Tomo 35

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MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

BOLETIN

MINISTERIO DE EDUCACION

ARCHIVOS

SANTIAGO

Y

MUSEOS

DIRECCION DE BIBLIOTECAS, DE CHILE

1977


B O L E T IN D E L M U S E O N A C IO N A L D E H IS T O R IA N A T U R A L Director: Dra. GRETE MOSTNY G. Fono 90011 - Casilla 787 - Santiago - Chile



Biblioteca Nacional Santiago - Chile

Impreso en Salesianos — Bulnes 19


MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL Santiago de Chile, 1977

B O L E T I N

S U M A R I O

H ugo G u n c ic e l L. Recuerdos juveniles de Claudio Gay .....

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H ugo G u n c k e l L. Claudio Gay como botánico .......................

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L u c ia n o E . C a m p o s S . Don Claudio Gay, z o ó lo g o ........................... 23 E l iz a b e t h B arrera M . e I n é s M ez a P . Análisis de la cutícula foliar de especies chilenas del género M aytenus Mol..........

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M é l ic a M u ñ o z S c h i c k Novedades botánicas en el Parque Na­ cional Puyehue, Provincia de O s o m o ..... 41 V l a d im ir C o v a c e v ic h C. y D a n ie l F r a s s i n e t t i C. El género Encope en el Plioceno del nor­ te de Chile (Echinodermata, Echinoidea) 49 R u b é n S t e h b e r g L. Análisis químico de pinturas cerámicas prehispánicas de Chile Central ...............

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S er g io Z a pa ta C. y Ar i e l C a m o u s s e ig h t M . Autotomía evasiva inducida en Bacteria granulicollis Blanchard (Phasmida, Phasmidae) ................................................................ 73


J uan M oroni B.

Nueva especie de Gyrinus en Chile: Gyrinus (Oreogyrinus) subcostulatus n. sp. (Coleóptera, Gyrinidae) ............................... 79 J u a n M oroni B. Solenopsis gayi (Hymenoptera, Formicidae) en la dieta de Pitius pitius (Aves, Picidae) ............................................................ 83 E duardo B u rle S ., S y lvia D uarte L. y M ario E d din g V . Consumo de oxígeno en Prisogaster niger (Wood, 1828) (Mollusca, Gastropoda, Turbinidae ........................................................ 87 F ederico P. O jeda R. y J u a n Ca m u s Y . Morfometría y nicho trófico de Coelorhynchus palagoniae Gilbert y Thomp­ son (Pisces: Macrouridae) ........................ 99 J o sé Y áñez y F a b iá n J a k s ic Variación geográfica de la morfología dentaria en subespecies del género Akodon (Rodentia, Cricetidae) ....................... 105 Jo sé Y á ñez y F a b iá n J a k s ic Variación con la edad en algunos caracte­ res morfológicos de tres poblaciones de Akodon olivaceus (Rodentia, Cricetidae) 113 A lfredo S a l ib iá n Transporte de cloro y de sodio a través de la piel in situ de Anfibios Sudameri­ canos ........................ ......................................... 121 R u b é n S tehberg Diccionario de sitios arqueológicos de Chile Central. Apéndice 1955-1977 ......... 165


Bol. M us. N ac. H ist. N¡>t. Chile 35: 5 - 10, (1977).

RECUERDOS

JUVENILES DE CLAUDIO GAY **

H ugo G u n ck el

La Academia Chilena de Ciencias N atura­ les y la Sociedad Chilena de H istoria y Geo­ grafía, p o r m i interm edio, se asocian al ho­ m enaje que los n atu ralistas e historiadores chilenos rinden a C l a u d i o G a y , con motivo del prim er centenario de su fallecimiento, acaecido el 29 de noviem bre de 1873 en un tranquilo pueblo de su tie rra natal. No necesitam os recalcar la im portancia que p a ra el desarrollo histórico de las cien­ cias naturales tuvo C l a u d i o G a y : s u obra im presa constituye un m onum ento científico de gran categoría y que prestigia aún hoy en día, no sólo a su au to r y colaboradores, sino tam bién a los hom bres visionarios que esti­ m ularon su preparación, redacción y publi­ cación, en u n a época en que n u estra repú­ blica recién nacía a la vida libre. E n esta ta rd e deseo conversar con ustedes sobre algunos aspectos poco conocidos de los años mozos del joven que se llam ó C l a u ­ d i o G a y , ya que siem pre las esperanzas y las inquietudes de aquella edad feliz, son las que en m uchas personas m arcan el sendero de su fu tu ro y luego la satisfacción de ha­ b e r realizado los sueños juveniles.

Nació nuestro personaje en Francia, en la capital del departam ento de Var, en una ciu­ dad rom ántica de am biente colonial, rodea­ da de verdes colinas de la bella Provenza, el 18 de m arzo de 1800. Fueron sus padres propietarios de una pequeña finca, donde vivían felices de su tra b a jo y así podían sub­ venir los gastos p a ra d ar una buena educa­ ción a sus hijos.

L. (*)

El joven Claudio cursó sus prim eras letras y aun sus estudios hum anísticos en su pue­ blo natal; pero a la edad de dieciocho años inició el estudio de una carrera profesional universitaria, eligiendo para esto la de Far­ macia. T rabajó y estudió prim eram ente —como es aún costum bre en varios países eu­ ropeos— practicando como "aprendiz de bo­ ticario” en alguna oficina de farm acia debi­ dam ente autorizada para este objeto. M ientras realizaba esta práctica preuni­ versitaria tuvo la suerte de encontrar en la trasbotica un viejo libro sobre botánica, lo que hiciera cobrar al joven G a y una súbita, pero invencible afición por el estudio de la Ciencia Amable de L i n n e o , ciencia que muy luego se transform aría en la gran pasión de su vida. Desde entonces realizó num erosas excur­ siones a todas direcciones con el único fin de coleccionar plantas... y así pudo herbori­ zar hasta en las lejanas m ontañas de su re­ sidencia. P or su entusiasm o y su continuada con* sagración a estos pasatiem pos, los m ucha­ chos de su pueblo lo llam aban irónicamen­ te el "Recogedor de perejil”. En una de estas excursiones nuestro juve­ nil botánico llegó hasta la Saboya, y cuenta (*)

P resid en te d e la A cadem ia C hilena d e C iencias N aturales y D irecto r H o n o ra rio de la Sociedad C hilena d e H istoria y G eo g rafía.

(**)

C onferencia d a d a en el M useo N acional d e H isto ria N a ­ tu ra l en d iciem bre de 1973.


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un sobrino suyo, auto r de una m uy intere­ sante biografía escrita en 1874 de su tío, b a­ jo el título de Vie de Claude Gay por V í c t o r R a y n a u d , que éste alcanzó hasta el famoso castillo de Chatillon, "cuya hospitalidad de­ ja descrita Lam artine, quien por el lado de la poesía, como Monseñor Gay p o r el lado de las flores, vivieron siempre enam orados de aquel herm oso e histórico lugar. Años más tarde el mismo G a y decía que "aquella aventura term inó en que habiendo ido el aprendiz de naturalista a pasar sólo un día en aquella noble mansión, sus castellanos lo retuvieron cautivo dulcemente casi u n m es”.

De su hum ilde posición de aprendiz de boticario en su pueblo natal, C l a u d i o G a y pasó a otra que no era en mucho superior, pero que tenía la ventaja inestim able de acercarlo a París, este faro del m undo que, como indica un autor, "a diferencia del sol nunca se apaga, ni de noche...”. Mediante la influencia de un diputado amigo de su padre, nuestro joven estudian­ te pasó a ocupar un cargo de Farm acéutico en el Hospital de Saint-Denis, casi a las puer­ tas mismas de París, y pudo así asistir con c'erta regularidad a la Escuela de Farm acia de la universidad parisiense. Al mismo tiem po que asistía a las clases y a los laboratorios de esa escuela universi­ taria, visitaba m uchas tardes el Museo Na­ cional de H istoria N atural de la capital fran­ cesa, donde m iraba, observaba y luego pre­ guntaba como un neófito curioso, pero siem­ pre muy interesado de saber cada día algo nuevo sobre las cosas que exhibía aquel es­ tablecimiento de cultura superior. A sí conoció a varios distinguidos m aes­ tros de la Ciencia Botánica, entre ellos a A n ­ t o n i o L o r e n z o A p o l i n a r i o F é e , fundador de la Sociedad de Farm acia del Sena, institu ­ ción que hasta ahora funciona con regulari­ dad. F é e fue uno de los m ás ilustres botán i­ cos galos y m ás tarde colaborador del mis­ mo G a y durante la redacción de varias fam i­ lias de plantas de la flora gayana. Fue él tam bién quien le diera los prim e­ ros consejos verdaderam ente científicos so­ bre la botánica y que había de estim ularlo como pocos en sus futuras investigaciones, enseñándole cómo debería p rep arar plantas para incorporarlas m ás tard e en el H erba­

rio, archivo indispensable p ara todo estu ­ dioso que desea conocer la flora o la vege­ tación de una región o de algún país. Por o tra parte, algunos profesores del Museo, entre ellos J o r g e C u v i e r , R e n e L u i s D e s f o n t a i n e s y A d r i á n d e J u s s i e u , "indu­ jero n al joven Gay a seguir la vía del inves­ tigador botánico en que había de conquis­ tarse gran celebridad años m ás ta rd e ”. Escribe don D ie g o B a r r o s A r a n a que "Claudio Gay m erecía con sobrada justicia estos estímulos: era joven vigoroso, lleno de entusiasm o, dotado de una actividad in­ cansable, prefiriendo el tra b a jo m aterial del explorador en el campo, al estudio paciente de los libros; que no se cansaba p o r ningu­ na fatiga, acom etía con ardorosa resolución todas las tareas que se le confiaban y que sabía llevarlas a cabo con constancia y con m odestia”. Conviene recordar una curiosa "aventu­ r a ” que le acaeció a nuestro personaie m ien­ tras era Farm acéutico en el H ospital de Saint-Denis y que "no desm iente el genio siem pre alegre y provenzal que en su vejez m ism a guardaba siem pre vivo e in tacto ”. Cuenta su sobrino ya indicado m ás a rrib a que "no pudiendo pen etrar Gay en la basí­ lica de San Dionisio, que era el lugar donde se enterraban desde siglos los reyes de F ran­ cia y sus fam iliares, pues bien, en los m o­ m entos en que con gran solem nidad se rea­ lizaba el entierro del Rey Luis X V III, y pa­ ra poder entrar, tom ó el joven Farm acéu­ tico del arm ario de su laboratorio u n m a­ traz de vidrio y diciendo a todo grito que era un m edicam ento, un cordial p ara la du­ quesa de Angulema que se había desm aya­ do... así pudo abrirse paso rápidam ente p o r entre los asistentes y llegar hasta la trib u n a oficial, desde cuyos asientos presenció có­ m odam ente toda la cerem onia, confundido con príncipes y princesas y representantes de la alta nobleza francesa y de otros paí­ ses...”. El boticario provenzal lo había hecho esta vez m ejor que aquel porfiado bretó n que durante la coronación de N a p o l e ó n I en N ótre Dame, en París, se trepó sobre una alta colum na de m árm ol frente a la ca­ tedral con ta n ta energía que fue im potente la guardia im perial para hacerlo descender, h asta que el mismo E m perador, preguntan­ do p o r la bulla que había y sabiendo luego que el que causaba tanto ruido y aun escán­


H. G u n c k e l L. / Recuerdos juveniles de Claudio Gay.

dalo era u n bretón... ordenó que lo dejasen en paz donde estaba. “Es bien sabido que en m ateria de porfía —como lo indica irónica­ m ente V icuña M ackenna— que los bretones son lo que son los gallegos en E spaña o los m apuches en Chile...”.

B ajo la dirección del botánico J u a n B a u ­ B a l b i s , G a y herborizó en los Alpes franceses, penetró en Ita lia h a sta Carrara, cuyas canteras de m árm ol visitó, y luego co­ laboró con B a l b i s —que desem peñaba los cargos de P rofesor de B otánica en la Uni­ versidad de Lyon y el de D irector del Ja r­ dín Botánico de esa m ism a ciudad— en la redacción de la Flore Lyonnaise. Por encargo de algunos de sus amigos botánicos, a su vez, y con el título de Colectador-V iajero del Museo de H istoria Na­ tu ra l de París, G a y recorrió una p arte de Grecia, algunas islas del O riente y aun el n o rte de Asia Menor, recogiendo, en todas partes, m uestras de las producciones n atu ­ rales que luego enviaba a los distintos ga­ binetes del Museo parisiense. tis ta

E n 1828 C l a u d i o G a y conoció e n París a P e d r o C h a p u i s , que era ya entonces algo así como u n vulgar aventurero que había viajado anteriorm ente p o r varios países de América con un falso título de médico y que en Chile hab ía tom ado p a rte en algunas cam pañas de carácter político. Fue expul­ sado del país p o r ser persona indeseable. A pesar de estos antecedentes regresó a Chi­ le, después de h ab er contratado algunos profesores y personas de buena voluntad, ya que proyectaba a b rir en Santiago de Chile un colegio de enseñanza hum anística. Después de algunas vacilaciones, G a y aceptó un puesto que se le ofrecía, movido no p o r el deseo de to m ar una ocupación lucrativa, dictando clases, sino p o r una as­ piración secreta, m ás noble y m ás elevada, ya que así realizaría el sueño de varios años, de poder conocer y estu d iar la flora de un país lejano y poco conocido en los círculos científicos de E uropa, como lo era entonces todavía Chile. C l a u d i o G a y presentía su porvenir cien­ tífico así asegurado, que se le abría, y lleno

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de entusiasm o hizo los preparativos nece­ sarios p ara este viaje: la Dirección del Mu­ seo de H istoria N atural le dio nuevamente las credenciales de Recolectador científico en viaje. C h a p u i s y su flam ante equipo de profe­ sores realizaron el viaje a Chile a bordo del tran sp o rte francés "L'Amour”, que zarpó del puerto de B rest en m arzo de 1828. Al to car Río de Janeiro, G a y se ocupó en co­ leccionar objetos de historia natural que en­ vió al Museo de París tan pronto arribó a Santiago. Desgraciadamente —o más bien felizmen­ te— desde el m ism o día en que pisaron suelo chileno, los flam antes profesores tu­ vieron toda clase de dificultades. A pesar de todo, G a y pudo dictar algunas clases de H istoria N atural y de Física en otro tam bién recién fundado Colegio de Santiago que abría sus puertas bajo el patrocinio del partido "pelucón” y bajo la dirección del Pbro. J u a n F r a n c i s c o M e n e s e s y que fun­ cionaba en unas piezas cedidas gentilmente en el local del Convento de San Agustín, donde tam bién G a y había encontrado hos­ pedaje fraternal y cariñoso p o r p arte de los religiosos de esta Orden. Como dato poco conocido conviene recordar que don A n d r é s B e l l o fue subdirector del Colegio de San­ tiago. V i c u ñ a M a c k e n n a escribe en un intere­ sante trab ajo sobre G a y , que de los otros profesores. M onseñor P o r t h é s , que iba a ser profesor de Filosofía, "un am able via­ jero m aterialista”, vendía libros y publica­ ciones en una tienda en que se vendía años más tard e con m ejor suerte tripes y jergo­ nes”; M onseñor C o u p e lo n iba a enseñar M atemáticas y lenguas vivas, dedicado lue­ go tam bién al comercio. G a y , en cambio, dedicaba todo su tiempo libre a la recolección de m aterial de histo­ ria natural, especialmente botánico. Así conoció a don J o s é V i c e n t e B u s t i l l o s y M a s e i r a , que regentaba una farm acia ins­ talada casualm ente frente al Convento agus­ tino y que era de propiedad del famoso mé­ dico británico N a t h a n i e l M i e r s Cox, casa­ do con doña F r a n c i s c a B u s t i l l o s y M a s e ir a , herm ana de don J o s é V i c e n t e . Es fácil darse cuenta que a G a y le sobra­ b a tiem po y así podía dedicar m uchas ho­


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ras a la herborización y caza de insectos, de aves y mam íferos, realizando con este objeto num erosas excursiones a los alrede­ dores de la capital, llegando h asta la región preandina p o r los cajones de los ríos Mapocho y Maipo; y al poniente hasta el lito­ ral, atravesando varias veces la cordillera de la costa p o r una de las antiguas rutas que unían Santiago con Valparaíso, pasan­ do por Melipilla y Casablanca, región aun ahora tan interesante p a ra el botánico por su variada riqueza florística. Algunas de estas excursiones Gay las realizaba en com­ pañía de C a r l o s B e r t e r o , conocido botáni­ co italiano que entonces vivía tam bién en Chile.

Un hecho de sangre relacionado con la agitada vida política que azotaba en aque­ llos días a la fam ilia chilena, contribuyó a cam biar hasta cierto aspecto el porvenir de C l a u d i o G a y , relacionándolo más íntim a­ m ente con nuestro país. En diciembre de 1829 G a y —como Far­ macéutico que era p o r profesión— trab ajó activam ente en el hospital de sangre, p re­ parando m edicam entos y m aterial de cura­ ción, después de la batalla de Ochagavía, junto con el médico francés C a r l o s B o u s t o n , cirujano del ejército chileno en ejer­ cicio. Tuvo entonces tam bién la suerte de tra ­ ta r más íntim am ente a don J o s é V i c e n t e B u s t i l l o s y M a s e i r a , a quien conocía, como queda dicho ya más arriba, no sólo por vi­ vir frente a la farm acia que éste regentaba, sino principalm ente p o r sus m utuas aficio­ nes e inquietudes de estudiar juntos la na­ turaleza. Chile entonces era u n país relativam ente pequeño en núm ero de habitantes con cier­ ta ilustración; y Santiago, su capital, u n a gran aldea donde casi todos se conocían: los m éritos de los hom bres de valer eran m uy luego reconocidos y aun estim ulados p o r las autoridades. Así se explica que Gay era muy luego considerado "como u n hom bre de im portancia en los círculos culturales” y aun adm inistrativos de la capital. B u s t i l l o s reconoció los m éritos personales e in­ telectuales de su nuevo amigo y se dio cuen­

ta del gran porvenir que esperaba a este en Chile, ofreciéndole en nom bre del M inistro D ie g o P o r t a l e s , del cual B u s t i l l o s era am i­ go íntim o y de confianza, la interesante m i­ sión o encargo de explorar el te rrito rio de la naciente república. El nuevo gobierno recientem ente instala­ do en el país, después del triunfo pelucón en Lircay, abrió tam bién a G a y u n gran p o r­ venir en el cam po de las ciencias en bien de Chile. Fue precisam ente B u s t i l l o s quien contribuyó personalm ente p a ra que entre G a y y el M inistro P o r t a l e s se firm ara un histórico contrato el 14 de septiem bre de 1830 en que el prim ero se com prom etía a realizar "un viaje científico p o r todo el te­ rrito rio de la rep ú b lic a... con el objeto de estudiar la historia n atu ral de Chile, su geo­ grafía, su geología, estadística, com ercio y ad m in istración.. . ”. Además se com prom etía G a y a fo rm ar un gabinete de historia natural, o b ra a la cual contribuyó coleccionando el m aterial bási­ co, ya que en la segunda m itad del siglo p a­ sado este m odesto "gabinete” se transform ó en el gran Museo Nacional de H istoria N a­ tu ral de Chile, debido a la lab o r incansable de R o d u l f o A m a n d o P h i l i p p i y de su hijo F e d e r ic o , y por otros sabios directores y conservadores que dieron brillo y prestigio universal a nuestro prim er establecim iento dedicado a conservar y a estudiar las rique­ zas naturales de Chile. El Gobierno, por su parte, se com prom e­ tía d ar a C l a u d i o G a y , du ran te tre s años y medio que d u raría su viaje p o r Chile, ciento veinte y cinco pesos m ensuales p o r sem es­ tres adelantados (Art. 5, inc. 1?); adem ás se le pagaría por otros seis meses, p a ra perfec­ cionar los trabajos que h a de p rese n tar al Gobierno, la sum a de ciento veinte y cinco pesos, pero no adelantados. Según o tra cláu­ sula del citado contrato, se le daría a G a y u n prem io de tres m il pesos "si cum plía con lo prom etido”, previo inform e de la comisión. E sta com isión fue nom brada p o r el Go­ bierno el 8 de octubre de 1830 y estaba fo r­ m ada p or J o s é A l e j o B e z a n i l l a , sacerdote virtuosísim o, que tenía algunas nociones de física; p o r don F r a n c i s c o G a r c í a H u i d o b r o , ciudadano excelente y estudioso, pero que en m ateria de ciencias no p asab a de un sim-


H. G u n c k e l L. / Recuerdos juveniles de Claudio Gay.

p i e a f i c io n a d o ; y p o r d o n J . V . B u s t il l o s y M a s e ir a , v e r s a d o e n l a b o t á n i c a " m á s o m e ­ n o s c a s e r o d e l p a í s ” , c o m o d ic e u n c o n o c i­ d o a u to r. L a la b o r d e e s ta c o m is ió n c o n s is tía en c o l a b o r a r , a y u d a r , e s t i m u l a r , e tc ., a G a y d u ­ r a n t e e l d e s e m p e ñ o d e e x p l o r a d o r c ie n t íf i c o d e l t e r r i t o r i o c h il e n o y p r o p o n e r a la s a u t o ­ r i d a d e s t o d o s lo s m e d i o s n e c e s a r io s p a r a e l m e j o r d e s e m p e ñ o d e la s in v e s tig a c io n e s gay an as. G ay y s u s c o l a b o r a d o r e s d e d i c a r o n la s s i g u i e n t e s p l a n t a s a lo s m ie m b r o s d e e s t a c o m i s i ó n , i n d ic a n d o , a l m is m o t ie m p o , s u a c tu a l v a lo r ta x o n ó m ic o : A

J o s é A l e j o B e z a n il l a :

Baccharis Bezanilleana R é m y en G ay , Bot. 4: 98. 1849. “Se cría en las hendiduras de los peñascos de las altas cordilleras de Talcaregue” Prov. Colchagua. Fam. Compuestas. Nombre actual: el m ism o. Ref.: C. R e ic h e y F ed . P h i l i p p i en AUch 111: 17. 1902 y en Flora de Chile 4: 21. 1905. Bezanilla R é m y (Nuevo género) en G ay , Bot. 4:109.1849. "Lo dedicamos al virtuoso y hábil canónigo don J osé B e z a n il l a , ex-profesor de fí­ sica en el Instituto Nacional y persona de mu­ cho genio en todo lo que pertenece a artes y m ecánica”. NA.: P silocarpus N u t ta l l en Trans. Americ. Philos. Soc., N.S., vii: 340.1841. Fam. Compuestas. Bezanilla chilensis R é m y en G ay , 1. c.: 110. 1849. Lám. 45, Fig. 1. NA.: P silocarpus chilensis (R é ­ m y ) F. M e ig e n en Bot. Jahrb. xvii: 281. 1893; I. M. J o h n s t o n , Journal Arnold Arboretum xix: 262. 1938. P yrrocom a Bezanillana R é m y en G ay , Bot. 4: 65. 1849. "Se cria en las provincias centrales de la República”. Fam. Compuestas. NA.: H aplopappu s bezanillanus (R é m y ) R e ic h e y F ed . P h i l i p p i en AUCh 109: 39. 1901 y en Flora de Chile 3: 289. 1902.

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Bustillosia C los (Nuevo género) en G a y , Bot. 3: 106. 1847. "Lo dedicamos al señor don Vicente Bustillos, profesor de bótanica en el Instituto de Santiago y muy dedicado a las ciencias na­ turales". Fam. Umbelíferas. NA.: Asteriscium C h a m is s o et S c h l e c h t e n d a l en Linnaea I: 354. 1826. R e f.: B e n t h a m H ooker , f., Gen. Plant. 1: 877. 1867. (Como sección del género Asteris­ cium C h a m S c h l e c h t e n d a l ) ; D rude en Engler & P rantl , Naturl. Pflanzenfam. 3 (8): 134. 1897. (Como subgénero del género A steriscium ); M ilfr e d E. M a t h ia s and L in c o l n C onsta n ce , en A Revisión of Asteriscium and some related H ydrocotyloid Umbelliferae, Univ. California Publications in Botany. 33 (2): 107. Berkeley and Los Angeles. 1962. B ustillosia chilensis C los en G ay , Bot. 3: 108. 1847. Lám. 32. "Esta bonita planta se cría en los llanos algo húmedos de la provincia de Con­ cepción". NOTA: la localidad del tipo que se indica es un error de etiqueta, porque no cre­ ce la especie en la provincia de Concepción: Es característica de las áreas desérticas de la provincia de Antofagasta y Coquimbo. HGL.— NA.: Asteriscium closii ( o. k .) M a t h ia s et C o n s ­ t a n c e , 1. c.: 125. Fig. 11. 1962: basado en Diptergia closii O. K u n t z e , en Rev. Gen. Plant. I: 267. 1891. Conyza Bustillosiana R é m y en G ay , Bot. 4: 72. 1849. “Se cría en las provincias centrales de la República”. NA.: El mismo. Ref. R e ic h e y F ed . P h i l i p p i , AUCh 109: 370. 1902 (2? Sem estre de 1902) y en Flora de Chile 3: 375. 1902. Fam. Compuestas. Gymnanthe bustillosii M ontagne en G ay , Bot. 7: 249. 1850. Lám. 6, Fig. 1 de Criptogamia. “Esta interesante especie, que tengo el placer de de­ dicar al Sr. Bustillos, profesor de química en el Instituto de Santiago, se cría en las provin­ cias meridionales (de Chile)”. Hepáticas! NA.: No tengo datos sobre esta especie. Haplopappus bustillosianus R é m y en G ay , Bot. 4: 49. 1849. "Se cría en la provincia de Valdivia, Osorno, Raneo, etc.”. NA.: El mismo. Ref. R e í c h e y F ed . P h i l i p p i , AUCh 109: 69. 1902 y en Flora de Chile 3: 319. 1902. Senecio bustillosianus R é m y e n G ay , Bot. 4: 155. 1849. "Se halla en las provincias centrales". NA.: El m ism o R e f. R e ic h e y F ederico P h i l i p p i , AUCH 114: 157. 1904 y en Flora de Chile 4: 229. 1905.

A Jo sé V ic e n te B u s t i ll o s y M a se y ra: Astragalus B ustillosii C los en G ay , Bot. 2: 117. 1846. "Críase entre las piedras, a m odo de cés­ ped apretado, en las cordilleras de los Patos, a la altura de 10.000 pies”: prov. Coquimbo. Fam. Leguminosas. NA.: El mismo. Ref. H. W eddell , Chloris Andina 2: 257. 1861; R e ic h e y F ed . P h i l i p p i , en AUCh 87: 538. 1897 y en Flora Chi­ le 2: 81. 1898; I. M. J o h n s t o n , Joum . Arnold Ar­ boretum xxviii: 396. 1947.

Viola bustillosia G ay, e n G ay , B o t. I: 211. 1845. “Esta especie que dedico al señor B u s t il l o s , profesor de química en el Instituto de Santia­ go. .. La descubrí en los terrenos que provienen de la descom posición de los pórfiros euríticos que coronan las altas cordilleras de Talcaregue, en una altura de 7.200 pies”. NA.: e l m is m o R ef. R e ic h e , J o h o w y F ed . P h i l i p p i en AUCh 90: 895. 1895 y en Flora de Chile I: 145. 1886. Fam. Vio­ láceas.


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A F r a n c i s c o G a r c í a H u id o b r o : Baccharis huidobriana R é m y en G ay , Bot. 4: 90. 1849. "Se cría en las provincias centrales’’. F a m . Compuestas. NA.: Según B. D. J a c k so n , en In­ dex Kewensis I; 259. 1895 sería: Baccharis pingraea DC. (en DC. Prodrom us... V: 420. 1836). Chiloscyphus huidobroanus M ontagne , en G ay , Bot. 7: 247. 1850. "Se cría en las provincias cen­ trales y tengo el gusto de dedicarla al Sr. Hui­ dobro, bibliotecario en Santiago". Fam. de las Lophocoleaceae (del grupo de las ungermanniineales). NA.: No tengo datos sobre esta es­ pecie. H uidobria G ay (Nuevo Género) en G ay , Bot. 2: 438. 1846. "Le dedicamos a nuestro apreciable amigo D. Francisco García de Huidobro, perso­ na tan recomendable por sus virtudes y mo­ destia como por sus buenos conocimientos en las ciencias naturales”. NA.: Loasa L. Fam. de las Loasáceas. NOTA: Huidobria G ay es ahora considerado como una sección del género Loasa. H uidobria chilensis G ay , 1. c.: 440. 1846. Lám. 26. "Esta bonita planta se cría en los cerros secos y áridos del departamento de Copiapó, cerca de Chañarcillo y de Potrero G rande.. NA.: Loasa chilensis (G ay ) U rban & G il g , Monographia Loasacearum, en Nova Acta. Vol. 76 (1): 258. 1900: basado en H uidobria chilensis G ay . R ef. R e ic h e y F ed. P h i l i p p i , AUCh IOS: 742. 1901 y en Flora de Chile 3: 246. 1902. Viola huidobrii G ay , en G ay , Bot. I : 214, 1845. "Es­ ta linda Violeta se cría en los prados natura­ les de la provincia de Valdivia, particularmente en los llanos de San José y de la Villa Rica. La

dedico al señor Huidobro, director de la B iblio­ teca de Santiago y muy aficionado a las cien­ cias naturales.. . ”. NA.: El m ism o. Fam. Violá­ ceas. Ref. B. S parre . Lilloa xvii: 414. 1949.

Así nació, después de una intensa labor de varios años, la HISTORIA POLITICA Y F I­ SICA DE CHILE, obra que, como se sabe, se compone de 28 volúmenes de texto y de dos gruesos atlas con láminas. E sta obra que en la fecha de su publica­ ción era única en América Latina, constitu­ yó y es aún hoy en día, honra p a ra su au to r y colaboradores, como tam bién p ara los go­ bernantes de la República de entonces: el V icepresidente de la República, don J o s é T o ­ m á s O v a l l e , sus M inistros don D ie g o P o r t a ­ l e s y don M a n u e l R e n j i f o , y tam bién p ara el Presidente de la República don M a n u e l M o n t t ; adem ás es honra para don J o s é V i ­ c e n t e B u s t i l l o s y M a s e i r a que en todo m o­ m ento apoyó a G a y en la realización de su gran proyecto que hizo realidad. Al recordar estos hechos en form a p o r de­ m ás breve, solo deseo dedicar un cariñoso hom enaje al “Aprendiz de boticario” de un pueblo provenzal, que llegó a ser al co rrer de los años un respetable sabio, lleno de m é­ ritos y que mereció la honra de ceñirse una siem pre verde corona de reconocim iento de Chile y de los hom bres de ciencia del m un­ do entero, ya que fue un n atu ralista de ver­ dad que supo com prender la m elodía infini­ ta que eternam ente susu rra la N aturaleza.


Bol. M us. N ac. H ist. N at. Chile 35: 11 - 21, (1977).

CLAUDIO GAY COMO BOTANICO **

H ugo G u n c k e l

L. (*)

Y llegamos al año 1830 en que suceden en dos a estudios de la H istoria N atural; y así Chile grandes cambios, no sólo en el campo se com prenderá por qué fue recomendado económico-social, sino tam bién cultural. G a y a P o r t a l e s , celebrándose entre ellos un Aparecen en el am biente político don D ie ­ histórico contrato, el 14 de septiem bre de g o P o r t a l e s que como m inistro om nipoten­ 1830”. te im pone sus deseos y proyectos de acuerdo El entonces gobierno de Chile, presidido con las ideas peluconas que triunfaron m ili­ por don J o s é T o m á s Ov a l l e , Vicepresidente tarm ente en los cam pos de Lircay, m uy cer­ de la República, y su M inistro P o r t a l e s , de­ ca de la ciudad de Talca. seando "hacer estudiar científicam ente al C l a u d i o G a y que entonces dictaba algu­ país y las producciones de nuestro suelo, y nas clases en el “Colegio de Santiago” re­ queriendo utilizar los conocimientos y la cién fundado en la capital, dedicaba todo su actividad de G a y , celebró con él aquel con­ tiem po libre en reco rrer los cam pos vecinos tra to m em orable que fue el origen de la obra a la capital, herborizando activam ente, ca­ m onum ental, cuya ejecución llegó a su fe­ zando insectos y avecillas que luego prepa­ liz térm ino después de varios años de asi­ raba, enviándolas al Museo de H istoria Na­ duo trabajo". E n tre las obligaciones que aceptaba G ay tu ra l de París. E sto de coleccionar bichitos con una red figuraba la recom endación de investigar la grande y ju n tan d o yerbas con flores boni­ historia natural de Chile, y redacts v, como tas que crecían silvestres en los campos y se indicó ya más arriba, una obra e,ue con­ en los cerros vecinos, llam ó m uy pronto la tenga la descripción de casi todos los ani atención a varias personas. E ntre ellas de­ males, vegetales y m inerales, con sus nom ­ bres vulgares, utilidad y localidad, acom­ bem os reco rd ar principalm ente a don J o s é pañada de láminas proporcionadas en can­ V i c e n t e B u s t i l l o s y M a s e y r a que, como hom bre lleno de visiones e inquietudes, adi­ tidad a los objetos que describe. El contrato que fue aprobado el mismo vinó un provecho a favor de la ciencia chi­ lena en la persona de C l a u d i o G a y , del cual día 14 de septiem bre del año indicado por se hizo gran amigo y aun com pañero de ex­ el Vicepresidente O v a l l e y su M inistro de cursiones; adem ás am bos tenían la m ism a H acienda don M a n u e l R e n j i f o , especifica tam bién entre otras obligaciones la funda­ profesión de Farm acéuticos. Después de varias conversaciones acorda­ ción o creación de un “Gabinete de Historia ron proponer a don D ie g o P o r t a l e s la con­ N atural”. Para su realización G a y recorre casi todo tratación de G a y p ara explorar las riquezas naturales del país, estudiar su geografía e el territorio nacional que entonces formahistoria, y redactar, finalm ente, una obra re­ lacionada con H istoria Física y Política de (*) Presid en te de la A cadem ia C hilena d e C iencias N atu rales y D irec to r H o n o rario d e la Sociedad C hilena de H istoria j Chile. G eo g rafía. Un hom bre de los m éritos como los que (**) C onferencia dad a en el M useo N acional de H isto ria N a­ ofrecía Gay no podía quedar desconocido en tu ra l a diciem bre de 1973, de u n trab ajo inédito intitulado: Pasió n y m u erte de la ciencia botánica en Chile. "u n país en que habían tan pocos aficiona­


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

ba la nación chilena, excepto Magallanes y T ierra del Fuego, investigando y coleccio­ nando m aterial, observando las costum bres de sus habitantes, regresando en 1842 a Francia para iniciar allá la redacción y p u ­ blicación de su obra que lleva p o r título ofi­ cial el siguiente: “Historia Física y Política de Chile, se­ gún docum entos adquiridos en esta Re­ pública durante doce años de residen­ cia en ella y publicada bajo los auspi­ cios del Suprem o Gobierno por CLAU­ DIO GAY, ciudadano chileno, individuo de varias sociedades científicas nacio­ nales y extranjeras, caballero de la Le­ gión de Honor". Una vez instalado en París, Gay principió a ordenar todo su gran m aterial reunido en Chile, puso al día sus anotaciones m anuscri­ tas y buscó los colaboradores necesarios pa­ ra solicitar de ellos, una cooperación que ha sido de muchísimo provecho p ara la m ejor redacción definitiva de la obra en referen­ cia. Desde que G a y inició sus investigaciones en Chile, contó siem pre con la ayuda m ate­ rial y de los consejos de los más ilustres sa­ bios franceses que lo estim ulaban continua­ mente, no sólo escribiéndole cartas, sino pu­ blicando y com entando en revistas especia­ lizadas artículos sobre los ta n novedosos e interesantes descubrim ientos realizados por él en nuestro país. G a y mismo dio a conocer en varias p u ­ blicaciones en Chile y aun en Francia dis­ tintos aspectos relacionados con la vegeta­ ción chilena que entonces era un tem a desconocido respecto a nuestro país; ade­ más publicó sus m ás im portantes e intere­ santes novedades científicas observadas en el campo de la botánica y zoología. De gran im portancia p ara el desarrollo histórico de las ciencias naturales chilenas son los num erosos inform es oficiales envia­ dos por G a y a la Comisión encargada de controlar su labor y que fueron publicados en su m ayor p arte en E l A r a u c a n o , perió­ dico oficial de la República de Chile. Sería de m ucho interés p ara la ciencia y aun p ara la historia reim prim ir dichos inform es en un solo cuerpo, ya que son m uchísim os los datos que traen sobre tantos tem as y as

pectos realizados y obtenidos du ran te sus exploraciones, ya que cada uno de ellos pue­ de considerarse como un acabado estudio sobre las distintas regiones visitadas por su autor. Para un n atu ralista no existe una satis­ facción m ayor que descubrir algo nuevo p a­ ra "su ciencia” : esto constituye p a ra los verdaderos naturalistas un triunfo en su eterna lucha que realiza descifrando secre­ tos de la N aturaleza, aquella obra m aestra del Creador. Un investigador así es un verdadero sa­ cerdote que continuam ente busca e inves­ tiga algo de la N aturaleza y que contribuye no sólo para él un inm enso gozo espiritual, sino su triunfo debe ser considerado como una contribución útil a la ciencia y a la téc­ nica del país que son fuentes de bienestar p ara toda la nación. ¡Cuántos secretos así pacientem ente arrancados no constituyen luego fuentes de riqueza y de bienestar pa­ ra toda la Humanidad!

D urante sus herborizaciones G a y siguió los consejos de algunos fam osos explorado­ res, principalm ente los del ilustre n atu ralis­ ta francés P h i l i b e r t C o m m e r s o n , que rea­ lizó u n largo y m uy fructífero viaje alrede­ dor del m undo —pasando largos m eses en T ierra del Fuego y a orillas del E strecho de Magallanes— durante la expedición organi­ zada p o r el capitán L uis A n t o n i o d e B o u ­ g a i n v i l l e . Recom endaba este botánico que p ara obtener buenos resultados posteriores y prácticos en exploraciones, excursiones o herborizaciones en general, es necesario: 1? Recoger num erosas m uestras de la m is­ m a planta, en el m ism o estado de crecim ien­ to o desarrollo y de la m ism a localidad; y 2° N um erar estos objetos y rep artirlo s en­ tre los distintos herbarios e instituciones sabias, obsequiándolos o vendiéndolos. Así se com prenderá que actualm ente plantas, por ejem plo, coleccionadas p o r G a y en Chi­ le existen depositadas en los m ás im portan­ tes centros de estudios botánicos de E u ro ­ pa y América. Al trasladarse en 1842 a Francia, C l a u d i o dejó en Santiago como base de la fu­ tu ra sección botánica del Gabinete, actual Museo de H istoria N atural, num erosos ob­ G ay


H. Gunckei. L. / Claudio Gay como Botánico.

jetos, figurando entre ellos u n a colección de 2.544 núm eros de plantas (que llevan la num eración del 1 al 2.544 inclusive); ade­ m ás de insectos y m am íferos em balsam a­ dos, algunos m inerales y unos pocos obje­ tos relacionados con la arqueología chilena. E n la Flora de la H istoria Física y Polí­ Chile, G a y y sus colaboradores des­ cribieron 3.767 especies de plantas rep arti­ das en 1.140 géneros distribuidos en 1e>3 fam ilias: núm eros que ahora tienen sólo un valor relativo, ya que la nom enclatura ac­ tu al h a m odificado num erosos taxa de acuerdo con las norm as de la taxonom ía m oderna.

tic a d e

Ese núm ero de plantas aparecen en los ocho volúm enes de la Flora gayana, cuyo prim er tom o apareció en 1845 y el octavo lleva como año de su publicación 1S52, aun­ que sólo apareció dos años m ás tarde. Conviene reco rd ar que cada volumen o tom o se com pone de cuatro fascículos o en­ tregas que salían de la im prenta en distin­ tas fechas que m uchas veces no es la misma que lleva im preso la p o rtad a respectiva (*). Los colaboradores de la p arte botánica de la obra de G a y fueron los siguientes bo­ tánicos franceses: Redactó las siguien­ tes fam ilias: Cruciferas; Sapindáceas; Geraniáceas; Vivianáceas; Tropeoláceas; Oxalidáceas; M irtáceas y Portulacáceas. B a rn é o u d , M a riu s :

C l o s ( C lo s s ) D o m in ic o : Ramnáceas; Le­ gum inosas; Rosáceas; Umbelíferas; Rubiá­ ceas; Valerianáceas; B orragináceas; Labia­ das y Escrofulariáceas. D e c a is n e ,

J.: Plantagináceas.

D esv a u x , E m ilio :

Ciperáceas y Gram í­

neas. M o n t a g n e , J. F. C a m i l o : Musgos y Hepá­ ticas; Hongos; Liqúenes; Algas. N a u d in ,

C.: Cariofiláceas.

R é m y , J u l e s : Saxifragáceas; Caliceráceas; Com puestas; Poligonáceas; Verbená­ ceas y Solanáceas.

J. y A. L. A. F é e : Equisetáceas y Helechos en general. R ém y,

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R ic h a r d , A q u ile s :

Orquídeas.

Las fam ilias restantes fueron redactadas personalm ente por Gay en idiom a francés y luego traducidas al castellano, lo que reve­ la su gran labor realizada en la descripción latina y española del m aterial floristico que presenta.

(*)

P o r ser poco conocido y es d e in terés p a ra los sistem áticos, a co n tin u ació n se tran scrib en los años en q u e aparecieron los d istin to s fascícu lo s, form ando así los volúm enes res­ pectivos, d e acuerdo con u n m uy docum entado trab ajo del D r. I. M . JO H N ST O N : B ibliographic d ata concerning G ay ’s Flora de Chile D A R W IN IA N A 5: 154-165.

Vol. 1 (1845): Fase. 1. 2. " 3. " 4.

Antes Antes Antes Antes

de de de de

diciembre de 1845; 1845; octubre de 1846; octubre de 1846.

Vol. 2 (1846): Fase. " ” ”

1. 2. 3. 4.

Antes Antes Antes Entre

de mayo de 1847; de mayo de 1847; de mayo y jim io de 1847; mayo y junio de 1847.

Vol. 3 (1847): Fase. " ” ”

1. 2. 3. 4.

A fines de 1847 o en febrero de 1848; Antes de junio de 1848; A fines de 1848; Probablemente a fines 1848 o en 1849.

Vol. 4 (1849): Fase. " ” ”

1. 2. 3. 4.

Antes de agosto de 1849; Antes de agosto de 1849; Probablemente antes de agosto de 1849. Probablemente antes de agosto de 1849.

Vol. 5 (1849): Fase. ” " ”

1. 2. 3. 4.

A principios de 1849; A principios de 1849; Probablemente entre los años 1851 y 52; A mediados de 1852.

Vol. 6 (1853): Fase. 1 al 4. Probablemente a 1853 o en 1854.

mediados

Vol 7 (1850): Antes del 22 de mayo de 1854. Vol. 8 (1852): Antes de mayo de 1854.

de


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

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En la parte taxonóm ica su auto r y co­ laboradores adoptaron el sistem a de clasifi­ cación propuesta en 1818 p o r A g u s t í n P yr a m o d e C a n d o l l e y seguido por su hijo —tam bién un ilustre botánico—, A l f o n s o L u is P e d r o d e C a n d o l l e . C l a u d i o G a y da la siguiente

explicación respecto del método decandolleano seguido en la Introducción del Tomo I de la Botáni­ ca (página 9): "El método natural dem andaba des­ de luego la preferencia, porque en él es donde con m ás facilidad se pueden apreciar las relaciones que tienen en­ tre sí las plantas... Los autores de las m ejores Floras siguen haciendo base de sus clasificaciones, la que De Cando­ lle ascentó en su inm ortal Prodromus y esa m ism a seguiremos en nuestra Flora de Chile, empezando con las Ranuncu­ láceas y dando fin con las Algas, plan­ tas que sin duda presentan, bajo las más simples form as, los rudim entos más sencillos”.

D e a c u e r d o c o n e l m é t o d o d e D e C ando ­ se a s o c ia n la s f a m i l ia s n a t u r a l e s e n c o ­ h o r t e s , c u y a s c a r a c t e r í s t i c a s m o r f o ló g ic a s in d ic a ; a g r u p a la s e s p e c ie s e n s u s r e s p e c t i ­ v o s g é n e r o s , é s t o s e n s e c c io n e s , e tc ., r e s p e ­ t a n d o s í e l m é t o d o n a t u r a l , m u l t i p li c a n d o lo s g r a d o s d e j e r a r q u í a d e lo s g r u p o s , d e m o d o q u e r e p r e s e n t a n m e j o r la s a f i n i d a ­ d e s y l a i m p o r t a n c i a d e lo s c a r a c t e r e s e x ­ te rn o s d e c a d a p la n ta . lle

Indica p ara cada especie su descripción hecha por los más im portantes sistem áticos de su época; incluyendo m aterial de su p ro ­ pia cosecha. Finalm ente aplica rigurosa­ mente la ley de la prioridad de los nom bres botánicos de acuerdo con las norm as de la nom enclatura que L i n n e o había recom en­ dado, aunque este im portante detalle fue en la prim era m itad del siglo pasado' bastante descuidado. Fuera de este aspecto m eram ente taxonó­ mico, G a y al tra ta r las distintas plantas in­ dica el o los lugares donde crece; su o sus nom bres vernaculares; utilidades, principal­ m ente sus virtudes medicinales, etc., datos que G a y había anotado al coleccionar la respectiva p lanta en Chile. Presenta comen­ tarios relacionados con la nom enclatura e

indica, fuera de las sinonim ias, num erosos datos bibliográficos útiles. Se tra ta en general de un trab ajo origi­ nal de paciencia, escritas las descripciones en un latín sin faltas en la redacción de su diagnosis y sus descripciones castellanas en un estilo ameno y fluido que se lee con agrado.

La obra com pleta de G a y —como queda dicho m ás arriba— se com pone de 28 vo­ lúmenes que com prenden: Zoología ........................... ...8 volúmenes Botánica ........................... ...8 H istoria Política de Chile 8 Documentos sobre la His­ toria, Estadística, Geo­ grafía, etc ...2 A gricultura ...........................2 adem ás de dos gruesos Atlas con lám inas que representan objetos de botánica, de zoología, vistas de ciudades, costum bres chilenas; m apas y planos de ciudades, an­ tigüedades arqueológicas, etc. La p arte botánica que se encuentra en­ cuadernada en el P rim er Volumen del Atlas, comprende: Plantas criptogám icas ..... 16 lám inas; Plantas fanerogám icas ..... 87 lám inas; que dan un total de 103 lám inas dedicadas a las plantas chilenas. De estas, 27 son litografiadas y los 76 res­ tantes grabadas en acero. Las lám inas con tem as botánicos, a su vez, representan: Plantas crip to g ám ic as..... 87 especies y Plantas fanerogám icas .... 147 especies, que dan un total de 235 especies de las 3.767 que figuran en el texto de la obra com pleta. Se ha indicado como fecha de publica­ ción o de entrega de las lám inas del Atlas los años de 1854 y 1866; pero las prim eras ilustraciones fueron im presas ya en 1844. De los Tomos I y II del Atlas la m ayoría de sus ejem plares que llevan el año de 1854 (prim era edición) son de lám inas ilum ina­ das a mano; en cam bio, son escasas las lá­


H. G u n c k e l L. / Claudio Gay como Botánico.

m inas negras correspondientes a esta edi­ ción. E n cam bio, en la edición de 1866 se encuentran sólo lám inas de color negro. G ran p arte de las lám inas botánicas fue­ ron dibujadas p o r el a rtista francés A l f o n ­ s o R i o c r e u x y unos m uy pocos p o r u n dibuj ante de apellido V i a n n e (especialm ente las O rquídeas), algunas se deben a la plum a de J u l e s R é m y . La lám ina N? 54 del Atlas fue sin duda dibujada originalm ente p o r la esposa de Gay, en Valdivia, en 1835, y que representa una labiada: Theresa valdiviana descrita p o r C l o s (cuya descripción se puede leer en en el Vol. 4: 496, 1849 de la obra gayana). Se tra ta de una p lan ta cuyo género fue dedicado p o r C l o s a T e r e s a G a y S o u g n i e z , única h ija del m atrim onio de G a y , nacida en Valdivia en 1835 y bautizada en esa m is­ m a ciudad el 4 de septiem bre del mismo año, a la edad de doce días. Nació esta h ija m ientras G a y realizaba exploraciones en la provincia de Valdivia. D esgraciadam ente esta joven falleció a la edad de 20 años m ientras estudiaba en u n internado, cerca­ no de París, m ientras su padre se encontra­ b a investigando en los archivos de España, buscando docum entos p a ra la historia de Chile. C lo s , al dedicar esta p lan ta a la hija de G a y , escribió estas palabras: "Con la m ayor satisfacción dedicam os esta preciosa p lan ta a la h ija del au to r de la H istoria Fí­ sica y Política de Chile, doña T e r e s a G a y , señorita de m ucho aprecio, ya muy adicta al estudio y a la cu ltu ra de las p lan tas”. Las lám inas fueron a su vez grabadas por varios a rtista s de este difícil arte e im pre­ sos, principalm ente p o r M onseñor L e s a u v a g e , que revela ser u n verdadero artífice, ya que cada lám ina im presa constituye una verdadera obra de arte.

Term inaré esta ya bastan te larga charla sobre la labor botánica de C l a u d i o G a y , presentada en form a p o r dem ás breve, re­ saltando sólo los aspectos m ás im portantes de este tem a que ofrece m aterial suficiente p ara red actar todo u n grueso volum en de m uchas páginas. Séame perm itido finalm ente transcribir a continuación los conceptos expresados p o r D ie g o B a r r o s A r a n a sobre la o b ra ga­ yana en conjunto, escrito hace casi cien

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años, pero que son conceptos de perenne actualidad: “Creemos que los gobiernos cultos están en la obligación indeclinable de hacer es­ tu d iar su territorio y de dar a conocer a propios y extraños las producciones de su suelo, no sólo por el interés puram ente in­ dustrial, sino para satisfacer las aspiracio­ nes científicas de toda sociedad civilizada. Por este motivo creemos —continúa Barros Arana— que la publicación de la HISTO­ RIA FISICA Y POLITICA DE CHILE es un m onum ento de honor para el gobierno de 1830 que la decretó y para las adm inistra­ ciones sucesivas que le prestaron constan­ tem ente su apoyo hasta dejarla term inada después de cuarenta años” (D ie g o B a r r o s A r a n a . Don Claudio Gay: su vida i sus obras. Estudio biográfico i crítico escrito por en­ cargo del Consejo de la Universidad de Chi­ le. Pág. 185. Santiago de Chile. 1876).

Señoras y señores: Creo que les he presentado en un breve com entario la obra gayana en el campo del Reino Vegetal y espero haber cumplido así el honroso encargo que recibiera, no sólo de la A c a d e m ia C h i l e n a d e C i e n c i a s N a t u ­ r a l e s de rendir este sincero homenaje, sino tam bién de la S o c ie d a d C h i l e n a d e H i s t o ­ r i a y G e o g r a f ía .

A P E N D I C E

LISTA ALFABETICA DE LOS TAXONES QUE INDICAN GAY Y COLABORADORES PARA LAS LAMINAS DE BOTANICA FANEROGAMICA EN SU ATLAS CON INDI­ CACION DE SU CONCORDANCIA TAXO­ NOMICA ACTUAL: Acaena closicina G ay , en G ay , Bot. 2: 298. 1846. Lám. 21. NA. (Nombre actual): Acaena mage­ llanica (L a m a r c k ) V a h i . (1804): basado en Ancistrum magellanicum L am a rck (1791). Familia Rosáceas. A denostem w n nitidum P ersoon in P ersoon , Synops. P lan t... I: 467. 1805. Non B ertero ; G ay , Bot. 5: 303. 1849. Lám. 60. NA.: G om ortega keule (M o l in a ) G u n c k e l . Fam. Gomortegáceas.


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Adesm ia phylloidea C los en Gay, Bot. 2: 186. 1846. Lám. 18. NA.: El mismo. Fam. Leguminosas. Agrostis koeleroides E m . D esvaux e n G ay , Bot. 6: 317. 1853. Lám. 77, Fig. 2. NA.: El mismo. Fam. Gramíneas.

Boisduvalia tocornalii G ay , en G ay , Bot. 2: 344. 1846. Lám. 24. NA.: El m ism o. Fam. Enote­ ráceas.

Agrostis leptotricha E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 316. 1853. Lám. 76, Fig. 1. NA.: E l mismo. Fam. Gramíneas.

Bouchea copiapensis R é m y en G ay , Bot. 5: 26. 1849 Lám 55 NA.: P rivacuneato-ovatis (C avan ille s ) Rusby en Bull. Torrey Club 27: 80. 1900: basado en Castelia cuneato-ovata Ca v a n il l e s (1801) = Privalaevis J u s s ie u (1806). Fam. Verbe­ náceas.

Agrostis sesquiflora E m . D esvaux e n G ay , B o t. 6: 318. 1853. Lám. 77, Fig. 3. NA.: B riza sesqui­ flora ( E m . D esvaux ) P ilg er (1938). Fam. Gra­ míneas.

B owlesia elegans C los en G ay , Bot. 3: 74.1847. Lám. 30, Fig. 1. N A .: H om alo carpus bowlesiotdes H o oker et A r n o tt (1833). Fam. Um belí­ feras.

Aldunatea chilensis R é m y en G ay , Bot. 3: 322. 1849. Lám. 30, Fig. 1. N A .: Chaetanthera pusilla (D . D o n ) H ooker et A r n o tt . Fam. Compuestas.

B rachyris gayana R é m y en G a y , Bot. 4: 36. 1849. NOTA: En el Atlas, Lám. 44 figura esta especie bajo el nombre de O dontocarpus gayana RÉMY. NA.-.Gutierrezia gayana ( R é m y ) R e i c h e & F e ­ d e r ic o P h i l i p p i . Fam. Compuestas.

Asarca verrucosa A. R ic h a r d en G ay, Bot. 5: 465. 1849. Lám. 66. NA.: Asarca acutifolia P o eppig et E n d l ic h e r (1838). Fam. Orquídeas. Astragalus vesiculosus C los e n G ay , Bot. 2: 120. 1846. L á m . 17. N A .: nosas.

E l m is m o . F a m . L e g u m i­

Avena scabrivalvis T r i n i u s en Bull de l ’Accademie des Sciences de St. Petersb. I: 67. 1836; E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 356. 1853. Lám. 79, Fig. 2. NA: A m phibrom us scabrivalvia (T r i n i u s ) Swallen. Fam. Gramíneas. Azorella trifoliolata C los e n G ay . Bot. 3: 85. 1847. Lám. 30, Fig. 2. NA.: E l mism o. Fam Umbe­ líferas. Balsam ocarpon brevifolium C los e n G ay , Bot. 2: 226. 1846. Lám. 20. NA.: El mismo. Fam. Legu­ minosas. Barneoudia chilensis C. G ay , e n G ay , B o t. I : 29. 1845. L á m . 1, F ig . 2. N A .: E l m is m o . F a m . R a ­ n u n c u lá c e a s .

Belloa chilensis R é m y en G ay , Bot. 3: 337. 1847. Lám. 38, Fig. 2. N A .: Belloa chilensis (H ooker et Arn o tt ) R é m y : basado en Lucilia chilensis H ooker et A rno tt (1835). Fam. Compuestas. Bellota m iersii G ay , e n G ay , B o t. 5: 298. 1849. L á m . 59. N A .: Beilschm iedia m iersii (G ay ) K o sterm ans.

F a m . L a u rá c e a s.

B erberís congestiflora G ay , e n G ay , Bot. I : 75. 1845. Lám. 3. NA.: El mismo. Fam. Berberid áceas.

Bezanilla chilensis R é m y en G ay , Bot. IV: 110. 1849. Lám. 46, Fig. 1. NA.: Psilocarpus chilen­ sis (R é m y ) M e ig e n . Fam. Compuestas. Blennosperm a chilense L e s s in g in Synops. Generum Compositarum: 257. 1832; R é m y e n G ay , Bot. 4: 299. 1849. Lám. 48, Fig. 2. NA.: El m is­ mo. Fam. Compuestas.

B risegnoa chilensis R é m y en G ay , Bot. 5: 292. 1849. Lám. 58, Fig. 2. NA.: Oxytheca dendroides Nuttall (1847). Fam. Poligonáceas. B rom elia bicolor R uiz e t P avón en Flor. Peruv. & Chil. 3: 33. 1802. G ay , en G a y , Bot. 6: 9. 1853. Lám. 67. NA.: Fascicularia bicolor (R uiz & P a­ vón ) M e z (1896). Fam. Brom eliáceas. B rom us mango Em. D e sva ux en G ay , Bot. 6: 440. 1853. Lám. 82. NA.: El m ism o. Fam. Gramíneas. Bulnesia chilensis G ay , en G ay , Bot. I: 475. 1845. Lám. 15. NA.: El m ism o. Fam. Zigofiláceas. Bustillosia chilensis C los en G ay , Bot. 3: 108. 1847. Lám. 32, Fig. 4 (debe ser Fig. 2). NA.: A steriscium closii (O . K u n t z e ) M a t h ia s e t C o n s t a n c e : basado en D ipterygia closii O. K u n z e en Rev. G e n . Plant. I: 267. 1891. Fam. Um belíferas. Caesalpinia angulicaulis C los en G ay , Bot. 2: 223. 1846. Lám. 19. NA.: El m ism o. Fam. Legumi­ nosas. Calandrinia splendens B arnéoud en G ay , Bot. 2: 499. 1846. Lám. 28. NA.: El m ism o. Fam. Portulacáceas. Caloptilium lagascae H o o k e r et A r n o t t en HooKER's, Companion to thè Botanical M agazine I: 36. 1833; R é m y en G ay , Bot. 3: 363. 1847. N A .: N assauvia lagascae ( H o o k e r e t A r n o tt ) B e n t ­ h a m & H o o k e r . Fam. Compuestas. Carex acutata B oott en Proceedings o f the Linnean Soc. of London XX: 124. 1846; Em. D e s ­ vaux en G ay , B o t. 6: 217. 1853. Lám. 73, Fig. 16. NA.: El m ism o. Fam. Ciperáceas. Carex aem atorhyncha E m . D e sv a u x en G ay , Bot. 224. 1853. Lám. 73, Fig. 22. NA.: Carex aernatorryncha E m . D e sva ux . Fam. Ciperáceas.


H. G u n c k e l L. / Claudio G a y com o Botánico.

Carex antucensis K u n z e ex K u n t h en Enumeratio Plantarum... 2: 412. 1837; Em. D esvaux en Gay, Bot. 6: 211. 1853. Lám. 73, Fig. 12. NA.: Carex decidua B oott en Proceed. Linn. Soc. X X : 119. 1846. Fam. Ciperáceas. Carex beecheyana B oott ex Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 223. 1853. Lám. 73, Fig. 21; y en Illustrations of the genus Carex I: 67. 1858. NA.: El m ism o. Fam. Ciperáceas.

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Soc. XX: 127. 1846; H ooker f., Flora Antarctica 2: 367. 1847; Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 219. 1853. Lám. 73, Fig. 17. N A .: El mismo. Fam. Ciperáceas. Carex phalaroides K u n t h en Enum. Plant. 2: 482. 1837; Em. D esvaux en G ay, Bot. 6: 215. 1853. Lám. 73, Fig. 13. NA.: El mismo. Fam. Cipe­ ráceas.

Carex berteroana E m . D esvaux e n G ay , B o t. 6: 198. Lám. 73, Fig. 1. NA.: Carex setifolia K u n z e var. berteroana (D e sva ux ) G u n c k e l (1954). Fam. Ciperáceas.

Carex piptolepis E m . D esvaux en G ay, B o t. 6: 201. 1853. Lám. 73, Fig. 7. NA.: Carex setifolia K u n ­ z e ex K u n t h var. berteroana ( E m . D esvaux ) G u n c k e l . Fam. Ciperáceas.

Carex bracteosa K u n z e ex K u n t h en Enumeratio Plant. 2: 376. 1837; Em. D esva ux en G ay , Bot. 6: 207. Lám. 73, Fig. 8. NA.: El mismo. Fam. Ci­ peráceas.

Carex propinqua N ees a b E s e n b e c k & M e y e n , e n

Carex brongniartii K u n t h , en Enum. Plant. 2: 380. 1837; Em. D esva ux en G ay , Bot. 6: 208. 1853. Lám. 73, Fig. 8. NA.: El mismo. Fam. Ci­ peráceas. Carex chilensis B r o n g n ia rt en Voyage auteur du monde... sur la corvette Coquille..., Bot. Phanerog. I: 156.1834; K u n t h , Enum. Plant... 2: 420. 1837; Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 221. 1853. Lám. 73, Fig. 19. NA.: Carex riparia C urt var. chilensis (B r o n g n ia r t ) K u e k e n t h a i .. Fam. Ciperáceas. Carex excelsa P o e ppig ex K u n t h , Enumeratio P la n t. 2: 302. 1837; E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 218. 1853. Lám. 73, Fig. 15. NA.: Carex pseudo-cyperus L. var. haenkeana (P re sl ) K u e k . Fam. Ci­ peráceas. Carex fuscula E m . D esvaux [non D'Urville] e n G ay , Bot. 6: 216. 1853. Lám. 73, Fig. 14. NA.: Carex fuscula D ' U r v il le var. disien ta (K u n z e ex K u n t h ) K u e k e n t h a l : basado en Carex dis­ ienta K u n z e ex K u n t h . Fam. Ciperáceas. Carex gaim ardioides E m . D esva ux e n G ay , B o t. 6: 202. 1853. Lám. 73, Fig. 2. NA.: Scirpus deserticola P h i l . (1860) y Scirpus hieronym i B oeck e l e r (1888). Fam. Ciperáceas. Carex gayana E m . D e sva ux en G ay , Bot. 6: 205. 1853 Lám. 73, Fig. 3. NA.: El mismo. Fam ci­ peráceas. Carex hvpoleucos E m . D esvaux e n G ay , B o t. 6: 203. Í853. Lám. 73, Fig. 5. NA.: El mismo. Fam. Ciperáceas. Carex m elanocystis E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 203. 1853. Lám. 73, Fig. 5. N A .: Carex m arítim a Gunner var. m elanocystis ( E m . D esvaux ) G u n c k e l . N o v . Comb. Fam. Ciperáceas. Carex paleata B oott en Carices species novae vel m inus cognitae, Transactions of the Linnean 2. MUSEO N? 35

M e y e n , R e ise ... 1: 116. 1834 (N O M E N ) e x K S . K u n t h E n u m . P la n t. 2: 396. 1837; E m . D esvaux e n G ay , B o t. 6: 209. 1853. L á m . 73, F ig . 9. N A .: Carex m acloviana D 'U rville (1826). F a m . C ip e ­ rá c e a s .

Carex pycnostachya Em. D esvaux en G ay, Bot. 6: 204. 1853. Lám. 73, Fig. 11. non K ar . & K ir . NA.: Carex nebularum R. A. P h i l l i p p i (en AUCh 93: 493. 1896). Fam. Ciperáceas. Carex setifolia K u n z e en Synops. Plant. Americ. austral.: 26 ex K u n t h , Enumerat. Plant. 2: 422. 1837; Em. D esvaux en G ay, Bot. 6: 200. 1853 Lám. 73, Fig. 16. NA.: Carex setifolia K z e . var. berteroana (D esv .) G u n c k e l . Fam. Ciperáceas. Carex trífida C avanilles en Icones et Descriptiones plant.... 5: 41, tab. 465. 1799; K u n t h , Enum. Plant. 2: 501. 1837; Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 222. 1853. Lám. 73, Fig. 20. NA.: El mismo. Fam. Ciperáceas. Carex urvillaei B ron gnia rt en Voy. autour du monde... sur la corvette Coauille... Bot. Phanerotr. I: 157. 1834; K u n t h , Enum. Plant. 2: 517. 1837; Em. D esvaux en G ay , Bot. 220. 1853. Lám. 73, Fig. 18. NA.: Carex pum ila T h u n b e r g var. urvillaea (B ron gnia rt ) K u e k e n t h a l . Fam. Ci­ peráceas. Carica pyriform is W ill d en o w in Linné, Species Plant. iv: 815. 1805 (non H ooker et A rnott ) en G ay , Bot. 2: 413. 1846. Lám. 25. NA.: Carica chi­ lensis Planchón en Annal. Se. Nat., Ser. iv, 2: 259. 1854. Fam. Caricáceas. Carm elita form osa C. G ay e x D e C andolle , P r o d ro m u s ... 7: 14. 1838; R é m y e n G ay , B o t. 3: 286. 1847. L á m . 37, F ig . 1. N A .: Chatanthera villosa D . D on (1832). F a m . C o m p u e s ta s .

