«La inspiración para este artículo viene de muy lejos,» explica su autora, que es neurocientífica y bailaora, la Dra. Ana Belén López-Rodríguez. Viene de Eileen Kramer, una mujer de 108 años (nació en 1914 en Sídney). Se ha dedicado a la danza toda su vida, ha estado en activo hasta 2022 y aún hoy, participa en proyectos e interviene en algunos espectáculos, y se erige como una referente para los beneficios del baile. En sus propias palabras: “Todavía me gusta verme bien, maquillada, bien vestida y haciendo algo… Todavía me gusta llevar pintalabios… Todavía tengo emociones, todavía me siento profundamente conmovida por algo.”

https://www.facebook.com/watch/?v=423321234805232 Video con breve historia de Eilleen Kramer

Todavía: adverbio de tiempo que indica que una situación persiste en el momento en que se habla y que presupone que dicha situación puede cambiar.

Es evidente que Eileen Kramer tiene una genética envidiable y, aunque de momento no podemos modificar libremente nuestros genes, sí podemos enfocarnos en la elección del ambiente y de nuestros hábitos para encaminarnos hacia un envejecimiento saludable. 

Este concepto se refiere a mantener nuestra capacidad funcional e independencia el mayor tiempo posible, prevenir enfermedades y promover un bienestar mental y social óptimo. Los cambios hacia un mayor bienestar o “decisiones sabias” forman parte de la epigenética, que es la parte de la ciencia que estudia cómo afecta el ambiente, los hábitos y la edad a la actividad de nuestros genes y por tanto al funcionamiento de nuestro cuerpo.

¿Cuáles serían algunas de estas «decisiones sabias»? 

  • Promover el movimiento y la actividad física
  • Aprender a gestionar las emociones
  • Establecer un compromiso con alguna actividad
  • Activar la memoria
  • Cultivar relaciones positivas
  • Mantener un aprendizaje continuo

Todo esto que parece una lista inabarcable, está comprendido en una misma actividad: bailar. Y es que los beneficios del baile son numerosos para el bienestar y para la promoción de un envejecimiento saludable. En lugar de únicamente recetar medicamentos y seguir alimentando la cultura de la “inmediatez de la pastilla”, ¿por qué no imaginar un futuro en el que el médico nos recomiende bailar un pasodoble?

Imaginemos esta receta: Pasodoble Plus, 2 veces por semana. Alternar con Salsa Forte, una cucharadita al día.

Fundación Pascual Maragall

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Beneficios del baile para el cuerpo y la mente

Por Ana Belén López-Rodríguez*

Los beneficios del baile van más allá de los aspectos físicos visibles y no visibles, como el fortalecimiento de músculos, huesos y articulaciones. Cuando bailamos, ponemos en movimiento nuestro cuerpo, expresamos emociones, establecemos vínculos sociales sanos y fomentamos el humor y una actitud positiva, especialmente si perdemos el miedo al ridículo. 

Además, junto con la música, es una herramienta poderosa para promover la salud cerebral, ya que fomenta aspectos como la plasticidad neuronal, la coordinación y la memoria. 

Sus beneficios se extienden al resto del cuerpo, produciendo mejoras en la presión arterial, la regulación de los niveles de glucosa (punto clave para la diabetes tipo II asociada a la edad) y la reducción de la inflamación.

Uno de los mayores desafíos del envejecimiento es el deterioro cognitivo. El cuidado de nuestro cerebro es crucial para prevenir o retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas

Desde la neurociencia se ha demostrado que la práctica del baile aumenta el número de conexiones neuronales y el tamaño de algunas áreas cerebrales como la corteza, ínsula, cuerpo calloso y zona sensoriomotora. Estas áreas desempeñan funciones relacionadas con la atención, la regulación emocional o el control de nuestro cuerpo en el espacio. El aumento de conexiones en estas regiones supondría mejoras en la capacidad de atención o en la memoria espacial.

