Cuadernos de Aletheia - H.I.J.O.S. 20 años

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701

H.I.J.O.S. 20 años Coordinadoras de este número Alonso, Jimena Basso, Florencia Cornejo, Yazmin Lenci, Laura Raina, Andrea

Índice ¿Por qué seguir reflexionando a 20 años de H.I.J.O.S.? Luciano Alonso Pág. 2 El surgimiento de la agrupación H.I.J.O.S. Santiago Cueto Rúa Pág. 8 Otros barrotes que los encierren. El escrache en HIJOS La Plata Magdalena I. Pérez Balbi Pág. 14 Irrumpir/decir/superponer. La perpetúa construcción de una memoria conflictiva. Ludmila Da Silva Catela Pág. 20 Activismo artístico y militancia: prácticas en torno a segunda generación de exiliados políticos en México Florencia Basso Pág. 29 Procesos de recuperación y negación de la voz filial en las poéticas de hijos de desaparecidos. La colección de poesía Los Detectives Salvajes Emiliano Tavernini Pág. 40 HIJOS Uruguay. A 20 años de un ensayo de memoria generacional Diego Sempol Pág. 53 Creció soñando el día ver: La larga búsqueda de los hijos de detenidos desaparecidos en Chile Carla Peñaloza Palma Pág. 61 A dieciséis años de la formación de Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio en México Humberto Gabriel Menamente López Pág. 66

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 ¿Por qué seguir reflexionando a 20 años de H.I.J.O.S.? Luciano Alonso* CESIL, FHUC-UNL / IHUCSO, UNL-CONICET lucalonso@arnet.com encarceladas, desterradas– se reúnan para reclamar algún tipo de justicia respecto de lo ocurrido con sus madres y padres. No hay ningún vínculo necesario entre una y otra cuestión y siempre constituyó una dimensión de interrogaciones o incluso preocupaciones la situación de “los hijos que no estaban en H.I.J.O.S.”(1). Por otra parte, llegó a ser poco relevante el vínculo filial para participar del agrupamiento cuando, como lo destaca Santiago Cueto Rúa en su contribución a este dossier, muchas regionales de H.I.J.O.S. pasaron a lo que se denominó “población abierta”, admitiendo en su seno a militantes que no tenían un pasado familiar asociado al “barómetro del sufrimiento” instalado por la represión. Si la emergencia de H.I.J.O.S. se produjo, no fue entonces por la simple maduración biológica de algunos individuos, sino por un proceso históricopolítico concreto, que dio a luz algo allí donde podría no haber habido nada.

Sobre cómo pasó algo, donde podría no haber sucedido nada Los relatos sobre la emergencia de los organismos de derechos humanos enunciados por sus protagonistas años después, se caracterizan por las mismas pautas que cualquier otro proceso de rememoración: se destacan aspectos o acontecimientos puntuales, se oscurecen u olvidan otros, se señalan papeles diferentes y hasta contradictorios respecto de unas u otras personas y, sobre todo, se cristalizan poco a poco detalles y razonamientos. En un punto, la inmensa mayoría de los relatos llegan a parecerse a ellos mismos, algo que cualquier investigador/a sabe por el simple hecho de apreciar la reiteración de narrativas que se han ido gestando en el seno del colectivo pero también en función de aportes exteriores a él. Para más, en el caso de este tipo de agrupamientos movilizadores la memoria de las luchas ha adquirido un peso muy fuerte en la constitución identitaria de los sujetos y en la justificación de las acciones presentes. El relato sobre el propio pasado constituye un pivote fundamental, inescindible de los intereses y los deseos actuales o –mejor– mucho más claramente enlazado con éstos que en otros agentes movilizadores. Y como es habitual, un relato decantado, asimilado, casi canónico, no puede menos que evitar la idea de que las cosas pudieron no haber sido como fueron.

La aparición pública en distintos actos a lo largo de varias localizaciones del país y del extranjero de la agrupación H.I.J.O.S. puede ser vista como un punto de partida, pero a un tiempo fue un punto de llegada. Primero, la fijación en el momento de la emergencia suele ocluir las experiencias anteriores. Claramente, H.I.J.O.S. no constituyó la primera articulación de agrupaciones juveniles en torno a la defensa de los derechos humanos violados por las dictaduras regresivas, sino que puede inscribirse su aparición en una genealogía de las resistencias –o llamémoslas mejor “contrapoderes”. Como lo muestra Florencia Basso, ya en una fecha tan temprana como 1981 puede registrarse una agrupación

De hecho, no es “natural” que los descendientes de personas represaliadas – desaparecidas, asesinadas, torturadas,

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 juvenil que se define por la inscripción en el exilio, en tanto que las experiencias de los Frentes de Apoyo a Madres o la existencia de colectivos culturales vinculados con el movimiento de derechos humanos resultaron lugares donde se formaron los lazos políticos y de afinidad que plasmaron luego en la nueva agrupación (Alonso, 2010 y 2011).

centrada en la recuperación de las memorias de las represiones y exterminios, un descrédito de la política partidaria y la búsqueda de nuevas formas de acción en la movilización social, el acceso a la edad de la inserción en las militancias político-sociales de muchos hijos de desaparecidos y un largo etcétera. Pero todas esas condiciones no hubieran llevado a nada sin la conjunción de voluntades vinculadas por experiencias comunes. Experiencias pasadas: las del horror, las de la falta, las de la ausencia. Experiencias presentes: las de las luchas contra un orden neoliberal que se afirmaba – y que, recordemos, nunca se fue del todo–.

Desde esa perspectiva, la formación de H.I.J.O.S. puede ser vista como el resultado de la acumulación de capacidades previas del movimiento de derechos humanos, pero también de desarrollos que no necesariamente se inscribieron en su seno. Históricamente, las capacidades necesarias para las formaciones futuras se desarrollan mediante ciertas formas de organización previas con objetivos profundamente diferentes de los de la configuración posterior (Sassen, 2010: 68). Es de destacar entonces cómo en la construcción de H.I.J.O.S. confluyeron no sólo personas que sintieron por primera vez el deber moral de “estar ahí”, sino muchas más que habían pasado por anteriores formas de movilización y que –en una época de triunfo neoliberal y descrédito de los partidos políticos– pensaban que la política “estaba en otra parte”.

Es entonces necesario superar los lugares comunes de los propios relatos consagrados. Preguntarse cómo fueron emergiendo agrupaciones de nuevo cuño, tal cual lo hacen en los textos siguientes Cueto Rúa para Argentina, Basso para México y luego otra vez Argentina, Sempol para Uruguay y Peñaloza Palma para Chile. Y los resultados de esas indagaciones, lejos de aportar seguridades inconmovibles, no dejan de abrir nuevas preguntas y otros frentes de investigación. Sobre el impacto de lo que pasó

De allí que sea errónea la noción de un proceso formativo disparado por las declaraciones de Adolfo Scilingo o la admisión de la culpabilidad de las Fuerzas Armadas por Martín Balza. Por el contrario, si Scilingo y Balza renovaron las referencias al proceso de exterminio de opositores –y hay que recordar que, si bien descollantes, no fueron las primeras voces militares en hablar de lo ocurrido– fue en gran medida como respuesta a una sostenida presencia de las memorias resistentes o críticas, que ponían en jaque a la solución menemista que pretendía una reconciliación sin ninguna forma de justicia. Las condiciones de posibilidad de H.I.J.O.S. fueron muy variadas: una época histórica

Es ya también un lugar común vincular la emergencia de H.I.J.O.S. a la práctica del “escrache”, aunque es mucho menos corriente ver las, a veces notorias, a veces sutiles diferencias que se establecieron entre una y otra regional de la agrupación, como lo hace Magdalena Pérez Balbi en su texto dedicado a HIJOS La Plata. Los años de 1990 fueron para Argentina tiempos de reconfiguración de los agentes colectivos y de sus repertorios de acción y discursivos. Desarticuladas primero las tendencias clasistas por el terror de Estado, debilitada luego la representación sindical de intereses a medida que se avanzaba en la configuración del orden neoliberal, el

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 movimiento piquetero y el de derechos humanos aparecían como entidades que venían a renovar el sentido de la política y las formas de acción. En ese sentido, el escrache constituyó el elemento más impactante del, por otra parte, muy amplio repertorio de acciones de las distintas regionales de H.I.J.O.S.

discursos en función de la adhesión de la inmensa mayoría de las regionales a la política kirchnerista y el Plenario Nacional podía ser un lugar de debates entre visiones contrastadas, H.I.J.O.S. fue un auténtico actor “global”: disperso a través de redes facilitadas por la infraestructura de otros organismos de derechos humanos y por los recursos culturales de una abrumadora pertenencia a las clases medias y en especial a las clases de servicio, pero al mismo tiempo inscripto en realidades locales y con niveles de desarrollo muy diversos, sea en Buenos Aires, Santa Fe, Resistencia, Córdoba, Barcelona, Madrid o Estocolmo. El impacto externo del organismo fue entonces de hondo calado. Su trascendencia fue grande tanto en lo que hizo a la renovación de la política argentina y a la difusión de formatos de acción y discursivos a algunos otros lugares iberoamericanos, como en lo referente a su llegada a los medios masivos de comunicación, que aún con miradas sesgadas dieron cuenta de las actividades del colectivo.

Otra vez, no se trató de una pura invención o de una generación espontánea. Desde la articulación expresiva del movimiento de derechos humanos con distintos colectivos artísticos y de la escenificación de “juicios populares” a los responsables del incremento de la deuda externa en la década del ’80, una larga experiencias de performances jalonaba las acciones de agrupaciones semejantes. Pero H.I.J.O.S. hizo del escrache una justicia en acto. Aunque nunca hubo un modo “correcto” o una forma “pura”, los escraches suponen una manifestación callejera que denuncia una injusticia, imputando directamente (a una persona o institución) una falta –en este caso un delito– mediante la aplicación de recursos expresivos variados. Ante la defección del Estado, que no castigaba los crímenes cometidos, se potenciaba una forma de acción directa que intentaba construir una justicia alternativa.

Pero buceando en lo que Ángel Calle (2007) denomina el “impacto interno”, este no fue menor. Las transformaciones de la subjetividad militante no sólo incluyeron la construcción de un “nosotros”, sino que en muchos casos encontraron puntos de sutura entre experiencias y saberes de distintos ámbitos –universitario, artístico, de asistencia social, educativo en general, jurídico– con los del activismo pro derechos humanos. Como ocurre con tantas otras vivencias, el haber pasado aunque sea brevemente por H.I.J.O.S. no fue lo mismo que no haber estado nunca allí. De muchas personas casi que podría decirse que encontraron un nuevo sentido a sus vidas, sin que eso parezca excesivo.

Pero H.I.J.O.S. no sólo innovó en esa dimensión de la acción colectiva. También generó un nuevo ámbito de debate y formación política, permitió la articulación entre agrupamientos institucionalizados y juveniles, diluyó la diferencia entre lo privado y lo público al hacer de los testimonios personales o de los festejos de distinta índole espacios de politización. Y, por sobre todo, conformó una agrupación juvenil en red que no estaba atada a los espacios locales, pero tampoco diluía su identidad en una globalidad difusa o una institucionalidad direccionada “desde arriba”. En cierto momento, cuando en Argentina no se había producido aún una uniformización de los

Aunque también es cierto que esos sentidos nunca dejaron de estar disputados. Si para los miembros de las agrupaciones la relación

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 con sus padres se expresaba en el rescate de una memoria y la valorización de una militancia, para los integrantes de agrupaciones como Familiares, Madres y Abuelas, H.I.J.O.S. venía a cubrir la expectativa de un relevo generacional. De ese modo, las tradiciones de lucha y las posiciones favorables al cambio social –con muy diversas acepciones– implicaban una circulación compleja: de los hijos (los desaparecidos) a las Madres y de éstas a los H.I.J.O.S.; y quizás las expectativas fueron muchas. Para algunos militantes “…nos quedó grande lo del relevo generacional. Quisimos ser demasiado, nos pusimos en el lugar del pueblo: «Madres de la Plaza, los Hijos las abrazan.»” Si el impacto interno y la constitución de pequeñas y densas “comunidades de memoria” fueron elementos que cohesionaron al colectivo y permitieron el predominio de ciertas tendencias en su seno, el impacto externo hizo a H.I.J.O.S. tremendamente atractivo en términos de conformación de lazos políticos y cantera de recursos movilizables. Sea por afinidades y cariños, sea por cálculos y criterios de representatividad, muchos integrantes de H.I.J.O.S. se constituyeron en interlocutores privilegiados de la política kirchnerista. Y así como hubo hijas/os que se alejaron en esos momentos, hubo otras/os que se acercaron frente a una nueva etapa en la cual la movilización social dio paso a la institucionalización política.

en función de un corte político (La Plata), en otros fueron directa creación de las instituciones estatales argentinas (la tercera edición de Madrid). Hoy que los recursos públicos ya no son tan accesibles y que se abre una nueva etapa de luchas frente a un gobierno nacional claramente opuesto a las tradicionales banderas de memoria, verdad y justicia, el derrotero de todas esas experiencias es incierto. Aunque ya cabría preguntarse si se trata de las mismas experiencias emergentes hacia 1995. Sobre el pasado Hace ya bastante tiempo Michael Hardt y Toni Negri expresaron con notoria claridad la necesidad de los movimientos de derechos humanos de construir un régimen de verdad sobre el pasado, necesidad que se extiende al conjunto de la sociedad cuando tanto las élites como las clases y sectores sociales más amplios esperan dejar atrás una etapa e iniciar otra: “En el contexto del terror de Estado y el desconcierto, aferrarse a la primacía del concepto de verdad puede ser una enérgica y necesaria forma de resistencia. Determinar y hacer pública la verdad del pasado reciente – atribuyendo a los funcionarios estatales la responsabilidad de actos específicos y, en algunos casos, exigiendo reparación– se presenta... [tras una experiencia de terror de Estado] como la inevitable condición previa para cualquier futuro democrático...” (Hardt y Negri, 2001: 151).

Como todo movimiento social, H.I.J.O.S. tendió a la institucionalización y a la normalización. Porque en el seno de la normalidad política y las instituciones consagradas se consiguen recursos y resultados que la autonomía hace muy difícil lograr. En algunos casos las agrupaciones se acercaron claramente a las instituciones estatales nacionales durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (Santa Fe), en otros se dividieron claramente

Pero la verdad es siempre algo en disputa. No es esto semejante al “todo vale” del relativismo extremo: hay afirmaciones más verdaderas que otras (llueve o hay sol), más

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 verosímiles que otras (hubo terrorismo de Estado o guerra sucia), más rectas que otras (hago esto por convencimiento o por dinero). Sin embargo, hay que admitir que las afirmaciones sobre el mundo social son permanentemente objeto de controversia, aunque sea porque las experiencias, informaciones, intereses y deseos de los agentes individuales y sociales son ampliamente diversas y no existe un lugar de transparencia discursiva donde la razón se imponga formalmente. Y como lo muestra Ludmila Da Silva Catela en su texto de este cuaderno, el pasado es un lugar de disputas de sentidos, representaciones y posicionamientos.

ámbitos y que emergieron como agrupación en red en 1995 con el nombre de H.I.J.O.S. Por fin, en algunos casos pueden encontrarse a “los hijos de los H.I.J.O.S.” – llamados “los nietos” en algunas presentaciones en torno al 2006–, en una suerte de saga familiar de la memoria que se piensa como contrapoder. Esa simple variación de la noción de hijo/hija es todo un indicio de un problema. ¿Se puede “ser hijo para toda la vida”? ¿Se puede permanecer como vicario de una palabra que ya no se reconocería en lo que se dice actualmente, cuando el “capitalismo responsable” ha reemplazado a la “revolución socialista” y a la “liberación nacional”? ¿Cuándo llega el momento en el cual una/o es dueño de sus propias palabras, de su propio proyecto, y no necesita justificarlo en el pasado, sino pensarlo para el futuro?

Mientras el pasado no termine de pasar, mientras no sea recuerdo posterior a cuatro o cinco generaciones –lo típico en las sociedades occidentales, muy distintas en eso de las indígenas americanas o de las judías y musulmanas–, mientras los muertos no terminen de morir o –al decir de Benjamin– sigan a merced de un enemigo que no cesa de vencer, mientras ocurra todo eso harán falta agrupaciones como H.I.J.O.S.

Quizás H.I.J.O.S. ya sea también parte del pasado. Parafraseando a Thompson, no está de más transformar a esa agrupación en un objeto de investigación, aunque más no sea porque esas mujeres y hombres vivieron experiencias que otros no vivimos (o que vivimos diferente) y comprender sus acciones es relevante para conocernos como sociedad. Pero tampoco podemos tratar a los agentes colectivos como “perros muertos”, que no tengan nada que decirnos y que no motiven nuestra propia reflexión. En ese camino, las contribuciones que siguen a este escrito bucean en distintas dimensiones de un problema multiforme.

Y lo que acecha a esas organizaciones, definidas por un vínculo de sangre, es mucho más peligroso que el tiempo del olvido: es el tiempo de la propia vida. Con respecto al terror de Estado y sus efectos, los primeros “hijos” no fueron los H.I.J.O.S, sino aquellos detenidosdesaparecidos a los que buscaban personas reunidas en agrupamientos como Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Madres de Plaza de Mayo. “Nuestros hijos” fue la expresión más frecuente en el contexto de una búsqueda y llegó a ser el título de un libro de homenajes publicado en 1987 por la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Luego las/os hijas/os de aquellas personas desaparecidas / asesinadas / presas / exiliadas, fueron las/os que comenzaron a reunirse en distintos

Y está bien que sigamos indagando sobre ello, porque si algo caracteriza al animal humano es su vínculo con el pasado, no importa cuán lejano o cercano pueda sentirlo.

Notas: * Luciano Alonso es graduado en Historia, magister en Historia Latinoamericana y en

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 Ciencias Sociales y Doctor en Historia. Actualmente es profesor ordinario en las Universidades Nacionales del Litoral y de Rosario, en cátedras de Historia Social y Teoría Social, y director del Centro de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral de la UNL. En los últimos años ha desarrollado estudios sobre movilización pro derechos humanos y violencia política desde los años de 1970 a la actualidad. Entre sus libros destacan Defensa de los derechos humanos y cultura política: entre Argentina y Madrid, 1975-2005 (UNIA, 2010), Luchas en plazas vacías de sueños. Movimiento de derechos humanos, orden local y acción antisistémica en Santa Fe (Prohistoria, 2011) y las compilaciones con Adriana Falchini Memoria e Historia del Pasado Reciente. Problemas didácticos y disciplinares (UNL, 2009) y Los archivos de la memoria. Testimonios, historia y periodismo (UNL, 2013) y con Gabriela Águila Procesos represivos y actitudes sociales: entre la España franquista y las dictaduras del Cono Sur (Prometeo, 2013).

Referencias bibliográficas: (Algunas de las expresiones entrecomilladas corresponden a entrevistas a integrantes o ex integrantes de H.I.J.O.S. Santa Fe y Madrid, citadas en la bibliografía de mi autoría) Alonso, Luciano (2010) Defensa de los derechos humanos y cultura política: entre Argentina y Madrid, 1975-2005, Santa María de La Rábida / Sevilla, Universidad Internacional de Andalucía, edición en línea en http://dspace.unia.es/handle/10334/187. Alonso, Luciano (2011) Luchas en plazas vacías de sueños. Movimiento de derechos humanos, orden local y acción antisistémica en Santa Fe, Rosario, Prohistoria Ediciones. Alonso, Luciano (2014) “Hijos”, en Andreina Adelstein y Gabriel Vommaro (coords. y eds.) Diccionario del léxico corriente de la política argentina. Palabras en democracia (19832013), Los Polvorines, Universidad Nacional de General Sarmiento. Asociación Madres de Plaza de Mayo (1987) Nuestros hijos, Buenos Aires, Contrapunto.

(1) Aun cuando hay muchas agrupaciones de “Hijos” de represaliados y víctimas de la represión estatal y paraestatal en el ámbito iberoamericano, las presentes páginas están centradas en las agrupaciones argentinas, por lo que mantengo la sigla original, a pesar incluso de sus variaciones ocasionales posteriores. Véase sobre ese aspecto Alonso, 2014.

Calle, Ángel - “El estudio del impacto de los movimientos sociales. Una perspectiva global”, en Revista Española de Investigaciones Sociológicas Nº 120, Madrid, 2007. Hardt, Michael y Negri, Antonio (2001) Imperio, Buenos Aires, Paidós. Sassen, Saskia (2010) Territorio, autoridad y derechos. De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales, Buenos Aires, Katz Ed

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 El surgimiento de la agrupación H.I.J.O.S. Santiago Cueto Rúa* IdIHCS-UNLP santiagocuetorua@yahoo.com En el año 1995 emergió en la esfera pública argentina una nueva organización llamada H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio). La agrupación, que estaba compuesta, centralmente, por hijos/as de las víctimas del terrorismo de Estado (1), se incorporó rápidamente al campo de los derechos humanos que se había constituido como respuesta frente al terror estatal a mediados de la década del setenta. En ese campo, ocupaban un rol protagónico, aunque no excluyente, los organismos compuestos por familiares de los desaparecidos: en esa línea debe leerse la aparición de H.I.J.O.S. (2)

década del ochenta por varios familiares de presos políticos y desparecidos, que tenía por objetivo contener emocional y psicológicamente a muchos niños cuyas familias habían sido destruidas por el terror estatal. Una de las particularidades de este taller es que consiguió mantenerse en el tiempo desde aquella época hasta el surgimiento de H.I.J.O.S.. Experiencias similares se habían organizado también en Santiago del Estero (el espacio se llamó “Inti Huasi”) y en Capital Federal. En Santa Fe, varios de los jóvenes que en 1995 conformaron H.I.J.O.S. se conocían previamente a través de familiares o por haber compartido ámbitos estudiantiles o de militancia antes del surgimiento del grupo; también jugaron su rol las redes de relaciones propias de los organismos: puntualmente el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Familiares y Madres (Alonso: 2011). En Tucumán, en cambio, los primeros encuentros de los hijos de desaparecidos se dieron por propia iniciativa, a partir de un documental sobre sus historias que una hija intentó realizar, un par de años antes del surgimiento de la agrupación H.I.J.O.S. (3).

Los organismos de derechos humanos fueron actores clave en la denuncia del terror estatal. Su militancia fue decisiva para visibilizar, tanto a escala local como internacional, el horror de la represión ilegal llevada a cabo por la dictadura – y en alguna medida por el gobierno anterior. Además, estas organizaciones fueron centrales en el armado de redes de relaciones interpersonales, de contención mutua, fundamentales para el sostenimiento emocional de esas familias destruidas por la represión. Compañeros de militancia que habían logrado sobrevivir a la máquina terrorista, familiares de las víctimas (madres, parejas, hermanos) y también los nuevos organismos de derechos humanos creados por esos años, conformaron una red de relaciones que contuvieron a muchos de los niños que luego a partir de la mitad de la década del noventa formaron esta nueva agrupación. La existencia de esas redes, entonces, fue fundamental para el surgimiento de H.I.J.O.S.. Esas redes tenían una referencia nacional en la lucha de los organismos, pero tenían sobre todo un anclaje local. En Córdoba existió el taller “Julio Cortazar”, un espacio organizado en la

En el caso de La Plata, existió el “Taller de la Amistad”, espacio por el que pasaron durante la década del ochenta varios niños y adolescentes que cerca de una década más adelante formaron H.I.J.O.S.. Pero, además, esas redes fundamentales durante la dictadura y los primeros años de democracia se habían activado poco antes del surgimiento de la agrupación. A fines del año 1994, un grupo de alrededor de quince jóvenes, hijos de desaparecidos, se juntó en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata en el marco de un homenaje –organizado por los compañeros de militancia y estudio de sus padres- a los desaparecidos que pasaron

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por esa institución, como estudiantes o como trabajadores. Fue la primera vez que se presentaron públicamente como un colectivo compuesto por hijos.

algunos casos ellos mismos durante su infancia no sabían qué había sucedido con sus padres; algunas familias armaron historias irreales que pudieran ser comprendidas por esos niños cuyos padres ya no estaban: viajes, accidentes, diferentes formas de narrar lo inenarrable de esas ausencias. Algunos hijos nunca habían dicho públicamente, antes de H.I.J.O.S., que sus padres estaban desaparecidos. El nacimiento de la agrupación resultó para ellos el primer lugar donde pudieron encontrar a otros jóvenes que habían transitado por historias parecidas. Por eso en los primeros años de H.I.J.O.S. siempre había espacio para el testimonio. Al comienzo todos contaban sus historias y todos escuchaban las historias de todos, ritual que se repetía frente a cada nuevo hijo que se sumaba a la agrupación.

Ese grupo participó de un campamento, realizado en la Semana Santa de 1995 en Río Ceballos, provincia de Córdoba, al que asistieron hijos de diversas regiones del país (4). De allí salieron estos jóvenes nominados a partir de un vínculo sanguíneo con las víctimas del terrorismo de Estado, que además incorporaban en su nombre una serie de objetivos y demandas. Pasado ese primer campamento, quienes habían participado se comprometieron a organizar en sus respectivas ciudades diferentes filiales de H.I.J.O.S.. En La Plata, un espacio invalorable para ese objetivo fueron los homenajes que se repetían en diferentes facultades. El 20 de abril de 1995, se realizó en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP uno similar al de Arquitectura. Allí se presentó en sociedad la agrupación H.I.J.O.S. y se sumaron a ese primer grupo que había ido al encuentro de Río Ceballos cerca de cincuenta hijos. Rápidamente decidieron juntarse y relatar sus historias comunes.

H.I.J.O.S. se conformó en más de una decena de ciudades del país –y en otras del exterior- y entre todas constituyeron la Red Nacional que aún hoy las agrupa. Sin embargo, esta red estuvo lejos de ser un espacio orgánico. Se trató más bien de diferentes agrupaciones cuyo núcleo común era un nombre (H.I.J.O.S.) y una serie de reivindicaciones ligadas a la defensa de los derechos humanos, el reclamo de justicia y la construcción de la memoria. En el marco de esa heterogeneidad cada regional cobró características propias. La especificidad de cada regional estuvo signada por las particularidades de cada localidad, por ejemplo en Córdoba, La Plata o Buenos Aires no se daban las misma discusiones ni se realizaban las mismas prácticas que en Tucumán –concentrados en luchar contra la figura de Bussi (6) y enfrentados a una sociedad que lo había elegido gobernador- o en Santa Fe, donde una forma autoritaria de gobierno limitaba las prácticas de H.I.J.O.S. y dificultaba que la agrupación adquiriera el rasgo radicalizado que sí tenían otras regionales .

