Isidoro de Sevilla,
spiritu prophetiae clarus
Isidore of Seville,
spiritu propFmetiae clarus
Juan Luis CARmAZO RUBIO
Universidad de Huelva
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Este traba¡o estudÍa la figura legendaria de IsÍdoro de Sevilla como profeta de la España
cristiana en la Edad Media. Partiendo de la hagiografía e historiografia hispanas de los
siglos IX al XIII, se analiza el proceso de creación del gran ciclo profético elaborado en torno a San Isidoro en el siglo XV, asi como sus derivaciones.
PALABRAS
CLAVE
Isidoro de
SevÍlla.
profecía,
hagiografía,
historiografia
In the article that follows, we study the legendary figure of Isidore of Seville as prophet of
Christian Spain in the Middíe Ages. TakÍng as point of departure Spanish hagiography and
historiography from the 9th to the 1 3th centuries, we analyze the creation process of the
great prophetic cycle originated with regard to St. Isidore during the 1 Sth century and its
derivations.
KEY
WORDS
Isidore of
Seville,
prophecy,
hagiography,
historiography
«Preclaro por espíritu de profecia»; ésta es una de las muchas cualidades con que el obispo
y cronista Lucas de Tuy adornaba la figura de Isidoro de Sevilla en su Chronieon mundi. Aunque
don Lucas no fuera consciente de ello, la expresión estaba llamada a alcanzar notable predicamento. Dos siglos después constatamos la existencia de ungran ciclo profético—el único verdaderamente hispánico— en torno a las supuestas predicciones de Isidoro sobre la «pérdida» de
Españayposterior recuperación’. Abuen seguro, esta circunstancia habría provocado la sorpresa del Tudense y la hilaridad del arzobispo sevillano, si hubieranpodido siquiera intuiría.
«Traditionnellement.. il nexiste en Espagne quun seul grand cycle prophétique proprement autochtone, lié at¡ sché,na historiographique national de ladestnzcrion/restauration, antrement dit l’invasion nausulmane
et la reconquéte. II saglí des prophéties atrihnées á sainí Isidore de Séville, qui aurait prédit. dana son savoixuniversel. la chute et la rédenaption du royaun¡e des Goths» (MíLhiou. Alain: «La chauve-sonris, le nouveau
David et le roi caché (trois imoages de lempereur des derniers temps dana le monde ihérique: XIlle-XVIIe s.>»,
en Mit coges de la Gasa de 141 ñiques (Madrid). tomo 28/’ (‘982). p. 6i).
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ISSN 0714-3038
Isidoro de Seí’ilIa, spiritu prophetiae clartís
Juan Luis Carriazo Rubio
En realidad, el Isidoro histórico se ocupó de la profecía de la misma forma que se interesó
por cualquier otra materia o via de conocimiento. El capítulo que le dedica en sus Etimologias
constituye básicamente una minuciosa disertación sobre ci significado de los nombres de cada
uno de los profetas bíblicosí. Isidoro nos explica que los profetas «predicen y presagian lo que
de cierto va a ocurrir en el futuro», y que en eí Antiguo Testamento se les llamaba «videntes»
«porque vejan lo que los demás eran incapaces dc very penetraban en las cosas veladas por el
misterio»t
Nuestro autor distingue siete tipos de profecía: eí éxtasis, la visión. el suetio, la nube de Dios,
lavoz que proviene del cielo. I.a parabolay el que se da cuando «se está lleno del Espiritu Santo,
como les sucede a casi todos los profetas»~. Las visiones, a suvez, pueden ser de tres clases: las
que se contemplan con los ojos del cuerpo, las que se contemplan con los ojos del espírituy las
que no se captan «ni por los sentidos corporales ni por aquella parte del alma con la que se
aprehenden las imágenes de las cosas corporales, sino al través de una intuición mental por la
que se contempla la verdad comprendida». Isidoro aclara TW «sin este tercer tipo de visión,
los dos anteriores resultan estériles o pueden inducir a error». Yaunque los tres tipos de visiones «están administrados por el Espíritu Santo», algún ejemplo bíblico demuestra que «no
5.
solamente elvarón bueno puede poseer el donde la profecia.. sino también el perverso»
E.u cualquier caso, para Isidoro la profecía es sólo un tenía de estudio ligado a la Biblia. Da la
impresión de que no pudiera existir fuera del mal-co del Antiguo Testamento. Así, al finalizar
su apretada exposición de la historia del mundo —repartida en las tradicionales seis edades—comenta: «Cuánto tiempo cesta de esta sexta edad, sólo Dios lo sabe»6. Parece que quisiera
negar la posibilidad de que aparezcan en el presente o ene1 futuro nuevos profetas, al menos
por lo que a la escatología edotiana se refiere-,
La prirneravez que encontramos a Isidoro en un contexto profético aparece de manera indirecta, como simple apoyo literario de la argumentación, Me refiero a la que Gómez-Moreno
San isidoro de Sevilla, Etimologías, cd. deJosé OroziletayManueiÁ. Mareos Casquero, tomoi (libros i-
~0, Madrid, i~8a: Biblioteca deAutores Cristianos, 433, libro VII, cap. 8. pp. 665-67’ - Sobre su vida y obra debe
consultarse la «Introducción general» de Manuel C. Diazy Diaz a esta edición (pp. 1-257).
Etimologias,VII Sí, cd. cit.. p. 66~.
Etimologías. VII 8,33-36. ed. cis.. p. 671.
Etioíologtas, VII 8,37-44, ed, eit., p. 671. La vigencia de tales explicaciones queda patente al constatar
cómo. nuichos siglos después, Cristóbal COLÓN las recogió en su Libro de las profaias, ed. tic Juan Fernández
Valverde. Madrid, 1992, pp. 33-34). En otro moníenso de la misma obra vuelve a recurrir a Isidoro ya su tratado Sobre el bien supremo, cocí qíle allanaba que <lo que par-a nosotros todavía habrá de oeurrirya ha acaecido crí
la eternidad dc Dios» (íd.. p. 9: tomado dc Seaíenuiaos,o. aire de Suro.oio Bono libri treS, 1 19, 14. en la cd. de F.
Aréva]o, vol. VI, Mad,id. iBoz, Pp. ‘70-47’).
Etimologías, V3
9, 42, cd. cii., p. ~
Con, el consentimienso de Isidoro o sin él, el profetismo apocaliptico fue plenamente asumido por
muchos autores tanto antiguos como níedievales, Sirvan como introducción los trabajos de Guilleimo FxrÁs: El
Jindel mundo. ApocalipsisyMilenio, Madrid, 200! :y Adeline RUeqUol, «Mesianismoy milenarismo enla España
medieval», en Medievalismo (Madrid), 6(1996). Pp. ~-3í, y «Mediday fin de los tiempos. Mesianismoy milenarísmo en la Edad Media». Enpos del tercer onileo.io.Apocaíípni.co. Mesianismo. Milenarismo e Historia, Ángel Vaca
Lorenzo. cd.. Salamanca. 2000, Pp. 13-41.
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Juan Luis Carriazo Rubio
denominó Crónicaprofética, curioso testimonio de la pujanzahistoriográfica de lacorte asturiana de Alfonso 11I~. El texto en cuestión parece obra de un clérigo de origen mozárabe, quizás
toledano,buen conocedor de la historia andalusi~. Entre los diversos materiales que componen esta «especie de crónica» —en expresión de Gómez-Moreno—, destaca la exposición de
una profecía atribuida a Ezequiel, quien habría anunciado a Ismael su entrada en la tierra de
Gogy su dominio sobre ella durante ciento setenta «tiempos»; al término de los cuales Geg
impondría a Ismací idéntica servidumbrelo.
Evidentemente. Gog se relaciona con los godos, e Ismael con los musulmanes. La profecía
había de cumplirse en noviembre de aquel mismo año de 883; fecha en que éstos serían expulsadosyAlfonso Hl reinaría de nuevo sobre una España unificada. La identificación de los godos con
Cog aparece ya en varios escritos de San Jerónimo”, pero el autor de la Crónicaprofética alude a la
«Gr-única Gaton¿m» de San Isidoro para apoyar su vaticinio”. El fragmento isidoriano dice así:
El pueblo de los godos es antiquísimo. Algunos los creen descendientes de Magog.
hijo de Jafet’3, por la semejanza de su Última silabay, sobre todo, porque lo deducen del
profeta Ezequiel; pero los antiguos eruditos acostumbraron a llamarlos más «Getas»
que «Gog» o «Magog»’4.
CÓswz-MossNo. Manuel: «Las primeras crónicas de la Reconquistar el cielo de Alfonso III». en Boletín
de la RealAcademia de la Historia (Madrid), ‘oc (‘932). pp. 562-628. Véanse también al respecto los comentaríos de Eloy BENITO RUANO: «La historiografía en la Alta Edad Media española. Ideologla y estructura», en
Cuadernos de Historia de España (BuenosAires), 17(1952), p. 62; Manuel C, DiAZ y DÍAZ «La historiografía hispanadesde la invasión árabe hasta el año 1000». enDelsid oro al sigloXl. Ocho estudios sobre la vida literario peninsular, Barcelona. ‘976. Pp. ‘226-227; Juan GIL: «Judíosycristianos en Hispania (s. VlIIy DO», en HispaniaSacra
(Madrid). vol. 3;, n.0 6; -64 (1978-1979), pp. 56-69 Juan Ignacio RUIZ DE lA PEÑA, «La cultura en la corte ovetense del siglo IX», estudio preliminar a la edición de las Crónicas asturianas de Juan Gil y José L. Moralejo.