Catabrosa tenuifolia P resl en Reliquiae Haenkeanae... I: 256. 1830; Em D esvaux en G ay , Bot. 6: 392. 1853. Lám. 81, Fig. 2 NA.: Puccinellia tenui­ folia (P resl ) P arodi (en Notas Museo La Plata 2: 16. 1937). Fam. Gramíneas.


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

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Cissarobryon elegans P o eppig en Fragmentum Synopseos Plantarum phanerog. in Chile lectanum: 29. 1833; G ay , Bot. I : 404. 1845. Lám. 13. NA.: Viviania elegans (P o e ppig ) , R e ic h e , J o h o w & F ed. P h i l i p p i , Fam. Geraniáceas. Closia cotula R é m y en G ay , Bot. 4: 120. 1849. Lám. 46, Fig. 2. N A .: P erityle em eryi T orrey var. cotu­ la (R é m y ) G u n c k e l , N ov . Comb. Fam. Com­ puestas. Colliguaya dom eykoana C. G ay en G ay , Bot. 5: 341. 1849. Lám. 61. non A J u s s ie u (1832). NA.: Colli­ guaya salicifolia G il l ie s et H ooker (Bot. Mise. I : 141. 1830). Fam. Euforbiáceas. Cruckshanksia montiana C los en G a y , Bot. 3: 195. 1847. Lám. 33, Fig. 1. NA.: Cruckshanksia mon­ tiana C los . Fam. Rubiáceas. NOTA: el nombre específico exacto es Monttiana: su autor lo dedicó al "ilustre y sabio ministro del interior de Chile, el joven Manuel Montt" (en G ay, Bot. 3: 196. 1847).

Chloraea gayana A. R ic h a r d en G ay , Bot. 5: 439. 1849. Lám. 63. NA.: Chloraea speciosa P o e ppig (en Fragm. Synops. Plant. Phan. Chil. : 14. 1833). Fam. Orquídeas. Chloraea odontoglosa A. R ic h a r d en G ay , Bot.. 5: 45. 1849. Lám. 65. NA.: El m ism o, aunque C. R e ic h e en Orquídeas chilenas :60. 1910 la con­ sidera una especie problemática. Fam. Orquí­ deas. Chusquea culeou E. D esva ux en G ay , Bot. 6: 450. 1853. Lám. 83. Fig. 2 N A .: Chusquea rugi (Mo­ lina) R ebeca A cevedo. Fam. Gramíneas. Chusquea cum ingii N ees a b E s e n b e c k , e n L i n n a e a IX: 487. 1834; E m . D esva ux e n G ay , B o t. 6: 448. 1853. L á m . 83, F ig . 1. N A .: E l m is m o . F a m G r a ­ míneas Danthonia aureovulva Em. D esva ux e n G ay , Bot. 6: 362. 1853. Lám. 80, Fig. 2 NA.: El m ism o. Fam. Gramíneas.

Cruckshanksia pum ila C los en G ay , Bot. 3: 196. 1847. Lám. 33, Fig. 2. NA.: El mismo. Fam. Ru­ biáceas.

Danthonia chilensis Em. D e sva ux en Gay, Bot. 360. 1853. Lám. 80, Fig. 3. NA.: El m ism o. Fam. Gra­ míneas.

Cunina sanfuentes C los en G ay , Bot. 3: 203. 1847. Lám. 34. NA.: N ertera granadensis (L in n e o fil.). D ru c e . F a m . Rubiáceas. NOTA: Véase R . A. P h i l i p p i , Auch 41: 732. 1872; R e ic h e y F ed. P h i l i p p i , Auch 106: 975. 1900 y en Flora d e C h ile 3: 135. 1902; L in n e o fil., Supplement. : 129. 1781 sub G om ezia granadensis M u t is e x L in n e o fil.

Danthonia violacea Em. D esva ux en G ay , Bot. 6: 365. 1853. Lám. 80, Fig. 1. N A .: El m ism o. Fam. Gramíneas.

Cyperus gram m icus K u n z e ex K u n t h en Enumé­ rate. Plant. 2: 6. 1837; E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 162. 1853. Lám. 70, Fig 1. NA.: El mismo. Fam. Ciperáceas. Cyphocarpus rigescens M ie r s en J o h n M ie r s , Hooker’s, The London Journal of Botany... 7: 62. 1848; G ay , Bot. 4: 336. 1849. Lám. 50. NA.: El mism o. Fam. Campanuláceas. Chabraea salina R é m y en G ay , Bot. 3: 393. 1847. Lám. 41, F ig . 2. NA.: Leuceria salina (R é m y ) R e ic h e et F ed . P h i l i p p i (en Auch 116: 196. 1905 y en Flora de Chile 4: 418. 1905). Fam. Com­ puestas. Chaetanthera glandulosa R é m y en G ay , Bot. 3: 311. 1848. Lám. 35. Fig. 1. NA.: El mismo. Fam Com­ puestas. Chevreulia: thouarsii R é m y en G ay , B o t. 3: 332. 1847. Lám. 37, Fig. 2. NA.: Chevreulia sarm en­ tosa (P ersoon ) B l a k e (1925): basado en Tussilago sarm entosa P ersoon (1807). Fam. Com­ puestas. Chloraea densa A. R ic h a r d en G ay , B o t. 5: 454. 1849. L á m . 64. NA.: Chloraea m em branaceae L in d l e y (en Gen. et Spec. Orch. : 401. 1840). Fam. Orquídeas.

D ecostea ruscifolia C los en G ay , Bot. 8: 395. 1852. Lám. 32 bis. NA.-.Griselinia ruscifolia (C los ) T aubert (1893). Fam. Cornáceas. Desfontainea spinosa R é m y e n G ay , B o t. 5: 99. 1849. (NON Desfontainea spinosa R u iz e t P avon "i . L á m . 56. NA.: D esfontainea spinosa R u iz e t P avón v a r . hookeri (D u n a l ) R e ic h e y F ed . P h i l i p p i s b a s a d o e n D esfontainia hookeri D u ­ n a l (e n D C . P r o d r o m . 13 ( a ) : 676, 1852) F a m . L o g a n iá c e a s . NOTA D esfontainia R u iz e t P a­ vón (1794); Desfontainia H u m b o l d t , B o n pla n d e t K u n t h (1825). Deyeuxia chrysostachya Em. D esva ux en G ay , Bot. 6: 323. 1853. Lám. 78, Fig. 2. NA.: C alam agrostis chrysantha (P re sl ) S t eu d el (en Nom enclat. Bot., Edic. 2, I: 250. 1840): basado en Deyeuxia chrysantha P re sl en Reliq. Haenk I: 247. 1830. Fam. Gramíneas. Deyeuxia erythrostachya E m . D esva ux en G ay , Bot. 6: 324. 1853. Lám. 78, Fig. 1. NA.: C alam agrostis erythrostachya ( E m . D esva ux ) H a c k e l ex S t u c k e r t (en Anales Museo Nac. Buenos Aires, Ser. 3, 6: 476. 1906). Fam. Gramíneas. Dichrom ena atrosanguinea Em. D e sva ux en G ay , B o t. 6: 190. 1853. Lám. 71, Fig. 5. NA.: Scirpus californicus (C. A. M ey er ) S t e u d e l var. spoliatus B arros (en Lilloa I: 69. 1937). Fam. Ciperá­ ceas. Dinem agonum gayanum A. de J u s s ie u en Monographie des Malpighiacées: 351.


H. G u n c k e l L. / Claudio G a y como Botánico.

DinemancLra glaberrim a A d r ie n de J u s s ie u en Mo­ nographic des M alpighiacées: 329. 1843 (Arch. Mus. D'Histoire Nat., Paris, 3: 583. 1843); G ay Bot. I: 358. 1845. Lám. 9. NA.: El m ism o. Fam. Malpigiáceas. D iposi bulbocastanum dc. en Prodromus 4: 668. 1830; C los en G ay , Bot. 3: 96. 1847. Lám. 31, Fig. 2. NA.: El m ism o. Fam. Umbelíferas. Dolichogyne candollei R é m y en G ay , Bot.. 4: 103. 1849. Lám. 45. NA.: N ardophyllum lanatum (M e y e n ) C abrera. Fam. Compuestas. Egania dioica R é m y en G ay , Bot. 3: 327. 1847. Lám. 36, Fig. 1. NA.: Chaetanthera dioica (R é m y ) R o­ b in s o n (en Proceed. Americ. Acad. 49: 514. 1913). E ritrichium phaceloides C los . Lám. 52 bis, Fig, 1. NOTA: La lám ina indicada no corresponde a E. phaceloides C los sino a la especie que I. M. J o h n s t o n denom inó C ryptantha gayi, cuyo tipo herborizó C laudio G ay en la provincia de C o ­ quimbo: Arqueros [29? 49’ - 709 58’], en octubre de 1836 (C o l. G a y : 1921). Fue descrita en C o n ­ tribución from the Gray Herbarium of Harvard University N? 78 (A Revisión of the South Ame­ rican boraginoidease por I. M. J o h n s t o n ) : 71. 1927. NA.: C ryptantha gayi I. M. J o h n s t o n . Fam. Borragináceas. Eucryphia pinnafida G ay en G ay , Bot. I: 352. 1845. Lám. 8. NA.: E ucryphia glutinosa (P o e ppig et E n d l ic h e r ) F o c k e (en E ngler und P ran tl , Naturl. Pflanzen fam. 3: 6. 1839: bagado en Faous glutinosa P o eppig et E n d l ic h e r (1839). Fam. E u crifiáceas. Eutoca cum ingii B e n t h a m en Transactions of the Linnean Society 17: 276. 1837; G ay , Bot. 4: 450. 1848. Lám. 53. Fig. 1. NA.: Phacelia cum ingii (B e n t h a m ) A. G ray (en Proceed. Americ. Acad. X :: 327. 1875). Fam. Hidrofiláceas.

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Gym nothrix chilensis E m . D esvaux en G ay , Bot. VI: 251. 1853. Lám. 74. NA.: Pennisetum chilense ( E m . D esvaux ) J a c k so n (en Nova Acta Regiae Soc. Scient. Upsaliensis IV (1): 172. 1905. Fam. Gramíneas. H eleocharis costulata N e es ab E s e n b e c k et M ey e n (Linnaea IX: 294. 1834; K u n t h , Enum. Plant. 2: 142. 1837; Em. D esvaux en G ay , B o t. 6: 173. 1853. Lám. 71, Fig. 2. NA.: Eleocharis radicans (P o iret ) K u n t h (en Enumeratio Plantarum. 2: 142. 1837: basado en Scirpus radicans P o iret (1804). Fam. Ciperáceas. H eleocharis m elanocephala Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 175. 1853. Lám. 71, Fig. 1. NA: Eleocha­ ris albibracteata N ees ab E s e n b e c k & M e y e n ex K u n t h (en K u n t h , Enumeratio Plant. 2: 143. 1837 y en Linnaea IX: 294. 1835). Fam Ci­ peráceas. H eleocharis striatula E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 173. 1853. Lám. 71, Fig. 3. NA.: Eleocharis bonariensis N ees ab E s e n b e c k . Fam. Ciperáceas. H elosciadium gracile C los en G ay , Bot. 3:' 124. 1847. L á m . 31, Fig. 1. N A : Apium laciniatum (DC) U rban (en M a r t iu s ) . Flora Bras. xi (1): 343. 1879: basado en H elosciadium laciniatum DC. (en Pro­ drom. iv: 105. 1830 y en M é m . Soc. Phys Genev. iv: 495. 1828). Fam. Umbelíferas. H exaptera cuneata G il l ie s et H ooker (en Botanical Miscellany I: 352. 1830); B arnéoud en G ay , Bot. I: 178. 1845. Lám. 5, Fig. 2. NA.: E l mismo. Fam. Cruciferas. H exaptera linearis B arnéoud e n G ay , B o t. I: 176. 1845. L á m . 5, F ig . 3. N A .: E l m is m o . F a m . C ru ­ c if e r a s .

G ayophytum hum ile Ad. de J u s s ie u (en Anales des Sciences Naturelles, Sér. 1, 25: 18, tab.3. 1832); G ay , Bot. 2: 324. 1846. Lám. 22, Fig. 1. NA.: El m ism o. Fam. Enoteráceas.

H uidobria chilensis G ay en G ay , Bot. I: 440, 1845. Lám. 26. NA.: Loasa chilensis (G ay ) U rban (en Berichte Deutsch. Bot. Ges. X: 222. 1892 y en Monographie Loasacearum: 258. 1900). Fam. Loasáceas.

G odetia gayana S p e c h (en Nouvelles Annales Museum d'histoire naturalle de París IV: 391. 1835; G a y , Bot. 2: 340. 1846. Lám. 23. NA.: Godetia tenuifolia (C a v a n il le s ) S p a c h (1. c.: 4: 390. 1835): basado en O enothera tenuifolia C avanilles (1797). Fam. Enoteráceas.

Infantea chilensis R é m y en G ay , Bot. 4: 259. 1849. Lám. 48, Fig. 1. N A .: A m blyopappus pusillus H ooker et A rno tt (en Journal of Botany 3: 321. 1841). Fam. Compuestas.

Gruvelia pusilla A. D C . (en Prodrom. x: 119. 1846); C los en G ay , Bot. 4: 482. 1849. Lam. 52 bis, Fig. 3. NA.: Pectocarya pusilla (A. DC.) A. G ray (e n Proceed Americ. Acad, xii: 81. 1876). Fam Borragináceas. G ym nophyton polycephalum C los, G ay , Bot. 3: 103. 1847. Lám. 32, Fig. 1. NA.: G ym nophyton poly­ cephalum (G i l l ie s et H o oker (en Bot. Misc. I: 332, tab. 67 B. 1830). Fam. Umbelíferas.

Isolepis álbescens E m . D esvaux en G ay , B o t. 6: 188. 1853. Lám. 70, F ig . 2. N A .: Scirpus inundatus (R . B r o w n ) P o iret (1817): b a s a d o en Isolepis inún­ dala R obert B r o w n (1810). F a m . Ciperáceas. Isolepis nigricans H um boldt , B onpland e t K u n t h (en N o v a G e n . et S p e c . ...I: 220. 1815); E m . D es ­ vaux e n G ay , B o t. 6: 187. 1853. Lám. 70, F ig . 3. N A .: Scirpus inundatus (R . B r o w n ) P oiret . F a m . Ciperáceas.


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

Lastarriaea chilensis R é m y en G ay , Bot. 5: 290. 1848. Lám. 58. Fig. 1. NA.: El mismo. Fam. Po­ ligonáceas. Lepidoceras punctatum C los en G ay , Bot. 3: 165. 1847. Lám. 32 bis 1, Fig. 1. NA.: Erem olepis punctulata (Ci.os) G r is e b a c h (en Abhandl. Königl. Ges. der Wissenschaften zu Goettingen VI: 124. 1854 (y en System atische Bemerkungen...: 36. 1854). Fam. Lorantáceas.

Molina chilensis G ay , Bot. 5: 346. 1849. Lam. 62. N A .: D ypsopis glechom oides (R ic h a r d ) M u e ­ ller - A r g o v ie n s is (en dc . Prodrom. 15 (2): 949. 1862: basado en H ydrocotyle glechom oides R i ­ ch a rd (1820). Fam. Euforbiáceas. Monandraira bertoroana (K u n t h ) E m . D e sva ux en G ay , Bot. 6: 343. 1853. Lám. 79, Fig. 3 NA.: Descham sia berteroana (K u n t h ) T r i n i u s (en M é m . Acad. St. peterb., ser. 6, 4: 10. 1838: basado en Trisetum berteroana K u n t h (en Rev. Gram.: 457, Tab, 142. 1829). Fam. Gramíneas.

Lepidoceras squam ifer C los en G ay, Bot. 3: 166. 1847 (publicado en junio de 1848). Lám. 32 b isl, Fig. 2. NA.: Lepidoceras kingii H ooker fil„ (en Flora Antarctica 2: 293. 1848). Véase: H . G u n c k e l L. Un curioso caso de hem iparasitism o ve­ getal y algunos datos sobre Lepidoceras kingii H o oker f. en Rev. Univ. (U.C.) 24: 183-186. 1939. Fam. Lorantáceas.

Monandraira glauca E m . D esva ux en Gay, Bot. 6: 342. 1853. Lám. 79. Fig. 1. NA.: D escham psia glauca ( E m . D e sva ux ) P aro dí (1949). Fam. Gramíneas.

Leucocoryne purpurea G ay en G ay , Bot. 6: 122. 1853. Lám. 69. NA.: Leucoryne ixioides L in d l e y var. purpurea (G ay ) B a k e r (en On Liliaceae in Jour­ nal of Linnean Soc., London, Botany, XI: 375. 1871). Fam. Liliáceas.

M yosurus apetalus G ay , en Bot. I : 31. 1845. Lám. 1, Fig. 1. NA.: El mismo. Fam. Ranunculáceas.

M onttea chilensis C los en G ay , Bot. 4: 416. 1849. Lám. 51. NA.: El m ism o. Fam. Escrofulariáceas.

Loasa m ultifida R é m y en G ay , Bot. 2:: 457. 1846. Lám. 27. Fig. 2. NA.: El mismo. Fam. Loasáceas.

Nassella pungens E m . D esva ux en Gay, Bot. 6: 258. 1853. Lám. 75, Fig. 1. NA.: El m ism o. Fam. Gramíneas.

Loxodon chilensis DC. ( P r o d r o m u s ... 7: 44. 1838); R é m y en G ay , B o t. 3: 329. 1847. Lám. 36, Fig. 2. NA.: Chaptalia exacapa (P ersoon ) B a k e r var. chilensis (DC) B u r k a r t (en Darwiniana 6 (4): 538: 1944. Fam. Compuestas.

Odontocarpha gayana R é m y e n G a y , A tla s , Bot. Fanerogánica Lám. 44. En el texto en G a y , Bot. 4: 36. 1849 com o B rachyris gayana R é m y . N A .: G utierrezia gayana (R é m y ) R e i c h e y F e d . P h i ­ li p p i (en AUCh: Flora de C h ile ) . F a m . C o m ­ puestas.

Llagunoa glandulosa W alpers , Repertorium botani­ ces systematicae 5: 421. 1845; G ay , Bot. I: 370. 1845. Lám. 11. NA.: E l mismo. Fam. Sapindáceas.

Oxalis arbuscula B arnéoud en G ay , B o t. I : 443. 1845. Lám. 14, Fig. 2. NA.: El m ism o. Fam. Oxalidáceas.

Malacochaete riparia N e es ab E s e n b e c k e t M e y e n (en Linnaea X: 184. 1836 y en Nova Acta Acad. Caes. Leopold. -Carol. Naturae Curiorum... XIX, SupnI. I: 90. 1843); Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 176. 1853. Lám. 71. Fig. 4. NA.: Scirpus californicus (M eyer ) S t eudel (en Nomenclt. Bot., Edic. 2, 2: 538. 1841: basado en E lystrosperm um californicum C. A. M e y er (1830). Fam. Ciperá­ ceas. Malva belloa G ay en G ay , Bot. I: 304. 1845. L á m . 7. NA.: Sphaeralcea purpurata (L in d l e y ) K ra po v ick a s (en Lilloa 17: 218. 1949: basado en Malva purpurata L in d l e y (en Bot. Reg., Tab. 1362. 1830). Fam. Malváceas. Miersia chilensis L in d l e y (en J o h n M ie r s , Travels in Chile and La Plata 2: 529. 1826 (Nomen) y en Botanical Register sub Tab. 992. 1826); G ay , Bot. 4: 100. 1849. Lám. 68. NA.: El mismo. Fam. Liliá­ cea. Mimulus nummularius C los en G ay , Atlas Botánica Fanerogámica: Lam. 57. NA.: Mimulus luteus L. var. num mularius (C los ) . Fam. Escrofulariáceas.

Oxalis berteroana B arn éoud en G ay , B o t. I : 437. 1845. L á m . 14, F ig . 1. NA.: E l m is m o . Fam. OxaIid á c e a s .

Panagyrum glom eratum G i l l ie s ex D. Don (Des­ criptive catalogue o the Com positae contained in the Herbarium of Dr. Gillies... Philisophical Magazine XI: 390. 1832); R é m y en G ay , Bot. 3: 367. 1847. Lám. 42. NA.: N assauvia glom erata (G i l l ie s ) W eddell (en Chloris Andina I : 53. 1855). Fam. Compuestas. Pectocarya chilensis A. de C andolle (en Prodrom. x: 120. 1846); C los en G ay , Bot. 4: 48. 1849. Lám. 52 bis, Fig. 2. NA.: Pectocarya linearis (R u iz et P avon ) DC. (Prodrom. x: 120. 1846): basado en Cynoglossum lineare R uiz et P avon (199). Fam. Borragináceas. Perreym ondia brongniartii B a rn éoud (en Annales des Sciences Naturelles, Sér. 3, 3: 168. 1845); G ay , B o t. I : 149. 1845. Lám. 4. NA.: Schizopetalum brongniartii (B e rn é o u d ) R e i c h e , J o h o w y Fed. P h i l i p p i . Fam. Cruciferas. Pin toa chilensis G ay , Bot. I : 480. 1845. Lám. 16. NA.: El m ism o. Fam. Zigofiláceas.


H. G u n c k e l L. / Claudio Gay com o Botánico.

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P iptochaetiw n panicoides E m . D esvaux e n G ay , Bot. 6: 270. 1853. L á m . 75, Fig. 2. NA.: Piptochaetium panicoides (L a m a r c k ) E m . D e sva ux : ba­ sado en S tip a panicoides L a m a r c k (1791). Fam. Gramíneas.

Tyllom a glabratum 1838); R é m y en 35, Fig. 8. NA.: M e ig e n (en Bot. Compuestas.

Pleocarpus revolutus D . D o n (en Transactions of the Linnean Soc., London, Bot. xvi: 228. 1830) y R é m y en G ay , Bot. 3: 427. 1847. Lám. 43. NA.: Jungia revoluta (D. D o n ) R o b in s o n (en Proceed. Americ. Acad.). 41: 278. Fam. Compuestas.

Uncinia erinacea P ersoon (1807); Em. D esvaux e n G ay , B o t. 6: 231. 1853. L á m . 72, Fig . 5. NA.: Un­ cinia erinacea (C avanilles ) P ersoon b a s a d o e n Carex erinacea C av a n illes . F a m . C ip e rá c e a s .

Polypogon linearis T r i n i u s (en Linnaea X : 301. 1836); Em. D e sva ux en G ay , Bot. 6: 300. 1853. NA.: El mismo. Fam. Gramíneas. Psychrophila andícola Gay en Bot. I: 149. 1845. Lám. 2. N A .: Caltha sagittata C a v a n illes (1799). Fam. Ranunculáceas. R eyesia chilensis C los en G ay , Bot. 4: 419. 1849. Lám. 52. NA.: Salpiglossus chilensis (C los ) W e t t s t e in (1895). Fam. Solanáceas. R hom boelytrum berteroanum E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 387. 1853. Lám. 81, Fig. 1. NA.: Gymnache koelerioides (T r i n i u s ) L. R. P arodi (en Rev. Arg. de Agronomía 29 (1-2): 19. 1962: basado en Poa koelerioides T r i n i u s (1839). Fam. Gramíneas. R hom boelytrum rhom boideum L i n k en Hort. Berol. 2: 296. 1833; E m . D e sva ux en G ay , Bot. 6: 386. 1853. L á m . 81, Fig. 3. N A .: Trodia filiform is N e e s ab E s e n b e c k ex S t eu d e l (1855). Fam. Gramíneas. Saubinetia helianthoides R é m y en G ay , Bot. 6: 284. 1849. Lám. 49. NA.: Verbesina saubinetia K latt (en Leopoldina x x : 92. 1884). Fam. Com­ puestas. Soliera pulchella C los en G ay , Bot. 4 : 489. 1849. Lám. 53, Fig. 2. NA.: K urzam ra pulchella (C los ) O. K u n t z e (en Revisio Generum Plantarum 2: 521. 1891). Fam. Labiadas. Sphaerostigm a divaricatum G ay en G ay , Bot. 2: 328. 1846. Lám. 22, Fig. 2 NA.: Oenothera con­ torta D ouglas var. divaricata (G ay ) M u n z en Las Onagráceas de Chile en Rev. Univ. (U. C.) xxii (1) : 271. 1937. Fam. Enoteráceas. Stipa chrysiphylla Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 278. 1853. Lám. 76, Fig. 2. NA.: El mismo. Fam. Gramíneas. T ristagm a dim orphopetala G ay , en Bot. 6: 126. 1853. Lám. 69 bis. NA.: El m ism o Fam. Liliá­ ceas. Strongylom a axilare DC. (en Prodrom us... 7: 52. 1838); R é m y en G ay , Bot. 3: 360. 1847. L á m . 40. NA.: Stongylom a axillare (L agasca ) DC.: basa­ do en T riptilion axillare L agasca ex S prengel (Syst. Vegetab. 3: 506. 1826). Fam. Compuestas. Theresa valdiviana C los en G ay , Bot. 4: 497. 1849. Lám. 54. NA.: El mismo. Fam. Labiadas. Triptilion (T riptiliu m ) beneventii R é m y e n G ay , Bot. 3: 357. 1847. Lám. 39. NA.: El mismo. Fam. Compuestas.

DC. (en DC. Prodrom. 7: 32. 1847. Lám. Chaetanthera glabrata (DC.) Jahrb. xxiii: 456. 1896). Fam.

G ay , Bot. 3: 317.

Uncinia longifolia E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 226. 1853. Lám. 72, Fig. 1 (non K u n t h . Ni C. A. M e ­ yer). NA.: Uncinia pleoides (C av.) P ersoon (1807): basado en Carex phleoides C avanilles (1799). Fam. Ciperáceas. Uncinia m acrostachys P o eppig ex E m D esvaux en G ay , Bot. 6: 229. 1853. Lám. 72, Fig. 2. N A .: Un­ cinia m ultifaria N ees ab E se n b e c k var. macros­ tachys (P o eppig ex E m . D esvaux ) K u e ic e n t h a l (1909). Fam. Ciperáceas. Uncinia m ultifaria N e es ex B oott en H ooker f., Flora Antarctica 2: 369. 1847; Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 229. 1853. Lám. 73, Fig. 23. NA.: El mismo. Fam. Ciperáceas. Uncinia phleoides P ersoon (S y n o p s . P la n t. 2: 534. 1807); E m . D esvaux e n G ay , B o t. 6: 225. 1853. Lám. 72, F ig . 6. NA.: Uncinia phleoides (C ava­ n il l e s ) P ersoon (1807): b a s a d o e n Carex phleoi­ des C av a n illes (1799). F a m . C ip e rá c e a s . Uncinia tenuis P o e ppig ex K u n t h ‘en Enum. Plant. 2: 525. 1837); Em. D esvaux en G ay , Bot. 6: 232. 1853. Lám. 72, Fig. 4. NA.: El mismo. Fam. Ci­ peráceas. Uncinia trichocarpa C. M e y er en Cyperacea Novae II: tab. 4. 1831 y en M é m . Acad. St. Pétersb. I: 205, tab. 4. 1831; E m . D esvaux en G ay , Bot. 6: 227. 1853. Lám. 72, Fig. 3. NA.: Uncinia phleoi­ des (C av.) P ersoon var. trichocarpa (C. A. M e ­ yer ) . C. B. C l a r k e . Fam. Ciperáceas. Valdivia gayana R é m y en G ay , Bot. 3: 44. 1847. Lám. 2 9 / NA.: El mismo. Fam. Saxifragáceas (Véase: H. G u n c k e l L. Contribución a la Flora Valdivia I: Valdivia gayana R é m y en Re­ vista Chilena de Hist. Nat. 34: 101.-106. 1930; además H. G u n c k e l L., Valdivia gayana en Rev. Univ. (U. C.) 38: 20-23. con 1 lámina. 1934). Viola portálesia G ay , Bot. I: 200. 1845. Lám. 6. NA.: Viola caulescens M o l in a (en Saggio.. . , edic. 2, 133. 1810). Fam. Violáceas. Viviania tenuicalis B a r n é o u d e n G a y , B o t. I: 402. 1845. L á m . 12 (11)* NA.: El m is m o . F a m . G e ra n iá c e a s .

W erneria pinnatifida R é m y en G ay , Bot. 4: 216. 1849. Lám. 47, Fig. 2. NA.: Werneria heteroloba W eddell forma m icrocephala R o c k h a u s e n (en Bot. Jahrb. 70: 283. 1939). Fam. Compuestas. W erneria rhizom a R é m y en G ay , Bot. 4: 215. 1849. Lam. 47, Fig. 1, N A .: Werneria pygm aea G il l ie s ex H ooker et Ar n o tt (Hooker's, Journal of Bo­ tany 3: 348. 1841). Fam. Compuestas.



Bol. M us. N ac. H ist. N at. Chile 35: 23 -3 0 , (1977).

DON CLAUDIO GAY, ZOOLOGO** L u c ia n o

Se me h a asignado en esta velada, de la serie destinada a h o n ra r el Centenario de la m uerte del ilu stre n atu ralista francés C l a u ­ d io Gay, d esarrollar ante ustedes el tem a "Gay, Zoólogo y Entom ólogo”. Pero en la m ultifacética y sólida perso­ nalidad científica de G a y este cam po de especialización es tal vez en el que menos au­ toridad sentía don C l a u d i o , ya que él era auténticam ente u n N aturalista, en la noble acepción en que esta denom inación se em­ pleaba en la E uropa del siglo XIX. Me perm ito tam bién creer que el título del tem a no es apropiado ni justo, porque G a y fue reconocidam ente m ás u n Botánico que un Zoólogo, y quizás si m ás acertado no sería titu larlo " G a y , como Zoólogo y co­ mo Entom ólogo”, y es con esta aclaración y este significado que quisiera abordarlo esta tarde. Conocemos b astan te bien los anteceden­ tes personales de G a y , gracias a B a r r o s A r a ­ n a , y a autores contem poráneos como C a r ­ lo s P o r t e r , G u i l le r m o F e l i ú C ru z , C a r lo s S t u a r d o , C a r l o s M u ñ o z P i z a r r o , y otros,

que conform arían lo que hoy día llamamos su Curriculum Vitae. Su obra botánica y zoológica ha sido tam ­ bién analizada el siglo pasado p o r el Dr. Rod u l f o A m a n d o P h i l i p p i en los Anales de la Universidad de Chile. Muchos otros espe­ cialistas en plantas, anim ales e insectos han estudiado o re-descrito sus especies en ca­ tálogos y m onografías, destacando así lo grandioso y p erdurable de su obra cien­ tífica. Don C l a u d i o G a y nació en Draguignan, D epartam ento de Var, en Provenza, en el sur de Francia, el 18 de m arzo de 1800, ha­ ciendo sus prim eros estudios en su ciudad natal y los de Ciencias naturales con varias célebres autoridades de la época y tam bién en el Museo de París.

E. C a m p o s S. (*)

En diversas comisiones de estudio y de colecta, como coleccionista del Museo de París, recorre muy joven Grecia, Asia Me­ nor e islas adyacentes, herborizando tam ­ bién en los Alpes Franceses. Contratado por el Botánico italiano Profesor B a l b i s , colec­ tó p ara él plantas en Italia, recorriendo la península hasta Carrara, célebre por sus m árm oles, y que frecuentem ente cita en sus inform es. Llegó a Valparaíso, tentado por las ofer­ tas de su com patriota P e d r o C h a p u is , el 8 de diciem bre de 1828, de apenas 28 años de edad, es decir, en la irrefrenable iniciación de u n a vida activa y productiva. El Colegio de Santiago, para enseñar en el cual lo ha­ bía contratado C h a p u is , no existía, y el mis­ m o C h a p u i s había desaparecido de Chile en condiciones bastante sospechosas, que con­ firm aban el fracaso de la em presa anuncia­ da, pero no cumplida. Analizando la vida de G a y , estas dos pri­ m eras y curiosas circunstancias parecen providenciales y determ inantes para el res­ to de su vida: llegar de 28 años al últim o rincón del mundo, y haber sido virtualm en­ te engañado para venir a Chile. ¡A los 28 años, en el comienzo de una impaciente ju ­ ventud, sin trabajo ni medios de subsis­ tencia, en un país lejano y todavía desor­ ganizado! No puede caber dudas que estos acontecimientos, inicialm ente desgraciados y lam entables, determ inaron el futuro de la vida privada y científica de G ay . Casi dos años estuvo don C l a u d i o en San­ tiago viviendo de la generosidad de los ho­ gares patricios de la capital que lo recibían y lo atendían, y sin contar con otros recur­ sos que los muy lim itados que le propor(*) (**)

Presid en te d e la Sociedad C hilena de E ntom ología. C onferencia d ad a en el M useo N acional d e H isto ria N a tu ­ ra l el 14 d e d iciem bre de 1973.


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

cionaban en esos mismos y en otros hoga­ res las clases que podía dictar a niños y jóvenes de las fam ilias que lo acogían. Su ignorancia del español hacía m ás penosa esta situación, según él mism o lo confiesa. Es oportuno recordar que dos de las per­ sonas que m ás generosam ente lo favorecie­ ron fueron don F r a n c i s c o G a r c í a H u id o b r o , hijo del últim o M arqués de Casa Real, y don J o s é V i c e n t e B u s t i l l o s , farm acéutico o bo­ ticario español de mucho prestigio en San­ tiago, y él mismo un experim entado b otá­ nico y droguista. No está suficientem ente aclarado cómo concibió G a y , u otro, la idea de hacer un estudio de la fauna y de la flora y de los recursos naturales del país. Según B a r r o s A r a n a , ya en los gobiernos de O ’H i g g i n s y F r e i r e existía esta vaga intención, aunque más orientada a estudiar la geografía, los ríos y los puertos de Chile. Hay anteceden­ tes y decisiones que confirm an estos pro­ pósitos anteriores al arribo de don C l a u d i o a Chile, que nunca se llegaron a ejecutar y que no tienen el sello de inventario bioló­ gico que G a y pudo d ar a su m onum ental Historia. Es razonable conjeturar entonces, para m ayor m érito y prestigio de la obra gayana, que fue el propio Don C l a u d i o quien final­ mente impuso este carácter a su empresa, por ser las Ciencias N aturales su reconocida especialidad, su vocación y su experiencia previa. Sabemos eso sí que fue Don J o s é V i c e n ­ t e B u s t i l l o s quien lo aconsejó entrevistar­ se con el poderoso M inistro Don D ie g o P o r ­ t a l e s . Otra vez parece lógico conjeturar que el objeto de la entrevista era conseguir un empleo para G a y como Profesor de Ciencias N aturales en el In stitu to Nacional, y aliviar así sus muchos problem as, y que la idea de elaborar un estudio de las riquezas del país fue gradualm ente conform ándose en sucesi­ vas entrevistas y conversaciones. Tiempo y paciencia costó a G a y poder ser recibido por el genial M inistro, que cru­ zaba frío e indiferente envuelto en su capa española, la antesala donde don C l a u d i o es­ peraba con ejem plar perseverancia ser escu­ chado. Debe haberlo finalm ente conseguido entre julio y agosto de 1830, porque el 14 de septiem bre de ese año se firm ó el Contrato por el cual G a y se com prom etía con el Go­ bierno de Chile a realizar una expedición

científica por todo el territorio, p a ra elabo­ ra r posteriorm ente con sus hallazgos e in­ formes una H istoria de Chile, dedicada p rin ­ cipalm ente a las Ciencias N aturales. El Decreto que autoriza el C ontrato no deja de ser curioso en sus considerandos, objetivos y finalidades, y lleva la firm a del Vice Presidente de Chile Don J o s é T o m á s O v a l l e . En el artículo 1? se le da un plazo de tres años y medio p a ra cum plir la com i­ sión. En la cláusula 5? se le obliga a form ar un Gabinete de H istoria N atural que es el origen de nuestro Museo Nacional. E n la cláusula 1? del artículo 5? el Gobierno se com ­ prom ete a pagar a Don C l a u d i o ciento vein­ ticinco pesos m ensuales p o r sem estres ade­ lantados durante tres años y medio, y la m is­ m a sum a "pero no adelantados” p o r otros seis meses (después de los tres años y m e­ dio) m ientras p rep arara su obra, una vez term inadas sus exploraciones. E n la cláusu­ la 4" se le garantiza un prem io de tres mil pesos "al m enos” (mil libras esterlinas o 5.000 dólares de la época) "si cum ple con lo que p rom ete”. P o r D e c r e to d e 8 d e o c t u b r e d e 1830 e l V ic e P r e s i d e n t e O v a l l e y e l M i n i s t r o D o n D ie g o P o r t a l e s n o m b r a n u n a C o m is ió n f o r ­ m a d a p o r D on Jo sé A le jo B e z a n illa , D on F r a n c is c o G a rc ía H u id o b ro y D o n J o s é V i­ c e n t e B u s t i l l o s p a r a q u e v ig ile n y c o n t r o ­ len el d e s a r r o l l o d e l a m a g n a e m p r e s a . A e s t a C o m is ió n d i r ig e G a y s u s n u m e r o s o s y d e ta l la d o s i n f o r m e s , f e li z m e n te p u b l i c a d o s t o d o s e n El A r a u c a n o , y c u y a l e c t u r a e s h o y d ía r e n o v a d a f u e n t e d e i n s p i r a c i ó n y d e c o ­ n o c im ie n to s . Tanta era la im paciencia de Don C l a u d i o

por iniciar sus actividades que ya a com ien­ zos de noviem bre lo vemos p a rtir p a ra ex­ plo rar las actuales provincias de O’Higgins y Colchagua, con cartas de recom endación del Gobierno y de otras autoridades para Intendentes, Gobernadores, Párrocos y Je­ fes M ilitares, solicitando la m ayor coopera­ ción p ara el éxito de su d u ra y esforzada em presa. Sus prim eros inform es a la Comi­ sión tienen fechas 20 de febrero y 17 de abril de 1831, dirigidas desde San Fernando y p u ­ blicadas posteriorm ente en El Araucano. En los meses de invierno de 1831 recorre el D epartam ento de Copiapó y el desierto de Atacama con resultados desalentadores pol­ lo seco del año; en julio y agosto explora Valparaíso, Aconcagua y Santiago, y a fi­


L u c ia n o E . C a m po s . / C la u d io G a y , z o o lo g o .

nes de diciem bre vuelve a Valparaíso, p ara em barcarse en enero de 1832 hacia las Is­ las de Juan Fernández que m erecen uno de sus m ás lum inosos e ilustrativos informes. El 14 de m arzo de 1832 se em barca en su prim er viaje a Francia llevando gran can­ tidad de m aterial biológico y mineralógico preservado, recogido en sus excursiones, que es indiscutiblem ente el más grande aporte sistem áticam ente recolectado y pre­ parado salido de Chile p ara ser estudiado en Europa. Dos años después, el 13 de mayo de 1834, regresa a V alparaíso, después de d ejar es­ tablecidas en Francia las prim eras conexio­ nes para avanzar en su H istoria. En junio recorre M elipilla, Casablanca y localidades de Santiago. En septiem bre p arte en su más extensa exploración, a las provincias de Val­ divia y Osorno, sector del Lago Llanquihue, Seno de Reloncaví y provincia de Chiloé, re­ gresando a V alparaíso a fines de abril de 1836. ¡Casi dos años recorriendo prolijam en­ te nuestras provincias australes! D urante u n año, de septiem bre de 1836 a septiem bre de 1837 visita o tra vez, pero detenidam ente la provincia de Coquimbo, regresando a la capital p ara explorar en no­ viembre el resto de Santiago y Aconcagua. Desde septiem bre de 1838 a m arzo de 1839, se dedica a explorar la costa de las provincias centrales, y las actuales provin­ cias de Maulé, Ñuble, Concepción y Arauco, y la cordillera de Bío-Bío. E l M i n i s t r o D o n M a r i a n o E g a ñ a le s u ­ g ie r e q u e v i a j e a L im a , p a r a c o n s u l t a r lo s a rc h iv o s d e l V ir r e in a to d e l P e rú , y e n m a r ­ z o d e 1839 s e e m b a r c a a l n o r t e , r e g r e s a n d o a V a l p a r a ís o e n a b r i l d e 1840. E n e l P e r ú co n o ce a l G e n e ra l M a n u e l B u ln e s , co n q u i e n i n ic i a u n a c o r d i a l y s i n c e r a a m i s t a d . E n tr e v is ta v a r ia s v e ce s e n s u d e s tie r r o a l G e n e r a l D o n B e r n a r d o O ’H i g g i n s , y e s te h o m b r e i n f a t i g a b l e lle g a h a s t a C u z c o , c o n o ­ c e la s f u e n t e s o r i g in a l e s d e l A m a z o n a s , y r e ­ c o r r e e n c o c h e y a c a b a ll o e l s u r d e l P e r ú .

A su regreso a Santiago en abril de 1840, se dedica m ás reposadam ente a arreglar y p rep arar sus gigantescas colecciones, aun­ que se da tiem po p ara seguir recorriendo la provincia, el cajón del río Maipo, y secto­ res adyacentes de V alparaíso y Aconcagua. El 24 de junio de 1842 se em barca en V alparaíso con destino a Francia, cargado con centenares de cajones con m aterial de

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toda clase, y para comenzar en su país natal la preparación de su m agna H istoria. Ya no volverá a Chile hasta 1863, veinte años más tarde, que tam bién corresponden a la gesta­ ción de su obra. E ste hom bre infatigable había tenido tiem po sin em bargo para contraer m atrim o­ nio en París, en 1832, con Mlle. S o n i e r , que lo había ayudado en el Museo a preparar m aterial y dibujar objetos. S u única hija T e r e s a , nace en Valdivia en 1835, y desgra­ ciadam ente m uere en París en 1850, mien­ tras G a y visitaba España, causándole un in­ menso dolor que revela en sus cartas, ya que p ara Don C l a u d i o esta única hija era el auxilio y consuelo de su vejez, porque años antes se había separado de su esposa. In s p ira d o p o r D on M a ria n o E g a ñ a y p o r e l jo v e n h is to r ia d o r D o n B e n ja m ín V ic u ñ a M a c k e n n a , G a y se h a b í a d e c id id o a a g r e g a r a s u H i s t o r i a u n a r e la c i ó n d e l a H i s t o r i a Ci­ v il d e C h ile , p a r a lo c u a l y a v im o s q u e h a ­ b í a r e v is a d o e n L im a lo s a r c h iv o s d e l V i­ r r e i n a t o , y s e h a b í a e n tr e v i s t a d o e n e l e x i­ lio c o n D o n B e r n a r d o O ’H ig g in s . A p a s io n a ­ d o p o r e s t a n u e v a d e r iv a c ió n d e s u o b r a , p e r m a n e c e o c h o m e s e s e n E s p a ñ a , e n tr e 1849 y 1850, p a r a e x a m i n a r lo s A rc h iv o s d e I n d i a s , d o n d e d e s c u b r e c in c o c a r t a s n u n c a p u b l ic a d a s d e l C o n q u i s t a d o r D o n P e d r o d e V a l d i v i a a la S a c r a I m p e r i a l M a j e s ta d d e C a r lo s V.

M ientras tanto, por Decreto de 15 de no­ viembre de 1841, del Presidente Don M a ­ n u e l B u l n e s y su M inistro Don M a n u e l M o n t t , se había otorgado a G a y la ciudada­ nía chilena, de que él se sentía tan legítima­ m ente orgulloso, y se hizo efectivo y se du­ plicó el prem io de tres mil pesos ofrecido en el contrato de 1830. El 19 de junio de 1844 Don C l a u d i o G a y , entrega en París al plenipotenciario chileno Don F r a n c i s c o J a v i e r R o s a l e s , el prim er vo­ lumen de la H istoria Civil de Chile, y es és­ ta la fecha oficial de nacim iento de la mag­ na obra que sólo se com pleta en 1871, dos años antes de su lam entada m uerte. Son 27 años empleados en preparar e im prim ir la H istoria Física y Política de Chile, sin con­ ta r otros 14 años, entre 1830 y 1844, dedica­ dos a sus exploraciones y colectas, y a reu­ n ir antecedentes y realizar consultas. En 1845 entrega el prim er volumen de Flora, y en 1847 el prim ero de Zoología. La H istoria Física y Política de Chile de


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Don C l a u d i o G a y , en 28 volúmenes 8? y dos grandes Atlas, fue financiada por medio de suscripciones anticipadas de particulares chilenos y tam bién del Gobierno de la Re­ pública. En esta form a pudo Don C l a u d i o asegurar 605 suscripciones de particulares y 400 del Gobierno de Chile, a las que des­ pués se agregaron otras 50 del m ism o Go­ bierno, en edición de lujo en papel marqui11a y em pastadas en cuero y con los Atlas iluminados en colores. La edición original fue pues de 1.055 ejem plares de la obra, aunque Don C a r l o s S t u a r d o habla de 1.080. S u costo, de acuerdo con las prolijas anota­ ciones de G a y fue de 50.000 pesos de la épo­ ca, es decir, 25.000 libras esterlinas, sin in­ cluir en esta sum a los sueldos y gratifica­ ciones, y los gastos de viajes de su autor. La Botánica y la Zoología ocupan ocho volúmenes cada una; la H istoria Civil otros ocho tomos; la A gricultura dos, y los Docu­ mentos otros dos. Cada volumen tiene un promedio de 500 páginas im presas, p o r lo cual la obra com pleta tiene una extensión de 15.000 páginas. Según el prolijo estudio de Don C a r l o s S t u a r d o , los Atlas contienen en sus dos volúmenes 315 lám inas, de las cuales 103 son de plantas, 135 de animales, y el resto de Geografía, costum bres, anti­ güedades, planos de ciudades y paisajes, m u­ chos de estos últim os debidos al pincel de R ugendas. G e n e r a lm e n te se e s t im a q u e c ie n t íf i c a ­ m e n te , l a B o t á n i c a e s m e j o r q u e la Z o o lo g ía e n la o b r a d e G ay , y a s í lo r e p i t e n B arros A ra na y G u a l t e r io L o o ser . D e s e r é s t o e f e c ­ tiv o , p o d r í a a t r i b u i r s e , y a s e a a q u e D o n C la u d io e r a m e j o r B o t á n i c o q u e Z o ó lo g o , o q u e se i n te r e s ó m á s p o r la s p l a n t a s q u e p o r lo s a n im a le s ; o t a m b i é n , p o r q u e b u s c ó y p u d o e n c o n t r a r m á s p r e s t ig i o s a s a u t o r i d a ­ d e s p a r a e s t u d i a r n u e s t r o s v e g e ta le s q u e n u e s t r a f a u n a . E s d if íc il d e c i d i r u n a c u e s ­ t i ó n t a n s u b j e t i v a s in s e r s i m u lt á n e a m e n t e a u t o r i d a d e n B o t á n i c a y e n Z o o lo g ía .

El volumen 1 de la Zoología está im pre­ so en París en 1847, contiene 496 páginas, y tra ta de V ertebrados (m am íferos y aves). El volumen 2 es de 1848, contiene 372 pági­ nas, y estudia los Reptiles y Peces. El volu­ men 3 aparece en 1849, está form ado por 547 páginas y se refiere a Gusanos anulares, Crustáceos y Arácnidos. El volumen 4 es tam bién de 1849, con una extensión de 511 páginas, y term ina con los Arácnidos e ini­

cia los M iriápodos y los Insectos. E l volu­ m en 5 se im prim e en 1851 y contiene sólo Insectos, en 563 páginas. Los volúm enes 6 (1851, 572 páginas), 7 (1852, 471 páginas) y 8 (1854, 499 páginas), tra ta n de varios Or­ denes de Insectos, y el últim o, tam bién de Moluscos y Zoófitos. E ste volum en 8 con­ tiene además en sus últim as páginas un Su­ plem ento (474-476), E rra tas y Adiciones (477), Indice de las Lám inas (478) Concor­ dancia de nom bres vulgares y Científicos (479-486), y el Indice General de la Zoolo­ gía (487-499). Un total de 4.031 páginas en 8 volúmenes, aparecidos entre 1847 y 1854. En esta obra colosal se tra ta n 3.110 es­ pecies de animales, de las cuales 1.833 son especies de Insectos, es decir, el 60%. Los Ordenes estudiados son 11, a pesar de que don C l a u d i o enum era p o r e rro r sólo 9 en sus Indices: Thysanuros, Anopluros, Coleópteros, O rtópteros, N európteros, Thysanópteros, H ym enópteros, Lepidópteros, H em ípteros, AÍanípteros y Dípteros. Si se considera que m odernam ente los Ordenes aceptados de Insectos son 60, de acuerdo con C o m s t o c k y B r u e s & M e l a n d e r , se po­ dría pensar que G a y dejó sin tra ta r casi 50 im portantes grupos de Insectos de esta ca­ tegoría. Pero es preciso reco rd ar que los Ordenes de Insectos de G a y están conside­ rados en el lato sentido que se em pleaba en el siglo XIX, como son p o r ejem plo los O r­ tópteros o los N európteros, que hoy día com prenden tres o cuatro Ordenes diferen­ tes cada uno. Asimismo, como G a y lo advir­ tiera continuam ente, fueron miles los ejem ­ plares que no pudieron ser oportunam en­ te estudiados, o que no encontraron quién los estudiara, por lo cual quedaron sin ser incluidos en la Zoología. E n realidad, uno echa de menos en la obra docenas y doce­ nas de fam ilias comunes, de las cuales G a y debió haber colectado m uchos ejem plares y que aparentem ente no pudieron ser estu ­ diados. Los Ordenes con m ayor núm ero de es­ pecies son naturalm ente los Coleópteros, los H im enópteros, los L epidópteros v los Dípteros. Los especialistas que estudiaron los di­ ferentes grupos fueron: el S r . N i c o l e t los Thysanuros; S r . G e r v a i s los insectos ápte­ ros; el Capitán S o l i e r la m ayor p arte de los Coleópteros; el M arqués de S p i n o l a , de Génova, los H em ípteros (incluyendo Homop-


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tera) y los H ym enópteros; m ientras el jo ­ ven E m i l e B l a n c h a r d se hizo cargo de Or­ tópteros, Lepidópteros, D ípteros y otros Or­ denes m enores. L la m a l a a t e n c i ó n q u e e s t o s e s p e c i a l i s ­ ta s , s o b r e t o d o S o l i e r y B l a n c h a r d , f u e r a n jó v e n e s s i n g r a n e x p e r i e n c i a n i a u t o r i d a d , y q u e G a y n o r e c u r r i e r a p a r a lo s g r u p o s q u e e llo s e s t u d i a r o n , a e m i n e n te s a u t o r i d a d e s fra n c e sa s, a c tiv a s e n e sa é p o c a , c o m o h a ­ b r í a n s i d o p a r a lo s D í p t e r o s M a c q u a r t o D e s v o id y . E s t o p o d r í a e x p li c a r s e p o r q u e d o n C l a u d i o t e n í a q u e p a g a r e l t r a b a j o d e lo s e sp e c ia lis ta s q u e c o n tr a ta b a y q u e S o l i e r y B l a n c h a r d le s a l d r í a n m á s b a r a t o s . E n c a m b io , N i c o l e t , d e l M u s e o d e V e r s a ille s ; G e r v a is , d e l a A c a d e m ia d e M o n t p e ll i e r , y so b re to d o e l M a rq u é s d e S p in o la , e ra n r e p u ta d a s a u to r id a d e s in te rn a c io n a le s en esa é p o ca . A todos ellos, igual que el m ism o G a y ,

su colaboración científica en la H istoria Fí­ sica y Política de Chile dio renom bre m un­ dial y au to rid ad internacional, adem ás de p erpetuar sus nom bres en las especies que describieron. Por o tra parte, el m ism o Sr. G e r v a i s , to­ mó tam bién los M amíferos y los Miriápodos; el Sr. D e s m u r s tra tó las Aves; M. Guic h e n o t los Reptiles y los Peces; M. H u p p é las Conchas y los Moluscos; y M. N i c o l e t , además, los Arácnidos y los Crustáceos. Incidentalm ente, la p arte de Aves en la H isto­ ria de G a y , a cargo del Sr. D e s m u r s , fue una de las m ás criticadas en su tiempo, ya sea por lo incom pleto de las especies incluidas o por lo deficiente de las descripciones. No está bien claro si don C l a u d i o tuvo a su cargo y bajo su responsabilidad algún grupo de plan tas o anim ales en su obra. Aparentem ente no se debe personalm ente a él ningún tratam ien to taxonómico de orga­ nismos anim ales. E n p a rte esto es lógico y comprensible. Tener bajo su directa responsabilidad la de editar una o b ra de m ás de 15.000 páginas y 28 volúm enes, es ya una actividad abrum a­ dora que elim ina razonablem ente cualquie­ ra o tra preocupación. El m ism o cuenta, se­ gún B a r r o s A r a n a , que pasaba días y sema­ nas en la Im p ren ta lidiando con los linoti­ pistas p o r las lám inas. ¡Y esto desde 1844 hasta 1871! , Agréguese la corrección de pruebas y de originales, que no siem pre recibía conform e

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a su propia planificación de la obra, como fue el caso de S p i n o l a con los Hymenopteros, en que G a y tuvo que rehacer íntegros los m anuscritos. Don C l a u d i o recibía de sus colaborado­ res los originales, generalm ente redactados en francés, y debía traducirlos él mismo, o sus traductores, al español. Al mismo tiem ­ po, él deseaba iniciar el tratam iento de un grupo con generalidades y características comunes, ya fuera un Orden, una familia o un género. Esto parece que nunca lo logró de sus especialistas, y debió hacerlo él mis­ mo. También las breves diagnosis en latín son obra personal suya. No cabe sino que asom brarse que un hom bre solo haya podido desarrollar esta abrum adora tarea cuando se tratab a de des­ cribir casi 7.000 especies entre plantas y animales. Recordemos que este gigantesco trab ajo había que hacerlo íntegram ente a mano, escribiendo con pluma, o dictando a algún secretario! Prescindiendo de la Botánica y de la Zoología, son obra exclusiva de G a y , los dos volúmenes de la Agricultura, los ocho de H istoria Civil y los dos de recopilación de Documentos. Un gran núm ero de lámi­ nas, principalm ente de Costumbres, y pla­ nos de puertos y ciudades, son tam bién de­ bido a la m aestría y facilidad que don C l a u ­ d io tenía para dibujar. La H istoria Física y Política de Chile fue criticada en su tiempo, con justicia o sin ella, p o r m uchas autoridades europeas. Le­ yendo y releyendo estas críticas, cien o más años después de publicadas, uno no puede menos que sonreír ante m uchas innecesa­ rias injusticias o excesos de perfeccionismo. Incluso las críticas del Dr. R o d u l f o A m a n d o P h i l i p p i , parecen ahora ingenuas o exageradas. Si G a y da un ave como "co­ m ún en Copiapó”, es una torpeza criticar que no se dijo que habita en todo Chile. Y si G a y habla que un árbol chileno mide 10 metros, es una innecesaria ingenuidad co­ rregirle que llega tam bién a 12 y 15. Una crítica corriente a la H istoria de G a y es su falta de claves para familias, gé­ neros y especies. Juzgada m odernam ente, ésta podría ser una crítica justificada; pero es preciso recordar que esas claves no se usaban en los textos de la época, ya que los grandes grupos (órdenes, fam ilias y géne­ ros) tenían todavía el vasto sentido lineano,


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en que era difícil equivocarse en la ubica­ ción apropiada de un organismo. No había form a de e rra r con un Díptero que era un Tábano, un Sírfido o una Musca. La falta de claves en la obra gayana se com pensa por los caracteres generales que él m ismo pre­ paraba al iniciarse la exposición de un gru­ po. Lo concreto es que la H istoria de G a y , en lo que se refiere a la Botánica y la Zoo­ logía, fue por más de 50 años el inventario más completo y el catálogo m ás actualizado de las especies de plantas y anim ales de Chi­ le. Si no estaba en G a y , lo corriente era que se tratara de nuevas especies o de nuevos géneros. H a y o t r a s c r ít i c a s q u e s í s o n f u n d a d a s y a m e n u d o d if íc ile s d e e x p lic a r s e . P o r e je m ­ p lo , h a b e r d e ja d o d e m e n c i o n a r m u c h a s e s ­ p e c ie s a n t e r i o r m e n t e d e s c r i t a s s o b r e m a t e ­ r i a l c h ile n o . H a y 10 e s p e c ie s d e C o le ó p te r o s c h ile n o s , d e s c r i t a s p o r e l C o n d e C a s t e l n a u e n 1840, q u e S o l i e r i g n o r ó o q u e d e jó d e i n c l u i r p o r o lv id o o n e g lig e n c ia e n s u t r a ­ ta m ie n to d e l O rd e n . E n D íp te ro s h a y m u ­ c h o s o t r o s c a s o s s i m il a r e s . E l t r a t a m i e n t o d e H e m íp t e r o s e H y m e n ó p te r o s , a c a r g o d e l M a r q u é s d e S p i n o l a , u n a d e la s g r a n d e s a u ­ to rid a d e s d e la é p o c a e n a m b o s g ru p o s, r e ­ c ib ió t a m b i é n f u e r t e s y j u s t i f i c a d a s c r ít i c a s . E l e s t u d io d e la s c o n c h a s y m o lu s c o s d e C h ile p o r H u p p é , e s o t r o d e lo s c a p í t u lo s m á s c r it i c a d o s , e s p e c i a l m e n t e p o r e l d o c t o r P h ilip p i . Cabe observar, en descargo de G a y , que

todas estas críticas debieran estar dirigidas al especialista que trató el grupo, y no al E ditor de la Historia. Por lo menos m oder­ namente, esta sería la única form a lógica de juzgar una obra com prehensiva como la His­ toria de G a y , realizada con la colaboración de más de 15 especialistas. Donde G a y tuvo m ás activa participa­ ción es en la Sección de los Mamíferos en que sus notas sobre la vida y costum bres de numerosos animales chilenos, como el gato de m ar, el chingue, el quique, el pum a o león chileno, la chinchilla, la vizcacha y el coipo, el guanaco, el pudú y el huemul, el cóndor, las águilas, el tiuque y el traro , y m uchísi­ m as otras, se leen todavía con deleite y p ro ­ vecho. E n ellas sin duda vació G a y su enor­ me experiencia personal, derivada de sus largos y detenidos viajes por todo Chile. La obra está redactada en el sistem a bi­ nom inal lineano de nom enclatura, y con

breves descripciones en latín p ara beneficio de los naturalistas que no leyeran el espa­ ñol. La brevedad de estas descripciones en latín, es o tra de las frecuentes críticas que en su época se hizo a la H istoria de Chile, e incluso se añade que el latín de G a y ¡era bastante deficiente! La prosa española de don C l a u d i o es asom brosam ente simple, precisa y sencilla. Las frases son exactas, sin palabras que so­ bren ni palabras que falten. No usa a d jeti­ vos ni exageraciones, y las ideas y concep­ tos son siem pre cabalm ente expresados. Su español, sin embargo, no puede evitar la im ­ presión de provenir de u n francés. Don C l a u d i o G a y vino a Chile p o r ú lti­ m a vez en m arzo de 1863, y regresó a F ran­ cia en diciem bre del m ism o año, adm irado de los progresos de su p atria de adopción, sobre todo caminos, ferrocarriles, estabili­ dad política y bienestar. D u ra n te e s to s o c h o m e s e s e n S a n tia g o y V a l p a r a ís o r e c i b ió lo s m á s c o n m o v e d o r e s h o m e n a je s d e g r a titu d y a d m ira c ió n d e u n a c o m u n id a d q u e fu e c a p a z d e a p r e c ia r la a u ­ t o r i d a d d e l c ie n t íf i c o , l a h o n e s t i d a d d e l h o m b re y el c a riñ o d e l n a tu r a lis ta p o r su s e g u n d a p a t r i a . D e s d e e l P r e s i d e n t e d e la R e p ú b li c a a l M i n i s t r o d e E d u c a c i ó n y a l R e c t o r d e la U n i v e r s i d a d d e C h ile , q u i s i e r o n to d o s e x p r e s a r l e l a g r a t i t u d d e l p a í s y d e l G o b ie r n o p o r s u o b r a m a g i s t r a l . S u s b u e n o s a m ig o s lo s e x P r e s i d e n t e s d o n M a n u e l B u l n e s y d o n M a n u e l M o n tt, a sí co m o d o n A n­ d r é s B e ll o y d o n B e n ja m ín V ic u ñ a M ack e n n a , le e x t e r i o r i z a r o n g e n e r o s a m e n t e lo s m is m o s s e n t im i e n t o s . F u e r o n m a n i f e s t a c i o ­ n e s c o n m o v e d o ra s q u e el a n c ia n o c o n se rv ó e m o c i o n a d o p o r e l r e s t o d e s u v id a .

La pensión vitalicia concedida p o r el Go­ bierno le perm itió a G a y llevar u n a vida có­ m oda y sin problem as, y según B a r r o s A r a ­ n a , “hasta opulenta". Falleció en Le Deffrends, el 29 de noviem bre de 1873, dejando una m odesta fortuna en form a de legados p ara obras de caridad en su ciudad n ata l de Draguignan. M ientras tanto, su H istoria de Chile, ya por term inarse, había traíd o a G a y y sus colaboradores, la fam a y los honores. F ran ­ cia lo hizo Caballero de la Legión de H onor y M iembro de la Academia de Ciencias del Instituto. Grandes autoridades ex tranjeras en Ciencias N aturales venían a verlo a Pa­ rís, no sólo por la fam a que había alcanza­


L u c ia n o E . C a m p o s . / C la u d io G a y , z o ó lo g o .

do, sino que tam bién p or su vasto conoci­ miento de Chile, y sus plantas y animales. Las corporaciones sabias se disputaban por escucharlo y recibirlo. Tiene que viajar a Londres y o tras ciudades extranjeras p ara disertar o ser objeto de m erecidos honores. D o n C l a u d i o p a r e c e h a b e r s id o e n s u s ú lti m o s a ñ o s u n a p e r s o n a b a j a y g r u e s a . E l ó le o p i n t a d o e n P a r í s p o r o r d e n d e l G o b i e r ­ n o d e C h ile a l r e d e d o r d e 1845, y q u e s e c o n ­ s e r v a e n l a B i b li o t e c a d e n u e s t r o M u s e o N a c io n a l, a s í lo d e m u e s t r a e n s u s 45 a ñ o s de e d a d . P o s te r io r m e n te , la f o to in é d ita y no c o n o c id a d e G ay , t r a íd a d e F r a n c ia p o r el D r. F e d e r i c o P u g a B o r n e y p u b l i c a d a p o r d o n C a r l o s P o r t e r e n s u R e v is ta C h ile n a d e H i s t o r i a N a t u r a l d e 1925 n o s m u e s t r a a u n a n c ia n o g r u e s o y c o n a s p e c t o d e c a n s a d o . A l a n a l i z a r l a v i d a y l a o b r a d e G ay , a lo s 100 a ñ o s d e s u m u e r t e , h a y r a s g o s q u e h a c e n m e d ita r h o n d a m e n te , y q u e a c re c ie n ­ t a n l a a d m i r a c i ó n y l a g r a t i t u d q u e C h ile y lo s n a t u r a l i s t a s c h il e n o s d e b e n s e n t i r h a c i a e l i l u s t r e f r a n c é s . S o n c o in c i d e n c ia s o r e s u l ­ ta d o s d e c ir c u n s ta n c ia s d isím ile s q u e p r o ­ v id e n c ia lm e n te se u n e n p a r a h a b e r h e c h o p o s ib le l a p e r d u r a b l e o b r a c ie n t íf i c a d e G ay .