Los primeros encuentros de cada una de las regionales de H.I.J.O.S. fueron vividos por sus protagonistas como emocionalmente movilizadores, porque allí lograron compartir con otros hijos el relato de su historia y empezar a ver que muchos habían atravesado situaciones semejantes. Por entonces lo que anhelaban era: “Encontrar los denominadores comunes en nuestros sentimientos, en nuestras ideas, en nuestras historias, para crear desde nosotros un espacio que nos contenga y exprese” (5). Resultó muy extendida la sensación de los hijos de estar “entre hermanos”. Muchos de ellos habían formado parte de estas redes mencionadas, pero otros habían vivido de modo silencioso su condición, no hablaban de estos temas con sus compañeros de escuela; en

Así como había muchos hijos que descubrían en esta nueva agrupación un espacio de sociabilidad que les permitía hablar por primera

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vez públicamente de la desaparición de sus padres, había otros que al llegar a la agrupación ya tenían trayectoria militante; algunos de ellos eran adolescentes cuando sus padres desaparecieron y participaron de distintos agrupamientos de familiares o tuvieron oportunidad de inscribirse en diferentes experiencias de lucha durante la década del ochenta o principios de los noventa. Estos casos no eran mayoritarios. La enorme mayoría de los hijos tenía, en promedio, veinte años cuando surgió la agrupación. No obstante su juventud, algunos de ellos tuvieron militancias estudiantiles o partidarias muy tempranas y llegaron a la agrupación con un bagaje militante considerable. En algunas regionales esas militancias se habían construido alrededor de figuras referentes de los organismos de derechos humanos; ese fue el caso de varios militantes de H.I.J.O.S.- La Plata, que habían tenido estrecho vínculo con Hebe de Bonafini (lo que ayudó luego a imprimirle a esta regional un sesgo específico hacia dentro de la red, caracterizado por la radicalidad de las consignas sostenidas).

tan sostenida como para evitar la ruptura del grupo). Esa “conexión generacional” se construyó, en buena medida, hacia el interior del campo de los derechos humanos. Los reclamos por justicia, la lucha por la verdad y la memoria que habían protagonizado los organismos de derechos humanos, junto con la decisión de agruparse en función de un lazo familiar, fueron el marco que les dio a estos hijos una forma de concebir lo sucedido y un modo de organizarse. El hecho de que los hijos al agruparse decidieran crear un organismo de derechos humanos –y no un partido político, por ejemplo- da muestra del habitus -entendido como sentido práctico propio de un campo (Bourdieu, 1997)-, que habían ido incorporando aún antes de agruparse. Su conformación como organismo fue entonces, a la vez, su ingreso al campo. Otro elemento que sirve para comprender el surgimiento de H.I.J.O.S. es el contexto político general de mediados de los años noventa en Argentina. Esto vale tanto para una escala política, económica y social general, pero también para lo específico del campo de los derechos humanos. En términos generales, a mediados de los noventa fue creciendo la resistencia al modelo económico implantado por el menemismo. Las reformas del Estado, las privatizaciones, la apertura económica, el endeudamiento y el creciente desempleo fueron algunos de los aspectos del proyecto liderado por Menem que provocaron el rechazo de muchos de sectores de la sociedad –lo que no le impidió, no obstante, ser reelegido justamente en el mismo año que surgió H.I.J.O.S. (7). En lo referido estrictamente al campo de los derechos humanos y la memoria, el presidente Menem a través de los indultos que le concedieron la libertad a los represores que estaban encarcelados por sus crímenes durante la dictadura, había profundizado la impunidad iniciada por el gobierno de Alfonsín y la sanción de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Desde entonces y justamente hasta el

La experiencia de H.I.J.O.S. estuvo cargada siempre por un componente generacional. No sólo en términos etarios o de “posición generacional”, como señala Mannheim (1928), sino fundamentalmente por una cuestión de “conexión generacional”. Siguiendo con la distinción del autor alemán, estos jóvenes compartían la edad, pero sobre todo compartían la experiencia de dolor de haber sufrido la desaparición y/o el asesinato de sus padres. Luego habían transitado otra experiencia común: la impunidad en la que la democracia argentina había recalado, luego de un importante, aunque breve, período en el que se hizo justicia por los crímenes de la dictadura. De modo que esa “conexión generacional” les brindó a estos hijos una cohesión emocional que les permitió transitar sus enormes diferencias de trayectorias, de prácticas, y de expectativas (aunque en algunos casos esa cohesión no fue

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surgimiento de H.I.J.O.S. el tema del pasado reciente parecía cancelado definitivamente a los ojos de vastos sectores de la sociedad y de buena parte de los actores del campo, muchos de los cuales no obstante intentaban una resistencia minoritaria pero persistente.

de hacer memoria sobre lo sucedido, las diferentes posiciones respecto de las luchas revolucionarias de los años setenta, la voluntad o no de aceptar reparaciones económicas por parte del Estado, el apoyo o no a las exhumaciones de los cuerpos con el objetivo de su identificación y la pertinencia de los homenajes a las víctimas. Esta pequeña enumeración, que no pretende ser exhaustiva, da cuenta de la zona de conflictos que implicó siempre este campo, y a la que H.I.J.O.S. se incorporó velozmente, renovando algunas prácticas y heredando otras.

Fue poco antes del surgimiento de H.I.J.O.S. – pero como dije antes, cuando algunos hijos ya venían organizándose- que Adolfo Scilingo hizo públicas sus declaraciones en las que confesaba que durante la dictadura se arrojaron ciudadanos vivos al Río de la Plata (8). Poco después el Jefe del Ejército, Martín Balza, realizó una autocrítica pública por el rol de la institución en el terrorismo de Estado. Estos dos episodios, acompañados por algunas publicaciones sobre los años setenta editadas por entonces, favorecieron que el tema de la dictadura se reinstalara en la agenda pública. Esa coyuntura coadyuvó para que H.I.J.O.S. promoviera y protagonizara buena parte de las discusiones que hacia dentro del campo y en la esfera pública en general se instalaron en el año de surgimiento del grupo y en los años siguientes.

Por último, otro rasgo específico de H.I.J.O.S. es el origen socio económico de sus integrantes. Se distingue allí una primacía de sectores medios universitarios. Esto es llamativo si se lo ubica en referencia al origen económico de quienes fueron las víctimas de la dictadura, muchos de ellos pertenecientes a la clase trabajadora. Sin embargo, no llama tanto la atención si se lo ubica en relación con el origen socio económico de los integrantes de los otros organismos de derechos humanos. Esta primacía de lo universitario se tradujo en algunas regionales más que en otras, pero es necesario señalar que fue central al momento de dar origen a la agrupación: recordemos que un homenaje a las víctimas de la dictadura de la facultad de Arquitectura de la UNLP fue la que antecedió al campamento de Semana Santa de 1995 en Río Ceballos. Este rasgo se tradujo luego en una fuerte presencia de H.I.J.O.S. en las luchas que la comunidad educativa universitaria encaró para enfrentar las políticas educativas del menemismo.

Esta aparición de H.I.J.O.S. resultó un cimbronazo hacia dentro del campo. Para muchos de los organismos preexistentes, H.I.J.O.S. encarnaba una renovación, una forma de tomar la posta. A su vez, en algunas regionales más que en otras, H.I.J.O.S. implicaba una continuidad pero también una ruptura. Su juventud, cierto tono disruptivo de sus prácticas y su intención de reivindicar no sólo la vida de sus padres –como había primado en la narrativa humanitaria defendida por la mayoría de los organismos-, sino también su lucha, generaron conflictos. El campo de los derechos humanos, por otra parte, se caracterizó siempre por la heterogeneidad y, sobre todo desde el retorno de la democracia, por diferentes conflictos internos. Conflictos que nacían de posiciones diferentes acerca de: cómo vincularse con el Estado, las estrategias elegidas para plantear las demandas, los modos

Pasados más de veinte años de su surgimiento, podría hacerse un balance de la trayectoria de esta agrupación, aunque esa tarea excede la posibilidad de este texto. H.I.J.O.S. revitalizó y puso en tensión la militancia del campo de derechos humanos, renovó sus prácticas e instaló nuevas discusiones sobre el pasado. Muchas de sus regionales disminuyeron la cantidad de militantes durante estos años,

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incluso en algunos casos esos derroteros también incluyeron escisiones. Un ejemplo de eso es la regional La Plata, que tras haber sufrido una baja en la cantidad de sus miembros y luego una revitalización de militantes, hoy se presenta dividida en dos grupos. Uno más afín a las políticas llevadas adelante por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, el otro sumamente crítico de esas políticas y de sus aliados en el campo de los derechos humanos (9). Un balance de la historia de H.I.J.O.S. debería incluir un análisis sobre cómo transitó esta agrupación de manera colectiva, y sus miembros en términos personales, los doce años de un gobierno que hizo propias muchas de las banderas de los organismos de derechos humanos pero que no impidió, o directamente potenció, los conflictos internos del campo.

violentamente golpeada por el terror estatal y que compartieran los reclamos de justicia delineados por la agrupación. (2) La bibliografía suele hacer la distinción entre, por un lado, organismos de derechos humanos de “afectados” (Familiares de detenidosdesaparecidos y por razones políticas, Madres de plaza de mayo y Abuelas de plaza de mayo) y, por el otro, “de conciencia” (Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Servicio de Paz y Justicia, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y Centro de Estudios Legales y Sociales); ver Veiga: 1985 y Jelin: 1995. Da Silva Catela (2001), por su parte, los distingue no por su composición (puesto que organismos de “no afectados” incluían muchas veces a familiares de las víctimas) sino por el nombre que funda sus agrupaciones; las primeras ligadas a un vínculo sanguíneo y las segundas por la apelación a valores universales como los Derechos Humanos (o del Hombre), la Paz y la Justicia. (3) Todas las referencias a las regionales de Tucumán, Buenos Aires y Santa Fe fueron tomadas de los trabajos de Kotler: 2009, Bonaldi: 2006 y Alonso: 2010, respectivamente. Y las referencias a la regional La Plata se desprenden de la investigación cuyo resultado fue mi tesis de Maestría en Historia y Memoria (FaHCE- UNLP), Cueto Rúa: 2008. (4) Uso H.I.J.O.S. para hablar de la agrupación e hijo, hija o hijos para hablar de hijos de desaparecidos, independientemente de su militancia en dicho organismo. (5) “Primer encuentro de H.I.J.O.S.-La Plata”, junio de 1995. (6) El militar Domingo Antonio Bussi estuvo a cargo en 1975 del Operativo Independencia realizado en la Provincia de Tucumán. El operativo, que estuvo destinado a aniquilar a la guerrilla tucumana, fue una suerte de ensayo del terrorismo de Estado que se desató poco después. Tras el golpe de Estado de 1976, Bussi fue designado gobernador de la Provincia de Tucumán, cargo que mantuvo hasta 1978. Luego, en democracia, beneficiado por las leyes

Notas: * Santiago Cuesto Rúa es Licenciado en Sociología y Magister en Historia y Memoria por la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente cursa el Doctorado en Ciencias Sociales en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP. Es docente de la Materia “Teoría Social Clásica I” en la carrera de Sociología de la FaHCE-UNLP, desde 2005. Ha presentado ponencias en numerosos Jornadas y Congresos de Sociología, Historia y Antropología y ha publicado artículos con referato en Revistas Científicas del país y el exterior. En el año 2005 obtuvo su primera beca, otorgada por la Comisión de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires y desde el año 2006 es becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. (1) Algunas regionales de H.I.J.O.S. incorporaron entre sus miembros no sólo a hijos de desaparecidos, asesinados, exiliados y ex presos políticos, sino también a todos aquellos que se sintieran hijos de una generación

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de impunidad, realizó una carrera política que lo llevó a ser elegido gobernador, precisamente en 1995, el año de surgimiento de H.I.J.O.S.. (7) “Denunciamos tanto las causas políticas y económicas del genocidio como a sus autores y cómplices, como así también su continuidad en el modelo económico actual al que nos oponemos participando de las luchas populares” Esto se señala en la Revista Nº1 de la regional La Plata, año 1996. (8) Adolfo Scilingo, marino retirado y ex jefe de automotores de la Escuela de Mecánica de la Armada, realizó una entrevista con Horacio Verbitsky que fue publicada en el libro El vuelo, en marzo de 1995. Allí contó lo que muchos familiares de las víctimas ya sabían pero que ningún responsable había confesado: los represores arrojaban vivos al Río de la Plata a los detenidos desaparecidos. (9) Estos grupos materializaron sus diferencias en las paredes de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, como analiza Da Silva Catela en el trabajo de este mismo cuaderno

memoria en la agrupación HIJOS-La Plata [en línea], tesis de Maestría, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.42 6/te.426.pdf Da Silva Catela, Ludmila (2001), No habrá flores en la tumba del pasado, La Plata, Ediciones Al Margen. Jelin, Elizabeth (1995), “La política de la memoria: el Movimiento de Derechos Humanos y la construcción democrática en la Argentina”, en AA. VV., Juicio, Castigos y Memoria. Derechos humanos y justicia en la política argentina, Buenos Aires, Nueva Visión, pp. 101146. Kotler, Rubén Isidoro (2009) Los orígenes de HIJOS en el movimiento de derechos humanos de Tucumán. Trabajo presentado en Primer Congreso Nacional sobre Protesta Social, Acción Colectiva y Movimientos Sociales, UBA, Buenos Aires, 30 y 31 de Marzo 2009, s/p. Mannheim, Karl (1928) “El problema de las generaciones”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas.

Referencias bibliográficas Alonso, Luciano (2010), Luchas en plazas vacías de sueños. Movimiento de derechos humanos, orden local y acción antisistémica en Santa Fe, Rosario, Prohistoria.

Veiga, Raúl (1985), Las organizaciones de derechos humanos, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.

Bonaldi, Pablo (2006), “Hijos de desaparecidos. Entre la construcción de la política y la construcción de la memoria”, en Elizabeth Jelin y Diego Sempol (comps.), El pasado en el futuro: los movimientos juveniles, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, pp. 143-184.

Documentos “Primer encuentro de H.I.J.O.S.-La Plata”, junio de 1995.

Bourdieu, Pierre (1997) Razones prácticas, sobre la teoría de la acción, Barcelona, Anagrama.

Revista N°1 de HIJOS La Plata, septiembreoctubre de 1996

Cueto Rúa, Santiago (2008) Nacimos en su lucha, viven en la nuestra. Identidad, justicia y

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Otros barrotes que los encierren. El escrache en HIJOS La Plata* Magdalena I. Pérez Balbi ** IIGG/FSOC/UBA – IHAAA/FBA/UNLP magdalena_pb@yahoo.com.ar

Los HIJOS buscamos construir una verdadera condena social haciendo que el país sea su cárcel. El taxista se negará a llevarlos, los clientes se negarán a comprarles, y el verdulero, el almacenero, el mecánico se negarán a atenderlos. Todos podemos poner cada uno de los barrotes que lo encierran. (HIJOS La Plata. Tríptico del escrache a Rodolfo A. Gonzalez Conti, 24 de octubre de 2001)

de lado otras regionales. Suele versar sobre la forma de organización, el contacto entre agrupaciones, la movilización y el momento del escrache propiamente dicho. El abordaje del despliegue expresivo de esta herramienta se reduce al detalle de las intervenciones gráficovisuales o performáticas, en la que esta regional ha tenido amplio despliegue, de la mano de colectivos como el Grupo de Arte Callejero (GAC) o Etcétera…., pero dejan de lado otras manifestaciones expresivas. La repetición y la recurrencia a estas intervenciones, relevadas y repetidas hasta el hartazgo y consideradas obras legítimas de activismo artístico han generado una lectura sinonímica entre las intervenciones de estos colectivos y el escrache en sí.

Introducción El escrache, desarrollado por las distintas regionales de H.I.J.O.S., no es un fin en sí mismo sino una herramienta política para alcanzar la condena social. El escrache ha sido apropiado en diversos contextos en nuestro país y fuera de él, siempre teniendo como objetivo visibilizar, señalar, inicialmente genocidas y represores y luego a culpables de distintos hechos. Es una herramienta contra la impunidad y el silencio, cuando la justicia y el poder político deciden mirar hacia otro lado. El escrache es hoy una palabra común, con un sentido claro, aunque muchas veces banalizado y (no de manera ingenua) malinterpretado como una acción fascista. Pero en algún momento, a mediados de los ’90, cuando las Leyes de Impunidad estaban vigentes y los indultos liberaban genocidas, H.I.J.O.S. fue construyendo, a fuerza de tenacidad, imaginación política y organización, un nuevo sentido para esa palabra del lunfardo: el escrache se transformó en la herramienta para que “el país sea su cárcel”.

La proliferación de colectivos y acciones de activismo artístico durante la crisis del 2001 y el inmediato periodo poscrisis tuvo como corolario un reconocimiento académico de estas prácticas, que inmediatamente empezaron a engrosar tesis y ponencias y -también hay que destacarlo- pusieron en conflicto las lecturas tradicionales de los cruces entre arte y política. El campo artístico institucional aportó a esta legitimación incorporando documentos audiovisuales y fragmentos del escrache al compendio de objetos (ahora) artísticos que circulaban por bienales internacionales y museos de arte contemporáneo.

La bibliografía académica sobre el escrache revisa los escraches realizados por H.I.J.O.S. Capital y la Mesa de Escrache Popular, dejando

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No es mi intención desandar ese camino del que, por otra parte, me considero parte y heredera más o menos crítica, sino aportar a una mirada más amplia que atienda a las complejidades del escrache a genocidas y centros clandestinos de detención, a partir de revisar el surgimiento y desarrollo del escrache en HIJOS La Plata (HIJOS LP) y recuperar la potencialidad de un despliegue expresivo que no se agota en lo gráfico-visual ni se puede abarcar desde un único lenguaje.

Pero el escrache no fue la primera estrategia ni surgió de un día para el otro. Podemos encontrar antecedentes que van configurando estrategias de visibilidad a través de diversas prácticas expresivas y de acción en el espacio público. La primera acción se realiza en 1995, cuando la agrupación daba sus primeros pasos. El 21 de julio de 1995, HIJOS La Plata moviliza al Colegio de Médicos para pedir que se le retire la matrícula a Jorge Antonio Bergés (2), y luego a la sede de la Policía Provincial para que sea exonerado de su cargo de subcomisario. Si bien no era un escrache propiamente dicho, se buscaba una condena y rechazo (de parte de la institución y por ende, del resto de la sociedad) a partir de la movilización que denuncia la responsabilidad del represor.

¿Para qué escrachar? El 20 de abril de 1995, HIJOS LP (1) tiene su hito fundacional en las Jornadas de Memoria, Recuerdo y Compromiso en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Con una facultad tomada, un año después del que fuera el primer homenaje a alumnos detenidosdesaparecidos en la UNLP (en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo) y con algunas regionales de HIJOS ya funcionando, en La Plata se encontraron hijos e hijas que, luego de dar testimonio y subir al escenario a cantar “Solo le pido a Dios” con León Gieco, iniciaron un camino de fraternidad y organización con el que se construyó HIJOS LP. Con historias muy diversas, algunas marcadas por el silencio, otras por la militancia estudiantil, y con la cercanía de Hebe de Bonafini, HIJOS La Plata fue consolidando un perfil de regional radicalizada, por no aceptar de lleno y verticalmente las consignas de la Red Nacional y por reivindicar la lucha de sus padres y madres claramente como lucha revolucionaria.

Ese mismo año, el ex -Gral. Antonio Bussi asume como gobernador de Tucumán. La Red H.I.J.O.S. decide declarar el 29 de octubre como Día de la Vergüenza Nacional, e HIJOS LP se moviliza a la Casa de Tucumán junto a HIJOS Capital con afiches que hablaban de “vergüenza, tristeza y bronca. Ante un pueblo que olvida y un Estado que perdona”. Tres años más tarde, como cierre del congreso nacional de la Red en Tucumán, escracharían a Bussi en medio de un fuerte operativo de seguridad. Otro antecedente fundamental es una obra teatral escrita en 1995 y protagonizada por los propios HIJOS: Blah Blah Blah. La obra surge a partir del sueño de una compañera, en el que un militar manchaba con sangre todo lo que tocaba. A partir de esta imagen, una verdulería se transforma en el escenario en el que distintos personajes tipificados de la sociedad local, se enfrentan a la presencia del militar represor y reaccionan de diversas maneras al ver que toda fruta que toca queda manchada de rojo. Así, ante un verdulero impávido, desfilan una chica de clase media alta, un chico de la calle, una mujer mayor, Monseñor Plazoleta y finalmente, una Madre de Plaza de Mayo y un hijo de

Entre los objetivos y el horizonte de la agrupación se fue forjando la idea de la condena social. Ante la imposibilidad de lograr una condena legal y ante la certeza de que represores de distinta índole (militares, policías y civiles) estaban libres y gozaban del anonimato, la necesidad de discriminar, señalar y escrachar a los represores se fue haciendo cada año más fuerte.

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desaparecidos, los únicos que se atreven a enfrentarlo y acusarlo de asesino. Cada uno de los personajes viene a representar la complicidad, el silencio o el miedo. Sólo la Madre y el hijo (HIJO) pueden verbalizar su ira y transformarla en acción política. Al final de la obra, el resto de los personajes reflexiona sobre sus errores y su indiferencia pasada y comienza a rodear al militar, encerrándolo con palos que simulan barrotes de celda. Ante el intento de defenderse de las acusaciones, los personajes (el pueblo) le responden “bla, bla, bla”.

borrosas sobre cómo fue apareciendo esa palabra, cómo surgió la idea y de qué manera se fue construyendo la metodología. Algunos lo recuerdan como algo intempestivo (una compañera que dice “y bueno, hay que escracharlos”), otros lo registran en sincronía con los escraches de HIJOS Capital o apropiaciones de estrategias de otras organizaciones, otros como un invento propio. Si podemos reconocer el hito inicial de la agrupación, no se puede (o no hemos podido aún) hacer lo mismo con el inicio del escrache. Quizás no lo hubo. Lo que se puede rastrear, son ciertos hechos que suceden y que reverberan, que auguran posibilidades: en el ’95 el ex oficial de marina Adolfo Scilingo reconoce la existencia de los Vuelos de la muerte. Ese mismo año, Alfredo Chaves, ex.detenido, se encuentra en Bariloche con un Astiz desarmado y desprevenido y le da una golpiza. El testimonio de Scilingo promovía un consenso (mínimo) sobre la impunidad y la crueldad del Terrorismo de Estado. La agresión a Astiz evidenciaba que estaban libres, pero que además podían estar a la vuelta de la esquina. Y eran de carne y hueso.

Esta obra, escrita colectivamente cuando la mayoría eran muy jóvenes, traduce esa necesidad imperiosa de condena social que luego llevaría a desarrollar el escrache. Están ahí, con las manos manchadas con sangre, libres, reconvertidos en funcionarios y ciudadanos comunes y hay que señalarlos, discriminarlos y condenarlos. Si no lo hace la justicia y no está la voluntad política de cambiarlo, tiene que hacerlo el vecino, el comerciante, la empleada, los pibes. Que el país sea su cárcel. El cierre de 1995 encuentra a HIJOS con sede propia (un local alquilado en 42 entre 12 y 13). Siguiendo la tradición local, organizan la quema de muñecos de fin de año. El 1° de enero de 1996, a la 1.30 de la mañana, Menem, Monseñor Plaza, Massera y Videla arden en Plaza Paso. Cuatro muñecos de estructura de alambre y madera, cubiertos con papel pintado, de aproximadamente tres metros de alto, son quemados en ese fuego infernal que une en ritual, exorciza los demonios e incinera la impunidad. En el volante de difusión, HIJOS bregaba “por un 1996 sin asesinos libres”. Los muñecos, los títeres, las marionetas gigantes serán recursos a los que volverán una y otra vez. El ritual catártico en torno al fuego infernal y condenatorio, también.

El escrache de HIJOS LP tiene ejes comunes con las demás regionales. A pesar de que el momento de mayor visibilidad reside en la movilización y el escrache propiamente dicho, como herramienta de acción política implica un trabajo previo y una acción posterior. Antes de escrachar, había que investigar. Los primeros listados de personajes a escrachar fueron fruto de un arduo trabajo de investigación de HIJOS, en el que cruzaban testimonios de ex –detenidos con listados de represores (de la Galería de Represores, redactada por Carlos Rodríguez en el periódico de las Madres, legajos publicados por la CONADEP y denuncias en medios gráficos como Página/12) e información que recababan de militantes y compañeros que luego confirmaban revisando la correspondencia que llegaba al domicilio, buscando en la guía telefónica y tratando de conseguir una foto actualizada para difundirlo con su apariencia

Con ese horizonte se fue delineando el escrache. Entre los relatos de integrantes de la agrupación, aparecen distintas versiones

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actual. También existía un trabajo previo en el barrio. Difícil, desconfiado, escueto, pero necesario para avanzar al momento de realizar el escrache.

La Plata, los trajes amarillo y negro de Tocando Fondo han sido parte esencial de los escraches y otras marchas. El carnaval y la movilización social son dos prácticas que las dictaduras han oprimido y que en el escrache encuentran una nueva articulación. La agrupación HIJOS, ligada en nuestra ciudad también a la militancia estudiantil, ha generado prácticas propias de una franja etaria que no es la de Madres y Abuelas, y que tampoco se alinea bajo la forma de organizaciones políticas partidarias clásicas. La fiesta y la política, la organización y la alegría ya no son etapas o momentos separados sino que se dan en sincronía. La murga, los tambores, los cánticos y el documento leído en cada escrache son parte de las sonoridades de esta herramienta política, que se repite en otras movilizaciones.

Con la organización de la Mesa de Escrache Popular (MEP) en 2003 la participación barrial y la apertura a diversas organizaciones se hizo más fuerte, sumado a la legitimación del escrache como forma de denuncia y condena social. El escrache no termina cuando la murga y la marcha se retira, cuando se borran las marcas que dejó la movilización o, en el peor de los casos, cuando las fuerzas de seguridad reprimen. El escrache continúa cuando los vecinos le retiran el saludo, cuando el comerciante del barrio no le vende, cuando le quitan la matrícula o lo despiden de su trabajo. Es decir, el escrache es una apuesta a una acción posterior y permanente.

Por otra parte, HIJOS LP también se va configurando en redes, las de la militancia política y también la de afectos. Por eso, el escrache se pone en relación con otras efemérides del calendario político local. Sin intentar una enumeración exhaustiva, mencionamos algunos ejemplos: un gusanovíbora de tres cabezas (las de Duhalde, Camps y Klodzcyk) en la manifestación a un mes de la represión a estudiantes el 20 de febrero de 1996. El escrache a Néstor Beroch, a través de una asamblea en el Colegio Albert Thomas (donde dictaba clases) y posterior movilización (1996). La volanteada en la marcha por La Noche de los Lápices denunciando a Roberto Omar Grillo, integrante del grupo de tareas que secuestrara a los militantes secundarios (1999). O más reciente, el escrache a la Comisaría 5ta realizado luego de la movilización por la segunda desaparición de Jorge Julio López (2008). Pero el escrache también puede mimetizarse en los festejos de la ciudad, como los afiches que se superpusieron a los anuncios de la reinauguración de la Catedral de La Plata, en 1999, recordando la complicidad entre la cúpula eclesiástica con el terrorismo de estado. O cuando subieron al escenario con Los

Otra característica es la conjunción de herramientas expresivas. Pueden encuadrarse en lo que entendemos por activismo artístico: recursos artísticos, realizados por productores especializados o no, de manera colectiva y sin autoría, a los que se apela con el objetivo de operar en el terreno de lo político. No las leemos como obras de arte, o arte al servicio de, sino como estrategias de intervención en el espacio público que recurren a lenguajes artísticos y expresivos. En esta conjunción de herramientas aparecen los muñecos antes mencionados (la representación del escrachado y/o cómplices como marioneta gigante, rostro o muñeco, pero también figuras simbólicas como la tortuga, en referencia a la lentitud de los juicios a represores), los grafittis e intervenciones gráficas en diversos soportes (carteles de señalización vial, calcos y stencils) y el lanzamiento de bombitas rojas, como huella metafórica de la sangre de sus padres. A su vez, la movilización implica ruido y música, la creación de un ambiente festivo acrecentado con la participación de las murgas. En el caso de

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Fabulosos Cadillacs (3), luego de escrachar al Indio Castillo (1998). Los escraches han tenido estrategias de difusión masiva y otras más sutiles y simbólicas. Masivas como avisos en medios gráficos o la aparición en el programa CQC, anunciando el escrache al Indio Castillo (1998). O estrategias sutiles y territoriales, como el escrache a Jirafa Damario, que, emulando la campaña incógnita de “Bruera es Agosto” (4) llenan de grafittis la ciudad con el lema “Jirafa asesina suelta”, sin más datos, como antesala del escrache a su local comercial y luego a su casa (2000).

Movilización a un mes de la represión a estudiantes de la UNLP del 20 de Febrero de 1996. Archivo Ana Tello

“Cárcel, común, perpetua y efectiva”, gritaban en el último escrache (post mortem) a González Conti en 2009. Derogadas las Leyes de Impunidad, esta democracia todavía tiene la deuda de encarcelar a cientos de genocidas y represores que disfrutan de prisión domiciliaria o mueren tranquilamente sin condena. En esos casos, los escraches los acompañarán hasta la tumba. Coro desafinado, frente al local de Hugo «Jirafa» Damario. 1° de Diciembre de 2000. Archivo Ana Tello.

