Eduar- do Escalante y Julián Chará revisaron el primer manuscrito e hicieron buenas sugerencias para mejorar el libro. Bernardo y Amalia Murgueitio nos guiaron en el proceso de lograr que el texto fuera comprensible para los lectores no especializados. El conocimiento y la experiencia de los siguientes investigadores y productores enriquecieron varios capítulos: Oscar Tafur y Julián Andrés Giraldo (palmas de cera); Luz Mercedes Botero y Leonardo Manzano (totumo); José Alirio Bolívar, Lorena Piedrahita, Eudaly Giraldo, Luis Enrique Méndez y Enrique Villegas (palma zancona); Walter Galindo y Víctor Galindo (roble morado y otros); Mauricio Carvajal y Jhon Jairo Lopera (móncoro y otros), Henry Walforth Sánchez, Mónica Martínez, Raúl Botero y Adriana María Giraldo (cacay); María Mercedes Murgueitio (iguá); Adolfo Cardozo y Carlos Hernán Molina C. (samán y otros); Car- los Hernando Molina D. y Enrique José Molina D. (ébano del Caribe, caoba y otros); Olimpo Montes e Irene Montes (dinde); Alfonso Madriñán (písamo); Adolfo Galindo (yopo peludo y otros). Mateo Hernández, Adriana María Giraldo, Fernando Uribe y Andrés Felipe Zuluaga hicieron contribuciones importantes a la selección de las especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. Las fotografías que ilustran los capítulos fueron tomadas por Carlos Pineda, Juan Carlos Gómez, Adolfo Galindo, Walter Galindo, Víctor Galindo, Jhon Jairo Lopera, Luis Solarte, Mateo Hernández, Pedro Brancalion, Fernando Uribe, Antonio Solarte, Álvaro Zapata, Juan Carlos Alfaro, Meredith Kohut y los autores. El Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible (GCS) trabajó arduamente para incorporar árboles nativos en los predios ganaderos participantes con el objetivo de promover la biodiversidad y los servicios ambientales. Queremos expresar nuestra gratitud a las personas, instituciones, organiza- ciones y empresas que hicieron posible esta iniciativa, que hoy se reconoce como un hito histórico en la transformación ambiental y productiva de la ganadería en nuestro país. ELTI (Iniciativa de Capacitación y Liderazgo Ambiental, un programa de la Escuela Forestal y de Estudios Ambientales de la Universidad de Yale) apoyó el proceso de formación del equipo técnico del Proyecto GCS en temas como la propagación de árboles nativos en viveros, la restauración ecológica en agropaisajes, el relevo generacional en la ganadería sostenible y la aplicación conjunta de la agroecología y la restauración ecológica. Gracias a Eva Garen, Alicia Calle, Saskia Santamaría y todo el equipo de ELTI por su apoyo en la capacitación del equipo técnico del Proyecto. Queremos dedicar este libro a la memoria de dos médicos ganaderos que marcaron su paso por la vida con innumerables árboles y palmas. Junto a Constanza Díaz y Guillermo Calle, aprendimos que cada evento significativo en la vida de una familia debe dejar como huella, un árbol plantado con amor y gratitud. Hoy, muchos ganaderos, campesinos, estudiantes y profesionales de Antioquia visitan y admiran el legado de Constanza y Guillermo. Nuestro sueño es que este ejemplo inspire a todos los ganaderos, y que, con el paso del tiempo, aquellas tierras escogidas para conmemorar los eventos significativos se transformen en bosques donde cada árbol celebra la vida y los logros de un ser querido.
  • 5. IV Contenido Presentación 1 Capítulo 1 Restauración ecológica en fincas ganaderas. 3 Capítulo 2 Especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. 21 Familia ARECACEAE (palmas) Capítulo 3 Palmas de cera: Ceroxylon alpinum Bonpl. ex DC., Ceroxylon quindiuense (H. Karst.) H. Wendl. y otras especies del género Ceroxylon.37 Capítulo 4 Palma zancona Syagrus sancona H. Karst. 59 Familia BIGNONIACEAE Capítulo 5 Totumo, Crescentia cujete L. 75 Capítulo 6 Roble morado o guayacán rosado, Tabebuia rosea (Bertol.) D.C. 99 Familia BORAGINACEAE Capítulo 7 Móncoro o solera, Cordia gerascanthus L. 117 Familia EUPHORBIACEAE Capítulo 8 Cacay o inchi, Caryodendron orinocense H. Karst. 137
  • 6. V Árboles nativos para predios ganaderos Familia FABACEAE Capítulo 9 Iguá, Albizia guachapele (Kunth) Dugand (Sinónimo: Pseudosamanea guachapele (Kunth) Harms). 159 Capítulo 10 Samán o campano, Albizia saman (Jacq.) F. Muell. o Samanea saman (Jacq.) Merril. 175 Capítulo 11 Ébano del Caribe colombiano, Caesalpinia ebano H. Karst. o Libidibia ebano (H. Karst.) Britton Killip 197 Capítulo 12 Orejero o piñón de oreja, Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb. 215 Capítulo 13 Búcaro, Erythrina fusca Lour. 239 Capítulo 14 Yopo pelú, Mimosa trianae Benth. 257 Familia FAGACEAE Capítulo 15 Roble andino Quercus humboldtii Bonpl. 283 Familia MELIACEAE Capítulo 16 Caoba Swietenia macrophylla King. 301 Familia MORACEAE Capítulo 17 Dinde, árbol mora o palo amarillo Maclura tinctoria (L.) D. Don ex Steud. 327
  • 7. VI
  • 8. 1 Árboles nativos para predios ganaderos Presentación Durante nueve años, el Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible promovió la incorporación de árboles nativos en los sistemas ganaderos y áreas de protección de las fincas participantes. Un listado de especies focales de alto valor de conservación orientó los esfuerzos de propagación en viveros y distribución de los árboles. Casi la mitad de los tres millones de árboles que el Proyecto les entregó a los ganaderos de cinco regiones colombianas pertenecían a este grupo de especies focales. Este libro es el resultado de un amplio diálogo de saberes sobre 15 especies foca- les del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. Se seleccionaron especies con características diferentes, que incluyen algunas de alto valor cultural y simbólico para los colombianos, otras de uso tradicional desde tiempos prehispánicos, árboles que han acompañado el avance de la ganadería en nuestro territorio durante cinco siglos y también algunas especies raras, vulnerables o endémicas, que poco a poco se han abierto un espacio en los paisajes ganaderos y en el afecto de los productores. El contenido de cada capítulo refleja el estado del conocimiento sobre estas quince especies. En algunos capítulos predomina la descripción de la historia natural y las funciones que cumplen estos árboles nativos en los ecosistemas naturales. En otros, tienen más relevancia las aplicaciones directas de estas especies en el sistema gana- dero, bien sea como fuentes de suplementos alimenticios para el ganado o de made- ra para la infraestructura de las fincas, o por su utilidad en el proceso de restaurar las microcuencas ganaderas, humedales, laderas pendientes, márgenes de ríos y otros espacios que muchos ganaderos colombianos han resuelto devolverle a la naturaleza. La selección incluye también especies que ofrecen alternativas económicas impor- tantes para diversificar los ingresos de los productores y fortalecer la resiliencia de su sistema productivo. Sin desconocer el papel fundamental que algunos árboles exóticos han jugado en la ganadería silvopastoril, este libro también es una invitación a abrir la mente y el corazón hacia nuestras especies nativas, que no sólo merecen ser honradas por ser el soporte fundamental de nuestra biodiversidad y un legado para las generaciones futuras, sino que además tienen mucho que ofrecerle a la ganadería en términos de valor estético, funcionalidad ecológica, oportunidades económicas y conservación de la biodiversidad. Este libro contribuye a la divulgación del conocimiento sobre el papel de los árboles nativos en la ganadería sostenible. Pero más que transmitir información, la intención de los autores es ampliar la imaginación y la creatividad de los ganaderos para que asuman con convicción su papel como guardianes responsables de nuestro territorio.
  • 9. 2
  • 10. Árboles nativos para predios ganaderos RESTAURACIÓN ECOLÓGICA EN FINCAS GANADERAS Capítulo 1 La tierra no apta para ganadería es aquella con determinados niveles de inclinación, la que se encuentra próxima a ríos y espejos de agua, la de malezas y rastrojos quizás, y aquella robada a la selva tropical durante décadas por la colonización incontrolada de los desplazados de todas las violencias, incluida la pobreza. Estas tierras, muy seguramente, tampoco son aptas para la agricultura; es más, nunca debieron haber sido tocadas. Por ello, el Plan Estratégico de la Ganadería 2019, se ha propuesto la meta de devolver a la naturaleza 10 millones de hectáreas. Fuente: Plan Estratégico de la Ganadería Colombiana 2019, FEDEGAN. La ganadería en los terrenos planos ha respetado los bellos bosques que protegen estas lomas de fuerte pendiente en el Darién panameño. Se destacan los enormes macondos o cuipos (Cavanillesia platanifolia). Foto: Fernando Uribe, CIPAV. 3
  • 11. 4 4
  • 12. 5 Árboles nativos para predios ganaderos Muchos ganaderos colombianos, preocupados por la degradación ambiental que sufren hoy el país y el planeta, desean hacer cambios en su sistema productivo de tal modo que sus fincas puedan generar más bienes y servicios ecosistémicos. El primer paso de esta transformación consiste en reconocer, como lo hace con claridad el Plan Estratégico de la Ganadería Colombiana 2019, que la ganadería convencional ha contri- buido al cambio climático, la deforestación, la contaminación, la pérdida de biodiversi- dad y el deterioro de los suelos y las aguas. El modelo ganadero del monocultivo de gramíneas y el patrón estético de la “ganade- ría de pasto y cielo” han llevado a muchos productores a talar los bosques e incluso los árboles de sombrío en las praderas. Algunas fincas han llegado al extremo de eliminar la vegetación protectora de las quebradas, ríos, humedales y reservorios de agua. El uso de las cercas muertas ejerce presión adicional sobre los bosques nativos. Las maderas más apreciadas como postes son aquellas que toleran la intemperie y pro- vienen casi siempre de árboles de lento crecimiento y maderas finas, que tienen gran importancia para la fauna silvestre. Al eliminar estas especies de los bosques en las fincas, no solo hemos agotado una fuente de ingresos económicos para las familias del campo sino también importantes recursos alimenticios y sitios de refugio para los animales. A esto se suma la contaminación que se produce cuando el ganado bebe directamente de los manantiales y quebradas, erosiona el cauce y deposita heces y orina en el agua. Al aumentar los niveles de nitrógeno disuelto y la materia orgánica en los cuerpos de agua dulce, el hábitat se deteriora para los organismos que requieren agua limpia y se vuelve favorable para aquellos que toleran la contaminación orgánica, tales como los parásitos internos y bacterias patógenas que causan enfermedades a las personas y al ganado. Estos cambios del hábitat ribereño afectan a los peces e invertebrados y a la fauna que depende de estos organismos como recurso alimenticio. Por otra parte, los suelos de todas las regiones naturales de Colombia, también han sufrido las consecuencias del pastoreo mal manejado. El pisoteo descontrolado y la eliminación de la vegetación leñosa generan degradación física y todas las formas de erosión, desde la laminar hasta las grandes cárcavas (Calle y Carvajal, 2012). En síntesis, muchas fincas ganaderas han producido carne y leche a un costo muy alto para el medio ambiente, que se traslada a la sociedad en general (y a los productores que viven aguas abajo, como ocurrió durante la Ola Invernal de 2011), bajo la forma de ríos contaminados, inundaciones, deslizamientos, pérdida de la capacidad productiva de la tierra y deterioro del paisaje. Río San Juan (afluente del río Carare), Cimitarra, Santander. Algunos productores ganaderos han conservado la majestuosa belleza de los bosques que protegen los cuerpos de agua del Magdalena Medio. Foto: Zoraida Calle, CIPAV.