Al comienzo de esta disertación, hacía­ mos ver lo providencial que resu lta que G a y hubiese encontrado u n destino, u n propósi­ to, una finalidad a su vida, cuando apenas contaba 28 años de edad, en el últim o rin ­ cón del m undo, al que llegó engañado por las ofertas de C h a p u i s . En u n a nación re ­ cién nacida a la vida independiente, todavía organizándose y en el período de anarquía que siguió a la abdicación de O ’H i g g i n s , en­ cuentra sin em bargo G a y la razón y propó­ sito para el resto de su vida. La presencia en el Gobierno del Minis­ tro don D ie g o P o r t a l e s es o tra circunstan­ cia que yo llam aría providencial y decisiva para que se llegara a iniciar, p rep arar e im­ prim ir la H istoria Física y Política de Chile. Uno podría aventurarse a afirm ar que sin P o r t a l e s y su genial percepción esta mag­ na obra tal vez nunca pudo haberse editado. E n s e g u i d a l a m o d e s ti a , s e n c ille z y s ó li­ d a f o r m a c i ó n c ie n t íf i c a d e G a y , c o n v e n c ie ­ ro n a to d o s d e s u h o n e s tid a d y b u e n o s p ro ­ p ó sito s, y c o n s o lid a r o n a m is ta d e s p o d e ro ­ sa s p a r a el r e s to d e s u v id a y la se g u rid a d d e p u b l ic a c i ó n d e s u H i s t o r i a . M e n c io n e ­ m o s su h o n d a y p ro b a d a a m is ta d co n c u a ­

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t r o P r e s i d e n te s d e C h ile , lo s g e n e r a le s J o a ­ q u í n P r i e t o y M a n u e l B u l n e s , y lo s m a n ­ d a ta r io s M a n u e l M o n t t y Jo s é J o a q u ín P é ­ r e z . E llo s j a m á s lo a b a n d o n a r o n , m a n t u ­ v ie ro n c o n G ay u n a ú til y la r g a c o rre s p o n ­ d e n c ia , r e s o lv ie r o n t o d o s s u s p r o b l e m a s , y lo h o n r a r o n e n l a f o r m a q u e y a h e m o s v is ­ to . A ñ a d a m o s a e s t o s P r e s i d e n te , l a e s t r e c h a y s in c e ra a m is ta d q u e c o n tra jo c o n d o n A n­ d r é s B e l l o , c o n e l M in i s t r o d o n M a r i a n o E g añ a, y c o n V ic u ñ a M a c k e n n a y B a rro s A ra n a.

La m agnitud m ism a de su obra es otro aspecto que adm ira e impresiona. El esfuer­ zo que durante 10 años le exigió recorrer Chile a caballo y recoger y prep arar todos los m ateriales que llegaron a conform ar la H istoria de Chile, y la perseverancia con que soportó todas las m olestias y dificulta­ des de la empresa, es algo que hoy día nos cuesta entender y que muy pocos se atreve­ rían a repetir. Añadamos a esta prim era p arte de preparación, una segunda de ela­ boración de los 28 volúmenes de la Historia, lidiando con colaboradores y tipógrafos, co­ rrigiendo pruebas y rehaciendo m anuscri­ tos, y estar perm anentem ente preocupado de todos los detalles. ¡Fueron 17 años ago­ tadores! Es conveniente recordar que de las más de 1.000 suscripciones anticipadas que G a y se aseguró de parte del Gobierno de Chile, y de particulares, fueron muchos centena­ res los que desistieron de seguirla pagan­ do, poco después que comenzó a aparecer en 1844, por lo cual tuvo G a y que quedarse con cientos de colecciones sin destino y sin financiamiento, que él felizmente distribu­ yó, casi siempre gratuitam ente, entre Mu­ seos, universidades y sociedades científicas de Francia y de Europa. Esto naturalm ente le acarreó nuevos problem as de recursos, preocupaciones y financiamiento. Por últim o, es preciso reconocer la leal­ tad, generosidad y nobleza con que cuatro Gobiernos chilenos, de 1831 a 1871, lo acom­ pañaron sin claudicaciones hasta ver pu­ blicada su obra. N o quisiera term inar esta exposición, sin releer a ustedes las nobles palabras de G a y , en el Prólogo del volumen 1 de la Zoo­ logía, que son como un m ensaje para las futuras generaciones de naturalistas chile­ nos, de los que nosotros somos un grupo im portante.


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"Esperam os que esta Fauna así tratada, satisfará los deseos de la distinguida p ro ­ tección que el ilustrado Gobierno de Chile nos acordó al encargarnos de este vasto trabajo; sin embargo, no ocultarem os que a pesar del cuidado que hemos puesto pa­ ra com pletarla, quedan aún m uchas adi­ ciones y correcciones que hacer, especies que describir y costum bres que observar; pues los infinitos seres naturales no po­ drán perfectam ente conocerse sino luego que los sabios del país hagan un especial estudio de ellos. Constituido este cuadro, que es la parte más difícil e im portante, y el m ayor núm ero de especies agrupadas según el método natural, sólo nos queda el deseo de que la juventud chilena se di­ rija en busca de nuevos descubrim ientos para aum entar, m odificar y p o r últim o com pletar esta obra tan em inentem ente nacional. "Además, su estudio es digno de atraer ' toda atención, pues particularm ente en la ' N aturaleza es donde se encuentran los ma-

" ravillosos fenómenos que elevan al hom" bre a altas contem placiones, y le hacen " distinguir y apreciar las sublim es armo" nías que tan elocuentem ente m anifiestan " la sabiduría divina; p o r o tra p arte, como " ram o de instrucción, no m erece m enos la " protección de los Gobiernos y universida" des, pues no hay duda que es la ciencia " más atractiva y la m ás m etódica, y p o r " consiguiente la m ejor p ara desarro llar en " los jóvenes discípulos el gusto del tra b ajo " y de la observación, inculcándoles un es" píritu de orden y claridad que favorece " singularm ente las operaciones de la inte" ligencia, y les da una ap titu d sum am ente " ventajosa para a todo dedicarse y todo " sim plificar”. Dice H o r a c i o , el gran poeta rom ano, ca­ lificando sus propias Odas, que "h a levan­ tado un m onum ento m ás duradero que el bronce” (Exégi m o num éntum aere perennius). Con cuanta razón podríam os referir estas mismas palabras a la obra grandiosa e inm ortal de C l a u d i o G a y .


ANALISIS DE LA CUTICULA FOLIAR DE ESPECIES CHILENAS DEL GENERO M AY TE N US M o l . (Celastraceae) E l i z a b e t h B a r r e r a M . (*) I n é s M e z a P. (*)

INTRODUCCION Son pocos los estudios que se han hecho sobre cutículas de plantas actuales; la m a­ yor parte de ellos se h an realizado en plan­ tas fósiles Z e i l l e r (1882), F l o r í n (1928), B a n d u l s k a (1923), H a r r i s (1926, 1931, 1935, 1937, 1961, 1964). E n plantas actuales tene­ mos los de M i t c h e l l (1937), C a r r et al. (1971), V a n C o t t h e m (1970); en Chile los de H e r n á n d e z et al. (1975), A z c á r a t e et al. (1975), T r o n c o s o et al. (1975) y V i l l a s e ñ o r (1975), todos ellos sobre diferentes es­ pecies del género N othofagus. A través de los estudios realizados se ha dem ostrado la estabilidad de algunas características cu­ ticulares utilizables en la determ inación de los diferentes taxa. Es posible reconocer caracteres de fam ilia p o r la distribución de las células alrededor del estom a; de género, por la agrupación de los estom as; y especí­ ficos por detalles de las form as celulares y tam año y densidad de los estom as. Estos resultados obtenidos no pueden generali­ zarse, ya que hay que conocer detalles de la cutícula de diferentes grupos p ara esta­ blecer relaciones y poder así determ inar su valor real desde el punto de vista taxo­ nómico. La cutícula, constituida p o r cutina, subs­ tancia de gran estabilidad química, puede conservarse sin alteración p o r largo tiem ­ po. E sta circunstancia ha transform ado su estudio en u n valioso aporte a la paleobotánica, pues en este tipo de estudios general­ m ente se cuenta con m aterial fragm entario (especialm ente h o ja s ), lo que constituye un

elem ento que puede llevar a confusiones p o r la m ism a naturaleza del m aterial de que se dispone. Pensamos que una real con­ tribución en este sentido es el estudio de las cutículas de plantas actuales, lo que además im plica la form ación de colecciones que se constituirán en im portante m aterial de referencia. Esto perm itirá, entre otras cosas, d ar una m ayor seguridad en la iden­ tificación de restos fósiles, al mismo tiem ­ po que poder establecer relaciones entre floras existentes en la actualidad y floras fósiles. Los estudios cuticulares tam bién pue­ den utilizarse como índices de poliploidia. S a x , K. y J. S a x (1937), basándose en exá­ menes prelim inares establecieron que el núm ero de estomas puede ser usado para determ inar la presencia de razas poliploides en ciertas especies y de especies poliploides en ciertos géneros. El objetivo del presente trabajo es en­ tregar una descripción de la cutícula foliar de las especies chilenas del género Maytenus, y analizar sus características con m i­ ras a indagar si sus particularidades son lo suficientem ente estables y diferenciables a nivel específico y a la vez ir aportando an­ tecedentes, que en el futuro, al continuar con este tipo de estudios, perm itan entregar una visión global de las características cu­ ticulares de diferentes grupos y poder así llegar a conclusiones cada vez m ás gene­ rales. (*)

Sección Botánica, M useo N acio n al de H istoria N a tu ral. Ca­ silla 787, Santiago, Chile.


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E . B a r r e r a M . e I . M e z a P . / C u tíc u la f o l i a r e n M aytenus.

MATERIAL Y METODOS El trab a jo fue realizado con hojas de ejem plares conservados en el H erbario del Museo Nacional de H istoria N atural (SGO), los cuales fueron seleccionados procurando abarcar toda el área de distribución geográ­ fica que presenta en Chile cada una dé las especies.

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postom áticas, estom as faneróporos y com­ plejos estom áticos ciclocíticos. M aytenus boaria M o l. Arbol que alcanza hasta 15 m de alto, frondoso, con copa redondeada, com pleta­ m ente glabro. Ramitos leñosos. Flores axi­ lares, en las axilas de las brácteas. Cápsula obovoídea o elipsoídea, aplanada, a veces asim étrica, superiorm ente truncada, emarginada y brevemente apiculada.

El m aterial se preparó, tratan d o prim e­ ro las hojas con mezcla Schultze (HNOs : K C L O 3 — 1:1) p a ra oxidarlas; después con NH3 para detener la reacción; posteriorm en­ H ojas lanceoladas, ovado-lanceoladas a te se lavaron con agua corriente; se lim pia­ elípticas (1-8 x 0,4-2 cm ), m em branosas a ron con pincel fino bajo lupa; se tiñeron subcoriáceas, agudas a acuminadas, raro con safranina en m edio acuoso y se m onta­ obtusas, bordes totalm ente o sólo en la mi­ ron con gelatina-glicerina-safranina. tad superior serrados, con mucrones rojizos La observación se hizo en u n dynazoom y caducos, nervaduras prom inentes en am ­ fotobinocular Bausch & Lomb con fase con­ bas caras, base cuneada. ( L o u r te ig , A. y C. trastada. Las m edidas fueron hechas con O ’D o n e l l , 1955 : 212). En Chile se distribuye desde Arica (18? m icròm etro ocular incluido 6x; todos los 28’S - 70°19’W) a Magallanes (53°S - 72?W). prom edios se obtuvieron sobre 40 medidas; la densidad de estom as y pelos se obtuvo midiendo sobre una superficie de 0,14 m m 2 Descripción de la cutícula (Figs. 1, 5a-15a). y llevando sus valores a 1 m m 2. E n cada Cara adaxial: células interreticulares tecaso se tom aron 40 cam pos al azar. Los caracteres considerados en cada es­ trahexagonales de 45¡i x 25¡i, paredes leve­ pecie fueron los siguientes: largo y ancho m ente onduladas; células epinérvicas tetrade: estom as, células in terreticulares y célu­ gonales de 58¡-i x 23¡i, paredes rectas y án­ las epinérvicas; núm ero de células subsidia­ gulos bien definidos, distribuidas a lo an­ cho del nervio medio en núm ero de 6. rias y densidad de estom as y pelos. En las descripciones, las que van prece­ Cara abaxial: células interreticulares de didas de algunas características m acroscó­ 35,5¡i x 19|x, 4-7 lados, paredes generalmen­ picas de cada especie, se entregan sólo va­ te rectas; células epinérvicas generalmente lores prom edios, los cuales al encontrarse rectangulares de 50¡jl x 20ij., paredes lisas, separados p o r x, corresponden el prim ero a distribuidas en núm ero de 10 a lo ancho del la longitud y el segundo al ancho. E n tabla nervio medio. Estom as de 33,3|x x 28¡x, den­ aparte se dan fuera de los prom edios, los sidad 224/ mm 2, 4-6 células subsidiarias. rangos de cada uno de ellos y porcentajes en el caso de células subsidiarias. M aterial estudiado: En la descripción de los estom as se usó la nom enclatura indicada p o r V a n C o t t h e m SGO pm. Fan. 16, 17, 18 (SGO 79734. Quebrada (1970a), y las descripciones m acroscópicas de la Plata, Santiago); 25 (SGO 80753, Coquimbo); fueron extractadas de L o u r t e i g , A. y C. 26 (SGO 85269, Altos de Vilches, Talca). O ’D o n e l l (1955). Las preparaciones m icroscópicas que­ M aytenus chubutensis (S p e g .) L o u r t e i g , dan depositadas en la Sección Botánica del O ’D o n e l l et S l e u m e r Museo Nacional de H istoria N atural (SGO Subarbusto, ramoso, leñoso. Ram itos ci­ pm. Fan.). lindricos o angulosos, tomentosos. Inflores­ cencias paucif loras, densif loras, axilares DESCRIPCION raro reducidas a flores solitarias. Cápsula Las especies chilenas del género M ayte­ obovoídea, com prim ida, obtusa, superior­ nus M o l. se caracterizan p o r ten er hojas hi- m ente em arginada y brevem ente apiculadas. 3. MUSEO N? 35


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Hojas dísticas, elípticas, subcoriáceas (4-18 x 2-13 m m ), ovadas a suborbiculares, enteras o superiorm ente angulosas, a veces dentadas con un m ucrón caduco en cada diente, nervadura m edia apenas im presa en el haz y prom inente en el envés, las secun­ darias no notables, haz finam ente pubescen­ te con pelos cortos y rígidos, envés laxam en­ te pubescente, glabrescente, bordes curva­ dos hacia el envés, ápice obtuso, base redon­ deada a subcordada. ( L o u r t e i g , A. y C. O ’D o n e l l , 1955 : 208). Se distribuye en Chile desde Santiago (33?27'S - 70°40'W) a Aisén (46°S - 73°W). Descripción de la cutícula (Figs. 2, 5b-15b) Cara adaxial: células interreticulares de 55¡i x 31 [i, 4-8 lados, paredes y ángulos más o menos rectos; células epinérvicas de 54a x 19(1, 4-6 lados, paredes rectas y ángulos bien definidos, distribuidas a lo ancho del nervio medio en núm ero difícil de definir p o r su sim ilitud con las células interreticulares. Pelos unicelulares simples, lineal-cónicos, de 70(i de largo x 33|x de ancho en la base, densidad de 50/m m 2. Cara abaxial: células interreticulares de 40a x 22|i, 4-8 lados, paredes rectas y ángu­ los definidos; células epinérvicas de 48¡x x 20ji, generalm ente rectangulares, paredes li­ sas, distribuidas en núm ero de 12 a lo an­ cho del nervio medio. Pelos de 84¡i de largo x 27¡j, de ancho en la base, unicelulares sim ­

ples, lineal-cónicos, densidad 30/m m 2. E sto­ m as de 36a x 35¡i, densidad 194/m m 2, 6-8 células subsidiarias. M aterial estudiado: SGO pm. Fan. 14, 20, 22 (SGO 85268, Altos de Vilches, Talca); 28 (SGO 70309, Coyhaique); 29 (SGO 40845, Cordillera de Chillán).

M aytenus disticha ( H o o k . / .) U r b a n S ubarbusto o arb u sto (dioico?) leñoso, ram ificado. Ram itos cilindricos o angulo­ sos, tom entosos. Flores en glom érulos paucifloros, de flores solitarias en las axilas de las brácteas. Cápsula obovoídea, com prim i­ da, a veces sim étrica, ápice obtuso y emarginado, brevem ente apiculada. H ojas dísticas, coriáceas, elípticas u obovado-oblongas (3-15 x 2-6 m m .), obtusas, m ucronadas, glabras o raram en te laxam en­ te pilosas en el haz, nervadura m edia p ro ­ m inente en am bas caras, bordes curvados hacia el envés, base atenuada en el pecío­ lo ( L o u r t e i g , A. y C. O ’D o n e l l , 1955 : 206). Se distribuye en Chile desde Longaví, Linares (36?08’S - 71?37’W) a T ierra del Fue­ go (53?28’S - 71?35'W). D escripción de la cutícula (Figs. 3, 5c-15c) Cara adaxial: células in terreticu lares de 58¡i x 35p,, núm ero variable de lados, p are­ des rectas o levem ente curvas; células epi­ nérvicas de 51|i x 37a, rectangulares, pare-

Fig. 1 M aytenus boaria a — b. Cara abaxial: a) com plejo estom ático, b) células epinérvicas. c — d. Cara adaxial: c) células interreticulares, d) células epinérvicas.

e — g. h — i.

Fig. 2 M aytenus chubutensis Cara abaxial: e) com plejo estom ático, f) células epinérvicas, g) pelo. Cara adaxial: h) células interreticulares, i) pelo.

Fig. 3 M aytenus disticha j — k. Cara abaxial: j) com plejo estom ático, k) células epinérvicas. 1 — m. Cara adaxial: 1) células interreticulares, m) células epinérvicas.

n — ñ. o — p.

Fig. 4 M aytenus magellanica Cara abaxial: n) com plejo estom ático, ñ) células epinérvicas. Cara adaxial: o) células interreticulares, p) células epinérvicas.


E. B arrera M . e I. M eza P. / CutĂ­cula foliar en Mayteniis.

35


Fig.8

Fi g. 9

F i g . 10


E . B a r r e r a M . e L M e z a P . / C u tíc u la f o l i a r e n M aytenus.

des y ángulos rectos, distribuidas en núm e­ ro de 5 a lo ancho del nervio medio. Cara abaxial: células interreticulares de 33,9¡j. x 18|.i, paredes rectas y ángulos defi­ nidos; células epinérvicas de 46|.i x 22¡i, 4-6 lados, paredes rectas, distribuidas en n ú ­ mero de 11 a lo ancho del nervio medio. Estom as de 32|i x 26,5¡i, densidad 218/m m 2, 5-8 células subsidiarias. M aterial estudiado: SGO pm. Fan. 13 (SGO 75783, Puerto Williams, Navarino I); 35 (SGO 78368, Cerro Paine, Magalla­ nes); 36 (SGO 61067, Cerro Mocha, Ultima Espe­ ranza, M agallanes); 37 (SGO 51785, Cordillera de Chillan).

Maytenus magellanica (L a m .) H o o k . f. Arbusto o árbol que alcanza hasta 5 m de alto, dioico, ram ificado, com pletam ente glabro. Ram as angulosas. Cimas 2-3 floras o flores solitarias fasciculadas, en ram itas acortadas en las axilas de las brácteas. Cáp­ sula obovoídea o transversalm ente elipsoídea, com prim ida. H ojas lanceoladas, elípticas o raro obovadas (1,5-8 x 1-3,5 cm s.), coriáceas, serra­ das, com únm ente con los m árgenes dobla­ dos hacia el envés, m arginadas, nervaduras prom inentes en am bas caras, agudas o raro obtusas, m ucronadas, base cuneada. (L o u rt e i g , A. y C. O 'D o n e l l , 1955 : 217). Se distribuye en Chile desde Concep­ ción (37?S - 73°W) a M agallanes (53°S 72?W).

Figs. 5 - 1 1 . Biom etria de estructuras cuticulares en cara abaxial de M aytenus Mol. a. M. boaria b. M. chubutensis c. M. clisticha d. M. magellanica Fig. 5. Longitud de estom as. Fig. 6. Ancho de estom as. Fig. 7. Densidad de estom as. Fig. 8. Ancho células interreticulares. Fig. 9. Largo células interreticulares. Fig. 10. Ancho células epinérvicas. Fig. 11. Largo células epinérvicas. X = variable; Y = N9 de casos.

37

Descripción de la cutícula (Figs. 4, 5d-15d) Cara adaxial: células interreticulares de 63¡j, x 40|i, pentahexagonales, paredes rectas y ángulos no bien definidos; células epinér­ vicas de 52u. x 37u, paredes rectas y ángulos bien definidos, se distribuyen a lo ancho del nervio medio en núm ero de 8. Cara abaxial: células interreticulares de 45¡x x 28¡i, 4-7 lados, paredes rectas; células epinérvicas de 60¡t x 30¡i, tetragonales de pa­ redes rectas, se distribuyen en núm ero de 7 a lo ancho del nervio medio. Estom as de 47,5¡x x 43,5 u, densidad de 143/mm2, 4-7 cé­ lulas subsidiarias. M aterial estudiado: SGO pm. Fan. 2, 11 (SGO 78444, Puerto Edén, Magallanes); 30 (SGO 40836, Cordillera Pelada, Valdivia); 31, 32 (SGO 78445, Glaciar Témpano, 48“43'S - 74"05'W); 33, 34 (SGO 75784, Puerto Wi­ lliam s, Navarino).

DISCUSION P a n t , D. y P . K i d w a i (1966), en su es­ tudio sobre la estructura epiderm al y onto­ genia de los estomas de algunas Celastráceas, estudian, entre otras, dos especies de Celastrus (C. europaeus y C. paniculatus), hoy Maytenus, llegando a la conclusión que las células subsidiarias no se form an por divisiones periclinales de la m em brana de las células guardianas, sino por divisiones de las células vecinas, las cuales inicialmen­ te rodean las células guardianas madres. Con esta afirm ación están incluyendo el desarrollo estomático de estas especies den­ tro de la clasificación ontogénica, como de un desarrollo perigénico, que se caracteriza porque las células vecinas y subsidiarias de­ rivan independientem ente de las células guardianas madres, dando origen estas últi­ mas solamente a las dos células guardianas. F r y n s - C l a e s s e n , E. y W. V a n C o t t h e m (1973), reconocen dentro del tipo de desa­ rrollo perigénico varios modelos, dentro de los cuales a las Celastráceas estudiadas por P a n t et al. (1966) les corresponde el cicloperigénico o poliperigénico. E ste modelo de desarrollo perigénico se caracteriza por dar como resultado un estom a adulto rodeado po r varias células subsidiarias que form an un anillo o que se ubican, a veces, en forma


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

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Figs. 12 - 15. Biom etria de estructuras cuticula­ res en cara adaxial de M aytenus Mol. a. b. c. d.

M. M. M. M.

boaria chubutensis disticha magellanica

Fig.

12. Largo células interreticulares.

Fig.

13. Ancho células interreticulares.

Fig.

14. Largo células epinérvicas.

Fig.

15. Ancho células epinérvicas.

X = variable; Y = N? de casos.


E. B arrera M . e I. M eza P. / Cutícula foliar en Maytenus..

m ás o m enos irreg u lar alrededor de las cé­ lulas guardianas, características que corres­ ponden dentro de la clasificación m orfoló­ gica de V a n C o t t h e m (1970a), a las de un estom a ciclocítico. E sto coincide con los re­ sultados obtenidos en el presente trabajo, con lo cual podríam os inferir que el desa­ rrollo ontogénico de los estom as de las es­ pecies chilenas del género M aytenus, corres­ pondería al m odelo ciclo o poliperigénico. CONCLUSIONES Aparte del carácter ciclocítico de los es­ tom as, que es com ún p a ra todas las especies estudiadas, hay o tras características m or­ fológicas constantes: — células epinérvicas rectangulares, de pa­ redes rectas — núm ero de células subsidiarias — células interreticulares de form a no de­ finida. E ntre las características que perm iten hacer una diferenciación a nivel específico están: — densidad de estom as — largo y ancho de estom as — largo y ancho de células interreticulares — presencia de pelos — ordenación de células epinérvicas — ordenación de estom as. M aytenus magellanica se diferencia de las demás especies tan to p o r el tam año de las células interreticulares como p o r el de los estom as que son m arcadam ente mayo­ res; M. chubutensis se diferencia p o r la pre­ sencia de pelos en am bas caras de la cutícu­ la; M. boaria y M. disticha, que son coinci­ dentes en gran núm ero de características, se diferencian en la ordenación de las célu­ las epinérvicas y distribución de los esto­ mas. En M. boaria las células epinérvicas presentan una ordenación lineal y los esto­ m as distribuidos al azar, m ientras que en M. disticha las células epinérvicas no si­ guen una ordenación regular y los estom as presentan cierta ordenación lineal. AGRADECIMIENTOS Los autores desean expresar su reconocimiento a las siguientes personas: Sra. M é lica M u ñ o z S.; Prof. D a n ie l F r a s s in e t t i , por sus interesantes su­ gerencias y revisión crítica del manuscrito; Prof. R odrigo V illa señ o r , por sus sugerencias y opor­ tuno envío de bibliografía.

39

R ESU M EN

Se describe la cutícula foliar de las especies chi­ lenas del género M aytenus (Celastracecae): M. boaria, M. chubutensis, M. disticha, M. magellanica. Estas se caracterizan por tener hojas hipostom áticas, estom as faneróporos y complejos estom áticos ciclocíticos. S e r e c o n o c i e r o n c o m o c a r a c t e r í s t i c a s e s ta b le s p a ­ r a d i f e r e n c i a r la s e s p e c ie s c h ile n a s e n t r e s í: d e n ­ s id a d , o r d e n a c i ó n y t a m a ñ o d e lo s e s to m a s ; la r g o y a n c h o d e c é lu la s i n t e r r e t i c u l a r e s ; o r d e n a c i ó n d e c é l u la s e p in é r v ic a s y p r e s e n c i a d e p e lo s .

ABSTRACT T h e f o l i a r c u tic le o f t h e C h ile a n s p e c ie s o f th e g e n u s M aytenus ( C e l a s t r a c e a e ) : M. boaria, M. chubutensis, M. disticha, M. magellanica a r e d e s ­ c r ib e d ; t h e y a r e c h a r a c t e r i z e d b y h ip o s to m a tic le a v e s , p h a n e r o p o r e s s t o m a t a a n d c y c lo c y tic sto m a t a l c o m p le x . T h e a u t h o r s c o n s id e r t h a t d e n s ity , d is p o s it io n a n d s iz e o f s t o m a t a , le n g h a n d w id th o f i n t e r r e t i c u l a r s c e lls , o r d e n a t i o n o f e p in e r v ic c e lls a n d p r e s e n c e o f h a i r s a r e p e r m a n e n t c h a r a c te r is tic s u s a b le t o d i f f e r e n t i a t e t h e C h ile a n s p e c ie s .

REFERENCIAS F r y n s -C l a essen s , E. and W. Van C o t t h e m

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NOVEDADES BOTANICAS EN EL PARQUE NACIONAL PUYEHUE, PROVINCIA DE OSORNO.

M é l ic a M u ñ o z S c h i c k

(* )

Al efectuar el estudio de la flora del Parque Nacional Puyehue, de próxim a pu­ blicación, se encontraron algunas especies que no estaban m encionadas p a ra el país.

estam bres de anteras lineares de 1 mm de largo. F ruto un cariopsis. Florece en febrero.

Las hierbas Agrostis buchtienii y Chevreulia lycopodioides, estaban indicadas pa­ ra Argentina e Islas Malvinas o Falkland, respectivam ente; R u m ex angiocarpus, Rum ex obtusifolius e H ieracium aurantiacum, hierbas nativas del Viejo M undo, se h an na­ turalizado en nuestro país y p o r últim o, el arbusto Sam bucus nigra cultivado cerca de las casas, principalm ente p o r sus propieda­ des medicinales, se ha encontrado crecien­ do en form a silvestre.

Especie descrita para el lago Nahuelhuapi, Argentina, indicada por prim era vez pa­ ra nuestro país. (Fig. 1).

Se da una descripción y dibujo esque­ mático de cada especie. Agrostis buchtienii H a c k . H ierba perenne, cespitosa, de 25-35 cm de alto. H ojas lineares, escabrosas de 4-8.5 cm de largo p o r 1-4 m m de ancho; lígula algo escabrosa, hialina, ancham ente lanceolada, dentada en el ápice, de 3-4 m m de largo. Inflorescencia una panícula laxa, tenue, c o lo r purpúreo, de 9-14 cm de largo, acom­ pañada po r una h oja en la base o cerca de ella. Espiguillas finam ente pediceladas; glu­ mas iguales, ovadas, agudas, 1-nerviadas, aquilladas, quilla finam ente escabrosa, de 3 mm de largo; glum ela 5-nerviada, ápice den­ tado, de 2.2 m m de largo; callo algo pelu­ do; pálea de ápice redondeado-dentado, de 1.0-1.2 m m de largo; ovario glabro; lodículas lanceolado-lineares de 0.8 mm de largo;

Argentina: "762” Nord Patagonia litore lacus Nahuelhuapi pr. S. Carlos de Bariloche, 770 m s. m . Feb. 1905 Dr. O tto B u c h t ie n (Tipo del H ack el herb., Viena; obtenido por Chase, 1922) Clastótipo en colección particular, Prof. C. M u ñ o z P izarro . Chile: provincia de Osorno, Parque Nacional Puyehue, Antillanca, borde cráter secundario vol­ cán Casablanca. M . M u ñ o z S. y C. M u ñ o z P. N" 496, 13 - II - 1972, ± 1.200 m s. n. m. SGO 94298. Parque Nacional Puyehue, Camino Internacio­ nal, lím ite con Argentina. M . M u ñ o z S. y C. M u ­ ñ o z P. N? 555, 13 - II - 1972, ± 1.250 m s. n. m. SGO 94299.

Chevreulia lycopodioides (D 'U rv.) DC. Planta perenne, pigmea, que form a cés­ pedes bajos de 2-4 cm de alto. Hojas muy apretadas, im bricadas, de entrenudos casi nulos, opuestas y unidas por sus bases, linear-lanceoladas, m ucronadas en el ápice, algo lanuginosas y verde claro por la haz, blanco-lanosas por el envés, de 3-5 m m de largo por 0.5-1 mm de ancho. Inflorescencia en capítulos solitarios, sé­ siles en el ápice de las ram itas durante la floración y luego soportados por delicados

( * ) S ección B o tá n ic a , M useo N a cio n al d e H is to ria N a tu ra l, Ca­ s illa 787, S a n tiag o , Chile.


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

pedúnculos tom entosos que se desarrollan largos y horizontales pelos blancos, de base rápidam ente, h asta 4 cm. glandulosa negra, pelos glandulares y pelos Involucro cilindrico de 4-5 m m de alto estrellados hacia la inflorescencia. p or 1.2-1.5 m m de diám etro; brácteas dis­ Hojas basales arrosetadas, de láminas puestas en 3-4 series, ovadas a linear-lanceoladas, de base verdosa, hacia arrib a rosado- obovadas a elípticas, de 4-10 cm de largo purpúreas, las externas m ás cortas, de dor­ por 13-20 mm de ancho angostándose ha­ so lanoso, las interm edias subagudas y las cia un corto pecíolo, márgenes enteros, den­ internas glabras, obtusas y m enores que las samente cubiertas de estos pelos blancos. Escapos solitarios, generalmente con una interm edias. sola hoja de menor tamaño que las basales Flores de 2 form as: las m arginales, más o menos 20, femeninas, con corola filiform e y sésil. de 3 mm de largo, las del centro general­ Inflorescencia de 5-12 capítulos, dispues­ mente 3, herm afroditas, con corola tubulo­ tos en cima corimbiforme densa. sa de 3 mm de largo; ovario infero, 5 estam ­ Involucro acampanado de 6-8 mm de al­ bres de anteras unidas, sagitadas en la base; estilo con 2 ram as bífidas, truncadas y pa­ to por 5-6 mm de diámetro, con las brác­ teas dispuestas en una sola serie, verdes, de pilosas en el ápice. Frutos: aquenios lanceolados, com prim i­ ápice obtuso, purpúreo, cubiertas de pelos dos, color verde oliva, de 1.5 mm de largo blancos y glándulas estipitadas. con hileras de papilas cortas, contraídos ha­ Flores todas liguladas de color rojo es­ cia el ápice en rostro delgado; vilano de una fila de pelos blanquecinos, más o menos el carlata, lígula de 7-8 mm de largo; 5 estam­ bres de anteras unidas, sagitadas en la base, doble del largo del aquenio. 1 estilo bífido. Florece en febrero. Especie endém ica de las Islas Malvinas, colectada p o r prim era vez en nuestro país; sólo observada en flor. (Fig. 3). Provincia de Osorno: Parque Nacional Puyehue, cráter extinguido del volcán Casablanca, pra­ do altoandino. M . M u ñ o z S. y C. M u ñ o z P. N? 780 11 - II - 1973, ± 1.220 m s. n. m. SGO 94300. Argentina: East Falkland, Goose Green, ca. 3 1/2 m iles SE of Bodie Creek House D. M . M oore 622, 19 - I - 1964 (LP). G a y (1847) indica esta especie como de las Islas Malvinas y del Estrecho de Maga­ llanes; posteriorm ente R e i c h e (1905) la cita como especie problem ática p ara Chile, ya que se conoce solamente de las Islas Mal­ vinas. Especie m uy sem ejante a C. diem ii C a b r. de las vegas altoandinas de los m ontañas de Neuquén en Argentina y regiones lim ítrofes chilenas, de la que difiere principalm ente por tener esta últim a, hojas densam ente blancolanosas en am bas caras y los aquenios sin rostro.

Hieracium aurantiacum L. H ierba estolonífera, de 20-35 cm de al­ to, con los tallos densam ente cubiertos con

Fruto un aquenio café-oscuro a negro, costado, truncado en el ápice, de 2.2 mm de largo; vilano de pelos simples blancos des­ iguales, del doble tamaño del aquenio. Florece en febrero.

Planta nativa de Europa, colectada por primera vez en nuestro país; anteriormente había sido colectada en las Islas Malvinas, Argentina. (Fig. 4). Provincia de Osorno: Parque Nacional PuveAntillanca, cerca del Refugio, m uy escasa. M S. y C. M u ñ o z P. N-’ 752 11 - II - 1973 ± 1.000 m s. n. m. SGO 94301. ’

M uñoz

Argentina: East Falkland, Port Stanley, edge of Stanley Harbour. D. M . M o o re 538, 12 - I - 1964

(Lr).

R um ex angiocarpus M u r b e c k

"rom acilla”

Planta dioica, perenne de raíz larga que se extiende por estolones rastre ro s y form a cham pas, de 20-40 cm de alto. H ojas principalm ente hacia la base, gla­ bras, largam ente pecioladas, de form as m uy variables, lanceoladas a lineares, general­ m ente hastadas, de 1-3 cm de largo p o r 3-7 m m de ancho, de color verde a rojizas, al-


M é lic a M u ñ o z S c h . / Novedades botánicas en Parque Puyehue.

Fig. 1. A grostis buchtienii. a. hábito reduc.; b. espiguilla xl4; c. pálea xl4. Fie. 2. Rum ex angiocarpus, de Tablas Geigy de malas hierbas, lám. 19.2 (como R. acetosella) ; d. flor femenina x20; e. fruto xlO. D etalles d e a m b a s fig u ra s d ib u jó M. M uñoz !>.

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Fig. 3.

Chevreulia lycopodioides, de C abrera, Fl. Patag., Fig. 95, a. planta, b . capí­ tulo, c. flor marginal, d. flor del disco. Fig. 4. H ieracium aurantiacum, d e C abrera, Fl. Patag., Fig. 439, a. planta, b . b r á c tea involucral, c. flor, d . aquenio. Fig. 5. Rum ex obtusifolius de Tablas Geigy de m alas hierbas, lám. 19.3.


M élic a M u ñ o z S c h . / Novedades botánicas en Parque Puyehue.

t e r n a s y a g r u p a d a s , c o n lo s p e c ío lo s r o d e a ­ d o s p o r o crea s. F lo re s u n is e x u a le s f o r m a n d o u n a p a ­ n í c u l a t e r m i n a l s u e l ta , d e s n u d a , d e c o lo r ro jiz o o a m a r ille n ta .

Flores fem eninas de 1.3-1.5 m m de lar­ go, pediceladas en grupitos rodeados de brácteas transparentes; 3 sépalos externos aquillados y m ás cortos que los 3 internos que rodean el ovario súpero, 1-locular, 3 es­ tilos cortísim os divergentes, con 3 estigmas m uí tíf idos. Flores m asculinas de 1.8-2 m m de largo, de 6 sépalos dispuestos en la m ism a form a que en las fem eninas, con 6 estam bres de filam entos cortísim os y anteras alargadas. F ruto u n aquenio trígono de 1.5 m m de largo rodeado p o r los 3 sépalos internos, reticulados, connatos a él, de color rojizo. Florece de noviem bre a febrero. Planta de origen europeo que se ha na­ turalizado en nuestro país; generalm ente confundida con R innex acetosella L. que es m uy sim ilar, salvo que tiene los sépalos no connatos al aquenio. Vive desde las provincias de Curicó a Ma­ gallanes. (Fig. 2). Provincia de Curicó: Dunas al norte de la desembocadura de la laguna de Llico. C. V ill a grán y G . T a pia . 2 - II - 1969, S G O 78931. Provincia de Ñuble: Cerca de 5 km al este de Quillón; 150 m de altitud, P. C. H u t c h is o n 210, 30 - XII - 1951. SGO 75376. Provincia de Valdivia: Hueicolla, F. P h i l i p p i , Feb. 1867. SGO 38729. Provincia de Osorno: Parque Nacional Puye­ hue, Camino Internacional, entre Aduana Pajari­ tos v río El Colorado. M . M u ñ o z S. y C. M u ñ o z P. N? 375. 11 - II - 1972, ± 420 m s.n.m. SGO 94302. Parque Nacional Puyehue, Camino Internacio­ nal en el lím ite con Argentina. M . M u ñ o z S. y C. M u ñ o z P. N'-' 548, 13 - II - 1972, ± 1.250 m s.n.m. SGO 94303. Parque Nacional Puyehue, Camino Internacio­ nal entre puente 1 y puente 2 del río Golgol. Mar il y n W. P u t n e y N ” 23, 2 - X II - 1969, ± 300 m s.n.m. SGO 94304. Provincia de Magallanes: Puerto Edén, Isla Wellington; E. J. G odley N° 597; 3 - X II - 1958. SG O 84842.

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R um ex obtusifolius L. Planta perenne, erecta de 0.50-1.20 m de alto con tallos surcados, huecos. H ojas alternas largam ente pecioladas, de lám inas ancham ente lanceolado-oblongas, de base cordada, bordes algo ondulados, agudas u obtusas, de 13-18 cm de largo por 6.5-10 cm de ancho, con la ocrea envolvien­ do el tallo en una extensión de más o me­ nos el largo del pecíolo; las superiores de base más redondeada y de m enor tamaño. Inflorescencia en panículas abiertas, con hojas pequeñas en la base de las flores; és­ tas form adas de 6 sépalos, 3 exteriores li­ neares de 3 mm de largo y 3 interiores ova­ dos de 4 mm de largo, 6 estam bres de an­ teras más largas que los filamentos; ovario súpero trígono, 3 estilos divergentes con los estigmas penicilados. F ruto un aquenio trígono, rodeado por los sépalos internos o valvas, triangular-ovadas, reticuladas, de 5 mm de largo, con 35 dientes triangular-subulados en el margen y una sola valva con una callosidad en el dorso. Aquenio café brillante de 2.5 mm de largo, que contiene 1 semilla. Florece en febrero. Planta nativa de Europa, colectada por prim era vez en nuestro país. (Fig. 5). Provincia de Osorno: Parque Nacional Puyehue, sendero hacia Laguna El Encanto, común. M . M u ­ S. y C . M u ñ o z P. N? 688, 9 - II - 1973, ± 560 m s.n.m. SGO 94305.

ñoz

Sam bucus nigra L. "saúco”, "saúco europeo” Arbusto de 1.5-2 m de alto, de ram illas fuertem ente lenticeladas con médula blanca. Hojas com puestas, generalm ente de 5 hojue­ las cortam ente pecioluladas, elípticas u ovado-elípticas, de 4-9 cm de largo por 2.5-3 cm de ancho, agudam ente serradas, apiculadas, verdes por encima, más claras a pur­ púreas, nervadas y algo vellosas por debajo, de olor desagradable al machacarlas. Inflo­ rescencia en amplias cimas aplanadas term i­ nales, de 5-7 rayos. Flores de cáliz 5-dentado, corola blanca o am arillenta, con lóbulos ovados de 2 mm de largo, 5 estam bres alternos con los pé-


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Fig. 6. Sam bucus nigra de Font Quer, Pl. Medie., pág. 753, a. hábito reducido, b. flor aumentada.

talos; ovario infero generalm ente 3-locular, estilo muy corto, estigm a 3-lobulado. F ruto una drupa negra, elipsoide, de 6-8 m m de diám etro, coronada p o r los restos del cáliz; contiene generalm ente 3 semillas. Florece en prim avera y verano.

AG RA D EC IM IEN TO S

La autora agradece al Prof. C arlos M u ñ o z P iz a su padre, quien le ayudó en la identificación de la Gramínea, al facilitarle su colección de clastótipos de dicha fam ilia. A los Drs. A. L. C abrera y E. M . Z a r d in i , por el préstam o de m aterial del Mu­ seo de La Plata, Argentina.

rro,

Planta originaria de Europa, Asia y N or­ te de Africa, no colectada antes en nuestro país. (Fig. 6). en su Flora de Chile (1902) cita o tra especie S . a u s tr a lis C h a m . et S c h l e c h t . originaria de Brasil como escapada de cul­ tivo. E sta últim a se distingue de S. n ig r a por sus hojas de 7-13 hojuelas angostam en­ te ovado-lanceoladas, las inflorescencias me­ nos anchas y las flores subpolígam as. R e ic h e

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EL GENERO ENCOPE EN EL PLIOCENO DEL NORTE DE CHILE. (Echinodermata, Echinoidea)

V l a d im ir C o v a c e v ic h C. (*) D a n i e l F r a s s in e t t i C. (**)

INTRODUCCION La prim era referencia que se tiene en Chile sobre erizos irregulares clypeasteroides del género Encope L. A g a s s iz , 1840 fue dada a conocer por R. A. P h i l i p p i (1887) quién describe y figura un ejem plar proceden te de Caldera (27? 4’ S; 70? 49’ O) como E. chilensis (1887: 223-224, Lám. 52, Fig. 1). Posteriorm ente E. E. G ig o u x (1916: 8082, Fig. 8) describió, en form a m ás bien so­ m era, y figuró m uy esquem áticam ente un especim en de los varios que recolectó en los alrededores de P unta Cabeza de Vaca (26? 52’ 30” S; 70? 50’ O), cerca de 20 km al norte de Caldera (Fig. 1). E n su trab ajo no identifica el holotipo ni el lugar en que ha­ b rían quedado depositados estos m ateriales, y al hacer la proposición de su nueva espe­ cie anota: “¿Podría significar un Encope o Monophora caldenensis?”. Debido a la problem ática planteada por esta designación taxonóm ica inicial, m ante­ nida p o r autores posteriores, es que, al con­ ta r con nuevas colecciones realizadas hace algunos años en la localidad tipo de G ig o u x (V. C o v a c e v ic h , agosto de 1970 y 1975) nos proponem os tra ta r de aclarar la posición sis­ tem ática de esta interesante especie. Al mis­ mo tiem po se entregan nuevas observacio­ nes y figuras del tipo de E. chilensis P h i l i p p i , ejem plar único con el que se com pa­ ra y que se encuentra depositado en la Co­ lección de Invertebrados Fósiles del Museo Nacional de H istoria N atural, Santiago. 4.

MUSEO N? 35

PROCEDENCIA DEL MATERIAL, EDAD Y FAUNA ASOCIADA Los ejem plares en estudio de Encope calderensis (G ig o u x ) fueron recolectados en los niveles superiores del acantilado coste­ ro labrado en los sedimentos m arinos del Terciario superior, inm ediatam ente al sur de Punta Cabeza de Vaca (26? 53’ 30” S; 70? 48’ 40” O ). Ellos se encuentran incorpora­ dos con su cara oral hacia abajo, en una tí­ pica coquina de Balanus que correspondería según H e r m (1969: 85) a un biotopo adlito­ ral propio de una costa expuesta, en asocia­ ción con diversas especies de Chlamys y Nucella (Acanthinucella). Aun cuando H e r m se refiere a estos eri­ zos como E. chilensis P h il., por proceder de la m ism a localidad (1969: 21-22, Figs. 8 y 9), se infiere que todos ellos corresponden en realidad a la especie de G ig o u x . Este úl­ tim o autor indica que los ejem plares por él recolectados provienen de un conglomerado y están cubiertos en su interior con arena y conchilla, que es el mismo tipo de sedimen­ to en que se conservan nuestros ejem pla­ res. E. chilensis en cambio, ha estado inclui­ do en una arenisca de grano fino a medio según se deduce de la observación del holo­ tipo.

(*)

In stitu to de Investigaciones Geológicas, Casilla 10465. San­ tiago, Chile.

(**)

M useo N acional de H isto ria N a tu ra l, L aboratorio de P a ­ leo n to lo g ía, Casilla 787. Santiago, Chile.


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

50

H erm (1969: 21) ilustra un perfil al sur de Punta Cabeza de Vaca en el cual se pre­ senta la asociación Chlamys-Encope, en una facie de arenas gruesas. El género Chlamys, caracterizado por las especies calderensis y simpsoni, perm ite a su vez, según este au­ tor, atrib u ir la sección allí expuesta a la se­ rie inferior del Plioceno. E n ella, y separa­ das por no más de 10 m. de espesor, se en­ cuentran las asociaciones de Bálanus- Pate­ lla y Ostrea-Anomia. En el sedim ento aislado de los erizos se reconocieron abundantes foram iníferos bentónicos pertenecientes a los géneros Cibicides, Buccella, Discorbis, Nonion y Diocibicides. En estado fragm entario se identifica­ ron además los géneros Ghoromytilus, Anomia, Semele, Protothaca, Chama (Bivalvia) y Acmaea, Scurria, Fissurella y Nucella (Gastropoda) cuyos nom bres específicos no

fueron posible precisar debido a su preca­ ria conservación. DISTRIBUCION GEOGRAFICA DEL GENERO ENCOPE El género Encope L. A g a s s iz está repre­ sentado p o r cerca de 36 especies diferentes distribuidas entre el Mioceno inferior y Re­ ciente ( D u r h a m , 1966: U 485). E n la actua­ lidad 13 de ellas h abitan la costa occidental am ericana entre la costa oeste de B aja Ca­ lifornia y el Golfo de California h a sta la Ba­ hía de Sechura, en el extrem o noroeste del Perú, incluyendo adem ás las islas Socorro y Clarión (México), isla Cocos (Costa Rica) y las islas Galápagos (E cu a d o r). E n la cos­ ta atlántica am ericana 2 especies se rep arten en form a discontinua entre Florida, el Golfo de México y el río de La P lata en Argenti­ na (Fig. 2 y cuadro 1).

CUADRO

1

DISTRIBUCION GEOGRAFICA, EDAD Y REFERENCIAS NOTABLES PARA LAS ESPECIES DEL GENERO ENCOPE L. A g a s s i z , 1840.

DISTRIBUCION

Pací- Atlán­ fiti­ co co REFERENCIAS

1. E. arcensis D u r h a m

Golfo de California.

X

D urham (1950)

2. E. californica V e r r il

Oeste de B aia California y Golfo de California. Isla Cocos (Costa Rica).

X

Caso (1948)

3. E. cocosi H. L. C la r k

X

H. L. Clark (1948)

4. E. ecuadorensis H. L.

Ecuador.

X

H. L. Clark (1948)

ESPECIES RECIENTES

C lark

5. E. emarginata (L e s k e ) 6. E. fragilis H. L. C lark

Colombia al Rio de La Pia­ ta (Argentina). México (Guerrero).

X

H. L. Clark (1948)

7. E. gatapagensis H. L.

Islas Galápagos.

X

H. L. Clark (1948)

Golfo de California.

X

Caso (1948)

X

H. L. Clark (1948)

10. E. irregularis H. L. C lark

Islas Socorro y Clarión (Mé­ xico) . Costa Rica a Colombia.

X

H. L. Clark (1948)

11. E. laevis H. L. C l a rk

Nicaragua (Corinto).

X

H. L. Clark (1948)

12. E. m ichelini L. A g a ssiz

Golfo de México (Florida a Yucatán).

C lark 8.

E. grandis L. A g a ssiz

9. E. insularis H. L. C lark

X

X

B ernasconi (1953)

Caso (1948)


V. COVACEVICH C. y D . F r a s s i n e t t i C. i E ncope e n e l P lio c e n o d e C h ile .

51

PaESPECIES RECIENTES

DISTRIBUCION

13. E. m icropora L. A g a s s iz

Oeste Baja California a Ba. Sechura (Is. Galápagos?). Oeste Baja California a Cos­ ta Rica. México (Mazatlán) a Pana­ má.

14. E. perspectiva L. 15. E. w etm o rei A. H.

C lark

cí- Atlán­ fiti­ co co REFERENCIAS

X X

H. L. Clark (1948) Caso (1948) C a s o (1948)

X

H. L.

(1948)

C lark

ESPECIES FOSILES 16. E. annectans 17. E. arcensis

J ackson

Durham

18. E. calderensis 19. E. californica

( G ig o u x ) V e r r il

20. E. carm enensis 21. E. ciae

Durham

D e C artazar

22. E. chaneyi

D urham

23. E. chilensis

P h il ip p i

24. E. gatunensis

T oula

25. E. grandis inezana Durham

26. E. latus

J ackson

27. E. loretoensis

D urham

28. E. m acrophora

(R a v e n e l )

29.

E. m egatrem a J a c k so n

30.

E. m icropora L . A g a ssiz

31.

E. peruviana

32.

E. p la tyta ta J a c k so n

33.

E. sheperdi

34.

E. sverdru pi

35.

E. tatetlaensis

36.

E. tenuis

B r ig h to n

D u rh a m

K ew

D u rh a m B ose

Mioceno (Fm. Gatun, Zona del Canal de Panamá). Pleistoceno (Golfo de Cali­ fornia) . Plioceno (Chile). Plioceno inf. (Golfo de Cali­ fornia) . Plioceno sup. (Golfo de Ca­ lifornia) . Mioceno (Cuba). Plioceno inf. (Golfo de Ca­ lifornia) . Plioceno (Chile).

X X

Durham

X

G ig o u x

X

D urham

(1950)

X

D urham

(1950)

X

Plioceno inferior Fm. Imperial, California).

C a r t Az a r

(1880)

(1950)

X

P h il ip p i

(1887)

X

X X

(1927)

B r ig h t o n

D urham

Mioceno? (Puerto Rico).

Mioceno (Fm. Gatun, Zona del Canal de Panamá). Plioceno sup. (Golfo de Ca­ lifornia) . Plioceno inf. (Golfo de Cali­ fornia) . Plioceno (México, Veracruz).

(1916)

D urham

(Golfo de Cali­

Plioceno inf. (Golfo de Cali­ fornia) . Mioceno sup. (Carolina del Sur), Plioceno (Florida). Mioceno (Fm. Gatun, Zona del Canal de Panamá). Pleistoceno (Golfo de Cali­ fornia) . Mioceno (Corrales, Perú).

De

(1950)

X

Mioceno (Fm. Gatun, Zona del Canal de Panamá). Pleistoceno fornia) .

(1927)

B r ig h t o n

(1950) (1927)

B r ig h t o n Durham

X

W. B.

X

B r ig h t o n

(1950)

C lark y T w i t c h e l l (1915)

(1927)

X

D urham

X

B r i g h t o n (1927) O l s s o n (1932)

X

B r ig h t o n

(1950)

(1927)

X

D urham

(1950)

X

Durham

(1950)

X X

B o se

(1906)

K e w (1914) D u r h a m (1950)

E n la realización de esta tab la se ha to m ad o n o ta de las diferentes especies de Encope descritas o m encionadas en la literatu ra revisada p o r los a utores, sin e n tra r a u na discusión c rític a de cada u n a de ellas.


52

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL


V . C o v a c e v tc h C. y D . F r a s s i n e t t i C. / E ncope e n e l P lio c e n o d e C h ile .

Esta distribución corresponde funda­ mentalmente a la provincia litoral Paname­ ña, con una extensión al extremo sur de la provincia Californiana en el Pacífico orien­ tal y a las provincias litorales Caroliniana en el Golfo de México, Caribeña y Brasile­ ña en el Mar Caribe y Atlántico occidental, alcanzando la porción septentrional de la provincia Argentina.

53

DESCRIPCIONES SISTEMATICAS Orden CLYPEASTEROIDA A. A g a s s iz , 1872. Suborden SCUTELLINA H a e c k e l , 1896. Fam ilia MELLITIDAE S t e f a n i n i , 1911. Género Encope L. A g a s s iz , 1840. Especie tipo: Encope granáis L. A g a ss iz , 1840.

Las faunas de las provincias Panam eña El género Encope se caracteriza princi­ y Caribeña son típicam ente tropicales a sub­ palm ente por su tam año medio a grande y tropicales, m ientras que las de la Califor­ caparazón aplanado, con 5 escotaduras amniana y Argentina constituyen regiones de bulacrales abiertas o lúnulas variablem en­ aguas m enos tem peradas a tem plado frías. te cerradas; una lúnula posterior interamLas especies fósiles se presentan en el bulacral cerrada que sobrepasa hacia ade­ Mioceno de Cuba, Carolina del Sur, Perú, lante más de la m itad de la línea que une Canal de Panam á, Puerto Rico; en el Plio­ los extremos distales de los pétalos poste­ ceno de Florida, México, California y Chile riores; lúnulas de form a y tam año varia­ y en el Pleistoceno del Golfo de California. ble; sistem a apical algo anterior con 5 po­ En el Plioceno del norte de Chile se presen­ ros genitales; pétalos bien form ados, casi tan las especies E. chilensis P h i l . , para la cerrados; pétalos pares posteriores más lar­ que se dispone sólo de la referencia origi­ gos; peristom a ligeramente anterior; surcos nal, y E. calderensis ( G ig o u x ) , que ha m o­ am bulacrales bifurcados; periproctó situado en la p arte anterior de la pendiente o sur­ tivado este trabajo. co que llega a la lúnula posterior interna La posición m eridional anóm ala alcanza­ (Adaptado de D u r h a m , 1955: 174; 1966: U da por las especies chilenas durante el Plio­ 485). ceno plantea sin lugar a dudas un interesan­ Estas características que lo ubican en te problem a paleobiogeográfico. Este puede ser explicado como consecuencia de la exis­ Mellitidae, perm iten tam bién su separación tencia de condiciones de tem peraturas m a­ morfológica de los géneros afines Mellita L. rinas superficiales más benignas que las que A g a ss iz , 1841; Leodia G r a y , 1852 y Mellitese presentan en nuestros días a igual latitud lla D u n c a n , 1889. Así Mellita se reconoce por presentar 4 y que hab rían perm itido, en determ inados m om entos, la m igración hacia el sur de al­ poros genitales y sólo las lúnulas pares am­ gunas form as con afinidades subtropicales bulacrales; las lúnulas son angostas, alar­ o m ás tem peradas. Es el caso, en el área que gadas y norm alm ente cerradas. Leodia se nos preocupa, de Anudara chilensis (Phi- distingue por tener 4 poros genitales, 5 lú­ nulas am bulacrales angostas, alargadas y l i p p i ) , Anom ia atacamensis H e r m , A. alternans S o w e r b y , Isognom on gaudichaudi cerradas; pétalos pequeños y casi iguales (D ’O r b i g n y ) , Laevicardium procerum (S o ­ y sistem a apical ligeramente posterior. Son diferentes de Mellitella en que este grupo w e r b y ) y Patella (Ancistromesus) fuenzalidai H e r m , algunas de las cuales alcanzan la presenta una lúnula interam bulacral poste­ latitu d de Coquimbo (lat. 30? sur) y aún la rio r m uy por debajo de los petaloides pos­ teriores; sistem a apical y peristom a ligera­ de Santiago (lat. 33? s u r ). m ente posterior y pétalos pares posteriores En el Cuadro 1 se incluye una lista de las especies consideradas en esta revisión, sus más cortos que los anteriores. El género Monophoraster L a m b e r t y respectivas edades, distribución geográfica y referencias notables p ara cada caso. E sta T h i é r y , 1921 (M onophorasteridae L a h i l l e , síntesis está basada fundam entalm ente en 1896) empleado para referirse a una de las las observaciones de B e r n a s c o n i (1953), B o- especies chilenas, agrupa en cambio a M. darwini ( D e s o r ) , la especie tipo y a M. dus e (1906), C a so (1948), H. L. C l a r k (1948), boisi C o t t e a u que provienen del Mioceno de W. B. C l a r k y T w i t c h e l l (1915), D u r h a m Argentina. Este género es caracterizado por (1950) y B r i g h t o n (1927).


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

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(1955: 170) como escutélidos apla­ nados, con una lúnula anal posterior peque­ ña; pétalos b astante grandes, parcialm ente cerrados; pétalo anterior im par m ás largo; peristom a central; periprocto m oderada­ mente pequeño en el medio de la p arte pos­ terior de la cara oral, unido p o r u n surco débil a la lúnula posterior cercana; m argen del esqueleto con am plias m uescas corres­ pondientes a las áreas am bulacrales, sin liegar a form ar verdaderas lúnulas; surcos am ­ bulacrales sim ilares a Encope; áreas interam bulacrales m uy estrechadas al acercarse al am bitus en las superficies oral y aboral. La com paración entre los géneros Enco­ pe y Monophoraster (pro Monophora D e ­ s o r , 1847) perm ite definir con claridad la ubicación de las especies que se com entan a continuación en el prim ero de ellos (Fig. 3). D u rh a m

Encope chilensis P h i l i p p i , 1887. Lám. 1, Figs. a-c; Fig. text. 4a y 4b.

Encope chilensis P h i l i p p t , 1887: 223-224, Lám. 52, Fig. 1. C a m a c h o , 1966 y 1974: 570. Non E. chilensis P h i l ., H e r m , 1969: 24, 85, 89.

Descripción

original

“Testa orbicularis, valde depressa; incisurae ambulacrales parum profundae; interambulacris m utata in foram en lanceolatum, in m edio inter os et m arginem ; anus paullo ante foram en situs. Longit. 115, latit. 110, altit. 16 m m . " Materiales E l único ejem plar conocido de esta es­ pecie corresponde al holotipo (SGO.PI.856) depositado en la Colección P h i l i p p i del Mu­ seo N acional de H istoria N atural de S antia­ go. Se p resenta casi com pleto, en buen es­ tado de preservación, con p a rte de sus b o r­ des y lúnulas destruidas.

FIG. 3. Vistas comparativas para Encope L . A g a s s iz (a — b : E granáis x 0 51 y M onophoraster L a m b e r t y T h i é r y ( c - d: M. darwini, x 0.8) m ostrando sus caras aboral y oral (Adaptado de D u r h a m , 1966: U484 y U486).


V. C o vac evich C. y D . F r a s s in e t i ! C. / Encope en el Plioceno de Chile.

55

Medidas

Observaciones

Alto: 118 m m , ancho: cercano 115 mm, espesor m áxim o; 15 mm. Ver además Tabla de m edidas que se entrega p ara E. calderensis.

La asignación de este especimen al géne­ ro Encope A g a s s iz , 1840 hecha previam ente por P h i l i p p i , es sin lugar a dudas correcta dada la am plia concordancia con los carac­ teres diagnósticos señalados para el citado género. No ha sido posible encontrar nuevos an­ tecedentes con respecto a la edad y situa­ ción estratigráfica de E. chilensis P h i l . , por lo que se debe aceptar la cita de este autor como del "terreno terciario de Caldera” ( P h i l i p p i , 1887: 224). En la etiqueta origi­ nal, m anuscrita por P h i l i p p i , se indica sólo la localidad de "C aldera”. Cabe destacar además que existen dife­ rencias entre las medidas anotadas por P h i l i p p i (1887: 223-224) y las tom adas en esta oportunidad. De igual modo, el dibujo de la lám ina 52 no se ajusta totalm ente al ejem­ p lar que se conserva.

Descripción complementaria

El holotipo p resenta un caparazón casi circular, aplanado, de bordes afilados, con u n espesor m ínim o de 1,2 m m en el m argen posterior. De las 5 lúnulas originales se ob­ serva una lúnula lateral (I) abierta que no presenta la tendencia a cerrarse hacia el borde; el lugar de la lúnula im par anterior está señalado p o r una escotadura más bien profunda en form a de V abierta. La lúnula in terior en el interam bulacro 5 es alargada y angosta, sobrepasando levemente, hacia atrás, la línea que une los extrem os distales de los pétalos posteriores (I y V ); el alto y ancho de esta lúnula es m ayor en la cara Encope calderensis (G ig o u x , 1916) n o m . c o r r . oral. E n la superficie aboral su ancho máxi­ Lám. 2, Figs. a-c; Figs. text. 4c — 4k. m o se m ide en el tercio posterior; su alto es fE ncove algo m enor que 1/6 del alto total del capa­ 80-82, Fig.o 8.Monophora caldenensis? G igoux , 1916: razón. Mononhnraste.r caldenensis G igoux . M o r t e n se n , La cara aboral es convexa con el máxi­ mo espesor del esqueleto en la p arte media y posterior del petaloide am bulacral III. Ambulacros petaloídeos anteriores aproxi­ m adam ente de igual tam año, siendo el an­ terio r im par levemente m ás corto; am bula­ cros petaloídeos anteriores pares (II y IV) en un ángulo cercano a 79? con respecto a la línea m edia del petaloide III (anterior im­ par) ; am bulacros petaloídeos posteriores más largos que los anteriores, no arqueados sino casi rectos; petaloides en general semicerrados y redondeados en su extrem o distal. Petaloide am bulacral I con 92-93 poros pa­ res; el II con 82-83; el III con 70-72; el IV con 82-84 y el V con 92 poros pares. Siste­ m a apical an terio r ubicado a 56 m m del borde an terio r y a 62 mm del borde poste­ rior. Cinco poros genitales. La cara oral es plana a ligeram ente cón­ cava; peristom a anterior. Periprocto oval con una longitud de 6,8 m m y ancho de 4 mm, ubicado en una zona excavada de la pendiente an terio r de la lúnula interam bulacral. No se observan con claridad los sur­ cos actinales.

Th„ 1948: 419420. M onoohoraster caldensis G ig o u x . D u r h a m , 1955: 170. C a m a c h o , 1966 y 1974: 570. Encope chilensis P h i l . h e r m , 1969: 24, 85, 89.

Materiales Se dispone de 18 ejem plares completos además de numerosos fragmentos, la mayo­ ría bastante comprimidos, con su superfi­ cie aboral lixiviada y con sedimento coquinoídeo fuertem ente adherido a la cara oral que no fue expuesta a la m eteorización su­ perficial. De ellos se ha elegido como neotipo el ejem plar SGO. PI. 1591 en conside­ ración a su buen estado de preservación, quedando el resto como m aterial comple­ m entario (SGO. PI. 1592-1606; 3098, 3099), todos depositados en el Museo Nacional de H istoria N atural. En el Departam ento de Geología de la Universidad de Chile (Santiago) se conser­ van además los ejem plares num erados bajo R 280, R 460, R 461 y R 462. Los niveles portadores de esta especie se encuentran en sedimentos de la serie infe­ rio r del Plioceno que afloran inm ediatam en­ te al su r de Punta Cabeza de Vaca, 20 km


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al norte de Caldera. Los especímenes en es­ tudio proceden de la localidad tipo descri­ ta por E. E. G ig o u x (1916: 80). Medidas

N e o t i p o . Alto: 90,5 mm, ancho: 87,5 mm, espesor máximo 14 m m (ver cua­ dro 2). Descripción N e o t i p o . Se caracteriza p o r su form a circular a sem icircular, aplanado, ligeram en­

te truncado posteriorm ente. P resenta 4 lú­ nulas laterales ovales que tienden a ce rra r­ se hacia los bordes; las posteriores pares m ás profundas que las anteriores pares; no existe lúnula im par an terio r frente al am ­ bulacro III, advirtiéndose sólo una ligera es­ cotadura en su lugar. La lúnula del interam bulacro 5 es m uy grande, algo m ás que en otras especies del género; tiene una for­ m a oval a rom boidal redondeada, con el ex­ trem o anterior aguzado y el p o sterio r re­ dondeado; su alto y ancho son m ayores en la cara oral; su longitud aboral corresponde a 1/3 del alto totaL

C U A D R O

2

DIFERENCIAS MORFOMETRICAS ENTRE ENCOPE CH ILENSIS Y E, (MEDIDAS EN MM) Encope chilensis Holotipo Alto Ancho Espesor máximo del caparazón en el borde Espesor máximo del caparazón Lúnulas anteriores pares

Profundidad

118 115 3

Profundidad

Lúnula interior, cara aboral

Alto

Lúnula interior, cara oral

Abertura

SGO. PI.

