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autores en busca de un niño Luci la Palaci os Arturo Usl ar Pi etri Ida Gramcko Gabri el Martínez Levy Rossell José I gnaci o Cabrujas Ali ci a Ortega Juli o Ri era Pedro Ri era Gi lberto Agüero Raf ael Rodríguez Rars Luteci a Adam Germán Ramos Carmelo Castro Armando Carías Morel ba Domínguez Lali Armengol Omer Qui eragua Jai me Barres Javi er Moreno Nést or Cabal lero Di ego Sadot Rubén Martínez Eli o Palenci a Rodolf o Santana Lui z Carl os Neves José Antoni o Ri al Mi reya Tabuas Romano Rodríguez Carlos Sánchez Delgado Veli a Bosh Armando Holzer Xi omara Moreno Mart ín Brassesco Rosana Veraci erta José León Irma Borges César Si erra Aleci a Casti llo Eddy Díaz Sousa Heli Espi noza Berti Kari n Valeci llos

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Antología de la Dramat urgia Infant il Venezolana 1941-2002

Recopilador y editor ARMANDOCARÍ AS TOMO IV

Armando Holzer Xiomara Moreno Mart ín Brassesco Rosana Veraciert a José León Irma Borges César Sierra Alecia Cast illo Eddy Díaz Sousa Heli Espinoza Bert i Karin Valecillos

FIDES

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HUGO CHÁVEZ FRÍ AS Presidente de la República Bolivariana de Venezuela JORGE GI ORDANI Ministro de Planificación y Desarrollo RI CHARD CANÁN Presidente del FIDES

© Armando Carías, recopilador y editor Todos los derechos reservados Fondo Intergubernamental para la Descentralización (Fides) Caracas, 2005 40 autores en busca de un niño Antología de la Dramaturgia Infantil Venezolana Hecho Depósito de Ley Depósito legal lf 800200580051.D ISBN Obra General: 980-69-00-0 ISBN Tomo IV: 980-6971-04-3 Ilustraciones: Pablo Pérez Riesco Producción general: Eleonora Silva Impreso en Venezuela / Printed in Venezuela

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Contenido Tomo IV Capullito de alhelí ( 1993)

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ARMANDO HOLZER

El Caballero Verde ( 1994)

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XIOMARA MORENO

El t esoro de Rosalía ( 1996)

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MARTÍN BRASSESCO Y ROSSANA VERACIERTA

La bruja encant ada ( 1997)

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JOSÉ LEÓN

Perro callejero ( 1999)

................................................................................................ 153

IRMA BORGES

El circo más grande del mundo ( 2000)

....................................................... 177

CÉSAR SIERRA

Billo’s para niños ( 2001)

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ALECIA CASTILLO

Alas de primavera ( 2001)

....................................................................................... 233

EDDY DÍAZ SOUSA

Teresit a ( 2001)

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HELI ESPINOZA BERTI

Mát ame de risa ( 2002)

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KARIN VALECILLOS

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Capulli to de alhelí 1993 Armando Holzer “Todo El Valle olía a chocolate, las casas, las camas, las ropas, porque allí quedaba una fábrica muy grande.” VOZ DE TADEO ADULTO

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Capullito de alhelí (1993) esun canto a la memoria de una comunidad, es la crónica del desarraigo de sus gent es, es el arrebato de nost algia de su autor, despojado como muchos de las calles de su infancia. Hablamos de El Valle, la populosa barriada caraqueña herida por el hacha del progreso en su alma de callejón lleno de casas de vecindad; en donde siempre quedaba t iempo para sent arse a conversar por las t ardes y disfrut ar de aquel aire de las seis, impregnado del inconfundible aroma del chocolat e La India que se cocinaba media cuadra más adelant e. Es est a la obra que nos obsequia Armando Holzer en la present e antología y con la cual obt uviera en 1993 el Premio de Dramat urgia Infant il de la Universidad Cent ral de Venezuela y que fuera llevada a escena el año siguient e por el Teat ro Universit ario para Niños El Chichón. Armando Holzer nace en Caracas el 28 de noviembre de 1958 y se inicia en la act ividad t eat ral de la mano de Lily Álvarez Sierra, para luego int egrarse al Teat ro El Triángulo y a diversos elencos en los que desarrolla una profusa act ividad como actor, director y dramat urgo; facet a ést a que lo proyect a como uno de los autores noveles del t eat ro venezolano de mayor consist encia y t alento. Para niños, además de Capullito de alhelí, ha escrito Los tres del Matinée de los tres (Premio Aquiles Nazoa 1993), El turulín de los no cuerdos (Premio Clara Rosa Ot ero 1998) y diversas adapt aciones y puest as en escena de cuentos y espect áculos infant iles. Holzer est ambién dest acado guionist a cinematográfico y solicit ado director t eat ral, oficio que ejerce desde hace algún t iempo en México, país donde reside y en el que ha desarrollado una exitosa carrera art íst ica que lo proyect a como una de las figuras más promisorias del t eat ro venezolano. 11

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Personajes Carlucho Abuela Carmen Tadeo Remolacha Aurorit a Crispín - Policía Pui Pui Lima Torres Priscila Chucha Lola Pascual Enfermera Vecina 1 Vecina 2 Cura - Barrendero Mujer con Bebé Señora Esposa del Bodeguero Bodeguero Colegiala 1 Colegiala 2 Universit ario Bengala Voces: Tadeo Adulto Voz Villano Voz Locutor

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PRIMER ACTO En la oscuridad se escuchan los aplausosde la gente y después de una voz que dice: “UN, DOS, TRES...”, se escucha la canción “La marina tiene un barco”; casi inmediatamente se escucha la voz de quien posteriormente conoceremos como Carlucho. CARLUCHO: Señoras y señores, niñosy niñas, abuelas, abuelos, t ías

primeras, segundas y t erceras, t íos t erciarios, cuat ernarios y prehist óricos, madrinas de baut izo, padrinos de confirmación, yernos, suegras, novios, t at arabitos, correveidiles... valleros todos... (Sorpresivo.) ¡Me paran la guachafit a y la vendedera de alfondoque!... ¡Me bajan esa música!, porque con ese volumen ¿quién puede hablar? Ni que yo fuera “Carrizo”. GENTE: Caruso, Carlucho, no carrizo. Ca-ru-so. CARLUCHO: Bueno, eso, Carruso... Como les iba diciendo, est e día

quedará grabado en la memoria de los valleros como un día de sol, de luz de bombillit os y farolas. Ya que la ponida... GENTE: La puest a, se dice la puest a. CARLUCHO: ¡Ajá sí!... la puest a de est a primera piedra del t ramo

Muñingal-Los Jardines, será la vena que surt irá de bienest ar y desarrollo a nuest ra popular parroquia. ¡Qué viva El Valle! GENTE: ¡Qué viva! CARLUCHO: ¡Qué viva la Int ercomunal! GENTE: ¡Qué viva!

Las luces irán bajando, asimismo la algarabía, para dar 15

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paso a un espacio donde veremos a una mujer mayor, como de 60 años, con un pollito en la mano que ella está curando; de fondo, se escuchará en un radio viejo el discurso de la inauguración. ABUELA: ¡Parejeros!, eso es lo que son. ¡Quít ame esa brejet ería de

esa radio! Deberían t ener por lo menosun poquito de consideración. TADEO: Abuela, pero si ese esCarlucho, el novio de t ía Priscilia, que

est á hablando por la radio. ABUELA: Por lo mismo. Pena es que debe darle, ¡t an t arajallo y t an

t aquit i t aqui!, como si no se hubiera criado aquí; como si no fue poquito el uniforme roto que t raía de las peguit as que le cosí, para que la mamá en San Andrés no le diera su mere mere con pan calient e. TADEO: ¿Mere mere con pan calient e? ABUELA: Una cueriza, mijo. Pero estos niños como que no ent ien-

den cast ellano. No sé lo que les dan en esa escuela. ¡Pero que no cant en victoria, ni est én haciendo planes con mi casa, mi casa no me la van a t umbar! TADEO: Abuela, ya t erminé. ABUELA: A ver... ¿Tú no sabes leer las hojit as de las mat as? Mira:

ést e es el gorrillo del cura, y aquí hay un 3 y un 6. Le voy a decir a Chucha para que se lo juegue... (La Abuela se le queda mirando.) ¡Muchacho! ¿Qué t e pasó en ese brazo? TADEO: ¿En cuál abuela? ABUELA: (Tomándole un bracito.) ¿Por aquí se come carne? (Ella

recorre con un dedo el brazo de Tadeo.) TADEO: No. ABUELA: ¿Por aquí se come carne? TADEO: No. ABUELA: (El niño está todo encogido y ella llega el dedo a las

axilas.) ¡Por aquí sí!... 16

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Los dos ríen. En la pantalla central se proyectarán loscréditos dela obra sobre fotografías de la vieja parroquia de El Valle. TADEO ADULTO: (En off.)

En la pantalla central ya no se proyecta, sólo queda la luz del proyector. En ella se proyectarán sombras chinescas que ilustran lo que Tadeo Adulto narra. Por esos días, mi papá y mi mamá, como muchos papás y mamás, no vivían juntos... Mi mamá peleaba con mi papá... Mi papá peleaba con mis hermanas... Mis hermanas peleaban conmigo... Por eso me mandaron donde mi abuela Carmen, que así es como ella se llama. Allí pasé uno de los t iempos más lindos de mi vida; dejen que se los cuent e... En la pantalla central, que poco a poco se ha ido coloreando, se ven unasmanos que en sombrasreproducen animales en siluetas. Fuera de la pantalla están Tadeo y Remolacha, un amigo de juegos, pequeñito y de pelo muy rojo. Ellos tratan de adivinar cada animal en la pantalla. REMOLACHA: Un perro... TADEO: Un lobo... REMOLACHA: Un caimán... TADEO: ¡No! Eso es una cerbat ana. REMOLACHA: Eso es un sapo. TADEO: Esa es una remolacha donde la pongan, Remolacha... REMOLACHA: Mi mamá me dijo que no me pusieran más sobrenom-

bres... TADEO: Sí, con uno es suficient e, pa’que quieres más... REMOLACHA: Ni Remolacha, porque yo t engo mi nombre que es

Fermín. TADEO: Qué es... ¡Si t u mamá es la primera que t e dice así!...

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REMOLACHA: Sí, pero no en las casas de ot ras personas ajenas... CRI SPÍ N: (Desde atrás de la pantalla.) ¡Entonces!, ¿me quedo aquí

todo el día? TADEO: ¡Sí es verdad! ¡Ya va Crispín!... eso es un camello.

De pronto una niña contesta desde el público, es Aurorita. AURORI TA: Eso es una boa const rictor... REMOLACHA: ¿Con... qué? TADEO: ¡Uy!, ya llegó la sabihonda esa... todo lo sabe en la escuela

y ahora aquí t ambién. ¡Lúcet e, lúcet e! CRI SPÍ N: ¿Y ést e? Comienza por “I” y t ermina por “A” TADEO: Tápala para que no adivine... REMOLACHA: Tú no vayas a decir... ¡Avisao!... (A Tadeo.) Ni t ú t am-

poco est és pregunt ando... (Al público.) El que lo ayude lo anoto en la list a. ¡Miren que t ramposería sale! TADEO: Es que lo t engo en la punt ica de la lengua... AURORI TA: ¡Ay!, y t an fácil que es. CRI SPÍ N: (Desde atrás.) La i... NI ÑOS: ¡...GUANA! CRI SPÍ N: (Saliendo de detrás de la pantalla.) Pero ahora se me van,

pican los cabos, porque t engo que recoger lo que me falt a del cine. TADEO: Crispín. ¿Y t ú t e vas? CRI SPÍ N: ¿Y qué más se puede hacer? Ya vinieron a marcar. Te po-

nen un número en la casa, después vienen con el t ractor y chupulún, pa’l suelo va. Hoy son las últ imas funciones del cine: vermut , mat inée, int ermediaria y noche. Da t rist eza, ¿verdad? Tanto t iempo con el Roxi. AURORI TA: ¿Y qué vamos a hacer? ¿Y a dónde se va?

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TADEO: A t i no t e int eresa. REMOLACHA: ¡La vieja Teresa! CRI SPÍ N: Bueno ¿y por qué no dejan la pelea? ¿No ven que se ponen

feos?... ¡Ay muchacho!, me iré por allí a cualquier pueblo, a invent ar nuevos cines como ést e. TADEO: ¿Podemos venir est a noche? CRI SPÍ N: No, porque no es para niños... es de chinos. REMOLACHA: ¿De chinitos en pelot a? AURORI TA: (Alarmada.) Ay qué grosería ... ¡Remolacha! CRI SPÍ N: No, de chinos. De Kung Fú, de peleadera. “Los dragones

del Shaolín”, así se llama. LOS NI ÑOS: Crispín, chico, no seas fú... ¡Por una solit a vez! CRI SPÍ N: Est á bien, yo los meto escondidos; pero con la condición

de que no anden después repit iendo en la calle lo que ven allí, y que los t res se hagan amigos. ¿Est amos? ¡Juramento indio! LOS NI ÑOS: ¡Juramento indio! CRI SPÍ N: Díganle a su t ío Pascual que los t raiga en mat inée.

La luz baja para dar paso a una escena donde se ve a tres hombres de sombrero de ala, en un ambiente neblinoso ya que éstos fuman mucho. Los ilumina tan solo una lámpara muy baja. El ambiente es como de cine negro americano. Delante de ellos veremos una maqueta del viejo Valle iluminado como un nacimiento. Ellos son don Lima Torres, Carlucho y el Pui Pui. Los hombres sostienen en sus manos palos de billar y harán movimientos alrededor de la maqueta como si jugaran, tumbando con los palos las casitas, etc. PUI PUI : Cien casit as por aquí, y t rescient as más allá... ¡dale, t e

toca!...

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CARLUCHO: Dos samanes por aquí y el cine de don Crispín ¡abraca-

dabra! desaparecerá. PUI PUI : Aquí caen dos escuelit as y aquí diez mat as de caucho. CARLUCHO: Así, ¡El Valle peló cacho! (Hace la señal pasando sus de-

dos por la garganta.) Cada vez que alguien dice una expresión popular o un dicho, el señor don Lima Torres se estremecerá exageradamente. LI MA TORRES: Le ruego, señor Carlucho, evit e esas expresiones t an

vulgares. ¿No ve que me dan escalofríos? ¡Me despeino! ¡Me dan dolores de muela! Capaz y hast a se me peguen. CARLUCHO: Tiene razón el señor, el cambur verde mancha. LI MA TORRES: (Muy escalofriado ante la expresión.) Y hablando de

todo un poco Carlucho, ¿qué opina su fut ura suegra de todo esto? CARLUCHO: No se t raga ese jarabe... con lo de la Int ercomunal est a-

ba más calient e que plancha e’chino: ...que si El Valle no va a ser lo mismo... que si el pato y la guacharaca... que si est e mundo con el ot ro... que si pat at ín, que si pat at án... LI MA TORRES: (Escalofriado y casi al borde.) ¡Ya, ya, me da un at a-

que aquí mismo!... Tiene t an solo un mes para resolverlo. Ahora vemos a los tres niños arrodillados de cuclillas a la manera japonesa como en una escena de película de artes marciales. TADEO: (Imitando a un chino.) ¿Julan defendel la folt aleza san, de

la abuela san, ut ilizando el viejo alt e de la concha del molocoy coy san? LOS TRES NI ÑOS: ¡Sí, julamos!... pol est e puñado de cluces. TADEO: Ahola clucen sus espadas...

LOS TRES NI ÑOS: (Gritando.) ¡Dlagones del Shaolín! AURORI TA: Nuest ras bocas est án selladas.

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REMOLACHA: Selladas, ¿cómo qué? TADEO: Como una t umba. REMOLACHA: No, como una t umba no, después me asusto de no-

che. AURORI TA: Est á bien, como un candado. REMOLACHA: No t ampoco, eso duele mucho. AURORI TA: Pero entonces... TADEO: ¿Cómo qué? REMOLACHA: Como la concha de un coco... ¿Un coco?

En ese momento, una de las puertas comienza a abrirse muy lentamente. Los niños, asustados, se esconden como pueden. Al terminarse de abrir, por la puerta entra Priscila muy apurada buscando algo. PRI SCI LA: Aquí como que a las cosas le salen pat it as... (Llaman-

do.) ¡Mamá!, ¿t ú no has visto mis zapatos carrubios, los que me hacen juego con el jumper amarillo pollit o?... ¡Mamá! Con este último grito los niños saltan con sus palos como espadas apuntando a Priscila con un grito, ésta del susto también grita y cae sentada en el piso. PRI SCI LA: Ahora sí es verdad que nos acomodamos nosot ros. ¿Us-

t edes est án locos o qué? ¡Les voy a dar su t at equieto! Aparece en escena la Abuela con los zapatos de Priscila. ABUELA: Ayúdenme a limpiar la zanja es lo que es, en vez de est ar

dándole susto a la gent e. Los niños salen corriendo. (A Priscila.) ¿Y t ú a dónde vas con esa ropa? PRI SCI LA: ¡Gua! A buscar t rabajo en lo que siempre he soñado...

Porque si sigo en la bot ica, jamás le veré el queso a la tost ada. 21

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ABUELA: ¡Ay!, ojalá no me agarresel pasito de t u hermano Pascual,

que un día quiere ser pelot ero y ot ro día amolador... PRI SCI LA: Les voy a dar una sorpresa, pero no se las voy a adelan-

t ar, porque se empava. (Cruza los brazos sobre el pecho para pedir la bendición.) Bendición mamá. Afuera se escucha una gran algarabía popular, todavía lejana. Entra Chucha, una viejecita frágil y asustadiza. CHUCHA: Carmen, ¿qué est á sucediendo? ¿Qué es esa guirizapa?

¿Será que nos vienen a t umbar? ABUELA: Trancao con siet e llaves. (Salen a la calle.) Pero, ¿con una

banda y música?... ¡El colmo!, se pasaron de maraca. ¡Ya se me subió el Sanoja a la sangre.!.. (Chucha a un lado se arrodilla y comienza a rezar.) ¿Y t ú qué haces allí? ¡Se me para de ese suelo! Entra una mujer con flores en la cabeza y muy entusiasta. MUJER: ¡Carmen, lo t raen en hombros! Orgullo de El Valle y Los Jar-

dines. Primer torero que damos al mundo. ¡Para que ust ed vea!, no todo lo bueno sale de Caracas. ABUELA: Esto me huele a Pascual...

Entra un grupo de vecinos trayendo a Pascual en hombros vestido rústicamente de torero, el traje de luces más parecerá un disfraz. Él se baja y hace pasos de torero. PASCUAL: (Hablando en falsísimo andaluz.) ¡Granadina! Que ven-

go ardío der só, y de los besos carmín que me han ofrecío las morenas de est a t ierra salerosa, en est a t arde que vio nacé ar niño der t aburet e. ABUELA:(Resabiada, mirándolo de arriba abajo.) ¡Umhjú! ¿Y por

qué ust ed est á hablando así? PASCUAL: Porque soy torero y git ano, y llevo sangre de reyes en la

parma de la mano. ABUELA: La parma de la mano t e la voy a asent ar yo, si no dejas la

cambimbiadera y no sient as cabeza buscándot e un t raba22

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jo serio. ¡Se arregló el musiú con su cachimbo!, ¿y de cuándo acá yo t e he enseñado a est ar haciéndole daño a unas pobres criat urit as inocent es? Aquí siempre ha habido animales, Pascual; y eso yo no lo permito, ¡torero!... Vamos para que me arregle la bat ea. ¡Vamos!... Esos son inventos de la gent e de Caracas. CARLUCHO: (Apareciendo entre la gente.) Pero esque ahora El Valle

t ambién forma part e de Caracas, porque t enemosla Int ercomunal. ¿Qué t e parecePriscila? UniremosMuñingal con el mundo. CHUCHA: (Aparte.) ¡El dient e que le falt aba a la peinet a! PASCUAL: (Furioso ante la aparición de Carlucho.) ¿Y a t i... quién

t e dio vela en est e ent ierro?¡Vendido!... ¡Que no t e vea yo con mi hermana! CHUCHA: ¡Bien dicho est á, sacó paraguas y le cayó aguacero!

Entra repentinamente don Lima Torres y el Pui Pui. Toda la gente se paraliza. LI MA TORRES: Buenas t ardes, ¿señora Carmen Sanoja? ABUELA: Soy yo... ¿Qué se le ofrece? PUI PUI : Queremos hablar con ust ed. Venimos a marcar su casa. TODOS: ¿Cómo es la guarandinga?

Lima Torres se estremece ante la expresión. ABUELA: ¿Ust ed conoce esa plant a? ¿Y ést a? ¿Y ést a? Si quiere le

digo los nombres... uñadant a, higo, mamón, caucho, caimito y pare ust ed de cont ar. Algunast ienen la edad de mis hijos. ¿Ust ed sabe cuántos animales viven aquí? ¡Claro que no! Ust ed lo que sabe es andar en un carro marcando y t umbando casas. ¡Pues no señor!, a mí no me va a jugar la cabullit a. Nosot ros nacimos aquí y ust ed nos respet a. ¿Oes que acaso nos vio la oreja blanca? LI MA TORRES: (Escalofriadísimo.) Señora, por favor...

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ABUELA: El progreso est á bien, pero como ust ed lo quiere... ¡Mi-

randa capit al Los Teques! LI MA TORRES: (Al borde del colapso.) No, señora det éngase... ¡sá-

quenme de aquí... pero les juro que volveré...! ABUELA: Ytú Carlucho Antúnez, no seasbolsa, que t ú también eres

de aquí, recuerda mijo... GENTE: No venderemos El Valle.

La gente se enerva contra los secuaces. Ellos se marchan indignados. Carlucho saldrá de último, queriendo quedar bien con la gente. ABUELA: ¡Vamos Pascual!, cámbiat e ese disfraz que es muy bonito,

pero no para hacer sufrir a los que nos quieren t anto. Escena coreográfica que muestra la cotidianidad de los pobladores del barrio. TADEO ADULTO: (En off.) Todo El Valle olía a chocolat e, las casas,

las camas, las ropas, porque allí quedaba una fábrica muy grande. Allí hice mi segundo grado en la “Municipal Piar”, con el profesor Juan y la señorit a Raquel, que era muy brava de caráct er y leía novelas de mist erio; allí conocí a Bengala a quien conocerán más t arde. Escena de la audición de Priscila. LOCUTOR: Y a nombre del nuevo jabón Denuí, con aceit e de almen-

dras, que deja su cut is suave y radiant e, nos llega nuest ra part icipant e número 32... ¿Cómo se sient e señorit a? PRI SCI LA: Bueno..., un poco nerviosa, la verdad... LOCUTOR: ¡Claro! y es que est a noche elegimos a la cant ant e gana-

dora de nuest ro fabuloso concurso ¡“La nueva est rella Denuí”!, ¿qué le parece? PRI SCI LA: ¡Bien! ¡Yo siempre uso ese jabón! LOCUTOR: Con razón su cut is luce fresco y radiant e como porcela-

na. ¿Y cuál es su nombre, señorit a? 24

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PRI SCI LA: ¡Priscila... del Mar! LOCUTOR: ¿Y qué nos va a cant ar Priscila del Mar? PRI SCI LA: Les voy a cant ar “Capullito de alhelí”. LOCUTOR: Entonces queridos radioescuchas, quedan ust edes con

Priscila del Mar y su... ¡Cuando quiera maest ro! Vemos a la Abuela echar maíz a lasgallinas y atender a los animales. ABUELA: Pico, pico, pico, pico, coman pues. No seas t an vivo miso

que ya t e puse t u comida... un gato comiendo maíz, ¡no t e digo yo! Entra un niño como de siete años. Es mudo. ABUELA: Bengala, mijo, ¡pájaro de mar por t ierra!... ¿Y dónde t e

habías met ido? Est abas perdido... Él hace señas de que estaba en el mar. ¡Ay! si yo pudiera ir al mar, pero con t anto oficio... Un día agarro mis cachachás y nos vamos de paseo. Entran Tadeo, Aurorita y Remolacha... comentan un juego. TADEO: Abuela, allá afuera podemos hacer un zoológico y cobrar. ABUELA: ¿Qué, cobrar? Si esos animalitosson de la calle. ¿A t i como

que se t e est á pegando lo de don Lima Torres? A t i es que t e vamosa poner en una jaula, porque con esa moneadera, mira como est án sudados. No vayan a comer cambur ahorit a, porque esa es una frut a fría, y luego se me acat arran. Remolacha, aquí ent re nos, por qué no nos t raes una olla de majaret e que t engo yo allá en la cocina y nos la comemos aquí encapilladitos. REMOLACHA: Porque ust ed no puede comer dulce. ¿No sabe que

ust ed es diabét ica? ABUELA: Es verdad, siempre se me olvida. TADEO: Abuela... ¿Es verdad que exist e el coco?

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ABUELA: ¿Y de qué se hacen las conservas? AURORI TA: Pero nosot ros decimos los que dan susto... ABUELA: ¡Muchacha, cómo se t e ocurre! ¡Claro que no!, eso es in-

vento de la gent e... Ahora, El Carret ón, El Ánima Sola, La Sayona... Bengala hace el gesto de un fantasma horrible. ABUELA: Ésos son los más t erribles, ésos sí es verdad que exist en;

pero como ya son de confianza, t e conocen, ya no t e asust an, si hast a t e saludan. Por cierto, aquí port abamucho El Silbón, tomaba café, se sent aba explayado ahí, pero después no volvió; creo que dijo que se iba a asust ar a gent e boba en ot ras part es. TADEO: Abuela... ¿ust ed se est á burlando de nosot ros? ABUELA: ¡Claro, unos pajarot escreyendo en espantos! (Se ríe a car-

cajadas.) Si quieren les echo un cuento que le pararía los pelos de punt a al más pint ado. REMOLACHA: (A Tadeo.) Después t ú me acompañas en la noche a

orinar. ABUELA: ¡Pero eso sí!, me t raen mi majaret e y que esto quede ent re

nosot ros. AURORI TA: Trato hecho. ¡Vent e Bengala, que yo no voy sola, ni

loca! TADEO: Es un cuento, nada más.

Se escucha la emisión de un programa radial de aventuras tipo “Martín Valiente” y vemos a don Lima Torres y sus cómplices pegados al radio. LI MA TORRES: No voy a permit ir que esa cuadra quede allí ni para

museo, si eso es lo que pret enden. Tendremos que armar pronto un plan. ¡Valle eres y en polvo t e convert irás! ¿Le quemamos las mat as cuando est én dormidos?... ¡No! eso ya lo hicimos en ot ro lugar. ¿Le ponemos purgant e en los

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dulces de las bodegas? Tampoco eso dio result ado. ¡La novela! De fondo se escuchará la Radionovela. NARRADOR: Los cuat ro malhechores t ramaban algo cont ra los po-

bres pobladores incautos, uno de ellos planeaba con maldad cada paso de villanía... El Villano y don Lima Torres coinciden en el texto al punto que Lima Torres parece doblarlo en la acción VI LLANO/ LI MA: ¡Pero no!, no se saldrán con la suya esos per-

cusios... En la radionovela se escucha un trueno y en el espacio se ve un relámpago. PUI PUI : Hay que ver cómo las novelas se parecen a la realidad,

¿verdad? CARLUCHO: ¿Oserá la gent e que se parece a las novelas?

En la radionovela se escucha el relincho de un caballo. NARRADOR: De pronto, la figura gallarda de un hombre mont ado a

caballo se cort aba en la llanura, a un lado el malhechor se agazapaba observando la escena. VI LLANO/ LI MA: ¡Ya verás Gavilán, t e haré morder t us propias plu-

mas, est a vez t e tocará morder el polvo de la derrot a! CARLUCHO: (Apagando el radio.) Eso del polvo de la derrot a est á

más t rillado... LI MA TORRES: (Como poseído.) ¡Pero forma part e de la herencia

universal de la maldad! CARLUCHO: Yo estoy pensando en reunir todas esas frases, “nos

veremos en la próxima”, “no t e saldrás con la t uya”... LI MA TORRES: Pues hágalo, hay millares de villanos que no saben

por dónde comenzar en sus carreras. ¡Todo para los buenos, puro los buenos! (Enciende la radio.) NARRADOR: De pronto, el brioso corcel de El Gavilán pierde el con-

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t rol ant e una espantosa sombra que se levant a en la llanura. En un lateral y simultánea a la escena se ve una gran sombra fantasmogórica que se levanta, Bengala y Remolacha se abrazan del miedo. En la radio se escucha la música tema de la novela que es “El Gavilán Pío Pío”. Volvemos a la escena de Lima Torres, donde los secuaces también están abrazados del miedo. En la radio se escucha la carcajada del Villano con la de don Lima Torres que ahora está parado sobre la maqueta a contraluz con los brazos abiertos, con una sábana que es movida por el viento, como en una película de misterio. VI LLANO/ LI MA: ¡Ja, ja, ja!, est e es t u final Gavilán... ¡Ja, ja, ja,

ja!... TADEO: Eso est á por verse... NARRADOR: ¿Conseguirá el villano malhechor realizar sus t erribles

proyectos? AURORI TA: (En simultáneo.) ¿Podrán t umbar la casa de la abuela

Carmen? Se sigue viendo la sombra ante Remolacha y Bengala y a éstos abrazados del miedo, y, paralelo, a don Lima Torres a contraluz sobre la maqueta. NARRADOR: ¿Tendrá t iempo El Gavilán de no ser desplumado? AURORI TA: ¿Podrán hacer algo la abuela, los vecinos, y los drago-

nes del Shaolín? (Con el Narrador:) No se pierdan ni uno solo de nuest ros escalofriant es capít ulos de EL GAAAA-VIIILAAAANNN. Se encenderán las dos escenas simultáneamente: en una está don Lima Torres, aterrorizado, sin saber cómo bajarse de la mesa; y en la otra, los niños aterrorizados y el fantasma, que no es otro que Tadeo quien, sin saber cómo zafarse del traje, trata de explicarle a los amigos que corren cada vez que se acerca. 28

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Escena de los niños. TADEO: ¡Muchachos, pero si soy yo! ¡Ayúdenme a quit arme est e

pereto! REMOLACHA: ¡No, no! Bengala, vámonos. ¡La pizuña!...

Bengala hace gestos de que se vayan. TADEO: ¡No, no! muchachos. No me dejen aquí solito... ¡ayúdenme!

Escena de don Lima Torres. LI MA TORRES: (Asustado de bajar.) Pero, ¿qué hago yo aquí enca-

ramado? CARLUCHO: Es que ust ed se compenet ra mucho en ese papel; se

pone como muchacho comiendo... LI MA TORRES: (Interrumpiéndolo violentamente.) No lo diga, ese

dicho ya es el colmo. CARLUCHO: Perdóneme la entrepitura don Lima, pero ¿dónde apren-

dió ust ed a hablar t an refinado? LI MA TORRES: (Ya en el piso y reponiéndose del susto.) De la radio,

de la t elevisión. ¿Ust ed qué cree? Ahí es donde se aprende. PUI PUI : (En off. Se escuchará grabado, tal como se escuchan los

pensamientos en las novelas de TV.) Sí, se aprende todo ese mont ón de maldades que ust ed ejecut a... LI MA TORRES: Porque yo soy un hombre de cuna humilde, yo t am-

bién vengo del cerro. PUI PUI : (En off.) Será del cerro de plat a que no lo deja ni mover-

se... LI MA TORRES: Van dos los pensamientos que le escucho Pui Pui. O,

¿es que acaso ust ed no sabe que esos pensamientos grabados los escucha todo el mundo? Por eso yo no me fío mucho de los pensamientos en off. Un mal pensamiento grabado más, y lo pongo de...

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CARLUCHO: (Completando la frase.) ...pat icas en la calle. ¿Ve que

yo t ambién aprendo de su originalidad, don Lima? LI MA TORRES: Pero gracias a todo esto he concebido el plan perfec-

to, y ést e no va a fallar. Vamos, llámeme a la prensa, la radio, la t elevisión y consígame inmediat ament e a la periodist a de La Verdad. Con ellos t endremos la mit ad de la part ida ganada. (Va a abrir la boca para lanzar la maléfica carcajada, pero Carlucho lo interrumpe.) CARLUCHO: No se vaya a reír todavía que estoy escribiendo, se me

salt a la let ra y me queda toda choret a. (Termina de escribir y don Lima ríe.) LI MA TORRES: ¡Qué prendan los t ractores! Lo primero será aislarlos

poco a poco... ¡Mi venganza será dulce señora Carmen, muy dulce! (Lo dice mientras se come una conserva.) Bajará la luz para dar paso a otra escena donde veremos a Carlucho con flores en la mano y dos hombres que cantan música de serenata. De repente un chorro de agua baña a Carlucho. CARLUCHO: ¡Priscila, señora Carmen, les vengo a t raer la gran not i-

cia! Ya no t rabajo con el cobarde de don Lima Torres, he renunciado al t rabajo porque estoy arrepent ido... Y vengo a pedir formalment e la mano de su hija. La luz bajará repentinamente, y se encenderá con la música de la marcha nupcial. Veremos a los actores en pose y vestidos de gala, todos como en una foto matrimonial. PASCUAL: (Con cámara en mano.) Digan café... TODOS: Café. (Quedan sonrientes.) TODOS: (Cantando.)

Ya se casó, ya se embromó. Sólo el amor a est e Valle salvó. Bajará la canción un poco para dejar escuchar el texto en off de Tadeo. TADEOADULTO: (En off.) En el cent ro est aba mi abuela, con cara de

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pocos amigos; det rás los novios, sonrient es como dos palomas; el de la esquina es Pascual, que lucía su melena porque de torero se pasó a hippie y veget ariano, todo el mundo lo amenazaba con una t ijera; y abajo la patot a que ust edes conocen: Bengala y Remolacha, campeones de vent anas rot as, Aurorit a siempre t an seria y yo que les cuento est a historia. TODOS: (Cantando.)

Ya se casó, ya se embromó sólo el amor a est e Valle salvó. De pronto se escucha el estruendo de tractores y la atmósfera se va llenando de polvo. Todos se confunden, la gente se preocupa. Llega un hombre a toda carrera. HOMBRE: La fábrica de chocolat es la t umbaron.

Aumenta la confusión. Aparece una mujer. MUJER: ¡Vampiros en El Valle! (Se desmaya en medio del grupo.) TODOS: (Alarmados.) ¿¡¡¡VAMPIROS EN EL VALLE!!!?

Fin del primer acto.

SEGUNDOACTO Al comenzar el segundo acto, se ve en escena a un grupo de personas que, al son de una pequeña banda, llevan a un Niño Jesús y, más atrás, una cruz en procesión. Los niños entonan cantos alusivos. La cruz estará vestida de flores. Todo se caracterizará por el color llamativo de los trajes, objetos, etc. La escena se verá llena de pequeñas lucecitas de vela. El sacerdote se detiene para dar su sermón. SACERDOTE: Mis queridos feligreses, la maldad se ha apoderado de

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nuest ras calles. Ant es, est a procesión era considerada ent re las mejores por su solemnidad y belleza, abarcando todas lascalles de esta crist iana parroquia. Ahora, no sólo carrosy edificiosint errumpen nuest rascelebraciones, las cuales se reducen a la manzana, sino que para remat ar, ust edes, sí, ust edes, ¡y no me pongan esa cara de “yo no fui”!, ust edes amant ísimos creyent es que poblaban con sus rezos y cantos nuest ras misas, han abandonado la fe, poseídos por la t ent ación de creer en un rosario de leyendas que, no sé con qué oscuras int enciones, han difundido ent re nosot ros para acabar con la t ranquilidad y confianza que t eníamos en nosot ros mismos. ¡Pero esto es el colmo! Entonces para qué invocamos a Dios, si a la vuelt a de la esquina vamos a creer en zombies y vampiros. Perdónanos señor que no sabemos lo que hacemos. ¡Vampiros en El Valle! No parecen cosas de ust edes, mis feligreses. ¡Vampiros en El Valle! ¡Bah! Es que si exist e uno solo de esos vampiros, por qué no se me aparece, ¿ah?, aquí mismo. ¡Que no se ocult en, que se manifiest en! ¡Vampiros en El Valle! ¡Supercherías a mí! La escena rompe con un apagón y por muchos lugares se ven hombres con cajas grandes, asustando a la gente que grita. Ahora losvampirosque asustaban a la gentese unen en el centro y cantan su tema. VAMPI ROS:

Mi madre es La Sayona, mi padre es Drácula, mi t ía es La Llorona y mi hermano Barrabás. Porque yo soy el vampiro, el vampiro negro... a una fiest a me invit aron yo no me quedé. La letra se va perdiendo, quedando sólo la música a través de toda la escena. A un lado, vemos a una de las vecinas con unas maletas conversando con la Abuela. 32

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VECI NA 1: ¡Sí Carmen, nos vamos!, ahí t e dejo las mat icas. ¿Qué po-

demos hacer? A nosot ros no nos gust a nada esto de los vampiros, y nuest ros muchachos son los que est án en peligro... Cambia la escena y vemos a Chucha con otra señora. VECI NA 2: Bueno Chucha, despídeme de Carmen. Nosot ros vamos a

est ar aquí a t res cuadras, en un apart amento, una cajit a de fósforos. Pero esos bichos, como no t ienen pat io y t ienen rejas por todos lados, es más difícil que se met a un vampiro de esos. CHUCHA: ¡Tan grandot as y creyendo en esas lavat ivas! Cómo se

aprovechan de la ignorancia de la gent e. Aparecen los vampiros otra vez, cantando. VAMPI ROS:

Yo el hombre sin cabeza, mi suegro El Garret ón, mi esposa La Pelona y mi t ío es El Silbón. Porque yo soy el vampiro, el vampiro negro... a una fiest a me invit aron yo no me quedé. Ahora veremosa Priscila con la Abuela y Pascual que están conversando, los niños juegan algo en el piso. PRI SCI LA: ¿Y qué vamos a hacer, mamá? Tenemos que vender. Ya

todos se fueron. PASCUAL: Por aquí sólo quedan los Rivero, los España, los Suárez,

los Galant ón y los t urcos con “La Flor del Líbano”. ABUELA: ¡Pues no, de aquí me sacarán con el t ractor!... Y hablando

de todo como los locos, ¿en qué est á t rabajando Carlucho, que no se le ve la cara desde hace días?

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PASCUAL: ¿Est án viviendo de lo que haces t ú en la t elevisión? ¡Es

muy capaz, el zoquet e! PRI SCI LA: No Pascual, él t iene su t rabajo. ¡Ay cómo t rabaja, llega

siempre agot adito en las madrugadas! PASCUAL: ¡Ahhh!... ¡es en las madrugadas la cosa! ABUELA: Priscila..., ¿a t i no t e parece raro, t anto t iempo con noso-

t ros viviendo aquí en El Valle y nunca oímos jaret as de vampiros, sat ánicos ni cosas por el est ilo? Para mí que esa brejet ería t iene mucho que ver con la t umbada de las casas y la desaparición de El Valle. PASCUAL: ¿No t endrá Carlucho que ver con eso? PRI SCI LA: ¡Ay, por favor!, lo de ustedeses ojeriza con ese pobre mu-

chacho. Además permít anme recordarles que él es mi esposo y que si lo insult an a él me est án insult ando a mí. Sale Priscila muy molesta. Pascual y la Abuela la siguen. TADEO: Muchachos, esto del Shaolín sincerament e no ha surt ido

ningún efecto. AURORI TA: Tendremos que buscar ot ras maneras.

Bengala hace señas de boxeo. TADEO: Eso ya lo hemos probado, pero por la fuerza no podremos

ganarles, sino con int eligencia y ast ucia. REMOLACHA: Yo creo que el mejor plan es quedarse acost ado en la

cama, con veint e cruces y enchumbado de ajo. AURORI TA: ¡Remolacha, no parecen cosas t uyas! TADEO: ¿Qué eseso?Tardeo temprano, tendremosque enfrent arnos.

Bengala hace señas de estar unidos siempre. TODOS: (Totalmente solemnes.) Chivo que se devuelve se esnuca.

¡Al at aque! Vuelven a aparecer los vampiros con su canción. Entran unos hombresy se quitan los disfracesy ríen. Detrásde las 34

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máscaras podemos ver a don Lima Torres, Carlucho y Pui Pui. PUI PUI : Est e es el mejor t rabajo que hemos t enido. Desde chiquito

me encant aba asust ar. ¿Vist e la cara de la viejit a que asust amos? CARLUCHO: (De momia.) A esto es lo que yo llamo “ganarse el pan

con el horror de la frent e”. LI MA TORRES: A mí lo que me pone mal son los t rasnochos. CARLUCHO: Y a mí, est e t raje que me t iene sancochado, mañana

cambiamos de muerto, o no sigo. PUI PUI : Porque no t e ha tocado la mano peluda, esa bicha sí pica. LI MA TORRES: Lo que me preocupa es mi mujer, el ot ro día llegué a

la casa t an muerto, que se me olvidó quit arme los dient es y cuando me vio dormido con los colmillos, cayó de plat anazo del susto. PUI PUI : Mejor será que nos vayamos a dormir porque eso de hablar

de muertos a est a hora... CARLUCHO: Ust edes saben que por Acarigua, dicen que al anoche-

cer... LI MA TORRES: Déjat e de pajuat adas Ant únez, que después somos

nosot ros los que no podemos dormir con esos t rajes guindados ahí... Los niños que habían presenciado la escena desde la ventana junto con la Abuela, se reúnen alrededor de ella. ABUELA: Muchachos, mientrasestemosaquí la bat alla no está perdi-

da, aunquesea un pedacito de El Valle siguesiendo nuestro t erreno, y lo conocemos más que esos “vampiros”. Lo import ant e es que pase lo que pase, uno no debe olvidar, debe siempre recordar, esa es la primera promesa. Cuando ust edes no soñaban con nacer, exist ió un señor llamado Juan Vicent e Gómez que no dejaba que uno ni respirara, y la gent e se acost umbró a est ar siempre con el miedo; pero 35

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ust edes y yo vamos a probarles a todos que sí es posible t erminar con eso y salir adelant e. Por eso a mí se me ocurrió el siguient e plan para desenmascarar a esos “vampiros” frent e a todo el mundo. ¡Acérquense!... La siguiente escena romperá con la canción “La vaca vieja”, tocada por la Billo’s, y veremos a todos felices. En el centro, en una tarima, estará Carlucho, alzando una copa en la mano con aire de triunfo. CARLUCHO: En est a noche gloriosa, brindo por muchas razones;

una escelebrar el aniversario de bodascon est a mujer, que ahora est á en la cima de la popularidad; y... ¿cuál es la canción que ust edes prefieren? GENTE: Capullito de alhelí. CARLUCHO: ¿Y quién la cant a? GENTE: Priscila del Mar. CARLUCHO: ¿Y de dónde es ella? GENTE: De El Valle.

Priscila canta “Capullito de alhelí”. CARLUCHO: ¡Cójanme ese t rompo en la uña!

Don Lima Torres, que está presente departiendo, se escalofría. CHUCHA: ¡Calma Pascual, calma! ABUELA: Por eso invito al señor Lima Torres y sus amigos, a pasar la

últ ima noche en est a casa, los cuartos ya est án preparados. LI MA TORRES: Pero... ABUELA: ¡No hay pero que valga! ¿No me irá a hacer un fó? LI MA TORRES: ¡Por supuesto que no! No se hable más y celebremos.

Todos bailan y Lima Torres se lleva a Pui Pui a un lado. LI MA TORRES: ¿Tienes los disfraces en el carro?

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PUI PUI : Sí, señor. LI MA TORRES: Pues de manera disimulada, los pasas a los cuartos.

Est a será la últ ima noche que haremosnuest ro “número”, t ú sabes, para despist ar; todavía quedan algunos por allí por asustar. En la madrugada, cuando todosduerman, saldremos en silencio. ¿Ent endido? PUI PUI : En est a casa deben espant ar, pero pa’bachaco chivo. ¿Ver-

dad? LI MA TORRES: (Escalofriado.) ¿Tú t ambién? CHUCHA: Ese hombrecito es más pesado que una cachapa de gran-

zón. PASCUAL: Y más cursi que palt ó met ido por dent ro y avena con

guindas. CARLUCHO: Y la ot ra razón por la que quiero brindar, es porque

deseo celebrar las paces hechas ent re el ilust rísimo señor doctor don Lima Torres y la señora Sanoja... ¿Le puedo decir mamá? Que es lo que ust ed siempre ha sido para mí. ¡Nunca más llevaré est e clavel blanco en el pecho! ABUELA: (Seca.) Sí, Ant únez, como ust ed diga... PASCUAL: Ese bicho sí es pesado. ¿No? CARLUCHO: Porque los dos han decidido poner fin a la querella. La

casa de la abuela se vende. ¡Abajo el adoboncito y la abest ina! ¡Viva el concreto y el progreso! La Abuela y el señor Lima Torres se abrazan hipócritamente. ABUELA: (Con humor y sorna.) Yo, en lo único que pienso es en ese

apart ament ico chiquit ico, chiquit ico. CHUCHA: ¿Qué es Carmen? ¡No t e pases...! PASCUAL: ¿Y qué le pasó a mi mamá? ¿Se volvió loca? ¿La embruja-

ron? ¿La picó un t igui-t igui...? La fiesta es plena y la luz irá bajando hasta dar la impre37

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sión de una madrugada, el gallo canta, y en la oscuridad percibimos sombras que caminan de puntillas. Primero se ve que caen en varias trampas para ratas sin poder gritar para no ser descubiertos, luego tres tobos de agua se vierten sobre su cabeza, hasta que finalmente cae una red de pescar. Los niños salen de su escondite y los amarran. NI ÑOS: ¡Somos los enanos de la noche!

Los tres hombres se asustan, alguien prende la luz. ABUELA: Vengan vecinos no se pierdan de est a fiest a. ¿Tienen algo

que decir, señores vampiros? VAMPI RO: No, señora Carmen, t an sólo est ábamos jugando. ABUELA: Pero est e vampiro me t rat a por mi nombre y todo...

Los niños desenmascaran a Pui Pui y a Lima Torres quienes agachan la cabeza. ABUELA: Ahora nos falt a uno, el que me conoce.

Los vecinos rabiosos rodean al vampiro. ¡Quít enle esa máscara t an fea! VAMPI RO: ¡Señora Carmen, deje la varilla, no me haga pasar esa

pena! ABUELA: Déme acá la máscara esa, y deje de llamarme por mi nom-

bre que me lo va a gast ar, además yo no t engo llave con vampiro. La Abuela le quita la mascareta. TODOS: ¡Carlucho! ABUELA: ¡Pero, es que hay que ver que ust edes son bien boquia-

biert a y frasquit eros! Algo me decía que ést e t enía sus manos met idas en esto. Vamos, t ómales una foto Pascual, que esto t iene que saberse. LI MA TORRES: ¡Me las van a pagar, se los aseguro!

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PUI PUI : ¡Ay, cállese la boca más bien, que ust ed ya est á muy viejo

pa’la gracia de villano! Le armaron su seis por derecho. CARLUCHO: Nos dieron nuest ro bollo frío por refistoleros y realen-

gos. LI MA TORRES: Que me lleven a la cárcel, pero con esos bichos, ¡NO!

(Escalofriadísimo.) Una por una no es t rampa... Pero qué digo, ¿se me pegó? Quién mal comienza mal acaba... morrocoy diciéndole... ¡No, no, esa será mi condena! PASCUAL: Y ahora digan café. LOS MALOS: Café. (Sonríen y Pascual los fotografía.)

Mientras la policía se lleva a los malhechores y la gente vuelve a sus casasse escucha la voz de Tadeo adulto en off. TADEO ADULTO: Y todos creíamos que fue un final feliz. De todos

modos nadie pudo det ener lo que ya se había decidido. Mi abuela felizment e resist ió y no llegó a ver cómo t umbaban su casa y su querida parroquia; y hast a sus últ imos días Chucha y ella se quedaron allí disfrut ando del olor de las flores del pat io, mient ras a su alrededor millares y millares de edificios crecían como gigant es t apando el Sol. De el viejo Valle sólo quedó la iglesia y una ñinguit a de plaza. Priscila se peleó con Carlucho, el sabe mucho y sinvergüenza, como era nat ural; cant ó y bailó su “Capullito de alhelí” por todo el mundo, desde Cazorla a Tucusiapón; y ahora, en su kinder “El Vallecito”, cant a cuando pica las tort as de sus felices alumnos. Pascual, después de zanquear t anto y t anto, se hizo bombero, agricultor, mat emát ico e inventor de gurrufíosy pesebres sin igual. ¿Carlucho y Don Lima Torres? Por ahí andan, hablando en t elevisión. Ahora quieren t umbar La Pastora, pero no se lo vamos a permit ir. La patot a creció, todos nos hicimos grandes. Remolacha, 39

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quien se pone muy bravo si no le dicen Remolacha, se fue con Crispín a invent ar cinesy t arant ines por todas part es. Bengala, el mejor mimo del mundo, hizo grandes migas con Bip Marcel Marceau. Aurorit a, una at let a por todo lo alto, ya es mamá de cuatro locosbajitos y at arant ados que deben est ar por allí sent ados al ladito de ust edes. Y yo, lesescribí est a historia deese pequeño lugar que nos hizo valient es de todo corazón, como son los niños porque, como decía mi abuela, “la gent e t iene derecho a recordar”... Por la memoria de El Valle, por la memoria de mi abuela. VOZ DE PRI SCI LA: (En off.) Quiero dedicar est a canción a Tadeo, a

Carmen, mi mamá, y a todosaquellosque conocieron est a historia. ¡Música Maest ro! (Canta las primeras líneas de “Capullito de alhelí”.)

FIN

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El Caballero Verde 1994 Xiomara Moreno “No, no es luchar lo que deseo, te doy mi palabra. Vengo a la corte a reclamar un juego de Navidad ya que estamos en Año Nuevo.” EL CABALLERO VERDE

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XIOMARA MORENO | EL CABALLERO VERDE

El Caballero Verde (1994) es una obra basada en el romance medieval, Sir Galuzin y el Caballero Verde, de autor anónimo. La autora de la adapt ación t eat ral, Xiomara Moreno (1959), es licenciada en Art es de la Universidad Cent ral de Venezuela, en donde ha ejercido la jefat ura de la mención de art es escénicas y la dirección de dicha escuela. Xiomara Moreno, heredera de la influencia de creadores como José Ignacio Cabrujas y José Simón Escalona es, en consecuencia, defensora de la palabra como soport e de la acción dramát ica. Pese a no ser est rict ament e una escritora dedicada al t eat ro para niños, Xiomara Moreno prest a su t alento y oficio, como guionist a y dramat urga, a un género sediento de creadores que, como ella, asumen su t ránsito por el género con respeto y calidad. El Caballero Verde represent a en ese sent ido una int eresant e aproximación a un t eat ro apegado a las formalidades, con diálogos int eligent ement e const ruidos y sit uaciones arquet ípicas de las historias de caballería, lo cual lo hace recomendable para ser represent ado por aquellos grupos que buscan aproximarse a la escena infant il por la vía de las historias de avent uras, en las que el cort ejo y la defensa del honor son ingredient es indispensables. Est a obra se est renó el 31 de julio de 1994 dirigida por su autora, en ocasión del Día del Niño, para post eriorment e cumplir su t emporada en la Sala de Conciertos del At eneo de Caracas, en agosto del mismo año.

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Personajes Morgana Ginebra Art uro Gawain Lucรกn Caballero Verde Bertilak Princesa Bert ilak Reina Bert ilak Act riz 1 Actor 1 Actor 2 Actor 3 Actor 4 Act riz 2

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XIOMARA MORENO | EL CABALLERO VERDE

ACTO ÚNICO Época: Invierno en el siglo XVI .

Escena I En Camelot, Bretaña, donde el Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda realizan danzas y torneos de Corte, divirtiéndose estruendosamente. Arturo, junto a su esposa Ginebra, Sir Gawain y el Copero Lucán, disfruta de las fiestas del primer día del año, rodeando la mesa redonda. Morgana se presenta ante el público como narradora del cuento. Ella es invisible para los personajes. MORGANA: Soy Morgana, un hada, un espírit u de las aguas como

Melusina o la Dama del Lago. Soy el et erno femenino que nace del mar, por eso mi nombre significa nacida del mar. Soy diosa de las aguas y hermanast ra del Rey Art uro, a quien ven celebrando junto a su esposa Ginebra y a los Caballeros de la Mesa Redonda. De mí se dice que soy una hechicera celosa y vengat iva. Lo cierto es que el famoso Mago Merlín me enseñó todo lo que hay que saber de ast ronomía y magia, por eso todos los hombres me t emen, sobre todo aquellos que juran en vano cuando dicen que aman. Yo he creado El Valle sin Retorno donde todos los mentirososson retenidos por encantamientos. Ysoy quien crea las pruebas que han de pasar estos Caballeros de la Mesa Redondapara demost rar que son verdaderos caballeros de honor, puros, honestos, fieles, generosos, bondadosos y, sobre todo, valient es. 47

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Aquí est án los hombres más valerosos del Medioevo, celebrando el Nuevo Año, inocent es ignoran las sorpresa que les he preparado. Morgana queda invisible para los demás personajes de la Corte. GI NEBRA: Mi señor Art uro, no has probado bocado, ¿qué esperáis?

¿No gust áis de los manjares que se sirven? ¿Queréis algo en especial? Di, que todos aquí est amos para servirt e y hacert e feliz. ARTURO: Querida esposa, el banquet e es ext raordinario, de la co-

mida no me quejo, pero no probaré bocado, ni ningún manjar de est e grandioso fest ín. GI NEBRA: ¿Y por qué hacernos est e desaire?... ¿Acaso no t ienes la

mejor compañía que hombre alguno pudiera desear? ¿No est án aquí los hombres más valerosos y honrados del Reino?... ¿De qué os quejáis? ARTURO: De la compañía de estos caballeros de honor no me quejo,

pero no probaré bocado. GI NEBRA: Explícat e, por favor, señor mío, pues sin explicación yo

t ampoco he de probar bocado. GAWAI N Y LUCÁN: ¡Ni yo!... ARTURO: ¡Muy bien!, mi alegría y mi ánimo t ienen algo de infant il,

que no por ser un valeroso rey olvido que el corazón de un hombre siempre es el de un niño, y como a todoslos niños me gust a vivir animadament e y en compañía. GI NEBRA: ¿Y no han sido suficient es los juegos, los torneos y los

bailes de est e día? ARTURO: Sí, pero t engo una nueva ocurrencia. GI NEBRA: Di, pronto... ¿Cuál es la nueva t ravesura de mi amant e

esposo? ARTURO: Sólo comeré cuando se me cuent e alguna historia, alguna

proeza inusit ada o emocionant e maravilla que yo pudiera 48

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creer como ciert a, alguna nueva avent ura sobre la caballería o la nobleza; o bien hast a que alguien, algún caballero, pida enfrent arse a mí en just a lucha, exponiendo vida cont ra vida, y dejando que la suert e se incline de un lado o de ot ro. GI NEBRA: Eres un rey antojadizo, Art uro. (Sonríe.) Ya oiremos del

buen Gawain, t u sobrino, la mejor de todas las avent uras. GAWAI N: Sus deseos son órdenes, mi buena señora.

