Farmacia, Medicina e Historia nº 1 2018

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FARMACIA, MEDICINA & HISTORIA

No 1 - 2018 SEXTA ÉPOCA

Revista de estudios históricos de las ciencias de la salud Antigua revista Medicina e Historia (Fundada en 1964)

Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX Miquel Carandell Baruzzi Ganador XLVIII Premio Fundación Uriach de “Historia de la Medicina”

Estudio descriptivo y analítico del “Formulario cirujíco para uso del Hospital Militar de Mahòn” Anna M. Carmona i Cornet

www.fu1838.org


XLIX

Premio Fundación Uriach «Historia de la Medicina»

En su deseo de impulsar los estudios sobre el pasado de las Ciencias de la Salud, la Fundación Uriach 1838 tiene instituido un premio anual de ámbito internacional, el cual será adjudicado al mejor trabajo que, a juicio de un jurado designado al efecto, trate de un tema sobre Historia y Ciencias de la Salud. Su concesión se adaptará a las siguientes BASES: 1. El XLIX Premio Fundación Uriach “Historia de la Medicina” correspondiente a 2018 está dotado con 3.000 euros para el ganador y un accésit de 1.000 euros, si el jurado lo considera oportuno. 2. Las monografías que opten al Premio deberán ser originales e inéditas, no siendo aceptadas aquellas que en el momento de la adjudicación hayan sido publicadas total o parcialmente, así como tampoco las presentadas a otros concursos. 3. Los trabajos deberán ser presentados en formato electrónico junto a una copia impresa con interlineado doble y una extensión recomendada de 80.000 caracteres, con espacios, incluyendo bibliografía o referencias documentales, además de iconografía complementaria. 4. Los originales redactados en lengua española, serán remitidos a la Fundación Uriach, siendo la fecha máxima de entrega el día 1 de noviembre de 2018 bajo el sistema de lema y plica, sin firma de autor o autores, cuya identificación deberá figurar en un sobre cerrado a su vez identificado con el mismo lema del trabajo original. 5. El XLIX Premio Fundación Uriach “Historia de la Medicina” será otorgado por un Jurado cuyo fallo se hará público durante el mes de diciembre de 2018.

6. Tras la adjudicación del Premio, el secretario del Jurado procederá a la apertura de la plica correspondiente al ganador y, en su caso, a la del accésit. 7. En el supuesto de que el Jurado lo considere oportuno, la obra ganadora, así como otros trabajos presentados, podrá ser publicada en la revista Farmacia, Medicina e Historia, siempre de común acuerdo con los autores. 8. Las monografías premiadas quedarán en propiedad de la Fundación Uriach 1838 y los trabajos no premiados ni seleccionados para su publicación serán destruidos sin la apertura de sus plicas. 9. La participación en el presente concurso implica la aceptación total de las bases de esta convocatoria.

Palau-solità i Plegamans, enero de 2018

La correspondencia relacionada con esta Convocatoria deberá dirigirse a: Fundación Uriach 1838 Pol. Industrial Riera de Caldes. Av.Camí Reial, 51-57 08184 Palau-solità i Plegamans (Barcelona) fundación-historia@uriach.com - (34) 93 863 02 25


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Nº 1 - 2018 – SEXTA ÉPOCA Revista de estudios históricos de las ciencias de la salud Fundada en 1964 Publicación bianual Fundación Uriach 1838 Centro de Documentación de Historia de las Ciencias de la Salud Polígono Industrial Riera de Caldes Avda. Camí Reial 51-57 08184 Palau-Solità i Plegamans (Barcelona-España) www.fu1838.org fundacion-historia@uriach.com

4 Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

Director de la publicación:

Javier Uriach Torelló

Miquel Carandell Baruzzi

Diseño y maquetación:

Estudi Quim Duran Soporte válido con la ref. SVR nº 479 Dep. Legal B-27541-1963 ISSN: 0300-8169 © de la edición: Fundación Uriach 1838 Reservados todos los derechos El contenido de la presente publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, grabación magnética, ni registrado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por algún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma. Prohibida su venta.

22 Estudio descriptivo y analítico del “Formulario cirujíco para uso del Hospital Militar de Mahòn” Anna M. Carmona i Cornet

Portada: grabado original extraído de la obra: Pérez M. Minguez, Mariano. Enciclopedia farmacéutica. Barcelona, 1889. Fondo biblioteca FU1838.

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Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX Miquel Carandell Baruzzi*

Resumen:

En este artículo explicaremos la relación entre la gestión de la salud pública y las industrias de recogida, selección y transformación en abono de los desperdicios urbanos de la ciudad de Barcelona en la vecina Hospitalet de Llobregat desde finales del siglo XIX hasta los años 50. Bajo los preceptos del higienismo, durante todo este período, estos basureros fueron percibidos como un verdadero problema para la salud pública

por los responsables médicos de Hospitalet, representados por la Junta Municipal de Sanidad. Así, nos centraremos en las preocupaciones, regulaciones y posibles soluciones planteadas por este organismo durante este período, así como dedicaremos especial atención al brote de peste bubónica surgido en 1931 en Hospitalet alrededor de estas industrias de gestión de desperdicios.

Urban waste, the bubonic plague and public health in L’Hospitalet de Llobregat during the first half of the XXth century Abstract: In this article we will explain the relationship between the management of public health and the collection, selection and transformation into fertiliser of urban waste from the neighbourhood of Hospitalet del Llobregat in the city of Barcelona from the end of the XIXth century to the 50s. Under the dictate of hygiene, these rubbish dumps were regarded as a real problem

* Històries de Ciència (www.historiesdeciencia.cat) Centre d'Història de la Ciència, Universitat Autònoma de Barcelona.

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for public health by the physicians responsible for Hospitalet, represented by the Municipal Board of Health. Therefore, we will concentrate on the worries, regulations and possible solutions considered during this period, as well as a special dedication to the outbreak of bubonic plague in Hospitalet in 1931 around these industries of waste management.


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

Recorte de una felicitación de Navidad de un basurero, hacia principios de siglo XX. En la imagen podemos ver como las sirvientas llevaban los desperdicios al basurero y, en el fondo, el carro que los transportaba.

Agradecimientos: Quiero agradecer al Museu d’Història de L’Hospitalet y al Ajuntament de L’Hospitalet de Llobregat la Beca de Investigación en Historia de L’Hospitalet que gané el año 2016 para realizar el trabajo “75 anys de Salut Pública a L’Hospitalet de Llobregat (1875-1950)” que me permitió descubrir la historia de los basureros. Josep Maria Solías del Museu d’Història y Pepa Prieto de l’Arxiu Municipal de L’Hospitalet han sido de gran ayuda y orientación. Finalmente, quiero agradecer sus comentarios y sugerencias sobre el manuscrito final a Jon Arrizabalaga, Alfons Zarzoso y Carles Hervás, así como la ayuda a Clara Florensa.

Después de repasar la situación sanitaria del municipio, el inspector afirmó que L’Hospitalet era “el estercolero de Barcelona”

L’Hospitalet de Llobregat, “El estercolero de Barcelona”

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oviembre de 1910. El Inspector Provincial de Sanidad de Barcelona, máxima autoridad en la materia, según la reciente Ley de Instrucción General de Sanidad, realizó una visita a la población de L’Hospitalet de Llobregat. Después de repasar la situación sanitaria del municipio, el inspector afirmó que, en aquel momento, L’Hospitalet era poco más que “el estercolero de Barcelona”.1 Con estas palabras, se refería a una de las cuestiones sanitarias que más preocuparon a las autoridades municipales y provinciales desde el último cuarto del siglo diecinueve hasta casi los años sesenta del veinte: los llamados “basureros”, “estercoleros” o “criaderos de cerdos”. “Basureros” porque se dedicaban a recoger deshechos sobre todo de la vecina ciudad de Barcelona, pero también del mismo Hospitalet. “Criaderos de cerdos” ya que estos residuos, mayoritariamente orgánicos, eran utilizados para alimentar cerdos y, en ocasiones, otros animales, como, por ejemplo, gallinas o gansos. Y “estercoleros” debido a que el negocio era triple: además de recoger desechos y criar cerdos, la mezcla de estos desperdicios con las defecaciones de los animales eran vendidas como abono a

los agricultores de los vecinos cultivos del “Pla del Llobregat”.2 Eran pues auténticas plantas de reciclaje, muy diferentes a las actuales, en un mundo sin plástico, pero que también intentaban superar el problema de cómo gestionar la generación de grandes cantidades de residuos en las ciudades del tamaño de Barcelona. Como veremos, el estudio de estos basureros nos puede ayudar a saber más, no sólo sobre la gestión de los desperdicios urbanos, sino también, y de forma muy destacada, sobre la gestión de la salud pública en un municipio como Hospitalet de Llobregat. En este período en que florecen los basureros, también llegaron a su máxima expresión las corrientes higienistas dentro del estamento médico. Así pues, la forma en que se gestionó el “problema” de los basureros del Hospitalet nos permite comprender mejor la importancia de esta corriente higienista, y en general del estamento médico, en el desarrollo de la ciudad moderna. La gran presencia de estos basureros convierte el L’Hospitalet de Llobregat en crucial para estudiar esta relación entre desperdicios y sanidad pública en Barcelona. Además, un brote de peste de 1931 en Hospitalet en el que los basureros tuvieron especial protagonismo, multiplicará la intensidad de esta relación de salud con basura, y su presencia mediática, para

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Miquel Carandell Baruzzi

mostrarnos aún más la importancia de este ejemplo para entender la historia de la salud pública y el higienismo en Barcelona. Así pues, los basureros se dedicaban a recorrer determinadas calles que tenían asignadas recogiendo los desechos de las diferentes viviendas. La recogida se realizaba por la mañana, el basurero hacía sonar la trompeta al llegar a una calle, y ya fueran los propietarios o las chicas del servicio, si es que la familia disponía de una, bajaban un cubo con los desperdicios del día. Era habitual que el basurero, como muchas

El estudio de los basureros nos ayuda a conocer mejor la gestión de los desperdicios urbanos y la gestión de la salud pública

otros profesionales, imprimiera felicitaciones de Navidad que repartía entre sus clientes habituales. El basurero cogía el cubo y lo echaba en el depósito de su carro. Una vez lleno el carro, este desfilaba hacía L’Hospitalet, donde se veían las ristras de carruajes arrastrados por caballos o mulas.3 Una vez en L’Hospitalet, las basuras eran almacenadas en casas con un gran patio donde se seleccionaban. Estos patios eran llamados “sitials”, y en ellos también se guardaban los carros, así como se situaban los corrales para los cerdos y caballos. El basurero, con toda su familia, seleccionaba la materia orgánica, y, a veces, también el vidrio, el metal y el papel en diferentes montículos separados. Como ya hemos indicado, la materia orgánica se vendía convertida en abono para los campos.4 Se trataba de un negocio duro, con una exigencia muy fuerte de muchas horas del día, pero que también era provechoso. En Barcelona

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habitualmente se hablaba de basureros que llegaron a ganar importantes cantidades de dinero, y en Hospitalet representaban un sector con más capacidad económica que la mayoría de trabajadores asalariados.5 En este artículo, intentaremos explicar la historia de estas industrias de basuras y su relación con las regulaciones en temas de salud pública e higiene en este principio del siglo XX en L’Hospitalet de Llobregat. Trataremos la historia de forma cronológica: desde finales del siglo XIX, cuando debido al crecimiento exponencial que experimentaba L’Hospitalet, los basureros empezaron a percibirse como un verdadero problema de salud pública, hasta los años sesenta cuando, progresivamente, y por diversas circunstancias que, en general, no tienen que ver con la forma en que las autoridades sanitarias afrontaron el problema, este se fue diluyendo. En este período temporal iremos viendo cómo estas autoridades, centrándonos sobre todo en la Junta Municipal de Sanidad, fueron regulando y planteando posibles soluciones a la problemática que suponían estos establecimientos. Un episodio al que dedicaremos una especial atención, por su importancia en el desarrollo de la salud pública y de estos basureros, será el brote de peste bubónica que surgió en L’Hospitalet en 1931. Veremos cómo apareció, cómo se gestionó y qué consecuencias tuvo. La principal fuente primaria utilizada para llevar a cabo el trabajo han sido las actas de la Junta Municipal de Sanidad de L’Hospitalet, conservadas para casi todo este período en el Archivo Municipal de L’Hospitalet de Llobregat. Esta fuente principal tiene la gran ventaja de mostrar detalladamente la forma de pensar y actuar de esta Junta, y por tanto, de las autoridades de L’Hospitalet en temas sanitarios. Esto, como discutiremos, puede también ser un impedimento al explicar las diferentes visiones de esta historia. Después de una gran epidemia de cólera el año 1854, la reina Isabel II, con el Partido Progresista en el Gobierno, aprobó la primera Ley de Sanidad del Estado español, el año 1855. El origen de las juntas municipales de sanidad puede remontarse a casi el siglo

XVIII, pero fue esta Ley de Sanidad de 1855 la que estableció definitivamente cómo debían ser estas juntas, quien debía formar parte de ellas y cuales eran sus objetivos. Según la ley, todos los municipios de más de mil habitantes debían disponer de una Junta Municipal de Sanidad.6 La composición de esta Junta Municipal va cambiando a lo largo de el periodo estudiado pero, básicamente podemos decir que estaba formada por, además del alcalde y otros miembros del gobierno municipal, un representante del estamento médico, o más a medida que L’Hospitalet creció, y que también podía ser un médico-cirujano al principio del período estudiado, un veterinario, un farmacéutico, un representante de los propietarios agrícolas e industriales, a veces llamado “un vecino pudiente”, y un representante de los trabajadores, “un vecino obrero”. Una vez entrados en el siglo XX, también se añaden a esta Junta el arquitecto municipal y el ingeniero municipal.7 Por la dificultad que suponía identificar y explicar los detalles de cada miembro de la Junta en las diferentes épocas en el espacio reducido de este artículo, se ha optado por unificar la voz de esta Junta según lo que nos ha llegado en estas actas de las reuniones de la misma. Esta unificación significa pues simplificar esta fuente, en la que se oyen diferentes voces, pero nos ayuda a mostrar mejor y más detalladamente las preocupaciones, actuaciones y decisiones finales de la Junta. Además de la simplificación que supone esta decisión, utilizar esta fuente como la principal, tiene otro gran problema. Generalmente, la única voz que se oye en las actas es la de estos miembros de la Junta Municipal de Sanidad. Conocer al detalle las decisiones de los integrantes de la Junta es muy útil para identificar las formas que tuvieron estas clases dirigentes para controlar y legislar en relación con las actividades de los basureros, pero también silencia la voz de los propietarios de estas industrias y de los vecinos de L’Hospitalet en general. El rastro de estos propietarios y vecinos, por su condición social, se hace muy difícil de seguir en las fuentes conservadas, y en las pocas ocasio-


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

nes que la escucharemos, será a través de esta misma Junta Municipal. Reconociendo esta carencia, para aprovechar los aspectos positivos de la fuente de que disponemos, hemos intentado centrarnos en las decisiones de la Junta para regular los basureros desde el estamento político y médico. Para llevar a cabo este objetivo, hemos dividido este trabajo en cinco apartados principales. En la introducción, plantearemos el tema, veremos cómo era y cómo evolucionó L’Hospitalet en el período planteado, cómo y dónde surgieron estas industrias, y, finalmente, plantearemos cual era la situación teórica de la medicina, y la posición del estamento médico de la época y cómo estas influyeron en las decisiones tomadas por la Junta de Sanidad. En el segundo apartado explicaremos la historia de la problemática sanitaria en relación con estos establecimientos en L’Hospitalet de Llobregat desde finales del siglo XIX hasta el período de la Segunda República. Es al principio de esta Segunda República cuando surge el brote de peste bubónica que es el protagonista del tercer apartado. En el cuarto, explicaremos de qué forma evolucionaron estos establecimientos después de la Guerra Civil y cómo desaparecieron o se transformaron definitivamente. Finalmente, el último apartado servirá para plantear algunas reflexiones sobre toda esta historia y cómo nos puede ayudar a comprender la problemática de la gestión de la salud pública y la gestión de los desperdicios urbanos en este período en una ciudad del tamaño de Barcelona. No se nos tiene que escapar que existe una amplia bibliografía en el campo de la historia ambiental sobre gestión de residuos y cómo esta ha evolucionado a lo largo del tiempo.8 Ahora bien, dado el espacio limitado y para no abrir demasiadas aristas del problema, las cuales no permitirían la profundidad necesaria, en este articulo hemos preferido centrarnos en los aspectos de sanidad pública y de higiene que tiene esta historia. Pero, ¿cómo era L’Hospitalet de Llobregat de la última mitad de siglo XIX y principios del siglo XX? Había sido una pequeña población agrícola

hasta el momento en el que las fabricas que crecieron en Barcelona y los pueblos que la rodeaban, como Sants, también llegaron a L’Hospitalet.9 Así, el final del siglo XIX y especialmente las primeras tres décadas del siglo XX, a raíz de la construcción del metro y de la llegada de mano de obra para la Exposición Internacional de 1929, supusieron un crecimiento espectacular para L’Hospitalet que pasó de 4.000 habitantes, hacía 1890, a más de 35.000 ya en 1930. En el aspecto geográfico, este crecimiento se desarrolló de forma desigual, provocando la creación de tres núcleos separados pero pertenecientes al mismo municipio. Por un lado, creció la zona llamada “centro”, origen del pueblo, y donde estaban el Ayuntamiento y otros centros de decisión política y social. Por otro lado, se desarrollaron enormemente los núcleos de “Collblanc” y “Santa Eulàlia”, separados del centro, inicialmente, por varios kilómetros, y que estaban mucho más cerca del núcleo de Sants y de La Bordeta, primero un municipio independiente y, a partir de 1897, parte de Barcelona. Estos dos núcleos fueron pues barrios en los que predominaban las familias obreras, y por tanto, las edificaciones humildes, muchas veces también las barracas auto-construidas. Barrios a los que costó que llegara la electricidad, el alcantarillado o el agua corriente, y, en los que, por lo tanto, los problemas higiénicos se multiplicaban.10 En definitiva, la situación geográfica de estos basureros no era aleatoria, sino que vino totalmente configurada por la composición y distribución de la población en Hospitalet. Estos dos factores, el espectacular crecimiento en población y la separación en tres núcleos de población con diferentes características, serán pues determinantes en la forma en que aparecieron, se desarrollaron y se gestionaron políticamente, y desde el punto de vista médico, estos basureros. Según parece desprenderse de las actas de las reuniones de la Junta Municipal de Sanidad a partir del último cuarto del siglo XIX, los primeros núcleos de concentración de estas industrias de basureros en L’Hospitalet, aunque seguro que no las primeras de

la población, se produjeron en la zona conocida como “Santa Eulàlia”. Originalmente compuesta de sólo algunas “masias” dispersas, esta barriada fue creciendo, como ya hemos indicado, a medida que L’Hospitalet recibía a los trabajadores que llegaban de diferentes puntos de la Península. El hecho de disponer de grandes extensiones de terreno, seguro, favoreció el establecimiento de estas industrias de la basura. Inicialmente, en el sentido higiénico, aquellos “sitials”, los espacios en los que se realizaba esta actividad de