  • 13. 6
  • 14. 7 Árboles nativos para predios ganaderos Transformación del territorio Es justo recordar que, durante siglos, las políticas de Estado promovieron la ocupación y tenencia de la tierra, condicionadas a la tala de los bosques. Esta forma de intervención formó parte de las políticas de poblamiento y control de los territorios durante la Conquista y la Colonia entre los siglos XVI y XIX, continuada luego por los gobiernos republicanos del siglo XIX, hasta muy avanzado el siglo XX (Patiño, 1970; Parsons, 1972). El uso del fuego y la conversión de los bosques a pastizales donde los ganados deambulan en amplios territorios con poca población humana, es una estrategia de bajo costo económico, que resulta útil únicamente cuando se desconoce o se desprecia el valor de los recursos naturales. Por largo tiempo, las políticas de Estado incentivaron la transformación de los ecosistemas naturales a través de la titulación de “tierras baldías”. El uso dominante de estas tierras fue la ganadería convencional, luego de extraer las maderas finas, pieles, plantas medicinales y minerales como el oro, el platino y el carbón (Bennet y Hoffmann, 1992; Gómez, 1993; Etter y van Wyngaarden 2000). Por otra parte, miles de hectáreas de tierras degradadas que hoy sostienen bovinos en pastoreo son una herencia de la agricultura intensiva. Con el furor de la Revolución Verde durante el siglo pasado, cientos de miles de hectáreas de bosques y ambientes ganaderos arborizados fueron transformadas en monocultivos agroindustriales de algodón, caña de azúcar, maíz, sorgo, soya, café, palma de aceite y otros cultivos (Gómez, 1993; Murgueitio, 1999). La visión de los árboles y arbustos como estorbos a la producción hizo carrera en las profesiones de campo y el Estado facilitó créditos e incentivos que aceleraron los desmontes y que todavía tienen expresiones en algunos territorios. Los cultivos para uso ilícito como la coca, marihuana y amapola siguieron el mismo modelo. Innumerables predios ganaderos que habían conservado palmares y fragmentos de vegetación arbórea, fueron (y siguen siendo) arrasados en pocas horas en el proceso de adecuar las tierras para cultivos como la caña de azúcar, el algodón, el banano o las flores de invernadero. Árbol de caoba. Foto: Carlos Pineda.
  • 15. 8 Una nueva visión de la relación entre la ganadería y los ecosistemas naturales El contexto histórico de la pérdida de nuestros bosques, nos permite entender que la ganadería no es una actividad degradativa en su esencia, sino que ha sido un instrumento empleado por varios sectores sociales para adueñarse de las tierras, sin valorar los ecosistemas naturales ni los pueblos originarios que habían hecho un manejo sabio de la naturaleza gracias a sus conocimientos ancestrales (Pinzón, 1984). Es lógico suponer que la reconversión de territorios transformados y degradados mediante iniciativas enmarcadas en el desarrollo sostenible, implica un proceso de cambio de grandes proporciones en los aspectos cultural, social, normativo, económico y político, tanto en el contexto colombiano como a escala global. Es justo destacar que algunos sectores ganaderos tradicionales generaron modelos adecuados de manejo del territorio y los recursos naturales, con expresiones culturales de gran riqueza. Un caso bien documentado es el de los hatos llaneros tradicionales de las sabanas inundables de la Orinoquia en Colombia y Venezuela, que por más de tres siglos practicaron una convivencia entre ganados, fauna silvestre, recursos hídricos y vegetación nativa, dando lugar al mismo tiempo a un valioso patrimonio cultural que define al “llanero” con una identidad propia. También en las regiones ganaderas del Caribe seco y húmedo, la gran cuenca del Magdalena – Cauca, las vertientes de las tres cordilleras desde el piedemonte hasta el trópico de altura, así como en los altiplanos y valles interandinos, existen ejemplos de productores ganaderos que han consolidado modelos valiosos de manejo de la tierra, respaldados por valores familiares y tradiciones que reflejan una actitud respetuosa hacia la naturaleza. En todos estos casos, el diálogo de saberes y las herramientas de la ciencia moderna, permiten construir en corto tiempo, modelos subregionales y locales de ganadería amigable con la naturaleza, capaz de regenerar los servicios ecosistémicos en los agropaisajes (Patiño, 1990; Cardozo, 2008; Botero, 2010; Ocampo et al., 2011). Cerca viva con ébano. Foto: Carlos Pineda.
  • 16. 9 Árboles nativos para predios ganaderos Entre todos los actores del territorio en Colombia, el sector ganadero es el que tiene el mayor potencial de restauración ecológica, por varias razones: • La ganadería ocupa la mayor parte de la superficie destinada a usos agrícolas en el país. • El sector ganadero enfrenta problemas estructurales de competitividad por lo cual el costo de oportunidad para invertir en procesos de restauración ecológica es menor que en el sector minero o en la agricultura intensiva. • La degradación actual de las tierras ganaderas es reversible en gran medida con las técnicas que se discuten en este capítulo. • Muchos productores que han sufrido las expresiones del cambio climático en años recientes, saben que la ganadería sostenible ofrece múltiples opciones para fortalecer la resiliencia y sostenibilidad del sistema ganadero. • Los ganaderos han demostrado su determinación para mantener su sistema productivo a pesar de la violencia en el campo. El gremio ganadero colombiano ha reconocido los errores de muchos productores y ha avanzado en la tarea de promover un buen uso de la tierra. Algunos ganaderos empiezan a preocuparse por el estado de los recursos naturales en sus propiedades y se preguntan si es posible deshacer el daño y recuperar los ecosistemas naturales sin sacrificar la productividad de la ganadería. La respuesta en pocas palabras es “sí se puede”. Para iniciar el proceso se requieren voluntad, conocimientos y algunos recursos financieros. El avance en el conocimiento sobre los sistemas silvopastoriles y sus múltiples ventajas, ha contribuido a abrir los corazones y las mentes de muchos productores. Hoy en día se reconoce ampliamente el papel de los sistemas ganaderos con árboles en la rehabilitación ecológica de las tierras degradadas. En todas las regiones naturales de Colombia donde existe la ganadería, la restauración ecológica y la adopción de prácticas productivas sostenibles ofrece oportunidades para aumentar la rentabilidad de los sistemas ganaderos y contribuir a la recuperación de nuestros agroecosistemas (Calle et al., 2013). La energía restauradora de los ganaderos puede llegar a ser enorme si logramos canalizar sus talentos y su capacidad de resiliencia. En manos de los ganaderos está la posibilidad de iniciar un cambio ambiental positivo sin precedentes en la historia de Colombia. Ante los retos del cambio climático, los productores del campo están llamados a ser los mejores aliados de la naturaleza.
  • 17. 10
  • 18. 11 Árboles nativos para predios ganaderos Restauración ecológica La restauración ecológica es el proceso de asistir o apoyar la recuperación de un ecosistema (o agroecosistema) que ha sido degradado, dañado o destruido para restablecer los valores sociales que los paisajes pueden proveer (SER, 2004). Se define también como una actividad intencional que inicia o acelera la recuperación de un ecosistema con relación a su salud, integridad y sostenibilidad (SER, 2004). Esta ciencia aplicada se basa en dos supuestos principales: (1) las fuerzas que causan la degradación son temporales, y (2) la pérdida de hábitats y el descenso de las poblaciones silvestres son reversibles en alguna medida (Hobbs y Norton, 1996). La restauración ecológica busca entonces reparar aquello que pueda ser reparado y garantizar la suerte futura de los hábitats y poblaciones sobrevivientes. En los paisajes agrícolas y ganaderos la restauración busca incrementar el área de vegetación natural para mejorar el valor de conservación y los servicios ecosistémicos. En las fincas ganaderas es posible mejorar la eficiencia productiva de los terrenos más fértiles y aptos para la ganadería a través de sistemas silvopastoriles y un manejo adecuado de los animales. Al intensificar la producción en las mejores tierras de las fincas, se pueden liberar los terrenos pendientes, las zonas inundables, los bordes de ríos y quebradas y en general, todas las tierras frágiles y marginales, para restaurar en ellas los bosques nativos, corredores ribereños y humedales. El punto de partida de este proceso es la planificación del predio. Sistema silvopastoril intensivo con botón de oro y pasto estrella. Finca La Esperanza, Pereira, Risaralda. Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. Foto: Fernando Uribe, CIPAV.
  • 19. 12 Planificación Predial La planificación es el proceso a través del cual los productores analizan conjuntamente la situación social y ambiental histórica, las condiciones actuales y sus sueños o expectativas con el fin de definir los cambios en el uso de la tierra y en el manejo de los recursos naturales que son necesarios para mejorar la sostenibilidad de sus predios. A través de este ejercicio, los ganaderos identifican las áreas de sus fincas que tienen mayor aptitud para la producción (cultivos, lechería, levante de terneras, cría o engorde) y las tierras frágiles y marginales que requieren procesos de restauración ecológica (Cammaert et al., 2007; Galindo et al., 2011). Ningún ser humano sembró esta bella cerca viva de tablón o malagueto (Xylopia amazonica) en la finca San Juan del Carare, Cimitarra, Santander. Las aves que se posaron sobre la cerca muerta dejaron sus semillas en una línea perfecta. Las islas de vegetación donde el ganado se refugia en las horas de más calor también fueron dispersadas por las aves y por el ganado, que consume los frutos y hojas de este árbol. Fotos: Zoraida Calle, CIPAV.
  • 20. 13 Árboles nativos para predios ganaderos Bosque ribereño restaurado y palmas de cera en la finca lechera Cien Años, Rionegro, Antioquia. Durante muchos años cada evento significativo en la vida de esta familia se celebró con la siembra de un árbol o una palma. Como resultado de esto, hoy todos los manantiales, quebradas y terrenos pendientes están protegidos con vegetación nativa. Fotos: Zoraida Calle, CIPAV.
  • 21. 14 Reconversión ambiental de la finca La planificación del predio permite poner en marcha la reconversión productiva y la restauración ecológica de la finca ganadera. Por lo general, este esfuerzo involucra cambios y acciones a lo largo del tiempo, tales como los siguientes: 1. Subdividir los potreros y ajustar las cargas animales y las rotaciones. El objetivo debe ser planificar el pastoreo para tener altas cargas animales en áreas pequeñas, durante períodos muy breves (12 horas hasta 3 días) y con tiempos prolongados de descanso o recuperación (30 a 50 días según la zona, la oferta de forrajes y el tipo de manejo). Esto implica adoptar o mejorar el uso de la cerca eléctrica e instalar redes de abastecimiento de agua para bebederos móviles en todos los potreros de la finca. Al eliminar el sobrepastoreo de los potreros, las gramíneas y el suelo empiezan a recuperarse, mejora la infiltración del agua, y la calidad y cantidad de los forrajes (que incluyen muchas leguminosas nativas), aumentan gradualmente. 2. Aumentar la densidad y diversidad de árboles y arbustos en los potreros. Cada productor debe observar con atención cuáles especies de árboles y arbustos nativos regeneran espontáneamente en su finca porque el manejo de la regeneración natural es la forma más fácil y económica de transformar los potreros sin árboles en sistemas silvopastoriles. También es conveniente aprovechar el potencial del ganado mismo para dispersar semillas de árboles nativos. Si las semillas se mezclan en el suplemento o la sal mineralizada de los animales, muchas de ellas germinarán en las excretas (boñiga, bostas), donde las plántulas tendrán una oferta adecuada de nutrientes y agua durante la fase de establecimiento en el potrero. Los ganaderos pueden lograr una reducción importante en sus costos de producción al abandonar o racionalizar el uso de los herbicidas que detienen el proceso natural de sucesión ecológica. 3. Aumentar la densidad y complejidad estructural de las cercas vivas. Las cercas vivas de una sola especie como el matarratón o el eucalipto son una excelente opción para crear un microclima más benigno para el ganado y reducir la presión extractiva sobre los fragmentos de bosque. Sin embargo, en la medida en que las cercas vivas se vuelven más variadas y complejas en su estructura, ofrecen más recursos para la fauna silvestre y para organismos benéficos tales como los controladores de plagas en el sistema ganadero. Es importante que las cercas vivas incluyan árboles frutales y abundantes plantas con flores, que ofrecen recursos para los organismos polinizadores y parasitoides.