Notas * Este texto es una reflexión no tan académica de una investigación académica en proceso sobre el activismo artístico en Argentina, particularmente en La Plata, en las últimas décadas. No intenta ser conclusivo ni exhaustivo, sino marcar algunos avances a partir del caso específico de HIJOS La Plata y la Mesa de Escrache Popular. ** Magdalena Pérez Balbi es Lic. en Historia de las Artes Visuales (FBA/UNLP) y Magister en Estudios Museísticos y Teoría Crítica (MACBAUAB), actualmente finalizando el doctorado en Ciencias Sociales (FSOC/UBA). Es docente de la Facultad de Bellas Artes, en las cátedras de Historia del Arte 3 e Integración Cultural 2. Integrante del IHAAA y colaboradora del Centro

Construcción de muñecos de fin de año. Local de HIJOS La Plata (42 entre 12 y 13). 1995. Archivo Ana Tello

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de Arte Experimental Vigo (CAEV). Investiga sobre activismo artístico en Argentina.

sustracción y sustitución de identidad de una niña nacida en cautiverio. HIJOS LP volvió a manifestarse en repudio por la brevedad de la condena. (3) Los Fabulosos Cadillacs se presentaban en Plaza Moreno el 19 de noviembre, como parte de los clásicos recitales gratuitos con artistas populares que la Municipalidad de La Plata organiza por el aniversario de la ciudad. (4) Para instalar el nombre del candidato a intendente Pablo Bruera, se lanzó en 2000 esta campaña de pintadas. (Pablo) Bruera es Agosto, por ser la sucesión de Julio (Alak), intendente de la ciudad de La Plata desde 1991.

(1) Utilizo el nombre de la agrupación sin puntitos por ser la forma en la que se definieron originalmente. No me estoy refiriendo específicamente a la agrupación HIJOS La Plata, a diferencia de H.I.J.O.S. La Plata en la Red Nacional, ambas activas actualmente. No escribirse como sigla era una forma de marcar ciertas distancias de la Red. (2) Condenado por aplicaciones de tormentos. Responsable de partos clandestinos y posterior entrega de bebés a apropiadores. En ese momento, estaba en libertad por la Ley de Obediencia Debida. En 2004 fue condenado por el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata por

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Cuadernos de Aletheia Nº 2 Aletheia, octubre 2016. ISSN 1853‐3701 Irrumpir/decir/superponer La perpetúa construcción de una memoria conflictiva. Ludmila Da Silva Catela* IDACOR/Museo de Antropología/UNC ludmilacatela@yahoo.es

Recorrer los paisajes urbanos constituye una experiencia que concentra sensaciones y saberes. Una red de significados se coloca en juego cada vez que uno camina una ciudad. Graffitis, esténciles, y murales enfrentan al peatón cotidianamente con discursos, mensajes, diálogos, conquistas y disputas que se dan anónimamente en las paredes de las ciudades. Estas conforman un mapa y un reservorio arqueológico de esos acontecimientos estéticos que plasman lo que muchos individuos y grupos deciden decir y traducir por medio de imágenes, irrumpiendo anónimamente sobre una pared en medio de la noche o a plena luz del día. Desde una construcción colectiva planificada o espontánea durante una marcha, uno puede leer la ciudad y sus disputas políticas, culturales y religiosas desentrañando símbolos superpuestos en sus muros, que pueden guiarnos por diferentes historias: indicarnos que el 24 de marzo hubo un golpe de estado; que la iglesia fue cómplice; que Videla puede ser representado transformando su cara en una calavera; que la imagen de un Ford Falcon es una metonimia del terrorismo de Estado o que una gorra nos indica una desaparición en democracia como la de Julio López. Cada uno de estos stenciles puede compartir una pared junto a otros mensajes, como el símbolo que rechaza la presencia de Monsanto en Córdoba; un diseño que reivindica la opción lesbiana o mensajes feministas sobre el cuerpo y el derecho al aborto. Las ciudades resuelven la relación entre expresión e identidad y se presentan como un escenario poblado de recursos para

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imaginar y reconstruir aquello que se produce y construye en torno a la idea de memoria, a lo que se recuerda, lo que se silencia u olvida. Para activar la memoria o construir prácticas en torno a ella, con el desafío de fijar recuerdos, los muros de las ciudades nos muestran que es necesario imprimir “lugares” e “imágenes” para disputar sentidos sobre lo político y lo cultural. Esos paisajes expresan sentidos que están allí disponibles para desentrañar, comprender e interpretar. Manifestaciones artísticas y políticas de memorias Todos sabemos que las experiencias límites son reveladoras de las condiciones que, en situaciones “normales”, quedan ocultas bajo el velo de lo familiar. De esta forma, las experiencias extremas como la desaparición, la tortura y los secuestros en los CCD son un poderoso revelador de las identidades de grupos e individuos. Sin embargo, sumar a la noción de situación límite la de estética puede parecer provocador. Es difícil asociar a la vanidad del arte la inhumanidad de los procesos de barbarie que nacieron de las grandes catástrofes contemporáneas. A pesar de que hemos escuchado hasta el hartazgo largas discusiones sobre lo inenarrable de estos eventos, los genocidios, las tragedias han suscitado diversos modos de expresión artística que fueron traducidos en películas, obras literarias, de teatro y de artes plásticas, expresiones que subrayan el carácter irremplazable del arte para asegurar las memorias de los acontecimientos. Tal vez una de las cuestiones más provocadoras de la relación entre violencia y expresión


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artística sea que esta última intenta evitar la idea directa de una “transmisión” ejemplificadora y produce de manera simbólica y eficaz una comunicación directa entre el/los productores y los observadores, lo que en última instancia no es más que el diálogo entre dos sensibilidades humanas. La expresión de subjetividades donde el uso de ciertos procedimientos de representación invitan (pero no obligan) a ver y a traducir lo qué pasó. Esta movilización afectiva empuja hacia una reinterpretación de los eventos, reubicando el pasado en el presente y potencialmente educando una mirada crítica sobre la historia hacia adelante. En el contraste entre la versión dura de la historia y de los eventos, la estética y sus manifestaciones incita a pensar en los problemas colocados por la acción colectiva, a evaluar las responsabilidades individuales y a reflexionar en el presente sobre las condiciones del compromiso y la acción social. Es aquí donde violencia-memoriapolítica y arte interactúan de manera intersubjetiva y devienen una referencia en el espacio público en el mismo momento que lo producen, propiciando y promoviendo un diálogo. Diálogo conflictivo, excluyente e inclusivo a la vez, que potencialmente puede contribuir a la reflexión de la sociedad sobre ella misma.

temporalmente contemporánea entre las manifestaciones artísticas y las políticas de memoria? Dos murales y una batalla Muros blancos. Bicicletas apoyadas sobre ellos. Una lista de desaparecidos sobre un mármol que originalmente pobló los muros de la vieja Facultad de Humanidades de La Plata. Estudiantes sentados en el pasto o caminando. Así se observa, cotidianamente, el paisaje universitario de la nueva Facultad de Humanidades. Tal vez los muros blancos sean la expresión más notoria de esta nueva institución, todavía no invadida totalmente por los carteles de la política universitaria, que si bien están, pueblan más el espacio interior con afiches y carteles colgando de las paredes o las barandas de las escaleras. En este contexto, la instalación de un mural, en la parte externa del edificio, no pasaría inadvertido. A continuación voy a describir etnográficamente la irrupción de dos murales que disputaron un muro y múltiples sentidos en este espacio académico. Me interesa comprender las acciones que provocaron la presencia de esta manifestación artística y los diálogos y conflictos políticos que desató. Para esto comenzaré por describir brevemente cómo me interesé por este episodio, para luego ensayar una interpretación etnográfica en torno a la batalla de los murales.

De la misma forma que los procesos de manifestación, construcción y circulación de las memorias, la significación y el impacto de un objeto estético no están fijados para la eternidad, ni se garantiza su eficacia en el devenir de su producción. Este anclaje, en un tiempo circular entre el pasado-presentefuturo, dependerá del contexto cultural, político, religioso, histórico en el que es interpretado, consumido, examinado y de las condiciones de producción de sentidos, superposiciones y apropiaciones a los que se exponen en la esfera de lo público. La pregunta que surge es ¿cómo observar etnográficamente esta lucha que es efímera y

Dos fotos, con meses de diferencia llegaron a mi mail para alentarme a decir algo sobre las intervenciones en uno de esos muros, al lado de la placa que homenajea a los desaparecidos de la Facultad de Humanidades de La Plata (1). Debo decir que sin el registro fotográfico de las mismas, estas intervenciones tal vez se hubieran desvanecido en el tiempo o simplemente las desconoceríamos. Así la huella de la acción

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artístico política, quedó plasmada en el registro fotográfico. En este sentido es necesario decir que dos acciones estéticas se conjugaron, la del individuo o grupo que genera la manifestación visual con la intervención de un mural o graffiti y la del individuo o grupo que la registra y la perpetúa más allá de su existencia y le devuelve otro sentido una vez que lo difunde por medio de la imagen fotográfica. Así, la acción de fotografiar un graffiti, un mural, un stencil, forma parte del evento estético-político, no es un mero anexo o casualidad circunstancial (2).

los escraches de HIJOS, donde los colores rojo y negro predominan. Fechas que confunden (1983-2015) en relación a lo que la imagen del rostro nos devuelve y “errores” de ortografía en la escritura que condensan un mensaje político al cambiar las C por las K. Parece un juego de adivinanzas pero no lo es. En la segunda imagen, se observa un pañuelo blanco y un fondo negro. Abajo bordes de una estampilla. Arriba marcas desordenadas de un pincel, que dejan traslucir restos del mural anterior. Un pañuelo blanco que parece flotando sobre la pared. Fechas consagradas en la memoria colectiva (1976-2016) y una consigna de conmemoración de una fecha redonda (40 años del golpe).

Este trabajo supone una especie de arqueología de la memoria para leer e interpretar las estratigrafías de significados que podemos extraer a partir de la "cultura material" de la memoria, que da cuenta, por un lado, de la constitución, composición y luchas en torno de la construcción de nuevas y viejas identidades políticas, y por otro, da relieve a las marcas materiales de la memoria, desde las cuales se constituyen categorías y nociones de personas, que configuran nuevas monedas de intercambio para hacer política en la sociedad argentina contemporánea.

Dos murales superpuestos y una batalla sobre una enorme pared blanca. Dos inscripciones en el tiempo, con diversos sentidos pero un mismo anclaje en relación a un período de la historia, el rol militar en el terrorismo de Estado y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo contra el terrorismo de Estado. Una misma pared blanca, la de una facultad pública. Dentro de un esqueleto mortuorio, que perteneció a un ex CCD, el Batallón BIM3 de La Plata.

En los procesos de construcción de memoria, cuando aflora el conflicto entran en escenas acontecimientos a describir, fechas a debatir y personas o personajes a posicionar. De esta manera, en el evento que analizaré, hay acontecimientos, fechas y personajes que se manifiestan en y a través de estos murales impresos en una pared. Observemos con lupas que nos devuelven las imágenes. Primero vemos acontecimientos que delimitan lo que el mural quiso transmitir. Vemos una sonrisa sarcástica. Unos ojos tachados con cruces rojas sobre bordes del diseño de una estampilla. ¿Un rostro conocido? Si, el de Massera. ¿Con una estética conocida? Si,

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Irrumpir en el espacio público con mensajes políticos, intervenir muros y paredes, con stenciles, murales, graffitis, como forma de hacer política tiene una larga tradición en las ciudades de Argentina. Tal vez La Plata sea uno de los enclaves urbanos más marcado por esta particular relación entre manifestaciones artísticas y política (3). Usar sus paredes, por diferentes grupos e individuos, constituye una de las maneras de expresión, denuncia y diálogo con el “otro”: cercano/conocido o distante/anónimo. Cómo símbolos, estas manifestaciones, son signos a descifrar. H.I.J.O.S ha construido desde su nacimiento, en 1995, una mirada crítica sobre la política y las políticas de Estado en torno al pasado reciente. Inventaron los escraches para oponerse a la falta de justicia frente a los crímenes de lesa humanidad. Si no hay justicia hay escrache, era la consigna con la cual se intervenía de diferentes maneras los barrios donde vivían los represores. En estos rituales callejeros, el/los rostros de los represores eran retirados del anonimato y puestos en evidencia en la escena pública por medio de fotos y afiches. Parte de su presencia en el espacio público fue crear acciones de irrupción sorpresiva para “decir”, “denunciar”, “conquistar”, “provocar”. El mural con la cara de Massera, sus ojos con cruces rojas, la imagen elegida que dibuja una sonrisa irónica y que acompaña la frase: la Armada ríe impune, puede parecer a simple vista un objeto “fuera de lugar”. Una estampilla pegada en un sobre errado. Sin embargo, si comprendemos esta intervención dentro de la manera de hacer política de HIJOS/La Plata y específicamente la metodología inventada y usada en los escraches- hacer evidente algo que parece no verse- comprendemos entonces que esta estampilla está en el sobre exacto, aunque tal vez el destinatario no comprenda su envío. Pero, si volvemos a pensarlo como un

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objeto “fuera de lugar” lo que debemos observar es que la “estampillada” se realizó en la pared de una Facultad pública y está localizada justo al lado del memorial con el nombre de alumnos desaparecidos durante el terrorismo de Estado. De allí que el acto de irrumpir, es al mismo tiempo un acto estético, pero sobre todo una provocación política condensada en la frase “basta de banalizar los ex CCD”.

público en relación a cómo debía resignificarse este espacio que fue un ex – CCD. Así el conflicto de memorias se plantea entre espacios de lucha análogos y eso lo torna incomprensible, o mejor dicho difícil de traducir en las maneras de gestionar los trabajos de memoria y de denuncia de los crímenes del pasado en el país, donde de alguna manera se ha buscado el consenso y la generación de comunidades afectivas que permitan fortalecer las luchas y los embates que a lo largo de los años han sufrido los procesos de verdad y justicia.

En un comunicado de HIJOS de abril de 2014, explicitaban sus razones para oponerse a la inauguración del nuevo predio universitario, hablaban duramente de “la apuesta político-inmobiliaria de la gestión K” (4), e iniciaban su repudio diciendo que “antes que el festejo de inauguración de cualquier nuevo edificio público está la Memoria de hombres y mujeres ausentes por responsabilidad del Estado”. Tanto el comunicado como la elección de construcción de este mural, forma parte de una larga tradición de esta agrupación, que coloca el foco en dos acciones, por un lado, demandar al Estado nacional que sus políticas deben estar dirigidas a la investigación de los nombres de los responsables de las desapariciones y de los actos del terrorismo de Estado, en este caso del BIM3. Por otro lado, la ejecución de una de sus acciones políticas más eficaces y poderosas simbólicamente como fue y es el escrache y en este sentido, el mural traduce y muestra esa acción de denuncia que han sostenido a lo largo de los años (5). Lo que puede genera malestar y conflicto, incomodidad o incomprensión es que este escrache haya sido realizado en este territorio. Ya que esos muros hoy pertenecen a una de las instituciones universitarias que sostenidamente ha luchado para dar visibilidad y denunciar el terrorismo de Estado, ha trabajado para reconocer y recordar la memoria de sus estudiantes e investigar sobre el BIM 3. Entre otras acciones, propició durante meses un debate

Sin embargo, más allá de las prácticas de visibilidad y denuncia elegidas por la agrupación HIJOS – La Plata, lo que entra en conflicto sobre los muros de la Facultad, fue y serán las disputas políticas del presente que diversos grupos expresan en y a través de ellos. Y esto quedó en evidencia y cobró mayor densidad simbólica, cuando el mural fue tapado y reemplazado por otros sentidos políticos. Esa tachadura fue realizada de manera tal que sea notoria. Dejaron algunos de los elementos del mural anterior como los bordes de la estampilla y dibujaron, sobre el diseño anterior, un pañuelo blanco. Apelaron a la sacralidad más pura de la lucha de los organismos de derechos humanos para reescribir esa mirada sobre el pasado. Un rostro de un represor atrapado y tapado por un pañuelo blanco. Esta tachadura no lleva firma, podríamos decir que fue realizada clandestinamente, borrando para volver a reescribir otro sentido simbólico que se juega entre aquellos que comparten la sangre de los desaparecidos: HIJOS/Madres. En este conflicto por la visibilidad de uno y otro mural, el periódico digital “La Izquierda Diario” expresó de esta manera su denuncia sobre el acto de borradura: El mural de HIJOS La Plata fue realizado hace un año sobre una de las paredes de la facultad, donde varias agrupaciones estudiantiles tienen el suyo. La obra denunciaba los más

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superposición de memorias (7). Esta superposición es la que parece otorgarles legitimidad en la esfera pública, más allá del origen y los modos de gestión de esas memorias. Estas acciones estuvieron atadas también a crear significados frente a la presencia de dos personas en este territorio.

de 200 casos de desapariciones de personas desde 1983 y cuestionaba a su vez la construcción de la Facultad en el mismo lugar donde durante la dictadura genocida había funcionado el centro clandestino de detención (CCD) BIM3 (…) Este último sábado el mural fue tapado con otro de manera sorpresiva. El nuevo mural grafica el clásico pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo junto a la consigna “donde ayer hubo un centro clandestino, hoy hay memoria”, una de las frases que el kirchnerismo viene utilizando desde hace años en su política de recuperación de los CCD. Estudiantes y algunos allegados que estuvieron por la Facultad ese día aseguran haber visto a gente con remeras kirchneristas realizando la intervención. Y el resultado final, más que desprolijo y sin una firma de agrupación o partido que se haga cargo, no deja dudas sobre las deliberadas intenciones de tapar el mural de HIJOS más que de realizar uno propio (…) No es menor que esto haya ocurrido en vísperas de la asamblea que iba a discutir adónde se movilizaría el Centro de Estudiantes (CEHCE) este 24 de marzo, y con la planeada visita de Hebe de Bonafini a la Facultad de Humanidades (6).

El primer mural intenta interpelar a la comunidad universitaria frente a la visita de la presidenta Cristina Fernández al predio. El segundo mural, unos meses después, acompaña la conmemoración del 40 aniversario del golpe y sirve como marco de referencia a la visita que Hebe de Bonafini haría al lugar. Dos personas/personajes centrales en este conflicto de memorias. La segunda mirada está relacionada con la escritura. Con aquello que se dice para darle significado a las imágenes y otorgar una lectura posible. El primer mural dice: 19832015, 210 desaparecidos. La Armada Ríe Impune. Basta de banalizar los centros clandestinos de detención. La ViKtoria de la Demokracia. El segundo reescribe estas frases superponiendo un nuevo sentido: Donde ayer hubo un centro clandestino hoy hay memoria. 1976-2016. A 40 años del golpe la lucha continúa. Ambas escrituras dialogan políticamente, en relación a la coyuntura de ese presente de conflicto. Unos dejando en claro que el mensaje es una disputa con el kirchnerismo (fuerza política en el poder desde 2003 a 2015), la otra valida su acción de tachar superponiendo un sentido si se pretende más amplio e inclusivo, los 40 años del golpe como una conmemoración que reúne a la comunidad imaginada de la nación. Sin embargo, la frase “donde hubo un centro clandestino hoy hay memoria” fue un slogan difundido por el gobierno oficial durante el kirchnerismo y una de las banderas de su política de memoria. De esta manera unos y otros disputan el sentido

Eso sugiere una primera mirada sobre la superposición de “estampillas”. Se pueden disputar sentidos, pero los mismos estarán limitados a las sacralidades establecidas, más allá de quienes hayan sido los actores concretos que produjeron la tachadura. Unos y otros comparten un sistema convencional (Bourdieu, 1965) que es comprendido en la construcción de dicha alteridad. Las imágenes estampadas sobre el muro, no pueden ser concebidas fuera de sus circunstancias de producción y circulación pero fundamentalmente no pueden ser pensadas fuera de los actos de recepción que imaginaron sus productores. En esta batalla de (re) impresiones, se da un mecanismo cultural particular, la

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sobre la legitimidad del pasado pero sobre todo del presente. Esto queda remarcado por las fechas elegidas por un grupo y otro para plasmar en el mural. 1983-2015/1976-2016. Dos marcos temporales diversos, pero ambos fundantes, uno del golpe de estado, el otro del retorno de la democracia. La temporalidad demarca también lo que se quiere decir y lo que se quiere silenciar, uno poniendo el eje en el presente para debatir el pasado, enunciándolo en la cantidad de desaparecidos en democracia y el otro grupo inversamente colocando el pasado para validar el presente reafirmando el compromiso con la memoria de los 40 años del golpe. Muros y políticos.

superposición

como

memoria visual no está plasmada sólo en lo que se diseña, sino en la propia acción, que se apropia a su vez de “las prácticas militantes (el volanteo, el acto-relámpago, el asalto, el sabotaje) para ser adoptadas por los artistas en sus acciones como prácticas artísticas” (Longoni, citado en Capasso 2011). La relación entre arte y política se renueva una y otra vez, como dice Longoni, con “vínculos necesariamente conflictivos, complejos, de fuertes tensiones, quizás la imagen sea la de desbordamientos, es decir, con las contaminaciones, las intersecciones, las mutuas redefiniciones que entre el arte y la política se producen en momentos históricos cruciales, que no se dan continuamente sino en ciertas coyunturas, en ciertos momentos. Habitualmente tienen que ver con momentos de gran conmoción social o procesos políticos de fuerte signo emancipador, por decirlo en términos genéricos, donde esas articulaciones superan esta suerte de esferas autónomas en las que la modernidad viene comprendiendo al arte y la política y permite reformulaciones mutuas que dejan re-situado y redefinido tanto al arte como a la política”. (Longoni, 2009).

actos

Tapar murales, tachar pintadas, borrar graffitis, es una de las prácticas que mejor expresan las luchas simbólicas por imponer miradas políticas en el espacio público. Cuando un mural es tapado, comienza en ese mismo acto a tornarse relevante, ya que su sentido fue apropiado por otros, en la acción de tacharlo o borrarlo otorgándole eficacia simbólica y nuevos significados. Cuando el sentido de la escritura que contiene es reescrito o se completa la frase distorsionando su sentido, es allí donde estas consignas adquieren peso político. Esas acciones incluyen la denuncia y hacen dialogar a los grupos que disputan, en la reescritura o la tachadura, su poder simbólico. En el mismo acto se construye un sentido de legitimidad sobre quienes pueden decir y quienes pueden responder en los muros de la ciudad. Para poder enunciar un mensaje que provoque sentidos en otros, se deben compartir ciertos elementos culturales que permitan su lectura, su interpretación y su respuesta. Así como la memoria genera una cultura material con sus monumentos, edificios, señalizaciones, el trabajo sobre los muros genera una memoria visual. Esta

Las escenas superpuestas por los murales, constituyen capas de memorias que una y otra vez entran en batalla para dar cuenta de la vitalidad de las luchas, así como demuestran la eficacia que en la arena pública argentina tiene el pasado para validar las acciones políticas del presente.

Notas *Doctora en Antropología Cultural y Magíster en Sociología por la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil. Profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) e Investigadora del

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CONICET. Es autora del libro No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de familiares de desaparecidos. (La Plata: Ediciones Al Margen, 2001). Ha compilado junto a Elizabeth Jelin: Los archivos de la represión: Documentos, memoria y verdad (Madrid y Buenos Aires: Siglo XXI, 2002) y junto a Elizabeth Jelin y Mariana Giordano, Fotografía, memoria e identidad. (Trilce Editorial, 2010). Ha organizado el libro con textos de Michael Pollak, Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límite. (Ediciones Al Margen. La Plata, 2006). Ha publicado diversos artículos en revistas y capítulos de libros sobre temas de violencias, situaciones límites y memoria. Hasta el año 2014, fue Directora del Archivo de la Memoria de Córdoba. Actualmente se desempeña como Directora del Museo de Antropología de la misma ciudad.

los ex CCD, hoy sitios de memoria: “En particular se han dedicado a privilegiar algunos lugares específicos por sobre el conjunto de las ex dependencias militares y policiales que desplegaron el Plan Sistemático de Represión, y a “resignificarlos” como si se tratara de cualquier galpón cultural, a marcarlos como prebenda que premie el apoyo a su proyecto político, o bien como jugosos emprendimientos inmobiliarios públicos o privados”. Documento: “ANTE LA VISITA DE LA PRESIDENTA AL BIM 3, DESDE HIJOS LA PLATA DECIMOS… “Abril de 2014. (5) Más allá de las diferencias históricas de HIJOS La Plata, debe decirse que si bien la organización H.I.J.O.S constituye un colectivo unido por una red nacional, no mantiene una única línea política, ya que en cada una de sus regionales se realizan lecturas particulares y singulares muchas veces relativas a la realidad social, cultural y política donde la organización creció. Sin embargo hay que señalar que HIJOS La Plata (sin puntitos) ha sido uno de los grupos más contestatarios en relación a las políticas públicas de memoria levadas adelante desde el año 2003 por el gobierno Kischnerista, mientras el resto de las regionales de H.I.J.O.S ha tenido un papel más protagónico dentro del gobierno acompañando sus posturas y participando activamente tanto en los sitios de memoria como aportando sus cuadros políticos a la función pública. (6) http://www.laizquierdadiario.com/La-Platael-kirchnerismo-ataca-el-mural-de-HIJOS-enla-Facultad-de-Humanidades, Miércoles 23 de marzo de 2016. (7) Por superposición de memorias entiendo el uso repetitivo de símbolos y la construcción de marcas materiales del recuerdo originadas a partir de un evento singular pero reapropiada por otros grupos, que muchas veces ni están asociados, ni reconocen las luchas anteriores donde fueron creados dichos símbolos.

(1) Agradezco muchísimo a Laura Lenci, reportera de esta memoria visual, por haberme incentivado a escribir sobre esta lucha de murales, enviándome las fotos e indicándome las fechas y sucesos de los eventos. Lo que aquí escribo es de mi entera responsabilidad. (2) Es posible observar como los colectivos que realizan murales junto con la acción de diseñar, pintar, explicar, registran cada uno de los pasos y sobre todo del producto final, con fotografías y videos, que en muchos casos con el paso del tiempo son lo único que resta. La huella, estampada en el papel fotográfico o en las páginas web de aquello que se imprimió en los muros de la ciudad son un archivo hacia el futuro. Ver por ejemplo, los trabajos sobre las acciones del colectivo de arte Sienvolando, en Capasso, (2011) y López (2014). (3) Ver las tesis de Capasso, V. C. (2011) y Perazzo, A. C. (2012) (4) En su comunicado HIJOS afirma en relación a la política de Estado en relación a

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López, .Matías David. (2014) “¿El paisaje nos devora? Tecnologías, entre lo cotidiano y lo político”. La Trama de la Comunicación Volumen 18.

Referencias bibliográficas Capasso, V. C. (2011) Muralismo en la ciudad de La Plata: La experiencia del colectivo de arte Sienvolando, un análisis de la activación de una esfera pública de oposición [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te .723/te.723.pdf.

Perazzo, A. C. (2012). La ciudad atravesada: Un análisis de los stencils políticos en los edificios estatales de la ciudad de La Plata [en línea]. Tesis de posgrado/Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te .866/te.866.pdf

Longoni, Ana. (2009) “Arte y Política. Políticas visuales del movimiento de derechos humanos desde la última dictadura: fotos, siluetas y escraches”. Aletheia, N º 1.