La principal fuente utilizada han sido las actas de la Junta de Sanidad de L’Hospitalet, conservadas en el Archivo Municipal

separación de basuras, no se diferenciaban en nada de los que se utilizaban para la cría convencional de animales de granja. Con el tiempo, como veremos, por la intervención, cada vez más activa de las autoridades políticas y médicas, estos espacios fueron evolucionando y adaptándose a las demandas y exigencias higiénicas municipales. A medida que Santa Eulàlia se urbanizó, y quizás por la intensificación de estos problemas legislativos, a partir del inicio de siglo, hacia 1907, las industrias de basureros empezaron a proliferar en la zona de Collblanc. Como Santa Eulàlia, Collblanc era una barriada que crecía con la llegada de familias de trabajadores a L’Hospitalet, muchas de ellas para trabajar en el cercano núcleo industrial de Sants, y, por tanto, estableciéndose más cerca de esta población que del centro de L’Hospitalet. A partir de este momento, los negocios de selección de

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Miquel Carandell Baruzzi

basuras crecieron en esta zona, rápidamente convertida en el “barri dels escombriaires” por excelencia, recibiendo algunas de sus calles sobrenombres como “de la pudor”, “de les mosques” o el irónico, “del buen aire”. Collblanc sería entonces el centro del gran “problema sanitario” que presentaremos en este artículo durante toda la primera mitad del siglo XX.11 Este problema se produciría, en buena medida, por el enorme crecimiento que experimentaría este barrio, ya en los años veinte, y que provocaría la cercanía excesiva de los basureros con los bloques habitados. Además, como ya hemos dicho, habitualmente este crecimiento también en Collblanc se produjo a base de viviendas auto-construidas que carecían de las mínimas garantías sanitarias. Tal y como veremos, en algunas ocasiones las industrias de basuras también se llevaron a cabo en edificaciones de este tipo. Durante todo este período, varios gobiernos municipales de distintos tonos políticos intentaron, casi siempre con poco éxito, acabar definitivamen-

El gran crecimiento poblacional en tres núcleos fue determinante en la aparición, desarrollo y gestión médica de los basureros

te o reducir estos basureros en Collblanc. Una idea que se presentó una y otra vez, y que finalmente se realizó, si bien parcialmente, fue la de trasladar los basureros a zonas poco pobladas del municipio. Estos basureros habrían de estar, por ejemplo, “más abajo de la carretera del Prat”, a al menos 100 metros de distancia de ésta. Para intentar evi-

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tar el problema surgido con la progresiva proximidad de los basureros con los habitantes en Collblanc, esta nueva área de establecimiento de industrias de desechos fue declarada “zona infecta”, hecho que prohibió la habitabilidad de las edificaciones existentes y la construcción de nuevas viviendas. Finalmente, el surgimiento de estos negocios coincidió temporalmente con la consolidación en el ámbito médico de las tendencias higienistas en la gestión de la salud pública sobre todo a nivel municipal.12 Como afirmaba el mismo Inspector Provincial de Sanidad, después de advertir de los peligros sanitarios de los basureros: “con higiene, con mucha higiene y no escatimando gastos, sola o agregada al municipio de Barcelona, [L’Hospitalet] puede llegar a ser grande, bella y rica”.13 Los “criaderos de cerdos” suponían entonces “peligros higiénicos y sanitarios”, según los miembros del gobierno provincial y municipal. Para los miembros de la Junta Municipal de Sanidad, los estercoleros representaban una “industria peligrosísima para las personas” que trabajaban en ella, y “des del punto de vista de la sanidad pública”, “una perpetua amenaza para los habitantes de la vecindad pues son hacinamientos de materia orgánica en putrefacción, foco de desarrollo de toda suerte de microbios patógenos”.14 Existía también el peligro de que “los restos de basura y desperdicios domésticos pueden proceder de casas afectadas de enfermedades”. En definitiva, “constituyen estos depósitos de basuras, centros de putrefacción orgánica y un peligro permanente para la salud pública”.15 Así, el movimiento higienista, surgido durante el siglo XIX, sirvió a los médicos miembros de la Junta como respaldo científico para sus políticas respecto a los basureros. La mejora de las condiciones higiénicas de la población, se convirtió, en este período, en casi una obsesión. En general, se trataba de mejoras que se centraban en la higiene, en luchar contra la posibilidad de la aparición de una plaga, para ignorar la mejora de las condiciones de vida de las clases trabajadoras. Las clases dirigentes vieron el movimiento higienista como una buena manera

de satisfacer las demandas de la clase trabajadora sin perder su posición dominante dentro de la sociedad, y controlando a la vez las enfermedades que también podían llegar a afectar a las personas de las clases altas.16 A pesar de que muchos médicos llamados higienistas eran favorables a la mejora de las condiciones de vida de los obreros, la aplicación práctica de las medidas higiénicas comunicaba de forma muy paternal las costumbres y legislaciones higiénicas y de salud sin preocuparse por estas condiciones y reivindicaciones obreras. Esto cambio ligeramente durante el período republicano y en la Guerra Civil, durante el cual notamos, en las actas de la Junta Municipal de Sanidad de L’Hospitalet, como una voluntad más explícita de mejorar las condiciones sociales de la población pasaban por mejorar también sus condiciones sanitarias.17 De hecho, durante la Guerra Civil la Junta Municipal de Sanidad pasó a llamarse primero Comitè Local Sanitari, controlado por las Milicias Antifascistas, y después Consell Local de Sanitat i Assistència Social, ya controlado por el Govern de la Generalitat. La unificación de sanidad y asistencia social en un solo órgano muestra claramente esta voluntad.18 Así pues, una vez presentadas estas industrias de basuras, los factores locales e históricos más relevantes en la forma en que se desarrollaron y la forma en que se trataba el problema en los círculos médicos durante el período estudiado, nos preguntaremos, a partir de aquí, ¿cómo se desarrollaron estas industrias?, ¿cómo se gestionaron des del punto de vista político?, ¿qué papel tuvieron las ideas y consideraciones sanitarias?

Control y legislación de los basureros desde el inicio del siglo XX hasta la Segunda República A finales del siglo XIX, los miembros de la Junta Municipal de Sanidad de L’Hospitalet de Llobregat ya atisbaban los peligros que podía suponer la proliferación, cerca de núcleos habitados, de estos basureros o estercoleros. Así, el año 1890 se aprobó un decreto


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

Tres basureros de Cal Carlos Guardià en el passatge Carbonell, situado más allá de la carretera del Prat, con sus carros a punto para ir a recoger desperdicios a Barcelona, probablemente hacia los años 30. Fuente: Blog "Hospitalet de Llobregat. Imatges retrospectives d'una ciutat". https://lhospitaletdellobregat.wordpress.com/category/3-tematica/oficis/escombraires/ Gracias a Luis Bagan por permitir la publicación de esta imagen.

que prohibía el establecimiento de cualquier tipo de estos negocios a menos de un kilómetro de cualquier zona ya urbanizada. De esta manera, se quería restringir la construcción de nuevas industrias dedicadas a las basuras, los cerdos y el abono, a espacios muy concretos del municipio. 19 La aplicación de esta legislación fue mucho más complicada y, por tanto, estas industrias, incluso las situadas en zonas cercanas a viviendas, no disminuyeron, sino que aumentaron. Y es que a pesar de esta nueva legislación, los responsables sanitarios del municipio no contemplaban prohibir totalmente estas industrias. Ya

a principios de siglo veinte, los miembros de la Junta especificaban que este tipo de negocio era necesario y productivo pero que se debía ejercer bajo unas condiciones controladas de sanidad e higiene. Las condiciones impuestas en aquel momento fueron básicamente que los depósitos de basuras, esos “sitiales” de los que hemos hablado, debían estar en espacios en los que no tocara el sol, corriera el aire y el suelo fuese impermeable. Esta última condición evitaba, según los médicos de la Junta “toda clase de filtraciones y, por tanto, transportes telúricos de gérmenes patógenos que contaminan las tierras y aguas de los sitios habitados que se hallan a un nivel más bajo”.20 Así pues, para los miembros de la Junta los basureros podían ser industrias totalmente viables en L’Hospitalet pero era necesario reducir al máximo el peligro sanitario. Este peligro se reduciría sólo a través del control legislativo y médico de estas industrias por parte de las clases dirigentes, sobre todo “dado el relativo estado de incultura de nuestro país”.

A principios de siglo, la Junta afirmaba que los basureros eran necesarios, pero solo si se reducía al máximo el peligro sanitario

Ahora bien, a pesar de esta legislación, sabemos que en 1904, en el barrio de Santa Eulàlia había 12 de estos negocios que no sólo estaban a menos de un kilómetro de espacios habitados sino que estaban situados a menos de 150 metros de zona urbanizada. Algunos incluso estaban a sólo 50 metros de las casas. Según este parte

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realizado por un inspector de la Junta Municipal de Sanidad a partir de una denuncia de un grupo de vecinos de Santa Eulàlia, ninguno, de todos los negocios de basuras del barrio, cumplió estrictamente la norma y estaba a más de un kilómetro.21 Los basureros se habían establecido inicialmente lejos de las casas, pero el barrio no paraba de crecer. El papel legal decía una cosa, la realidad era bien distinta. El hecho de que Santa Eulàlia estuviese lejos del centro de la población de L’Hospitalet también condicionó la forma en que los responsables políticos gestionaron la problemática que suponía este tipo de negocio, ya que si bien no cumplían la norma en

A pesar de los intentos de legislación sobre los basureros, estos no sólo subsistieron, sino que aumentaron durante décadas

Santa Eulàlia, seguían estando lejos de donde estos responsables vivían, y, por tanto, según su percepción, seguían teniendo el peligro lejos. Santa Eulàlia, era, además, un barrio humilde y obrero en el que los trabajadores vivían en condiciones muy deficientes y de los que los políticos se ocupaban poco. Para los políticos, los basureros eran pues otro problema más en los ya de por sí problemáticos vecindarios obreros.22 Como iremos viendo, en pocas ocasiones es manifiesta una voluntad real de los administradores sanitarios de L’Hospitalet de gestionar adecuadamente estos basureros y sus problemas higiénicos y sanitarios. Así pues, durante estos años de finales del siglo XIX y principios del

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XX, el cumplimiento de la legislación puesta en marcha por la Junta Municipal de Sanidad se encontró con un nuevo obstáculo difícil de superar: ¿qué hacer con los negocios ya existentes que estaban situados a menos de un kilómetro de las zonas urbanizadas? La primera opción que se barajó en el seno de la Junta Municipal para acabar con este problema fue ordenar la clausura de todos estos negocios. Como hemos visto, la solución de eliminar totalmente los basureros tuvo la oposición de todos los miembros de la Junta, quienes defendían su viabilidad y necesidad. Para legitimar su posición, estos miembros de la Junta presentaban tres razones principales que impedían el cierre completo de los basureros. Por un lado, los miembros de la Junta constataban que los basureros eran un negocio importante en el tejido económico de L’Hospitalet, donde, según indicaban “un buen número de vecinos vive al amparo de estas industrias”.23 No tenemos datos específicos de esta época de principios del siglo XX, pero sí sabemos que un tiempo más tarde, hacía los años treinta, cuando el “problema” de los basureros seguía siendo acuciante, como veremos, hasta doscientas cincuenta familias de L’Hospitalet vivían aún de este negocio, y se criaban en el municipio hasta 11.000 cerdos.24 Por otro lado, los miembros de la Junta de Sanidad se enfrentaban también a la problemática de que muchos de estos negocios llevaban años funcionando y, por tanto, y según sus propias palabras expresadas en las actas de la Junta, disponían de “derechos adquiridos o intereses creados a la sombra de disposiciones municipales”.25 Estos “derechos” e “intereses”, dejaba a entender la Junta, impedían la clausura de estos basureros aunque se encontrasen a una distancia menor del kilómetro de las zonas urbanizadas. Así pues, a pesar de varios intentos de legislación sobre la posición y condiciones de los basureros, estos no sólo subsistieron, sino que aumentaron, durante décadas, y a pesar de los cambios en los regímenes políticos y sociales de la ciudad de L’Hospitalet.26 La tercera razón que imposibilitaba el cierre de estas industrias venía de

fuera: ¿qué haría Barcelona con todos sus desechos si L’Hospitalet no los recogía? En varias ocasiones a lo largo de el período estudiado, la Junta planteó y debatió este problema, sin llegar a una conclusión clara. Una vez descartada la eliminación de los basureros, a pesar de no cumplir con la ley, la Junta determinó en 1904 que, aunque se respetarían los negocios de basureros ya existentes, si se establecían nuevos negocios, estos debían cumplir con la legislación, estar a más de un kilómetro de zona urbana, y acatar todas las condiciones higiénicas para sus negocios de las que ya hemos hablado.27 A pesar de esta decisión de la Junta de Sanidad, como ya hemos indicado, a partir de 1907, se empezaron a autorizar nuevos negocios de basureros, ahora en la zona de Collblanc. Esta autorización se realizó a pesar de que la zona donde se situarían los nuevos basureros se encontraba a sólo quinientos metros del núcleo urbanizado. Este permiso que adjudicaron las autoridades municipales tuvo graves consecuencias políticas. El Gobernador Civil del momento atacó con vehemencia a la municipalidad de L’Hospitalet de Llobregat acusándoles de poner el negocio por delante de la higiene y sanidad, contraviniendo así una prohibición establecida por la misma municipalidad, y las directrices médicas y científicas que dictaba el higienismo.28 Este permiso vino acompañado del crecimiento exponencial del barrio de Collblanc. En pocos años, hacia el año 1912, los “estercoleros” en esta zona se habían convertido en un “problema grave” para la población, según la Junta.29 Estos negocios eran una “huella infecta”, “con sus lúgubres e inmundos barracones, de patios llenos de desperdicios, donde reina el desorden y la suciedad; estos depósitos de basuras constituyen una industria nauseabunda”.30 Lejos de reducirse y eliminarse el “problema” de los basureros, a partir de los años veinte, se agravó. En esta época, L’Hospitalet de Llobregat y, en especial, la zona de Collblanc, siguieron con su espectacular crecimiento. Familias enteras llegaban a este barrio de nueva formación para trabajar en las obras de urbanización de Mont-


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

juïc que acabarían con la Exposición Internacional de 1929, y también a las obras de ampliación del llamado Metropolitano Transversal, el cual llevó este transporte del centro de la ciudad a la zona de la Exposición y hasta el barrio de Sants, muy cerca de Collblanc. Además, algunos basureros que ya existían en la zona de Sants y Hostafrancs se vieron obligados a trasladarse a territorio de L’Hospitalet por culpa de la Exposición Internacional.31 Durante esta época, bajo regímenes e ideologías políticas de todo tipo, las autoridades municipales de L’Hospitalet quisieron, o al menos aparentemente intentaron, más de una vez, acabar con, o trasladar a una zona alejada ya definitiva, las industrias de basureros. Tanto durante el período de la Mancomunitat de Catalunya como ya durante la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, y también en el período de la Segunda República, los diferentes gobiernos municipales pusieron, sin éxito, fecha límite a los basureros. Ésta no fue una tarea fácil, y los gobiernos municipales se encontraron con el problema ya indicado de la gran cantidad de personas, probablemente más de mil, las cuales dependían de los basureros.32 Ante los repetidos intentos de eliminar los estercoleros, los propietarios de estos locales, en diferentes ocasiones, mediante cartas dirigidas a la alcaldía y la Junta, intentaron presentar sus industrias como negocios legítimos que permitían satisfacer necesidades de la población, tanto la de Barcelona, de la que eliminaban sus desechos, como la de los agricultores del Delta, a los que proporcionaban abono. Los basureros también afirmaron que eran limpios y ordenados, y que, además, cumplían, en su mayoría, con la legislación vigente en términos de higiene de los locales, excepto por su situación cercana a los núcleos habitados. En 1920, por ejemplo, un grupo de 170 basureros envió una carta en la que se mostraban orgullosos de su profesión, y después de presentar estos argumentos a favor de sus negocios, también se quejaban a la municipalidad de que, en algunos casos, la falta de agua corriente empeoraba la situación higiénica de los establecimientos y, por tanto, dificultaba

el cumplimiento de la legislación. Finalmente, estos basureros también se quejaban de la presencia de otros basureros “gallegos” que, según ellos, les hacían la competencia desleal, y, ellos sí, eran “sucios” y malvivían en barracas junto al estercolero.33 Esta carta es particularmente interesante ya que se trata de una de las pocas veces que podemos oír la voz de estos empresarios de las basuras de L’Hospitalet. Una voz que muestra también reivindicativa delante de la Junta reclamando, por un lado, sus derechos y también siendo bien consciente de sus carencias y necesidades higiénicas y sanitarias. No se trata pues de una voz ignorante, sino de una conocedora de las leyes que los regían y de las posibles mejoras en su negocio. Se trata además, de una de las únicas muestras de las diferentes formas de auto legitimación de este colectivo de basureros. Se presentaban, por un lado, como limpios, legales y profesionales, por el otro, presentaban a otro grupo que si que era realmente sucio y desleal. Este contraste entre “buenos y malos” basureros los transformaba en el único grupo válido para llevar a cabo esta profesión, bajo su argumentario, totalmente legítima y necesaria, ya que prestaba una ayuda a la población. En las actas de la Junta no sólo oímos a los basureros, sino que a menudo también a los vecinos. En agosto de 1931, con la Segunda República acabada de proclamar en abril de ese mismo año, el periódico barcelonés El Diluvio publicó las quejas de un grupo de vecinos sobre la presencia en zonas urbanas de “criaderos de cerdos”.34 Esta queja pública hizo que, una vez más, la Junta Municipal de Sanidad reaccionara y empezara a tomar las medidas pertinentes para acabar con los basureros. Esta vez, después de una inspección de varios basureros por parte de los médicos miembros de la misma, la Junta afirmaba que la peste que emitían estas industrias causaba “molestia evidente al vecindario” y “un peligro para la salud pública”. Así mismo, la Junta determinaba que también eran un peligro las “moscas que se difunden por las habitaciones de las casas vecinas, pudiendo ser portadores de gérmenes patógenos”.35