Entre los beneficios del baile a nivel neurobiológico está la estimulación de la liberación de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro, por sus siglas en inglés),[1] una molécula que facilita el establecimiento de nuevas conexiones entre neuronas, fenómeno que se conoce como plasticidad neuronal. Cuantas más conexiones tengamos, más opciones existirán para la comunicación entre áreas cerebrales, lo que ayudaría a preservar durante más tiempo algunas funciones ante el envejecimiento o ante enfermedades neurodegenerativas. Es como tener un sistema de “repuesto” que se denomina reserva cognitiva.

La gestión emocional tiene un papel fundamental en la promoción de un envejecimiento saludable. Una manera eficaz de trabajar las emociones es a través de la música, ya que gracias a ella podemos acceder a memorias antiguas rápidamente. 

Diversos estudios han demostrado que la música no solo mejora la fluidez verbal, la memoria de trabajo y la espacial [2] sino que también reduce los niveles de estrés y ansiedad y mejora la calidad del sueño. La piedra angular de la música es el ritmo. La manera en la que se percibe la periodicidad del pulso musical es algo innato en los humanos: los pies se nos mueven solos ante una música rítmica, buscando inconscientemente el pulso del compás y desde ahí ya nos aproximamos a los beneficios del baile. 

La percepción del ritmo implica un proceso complejo ligado al sistema auditivo, la propiocepción, el sistema visual y la atención. Se sabe que el ritmo de la actividad cerebral se acopla al ritmo musical, lo que permite que determinadas piezas musicales sean utilizadas para aumentar o disminuir dicha actividad. Este concepto es una de las bases del uso de la música como terapia complementaria, que ha demostrado beneficios en personas con Alzheimer y otros tipos de demencia.

Por último, hay que destacar el aspecto social como otro de los beneficios del baile. Si bien bailar libremente en casa tiene sus beneficios, estos se potencian cuando bailamos en pareja o en grupo. El baile favorece la socialización y la sensación de pertenencia, ya que liberamos oxitocina, la hormona del vínculo. Participar en fiestas, verbenas, clases grupales, círculos de movimiento o el típico «Paquito el chocolatero» en las bodas, contribuye a mejorar la función de la memoria ejecutiva. 

Los beneficios de bailar en grupo se extienden a otros ámbitos corporales como la percepción del dolor. Cuando nos sincronizamos con otras personas mientras bailamos en grupo, nuestro umbral de dolor aumenta, lo que significa que podemos tolerar mejor el dolor.[3] La consecuencia de esto, además de nuestro propio bienestar, sería un menor consumo de analgésicos, reduciendo así sus efectos secundarios.

En resumen, son múltiples los beneficios del baile para un envejecimiento saludable. El baile contribuye al bienestar físico, emocional, cognitivo y social. Bailar es una «decisión sabia» que nos acerca a disfrutar de una vida plena mientras nos rodeamos de buena música y compañía

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*Ana Belén López Rodríguez es Doctora en Neurociencia e investigadora en Innovación terapéutica para el Alzheimer y el autismo del Trinity College de Dublin y de la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario de La Princesa; es además, bailaora

Más información sobre Ana Belén López-Rodriguez en Matrioska Leré

Referencias bibliográficas

  1. Rehfeld K, Lüders A, Hökelmann A, et al. Dance training is superior to repetitive physical exercise in inducing brain plasticity in the elderly. PLoS One. 2018;13. 
  2. Abrahan VD, Shifres F, Justel N. Cognitive Benefits From a Musical Activity in Older Adults. Front Psychol [Internet]. Front Psychol; 2019. 
  3. Tarr B, Launay J, Dunbar RIM. Silent disco: dancing in synchrony leads to elevated pain thresholds and social closeness. Evol Hum Behav; 2016;37:343–9.

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Artículo publicado originalmente en el Blog Hablemos de Alzheimer de la Fundación Pasqual Maragall que investiga la detección y prevención de la enfermedad de Alzheimer.