Un gran sonido de estruendoso bombo. GI NEBRA: ¿Quién llega? ¿Quién falt a de nuest ros invit ados? GAWAI N: Est amos todos. No falt a nadie. ARTURO: Pues t e equivocas Gawain, que falt aba quién ahora toca.

¡Abran rápido! Veamos pronto quién es est e inusit ado visit ant e y qué sorpresa nos depara. ¡Corre Lucán el Bueno, abre Camelot al recién llegado! Lucán sale de escena y entra casi al mismo momento. LUCÁN: ¡Señor, mi Rey! ARTURO: ¿Qué pasa, Lucán?, ¿dónde est á el recién llegado? LUCÁN: ¡Un gigant e, mi señor! TODOS LOS PRESENTES: ¿Un gigant e? ¡Un gigant e! ARTURO: Bromeas, di la verdad. ¡Qué no exist en los gigant es! LUCÁN: Pues si no es un gigant e, es el caballero de aspecto más

impresionant e, el hombre más t remendo del mundo en est at ura, t an sólido y ancho desde el cuello hast a los pies, y t an grande sus cost ados y las piernas que si no es un gigant e, declaro que se podría t ener por el hombre más grande sobre la faz de la t ierra. GI NEBRA: ¿Su aspecto es at errador? LUCÁN: Est e... Bien...

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GI NEBRA: Di, quiero saber si he de esconderme en mis aposentos, a

fin de evit arme el susto. LUCÁN: Además de su est at ura... GI NEBRA: ¿Sí? LUCÁN: Puedo decir... GI NEBRA: ¡Apura, que se me sale el corazón por la boca! LUCÁN: Que en todos mis añosde copero, declaro: no he visto hom-

bre más grande. GI NEBRA: Eso ya lo has dicho. LUCÁN: Su pecho y su espalda son de una anchura t errible, su cin-

t ura y cadenas son correct ament e delgadas, y perfect ament e proporcionados todos los rasgos de su persona, según pude ver. ARTURO: ¡Hacedle ent rar! (A Lucán.) ¡Obedece hombre! LUCÁN: Me falt ó algo por decir. ARTURO: Dilo pues, y apura, no se vaya a ofender nuest ro invit ado. LUCÁN: Es sobre el aspecto de su at uendo y su semblant e. GI NEBRA: (Con creciente curiosidad.) ¿Sí? LUCÁN: Es un caballero tot alment e vest ido de verde. ARTURO: ¿Y qué t iene eso de maravilloso? Cualquiera puede hacer-

lo. La nat uraleza se vist e así cuando est á en su mayor esplendor. LUCÁN: Pues est e hombre ha de ser familia de la nat uraleza, y aho-

ra veréis con vuest ros propios ojos por qué lo digo. Lucán hace ademán de salir, cuando entra el Caballero Verde, con cabellos, barba, piel y ropa verdes, trae en una mano una hacha de igual color verde y en la otra un ramo de flores verdes. GI NEBRA: ¡Es t an verde como la yerba!

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GARWAI N: ¡He visto visiones asombrosas pero ninguna como ést a! LUCÁN: ¡Ha de ser un fant asma surgido del reino de las hadas! CABALLERO VERDE: ¿Dónde est á el que manda en est a asamblea?

Deseo vivament e conocerlo y t ener con él unas palabras. (Mira a todos uno por uno.) Luego de un pequeño silencio donde Arturo intenta ocultarse. ARTURO: ¡Señor, sea bienvenido a est a reunión! Yo soy el señor de

est a cort e, Art uro es mi nombre, y ruego t e dignes a quedart e ent re nosot ros. Después t endrás t iempo de exponer el objeto que t e t rae. CABALLERO VERDE: Tu fama, señor, es muy grande; t us caballeros

son considerados los mejores, los más fuert es de cuantos cabalgan armados, los másesforzados y dignosdel mundo y los más valient es compit iendo en nobles juegos; y dado que hast a mí ha llegado que hacéis galas de las virt udes de la caballería... LUCÁN: Cinco son las virt udes del Caballero: liberalidad, bondad,

cast idad, cort esía y bondad. CABALLERO VERDE: Por est e ramo puedes ver que vengo en son de

paz y que no ansío combat ir. (A Arturo.) No obst ant e, si eres t an valeroso como todos dicen, con gusto me concederás el reto que pido por derecho. ARTURO: (Atemorizado.) Señor, si lo que deseas es luchar, no que-

darás decepcionado. CABALLERO VERDE: No, no es luchar lo que deseo, t e doy mi pala-

bra. Vengo a est a cort e a reclamar un juego de Navidad, ya que est amos en Año Nuevo. Y el juego es el siguient e: si hay alguno en est a cort e que se t enga por espírit u audaz, de sangre y alma fogosa que se at reva a descargar un golpe a cambio de ot ro, le daré como present e est a hacha costosa, est a hacha bast ant epesada, para que él la ut ilice a su gusto. Yo esperaré el primer golpe desarmado y sin 51

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oponer resist encia, con t al de que yo pueda asest arle ot ro golpe igual sin reparo. GI NEBRA: ¡Es una locura! ¡No haga nadie lo que dice! CABALLERO VERDE: Le concederé el plazo de un año y un día para

yo devolver el golpe. ARTURO: ¿Un año y un día? CABALLERO VERDE: Un año y un día. LUCÁN: ¿Un golpe igual al que hay que recibir? CABALLEROVERDE: Exactament e, igual al que voy a recibir con est a

hacha. GARWAI N: Alguien ha de dart e un golpe con est a hacha, t ú recibi-

rás el daño sin defendert e, pero dent ro de un año t ú devolverás el mismo golpe, ¿es eso? CABALLERO VERDE: ¡Así es!

Se repiten dos veces los parlamentos desde “un año y un día”, hasta que el Caballero Verde termina respondiendo molesto. ¡Así es!¡Así es! ¿Quién será el caballero que juegue conmigo? Aquí est á el hacha. Ninguno quiere aceptar el reto. ¿Qué? ¿Nadie se at reve? ¿Cómo? ¿Y est a es la cort e de Art uro, cuya fama t anto se ha ext endido por todos los reinos del mundo? ¿Dónde est án ahora vuest ra arrogancia, vuest ras proezas, vuest ras victorias y valor? ¿Y el arrojo del cual os jact áis? Todos se encogen y t iemblan ant es de haber recibido el golpe. (Ríe fuerte.) ¡¡¡Entonces, habrá que decir que la cort e de los Caballeros de la Mesa Redonda est á nut rida de cobardes!!! ARTURO: Señor, lo que pides es locura; pero, puesto que t an obst i-

nadament e lo buscas, bien mereces encont rarlo. ¡Dame, pues, esa hacha, en nombre del cielo, que yo t e daré lo que 52

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has venido a buscar! (Toma el hacha con intención de golpear fuerte al Caballero Verde.) GAWAI N: ¡Os ruego, señor, delant e de todos los aquí present es, que

deleguéis en mí est e reto! ARTURO: Pero si es conmigo el reto, Gawain. Soy yo quien debe

enfrent arse. LUCÁN: (A Arturo.) Dadme licencia, mi noble señor, pero en los

bancos hay t antos esforzados caballeros. (Señala a los niños del público.) ARTURO: ¡No quiero quedar ant e el visit ant e como un rey cobarde! GAWAI N: ¡Sost engo queno hay ot ro bajo el cielo más animoso y más

valient e que vos, el capo de bat alla: El Rey Art uro! Todos aplauden y animan. CABALLERO VERDE: Sigo esperando por un cont endor. GAWAI N: (A Arturo.) Yo soy el más débil de t us caballeros, lo sé; y

el menos sabio t ambién; y en cuanto a mi vida si la pierdo será la menos lament ada. En cambio, t ú eres nuest ro rey, el Gran Art uro. Mi único honor est enerte como t ío. Ypuesto que est e lance es demasiado insensato para que recaiga en vos; y soy yo, ent re t us caballeros, quien primero lo solicit a, os ruego que me lo concedáis a mí. ARTURO: Dejad que lo discut a con los demás caballeros de mi corte.

Baja la platea y se lo pregunta a los niños, luego vuelve al escenario. ARTURO: Mis caballeros me han convencido. Querido Gawain, t ie-

nes t ú el honor de dar el golpe de hacha. (Entregándole el hacha.) Procura, sobrino, dar el golpe con acierto, que t engo por seguro que no t e vendrá peligro alguno del golpe que él t e devuelva. (Hace gesto para que golpee fuerte.) GAWAI N: Tengo una mejor idea, y es que he de golpear t an suave-

ment e a est e hombre, que ni siquiera he de hacerle un 53

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rasguño. Si no golpeo fuert e nada he de t emer del golpe que él me dé. Morgana aparece, continúa invisible para los demás personajes. MORGANA: ¡Conque esa es t u idea! Ya verás. GAWAI N: (Al Caballero Verde.) ¿Dijist e que el golpe que devolverás

será igual al que recibas? CABALLERO VERDE: Así dije y digo. GAWAI N: (Poniendo a todos de testigos.) ¡Lo dice! ARTURO: ¿Lo juras? CABALLERO VERDE: ¡Palabra de Caballero! ARTURO: (A Gawain.) Conserva fuert e la mano y el corazón. CABALLERO VERDE: (A Gawain.) Sellemos ahora nuest ro pacto.

Quiero saber t u nombre, dímelo a fin de poder fiar en t u palabra. GAWAI N: Me llamo...

Todos pronuncian el nombrede Gawain de distintas maneras. GAWAI N: Gawain, y como t al t e at est aré est e golpe. (Aparte.) Que a

fe mía será el más suave que hayas recibido. (En alto.) Y en el plazo de doce meses y un día me t endrás a t u merced, a fin de que puedas devolvérmelo; y, eso sí, no t e enfrent arás con nadie que no sea conmigo. CABALLERO VERDE: Me doy por más que sat isfecho. Ahora, Sir

Gawain, a t i t e corresponde descargar el primer golpe. Se dispone a recibir el golpe de hacha, la acción se congela por un momento, vemos al hada Morgana susurrarle algo al oído de Lucán y éste corre a decírselo a Sir Gawain. LUCÁN: Sir Gawain, espera. Si el golpe no ha de ser de verdad, bue-

no sería que para no ofender al Caballero, os dediquéis un poco a la pantomima y al t eat ro. Que crea el hombre que 54

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hacestodo t u esfuerzo por golpearle, aunque apenasreciba una caricia de recién nacido. GAWAI N: Tienes razón. Que buena idea se t e ha ocurrido. La cort e-

sía es lo primero, aunque sea con est e fanfarrón. LUCÁN: La verdad no sé como se me ocurrió, fue como un soplo,

como si alguien susurrara en mi oído, como si la idea viniera con la brisa, como si la voz de una mujer me lo dict ara, como sí... CABALLERO VERDE: ¡Ya bast a, hast a cuándo t anto secreto! ¿qué

más he de esperar? Cumple t u palabra Sir Gawain o, si no, ¡seré yo el primero en golpear! GAWAI N: ¡Prepárat e!

Hace un gran giro, señalando la fuerza con que ha de darle, una gran pantomima de lo pesado del hacha y como tal toma impulso a distancia. MORGANA: (Conjurando.) Por Merlín, recuerdo de los pueblos drui-

das por su conocimiento y poderes mágicos, por el poder de la noche que me fue conferido, ¡que est a hacha llegue y haga donde t iene que llegar y hacer! El hacha dirige a Gawain. GAWAI N: ¡El hacha est á encant ada! ¡No la puedo dominar! ¡Auxi-

lio! Me lleva, ¡me lleva en cont ra de mi volunt ad! El hacha va a clavarse contra la cabeza del Caballero Verde, separándola del cuerpo y haciéndola rodar por el piso. Todos están sorprendidos y atemorizados. Gawain suelta el hacha. GAWAI N: ¡Fue el hacha! ¡Yo, no! ¡Yo, no!

El cuerpo del Caballero Verde va en busca de su cabeza y tomándola por los cabellos. CABALLEROVERDE: Sir Gawain me alegra haber recibido de t u mano

el favor que buscaba. Ahora, prepárat e a cumplir lo promet ido. Búscame fielment e como aquí has jurado. Est aré 55

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en la Capilla Verde; y no dudes que allí recibirás un golpe como ést e porque en just icia lo has ganado el día de Año Nuevo. Soy conocido como el Caballero de la Capilla Verde. No dejes de hacerlo, de lo cont rario pasarás por un cobarde. El Caballero Verde sale, guiado por el hada Morgana. GI NEBRA: Art uro, ¿ahora que va a pasarle a nuest ro Sir Gawain? ARTURO: (Sonriente.) No os alarméis hoy, mi querida esposa, t ales

art es son muy propias de las Navidades; como las represent aciones de mist erios, de cantos y de danzas con que nosdivert imos. Ahora ya puedo comer sat isfecho, puesno puedo negar que he sido t est igo de un prodigio. ¡Y t ú, Gawain, cuelga t u hacha... bast ant e has acort ado hoy con ella! Todos salen mientras se van apagando las luces. Morgana en la penumbra. MORGANA: Ahora, Sir Gawain, pon at ención, no t e vaya a dominar

el miedo y t e impida ir en busca de la empresa que has reclamado para t i.

Escena II En el bosque. Mientras Morgana describe los cambios del tiempo, los mismo se van produciendo. MORGANA: Un año pasa pronto. Y así pasó la Pascua y el año que a

ella seguía; y corrieron las est aciones una t ras ot ra en rápida sucesión. Después de la Navidad llegó la severa Cuaresma donde se prescribe para el cuerpo comer sólo pescado y nada de carne. Luego vino el t iempo que combat e al invierno, donde el frío ret rocede, las nubes se disipan, la lluvia brillant e se derrama en cálidos aguaceros sobre los campos y se abren las flores; la yerba y los árboles se vist en de verde, las avesse afanan const ruyendo sus nidos y cant an animadas a la espera del dulce verano que 56

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ya no t ardará; los capullos se hinchan y se abren en espléndidos colores y una música gloriosa se difunde por el bosque. Luego llega el verano con su brisa mansa. El polvo se levant a de la t ierra, losvientos iracundosdeclaran la guerra al Sol, arrancando y esparciendo hojas y yerbas. Todo se vuelve gris. Y así discurre el año hast a volver al invierno y de nuevo a la Navidad. Y así, Gawain inició su viaje en busca de la Capilla Verde y del Caballero Verde. Entran Gawain y Lucán el Bueno, ahora su escudero, traen el hacha del gigante. LUCÁN: ¡En qué t rist eza hemos dejado a los Caballeros de la Mesa

Redonda! Todos han pedido acompañart e y ayudart e en est a empresa, pero t ú los has rechazado a todos. GAWAI N: Ya conoces los t érminos del t rato. Sólo yo he de enfren-

t arme al Caballero Verde. LUCÁN: ¡Por Cristo, que es mala fort una, señor, que vayáis a vues-

t ra perdición, gozando de vida t an noble! Más prudent e habría sido obrar con cordura y al ver ent rar al Gigant e Caballero Verde nombrarlo duque del reino, y no t endrías ahora un dest ino t an infeliz, morir decapit ado por un ser infernal ¡y todo por arrogancia! GAWAI N: Silencio. Por más que t e quejes y llores, no voy a desma-

yar. ¿Qué ot ra cosa puede hacer el hombre si no es afront ar su dest ino con valor? LUCÁN: Hemos at ravesado el reino de Logres, el Nort e de Gales, las

Islas Anglesey, por el desierto de Wirral y a todos hemos pregunt ado por la Capilla Verde y su señor, igual de Verde, y todos han dicho que no, que jamás habían visto a nadie de t al color. ¡Yo creo que ya es hora de devolvernos! GAWAI N: Buscaremos hast a que aparezca. LUCÁN: Pues esa puede ser la t rampa. Que andemos todos nuest ros

días en busca de una capilla y un caballero que no exist en.

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GAWAI N: Buscaremos hast a el primer día del año, como fue lo acor-

dado. LUCÁN: ¿Primer día de año? ¡Hoy es Noche Buena! ¿Apenas unos

siet e días, y de vuelt a a la casa? ¡Qué alegría, ya me veo volviendo para celebrar el Día de Reyes! GAWAI N: Mira. Lucán, allí hay... LUCÁN: (Negándose a ver.) ¡No, señor! No me digáis que ahora que

empezaba asentirme feliz, aparecen laCapilla y el Gigante. GAWAI N: Mira.

Lucán corre de un lado para otro, detrás de él va Gawain tratando de detenerlo. LUCÁN: ¡No! ¡Qué desgracia! ¡Qué t ragedia! ¡Qué epopeya! ¡Qué

desast re! ¡Qué drama? Que... ¿Qué? GAWAI N: Lucán has honor a t u hombría y mira.

Lucán accede luego de muchos remilgos. Aparece un hermoso Castillo que deja bajar su puente amistoso ante Gawain y Lucán. LUCÁN: ¡Un albergue donde pasar lanoche! Vamosrápido, pidamos

que nosdejen ent rar, ya los piesme duelen de t anto caminar. GARWAI N: Pero, Lucán, no recuerdo que est uviera allí ant es. LUCÁN: Pero est á, mi señor. ¡No perdamos t iempo, ent remos! GARWAI N: (Pregunta al público.) ¿Est uvo allí ant es? LUCÁN: Señor, con su permiso, pero t engo que recordar que los

cast illos no se mueven, ni caminan, ni van de aquí para allá, ni se const ruyen de un segundo para ot ro. (Gritando hacia el Castillo.) ¡Dos Caballeros piden albergue! UNA VOZ DESDE EL CASTI LLO:

Sean bienvenidos a est a casa, y quedaos el t iempo que gust éis. Disponed de cuanto hay aquí como si fuese ent erament e vuest ro. 58

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LUCÁN: Responde, señor. GAWAI N: El Caballero Gawain y el Caballero Lucán el Bueno, los dos

de la Cort e del Rey Art uro os lo agradecen. Gawain y Lucán entran al Castillo.

Escena III En el Castillo de Bertilak, en el Gran Salón. Baile de bienvenida a Gawain y a su copero Lucan. El Rey Bertilak junto a su hermana y su tía, una mujer envuelta en velos que no permite ver quién es. BERTI LAK: Ahora podremos apreciar los más finos modales y las

maneras más gent iles del diálogo, ya que t enemos ent re nosot ros al padre de la buena crianza. Dios ha sido generoso con nosot ros al t raernos a un huésped como Gawain, el Caballero cort és de los cuentos bretones. GAWAI N: Gracias os doy. En buena fe, es vuest ro todo el mérito.

Quiera el alt ísimo compensaros. Estoy a vuest ro servicio. BERTILAK: Puesmi deseo y el de mi hermana esque osquedéisunos

días más en nuest ra compañía. LUCÁN: ¡Me parece una excelent e idea! GAWAI N: Pero no puede ser. Una alt a y urgent e misión me reclama

en ot ra part e. BERTI LAK: ¿Cuál será esa misión que os mant iene lejos de la Cort e

de Camelot ? GAWAI N: Me he compromet ido en buscar un lugar. LUCÁN: Aunque no sabemos a cuál part e del mundo dirigirnos. BERTI LAK: ¿Y qué lugar será ese?

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GAWAI N: La Capilla Verde, donde habit a el Caballero Verde. BERTI LAK: ¿Qué serías capaz de dar a cambio de la dirección que

buscas? GAWAI N: ¿Acaso sabes dónde queda? BERTI LAK: Puedo decírt elo si acept as un juego de Navidad. LUCÁN: (Por lo bajo.) ¡Que diga primero! No vaya a ser una t rampa. GAWAI N: ¿Qué sería? BERTI LAK: ¡No t emas! Como ves, en mi cort e todos somos personas

de bien. Te propongo un acuerdo de caballeros. A mí me gust aría y a todo mi reino que t an honorable caballero se quedara unos días más en est e cast illo, divirt iéndose y haciéndonos compañía. ¿Qué día deberás estar en la Capilla Verde? GAWAI N: El primer día del Año Nuevo. BERTI LAK: Y por mí así será, que yo t e diré cómo llegar punt ual a

t u cit a, que apenas necesit arás medio día desde est e cast illo para llegar. LUCÁN: ¿Tan cerca est amos? BERTI LAK: A unos pasos. GAWAI N: Dime, cuál es el t rato que me propones a cambio. BERTI LAK: Soy el Rey Bert ilak, famoso en estos contornos por ser

un gran cazador. No hay día en que yo no vaya y cace. GAWAI N: ¡Ah... lást ima!, porque a mí no me gust a la caza de ani-

males. BERTI LAK: ¿No t e diviert e ir al bosque y perseguir a un zorro, a un

jabalí o a un venado y t raerlo al hogar para comerlo con t u familia y amigos? GAWAI N: No, sólo esgrimo las armas para defenderme de los enemi-

gos. BERTI LAK: Pero he visto que han llegado con un enorme hacha.

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GAWAI N: Esa hacha es part e de mi misión. BERTI LAK: (Desilusionado.) ¡Lást ima! Yo esperaba que hiciéramos

un torneo para ver quién cazaba más. (La mujer cubierta con velos le habla al oído.) ¡Excelent e idea, t ía! Querido Sir Gawain, acércat e, que no quiero que nadie más oiga lo que t ediga. (En secreto.) Acordemosuna cosa: aquello que yo consiga en el bosque será para t i, todo, todo lo que cace será para t i. GAWAI N: No puedo acept ar. Tú siempre me t raerías un regalo, ya

que eres t an buen cazador y yo no t endría cómo devolvert e t ant as at enciones. BERTI LAK: (La tía le vuelve a hablar al oído.) ¡Excelent e idea t ía!

Eres la mujer más int eligent e de todo est e reino. Ya quisieran ot ros cast illost enert e de consejera. (A Gawain.) Sí, t endrás una manera de ret ribuirme. Yo t e daré lo que consiga en el bosque y t ú me darás lo que consigas en el Cast illo. GAWAI N: Pero... BERTI LAK: ¡Nada de peros! Juremos hacerlo, así la suert e sea flaca

para uno y gorda para el ot ro. GAWAI N: ¡Est á bien! Juro como caballero al t rato que proponéis.

Pero t e advierto que seré el más favorecido. BERTI LAK: No digamos más. Que ahora t engo un buen mot ivo para

salir de caza mañana. (A Lucán.) Y en cuanto a t i, ¿t ampoco vas de caza? LUCÁN: ¿Pues, yo? BERTI LAK: Serás t est igo de mi gran fama como cazador y después

podrás cont arle a t u señor. LUCÁN: (Por obligación.) Con todo gusto, majest ad. BERTI LAK: Pues, entonces, ¡vayamos a dormir!

Salen.

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Escena IV En las habitaciones de huéspedes del Castillo de Bertilak, amanece. Gawain duerme. Suenan lastrompetas señalando la partida de Bertilak. VOZ DE BERTI LAK: (Off.) ¡¡¡A loscaballos!!! Vamos, Caballero Lucán

el Bueno, despiert e. Hoy el bosque nos est á esperando. Pidámosle permiso a la Dama del Lago para que la cacería sea abundant e. ¡Dominen a los sabuesos! ¡Vamos, nos espera un gran día! Entra la Princesa Bertilak, se sienta en la cama de Gawain. Gawain se hace el dormido. PRI NCESA BERTI LAK: Buenos días, Sir Gawain; sois un durmient e

descuidado, ya que cualquiera puede deslizarse hast a aquí. Habéis sido sorprendido y a menos que lleguemos a un acuerdo, os at aré en la cama. GAWAI N: Buenos días, señora. Disponga de mí como desee. (Bro-

mea.) Pero permit id que vuest ro prisionero se levant e; pues deseo abandonar est a cama y arreglarme, a fin de sent irme más cómodo. PRI NCESA BERTI LAK: Desde luego que no, señor. No os levant aréis

de la cama, así os t endré más a mi merced. (Jugando con las sábanas.) Os envolveré por est e lado y por el ot ro, y después charlaré con el caballero que t engo at rapado. Pues sé muy bien que soisSir Gawain y que todo el mundo os adora donde quiera que vas. Y ya que t engo at rapado al caballero que a todosagrada, pasaré el t iempo que quiera en dulce conversación con vos. GAWAI N: En verdad que me considero afort unado, aunque no soy

digno de t ant a alabanza. Sería un honor si mis palabras y mi conversación lograsen complacer como deseáis. PRI NCESA BERTI LAK: En verdad, Sir Gawain, que sería demasiada

descort esía si no at endieras a mis demandas. GAWAI N: ¿Y qué demanda de mí, Su Majest ad?

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PRI NCESA BERTI LAK: Que recibas lo que t e obsequio. GAWAI N: ¿Qué será? PRI NCESA BERTI LAK: Primero ha de ser un abrazo. GAWAI N: (Al público.) ¿En qué t rampa me estoy met iendo? Si luego

he de devolver a su hermano lo que ella me dé. PRI NCESA BERTI LAK: Vamos Sir Gawain, qué hay de malo en mi re-

galo. Vamos, ¿no quieres recibir mi abrazo? ¿Entonces, sólo he de conformarme con un desprecio? ¿Sois o no sois un caballero cort és? GAWAI N: (Al público.) Aquí la fama me condena. (A ella.) Será

como queréis, y est e abrazo será para mí la gloria, aunque luego se torne en aprieto. (Se abrazan.)

Escena V En el bosque corretean Bertilak y Lucán. BERTILAK: El que no logre llevar a casa un animal no se merece est ar

bajo mi t echo. LUCÁN: ¡Yo puedo prest arle algunas pulgas! BERTI LAK: ¡Me refiero a un animal de caza! LUCÁN: Sí, de casa, pero t ambién han vivido bien en cast illos y en

est ablos son un primor, en torres... BERTI LAK: ¡Y en calabozos! LUCÁN: Sobre todo allí, y ¡algunos piojos t ambién! BERTI LAK: ¡Calla, que espant as a los venados! LUCÁN: ¿Venados? ¡No mi señor! ¡Venados no! BERTI LAK: Quiero cazar un venado grande, que pondremos a las

brazas. ¡Será una rica cena! LUCÁN: ¡La carne es pesada para comer en la noche! Produce pesa-

dillas. ¿Por qué no una rica cena de frut as? 63

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BERTI LAK: Ya me deleito viéndome comer una de esas piernas. ¡Un

riquísimo muslo de venado! LUCÁN: ¡Verduras! ¡Pueden ser verduras! Una sopit a de zanahorias,

papas, ¡una ensalada de verde! ¡Nut rit iva espinaca, brócolis, berros, remolachas, apios, calabazas! BERTI LAK: ¡Quiero comer carne! LUCÁN: (Aparte.) ¡Pero es mi t area que sólo coma yerbas! Sé que a

mi señor Gawain poco lo agradará recibir como obsequio lo que est e rey cace. BERTI LAK: Allá, allá va un venado, corramos t ras él. ¡Será presa

fácil para mis flechas! Salen.

Escena VI En la habitación de huéspedes en el Castillo de Bertilak, Gawain y la Princesa Bertilak se separan del abrazo. GAWAI N: El que todo lo oye y todo lo ve os sepa recompensar por

est e abrazo. PRI NCESA BERTI LAK: No acabo de creer que seas Sir Gawain. GAWAI N: ¿Acaso he sido torpe en mis modales? PRI NCESA BERTI LAK: No, has sido muy cort és, pero quién es t enido

por el galant e Gawain, cuya gent ileza ha sido siempre t an complet a, no habría podido est ar t anto t iempo con una dama sin haberle pedido un beso. GAWAI N: (Escandalizado.) ¿Un beso? PRI NCESA BERTI LAK: ¿Qué hay de malo en un beso? ¿Por qué os

espant as de esa manera? ¿Acaso soy fea? GAWAI N: Guarda esas palabras mi bella dama, pero no me at reveré

a pedir un beso por... por... (Al público.) ¿Ahora que he de invent ar? Si me besa t endré que besar al Rey. (A ella.) No 64

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os he pedido un beso por... por... (Aparte.) ¡Ya sé! ( A ella.) ¡Por... por t emor! PRI NCESA BERTI LAK: ¿Temor a qué? GAWAI N: Por t emor a... No es de caballero confesar. (Aparte.) Algo

t engo que invent ar. (A ella.) Por t emor a ser rechazado por t an hermosa dama. PRI NCESA BERTI LAK: Gawain que es bueno vuest ro discurso, pero

puedes est ar seguro de que no serás rechazado. (Se inclina para darle un beso en la mejilla.)

Escena VII En el bosque. BERTI LAK: ¡Arrojen losdardos! (Observando.) ¿Qué pasa?¡Los dar-

dos de las flechas llegan a la presa pero el animal huye porque las punt as no penet ran la dura piel del venado! (Revisa su flecha.) ¿Y esto? Flechas con punt as redondas. ¿Quién hizo esto? ¿Quién est ropeó mis flechas? Lucán viene con una cesta de frutos y verduras. LUCÁN: Estoy sat isfecho con la recolección que he hecho. Aquí hay

mangos, naranjas, cambures, mamones, guayabas, nísperos, fresas, cerezas, frambuesas, ciruelas, un coco y hast a una piña. BERTI LAK: ¡Vinimos a cazar! Si no se puede con flechas, ¡entonces

at acaremos con espadas y hachas! (Sale.) LUCÁN: ¿Qué dirá mi buen Rey Bert ilak cuando descubra que he

escondido sus armas? (Sale.)

Escena VIII Habitación de huéspedes en el Castillo Bertilak.

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PRI NCESA BERTI LAK: No me habéis pronunciado ni una sola pala-

bra de amor. He de pensar que has recibido con desagrado mi abrazo y mi beso. GAWAI N: Esun gran placer para mí y una gran alegría que una dama

t an noble se dé el t rabajo de dist raerse con t an pobre caballero. Pero t engo preocupaciones. PRI NCESA BERTI LAK: Habládme de ellas que quizás yo pueda ayu-

dar. GAWAI N: Voy en busca de un Caballero Verde que deberá golpearme

fuert ement e en el cuello con el hacha que he t raído al cast illo. PRI NCESA BERTI LAK: ¡Oh, qué horror! ¿Yno podéishuir? Yo os ayu-

daría. GAWAI N: Soy un Caballero de la Mesa Redonda, si huyera de mi des-

t ino ofendería a mi Rey Art uro. PRI NCESA BERTI LAK: Entonces recibe est e obsequio. Toma est acin-

t a verde. La cual usarás para guardar mi recuerdo y endulzar t u dolor. GAWAI N: No quiero regalos, mi señora. No t engo con qué corres-

pondert e, de modo que nada tomaré. PRI NCESA BERTI LAK: Ya has recibido mi abrazo y mi beso, ¿Por qué

ahora despreciarías est a seda con la que puedes salvar t u vida? Pues no habrá hombre alguno bajo el cielo capaz de hacer pedazos al caballero que se ciña est a cint a verde. GAWAI N: (Para sí.) Est a cint a me libraría del peligro con el Caballe-

ro Verde. PRI NCESA BERTI LAK: ¡Tómala! (Se la entrega.) Y ahora he de mar-

charme. ¡Ah!, pero ant es de irme debo advert irt e que no debes decirle a mi hermano que t e di est a cint a. (Sale.) GAWAI N: ¡Oh, Dios! Qué cort a ha sido mi alegría, ¡cómo puedo pre-

t ender que est a cint a ha de salvarme la vida si he de ent regársela al Rey Bert ilak como hemos acordado! ¿Qué 66

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puedo hacer? ¿Ent regarle la cint a al rey y exponerme a que el Caballero Verde me cort e la cabeza? ¿U ocult arla y salvar mi vida? Si est uviera aquí mi Rey Art uro, él sabría aconsejarme y decirme qué pasos debo seguir a fin de salvar mi vida y seguir siendo un caballero con honor. Aparece Morgana. MORGANA: Sir Gawain si lo que necesit as es a mi hermano Art uro

para que decidas, un sueño me permit irá que lo veas. Gawain ha quedado dormido. El Rey Arturo se le aparece manipulado como una marioneta por la propia Morgana. ARTURO: ¿Qué t e import una, Sir Gawain? GAWAI N: Mi señor, ¿cómo es posible que est és aquí t an lejos de Ca-

melot y de mi señora Ginebra? ARTURO: Yo pregunt é primero. GAWAI N: Mi Rey Art uro, he recibido est a cint a con la que puedo

salvar mi vida, pues me hará indest ruct ible mient ras la cargue conmigo; pero por juramento con el Rey Bert ilak debo ent regársela a él. ARTURO: Garwain, siempre buscando complicar las cosas. No le en-

t regues nada al Rey Bert ilak. GAWAI N: ¡Pero mi palabra!... Juré como caballero que así lo haría. ARTURO: ¡Y lo harás!, pero una vez que t e hayas enfrent ado al Ca-

ballero de Verde, volverás a est e Cast illo y cumplirás lo promet ido. GAWAI N: ¿Eso se vale? ARTURO: ¿Él dijo cuándo habría que hacerlo? GAWAI N: No, no dijo cuando, pero... ARTURO: ¡Hazme caso! Ent regad esa cint a después que t e hayas

enfrent ado con el Caballero Verde y nunca, jamás de los jamases, ant es; de lo cont rario, sólo me queda decirt e

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buena suert e sobrino y que no t e duela mucho el golpe de hacha. Arturo desaparece. Sir Gawain cae de nuevo en el sueño, despierta al llegar Bertilak con la Princesa Bertilak, la tía envuelta en velos y con Lucán cargando todo lo que ha recolectado en el bosque. GAWAI N: (Despertando.) Mi Rey Art uro, ¿dónde est áis? ¿Mi Rey,

t ío?... BERTI LAK: ¿Ha perdido algo el caballero de la Cort e de Camelot ? GAWAI N: Disculpad, ¿pero habéis visto salir a mi Rey Art uro? LUCÁN: Tiene fiebre, mi señor. Pero aquí he t raído ramit as de man-

zanilla, de tomillo, de toronjil, malojillo, pequeños t allos de canela, limones, y ot ras yerbas más que servirán para cuidar t u resfriado de cabeza. GAWAI N: ¡No estoy enfermo, Lucán! Mi Rey Art uro ha est ado aquí y

me ha hablado. LUCÁN: Pueses mejor que t e t ranquilices si no queréis pasar por un

loco delant e de los caballeros y las damas. GAWAI N: (A Bertilak.) ¿Cómo est uvo el día de caza? BERTI LAK: ¡Espantoso! Un gracioso duende, una t errible hada o un

imbécil ha provocado la huida de losanimales del bosque. Hemos vuelto con las manos vacías, sin nada que ofrecer a cambio de vuest ros obsequios, porque puedo est ar seguro de que t ú sí has conseguido algo dent ro de est e cast illo. GAWAI N: Pues sí, mi señor. He conseguido, mejor dicho, me han

obsequiado con t res regalos. BERTI LAK: ¡Tresregalos! ¡Qué maravilla! Puesme preparo a recibir-

los. GARWAI N: Los primeros dos t e los haré llegar con mi copero Lucán.

Ven acá Lucán. (Le habla al oído a Lucán.)

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Lucan camina valientemente hacia Bertilak mientras Gawain habla. GAWAI N: Os haré ent rega de aquello de valor que he encont rado

dent ro de estos muros. Tened esto. Lucán abraza a Bertilak. BERTI LAK: ¿Qué me dáis? LUCÁN: Un abrazo. BERTI LAK: (Soltándose de Lucán.) Bien est á, y mucho os lo agra-

dezco. Y es t al, que quizás convenga que me digáis dónde has conseguido t al riqueza. La Princesa Bertilak hace señas para que no lo diga. GAWAI N: Ést e es mi segundo obsequio, recibido de buen grado por

mí. Lucán besa a Bertilak. BERTI LAK: ¡Me gust aría decir lo mismo! Pero con esto queda zanja-

do nuest ro pacto. Bertilak junto a su Corte hace ademán de salir, pero a un gesto de la tía se vuelven. BERTI LAK: ¡Oh no!, habéis dicho que han sido t res los obsequios, y

que el t ercero t ú mismo me lo darías. GAWAI N: (Dudando. Al público:) He soñado con mi Rey Art uro, pero

todavía dudo si he de ent regarle o no est a cint a. BERTI LAK: Acércat e, Sir Gawain, y ofrécenos t u t ercer regalo.

Momento de tensión, Gawain parece que va a entregar la cinta. Al instante se arrepiente. GAWAI N: Recibid mi señor, est e apretón de mano y el agradecimien-

to por est a maravillosa est adía en t u cast illo. BERTI LAK: ¿Est ás seguro de que no me guardáis nada más? GAWAI N: (Al público.) Aquí debo ment ir. (A Bertilak.) ¡Nada más,

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señor! (Tímidamente.) Al menos por ahora. Debo marcharme. Me despido con pesar pero debo afront ar la suert e de mi dest ino, que si es con bien, me pondrá de nuevo en t u cort e, si no, recordadme siempre como un amigo. LUCÁN: ¿Ya, mi señor? Pero si he conseguido veget ales como para

vivir varios meses a cuerpo de rey. GAWAI N: Vamos, Lucán y no sient as pena por decir adiós. BERTILAK: Sir Gawain espero que hayassido honesto conmigo, t an-

to como yo lo he sido con vos. Y ahora acompañadme para que os señale el camino que ha de seguir para llegar a la Capilla Verde. Salen todos menos la tía, ella se descubre como la propia Morgana. MORGANA: (Al público.) Nuest ro Sir Gawain ha ment ido, no ha en-

t regado la cint a verde con la que cree vencer al Caballero Verde. El Rey Bert ilak lo ha dejado part ir, y el amor cort és se ha quedado en el corazón de nuest ra joven Princesa. Dejemos que el amor descanse, t ambién la cacería, pues ya nuest ro Gawain t iene cerca la cit a que lo ha t raído t an lejos. Si guardáis silencio un momento os cont aré lo que luego pasó.

Escena IX Bosque desde donde se ve la Capilla Verde. Gawain y Lucán entran con el hacha. GAWAI N: ¿Será est a la Capilla Verde?, he seguido todas las inst ruc-

ciones para llegar aquí, pero es un lugar t an desolado y t rist e. LUCÁN: Hast a aquí llego con vos, mi señor. Ahora me despido. Ni

por todo el oro del mundo os acompañaría ni un paso más en est e bosque. Ahora que si haces lo que t e aconsejo, saldréis bien parado de esto. Si vais al encuent ro moriréis. 70

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Por lo t anto, mi buen amigo Gawain, olvida a ese hombre y toma ot ro camino. Por mi part e, os prometo jurar, con toda la fuerza y la vehemencia de los más grandes juramentos, queguardaré vuestro secreto y jamáscontaré que os he visto huir del Caballero Verde. GAWAI N: Te lo agradezco y bien veo que buscas mi bienest ar, pero

por muy callado quet uvierasun secreto, si yo me marchara y huyera, a mí mismo no podría ocult arme que he sido un caballero cobarde. (Sale.) LUCÁN: Seguid vuest ro camino que yo iré a lloraros en Camelot .

Aparece Morgana trayendo a Arturo de marioneta. MORGANA: (Al público.) Ahora probemos a est e tonto. (Haciendo

que el muñeco de Arturo hable.) ARTURO: ¡Lucán, Lucán! LUCÁN: ¡Mi Rey Art uro! ARTURO: ¿Dónde est á Sir Gawain? LUCÁN: ¿Sir Gawain, mi señor? Pues, es difícil de creer pero no est á. ARTURO: Ant es de salir de Camelot t e recomendé que cuidaras bien

de mi sobrino. Sabes que jamás t e perdonaría si lo has abandonado en algún peligro. LUCÁN: ¿Peligro? Pues, peligro, ninguno. Lo he dejado paseando

con una hermosa dama. ARTURO: ¿No me est arás mint iendo? LUCÁN: ¿Ment ir? ¡Jamás! ¿Acaso no soy un caballero que nunca ha

dicho ni una ment ira pequeña? ¡Jamás! MORGANA: ¿Y t ampoco has sent ido miedo? LUCÁN: ¡Esa voz!... Yo la he oído en alguna part e. MORGANA: Lucán eres t an cobarde como todos los Caballeros de la

Mesa Redonda. LUCÁN: Mi señor, Art uro, ¿qué le ha pasado a t u voz?

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ARTURO: ¡Nada, sígueme! Vamos donde est á Sir Gawain.

Lucán hace ademán de salir pero Morgana lo detiene. MORGANA: Quedas apresado, Lucán. ¡A part ir de est e momento es-

t ás condenado a perdert e en el Laberinto de los Ment irosos! Lucán es arrastrado por Morgana. Salen.

Escena X En la Capilla Verde. Gawain entrando. GAWAI N: (En voz alta.) ¡Si algún caballero quiere algo que venga

ahora o nunca! CABALLERO VERDE: (Off.) Espera y en seguida t endrás lo que una

vez t e promet í. (Aparece.) Bien, mi buen señor, veo que eres fiel a la cit a. Bienvenido seas a mi morada; veo que has calculado muy bien el viaje y que has llegado en fecha punt ual. Prepárat e a recibir t u pago. GAWAI N: Muy bien, que no me arrepiento del mal que voy a sufrir

pero hazlo de un solo golpe. (Inclina el cuello, dejando la carne desnuda para recibir el golpe de hacha.) CABALLEROVERDE: ¡Prepárat e! (Suspende el hacha con ademán de

destruir a Gawain, pero contiene el golpe.) Tú no eres Sir Gawain, de quien se dice que es t anto su valor. Si no, no est arías t an asust ado ant es de recibir el golpe. Veo como se t e encoge el corazón. En cambio yo ni siquiera me amedrent é ant e t u golpe. ¡Dime si no soy yo quien debe ser tomado como mejor caballero! GAWAI N: No puedo evit ar que mi cuerpo se est remezca, pero no

volverá a suceder. Demostraré valor aunque mi cabeza ruede y no la vuelva a recuperar. (Preparándose de nuevo.) CABALLEROVERDE: Cumple con t u palabra, que he de degollar a un

caballero valient e ¡y no a un cobarde! 72

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GAWAI N: Descarga el golpe mort al y hazlo rápido que yo aguardaré

a pie firme. ¡Te doy mi palabra! CABALLERO VERDE: ¡Ahí va!

Descarga un poderoso golpe pero sin llegar a rozar a Gawain, pues retira rápidamente el hacha antes de que llegue a herirlo. Ahora que has recobrado el valor es cuando puedo descargar mi golpe. Mant én en alto esa dignidad que Art uro t e concedió y prepara el cuello para est e momento supremo, si es que t e ha de llegar. GAWAI N: ¡Golpea ya, hombre feroz!

El Caballero Verde vuelve a ponerse en disposición de golpear. Levanta ágil el arma y aunque baja con fuerza no llega a producir ningún daño. CABALLERO VERDE: Apenas t e he rasguñado. GAWAI N: ¡Ya he soport ado t u golpe sin oponer resist encia! Si in-

t ent as ot ro, t en por seguro que t e lo devolveré aquí mismo con igual violencia. Morgana se hace visible para los personajes. MORGANA: Valeroso Sir Gawain, no t e muest res t an furioso en est e

campo; nadie t e ha t rat ado en forma descort és, ni se t e ha dado nada que no se le promet iera. GAWAI N: ¡Pero alzó el hacha dos veces ant es, sólo para asust arme! CABALLERO VERDE: Yo t e promet í un golpe, los dos primeros han

sido sólo broma. Lo he hecho en just icia por el pacto que hicimos en mi cort e. GAWAI N: ¿En t u cort e? MORGANA: ¿No reconoces en t u adversario al Rey Bert ilak?

Deshace el hechizo sobre el Caballero Verde-Rey Bertilak. BERTI LAK: (Mostrándose.) En just icia habrías salido librado de

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todo golpe si no me hubieras ocult ado la cint a quemi hermana t e regaló. MORGANA: Sólo fallast e una vez, le falt ó lealt ad para devolver la

cint a. GAWAI N: Pero mi Rey Art uro me aconsejó. MORGANA: Art uro no sabe nada de t u avent ura. Fue sueño mani-

pulado por mi magia. Y ahora iré a la Cort e de Camelot a proclamar t u cobardía, Sir Gawain, y la de los caballeros de mi tonto hermano, el Rey Art uro. (Sale.) GAWAI N: He caído en desgracia. ¡Ya nunca más podré ser un caba-

llero de honor! BERTI LAK: Ni yo. GAWAI N: Tú no, t ú has quedado como un ast uto caballero. BERTI LAK: No. Yo soy Bert ilak, un rey de paz como me has conoci-

do en mi cast illo, pero el hada Morgana me t iene encant ado. He t enido que ceder a sus deseos, pues si no mi hermana puede ser muert a en el laberinto donde la ha confinado y puesto presa por habert e dado esa cint a que t e ha salvado la vida. GAWAI N: La Reina corre peligro y es por mi causa. ¿Dónde est á ese

laberinto? BERTI LAK: Es el Laberinto de los Ment irosos y se encuent ra en ca-

mino, desde mi cast illo y en dirección a la Cort e del Rey Art uro. GAWAI N: ¡Dios, es el camino que ha tomado mi copero Lucán! BERTI LAK: Pues, entonces est á perdido al igual que mi hermana. GAWAI N: Pues, ¡yo ent raré y saldré con mi amigo Lucán y vuest ra

hermana! (Salen en dirección al laberinto.)

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Escena XI En el laberinto. VOCES DE EXTRAVI ADOS:

¡Aquí estoy! ¡Seguid a la derecha! ¡No, es por aquí! ¡A la izquierda! Debo est ar cerca de la ent rada. Siento que doy vuelt as por el mismo lugar. LUCÁN: (Camina asustado.) No encuentro la salida. ¡Hehecho caso

a esas voces hast a que he sent ido que me vuelvo loco! Iré por est e camino o por el ot ro hast a que logre salir de est e laberinto. A est as horas ya la cabeza de mi señor Gawain debe rodar por los caminos. ¡Y todo por no hacerme caso! PRI NCESA BERTI LAK: (Perdida en el laberinto.) Aquí he de pasar el

resto de mis días buscando una salida. ¡Quién sabe si a est as horas ya habrá llegado a su reino sano y salvo y ya me habrá olvidado! (Suspira.) Llegan Bertilak y Gawain a la entrada del laberinto. BERTILAK: Estamosa la ent radadel laberinto, si damos un paso más

nos perderemos, y nunca podremos recobrar el camino de vuelt a. GAWAI N: ¡Tengo una idea! Uno de nosot ros ha de ent rar y he de ser

yo, pues debo buscar t ambién a mi copero Lucán. BERTI LAK: Advierto que t e perderás. GAWAI N: No, si sost ienes con fuerza est e cinto que me ha salvado la

vida. Mira como suelto el hilo en que est á t ejido. Yo iré por el laberinto llevando est a punt a del hilo y t ú sost endrás el ot ro lado acá. ¡Será la única manera de escapar! BERTI LAK: Buena idea. Pero t en cuidado que es t an fino est e hilo

que no quiera Dios se rompa.

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GAWAI N: Ten fe, que pronto he de t raer con salud a t u hermana y a

mi copero. Entra al laberinto, se confunden las voces de Lucán y la Princesa Bertilak pidiendo ayuda. No sabe si ir a un lado o a otro. BERTI LAK: (Fuera del laberinto.) Apura t u empresa. Sir Gawain,

que ya el hilo se acort a y ¡t emo que pierdas la punt a! GAWAI N: No la suelt es. No solt éis jamás la t ela. LUCÁN: ¡Creo que me vuelvo loco! Oigo la voz de mi señor. ¿Será

que vuelve como fant asma? GAWAI N: ¡Lucán! ¡Princesa Bert ilak! Si me escuchan, ¡acérquense a

mí! PRI NCESA BERTILAK: Este lugar est á embrujado, inventa vocespara

confundirme. BERTI LAK: No adelant es un paso más, Sir Gawain, o quedarás at ra-

pado en el laberinto. GAWAI N: Solt ad un poco más el hilo de la t ela. BERTI LAK: No puedo, hay un nudo. LUCÁN: ¡Habla de un hilo, definit ivament e no es mi señor! ¡Sir Ga-

wain jamás se ha remendado la malla, mucho menos la armadura, nada sabe de hilos ni de agujas! BERTI LAK: ¡Devuélvet e! He promet ido no solt ar la t ela y si das un

paso más he de ent rar cont igo al laberinto. PRI NCESA BERTI LAK: Mi hermano hablando de t elas, cuando lo úni-

co que sabe es de hachas, flechas y armas. No, no es él, ¡todo es un engaño! GAWAI N: Princesa Bert ilak, ¡Lucán! Déjense guiar por mi voz.

¡Acérquense a mí ant es de que me pierda con vosot ros! LUCÁN: El fant asma insist e. PRI NCESA BERTI LAK: ¡Me creerán t an tont a que me piensan enga-

ñar! 76

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GAWAI N: ¡Vengan que he venido a salvarlos! LUCÁN: Suena convincent e. PRI NCESA BERTI LAK: ¿Y si fuera verdad? GAWAI N: Es su única oport unidad. ¡Acérquense o se perderán para

siempre! LUCÁN: Bien, nada he de perder. Ya estoy lo bast ant e perdido como

para perderme un poco más. PRI NCESA BERTI LAK: Si al menos pudiera ver al que habla.

Lucán y la Princesa Bertilak tratan de dar pasos pero las voces del laberinto los confunden. VOCES: ¡A la derecha! ¡A la izquierda! ¡Sigue! ¡Det ent e! ¡A un lado!

¡Cuidado! ¡Devuélvet e! GAWAI N: Es imposible, he de salir solo. BERTI LAK: El hilo est á cada vez más débil, t emo que se rompa. Co-

mienzo a halar para sacarlos de allí. LUCÁN: Mi señor, si es verdad que est ás aquí no me abandonéis. PRI NCESA BERTI LAK: Sir Gawain, ¡mi señor! ¡Ven a buscarme! ¡Que

t engo mucho miedo de no volvernos a ver! GAWAI N: ¡Qué puedo hacer!, las vocesconfunden misindicaciones.

¡Ah, ya sé! Mi amada princesa, mi buen amigo, no oigan las voces, guíense por el sonido de mi silbido. Perseguid mi silbido rápido ant es de que el Rey Bert ilak me haga volver. (Gawain silba.) Lasvocescontinúan, Lucán y la Reina llegan a Gawain que los abraza y los saca del laberinto, justo cuando Bertilak retira el hilo. Todo sucede casi al mismo tiempo. GAWAI N: ¡Los t engo! LUCÁN: ¡Mi señor, est ás vivo! PRI NCESA BERTI LAK: ¡Me has venido a rescat ar! BERTI LAK: ¡Afuera! (Salen del laberinto.)

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LUCÁN: Est amos a salvo. ¡Gracias a mi señor! PRI NCESA BERTI LAK: Hermano, ¡t ú t ambién est ás aquí! BERTI LAK: ¡Gawain los ha salvado! GAWAI N: ¡Y ahora debemos ir a la cort e de mi buen Rey Art uro!

(Salen.)

Escena XII En Camelot Morgana, totalmente visible tanto para el público como para los personajes, está sobre la mesa redonda como Reina. Arturo aterrorizado obedece sus órdenes MORGANA: ¡Vamos, de cabeza! ¡Una rueda! ¡Caballito! Ya no eres

un rey, Art uro, ¡ahora eres mi bufón! ¡Pues no hay nadie en est a Cort e que quiera defendert e! ¡Y t u Caballero Sir Gawain, ya no t iene honor para volver a est a Cort e! ARTURO: Hermana, estoy mareado, permit id que descanse, ¡me ve-

ré en la obligación de desmayar! MORGANA: ¡No hay descanso! ¡Quiero que me diviert as! ¡Vamos,

piruet as! ¡Salt a como un sapo! ¡Volt eret as! (Para sí.) ¡He de mat arlo de cansancio! ¡Mient ras la odiosa Ginebra ha de limpiar todas lashabit aciones, lavar toda la ropa, cocinar y volver a limpiar! ARTURO: (Al público.) Yo podría defenderme con mi espada si no se

la hubiera dado a Lucán para que me la guardara. (Sonido de boom.) Llegan Gawain, Lucan, El Rey y la Princesa Bertilak. ARTURO: ¡Gawain! GAWAI N: ¡Rey Art uro! MORGANA: ¡Bert ilak y su hermana! BERTI LAK Y SU HERMANA: ¡El hada Morgana! ¡Tía!

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LUCÁN: ¡Y, yo! ARTURO: Creí que nunca más os vería Gawain. ¡Ni a vos Lucán! MORGANA: ¡Yo t ampoco esperaba verlos nunca más! GAWAI N: ¡Hemos venido a salvar al Reino! LUCÁN: ¡Escapamos del Laberinto de los Ment irosos! ¡Con lo cual

hemos promet ido no ment ir nunca más! PRI NCESA BERTI LAK: ¡Ni yo! GAWAI N: ¡Tampoco yo! BERTI LAK: ¡Y yo he venido a est a Cort e a cert ificar que Sir Gawain

es el Caballero más valient e de la Cort e del Rey Art uro! Y que si no ent regó la cint a como había acordado en juramento fue respondiendo a la imagen que de t i, Rey Art uro, hizo aparecer para engañarlo. MORGANA: ¡Eso es ment ira! GAWAI N: No t engo pruebas para demost rar que vi vuest ra imagen,

alt eza, aconsejándome. MORGANA: ¡Esa no es razón para falt ar a un juramento! ARTURO: Vamos hermana, ¡no seas t an severa! PRI NCESA BERTI LAK: Yo sólo puedo decir que amo a Sir Gawain y

que sabía de la t rampa que le preparaba mi t ía. BERTI LAK: ¡Yo t ambién puedo hacer juramento de Caballero que

est aba al t anto de la jugarret a! ARTURO: ¡Son muchos juramentos cont ra el t uyo, hermana! GAWAI N: Y yo ahora hago ent rega de la cint a verde al Rey Bert ilak

como había acordado. (Entrega lo que queda de la cinta.) BERTI LAK: ¡Ha cumplido su palabra! Para los reyes, príncipes y ca-

balleros el t iempo no exist e. ARTURO: Tampoco para las hadas, ¿No es cierto hermana? Lo im-

port ant e es cumplir una promesa sea en el t iempo que sea. 79

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MORGANA: Est á bien, est á bien, ¡no tomaré represalias! Me iré a

perfeccionar mi laberinto. No quiero que nadie más se escape. Pero algo sí he de solicit ar; que de ahora en adelant e todoslos Caballerosde la Mesa Redonda lleven at ado a una part e de su cuerpo una cint a verde, para ident ificar que una vez est uvieron a punto de perder el honor por no cumplir un juramento de caballeros a t iempo. ARTURO: Est á bien. ¡Acepto! Pero ahora quiero volver a ser Rey, y

suelt a a mi Reina Ginebra para que venga a cuidarnos como siempre hace. (Mira a la Princesa Bertilak.) Pero, qué parecido t an asombroso. ¿No esella t an igual a mi Ginebra, que casi podría decir que esuna misma persona? Es un nuevo encant amiento ¿Tú eres mi amada Ginebra o la hermana del Rey Bert ilak? ACTRI Z 1: Soy t u Reina Ginebra y la Princesa, hermana de Bert ilak. ACTOR 1: Al igual que yo soy el Caballero Verde y el Rey Bert ilak. ACTOR 2: Y yo, el Rey Art uro, un cort esano de la Cort e de Bert ilak

y una imagen de sueño. ACTOR 3: Y yo, siempre Lucán, ¡el copero! ACTOR 4: Y yo...