Otra vez, el gobierno municipal decidió llevar a cabo “medidas sanitarias que afecten a todos los establecimientos de esta índole”, eso sí, tratando de “no perjudicar a unos ni favorecer a otros”, y reconociendo la dificultad de llevar a cabo este propósito. Por primera vez, eso sí, la Junta decidió establecer portavoces dentro del colectivo de propietarios que se reunieran con los “vocales técnicos” de la Junta con tal de establecer estas normas higiénicas generales. Así, se quería intentar “la conservación de la salud pública, sin causar tampoco molestias al vecindario”.36 Según podemos ver, el gobierno de la República tuvo, en principio, una actitud de diálogo y

La voz de los empresarios basureros no fue ignorante, sino conocedora de las leyes y de las posibles mejoras en su negocio

más considerada respecto a los propietarios de los basureros, haciéndolos participar y considerando también las quejas de los vecinos. Como ya habían intentado otros gobiernos, esta vez, el alcalde decretó que todos los basureros situados cerca de las zonas habitadas en Collblanc se trasladarían progresivamente a una zona especialmente habilitada en un período máximo de seis meses. La zona que se pensaba para colocar estos basureros estaba situada en el espacio libre que quedaba entre el barrio de Santa Eulàlia y la zona llamada de la Marina de L’Hospitalet. Una vez más, cuando se cumplió el plazo establecido, los basureros todavía estaban

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Interior de un “sitial”, un patio de basurero, donde las mujeres, de las que hemos hablado muy poco en este artículo, también participaban en el negocio de las basuras seleccionando las diferentes tipologías. Fuente: Mascarell 2003, p. 71.

en Collbanc, y parecía que no se moverían en un tiempo.37

Una enfermedad medieval en L’Hospitalet de los años 30: la peste bubónica A finales del mismo mes de agosto de 1931, L’Hospitalet acaparó titulares en periódicos de toda España. La razón, aunque aparentemente no nos lo parezca, estaba relacionada con los estercoleros de la población, y tuvo consecuencias en su regulación. Tal y como tituló El Heraldo de Madrid, el día 27 de agosto de ese año: “En el pueblo de Hospitalet se declaran algunos casos de peste bubónica, tres de ellos seguidos de defunción”.38 A pesar de no provocar las grandes epidemias que causó en la Europa Medieval, la peste, de hecho el bacilo Yersina pestis, también causó brotes importantes durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, tal y como brillantemente narra el escritor francés Albert

La República tuvo una actitud de diálogo respecto a los basureros y los vecinos, haciéndolos participar y considerando sus quejas

Camus en su famosa novela La Peste, sobre una plaga ficticia, pero que po-

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día ser muy real, en la ciudad argelina de Orán. De hecho, aún hoy en día en zonas de la China, India, África y Sudamérica, se infectan más de 1.000 personas al año con este bacilo.39 Miguel Maura, Ministro de Gobernación de aquel primer gobierno provisional de la Segunda República fue el encargado de informar a los periodistas sobre el brote que había surgido en L’Hospitalet de Llobregat. Delegados del gobierno, y hasta el Director General de Sanidad de la República se desplazaron hasta Barcelona.40 Allí se coordinaron con las autoridades sanitarias de Cataluña, Barcelona y Hospitalet. Las barcelonesas estaban representadas básicamente, como veremos, por el Institut Municipal d’Higiene de Barcelona, clave en esta parte de la historia. Durante días, varias publicaciones estatales hablaron del brote, hicieron no-

torio su peligro, pero también explicaron el origen y el escaso riesgo de propagación de la infección.41 En todo caso, la crisis duró poco. Sólo dos días después del primer titular, el mismo Heraldo de Madrid ya decía que “No se han registrado nuevos casos en las ultimas cuarenta y ocho horas”, mientras que El Imparcial afirmaba que “La epidemia de peste bubónica puede considerarse vencida”.42 A nivel político en L’Hospitalet, la noticia del brote apareció unos días antes. Ya el día 21 de agosto nos encontramos con un oficio del Inspector Provincial de Sanidad en el que hace saber a la Junta Municipal de Sanidad que desde ese momento, será este Institut Municipal d’Higiene de Barcelona el que se encargará de luchar contra la epidemia.43 A partir de este momento, los miembros de este Insti-


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

tut estarán presentes en las reuniones de la Junta de Sanidad. En las Actas de la Junta, los miembros del Institut se ofrecen a las autoridades de L’Hospitalet “en todo y para todo”.44 Aunque podemos trazar su origen en instituciones anteriores, el Institut Municipal d’Higiene de Barcelona se creó en los años veinte en la época de la Mancomunitat de Catalunya. Esta institución era la encargada de proporcionar tanto servicios higiénicos, de lucha contra las epidemias y de desinfección efectiva, así como de elaborar las estadísticas relacionadas con la epidemiología y la vacunación, en la ciudad de Barcelona. En este período, cualificado como una de las épocas más brillantes de esta institución, el director del Institut, el doctor Francesc Pons Freixa, se desplazó en persona a L’Hospitalet para luchar contra la epidemia de peste.45 La crisis de la peste debió de ser dura para el Institut y para Pons Freixa, ya que poco después envió una carta al alcalde de Barcelona en aquel momento, el también médico Jaume Aiguadé, en la que presentaba la fatiga adquirida durante la gestión de la peste en Hospitalet como una de las principales razones para pedir su jubilación, finalmente concedida en 1933.46 Ahora bien, más que centrarnos en la gestión política de esta crisis desde Madrid o Barcelona, en este artículo hablaremos de la reacción y gestión médica de la misma realizada por los dirigentes sanitarios en el mismo Hospitalet. Las actas de la Junta Municipal de Sanidad de L’Hospitalet del 26 de agosto, describen muy bien el origen y desarrollo del brote de peste en la población. La peste apareció por primera vez en el barrio de Santa Eulàlia, donde, como ya hemos dicho, existían varias industrias de basuras, todas ellas muy cercanas a las zonas habitadas. Las ratas y las pulgas que proliferaban en estas industrias fueron las que actuaron como vectores de propagación de la peste, tal y como explicaba el secretario de la Junta en las actas, escritas en el período de la República en catalán: “en focos sucios de ratas enfermas de peste, que al morirse, las pulgas que viven en sus cuerpos, huyen y van a parar a otras ratas o per-

sonas que están en contacto (traperos, basureros, cortes de cerdos...)”.47 Los basureros eran, para los miembros de la Junta, el principal sospechoso y caldo de cultivo seguro de este brote. Unos días más tarde, surgió un segundo brote, probablemente el que finalmente apareció, como hemos visto, en los periódicos de todo el Estado, a partir de dos infectados en una casa de campo situada, según las actas de la Junta: “más abajo de la carretera del Prat, muy cerca de la barriada de basureros de aquella carretera”.48 El resultado de los brotes de peste fueron al menos tres personas muertas y una quincena de afectados.49 Ante estos brotes de peste bubónica, la Junta, ya de acuerdo con el Institut d’Higiene de Barcelona, determinó “poner en práctica todas las medidas y medios que la ciencia aconseja como indispensables para tratar esta enfermedad”, así como para “combatir su propagación”.50 La primera medida que se tomó una vez constatada la aparición de los casos, fue la “separación y aislamiento en el Hospital de Infecciosos de los atacados”.51 El Hospital de Infecciosos era el actual Hospital del Mar, situado en el barrio barcelonés de la Barceloneta. Este hospital ha desarrollado la función de aislamiento de enfermos infectados por enfermedades contagiosas durante buena parte de su historia.52 De la misma forma, también se decidió en la reunión de la Junta aislar a los familiares de las víctimas, aunque no estuvieran enfermos, y someterlos a una “limpieza de la piel y las ropas y la vacunación antipestosa”.53 La vacuna que llamaban “antipestosa”, desarrollada a finales del siglo XIX por el bacteriólogo judío ucraniano Waldemar Haffkine, también se dispensó a “todos los vecinos y individuos que se pudieran relacionar con el foco conocido”.54 Fue el “Laboratori Microbiològic Municipal de Barcelona”, otra importante institución sanitaria barcelonesa de este primer tercio del siglo XX, quien proporcionó estas vacunas de forma gratuita a los habitantes de L’Hospitalet.55 Así mismo, fueron probablemente los miembros del Institut d’Higiene de Barcelona los que dispensaron estas vacunas, ya que era

práctica habitual des de su creación que las brigadas de desinfección de esta institución incorporarán también un practicante que dispensaba las vacunas y que se desplazaba allí donde surgían los brotes epidémicos.56 Una vez aisladas las personas afectadas por la peste, la segunda medida tomada por la Junta y el Institut fue empezar una activa lucha contra el vector de la enfermedad y su primera víctima, las cuales provocaban la trasmisión de la bacteria a los humanos: las pulgas y las ratas. Así, por un lado, se empezó una campaña de “desratización” para la que se utilizó “pasta

Los basureros eran, para la Junta, el principal sospechoso y caldo de cultivo seguro de este brote de peste bubónica

fosfórica, polvo de escilla” e incluso un virus llamado “Daniz”, aparentemente mortal para las ratas.57 Esta campaña contra las ratas se realizó especialmente en las industrias de trapos y de basuras que, como ya hemos dicho, fueron señaladas como las culpables de la aparición y propagación de la enfermedad. En relación a las pulgas, la campaña de eliminación que llevó a cabo la Junta Municipal consistió en regar todos los “patios, habitaciones y establecimientos públicos”, e incluso las calles, con soluciones antisépticas, sobretodo usando “acido fénico y fenoles”, pero también “hipocloritos, lejia de sosa” y la llamada “jabelga”, una mezcla de cal, polvo de mármol y agua que se utilizaba para desinfectar.58 También se decretó que se “recogieran” los perros que iban “libres por las calles”, ya que podían “ser portadores de pulgas y facilitar el contagio”.59

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Como en el caso de la vacunación, en la dirección técnica de la campaña de eliminación de las ratas y pulgas, el Institut Municipal d’Higiene de Barcelona volvió a tener un papel determinante. Hay que tener en cuenta que este organismo hacía tiempo que ya se

A raíz del brote y del gran revuelo mediático, la Junta volvió a intentar acabar, de una vez por todas, con los basureros

había planteado la necesidad de disponer de un servicio “raticida” y ya contaba con un servicio a tal efecto.60 Para todo esto, además de material, el Institut ofreció hasta 10 hombres para formar diferentes cuadrillas con los hombres del Ayuntamiento de L’Hospitalet para realizar todo este trabajo.61 Como ya hemos indicado, a raíz de estos brotes de peste bubónica, y como consecuencia del gran revuelo mediático que causaron, la Junta Municipal de Sanidad, una vez más, intentó proponer medidas para acabar, de una vez por todas, con los basureros o estercoleros situados en los barrios de Santa Eulàlia y Collblanc. Para llevar a cabo estas medidas, primero era necesario dejar del todo claro que estas industrias fueron las culpables de la aparición de la peste. Así, los miembros de la Junta primero decían que “la existencia de ratas en Hospitalet depende de la existencia de dos tipos de establecimientos industriales: los depósitos de trapos y los depósitos de basuras o criaderos de cerdos”.62 Para más tarde centrar la atención en los estercoleros y afirmar que “si queremos deshacernos de las ratas, nos tenemos que deshacer de los depósitos de basura que además vienen de Barcelo-

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na”.63 En definitiva: “Es necesario iniciar una lucha contra estos depósitos de basuras, y verdaderos criaderos, no solo de cerdos, sino de ratas y pulgas, y sabemos que estos insectos son los que transportan la enfermedad de las ratas a las personas”. 64 Así pues, la necesidad de acabar con los basureros, también por la presencia mediática de L’Hospitalet relacionado con una temática no muy agradable, se hizo cada vez más fuerte, siempre con el ánimo de evitar posibles futuras crisis epidémicas, y no con la idea de mejorar el bienestar de los industriales basureros y de los vecinos. Esta vez, el debate en el seno de la Junta se centró en qué hacer con los residuos que procedían de Barcelona en caso de eliminar los basureros, y en determinar si era necesario utilizar los deshechos urbanos como abono en los campos agrícolas de la zona del Delta del Llobregat.65 Por primera vez, además, se plantearon soluciones para acabar con este problema. Los miembros de la Junta establecieron tres posibles destinos para los residuos urbanos: la cremación o incineración, la eliminación en el mar y la realización de unos “grandes hoyos construidos en campos anchos y alejados de la masa de la población”, “en los que se entierren” los residuos y se elabore el abono para los agricultores.66 Una vez más, después de la epidemia de peste, la Junta de Sanidad del Ayuntamiento de L’Hospitalet decretó otro plazo máximo para acabar definitivamente con los estercoleros. En esta reunión celebrada el 28 de octubre de 1931, la Junta Municipal de Sanidad de L’Hospitalet de Llobregat estableció que a partir del uno de enero de 1932, el Ayuntamiento prohibiría la entrada a todo el municipio de L’Hospitalet de basuras provenientes de Barcelona.67 Aunque la declaración pareció convencida, otra vez, el ultimátum de la Junta no prosperó y la industria de las basuras de L’Hospitalet continuó siendo significativa. Después de otro intento fallido en 1933, durante el año 1934 el gobierno municipal republicano de L’Hospitalet presentó una nueva propuesta para eliminar las basuras de la zona urbana y situarlas, todas juntas, en el área

de la Marina, más abajo de la carretera del Prat.68 Esta vez, las autoridades de L’Hospitalet recurrieron a un grupo de arquitectos modernos y prestigiosos que ya trabajaban y trabajarán en importantes proyectos para la Segunda República, con la cual era afino políticamente. Se trataba de el llamado GATCPAC, Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea. Este colectivo de arquitectos tenía como objetivo principal promover y realizar una arquitectura vanguardista, esencialmente basada en el racionalismo y que seguía los movimientos europeos en el mismo sentido. Sus representantes más destacados fueron Josep Torres i Clavé, Raimon Duran i Reynals y, sobre todo, Josep Lluís Sert, autor del Pabellón de la República en la Exposición Universal de París del año 1937, donde se exhibió por primera vez el Guernika de Picasso, en plena Guerra Civil. En Barcelona, estos arquitectos diseñaron edificios como el Dispensario Antituberculoso en el Raval o la Casa Bloc en Sant Andreu, y, también planificaron el pla Macià, un gran proyecto urbanístico diseñado por Sert para Barcelona que finalmente no fue ejecutado. Es en esta visión más general de la ciudad en la que hay que situar el proyecto del GATCPAC para los basureros de L’Hospitalet.69 Finalmente, este proyecto para los basureros fue aprobado a principios del año 1936, pero, como muchos otros proyectos de este grupo, fue truncado por el estallido de la Guerra Civil.70

Los basureros y su gestión bajo el primer régimen franquista Una vez acabada la Guerra Civil, en plena posguerra y con el gobierno franquista en sus años más oscuros, la problemática de los basureros seguía preocupando a los responsables sanitarios de L’Hospitalet de Llobregat. En este sentido, una de les cuestiones que se puso encima de la mesa fue la enorme proliferación de ratas en el municipio durante el período de guerra. A principios de 1940, la Junta Municipal de Sanidad mostraba su voluntad explícita de iniciar una cam-


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

Un grupo de cerdos alimentándose de desperdicios en uno de los "sitiales" de Collblanc en 1932. Fuente: Blog "Local-Mundial", http://localmundial.blogspot.co.uk/2015/10/els-i-les-escombriaires-de-lhospitalet.html.

paña que llamaban de “desratización”. Como parece natural en un período de recuperación después del terrible conflicto civil, al municipio de L’Hospitalet bajo la dictadura franquista le faltaban recursos de todo tipo, tanto económicos como materiales, para llevar a cabo esta campaña sanitaria que pretendía evitar que se repitiesen brotes de enfermedades como la peste bubónica. Así, los responsables de la Junta de Sanidad decidieron pedir a la municipalidad de Barcelona los medios necesarios para llevar a cabo la campaña, así como una brigada especializada en la erradicación de las ratas.71 Una vez más, los miembros de la Junta Municipal volvieron a constatar que, aunque se hiciera una efectiva campaña de eliminación de las ratas, el problema de su existencia no se acabaría hasta que no se acabase con el problema de los basureros y criaderos de cerdos en la zona urbana de L’Hos-

pitalet. Así, la Junta vuelve a dar por sentado que primero es necesario atacar este problema.72 A pesar de la Dictadura, los políticos franquistas se encontraron con los mismos problemas que ya habían surgido anteriormente con otros regímenes políticos cuando se intentaba acabar con los basureros. Para intentar sortear esos problemas, el cuatro junio del año 1940, la Junta de Sanidad decidió nombrar una comisión que se encargaría de fijar una serie de normas que todos estos basureros tendrían que seguir a partir de ese momento.73 Un mes después, a principios de julio, esta comisión ya estableció cinco dictámenes que a partir de aquel momento todas las industrias de basuras y cría de cerdos deberían cumplir de forma obligada.74 El primero de estos dictámenes no autorizaba el establecimiento de ningún nuevo negocio de basuras que no estuviera a más de 100 metros de la carretera del Prat hacia el mar. Estarían situados pues en una zona alejada de las áreas pobladas, cerca de donde ya se habían propuesto colocar en otras ocasiones. El segundo dictamen emitido por esta comisión, proponía declarar esta zona del otro lado de la carretera del Prat como “zona infecta”. Esta

En pocas ocasiones vemos una voluntad real de la Junta de gestionar adecuadamente los basureros y sus problemas higiénicos

etiqueta prohibiría la construcción de viviendas de todo tipo, así como no permitiría utilizar ninguno de los edificios ya existentes como vivienda. El tercer dictamen establecería una inspección en todos los negocios de basuras que estaban funcionando es ese momento en la población de L’Hospitalet. Después de esta inspección, los inspectores encargados decidirían obligar a los propietarios de aquellas industrias que podrían suponer un peligro para la salud pública a refor-

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mar sus establecimientos o a clausurarlos automáticamente. Igualmente, el cuarto dictamen del documento, obligaba a todos los negocios ya existentes, y también a los que en un futuro se estableciesen a situar su casa particular, su vivienda, en un espacio separado de su negocio. Además, también obligaba, como ya hemos visto que se había intentado anteriormente, a realizar la acumulación y selección de deshechos en un patio, “sitial”, con un suelo impermeable, con una instalación de agua suficiente para llevar a cabo la limpieza, y con la puesta a punto de periódicas campañas a nivel de cada negocio para la eliminación de ratas y desinfección. Por último, el

