Aparición del subgénero novela histórica en Europa

Según Georg Lukács[1], la novela histórica clásica nace a principios del siglo XIX como consecuencia de una serie de circunstancias histórico-sociales, viniendo a coincidir aproximadamente con la caída del imperio de Napoleón Bonaparte en 1815; de hecho, Waverley, la primera novela de Walter Scott, es de 1814.

Waverley, de Walter Scott

Existen, por supuesto, algunas novelas de tema histórico anteriores, como las denominadas «antiquary novels» inglesas de la segunda mitad del XVIII, pero en ellas no encontramos la voluntad de reconstruir el pasado; solo son históricas en su apariencia externa, pues la psicología de los personajes y las costumbres descritas corresponden a la época de sus autores. Scott, partiendo de la novela de sociedad, crea la novela histórica moderna (y dignifica literariamente todo el género novelesco) en un momento en que se dan en Europa una serie de circunstancias socio-políticas que facilitan su nacimiento.

En efecto, con la Revolución francesa y las posteriores guerras napoleónicas, se crean los primeros grandes ejércitos de masas y el pueblo comienza a tomar conciencia de su importancia histórica. Además, estas luchas despertarán el sentimiento nacionalista en los territorios sometidos, lo que conducirá a una exaltación del pasado nacional y a un interés creciente por los temas históricos. Así pues, Scott vive en una época de profundos cambios y, de hecho, también situará sus novelas en momentos críticos de la historia inglesa. Que las situaciones de grandes crisis históricas son especialmente favorables para suscitar la aparición de una filosofía de la historia es un hecho unánimemente destacado por pensadores y críticos[2].

Toda una serie de factores facilita, por consiguiente, el nacimiento de la novela histórica europea. Sin embargo, para María Isabel Montesinos hay que retrasar hasta después de 1848 la verdadera repercusión en la literatura de la novela histórica de Scott: si bien es cierto, en su opinión, que con la Revolución francesa la burguesía ha tomado conciencia de su función histórica, no será en cambio hasta después de las revoluciones del año 48 cuando esta burguesía se convierta en sujeto activo real del proceso histórico y se incorpore también de forma definitiva al papel de protagonista de la novela[3].


[1] Cf. Georg Lukács, «Las condiciones histórico-sociales del surgimiento de la novela histórica», en La novela histórica, trad. de Jasmin Reuter, México, Era, 1977, pp. 15-29, al que sigo en lo fundamental aquí.

[2] «Las épocas de mayor turbulencia social, las situaciones históricas más caóticas y conflictivas conllevarían una mayor exigencia y demanda de historización, es decir, de organización narrativa para una desbordante avalancha de vivencias que el individuo no alcanza entera o perfectamente a asimilar o entender y que está pidiendo a gritos historia» (Ignacio Soldevilla-Durante, «Esfuerzo titánico de la novela histórica», Ínsula, núms. 512-513, 1989, p. 8).

[3] Cfr. María Isabel Montesinos, «Novelas históricas pre-galdosianas sobre la guerra de la Independencia», en Mercedes Etreros, María Isabel Montesinos y Leonardo Romero (eds.),  Estudios sobre la novela española del siglo XIX, Madrid, CSIC, 1977, p. 13.

[4] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «Retrospectiva sobre la evolución de la novela histórica», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 13-63; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 11-50.

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