Oviedo. ‘985, Pp. 36-37; y Claudio SANeEn ALBORNOZ: En tomo a los orígenes delfeudalismo, tomo II Los árabesy
el régimen prefeudal carolingio. Fuentes de la itistoria hispano-musulmana del sig1o 1711, Mendoza. ‘942. pp. ‘o3ío8.
9
El propio Gómez-Moreno planteó su identificación con el presbitero Dulcidio, muy próximo a Alfonso
III y que visitó Córdoba en el año 883 al frente de una embajada del monarca.
O
La profecía de Cog aparece en Ez 38-39, aunque nada tiene que ver con el sentido que le atribuye el profeta de la corte de Alfonso III y nada se dice de los famosos ciento setenta «tiempos». Allí Gog es el enemigo de
Israel —no Ismael— que piensa invadir «un país abierto» de «gente pacifica que habita confiada en ciudades sin
murallas, sin cerrojos y sin puertas» (Nueva Biblia española. traducción de Luis Alonso Schókel y Juan Mateos,
Madrid. í~y5, pp. 1022-1023). Talvez estas similitudes excitaran la imaginación de algónlectorhispano del siglo
IX, pero GóMEZ- MORENO exclama asombrado: «
1Tan mal de códices bíblicos se andaba entonces, que podían
correr como fidedignos tales amaños!» («Las primeras crónicas,..», p. 575).
GIL. Juan: «Introducción» a las Crónicas asturianas, ed, cit.. p. 104.
6i.
“ GóMEZ-MORENO.
La descendencia Manuel:
de Jafet, el
«Las
hijoprimeras
de Noé, en
crónicas...»,
Gn 10.25’ íCr
p. 622,
1,5. Crónicas asturianas. cd. cit,, p. 2
‘4 RODI4cUEZALoNSo. Cristóbal: Las itismoriasidos godos. vándalosysueeos de Isidoro deSevilla. Estudio, edición
críticaytradacción, León. i975, p. 173. Prácticamente el mismo pasaje aparece en lasEtimnologfas, aunque aquí no
se hace alusión al profeta Ezequiel (Etim., IX 2, 89. cd, cit,, p. 757). Resulta curioso comprobar que eí propio
Isidoro consideraba el libro de Ezequiel «sumamente oscuro en su comienzoy ensu final», precisamente donde se ubica la profecia de Gog (Emim.. VI 2.25. cd. cit.. p. 573). En otro momento Isidoro vuelve a insistir en que
«se cree» que los escitas y los godos provienen de Magog (Etirn.. IX 2.27. cd. cit,. p. 745).
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Juan Lr; ir ($arnicrzo Rubio
Isidoro de Serillo - spir;lrs prophct.iac clarus
embargo, el mítor de la JYofi#tica modifica sutilmente eí párrafo. En plimer lugar. supriinc la aclaración última de Isidoro. que s-estaría fuerza a su argumento. Pero además, mientras
Sin
Isidoro atribuye la filiación. de los godos a «algtanos» autores que «lo deducen» de Ezequiel,
el mozárabe toledano
se permite ].a licencia de asegurar que.
lo de que el pueblo de los godos viene de Magoglo afirma la misma Crónica de los Godos,
cuando dice: «Que es antiquísimo eí pueblo de los godos, cuyo origen proviene de
Magog, hijo de Jafet, por l.o que taTilbién se denomina por semejanza de su última silaba.
es decir Cog y «más», coligiendo eso de Ezequiel el. profeta’~.
el primer atítor que xnslumbró, siquiera inconscienIsidoro como aval de profecías(, lambiérr supo sacar pas-tido de las cori-
‘l’al vea, quien redactó estas linea.s fue
temente. la fuer-za de
notaciones apocalípticas de los pueblos miticos de CogyMagog, presentes tanto en la Biblia’~
como erie1 Corán>, íI)e hecho, los vínculos de la &óniea.proJóúcu con las predicciones que pro-
liferaban en al-Arrdalus no han pasado desapercibidos a sus principales estudiososíl.
De cualquier forma, todavia es pronto para cl Isidoro profeta. Durante varios siglos tan sólo
existieron unos pocosy muy breves escritos de camácter biográfico sobre e.i prelado hispalense
los de Bí-atíli.o dc Zaragoza, Ildefonso de Toledo yeí. controvertido Redempto: demasiado parcos para alimentar la imaginación dc
Sus Ieetores¿o,
la verdadera eclosión hagiográfica de
:5 Coio.ieo.s (tStr¿ria,t•as, ecl. Cii,, p. 261.
:4 Ir’ cstc sentido, se tu dicho que la Profrtica apí-ovecha «le nícírle píos-idcm;ticl ia~onné par Isidore tic Séville»,
(Mx=-rm<,Georges: «Un récil (la chiírte do royaume wrsgoílu.quc d’Espagnc daus lhistoriograpbie cluéñemrríe des
VIII’ clix’ siécles)», en.lliríoios de iLpcrgrire or¿ditrmde (hisr.or-iogro.¡;lr.ie, ge-smc. rouíam;.rero.), Paris, ~
¡1.34).
Describiendo el fin del r’runtlo, eí Apocalipsis anumícia que «pasados los rnA años solta íá su Satanás dc la
prisión. Saldrá él par-a enganar a las m’aciones de los cuatro lados de la tierra, a Gogy Magog, y reeluta~-los para la
giserra, i ricontabíes coino las are ii it del rmu rs’ (Ap 20
8 1 rad ci1., p. 1925).
Cooirr. ‘8 y 2i<.Goino señala Julio Cortés en st; edícron es el Alejandro Magno legendario quien levan la la míímír-al.l.a qire sen-irá par-a rna ‘‘tener alejados a estos pueblos (Barcelona, ‘992. pp. 359 --36o). l)istinlas tía—
dicioííes a’ idalusies al. tibuía u al ir; i s milo pe rso u aj e (lii; 1 (¿ a’ ‘laymi) la cuasi rr ‘cci Os rle un puente entre las dos
orillas del Est ‘-celso dc Gibraltar. Esta 1 e/eedo se ha p m;c si o u i relación co’; cl. rccuerdr de las columnas de
IIércules gi-cc-o - roíoaoasy cori el unu-o dc Gogy Magug Ncc’; y-inc. éste al erieluteye! puente al occidente seO;,—
labrin los dos cxtreo ‘os Arz! sun,;rl:) cuí‘oc ido AA> ni is al gumí 1 loe iii; <íIrán ~ie al pucu i.e dcl Estrecho ti mí sentido
escatelogíco pues habicor] o desapai (0111(1 dos siglos irilí (le la coíií;iista mrísnlsnaoa - ‘caparecerá al li mía1 dc
los tiempos (111 r NXN oea J o; ¡tiutrías - itíl; í ¡ mi Len ir; sí; lo rrito ‘nno tro ‘miMos y It rendas sobre al —Arrdo.lu,s, Ma:]riA - ‘ 996,
pp. oB ír~) Fu <1 siglo XIV lbmí Batiuta identrísí ara el mor u de (,og x M sgog con la gua mí munralla china Ql IíN
BAITIJTA A tío; ms del Islam, crí. de Seíalsuí Faníní vi ederrco Aí Líos Madnd ‘993. p. 727).
(>001/ Motrí No, Mamiel: c’las
1u’ímíícrís cronir Ss » p $8o yf ir Jirírí «]m~diosycristianos,. ». Pp. 69—
77. Sobre el a~iílsíeríic ps-ofémieo en la Córdobí coeíátsc a súinse los co,míeutarios de lorge Aguadé e’í su edición
deAIíD Al> MALlE B.l IABIB:
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An miquc este arrtor decide no abordaí las i mí iplícar rones miles’ ah u ir en si’ estírdio s’ lo 1 lic e Mi ribel 1<: cítiso en st,
artie,ilo « (h alíe prcgr‘‘itas en iommsu ‘í 1 buí lafso~ 1» enAl (lun ta, a (Madrid), 16 (1995) PP >50 255Viucos, A ii gel ti - « Cusesí 01 res rl r cas di 1 i s br ogrí bis rs; do ritinas». Isidoív liso Cola cíAn. de c,stí.í.dios sobre
Isidoro de Serilloprrbíieado.s corí ocasioi di’? XWcerrleo sri ti tít Sil it 00111 herr to - M ririuící O l)rv Fu az, cml - - Lcd nr. ‘ 9 tú
Pp. 75-98.
Br; la España Mí:dieí:at
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Isidoro de Sevilla. spiritu prophetiae clarus
Juan Luis Garriazo Rubio
Isidoro se va a producir a raíz del traslado de sus restos desde Sevilla a León en diciembre de
63”. Así lo demuestran los distintos textos que conservan la memoria de aquel evento: la
ro
Transíatio Isidorí oActo.s de la Traslación (relación escrita enel siglo XI). la Historia Sílense (siglo
XII) y la Historia Translationis Sanctí Isidori (finales del siglo XII o principios del siglo )U11Y.
