Pleno verano

Un fotógrafo amigo de mis padres, a los 14 años, me dejó una cámara de 16 milímetros. Filmé un barco por el Sena mientras por encima pasaba un tren y en el cielo, sobrevolaba un avión. Pensé que había rodado el plano más bonito de mundo.

Así recuerda el cineasta Tran Anh Hung (Da Nang, Vietnam, 1962) sus inicios en el cine. A pesar de espaciarse a lo largo de más de 15 años, su filmografía es tan breve como exquisita. Sorprendió a la crítica con El Olor de la papaya verde (1993), repitió la hazaña con Cyclo (1995), y está a punto de lanzar a las salas su primera película de amplio presupuesto (I come with de rain), un proyecto del que creo que más de uno recelamos. Hung ha tardado tanto en levantar este film tan esperado que entre tanto pudo rodar una tercera película titulada À la verticale de l´été (2000), mucho más ligera según sus palabras, pero que según mi criterio es uno de sus mejores largometrajes, no solo por la exquisitez de su factura sino por la riqueza de su contenido.

El argumento de la película abarca un lapso temporal que nos lleva desde la celebración familiar del aniversario de la muerte de la madre de cuatro hermanos (tres mujeres y un muchacho), hasta el aniversario de la muerte del padre, justo un mes después, en pleno verano. La atmósfera sofocante y ociosa provocará en todos los personajes un sigiloso pero rápido proceso de metamorfosis que cambiará sus vidas. El más joven de los hermanos es un pintor y aspirante a actor que vive junto a la hermana más joven, aún soltera y a la búsqueda de su primer amor. Las otras dos hermanas están casadas y viven relaciones consolidadas, pero en distintos estadios: la mediana, que experimenta su primer embarazo, es feliz con su marido, un escritor bloqueado en la redacción de su primera novela, pero sobre la pareja planean las primeras sospechas de infidelidad. La hermana mayor, que tiene un hijo, sostiene con su marido, un fotógrafo profesional, una infidelidad mutua: él aprovecha sus expediciones fotográficas para visitar a su amante y su hijo bastardo, y ella aprovecha sus ausencias para encontrarse con su propio amante en una habitación de hotel.

Tran Anh Hung desplaza todo el peso del film en torno a las tres hermanas y sus respectivas relaciones, retomando con ello un asunto esencial del arte y la literatura occidental: las tres edades del amor. El camino hacia la felicidad personal y los peligros que el itinerario implica son el asunto principal de la película: el escritor solo conseguirá desbloquear su creatividad tras experimentar un inocente atisbo de adulterio, y la maternidad incipiente de la segunda hermana (y el instinto fuertemente maternal pero no reconocido de la hermana menor) hace a sus portadoras atravesar la ilusión a la par que el miedo en tanto supone el paso a una nueva etapa en sus vidas. Dudas o conflictos que no apelan únicamente a los sentimientos, sino también al modo de vida: la torturante escisión que el fotógrafo mantiene en la doble relación simétrica entre su mujer (en la bulliciosa Hanoi) y su amante (instalada en un palafito en mitad de un impresionante paraje natural) propone una reflexión acerca del entorno en el que los seres humanos desarrollan o coartan su vida.

Por otro lado, el recuerdo vívido de la idealizada relación matrimonial de sus propios padres les plantea la incertidumbre de no poder alcanzar para sí un modelo de felicidad propio ya de otros tiempos. En esto se advierte el conflicto de una sociedad (la vietnamita o cualquier otra) que busca un modo de convivencia adaptado a las necesidades y expectativas del hombre y la mujer actuales. De hecho, allí donde se plantea la posibilidad de desenterrar algún dato que arroje luz sobre un posible episodio de infidelidad entre sus padres, todas las hermanas deciden enterrar la cuestión y atesorar la imagen perfecta de sus antecesores. Aunque interconectados entre sí, los films que componen la trilogía vietnamita de Hung tienen sus peculiaridades: si El olor de la papaya verde propuso -aunque en un segundo plano- una lectura de la historia reciente de Vietnam, y Cyclo ofrecía una bajada a los infiernos de la delincuencia en Saigón, Pleno Verano es un breve –y aparentemente liviano- ensayo acerca del amor, la familia, la tradición y la maternidad. No hay, sin embargo, atisbo de lectura moral. Hung solo realiza un corte limpio que deja al descubierto el entramado de relaciones de una familia.