  • 22. 15 Árboles nativos para predios ganaderos 4. Enriquecer las cercas vivas existentes con plantas de la flora local. Las plantas nativas ofrecen recursos claves para la fauna silvestre. Por esto es importante plantar algunas palmas, árboles y arbustos en las cercas vivas, o conservar aquellas plantas que regeneran en el sitio. En los climas húmedos, se observa una regeneración muy vigorosa debajo de las cercas vivas. Es importante que los ganaderos dejen de ver esta vegetación como evidencia de abandono y valoren la contribución de estas plantas a la biodiversidad. Aquellas fincas que en otros tiempos eran llamadas peyorativamente “fincas de viuda”, donde el rastrojo se desarrolla libremente hasta transformarse en bosque nativo, son en realidad las más atractivas para la vida silvestre. 5. Cercar y proteger todos los fragmentos de bosque de la propiedad. En un país donde coinciden una diversidad biológica enorme y una deforestación masiva, cada fragmento de bosque tiene valor. En décadas pasadas, los investigadores de la biodiversidad solían subestimar los bosques pequeños y degradados por considerarlos como versiones empobrecidas de los grandes bosques de otras épocas. Pero todos los días los biólogos colombianos descubren especies nuevas para la ciencia en bosques diminutos (o incluso en rastrojos) sin ningún estatus de protección. Un bosque pequeño se puede fortalecer y ampliar hasta transformarse en un bosque vigoroso con una alta diversidad de especies. El primer paso consiste en protegerlo de la entrada del ganado, la cacería, la deriva de herbicidas y la extracción de madera. Las cercas vivas con plantas espinosas y resistentes al fuego como la piñuela (Bromelia plumieri), la cabuya (Furcraea cabuya) o los cactus (cardones), son ideales para evitar la entrada del ganado, los cazadores y los aserradores ilegales a los bosques privados. 6. Proteger los ambientes acuáticos y recuperar la red de bosques ribereños. Los manantiales, microcuencas, ríos, ciénagas, páramos y pantanos, hacen parte del sistema circulatorio de nuestro país, donde las aguas brotan de la tierra, fluyen o se almacenan temporalmente antes de formar los grandes ríos. Estas aguas dulces no sólo son fundamentales para las comunidades rurales y urbanas, sino que son el soporte de una gran parte nuestra biodiversidad. Cuando en Colombia hablamos sobre recuperar las cuencas de los ríos Meta, Cauca o Magdalena, en realidad deberíamos estar pensando en los miles de manantiales y pequeñas quebradas que atraviesan las tierras ganaderas del país. Por esta razón, cada finca debe hacer un manejo responsable de sus ambientes acuáticos. Esto implica evitar la entrada del ganado y fomentar el crecimiento de la vegetación protectora. Por la esencia misma de su actividad, los ganaderos pueden y deben ser los mejores administradores del agua.
  • 23. 16 7. Formar corredores entre fragmentos de bosque. Muchas fincas poseen pequeños bosques desconectados de otros fragmentos en el paisaje. La conexión física entre estos remanentes de bosque es fundamental para garantizar la movilidad de los animales y evitar así que las poblaciones silvestres queden aisladas y desaparezcan gradualmente. Por esta razón es muy importante establecer pequeños corredores o franjas de rastrojo (sucesión vegetal de diferentes edades) o bosque para facilitar el movimiento de la fauna y la flora a través del paisaje ganadero. Los corredores se pueden formar con una combinación de manejo de la regeneración natural y siembras de enriquecimiento. En la primera etapa, el ganadero debe simplemente cercar el corredor y suspender las labores de limpieza del potrero para permitir que la vegetación leñosa crezca espontáneamente. Cuando ya se ha formado un rastrojo, éste se puede enriquecer con la plantación de árboles nativos de alto valor económico y ecológico. Para los insectos y las aves de tamaño pequeño, los setos forrajeros que incorporan árboles nativos también cumplen la función de corredores biológicos en las tierras de pastoreo. 8. Enriquecer los rastrojos y bosques secundarios con especies locales de los bosques maduros. Los rastrojos de hoy pueden llegar a ser los grandes bosques del futuro y deben ser manejados con esa visión. Por esta razón, es importante enriquecerlos con especies que han perdido su capacidad natural de dispersión (por ejemplo, los árboles de grandes semillas como las lecitidáceas de los géneros Lecythis y Eschweilera, conocidas como ollas de mono). En síntesis, el sector ganadero colombiano tiene una oportunidad única de recuperar las tierras degradadas, si enfrenta con decisión el reto de restaurar los predios ganaderos. Con la arborización y subdivisión de los potreros, la reducción o el abandono del uso de herbicidas y el fuego y la recuperación de la vegetación protectora de todos los manantiales y quebradas, la ganadería puede hacer una contribución significativa a la salud de nuestras cuencas hidro- gráficas y a la conservación de la biodiversidad colombiana. Ciénaga La Sanjuana, cuenca del río Carare, Cimitarra, Santander. Las ciénagas grandes y pequeñas del Magdalena Medio son vitales para la reproducción de especies como el bagre rayado y el manatí. Estos humedales, que muchas veces hacen parte de fincas ganaderas, deben ser protegidos para conservar su riqueza biológica. Foto: Zoraida Calle, CIPAV.
  • 24. 17 Árboles nativos para predios ganaderos
  • 25. 18 Iguá, Hacienda El Chaco, Tolima. Foto: Enrique Murgueitio.
  • 26. 19 Árboles nativos para predios ganaderos Lecturas recomendadas Bennett, D., Hoffmann, R. 1992. La ganadería en el nuevo mundo, pp. 90-110 en: Viola, H. y Margolis, C. (editores). Semillas de Cambio. Smithsonian Institute, Washington. Botero, L.M., 2010. De la trashumancia a la seguridad alimentaria. Infortambo Andina 16: 20 – 23. Calle, Z., Carvajal, M. 2012. Cómo vivir en las montañas sin agotar el suelo. Fundación CIPAV, Cali, Colombia. 56 p. Calle, Z., Murgueitio, E., Chará, J. 2013. Integrating forestry, sustainable cattle-ranching and landscape restoration. Unasylva 239, Vol. 63, 2012/1: 31-40. Cammaert C., Palacios M.T., Arango H., Calle Z. 2007. Herramienta didáctica para la planificación de la biodiversidad en la finca. Instituto Alexander von Humboldt. Bogotá, Colombia. 55 p. Cardozo, A. 2008. Sinergias entre el folklore y la ciencia para el desarrollo del turismo rural en Venezuela. Memorias del I Congreso Internacional de Desarrollo Sostenible: Versión Sabanas Inundables. Universidad Cooperativa de Colombia (Sede Arauca) - CIPAV. Arauca, p 96. Etter, A., Van Wyngaarden, W. 2000. Patterns of landscape transformation in Colombia, with emphasis in the Andean Region. AMBIO A Journal of the Human Environment, 29(7): 432-439. http://doi.org/10.1579/0044-7447-29.7.432 Galindo, V., Uribe, F., Zapata, A., Solarte, L., Murgueitio, E., Zapata, P., Osorio, C. Ayala, O. 2011. Planificación predial participativa. Plan de mejoramiento ganadero. Proyecto Asistegán Ola Invernal 2010-2011. Federación Colombiana de Ganaderos. Bogotá, Colombia. Gómez, L.J. 1993. Producción pecuaria,elementos bioecológicos, históricos y económicos. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional, sede Medellín. 285 p. Hobbs, R.J., Norton, D.A. 1996. Towards a conceptual framework for restoration ecology. Restoration Ecology 4 (2): 93-110. Murgueitio, E. 1999. Reconversión social y ambiental de la ganadería bovina en Colombia. World Animal Review 93 (1999/2): 2-15. FAO, Roma. Ocampo, A., Cardozo, A., Tarazona, A., Ceballos, M., Murgueitio E. 2011. La investigación participativa en bienestar y comportamiento animal en el trópico de América: oportunidades para nuevo conocimiento aplicado. Rev. Col. Cienc. Pec. 24 (3): 332-346. Parsons, J.J. 1972. Difusión de los pastos africanos en los trópicos americanos. pp. 355-370 en: Molano, J. (editor), Las regiones tropicales americanas: visión geográfica. Fondo FEN Colombia. Bogotá, Colombia. Patiño, V.M. 1970. Plantas cultivadas y animales domésticos en América equinoccial, Vol. 5. Imprenta departamental del Valle del Cauca. 381 p. Patiño, V.M.1990. Historia de la cultura material en la América equinoccial. Tomo I: Alimentación y Alimentos. Instituto Caro y Cuervo, Biblioteca Ezequiel Uricoechea, Bogotá, Colombia. Pinzón, M.E. 1984. Historia de la ganadería bovina en Colombia. Suplemento Ganadero 4 (1). Banco Ganadero, Bogotá. 208 pp. SER (Society for Ecological Restoration International Science and Policy Working Group). 2004. The SER International primer on ecological restoration. Society for Ecological Restoration International, Tuscon, Arizona www.ser.org
  • 27. 20
  • 28. 21 Árboles nativos para predios ganaderos ESPECIES FOCALES DEL PROYECTO GANADERÍA COLOMBIANA SOSTENIBLE Capítulo 2 El Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible (GCS) promovió la reconversión de la ganadería bovina en cinco regiones estratégicas de Colombia, benefició a 4100 ganaderos y tuvo una influencia positiva sobre el uso de la tierra en 96.600 hectáreas, que incluyen 35.000 hectáreas de sistemas silvopastoriles. Esta iniciativa, la más ambiciosa hasta el momento en el reto de avanzar hacia un manejo ganadero amigable con el entorno natural, fue diseñada conjuntamente y ejecutada a través de una alianza entre el GEF (Fondo Mundial para el Medio Ambiente por su sigla en inglés Global Environment Facility), el Banco Mundial, el Gobierno del Reino Unido (Department of Business, Energy Industrial Strategy), FEDEGAN (Federación Colombiana de Ganaderos), CIPAV (Fundación Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaría), el Fondo Acción y The Nature Conservancy (Chará et al., 2011). Cerca viva con búcaros o pízamos (Erythrina fusca),que fijan nitrógeno y producen forraje de calidad en el trópico húmedo. Belén de los Andaquíes, Caquetá. Foto: Mateo Hernández.
  • 29. 22
  • 30. 23 Árboles nativos para predios ganaderos El Proyecto impulsó la adopción de modelos silvopastoriles (SSP) tales como cercas vivas, árboles dispersos en potreros, bancos mixtos de forrajes, sistemas silvopastoriles intensivos (SSPi) y setos forrajeros, con los objetivos de mejorar la oferta de alimento para el ganado bovino a lo largo del año (Zuluaga et al., 2011); aumentar la capacidad de carga y en consecuencia la producción de leche y carne por hectárea y por finca (Murgueitio et al., 2011); mejorar la generación de ingresos y el empleo rural, y al mismo tiempo, reducir los costos de producción, recuperar los suelos, y proteger las fuentes de agua (Chará y Giraldo, 2011). En síntesis, el Proyecto promovió la transición hacia una actividad ganadera más competitiva, sostenible y resiliente frente al cambio climático. Esta iniciativa se enfocó en los pequeños y medianos productores, aunque también per- mitió la participación de algunos predios grandes con bosques, y empleó herramientas como el Pago por Servicios Ambientales (PSA) por biodiversidad (Pagiola et al., 2011), el PSA por carbono para los sistemas silvopastoriles intensivos, la asistencia técnica y el monitoreo productivo y ambiental de las fincas participantes (Chará et al., 2011). Por otra parte, el proyecto GCS buscó mejorar la conectividad ecológica en los paisajes ganaderos mediante la conservación y restauración de corredores biológicos y bosques ribereños. Un esquema de Pago por Servicios Ambientales (PSA) de corto plazo ayudó a financiar el cambio hacia usos de la tierra (tanto de conservación como productivos), más compatibles con la biodiversidad (Pagiola et al., 2011). Los ganaderos que optaron por la conservación (preservación de los ecosistemas naturales o restauración ecológica) también recibieron PSA de corto plazo durante la vida del Proyecto. Como resultado de esto, el Proyecto promovió la conservación de 18.000 hectáreas de bosques y la restau- ración ecológica de bosques ribereños en las fincas ganaderas participantes. Una de las metas ambientales y productivas del Proyecto fue motivar a los ganaderos para plantar y proteger especies nativas de árboles y palmas de alto valor de conser- vación en los bosques, rastrojos, cultivos, corredores ribereños e incluso en los potre- ros de sus fincas (Calle, 2011). El Proyecto les entregó a los productores participantes 3.100.000 árboles para diferentes usos, de los cuales la mitad eran de especies de especial interés para la conservación. Como reconocimiento al esfuerzo especial que hicieron al adoptar una o varias especies focales (ver página 28), los ganaderos elegibles de PSA recibieron una bonificación adicional por el cuidado de estos árboles nativos en sus fincas (Chará et al., 2011). Las acciones del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible se concentraron en cin- co regiones estratégicas: (i) el Valle del río Cesar, (ii) el Bajo Magdalena, (iii) las zonas lecheras de Boyacá y Santander que hacen parte del Corredor de Roble Andino, (iv) la Ecorregión Cafetera y (v) el Piedemonte Llanero en el departamento de Meta (Chará et al., 2011). Palma real o de vino (Attalea butyracea) con racimos de frutos en plena sequía. Valle del río Cesar. Foto: Luis Solarte, CIPAV.