Sin duda, a partir de la traslación de ro63 «comienza la leyenda, la divinización, el mito, en
el quela piedady la imnaginacióny el ansia de grandezay supernaturalización ocupan el lugar de
la historiay la verdad»~3. Fruto de este cambio en la percepción del personaje es la Vila Isidori.
redactada en el siglo XII porun eclesiástico leonés2S- A diferencia de las antiguas biografías, en
la Vita tienen cabida todo tipo de argumentos milagrosos y extraordmnarros:
La imaginacióny la desfachatez del autor no tenían limites; así, interpretando a su gusto
los antiguos sinej-onismos, que correctamente hacían a Isidoro coetáneo de Mahoma. se
sacó de la manga tiria curiosa historia que enfrentaba a los dos grandes personajes en
Hispania, sin que haga falta decir el desenlace: el pseudo-profeta, con las orejas gachas,
pone pies en polvorosa a la llegada del santo. Dios inspira a sus elegidos. yel arzobispo
no puede dejar de ser uno de ellos. Con impecable lógica, pues. se nos dice que el sabio
anunció el día de su muerte y que vaticinó la destrucción de Hispania y su gloria futura,
que habría de ser mayor que nunca, cuando sus habitantes volviesen al buen camino<.
La Vmta insiste reiteradamente enuna
idea: el «espíritu de profecía»
de Isidoro. Así, leemos
que enel Concilio de Toledo. «prophetiae spírit¡¡, qno clarissirnus reftu.lgebat, obitíís sui diem longe
ante discipulispraesignocrit»; y la alabanza final comienza con un rotundo «fizit praeterea sp¿ritu
prophetiae clanis»~1. l>osleriormente. el vaticinio sobre la conquista musulmana se transmitió
a otro texto emanado del cenobio leonés: la Historia Translatíonis Sanetí Isidori a que ya nos
AsTORGA Raooeoo, María Jesús: LI area de San Isidoro historia de ímn relicario, León. 1990; SÁscníez
GxNDEutt\, Alfonso: Case lío. y LeAn en el siglo XI. Estudio del reinado de Fernando 1, cd. de Rosa Montero Tejada.
Madrid, i
999. ¡45 2i622’:y VINAYO G(INZAI,EZ, Antonio: «Cuestiones histórico-criticas en torno a la traslación
del cuerpo de San Isidoro>. crí Isidoriana,.., pp. -285-298. Una revisión bistoriográfica sobre la situación de la
Iglesia castellano-leoncsa c’s la época. en el articulo de llunuirmado Sanz Sancíuo. «Notas sobre la politica religiosa en tiempos del rey Ferííamudo 1 dc León y Castilla», en Pensamiento rrredieval hispano. Horícenoje a Horacio
Santiago-Otero, José Maria Soto Rábanos, coord.. tommío 1, Madrid. 1998, pp. 65-97.
Le Gait-i-iEii, 8a~imloríi~r: «Le cuRe dc saiut Isidore de Séville. Esquiase Aun cravail», en Isidoriana,,.,
PP. 272273.
Angel C. VEGA, «Críestiones crít.icas...», p. 97. Comísíiltesc tamnbién el libro de Javier PÉREZ-EMBIDWAMBA.
Hog.ologiaysociedad en ¡mm España Medieval. Castillayhón (siglos M-MW, lluelva oo’2. especialíncute, los Capitulos 15’ III.
Juan Gucadvierre m¡’mc su latín culterano «recuerda al estilo linchado de Diego Garcia» («La hisioriografia». en La cultura del Rorrrmioieo. Sigíos XI alXIII. Letras, religiosidad, artes, cierrciaym’ida. Madrid, i995r historia de
Espoña MenéndezPida!, to,uio ip. ~8). La Vita fue publicada porlos bolandistasypor Faustino Arévalo (5. Isidori
His¡ralmasis episcopi opera oírmrrio. Isidoriana. 11, lIorna. í797. ¡Ip. 452-487). cuya edición incluyó Migne en su
Patrohrgiae cursus coríípíetir.s Series secímrcda (en adelante, PL). tomo 82, Paris, í8~o. col. 59—56- Sobre el texto en
cuestión debe consulta~se el trabajo de M. ALía Baitos, «Un poco de cnitica sobre las antignas biografias isidonanas», Reirista eclesiástica (Madrid). ‘o (r~3ó), pp. ~87-óci.
~ GiL. Juan: «Li híisioriografía», p. ~8.
>1:
PL Ba, col. 4~-41- y 55. respectivamente.
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Medieval
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Juan Luir Carriaro Rubio
Isidoro de Sevilla, spiritu prophetiae clarus
hemos referidor. Haciendo suyos los argumentos cíe la Vito., la Historia nos dice que Isidoro,
«ore prophetico», expuso el siguiente anuncio a sus contemporáneos:
Curo, in his traditionibus perrnanseritis puro corde, ir-uprosead nito.pace fruemini et bonis eL
un eternaglorio. corono.birnini lo.ude perpetua. Curn autern hecprecepto. der-elinquieritis, apprehendent nos mira mala eL eadetgeas Cotorumfanr.e et gladio inuirnieorum etpeste. Cum antera
conuersi ad Domiaurn jize¡itis perquir-entes co., possidebit semen uestrnrn portas inimicornm
5.
suor-um eL erit uobis glorio.. maior quo.mjherit umquam~
Es significativo, además, que el autor date el «insto indicio»
de
711
—«quod sanctus predi-
xerat doctor Ysidoí-us»-— en el año septuagésimo quinto «post traasctnm so..netissirrti doctoris
Ysidori». como si se hubiera cumplido el tiempo de la profeci&~. Aparecen también en la
Historio. Transío.donis dos relatos que gcszarán de mnucha difusión la aparición de Isidoro a
Fernando 1 para anunciarle su muerieío, y la visión isidoriana dc Alfonso VII en Baeza. El santose aparece al emperador «persorí¡no», como «oir- neacrando. canice conaptus. episcopali iajiíladecor-atus, cuiusfacies rurlabat nL sol clo.r-issirnns»; íe anuncia que sus enemigos «prima luce
srcntjo.rn.us eno.nesceat afacie lun», y se identifica corj.o «Hispaaio.rnm doctor Ysidor-ns, beati
!acobi apo.stoli predico.tiorue sueeessor-», cer-tificando él mnism.o el evidente contagio del culto
jacobeo.;
-
Como no podía ser de otra forma, ante la carencia de biografias extensas sobre el revalorizado Isidoro, la Vito. y la Historia Translatioais ejercieron una notable influencia en otros
autores, desde San Martin de Léon (ti ‘203) hasta el Arcipreste de Talavera (siglo XV).pasan—
do por Rodrigo de Ceirato (tI’276) y. sobre todo, el obispo y cronista don Lucas de Tuy3t
í)esde León yen. el siglo Xli 1, el Tudense va a convertirse ene1 gran difusor de la nueva ima-
gen isidoriamia construida durante la centuria anterior33. De heebo, Isidoro ocupa un lugar
central encí C’hroaicon mnndi de don Lucas, tan.to por su carácter de fuente y modelo histo-
>1 ~<lIisro,-ia
lranslarioo is Sormr,-ri Iridor-us. crí. de Juan Antonio Estévez Sola. en tiir,r-ors.ica .Kisparra SaecuíiXIII,
Tirsuboum, r99
7: t?orprn Clrr-iseianoour;, ConUrinario Mediaeuo.íis, vol. 73. pp.ir9- 79. Sobrela relación de estetexso con los íclauos precedentes míe la traslación isidojiana y cotí lucas de Tuy. véase la introducción, del editor,
especialuicute PP i 9-137.
Idem Ii p 44. El fragmento idéntico de la hita. en Pl. Sa. col. 45.
Historío lrcuo slo.t~onis i -‘ - pp. 145146.
«Croo mii; taor.err Ceímiircr¿epronincie ciuiro.rubima u eo.arel.íis ir ,l.eríiri.otr.e occepris, «Ii tina doctor Ysidoría ei oppo —
ro.immt el. dio; Sur; uIt; s ;.rttir.irtcr-e irr.rlotint» (icle~n, iV. 2. p. :63).
3:
ldení V 4 pi. iISg- ‘70.
(“ti í xi y;; t REY, E ‘o mísrí o La 1 Yo.rt.si sitio ,s. l,srldoit en cl Ohr-ori.r~cco. rutmdi cíe l.-ncaa de T~ry» - en St <din
Cro tíooa (Boina). 28 (m998), pp. 212— 2i9.
2: Subí-e don lucas ríe Tnv y sí; m;lrna véanse Iris c ornem;í,ir ros de Ju.s u; C; ;..: ~<LaIi ismoriogí-afia» - pp. 88—95,5’
lictor Lrxr-; lAN llistor-ynod tire líisror¡cro.s ofMedieí’o.¡ Spain Oxloí cl. i 993. Emí tono mriás divmilgativo. ta’utiéu resríl
ta der~i i 1 idríd cl artiemílo le Erítíel.i asIc PonTo A: «El 1 /;roniron XIrr.,r.di dc lucas de Tuy» - cii Miar oria 6 (Xl adrid),
ac2 (‘993). pp. ‘oH —119. Según Bemritmr SAser ir].A ONSO, <- nínvperíerrado del espirito del His1ialcnisc, tiene doíí.
Lícas el misar rs r.rpl i uíis;rro - el ni ismrírr o í-grrllo ¡amiir o ‘gnal coiiba mrza en el ¡3 ‘reblo lri S~~fliC0: iro lo toircibe vemí
Ir; srm; o e:,amíslr.r se <teser;<:» (Mías;.; Cro sic la hcstor-iorg of; a <sp;: y; <do. - btu o 1 - Marl cd - r947 (c.> crí). p - 26).
