EL ÚLTIMO MUÑECO DE IBÁÑEZ SCOTT: “EL SOCIO DIRECTOR”

            Nicolás está acostumbrado a tenerlo todo y a que las cosas se hagan a su “pinta”. Mientras su padre amasaba la fortuna que le daba “D&S”, el menor de los Ibáñez Scott creció habituado a gozar de las gracias del último juguete del mercado y a que las nanas corrieran a satisfacer cada una de sus necesidades diarias.

            Ya de grande, y gracias a las bondades que ofrece para unos pocos el sistema económico-social implantado en Chile por el régimen militar de su públicamente admirado Pinochet, sumó dinero, empresas y empleados, y apuntando su sagaz ojo empresarial al negocio de los supermercados, multiplicó ganancias y se volvió un hombre extremadamente poderoso.

            Fue así, que en medio de la interminable vorágine de acumular riquezas, Nicolás adquirió su propio Club de fútbol. Pero no compró una institución cualquiera, sino que se le antojó tomar el control del equipo más antiguo de Chile, nuestra institución, fuertemente arraigada en el corazón de una ciudad de pobladores “choros” y rebeldes.

            Y si bien es cierto que en un comienzo tuvo un andar tranquilo, no tardó en comprender que en Valparaíso las cosas no son tan fáciles como estaba acostumbrado. La empresa que dirige fue duramente criticada y la idea de “quitarle” su inversión y recuperar Wanderers para su gente, tomó fuerza entre las masas. Para colmo de males, sus opositores se organizaron en torno a la institución históricamente dueña del Club – la Corporación Wanderers – para desde allí hacerle frente.

            Pero Nicolás no está acostumbrado a que las cosas no le resulten y sabe cómo darle vuelta a la manija cuando todo se le complica. Ya el 2002 había dado pruebas de ello, cuando para salir del paso de una nota que hablaba de la acusación por violencia intrafamiliar interpuesta en su contra por su esposa, María Carolina Varela, compró todos los ejemplares del diario “La Nación”, a fin de que el reportaje no saliera a la luz pública. Nicolás es un hombre de decisión y ejecución.

            Entonces pensó, ¿cómo evitar que la oposición en contra de su empresa tomase forma?, y echó mano al viejo proverbio… “divide y vencerás”. Así, bien asesorado por sus cercanos, determinó que necesitaba crear un personaje capaz de generar la ilusión de representar a los Wanderinos ante su Sociedad Anónima, pero que en el fondo respondiera a la Fundación que él encabeza (Fundación Futuro), y que por sobre todo, tuviera una voz distinta y disidente a los socios e hinchas aglutinados en la Corporación. Así, creó a su último “Frankestein”, el “Socio Director”, y lo vistió con piel de oveja para camuflar.

            Nicolás nos quiere hacer creer que su último muñeco es la sensación, que será la voz de la gente ante él, y que es por ello que será elegido en “votación popular”. Pero ojo, que esa votación la califica el propio Nicolás a través de su Fundación, porque es justamente ésta la que tiene las acciones suficientes como para instalar al “escogido” en el Directorio de la S.A.D.P. En el fondo, es otro Director más para Nicolás.

            No nos dejemos engañar, si tanta es la generosidad con la gente ¿Por qué no ceder un cupo más a la Corporación en el Directorio de la Sociedad Anónima? ¿Por qué no fortalecer al único órgano que representa a los socios e hinchas, es decir, la Corporación Wanderers? La respuesta es fácil: a Nicolás no le gusta compartir sus juguetes.

            Nicolás está acostumbrado a que las cosas se hagan a su “pinta”. Lo que no sabía, es que con la gente del Puerto Principal no se juega. Para demostrárselo, habrá que quitarle las pilas a su nuevo juguete y abstenerse masivamente de “votar” por su “Socio” Director. Si éste no representa a nadie, de seguro que más de una rabieta tendrá Nicolás.