De todas las industrias de basura solo una cumplía todas las condiciones establecidas y podía continuar con su actividad

quinto dictamen de la comisión estableció que, a partir de ese momento, las industrias de basura deberían estar separadas de las de cría de cerdos, y nunca en los mismos espacios.75 Una vez establecidas estas condiciones, los inspectores de la Junta Municipal de Sanidad empezaron a realizar visitas de reconocimiento en todas las industrias basureras existentes, y las clasificaron en tres categorías diferentes. La primera de estas categorías serían aquellas instalaciones de basuras que reunían y superaban estas condiciones, y por tanto, podían ser aceptadas y continuar con su actividad normalmente. La segunda categoría, serían aquellas que en general presentaban buenas condiciones, pero tenían algún pequeño fallo o era ne-

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cesaria alguna reforma menor. Estas serían aceptadas con la condición de realizar las reformas o cambios requeridos por la Junta en un informe correspondiente. Finalmente, la tercera categoría sería para aquellas industrias que tal y como estaban en aquel momento no podían continuar y necesitaban una reforma en profundidad o ser clausuradas completamente.76 Curiosamente, después de esta primera inspección realizada por la Junta, sola una, de todas las industrias de basura existentes en L’Hospitalet de Llobregat en aquel momento, cumplía perfectamente todas las condiciones y, por tanto, podía ser clasificada dentro del primer grupo y continuar con su actividad tranquilamente. Unas pocas industrias, menos de una decena, fueron clasificadas en el segundo grupo, mientras la gran mayoría de los negocios de basuras de L’Hospitalet necesitaban, según los miembros de la Junta Municipal de Sanidad, grandes reformas estructurales para poder continuar trabajando.77 La historia se repitió cuando, ante esta situación, los miembros de la Junta volvieron a enfrentarse al problema de cerrar, de golpe, todos los estercoleros y basureros. Muchas familias de la población seguían viviendo de esta actividad, miles de personas dependían de este negocio. Además, Barcelona entera dependía, en buena parte, de los basureros de L’Hospitalet, para poder recoger y deshacerse sus desechos. Los miembros de la Junta se encontraron con un problema difícil de solucionar: no podían cerrarlas todas de golpe, pero, para cumplir con su cometido como Junta de Sanidad, tampoco podían dejar abiertas muchas de estas industrias, ya que podían causar un problema de salud pública, como ya se había visto con la peste. Para salir de este atolladero, los miembros de la Junta Municipal de Sanidad de L’Hospitalet decidieron que, una vez más, de entrada, no clausurarían los negocios de basura pero que, progresivamente, realizarían informes de salud pública para detallar las reformas necesarias en cada uno de los estercoleros y criaderos de cerdos. Las reformas más habituales que se solicitaron a los propietarios en los

siguientes meses fueron: la impermeabilización del suelo donde se depositaban las basuras, la creación de una cámara de desinfección y de un deposito de fermentación, la disponibilidad de agua corriente para limpiar, la construcción de duchas y lavabos para los trabajadores y la eliminación de las viviendas que estuvieran en el mismo edificio que el negocio.78 Seis meses después de todo este proceso, la Junta de Sanidad volvió a realizar informes de los basureros que seguían existiendo. Esta vez fueron tres los negocios que cumplían todas las condiciones que la Junta pedía. A la vez, un buen número seguía aún sin cumplir, y necesitaban grandes reformas. Llegados a este punto, la Junta elaboró una lista de las industrias en funcionamiento en aquel momento con el nombre de los propietarios y las direcciones. Igualmente se trasladaron a “zona infecta” en la Marina de L’Hospitalet hasta cuatro basureros que se encontraban en calles realmente céntricas y se dieron seis meses más a los otros estercoleros, menos céntricos, pero igualmente los suficientemente cercanos a edificios habitados como para suponer un peligro según la Junta.79 A partir de aquí, durante varios meses, e incluso años, en las actas de la Junta Municipal de Sanidad podemos leer varias instancias de propietarios de estos negocios de basuras que piden prorrogas para poder trasladar su establecimiento con más tiempo. Algunos piden un traslado que es denegado por la Junta ya que la nueva ubicación, a pesar de no encontrarse cerca de zona urbana, no se encontraba en la área prevista como “zona infecta”.80 Así, según parece desprenderse de estas actas, los años pasaban pero algunos basureros seguían funcionando cerca de viviendas, ya que la Junta seguía recibiendo varias quejas de los vecinos sobre estas industrias. En septiembre de 1943, tres años después de iniciar el último intento de acabar con los basureros, la Junta discutió la denuncia de una vecina sobre un “industrial basurero” de “la calle Santa Eulàlia” que disponía de un negocio que “constituye un foco de infección y despide malos olores y otras molestias que perjudican al personal de la fábrica”.81


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

Recorte del periódico El Heraldo de Madrid con la noticia del brote de peste negra en Hospitalet, Redacción El Heraldo de Madrid, (27/08/1931), “En el pueblo de Hospitalet se declaran algunos casos de peste bubónica”, p. 16.

En 1945, la Junta recibió otra “denuncia formulada por unos vecinos de la calle Gasómetro nº42, manifestando que en el patio de la misma y en malas condiciones sanitarias se albergan un cierto número de ganado de cerdos, propiedad de varios vecinos de la misma finca, con las consiguientes molestias para los inquilinos, la Junta es del parecer de que no debe autorizarse criaderos de cerdos en las

casas de vecindad, no obstante, en el caso expuesto, se acuerda pase a informe del Inspector Veterinario Municipal”.82 Tres meses después, el Inspector Veterinario sentenció en un informe presentado a la Junta que el local no reunía las condiciones para el establecimiento del citado ganado y que, además de las molestias que produce, representa un peligro para la salud pública”. Los miembros de la Junta acabaron concluyendo “ordenar a los propietarios del citado ganado procedan a su traslado a zona autorizada”.83 Como vemos, en esta época, otra vez, desde las autoridades sanitarias del municipio no se intentaba acabar con los basureros y criaderos de cerdos sino que se intentaban trasladar todos a una

En los años 40, la Junta no intentó acabar con los basureros sino trasladarlos todos a una misma zona, la “zona infecta”

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misma zona. La clausura de los basureros no era la prioridad sino la reubicación de los mismos.84 Así pues, a pesar de la nueva legislación, los dictámenes impuestos por la comisión y la creación de esa “zona infecta”, esta

Podemos intuir una lucha con el Ayuntamiento de Barcelona sobre qué hacer con los desperdicios y quien debe asumir los gastos

actividad llevaba mucho tiempo ejerciéndose en L’Hospitalet, y, por tanto, fue muy difícil de erradicar. En 1948, la Junta recibía otra denuncia a un vecino de L’Hospitalet por “dedicarse clandestinamente a la recogida de basuras en Barcelona y a la cría de cerdos en su propio domicilio en el cual, además, existen depósitos de estiércoles, de papeles, y de trapos que manipula y clasifica en el propio local con peligro para la salud de los que lo habitan”.85 En este momento perdemos el rastro de las actas de la Junta, pero por otras fuentes sabemos que esta situación de constantes dificultades delante de la aplicación efectiva de la legislación y del traslado de las industrias basureras a la zona adecuada, se alargó durante la siguientes décadas, hasta los años sesenta.86 El doce de abril de 1962, el periódico La Vanguardia publicó una entrevista con Ramón Solanich Riera, alcalde de L’Hospitalet, doctor en medicina, realizada por Jesús Ichaso.87 En esta entrevista, el periodista afirmaba que en L’Hospitalet aún entraban más de “quinientas toneladas diarias de basuras”, cosa que, según él, era un problema “grave”. Ichaso también explicaba que hasta un año

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antes de esta entrevista, los basureros aprovechaban los desperdicios que llegaban a L’Hospitalet para criar cerdos. A mediados de 1961 había llegado a L’Hospitalet una plaga de peste porcina que poco a poco se había extendido por la península. A raíz de la peste se habían sacrificado en Hospitalet a casi 40.000 cerdos en pocos días y se había prohibido terminantemente la cría de cerdos utilizando deshechos urbanos. Una vez planteada esta situación, el periodista preguntaba al alcalde dónde iban con este cambio los residuos urbanos. Solanich contestó que sólo sobrevivían con actividad en Hospitalet aquellos basureros que seleccionaban desperdicios no orgánicos, como papel, hierro, metales... El alcalde continuaba dejando a entender que ahora el problema, en buena parte higiénico, era qué hacer con las otras basuras que llegaban al municipio. Para solucionar esta cuestión, el alcalde proponía la coordinación entre los dos Ayuntamientos de L’Hospitalet y Barcelona para la creación de “una planta de transformación de basuras” en subproductos como abonos, plásticos... En los años sesenta el consumo de plástico iba en aumento y, como consecuencia, la gestión de los residuos urbanos cambiaba a marchas forzadas. Solanich defendía que, aunque la planta estuviera en terreno de L’Hospitalet, el municipio no podía correr todos los gastos ya que los residuos no eran todos de L’Hospitalet, ocupado ya con el problema de cuidar la salud pública del municipio donde llegaban todos estos deshechos. Sin tener espacio ni fuentes para profundizar, si que podemos ver en las palabras de Solanich una lucha con el Ayuntamiento de Barcelona sobre qué hacer con los desperdicios de la ciudad condal, quien debe asumir los gastos y la gestión de estos tratamientos. L’Hospitalet había asumido hasta ese momento esta gestión pero el mundo de los desperdicios y la ciudad estaban cambiado a marchas forzadas, era necesario un nuevo acuerdo.

Conclusión Finalmente, después de innumerables

intentos por parte de todo tipo de gobiernos, durante años, de acabar con el problema sanitario que suponían las industrias que recogían basuras para criar cerdos y vender estiércol, fue la llegada de la peste porcina la que logró, en buena parte, esta hazaña. Como hemos visto, con un repaso de las actas de la Junta Municipal de Sanidad de L’Hospitalet se pone de relieve que este problema de salud pública fue una de sus principales preocupaciones de los responsables sanitarios del municipio desde finales del siglo XIX y al menos hasta la Guerra Civil, e incluso hasta los años sesenta. Una piedra en el zapato que se hizo especialmente dolorosa en tiempos del brote de peste bubónica que fue un aviso del daño que podían causar la continuidad de estas industrias bajo ciertas condiciones. Durante esta crisis los basureros fueron acusados de ser los causantes del brote al provocar la presencia de ratas, transmisoras de la pulga de la peste. En todos estos períodos, los miembros de la Junta manifestaron su voluntad de acabar con los basureros pero también reconocieron repetidamente la dificultad de realizar esta tarea. Las razones que ya hemos explicado, el servicio que prestaban a Barcelona y la gran implementación de los basureros en L’Hospitalet, los cuales creaban una dependencia de muchas personas de esta industria, se presentaron también repetidas veces como los principales obstáculos. La solución que progresivamente se llevó a cabo consistió en dos medidas principales. Por un lado, poco a poco, se fueron estableciendo una serie de normas para regular estos establecimientos. Normas que iban, en su mayoría, orientadas a mejorar las condiciones higiénicas de los locales donde se seleccionaba la basura y de los trabajadores que lo hacían, así como a asegurar la mínima propagación de las posibles infecciones que pudiesen aparecer, ya sea impermeabilizando suelos o eliminando ratas. La otra serie de medidas, fue orientada, casi desde un principio de la consideración del problema, al traslado de los basureros a una zona concreta del municipio, para nada urbanizada y que se prohibiera, a


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

partir de aquel momento, dicha urbanización con viviendas. En general, hemos visto como las élites rectoras del municipio, incluidos los médicos que formaban parte de la Junta Municipal de L’Hospitalet de Llobregat, buscaron las formas de minimizar los peligros sanitarios de los basureros, de llevar a cabo estas medidas, casi siempre, sin preocuparse por las familias de los basureros mismos. Poco importaba a la Junta cómo vivían estos basureros y qué preocupaciones y quejas podían tener. Es más, en alguna ocasión, hemos visto como los integrantes de la Junta cualificaban de incultos a estos basureros, y a la población en general, mostrándolos a menudo como despreocupados por la higiene e incapaces de detectar o resolver los problemas que la falta de esta podía causar. Estamos delante de una forma de actuar paternalista, según la cual, estos políticos y médicos obligaban a los basureros, sin más explicación, educación o mediación, a cumplir las ordenanzas sanitarias establecidas. Como hemos visto, esta forma de actuar no funcionó, ya que la presencia de irregularidades en los negocios de basuras era habitual y, a veces con el consentimiento de los propios políticos, los estercoleros siguieron propagándose, primero en Santa Eulàlia y después en Collblanc, cerca de zonas habitadas. La única excepción que podemos ver en este período se dio al principio de la Segunda República, cuando la Junta, en lugar de imponer su relato, crea unas comisiones en las que se reunirán representantes de la Junta con representantes

de los basureros, con tal de incentivar el diálogo entre los dos. Y es que si escuchamos a los basureros y a los vecinos, aunque sea a través de la misma Junta de Sanidad, vemos que esta supuesta ignorancia y falta de responsabilidad y cuidado de la higiene es totalmente falsa. Hemos visto, y existen otros ejemplos, como los basureros, y también los vecinos, se presentaban delante de la Junta, se organizaban y eran bien conscientes de sus carencias y de los problemas que éstas podían llevar. Los vecinos además, eran conocedores de los problemas sanitarios que la presencia de estas industrias cerca de su casa podían causar y, disponían de mecanismos para presentar quejas a la Junta. En definitiva, además de hacer un pequeño paso para recuperar la memoria de esta profesión perdida, especialmente relevante en L’Hospitalet, este artículo ha querido mostrar la importancia de los basureros en el desarrollo sanitario e higiénico de una población como L’Hospitalet. La presencia numerosa de estos negocios incentivó también la puesta en marcha de iniciativas higiénicas, por ejemplo, de lucha contra las ratas o de separación de los espacios de trabajo y de vivienda, posteriormente extendidas a otras industrias. El punto de vista de la Junta Municipal de Sanidad, el utilizado mayoritariamente en este artículo, es solo una de las posibles, aunque importante, forma de explicar esta historia. Faltaría dar más relevancia a qué pensaban y decían los basureros, así como los otros vecinos. Aun así, como hemos visto, se hace muy difícil

explicar la historia reciente de L’Hospitalet sin tener en cuenta los basureros, y, a la vez, se hace difícil explicar la historia de estos negocios sin considerar la gestión sanitaria de los mismos. Esta historia pero va más allá de

Faltaría destacar más qué pensaban los basureros, cual era el papel de las mujeres, así como la opinión de los vecinos

L’Hospitalet ya que nos cuenta una parte muy importante de la misma historia de Barcelona, la cual incluye también sus deshechos, desperdicios y basuras. Así pues, aunque este artículo quiere ser un pequeño grano de arena para explorar los negocios de la basura en este período, nos queda aún mucho trabajo para entenderlos en su totalidad, sus diversos puntos de vista y aristas, de la sanidad al medio ambiente, y, con eso, entender mejor la historia reciente de nuestras ciudades y pueblos.s

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Miquel Carandell Baruzzi

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Notas 1) Archivo Municipal de L’Hospitalet de Llobregat (a partir de aquí, AML’H), Caja 44363, Actas de la Junta Municipal de Sanidad (a partir de aquí, AJMS), 10/11/1910.

15) AML’H Caja 44363, AJMS, 1904.

2) Las características de esta industria se explican en varias ocasiones en las actas de la Junta Municipal de Sanidad y también se detallan en una serie de artículos del historiador local Inocencio Salmerón en la revista local Progrés, ver bibliografía y también Vila 2015.

17) Por ejemplo, AML’H. Caja 44363, AJMS, 28/10/1931.

3) Existe muy poca bibliografía que sepamos sobre estos basureros más allá de Salmerón. Además de Vila 2015 que trata las reivindicaciones de la población en contra de estas y otras industrias, también podemos leer una pequeña crónica de experiencia personal en Carnicer 1998, p.41-51. Recientemente varios blogs sobre historia de Hospitalet hablan de los basureros, como “Hospitalet de Llobregat. Imatges retrospectives d’una ciutat”, “Memòria del Barri de la Torrassa” o “Local-Mundial”.

19) Salmerón 1992a.

4) Vila 2015 y Casas 1986. 5) Carnicer 1998, p.41-51 y comunicación personal con Josep Maria Solías. 6) Grabuleda 2002. 7) AML’H. Caja 44363, por ejemplo, AJMS, 26/02/1927. 8) Por ejemplo, el clásico McNeill 2003 o Strasser 1999 para la transformación de la gestión de las basuras ya en el siglo XX y para el caso americano, en el que los criaderos de cerdos también se utilizaban para la eliminación de los desperdicios. 9) Sobre los aspectos de la historia de L’Hospitalet que se narra en este artículo, sus obreros y fábricas, ver VV.AA. 1997 y Oyón y Gallardo 2005, 101-121. 10) Domínguez 1992.

16) Sobre el higienismo, sus características y esta relación con las clases obreras ver Alcaide González 1999 y Quintanas 2011. 18) AML’H. Caja 44364 Carpeta del Comitè Local de Sanitat 24/07/1936 y Caja 44364 Consell Local de Sanitat i Assistència Social, 17/10/1936. 20) AML’H Caja 44363, AJMS, 1904. 21) AML’H Caja 44363, AJMS, 1904. 22) Oyón y Gallardo 2005, 101-121. 23) AML’H Caja 44363, AJMS, 1904. 24) Salmerón 1992d. 25) AML’H Caja 44363, AJMS, 1904. 26) Salmerón 1992d. 27) AML’H Caja 44363, AJMS, 1904. 28) Salmerón 1992a. 29) AML’H Caja 44363, AJMS, 1912. 30) Salmerón 1992c. 31) Vila 2015. 32) Salmerón 1992b. 33) Salmerón 1992b y AML’H Caja 44363, AJMS, 1920. 34) AML’H. Caja 44363, AJMS, 26/08/1930.

11) Para una historia de Collblanc, ver Salmerón 2009, específicamente sobre los basureros Salmerón 1992a.

35) AML’H. Caja 44363, AJMS, 26/08/1930.

12) Para una visión general de la historia de la salud pública ver Rosen 2015, original de 1958 o Porter 1999. Para el caso español, Rodríguez-Ocaña y Martínez Navarro 2008, y para Barcelona, Roca-Rossel 1991a.

37) Salmerón 1992d.

36) AML’H. Caja 44363, AJMS, 26/08/1930 y Salmerón 1992c. 38) Redacción El Heraldo de Madrid, (27/08/1931).

13) AML’H Caja 44363, declaraciones del Inspector Provincial de Sanidad, 10/11/1910.

39) Camus 2003, original 1947, y Storrs 2015.

14) AML’H Caja 44363, AJMS, 10/11/1910 y Salmerón 1992a.

