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La tozudez del inversionista y el miedo escénico (o cómo no cambiar nunca)


José Antonio Marina, en su obra La inteligencia fracasada, califica de 'tozudez del inversionista' una actitud bastante común en cualquiera de nosotros. Éste es su ejemplo: "Quienes han realizado un sacrificio (de dinero, tiempo y esfuerzo) para hacer algo tienden a continuar haciéndolo a pesar de que les suponga más pérdidas que ganancias. Casi todos hemos pagado dinero para ver una película que nos ha resultado pésima. Lo curioso es la frecuencia con que nos negamos a marcharnos del cine. Nos parece que aprovechamos mejor nuestro dinero quedándonos, aunque nos muramos de aburrimiento."

En la misma dirección podemos apuntar una de estas frases típicas de las redes que se atribuyen a Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre las mismas cosas". La haya pronunciado Einstein o no, lo cierto es que resulta perfectamente aplicable a la manera en que muchas veces mostramos nuestras habilidades comunicativas en público.

No hace falta ser un "showman" para resultar apasionante, por supuesto que la base de tu comunicación son los contenidos que quieres transmitir, y por supuesto también que siempre debes ser tú mismo y reflejar tu propia personalidad. Pero nada de todo esto puede justificar actitudes del estilo "es que yo soy así" o "no puedo ser de otro modo".

Tu audiencia no tiene ninguna razón para aguantarte (otra cosa es que esté obligada a ello) si produces:

-Aburrimiento,

-Monotonía,

-O por el contrario sobretensas a tu público porque transmites agresividad.

Si tienes claro que las cosas no deben funcionar así, debes pensar que ocurre lo mismo con respecto al miedo escénico y las consecuencias que de él derivan para tu conexión con el público. Tampoco aquí sirven justificaciones del tipo: "soy una persona tímida", "siempre me pongo nervioso y no lo puedo evitar", "desde siempre he odiado hablar en público", "nunca seré capaz de dominar ese miedo".

Hay una frase paradójica de Elvira Lindo que me parece muy significativa: "El miedo escénico lo tienen hasta los escritores". Por lo tanto no se trata de tener o no tener miedo sino de:

-Conocer muy bien cuáles son los elementos o factores que desencadenan en ti ese miedo.

-"Dominar" los recursos que te permitan "domarlo".

-Cambiar, cambiar, cambiar sí o sí todas las estrategias necesarias hasta lograrlo.

-Practicar, practicar, practicar.

Para conocer bien los factores que desencadenan en ti el miedo escénico necesitas una evaluación rigurosa de contraste. Es un paso que debes dar forzosamente. Por un lado, deberás utilizar rúbricas de evaluación que pedirás a tu audiencia, y por otro, acudir a profesionales que te ayuden en el diseño y la ejecución de esta evaluación. Cuanto más rigor apliques, tanto mejor serán los datos que obtengas para tu mejora.

En segundo lugar, si quieres dominar los recursos escénicos necesitas formación específica, en dos direcciones: una primera que te ayude a 'domar' la tensión imprescindible que necesitas para hablar en público sin llegar al miedo y menos al pánico escénico; y otra que te conduzca a la armonización de los cuatro elementos esenciales: las ideas, las emociones, el cuerpo y la voz.

Todo esto nos conduce al tercer punto: de todas las estrategias sobre las que puedes realizar algún cambio, hay dos muy importantes en el nivel conductual:

-No pospongas la acción, no escapes de la situación (cueste lo que cueste, tienes que afrontarlo).

-No uses estimulantes, del tipo que sean. No te enganches -como han hecho y siguen haciendo profesionales de muchos tipos- a ningún tipo de sustancia que acabe afectando a tu salud, o convirtiéndote en un adicto.

Y ya por último, si todos sabemos que nadie es capaz de correr un maratón sin el entrenamiento adecuado, ¿por qué tantas veces afrontamos el hecho de hablar en público sin la práctica adecuada?

¿Cuánta es la práctica adecuada? Toda la que puedas y más. El entrenamiento constante y consciente, los ensayos reiterados que hasta pueden resultar aburridos y poco motivadores, son sin embargo una de las llaves maestras contra el miedo escénico.

La tozudez no compensa, el cambio y la práctica sí.

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