  • 31. 24
  • 32. 25 Árboles nativos para predios ganaderos Especies nativas Uno de los principios fundamentales de la restau- ración ecológica es el uso de plantas locales. Las especies nativas son aquellas que se encuentran en la región donde se originaron o donde ha transcu- rrido una parte importante de su historia evolutiva. Es importante recordar que las plantas evolucionan a lo largo de muchas generaciones, al acumular cambios que las adaptan al clima, los suelos, la estacionalidad de las lluvias, las sequías, las hela- das y a las interacciones con otras especies en un ecosistema determinado. Por varias razones, las plantas locales deben ser la primera opción en las iniciativas de restauración ecológica y reforestación (Román et al., 2012): • Estas especies están adaptadas a las con- diciones climáticas extremas, los suelos, la herbívoría (causada por animales grandes y pequeños) y a las enfermedades presentes en un sitio determinado. • En general, tienen una mayor probabilidad de sobrevivir y sus requerimientos de mane- jo son menores. • Proporcionan un hábitat de mejor calidad para la fauna silvestre y forman la base de las cadenas alimenticias. • Ayudan a preservar la biodiversidad local y regional. • Otra razón para preferir las especies nativas es que son un legado de largo plazo, valio- so para las próximas generaciones. Estas especies ayudan a conservar o restaurar la autenticidad del paisaje y por lo tanto, mere- cen ser honradas como parte de la historia y el patrimonio natural de cada región. Guacamayos, campanos (Samanea samán) y totumos (Crescentia cujete): árboles típicos del bosque seco tropical en la región Caribe. Finca La Luisa, valle del río Cesar. Foto: Luis Solarte, CIPAV.
  • 33. 26 Preferencias de los productores ganaderos Los sistemas ganaderos saludables dependen de una compleja red de interacciones y procesos biológicos que ocurren por encima y por debajo del suelo. Los árboles y las palmas son un soporte importante de esta infraestruc- tura ecológica que sostiene a la ganadería. Los árboles nativos benefician a los sistemas ganaderos en forma directa a través de la sombra, la producción de madera y la oferta de frutos comestibles o forrajes com- plementarios para el ganado. Los beneficios indirectos incluyen el mejoramiento y conservación del suelo, el control biológico natural de organismos plaga, el reciclaje de nutrientes y en algunos casos, la fijación de nitrógeno (OFI-CATIE, 2003). Al recomendar árboles nativos para un sistema producti- vo es importante tener en cuenta que la mayoría de los productores tienen una limitada capacidad de inversión por unidad de área y no cuentan con suficiente mano de obra. Por esta razón los ganaderos requieren especies resistentes, de rápido crecimiento y que no inhiban la producción del pasto (Murgueitio et al., 2015). En general, los productores rechazan las especies con copas densas y toleran los árboles de copa amplia siempre y cuando éstos permitan la entrada de luz suficiente y la producción del pasto bajo la copa. El manejo de los árboles debe ser simple, especialmente durante los primeros años, cuando los beneficios directos de los árboles aún son modestos (Vieira et al., 2014). Las lecciones aprendidas de numerosos proyectos de reconversión ganadera, en especial el proyecto Enfoques Silvopastoriles Integrados para el Manejo Integrado de Ecosistemas (GEF, Banco Mundial, CATIE, CIPAV, Nitlapán), ejecutado entre 2002 y 2007 en Colombia, Costa Rica y Nicaragua, señalan que los ganaderos y sus familias están dispuestos a sembrar, cuidar y adoptar plantas de interés para la conservación global si tienen acceso al conoci- miento técnico, las plántulas y a incentivos para su protec- ción (Chará et al., 2011).
  • 34. 27 Árboles nativos para predios ganaderos Novillas Brangus en un sistema silvopastoril con guamos (Inga spp.), matarratón (Gliricidia sepium), botón de oro (Tithonia diversifolia) y pasto estrella (Cynodon plectostachyus). Finca Pinzacuá, Alcalá, Valle del Cauca, en la Ecorregión Cafetera. Foto: Enrique Murgueitio, CIPAV
  • 35. 28 Especies focales Se cree que existen entre 19.000 y 25.000 especies de árboles en la región Neotro- pical (Slik, 2015). De esta enorme diversidad, solo unas pocas especies toleran bien el régimen de perturbaciones propio de la ganadería. Actualmente, los ganaderos manejan un número relativamente pequeño de especies de árboles nativos en los casi 600 millones de hectáreas que ocupa esta actividad en América Latina y el Caribe (Murgueitio et al. 2011). Sin embargo, durante las últimas décadas, la necesidad de reducir el estrés térmico de los animales se ha convertido en una motivación fuerte para incorporar una mayor densidad y diversidad de árboles nativos al sistema gana- dero (Calle et al. 2013 a). El proyecto Ganadería Colombiana Sostenible aplicó el concepto de especies focales para identificar un conjunto de árboles y palmas nativos de importancia para la con- servación global, que pueden ser plantados o manejados en sistemas silvopastoriles y bosques ribereños con el fin de mejorar la conectividad y el valor de conservación de los paisajes ganaderos. Las especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible son especies nativas de árboles y palmas de interés para la conservación global, que pueden ser plantadas en fincas ganaderas de una o más regiones del proyecto (Calle, 2011). La conservación de cada una de estas especies proporciona un objetivo práctico para avanzar en la arborización de los espacios naturales y producti- vos de las fincas. Comino crespo (Aniba perutilis) joven. Este árbol de madera bella y durable fue llevado al borde de la extinción por la sobreexplotación. La familia Botero, propietaria de la Reserva Natural Nirvana (Palmira, Valle del Cauca) trabaja activamente en la educación ambiental y la recuperación de esta especie focal. Foto: Enrique Murgueitio, CIPAV. Carreto colorado (Aspidosperma polyneuron), especie focal del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible, un árbol con madera de alto valor y poblaciones cada vez más amenazadas en el Ca- ribe y Magdalena Medio. Fonseca, Guajira. Foto: Mateo Hernández.
  • 36. 29 Árboles nativos para predios ganaderos Las palmas de moriche (Mauritia flexuosa), crecen a lo largo de los ríos y caños de la Amazonia y Orinoquia. Es una especie focal del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible por su importancia para la fauna y la regulación hidrológica y por su valor como símbolo de la cultura Llanera. San Pedro de Upía, Casanare. Foto: Mateo Hernández. Polvillos (Handroanthus chrysea) en plena floración en una finca ganadera de Valledupar, Cesar. Foto: Luis Solarte. Las especies focales del Proyecto pertenecen a 22 familias. La lista incluye especies de Lauraceae (cualquier especie local), Fabaceae (7 especies y 2 géneros), Arecaceae (8 especies), Bignoniaceae y Meliaceae (4 especies cada una), Anacardiaceae (3), Euphorbiaceae, Malvaceae, Moraceae, Podocarpaceae y Sapotaceae (2 especies cada una) y una especie de las familias restantes (Apocyna- ceae, Boraginaceae, Com- bretaceae, Escalloniaceae, Fagaceae, Juglandaceae, Lamiaceae, Lecythidaceae, Malvaceae, Urticaceae y Zygophyllaceae).
  • 37. 30 Tipos de especies focales del Proyecto GCS Las especies focales del proyecto GCS cumplen una o varias de las siguientes funciones: 1. Árboles de sombrío. Un grupo selecto de especies focales pueden ser incorpo- radas directamente al sistema ganadero como árboles de sombrío. Este es el caso del yopo pelú (Mimosa trianae Benth.), árbol endémico del Piedemonte Llanero colombiano, usado como fuente de madera para los asados llaneros (Calle et al., 2017). Otros ejemplos son los guamos (especies del género Inga), el samán (Albizia saman (Jacq.) F. Muell.) y el orejero (Enterolobium cyclocar- pum (Jacq.) Griseb. 2. Árboles maderables. Algunas especies focales proporcionan madera valiosa. Este es es caso del diomate (Astronium graveolens Jacq.), el carreto colorado (Aspidosperma polyneuron Müll. Arg.), el móncoro o solera (Cordia gerascan- thus L.) y el macano (Terminalia amazonia (J.F. Gmel.) Exell). Otros árboles maderables se destacan además por la belleza de su floración sincrónica, por ejemplo, el guayacán amarillo (Handroanthus chrysanthus (Jacq.) S.O. Grose) y el roble morado (Tabebuia rosea (Bertol.) DC). La lista incluye también algunos árboles de gran porte que mejoran la estructura del hábitat y promueven la rápida recuperación de los servicios ambientales proporcionados por los esca- rabajos coprófagos, tales como el orejero y los carboneros (Albizia spp.). 3. Árboles para setos forrajeros y bancos mixtos de forrajes. Especies focales como la caoba, (Swietenia macrophylla King; Calle y Murgueitio, 2012), el móncoro (Cordia gerascanthus; Calle et al., 2012) y el guayacán rosado o roble morado, (Tabebuia rosea; Calle y Murgueitio, 2008), pueden ser integradas al sistema ganadero en líneas, asociadas con arbustos como el botón de oro (Tithonia diversifolia) y protegidas del ganado con doble cerca eléctrica. Este sistema, conocido como seto forrajero, permite establecer en las fincas unas franjas de forrajes arbustivos cultivados en alta densidad, donde los árboles se protegen en el centro. Un ejemplo de este sistema existe en la Reserva Natural El Hatico (El Cerrito, Valle del Cauca), donde la línea central incluye caobas, yopos y árboles de otras especies (Calle et al., 2017). Este método de siembra puede ser útil para incorporar palmas que también son especies focales, tales como la zancona (Syagrus sancona H. Karst; Calle y Murgueitio, 2013), el corozo (Aiphanes horrida (Jacq.) Burret) y las palmas de cera Ceroxylon spp. en la zona andina (Calle et al., 2013b) o la palma corozo de puerco o palma de vino (Atta- lea butyracea (Mutis ex L. f.) Wess. Boer; Calle y Murgueitio, 2008) y la palmi- cha o palma amarga (Sabal mauritiiformis (H. Karst.) Griseb. H. Wendl.) en el Caribe y los valles interandinos. En general, estas especies tienen un desarrollo mejor si se protegen del ramoneo o los daños del ganado.
  • 38. 31 Árboles nativos para predios ganaderos 4. Especies con frutos que complementan la nutrición de los bovinos y otros animales domésticos. Algunas especies focales producen frutas comestibles, como el jobo (Spondias mombin L.), la palma de corozo (Aiphanes horrida), el caimo morado (Chrysophyllum argenteum Jacq.), el caimo amarillo (Pouteria sapota (Jacq.) HE Moore y Stearn) y la uva caimarona (Pourouma cecropiifolia Mercado). Otras se eligieron por la combinación de resistencia y la provisión de recursos alimenticios para la fauna silvestre y el ganado: la palma corozo de puerco (Attalea butyracea), el totumo (Crescentia cujete L.) y el drago (Cro- ton magdalenensis Müll. Arg.). Especies como el totumo permiten ofrecer un alimento de alta calidad para el ganado durante los períodos de sequía. 5. Sistema silvopastoril productor de nueces. Un caso excepcional y muy inte- resante es el del inchi o cacay (Caryodendron orinocense H. Karst.; Calle et al., 2013c), conocido también como la nuez colombiana, que puede ser cultivado en franjas muy espaciadas (con o sin arbustos forrajeros asociados) y separa- das por franjas de pastoreo. Esta especie focal puede ser la protagonista de un sistema productivo con amplios beneficios económicos y ambientales. 6. Enriquecimiento de rastrojos, bosques secundarios y bosques de galería o rondas de ríos y quebradas. Algunas especies focales no crecen bien en las áreas cercanas a los sistemas ganaderos, pero pueden ser plantadas en las franjas ribereñas o en los sectores de las fincas que se dedican a la conser- vación y a la restauración ecológica. Este es el caso del comino crespo (Ani- ba perutilis Hemsl.) y los pinos colombianos (Podocarpus oleifolius D. Don ex Lamb. y Retrophyllum rospigliosii (Pilg.) C.N. Page), que crecen bien en rastrojos protegidos en la zona andina, o del carreto colorado (Aspidosper- ma polyneuron), que crece en rastrojos y bosques secundarios de la región Caribe. En los bordes de los grandes cursos de agua y lagunas del piedemonte de la Orinoquía, la palma de moriche (Mauritia flexuosa) cumple importantes funciones ecológicas y es motivo de orgullo para la cultura Llanera (Calle et al., 2015). 7. Especies de alto valor cultural. El mejor ejemplo de este grupo de especies focales son las palmas de cera Ceroxylon alpinum Bonpl. Ex DC. y Ceroxylon quindiuense (H. Karst.) H. Wendl. Esta última es el árbol nacional de Colombia.