Dr. lo. Espsrñsí. Mediero. i
-seoS. st: 5-34
10
Isidoro de Sevilla, spiritu prophetiae clarus
Juan Luis Carriazo Rubio
3~. Por si fueriográfico como por constituir en si mismo un personaje esencial en la crónica
ra poco. se atribuye al Tudense el Liber-de mir-aculis Sancti Isidori, al que me referiré más adelante.
Ya en el prólogo del Chr-onicon mundi demuestra don Lucas su admiración hacia Isidoro, a
quien considera uno de los principales filósofos de todos los tiempos. pero «más claro y glorioso que ninguno, al qual ninguno de los mortales en la variedad de las scien~ias se puede con
derecho juyzio ygualar»55. De hecho, el libro segundo del Chr-or-uicon —que narra la historia de
alanos, vándalos, suevos y godos— sigue muy de cerca el texto de Isidoro. Sí llama la atención
que. al tratar sobre el reinado de Sísebuto, incluya la noticia de la venida a Hispania y posterior
expulsión de Mahoma. aunque no vincule el hecho al prelado sevillano: «En este tiempo
Mahomad, echado torpemente de España, predicó enAfrica la maldad de la ley excomulgada a
los pueblos locos»56. Evidentemente, la Historia Gothoním isidoriana nada dice ni puede decir
de Mahoma.
A poco de comenzar el libro tercero de su crónica, don Lucas dedica varios capítulos a la
figura de Isidoro. En el precioso retrato del santo leemos, entre otras muchas virtudes, que
«ciertamente fue claro por spíritxr de prophe9ia»5~. Al término del panegírico, el autor explica
cómo «llamó en Toledo a sínodo los obispos e príncipes de la tierra, y con boca prophética les
denunció primero el día de su muerte e les dixo las cosas que vernían en España»35. Acontinuación. el cronista recoge los versos atribuidos a Isidoro en los que se contiene la profecía.
sospechosamente precedidos de una adecuada presentación5~:
La estrella de honestad, luz de costumbres, sol de bondad, aquel sagrado Ysydoro, por
el qual la sancta fee floresció, díxo, enel quinto synodo de Toledo:
Si guardardes las cosas que nos manda guardar Christo, damos ha trigo e azeyte e qualesquier cosas buenas, si con pura voluntad lo cumpliéredes. E siestas cosas menospre9iardes. no pasaréys syr pena. como Dios pene derechamente los malos fechos, onde
caerán los godos en batallas yel enemigo bárbaro vos apremiará con muertes sin cuento, e contenior e con fambre. Pues agora, vos conuertidylloradvuestros peccados. ylue34 Considerando el desarrollo del presentetrabajo. estimo oportuno citar el texto del Tudense a partir de la
traducción al castellano icalizada a mediados del siglo XVy editada por Julio Puyol: Crónica de España por Lucas,
obispo deTuy-. Madrid, í~aó. Contodo, ineluiré cada vez que sea de interésla referencia correspondiente a la edición latioa preparada por Juan de Mariana
5’ publicada por el jesuitaA. Schott en su Hispanineillustramaeseu
8, tomo IV, pp. r-m’6:
rerum
en
urbiumqueHO
adelante,
Hispaniae.
- Debernos
Lusitani
felicitarnos
nc. Aemhiopiae
porqueetsea
Indine
ya inminente
scriptores uarii
la edición
(Franckfurt,
de Emma
m6o Falque dentro del Coipus
Chrisrianoruor, Continmí.ntio Mediaei’alis, vol. ~4 (en prensa). Como anticipo, véase su artículo sobre «Los manuscritos del Clrroaicon Murcdi de Lucas de Tuy de la Real Colegiata de San Isidoro de León» . Actas del II Congreso
Hispánico de Latín Mediec:al. Maurilio Pérez González, coord,, León. r998. vol. 1, pp. 437-440
~5 LecAs oc Tuy Crónica de España, p. 7.
~ Idem, libro II, cap. X)OU. p. r~. «Ipso tempore Mahornem ab Hispania turpiterfugatus» (Hl. p. 51).
¿17
Idem, libro 111, cap. II. p. ~99. «Evtitiequippespinituprophemiaeclaflls» (¡‘Ip- 52)u Idem, libro III. cap. II, p. uco. «Oreprophecico cia sui obirus diera etHispaniis venturapraedixit» (Hl. p. 52).
.33
Sobre la atribución de otras composiciones poéticas a Isidoro. véanse los comentarios de Ángel C. VEGA,
«Cí~estiones criticas...>.
¡Ip.
85-86.
11
En lo. España Medieval
aooS.aÚ 5-34
Jitan ¡.,ímis Carriano Rubio
Lstilorrí sic Serillo.. spiritíi propbetiae clarus
go el Señor será vuestro ayudador. y auréys mayor gloria, y la gracia de Chisto ensafrará
los godos con bien más abastado4o.
Dado el interés que presenta el fragmento, conviene re
1sroducír también, la redacción origíriaí
en latín y enverso:
Sidus honestatis, ¡ox mor-nrn, sol pr-obitatis.
Mee ait in sinodo Toleti tnir sacer- ile.
Isido,-u.s, por quem fioruit ol mro. Mes:
Si semaucritis. qt;.e uobisprecipiurutur.
Ser-nabit (7hristus nos in arnore siso.
Fru.menturn do.bit ac oleum, dabis obtima queque.
Sipltrn o ente complaceatis ci.
Si regle. iritis ea. non iapune/et-etis.
Corn recte prnnapuniat acta Deus.
hule cadent CoN bellis, et bar-banus hostis,
Vos premet innurnera ciado. timuome,fanre.
Tuno connortinurí.i. tune cm ruinapisingite ttest ni,
En statim Doruinus auxiliator cnt.
Gloria ruñior cxii tic,bis el gr-cina. (huso..
Extollot Cotos ubehoxo bono”
En. estos capítulos de contenido exclusivamente isidoriano desarrolla el Tudense la anéc-
dota de la venida de Mahoma a la Península, tomada de la Vito. Jsidonit. Pero vuelve a sorprendemos que cí cronista no haga referencia al espíritu profético de Isidoro al narrar la conquista de Hispania en el año 750’. En. cualquier caso, el mayor número de noticias extraordinarias
sobre Isidoro aparece en el libro IV de la crónica, Se resume aquí la historia de la traslación
1
1
i
Cniaicadohspaiíú, libro III. cap. iii, pp.
200-20;.
Agraslezco a Irí profesora Fiumna Fií1ore Rey r¡iic ííí.e haya pci-muido csíusrílí.ary rejirodtícirar¡ni
8í. col. 6~
cl: ytexto
en Hl.
de
sir edición
pp.
52-53. del
Y antes
(5.roo.icoo.
que itt.,
ííor
mrd,,
Sebotr,
p. 99 (en
fueron
prensa)
pírirlicados
- Lcts ‘-ersos
en un
sc enícíle‘si
corioso 1-;,’’
itupreso,
tainb diidedicado
en PL
a Felipe III por
Con.scamií i no Caictano, rin e lleva por ni tule Saríesorsrírí niurí; epireopoo.ni rrlngroríir berr.edectio,mme lírrí mirrísrrn Isidsíri
llispaíensis. lidcfdrmsi Toiirnríi. Ci-egrií-ii Cnís¡s:no.íis Os-sim-.o.ris, lime mt nerion.es (Ronia, r6o6, Pp. 05—’ 6>. Pocos años
antes, ‘tiro un preso italiano nos presenia a ‘‘mr Isidoro p~cífena muy i u.spirado en el Tudeníse: <spirttírspr»pheíio.e
cínoms s y ant’; neirírrolo «oír prophenicii » cl dia de sí’ urtre~-tc y eí pon-cuí n dc España (Caesare lAhoNio, Annales
ceclcsiasriei.. tssrrrcí VIII., Vcmtecia, 602, año 636. p. 253).
-1>
5 NS rsr Tris (rúnico Ls Espam’u.r, libio III - ea
1 V ¡r 403 INdira y ti-aduce el fraguicírso t.¿cí-respomidieute
E~íimua 1-st ~i u Rrv
Li síu ríe Mahoirra en las lucirtí s crrstía~ias niedievales: Li-cts ;‘r Tcvs. l>luioisiginm
¡lispa!ir t srs (Sc yrl 1;) Xl V/2 (socA) olsí os en líou ; c ~i.itea Ir ~mu Fc smr Sr’ MI’ E; ‘genio Gáivc-j Vázqiii ¿z. Cssírro afirura
1. [í~ reí OBr; «1 us Ir rsto’ iaml 01 cs oremí i ex-ales lic; ¡ron i ti; con,
mtd.e r crNmtir.’:,opí ellos dos co ‘; sc: o iporáriecis. San
isií 1 ‘3ro y Ma líe nr i t u i reí’ It sc minal‘Vcrs. ran ci ~
os rv’e’ o u sirs co‘;c’r¿erse - sin ‘<‘nrbati’-se, sini que Sai
lsirlorc, inri ‘aral íxur ti-ii ‘liii it que destv;bat;}- ííresc mrtíamr sic ls tiristiandacl sobre cl Islarí;. Y lo spío lío erícoir raron etolas vro MS fue ni es lo suphc ron cciio’’ i ¡iii rljets mr» (o. 5 tít Isí ti oro ríe Scsi1 lay el Isí rius ((Loiti cnt:’si os a c~’a —
tro parsaíc idi clolí Lr:s AS cnT, ry del Srleirscú». ci-; Cío tRoto (Man—ud). mt;arzo ríe 1926. í’- 3).
[.1; a t~í Srs ( ísírmíso sim] sportsi lilsí-cí II!. r-;;ps 1
¡XVII p~s. 267 27;; líE l’P- 69—li.
