Page 94 - Vuelta al mundo en 80 dias
P. 94

Al día siguiente por la mañana, los hombres de proa pudieron ver, no sin sorpresa, a un
                  pasajero que, con la vista medio embobada, el andar vacilante, la cabeza espantada, salía de
                  la carroza de segundas y venía a sentarse, vacilante, sobre una pieza de respeto.

                  Ese pasajero era Picaporte en persona. He aquí lo acontecido:

                  Algunos instantes después que Fix salió del fuma-dero, dos mozos habían recogido a
                  Picaporte, profun-damente dormido, y lo habían acostado sobre la tarima reservada a los
                  fumadores. Pero, tres horas más tarde, Picaporte, perseguido hasta en sus pesadillas por una
                  idea fija, se despertaba y luchaba contra la acción enervante del narcótico. El pensamiento
                  de su deber no cumplido sacudía su entorpecimiento. Bajaba de aquella tarima de ebrios, y
                  apoyándose, vacilante, en las paredes, cayendo y levantándose, pero siempre impelido por
                  una especie de instinto, salía del fumade-ro gritando como en suefíos: ¡el "Carnatic", el
                  "Car-natic"!

                  El vapor estaba ya humeando y dispuesto a mar-char. Picaporte no tenía más que dar
                  algunos pasos. Se lanzó sobre el puente volante, salvó el espacio y cayó sin aliento a proa,
                  en el momento en que el "Carnatic" largaba sus amarras.

                  Algunos marineros, como gente acostumbrada a esta clase de escenas, descendieron al
                  pobre mozo a una cámara de segunda, y Picaporte no se despertó hasta la mañana siguiente,
                  a ciento cincuenta millas de las tierras de China.

                  Por eso, pues, se hallaba Picaporte aquel día sobre la cubierta del "Carnatic", viniendo a
                  aspirar, a todo pulmón las brisas del mar. Este aire puro lo serenó. Comenzó a reunir sus
                  ideas, y no lo consiguió sin esfuerzos. Pero, al fin, recordó las escenas de la víspe-ra, las
                  confidencias de Fix, el fumadero, ete.

                   ¡Es evidente   decía para sí , que he estado abominablemente ebrio! ¿Qué dirá mister
                  Fogg? En todo caso, no he faltado a la salida del buque, que es lo principal.

                  Y después, acordándose de Fix, añ ' adía:

                   En cuanto a ése, espero que ya nos habremos desembarazado de él, y que después de lo
                  que me ha propuesto, no se atreverá a seguirnos sobre el "Carna-tic". ¡Un inspector de
                  policía, un "detective", en segui-miento de mi amo, acusado del robo cometido en el Banco
                  de Inglaterra! ¡Quite allá! ¡Mister Fogg es ladrón como yo asesino!

                  ¿Debía Picaporte referir todo eso a su amo? ¿Con-venía enterarlo del papel que
                  desempeñaba Fix en este asunto? ¿No sería mejor aguardar su llegada a Londres, para
                  decirle que un agente de policía metropoli-tana le había seguido alrededor del mundo, y
                  para reír-se juntos? Indudablemente que sí, y en todo caso, había tiempo de resolver esta
                  cuestión. Lo mas urgen-te era presentarse a mister Fogg, y darle excusas por lo sucedido.

                  Sobre cubierta no vio a nadie que se pareciese a mister Fogg, ni a mistress Aouida.
   89   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99