  • 39. 32 Higuerón como sombrío del ganado. Varios árboles del género Ficus son esenciales para la fauna silvestre, protegen el agua y dan sombra. Finca La Mello, Dibulla (Guajira). Foto: Enrique Murgueitio, CIPAV.
  • 40. 33 Árboles nativos para predios ganaderos La lista de especies focales contempla tres casos especiales, donde todas las especies de árboles nativos dentro de ciertos géneros tuvieron el estatus de especie focal: Erythrina, Inga (ambas Fabaceae o leguminosas) y Ficus (Moraceae). Esto significa que los ganaderos tuvieron la posibilidad de elegir cualquier árbol local de estos géneros. Además de árboles multi-propósito bien conocidos como Erythrina poeppi- giana e Inga edulis, estos géneros incluyen diferentes especies fijadoras de nitrógeno que proporcionan abundante alimento para la vida silvestre. Los árboles del género Ficus no son componentes típicos de los sistemas agroforestales o silvopastoriles, pero la mayoría de las especies sostienen la producción de frutas a lo largo del año y proporcionan recursos alimenticios para la vida silvestre durante los períodos de escasez. La otra excepción en la lista de especies focales son los árboles nativos de la familia Lauraceae, todos los cuales se consideron especies focales. Las lauráceas incluyen muchas especies en peligro de extinción, raras y endémicas. Casi todos los árboles de esta familia proporcionan frutas de alta calidad para aves y mamíferos. En conjunto, las especies focales del proyecto GCS representan un amplio espectro de tamaños y formas de árboles, tipos de frutos, modos de dispersión, recursos para la vida silvestre, usos directos, servicios ambientales y valores estéticos. La lista propor- ciona un punto de partida para incorporar una mayor diversidad de especies leñosas en los paisajes ganaderos (Calle et al. 2017). La promoción de un conjunto de espe- cies focales en los proyectos de ganadería sostenible es una estrategia complementa- ria para incorporar más biodiversidad en los sistemas silvopastoriles. Los capítulos siguientes de este libro describen la ecología y los usos de 15 especies focales de árboles y palmas del Proyecto GCS y sugieren algunas ideas para incor- porarlas en los espacios productivos y de conservación en las fincas ganaderas de diferentes regiones y zonas de vida en Colombia. Árboles de cacay (Caryodendron orinocense), asociados con pastos en la Orinoquia. Finca La Carolina, Cumaral (Meta). Foto: Zoraida Calle, CIPAV.
  • 41. 34 Literatura citada Calle, Z. 2011. Plantas de interés para la conservación, recomendadas para los núcleos silvopastoriles en el proyecto. En: Chará J., Murgueitio E., Zuluaga A. Giraldo C. (editores). Ganadería Colombiana Sostenible. Fundación CIPAV. Calle, Z., Giraldo, A.M., Cardozo, A., Galindo, A., Murgueitio, E. 2017. Enhancing biodiversity in Neotropical silvopastoral systems: use of indigenous trees and palms. Pp. 417-438 en: Montagnini, F. (editora): Integrating Landscapes: Agroforestry for Biodiversity Conservation and Food Sovereignty. Springer. Calle, Z., Hernández, M., Murgueitio, E., Giraldo, A.M., Uribe, F., Zuluaga, A.F. 2015. Especies focales del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible. Revista Carta Fedegán 148: 54- 60. Calle, Z., Murgueitio, E. 2008. El roble morado o guayacán rosado: explosión de belleza en los paisajes ganaderos. Revista Carta Fedegán 109: 76-82. Calle, Z., Murgueitio, E. 2008. La palma real, de vino o corozo de puerco Attalea butyracea (Mutis ex L. f. Wess. Boer.) Arecaceae. Bogotá, Colombia, Revista Carta Fedegán 107, p 46-55. Calle, Z., Murgueitio, E. 2012. La caoba: inversión para sistemas silvopastoriles de tierra caliente. Bogotá, Colombia, Revista Carta Fedegán 130: 86-99. Calle, Z., Murgueitio, E. 2013. La palma zancona y su contribución a la belleza de los paisajes. Revista Carta Fedegán 134: 54-60. Calle, Z., Murgueitio, E., Galindo, W., Galindo, V., Uribe, F., Solarte, L. 2012. El móncoro o solera, un árbol nativo ideal para los sistemas silvopastoriles de la región Caribe y el Magdalena medio. Revista Carta FEDEGAN 128: 54 – 64. Calle, Z., Murgueitio, E., Chará, J. 2013 a. Integrating forestry, sustainable cattle-ranching and landscape restoration. Unasylva 239, Vol. 63, 2012/1: 31-40. Calle, Z., Murgueitio, E., Tafur, O. 2013 b. Las palmas de cera: tesoros imponentes de los paisajes ganaderos en los Andes tropicales. Revista Carta FEDEGAN 123: 64 – 77. Calle, Z., Sánchez, H.W., Murgueitio, E. 2013 c. El cacay o inchi. Un árbol de alto valor para sistemas silvopastoriles del piedemonte llanero. Bogotá, Colombia, Revista Carta Fedegán 133, p 90-99. Chará J., Murgueitio E., Zuluaga A., Giraldo C. (Eds.) 2011. Ganadería Colombiana Sostenible. Fundación CIPAV. 158 p. Chará J., Giraldo C. 2011. Beneficios ambientales de los sistemas silvopastoriles. En: Chará J., Murgueitio E., Zuluaga A. Giraldo C. (editores), Ganadería Colombiana Sostenible. Fundación CIPAV. Murgueitio, E., Chará. J., Giraldo, C. 2011. Efecto de los silvopastoriles sobre la productividad de predios ganaderos. En: Chará J., Murgueitio E., Zuluaga A. Giraldo C. (editores). Ganadería Colombiana Sostenible. Fundación CIPAV. Murgueitio E., Xóchitl M., Calle Z., Chará J., Barahona R., Molina C.H., Uribe F. 2015. productividad en sistemas silvopastoriles intensivos en América Latina. En: Montagnini F., Somarriba E., Murgueitio E., Fassola H., Eibl B. (Eds). Sistemas agroforestales: funciones productivas, socioeconómicas y ambientales. Serie Técnica, Informe Técnico 402 CATIE, Turrialba, Costa Rica. Editorial CIPAV, Cali, Colombia. 454p.
  • 42. 35 Árboles nativos para predios ganaderos OFI-CATIE. 2003. Árboles de Centroamérica: un manual para extensionistas. 1079 p. http:// herbaria.plants.ox.ac.uk/adc/downloads/capitulos_especies_y_anexos/swietenia_ macrophylla.pdf Pagiola, S., Murgueitio, E., Ruiz, J.P. 2011. Esquema de pagos por servicios ambientales. En: Chará J., Murgueitio E., Zuluaga A. Giraldo C. (editores). Ganadería Colombiana Sostenible. Fundación CIPAV. Román, F., De Liones, R., Sautu, A., Deago, J., Hall, J.S. 2012. Guía para la propagación de árboles nativos de Panamá y el Neotrópico. Environmental Leadership and Training Initiative - ELTI, PRORENA, Smithsonian Tropical Research Institute y Yale School of Forestry Environmental Studies. 162 p. Roman, F., De Liones, R., Sautu, A., Deago, J. Hall, J. 2012.Guía para la propagación de 120 especies de árboles nativos de Panamá y el Neotrópico. Environmental Leadership and Training Initiative – ELTI, Yale School of Forestry Environmental Studies. New Haven, CT. Slik J.W.F. 2015. An estimate of the number of tropical tree species. PNAS 112 (24): 7472– 7477. Vieira D.L.M., Fellows B., Moreira N.d S., Figueiredo I.B., Pereira A.V.B., de Oliveira E.L. 2014. Agricultores que plantam árvores no Cerrado, Brasília. WWF Brasil. Zuluaga, A., Galindo, W., Chará, J., Calle, Z. 2011. Descripción de los sistemas silvopastoriles y especies a utilizar en el proyecto. En: Chará J., Murgueitio E., Zuluaga A. Giraldo C. (editores). Ganadería Colombiana Sostenible. Fundación CIPAV.
  • 43. 36
  • 44. 37 Árboles nativos para predios ganaderos Colombia es uno de los países que albergan una mayor diversidad de palmas a escala global, con 213 especies distribuidas en 44 géneros, presentes en casi todas las regiones naturales del país, desde las costas hasta las altas montañas (3200 m.s.n.m.) y desde las zonas áridas de la Guajira hasta las selvas pluviales del Chocó (Henderson et al., 1995). De todas las palmas silvestres nativas del país, 39 especies tienen algún nivel de amenaza; esto incluye seis especies en Peligro Crítico, 17 En Peligro y nueve Vulnerables. Un total de 23 especies de palmas son en- démicas o exclusivas de Colombia. Todas las palmas que son endémicas del valle del Magdalena se encuentran en alguna categoría de amenaza (Galeano y Bernal, 2005). PALMAS DE CERA: Ceroxylon alpinum, C. quindiuense Y OTRAS ESPECIES DEL GÉNERO Ceroxylon Capítulo 3 Nombres científicos: Ceroxylon alpinum Bonpl. ex DC., Ceroxylon quin- diuense (H. Karst.) H. Wendl., Ceroxylon sasaimae Galeano, Ceroxylon parvifrons (Engel) H. Wendl., Ceroxylon ceriferum (H. Karst) H. Wendl. (Bernal et al., 2017; Galeano y Bernal, 2010). El nombre Ceroxylon se deriva de las palabras griegas keros (cera) y xylon (madera). Nombres comunes: Varias especies del género se conocen con los nombres de palma de cera, palma real o chonta. Ceroxylon alpinum subsp. alpinum se conoce también como palma de cera de la Zona Ca- fetera. Otros nombres comunes son palma de ramo (C. quindiuense), palma negra (C. vogelianum), siri (nombre arhuaco de C. ceriferum) y läme (nombre páez de C. ventricosum). En otros países andinos se usa el nombre de ramo bendito (Bernal et al., 2017). Familia ARECACEAE Palmas de cera en Cocora, Quindío. Foto: Carlos Pineda.
  • 45. 38
  • 46. 39 Árboles nativos para predios ganaderos En 1801, Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland atravesaron la Cordillera Central hacia Cartago en el Valle del Cauca luego de visitar unas minas en Mari- quita y Falan, Tolima. Al concluir ese recorrido, en el que ambos descubrieron la magnitud de los Andes tropicales, Humboldt clasificó la palma de cera del Quindío y llamó la atención sobre los majestuosos palmares de nuestras montañas (Humboldt, 1878; Villegas, 1994). Desde entonces, las palmas de cera han sido admiradas por varias generaciones de exploradores y viajeros en Colombia. Hoy en día, buena parte de las poblaciones de estas especies emblemáticas se encuentran en fincas ganaderas, donde su conservación depende en gran medida del manejo que los productores hacen de sus potreros y bosques (Calle et al., 2011). Palmas con inflorescencias y frutos maduros. Fotos: Carlos Pineda.