SGO. PI.

SGO. PI.

SGO. PI.

Neotipo

1600

1603

1597

1606

1593

90.5 87.5 2,5

93 92 2

84 80 2

91,5 90,7 2,4*

14

10,5

12 *

14

9

8

10,5

4

2

10

11,5

12,5

6

2,5

2,5

8

10,5

14,4 1,8

32

33

26

31,9

6

15

14,5

11

Alto

31

35

36

28

Ancho

13 *

18

19,5

15

III II V IV I y V

35 36 * 40

22 27 39

23 *

21 25* 35*

III II V IV I y V

22 21.5 19.5

15 13 12,5

Ancho máximo hileras poros pares ambulacros

III II y IV I y V

8 6 4,5

5 3 2

Número poros pares ambulacros

III II y IV I y V

70-72 82-84 92-93

57 68 105 *

Largo ambulacros Ancho máximo ambulacros

M edidas aproxim adas

37 *

95,5 91 *

1605

75,8 82,2 1,5*

95 93 2,5 13

11,2

15* 14* 14*

14 4,8

9,2

11,5

5,8*

31

27,9

32

19,6

14

17

11

38

37*

19,5*

12*

26,5* 36.6*

27 37,7

25,4* 33 *

25* 28* 38*

15,4 13,7 13,1*

12,8* 12 *

14 12 11*

_

SGO. PI.

2,8

17

Ancho

( G ig o u x )

cálderensis

SGO. PI.

15

Abertura

Lúnulas posteriores pares

Encope

CALDERENSIS

6* 3,8*


V. C o v a c e v ic h C. y D. F r a s s i n e t t i C. / E ncope en el Plioceno d e Chile.

La cara aboral es convexa, con su máxi­ mo espesor en el sistem a apical. Los am bu­ lacros petaloídeos II y IV form an un ángulo recto con la línea m edia del petaloide III, que es m ás corto; am bulacros petaloídeos I y V m ás largos que los anteriores y arquea­ dos en dirección a la lúnulas laterales poste­ riores; petaloides sem icerrados y redondea­ dos en sus extrem os distales. Petaloide ambulacral II con 68 poros pares, el III con 57 y p o r lo m enos 105 poros pares en los am ­ bulacros posteriores. Sistem a apical ante­ rior, a 1/3 del borde anterior, con 5 poros genitales; el poro central posterior, ubicado p o r sobre la lúnula interam bulacral, apare­ ce un poco desplazado hacia la derecha. La sección de la cara oral es ligeram en­ te cóncava, con el peristom a ubicado en el tercio anterior, a la m ism a altu ra del siste­ m a apical. Periprocto ubicado en la pen­ diente an terio r de la lúnula interam bula­ cral. Surcos actinales sin ramificaciones, casi paralelos a corto trecho de la abertura oral p a ra luego hacerse divergentes y lo­ grar su ancho m áxim o poco antes de alcan­ zar las lúnulas laterales, donde tienden a cerrarse envolviéndolas. Observaciones La especie creada p o r G i g o u x (1916) e identificada dubitativam ente p o r su auto r como “M onophora o E ncope”, fue conside­ rad a p o r M o r t e n s e n (1948 : 419420) dentro del género M onophoraster L a m b e r t y T h i é r y , al que le asigna u n a edad miocena, sin indicar la edad de la especie chilena. Para ella agrega la acotación "not figured”, dan­ do a entender que no dispuso del esquem a entregado p o r G i g o u x . Aquí nace, por lo tanto, la determ inación genérica errónea, con todas sus consecuencias, ya que auto­ res posteriores como D u r h a m (1955: 170) y C a m a c h o (1966 y 1974: 570) la designan como M onophoraster caldensis G i g o u x . Los rasgos morfológicos esenciales se­ ñalados p o r G i g o u x (1916) en la descrip­ ción de su especie de Encope, los del neotipo aquí designado y de los m ateriales com­ plem entarios concuerdan am pliam ente con los caracteres ya entregados p a ra este gé­ nero; estos m ism os, perm iten a su vez la separación de esta form a de los restantes géneros citados p ara M ellitidae de acuerdo

57

con el esquem a sistem ático de D u r h a m (1966). Encope chilensis P h i l . , la otra especie de este género citada para Chile, ha sido com parada con nuestros m ateriales pudiendo apreciarse diferencias significativas. G i ­ g o u x (1916) destaca para esta especie "las lúnulas laterales abiertas; el vértice al cen­ tro; la lúnula del área interam bulacral m u­ cho más reducida y los am bulacros sim étri­ cos”. A esto podemos agregar que en E. chi­ lensis la lúnula interam bulacral es alargada y angosta, de tam año mediano; el sistema apical y peristom a sólo ligeramente ante­ riores y una diferencia entre la longitud de los petaloides no muy grande. E. calderensis tiene a su vez una lúnula interam bulacral notablem ente grande, que ocupa casi la totalidad del interam bulacro 5; el sistem a apical y peristom a son decidi­ dam ente anteriores y los pétalos pares pos­ teriores son m ucho más largos que los an­ teriores, siendo más corto el pétalo- im par anterior. Su tam año máximo es además mu­ cho m enor y las diferencias en el núm ero de poros pares ambulacrales son notables (ver Cuadro 2). En los especímenes estudiados han sido verificadas variaciones som atom étricas en el contorno del caparazón y de la lúnula in­ teram bulacral. Junto con ejem plares en los cuales su alto y ancho son sensiblemente sim ilares, existen otros en los que predom i­ na uno de los dos parám etros. Del mismo modo la lúnula interior presenta tanto for­ m as alargadas y angostas como contornos casi romboidales y muy anchos (Fig. 4). Además de los problem as en la nom ina­ ción a nivel genérico originados por la des­ cripción de G i g o u x , ya comentados, la co­ rrespondiente designación específica debe ser aclarada a la luz de la revisión intenta­ da en esta comunicación. El nom bre espe­ cífico "caldenensis” usado en prim era ins­ tancia p or G i g o u x , fue utilizado más tarde p o r M o r t e n s e n (1948) y luego D u r h a m (1955) y C a m a c h o (1966 y 1974) lo trans­ form an en “caldensis”. Debemos pensar que cuando G i g o u x dio a conocer la existencia de su nueva especie quiso hacer referencia a la ciudad de Calde­ ra, ubicada cerca de la localidad tipo, donde él vivió por largos años. Por este motivo creemos conveniente proponer en esta opor-


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA


V . C ov a c ev ich C. y D . F r a s s in e t t i C . /

Encope

e n e l P lio c e n o d e C h ile .

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e l n o m b r e d e f in it iv o d e e s ta e s p e c ie c o r r e s ­ p o n d e a Encope calderensis (G ig o u x ) .

ter caldenensis o caldensis" por autores posterio­ res. Se rectifica el nombre genérico bajo una nue­ va combinación: Encope calderensis ( G i g o u x ) y se designa un neotipo. Esta especie es referida a la serie basal del Plioceno de Caldera.

AGRADECIMIENTOS

La comparación con Encope chilensis P h i l i p p i , 1887, permite confirmar la validez de ambas for-

tu n id a d

la

e n m ie n d a d e l n o m b r e o r ig in a l

"caldenensis” p o r "calderensis" , p o r lo q u e

Los autores desean expresar su agradecimien­ to al Instituto de Investigaciones Geológicas y al M useo Nacional de H istoria Natural, instituciones que brindaron el apoyo necesario para llevar a su térm ino la presente contribución. A los Profesores M. C o d o c e o y N. B a h a m o n d e , del M useo Nacional de H istoria Natural, por sus valiosas sugerencias en la lectura de los manus­ critos e inform aciones generales sobre el tema de este trabajo. Al Dr. D . H e r m , de la Universidad de München, por confirm ar (común, escrita, 14-6-77) nuestra cla­ sificación de los especím enes por él estudiados de Punta Cabeza de Vaca. A los Doctores J. W. D u r h a m , Universidad de California, Berkeley, y H . H . C a m a c h o , Universidad de Buenos Aires, por el en­ vío de diversos antecedentes bibliográficos. El Dr. J. Corvalán, Universidad de Chile, faci­ litó para su estudio los m ateriales existentes en la Colección de Referencia de la Sección Paleontolo­ gía de Invertebrados del Departamento de Geolo­ gía de dicha universidad. Al Profesor R. Martínez, Universidad de Chile, por la colaboración presta­ da en la determinación del material micropaleontológico. A L. Gómez, Dirección de Bibliotecas, Ar­ chivos y Museos, por su labor fotográfica del ma­ terial tipo. RESUMEN Se estudian y describen nuevos materiales del gé­ nero Encope L. A g a s s i z , 1840, procedentes de los alrededores de Caldera, Chile (lat. 27° 4’ S.; Iong. 709 49’ O.). Ellos pertenecen a la especie creada por G i g o u x (1916) —de la m ism a localidad tipo— y determ inada erróneamente como “Monophoras-

Se vuelve a figurar, agregando una descripción complementaria, medidas y otros antecedentes de interés para el holotipo de E. chilensis P h il.

ABSTRACT New specimens of the genus Encope L. A g a s s i z , 1840, from Caldera, Chile (lat. 27? 4’ S.; long. 70° 49’ W.) are described. They belong to the same species recorded by G i g o u x (1916) —from his type locality— and reported mistakable as “Monophoraster caldenensis or caldensis", by posterior au­ thors. Generic name is rectified under a new combina­ tion: Encope calderensis ( G i g o u x ) and a neotype is assigned. Previous stratigraphic studies allow to assign this form to the lower part of the marine Pliocene deposits of Caldera. This species has been compared with Encope chi­ lensis P h i l i p p i , 1887, concluding that both forms are valid. The holotype of E. chilensis P h i l , is again figured and a complementary description, measures and general observations are also given.

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Fig. 4 a — b. Encope chilensis P h i l i p p i , 1887. V ista aboral y sección longitudinal del holotipo (SGO. PI. 856; x 0,5 y x 1, respecti­ vamente) . c — k. E ncope calderensis

( G ig o u x ,

1916).

c — d. Vista aboral y sección longitudi­ nal del neotipo (SGO. PI. 1591; x 0,5 y x 1, respectivam ente). e — k. V istas aborales esquem áticas m os­ trando la variación en el contorno del ca­ parazón y en la forma y tamaño de la lunula interambulacral (e: SGO. PI. 1606; f: 3099; g: 1597; h: 1604; i: 3098; j: 1600; k: 1593; todos x 0,5).

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P h il ip p i,

ADDENDA Estando en prensa este trabajo se recibió la contribución de K i e r , P. M. y M. H. L a w s o n (1978, In­ dex of Living and Fossil Echinoids 1924-1970. Sm ithsonian Contrib. to Paleobiology, 34, 182 pp.) que incluye otras especies que no aparecen en el Cuadro 1. Ellas son: E. E. E. E. E.

homala A r n o l d y H. L. C l a r k , 1934; Terciario. Jamaica. secoensis C o o k e , 1961; Plioceno, Venezuela. kugleri J e a n n e t , 1928; Mioceno, Venezuela. vonderschm itti J e a n n e t , 1928; Mioceno, Venezuela. w iedenm ayeri J e a n n e t , 1928; Mioceno, Venezuela.




1 0 mm

a

LAMINA 2 Encope calderensis (G ig o u x , 1916). SG O . PI. 1591, n e o tip o . Fig. a. Cara aboral; tama単o natural. Fig. b. Cara oral; tama単o natural. Fig. c. Detalle del sistem a apical.

b



Bol. M us. N ac. H ist. N at. Chile 35: 6 1 - 71, (1977).

ANALISIS QUIMICO DE PINTURAS CERAMICAS PREHISPANICAS DE CHILE CENTRAL R u b é n S tehberg

INTRODUCCION Dentro del Proyecto de Investigación Ar­ queológica de Chile C entral que la Sección de Antropología del Museo Nacional de His­ to ria N atural está realizando, se consideró im portante analizar la com posición quími­ ca de los engobes y p inturas cerám icas de diferentes culturas prehispánicas de la zo­ na, con el objeto de profundizar en los co­ nocim ientos tecnológicos y estéticos de es­ tos pueblos y a la vez contar con datos de m ayor certeza y confiabilidad. Es frecuente la descripción de fragm en­ tos o piezas cerám icas sobre la base de cier­ tos atributo s (por ej.: antiplástico de are­ n a fina y m ediana; cocción oxidante dis­ pareja, etc.) o p o r sus características apa­ rentes (color, form a, decoración, etc.) to­ das, peculiaridades que dependen de la apre­ ciación personal del investigador. E n los fragm entos decorados se ha pues­ to énfasis en el m odo de aplicación de la sustancia colorante (pintado o engobado) y en su color (rojo, blanco, etc .), especifi­ cando en algunos casos si la aplicación se ha realizado sobre u n a superficie cerámica previam ente alisada o pulida. Sin embargo, este tipo de descripción ha dejado de lado el problem a de la preparación previa de di­ cha m ateria colorante. Es de suponer que el alfarero debió seleccionar los pigmentos adecuados, tan to en color como resistencia al calor de la cocción, m olerlos y suspen­ derlos en algún líquido idóneo, que facili­ ta ra su aplicación y cochura. Luego tuvo que regular la cocción a fin de controlar los cam bios quím icos que experim entaba

L. (*)

dicho pigmento, de tal suerte de obte­ n er el color deseado. Incluso, en algunos casos debió pulir la pintura con el fin de darle un brillo especial. Creemos que parte de estos conocimientos técnicos es posible inferirlos del análisis de la composición quím ica de estas pinturas. Además, es se­ guro que a través del tiempo estas técnicas han experimentado algunos cambios o mo­ dificaciones susceptibles de ser detectadas m ediante pruebas químicas a pinturas de diferentes períodos culturales. Incluso cier­ tos problem as concretos, tales como: utili­ zación de una o varias canteras en la obten­ ción de las m aterias prim as; existencia o ausencia de especialistas alfareros dentro de un grupo social; diferencias tecnológicas en la obtención del negro y otros, pueden ser dilucidados a través de este tipo de in­ vestigación. En los últim os años se ha enfatizado en las determ inaciones químicas ( A l v a r e z y otros 1967:5-32) y petrográficas de cerámi­ cas arqueológicas (C o r t a l e z z i 1976:65-66). Sin embargo, son escasas las investigacio­ nes que han extendido estas determ inacio­ nes a las m aterias colorantes que cubren las cerámicas y sirven de base a la decora­ ción. En este sentido cabe destacar la labor del taller artesanal del Depto. de Artes y Letras de la Universidad de Chile de La Serena, dirigido por R a f a e l P a r e d e s R . (1975: 6-110) que está experim entando con diferentes pinturas cerámicas a fin de lo-

(#)

L ab o rato rio de A ntropología. M useo N acional toria N a tu ral, Casilla 787. Santiago, Chile.

de

H is­


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62

g r a r u n a a p r o x im a c i ó n a l c o n o c i m ie n to d e la s té c n ic a s in d íg e n a s . T é c n ic a m e n te p o d e m o s c o n s i d e r a r la s p i n t u r a s c e r á m i c a s c o m o a r c i ll a s c o lo r e a d a s c o n s titu id a s p o r u n a se rie d e c o m p u e s to s c o n s ílic e , a lú m i n a , m e t a le s a lc a l i n o s y alc a l i n o - t é r r e o s y c o m p u e s t o s f e r r o m a g n e s ia n o s c o n el sig u ie n te tip o d e fó r m u la g e n e ­ r a l:

( \ / (A S i0 2 : B AI2O3) n. \ /

X,Na20 X 2K 2O X4Fe203 x 3Ca0 3

\ / l .. / M

X7LÍO2

\

X2MgO

)

Por consiguiente, nuestro análisis quím i­ co cuantitativo se centrará en la determ ina­ ción de la sílice (SÍO2) y alúm ina (AI2O3) presentes, como adem ás en la búsqueda de los óxidos m etálicos colorantes (Fe, C u ); de los elementos fundentes y cohesionantes (K 2O, Na 20 , Li20 ) y de los óxidos alcalinotérreos (CaO y M gO). Con el fin de extraer la m ayor cantidad de inform ación del m enor núm ero de m ues­ tras, se seleccionó un conjunto de 11 pin tu ­ ras cerámicas provenientes de tiestos alfa­ reros de 4 sitios arqueológicos de Chile Cen­ tral y que abarcan gran p arte del período agroalfarero prehispánico de la zona. Estos yacimientos son:

b. M a r ía P i n t o . Cem enterio alfarero medio, localizado a 2 km al N de M aría Pinto, com una de Melipilla, en la m argen N del río Puangue (33° 31’ — 71° 08’) . Se caracteriza por ser un cem enterio de tú m u ­ los con esqueletos braquioides enterrados en posición decúbito dorsal o lateral dere­ cha y a ju a r consistente en escudillas con decoración tricrom a (Aconcagua Salm ón), en el interior de las cuales se h allaron res­ tos de ofrendas alim enticias (choritos de río-diplodón— y ratones silvestres diurnos —deg ú ). E stá afiliado culturalm ente al de­ nom inado horizonte Aconcagua Salm ón, co­ nocido tam bién como B ellavista negro so­ bre n aran ja y que corresponde a la expre­ sión cultural de una de las etnías regionales que alcanzaron cierto desarrollo cu ltural propio. El fechado radiocarbónico de uno de sus esqueletos perm itió d atar el cem ente­ rio en 990 ± 80 años D.C. (Ibid 1977). c. Q u i l i c u r a . Cementerio alfarero ta r­ dío, localizado en calle G uardiam arina Riquelm e de la ciudad de Q uilicura (33° 23’ — 70° 45’), que presentó osam entas hum anas enterradas a 180 cm de profundidad, en posición extendida, ju n to a un a ju a r consis­ tente en platos, ollas y aribaloides, que lo vinculan a la ocupación incaica de Chile Central, em prendida desde 1480 h a sta 1520 D.C. aproxim adam ente. ( D u r á n 1976:3-5 y S t e h b e r g 1976 b: 5-13).

d. Nos. Cementerio alfarero tardío. Se localiza en el em balse Los Valientes de la a. C h a c a y e s . C e m e n te r io a l f a r e r o t e m ­localidad de Nos (33° 38’ — 70° 43’) y por p resentar características sim ilares al sitio p r a n o , l o c a liz a d o a 5 k m a l N d e l R o m e ­ de Quilicura, lo vinculam os a la m ism a ocu­ r a l, c a m in o a l e m b a l s e d e E l Y e so , e n la pación incaica. ( S t e h b e r g 1976 a: 23-29). m a r g e n S d e l c u r s o s u p e r i o r d e l r í o V o lc á n (33° 4 9 ' S — 70° 0 6 ’ W ) S u c o n te x t o p e r ­ m i t i ó a f il i a r l o c u l t u r a l m e n t e a la f a s e m á s a v a n z a d a d e l C o m p le jo M o lle ( S te i- ib e r g , 1 9 7 6 c ). E n t r e lo s a r t e f a c t o s e n c o n t r a d o s d e s t a c a n lo s t i e s t o s d e c e r á m i c a n e g r a y r o ­ j a p u l id a , j a r r o s c o n g o lle te y a s a p u e n te , a lg u n o s d e c o r a d o s e n t é c n i c a d e p i n t u r a n e ­ g a tiv a . U n a r e c i e n t e d a ta c i ó n r a d io c a r b ó n i c a le a s ig n ó a l c e m e n t e r io u n a a n t i g ü e d a d d e 4 3 0 + 90 a ñ o s D .C . ( S t e h b e r g , 1 9 7 7 ). S in e m b a r g o , e x is te n y a c i m ie n to s c o n c e r á m i c a m u c h o m á s a n t i g u a (v. g r. R a d io E s t a c i ó n N a v a l e n S a n t ia g o , d a t a d o e n 2130 .+ 80 A.P.) q u e n o fu e ro n c o n s id e ra d o s p o r c a re c e r de d e c o ra c ió n p in ta d a .

OBTENCION DE LA MUESTRA La capa colorante fue separada de la su­ perficie cerám ica m ediante la técnica del raspado, utilizando una espátula de m ode­ lado suficientem ente afilada. La m u estra así obtenida en form a de polvo fino, se re­ cogió en un trozo de plástico h asta en te ra r aproxim adam ente 0,5 grs., cantidad necesa­ ria p ara su posterior análisis. E n nuestro caso bastó con superficies raspadas de 10 a 15 cm2, para lograr la cantidad de m ues­ tra indicada. (La m agnitud de esta superfi­ cie depende del espesor de la c a p a ).


R. S t e h b e r g L. / Análisis químico de pinturas prehispánicas.

El raspado fue suspendido en el m om en­ to de llegar a la superficie cerám ica origi­ nal, lo que fue detectado p o r el cambio en to­ nalidad del polvo recogido. Con el objeto de reducir el daño de pie­ zas arqueológicas se eligieron ceram ios frag­ m entados, p o r lo general de los tipos más abundantes, que adem ás son los más repre­ sentativos. E n el caso de las m uestras de pintura negativa, dada su escasez en el área, se efectuó el análisis con menos de 0,25 grs. LA MARCHA ANALITICA Determinación de Sílice (SiO¡): La m uestra (menos de un gramo, en el caso presente) se pasó a u n crisol de plati­ no, donde se ju n tó con u n a m ezd a sodo-potásica (Ñas Coa: KCOs) aproxim adam ente 10 veces su peso, revolviéndose integra­ m ente con esp átu la de platino. Luego se sometió a tem p eratu ra (850 - 900°C) p o r el tiempo suficiente p a ra conseguir una buena disgregación. Los productos obtenidos —Sili­ catos de Sodio + carbonatos básicos— se di­ solvieron en agua adicionadas de ácido clor­ hídrico (MCI) suficiente p ara disolver las bases, sobresecándose en estufa term oestática. La evaporación final de la m asa hum e­ decida en este ácido, se llevó cuidadosam en­ te a sequedad absoluta repitiendo 3 veces este proceso. P or últim o, se hirvió la so­ lución con 50 cc de agua y 20 cc de ácido clor­ hídrico concentrado, insolubilizándose así el ácido silícico h id ratad o a sílice (Si02) , la cual, se filtró y lavó adecuadam ente sobre papel W hatm ann N? 32 de 9 cm de diám etro, para separarlo de los cloruros de las bases. Este residuo de ácido silícico se calcinó en crisol de platino tra ta d o a tem peratura de 950 a 1000°C (enfriándosele posteriorm ente en desecador con cloruro de calcio (CaCU). Después de 30 m inutos de enfriam iento —hasta ad q u irir igual tem p eratu ra que la del in terio r de la balanza— se pesó exacta­ mente registrando el resultado. Al crisol de platino que contenía la síli­ ce b ru ta se agregaron 3 ó 4 gotas de ácido sul­ fúrico (H2SO4) al 50%, unos 2 m i de agua destilada y un exceso de ácido fluorhídrico (H2F2) y se puso a entibiar, consiguiéndose al cabo de algunos m inutos la disolución del residuo de acuerdo a la siguiente fórm u­ la:

63

S i0 2 + 2H 2 F 2 = SiF 4 + 2H20 El silano (SiF4), gas que se desprende con el calor, se llevó hasta humos blancos de sulfúrico y éste se evaporó suavemente hasta total sequedad. Se calcinó fuertem en­ te p ara obtener los óxidos iniciales del ter­ cer grupo y se pesó el producto. La diferen­ cia de estas pesadas es igual a la sílice q u í­ m icam ente pura presente. Cualquier residuo de óxidos en el crisol se funde con una pequeña cantidad sodo-potásica cuya solución se agrega al filtrado de la sílice bruta. Determinación de Fierro y Aluminio (Fe y AI): El filtrado adicionado de 3 gr de cloru­ ro de Amonio (NH4CI) se llevó a un m atraz aforado de 250 mi., del cual se tom aron 2 alícuotas de 50 mi., una para determ inar el Fierro por valoración y la otra, Aluminio, por gravimetría. Valoración del Fierro: Se evaporó al estado pastoso, reduciendo el hierro férrico a hierro ferroso con solu­ ción de cloruro estanoso hidratado (SnCl2 2H 20) al 5%, agregado gota a gota hasta desaparecer el am arillo del ión férrico. Lue­ go se diluyó a 150 cc más 10 m i de ácido ortofosfórico (H3PO4) y 10 mi de solución saturada de cloruro mercurioso (HgCl2). Al haber exceso de cloruro estanoso precipita m ercurio metálico negro y hay que repetir el análisis; en cambio, si la cantidad de clo­ ruro estanoso era la necesaria, su pequeño exceso provocará un precipitado sedoso de cloruro mercurioso, que se valora con cro­ m ato de potasio (K2Cr 20;) en presencia de 4 gotas de solución sulfonato difenil am ina de Sodio (2 gr x lt). La presencia de una leve coloración azul perm anente indicó el térm ino de la valora­ ción. Gravim etría del Aluminio (Al): A la parte alícuota correspondiente se agregaron 2 gotas de m etil orange y am o­


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64

níaco 1 : 1 hasta un leve cambio del indica­ dor; instante en el cual se adicionaron 2 a 3 mi en exceso que precipitaron hidróxido de fierro y alum inio (Fe (OH) 3 + Al (OH) 3) . Se hirvió hasta total elim inación de amoníaco filtrándose en conjunto los hidróxidos que se lavaron con agua am oniacal al 3% ca­ liente. Estos hidróxidos se colocaron en cri­ sol de porcelana previam ente pesado, in tro ­ duciéndose en la estufa hasta su to tal dese­ cación y calcinado. Se pesó el R2O3 del cual se descontó el fierro calculado como FeiOs. E sta diferencia constituye AI2O3 siem pre que no existan otros elementos precipitables con amoníaco. El resto de la solución —Calcio (C a), Magnesio (Mg) y Litio (Li)— se destinó a espectrofotom etría de absorción atómica, salvo Sodio y Potasio que, p o r agregarse anteriorm ente, no se pudo determ inar. Para el caso del cobre se ocupó el mé­ todo electrolítico.

M uestra

3:

P intura negra negativa prove­ niente del m ism o fragm ento anterior.

M uestra

4:

P intura negra extraída del motivo "trin ac rio ” de u n pla­ to quebrado del cem enterio de M aría Pinto (Aconcagua S alm ó n ).

M uestra

5:

P intura negra (decolorada a café) de un aríbalo quebrado del cem enterio incaico de Quilicura.

M uestra

6:

P in tu ra ro ja de fragm entos de un plato sin decoración, exhum ado del cem enterio de M aría Pinto (Aconcagua Sal­ món.

M uestra

7:

P intura ro ja de aribaloide del cem enterio incaico de Quilicura.

M uestra

8:

P intura ro ja de aribaloide quebrado de] cem enterio in­ caico de Quilicura.

M uestra

9:

Engobe ro jo de un plato que­ brado del cem enterio incaico de Quilicura.

M uestra 10:

P intura blanca de u n frag­ m ento de plato hondo prove­ niente del cem enterio incaico de Nos.

M uestra 11:

P in tu ra blanca de un aribaloi­ de quebrado del cem enterio incaico de Quilicura.

M uestra 12:

Greda (pasta y antiplástico) de un plato del cem enterio de túm ulos de M aría Pinto (Acon­ cagua S a lm ó n ).

M uestra 13:

G reda (pasta y antiplástico) de un plato del cem enterio de túm ulos de Til-Til (Aconca­ gua S alm ó n ).

M uestra 14:

Greda (pasta y antiplástico) de un plato Aconcagua Sal­ món, exhum ado del cem ente­ rio incaico de Q uilicura.

SELECCION DE LAS MUESTRAS Y SU OBJETIVO CONCRETO E n la elección de m uestras prevaleció el criterio de selección de pinturas representati­ vas del m undo cultural al que pertenecen, prefiriéndose las provenientes de los tipos decorativos cerámicos m ás comunes y repe­ tidos, que, en últim a instancia, representan los patrones pictóricos aceptados mayoritariam ente por el grupo. Es el caso —por ejemplo—• de la elección dentro del hori­ zonte Aconcagua Salm ón de m uestras de pinturas negras provenientes del motivo de­ nom inado “trin acrio ”. H ubiera sido nuestro interés estudiar un m ayor núm ero de m uestras, a fin de detec­ ta r m icrovariantes dentro de u n m ism o tipo de pintura decorativa. Sin em bargo, el alto costo del análisis nos llevó a seleccionar sólo 14 m uestras. Su descripción se detalla a continuación: M uestra

1:

P intura ro ja de u n fragm ento cerám ico del cem enterio Molle de Chacayes.

M uestra

2:

P intura ro ja proveniente de fragm entos con decoración ne­ gativa negro-rojo del cem ente­ rio Molle de Chacayes.

El principal objeto de esta investigación, es am pliar los conocim ientos acerca de las técnicas y procedim ientos alfareros emplea-


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dos por los pueblos prehispánicos. Con este fin seleccionam os u n grupo de problem as arqueológicos, susceptibles de ser verifica­ dos por m edio del análisis químico en re­ ferencia. A continuación se enum eran e in­ dican las m uestras que servirán p a ra com­ probarlos: Problem a 1: Desde el período alfarero tem prano, el ceram ista ha recubierto y de­ corado la superficie de sus tiestos con pin­ turas de diferentes colores. A fin de conocer las características de estas p inturas y cons­ tatar posibles cam bios a través del tiempo, se eligió u n a m uestra de p in tu ra ro ja tem ­ prana (M--1) y se la com paró con pinturas rojas posteriores (M--6 , M-7 y M - 8) . Problem a 2: La alfarería tem prana de la zona central, especialm ente la vinculada al horizonte molle, p resenta a m enudo una de­ coración negro-rojo prep arad a a base de la técnica de p in tu ra negativa. Con el objeto de averiguar si la p in tu ra ro ja negativa re­ quirió de u n a preparación especial se ana­ lizó la M-2 y se la com paró con la M -l. Más interesante aún, es verificar la hipó­ tesis en relación a que, las p inturas negra y roja negativa que decoran el ceram io, p ro ­ ceden de u n a m ism a p in tu ra base y que a través de cierto procedim iento se logró con­ ferir a cada una de ellas su color definitivo. Para co rro b o rar esta hipótesis se extrajo de un ceram io con esta decoración, m uestras de pinturas ro ja (M--2) y negra (M-3) y se la com paró entre sí. Problem a 3: Siem pre h a llam ado la aten­ ción la excelente calidad y tonalidad inten­ sam ente oscura de la p in tu ra negra pertene­ ciente a la variedad m onocrom a o Bellavista negro sobre n a ra n ja de esta zona, a di­ ferencia de algunas p in tu ras negras de pe­ ríodos posteriores, de tonalidades grises, que fácilm ente decoloran a café. Para deter­ m inar las características de estas pinturas en tiem pos preincaicos e incaicos y conocer sus diferencias, se analizó la M--4 (M ana Pinto) y se la com paró con la M--5 (Qumc u ra ). Problem a 4: De com probarse la suposi­ ción anterior, en térm inos de una m ejor pre­ paración de p in tu ras negras en tiem pos pre­ incaicos que en períodos posteriores, es de 5. MUSEO N? 35

65

suponer que las pinturas rojas del mismo período deberían presentar un avance simi­ lar. A fin de verificar esta hipótesis se selec­ cionó una m uestra de pintura ro ja (M--6) del cem enterio de M aría Pinto (tradición Aconcagua Salmón) y se la com paró con pinturas de la m isma tonalidad del período incaico (M--7, M-8 y M--9). Problem a 5: Con el objeto de com pro­ b a r si dentro de un cementerio, las pinturas de un mismo color presentan sim ilar com­ posición química, por elaborarse de acuer­ do a un patrón tecnológico, se analizaron pinturas rojas procedentes de dos aribaloides del cementerio incaico de Quilicura (M-7 y M - 8) . Además, se supone que los engobes ro­ jos * presentes en algunos platos de este cementerio, no se diferencian de las pintu­ ras, más que en la form a de su aplicación. Para confirm ar esta suposición se comparó la m uestra de engobe (M-9) con las pintu­ ras rojas (M-7 y M - 8) . Problem a 6 : Para determ inar las seme­ janzas o diferencias en la preparación de pinturas blancas entre sitios distantes pero pertenecientes a un mismo horizonte cultu­ ral, se analizaron las m uestras M--10 y M -ll procedentes de los cementerios incaicos de Nos y Quilicura y se las comparó entre sí. Problem a 7: Dentro de la tradición Acon­ cagua Salmón o Bellavista negro sobre na­ ranja, existe una cerámica de igual consis­ tencia y tonalidad, en sitios a menudo bas­ tante distantes entre sí. Justam ente estas ca­ racterísticas de la greda confirieron el nom­ bre a la tradición. Con el propósito de de­ term inar si todas estas pastas vienen de una mism a cantera, se analizaron 3 m uestras procedentes de los sitios de María Pinto, Til-Til y Quilicura (M--12, M-13 y M--14). ANALISIS DE LOS RESULTADOS Los resultados obtenidos del análisis químico cuantitativo de las sustancias colo-

#

Se entiende p o r engobe, u n a form a de aplicación de la sustancia colorante, consistente en sum ergir la pieza en u n baño de arcilla.


66

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

rantes cerám icas y gredas pertenecientes al horizonte Aconcagua Salmón, se han resu­ mido en el Cuadro 1. De la observación del Cuadro 1, se des­ prende que alrededor del 50% de cada m uestra corresponde a Sílice (S i02) . El m e­ nor porcentaje (45,42%) lo registró la pin­ tu ra negra de M aría Pinto (M -4), m ientras que el mayor, la p in tu ra blanca de Q uilicura (M -ll), con 64,99%. El prom edio arrojado fue de 53,53% p ara las 11 p inturas estudia­ das. En el caso de las m uestras de gredas, constituyentes de la cerám ica Aconcagua Salmón (M-12, M-13 y M -14), lógicamente el prom edio fue m ucho m ayor (64,97%), que entre las pinturas. La cantidad de óxido de alum inio (AI2O3) presente en las m uestras es tam bién muy significativo, registrando la p in tu ra ro ja de M aría Pinto (M - 6) , el m enor porcentaje con 15,98%, m ientras que la negra negativa de Chacayes (M-3) registra el m ayor porcen­ taje con 27,17%. La cantidad prom edio de 22,71% de óxido de alum inio presente en las pinturas, es parecido al prom edio de 22,46% registrado en las gredas Aconcagua Salm ón (M-12, M-13 y M -14). El contenido del fierro to tal (Fe 20 3) , va­ rió desde un mínim o de 2,27% en la p in tu ra blanca de Q uilicura (M - ll) , h asta 21,91% para la p in tu ra ro ja de M aría Pinto (M - 6) , con un prom edio de 11,69%. Las gredas Aconcagua Salm ón presentaron u n conte­ nido en óxido férrico bajo, que osciló entre 4,50% (M-12) y 7,01% (M -14), con un p ro ­ medio de 5,36%. La abundancia de Sílice (S i02), óxido de alum inio (AI2O3) y fierro (Fe203) en las m uestras perm iten señalar que las m aterias colorantes investigadas co­ rresponden a sustancias arcillosas colorea­ das ricas en alúm ina (Oxido de alu m in io ). En todos los casos analizados es el fierro el responsable de la coloración de las pinturas, según se presente en estado oxidado (rojo) o reducido (negro). Con arcillas pobres en óxidos, especialm ente férricos o ferrosos, se obtienen tonalidades blanquecinas. El contenido de óxidos de calcio (CaO) y Magnesio (MgO) es b astante uniform e en las m uestras. El m enor porcentaje de calcio (CaO), lo presentó la p in tu ra blanca de Qui­ licura (M -ll) y greda de Til-Til (M-13) con 0,73%, m ientras que el m ayor correspondió a la p intura negra de M aría Pinto (M -4), con 2,16%, y u n prom edio de 1,23% p ara las 14 m uestras investigadas. E l magnesio

(MgO), en cam bio, presentó su m ínim o de 0,64% en las p in tu ras ro ja y blanca de Qui­ licura (M-8 y M - ll) y un m áxim o de 1,60% en la greda de Til-Til (M -13), con un prom edio de 1,08%. El óxido cúprico (CuO) sólo se detectó en cantidades significativas en las p in tu ras negras de M aría Pinto (M-4) con 10,06% y de Q uilicura (M-5) con 3,91%. Su presen­ cia, perm itió reforzar la coloración negra, puesto que adopta dicho color en estado oxidado. Curiosam ente ninguna m u estra presentó trazas de óxido de Litio (LÍO2) , a pesar que en su búsqueda se utilizó un espectrofotóm etro de absorción atóm ica de gran sensibi­ lidad. Sin em bargo, las m uestras poseen óxidos de Sodio y Potasio (Na20 y K 20 ) , que actúan como elem entos fundentes o co­ hesionantes, pero no pudieron ser analiza­ dos, porque en la disgregación de la sílice se utilizó com puestos con estos elem entos, que las contam inaron. Conviene señalar que, salvo los casos de los óxidos de fierro y cobre, el resto (L i02, Na 20 , CaO, MgO y AI2O3) no afecta la colo­ ración final de la p intura, ya que, fren te a un óxido m etálico coloreado, adopta tona­ lidades blancas o incoloras. DISCUSION DE LOS RESULTADOS Hemos visto que las p in tu ras o engobes cerám icos prehispánicos eran arcillas colo­ readas, donde el fierro es el elem ento que proporciona la coloración: oxidado a óxido férrico (Fe 20 3) , genera rojo; reducido a óxi­ do ferroso (Fe 304 y FeO) produce negro y en su ausencia (caolín) da tonalidades blan­ quecinas. E n algunos casos, la coloración gris o negra se h a visto reforzada p o r la pre­ sencia, seguram ente casual, de óxido cú pri­ co en la arcilla. El pigm ento, finam ente m olido, se m an­ tuvo en una suspensión acuosa, aceitosa o grasosa, según el color que se quisiera ob­ tener. E n el caso de las tonalidades rojas, el pigm ento debió m antenerse en u n a suspen­ sión acuosa, de m anera que, du ran te la coc­ ción, el fierro se oxidará a óxido férrico. Para obtener colores grises o negros, el pig­ m ento se introdujo en una suspensión acei­ tosa, grasosa, e incluso cera de abeja, a fin de red u cir p arte del fierro a óxido ferroso,


de

la medida

±

0,02.

87,95

0,00 86,89

0,00

M-3

86,86

0,00

1,22

1,49

10,15

27,17

46,83

99,15

0,00

---

1,59

2,16

18,99

20,93

45,42

0,2365

M4

ANALISIS

0,2042

-----------------------

1,07

1,49

11,60

24,70

48,03

0,4856

M-2

DEL

93,56

0,00

--

0,85

1,46

7,06

22,03

58,25

0,3522

M-5

S im bología:

roja

roja

Pintura

Pintura

M — 4.

M— 5.

negra

de

de

de

Chacayes

Chacayes

Pinto

Quilicura

María

negativa

de

Chacayes

negativa

de

negra

negra

Pintura

Pintura

M — 2.

M — 3.

Pintura

M— 1.

M—10. M— 9.

Pintura Engobe

rojo

se

roja

de

Q u ilicu ra

de Nos

de Quilicura

de Quilicura

Pinto

M-8

DE

89,73

0,00

0,64

1,01

10,27

20,69

57,12

0,5153

3,91

an alizó .

88,15

0,00

0,75

1,34

14,64

23,10

48,32

0,5025

10,06

de María

blanca

roja

roja

Pintura

Pintura

Pintura

M— 8.

M— 7.

M— 6.

No

93,52

0,00

1,45

1,17

21,91

15,98

53,01

0,5123

M-6

M-7

CUANTITATIVO

PREHIS PANICAS

QUIMICO

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Error

(Li02)

Oxido de Litio

Total

(CuO)

1,15

Oxido Cúprico

0,98

(MgO)

Oxido de Magnesio

13,70

Oxido de Calcio

(Fe20 3)

22,27

Oxido Férrico

49,85

(A120 3)

(S i0 2)

0,5037

Pesada Inicial (grs.)

Oxido de Aluminio

Sílice

Nombre

M-l

Muestra

RESULTADOS

CUADRO1

91,78

0,00

--------

1,13

1,01

13,53

22,45

53,66

0,4968

M-9

--

M—14.

63,49

96,48

0,00

P in to de Til-Til de Q u ilic u ra

Greda

1,60

0,73

4,58

de Q u ilic u ra de María

blanca

94,63

0,00

1,08

1,92

4,50

22,70

66,87

0,4997

M-13

-----

0,4994

M-12

CERAMICAS

23,64

Greda

M—13.

Greda

Pintura

93,17

0,00

0,64

0,73

2,27

24,54

--

0,5423

M-ll

64,99

M—12.

M—11.

95,59

0,00

0,73

0,97

4,52

26,00

63,37

0.5144

M-10

PINTURAS

(%)

(%)

(%)

97,80

(%)

0,00 (%)

--

1,30 (%)

0,87

7,01 (%)

21,05

67,57

0,5098

M-14

--


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

dado que la m ateria orgánica, frente a la alta tem peratura producida p o r la cocción, tiende a generar carbón y sim ultáneam ente una serie de gases com bustibles que produ­ cen una atm ósfera reductora, con ausencia de oxígeno. Tal reducción es m ayor en la superficie de la p in tu ra y va disminuyendo hacia el interior. Sin embargo, ésta no es necesariam ente la única m anera de lograr tal reducción. En el caso de las técnicas alfareras tem pranas, en especial las de p in tu ra negativa, bastó con cubrir durante la cochura la superficie a reducir, im pidiendo de esta form a la en­ tra d a de oxígeno. Dado que todas las arcillas contienen fie­ rro, es dudoso que necesitaran agregarlo ex profeso. Lo más probable es que hayan se­ leccionado las canteras m ás ricas en arcillas coloreadas a través de la observación em pí­ rica. Es el caso —p o r ejem plo— de las pin­ turas negras del horizonte Aconcagua Sal­ món, que se destacan p o r su alto contenido en fierro y cobre. E sta lim itación tecnológica que consiste en el m anejo del fierro como único m etal, explicaría la escasa variabilidad crom ática alcanzada en la preparación de pinturas ce­ rám icas, lim itada a los colores negro, rojo y blanco —con sus respectivas variantes— que los arqueólogos han designado como tradiciones mono, bi o tricrom as. Es opor­ tuno recordar que en la decoración cerám i­ ca no podían utilizar pigm entos de origen anim al o vegetal, como en el caso de los tex­ tiles o cestería, puesto que al som eterse la greda a cocción, la alta tem p eratu ra des­ tru ía todo vestigio orgánico. E sta regla no es válida p a ra p inturas post-cocción pues­ to que los ceram istas consideran que "cual­ quier o tra p in tu ra que se emplee, que no sea sometida, ju n to con la pieza a la acción del fuego, no corresponde rigurosam ente hablando a la cerám ica propiam ente tal" ( P a r e d e s R o j a s , 1975:85). A fin de obtener otros colores, los indí­ genas habrían debido conocer las propieda­ des químicas de algunos óxidos, tales como el óxido de cobalto p a ra el azul; el óxido crómico para el verde y óxido de manganeso o hem atita p ara el violeta. Respecto de la verificación de problem as concretos podem os afirm ar:

Problem a 1: La p in tu ra ro ja de Chaca­ yes, perteneciente al período Molle Avanza­ do, no se diferencia sustancialm ente de las p inturas rojas de períodos posteriores (véa­ se M--1, M- 6 y M -7). F rente a M aría Pinto del período medio, presenta un contenido en fierro b astante m enor, lo que im plicaría un m enor énfasis en la búsqueda o selec­ ción de depósitos arcillosos ricos en fierro, m otivado quizás p o r el carácter tem poral de su estada en el valle del Maipo ( S t e h b e r g , 1976 c ) , situación que tam bién podría hacerse extensiva a la p in tu ra incaica ro ja de Q uilicura (M--7 y M - 8) . Problem a 2: Al no observarse diferencias sustanciales entre la p in tu ra ro ja de Chaca­ yes (M--1) y la p in tu ra ro ja negativa del m ism o sitio (M -2), podem os suponer que las p in tu ras som etidas a esta últim a técnica no requerían de una preparación especial. Más interesante es con statar que la sus­ pensión arcillosa que sirvió de base p a ra confeccionar la decoración en p in tu ra ne­ gativa es la m ism a p ara los colores ro jo y negro. En el Cuadro 1, se puede observar, que la sum atoria de los óxidos analizados a rro ia ro n 86,89% p a ra la p in tu ra ro ja (M-2) y 86 ,86 % p a ra la negra (M-3), idénticas si se considera que el m argen de e rro r de las m e­ diciones alcanza un 0,02%. P or lo dem ás, las variaciones entre las cantidades de Sílice (SÍO2) y Aluminio (AI2O3) entre u n a y o tra m uestra son sólo aparentes, ya que la can­ tidad de 11,60% de óxido férrico (M--2), se redujo a 10,15% en la p in tu ra negra (M-3), lo que im plicó un cam bio en los porcentajes en peso relativo del alum inio y sílice. Lo in­ teresante es que los ceram istas del pueblo molle de Chacayes lograron esta reducción del fierro por m edio del uso de la técnica tem p ran a de p in tu ra negativa, consistente en el recubrim iento m ediante una sustancia desechable * de la superficie a decorar.

( * ) R a f a e l P a r e d e s , Jefe del Taller artesanal de Artes y Letras de la Universidad de Chile, La Se­ rena, que ha exDerimentado en técnicas cerám icas parecidas, m anifestó (comunicación personal, 1976) que se puede obtener buenos resultados utilizando com o elem ento recubridor, caolines o arcillas pu­ rificadas de punto de fusión mayor que la tem pe­ ratura de cocción de la cerám ica y pintura, de manera que al enfriarse se desprende con facili­ dad.


R. S t e h b e r g L. / Análisis químico de pinturas prehispánicas..

Posiblem ente aún no estaba en su cono­ cim iento la técnica de la suspensión del pig­ m ento en u n vehículo aceitoso o grasoso que arro jaría u n resultado parecido. Problem a 3: La p in tu ra negra de María Pinto (M-4) es verdaderam ente excepcional, puesto que reúne la doble cualidad de ser rica en fierro (18,99%) y en óxido cúprico (10,06%), de tal m odo que la coloración ne­ gra, producto de la reducción de p arte del fierro a óxido ferroso, se reforzó p o r la pre­ sencia de óxido cúprico de igual tonalidad, generándose una p in tu ra negra homogénea y concentrada de excelente calidad. En este sentido creem os poco probable que hayan co­ nocido estos óxidos en form a aislada y lo hayan agregado a la suspensión arcillosa. Sin duda, u n largo período de observación em pírica, tran sm itid a d urante varias gene­ raciones, los llevó a seleccionar depósitos arcillosos de estas características. La p in tu ra negra incaica de Quilicura, en cambio, es m ás pobre en estos óxidos. La reducción de fierro a óxido ferroso fue sólo parcial, de m anera que sólo la superficie ex­ terna de la capa de p in tu ra es gris o negra, m ientras que las capas m ás interiores, van adquiriendo tonalidades cada vez más ro ji­ zas. Con el tiem po estas pinturas tienden, por oxidación parcial, a adquirir tonalida­ des café o grises. Probablem ente la corta ocupación incaica de la zona, les impidió se­ leccionar arcillas colorantes de m ejor cali­ dad. En los períodos medio y tardío, se aban­ dona la técnica tem prana de p in tu ra nega­ tiva p ara la obtención de tonalidades grises u obscuras, prefiriéndose suspender el pig­ m ento en u n a sustancia aceitosa, grasosa o de cera; suspensión tal que d urante la coc­ ción genere carbón y —p o r consiguiente— una serie de gases com bustibles que produ­ cirán una atm ósfera propicia a la reduc­ ción de los óxidos férricos presentes. Esta últim a técnica, de gran sim plicidad y fácil aplicación, tiene la ventaja, p o r sobre la an­ terior, de p erm itir u n decorado más defini­ do y regular. Incluso la gradación gris-negro se puede co ntrolar de acuerdo al tipo de vehículo utilizado. Por su alto contenido de m ateria orgánica, la cera de abeja produci­ ría una m áxim a reducción.

69

Problem a 4: La pintura ro ja de María Pinto, M- 6 (Aconcagua Salm ón), presenta el m ayor porcentaje de fierro de todas las m uestras investigadas y a diferencia de la pintura negra del mismo sitio; ausencia de óxido cúprico. Estas características vienen a confirm ar lo que hemos postulado para este horizonte, en el sentido que un largo desarrollo cultural regional los llevó a selec­ cionar exceientes arcillas coloreadas. La ob­ servación em pírica les sugirió utilizar arci­ llas ricas en fierro para la obtención del rojo y abundantes en fierro y cobre para las tonalidades negras. Así, las canteras de donde estas arcillas eran extraídas fueron elegidas de acuerdo con el color que se qui­ siera obtener, lo que implica cierto grado de especialización, más propia de grupos ar­ tesanos alfareros. Problem a 5: Las pinturas y engobes ro­ jos del cementerio incaico de Quilicura (M--7, M-8 y M--9) presentan un contenido en fierro normal, que oscila entre 10,27 y 14,64% en las pinturas y 13,53% para el engobe, lo que descarta posibles diferencias en la preparación previa de una u otra. Es­ tos porcentajes en fierro son notoriam ente inferiores a los obtenidos en el análisis de las pinturas rojas Aconcagua Salmón (M-6) , lo que está indicando un m enor énfasis en la selección de las canteras, motivada qui­ zás por su corta ocupación de la región. Problem a 6 : Las pinturas blancas (M-10 y M--11) confirm an lo que ya habíam os ade­ lantado, en el sentido que corresponden a arcillas pobres en fierro, seguramente caoli­ nes (silicatos de alúm ina hid ratad o s). Las variaciones químicas registradas entre las pinturas de uno y otro sitio perm iten seña­ lar que no provienen de la m isma cantera. Problem a 7: Los resultados obtenidos en el análisis de gredas pertenecientes al hori­ zonte Aconcagua Salmón (M--12, M--13, y M~ 14), a pesar de provenir de sitios bastan­ te distantes entre sí, presentan un escaso m argen de variación en su composición quí­ mica, lo que perm ite postular que siempre se las extrajo de una m isma cantera y que a través de un sim ilar patrón tecnológico de cochura se logró conferirle su característica coloración anaranjada. E sta cantera habría perm anecido en explotación hasta tiempos


70

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

incaicos, puesto que com únm ente se las en­ cuentra asociadas. Tal es el caso de la m ues­ tra 14 consistente en cerám ica Aconcagua Salmón, proveniente del cem enterio incaico de Quilicura. Las pequeñas variaciones en la composición quím ica de estas gredas re­ sultarían de las diferentes concentraciones existentes en la cantera. De cualquier m a­ nera, creemos que p ara la elaboración de esta cerám ica fue necesario el uso de un mismo patró n tecnológico, que —sum ado a la alta selectividad en la elección de sus canteras— nos conduce a pensar en la exis­ tencia de grupos de artesanos especializa­ dos en la elaboración de estos tiestos cerá­ micos. CONCLUSIONES El análisis químico de pinturas alfareras prehispánicas, constituye una eficaz h erra­ m ienta de investigación ceramológica, que gracias a su precisión y exactitud, perm ite un im portante avance en el conocim iento de las técnicas pictóricas de pueblos ya desapa­ recidos. La selección de 11 m uestras de pinturas cerám icas pertenecientes a tres m om entos alfareros diferentes de la zona central chi­ lena, perm itió com probar que corresponden a arcillas coloreadas, donde el óxido de fie­ rro es el elem ento que proporciona la colo­ ración. Su exclusivo m anejo explicó la esca­ sa variabilidad crom ática (negro, rojo, blan­ co)) alcanzada p o r la alfarería indígena, a diferencia de otras artesanías (textiles, ces­ tería) , donde el uso de pigm entos de ori­ gen anim al o vegetal, am plió considerable­ m ente la gam a de colores. Se explicó opor­ tunam ente que la cocción de la greda a alta tem peratura produce la pirólisis del pig­ m ento orgánico. Se dedujo adem ás, que la preparación de pinturas exigió de distintas técnicas según fuera el color que se quisiera obtener. Así los tonos rojos se lograron in­ troduciendo el pigm ento en u n a suspensión acuosa de m anera que durante la cocción se generase óxido férrico. Los m atices grises o negros, se obtuvieron recubriendo con una sustancia desechable, la superficie a deco­ rar, durante todo el tiem po que duró la coc­ ción (técnica tem prana de p in tu ra negati­ va) , o bien, se suspendió el pigm ento en un líquido graso o aceitoso, que p rodujo du­ ran te la cochura un am biente red u cto r p ro ­

picio a la form ación de óxidos ferrosos (téc­ nicas más ta rd ía s ). En la obtención de pin­ turas blancas, se recurrió al caolín, arcilla pobre en óxidos, especialm ente de fierro. Por o tra parte, la solución de 7 proble­ m as arqueológicos concretos am plió consi­ derablem ente el cam po de aplicación de este tipo de análisis. Perm itió d etectar cam bios en la elaboración de p in tu ras a través del tiem po, e identificó a los pueblos aue alcan­ zaron un m ayor desarrollo ceramológico. Es así como, para la zona central, la cultura Aconcagua Salm ón produjo las gredas y pin­ turas de m ejor calidad, gracias a una selec­ ción rigurosa de sus canteras y depósitos de m aterias prim as. El análisis químico, surge así, como un m étodo auxiliar de la ceram ología y arqueo­ logía, posibilitando con su exactitud, la am ­ pliación de nuestros conocim ientos tecnoló­ gicos prehispánicos. AGRADECIMIENTOS Comprometen m i gratitud los siguientes inves­ tigadores: Dra. G r e t e M o s t n y G . , Conservador del Museo Nacional de H istoria Natural. Sra. E l i a n a D u r í n , Investigador-Jefe Sección Antropología del m ism o m useo. S r . S a l v a d o r I m p e r a t o r e , Ingeniero Civil Quími­ co de Sorena. Ing. S e r g io A l b i z ú , Jefe de Investigación del Departamento Físico-Químico del IDIC. Ing. H a n s N i e m e y e r , profesor de Arqueología. Universidad de Chile. Sra. G l o r ia L i b e r m a n , alumna avanzada Peda­ gogía H istoria y Geografía. En forma muy especial quiero agradecer a mi nrofesor y amigo H é c t o r C l a u d e t , Jefe Laboratorio Químico de S o r e n a y Profesor (J) de Química Analítica Cuantitativa y Análisis Instrum ental, U. T.E. Santiago; quien tuvo a su cargo el análisis químico de las m uestras y parte de su interpreta­ ción. Aunque su m odestia lo llevó a borrarse com o coautor de este trabajo, en gran parte le pertenece. BIBLIOGRAFIA otros 1967 Análisis químico de cerám icas arqueoló­ gicas. Ins. de Antrop. e H istoria. Tecnología 1: 5-35, México.

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Bol. Mus. Nac. Hist. Nat. Chile 35: 73 - 78, (1977)

AUTOTOMIA EVASIVA INDUCIDA, EN BACTERIA GRANULICOLLIS BLANCHARD (Phasmida, Phasmidae) S ergio Z apata C. (*) A r i e l C a m o u s s e ig h t

INTRODUCCION El fenóm eno de regeneración que ahora nos ocupa, es la propiedad de algunos de los insectos de poder recuperar m iem bros perdidos. Existen dos form as de regenera­ ción: una directa, basada en el restableci­ m iento de órganos cuya separación no co­ rresponde al fenóm eno de autotom ía, y la regeneración indirecta que obedecería a la sustitución de un órgano autotom izado. Se entiende p o r autotom ía, según C h o p ard ( 1 9 3 8 ) : "a la am putación en aparien­ cia espontánea, pero que resulta de una exitación en relación con ciertos segmentos del m iem bro”. En el caso de los fásmidos, se tra ta ría de un fenómeno defensivo, da­ das las adaptaciones morfológicas que pre­ sentan sus patas. Todas ellas carecen de ar­ ticulación entre el tro cán ter y el fém ur, no obstante que exteriorm ente presentan un surco. Este corresponde a una particularí­ sima estru ctu ra, privativa de este Orden de insectos, consistente en un diafragm a anu­ la r interior, que im pediría el vaciamiento de hem olinfa y el posible desgarram iento m uscular consiguiente a la mutilación. La capacidad de regeneración es un fe­ nóm eno com ún a fásm idos, ortópteros, m ántidos y derm ápteros, pero varía aún en­ tre especies muy próxim as. En ella influ­ yen el estado fisiológico del anim al, su edad, el sexo y algunas condiciones am bientales como tem p eratu ra y hum edad. En esta oportunidad presentam os una. serie de experiencias realizadas en Bacte­ ria granulicollis B l a n c h a r d , orientadas ha­ cia la determ inación de su capacidad rege-

M. (**)

nerativa y probabilidad de supervivencia. Las prim eras observaciones se iniciaron al criar la especie y notar que después de la eclosión, un núm ero crecido de ninfas quedaban atrapadas de un apéndice a la ooteca. Pasadas algunas horas, el insecto se liberaba por ru p tu ra del apéndice compro­ metido. Llamó tam bién nuestra atención, el núm ero de ninfas que presentaban graves problem as al m udar. En varios casos uno o dos apéndices quedaban pegados a la exuvia. Aunque el insecto tratab a durante un tiempo de librarse de ella, pronto se des­ prendía de los apéndices pegados y conti­ nuaba su desarrollo sin mayores dificulta­ des. Este últim o caso podría corresponder a la “autotom ía exuvial” de B o r d a g e (C h opard, 1938). Además, pudimos constatar que aquellos individuos que habían sufrido autotom ía, presentaban apéndices normales y /o reducidos. Apoyados en estas y otras observaciones comenzamos las experiencias de autotom ía evasiva inducida. METODOLOGIA N uestras prim eras crianzas instaladas en el laboratorio con el propósito de hacer un estudio de la biología de Bacteria granulicollis B l a n c h a r d (Z a p a ta 1970), han sido m antenidas hasta la actualidad. Estando perfectam ente adaptada a las condiciones de laboratorio y conociendo su desarro( * ) D e p a rta m en to d e B iología. F a c u lta d d e C iencias. U niver­ sidad d e Chile. Casilla 653 Santiago. (* * ) S ección E n to m o lo g ía . M useo N a cio n al H is to ria N a tu ra l. Casil a 787 San tiag o .


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

74

2.1.

lio y com portam iento, la hem os considera­ do una buena base p ara la realización del presente trabajo.

A 60 ejem plares se les provocó au toto­ m ía de la prim era p ata derecha (G rupo 1). Se m antuvieron en cajas especiales coloca­ das en salas de crianza y con los cuidados necesarios.

1. Amputación experim ental: La am putación se realizó en individuos recién nacidos. Para obtenerlos se colocaba en una caja de crianza una gran cantidad de ootecas. Todos los días se controlaba el nacimiento y se procedía a la am putación. Los ejem plares eran anestesiados, y con ti­ jera fina y bajo la lupa, se cortaba el apén­ dice que se deseaba estudiar. E sta técnica, creemos, no es la m ejor, puesto que m ana­ ba m ucha hem olinfa de la herida, provo­ cando la m uerte de los ejem plares que que­ daban pegados al fondo de las cajas donde eran colocados. 2.

Autotom ía de un apéndice:

2.2.

Autotom ía de dos apéndices:

A 60 ejem plares se les provocó la au to ­ tom ía de dos apéndices: la p rim era p a ta derecha y la tercera p ata izquierda (Gru­ po 2), de tal modo que m antuvieran el equi­ librio. Se siguieron las técnicas an terio r­ m ente descritas. E n general las condiciones de lab o rato ­ rio fueron las siguientes: la tem p eratu ra am biental en verano variaba entre 18 y 25 ?C, en invierno fue m antenida con estufas eléctricas entre 18 y 22 °C. La hum edad am ­ biental, en verano, se conseguía con el agua de los frascos del alim ento. E n invierno so­ b re las estufas se colocaban bandejas con agua que perm itían una evaporación cons­ tante. La lum inosidad se consiguió gracias a grandes ventanales cuyos vidrios siem pre estaban descubiertos. La alim entación de estos insectos m onófagos es exclusivam en­ te de hojas de M uehlenbeckia hastulata, una p lan ta com ún en Chile Central.

Autotom ía experim ental:

La autotom ía se indujo a ejem plares re­ cién nacidos. Con u n estilete de goma se apretaba el apéndice contra una superficie plana y dura. Al tra ta r de liberarse el ejem ­ p lar se autocorta el apéndice. La ventaja del m étodo está en que de la herida no m ana hemolinfa. Después de esta operación los ejem plares eran colocados en cajas de crianza en grupos de 20 y luego controlados periódicam ente.

CUADRO

1

Grupo 1

Grupo 2

1‘ pata derecha autotomizada

regeneración normal

/,

f,

U

3

3

1

F

%

7

11.6

1- pata derecha y 3? izquierda autotomizada F % /. f, fi 1 0 1 2 3.3

regeneración miniaturizada

2

2

2

6

10.0

1

1

1

3

regeneración teratològica

7

8

8

23

38.3

6

7

5

18

sin regeneración

4

4

4

12

20.0

6

5

7

18

muertos

4

3

5

12

20.0

6

7

6

19

30.0 31.6

20

20

20

60

99.9

20

20

20

60

99.9

total de ejemplares

(La frecuencia de cada atributo, del grupo 2, está dada por el número de sem ejantes en ambas extremidades)

5.0 30.0

individuos con resultados


S. Z apata y A. C a m o u s s e ig h t / Autotomfa en Bacteria granulicollis (0 (0

? -o

75


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

76

RESULTADOS Las cifras absolutas representadas en la colum na F del Cuadro 1, p ara el p rim er gru­ po, como la representación gráfica de las frecuencias relativas, m uestran una tenden­ cia a agruparse en un valor central, regene­ ración teratológica y, además, aum entar, en relación al grupo con dos patas autotomizadas, en todos aquellos atributos que di­ cen relación con un proceso regenerativo, sin considerar el grado de norm alidad que presenten sus extrem idades. Por el contra­ rio, las cifras del Cuadro 1 y la frecuencia relativa graficada, p ara el grupo con dos patas autotom izadas, presentan una notoria tendencia a concentrarse en los atributos contrarios a una efectiva regeneración y m anteniendo un alto porcentaje en. la ex­ presión m ás desfavorable del fenómeno. Los resultados han sido som etidos al test de t de Student, con u n nivel de signi­ ficación de 5%. CU ADRO

Al com parar los resultados obtenidos (Cuadro 2), con los valores de t de tabla, te­ nemos que las tres prim eras características presentan una probabilidad de e rro r >0.05 y las dos restantes P<0.05. Lo anterior viene a confirm arnos la ten­ dencia observada en los ejem plares con dos patas autotom izadas e ilustrada en el gráfico. La no significación estadística de las di­ ferencias de los tres prim eros atributos, pe­ ro sí de los dos últim os, podría in te rp re ta r­ se como la tendencia de la m ayoría de los ejem plares uniautotom izados a regenerar el m iem bro m utilado, pero que son pocos los ejem plares que obtienen un m iem bro fun­ cional, igual o m uy sem ejante al perdido. Además no sería la pérdida de un apéndice, en estas condiciones, causa de m uerte. Por o tra parte, es posible suponer la participación de factores no considerados en el presente trabajo, que estarían re ta r­ dando la regeneración de un órgano n o r­ mal.

2

Grupos

/. 3

f,

U

1

3

1

2

1

0

1

1

2

?

2

2

1

1

1

1

7

8

8

2

6

'/

5

1

4

4

4

2

6

5

7

1

4

3

5

2

6

7

6

regeneración normal

t 2.29

regeneración miniaturizada

1.00

regeneración teratológica

2.37

CONCLUSIONES 1. Al detallar la m etodología, expresa­ m os las deficiencias de la am putación expe­ rim ental p o r un corte con tijeras. E ste da­ ño se traduce en prim er lugar en un d erra ­ me excesivo de hem olinfa, lo que provoca una alta m ortalidad y segundo que aquellos que no perecen, pero sí presentan dañada la zona de la coxa, no tienen ninguna pos­ terio r regeneración.

3.44

sm regeneración

muertos

3.44

2. Cuando un ejem plar ha sufrido la autotom ía de uno o varios de sus apéndices se pueden presen tar las siguientes conse­ cuencias:

FIG. 1 B acteria granulicollis a b c d e f g h

B lanchard

Sin regeneración, 1" pata derecha, Regeneración miniaturizada, 1? pata derecha, Regeneración miniaturizada, 1? pata derecha, Regeneración teratológica, 1? pata derecha, Regeneración miniaturizada, 1” pata derecha y 3? izquierda. Regeneración miniaturizada, 1? pata derecha y sin regeneración. 3‘ pata izquierda, Regeneración teratológica, 1? pata derecha y sin regeneración . 3? pata izquierda, Regeneración teratológica, 1? pata derecha y 2‘ derecha.