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Activismo artístico y militancia: prácticas en torno a segunda generación de exiliados políticos en México

Florencia Basso* Universidad Nacional de La Plata florenciabasso@gmail.com

México fue uno de los principales países receptores de exiliados políticos argentinos que escapaban de la violencia desplegada por el terrorismo de estado en Argentina durante el tercer peronismo y con la instauración de la dictadura cívico-militar (1976-1983). Muchos de los argentinos exiliados se trasladaron con sus hijos pequeños o formaron familia en México. Algunos de estos hijos, como Magdalena Jitrik, comenzaron a organizarse políticamente desde una edad muy temprana y a desarrollar formas de activismo artístico.

entre ellos Magdalena Jitrik, Fabián Cerejeido, María Inés Roqué, Pablo Funes, Julián Gadano, Francisco Ferreira, Martín Levenson, Isabel y María Maldonado, Santiago Pérez, Ana Tamarit, Mariana y Pablo Calvo, Federico Bonasso, Laura Rey y Paola Stefani. Ello les permitió ir recortando un espacio propio, el de los hijos, respecto a sus padres. Un espacio que los diferenciaba, en primera instancia, por sus preguntas moldeadas de acuerdo a sus intereses generacionales. Yankelevich (2009) expone, a partir del “Cuaderno de reuniones plenarias de la JAE” y del texto “A la juventud argentina y a todos los jóvenes” brevemente los dos pilares en que se basó la JAE. El primero, de carácter generacional, afirma la identidad juvenil (1), ya que se separan de las organizaciones del exilio argentino en México creadas y dirigidas por los adultos. Esta distancia con respecto a sus padres se cristaliza desde la misma nominación elegida: “juventud” en lugar de “hijos”. Y el segundo, de carácter político, defiende una posición independiente, como ellos mismo afirman: “(…) no vamos a depender de ninguna organización ya formada, ni de grupo, ni de partido, así como tampoco actuaremos en representación de ninguno” (Yankelevich, 2009:179). Esto se corresponde con lo que afirma Magdalena Jitrik en relación a la JAE:

Reflexionaremos, a partir del análisis de la Juventud Argentina en el Exilio y las/os Hijas e hijos del exilio, sobre el desarrollo del activismo artístico en prácticas ligadas a los Organismos de Derechos Humanos y al contexto de lucha social generalizada en Argentina (2000-2002). En México: la Juventud Argentina en el Exilio Fue el despertar juvenil sobre nuestra condición en México, porque nosotros no teníamos la culpa de nada, ¿no? Magdalena Jitrik Desde temprano los hijos de exiliados comenzaron a reunirse y vincularse entre sí, estableciendo redes y grupos. Una de las organizaciones que se destacó dentro de los exiliados en México fue la Juventud Argentina en el Exilio (JAE), conformada en 1981 con la participación de varios adolescentes/jóvenes hijos de exiliados, presos o desaparecidos,

(…) era bien adolescente, con ganas de hacer un camino propio. Tiempo después fue la guerra de las Malvinas, la JAE empezó en el 80, 81, nosotros tuvimos una postura que luego resultó correcta por los pibes de 18 años:

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basta de sacrificar la juventud. Y también estábamos en contra del servicio militar. Y luego habíamos hecho un porcentaje de las listas de desaparecidos y el 60 por ciento era de jóvenes, o no sé si el 60 pero eran muchísimos menores de 18 años, gente como nosotros, o un poquito más grandes. (…) Hacíamos fiestas y peñas y conciertos. Hicimos una actividad de solidaridad con Nicaragua con otras juventudes, chilena y uruguayas, cosas de esas, manifestaciones frente a la embajada, con los demás organismos y también solos (Jitrik, 2015).

México había una licenciatura y había varios lugares para estudiarla, por ejemplo dos escuelas muy importantes en la ciudad de México, luego en cada universidad tenía sus artes visuales. Eso fue algo quizás fortuito y por suerte (Jitrik, 2015). Magdalena cuenta que en la JAE había otro integrante, Fabián Cerejido –actualmente es artista- con el cual dejaban su impronta más artística en las manifestaciones o protestas, etc.: “[hicimos] una bandera gigantesca que decía algo así como “abajo la dictadura”. Fue una idea de Fabián y mía de hacer algo muy grande y las letras las dibujó Fabián.” (Jitrik, 2015)

Dentro de esta identidad juvenil aparecen nuevos componentes propios de la segunda generación. Uno de ellos, el que más nos interesa a nosotros, tiene que ver con acercar el arte con la acción política. Si bien la relación entre arte y política tiene un desarrollo extenso en América Latina, iremos viendo cómo dentro de la generación de hijos se da una impronta particular, generando, en años posteriores, una forma de activismo artístico. Esta característica también la encontramos tempranamente en la JAE debido, en parte, a la posibilidad de expresarse a través del arte públicamente en México sin los riesgos que se corrían en la Argentina dictatorial:

Resulta sumamente importante ver cómo se perfilaba desde las primeras organizaciones adolescentes o juveniles la propia impronta generacional. En este sentido, aparecen dos características principales: el interés por la política y la militancia –que, en muchos casos, podría pensarse como una inclinación generada en el núcleo familiar politizado- y, por otro lado, el distanciamiento en la forma de organizarse políticamente con respecto a sus padres y/o a ciertos organismos de derechos humanos –especialmente nos interesan las maneras de incluir la práctica artística como medio de acción política.

(…) en México la inclinación artística es muy grande, son muy fuertes las artes visuales ahí. (…) Entonces yo iba a un colegio con mucho énfasis en lo artístico y mis amigos eran artistas y querían ser artistas y entonces todo eso me influenció. No sé de haber estado aquí si eso hubiera sido igual, ¿no? No sé qué tanto hubiera pasado en tanto que aquí había una dictadura. El contacto hacia el arte era una cosa común en México, no es tan rara como aquí, bueno ya no, pero habría que comparar en la misma época. Aquí era un profesorado en la Pueyrredón. En

En Argentina: Hijas e Hijos del Exilio En un momento posterior e instalados en Argentina, algunos hijas/os de exiliados, de presos políticos o de “desparecidos” comienzan a integrar las distintas organizaciones políticas: HIJOS-México (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), H.I.J.O.S. capital (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) o las organizaciones de H.I.J.O.S regionales dentro y fuera de Argentina. Se conforma, en el 2006, la agrupación Hijas e Hijos del Exilio a raíz de una reunión convocada por la Comisión de Ex Exiliados

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Políticos de la República Argentina (COEPRA) en el auditorio del Hotel Bauen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –en el marco de la semana del exilio y del Día del Refugiado Político. Luego de unas reuniones, las/os Hijas e Hijos del Exilio publican una carta abierta –con forma de convocatoriadirigida a toda la comunidad, en donde aparecen cuestiones interesantes a lo largo de todo el texto, seleccionadas y citadas a continuación:

nosotros “nos fuimos”. (…) Nuestra socialización primaria no ha sido en la Argentina, sino en otros países. Nos robaron ese derecho y a pesar del afecto que sentimos por los países que nos refugiaron, era aquí donde tendría que haber ocurrido. Y vinimos a la Argentina y tuvimos que volver a adaptarnos. (…) Y dentro del exilio, hay diferencia entre los adultos y los niños, unos y otros sufren, pero los primeros comprenden lo que ocurre, a diferencia de los segundos. (…) Se trataba de hombres y mujeres (…) que nos enseñaron valores e ideas donde lo esencial era un proyecto de país nuevo basado en la justicia, el amor y el respeto por los otros. Esos ideales han sido la herencia de nuestros padres. El dolor, la dualidad, la sensación de no pertenencia, el desgarro: la herencia de la dictadura militar. (…) Creemos que no fue casualidad que muchos de nosotros eligiéramos transitar por el camino de las artes y las humanidades. No sólo nos identificamos en nuestra experiencia pasada, sino también en quienes somos ahora, 30 años después. Somos parte de un sueño, llenos de memoria, esperanzas y proyectos. (…) Recientemente los hij@s del exilio comenzamos a reunirnos, primeramente para compartir esos huecos colectivos que no podíamos compartir con la gente de nuestra generación, y con la intención de formar un espacio propio, sabemos que en grupo podremos concretar nuestros sueños de un país justo, solidario, con libertad y en democracia. Invitamos a otros hij@s de exiliados y a quienes se sientan parte de estos ideales y quieran participar conjuntamente con nosotros (Agrupación Hijas e Hijos del Exilio, 2006, s/p.).

(…) Desde pequeños nos convertimos en víctimas de la violenta represión que azotó a nuestro país. El exilio político que nos tocó vivir es una violación a los Derechos Humanos. (…) Ha habido peores atrocidades que el exilio, como las desapariciones de personas, las torturas, los secuestros clandestinos y las apropiaciones de niños. Esos delitos los sentimos como si nos hubiesen pasado a nosotros, en muchos casos también nos sucedieron. Por respeto, de nuestra parte ha habido silencios. (…) Pero esos silencios y omisiones no borran las heridas. Ellas están, persisten y han crecido en estos años. (…) Sentimos que ya no éramos ese “bicho raro”, apodo con el que durante años convivimos. Nos encontramos con otr@s que pasaron por la misma experiencia, que tenían conflictos con ello. Conflictos como la doble identidad que todos albergamos, la argentina y la de los países que nos refugiaron, en los cuales crecimos y/o nacimos; la dualidad identitaria, que nos dificultó echar raíces. (…) El exilio nos dividió, nos partió al medio. Somos argentinos, pero también mexicanos, españoles, nicaragüenses, ecuatorianos, italianos, holandeses, brasileños, etc... ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Cuál es nuestro lugar en el mundo? ¿Qué código cultural manejamos? En muchos casos somos apátridas, extranjeros, sin nacionalidad, sin una situación jurídica clara tan siquiera. (…) El exilio de nuestros padres luego se convirtió en nuestro exilio, en nuestro desarraigo, porque cuando ellos “volvieron”,

Teniendo en cuenta que en esta carta se reúnen hijos/as que han sufrido el exilio en distintos países refugio, veremos cuáles son los distanciamientos/diferencias que se plantean con respecto a la generación de los

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padres y cuáles son sus “herencias” o continuidades. A su vez, puntualizaremos algunas de las problemáticas en torno al caso de los hijos exiliados en México.

exilio en México, Susana Sosensky destaca ciertos temas que se repiten en los testimonios: “el papel de los niños como transmisores de memoria, como guardianes de la seguridad familiar, como portadores de códigos, costumbres y tradiciones mexicanas dentro de las familias argentinas exiliadas en México.” (2008, s/p.). Otro dilema que se les presentó luego fue la vuelta de sus padres al país de origen. Este hecho fue claramente vivenciado de manera diferente, mientras que para los mayores era una suerte de “regreso”, para los menores era un “desarraigo”. Esta suerte de “nuevo exilio” (3) implicaba un esfuerzo nuevamente de insertarse en un grupo, en las costumbres argentinas (no olvidemos que los hijos estaban mucho más “mexicanizados” que los padres) y en generar lazos identitarios con el país que, muchas veces, representaba el lugar de las “desapariciones” y la muerte y/o la utopía de los padres. Además la apertura democrática a fines de 1983 no generó un apoyo estatal político, social o económico a los exiliados.

En primer lugar, la representación de víctima de la violencia de estado y sus consecuencias traumáticas –en algunos vivenciadas desde pequeños y en otras heredadas en el núcleo familiar-, así como los silencios (2), son parte de las historias compartidas por ambas generaciones, aunque vividas de distinta manera, especialmente en la experiencia directa o trasmitida de los hechos; en la diferencia del grado de comprensión entre un adulto y un niño, y en el particular desplazamiento que los hijos llevan a cabo desde el lugar de la víctima como un lugar pasivo hacia una postura activa. En esta carta aparece una transformación en el relato de los hijos que va desde la caracterización del hijo del exiliado como víctima pasiva al rol del hijo como víctima política, sujeto activo y colectivo. Lo que también implica un desplazamiento desde el ámbito privado de la institución familiar hacia el espacio público de la institución política por un lado o, por el otro, hacia el mundo de las artes y la productividad artística.

En tercer lugar, un elemento que aparece como “heredado” de los padres a sus hijos son los ideales políticos, -siempre teniendo en cuenta que los exiliados argentinos fueron expatriados por razones políticas. Sin embargo, éstos han sido moldeados de forma diferente y bajo otro contexto. Tanto en la carta abierta como en la JAE se colocan en una postura política de izquierda amplia, sin explicitar partidos políticos específicos o formas de militancia -en la JAE se declaran con “independencia política” y en la carta abierta se habla ampliamente de “sueños de un país justo, solidario, con libertad y en democracia” (para reflexionar más profundamente sobre este distanciamiento habría que analizar también cómo influyeron en los hijos las distintas líneas políticas de las casas del exilio de los padres, el COSPA y la CAS, y la autocrítica de la “derrota” dada dentro de una parte de la izquierda exiliada). Junto con la necesidad de agruparse políticamente, parecería que en los hijos

En segundo lugar, en la carta abierta los hijos plantean explícitamente ciertos distanciamientos con respecto a la generación adulta, como por ejemplo, la estigmatización de “bicho raro”. Teniendo en cuenta que los hijos, a diferencia de sus padres, han tenido una dualidad identitaria y en formación, se acentúa ese sentimiento de estar siempre en otro lugar, de ser el extranjero, ser argenmex (tanto en México como en Argentina). A esto se suma la gran exigencia de los hijos de conectar lo argentino con lo mexicano en su etapa de formación y de socialización. Eran mediadores, portadores de las costumbres mexicanas vivenciadas en el jardín o en la escuela, llevadas al interior de la familia argentina y viceversa. En su artículo sobre los niños del

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también cobra importancia el agruparse, en el sentido de generar un grupo identitario propio conformado entre sus pares en donde se puedan reconocer.

nosotros eligiéramos transitar por el camino de las artes y las humanidades. No sólo nos identificamos en nuestra experiencia pasada, sino también en quienes somos ahora, 30 años después. Somos parte de un sueño, llenos de memoria, esperanzas y proyectos”. (Hijas e Hijos del Exilio, 2006, s/p.).

Por último, en cuarto lugar, aparecen otras dos cuestiones que son interesantes remarcar: el hecho de hacer explícito que la gran mayoría de hijos que firman la carta se dedican a las artes y las humanidades y la forma de convocatoria -con el mail de la agrupación- a través de la carta abierta. Estas son formas de generar lazos afiliativos con el resto de la comunidad, ampliando así la red de la transmisión de la memoria.

Antes de continuar profundizando sobre el lugar que ocupa lo artístico dentro de estas organizaciones, desarrollaremos brevemente el surgimiento de colectivos artísticos en el marco de la lucha social generalizada en Argentina (2000-2002). Luego abordaremos el caso particular de Magdalena Jitrik en relación al activismo artístico desarrollado por el Taller Popular de Serigrafía (TPS, 20022007), y su participación en la Mesa de Escrache Popular.

Volviendo entonces a lo expresado anteriormente, las particularidades de los hijos de exiliados, tanto su carácter de “hijos” de padres exiliados -víctimas de la última dictadura cívico-militar argentina- como su sentimiento de “bicho raro” y la inestabilidad identitaria producida por el doble destierro, han provocado en esta generación una necesidad explícita de pertenecer a un determinado grupo o reunirse en una actividad que ancle su identidad (aunque esto en muchos casos se perciba como un proceso abierto y en constante cambio). Entonces, este sentimiento se vehiculiza de determinadas formas: la voluntad de convertir al “hijo” pasivo situado dentro de la institución familiar en una forma de sujeto político, activo y colectivo a través del agrupamiento en el mundo de la militancia política (Hijas e Hijos del Exilio, 2006) y/o en el de las artes. También, tanto la agrupación política –que invita a las personas a participar activamentecomo las producciones estéticas –que generan un diálogo afectivo/intelectual con el espectador-, son maneras de comunicar estas vivencias particulares, de elaborar sus traumas, y de establecer lazos afiliativos con la comunidad en general. Es un pasaje de conversión de la pérdida, condena, castigo, fractura en la salvación, libertad, enriquecimiento (Jensen, 2011): “Creemos que no fue casualidad que muchos de

2001 y el nuevo ciclo de movilización social: los colectivos artísticos La conformación de colectivos artísticos en Argentina se inscribe en un proceso de la historia reciente que articula a los movimientos sociales con el activismo artístico (4) (Pérez Balbi, 2012). Para introducirnos rápidamente en la genealogía local, mencionaremos algunas de las prácticas colectivas que, con sus herramientas artísticas, fueron parte de las luchas sociales. Un antecedente de esto fue Tucumán Arde realizado en 1968 entre artistas porteños y rosarinos (5) y el Siluetazo donde participaron algunos colectivos artísticos como Gas-Tar y Colectivo de Arte Participativo tarifa común (CAPataco). Luego, a mediados de los años 90 -y teniendo presente la insurrección indígena en Chiapas a nivel internacional- la agrupación HIJOS irrumpe en el espacio público con su particular forma de expresión político-artística: los escraches. Con esta organización se relacionan, a su vez, los colectivos Grupo de Arte Callejero (GAC) y Etcétera.

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A finales del 2001 se da una crisis generalizada (Svampa, 2013) en la Argentina, tanto económica y financiera –proveniente del modelo neoliberal y de la convertibilidad que reinaban desde la década de los 90 y del llamado “corralito”- como política y social. Frente a la falta de respuesta a la crisis económica por parte del Estado se da una crisis de legitimidad y de representación (6) que provocan, en las jornadas de 19 y el 20 de diciembre, el estallido de una multitud heterogénea de manifestantes en la Ciudad de Buenos Aires como epicentro y en el resto del país. Bajo la consigna “que se vayan todos y que no quede ni uno solo” la gente sale a la calle en distintas formas semiespontáneas: manifestaciones, “cacerolazos” y saqueos. El 20 de diciembre, en medio de duras represiones que terminaron con la muerte de 39 manifestantes en todo el país, Fernando De la Rúa renuncia a la presidencia de la nación y, luego de distintos intentos de presidencia por parte Puerta, Rodriguez Saa, Camaño y bajo la Ley de Acefalía, asume Eduardo Duhalde el 2 de enero del año siguiente.

proceso de autonomización en la lucha social, visible, por ejemplo, en ejercicio de la acción directa –acciones no mediadas institucionalmente. En este marco de protesta generalizada (2000-2002) emergieron nuevos colectivos artísticos que se integraron a la lucha social. La experiencia colectiva -el activismo artístico participando de las asambleas populares, los movimientos de fábricas recuperadas, los piquetes, los escraches- abría la posibilidad de pensar formas de producción alternativas a la lógica del capitalismo. De esta manera se abría una nueva forma de lo artístico: “¿Representaba esto una diferencia sustancial, la aparición de algo nuevo, que escapaba a todo aquello que podía deducirse de la tradición o de ese particular contexto?” (Giunta, 2009, p. 27). Reemplazar el taller por la calle, generar una “colectivización” de la práctica artística -donde se borronea la figura del artista individual y se desenmarca la diferencia entre el rol del creador y el del espectador-, tener estrategias colaborativas, utilizar materiales preexistentes o reciclar -los artistas ya no contaban con los insumos importados-, insertar el arte en escenarios socialmente conflictivos; son algunas de las características que proponen estos colectivos artísticos. Mantienen muchas similitudes entre ellos “no sólo por una dinámica de producción basada en consensos, ingreso abierto, funcionamiento en red, búsqueda de autonomía económica, rotación de actividades, aspirar a lograr eficacia política”, sino también por:

Si bien el concepto de “crisis” fue el que más trascendió en los medios de comunicación y en la opinión pública, esta lectura eclipsa en cierta medida la mirada sobre estas jornadas de fines de 2001. Si nos corremos de esta interpretación, veremos que también se inicia un nuevo ciclo de movilización social encuadrado en el período 2000-2002 inclusive (7) y caracterizado por la cooperación y la solidaridad “desde abajo” en las formas de lucha y prácticas políticas (8). La protesta social generalizada es, entonces, una de las características principales de este período: hay una emergencia de nuevos movimientos sociales, como la conformación de asambleas barriales, los movimientos de recuperación de fábricas y los de ahorristas bancarios; y el desarrollo de otros movimientos surgidos previamente, como los movimientos de trabajadores desocupados o “piqueteros”. A su vez, se desarrolla un

(…) la presencia de un vocabulario común (horizontalidad, autogestión) y por el rechazo a las financiaciones por el grado de condicionamiento que éstas pudieron significar para el propio programa (autofinanciación, fiestas, espacios publicitarios o apoyo de particulares interesados en el proyecto aparecen delineados como opciones

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para recaudar recursos y garantizar autonomía) (Giunta, 2009, pp. 60, 61).

Ya instalada en Argentina y luego de varias experiencias en el circuito artístico, Magdalena Jitrik empieza a concurrir a la asamblea de San Telmo –una de las tantas asambleas populares que surgieron en el contexto de 2001- y, en marzo del 2002, se organiza una jornada cultural en contra del terrorismo de Estado que llaman “San Telmo tiene memoria”. En esta ocasión Mariela Scafati y Diego Posadas arman un taller de serigrafía como una especie de clase abierta en el espacio público. Poco tiempo después, junto con Magdalena, fundan el Taller Popular de Serigrafía (TPS):

Muchos de los hijos de desaparecidos y/o exiliados están atravesados por estas transformaciones de las prácticas políticas y artísticas -tanto la JAE como los escraches en HIJOS son antecedentes de estas formas de activismos. En este sentido, Magdalena Jitrik, hija de exiliados políticos en México que participó activamente en la JAE, va a ser parte de estas experiencias tanto en su participación en algunos escraches de H.I.J.O.S. como en La Mesa de Escrache Popular con el colectivo artístico Taller Popular de Serigrafía.

El tema de estampar camisetas era una idea que hace mucho teníamos con Diego y Mariela, por eso yo me integré al equipo de forma inmediata. Pero en esa etapa inicial no se planteó como grupo sino como miembros amigos de la “comisión de cultura” de la asamblea, acudiendo al pedido de “ustedes son los artistas, hagan algo. (Jitrik, 2002, p. 95).

Activismo artístico en la Mesa de Escrache Popular: la participación de Magdalena Jitrik en el TPS Magdalena Jitrik es una artista plástica argentina, nacida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 1966. Su historia familiar está fuertemente atravesada por el terrorismo de Estado. Su padre, Noé Jitrik, crítico literario y escritor, fue expulsado de la Universidad de Buenos Aires en los años previos a la dictadura cívico-militar argentina y, a raíz de una oferta de trabajo, se trasladó al Distrito Federal en México. En 1974, tras unas amenazas telefónicas, la mamá de Magdalena, Tununa Mercado, decide ir a México junto con sus dos hijos y encontrarse con Noé. Desde octubre de 1975 la familia se exilia –Magdalena tenía 8 años de edad y su hermano 12- y regresan a la Argentina en 1987, a excepción de su hermano que se queda a vivir en México. Magdalena realizó sus estudios artísticos en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Dentro de su amplia y variada producción artística, nos detendremos puntualmente en un proyecto colectivo: el Taller Popular de Serigrafía (TPS).

Magdalena comenta en una entrevista que el nombre del grupo aludía al Taller Gráfica Popular de México de los 40: (…) como yo había vivido en México quise atribuir a ese país una influencia a la hora de ponerme a hacer grabado político. Pero a decir verdad desconocía la historia del TGP al que yo creía ligado a la Revolución Mexicana cuando es un proyecto mucho posterior, la versión gráfica del muralismo, ambas cosas de las que en realidad el TPS posteriormente se quería distanciar. Le pusimos popular porque era el adjetivo que llevaba el nombre de la asamblea.” (Jitrik, 2002, p. 95). A partir de entonces el grupo empieza a participar de las manifestaciones instalando un taller de serigrafía en el espacio público

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donde se estampan imágenes sobre lo que se reclama en remeras, banderas, afiches, pecheras, buzos, pañuelos, papel, o distintos soportes que llevan los propios manifestantes. A fines del 2002 se incorporan varios artistas al grupo (Carolina Katz, Karina Granieri, Leo Rocco, Horacio Abram Lujan, Eduardo Arauz, Fernando Brizuela, Catalina León, Guillermo Ueno, Julia Masvernat, Christian Wloch, Verónica di Toro, Pablo Rosales, Juana Neumann y, posteriormente, Daniel Sanjurjo) y se conforma un colectivo autónomo. A su vez, se empiezan a relacionar no sólo con el movimiento asambleario, sino también con el piquetero, sindical, estudiantil, de fábricas recuperadas, de derechos humanos y con diferentes activistas y artistas. Una de las particularidades del grupo fue el trabajo colectivo previo para realizar la imagen de la estampa en la calle llevado a cabo en los “dibujazos”: “(…) consistía en dibujar durante la reunión, tirar allí las ideas y dibujos, luego alguien escaneaba los fragmentos, que elegíamos entre todos, y armaba el próximo diseño” (Jitrik, entrevista realizada por la autora, 2015).

hace poner el cuerpo a los manifestantes con las estampas en las remeras, carteles, banderas, etc. con dibujos y consignas como: “1976-1983 represión, 1983-2003 gatillo fácil, 1976-2003 impunidad”, “1976-2004 Hugo Mario Bellavigna. Ayer y siempre cómplice de la tortura”, “Impunidad, gatillo fácil, represión ¡El bajo Flores dice basta!”. El cuerpo aparecetanto como portador/soporte de las serigrafías, como performer y activista que interviene las paredes de la calle pegando carteles. A su vez, es un cuerpo colectivo que integra a los productores –en este caso del Taller Popular de Serigrafía- junto con todas las personas que participan del escrache. Estamos, entonces, frente a una manifestación social que tiene un carácter performático: Con la participación del Grupo de Arte Callejero y de Etcétera (colectivos artísticos que formaron parte de esta construcción desde un principio), la señal como imagen y las performance artísticas fueron parte fundamental del devenir del escrache y se multiplican articulando relaciones complejas entre política, arte, militancia y comunicación. (…) El TPS aportó su imagen-acción en varias ocasiones (Granieri y Katz, 2010, s/p.).

Dentro de la enorme cantidad de imágenesacciones realizadas colectivamente en la calle y/o llevadas en el cuerpo en las manifestaciones, nos detendremos en tres ejemplos en los cuales el TPS participó en la Mesa de Escrache Popular: el escrache al médico forense y torturador de la policía bonaerense Jorge Héctor Vidal (9), al cura represor Mario Hugo Bellavigna (10) y al comisario represor Ernesto Sergio Weber (11). Recordemos que el escrache fue introducido en el año 1996 por H.I.J.O.S. conformando una Comisión de escrache- y, luego en el contexto de lucha social generalizada, pasa a ser una forma de accionar de las asambleas dentro de la Mesa de escrache popular.

Este activismo artístico plantea lo corporal performático como resistencia cultural (Garbatzky, 2013), con todo lo que eso implica en la memoria afectiva de la Argentina: poner el cuerpo en un escrache a un represor implica enfrentarse a la memoria traumática, el miedo y la censura soterrada de la época de la dictadura que marcó varias generaciones (Rolnik, 2008) y apropiarse del espacio público como lugar de lucha social y manifestación. A su vez, este tipo de resistencia cultural tiene sus propias características por estar atravesadas, en parte, por el contexto de lucha social generalizada (2000-2002): se busca la acción directa y la justicia popular proponiendo un

En estos escraches, El TPS pone el cuerpo instalando un taller de serigrafía en la calle y

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activismo artístico –donde arte y praxis política son inseparables. Esto genera una representación simbólica con marcas bien distintivas en la jornada del escrache: se simboliza con pintura la casa/trabajo del represor, se realizan obras teatrales o performance artísticas, se canta un cancionero especial para el escrache, se hacen grafitis, sténcil, pintadas, se colocan carteles (especialmente del colectivo Grupo de Arte Callejero) se serigrafían remeras – desde el TPS-, banderas, pegatinas, etc.

Notas

Ya vimos cómo Magdalena -con su cercanía familiar a la política, su experiencia de militancia en la JAE y su apertura al mundo de las artes en el exilio- interviene activamente en modos de pensar la militancia artística: participa individualmente en algunos escraches de H.I.J.O.S en los 90, conforma junto a dos compañeros y en el contexto de la asamblea de San Telmo el colectivo artístico Taller Popular de Serigrafía, y participa, con el mismo colectivo, en la Mesa de Escrache Popular. A partir, entonces, del recorrido llevado a cabo por Magdalena Jitrik se puede trazar una continuidad en la red de prácticas que integran el Taller Popular de Serigrafía, H.I.J.O.S. y la Mesa de Escrache Popular. En todas estas prácticas se percibe como trasfondo modos de operar y pensar que están ligados -tanto por cercanía como por distanciamiento- a la generación de detenidos-desaparecidos y/o exiliados de los años 70, a los Organismos de Derechos Humanos, al contexto propio de lucha generalizada del período 2000-2002 y al activismo artístico. Todas estas redes están implicadas y relacionadas a la hora de poner el cuerpo en el espacio público –simbólica y literalmente- en los escraches a Vidal, Bellavigna, Weber y muchas otras prácticas que llevó a cabo el Taller Popular de Serigrafía.