‘
¡¿‘ir
la Esperisí Memíiiio.i
-46
24
2003,
12
Isidoro de Sevilla, spiritu prophetiae clarus
Juan Luis Carriazo Rubio
del cuerpo del santo desde Sevilla a León, con evidente influencia de la Historia tr-anslationis
refundidat
Don Lucas tiene particular cuidado en dejar constancia de la devoción isidoriana de
Fernando 1. «porque él auía hedificado nueuamente en León yglesia en honrra del sancto
obispo Ysidoro. y fiziérala afermosar con oro y plata de mucha fermosura y piedras preciosas y
cortinas de sirgo» además de lo cual, participaba en los rezos e incluso «pulidamente conplía
las vezes de cantor»45. Como consecuencia de este vinculo entre el santo y el rey, «tomadas
todas las
9ibdades y los castillos
de celtiberia, agradable.
paresqióle pero
el saneto
y notificóle
6. No esunvaticinio
síútil.doctor
pues Ysidoro
Fernando
pudovolvenir
el díaydeal su
muertes>~ de
ver a León
monasterio
San Isidoro para esperare1 final «según auía acostunbrado. ado-
rando los cuerpos de los sanotos, las rodillas enel suelo»47.
Como vemos, la muerte del santo prelado no supuso una interrupción de su actividad profética, aunque los nuevos mensajes hayan de ser revelados, necesariamente, a través de apariciones, sueños o prodigios. Aquellas mismas piedras sobre las que rezaba Fernando 1 serán
testigos,
algunos capítulos después, de otro acontecimiento que don Lucas ínterpreta comouna
predicción. Convaleciente Alfonso VI de una larga enfermedad,
al octauo día antes que moriesse, fizo Dios en la qibdad de León en la yglesia de Sant
Ysidro vna gran señal, en el nas9izniento de Sant Juan Baptista. a la hora sexta: que las
piedras que están delante el altar de SantYsidro. adonde tiene el saqerdote los pies quando se dize la míssa, no por las junturas de las piedras [mas] porla meytad de ellas comena manar agua, veyéndolo los @bdadanos grandes y pequeños a buelta con los obispos
Pedro de León y Pelayo de Obiedo~8.
Según el Tudense, esta señal se interpretó como «los lloros que después vinieron a toda la
Yglesia y a España» tras la muerte del rey. en alusión a los desmanes cometidos ene1 monasteno y en
el reino leonés porlas tropas de Alfonso el Batallado0. El Isidoro profeta reaparece
de la mano de don Lucas para anunciar a Alfonso VII la victoria sobre los musulmanes de
idem, cap. LV, pp. 3~~-3~6~ Hl. p. 95.
idem, libro IV, cap. LVII, p. 3~8: Hl. p. 96.
,m Idem, cap. LIX. rip. 36o-36o. «Almus doctor Isidorus ei apparuit et diera sui exitus iraminere innomuin» (Hl.
45
45
p- 97)~ Idem. cap. LIX, p. 36í~ Hl. p. 97.
+~ Idem, libro IV, ca
1’. LXXI, p. 38or Hl. p. oo~. El texto procede del segundo de los obispos citados don
Pelayo de Oviedo. uno de los cronistas más denostados de nuestra Edad Media. Aunque el Cantardeouio Cid presente envarias ocasiouesaAlfonsoVl jurandopor «Sant Esidroa> (versos ‘342. r867,3o4oy3~o9).lasupuesta
devoción del reyes disetotible. Véanse los conrentanios deAlberto Montanerensu edicióndel Cantar (Barcelona,
5993. pp. 532-533. nota al y. ‘342) y los de Luis Lómaz SanTos en su documentado articulo sobre «Isidoro en la
literaitíra medioeval castellana», Isidoriana.... Pp. 405-407.
4~t Luess oeTuv Crdruica deEsparua. libro IV, cap. LXXI, p. 38a, «Tamnen hocsignuno inibuíationes el iuctusosiendisse videtur. quaeposm ííiorteniopínedieni resis ¿iii Ercíesire al que Hispaniac eo¿eneoorot, Eí ideo quidaoo sapientes autunuanm. quod lapides laclsryriurs qíaosiplorantesprodinxeosnt » (Hl. p. 102).
‘3
En la España Medieval
2003,26 5-34
Juan Luis (“arriero Rímbio
fsidorrí de Seu-iila. spiritu prophetiae clarus
flaezat, Más adelante, el cronista nos explica la defección del noble Fernán Ruiz «el
Castellano», que en tiempos de Fernando II «se pasó a los agarenos» e intentó tomar Ciudad
Rodrigo; lo cual pudo impedirse gracias aun nuevo anuncio de Isidoros:. Algo parecido ocurre
conAlfonso liXy la
tanibién
conquista de Mérida, piles.
el bienauenturado Ysídoro confessor aparesgió en ~amora a algunos ante que
Mérida fuesse tomada nin fuesse fecha la batalla, y dixoles que se aquexaria con hueste
de sanctos ala batalla del reyAlfonsoy ensu ayuda, e que le daría la dicha 9sbdadyie daría
t.
ven9ilniento campal de los moros
Ala vista de tales muestras, no extraña en absoluto que el Tudense interprete la toma de
Córdoba como respuesta a la devota oraeiónr ííe un Fernando III que. «ante el esaerpo de Santo
Ysidoro fincadas las rodillas, e haziendo voto, dixo a bina voz: ‘Ayúdamne, bienauenttarado con-fessor, contra los moros, y de las cosas que ganare yo daré a estayglesia honorada par-te’Y=’.
Estos son los vaticinios y anuncios proféticos que aparecen en el (ihronicon rnundi relacionados con las dotes clarividentes de Isidomo, pero no son los únicos que se atribuian al santo en
las primeras décadas del siglo XIII. Ya nuenciomiamos con anterioridad el Liber de mirnculis
Sancti lsidoñ, comúnmente atribuido al Tudense y que tendrá considerable repercusión, sobre
todo al imprimirse. traducido, acomienzos del siglo XVI. En efecto, el prior de la Real Colegiata
de León, Juan de Robles, realizó una traducción que, bajo el titilo de Libro de los rainiglos de Sant
Isidro, argo hispo de Seuiíln, fue impresa en Salantanca en r525’.
liad o que la versión roo’i auceada ‘leí To~dermse i íd oye aqii i tuis ‘;r erposlael611, p ‘-efiero artid ir al original
latioro: «ap¡ sana it ci bealios confessor Isidoorr duní d.orsainem. en oonofrn.e.imit cimrím dieenor se d.aíímríí. este don nino ilii e;seo
genot-i dífrnrorerio, ce o-e niorenee rímulsinudineoo sars-ace,oooruít.tnonabarimt; seíí iiriiiíenpr-iooo ítnoo.e cuou ,saírmt.eeois non/ligeiral. quio sicun jiariuus eímmrnnercer-enl afacie cites, en itt ipsa dic eanmdertn copereo.m eiínitc.neíío$ (Rl, p. 004). SoI:i~e el episodio dr cuestión, véase el estudio-—-cxeesuvanrentte favorablc—deiustioiaao Roonhí;ttnzFcmetÁsorz~ EI.perodón isidoé.ano deBaezorysu cofradía, León, ‘97 (za? ed.), Nónese al respecto que la Chr-onicaAdefonsi Irío¡serontoris no
níenícinína ‘ti una sola ve-, a Isuíloro ((“t-dniotí, del Eomper-ationAlfonso -‘II. cd. de Manrilio Pérez González. León,
‘997).
~‘
Según el lmidenrse, «bems;írs aouerro I.sidonms apparo-ir emnid.aon earnisnr-ieo ot tlrcsaom,ario íii.onasteéi su-i noetinre
Isidoí-o. el ir; nicena e’ uní; mtd regerír Icrmuarodrrrim sigr-nifmcamix ci od; ríoit’’ r rar-nace’mmrrsrrt-m, dicenta, igimod cito t-et lt:oiondias
obviar,:; smmnacrrr.is. et ;‘ineer-et COS. co qomtd ipte iseritír.s [tídorí; en sari cina Io.etÁii:r Aposlolus it reítoatunoe ilio/orení olinto
ono» (Lr:eks 05 Ten: Cr-ónriea de España, libro IV, cap. LXXXIII Pp 403-404). Al existir en este punto otra laguna
err la tradu,ct:ión medieval dcl Turlense, Poiyol acorde xl texto aIroso
¿<
Ideos, libro IV. ca ~í- XCI. p. 425. «Reo.;ira cUarto eonrfcssoi Ismdoor.s qiribtadarro appo.n;.ií Zenti.or-rs.e o-o-te qímo.oít
Eírt.í:hna eo.ricr-ecí;.nen beílirnír frene;. el d.ixin ei.s se o-ti monxilitírtn Amle/ooam rerais oía-rinaarneíísrsrííu e¿rencintmprrípororne. et qmrod aiisi
dietario tro.mlerer eiuieaíí-ííí., en de roroarerrir eonirpalcouprom-iienet nr muotp/timrnm» (Hl. p. ti 4).
[den; libro, IV r ap XCIV p 429. «Tímrmc ncrrnpor-ia cleimoíi.sairrotns ter Ferssaodíí.s cormrnru corpore beoti Lsídortfrris
genuiiau.í o’ata mt en m’oíí;rto fao oens ¡tun m omno core: Adj taimir it re laeate eonfeaaon coo.trrr ¿ero-ocerros, e;de luir qi OC <itqOOC5OC—
mu ¡emir eaiusoae líaae uoo/eíoním líononaiiileío porlíoni.com :5 (III, p. tr5).