Los demás pronuncian su nombre de distintas maneras. ACTOR 4: ...¡Gawain! ACTRI Z 2: Y yo, Morgana. Se acaba ya la fant asía que ha permit ido

cont ar est a avent ura de caballeros esforzados, héroes de cuentos de la Edad Media. Pues son, como ést a, muchas las historiasque acont ecieron en t iempos pasados. Y para t erminar con todo el encanto sólo solicit amosde vosot ros un buen aplauso.

FIN

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El tesoro de Rosalía 1996 Martín Brassesco y Rossana Veracierta “Sí, los escuché y estoy muy orgullosa de ustedes... Ese maligno espíritu no volverá a molestarme... Fue tan grato escuchar mi melodía en ese piano, ¡tóquenla otra vez por favor!” ROSALÍA

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El tesoro de Rosalía (1996) t iene su punto de part ida en el encuent ro de cuat ro jóvenes en la casa de un mágico personaje, Rosalía, pianist a consagrada que al morir deja las pist as para que sus herederos den con la clave que los llevará a encont rar su t esoro. Una casa abandonada, la búsqueda emprendida por losprot agonist as de la historia y el acecho del Maligno, quien deberá impedir la revelación del mist erio dejado por Rosalía, conforman el nudo argument al de est a obra que fuera est renada por el Teat ro Nacional Juvenil de Venezuela en oct ubre del año de su escrit ura, bajo la dirección de William Cuao. Sus autores, Mart ín Brassesco (Uruguay, 1974) y Rossana Veraciert a (Caracas, 1970) nos ent regan una pieza que posee el mérito de saber int erpret ar la necesidad de un público preadolescent e, ansioso de un t eat ro dinámico e int eligent e, crít ico sin caer en lo panflet ario, virt udes que los jóvenes espect adores nunca dejan de agradecer. La t rayectoria de ambos nos remit e a sus est udios en la Escuela de Art es de la Universidad Cent ral de Venezuela y diversas experiencias actorales de la mano de Rajat abla y el Taller del Actor. Su presencia en est a Antología es el reconocimiento a una pieza que ya el Teat ro Infant il Nacional reconociera ent re sus nominaciones al Premio TIN 1996 en la cat egoría Dramat urgia. Se t rat a, es cierto, de una obra de juvent ud, salpicada de todos los pecados de un t rabajo primigenio, más t ambién de su frescura y sinceridad, cualidades que no dejan de ser un aut ént ico t esoro.

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Personajes Felipe Carmelit a Tato Amanda Voz de Rosalía Voz del Espírit u Ladrón Espírit u Maligno

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ACTO ÚNICO

Escena I Sala principal de una casa antigua abandonada. Al fondo, en el centro, vemos la puerta de entrada y, a cada lado del escenario, varias puertas de acceso a otros lugares de la casa. A la derecha de la entrada, una ventana que da al exterior, se bate incesantemente. Los relámpagos y las goteras producidas por una fuerte tormenta contribuyen a darle un ambiente lúgubre y misterioso a todo el espacio. Atrás, recostado de una pared, vemos un enorme cuadro cubierto por una tela del cual sólo se ven unos zapatos de mujer. Al cabo de unos minutos, Felipe, empapado y nervioso, entra por la ventana y la cierra. FELI PE: Todo sea por t i Rosalía. ¡Qué Dios me agarre confesado!

Cautelosamente se reencuentra con el que, evidentemente, fue un lugar muy querido para él; mira su reloj una y otra vez y se asoma por la ventana. Intenta abrir una de las puertas, pero misteriosos ruidos provenientesdel interior lo hacen desistir. Asustado, se sienta para intentar tranquilizarse. Afuera, la figura de Carmelita se ve pasar por la ventana e, inmediatamente, se escucha un fuerte golpe y un alarido. Felipe se levanta sobresaltado y camina por la casa. Carmelita se asoma por la ventana y llama a Felipe quien no se ha percatado de su presencia. Desesperada, toca varias veces el vidrio; cuando él por fin la escucha y voltea hacia la ventana, ella no está más allí.

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Felipe se desconcierta y Carmelita, desde afuera, toca fuertemente la puerta. FELI PE: (Asustado.) ¿Quién es?

Ruido de truenos. FELI PE: ¿Qqqquién es? Tato... ¿eres t ú?.. (Pausa.) ¡Ay, claro que

sí!, ¿quién más va a ser? (Decidido, se dirige a abrir la puerta.) Siempre llegas t arde, por qué serás t an impunt ual... (Abre la puerta.) ¡¡¡Carmelit a!!! CARMELI TA: (Embelesada.) ¡Ahhh, Felipe! FELI PE: Pero, ¿qué haces t ú aquí? CARMELI TA: (Melodramáticamente.) ¡Qué poco caballero eres, Fe-

lipe! ¿No t e das cuent a de que estoy empapada, que me acabo de caer, que me hice daño, que soy una pobre mujer sola, asust ada, indefensa, y que me ha podido pasar cualquier cosa en medio de est a t errible noche?... FELI PE: (Interrumpiéndola.) ¡Bueno ya! Deja el drama. Te pregun-

t é qué est ás haciendo t ú aquí. CARMELI TA: A mí... a mí me llamó Tato. FELI PE: ¡Ay, Tato, t e voy a mat ar! Y eso que le dije que por nada del

mundo cont ara lo del sueño... porque me imagino que ya est ás ent erada de todo... ¡Quién me manda a confiar en ese tonto! CARMELI TA: (Al público.) ¡Si se ent era que se lo cont é a Amanda!

(A Felipe.) Pero no t e pongas así, vamos a vivir est a avent ura juntos, t ú y yo. ¿Qué t e parece? FELI PE: Me parece que est ás loca. ¿Qué avent ura vamos a est ar vi-

viendo t ú y yo?... ¡Tú no cambias, Carmelit a!... Afuera se escucha el sonido de una corneta de bicicleta. Felipe se asoma por la ventana TATO: (Desde afuera.) ¡¡¡Felipe!!!... ¡Cuidado!... ¡¡¡Abre la puert a

que voy sin frenos!!! 88

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Inmediatamente Felipeabre la puerta. Carmelita grita histérica. Entra Tato en bicicleta, a toda velocidad, cayéndose aparatosamente en medio del espacio. Usa unos grandes anteojos que han salido disparados por la caída. (Buscando los lentes. A Felipe.) Hola, ¿llego t arde? CARMELI TA: ¡Por el amor de Dios, Tato! Has podido rompert e... TATO: (Interrumpiéndola.) ¡¿Qué?! ¿Tú aquí? ¡La tort a! Me prome-

t ist e que no vendrías... CARMELI TA: (Aparte, a Tato.) Por favor ent iéndeme, est e es el lu-

gar perfecto para un encuent ro románt ico ent re Felipe y yo. TATO: (Aparte.) Sí Carmelit a, pero el que va a pagar los platos rotos

soy yo, ¡t ú sabes como es Felipe! FELIPE: Pero bueno, ¿cuál es el mist erio?Ust edesdos me deben una

explicación... CARMELI TA: (Interrumpiéndolo.) Mira, yo t e voy a explicar: Resul-

t a... TATO: (Aparte a Carmelita.) ¡Cállat e!, que vas a met er la pat a. CARMELI TA: (Interrumpiéndolo.) ¡Déjame hablar!, yo lo que quie-

ro es aclarar las cosas. ¿No ves que Felipito est á molesto? FELI PE: ¡Y peor me voy a poner si seguimos perdiendo el t iempo!

(A Carmelita.) Ya que est ás aquí t e puedes quedar. Pero eso sí, ni dramas, ni cursilerías... ¡Ah! Y espero que no se lo hayan dicho a nadie más... Pausa. Desconcierto y temor de Carmelita. Porque, no se lo cont ast e a más nadie. ¿Verdad, Carmelit a?... Ruido de truenos. Entra Amanda intempestivamente batiendo la puerta que había quedado abierta. Está mojada; trae una linterna encendida, morral y botas. Su aspecto parece el de una exploradora. Sin hacerle caso a sus ami89

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gos observa la casa detenidamente alumbrándola con la linterna. AMANDA: (Alumbrando a los muchachos con la linterna.) ¡Buenas

noches! FELI PE: Pero... AMANDA: He diseñado una est rat egia para llevar a cabo la opera-

ción. Traje todos los implementos necesarios. En primer lugar... (Abre el morral. Saca treslinternas y se laslanza a los muchachos.) En segundo lugar, un plano de la casa. Si mi memoria no me falla est a casa t iene siet e... FELI PE: Pero Amanda, ¡qué est rat egia ni qué plano!, ¿dónde crees

que est ás? ¿En la selva, en la mont aña? AMANDA: No me subest imes Felipe. (Inspecciona el lugar con la lin-

terna.) FELI PE: (A Carmelita.) Ya me ext rañaba que no hubieses abierto la

bocot a. (A Tato.) Bueno, pero no t e sient asmal que, al fin y al cabo, el que propició todo esto fui yo... Amanda descubre el cuadro cubierto por la tela. AMANDA: (Alumbrando el cuadro con la linterna.) ¡Muchachos,

vengan! ¿Qué será esto? TATO: (Decidido.) ¡Un cuadro! AMANDA: ¡Se supone! CARMELI TA: Yo no recuerdo que aquí hubiese un cuadro t an grande

¡Y eso que yo t engo una excelent ememoria! (Evocadora.) ¡Cómo podría olvidar t ant as cosas maravillosas!... el sofá de florespor aquí, la mesa de mármol por allá, la alfombra persa, la lámpara de crist al. FELI PE: Bueno, pero vamos a quit arle la t ela y así salimosde dudas. CARMELI TA: (Aterrorizada.) ¡¡¡Nooooo!!! TATO: Cálmat e, Carmelit a, es sólo un cuadro. CARMELI TA: ¿Es sólo un cuadro? Pues quít ale la t ela.

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TATO: (Temeroso.) Pero... ¿No se la ibas a quit ar t ú Felipe? FELI PE: Sí, yo fui el que lo dijo, aunque... AMANDA: (Interrumpiéndolo.) Vamos a resolver esto de una buena

vez ent re los cuat ro, como cuando éramos niños. Entre loscuatro le quitan la tela al cuadro y se ve el retrato de cuerpo entero de Rosalía Bastidas Machado, dueña de la casa TODOS: ¡¡¡Rosalía!!! TATO: ¡Qué hermosa! Parece que est uviera aquí... FELI PE: Parece no, ¡est á aquí! AMANDA: ¿Cómo es eso? ¿Te podrías explicar mejor? FELI PE: ¿Acaso no est án ent eradas? AMANDA: ¿De qué? FELI PE: Del sueño que t uve con Rosalía. (Pausa. A Carmelita y

Amanda.) ¿Por qué se asombran? Se supone que est amos aquí por eso... ¿Ono? AMANDA: No, Felipe. A mí Carmelit a no me habló de ningún sueño;

ella sólo me dijo que el espírit u de Rosalía se t e había aparecido anoche... Como yo no creo en fant asmas y, además, Rosalía se murió hace diez años, todo esto me olió muy raro y vine a averiguar la verdad, cuest e lo que cuest e. CARMELI TA: (Avergonzada.) ¡Ay! Se me había olvidado lo del sue-

ño... Pero, Tato t ambién es culpable, él hizo que me confundiera. TATO: Siempre me echan la culpa de todo. Si Rosalía est uviera viva

estoy seguro de que ella... Carmelita y Amanda lo interrumpen. Hablan los tres al mismo tiempo formándose una gran algarabía. FELI PE: ¡¡¡Bast aaa!!! (Pausa.) Así no vamosa llegar a ninguna par-

t e. Ya que est amos los cuat ro nuevament e en est a casa, vamos a ponernos de acuerdo. Rosalía necesit a nuest ra 91

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ayuda... Ella me lo dijo en ese sueño; reconozco que debí avisarles a ust edes t ambién, muchachas, porque Rosalía nos quería a todos por igual. AMANDA: Entonces, cuéntanos exactament e qué fue lo que soñaste. FELI PE: Anoche, ya muy t arde... (Ruido de truenos...) cuando est a-

ba a punto de dormirme, me pareció escuchar una melodía de esas que Rosalía solía tocarnos en el piano. Sorprendido, quise levant arme, pero el sueño me venció. Caí profundament e dormido y allí est aba ella, Rosalía, hermosa, con su vest ido azul; igualit a que cuando éramos niños. Est aba en medio de una brillant e luz, como flot ando, y t an dulce como siempre, pero a la vez preocupada, me dijo... A lo lejos se empieza a oír la voz en off de Rosalía, que progresivamente se irá haciendo más clara. VOZ DE ROSALÍ A: (In crescendo.) ¡Felipe!... ¡Felipe!... ¡Felipe!... Es-

cúchame bien, no t engo mucho t iempo: quieren derrumbar mi querida casa, debes impedirlo. Exist e un t esoro escondido en ella. ¡Consíguelo!... consíguelo y compra la casa. Hazlo en nombre de los momentos felices que vivieron allí t ú y los muchachos... Pero t en cuidado, ¡t en muchísimo cuidado!... En la casa habit a un espírit u maligno... Él me odia y hará todo lo posible para evit ar que encuent res el t esoro. No puedo hablar más... (Debilitándose progresivamente.) ¡Ayúdame!... ¡Ayúdame!... ¡Ayúdame!... Se escucha un fragmento de una pieza de Teresa Carreño que, poco a poco, se irá disolviendo. FELI PE: Y eso fue todo. CARMELI TA: (Llorando melodramática.) ¿Por qué no lo soñé yo? Es

todo t an hermoso, me ent ra una nost algia. AMANDA: Yo no le veo nada de hermoso... Me parece t errible que

quieran dest ruir una casa t an ant igua como ést a.

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TATO: (Pensativo.) ¡Claro, claro!... Eso fue lo que leí en el periódico

en estos días. FELI PE: ¿Qué leíst e? TATO: Que por est a zona iban a derrumbar una casa colonial, para

const ruir unas oficinas, pero nunca imaginé que fuera ést a... AMANDA: ¡Claro, si eso aquí a nadie le import a! ¿Ust edes saben

cuánt as casas ant iguas han derrumbado en est a ciudad? CARMELI TA: (Histriónica.) ¡No podemos permit irlo, hay que hacer

algo! El amor que sent imos por Rosalía y por est a casa, los recuerdos quesusparedes encierran... ¡Cuatro candorosos niños que jugaban, cant aban y reían inocent es ant e la maldad y la injust icia del mundo! (Pausa. Felipe, Tato y Amanda la miran atónitos.) ¿Qué pasa, dije algo malo? AMANDA: Bueno, bueno, al grano. (A Felipe.) Del sueño que t uvis-

t e he rescat ado t res cosas fundament ales: la inminent e demolición de est a casa... CARMELI TA: (Aterrada...) ¡El Espírit u Maligno!... TATO: Y el t esoro. FELI PE: Sí, Tato, el t esoro. Debemos encont rarlo. AMANDA: Propongo que nos separemos. CARMELI TA: (Emocionada.) ¡Por parejas! AMANDA: ¡Exact ament e!, Tato y yo por un lado y Carmelit a y Felipe

por el ot ro. (Carmelita no puede disimular su alegría.) Manos a la obra... Se miran recordando cuando eran niños. Felipe y Carmelita salen por una puerta de la derecha. Ella lo mira embelesada. Tato y Amanda salen cautelosamente por la izquierda. La tormenta arrecia.

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Escena II Entran Amanda y Tato sigilosamente. Amanda va adelante, alumbrando con la linterna TATO: (Se detiene a amarrarse un zapato.) Amanda, ¡espérame!, no

veo nada. AMANDA: (Alumbrando a Tato con la linterna.) Apúrat e y no t e se-

pares de mí. Ese t esoro t iene que est ar de est e lado de la casa. Siguen caminando. De repente, una voz de ultratumba que sólo Tato escucha, empieza a sisear y a llamarlo por su nombre paralizándolo del miedo. Amanda quien ya había salido, se devuelve molesta. AMANDA: ¡Pero, Tato! ¿Qué pasa? ¡Vamos!

Tato no puede hablar. ¡Tato!... ¡Tato reacciona! Di algo. (Le golpea la espalda.) TATO: (Tartamudo.) La voz... El Espírit u... me llamó a mí. AMANDA: ¿Qué espírit u, qué voz? Yo no he escuchado nada... Eso

es producto de t u imaginación... ¡Tranquilízat e! ¿Quieres un poco de agua? Mientras saca una cantimplora, aparece el Espíritu Maligno detrás de ella. Viste de negro y no se distingue su rostro. Parece dispuesto a estrangularla, pero ella no se percata de su presencia. Los fant asmas no exist en, y si exist ieran yo no les t endría miedo... TATO: (Aterrorizado, intenta advertirle de la presencia del espíritu.)

¡A... A... A... man...da! AMANDA: ¿Por qué me miras así? ¿Qué t engo? TATO: El... el... el...

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AMANDA: ¿El qué? ¿Qué quieres? (Al público preocupada.) ¿Será

que se est á volviendo loco? Tato por fin logra señalar al Espíritu. Cuando Amanda voltea ya el Espíritu ha desaparecido. ¡Tato, ya estoy perdiendo la paciencia!, a est e paso nunca vamos a encont rar el t esoro... Yo sé que est ás asust ado, pero acuérdate lo que nos recomendaba Rosalía para combat ir el miedo. TATO: (Ensimismado.) ¿Qué? AMANDA: ¡Cant a! (Tararea una melodía infantil.) VamosTato, can-

t a, vas a ver cómo se t e quit a el miedo. Tímidamente, Tato empieza a cantar, siendo abruptamente interrumpido por la voz del Espíritu Maligno. VOZ DEL ESPÍ RI TU: (Enfurecido y amenazante.) ¡Silencio! ¿Por qué

cant an?¡Odio la música! ¡Odio a Rosalía! ¡Los odio a ust edes! AMANDA: (Asustada.) ¿Quién es ust ed? VOZ DEL ESPÍ RI TU: ¡Cállat e, ent romet ida! Tú y t us amiguitos se

creen muy valient es. ¡No debieron ent rar en est a casa! Pero si insist en en ayudar a Rosalía, no saldrán de aquí jamás... ¡Jamás! Amanda y Tato huyen despavoridos. ¡¡¡JAMÁS!!! Ruido de truenos.

Escena III Felipe y Carmelita entran por el público. Felipe va adelante, alumbrando con la linterna. CARMELI TA: (Romántica.) Me siento t an prot egida a t u lado, Feli-

pe. ¡Eres t an gallardo! 95

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FELI PE: ¡Y t ú eres t an inoport una! Est e no es momento para tont e-

rías, Camina. Una fuerza extraña hace que Carmelita se resbale y caiga sobre Felipe. CARMELI TA: ¡Ay, ay! ¡Cuidado, cuidado Felipe!... (Cae sobre Feli-

pe.) FELI PE: ¡Aaaayyy! (Adolorido.) ¿Por qué serás t an...? No puedo

creer que esto me est é pasando a mí. CARMELI TA: (Incorporándose.) ¡Perdón!, yo no t uve la culpa, al-

guien me empujó. FELI PE: Pero quién t e va a empujar si aquí nada más est amos t ú y

yo... (Pensativo.) A menos que... CARMELI TA: (Asustada.) A menos que... FELI PE: (Al público.) ¡¡El Espírit u!! CARMELI TA: (Al público.) ¡¡El Espírit u!!

Ruido de truenos. Relámpagos. VOZ DEL ESPÍ RI TU: ¡Ja, ja, ja, ja! Sí, fui yo, y voy a acabar con ust e-

des, ¡ineptos! FELI PE: (Tembloroso.) Nosot ros no le t enemos miedo... VOZ DEL ESPÍ RI TU: ¡Cállat e! Si piensan que se van a convert ir en

unos héroes salvando est a casa, est án muy equivocados; yo no lo permit iré. Mis poderes son muy superiores a los de Rosalía y por nada del mundo permit iré que consigan ese t esoro. Así que fuera de aquí, fuera. ¡¡¡Fuera!!! Ruido de truenos. Felipe, aterrado, corre hacia una puerta. Cuando está a punto de salir voltea y se da cuenta de que Carmelita, paralizada por el miedo, no se ha movido. Se devuelve a buscarla. FELI PE: (Tomándola del brazo.) ¡Vamos!

Salen.

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Escena IV Felipe y Carmelita entran por una puerta. Tato y Amanda entran por otra. Corren hacia la puerta principal, con la intención de escapar de la casa. Cada uno quiere ser el primero en salir. Después de forcejear entre ellos, se dan cuenta de que no pueden abrir. TATO: ¡Es inút il! Est á sellada... FELI PE: No import a; ¡por la vent ana!

Los cuatro van hacia la ventana. Intentan abrirla, pero también está sellada. CARMELI TA: ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¡Dios mío, ayúdanos! El

Espírit u dijo que nos eliminaría y estoy segura de que hablaba en serio. TATO: A nosot ros nos dijo lo mismo. AMANDA: (Al público.) ¡Y yo que no creía en fant asmas! (A los mu-

chachos.) ¡Tenemos que salir de aquí inmediat ament e! Intentan abrir las otras puertas pero están cerradas. CARMELI TA: (Llorando desconsoladamente.) ¡Nunca saldremos de

aquí! Si esa maligna fuerza del más allá no nos dest ruye, moriremos de hambre y sed. Tato intenta tranquilizar a Carmelita. Felipe y Amanda caminan inquietos de un lado a otro. Se empieza a escuchar la misma melodía de piano de la primera escena. AMANDA: ¿Esa no es la pieza que siempre nos tocaba Rosalía? FELI PE: ¡La melodía del sueño! VOZ DE ROSALÍ A: ¡Cómo han crecido mis pequeños niños! Felipe...

Tato... Amanda... Carmelit a. ¡Qué grato verlosjuntos ot ra vez aquí!... Sé que est án asust ados pero deben t ener valor... Necesito su ayuda. TATO: Nosot ros queremos ayudart e Rosalía pero el Espírit u dijo...

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VOZ DE ROSALÍ A: (Interrumpiéndolo.) Tranquilícense. Si nos uni-

mos, ent re todos podremos vencerlo. FELI PE: ¡Es verdad, ent re todos lo venceremos! CARMELI TA: Sí Felipe, pero recuerda lo que dijo sobre buscar el t e-

soro. AMANDA: Bueno, supongo que ahora Rosalía nos dirá dónde est á el

famoso t esoro. Mient ras Felipe y Carmelit a dist raen al espírit u, Tato y yo buscamos el t esoro y asunto arreglado. ¿Verdad? VOZ DE ROSALÍ A: Me t emo que las cosas no son t an sencillas. AMANDA: ¿Por qué? VOZ DE ROSALÍ A: Él me domina, es muy poderoso... Aunque t iene

un punto débil. TATO: ¿Cuál? VOZ DE ROSALÍ A: No puedo decirles más. Ya no t engo fuerzas. TATO: Danos aunque sea una pist a para encont rar el t esoro. ¡Sólo

una! VOZ DE ROSALÍ A: Busquen en mí..., (se empieza a escuchar suave-

mente la melodía anterior...) en la música... en mí. CARMELI TA: ¡No t e vayas! (Pausa.) ¡Rosalía! FELI PE: ¡Rosalía! (La música desaparece.) AMANDA: (Pensativa.) ¿Qué habrá querido decir con “Busquen en

mí...”? TATO: ¡Ay, verdad! ¿cómo vamos a hacer para buscar en ella? AMANDA: Es una met áfora, Tato, una me-t á-fo-ra. FELI PE: Yo creo que lo primero que debemos hacer ant es de buscar

el t esoro... es vencer el miedo. AMANDA: ¿Cómo?

Inmediatamente, Felipe chasquea los dedos y todos se sobresaltan. 98

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FELI PE: (Divertido.) ¡Aja! ¿Se asust aron?

Todos ríen. Felipe vuelve a chasquear los dedos y los demás lo siguen. Sacan sus linternas. A través de los chasquidos, se generará un juego rítmico que dará paso al primer tema musical y a una coreografía con linternas. Tema musical: Cuando el miedo llega se hace todo oscuro aparecen fant asmas y nada es seguro. Si sient es que acecha desde at rás muy aprisa cierra pronto esa brecha muest ra ya una sonrisa. (Coro:) Con miedo no hay sol ¡Vuela lejos de mí! Todo pierde color ¡Vet e miedo de aquí! Si t e sigue una sombra siempre al caminar es sólo t u cuerpo deja ya de mirar. Cuando solo en casa feos ruidos t e acosen aléjalos ya verás, no es gran cosa (Coro:) Con miedo no hay sol. ¡vuela lejos de mí! Todo pierde color, ¡vet e miedo de aquí!

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Si pensamos con calma las dudas se irán y con música alegre el t emor part irá. Enfrent emos el miedo con ast ucia y valor sin susto y sin dudas la vida es mejor. (Coro:) Con miedo no hay sol, ¡vuela lejos de mí! Todo pierde color ¡vet e miedo de aquí! (Bis.) AMANDA: Bueno, y entonces, ¿por dónde empezamos? TATO: (Aparte pensativo.) “Busquen en mí, en la música, busquen

en mí...” FELI PE: ¡Si no fuera por ese espírit u, estoy seguro de que...! TATO: (Interrumpiéndolo.) Cálmat e Felipe, no vaya a ser que apa-

rezca de nuevo. CARMELI TA: ¡Qué desesperación! ¡Siento que la cabeza me va a es-

t allar en mil pedazos! AMANDA: ¡Carmelit a no empieces, por favor! Rosalía quiere ayu-

darnos; si ella dijo “busquen en mí” fue porque su esencia est á en cada objeto, en cada rincón de est a casa. FELI PE: Tienes razón Amanda, pero debe haber un objeto o un rin-

cón en donde ella se sient a con más fuerza... Inmediatamente se escucha un trueno, y un relámpago ilumina el cuadro de Rosalía. Losmuchachos, asombrados, se miran entre ellos. TODOS: ¡¡El cuadro!!

Una nota musical resuena en todo el espacio. Se aproximan todos al cuadro y lo observan detenidamente. 100

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AMANDA: Era más sencillo de lo que pensábamos.

Acercándose aun más al cuadro mientras los demás lo alumbran con las linternas. Hay que examinarlo cuidadosament e... ¡Si t uviéramos un poco más de luz!... CARMELI TA: A mí me parece haber visto un candelabro en uno de

los pasillos. AMANDA: ¡Perfecto! Ve a buscarlo.

Carmelita sedirige a una de laspuertas. Cuando va a abrirla se detiene indecisa. CARMELI TA: Pero, ¿van a dejar que vaya sola? ¡Qué falt a de consi-

deración! TATO: ¡Yo me quedo con Amanda!

Todos miran a Felipe. FELI PE: Est á bien, ¡siempre me toca a mí! CARMELI TA: Sabía que serías t ú...

Felipe refunfuñando, sale con Carmelita. AMANDA: (A Tato.) Vamos a sacarlo de est e rincón, ayúdame. (Lle-

van el cuadro al centro de la sala.) Sost enlo un momento por favor. (Se aleja del cuadro.) TATO: ¿Así est á bien? AMANDA: Inclínalo hacia la derecha... Un poco más... No t anto, no

t anto... ¡Eso es! Ahora da un paso adelant e... ¡Ajá!... Uno más... Largo, un paso largo... ¡A ver!... ¿Y si quit as la mano derecha? ¡Cuidado Tato, cuidado, se t e cae! Muévelo hacia la izquierda... ¡No! Hacia mi izquierda... exacto, hast a ahí. Ahora quédat e quiet o... Muy bien. Veamos, veamos... Entran Felipe y Carmelita. Traen un gran candelabro con velas gastadas.

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TATO: (Exhausto.) Menos mal que llegaron. CARMELI TA: (Colocando el candelabro delante del cuadro.) ¡Qué va-

lient e esFelipe, no t uvo ni un poquito de miedo! (Pausa.) ¿Y ahora cómo encendemos las velas? AMANDA: Estoy preparada para cualquier event ualidad.

Saca unos fósforos del morral y, orgullosa, se los muestra a Felipe. Enciende las velas. FELI PE: (A Tato.) Déjame ayudart e. ¿No han conseguido nada? TATO: (Molesto.) ¡No sé!, pregúnt ale a Amanda. AMANDA: Hast a ahora, nada. FELI PE: Abran bien los ojos, estoy seguro de queen est e cuadro hay

algo import ant e. CARMELI TA: Sí, Felipe, algo me dice que est ás en lo cierto, lo in-

t uyo. Los cuatro, ansiosos, examinan el cuadro. Acelerándose progresivamente llegarán a un punto de excitación colectiva que tendrá fin cuando Felipe, golpeando con el puño descubra un compartimiento secreto en la parte posterior del cuadro. FELI PE: ¡Aquí hay algo! Ayúdenme...

Entre todosvoltean el cuadro y, emocionados, desprenden la tapa del compartimiento. Consiguen un antiguo rotafolio. Al desenrollarlo vemos que sobre el papel amarillento y gastado por el tiempo hay una larguísima lista de compositores. Cada letra estará escrita en un recuadro pegado a la lámina de papel con caligrafía grande y antigua. Muchos de los nombrestienen letrasde más y otros por el contrario están incompletos. La siguiente pista (“baúl”) se dará a través de la combinación diagonal de cuatro letras faltantesen cuatro nombressucesivos. Las letrasque compongan la palabra “baúl” deberán ser de un color distinto al de las demás de manera que queden perfectamente di102

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ferenciadas. A continuación se explicará gráficamente lo antes expuesto: LUDWIG VAN EETHOVEN TERESA CRREÑO FRANZ SCHBERT FELIX MENDESSOHN

y luego: LUDWIG VAN BEETHOVEN TERESA CARREÑO

FRANZ SCHUBERT

FÉLIX MENDELSSOHN

Al encontrarse con esta enorme lista, cada uno de los muchachos tiene una reacción específica: Tato se quita los lentes y los limpia nervioso; Amanda saca una enciclopedia y, desesperada, busca en ella los nombres de la lista; Carmelita contiene un grito de horror y caesentada; Felipe camina de un lado a otro frotándose las manos. CARMELI TA: ¡Esto se ve t erriblement e complicado! TATO: Siento que me va a empezar un dolor de cabeza... FELI PE: (Pensativo mirando el papel.) Yo no creo que sea t an com-

plicado... (Sigue caminando de un lado a otro.) AMANDA: (Aparte, al público.) Por primera vez en la vida, t engo

que reconocer algo: esto supera mi capacidad int elect ual. (A los muchachos, revisando la enciclopedia.) Por lo que puedo ver aquí, todos estos son nombres de músicos famosísimos. TATO: Rosalía siempre los nombraba. CARMELI TA: Claro, ya me acuerdo... (Histriónica.) Me parece est ar

viéndola frent e al piano, hora t ras hora, t an elegant e, t an sobria, int erpret ando la música de esosinsignes compositores... FELI PE: (Interrumpiéndola.) Eso lo recordamos todos, Carmelit a,

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pero aquí lo que hay esun juego de palabras que debemos resolver. AMANDA: Sí, yo veo aquí let ras que falt an, let ras que sobran... TATO: ¡Lo que t enemos que hacer es complet ar los nombres! CARMELI TA: (Grita emocionada.) ¡¡¡Síííííí!!! FELI PE: No grit es y afina t u memoria. AMANDA: Para no comet er errores, me asesoraré con mi enciclope-

dia... Allí hay que quit ar esa let ra... CARMELI TA: (Dirigiéndose a la lámina.) ¿Dónde? AMANDA: En “Chopinn” ¿No ves que t iene una “N” de más? TATO: (Quitándole la letra a Carmelita.) ¡Sí, sí, sí!, la podemos co-

locar aquí, en... Wag... Colocando la “N” ahora sí est á completo... (Orgulloso.) Wagner. FELI PE: Muy bien, Tato...

A partir de este momento, entre todos completarán los demás nombres dejando de últimas las cuatro letras que, como se explicó antes, conformarán diagonalmente la palabra “baúl”. Al darse cuenta que terminaron, se voltean hacia el público. FELI PE: Bueno, ¿y ahora qué?

Se miran entre ellos, ven nuevamente el cuadro y voltean otra vez al público. TODOS: ¡¡¡Baúl!!!

Una nota musical resuena en todo el espacio. CARMELI TA: ¡El baúl de Rosalía! TATO: (Emocionadísimo.) ¡Sí!... ¡Sí!... el de... ¡el de madera!... en

el que Rosalía guardaba sus cosas más queridas. Debe est ar en su cuarto o en la bibliot eca. (Tomando a Carmelita por un brazo.) ¡Ven!, vamos a buscarlo...

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CARMELI TA: (Siendo halada por Tato.) Yo no quiero ir... (Fuera de

escena.) Suélt ame, suélt ame Tato... AMANDA: Los esperamos aquí.

Con la ayuda de Felipe llevan el cuadro a su sitio original y lo voltean de modo que la pintura quede de nuevo frente al público. Ruido de truenos.

Escena V AMANDA: ¡Ay!, sent í como un escalofrío. FELI PE: (Frotándose los brazos.) Yo t ambién. (Dirigiéndose a la

ventana.) Pero qué raro, la vent ana sigue t rancada... Entran Carmelita y Tato, exhaustos, arrastrando un enorme y antiguo baúl.... TATO: Aquí est á el baúl. Si fuera por Carmelit a no lo hubiera conse-

guido nunca. CARMELI TA: (Que casi no puede hablar por el cansancio.) ¡Ingra-

to!... (Se desploma sobre el baúl.) FELI PE: ¡Levánt at e!, Carmelit a. Tenemosque examinar el baúl aho-

ra mismo. Carmelita se levanta, Felipe abre el baúl. Amanda se le acerca y alumbra el interior con la linterna. Todos hurgan en el baúl. AMANDA: ¡Cuánt as cosas int eresant es! FELI PE: Todos estos objetos son valiosísimos... CARMELI TA: Espirit ual y sent iment alment e valiosísimos... ¡Me en-

t ran unas ganas de llorar!... FELI PE: ¡Vamos a procurar no dist raernos!... TATO: (Interrumpiéndolo emocionado.) ¡Muchachos, miren... el

Diario de Rosalía! (Mostrando un hermoso y enorme libro lleno de polvo.) 105

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AMANDA: El que nunca permit ía que leyéramos... CARMELI TA: (Le arrebata el Diario a Tato y se aleja del grupo.) A

ver, a ver... (hojeando el diario...) ¿qué t enemos por acá?... ¡Tal como me lo imaginaba! Rosalía t enía un romance oculto... ¡Qué emocionant e! (Se dispone a sentarse.) TATO, AMANDA Y FELI PE: (Molestos.) ¡¡Carmelit a!!

Carmelita sin contestar, aprieta el diario entre sus brazos. FELI PE: ¡Carmelit a!...

Carmelita refunfuñando extiende el brazo con el diario. Felipe se acerca y lo toma. FELI PE: Lo que nosdebe import ar es saber si en est e diario hay algo

que nos lleve al t esoro. Entre Tato, Amanda y Felipe hojean el diario. AMANDA: (Observando atentamente el diario.) Estoy perfectament e

de acuerdo cont igo Felipe, no debemos perder más t iempo. (Siguen hojeando el diario.) ¡Alto! Me pareció haber visto una hoja dist int a a las demás. TATO: ¿En qué part e? Yo no vi nada. FELI PE: Dinos dónde... AMANDA: Ya lo pasast e, at rás, at rás... Más at rás... más... un poco

más... por ahí... Tato se aleja haciéndole ver al público lo que sabe, lo que se avecina. No, no t anto... Felipe empieza a perder la paciencia. Ajá, eso es... ¡Ay, t e volvist e a pasar!, t e dije... FELI PE: (Interrumpiéndola furioso.) ¡¡¡Bast aaaa!!! ¡Búscalo t ú!

(Le entrega el diario a Amanda.) CARMELI TA: (Melosa.) ¿Est ás molesto, Felipito?

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FELI PE: (Aún furioso.) ¡¡Nooo!! AMANDA: ¡Eureka, la t enemos! (Muestra el diario.)

Felipe, Tato y Carmelita se agolpan alrededor de Amanda. TATO: (Perplejo.) ¿Qué? AMANDA: (Orgullosa.) ¡La t ercera pist a! CARMELI TA: (Mirando el texto.) Yo sólo veo un hermoso poema. AMANDA: Es un acert ijo de Rosalía. TATO: ¿Cómo sabes? FELI PE: Es evident e Tato, aquí est á su firma. TATO: Sí, pero ¿cómo sabes que es un acert ijo? FELI PE: Mira... (Señalando el texto.) Si lees la primera let ra de cada

oración en forma vert ical se ve clarament e la palabra “t esoro”. Tato empieza a leer el texto en voz muy baja. CARMELI TA: Léelo en voz alt a... TATO Y VOZ DE ROSALÍ A:

Tan hermoso valle ent re mont añas En est e inmenso país Se hizo excelsa ciudad Orgullo de caballeros Recordada por la nieve Olvidada por el mar. Desaparece la voz de Rosalía. Tato pone el Diario sobre el baúl. FELI PE: (Pensativo.) “Recordada por la nieve... olvidada por el

mar...”. CARMELI TA: Muy int eresant e Tato, pero yo soy malísima resolvien-

do acert ijos... Recuerdo una vez, cuando era t an sólo una niña...

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Tato, Amanda y Felipe la miran inquisidoramente, haciendo que se calle. AMANDA: Todo acert ijo t iene claves secret as. Yo creo que en ést e la

palabra más import ant e es “ciudad”. TATO: Yo creo que es “mont añas”... FELI PE: O“caballeros”... CARMELI TA: O “nieve”... FELI PE: (Pensativo.) Una ciudad de caballeros... en est e país... en-

t re mont añas y nieve... AMANDA: (Eufórica.) ¡Ya sé, ya sé!... TATO: ¡¿Qué?! CARMELI TA: ¡¿Qué?! FELI PE: ¡Dilo!

Aparece el Espíritu Maligno por detrás sin ser visto por los muchachos. AMANDA: ¡Se t rat a de...

Inmediatamente, y sin que los muchachos se den cuenta, el Espíritu Maligno la hechiza provocando que hable con las palabras invertidas: ¡Al daduic ed adirem! El Espíritu sale de escena. Amanda mira preocupada a los muchachos. ¡Al daduic ed adirem! CARMELI TA: Amanda, yo no sabía que t ú hablabas Árabe... TATO: (Dudoso.) ¡¿Árabe?! FELI PE: Supongo que nos est ás gast ando una broma, ¿verdad A-

manda? (Amanda, angustiada, se niega a hablar.) ¿Qué t e pasa? Dinos algo... AMANDA: (Angustiándose cada vez más a medida que habla.) ¡On

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es euq em asap sohcahcum, yot se odnalbah la sever. Emneduya rop rovaf! Los muchachos la miran atónitos. Se escucha en off la risa burlona del Espíritu Maligno. TATO: (Molesto.) ¡El espírit u! ¡Fue él! ¡Déjanos en paz, no t enemos

miedo! Se escuchan truenos y Tato, amedrentado, se calla. CARMELI TA: (Desesperada.) Me siento acosada, est á en todas par-

t es, nos vigila, nos observa. (Se arrodilla llorando.) ¡Por favor, t e lo ruego, déjanos t ranquilos! FELI PE: (Molesto.) ¿Será que nunca nos vamos a librar de ese espí-

rit u? Si supiéramos cómo vencerlo... Mient ras t anto, t enemos que ayudar a Amanda y resolver el acert ijo. AMANDA: ¡Epilef! (Histérica porque Felipe no reacciona.) ¡Epilef,

Epilef, Epilef! TATO: Felipe, creo que es cont igo. FELI PE: ¡Claro, est á hablando al revés! Tato busca papel y lápiz...

(Tato saca una libreta y un lápiz del morral de Amanda.) Toma not a. A ver Amanda, dinos la solución del acert ijo. AMANDA: Al daduic ed adirem. TATO: (Que no pudo tomar nota.) ¡Ay! No me dio t iempo. AMANDA: Euq elbiercni euq otse em etse odnasap a im... ¡Al

daduic...! (Repentinamente descubre que se ha quedado muda.) FELI PE: ¡¿Qué pasa ahora?! ¡No me digas que t e hasquedado muda!

Amanda, en medio de un ataque nervioso, intenta explicar la solución del acertijo a través de la mímica. CARMELI TA: (Al público.) ¿Ust edes ent ienden algo?

Como último recurso Amanda, decidida, le arranca la libreta y el lápiz a Tato, dispuesta a escribir ella misma la solu-

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ción; justo antes de hacerlo queda paralizada. Se escucha nuevamente la risa del Espíritu Maligno. Los muchachos lucen evidentemente desconcertados y atemorizados. CARMELI TA: ¡Amanda! (Pausa.) Amanda.. reacciona, dinos algo

por favor. ¡Ay Dios mío!, ¿cuál de nosot ros será la próxima víct ima? FELI PE: No nos demos por vencidos. Tenemos que ayudar a Aman-

da. No podemos dejarla así. Además, ella es la única que conoce la solución. Debe haber alguna forma de librarla de la influencia de ese espírit u... TATO: Yo creo saber cómo hacerlo. Él odia la música. Si cant amos,

t al vez logremos ahuyent arlo... Se miran entre los tres. Carmelita empieza a cantar tímidamente una canción infantil, a la cual se irán sumando Tato y Felipe. El Espíritu reacciona indignado. VOZ DEL ESPÍ RI TU: (Furioso.) ¡¡Silencio!!

Tato y Carmelita, atemorizados, bajan el volumen. FELI PE: ¡Sigan, sigan!

Los muchachos continúan cantando. VOZ DEL ESPÍ RI TU: ¡No... nooo! ¡Paren! (Debilitándose progresiva-

mente.) ¡Paren...! ¡Ya bast a! (Los muchachos cantan más alto...) Est a vez me han vencido, pero volveré y mi venganza será implacable. Ruido de truenos. En medio de losefectosde sonido Amanda se repone abruptamente. Los muchachos, aliviados, dejan de cantar. AMANDA: (Indignada.) ¡Ese espírit u me las va a pagar! Haberme

hecho pasar por esto... ¡A mí! TATO: Tranquilízat e, lo import ant e es que ya est ás bien. CARMELI TA: Sí, que maravilloso es t enert e de nuevo ent re noso-

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FELI PE: Amanda... con todo esto no habrás olvidado la solución del

acert ijo. AMANDA: ¡No, claro que no! Pero si era muy fácil... La ciudad don-

de nació Rosalía... TATO, FELI PE Y CARMELI TA: ¿Cuál? AMANDA: ¡¡¡Mérida!!!

Una nota musical resuena en todo el espacio. CARMELI TA: (Eufórica.) ¡¡Lo sabía, lo sabía!!

Los muchachos la miran inquisidoramente. Carmelita se calla avergonzada. FELI PE: Hast a ahora vamos bien. Ya t enemos la segunda pist a;

pero, ¡quién sabe cuánt as más exist en ant es de llegar al t esoro! TATO: Podríamos seguir buscando en el baúl. Todavía quedan mu-

chas cosas... CARMELI TA: (Mirando ansiosa el baúl.) ¡Ay!, sí, como me gust aría

seguir curioseando allí. (Histriónica se va aproximando a Felipe hasta abrazarlo.) Así no t endremos que volver a pasar por esos t enebrosos pasillos. Felipe se zafa de Carmelita y se dirigen todos al baúl. Empiezan a sacar diversos objetos antiguos: fotos, libros, cofres, sombreros y vestidos, entre muchas otras cosas. AMANDA: (Mostrando una foto.) ¡Miren, muchachos! Rosalía en la

playa... (Todos ríen.) TATO: (Lanzándole un sombrero a Carmelita que está distraída con

un cofre alejada del baúl.) ¡Carmelit a! Carmelita se lo pone y le coquetea a Felipe, que está absorto mirando unos libros. FELI PE: “El Conde de Mont ecristo”, “La Dama de las Camelias”...

Amanda se mide por encima un vestido de Rosalía. Carmelita la observa y se dirige emocionada al baúl. Saca otro 111

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vestido y se lo pone. Empieza a tararear y bailar un vals. Los demásla observan por un momento y, entusiasmados, juegan a que están en un salón de baile antiguo. Amanda saca un abanico y aparenta ser una pretenciosa dama cortejada por Felipe. Bailan discretamente. Carmelita los observa evidentemente celosa. Tato baila solo y enajenado; repentinamente, tropieza y cae dentro del baúl, cerrándose la tapa y quedando atrapado. Losmuchachos tienen un ataque de risa. Tato golpea y grita desde adentro del baúl. FELI PE: ¡Cálmat e Tato, ya vamos a sacart e!

Entre Felipe, Amanda y Carmelita intentan abrir el baúl. Al darse cuenta de que se trabó les da otro ataque de risa.

Escena VI Repentinamente entra un Ladrón por la ventana. Está encapuchado y lleva un revolver. Luce nervioso y descontrolado. Carmelita grita histérica. LADRÓN: ¡¡Quieto todo el mundo!! ¡Arriba las manos! (Aparte al

público.) ¿Y est a casa, no est aba abandonada? FELI PE: (Aparte.) ¡Lo que nos falt aba: un ladrón! AMANDA: Mire señor, ¡cálmese! Yo lo noto muy nervioso... Noso-

t ros est amosaquí por pura casualidad; es más, ya nos íbamos así que... LADRÓN: (Interrumpiéndola furioso.) ¡Cállat e! Todos cont ra la pa-

red. (Apuntándolos con el revólver.) CARMELI TA: (Llorando.) ¡Señor, se lo ruego, no nos mat e! Llévese

lo que ust ed quiera... (Sacándose un anillo.) Tome el anillo de oro que me regaló mi madre. Además, mire, en est a casa hay cosas valiosísimas: candelabros, cofres, lámparas, joyas... ¡hast a hay un t esoro! FELI PE Y AMANDA: ¡¡¡Shhhhh!!!

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Carmelita, arrepentida se tapa la boca. LADRÓN: ¡Conqueun t esoro!... ¡Yust edes me van a decir ahora mis-

mo dónde est á!, ¿verdad? AMANDA: ¡No! No le diremos nada... LADRÓN: (Se acerca a Amanda amenazante.) ¡Claro que me lo van

a decir!... (Apuntando con el revólver.) ¡Al suelo! Felipe y Amanda se tiran al suelo. Carmelita queda paralizada del miedo. CARMELI TA: (Aún llorando.) ¡No sabemos donde est á, se lo juro!... LADRÓN: ¡¡Al suelo dije!!

Carmelita se tira al suelo y cuchichea con los demás. ¡¡Cállense!!... Les doy cinco segundos para que me digan dónde est á el t esoro... ¡Uno!..., ¡dos!... FELI PE: (Aparte.) Rosalía por favor, haz algo, ayúdanos. LADRÓN: (Apuntando firmemente con el revólver...) ¡Tres!... ¡Cua-

t ro!... Repentinamente, y haciendo un gran esfuerzo, Tato sale del baúl con la intención de salvar a susamigos. El Ladrón voltea sorprendido y atemorizado; antes de que pueda reponerse del susto, interviene la voz de Rosalía distorsionada y con eco, como de ultratumba. VOZ DE ROSALÍ A: ¡¡Fuera!! ¡Fuera de mi casa int ruso! (Se escuchan

extraños ruidos sobrenaturales.) LADRÓN: (Mirando alrededor angustiado.) ¡¿Qué fue eso?! VOZ DE ROSALÍ A: (Aun mássevera.) ¡¡Que t e largues, hedicho!! ¡No

t ienes nada que buscar aquí! Si tocas uno solo de mis objetos, t e arrepent irás el resto de t u vida. ¡Fuera! ¡Fueraaaaaa! Se intensifican los ruidos sobrenaturales. El Ladrón, entre gritos, huye despavorido por la ventana. Los muchachos ríen y se abrazan emocionados. 113

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CARMELI TA: ¡Eresun héroe, Tato! Ese horrible ladrón est uvo a pun-

to de eliminarnos. AMANDA: Realment e corrimos un gran peligro. Pero después del

susto que le dio Rosalía a ese criminal no creo que vuelva a poner un pie en est a casa. TATO: Ni en ninguna ot ra. FELI PE: ¡Gracias, Rosalía! VOZ DE ROSALÍ A: (Amablemente.) Est a vez pude ayudarlos, pero

siento que me debilito más y más... Hast a ahora lo han hecho muy bien... Sigan buscando... (Diluyéndose con la melodía de Teresa Carreño...) Est án cerca... muy cerca... Los muchachos miran a su alrededor, desconcertados. CARMELI TA: (Desilusionada.) Ya se fue... ¿Por qué no nos dirá, de

una vez, dónde est á el t esoro? AMANDA: ¿No ent iendes que el Espírit u no la deja?... TATO: Ella dijo que íbamos bien... Debemos apurarnos. FELI PE: La últ ima pist a era... AMANDA: ¡Mérida! FELI PE: Sí, eso es. (Sacando su linterna y mirando a distintos pun-

tos.) Y para ahorrar t iempo t enemos que... CARMELI TA: (Interrumpiéndolo temerosa.) ¡Ay, no! FELI PE: ...¡Sí!... separarnos. CARMELI TA: (Abrazando a Felipe.) ¡Yo voy cont igo! FELI PE: No. Est a vez cada quien irá por un lado dist into.

Amanda decidida saca su linterna y se dirige a una de las puertas. Tato y Carmelita, reacios, van hacia las otras. FELI PE: (Abriendo una puerta.) ¡Tengan mucho cuidado!

Salen todos.

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Escena VII En medio de la oscuridad y de misteriosos ruidos, los muchachosentran y salen por distintaspuertassugiriendo un recorrido por la casa. El batir de las puertas suscitará un juego rítmico que, a su vez, dará paso a la segunda canción y coreografía, inspiradas en la búsqueda de tesoros. Tema musical: Sin mapas ni huellas buscando un t esoro, t esoro perdido sin isla y sin mar. ¡Cuántos t esoros brillando escondidos perdidos sin dueño a t u alrededor! (Coro:) No son muchos, sólo es uno camina, camina y cuent a al revés: ¡t res, dos, uno! El t esoro, ¿no lo ves? Sombras, luces y sombras música o silencio ficción, realidad. Son voces que dicen: “Muy cerca, muy cerca ya est ás”. Si miras ansios arriba y abajo corriendo de prisa cansado est arás. Si buscas adent ro muy dent ro de t i seguro hallarás 115

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hermosos t esoros de luz y verdad. (Coro:) No son muchos, sólo es uno camina, camina y cuent a al revés: ¡t res, dos, uno! El t esoro, ¿no lo ves? Al cantar la última fase del tema, Felipe se apoya en una pared, activando un mecanismo oculto que la hace girar lentamente. Al detenerse se ve escrita en ella la enorme partitura de una melodía titulada “Mérida”. TODOS: (Leyendo en la partitura al mismo tiempo.) ¡¡¡Mérida!!! CARMELI TA: (Llorando nostálgica.) Sí, “Mérida”, la melodía que

compuso Rosalía, la que nos est aba enseñando a tocar. AMANDA: Han pasado t antos años que ya la había olvidado por

completo. TATO: ¡Y pensar que est ábamos sólo a un paso de la pist a! FELI PE: ¿Alguien se acuerda de cómo era la melodía? CARMELI TA: (Desesperada.) ¡Yo, yo!...

Tararea unas notas desafinadas. Los demás se tapan los oídos. FELI PE: Así no vamosa llegar a ninguna part e. Noshace falta lo más

import ant e: ¡El piano! Una nota musical resuena en todo el espacio. AMANDA: ¡El piano de Rosalía! FELI PE: ¿Alguien sabe dónde est á?

Los muchachos niegan con la cabeza. ¡Entonces, hay que buscarlo inmediat ament e! (A Carmelita y Amanda.) Ust edes, quédense aquí, est arán más seguras. ¡Vamos Tato! 116

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Felipe y Tato salen por una de las puertas. Amanda y Carmelita permanecen en la sala. CARMELI TA: ¡Cuídense mucho! AMANDA: (Molesta.) ¡Yo quería ir!

Escena VIII Amanda y Carmelita se sientan en el baúl. CARMELI TA: Amanda, aprovechando que est amos solas, vamos a

chismear un rat ico... AMANDA: ¡¿Chismear?! ¡Francament e Carmelit a!...

Repentinamente se escuchan extraños y fuertes ruidos provenientes del interior de la casa. Amanda y Carmelita se paran sobresaltadas. AMANDA: ¿Qué fue eso? CARMELI TA: (Asustada.) No sé, ¡ni quiero saberlo! AMANDA: Pues, ¡yo sí!.. ¿Y si son los muchachos que necesit an

nuest ra ayuda? (Dirigiéndose a una puerta.) ¡Vamos!... CARMELI TA: Ve t ú sola. ¡A mí nadie me mueve de aquí!

Se recuesta de una falsa pared giratoria que cede con su peso. Desesperada, se agarra de Amanda y la arrastra consigo, desapareciendo abruptamente en medio de gritos. Interviene la voz del Espíritu. VOZ DEL ESPÍ RI TU MALI GNO: (Ruido de truenos.) ¡Ja, ja, ja! Pobres

tont as. Nunca saldrán de ahí. Se los advert í y no me obedecieron, ahora serán eliminadas. ¿Acaso no ent ienden que odio a Rosalía y a todo lo que t enga que ver con ella? Todos pensaban que era mejor que yo... Por su culpa nadie supo apreciar mi t alento; ¡pero, por fin, podré llevar a cabo mi venganza!... Esos inút iles ya consiguieron la últ ima pist a; pero jamás llegarán al t esoro y est a casa... 117

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¡será absolut a y definit ivament e dest ruida! ¡¡Ja, ja, ja, ja, ja!! Relámpagos. Truenos ensordecedores y ruidos sobrenaturales.