41) R edacción La Voz (27/08/1931), Redacción El Heraldo de Madrid,

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40) Redacción El Heraldo de Madrid, (27/08/1931).


Desperdicios urbanos, peste bubónica y salud pública en L’Hospitalet de Llobregat de la primera mitad del siglo XX

(29/08/1931), Redacción El Imparcial (29/08/1931), Redacción El Sol (03/09/1931). Ver también Claramunt 1933. 42) Redacción El Heraldo de Madrid, (29/08/1931) y Redacción El Imparcial (29/08/1931). 43) AML’H. Caja 44363, AJMS 21/08/1931. Más sobre el Institut Municipal d’Higiene en Roca-Rosell 1991b. 44) AML’H. Caja 44363, AJMS 21/08/1931. 45) Roca-Rosell 1991b, p. 94. 46) Roca-Rosell 1991b, p. 95. 47) AML’H. Caja 44363, AJMS 26/08/1931. Original en catalán: “en focus bruts de rates malaltes de pesta, que al morir-se, les puces que viuen sobre llurs cossos, fugen i van a parar a altres rates o persones que hi estàn en comunicació (drapaires, escombriaires, corts de porcs...)”, todas las traducciones son mías.

62) AML’H. Caja 44363, AJMS, 06/09/1931. Original en catalán: “l’existència de rates a l’Hospitalet depen de l’existència de dos tipus d’establiments industrials: els dipòsits de draps i els dipòsits d’escombraries o criaderos de tocinos”. 63) AML’H. Caja 44363, AJMS, 06/09/1931. Original en catalán: “si volem desfer-nos de les rates, ens em de desfer dels dipòsits d’escombraries, que, a més, venen de Barcelona”. 64) AML’H. Caja 44363, AJMS, 06/09/1931. Original en catalán: “Cal iniciar la lluita contra els dipòsits d’escombraries i veritables criaders, no sols de porcs, sinó de rates i puces, i ja sabem que aquests insectes són els que transporten la malaltia de les rates a les persones”. 65) AML’H. Caja 44363, AJMS, 28/10/1931. 66) AML’H. Caja 44363, AJMS, 28/10/1931. Original en catalán: “grans clots construits en camps amples i llunyants de la masa de la població”, “ont s’enterrin”.

48) AML’H. Caja 44363, AJMS, 26/09/1931. Original en catalán: “més avall de la carretera del Prat, molt a prop de la barriada d’escombraries d’aquella carretera”.

67) AML’H. Caja 44363, AJMS, 28/10/1931.

49) Salmerón 1992b y Redacción La Voz (27/08/1931).

69) Más sobre el GATCPAC en Pizza y Rovira 2007, más detalles sobre el proyecto en L’Hospitalet en Vila 2015 y ver Miralles 2014 para el tratamiento de los proyectos del GATCPAC sobre salud pública, concretamente sobre tuberculosis.

50) AML’H. Caja 44363, AJMS 21/08/1931. Original en catalán: “posar en pràctica totes les mesures i mitjans que la ciència aconsella com a indispensable per tractar aquesta malaltia”, “combatre la seva propagació”. 51) AML’H. Caja 44363, AJMS 21/08/1931. Original en catalán: “separació i aïllament a l’Hospital d’Infecciosos dels atacats”.

68) Salmerón 1992d.

70) Salmerón 1992d. 71) AML’H. Caja 44364 AJMS 30/01/1940.

52) Para una historia del Hospital del Mar ver Venteo 2015 y Bosch 1986.

72) AML’H. Caja 44364 AJMS 30/01/1940.

53) AML’H. Caja 44363, AJMS 21/08/1931. Original en catalán: “a la neteja de la pell i robes i a la vacunació antipestosa”.

73) AML’H. Caja 44364 AJMS 04/06/1940.

54) AML’H. Caja 44363, AJMS 21/08/1931. Original en catalán: “tots els veïns i individus que es poden relacionar amb el focus conegut”.

75) AML’H. Caja 44364 AJMS 05/07/1940.

55) AML’H. Caja 44363, AJMS 21/08/1931. Más sobre el Laboratori Municipal en Roca-Rosell 1988.

74) AML’H. Caja 44364 AJMS 05/07/1940. 76) A ML’H. Caja 44364 AJMS 05/08/1940 y AML’H. Caja 44364 AJMS 16/12/1940. 77) AML’H. Caja 44364 AJMS 16/12/1940.

56) Roca-Rosell 1991b, p. 90-91.

78) AML’H. Caja 44364 AJMS 16/12/1940.

57) AML’H. Caja 44363, AJMS 26/08/1931. Original en catalán:“pasta fosfòrica, pols d’escilla”.

79) AML’H. Caja 44364 AJMS 07/06/1941.

58) AML’H. Caja 44363, AJMS 26/08/1931. Original en catalán: “patis, cambres, establiments públics” i fins i tot els carrers, amb solucions antisèptiques, sobretot “àcid fènic i fenols”, “hipoclorits, lleixiu de sosa, lletada de cals, etc”.

81) AML’H. Caja 44364 AJMS 04/09/1943.

59) AML’H. Caja 44363, AJMS 26/08/1931. Original en catalán: “recollida dels gossos que van lliures pels carrers” y “ésser portadors de puces i facilitar el contagi”. 60) Roca-Rosell 1991b, p. 90-91. 61) A ML’H. Caja 44363, AJMS 26/08/1931.

80) Por ejemplo: AML’H. Caja 44364 AJMS 26/03/1942, AML’H. Caja 44364 AJMS 11/09/1940 y AML’H. Caja 44364 AJMS 26/09/1942. 82) A ML’H. Caja 44364 AJMS 21/09/1945. 83) AML’H. Caja 44364 AJMS 09/12/1945. 84) AML’H. Caja 44364 AJMS 21/09/1945. 85) AML’H. Caja 44364 AJMS 01/03/1948. 86) Salmerón 1992d. 87) Ichaso, La Vanguardia (12/04/1962).

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Estudio descriptivo y analítico del “Formulario cirujíco para uso del Hospital Militar de Mahòn” Anna M. Carmona i Cornet*

Resumen: El "Formulario cirujíco para uso del Hospital Militar de Mahòn" fue redactado por el director del hospital y cirujano mayor el Dr. Manuel Rodríguez Caramazana el 25 de marzo de 1808. Este artículo recoge el estudio descriptivo y analítico realizado en la edición facsímil del formulario publicada en 2014 por la Fundación Uriach en colaboración con la Fundación Hospital Illa del Rei. El Hospital de la Isleta o Real Hospital del Ejército y la Marina fue considerado el más relevante entre los

hospitales militares de la península ibérica, por su situación geográfica y por las aplicaciones terapéuticas, quirúrgicas y medicamentosas realizadas. El estudio contextualiza el texto original y describe los preparados farmacéuticos utilizados en la asistencia a los heridos de este Hospital de Menorca durante la Guerra de la Independencia Española y que, un siglo más tarde, todavía fueron utilizados en hospitales europeos de renombre como el de París.

Surgical Formulary for use at the Military Hospital of Mahon Abstract: The Surgical Formulary for use at the Military Hospital of Mahon was written by the hospital director and surgeon-major Dr. Manuel Rodriguez Caramanza on 25th March 1808. This article includes the descriptive and analytical study carried out in the facsimile edition of the formulary published in 2014 by the Uriach foundation in collaboration with the Hospital Illa del Rei Foundation. The Isleta Hospital or the Royal Army and Navy Hospital was considered the most relevant among mi-

* Catedrática emérita de Historia de la Farmacia de la Universidad de Barcelona Presidenta del Institut Medicofarmacèutic de Catalunya Responsable del Museu de la Farmàcia Catalana Académica numeraria de la RAFC

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litary hospitals on the Iberian Peninsula, for its geographical location and for the therapeutic, surgical and clinical treatments applied. This study contextualises the original text and describes the pharmaceutical preparations used in the care of the wounded in this Menorcan Hospital during the Spanish War of Independence and that, a century later, were still being used in renowned European hospitals such as that in Paris.


“Formulario cirujíco para uso del hospital militar de Mahòn”

Introducción

E

l formulario quirúrgico para uso del Hospital Militar de Mahón lo elaboró el Dr. Manuel Rodríguez y Caramazana, en fecha 25 de marzo de 1808. Fue profesor de Cirugía y Medicina, Cirujano Consultor Honorario del Ejército y Cirujano Mayor del citado Hospital Militar de Mahón. Comunicó de oficio a Juan Clarós, Boticario Mayor del mismo Hospital Militar, para que elaborase los medicamentos internos y externos, de acuerdo a la tercera edición de la Farmacopea Hispana y del petitorio de la Real Junta Superior Gubernativa de la Facultad de Farmacia, según el Reglamento de Hospitales. Solicitándole además, su cooperación junto a sus practicantes de farmacia para el exacto cumplimiento, dándole aviso de haberlo recibido y de quedar enterado del contenido del formulario, para la asistencia de los enfermos de cirugía de este Real Hospital Militar de Mahón. Al día siguiente, el 26 de marzo de 1808, el Boticario Mayor respondía al Cirujano Mayor, haber recibido el formulario para la asistencia de los enfermos de Cirugía del Real Hospital Militar de Mahón, de cuyo contenido y exacto cumplimiento quedaba enterado y por ello conforme a su voluntad expresada en las órdenes que citaba. El hecho cierto es que se cumplió y se aplicó el formulario en época de

contienda, para los heridos y enfermos asistidos en el Hospital Militar de Mahón. Se conoce la existencia de dos ejemplares de este formulario quirúrgico. Uno de ellos está firmado por Rodríguez Caramazana y Juan Clarós, que se conserva en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid.

El formulario se aplicó en época de contienda para asistir a los heridos y enfermos del Hospital

En cuanto a las pesas medicinales usadas, se había de tener en cuenta que aún no se había introducido el sistema métrico decimal, por lo que se seguía la ponderación clásica establecida por el Decreto de Felipe V, imponiendo el sistema de pesos basado en la libra medicinal castellana. En este Formulario, se seguían las indicadas en las farmacopeas hispanas, los pesos medicinales de Castilla, que eran la li-

bra de 12 onzas, la onza de 8 dracmas, la dracma de tres escrúpulos y el escrúpulo de 24 granos. En la primera edición de la Farmacopea Hispana del año 1794, se indicaban los pesos y medidas que habían de seguirse obligatoriamente, en toda la península, incluida Catalunya. En la segunda edición de 1797, en la tercera de 1803, y en la cuarta de 1817, la equivalencia de pesos era la misma. Por lo que se concluye, que en este formulario se siguieron la equivalencia de los pesos medicinales de Castilla, haciendo uso de la conversión de libras, onzas, dracmas, escrúpulos y granos, de tal manera que una libra equivalía a 12 onzas, 96 dracmas, 288 escrúpulos y 6’9 granos, aproximadamente a 345 gramos, según el sistema de pesos actuales. La onza equivalía a 8 dracmas, 24 escrúpulos y 576 granos, aproximadamente 28’8 gramos actuales. El dracma equivalía a 3 escrúpulos y 72 granos, aproximadamente 3’6 gramos actuales. El escrúpulo equivalía a 24 granos, aproximadamente 1’2 gramos y el grano a 0,05 gramos actuales. Se ha de tener en cuenta que hasta el año 1879, por el Decreto del 14 de febrero, no quedó establecida la obligatoriedad del sistema métrico decimal, dando fin a los antiguos pesos medicinales. En la Farmacopea Española en su sexta edición de 1884, ya se establece el sistema métrico decimal. En el formulario quirúrgico se indicaban los pesos y balanzas utiliza-

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dos, así como las pesas medicinales de 1 libra; de 6, 3, 2, 1 y media onza; de 2, 1, y media dracma; 2, 1 y medio escrúpulo; de 6, 3, 2, uno y medio grano. También especificaba las medidas para líquidos de libra, media libra, de onza y media onza.

Datos biográficos del Cirujano Mayor Manuel Rodríguez y Caramazana Manuel Rodríguez y Caramazana, nació el 10 de mayo de 1765 en Villalpando y realizó sus estudios en el Real Colegio de Cirugía de Barcelona, obteniendo el título en 1791. Desde 1793 participó en la guerra como Ayudante de Cirugía en las campañas de Catalunya y el Rosellón, siendo nombrado en 1794 primer Ayudante del Cirujano Mayor Pau Capdevila, Director del Real Colegio de Cirugía de Barcelona, hasta conseguir el grado de Cirujano Mayor en el año 1795. Un año después, en sus memorias inéditas expone la radical curación del hidrocele con una simple punción. En 1802 fue médico y Cirujano Mayor militar de Mahón y después vicedirector del cuerpo de médicos-cirujanos del ejército en Galicia. Desde el año 1814 colaboró como articulista en el Diario de Menorca, dedicando a Mateo Orfila, creador de la toxicología moderna, a quien admiraba y elogiaba, la mayor parte de sus escritos. En 1817 da a conocer la debilidad congénita de los músculos de la vida animal de un niño por haber comido nieve su madre pocos días antes de darle a luz. De talante liberal, defendió a ultranza la Medicina, la Cirugía y la Farmacia militar, expresando en 1820 una carta polémica dirigida desde Mahón al redactor del Diario Complementario del Diccionario de las Ciencias Médicas en Paris, en refutación de un artículo del citado Diccionario. En 1823 fue admitido académico correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz, Miembro de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, y de la Sociedad Médica de Sevilla. Con el absolutismo fue sancionado hasta 1829 que se incorpora de nuevo en el Hospital Militar de Mahón, siendo nom-

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El Hospital estaba situado en la Isla del Rey, en el centro del puerto y fue fundado en 1722 por los ingleses

Cerámica, posiblemente catalana, con la representación de un farmacéutico utilizando un mortero, s. XVIII. Fondo Fundación Uriach 1838.

brado en 1831 vicedirector médico de los ejércitos de Galicia y Asturias. En este mismo año obtuvo el grado de doctor en Medicina y en 1833 es elegido académico numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia y Asturias. Posteriormente, renuncia a su plaza para trasladarse a Madrid, habiendo sido nombrado en 1836 inspector de cirugía para el cuerpo de Sanidad Militar hasta su muerte en el mismo año, a la edad de 71 años.

Breve reseña del Hospital Militar de Mahón El Hospital Militar estaba situado en la Isla del Rey, en el centro del puerto y fue fundado en 1722 por los ingleses, en su primera dominación, expropiando la Isla y construyendo barracones para el Hospital de la Marina de Guerra. En el período de 1771 al 1776, durante la segunda dominación británica, se construyó el edificio que posteriormente fue modificado. El Hospital tenía 40 salas para los enfermos, servicios de farmacia, salas de curas, de baños, lavaderos y cocinas entre otros. En 1821 se habilitó como lazareto de cuarentenas, a causa de la epidemia de fiebre amarilla. En 1830 se utilizó como hospital de campaña y finalmente, a partir de 1843, el edificio recuperó su origen como hospital militar hasta el cierre definitivo en 1964. El Hospital de la Isleta o el Real Hospital del Ejército y la Marina, designado como Hospital Militar, es considerado el más relevante entre los hospitales militares de la península ibérica, por su situación geográfica y por las aplicaciones terapéuticas, quirúrgicas y medicamentosas realizadas por el Dr. Manuel Rodríguez y Caramazana. Por ello, dedicamos esta publicación como homenaje a la aportación de sus avances quirúrgicos y terapéuticos, así como el talante liberal puesto de manifiesto en la defensa política y científica de la Medicina, Cirugía y Farmacia. En la Botica del Hospital Militar se hallaban los instrumentos y aparatos que se utilizaban para preparar y elaborar los medicamentos compuestos, indicados en el formulario. Se utilizaba un aparato hidroneumático, así como las balanzas para libras, onzas y grano y las pesas medicinales de libra; de seis, tres, dos, una y media onza; pesos de dos, una y medio dracma; de dos, uno y medio escrúpulo y de seis, tres, dos, uno y medio grano. También constan las medidas para líquidos de libra, media libra, onza y media onza. Entre los instrumentos se destacan: dos calderas estañadas, un alambique de cobre, dos peroles, tres cazos, dos matraces de vidrio, un mortero


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de bronce, un mortero de mármol, un mortero de vidrio, un pórfido grande con su moleta para realizar la porfirización (operación mecánica para reducir cuerpos duros), una piedra de pórfido pequeña, una prensa con dos platos, dos espumaderas de cobre estañadas, seis coladores, un tamiz sutil de seda, un tamiz algo más claro, un tamiz para minerales, tres cedazos de cerda, cuatro retortas de vidrio, cuatro recipientes de vidrio, un crisol grande, dos crisoles pequeños, cuatro evaporadoras de vidrio o de tierra barnizadas, dos embudos de hojalata, dos embudos de vidrio, tres espátulas de hierro, tres espátulas de madera, y varios albarelos, redomas, frasquillos y hornillos. En plena Guerra de la Independencia, concretamente el 25 de marzo de 1808, el Dr. Rodríguez Caramazana elaboró un formulario quirúrgico para uso del Hospital Militar de Mahón, siendo uno de los practicantes Gabriel Camps y el Boticario Mayor Juan Clarós, pariente coetáneo de Juan Clarós y Presas héroe de la Guerra de la Independencia. En la guía menorquina se indican 403 enfermos, entre heridos de guerra y prisioneros franceses a los que se les suministraron los medicamentos y la cirugía indicados en el formulario.

Descripción y análisis comparativo del formulario quirúrgico Este formulario quirúrgico está estructurado en dos partes. La primera parte corresponde a la visita de farmacia con el reconocimiento de instrumentos, pesos y medidas; así como la presentación del formulario firmado por el Cirujano Mayor Rodríguez Caramazana, la tercera edición de la Farmacopea Española, la segunda edición del Diccionario Elemental de Farmacia de Hernández de Gregorio, los Elementos de Farmacia de Carbonell y el petitorio de la Junta de Farmacia. También contiene la revisión y examen de las sustancias bituminosas e inflamables, las hierbas y sustancias vegetales, los medicamentos simples del reino animal, los medicamentos compuestos y especies. En la segunda

En la guía menorquina se indican 403 enfermos a los que se les suministraron los medicamentos y la cirugía indicados en el formulario parte se especifican los potables y tópicos, indicándose las aguas sin cocer, las emulsivas, las infusas en frío, las infusas en caliente, las cocidas tenues, las cocidas fuertes, mixturas o pociones, soluciones, conservas y píldoras. En tópicos se destacan los grados de estímulos locales en forma de cocimientos, cataplasmas, emplastos, baños, fomentos, gargarismos, inyecciones, linimentos, colirios, enemas, ceratos, masillas, digestivos, ungüentos y candelillas. Finalmente, figura un apéndice, donde se hace mención de la fumigación para las salas y se citan diez advertencias para el buen uso del formulario y mejor asistencia de los enfermos.