(1) Una de las acciones de la JAE fue establecer una correspondencia desde 1982 con los combatientes de la Guerra de Malvinas, como cita Yankelevich de la JAE: “Creemos que en la medida que más nos comuniquemos con grupos de jóvenes en Argentina, sabremos mejor cómo colaborar con ellos. Por esto nos dirigimos a ustedes, tenemos gran interés de extender información sobre su causa a nivel internacional (…)” (2009, p. 180). (2) Cabe aclarar que con respecto a los “silencios” por parte de los hijos, si bien ellos aclaran que se deben por “respeto” a los desaparecidos, entran en juego las presiones preexistentes en el ámbito de la generación adulta con respecto al debate ya planteado entre “los de adentro y los de afuera” y el contexto de reapertura democrática a fines de 1983 poco dispuesto a escuchar las voces de los exiliados o a brindar algún tipo de ayuda estatal de tipo político, social o económico. (3) Para profundizar en las diferentes problemáticas sobre el retorno de los exiliados se puede consultar la tesis de doctorado en historia de la Universidad Nacional de La Plata de Soledad Lastra (2014), Los retornos del exilio en Argentina y Uruguay. Una historia comparada de las políticas y tensiones en la recepción y asistencia en las posdictaduras (1983-1989). Asimismo, ver los textos de Costa Adano (2002) El retorno del exilio y la integración al Uruguay postdictatorial en la perspectiva de la segunda generación. Continuidades y

*Profesora de Historia de las Artes Visuales de la Facultad de Bellas Artes, UNLP. Magíster en Historia y Memoria, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP. Investiga sobre las producciones visuales de la segunda generación de exiliados políticos en México. Es docente en la cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales (FBA-UNLP) y de Historia sociocultural del arte II (UNA).

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rupturas entre generaciones; Aruj y González (2008) El retorno de los hijos del exilio. Una nueva comunidad de inmigrantes o, de los mismos autores, “Los hijos del exilio” (2005), y Dutrénit Bielous (2013) “Dictadura y exilio en la narrativa de los hijos” (4) Magdalena Pérez Balbi -citando a varios autores como Ana Longoni, Marcelo Expósito, Brian Holmes, entre otros- retoma la categoría de “activismo artístico” surgida en el dadaísmo alemán de principios de siglo XX, ya que “define producciones y acciones, muchas veces colectivas, que recuperan recursos artísticos con la voluntad de tomar posición e incidir en alguna forma en el territorio de lo político (Longoni, 2009), en lugar de entenderlas como hibridaciones entre campos o adjetivaciones del arte” (2012, p.192). (5) Ana Longoni y Mariano Mestman han profundizado sobre la articulación entre arte y política en el libro Del Di Tella a “Tucumán Arde” (2008). Buenos Aires: Eudeba. (6) La consigna “Que se vayan todos y que no quede ni uno solo” que se expresaba por esos días daba cuenta de la crisis de las formas de representación dominante que, a su vez, remitía a los años 90 “los cuales habrían producido un vaciamiento de la política, visible en la subordinación de la política a la economía, a la reducción misma de la figura de la democracia y al autocentramiento de la clase política. Pero también reenviaba a los años 80, al fracaso de la promesa democrática. Más simple, la crisis de representación tenía que ver con la reducción y vaciamiento de la política, sucedía porque el régimen democrático era concebido bajo los moldes de la democracia delegativa. Así la contracara de la crisis de representación era expresada por otras figuras de la democracia (democracia directa, democracia deliberativa.) (Svampa, 2013, pp. 24-25). (7) Esta periodización de las luchas sociales corresponde a la realizada por Gustavo Antón, Julián Rebón, Jorge Cresto y Rodrigo Salgado (2010).

(8) Svampa reflexiona, en el mismo artículo, sobre las distintas lecturas que se dieron para comprender este nuevo ciclo de movilización social como la de Argentinazo y la de acontecimiento, y destaca que: “Diciembre de 2001 tuvo numerosos significados y una enorme productividad política: implicó un punto de inflexión en la historia argentina reciente, la apertura a un nuevo escenario político y el corrimiento del límite de lo posible.” (Svampa, 2013, p. 21). (9) El escrache a Jorge Héctor Vidal se realizó el día sábado 27 de diciembre en el domicilio Robertson 1071, Bajo Flores, Capital Federal. Vidal “está libre por la ley de Obediencia Debida. Se desempeñó como médico y torturador en los Centros Clandestinos de Detención "Pozo de Banfield" y en la Brigada de Investigaciones de San Justo. Prestó colaboración para llevar a cabo la sustracción de menores a las detenidasdesaparecidas que daban a luz en esos centros y falsificó certificados de nacimiento, delitos por los que estuvo detenido tan solo 6 meses. Subcomisario Forense que en 1996 trabajaba en el Depto. De Sanidad de La Plata y se desempeñaba en la Dir. De Ecología y Medio ambiente en la Municipalidad de La Matanza. Nunca fue dado de baja de la Policía Bonaerense” (Blog de la Mesa de Escrache Popular, http://mesadeescrache.blogspot.com.ar/). (10) El escrache a Mario Hugo Bellavigna se realizó el sábado 27 de noviembre. Se comenzó la movilización desde la Avenida San Martín y Juan B. Justo hasta la Iglesia Santa Inés, en Ávalos 250 del barrio La Paternal donde el cura ofrece misa desde hace ocho años. Bellavigna estuvo entre 1978 y 1982 como cura penitenciario en el Penal de mujeres de Devoto, donde torturaba psicológicamente a las detenidas y evaluaba su “grado de recuperación” desde la Comisión Interdisciplinaria, bajo las órdenes del Teniente Coronel Sánchez Toranzo y el General Suárez Mason. (11) El escrache al Comisario Ernesto Sergio Weber se realizó el 20 de diciembre en la

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puerta de la seccional 27. Weber es el responsable de tres asesinatos -Carlos Almirón, Diego Lamagna y Gastón Riva- en la pueblada del 20 de diciembre de 2001 en Plaza de Mayo cuando era jefe del 2° Cuerpo de Operaciones Federales y Subcomisario de la seccional 1°.

avances-y-perspectivas-de-un-campo-enconstruccion

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Procesos de recuperación y negación de la voz filial en las poéticas de hijos de desaparecidos. La colección de poesía Los Detectives Salvajes

Emiliano Tavernini* FAHCE/UNLP emilianotavernini@gmail.com

La colección Los Detectives Salvajes fue creada en 2007 y reúne a poetas desaparecidos, asesinados durante el terrorismo de Estado de la última dictadura militar argentina o en la etapa previa, bajo el accionar de la Triple A; así también como a sus hijos. En esta operación cultural se ponen en escena los diálogos entre las obras monumentarias, recuperadas del olvido por los editores, insertas en un campo cultural diferente, y las nuevas voces de la poesía. Por otra parte, los debates que se generan a partir de las publicaciones de la editorial pueden interpretarse desde la perspectiva de Alain Badiou (2005): ¿es urgente representar a las víctimas o ser fiel a los acontecimientos en los que esas víctimas se pronuncian?, pregunta que atravesaría e interpelaría a cada uno de los poetas “hijos” de la colección.

poemario ylumynarya de Julián Axat, director junto con Juan Aiub de la colección de la editorial platense Libros de la Talita Dorada. Detectives por la memoria La editorial Libros de la Talita Dorada, dentro de la cual se encuentra la colección Los Detectives Salvajes inicia su catálogo en 1998. Dirigida por el poeta y periodista José María Pallaoro podríamos definir y comprender su organización interna y su forma laxa de asociación al estilo de las formaciones independientes que analiza Raymond Williams en Marxismo y Literatura pero que profundiza en Sociología de la cultura, grupos poco numerosos, que no se distinguen de un grupo de amigos que comparten intereses comunes y cuyos propósitos a corto o mediano plazo son prácticamente indefinibles. Respecto de su organización interna se asemeja bastante a las denominadas formaciones de segundo tipo, las cuales según Williams: “no se basan en ninguna afiliación formal, pero sin embargo están organizadas alrededor de alguna manifestación colectiva pública, tales como una exposición, presencia pública editorial o a través de un periódico o manifiesto explícito” (2015, p. 58). Más adelante veremos que con el surgimiento de la colección Los Detectives Salvajes se produce un corrimiento hacia el tercer tipo de organización interna analizado por Williams en el que se da una identificación grupal que según las ocasiones hace confluir a sus miembros en la producción de prácticas

En las manifestaciones artísticas de hijos de desaparecidos, se efectúen éstas en soporte fotográfico, cinematográfico o narrativo, es habitual un procedimiento de composición que tiende a visibilizar procesos a través de los cuales se produce un diálogo necesario que implica la recuperación o restitución de la imagen o la voz de los padres, pero que simultáneamente pone de manifiesto una brecha que los distancia política, estética y generacionalmente. Me interesa analizar de qué modo se desarrollan estos procesos en la colección de poesía Los Detectives Salvajes y en un caso particular del catálogo que condensa en varios puntos la singularidad de la poesía de los “hijos”, el

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culturales específicas. En este sentido la militancia en H.I.J.O.S. junto con la experiencia generacional de ser hijos de desaparecidos va a producir un sentimiento de pertenencia y de identificación que va a exceder el propio proyecto editorial y que será central para analizar las relaciones entre campo editorial, militancia política y escritura poética en la Argentina reciente.

Belano y Ulises Lima en la novela homónima de Roberto Bolaño. De alguna manera el adjetivo da cuenta de una búsqueda específicamente poética, porque detectives ya lo han sido todos a su manera, desde temprana edad, en la búsqueda de información sobre los padres y castigo a los responsables y cómplices de su asesinato. El 10 de junio de 1977 Carlos Aiub, geólogo y militante del Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (M-17) fue secuestrado en el centro de La Plata. Un día antes, habían secuestrado a su esposa, Beatriz Ronco, y a su hermano Ricardo Aiub, que también militaban en el M-17 en una casa de Los Hornos. La vivienda que Beatriz y Carlos alquilaban en Tolosa, cerca de la esquina de 528 y 19, fue allanada a los días. Las pertenencias que sobrevivieron al saqueo y al robo llegaron a las manos de Juan y Ramón (hijos de Carlos y Beatriz) a mediados de los ’90, en una caja que había conservado durante largo tiempo su abuelo. Entre juguetes y documentos encuentran un cuaderno Éxito con treinta poemas escritos por Carlos. Dado que son muy pocos los poemas que tienen tachaduras o correcciones y la letra es muy prolija, los hijos, realizando un improvisado trabajo filológico concluyen que es un escrito pasado en limpio de versiones previas. Incluso existen conjeturas de que en el allanamiento los grupos de tareas pudieron haberse llevado otros cuadernos.

La Talita Dorada desempeña un rol destacado en la cultura platense cuando en 2005 comienza a publicar la revista de poesía “el espiniyo” que se mantendrá por 6 números hasta 2007, y que se caracterizará por dar a conocer poemas inéditos o recientemente publicados de poetas de distintas ciudades y pueblos del interior del país, marginados de los canales hegemónicos de circulación. En lo que atañe al diseño de las publicaciones, este se percibe como tradicional, podríamos decir que en la línea de Último Reino o Libros de Tierra Firme en el caso de los poemarios, y semejante a “La danza del ratón” en la revista, lo cual contrasta con la búsqueda de libros-objeto (o revistas-objeto como la platense “La Grieta”) emprendida por la mayoría de las editoriales emergentes durante este período “en el que la edición, muchas veces, subordina a la escritura desde adentro, por lo cual, para leer un material literario, se hace cada vez más necesario tener en cuenta la materialidad que lo constituye” (Vanoli 2010, p. 177), emergiendo el diseño como factor dinámico de lo que contemporáneamente puede ser entendido como escritor y como libro. Al momento, la editorial cuenta con cuatro colecciones: Tatuajes en el viento, Mescolanza, Alrededores y Los Detectives Salvajes (1).

Juan decide publicar a principios de 2007 con motivo del 30 aniversario de la desaparición de su padre los poemas en formato web, el título del dominio va a ser Versos aparecidos. El libro impreso de Carlos Aiub fue publicado recién en julio de 2007 bajo el nombre Versos aparecidos, con prólogo de sus hijos Ramón y Juan Aiub, fue el primer tomo de Los Detectives Salvajes. Los trabajos explícitos sobre el cuaderno fueron acompañados por investigaciones tendientes

En el relato acerca del origen de ésta última, el hallazgo de un archivo va a reactualizar la conversión del “hijo” en detective, esta vez salvaje, que remite a las aventuras de Arturo

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a esclarecer la historia personal del autor referido a su relación con la literatura: cuán pública había sido su condición de poeta, cuáles eran sus preferencias en la lectura y, por sobre todo, descartar definitivamente la posibilidad de que existieran más poemas de Carlos ocultos en algún lugar. La envergadura de estas tareas y la búsqueda de un espacio que ampare la edición, hace que otros hijos de desaparecidos se sumen, sentando las bases del nuevo proyecto editorial.

testimonio: la historia del imaginario revolucionario de los ’70 experimentado desde la poesía. En este sentido, como señala Axat en una entrevista con motivo de la presentación de Versos aparecidos: Cierta bibliografía que hoy circula en el mercado de la memoria setentista muchas veces cae en subestimaciones militantes por dos razones: la primera omite maliciosamente este imaginario poético, por lo tanto se remite a los hechos secamente objetivos en forma de crónica. La segunda subestima ese mismo imaginario haciendo valer cierta idea de ‘manipulación’ desde las cúpulas revolucionarias. Es aquí donde aparece la necesidad de poder explicar la ‘lógica interna’, la intimidad y el imaginario poético de determinados militantes (no de todos, por supuesto) en su capacidad de entrega (Friera 2007).

La función del archivo en la formación de la propia subjetividad y en la búsqueda identitaria del colectivo de “hijos” cumplirá un rol destacado. Recomponer una tradición a partir de fotografías, retazos de historias de los sobrevivientes o en el caso que nos ocupa, de la voz poética, implica recuperar esa lengua a la que se quiso despojar de historia y de significado. El valor documental de estos registros constituye un inmenso legado para poder comprender con otra amplitud los procesos históricos actuales. Los poemas escritos por la militancia de los ’70 funcionan a la manera de un mensaje en la botella o “epitafio que viaja en el tiempo para que sus hijos lo escuchen, interpreten o vivencien a su manera” (Axat 2007, p. 7).

La solución al interrogante parece hallarse, según entendemos, en una necesidad del presente. Al intentar recuperar una función social para la escritura poética, hay cierta asunción de una responsabilidad por parte de los editores para dar a conocer esas experiencias sociales discontinuas. Los poemas, previo a ser publicados por la colección, son lo que resta en sus canales específicos de inscripción, son marcas infructuosamente negadas según la lógica de la memoria. La lectura de estos archivos permite ver filiaciones negadas, disputas solapadas y vacilaciones, “en un rumbo que se impone sobre otros posibles y que el autor y su época buscaron imponer” (Goldchluk 2009,p. 2), pero también, una búsqueda por democratizar efectivamente el acceso y la participación al archivo, a su constitución y a su interpretación, acción que en palabras de Jacques Derrida (1997) permitiría difundir masivamente la iterabilidad de esa marca que contamina indefectiblemente un nuevo

Uno de los desafíos más difíciles que deben afrontar los editores a la hora de dar a conocer los libros de “los padres” es el conflicto ético que suscita la colección misma. Una pregunta persigue a los “hijos” cuando los padres al momento del secuestro no habían tomado la decisión de publicar sus escritos, como ocurre claramente en el caso de Aiub, pero que volverá a suceder con Luisa Marta Córica por ejemplo: ¿los autores desaparecidos o asesinados hubieran deseado ver sus textos publicados? Entendemos que el material poético recuperado de Carlos Aiub permite abordar las memorias no recopiladas hasta ese momento en ningún libro de historia o

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contexto histórico en el que las nuevas formas y funciones de la memoria no pueden ser pensadas por fuera de un régimen de memoria específico propiciado por el gobierno kirchnerista y que se integra a las construcciones simbólicas y subjetivas del Estado.

Estado publicado en 2005 en edición a cargo de la CONABIP y la SEA y que servirá para el hallazgo por parte de Axat y Aiub de los poemas inéditos de Carlos Money. Si a estas publicaciones le sumamos el interés de editoriales “medianas” como Adriana Hidalgo que publica en 2006 las poesías completas de Francisco Urondo, las reediciones constantes de la obra de Rodolfo Walsh por parte de Ediciones de La Flor, la publicación que realiza la editorial Argonauta de la poesía reunida de Miguel Ángel Bustos (con un trabajo introductorio de Emiliano), la edición de la obra poética completa de Roberto Santoro por Razón y Revolución en 2009 o la aparición de Pájaros rojos. Poemas de la alumna de la UNLP desaparecida Graciela Pernas Martino junto con Banderas reunidas del poeta y militante gremial de YPF Berisso Imar Miguel Lamonega que Edulp publica en 2009 y 2010 respectivamente, se pone en evidencia la preocupación que hay en el interior de la sociedad (acompañada por diversas políticas de Estado), por la reconstrucción de lo que fueron las experiencias de militancia y de creación de los ‘60-‘70.

En el intento por comprender en un contexto amplio la emergencia de la colección, vale la pena mencionar otros proyectos editoriales que se anticipan a la empresa de Los Detectives Salvajes en un intento similar por restablecer nexos de lectura y escritura entre los poetas de la generación del ’70 y sus hijos. En 1992 la editorial Libros de Tierra Firme de José Luis Mangieri publica Los últimos poemas y reedita en 2007 Nosotros, ellos y un grito de Daniel Omar Favero poeta y militante de la JUP desaparecido, pero también poemarios de “hijos” como Trizas al cielo (con contratapa de Juan Gelman) en 1997 y Falada en 2001 de Emiliano Bustos, hijo del poeta militante del PRT Miguel Ángel Bustos, o Suecia en 2006 de Alejandra Szir, hija del cineasta y militante de Montoneros desaparecido Pablo Szir. Por otra parte la editorial VOX de Bahía Blanca publica en 2010 Cuaderno perlitas, 96 hojas, el segundo poemario de Alejandra. Aunque hay que destacar que esta editorial comienza mucho antes a pensar el diálogo intergeneracional entre padres e hijos. Por ejemplo en el número 10 de 2004 la revista publica un ensayo de Osvaldo Aguirre sobre Tilo Wenner junto con poemas inéditos del poeta, narrador y periodista militante de la Juventud Peronista y autor de quince libros prácticamente inhallables.

Estos intentos por devolver la voz a los poetas asesinados por el terrorismo de Estado o por “las patotas” de la Triple A, la CNU o el C. de O. se constituyen en tanto proyectos aislados. Según algunos cálculos la cifra de militantes asesinados o desaparecidos que legaron su palabra poética asciende a 64. Si bien podemos suponer que no todos a lo mejor pretendían desarrollar el oficio de poeta, y teniendo en cuenta que la poesía era vista como la lucha política por otros medios, a partir de una construcción épica de la militancia, no podemos poner bajo sospecha que los escritos acompañaban la experiencia de estos jóvenes y eran parte vital en la construcción de sus respectivas subjetividades al contar con un círculo de lectores privilegiados, sus propios

Otro antecedente destacado son las antologías Escritos en la memoria. Antología de escritores asesinados y/o desaparecidos entre 1974 y 1983 en la República Argentina y Palabra viva. Recopilación integral de textos de escritores y escritoras desaparecidos y víctimas del terrorismo de

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compañeros de militancia y su familia. La recuperación de estas voces, en ocasiones actúa como un eco de las consignas del momento o los desafíos asumidos dentro de cada organización, pero en otros casos, la poesía abre canales para expresar disidencias con el curso que están llevando los acontecimientos y permite acoger a modo de refugio dilemas existenciales o morales que atraviesan al yo lírico produciendo oscilaciones en sus perspectivas más racionales.

provincias con prolíficas obras largo tiempo reducidas a ámbitos puramente municipales. Entendemos que se produce una necesidad en la década del 2000 de recurrir a operaciones de memoria por parte de las editoriales independientes de poesía, con el objetivo de desmarcarse o diferenciarse de las estéticas emergentes en la década previa, caracterizadas por el rechazo de toda tradición. Esta búsqueda editorial compartida permite entrever en palabras de Leandro De Sagastizábal “los criterios de lectura de una época, los actores sociales que se piensan relevantes, los sistemas políticos deseados, los valores culturales estimados prioritarios (intelectuales, afectivos, religiosos, etc.), los modelos económicos considerados necesarios, el lugar de la tradición y la modernidad” (2008, p. 35)

En 2007 además, Emiliano Bustos, poeta nucleado alrededor de Los Detectives Salvajes funda junto con Carlos Aldazábal, la editorial El suri porfiado. Los vínculos entre ambas colecciones se van a ver reflejados en los respectivos catálogos pero también en las actividades que van a desarrollar en el Centro Cultural de la Cooperación (Aldazábal es el coordinador del Espacio Literario Juan L. Ortiz): presentaciones de libros, charlas con autores, pero fundamentalmente el Festival Latinoamericano de Poesía que ya va por su séptima edición.

Estas propuestas tendrán por objetivo intentar redefinir el lugar de la poesía argentina dentro de la esfera pública, romper en cierta medida con los círculos reducidos y aislados de poetas metropolitanos para poder expandir el público lector. Una de las estrategias más interesantes será la de abrir las puertas a nuevas voces, hecho que permitirá abordar a cada una de estas organizaciones no como grupos estables sino como formaciones o catálogos en continuo movimiento.

Es sintomática la multiplicidad de relaciones, préstamos, disputas y tensiones que se han puesto en juego en el campo literario argentino del período post 2001 respecto de la cuestión de cómo pensar la relación entre literatura y política en el contexto de la crisis orgánica que condensó el acontecimiento del 19 y 20 de diciembre de 2001 y la posterior emergencia de una reconstrucción o reconfiguración del espacio político, en tanto espacio de intervención público-mediático generador de consensos, bajo la denominada “década kirchnerista”. Una característica en común de varios de los proyectos editoriales de la década del 2000 será la propuesta de intervenir en el campo literario de principios de siglo recuperando voces olvidadas, silenciadas o negadas de las décadas del ’40, '50, ’60 o ’70, junto con un deseo de federalizar la palabra reivindicando poetas de

En el caso de Los Detectives Salvajes, esta singular acción de memoria permite en su materialidad, al mismo tiempo, realizar el encuentro simbólico (imposible) entre padres e hijos. En este sentido instituye diferentes mecanismos de yuxtaposición que producen encuentros, o que fundan una tercera dimensión espacio-temporal, un entrelugar, que no se corresponde del todo ni con los ’70 ni con los 2000. En los distintos poemarios de hijos de desaparecidos se configuran de manera recurrente tópicos que dan cuenta de una identidad en constante construcción, que establece un fuerte anclaje con ese pasado

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traumático. Escenas como el regreso a casa, el abandono, la búsqueda y la conversión del “hijo” en detective, el reclamo público; junto con el énfasis en lo íntimo y lo familiar permiten al yo lírico mantener contacto con figuras espectrales que funcionan como eje y condición de la vida presente.

ylumynarya se divide en dos partes complementarias. Los poemas de la primera parte rompen formal y estructuralmente con la estética propuesta por Axat en sus poemarios precedentes (Peso formidable 2003, Servarios 2005, Médium 2005), porque como dijo Karl Marx (1928: 19) “la tradición de todas las generaciones pasadas pesa como una pesadilla sobre el cerebro de los vivientes” y de lo que se trata es de “sostener la música de lo que viene” (Axat 2012, p. 16), esa música será el lenguaje de la experiencia propia, será la cifra que busca Axat. Estos breves poemas prescinden de cualquier tipo de conectores, en una serie de palabras que se aíslan o superponen bajo un ritmo veloz que produce la sensación de prender y apagar rápidamente un interruptor que más que un mensaje intenta plasmar una sentencia. A estos poemas se le agregan en ocasiones, breves glosas o apostillas en prosa que comentan, aclaran y enriquecen los significados crípticos a la manera de una parodia de los axiomas de la Óptica de Isaac Newton, pero también de las Iluminaciones de Arthur Rimbaud.

Además, el proyecto desempeña un rol social, porque al facilitar un medio para llenar ese vacío dejado por la dictadura, acompaña a los familiares en el proceso de búsqueda y duelo, propiciando la transformación de la memoria individual y colectiva, mediante un proceso de búsqueda de verdad, justicia y de encuentro intergeneracional. Parte de esta función se verá expresada en el programa original planteado por los editores, más allá de que con posterioridad pueda haberse realizado o no, de una distribución de tiradas iniciales de 500 ejemplares de cada libro. Los editores entregarían a la familia o persona que brindó el documento literario un total de 200 ejemplares, 50 ejemplares quedarían para difusión gratuita en medios, universidades, museos, bibliotecas, y los 250 ejemplares restantes se entregarían en consignación en lugares de venta al público. Formas de regresar al relumbra de peligro (2)

instante

En la segunda parte del poemario, llamada Gui Rosey y dedicada al poeta francés desaparecido durante la Segunda Guerra Mundial, Axat construye un largo poema a partir de correspondencias puramente literarias pero que se imbrican en la propia experiencia del ser hijo de desaparecidos y ser un poeta menor. La ficción se torna elástica en un juego de correspondencias que van desde la Antología de la poesía surrealista de Aldo Pellegrini hasta el cuento “Últimos atardeceres en la tierra” (del libro Putas asesinas) de Roberto Bolaño, pasando por citas de Mario Santiago Papasquiaro, Aldous Huxley y Hugo von Hofmannsthal. Es el amparo y el ocultamiento en la tradición literaria la que le permitirá incluir los versos más autorreferenciales, en ellos se pronuncia abiertamente sobre el dolor de ser hijo de desaparecidos (“¿qué hace un Hijo? / filma

que

Pero vayamos ahora a ese diálogo de la diferencia que plantean las obras de los “hijos” que publican en la colección, centrándonos específicamente en el caso de ylumynarya de Julián Axat. Desde el comienzo, el poemario se propone ser superación a través de ambiguos desplazamientos tanto de la figura de los padres desaparecidos por el terrorismo de Estado como de los padres literarios, la cita de Basho sirve de advertencia “no busques en tus antepasados, busca lo mismo que ellos buscaron”.

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su rostro o lo pinta / se saca una foto y la pone junto a sus padres / se queda con la insignificancia de un poema / formas de regresar al instante / que relumbra de peligro” (2007, p. 58); incluso utilizará y reelaborará como material breves anécdotas (yo conozco / un hijo que / encontró un poema de su padre y / se lo fumó en / una noche / de angustia”(2007, p. 58)); realiza una crítica a la reducción de la política a lo militar por parte de los padres y a su sumisión a oscuras cúpulas (“las extremas generaciones / militaricen los rayos / los vacíen de luz / hagan del verso una piedra”( 2007, p. 55)); a los poetas célebres (“¿se puede picanear un poema? / conjeturo que sí / conozco a varios poetas torturadores / tan letrados / que son autoridad” (2007, p. 54)); a la política actual (“LÓ-PEZ-JJ / encerrado en / el último agujero / (ver pista perros)”(2007, p. 62)). Quizá podríamos leerlo como un poema programático que se propone dar a conocer a los poetas menores desaparecidos, ya sea por olvido, silencio o asesinato, de allí su relación con la línea editorial de la colección. La intención del poeta está en la necesidad de unir nuevamente vida y poesía, igual que las vanguardias de los ’20, igual que las vanguardias de los ’60 y ’70; una de las formas, seguramente la preferida, será fusionando política y literatura: “¿qué distancia separa la violencia política de la violencia poética?” (2007, p. 53) aunque como veremos, siempre abogará por una relativa autonomización de la obra literaria, dado que la considera al mismo tiempo hecho social y subjetivo, lo cual lo acercará más a la figura del intelectual comprometido de los ’60 que a la del revolucionario de los ’70. Lo político estará presente en la obra a partir de sus significaciones extensivas a la comunidad que rodea al poeta pero también como signo de reconocimiento público de los artistas y no como criterio clasificatorio de las obras (Longoni Mestman 2008, p. 39).