Escena IX Felipe y Tato entran arrastrando un hermoso piano antiguo. TATO: (Extenuado.) ¡Por fin! (Al público.) ¡Pesa el pianito!, ¿no? FELI PE: (De espaldas arrastrando el piano.) Amanda... Carmelit a...

¡por favor!... (Se da cuenta de que no están.) ¿Y las muchachas? TATO: ¿Será que...? (Ruido de truenos.) FELI PE: ¡Si a las muchachas les pasó algo, nunca me perdonaré ha-

berlas dejado solas!... Inmediatamente se escucha un desesperado grito de auxilio y extrañosruidossobrenaturales provenientesdel interior de la casa. TATO: ¡Lo sabía... es el Espírit u ot ra vez! FELI PE: (Gritando.) ¡¡Amanda!!, ¡¡Carmelit a!! CARMELI TA: (Gritando desde adentro.) ¡¡Felipe!!, ¡Tatooo! ¡...aquí-

íííí... ayúdennooos!! AMANDA: (Desde adentro.) ¡¡Corre, Carmelit a, correee!!

Felipe y Tato sedirigen ansiososa la pared por la cual desaparecieron las muchachas. TATO: ¡Muchachas! ¡Digan algo, no se queden calladas! (Se apoyan

para escuchar, la pared gira.) FELI PE: ¡¡Cuidado!! (Desaparecen abruptamente.)

Inmediatamente se abre una puerta del lado contrario a 118

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la pared por donde desaparecieron. Sopla un fuerte viento. Aparece Amanda arrastrándose; Carmelita viene sujeta de uno de sus pies cuando de repente es halada desde el interior. Amanda logra incorporarse y toma a Carmelita por un brazo. Se escucha la risa macabra del Espíritu, acompañada de fuertes ruidos sobrenaturales. AMANDA: ¡Resist e Carmelit a! ¡Ya casi no t engo fuerzas! ¡Auxilio!..

¡Felipe!... ¡Tatooo!... CARMELI TA: ¡¡No me suelt es, Amanda!! ¡¡Soy muy joven para mo-

rir...!! FELI PE: (Desde adentro.) ¡¡Corre Tato, correee!! TATO: (Desde adentro.) ¡Estoy corriendo pero no veo nadaaaa! FELI PE: ¡¡Por aquí!!

Tato se cae. ¡Vamos, allí est án lasmuchachas, hay que ayudarlas! (Llegan hasta ellas.) AMANDA: ¡No puedo más! Ayúdenme...

Tato agarra a Amanda por la cintura y Felipe a Tato. Entre los tres halan a Carmelita, logrando finalmente rescatarla, y se caen aparatosamente unos encima de otros. Carmelita y Amanda tienen todo el aspecto de haber pasado por terribles dificultades: el cabello revuelto, la cara y la ropa sucias, etc. Todos están agotados. Carmelita no reacciona. TATO: (Asfixiado.) ¡Carmelit a!... ¡Carmelit a! AMANDA: (Sin aire. A Carmelita.) ¿Podrías levant art e? FELI PE: (En complicidad con Tato y Amanda.) ¡¡El Espírit u ot ra

vez!! Carmelita se levanta de un salto gritando aterrorizada. Los muchachos se ríen de la situación.

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CARMELI TA: ¡Búrlense, búrlense! Se ríen porque soy una mujer sen-

sible, frágil, femenina... AMANDA: (Interrumpiéndola.) ¡Ya bast aCarmelit a!, que si hubiera

sido por t i todavía est aríamos allí adent ro... FELI PE: (Interrumpiéndola.) Este no esmomento para discusiones.

(Señalando el piano.) Miren lo que conseguimos... AMANDA: ¡El piano! ¡Buen t rabajo!... CARMELI TA: ¡Eres mi héroe, Felipe! TATO: ¡Yo t ambién ayudé! AMANDA: Ven, Tato...

Lo toma por un brazo y se dirigen al piano. Carmelita y Felipe hacen lo mismo. Lo revisan y Tato toca algunas teclas. Interviene la voz del Espíritu. ESPÍ RI TU MALI GNO: (Enfurecido.) ¡¡Conque todavía est án aquí!!

He sido muy amable hast a ahora, pero ya me hart é... Emplearé todos mis poderes para dest ruirlos... ¡Ust edes se lo buscaron! Ruido de truenos. Relámpagos. Todas las puertas se abren al mismo tiempo, dejando entrar un fuerte viento. Losmuchachos se juntan atemorizados. VOZ DE ROSALÍ A: ¡¡No t e at revas a hacerles daño!! Sé que t ienes más

poder queyo, pero con la ayuda de mis amigoste venceré. ¡Muchachos, rápido, toquen la melodía! ESPÍ RI TU MALI GNO: (Amenazante.) ¡No lo hagan!

Carmelita retrocede asustada. Amanda se suena los dedos y se arremanga la camisa. Tato limpia sus lentes. FELI PE: (Impaciente.) ¡¡Vamos!!

Evidentemente tensos y nerviosos, observando la partitura de la pared, cada uno de los muchachos irá tocando una parte de la melodía sin llegar a terminarla. Felipe será el primero en tocar. 120

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ESPÍ RI TU MALI GNO: ¡¡¡Nooo!!! ¡Saben que no puedo soport arlo!

Los muchachos siguen tocando. ESPÍ RI TU MALI GNO: ¡¡¡Nooo!!

El viento sopla más fuerte. Las puertas y la ventana se baten sin cesar. Ruido de truenos. Sonidos sobrenaturales. ¡Los odio! ¡Los odio! ¡No lograrán vencerme! El Espíritu influye de alguna forma sobre los muchachos haciendo que les cueste muchísimo tocar la melodía. FELI PE: ¡Vamos! ¡Cont inúen...!

Los muchachosestán visiblemente agotados por el esfuerzo. Cuando les falta poco para terminar, el Espíritu pierde el control de la situación; los ruidos y fenómenos provocados por él van desapareciendo hasta que sólo se escucha la melodía del piano. ESPÍ RI TU MALI GNO: ¡No, por favor! ¡Nooo! (Desaparece en medio

de sonidosdistorsionados y emitiendo un grito ensordecedor.) ¡¡¡Noooooooo!!! Pausa. Los muchachos, aliviados, dejan de tocar. TATO: Pensé que no se iba a ir nunca... FELI PE: Creo que est a vez no volverá. CARMELI TA: (Dirigiéndose a la puerta de salida.) Bueno, asunto

arreglado, ya nos podemos ir... AMANDA: Carmelit a... ¿t ú est ás loca? ¿Ya se t e olvidó para qué es-

t amos aquí? CARMELI TA: (Devolviéndose.) ¡Ay, perdón! TATO: ¡Qué bien tocamos, ¿verdad?! ¿Rosalía nos habrá escuchado? VOZ DE ROSALÍ A: Sí, losescuché y estoy muy orgullosa de ust edes...

Ese maligno espírit u no volverá a molest arme... Fue t an grato escuchar mi melodía en ese piano, tóquenla ot ra vez por favor... 121

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AMANDA: Pero si todavía nos falt a... VOZ DE ROSALÍ A: Sólo una vez más por favor.

Los muchachos tocan la melodía, esta vez completa y perfectamente. Al tocar las últimas teclas, se activa un mecanismo haciendo que se levante la tapa y aparezca el tesoro: un antiguo cofre repleto de alhajas y monedas de oro. La nota musical que ha sonado en cada pista o palabra clave se repetirá varias veces. TODOS: ¡¡¡EL TESORO!!!

Gran algarabía. Se abrazan felices y sacan el tesoro. Juegan con las monedas. Amanda y Carmelita se prueban algunas joyas. CARMELI TA: ¡Esto es una fort una! ¡Somos ricos! FELI PE: ¡Qué egoíst a eres! ¡Cómo es posible que lo hayas olvidado!

El t esoro es única y exclusivament e para salvar la casa. Ojalá pudiéramos impedir que sigan dest ruyendo casas como ést a. AMANDA: (Revisando el tesoro.) El valor de est as joyasesincalcula-

ble. TATO: Sí, aquí hay t ant o dinero que además de comprar la casa,

podríamos rest aurarla y ponerla t an bonit a como cuando éramos niños... AMANDA: Y convert irla en un museo. FELI PE: Oen... (Pausa.) TATO: ¿Qué? FELI PE: En una Escuela de Música... “Escuela de Música Rosalía

Bast idas Machado”. CARMELI TA: (Gritando eufórica.) ¡¡Síii!! AMANDA: ¡Qué buena idea! Estoy segura de que a Rosalía le encanta-

ría ver su casa llena de niños aprendiendo a tocar piano. VOZ DE ROSALÍ A: ¡Lo lograron! Ahora que sé que mi querida casa no

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será dest ruida, podré descansar en paz... Se los agradeceré et ernament e. Los quiero mucho... ¡Adiós! (Desaparece con la melodía de Teresa Carreño.) FELI PE: ¡Adiós! CARMELI TA: ¡Siempre t e recordaremos...! AMANDA: ¡Adiós, Rosalía! TATO: ¡Adiós, adiós...!

Los muchachos empiezan a arreglar los distintos objetos que hay en la sala. Recobran ánimos y empiezan a jugar entre ellos dando paso a la última canción y coreografía. Tema musical: La historia no es sólo viejas casas y escombros, palabras de ancianos, est at uas en plaza, de mármol, de piedra, de hierro forjado. Esencia dormida esperando por t i. Dale voz, dale cuerpo, imagínala así: ¡a color! ¡blanco y negro! Los libros no mient en pasado y present e. (Coro:) Hay que recordar para disfrut ar, para rescat ar, las cosas hermosas que t iene un país. (Bis.)

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El incendio dest ruye el árbol erguido la mano del hombre quema con su olvido. A veces sin ver, sin mirar hacia at rás mat amos la historia, quedamos a oscuras sin luz, sin verdad. En cualquier rincón: en t u hogar, en la calle, con luz o con sombra, habit an historia, cult ura y memoria. Libéralas pronto ¡libéralas ya! (Coro:) Hay que recordar para disfrut ar, para rescat ar, las cosas hermosas que t iene un país. (Bis.)

FIN

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La bruja encantada 1997 José León “¡Lagartijas, siete; murciélagos, cinco; cinco ratoncitos, tres anquitas de rana, tierra de cementerio, amasa y amasa, estira y estira, estira. Redondo y redondo, profundo, profundo...!” PARLANCHINA

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La bruja encantada (1997) relat a las hazañas de Parlanchina, maléfico personaje con aspiracionesdesmedidasde poder, dispuest a a manipular y a at ropellar a quien se at raviese en el camino de sus ambiciones. Su autor es uno de los creadores más experiment ados y reconocidosdel teat ro infant il venezolano. Nacido en San Fernando de Apure (est ado Apure) el 2 de noviembre de 1936, José León exhibe una ext ensa hoja de servicio que incluye su t rabajo como docent e para el Consejo Nacional de la Cult ura –CONAC–, el grupo Rajat abla y El Cent ro de Act ividades Alt ernas; así como experiencias actorales con los más prest igiosos directores t eat rales del país. No obst ant e, la facet a más conocida de José León es la de t it irit ero, género en el que se iniciara en el legendario grupo “Guácharo”, dependient e del Minist erio del Trabajo, en losañoscincuenta. Est e vet erano hombre de t eat ro, autor de una docena de obras t eat rales para niños, dirige el grupo “Los Monigot es”, del cual es fundador. Sus raíces como art ist a se expresan en una descendencia de creadores, José Luis, Grecia y Rubén León, quienes t ransit an con éxito el camino t razado por su padre, en unas ocasiones int egrados a su grupo, en ot ras, de forma independient e. La presencia de José León en est a Antología privilegia al t eat ro infant il y da la cert eza a los niños de una pluma solidificada por toda una vida dedicada a las t ablas, méritos que ya fueron reconocidos por el Teat ro Infant il Nacional –TIN– al otorgarle en el año 1991 el máximo galardón por sus aport es al desarrollo de est e género en nuest ro país. La bruja encantada es una pieza recomendada para espect adores con edades comprendidas ent re los 6 y 10 años. Fue est renada bajo la dirección de su autor, en el mes de sept iembre de 1996, en el t eat ro CADAFE, de Caracas. 127

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Personajes Solist a Coro Chambelán/ Narrador Loro Bruja Parlanchina Bruja N° 1 Bruja N° 2 Reina Rey Preceptor Luna Gato Gat as (en off) Galopón Osito Juan Príncipe Pepito Brujit asTít eres

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ACTO ÚNICO

Escena I Música para entrada del público. Al apagarse las luces se colocarán los personajes en el escenario. Música de la obra. Coreografía. Canción 1. (Solista:) Todo lo que pasa t iene que pasar, y todos cont entos debemos est ar. (Coro:) A jugar, a jugar... vamos a jugar, a reír, a reír... vamos a reír. (Solista:) La vida nos ama y cant aremos más, así que bailaremos y disfrut aremos más. (Coro:) A bailar, a bailar... vamos a bailar, a cant ar, a cant ar... vamos a cant ar. (Solista:) Porque amamos la vida así que vamos a bailar.

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(Coro:) A bailar, a bailar... vamos a bailar, a cant ar, a cant ar... vamos a cant ar, a jugar, a jugar... vamos a jugar, a reír, a reír... vamos a reír. (Solista:) Y a comenzar. La acción se centrará sobre el Príncipe, quien toma una campana del cesto de los juguetes; él se entretiene sonándola hasta salir del escenario, mientras la luz baja muy suavemente. CHAMBELÁN/ NARRADOR: (Luz hacia él.) Cuando los niños est án

llenos de bondad, cuando acost umbran pract icar el bien, en todo cuanto exist e... (Las luces van bajando. Toda la atención se centra en el Chambelán/ Narrador. Campana suave) ...llenando los minutos, las horasde sus días, se va formando una campanit a en su corazón, y hay veces que suena t ilín, t ilín, t ilín. (Une su voz a la campana, en off sigue sonido de campana.)

Escena 2 Transición muy suave: cambio de ruidos. Un Loro está en la ventana. Calabozo: ruidos tétricos.La Bruja Parlanchina entra. Es de día. LORO: (Juega, canta, bromea.) Buenos días, Parla. Good morning

my witch. BRUJA PARLANCHI NA: No me molest es, Sant iaguito.

Aire, fuego, agua, t ierra. Efectos de sonido. La Bruja ríe. Los cuentos maravillosos bordados en t apiz persa, o los cuentos de dragones, brujas, pirat as o princesas. 132

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Todo lo que en fant asía t ú puedas imaginar, con sólo oír mis palabras a t u lado puede est ar. (Ríe.) LORO: (Muy irónico.)

Ten cuidado Parlanchina, que de las pat as que t enía el perro del bot icario, t res le quedan todavía, porque ant es t enía cuat ro. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Bien merecido lo t enía! LORO: A un niño le bot ast e losjuguetes, igual hicist e con el Prínci-

pe Pepito. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Bueno, que su padre el Rey le compre ot ros! LORO: Y a un grupo de t eat ro le pusist e un chichón en la cabeza y

ot ro en la nariz. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Para que le hiciera juego con el que t enía

en el pescuezo! LORO: Ahora, ¡espera, los palos que t e mandará a dar el Rey Tibur-

cio! BRUJA PARLANCHI NA: ¡Qué desgracia! Cuando uno est á en la mala,

hast a los criados se burlan de uno... ¡Me debes una Sant iaguito!... LORO: Parla, el Chambelán... ¡Llega el Chambelán!

Fanfarria. Entra el Chambelán y se coloca en el quicio. La Bruja se habrá colocado en el sitio donde estaba al comenzar la obra.

Escena 3 CHAMBELÁN: ¡No grit es Bruja Parlanchina, que t e t engo la salva-

ción! 133

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BRUJA PARLANCHI NA: (Cambiando.) ¿La salvación? CHAMBELÁN: Sí, en Palacio se han perdido t res cosas import an-

t ísimas. Las gafas de Rey Tiburcio, (aparte) y sin ellas no ve nada. La t rompet illa del señor Preceptor, (aparte) y ése no escucha ni que t iren un cañonazo cerca de él; y t ercero, el cet ro de la Reina, y ella no puede est ar sin él. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Pero, mi’jito!, ¿y qué puedo hacer yo? Yo

soy una bruja autodidact a, ni siquiera a la escuela fui. (Echa el cuento recitado.) Desde muy pequeña, desobedient e yo fui... y muy poco empeño, a los est udios yo di. Pero los planet as muchos poderes a la bruja Parla mandaron. Júpit er, Sat urno, y Urano corrieron en busca de Nept uno y de magia me colmaron. CHAMBELÁN: (Sorprendido.) ¡Bast a, cotorra!... Si t ú me encuen-

t ras las gafas, la t rompet illa y el cet ro de la Reina, solament e t e daremos veint e pellizcos y t e dejaremos marchar. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Pero, mi’jito!... ¿qué quedará de mí después

que hayan dado veint e pellizcos? ¿Dónde iré? CHAMBELÁN: ¡Donde quieras! Nuest ro magnánimo Rey Tiburcio t e

deja el mundo ent ero para que bailes a su alrededor. Loro canta a capella. LORO:

¡Ayyy! Que darás la vuelt a al mundo ent ero sin escoba y sin sombrero ¡y olé! ¿Quieres que t e lo cant e ot ra vez Chambelán? 134

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CHAMBELÁN: ¿Quién ha cant ado?¿Hay alguien aquí cont igo bruja?

¡Aayyyy, que yo me muero de miedo! ¡Aaayyy! (Asustado.) Acaso, ¿todavía t ienes amigos? BRUJA PARLANCHI NA: ¡Claro que sí! ¿Qué t e crees t ú, Chambelán

chambón? CHAMBELÁN: ¡Yo me voy!, me asust a est a t rápala, se me pone la

carne de gallina. (A los niños.) ¿Ust edes creen que es ment ira? (Bajando hacia el público.) ¡Toquen para que vean! No es ment ira, ¡toquen!... La Bruja se sorprende por lo que hace el Chambelán y lo llama, éste sube al escenario. CHAMBELÁN: (Al público.) Perdonen, disculpen... BRUJA PARLANCHI NA: A ést e ni siquiera le enseñaron educación.

Me dejó con la palabra en la boca. (Transición.)

Escena 4 BRUJA PARLANCHI NA: ¡Hocus pocus! (Música, de la olla va apare-

ciendo un libro.) ¡Lagart ija, siet e; murciélagos, cinco; cinco ratoncitos, t res anquit asde rana, t ierrade cement erio. (Sube el libro.) Amasa y amasa, est ira y est ira, est ira. Redondo y redondo, profundo, profundo... X, R, Pi al cuadrado. Y crece y crece. Y bat e y bat e. ¡Ábret e t umba la cat at umba! Oxígeno, un sust it uto. Y bat e que bat e... y por últ imo un pelito de la espalda de un burro negro... (Al público.) ¡Voy! (Bota la olla hacia el público.) ¿Qué les pareció mi hervido? ¡¡¡Brujas, a mí!!! Aparecen lasbrujas uno y dos. Con música defiesta, rápida. BRUJA PARLANCHI NA: ¿De dónde vienen ust edes? BRUJA UNO: ¡Del Cont ry Cluss! BRUJA PARLANCHI NA: ¿Del Cont ry Cluss? BRUJA DOS: Sí, de una fiest a infant il.

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BRUJA PARLANCHI NA: ¿De una fiest a infant il? BRUJA UNO: De mat ar un t igre. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Ah, no, no, no! ¡Ahora est án aquí! Ubí-

quense aquí, donde las he t raído para t rabajar. LAS DOS BRUJAS: ¡Ahora sí es verdad que no ent endemos nada! BRUJA UNO: Suelt a la sinhueso y dinos: ¿qué quieres ahora? BRUJA DOS: ¿A quién quieres que deje cojo? BRUJA UNO: ¿A quién quieres que deje manco? BRUJA DOS: ¿A quién quieres que mat e de la risa? BRUJA PARLANCHI NA: ¡Bast a! ¡Bast a! ¡Bast a! Quiero que busquen

lo que se ha perdido en Palacio: las gafas del Rey, la t rompet illa del Preceptor y el cet ro de la Reina. LAS DOS BRUJAS: ¡Ahhh! Lo que se pierde el diablo se lo lleva y no

lo devuelve. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Ayúdenme, no sean malas!, que me van a

dejar encarcelada si no aparecen esas cosas. BRUJA UNO: Nosot ras no andamos por el mundo para hacerle favo-

res a nadie, mi’jit a. ¡Fohhh! (Sale.) BRUJA PARLANCHI NA: Entonces... quít enme est as cuerdas encan-

t adas para que pueda ir con ust edes... ¡Rápido que viene la Reina! Congela. Fanfarria. La Bruja Dos, que es el Chambelán, se queda para hablar sobre las brujas. La Reina. Congela. Ella trae corona, manto y la escoba encantada.

Escena 5 CHAMBELÁN/ NARRADOR: Bueno, ya van conociendo a las brujas.

¿No? ¡Tienen razón!, las brujas nunca t erminan de most rarse como son. Y son t an peligrosas que nunca uno sabe si est á hablando con una bruja o con una amable señora. 136

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Son todas así, calvas, por eso usan pelucas y se rascan la cabeza; (al público:) usan narices post izas; y cuando se quit an todo, quedan más horrorosas que cuando est án disfrazadas. ¡Ah, ot ra cosa!, si conoces a alguien que use peluca, lo más seguro es que sea una bruja. ¿Tu maest ra usa peluca?¡Segurito esuna bruja! Tu vecina, t u mamá, y hast a t u abuelit a, puede ser una bruja. ¡Ten cuidado! (Ve a Parlanchina y a la Reina.) Bueno, cont inuemos, ¿sí?.. El Chambelán-Bruja, despierta a Parlanchina. Ésta se coloca en su sitio de siempre, la Reina avanza hacia ella. Música en caja.

Escena 6 REI NA: ¡Buenos días Bruja Parlanchina! ¿Has averiguado ya lo que

queríamos saber? BRUJA PARLANCHI NA: Sí, señora... Ya lo sé todo. REI NA: Pues dímelo enseguida que mi esposo anda dándose golpes

con todo; y no ve nada de nada... BRUJA PARLANCHI NA: Si quieres que t e lo diga, me t ienes que de-

sat ar, porque me est á picando una pulga en la espalda y no me puedo rascar... Señora Reina, si me das t u manto real, t e daré las gafas de crist al. REI NA: Pues, t e lo daré brujit a, pero dat e prisa.

La Bruja se pone el manto real. BRUJA PARLANCHI NA: Si me dasla coronilla, t e daré la t rompet illa. REI NA: ¡Qué coquet a eres, brujit a! Toma mi corona.

La Reina le pone la corona a la Bruja y ésta le quita la escoba que la Reina tiene en la mano; y, haciendo gestos, la saca de la escena. BRUJA PARLANCHI NA: ¿Qué t e pareció, Sant iaguito? ¡Díme algo...

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o t e comieron la lengua los ratones!... Debes cont est arme: ¡Te la comist e Parla, t e la comist e! BRUJA UNO: ¡Bravo Parla! ¡Te la comist e! ¿Verdad que est uvo mara-

villosa? A pesar de t us t rescientos sesent a y cinco años, digo t us 36 años, digo, t us 16 años... La Bruja la amenaza con la escoba. Juego. Se oyen las fanfarrias para entrada del Rey.

Escena 7 REY: ¿Dónde est ás, esposa mía? BRUJA PARLANCHI NA: (Fingiendo la voz de la Reina.) ¡Aquí estoy,

querido! REY: ¿Qué ha dicho la Bruja? BRUJA PARLANCHI NA: Que no sabe nada. REY: Pues, t endrá que decir dónde est án mis gafas. BRUJA PARLANCHI NA: Te digo que no sabe nada, esposo mío. REY: Aunque no lo sepa me lo dirá. ¡Yo soy el Rey, el Rey, el Rey! BRUJA PARLANCHI NA: ¡Déjala en paz! ¡Bobalicón, barrigudo! REY: ¿Qué palabras son esas, señora? Ust ed no es una ordinaria. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Y ust ed, sí! ¡¡Ramplón, engreído!! REY: (Asombrado.) ¡Pero! ¿Oyes ese lenguaje Preceptor? PRECEPTOR: ¿Qué?, ¿qué?, ¿qué? ¡No se oye nada! REY: ¿No t e das cuent a que la Reina se ha vuelto loca? PRECEPTOR: ¿Qué? ¿Qué la Reina no t iene ropa? ¡Qué horror! ¡Fin

de siglo! REY: ¡Esto es insoport able! Ést e no oye. Yo no veo. La Reina ha per-

dido el cet ro y la razón... ¡¡¡Chambelán!!! (Entra el Chambelán.) Chambelán, quiero saber dónde est án mis gafas. 138

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CHAMBELÁN: En la mesa de marfil... ¡Ah no!, en... BRUJA PARLANCHI NA: ¡Al grano! ¡Cont ést ale, mensajero, recade-

ro, adefesio, energúmeno, plebeyo! (Acento argentino.) CHAMBELÁN: Señor Rey, aquí est á pasando algo muy raro. PRECEPTOR: Ese olor est á fuert ecillo. REY: Ést a no es mi Reina bonit a, ¡me la han cambiado!... ¿Dónde

est á el Príncipe Pepito? ¡Guardias! (Sale el Rey.) PRECEPTOR: ¿Guardar qué? CHAMBELÁN: ¡A cenar, tonto! A est e viejito lo bot an o me voy yo.

(Sale.) BRUJA PARLANCHI NA: No t e vayas, que esto se compone. ¡Adieu,

mon amour! Ahora no t engo con quién jugar, ¿qué haré? ¡Ah, idea! (Dibuja nota musical.) Canta Doñana. Música. Noche. Música.

Escena 8 REI NA: (Atada con las cuerdas encantadas.) ¡Aayyy, Dios mío, qué

tonta soy!... Ahoramequemarán creyendo quesoy la bruja. Se va oscureciendo la escena. Noche. Desde el fondo aparecerá la Luna, materializada por una actriz. Música suave. LUNA: Reina bonit a, es t iempo para el descanso, ent régat e al sue-

ño. REI NA: ¡Oh¡ Señora Luna, no sé de él, lo olvidé. ¡Me engañó la bru-

ja! LUNA: ¡Duerme! Duerme por lo menos hast a el amanecer. REI NA: No puedo perder ni un minuto, señora Luna. Para mí cada

inst ant e es un amanecer. Necesito recuperar la escoba mágica que t iene la bruja; esmi deber, el Rey puede cast igarme si no lo hago. 139

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LUNA: ¡No lo hará! El Rey t e quiere mucho. REI NA: Agradezco t u gesto, pero di mi palabra al Rey de cuidar la

escoba mágica que le habíamos quit ado a la bruja y no pude cumplirla. ¡Ayúdeme, señora de la noche! LUNA: (Tararea suavemente la melodía quedespuéscantará con los

ratones.) Despert aré a todos los ratones del mundo para que roan t us cordones. La Luna se ve envuelta en una hermosa luz azulada y de los laterales salen cuatro ratones. ¡Libérat e de las cuerdas mágicas! (Recita:) ¡A la reina bonit a se la han lleva’o cuat ro ratones pintos y uno encarnado...! La Reina suelta las cuerdas y gira hasta salir de escena. Por el lado contrario entra sigilosamente el Gato, parece ver algo que le interesa y salta sobre ellos, se da cuenta que son las cuerdas encantadas. Cuando el Gato salta, salen los ratones. GATO: ¡El hambre me hace ver visiones! (Recoge las cuerdas encan-

tadas.) LUNA: No mires por los rincones, que no hay ratones, gat ito. (Si-

gue melodía celestial, crece la música.) GATO: ¡Qué tont ería! ¡Como si est uviera persiguiendo ratones! Yo

busco a Galopón, el caballo de cart ón del Príncipe Pepito. LUNA: ¡Aaahhh! Cuént amelo todo, miau, miau. GATO: Galopón, el caballo de cart ón es el ladrón. Las gafas, la t rom-

pet illa y el cet ro de la Reina est án en su barriga, iga, iga. Le lanza las cuerdas a la Luna. Ésta las toma. LUNA: ¿Se ha t ragado todas esas cosas? GATO: ¡No!, el Príncipe Pepito se las ha echado por la oreja rot a.

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LUNA: Entonces, no es un ladrón gat ito. (Regañona.) ¡Ten mucho

cuidado con andar hablando mal de las personas! ¿No ves que han habido muchas guerras por eso? (Sale.) Telón del Palacio. Baja y sube intensidad de la luz en este cambio de escenario. GATO: (Enojado.) ¡Pero, qué regañona es est a señora! Pero... no

debo pensar en esas cosas, debo pensar en cosas agradables; como por ejemplo, en un pescadito fresco, fresquito, acompañado de un vino t into t int ico. Canción del Gato, al ritmo de un son cubano. Soy el eco al maullar, soy el eco al cant ar, t engo siet e vidas. ¡Como no! Una para t rabajar y seis para bonchar. GATAS EN OFF: (Maullidosde amor al fondo.) ¡Miau!, ¡Mi amoooorrr! GATO: ¡¡Ahí est án mis gatonillas!! Llamándome desde el t ejado. GATA: ¡Mi amooorrr!.. ¡Miau! GATO: Se molest a cuando no le hago caso. (De adentro sale un za-

pato que le pega al gato en la cabeza.) ¡Voy mi amor! Las t engo locas. (Sale muy cómico de escena. Colofón de la Canción del Gato.) ¡Te haré feliz!, ¡sólo a t i!, ¡sólo a t i!

Escena 9 Apagón. Se repite el tema de la Canción del Gato. Telón de bosque. Por un lado entra el Chambelán, colocando los ba-

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ckings complementariosdel bosque. Sube la intensidad de la iluminación. Aparece el Rey Tiburcio, la Bruja Parlanchina, el Chambelán y el Preceptor, que no oye nada. Están buscando las gafas del Rey. Vienen como si hubiesen andado un largo camino. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Eres un tonto y un necio, Rey Tiburcio!

¿Qué manía es esa de andar corriendo? (Se queja.) ¡Oh!, yo debería andar ent re algodones de azúcar. ¡Qué finura! (Se suena la nariz ruidosamente.) ¡Qué garbo! (Se contorsiona grotescamente.) Y sobre todo, ¡qué exquisit a! REY: ¡Pareces un espant apájaros!

Todos ríen. BRUJA PARLANCHI NA: Y, ¿t ú?... ¡un elefant e, mastodont e, mamut ! REY: ¡Cállat e, Reina Bonifacha! ¡No t e soporto! BRUJA PARLANCHI NA: ¿Por qué no me llamas Bonit a, como me lla-

mabas ant es? REY: Ant es t e iba bien el nombre de Bonit a, pero ahora no. ¡Hueles

t an mal! BRUJA PARLANCHI NA: ¡Mamarracho de Rey! ¡Simple, simplicio,

simplón! REY: Chambelán, acércat e, dime si la Reina sigue siendo t an rubia

como ant es. CHAMBELÁN: (Adulador.) Señor, nuest ra amada Reina t iene made-

jas de oro por cabellos. REY: ¿Y, a qué huele, Chambelán? CHAMBELÁN: A perfumes de azucena, ena, ena. REY: ¡Pero, si a mí no me huele muy bien que digamos! Escúchame,

Preceptor, (en voz alta) ¿ves a la Reina? Dime, ¿de qué color t iene los ojos?

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PRECEPTOR: (Siempre gafo y sordo.) ¡Sí, sí mi señor!, t iene mucha

razón. El t raje le queda un poco flojo. REY: ¡No digo eso!... Escucha, ¿cómo t iene los ojos la Reina? PRECEPTOR: ¡Claro!, hace rato que no se peina. REY: ¡Eres un tonto, Motolito! PRECEPTOR: ¡Gracias señor! Por supuesto que soy muy listo. BRUJA PARLANCHI NA: (Chillando como la propia bruja.) ¡Vaaamo-

noooosss yaaaa!.. ¿Es que vamos a pasar la vida buscando ese caballo?.. Ya me t ienen aburrida con las bendit as gafas del Rey, la t rompet illa del tonto aquél y la peluca de la cotorra de la Reina. Se da cuenta que ha metido la pata. Todos se dan cuenta y voltean a verla. Ella trata de corregir su error. El Chambelán la mira insidioso y la regaña. Entra el Gato tocando la trompeta de forma desafinada. REY: ¿Qué ha pasado ahora? ¿Nos invaden? GATO: Señor Rey, el Príncipe se ha perdido, no lo encuent ro. REY: (Fuera de sí.) Y, ¿quién cuida del Príncipe? (Dándole tremen-

da cachetada al Preceptor, que le hace dar la vuelta en redondo:) ¡Toma!, por gafo y sordo. ¡Vamos al Palacio... (Salen.)

Escena 10 El caballo Galopón atraviesa la escena. Viene acompañado por el Osito Juan. GALOPÓN: ¡Voy más rápido que el viento, porque el amor me lleva! OSI TOJUAN: ¡Corre, corre, caballito de cart ón, corre que nos alcan-

zan los soldados del Rey!... La libert ad no t iene principio ni fin.

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GALOPÓN: Los hombres se olvidan de sus sueños cuando crecen,

Osito Juan. OSI TOJUAN: La Luna les quita el polvo mágico que les da de niños...

¡Corre, corre!... GALOPÓN: ¡Ya no puedo más Osito Juan! Me bailan adent ro muchas

cosas, la pancit a me pesa demasiado. OSI TO JUAN: Son los juguet es que el Príncipe Pepito bot aba en t u

barriga... Los juguet es ya viejos se iban al basurero, y ent re ellos est aba yo. Pero, ahora hemos escapado t odos. Gracias a t i, Galopón. Ahora somos libres, soñaremos juntos. GALOPÓN: Procura que esos sueños sean en todos los colores. OSI TO JUAN: ¡Qué bueno y valient e eres al guardarnos en t u barri-

ga! GALOPÓN: (Deja un momento de correr.) Fue como un amor a pri-

mera vist a... ¡Y ahora corramos!, que oigo soldados det rás de nosot ros. (Ruidosy vocesintensas.) ¿Dónde nos escondemos? ¿A dónde nos vamos? Mucha tensión. Se debe buscar la participación del público. OSI TO JUAN: ¡Corre caballito! ¡Corre! Es la libert ad cabalgando por

las calles. Canción de la libertad GALOPÓN:

Corriendo, t rot ando... Tienes libert ad. Salt ando, viajando... Tienes libert ad. CHAMBERLÁN: (Solista.)

Un niño muy bueno juguetes t iró y en su barriguit a todo eso pasó; 144

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por eso t ú quieres t us sueños buscar y sólo en las calles los podrás hallar. TODOS: (En juego con los backings.)

Búscalos amigo, si quieres salt ar, que sólo en las calles t us sueños est án. Búscalos amigo, corre, encuént ralo la vida t e espera con t u corazón. Salen todos de escena menos el Príncipe Pepito, quien lleva una corona de flores en las manos. Se ve triste. PEPI TO: (Recita, con coreografía.)

¿Dónde est ará Galopón?, el caballo de cart ón. Con est as flores lo quiero coronar... (Llama:) ¡Galopón, Osito Juan! El Príncipe se aparta a un lado, mientras que por el otro entra el Gato Ñaragato muy alegre y saltarín. GATO:

Día con luz, grandioso es, y muy feliz, me encuent ro yo, aves cant ando, el sol brillando, maravilloso es el día de hoy. Desde anoche t engo la brújula enloquecida y giro y giro como la rosa de los vientos. Cómo disfruto el aire, a gozar, a jugar. Ni Sherlock Holmes 145

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resolvería est e caso como yo. ¡A la carga! Sale tocando desafinadamente su corneta. PEPI TO: ¿Se dieron cuent a, a quién mandaron a buscar lascosas del

rey? ¡Al gat ico Ñaragato, que todo se le olvida! ¿Quieren ver? ¿Cuánto van a que hacemos como ratoncitos y se le olvida que t iene que buscar las gafas del Rey? ¡Vamos! ¡Ayúdenme! (Induce a los niñosa hacer como ratoncitos.) GATO: (Entra el gato.) ¿Dónde est án ratoncitos? ¿Dónde est án los

ratones? ¡Qué no los veo, se me esconden! ¿Dónde est án? Por est e lado, ¡aquí voy! (Sale.) PEPI TO: ¿Se dieron cuent a? A que todos hacemos como gat it as y se

le olvida que t iene que buscar las gafas del Rey, la t rompet illa, el cet ro y a los ratones. Pero, ¡ayúdenme! (Induce a los niños a hacer como gaticas.) GATO: (Entra gato nuevamente.) ¡Mis amadasgat it as! (Se detiene y

reflexiona.) ¡Pero, no!, t engo que seguir buscando al Príncipe Pepito. PEPI TO: (Apareciendo.) ¡Bravo! Te felicito gat ito Ñaragato. Por pri-

mera vez t e acordast e de t u verdadera misión. GATO: Príncipe Pepito, ¿por qué se escapó de palacio? PEPI TO: ¡No, yo no me escapé de palacio!, lo que pasó fue que me

perdí. GATO: Si es así, lo voy a llevar a palacio. ¡Vamos andando! PEPI TO: (Juego coreográfico.) ¡Tin Tin! GATO: ¿Quin is? PEPI TO: Ton Ton GATO: ¿Con Os? PEPI TO: Tun Tun GATO: ¿Cun us?

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Pepito pisa al Gato, éste grita sobándose la pata derecha. REI NA EN OFF: (Llama.) ¡Pepito! PEPI TO: (Sorprendido.) ¡Mamá! REI NA EN OFF: ¿Dónde est ás, hijo? PEPI TO: ¡Mamá!... ¡Arriba! GATO: ¡Abajo! (Hace juego con Pepito con estas palabras.) PEPI TO: ¡Abajo! GATO: ¡Al lado! PEPI TO: ¡A un lado! GATO: ¡Al ot ro lado! LOS DOS: ¡At raaaaaaaasssss!

Los dos retroceden de espaldas hasta golpearse uno con el otro. Aparece la Reina. REI NA: ¡Pepito!, ¿t ú me puedes decir qué haces aquí? ¿Por qué t e

escapast e de palacio? PEPI TO: No mamá, yo no me escapé de palacio. Lo que pasó fue que

me perdí. GATO: (Triunfante.) Pero yo lo encont ré señora Reina. (Hace salu-

do militar.) REI NA: ¿Gato?... ¡Est á bien! Ahora lo import ant e es saber dónde

est án las gafas de t u padre, Pepito, la t rompet illa del Preceptor y mi cet ro, Pepito. PEPI TO: Yo no los t engo. Los t iene Galopón, el caballo de cart ón. GALOPÓN: (Apareciendo al trote.) Yo no los t engo, los brujitos se

los llevaron. GATO: ¿Los brujitos? GALOPÓN: ¡Sí! Los hijos de la Bruja.

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GATO: ¡Ay, amiguitos!, esto se pone bueno. La avent ura cont inúa.

(Salta y se mueve inquieto.) REI NA: (Lo detiene.) ¡Gato Ñaragato, ust ed me acompaña inmedia-

t ament e a palacio! Hay que informar al Rey de lo que est á sucediendo. GATO: (Se pone firme.) ¡Como ust ed ordene, Su Majest ad! (Hace la

venia.) Salen los dos. El Príncipe invita a jugar a Galopóny por un lado salen los títeres brujitos. Cuando se asustan y retroceden losacorrala la Bruja Parlanchina, quien entra por la derecha. Asustados huyen por el otro lado. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Soy la bruja, rebruja! Y vengo de palacio.

Me han cast igado por culpa de ust edes. Estoy furiosa... Además me persiguen todos los soldados del Rey... y, para colmo, ¡ust edes t ienen los objetos perdidos! TÍ TERE BRUJI TO: ¡Ay mamá, pero qué cosas dices! BRUJA PARLANCHI NA: ¡Cállense!, díganme si han comido desde los

últ imos años que no nos hemos visto. BRUJI TOS: No, mamá. BRUJA PARLANCHI NA: Bien, pero ahora vamos a ensayar la canción

que les dije que prepararan. ¡Vamos!... BRUJI TOS: ¡Ay no, mamá!

Se dan cuenta quepor un lado entra una piedra sigilosamente, es el Gato que disfrazado de bruja va a apresar a Parla. ¡Mamá, mira! ¡Una bruja! OTRO BRUJI TO: ¡Sí mamá!, creo que es el Gato disfrazado de bru-

jit a, mamá. BRUJA PARLANCHINA: Yo no veo nada, vamos a practicar la canción. BRUJI TOS: Mamá, mira de una vez, es el Gato. BRUJA PARLANCHI NA: (Mira.) ¡Ajajá! Seguro que es la brujit a mala

que me dejó sola en el sót ano. 148

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Se olvida de lo que estaba haciendo antes y se acerca de punta para sorprender al Gato, pero éste la sorprende y ella salta enfrentándose a él. GATO: ¡Para bruja, bruja y media! Ent régame lo robado y a todos le

irá bien. BRUJA PARLANCHI NA: ¡No t e acerques a mis hijos!, que a mis hijos

los defiendo yo a toda cost a. GATO: ¡Ah, sí! pues mira lo que t e voy a dar (se acerca a ella amena-

zante), Bruja mala. Dile a t us brujitos que devuelvan los objetos de palacio. BRUJA PARLANCHI NA: (Preparándose para un embrujo con la esco-

ba mágica.) Escobit a, escobit a no sólo para barrer me sirves, me puedes defender de cualquier t ravesurit a. GATO: (Trata de acercársele más. En ese momento entra el caballo

Galopón con los objetos perdidos, se los ha quitado a los brujitos.) ¡Te voy a agarrar y a dibujart e muchas verrugas! GALOPÓN: Gat ito, mira, aquí t raigo los objetos que t enían los

brujitos. BRUJA PARLANCHI NA: ¡Después de que t ermine con el Gato, t e voy

a freír en salsa de melocot ón! GATO: Pues, ¡yo t e vooy a pint ar ahora las verrugas!

Le pide ayuda al Caballo Galopón. La Bruja trata de taparse el rostro y sube la escoba para hacer su embrujo final. Galopón y el Gato se dan cuenta y la sorprenden quitándole la escoba entre los dos. BRUJA PARLANCHI NA: (Asustada y enojada.) ¡No, no! ¡Verrugas

no, verrugas no! ¡Dame mi escoba gato malo! ¡Malo! GALOPÓN: (Enseña al público los objetos recuperados y la escoba.)

¡Viva! 149

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GATO: ¡¡Sí!! ¡Viva el Rey Tiburcio! ¡Viva la Reina Bonit a! (Muy emo-

cionado.) ¡Que viva el Rey Tiburcio! Fanfarria que da entrada a la pareja real. El Gato aparta por un brazo a la Bruja hacia un extremo del escenario. Entra el Chambelán para anunciar a los reyes. GATO: (Con cetro en la mano.) ¡Que viva el Rey Tiburcio! ¡Que viva!

(Se inclina cuando entran los reyes.) REY: (Adelantándose hacia sus súbditos, quienes se encuentran al-

rededor de él.) ¡Y, bien!... ¿qué ha pasado? El Gato se adelanta y quiere hablar, pero en ese momento todos hablan, queriendo dar cada uno su propia versión de los hechos. REY: ¿Dónde est aba el Príncipe Pepito? ¿Quién se lo había llevado? BRUJA: La cigüeña señor Rey, la cigüeña... PEPI TO: (La interrumpe.) ¡No señor, la cigüeña no fue! Las cigue-

ñas t raen a los niños, no se los llevan. Fue la bruja quien me perdió en el bosque. GATO: ¡Ajá!.. (Se acerca a la Reina.) Aquí t iene Reina Bonit a: su

cet ro. (Se inclina y se lo da.) Y encont ré t ambién la t rompet illa del Preceptor... (Se aparta.) REY: ¿Ymis gafas?Sin mis gafasno veo nada. Y a mi hijo, pensé que

se lo habían comido los brujos. GALOPÓN: Rey Tiburcio, tome sus gafas, para que pueda ver. REY: ¡Mis gafas! ¡Aparecieron mis gafas! ¡Aaah, que bien se sient e

uno cuando uno ve bien!... Como dice el refrán, Chambelán: ...nadie aprecia lo que t iene... TODOS: ¡Hast a que lo pierde! REY: Hoy me siento cont ento y todos serán perdonados en palacio

por sus t ravesuras. ¡Especialment e la Bruja Parlanchina! La Bruja salta de contento.

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REY: ¿Qué me t ienes de sorpresa para celebrar, Chambelán? CHAMBELÁN: ¡Ay, mi Rey!, le t engo una gran sorpresa. ¡Acompá-

ñeme! (Escolta al Rey hacia el frente del escenario.) ¡Música! Canción final, todos bailan y cantan, hacen una hermosa coreografía. ¡Todo lo que pasa t iene que pasar! y todos cont entos debemos est ar. ¡A jugar, a jugar! vamos a jugar. ¡A reír, a reír! vamos a reír. La vida nos ama y cant aremos más, así que bailaremos y disfrut aremos más. A bailar, a bailar, a cant ar, a cant ar, vamos a cant ar. Porque amamos la vida así que vamos a cant ar. A bailar, a bailar vamos a bailar. A cant ar, a cant ar vamos a cant ar. A jugar, a jugar vamos a jugar. A reír, a reír vamos a reír.

FIN 151

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Perro callejero 1999 Irma Borges “¡Ven, vamos a escondernos aquí! ¡Vente perrito, hay mucha gente mala en la calle!” AMPARO

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Perro callejero (1999) relat a la historia de Mayor, un niño que vive en la calle, quien se encuent ra con Mosca, un perro que se conviert e en su mejor amigo. Est a pieza recibió mención especial en el Concurso de Dramat urgia para Niños, convocado por la Universidad Cent ral de Venezuela en el año 1999. Nacida en Caracas el 12 de febrero de 1976, Irma Borges se gradúa como licenciada en Art es en la Universidad Cent ral de Venezuela, inst it ución en donde se int egra al Teat ro Universit ario para Niños “El Chichón”, con en el que se inicia en las art es escénicas en el año 1994 y grupo en el que permanece hast a que egresa de la UCV, en 1998. Irma Borges comienza a desarrollar su carrera como act riz de t eat ro infant il, a la par con la exploración y desarrollo de su t alento lit erario: Taller de Dramat urgia y Guión Cinematográfico dict ado por el profesor cubano Alejandro Normand (1995), Seminario Int ernacional de Dramat urgia Infant il dict ado por la dramat urga argent ina María Inés Falconi (1995), Taller de Dramat urgia Aplicada al Teat ro para Niños, dict ado por el dramat urgo mexicano Emilio Carballido (1997). Es significat ivo dest acar los premios y reconocimientos recibidos por Irma Borges en su condición de act riz, rol que a nuest ro juicio ha sido det erminant e en el descubrimiento de su mot ivación autoral: Orden “José Felix Ribas” (1998), otorgado a los jóvenes universit arios de dest acada part icipación en el área art íst ica; Premio Mérito Est udiant il de la UCV (1996) y el premio del Teat ro Infant il –TIN– como mejor act riz del año 1996 por la obra “Chao, Señor Miedo”. Como dramat urga recibió la mención especial en el Concurso de Dramat urgia para Tít eres de la UCV por la obra que aquí se publica, 155

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Mención Honorífica en el Concurso de Poesía para Niños “Manuel Felipe Rugeles”, del Minist erio de Educación, con el poemario “Me Quiere, No Me Quiere” (1998) y Mención Especial del premio “Aquiles Nazoa” por “El Circo de Madera”. En el año 2001, Irma Borges se radica en España, en donde cursa el doctorado en Art es Escénicas en la Universidad Aut ónoma de Barcelona.

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Personajes Mayor Perro Amparo テ]gel Juan Viejo Joven

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ACTO ÚNICO

Escena I La ciudad Los manipuladoressalen a escena con una maleta o bolsa, de allí van sacando pieza por pieza a nuestro personaje Mayor. Laspiezas son armables, es decir, que no están unidas. Mayor no es una unidad, por el contrario, es un niño cuyas articulaciones pueden ser separadas, esa es su característica principal y lo que le da personalidad. Cuando han terminado de armar a Mayor, él mismo tapa la maleta o bolsa y la guarda detrás del teatrino o escenario. Mayor mira al público haciendo un gesto que sugiere que ya está completo e inicia su acción. Se ilumina una calle, se escuchan ruidos de carros, no hay mucha luz porque es de madrugada en una ciudad. Mayor comienza a caminar, primero desconfiado, con inseguridad, como si estuviese aprendiendo a moverse con su cuerpo desarticulado. Luego, más seguro, comienza a silbar y a caminar al ritmo de su silbido. Se escucha el freno de un carro, el chillido de un perro y vemos entrar por otra esquina a un perrito cojeando. Este títere sí está completo, se mueve como perro y ladra. MAYOR: ¡Mosca con los carros perrito! ¿Te at ropellaron?

Mosca comienza a quejarse, se tira en el piso y lame su patita. Tienes que est ar mosca con los carros porque pisan duro. El perro se levanta y comienza a caminar bien. ¡Est e perro sí que es avispao! Se hace el cojo para que no 159

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lo pisen. (Comienza a silbarle al perro que corre hacia la calle.) ¡Perrito! ¡Perrito! ¡Mosca con ese carro! Se escucha de nuevo un frenazo. Mosca regresa cojeando, se acerca a Mayor, quien lo mima, hasta que el perro se levanta y sigue caminando sin cojera. MAYOR: (Un poco molesto.) ¡Me asust aste! Eres un mentiroso. ¡Sale!

¡Sal de aquí perro embust ero! El perro se va triste y en eso se ve la luz de un carro grande y se escucha un freno. ¡Mosca perrito! ¡Mosca! ¡Mosca! Mayor camina hasta donde está el perrito, lo acaricia, el perro se levanta lentamente y comienza caminar cojeando. ¡Te dije que est uvieras mosca con los carros! (El perro ladra enérgico, se sacude y comienza a caminar bien.) ¡Perro ment iroso! Mayor comienza a caminar y el perro lo persigue. Mayor se va desarticulando mientras camina y sus partes se van escondiendo detrás de distintos objetos que pueden sugerir postes de luz eléctrica, potes de basura, bancos u otros objetos que encontramos en las calles; así logra engañar al perro, quien confundido olfatea por todos lados a Mayor. En algún momento la mano de Mayor le toca la cola al perrito y éste comienza a correr en círculo detrás de sí mismo. Esta escena puede estar apoyada con alguna música incidental. MAYOR: (Armándose nuevamente y burlándose del perro.) ¡Te en-

gañé! ¡Te engañé! El perro se va para un rincón. Mayor lo sigue y se sienta junto al perrito. No t e pongas bravo conmigo. ¡Ven, vamos a jugar! El perro no se mueve. Mayor, desarticulando su brazo, toca al perrito por las orejas, éste reacciona y comienzan a ju160

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gar: Mayor lanza su propio brazo y el perrito va corriendo detrás y se lo devuelve; esto puede repetirse unas dos veces, la tercera vez Mayor engaña al perrito y no le lanza nada. ¡Te volví a engañar! ¡Que tonto eres perrito! El perrito se va para una esquina y se echa en el piso como si fuese a dormir. ¡No t e pongas bravo! Ven, vamos a seguir jugando, t e prometo que est a vez no t e engaño. Mayor lanza de nuevo su brazo, el perrito lo agarra y no se lo devuelve. ¡Oye! ¡Tráeme mi brazo! El perrito comienza a jugar solo y no atiende a lo que dice Mayor. ¡Dame mi brazo! ¿Cómo voy a jugar cont igo si no me lo devuelves? El perro no le hace caso, Mayor comienza a preocuparse. ¡En serio perrito, devuelveel brazo que est á amaneciendo y t engo que ir pedirle el pan a Juan. El perrito se levanta dando ladridos, se lanza sobre Mayor y le lame la cara. MAYOR: (Riéndose.) ¡Ya por favor! ¡Bast a! ¡Ya! ¡Ya!

El perro se detiene y Mayor se levanta, se coloca el brazo y saluda con la mano al perro. ¡Hola! Soy Mayor. (El perro ladra.) ¿Y t ú cómo t e llamas? El perro corre hacia la calle de nuevo. ¡Mosca con los carros! ¡Mosca! ¿Te gust a ese nombre? Mosca ladra, Mayor hace como el ruido de una mosca, luego va transformando el ruido y lo hace más grave como el 161

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de una moto, hace gestos de que se va a montar en una moto y grita. ¡Súbet e, Mosca! Desde ahora serás mi copiloto. Salen de escena y se ilumina otra parte del escenario. Para el cambio de una imagen a otra, sugiero que se hagan figuras en sombras de gente que va pasando, luces y ruidos de carros y camiones. Está amaneciendo en una ciudad.

Escena II El sueño Una luz ilumina la cara de Amparo envuelta en periódicos. Duerme. La ropa de Amparo es de papel, le encanta estar vestida a la moda y hace sus trajes de papel periódico. Arriba en el cielo está Ángel, una figura vestida de blanco, con alas, así como nos solemos imaginar a los ángeles; tal vez ni siquiera podamos verlo y sólo encontremos grandes alas de ángel. La luz cada vez se hace más intensa y Amparo comienza a despertar. AMPARO: No me dejes sola. ÁNGEL: Nunca. Yo t e prot ejo Amparo. AMPARO: ¿Siempre? ÁNGEL: Siempre.

Amparo vuelve a acostarse para seguir durmiendo, pero el ruido de la gente caminando en la calle, los carros y la luz que cada vez le ilumina más la cara, la despiertan. AMPARO: Todos los días igual, el sol o la lluvia me despiert an. ¡Cla-

ro que prefiero el sol! Así no se moja mi vest ido. ÁNGEL: ¡Feliz cumpleaños, Amparo! AMPARO: ¡Mi cumpleaños! ¿Cómo lo sabes? ÁNGEL: Sé todo lo que t e pasa.

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AMPARO: ¡Eso es ment ira! ÁNGEL: ¿No confías en mí? AMPARO: Sí, pero si es mi cumpleaños... debería recibir un regalo... ÁNGEL: Es verdad. Pensemos en un regalo para t i... ¡Vamos a ver!...

¿Qué es lo que más deseas ahora? AMPARO: ¡Un regalo! ÁNGEL: ¡Ajá!, pero, ¿qué quieres que t e regalen? AMPARO: ¡No sé Ángel, ayúdame t ú!, t engo mucho t iempo sin reci-

bir un regalo, no puedo pedir cualquier cosa. ¡Tiene que ser algo grande! ¡Ya sé! Quiero ropa de verdad: vest idos, zapat os, camisas, abrigos... ¡No! ¡No! ¡No! Pasarían de moda con el t iempo. Mejor quiero... ¡Dinero! Mucho dinero para comprarme todo lo que yo quiera... ¡No! ¡No! ¡No! Eso me lo pueden robar. Sabes Ángel... quiero algo que pueda t ener para siempre. ÁNGEL: Entonces t e regalaré... recuerdos. AMPARO: ¡No! ¡No! ¡No! ¡Todos los que t engo son feos! ÁNGEL: Yo no t engo recuerdos. AMPARO: ¡Claro! Porque eres un ángel. Eres mi ángel, siempre est ás

conmigo y recuerdas sólo lo que yo quiero. Ángel... t ú nunca me has dejado sola. ÁNGEL: Porque soy t u amigo. AMPARO: ¡Eso es! ¡Quiero un amigo! (El Ángel hace un gesto de re-

proche.) Bueno, quiero ot ro amigo, porque t ú eres mi mejor amigo. ÁNGEL: Bueno, haré lo posible por complacert e. ¡Feliz Cumpleaños,

Amparo! AMPARO: Gracias, Ángel.