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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

a. Que el apéndice autotom izado no presente ningún síntom a de regeneración y que el individuo llegue al estado adulto sin ese apéndice.

probabilidad de m uerte está directam ente rela­ cionada con el aum ento de m iem bros autotom i­ zados.

b. Que el apéndice autotom izado sea regenerado progresivam ente hasta llegar a sustituir el apéndice cortado con todas sus partes y su m ism o tam año. E ste caso lo he­ mos llam ado "regeneración norm al”.

The authors present a set o f experim ent of provoked autotom y and regeneration in B acteria granulicollis B l a n c h a r d . They give the techniques used in the provoked autotom y and the m ethods of rearing in laboratory conditions. They conclude to the following: A. The autotom y m ay presents the follow ing consequences a:) total absence of rege­ neration; b ) total and normal regeneration of the autotomyzed appendage; c ) m iniaturized regenera­ tion, this means, an appendage morphologically normal, but smaller; d) teratological regeneration, in this event the regenerated appendage is quite different of the normal size and m orphology. C. the regenerated capacity decrease when two appen­ dages are autotomyzed. D. the death probability is directly related w ith the increase of the autoto­ myzed appendages.

c. Que el apéndice autotom izado sea re­ generado con todas sus partes, pero de un tam año notoriam ente m enor que el norm al. A este caso lo hemos llam ado "regeneración m iniaturizada”. d. Que el apéndice autotom izado sea regenerado por un apéndice totalm ente dis­ tinto al anterior, p o r lo general de mucho m enor tam año y de una morfología m uy va­ riada y diferente a lo norm al. Esto lo hemos llam ado "regeneración teratológica". 3. La probabilidad de regenerar m iem­ bros autotom izados, es m ayor en el caso de perder un m iem bro que dos. Dicho proceso se ve entrabado p o r factores que no ha sido posible determ inar, que parecieran im pedir el desarrollo del proceso de reposición. 4. La pérdida de un m iem bro no sería causa de m uerte en la especie estudiada, pero sí lo es cuando la autotom ía afecta a un núm ero superior de apéndices.

ABSTRACT

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Los autores presentan una serie de experien­ cias de autotomía provocada y regeneración en B acteria granulicollis B l a n c h a r d . Se detallan las técnicas de autotomía provocada y los métodos de crianza en el laboratorio. Y concluyen lo si­ guiente: A. la autotom ía puede presentar las si­ guientes consecuencias: a) ausencia total de rege­ neración; b) regeneración total y normal del apén­ dice autotomizado; c) regeneración miniaturiza­ da, o sea, un apéndice m orfológicamente normal, pero de tamaño mucho menor; d) regeneración teratológica, en este caso el apéndice regenerado se aparta notoriamente de la morfología y tama­ ño normal. B . la capacidad de regeneración dism i­ nuye al ser dos los miembros autotomizados. C . la

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DE GYRINUS EN C H IL E: GYRINUS (O REOGYRINUS ) SUBCOSTULATUS n. sp.

NUEVA E SP E C IE

(Coleóptera, Gyrinidae) Ju an M oron i

ANTECEDENTES Revisando el m aterial de coleópteros acuáticos de la fam ilia Gyrinidae, del Mu­ seo N acional de H istoria N atural, hemos encontrado un ejem plar perteneciente al género Gyrinus G e o f f r o y 1762, que es claí'amente distinto de Gyrinus chiliensis Aub e , 1838, h a sta ahora única especie conoci­ da de Chile. Se tra ta de una hem bra, de la localidad de Q uirihue VI-1897 (provincia de Ñ uble), con la observación m anuscrita de P h i l i b e r t G e r m a in : G. subcostulatus, inédito, P. G., Chile austral, N? 1836 en ro­ jo (este correspondería a la num eración últim a de los insectos del "Catálogo de los coleópteros chilenos del Museo N acional” (1911), de P h . G e r m a in , pero que sin em­ bargo no aparece m encionada). Posee ade­ m ás un papelito de color azul que indica su origen de la colección C a l v e r t y una etiqueta reciente de F. G u ig n o t que indica: G yrinus sp. 1953. Por o tra parte, el ejem plar es m enciona­ do en un com entario que hace G eo r g e O c h s en su trab ajo "Die Gyriniden Perus und der übrigen sudam erikanischen K ordilleren” de la s inform aciones obtenidas de E . V a r a s A rangua.

Hemos m antenido el nom bre sugerido por G e r m a in p a ra la especie. DIAGNOSIS Cuerpo ovalado y suavem ente convexo p o r el dorso, m ucho menos convexo y de

B.

m ayor tam año que G. chiliensis. Tegumento dorsal, en general brillante, negro verdoso con visos metálicos. Pronoto liso, con rugo­ sidades apenas perceptibles, las que son m ás notabes en la otra especie. Elitros sua­ vemente microareolados, con el ápice muy levemente truncado. Región ventral con te­ gum ento liso, brillante y de color café ne­ gruzco. DESCRIPCION DEL HOLOTIPO Hembra: Longitud del cuerpo: 7.0 m m .; ancho máximo: 3.0 mm. Ovalado, con el ex­ trem o anterior suavemente agudo. C a b e z a : form a trapezoidal, muy con­ vexa en el vértice y más suave en la frente, con notables rebordes laterales. Largo algo m enor que el ancho máximo. Tegumento dorsal brillante, liso, de color negro verdo­ so con visos metálicos; con dos suaves de­ presiones interoculares apenas notables en la frente y bordes interoculares y más m ar­ cadas cerca del borde epistom ial y zonas la­ terales de la cabeza. Distancia interocular lateral algo m ayor que la m itad de la dis­ tancia interocular superior. Largo del clípeo poco menos de 1/3 el ancho. Tegumento con m icropunteado sepa­ rado, presentando notables rugosidades cor­ tas, contiguas que no alcanzan el margen anterior que es suavemente sinuado, con un reborde liso y solevantado. Labro convexo, con tegum ento de color negro con brillo me­ tálico y m icropunteado como el reborde an­ terio r del clípeo. Largo igual a 1/3 el ancho.


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80

B Fig. 1. A. Perfil de G. subcostulatus n. sp. (m ase.). B. Perfil de G. chiliensis Aubé (mase.).

Fig. 2. Apice del sexto esterno abdominal de G. su bcostu latu s n. sp.

P r o n o t o : notablem ente convexo, de form a trapezoidal: borde anterior y poste­ rio r suavemente sinuados; bordes laterales suavem ente convexos, con un reborde lam i­ n ar horizontal. Largo máximo algo m ayor que 1/3 el ancho máximo. Tegumento dor­ sal liso, brillante, de color negro verdoso con visos m etálicos, presentando un surco transversal, medio, algo menos m arcado, pe­ ro que no pierde su continuidad en el disco, aunque se esfum a algo y dos depresiones transversales laterales cerca del borde pos­ terior. E n tre estos surcos y depresiones, el tegum ento se presenta elevado, dando el aspecto de grandes pliegues transversales. Disco con u n a pequeña depresión circular. E s c u d e t e : de suave convexidad, en com paración con G. chiliensis. Ancho de ca­ da élitro igual a 1/3 el largo máximo. Tegu­ m ento dorsal brillante, de color negro ver­ doso con visos m etálicos, presentando un suave m icroareolado homogéneo. Borde in­ terno (sutural) acordonado. M argen exter­ no con un reborde como en el pronoto, que queda interrum pido antes de llegar al ápi­ ce, que es convexo aparentem ente truncado pero, con los ángulos internos y externos re­ dondeados. Cada élitro con una notable de­ presión elipsoidal, dispuesta oblicuam ente en la zona apical y u n a suave depresión con­ tigua al ángulo apical externo, y con diez lí­ neas longitudinales de puntos fuertem ente excavados y separados p o r una distancia igual al diám etro de los puntos. Las líneas de puntos tercera y cuarta, contando desde la su tu ra elitral, convergen form ando una punta, a la altu ra del tercio posterior. Los

espacios entre las líneas se presentan lige­ ram ente convexos. R e g i ó n v e n t r a l : tegum ento liso, brillante, en general de color café a café ne­ gruzco. Lígula m ás ancha que larga, de co­ lor café rojizo; m entón y gula café negruz­ cos, ésta últim a con dos surcos transversa­ les profundos, subparalelos al borde ante­ rior, que se prolongan desde el borde late­ ral h asta term inar cada uno en una excava­ ción circular profunda cerca de la zona m e­ dia, donde existe una tercera excavación. Palpos m axilares y labiales de color café am arillento. Tegumento del prosterno y epistem o protorácico de coloración café negruzca. C arina prosternal lam inar. M esosterno café rojizo; m esoepim eron, m etasterno, m etaepim erón y alas m etasternales café negruzcos. Largo del m esosterno m enos que el doble de la longitud del m etasterno. E stem os ab­ dom inales con tegum ento brillante, de color café negruzco, con excepción del 5° y 6° que son café rojizos como el m esosterno. E l sex­ to esterno con el ápice irregularm ente tru n ­ cado y los bordes laterales sinuados y p ro ­ vistos de una banda de apretadas y finas cerdas am arillentas, que son de m ayor lon­ gitud hacia el ápice. (Fig. 2) . Patas, en general de color café am arillen­ to. Patas protorácicas con fém ur esbelto. Largo de la tibia aproxim adam ente 3/4 la longitud del fém ur. Tarso sim ple, de cinco artejos, el 5° de m ayor longitud y con u n p a r de uñas de color café rojizo y de casi igual largo que el artejo. Ancho del ta rso


J. M o r o n i E . / Gyrinus subcostulatus n . s p .

81

igual a 1/4 su longitud e igual a 1/3 el an­ cho del fém ur. Patas m eso y m etatorácicas lam inares. Fém ures aproxim adam ente de igual longi­ tud. Ancho del fém ur m etatorácico igual a la m itad del largo máximo de la tibia de la m ism a pata. Bordes de las tibias, de am bas patas, provistos de u n a corrida serrada de pequeñas espinitas.

B lackw elder, R .

1944 Checklist of the colepterous insects of Me­ xico, Central America, The West Indies, and South America. U. S. Nat. Mus. Bull. 185 (1): 80-82. G e r m a in , P h .

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Macho: desconocido. H o l o t i p o : hem bra, Quirihue (Pro­ vincia de Ñ uble), junio de 1897, sin indica­ ciones de colector. Proveniente de la ex-Colección C a lv e r t . Tipo depositado en la Colección Nacio­ nal del Museo Nacional de H istoria N atu­ ral de Santiago . L o c a l i d a d - T i p o : Quirihue (Pro­ vincia de N u b le), junio, de 1897. DISCUSION

Catálogo de los coleópteros chilenos del Munseo Nacional. Bol. Mus. Nac. Hist. Nat. 3 (1).

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D e s c r ib im o s e s t a n u e v a e s p e c ie b a s a d o s e n u n s o lo e je m p la r , d a d o q u e lo s e s p e c ím e ­ n e s d e l g é n e r o G y r in u s G e o f f r o y , e n C h ile s o n m u y e s c a s o s y c a s i n o e s t á n r e p r e se n ta ­ d o s e n la s c o le c c io n e s . A d e m á s, p o r su in ­ n e g a b le d ife r e n c ia y p o r p r o v e n ir d e u n a r e g ió n m á s m e r id io n a l y p o r lo ta n to d e c o n d ic io n e s b ió t ic a s d is tin ta s r e s p e c to d e G. c h ilie n s is A u be. E n u n a c o m p a r a c ió n d e a m b a s e s p e c ie s r e s a lt a n la s s ig u ie n te s d ife r e n c ia s : Gyrinus chiliensis

Aube

1. Talla más pequeña (4.5-5.5 m m .).

Gyrinus subcostulatus n. sp. 1. M á s grande m m s.).

(7.0

2. Pronoto con abun­ dantes rugosidades suaves, irregulares, apenas marcadas.

2. Con pocas rugosida­ des.

3. Cuerpo dorsalmente muy convexo.

3. Suavemente conve­ xo (fig. 1 A).

4. Apice elitral trunca­ do, con el ángulo ex­ terno acentuado y el interno redondo (fig. 1 B).

4. Apice aparentemente truncado, con los án­ gulos externo e inter­ no redondeados (fig. 1 A).

5. Tegumento casi negro.

5. Tegumento ventral café a café negruzco.

6. MUSEO N? 35

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

ventral

R e g im b a r t , M .

1883 Essai monographique de la famille des Gyri­ nidae. Ann. Soc. Ent. France 3 (6) : 121-124, 141, 178-179. 1902 Les Gyrinidae du Chili. Rev. chilena Hist. Nat. 6: 258-261. 1907 Essai monographique que de la famille des Gyrinidae. Ami. Soc. Ent. France 76: 180.



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SOLENOPSIS GAYI (HYMENOPTERA, FORMICIDAE) EN LA DIETA DE PITIUS PITIUS (AVES, PICIDAE). Ju a n M oroni

Son pocos los trab ajo s realizados en Chi­ le, que se refieren a los insectos de que se alim entan algunas aves silvestres. En gene­ ral, sólo se conocen datos aislados, no exis­ tiendo análisis sistem áticos de excrementos o estómagos. Respecto del "Pitigüe com ún”, Pitins vitius (M o l i n a ) , existen algunos datos so­ b re su alim entación, dados especialm ente po r C a r l o s S., R e e d , R o d u l f o A., P h i l i p p i B. y T o m á s C e k a l o v i c . R e e d (1904: 21-23) indica, refiriéndose en general a los "pájaros carpinteros” : "co­ mo los carpinteros son aves m ui chicas i sus alim entos principales son insectos que ape­ nas alcanzan cuando m ui grandes el tam a­ ño de un grano de maíz, es fácil im aginarse qué enorm e cantidad necesitaría cada ave adulta de esta especie p ara alim entarse dia­ riam ente”. En otro de sus trab ajo s explica que el pitigüe se alim enta de: "horm igas, i en general de todos los insectos im perfec­ tos que no sean de m ayor tam año que un grano de trig o ” y refiriéndose al examen de estómago establece que se han obtenido: "horm igas chicas i en cantidad inferior lar­ vas blancas de m ui pocos m ilím etros, que indudablem ente eran de coleópteros”. En­ seguida dice (1905: 7) que: “a los ejem pla­ res que tenían el pico em barrado les halla­ mos generalm ente horm igas, lo que prueba que las habían cogido en el suelo, en sus cue­ vas, i a los ejem plares con el pico limpio, les notam os un sinnúm ero de larvas pequeñitas de insectos coleópteros”. Por su p arte P h i l i p p i B. (1946: 308-313). indica que el pitigüe: "es el más común de los carpinteros chilenos. Se alim enta de lar­ vas de insectos, gusanos, etc., especialmen­

B. (*)

te del suelo” y expresa además que: "las es­ pecies del género Colaptes de costum bres más terrestres que arbóreas, se alim entan especialmente de hormigas que cogen en el su e lo .. Como podemos ver, en estos trabajos só­ lo se ubica a los insectos obtenidos de las m uestras en los Ordenes a que pertenecen, sin llegar a una identificación más fina. Solo recientemente, C e k a l o v i c , (1969: 209-210), al examinar el contenido estoma­ cal de un ejem plar hem bra de pitigüe, co­ lectado en la localidad de Bulnes, provincia de Ñuble, el 31 de marzo de 1962, identifi­ ca un ejem plar adulto de horm iga como Camponotus sp., además 5 ejemplares de horm iga que no identifica y una cabeza in­ completa de estas últim as. Encuentra tam ­ bién 12 larvas de "gusanos blancos” y algu­ nas mandíbulas, cabezas y piezas bucales de las m ismas, que indica pertenecen a lar­ vas de Coleóptera Scarabaeidae. Finalmen­ te menciona un escorpión: Centromachetes pococki ( K r a e p e l i n ) (B othriuridae). En el análisis que hemos realizado del contenido estomacal de un macho de Pitius pitius (Mol.), capturado en Codigua, Melipi11a, provincia de Santiago, por el Sr. D. Per e z , el 15 de abril de 1973, obtuvimos el si­ guiente resultado: A. Varios frutitos globulosos de "Pi­ miento", Schinus sp. (Anacardiáceas). B. Gran cantidad de pequeñas hor­ migas (Hymenoptera, Formicid a e). (•) Casilla 787. Santiago Chile.


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

84

Las horm igas una vez procesadas en el laboratorio, resultaron corresponder a Solenopsis gayi ( S p i n o l a , 1851), de la subfam i­ lia Myrmicinae L e p e l e t i e r , especie que se distribuye en Chile desde la provincia de Atacama hasta la de Cautín ( S p i n o l a in G a y , 1851: 242-243 y K e m p f , 1970: 24). CUADRO 1 ANALISIS DE SOLENOPSIS GAYI OBTENIDAS EN ESTOMAGO DE PITIUS PITIUS ADULTOS: 926 (53,8%) ejemplares completos: 621

ejemplares ejemplares sin sin sólo abdomen: cabeza: cabezas: Total: 62 25 268—25 = 243 926

PUPAS: 634 (36,9%) ejemplares completos: 396

sólo cabezas: 238

Total: 634

EXUVIAS: 160 (9,3%) Completas: 160

Total: 160

El estado de conservación de las horm i­ gas obtenidas del estómago, creemos que depende de la acción m ecánica durante el proceso de captura e ingestión y del tiem ­ po que han perm anecido bajo la acción di­ gestiva. Las horm igas de la m uestra que nos preocupa, parecen haber perm anecido poco tiem po en el estómago del ave p o r cuanto las partes poco quitinizadas del cuerpo es­ taban en bastan te buen estado. DISCUSION Los porcentajes obtenidos en la tabla de frecuencia, (Cuadro 1) podrían indicarnos que los adultos de Solenopsis gayi eran abun­ dantísim os en la superficie del horm iguero, p o r tanto es m ayor la posibilidad de su cap­ tu ra. Las pupas se hallarían en m enor canti­ dad en la superficie, puesto que p o r su color blanco serían m ás visibles y p o r lo tanto predadas en m ayor proporción. En cuanto a las exuvias, tam bién de color blanco, pero m ás translúcido y de poca consistencia, se­ rían m ás escasas y menos visibles p a ra el ave. Por o tra parte, es posible que m uchas de las pupas que se encontró en el estómago

fuesen aquellas que generalm ente tra n sp o r­ tan las horm igas adultas a lugares m ás se­ guros, cuando se produce alguna alteración en el horm iguero. G eneralmente cuando se remueve la su­ perficie de un horm iguero, se produce una gran actividad de miles de horm igas que entran y salen de su nido, m uchas de las cuales acarrean entre sus patas anteriores algunos individuos inm aduros, como son huevos, larvas o pupas en distintos estados de m aduración. E l género Solenopsis, característico en la sabana chilena, presenta variaciones poblacionales que coinciden con las épocas del año de m áxim a rigurosidad clim ática. Los máximos poblacionales son precedidos en casi un mes p o r cambios clim áticos m uy desfavorables. E n el extrem o n o rte de la sa­ bana, a comienzos del mes de julio, cuando la tem p eratura es m ás baja, y en el mes de noviem bre, cuando la sequedad es mayor, se producen los m ás notables aum entos de la población. E n el extrem o austral de la sabana, los m áxim os de población se alcan­ zan a principios de m ayo y en diciembre, que coinciden respectivam ente con los p ri­ m eros días fríos y la época m ás seca del verano. ( I p i n z a , 1969). Según la tabla de frecuencias, del total de organism os anim ales consum idos, las horm igas adultas corresponderían al 58,8%, las pupas al 36,9 % y las exuvias o m udas de piel al 9,3%. Para observar cómo varían estos porcentajes de un ave a o tra y duran­ te las distintas estaciones del año, sería ne­ cesario hacer un estudio de las áreas donde vive el pitigüe, de las características de los horm igueros en cuanto a su frecuencia, p ro ­ fundidad de los mismos, evaluación de la población de horm igas p o r cada uno de ellos, etc. Al hacer un análisis exhaustivo de estómagos o excrem entos del pitigüe a lo largo del año, se podría averiguar si se ali­ m enta de Solenopsis gayi en la m ism a p ro ­ porción durante todo ei año o cuando esta horm iga es m ás escasa, p o r razones clim áti­ cas, p reda en m ayor proporción otras hor­ migas u otros insectos que sean m ás ab u n ­ dantes. En estudios realizados en H olanda sobre el carpintero Picus viridis L., se ha establecido que durante las épocas cuando la tem p eratu ra es baja, esta ave que se ali­


J. Moroni B. / Solenopsis gayi en dieta de Pitius pitius.

m enta norm alm ente de horm igas que viven en el suelo, comienza a p red ar en m ayor proporción horm igas que viven en la m ade­ ra o en las m árgenes de los bosques (G. J. d e B r u y n et al. 1972). Pudiese ser que para Colaptes pitius ( M o l .) ocurriese algo pare­ cido.

85

e) Finalmente se indica por prim era vez la especie de una de las horm igas que cons­ titu iría la base de la alimentación del pitigüe.

AGRADECIMIENTOS

CONCLUSIONES Los resultados obtenidos corresponden indudablem ente a una observación parcial del tipo de alim entación de Colaptes pitius, sin em bargo nos perm iten p lantear una se­ rie de interrogantes, ya indicadas en la dis­ cusión, establecer algunos hechos y reafir­ m ar otros ya observados p o r algunos au­ tores: a)

Las horm igas Solenopsis gayi (Sp i1851), endémicas de Chile, viven en nidos que construyen en el suelo de la saba­ na espinosa. La superficie de estos nidos puede estar descubierta o protegida por pie­ dras, palos o guano de animales. Bajo esta protección pueden establecerse larvas de "gu­ sanos blancos” (Coleóptera, Scarabaeidae), enterradas m uy superficialm ente, así como escorpiones. NOLA,

Deseamos agradecer al Prof. Ing. Agr. C a r l o s P. por su colaboración en la identificación de los frutos encontrados en la muestra y al Prof. V i c e n t e P é r e z D’A. por la información bi­ bliográfica facilitada. M uñoz

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b) Las horm igas m encionadas son abundantísim as en la región central de Chi­ le y su área de distribución, tal como se indicó anteriorm ente, se superpone en gran p a rte al área de distribución de Pitius pi­ tius, que se establece desde la provincia de Coquimbo h asta el su r de la provincia de Aisén.

R eed,

c) Pitius pitius, en general, parece que coge gran p arte de su alim ento del sue­ lo, rem oviendo con su pico la superficie de los horm igueros, aun cuando tam bién se alim enta de algunos pequeños frutos que coge de los árboles donde se posa.

1905 Utilidad de las especies chilenas de la fa­ milia Picidae i su relación con los bosques. Boletín Sociedad Agrícola del Sur 5 (18).

d) Las horm igas que viven en el suelo, por su abundancia, tienen un papel prepon­ derante en la dieta del ave.

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S p in o l a ,

1851



Bol. Mus. Nac. Hist. Nat. Chile 35: 87 - 97, (1977).

CONSUMO

DE

OXIGENO (W O O D,

PRISOGASTER

EN

NIGER

1828) (* )

(Mollusca, Gastropoda, Turbinidae) E d u a r d o B u r i .6 S . * * S y l v i a D u a r t e L. * M a r i o E d d i n g V. ***

1. INTRODUCCION. Este trab ajo pretende ap o rtar datos so­ bre el consumo de oxígeno de uno de los caracoles m ás com unes del Centro de Chi­ le: Prisogaster niger ( W o o d , 1828), molusco prosobranquio que form a grandes poblacio­ nes en la fascie rocosa de la zona intermareal y sobre el cual existen escasas referen­ cias biológicas. La necesidad de ir aclarando poco a poco la estru ctu ra y la función de cada uno de los organism os que integran el ecosiste­ ma m arino en el área Valparaíso - Rapel, hace indispensable ir adquiriendo nueva inform ación sobre las especies que allí se encuentran. El conocim iento de las tasas metabólicas de los organism os y los factores que las afectan, es básico para un análisis comple­ to de la producción en un ecosistem a (Rig l e r , 1971). El único dato referente a deter­ minación de tasas m etabólicas de moluscos chilenos, corresponde al "loco" (Concholepas concholepas B r u g i e r e ) y es dado por C a r m o n a (1970). Una de las form as de llegar a conocer la tasa m etabòlica de una población, es a través de la m edición de la cantidad de oxí­ geno que consum en los individuos por uni­ dad de tiem po, en distintos rangos de peso. Hay varios m étodos utilizados p ara de­ term inar la concentración de oxígeno en el am biente: el m étodo químico de W i n k l e r (in A m e r . P u b l i c H e a l t h A s s o c i a t i o n I n c .,

1962), m étodos volumétricos y manométricos ( S c h o l a n d e r et al. 1943, 1947, 1952, 1955) y métodos electroquímicos ( B a r t e l s 1949, C o n n e l l y 1957, B i e l a w s k y 1961). 2. MATERIALES Y METODOS. 2.1.

Obtención

de

la

muestra

La m uestra de P. niger (W o o d , 1828), se obtuvo en los roqueríos del "frente semi protegido” ( A l v e a l 1971) inmediatamente al sur de la Estación de Biología M arina de M ontemar (32?57' S., 71?33’ W.) dentro de una superficie aproxim ada de 30 m 2. Se recolectaron m anualm ente 444 ejem­ plares, el 20 de julio de 1972 entre las 11:30 y las 15:00 horas. 2.2.

Tratamiento y de la muestra

análisis

La m uestra se dividió en cuatro grupos, de acuerdo con el peso de los individuos,

* T ra b ajo realizado en la Facultad de C iencias N aturales y M atem áticas, D ep artam en to de Biología, Santiago, U niver­ sidad d e Chile. * * L aboratorio d e E cología, D epartam ento d e Ciencias N atu ­ rales y E xactas, Sede Santiago Sur, U niversidad de Chile. Santiago. * * * C entro de Investigaciones M arinas. H u ayquique. U niversi­ d ad del N o rte. Casilla 65, Iqulque.


88

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

m anteniendo cada grupo en u n acuario con agua de m ar fresca y sin proporcionarle alimento. Se usaron 222 ejem plares p a ra la deter­ m inación de peso fresco sin concha, peso de la concha y peso seco. El resto se m an­ tuvo en acuarios h asta el m om ento de la determ inación del consumo de oxígeno. 2.2.1. Determ inación del peso total, peso fresco sin concha, peso de la concha y peso seco Dado que la relación del consum o se hace habitualm ente con el peso seco del ani­ mal, se procedió a establecer la relación es­ tadística entre el peso seco y el peso húm e­ do. P ara esto se midió en cada individuo su peso fresco total. Luego se procedió a sacar la concha y el opérculo calcáreo p ara obtener el peso fresco sin concha. A conti­ nuación los ejem plares se colocaron en una estufa MEMMERT a 105? C de tem peratu­ ra, para evitar la pérdida de m ateria orgá­ nica por volatilización (C r isp , 1971). Se con­ troló su peso cada 24 horas h asta obtener peso constante, el cual corresponde al peso seco. Esto norm alm ente se obtuvo después de 72 horas. Con los datos anteriores se establecie­ ron las relaciones entre el peso fresco total, peso fresco sin concha, peso de la concha y peso seco. 2.2.2. Determ inación del consum o de oxígeno. Se determ inó el consumo de oxígeno en individuos aislados y en grupos. 2.2.2.1.

Consumo de oxígeno en ejem plares aislados.

Las mediciones se realizaron con u n respiróm etro Scholander ( S c h o l a n d e r et al. 1943). (Fig. 1). E n las cám aras se colocó 5 cc. de agua de m ar filtrad a con red de plancton de 130 m icrones de ab e rtu ra de m alla, para evitar la presencia de m icro­ organism os que afecten los resultados de consum o de oxígeno. D urante los experi­ m entos el respiróm etro se m antuvo a tem ­ p eratu ra constante y en u n a cám ara obscu­

ra, porque el consum o de oxígeno en m olus­ cos es influido por la te m p eratu ra (G hir e t t i , 1 9 6 6 ) , y p a ra evitar la producción de oxígeno p o r p a rte del fitoplacton presente en el agua. Se utilizó KOH al 5% p a ra cap­ ta r el C02. Se realizaron 5 experim entos en cada uno de los cuales 8 de las 10 cám aras del respiróm etro se ocuparon con ejem plares de P. niger y 2 como controles. E stas 2 últi­ m as servían p a ra considerar las variaciones de volum en provocadas por factores ajenos a la respiración de P. niger. La duración total de cada experim ento fluctuó entre 9 0 y 3 9 0 m inutos. Se controló el consumo cada 3 0 m inutos, excepto en el experim ento 3. 2 .2 .2 .2 .

Consumo de oxígeno en grupos de individuos.

Las m ediciones se realizaron con un ana­ lizador de oxígeno B e c k m a n F x e l d l a b m o­ delo 1008, calibrado con el M étodo de Winkler. Debido a que el “sensor” de oxígeno sólo posee un electrodo, no fue posible u ti­ lizar controles. Los ejem plares, que desarrollaron una actividad m ediana, fueron colocados en un frasco de vidrio de 2 5 0 cc. cuya ta p a tenía 2 perforaciones p a ra p erm itir la instalación del sensor de oxígeno y del teleterm óm e­ tro (YSJ Model 47 Scanning). Todo el con­ ju n to se m antuvo en una caja a obscuras y a tem p eratu ra constante con u n term oregulador F o r m a y se agitó perm anentem ente el agua con u n agitador m agnético. (Fig. 2 ) . S e re a liz a ro n 8 e x p e rim e n to s , c u y a d u ­ r a c ió n flu c tu ó e n tr e 90 y 600 m in u to s , c o n ­ tr o lá n d o s e e l c o n s u m o a p ro x im a d a m e n te c a d a 30 m i n u t o s . E n e l e x p e r i m e n t o 6, s e re g is tró el c o n su m o e n f o rm a c o n tin u a d u ­ r a n t e 600 m i n u t o s , m e d i a n t e u n f is ió g r a f o S ervogor 2. 2.2 .3 . 2 .2 .3 .1 .

Análisis estadístico. Consumo de oxígeno en ejem plares aislados.

P ara los valores obtenidos en cada ex­ perim ento se calculó la línea de regresión m ediante el m étodo de los m ínim os cuadra-


A. Montaje utilizado en las mediciones de consumo de oxigeno con respirómetro Scholander en ejemplares aislados de Prisogaster niger. B. detalle del respirómetro. 1, Cámara respirómetro; 2, termorregulador; 3, homogeneizador; 4, termóme­ tro; 5, acuario; 6, cámara; 7, bandeja para KOH; 8, émbolo; 9, llave; 10, anillo de enrase; 11, líquido manomètrico.


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

10

d o s , s e g ú n S p i e g e l (1 9 6 9 ). E ste m é t o d o d a la m e j o r e s t im a c i ó n d e lo s r e s u l t a d o s o b t e ­ n i d o s e li m in a n d o lo s e r r o r e s a le a t o r i o s .

Las pendientes de las líneas de regresión de las cám aras con anim ales (pendiente sin co rre g ir), se corrigieren de acuerdo a lo in­ dicado por las cám aras control: si las pen­ dientes de las cám aras control indicaban

u na producción de oxígeno, se restó su va­ lor a las pendientes sin corregir. Si las pen­ dientes de las cám aras control indicaban un consum o de oxígeno, se sum ó su valor a las pendientes sin corregir. Los valores de las pendientes corregidas de los distintos grupos experim entales y sus correspondientes pesos secos, se graficaron


E. B u r lé S. et al. / Consumo de oxígeno en Prisogaster.

en papel logarítm ico doble y se calculó la línea de regresión, el coeficiente de corre­ lación y el e rro r típico de la estima. Con los m ism os valores se calculó el consum o p o r unidad de peso y de tiempo (consumo específico) y se graficaron estos valores en función del peso seco en escala logarítm ica doble. 2.2.3.2.

Consumo de oxígeno en grupos de individuos.

P ara los datos de consum o de oxígeno se calculó la línea de regresión. Las pendien­ tes así obtenidas y los pesos secos corres­ pondientes se graficaron en papel log-log.

U.60 £ u l /h o r a J

Q = 55.8 X (peso seco g.)

--------- Fig. 4 [ 8 ]

El erro r típico de la estim a fue S x y = 0.163. Si se construyen dos líneas paralelas a la graficada usando para trazarlas los da­ tos obtenidos al m ultiplicar prim ero y divi­ dir después la ordenada de la curva inicial, p o r el factor S x y, se obtendrá un área que incluirá el 66 % de los casos considerados. 3.1.3. Consumo de oxígeno por unidad de peso y de tiempo en ejemplares aislados. En la Fig. 5 se observan los valores de consumo de oxígeno por unidad de peso y por hora (consumo específico), en función del peso seco. La ecuación de la curva es:

3. RESULTADOS Y DISCUSION 3.1.

91

Consumo específico

Resultados.

—0.40

3.1.1. Relación entre peso fresco total y peso seco.

j^ u l/h o r a j

= 55.8 x (peso seco g.) [

------- Fig. 6 8 ]

En la figura 3 se observa la relación en­ tre peso fresco total, peso fresco sin concha y peso seco.

El rango de los consumos varía entre 48 y 360 u l/g ■hora, para el intervalo de pesos com prendidos entre 0.031 y 0.25 g de peso seco.

P ara los parám etros peso fresco total y peso seco, se obtuvo la siguiente expresión:

3.1.4. Consumo de oxígeno en ejemplares agrupados.

y = 0.311000 + 0.783397 • x Fig. 3 (3) con un coeficiente de correlación r = 0.975

Se encontraron en este caso los siguien­ tes valores para las constantes de la ecua­ ción (1): a — 486, b = 0.818. Por tanto,

3.1.2. Consumo de oxígeno en ejem plares aislados.

Q = 486 ■ (peso seco g.)

El consum o de oxígeno en los animales varía de acuerdo al tam año corporal (Z e u t h e n , 1 9 5 3 ). Z e u t h e n encontró que la si­ guiente fórm ula describe adecuadam ente esta relación: Q = a(P )b

( ¡ i l/ h o r a )

00

donde Q = consum o de oxígeno P — peso seco a y b son constantes. Realizados los cálculos correspondien­ tes, se obtuvo un b - 0.60 y un a = 55.8, con lo cual la ecuación (1) p ara P. niger fue:

0.8186 [ u l / h o r a ]

3.2.

------- Fig. 6

Discusión

El coeficiente de correlación (r) para la relación peso fresco total - peso seco fue bastante alto. Esto indica una dependencia lineal muy buena entre estas dos variables; por lo tanto, puede estim arse como peque­ ño el erro r introducido al deducir los pesos secos de esta relación y no directamente. Se ha encontrado experimentalmente que el valor de b en la fórm ula de Z e u t h e n (Fórm ula 1) varía, para distintas especies, entre 1.0 y 0.45 aproxim adam ente (Ghir e t t i , 1966). Esto significa que el consumo


Relaci贸n

entre peso fresco total, peso fresco sin concha, peso de la concha y peso

seco, en Prisogaster

niger.

92 BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL


E. B u rlé S. et al. / Consumo de oxígeno en Prisogaster.

93

Fig. 4 Relación entre el consumo de oxígeno y el peso seco del cuerpo, en ejemplares aislados de Prisogaster niger. d e o x íg e n o p u e d e v a r i a r e n f o r m a d i r e c t a ­ m e n t e p r o p o r c i o n a l a l p e s o c u a n d o b = 1.0, o c a s i d ir e c ta m e n te p r o p o rc io n a l a la s u ­ p e r f i c i e c o r p o r a l d e l a n im a l c u a n d o b e s m e ­ n o r q u e 0.667. S c h e e r (1 9 4 8 ), h a p l a n t e a d o q u e a m e ­ d id a q u e a u m e n ta e l ta m a ñ o c o rp o ra l de u n a n im a l, s u m a s a se in c re m e n ta p r o p o r ­ c io n a l m e n t e a l c u b o d e l d i á m e tr o ; e n c a m ­ b io , s u s u p e r f i c i e a u m e n t a s ó lo a l c u a d r a d o .

De acuerdo a esto, en el caso en que el consum o de oxígeno es proporcional a la superficie del cuerpo, se tiene que b, en la ecuación (1), es igual a 0 .66 . Por lo tanto, los valores de b obtenidos p a ra P. niger, indican que la respiración es

aproxim adam ente proporcional a la super­ ficie del cuerpo. E n el caso de los moluscos, el ritm o res­ piratorio varía por una serie de factores de difícil control. Por ejemplo: salinidad, tem ­ peratura, luz, ritm os mareales, cantidad de alim ento ingerido, tensión de oxígeno en el agua, ritm os biológicos propios y otros. E n los experimentos realizados sólo se controló tem peratura, luz y alimentación. Los parám etros no controlados han influi­ do en la dispersión de los valores medidos. Puede esperarse que en otras épocas del año y en condiciones diferentes, se obtengan co­ eficientes distintos para describir el ritm o respiratorio de P. niger.


94

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

Relación entre el consumo de oxígeno específico y el peso seco del cuerpo, en e je m p la r e s a is la d o s d e

Además las mediciones "in v itro”, influ­ yen sin duda en el com portam iento del ani­ mal. La respiración, empleando grupos de animales, m uestra valores mayores, lo que podría atribuirse a la actividad que les per­ m itía desarrollar el m ontaje utilizado en el experimento. El coeficiente de correlación p ara la me­ dición del ritm o respiratorio en el caso de ejem plares aislados, es 0.7. Si bien este va­ lor no es muy alto, indica una relación acep­ table al considerar las fuentes de erro r ya mencionadas. Con mediciones más exten­ sas, que incluyan ejem plares de todos los pesos, podría m ejorarse este coeficiente. Si se com paran los valores de b obteni­ dos en este trabajo, con los dados para otras especies de Prosobranquios, tales co­ mo Concholepas concholepas: b = 0.73 (C a r m o n a , 1970), Bithynici leachii: b = 0.74

Prisogaster niger.

y Potcimopyrgus jenkinsis b = 0.73 (G hi1966), puede observarse que el valor encontrado p a ra P. niger es sim ilar. Sin embargo, no puede hacerse una com ­ paración completa, ya que en la lite ratu ra consultada no se indica el valor del coefi­ ciente “a", ni las condiciones experim en­ tales. En estricto rigor, son los dos valores, "a” y “b ”, en la fórm ula ( 1 ), los que deter­ m inan el ritm o respiratorio de una especie. En dos especies con distintos valores de " b ”, no puede asegurarse que aquella con " b ” mayor, "consum e m ás oxígeno” que la que tiene un " b ” m enor. E sta situación puede verse más clara con ayuda de la Figura 7. Supongamos una especie 1 con un “b ” m ayor que el correspondiente a la espe­ cie 2. En la figura puede observarse que el consum o de oxígeno por h o ra (y tam bién el consum o específico) es m ayor en la espe-

r e t t i,


E. B u r lé S. et al. / Consumo de oxígeno en Prisogaster.

95

Fig. 6 Relación entre el consumo de oxígeno y el peso seco del cuerpo en ejemplares agrupados de P risogaster niger.

cié 2 que en la especie 1, p ara pesos menores que el valor w ' indicado. Recíprocamente, la especie 2 ten d rá un consumo m enor que la especie 1, p ara valores del peso mayores que W .

El considerar consumo por unidad de peso, no soluciona este problem a al córa­ p a ra r ritm os respiratorios de especies distintas. Lo que sí puede afirm arse es que si se considera el peso prom edio en cada es-


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

96

CUADRO

1

RANGOS DE CONSUMO DE OXIGENO POR UNIDAD DE PESO Y DE TIEMPO EN 6 ESPECIES DE MOLUSCOS GASTROPODOS. Especie

Consumo de Oj (u l/g . hora)

. . + + +

Littorina irrorata .............................................. H aliotis tuberculata ........................................ Fissurella reticulata ...................................... Concholepas concholepas ............................. Murex b ra n d a ris................................................ Prisogaster niger ..............................................

+ .

Carm ona G h ir e t t i

(1970) (1966)

Temperatura (°C)

310 24—87 6—7 30.5—52 24—32 40—360

32 23 —

15

15

tintas en todos los casos. Además la am pli­ tu d del rango de consum o depende del in­ tervalo de pesos considerados. Por todo lo expuesto anteriorm ente, se estim a necesario uniform ar los m étodos de medición y análisis de datos p a ra realizar comparaciones válidas de ritm os resp irato­ rios que corresponden a especies diferen­ tes. 4. AGRADECIMIENTOS Agradecemos m uy sinceramente al Profesor NlB a h a m o n d e , por sus oportunos consejos y el tiempo dedicado a la revisión de este trabajo. Al señor J a i m e A r a v e n a , por su valiosa coopera­ ción en el análisis estadístico de los resultados. Al Doctor F e r n a n d o B ü c k l e y al Biólogo Marino E d u a r d o T a r i f e ñ o , por las amplias facilidades otor­ gadas para la realización de la parte experimental de este trabajo. baldo

Consumo de oxígeno de acuerdo con el peso en dos especies hipotéticas con distintos valores de b, re­ presentado en escala logarítmica doble.

pecie, el consumo prom edio de una de ellas puede ser igual o distinto al de la o tra espe­ cie. O sea, com parar el valor de Q obtenido para el peso promedio, considerando en cada caso las condiciones experimentales en que fue obtenido. Otro enfoque que perm ite una com para­ ción entre especies, es com parar los rangos de los consumos específicos. Desde este pun­ to de vista, los valores obtenidos para P. ni­ ger pueden ser com parados con los de otros moluscos gastrópodos al exam inar el Cua­ dro 1 . Los valores de este Cuadro deben ser com parados con precaución, considerando que las condiciones experimentales son dis­

5.

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MORFOMETRIA Y NICHO TROFICO DE COELORHYNCHUS PATAGONIAE GILBERT Y THOMPSON (Pisces: Macrouridae) F e d e r ic o P. O j e d a R. J u a n C a m u s Y . (* )

INTRODUCCION

(*)

nicho trófico que ocupa en las comunidades de fondo a que aparece asociada.

De las especies bento-demersales que ocupan el borde inferior de la plataform a ANTECEDENTES DE LA ESPECIE continental y p arte del talud, entre rangos de profundidad que se extienden entre los Referencias taxonómicas: 100 a los 600 m etros, se destaca como grupo Coelorhynchus (Parcimacrurus) patagoniae im portante los M acrouridae. E sta familia G i l b e r t y T h o m p s o n , 1916: 475 pl. 6 , fig. 2; se distingue p o r la diversidad de especies G i l b e r t y H u b b s , 1916: 144 (mención); N o r ­ que presenta (13 especies), por sus amplios m a n , 1937: 43 (mención); M a n n , 1954: 186 lím ites de distribución geográfica: Taltal a (mención); P e q u e ñ o , 1971: 274 (clave), 283Punta Arenas ( V i l l a l o b o s 1974, P e q u e ñ o 286 (descripción), figs. 8-9-10; V i l l a l o b o s , 1971) y po r su abundancia en las pescas de 1972 (m em oria); B a h a m o n d e y P e q u e ñ o , a rrastre de fondo. 1975 (cita). E ntre los M acrouridae, h asta ahora muy Localidad tipo: 48? 41’ S., 74? poco estudiados en su biología, resulta de 24' W., cerca de las Islas Wellington, Chile especial interés p o r su im portancia ecoló­ ( G i l b e r t y T h o m p s o n , op. c it.). gica Coelorhynchus patagoniae G i l b e r t y Distribución geográfica T h o m p s o n , especie que se ha encontrado en­ en Chile: Sur de Coquimbo y Los Vitre Coquimbo y Ancud ( P e q u e ñ o , op. cit.) y es muy abundante en las pescas de arras­ los. Frente a Valparaíso. E ntre San Antonio tre para Cervimunida johni, Pleuroncodes y Constitución. Noreste de la Isla Mocha. m onodon y Merluccius gayi en la zona cen­ N orte de Valdivia. Frente a Chiloé y Puerto Montt. Cerca de las Islas Wellington. ( V i ­ tral. l l a l o b o s , 1972; P e q u e ñ o , 1971). En este trab ajo se hace una revisión sis­ D e s c r ip c ió n : Hocico pequeño, tem ática de la especie, caracterizándola por algunos parám etros m erísticos y morfomé- ligeramente puntiagudo, llega al nivel del tricos, con el fin de confirm ar los datos en­ tercio superior de la órbita, narinas ovales y tregados po r otros autores y ap o rtar nuevos redondeadas con un área desnuda. Orbitas criterios taxonóm icos p ara su fácil discri­ grandes y circulares. Boca infera con comi­ minación entre los dem ás miem bros de la sura que llega al prim er tercio del ojo. familia. Ademas se hace el análisis de la alimentación de C. patagoniae, p ara determ inar el

(*)

L ab o rato rio de Ictiología eias. u n iv ersid ad de

(San A n to n io ), Facultad de Cien-

chile,

santiago.


100

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

Dientes del prem axilar y dentario dis­ puestos en bandas villiformes. Barbilla presente. Seis branquiostegales. Prim era aleta dorsal con dos espinas, la p ri­ m era pequeña y la segunda tan larga como los rayos que le siguen; am bas son de b o r­ des lisos. Segunda dorsal con rayos de me­ nor tam año que los de la anal. Inserción de la aleta pectoral anterior a la prim era dor­ sal. Aletas ventrales se inician antes de la segunda dorsal. Ano ju sto antes de la inser­ ción de la aleta anal. Escam as con series subparalelas de espínulas pequeñas. E n tre la dorsal y la línea lateral su núm ero varía de 6 a 10 espínulas en cada escama. Colo­ ración blanquecina en la cabeza y la cola; abdomen y bajo la dorsal de color azulado. En la cabeza se distinguen en form a m ar­ cada: crestas nasales, borde nasal lateral, borde parietal epiótico, borde pterótico, borde postorbital y borde infraorbital, el que se extiende h asta el preopérculo y está form ado po r varias series de escamas desde la m itad del ojo hacia atrás. ( V i l l a l o b o s , 1972; P e q u e ñ o , 1971; G i l b e r t y T h o m p s o n , 1916). MATERIALES Y METODO Se estudiaron 60 ejem plares de Coelorhynchus patagoniae provenientes de dos m uestras (una de 29 ejem plares y la o tra de 31), recolectadas en enero y mayo de 1976, respectivam ente. Ambas m uestras se obtuvieron al cap tu rar Pleuroncodes monodon en lances efectuados entre 180 y 200 m etros de profundidad con redes de a rra s­ tre de fondo, frente a M ataquito (35? S., 72? 30’ W .). Los ejem plares se fijaron en form alina al 10 % en agua de mar. E n el análisis de caracteres m erísticos se cuantificaron 3 de estos por recuento di­ recto. Con respecto a los caracteres morfom étricos, se m idieron 8 , m ediante pie de m etro e ictióm etro (precisión de 1 m m .). Se realizó además el control de peso total p ara todos los ejem plares en u n a balanza S a r t o r i u s (precisión de 0.1 g .). Con las m edidas obtenidas p ara los ca­ racteres m orfom étricos, se calcularon las medias, desviaciones estándar, coeficientes de variación y proporciones prom edio de la especie. Además se calcularon las regresio­

n e s p a r a a lg u n o s d e lo s c a r a c t e r e s q u e s e c o n s id e ra ro n m á s im p o rta n te s ; é s ta s fu e ro n h e c h a s p o r e l m é t o d o d e lo s m í n i m o s c u a ­ d r a d o s (S im p s o n e t. al. 1960). P a r a lo s c a ­ r a c te r e s m e r ís tic o s se c a lc u ló la fre c u e n c ia a b s o lu ta y p o r c e n tu a l c o n q u e se m a n if e s ­ ta b a la v a ria b ilid a d d e e s to s ra sg o s. S e d e ­ te rm in ó e l sex o p a r a c a d a e je m p la r m e d ia n ­ te e l m é t o d o v i s u a l d e g ó n a d a s , a d a p t a d o p a r a e s t a e s p e c ie ( A v i l é s y B a l b o n t í n ,

1970). En el laboratorio se efectuó la evisceración de los especímenes. Cada estóm ago se am arró p or sus extrem os y se le colocó un núm ero correlativo. Los estóm agos se so­ m etieron a control de peso, conservándolos en una mezcla de alcohol de 96 grados y form alina com ercial en p artes iguales, di­ luidos al 10%. Para el análisis del conteni­ do, se com binaron los m étodos N um érico y de Frecuencia de Item s observados ( B a h a m o n d e , 1954). RESULTADOS Caracteres morfométricos: P ara éstos, se eligieron ocho caracteres, los cuales se caracterizaron estadísticam ente (ver Cuadro 1). Se calcularon adem ás las proporciones prom edio p ara estos caracte­ res, las que se resum en en el Cuadro 2, en el que se ha calculado el p o rcentaje que representa cada carácter de la colum na con respecto a los caracteres de la fila. Las regresiones calculadas p a ra algunos de los caracteres m orfom étricos son las si­ guientes: Longitud Pre-Anal = 35.34 + 0.144 Lon­ gitud Total r = 0.66 (p < 0.01). Longitud Cabeza = 15.04 + 0.16 Lon­ gitud T otal r = 0.72 (p < 0.01). D iám etro Ojo = — 1.05 + 0.44 Longitud Cabeza r = 0.85 (p < 0.01). D istancia Pre-O rbitaria = 0.359 + 0.225 Longitud Cabeza r = 0.67 (p < 0.01). La curva de regresión calculada p a ra la relación talla-peso es la siguiente p a ra hem ­ b ras de C. patagoniae (n — 56). Peso = 3.93 . 10—3 X Long Total 174 r = 0.82 (p < 0 .0 1 ). Caracteres m e r í s t i c o s . En el Cuadro 3 aparece la frecuencia absoluta y porcentual p a ra los tres caracteres estu ­ diados.


Coelorhynchus patagoniae.

F . P. O je d a y J . C a m u s /

101

CUADRO PRINCIPALES PARAMETROS ESTADISTICOS CALCULADOS PARA C. PATAGONIAE (n = 60 EJEM­ PLARES) EN CM. Desviación estándar

Rango Carácter

Media

Coef. variabilidad °/o 12.46

Longitud Total ..................................................

284.6

181—350

35.46

Longitud Cabeza ................................................

60.1

47—71

5.61

9.34

Long. Pre-Anal ....................................................

76.4

58—90

7.94

10.40

Long. Pre-Dorsal ................................................

65.7

49—77

6.21

9.45

Distancia Pre-Orbital ........................................

13.9

10—18

1.91

13.76

Distancia Pre-Bucal ..........................................

15.2

11— 21

2.32

15.30

Diámetro Ojo ......................................................

15.1

18—31

2.44

9.73

38.1

29—50

5.11

13.40

Altura ....................................................................

C U A D R O

2

PROPORCIONES PROMEDIO DE C. PATAGONIAE. Long. Total Longitud Cabeza

Long. Pre-Anal Long.Pre-Dors. Long. Cabeza

..............................................

21.1

Long. Pre-Anal ....................................................

26.8

Long. Pre-Dorsal ................................................

23.1

86.1

Distancia Pre-Orbital ......................................

4.9

18.2

21.1

23.1

Dist. Pre-Bucal ....................................................

5.3

19.9

23.1

25.2

8.8

32.9

38.2

41.8

13.4

49.9

58.0

63.4

Diámetro Ojo ...................................................... Altura

....................................... ...... ........ - ......

78.7

91.3 ------

C U A D R O

------

3

DISTRIBUCION DE FRECUENCIA PARA TRES CARACTERES MERISTICOS DE C. PATAGONIAE. número de rayos 7

8

9

N” Aleta DORSAL (%)

-

N^ Aleta PECTORAL

N? Aleta PELVICA

60

_

-

{%) (%)

10

11

10 31 19 (16.7) (51.6) (31.7) — -

12

13

14

-

-

-

-

-

-

(100.0)

-

15 -

16 -

17 -

18 -

19 -

4(6 ■ 7)15(25.of1 (51.<5)? (11.7) -

-

-

-

-


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

102

C o m p o s i c i ó n d e s e x o s . De los ejem plares examinados: 1 era macho (1.7% del total); 56 hem bras (93.3%) y 3 no identificados (5.0%). A n á l i s i s de c o n t e n i d o es-

o m a c a 1 . De los 60 ejem plares eviscerados, 33 (55%) habían evertido s u ° st" ' mago a través de la boca, w « i * t a a d ^ l o que habían comido. De los 27 estóm agos restantes 2 estaban vacíos (3.3 /o). t

C U A D R O

4

CONTENIDO ESTOMACAL DE 25 EJEMPLARES DE C. PATAGONIAE.

N" de individuos

Items

% sobre total de individuos

N° de estó­ magos que lo contienen

% sobre el total de estómagos

CRUSTACEA — Euphausiacea Euphausia m ucronata —

112

18.9

18

72.0

92

15.5

18

72.0

223

37.6

18

72.0

24

4.0

3

12.0

10

1.7

6

24.0

2

0.3

2

8.0

13

2.2

6

24.0

33

5.6

12

48.0

84

14.2

22

88.0

Stomatopoda Plerygosquilla arm ata

— Amphipoda — Isopoda — Crustacea Decapoda Indeterminados Pleuroncodes monodon Cervimunida johni — Indeterminados POLYCHAETA — Nephtydae N ephtys ferruginea — Spionidae Paraprionospio pinnata

DISCUSION Del análisis de los caracteres morfométricos, se aprecia (Cuadro 1) que presentan amplios rangos de dispersión, p o r lo cual nuestra m uestra estaría probablem ente constituida por individuos de distintas cla­ ses de edad. Se encontró además que estos caracteres tenían coeficientes de variación similares, lo que perm itió asociar lineal­

m ente a cuatro de ellos entre sí. E n todos los casos se encontró un crecim iento isom è­ trico significativo y esto avalaría las p ro p o r­ ciones anatóm icas prom edio que aparecen en el Cuadro 2, las cuales podrían utilizarse con fines taxonómicos. La relación talla-peso determ inada en este trab ajo difiere de la entregada p o r P e ­ q u e ñ o ( 1 9 7 1 ) para la m ism a especie, en que la pendiente es m ucho m enor con nuestros


F. P. O je d a y J . C a m u s / Coelorliynchus patagoniae.

datos. Posiblem ente esto se deba a que la m uestra de P e q u e ñ o incluye ambos sexos. La gran cantidad de hem bras obtenidas por nosotros p odría atribuirse a una selec­ tividad en la utilización del habitat por p ar­ te de cada sexo, o a factores fisiológicos y conductuales relacionados con la reproduc­ ción. E sta situación debería confirm arse haciendo nuevos m uestreos en la zona, o utilizando tipos de redes con ab ertu ra más am plia que las em pleadas en nuestra colecta. Los datos obtenidos para los caracteres m erísticos concuerdan bastante bien con los entregados p o r V i l l a l o b o s (1974) y con los de la descripción original ( G i l b e r t y T h o m p s o n op. c it.). Los contenidos estomacales de los ejem ­ plares analizados están com puestos princi­ palm ente de Polychaeta (88 % ), Euphausiacea 72% ), Stom atopoda (72%) y Amphipoda (72%) y secundariam ente por Cervimunicla johni (24% ), Isopoda (12%) y Pleuroncocles m onodon (8 %). E sto hace ver que C. patagoniae se ali­ m enta esencialm ente de anim ales de fondo, aunque la presencia de eufáusidos y larvas de estom atópodos (que son pelágicos) su­ giere que C. patagoniae podría ascender pol­ la colum na de agua y p redar sobre ellos. Sin embargo, tam bién es posible que estos crustáceos hayan sido capturados cerca del piso subm arino, en algunas de sus m igra­ ciones verticales diurnas o nocturnas. Se constata adem ás la presencia de abundan­ tes granos de arena y piedras en 13 de los 25 estómagos analizados, hecho que apoya­ ría nuestra últim a proposición. Hay detalles anatóm icos de la cabeza que tam bién hacen pensar en adaptaciones a una form a de alim entación en el bentos: la boca es infera y la cabeza presenta nu­ m erosas estructuras óseas a la m anera de quillas, que le perm itirían a C. patagoniae rom per la colum na horizontal de agua faci­ litando así su desplazam iento a ras del piso marino. La prom inente nariz sería una estructu­ ra utilizada p ara escarbar, lo que daría cuenta de la gran cantidad de Paraprionospio pinnata, un poliqueto que vive en terra­ do en el fondo y de num erosos crustáceos no determ inados taxonóm icam ente (Cua­

103

d r o 4) y q u e c o n s t it u y e n la t íp i c a f a u n a d e a ren a . U n d e ta lle i n t e r e s a n t e d e la a li m e n t a ­ c ió n d e C. patagoniae e s q u e e je r c e b a j a p r e s i ó n p r e d a d o r a s o b r e P. monodon (8 % ) y lo s p o c o s e je m p la r e s d e e s t a e s p e c ie c o ­ r r e s p o n d e n a e s t a d i o s ju v e n ile s y e n g e n e ­ r a l d e p e q u e ñ o ta m a ñ o . E s t o ú l ti m o c o n ­ c u e r d a c o n lo s d a to s e n tr e g a d o s p o r C a m u s et. al. p a r a e s t a e s p e c ie ( c o m u n ic a c ió n p e r ­ s o n a l) e n e n e r o d e 1975 y e n e l q u e e llo s a d e m á s o b s e r v a n q u e n o h a y d if e r e n c ia s sig ­ n i f ic a tiv a s e n t r e la s d ie ta s d e m a c h o s y h em b ra s. C o m o c o n c lu s ió n , C. patagoniae e s u n p e z c a r n í v o r o b e n to - d e m e r s a l q u e u tiliz a r ía e l n ic h o tr ó f ic o d e c o n s u m id o r s e c u n d a r io c o n e s t r u c t u r a s a n a t ó m ic a s a d a p t a d a s a e se t ip o d e h a b it a t. AGRADECIMIENTOS Los aulores agradecen la colaboración en con­ sejos y bibliografía de Jos biólogos marinos A l e ­ j a n d r o Z u l e t a y S e r g io A v i l é s . También al pro­ fesor N ib a l d o B a h a m o n d e por su interés en discu­ tir algunos temas tratados en el presente trabajo, y al profesor N ic o l á s R o z b a c z y l o , que gentilmen­ te identificó los poliquetos proporcionándonos va­ liosos datos sobre ellos.

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104

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V il l a l o b o s .


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V A R IA C IO N GEOGRAFICA D E LA MORFOLOGIA D E N T A R IA E N S U B E S P E C IE S D EL G ENERO A K O D O N (Rodentia, Cricetidae) J o s é Y á ñ e z (* ) F a b iá n J a k s ic (* * )

INTRODUCCION Generalidades En un trab ajo anterior (no publicado) sugerim os la posibilidad que poblaciones de ratones de distintas localidades exhibieran diferencias en su longitud de arcada m olar ( l a m ) , aparejadas con alguna variable am ­ biental- Sobre la base de estos datos preli­ m inares, decidimos estudiar la variabilidad del carácter l a m y su relación con el tam a­ ño corporal a través de un rango geográfico extenso, utilizando p ara ello al Akodon oli­ váceas ( W a t e r h o u s e ) que resultaba ser un buen m aterial de trab ajo p o r su abundante diversificación subespecífica y am plia dis­ tribución a lo largo de Chile (Véase O s g o o d , 1943). En aquel estudio m ostram os que había diferencias en las longitudes corporales ( l c ) de las subespecies, las cuales se refle­ jaban proporcionalm ente en los respectivos l a m . Argum entando que el tam año de los ratones es u n carácter adaptativo, concluía­ mos que l a m tam bién lo era, p o r ser fun­ ción la l c , y p o r lo tanto esperábam os que estuviera regulado p o r selección natural. Sin em bargo, la ausencia de diferencias signifi­ cativas p a ra este carácter entre subespecies que vivían en m edios m uy distintos, estaba indicando que faltaba incluir algún otro pa­ rám etro p a ra d ar cuenta de los ajustes adaptativos de la capacidad m asticatoria de los A kodon a los diferentes habitats que ocu­ paban.

Dado que existen numerosos anteceden­ tes sobre la im portancia que la morfología dentaria tiene en la diversificación y deter­ minación específica de los roedores (De B l a s e y M a r t i n , 1974; H e r s h k o v i t z , 1962; R e i g , 1972; R e n s b e r g e r , 1975), pensamos en la posibilidad que este tipo de distinciones tam bién pudiera hacerse —aunque en m u­ cho m enor grado— a nivel subespecífico. A p a rtir de esta sugerencia, decidimos siste­ m atizar las diferencias morfológico-dentarias poblacionales que encontráram os, es­ perando que fueran susceptibles de ser aso­ ciadas a alguna variable am biental simple que a su vez contribuyera a dar explicación biológica al fenómeno de la adaptación mas­ ticatoria. Morfología dentaria Los molares de los roedores pueden te­ ner crecimiento continuo o definido. En el prim er caso se llam an hipsodontos, típicos de ratones de sabana, por ejemplo Octodon degus (M olina), que se alim enta de vege­ tales fibrosos, tales como gramíneas. En el segundo caso se tra ta de molares braquiodontos, y pueden ser cuspidados, como en Mus m usculus L., correspondiendo a ani­ males omnívoros, ó terraceados, como en los ratones que nos interesan (Akodon olivaceus ( W a t e r h o u s e ) y Akodon xanthorhinus ( W a t e r h o u s e ) , cuya alimentación es * Sección de Mamíferos, Museo Nacional Historia Natural. Casilla 787, Santiago de Chile. ** Laboratorio de Ecología, Universidad Católica. Casilla 114-D, Santiago de Chile.


106

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

p r in c ip a lm e n te d e s e m illa s y b r o te s ( H e r s h k o v i t z , 1962).

térm inos com parativos— una m ayor eficien­ cia del m olar en la m asticación ( R e n s b e r g e r , 1975). Por consiguiente, puede constituir un carácter adaptativo la posesión de un mayor núm ero de crestas en condiciones en que el ratón debe alim entarse de m ateriales más abrasivos, menos nutritivos o en el m e­ nor tiempo posible.

El m olar terraceado se distingue por te­ ner una cara oclusal plana y con crestas de esmalte hacia el lado lingual y unas pocas cúspides hacia el labial (en el m axilar, al revés en la m andíbula). Como en todos los m olares de herbívo­ ros, el esm alte presenta num erosos plegamientos que encierran la dentina y que a su OBJETIVOS vez son conglomerados y recubiertos p o r el Trabajarem os con taxa muy relaciona­ cemento. dos: Cuatro subespecies de Akodon olivá­ El cemento (de m aterial b lan d o ), al gas­ ceas, una de Akodon xanthorhinus y una tarse deja descubiertos los pliegues de es­ población cordillerana de A. olivaceus, cu­ malte que con el desgaste u lterior dan ori­ ya validez subespecífica estam os estudiando gen a las superficies duras y cortantes (cres­ y que por sim plicidad tratarem os como tal. tas) que son las unidades funcionales de la Por esta razón no esperam os grandes inno­ masticación, a través de la fricción con vaciones en sus hábitos alim entarios, de m a­ aquéllas de los molares contrapuestos y del nera que podemos considerar que un buen alimento que muelen ( D e B l a s e y M a r t i n , elemento de especialización a los distintos 1974). hábitats en que viven estas poblaciones Puesto que es la cresta de esm alte (o fle- (Cuadro 1), lo constituirá el núm ero de flexu s), la que impide que el diente se gaste ru s de esm alte de las coronas m olares. El rápidam ente, es razonable pensar que una núm ero de flexus variará, hipotéticam ente, m ayor cantidad de flexus determ inará un con los cambios latitudinales que se den en desgaste proporcionalm ente m enor y —en los hábitos alim entarios de estos anim ales. CUADRO

1

DISTRIBUCION GEOGRAFICA DE LAS SUBESPECIES ESTUDIADAS (Según Mann, 1964; Véase Osgood, 1943, para otra clasificación faunística) Subespecies de Akodon olivaceus "lagunillas” m ochae brachiotis beatus canescens

Distrito biogeográfico (comunidad) sabana cordillera selva de isla selva continental estepa estepa

Basados en la hipótesis enunciada, in­ tentarem os detectar diferencias en el núm e­ ro de flexus entre las subespecies de Ako­ don, lo que jun to con el LAM servirá para obtener una estim ación de la densidad de crestas (núm ero de crestas/LA M ), y de aquí un índice de la resistencia al desgaste, para finalm ente relacionar esta m edida de efi­ ciencia con algún parám etro am biental señalable.

