Mesurada Nereida

Neptuno me observa desde la pálida superficie de Tritón, decepcionándose de cada pedazo de herida latente en mí, vociferando mi desecho a las sirenas en un rincón de mis pensamientos, mientras yo, convertida en desilusión,  plaño lágrimas en fragmentos y ensucio pañuelos que se tiñen de corinto.

Huele a melancolía; se escucha llanto en el temblante océano. El placer transita en las venas y termina derritiéndose, brotando por los cráteres de piel, que yo misma rompí.

Quizá mi último día en la tierra no sea recordado, después de todo, solo estaré tirada en el pavimento, oyendo a las musas volverse polvo; polvo de mar inundado en sollozos, gemidos de suplicio combinado con el cantar de los violines muertos.

El agua sabe de mi final, y me arrulla destrozando el carmesí de mis sueños, me despierta y me aviva con letras rotas. Ella sabe de mis pasiones estropeadas y mis lecturas nocturnas. Ella sabe de mis confusiones al perseguir la cola de un pez invisible. Ella sabe sobre el índigo extirpado de mis vísceras. Fue él quien se lo contó. Se escondió tras mi narcosis para revelarle mis secretos. Le habló de lo débil que soy ante el aire; también sobre la quimera plasmada en mi esencia. Después le pidió escoltarme en mi travesía hacia el óbito de mi dolor.

La blanquecina Nereida me clama, llora desalmada en mi espera, anhela probar el sabor de mi añil progenie, y el infortunio destino de mi sangre la deleita, tanto me sumo en el frío abismal de mi sudor, mientras Neptuno me observa, desde la pálida superficie de Tritón, decepcionándose de cada pedazo de herida latente en mí.

Joselyn Revelo

2 respuestas a “Mesurada Nereida”

  1. Hermoso ,me encanta toda esa imaginación.

    Le gusta a 1 persona

  2. Una mezcla de palabras preciosas.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Entradas relacionadas