El Ángel desaparece, Amparo recoge algunosperiódicos, se lava la cara con un poco de agua que tiene en un recipiente y se mira en el agua. Suspira. 163

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AMPARO: ¿Cuántos años t ienes Amparo?

Se escucha en off un ruido en el cual se distingue una pelea familiar, es uno de los recuerdos de Amparo; tal vez el del último cumpleaños con su familia. Deben ser sonidos violentos, combinados con algún arreglo musical de la canción decumpleaños feliz. Se escucha al final la voz suave de una mujer. VOZ EN OFF: Apaga las velit as, Amparo.

Vemos la imagen de Amparo soplando el recipiente donde se lava la cara. Apagón. ¡Pide un deseo! VOZ DE UNA NI ÑA EN OFF:

Ángel de la guarda, dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes sola que me perdería.

Escena III La calle El lugar es una panadería. Todos los personajes adultos pueden estar representadossimbólicamente por algún objeto o hacerse en sombras. Los manipuladores, también, podrían hacer algunos personajes con máscaras o algún elementos que los identifique. MAYOR: ¡Epa Juan!, ¿me regalas unos pancitos?

Se ve la sombra de Juan, apurado, atendiendo a otros clientes. MAYOR: Señora, ¿me regala para un juguito?

Se ve el rostro de desconfianza de una mujer, que se voltea y se aparta. 164

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MAYOR: ¡Juan! ¡Juan, mi pancito!...

La sombra de Juan busca rápido una bolsa con unos panes. Un Viejo mira a Mosca con desprecio y cuando Mayor agarra la bolsa que le está dando Juan, el viejo le da una patada a Mosca. Se escucha la queja del perro. Mayor deja caer la bolsa de pan, corre a buscar a Mosca que sale cojeando. Se escucha discusiones entre la gente, unos a favor del perro y otros en protesta por la presencia de Mayor y Mosca en la panadería. Mayor agarra la bolsa rápidamente, extiende su mano desarticulándola y le quita una caja que tiene el Viejo en las manos. Salen corriendo de escena. VOZ DEL VI EJO: ¡Ladrón! ¡Rat ero!

Distintas figuras en sombras atraviesan las caras de susto de Mayor y Mosca. Mayor mira a todos lados y se sienta a comer el pan que le ha dado Juan. Mosca está herido, la patada del viejo lo dejó un poco cojo. MAYOR: ¡Ni los carros pisan t an duro como el viejo ese! Ven, Mosca,

come pan, ¡est á bueno! Mosca se acerca con desconfianza. MAYOR: Toma perrito, yo no t e voy hacer nada malo.

La mano de Mayor se desarticula, va hasta donde está Mosca y le da el pan en la boca. Así van jugando a acercar la mano de Mayor hasta que el perro está junto al cuerpo de Mayor. MAYOR: Vamos abrir est á caja para ver qué t iene adent ro.

Cuando se disponen a abrir la caja una mano sale detrás de ellos y se las quita. Aparece la cara del Viejo. Mosca brinca, le quita la caja con la boca al Viejo y sale corriendo. Mayor corre en otra dirección, pero se da cuenta que dejó su brazo desarticulado en la calle, se devuelve y la mano del viejo lo agarra por los hombros. Vemos colgando a Mayor que se balancea mientras el Viejo lo mira molesto. 165

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Mayor comienza a desarticularse por completo, el Viejo se queda sin nada en las manos y vemos a Mayor articularse en otro lugar, ya a salvo del Viejo, y sale corriendo.

Escena IV El regalo Se van colocando en el escenario algunos maniquíes y objetos. Vemosa Amparo caminar entre las figuras, los mira, pero no lospuede tocar porque están en cajasde vidrio. Se escucha una canción muy alegre, Amparo mira para todos lados, da vueltas y comienza a bailar y a caminar como una modelo, juega con su ropa de papel periódico. En eso se tropieza con Mosca que viene corriendo con la caja en el hocico. Se caen y la caja envuelta en una cinta se cae al piso. AMPARO: ¡Epa perrito! Mosca por donde andas. ¿Qué t e pasó? ¿Te

asust aron? (Mosca comienza a cojear.) ¿Te at ropellaron? ¡Pobrecito!... Ven, que yo t e cuido. (Amparo improvisa una venda con una tira de papel periódico.) Sana, sana pat it a de rana, si no sana hoy sanará mañana... ¡Listo perrito! Mosca ladra y le lame la cara. ¿Cómo t e llamarás?... Tendré que ponert e un nombre... (Amparo mira la caja en el piso, la recoge.) ¡Qué es esto! ¿Un regalo? Cuando está a punto de abrirla se escucha un silbido y la voz de Mayor llamando a Mosca. Vemos sólo la cara de Mayor que se asoma por distintas partes del escenario buscando a Mosca.

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AMPARO: ¡Ven vamos a escondernos aquí! (Mosca no la sigue.)

¡Vent e perrito, hay mucha gent e mala en la calle! Comienza un juego de escondite que puede ser apoyado con una música incidental. Mayor busca a Mosca y Amparo trata de protegerlo sin saber quien es realmente el que lo busca. Aquí también puede usarse la desarticulación de Mayor como un elemento importante dentro de la acción. Mayor puede utilizar su desarticulación para esconderse con más facilidad. Los periódicos que siempre carga Amparo sobre ella también la pueden camuflajear. El único que siempre podemos ver con cara de susto es a Mosca. La acción se va desarrollando hasta que se encuentran Mayor y Amparo, desapareciendo totalmente de escena Mosca. MAYOR: ¿Quién eres t ú? AMPARO: Amparo, ¿y t ú? MAYOR: Mayor. AMPARO: Que nombre t an ridículo: ¡Mayor! MAYOR: Y t ú, envuelt a en periódicos. ¿No t ienes ropa? ¿Y esa caja?

¿Quién t e la dio? AMPARO: Me la encont ré. MAYOR: ¡Eres una ment irosa y ladrona! ¡Dame esa caja! AMPARO: ¡Claro que no! ¡Es mi regalo de cumpleaños! MAYOR: ¡Esa caja es mía!, se la robé al viejo que... AMPARO: ¡La robast e! MAYOR: ¡No! Bueno, sí, ese viejo le dio una pat ada a Mosca. AMPARO: ¡A una mosca! ¿Qué, el viejo era karat eca? MAYOR: No, le dio una pat ada a mi perro, que se llama Mosca. AMPARO: ¿Un perro marroncito, flaquito... cojito? MAYOR: Sí, ¿dónde est á? AMPARO: No lo sé, est aba aquí pero se me escapó.

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MAYOR: Lo perdí... AMPARO: ¿Quieres que t e ayude a buscarlo? MAYOR: Devuélveme mi caja. AMPARO: ¡Toma, yo no quiero nada robado! MAYOR: ¡Yo no la robé!... es que ese viejo le pegó una pat ada a Mos-

ca y me dio rabia y... AMPARO: Vamos a buscarlo. MAYOR: Yo puedo ir solo. AMPARO: Pero yo t e quiero acompañar. MAYOR: Est á bien, pero t e cuidas sola, yo no quiero cuidar a na-

die... AMPARO: (Mirando al cielo, donde vemos aparecer unas alas o al

Ángel.) Ya yo t engo quien me cuide.

Escena V La búsqueda Mayor y Amparo comienzan a buscar a Mosca, esta escena sólo estará dada por imágenes de los dos niños buscando al perro. Podremos escuchar sus voces gritando y diferentes acciones que indiquen que caminan y buscan al perro en la calle, en un supermercado, en tiendas; imágenes que como las anteriores podrán ser realizadas en sombras y con algunosobjetos que sugieran el lugar donde están y la gente que se encuentran. Llegan a una librería y los atiende un muchacho Joven. JOVEN: ¿Qué buscan? AMPARO: Un perro. JOVEN: Buscando por la Pde perro seguro encont ramosalgo int ere-

sant e para ust edes. MAYOR: ¿La P de perro?

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JOVEN: ¿Qué t ipo de libro buscaban? MAYOR: Mosca no es un libro, es un perro. JOVEN: A ver si los ent iendo, ¿buscan un libro sobre perros o sobre

insectos? AMPARO: Ninguno de los dos, buscamos a un perro que se llama

Mosca. MAYOR: Es un perro marrón. AMPARO: Y flaquito. JOVEN: Por aquí no ha pasado, pero podemos poner un cart el don-

de diga que si alguien lo ve, les devuelva su perro. AMPARO: ¡Sí! ¡Vamos a hacerlo! MAYOR: Pero no t enemos papel, ni cart ón, ni nada... JOVEN: Tomen yo les regalo. AMPARO: ¡Gracias! MAYOR: Pero no t enemos t int a, ni pint ura, ni lápices , ni colores... JOVEN: Yo les puedo prest ar. AMPARO: ¡Gracias! MAYOR: Pero, pero... pero... (Susurrándole a Amparo.) Yo no sé es-

cribir... AMPARO: Yo sí sé, Mayor... JOVEN: ¿Qué escribimos? MAYOR: Se busca perro marrón. AMPARO: Se busca perro marroncito... MAYOR: ¡Marrón! AMPARO: ¡Est á bien marrón! MAYOR: Flaco y que responde al nombre de Mosca. AMPARO: Flaquito y que se llama Mosca...

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MAYOR: ¡Flaco! Y que responde al nombre de Mosca. AMPARO: ¡Unnjumm! ¡Flaco!, ¿qué más? JOVEN: Cualquier información se le sabrá agradecer a... ¿Tienen

t eléfono? MAYOR: Yo no, ¿y t ú? AMPARO: Tampoco. JOVEN: Bueno entonces escribe: cualquier información se le sabrá

agradecer ¡AQUÍ ! AMPARO: ¿Aquí? JOVEN: Sí, así pueden pasar mañana y si yo sé algo del perro les

digo. AMPARO: ¿Dónde lo colgamos? JOVEN: ¡Aquí!

Vemos colgado el anuncio que dice: Se busca perrito marroncito y flaquito que se llama Mosca, cualquier información ¡Gracias! ¡AQUÍ ! Se lee el cartel y hay un apagón. Vemos entrar a Mayor y a Amparo, muy cansados, se sientan en una acera.

Escena VI Amigos MAYOR: Amparo, ¿y si no lo encont ramos? AMPARO: Todavía nos falt a ir a la bomba de gasolina y... ¡A la pana-

dería! MAYOR: Yo no puedo ir a la panadería. AMPARO: ¿Por qué? MAYOR: Porque ahí fue donde me robé la caja. AMPARO: ¡Tú no t e robast e nada, Mayor! Además la podemos de-

volver si quieres. 170

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MAYOR: ¡No sé!, ese viejo le pegó a Mosca, pero me da vergüenza

con Juan, ¡va creer a que soy un ladrón! AMPARO: Si quieres, yo voy y le devuelvo la caja y digo que no fue

culpa t uya. MAYOR: Gracias Amparo... ¿De verdad hoy es t u cumpleaños? AMPARO: Eso me dijo el Ángel. MAYOR: ¿Un ángel? AMPARO: No me crees, ¿verdad? MAYOR: ¿Que t ienes un ángel que t e acompaña siempre? ¡Claro que

t e creo! Yo t enía uno, pero se fue. AMPARO: ¿Por qué? MAYOR: Porque ahora soy Mayor y puedo est ar solo. AMPARO: ¿Cuántos años t ienes, Mayor? MAYOR: No sé, perdí la cuent a. AMPARO: Yo t ampoco sé cuántos años cumplo hoy. MAYOR: Eso no import a. ¡Feliz cumpleaños! AMPARO: ¡Gracias! MAYOR: No t engo nada que regalart e. AMPARO: Qué t al si me enseñas a esconderme como t ú. MAYOR: ¡Es fácil! Mira. (Mayor intenta desarticularse pero no pue-

de.) No puedo, Amparo. AMPARO: No import a, yo t e escondo debajo de mi capa.

Amparo cubre a Mayor con su capa de papel periódico. MAYOR: ¡Mira ese es el viejo de la caja! AMPARO: ¡Ssshh! ¡Cúbret e y cállat e!

Vemos pasar la sombra del Viejo. MAYOR: Amparo, mejor llévaleesacajarapidito aJuan, el viejo tepue-

de ver con ella. Yo voy a buscar a Mosca en la gasolinera. 171

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AMPARO: Mayor, t ú no eres un ladrón. MAYOR: Lo sé. ¡Cuídat e! AMPARO: (Señalando el cielo.) Tranquilo, yo t engo quien me cuide.

Escena VII Nos encontramos Amparo llega a la panadería. Sugiero que el mostrador esta vez esté del lado del público; es decir, que todo lo que suceda sea detrás del mostrador y que la niña le hable al público. AMPARO: (Llamando.) ¡Juan! ¡Juan! ¿Ust ed es Juan? Tome, le

mandaron esto. Mi amigo Mayor dice que lo disculpe, que él no se quiso llevar la caja, que el viejo le pegó duro a Mosca y que... (Pone la caja sobre el mostrador.) ¡Me la regala! ¡Qué bueno, porque hoy es mi cumpleaños! ¿Juan no has visto a Mosca, el perrito marroncito y flaquito de Mayor? No. Bueno... Gracias... Sí, yo le digo a Mayor... ¡Gracias! Mayor en la gasolinera. MAYOR: ¡Que gafo soy! Mosca nunca vendría a un sit io donde hay

t antos carros. Se escucha el grito de un adulto, y un frenazo. VOZ EN OFF: ¡Mosca con los carros! ¡Quit en a ese perro del medio! OTRA VOZ: ¡Pobrecito, est á cojo! JOVEN: ¡Mosca, ven! MAYOR: ¡Mosca! ¿Est ás bien?

Mosca, que tiene colgando el cartel que hicieron en la librería, salta sobre los carros y las mangueras de la bomba de gasolina. Llega al lado de Mayor y se hace el cojo. ¡Buen t ruco, Mosca, así no t e pisan los carros! 172

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JOVEN: El cart el t ambién fue un buen t ruco, porque apenas lo vio

en la librería salió corriendo con él; y desde entonces lo ando persiguiendo por todas las calles para que no se me pierda. MAYOR: ¡Mosca siempre est á Mosca! ¿Será que Mosca sabe leer? JOVEN: ¡No lo sé! Pero cuando quieran, pueden pasar por la librería

y leer algunos cuentos. MAYOR: ¿Puedo ir con Mosca? JOVEN: ¡Claro! Y con t u amiga Amparo t ambién. MAYOR: Bueno, mañana en la t arde. Oye, ¿y t ú cómo t e llamas? JOVEN: Juan Ángel. MAYOR: Gracias Ángel por ayudarme a encont rar la M de Mosca. JOVEN: Y la M de Mayor.

Mayor y Mosca se van caminando en círculo hasta que aparece Amparo y se encuentran. Esto puede estar apoyado con una música incidental que sugiera el silbido de Mayor.

Escena VIII El cumpleaños MAYOR: ¡Lo encont ré! AMPARO: Hola Mosca. ¡Ya est ás bien de t u pat it a! ¿Dónde lo encon-

t rast e? ¿En la librería? MAYOR: Yo creo que sabe leer, porque Juan Ángel me cont ó que

pasó por la librería, se puso el cart el, y se fue corriendo hast a la gasolinera. Juan Ángel lo siguió hast a allá y nos encontramos. AMPARO: ¿Juan Ángel? MAYOR: El muchacho de la librería... AMPARO: ¡Ot ro Ángel!

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MAYOR: (Mayor se da cuenta que Amparo trae la caja en la mano.)

¡Amparo! ¿Por qué no devolvist e la caja? AMPARO: Juan me la regaló. MAYOR: ¿Seguro? AMPARO: ¿Mayor, no confías en mí? MAYOR: Sí, pero... AMPARO: Juan me la regaló y t e mandó a decir que mañana puedes

pasar por allá... como siempre... MAYOR: ¿No est á bravo conmigo? AMPARO: No. MAYOR: ¿Qué t iene la caja? AMPARO: No sé. MAYOR: ¡Ábrela, es t u regalo! AMPARO: ¡Una pizza! MAYOR: ¡Con el hambre que t engo! AMPARO: ¡Y yo!

Mosca ladra. AMPARO: Tranquilo Mosca, para t i t ambién hay. MAYOR: ¡Un momento, t enemos que celebrar!

Escena XIX Vemos algunas cajas y potes de basura improvisando una mesa. Mayor toca los elementos como si fuera un músico percusionista, al fondo escuchamos una música. Sobre la mesa la pizza con una vela encendida. AMPARO: Que bueno que hay fiest a en el barrio, así tenemosmúsica. MAYOR: Música en t u cumpleaños.

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AMPARO: ¡Diez! MAYOR: ¿Cómo descubrist e que eran diez? AMPARO: Porque cont é los dedos de t us manos... MAYOR: ¡Apaga las velas y pide un deseo!

Mosca ladra, Amparo apaga la vela. Apagón. Vemos el Ángel sobre ellos. Vuelven las luces y vemos a Mosca con un pedazo de pizza en la boca. AMPARO Y MAYOR: ¡Mosca!

FIN

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El ci rco más grande del mundo 2000 César Sierra “Corría por un riel invisible... halado por una locomotora de colores, que venía silbando una marcha de circo, y llenando de humo el camino... Traía con ella los vagones... lleno de fieras... y de extraños personajes. ¡Don Pantaleón tenía razón! ¡Eran miles y miles de pulgas! ¡Era el pequeño circo más grande del mundo!” EL PROFESOR

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El circo más grande del mundo (2000), unipersonal escrito por César Sierra (Caracas 1962), es un homenaje a los sueños y a los soñadores, a los defensores de las utopías, a esos seres capaces de advert ir un circo oculto bajo la magnífica carpa de las hojas del jardín. Un profesor sin nombre ni apellido, el personaje conductor de la historia, cumple el rit o que de niño le enseñara Don Pant aleón: observar con su t elescopio las maravillas que corret ean a nuest ros pies, los increíbles acróbat as, los payasos y malabarist as del circo más grande del mundo, ése que sólo puede ser visto con losojos del corazón. Est a pieza, escrit a y est renada en ocasión de la convocatoria formulada por el Teat ro Infant il Nacional –TIN– al Primer Fest ival de UnipersonalesInfant iles(Fest ín 2000); es, junto a Caballero por un día (1997) y Martí para los niños (2001), expresión de la obra dramat úrgica de un art ist a heredero de la t radición t eat ral de una familia de hondas raíces en la escena infant il venezolana. En efecto, t al y como él mismo lo t est imonia, César Sierra inicia su carrera como actor infant il de la mano de sus abuelos, Gabriel Mart ínez y Lily Álvarez Sierra. En 1984 debut a como director en el Fest ival de Teat ro Juvenil, en el que obt iene el premio como revelación. De allí en adelant e, apunt alado por sus est udios en el Inst it uto Universit ario de Teat ro, del que egresa como licenciado en Producción Teat ral, César Sierra se proyect a como un creador compromet ido con el niño como espect ador, dirigiendo espect áculos de alto vuelo y con significat ivo éxito, ent reéstos, El libro de la selva (Premio Municipal de Teat ro) y Jojo Saltimbanqui (Premio de la Crít ica 1987). A la par, incursiona como libret ist a de t elevisión y guionist a cine179

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matográfico, áreas en las que obt iene diversos reconocimientos, dent ro y fuera del país. El circo más grande del mundo se est renó en el Teat ro Tilingo el 9 de sept iembre del año 2000, con el actor Héctor Moreno y la dirección del autor. Ambos fueron galardonados con el Premio TIN de ese año en la cat egoría de Actor y Director, respect ivament e.

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Personaje Profesor

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ACTO ÚNICO Una plaza de pueblo. Hay un pequeño banco de cemento bajo la sombra de un árbol, y en el otro extremo la imagen de un prócer desconocido, donde van a posarse las palomas. El lugar está vacío, hasta que entra el Profesor. Trae un pequeño y desvencijado maletín, gruesos anteojosy expresión sonriente. Va hasta el banco y se sienta, pone a su lado su maletín. Sonríe mirando alrededor, suspira, y tras una pausa abre su pequeño maletín y saca de él un gran telescopio en su trípode que instala emocionado. Limpia los lentes, lo ajusta, y una vez que está satisfecho por su acción lo dirige hacia el suelo de la plaza, y comienza a observar de un lado a otro como buscando algo. De repente se percata de la mirada de los espectadores, y apartando su mirada del telescopio los observa, y sonríe, pidiendo disculpas. PROFESOR: No...no piensen que estoy loco. Sé muy bien lo que es-

toy haciendo... y se lo puedo explicar. (Lo piensa.) Todo comenzó hace muuuucho t iempo... cuando yo vivía en est e pequeño pueblo, y era un niño pequeño. El más pequeño de siet e hermanos. El más pequeño de mi salón. Para resumir el asunto: en ese entonces yo era el niño más pequeño en el más pequeño de todos los pueblos. Es verdad que ser pequeño t iene sus vent ajas. A uno lo cuidan mucho, lo consient en, lo llevan en hombros en los desfiles, y siempre lo dejan escoger el color del globo en la feria... (Cambia.) Pero t ambién t iene algunas cosas malas... Ser “pequeño” result a siempre una excusa para apart arlo a uno cuando las cosas se ponen int eresant es. (Imita adultos.) “Tú no puedes ent rar, porque eres muy pequeño.” (Otro.) “Anda a dormir, que a est a hora los pe183

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queños deben est ar durmiendo.” (Otro.) “Vet e al pat io, que lo que est amos hablando no es para pequeños”. Y a uno no le quedaba ot ro remedio que obedecer, y aguant arse la rabia... ¡porque para discut irle a los grandes, hay que ser t an grande como ellos!... y cuando uno es grande, ya no lo sacan por pequeño. (Se ríe.) Suena confuso... pero ust edes me ent ienden. Y de todas maneras esto no t iene mucho que ver con mi historia... El caso es que en el colegio donde est udiaba, cuando era pequeño, había un profesor muy viejito. Se llamaba Don Pant aleón... pero los más grandes lo habían baut izado “Don Espanto”, porque decían que se había muerto hace años... pero nadie se lo había dicho. Don Pant aleón apenas veía, y con frecuencia olvidaba lo que est aba diciendo en mit ad de la clase. Lo que a veces era divert ido, porque podíamos cambiar el t ema cada vez que queríamos. Por ejemplo, una t arde nos est aba dando una clase sobre Crist óbal Colón... (Se levanta y se coloca en pose de maestro, asume personaje.) Crist óbal Colón era un marinero genovés... y t enía t res carabelas... La Pint a... La Niña... y la Sant a María... y un día del año de 1492 part ió del Puerto de Palos... (Pausa, mira al público, regresa a ser él mismo.) ¡Y allí se quedó!... parado en el Puert o de Palos... con la mirada perdida, como si esperara que un pajarito le soplara en la oreja. Se hizo un gran silencio. Don Espanto carraspeó, y mirándonos fijament e pregunt ó: (Vuelve a ser don Pantaleón) ¿De qué est ábamoshablando? (Vuelve a ser él.) Yo levant é la mano un poco nervioso. Todos me miraron asombrados, esperando que le recordara el t ema, para que regresara ot ra vez al principio, el mismo cuento de Colón que nos había cont ado diez mil veces... pero no hice eso. Para sorpresa de todos mis compañeros de clases... e incluso de mí mismo... yo respondí con mi voz pequeñit a de niño pequeño... (Como niño.) Nos est aba hablando de... (Pícaro...) ¡De cuando t rabajó en el circo, profesor!

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¡Ahhh!... porque hay algo que segurament e ust edes no saben de Don Espanto... quiero decir... del profesor Pant aleón: hace muuuuuchos años, ant es de llegar a est e pueblo y convert irse en maest ro, había viajado por todo el mundo con un circo ambulant e. Yel circo era lo que más lo ent usiasmaba en la vida... bast aba mencionárselo para que el corazón se le acelerara, la mirada cambiara tot alment e, y hast a su palidez se t ransformara de pronto. Era t anto lo que lo emocionaba recordar los viejos t iempos, que la profesora Pacheco nos había prohibido t erminant ement e mencionar la palabra“circo” en su presencia, por miedo a que al pobre viejito le diera un pat at ús. Pero esa mañana no me aguant é... ¡y lo dije! Se hizo un gran silencio en el salón... y todosmiscompañeros de clasesvolt earon a mirarme. Pero, ¡ya no había nada que hacer! El profesor Pant aleón se había t ransformado, y había empezado a t ararear una marchade circo mient ras rebuscabaalgo en su viejo malet ín. Todos est ábamos en suspenso, esperando a ver qué sacaba... t al vez sería una nariz de payaso... o sus pelot as de malabarist a... Los más grande del colegio me cont aron que una vez había sacado una larga cuerda, y la había amarrado desde la torre de la iglesia hast a la espada del prócer de nuest ro pueblo, y había int ent ado cruzar con la ayuda de un paraguas. Tuvieron que sujet arlo dos agent es de policía, y un funcionario de correos que de pura casualidad pasaba por allí. Pero aquella vez lo que sacó del malet ín fue realment e at errador. (Abre su maletín y mira en el interior, asustado.) ¡Eran seis cuchillos inmensos, y muy afilados! (Saca de su maletín seis cuchillos de madera.) ¡Entonces sí que nos asust amos! Don Pant aleón miró ent re nosot ros y pidió un volunt ario... alguien que quisiera ayudarlo con su acto. Y de inmediato todos los dedos me señalaron a mí... (Molesto consigo mismo.) ¡Por lengua larga!... (Aterrado, camina.) Avancé lent ament e, t rat ando de recordar las oraciones que el año ant erior nos había enseñado la hermana Mart irio en la clase de religión. Era t an grande mi 185

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susto que las mezclaba todas... y caminaba hacia el pizarrón diciendo algo como “Ángel de mi guarda que est á en los cielos, bendito es el fruto de t u vient re, amén...”. (Mira al público.) Don Pant aleón me hizo colocarme cont ra la puert a, y me pidió que no me moviera. Tomó los cuchillos y caminó doce pasos en dirección cont raria. El pulso le temblaba másque nunca, pero él no parecía darse cuent a... yo est aba a esto de hacerme pipí del miedo, porque todos sabíamos perfect ament e que el profesor Pant aleón no veía ni la punt a de su nariz... pero la cosa no t erminó allí, sacó de su bolsillo un pañuelo negro y se cubrió los ojos. (Lo hace.) Y levant ando el primero de los cuchillos comenzó a agit arlo, caminando de un lado a ot ro... como si no recodara hacia dónde est aba la puert a. ¡Todo el salón est aba en pánico!... se lanzaron al suelo... se cubrieron con los pupit res... con los libros... con los morrales... Yo cerré los ojos at errado... y t rat é de recordar al menos una oración... la más sencilla... ¡Pero que va!... lo único que me venía a la ment e era el “Himno al Árbol”... pero peor es nada ¿verdad?... pidiéndole a los angelitos que me salvaran, empecé a rezar con mucha fe: “Al árbol debemos, solícito amor, jamás olvidemos, que es obra de Dios...”. Y en ese momento sent í un empujón inmenso que me arrojó al vacío. ¡Ya est á!... me dije... sin abrir los ojos, ¡estoy muerto, y estoy cayendo por el hueco que lleva derechito al infierno!... ¿Quién me mandó a quedarme con el vuelto el día que mi t ía me mandó a comprar el pan?... ¿Por qué no le dije a mi mamá que el vidrio lo había roto yo, y no mi hermano?... ¿Quién me mandó a copiarme en el examen de Biología?... (Abre los ojos, otra vez calmado.) Pero no era nada de eso... lo que había pasado es que la profesora Pacheco, la directora del colegio, había abierto la puert a desde afuera, y como yo est aba recost ado de ella, me dió un empujón que fui a t ener al ot ro lado del salón. La profesora ent ró, vió lo que est aba sucediendo... y grit ó at errada... y grit ó... y grit ó... mient ras todos a186

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bríamos los ojos y regresábamos a la realidad... y cuando se le acabó el aire dejó de grit ar... se quedó como paralizada unos segundos, ¡y cayó al suelo desmayada! No se imaginan lo que costó levant arla... porque la profesora Pacheco era tan gorda, como era de viejo Don Pantaleón... (Triste.) Al día siguientet eníamosunanueva profesora... la señorit a Ángela... (Sonríe.) No podíamosquejarnos... era dulce, bonit a, y nunca nos regañaba.... pero yo me sent ía muy mal... porque a causa de mi imprudencia Don Pant aleón había perdido su t rabajo. Mi papá me explicó queno lo habían despedido... lo habían “jubilado”... Él decía que eso era algo que debían haber hecho hace bast ant e... Ahora sé lo que es una jubilación... pero en aquel entonces me parecía algo t errible. Así que ese domingo tomé el dinero que mi mamá me había dado para que fuese al cine del pueblo con mis hermanos, y fuí a la past elería. Compré t res polvorones... una barra de chocolat e... y media docena de sacamuelas... y caminé hacía la casa de Don Pant aleón. Por el camino iba ensayando lo que le iba a decir... y me imaginaba que lo encont raría muy enfadado... o t rist e... lanzado en un sillón... sin apet ito ni ganas de hacer nada... ¡Pero nada de eso sucedió! Don Pant aleón est aba de lo másfeliz, regando las mat as de su jardín, y cant urreando una marcha de circo. Cuando me vio se acercó a mí, y me abrazó muy feliz, y me dió las gracias... Ahora podía pasarse el día ent ero pensando en el circo... y le seguían pagando, sin t ener que ir al colegio, ni recordar aquellas aburridas lecciones... ¡Por supuesto que me alegró mucho verlo así! Le ent regué los regalos, que acept ó encant ado... excepto los caramelos sacamuelas... porque me confesó que la últ ima muela que le quedaba la había perdido la Navidad pasada... y me despedí de él... pero me pidió que me quedara un rato más... me dijo que podíamos hablar del viejo circo con el que había recorrido el mundo. 187

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¡Aquella idea me encant ó!... y le confesé que toda mi vida había soñado con ver un circo de verdad verdad... Le pregunt é si alguna vez el circo con el que viajaba había pasado por nuest ro pueblo... (Cambia a expresión triste, es don Pantaleón.) Nunca... yo t rat é de convencerlos... pero no era buen negocio... es que est e es un pueblo muy pequeño... t al vez t e parecerá exagerado, pero es el pueblo más pequeño de todo el país. (Otra vez en niño.) ¡Est a sí que era la peor de todas las not icias!... acababa de ent erarme que yo era el niño más pequeño del pueblo más pequeño del país... t al vez del mundo ent ero... a lo mejor del universo... Sent í como si alguien me hubiese echado encima un balde de agua fría. Don Pant aleón se dió cuent a de mi t rist eza, y me pregunt ó qué me pasaba... Yo le confesé la verdad: (Otra vez en niño.) ¡Que nunca iba a poder ver un circo de verdad! Don Pant aleón se rió a carcajadas... yo me sent í mal, porque pensé que se est aba burlando de mí; y agarrando la bolsa de los caramelos sacamuelas decidí emprender el camino de regreso a casa. Pero él corrió det rás de mí, y me det uvo... me dijo: (Como don Pantaleón.) ¡Espera... espera!... el circo con el que yo t rabajaba nunca visit ó est e pueblo... pero hay ot ro circo que pasa por aquí todos los años... y es el circo más grande del mundo... t iene más de dos mil art ist as... ¡que digo, dos mil!... son casi cinco mil... de todas part es del mundo... Es un circo de seis pist as... y su carpa t iene todos los colores que exist en en el universo. (Otra vez es él mismo.) ¡Ahí sí que me preocupé!... el pobre don Espanto había t erminado de volverse loco... Ahora sí es verdad que no t enía ni un sólo tornillo en su lugar. Yo lo miré, con la mirada más seria que podía t ener el niño más pequeño del pueblo más pequeño del mundo y le respondí: (En niño.) Eso no es verdad, porque yo he vivido en est e pueblo los siet e años ent eros de mi vida... y nunca... nunca... ¡nunca! he visto ningún circo. (En profesor.) Don Pant aleón me miró, t ambién muy serio, con la mirada más seria que podía poner el señor más 188

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viejo del pueblo más pequeño del mundo... y me respondió simplement e: (En Pantaleón.) Que t ú no lo hayas visto, no quiere decir que no exist a. Yo me quedé pensando en su respuest a... o esperando que me explicara qué quería decir... pero no dijo más nada. Ent ró a su vieja casa... buscó su viejo malet ín... y me hizo una seña para que lo siguiera... ¿Y qué podía hacer yo?... ¡Lo seguí! Y me t rajo hast a est a plaza. Se sent ó en ese mismo banco, frent e a la est at ua del prócer de nuest ro pequeño pueblo; y del malet ín sacó un inmenso t elescopio... un t elescopio t an grande que yo no podía creer que había est ado guardado allí. Lo inst aló, se sent ó en el banco, y esperó... Yo pensé exact ament e lo mismo que deben haber pensado ust edes cuando me vieron llegar est a t arde: ¡no sabe lo que hace!... Nadie le ha dicho que los t elescopiosson para mirar el cielo... ¡y que el cielo est á arriba! Pero él me indicó que me sent ara a su lado. Se sienta. Finge mirar a don Pantaleón. Se hace un largo silencio, en el que el niño se comienza a impacientar, hasta que no aguanta más y grita, como niño. Bueno, ¡ya!... ¿Me quiere explicar qué hacemos aquí sent ados?... (Como profesor.) Don Pant aleón me miró, muy sereno, y me respondió: (Como don Pantaleón.) ¡Esperando!... (Como niño, neurasténico.) ¿Esperando?... pero ¿esperando qué?... (Como don Pantaleón, muy calmado.) ¡Al circo!... (Como niño, desesperado.) ¿Al circo?... pero ¿qué circo?... ¿Acaso no me dijo que era el circo más grande del mundo, que t enía siet e mil art ist as, y nueve pist as, y una carpa de colores? ¡Un circo de ese t amaño no cabría en est aplaza! (Como don Pantaleón, hace una pausa, sonríe, y hace un gesto calmado.) ¡Espera! (Desesperado.) Y ot ra vez se quedó mirando el vacío, con su sonrisa sin muelas... Yo est aba a punto de irme... pensé qué decirle para que no se molest ara... y cuando se me ocurrió, y es189

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t aba a punto de decirle que si no llegaba a casa para la merienda mi mamá se pondría furiosa, sus ojos se iluminaron y me dijo: (Como don Pantaleón.) ¿Escuchas?... ¿es la marcha del circo? ¡Ya vienen!... (Pausa, como profesor.) Yo hice silencio... y escuché... pero no se oía nada... ¡nada!... Ni el más mínimo ruido... aquella era la t arde mas silenciosa que yo recordaba en el pueblo. Pero él parecía escuchar aquella melodía... sonreía... y movía la cabeza de un lado a ot ro... (Lo hace.) Aquello era más de lo que yo podía soport ar... (Como niño, furioso.) Yo no oigo nada, don Espanto... ¡Nada, nada, nada! (Como don Pantaleón.) Porque no quieres escuchar... concént rat e... ¡Vamos!... no t e cost ará nada... t rat a de escuchar... (Como profesor.) Tenía razón... no t enía nada que perder... ¿cuál era el apuro en llegar a casa?, si siempre mis hermanos mayores me quit aban el t elevisor, y ponían sus programas aburridos que yo ya había visto doscient as veces... así que me sent é... y t rat é de escuchar... (Se sienta. Se concentra mucho.) Y de pronto lo oí... era como un redoble lejano... que sonaba suavecito... así... (Imita latido de corazón.) ¡Tum... t u t um!... ¡Tum... t u t um!... (Como don Pantaleón) ¿Ves queno t e est aba mintiendo?... es el redoble del t ambor... del gran circo de laspulgas... todoslosaños viene a est a ciudad, y hace su función en est a plaza... (Como niño.) ¿Aquí? ¿Sin público? (Como don Pantaleón.) ¡Eso crees t ú! ¡Est e lugar est á lleno de pulgas! Incluso han venido algunos piojos domest icados... y un grupo de microbios ext ranjeros que quieren ver la función... ¡Todos est án aquí! (Como niño, mirando alrededor.) ¡Mentira! Yo no soy tonto... si esto est uviera lleno de pulgas, ya nos habrían picado. Porque las pulgas no pueden ver a una persona sin que les ent ren ganas de morderlo y fast idiarlo... (Como profesor.) Don Pant aleón se rió ot ra vez y me dijo: (Como don Pantaleón.) ¡Hoy no!... Hoy todas se toman el día libre, porque llega el circo, y quieren ver la función... y si no t e concent ras t e la vas a perder... (Como

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profesor.) Así que no me quedó ot ro remedio que seguirle la corrient e... y escuchar... Se sienta en el banco, y comienza a concentrarse, el sonido del latido se va haciendo audible. Él sonríe y va moviendo la cabeza al compás de la melodía. El latido se va convirtiendo en redoble, y al redoble se van agregando los instrumentos. Él se va emocionando cada vez más. (Como don Pantaleón.) ¿Lo escuchas?... ¡Ya llegaron! ¡La función va a comenzar! Del maletín saca un sombrero de Maestro de Ceremonias, y brincando al centro de la pista, comienza a cantar: El circo más famoso ha llegado a la ciudad con magos, t rapecist as, malabares sin igual. Caballos y elefant es, domadores y leones, ha llegado el circo y est á lleno de emociones. Se escucha ya la banda y el redoble de t ambores desfilan los payasos con sus t rajes de colores. El circo más famoso ha llegado a la ciudad, acércat e y disfrut a la función va a comenzar. ¡La mujer barbuda! ¡Y el hombre fort achón! ¡El burro que habla! ¡Y el perro volador! ¡Las gat as siamesas que caminan de cabeza! 191

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¡Y la mona coja que cruza la cuerda floja! Incont ablesmaravillas en el circo encont rarás. ¡Acércat e y disfrut a la función va a comenzar! Al finalizar la canción regresa al banco, y asume de nuevo el personaje del niño, que está furioso, y protesta por el engaño. ¡Ment ira! ¡Ment ira! ¡Todo es ment ira! ¡Me est á engañando, pero sepa que yo no soy ningún tonto! ¡Aquí no hay nadie! ¡No llegó ningún circo de pulgas!... porque yo sé muy bien que las pulgas viajan en perro... ¡Y yo no veo ningún perro por aquí! (Pausa. Baja del banco y se acerca al proscenio.) Yahora sí que don Pant aleón est alló en carcajadas. Nunca lo había visto reír con t ant as ganas. Pensé que se iba a ahogar de la risa... y ahí sí que me iba a met er en problemas, porque si algo malo le pasaba a don Pant aleón yo no lo iba a poder jubilar. Al fin dejó de reír, me miró, y me dijo: (Como don Pantaleón.) ¡No sabesnada de nada!... Los circos, querido amigo, viajan en t ren... y est e circo no es la excepción. Tienen un t ren privado, con vagones especiales para las fieras feroces, y una locomotora que silba en La Mayor. En ese t ren han recorrido el mundo ent ero una y ot ra vez. Y si prest aras un poco de at ención, podrías verlo. (Regresa al banco.) Pues bien... decidí darle ot ra oport unidad... cerré los ojos con fuerza... (Lo hace.) Me concent ré... me preparé... y decidí darle un voto de confianza a don Pant aleón... y entonces abrí los ojos.... (Los abre.) Y no van a creer lo que pasó... (Emocionado.) ¡Lo vi! ¡El t ren de colores del circo de las pulgas! Se repite la melodía y entra a escena un colorido tren que arrastra un sin número de vagones de donde asoman fieras y personajes de circo. El Profesor baila con el tren, mientras continúa su relato. 192

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Corría por un riel invisible... halado por una locomotora de colores, que venía silbando una marcha de circo, y llenando de humo el camino... Traía con ella los vagones... llenos de fieras... y de ext raños personajes. ¡Don Pant aleón t enía razón! ¡Eran miles y miles de pulgas! ¡Era el pequeño circo más grande del mundo! Yfeliz, el Profesor continúa bailando con el tren, hasta que éste desaparece del escenario. Él se acerca a proscenio y habla con los espectadores. ¡Aquella fue la t arde más maravillosa de mi niñez! No la olvidé nunca... Ahora de grande he visto muchos circos... pero, ¡ninguno como aquél!... Regresé a casa cerca del anochecer... ¡por supuesto me regañaron, y me mandaron a la cama sin cenar!... y durant e el resto de la semana me tocó lavar los platos... Pero no me import ó... ¡Valió la pena!, porque ahora podía cerrar los ojos y recordar mi circo... el circo secreto que me había enseñado Don Pant aleón. Recuerdo cada det alle como si fuese ayer... cada personaje... los colores de su vest uario... la let ra de sus canciones... los det alles de cada uno de sus números... los recuerdos como... (Pausa, sonríe.) ...como si los hubiera visto... (Muy serio mira al público.) Porque aquella t arde t ampoco los vi... era don Pant aleón quién miraba por el t elescopio, y me cont aba cada det alle de la función. Yo quise mirar t ambién... pero sólo veía un inmenso borrón. Don Pant aleón me explicó que como est aba algo cegato, había mandado a graduar el lent e del t eslecopio... y por lo t ant o sólo él podía mirar con claridad a t ravés de él... ¡Pero para que no me perdiera nada de la función, él me la iba cont ando en det alle! Incluso repet ía los gestos y movimientos de cada uno de los actores, para que lo ent endiera mejor. (Sonríe con tristeza.) ¡Que gran t ipo era don Pant aleón! Me puse muy t rist e cuando mamá me escribió para cont arme que se había muerto... (Saca de su maletín una carta, la abre.) “Murió sin darse cuent a... sent ado en 193

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el banco de su jardín... mient ras miraba bañarse a las palomas en su fuent e. Cuando lo encont raron aún sonreía, y t enía en sus manos el bast ón de colores que desdehace un t iempo no dejaba ni un inst ant e... aunque no lo necesit aba para caminar, porque el pobre señor Pant aleón sería viejito, pero est aba más ent ero que muchos de nosot ros”. (Cierra la carta, mira al público.) En eso t enía razón mamá... un hombre que había sido capaz en su juvent ud de at ravesar las cat arat as del Niágara sobre una cuerda floja... no iba a necesit ar nunca de un bast ón, ni aunque cumpliera t rescientosaños. El bast ón que llevaba siempre era el viejo bast ón de Maest ro de Ceremonias de su viejo circo. (Lee la carta.) “En su t est amento encargó especialment e que t e hiciéramos llegar el fulano bast ón, y t ambién ese inmenso t elescopio que t enía en su jardín. Ya sabrás t ú qué vas a hacer con semejant es porquerías.” (Cierra la carta, mira al público.) ¡Pobre mamá!, es una buena persona, pero no t iene mucha imaginación... si hubiese int ent ado cont arle sobre el maravilloso circo de las pulgas, segurament e me hubiese mandado con el consejero escolar. El caso es que Don Espanto me dejó su t elescopio... y su bast ón de colores... (Va hasta su maletín y saca el bastón) ...¿Y qué más podía hacer que pedir mis vacaciones, y venirme de regreso al pueblo, para est ar aquí, just ament e hoy?... Porque hoy es el gran día... el día que el circo de las pulgas visit a nuest ro pueblo. (Mira su reloj.) Y si no han cambiado su horario, la función debe est ar a punto de comenzar... (Corre al telescopio y mira.) ¡Sí! ¡Ya est án ent rando los últ imos espect adores! ¡El lugar est á más abarrot ado que nunca, y eso que han agregado diez nuevas filas de asientos a la galería! Incluso han inst alado unosgigant escosmonitoresen la ent rada, para que los niños que no consiguen boleto no se vayan de regreso a casa sin haber podido ver al menos un pedazo de la función. ¡Que maravilla! ¡Ojalá pudiesen verlo!... (Mira a los niños.) Lo que pasa es que he mandado a graduar el lent e del t elescopio a mi ojo, y ust edes segurament e verían sólo 194

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un borrón. (Lo piensa un instante.) ¡Ahora ent iendo!... ¡Ya veo por qué me dejó su bast ón! Don Pant aleón quiere que compart a la función del circo, como una vez lo hizo conmigo. (Lo piensa.) ¡Claro!... no les garant izo que sea capaz de hacerlo t an bien como él... pero lo int ent aré. Toma el bastón de colores, y saca de su maletín una chaqueta dorada y un sombrero de copa, que se coloca, transformándose en el Maestro de Ceremonias del circo. ¡Amigas y amigos! ¡Niñosy niñas! ¡Madres y padres! ¡Tíos y abuelos! ¡Pulgas y piojos! ¡Los que pagaron... y los que se colearon por el agujero de la carpa! ¡Los que est án cerca de la pist a... y los de la últ ima fila de galería! ¡Present es y ausent es... la función va a comenzar! Demosla bienvenida a los art ist as del circo más graaaaaaaaande del mundo. La música comienza a sonar nuevamente, y el Maestro de Ceremonias va presentando a los personajes. Abre el desfile la banda del circo. Todos en sus brillant es uniformes rojos. Adelant e va el guía agit ando su bast ón... t ras él vienen los t ambores, marcando el compás... y luego t reint a y t rest rompet as y sesent a y dost rombones que encandilan a todoscon su brillo... ¡Crash!... los plat illos... las flaut as... el bongo... y luego una carroza con ochent a violinist as... y t reint a fort achones que t raen sobre sus hombros el piano de cola más grande del mundo... tocado por la maravillosa Helga... (Suspira.) Helga, la pulga del Volga, quien prodigiosamente int erpret a el concierto para seis pat as del Pulgofnikoff... Det rás de la banda vienen los payasos... ¡toda la plat ea est alla en carcajadas! Nunca se ha visto mayor cant idad de tont erías, golpes, pat adas y tort azos en toda la historia de la humanidad. Sus t rajes t ienen más colores que el arco iris, y más remiendos que el t elón que la profesora Pacheco usaba todos los años en el acto del Día de la Inde-

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pendencia... Vienen cargados deglobos, con susbocaspintadas en una sonrisa et erna... y sus narices rojas. Luego los malabarist as... los equilibrist as... los t rapecist as... los contorsionist as... los excursionist as... ¡Y el mago!, con su capa negra y roja, y su sombrero de copa donde viven seis conejos y nueve palomas de dist intos colores. Aunque el mago de est e circo es un mago elegant e, graduado en la universidad, y no le gust a que le llamen “mago”... sino “prest idigit ador”... ¡Nicanor el prest idigit ador! Y una vez que los art ist as... han dado la vuelt a a la pist a... ¡comienza el desfile de las fieras! Graciosos perritos amaest rados... focas que hacen malabares con inmensas pelot as... t igres de bengala.... camellos de Egipto... jirafas del África... osos polares... pingüinos... cocodrilos... y hast a un hipopót amo. Y cerrando el desfile, cuarent a elefant es que bailan el rock and roll. ¡El público no puede más! Aplauden t anto que a muchos se les caen las cot ufas... cosa que a los vendedores del circo les encant a. Parece que las gradas van a venirse abajo. Pero de pronto se hace un gran silencio, y todas las miradas van hacia un mismo punto... (Lentamente mira hacia arriba.) Allá en lo más alto de la carpa, Sebastián, el equilibrista más valiente del mundo, hacomenzado un descenso en picada, sin red de seguridad, ni ningún t ipo de prot ección, y con la única ayuda de un simple paraguas... ¡por la cuerda floja!... Hay un redoble de tambores, y el Profesor tiende de un extremo a otro del escenario una larga cuerda. Saca de su maletín un paraguas, y se prepara para el inicio de su acto en uno de los extremos. ¡Silencio! ¡Est e acto necesit a silencio!... la más mínima dist racción puede provocar que el valeroso Sebast ián pierda el equilibrio, y quede en medio de una de las quince pist as del circo, vuelto papilla. (Se hace silencio.) Muy 196

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bien... ¡redoble de t ambores! (Suena el redoble.) ¡Y allá vamos! Ycon gran tensión y mucha calma cruza de un lado a otro, haciendo equilibrio, la cuerda, que cede a su paso de manera que siempre camina sobre el suelo. Al llegar al otro extremo finge saltar y saluda emocionado. Todos celebraron la hazaña de Sebast ián. Sin lugar a dudas era la pulga más valient e del mundo... La verdad es que la función de hoy est á mejor que nunca... ¡Todos est án absolut ament e felices!... Bueno... todos... menos una personit a. Allá at rás... asomado en uno de los agujeros de la vieja carpa est á Miguelito... Miguelito es el hijo de un payaso y una bailarina... y con semejant e herencia desde que nació todos pensaron que iba a ser el niño más feliz del mundo... que iba a pasarse la vida riendo y bailando... Pero Miguelito es un niño t rist e... todos en el circo lo adoran, y han hecho hast a lo imposible para cambiar su ánimo... Los malabarist as lo dejaban jugar con sus pelot as... Rivolino lo sent aba en la grupa de su araña y lo paseaba horas y horas... Nicolasín solía repet ir para él sus más famosas rut inas... y Proserpina le había regalado dos conejos azules y una paloma verde... No vayan a pensar que Miguelito es un niño malagradecido; siempre daba las gracias a todos sus compañeros... y siempre acept aba todos sus int entos... Pero su expresión de t rist eza no cambiaba. Y nadie en el mundo sabía la verdadera razón. Hast a que un día vino de visit a al circo el Profesor Pract ít eles el Practicant e... Ya saben, el director del prest igioso plant el donde est udió prest idigit ación la prodigiosa Proserpina. Se acercó a Miguelito, y con sólo mirarle a los ojos descubrió lo que pasaba... Miguelito est aba t rist e porque no lo dejaban part icipar en los númerosdel circo... él lo había rogado y suplicado una y ot ra vez... pero la respuest a siempre era la misma... ¡est ás muy pequeño! 197

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¡Pobre Miguelito! La verdad yo lo ent endí mejor que nadie... si yo vivía t raumat izado por ser el niño más pequeño del pueblo más pequeño del mundo... ¡Imagínense cómo se sent iría Miguelito!... que era el niño más pequeño, del circo más grande, del mundo más pequeño de todos... Aquello sí que era un problema que ni siquiera Pract ít eles podía resolver... porque aunque pasara el t iempo y Miguelito creciera... siempre sería el más pequeño de la t ropa... Al menos hast a que un nuevo crío viera la luz ent re los miembros del circo... ¡todos t rat aron de ent usiasmarlo!... La pulga María Teresa y Ruperto, el piojo domest icado, est aban a punt o de casarse... sólo falt aba conseguir el padrino y la madrina... aquella boda era t an esperada que hast a les habían compuesto una canción... le dijeron a Miguelito que esperara un t iempo... que segurament e la nueva pareja t endría descendencia, y ya él no sería el más pequeño. Pero Miguelito no quería esperar más... había esperado toda la vida, y ya no podía más con su t rist eza. Todos se dieron por vencidos. ¡No había nada que hacer! Pero Pract ít eles sonrió... ¿y saben qué?... descubrí que él t ampoco t enía ya muelas... el profesor Pract ít eles sacó de su malet ín un t elescopio... lo puso en medio de la pist a del circo, y para sorpresa de todos lo apunt ó hacia el suelo. ¡Est á loco!, pensaron todos... incluso la prest idigit adora Proserpina que t uvo el present imiento de que el pobre profesor Pract ít eles había solt ado los tornillos... Pero él no se inmut ó ant e semejant es coment arios, miró a t ravés del lent e de aquel art efacto... que había mandado a graduar especialment e a su ojo y dijo: ¿De verdad crees que t ú eres el más pequeño?... ¡Pues si supieras como se sient e Chispito... que es el microbio más pequeño del fabuloso circo de los Protozoarios! Todos se quedaron boquiabiertos... sobre todo Proserpina, que de inmediato anotó aquella palabra “Protozoario” para agregarlaa su vocabulario personal... que era un ver198

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dadero t rabalenguas... Y Pract ít elesles contó de aquel circo en miniat ura que recorría el mundo... y que sólo con un lent e especial podía verse... y les explicó que por muy pequeño que se sient a uno, siempre hay alguien que lo es más... y que tampoco hay que est ar orgulloso y creído por ser el más grande... ya que segurament e en ot ro universo de gigant es, a uno lo verían como un microbio. Miguelito sonrió... dando las gracias a Pract ít eles por aquel descubrimiento... el sabio maest ro de magia le dijo: ¡Ten un poco de paciencia, y t rabaja duro, y verás realizarse todos t us sueños!... Y grábat e en la cabeza est e mensaje: ¡Nadie es lo suficient ement e pequeño, como para no poder hacer cosas realment e grandes! Avanza hacia el público, es otra vez el Profesor. Aquellas palabras quedaron grabadasen mi memoria desde ese día... y me han ayudado mucho a lo largo de mi vida... En aquel entonces yo t enía siet e años... y creía en las hadas, en los cuentos, y en los circos de pulgas... Mucho t iempo ha pasado desde entonces... y he dejado de creer en muchas cosas... ¡eso es lo malo de crecer!... ¡Se gana t amaño, pero se pierden ilusiones!... Cuando me descubro adulto, serio, y un poco aburrido, busco el viejo malet ín que me dejó Don Pant aleón... saco su bast ón de colores, y su viejo t elescopio, y juego a que veo el Circo de las Pulgas... y cuando juego, vuelve a ser verdad y, por unas horas, vuelvo a ser niño, y soy feliz... y ent iendo que ser pequeño es lo más grande que exist e... que los sueños pueden hacerse realidad si creemos en ellos... que siempre habrá alguien más pequeño... o más t rist e... o más solo... que nosot ros... ¡Y que el mundo es inmenso... y hay que mont arse en un t ren de colores y salir a descubrirlo!