Primera parte: Visita de botica Substancias bituminosas e inflamables El Cirujano Mayor Rodríguez Caramazana seleccionaba las sustancias minerales bituminosas e inflamables como el azufre común sublimado y las sales de amoniaco, el muriato de amoniaco, el alumbre o sulfato de alúmina y la sal de la higuera o sulfato de magnesia. También citaba el sulfato de antimonio nativo, como mina de antimonio, y los metales como el azogue destilado o mercurio purificado y el hierro en limaduras o limaduras de hierro puras.

Hierbas y substancias vegetales En cuanto a las sustancias vegetales, mencionaba los ajenjos, los cogollos, los polvos de las hojas de gayuba, las hojas y flores de las malvas, las hojas de la salvia, las del sen y torongil; las raíces de bejuquillo, bardana, genciana, jalapa, ruibarbo, serpentaria virginiana, valeriana y zarzaparrilla; las cortezas de canela, granadas, quina del Perú, quina y simarruba; los leños de palo santo, yesca o agárico preparado; las flores de centaura menor, manzanilla romana, romero, aquilea en gargarismos y saúco; frutos de las cápsulas de adormideras, nueces de ciprés y tamarindos. 1. Simientes Utilizaba las simientes de melón y calabaza, ya que ésta última contenía un glucósido resinoso: el peponósido, por lo que se usaba como tenífugo no tóxico. También citaba el anís, la harina y mucílago del lino, la mostaza machacada y el mucílago de membrillos. 2. Gomas La goma arábiga o goma de acacia o del Senegal, era el exudado natural gomoso del tallo de la Acacia. Contenía fermentos, arabatos, arabasa y galactana. De acción emoliente en las mucosas, su principal aplicación era para los tejidos inflamados, en la tos y el aparato digestivo. También tenía diversas aplicaciones en la preparación de jarabes, pociones, emulsiones y píldoras tal como ya se ha indicado en la descripción de los medicamentos compuestos de este mismo formulario. La harina y el mucílago al seis por ciento de la linaza, se utilizaban también como emolientes por el mucílago, y las semillas como purgante mecánico. Además las semillas pulverizadas constituían la harina de linaza, utilizada para la confección de cataplasmas. Las semillas de la mostaza negra de las crucíferas, se destacaban por su sabor mucilaginoso y su contenido en grasa, sinigrina, heterósido sulfurado y el fermento mirosina que daba la esencia de mostaza y el isosulfocianuro de alilo. Su utilización fue como estimulante digestivo, aunque podía

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La tintura de mirra era de acción estomacal y desinfectante, y también se usaba en afecciones de la boca y garganta

ocasionar acción irritante en las mucosas bucal y estomacal. La harina de mostaza eran las semillas pulverizadas que tenían acción revulsiva en cataplasmas o sinapismos. El anís o anís verde, anís común, matalahúga eran aquenios maduros que contenían esencia constituida básicamente por anetol, siendo utilizado como estimulante, carminativo y expectorante. 3. Gomorresinas Las gomorresinas de amoniaco y tintura de mirra se indicaban con interrogación, a las que se añadirían la goma amoniaco como producto gomorresinoso obtenido del tallo y raíz de la “Dorema ammoniacum” de las umbelíferas. Se presentaban en masas o lágrimas opacas e incrustadas en una masa de color amarillo pardusco, estaba constituida por una resina de ésteres del amorresitanol y de los ácidos salicílico, valeriánico y butírico, una goma poco soluble, la basorina con galactosa y arabinosa y una esencia con terpenos, una cetona y ésteres que se utilizaban para la preparación de algunos emplastos mencionados en este formulario quirúrgico. La tintura de mirra obtenida del producto gomorresinoso de “Commiphora abyssinica” de las burseráceas, se presentaba en fragmentos irregulares de olor agradable y sabor amargo. Contenía resina, goma y esencia que se consideraba el principio activo constituido por ácidos libres o combinados, ácidos acético y palmítico, aldehídos, fenoles e hidrocarburos. De acción estomacal y desinfectante, también se

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Tamarindus. Lámina de PÉREZ M. MINGUEZ, Mariano. Enciclopedia Farmacéutica. Barcelona: Jaime Seix Editor, 1889. Fondo Biblioteca FU1838.

usaba en afecciones de la boca y garganta, por su acción expectorante y balsámica. Generalmente se utilizaba en forma glicerinada combinada a otras esencias. 4. Resinas, bálsamos y sustancias resinosas En resinas, bálsamos y sustancias resinosas, figuraba el alcanfor natural,

producto obtenido del “Laurus camphora”, con estructura granujienta, untuosas al tacto, constituida por la cetona del borneol. Se utilizaba el aceite alcanforado, linimento amoniacal alcanforado compuesto, pomada de alcanfor, soluciones alcohólicas de alcanfor y tintura de opio benzoica, tal como ya se ha indicado en las distintas preparaciones de este formulario. El bálsamo de copaiba o bálsamo de los Jesuitas o bálsamo brasiliense, era el bálsamo formado en los conductos esquizógenos del leño y la medula de la “Copaifera officinalis”, era un líquido espeso, amarillento y de olor es-


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El estoraque líquido era un expectorante y estimulante que disminuía las secreciones bronquiales y se utilizaba como antiblenorrágico y antiséptico emplastos y ungüentos.

pecial que se utilizaba exteriormente en gotas o interiormente, en inyecciones en la gonorrea. El estoraque líquido era una sustancia semifluida, viscosa que contenía ácido cinámico. Por su acción expectorante y estimulante disminuía las secreciones bronquiales. También se utilizaba como antiblenorrágico y antiséptico. La pez griega o colofonia o brea seca, era el producto resinoso que se obtenía como residuo después de la destilación de la trementina de “Pinus pinaster”, siendo el ácido abiético el más importante en su composición

Camphora. Lámina de PÉREZ M. MINGUEZ, Mariano. Enciclopedia Farmacéutica. Barcelona: Jaime Seix Editor, 1889. Fondo Biblioteca FU1838.

química. Su utilización era como aplicación farmacéutica en diversos emplastos, ungüentos, pomadas y esparadrapos. La trementina de pino o trementina común era un producto que contenía una oleorresina constituida por hidrocarburos terpénicos y ácidos pimárico y ácidos sapínicos, que también se utilizaba en la preparación de

5. Zumos inspisados Los zumos de acíbar sucotrino o jugo extraído de las hojas del Aloe que contenía las aloínas, áloe-emodina, barbaloína e isobarbaloína, glucósidos antraquinónicos de acción purgante. El zumo de la escamonea formada en su composición por los ácidos escamónico y escamonólico, era un enérgico purgante drástico, irritante del intestino. Derivativo en las hidropesías cardíacas y en la congestión cerebral. El maná era un producto azucarado obtenido por la exudación de “Fraximus ornus” de las oleáceas. Se presentaba en tres formas: el maná en lágrimas que era la forma oficinal en trozos alargados en forma de estalactita; el maná en suerte en forma de lágrimas de color amarillo pardusco y el maná graso más impuro y fermentado. Contenían manita, glucosa, levulosa y otros azúcares que se usaban como purgantes suaves y que por su sabor azucarado eran muy agradables al paladar. El opio era el jugo concreto aislado por incisiones de las cápsulas del “Papaver sommiferum” en sus tres variedades, album, glabrum y seligerum. Se presentaba en forma de panes con contenido en mucílago, grasa, azúcares y ácidos. Como principios activos, contenía los alcaloides del grupo del fenantreno, la morfina, codeína y tebaína y del grupo de la isoquinoleina, la papaverina, narcotina, narceína y laudanina, destacando la morfina en-

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tre todos ellos. Actuaba el opio como analgésico por su influencia en el centro cortical de las sensaciones dolorosas. Sobre el aparato digestivo inhibía el peristaltismo intestinal y actuaba como antidiarreico. La papaverina actuaba como antiespasmódico. Provocaba intoxicaciones. El zumo de opio se usaba como medicamento contra el dolor y cólicos. Medicamentos simples del reino animal Entre los medicamentos simples del reino animal señalaba los polvos, la tintura y el emplasto de las cantáridas, la cera blanca y amarilla, el esperma de la cabeza de la ballena, la miel de Menorca, la manteca y el sebo, grasa extraída del tejido adiposo del mesenterio del buey “bos-taurus”, de consistencia blanda que se aplicaba en técnica farmacéutica. Se destacaba la miel de Menorca como producto elaborado con el néctar de las flores por diversas especies de abejas, los “Apibus” de la isla de Menorca, de Mahón que por su procedencia, época, lugar y procedimiento de recolección hacían de esta miel, con olor aromático y sabor dulce, única para las preparaciones medicinales y la confección de melitos, además de las netamente alimenticias. El producto extraído de la lana de las ovejas del “Ovis aries” era la lanolina que se empleaba en farmacia para la preparación de pomadas y ungüentos. El esperma de ballena o blanco de ballena, cetina o espermaceti era el producto graso obtenido de algunas cavidades óseas, especialmente, las pericraneales y dorsales del cachalote “Phyceter macrocephalus” de los cetáceos. Eran masas cristalinas, blancas y untuosas al tacto, constituidas por éster etil-palmítico o cetina y ácidos grasos laúrico, mirístico y esteárico, que se utilizaba exteriormente en pomadas y cremas y también, como emolientes. La cera blanca o cera alba tenía las mismas propiedades que la cera amarilla o cera flava o cera virgen, elaborada por la especie “Apis mellifica” de los himenópteros, por fusión de panales después de extraída la miel. Eran masas irregulares de color ama-

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Himenópteros como la hormiga, se usaron en vivo para excitar los miembros paralíticos con el ácido fórmico que segregaban rillo, que por el calor se reblandecían dando un líquido diáfano que servía en la preparación de ceratos, pomadas y emplastos, al igual que la cera blanca obtenida por decoloración de la cera amarilla. El almizcle o “Moschus” era la secreción seca de los folículos prepuciales del almizclero macho, “Moschus moschiferus”, mamífero rumiante. Eran masas irregulares de color rojo oscuro de olor penetrante, que contenían una esencia de carácter cetónico, la muscona, utilizándose como estimulante y antiespasmódico. Excepción aparte merecían los polvos, la tintura y el emplasto de cantáridas, obtenido de la “Cantharis vesicatoria” o la “Meloe vesicatorius”. Cabe destacar que de todos los epispásticos, este insecto era el más usado por su acción sobre la piel. Se usaba a pequeñas dosis como enérgico estimulante en algunas parálisis de la vejiga, en anafrodisia y blenorragias crónicas, en epilepsia e hidropesía. La influencia inglesa de la isla de Mahón, se ve reflejada en la utilización de este insecto por los médicos ingleses en algunas enfermedades de la piel con éxito. También se utilizaba el emplasto de cantáridas o emplasto epispástico o emplasto vejigatorio como irritante y vesicante. Se destacaba el emplasto odontálgico con pez negra, pez blanca y estoraque. Citaba el polvo contra la amenorrea y el polvo de cantáridas diurético, así como las tinturas diurética para facilitar la emisión de la orina. Se utilizaba la tintura de cantáridas y euforbio como resolutivo y ru-

befaciente y la tintura etérea de cantáridas para la apoplegia, parálisis y reumatismos crónicos musculares. Destacaban la tintura oleosa contra el reumatismo muscular y la tintura de cantáridas compuesta y la tintura de cantáridas opiada para el coqueluche. También se destacaba la tintura contra el muermo, los lamparones y la sarna con aguardiente, y la tintura de cantáridas en polvo y alcohol como resolutivo, fundente y fortificante, en bajas dosis. También se utilizaba como rubefaciente y epispástico al exterior y en las diátesis y torceduras, reumatismos, hinchazones frías, duras e indolentes. Los polvos de mil pies “Oniscus asellus” y las sanguijuelas vivas que aún se utilizaban para las sangrías, eran conservadas en unos recipientes especiales de gran tamaño y muy característicos para su conservación. Himenópteros como la hormiga, se usaron en vivo para excitar los miembros paralíticos con el ácido fórmico que segregaban, para ello también utilizaban el alcohol de hormigas y la tintura alcohólica de hormigas compuesta, utilizada exteriormente en fricciones para la parálisis y debilidad de las articulaciones. Independientemente de la utilización en este formulario de simples medicinales provenientes del reino animal, en su conjunto se puede concluir diciendo que se trata de un formulario poco usual por la época de su realización. Medicamentos Compuestos 1. Aceites por expresión Respecto a los medicamentos compuestos, señala los aceites por expresión en frío de almendras dulces, obtenido de las semillas maduras del “Amigdalis communis L”, variedad “dulcis”, utilizado en ceratos y el de olivas obtenido también por expresión en frío del pericarpio del fruto maduro de la “Olea Europaea”, utilizado en varios emplastos y linimentos. 2. Aceites de cocción Aceite de cocción de manzanilla que según los simples utilizados en el formulario, figura la manzanilla romana “Anthemis nobilis, L.”, que contiene un


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El agua destilada de hinojo, se obtenía del fruto del "foeniculum vulgare" y se utilizaba como carminativo y expectorante en la tos glucósido amargo, un tanino y una fitosterina, siendo utilizado como tónico amargo, aromático, estomacal y antiespasmódico. 3. Aguas destiladas simples Entre las aguas destiladas simples, destaca la de rosas obtenida por destilación mediante vapor de agua, de las flores frescas de “Rosa Gallica, L”, constituida fundamentalmente por geraniol, citromenal, linalol, eugenol y citral entre otros, utilizadas en preparaciones galénicas como los ceratos, pomadas y ungüentos. El agua destilada de hinojo, se obtenía del fruto del “foeniculum vulgare, M”, que son aquenios secretores de la esencia constituida por anetol, fechona y felandreno entre otros, que se utilizaba como carminativo y expectorante en la tos. 4. Aguas destiladas compuestas En las aguas destiladas compuestas, cita la de canela lacticinosa, obtenida por destilación en corriente de vapor de agua, de la corteza de “cinnamomum ceylanicum”, que contiene aldehído cinámico y eugenol, básicamente, utilizando el polvo o la tintura y se preparaba una agua destilada de canela que tenía acción estomacal, digestiva y carminativa.

agua, denominado posteriormente ácido sulfúrico medicinal, conservado en recipientes de vidrio con tapón esmerilado, que se utilizaba en enfermedades cutáneas parasitarias.

Rosa Gallica. Lámina de PÉREZ M. MINGUEZ, Mariano. Enciclopedia Farmacéutica. Barcelona: Jaime Seix Editor, 1889. Fondo Biblioteca FU1838.

5. Ácidos minerales Entre los ácidos minerales se utilizaba un escrúpulo de ácido nítrico puro en diez onzas de agua, lo que equivaldría a soluciones al 10% de uso médico contra las verrugas. También se utilizaba el ácido sulfúrico puro hasta conseguir un sabor grato mezclado con

6. Alcoholes compuestos En alcoholes compuestos, nombra el éter sulfúrico para uso externo, a base de un escrúpulo en agua fría formando mezcla azeotrópica, denominado licor de Hoffmann o licor anodino mineral; el alcohol de salvia vulnerario para el exterior, como antiséptico para

curar heridas y el alcohol alcanforado para uso externo, obtenido del “Cinamomum camphora” y del “Lauro Camphorifera”, esencia aislada por destilación del leño cristalizable con estructura difícil de pulverizar directamente, pero fácil con el alcohol.

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7. Harinas resolutivas Como medicamentos compuestos utilizaban las harinas resolutivas de habas, de trigo candial, de centeno y de cebada, así como las conservas de ciruelas elaboradas como se indicaban en la Farmacopea Hispana en su tercera edición editada en latín, y que en su capítulo XXVII especifica la elaboración de la conserva “prunorum” o de ciruelas. Hay que hacer mención que en los alcoholes compuestos, en las harinas resolutivas y en las conservas, no indica la dosificación, ya que el autor se basa en lo indicado en la farmacopea hispana, en su página concreta. 8. Confecciones, electuarios y opiatas En el apartado de confecciones, electuarios y opiatas sólo hay dos: el de escordio opiado, que indica la dosis de dos escrúpulos y la triaca simple, también con la misma dosificación. El electuario de escordio opiado, denominado “Diascordium”, estaba formado por hojas de escordio, rosas rojas, cinamomo, mástic, dictamo de Creta, raíz de tormentilla, genciana, jengibre y opio principalmente. Como electuario teriacal o de triaca simple, constituida por diecisiete simples farmacológicos como valeriana, contrahierba mejicana, genciana, escordio, manzanilla, cinamomo, “Piperis tabasci”, “Baccarum Juniperi”, “Corticum aurantiorum”, anís, mirra, quina, “Stygmatum croci”, sulfato ferroso, opio purísimo y miel denominada “Mellis Baccarum Sambuci” con suficiente vino generoso indicando su preparación. Se ha de hacer constar la diferencia entre la Triaca simple y la triaca Magna en su composición, ya que la Triaca simple, como ya se ha indicado, entre sus componentes no figura la carne de víbora, siendo ésta el principal ingrediente de la Triaca Magna o electuario teriacal mágnum, con unos sesenta y seis componentes confeccionada según el rito solemne en Madrid, por parte del Real Colegio de Farmacia, según consta en la citada Farmacopea Hispana. 9. Emplastos y extractos En los emplastos y extractos, es curioso señalar que para las roturas se utili-

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zaban los emplastos de pez y de resinas aglutinantes de “Andreae à Cruce” según la Farmacopea Hispana del año 1803 en su tercera edición, que indica la composición y modo de preparación con las cantidades respectivas. Así tenemos el emplasto de pez para fracturas, a base de “Picis nigrae regium”, cera citrina, trementina clara y láudano, entre otros simples farmacológicos. En relación a los emplastos de resinas aglutinantes, figuraban los de resina de pino pura, elemí, exudación resinosa de “Canarium commune”, masa granulosa, blanda en fresco y dura cuando seca, de fuerte olor. La trementina de pino es el producto oleoresinoso de las coníferas consti-

