Cómo ayudar a quienes se han divorciado
Todos de seguro conocemos a alguien que se ha divorciado. Y es que el divorcio es algo muy común en nuestros días. Cuando alguien se divorcia, tiene que luchar con sentimientos muy dolorosos. Puede que se sienta enojado, decepcionado, angustiado e incluso avergonzado. Un cristiano recuerda que cuando se divorció, su ex esposa no le dejaba ver a sus dos hijitas. Empezó a creer que ya no le importaba a nadie. Él cuenta: “Me parecía que hasta Jehová me había abandonado. Perdí las ganas de vivir. Solo con el tiempo me di cuenta de lo equivocado que estaba”.
Algunas personas que se han divorciado también sienten que ya no les importan a los hermanos de la congregación o que estos no los entienden. Quizás sientan que otros los ven mal o que tratan de evitarlos. Pero al irse acostumbrando a sus nuevas circunstancias, los cristianos divorciados quizás se den cuenta de que sus hermanos sí les mostraron cariño y trataron de entender su situación.
SENTIMIENTOS DE SOLEDAD Y RECHAZO
Por más que intentemos ayudar a un cristiano divorciado, puede que a veces siga sintiéndose solo o rechazado. Una cristiana dice que ocho años después de haberse divorciado, en ocasiones sigue sintiéndose triste y sola. En esos momentos, lo único que quiere es estar a solas y llorar.
Es muy importante que la persona divorciada no esté sola todo el tiempo (Proverbios 18:1). Pero debe recordar que es peligroso desahogarse siempre con una persona del otro sexo. Si lo hiciera, podría enamorarse de quien no debe.
Como ya dijimos, un cristiano divorciado puede sentirse solo o rechazado. Y puede que también le preocupe su futuro. Así que debemos esforzarnos por comprender lo que siente y ayudarlo, tal como hace Jehová (Salmo 55:22; 1 Pedro 5:6, 7). De seguro nuestro hermano agradecerá que le demostremos que somos amigos de verdad (Proverbios 17:17; 18:24).