El libio cía ciresiioíi corista de dos partes: la «historia del ouimp- bi eran-enemurado Sari-oto Isidno ut
1obupo de
.Seirilía» y la ~el mesoudc sos surI igros Esta última es una snr¿i:sióis de 88 espito ríos que orarrrau otros manitos hechos
milagiosos Por sor p ‘roe la prrurcra contiene tres epigrafear la vida de lsirlorc. oua uar’am¿ióíí dcl «aititsoso foíor
pcsoouimnunoi» del saiito cl re lato de la traslación dc su cuerpo desde Sevilla a Leoiío. Debe const’Iia~st al cespeetms el muí iii: do Jis-reí Pi tren 1 statu: Waentt..i: «Fiagiografia y nreunaíiolades erie1 siglo XII: los ~tiiIigios <le Saro
Leí. la E.sprmnmi \/cmItci <si
¿oo3, 26 >
14
Isidoro de Sevilla. spiritu prophetiae clar-us
Juan Límis (“arriano Rubio
Inmersos en un marco puramente hagiográfico. varios pasajes despiertan nuestro interés.
Así, el milagro XI explica cómo «el glorioso doctor sancto Isidro íe apareció [a Fernando II e le
dixo cómo ya se acercaua el día en que hania de passar deste siglo para la gloria» (fol. 34v-35r).
Yen el milagro XVI Isidoro se aparece aCebriáno Cipriano, obispo de León, «muyhermoso.
vestido de su palio pontifical, cercado de muchas compañas de ángeles e con gesto muy alegre». Tras lo cual, «con palabras muy suaves» le indicó que enviase un mensajero al rey
Alfonso VI para comunicarle que en eí plazo de quince días conquistaría Toledo (fol. 42v)~.
Este episodio será interpolado tal cual por el autor de la traducción de la crónica de don Lucas
de Tuy, que se sepaía así del original latino~
6. flama la atención el apelativo que aplica el
Tudense romanceado a Isidoro: «el verdadero propheta para dezir las cosas venideras»57.
Algo parecido ocurre conlos milagros XXV-XXVIII. que. aunque ausentes del Ghr-onicon mundi,
Aquí, Isidoro se aparece en sueños a
Gutierre Fernández, el noble que impidió el expolio de su iglesia, y le anuncia uin furturo próspero
a él y el castigo divino para quienes «violauan las yglesias de Cliristo a manera de ynfieles»’9. Ni
que decir tiene que Alfonso el Batallador experimentó en propia carne la «vengan~a diuinal»&.
El milagro 500(11 (fol. 6ov-64v) contiene las aparicionesyvaticinios de Isidoro a Alfonso
VII durante el cerco de Baeza. Sus pormenores también interesaron al traductor del Tudense,
que se aleja parcialmente de la redacción original6’. Tanto en el milagro como en la versión
romanceada, Isidoro no aparece sólo, pues junto al «varón cano de fermosas canas, vestido de
vestidura obispal. cuya cara resplandecía como ei sol muy claro», eí emperador observa a su
derecha una mano blandiendo una espada de fuego, que resulta ser la de Santiago6~. Ahora
bien, lo realmente interesante es la observación que Isidoro hace al rey: «yo, que soy de tialinaje. soy dado por g~.iarda a ti y a los que vernán»63. El traductor de los Milagros en la edición de
1525 afina más con el latín: «Yo soy diputado por mano de Dios nuestro Señor para guarda tuya
y de los que nacerán de tu linaje» (fol. 6ir).
también encuentran acomodo en la versión romanceada’t.
Isidoro de León», Las fiestas de Sevilkr en el siglo XV Otros estudios, C,E,í.R.K 2, Madrid. r991, pp. 413-444.
Sobre los manuscritosy ediciones de la obra véanse las observaciones de Antonio ViÑAYO CONZALEZ: «La abadía
de canónigos regulares de San Isidoro de León en el siglo XII. Vida espiritoral e intelectual». Pensaouiento medieval hispano.... p. ozaS. nota 38. Un interesante esnudio sobre las repercusiones iconográficas del Libro de los miraglos de Sant Isidro. cocí artículo de Etelvina FEmuÑANDEZ GONZáLEZ: «La iconografía isidoriana en la Real Colegiata
de León». idem, pp. o6~-i8r.
55 Curiosamente, cl vaticinio lleva aparejado otro anuncio a modo de contraserNa o clave de autenticidad,
pires el santo predice nl obispo leonés cómo aquel mismo día, «a la hora de ter-cia». recibiría la visita de un sirviente de su casa que le iííforrnaría de la decisión real de levantar el cerco.
.5’- Luors Dc Ttrv Crsiroii¿a de España. libro [y, cap. LXX. pp. 374-376. El original habla de ciertos pronósticos
sobre la caida de Tolemio. pero no asociados a Isidoro (Hl. p. 98).
17 Idem, libro IV, eap. LXD{. p. 374.
ldem. bbro IV, caps. L>0(lI-LXXV, pp. 383-390.
-¿<
Idem, libro IV, cap. LXXIII, p. 387.
idem, Ebro IV, m¿ap. LXXIV, p. 388.
Idem, libro IV. cap. LXXIX, Pp. 393-397.
Idem, libro IV, m¿ap. LXXIX. p. 394.
í:¿í
Ibídem,
15
En la España Medieval
oo3.26 5-34
liman Luis Cars-iíozo Rubio
ls-iiíono de Sevilla. spiritr~ p~opl;ctiae clarus
El comentario adquiere pleno sentido si lo ponemos en relación con otro recogido a
comienzos del siglo XVporA]var García. En efecto, sabemos por su eróníica que el infante don
Fernando deArrtequeray. en general, «los reyes de Castilla. quando yvan a avería pelea conlos
moros, o entravan por sus cuerpos en su tierra. l.leuauarr sienpre consigo el pendón de Sant
Esidro de León, aviendo muy grande deboción en’
La pretendida alianza entre el santo profeta y la monarquía hispánica había comenzado en
tiempos de Fernando 1. y dio umaevas nnurestras bajo el reinado de Alfonso VI
7 pero es cori
Alfonso VII cuando llega a su culminación, al menos en la imaginación de los cronistas. El
Emperador habría creado la cofiadia de Sarr Isidoro para agradecer el vaticinio isidoriano
sobre la victoria de Baeza y algo nrás, a juzgar por las palabras del santo:
Pues confórtate y seyvarón, que, escl¿tres~icndo la níañana, te dará el Señor toda esta
mucheduntre de ynfiei.es por mi ruego, y sobre esto, todos los pr-ín~ipes de los nioros
aquende e] mar serán, sojuzgados a tu señorío, y tau~biénr los reye.s entbóiieos que moran
en España<~.
El tono del discurso se asemneja extraordinariamente al de las profecías que amiuníciarán, a
fines del siglo XV, la victoria final y definitiva de los Reyes Católicos sobre el Islam; sólo que. en
este caso. el traductor del Tudense la tetrotrae a la Caslilia del siglo XII. La versión romanceada
del Tudenose contiene. adenrás d.c las iníterpolacionies povenrientes del Libro dolos- runihngnos, nueve capitulos añadidos que narraro hechos ~osteriorcs a la muerte de don Lnteasy
puesto
en,
tm. seEl barí
autor
de este
relación
con aaplica
supuesta
crónica
dci maestre
santiaguista
Peía>’
Correa
rinal apócrifo
a Sevilla
un argunroento
mn;uy
simírilar al que
cl Pérez
Tudense
presentaba corno cau-
sa espiritual de la conqorista de Córdoba la oración de Fernando 1.11 aoVe cl santo arzobispo. El
texto expl.ea que e1 rey «vino al n-ronesterio de Sanieto Ysidor-o de León» y, «fincadas las rodi—
lías delante del altar, dixo cori gran denoÑióro de eo~-aqninr» la siguiente suplica:
O bie-naime turatíer -confes.sor Ysidrcí: que - si empre tistí tidádór 5, déféñóóf de Ió~
reyes de España, ayisda a tu sieroso y tus parierote, porque tú sabes que de todo eoraÑón -te
(Luttrt nrit S.xvn¡~ MAr; km. Alvar: O-ó~oiría dejrvír-o- II di- 1k
5,5~ día, cd - ríe jitan de Mata C;orri rin’ - Marfilrl - ‘ 982.
‘¿op. 022. pp. 366-367.
LumiAS uit [ev Croruoco di 1 spanuií, 1 ibrms TV, cap. 1 XXIX p ~ a ¡oirÁ.; l-ospr-troeipes delos oronos d-e aqíuenrde el
íruvrr ser-rut s u<bjce;os o tií
í ot¡teo o e rito ntlaooieomo~ e ion,; Li cts- ¡o <enero osmios los reyes ro-thtiiiros qí<e níoono-íu en leus
Españas». leemríos en el ínrlagr o XXXII (f01. 6zav>.
CoNy..Ñ i i?/,~ ‘diO: Renvto do di¡tlorrnirs dr: Eerrs-<í nrdrí III cmi re 1. a Estudio», Cóndrtlsa - r 980. pp - 46—47.