Para las roturas se utilizaban los emplastos y extractos de pez y resinas aglutinantes de "Andreae à Cruce" según la Farmacopea Hispana tuida básicamente por hidrocarburos terpénicos, ácidos pimáricos y sapinicos, aceite de oliva, cera blanca y cola. El producto resinoso que se obtiene como residuo después de la destilación de la trementina de “Pinus pinaster” y otras especies del género “Pinus” denominado “Colofonia”, brea seca o pez griega, contiene ácidos resinosos como el ácido abiético. Su aplicación farmacéutica en diversos emplastos y esparadrapos han sido utilizados en este Hospital Militar de Mahón según consta en el formulario. Respecto a los extractos el Dr. Rodríguez Caramazana, selecciona el extracto de opio acuoso con dosis de un grano y el extracto de quina con dosis de un escrúpulo, sin indicar su prepa-

ración que especifica la página concreta de la Farmacopea Hispana. El extracto de opio acuoso denominado goma de opio o ración de láudano simple, se elaboraba a base de opio triturado en mortero de mármol con agua muy fría; después se sometía a baño maría, y por último se filtraba y evaporaba repetidas veces en un alambique hasta obtener consistencia de miel. Posteriormente se adicionaba almidón puro para que tomase cuerpo. El extracto de quina figura en la Farmacopea Hispana como extracto de la corteza peruviana, indicando concretamente el proceso de elaboración y la dosificación. De las cortezas de quina se obtienen diversos alcaloides como la quinina, quinidina, cincomina y cinconidina, todos ellos derivados del núcleo quinoleico y piperídico a los que se deben su doble acción terapéutica antimalárica y antipirética. La quinina es un estimulante de los centros nerviosos, con acción tónica del corazón y la respiración, además de ser un estimulante del sistema digestivo. Las quinas se aplican terapéuticamente por sus acciones farmacológicas antipirética, antipalúdica, tónica general y amarga. El extracto acuoso de opio que se señala en este formulario equivale al extracto del 20% de morfina, utilizado en terapéutica como medicamento contra el dolor, neuralgias, gastralgias y cólicos, siendo la papaverina un verdadero antiespasmódico. El opio aislado por incisión de las cápsulas de “Papaver sommiferum” contiene alcaloides del fenantreno como la morfina, codeína, tebaina y el de la isoquinoleina como papaverina, narcotina, narceína y laudanina entre otros. El más importante es la morfina, que fue aislada por Derosne y Sertürner de las cápsulas de la adormidera. Estudiado después por Robiquet, Pelletier y Caventou, siendo estos últimos los descubridores de los principios activos de la quina, como es la quinina obtenida de la quina amarilla y de la quina roja que está unida con la cinconina. La quinina y el sulfato de quinina eran medicamentos que por su alto


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precio se habían falsificado especialmente con el sulfato de cal. 10. Gelatinas, jarabes y licores salinos. Las gelatinas de cuerno de ciervo según la Farmacopea Hispana eran medicamentos compuestos. En los Elementos de Farmacia fundados en los principios de la química moderna, en su tercera edición corregida y aumentada por el Dr. Francisco Carbonell, catedrático de química en Barcelona, indicaba que las gelatinas eran medicamentos blandos, transparentes, pegajosos, trémulos, que se licuaban fácilmente con el calor, y se condensaban con el frío. Constaban de una sustancia mucilaginosa, extraída de animales o vegetales. En la preparación de las gelatinas se habían de observar los siguientes preceptos o reglas: - Se da el nombre de gelatina a la sustancia mucosa extraída de las partes cartilaginosas y de los huesos de los animales. Se llama cola esta misma sustancia mucosa extraída de las partes blandas de los animales. Se nombra mucílago a la sustancia mucilaginosa extraída comúnmente de las raíces, de los frutos secos, y de las cortezas de las simientes de algunos vegetales. - Con las gelatinas animales reducidas, se forman unas pastillas llamadas pastillas de caldo, que eran de mucha utilidad para los navegantes y viajeros. - El líquido impregnado de las partes mucilaginosas de los frutos, después de clarificado y colado, había de evaporarse con lentitud. - Para hacer la gelatina animal era necesario reducir las substancias duras extraídas en partes muy pequeñas, de las que regularmente se necesitaba una onza por cada tres onzas de gelatina. El concepto actual de la gelatina conocida también como grenetina o gelatina blanca, es un producto extraído de los huesos, cartílagos o piel de varios animales superiores. Se presenta generalmente en forma de planchas delgadas y brillantes, incoloras o rojizas, solubles en agua caliente, que al enfriarse se transforma en jalea. Su componente principal es la gentina, con

un valor alimenticio muy importante, siendo utilizado contra las diarreas y como antihemorrágico. También se utiliza como excipiente en supositorios y cápsulas gelatinosas. Entre los jarabes menciona el jarabe simple o azúcar clarificado y el jarabe de extracto de opio gomoso, llamado meconio, a base de extracto de opio acuoso la cantidad de un escrúpulo, disolver en tres onzas de agua. Según Hernández de Gregorio, los jarabes eran unos licores transparentes y viscosos, cuya base era el azúcar y miel, cocidos según arte con infusiones, cocimientos, ácidos y aguas destiladas hasta el punto de miel liquida. Se conocían tres clases de jarabes dis-

Con las gelatinas animales reducidas, se formaban unas pastillas llamadas pastillas de caldo, que eran de mucha utilidad para los navegantes y viajeros tintos: los comunes, los esenciales y los ácidos. Los jarabes comunes se hacían generalmente mezclando cuatro libras del cocimiento con dos de azúcar, batiendo dos claras de huevo. Los licores salinos utilizados en el formulario eran el de álcali volátil, amoniaco líquido en dosis de diez gotas en agua, utilizado para síncopes y como rubefaciente y el licor salino de espíritu de Minderero que correspondía al acetato de amoniaco líquido en dosis de una dracma utilizado como diurético y diaforético. 11. Mieles y pildoras Con el nombre de mieles médicas cita solamente la de vinagre simple, denominado oximiel simple sin indicar do-

sis, que según la Farmacopea Hispana oscila entre una y tres onzas, teniendo en cuenta que una onza equivalía a 8 dracmas. Las píldoras de cinoglosa opiadas y las balsámicas de amoniaco, con indicación de las dosis, que según la Farmacopea Hispana estaban formadas por la raíz de cinoglosa pulverizada y extracto acuoso de opio y las balsámicas de amoniaco a base de goma de amoniaco, bálsamo peruano, aceite de trementina sulfurado, indicando la cantidad suficiente para la masa pilular según arte. 12. Polvos compuestos Entre los polvos compuestos destaca el de bejuquillo opiado en dosis de quince granos, el de jalapa compuesto en dosis de doce granos utilizado como purgante y el de nuez de ciprés astringente para uso externo. El polvo compuesto de bejuquillo opiado a base de raíz de ipecacuana pulverizada, denominado polvos Dover, estaba formado por sulfato de potasa, nitrato de potasa y opio puro; siendo utilizado como emético, tónico, vomitivo, expectorante y diaforético, prescribiéndose en bronquitis. 13. Preparaciones simples En preparaciones simples se utilizaban en el Hospital Militar de Mahón, el cuerno de ciervo calcinado y levigado o pulverizado, y la esponja con claras de huevo para uso externo. Según Hernández de Gregorio cuando se ponía el cuerno de ciervo a destilar, suministraba un poco de agua sin color, otra porción tinturada, fétida y picante, que era la sal volátil del cuerno de ciervo y un aceite empireumático. Las sustancias animales tenían todas los mismos principios; el hidrogeno, el carbón, el oxígeno y el azoes, que combinados se obtenía el agua, amoniaco, aceite volátil, ácido carbónico y carbonato amónico. Por ello sólo se utilizaba de los animales la sal volátil de cuerno de ciervo. Es curioso señalar que algunos boticarios sustituían la sal volátil de succino por la de víboras u otra semejante, y no sustituían la de cuerno de ciervo ni el carbonato amónico. Muchas veces sustituían cualquier sal vo-

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látil por la de succino creyendo que no había diferencia, ya que todas eran volátiles. Hernández de Gregorio indicaba que todo aquello era debido al poco estudio de la química y de la física, y que todas las sales volátiles descritas en las farmacopeas se podían sustituir unas por otras, exceptuando la sal volátil de succino o ámbar amarillo que era el ácido succínico, indicando además, el método de su obtención. Así pues, se ve claramente que el cirujano mayor Rodríguez Caramazana en su formulario distinguía perfectamente dichas sales, y que sólo utilizaba las indicadas por sus análisis verdaderos y por su proceso de síntesis. La terminología usada como innovación en aquella época, antes que surgiera el concepto científico de quimioterapia sintética a nivel de la industria farmacéutica, Rodríguez Caramazana ya la había establecido. 14. Preparaciones minerales: antimoniales, mercuriales, cinc, hierro, plata, plomo, cobre y sales artificiales Entre las preparaciones minerales destacaban las preparaciones antimoniales tales como el tártaro estibiado o tartrito antimoniado de potasa, denominado tártaro emético, compuesto por tartrato ácido de potasa purificado, óxido de antimonio semivitrificado y levigado, y agua destilada, sometiéndolo a su evaporación y cristalización. También menciona el Kermes mineral u óxido de antimonio sulfurado rojo, con la dosis de dos granos con azúcar. Entre las preparaciones mercuriales citaba el precipitado blanco o muriato de azogue precipitado para uso externo. El caso del muriato de mercurio precipitado era lo que llamaban los químicos de esa época una combinación por doble afinidad; es decir, se descomponían mutuamente, cambiando de bases y formando otras dos combinaciones nuevas. Mencionaba también los calomelanos, panacea mercurial, aquila alba o mercurio dulce, que en realidad era el muriato de azogue sublimado indicando la dosis de cuatro granos y el sublimado corrosivo o muriato de azogue oxigenado, con la dosis concreta de un sexto de grano en agua. Se ha de tener en cuenta que el

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El nitrato de plata fundido o piedra infernal, aplicado como cáustico escarótico local e irritante tópico, se utilizaba para las verrugas sublimado corrosivo se dulcificaba, es decir, se le saturaba más de azogue y después se le sublimaba, o bien se le quitaba el exceso de oxígeno por algún combustible, hecho discutido ya que opinaban que no era dulcificación sino que el exceso de oxígeno del ácido muriático que causaba su corrosión, se

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podía privar por otros medios distintos como quemarle con carbón, alcohol, aceites volátiles o gas hidrogeno. Así pues descartaban la denominación de dulcificación a la destilación de los ácidos con el alcohol y quedaba relegado el proceso de dulcificar cuando una materia disoluble, se volvía agradable al gusto, bien fuera añadiendo el azúcar a los licores para corregir su sabor amargo o acrimonia, y los ácidos, la tintura de quina y los amargos, porque hacían menos susceptible el mal sabor.

Destacaba el precipitado rojo o el óxido de azogue nitroso rojo para uso externo y la masa gomosa de Plenk u óxido de mercurio gomoso, que se componía de una parte de mercurio vivo, tres de goma arábiga y cantidad suficiente de jarabe de extracto de opio, batido en el gran mortero de mármol hasta obtener la oxidación posible, según Hernández de Gregorio. Todas estas preparaciones mercuriales tenían como base una sal neutra, metálica con mucho exceso de ácido, es decir, el ácido muriático oxigenado y el azogue que en su nueva denominación correspondía muriato oxigenado de mercurio sublimado. La diferencia con el precipitado blanco de mercurio era que en una se formaba el nitrato de sosa, porque no había ácido sulfúrico, y en la otra se formaba el sulfato de sosa, porque se descomponía el ácido nítrico. Su utilización terapéutica era de uso externo. También las preparaciones de cinc, como las flores de cinc u óxido de cinc sublimado, y el vitriolo blanco o sulfato de cinc para uso externo, se mencionaban en el formulario, destacando que el ácido vitriólico, denominación antigua, correspondía al ácido sulfúrico, por tanto las sales que forman se llaman sulfatos en lugar de vitriolos. Así pues existían el vitriolo verde que era el sulfato ferroso; el azul que era el sulfato de cobre; y el vitriolo blanco, que era el sulfato de cinc. Entre los preparados o preparaciones de hierro sólo mencionaba la caparrosa o sulfato de hierro citado anteriormente. Las preparaciones de plata, de plomo como el extracto de Saturno o acetato de plomo líquido, el albayalde o carbonato de plomo blanco y el litargirio u óxido de plomo medio vidrioso y las preparaciones de cobre, se utilizaban para uso externo. El nitrato de plata fundido o piedra infernal, aplicado como cáustico escarótico local e irritante tópico, se utilizaba para las verrugas. Entre las preparaciones de cobre destacaba el cardenillo y el sulfato de cobre. El cardenillo u óxido de cobre, era amasado y puesto en moldes para su comercialización.


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Se encontraban el cardenillo y el albayalde en Languedoc y Montpellier. El cardenillo era una sustancia de color verde azulado que se oxidaba con orujo de la uva. Como sales artificiales se utilizaban el álcali vegetal y mineral, es decir el carbonato de potasa común y de sosa. También constaba el nitro o nitrato de potasa y el crémor tártaro o tartrito acídulo de potasa. El nitrato de potasa es una combinación del ácido nítrico con al potasa y según Hernández de Gregorio esta sal se hallaba en muchos vegetales enteramente formada, en los minerales muy raras veces y nunca en los animales. También se denominaba nitro prismático, sal nitro, azotado de potasio, eran prismas incoloros, transparentes o polvos granulares o cristalizados. Se tenían que conservar en recipientes bien cerrados. Su uso médico era como diurético salino, pero las dosis elevadas provocaban irritación gástrica o renal. El carbonato de potasio, por sus propiedades irritantes, sólo se utilizaba externamente en lociones para los eczemas y urticarias. El tártaro emético era una sal neutra denominado tartrito de potasa y de antimonio. Si el crémor de tártaro tenía mucho ácido excedente, disolvería más antimonio y por tanto será más emético. Hernández de Gregorio señalaba que para elaborar esta sal se había de hacer exclusivamente en vasijas de vidrio, porque los vasos de hierro, cobre, estaño y de otros metales son perjudiciales. Lemery, en su curso químico, advertía que el óxido de antimonio vidrioso era más emético que el semividrioso. 15. Tinturas Las tinturas que se detallaban en este formulario eran la tintura alcohólica de aloes compuesta o elixir de propiedad de Paracelso, en dosis de un escrúpulo indicada en la Farmacopea Hispana, compuesta por aloes, mirra, “Stygmatum croci” y “Alkoholis Vini”. La tintura vinosa de opio o laúdano líquido de Sydenham en dosis de quince gotas, según la Farmacopea hispana, en la que indica su composición a base de opio, “Stygmatum cro-

Las tinturas eran medicamentos que tenían en disolución del agua, del vino, vinagre o alcohol, alguna sustancia vegetal, mineral o animal ci”, corteza de cinamomo, fruto de “Caryophyllorum” y vino blanco. Finalmente indicaba para uso externo la tintura alcohólica de cantáridas, según la farmacopea, a base de polvos de cantáridas, cochinilla, vino, ámbar gris y alcoholato de cinamomo; y la tintura de cortezas de naranja de Wit, con una dosis de tres dracmas que según la Farmacopea Hispana, estaba formada por corteza de naranja, corteza de quina, raíz de genciana y vino. Las tinturas eran medicamentos que tenían en disolución del agua, del vino, vinagre o alcohol, alguna sustancia vegetal, mineral o animal. En la tintura alcohólica de aloe compuesto, o elixir de propiedad de Paracelso se indicaba la dosis de un escrúpulo. Y en la tintura de cortezas de naranja de Wit se indicaba la dosis de tres dracmas. 16. Tierras Entre las tierras sacadas “por el arte” menciona la magnesia calcinada o magnesia pura, en dosis de una dracma, de uso médico como antiácido y laxante. 17. Trociscos Mención aparte merecían los trociscos de carbonato de plomo alcanforado con opio y sin él, o trociscos blancos de Rhasis, con una dosis de una dracma por libra de agua, utilizado como colirio a base de carbonato de plomo, goma arábiga, almidón y alcanfor. 18. Vinos y vinagres medicinales - Entre los vinos y vinagres medicinales había el vino generoso en botellas

bien tapado, el vinagre común y el alcanfor antiséptico, éste último formado por absintio, rosmarino, salvia, menta, ruda y flores de lavándula, entre otros componentes. Fue utilizado como analgésico local, antiprurítico y como estimulante respiratorio y circulatorio. 19. Zumos Los zumos depurados como el de agraz y el del limón en botellas con aceite, bien tapadas eran utilizados para los enfermos del Hospital Militar de Mahón. Los zumos depurados agrios eran los ácidos vegetales impuros, zumos ácidos y el de limón el ácido cítrico mucilaginoso. El zumo de agraz es el zumo exprimido de las uvas sin madurar, que producía la planta, llamada por Linneo “Vitis vinífera”. Se la denominaba “Omphacium”. Este zumo es oficinal, se utiliza para uso interior desliedo con agua, y también aplicado exteriormente como

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astringente. En cuyo caso, se machacaban las uvas verdes, y se aplicaban en forma de cataplasma. Debe su virtud a los ácidos tartaroso, málico y cítrico. Finalmente como apéndice de la primera parte, figuraban las especies emolientes, las aromáticas, astringentes, amargas, para el cocimiento de leños y simientes frías mayores.

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Especies Se llamaban especies la reunión de muchos simples cortados en trozos pequeños, de tal manera que se hacían infusión como el te, siendo sus preparaciones magistrales y oficinales. Entre las especies emolientes figura la raíz de malvavisco, hojas de malvas y simientes de lino a partes iguales, cortadas y secas al horno, machacadas y pulverizadas, y conservadas para cuando no las había de tiernas. Entre las especies aromáticas se seleccionaban en este formulario el espliego, el romero y el orégano a partes iguales, cortándose menudamente y después de secas y pulverizadas, se guardaban. En las especies astringentes figuraba la corteza de encima joven, de granada y nueces de ciprés partes iguales, machacándolas y guardándolas secas. Entre las especies amargas se citaban los cogollos de ajenjo, de centaurea menor, y de raíz de genciana partes iguales, cortadas menudamente y conservadas secas. Entre las especies para el cocimiento de leños destacaban el palo santo en rasuras, la raíz de bardana cortada y zarzaparrilla hendida en pedacitos a partes iguales, que después de secas y contusas, se guardaban para cuando fueran necesarias. Finalmente entre las simientes frías mayores figuraban la calabaza, el melón y la sandía, indicando que se tuvieran todas, o dos, o una sola especie. Se ha de tener en cuenta que estas especies correspondían a los simples farmacológicos utilizados para la composición de algunos medicamentos compuestos.

