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116 HUMBERTO SALVADOR

van a parar al inconsciente. El individuo que domina sobre el yo es el “ello” psíquico que, desconocido e inconsciente, yace tras del yo, el cual se asienta en su superficie. Pero el yo cor- póreo está entre lo más profundo y lo más alto; éste puede también ser inconsciente. Existe también el “super yo”, el “yo ideal”. Sus raíces se encuentran en la infancia. Se for- mó, especialmente, mediante la elevada concepción que el ni- ño tuvo del padre. Es el heredero del Complejo de Edipo.

El super yo es la crítica. Es ahora lo que antes fué prin- cipalmente la censura. El es el conjunto de tendencias éticas y estéticas a que se debe la represión. Es fruto del medio, del ambiente, y por lo mismo, también es irrazonado e in- consciente.

Se amplía también el concepto de sublimación. Habla Freud del ““Eros desexualizado””, como de una realidad aními- ca. “El yo, — dice —, es una pobre cosa; está de continuo amenazado por el “ello” moral, por el mundo exterior y por el verdadero refugio de la moral, el super yo, que en ocasiones está en pugna con el yo”. De aquí se deduce ““que el hombre no sólo es mucho más inmoral de lo que se cree, sino también mucho más moral de lo que se sabe.”

El niño olvida posteriormente los fenómenos de la sexua- lidad de la infancia. Se forja la personalidad. En la adolescen- cia la sexualidad adopta modalidades nuevas.

Si fué normal e! desarrollo, es el hombre heterosexual; pero la anormalidad de la sexualidad de la infancia, es causa de per- versiones o de neurosis.

Un Complejo de Edipo, defectuosamente desenvuelto, es causa de que el fruto sea un hombre con caracteres femeni- nos o viceversa. Surge la homosexualidad. Es un fenómeno de involución.

Las zonas erógenas tienen fino valor en el querer. Es pa- tológico el fenómeno, cuando una de ellas adquiere tan extra- ordinaria significación, que desvía la esencia misma del acto sexual,

Es el origen del fetichismo, que suele encontrarse ligado a impresiones sexuales de la infancia. Muchas veces los fenó- menos fetichistas son asociaciones inconscientes de ideas sim- bélicas.

Los casos más bellos y raros de fetichismo se encuentran