FIN

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Bi llo’s para ni ños 2001 Alecia Castillo “Querido diario: faltan veintiséis días para mi cumpleaños. Algo muy extraño está sucediendo en casa de José Rafa, sólo supimos que una noche llegó la Seguridad Nacional, la casa está trancada, pero se sabe que están adentro, nadie quiere comentar nada. María Luisa está muy triste.” ALICIA

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Billo’s para niños (2001) recoge las vivencias, hechos y personajes de la Caracas de losaños cincuent a, a t ravésde los recuerdosde dos alegres abuelasque relat an a sus nietossus andanzasjuveniles, sus amoríos y lasexperienciasvividas durant e losacont ecimientos polít icos y sociales de la dict adura perezjimenist a. Todo con música, bailes y las canciones de Billo Fromet a, el gran cronist a de la Venezuela de la segunda mit ad del siglo XX. Alecia Cast illo (1940) es una dest acada compositora venezolana que ha dedicado buena part e de su vida a la creación, est udio, invest igación y docencia de nuest ras raícesmusicales y su aplicación en el t erreno de las art es escénicas dirigidas a la infancia. Abogada, profesora jubilada de la Universidad de Carabobo, inst it ución de la cual fue Directora de Cult ura (1981-1983), Alecia Cast illo ha vinculado su t rabajo y su obra musical, de manera det erminant e, con el Teat ro Universit ario para Niños “ El Chichón”, agrupación con la cual ha int ervenido en las siguient es obras: Una muñeca vestida de azul, Tataracuentos, Acto de Fin de Curso, Cajita de arrayanes y Billo’s para Niños; originalment e t it ulada El mosaico de Papá, Premio de Dramat urgia Infant il de la Universidad Cent ral de Venezuela, cuyo t exto forma part e de la present e Antología. Su inclusión ent re las cuarent a piezas que reúne est e t rabajo es el reconocimiento justo y necesario a una art ist a que ha privilegiado a la infancia en cada una de las t areas que ha emprendido en Valencia, su ciudad nat al, desde donde cont inúa la larga faena de aproximación al cancionero infant il, a nuest ras rondas, himnos y cantos corales; ahora proyect ada hacia una dimensión igualment e apasionant e: la Escuela de Música Libre para la Tercera Edad.

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Personajes Victoria Gabriela Mary Rolando Verónica Beat riz María Luisa (Abuela) Daniel Ricardo Alicia (Abuela) Alicia Joven Mamá de Alicia Elenit a Marisol Bet t y Misia Carmen María Mercedes José Rafael Est elia Señora Rafaela Lidylia Voz Seguridad Nacional 1 y 2 Miguel Papá de Miguel Amiga Familiar Germán Billo Bachaco Jefe

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ACTO ÚNICO

Escena I Gabriela y Victoria están arreglando una buhardilla sacando cosas viejas, se prueban sombreros, se ríen de antiguos zapatos de puntas muy finas, de pronto encuentran un vestido de cuadros blanco y azul, strapless montado sobre un gran armador blanco de tiras bordadas. Música: “Caminito de Guarenas”. VI CTORI A: María Luisa, como mi t ía Icha, seguro que ese disco es de

ella. Gabriela sale del baúl a manera de sorpresa. GABRI ELA: ¡Victoria, mira est e vest ido t an bello que encont ré en el

baúl demi abuela Alicia!, debe t ener como cuarent a años. Mira un chal brillant e. Esos se usaban con est e vest ido. VI CTORI A: (Leyendo la carátula de un disco.) Que cómicoslos nom-

bres de las canciones: “La burrit a de Pet are”, “La vaca vieja”, “El pingüino”, “El disco rayado”, “Caminito de Guarenas”. (Se da cuenta de que la carátula tiene una inscripción.) Gabriela aquí hay algo escrito, parece una dedicatoria, pero casi no se ve, est á borroso. Victoria vuelve al baúl y descubre un sombrero y una chaqueta decaballero, se losprueba y en actitud de juego saca a bailar a Gabriela quien aún tiene puesto el vestido del baúl, paran de bailar y vuelve a la búsqueda. VI CTORI A: (Intenta ponerse los zapatos de punta fina y se da cuen-

ta de que no le sirven.) Abuela con su pie t an chiquito, no 207

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puedo creerlo, parecen las zapat illas de Cenicient a. ¡Ja, ja, ja! GABRI ELA: ¡Victoria, un diario! El diario de la abuela.

Victoria no se inmuta con la noticia y Gabriela comienza a leer: “Naguanagua 20 de mayo de 1956. Querido diario, ya sólo falt an t res meses y catorce días para mis quince años y como hoy no t uvimos clases, voy a ir a casa de María Luisa para hacer la list a de mis invit ados.” Música: “Arroyito de mi pueblo”. “Ya t engo el modelo del vest ido. Será algo moderno, como el que sacó en una película Kim Novac, de t afet án blanco con cuadros azul marino st rapless, cint urón negro de pat ent e y una rosa roja en la cint ura...” VI CTORI A: ¡Gabriela es est e mismo vest ido! ¡Quién se iba a imagi-

nar que se lo puso mi abuela para sus quince años! Gabriela sigue leyendo, hasta que su voz se funde con la voz en off de Alicia joven. GABRI ELA: “Lo bueno, y a la vez lo malo, es que el día de mi cum-

pleaños esel día de las fiestaspat ronales, 15 de agosto día de la Virgen de Begoña, y quiero hacer mi fiest a ese mismo día; y a lo mejor todo el mundo va a ir al baile en el club y yo t endré que hacer mi fiest a el sábado siguient e. Me imagino bailando en mis quince años con la orquest a de Billo’s. Repart iré carnetsde baile amisamigas y losmuchachos vendrán a anot ar los sets que quieran bailar. Seguro que Diego anot ará la mit ad por lo menos, entonces Ramón, celoso, me pediría un borrador y mient ras t anto yo decido con quién bailar cada set .” Gabriela interrumpe la lectura. GABRI ELA: Victoria no puedo creerlo, cuando la abuela cumplió

quince años ya exist ía la Billo’s.

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VI CTORI A: Bueno, a lo mejor era el abuelo de Billo, mi mamá acaba

de comprar un compact donde est á esa canción, ¡y no me vas a decir que cuando la abuela est aba chiquit a habían discos compactos! Yo lo que creo que lo que habían eran unos aparatot es bien grandes llamados vit rolas con unas cornetot as doradas y un perrito oyendo.

Escena II Con las manos en la masa Las niñas no se dan cuenta de que acaba de entrar Mary (su mamá) que está viendo y oyendo todo. MARY: ¡Por Dios niñas! Si la abuela las oye le va a dar algo, las

vit rolas son mucho más ant iguas; mi mamá dice que ella es de la generación de long play y alt a fidelidad. Est e tocadiscosportát il sí esde cuando mamá est aba chiquita, aquí es donde ella oía sus discos. Y, por cierto, ¿qué hacen ust edes revisando sus cosas? GABRI ELA: ¡Por favor mami!,... es que... como el abuelo Germán va

a cumplir sesent a añosandamos buscando música porque queremos darle una sorpresa. VI CTORI A: Queremos hacerle una fiest a con las canciones que más

le gust en. MARY: Un momento, déjenme ver si las ent endí, ust edes quieren

darle a papá una sorpresa en su cumpleaños. GABRI ELA Y VI CTORI A: ¡Sí! MARY: Y la sorpresa es una fiest a con sus canciones favorit as. GABRI ELA Y VI CTORI A: ¡Sí! MARY: ¡Me parece maravilloso! GABRI ELA Y VI CTORI A: ¡Viva! MARY: ¿Por qué no suben a casa de su t ía Beat riz? ...ella t iene toda

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la colección de Billo’s que es la música preferida de papá, sobre todo uno de sus mosaicos. VI CTORI A: ¿Mosaicos? MARY: Un popurrí de canciones. GABRI ELA: ¡Ahhh!, un mix de la Billo’s.

Música: “La burrita de Petare”.

Escena III ¡Ah!, el fulano mosaico GABRI ELA: Tía Beat riz, t ía Beat riz.

La tía no responde porque está bailando con la escoba. VI CTORI A: ¡Ábrenos! GABRI ELA: ¡Rolando!, ¡Verónica!, ¿est án ahí? ROLANDO: Sí, lo que pasa es que mi mamá est á limpiando la casa y

cuando agarra la escoba pone su disco, nos hace bailar a todos y, de paso, limpiamos. GABRI ELA: Igual que mi mamá. VI CTORI A: Eso como que es mal de familia.

La tía Beatriz lesda un implemento de limpieza a cada una y bailan limpiando hasta que se termina la canción. BEATRI Z: ¡Qué bueno que vinieron a visit arnos muchachas! Aquí,

todos los sábados comienzan igual: escoba, plumero, coleto y mi compañera de faenas, la música de Billo’s. GABRI ELA: Precisament e venimos a pregunt art e cosas de música. VI CTORI A: ¡Ya va, Gabi! Primero explícale lo del cumpleaños. GABRI ELA: Tía, queremos saber cuáles son las canciones preferidas

del abuelo, para hacerle una fiest a el día de su cumple. ROLANDO: ¡Una fiest a!

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Todos hablan a la vez. BEATRI Z: Un momento, a ver si las ent endí, ust edes quieren darle

una sorpresa a mi papá el día de su cumpleaños. GABRI ELA Y VI CTORI A: ¡Sí! BEATRI Z: Y la sorpresa es una fiest a con sus canciones preferidas. GABRI ELA Y VI CTORI A: ¡Sí! BEATRI Z: ¡Me parece buenísimo! TODOS: ¡Viva! ROLANDO: ¡Qué bueno, t enemos bonche! VI CTORI A: Tía, nos pusimos a revisar el baúl de la abuela. BEATRI Z: ¿El baúl de mamá? VI CTORI A: Sí, y si vieras lo que encont ramos. GABRI ELA: Vest idos, chales, revist as. VI CTORI A: Discos. BEATRI Z: A papá le gust a todo t ipo de música, pero su preferida

siempre ha sido Billo’s. Déjenme ver qué les consigo. MientrasBeatriz sale, todoshablan y bailan a la vez... Beatriz llega con una pila de discos de Billo’s. BEATRI Z: ¡Aquí est án!... pero t engo la impresión de que me est á

falt ando uno. ROLANDO: Primas, t engo una idea, ¿qué t al si en la fiest a t ambién

hacemos un acto? GABRI ELA: ¡Una obra de t eat ro! ROLANDO: ¡Un gran espect áculo! GABRI ELA: ¡Ajá!, y nos ponemos vest idos como los de la abuela

Alicia. VI CTORI A: ¡Y buscamos fotos para ver como eran!

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BEATRI Z: ¡Fant ást ico, papá est ará feliz! Vamos a reunirnos todos.

Llámense a Ricardo y a Daniel y... GABRI ELA: ¿Y a mi mamá? BEATRI Z: ¡Por supuesto! Dile a Mary que me est á falt ando un disco,

que me lo lleve a casa de mamá. Vámonos para allá para ver como eran ant es las cosas. GABRI ELA: Los vest idos. ROLANDO: La música. VI CTORI A: Los equipos de sonido. TODOS: ¡Las fiest as! GABRI ELA: Sí, hagámosle una fiest a a mi abuelo como la dela abue-

la Alicia cuando cumplió sus quince años. BEATRI Z: ¡Pensándolo bien!, mejor vamos donde mi t ía María Lui-

sa, porque a mi mamá no le va a gust ar ent erarse que le est án revolviendo sus secretos.

Escena IV evocación.com Música: “Mi novia de Naiguatá” María Luisa está sentada en su computadora cuando llega el tropel, tocan la puerta. Todos intentan, en forma activa, de explicarle a la tía Icha qué sucede. MARÍ A LUI SA: ¡Ah!, ust edes quieren saber cómo fueron los quince

años de Alicia. Un momento, déjenme aprovechar que estoy conect ada a int ernet . A ver, 1956, 15 de agosto, est ado Carabobo, Naguanagua. Ya vamos a t ener toda la información. “Naguanagua: parroquia foránea de Valencia, act ualment e municipio aut ónomo con 250.000 habit ant es. Tiene 10 urbanizaciones residenciales, 20 barrios, 20 escuelas, 4 liceos... 212

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RI CARDO: (Interrumpiendo.) ¡Na’guará de pueblo! Yo vi una nove-

la donde Anit a Peña era la Voz de Oro de Naguanagua; ella decía que era un pueblo de por allá lejos, donde apenas llegaban los autobuses una vez al mes. DANI EL: Pero mi abuelo dice que Naguanagua es la sede de la Uni-

versidad de Carabobo. MARÍ A LUI SA: A ver, que más quieren saber... 1956. (Teclea, teclea

e imprime.) GABRI ELA: ¡Ay no! Tía, por favor, nosot ros queremos saber ot ras

cosas t ambién; pero no de comput adora. VI CTORI A: Sí t ía, cuént anos como eran las fiest as cuando el abuelo

era joven. ROLANDO: Tía, ¿tú conocist e a mi abuela cuando era novia del abue-

lo? GABRI ELA: ¡Por supuesto Rolando!, t ía Icha es hermana del abuelo

Germán, además ella ayudó a la abuela a preparar su fiest a de quince años. MARÍ A LUI SA: ¿Y cómo sabes eso? VI CTORI A: Porque lo leímos en el diario. MARY: Tía Icha, est as niñas han regist rado toda la casa buscando

música para celebrarle el cumpleaños a papá. GABRI ELA: Sí y encont ramos el vest ido de quince años de la abuela

Alicia. MARÍ A LUI SA: (Exclama mientras apaga la computadora.) ¡Qué

t iempos aquellos! Así se llamaba un programa de la t elevisión de esa época. Nosot ros nos reíamos mucho cuando losviejitosexclamaban ¡cuando en mist iempos!, horrorizados con el modernismo. Música: “Caracas vieja”. GABRI ELA: ¿Era un t iempo mejor? MARÍ A LUI SA: ¡Gabi, por Dios!, ahora es un t iempo mejor. Aquello

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fue bello, t ierno, pero t ambién fue duro, difícil. Gozamos mucho, pero también luchamos. (Interrumpe la nostalgia, suspira y ríe.) En aquel t iempo a las fiest asla llamábamos picot eos. DANI EL Y RI CARDO: ¿Picot eos? MARÍ A LUI SA: Sí. Porque al equipo de sonido se le llamaba picot;

entonces, cuando invit ábamos, decíamos: ¡Viene la orquest a Picot y con su cant ant e Agujit a! Todos ríen. ROLANDO: ¿Y t ú t ambién t uvist e fiest a de quince años? MARÍ A LUI SA: Sí, cuando mis quince años los discos eran de 78 re-

voluciones; grandes y pesados, si se caían se quebraban, los poníamos uno por uno en el picot ; y después de tocar unos diez discos, t eníamos que cambiar la aguja porque se gast aba y los discos se rayaban de nada. En mi fiest a de debut ant e... RI CARDO: (Interrumpiendo.) ¿En t u fiest a de qué? MARÍ A LUI SA: En mi fiest a de debut ant e. Porque en aquella época

las fiest as de quinceañeras eran una present ación formal en sociedad, mi papáencargó a Raúl, que t enía como unos doce años, que se ocupara de poner los discos y cambiar la aguja. Yo est aba loquit a por José Rafael y segura de que esa noche se me iba a declarar... Me miraba, sonreía, hablaba algo, me volvía a sonreír y no pasaba nada. De pronto me saca a bailar.

Escena V La declaración María Luisa baila con los ojos cerrados. En escena aparecen dos jóvenes de 1953 y en sombras la ambientación de los quince años de María Luisa. Música: “Te quiero porque te quiero”. 214

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El relato de María Luisa continua en off... MARÍ A LUI SA: Y ya empezaba a decirme algo en el oído cuando el

simpát ico de Raúl cambió el disco. ¡Justo cuando decía que me quería! Música: “Embuste, embuste que no te quiere na’...”. MARÍ A LUI SA: (En off.) José Rafa me pregunt aba si quería ser su

novia y el disco le cont est aba... “Embust e, embust e”. ¡Yo no sé qué pasó!, si fue que alguna amiga se dio cuent a, alguien llamó a Raúl y cambió la música. Música “Cuando estemos viejos”. Sigue la escena del baile mientras José Rafael se declara y María Luisa lo acepta. La escena vuelve a la actualidad, María Luisa sigue cantando con el disco. GABRI ELA: (Suspirando.) ¡Que románt ico, t ía! VI CTORI A: Pero t ú no t e has puesto vieja. ROLANDO: Bueno, ¡sólo un poquito!

Música: Alfredo Sadel. MARÍ A LUI SA: Tres añosdespués, cuando Alicia cumplió sus quince

años lascosas habían cambiado mucho. Ya t eníamos tocadiscos de alt a fidelidad, y automát icos, se podían poner hast a seisdiscos juntosque iban cayendo. Alicia vivía det rás de la casa de un primo del hermano del Gobernador, nada más y nada menos que al lado del Cine Naguanagua; y a pesar de que Carlitos el operador le daba pases de cort esía para que fuera con Elenit a, a ella le gust aba más ver las películas desde el t echo de su casa. GABRI ELA: ¡Por favor t ía! ¿Cómo iba a ver la abuela una película

desde el t echo de la casa? MARÍ A LUI SA: Sí, porque el cine era al aire libre y sólo daban pelí-

culas de noche. Cada quien llevaba su silla y eso era t remenda función. 215

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GABRI ELA: ¡Ahhh! Y esa Elenit a que nombrast e hace rato, ¿es la

misma Elena amiga de mi abuela? MARÍ A LUI SA: Sí, Elenit a, que t enía entonces a Carlitosandando de

cabeza. Una vez llegó Alfredo Sadel a present arse en vivo en el Cine Naguanagua y Carlitos llenó media sala con las amigas de ella. Pero ¡espérense!, voy a llamar a pedir ayuda para cont ar est as historias. (Toma el celular.) Alicia, ¿dónde est ás? Mira, cuñada, vent e para mi casa, aquí est án t us hijas y t us nietos haciéndome un int errogatorio. VI CTORI A: ¡Porfa! Dile que no le diga nada al abuelo. GABRI ELA: ¡Mucho menos que yo t engo su diario!

Música.

Escena VI El cuento de Alicia Alicia se incorpora al grupo, esuna abuela joven (cincuenta y ocho años), viene con sus licras del gimnasio. Con celular y walkman. Besos, saludos, etc. RI CARDO: ¡Primero, t ienes que jurar abuela!... ALI CI A: ¿Jurar? ¿Jurar qué? ¡Pero bueno que saludo es ése, Ricar-

do! VI CTORI A: Es un secreto, y no le vas a cont ar nada al abuelo. ROLANDO: ¡Que no se t e vaya a salir ni media palabra!

Daniel ceremonioso toma la guía de teléfonos y se la pone enfrente. DANI EL: ¿Jura decir la verdad y solament e la verdad? ALI CI A: ¡Niños, por favor, acaben de decirme! RI CARDO: ¡Pero promét enos que no vas a cont ar nada! MARÍ A LUI SA: Es que a estos carricitos se les ha ocurrido darle una

sorpresa a Germán. 216

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MARY: Y se met ieron a la buhardilla y revisaron todas t us cosas. BEATRI Z: Después se fueron a mi casa a buscar los discos de papá. ALI CI A: ¡Ahhh!, conque est uvieron regist rando mis cosas. ¿Saben

qué?... Me encant a la idea de hacerle una fiest a a Germán, y juro por est e puñado de cruces que guardaré el secreto. GABRI ELA: Cuént anos. ¿Cómo fue t u fiest a de quince años? ¿Cómo

t e enamorast e del abuelo? ROLANDO: Abuela, ¿cómo eran ant es las cosas?

Escena VII Gelatina Begoña Escena en 1956, ahora los personajes se transforman en jóvenes de la época. MADRE DE ALI CI A: (Voz en off.) ¡Alicia Begoña, si no t erminas de

arreglar t u cuarto no vas a salir! ALI CI A: ¡Alicia Begoña! (Burlándose.) ¡Qué fast idio! Claro, como

nací el día de la Begoña me cancharon los dos nombres. ¡Y ahora, qué será lo que hice! Cuando me llama por los dos nombres es porque viene un chaparrón. MADRE DE ALI CI A: (Voz en off.) ¡Alicia Begoña, qué hace esa gela-

t ina en el lavandero! Entra la mamá de Alicia con una paila en la mano. ALI CI A: ¡Mamá, no me la bot es! Es que mañana hay picot eo y t en-

go que almidonar el armador. MADRE DE ALI CI A: ¿Almidonar con gelat ina? ALI CI A: Sí, mamá, Marisol me dijo que ella le echa gelat ina y le que-

da t ieso; además, se planchan más rápido. Tengo que llevarlo donde la señora Amint a para que me lo pruebe con el vest ido. MADRE DE ALI CI A: ¡Ay, Alicia!, ¿y sigues empeñada en el mismo

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vest ido? Lost rajes de quince años son blancos, vaporosos, de t ul ilusión. ALI CI A: ¡No, mamá, por favor! No seas cursi, eso era ant es. MADRE DE ALI CI A: Bueno, recoge y arregla t u cuarto ant es de salir. ALI CI A: Sí mamá, ya est á listo todo. Ya vengo. Bendición. MADRE DE ALI CI A: ¿Cómo que ya vengo? ¿Piensas ir sola a donde

María Luisa? ALI CI A: Mamá, si son sólo seis cuadras. ¿Qué me va a pasar? MADRE DE ALI CI A: Nada t e va a pasar, pero una niña no debe andar

sola a las seis de la t arde. ALI CI A: Mamá son las cinco apenas. MADRE DE ALI CI A: ¡Est á bien!, pero de regreso que t e acompañen

Raúl y Marcos; y, si no, espera a que t e vaya a buscar. ALI CI A: Bueno, pero no me van a buscar t an t emprano, t enemos

mucho que hacer. La escena regresa a la actualidad. ALI CI A: Y así, todas las t ardes me iba donde María Luisa a preparar

mi fiest a de quince años. GABRI ELA: ¿Y ya est abas enamorada del abuelo? VI CTORI A: ¡Cuent a!, abuelit a. ALI CI A: ¡No, mi amor! Eso fue después, cuando t erminamos el ba-

chillerato. Cuando yo t enía quince años todos los amigos est ábamos con los amorescambiados, y aquello eraun lío, ¡una verdadera gallet a! ROLANDO: ¿Cómo cambiados? ALI CI A: Sí, a mí me gust aba Germán, pero él est aba enamorado de

Carmen Cecilia, a Carmen Cecilia le gust aba Alfredo, Alfredo estaba enamorado de Marisol, Marisol se derretía por Ramón, pero Ramón a quien quería era a mí, Est elia enamorada de Miguel, y Miguel de Bet t y, Bet t y de Ramón y... 218

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VI CTORI A: ¿Y no habían novios novios? ALI CI A: ¡Claro que sí! Tu t ía María Luisa siempre enamorada de José

Rafael y él de ella, se casaron y todo; pero José Rafael t enía un mist erio que no sabíamos que era, y por eso est uvieron a punt ico de t erminar. ROLANDO: ¡Cuent a, abuelit a, cuent a!

Escena VIII Aprendiendo boteadito Escena 1956. Alicia llega a casa de María Luisa como todas las tardes, apurada y atropelladamente. ALI CI A: ¡María Luisa!, ¡María Luisa! Estoy emocionada, sólo falt an

52 días. ¡El vest ido me va a quedar divino! MARÍ A LUI SA: Ya t enemos varios long plays. ¿Terminast e la list a? ALI CI A: ¡Claro! Mira: Diego, Luis Art uro, Ramón, José Rafael, Ger-

mán, Víctor, Bet t y, Marisol, Est elia, Lidylia, María Mercedes, Carmen Cecilia, Elenit a... MARÍ A LUI SA: ¿Vas a invit ar a Iván? ALI CI A: ¡No sé!, él no sabe bailar bien y empieza a pisarlo a uno y... MARÍ A LUI SA: Alicia, no todos bailan bien, pero para eso est amos

pract icando. Fíjat e, ya est án llegando. ELENI TA: Aquí se echó a perder el picot . ALI CI A: ¡No import a chica!, para eso est á la radio.

Se oye el tema del programa y el anuncio “A gozar muchachos” con la Billo’s Caracas Boys. Un grupo de muchachos y muchachas comienzan a bailar. Música: “Guarachando, guarachando”. MARI SOL: Fíjat e, Luis Art uro, en la guaracha t ienes que ir hacia

delant e con un pie luego con el ot ro. Derecho adelant e izquierdo adelant e, derecho at rás, izquierdo at rás. 219

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BETTY: Yo les voy a enseñar un t ruco para los que no saben bailar

así, bot eadito. MI SI A CARMEN: ¡Niña, no t e muevas t anto!, ust ed no es rumbera.

¡No señor!, un baile elegant e no mueve los hombros. ¡No, no, pero t ampoco t an t iesa! MARÍ A MERCEDES: Baila así, bot eadito. MARÍ A LUI SA: José Rafa, ven para que muest res cómo se baila bo-

t eadito. JOSÉ RAFAEL: María Luisa, t engo que salir a hacerle una diligencia

a mi mamá en la bot ica. MARÍ A LUI SA: Bueno, pero vas al picot eo. JOSÉ RAFAEL: Sí, mi linda. MARÍ A LUI SA: Mira que en el últ imo picot eo me embarcast e y t e

desaparecist e. Una joven agarra el teléfono. ESTELI A: Vamosa llamar a ese muchacho nuevo. ¡Aló! ¿señora Nan-

cy? ¿Eduardo llegó? Por favor dígale que t enemos picot eo casa de Marisol; sí, de cont ribución. Las muchachas llevamos los sanduches. No, no, no, la cont ribución son cinco bolívares, con eso compramos los refrescos, sí, refrescos. MI SI A CARMEN: (Enfática responde con el dicho de esa época.) ¡No

si así es! ¿Refrescos? Yo los he visto echando ron, limón y refrescos en la ponchera. MARÍ A LUI SA: ¡Ay, misia Carmen no diga eso!, es sólo una cart erit a

de ron y una caja de pepsi para una cuba libre. MI SI A CARMEN: ¡No si así es qués qués!... ¡yo t e aviso chirulí!... El

ot ro día Francisco sacó una bot ella que t raía Gloria envuelt a en el chal. Fíjat e que Gloria se t ropezó y casi se cae... y Francisco solo grit aba: ¡Gloria cuidado con el chal, cuidado con el chal!... Se oye la voz de la Mamá de José Rafael: “José Rafael, José Rafael...”. 220

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MI SI A CARMEN: ¡Ay es la mamá! Y él le dijo a María Luisa que se iba

para allá. Ese muchacho est á mint iendo. ¿En qué andará José Rafael? SEÑORA RAFAELA: ¡Qué mort ificación! Si es el Germán, me t iene en

ascuas. ALI CI A: Acuérdat e que t enemos que echarle t alco al piso para que

bailemos más sabroso. LI DYLI A: (Llega agitada.) ¡Alicia, Alicia!, ¿sabes laúlt ima not icia?

El día de t u cumpleaños van a hacer el baile principal de las fiest as pat ronales. ¿Y, sabes? Es con la Billo’s. Alicia queda sola en escena, se sienta en el suelo a escribir en su diario. Lo que ella escribe se oye en off en la voz de Gabriela. “Naguanagua 5 de julio de 1956. Querido diario, ya sólo falt an cuarent a días para mi cumpleaños. Hoy est uvimos desfilando todo el díacon la banda del colegio, porque est amos en la Semana de la Pat ria. Hoy marcharon todoslos colegios, mañana marcharán losobreros, despuéslos profesionales. Aquí marcha hast a el gato.” En una casa vecina se oyen golpes fuertes en la puerta. VOZ: ¿Quién es? SEGURI DAD NACI ONAL: ¡Seguridad Nacional! ALI CI A: Mamá parece que cerca llegó la Seguridad Nacional MAMÁ DE ALI CI A: (En off.) ¡Cállat e niña, las paredes t ienen oídos!

Se oscurece la escena y sólo queda la voz de Alicia en off. “Querido diario: Falt an veint iséis días para mi cumpleaños. Algo muy ext raño est á sucediendo en casa de José Rafa. Sólo supimos que una noche llegó la Seguridad Nacional. La casa est á t rancada, pero se sabe que ellos est án adent ro. Nadie quiere coment ar nada. María Luisa est á muy t rist e.”

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Escena regresa a la actualidad. GABRI ELA: Abuela, ¿y qué era eso de la Seguridad Nacional? ALI CI A: ¡Ay hijit a, para qué recordarlo!... (Pensativa.) ¡La verdad

es que es bueno recordarlo! En esa época en Venezuela exist ía una t errible dict adura milit ar, no se podía hablar mal del gobierno, ni en la casa, porque la Seguridad Nacional lo sabía y se llevaban preso a todo el mundo. MARÍ A LUI SA: José Rafa t enía un t ío llamado Pedro Emilio que era

buscado, acusado de subversivo; y la policía suponía que est aba escondido en su casa, pero la noche en que lo fueron a buscar no lo encont raron. José Rafa le salvó la vida. Había que esconderlo como fuera porque si lo agarraban lo mat aban. ROLANDO: Seguro que lo met ieron debajo de la cama. BEATRI Z: No, Rolando, la Seguridad Nacional regist raba piso, galli-

nero, escaparat es, hast a la nevera, ¿verdad mamá? ALI CI A: Sí mi amor, pero como José Rafa había visto que llegaba el

carro de la Seguridad Nacional, ant es que se bajaran, avisó a su t ío y lo pasó por el t echo para la casa del vecino. RI CARDO: ¿Y nunca lo encont raron? ALI CI A: No. Est uvo en varias casas de vecinos como t res semanas.

Pocos días ant es de mi cumpleaños apareció José Rafael como si nada. MARÍ A LUI SA: Yo andaba ext rañada porque él no iba a bailar de

t arde y casi no lo veía, pero sabía que se met ía en casas del vecindario. Hast a pensé que había alguna muchacha que le gust aba. El resto de los amigos seguían bailando todas las t ardes.

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Continúa aprendiendo boteadito Todos los jóvenes están bailando. MARÍ A MERCEDES: ¡Corre, Miguel, ya empezó “A gozar mucha-

chos”! Y est án tocando “Los cadet es”. MARI SOL: Fíjat e, Luis Art uro, esto sí es fácil de bailar.

Música “Los cadetes”. LI DYLI A: Esto sí es fácil, báilalo así, como si marcharas, pero arras-

t raíto. MARI SOL: ¡Pero chico!, est ásbailando más t ieso que lospropios ca-

det es. Ellos andan con esas espadas guindando que no se las quit an ni para bailar. ¡Dale bot eadito! Escena vuelve a la actualidad; diálogo en off. ALI CI A: Bueno niños, lo import ant e es que yo t uve mi fiest a de

quince años con la Billo’s. GABRI ELA: Abue, ¿y fue que t e llevaron al baile? ALI CI A: No. MARY: Entonces fue que t e llevaron a Billo’s a t u casa. ALI CI A: Sí y no. José Rafa, Miguel y Bachaco lo arreglaron todo.

Se quemaron los tapones En sombras se pasa a la casa vecina donde se está preparando la fiesta. José Rafael y Miguel están arreglando el local donde se va a dar el baile. Música: “Lloraba que daba pena, por amor a Magdalena”. MI GUEL: José Rafa, ¿t ú no crees que hace falt a más luz en el pat io? JOSÉ RAFAEL: Sí, hay que buscar más focos y más cables. PAPÁ DE MI GUEL: (Se oye en off.) Miguel, ¡corre abuscar un elect ri-

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cist a! Aquí est á pasando algo raro. Cuando ust edes prenden los focos y el picot , se va la luz. JOSÉ RAFAEL: Sí, es que las líneas se calient an y se queman los t a-

pones. PAPÁ DE MI GUEL: ¡Miguel! Llama al señor Segundo y dile que ven-

ga enseguida que hay que arreglar esto. Se volvió a ir la luz, seguro que es algo que ust edes est án haciendo o jurungaron algo. MI GUEL: ¡No, papá! Lo que pasa es que Marcolina est á planchando

y est amos prendiendo los bombillos. A lo mejor al lado t ambién est án planchando. MUJER EN OFF: ¡Ay Dios de La Misericordia! Mañana va a ser un de-

sast re con la luz. Si a todo el mundo se le ocurre planchar el vest ido para el baile, nos vamos a quedar a oscuras. MI GUEL: (Al teléfono.) ¿Aló? ¿Aló? ¿Est á el señor Segundo? ¿En-

fermo? ¿Desde cuándo? ¿En la medicat ura? Mire señora, ¿y no hay un ayudant e que pueda venir? (Tapando la bocina y dirigiéndose a José Rafa.) Parece que todosloselect ricist as est án arreglando algo en la manga de coleo. JOSÉ RAFAEL: ¡Tranquilo vale!, yo t e voy a buscar un elect ricist a

que arreglará esto. No le digas nada a t u mamá para que no se mort ifique, que yo t e doy la solución. Mañana todo el vecindario bailará con la Billo’s. MI GUEL: Amigo, t ú sí t ienes ideas. ¿Cómo podré pagart e ese favor? JOSÉ RAFAEL: Ni pienses en eso. ¿Por qué no ponemos la t arima de

la orquest a en el pat io? MI GUEL: ¿Cómo es eso? Mi papá pensaba ponerla en la sala. JOSÉ RAFAEL: Dile cualquier cosa, que no caben los invit ados, que

el Gobernador se sent ará en la sala a saludar al pueblo desde la vent ana o lo que se t e ocurra. Ponemos a Billo’s en el pat io y así el cumpleaños de Alicia será con la misma música.

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PAPÁ DE MI GUEL: Miguel, quedasencargado de resolver lo de la luz.

Ya t ú est ás grande y es bueno que t engas responsabilidad en est a fiest a. Va a venir el Gobernador, el Alcalde, el President e de la Sociedad Mut ual, todas las fuerzas vivas de Naguanagua y sus alrededores. Música “Baila, baila como el pingüino”. Escena vuelve a la actualidad. ALI CI A: ¿Y a que no saben de donde sacaron al elect ricist a para la

fiesta? VI CTORI A: De la compañía de elect ricidad. ALI CI A: ¡No, Vicky! DANI EL: De las páginas amarillas. ALI CI A: ¡Tampoco! MARY: ¡Pero, niños!, dejen que la abuela les cuent e. RI CARDO: Y entonces, ¿qué hizo el t ío José Rafa? ALI CI A: Pues hizo lo insólito. Fue a la casa del vecino donde est aba

escondido su t ío y lo llevó para que sirvierade elect ricist a en el club. RI CARDO: ¿Y nadie lo reconoció? MARÍ A LUI SA: ¡El t ío est aba irreconocible! Se había puest o muy

flaco y pálido por la falt a de sol. José Rafa le había echado en el pelo un frasco de agua oxigenada y se lo t iñó. Se veía raro porque el pobre t enía el pelo ensort ijado y cuando se le puso amarillo rojizo empezaron a decirle Bachaco. ALI CI A: José Rafael lo llevó y lo present ó como “Tobías” el elect ri-

cist a que fue a buscar a Valencia; es decir, El Bachaco. VI CTORI A: ¿Y cont rat aron al t ío? ALI CI A: ¡Claro que sí!, él sabía algo de elect ricidad y empat aba ca-

blesy bombillos. Al rato empezamos aoír voces en el club, ¿te acuerdasMaría Luisa?: “Bachaco, laluz seest á poniendo poquit a”. 225

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MARÍ A LUI SA: “Bachaco, hay que comprar ot ro t apón”. ALI CI A: “Bachaco, falt a cable”. Por fin, Bachaco se dio cuent a que la

única manera de que no se quemaran los t apones y se fuera la luz, era evit ando que se calent ara el medidor; y para eso, tenía que subirse en una escalera en la puert a del club y ponerle encima una bolsa de hielo. Mient ras t anto, José Rafa y Miguel pasaron cables y una cornet a para mi casa. ¡Claro!, para oír mejor la música. Ya yo t eníami fiesta con la Billo’s asegurada, pero todavía quedaban dos problemitas. RI CARDO: ¿Más problemas abuela? ALI CI A: Es que a t u abuelo Germán le habían raspado una mat eria

y t enía que est udiar todas las vacaciones, si no present aba un t rabajo import ant e, no le iban a dar chance de reparar en el liceo. BEATRI Z: Y seguro que como se iba a bailar todas las t ardes, se le

había olvidado todo el t rabajo. DANI EL: ¿Y el ot ro problema? MARÍ A LUI SA: Ése no lo supimos sino varios años después, cuando

cayó la dict adura. ALI CI A: Es que le avisaron a José Rafael que el día de la fiest a la

Seguridad Nacional iba arevisar todo el vecindario y él t enía que salvar al t ío; t ambién est aba compromet ido con mi cumpleaños; y, por supuesto, no le podía quedar mal a María Luisa. ROLANDO: ¡Ay!, abuela, ¿y entonces? ALI CI A: Los dos problemas se resolvieron en la propia fiest a.

Escena X Llegó la orquesta 15 de agosto de 1956, Naguanagua, son las 6:00 pm. Últimos preparativos para la fiesta de Alicia que también se 226

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realiza en el patio. En la escena se ve que todos están apurados. Familiares y amigos corren de un lado a otro ultimando los detalles, mientras discurre el siguiente parlamento: MADRE DE ALI CI A: Alicia, ¿ya arreglast e la mesa de la tort a? ALI CI A: Sí, mamá. VOZ: ¿Fueron a buscar el bloque de hielo? ALI CI A: Sí, papá ya lo t rajo. Ahora salió a buscar el punzón para

picarlo... ¡Mamá!, ¿dónde est á la laca? MAMÁ DE ALI CI A: ¡Alicia, no t e pongas más laca que vas a ent iesar

el paje que t e hicieron en la peluquería! AMI GA: MisiaCarmen, saque al perro que seva a comer lospasapalos. MADRE DE ALI CI A: ¡Por favor, t erminen ya de pulir el piso que hay

que echarle t alco! Alicia ve a descansar un rat ico, si no vas a est ar ojerosa y fat igada a la noche. FAMI LI AR: Alicia, t e llegó un ramo de flores bellísimo. ALI CI A: Ponlo en la sala y saca el ot ro para el recibo.

De pronto, se oye a una sola voz el grito de los jóvenes... JÓVENES: ¡Llegó la orquest a! ALI CI A: (En off.) En lo que todos grit aron que había llegado la or-

quest a, a Germán se le ocurrió una idea y salió corriendo a recibir los músicos. GERMÁN: ¡Señor Billo! ¡Señor Billo! Ust ed me puede ayudar a sal-

var la mat eria. Por favor, Maest ro, déme una ent revist a para el periódico del Liceo. BI LLO: ¡Con mucho gusto joven!, pero será más t arde, pues t ene-

mosque inst alarnos. Deje que empiece la fiest a y ent re set y set ust ed viene a la puert a y aquí mismo hablamos. ALI CI A: (En off.) A las nueve en punto empezó el baile.

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Escena XI El gran día En el patio de Alicia se oye la música, ya están todos los jóvenes preparados y comienza el baile. Música: “Se necesitan dos”. El set continúa con “El profesor Ruiz Ruá”. Los muchachos bailan. Se oye la voz de una muchacha. BETTY: (En off.) ¡Germán, apúrat e que se t ermina el set !

Billo sale a la puerta y Germán llega con libreta y lápiz en la mano. GERMÁN: Señor Billo, cuént emesu vida para el periódico del Liceo.

¿Dónde nació? BI LLO: Nací el 15 de noviembre de 1915 en Santo Domingo, capit al

de la República Dominicana. Mi nombre es LuisMaría Frómet a Pereira, pero desde pequeño me dicen Billo. Con ese apodo me quedé toda la vida. GERMÁN: ¿Y dónde aprendió a tocar? BI LLO: Eso fue en San Francisco de Macorís con Sixto Brea. Est udié

clarinet e y saxofón y t uve como compañeros los mejores pianist as de la época: Rafael Minaya y Damirón. GERMÁN: ¿Damirón? ¿El del piano merengue? BI LLO: ¡El mismo!, después me fui a la capit al para est udiar medi-

cina y, mient ras esperaba cupo, hacía arreglos, daba clases de guit arra y ponía inyecciones a domicilio. Mis primeros diez dólares me los pagó una señora venezolana que me mandó a hacer unas t ranscripciones de piano de una de sus canciones, María Luisa Escobar. Música: “Noche de Mar”. Nuevo set. Los muchachosse emocionan con el bolero “Noche de mar”. Las señoras se horrorizan.

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MI SI A CARMEN: Estos muchachos de ahora les encant a un bolero

para bailar cachet e con cachet e. SEÑORA LUI SA: Ahí est á la Seguridad Nacional. Menos mal que to-

dos los muchachos est án bailando y ni cuent a se dan de que est án regist rando todo. MI SI A CARMEN: ¿Y qué buscarán? SEÑORA LUI SA: ¡Quién sabe!

Mientras losjóvenes bailan, personas extrañas entran a la casa de la fiesta; hombres de flux y corbata con lentes oscuros se introducen en la escena. SEGURI DAD NACI ONAL 1: Comandant e Jairo, ya t enemos cinco

hombres en el t echo. Si alguien quiere pasarse de una casa a la ot ra lo agarraríamos fácil. SEGURI DAD NACI ONAL 2: Tenemos t res oficiales en el cine; allí es-

t án volt eando hast a las cajas de películas. En la puerta de la casa del baile de nuevo hablan Billo y Germán. BI LLO: Salí de mi Pat ria en diciembre de 1937. Para los jóvenes de

entonces, la vida nos result aba difícil en Santo Domingo, por eso cuando Freddy Coronado mepropuso venir a Venezuela me decidí de inmediato. Veníamos en un barco, en el sit io de la carbonera, sin dinero y sólo con naranjas, sardinas, quesos y leche condensada. Llegué a Caracas el 31 de diciembre de 1937. ¡Qué bella La Guaira, con sus calles est rechas! Esa noche tocamos en el Hot el Madrid y la gent e nos aplaudía muchísimo. La orquest a fue present ada como Billo’s Happy Boys. Música: “Vaca vieja”. Germán escribe en su cuaderno. Sale la señora de la casa con un vaso y un plato con comida. En ese momento uno de la Seguridad Nacional tropieza con Germán y se queda entre él y Billo.

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SEÑORA: ¡Germán, mijo!, pásale estos sanduches y est e whisky a

Bachaco. ¡El pobre debe est ar muerto de hambre allá arriba! GERMÁN: Con gusto, señora.

Germán intenta acercar el plato y el vaso, se nota que no alcanza muy bien. El Seguridad Nacional agarra el vaso y ayuda a subírselo a Bachaco. SEGURI DAD NACI ONAL: ¡Tome amigo, échese un palito! BACHACO: Gracias, pero cuando t rabajo no bebo.

Germán subeel plato. El Seguridad Nacional agarra el vaso y se dirige a Bachaco brindando. SEGURI DAD NACI ONAL: ¡Salud! ¡Por ellas aunque mal paguen! BACHACO: ¡Salud! SEGURI DAD NACI ONAL: ¡Porque el t rabajo de hoy salga bien! BACHACO: ¡Por el t rabajo!

El Seguridad Nacional toma el whisky y se aleja. Mientras tanto Germán continúa su entrevista con Billo. BI LLO: ¡Qué bella era Caracas en 1938! Donde est á San Bernardino

había una hacienda llena de mangos. Caminaba muchísimo. Vi const ruir Los Caobos. GERMÁN: Maest ro, ¿y cuándo se formó la orquest a? BI LLO: La orquest a Billo’s Caracas Boysnace el 31 de agosto de 1940,

cuando formo mi orquest a con músicos venezolanos. Sale el jefe de la Seguridad Nacional. JEFE: ¡Bueno muchachos!, ya hemos revisado toda la manzana y no

hay nada. ¡Ésa fue ot ra falsa pist a! El hombre que buscamos debe est ar más lejos que la torre de Tucijapón. SEGURI DAD NACI ONAL 1: Omás perdido que el hijo de Lindberg. SEGURI DAD NACI ONAL 2: Oque la avionet a de Ramella Vegas.

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Germán continúa su entrevista con Billo. GERMÁN: Ust ed debe ser muy rico, porque todo el mundo t iene sus

discos. BI LLO: Tengo un inmenso pat rimonio: La amist ad de todos los venezolanos. Joven, si ust ed pasa su mat eria con est a ent revista, búsqueme en el Baile de Navidad donde el Gobernador, le voy a regalar el disco de mosaicos. GERMÁN: ¿Mosaicos?

La escena regresa a la actualidad. DANI EL Y RI CARDO: ¿Mosaicos? MARY: ¡Sí!, es una combinación de canciones que Billo popularizó

que todavía gust an a todos. GABRI ELA: Y abuelo Germán se ganó el disco, ¿verdad? ALI CI A: ¡Y con dedicatoria y todo! RI CARDO: ¿Y cómo t erminó t u fiest a de quince años? ALI CI A: Todo salió maravillosament e bien. Mi fiest a con la Billo’s

fue la más hermosa de todas lasfiest as. (Continúa su relato.) Germán no solo pasó su mat eria con ese report aje, sino que además descubrió su vocación de periodist a; y Billo le regaló ese mosaico que a él t anto le gust a. BEATRI Z: Pero, ¿sabes qué? ¡No lo encuent ro! MARY: En la casa no est á. GABRI ELA Y VI CTORI A: ¿Será ést e? ALI CI A: ¡Ese es el mosaico! BEATRI Z Y MARY: ¡El mosaico de papá! DANI EL: ¿Y se salvó el t ío de José Rafael? MARÍ A LUI SA: El Bachaco no fue descubierto por la Seguridad Na-

cional, a pesar de que el jefe brindó con él. ALI CI A: Quien carrizo podía sospechar que el elect ricist a que est a-

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ba mont ado en la escalera del club era el personaje que buscaban. MARÍ A LUI SA: Mucho menos cuando la propia dueña de la fiest a lo

t rat aba con t ant a consideración. DANI EL: ¿Y cuándo lo bajaron de la escalera? ALI CI A: Después de la fiest a, lo llevaron a un sit io seguro donde

est uvo escondido hast a el 23 de enero de 1958. ¡Cuando cayó la dict adura! Música: “Toy contento, yo no sé que es lo que siento”.

FIN

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Alas de pri mavera 2001 Eddy Díaz Sousa “Cuando éramos más jóvenes, pensábamos todo el tiempo en el amor.” DUENDE 2

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Alas de primavera (2001) es una amorosa fábula plena de duendes y seres mágicos. Su autor, Eddy Díaz Souza nació el 6 de abril de 1965 en La Habana, Cuba, y act ualment e es ciudadano cubano-venezolano, con residencia est ablecida en Caracas desde 1991. Cursó est udios de dirección t eat ral en la Escuela Nacional de Inst ructores de Art e ( ENIA, La Habana) y se ha desempeñado como docent e en diversas inst it uciones, t ales como la Casa de Cult ura Alejo Carpent ier, At eneo La Florida, Escuela de Capacit ación Femenina St hel, Complejo Cult ural José María Vargas y Escuela de Teat ro Porfirio Rodríguez. Por sus t extos t eat rales para niños y jóvenes, ha recibido los siguient es galardones: Premio Nacional de Encuent ros-Debat es de Talleres Lit erarios (La Habana, 1985, 1986), Premio Nacional de la Bienal de Dramat urgia para Teat ro de Muñecos “Javier Villafañe” (Caracas, 1998) y Premio del Teat ro Infant il Nacional ( TIN, 2000). Mient ras que en el género de narrat iva para niños, ha obt enido los siguient es reconocimientos: Mención en el XI Encuent ro-Debat e Nacional de Talleres Lit erarios (La Habana, 1984), Mención Nacional UNEAC(LaHabana, 1985), Premio Nacional “La Edad de Oro” (La Habana, 1989) y Premio Fundart e (Caracas, 1992). Act ualment e preside la Asociación Cent ro Molinos y es editor de la revist a Centro Molinos, órgano informat ivo y divulgat ivo del quehacer t eat ral para niños, jóvenes.

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Personajes Oruga Lagart a Dama de la Noche Señor Viento Doña Rat a Duende del Río 1 Duende del Río 2 Príncipe del Mont e Maña la Araña Mariposa

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ACTO ÚNICO ORUGA: (Bosteza.) ¡Hermosa mañana! LAGARTA: ¡Shhh!, duerme. DAMA: ¿Tan t emprano? LAGARTA: Est uvo muy ext raña durant e el día. DAMA: ¿Qué será? LAGARTA: (En secreto.) Le est á creciendo el corazón. DAMA: ¡Malo! ¡Muy malo! Mejor sería que no creciera. LAGARTA: Nada puede hacerse, es la ley. También yo me fui de casa

un día en busca del amor. DAMA: Dichosa yo, que amo la Luna dist ant e. VI ENTO: Perdonen que me ent romet a, pero no veo que el asunto sea

t an complicado. Hay muchos príncipes por est as t ierras. LAGARTA: Pero mi oruga es muy chica y no sabe de esas cosas. VI ENTO: Ya aprenderá. DAMA: No se preocupe, comadre, yo hablaré con ella. VI ENTO: Lo que est á a la vist a, no necesit a ant eojos.

Canta. La oruga duerme, est á soñando: anillos de oro y lirios blancos. Paso del aire cort ando ramos,

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la oruga sueña lánguidos t allos. DAMA: ¡Silencio, Viento! LAGARTA: Ya cant a el gallo.

Canto del gallo. Luz de amanecer. Música.

Escena I Amanece. Las hojas de los árboles se abren lentamente, dejando ver a la Oruga que despierta. ORUGA: (Bosteza.) ¡Hermosa mañana! LAGARTA: El viento sopla delicadament e. ORUGA: Y cuántos olores, mamá... Dulce aroma de frut as t iernas...

brisa húmeda que viene del río y olor a bat ir de alas. Mamá, ¿qué es el amor? LAGARTA: ¡Niña! ¿Qué pregunt a es esa? Has conseguido ponerme

colorada. ORUGA: ¡Perdón! LAGARTA: Eres muy pequeña, mi oruguit a, aún t e falt a mucho para

saber de esas cosas. Y, además... no quisiera perdert e. ORUGA: Pero yo t e quiero, mamá. LAGARTA: Eso lo sé. Ahora dime, ¿t e ha visit ado algún señor? ORUGA: No. LAGARTA: ¿Algún sapo t e da vuelt as? ORUGA: Tampoco. LAGARTA: ¿Y entonces? ORUGA: No sé qué me pasa. Tengo un sobresalto en el pecho... como

si la primavera me naciera por dent ro. LAGARTA: Es que est ás enferma, niña mía.

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ORUGA: ¿Enferma de amor? LAGARTA: ¡Pero si t ienes fiebre! Vamos, acuést at e, t e pondré hojas

de calabaza en la frent e. ORUGA: Prefiero comerme un pét alo de rosa. LAGARTA: Nada de rosas, que t e subirá la fiebre. Cinco got icas de

rocío y una raicit a amarga. Iré a buscarlas. No t e muevas. Voy corriendo y vuelvo volando. Ya regreso. La Lagarta desaparece entre el follaje. Entra el Viento. VI ENTO: Buenos días... ORUGA: No t an buenos. ¿Quién es? VI ENTO: Yo... ORUGA: ¿Y quién es yo? VI ENTO: El Viento. He venido a visit art e. Dicen que est ás muy en-

ferma. ORUGA: Eso dicen. VI ENTO: Es la primavera. Cuando llega la primavera, todos los seres

de la t ierra se sient en como t ú. Es la época del amor. ORUGA: ¡Ah! ¿Y qué es el amor, señor Viento? VI ENTO: Una pregunt a sin respuest a. ORUGA: ¡Vaya, est a enfermedad sí es complicada! VI ENTO: Pero t iene cura. ORUGA: Sí, con raíces amargas... VI ENTO: Con un príncipe sanarás más pronto. ORUGA: ¿Un príncipe? VI ENTO: Claro, criat ura, el amor sólo se cura amando. Ypara hallar-

lo, hay que ir probando. ORUGA: Dice cosas muy raras, señor Viento. VI ENTO: Soy t an viejo como el mundo, pequeña. A mi edad no hay

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secreto que se esconda ni debajo de una piedra. Tú lo que necesit as es conocer el amor. ORUGA: Sí, quiero conocerlo. ¿Ese amor vive cerca de aquí? VI ENTO: (Ríe.) Ni cerca ni lejos. ORUGA: ¿Es eso un t rabalenguas? VI ENTO: Mira, criat ura, mira a t u alrededor. ¿Ves? El mont e ent ero

celebra la primavera. Todos se aman, menos t ú. ORUGA: Pero yo... VI ENTO: Tú t ambién puedes amar. ORUGA: ¿Yqué debo hacer? ¿Qué debo hacer paraser t an feliz como

el pájaro que se hunde en la flor? VI ENTO: Dar y recibir amor. ORUGA: Pero sigo en las mismas. ¿Por qué no se explica mejor? VI ENTO: ¿Ves ese caminito de piedras y semillas? ORUGA: Sí, lo veo. VI ENTO: Pues al final de ese camino encont rarás t u amor. ORUGA: ¿De verdad? VI ENTO: (Ríe.) ¡Te lo aseguro! ORUGA: Ya estoy impacient e por conocerlo. VI ENTO: No demores, oruguit a, no sea que se canse de esperart e.

Adiós. (Sale.) ORUGA: Adiós, señor Viento, y muchas gracias por todo. (Para sí.)

El corazón se me quiere salir del pecho. ¡Voy corriendo a encont rar al amor! Las ramas de los árboles oscurecen la escena. Risas en off del viento. Música.

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Escena II El camino de piedrecitases infinito. Entre losarbustos que bordean el camino, sobresale una casa de arcilla y tallos de bambú. Sentada en una mecedora, doña Rata se abanica con una hoja de almendra. RATA: (Canta, muy desafinada.)

Un día t e fuist e, lejos de mi vida. No me dijist e adiós ni cuando volverías. Y yo aún t e espero, aunque sea un mal día, porque t arde o t emprano regresarás a mi vida. Lara lara lara... ORUGA: Buenos días, señora. RATA: Si eres vendedora, puedes cont inuar t u viaje: no compro

nada. Si vienes a hablarme de religión: no t engo fe. Y no me llamo Dora, mijit a. Todos me dicen doña Rat a. ORUGA: Est á bien, doña Rat a, pero quería pregunt arle si por casua-

lidad ha visto al amor. RATA: Oh, sí, t engo mucho dolor mijit a; me duele la espalda, t engo

fría la nariz y alt a la t ensión. ORUGA: ¡Qué pena! Yo t ambién estoy enferma, doña Rat a, pero me

ha dicho el señor Viento que mi mal se cura amando. RATA: Yo era joven, muy joven y bella... la rat it a más hermosa de

estos parajes. Y me casé con un rat ón de pelo gris... ¡Tan guapo!, ¡t an apuesto! Los primeros años vivimos muy felices, pero luego... ¿Sí, mijit a!, mi esposo se fue caminando, se fue por esos caminos de Dios, buscando no sé qué. ORUGA: ¿Buscando el amor? RATA: ¡No, no, del riñón estoy mejor!