Procedencia de la muestra (localidad) Santiago San José de Maipo Isla Mocha Osorno Puerto Aisén Puerto Nuevo (Tierra del Fuego)

MATERIALES Y METODOS Generalidades En la figura 1 (inferior) aparece una vista oclusal del patrón conjunto de una fila superior derecha de m olares (RM *, 2, 3) que reúnen toda la variabilidad de crestas dentarias de los taxa tratados. Sólo en una de las subespecies estudiadas aparece este patrón completo: Akodon xanthorhinus ca-


J. Y a ñ e z y F. J a k s i c . / M o r f o lo g ía d e n t a r i a d e A kodon

«\.v.c«uk

*»*>tkorhini>s

FIG. 1: Variación y nom enclatura simplificada deí patrón oclusal de RM ',2,3. 1. Metaflexus; 2. Paraflexus; 3. Mesoflexus; 4. Posteroflexus; 5. Parafléxulo; 6. Anteroflexus; 7. Hipoflexus; 8. Protoflexus.

nescens (xanthorhinus de ahora en adelan­ te) , en tan to que los demás ocupan posicio­ nes interm edias en cuanto a la frecuencia de flexus presentes, siendo Akodon o. oliva­ ceus (olivaceus de ahora en adelante), el taxón con el p atró n más simple (Figura 1, su p erio r), razón por la cual lo elegimos como referencia en este trabajo. En am bos dibujos, sólo figuran los nom­ bres de los flexus y fléxulos, puesto que son las unidades funcionales de m asticación cu­ ya variabilidad estudiarem os, en tanto que om itim os aquellos de los conos, cónulos, es­ tilos, lofos y lófulos, por razones de simpli­ cidad y porque no m uestran una variación interpoblacional evidente. Las crestas de esm alte fueron num era­ das según aparecen en la figura 1 , cuidando de m antener el m ism o dígito p ara los carac­ teres homólogos en cada uno de los tres m o­ lares. En cuanto a la nom enclatura hemos pre­ ferido la de R e i g (1972) p o r sobre la de H e r s h k o v i t z (1962), ya que la prim era per­ mite una ubicación más fácil en la topogra­ fía dentaria. Mapeo de los m olares y tabulación Basándonos en las colecciones y libros de registro de la Corporación Nacional Fo­ restal y propios, seleccionamos 64 cráneos de las subespecies en estudio (23 olivaceus, 12 "lagunillas”, 6 mochae, 6 beatas, 9 brachiotis, 8 xanthorhinus) correspondien­ tes a las clases de edad juvenil y adulta en igual proporción. Omitimos a los indivi­

107

duos viejos, porque el examen visual nos m ostró que el consiguiente desgaste borra­ ba todo vestigio de flexus de esmalte. La observación del patrón oclusal la rea­ lizamos^ mediante un microscopio estereos­ cópico "Spencer” a 25 aumentos. Esta vista de los molares se mapeó en papel milimetrado, con el objeto de m antener las pro­ porciones, ya que no contábam os con una cám ara clara. Para efectuar el análisis cuantitativo, una vez dibujadas todas las arcadas mola­ res derechas, procedimos a tabular la pre­ sencia o ausencia de flexus para cada molar separadam ente, y por últim o determinamos la frecuencia de crestas en todas las subes­ pecies examinadas (véase Cuadro 2). Tratam iento estadístico Dado que olivaceus constituye nues­ tra referencia, todos los contrastes de fre­ cuencia se hicieron con respecto a él, con­ feccionando tablas de contingencia de 2 x 2 en que determ inábam os la significatividad de las diferencias en cuanto a presencia o ausencia de cada carácter por medio de una nrueba de chi cuadrado con corrección de Y a t e s ( S c h e f l e r , 1969). RESULTADOS La frecuencia de vistas molares en todas las subespecies examinadas aparecen en el Cuadro 2. Aún cuando hay caracteres muy constan­ tes en todos los molares de las distintas sub­ especies (Ci : M etaflexus), hay otros que m uestran gran variabilidad interpoblacio­ nal. Estos últim os son los que interesan en estudios comparativos. En el Cuadro 3 se m uestran las comparaciones ya referidas, en térm inos de frecuencia. Sólo aparecen aque­ llas que son significativas. En general, se aprecia que todas las sub­ especies aum entan la frecuencia de sus ca­ racteres en un rango que va desde 1.4 hasta 17.4 veces la referencia (M2 Cs para "lagu­ nillas” y ]\J3 C4 para xanthorhinus, respec­ tivamente) . Si ahora contabilizamos la cantidad de caracteres por los cuales se diferencian sig­ nificativamente las subespecies con respec­ to a olivaceus, obtenemos el siguiente pa-


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

108

CUADRO

2

FRECUENCIA DE FLEXUS DENTARIOS PARA CADA SUBESPECIE (1 significa presencia en todos los ejemplares, 0 en ninguno)

3er. Molar

CARACTERES

2? Molar

1

2

3

4

1

2

3

4

5

Subespecies olivaceus

(n=26)

1

0.36

0

0.05

1

0.95

0.26

0.34

0.74

"lagunillas”

(n=12)

1

0.91

0.08

0.25

1

0.83

0.58

0.50

1

mochae

(n = 6)

1

0.17

0

0.17

1

1

0

0.17

0.17

brachiotis

(n = 9)

1

1

0.11

0.11

1

1

0.77

0.77

0.88

1

1

0.87

1

beatus

(n = 6)

1

1

0

0

1

1

0.50

xanthorhinus

(n = 8)

1

0.87

0.37

0.87

1

0.87

1

1er. Molar

CARACTERES

1

2

3

4

5

6

0.13

0.74

0.78

Subespecies olivaceus

(n = 26)

1

1

0

"lagunillas"

(n = 12)

1

1

0.42

0.67

0.75

0.83

0.83

0.83

mochae

(n = 6)

1

1

0.17

0.83

brachiotis

(n = 9)

1

1

0.33

0.44

1

0.88

beatus

(n = 6)

1

1

0,50

1

1

0.83

xanthorhinus

(n = 8)

1

1

0.25

0.50

1

0.87

noram a: "lagunillas”, 4; mochae, 1; brachiotis, 2; beatus, 3; y xanthorhinus, 5 crestas m ás que la referencia, respectivam ente. Sin embargo, m ás representativo que las diferencias acum uladas podría ser la densidad de crestas en los m olares; por lo cual dividiremos p o r los respectivos la m , el número de crestas dentarias m ás uno de cada

subespecie (ésto p a ra evitar que olivaceus quede con densidad cero), A esta densidad dentaria la lla m a r em o s Indice de R esistencia D entaria ( ir d ), debido a la propiedad m ás evidente que tiene una m a y o r cantidad relativa de flexus de esm alte. (Véase Cuadro 4) ■


J . Y á ñ e z y F . J a k s ic . / M o r f o lo g ía d e n t a r i a d e

Akodon

CUADRO

109

3

DIFERENCIAS DENTARIAS ENTRE DISTINTAS SUBESPECIES Y LA REFERENCIA (Akodon olivaceus olivaceus) Subespecies en comparación

Frecuencia

P

paraflexus (Ca)

0.36/0.91

< 0.005

olivaceu s/brachiotis

paraflexus (C,)

0.36/1

< 0.005

olivaceu s/beatus

paraflexus (C,)

0.36/1

< 0.005

olivaceus/xanthorhinus

paraflexus (C2)

0.36/0.87

< 0.025

posteroflexus (C4)

0.05/0.87

< 0.005

Carácter

3er. Molar olivaceus/" lagunillas” olivaceus/ mocnae

2i Molar parafléxulo (Cs)

0.74/1

< 0.05

olivaceu s/brachiotis

mesoflexus (C,)

0.26/0.77

< 0.01

olivaceu s/beatus

posteroflexus (C4)

0.34/1

< 0.01

olivaceus/xanthorhinus

m esoflexus (C3)

0.26/1

< 0.005

posteroflexus (C4)

0.34/0.87

< 0.01

posteroflexus (C4)

0.13/0.67

< 0.005

m esoflexus (C3)

0.00/0.42

< 0.005

posteroflexus (C4)

0.13/0.83

< 0.01

olivaceu s/beatus

posteroflexus (C4)

0.13/1

< 0.01

olivaceus/xanthorhinus

posteroflexus (C4)

0.13/0.50

< 0.01

oZtvacens/"lagunillas” olivaceus/m ochae

1er. Molar olivaceus/"lagunil\as"

olivaceus/m ochae olivaceu s/brachiotis


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

110

C UADR O

4

CALCULO DEL INDICE DE RESISTENCIA DENTARIA (IRD) PARA LAS DISTINTAS SUBESPECIES

Subespecies olivaceus "lagunillas” mochae brachiotis beatus xanthorhinus

LAM (mm.) 4.0 4.0 3.8 3.6 3.4 3.4

N? crestas esmalte 1 5 2 3 4 6

En el Cuadro 4 aparece la latitud repre­ sentativa de cada subespecie, determ inada según el lugar de procedencia (localidad) de nuestros ejem plares. Prescindiendo de “lagunillas”, que es un ratón de cordillera (2.300 m. s. n. m .), todos los demás son de tierras bajas y m uestran una clara tendencia al aum ento del i r d con el incremento en latitud. Al graficar latitud vs. ir d (figura 2) las coordenadas quedan representadas por una línea de regresión (método de los mínimos cuadrados), donde la densidad de crestas varía proporcionalm ente con la latitud, sin considerar a “lagunillas”, que cae fuera de cualquier expectativa de cambio lineal en los térm inos propuestos. La pregunta que surge entonces es: ¿Qué variable am biental que nos perm ita explicar el increm ento del ird , covaría con la latitud?, o más exactamente, ¿qué varia­ ble am biental nos perm itiría incluir a "la­ gunillas” dentro de una variación lineal? Aunque probablem ente existen muchos parám etros que cam bian con la latitud, el

IRD

2/ 3/ 4/ 6/

1/4 5/4 3.8 3.6 3.4 3.4

= = = = = =

localidad 0.250 1.250 0.526 0.833 1.176 1.765

latitud Sur

Santiago San José de Maipo Isla Mocha Osorno Puerto Aisén Pto. Nuevo (Tierra del Fuego)

caso de “lagunillas” vino a estrechar sustan­ cialm ente el espectro de posibilidades, pues­ to que nos enfrenta a las siguientes conside­ raciones: 1)

“lagunillas” se encuentra en la m ism a latitud que olivaceus, sin em bargo tiene un índice equivalente al de beatus, de mucho más al sur.

2) La diferencia entre olivaceus y "laguni­ llas”, por lo tanto, debería estar dada por alguna situación determ inada p o r la altu ra (A = 1.800 m .). ¿En qué parám etro ecológico estará la equivalencia entre beatus y "lagunillas” en cuanto a i r d ? N osotros pensam os que en la tem p eratura am biental. Para com pro­ b a r esta proposición, obtuvim os los datos de tem peraturas m edias anuales para las lo­ calidades de extracción de las subespecies e n estudio ( H a j e t c y d i C a s t r i , 1975). Véa­ se Cuadro 5. C U A D R O

lASuni»js

IR D --2 .0 9 *0 .0 7 0 ^ lat r >0.991 p<0.01 la Q u n iü a s no c o n s id e r a d o .

5

Resumen de IRD y temperatura media anual en la localidad de colecta de las subespecies en estudio Subespecies

FIG. 2: Variación del IRD con la latitud . N ótese el mal ajuste de "lagunillas” a la línea de regresión.

32? 32? 38? 43? 46? 54?

olivaceus “lagunillas” m ochae brachiotis beatus xanthorhinus

IRD 0.250 1.250 0.526 0.833 1.176 1.765

Temp. media anual (?C) 13.8 9.5 12.7 12.5 9.0 6.7


.1. Yáñhz y F. Jaksic. / M orfología dentaria de Akodon

Si graficam os tem p eratu ra versus ird, obtenem os las coordenadas de la figura 3 , en donde se aprecia que ‘‘lagunillas” calza perfectam ente entre los puntos de la linea de regresión obtenidos sin considerarlo, por lo que concluim os que la tem peratura —di­ recta o indirectam ente— es un factor im ­ portante en la determ inación del aum ento de la densidad efectiva de crestas dentarias.

FIG. 3: Variación del IRD con la temperatura. N ótese el buen ajuste de "lagunillas'' a la línea de regresión en contraste con el de la figura 2.

DISCUSION Conociendo el increm ento de la densidad de crestas con respecto a la dism inución de la tem peratura, parece lógico establecer una asociación con la dureza o abrasividad de los vegetales. Si la vegetación de las regio­ nes más frías fuera m ás dura, produciría mayor desgaste de las coronas dentarias, por lo que sería altam ente adaptativo para las poblaciones sureñas la posesión de una mayor cantidad de flexus de esmalte, con el consiguiente desgaste más lento del molar. Sin embargo, no tenem os datos que nos per­ m itan afirm ar la hipótesis del aum ento de la abrasividad de las plantas con la latitud o la altura, por lo que debemos buscar otro tipo de argum ento. Para este efecto, será necesario volver a los resultados entregados por nuestro tra ­ bajo anterio r (no publicado) en que se lla­ m aba la atención sobre el hecho que las poblaciones de m ás al sur eran decidi­ dam ente de m enor longitud corporal que las de la zona central. Esto tiene sentido si recordam os la regla conjunta de A l l e n B e r c m a n —"Las extrem idades de los m amí­

111

feros, tales como patas, orejas, cola y hoci­ co, tienden a reducirse, a la vez que la con­ figuración corporal adquiere una form a más redondeada desde el norte hacia el sur y desde tierras bajas hacia altas”— que habla de estrategias anatómicas para minimizar las superficies de pérdida calórica por uni­ dad de volumen. De acuerdo con esta regla, la interpreta­ ción del fenómeno que presentan los Ako­ don sería la siguiente: Las subespecies de más al sur, al adquirir configuraciones cor­ porales más redondeadas (según hace pen­ sar el decrecimiento en longitud corporal), estarían disminuyendo las dimensiones de todas sus partes anatómicas más expuestas, entre ellas la del hocico, situación que re­ dundaría en un acortam iento general de la cabeza. Según lo dem ostrado por algunos autores ( G r e e n y J a m e s o n , 1975: P é f a u r , O r r e g o , S e p ú l v e d a , 1970; R o b i n s o n y H o f f m a n n , 1975), es un hecho que todas las di­ mensiones lineales del cráneo en vertebra­ dos están altam ente correlacionadas, lo que sugiere que una disminución de la longitud de la porción rostral determ inaría un decre­ cimiento proporcional en el largo de la fila de molares. De aquí podemos concluir que l a m me­ nores de las poblaciones sureñas se debe­ rían a una modulación de las proporciones corporales con las condiciones de menor tem peratura en que se desenvuelven. La de­ m ostración de esta suposición estará dada por un análisis de la variación de los apén­ dices de estos ratones en el gradiente térm i­ co que nos ocupa, estudio que en estos mo­ mentos recién comienza. La explicación al incremento de crestas dentarias, por lo tanto, exigiría reconocer que la disminución del l a m a consecuen­ cias del acortam iento del rostro implica una m enor eficiencia m asticatoria, que debe compensarse de alguna forma para perm itir la sobrevivencia de estos ratones en regio­ nes frías. N uestra proposición es que la compensación está sum inistrada por el in­ crem ento de las frecuencias relativas de crestas dentarias. Hay un solo hecho que no calza con el argum ento propuesto, y es que "lagunillas”, aun cuando tiene m enor tamaño, posee un lam indistinguible del de la subespecie d<= tierras bajas (olivaceus), lo que significa que aquella "subespecie” no ha acortado su


112

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

rostro, según lo esperado. De todas m aneras, esta situación debe tom arse con cautela puesto que hemos sobresim plificado la con­ dición en que vive el rató n cordillerano, al considerar como única variación significa­ tiva de su am biente la determ inada p o r la tem peratura. Hay que recordar adem ás, que el alto ird y gran LAM de este rató n nos está indicando que es el que posee una den­ tadura relativam ente m ás eficiente que las restantes subespecies, lo cual indicaría que sus diferencias de dieta alim enticia no se­ rían triviales en térm inos com parativos. AGRADECIMIENTOS Los autores agradecen a los Dres. E duardo F u e n t e s , J a im e P éfa u r y A n g e l S potorno , quienes nos suministraron datos necesarios para nuestra investigación, literatura difícil de obtener en el país, y principalmente estím ulo para emprender este estudio de Sistemática. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS B lase , A. F . de y R . E . M a r t in

1974 A Manual of Mammalogy. Capítulo 3. WM. C. Brown Co. Publishers, New York. 329 pp. G r e e n , A. y D. L. J a m eso n

. 1975 An evaluation of the zygomatic arch for se­ parating juvenile from adult cottons rats (Sigm odon hispidus). J. Mamm., 56: 534-535. H a j e k E . y F . d i C a str i

1975 Bioclimatología de Chile. Pub. V.R.A. Univ. Católica de Chile, Santiago. 223 pp.

H e r s h k o v it z , P.

1962 Evolution of Neotropical cricetine rodents (Muridae) with special reference to the phyllotine group. Fieldiana: zoology. Vol 46. 524 páginas. M a n n , G. 1964 Compendio de Zoologia: Ecologia y Biogeografia. Centro Invest. Zool. Universidad de Chile, N? 3, 66 pp. O sgood, W. H . 1943 The m am mals of Chile. Field Mus. Nat. Hist., Zool. Ser„ 30 1-268. P £ fa u r , J . E., C. O rrego y F. S epulveda 1970 Biometria de los sapos chilenos del genero Bufo. Bol. Mus. Nac. Hist. Nat. (Chile), 31: 257-274. R e ig , 0 . A.

1972 Evolutionary relationships in South Ameri­ can Cricetid rodents. Ph. D. Thesis, Universi­ ty College, Londres. R en sb er g eu , J . M i

1975 Fuction in the cheek teeth evolution o f som e hypsodont geom yoid rodents. J . Paleontol., 49: 10-22. R o b in s o n , J . W. y R . S . H o f f m a n n 1975 Geographical and interespecific cranial varation in big-eared ground squirrels (Sperm oph ilu s): A m ultivariate study. Syst. Zool., 24: 79-88. S c h e f l e r , W. C. 1969 Statistics for the biological sciences. Addison-Wesley Publishing Co., Inc., New York. 231 pp.


Bol. Mus. Nac. Hist. Nat. Chile, 35: 113-120, (1977).

V A R IA C IO N

CON

LA

EDAD

EN

ALGUNOS

C A R A C T E R E S M O R F O L O G IC O S D E T R E S P O B L A C IO N E S D E

AKO DON OLIVACEUS (Rodentia, Cricetidae) J osé Y á ñez (*) F a b iá n J a k s ió (**)

INTRODUCCION Obviamente los animales juveniles de una población difieren de sus respectivos adultos en una variedad de caracteres cuantitativos p. ej.: tamaño corporal) y cualitativos (p. ej.: color del pelaje). Por esta razón, se debe ser muy cuidadoso al comparar muestras en­ tre localidades geográficas, ya que una com­ binación distinta de las proporciones de indi­ viduos jóvenes y adultos puede llevar a de­ tectar diferencias significativas entre pobla­ ciones, cuando de hecho no las hay (J olicoeur y M o s im a n n , 1960). Esto puede conducir a la aceptación o rechazo sin fun­ damento de la hipótesis del investigador, o determinar decisiones taxonómicas erróneas (véase discusión de algunos "tipos” de P h i ­ l i p p i en O sgood , 1943), o falsear arreglos sis­ temáticos basados en caracteres morfoló­ gicos. Este último punto es el que más nos in­ teresa, y tiene que ver principalmente con la detección de tendencias morfométricas geográficas (Y á ñ ez y J a k s ió , 1977; S c h m i d l y , 1973) o no-geográficas (R o b b in s , 1973), es decir, con clines ó variabilidad intrapoblacional. Es claro que antes de hacer un estudio de caracteres clinales, deben estandarizarse las muestras de acuerdo a algún criterio que evite el viciamiento ya discutido. Una de las maneras más rigurosas de hacer esto, es se­ parar las poblaciones en submuestras que agrupen individuos de la misma edad rela­ 9. MUSEO Nt 35

tiva ( P earson , 1975; R o b b in s , op. cit.) y pos­ teriormente contrastar los pares homólogos que interesen. Sin embargo, este sistema, aunque de alto valor informativo, es exage­ radamente laborioso y por lo tanto hay que utilizar algún método más práctico de homogeneizar las comparaciones. Nosotros proponemos separar las mues­ tras exclusivamente entre adultos y ju­ veniles, de acuerdo a su estado reproductivo; es decir, considerar adulto a aquel animal que está reproduciéndose o se ha reprodu­ cido. En las hembras esto se detecta por la presencia de vagina perforada, de embrio­ nes en el oviducto, de leche en las mamas, o de cicatrices uterinas; y en machos, por la disposición (abdominales, escrotales), ta­ maño y color de los testículos (D e B lase y M a r t in , 1974; H all , 1962). Por complementación, los juveniles carecen de los atri­ butos mencionados, y esto permite distin­ guirlos. Todos estos datos son usualmente anota­ dos en los libros de registro de colección y en base a ellos es fácil separar las dos cla­ ses de edad, así que nuestro método; si bien pierde información sobre las etapas inter­ medias y ulteriores de la cronología de los ratones, resulta sumamente expedito y eco­ nómico en consumo de tiempo. Como esta determinación del estado re­ productivo se hace independientemente ( *) Sección de Mamíferos. Museo Nacional Historia Natural. Casilla 787, Santiago de Chile. (**) Laboratorio de Ecología, Universidad Católica. Casilla 114~D, Santiago de Chile.


114

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

de las dimensiones del anim al podemos entonces hacer inferencias sobre la clase de edad a que pertenece un individuo, basados en uno o varios caracteres, si conocemos el intervalo de confianza en torno a las medias respectivas calculadas con nuestra m uestra. En resum en, harem os un estudio descrip­ tivo de la variación con la edad de varios caracteres corporales, craneanos y dentarios de uso corriente en mastozoología. Para es­ te objeto hemos escogido tres poblaciones de Akodon olivaceus, que provienen de dis­ tintas regiones del país, p ara las cuales p re­ tendemos establecer rasgos m orfom étricos diagnósticos que perm itan determ inar con la confiabilidád usual la clase de edad a la cual pertenece un individuo o grupo de in­ dividuos dado.

m en to s), y un índice que com bina las dos anteriores. Determinamos dos clases de edad: jóve­ nes y adultos, basados estrictam ente en la descripción de su estado reproductivo, se­ gún constaba en los registros. El tratam iento estadístico lo hicim os se­ paradam ente para cada población. Com para­ mos las m edias entre jóvenes y adultos pa­ ra cada uno de los 10 caracteres tratados, m ediante una prueba " t ” de S t u d e n t con varianza ponderada ( S c h e f l e r , 1969; S im p SON et al., 1960). Los valores así obtenidos los contrastam os con la tabla correspon­ diente del libro de S n e d e c o r y C o c h r a n (1967). Además calculamos el intervalo de confianza al 95°/o para el e rro r están d ar de la media. ( S c h e f f l e r , op. cit.; S im p s o n et al., op. cit.).

MATERIALES Y METODOS

Descripción de los caracteres Longitud corpoíal (L C) : desde el extre­ mo del hocico hasta la inserción de la cola. Longitud de la cola (L c) : desde su base h asta su extremo. Longitud de la p ata (L P) : desde la articu ­ lación proxim al del tarso h asta el extre­ mo de la uña m ás distal. Longitud de la oreja (L O): desde el no­ dulo hasta la porción m ás distai del pabellón auricular.

De las tres poblaciones que utilizamos, una corresponde a la subespecie Akodon olivaceus brachiotis y las otras dos a la sub­ especie A. o. olivaceus (Según O s g o o d , 1943). Estas dos últimas, las diferenciamos por su origen: una proviene del valle central (menos de 1.000 m s n m) y la otra, de al­ turas superiores a los 2.300 m s n m, tam ­ bién de la zona Central. La razón p ara sepa­ ra r estas m uestras fue la evidencia que te­ níamos de sus diferencias dentarias (Y á ñ e z y. J á k s íc , 1977) y la expectativa de algunas otras. r.. N uestros,datos los obtuvim os de las co­ lecciones de la Corporación Nacional Fores­ tal; del Profesor A n g e l S p o t o r n q (deposi­ tada en el Dep. de Biol. Celular y Genética, Sede Norte, U. de Chile, S tgo.); de la Sec­ ción .deu Mamíferos, del B ritish Museum (Londres, Inglaterra) ; y propia (deposita­ da en la Sección de Mamíferos del Museo Nacional de H istoria N atural; Santiago, Chile). . . . . . . Tomamos tres tipos de medidas, que de­ tallam os más adelante: 1. Corporales, en mm, obtenidas de los libros de registro respectivos. 2. Craneanas, en mm, m edidas con pie de m etro (precisión: 0.1 mm). 3. Dentarias, úna m étrica (en m m ) , una m erística (por conteo directo m ediante mi­ croscopio estéoreoscópico Spencer, 25 au­

Longitud basilar del cráneo, sin nasales (L B S N) : m áxim a longitud desde la b a­ se del occipital h asta la base de los inci­ sivos superiores. Estim ación ro stral (E R) : longitud des­ de la base de la cara an terio r del prim er m olar hasta, la base de los incisivos su­ periores. Ancho del arco zigomàtico (A A Z) : máxi­ m a anchura del cráneo á nivel del arco zigomàtico. Longitud de l a arcada m olar (L A M) : lon­ gitud de la fila de m olares superior de­ recha, m edida a nivel de la corona. Núm ero de flexus externos (N? F L X) : Re­ gistro de presencia de m eta, para, meso, nostero y anteroflexus en cada uno de los m olares de la fila superior derecha, fpara nom enclatura e ilu stra c io n e s: Y á ñ e z y J a k s ic , 1977; R eig , 1972).


J . YAñ e z y F. J a k s ic / Variación en caracteres m orfológicos d e

CUADRO

Akodon

115

1

VARIACION CON LA EDAD DE 10 CARACTERES EN: AKODON OLIVACEUS BRACHIOTIS

Carácter

Jóvenes

Adultos

P

Ut tP

L C

84.84 (19) (80.96 — 88.72)

98.87 (68) (96.01 — 99.73)

6.422

< 0.001

c

68.42 (19) (65.58 — 71.26)

76.13 (68) (74.93 — 77.33)

3.442

< 0.001

L P

20.89 (19) (20.09 — 21.69)

25.57 (68) . (21.35 — 21.79)

2.302

< 0.025

L 0

14.47 (10) (13.87 — 15.07)

15.54 (68) (15.28 — 15.80)

3.738

< 0.001

L B S N

22.88 (5) (22.46 — 23.30)

23.98 (20) (23.70 — 24.26)

3.636

< 0.005

E R

7.24 (5) (7.06 — 7.42)

7.54 (27) (7.40 4-r r 7.68)

1.839

>

AA Z

11.70 (5) (11.60 — 11.80)

12.09 (18) (11.99 — 12.19)

3.934

< 0.001

L A M

3.49 (9) (3.39 3.59)

3.54 (37) (3.50 — 3.58)

0.944

>

N° F L X

10.20 (5) (9.22 — 11.18)

6.38 (8) (5.32 — 7.44)

4.873

< 0.001

IR D a

2.98 (5) (2.72 — 3.24)

1.89 (8) (1.57 — 2.21)

4.816

< 0.001

L

Indice autónom o de resistencia dentaria (I R D a ) : cuociente entre el núm ero de flexus externos y la longitud de arcada m olar de cada espécimen. , , ", . Procedencia geográfica de la m uestra (por provincia) Véase la conversión a Regiones y provin­ cias actuales en los m apas ad hoc. E n tre paréntesis el núm ero m uestral.

A.o. brachiotis:

0.05

0.20

Chiloé (75); Osorno (7); Malleco (5) ; total: 87.

A.o. olivaceus-\alie: Maulé (1) ; Talca (17); Colchagua (2); Santiago (10); Valparaíso (33 ). Aconcagua (3); Coquimbo (25); total: 91. A.o. olivaceus-altura:

Talca (1); Santiago (54); total: 55.

RESULTADOS En los cuadros 1, 2 y 3 se resum en la medida. el núm ero m uestreal (paréntesis al Iado de la media) y el intervalo al 95% de confianza p ara el e rro r de la m edia (parén-

tesis bajo la m edia). Las siglas corresponden a los caracteres m encionados en la sección anterior,


116

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

CUADRO 2 VARIACION CON LA EDAD DE 10 CARACTERES EN: AKODON OLIVACEUS OLIVACEUS DEL VALLE

Carácter

Jóvenes

Adultos

“t”

P

L C

97.14 (37) (94.42 — 99.86)

102.60 (45) (10032 — 104.88)

3.095

< 0.005

L c

63.33 (36) (61.83 — 64.83)

67.84 (44) (66.34 — 69.34)

4.223

< 0.001

L P

21.70 (37) (21.26 — 22.14)

22.11 (45) (21.73 — 22.49)

1.435

>

L O

15.35 (37) (14.63 — 16.07)

17.64 (45) (17.16 — 18.12)

5.380

< 0.001

L B s N

24.58 (4) (24.41 25.02)

24.99 (7) (24.33 — 25.65)

0.856

>

E R

7-65 (25) (7.41 — 7.89)

8.09 (20) (7.89 — 8.29)

2.692

< 0.025

A A z

12.58 (8) (12.16 — 13.00)

13.66 (14) (13.46 — 13.86)

5.309

< 0 001

LAM

3.79 (27) (3.71 — 3.87)

4.00 (32) (3.94 — 4.06)

4.370

< 0.001

N? F L X

7.45 (11) (6.47 — 8.43)

4.88 (17) (4.40 — 5.36)

5.209

< 0.001

1RDa

L92 (11) (1.66 — 2.18)

1.29 (13) (1.19 — 1.39)

4.821

< 0.001

0.10

0.40


J. YAnez y F. Jak sic / Variación en caracteres m orfológicos de Akodon

117

CUADRO 3 VARIACION CON LA EDAD D E . 0 f ™ C ™ K B N : AKODON OLIVACEUS

Carácter

Jóvenes

Adultos

P

L C

89.14 (42) (87.16 — 91.12)

104.62 (13) (101.74 — 107.50)

7.942

< 0.001

L

c

63.71 (42) (62.07 — 65.35)

69.62 (13) (66.78 — 72.46)

3.537

< 0.001

L P

22.14 (42) (21.80 — 22.48)

22.54 (13) (21.88 — 23.20)

1.129

>

LO

15.40 (42) (15.08 — 15.72)

16.31 (13) (16.05 — 16.57)

3.126

< 0.005

L B S N

23.70 (21) (23.28 — 24.12)

25.83 (10) (25.49 — 26.17)

6.402

< 0.001

E R

7.51 (25) (3.33 — 7.69)

8.52 (11) (8.28 — 8.76)

6.629

< 0.001

A A Z

12.50 (22) (12.26 — 12.74)

13.59 (8) (13.43 — 13.75)

5.029

< 0.001

L A M

3.94 (25) (3.88 — 4.00)

4.06 (11) (3.96 — 4.16)

2.290

<

N? F L X

10.71 (28) (10.39 — 11.03)

6.50 (12) (5.62 — 7.38)

11.267

< 0.001

XR D a

2.71 (25) (2.61 — 2.81)

1.55 (10) (1.31 — 1.79)

10.616

< 0.001

El drástico decrecim iento del núm ero de flexus externos en los m olares de A. o. olivaceus — altura, unido a la excepcional calidad de la m uestra (proveniente de u n tram peo intensivo de 5 días en la localidad de "Lagunillas") nos llevaron a hacer un

0.20

0.05

análisis más fino de la situación, para de­ term inar qué flexus desaparecían. Nuestros resultados aparecen en el Cuadro 4. (Detalles de nom enclatura en Y á ñ e z y J a k s i¿ , 1977).


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

118

CUADRO 4

VARIACION CON LA EDAD DEL PATRON OCLUSAL EN AKODON OLIVACEUS OL1VACEUS DE ALTURA.

Cáracter

Frecuencia en Jóvenes

Frecuencia en Adultos

(frecuencia/n- total = 28)

(frecuencia/n° total = 10)

ler. molar Metaflexus Paraflexus Mesoflexus Posteroflexus Anteroflexus

1.00 1.00 0.57 1.00 1.00

1.00 1.00 0.00 0.00

1.00 1.00 0.93 1.00

1.00 1.00 0.00 0.00

1.00 1.00 0.18

1.00 0.80 0.00

0.00

2“ molar Metaflexus Paraflexus Mesoflexus Posteroflexus 3er. molar Metaflexus Paraflexus Mesoflexus

DISCUSION En A. o. brachiotis, los jóvenes difieren significativam ente de los adultos en todos los caracteres menos dos (ER y LAM) ; en A. o. olivaceus —valle, no hay diferencias en dos caracteres (LP y LBSN) ; y en A. o. oliceus — altura, sólo un carácter (LP) no difiere entre las clases de edad tratadas. Como se ve, no hay caracteres que con­ com itantem ente sean poco variables con la edad a través de las tres poblaciones, aun­ que resulta obvio que todas ellas presentan diferencias significativas entre jóvenes y adultos en sus medidas corporales, cranea­ nas y dentarias. Si lo que se desea es conocer caracteres diagnósticos de la edad, o que perm itan de­ term inar con cierta confianza la situación juvenil ó adulto de ratones de la especie A.

olivaceus, hay que descartar los atributos poco variables o que no varían sistem ática­ m ente en las tres poblaciones. Pensando de este modo, los prim eros caracteres que hay que desechar son los que ya discutim os (ER, LAM, LBSN, y L P ), y que coinciden en el hecho de ser aquéllos cuyo intervalo de confianza en torno a la m edia presenta sobreposición de los rangos entre clases de edad. De esta m anera nos quedan seis carac­ teres que varían conjuntam ente en las tres poblaciones: tres corporales (LC, Le y LO), uno craneano (AAZ) y dos dentarios (N° FLX e IR D a). Si de cada ítem hubiera de escogerse u n sólo carácter como diagnóstico, nosotros recom endaríam os como discrim inante a Le entre los corporales, debido a su incom presibilidad, la facilidad de su m edición y la garantía de que los ratones oliváceos usual­ m ente no pierden trozos de su apéndice.


J . Y á ñ e z y F . J a k s i c / V a r ia c i ó n e n c a r a c t e r e s m o r f o ló g ic o s d e A kodon

De los caracteres craneanos, sólo nos Quedó el. AAZ, cuyo valor estim ativo de la edad ya ha sido dem ostrado por G r e e n y J a m e s o n (1975) en Sigm odon hispidus. E ntre los dentarios, tan to N° FLX como IRDa constituyen buenos discrim inadores de jóvenes y ad u lto s, pero N? FLX es. relátivam ente más fácil de obtener, puesto que involucra sólo el conteo de flexus; en cam­ bio IRDa adem ás requiere medición de la fila de molares. Basado en todo lo anterior, concluimos que se. puede homogeneizar, m uestras de Akodon olivaceus a través de la estimación de su edad relativa, haciendo com paraciones entre el individuo o grupo de individuos in­ cógnitos y el intervalo de confianza p ara el carácter en contraste. Ésto quiere decir que, si las dimensiones de un individuo caen den­ tro del intervalo descrito p ara la media del carácter, h ab rá u n 95% de probabilidades de que pertenezca a la clase de edad corres­ pondiente. Si el valor obtenido p ara un cier­ to espécimen de edad desconocida cae fuera de los intervalos de am bas clases de edad, siem pre pod rá com pararse o tra dimensión y así decidir el status de joven o adulto. La elección de un carácter corporal, cra­ neano o dentario p ara los contrastes, de­ pende exclusivam ente de las condiciones del m aterial en estudio. Por ejemplo: en mues­ tras de terreno o de museo conviene com­ p arar los caracteres corporales (que siem­ pre se re g istra n ); cuando se cuenta sola­ mente con el cráneo se utilizará el AAZ; y si se tiene m uestras de cráneos roto o dien­ tes sueltos (regurgitados de lechuzas, fecas de carnívo ro s), se puede contabilizar el nú­ mero de crestas dentarias. Con respecto a esto últim o, es interesan­ te n o ta r lo que se desprende del Cuadro 4: existen ciertos caracteres dentarios que pueden constituirse en diagnósticos, por lo menos en el caso particu lar de A. o. oliva­ ceus — altura. Hay algunos rasgos muy conservativos (no desaparecen con el tiem p o ), como metaflexus y paraflexus en todos los molares, y por ello constituyen m alos indicadores de la edad. El carácter mesoflexus, aún cuando no es conservativo, tam poco es buen diag­ nóstico de la edad, debido a que no está

119

presente en todos los juveniles de la pobla­ ción. Por último, tenemos el posteroflexus y anteroflexus del prim er m olar y posteroflexiis dél segundo, que son excelentes dis­ crim inantes de la edad, puesto que los po­ s e e n todos los jóvenes y falta en todos los adultos; es decir, la presencia o ausencia de estos caracteres indican en ferm a inequívo­ ca la situación de juvenil ó adülto, respec­ tivamente.

CONCLUSIONES La variación significativa de los valores para las medidas en la mayor parte de los caracteres tratados, hacen ver lo convenien­ te de separar, al.m enos, los jóvenes de los adultos; esto puede lograrse según el mé­ todo de comparaciones ya propuesto para A. olivaceus, o a través de la discriminación del estado reproductivo, para cualquier otro ratón. E sta simple operación permite, homogeneizar bastante las m uestras que-se .utili­ zan para estudios de variación geográfica ó no geográfica. Si con ello se reduce dema­ siado el número m uestral de alguná de las 1 poblaciones, creemos que una buena solu-i ción es incluir los juveniles respectivos (o adultos, según el caso) a todas las poblacio­ nes en una proporción fija. La cantidad de cada una de estas clases de edad, que se incluirá ponderadam ente en las m uestras, depende de las restricciones, alcances u ob­ jetivos de la investigación.

AGRADECIMIENTOS Agradecemos a J u r g e n R o t t m a n (CONAF) y a (Sede Norte U. Ch.) el habernos facilitado los ejemplares de sus respectivas colec­ ciones, y especialmente al Dr. J o s é V a l e n c i a (Fac. Ciencias, U. Ch.), que midió íntegramente todos los especímenes de Akodon olivaceus presentes en el British Museum. A n gel S potorno

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TR A N SPO R TE

DE

CLORO Y D E DE

S O D IO

A N F IB IO S

A TRAVES DE

LA P IE L

I N S IT U

S U D A M E R IC A N O S

Primera Parte

A lfredo S a l ib iá n *

INTRODUCCION GENERAL 1. Generalidades. La Clase Amphibia constituye un eslabón crítico en la colonización de la tierra '. De las dos mil especies de batracios actuales, las salamandras y tritones (Subclase Urode­ la o Caudata) se encuentran mayormente en las zonas templadas del Hemisferio Norte. Los sapos y ranas (Subclase Anura o Salientia) tienen una distribución mucho ma­ yor, desde el Artico hasta las zonas desérti­ cas de Africa, Australia y América. La ter­ cera Subclase, Apoda, está confinada a zo­ nas tropicales y es, posiblemente, la más pe­ queña y la menos conocida desde el punto de vista fisiológico. El continente Antàrtico no posee Anfibios vivientes2. La Paleontología nos informa acerca de la estrecha relación que liga a los anfibios con los peces por un lado, y con los reptiles por otro. Se trata de un proceso que empezó en el Devónico (o posiblemente en el Silú­ rico) cuando los crosopterigios originaron a los antecesores de los anfibios actuales, los laberintodontes, y que se completa al final del Paleozoico, cuando una parte de ellos da lugar a los reptiles ( R o m e r , 1972, 1973; S z a r s k i , 1962). La transición de p e c e s-----> anfibios, pri­ mera etapa de la transición vida acuáti­ ca -----> vida terrestre, implica vina serie de adaptaciones morfológicas ( C a r r o l l , 1970; R o m e r , 1972; S c h a e f e e r , 1969; S c h m a l h a u s e n , 1968) y fisiológicas ( B e n t l e y , 1966 a; G a n s , 1970; S c h m a l h a u s e n , op. cit.; T h o m s o n , 1971; W h i t f o r d , 1973). De éstas, quizás las más importantes están asociadas a la vida en un medio de sequía estacional

que favoreció tanto la selección de adapta­ ciones a la respiración aérea como las mo­ dificaciones que permitieran mantener ade­ cuadamente su equilibrio hidrosalino. La branquia, y en mucho menor grado el intestino, es el lugar por el que los peces dulceacuícolas regulan su equilibrio hidroelectrolítico ( M a e t z , 1971); es en ella donde se hace el pasaje de agua y en donde se in­ tercambian iones monovalentes del medio externo por otras especies endógenas ( M a e t z , 1970; M o t á i s y G a r c í a R o m e u , 1972). Prácticamente en todos los peces de agua dulce la piel es una estructura inerte frente a los cambios del medio; en cambio, la de los anfibios adultos tiene un rol pre­ ponderante en este tipo de intercambio constituyendo la estructura que permite captar agua, iones, y es, además, el lugar 1 El nombre de la Clase (del griego amphi, do­ ble y bios, vida), acuñado por Linneo, apunta al hecho de que la mayor parte de las especies actua­ les habita en la tierra y pasa parte de su vida en el agua dulce. Sin embargo, dicho carácter "anfi­ bio" no es exclusivo de los batracios. 2 Son interesantes los hallazgos recientes de nu­ merosos restos fósiles de laberintodontes en el Triásico Inferior de Antártida (véase, Péfaur, 1972). Este importante descubrimiento es una va­ liosa evidencia en favor de la deriva continental y de la ligazón que hubo entre dicho continente y algún otro del Hemisferio Sur. * Cátedra de Fisiología Animal Comparada, Universidad Nacional del Comahue, Centro Regio­ nal Bariloche, 8.400 S.C. de Bariloche, Río Ne­ gro, Argentina. Dirección actual: Departamento de Política Científica y Tecnológica, Universidad Nacional de Luján, 6700 Luján, Bs. As., Argentina.


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por donde se hace gran p arte del intercam ­ bio gaseoso. Asimismo, lo que en adelante llamaremos "sistem a renal” (vejiga urina­ ria y riñ ó n ), pasa a ocupar un lugar desta­ cado en la preservación del balance hidrom ineral ( B e n t l e y 1966 b, 1971). Debido al gradiente osmótico que existe entre su medio interno y el externo, los pe­ ces de agua dulce deben desprenderse del agua que los invade constantem ente. Dicho exceso de agua se ilim ina por el riñón que emite copiosas cantidades de orina hipo tóni­ ca ( L a h l o u , 1970). Los batracios, por el con­ trario, debido a las características de su ha­ bitat, enfrentan el problem a inverso: la de­ secación; en este sentido, su problem ática es sim ilar a la de los teleósteos m arinos. 2. Captación de iones por la piel de anfibios, — Estructura esquemática de la piel. piel de los anfibios es una com pleja estruc­ tura que es objeto de estudio desde hace varios años. La m ayor parte de la inform a­ ción que sigue fue tom ada de los estudios de F a r q u h a r y P a la d e (1964, 1965, 1966) so­ bre m aterial proveniente de diversos anuros y urodelos. <; ■ En la Figura 1 se representan, en. form a esquemática, las capas que la constituyen. Las células del stratum corneum son es­ camosas, parcialm ente cornificadas, y están unidas entre sí por los zonula occludens y constituyen la única estru ctu ra continua de la piel. Las células de los otros strata es­ tán en contacto por desmosomas. El s. granulosum y el 5 . spinosum están form ados por células cúbicas o poliédricas; el s. germ inativum está form ado por células columnares o cúbicas. El corium (tejido conecti­ vo) contiene glándulas, crom atóforos y fi­ bras musculares. El espesor total de la piel de los anfibios varía de una especie a otra, siendo el corium unas 4-5 veces más ancho que la epiderm is (C z o p e c k , 1962, 1967). Mediciones efectua­ das por nosotros 3 indican que la derm is de Calyptocephalella caudiverbera recién cap­ turada es 4.5 veces más ancha que la epider­ mis; el espesor total de la piel oscila alrede­ dor de 0.9 mm. En la Figura 2 se representan, tam bién de m anera sim plificada, las inter-relaciones de los diferentes tipos celulares de la epi­ dermis.

MUC US STRATUM STRATUM

CORNEUM GRANULOSUM

STRATUM STRATUM

SPINOSUM G E R M I NATI VU M

MEMBRANA

BASAL

CO RIU M TELA

EPIDERMIS

DERMIS

SUBCUTANEA

La

FIG. 1. Capas celulares de la piel de anfibios; E: medio externo, I: m edio interno.

FIG. 2.

Representación esquem ática de las capas celulares de la epidermis de anfibios. E: exterior; I: medio interno; ME: membra­ na externa; ZO: zonula occludens; D: desmosom as; SC: stra tu m corneum ; S.GR: stratu m granulosum ; S.GE: stra ­ tum germ inativum ; MB: membrana basal; EE: espacio extracelular.

3 E n colaboración con los Dres. S. A. M oreno y D. C rovari hem os iniciado un estudio sobre la m or­ fología de la piel de la rana chilena; la Figura 3 es parte de dicho trabajo (en preparación).


A. S au b i á n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

En un trab ajo reciente histoquím ico de (1971) se sugiere que el m ucus que generalm ente cubre la epiderm is de m uchos anfibios, puede jugar un papel no despreciable en el transporte de iones absorbiendo Cl~ (y posiblem ente N a+ ). En la Figura 3 se m uestra, por últim o, la imagen m icroscópica (óptica) de la piel de C. caudiverbera; sus características se co­ rresponden, de m anera general, con las des­ critas para otros anuros. VAN L e n n e p y K o m n ic k

E l modelo de K o e f o e d - J o h n s e n y 1935 data la prim era comunica­ FIG. 3. Imagen al microscopio óptico de la piel dando cuenta de la capacidad ventral de Calyptocephalella caudiverbe­ ra 63 x. de la piel aislada de tra n sp o rta r activam en­ te Na+. Poco después, K r o g h (1937) demos­ tró que la piel in situ tam bién era capaz de absorber iones desde soluciones m uy dilui­ das. A p a rtir de entonces, la bibliografía m uestra una gran m asa de información acerca de las propiedades "transportado­ ra s” de la piel de anfibios. La m ayor parte de la m ism a se obtuvo gracias a una prepa­ ración diseñada p o r U s s in g y Z e r a h n (1951) la que con ligeras variantes sigue siendo u ti­ lizada no sólo p ara el estudio de los flujos iónicos a través de la piel, sino tam bién para el de otros epitelios. Cuando un trozo de piel ventral de anfi­ bio es colocado separando dos soluciones de igual concentración, se genera una dife­ rencia de potencial transepitelial de apro­ xim adam ente 100 m V , siendo el lado inter­ no (o seroso) positivo. Se dem ostró que la corriente necesaria p ara anular dicho poten­ FIG. 4. Modelo de transporte de Na+ de K o e f o e d J o h n s e n y U s s i n g ; E: exterior; I: medio cial espontáneo ("corriente de corto circui­ interno; S.GE: stratum germ inativum ; e: to ”) es una m edida indirecta y proporcional cara externa del S.GE; i: cara interna del del tran sp o rte de N a+ desde el lado externo S.GE; B: bomba de sodio. La flecha a in­ dica el sitio del primer potencial; la fle­ (o mucoso) al interio r (U s s in g y Z e r a h n , cha b señala el lugar del segundo poten­ op. c it.). Asimismo, bajo condiciones de cor­ cial de difusión. to circuito, es posible distinguir los flujos iónicos activos de los pasivos; en ausencia de gradientes de concentración, los flujos a) la piel "norm al” (no cortocircuitada unidireccionales son iguales en el caso de o en circuito "abierto”) transporta Na+ en los elementos transportados pasivamente contra de gradientes eléctricos y químicos (véase L i n d le y , 1970). (transporte activo); el Cl_ acompaña pasi­ vamente al Na+, por arrastre electrostático, La Figura 4 (tom ada de U s s in g , 1960) ilustra esquem áticam ente el modelo que es­ b) La piel en corto circuito transporta tam os discutiendo. Na+ (también activamente) y su flujo neto Básicam ente, el modelo que en lo suce­ es proporcional a la corriente necesaria pa­ ra anular aquélla diferencia de potencial sivo llam arem os "de U s s i n g ” (K o efo e d espontáneo, y J o h n s e n y U s s in g , 1958) establece que: U s s in g . De ción ( H u f )


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

c) El potencial eléctrico transepitelial Recientem ente se han confirm ado m u­ aum enta proporcionalm ente con el aum ento chas de las propiedades anteriorm ente enu­ de la concentración de Na+ en contacto con m eradas en preparaciones de epiderm is ais­ lada de Rana pipiens ( E r l i j , 1971), Rana la epiderm is y cuando dism inuye la de K+ en contacto con la cara interna de la piel. esculenta (C a r a sso , F a v a rd , J a r d y R a j e r i La diferencia de potencial y el pasaje de s o n , 1971) y de B ufo bufo ( R a w l i n s , M a t e u , N a+ y de Cl~ quedan anulados ouando no F r a g a c h a n y W h i t t e m b u r y , 1970). E ste esquem a de tran sp o rte "transceluhay potasio en el lado interno. la r” de N a+ (y de C l~ ) es, h a sta hoy, el de Fue sugerida la existencia de dos b arre­ m ayor difusión a pesar de que el tra b a jo ras selectivam ente perm eables al Na+ (la experim ental basado o inspirado en el mo­ externa) y al K+ (la intern a). El N a+ di­ delo ha sugerido, con el transcurso del tiem ­ funde pasivam ente (por gradiente de con­ po, algunas modificaciones ( U s s in g , 1969). centración) desde el exterior al interio r de Más aún, su validez ha sido cuestionada y la célula p o r la m em brana externa del stra- en su lugar se h a propuesto o tro m odelo de tum corneum, la célula se hace positiva (con tran sp o rte "pericelular" ( C e r e ij id o y Rorespecto al exterior) generando una diferen­ t u n n o , 1970). A lternativam ente, N o r r i s y cia de potencial. El pasaje de N a+ (ahora colaboradores (1972) concluyeron, p o r su intracelular) al m edio interno se h aría en la parte, que el tran sp o rte transepitelial de m em brana del s. germ inativum en contacto N a+ p o r la piel de B ufo spinulosus arunco con la m em brana basal de la célula, p o r in­ im plica la activa participación de las glántercam bio estequiom étrico con K + extrace- dudas coriónicas. lular. En otras palabras, la bom ba de N a+ No es nuestro propósito extendernos en propiam ente tal no sería electrogénica. Los la referencia específica a las objeciones que K+ difundirían librem ente desde la célula merece el modelo de U s s in g ; el lector inte­ al medio interno a favor de u n gradiente de resado puede consultar, adem ás de los tra ­ concentración generando otro potencial de bajos del grupo del Dr. C e r e ij id o , recientes difusión (el medio subepitelial se hace po­ artículos que se ocupan de presentarlas y sitivo con respecto al medio intracelular). discutirlas extensam ente ( H e r r e r a , 1971; Consecuentemente, los niveles intracelulares K e y n e s , 1969; M o t á is y G a r c ía R o m e u , de N a+ y de K+ quedarían constantes a pe­ 1972). sar de haber transferencia neta de NaCl. — “ln vitro ” versus ”in vivo”. Breve aná­ lisis crítico. Con el tiem po se hizo evidente La asim etría eléctrica, m anifiesta en la diferencia de potencial espontáneo, sería que la inform ación cuali y cuantitativa ob­ tenida p or interm edio de preparaciones in igual a la sum a de aquéllos dos potenciales vitro no era extrapolable a las propiedades de difusión (de N e r n s t ) en serie: de la piel in s itu 4. En el caso de la piel aislada de Rana es­ culenta y R. temporaria, p o r ejem plo, sólo E = E + E = R T/F ln / Na /Na . K /K Na K se ha podido detectar tran sp o rte activo de N a+ siendo el de Cl~ un p asaje pasivo, tal como lo prevé el modelo de U s s in g . Sin em ­ bargo, J o r g e n s e n , L e v i y Z e r a h n (1954) de­ donde: E: diferencia de potencial total, m ostraron en dichas especies la existencia, E : diferencia de potencial en la cara ex- in vivo, de transportes activos de N a+ y de Na C l~ . E n la piel aislada de R. pipiens tam ­ terna, E : diferencia de potencial en la ca- bién se observó pasaje activo de Cl~ cuando K la concentración en el m edio es adecuada­ ra interna, R, T y F: constantes, N a : con- m ente m odificada ( M a r t in , 1964; M a r t i n y o C u r r a n , 1966). centración de N a+ en el medio externo, Na : concentración intracelular de N a+, K : c i concentración de K + en el medio interno y 4 En las páginas que siguen utilizaremos las K : concentración intracelular de K +. expresiones in situ e in vivo como sinónimos, esto c es, la piel del animal intacto.

i)


A. S a l ib iá n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

Discrepancias cualitativas como las men­ cionadas se entienden cuando se recuerda de que en condiciones de corto circuito es prácticam ente im posible detectar tran sp o r­ te activo de aniones toda vez que sus elec­ trones son utilizados p ara tra n sp o rta r la co­ rrien te necesaria p a ra anu lar el potencial espontáneo de la piel aislada (D a v so n , 1970). Los diferentes “m odelos” que se proponen son esquem as que justifican el pasaje de cationes “sobrentendiendo” la dificultad de

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un mecanismo activo de pasajes de aniones, específicamente de Cl—. Las diferencias tam bién son cuantitati­ vas; en el Cuadro 1 se com paran los re­ sultados obtenidos en la piel in vivo de dos especies que han sido estudiadas por nos­ otros con algunos de los datos in vitro; de los últimos, con el objeto de que las cifras sean comparables, hemos escogido aque­ llos en los que el lado mucoso de la piel es­ tuvo en contacto con bajas concentraciones de Na+ (1 — 10 m M ).

CUADRO 1. Comparación de los flujos netos de N a + (fn Na+) a través de la piel in vivo e in vitro de L eptodactylu s ocellatus y C alyptoc ephalella caudiverbera. Datos en nEq/hr x cm2 ± ESM. ^ E s p e c ie

N

fn N a+

R e f e r e n c ia s b ib lio g r á f ic a s

L. ocellatus: inLvivo * in v itro

8 9

0.018 0.50

7

0.022

± ±

0.007 0.07

E s te t r a b a j o , C u a d r o 5. R o tu n n o y C e r e ijid o , 1966.

C. caudiverbera in vivo * in vitro *

± 0.004 0.09

E s te t r a b a j o , C u a d r o 8. C a r l isk y , 1970 .*

R e -c alc u la d o s c o n el a u x ilio d e la s e c u ac io n e s d e l C u a d ro 4 ; N : n ú m e ro d e e x p e rim e n to s; a : el a u to r n o in d ic a el n ú m e ro d e m ed ic io n e s n i s u e r r o r s ta n d a r d .

V arias son las razones que podríam os argüir p a ra ju stificar discrepancias como las que acabam os de com entar e ilustrar. E n general, direm os que las condiciones in vitro constituyen u n sistem a en sí mismas, con sus propias variables, que no necesaria­ m ente corresponden a las situaciones de los anim ales intactos. Recordarem os que prác­ ticam ente todos los datos in vitro se obtu­ vieron poniendo el lado externo de la piel aislada en contacto con soluciones Ringer cuyas com posiciones casi nunca correspon­ den a las que los anim ales están sometidos en su h ab ita t natu ral. Dichas soluciones son isotónicas con respecto al m edio interno; en cam bio, los anfibios no están en contacto con soluciones cuya concentración de N a+, p o r ejem plo, sea superior a los 5— 10 mM, siem pre hipo-osm óticas con respecto a su m edio in te rn o 5. Más aún, confirm ando el com entario an terio r están algunas de las críticas al m odelo de U s s in g que surgen del hecho de que dicho esquem a de transporte

de N a+ a través de la piel aislada no se cum­ ple cuando su concentración en el Ringer utilizado es m enor de 10 mM (C e r e ijid o , H e r r e r a , F la n ig a n , y C u r r a n , 1964). Otro tanto ocurre con el C l~ ( M a r t in , op. cit.; M a r t in y C u r r a n , op. c it.) . C e r e ijid o , R e is i n y R o t u n n o (1968) dem ostraron que las modificaciones en la concentración de Na+ externo van acompañadas de cambios en la concentración de N a+ del epitelio de Lepto­ dactylus ocellatus; en la m ism a especie, tam bién se ha visto que la m agnitud del flu­ jo neto de Cl— in vitro es dependiente de su concentración externa a p a rtir de los 60 mM (F is c h b a r g , Z a d u n a is k y y d e F i s c h , 1967). Además, en 1966, B ib e r , C h e z y C u r r a n vieron que los influjos de N a+ a través de la piel aislada de Rana pipiens cuyo lado mucoso está bañado con solución de NaCl 5 Se conocen unas pocas excepciones (Rana cancrivora y Bufo viridis, por ejemplo) que viven en contacto con agua de mar.


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1 mM, varían significativam ente según la condición bajo la cual se hacen las medicio­ nes (0.40 y 0.08 ¡xM/hr x cm 2 en "corto cir­ cuito” y en "circuito ab ierto ”, respectiva­ mente) . Por otra parte, se ha llam ado la atención acerca de los artefactos que se provocan en las preparaciones de piel de anfibios in vitro debido a daños mecánicos ( D o b s o n y K id d e r , 1968; H e l m a n y M i l l e r , 1971) o a la dife­ rente velocidad de difusión de los isótopos radiactivos a través del corium ( H o s h i k o , L i n d l e y y E d w a r d s , 1964). Recientemente V o û t e y U s s i n g (1968) m ostraron que la ultraestru ctu ra de la piel aislada de R. tem po­ raria se modifica irreversiblem ente según esté o no bajo condiciones de corto circuito. N u t b o u r n e (1968) m ostró que el tran s­ porte de N a+ y las propiedades eléctricas de la piel son afectadas p o r pequeños gra­ dientes de presión hidrostática que puedan existir a am bos lados del epitelio aislado de la m isma R. temporaria o p o r el pandeo de la piel; sabemos que dichas variables son muy difíciles de controlar. La piel aislada es una preparación en la cual el epitelio en estudio está denervado y carente de los aportes provenientes de su sistem a circulatorio; se sabe que dichos fac­ tores no son despreciables y que afectan significativam ente la perm eabilidad iónica de la piel aislada de los anfibios (G o n z á l e z , S á n c h e z y C o n c h a , 1967, 1969; S a l é e y V i n d r e q u i n -D e l i é g e , 1967; S c h o f f e n i e l s y S a ­ l é e , 1965). No es ju sto ignorar aquéllos trabajos que a pesar de utilizar técnicas in vivo, so­ meten a los anim ales a condiciones experi­ mentales que son tanto o m ás "anti-fisiológicas” como las que separan la piel y la m ontan entre dos cám aras de plástico o vi­ drio y lleno de Ringer. En este sentido, debe­ mos m encionar que excepción hecha de los clásicos experim entos de K r o g h (ver K r o g h , 1939) —y ahora los nuestros— los datos de flujos iónicos que provienen de experim en­ tos con la piel in situ tam bién m erecen cier­ to reparo ya que se tra ta de anim ales demedulados ( T o r e l l i , C e l e n t a n o , C o r t i l i y G u e l l a , 1968), anestesiados con pentobarbital ( B r o w n , 1962), etc. y sin haber contro­ lado adecuadam ente el efecto de estos tra ta ­ mientos sobre las propiedades de tran sp o r­ te iónico del epitelio. Todo lo que antecede no significa rene­

gar definitivam ente de las técnicas in vitro; más bien im plica una llam ada de atención p ara subrayar la necesidad de e sta r com pa­ rando crítica y perm anentem ente sus resul­ tados con aquéllos obtenidos sobre el ani­ mal entero. Diremos, en resum en, que la inform ación proveniente de las técnicas in vitro o in vivo debe a) ser integrada adecuadam ente en el correcto contexto (fisicoquímico, fisiológi­ co, ecológico, etc.) en el que la naturaleza abriga en la actualidad a los anfibios, y b) que toda extrapolación a situaciones experi­ m entales más com plejas debe ser cuidado­ sam ente evaluada. En las páginas que siguen nos ocupare­ mos, principalm ente, de los m ecanism os de captación de Cl—y de N a+ a través de la piel in vivo de tres especies de anfibios sudam e­ ricanos: Leptodactylus ocellatus ( L . ) , Calyptocephalella caudiverbera ( L .) y B ufo arunco ( L e s s o n ) . Adicionalmente, en el ca­ so de C. caudiverbera, hem os incursionado en el estudio del efecto de las horm onas neurohipofisarias sobre esos m ecanism os de tran sporte iónico. Tratarem os de contes­ ta r algunas preguntas básicas: ¿cómo pe­ n etran el Cl— y el Na+?, ¿cuáles son los iones endógenos intercam biados por los ex­ ternos?, ¿de qué m anera afectan los cam ­ bios externos a los m ecanism os de pasaje de iones?, ¿cuál es la regulación endocrina de dichos mecanism os? Cuando sea posible, com pararem os nuestros resultados con la inform ación disponible de experim entos rea­ lizados sobre los mismos epitelios in vitro. El conocim iento de la regulación electro­ lítica de las especies a rrib a m encionadas ofrece un interés especial ya que su secuen­ cia de hábito (acuático, sem i-acuático y te­ rrestre) perm ite conocer^ com parativam en­ te, algunos aspectos de la fisiología hidrom ineral de los anfibios y, p o r extensión, de los vertebrados acuáticos. El estudio de los m ecanism os de capta­ ción de iones a través de la piel de anfibios posee, además, un valor potencial p a ra el entendim iento de procesos cualitativam ente sim ilares a los que se observan en otros epi­ telios como, por ejem plo, el del túbulo dis­ tal del nefrón de m am ífero ( D i c k e r , 1970); en este sentido, otras disciplinas, como la farm acología, pueden ser enriquecidas con la inform ación b rindada p o r estudios como el presente.


A. S a u b iá n / Cloro y Sodio a través d e l a p ie l d e Anfibios

127

Segunda Parte mente

TRANSPORTE DE Cl~ Y DE NA+ A TRA­ VES DE LA PIEL IN SITU DE LEPTODACTYLU S OCELLATUS, BUFO Y CALYPTO­ CEPHALELLA CAUDIVERBERA. Capítulo I. Disociación e inhibición selecti­ va de los flujos iónicos netos. 1. Introducción. Algunos antecedentes bibliográficos. Largo sería enum erar los antecedentes bibliográficos que se ocupan específicamen­ te de los m ecanism os de transporte iónico a través de la piel del leptodactílido Leptodactylus ocellatus. E ntre los aportes m oder­ nos quisiéram os destacar los valiosos tra ­ bajos producidos en el laboratorio del Dr. M a r c e l i n o C e r e i j i d o , en Buenos Aires (C e r e i j i d o y R o t u n n o , 1970; C e r e i j i d o , M o r e ­ n o , R e i s i n , R o d r íg u e z , R o t u n n o y Z y l b e r , 1973; M o r e n o , R e i s i n , R o d r í g u e z , R o t u n n o y C e r e i j i d o , 1973), quien desde hace varios años está estudiando sus m ecanism os de captación de N a+ in vitro. L. ocellatus es una especie de hábitos semi-acuáticos y una de las pocas en las que se h a descrito un transporte activo de C l ~ a través de l a piel aislada ( Z a d u n a i s k y , C a n d í a y C h i a r a n d i n i , 1963). Con referen cia 1al bufónido B ufo arunco, debemos m encionar de m anera especial los aportes del grupo de la Universidad de Con­ cepción que se ha ocupado del efecto de di­ versos m ediadores de la conducción nervio­ sa sobre las propiedades eléctricas de la piel en relación al tran sp o rte de N a+ in vitro (G o n z á l e z , S á n c h e z y C o n c h a , 1966, 1967, 1969; N o r r i s , C o n c h a , G o n z á l e z y S á n c h e z , 1972; S á n c h e z , G o n z á l e z y C o n c h a , 1966). Calyptocephalella caudiverbera es tam ­ bién un leptodactílido, especie y género en­ démicos de Chile, que en estado adulto es de hábito acuático ( C a r l i s k y , C e r e i j i d o , B a r r i o y M i g l i o r a , 1970; C e i , 1962). C a s a m i q u e l a (1963) ha com unicado el hallazgo de Gigantobatrachus parodii, anuro fósil del Mioceno de la Patagonia argentina, cuya morfología es, salvo la talla, casi idéntica a la de C. caudiverbera. La denom inación sis­ tem ática de la "ran a chilena fue reciente­

modificada por D o n o s o - B a r r o s 6; la nom enclatura anterior era Calyplocephalella gayi. La única información que pudimos conocer referente al transpor­ te de iones a través de la piel de C . caudi­ verbera se encuentra en los trabajos de C a r l i s k y ( 1 9 7 0 ) y de C a r l i s k y , C e r e i j i d o , B a r r io y M i g l i o r a (op. c it.). Los experimentos que se presentan a continuación procuran contestar uno de los interrogantes que nos planteam os en la In­ troducción General; ¿cómo penetran el Cl~~ y el Na'! a través de la piel de estas espe­ cies? Veremos que bajo ciertas condiciones experimentales es posible dem ostrar que los flujos iónicos netos de Cl— y Na+ a través de la piel in vivo son independientes, disociables. Además, en el caso de C. caudiverbera se verá que la captación de dichos iones se hacé por intercambio con HCO~ » e H + endó­ genos respectivamente. En lo que sigue denominaremos, siguiéndo la nom enclatura vulgar, como "ranas” a L. ocellatus y C. caudiverbera, a pesar de no pertenecer al género Rana; asimismo, nos referiremos a B. arunco como "sapo”. (1 9 7 0 )

2. Material y métodos. — Origen y mantenimiento de los ani­ males. Leptodactylus ocellatus fue captura­ do en la provincia de Buenos Aires, Argen­ tina, en los alrededores de la ciudad de La Plata. Los ejemplares de Calyptocephalella caudiverbera y de Bufo arunco provinieron de la zona central de Chile. En casi todos los casos, una vez llegados al laboratorio, los animales fueron colocados en recipien­ tes con agua potable; en ciertos casos, fue­ ron m antenidos en piscinas, al aire libre. La cantidad de agua a la que tenían acceso era regulada de acuerdo con sus hábitos. Los animales perm anecieron en estas condiciones por períodos variables (desde pocos días hasta 8 semanas, aproximada­ mente) ; eran alimentados por la fuerza con 6 P o c o d e s p u é s , L y n c h (1971) p u b lic ó u n e x te n ­ s o t r a b a i o c r ític o a c e r c a d e lo s le p to d a c tí lid o s e n e l c u a l d is c u te , e n t r e o t r a s c o s a s , s u u b ic a c ió n s is ­ te m á tic a .