  • 47. 40 El género Ceroxylon Este género está integrado por 12 especies de palmas, distribuidas en la Cordillera de los Andes desde Venezuela hasta Bolivia. Colombia posee el mayor número de especies de palmas de cera, siete en total (Calderon et al., 2005), varias de ellas endé- micas o exclusivas de nuestras montañas. Cuatro de las siete especies que crecen en el país están muy amenazadas (tres se consideran En Peligro y una En Peligro Crítico; Calderon et al., 2005). Todas las especies del género son palmas altas, solitarias, dioicas (con los sexos sepa- rados en dos individuos) e inermes (sin espinas), con el tallo columnar liso, cubierto por una capa de cera blanquecina y con cicatrices prominentes que dejan las hojas al caer (Galeano y Bernal, 2005). La corona semicircular de estas palmas está formada por hojas pinnadas (subdivididas en segmentos lineales), cubiertas en el envés (deba- jo) por un indumento (conjunto de pelos o escamas) blanquecino o amarillento, que puede ser ceroso o tomentoso (con pelos). Las flores unisexuales se forman sobre inflorescencias ramificadas que se proyectan por debajo de las hojas. Los frutos, rojos o anaranjados, contienen una sola semilla globosa. Este género incluye no solo la palma más alta del mundo, Ceroxylon quindiuense, que alcanza los 60 metros de altura (Galeano y Bernal, 2005), sino también las que crecen a mayor altitud: C. parvifrons (hasta 3.800 m.s.n.m.), C. quindiuense y C. utile de Ecua- dor (hasta los 4000 m.s.n.m., en los límites del páramo). Los troncos de las palmas de cera han sido empleados para hacer corrales y cercas. Anteriormente los frutos eran consumidos con avidez por los cerdos criados al aire libre. Las hojas jóvenes han sido utilizadas tradicionalmente para la elaboración de Palmas de cera. Foto: Carlos Pineda.
  • 48. 41 Árboles nativos para predios ganaderos canastos y adornos. Durante años, estas hojas fueron el material vegetal preferido para la celebración del Domingo de Ramos al comienzo de la Semana Santa. Esta tradición, responsable de la muerte de miles de palmas, llevó a varias de estas especies al borde de la extinción. Por fortuna, las campañas educativas llevadas a cabo por organizaciones ambientalistas y la Iglesia Católica en varios departamentos han logrado con éxito sustituir los ramos de palmas de cera por otros materiales de origen vegetal, más fácilmente renovables (Calderon et al., 2005). La cera de los tallos de C. quindiuense se utilizó en la elaboración de velas en Quindío y Tolima hasta mediados del siglo XIX (Galeano y Bernal, 2005). Hoy en día es fácil reconocer las palmas cuya cera fue raspada en el pasado porque una parte del tallo presenta una tonalidad oscura que cambia abruptamente al color claro típico de esta palma. Esto se debe a que la cubierta cerosa no regenera. Todas las especies del género Ceroxylon cumplen un papel importante en la nutrición de la fauna silvestre (Henderson et al., 1995). Dos especies de palmas de cera, C. quindiuense y C. alpinum, son el lugar de anidación y alimentación del loro oreji- amarillo o loro de las palmas Ognorhynchus icterotis, en grave peligro de extinción. Infinidad de aves como mirlas, tucanes de montaña, trogones (parientes de los quetzales de América Central), pavas y carriquíes (cuervos de colores vistosos) consumen los frutos y dispersan las semillas de las palmas de cera. Incluso después de muertas, sus troncos ofrecen sitios de anidamiento para loras, pájaros carpinteros y tucanes (Galeano y Bernal, 2010).
  • 49. 42
  • 50. 43 Árboles nativos para predios ganaderos Ceroxylon alpinum (palma de cera de la Zona Cafetera, chonta o palma real) Esta especie en peligro de extinción, es una palma del bosque húmedo subandino o premontano de los Andes de Colombia, Ecuador y Venezuela. Crece entre 1400 y 2000 metros de altitud en la vertiente occidental de la Cordillera Oriental en el departamento de Cundinamarca; en la Cordillera Central en los departamentos de Caldas, Antioquia, Risaralda y Quindío y en la Cordillera Occidental en el Valle del Cauca, Caldas y Antioquia (Galeano y Bernal, 2005, 2010; Calderon et al., 2005). Su tallo solitario crece hasta los 40 m de altura y 30 cm de diámetro y está cubierto por una capa cerosa grisácea que se oscurece con la edad y se cubre de líquenes. Se estima que estas palmas alcanzan la etapa reproductiva alrededor de los 80 años, pueden vivir 160 años (más de 200 en algunos casos) y que sus poblaciones se han reducido en más de 80% durante las tres últimas generaciones humanas. En algunas localidades todavía quedan algunos individuos o pequeñas poblaciones en cultivos de café de altura, potreros y bosques secundarios. Los especialistas Gloria Galeano y Rodrigo Bernal estimaron que el número de palmas adultas no sobrepasa 4000 (Galeano y Bernal, 2005; Calderon et al., 2005). C. alpinum es una importante fuente de alimento para la fauna silvestre (Henderson et al., 1995). Mamíferos como murciélagos, guatines y ardillas, o aves como pavas, tucanes, barranqueros, y trogones, dispersan sus semillas (Calderon et al., 2005). Corredor de palmas de cera (C. quindiense) y arbolocos (Montanoa quadrangularis) entre potreros de la finca Cien Años, Rionegro, Antioquia. Foto: Zoraida Calle.
  • 51. 44
  • 52. 45 Árboles nativos para predios ganaderos Ceroxylon quindiuense (palma de cera del Quindío) Esta especie sorprendente, la más alta de todas las monocotiledóneas del mundo (su tallo solita- rio puede crecer hasta 60 m), fue seleccionada como árbol nacional de Colombia por la Comisión Preparatoria del III Congreso Suramericano de Bo- tánica, celebrado en Bogotá en 1949. En 1985 fue declarada Árbol Nacional mediante la Ley 61 de 1985, que prohíbe la tala y la extracción de palmas adultas para fines ornamentales (Galeano y Bernal, 2005). En 2015 se publicó el Plan de Conservación, Manejo y Uso Sostenible de esta especie, que identifica las acciones prioritarias de investigación y monitoreo, conservación, políticas e instrumen- tos de gestión, educación y comunicación que se requieren para proteger y aumentar las poblacio- nes naturales de la palma (Bernal et al., 2015). La palma de cera del Quindío forma extensos pal- mares en los bosques escarpados de la Cordillera Central entre 2.500 y 2.800 msnm, con tempera- turas entre 12 y 19°C y suelos fértiles y arenosos, derivados de cenizas volcánicas. Se caracteriza por su tallo blanquecino, marcado con anillos conspi- cuos y por sus hojas oscuras, formadas por folíolos angostos y colgantes. Está amenazada de extinción (categoría En Peligro EN A2 ace; Calderon et al., 2005) debido a la reducción de los bosques y al corte de sus hojas al inicio de la Semana Santa. Tiene altísimo valor en la ornamentación urbana (parques, jardines y ejes viales) y rural (Vargas, 2002). El Jardín Botánico José Celestino Mutis de Bogotá ha reproducido esta palma desde que fue fundado por el doctor Enrique Pérez Arbeláez. A partir de 1998 la ha incorporado con éxito en la ornamenta- ción de los parques y avenidas de la capital. Ceroxylon quindiuense, Cocora, Qundío. Foto: Carlos Pineda.
  • 53. 46
  • 54. 47 Árboles nativos para predios ganaderos Ceroxylon sasaimae Galeano (palma de cera de Cundinamarca o palma real) De esta especie, críticamente amenazada [CR], sobre- viven unos cientos de individuos en Sasaima y Supatá, Cundinamarca, entre 1400 y 1800 m de altitud (Calde- ron et al., 2005). El biólogo Germán Andrade descubrió hace dos décadas una población de unas 100 palmas adultas y miles de individuos juveniles en San Francisco de Sales, que habían sido cultivadas por un campesino entre sus arbustos de café y naranjos. La conservación de esta especie se debe al esfuerzo amoroso de dos ge- neraciones de productores en un pequeño predio rural (Andrade, 2006). Este ejemplo sugiere que no siempre se necesitan grandes proyectos para contribuir a la con- servación de una especie amenazada. Ceroxylon parvifrons (Engel) H. Wendl. Crece en las tres cordilleras de Colombia entre 1900 y 3200 m de altitud y hasta 3500 m en Ecuador. Es fácil de reconocer por sus hojas arqueadas, formadas por pinnas (foliolos en que se dividen las hojas de las palmas) rígi- das que apuntan hacia arriba. Ceroxylon ceriferum (H. Karst) H. Wendl. Esta especie crece en los bosques húmedos de la ver- tiente norte de la Sierra Nevada de Santa Marta (Guajira y Magdalena) y en la Serranía de Perijá (Cesar y Guajira) entre 1900 y 2800 m.s.n.m. Se encuentra en peligro de extinción [EN], debido a su pequeña área de distribución y al deterioro constante de su hábitat. Además de las especies mencionadas, en Colombia se encuentran las especies C. ventricosum Burret. (pal- ma de cera barrigona) [EN] y C. vogelianum (Engel) H. Wendl. (Galeano y Bernal, 2005; Calderon et al., 2005). Ceroxylon alpinum en la vereda La Esperanza, El Dovio, Valle del Cauca. Foto: Carlos Pineda
  • 55. 48 Buenas prácticas para la conservación de las palmas de cera Los bellos palmares que se observan en los potreros de algunas fincas ganaderas altoandinas están formados por individuos que se establecieron cuando el terreno estaba cubierto de bosques. Varios estudios han confirmado que las palmas de cera y otras palmas silvestres no regeneran en el ambiente del potrero (Bernal y Sanín, 2013) porque el ganado consume los frutos que caen al suelo y destruye la mayoría de las plántulas, en tanto que que las palmitas sobrevivientes son eliminadas por el fuego y las desyerbas de los potreros. Para tener una noción de la escala de tiempo propia del desarrollo de un palmar, es im- portante tener en cuenta que una semilla de palma de cera del Quindío se demora casi un año en germinar, la plántula tarda dos años en crecer los primeros 10 a 15 centíme- tros y la palma juvenil necesita casi 20 años hasta empezar a formar el tallo o estipe. Es claro que los ganaderos actuales no pueden permitir la eliminación de las palmas jóvenes durante la limpieza de los rastrojos y potreros. Las siguientes prácticas se recomiendan para contribuir a la restauración de las pobla- ciones de palmas de cera en las fincas ganaderas (Calle et al., 2011): • Proteger los bosques nativos y rastrojos donde regeneran las palmas contra el fue- go, los herbicidas y la presencia del ganado. • Mejorar la conexión física entre los palmares a través de corredores de vegetación nativa o mixta, protegidos del ganado con cercas eléctricas. • Evitar el uso del fuego como herramienta para renovar los pastizales o eliminar los residuos de cosechas agrícolas. • Evitar el acceso del ganado a las áreas muy pendientes o degradadas, vecinas a los palmares. • Aumentar la productividad de los mejores potreros de las fincas mediante el pastoreo rotacional con cerca eléctrica y la incorporación de leguminosas, árboles y arbustos forrajeros, con el fin de liberar las tierras frágiles y marginales para la conservación o restauración de los palmares. • Emplear madera cultivada para usos ganaderos tales como postes de cerca, corra- les, establos, puentes y viviendas rurales, evitando así la tala de las palmas. • Evitar la cacería, especialmente de las especies que dispersan los frutos de las palmas. • Plantar palmas producidas en viveros locales o trasladar plántulas que regeneran en alta densidad en el bosque. • Aprovechar los palmares como lugares de recreación, educación ambiental e inves- tigación a través de iniciativas de conservación privada y proyectos comunitarios. • Promover la conservación, propagación y cuidado de las palmas de cera entre los valores familiares y empresariales por el carácter emblemático, la importancia ecológica y la belleza incomparable de estas especies.
  • 56. 49 Árboles nativos para predios ganaderos Morro Gacho, Cocora, Qundío. Foto: Carlos Pineda.
