San Fermín también tiene pueblo

El chupinazo más famoso del mundo tiene versión rural. La villa de Lesaka (2.752 habitantes, Navarra) vivirá el 6 de julio, a partir de las 12:00 horas, el lanzamiento del cohete anunciador de sus fiestas de San Fermín desde la Casa Consistorial para dar el pistoletazo de salida a tres días de celebración marcados por la música y las danzas tradicionales. La de San Fermín es la fiesta más popular para la conocida como 'pequeña Venecia' -por los 20 puentes de piedra sobre los ríos Onin, Biurrana y Erdikoerrota-, a pesar de que el patrón local es San Martín. 

De la misma forma que en Pamplona, Lesaka se teñirá esta semana de blanco y rojo, aunque tal y como explica su alcalde, Ladis Satrustegui, el pañuelo rojo era el que marcaba la tradición, mientras que la ropa blanca se ha añadido al atuendo de los peñistas con el paso de los años. "Ahora, las tiendas locales sacan a los escaparates esta ropa y las cuadrillas o asociaciones también hacen sus camisetas" siguiendo el 'código de vestuario' popularizado entre los vecinos y visitantes siguiendo la estela de la capital. 

A partir de ahí, la localidad pirenaica brilla con luz propia y destaca por una de las tradiciones de folclore más singulares de las Cinco Villas navarras: son seis las danzas que los ezpatadantzaris -jóvenes danzantes lesakarras- interpretan en distintos momentos de sus fiestas, pero entre ellas, destaca el Zubigainekoa, que se baila una única vez al año, el día 7 de julio. Un día que se vive "todo con nervios, desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde", explica el alcalde. El ritual comienza con la salida de los jóvenes integrantes de la comitiva y liderados por su capitán para asistir a las celebraciones religiosas, la misa y la procesión. Su atuendo es blanco con escapularios y cintas de colores, alpargatas y cascabeles. El momento más esperado, llega al mediodía con el baile interpretado sobre los pretiles -muros de piedra- del río Onín, con movimientos que ponen a prueba el equilibrio de sus participantes. Sobre este rito, hay distintas teorías, aunque la más conocida cuenta que este baile se repite desde el siglo XV como conmemoración del tratado de paz firmado entre los barrios de Legarrea y Pikuzelaia, uno a cada lado del río, que tras años de enemistad, se reconciliaron a raíz de un incendio que les obligó a aunar esfuerzos para apagarlo. Acto seguido, llega el momento de ondear la bandera en el puente al son del Tantirumairu, al que seguirán durante la jornada más danzas, como Makil-gurutze-dantza, interpretada cuando el grupo se desplaza por las calles en la procesión acompañando a la corporación municipal, Ziarkakoa en honor a San Fermín, o Zantzo-Monono o mutil-dantza, Neska dantza y Aurresku.

En cuanto a los integrantes del cuerpo de baile del Zubigainekoa, se trata de una organización que "nace por y para el pueblo", en la que "no intercede el Ayuntamiento ni ninguna asociación", sino que son los propios dantzaris quienes autorregulan la participación de los jóvenes de la propia localidad. "Antes solo podían bailar hombres solteros, aunque ahora también bailan casados y en 2019, por primera vez, tres chicas participaron del baile de la mañana"; este año, se mantiene una. "Nosotros decimos que las tradiciones, para que vivan, tienen que evolucionar", reflexiona.

Sobre el potencial de esta celebración, que al menos por el momento, no cuenta con ninguna figura de protección cultural ni distintivo turístico, cuenta Satrustegui con orgullo que "siendo una localidad de casi 2.800 habitantes y hemos llegado a tener entre 10.000 y 12.000 personas", sobre todo llegados del País Vasco. Una vez superado el día 7, el día 8 las peñas locales pasan a ser las protagonistas con desayunos desde primera hora de la mañana, vaquillas o partidos de pelota que cuentan con "gran participación del pueblo". 

En bicicleta hemos de ir

Para los interesados en conocer la "versión rural" de San Fermín, los amantes de las dos ruedas ya pueden acceder hasta Lesaka en bicicleta gracias al acondicionamiento del último tramo que conecta la localidad con la Vía Verde del Bidasoa, integrada en la ruta ciclista Eurovelo 1, denominada como la Ruta de la Costa Atlántica y que une Noruega con Portugal. 

El Gobierno de Navarra, a través del Departamento de Cohesión Territorial, y el Ayuntamiento de Lesaka han cofinanciado la segunda fase de este carril bici, que ha contado con una inversión de 754.827 euros para conectar el polígono industrial de Otsango, ubicado a las afueras de la villa, con el Centro de Salud local. Los 800 metros de esta vía ciclable están divididos en cuatro tramos: uno paralelo a la carretera NA-4000, siguiendo por el camino Landazelaita Pasalekua señalizado mediante pintura vial y señalización vertical. El tercer tramo discurre entre dos prados hasta el acceso del municipio para acceder, finalmente, a la calle Koskontako Bidea.  

Esta infraestructura facilitará la circulación tanto para los lesakarras como para los visitantes que llegan, sobre todo, durante el verano. "Es una vía que se está utilizando muchísimo porque el turismo está en auge", cuenta el alcalde, tanto en las Cinco Villas como en el Valle del Baztán. La Vía Verde del Bidasoa discurre por el antiguo trazado del 'Tren txikito' (ferrocarril) en un recorrido de 42 kilómetros entre Behobia, en Irún, y Oieregi, en Navarra.