Por otra parte, el poemario plantea en lo que atañe a lo que podríamos denominar la cuestión ética, política y literaria la siguiente interrogación: ¿cómo se expresa la ruptura estética con los padres luego de los estragos del terrorismo de Estado?, una experiencia en algún sentido paradójica dado que como dice Aiub en el prólogo: “es difícil dejar de ser hijos sin oponerse a un sujeto fuerte, es difícil matar a los padres cuando ya lo han hecho por uno” (Axat 2007, p. 10). A lo largo de ylumynarya van a ir apareciendo distintas imágenes-símbolos cargadas de connotaciones inestables que intentaran expresar algunas de las posibilidades formales de la ruptura deseada. El peso de esa tradición que puede llegar a aplastar el presente de la experiencia propia encuentra por momentos su representación en el ojo, en tanto testimonio o testigo del desastre histórico que produce el desamparo. El testimonio funciona en distintos ámbitos discursivos pero es en el espacio jurídico donde adquiere mayor significación. Hay que recordar que: “el testimonio hizo posible la condena del terrorismo de Estado; la idea del “nunca más” se sostiene en que sabemos a qué nos referimos cuando deseamos que eso no se repita” (Sarlo 2005, p. 34). Sin embargo no se puede dejar de lado que, si bien el testimonio es toda una institución social, no existirían sentidos plenos y acabados a la hora de reconstruir el horizonte de significación de una época. En este sentido la expresión artística permitiría abrir puertas y conectarse con ese pasado de manera oblicua a los discursos legales. De la misma forma la iluminación o el estado de luminosidad connota a los padres en tanto instantes únicos e irrepetibles, a los que se puede acceder a partir del resplandor de las chispas de luminosidad que irradian las fotografías, los relatos de los compañeros de militancia, memorias orales y visuales que permiten la conexión con lo perdido, aunque

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no de una manera tan perfecta como la que ofrece la poesía. Porque es la poesía desde el punto de vista de Axat una matriz dadora de luz. Para poder acceder a esta luminosidad se hace necesario mantener presente el tópico desarrollado por Axat en su poemario anterior, el poeta en tanto médium: “invisible / visible percepción / en la escritura / de quienes han desarrollado células / con una retina que reacciona sensible / simple temblor / pulso del brazo / ralla verso / construye fantasma” (2007, p. 15). El poeta es el único que puede hablar y poseer o presentar la voz de los fantasmas de los asesinados, los perseguidos, los olvidados: “entiendo la poesía en / saber descubrir a tiempo / el ángel disfrazado de fantasma / sentado a nuestro lado / encendiendo un cigarro / y te atrapé…” (2007, p. 59). El fantasma funciona como sentido del presente, como memoria que actualiza todos los pasados y todos los futuros en el instante de su efectuación.

sólo produce verdaderamente cuando está libre de esa necesidad” (2010, p. 113). El poeta sólo al crear libremente, respondiendo a una necesidad interior, puede lograr el verdadero objetivo de la poesía, definido como la afirmación de la esencia humana en un objeto-concreto sensible. La poesía requiere trabajo y esfuerzo por parte del médium-poeta “es construir cuencos y llevarla para siempre al límite entre pecho y labio” (2007, p. 19), es un esfuerzo corporal y racional, de corazón y palabra, de sangre y de voz, no es simplemente “captar el rayo” (2007, p. 19), en clara alusión a la construcción de la inspiración repentina del poeta romántico. La fuerza del trabajo y la lengua son modos de la memoria, existen por el acumulado histórico, por las generaciones que antecedieron, por las formas en que fueron moldeando y recreando las capacidades, las fuerzas, las palabras y las cosas. Hablamos como sujetos de memoria, creamos y producimos como tales. Lo contrario a ese modo activo de vivir con el pasado es su retorno como cita, como reiteración. Axat lejos de sufrir la herencia como peso, como dogma, consciente de los hechos del pasado no cesa de interrogarlos, de ponerlos en tensiones inesperadas, en cambiarles el sentido, en indeterminar en el presente de la propia experiencia el lenguaje.

La poesía permite la conexión, el diálogo con esa ausencia portadora de luz, de luz buena: “la energía de los otros para multiplicar lo ajeno” (2007, p. 40); porque hay alusiones constantes a la luz mala: “la energía de los otros para multiplicar lo propio” (2007, p. 40), la electricidad de las picanas, las sombras, las personas umbrías catalizadoras de vacíos y desapariciones. Sin embargo, dentro de la cosmovisión del yo lírico y en diálogo con una cita de Emiliano Bustos “la luz protege”, alerta sobre los riesgos que implica el exceso de luz, que desintegra, y nuevamente volvemos al tópico de la tradición como peso. La única forma de relacionarnos con esas experiencias setentistas (Gilman 2013, p. 33) sería a través de la “masa de energía sobrante que surge entre el sol y la vela” (2007, p. 14), lo cual nos lleva ineludiblemente a otra categorización del joven Marx, la de las energías excedentarias de los Manuscritos económico-filosóficos: “el hombre produce libre de necesidad física, y

El desafío por lo tanto será acercarse al pasado a través de la incertidumbre de la luz, hay una necesidad de iluminar para no olvidar, no para aprehender. La luz tergiversa, cuanto más se ilumina ese pasado, más inaccesible se hace: “¿cómo volver a encender un padre apagado-sin armar un Golem?” (2007, p. 28). Axat se retrotrae a ese pasado traumático, específico, entra y sale de él todo el tiempo y en esos viajes, todo lo que toque quedará alterado para siempre. El pasado (y las fotografías también como fenómeno de luz

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que trae al presente restos y huellas como aberración y fragmento) regresa como ficción y artilugio, su presencia-ausencia es convocada desde la lengua y en esa convocatoria se intenta ordenar los claroscuros de la propia biografía, se la vuelve a escribir, mientras se le asigna una nueva existencia.

peligra ser voz y aquí hay que tener en cuenta una explícita toma de posición respecto a los conflictos y debates éticos, estéticos y políticos que conlleva toda representación de las situaciones límite o de las secuelas y herencias de ese horror. La imagen del ojo representa el testimonio en estado puro. Axat al inclinarse por la boca antes que por el ojo, por una parte reafirma su lugar de víctima de los crímenes del terrorismo de Estado (recepción temprana de las narraciones orales a partir de las cuales se hace posible la representación de los padres), pero por otro lado piensa que solo el lenguaje extrañado y la literatura pueden dar cuenta de la experiencia de los padres, del dolor de ser hijo siendo padre. En este sentido su búsqueda se podría asociar con el concepto de postmemoria propuesto por Marienne Hirsch para pensar las memorias de los hijos sobrevivientes de la Shoá, en tanto que el vínculo entre la fuente y la catástrofe está mediado de distintas formas, sobre todo visuales (fotografía, relatos, síntomas familiares, actings, no verbalizaciones, etc). Esto supondría que las memorias de hijos e hijas que no estuvieron ahí se funda en lo visual y en otras formas de mediación artística que “se repiten en síntomas o reelaboran y reactivan en recorporizaciones y obras artísticas o imágenes documentales o fotográficas de un modo más directo que otras formas de trabajo con la memoria y que supone grados de performatividad” (Ciancio 2013, p. 2). Sin embargo desde mi punto de vista, ciertas limitaciones y resistencias hacen que no sea del todo clara la utilización del concepto de postmemoria para el caso argentino, considero que sería más fructífero servirse de los postulados teóricos de Dominick La Capra (2009) referidos a los procesos complejos imbricados con el duelo y la elaboración del trauma que implican reconvertir el acting out y la memoria que no ha sido reelaborada en manifestaciones estéticas. El autor establece relaciones entre

Formalmente los efectos de la luz se reflejan en los poemas en las construcciones sintácticas, en el ensombrecimiento de los morfemas, efectos de luz y sombra. Algunas palabras van a arrojar nueva luz y se van a fusionar con otras, la incompletud y la fragmentación es fenómeno de sombras. Miguel Dalmaroni considera que “los momentos antidiscursivos de la escritura de H.I.J.O.S. procurarían la afirmación de una individualidad, un habla que resultaría irrecuperable en los procesos de mera asimilación a los roles identitarios disponibles, autorizados u obligados en/por el discurso social” (2004, p. 973). Este recurso estético en esa búsqueda por utilizar un contralenguaje se corresponde, en términos de imaginario o sentido común cultural según el autor, con la creencia moderna en una especial aptitud de la literatura para producir: una indagación reveladora de la densidad de lo íntimo o del pozo más hondo y particular de la subjetividad; creencia que incluye a veces la idea de que la plurisemia, la agramaticalidad, las rupturas de las expectativas retóricas e ideológicas o la exorbitancia de la connotación que permite la poesía organizan una forma verbal homóloga a las complejidades de la intimidad (Dalmaroni 2004, p. 974). Un peligro para esa voz que comunica con el más allá será la “poesía desde ojo / encubre lengua” (2007, p. 18), si el ojo relumbra,

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psicoanálisis e historia y distingue entre lo que denomina memoria primaria y memoria secundaria. La primera sería la de aquella persona que ha experimentado un acontecimiento pasado y lo recuerda de una manera determinada, mientras que el segundo es el resultado del trabajo crítico sobre la memoria primaria, tarea que está a cargo de quien pasó por la experiencia relevante o por un analista, observador o testigo secundario. Los beneficios del desarrollo de La Capra están en que permite pensar la relación entre generaciones no como diferencia tajante, dado que muchos Hijos fueron testigos directos del secuestro de sus padres o de su militancia clandestina, por lo que la Justicia les permite declarar hoy como víctimas y testigos directos en los Juicios por Delitos de Lesa Humanidad (3).

alcanzará su máxima expresión en Musulmán o biopoética de 2013 publicado también dentro de la colección de Los Detectives Salvajes. Axat intenta redefinir la poesía a partir de su vinculación con la política. Precisamente en esta operación se inscribe la polémica que mantienen los autores de la colección con la denominada poesía de los ’90, a la cual critican por su rechazo de las tradiciones poéticas argentinas, salvo los casos excepcionales de tres autores que son releídos y actúan como faro: Leónidas Lamborghini, Ricardo Zelarrayán y Joaquín Gianuzzi. Esta afirmación de las estéticas propias a partir de la construcción de un enemigo representado como un bloque homogéneo y que no distingue entre Martín Gambarotta, Fernanda Laguna o Fabián Casas lo lleva a una política de la escritura en franca consonancia con la imagen de autor de los “padres setentistas”. Cuando Axat se pregunta cómo escribir poesía después de la ESMA, en lo que está indagando es en el punto de referencia inevitable para retomar la voz de su escritura:

Ante la imposibilidad de tener al héroe de carne y hueso, Axat con lo que cuenta es con sombras proyectadas por un velador sobre la pared oscura, algo similar al mito de la caverna de Platón, por eso es que ante la disyuntiva y como acto de ruptura y liberación decide quedarse con mirar el sol de frente para luego cerrar los ojos y seguir viendo las manchas de luz. El poeta elige quemarse en su presente. Lo negro absoluto serán las ausencias que dejó la última dictadura militar, que aún hoy sigue tragando toda luz: “¡Transformar la vida! / Si las palabras no encienden / Preparar detonador al cuerpo / ¡Cambiar el mundo! / Y que sea arrojado para quemar / Agujero negro traga belleza” (2007, p. 43). Este poema se relaciona con la imagen de poeta que construye Axat a partir de una superposición entre vida, poesía y política que retoma de los poetas comprometidos de los sesenta. Donde no alcanza con la poesía está obligado a poner el cuerpo, de allí su trabajo en el Fuero Juvenil Penal de la Provincia de Buenos Aires, o el actual en el Programa de Acceso Comunitario a la Justicia y la simbiosis entre el lenguaje del derecho y la poesía que

podemos decir que hay una generación de poetas que atravesaban su adolescencia tardía cuando se encontraron con el golpe 1976/1983. Algunos de ellos recién comenzaban a forjar su voz en el compromiso de una palabra más justa, cuando el terrorismo de Estado la hizo desaparecer (pienso en Daniel Omar Favero, o en Joaquín Enrique Areta, sólo por nombrar a dos poetas que vivieron en La Plata). También hubo otros de esa misma generación, que a pesar de la persecución y el compromiso asumido, lograron seguir con vida y aún continúan escribiendo (Axat 2007b, p. 27).

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Por lo tanto el problema es “el bache generacional y la necesidad de construir un puente que vaya y venga, no se trata de ninguna manera de refundar la poesía de los ’70” (Debat 2009, p.4).

La patria y el invierno es publicado por la mítica editorial La rosa blindada de José Luis Mangeri; tres poemarios de Pallaoro (El viaje circular, Pájaros cubiertos de ceniza y Son dos los que danzan); dos libros de Carlos Aprea (La camisa hawaiana y Pueblos fugaces); un tomo de poesía reunida del platense Luis Pazos (El cazador metafísico), miembro fundador del grupo Escombros; una antología de la poeta italiana Marina Moretti (Lugares recobrados), un poemario de la poeta y actriz eslovena Saša Pavček (Vísteme con un beso) y dos antologías (Naranjos de fascinante música y Mundo despierto). En la colección Mescolanza aparecen cuatro libros más de Pallaoro (33 papelitos y una mora horizontal, Una medida adecuada a todo, Una piedra haciendo patito, El flautista de City Bell); Luminiscencias de Paola Boccalari; 12 poemas del reconocido poeta esloveno Tone Pavček, padre de Saša y una antología de otro esloveno, Marjan Strojan, El libro azul y otros poemas. La colección Alrededores que reúne narrativa publicó la novela Cruzando el río en bicicleta de Ana Cecilia Prenz Kopušar, escritora Serbia y traductora de los poetas eslovenos; Balbuceos (en noviembre) de Ramón Tarruela; Cuentos breves de Rafael Barret; Vivir en Villa Elisa de Paulina Juszko; una crónica de viaje de un veterano de Malvinas, Gabriel Sagastume (La lluvia curó las heridas. Viaje a las Islas Malvinas) y una antología de cuentos Nueve ficciones para una fundación. A simple vista, se puede apreciar un espectro bastante heterogéneo en las publicaciones que permite vislumbrar más una cartografía de los intereses y las amistades del propio Pallaoro antes que un recorrido diseñado con vías a un objetivo editorial específico. (2) Una versión previa de este apartado bajo el título “Memoria y pulsión de ruptura en ylumynarya de Julián Axat” fue presentada como ponencia en el IX Congreso Internacional Orbis Tertius de Teoría y Crítica Literaria celebrado en la Facultad de

Conclusión El objetivo de este trabajo fue demostrar en un caso concreto, la colección Los Detectives Salvajes y el poemario ylumynarya de Julián Axat, la necesidad por parte de la generación de hijos de desaparecidos de realizar complementariamente dos movimientos. Por un lado, restituir la voz de los padres, negada física, política, pero también artísticamente para posteriormente poder realizar el proceso de la propia negación, una negación afirmativa valga la paradoja, la cual permitiría la construcción de la propia identidad a partir de una expresión formal novedosa centrada en la propia experiencia. La colección de Los Detectives Salvajes al permitir el diálogo intergeneracional dentro de una cadena textual entre Padres e Hijos funciona como alternativa a las tradiciones selectivas en las que se asientan las poéticas de los autores que dentro del campo literario actual se colocan en una posición dominante.

Notas * Profesor en Letras graduado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Actualmente cursa la Maestría en Historia y Memoria en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP. (1) Al momento, la editorial cuenta con cuatro colecciones: Tatuajes en el viento, Mescolanza, Alrededores y Los detectives salvajes. Entre los títulos publicados en la primera encontramos dos poemarios de Néstor Mux (Papeles a consideración y Disculpas del irascible), poeta de la generación del 60 cuyo primer libro de 1965

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Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, entre el 3 y el 5 de junio de 2015. Agradezco las observaciones realizadas por quienes asistieron durante esas jornadas al Simposio nº 4.

centro clandestino de detención, la escritora Mariana Eva Pérez, también hija de desaparecidos y hermana de un nieto recuperado expresó con profundo dolor y patetismo en un artículo difundido por diversos medios del país: “Que me digan ahora que los hijos son la segunda generación de afectados o que son portadores de una "post-memoria", categorías extrapoladas del Holocausto que sólo sirven para evitar pensar en el alcance directo del accionar genocida sobre los hijos. Que me digan ahora que los hijos ya recibimos nuestra reparación, que el Estado no nos debe nada, que esa deuda fue saldada con títulos públicos. Que me digan ahora que es más urgente ocuparse de las víctimas del paco que de los hijos de desaparecidos. La muerte de Virginia nos confronta con la necesidad y la urgencia de pensar en los efectos en el presente de eso que amenaza con volverse pasado épico, mito fundante, discurso en el fondo vacío si disociamos a los desaparecidos de las familias que aún hoy sufren su ausencia.” (consultado el 05/02/15 en http://www.saladillodiario.com.ar/ampliar_not a.php?id_n=11071).

(3) En el caso de Axat, éste tenía siete meses cuando secuestraron a sus padres. Cuando declaró como testigo en el juicio por el Centro Clandestino de Detención “La Cacha” expresó: “Es raro que los hijos de los desaparecidos, que vivimos pocos años o meses con ellos seamos testigos. Los verdaderos testigos son los que no están (…) Nuestros cuerpos de algún modo percibieron o sintieron esto que hicieron las patotas. Si yo tenía 7 meses y lloré, el sólo hecho de haber estado ahí me hace ser un testigo legítimo y ello revalida la posición de los hijos en este juicio" (consultado el 05/02/15 en http://memoria.telam.com.ar/noticia/la-cacha-declaro-julian-axat--hijo-yfuncionario_n4152 ). Es evidente que esta cuestión es la que intenta aclarar Ciancio en su ponencia: “no sería el concepto de segunda generación en el sentido que lo utiliza Hirsch, sino, en todo caso, aquel con el que Susan Rubin Suleiman llama a los niños pequeños que sobrevivieron la Shoa: la generación 1.5. Porque estuvieron allí pero no tendrían recuerdos posibles de los hechos traumáticos debido a la edad que tenían. Aunque en el caso de la generación de hijos en la Argentina muchos sí recuerdan el momento en que secuestraron o mataron a sus padres, un núcleo temático que no es reductible al reembodiment, o performance del recuerdo como el que supone el trabajo de la postmemoria” (p.6). Esta extrapolación del concepto a un contexto histórico-social diferente provoca una cierta desconfianza entre las víctimas directas de la última dictadura cívico-militar. Con motivo del suicidio de Virginia Ogando, una “hija” que estaba buscando desde hacia 35 años a Martín Ogando, su hermano, nacido en un

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HIJOS Uruguay. A 20 años de un ensayo de memoria generacional Diego Sempol* UNGS-IDES/Udelar sempoldiego@gmail.com

La primera mitad de la década de los noventa fue un período de silencio y poca presencia pública de los reclamos por las violaciones a los derechos humanos. Tanto en Argentina como en Uruguay las decisiones institucionales de fines de los ochenta –los indultos menemistas en un caso, la consagración de la impunidad en el otro (a través de la ratificación de la Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del estado en el plebiscito de 1989) -habían significado un duro golpe a las organizaciones y a la movilización ligada al movimiento de derechos humanos. Esta situación cambió en 1995-1996, a partir de las declaraciones de Adolfo Scilingo sobre los vuelos de la muerte y la autocrítica que realizó el Jefe del Ejército Martín Balza en Argentina, y de la reelección presidencial del candidato del Partido Colorado Julio María Sanguinetti (1996-2000), en Uruguay (1).

de su surgimiento resulta interesante analizar algunas de sus innovaciones en el terreno de la memoria y la protesta social. Generación y trabajos sobre la memoria El modelo represivo aplicado por la dictadura uruguaya apeló a la tortura y la prisión prolongada. Pero los militares participaron de la coordinación represiva del Plan Cóndor y particularmente en la persecución de uruguayos residentes en los países vecinos. Por ello, el tema de los detenidosdesaparecidos no se agota en sus fronteras. Esta característica reforzó la impronta regional del movimiento de derechos humanos uruguayo, ya presente desde sus orígenes en el carácter trasnacional que tiene su propio discurso. Hasta 1996 el movimiento de DDHH uruguayo estuvo compuesto en forma estable por Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos-Desaparecidos, Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (IELSUR) y Amnistía Internacional-Uruguay. La aparición de HIJOS renovó un micro mundo bastante estable, y si bien su creación obedeció a factores y procesos locales, sin lugar a dudas la aparición en la Argentina de la agrupación H.I.J.O.S. tuvo en Montevideo un impacto inmediato. Pero las similitudes entre ambas agrupaciones no se deben magnificar, ya que se corre el riesgo de ignorar las formas singulares que cobró en el contexto uruguayo esta memoria generacional.

A partir de ese momento, por primera vez dentro del campo de los DDHH se vivió la presencia de los jóvenes, reivindicando una mirada diferente y generacional. Numéricamente fue un grupo reducido, pero logró rápidamente tener impacto en los medios masivos de comunicación. Su llegada puso sobre la mesa la eficacia política de nuevas formas de protesta social y el cuestionamiento de las políticas de memoria hasta ese momento instrumentadas. En ambos países, esta presencia juvenil se expresó en la organización de hijos de desaparecidos y otras víctimas de la represión. En Uruguay, la organización HIJOS se presentó a sí misma como "HIJOS": Hijos de desaparecidos, asesinados, ex presos, exiliados. A 20 años

En Uruguay viven aproximadamente 50 hijos de detenidos-desaparecidos, de edades muy

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variadas, de los cuales sólo 40 tuvieron algún contacto directo con HIJOS (asistieron a alguna reunión o fueron contactados telefónicamente). Pero pese a que la organización fue numéricamente pequeña (aproximadamente participaron unas 25 personas), logró un impacto social significativo entre 1998 y el 2003.

veces se hacen conmemoraciones por los compañeros caídos, y lo que menos se recuerda es a esos compañeros. Se cuenta que cayó por un balazo mientras gritaba ´¡Viva el PVP!´ o ´¡Viva el MLN-T!´, ...o cuando se habla ya automáticamente de ‘nuestros compañeros muertos’, o ‘quienes dieron su vida por’... Para mí se han vuelto muletillas, conceptos prefabricados” (2).

El grupo HIJOS se reunió por primera vez el 7 de julio de 1996 y se escogió la palabra HIJOS porque la condición de hijo de desaparecido fue el denominador común entre los primeros participantes del grupo. Se usa éste término con todas sus letras en mayúscula (aun cuando no es una sigla como en Argentina, donde significa “Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio”) para subrayar su proximidad inicial con la agrupación argentina. Si bien inicialmente sólo participaban hijos de desaparecidos, con el tiempo se decidió abrir el espacio a los descendientes de otras formas de persecución política durante la dictadura.

Esta desaprobación de los usos políticopartidarios manifestaba una sensibilidad que rechazaba las lógicas organizacionales y reglas de juego de la arena política uruguaya. Para ellos, la evocación político partidaria de los desaparecidos resultaba un “pretexto” que terminaba por encubrir una vez más sus verdaderas identidades. Por eso, para los miembros de HIJOS, el fenómeno de la desaparición en Uruguay involucraba diferentes niveles: una desaparición física, otra de su historia como luchadores sociales (silenciamiento de su pasado guerrillero) y una tercera como seres humanos con aciertos, errores e indecisiones de todo tipo. La idea que subyacía era restaurar y devolver a los desaparecidos y a todas la víctimas de la dictadura aquello que en diferentes momentos el Estado, las Fuerzas Armadas y las organizaciones sociales y políticas les fueron robando. De ahí que consideraran que los detenido-desaparecidos en ese momento eran sólo “una figura, un nombre y una fecha”. Entonces, la historia que se dibujaba atrás de estos recortes era una “historia lavada”, a la que había que dar contenido y vida en forma individual, familiar y colectiva. La “verdad” se volvía algo complejo: no sólo se trataba de averiguar cómo, dónde, cuándo, quién y por qué, sino también quiénes eran en su vida cotidiana. Con esto, buscaban romper dos silencios al mismo tiempo: el impuesto sobre sus compromisos políticos pero también aquel que dejó en el olvido las características de sus padres en tanto “seres humanos”.

La búsqueda de los integrantes de HIJOS estuvo marcada por una serie persistente de preguntas: ¿quiénes eran sus padres? ¿Qué les pasó? ¿Qué es lo que sucedía en ese momento para que sus padres optaran por implicarse en actividades donde finalmente hallaron la muerte o fueron desaparecidos? Su búsqueda estuvo centrada en la identidad de sus padres antes que en el destino final de sus restos, tema este último que -al igual que en Argentina (Da Silva Catela 2001)preocupaba más a la generación más vieja. Para los miembros de HIJOS, la noción de “desaparecido” que circulaba socialmente a fines de los noventa era una suerte de “cartel” o “símbolo vacío”. Según ellos, los sectores políticos de izquierda utilizaban nombres de desaparecidos y fechas con el propósito de reforzar su legitimidad e incrementar su peso electoral. “Muchas

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Esta manera de reconstruir el pasado puede verse como un cuestionamiento a la manera en que los partidos políticos se “apropiaban” de los desaparecidos. La búsqueda “integral” de los hijos implicaba, en Uruguay, sacar a la luz y hablar de algo que había sido relativamente silenciado hasta ese momento por otros actores. Dentro del movimiento de derechos humanos, la imagen más fuerte de la desaparición había sido la de los niños apropiados, reforzando así la imagen de indefensión y arbitrariedad del acto represivo. Los detenidos-desaparecidos eran reivindicados más bien como víctimas pasivas. HIJOS en cambio buscó reivindicarlos como “luchadores sociales” que “tuvieron el valor” de jugarse por lo que creían. Resultaba irrelevante, afirmaban, la forma precisa en que lucharon sus padres, mientras se pudiera transmitir y confirmar la existencia de un compromiso. La memoria generacional rescataba del pasado los elementos articulables con un problema de ese momento histórico (la baja participación pública y apatía juvenil) y buscaba en esa significación subrayar cierta respuesta ideal. HIJOS se paraba así ante la herencia generacional como continuador de una lucha y de un compromiso en el que se reconocía, pero al mismo tiempo innovando en el campo de los DDHH al resignificar a la generación de sus padres como luchadores sociales.

partidos políticos y líderes durante los años ochenta y noventa. Los integrantes de HIJOS apostaron a una “memoria reflexiva”, que no diera nada por resuelto, que estimulara el análisis y el crecimiento personal a partir de la discusión y aprendizaje del pasado heredado. Una memoria que impidiera consolidar el poder mediante el uso de ese capital simbólico; una memoria que bordeara la frontera difusa entre lo público y lo privado y que persiguiera la reflexión y el crecimiento personal. Por todo esto podría considerarse que HIJOS fue una agrupación que “trabajaba sobre la memoria” (Jelin, 2002, p.14). “Trabajo” que exigía la realización de un duelo y una elaboración subjetiva. La memoria se volvía así un tema ético y político, un objeto de reflexión crítica, en el que se buscaba superar olvidos y silencios, y abrir el juego a la pluralidad de actores, en un intento de “democratizar la memoria”. El “trabajo” de HIJOS buscó en definitiva romper el “monopolio” y legitimidad de algunos discursos por encima de otros. En esto, las diferencias con el resto del movimiento de DDHH y los sectores de izquierda partidaria fueron sustanciales, no sólo por los sentidos diferentes que se denotaron sino también porque el “marco” que operaba al interpretar el pasado tenía muchas distancias con el que utilizaban el resto de las organizaciones.