La complejidad de las relaciones humanas es una cosa que no se puede perfilar, es una cosa terrible y por eso, es normal que me interese por ello de un modo a la vez sencillo y al mismo dando a entender la complejidad subyacente. Hay que hallar una manera específica para presentarlo, es lo que intenté hacer en Pleno Verano, es una película sobre la inmovilidad, sobre la suspensión del tiempo, sobre el presente. Cómo hacer sentir al espectador el presente, para que no se preocupe constantemente por lo que vendrá después. Que pueda detenerse, mirar el presente, apreciar las cosas y saborearlas, pero detrás de eso evidentemente lo que cuenta es la complejidad de las relaciones humanas.

Si Pleno Verano es un largometraje excepcional se debe ante todo al buen hacer de Hung en la dirección de actores, pero también al logro de una alquimia extremadamente particular entre las imágenes y los sonidos. A ello contribuye muy principalmente la sutil fotografía de Mark Lee Ping-Bing, el mismo artesano de la luz y el color que nos brindó, mano a mano con Wong-Kar-Wai, esa pieza de delicada orfebrería cinematográfica que se tituló In the Mood for Love (2000). Lo que allí era exquisitamente oscuro, melancólico y decadente, aquí es extremadamente brillante, colorido, gozoso, y transmisor de una serenidad y una paz que particularmente encuentro adictivas.

Además, Pleno Verano establece un uso de la banda sonora que Hung ya había ensayado en anteriores producciones. Integrados en el sonido ambiente de las escenas encontramos, por un lado, varias canciones tradicionales de Vietnam, bella y austeramente interpretadas por las actrices del reparto, y por otro lado, un pequeño puñado de canciones de música pop (Lou Reed, Arab Strap, The Married Monk) que se adhieren al tempo de las imágenes como un todo indivisible. Finalmente, la música original del film, vagamente atonal y dotada de una extraña belleza, ha sido compuesta por Ton That Tiet (Huê, Vietnam, 1933).

Tengo una manera peculiar de utilizar la música en mis películas. En primer lugar, no me gusta el score que para las películas crean los compositores porque me parece que todos suenan más o menos igual, tienen la misma sonoridad y producen la misma afección. El problema es que se apoyan en ella para generar una escena, nos apoyamos en la música para que la escena funcione y el tipo de emoción que obtenemos utilizándola así es siempre idéntica. Por eso me gusta trabajar con compositores atípicos que no forman parte del mundo del cine. También busco por mi cuenta temas para la película. Utilizo siempre la música, no para crear la emoción, sino para confirmarla.

El magnetismo de films como Pleno Verano han logrado que, al menos en mi caso particular ya no pueda evocar imagen alguna de Vietnam que no sean las calles inundadas bajo la lluvia, los cafés y los refrescantes patios interiores de Pleno Verano, o la miseria, el bullicio urbano y los pasillos mal iluminados de Cyclo. Hung es probablemente muy consciente de que con sus films ha modificado sustancialmente la imagen de Vietnam en el mundo, y lo ha hecho con la particularidad de quien no es profeta en su tierra: el director emigró a Francia huyendo del comunismo junto a su familia cuando contaba solo 12 años de edad, es decir, lo suficientemente temprano –o tarde, según se mire- para que, tras convertirse en un animal de Filmoteca y haber admirado intensamente la obra de maestros como Bergman, Kurosawa o Tarkovsky, la distancia haya destilado una percepción tan personal como necesaria de su país de origen sin olvidar la naturaleza de sus raíces culturales.

Un análisis de la filmografía de Tran Anh Hung por Gary W. Tooze (DvdBeaver)

Las citas de provienen de esta entrevista, y de esta otra

Y así comienza la película

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Una respuesta a Pleno verano

  1. Rrose dijo:

    Estos fueron los comentarios del artículo en su antigua ubicación:

    Ana Bande dijo
    Vengo por aquí desde hace mucho tiempo. Siempre me sorprende la calidad y el estilo de tus entradas. Tu blog es una obra de arte amigx. Te animo a continuar trabajando y llenando de belleza este singular espacio. Un saludo.
    18 Octubre 2009 | 07:58 PM

    rrose dijo
    Hola Ana,
    siempre se agradecen comentarios como el tuyo, y hoy más. Muchas gracias ;)
    18 Octubre 2009 | 08:54 PM

    Me encanta la pelicula que pude ver en el cine dijo
    No conozco mejor blog que este. Gracias.
    31 Octubre 2009 | 10:41 PM

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