POR EL IDEAL NETO DE LOS PUMAS (Por Omar Ureña)

POR EL IDEAL NETO DE LOS PUMAS

La novatada Puma es antes que nada una ceremonia, un áspero ritual, una prueba de valor, un culto al dolor con el que se juega el fútbol americano, un canto frenético que deja escapar una amarga risa, es el boleto más caro para entrar al clásico POLI-UNAM.

Omar Ureña, Inmortal, 1995

Es un tatuaje para el alma, una invocación a la antigüedad, donde el único equipo de la UNAM que podía llamarse PUMAS era el de fútbol americano, todos los demás eran Osos, ¿o eran Oseznos?…que más da. De este modo la tragicomedia, que se viene representando desde 1936 por los Auténticos Pumas, es un disimulado telón que se forma con chorros de agua fría y la luz nebulosa de las siete de la mañana. Un grupo de veteranos conforman los espectadores, que miran a los novatos formados en cueros. El novato es recibido con una tabla que se estrella en su pecho. Los convocados a la selección universitaria trotan “en pelotas” sobre el escarchado pasto. El ánimo del pelotón se asoma cuando sacan de sus roncos y averiados pechos palabras: “¡órale cabrón!, ¡va de huevos!”. Algunos estudiantes “mirones” solo se cuestionan: “¿Que onda con esos güeyes?, se ven vaciados”. Es la primera parte de la iniciación: carreras diversas para demostrar sus habilidades. Durante toda la mañana llueven chorros de agua fría sobre los jugadores. También hay fraternidad: “¡órale, ¡cómanse estos chocolates pa´l frío!”.

Segunda parte del numerito. Apenas son las nueve y ahora hay que ir al exterior de las bodegas de fútbol americano. Los novatos, mostrándose incrédulos y sintiéndose estúpidos, se desplazan reptando sobre las piedras del suelo de arcilla, hay raspones. El incongruente ritual prosigue: los novatos rugen y gatean, apoyando los nudillos y rodillas sobre una barda de piedra volcánica, representando a un puma caminando sobre la taiga. Aquí no es la taiga pero de todos modos estos pumas tiemblan de frío cuando son mojados en el suelo. Algunos muestran rostros iracundos: “¡Aguanta güey!, ¡No te claves!”. El canto es unánime, vehemente: “¡Que chingue a su madre el capitán, el capitán!”. Los novatos continúan compitiendo. No conviene perder porque hay más tablazos. Es la ley donde el más fuerte sobrevive. Hay a quienes se les hace el paro con un alcohol: “¡Ah, chido carnal!”. Uno por uno son vendados de los ojos y se les lleva de la mano por un recorrido, en tanto que se escucha el eco de golpes sobre unos tambos de metal. Se crea un suspenso. Se aproxima cauteloso a lo que sigue. El novato, como si fuera un puma de verdad, se ve obligado a morder una presa indefensa. Le arranca la cabeza a una rana y la escupe. Juntan a los novatos en un rincón – con los miembros encogidos por el frío pero eso sí, como dirían ellos “con los huevos bien puestos” – al tiempo que se les dibuja una “P” en el pecho con una ramita: “Que…¿ya quedó?… ¡Ni madres, es hasta que sangre!, ¡Chále¡”.

Es la tercera parte. Es lo alivianado, es el sol, alberca, agua caliente, trampolines. Es el contacto visual con el exterior, con los universitarios y universitarias que caminan frente a la facultad de Arquitectura como si no pasara nada. Cuarto acto ya son las tres, hora del maquillaje. Peróxido sobre la cabeza del jugador. Ahora es un rubio simbolizando el pelo dorado de un puma. La novatada Puma, es la humillación y el ridículo. Sí. Pero también es orgullo – para el que sabe -, es ser súper héroe, ser “machín” como el Huracán Ramirez o como Superman. Los iniciados son embadurnados con pintura de aceite, asumen esas personalidades de súper héroes populares y son amontonados en un R-100. La novatada es una visión surrealista de un camión con paisajito ecológico, atiborrado de personajes y súper héroes güeros, dirigiéndose hacia la Zona Rosa. Es un impresionante performance, el Acertijo, en compañia del Hooligan y Aquaman, bajan a dirigir una “goya” en un semáforo de Insurgentes. Transcurre la tarde y se deja caer la noche mientras estos extraños seres deambulan alrededor del “Yuppie´s Bar” solicitando dinero: “Huy , que crees, ahorita le acabo de dar mi lana al Magna Sin y al Super Ratón”.

Parte cinco. Llegó lo último. Ya nadie se puede rajar. Llegaron los novatos por su cuenta a Ciudad Universitaria. Son alrededor de las once de la noche. Los tambos de metal, dejándose oír como tambores presagiando un sacrificio, anuncian la tradición hierática: la Jura Puma. Los jugadores novatos se encuentran ahí, formados, escuchando como, no obstante el eterno y sonoro golpeteo de los tambos, escapan las berreantes ululaciones. Se cuestionan por que están ahí. Ya no hay tiempo de respuestas. “¡El que sigue!”. Llevan al novato del brazo, con los ojos vendados por un pasillo. Se escucha retumbar cada vez más intenso el golpeteo de los tambos. el novato se despoja de su short y lo recuestan boca abajo. Mientras muerde un trapo para aguantar, en tanto dos veteranos tendidos en las rodillas del jugador y otro en su espalda lo sujetan, dejándole al descubierto los glúteos. ¡Tlaz, tlaz! Una precipitación de chanclazos lacerantes se dejan caer durante largos treinta segundos. Es un pequeño calvario donde los ensordecedores tambores y las incesantes chanclas aturden al joven félido, haciéndolo rugir salvajemente. “¡Aguanta, ya casi termina!”, le hablan al oído. Ya. Después, hincado sobre un jersey y con sus manos recargadas en una pelota y un casco dorado, jura defender los colores de la Universidad.

Omar Ureña, Xiuhtecuhtli #1 (Johnny Storm radiando el fuego celestial), 1997

Todo esto fue sin lugar a dudas, una inmaculada concepción de nuevos hermanos, porque al “mancharse” con ellos, conceptualizaron el honor. Fue el surgimiento, el nacimiento invariablemente doloroso y simbólico de un PUMA.

OMAR UREÑA JIMÉNEZ

Diciembre 1993

Sigue a Omar Ureña en Twitter: omarurena_

Leave a comment