Defi ende y; Ir; existe ííe dr rIn 1 Oc vto Ji-’ ‘no lSa~ ti i itní Pi-->; -; i Ar« i aSol: í-c ti mro Ciáisi ca ,niedi es-al perdida» - es’ Bole;iro
de lo, Iremrl.:ieonienroia Espí; So/o (Xl idníd) ,~o (i 962), pp 255 92 y 1 )erekW. litttáx: «A 1 .osí Mcd icvríl Biuig~-aplry.
the Cooioiea del Maestre Peía i-o Peris » e’; Brriieiimo of Hisjíinrnie .Stírdir:s (Liverjsooí) .38 (‘961), Pp. 153—154. y «TIte
oserl ievaí prí¿rleeessoís:o f Barios Pi’] ridrí o - dr Ilienor-otitojtlrs (Tribuirgemi.) -23 (r986), pp. Sr-- í~o. Tie ‘re: di sti nra
nipirrir§mi lúanriei Roi.ritit-;i-ri-¡ Br ANUO < Peiay lénez Correo - Eírtne la historio y la leyenda». cmi Srni.ííir i08. (“rriogscso
lrsjer,r-aeiisnt.irl Conoíí tertuorato; o del ~coAroi ver-serio de lo- Crrtui1ttisrtu dr; ¡ir 6íimdati de Sevilla pon Fersrttnrulo Hl. Re de
(7osíiua y Loiti.. Madrid, 4ooo PP 20< -220.
Ero la Espaáií. Medieval
oo3, z6 5-34
ró
Isidoro de Sevilla. spiritu propbetiae clarus
Joman Luis Cantazo Rubio
amo y confío en ti, y creo ser ayudado por tus santos megos, y prometo de darte tu parte
de aquellas cosas que ganare6~.
Comprobamosasí que el texto añadido al Tudense sigue siendo deudor del Libro de los milagros. que recoge idéntico asunto en el número LXXXI (fol. íi6r). Es más, su autor comenta que
Fernando «nunca entró en batalla que no fuesse vencedor, ni jamÁs puso cerco sobre logar o
castillo que no lo tomasse; e ansi conoció bien el fauor que Dios le dio por-amor de Sant Isidro»
(fol. lr6v). Esta idea de protección divina nos recuerda que la imagen de santidad de Fernando
III hubo de afianzarse riada más morir, a juzgar por testimonios como el de aquel abad de
Sahagún ocupado en presentar a un Fernando que, «haciendo la guerra de Cristo... desde su
juventud», «destacó por sus dones» y «merece ser puesto junto a los Tronos de los cielos»6t.
Por el momento dejaremos aquí el pretendido vinculo entre ambos santos, reyyarzobispo, que
habremos de retomar más adelante.
Los temas desarrollados por la Vaa. los Milagros o eí Clhroruicon de don Lucas de Tuy calaron
de forma desigual en la gran historiografía del siglo XIII. Rodrigo Jiménez de Dada, el arzobispode Toledo. no duda en afirmar queya en tiempos de Sisebuto «España honraba al muy santo Isidoro, metropolitano de Sevilla, ilustrey esclarecido maestro»6~.Ahorabien. el Toledano
se muestra mAs recatado respecto a los prodigios sobrenaturales y. por consiguiente. respecto
al Isidoro profeta; en una muestra más de su particular «beligerancia hacia lo tradicional o
legendario»7o, De los últimos momentos del santo nos dice que
mientras San Isi(loro estaba celebrando una ceremonia enla Iglesia de Sevilla, yhabien-
do ya alimentado al pueblo que le estaba encomendado con el manjar del trigo celestial,
se encomendó a sus oraciones y. despídiéndose de él. le anunció su muerte, que sabía
por una profecía?:.
Lo cual no implica que Isidoro fuese el inspirador. sino únicamente el receptor de tal pronóstico. Jiménez de Dada debía tener serias dudas sobre el espíritu profético isidoriano, pues
nada dice acerca de que anunciara la «pérdida» de España. Es significativo, por ejemplo, que
tampoco dé cabida en’ su cronica al episodio de la venida de Mahoma a Córdoba. En lugar de
LucAsosTuY: tim-tirriradeEspaña. libro IV, cap. Ci. p. 444. lDeaquideduceelautordelaversiónromauceada las donaciones que cupieron al uronasíerio lerínés en el repartimiento sevillano, pues eí rey «non se oluidó
de dar su parte aSantoYsidío confessor. antesle dio casasy linares que touíese el monesterioytiénelas todauías>
(íbidemn), Cm. Repareiooieroío de Sevilla. ed. de Julio González. Sevilla, 1998 (a-a ed),tomo II, pp. 43. 242y305.
‘~
C.tsaANnie Hemnreívt, Rocio: Unpoerna latino a Sevilla. Versos deJulia Rdoruia ola urbe Hispalense de Cuillernuo
Pérez de la Calzatfir <~za~o). Sevilla. 1986, p. 4í. Sobre la faceta religiosa del monarca véanse los comentarios de
Julio GONZÁLEZ Reino-doy diplorníos... totno 1, pp. 72-78. Es significativo que nada pueda decir sobre una particular devoción a San Isidurro,
m.~ JIMÉNEZ OC PiADA. Rodrigo: Historia delos hechos de España. ed, ytrad. deJuan FernándezValverde. Madrid.
1989. libro II, cap. XVII, p.
idem, Introducción. p. 38.
Idem, libro II, cap. XVIII. p. rrz.
‘7
En la España Medieval
2003,26 534
Joan Luis Crrrrumnzo Rubio
Isidoro ii-e Sei:illa. spiritrr proplsetíae elarrrs
recoger Ja fábula, el cronista so limita a observar que. mientras reinaba Sísebuto. «el maldito
Mahoma predicó la maldad do su secta a los pueblos (le
~OOO
sesoíY~,
De nuevo se conduce cori moderación el Toledano al relatar la traslacióna. dcl cuerpo dcl santo desde Sevilla a su destimio leonés. Más que los prodigios. le interesa presentar la devoción de
3. Alentado tal vez por sus vincu-Fernando 1,-asunto en el que sigue puntualmente tú Tudcnsc~
los con Alfonoso VIIIy doña Berenguela, don Poorlrigo Jiménez de Rada da cuenta del-as aparí-
esones de Isidoro a aquellos que les precedieron: Fernando Jtt yAlfonso VIY~, Asinaíisrno, nos
informa sobie eí aviso de Isidoro que pernn.rtro socorrer a tiempo Ciudad Rodeigo<’,
Etesote a Jiménez de Rada, la Estonia de Papan-o, alfonsí se muestra más receptiva hacia los
argirmnentos elel.Tudense. Signilicativamente, vo]vemosa encontrar el episodio de Malromaen
Cóm-doba~7. Respecto a la profetizada níi~eí-t.e de Isidoro. la Estoria nos cuenta títie «quanrlo él
momo al cos-icilio do Toledo divo ély ante torIos el dia que auic de morir el las cosas que auicn ríe
uenue solrre Seuílla» Y achira «Este sant Esidro oc muy- noble de spirito poro ríezin las cosas
que anien de uenir»; al tiempo que recuerda cómo ~<mantoíoosu ar-Ñobí.spado quarenta annos,
faziendo Dios por él muchos fremosos miraglos ot muchas sennales»tíi.
La Estonio, refiere también la devoción isidorianra dc Fernando 1 —cánticos incl.uidos—>~, los
milagros ociarrídos dumante el traslado dolos restos del santo a Leóudó, el anuncio a.l rey de su
nuirertetí. Iris llorrs de las piedras del morraster-irí leo uds 1 -os el fallecimiento do Alfonso VI¿tt l.a
ajsariciónr a Alfonso Vil en Baozam3y el aviso do la expedición del desertor Fernán Ruiz de Castro
eoaatra Ciuítíarí [inrIrirnts>-i- Peres adenais í-l te-rica aí íoisci
-
lécio, libro II. rt¡i. XVII, ~a.r
« 1-o cicito es i
ii
rocorsetín río mis mio rx-traor-rli sacio
rate-
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ruin San Isirlorca,
1’ ‘e eí irierí
rey Fca-~sa
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qí te rídoriii) crías o ‘-o, plato,
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‘la - ~sor la aa-dr:,
por la rioclie ya las huiras dcl. sacrificio, ‘mías veces nu oinp.;‘ra ido a los r¿Iérigos es sois caí ríos de alaba rr¿,a a Dios
y otros imíelíruso lsoci cordería ‘-ez dc chano re» (iuleíír lílir o VI u s ~r ‘ 2. í>. a3~) t-t« Crío ‘-‘mio ya sir iii] o tocaba a su Ii u - se le o}ran i- i(r 5am; si d oro y le íes-cIé el din de sir ‘u’re roes-> (ido: oir.
¡lico VI ,:ín Yitl ,-í-,2oi
El sari 00 se ríparece iii iTaní te el sitio de Bu eza =-cas raerl i o de la noei oc. d atído 3 mr iii os al eisa ísecodo r y ase-gaarárr.il ole sí’ a}sirla en e cois ‘bate del i.i i a sigorí eirte- » i -i ir etc ría casrella rra se ¡s ‘0 rli-rj o « ele ací occuírs con’ la pro —
‘iresrí de Srm isidrí no » (ide ‘rs. libro VII, cají, XI. p.
lib mis lilsio VII, cují. XX], p. 290
-¡ rrtiroir 6 riirirro-Ccruer-rnír/e-Fu¡roís-o eih ir- Fírroirén Pm-Ierr¿r;di-,z Pirla]. Matir-irí, i9
77 (3~ cmi). troirio í, i-tttp. 4713,
1~- 266,
tu lolení Ooriio 1 cap. 500, p. 277.
ldc~ii toríro II. cap. 809. [5. 490.
dcrrr Oir’tio II, cafr. 8’o, PP 490—4.9r.
