DERECHOS HUMANOS

Por Secretaría de DDHH / FPyCS

Desde el año 2006, el 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Esta fecha ha sido declarada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para recordar a las personas que han sido detenidas, ocultadas y reportadas desaparecidas en el mundo.

Se entiende por desaparición forzada el arresto, detención, secuestro o cualquier otra forma de privación de la libertad por parte de agentes del Estado o por personas que actúan con la autorización o el apoyo de éste. Cuando las autoridades se niegan a reconocer la privación de libertad u ocultan la suerte o el paradero de una persona desaparecida, esto consiste en un delito, ya que se la aparta de la protección de la ley. Al ser separadas del ámbito de protección legal y al haber “desaparecido” de la sociedad, se encuentran privadas de todos sus derechos y a merced de sus aprehensores.

Hoy, la ONU advierte que “la desaparición forzada se ha convertido en un problema mundial que no afecta únicamente a una región concreta del mundo. Estos delitos fueron principalmente el producto de las dictaduras militares, pero pueden perpetrarse hoy día en situaciones complejas de conflicto interno, especialmente como método de represión política de los oponentes”.

“Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”, expresó Rodolfo Walsh, haciendo referencia al terror dictatorial en su “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” hecha pública el 24 de marzo de 1977.

Lamentablemente en nuestro país, la desaparición forzada es una práctica sistemática utilizada por los genocidas en la última dictadura, pero también heredada por las fuerzas de seguridad desde la apertura democrática. Casos como los de Jorge Julio López, Luciano Arruga, Santiago Maldonado y nuestro compañero Miguel Bru, de quien este año se cumplieron 30 años sin saber qué hicieron con su cuerpo, entre otros, demuestran que esta metodología sigue sumando víctimas por parte de nuestras instituciones punitivas.

Esta herida seguirá abierta en la medida que existan personas que permanezcan en condición de desaparecidas. Es por esto que nos resulta necesario reclamar por cada víctima de desaparición forzada, por las víctimas de la dictadura cívico-eclesiástica-militar, por las que vinieron después y por las que nos seguimos preguntando:
¿Dónde están Jorge Julio López, Miguel Bru, Luciano Arruga, Santiago Maldonado y Facundo Astudillo Castro, entre otros?

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