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Cuando se habla de disciplinas espirituales en la tradición cristiana, nos referimos a los espacios que permiten al ser humano desarrollar plena comunión con su Creador y formar el carácter que lo distingue como un auténtico discípulo del Señor Jesucristo (Colosenses 3:9-10).
La mayoría de pensadores a lo largo de la historia de la iglesia han sostenido que la lectura de la inspirada Palabra de Dios (2 Timoteo 2:16), la oración, el ayuno y la adoración se constituyen en altos distintivos que permiten cultivar o ejercitar con propiedad la piedad personal y la madurez de la comunidad de Fe.
La primer disciplina, es decir, la lectura de la Biblia tiene como premisa la lectura, meditación, estudio y memorización de las Sagradas Escrituras. Esto es fundamental para conocer a Dios y entender Su amor y Su voluntad para nuestras vidas.
Desde esta perspectiva quisiera desafiar a mis lectores a considerar tres elementos prácticos relacionados con esta realidad espiritual.
En primer lugar, les invito como el salmista a estudiar y guardar la Palabra de Dios en sus mentes y en sus corazones. El Salmo 119:2 nos recuerda: “Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan”. En esta misma línea resulta no menos importante la invitación que nos hace Josué “a meditar de día y de noche en el libro de la ley…” (Josué 1:8) para que “todo nos salga bien”.
En segundo lugar, les animo a predicar y enseñar las Sagradas Escrituras tal como el apóstol Pablo inspiró a su discípulo Timoteo: “Predica la Palabra; insista a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.” (2 Timoteo 4:2).
Y finalmente, les imploro a vivir y poner en práctica la Palabra de Dios (Filipenses 4:8). No podemos olvidar que la esencia de nuestra moral se fundamenta en esa Revelación divina.
Por tanto, estudie, enseñe y viva la Palabra de Dios como base de su disciplina espiritual.
La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.
La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.
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