  • 57. 50 A continuación, se relatan algunas experiencias y acciones de productores y grupos co- munitarios que contribuyen a la conservación de las palmas de cera (Calle et al., 2011): • Hace dos décadas, Darío Marulanda inició un programa de siembra de cercas vivas de eucalipto, orientado a mejorar la productividad de su finca, La Britania, situada en Salento, Quindío. Al mismo tiempo, cercó los potreros más pendientes de su pro- piedad para permitir la recuperación espontánea del bosque. Hoy existe un bosque joven con una vigorosa regeneración natural de palmas de cera en los terrenos que anteriormente fueron los potreros menos productivos de la finca. • En la finca Los Árboles, situada también en Salento, el Dr. Eduardo David ha puesto en práctica durante varias décadas un método de desmatona selectiva para aumentar la densidad de árboles nativos. Los potreros se dejan enrastrojar durante algunos años, al cabo de los cuales, en vez de hacer una limpieza completa, se seleccionan las plan- tas que han regenerado en el terreno, dejando varias especies de alto valor ecológico o económico. Las palmas de cera y los árboles de maderas finas como el cedro negro (Juglans neotropica) y el sin-muerte Sessea corimbosa (Solanaceae) son protegidos con cerca eléctrica. • También en la cuenca alta del río Quindío, otros ganaderos y empresarios del turismo rural como Juan B. Jaramillo de Bosques de Cocora y la finca San José, Juan Carlos Nieto de la finca El Cortijo (Grupo Ecoverde) y la familia Ángel Marulanda en la finca El Cairo (que protege la mayor población conocida de C. alpinum), llevan a cabo ac- ciones de conservación, propagación y siembra en áreas en proceso de restauración y corredores ribereños sobre el río Quindío y sus afluentes. La finca San José ofrece a los turistas que visitan el Valle de Cocora la posibilidad de apadrinar palmas de cera plantadas en los setos forrajeros e intercaladas con arbustos de tilo. • En el predio La Samaria, situado en el corregimiento de San Félix (Salamina, Caldas), la familia Abril Castro ofrece servicios de agroecoturismo en un pequeño predio con un palmar. Ellos propagan la palma de cera y les ofrecen a sus visitantes la posibilidad de apadrinar (financiar el mantenimiento) de las pequeñas palmas que plantan en los potreros, protegidas con una cerca. • En la Reserva Natural El Ciprés, situada en El Dovio, Valle del Cauca, Tiberio Giraldo (Q.E.P.D.) estableció hace casi dos décadas un sistema agroforestal complejo que incluye nogales cafeteros (Cordia alliodora), palmas de cera, plantas de bore para la alimentación del ganado, heliconias variadas, bijaos e hileras de fríjol, maíz y arraca- cha. Este sistema, que el propietario estableció para su hijo menor y que todos cono- cen como el bosque de Camilo, es un ejemplo digno de imitar. ¿Qué sucedería si cada ganadero colombiano plantara un bosque para celebrar el nacimiento de sus hijos? • Los niños y jóvenes del grupo ecológico Herederos del Planeta de Bellavista (El Do- vio, Valle del Cauca) han estudiado la fenología y los hábitos de regeneración de C. alpinum, propagan esta especie en su vivero y llevan a cabo jornadas de siembra de las palmas en el bosque que protege dos microcuencas abastecedoras de agua. Este grupo planta palmas en peligro de extinción como homenaje en vida a personas que han hecho labores ambientales significativas o como homenaje a personas fallecidas.
  • 58. 51 Árboles nativos para predios ganaderos Cocora, Qundío. Foto: Carlos Pineda.
  • 59. 52 • En 1982, Miguel Urrea empezó a sembrar un gran número de palmas de cera de las dos especies presentes en la región (C. quindiuense y C. alpinum) en su peque- ña finca, situada a 1950 m.s.n.m. en Filandia, Quindío. Hoy, la Reserva Paloterin- dio ofrece servicios de ecoturismo y los visitantes pueden caminar cómodamen- te, disfrutar y aprender en este bello y curioso bosque cultivado, donde muchas de las palmas ya superan los 20 metros de altura. • Durante las tres últimas décadas, el municipio de Salento ha construido una nueva identidad alrededor de la palma de cera y actualmente atrae a miles de turistas de todo el mundo. En la actualidad, la Alcaldía de Salento celebra el Día del Árbol Nacional en el mes de septiembre y otorga un premio anual como reco- nocimiento a una persona que se destaca en la protección de las palmas de cera. Sorprendentemente, algunos municipios del Tolima como Cajamarca y Roncesva- lles, que poseen palmares más densos y espectaculares, todavía no han seguido este ejemplo. • En las décadas de 1970 y 1980, la Corporación Autónoma Regional del Quindío estableció grandes plantaciones de árboles exóticos para la producción de made- ra. Más tarde, la corporación decidió transformar estos predios en áreas de pro- tección. Poco a poco, palmas de cera y especies nativas variadas han regenerado bajo los árboles cultivados. Actualmente, la extracción controlada de las maderas exóticas favorece el crecimiento del bosque nativo y los futuros palmares de cera. La CRQ sigue haciendo viveros de palma para enriquecer los bosques de sus áreas protegidas. • Preocupados por la homogeneidad del hábitat que ocupan muchas palmas de cera en los predios ganaderos, la Fundación Herencia Verde llevó a cabo en la década de 1990 una campaña educativa con el lema La palma de cera no vive sola. Esta campaña se basó en un afiche que muestra algunas de las especies de animales, plantas y hongos que se interrelacionan en forma directa o indirecta con la palma de cera. La campaña se articuló a un programa de reproducción de árboles nativos altoandinos y palmas de cera. Los anteriores ejemplos permiten vislumbrar un futuro esperanzador en el que los espléndidos palmares de montaña serán disfrutados y amados por las nuevas ge- neraciones de colombianos y extranjeros. Todavía es posible ver rincones donde se mezclan pastizales arborizados, ríos protegidos, rastrojos en crecimiento, bosques de diversos tamaños y por encima de todos ellos, ondean los penachos de las palmas de cera como si fueran un bosque sobre el bosque, tal como lo describió Humboldt (Calle et al., 2011). Con sus decisiones cotidianas, los ganaderos de los Andes tienen la opción de prote- ger e incrementar este patrimonio natural para el disfrute de todos. En estas tierras altas, donde la vegetación crece más despacio y donde la ganadería es una parte de la cultura, las palmas son un símbolo de belleza, paciencia y perseverancia y ofrecen una oportunidad para legar un patrimonio invaluable a las siguientes generaciones.
  • 60. 53 Árboles nativos para predios ganaderos Reserva Paloterindio, Filandia, Quindío. Foto: Zoraida Calle.
  • 61. 54 Tabla 1. Arreglos silvopastoriles y de restauración ecológica con palmas de cera. TIPO DE SISTEMA ARREGLO ESPACIAL Palmas en setos forrajeros como división de potreros Palmas de cera juveniles a una distancia mínima de 5 m, intercaladas con árboles nativos como el arboloco (Montanoa quadrangularis) y con arbustos como botón de oro Tithonia diversifolia (1500-2500 m.s.n.m.) y tilo Sambucus nigra (2500- 3500 m.s.n.m.). Barrera rompevientos Dos hileras de eucaliptos, arboloco Montanoa quadrangularis (1800 - 2600 m.s.n.m.) y aliso Alnus acuminata (2200- 3500 m.s.n.m.) a una distancia de 2-3 m, intercalados con palmas de cera a una distancia mínima de 5 m, robles a 10 m y arbustos forrajeros. Restauración ecológica de áreas degradadas. Siembra de plántulas o manejo de la regeneración de palmas de cera, sin un patrón geométrico especifico, pero en alta densidad. Banco forrajero mixto para corte y acarreo con palmas de cera Surcos de morera Morus alba, ramio Boehmeria nivea, tilo Sambucus nigra y botón de oro Tithonia diversifolia en alta densidad (10.000 o más arbustos ha-1 ) con palmas de cera en densidades variables. Palma de Cera (C. quindiuense), Cocora, Salento, Quindío. Foto: Carlos Pineda.
  • 62. 55 Árboles nativos para predios ganaderos SIEMBRA OBSERVACIONES Las palmas se deben establecer en una hilera al centro de un seto protegido con doble cerca, luego de reemplazar la cobertura de gramíneas por arbustos forrajeros. Las palmas crecen bien entre los arbustos. El corte de los forrajes debe ser cuidadoso para evitar el daño a las hojas de las palmas. Se sugiere una amplitud mínima de 5 m del seto forrajero con el fin de evitar que los animales dañen las hojas de las palmas. Siembra de plántulas de palma de cera y árboles de vivero, intercalados con estacas de botón de oro y sauce en franjas protegidas con alambre de púas o cerca eléctrica. Se recomienda extraer las gramíneas de raíz y reemplazarlas por arbustos forrajeros en alta densidad. El uso de la cerca eléctrica reduce costos y evita el daño del ganado. Siembra en el sitio o traslado de plántulas desde áreas de regeneración. Desde el comienzo se debe enriquecer el sistema con otras especies de lento crecimiento y alto valor ecológico (alimento de fauna). No se deben eliminar los arbustos nativos, cuya presencia es benéfica. Plántulas de vivero o traslado de plántulas del bosque. Se cosechan surcos completos de cada especie forrajera según la tasa de crecimiento en el sitio.
  • 63. 56 Palma de Cera (C. quindiuense), Cocora, Salento, Quindío.
  • 64. 57 Árboles nativos para predios ganaderos Literatura citada Andrade, G. 2006. La palma de cera. Revista Semana (edición de junio 24, 2006). Bernal, R., Galeano, G., Rodríguez, A., Sarmiento, H., Gutiérrez, M. 2017. Nombres Comunes de las Plantas de Colombia. http://www.biovirtual.unal.edu.co/nombrescomunes/ Bernal, R., Sanín, M.J. 2013. Los palmares de Ceroxylon quindiuense (Arecaceae) en el Valle de Cocora, Quindío: perspectivas de un ícono escénico de Colombia. Colombia Forestal, 16(1): 67-79. http://www.scielo.org.co/pdf/cofo/v16n1/v16n1a05.pdf Bernal, R., Galeano, G., Sanín, M.J. 2015 Plan de conservación, manejo y uso sostenible de la palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense), Árbol Nacional de Colombia. Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible; Universidad Nacional de Colombia. 80 p. Calderón, E., Galeano, G., García, N. 2005. Libro Rojo de Plantas de Colombia. Volumen 2: Palmas, frailejones y zamias. Serie de Libros Rojos de Especies Amenazadas de Colombia. IAvH - ICN - UN de Colombia - MAVDT. 454 p. Calle, Z., Murgueitio, E., Tafur, O. 2011. Las palmas de cera en los Andes tropicales: tesoros imponentes de los paisajes ganaderos. Revista Carta Fedegán 123 (marzo-abril): 64-77. Galeano, G., Bernal, R. 2005. Palmas. Pp. 59-223 en: Calderón E., Galeano G. García N. (editores) Libro Rojo de Plantas de Colombia. Volumen II: Palmas, frailejones y zamias. Instituto Alexander von Humboldt, Instituto de Ciencias Naturales-Universidad Nacional de Colombia, MAVDT, Bogotá. Galeano, G., Bernal, R. 2010. Palmas de Colombia, Guía de campo. Universidad Nacional de Colombia. 688 p. Henderson, A.J., Galeano, G., Bernal, R. 1995. Field guide to the palms of the Americas. Princeton University Press, Nueva Jersey. 352 p. Vargas, W. 2002. Plantas de las montañas del Quindío y los Andes Centrales. Editorial Universidad de Caldas. Manizales, Caldas. 814 p. Villegas, B. (editor). 1994. La Ruta de Humboldt, Colombia y Venezuela (2 tomos). Villegas Editores, Bogotá, Colombia. Von Humboldt A. 1878. Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América. Traducción de Bernardo Giner. Imprenta y Librería Gaspar Editores. Madrid, España.