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ORUGA: ¿Oye ust ed bien, doña Rat a? RATA: ¿Te quedarás hast a mañana? Bueno, no sé, mijit a... me gus-

t aría que t e quedaras, pero... la verdad es que no t e conozco lo suficient e. ORUGA: Ust ed no me ent iende. RATA: ¿Qué pasa con mis dient es? ORUGA: Nunca me ent enderá. RATA: Est á bien... t e quedarás. Eres muy simpát ica, un poco fea y

ot ro poco rara, pero en el fondo t ienes un gran corazón. Serás la hija que siempre soñé. Bien t emprano en la mañana barrerás la casa... ORUGA: No puedo quedarme, doña Rat a. Ot ro día vendré a visit ar-

la. Adiós. (Continúa su camino.) RATA: (Hablando sola.) Luego prepararásel desayuno: arepit as fri-

t as con queso amarillo. Más t arde, regarás el jardín. Después, el almuerzo, unos masajes ant es de la siest a, una canción para mi corazón y... ¿Se fue? ¡Oh, sí, se ha ido! Todos se van, ¡no sé por qué! Canta, muy desafinada. Un día t e fuist e, lejos de mi vida. No me dijist e adiós ni cuando volverías. Y yo aún t e espero, aunque sea un mal día, porque t arde o t emprano regresarás a mi vida.

Escena III Por entre las ramas torcidas, asoma la imagen de una Luna totalmente redonda, transparente y azul. Parece un 244

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globo, un disco brillante que flota en el aire. Las luciérnagas semejan pequeños faroles de luz, estrellitas que titilan muy cerca del río. La Oruga ríe y juega con los puntos luminosos. ORUGA: ¡Ey... ust edes...! ¿No van a dejar de jugar?Ya estoy un poco

cansada, ¿saben?Tengo una pregunt a que hacer, ¿podrían at enderme un momento? Yo quisiera saber si alguno de ust edes es el amor. Necesito encont rarlo. Es asunto de vida o muert e. (Pausa. Aparte.) Tengo la ligera impresión de que estoy hablando sola. DUENDE 1: ¡Claro que est ás hablando sola! DUENDE 2: Hablar con los ojos de la noche es como hablarle al si-

lencio. Los Duendes ríen. La Oruga se asoma al agua. Su rostro se refleja en la Luna. Al ver su reflejo, la Oruga se asusta. Los Duendes soplan el disco y éste se aleja, flotando entre las ramas. DUENDE 1: (Entre risas.) ¡Vaya susto! DUENDE 2: Es t an fea que asust a al miedo. DUENDE 1: ¡Aléjat e, bicho, que ent urbias el agua! ORUGA: Perdón. DUENDE 2: Est ás perdonada, pero no vuelvas a hacerlo. DUENDE 1: ¿Quién eres? ORUGA: Soy la Oruga. DUENDE 2: ¡Oruga! ¡Oruga! No t e conozco. DUENDE 1: ¿Andas sola? ORUGA: Sí, señor. DUENDE 2: Es peligroso. DUENDE 1: Muy peligroso.

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DUENDE 2: La noche es muy peligrosa para criat uras t an pequeñas

como t ú. DUENDE 1: Hay pájaros en la oscuridad que t e at raparían con su

pico. ORUGA: Tienen razón, mi mamá me ha hablado de esas aves y de los

peligros de la noche, pero me dijo el señor Viento... DUENDE 2: (Ríe.) ¡El Viento! ¡El Viento! (Regañón.) ¡Nunca hagas

caso de lo que diga el Viento! DUENDE 1: ¡Es un ment iroso! DUENDE 2: ¡Es un soñador! DUENDE 1: ¡Un embaucador! ORUGA: El señor Viento me dijo que al final de est e camino, encon-

t raría el amor. Parece que me he perdido. DUENDES 1 Y 2: (Ríen.) Apart e de fea eres tont a. ORUGA: ¿Por qué? ¿Acaso no exist e el amor? DUENDE 1: ¡Claro que exist e! DUENDE 2: ¡Pero no es fácil encont rarlo! ORUGA: ¿Ust edes lo conocen?

Silencio. Los Duendes desaparecen en el río, para luego asomar sus idénticas cabezas por encima de las aguas. DUENDE 1: Hace algún t iempo conocimos el amor. DUENDE 2: Hace siglos. DUENDE 1: Pero lo perdimos. DUENDE 2: El amor es un acert ijo. DUENDE 1: Una sombra escurridiza. DUENDE 2: Cuando éramos más jóvenes, pensábamos todo el t iem-

po en el amor. DUENDE 1: Pero ahora, que somos unos viejos...

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DUENDE 2: ¡Sólo pensamos en divert irnos!

Ríen los duendes y desaparecen. ORUGA: En cambio yo... sueño que una voz lejana me susurra es-

t rellas y música de alas. DUENDES 1 Y 2: ¡Est ás enamorada! DUENDE 1: ¿Pero enamorada de quién? ORUGA: No lo sé. DUENDE 1: ¿Est arás enamorada de mí? DUENDE 2: ¿Ode mí? ORUGA: Pues... DUENDE 1: Aunque... no eres muy linda. DUENDE 2: Bast ant e fea, diría yo. DUENDE 1: Pero aún así t e acept amos. DUENDE 2: Sí, t e acept amos Oruga. DUENDE 1: Quédat e con nosot ros. DUENDE 2: Y serás la reina de est e río. DUENDE 1: Todas las mañanas, lavarás mis guant es mugrientos. DUENDE 2: Y prepararás deliciosos desayunos con renacuajos t ier-

nos. DUENDE 1: Y barrerás la casa. DUENDE 2: Y me quit arás las t elarañas del cerebro. DUENDE 1: Y me rascarás los pies. DUENDE 2: Y a mí, me echarás barro en los cabellos.

Ríen y saltan. ORUGA: Son ust edes muy gent iles, pero yo debo cont inuar mi ca-

mino. DUENDE 1: ¡Claro!

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DUENDE 2: ¡Te lo dije! DUENDE 1: ¡Era obvio! DUENDE 2: ¡Pero no quisist e hacerme caso! DUENDE 1: ¡Porque yo soy t u hermano mayor y siempre t engo la

razón! DUENDE 2: ¿Mi hermano mayor? Ja... Ja... Ja... DUENDE 1: Hast a luego, Oruga. DUENDE 2: Si no encuent ras el amor... DUENDE 1: Acuérdat e de nosot ros. DUENDE 2: Yo soy el mayor de los dos. DUENDE 1: Pero yo me casaré primero. DUENDE 2: ¡Eso lo veremos! ORUGA: Adiós.

Escena IV La Oruga avanza por el camino, algo cansada. El Príncipe del Monte se oculta tras las finas hierbas. ORUGA: Nuncadebí prestarleat ención a laspalabras del señor Vien-

to. ¡Cómo quisiera regresar a mi casa! Ahora est aría soñando con las est rellasen mi cama tibia. ¡Qué lást ima que el amor no exist a! PRÍ NCI PE: (Desde su escondite.) ¡Pero sí exist e! ORUGA: ¿Quién est á ahí? PRÍ NCI PE: Yo. ORUGA: ¿Y quién es yo? PRÍ NCI PE: El Príncipe del Mont e. ORUGA: ¡Ah!

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PRÍ NCI PE: Eres nueva en est a part e del mont e, nunca ant es t e ha-

bía visto. ORUGA: Vivo muy lejosde aquí, pero no sé bien dónde. Me perdí por

estos caminos del mont e buscando el amor. PRÍ NCI PE: ¡Vaya! Parece que los dos buscamos lo mismo. ORUGA: ¿También t ú est ás enamorado? PRÍ NCI PE: Así es, pero no he t enido suert e. Me enamoré de una rana

del río, pero su corazón frío me dijo que no. Después me enamoré de una guacamaya... y al final me dejó. También me enamoré de una boa, una luciérnaga, una paloma y una caimana, pero ninguna me correspondió. ORUGA: ¡Qué mala suert e! PRÍ NCI PE: ¿Y t ú? ORUGA: Me dijo el Viento que al final del camino encont raría el

amor. Pero yo creo que est e camino no t iene fin. Lást ima, porque me hubiera gust ado mucho conocer a ese señor. ¿Y t ú, por qué t e escondes? PRÍ NCI PE: Porque... porque nadie me quiere. ORUGA: A lo mejor yo podría querert e. PRÍ NCI PE: ¡No, qué va!... soy más feo que la fealdad. ORUGA: Yo t ambién soy fea, ¿sabes? Me han dicho que puedo asus-

t ar al susto. La Oruga y el Príncipe del Monte ríen. PRÍ NCI PE: Eres muy simpát ica. ORUGA: Tú t ambién. PRÍ NCI PE: ¿Quieres verme? ORUGA: Si me promet es que no t e reirás de mí. PRÍ NCI PE: Te lo prometo. Pero júrame que no echarás a correr cuan-

do me veas. ORUGA: Te lo juro.

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PRÍ NCI PE: Bueno... cúbret e los ojos. Yo haré lo mismo.

El Príncipe del Monte y la Oruga se tapan los ojos. Ambos comienzan a andar muy lentamente hacia el encuentro. Finalmente, tropiezan el uno con el otro. PRÍ NCI PE: ¿Est ás ahí? ORUGA: Aquí estoy.

Abren sus ojos, despacio y con temor. PRÍ NCI PE: (Emocionado.) Tú... ORUGA: ¿Sí? PRÍ NCI PE: ¡Eres hermosa! ORUGA: Y t ú... PRÍ NCI PE: ¿Sí? ORUGA: ¡Eres bonito! LOS DOS: (Suspiran.) ¡Ay, es el amor! ORUGA: El Viento no me mint ió. PRÍ NCI PE: Al fin conozco el verdadero amor. Escucha, mi corazón

lat e como un t ambor. ORUGA: Y a mí, por dent ro, me nace una flor. (Ríen.) PRÍ NCI PE: ¡Me siento feliz! ORUGA: ¡Y yo!, estoy t an emocionada que siento ganas de llorar. PRÍ NCI PE: Pero no llores, porque me daría mucha pena. Mejor me

dices t u nombre. ORUGA: Oruga. PRÍ NCI PE: ¡Oruga! Sí, me gust a ese nombre. Entonces, Oruguit a,

¿quieres casart e conmigo? ORUGA: ¿Casarme? PRÍNCI PE: Si te casasconmigo serásmi esposa: laPrincesa del Mont e. ORUGA: Sí, quiero ser t u compañera.

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PRÍ NCI PE: Haremos una casa en el t ronco de un árbol. ORUGA: No, ent re las ramas, t an alto que podamos jugar con las

est rellas. PRÍ NCI PE: Y t endremos muchos hijos. ORUGA: ¡Muchísimos!... todos igualitos a t i. PRÍ NCI PE: Prefiero que sean como t ú: amables, cariñososy de buen

corazón. ORUGA: Por el día irán de paseo con su padre. PRÍ NCI PE: Los llevaré a cazar moscas y a pescar en el río. ORUGA: Y de noche los arroparé con sabanit as de nubes. Y les can-

t aré canciones t iernas, como las que me cant aba mi madre, para que t engan hermosos y mágicos sueños. PRÍ NCI PE: ¡Qué feliz est e camino que nos unió! ORUGA: ¡Qué gran camino de amor!

La Oruga y el Príncipe se aproximan para besarse. Entra la Dama de la Noche. DAMA: ¡At rás! Ni un paso más. ¡Vade ret ro, bicho feo! PRÍ NCI PE: ¿Y ést a quién es? ORUGA: ¡Mi madrina! DAMA: ¡Buena la has hecho, ahijada! Tu madre no come ni duerme,

anda como loca alborot ando el mont e. Por encont rart e ha levant ado hast a las piedras. ORUGA: ¡Qué pena! DAMA: Sí, vergüenza debía dart e. ¡Ahora mismo t e vienes conmigo! ORUGA: Es que... no puedo. Acabo de encont rar el amor. DAMA: ¿El amor? ¿Y dónde est á? ORUGA: Aquí, a mi lado. PRÍ NCI PE: Buenas noches, señora, soy el Príncipe del Mont e.

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DAMA: ¡Oh, no! ¿Ust edes se han enamorado? ORUGA: Nos vamos a casar. DAMA: ¡Ohhhhhhh! (Se desmaya.) ORUGA: ¡Madrina!... ¡Madrina!... ¡Despiert e!... Se desmayó de la

emoción. PRÍ NCI PE: Espérame aquí, Oruguit a, voy al río por un poco de agua

y regreso enseguida. No t e muevas. ORUGA: Sí, sí, mi Príncipe, ve corriendo y vuelve volando que yo t e

espero. Sale el Príncipe del Monte e inmediatamente despierta la Dama de la Noche. DAMA: ¡Oh, Dios, qué susto me has dado! ORUGA: ¿Est ás mejor? DAMA: No del todo. Si t u madre se ent era de que t e quieres casar, se

morirá de un infarto. Así que mejor nos vamos, ant es de que el bicho feo regrese del río. ORUGA: Yo lo quiero, madrina, y me casaré con él. DAMA: Eso t endrás que cont árselo a t u madre, que ya viene por ahí. LAGARTA: (Entrando.) ¡Gracias al dios de las lagart ijas que por fin

t e encuent ro, hija mía! ¿Est ás bien? ¿No t e falt auna pat a? ¿Te duele la cabeza? ¿Alguien t e ha hecho daño? ORUGA: Estoy bien, mamá. LAGARTA: Si no fuera porque estoy cont ent a de habert e encont ra-

do, t e daría una zurra por t u mal comport amiento. ORUGA: Perdóname, mamá, es cierto que no debí salir sin avisart e.

Pero es que... LAGARTA: Pero es que nada. ¡Ahora mismo regresamos a casa! ORUGA: ¡No, no!... ¡no puedo! LAGARTA: ¿No puedes? ¿Por qué?

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DAMA: ¡Est á enamorada! LAGARTA: ¿Enamorada? DAMA: Sí, comadre, la Oruga se ha enamorado de un bicho raro que

dice llamarse Príncipe del Mont e. ORUGA: Es un Príncipe muy hermoso, no un bicho raro. Y vamos a

casarnos. LAGARTA: Claro que no. ¡No t e casarás! Cuando seas una Oruga

adult a podrás hacerlo, pero hast a entonces, yo soy t u madre y me debes obediencia. DAMA: Así se habla. ORUGA: Pero... ent iende mamá, yo soy feliz. Yo lo quiero y él me

quiere. Y los dos queremos casarnos. LAGARTA: Primero tendrá que pasar por encima de mishuesitos. ¡A-

rriba, andando!... Est a conversación ha t erminado. En la casa hablaremos más. ORUGA: Yo no puedo abandonarlo, mamá. LAGARTA: Ust ed camina ahora o yo la hago caminar. DAMA: Así se habla, comadre, con voz recia y mano dura. Y t ú, Oru-

ga, no t e preocupes por el Príncipe feo, t an pronto llegue del río le cont aré lo que ha pasado. Si realment e est á enamorado de t i, t e buscará hast a encont rart e. ¡Vayan t ranquila y a toda prisa, que el mont e de noche es muy peligroso! LAGARTA: ¡Andando, hija! DAMA: ¡Adiós, comadre! LAGARTA: ¡Adiós! ORUGA: ¡Adiós, amor!

La Oruga y la Lagarta se alejan. Se asoma la Luna por encima de las copas de los árboles y se quiebra en mil pedazos, como un espejo. Los trozos se dispersan por entre las

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hojas y las hierbas; luego losmínimos fragmentosde Luna se convierten en luciérnagas.

Escena V Las luciérnagas pululan por la oscuridad. Forman graciosos y complicados dibujos. Dibujan una gran telaraña y luego desaparecen. El monte se ilumina, con luz de estrellas distantes. LAGARTA: (Refunfuñando.) Salir de casa sin avisarme... No t e lo

perdonaré nunca. ORUGA: Pero yo, mamá... LAGARTA: Tú est ás muy desobedient e en estos días. ORUGA: También t ú huist e de t u casa un día. LAGARTA: ¿Quién t e dijo eso? ORUGA: Mi madrina. LAGARTA: ¡Bueno... es verdad! No t e lo negaré. Como t ampoco voy

a negart e que me fue bast ant e mal. Por eso es que t e cuido t anto, mi amor. No deseo que sufras como sufrí yo. ORUGA: Yo había encont rado el amor. Comenzaba a ser feliz. LAGARTA: El amor viene y se va. Ot ro día lo volverás a encont rar.

Maña, la Araña, danza sobre los hilos de la telaraña. Su baile provoca temor en la Lagarta y la Oruga. MAÑA: ¡Terrible noche! La Luna se cayó en un pozo y se rompió en

mil pedazos. Es difícil moverse en la penumbra; sobre todo para dos criat uras t an pequeñas como ust edes dos. LAGARTA: Vamos de regreso a casa, señora Maña. MAÑA: ¿Y ella? LAGARTA: Es mi hija. MAÑA: Muy linda y dulce.

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ORUGA: Gracias, señora Maña. MAÑA: ¡Oh!, pero qué descort esía, qué falt a de amabilidad de mi

part e, aún no las he invit ado a pasar a mi casa. Perdonen, es que no acost umbro a recibir visit as a est as horas. Pero pasen, no se queden ahí paradas. La noche est á t an húmeda que deben t ener hambre y frío. ¡Adelant e, amigas! Les prepararé una t aza de café con leche. ORUGA: Gracias, señora Maña, realment e necesit amos descansar. LAGARTA: De ninguna manera, hijit a. Tenemos que regresar cuan-

to ant es. Agradecemos su gent ileza, señora Maña, pero est amos apuradas. Ot ro día será. Intenta avanzar y Maña se interpone en su camino. MAÑA: ¡Qué descort esía, amiga Lagart a! Nunca ant es me habían

rehusado una invit ación. ¡Qué desaire! LAGARTA: No lo tome así, señora Maña, hoy no podemos acept ar su

invit ación, pero t al vez mañana volvamos a visit arla. MAÑA: Eso espero. LAGARTA: ¡Hast a mañana! MAÑA: ¡Hast a mañana, amigas!

Se aparta y las deja pasar. ORUGA: ¡Hast a pronto, señora Maña!

La Lagarta y la Oruga continúan su camino. Maña las sigue, muy de cerca. MAÑA: ¡Dios de los Arácnidos! ¿Qué es eso? ¿Una est rella va a caer

sobre nosot ras? LAGARTA: ¿Ust ed cree, señora Maña? MAÑA: ¡Sí, sí, doña Lagart a, mire al cielo! ¡Ahora sí est amos perdi-

das! LAGARTA: ¡Ay, San Lagarto Feo!... ¿Y dónde est á esa est rella, que

no la veo? 255

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MAÑA: En sus narices.

Maña aprovecha el pánico de la Lagarta y toma por sorpresa a la Oruga. De un salto la lleva a su red. ORUGA: ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Sálvame, mamá! LAGARTA: ¿Qué has hecho, Maña? MAÑA: Una maraña, amiga. (Ríe.) Hoy he t enido un día t errible,

querida Lagart a, ni una mosca se ha dignado posarse en mi t elaraña. Podrás imaginart e el t amaño de mi hambre. No podía dejar pasar un bocado t an apet itoso. LAGARTA: No le hagasdaño, por favor. Tómame a mí y deja a mi hija

libre. MAÑA: Demasiado vieja para mi gusto, doña Lagart a, su carne es

dura e insípida. En cambio la oruga es joven, de carne suave y jugosa. ¡Hum! Se me hace agua la boca. LAGARTA: Se lo ruego... MAÑA: Lo siento. LAGARTA: Tenga piedad... MAÑA: Después que coma hablaremos.

La araña inicia su danza. La Lagarta se desespera. Por un extremo, aparecen La Dama de la Noche y el Príncipe del Monte. DAMA: Ust ed debe regresar a su casa. PRÍ NCI PE: Debo encont rarla. DAMA: Pero nadie lo quiere: ni yo ni la madre de ella. PRÍ NCI PE: La Oruga me ama y eso es suficient e. DAMA: ¡Test arudo! PRÍ NCI PE: ¡Insensat a! LAGARTA: ¡Auxilio! ¡Auxilio! Corra, comadre, que mi niña est á en

peligro. 256

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DAMA: (Acercándose a la Lagarta.) ¿Qué pasa, comadre? ¿Por qué

grit a de esa manera? Sepa que no ha sido mi culpa, est e señor me ha seguido y no me ha dejado ni un inst ant e. LAGARTA: Eso no import a ahora. ¡Mira! Maña, la araña, t iene presa

a mi hija. Si no act uamos de inmediato se la t ragará de un solo bocado. DAMA: ¡Oh, no! ¡Qué t errible, comadre! Nadie se at reve a enfrent ar

a esa araña: pat as de lanza, lengua de zarza, dient es de plat a... LAGARTA: ¡Pero, hay que hacer algo! DAMA: Yo... ¡yo sólo puedo hacer esto!... (Se desploma.) LAGARTA: ¿Y ust ed, señor? PRÍ NCI PE: Ella es mi amada. LAGARTA: ¿Y piensa quedarse ahí, como una piedra? ¿Dejará que la

malvada Maña devore al ser que dice amar? ¡Vaya caballero amant e! PRÍ NCI PE: Soy un Príncipe, señora, y en estos casos suelo act uar

sin demora. ¡Ey, t ú, araña cara de maraña! ¿Por qué no int ent as comerme a mí? MAÑA: (Lo observa y ríe.) Te reservaré para el desayuno. LAGARTA: No se deje int imidar. PRÍ NCI PE: ¡Baja, cara de rana, pat as de alambre, ojos de vaca! MAÑA: ¡Sin ofensas, bicho horroroso! PRÍ NCI PE: ¡Pues aquí t e espero!, señora lagaña. MAÑA: (Rabiosa.) ¡Ayyy! Nunca me habían llamado así. ¡Tú lo has

querido, Príncipe mocho, t e haré carne mechada! Maña salta al camino y se enfrenta al Príncipe. Maña usa sus patascomo espadasfilosas, mientrasel Príncipe se defiende de susataques con una varita de bambú. Al comenzar la batalla, el Príncipe se ve en desventajas, pero algunas estocadas hacen retroceder a la araña. La Lagarta, 257

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muy nerviosa, busca entre la hierba hasta que encuentra un pequeño garrote de madera, con el que asestará duros golpes a la araña. El Príncipe logra cortar varias patasa su contrincante, quien, finalmente, se ve perdida. MAÑA: Esto no es justo... ¡Basta! ¡Bast a! ¡Me rindo! ¡Estoy acabada! LAGARTA: ¡Tú los has dicho, Maña, hast a aquí llegaron t us días! MAÑA: (Al Príncipe.) ¡No me mat es, por favor! LAGARTA: Ahora suplicas por t u vida, pero cuando t e pedí la liber-

t ad de mi niña, no escuchast e mis ruegos. MAÑA: No t e escuché bien, amiga. Estoy algo sorda. PRÍ NCI PE: Voy a perdonar t u vida, Maña. No podrás ir muy lejos sin

t us pat as. Tendrás el cast igo que mereces. Muy pronto llegarán los ejércitos de hormigas a buscart e. MAÑA: ¿Hormigas? ¡Oh, no, odio las hormigas! No quiero saber

nada de esos insectos. (En retirada.) ¡Qué no me persigan!... ¡Qué se vayan!... ¡Ay!, las t erribles hormigas... (Sale.) PRÍ NCI PE: (Desata a la Oruga.) ¿Est ás bien? ORUGA: Me alegro de que est és aquí. PRÍ NCI PE: Est aría siempre a t u lado, si t ú lo quisieras. ORUGA: Es mi mayor deseo. LAGARTA: (Tose.) ¡Bueno, bueno!... bajen de ahí ya, no vaya a ser

que esa araña regrese. ORUGA: Madre, yo quisiera pedirt e... LAGARTA: Sí, sí, ya sé lo que vas a pedirme. PRÍ NCI PE: ¿Y cuál es su respuest a? LAGARTA: Eres muy osado, joven Príncipe. Un poco feo, es cierto,

pero valeroso. Arriesgast e t u vida por salvar a mi pequeña, ¿qué puedo decir?Tienen mi bendición para casarse... ¡Qué sean muy felices! 258

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ORUGA: Gracias, mamá... ¡Te quiero hoy más que nunca! PRÍ NCI PE: Gracias, señora, t iene ust ed un corazón muy noble. DAMA: (Despertando.) ¡Ay, qué dolor decabeza! ¿Qué pasa?¡Oh, per-

dóname, comadre, ese Príncipe me siguió, no pude deshacerme de él. ¿Tú me perdonas, verdad? LAGARTA: ¡Claro que t e perdono, comadre! Trajist e mi felicidad y la

de mi hija. DAMA: ¿Cómo dices?¡Ah, no! Ahora sí no ent iendo nada. ¿Me perdí

de algo? LAGARTA: Deja que t e cuent e.

La Oruga y el Príncipe se besan. Entran las luciérnagas y, muy juntas, forman una Luna redonda y clara que ilumina a los enamorados. Entonces, la Oruga se transforma en mariposa. La Luna se descompone en un millón de azahares pequeñitosque acompañan el vuelo de la Mariposa y el Príncipe del Monte. PRÍ NCI PE: (En off.) ¿Me quieres? MARI POSA: (En off.) ¡Te quiero!

FIN

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Teresi ta 2001 Heli Espinoza Berti “Yo quiero ser concertista ¡y seré la más grande!” TERESITA

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Teresita (2001) es un sent ido homenaje del autor a la excelsa pianist a venezolana Teresa Carreño, cuya vida, anécdot as y entorno social le sirven para t razar una historia fresca y sencilla en la que pone énfasis en la infancia de uno de los personajes emblemát icos de la música venezolana. Plant eada como una sucesión de acont ecimientos en los que la est ruct ura dramát ica da paso al relato y a la exposición de sit uaciones; Teresita cumple su objet ivo de int roducir a niños y niñas en el mundo del art e para sensibilizarlos hacia la música y hacia el inst rumento, que le permit ió a Teresa Carreño, a sus escasos siet e años, present arse ant e los más exigent es públicos de la época. Heli Espinoza Bert i, nacido en Caracas el 3 de agosto de 1968, es el autor de est a pieza, que por ser su primogénit a obra dramát ica segurament e se resient e de alguna fragilidad en su est ruct ura y en el diseño de sus personajes, hechos que no invalidan su selección como mat erial de t rabajo; y, sobre todo, como documento de un art ist a que part iendo de la historia, crea y recrea momentos escénicos que han sido bien apreciados por crít icos y público, al punto de haberse hecho merecedora est a pieza del Premio del Teat ro Infant il Nacional –TIN– 2001 en la cat egoría dramat urgia. Heli Espinoza Bert i es un hombre de t eat ro que llega a la dramat urgia como ext ensión de su vena promotora, facet a que le ha permit ido t ransit ar experiencias gerenciales con el Teat ro del Cont rajuego, Fest ival Int ernacional de Teat ro de Caracas, At eneo de Caracas, laFundación Simón Bolívar de Cuba, la Fundación del Niño y el Teat ro Tilingo, inst it ución que dirige desde el año 1997 y en la cual est renó Teresita el 7 de julio de 2001, bajo la dirección de Vicent e Albarracín y con la act uación de Irma Borges (present e en est a Antología t ambién como autora) en el papel prot agónico. Teresita es muest ra de una dramat urgia que pone el énfasis en la 263

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divulgación de la obra, de nuest ros propios t alentos, inyect ando musicales dosis de autoest ima a un país definit ivament e urgido de modelos y referencias dist intos a los héroes y heroínas que la cult ura de masas nos obliga a consumir.

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Personajes Parmana / Miss Pearson Ni単a (Teresa) / Teresit a Manuel Antonio Primo Emilia Clorinda Manuelito Tadeo

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ACTO ÚNICO

Escena I Parmana entra en la sala de teatro, furiosa por el tráfico y por el incidente que tuvo con el taxista. PARMANA: ¡Ay, qué t arde es! ¡Miren la hora! Buenos días, discul-

pen el ret raso, pero esque he t enido un día bast ant e insólito. De verdad no sé... ¡Realment e, no sé por dónde comenzar! Imagínense que me mont é en un t axi y le pedí al conductor que me llevará al Teresa Carreño. ¿Saben lo que ocurrió? Yo agarré mi periódico y me puse a leer y, cuando veo, ¡estoy en camino al Hospit al Pérez Carreño! Entonces, agarré y le dije al t axist a que se parara y me bajé del carro... Y, bueno, vengo caminando desde la autopist a. ¡No es posible que alguien de Caracas confunda el Teat ro Teresa Carreño con el Hospit al Pérez Carreño! Les confieso que me molest a un poco, y me preocupa mucho que la gent e no sepa quién fue Teresa Carreño. ¡Bueno, vamos a lo que vinimos! Da unas notas en el piano para iniciar el solfeo. Además del solfeo, hoy íbamos a hablar sobre la iniciación musical; pero no me puedo concent rar, y creo que lo mejor es que le dediquemos la clase a hablar sobre Teresa Carreño, si no t ienen inconvenient e... ¡Una pregunt a! (Sesión con el público.) ¿Ust edes saben quién es Teresa Carreño? ... ¡Pianist a, eso fue! ¿A qué edad tocó su primer gran concierto? (Espera respuesta del público.) Fue a los 8 años. ¿Alguno de ust edes toca un inst rumento musical? (Interacción con el público.) 267

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Una niña del público levanta la mano. Parmana la mira y la invita al escenario. PARMANA: ¿Y qué tocas en el piano? NI ÑA: Mozart , Chopin... ¡música clásica, pues! Y algunosvalses ve-

nezolanos. También me sé una pieza de Teresa Carreño. PARMANA: Ay, qué dest acada, ¡fabuloso! Y apart e de la música que

tocas, ¿qué t e gust a escuchar? La Niña responde mencionando grupos o cantantes famosos del presente. Chica, ¿y cómo t e llamas? Ni siquiera t e he pregunt ado t u nombre, ¡qué horror! NI ÑA: Teresa. PARMANA: ¡Jum!, Teresa, ¿no? ¡Qué casualidad, igual que nuest ro

personaje famoso de hoy. Bueno, Teresa, t ú me vas a ayudar a cont arle a est as personas la historia de la vida de Teresa Carreño. ¿Sí? Va a la banqueta del piano a sacar una biografía de Teresa Carreño. Teresa Carreño nació en Caracas el 22 de diciembre de 1852... ¡No!, se me ocurrió algo mejor: vamos a cont ar la historia de ot ra manera. Ent ra por ahí (le señala a la Niña la orilla del telón) para que me ayudes. Toca unos acordes de “Tierras altas”. Sube el telón y va a mover el piano junto con Tadeo. Abre las puertas del paisaje del piano. Est amos en Caracas en 1862, la Caracas de t echos rojos, la Caracas pequeña, limpiecit a. ¡No como ahora que est á llena de edificios enormes amuñuñados ent re sí y toda llena de cont aminación! La ciudad est á rodeada de mont añas y est á cubiert a por la inmensidad de un cielo azul. Quiero presentarlesalospersonajesdeestahistoria. Primero, Manuel Antonio Carreño, el padre de Teresit a, un hombre 268

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muy elegant e y culto, ¡buenmosísimo! Su esposa, Clorinda, madre de Teresit a. La hermana mayor de Teresa, Emilia. ¡Ella me encant a, est á enamorada de su primo! Bueno, esa espart e de la historia, no debería adelant arlesnada. Y como en toda casa no falt a un pequeño que fast idie a los mayores, est á Manuelito, el hermano de Teresit a. (Él la fastidia.) ¡Ay, Manuelito, suelt a! Es una mañana soleada. La Niña se cambia de traje y aparece vestida con un traje propio de la época. Teresit a corre como siempre por su casa. Est a pequeña siempre est aba apurada y siempre llevaba en su brazo a su muñeca. Toca dos compases de “Highland”.

Escena II Casa de la familia Carreño. Manuel Antonio Carreño habla con su hija. MANUEL ANTONI O: ¡Teresit a... Teresit a, no corras! Eso es de gent e

maleducada. La gent e educada nunca est á apurada. Mira hija, t e preparé ot ro ejercicio, ést e t e divert irá mucho. Teresa corre y abraza a su padre, se sienta en el piano y toca. (Este ejercicio debe ser ligero y con mucho ritmo.) Bueno hija, debo irme al Minist erio. Est a t arde, cuando regrese, lo pract icaremos. ¡Clorinda, llegaré a las 5 de la t arde! PARMANA: Teresa camina hacia un lado del jardín y encuent ra a

Emilia con su primo. Durante esta escena de Emilia y el Primo “El Guitarrero”, Parmana toca el piano normal, y continúa cada vez con una octava más arriba, hasta que se besan. 269

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PRI MO: Emilia, quiero casarme cont igo. Y que t engamos una fami-

lia muy grande. EMI LI A: Yo t ambién. Eso es lo que más deseo en el mundo. TERESA: ¡¡¡Emilia se va casar!!! EMI LI A: Teresit a, por favor no digas nada, t e lo pido. PRI MO: Teresit a no le digas nada a mi t ío, ¡se pondría furioso con-

migo! El Primo se despide, besando a Emilia, y sale corriendo. EMI LI A: ¡Teresit a! TERESA: ¿Dime? EMI LI A: Por favor no le cuent es nada a papacito ni a mamacit a has-

t a que yo se los diga. TERESA: (En tono de reclamo.) ¡Es que ya t ú no quieres jugar con-

migo, t ú me abandonast e! EMI LI A: ¡Eso no es cierto hermanit a! Lo que ocurre es que me ena-

moré. La melodía “Isabel” suena en piano. Teresa agarra su muñeca, corre, y se sienta en el piano.

Escena III Suena el ejercicio en el piano. TERESA: (Teresita sienta a su muñeca como espectadora y empieza

a tocar.) ¿Qué ocurre? ¡No t e pongas t rist e! Yo nunca t e voy a abandonar, fíjat e que cuando sea una gran concert ist a t e llevaré a todos mis conciertos, t ú siempre me acompañarás. ¡Yo sé que t ú eres mi mejor amiga, eres como mi hermana, siempre est arás conmigo! EMI LI A: Cuando t enga una hija, quiero que sea como t ú.

Cesa el piano. 270

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PARMANA: ¡Ay, t an lindas las hermanas!

Uno pelea mucho con los hermanos, pero los quiere más que el carrizo. (Interperlando al público.) ¿Verdad?¿Cuántos de ust edes t ienen hermanos? ¿Pelean mucho con ellos? ¿Y los quieren? Yo t ambién t engo una hermana y la quiero muchísimo, aunque cuando éramos chiquit as peleábamos casi todos los días. En fin, ést a era una familia feliz; pero, como en todas las historias, siempre hay malas not icias. Acordes dramáticos en el piano.

Escena IV Llega Manuel Antonio a la casa. Clorinda se encuentra arreglando unas flores. Él está un poco nervioso. MANUEL ANTONI O: ¡Tengo malas not icias!, debemos irnos del país. CLORI NDA: ¿Qué ocurre? MANUEL ANTONI O: Nuevament e los cambiospolít icos; y ust ed sabe

que siempre culpan a alguien del gobierno ant erior. CLORI NDA: ¿Y cuál es nuest ra sit uación?... ¿Qué haremos con Emi-

lia? Ella no querrá viajar con nosot ros, sabemos que est á muy enamorada de su primo, lo he visto cort ejándola. MANUEL ANTONI O: Pues t endrá que viajar con nosot ros, esto no es

una decisión de niños. Emilia está escuchando la conversación de sus padres e irrumpe en la charla. EMI LI A: ¡Pero yo no quiero ir, estoy muy enamorada!... MANUEL ANTONI O: ¡Emilia t endrás que hacer lo que nosot ros diga-

mos! EMI LI A: ¡¡¡Pero papacito, no me hagas esto!!!... ¡¡¡Mamacit a, por

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CLORI NDA: ¡Emilia, compórt at e y deja el t eat ro!, eso es para los

actores. EMI LI A: ¡¡¡Por favor!!!... (Sale llorando de la escena.) CLORI NDA: Yo t ampoco quiero irme de mi casa. No dije nada porque

est aba la niña, pero no quiero abandonar mi pat ria. ¡No somos unos ladrones, somos gent e honest a! MANUEL ANTONI O: ¡Lo sé!... pero, con los cambios polít icos que

est án ocurriendo en el país, corremos peligro; y muy pronto seré sust it uido como Minist ro de Finanzas. Además, como todos los gobiernos, siempre buscan a algún culpable de los desast res y prefiero que nadie de mi familia corra el riesgo. Nos mudaremos por un t iempo a Est ados Unidos. CLORI NDA: Por lo pronto, me encargaré de preparar a Manuelito y a

Teresit a para el viaje. MANUEL ANTONI O: Ent ienda que lo hago por nosot ros, por nues-

t ros hijos. CLORI NDA: ¿Cuándo nos vamos? MANUEL ANTONI O: En t res días debemost ener listo todo, y salir del

país lo ant es posible. Hablaremos con Emilia y le explicaremos toda la sit uación. PARMANA: ¿Y Teresit a? MANUEL ANTONI O: Y Teresit a... ¿dónde est á Teresit a? PARMANA: (Al público.) Niños, ¿ust edes no han visto a Teresit a?

Ayúdenme a buscarla. (Ad libitum.) CLORI NDA: Debe est ar en el jardín. PARMANA: ¡Ay, se quedó dormida en el jardín! (Le da un besito y

sale de escena.)

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Escena V Teresita está acostada en el patio de la casa, rendida, con su muñeca en brazos. Despierta. TERESA: Hola, padre. MANUEL ANTONI O: ¡Hija, t e quedast e dormida!... ¿Pract icast e los

ejercicios? TERESA: Sí. MANUEL ANTONI O: (Mira a su pequeña hija con cierta tristeza.) ¿Te

gust a el Ávila? TERESA: Sí, ¡mucho! MANUEL ANTONI O: Hija, t e tengo una sorpresa, ¡nos vamos de viaje! TERESA: ¿A dónde? MANUEL ANTONI O: Viajaremos a Est ados Unidos, será sólo por un

corto t iempo. Quiero queManuelito, Emilia y t ú aprendan inglés y conozcan sit ios muy bellos. Además podré est ar más cerca de ust edes. TERESA: ¿Puedo llevar mi piano? MANUEL ANTONI O: ¡Um!... creo que no. ¡Lo siento hija!, lament a-

blement e será imposible llevarlo. Es un viaje muy largo y no t enemost iempo deembalarlo. Te prometo que allá tendrás ot ro mejor. TERESA: ¡Quiero llevar mi piano! MANUEL ANTONI O: Hija, es imposible, no t enemos el t iempo sufi-

cient e. TERESA: Pero, ¿qué hago? ¡No lo puedo dejar! MANUEL ANTONI O: No t e preocupes, ya encont raremos una solu-

ción. ¿Y por qué no se lo dejas a t u abuela Gert rudis? TERESA: Voy a cont arle a mamacit a que nos vamos de viaje.

Teresita corre y busca a su madre. 273

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TERESA: ¡Mamacit a, viajaremos a Est ados Unidos! PARMANA: ¡Tadeo! ¡Tadeo, ven a mover esto! Ahora los amant es se

van a encont rar. ¡Quizás por últ ima vez! En el piano toca “El Guitarrero”.

Escena VI Emilia y su Primo están llorando porqueesa será su última noche. Teresita escucha escondida y mira con admiración aquel cuadro tan romántico. Mientras la infeliz pareja se jura amor eterno, Teresita decide tocar una balada romántica para los jóvenes amantes desesperados. EMI LI A: No t e olvidaré nunca, t e voy a esperar. PRI MO: Lo que haré es que, t an pronto t enga la edad suficient e,

viajaré a Est ados Unidos y nos casaremos. Parmana toca al piano: “Yo no te olvidaré”.

Escena VII Manuel Antonio y Clorinda escuchan la música que está sonando. Clorinda llora. CLORI NDA: Manuel, no podemos dejar así nuest ra pat ria, en ese

país jamás seremos los mismos. MANUEL ANTONI O: Créame que lo est oy haciendo por el bien de

todos. CLORI NDA: Emilia no nos perdonará nunca... ¡será muy infeliz!

Manuel Antonio se toca la cabeza con angustia y tristeza.

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Escena VIII En la sala de la casa Manuel Antonio cubre a Teresa con una capa. Clorinda está desconsolada. Para de tocar el piano. MANUEL ANTONI O: ¡Ya es hora!... Emilia, le pedí a Tadeo que no

mont ara t us cosas, quiero que t e quedes y que seas muy feliz. No est aremos para t u boda pero de igual forma sabes que t endrás nuest ra bendición. Emilia abraza a su padre y llora, luego besa a Clorinda y a Teresita. EMI LI A: ¡Papaíto, gracias... muchas gracias! Por favor cuida mucho

a Teresit a y a mamacit a. (Se dirige hacia Teresa y la abraza.) Prest a más at ención en los est udios y cuida mucho a mamacit a y a papacito. Siempre t e voy a querer mucho... (Abraza a su madre.) ¡Gracias, mamacit a, gracias! MANUEL ANTONI O: (Dirigiéndose al Primo.) Tienes que cuidarla mu-

cho. Les doy mi bendición y espero que sean muy felices. PRI MO: Se lo prometo t ío, lo prometo.

Manuel Antonio, Clorinda y Teresita salen de la casa. El Primo abraza a Emilia y ésta se da cuenta que Teresa dejó su muñeca en el piano. EMI LI A: ¡Teresa, Teresit a!... (Teresa se devuelve.) Cuida mucho a t u

muñeca, ella siempre t e prot egerá. TERESA: Cuando sea grande, y t enga novio, y me case, y t enga una

hija, se llamará Emilia. (Las dos hermanas se abrazan.) CLORI NDA: ¡Niños!

Teresa sale de escena.

Escena IX PARMANA: La familia abandona su país; pero los viajes de aquel

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entonces eran algo ent erament e dist into de los de hoy en día. Hoy en día uno reserva por int ernet , hace predespacho en la oficina de la línea aérea y se va al aeropuerto; y se mont a en su avión chévere con asientos cómodos, aire acondicionado, aeromozas, etcét era. Ellos no, ellos t uvieron que irse por una carret era de t ierra espantosa hast a el puerto donde tomarían el barco que los llevaría a Est ados Unidos. Pero el camino lleno de incomodidades y de nost algia se reconfort a con la aparición de una inmensidad azul, que t ransforma la mirada de todos los viajeros en un mar de esperanza y fut uro. CLORI NDA: ¿Algún día volveremos?

Manuel Antonio la abraza. TERESA: Papá, ¿cuándo regresaremos? MANUEL ANTONI O: Pronto hija, muy pronto.

Manuel Antonio agarra una pequeña concha de mar.

Escena X Parmana interviene y narra el viaje de esta familia. PARMANA: ¡Ot ra revolución más explot a en Venezuela! No vayan a

creer que las revoluciones son cosa exclusiva de nuest ros t iempos; ¡no!, siempre ha habido revoluciones en est e país. Los nuevos cambios en la polít ica hacen que est a familia se exilie en Nueva York. Manuel Antonio Carreño, su esposa Clorinda y sus hijos Teresa y el pequeño Manuel Antonio, nunca más volvieron a cont emplar juntos las cost as venezolanas. Est a despedida signó para siempre la vida de nuest ra prot agonist a, quien nunca se sint ió de ninguna part e. En Est ados Unidos era venezolana, en Venezuela era considerada de ot ro país y en Europa era lat i-

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noamericana. Ese andar errant e marcó para siempre su vida profesional y personal... Volviendo a nuest ro viaje, Teresit a a los ocho años viaja a un país del cual no conoce su idioma, ni su cult ura, ni nada. Un lugar lleno de sorpresas, donde llegará a ser más admirada y respet ada que en su propio país. En una escuela en Nueva York, Teresit a est udia con Miss Pearson, una t utora muy rígida y chapada a la ant igua. Una mujer con pensamientos poco progresist as. No como las de ahora que est udian t anto para ser maest ra y quieren t anto a los niños. ¡Miss Pearson! ¡Miss Pearson! ¡Le toca! ¡Ay!, ¿dónde est ará? ¿Será que no ha llegado? Sale de escena a ponerse peluca roja de Miss Pearson.

Escena XI Una escuela privada en New York. La pequeña Teresa está retraída, con su muñeca. MI SS PEARSON: (Entra cantando una canción infantil en inglés.

Habla con acento.) Dame esa muñeca. (La pone encima del piano.) The American History is one of t he most import ant ... (Observa a Teresa.) TERESA: Miss Pearson, puedo... MI SS PEARSON: ¡Teresa, be quiet ! Cierra boca niña. Eres muy rebel-

de, siempre hablando. No paras ni un momento de hablar. Tendré que conversar con sus padres para que le llamen la at ención. Ust ed es una niña muy inquiet a... Ust ed lo hace a propósito para alt erarme... ¡Voy tomar mi t é!, regreso en un momento, quiero que por favor lean la página 15. Señorit a, le agradezco que se limit e a su lect ura que debemos avanzar en historia. (Sale y vuelve a entrar.) ¡Y no toque el piano! 277

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Miss Pearson sale. Teresa se levanta y comienza a acomodar sus muñecos, jugando a que está llevando a cabo una audición para el elenco de una opereta. Teresa se levanta y agarra a su hermano Manuel Antonio y lo ubica dentro del grupo de gente que audicionará para la opereta. TERESA: (Jugando.) ¡Un momento, deben t ener paciencia! Llenen

la planilla con sus datos. ¡Que ent re el primero! Veamos, ust ed... (Teresa toca el piano. Se tapa los oídos.) Disculpe, señor, pero no es lo que est amos buscando... De todas maneras, si ust ed quiere, le puedo dar algunas clases, y estoy segura que mejorará. ¡Ay, qué difícil ha result ado est a selección! Pero, ya est amos listos para present ar est a operet a en el Irving Hall... “¡Gran Concierto de Virt uosos! Con la Principal Concert ist a Teresit a y un Grupo de Grandes Virt uosos”. Teresa, con su lápiz, da inicio a la orquesta y empieza a tocar el piano. (Música por definir.) Mientras tanto Miss Pearson se asoma y observa a Teresa jugando. MI SSPEARSON: ¿Ustedesqué creer que est án haciendo? Todosvuel-

van a su lugar. (Teresa camina en puntitas a su puesto.) ¡Ust ed no, Teresa! ¡Stop! ¿Qué le dije? Siempre con la dispersión y la fant asía. ¡Ust ed hace esto para enloquecerme! NI ÑO: ¡Miss Pearson! MI SS PEARSON: ¡Get out ! Nunca serás una gran concert ist a. Ese es

un t rabajo de hombres, las mujeres est án hechas para el hogar y la familia, y esa es mi misión aquí... NI ÑO: ¡Miss Pearson! MI SS PEARSON: ¡Get out ! Prepárat e para que seas una buena ama

de casa y sepas criar a t us hijos. Teresita la observa con rabia y resentimiento. TERESA: ¡Yo quiero ser concert ist a y seré la más grande! NI ÑO: ¡Miss Pearson!

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MANUEL ANTONI O: ¡Buen día Miss Pearson! MI SS PEARSON: (Reacción de espaldas a la llegada de Manuel Anto-

nio.) Buenos días, Doctor. Teresit a siént at e querida. (Es exageradamente cariñosa con Teresita.) Doctor, debo hablar urgent ement e con ust ed. La niña siempre est á dispersa, no prest a at ención y t rat a de desordenar al grupo de niños. Est a sit uación cada vez es más difícil y quizás podría perjudicar el fut uro de la niña. MANUEL ANTONI O: Miss Pearson, Teresit a dice que ust ed la regaña

cont inuament e y la ridiculiza en público. MI SS PEARSON: ¡Ay!, disculpe Doctor, permít ame reírme. Eso es

una calumnia. ¡Teresit a, debes aclarar esa sit uación con t us padres! Repentinamente, Manuelito se cae; Miss Pearson hace ademán de golpearlo con la regla gigantesca que lleva en la mano, pero se contiene porque está el papá. MI SS PEARSON: Haz como Manuelito que siempre est á calladito. MANUEL ANTONI O: En casa est aremos más pendient es de su com-

port amiento. MI SS PEARSON: ¡Claro Doctor!, igualment e nosot ros aquí en la es-

cuela. MANUEL ANTONI O: Bueno, niños, vuelvan a la clase.

Manuel Antonio sale, Miss Pearson lo despide. MI SSPEARSON: ¡Bye bye, doctor Carreño, have a nice day! (Regresa

enfurecida.) ¡Escucha niña!, est e es un mundo de hombres y vas a sufrir mucho si crees que podrás lograr algo dist into, t ú que eres mujer. Se va acercando a Teresa para pegarle. Entra el padre de la pequeña. ¡No seas tont a! Además, eres una chismosa. ¡Vas a ver lo que t e va a ocurrir!

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MANUEL ANTONI O: ¿Qué es lo que va a ocurrir, Miss Pearson? MI SSPEARSON: (Exculpándose.) Est ábamos ensayando una obra de

Shakespeare, míst er Carreño. MANUEL ANTONI O: ¡Teresit a, Manuelito, vayan afuera con su ma-

dre! MI SS PEARSON: Creo que todo esto es una confusión... ¡Disculpe!,

es que me puse un poco nerviosa. MANUEL ANTONI O: Creo que ha sobrepasado el límit e de la confian-

za deposit ada en ust ed. Creo que a nadie le hace daño que la niña t enga la fant asíade ser una concert ist a; y creo que ha sido muy dura con ella. Le informo que present aré mi queja ant e el Director de la escuela; y espero que nunca más vuelva a t rat ar de cast igar a ningún niño de esa forma t an ruda y egoíst a. Teresa se devuelve hacia Miss Pearson. TERESA: Mi muñeca. MI SS PEARSON: No, por favor Doctor Carreño, se lo suplico, no es lo

que ust ed piensa, no haga eso... Mueve el piano grandote. Al salir, sequita la peluca de Miss Pearson, ayuda a Teresita a cambiarse de traje y va a meterse dentro del piano grandote.

Escena XII Clorinda entra y le manifiesta su preocupación a Manuel Antonio. CLORI NDA: Teresit a sigue t eniendo problemas con los maest ros. No

podemos seguir cambiándola de maest ros. La niña est á t eniendo problemas con susest udios, lo único que quiere es est ar tocando el piano y los ejercicios que compusist e para ella. Todos los maest ros dicen que est á muy dispersa y que no se concent ra en las clases. 280

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MANUEL ANTONI O: ¡Tont erías, tont erías, es que Teresit a es muy in-

t eligent e!... Además, son demasiadoscambios, y la niña a lo mejor ext raña Venezuela. Por cierto, est a noche vendrán unosamigos crít icosque posiblement e nosayuden a conseguir una audición para Teresit a con el maest ro Got tschalk; eso sería perfecto para nuest ra hija. ¡Imagine, el mejor pianist a de Est ados Unidos ayudando a nuest ra Teresit a! CLORI NDA: Ent iendo toda su preocupación por conseguir un buen

profesor para Teresit a, pero recuerde que nuest ra sit uación ya no es la misma; y est amos gast ando mucho dinero en conseguir un buen profesor para la niña. No est amos en condiciones económicas para aguant ar estos gastos. MANUEL ANTONI O: Tiene razón, le prometo que est a será la últ ima

vez. PARMANA: ¡Hola! ¡Soy yo ot ra vez! Manuel Antonio Carreño era un

hombre apasionado y met iculoso. Había escrito un libro llamado “Manual de urbanidad y buenas cost umbres”, gracias al cual recibía una pequeña rent a en dólares. ¡Se imaginan si fuera hoy en día y como est á el dólar!... El libro hablaba sobre las cosas que se debían y las que no se debían hacer. Es que est e hombre anhelaba hacer de Venezuela un lugar maravilloso y seguro, dondepudiera llevarse una vida feliz. Él comprendía que esto era más necesario que preocuparse por un sist emapolít ico, por muy adelant ado que fuera... Después de mucho andar y llevar a Teresit a a hacer pequeños conciertos, aquí y allá, para most rar lo bien que tocaba, un día logra que un profesor muy import ant e acept e hacerle una audición a Teresit a. Esto marcará su vida.

Escena XIII MANUEL ANTONI O: ¡Clorinda!, ¡Teresit a!

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CLORI NDA: ¿Qué ocurre? TERESA: ¿Sí, papá? MANUEL ANTONI O: ¡Lo logramos! El maest ro Got tschalk acept ó

hacerle una audición a Teresit a. Todos reaccionan con alegría. Parmana se queda hablando sola y, al darse cuenta, se van desvaneciendo sus comentarios. PARMANA: ¡Al fin! ¡Ay, gracias a Dios! ¡Es just icia, después de t an-

tos esfuerzos! ¡Alabada sea la Sant ísima Virgen! Teresita corre emocionada y abraza a su padre. Clorinda considera la situación con mucha preocupación. CLORI NDA: (A Teresa.) Por favor, ve a t u habit ación. MANUEL ANTONI O: ¡Ant es de que diga nada!... Es una gran oport u-

nidad, la que siempre hemos est ado esperando, la que Teresit a necesit a. CLORI NDA: La que ust ed siempre ha esperado, no la niña. Teresa

t iene esas fant asías como todos los niños que sueñan con algo en la vida, pero ella es muy pequeña para somet erla al rit mo de vida de un art ist a. Siempre se escuchan unas historias que me at erran. MANUEL ANTONI O: ¡Clorinda, por favor! CLORI NDA: Sé que es una decisión tomada. Sólo estoy cumpliendo

con advert ir lo que podría ocurrir. Manuel Antonio sale de la casa con Teresa. Se cierra el piano grandote y Parmana y Tadeo salen por debajo.

Escena XIV Parmana vuelve a entrar a escena. MANUEL ANTONI O: Teresit a, hija... ¡Debes poner más de t u part e!

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TERESA: Est á bien papá. MANUEL ANTONI O: Tienes que grabar una pequeña muest ra que

debo llevar al maest ro para que conozca t u virt uosismo. TERESA: ¿Qué es grabar?

Parmana le pasa una botella a Manuel Antonio. MANUEL ANTONI O: Esuna forma de dejar at rapados lossonidos. Por

ejemplo, t ú agarras una bot ella y grit as muy duro. ¡Veamos, grit a algo!... Teresa grita y Manuel Antonio tapa la botella, luego la destapa y no escuchan nada, otra vez tratan de hacerlo y no ocurre nada. MANUEL ANTONI O: Bueno, es algo así, ¿sabes?, donde se quedan

at rapados los sonidos. TERESA: ¿Dónde?

Manuel Antonio saca una pequeña concha de mar. Teresa la escucha y ríe. MANUEL ANTONI O: Ese es el mar de t u pat ria, nunca lo olvides.

Manuel Antonio y Teresa arrojan la botella y, cuando lo hacen, de ella sale el grito de Teresa. Ellos ríen. Parmana se queda en escena con la botella. PARMANA: ¡Ah!, eso era lo que quería explicar Manuel Antonio. El

sonido quedó at rapado. Ahora nos vamos a ir al est udio de grabación dondeTeresit a vaa dejar para siempregrabado el sonido de su virt uosismo. ¡Al estudio de grabación!

