¿Dónde estoy? ¿Por qué está tan oscuro?
No sabes como has llegado hasta allí. Apenas ves nada y ni siquiera puedes moverte. Sin embargo parece que hay algo que sí puedes ver, no lo puedes distinguir pero parece ser algo mecánico. No puedes dejar de mirarlo, hay algo en ese objeto que te obliga a darle toda tu atención. De repente el mecanismo empieza a funcionar, una gran esfera comienza a elevarse mientras emite una luz que parece intentar rodearla. Contemplas, sin siquiera inmutarte, como esa luz empieza a formar algún tipo de imagen, es evidente que se trata del algún tipo de sistema holográfico pero te resulta demasiado extraño. Te acercas al mecanismo y contemplas una representación bastante buena de la galaxia en la que están señalados varios puntos. Antes de que intentes siquiera averiguar qué está señalando exactamente todo vuelve a ponerse oscuro. Ya no puedes ver nada más.
«¿¡QUÉ ESTOY HACIENDO AQUI!?»
Esto no tiene ningún sentido. ¡Estás contemplando una dura pelea entre Jedis!. No sabes que hacer y aunque lo supieras tampoco podrías, tampoco puedes moverte. Te fijas en una de las mujeres que está peleando. Utiliza un sable de color amarillo, siempre creiste que los Caballeros Jedi sólo tenían sables azules y verdes. Parece bastante joven pero pelea como si fuera una verdadera maestra. Consigue derribar a su enemigo y empieza a a avanzar despacio mientras se le unen otros dos Jedis más, parece que intentan rodear a alguien. Es un tipo con una extraña armadura. A pesar de la situación parece bastante calmado, incluso seguro de obtener una victoria.
-No puedes ganar, Revan – Suelta la mujer. Ese nombre te resulta conocido.
Inmediatamente el tipo saca su espada y se prepara para atacar cuando de repente una explosión los alcanza a todos llevandose la peor parte el tal Revan. Al parecer han atacado la nave, hasta ahora ni te habías fijado donde te encontrabas. La mujer consigue recuperarse de la explosión y se queda mirando el cuerpo de Revan. No parece que esté contenta, más bien preocupada… Inmediatamente todo vuelve a oscurecerse.
Consigues abrir los ojos. No hay mucha luz así que no te cuesta mucho mantenerlos abiertos. Parece que esta vez sí que puedes moverte, al intentar hacerlo notas un fuerte dolor en la cabeza, no recuerdas que ha pasado. Aún te cuesta un poco levantarte así que de momento lo mejor será sentarse mientras tu cerebro intenta entender la situación.
-Hey, – Escuchas – por fin te has despertado, llevas dos días inconsciente, empezaba a creer que no te recuperarías.
-¿Que ha pasado? – Le hablas a un hombre que te resulta familiar – Es más, ¿quién eres tú?
-Vaya desde luego el golpe fue peor de lo que pensaba. ¿No recuerdas nada de la batalla en la Espiral?
-Recuerdo haber luchado pero no cómo llegúe hasta aquí.
-Bueno, es normal teniendo el golpe que te diste. Al principio creí que habías muerto pero se ve que tienes una roca por cabeza. En fin te contaré un poco como está la situación. Soy Carth Onasis, – Ya lo recuerdas – te ayudé a escapar de la Espiral de Endar antes de que los Sith la volaran en pedazos. Por suerte llegaste a tiempo aunque cuando explotó la nave un trozo de casco nos impactó de refilón, tú te llevaste la peor parte, has estado inconsciente desde entonces.
-Creo que ya empiezo a recordar algo. Yo soy xxxxx, me alegro de conocerte Carth ¿A todo esto donde estamos? – Pregunta obvia.
-Eh, no hace falta tanta formalidad. Estamos en Taris, un planeta controlado por los Sith. – Esa respuesta te ha dejado bastante sorprendido – Seguro que quieres saber cómo es que no nos han encontrado todavía. Verás nos encontramos en la parte alta de Taris, una enorme ciudad construida sobre otra ciudad. Supongo que imaginarás quiénes son los que viven arriba y quiénes abajo. Nuestra cápsula consiguió aterrizar en una de las zonas menos importantes de la ciudad así que nuestro aterrizaje consiguió pasar más o menos desapercibido. En cuanto me recuperé del impacto te saqué de allí e intenté buscar algún sitio donde escondernos, por suerte esta zona parece estar llena de refugiados e inmigrantes ilegales que no tienen mucho aprecio a los Sith asi que un ithoriano que se enteró de nuestra llegada fue a nuestro encuentro y nos ofreció este apartamento abandonado como refugio. Estamos aquí desde entonces. Mientras te recuperabas intenté averiguar donde calleron el resto de cápsulas pero nadie parece saberlo con certeza, parece que nosotros somos los únicos que caímos en la parte alta. Así que por ahora no encontramos solos.
-Supongo que también pensarías en alguna forma de escapar de aquí.
-Hey, no puedo pensar en todo a la vez ¿sabes? Además no podemos escapar aún.
– ¿Y eso?
-¿Tan fuerte fue el golpe que ya se te ha olvidado la misión? No podemos irnos sin Bastila.
-¿Quién es y por qué es tan importante?
-Anda te refrescaré la memoria… Bastila es la clave para ganar esta guerra. Al parecer posee una habilidad única entre los Jedi. Los Sith le tienen tanto miedo que hacen todo lo posible para intentar acabar con ella. Es por eso por lo que no podemos irnos de aquí todavía. Bueno por eso y por otra cosa más… Los Sith han bloqueado el planeta así que entrar o salir es de momento imposible – Esto cada vez se pone mejor – por lo que es mejor que de momento nos centremos en Bastila
-Está bien… al menos tendrás alguna idea de por donde empezar a buscar – Te das cuenta de que no haces más que quejarte.
-Como en toda gran ciudad de esta galaxia la única fuente de información fiable se encuentra en la cantina así que lo mejor será empezar por allí. Pero antes que nada deberías comer algo, toma, algunos refugiados nos han dado un poco de la suya y algo de ropa para pasar desapercibidos.
La comida parecía estar pasada pero la situación no ofrecía nada mejor. Te cambias y coges algunas de tus cosas, entre ellas tu espada. Aunque no lo parezca ir con una espada o con un bláster a la vista es bastante común así no llamarás la atención. Coges el bláster aunque nunca te has sentido cómodo usando uno, tu principal habilidad de combate era la lucha con espada. Parece que el dolor de cabeza se va pasando poco a poco. Una vez listos salís por la puerta de vuestro refugio.
-Oye Carth, ¿sabes quíen es un tal Revan?