  • 65. 58
  • 66. 59 Árboles nativos para predios ganaderos PALMA ZANCONA Capítulo 4 Nombres científico: Syagrus sancona H. Karst. Nombres comunes: sarare, saray, quirache, chiragua (Casanare y Norte de Santander); palma de sarare o corunta (Orinoquia); zancona, palma zancona o palma real (Antioquia, Quindío y Valle del Cauca) (Bernal et al., 2006). La palma zancona señorea con su estatura procera el resto de la vegetación en la cuenca del río La Vieja. La zancona, descrita por Humboldt al norte del Valle del Cauca como Oreodoxa sancona, fue transferida después por Karsten al género Syagrus. Zancona no es nombre indígena, sino el aumentativo femenino español de zanca; basta ver los ejemplares remanentes de esa palma en cualquier lugar de la planicie vallecaucana para encontrar ese nombre perfectamente adecuado. Humboldt cree que después de la Ceroxylon [palma de cera] quindiana, que alcanza hasta 60 m de altura, la zancona es la más elevada de las que conoció. Víctor Manuel Patiño (Patiño, 2002). Palma zancona en la finca ganadera El Tesorito. Alcalá, Valle del Cauca. Foto: Zoraida Calle
  • 67. 60
  • 68. 61 Árboles nativos para predios ganaderos Las palmas nativas hacen una contribución estética y productiva invaluable a los paisajes ganaderos. No sólo embellecen el entorno con sus formas esbeltas y simétricas, sino que ofrecen alimento y refugio a la vida silvestre y mejoran la fertilidad del suelo sin interferir con el crecimiento de las gramíneas, arbustos forrajeros y árboles (Calle y Murgueitio, 2013). La zancona, una de las palmas más llamativas de Colombia, es una especie vulnerable y es la única de su género que crece en las montañas andinas. Puede alcanzar alturas hasta de 25 metros y diámetros de 20 a 30 cm. Su tallo solitario, de color ocre o grisáceo, es rematado por 8 a 18 hojas que forman una corona esfé- rica. Esta preciosa palma tiene una amplia distribución geográfica en la región andina y áreas aledañas, inclu- yendo sectores del piedemonte orinocense y amazóni- co en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, y el extremo occidental de la Amazonia brasileña (Galeano y Bernal 2005, 2010; Henderson et al., 1995). En Colombia, la palma zancona se encuentra en el cañón del río Cauca (desde Antioquia hasta el Valle del Cauca), la cuenca del río Magdalena (en Cundinamarca y Tolima), un enclave seco de la vertiente occidental de la Cordillera Occidental (entre Cali y Buenaventura) y en el piedemonte oriental de la Cordillera Oriental (desde Norte de Santander hasta Putumayo). Crece natural- mente en áreas secas a húmedas entre 200 y 1200 m de altitud y también se cultiva como especie ornamen- tal por encima de 2000 m.s.n.m. Las hojas de la palma zancona se componen de nume- rosos folíolos angostos y rígidos, dispuestos en varias direcciones. Las flores crecen en grupos de tres (tria- das), una flor femenina rodeada de dos masculinas. Los frutos, amarillos y de unos 3 cm de largo, crecen en racimos con muchas ramas. Cada fruto es un cuesco leñoso con tres agujeros y una sola semilla en el interior (Galeano y Bernal, 2005 y 2010; Calderón et al., 2005). Palma zancona en la finca ganadera El Tesorito. Alcalá, Valle del Cauca. Foto: Zoraida Calle
  • 69. 62 Raíces y tallo de la palma zancona. Fotos: Zoraida Calle
  • 70. 63 Árboles nativos para predios ganaderos Palma con frutos verdes y maduros.Foto: Carlos Pineda. Frutos de la palma zancona. Foto: Lorena Piedrahita.
  • 71. 64 Regeneración y crecimiento Cada hoja de la palma zancona está formada por varios folíolos rígidos. Foto: Carlos Pineda. Las palmas zanconas adultas sobreviven en los pastizales ganaderos, pero no así las plántulas y palmas jóvenes, para las cuales el potrero es un ambiente hostil. Un estudio sobre la regeneración de las palmas zanconas en la cuenca del río La Vieja (Quindío, Risaralda y Valle del Cauca), encontró una densidad promedio de 0.5 plántulas por metro cuadrado (equivalente a 5000 pequeñas palmas por hectárea), en los bosques secundarios y ribereños, pero no registró ninguna plántula en las parcelas de estudio situadas en los potreros vecinos a los fragmentos de bosque (Méndez y Calle, 2007). Esto se debe a que el ganado consume o pisotea las plántulas y a que éstas son destruidas en las limpiezas manuales o químicas de los potreros y no pocas veces son quemadas cuando se emplea esta absurda práctica para renovar las praderas (Calle y Murgueitio, 2013).
  • 72. 65 Árboles nativos para predios ganaderos Palma zancona en un potrero arborizado. Finca Villa Haana, Alcalá, Valle del Cauca. Foto: Carlos Pineda. Pero incluso en los bosques, la mortalidad de las plántulas (palmas con hojas de menos de un metro) es muy alta. Sin embargo, una vez superan esa talla, la probabilidad de supervivencia se estabiliza. Por lo tanto, en los proyectos de restauración ecológica y ganadería sostenible, es necesario proteger bien las palmas pequeñas hasta que sus hojas superen una longitud de un metro. El crecimiento natural es relativamente lento en las plántulas, pero es mucho más rápido en las palmas juveniles. Las plántulas forman solo una o dos hojas nuevas y crecen alrededor de 6.5 cm al año (en la longitud de las hojas). En cambio, las palmas juveniles pueden crecer 126 cm en un semestre. Las palmas medianas (con más de 5 metros de altura) forman alrededor de 20 hojas nuevas y crecen cerca de 2.8 metros por año. En la cuenca del río La Vieja se registró una supervivencia del 100% en las palmas juveniles (con hojas de un metro o más) que fueron trasplantadas en varias fincas ganaderas (Méndez y Calle, 2007). Esta investigación tiene aplicaciones inmediatas para reducir costos y evitar pérdidas en las iniciativas de los ganaderos que quieren recuperar su flora nativa o embellecer la finca. Se requiere una larga permanencia en el vivero (más de un año), que permita llevar a las palmas hasta la etapa juvenil, antes de plantarlas en el campo.
  • 73. 66 Propagación Aunque la floración de las palmas zanconas es más o menos continua a lo largo del año, la formación de los frutos se concentra en el segundo semestre y éstos maduran entre noviembre y febrero. La palma se propaga a partir de las semillas, cuya germinación puede tardar varios meses. La fenología de esta especie se estudió en la cuenca del río La Vieja; es probable que la reproducción de otras poblaciones tenga patrones temporales diferentes. En la Hacienda Oriente (Palmira, Valle del Cauca) el Sr. Enrique Villegas ideó una práctica sencilla para obtener abundantes plántulas de palma zancona fuera del bosque. La práctica consiste en cercar las palmas adultas para evitar el ingreso del ganado, eliminar el pasto alrededor de cada palma y depositar abundante estiércol seco de caballo. Palma con frutos verdes. Foto: Carlos Pineda.
  • 74. 67 Árboles nativos para predios ganaderos El estiércol parece acelerar la germinación de las semillas. Una vez germinadas, éstas se trasladan a bolsas hasta que alcanzan un tamaño adecuado para la siembra. Este método reduce las pérdidas de semillas y plántulas por el consumo del ganado y el ataque de patógenos. El Sr. Eber Figueroa de la finca El Tesorito (Alcalá, Valle del Cauca) evita eliminar la regeneración natural alrededor de las palmas adultas que crecen en sus potreros. Esta sencilla práctica le permite recolectar las semillas recién germinadas y llevarlas a un vivero. En las pequeñas áreas alrededor de solo dos palmas adultas, recolectó 500 plántulas para el vivero de la finca El Tesorito (Calle y Murgueitio, 2013). Plántulas obtenidas a partir de semillas depositadas sobre estiércol de caballo. Foto: Zoraida Calle.
  • 75. 68 Usos Dice Víctor Manuel Patiño en su libro Historia y Dispersión de los Frutales Nativos del Neotrópico: “En muchos lugares de la hoya del río La Vieja, foco principal de la vandálica actividad de los guaqueros en el último cuarto del siglo XIX y primero del XX, se han desenterrado en muchas sepulturas lanzas, púas, flechas y otras armas de palma. Debió haber en esa región una activa manufactura de tales armas y de macanas para usos agrícolas.” (Patiño, 2002) Aunque en el pasado la palma zancona fue un importante recurso maderable para construcciones (chontas) y techos transitorios (hojas), su principal uso actual es ornamental y paisajístico. Se adapta bien a los espacios urbanos; puede ser plantada en sistemas silvopastoriles, donde no interfiere con el crecimiento del pasto; puede usarse para enriquecer cercos vivos, como elemento acompañante de sistemas agroforestales y en todo tipo de iniciativas de restauración ecológica. Produce abundante alimento para la fauna silvestre y es muy usada como sitio de anidación por las aves rapaces y por especies amenazadas regionalmente en el alto Cauca, como el coclí Theristicus caudatus. Palmas adultas en un potrero de la finca Villa Haana, Alcalá, valle del Cauca. Foto: Zoraida Calle.
  • 76. 69 Árboles nativos para predios ganaderos La zancona es una de las especies de palmas más usadas en la ornamentación urbana tropical (Caldas, 2006). Su valor paisajístico fue destacado por estudiosos de la flora como Ciro Molina Garcés, quien hace medio siglo la seleccionó para ambientar la entrada de la Estación Agrícola Experimental de Palmira (Valle del Cauca) fundada por él en 1928 (hoy Centro de Investigación Palmira de Agrosavia). Este ejemplo fue mejorado en la sede del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), también en Palmira, donde ambos lados de la vía que conduce hasta la sede principal están adornados con hileras dobles de palmas zanconas (Segovia et al., 2002). Algo similar sucede con la entrada al ingenio La Carmelita en Riofrío (Valle del Cauca) y en la entrada de la Autopista del Café en Risaralda. Con el desarrollo del agroturismo en el Quindío, la demanda de palmas zanconas para la ornamentación rural ha crecido en los últimos años y esta especie se cultiva para embellecer las vías de entrada a las fincas, jardines y huertos frutales. La producción de palmas juveniles e incluso de individuos de varios metros se ha convertido en un lucrativo negocio para los viveros y asesores de paisajismo. Palmas zanconas en la cuenca media del río La Vieja (Alcalá, Valle del Cauca). Foto: Carlos Pineda.
  • 77. 70 Palmas zanconas en fincas ganaderas Esta especie es ideal para todo tipo de arreglos agroforestales y silvopastoriles porque su tallo es muy delgado y su copa tiene un área reducida (Calle y Murgueitio, 2013). En el campus de CIAT se midieron ejemplares de 20-21 metros que tienen diámetros a la altura del pecho (DAP) de 26.1 a 27 cm y un radio de copa de 2.7 a 2.8 m (Segovia et al., 2002). Esto evidencia la mínima intercepción de luz en el dosel superior que ocupan las palmas, de tal forma que el sistema puede incluir otros estratos de árboles y arbustos sin afectar la producción forrajera de los pastos, arvenses y leguminosas rastreras (Calle y Murgueitio, 2013). Tabla 2. Arreglos silvopastoriles y de restauración ecológica con palmas zanconas. TIPO DE SISTEMA ARREGLO ESPACIAL Palmas en setos forrajeros y cortinas rompevientos Setos forrajeros. Palmas zanconas plantadas a distancias de 2 a 5 m, intercaladas con matarratón Gliricidia sepium y arbustos como botón de oro Tithonia diversifolia. Cortinas rompevientos: Dos hileras de árboles a 2-3 m, intercalados con palmas zanconas y arbustos forrajeros. Restauración ecológica de áreas degradadas. Siembra de plántulas o manejo de la regeneración de las palmas zanconas, sin un patrón geométrico específico, pero en alta densidad. Banco forrajero mixto para corte y acarreo con palmas zanconas Surcos de nacedero Trichanthera gigantea, bore Xanthosoma sagittifolium, morera Morus alba, ramio Boehmeria nivea, y botón de oro Tithonia diversifolia en alta densidad (10.000 o más arbustos ha-1 ) con palmas y árboles en densidades variables. Embellecimiento de las fincas Filas simples, dobles o triples a ambos lados de las vías de acce- so. Palmas aisladas, en grupos, en líneas rectas o en zig-zag en jardines y zonas vecinas a las viviendas, establos y corrales. Sistema silvopastoril inten- sivo de arbustos forrajeros con palma zancona, árbo- les maderables y frutales. Franjas de Tithonia diversifolia o leucaena Leucaena leucocepha- la (10.000 a 30.000 por hectárea para ramoneo) con palmas y ár- boles maderables y frutales, alternadas con franjas de pastoreo con pasto estrella Cynodon plectostachyus, guineas Megathyrsus maximus común, Tanzania, Massai, India o Mombasa.