Identifican las neuronas responsables de regular la velocidad en la que comen los ratones

Un grupo de científicos logró registrar por primera vez el momento en el que surge la sensación de saciedad; descubrió que existen por lo menos dos vías para controlarla.
Un ratón comiendo queso
Un ratón comiendo quesoGETTY IMAGES

Un experimento con ratones reveló cuales son las neuronas que dictan la velocidad con la que consumen sus alimentos. La prueba sugiere que hay, al menos, dos circuitos distintos en su cuerpo que controlan el apetito. El primero está en los intestinos y el segundo en las papilas gustativas.

Los científicos han estudiado el mecanismo del hambre durante décadas. Gracias a estas investigaciones, hoy se sabe que la sensación de saciedad está regulada por un complejo sistema de señales hormonales, entre las que destacan la leptina, la grelina y la insulina. También existen circuitos neuronales que reciben información del estómago para determinar si el cuerpo está nutrido o no. Por ejemplo, el nervio vago informa al cerebro sobre la ausencia de grasa en el hígado, lo que puede inducir el deseo de comer.

El proceso de alimentación es complejo desde el primer momento. La velocidad de ingesta de alimentos influye en la cantidad de calorías adquiridas durante el día, la salud digestiva y la absorción de nutrientes. Los nutricionistas coinciden en que es recomendable comer despacio y masticar bien los alimentos para tener una alimentación saludable. Sin embargo, comer rápido generalmente está relacionado con la sensación de hambre, una señal del cerebro difícilmente controlable. Por esta razón, los científicos continúan investigando cómo y dónde se regula la velocidad de ingesta de alimentos.


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Dónde se origina la saciedad

Hay una pista sobre cuál es el área del cerebro que separa la necesidad de consumir alimentos con la velocidad de ingesta. Se trata del núcleo del tracto solitario, una estructura localizada en la porción caudal del bulbo raquídeo. En ella se proyectan las fibras que se conducen hasta el sistema digestivo de un cuerpo.

La teoría más aceptada sugiere que en el núcleo del tracto solitario las hormonas liberadoras de prolactina (PRLH) y las neuronas GCG responden a las señales del estómago, y frenan el impulso de comer. Un equipo de la Universidad de California logró monitorear por primera vez el cerebro de ratones mientras se alimentaban en tiempo real; registró el momento en el que químicamente se sintieron satisfechos.

La investigación reveló que tanto las células cerebrales PRLH como las GCG (las que detonan la saciedad) reaccionaban según la fuente de alimento de los ratones. Una región se iluminó cuando las papilas gustativas entraron en contacto con la comida y otra cuando su fuente de nutrición estaba en los intestinos. Para llegar a estas conclusiones, se suministró alimento directamente en los estómagos de algunos roedores, mientras que a otros se les permitió comer de manera tradicional.

Las papilas gustativas pueden provocar saciedad al ser estimuladas

Los resultados muestran que el cerebro de los ratones tiene dos mecanismos paralelos que en conjunto regulan la velocidad de ingesta de alimentos. La primera vía se dirige al estómago y dicta la cantidad que se debe comer, mientras que la segunda comienza en la lengua y señala la rapidez a la que se debe comer. El hallazgo más importante es que, al parecer, los estímulos de la boca anulan a los del intestino y, si se activa esa región artificialmente, se puede controlar la sensación de saciedad.

"Nuestros hallazgos revelan que en la alimentación, los gustos también funcionan para limitar el ritmo de la ingestión a través de una vía del tronco cerebral que probablemente funciona por debajo del nivel de nuestra conciencia”, explicó Zachary Knight, autor principal del artículo.

El experimento realizado con ratones proporciona pistas importantes para mejorar los medicamentos que regulan el apetito en los seres humanos. Aunque los roedores y los humanos son muy diferentes, los científicos indican que los circuitos neuronales cuentan con similitudes fundamentales. En última instancia, el estudio sugiere que la clave para reducir el impulso de comer rápido se encuentra en las papilas gustativas.