128

BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

trozos de diversas visceras de vacuno, por­ cino, u ovino. A veces fueron alim entados con renacuajos de C. caudiverbera o con pe­ queños Pleurodema; en este últim o caso la alim entación es espontánea. En todos los experim entos se utilizaron ejem plares adultos, sin considerar su sexo. Los animales con heridas en la piel, con sig­ nos de alguna infección o que no aparenta­ ban estar en buenas condiciones de salud, fueron, según el caso, aislados h asta su m e­ jo ría o sacrificados. Tampoco fueron utili­ zados aquéllos anim ales que en el m om ento del experim ento estaban m udando. El rango de peso de los animales usados, en gra­ mos ± e rro r estandard de la m edia (ESM ), figura en los diferentes Cuadros. "N ” signi­ fica, en todos los casos, núm ero de m edicio­ nes o experim entos.

Los anim ales pre-adaptados en solucio­ nes de NaCl fueron considerados com o con­ troles; en el Cuadro 3 se m u estra que la clorem ia y la natrem ia de C. caudiverbera no es diferente de la de las ranas m antenidas en agua potable; el hem atocrito prom edio de los anim ales pre-adaptados en agua po­ table fue de 29.8%, m ientras que el de los m antenidos en NaCl 3.4 m Eq/1 fue 26.0%. La pre-adaptación en Na2S04 se hizo con el propósito de exaltar los m ecanism os de tran sp o rte de Cl—; inversam ente, la preadaptación en Cl-colina o en NH 4C1 se hizo con el objeto de exaltar los m ecanism os de tran sp o rte de N a+. CUADRO 2.

— Pre-adaptación de los animales. Con anterioridad a la m edida de los flujos ióni­ cos, los anim ales fueron m antenidos en pe­ queños recipientes p o r períodos que oscila­ ron, según el protocolo experim ental, entre 2 y 4 semanas, en alguna de las soluciones cuyos detalles de concentración se dan en el Cuadro 2; el pH de las soluciones osciló alrededor de 6.4 y el del agua potable fue de 7.7 — 7.9.

Concentraciones de las soluciones de pre-adaptación.

Solución

NaCl NaCl NaCl Na2S 0 4 Cl-colina NH4C1 Agua potable

Concentración (mEq/1)

0.4 1.7 3.4 3.4 3.4 0.4 2.0 — 4.0

CUADRO 3. Concentraciones de Cl— y de Na+ en el suero de C alyptocephalella caudiverbera, preadaptada en agua potable y en soluciones de NaCl. Datos en mEq/1 ± ESM. Pre-adaptación

N

Cloremia

Agua potable NaCl 1.7 mEq/1 NaCl 3.4 mEq/1

6

69.9 72.3 72.1

5 6

En general se acepta que el SC>4= no pe­ n etra la epiderm is de anfibios (A lv a r a d o y M ood y, 1970; D i e t z , K i r s c h n e r y P o r t e r , 1967); en el caso p articu lar de la piel in situ de C. caudiverbera ciertos experim entos p re­ lim inares (A. S a l i b i á n y C. M a ta m a la , iné­ dito) nos perm iten afirm ar que dicho ion no la penetra. Asimismo, la colina es un catión que tam bién se considera im perm eante en la piel de anfibios ( K i r s c h n e r , 1960), aunque puede afectar el influjo de N a+ a través de la piel aislada de Rana pipiens (M a c e y y K o b l ic k , 1963).

± ± ±

Natrem ia 2.3 0.6 1.4

105.6 ± 106.3 ± 106.1 ±

2.4 1.8 1.9

La pre-adaptación en agua destilada y deionizada se efectuó con la intención de dep letar los anim ales de Cl~ y de N a+. El período de pre-adaptación tran sc u rrió siem pre en el laboratorio; en verano a la tem p eratura am biente y en invierno a 18 — 20 °C (estu fas). La alim entación e ra gene­ ralm ente suspendida una sem ana antes de los experim entos. Todas las especies utilizadas sop o rtaro n fácilm ente la pre-adaptación en las solucio­ nes de NaCl, agua de llave, agua deionizada y Na 2S 0 4. El Cl-colina provocó u n a desusada


A j Sa l ib U n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

m ortalidad en las tres especies; L. ocellatus tolero bien la pre-adaptación en soluciones diluidas (0.4 m E q/J ) de NH 4C1. La adapta­ ción de C. caudiverbera al resto de las so­ luciones fue excelente; hem os tenido algu­ nos ejem plares que estuvieron sumergidos en ellas p o r espacio de 60-75 días sin apa­ rentes m olestias. Canulación. 36 - 48 horas previas al experim ento, los anim ales fueron pesados. Luego su cloaca fue canulada con u n tubo de plástico que fue fijado p o r medio de una ligadura subepitelial concéntrica. De esa rorm a, la orina era recogida fuera del baño externo, con lo cual quedaba asegurado de que la piel era la única responsable de los cam bios detectados; además, esta p rep ara­ ción perm ite evaluar el volum en de orina excretado d urante los experim entos. Siendo que las soluciones externas casi siem pre fueI01} m ás diluidas que la orina, el análisis quím ico del baño externo perm ite tam bién descubrir posibles pérdidas de orina p o r fi­ suras de la cánula o de la piel afectada por la sutura. Una vez canulados los animales, fueron colocados en frascos individuales en contac­ to con la m ism a solución de pre-adaptación. Así fueron m antenidos h asta el m om ento del experim ento, renovando dos veces por día la solución en la que estaban sum ergi­ dos, p o r sifón, evitando toda perturbación de los anim ales. Todas las especies tolera­ ron la cánula p o r espacio de 3-5 días; des­ pués de dicho lapso em pezaba un proceso necròtico, casi siem pre reversible. Después de la descanulación, la piel alrededor de la cloaca cicatriza rápidam ente. — M edida de los flu jo s iónicos netos. día del experim ento, se reem plazó la solu­ ción de pre-adaptación externa p o r la que sería utilizada en la m edida de los parám e­ tros que interesaban (pH, conductividad, Cl—, N a+, etc.). El volum en de la nueva so­ lución, que fue cuidadosam ente medido, era generalm ente el suficiente p ara cub rir la m ayor parte del cuerpo; la relación peso corporal/volum en del baño externo era de aproxim adam ente 1/3 o 1/4. El sistem a (Figura 5) se dejaba estabi­ lizar duran te unos 20-30 m inutos, mom ento en el que se tom aba la prim era m uestra del baño externo (5-12 m i), m ediante una pi­ peta o jeringa. Posteriorm ente, se continua­ ba tom ando m uestras cada 30-60 m inutos. 9. MUSEO N? 35

129

durante lapsos que oscilaban entre 1.5 y 6 horas, aproximadamente.

En los pocos experimentos en los que interesaba conocer simultáneam ente la evo­ lución de la conductividad del medio, se in­ trodujo la correspondiente celda a un cos­ tado del recipiente, de m anera que se evi­ tara cualquier perturbación del animal. La concentración de los iones considera­ dos en el baño externo (o de su conductivi­ dad) fue graficada contra el tiempo y los Elflujos (netos) fueron calculados a p a rtir de las pendientes de las respectivas rectas de regresión. Para estos cálculos, se consideró como volumen del baño externo, un valor prom edio durante el experimento (G a r c ía R o m e u y M a e t z , 1964; M a e t z , 1956). Sólo se tom aron en cuenta aquellos experimentos en los cuales los flujos netos fueron positi­ vos, esto es, en los cuales había entrada ne­ ta de iones. Por convención, los flujos son "positivos” y se expresan precedidos del sig­ no " + ” cuando la concentración del ion en la solución externa disminuye, absorbiéndo­ lo a través de su piel; inversamente, el au­ m ento de la concentración de una especie química en la solución externa (flujo neto negativo) se indica con el signo "—


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

130

Jas fórm ulas del Cuadro 4. La conductividad se expresó en ¡iEq/1 de NaCl m ultiplicando sus unidades (o h m -1. c m - 1) p o r un facto r experim entalm ente determ inado (8.662).

Los datos de flujos iónicos siem pre fue­ ron expresados en ¡j.Eq/hr x 100 gr de peso corporal ± e rro r estandard de la media (ESM); la conversión de dicha unidad en |iE q /h r x cm 2 puede hacerse recurriendo a CUADRO 4.

Ecuaciones exponenciales utilizadas para relacionar el peso (P) con el área (A) corporal.

Especie

Referencias bibliográficas

Ecuación

L. ocellatus B. arunco C. caudiverbera

A A A

= = =

. 12.7 . 10.8 .

11.3

P“-58 P°” P°-63

H u t c h is o n , W h it f o r d E s p in a y R o ja s , 1972. E s p in a y R o ja s , 1972.

y

K o h l , 1968.

Cloro. Por potenciom etría de acuerdo a la técnica de S anderson (1952).

— Anestésicos locales. En los experi­ m entos de inhibición selectiva utilizam os dos anestésicos locales: sulfato de procaína y pentobarbiturato de colina. El prim ero se preparó neutralizando la procaína base con H2SO4; la base fue precipitada tratan d o el clorhidrato con K O H . El pentobarbiturato de colina se preparó neutralizando el ácido pentobarbitúrico con colina base; el ácido fue preparado tratan d o la sal sódica con

Conductividad.

En

un

conductím etro

P h il l ip s PR 9500.

Estadística. N uestro nivel de "diferencia significativa” fue p < 0.05; la com paración entre grupos se hizo recurriendo al test de Student; dejam os constancia del valor de t sólo en los casos en que las diferencias de­ tectadas eran significativas.

H2SO4.

Estos anestésicos fueron añadidos al ba­ ño externo en cantidad suficiente p ara lo­ grar una concentración final de 2 mM; el volumen necesario p ara ello fue desprecia­ ble con respecto al de la solución externa en la que los anim ales estaban sum ergidos (0 .8 — 1.2 m i). — M étodos analíticos. Todas las medi­ ciones se efectuaron por duplicado. Sodio. Por fotom etría de em isión (fotó­ m etros Yo bin -Ivon y E ppendorf ) o por espectrofotom etría de absorción atóm ica (P erk in E lmer , modelo 290).

3. Resultados. I. Disociación de los flujos iónicos netos. A. Leptodactylus ocellatus. Los experi­ m entos se efectuaron sobre anim ales preadaptados en diferentes soluciones de 0.4 mEq/1; los flujos netos fueron m edidos a p a rtir de soluciones de NaCl 0.9 mEq/1. En el Cuadro 5 se presentan los resultados .

CUADRO 5. Flujos netos (fn) de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de L eptodactylu s ocellatus, hr x 100 gr ± ESM). Solución de pre-adaptación

N

NaCl Na,SO, Cl—colina NH4C1

8 6 3 7

Peso cor­ poral (gr.) 74.9 58.0 94.0 78.5

± ± ± ±

9.5 4.3 26.2 7.3

in Cl+ 5.9 + 9.5 + 6.2 + 5.9

*)

Diferencias m edias de datos pareados (fn Cl-

a: b:

p p

< <

0.025 0.005

(t (t

= =

2.66). 7.10).

± ± ± ±

fn Na+ 1.2 0.9 1.6 1.9

+ + + +

fn N a4- ± ESM)

±

2.5 1.9 ± 8.4 ± 6.2 ±

Diferencias* 1.0 1.2 2.2 1.7

+ 3.4

+

1.4“

+ 7.6

±

1.1b

— 2.2

±

0.9

— 0.3

±

0.5


A. S alibián/ Cloro y Sodio a través de la niel de Anfibios 131

k ~ X' Animales pre-adaptados en NaCl (Giupo control). Los flujos netos resultan estadísticam ente diferentes; la m ism a ten­ dencia se verá en el caso de las otras dos especies. A—2. Animales pre-adaptados en Na 2S 0 4. La captación de Cl~ fue significativamente m ayor (cinco veces) que la de Na+. La Fi­ gura 6 ilu stra un típico experim ento en el que puede visualizarse la independencia de ambos flujos.

la atención que los fnCl tanto en las ranas del grupo control como en las de estos dos grupos sean prácticam ente iguales. A—-4. Animales pre-adaptados en agua destilada (Cuadro 6). En este grupo los fluJ°s Cl— y de N a+ fueron altos y s.u s diferencias resultaron estadísticam ente significativas: el fn Cl~ fue m ayor que el fn Na . Puede notarse que el flujo neto de NaCl, medido indirectam ente, a través de la conductividad de la solución externa, está en estrecha relación con los flujos netos de N a+ pero no con los de Cl~.

• N a+

o cr

CUADRO 6.

900 , o* I W u ¿

Wo

N Peso corporal (sr) fn C lfn Na+ fn Na*CI

o 2 o s u X w

$

h 2 ^ P

« w

2

f n c r =+8.9 f n Na4, = + O.l

fn Cl------ fn Na+ fn C l- — fn NaCl fn Na+ — fn NaCl *)

T

2

TIEMPO (ho ras) FIG. 6.

71.3 ± + 18.2 ± + 12.9 ±

4.0 7.3 6.6 7.2

+ 6.0 ± + 5.3 ± — 0.7 ±

1.5a 0.6b 1.3

+ 12.2 ±

Diferencias"*:

850 '

O J o w w

Fluios netos (fn) de Cl—, Na+ y NaCl a través de la piel in situ de Leptodactylus ocellatus pre-adaptada en agua destilada y sumergida en so­ lución de NaCl 0.8 mEq/1 (iiEq/hr. x 100 gr. ± ESM). ' 4

Captación de Cl— y de Na+ a través de la piel in sita de L eptodactylus ocellatus pre-adaptada en N a,S 04 y sumergida en solución de NaCl (Rana N ? 12). Los flujos netos (fn) están expresados en ¡iEq/hr x 100 gr.

'■'*)

Medido a partir de la conductividad de la so­ lución externa. Diferencias medias de datos pareados ± ESM 0.01

0.001

(t (t

= =

4.08). 9.30).

A—5. Experimentos varios. En sola­ mente dos casos medimos los flujos de Cl— y de N a+ en ranas pre-adaptadas en agua de llave y sumergidas en solución de NaCl 0.8 mEq/1. Los flujos netos de Cl~ fueron + 12.6 y + 7.5, y los de N a+ fueron + 2.7 A—3. Animales pre-adaptados en Cl-co- y + 0.8 ¡.iEq/hr x 100 gr, respectivamente. lina y en NH 4CI. Como era de esperar, en las Asimismo, pudimos com probar, en otros dos experimentos, que L. ocellatus pre-adapranas pre-adaptadas en Cl-colina los flujos de Na+ fueron mayores que los de Cl—. Las tado en Na^SOj 0.8 mEq/1 es capaz de ab­ diferencias detectadas no fueron estadísti­ sorber Cl— cuando es sumergido en una so­ camente significativas posiblem ente debido lución en la que el catión es impermeante al escaso núm ero de mediciones. Los flujos (Cl-colina 0.8 mEq/1). Los fnC l- fueron de Cl- y de N a+ de anim ales pre-adaptados + 13.2 y + 5.2 y los de N a+ fueron + 0.9 en NH4CI fueron prácticam ente iguales y no y + 0.2 |iE q /h r x 100 gr, respectivamente. se detectó aauella tendencia observada en el La Figura 7 ilustra uno de los casos men­ grupo Cl-colina (fn N a+ > fn C l~). Llama cionados.


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

132

B— 1 . Animales pre-adaptados en NaCl. Los flujos netos no fueron significativam en­ te diferentes a pesar de que la tendencia fue, igual que en L. ocellatus, en el sentido de los flujos netos de Cl~ m ayores que los de N a+. B—2. Animales pre-adaptados en Na2S04 y en Cl-colina. Tal como en L. ocellatus, es­ tos dos grupos dem ostraron una disociación significativa de sus flujos iónicos netos. E n el caso de los sapos pre-adaptados en Na 2S 0 4 el flujo neto de N a+ fue im as 10 veces m e­ n o r que el de Cl- . Inversam ente, los sapos pre-adaptados en Cl-colina tuvieron u n fn Cl- tres veces inferior con respecto al de N a+.

TIEM PO

FIG. 7.

(ho ras)

Captación neta de Cl— a través de la piel in situ de L eptodactylus ocellatus preadaptada en Na2SOa y sumergida en solu­ ción de Cl—colina (Rana N" 40; 57,6 gr.). Los flujos netos (fn) están expresados en ItEq/hr x 100 gr.

B—3. Animales pre-adaptados en agua destilada. Los flujos no fueron ta n altos como en el caso de L. ocellatus y la pequeña diferencia detectada en este caso no fue es­ tadísticam ente significativa. B—4. Animales pre-adaptados en agua potable. E n este grupo experim ental, pue­ den observarse flujos netos altos y estadís­ ticam ente indistinguibles.

B—5. Experim entos varios. B ufo arunco B. B ufo arunco. Los sapos fueron pre- es tam bién capaz de absorber a través de su adaptados en diferentes soluciones de 1.7 piel in situ Cl- ' o Na+ cuando está sum er­ m E q/I y los flujos netos fueron medidos gido en soluciones en las que el catión o el sumergiéndolos en soluciones de NaCl de la anión acom pañante es im perm eante; tam ­ m isma concentración. Los resultados están poco hicimos un estudio sistem ático de este en el Cuadro 7. com portam iento. CUADRO 7.

Flujos netos (fn) de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de Bufo arunco pre-adaptado en diferentes soluciones y sum ergido en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (nE q/hr. x 100 gr ± ESM).

67.9

±

7.7

Agua potable

9

53.0

±

7.2

Agua destilada

7

88.9

±

8.7

Cl—colina

5

56.8

±

1.6

Na2S 0 4

7

66.6

±

6.3

*)

fn CI­

fn Na+

Diferencias*

+

RO

±

3.0

+ 10.0

±

1.6

+

16.8

±

2.9

+ 17.7

±

2.1

+

11.5

±

3.9

+ 12 2

±

4.9

+

8.4

+

9.2

p

<

0.01

(t

=

5.54).

±

2.0

— 0.7

±

12

3.1

+ 26.6

±

5.1

—18.2

±

3.3a

1.3

±

1.3

+ 10.3

±

1.2b

±

1.1

Diferencias medias de datos pareados (fn Cl— — fn Na+ ± ESM). a:

+ 4.0

•-<

7

■H

NaCl

Peso cor­ poral (gr.)

1

N

o\ o

Solución de pre-adaptación

b:

p

<

0.001

(t

=

9.85).


A. S a l ib iá n / Cloro y Sodio a través ele la piel de Anfibios

EL MEDIO EKIERNO (/jEq/l)

La Figura 8 ilu stra u n típico experim en­ to en el que B. arunco pre-adaptado en agua potable es capaz de cap tar N a+ cuando está sum ergido en soluciones de Na 2S 0 4 de dife­ rentes concentraciones. Nótese la dependen­ cia de la m agnitud del fn N a+ con su con­ centración en el baño externo.

«58'v

■•

1700

1650-

x ^ ___

«■

°‘ •» Cl'*-U

FIG. 8.

*

C— 1. Animales pre-adaptados en NaCl. En el caso de C. caudiverbera tam bién se observa una disociación de los flujos de Cl— y de N a+ siendo el fn Cl- significativamente m ayor que el fn N a+; en este caso no cabe ninguna duda de que la diferencia es real debido al elevado núm ero de medicio­ nes efectuadas. Cuando los animales son pre-adaptados en soluciones más diluidas (0.4 mEq/1) los flujos son notoriam ente mayores (prim era línea del Cuadro 8). C—2. Animales pre-adaptados en Cl-colina y en Na 2S 0 4. La disociación de flujos netos observados en L. ocellatus y en B. arunco existe tam bién en esta especie; las

100 N.

133

fuCTW-U >nN|V«4kJ

1 f i .c r .-U

Ib H«*..I l l

Captación de Na+ a través de la piel in situ de Bufo arunco pre-adaptado en agua potable y sumergido sucesivamen­ te en soluciones de N a,S 04 de diferente concentración (Sapo N° 54; 81.0 gr). Los flujos netos (fn) están expresados en IxEq/hr x 100 gr.

C. Calyptocephalella caudiverbera. Es­ ta es la especie en la cual efectuamos el estudio m ás extenso. Todas las ranas fueron FIG. 9. Captación de Cl— y de Na+ a través de pre-adaptadas en agua destilada o en diver­ la piel in situ de Calyptocephalella caudi­ verbera pre-adaptada en soluciones de sas soluciones de 3.4 mEq/1. Los experimen­ NaCl (A), NajSOj (B) y Cl—colina (C) y tos se efectuaron sum ergiendo los anim a­ sumergidas en soluciones de NaCl (Ranas les en diversas soluciones de 1.7 mEq/1. Nos. 144, 21 y 93, de 204, 155 y 154 gr, res­ Los resultados están enlistados en el Cua­ pectivamente). Los flujos netos (fn) es­ tán expresados en [j,Eq/hr x 100 gr. dro 8 . CUADRO 8.

Flujos netos (fn) de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella cau­ diverbera pre-adaptada en diferentes soluciones y sumergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (nE q/hr x 100 gr. ± ESM).

Solución de pre-adaptación NaCl 0.4 mEq/1 NaCl 3.4 mEq/1 Agua destilada Cl—colina Na2S 0 4 *)

N 7 40 21

41 24

Peso cor­ poral (gr.) 278.9 205.9 211.2 188.0 231.5

41.1 16.2 13.1 14.0 22.0

+ + + + +

11.1

2.1

7.8 11.7 6.0 19.7

0.8 1.3 0.8

3.0

+ 8.1 + + + +

1.4

0.6

5.5 7.2 8.5 6.5

Diferencias m edias de datos pareados (fn Cl— — fn Na+ ± ESM). (t p < 0.025 (t = 2.33) c: p < 0.05

a:

Diferencias*

fn Na+

fn C l-

1.1 0.8

0.9

=

2.15)

+ 3.0 ± + 2.3 ± + 4.5 ± — 2.5 ± + 13.2 ±

2.4 0.9a 1.7b

1.1c 3.1d


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

134

diferencias observadas entre am bos flujos netos tam bién son m ucho m ayores en el ca­ so de las ranas pre-adaptadas en Na2SOí 3.4 mEq/1. En la Figura 9 se ilustran tres típicos experimentos.

Llama la atención nu estra que los flujos iónicos netos son prácticam ente idénticos a los del grupo incluido en la tercera línea del Cuadro 8 .

C—3. Animales pre-adaptados en agua destilada. Los flujos netos de Cl~ y de N a+ fueron mayores que en el grupo control o pre-adaptado en NaCl 3.4 mEq/1; sin em­ bargo, la diferencia entre dichos flujos ne­ tos fue estadísticam ente significativa. En otro grupo de ranas pre-adaptado p o r el mismo tiem po en agua destilada (N — ,20), pero cuyos flujos de Cl~ y de Na+ fueron medidos sumergiendo los animales (peso corporal = 225.5 - 23.0 gr) en soluciones de 0.4 mEq/1 los resultados fueron: fn Cl— = + 11.2 ±1.0 y fn N a+ = + 7.6 ± 0.6 |.iEq/ h r x 100 gr y la diferencia ( + 3.6 + 1.4) fue tam bién significativa (p < 0.025; t ± 2.62).

C—4. Experim entos varios. C. caudiverbe.ro. es tam bién capaz de absorber Cl— y N a+ desde soluciones en las cuales el co-ión es im perm eante. El Cl“ es absorbido a una velocidad que es independiente del co-ión acom pañante (Na+ o colina) (Cuadro 9); la captación de N a+, en cambio, parece depen­ der del anión acom pañante ya que cuando las ranas están sum ergidas en N a 2SC>4 los l;n de N a 1 son significativam ente m enores cuando son com parados con las m ediciones efectuadas en anim ales sum ergidos en NaCl (Cuadro 10). Los flujos netos se hacen próxim os cuando la concentración del Na 2S 0 4 externo se eleva unas cuatro veces (Cuadro 11).

CUADRO 9.

Flujos netos (fn) de Cl— a través de la piel in situ de C alyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida sucesivam ente en diferentes soluciones (|.i,Eq/hr x 100 gr ± ESM).

Solución externa I. II.

N

NaCl 0.4 mEq/1

6

fn Cl—

Diferencia *

+

10.1

±

1.8

+

9.9

±

2.3

0.2

CI—colina 0.4 mEq/1

±

0.9

* Diferencia media de datos pareados (I - II ± ESM). Peso corporal = 162.3 ± 9.5 gr.

CUADRO 10.

Flujos netos (fn) de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida sucesivam ente en diferentes soluciones (|xEq/hr x 100 gr ± ESM).

Solución externa I.

N

NaCl 0.4 mEq/1

II. N a,S 04 0.4 mEq/1

p

<

0.005 (t = 4.40)

Peso corporal =

162.3 ±

9.5 gr.

Diferencia*

6

+

7.2

±

1.6

6

+

2.5

±

1.1

4 Diferencia media de datos pareados (I - II ± ESM ). a:

fn N a +

+

4’?

*

^


A. S ai. i b i An / C lo r o y S o d io a tr a v é s d e la p ie l d e A n fib io s

CUADRO 11.

Flujos netos (fn) de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida sucesivamente en diferentes soluciones (¡iEq/hr x 100 gr ± ESM).

Solución externa I.

135

N

fn Na+

Diferencia*

NaCI 0.4 mEq/1

4

+

6.2

±

2.2

N a ,S 0 4 1.7 mEq/1

4

+

8.8

±

3.4

— 2.7 II.

±

1.1

* Diferencia m edia de datos pareados (I-II ± ESM ). Peso corporal = 200.8 ± CUADRO 12.

27.8 gr.

Efecto del sulfato de procaína (2 mM ) sobre los flujos netos (fn) de C l- y de Na+ a través de la piel in situ de Calyp tocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua des­ tilada y sumergida en solución de NaCI 0.4 mEq/1 (,tEq/hr x 100 gr ± ESM).

Periodo I. II.

fn C l-

Pre-procaína Post-procaína Diferencias *

+ -f +

9.5 8.4 1.1

± ± ±

fn Na+ 1.9 0.6 0.9

+ 4.4 — 5.5 + 9.9

± ± ±

1.4 1.3

1.3;

* Diferencias medias de datos pareados (I - II ± ESM). a: p < 0.01 (t = 7.50). Peso corporal = 272.0 ± 85.3 gr . (N = 4).

CUADRO 13.

Efecto del pentobarbitu rato de colina (2 mM) sobre los flujos netos (fn) de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida en solución de NaCI 1.7 mEq/1 (u,Eq/hr x 100 gr ± ESM). fn C l-

Período I. II.

Pre-pentobarbital Post-pentobarbital Diferencias *

+ + +

* Diferencias medias de datos pareados (I a: p < 0.001 (t = 6.14). 24.1 gr (N = Peso corporal = 185.8

9.2 ± 1.4 ± 7.8 ±

fn Na+ 1.0 0.5 1.3’

+ 8.0 ± + 8.9 ± — 0.9 ±

0.7 0.9 1.0

II ± ESM). 8).

E sta dependencia de los fn N a+ con res­ pecto a su concentración en el baño exter­ no, tam bién señalada p a ra B ufo arunco, se ilustra en la Figura 10; en la Figura 11 se ve ilustrado u n caso de independencia de la captación n eta de Cl- . II. Inhibición selectiva de los flujos iónicos netos. Los experim entos que a continuación re­ sum irem os, se efectuaron sólo sobre C. cau­ diverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergidas en soluciones de NaCI.

Inspirados en el trabajo de B l a u s t e i n y G o ld m a n (1966) investigamos el efecto de un anestésico catiónico (procaína) y otro aniónico (pentobarbital) sobre los flujos netos in vivo de cloro y de sodio; la adición de dichos anestésicos prácticam ente no al­ teró la concentración de Cl- y N a+ del baño externo ya que las sales utilizadas estaban desprovistas de dichos iones. Los resultados se presentan en los Cuadros 12 y 13. La Fi­ gura 12 ilustra dos experimentos típicos de inhibición selectiva.


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

136

400

2 0 TIE M P O

I

2

(horas)

FIG. 10. Captación neta de Na+ a través de la piel in situ de C alyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida sucesivam ente en solucio­ nes de Na2S 0 4 de diferente concentra­ ción (Rana N9 39; 146,0 gr). Los flujos netos (fn) están expresados en uBq/hr x 100 gr.

A .

\ ui 3,

B

fn N a+ =+ 8 .7

.

fnNa* = -1.0

fn C r =+11.5

400

-'V

fn C r =1-12.0 1s

400

• N a+

° Cl

CC 111

O z

300

300 -

.

2

T

O

TI EMP O

:

,

(h o ras)

FIG. 11. Captación neta de Cl— a través de la piel in situ de C alyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida sucesivam ente en solucio­ nes de NaCl (A) y Cl—colina (B ) (Rana N° 39—B). Los flujos netos (fn) están expresados en |j,Eq/hr x 100 gr.

FIG. 13.

Efecto de la acidificación del baño exter­ no H2S 0 4 sobre el flujo neto de Na+ a través de la piel in situ de Calypto­ cephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida en solución de Na2S 0 4 (Rana N? 243; 155,0 gr).

FIG. 12.

Efecto de la adición al baño externo de 2 mM de su lfato de procaína (A) y de pentobarbitu rato de colina (B ) sobre los flujos netos de Cl— y de N a+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera. Las ranas (Nos. 75 y 101, de 242,0 y 207,0 gr., respectivam ente) fue­ ron pre-adaptadas en agua destilada y sumergidas en solución de NaCl.


A. S a u b iá n / C lo r o y S o d io a t r a v é s d e la p ie l d e A n fib io s

E n am bos casos hubo rapidísim a inhibi­ ción de uno de los flujos m ientras que el otro perm aneció prácticam ente inalterado. El efecto de los anestésicos duró 3—4 horas. El sulfato de procaína dism inuye noto­ riam ente el pH del baño externo; p o r ello, investigam os, aunque no de m anera siste­ m ática, el efecto del cam bio de pH p o r adi­ ción de H 2SO 4 (aproxim adam ente 0.01 N) en cantidad suficiente p ara reducirlo a 3.9. Del m ism o m odo que con procaína, esta mo­ dificación p rodujo una inm ediata y prolon­ gada inhibición del flujo neto de N a+ (Fi­ gura 13). El pen to b arb itu rato de colina, por su parte, eleva el pH de la solución externa a valores en tre 8.2 — 8.9; en este caso, la adi­ ción de colina base (hidróxido) en cantidad para provocar aquel cambio de pH no m os­ tró afectar los flujos iónicos netos de la m a­ nera en que lo hace el pentobarbiturato.

ta es la inform ación que poseemos al res­ pecto sobre Leptodactylus ocellatus en la que una parte del N a+ externo se intercam ­ bia p o r NH4+ interno. 2. M aterial y métodos. Las condiciones en que los animales fue­ ron procesados y muchas de las técnicas analíticas utilizadas son prácticam ente igua­ les a las señaladas en el Capítulo I. En este Capítulo hemos incorporado algunas medi­ ciones adicionales cuyos detalles son los siguientes: Amonio. Por la técnica de m icrodifusión modificada (B a l in sk y y B aldw in , 1961) sobre alícuotas del baño externo en el que los animales estaban sumergidos. Alcidez y alcalinidad totales. Se midieron a la tem peratura ambiente, con NaOH (1.9 mEq/1) y HC1 (3.5 m Eq/1), en un equipo autotitulador Radiometer (T T I), provisto de una bureta autom ática SBU-1 y un re­ gistrador SBR-2 Titrigraph. Se utilizó un equipo con electrodos de vidrio y referencia separados. Los puntos de equivalencias y los pK se determ inaron gráficamente.

Capítulo II LOS IONES INTERCAMBIADOS POR C l- Y Na+ 1. Introducción. Establecido el hecho de que los anim a­ les son capaces de cap tar Cl~ y Na+ del me­ dio externo, a) de m anera independiente, y b) p o r intercam bio contra iones endógenos, nos preocuparem os en lo que sigue de con­ testar o tra de las preguntas que nos hici­ mos al comienzo: ¿cuáles son los iones en­ dógenos intercam biados p o r los externos? D em ostrarem os que dichos iones internos son HCOí- e H +. La m ayor p arte de los experim entos de este Capítulo fueron efectuados sobre Calyptocephalella caudiverbera. Más incomple­

CUADRO 14.

137

Valor amortiguador (0). Se determinó por cálculo, de acuerdo a D avenport (1966) y se lo expresó en |-iEq de ácido (o de base) unidad de pH /hr. 3. Resultados. I.

El catión endógeno.

A. Amonio. Los experimentos efectua­ dos en L. ocellatus están resumidos en el el Cuadro 14.

Flujos netos (fn) de Na+ y de N H .+ a través de la piel in si* u d e L ep to d a c tus pre-adaptada en agua potable y sumergida en solución de NaCl (0.5 — 1.3 mEq/1) ((lE q/h r x 100 gr ± ESM).

N

Peso corporal (gr)

9

53.2

±

4.1

fn NH4+

fn Na+ +

3.7

±

1.6

— 0.9

± 0.4


BOLETÍN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

138

El coeficiente de correlación entre am­ bos flujos es alto (r = — 0.78) y estadís­ ticam ente significativo (p < 0.025; t = 3.31) (Figura 14). La correspondiente recta de re­ gresión se expresa por; fn N a+ = — 3.11 fn NH4+ + 0.87 Se consideró la posibilidad de que el NH4+ detectado en el medio externo provi­ niese de bacterias que habitualm ente viven sobre la piel y /o del mucus; p ara ello se incubaron raspados de la piel de estas ra ­ nas. En esas condiciones el NH.¡+ del medio es bajo y perm anece prácticam ente constan­ te indicando así que el origen del amonio detectado no es espúreo. En el caso de C. caudiverbera no hici­ mos un estudio exhaustivo y sistem ático de la excreción de NH.i+ por la piel. E n este anim al nos aseguram os de que sólo el inter­ cam biador catiónico sea el funcional p a ra lo cual los flujos de N a+ y de NH4+ fueron eva­ luados sumergiendo las ranas (pre-adaptadas en agua destilada) en solución de Na 2S 04 1.7 mEq/1. Los resultados se resu­ men en el Cuadro 15. En estas condiciones, no existe c ó r r e l a - i ción entre la cantidad de N a+ absorbido y H la cantidad de NH.r excretado al medio (r = — 0.66; 0.4 < p < 0.3). La Figura 15 ilustra uno de los experim entos resum idos en el Cuadro 15.

¡. 14. Correlación entre la captación de N a + (fn N a+) y la excreción de NH + (fn NH4+ ) a través de la piel in situ de Lepíodactylu s ocellatus (experim entos del Cuadro 14).

CUADRO 15. Flujos netos (fn) de Na + y de NH4 ■ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida en solución de Na2S 0 4 1.7 1.7 mEq/1 (¡¿Eq/hr x 100 gr ± ESM). N

Peso corporal (gr)

5

245.6

±

45.1

fn N a+ +

2.8

±

fn NH4+ 2.1

0.4

±

0.3

B. Hidrógeno. La m edida del H + ex­rim ento típico, la correspondencia estequiocretado al medio externo se hizo titulando m étrica entre el N a+ captado y el H + excre­ la acidez de alícuotas del medio externo tado. La m ism a correlación se ilu stra de (N a 2S 0 4 1.7 m Eq/1) en el que estaban su­ m anera más elocuente en la Figura 17 don­ m ergidas las ranas (C. caudiverbera). El de se ve claram ente que la interrupción de Cuadro 16 resum e los resultados de estas la captación de N a+ va acom pañada de una mediciones. evolución en la excreción de H + que es p rác ­ En la Figura 16 se ilustra, con un expe­ ticam ente su imagen especular.


A. S a u b iá n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

139

T I E MP O

FIG. 15.

Captación de Na^ (fn N a+) y excreción de NH4+ (fn NH4+) a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera sumergida en solución de N a ,S 0 4 (Ra­ na N” 72—B; 160,0 gr). Los flujos netos (fn) están expresados en nEq/hr x 100 gr.

CUADRO 16.

FIG. 16. Captación de Na+ (fn Na+) y excreción de H+ (fn H+) a través de la piel in situ de Calpytocephalella caudiverbera su­ mergida de N a ,S 0 4 (Rana N- 100—B; 224.0 gr). Los flujos netos (fn) están ex­ presados en uEq/hr x 100 gr.

Flujos netos (fn) de Na+ e H+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudi­ verbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida en soluciones de N a ,S 0 4 1.7 mEq/1 (¡lEq/hr x 100 gr ± ESM).

N

Peso corporal (gr)

9

235.2

±

18.3

fn N a +

4.3

En la Figura 18 se ilu stra la correlación entre los fn N a'1' e H +; el coeficiente de co­ rrelación es alto (r = — 0.99 y estadística­ m ente significativo (p < 0.001; t = 15.58). La recta de regresión se expresa p o r la fór­ mula: fnNa+ = — 0.93 . fn H+ + 0.44. II.

(h o ra s )

El anión endógeno.

P ara investigar la naturaleza del anión endógeno, las ranas fueron pre-adaptadas

±

fn H+ 1.2

— 4.3

±

1.2

en agua destilada y sus flujos fueron medi­ dos estando sumergidas en soluciones de Cl-colina 0.4 mEq/1. Alícuotas del baño ex­ terno fueron igualmente tituladas con NaOH. El Cuadro 17 presenta los resultados de las respectivas mediciones. En la Figura 19 se ilustra un experimen­ to característico. Puede verse que la absor­ ción de Cl— es acom pañada por la excreción de una Base; la imagen gráfica de la desapa­ rición del Cl~ del baño externo va acompa-


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

140

T IE M P O

FIG. 17.

(h o ras)

FIG. 18.

Captación de Na+ y excreción de H+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera sumergida en solución de Na2S 0 4 (Rana N° 103 A/B; 233.4 gr).

CUADRO 17.

Correlación entre la captación de Na+ (fn N a+ ) y la excreción de H + (fn H +) a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera (experim entos del Cuadro 16).

Flujos netos (fn) de Cl— y de Base a través de la piel in situ de C alyptocephalella cau­ diverbera pre-adaptada en agua destilada y sumergida en solución de Cl-colina 0.4 mEq/1 (|j,Eq/hr x 100 gr ± ESM).

N

Peso corporal (gr)

6

216.9

±

27.6

fn Cl— +

8.6

ñada sim étricam ente con la de la aparición de dicha Base. El coeficiente de correlación (Figura 20) entre am bos flujos netos es alto (r = — 0.96) y estadísticam ente significativo (p < 0.005; t = 6.78). La recta de regresión se expresa por la fórm ula siguiente: fn Cl— = —0.69 . fn B - + 0.40. El pK de la Base excretada en los expe­ rim entos del Cuadro 17 fue 5.91 ± 0.03. Sos­ pechando que la Base en cuestión era HC03- preparam os una serie de soluciones artificiales mezclando soluciones de bicar­ bonato de colina y de Cl-colina en cantida­ des equivalentes a las que p o r cálculo se tendrían en las alícuotas de algunos expe­ rim entos. El pK de estas soluciones fue

±

fn Base 1.8

11.8

±

2.5

5.90 ± 0.03 (N — 11). Concluimos, pues, que la Base excretada p o r intercam bio con Cl—externo era Bicarbonato. III.

Intercam bios iónicos y cam bios de pH del m edio externo.

Cuando las ranas (C. caudiverbera) es­ tán sum ergidas en NaCl, el pH del m edio externo perm anece prácticam ente in altera­ do; interpretam os este hecho postulando que los H + secretados p o r el intercam bia­ dor catiónico neutralizan los HCOs~ que el intercam biador am ónico excreta sim ultá­ neam ente. De allí, el pH del m edio externo no resulta ser un indicador apropiado de la secreción de H +.


A. S a l ib iá n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

141

Cuando el medio externo de una rana sum ergida en NaCl es acidificado con H2SO4 hay una inhibición del flujo neto de N a+; dicha inhibición es tem poraria y perdura sólo h asta que el pH de la solución externa alcanza valores próxim os al del período pre­ vio a la adición del ácido. Este últim o caso se ilu stra en la Figura 21; evidentemente, la base excretada por el intercam biador aniónico neutraliza el exceso de hidrogeniones y una vez restaurado el pH original se re-inicia la captación de N a+. Confirmando esta interpretación ya vi­ mos (Figura 13) un caso en el que la rana estuvo sum ergida en Na 2S 04 y su medio ex­ terno acidificado hasta pH 3.6; se observó la m ism a inhibición del fn N a+ que en la Figura 21, pero que perdura varias horas, prácticam ente sin cambios en el pH.

T IE M P O

FIG. 19.

(hc-ns)

Captación de Cl— y excreción de Base a través de la piel in situ de Calyptocephaleíla caudiverbera sumergida en solu­ ción de Cl—colina (Rana N° 98—B; 201.5 gr).

T ifM P O

FIG. 21. FIG. 20.

Correlación entre la captación de Cl— (fn Cl—) y la excreción de Base (fn B—) a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera (experimentos del Cuadro 17).

(horas)

Efecto transitorio (inhibitorio) de la aci­ dificación del baño externo sobre la cap­ tación de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera preadaptada en agua destilada y sumergida en solución de NaCl (Rana N° 148; 198

gr)-


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

142

Cuando C. caudiverbera estuvo sum ergi­ da en Na 2S 0 4, hubo una dism inución del pH del medio externo de 0.30 ± 0.04 u n id ad es/h r (experimentos del Cuadro 16). Cuando las mismas ranas estuvieron sum ergidas en C1-colina, la modificación del pH del baño ex­ terno fue en el sentido de la alcalinización; el pH aum entó 0.15 ± 0.05 u n id ad es/h r (ex­ perim entos del Cuadro 17 (medias * E SM ). IV.

Intercam bios iónicos y cambios en el poder am ortiguador del medio.

A. Ranas sumergidas en Cl-colina. Otra evidencia en favor de la conclusión anterior de que la Base endógena excretada p o r in­ tercam bio con Cl~ exógeno es bicarbonato surge del cálculo del "valor am ortiguador” (P) del baño externo ( D a v e n p o r t , op. cit.) que es "la cantidad de ácido (o Base) que debe añadirse p ara provocar una m odifica­ ción de una unidad de pH por unidad de tiem po”. Dicho cálculo indicó que cuando las ra­ nas están sum ergidas en Cl-colina el poder am ortiguador alcanza 76.3 ± 16.3 ¡iE q/uni­ dad de p H /h r (N = 6). El coeficiente de co­ rrelación entre el fn Cl~ y el aum ento de 8 de la solución externa fue alto y significa­ tivo (r = —0.86; p < 0.025; t = 3.34). El coeficiente de correlación entre el fn Base y el aum ento de (3 tam bién fue alto y signi­ ficativo (r = 4 - 0.95; p < 0.005; t — 6.03). B. Ranas sumergidas en NaiSO<. El po­ der am ortiguador fue, en este caso de 13.1 i 3.8 [iE q/unidad de p H /h r (N = 9), esto es, casi seis veces m enor que el de las ranas sum ergidas en Cl-colina. El coeficien­ te de correlación entre el fn N a+ y la capa­ cidad am ortiguadora fue de — 0.71 y sin significación estadística.

Tercera Parte EFECTO DE LAS HORMONAS NEUROHIPOFISIARIAS SOBRE LOS FLUJOS NE­ TOS DE C l- Y DE Na+ A TRAVES DE LA PIEL IN SITU Y SOBRE LA DIURESIS DE CALYPTOCEPHALELLA CAUDIVERBERA

1. Introducción. Se sabe que la neurohipófisis de los an­ fibios produce dos, o probablem ente tres, horm onas peptídicas: vasotocina, mesotocina y /u ocitocina ( H e l l e r y P i c k e r i n g , 1970; M o e n s , 1972; S a w y e r , 1968); los dos prim e­ ros suelen denom inarse como derivados de la ocitocina: Arg- 8-ocitocina e Ile u - 8-ocit orina. La bibliografía referente a la acción de estas horm onas cíclicas sobre el tran sp o rte de iones a través de ciertos epitelios in vitro así como sobre el equilibrio hidrom ineral de batracios in vivo es frondosa; sólo cita­ rem os dos extensos trabajos m odernos en los que se resum e nuestro conocim iento: F o l l e t , 1970 y M o r e l y J a r d , 1968. Cuando son aplicados al lado seroso, es­ tos péptidos producen un "efecto natriférico”, esto es, aum entan el pasaje neto de N a+ (por un aum ento del influjo a través de di­ versos epitelios polares como la piel, vejiga u rin aria y túbulo re n a l); el m ecanism o celu­ lar de este efecto no es conocido en detalle ( M a e t z , 1968; M o r e l y J a r d , op. cit.). La inyección de péptidos neurohipofisarios tam bién provoca, en los anfibios adul­ tos in vivo un "efecto hidrosm ótico”; los batracios ganan peso por retención de agua. Dicho efecto es la resultante de la respuesta com binada de tres efectores: piel, vejiga urinaria y riñón los que aum entan su per­ m eabilidad osm ótica al agua del lado m u­ coso al seroso. La piel y vejiga in vitro res­ ponden cualitativam ente de la m ism a m a­ nera. El riñón aum enta su reabsorción tu ­ bular al agua y /o dism inuye su velocidad de filtración glom erular. La m agnitud de la respuesta hidrosm ótica parece correlacio­ narse —dentro de ciertos lím ites— con el hábito de la especie considerada, siendo m a­ yor en las terrestres y m ínim a en las acuá­ ticas; el efecto natriférico no m uestra, en general, aquella correlación. Siendo Calyptocephalella caudiverbera un leptodactílido perteneciente a un taxón terrestre y en estado adulto provisto de h á­ bitos acuáticos, creimos de interés investi­ gar el efecto de la ocitocina, vasotocina y m esotocina sobre sus m ecanism os de cap­ tación de Cl- y de N a+ a través de su piel in situ. La dem ostración de la existencia de dos m ecanism os independientes de tra n s­


A. S aubián / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

143

porte de iones nos hizo pensar en la posi­ bilidad de que la regulación endocrina de dichos m ecanism os fuese igualm ente inde­ pendiente. La hipótesis de trab ajo fue simple: uno de los péptidos producidos p o r el tálam o podría ser el responsable de la lación de los intercam bios aniónicos tiónicos respectivam ente.

cada hiporegu­ y ca-

No hem os sabido de otros estudios rela­ tivos al efecto de las horm onas neurohipofisarias sobre la captación de Cl~ y de N a+ a través de la piel de C. caudiverbera. 2. M aterial y métodos. Tanto las condiciones de m antenim iento y pre-adaptación de las ranas, como el modus operandi de los experim entos fueron sim ilares a las señaladas en el Capítulo I de la Segunda Parte. En los anim ales de este grupo se im plan­ tó un catéter intraperitoneal de plástico el que fue fijado p o r m edio de una ligadura concéntrica (Figura 22) cuyo espacio m uer­ to fue previam ente evaluado y generalm ente osciló alrededor de 0.10 mi. Por este catéter se adm inistraron las horm onas, a distancia, sin p e rtu rb a r a las ranas y con la certeza de que las dosis necesarias eran íntegram en­ te sum inistradas.

FIG. 22. Diagrama esquemático del dispositivo ex­ perimental utilizado en los experimen­ tos de esta Parte.

— M edidas de los flu jo s iónicos netos. — Diuresis. En aquellos casos en que Casi todas las m ediciones se efectuaron su­ la orina era desprovista de heces se evaluó m ergiendo los anim ales en soluciones de la diuresis midiendo el débito urinario di­ NaCl 1.7 mEq/1. En algunos experim entos, rectam ente en el tubo de centrífuga gradua­ las ranas fueron sum ergidas en Cl-colina o do o probeta en el que desembocaba la cá­ Na2S 04 de la m ism a concentración con el nula vesical. propósito de evaluar independientem ente sus flujos netos de Cl— o de N a+. En todos — Hormonas. Los 3 péptidos utilizados los casos se efectuaron experim entos "con­ fueron sintéticos. La ocitocina "Syntocinon” tro l” inyectando el diluyente de las horm o­ fue donada por los Laboratorios SandozChile; la vasotocina fue obsequiada por el nas (Ringer a n fib io ). Dr. B . B e r d e (Sandoz-Suiza) y la mesotoSe siguió la evolución de los flujos netos cina por los Profesores J. M a e t z y J. Rude Cl~ y /o Na+ p o r el lapso de unas 2-3 DTNGER. horas en un período que llam am os "testi­ Las soluciones originales fueron diluidas go”; después de la inyección de las horm o­ nas (o del Ringer-anfibio) se continuó el en Ringer-anfibio y el volumen inyectado en control de los flujos de am bos iones en el cada caso osciló entre 0.1 y 0.2 m l /100 gr de peso corporal; en los experimentos "con­ baño externo p o r o tras 2-3 horas (período "horm ona”). Así, los anim ales fueron con­ tro l” se inyectó ese mismo volumen de Rin­ ger-anfibio. Las dosis adm inistradas de hor­ troles de sí mismos.


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144

m ona (en M /K g de peso corporal) fueron las siguientes: Ocitocina = 5.0 x 10~7; Vasotocina = 3.0 x 10- 8 y M esotocina = 3.4 x 10-11. 3. Resultados. I.

Flujos netos de Cl— y de N a+.

E n otro grupo de experim entos estudia­ mos el efecto de la adm inistración de ocito­ cina y vasotocina a ranas pre-adaptadas en Cl-colina y Na 2S 04. E n el prim er caso se ob­ servó (Cuadros 20 y 21) igual paralelización; sin em bargo, en estas ranas dicho efecto se logró p o r una im p o rtan te inhibi­ ción del fn N a + que se reduce h a sta valores próxim os a los de Cl—.

En el segundo caso (ranas pre-adaptadas A. E fectos de la ocitocina y la vasotocina. Puede observarse (Cuadros 18 y 19 y en Na 2S 0 4) se notó (Cuadro 22) después de la inyección de ocitocina u n a n o to ria acele­ Figura 23) que en las ranas pre-adaptadas en NaCl estos dos péptidos provocan, bási­ ración del flujo neto de N a+ m ientras que el de Cl- perm anece prácticam ente inalterado; camente, un m ism o fenómeno: "paralelización positiva" de los flujos netos de Cl- y la tendencia a la paralelización es evidente de N a+; en am bos casos hay una im portante toda vez que la diferencia entre los flujos inhibición del flu jo neto de Cl~ h asta valo­ de Cl~ y de Na+ se reduce en el período hor­ res próxim os al de N a+. mona, a la m itad.

CUADRO 18.

Efecto de la inyección intraperitoneal de ocitocina (5.0 x 10—7 M /K g de peso corporal) sobre los flujos netos (fn) de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en NaCl 3.4 mEq/1 y sumergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (^Eq/hr x 100 gr ± ESM).

Período

fn C l-

fn Na+ .

Diferencias *

Testigo

+

9.8

± 1.8

+

7.5

±

1.3

+

2.3

±

0.7a

Ocitocina

+

7.5

± 1.3

+

7.3

±

1.4

+

0.2

±

0.4

Diferencias *

+

2.3

± 1.0b

+

0.2

±

0.5

* Diferencias medias de datos pareados ± ESM. p < 0.02 (t = 3.14). Peso corporal = 305.8 ± 54.1 gr. (N = 7).

CUADRO 19.

Efecto de sobre los cephalelta 1.7 mEq/1

0.1 < p <

0.05 (t = 2.30).

la inyección intraperitoneal de vasotocina (3.0 x 10—8 M /K g de peso corporal) flujos netos (fn) de C l- y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocaudiverbera pre-adaptada en NaCl 3.4 mEq/1 y sumergida en solución de N a Cl (|j,Eq/hr x 100 gr ± ESM).

Período

fn C I-

fn N ax

Diferencias *

Testigo

+

9.1

±

2.3

+

5.3

±

1.6

-f-

3.8

±

1.8a

Vasotocina

+ ' 6.6 + 2.5

±

2.3

+

5.6

±

1.7

+

1.0

±

0.6

±

0.7b

0.3

±

0.6

Diferencias * *

Diferencias medias de datos pareados ± ESM.

a: p < 0.05 (t = 2.22). b: p < 0.01 (t = 3.56). Peso corporal = 192.5 ± 24.6 gr. (N

=

6).


A. S alibián/ Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

Queda claro entonces que lo general en el efecto de la ocitocina y de la vasotocina parece ser el fenóm eno de la "paralelización” de los flujos netos. Dicha paralelización se logra p o r inhibición o aceleración de uno de los flujos dependiendo de la his­ to ria previa del anim al. El efecto (inhibi­ ción o aceleración) se ejerce siem pre sobre uno de los dos flujos.

145

B. Efecto de la mesotocina. Después de la inyección de m esotocina las ranas preadaptadas en NaCl responden con una "paraleiización negativa” de los flujos netos de Cl- y de Na+ (Cuadro 23 y Figura 24). En otras palabras, ambos flujos se hacen nega­ tivos y las ranas pierden CI— y N a+ en can­ tidades equivalentes. Con el propósito de investigar su efecto independiente sobre los flujos netos de Cl— y de N a+, inyectamos la m isma dosis de m esotocina a ranas pre-adaptadas en NaCl pero sumergidas en Cl-colina y Na2S04, res­ pectivam ente (Cuadros 24 y 25). Como se observará, el efecto antes mencionado (paralelización negativa) vuelve a registrarse con las m ism as características. La m isma inhibición de los flujos netos después de la inyección de mesotocina se observó en otro grupo de ranas pre-adapta­ das en Cl-colina y puesta en NaCl (Cuadro 26); en este caso no se observó la "paralelización” anterior. C. Efecto de la inyección de Ringeranfibio. Las respuestas de las ranas a la inyección de las horm onas neurohipofisarias mencionadas en A y B son específicas toda vez que en los experimentos “control” la sola adm inistración de Ringer-anfibio no reprodujo ninguno de los efectos de dichas horm onas (Cuadro 27). Además, debe de­ cirse que las horm onas provocaron su efec­ to de m anera inm ediata (15--30 minutos) el que perduró varias horas. '

TIEMPO

FIG. 23.

(h o ra s )

Efecto de la inyección intraperitoneal de ocitocina sobre los flujos netos de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caüdiverbera pre-adaptada en NaCl 3.4 mEq/1 (Rana N° 212; 533,0 gr). Los flujos netos están expresa­ dos en aE q/h r x 100 gr.

10. MUSEO N? 35

• No'

T IEM PO

FIG. 24.

( ho r a s )

Efecto de la inyección intraperitoneal de m esotocina sobre los flujos de Cl— y de Na i' a través de la piel in situ de Calypcephalella caüdiverbera pre-adaptada en NaCl 3.4 mEq/1 (Rana N? 271; 105,8 gr.). Los flujos netos (fn) están expresados en n,Eq/lir x 100 gr.


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CUADRO 20.

Efecto de la inyección intraperitoneal de ocitocina (5.0 x 10—1 M /K g de peso corporal) sobre los flujos netos (fn) de C1— y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en C1 -colina 3.4 mEq/1 y sum ergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (|.iEq/hr x 100 gr ± ESM). Diferencias *

fn Na+

fn C l-

Periodo Testigo

+

3.4

±

1.0

+

7.8

±

1.2

Ocitocina

+

4.9

±

1.2

+

4.2

±

0.6

Diferencias *

1.5

±

0.9

+

3.6

±

0.8b

4.4

±

1.1a

+

0.7

±

0.8

* Diferencias medias de datos pareados ± ESM. a: p < 0.01 (t = 3.95);

b: p = 0.001 (t = 4.63).

Peso corporal = 231.2 ± 53.1 gr. (N = 6).

CUADRO 21.

Efecto de la inyección intraperitoneal de vasotocina (3.0 x 10—8 M /K g de peso corporal) sobre los flujos netos (fn) de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en Cl-colina 3.4 mEq/1 y sumergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (¡iEq/hr x 100 gr ± ESM).

Período

fn C l-

Testigo

+

5.7

Vasotocina

+

4.9

+

0.8

Diferencias *

±

fn Na+ 2.1

+ 11.0

±

±

1.5

+

7.8

±

1.2

+

3.2

Diferencias * 1.3

5.3

±

1.3a

±

1.3

2.9

±

0.5b

±

0.6c

* Diferencias medias de datos pareados ± ESM. a: P

<

0.01

(t

=

4.21).

b: p

<

0.001 (t

=

5.48).

c: p

<

0.001 (t

=

5.28).

Peso corporal = 144.5 ± 16.2 gr. (N = 6).

CUADRO 22.

Efecto de la inyección intraperitoneal de ocitocina (5.0 x 10—7 M /K g de peso corporal) sobre los flujos netos (fn) de C l- y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en Na^O,, 3.4 mEq/1 v sumergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (,tE q/hr gr ± ESM).

Período

fn C l-

fn Na+

Testigo

+ 20.6

±

1.5

4-

Ocitocina

+ 19.0

±

1.5

Diferencias *

+

±

1.1

1.6

7.4

Diferencias *

±

0.8

+ 13.2

±

1.5a

+ 11.9

±

1.3

+

±

1.0b

— 4.5

±

1.2c

7.1

" Diferencias m edias de datos pareados ± ESM. a: p

<

0.001 (t

=

8.60).

b; p

Peso corporal = 243.3 ± 22.5 gr. (N = 6).

<

0.001 (t

=

6.87).

C

: p

<

0.01

(t

=

3.62).


A. S ai.ibián / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

CUADRO 23.

Efecto de la inyección intraperitoneal de m esotocina (3.4 x 1 0 -11 M/Kg de peso corpo­ ral) sobre los flujos netos (fn) de C l - y de Na+ a través de la piel in situ de Calypto­ cephalella caudiverbera pre-adaptada en NaCl 3.4 mEq/1 y sumergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (¡i,Eq/hr x 100 gr ± EEM).

Período Testigo M esotocina Diferencias i

fn C l+ 7.8 — 4.3 + 12.1

fn Na ~

± 1.4 ± 2.4 ± 2.7b

- Diferencias medias de datos pareados a; p = 0.20; b: p < o .O l (t = 4.50); Peso corporal = 125.7 ± 6.6 gr. (N = 6). CUADRO 24.

147

5.5 3.8 9.3

± ± ±

Diferencias ’ 0.8

+ 2.3 — 0.5

2.6 1.9c

± ±

1.6a

0.9

ESM. c: p = 0.001 (t = 4.85).

Efecto de la inyección intraperitoneal de m esotocina (3.4x10—11 M /Kg de peso corporal) sobre el flujo neto (fn) de Cl— a través de la piel in situ de Calyptocephalella caudiver­ bera pre adaptada en NaCl 3.4 MEq/1 y sumergida en solución de Cl-colina 1.7 mEq/1 (nE q/hr x 100 gr ± ESM). Período Testigo M esotocina Diferencia *

fn C l-

+

6.8 ±

1.8

1.4

±

2.2

+

8.2

±

1.0 a

* Diferencia media de datos pareados ± ESM. a: p < 0.001 (t = 8.37). Peso corporal = 146.0 ± 30.9 gr. (N = 5). CUADRO 25.

Efecto de la inyección intraperitoneal de m esotocina (3.4 x 10—lI, M/Kg de peso corpo­ ral) sobre el flujo neto (fn) de Na+ a través de la piel in situ de Calyptocephalella cau­ diverbera pre-adaptada en NaCl 3.4 mEq/1 y sumergida en solución de Na2S 0 4 1.7 mEq/1 (nEq/hr x 100 gr ± ESM). fn N a f

Período Testigo Mesotocina Diferencia *

+

2.4

±

0.5

1.6

±

0.6

4.0

±

1.0 a

+

* Diferencia media de datos pareados ± ESM. a: p < 0.01 (t = 3.97). Peso corporal = 159.9 ± 21.3 gr. (N = 7). CUADRO 26.

Período Testigo Mesotocina Diferencias *

Efecto de la inyección intraperitoneal de m esotocina (3.4 x 1 0 -11 M /Kg de peso corpo­ ral) sobre los flujos netos (fn) de Cl - y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptoce­ phalella caudiverbera pre-adaptada e n Cl-colina 3.4 mEq/1 y sumergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (n E q /h r x 100 gr ±ESM ). fn C l-

+

1.8 ± 1.6

— 4.6 ± 2.6 + 6.4 ± 2.6c

fn Na+ + 5.7 ± 0.8 — 0.7 ± 1.5 + 6.4 ± 1.7d

Diferencias * — 3.9 ± 1.1a - 3.9 ± 1.8b

Diferencias medias de datos pareados ± ESM. 0.05 < p < 0.10 (t = 2.14). a: p < 0.005 (t = 3.65). <*: p < 0.005 (t = 3.83). Peso corporal = 222.5 ± 17.9 gr (N = 6).

p = 0.025 (t = 2.60).


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148

CUADRO 27.

Pre-adaptación

Efecto de la inyección intraperitoneal de Ringer-anfibio (1.0 m l/K g de peso corporal) sobre los flujos netos (fn) de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de Calyptoce­ phalella caudiverbera pre-adaptada e n diferentes soluciones de 3.4 mEq/1 y puesta en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (prom edios en |tEq/hr x 100 gr). N

fn Na+

fn C l-

Peso corporal (gr)

post

pre

post

pre

NaCl

3

158.3

+

7.2

+

6.5

+

1.4

Cl-colina

4

141.3

+

6.9

+

6.8

+

7.4

+

8.0

5.9

+

5.4

Na2SO,,

4

CUADRO 28.

+

+ 14.7

+ 16.7

159.0

1.7

Efecto de la inyección intraperitone al de ocitocina, vasotocina y m esotocina sobre la diuresis de Calyptocephalella caudiverbera pre-adaptada en NaCl 3.4 mEq/1 y sumergida en solución de NaCl 1.7 mEq/1 (m l/h r x 100 gr ± ESM).

Datos del Cuadro N°, Hormona inyectada

N

Período Testigo

6

1.3

±

0.4

0.4

±

0.1

— 0.9

19 — Vasotocina

5

0.7

±

0.1

0.3

±

0.1

0.4

0.6

+

0.4

23 — Mesotocina

6

1.4

±

0.5

Diuresis.

En los anim ales pre-adaptados y sum er­ gidos en NaCl la ocitocina y la vasotocina produjeron una inm ediata y drástica anti­ diuresis. La mesotocina, en cambio, está desprovista de aquél efecto; por el contra­ rio, produjo una considerable diuresis (Cua­ dro 28). Ambos tipos de respuesta fueron visualizados inm ediatam ente después de la inyección y duraron varias horas.

Cuarta Parte DISCUSION GENERAL 1. Efecto de las pre-adaptaciones sobre el medio interno. En el Cuadro 29 se enlistan, com parativa­ mente, las natrem ias y clorem ias de b a tra ­ cios de diverso habitat. Como puede apre­ ciarse, a pesar de su hábito (acuático) dichos valores de Calyptocephalella caudiverbera adulta m antenida en agua potable no son di­

1.8

±

Cambio °/o

Diferencia

Período Hormona

18 — Ocitocina

II.