En el momento de criticar los usos que se hacían de los sentidos del pasado, en HIJOS aparecía claramente una disputa, no sólo por los significados sino también por el sentido y el propósito de la memoria misma. Para ellos, la memoria debía ser una construcción social en la que todos los implicados tuvieran la posibilidad de intervenir y opinar. Un complejo rompecabezas en el que todos tenían un lugar. A través de la memoria y su discusión, se intentaba promover la reflexión en la comunidad y, a través de la conciencia personal y colectiva, romper la narrativa construida y consolidada por algunos

Los escraches y el reclamo de justicia La vigencia de la ley de Caducidad, ratificada por el referéndum de 1989, había constreñido en sus reclamos a la mayoría de las organizaciones del movimiento de Derechos Humanos. Por ejemplo Madres y Familiares, a partir de la reactivación de la movilización en 1996, pasó a exigir solo “verdad” y “memoria”, dejando de lado los reclamos de “justicia” (3). Una aceptación de los márgenes estrechos impuestos por la ley que sólo cuestionó, en ese momento, la

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organización HIJOS (4). Para muchos de sus integrantes era imprescindible mantener el reclamo de justicia, así como subrayar la existencia de una “impunidad social” y una “democracia chueca” que generaba la vigencia de la Ley de Caducidad. Esta línea estratégica fue la que los llevó a convocar el 3 de diciembre de 1998 el primer escrache en Uruguay contra “Nino” Gavazzo (5). Unas 500 personas se hicieron presentes en la concentración en frente de su casa, con carteles que exhibían la cara del represor, sus datos personales (dirección y teléfono) y los delitos de violación de Derechos Humanos de los que era acusado.

Memoria y Justicia y por otras organizaciones políticas consideradas como “radicales”, pero en ninguno de los casos lograron cobrar masividad en su convocatoria, aunque si un fuerte impacto mediático (6). Esta política de memoria contrastaba con las formas tradicionales de manifestación pública del propio movimiento de Derechos Humanos, el que en eventos y conmemoraciones no buscaba la confrontación, intentaba incluir a la mayor cantidad posible de organizaciones políticas y sociales y utilizaba sólo símbolos nacionales (7). El escrache por el contrario era mucho más confrontativo, abandonaba el silencio por los gritos crispados y presentaba un estilo juvenil de manifestar que hacía incluso un uso del lenguaje en el que no se privaba de insultos e ironías. Además, esta forma de protesta interpelaba la tradicional disociación entre la esfera pública y la privada, transformando a esta última en el centro y objetivo de la protesta, situación que se vivía como fuertemente trasgresora en una sociedad que sistemáticamente disoció actividad y manifestación política de espacios y actos privados. Una innovación que fue suficiente, -pese a que los escraches preservaron algunos rasgos tradicionales para ser tolerados-, para que el sistema político buscara penalizar su existencia, intentando transformar una problemática social en un asunto policial (8).

En Montevideo, los escraches pasaron a ser una manifestación callejera cuyo objetivo es marcar y denunciar a personas e instituciones vinculados con la violación de los derechos humanos, haciendo público su lugar de residencia a efectos de romper su invisibilidad social y generar ante la ausencia de justicia una condena social. La innovación del escrache en Uruguay consistió en reorientar una manifestación callejera hacia objetivos ligados a una persona (un represor específico) y hacia los lugares donde esa persona vive y circula, o en algunas ocasiones hacia algunas instituciones emblemáticas del proceso dictatorial. Las formas que asume comúnmente son las que se pueden dar habitualmente en manifestaciones de este tipo (no hay murgas, ni obras teatrales, ni bombas de pintura como en el caso argentino). Los escraches surgieron en el contexto uruguayo bajo la influencia de lo que sucedía en Argentina, pero también debido al hiato creciente entre legalidad y legitimidad que planteaba para las nuevas generaciones la ley de Caducidad. Esta forma de protesta mantuvo así en el espacio público los reclamos de justicia, y evitó que las exigencias de “verdad” sustituyeran a la primera. Progresivamente esta modalidad también comenzó a ser utilizada por el Plenario

Los escraches de esta forma permitieron expresar otra sensibilidad ante el tema de los derechos humanos, y visibilizar las exigencias de justicia, que los partidos políticos no incluían o que el resto del movimiento de Derechos Humanos no lograba expresar. A su vez, a partir del 2001 HIJOS buscó convertir a este tipo de protesta en una forma de generar conciencia y memoria. Por eso lo importante de un escrache pasó a ser más el trabajo previo en el barrio que la protesta en sí misma. Los

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integrantes de HIJOS iban, los días previos a la realización del escrache, a las ferias, liceos, fábricas, radios comunitarias y negocios de la zona, y explicaban quién era la persona que iba a ser escrachada. La presentación del asunto se volvió clave. HIJOS buscó no centrar la denuncia en el represor sino en las victimas, llenar de “vida” a los desaparecidos, narrando primero su historia y la de su desaparición, y finalmente informar en el barrio que ese vecino fue quien lo hizo. Esta metodología buscaba ser coherente con la memoria “reflexiva y activa” que pretendía construir este colectivo. No siempre en la práctica estos objetivos se cumplieron. La propia cobertura mediática de los escraches recortaba estos aspectos y ponía el acento exclusivamente en los momentos más álgidos de la protesta.

sobre la ley de impunidad, para nosotros el tema pasa por la verdad y la justicia, y también por el reclamo del quién” (Brecha 31/05/00, p. 8). Las discrepancias terminaron así fortaleciendo en el discurso de HIJOS el planteo de la necesidad de un recambio generacional y un mayor protagonismo en el campo de los DDHH. La juventud, en esta interpretación, pasó a ser sinónimo de fuerza, resistencia, lucidez y reflejos ante la nueva coyuntura. Casi lo opuesto a lo que tiende a difundir la cultura uruguaya en torno a sus jóvenes. Reflexiones finales En los últimos 30 años el mantenimiento en el espacio público de los reclamos de los derechos humanos en Uruguay obedeció a la incansable acción a nivel social y político que llevaron adelante las organizaciones de Derechos Humanos. Pero este movimiento ha regido su trabajo político en base a los estrechos límites que impuso la Ley de Caducidad. Es que el movimiento de derechos humanos uruguayo debió lidiar, con un escenario singular y complejo: una norma que, en los hechos, funcionó durante décadas como una amnistía para los violadores de los derechos humanos que fue ratificada en las urnas en dos ocasiones, en un país en donde el imaginario colectivo coloca al voto como la esencia de la identidad nacional y la forma uruguaya de dirimir los conflictos (10).

Además de esta innovación local en los repertorios de protesta, que no siempre fue bien vista por el resto de las organizaciones de DDHH, HIJOS enfrentó una fuerte tensión con Madres y Familiares durante los debates desatados en torno al proyecto de “reconciliación nacional” llevado adelante por la Comisión para la Paz (2000-2003) (9). Mientras el Frente Amplio y Madres y Familiares (no sin polémicas internas) apoyaron el trabajo de la Comisión, justificando su decisión en el aspecto humanitario (la edad de muchas de los miembros de Familiares) y en la necesidad de respetar la legalidad, HIJOS públicamente cuestionó este modelo de “resolución” de la violación de los derechos humanos durante el pasado reciente. Para muchos de los integrantes de HIJOS el camino seguido por Madres y Familiares resultó inexplicable, y por eso se apeló a una variable generacional para intentar comprender la lógica de ese comportamiento. “Estamos de acuerdo con Familiares en la necesidad de conocer la verdad, pero por pertenecer a una generación joven, que no tuvo la oportunidad de participar en el debate del referéndum

La derrota de 1989 implicó que la mayoría de las organizaciones de DDHH dejaran de reclamar justicia durante casi una década, centrando su acción en la búsqueda de la “verdad”. Sin embargo, HIJOS y más tarde otras organizaciones (Memoria y Justicia, CRYSOL, Familiares de Asesinados) mantuvieron el reclamo de “justicia” y “verdad”. En este tipo de respuesta existe una “marca generacional” ya que ninguno de los integrantes de HIJOS participó ni en los

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enfrentamientos de fines de los sesenta y tampoco en el proceso que culminó con el regreso a la democracia. Esto les permitió posicionarse en otro lugar de enunciación para evaluar las ausencias y logros de los regímenes post autoritarios, y hacer una conexión estrecha entre el terrorismo de Estado y la política del “apaciguamiento” y la “pacificación” que se llevó adelante en forma central en los últimos 25 años. Su reivindicación de los militantes de los sesenta como luchadores sociales comprometidos con lo que creían y a favor de una transformación social -y no como meros defensores de la democracia (como plantea la memoria patrocinada por el Frente Amplio desde los años ochenta)- les permitió incluirse en una genealogía política que subrayaba la derrota del proyecto transformador en los setenta y permitía relativizar la significación y el verdadero alcance de la legalidad democrática al plantear insistentemente el déficit democrático y la injusticia social existente.

capacidad de incidencia hasta diluirse por completo como organización en el campo de los derechos humanos.

Esta visión estuvo acompañada por un interés en trabajar sobre la memoria y por el rechazo de las formas tradicionales de hacer política, lo que terminaron por atrapar a la agrupación HIJOS en una paradoja: ¿cómo hacer política sin reproducir las prácticas rechazadas? ¿cómo instrumentar políticas de memoria sin reforzar simbólicamente a alguien en particular? En los hechos HIJOS fue quedando dentro de su propio cerco, lo que aumentó su aislamiento del resto de los movimientos sociales. Y su innovación en las formas de protesta social, que en un momento fueron su rasgo distintivo y que más visibilidad le dio en los medios, progresivamente comenzó a ser utilizado por otras organizaciones que terminaron por desplazar a HIJOS del foco de atención político y mediático. De esta forma, luego de unos ocho años de fuerte presencia pública, a fines del 2004 HIJOS inició una inflexión en su actividades, perdiendo iniciativa y

(1) Fue durante su primer período (19851989) que se había aprobado la Ley de Caducidad que amnistío a los militares acusados de violar los DDHH durante la dictadura. (2) Elsa Villaflor, integrante de HIJOS, expresado durante una entrevista colectiva realizada a la organización en el local de HIJOS, 7/09/03. (3) Las consignas pasaron así a ser “Verdad, memoria y nunca más”, “Queremos la verdad”, “La verdad nos hará libres” o “¿Qué le falta a nuestra democracia, verdad?” (Marchesi 2002). Recién a partir del 2004 Madres y Familiares volvió a incluir en forma central la demanda de “justicia” sobre la violación de los derechos humanos en la dictadura (Sempol, 2013). (4) La ley de Caducidad en su artículo 4 establecía la posibilidad de investigar sobre el destino final de los cuerpos de los

A 20 años de su aparición, tal vez el aporte más significativo de HIJOS al campo de la memoria fue resignificar a los detenidodesaparecidos como luchadores sociales, una perspectiva que aún está presente en la memoria del movimiento estudiantil universitario uruguayo. Una mirada que en definitiva sigue convocando en el presente a cientos de jóvenes a involucrarse en la lucha contra la impunidad.

Notas * Diego Sempol es Doctor en Ciencias Sociales en la UNGS-IDES, docente e investigador del Instituto de Ciencia Política de Facultad de Ciencias Sociales (Udelar), y Nivel I del Sistema Nacional de Investigadores

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detenidos-desaparecidos así como el de los niños/as apropiados/as durante la dictadura. (5) Nino Gavazzo era acusado de la desaparición de varios uruguayos, de haber participado en centros de tortura clandestinos y de coordinar con las Fuerzas Armadas argentinas en el centro clandestino en Automotores Orletti, en Buenos Aires. El 28 de marzo de 2009, el juez Luis Charles lo condenó a 25 años de prisión por “asesinato especialmente agravado” por su participación en estas operaciones represivas clandestinas. (6) La Plenaria Memoria y Justicia se creó el 22 de junio de 2000 y es una organización social que trabaja en el marco de los Derechos Humanos contra la impunidad. (7) Por un análisis en profundidad de la política de memoria de HIJOS véase Sempol (2006). (8) El senador del Partido Colorado Pablo Millor presentó durante el 2003 un proyecto de ley sobre Violenta Perturbación del Hogar que buscaba tipificar al escrache como una forma de protesta ilegal. El proyecto establecía: “Los que se reúnan en las inmediaciones de un domicilio para perturbar, con violencia física, amenazas, gritos, insultos, injurias o leyendas, la integridad personal o moral de sus moradores, serán castigados con tres meses de prisión a cuatro años de penitenciaría”. En la fundamentación del proyecto Millor afirmaba que el escrache “es la versión actualizada y criollizada de un comportamiento salvaje, ruin, ignorante y prepotente de un estilo de dirimir diferencias”. El proyecto de ley se aprobó en el senado el 23 de julio de 2003 gracias a los votos del Partido Colorado y parte del Partido Nacional, pero nunca fue discutido en diputados. (9) La Comisión estuvo presidida por el arzobispo Nicolás Cotugno e integrada por los abogados Carlos Ramela (asesor del presidente Jorge Batlle. 2000-2004) y Gonzalo Fernández (asesor de Tabaré Vázquez, presidente del Encuentro

Progresista-Frente Amplio), Luis Pérez Aguirre (sacerdote integrante del SERPAJ que representaba a Madres y Familiares), Claudio Williman (Partido Nacional) y José D´Elía (presidente honorario del PIT-CNT, central única obrera uruguaya). Su objetivo fue cumplir con el artículo 4 de la ley de Caducidad y obtener la información sobre el destino final de los detenidos-desaparecidos y los niños apropiados. La Comisión entregó a principios de 2003 su Informe Final. (10) La primera instancia fue en 1989, la segunda en 2009. En este último caso, la Coordinadora Nacional por la Nulidad de la Ley de Caducidad buscó anular la ley de Caducidad mediante un plebiscito a través del que se modificaba la Constitución. El 25 de octubre de 2009 la papeleta rosada (a favor de la reforma) obtuvo un 47,98% de los votos, no alcanzando la mitad más uno necesaria para que se aprobara el cambio.

Referencias bibliográficas Da Silva Catela (2001) No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos. Ediciones Al Margen. La Plata. Jelin, Elizabeth (2002) Los trabajos de la memoria Siglo XXI. Madrid, Buenos Aires Marchesi, Aldo (2002) “¿Guerra o Terrorismo de Estado? Recuerdos enfrentados sobre el pasado reciente uruguayo” en Las conmemoraciones: las disputas en las fechas “in-felices” Jelin, Elizabeth (comp.) Siglo XXI Madrid, Buenos Aires Sempol, Diego (2013) “A la sombra de una impunidad perenne. El movimiento de Derechos Humanos y la Ley de Caducidad” en Ley de Caducidad un tema inconcluso Momentos actores y argumentos (1986-2012) Marchesi, A. (org.) Trilce, Montevideo.

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------------, (2006) “HIJOS Uruguay. Identidad, protesta social y memoria generacional” en El pasado en el futuro: los movimientos

juveniles, Jelin, E, Sempol, D. (comp.). Siglo XXI Editora Iberoamericana, España Editores. Argentina.

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Creció soñando el día ver: La larga búsqueda de los hijos de detenidos desaparecidos en Chile*

Carla Peñaloza Palma** Universidad de Chile carlamilar@u.uchile.cl Hasta el 11 de septiembre de 1973 gobernaba en Chile el presidente Salvador Allende y los partidos de la Unidad Popular, un gobierno democráticamente electo, portavoz de una de las utopías más importantes del siglo XX, como fue la vía pacífica al socialismo. El golpe de estado de las Fuerzas Armadas, significó el fin de todo ello, pero además, inició un inédito proceso de represión que dejó más de cuatro mil muertos, medio millar de prisioneros políticos, y una cifra indeterminada pero largamente superior a las doscientas mil personas desterradas. Si bien el país no había enfrentado nunca un episodio de violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos, la organización de las víctimas fue temprana y decisiva.

ha sido siempre un espacio intergeneracional, cuyas dirigencias han estado fuertemente marcadas por esposas e hijas. Fueron y continúan siendo, las únicas organizaciones que reúnen de manera exclusiva a familiares de las víctimas. Los “detenidos-desparecidos” alcanzan un número de 1102 personas (1). La mayoría de los “desaparecidos” militaba en un partido o movimiento político, y dentro de este grupo, muchos de ellos habían ocupado un lugar en el gobierno de la Unidad Popular, por lo que sus actividades profesionales y políticas fueran de conocimiento público. Del total de víctimas, 126 eran mujeres. Entre estas últimas, diez estaban embarazadas al momento de sus detención, de esos niños también se perdió todo rastro, sin que exista noticia de que alguno de ellos haya llegado a nacer.

La Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos se constituyeron a pocos meses después del golpe de Estado, y en contra de sus deseos fue creciendo a medida transcurría el tiempo y la represión continuaba, convirtiéndose así mismo en los principales referentes de movimientos de defensa de los derechos humanos, en dictadura y luego en la larga transición a la democracia chilena.

Es probable, que el hijo o la hija de Michelle Peña (2), quien tenía ocho meses y medio de embarazo al momento de ser detenida, haya llegado al mundo en un centro clandestino de tortura, probablemente Villa Grimaldi, sin embargo no hay constancia de ello (3). A diferencia de Argentina y Uruguay no existen en Chile casos de bebes apropiados por los militares, ni nacidos en cautiverio.

Ambas organizaciones están compuestas mayoritariamente por mujeres, pero no es exclusivamente un agrupación de madres, ni viudas. Por el contrario, sus integrantes tienen distintos vínculos de parentesco con los ausentes. Esposas, hijas, hermanas, y por supuesto también madres. De esta forma

En Chile, el objetivo de la detención de estas mujeres no fue el de quedarse con sus hijos, sino sólo castigarlas por su militancia política, a diferencia de la política de sustracción y tráfico de niños como en Argentina, o España

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durante el Franquismo, para reeducarlos o darlos en adopción (Peñaloza, 2015, p. 232).

convivencias, en que los militantes incluían a toda la familia, aunque muchas veces era toda la familia la que militaba en el partido, todo ello era parte del mundo ausente que era necesario recrear.

La mayoría de los hijos creció con uno de sus padres, siendo unos pocos los que padecieron la ausencia de ambos. No existen tampoco casos de niños chilenos recuperados, pues no fueron nunca detenidos junto a sus padres.

En términos concretos, y en la idea de proteger a los niños, un grupo de mujeres, también familiares de las víctimas creó el programa de Protección de la Infancia Dañada por Estados de Emergencia (PIDEE), que otorgaba atención médica y sicológica, reforzamiento escolar, pero sobre todo un lugar que reunía a los más desprotegidos entre las víctimas, sus hijos. Padres asesinados, desaparecidos o presos, hijos del exilio y el retorno, tuvieron un lugar para re-conocerse y encontrar ayuda en un país que les era mayoritariamente hostil. En ese proceso todos fueron creciendo e incorporándose a la vida política chilena, que en verdad, nunca les fue ajena. Militaron en organismos de derechos humanos o en partidos políticos, que en general coincidían con los de los padres que habían sido víctimas de la dictadura, así como también en el movimiento estudiantil secundario o universitario.

La dramática excepción fue Pablo Athanasiu Laschan, hijo de Miguel Angel y Frida, militantes del MIR, detenidos en Buenos Aires el 15 de abril de 1974, en el marco de la Operación Cóndor. La pareja se había exiliado en Argentina huyendo de la represión desatada a partir del golpe de estado de 1973. Pablo tenía entonces 5 meses de edad. El año 2013 se convirtió en el nieto número 109 en ser recuperado por Abuelas de Plaza de mayo, pero en abril de 2015 se quitó la vida (4). En Chile, las agrupaciones de familiares se constituyeron en un espacio político, para demandar verdad y justicia, pero también en una red para quienes padecieron la represión y la ausencia.

Una vez acabada la dictadura, los chilenos en general y los familiares de las víctimas en particular, tenían expectativas en materia de derechos humanos. El programa del nuevo gobierno prometía derogar la Ley de amnistía y avanzar en el conocimiento de la verdad sobre el destino de los desaparecidos.

Los hijos más pequeños vivieron y crecieron en ese espacio, que físicamente estaba ubicada en las dependencias de la Vicaria de la Solidaridad al costado de la Catedral de Santiago. Muchos de ellos aprendieron en ese lugar a dar sus primeros pasos, a leer o escribir, y también a reconocerse parte de un grupo particularmente afectados por la represión, pero protegido por los afectos que da la solidaridad entre y hacia los perseguidos.

La ley de amnistía había sido promulgada durante la dictadura, y cubría todos los delitos cometidos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1978. La complicidad de los tribunales de justicia hizo que la ley se interpretara no sólo como impedimento para juzgar sino incluso investigar los crímenes perpetrados en esas fechas.

De hecho se reproducían dinámicas de la familia perdida, la biológica y la política, recreando las actividades que antes del golpe de Estado realizaban los partidos de la izquierda chilena, como paseos a la playa,

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Esta ley no se ha derogado hasta hoy, pero ha sido superada por la vía de los hechos, en términos generales, a partir de la detención de Pinochet en Londres en 1998 (5). De acuerdo a la legislación internacional, ha prevalecido la idea de que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, que no se pueden amnistiar y, que la legislación internacional está por sobre las leyes nacionales. Además se sienta precedente sobre la figura de “secuestro permanente” a los casos de desaparición forzada, toda vez que no aparezcan las víctimas, vivas o muertas.

Si bien fue un avance en materia de verdad, hacía aún más evidente la sensación de impunidad. Había reparaciones de carácter material para las familias, pero muy exiguas muestras simbólicas. Las expectativas eran disímiles, mientras los organismos de derechos humanos esperaban que el informe trajera consigo la justicia, el gobierno, y otros sectores de la sociedad chilena, y muy fuertemente la iglesia, hacían un llamado a la reconciliación, sin que nadie de los involucrados en las violaciones a los derechos humanos pidiera perdón, y amparados judicialmente por la amnistía.

Es decir, en términos prácticos durante casi toda la década, y salvo excepciones no contempladas por la amnistía, los crímenes de la dictadura permanecieron impunes, no obstante el Informe de Verdad y Reconciliación, emanado de la Comisión del mismo nombre, creada por el primer gobierno de la democracia, más conocido como Informe Rettig (1991).

En ese contexto, los familiares de las víctimas, y muy lentamente sectores más amplios de la sociedad fueron exigiendo cada vez con más fuerza, la necesaria justicia. La respuesta no fue solo la denegación si no al menos dos “ejercicios” militares, para evitar ser llamados a declarar a tribunales y un intento de ley de “punto final” en 1993, que fue retirado del parlamento por el Poder Ejecutivo, ante la presión de cada vez más chilenos que anhelaban justicia.

El Informe dio a conocer el nombre de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990, la fecha de su detención, su militancia política y una pequeña biografía de sus vidas. Toda esta información fue entregada por los familiares de las víctimas y por los organismos de derechos humanos, por lo tanto era una verdad sabida para estos, pero sirvió para que el resto del país pudiera estar en antecedentes y ser reconocida como una verdad de Estado, faltaba lo más importante que era el destino de los desaparecidos. Para ello era necesaria la información de las Fuerzas Armadas y los organismos represivos que se negaron a colaborar con el informe. Más tarde y junto a la derecha política, vinculada con la dictadura, se negaron a reconocer sus resultados.

En ese escenario de impunidad, similar al de Argentina de los noventa, tras las leyes de Punto Final y Obediencia Debida de Alfonsín, y los indultos a los militares de Menem, en la misma época, los hijos de detenidos desparecidos intentaron agruparse en una orgánica que les fuera propia, como HIJOS. No obstante su relación previa, este intento no dio fruto, básicamente por las diferencias políticas entre ellos, que pesaban más que su identidad de hijos de víctimas a la hora de conformar un espacio propio. De ese intento surge un grupo que utiliza el método argentino del escrache, pero que no está compuesto exclusivamente por hijos, y que actúa hasta el día de hoy como Comisión

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Funa, pues es el término equivalente a escrache.

dentro de ellos o del gobierno, por lo mismo la generación de los hijos es de edades dispares, lo que ha hecho tal vez más difícil la formación de una identidad homogénea. No obstante lo anterior, han estado presentes en distintos ámbitos de la lucha por la defensa de los derechos humanos, en tanto profesionales, o activistas, y distintos escenarios, no sólo desde la militancia, sino incluso al revés. Puede decirse que desde su condición de hijos, han sabido proyectar los valores universales de estos derechos en cada uno de sus quehaceres, como el arte, la docencia, la investigación, o la organización comunitaria y muy especialmente hacia las nuevas generaciones, empezando por sus propios hijos.

Antes, en la década de los ochenta, la propia agrupación había tenido una sección “juvenil” que reunía a los hijos que en esos años atravesaban la juventud y la adolescencia, dando forma a algunas iniciativas propias, pero dentro del ámbito de la organización general. No quiere decir esto que los hijos no se hayan organizado en torno a la demandas del movimiento de derechos humanos, sino que adquiere otras características. Posteriormente, un grupo de hijos se reúnen para organizar una huelga de hambre (agosto-septiembre de 2003), en el contexto de discusión de una nueva propuesta sobre derechos humanos del gobierno de Ricardo Lagos, en el marco de la conmemoración de los treinta años del golpe de Estado. Las edades de los miembros del grupo iban entre los 23 y los 39 años y no continúa como movimiento tras la huelga.

Notas ** Carla Peñaloza es Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona, docente del Departamento de Historia de la Universidad de Chile y Coordinadora del Diplomado Educación, Memoria y Derechos Humanos

El accionar de los hijos no tiene una expresión generacional, si no que han sido y continúan siendo parte de un movimiento mayor, que se expresa en la participación en la Agrupación de Familiares, tomando roles dirigentes, asumiendo muchas veces el relevo de los mayores, incluso bajo el rótulo de segunda o tercera generación según fueran hijos o nietos de desaparecidos o en movimientos de defensa de derechos humanos agrupados más bien por “lugares” o “casos”, como “Paine”, o “familiares de los 119”, donde nuevamente encontramos una convergencia generacional, y diferentes lazos familiares.

* Agradezco muy especialmente a María Paz Concha, hija de Marcelo Concha, detenido y desparecido desde 1976. Sus comentarios e informaciones fueron muy importantes para este trabajo. (1) Informe de Verdad y Reconciliación, Gobierno de Chile, 1991 (2) Militante socialista, estudiante, detenida y desparecida desde el 20 de junio de 1975 a los 27 años de edad. (3) Rojas, Paz Todas íbamos a ser reinas, LOM, Santiago (4) http://www.perfil.com/sociedad/Sesuicidio-Pablo-Athanasiu-el-nietorecuperado-109-20150411-0102.html. Revisado 28 de abril de 2016. (5) La primera sentencia que omite la ley de amnistía es de 1993, sin embargo no se

Porque si bien la mayoría de las víctimas de la dictadura fueron jóvenes, (71% tenía entre 16 y 35 años) el promedio de edad es más alto que el caso argentino, y está relacionado con el carácter de los partidos, los roles

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extenderá sino hasta fines de la década de los noventa, como hemos señalado.

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A dieciséis años de la formación de Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio en México Humberto Gabriel Menamente López* UANL/UNLP hmenamente@gmail.com

Son ya un poco más de dieciséis años de aquel llamamiento publicado en el diario La Jornada de la Ciudad de México con la intención de reunir a todos los hijos de desaparecidos, exiliados y presos políticos en México a participar en un primer encuentro de Hijos por la Identidad la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Aunque el llamado fue abierto para todos aquellos jóvenes que se interesaran e identificaran en la formación de la organización del grupo, la concurrencia fue de aproximadamente 50 asistentes, de entre los cuales había hijos de exiliados de diferentes partes de Latinoamérica. La idea surge de contacto que se dio en México entre hijos de desaparecidos mexicanos con una integrante de H.I.J.O.S. Córdoba (Burkert, 2012). Se puede tomar este momento como fundacional en la organización mexicana, pero para tener una perspectiva más amplia resulta necesario ahondar en el contexto décadas atrás.

