¿Es educativo pegar a los niños?

castigar a los niños

El castigo físico no es terapéutico para el padre o la madre que lo imparte, ni mucho menos educativo para el niño o niña que lo recibe. Más bien, se trata de un descontrol emocional del adulto, un desahogo temporal que normalmente se torna en culpa y arrepentimiento. Pegar, desde un punto de vista pedagógico, es desaconsejable por varios motivos: 

  1. Humilla y daña la autoestima. 
  2. Proporciona un modelo a imitar.
  3. No les enseña por qué suceden las cosas ni cómo hacerlas correctamente. 
  4. Genera violencia, rebeldía, temor y falta de confianza en los padres y madres.

Si recurrimos al azote como represalia ante un mal comportamiento, debemos entender, en primer lugar, que los destinatarios terminarán obedeciendo por miedo al castigo, pero no porque hayan comprendido el motivo del mismo, aparte de estar bloqueando la comunicación entre padres e hijos. Y en segundo lugar, hay que aceptar que no tiene arreglo. No importa lo que leáis en otros artículos o libros educativos. De nada sirve intentar justificarlo, porque de ese modo estaremos promoviendo que nuestros pequeños piensen que merecen ser golpeados, incurriendo en un claro ejemplo de disciplina negativa, que no es lo que nos interesa. Lo único que podemos hacer, si se nos ha ido la mano, es pedir perdón de forma sincera, asumiendo nuestra culpa, que nos hemos equivocado y asegurando que no volverá a ocurrir. Así pues, desde nuestra escuela infantil de metodología Montessori vamos a ofreceros algunas alternativas que no impliquen el uso de la fuerza para afrontar situaciones que nos sobrepasen. 

¿Qué hacer cuando nuestros hijos se portan mal?  

Antes de empezar, deberíamos hacer un ejercicio de introspección y preguntarnos qué nos hace perder los nervios para que nuestro primer instinto sea recurrir al azote, en lugar de averiguar las razones que hay detrás de un comportamiento infantil difícil. Por lo general, los niños y niñas aprenden por imitación, normalmente observando lo que hacen otros peques o incluso sus padres. En consecuencia, sería interesante discernir por qué algunos padres sí consiguen lidiar con estas situaciones sin imponer castigos físicos y nosotros no. Los niños no entienden por qué no pueden pegar y los adultos sí, ni tampoco por qué no pueden gritar y los adultos sí, y mucho menos por qué no pueden mentir y los adultos sí. 

padres castigando a sus hijos

¿Se puede llevar a cabo una disciplina positiva marcando límites?

La respuesta es sí, y os vamos a decir cómo.

  1. Primero contrólate a ti mismo. Una vez hecho esto, podrás pasar al siguiente nivel y ejercer tu autoridad sobre tu hijo. Si estás nervioso, has tenido un mal día, o cualquier otro motivo que te haya alterado, lo mejor que puedes hacer es irte y despejar la mente. Cuando vuelvas, estando ya sereno, podrás recurrir al diálogo y averiguar a qué venía el mal comportamiento del niño. Puede que se debiera a una alteración de su rutina, hambre, cansancio, aburrimiento o sobreexcitación. O quizá solo esté atravesando una situación que le genere ansiedad, como la llegada de un hermanito o cambio de cole.
  2. Advierte, no amenaces. No es lo mismo, hay matices. Para ser más ilustrativas, os pondremos un ejemplo. Advertencia: cariño, si saltas arriba de la cama te puedes caer y hacerte daño. Amenaza: como sigas saltando arriba de la cama te caerás y te pegaré. La consigna es la misma, pero el tono difiere.
  3. Responde de forma inversa a tus sentimientos. Si quieres atajar el problema en un momento de estrés, párate y razona. ¿Qué es lo que realmente necesitas? Tal vez sea un abrazo. Por lo tanto, ve hacia tu hijo, abrázale y háblale con cariño. De esa manera, no solo estás reaccionando de una manera positiva, sino que además le estás demostrando que le quieres y pretendes ayudarle. Y quizá, eso sea precisamente lo que el pequeño también necesita para calmarse. 
  4. Dale responsabilidades. A los niños y niñas les encanta colaborar, sentirse partícipes de las tareas del hogar. Y si les involucramos en las que suelen dar más guerra, como la comida, vestirse o irse a la cama, demandando su ayuda para cocinar, guardar la ropa o hacer la cama, estaremos fomentando su autonomía, además de establecer una rutina que disminuirá malos comportamientos.

En definitiva, los castigos físicos suelen producirse debido a la falta de tiempo para educar adecuadamente a nuestros hijos e hijas, tomándolos como una manera rápida de solucionar un problema, aunque ello conlleve que se alejen de nosotros. Como dijo Oscar Wilde cuando escribió El retrato de Dorian Gray: «Los hijos empiezan amando a sus padres; a medida que crecen, los juzgan; algunas veces los perdonan». Y ser juzgado por un hijo, ya os decimos nosotras que es muy duro, así que lo mejor que podéis hacer es regalarles tiempo para conocerlos, educarlos y quererlos. 

Si tenéis alguna duda, no dudéis en contactar con nosotras a través del formulario de nuestra página web, vía llamada telefónica, o incluso presencialmente en nuestro centro de educación infantil Mi Cole en Ruzafa, Valencia. 

¿Es educativo pegar a los niños?
Scroll hacia arriba