Segunda parte Potables 1. Aguas sin cocer En la segunda parte del formulario quirúrgico, se hablaba de potables refiriéndose a las aguas sin cocer; entre ellas, el agua nitrada, el agua nitrada con oximiel, el agua con vinagre o posca y el agua de limón, indicando que el agua de naranja y el de agraz se hacía

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lo mismo que en las mencionadas en el formulario. También mencionaba en este grupo el agua de alcohol nítrico o de espíritu de nitro dulce, el agua de limón alcohólica y el agua de naranja vinosa. 2. Aguas emulsivas Entre las aguas emulsivas citaba la emulsión común de la Farmacopea Hispana, formada por “Seminum melonis”, “Anguriae”, “Cucurbitae”, almendras dulces y jarabe simple, indicando su elaboración con agua y cola. También mencionaba la emulsión anodina elaborada con nueve onzas de la emulsión común sin jarabe y una onza de jarabe de opio gomoso. 3. Aguas infusas en frío Con la denominación de aguas infusas en frío sólo citaba el agua o tintura de quina indicando las dosis para su

Es curiosa la mixtura a base de agua hirviendo y masa de chocolate bueno rallado que se tomaba acompañada de cuatro bizcochos

elaboración: una libra de agua común, seis dracmas de granzones de quina dejado en infusión en un vaso tapado. 4. Aguas infusas calientes En las aguas infusas calientes o infusiones citaba el agua o infusión de flor de saúco a base de una libra de agua hirviendo, media onza de flor de saúco y lo mismo para el agua o infusión de flor de manzanilla. 5. Aguas cocidas tenues En las aguas cocidas tenues menciona-

ba el agua de pan a cuya elaboración correspondía por cada libra de agua, una onza de pan bueno, bien cocido. Lo mismo se hacía para el agua de arroz. El agua de cebada, el agua de malvas, el agua de zarzaparrilla y el agua de dulcamara eran las que mencionaba en el formulario, indicando las cantidades para su elaboración, así como su procedimiento. El agua de dulcamara y el agua de zarzaparrilla poseían una acción depurativa y el agua de malvas acción pectoral y emoliente. 6. Cocimientos o aguas cocidas fuertes Otro apartado interesante eran los cocimientos o aguas cocidas fuertes indicando cuatro de la Farmacopea Hispana, como el cocimiento de altea emoliente, el anodino, el amargo, el de cuerno de ciervo de Sydenham y el de quina antiséptico. En los otros señalados en el formulario, se especifican las cantidades y el modo de preparación, como es el cocimiento o agua cocida fuerte aromática acuosa, el cocimiento astringente, el de leños y el de quina simple. 7. Mixturas o pociones En cuanto a mixturas o pociones, destaca la astringente de opio de Silvio y la balsámica de copaiba de Fuller, con la dosis de dos onzas. Es curiosa la mixtura o poción denominada analética, a base de agua hirviendo y masa de chocolate bueno rallado, una onza, mézclese y dónese con cuatro bizcochos. También la cordial, a base de vino generoso del mejor, cuatro onzas y dos bizcochos para una dosis. La anodina a base de agua de canela hordeada, tres onzas, láudano líquido un escrúpulo, jarabe común una onza para una dosis. Si en lugar del láudano, se utilizaba el éter, se denomina etérea y se preparaba con las mismas cantidades. También cita la etérea almizclada, elaborada con una dosis de mixtura etérea y cuatro granos de almizcle y finalmente la etérea alcanforada, también con una dosis de la mixtura etérea y tres granos de alcanfor.


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8. Soluciones Figuraban en el apartado de soluciones del mencionado formulario quirúrgico, las soluciones de mercurio gomoso simple, a base de cuatro dracmas de la masa del oxígeno de azogue gomoso y catorce onzas de agua destilada bien disuelto, con indicación de la dosis de una onza. Todas las variedades de estas soluciones como la de mercurio gomoso cicutada, la de muriato de mercurio oxigenado y la de tartrito de antimonio, se indicaba su preparación así como sus cantidades y dosificación. 9. Conservas Entre las conservas, únicamente citaba la conserva febrífuga antimonial o de Masdevall, a base de una onza de quina, sal de ajenjos y de amoniaco una dracma y jarabe de ajenjos la cantidad que falte.

El cocimiento gelatinoso compuesto se obtenía de cuatro pezuñas de carnero y el oleovinoso o bálsamo samaritano se elaboraba con vino y aceite hervido

10. Píldoras En cuanto a la forma farmacéutica de píldoras, citaba las píldoras calomelanopiadas a base de cuatro partes de muriato de azogue sublimado y una de extracto gomoso de opio, bien mezclado en el almirez con jarabe y se hacían píldoras de cinco granos, que era la dosis. Mecionando también las píldoras calomelanocicutáceas a base de cuatro partes de muriato de azogue sublima-

do y una de extracto de cicuta, procediendo exactamente igual que en la preparación anterior.

Cicuta. Lámina de PÉREZ M. MINGUEZ, Mariano. Enciclopedia Farmacéutica. Barcelona: Jaime Seix Editor, 1889. Fondo Biblioteca FU1838.

Tópicos 1. Grados de estímulos locales en forma de baños, fomentos, vapores, gargarismos, colirios y enemas En la sección segunda, figuran los tópicos con una nomenclatura poco usual como eran los grados de estímulos locales en forma de baños, fomentos, vapores, gargarismos, colirios,

enemas, cocimientos, cataplasmas y emplastos. Entre ellos destacamos el cocimiento gelatinoso compuesto obtenido del cocimiento en agua de las cuatro pezuñas del carnero y el oleovinoso o bálsamo samaritano, elaborado a partes iguales de vino y aceite hervido hasta la consunción del vino.

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Entre los gargarismos que habían de dulcificarse, el único que figuraba en la Farmacopea Hispana era el gargarismo antiescorbútico, a base de raíz de “Rubia tinctorum” una onza, “Herbarum nastartii”, salvia, “becabungae”, “aquilea”, raíz de Pyrethri, corteza Winterani, agua de calcis, alcohol de coclearia y miel rosada. Este gargarismo se llamaba “gargarismo Nasturtii Compositum”, muy utilizado en el Hospital Militar de Mahón para los tripulantes de las embarcaciones marítimas, para el escorbuto. En forma de cataplasmas existía la anodina sin leche, a base de miajón de pan hervido en el cocimiento anodino. También señalaba la anodina con leche, la emoliente con pan y pulpas denominada “cataplasma synapis discutiens” o “sinapismus ad plantas pedum”, indicando su preparación. También la emoliente con pan denominada “cataplasma farinae hordei” o “farinaceum” indicando también su preparación. Destacaba como cataplasma con grados positivos, la de mostaza y la saturnina a base de miajón de pan hervido en el agua de acetito líquido de plomo sin alcohol. En la forma de emplastos, es curioso señalar la utilización de materia médica animal como el esperma de ballena, las ranas y las cantáridas con el caso excepcional del fruto “Comium ruaculatum, L,” de las umbelíferas, cuyos diaquenios, frutos de olor fuerte y desagradable, especialmente olfateado, cuando se trituraba con solución de potasa. Hay que señalar la presencia de numerosos conductos secretores que contienen el alcaloide conicina o cicutina, líquido aceitoso que se usaba en extracto y en polvo de cicuta en forma de emplaste y en pomadas de uso tópico, externo debido a su toxicidad. 2. Grados de estímulos locales de aguas sin cocer bajo la forma de baños, fomentos, gargarismos e inyecciones Las mismas formas farmacéuticas aparecen pero sin cocer, es decir, aguas sin cocer en forma de baños, fomentos, gargarismos e inyecciones, destacando el de mucílago de almidón y la aluminosa.

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Hay que observar los grados negativos y positivos de cada una de estas formas farmacéuticas. Así pues, hallamos en los grados positivos el agua de sulfato de alumina y según las advertencias de este mismo formulario qui-

En los hospitales militares cuando había enfermos con superficies ulceradas, se les aplicaban los ceratos a base de cera y aceite

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rúrgico, se tenía que añadir el agua de muriato mercurial roja o fagedénica con doble cantidad de vehículo. Según la Farmacopea Hispana se elaboraba a base de muriato oxigenado de mercurio sublimado un escrúpulo, carbonato de potasa común un dracma y agua destilada una libra. 3. Grados de estímulos locales en forma de linimentos En forma de linimentos destaca el anodino a base de bálsamo tranquilo y

láudano y el emoliente a base del ungüento negruzco de óxido de plomo y aceite de almendras. También citaba el linimento volátil o jabón amoniacal y el de aguardiente alcanforado con jabón o linimento jabonoso, que según la Farmacopea Hispana se elaboraba a base de alcohol de vino, jabón blanco y alcanfor. 4. Grados de estímulos locales sobre superficies ulceradas: Ceratos En los hospitales militares cuando había enfermos con superficies ulceradas. Se les aplicaban los ceratos a base de cera y aceite. Entre ellos destacamos los que señalaba en el formulario el Dr. Rodríguez Caramazana: el cerato oleoacuoso o de galeno a base de cera y aceite fino en relación de una parte a tres, batido en un gran mortero de mármol con mano de madera en el que se va mezclando poco a poco con agua destilada. El cerato oleocalcáreo a base de aceite de almendras y de polvo de cal hasta que forma bien batido ceratoténue. Se destacan, el ungüento de acetato de plomo líquido y el ungüento negruzco de óxido de plomo o de la Mere con doble aceite que según Farmacopea Hispana consta de los siguientes ingredientes, mantequilla, cera, sebo, óxido de plomo semivitrificado y pulverizado y aceite de olivas. 5. Masillas Otra forma farmacéutica utilizada era la masilla, a base de cal viva recién sacada del horno y jabón blando denominada masilla calcareojabonosa. Había un tipo de masilla, denominada bolas para fontículos, que se elaboraba a base de ocho partes de cera y una de aceite. Se mezclanban estando licuadas con polvo de cantáridas, obteniéndose las bolas para fontículos de primer estímulo, y con tres partes de dichos polvos, se formaban las de segundo. 6. Digestivos Entre los denominados digestivos, mencionaba el ungüento de óxido de cobre meloso y el ungüento negruzco de óxido de plomo.


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7. Ungüentos Se especificaban concretamente los ungüentos para la sarna, para el venéreo o sífilis y para los herpes. Para la sarna se utilizaba azufre sublimado y manteca lavada a partes iguales. Se mezclaba en el mortero grande de mármol y se añadía muriato amoniacal bien pulverizado, si resultaba duro se ablandaba con aceite común. Para el venéreo se utilizaba el ungüento de mercurio y para los herpes el ungüento de muriato de mercurio precipitado. 8. Candelillas El formulario quirúrgico establecía la utilización para estimular la uretra de candelillas. Se elaboraban a base de cera, aceite dulce de almendras, al que se mezclaba media onza del acetito de plomo líquido hasta que quedaba todo bien incorporado. Se especificaba el modo de hacerlas a base de tiras de lienzo fino o muselina, cortadas en listones oblicuos, que arrollado entre los dedos y sumergidos en la mezcla varias veces, se redondeaban entre dos piedras lisas de mármol, formándose así las candelillas de diversos gruesos, con figura cónica de diez pulgadas de largo. 9. Apéndice: Fumigación de gas ácido muriato oxigenado para las salas Finaliza la sección segunda del formulario quirúrgico con un apéndice, en el que se indicaba como se habían de limpiar las salas del Hospital a base de fumigación de gas ácido muriático oxigenado, a base de dos onzas y media de muriato de sosa húmedo, y media onza de óxido negro de manganeso. Continuaba explicando el modo de preparación: mezclándolo bien e incorporándolo en un frasco de cristal de capacidad de dos libras de agua y después, mediante un embudo de vidrio, se iba echando, poco a poco, dos onzas de ácido sulfúrico. Advertencias para el buen uso del formulario y mejor asistencia de los enfermos En la sección tercera y última del formulario, había una serie de advertencias para el buen uso de este formulario y para la mejor asistencia de los

enfermos. De las diez advertencias, destacamos las que señalaban la cantidad de agua que habían de contener los vasos de bebida y las cantidades que equiva-

Este formulario establece un verdadero arsenal de nuevos medicamentos farmacológicos y una nueva terapia quirúrgica en época de guerra lían a una cucharada, un jarabe, una lavativa y las dosis de las heroicas entre otras. También indicaba cómo se habían de suministrar las emulsiones y los cocimientos, así como las horas concretas en función de la temporada del año. Así pues, en el caso de los vomitivos o purgas, se había de suministrar a las seis y media en la temporada de invierno. Es curioso señalar, las normas que se indicaban en cuanto al control de toma por parte de los enfermos y en presencia del practicante de farmacia. Las emulsiones se daban tibias, y a las nueve de la noche, en la temporada de invierno y frías, en verano a las diez. En cuanto a las dosis y suministro de las medicinas, se indicaba que jamás se debía despertar al enfermo para dárselas. Y además, indicaba las horas de las horchatas, la hora de las purgas, y la de los vomitivos. También señalaba que cada vaso de agua nitrada tenía que contener quince granos de nitro puro y si ya estaba acidificada con vinagre, zumo de limón, de naranja o de agraz, mineral puro o dulcificado, se había de poner la cantidad justa para dar al agua una acidez tolerable.

Cuando se pedía la medicina con leche se había de suministrar sólo la cuarta parte de la dosis. En relación al agua que había de emplearse sólo se utilizaba el agua de cisterna, tanto para medicinas potables como para medicinas tópicas. Los recipientes eran de tierra vidriada y las espumaderas e instrumentos de cobre se iban reponiendo de hierro. Según el reglamento de los hospitales, se disponía que cada hospital tuviera dos libretas de medicamentos internos y tópicos al día, y firmado todo lo recetado, siendo retirada una de las libretas por el practicante de farmacia al concluirse el mes, la que estaba firmada, dejando la otra en poder del Jefe de la visita.

Conclusión Si se tiene en cuenta que en el año 1808, aún no se conocía el sistema de pesas y medidas y que en la parte química se seguía la obra química científica de Lavoisier y la nueva nomenclatura botánica de Linneo entre otros muchos avances científicos, se puede decir que se trata de un importante formulario en el que constan los preparados farmacéuticos prescritos y elaborados por el Cirujano Mayor Rodríguez Caramazana y el Boticario Mayor Juan Clarós, que aún se utilizaron un siglo más tarde en hospitales militares europeos de renombre, especialmente en Paris. La aproximación al conocimiento científico del Hospital Militar de Mahón, así como el reconocimiento de los sanitarios de aquel momento, especialmente de los médicos y cirujanos, se puede hacer especial mención del Dr. Rodríguez Caramazana como verdadero promotor de la unificación de la Medicina, Cirugía y Farmacia, en lo que hace referencia a los preparados farmacéuticos y quirúrgicos, estableciendo un verdadero arsenal de nuevos medicamentos farmacológicos y nueva terapia quirúrgica en época de guerra y con pocos medios económicos, actuando como único hospital en la isla de Mahón, atendiendo a más de cuatrocientos enfermos, con una supervivencia espectacular.

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Anna M. Carmona i Cornet

La Guerra de la Independencia acarreó desde 1808 a 1814 muchas muertes y heridos entre los soldados, y exigiendo una buena atención de la milicia, y un gran control debido a la facilidad de contagio entre los enfermos y heridos. Las visitas a los pacientes por el Cirujano Mayor y la preparación de los medicamentos compuestos por el Boticario Mayor y los practicantes de farmacia, dan a conocer el nivel sanitario alcanzado en cuanto a las prescripciones y formas farmacéuticas utilizadas, que a veces incluían ingredientes como la aquilea en los gargarismos dulcificados como verdadera innovación en el gargarismo antiescorbútico. La aplicación de los polvos de ipe-

cacuana como expectorante era perfectamente señalado en el formulario, ya que excitaba la mucosa pulmonar y era útil para la tos. Cabe destacar que Pelletier y Magendie descubrieron la emetina de la ipecacuana surgiendo las píldoras eméticas y el jarabe a base de emetina, lo que corrobora el hecho de que el Dr. Rodríguez Caramazana estaba perfectamente informado de los últimos descubrimientos respecto al aislamiento de los principios activos de los medicamentos simples, siendo la base esencial de los nuevos medicamentos de síntesis obtenidos bastantes años después. En cuanto a los emplastos y cataplasmas emolientes eran utilizados en todos los hospitales.

Como conclusión final, se puede decir, que este formulario quirúrgico de 1808, recopilaba una serie de preparados farmacéuticos y terapéutica quirúrgica en base a la reglamentación hospitalaria de la época, según las normas establecidas en las farmacopeas de la época y tratados farmacológicos como el Diccionario Elemental de Farmacia de Hernández de Gregorio y los Elementos de Farmacia, fundados en los principios de la química moderna de Francisco Carbonell. El Cirujano Mayor Rodríguez Caramazana, los actualizó con sus conocimientos y experiencias surgidas de su práctica en Hospitales de gran prestigio europeo.s

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pañola en general y particularmente á su cirujía y medicina militar. Barcelona: imprenta de Juan Dorca, 1820 Vidal Hernández, J.M. Una societat mèdica a la Menorca britànica. Menorca: Institut Menorquí d’estudis, 1998 Vidal Hernández, J.M. y Hernández Morejón, Antonio. Topografia del Hospital Militar de Mahón:1806. Edición facsímil. Menorca: Reial Acadèmia de Medicina de les Illes Balears, 2010 Martín Pascual, Llúcia. “La medicina a Menorca en el segle XVIII”. Randa, 60, 2008 El Hospital de la Isla del Rey del Puerto de Mahón. Menorca: Amics de l’Illa de l’Hospital, 2006 Alegre Pérez, María Esther. “Los orígenes de la Real Botica y sus actuaciones al servicio de los Austrias”. Arbor MCLXIX, 665, 2001, p. 239-265 Navarro Gallo, José Angel. “La farmacia militar española durante la Guerra de la Independencia”. Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 75, 2009 Sánchez Madrid, Vicente. El servicio de farmacia en Hospitales Militares Españoles. UCM, T.D. 1995 Guerrero, Lluís; Carmona, Anna M.; Huguet, Teresa. “El Receptari de l’Hospital de Berga (1760) per l’atenció de la milicia”. Revista Gimbernat, 53, 2010 Sorní i Esteva, Xavier. “Pervivença hitòrico dels antics pesos medicinals Catalans”. Revista de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya, 26, 2011

NORMAS PARA LA ADMISIÓN DE ORIGINALES Se considerarán para su evaluación trabajos originales que no hayan sido publicados en otros lugares. Tras la revisión realizada por el comité de redacción, la Fundación Uriach dará cuenta del resultado de la misma y comunicará la fecha de publicación de los que resulten aceptados. Asimismo, una vez publicados, se entregarán a los autores 20 ejemplares de la revista y una remuneración de 200€. Los trabajos deben estar centrados en Historia de las Ciencias de la Salud y han de ser presentados en lengua española, en formato electrónico, con una extensión recomendada de 80.000 caracteres, con espacios, incluyendo bibliografía o referencias documentales, además de iconografía complementaria.

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