Partido Revolucionario Institucional (PRI), que desde 1929 hasta el 2000 ocupó el poder. Militantes de organizaciones que tomaron la decisión de enfrentar al Estado con las armas y de algunas otras que lo siguieron haciendo de manera pacífica, fueron suprimidos casi en su totalidad durante la década del ´70 en los gobiernos en turno de Luis Echeverría y José López Portillo. El Estado empelo una gran cantidad de recursos para llevar a cabo lo que se conoce como “Guerra Sucia”. Persecuciones, hostigamiento, infiltración, secuestro, tortura, ejecución y desaparición forman la lista de las acciones con las que el Estado enfrentó a las organizaciones insurgentes, mostrándose de una forma clara la diferencia de fuerzas entre ambos. 563 desaparecidos es el saldo que actualmente se tiene de esa generación y sí se puede corroborar ese dato es por la lucha que iniciaron en 1977 los familiares de esos desaparecidos organizándose primero en el Comité Pro defensa de presos, perseguidos, desparecidos y exiliados políticos de México, posteriormente cambio su nombre a Comité Eureka. Fue por las acciones que el Comité Eureka emprendió en la búsqueda de sus familiares, y por una huelga de hambre en 1978, como el mundo se enteró de lo que estaba pasando en México. El Comité Eureka contó desde su surgimiento con un estrecho vínculo con las organizaciones argentinas de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, también apropiaron la consigna: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Fue así que se mantuvo la memoria de los desaparecidos desde una memoria subterránea (Pollack, 2006), contraponiéndola al discurso oficial del

El problema de la desaparición forzada de personas en México que golpea brutalmente en la actualidad, apareció ya hace casi cincuenta años (1). Gran parte de la sociedad latinoamericana que le tocó vivir los años de violencia política de los años setenta, veía a México como el país que recibió y brindo oportunidades de vida a quienes huían del terror de las dictaduras militares en sus respectivos países. Se ignoraba que las mismas prácticas de represión sistemática empleadas por las dictaduras sudamericanas también las llevaban a cabo los gobiernos democráticos de México desde la década del ´60 bajo los regímenes autoritarios del

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gobierno que apostaba a la negación y al olvido de la sociedad. La existencia del Comité Eureka es trascendental para la posterior conformación de H.I.J.O.S. México. Pues fue desde ahí que algunos de sus hoy miembros comenzaron su militancia en el movimiento por los derechos humanos, primero durante su infancia y adolescencia cuando acompañaban a sus madres, padres, abuelas y tías en los actos, después ellos tomarían su camino como emprendedores o agentes organizadores (Jelin 2001), dándole un enfoque diferente al uso del espacio público como espacio simbólico de memoria. Hacer memoria y luchar contra el olvido es cuestión política, que implica la relación del sujeto con su propio pasado y con lo que, al traerlo al presente, busca hacer con su futuro (Juliá en Allier, 2009).

continuaron compartiendo consignas y espacios. Ahora las formas de manifestación son diferentes e innovadoras pero cuentan también con la participación del Comité Eureka y del Comité 68 (2) (Burkert, 2012).

La figura del desparecido político en México hasta hace unos años era casi desconocida e ignorada en la sociedad, por consecuencia la figura del hijo de desaparecido era totalmente invisible para el ideario social. Siguiendo los pasos de la organización hermana en Argentina, H.I.J.O.S. México logró formarse como un grupo con identidad propia dentro del movimiento por los derechos humanos, en la lucha por la memoria y contra el olvido. Enfrentándose a una situación de memoria amenazada como lo plantea Todorov, pues existe de parte del Estado mexicano la voluntad explícita de ocultar y cubrir los crímenes masivos, es que emprenden una lucha por la memoria en el nivel de huellas (Vezzetti, 2011).

Emulando a sus hermanos argentinos, pues se consideran hijos de una misma historia, conformaron un repertorio de acciones en su lucha por la memoria, en donde se fueron enfrentando con las particularidades que encierra el caso mexicano. La estrategia y enfoque para sortearlas tuvo que plantearse objetivos claros para actuar en su entorno y lograr incidencia social. En México no existe una memoria social hacia lo ocurrido en la década del setenta, las generaciones que vivieron esos años no demuestran un conocimiento del asunto, lo ignoran o los que saben al respecto lo han determinado como hechos aislados del pasado. Al aparecer H.I.J.O.S. México ya con identidad propia dentro del movimiento de lucha contra el olvido y por la memoria de los desaparecidos políticos, estaban al tanto de que se iban a encontrar con la desinformación total que había sobre el pasado reciente de represión estatal, consecuencia inmediata de las estrategias de silencio y olvido que el gobierno ha puesto en práctica a lo largo de los años. Dichas estrategias parten desde la negación de movimientos sociales y armados y por consiguiente de la represión estatal. De tal forma que hacer visible la historia de los desaparecidos se convirtió en el primer objetivo para lograr el reconocimiento en la memoria social.

Las dimensiones como grupo desde luego son muy diferentes a las del caso argentino, y esto responde a los diferentes procesos histórico-políticos y a la forma de abordar la memoria del pasado reciente en cada país. Sin embargo al haber obtenido su propia identidad, no se da un corte en el lazo generacional con las otras agrupaciones del movimiento de derechos humanos,

Hacer que se reconozca socialmente la existencia de la desaparición forzada ha implicado una dura tarea compuesta por diferentes etapas. La primera desgraciadamente fue partir casi de cero para informar a una sociedad en su mayoría ignorante de las acciones emprendidas por gobiernos anteriores en contra de grupos organizados que buscaban un cambio en la

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sociedad. Tal ignorancia como se mencionó anteriormente es producto de las estrategias del Estado, pero también de ha sido parte de los efectos a largo plazo que esta práctica de terror social generó ideológicamente en la sociedad mexicana. La siguiente etapa fue con ese sector, más reducido por supuesto, pero enterado de los hechos, que consideraban las desapariciones forzadas como hechos aislados y del pasado, adjudicando tales acciones a gobiernos autoritarios que parecieran demasiado lejanos en el tiempo. A ellos H.I.J.O.S. México se ha dirigido mostrándoles la realidad explicando que tales acontecimientos no fueron excesos ni abusos de las autoridades, sino una estrategia diseñada para reducir física e ideológicamente a los opositores del gobierno. Para llevar a cabo esa represión sistemática se crearon diferentes organismos que accionaban de manera legal e ilegal como la Dirección Federal de Seguridad, la llamada Brigada Blanca y Grupos Paramilitares sustentados desde las más altas esferas del poder público. Con estos argumentos y pruebas han logrado entrelazar el pasado con el presente, denunciando la serie de continuidades en la violación a los derechos humanos por parte del gobierno mexicano durante casi 50 años, desde la represión al movimiento estudiantil de 1968, pasando por los acontecimientos de 1971 conocido como “El Halconazo”, la Guerra Sucia, Atenco, Acteal, los asesinatos de activistas y luchadores sociales como son los casos de la abogada Digna Ochoa y el estudiante Pavel González, los feminicidios en Ciudad Juárez, hasta la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa en septiembre de 2014. Dejando claro que ese pasado de represión no es monopolio de los gobiernos priistas, sino también de los otros partidos, como el Partido Acción Nacional (PAN), que se hacen decir portadores del cambio. Lamentablemente los hechos actuales dentro del contexto de la

guerra contra el crimen organizado instaurada en el durante el sexenio de Felipe Calderón 2006 – 2012 (PAN) lo han demostrado de manera lacerante para la sociedad mexicana. En H.I.J.O.S México se han mantenido con el firme argumento de que la desaparición forzada no es un delito del pasado, pertenece al presente y se comete segundo a segundo, mientras no les digan donde tienen a sus familiares (3). En el 2005 H.I.J.O.S. México se adhirió a la sexta declaración del EZLN reconociendo en el zapatismo una continuidad en la lucha de sus padres, identificando con su dignidad rebelde como su resistencia y así continuar luchando juntos contra el olvido que pretende devorar a todos los que han peleado contra las injusticias del Estado. En diferentes actos frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación han denunciado el hostigamiento que se hace a indígenas y comunidades zapatistas en el estado de Chiapas por parte del ejército y grupos paramilitares. Cuando se cumplieron los 30 años del Golpe cívico-militar en Argentina H.I.J.O.S. México despliega un comunicado en donde reitera su hermandad con H.I.J.O.S., apoyando y destacando la lucha que junto con otros grupos como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo han realizado por la lucha por la memoria de todas las víctimas del terror de la dictadura. Enfatizando que fue en gran parte a esa lucha que se logró juzgar y condenar jurídicamente a las juntas militares, que la lucha por la memoria no termina ahí, es continua e invita a que juntos recuperar la memoria para algún día levantar las banderas la libertad y la justicia social (4). Cabe destacar que algunos funcionarios de la embajada argentina en la Ciudad de México intentaban llevar a cabo un acto de agradecimiento al expresidente Luis Echeverría (uno de los aún vivos responsables de orquestar las estrategias de terror estatal) por haberlos recibido en

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aquellos años de represión, para lo cual H.I.J.O.S. México critico fuertemente (Burkert 2012) y después de movilizarse junto con otras agrupaciones lograron suspender el acto.

clandestinas. El Campo Militar No. 1 ha sido desde los años sesenta el destino de reclusión (y el último lugar donde se les vio con vida), de muchos de los detenidos desaparecidos. El gobierno siempre ha negado la existencia de instalaciones carcelarias al interior del campo. Tanta ha sido la confianza y la apuesta del Estado mexicano a su política de negación, silencio y olvido que dentro de la campaña “La gran fuerza de México” (ideada para sanear la imagen del ejército en medio del contexto de la guerra contra el narcotráfico), abrió las instalaciones del Campo Militar No. 1 para que la población civil las usara como paseo dominical en bicicleta (6). La situación fue bien aprovechada por H.I.J.O.S. México para llevar a cabo la acción de escrache. Fue un momento inmejorable para decirle a la población ignorante del pasado y del presente, que ahí fue y es un lugar en donde se violan de manera sistemática los derechos humanos, que lejos de ser una ciclo pista es una cárcel clandestina, que ahí se tortura y desparece, piden juicio y castigo para los ejecutores y sus cómplices. El sentido del pasado sobre el que se está luchando, es en realidad, parte de la demanda de justicia en el presente (Jelin, 2001). Aunque los gobiernos cambien, las prácticas de terror estatal continúan, pues el reporte más reciente de la reclusión y posterior desaparición de luchadores sociales en esas instalaciones del que se tiene conocimiento es del 2007.

En H.I.J.O.S. México el escrache es también una acción emblemática dentro de su repertorio a lo largo de su trayectoria y los han llevado a cabo en distintos momentos. En la mira de esos escraches ha estado Luis Echeverría, quién desde la secretaria de gobernación comandó la masacre de Tlatelolco en 1968 y ya en su sexenio como presidente 1970-1976, llevó a cabo la mayor cantidad de desapariciones forzadas a militantes de organizaciones políticas (Guerra Sucia). En más de una ocasión se han plantado a las afueras de su residencia para condenarlo socialmente, ya que jurídicamente no se ha avanzado, de los crímenes de lesa humanidad y genocidio. No solamente han escrachado personajes, también instituciones como la Suprema Corte de Justicia de la Nación por permitir y ser cómplice de la impunidad que impide que represores como Echeverría anden libres por las calles de la ciudad. Si las leyes y las instituciones perpetúan la impunidad, ellos buscan la condena social. Si no hay justicia hay escrache (H.I.J.O.S. México, 2012). Uno de los escraches más importantes y significativos por todo lo que envuelve a su alrededor fue el realizado al Campo Militar No. 1 en el mes de febrero del 2011. A diferencia del caso argentino en donde los centros clandestinos de detención se convirtieron en lugares de memoria, en los cuales se llevan a cabo actividades culturales, sociales y políticas vinculadas a la lucha contra el olvido, en México es hasta hoy en día imposible la existencia de ese tipo de lugares de memoria (5), pues fue dentro de los campos militares en donde se han ubicado, gracias a testimonios de ex detenidos desaparecidos, las cárceles

El renombramiento de calles se ha convertido en una manera renovadora de llevar a cabo la protesta social y la difusión de la memoria. Hacer de la memoria un verbo, dar espacio físico a los que intentaron borrar del espacio de la historia (H.I.J.O.S. México 2012). En el desarrollo de la actividad se involucra socialmente a la comunidad. La actividad ha pasado por diferentes etapas, primero de informar sobre el pasado reciente, después convocar a participar en el acto simbólico y

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por últimos impulsar la participación ciudadana para que el cambio de nombre de la calle pase de ser simbólico y se haga efectivo, de manera legal y oficial. Mediante esta acción han buscado la forma de hacer que se note en el espacio público la ausencia de los desaparecidos haciéndolos presentes en el renombramiento.

Transnacionalizar la memoria de la generación de hijos de desaparecidos se ha convertido en una de las tareas propuestas por H.I.J.O.S. México al movimiento latinoamericano por los derechos humanos. Ese intento se materializó con la organización del primer “Encuentro Internacional de H.I.J.O.S “contra la desaparición forzada de personas por el juicio y castigo a los responsables”. Durante una jornada de tres días en el mes de octubre del 2010 se reunieron en la Ciudad de México con integrantes de H.I.J.O.S. de Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, Perú, España y Francia. El eje del encuentro era reivindicar la conexión entre las historias de represión de sus países, denunciar la impunidad de los casos del ayer y la continuidad del delito en el mundo. La transnacionalización de la memoria consistió en el énfasis de la contradicción que ha puesto a México como un país de refugio para exiliados, pero al interior ha utilizado (lo sigue haciendo), las mismas tácticas represivas que condenaba en el extranjero. Dentro del encuentro se llevaron a cabo diferentes actividades, proyecciones, debates, ponencias y un escrache internacional a la embajada de Estados Unidos con el objetivo de condenar su influencia histórica y actual al continente latinoamericano (Burkert 2012). Han tomando como guía la identidad, la memoria y la justica como tres ejes indisociables de su lucha. Se identifican a través de sus historias individuales para expresarse de manera colectiva como una nueva forma de hacer política (8). No asumir el pasado como un recuento de datos, sino hacer de la memoria un verbo, situándose como sujetos activos en el presente y futuro de la sociedad. Una reconstrucción del pasado percibida como un acto de oposición al poder, acto de resistencia (Todorov 2000). Han insistido que la represión ha tenido nombres y formas y se adapta al presente para continuar violando los derechos humanos. Su lucha contra la

Pensar el espacio público como la arena de las ideas motivo a H.I.J.O.S. México a emprender una intervención en la Alameda Benito Juárez de la Ciudad de México, pues es en el espacio público en dónde encuentran a personas que no conocen la historia que ellos reivindican. La actividad se realizó el 29 de agosto Día Internacional del Detenido-Desaparecido, como parte de su décimo aniversario consistió en una exposición y campaña fotográfica en la que incluían a participar a las personas que paseaban por el lugar. Con el lema “Los Desparecidos Nos Faltan A Todos” la actividad en principio fue informativa, para posteriormente invitar a participar tomándose una fotografía cargando la imagen de un desaparecido (7). Dentro de los desaparecidos hay doctores, obreros, estudiantes, amas de casa, abogados, albañiles, etc etc; gente que tenía un rol en la sociedad y que de alguna forma hacen falta. La campaña despertó el interés de quienes por ahí paseaban y tendió un lazo de identificación por su ocupación con los desaparecidos y sobre todo con los familiares que continúan buscándolos. La campaña también contó con imágenes de estudio de personajes el ámbito cultural, artístico y periodístico que participaron tomándose la foto portando la imagen de un detenido desaparecido. La escritora Elena Poniatowska, el músico Oscar Chávez y la actriz Ofelia Medina personas reconocidas en México por sus trayectorias profesionales y su sensibilidad a las cuestiones sociales fueron invitados a participar.

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impunidad los mantiene exigiendo castigo para los responsables de ayer y hoy.

declaraciones oficiales que competen los asuntos del terrorismo de Estado y la desaparición forzada. Cada seis años cuando se acercan las elecciones presidenciales y las campañas políticas de los candidatos oficiales empiezan a tomar forma, se presenta un buen momento para analizar las intenciones e interés que cada partido le ha dado y le piensa dar a la asunto de las desapariciones forzadas. En junio del 2012 la candidata del Partido Acción Nacional (ganador de las últimas dos elecciones presidenciales) Josefina Vázquez Mota en uno de sus discursos y en entrevista con la reportera Carmen Aristegui (10), apelando a una supuesta cercanía con familiares de víctimas de desapariciones decía de manera casi convincente: “De pronto ya ni siquiera piden encontrarlo vivo, quieren saber dónde está”. La reacción de H.I.J.O.S. México ante esas palabras en una carta publicada dirigida a Aristegui y a la comunidad en general fue contundente, dejando claro que dicha postura para nada los representa y les parece indignante la forma en que el Estado busca desmovilizarlos apostando a que den por muertos a sus familiares, tratando de imponerles la resignación y el futuro de olvido. Reiteraron la exigencia de pruebas si la intención del Estado y de la candidata es determinan que sus familiares ya no están con vida, que explicaran como lo saben y quienes son los culpables, pidiendo juicio y castigo para los responsables y sus cómplices ya sea por acción u omisión. H.I.J.O.S. México no se ha asumido partidista y ni ha apoyado ninguna propuesta en particular en las tres coyunturas de elección presidencial que les ha tocado desde su fundación (11). Ante afirmaciones de este tipo hechas por quienes buscan puestos de elección, la respuesta fue salir a defender la lucha que sus abuelas y madres han mantenido durante casi cuatro décadas por la presentación inmediata con vida de todos los desaparecidos. Retomando las palabras de Pierre Nora (2001), así como las fechas y los

Inspirados en la acción de resistencia que durante la dictadura en Chile la Organización de Familiares Detenidos y Desparecidos llamó la CUECA SOLA, H.I.J.O.S. México realizó llevo a cabo una actividad integrándose al baile de Danzón que se lleva cada semana en la conocida Plaza la Ciudadela de la Ciudad de México, renombrada como Plaza del Danzón. Todos los sábados desde hace 20 años se reúnen gran cantidad de personas, desde adultos mayores hasta jóvenes veinteañeros a bailar este ritmo que llego a México con la inmigración cubana en la década del treinta. Su participación en esta arraigada práctica cultural levantó un puente más en la complicada difusión de la memoria del pasado reciente y a la vez un acto de solidaridad con la lucha de la organización chilena a 40 años del golpe militar. Cada hijo bailó portando la foto de su familiar desaparecido, dando un mensaje simbólico de que lo que también les han arrebatado: la posibilidad de bailar con ellos esa y muchas otras melodías más. A través del danzón buscaron dar continuidad a su legado de alegría y amor por la vida, un baile de celebración a sus vidas interrumpidas, pero denunciando su ausencia (9). Algunas de sus actividades se fueron constituyendo dentro un repertorio permanente de acciones. Una de ellas es el plantón que hacían el primer sábado de cada mes frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación reclamando justicia para los desparecidos políticos. Desde septiembre de 2008 hasta octubre de 2014 llevaron esta acción de manera permanente convirtiéndola en una de las actividades que han manteniendo la cohesión del grupo. H.I.J.O.S. México ha reaccionado oportunamente a diferentes situaciones o

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aniversarios son coyunturas en que las memorias de una nación son producidas y activadas, en México los periodos de campañas y elecciones presidenciales se han vuelto momentos coyunturas y en ocasiones políticas en que los actores sociales y políticos que pueden movilizar los diversos sentidos que se les otorga al pasado.

En 2014 el Estado mexicano rindió un informe ante la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas Contra las Desapariciones Forzadas convocada por el Comité Contra la Desaparición Forzada de la ONU, ante tal informe H.I.J.O.S. México declara que solamente se ha abundado en datos y argumentos legales que nada tienen que ver con la prevención, erradicación o justicia real en torno al delito de desaparición forzada. El informe atiende recomendaciones hechas por el Grupo de Tareas de la ONU, pero deja de responder a los temas centrales: presentación de las personas desaparecidas y juicio y castigo a los responsables. La figura de ausencia por desaparición forzada es algo casi inexistente en México, solo en un par de estados se ha avanzado para la elaboración de un término que sea adecuado para las situaciones del pasado y para las que están sucediendo en la actualidad. Ausencia por presunción de muerte es la forma legal del Estado para determinar situación de desaparición forzada, bajo este argumento que contraviene la realidad de la situación, han extendido algunas indemnizaciones económicas, H.I.J.O.S. México ha descrito esto como una re victimización que vulnera seriamente la dignidad de los familiares y víctimas. Lo planteado por H.I.J.O.S. México en su contra informe con respecto a que la desaparición forzada se ha especializado y extendido a diversos grupos sociales, toma forma al mencionarse el caso de los periodistas desaparecidos, que por los temas que trabajan se han convertido en victimas de desaparición. Del 2007 al 2013 se contaban 19 periodistas, esa lista ha aumentado así como la de periodistas ejecutados, algunos de los cuales previamente habían denunciado públicamente las amenaza y la persecución por parte de funcionarios de gobierno. Para concluir su declaración H.I.J.O.S. México toca un tema que no ha sido mencionado nunca por el Estado y que

En su trece aniversario que coincidió con la filtración de listas de los desparecidos de los últimos años dentro de la guerra contra el crimen organizado, insistieron que la impunidad en México se ha convertido en un cheque en blanco para la violación a los derechos humanos, por lo tanto no hay ni habrá investigaciones efectivas ni castigo a los culpables. Entrelazan la situación actual con la que vivieron sus padres décadas atrás, pues una nueva generación de familiares de personas desaparecidas crece día con día. Del 2007 al 2013 dentro del contexto de la guerra contra el crimen organizado, las listas ascienden entre 26 o 27 mil, no arrogan una cifra exacta. Lo cual demuestra la falta de disposición del Estado por atender el tema. Entienden lo doloroso que ha de ser mirarse en su espejo al enterarse que su lucha puede volverse eterna por la falta de respuestas de las dependencias encargadas de buscar el paradero de los familiares. Pero les hacen saber que el conocerse les hace compartir experiencias para que juntos carguen una bandera en común en la lucha por encontrar a sus desaparecidos (12). Si la memoria posibilita la creación de los espacios de cohesión familiar, social, nacional, es justamente esta fuerza la que permite entender porque en los periodos sociales más calmos tienen menor visibilidad y en los momentos de mayor tensión y crisis – cuando las identidades se desestabilizan y desestructuran - adquiere fuerza y visibilidad (Catela 2011).

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obviamente no contempla en ese informe y es la existencia de niños desaparecidos durante la Guerra Sucia, pues se tiene la certeza que algunas desaparecidas estaban embarazadas al momento de su detención. De eso tiene conocimiento el Estado pero nunca ha hecho referencia a acciones emprendidas para buscar el paradero de esos niños (13). Tal información es para estremecerse pues es un asunto que incluso hasta en las organizaciones de lucha por los derechos humanos no había sido tomado en cuenta.

Desparecidos en Nuevo León, Coahuila y Jalisco, Comité de Familiares y Amigos de Secuestrados, Desaparecidos y Asesinados en Guerrero, Comité de Familiares de Personas Detenidas Desaparecidas en México ¡¡Alzando Voces!!, Desaparecidos Justicia, A.C., Familiares en Búsqueda María Herrera, A.C., para estas agrupaciones y asociaciones civiles la existencia de H.I.J.O.S. México pasaba desapercibida en el 2010, (cuando H.I.J.O.S. México escribía que el tema estaba poco posesionado en el país), ahora son un referente en la búsqueda de familiares desaparecidos, casi como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo e H.I.J.O.S. Argentina son un referente para H.I.J.O.S. México y el resto del movimiento de derechos humanos en México.

El tema de la desaparición forzada de personas se encuentra poco posicionado en México actualmente; eso escribía H.I.J.O.S. México en el 2012 (H.I.J.O.S México, 2012). A casi seis años las cosas se han volcado para mal estrepitosamente. El lamentable acontecimiento de Ayotzinapa en septiembre del 2014 hizo que el tema tomará relevancia en la sociedad a nivel nacional e internacional. La desaparición forzada de personas es parte de los puntos pendientes en ese pasado turbio en la historia reciente del país, pero también es parte de su presente como consecuencia de ese pasado de impunidad. El problema mantiene una línea de continuidad, aunque los contextos en los que se dan han cambiado, es una práctica que se ha venido efectuando desde finales de los años ´60. Hoy son miles de personas que buscan a sus familiares desaparecidos producto del contexto de la guerra contra el crimen organizado. Ahora son estos miles los que se identifican con los cientos que han mantenido la búsqueda de sus familiares desaparecidos durante la represión del gobierno mexicano a los movimientos sociales y armados en las décadas del ´70 y 80. Hoy en día han surgido distintas agrupaciones civiles que buscan a sus familiares desaparecidos bajo el contexto de la guerra contra el crimen organizado, algunas de ellas dentro de una muy amplia lista son Fuerzas Unidas por Nuestros

Notas * Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Docente a nivel preparatoria en institutos y universidades privadas. Participación en la elaboración y práctica de proyectos culturales y de desarrollo social en el estado de Nuevo León. Maestrando en Historia y Memoria por la UNLP, Argentina. (1) Se toma en cuenta como la primera desaparición forzada a la del profesor Epifanio Avilés Rojas que fue aprehendido el 19 de mayo de 1969 en Las Cruces municipio de Coyuca estado de Guerrero. (2) El Comité 68 está conformado por participantes del movimiento estudiantil de 1968 que fue reprimido brutalmente el 2 de octubre en Tlatelolco. Han hecho acciones para preservar la memoria del movimiento como la colocación de una estela en la Plaza de las Tres Culturas. (3) www.hijosmexico.org (4) http://www.hijosmexico.org/indexcomunicado_h.i.j.o.s._mexico_24_de_marzo _de_2006

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(5) Existe en la Ciudad de México el Museo Casa de la Memoria Indómita que está a cargo del Comité Eureka, pero las instalaciones nada tienen que ver haber sido cárcel clandestina. (6)http://www.hijosmexico.org/indexescrache_al_campo_militar_1._no_es_ciclopi sta_es_carcel_clandestina (7)http://hijosmexico.org/indextomate_la_foto._los_desaparecidos_nos_falt an_a_todos (8)http://www.hijosmexico.org/indexencuentro_internacional_de_h.i.j.o.s._2010_d eclaratoria_final (9) http://www.hijosmexico.org/index-videos (10) Carmen Aristegui también ha sido blanco del autoritarismo mexicano, por haber hecha pública la investigación periodística llamada “La Casa Blanca” (casa propiedad de la esposa del presidente valuada en 7 millones de dólares) que deja al descubierto la corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto, en marzo de 2015 sacaron del aire su programa en la cadena Noticias MVS. (11)http://www.hijosmexico.org/indexposicionamiento_de_hijos_mexico_respecto_ a_declaraciones_de_jvm_sobre_desaparecid os (12)http://www.hijosmexico.org/indexposicionamiento_de_hijos_mexico_respecto_ a_la_simulacion_de_busqueda_y_las_recient es_listas_de_desaparecidxs (13)http://www.hijosmexico.org/indexinforme_sombra

Memorias, espacios y ciudades en disputa, Anne Huffschmid y Valeria Durán, Editoras, Buenos Aires: Nueva Trilce Editorial. Da Silva, Catela, Ludmila. (2011). “Pasados en Conflicto. De memorias dominantes, subterráneas y denegadas. En: Problemas de historia reciente del Cono Sur, Vol. I. Lvovich, Daniel; Bohoslavsky, Ernesto; Franco, Marina (Compiladores). UNGS – Prometeo Libros. H.I.J.O.S. México, (2012) Memoria y condena social en el espacio público: renombramientos de calles y otras acciones de H.I.J.O.S. México, en Topografías Conflictivas, Memorias, espacios y ciudades en disputa, Anne Huffschmid y Valeria Durán, Editoras, Buenos Aires: Nueva Trilce Editorial Jelin, Elizabeth. (2001). Los Trabajos de la memoria, España, Siglo veintiuno editores. Nora, Pierre. (2001). “Entre Mémoire et Histoire”. En les lieux de mémoire. I. La République. París. Gallimard. Pp. 23-43. Pollack, Michael. (2006). “Memoria olvido y silencio” y “Memoria e identidad social” en Memoria, silencio y olvido. La construcción social de identidades frente a las situaciones límite. La Plata. Al Margen Editorial Todorov, Tzvetan. (2000). Los abusos de la memoria, Buenos Aires, Editorial Paidós, pp 11- 60

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Burket, Olga (2012). “Todos somos hijos de una misma historia”. H.I.J.O.S. en Argentina y México, en Topografías Conflictivas,

Sitios web: www.hijosmexico.org

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