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Las vigas son parte fundamental de la estructura de cualquier edificio o construcción que queramos levantar. Es la base sobre la que se asientan desde los proyectos arquitectónicos más ambiciosos hasta los hogares particulares más pequeños y humildes. Junto con los pilares, la vigas forman ‘el esqueleto’ de cualquier construcción humana.
La función de la viga es de soporte. Colocadas de manera horizontal dentro de una estructura, las vigas se apoyan en dos puntos, permitiendo cargar sobre ellas nuevas estructuras. Es por eso que las características básicas de una viga son la resistencia, un peso relativamente bajo y una mínima flexibilidad. De entre todos los materiales que pueden usarse como vigas, es el acero el que se encuentra más extendido desde la época de la revolución industrial. Ya sea por sí solo o formando parte de estructuras de hormigón — creando lo que se denomina hormigón armado —, las vigas, el acero y la construcción se encuentran ahora íntimamente relacionados.
Según sea su perfil, existen tres tipos diferentes de vigas de acero que, a su vez, se diferencian entre sí según el acero usado y los milímetros de altura que tienen. El perfil I de alas inclinadas doble T (IPN) se comercializa entre los 600 y los 80 mm de alto. El perfil I de alas paralelas (IPE), entre los 600 y los 100 mm. El perfil H de alas anchas (HEB) puede encontrarse entre 1000 y 100 mm de altura, el H de alas aligeradas (HEA) entre los 600 y los 100 mm mientras que el H de alas anchas (HEM) tan solo consigue alturas de entre 320 y 100 mm. Por último, el perfil U de alas inclinadas (UPN) se comercializa en alturas que van entre los 400 y los 50 mm.
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