Escena XV Manuel Antonio y Teresa en el estudio de grabación. Durante la escena Teresita hace tres intentos fallidos de tocar. (En las primeras dos ocasiones se tocan compases de “Tierras altas”.) Ella desiste. 283

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MANUEL ANTONI O: Tienes que empezar. TERESA: Papá, no t engo a mi muñeca, la olvidé en casa. MANUEL ANTONI O: Teresa, debes t rat ar, hija.

Teresa se pone nerviosa y toca mal todas las piezas. MANUEL ANTONI O: ¡Teresit a, debes concent rart e!, est e lugar cues-

t a mucho por hora y t ú no quieres que papá se arruine y que mamá nos mat e por gast ar el dinero. TERESA: Lo siento, voy a t rat ar. MANUEL ANTONI O: ¡No, Teresit a, no!... PARMANA: (Saca a la gente del estudio de grabación.) ¡Goodbye,

goodbye! Miedo a las grabaciones. Ést e fue su gran problema, miedo a las grabaciones. Hoy en día con los derechos de los niños y toda la prot ección que t ienen, no hubieran podido forzarla a tocar. Teresa Carreño, siendo una de las mejores pianist as del mundo siempre le t uvo miedo a grabar. Se cuent a que siempre se ponía muy nerviosa a la hora de ent rar a un est udio de grabación. Y ese día su padre t uvo que buscar su muñeca para que la niña grabara. Bueno, así pasaban los días: Teresit a peleando con las grabaciones y los padres esperando alguna respuest a de t ant as puert as que habían tocado. Pero esperaban la respuest a que llegaría, por el correo, claro, y ni siquiera aéreo. Para colmo, en esa época no había int ernet , ni nada por el est ilo. Hoy en día prendemos la comput adora y ¡zas! www punto com va y punto com viene. Tadeo la toca en el hombro y le muestra una carta. ¿Qué es esto? ¡Ay, negro, no me digas!... ¡Correo! ¡Llegó el correo!

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Escena XVI En el apartamento de la familia Carreño en Nueva York. Manuel Antonio llega feliz. CLORI NDA: ¿Y cuándo será? PARMANA: ¡Sí, habla, hombre! MANUEL ANTONI O: El próximo 25 de noviembre. PARMANA: ¡Ay, pero eso es ya, no falt a nada! CLORI NDA: ¿Dónde? MANUEL ANTONI O: Escuchen... ¡“Irving Hall”! PARMANA: ¡Ay!, el Irving Hall es un t eat ro import ant ísimo donde

sólo se present an los más grandes virt uosos. MANUEL ANTONI O: “First Appearance in Public of Miss Teresa

Carreño, The Child Pianist , 8 Years of Age”. Parmana traduce lo que dice Manuel Antonio Carreño. PARMANA: “Primera present ación en público de la Señorit a Teresa

Carreño, la niña pianist a, 8 años de edad.” CLORI NDA: Sabe lo que pienso al respecto.

Teresa se esconde debajo del piano. MANUEL ANTONI O: ¡Ést a será su gran present ación!

Teresa sale y se sienta en el piano y empieza a tocar, retando a su madre. Clorinda la escucha y sale de la habitación.

Escena XVII PARMANA: Yo ent iendo que la mamá se preocupe, pero esla oportu-

nidad que est aban esperando. ¡Hoy es la gran noche!, la pequeña Teresa ha t enido que vencer pequeños obst áculos. Hoy será la gran noche que le represent ará invit acionespara dar conciertos, hast a ant e el president e Abraham 285

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Lincoln. Est a noche será su gran consagración; sus manos serán est udiadas y todo el mundo se pregunt ará quién es est e gran prodigio de la música. ¡Hoy, la vida de la pequeña Teresa cambiará! TERESA: ¿Mamá, aún est ás brava? CLORI NDA: ¡No, hija! ¿Cómo voy a est ar brava con mi niña? Quiero

lo mejor para t i, es sólo eso. ¡Est arás brillant e! Manuel Antonio entra. MANUEL ANTONI O: Ya est á t odo listo, debes ent rar a escena. ¡Ya

sabes, con t ranquilidad! Teresa sale y empieza a caminar. MANUEL ANTONI O: ¿Est ará nerviosa? CLORI NDA: No.

Teresa se devuelve. TERESA: Quiero llevar mi muñeca. MANUEL ANTONI O: No hija, est a vez no puedes. CLORI NDA: Vamos a hacer algo, yo la cargaré y t ú podrás verla des-

de el piano. PARMANA: Y así comienza una de las historias art íst icas musicales

más bellas del mundo. A part ir de hoy su vida no será la misma. A part ir de hoy se convert irá en la gran concert ist a, en la gran pianist a, la gran int érpret e. Hast a el punto de que en Caracas un maravilloso t eat ro lleva su nombre: ¡Teresa Carreño!, ¡una ilust re venezolana! Clorinda besa a Teresa y ella camina al piano, se sienta e inicia su concierto con Ronde Brillante.

FIN

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Mátame de ri sa 2002 Karin Valecillos “¡Los detesto, los detesto, los detesto! como a esos payasos que hacen reír a la gente y son el centro de atención de todo el mundo.” SEÑORITA MESOPOTAMIA

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KARI N VALECI LLOS | MÁTAME DE RISA

Mátame de risa (2002) narra la historia de cuat ro payasos: Ludo, Lupo, Lúdino, David y delaseñoritaMesopotamia, directoradel colegio donde est udia David. Ella, a raíz de las bromas que le hicieron los payasos en su noveno cumpleaños, los det est a. La señorit a Mesopot amia sospecha que David pert enece a una familiade payasos, por lo que decide desenmascararlo y t enderle una t rampa en la que sin darse cuent a ella caerá, ya que los ast utos parient es, con bromas y t rucos, logran que la directora cambie su concepto sobre los payasos y casi la mat an de risa. Su autora probablement e sea la más joven dramat urga present e en est a Antología. Karin Valecillosnace en Caracasel 22 de noviembre de 1977 y cursa est udios en la Universidad Cat ólica Andrés Bello, de la cual egresa como licenciada en let ras. Su t rabajo dramat úrgico ha est ado vinculado de manera det erminant e con el Grupo Actoral 80, para el cual ha escrito Isabel sueña con orquídeas (2001), ¿Quién le implora a Napoleón? (2002-2003), Mero, mero, mosquetero (2003) y Mátame de risa, incluida con just icia en est a apretada selección de la másrepresent at iva dramat urgia infant il venezolana. La experiencia docent e y art íst ica de Karin Valecillos la present a como profesora de Cast ellano y Lit erat ura en diversas inst it uciones educat ivas de Caracas, y analist a de libretos para la t elevisión. Su formación t eat ral recibe influencias de maest ros como Miguel Ponce, Héctor Manrique, Frank Spano, Gladys Prince y Mónica Montañez. Mátame de risa se est renó el 2 de noviembre del año 2002, en la Sala de Conciertos del At eneo de Caracas. Sin t emor alguno, podemos afirmar que con Karin Valecillos la dramat urgia infant il venezolana t iene un fut uro lleno de historias int eligent es, a la alt ura de sus espect adores. Con ella se cierra el 289

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ciclo deautoresincluidosen est aAntologテュa, cuya continuaciテウn t iene desde ya la t area de abordar la obrade aquellosdramat urgos con obras post eriores.

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Personajes Ludo LĂşdino Lupo SeĂąorit a Mesopot amia David

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ACTO ÚNICO

Escena I El escenario es la sala de una casa, tiene elementos y colores propios del circo. Comienza a oscuras, alguien trata de abrir la puerta pero no puede. Ludo entra por la ventana, la cierra, enciende la luz; se da cuenta de que las llaves están pegadas. Abre la ventana y se asoma. LUDO: Alguien dejó las llaves pegadas. LÚDI NO: (Desde afuera.) ¡OK!, pero apúrat e.

Ludo cierra la ventana, toma las llaves, vuelve a abrir la ventana, sale y abre la puerta desde afuera. Todos entran. LUPO: La próxima vez que alguno de ust edes, por bobo, tonto, in-

capaz y dement e, deje las llaves pegadas va a t ener problemas. LUDO: Toma, eran t us llaves. LUPO: ¡Ya est án advert idos! LUDO: Y alguien dejó la luz prendida. LÚDI NO: ¡Yo no fui! LUDO: ¡Yo t ampoco! LUPO: ¡Yo menos! LÚDI NO: ¿Sería “Yo”? LUPO: ¿Y David? LÚDI NO: ¿Cómo va a ser David?

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LUDO: No, David no fue, ni siquiera ha llegado. Él anda muy normal

últ imament e. Si t e soy sincero, me preocupa. LUPO: A lo mejor sacó a pasear a “Yo”, “Quien” y “Ust ed”. LÚDI NO: Error. Míralas, est án dormidas debajo de la mesa.

Se ven tres tortugas cerca de un mueble, ellos se acercan y las saludan. LÚDI NO: ¡Hola, Yo! LUDO: ¡Hola, Quien! LUPO: ¡Hola, Ust ed!

Suena el teléfono. Ludo se saca el zapato y lo atiende. LUDO: ¡Aló! ¿Aló? LUPO: ¿De dónde sacast e esa tont ería? LUDO: De la t ele. ¡Aló! ¡Hable más fuert e que no le escucho!

Lupo le quita el zapato. LUPO: (Al oler el zapato.) ¡Ay, larga dist ancia! (Trata de escuchar.)

¿Aló? ¡Aló! ¡Si serás tonto!, ¿no t edas cuent a de que t rancó? LÚDI NO: Número equivocado, segurament e.

Vuelve a sonar el teléfono. LUPO: Ése es el de la casa.

Va a atender, se resbala. Lúdino atiende.

Escena II De un lado del escenario aparece la oficina de la Señorita Mesopotamia SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Buenas t ardes! LÚDI NO: ¿Diga?

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SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Se encuent ra el ingeniero Lúdino? LÚDI NO: ¿Perdón? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Disculpe, ¿me puede comunicar con el

ingeniero Lúdino? LÚDI NO: (Tapa la bocina.) ¡Yo soy ingeniero! ¿Cuándo me gradué? LUDO: No sé, pero no nos invit ast e. LÚDI NO: A lo mejor no t uve t iempo de hacer las invit aciones. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Aló! ¡Aló! LÚDI NO: ¡Aló, mande, hable, aquí el ingeniero Lúdino! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: (Durante la conversación ella manifiesta

un sutil escozor.) ¡Ingeniero, un placer hablarle! Lamento quit arle part ede su t iempo t an valioso. Ya David nos cont ó de la const rucción de la mezquit a. ¡Ay! ¡Qué mal educada soy! No me he present ado. Soy la Señorit a Mesopot amia, la directora del colegio de David. ¡Bueno, seré breve! Siento mucho que el doctor Lupo no pueda asist ir a la premiación de David, ent iendo que lo del ADN y la genét ica nuclear es delicado, más aun si hay un Nóbel de por medio, ¡ust ed comprenderá! LÚDI NO: ¡Absolut ament e nada, pero siga! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: También supe que el arquit ecto Ludo de-

bía viajar a África, ¡es una lást ima! (Se vuelve a rascar.) David le agradece t anto por haberlo iniciado en el fabuloso mundo de las mat emát icas. LÚDI NO: ¡Si él no sabe ni sumar! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Perdón? LUDO: ¡Que viajará a África por mar! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Me parece un poco arriesgado, pero si le

van a pagar 200 millones de dólares... (Se rasca.) Me encant aría que est uvieran en la premiación, David se emo-

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cionará muchísimo. ¡Esmás! Yo misma losbusco, a last res en punto est aré allá ¡Ta, t a! TODOS: ¡Ta, t a!

Escena III Trancan el teléfono, la imagen de la oficina desaparece. LUPO: ¿Premio? LUDO: ¡Premio! LÚDI NO: Premio, ¿no saben lo que es un premio? LUPO: ¡Claro que sabemos lo qué es un premio, tonto! Lo que no

ent iendo es de qué premio habla. LÚDI NO: Yo ent endí perfect o. Nos llamaron desde Mesopot amia

para decirnos que David se ganó una mezquit a, const ruida en África, y que vale 200 millones de ADN y la pagó un t al Nóbel ¿Hay algo que se me olvida? LUDO: Eso no t iene mucho sent ido. ¡Me encant a! ¿Podemos ir a bus-

car nuest ra mezquit a en Mesopot amia? LUPO: ¡Nadie va a ir a buscar nada!, ¿han perdido la razón? LÚDI NO: Sí. LUDO: Es verdad, la mezquit a es de David. LÚDI NO: Pero él es mi sobrino y me la prest a. LUDO: Entonces a mí t ambién... LUPO: ¿Se pueden callar los dos? Tengo que pensar muy bien lo que

me voy a poner. LUDO: ¡Ay! ¡Qué caráct er! ¡Con ust edes el payaso Lupo, el amarga-

do! ¡No paro de reír con su mal amor! ¡Mát ame de risa! LÚDI NO: ¡Ludo, creo que t e va a hacer caso! ¡Corre!

Sale Lupo persiguiendo a Ludo y Lúdino. 296

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Escena IV Oficina de la Señorita Mesopotamia. Entra David comiéndose su merienda. DAVI D: Permiso, Señorit a Mesopot amia. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Miren quién llegó! ¡El sacudidor de bo-

rradores del año! Te t engo un plan para est a t arde que t e va a encant ar: t us t íos y t u papá est arían t an orgullosos de saber que eres un niño t an cort és, que siempre se queda a sacudir el borrador, pasa la list a, corrige las caligrafías, borra el pizarrón y hast a infla los balones de Educación Física, y (quitándole su comida) hast a compart e su merienda conmigo. ¡Qué lást ima que t u familia no pueda venir! DAVI D: Sí, una lást ima, ya sabe est án ocupados. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Lo sé!, eso fue lo que me dijist e y t ú

siempre me dices la verdad. Tú serías incapaz de ment irle a la Señorit a Mesopot amia, porque sabes que det esto las ment iras casi t anto como odio lospayasos. ¿Lo sabes, verdad? DAVI D: Sí, Señorit a Mesopot amia. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Cuidado, David, si has pensado por un

minuto en burlart e de mí, det esto lagent e que seburla de mí y hace chist ecitos. ¡Los det esto, los det esto! Los det esto como a esos payasos que hacen reír a la gent e y son el cent ro de at ención de todo el mundo. Yo, yo nunca había sido dejada a un lado como el día de mi cumpleaños. Tenía nueve hermosos años y mi mamit a me había preparado una fiest a. Yo organicé los juegos: “Ponle la raíz cuadrada ala fracción”, “Adivina el logarit mo escondido”, “Di con mímica la fórmula química” ¡Pura diversión! ¿No t e parece? DAVI D: Sí, Señorit a Mesopot amia. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Y t uvo que venir ese payaso a arruinarlo

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todo. Con sus morisquet as y sus canciones ent ret uvo a mis amiguitos y no me hicieron caso en toda la fiest a. ¿Y sabes cuál fue la peor part e? DAVI D: No, Señorit a Mesopot amia. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Lo peor fue que me rompió mi piñat a de

Copérnico. DAVI D: ¡Copérnico! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Sí, Copérnico, el célebre ast rónomo po-

laco que... ¡Ya, ya... ya bast a! Además est a hora no me la pagan. (Transición.) ¿Verdad que t engo razón para odiar a los payasos? DAVI D: Sí, Señorit a Mesopot amia, yo t ambién odio a los payasos. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Me parece bien, nos vemos en la noche.

¡Ta, t a! DAVI D: ¡Ta, t a! (Sale.) SEÑORI TA MESOPOTAMI A: (No disimula la picazón y se rasca.) Ese

niño me está mint iendo de la manera más descarada y est a t arde lo voy a descubrir.

Escena V Lúdino se encuentra en un trampolín que da a una pequeña piscina interna. LÚDI NO: Aquí est á Lúdino, el experto en saltos mesopot ámicos y

mat usalénicos. (Salta.) ¡Echen paja que voy bajando! ¡Ludo, auxilio! ¡Me ahogo! LUDO: Voy a llamar a emergencias.

David entra y los observa. LÚDI NO: ¡Apúrat e! ¡Glu, glu, glu!

David le extiende la mano, lo ayuda a salir. Ludo regresa 298

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imitando una sirena con un bombillo rojo que simula una ambulancia. LUDO: (Haciendo el sonido de un “walkie-talkie”.) Ahogado a las

t rece. Cambio. En el Mar Muerto. Cambio. Apest a a pescado. Cambio. (Le dan primeros auxilios, salen agua y peces de su boca, se recupera.) Graciasmuchacho. Le hassalvado la vida. ¡Dameesoscinco! Le da la mano con el truco de la electricidad, David no reacciona. ¡Te engañamos! DAVI D: (Concede para no discutir.) Realment e me engañaron. LUDO: ¿Y a qué debemos t ant a felicidad? DAVI D: Nada, yo me voy a mi cuarto.

Escena VI Entra Lupo con el mantel para servir la mesa para el almuerzo. LUPO: David, ¿no t ienes que cont arnos algo sobre un premio que

ganast e en la escuela? DAVI D: No sé de qué premio hablan. Tengo muchas tareas que hacer. LÚDI NO: Mira los espaguet is que t e hizo t u t ío Lúdino, por el pre-

mio que t e ganast e. LUPO: No t ienes por qué ocult arlo, ¿para cuándo nos vas a dar la

sorpresa? LUDO: ¡Ya lo sabemos todo, muchachón! DAVI D: Acabo de recordar que t enía una conversación pendient e

con... con... con ¡las tort ugas! LÚDI NO: ¿Con las tort ugas? ¡Si ellas hace rato que nos cort aron el

habla! 299

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LUDO: Sí, desde que usamos su t anque para hacer sopa. LÚDI NO: ¿Usamos? ¿Quién? LUDO: A “Quien” no, a las t res. LUPO: No nosdetengamosen tonterías. Vamoscampeón, dinos, ¿por

qué t e premiaron? David no le contesta. ¿No nos vas a decir? Ya sé, prefieres que nos ent eremos en la ceremonia. Ya t enemos nuest ros t rajes listos. LÚDI NO: Yo me voy a poner mi corbat a amarilla que hace juego con

mi chaquet a fucsia. LUDO: A lo mejor yo me vaya con algo más sobrio, mi braga de cua-

dros y la camisa anaranjada con mis zapatos verdes no est arían nada mal. LUPO: Me parece perfecto, porque no queremos llamar la at ención.

¡Ést a es la noche de mi hijo, mi pequeño David! Así, con nuest ras mejoresgalas, le damos lasgracias a la amabilísima Señorit a Mesopot amia por haber premiado a nuest ro David. DAVI D: No t ienen por qué darse t ant as molest ias, con que manden

una t arjet a de agradecimiento bast a. LUPO: ¿Qué pasa David? Parece como si no quisieras que t e acom-

pañáramos. LÚDI NO: Me parece horrible que pienses eso de David, él nunca nos

dejaría a un lado, ni se avergonzaría de nosot ros, ¿verdad David?¿David? DAVI D: Es un premio tonto, no t iene import ancia. De verdad no ha-

ce falt a que vayan; además, t ienen que grabar un programa est a noche. Se ahogan. DAVI D: ¿Qué pasó?

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LUDO: Nos bot aron. DAVI D: ¿Ot ra vez?, ¿por qué? LÚDI NO: Bueno, con t ant a t ecnología y el Dragon Ball... LUDO: No import a, pensaremos en un nuevo espect áculo, t enemos

t anto t alento. DAVI D: Sí, pero de puro t alento no se vive, hay que saber ut ilizarlo. LUPO: La verdad es que nos sacaron del programa, David... Yo pen-

sé, ¡por lo menos hay un niño que se ríe cuando nos ve!... Por eso nada import aba, pues t ú eres mi mayor ilusión, me pude haber pasado la vida t rat ando de hacert e sonreír, pero ni siquiera eso puedo hacer. (Sale.)

Escena VII LUDO: No, ya me mareé. DAVI D: Ot al vez inspector sanit ario como el t ío de Claudio, ver si

hay cucarachas y gusanos en las cocinas de los rest aurant es. LÚDI NO: Ése es medio int eresant e, pero no me convence. DAVI D: ¡Papá! Dime t ío Lúdino ¿Por qué debo ser un payaso? A mí

no me gust a... No es que ust edes no t engan t alento, pero es que... LÚDI NO: Pero ¿qué profesión puede ser mejor que hacer reír a la

gent e? DAVI D: Pues a mí no me gust a, no quiero que mis compañeros se rían de mí. Todos los días cuando llego me dicen: “¡Anda David, cuént anos un chist ecito, vale! Es que t ú eres gracioso”. LUDO: ¿Escuchast e? Tiene el don. DAVI D: Yo no soy payaso, ni quiero serlo. LÚDI NO: ¿Qué t e gust aría ser entonces?

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DAVI D: Es un secreto, pero hay algo que me encant a, es apasionan-

t e, divert ido, mist erioso, excit ant e y muy riesgoso. Quiero ser cont ador público. LUDO: Eso me da... da... da... ganas de vomit ar. ¡Es horrible! Per-

dón, pero es espantoso. DAVI D: ¿Y pararse a hacer el ridículo frent e a miles de personas?

¿Qué es? LÚDI NO: ¡Fascinant e! DAVI D: ¿Ven? Yo quiero una familia normal. ¿Por qué no son ascen-

sorist as como el papá de Diego? Todo el día sube y baja, sube y baja, sube y baja, sube y baja. Quizás podrían ser... ¡déjenme ver!... Encuadernadores de follet ines del minist erio, correctores de t extos en sánscrito, separadores de canut illo, cort adoresde lasentradasdel cine, cat adoresde cereales diet ét icos, defensores de los derechos de las paraulat as... ¡Ya sé! ¡Ést e es el mejor! ¡Bibliot ecólogo en la sección de Ant ropología! LUDO: Perdónenme, creo que ahora sí voy a vomit ar. (Hace el gesto

del vómito, saca cintas de colores de su boca.) DAVI D: Tiene que exist ir una profesión más normal. LÚDI NO: Cuando eres payaso eres todo lo que quieras.

Soy payaso. Si soy payaso, soy arquit ecto const ruyo muecas que no mueren con el t iempo. Si soy payaso, soy un doctor y con mi risa yo t e inyecto el buen humor. ¡Qué mejor vida la del payaso!, si t e molest as sólo lanzas un tort azo.

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No t ienes jefe, ni secret aria. Ni una empresa con ext rañas maquinarias. Si soy payaso, soy abogado y yo t e ayudo a vivir despreocupado. Si soy payaso, soy un dent ist a, a mi canción no hay caries que se resist a. ¡Qué mejor vida la del payaso!, si t e resbalas siempre sales bien del paso. No hay error sólo mucha diversión. Ser payaso, ser payaso, ser payaso es lo mejor DAVI D: Todo eso suena muy bonito, pero en la realidad no es así, a

nadie le gust an los payasos. Para la gent e ust edes son ridículos, pasados de moda. LUDO: ¡No import a, tot al, nosot ros vivimos de la imaginación! DAVI D: Por eso a veces parece que no exist ieran, como el payasito

que sale de la caja que me regaló mi mamá; sólo est á ahí cuando alguien la abre, de resto no exist e. Si en mi escuela se ent eraran de que ust edes son payasos no podría regresar jamás. LÚDI NO: ¿Cómo? Si le caímos buenísimo a la Señorit a Alejandría. DAVI D: ¿La Señorit a Mesopot amia? LÚDI NO: ¡Ésa! Yo sabía que era algún nombre ant iguo. DAVI D: ¿Cuándo hablaron con ella? LUDO: Hace rato, pero no t e preocupes, nosviene a buscar a last res. DAVI D: Por eso me amenazó con quit arme el premio. Yo le dije que

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ust edes no podían ir. ¿Cómo le explico que ust edes son payasos? Det est a a los payasos porque un payaso le rompió su piñat a de Copérnico. LÚDI NO: ¡Copérnico!, pero qué heavy. LUDO: Es verdad, t iene razón. DAVI D: Sí, pobre Señorit a Mesopot amia. LÚDI NO: ¿Quién est á hablando de la Señorit a Mesopot amia? Pobre

el payaso que le tocó animar esa fiest a. ¿De qué era el chupet ero? ¿De Einst ein? DAVI D: De lo que sea t ío, el problema más grave ahora es que nece-

sito una familia normal. LUDO: ¡Perfecto, yo seré t u mamá! LÚDI NO: ¡Y yo, la nevera! LUDO: Y “Ust ed” puede ser el perro. LÚDI NO: ¿Yo? LUDO: No, “Ust ed”. DAVI D: Ser normales no es así. No pueden cant ar ni burlarse de la

gent e. Tampoco pueden hacer morisquet as, ni eruct ar, t ío Ludo, peos t ampoco. Pero por sobre todas las cosas no se pueden reír, la gent e normal anda preocupada, molest a, t rist e, angust iada. Si se ríen creo que se mueren. LÚDI NO: Preferiría que me mat en de risa que morir de t rist eza. Por-

que cuando uno se ríe duele la barriga pero no duele el corazón. Si t e mat an de risa es como morir de hipo y no de infarto y de hipo no se muere nadie. LUDO: ¿Y cant ar? Cuando eras más pequeño t e gust aba cant ar y

caminar con nosot ros ¿Ya no lo podemos hacer?

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Escena VIII Entra Ludo. LUPO: ¡Ya no Ludo, le damos vergüenza! LUDO: Aquí est á el más normal de todos. LÚDI NO: ¡Qué bueno que est ás aquí! Vamos a aparent ar ser norma-

les, no nos vamos a reír y nos vamos a amargar; es decir, nos vamos a parecer un poquito más a t i. ¿Qué t al? LUDO: ¿Qué t al que nos vamos? LÚDI NO: Tú no t ienes que fingir mucho, con esa cara de “estoy

harto” que t ienes. ¡Así!, esa es la cara, como de rabia que parece que vas a descuart izar a alguien. LUDO: ¡Y yo creo que es a t i! Nosot ros vamos a pasear a “Yo”; “Us-

t ed” y “Quien”. Con permisito. LÚDI NO: Chau. (Salen.)

Escena IX DAVI D: Va a ser como act uar. LUPO: Y después cierras la caja para que nadie sepa que t ienes una

familia de payasos. Ya conozco de sobra esa historia. DAVI D: Yo sólo quiero ser como los demás. Ellos sí pueden llevar a

sus padres al colegio y yo no. Porque mis amigos no los acept arían. LUPO: ¿Tus amigos o t ú? DAVI D: Desde el primer día que fui al colegio me sent í diferent e.

¿Lo recuerdas? Allí est aban los hermanit os José Luis y Luis José. LUPO: ¿Por qué no puedes?

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Escena X Entran Ludo y Lúdino como gemelos. LUDO: ¿Y t ú? LÚDI NO: ¿Qué? LUDO: ¿Haces? DAVI D: Juego. LUDO Y LÚDI NO: ¡Aaaaah! LUDO: ¿Y t ú? LÚDI NO: ¿Cómo? LUDO: ¿Te? LÚDI NO: ¿Llamas? DAVI D: David. LUDO Y LÚDI NO: ¡Aaaaah! DAVI D: ¿Y ust edes? LUDO: (Señala a Lúdino.) José Luis. LÚDI NO: (Señala a Ludo.) Luis José.

Lupo se acerca cantando. LUDO: ¿Quién? LÚDI NO: ¿Es? LUDO: ¿Ese? LÚDI NO: ¿Payaso? DAVI D: Mi papá. LUDO Y LÚDI NO: ¡Aaaaah! LUDO: Vámonos, Luis José. LÚDI NO: Sí, José Luis. LUDO Y LÚDI NO: No queremos amigos payasos. (Salen.)

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Escena XI DAVI D: Desde ese día supe que no iba a ser fácil. Desde ese día a mí

los gemelitos no me dejan en paz. Me cansé, no quiero esto para siempre. Ya ni siquiera tienen trabajo, son un fracaso. LUPO: ¿Yo soy un fracaso? DAVI D: ¿Por qué no puedes ser un poquito como los ot ros papás? LUPO: Porque pensaba que querías el papá que t enías y ese era mi

mayor t riunfo. DAVI D: ¿Por un día no puedes ser el papá que quiero? LUPO: No, David, porque sólo puedo ser lo que ves. DAVI D: Yo haría lo que t ú quisieras. Ayúdame con la Señorit a

Mesopot amia, yo no quiero que me expulsen. LUPO: ¿Harías lo que yo quiera? DAVI D: Lo que t ú quieras. LUPO: Simplement e quiéreme y acépt ame como soy. DAVI D: No sé. ¿No ves que la Señorit a Mesopot amia odia los paya-

sos? LUPO: A lo mejor no nos odia, a lo mejor sólo la molest amos un po-

quito. Como en el cuento del niño que se ponía furioso y t erminaba con su cuarto, la casa, el planet a y el universo y al final ni siquiera recordaba por qué se había puesto t an furioso. Quizás la Señorit a Mesopot amia ya olvidó la razón de su rabia. DAVI D: Lo siento papá, pero ya t us historias no me convencen, las

cosas son más complicadasde lo quet ú crees. Pero, ¿cómo me vas a ent ender si somos t an diferent es? Yo no quiero que la Señorit a Mesopot amia se decepcione de mí. LUPO: No t e preocupes, no est aré aquí en la t arde. Cerraremos la

caja y así no podrás verme. DAVI D: Será lo mejor para los dos. (Sale.)

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Lupo se queda solo en el medio de la sala y entona una canción. A la t rapeci st a (Letra: Karin Valecillos. Música: Jacky Schreiber) Si me pudieras escuchar en el sueño de t u alt ura, ahora que danzas lejos en el t rapecio de la Luna. Sabrías que nuest ro hijo ya comienza a volar, ya cruza las calles solo y sus t renzas sabe amarrar. Parece un delirio lejano aquel día feliz cuando dormido ent re t us brazos lo miraba sonreír. (Coro) Sabrías que nuest ro pequeño ya sabe sumar, rest ar y cocinar y pronto est as viejas manos no las necesit ará. Ahora para él sólo será un sueño, un delirio quizás. No podré evit ar que siga solo el camino y un día nos aprenda a olvidar.

Escena XII Ludo y Lúdino entran a preparar el sofá para el viaje. VOZ EN OFF: ¡Ladies and gent lemen, please come aboard! LUDO: Lupo, si no vas a ir a lo del premio, ¡mueve el t rasero! Porque

est ás at ravesadísimo en la pist a de at errizaje. 308

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LUPO: Perdón. (Se aparta.) LUDO: Y quit a esa cara de “mi hijo me rechaza”, ¡que no t e luce! LÚDI NO: ¿Tú no vienes? Eres el padre del galardonado. LUPO: Para David creo que esa es la peor part e. ¿Para dónde van? LÚDI NO: A Mesopot amia. LUPO: ¿No y que Mesopot amia venía para acá? LUDO: Yo le dije que era como lo de Mahoma y la mont aña, pero no

me hizo caso. LÚDI NO: Vent e, así paseas y t e dist raes un rato. (Lo sientan en el

sofá.) LUDO: ¿Quién pilot ea? LÚDI NO: Yo. LUDO: No, “Yo” no puede. Yo pilot eo y t ú eres la aeromoza. LÚDI NO: ¡OK! ¡Buenas t ardes. Se le recuerda a los señores pasajeros

mant ener abrochado su cint urón de seguridad. Al lado derecho tienen la bolsa para el vómito si no la pueden usar como sombrerito playero o guarda llaveros, si quieren ir al baño aguánt ense porque Ludo lo t apó con un t elescopio porque andaba buscando la At lánt ida. Sigan con Aerolíneas Mát ame de Risa donde es un milagro si ust ed at erriza. Listos para el despegue! ¡Ok! ¡Gud aft ernun. Rimember pasanyer yu jav t u fasen sit de belt . In de rit side yu jav a vomit bag, if yu wan t u gou t u de resrom, yu wil yu jav t u jol bicos Ludo lo t apo wit h an t elescop. Redy for despegar! (Despegan.) LUPO: Yo mejor me bajo. Señorit a, ¿dónde est á la salida? LÚDI NO: At rás. LUPO: Gracias. LUDO: No lo dejes salir porque nos est rellamos.

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Ludo abre la compuerta, simulan estar en medio de una turbulencia. LÚDI NO: Con razón t u hijo t e det est a, eres más t erco que... que...

¡tú! LUPO: ¿Me det est a? LÚDI NO: ¡Creo que met í la pat a! Ludo agárralo t ú y yo pilot eo. LUDO: Sí, pero pide ayuda. ¡Ven acá Lupo, t ú t ampoco pones de t u

parte! LÚDI NO: ¡Aquí vuelo 000000000! ¡Torre de cont rol, responda! Pa-

dre melodramát ico y t est arudo provocat urbulencia familiar. LUDO: Tú no le has dado la oport unidad. Si él no quiere ser payaso,

bien. ¡Él se lo pierde! No se pueden pasar todo el t iempo peleando. LÚDI NO: Es verdad, además la Señorit a Const ant inopla viene y t ú

lo t ienes que ayudar. LUDO: ¡Mesopot amia! LÚDI NO: ¡Eso!, yo sabía que era un nombre ant iguo. LUDO: ¿Lúdino? LÚDI NO: ¿Qué? LUDO: ¿Quién est á pilot eando? LÚDI NO: Yo. LUPO: Pero est ás aquí y no allá. ¿Sabes lo que eso significa? LUDO: Que nos vamos a est rellar.

Desaparece la imagen.

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Escena XIII La Señorita Mesopotamia conduce un carro. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Ya va a ver cómo lo voy a descubrir. Lo

voy a desenmascarar. Yo sé que ese niño es un payaso y todo ese cuento de los t íos no me lo t rago. Él cree que yo no lo he not ado. ¡Ni que fuera est úpida! (Toca corneta.) ¡Muévet e, animal! Voy a llegar y lo voy a poner en medio del escenario para que todo el mundo se burle de él ¿no se las da de graciosito? (Sacando la cabeza por la ventana.) ¿Andas de paseo? ¡Arranca! Es que t iene cara de payaso, boca de payaso, nariz de payaso y huele a payaso. ¡Y yo que lo creía t an serio, tan responsable! Ahora sé que fue él quien me dibujó en el pizarrón, y me dijo que lo estaba borrando; ese niñito me pint ó como una bruja, ¡el muy descarado!, y luego le pregunt é: “¿Estásagarrando vuelo, muchachito?” y el sinvergüenza me dice: “No Señorit a Mesopotamia, yaat erricé”. ¡Herodes!, ¿dónde est ásen estosmomentos? ¡Haciéndose el sant ito! (Toca la corneta.) Debo calmarme, porque ya me empieza la picazón (Se rasca.) Enciende la radio se escucha “Payaso” de Javier Solis. ¡Asco! ¡Payaso y dramát ico! Cambia de emisora. Suena canción de Tintán. ¡Payaso y lat ino! ¡Demasiado para mí! Es como mondongo con piña colada. Suena ópera. ¡Lo que me falt aba un payaso macarrón! Desaparece la imagen. ¡Ay! Y no puedo cambiarlo. ¡Auxilio!

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Escena XIV El escenario representa una sala de una casa común. David entra. DAVI D: ¿Y aquí, qué pasó?

Entran Ludo y Lúdino maquillados y vestidos como ingeniero y arquitecto. LUDO: Buenas t ardes, sobrino. ¿Qué t al? DAVI D: ¿Qué es todo esto? ¿Y la piscina? LÚDI NO: Laspersonas normalescomo nosot rosno t ienen la piscina

dentro dela casa sino afuera con las mascot as. Yant esque nada le pide la bendición a su t ío. DAVI D: Bendición. LÚDI NO: Bien sobrino, que Dios, don José Gregorio Hernández,

sant a Bárbara y sant a Claus lo bendigan. DAVI D: Gracias. ¡Muchas, muchas gracias! ¿Y mi papá? LUDO: Siguient e pregunt a. DAVI D: Ent iendo. Pero de nuevo gracias. LUDO: Nada de gracias jovencito. Debes hacer t u t area a las t res,

sacar la basura a las t res y media, pasear a las tort ugas a las cuat ro, lavar los platos y dormir sin ver t elevisión. DAVI D: ¿Y el especial de Chaplin? LUDO: La gent e normal ni lo ent iende. LÚDI NO: Sólo t ienes media hora para jugar y nada de vacilar a t us

t íos porque nos debes respeto ¡Ay, Ludo, me encant a esto de ser normal! Manda y t e quejas y no haces nada, ¿qué más? LUDO: No t e creas, t engo una list a que resume la manera de pensar

de la gent e. Hice mi invest igación en el supermercado. Nos las aprendemos de memoria y las solt amos en cualquier momento. (Saca la lista.) 312

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Ambos la leen en voz alta. LÚDI NO: ¡Niña! Est ás flaquísima ¿Qué est ás haciendo? LUDO: Es la diet a del coliflor. Nada de granos y mucho ejercicio. LÚDI NO: ¡Niña, est ás gordísima! LUDO: Eso es porque estoy tomando ast eroides. DAVI D: Será, E-S-T-E-R-O-I-D-E-S. Los ast eroides son est rellas in-

mensas. LÚDI NO: ¡Con razón engordan! LUDO: ¡Niña! ¡La novela! LÚDI NO: Un final t an inesperado. Se casaron y todo. Ay, Ludo, aho-

ra yo quiero decir: ¡Niña! LUDO: ¡Dale pues! LÚDI NO: ¡Niña! ¡Qué olor! Ese pescado est á rancio. LUDO: ¿Y esa tort a la hicist e t ú? LÚDI NO: Sí ¡niña! Aunque le eché levadura y se infló un poquito,

pero con la cubiert a de azúcar ni se not a. LUDO: ¡Ay, si t e cuento! Le lleva como veint e años y la dejó emba-

razada a la pobre. LÚDI NO: ¡Est e gobierno no sirve para nada! ¡Niña! LUDO: Ya est amos listos. Cuando no sepas qué decir, le lanzas una

de esas. LÚDI NO: ¡Buenísimo!

Suena el timbre. DAVI D: Tíos, compórt ense. LUDO: Por supuesto, confía en nosot ros.

Abren la puerta.

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Escena XV SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Buenas t ardes. DAVI D: Buenas t ardes, señorit a Mesopot amia. Permít ame presen-

t arle a mis t íos: Ludo y Lúdino. LUDO: Mucho gusto, madame.

Se sientan y no saben qué decir. LÚDI NO: ¡Niña! ¡Est ás gordísima! ¿Est ás tomando ast eroides? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Qué dice? LÚDI NO: ¿Cómo es que se dice? DAVI D: Est eroides, pero olvídalo. LUDO: Esverdad, disculpe a mi hermano, esque la confundimoscon

la vecina que parece un hipopót amo. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Ah? DAVI D: Es un honor t enerla con nosot ros. Mis t íos sólo conversan

sobre África, no paran de hablar de su viaje. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Ent iendo. Pensé que no podrían asist ir.

Al menos eso fue lo que dijo David. LÚDI NO: Bueno, ant es no, pero como ya nos bot aron del t rabajo. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿No t ienen empleo?

La Señorita Mesopotamia manifiesta su alegría pero trata de que ellos no lo noten. DAVI D: Se est án tomando unas vacaciones. Ust ed sabe... ¿desea

tomar t é? LUDO: ¡Ay, sí. Yo quiero golpear t é! LÚDI NO: ¡Y yo pegar t é! DAVI D: ¡Tíos, por favor! Esa es una vieja t radición inglesa. LUDO: ¿Yu espik inglish? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Of course!, my dear friend.

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DAVI D: Como le decía, esa una ant iquísima t radición brit ánica que

hemos aprendido en nuest ros viajes. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Sí, ya veo; pero prefiero café, por si aca-

so. LÚDI NO: Ya busco a la mucama. (Sale.) SEÑORI TA MESOPOTAMI A: (Recorriendo la sala.) Muy bonit a su

casa. Demasiado colorida para mi gusto. Me imagino que la hizo ust ed mismo. LUDO: ¡Por supuesto!, aunque le eché levadura y se infló un poco,

pero con la cubiert a de azúcar ni se not a. DAVI D: Tío, la señorit a y yo no ent endemos ese lenguaje de arqui-

t ectos. Entra Lúdino con un delantal. LÚDI NO: Aquí est á su café, señorit a. LUDO: Siént ese, por favor.

La Señorita Mesopotamia se sienta en un peo artificial. LÚDI NO: ¡Niña! ¡Esa es la diet a del coliflor! Nada de ejercicio y

mucho grano. (Se retira.) SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Disculpe mi curiosidad, pero ella se pare-

ce mucho al señor Lúdino. DAVI D: Es una prima lejana. LUDO: ¡Niña! ¡Si t e cuento! Él le lleva como veint e años y la dejó

embarazada a la pobre. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Eso es espantoso! DAVI D: ¡Realment e! LUDO: ¡La novela! Un final t an inesperado. Se casaron y todo. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Es lo mínimo que debía hacer. DAVI D: Es t ardísimo. Ya nos debemos ir. ¡Tío Lúdino!

La Señorita Mesopotamia saca un perfume y se lo echa. 315

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LÚDI NO: (Entrando.) ¡Niña! ¡Qué olor! Ese pescado est á rancio. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Señor, creo que ust ed me est á ofendiendo. LÚDI NO: ¿“Ust ed”? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Yo no, ¡ust ed! LUDO: “Yo” nunca. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Quién? LÚDI NO: ¿“Quien”? ¿“Yo”? o ¿“Ust ed”? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Ust ed, ¡ust ed me insult a! LÚDI NO: Pero si “Ust ed” no habla, “Ust ed” sólo gruñe y hace ruidos

horribles. LUDO: ¡Bueno, hay que acept arlo! “Ust ed” se hace pupú y pipí por

todos lados. “Ust ed” es muy cochina. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Quién le dijo esa barbaridad? LÚDI NO: David, él dice que “Ust ed” siempre hace eso. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Yo? LUDO Y LÚDI NO: “Ust ed”. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Yo me voy de aquí, no aguanto un insulto

más. La mejor directora del planet a, fut ura minist ra de educación. LÚDI NO: ¡Definit ivament e est e gobierno no sirve para nada! LUDO: ¡Niña! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Y t ú, niño, olvídat e de t u premio!

Escena XVI Entra Lupo. LUPO: Creo que no debemos llegar a esos ext remos y más aun por

un error mío. 316

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DAVI D: Papá ¡no t e fuist e! LUPO: Siempre he est ado, David, y siempre est aré. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Doctor Lupo, est a visit a a su casa ha sido

muy desagradable. LUPO: Lo lamento, lo lamento muchísimo. A veces no medimos el

daño que hacemos. Le pido disculpas una vez más por mi comport amiento; quiero decir, por el de mishermanos. Lo que pasaes que he est ado haciendo unosexperimentos en ellos con algunos químicos que alt eran su organismo. LÚDI NO: ¿En serio? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Eso me parece int eresant e, doctor. LUPO: Son experimentos riesgosos, los químicos afect an el ADN de

gent e normal y les cambia la cadena cromosómica, guanina, citosina, quinina por la de un payaso ¿Sabía que el ser payaso es una enfermedad genét ica, heredit aria e incurable? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Yo me lo sospechaba, pero ust ed me lo ha

reafirmado. El que nace payaso, muere payaso. LUPO: Fíjese, ellos son normales, hast a que cambiamos su gen de la

normalidad por el de la ridiculez. Los efectos son inmediatos. Se ríen de todo, no cont rolan su sist ema motor y por eso se resbalan. Aliment a su agresividad y bueno, eruct an y... LÚDI NO: ¡Voy a morir!

Ludo lo cachetea. LUPO: ¿Vio? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Su invento me ha dado luces. ¿Cree que

se pueda revert ir el efecto? LUPO: ¡Por supuesto! DAVI D: Y eso, ¿cómo para qué? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Para dest ruir a todos los payasos del

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mundo, David! (Sugerencia: Esta parte es cantada, tono fúnebre.) Doctor Lupo, ust ed y yo haremos historia. Ahora podré acabar con todos de una vez y para siempre. No veré sus pintorret eadas caras en la t ele, ni escucharé sus voces chillonas. Iremos a los circos y los secuest raremos a todos. Const ruiremosun gran laboratorio y eliminaremos el gen del ridículo, sin ese gen no sólo acabaremos con los payasos de hoy en día sino con los del fut uro. Nadie querrá ser payaso porque nadie t endrá esa desagradable herencia. ¡Será un mundo feliz, sin cachet es y narices rojas! LÚDI NO: ¡Ni polít icos corruptos! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Gracias a t u padre, David, realizaremos el

ext erminio de la payasada. DAVI D: Pero no puede acabar con el recuerdo de los payasos que ya

existieron. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Claro que sí! Iré a las videot ecas, biblio-

t ecas, hemerot ecas. LÚDI NO: ¿Discot ecas?

SEÑORITA MESOPOTAMI A: ¡Nadie me lo impedirá! Quemaré todos los recuerdos. Adiós Popov, Colombina, Cant alicio, Chaplin, Cant inflas, Hermanos Marx. ¡Hoy se inicia el fin del Clown! LUDO: ¡Ya me est á dando miedo! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Y comenzaré por los que t engo más cer-

ca. (Mira la caja de David.) Seguro que cuando abra esa caja saldrá un hermoso payaso. Le voy a borrar su sonrisit a est úpida y le arrancaré esa nariz roja. Nadie necesit a a los payasos. (Toma la caja.) LUPO: ¡Eso sí que no, deme esa caja ya!

Ludo le quita la caja, se persiguen y se la quitan unos a otros hasta que cae en manos de David. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: (David toma la caja.) Dámela David, t ú

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más que nadie debes odiar a esas criat uras, ¿verdad? Sabes perfect ament e que los niños int eligent es no quieren a los payasos. LUPO: David, sólo déjanos querert e como mejor podemos. LUDO: No somos lo mejor de lo que podemos ser, pero somos lo

mejor de lo que somos, y por eso podemos ser lo mejor de lo que sí somos por t i. LÚDI NO: Creo que para la próxima vas a necesit ar subt ít ulos. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Míralos, David! ¿Eso es lo que t ú quieres

ser? DAVI D: Tiene razón señorit a Mesopot amia, por eso deje que yo des-

t ruya a ést e. LUDO: Entonces t endrás que t erminar conmigo David. LÚDI NO: Y conmigo t ambién. Sabes que somos payasos y no vamos

a dejar de serlo. ¿Verdad, Lupo? LUPO: Ya él decidió, cerrará la caja para siempre. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Mi picazón no me engañaba, todos ust e-

des son payasos, lo supe desde el principio. LUPO: Tendrá que esperar un poco máspara que la ciencia descubra

el gen del payaso. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: No import a, ya gané mi primera bat alla.

Ni siquiera David los necesit a. Se ext erminarán poco a poco. Cada vez que un niño losolvide dejarán de exist ir. Y aquí t engo al primero. DAVI D: Soy hijo de payasos, es verdad, pero no soy como ellos. Yo

no losnecesito. Nadie los necesit a ¿Paraqué quiero un payaso que me cant e canciones cuando voy de paseo? ¿Quién necesit a a un payaso que t e haga sonreír con sus morisquet as? ¿Quién necesit a a un payaso que con t an sólo mirart e t e haga sent ir que todo va a est ar bien? ¿Para qué necesito un payaso que me dice que la felicidad sí exist e?

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SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¡Eres muy int eligent e David! Así habrá

un perdedor menos en t u familia! DAVI D: Entonces, ¿me va a dar mi premio? SEÑORI TA MESOPOTAMI A: Por supuesto y doble. DAVI D: Bueno, en señal de que me perdona y me acept a, ¡choque-

mos esos cinco! SEÑORI TA MESOPOTAMI A: ¿Por qué no? ¡Choquemos esos cinco! (Al

darle la mano se queda electrocutada.) DAVI D: ¡Ahora sí el show va a comenzar! ¡Mát enla de risa!

La hacen resbalar con la alfombra, le lanzan pasteles de crema, agua, papelillo. Todo esto ocurre al ritmo de una música. DAVI D: Ahora en cámara lent a. LUDO: Ahora, acelera.

La Señorita Mesopotamia queda acorralada. SEÑORI TA MESOPOTAMI A: (Todo lo trata de decir en medio de un

ataque de risa.) ¡Est á bien, me rindo! Yo sólo quería vengarme por mi hermosa piñat a y porque nadie nunca se ríe de mis chist es. Ust edes sí pueden hacer reír y yo no. Al tratar de salir se resbala y cae en la piscina. Se escucha el sonido de la Señorita Mesopotamia cuando cae en la piscina.

Escena XVII LUDO: Creo que dejé la piscina un poco at ravesada. LÚDI NO: Pero eso sí fue divert ido, un buen comienzo para la Seño-

rit a Mesopot amia. TODOS: ¡Alejandría! LÚDI NO: ¡Eso!, yo sabía que era un nombre ant iguo.

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DAVI D: Ya no import a, prefiero la piscina en medio de la sala. LÚDI NO: Pero t e has quedado sin premio. DAVI D: No, ¡t engo t res! LUDO: ¡Ay! ¡Qué t ierno! Choca esos cinco. DAVI D: No voy a caer t an fácil. LUDO: ¿Y t ú Lúdino? LÚDI NO: ¡Yo sí! (Le da la mano y se electrocuta.) LUDO: ¡Siempre hay un tonto suelto! LUPO: Bueno, yo sí t engo un premio que ent regar. (Sube a David a

una mesa.) ¡Al mejor hijo del mundo! (Le entrega un pastel de crema.) LUDO: ¡Qué emoción! Y lo digo de verdad. LÚDI NO: ¿Y las palabras para la Academia? DAVI D: Yo sólo quiero decir que no lo habría logrado sin el apoyo de

mi padre y mis t íos, sin la paciencia de “Yo”, “Quien” y “Ust ed”. Y t ambién quiero agregar que cuando sea grande y sea cont ador público... LUDO, LUPO Y LÚDI NO: ¡Qué remedio! DAVI D: Me ocuparé que les paguen correct ament e en sus shows; y

además seré un cont ador con muy buen humor. (Le estrella el pastel en la cara a Ludo.) Canción final. Celebración.

FIN

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CONTENI DO GENERAL DE LA OBRA

Contenido general de la obra

Tomo I Presentación, por Richard Canán (President e del Del recopilador y editor

FIDES)

........................... 9

............................................................................................

11

Agradecimientos ............................................................................................................. 13 Prólogo

..................................................................................................................................

40 autores en busca de un niño

.......................................................................

15 19

ooo o

Orquídeas azules ( 1941)

............................................................................................

33

LUCILA PALACIOS

La viveza de Pedro Rimales ( 1950)

..................................................................

75

...........................................................................

97

ARTURO USLAR PIETRI

La hija de Juan Palomo ( 1955) IDA GRAMCKO

El príncipe encant ado ( 1959)

............................................................................. 147

GABRIEL MARTÍNEZ

¡Hola Público!

( 1967)

............................................................................................... 173

LEVY ROSSELL

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La sopa de piedras ( 1971)

..................................................................................... 203

JOSÉ IGNACIO CABRUJAS

El lobo es el lobo ( 1972)

........................................................................................ 235

ALICIA ORTEGA

La rebelión de los t ít eres ( 1973)

..................................................................... 269

JULIO RIERA

Hubo un árbol

( 1974)

............................................................................................... 293

PEDRO RIERA

Las avent uras de Pio Jito ( 1974)

..................................................................... 319

GILBERTO AGÜERO

TOMO II La inimaginable imaginación ( 1978)

.................................................................

9

RAFAEL RODRÍGUEZ RARS

Cajit a de arrayanes ( 1982)

......................................................................................

41

LUTECIA ADAM

El feliz viaje del Grillito Loco ( 1982)

.............................................................

67

..............................................................................

99

GERMÁN RAMOS

Alimavaca, una fábula ( 1983) CARMELO CASTRO

¿Por qué los gnomos menean la cabeza? ( 1983)

................................. 131

ARMANDO CARÍAS Y MORELBA DOMÍNGUEZ

¿Quién se comió el cuento? ( 1984)

............................................................... 175

LALI ARMENGOL ARGEMÍ

Los días de cont ar est rellas ( 1984)

................................................................ 201

OMER QUIERAGUA

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CONTENI DO GENERAL DE LA OBRA

La luna de Jabillo ( 1984)

....................................................................................... 223

JAIME BARRES

Sigfrido cont ra el Gigant e ( 1986)

................................................................... 273

JAVIER MORENO

Los juguet es perdidos de Aquiles ( 1988)

.................................................. 323

NÉSTOR CABALLERO

TOMO III El últ imo vendedor de ilusiones ( 1988)

..........................................................

9

DIEGO SADOT

La historia del Cid Escobant e ( 1990)

..............................................................

35

RUBÉN MARTÍNEZ

Sintonía o... hay un ext raño en casa ( 1990)

..........................................

67

ELIO PALENCIA

La guerra de Tío Tigre y Tío Conejo ( 1990)

............................................ 117

RODOLFO SANTANA

¿Quién se tomó la Vía Láct ea? ( 1990)

......................................................... 163

LUIZ CARLOS NEVES

La Cenicient a en Palacio ( 1990)

....................................................................... 195

JOSÉ ANTONIO RIAL

¿Qué sueña el Dragón? ( 1990)

........................................................................... 243

MIREYA TABUAS

Buscando a Dodó ( 1991)

......................................................................................... 277

ROMANO RODRÍGUEZ

Pasa que no pasa pasando ( 1991)

................................................................... 321

CARLOS SÁNCHEZ DELGADO

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Los grillos de la muert e ( 1992)

........................................................................ 369

VELIA BOSCH

TOMO IV Capullito de alhelí ( 1993)

...........................................................................................

9

ARMANDO HOLZER

El Caballero Verde ( 1994)

.........................................................................................

41

XIOMARA MORENO

El t esoro de Rosalía ( 1996)

....................................................................................

81

MARTÍN BRASSESCO Y ROSSANA VERACIERTA

La bruja encant ada ( 1997)

.................................................................................... 125

JOSÉ LEÓN

Perro callejero ( 1999)

................................................................................................ 153

IRMA BORGES

El circo más grande del mundo ( 2000)

....................................................... 177

CÉSAR SIERRA

Billo’s para niños ( 2001)

........................................................................................ 201

ALECIA CASTILLO

Alas de primavera ( 2001)

....................................................................................... 233

EDDY DÍAZ SOUSA

Teresit a ( 2001)

................................................................................................................ 261

HELI ESPINOZA BERTI

Mát ame de risa ( 2002)

............................................................................................. 287

KARIN VALECILLOS

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Esta edición en cuatro tomos de 40 autores en busca de un niño. Antología de la Dramaturgia Infantil Venezolana, publicada por el Fondo Intergubernamental para la Descentralización (FIDES), se terminó de imprimir el mes de noviembre de dos mil cinco en los talleres del Fondo Editorial Sentido. En su impresión se usó papel Antique Cream, 80 gr. y la edición consta de dos mil ejemplares empastados.

Gobierno Bolivariano

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