+

0.4

±

0.1

57.1

±

0.2

+

28.6

±

69.2

ferentes de la de otros anuros. Asimismo, la n atrem ia de B ufo arunco es m uy próxim a a la de otros Bufo; tam poco se n o tan dife­ rencias entre anuros y urodelos. El caso de A m bystom a m exicanum m u estra que la tra n ­ sición larva (acuática) --------> adulto (te­ rrestre) no va acom pañada p o r cam bios en las concentraciones séricas de Cl- y N a+. Los resultados del Cuadro 3 indican que los ejem plares de la ran a chilena pre-adap­ tados en diversas soluciones de NaCl pue­ den considerarse legítim am ente como "con­ troles” toda vez que, p o r lo m enos, su na­ trem ia y clorem ia no son diferentes de la de los anim ales m antenidos en agua potable. Antes de ahora (Cuadros 7 y 8) llam am os la atención al hecho de que los flujos ióni­ cos de B. arunco y C. caudiverbera pre-adaptados en agua destilada resultaban ser m uy próxim os a los del grupo "co n tro l”. Si bien este hallazgo merece m ayor trab ajo experi­ m ental, hem os de reco rd ar que C rab b é (1963) m ostró que la aldosteronem ia de B u­ fo m arinus m antenido en agua destilada es notoriam ente superior a la de los controles. Por o tra parte sabem os que C. caudiverbera pre-adaptada en agua destilada se deshidra­ ta con respecto a los anim ales controles (Sa-


A. S a l ib iá n / C l o r o y S o d io a tr a v é s cíe la p ie l d e A n fib io s

CUADRO 29.

Concentraciones de Cl— y de Na+ e n el suero de diversos anfibios. Datos en mEq/I.

Especie I.

149

Hábito

Cl—

N a~

Referencias bibliográficas

C. caudiverbera R. tem poraria

acuático semi-acuático

69.9 75.4

105.6 103.8

SCI-IOFFENIELS y TERCAFS,

R. pipiens

semi-acuático

77.0

104.8

H u f , W il l s y A r r ig h i ,

B. m arinus B. arunco

terrestre terrestre

100.4

116.2 116.7

S h o e m a k e r , 1964. P reller y G o n z á l e z , comu­

Anuros: Este trabajo, Cuadro 3. 1965/66.

II.

1955.

nicación personal.

Urodelos: A. m exicanum larva

acuático

76.0

107.4

adulto

terrestre

81.2

106.1

, in é d ito ); las prim eras (N = 5) tie­ nen 75.3 ± 0.8% de hum edad, m ientras que las controles (N = 8) tienen 79.5 i 1.6% de hum edad (p < 0.005; t = 4.40). E sta deshidratación (4.2%) puede ser estím ulo suficiente p ara aum entar significativamen­ te los niveles circulantes de neuropéptidos ( B e n t l e y , 1969 b ) . Los dos factores antes m encionados (au­ m ento de aldosteronem ia y de horm onas neurohipofisarias) pueden ser los responsa­ bles de una reabsorción aum entada de N a+ en la vejiga u rin aria y el riñón, de m anera que la “norm alidad” de los flujos netos de N a4" no sería más que el reflejo de una natrem ia “no rm al” obtenida, indirectam ente, gracias a aquellos m ecanism os endocrinos que se desencadenarían al pre-adaptar los anim ales en agua destilada. l ib iá n

B e n t l e y (1973) ha m ostrado la validez de esta posibilidad en tres anfibios de diver­ so hábito sum ergidos en soluciones dilui­ das de am ilorida; dicho diurético bloquea el influjo de Na : de m anera que ese tratam ien­ to puede ser equivalente a nuestra pre-adaptación en agua destilada. Después de una in­ m ersión de 15 días la n atrem ia de los b a tra ­ cios en contacto con am ilorida no fue dife­ rente a la de los controles m antenidos en agua potable. La hipótesis que estam os planteando, de ser válida, im plica tam bién una inhibición sim ultánea de la diuresis, una dism inución

Aceves, E rlij y Whittebury, 1970

notoria de los iones excretados por el siste­ m a renal y, también, es probable un aumen­ to de la osm olaridad plasmática. En efecto, en algunos experimentos prelim inares (Sal i b i á n , P r e l l e r y R o b r e s , inédito) pudimos com probar que la pre-adaptación de B. arunco en agua destilada produce una dism inu­ ción, aproximada, del 70% de la excreción u rinaria de N a+. Recientemente, A . P r e l l e r y T. G o n z á l e z (comunicación personal) con­ firm aron aquellos resultados previos sobre un núm ero mayor de ejem plares; en el gru­ po control (N = 25) la concentración de sodio en la orina fue de 4.4 ±_ 0.4 [iEq/1 m ientras que en el pre-adaptado en agua destilada (N = 15) fue de 1.2 .+ 0.2 [xEq/1. En otras observaciones, tam bién inéditas hasta ahora, pudim os detectar una disminu­ ción del 60% en la diuresis de sapos preadaptados en agua destilada comparados con los controles mantenidos en NaCl. El reciente hallazgo de A l v a r a d o (1972), quien m ostró que en Am bystom a tigrinum deshidratado el Cl- pasa de los tejidos al plasm a, aporta otro elemento más en favor de n uestra postulada “norm alidad” de los elementos plasm áticos de animales pre-adaptados en agua destilada. 2. Independencia de los flujos netos de Cl—y de N a+. Los flujos netos de Cl- y de N a+ a tra ­ vés de la piel in situ son independientes.


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Tres son las evidencias experim entales que con diversa fuerza justifican esta conclu­ sión: a) captación desigual de Cl— y de N a+ desde soluciones de NaCl. b) captación de iones a p a rtir de solu­ ciones en las que el co-ión es imperm eante, y c) inhibición selectiva e inm ediata de uno de los flujos m ientras el otro per­ manece inalterado. En el caso de Leptodactylus ocellatus la coincidencia de las medidas de la conducti­ vidad del baño externo con las de los flujos netos de N a+ (pero no con los de Cl—) (Cua­ dro 6 ), sugiere la posibilidad de que en esta especie una p arte del Cl— sea acom pañado de N a+ y que el resto pueda ser intercam ­ biado por algún otro ión endógeno. Posible­ m ente esta ligazón entre am bos flujos desa­ parezca cuando aum enten sus concentracio­ nes en el medio externo. Sin embargo, la disociación de los flujos netos que se observa en las tres especies es­ tudiadas, después de pre-adaptaciones en so­ luciones de Na2S 0 4, no deja lugar a dudas en cuanto a la posibilidad, por lo menos po­ tencial, de que el Cl~ y el N a+ puedan ser captados de m anera independiente. En el mismo sentido, la captación de Cl—y de N a+ desde diferentes soluciones de Cl-colina o de Na 2S 0 4 (en el caso de B. arunco y C. caudiverbera) es una clara y adicional indicación de la independencia que nos ocupa. Por últim o, la inhibición instantánea de sólo uno de los flujos (en C. caudiverbera) es otra prueba en favor de la independen­ cia de los mecanismos de captación de Cl~ y de N a+. A pesar de que las evidencias m enciona­ das pueden parecer conclusivas p o r sí m is­ mas, debemos señalar que nuestros resulta­ dos en B. arunco y en C. caudiverbera pare­ cen indicar que por debajo de ciertas con­ centraciones de NaCl, la presencia de Cl— condiciona, de una m anera difícil de inter­ p re ta r por ahora, la perm eabilidad de la piel in situ al N a+. Cuando los flujos de N a+ se m iden en anim ales sum ergidos en Na2S 04 es necesario aum entar varias veces la con­

c e n tra c ió n d e l m e d io e x te rn o h a s ta lo g r a r f lu jo s n e to s q u e s e a n c o m p a r a b le s c o n lo s o b te n id o s c u a n d o e s tá n e n s o lu c io n e s d e NaCl. D e t o d a s m a n e r a s , e s e v i d e n t e q u e p o r e n c im a d e c ie rta s c o n c e n tra c io n e s la in d e ­ p e n d e n c ia e s r e a l y lo s a n i m a l e s s o n c a p a ­ c e s d e c a p t a r Na+ d e s d e s o l u c i o n e s d e s u l ­ f a to d e so d io . A q u e lla i n t e r d e p e n d e n c ia d e lo s f lu jo s d e C l_ y d e N a + in vivo p o r d e b a j o d e c i e r t a c o n c e n tra c ió n e x te rn a p a re c e s e r u n a c a ra c ­ te r ís tic a c o m ú n a d iv e rs o s e p ite lio s ; ta m ­ b i é n o c u r r e , p o r e j e m p l o , e n Astacus ( S h a w , 1959, 1960 a ) , e n l a r v a s d e Aedes aegypti ( S t o b b a r t , 1965, 1967), e n l a p i e l in vitro d e Rana ridibunda ( F f.r r e ir a , 1968, 1973) y d e Am bystom a m exicanus (A c e v e s , E r l i j y E d w a r d s , 1968) y e n l a d e A. gracile, in vivo (A lv a r a d o y S t i f f l e r , 1970). T a n t o e n B. arunco c o m o e n C. caudiver­ iia y u n a r e l a c i ó n e n t r e l a c o n c e n t r a c i ó n d e N a ‘ e n el b a ñ o e x te rn o y s u flu jo n e to in vivo ( F i g u r a s 8 y 10) . C a r l i s k y , C e r e i j i d o , B a r r io y M ig l io r a (1970) m o s t r a r o n q u e la p ie l a is la d a d e la r a n a c h ile n a e s ta m b i é n c a p a z d e tr a n s p o r ta r N a + a c tiv a m e n te d e s­ d e s o l u c i o n e s m u y d i l u i d a s d e Na?,SC>4 y q u e c u a n d o la c o n c e n tr a c ió n e x te r n a lle g a a lo s 115. m M e l s i s t e m a s e s a t u r a (0.29 + 0.02 ¡ i E q / h r x c m 2) . E s t a m i s m a d e p e n d e n c i a c o n c e n tr a c ió n /f lu jo n e to fu e s e ñ a la d o p a r a e l c a s o d e l t r a n s p o r t e d e C l— y d e N a + a t r a v é s d e l a p i e l a i s l a d a d e Leptodactylus ocellatus ( F i s c h b a r g , Z a d u n a i s k y y D e F i s c h , 1967; R o t u n n o y C e r e i j i d o , 1966). S in e m b a r g o , n o s o tr o s n o h e m o s p o d id o d e ­ te c ta r u n a d e p e n d e n c ia s im ila r e n lo s f lu jo s n e t o s d e C l— in vivo d e C . caudiverbera p r e a d a p ta d a e n a g u a d e s tila d a y s u m e rg id a e n s o lu c io n e s d ilu id a s d e N a C l. P o s ib le m e n te , la s c o n c e n tr a c io n e s d e N a C l e n q u e la s r a ­ n a s fu e ro n s u m e rg id a s p a r a la s m e d id a s d e lo s f l u jo s n e t o s h a y a n s id o m u y b a j a s . L a v e l o c i d a d d e p e n e t r a c i ó n d e C l— e s , e n n u e s ­ tro s c a so s, in d e p e n d ie n te d e l c a tió n a c o m p a ­ ñ a n te ; e s ta es u n a d e la s d ife re n c ia s c r u c ia ­ le s c o n l a m a y o r p a r t e d e lo s d a t o s d e f l u ­ j o s n e t o s d e C l— in vitro l o s q u e s e d e s c r i ­ b e n a c o p la d o s a l N a + . N o s lla m a la a te n ­ c ió n q u e c u a n d o se m id e n s im u ltá n e a m e n te , lo s f l u j o s n e t o s d e C l— s o n s i e m p r e m a y o r e s q u e lo s d e N a + ; s e t r a t a d e u n a c a r a c t e r í s t i ­ c a q u e re s u ltó s e r c o m ú n a la s tr e s e s p e c ie s e s tu d ia d a s .

bera


A. S a l ib iá n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

La captación independiente de iones se sabe que ocurre in vivo a través de las b ran ­ quias de crustáceos ( S h a w , op. cit.) y de peces eurihalinos o de agua de m ar (M a e t z , 1968; M o t á i s , 1967; M o t á i s y G a r c ía R o m e u , 1972), en larvas de artrópodos ( S t o b b a r t , 1965, 1967, 1971), salam andras ( D i e t z , K i r s c h n e r y P o r t e r , 1967) y anuros (A lv ara do CUADRO 30.

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y M o o d y , 1970), cutícula de anélidos ( D i e t z y A l v a r a d o , 1970), plantas ( M a c R o b b i e , 1970) y microorganismos ( S l a y m a n y S l a y m a n , 1968). La información que poseemos

referente a especies de anuros adultos con­ firm a la independencia in vivo de los flujos netos de C l ~ y de N a+ (Cuadro 30).

Flujos netos (fn) de C1— y de N a-5- a través de la piel in situ de diversos anfibios preadaptados en diferentes soluciones y sumergidos en soluciones de NaCl (0.9 — 3.0 m M ). Medias en ¡¿Eq/hr x 100 gr.

Especie

Solución de pre-adaptación

fn

Cl—

fn

Na+

R. R. R. R. L. B. C.

NaHCOa — 120* agua destilada NaHCOa — 10 CaCl, — 2 Na2S 0 4 — 0.4 C1—colina — 1.7 NaCl — 3.4

+. 20 3 + 158 -i- 50.7 — 7.7 + 9.5 + 8.4 + 7.8

_

7.2 17.5 25.4 25.4 1.9 26.6 5.5

tem poraria (4) — a tem poraria (4) — a esculenta (6) — a esculenta (6) — a ocellatus (6) — b arunco (5) — c caudiverbera (40) — d

E n íic paréntesis, número de mediciones. *) **)

Concentración de las soluciones, en

mM

Diferencia algebraica (fn Cl— — fn Na+)

Habiendo quedado dem ostrado que la piel in situ es capaz de cap tar un anión o un catión de m anera independiente, debemos concluir que el m ecanism o más probable que estaría involucrado en dichos procesos es el de intercam bio estequiom étrico de aquellos iones externos (Cl~ y N a+) por otros de origen endógeno. En otras palabras, debemos p o stu lar la existencia, p o r lo me­ nos, de dos intercam biadores iónicos, uno aniónico y el o tro catiónico. Es evidente que esta posibilidad es la única que perm ite m antener la electroneutralidad de las solu­ ciones en las que los anim ales están sum er­ gidos. M o t á is y G a r c ía R o m e u (1972) avanza­ ron una interpretación general y simple de estos m ecanism os de captación independien­ te de Cl- v de N a+ por la piel in vivo de los batracios la que consideram os pertinente y de la que nos perm itim os ad o p tar algunas de sus consideraciones. Dicha interpretación postula, básicam ente, la presencia de cargas fijas en la m em brana lo que daría cuenta de: a) la independencia, concibiendo la exis­ tencia de poros provistos de cargas (positi­

+ + + + +

Dife­ rencias ’ + 27.5 — 1.7 + 25.3 — 33.1 + 7.6 — 18.2 + 2.3

Referencias bibliográficas: a: J o r g en sen , L evi y Z e r a h n , 1954. b: Este trabajo, Cuadro 5. c: Este trabajo, Cuadro 7. d: Este trabajo, Cuadro 8.

vas o negativas); los co- iones impermeantes no penetrarían por impedimentos estéricos más que por efecto de carga, y b) del efecto del pH: los cambios de pH provocarían mo­ dificaciones en la ionización de los poros, lo que a su vez sería responsable del compor­ tam iento de la piel, por ejemplo, al ser aci­ dificada. Los resultados de los experimen­ tos de inhibición con anestésicos locales tam bién sugieren la validez de la mediación de las cargas fijas de los fosfolípidos de las m em branas ( B l a u s t e i n y G o l d m a n , 1966). Aunque por ahora sin bases experimen­ tales sólidas, proponem os un mecanismo fi­ nal compuesto por los intercam biadores aquí estudiados, que regulen de alguna m a­ nera la calidad y cantidad de los iones que entran, acoplado a una bom ba iónica capaz de realizar el trabajo necesario para el transporte de los iones en contra de su gra­ diente electroquímico (véase K i r s c h n e r , 1970). La ubicación precisa de los intercam bia­ dores así como su exacta naturaleza esca­ pan a nuestro conocimiento actual.


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anfibios son escasos. E n com paran las m ediciones Leptodactylus ocellatus y — Amonio. Los datos cuantitativos refe­caudiverbera con algunos rentes a la excreción de NHj p o r la piel de dientes a otras especies.

3. N aturaleza de los iones endógenos inter­ cambiados p o r Cl~ y N a+ externos.

CUADRO 31.

el C uadro 31 se efectuadas sobre Calyptocephalella datos correspon­

Excreción de NH4+ (fn NH4+) a través de la piel in situ de diferentes anfibios (medias, en !j,Eq/hr x 100 gr).

Especie

Referencias bibliográficas

Hábito

I. Anuros L. ocellatus C. caudiverbera X. laevis II.

s e m i-a c u á tic o

acuático acuático

0.9 0.4 4.0

Este trabajo, Cuadro 14. Este trabajo, Cuadro 15.

7.1

D i e t z , K i r s c h n e r y P o r t e r , 1967.

B a l in s k y y B a l d w in , 1961.

Urodelos A. tigrinum (larvas) N. m aculosus A. gracile (larvas)

acuático

acuatico acuático

— 12.3 — 20.0

Si bien la principal vía de excreción ni­ trogenada es, en los anfibios adultos, el sis­ tem a renal, la piel juega u n rol no despre­ ciable; K r o g i -i (1939) fue el prim ero en su­ gerir, aunque sin pruebas experim entales, que el intercam bio de cationes externos po­ dría efectuarse a través de la piel, p o r NH4+ endógeno. En algunas especies de batracios, como en N ecturus m aculosus el 90% de la excre­ ción nitrogenada se hace (como NH4+) a tra ­ vés de la piel ( F a n e l l i y G o l s t e i n , 1964). Por o tra parte, hay casos en los que la piel juega un papel despreciable en la elim ina­ ción del NH4+; tal es el caso de Xenopus laevis que elim ina menos del 15% de amo­ nio de la piel ( B a l i n s k y , 1970). Coincidentem ente, nuestros resultados en C. caudi­ verbera y en L. ocellatus sugieren, sin duda, que la piel de estas especies no es el lugar principal de excreción nitrogenada; la can­ tidad de NH4+ excretada p o r la piel de la prim era corresponde, aproxim adam ente, al 1% de la elim inada por la orina ( E s p i n a , R o j a s y S a l i b i á n , en p rep aració n ). Los resultados en L. ocellatus (Cuadro 14) sugieren un intercam bio parcial de N a+/N H 4+. Sin em bargo, si dicho intercam ­ bio fuese real, la inyección de sales de am o­ nio debería p roducir un aum ento su bstan­ cial en el flujo neto de N a+ como ocurre en

F a n e l l i y G o l d s t e i n , 1964. A i . v a r a d o y S t i f f l e r , 1970.

peces dulceacuícolas y m arinos ( M a e t z y G a r c ía R o m e u , 1964; P a y a n y M a e t z , 1973). No obstante, en algunos experim entos pre­ vios, la inyección intraperitoneal de sulfato de am onio (1 m Eq/100 gr de peso corporal) a L. ocellatus no produjo, en ningún caso, m odificaciones en los flujos de N a+. Por eso creem os que la correlación observada entre la excreción de am onio y la captación de N a+ (Figura 14) debe ser fo rtu ita y que su explicación resida sim plem ente en algún m ecanismo de difusión pasiva de NH3. E n este m ism o caso de L. ocellatus puede ser válida la explicación sugerida p o r M a e t z (1972, 1973) en el sentido de que el in ter­ cambio Na+/NH4+ no sea obligatorio y que dependa, p o r ejem plo, de la m agnitud de los fn Na+ la que establecería un “u m b ra l” p o r encim a del cual el Na-1' se intercam bia por H + m ientras que p o r debajo predom inaría el proceso N a+/NH4+. En C. caudiverbera (Cuadro 15) no p a ­ rece existir correlación alguna entre el N a+ captado y el NH4+ elim inado el m edio ex­ terno. — Hidrógeno y bicarbonato. Se sabe que la piel de los batracios in vivo e in vitro es capaz de crear a am bos lados de ella un gradiente de H +; el lado m ucoso se acidifica y el seroso (o interno) se alcaliniza ( E m i ­


A. S a u b iá n / Cloro y Sodio a tr a v é s d e la piel de Anfibios M a c h a d o y M e n a n o , 1970; F l e m i n g , 1957; F r i e d m a n , L a P r a d e , A iy a w a r y H u f , 1967; F r i e d m a n , A i y a w a r , H u g h e s y H u f , 1 9 6 7 ). N uestros resultados confirm an aqué­

l io ,

lla capacidad y estam os en condiciones de in terp re tarla como una consecuencia del in­ tercam bio N a+/H +; U s s i n g (1949) había su­ gerido previam ente esta alternativa. F l e m i n g (op. c it.) descartó la posibili­ dad de este m ecanism o de intercam bio catiónico al no poder d etectar cam bios en el pH de la solución externa. En efecto, es im ­ posible correlacionar los cam bios de pH en el medio externo con los cam bios reales en la concentración de H + ya que estando am ­ bos intercam biadores funcionando, el medio externo se am ortigua; así, los H + secretados p or el N a+ externo captado, son atrapados p o r la solución externa y el pH práctica­ m ente no se m odifica; p o r eso, la form a co­ rre c ta de evaluar la excreción de hidrogeniones p o r la piel in vivo es titu la r alícuotas de la solución externa h asta neutralidad te­ niendo sum ergidos los anim ales en solucio­ nes en las que el anión sea im perm eante (por ejem plo, N a 2S 0 4) . Los resultados de E m i l i o y colaborado­ res (op. cit.) m uestran tam bién que en la piel aislada de Rana rudibunda no hay rela­ ción entre la corriente de corto-circuito y la excreción de H +; este hallazgo perm ite con­ cluir que bajo condiciones in vitro el inter­ cam bio N a+/ H + no es funcional y que el tran sp o rte de H 1 hacia el lado mucoso no es, como lo señaló G arcía R o m e u (1 9 7 1 ), condición p ara que exista tran sp o rte neto de N a+ hacia el lado seroso. En el caso del intercam biador amónico no parece h aber dificultad en reconocer al bicarbonato como el anión endógeno excre­ tado p a ra com pensar el Cl— absorbido cuando C. caudiverbera está sum ergido en Cl-colina o en NaCl. Los valores de pK de la Base excretada así como el significativo au­ m ento de la capacidad am ortiguadora de la solución externa, indican que el HCO;~ de­ be ser ión involucrado en el intercam bio; es­ te últim o argum ento excluye la alternativa de que otros aniones, OH- , p o r ejemplo, puedan ser Jos intercam biados a través de la piel. La inhibición del tran sp o rte neto de Na'1' in vivo que hem os observado después de acidificar la solución externa es una propie­ dad tam bién descrita en la piel in vitro de

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diversas especies ( F u n d e r , U s s i n g y W i e t i -i , 1967; S n e l l y Me I n t y r e , 1960). Resultados similares a los nuestros fue­ ron publicados recientem ente por K i r s c h n e r , G r e e n w a l d y K e r s t e t t e r (1973) en la piel intacta de Rana pipiens; G a r c ía R o m e u (comunicación personal) ha extendido estos hallazgos a la piel de R. esculenta. Aparte de los anfibios, la captación de iones p or intercam bio in vivo en epitelios ha sido postulada, como lo hemos señalado anteriorm ente, en numerosos casos. En las branquias de peces hay evidencias directas e indirectas de que los intercambios que ocurren en ellas son N a+/N H 4+, N a+/ H + y C1-/HCO.— ( K e r s t e t t e r , K i r s c h n e r y R a f u s e , 1970; M a e t z , 1972; M o t á is y G a r c ía R o ­ m e u , 1972; P a y a n y M a e t z , 1973). S t o b b a r t (1971) dem ostró que las larvas de Aedes aegypti son capaces de intercam biar parcial­ mente el C l ~ y el Na+ externos por H C 0 3 ~ e H +, respectivamente. 4. Origen de los iones endógenos. En la m ayor parte de los anfibios, el CO¿ se excreta principalm ente a través de la piel m ientras que el 0 2 se absorbe mayormente por los pulmones ( F o x o n , 1964; H u t c h i s o n , W h i t f o r d y K o h l , 1968; W h i t f o r d y H u t c h i s o n , 1965). Siendo que la piel de los ba­ tracios carece de anhidrasa carbónica (Mar e n , 1967), cabe preguntarse por el origen del bicarbonato intercam biado por cloro cuando los animales están sumergidos en diversas soluciones; en este contexto, tam ­ bién es lícito pensar en la posible relación entre el CO? respiratorio y el HCO.*¡— elimi­ nado al medio ( R o b í n , B r o m b e r g y C r o s s , 1969). A la luz de los datos de F r i e d m a n , L a ­ P r a d e , A iy a w a r y H u f (op. cit.) que mues­ tran que la concentración de HCOs- de la piel de Rana pipiens es prácticam ente igual a la de su plasma, es razonable postular que la sangre es el lugar de origen del bicarbo­ nato detectado en las soluciones externas. Las curvas de disociación del C 0 2 en el plasma de anfibios m uestran que la sangre de este grupo lo retiene mucho más que la de otros vertebrados ( F o x o n , op. cit.; P r o s s e r y B r o w n , 1965; R e d f i e l d , 1933) espe­ cialmente, bajo form a de HCO:¡— efectiva­ mente, la concentración de HCOs- del plas­ ma de los batracios es superior a la de otros vertebrados acuáticos ( R a h n , 1966 b ) .


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El papel respiratoi'io de la piel de los anfibios ha de ser diferente según si el ani­ mal está dentro o fuera del agua. La capta­ ción de 0 2 por la piel será m ucho m enor en agua debido a la escasa solubilidad de aquel gas en agua; por eso es evidente que en C. caudiverbera sum ergida en soluciones la efectividad de la piel como órgano respira­ torio es muy lim itada. E sta aparente insuficiencia de la piel es com pensada en los anfibios adultos p o r una m ayor concentración de hem oglobina (res­ pecto a los peces) que perm ite un tra n s­ porte de O2 aum entado ( L e n f a n t y J o h a n s e n , 1972) 7. Del mismo modo, la afinidad de la Hb por el O2 decrece gradualm ente cuando se com para esa propiedad en vertebrados de hábitos acuáticos con los de hábitos terres­ tres; en otras palabras, esta dism inución de la afinidad de la Hb por 0 2 no es m ás que un aum ento de la presión parcial de oxígeno en la sangre y, por consiguiente, su m ayor disponibilidad p o r p arte de los tejidos (Joh a n s e n y L e n f a n t , 1972; L e n f a n t y J o h a n s e n , 1967, 1972). En el aire, en cambio, la m ayor capta­ ción de 0 2 ha de provocar una m ayor con­ versión de la Hb en oxihemoglobina, lo que p. su vez dism inuye el pH ( J u s t , G a t z y C r a w f o r d , 1973; R a h n , 1966 a) y la acidosis producida provocaría una disociación del HCOs en C 02 y H 2O en una reacción catailizada p o r la anhidrasa carbónica de los glóbulos rojos. Por lo anteriorm ente expuesto, cuando los anim ales están en el aire la piel asum e un im portante rol respiratorio y excreta principalm ente C 02; en cambio al estar los animales sum ergidos, aquella disociación no ha de o currir o ha de ocu rrir en m uy baja proporción, con lo que el ión predom inante sería de HCO.¡—, el que finalm ente será ex­ cretado por intercam bio con Cl—externo. La inm ersión debe significar un "sh ift” en la excreción de C 02 a HCO:s~ debido a la muy diferente disponibilidad de 0 2 am biental. Con respecto al H + intercam biado por Na 1 podemos postular un origen sim ilar. Si el HCO■<— es elim inado p o r la piel, el H 2CO3 debe disociarse como HCOi- + H + p ara poder m antener el equilibrio HCOa- /H 2CO:>. Así, los m ecanism os de captación aquí discutidos están ligados íntim am ente a los procesos respiratorios que residen en la

piel y al m antenim iento del equilibrio ácidobase. 5. Efecto de las horm onas neurohipofisarias sobre los flujos netos de Cl— y de Na+. La ocitocina y la vasotocina produjeron, en Calypíocephalella caudiverbera básica­ m ente el m ism o tipo de respuesta que deno­ m inam os como "paralelización positiva” de los flujos; dicha paralelización se logra, en am bos casos, por la inhibición del flujo ne­ to de C l- m ientras que el de N a+ perm anece prácticam ente inalterado. El resultado final es que la piel de las ranas controles (o preadaptadas en NaCl) pierde su conocida ca­ pacidad de discrim inar independientem ente la captación de iones del medio externo y los incorpora, inm ediatam ente después de la inyección, juntos, a la m ism a velocidad. Cuando am bos péptidos son adm inistrados a ranas pre-adaptadas en Cl-colina se logra el mism o efecto final (paralelización) pero por un m ecanism o diferente: el fn N a+ se inhibe m ucho más que el de Cl— (que p er­ manece casi sin m odificarse). Por o tra p arte nos encontram os con que en los anim ales Cl-deficientes (m antenidos en Na2S 0 4) e inyectados con ocitocina se ve la m ism a tendencia a la paralelización pero por un m ecanism o diferente, esto es, p o r aceleración del flujo m ás lento (fn N a+) . La respuesta no es, en este caso, tan clara co­ mo en el caso de las ranas controles y preadaptadas en Cl-colina, lo que podría deber­ se, posiblem ente, a que la dosis inyectada fue insuficiente para lograr una paraleliza­ ción real. De m anera más general direm os que des­ pués de la adm inistración de ocitocina y de vasotocina, el flujo neto m ás alto es el que se inhibe o que la historia iónica previa del anim al condiciona la respuesta que es en am bos casos la m ism a: paralelización posi­ tiva de los flujos. Después de la inyección de m esotocina, en cam bio, nos encontram os que ta n to las ranas controles como las m antenidas en Clcolina responden con una "paralelización 7 El lector podrá encontrar inform ación adicio­ nal referente a la hem atología de C. caudiverbera en el trabajo de G o n z á l e z , V a l le jo s y D elgado (1969).


A. S a i j b i á n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

negativa”; en otras palabras, las ranas em­ piezan a perder, de inm ediato, am bos iones a la m ism a velocidad y su piel tam bién pier­ de la capacidad de separar am bos flujos co­ mo ocurría en el período testigo de los ex­ perim entos. Más aún, cuando los flujos son m edidos sobre ranas sum ergidas en solu­ ciones en las que el co-ión es im perm eante, tam bién se observa la m ism a inhibición. La respuesta de C. caudiverbera a la in­ vección de ocitocina y vasotocina es cualita­ tivam ente sem ejante y es claro que la se­ gunda fue igualm ente activa en dosis 15 ve­ ces m enores; esto habla en favor de una m ayor sensibilidad de sus efectores a ella, confirm ando hallazgos de otros autores ( B e n t l e y , 1969 a; H e l l e r , 1965; J a r d , 1966) quienes interpretan este com portam iento como prueba de que la horm ona natural es la Arg--8--ocitocina. En nuestros experim entos sobre anim a­ les controles, la ocitocina y la vasotocina provocaron inhibición del flujo de N a+ con­ trariam ente a lo que clásicam ente se descri­ be como “efecto n atriférico” en la piel in vitro de batracios ( B e n t l e y , 1971; M o r e l y J a r d , 1968; S a w y e r , 1968). E sta es una de las pocas veces en la que se evaluó el efecto de las horm onas posterohipofisarias sobre el transp o rte in vivo de Cl~ y de N a4- sim ultáneam ente; siendo el anim al testigo de sí m ism o es posible com­ p a ra r con precisión los efectos de la inyec­ ción sobre cada rana. La ocitocina y la vasotocina provocaron, además, una severa antidiuresis (Cuadro 28); la m esotocina, por el contrario, produ­ jo un ligero aum ento del débito urinario coincidentem ente con resultados de J ard (op. cit.). Lam entablem ente n uestra prepa­ ración no perm ite definir el o los efectores del sistem a renal que responden a estos péptidos. Los efectos h asta aquí com entados a) son inm ediatos, b) p erduran varias horas y c) son específicos. No obstante, son difíciles de in terp retar y si debemos adelantar algu­ na explicación hemos de reconocer que la inform ación brin d ad a p o r nuestras expe­ riencias hablan a favor de un sistem a de horm onas de efecto antagónico; unas alte­ ran la entrada de iones, m ientras que la ter­ cera m odifica su salida por la piel. Otro tan ­ to es válido p ara la diuresis. El significado fisiológico de las paralelizaciones” no es claro y la interpretación

155

final y correcta evaluación de los efectos aquí com entados requiere de m ayor infor­ mación sobre el efecto sim ultáneo de estos péptidos sobre el pasaje de agua por la piel. E n algunos experimentos inéditos aún ( S a l i b i á n , E s p i n a , R o j a s y Z a m o r a n o , en pre­ paración) medimos el efecto de estos pépti­ dos sobre la captación de agua; encontra­ mos que con dosis iguales a las utilizadas e n los experimentos de flujo, la vasotocina y la ocitocina producen un ligero aum ento de la captación de agua, m ientras que la m esotocina produce un efecto contrario. De ser confirmados estos hallazgos prelim ina­ res, nuestra explicación adquiriría otra di­ mensión pues estaríam os en condiciones de afirm ar que unas producen dilución del me­ dio interno, m ientras que la Ileu-8-ocitocina lo concentraría. Una interpretación muy próxim a a ésta fue sugerida por S a w y e r (1972). Es posible que la regulación endocrina de estos mecanismos de intercam bio iónico que nos preocupaba al comienzo, sea m edia­ da por otras horm onas (conocidas o n o ). Queda claro que el efecto de los péptidos neurohipofisarios sobre la captación de io­ nes no es tan simple como generalmente se acepta; tam bién queda ilustrado, una vez más, que el com portam iento de la piel in vitro no es extrapolable a las condiciones in vivo. En el mismo sentido, B e n t l e y y M a i n (1972) m ostraron que la m agnitud del efecto natriférico de la vasotocina sobre la piel in vitro depende del área de la piel es­ cogida para efectuar las mediciones. 6.

Algunas consideraciones finales.

Durante la larga y compleja historia de la colonización de la tierra, la pérdida de las branquias ha debido ser un momento crucial; es allí donde la piel, hasta entonces posiblemente inerte frente a los cambios ex­ ternos, reemplaza a la branquia y asume muchas de sus funciones. Así puede expli­ carse que el intercam bio del N a+ externo por NI-Ij+ o H + sea un mecanismo común a los epitelios de peces y anfibios. La nueva función de la piel, además, llega a ser com­ plem entaria del sistema renal y se im brica en los mecanismos respiratorios creando una nueva alternativa evolutiva. Mucho des­ pués, al aparecer los reptiles, es cuando la respiración pulm onar se perfecciona y reem­


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BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

plaza definitivam ente a la piel tanto en la función de absorber 0 2 como en la de elimi­ n a r el C02; la instauración concom itante del ureotelism o tam bién desplaza a la función de la piel como órgano de excreción de p ro ­ ductos nitrogenados. Sin em bargo, la perm eabilidad de los epitelios a los gases es indisociable de la perm eabilidad del agua y los iones en ella disueltos; es por ello que si bien los anfibios fueron capaces de vivir en tie rra firm e n un­ ca pudieron desligarse totalm ente de su de­ pendencia del agua. Probablem ente, dicha dependencia sea, en realidad, sólo una lim i­ tación secundaria del desarrollo de su nue­ vo sistem a respiratorio cutáneo. Evidentem ene la respiración aérea tiene la ventaja de un am biente m ás rico en oxí­ geno que el agua; sin em bargo, el peligro de la desecación es una desventaja que siem­ pre acom paña a la ventaja anterior. Por eso, siendo que cada am biente ofrece la paradó­ jica situación de ventaja y desventaja sim ul­ táneam ente, la evolución de los procesos ha de haber seguido un curso m uy especial en el intento de superar las desventajas y de desarrollar otras alternativas que perm itan enfrentar las nuevas situaciones. E sta función hom oestàtica que la piel adquiere, tiene en los anfibios acuáticos co­ mo C. caud.iverbe.ra, una significación dife­ rente ya que perm ite al anim al resp irar lar­ gos períodos de tiem po bajo el agua. Junto a esta adaptación llam a la atención que la frecuencia cardíaca de la rana chilena cuan­ do está sum ergida es extrem adam ente b aja (A g u ir r e y colaboradores, 1969) lo que h a­ bla en favor de una m enor dem anda m eta­ bòlica (lo que había sido dem ostrado en 1954 por G ü n t h e r y M icco).

AGRADECIMIENTOS Este trabajo satisfizo parte de los requerimien­ tos establecidos para obtener el título de Doctor en Ciencias con mención en Biología de la Univer­ sidad de Chile; fue presentado y defendido en acto público llevado a cabo en la sede de la Facultad de Ciencias el 28 de noviembre de 1973. El autor no ha querido m odificar el texto original de su trabajo; por ello la Bibliografía registra las refe­ rencias consultadas hasta julio de 1973. Escribir esta Tesis no fue tarea fácil; requirió sintetizar y concretar muchas ideas manejadas y maduradas por varios años, entre varios colegas;

hubo que re-calcular decenas de experim entos, hubo que confeccionar num erosos Cuadros, figu­ ras, etc. Una parte de Jos resultados ya vieron Ja luz; el resto se trata de datos inéditos hasta ahora. D e s e o a g r a d e c e r d e m a n e r a e s p e c ia l a lo s q u e p a r t i c i p a r o n e n la e l a b o r a c i ó n d e lo s i n n u m e r a Dles e x p e r i m e n t o s q u e a c o n t i n u a c i ó n s e p r e s e n ­ ta n . L a l i s t a s e r í a la r g a ; n o m b r a r é d e m a n e r a d e s ­ ta c a d a , p o r o r d e n a lf a b é tic o , a q u ie n e s a p o r t a r o n s u in e x tin g u ib le e n t u s i a s m o e n e s t a t a r e a d e e m ­ p e z a r a e n t e n d e r a lg u n o s a s p e c t o s d e l a f is io lo g ía d e lo s a n f ib io s : A l ic ia C arrasco , S o n ia E s p in a , R o ­ berto M oreno , S il v ia P e z z a n i , A na P reller , L u i s R obres , M irey a R o ja s y B erta Z am orano .

Quiero destacar a los Padrinos de esta Tesis, Profesores Doctores J u a n C o n c h a , H u m b er t o Maturana y F ernando V argas , quienes con su expe­ riencia, am istad y, sobre todo, paciencia, hicieron que este trabajo fuese considerablem ente diferen­ te de la primera versión que llegó a sus m a n o s. Mi gratitud se extiende a las Instituciones que financiaron la mayor parte de estos estudios: Fa­ cultad de Ciencias, Universidad de Chile; Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Chile) y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina). A F ederico G arcía R o m e u expreso m i profundo agradecimiento; gran amigo a quien debo m i ini­ ciación en la disciplina científica. Su espíritu crí­ tico e inquieto y su sólida preparación académica fueron un estím ulo permanente para mí. Un párrafo aparte m erece M ar isa , m i esposa, quien está, literalm ente, detrás de cada letra o nú­ mero de este trabajo. A M arisa y a F ederico dedico este esfuerzo. RESUMEN Se estudiaron los m ecanism os de transporte de Cl— y de Na+ a través de la piel in situ de tres anfibios sudamericanos: L eptodactylu s ocellatus, Bujo arunco y Calyptocephalella caudiverbera. En las tres especies fue posible dem ostrar que am bos iones pueden ser captados desde la solución exter­ na de manera independiente. Los anim ales son ca­ paces, además, de ganar Cl— o N a+ desde solucio­ nes en las que el co-ión es im perm eante (colina o sulfato). En C. caudiverbera es posible inhibir la capta­ ción de Na+ por adición de H,SO,, o procaína al baño externo; la adición de pentobarbital provoca la inhibición del transporte de Cl—. La captación Cl— a través de la piel de esta especie se hace por intercambio con HCO,— endógeno; el Na+ se capta por intercambio con H+. En L. ocellatus, lina parte del N a+ se intercam bia por N H .+ en­ dógeno. __ La inyección de horm onas neurohipofisarias a C. caudiverbera provoca la pérdida de aquélla ca­ pacidad de absorber Cl— y N a _i* en forma indepen­ diente. Después de inyectar ocitocina o vasotocina, las ranas ganan dichos iones a la m ism a velocidad (flujos netos paralelos); la inyección de m esotocm a provoca la pérdida neta de Cl— y de Na+ también a la m ism a velocidad.


A. S a u b iá n / Cloro y Sodio a través de la piel de Anfibios

SUMMARY

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B a l in s k y , J . B .

The Cl— and Na+ transport mechanism through the in vivo skin of three South American amphi­ bians L eptodactylu s ocellatus, Bufo arunco and C alyplocephalella caudiverbera, were studied. It was dem onstrated that these species are able to take up Cl— and Na+ from the external solution independently. They are able, in addition, to take up Cl— or Na+ from solutions which the accom­ panying co-ion is impermeant (choline or sulfate). In C. caudiverbera it is possible to inhibit the uptake of Na+ by addition of H2SO.( or procaine to the external medium; adding pentobarbital the Cl— is by exchange against endogenous HCO-—; the Na+ is exchanged against H+. In L. ocellatus, part of the Na+ is exchanged against endogenous

\H , .

The injection of neurohypophysial hormones to C. caudiverbera produces the lack of that capa­ city of independent Cl— and Na+ uptake. After injection of oxytocin or vasotocin, frogs take up these ions at the sam e velocity (parallel net flu­ xes) ; the injection of m esotocin produces net loss of Cl— and Na+, a the sam e velocity too.

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D IC C IO N A R IO A R Q U E O L O G IC O S A P E N D IC E

DE

DE

S IT IO S

C H IL E

CENTRAL

1 9 7 5 -1 9 7 7

R ubén S te h b e r g

L. (*)

E ste estudio ha sido realizado a fin de m antener debida­ m ente actualizado el Diccionario de Sitios Arqueológicos de Chile Central, del suscrito, editado en 1975, en la Publicación Ocasio­ nal 17: 3-96 del Museo Nacional de H istoria N atural de Santiago. El descubrim iento frecuente de nuevos yacimientos arqueo­ lógicos en la zona y nuestro deseo de m antener esta obra riguro­ sam ente vigente, hacen necesaria la publicación continua de apéndices como el presente —co n que iniciamos la serie—, y que estam os seguros será de gran utilidad p ara la com unidad arqueo­ lógica, m áxim e si consideram os la conveniencia de poseer en un texto toda la inform ación sobre la m ateria, de por sí dispersa y sin u n adecuado tratam iento científico. Consciente de esta realidad, la Sección de Antropología del Museo Nacional de H istoria N atural de Santiago, m antendrá un fichero de sitios arqueológicos, base de estas publicaciones, que p o d rá ser increm entado con los aportes de los especialistas, para su o portuna publicación.

(*) Investigador - Jefe del L ab o rato rio d e A ntropología. M useo N acional d e H isto ria N atu ­ ral, S antiago. Casilla 787. Profesor d e A rqueología del D pto. d e C iencias A ntropológicas y A rqueológicas. U niversidad de Chile. Santiago.


BOLETIN DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

ANDES, Los Cementerio diaguita

32° 50’ L.S. - 70° 36’ L.W.

D urante excavaciones realizadas p ara in stalar la red de al­ cantarillado en Avenida Pascual B arburizza, población Pucara de la ciudad de Los Andes, fueron encontrados varios esqueletos hum anos en posición sem isentada, ju n to a artefactos arqueoló­ gicos que los vinculan a la cu ltu ra diaguita chilena. El M ercurio 31-7-1975: 21. ALFALFAL, El Petroglifos

33° 30’ - 70° 12’

En el borde nororiente de la terraza alta, a 3 km de la m ar­ gen N del curso inferior del Río Colorado, del Maipo, a corta distancia hacia el NE de Los M aitenes, se han detectado varios sitios al aire libre, posiblem ente agrícola-habitacionales y /o ta ­ lleres líticos. Existen adem ás varios conjuntos de petroglifos. M adrid 1974-5: 175, 177 y 1977: IV, 107, 110, 186, 188, 198, 218, 229, 241, 261, 269, 273. BAJO DEL MAITEN Piedras tacitas

32? 30’ - 70? 37 aprox.

En la com unidad agrícola de Campo de Ahumada, situada en u n cordón de cerros al NW de San E steban, en el D epartam en­ to de Los Andes, en el sitio de la fam ilia Vivar, se encuentra una piedra tacita con dos cavidades. E n sus alrededores se han h a­ llado num erosas pun tas de proyectil, tem betás, cerám ica y otros artefactos. Sanguinetti 1972: 277 - 279. BLANCO, Cerro Piedras tacitas y taller lítico

33° 25’ - 70° 29’

En la falda NE del Cerro Blanco, antiguam ente conocido como H uechuraba y localizada en la p arte N de la ciudad de San­ tiago, existe una piedra tacita con m ás de 150 horadaciones, pre­ suntam ente de origen precerám ico (3.000 a 4.000 años A.P.), pero existen evidencias de reutilización p o sterior p o r p a rte de gru­ pos araucanizados. Algo m ás a rrib a se detectó la presencia de un taller lítico. León 1889: 12; El M ercurio 5-9-75: 23; 27-6-76: 27, 28; 10-11-76: 21, 24; 2-1-78; 24 y 19-1-78: 2; La Tercera d e Santiago 6-9-75: 12; Vea 11-9-75: 14, 15. BLANCO, Río Petroglifos

32° 33’ - 70° 13’

En P otrero Escondido, en el río Blanco, que fluye hacia el NW, vaciándose en la m argen E del curso superior del río Colo­


R. S t e h b e r g L./ Diccionario de sitios arqueológicos

rado, del Aconcagua, Rodolfo Kuhrke, descubrió figuras de gua­ naco, avestruces y figuras hum anas trazadas en relieve. Irib arren 1973: 143. BU IN

33° 44 ’

. 70 » 45’

Cementerio agroalfarero tardío En la plaza José Alberto Bravo, a la entrada del pueblo de Buin y ju n to a la Carretera Panam ericana, fueron exhumados es­ queletos hum anos junto a grandes vasijas globulares, jarros con dos asas, etc., aparentem ente de origen indígena tardío. La Tercera de La H ora 3-9-75: 13. CAMPO DE AHUMADA Petroglifos y piedras tacitas

32° 47’ - 70° 33’, aprox.

E n la com unidad agrícola de Campo de Ahumada, situada en un cordón de cerros al NW de la com una de San Esteban, en el Depto. de Los Andes y ocupando las hoyas de las Quebradas Seca, H onda y del Arpa, existen numerosos sitios arqueológicos tales como: Llano de Los Corrales y Quebrada Honda, con pe­ troglifos; Las Represas y el Visnagal, con petroglifos y piedras tacitas; El Llano y Bajo del Maitén con piedras tacitas. Sanguinetti 1968: 250 y 1972: 271, 291. CRUZ DEL PADRE, La

32° 47’ - 70° 33’ aprox.

Taller lítico Pasando el Cajón del Arpa, al NW de la comuna de San Es­ teban, en el Depto. de Los Andes, se llega al sector denominado La Cruz del Padre, a 3.900 m.s.n.m., donde se han encontrado pun­ tas de proyectil foliáceas pedunculadas trabajadas en ambas ca­ ras. Su pedúnculo es ancho, redondeado y ocupa el 25% del total de la lám ina, lo que recuerda a un tipo lítico de Huentelauquén. Sanguinetti 1972: 279, 281. 33° 49’ - 70° 06’ Cementerio alfarero tem prano. A 5 km a;l E de la localidad del Romeral, camino al em bal­ se de El Yeso, en la m argen sur del curso superior del río Vol­ cán, entre las Q uebradas El Salto y El Yesillo, se excavó un ce­ m enterio con osam entas braquioides, jun to a un ajuar consis­ tente en tem betás, orejeras, pipas, piedras horadadas, puntas de proyectil y cerám ica negra y ro ja pulida, con presencia de jarros con gollete y asa puente, decoración en pintura negativa y cán­ taros con form a de cucurbitácea y estilización de camélido, que los vinculan al Molle II o Avanzado del Norte Chico. Fue datado en 430 ± 90 años d.C. Puente Alto al Día 11-8-73; 1; Perl 1973: 6 ; Madrid 1974-5: 175, 177 y 1977: 107, 108, 175, 176, 177, 204, 219, 241, 248, 257, 259, 260, 262, 267, 269, 272, 274, 279; Stehberg 1976a; Castro y otros 1977: 61, 63. CHACAYES, Los


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32? 41’ - 71 05’ Cementerio alfarero tem prano En el patio de una casa de Chiñihue, a 50 m de la c arre tera a San Antonio, a 12 km al E de Melipilla, apareció a escasos centím etros de profundidad u n cem enterio indígena constituido p o r tum bas individuales con esqueletos flectados lateral dere­ cho; algunas urnas funerarias p ara infantes y a ju a r consistente en jarro s patos y vasijas cerám icas de color negro bien alisado, decoradas en rojo sobre crem a o con p in tu ra postcocción ro jo sobre beige pulido; tem betás botoniform es con o sin aleta de greda o p ied ra; pipas cerám icas; cintas de cobre; ofrendas de m ariscos de m ar y agua dulce, etc., que lo vinculan a ocupacio­ nes alfareras tem pranas de la zona. Castro y otros 1977: 61; M adrid 1977: 183, 202, 248, 259, 279, 283. CHIÑIHUE

33° 07’ - 70° 50’ aprox. GUAYACANES, Los Piedras tacitas E n afloram ientos rocosos de la ladera NE del Cerro Casanova, en el interio r del Fundo Los Guayacanes, al oriente de Huechún, y a pocos m etros al su r del estero Los Perales, existen 4 núcleos de piedras tacitas de form a cupuliform e y ovoidales, algunas com unicadas entre sí p o r una pequeña canaleta. E n sus alrededores se encontró m aterial lítico. Stehberg y Durán, 1976 (MS). HIGUERAL, E l

32° 46’ - 70° 33’ aprox.

Cementerio de túm ulos Aconcagua Salm ón En el sector NE de Los Andes, en el lugarejo El H igueral o Los Espinales, al NE de San E steban, existe u n cem enterio sa­ queado de túm ulos con restos de cerám ica Aconcagua Salm ón e Inca-local. Los túm ulos alcanzan altu ras de 2 y 5 m de radio. Stehberg y Durán, 1976 (MS). LONQUEN

33° 43’ - 70° 52’

Cementerio indígena tardío E n la localidad de Lonquén, en la b anda N del curso m edio del río Maipo, próxim o a Isla de Maipo, fueron exhum ados de un cem enterio indígena, esqueletos ju n to a un a ju a r consistente en jarro s y ollas de superficie gris alisada, de form a globular, base plana y cuello cilindrico, posiblem ente del período agroalfarero tardío. M arcela Lama y Carlos Thom as, 1975 (MS). LLANO DE LOS CORRALES

32° 46’ - 70° 37’ aprox.

Petroglifos E n la Q uebrada del Arpa que nace al NW de Campo de Ahu­ m ada Alto, en u n cordón que se extiende entre los cerros del Yaretal y el Alto del Cobre, al NW de la com una de San E steban, en el Depto. de Los Andes, a 1850 m.s.n.m. existen 2 bloques de pe­ troglifos con representaciones geom étricas, an tropo y zoom orfas. Sanguinetti 1972: 272 - 274.


R. S t e h b e r g L J D ic c i o n a r io d e s i t i o s a r q u e o ló g ic o s

LLANO, E l 32° 46’ - 70° 37’ aprox. Piedras tacitas Próxim o al sitio Llanos de Los Corrales, en la localidad de El Llano, en Campo de Ahumada Alto, a 1800 m.s.n.m., al NW dé la com una de San Esteban, en el Depto. de Los Andes, existe u na piedra tacita con una cavidad central de 20 cm de diám etro y 18 cm de profundidad. E n el cercano potrero de Las Majadas, del m ism o fundo, se hallaron varios m orteros y m etates partidos. S anguinetti 1972: 275. LLANOS, Casa de P iedra Los Alero rocoso Molle y Aconcagua Salmón

33° 16’ - 70° 22’ aprox.

En el comienzo de la Q uebrada La Huesera, que corre hacia el W y cae en el E stero Arrayán, al NE del pueblo del mismo nom­ bre, a 30 km de Santiago, a 1760 m.s.n.m., fue excavado un am­ plio alero rocoso que arrojó una secuencia ocupacional desde tiem pos precerám icos tardíos h asta coloniales, pasando por perío­ dos Molle y Aconcagua Salmón. Las evidencias faunístieas de­ m uestran una economía básica cazadora-recolectora durante to­ das las ocupaciones, com binadas con relaciones con el valle du­ ra n te el período Aconcagua Salmón. Stehberg y Fox, 1977. MAITENES, Los Cementerio indígena

33° 32’ - 70° 17’

En la m argen S del curso inferior del río Colorado, del Mai­ po, a unos 6 km al E de El Manzano, se ha mencionado la exis­ tencia de un cem enterio indígena. M adrid 1974-5: 175 y 1977: 108. MARIA PINTO Cementerio Aconcagua Salmón

33° 31’ - 71° 08’

A 2 km al N de Mario Pinto, com una de Melipilla, en la m argen N del río Puangue, dentro del fundo Las Tranqueras, fueron encontrados durante faenas de apertura de un canal de desagüe, u n cem enterio de túm ulos con esqueletos braquioides enterrados en posición decúbito dorsal o lateral derecha y un a ju a r consistente en platos y escudillas con decoración tricrom a (Aconcagua Salmón), en cuyo interior se halló restos de ofrendas alim enticias (choritos de río-diplodón y ratones silvestres-degú). Fue datado con RC-14 en 990 ± 80 años d.C. El L abrador, Melipilla 22-8-1975: 1; La Segunda 27-8-75; El Mer­ curio 29-8-75: 1, 21; Stehberg 1977; Durán 1977 (MS); M adrid 1977: 188, 202, 286 y Castro y otros 1977: 61. MERCACHAS, Cerro Las Fortaleza inca y petroglifos

32° 55’ - 70° 33’

A 6 km al E de la ciudad de Los Andes, entre los fundos El Sauce y Santa Rosa, a 3 km al S del río Aconcagua, en el Ce­ rro Mercachas, m ás conocido como Cerro La Mesa, a 1655 m.s.


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n.m. existen los restos de una fortificación incaica, consistente en m uros y recintos sem icirculares de cum bre, elaboradas a base de la técnica de pirca seca, rodeadas de m urallones defensivos. El m aterial encontrado corresponde a restos de cerám ica incalocal y algunas puntas pequeñas triangulares de base cóncava. Existen adem ás dos conjuntos de petroglifos con m otivo "círculo con punto central”, figura hum ana esquem ática y signo escudo. Sanguinetti 1975: 129, 139; Stehberg, 1977 (M S). MINCHA SUR

31° 34’ - 71° 27’

Petroglifos Sobre el cono de deyección de la Q uebrada Ram ona, que cae en la m argen S del curso inferior del río Choapa, en la locali­ dad de Mincha Sur, existen dos petroglifos consistentes en figu­ ras o m áscaras antropom orfas (cabezas tia ra ), elaboradas p o r técnicas de piqueteado. Ambas apu n tan hacia el SE, dom inando la Q uebrada Ramona. P or su parecido con las del Valle del E n­ canto, se las ha considerado de origen Molle. Stehberg y C. Duque, 1976 (MS). MORROS, Puente de Los

33° 38’ - 70° 38’

Puente incaico y bocatom as indígenas En el curso medio del río Maipo, algunos kilóm etros al W de Puente Alto, cerca del actual Puente de Los M orros, existió en tiem pos incaicos un puente y bocatom as de las acequias indí­ genas del Maipo. B ibar 1966: 84, 85; Arroyo 1975: 19; Stehberg, 1976b: 5. NOGALES 32° 45’ - 71° 14’ aprox. Cementerio Aconcagua Salm ón (?) En el fundo Bellavista, a 15 km al NE de La Calera, en la com una de Nogales, fueron exhum ados 12 esqueletos acom paña­ dos de utensilios cerám icos de color rojo- an aranjado (Aconca­ gua Salmón) (?). A nteriorm ente y en o tro p otrero del m ism o fun­ do se halló un conjunto de artefactos m etálicos en cuyo in terior había restos de escoria. Las Ultimas Noticias 1-3-76: 8 ; y 2-3-76: 4; El M ercurio 3-3-76: 19. PIRQUE, San Juan de

3 3 ° 4 0 ’ - 70° 35’

Petroglifos En la localidad de San Juan de Pirque, frente a Las Ver­ tientes, en la m argen S del curso m edio del río Maipo, existe un conjunto de petroglifos, con diseños geom étricos destacando el motivo círculo con o sin p unto central y apéndices. M adrid 1974-5: 175 y 1977: 108, 115, 200. PUENTE DE TIERRA

340 Q6 '

. 70 o 02’

Abrigo rocoso En el cauce del curso superior del río Maipo, aguas a rrib a de la desem bocadura del río B arroso, a 2200 m.s.n.m., está la


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Cueva de las Term as, de la que se extrajo cerámica tosca café y decorada negro sobre salmón. M adrid 1974-5: 175 y 1977: 67, 107, 108, 110, 112, 113, 186 188 209, 258, 262. QUEBRADA HONDA Petroglifos

32° 46’ - 70° 36’ aprox.

En Q uebrada Honda, en Campo de Ahumada, situado en un cordón de cerros al NW de la com una de San Esteban, en el Depto. de Los Andes, existen dos bloques con petroglifos graba­ dos con el "signo escudo”. En sus cercanías se han hallado frag­ m entos de piedras de moler. Sanguinetti 1972: 277, 282. OUEREDO 31° 56’ - 71° 32’ Paleoindio En las cercanías de los estanques de agua potable de Los Vilos, en las riberas de una antigua laguna litoral —hoy conver­ tida en bosque relictual— conocido como bosque de Queredo, en la planicie de los llanos del mismo nom bre, a 3 km al S del puerto de Los Vilos, existe un yacimiento paleoindio, con restos de fauna extinta de fines del pleistoceno (huesos de m astodon­ te), asociados a artefactos de hueso utilizado por el hom bre y ma­ terial lítico. Un estrato medio fue datado en aproxim adam ente 7.000 años a.C. p o r lo que se supone que el sitio comenzó a ser utilizado m ucho antes. M ontané y Baham ondes 1973: 215-222; El Mercurio 8-10-1976 y 17-4-77: 38; L. Núñez 1977 (MS). QUILICURA 33° 23’ - 70° 45’ Cementerio incaico En la calle G uardiam arina Riquelme altura del 500, en la ciudad de Quilicura, al N de Santiago, fueron exhumados a 1,80 m de profundidad, osam entas hum anas en posición extendida y lateral, junto a un aju ar consistente en platos, ollas y aribaloides de origen inca-local. Se postula que Quilicura fue una aldea sa­ télite del centro adm inistrativo del Mapocho, durante la segunda etapa de la conquista incaica de Chile Central. La Segunda 27-6-75: 5; La Patria 27-6-75: 9; Las Ultimas Noticias 2.7-6-1975: 11; El M ercurio 27-6-75: 20; Vea 3-8-75: 13; Durán, 1976: 3-5; Stehberg, 1976c: 5-13. QUINTRALA, Parque La 33° 27’ - 70° 33’ Cementerio alfarero tem prano En la calle La Cañada, dentro del Parque La Q uintrala de La Reina, al E de la ciudad de Santiago, se descubrió un cemen­ terio —presuntam ente alfarero tem prano— a 2,70 m de profundi­ dad, con presencia de esqueletos de adultos e infantes flectados o extendidos, rodeados de un em plantillado circular de piedra, junto a restos de cerám ica negra y ro ja pulida, gris incisa, pin­


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tu ra negativa, tem betá lítico discoidal con alas y cuentas de collar. El M ercurio 26-9-76: 31, 34; 1-10-76: 2 ; Las Ultim as N oticias 26-976: 28; Thomas, 1975 (MS); M adrid 1977: 248, 279, 283; C astro y otros 1977: 61 y Stehberg, 1976d: 138. REPRESAS, Las

32° 30’ - 70° 34’ aprox.

Piedra tacita y petroglifos Se encuentra a continuación del Llano de Los Corrales, en un cordón de cerros al NW de la com una de San E steban, en el Depto. de Los Andes, a 1.800 m.s.n.m., en u n lugar en que la que­ b rad a se ensancha form ando terrazas. Jun to a u n a acequia apa­ reció u n esqueleto y u n ja rro u tilitario alisado de form a glo­ b u lar con dos asas aplanadas que sobresalen del borde. Próxim o tam bién, se h a encontrado u n a piedra tacita pequeña con tres cavidades, m etates, pun tas triangulares, tem betás, algunos pen­ dientes de pied ra y u n conjunto de petroglifos geom étricos zoo y antropom orfos. S anguinetti 1972: 274-275. ROSA, La

34° 21' - 71° 17’

E nterrato rio s indígenas E n u n n aran jal del fundo La Rosa, en la b anda N del curso inferior del río Cachapoal, a 10 km al NW de Peumo, el Sr. E. Zúñiga encontró a 45 cm de profundidad, restos de piedras ho­ radadas, puntas de proyectil, esqueletos hum anos, m anos de m o­ ler, tem betás y ja rro s de cerám ica gris pulida. Ercilla 10-3-76: 23. SANTA ROSA, Lom as de

32° 55’ - 70° 33’ aprox.

Cementerio de túm ulos Al pie SW del Cerro M ercachas, al E de la ciudad de Los Andes, arqueólogos de la U niversidad de Chile, Santiago, excava­ ro n u n cem enterio de túm ulos, perteneciente al período agroalfarero tardío. Sanguinetti 1975: 129; M adrid 1977: 286; Castro y otros 1977: 61.

TRIUNFO, E l

32° 48’ - 70° 36’

Cem enterio Inca E n el asentam iento El Triunfo, Comuna de San Esteban, al NE de la ciudad de Los Andes, fue excavado un cem enterio inca-local, constituido p o r sepulturas individuales o m últiples, exhum adas a distintas profundidades, con un a ju a r consistente en aribaloides, platos ornitom orfos, ollas utilitarias y pequeñas puntas de proyectil triangulares de base cóncava. P resenta evi­ dente influencia diaguita. E. D urán y C. Coros, 1977 (MS).


R. S t e h b e r g L./ Diccionario de sitios arqueológicos

TUNGA SUR

31»

27’ - 71° 22’

Petroglifos y cem enterio diaguita En u n afloram iento rocoso al pie de la terraza principal, en la m argen S del curso inferior del río Choapa, frente a un m eandro del río denom inado Posa El Almendro, en Tunga Sur, existen num erosos petroglifos principalm ente geométricos y zoomorfos. La superficie del sector se encuentra removida con m ucha cerám ica tosca poco diagnóstica. Se vincularían con un cem enterio diaguita saqueado, localizado en una era de cultivo m oderna, a sólo 200 m en dirección W. Stehberg y C. Duque, 1976 (MS). 33° 27’ - 70° 34’

TOBALABA

E n terrato rio incaico E n la calle Javiera C arrera 346, en Tobalaba, sector E de la ciudad de Santiago, fue encontrado un esqueleto en posición ex­ tendida a una profundidad de 2.80 m junto a platos, tazas y ja­ rro s engobados de rojo. Dos de los platos se encontraban deco­ rados interiorm ente con líneas paralelas en V, m ientras que un tercero, poseía la decoración en el exterior, constituida por rom ­ bos contiguos unidos p o r el vértice en colores blanco y negro sobre rojo, que los vinculan a la ocupación inca regional. H. Niemeyer, 1955 (MS).

B I B L I O G R A F I A

ARROYO ACUÑA, MARIO 1975 Acuarelas de Ayer y Hoy. Crónicas de San Bernardo. Edicio­ nes Maipo. Santiago, pp. 8-137. BIBAR, GERONIMO DE 1966 Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile. MDLVIII. Fondo Histórico y bibliográfico J. T. Medina. San­ tiago. Tomo II, MCMLXVI, 214 págs.

CASTRO, VICTORIA; J. KALTWASSER, J. MADRID, etc. 1977 Prehistoria. Cultura Chilena. Depto. de Ciencias Antropológi­ cas y Arqueológicas. Univ. de Chile. Santiago: 43-78. DURAN SERRANO, ELIANA 1976 Antecedentes geográficos e históricos de Quilicura. Mus. Nac. H ist. Nat. Not. Mens. 234: 3-5. Santiago.

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