«Visor] íIlr u uit Esiulrer íorrlmlia urorie ríe timrttrer la nra era tírteelí alriíaseaorie.aptírtinde la sri carrao» (ide,ri.
tomo II Cap 8í2 a
1 rlcío’ reíriair II - i-tOi.t. 964. [5- 645 <u Pa’r sri Crí ‘lii írche sri i-i r Esrimí crí mt 1 e‘r pca-adir e císmro i-oh~ rbI et esfonqáíí U <rl - que la bat alía ríe ci ‘o di a q ‘re
lo cramutr u c~sc ‘une r ir ib a miii crí;re e; con gr-tin.U esILierqeJ - et ríue él le ‘‘erraj e e erí riysída et ser i e y- sí.’ oys.idarh u’ u» - ¡
brataila lito marín lis1rrrr:;eha, es-raras e¡í ctrrpeti-uídoc írirs sa’rí Ilsimíno tiirrhtrc cta la fnosictoda ‘le Ini sri ~aartm»(irierra.
t<r~tirs II i í[í )dl ji (‘(o).
ir; rotireu II, ítt1i. 90)4,. ~ (ryÁ (u?).
En lír Lsjrrurirr Meili?i:;-ir 1
2003.26
al)
Isidoro de Sevilla, spiritu propbetiae clarus
Juan Luis Carrimozo Rubio
cuya fecha no alcanzaron a historiar—por distintos motivos—niel Tudense niel Toledano:
laentradavictoriosa de Fernando III en Sevilla el 22de diciembre de 1248, festividad de latras5~.
lación de San Isidoro
La coincidencia —que excitará la imaginación de los historiadores sevillanos de los siglos XVI
yXVII— pasó desapercibida en el taller historiográficoalfonsí. Nada se dice enlaEstoña de la oración que. según la adición del Tudense romanceado, habría dirigido el reysanto al santo arzobispo axiles de la conquista de Sevilla. Pero lo más sorprendente es que. a su vez, el autor de aquel
añadido del siglo XVtanípoco conocía la fecha proporcionada por los bistoriadores alfonsíes.
En cualquier caso, la fama profética de San Isidoro debía ser ya notable al comenzare1 siglo
XIV. En este sentido cabria interpretar el término que utilizan maestre Mahomady Gil Pérez al
traducir, hacia o3oo, losAjb?rrMuliik al-Andalus defiibirnad ibn Mstammad al-Bizi. En el capítulo dedicado al «muy buen rey», «muy derechero e muy letrado e muy rrazonado» Sisebuto,
la &óniea del moro Rínsis nos cuenta que «ouo sesudos príuados, e entre ellos era vn grant filósofo e muy buen estrólago e auia nonbre 9irdan»86. Evidentemente, se refiere a Isidoro. cuyas
dotes proféticas cuadran bien con la consideración de astrólogo; aunque el término parece un
añadido de los traductores, pues otras fuentes próximas al texto desaparecido de A4imad
al-Rázino coinciden en este puntor?.
De extenderla fama del Isidoro profeta se encargaron las distintas refundiciones y derivaciones de la Estonia alfonsí. La llamada Crónica de íeinte reyes refiere el milagro del agua en el
monasterio leonés. ei aviso que permitió a Fernando II socorrer Ciudad Rodrigoyla entrada de
Fernando III en Sevilla el día de la traslación de los venerables restos55. Sorprende que no
incluya elvaticinio a Fernando lo la aparición del santo a Alfonso VII en Baeza. Contamos también con el testimonio de la Crónica abreviada de don Juan Manuel, cuya brevedad no impide
dejar constancia del frustrado encuentro con Mahoma en Córdoba5~. de la predicción isidoriana sobre su propia muerte y sobre las desgracias del reino90, o de la aparición y funesto vaticírés
s Idem, to’no II. cap. ‘525. p. 767. De aquí tomasa la fecha Julio GONZÁLEZ: Repartirruiento de Sevilla. ed. cit..
tomrio 1. pp. 2r9-220ry Reinrodoydiplomas tomo 1, p. 390, nota 6a0.
rrm Crónicadel,noroRasis, cd. deDiegoCatalárryM.íSoledaddeArrdrés, Madrid, a9
74. cap. 00(11V. pp. 261262. El término «astrólogo» aparece en los tres manuscritos castellanos de la crónica.
Mi. al-<IJdni tan sólo refiere rwe «en sus dias [de Sisebuto] vivió lg(i)dr, sabio escritor» (Crónica del
moro ¡kusis. esnudio prelimriims-ar. p. LXIVlIl). La Crónica pseiodo-isidoriaroa se limito igualmente a indicar que «en
tiempos de éste fue arzobispo de Hispalis Isidoro» ~I.ae)-oronicagoehorumpseoodo-i.sidoriana
Gas, Paris BNóíí3).
cd. ytrad. de Femando Gomazález Muñoz, ACoruña, 2000. cap. XVI. p. o7r). Ypara eí autor dela Crónica ouozotcabe de 754 —en la que se bosan tanto la Crónica del omoro Ramis como la Pseudo-imidoriana— «el ilustre doctor
Isidoro» tan sólo «destaeabay causaba admniración»
80,«por
cap. 1.
susr~y
abundanteslibros»
i7, pp.3a-35). (Crónica mozámube de 754. ed.
ytrad.
~rr~Crónicadeveinme
de José Eduardo reyes.
[¿pezcd,
Pereira,
coordiuadaporCésarHernándezAlonso.
Zaragoza. i9
Burgos. í99r, IibroX. cap. IJCOIVIII,
[5.245:libro XIII. cap. Xi - [5.275:y libro XV. cap. LXXVI, [5.344. respectivamente.
DonJuan MANOrCí.: Obras eonnpleto.s. ed, de José Manuel Blectía. tomo II, Madrid, a983. Crónica abreviada,
libro II, cap. XXV,p. 674.
En el concilio de Toledo «dixo delante todos el día que avie de morir, Otrosí dixo las cosas que avian de
ven’r sobre Seuilla, E rítrírsí dizen que esse anno mssonió» (idem, libro II. cap. XLVII. p. 679).
19
En la España Medieval
oco3,s6 5-34
¡‘tan Luis Cantazo Rubio
Isidoro de Semilla, spinitu prophetiae clarus
nio a Fernando I~. En la Crónica Geral de Espanha de ¡344 se alude igualmente de forma directa
a las dotes proféticas de Isidoro. En el capítulo dedicado a narrar su muerte senos cuenta cómo
predicó en Sevilla «muytas cousas de propheeias» y cómo anunció enel concilio toledano «o
dya em que as’ya de morrer e todallas cotusas que axyá de viir sobre Sesuylha». para concluir que
«este
Saneto Ysydro foí muy nobre expositor da Sancta Escríptura e nuve spiritu de propheeía
pera dizer as cousas que avyam de v7irtoot.
En algún
momento indetermimoado de las Últimas décadas del siglo MVo primeras delXV, la
supuesta profecía de Isidoro sobre Ja «destrucción» de España abandonó el estrecho marco de
las crónicas para adquirir vida propia; y lo hizo bajo la forma de lo que ha dado en llamuarse el
Planto de España. Pero ¿cuál pudo ser su origen?
Sin duda. uno de los mayores logros literarios de Isidoro ese1 prólogo a su Historía Cothonzrr-n.
4t Este panegirico del suelo patrio con reminiscencias clámás conocido como De laude Spaniae
sicas fue «punto de arranquede toda una tradición nacional española» y se convirtió en modelo «no sólo de los historiadores, sino también de los poetas épicos de la Edad Media»9~.
Recordemos que el Tudense abría igualmente su crónica con un «proemio loaudo a España»5.
Ahora bien, ¿cómo pudo convenirse la alabanza en llanto y el orgullo en pesadumbre?
Es posible que el riguroso Jiménez de Rada colaborase, sin pretenderlo. en esta metamorfosis. Como afirma Fernández Valveide, el Toledano «va a recoger la herencia precedente ya
fijar el modelo de laces Rispan.ie que a partir dc él se repetirá sistemáticamente en la historiografia española»~<. lA aportación principal de jinnénoez de Rada consiste en asociare1 elogio de
España a su destrucción. En efecto, el Toledano retorna los argumentos de Isidoro. pero desde
una óptico muy distinta, Lo que para éste era una realidad vivida entíempo presente, para aquél
se convierte en añoranzay evocación de un paraíso perdido. Resulta significativo que. al ubicar
el texto, don Rodrigo renuncic a la posición inicial que eligieron Isidoro y el Tudense, y prefieea situarlo justo tras la noticia de la conqtuista musulmana de
7ír. «~Ay dolor!», dama el crornsta anafe la pérdida de una tierra que ríos presenta ‘e describe «como si fuera cl paíaiso del
Señora=)t,
Idem, libro III. cap. XJ.p. 744.
68-a7r. II.
Sobre
sus ‘954.
h~eírtes
(]í-UoieruGernldeEspanhade ‘344. cd. de LuisFilipe LiuídleyCimrora.vol.
Lisboa,
cap.y coaniposición
CXLV.p. 2a5.
~ Rotsnricricz
Aí.mssso,
godos
pp. r de luna Fca.NÁsnig, VALVERDE. «De laude el
vearase
los conrenoarios
delCristóbal:
editor en liar
pp. hisíorimms
i i3-~ í9, de
asilos
comí-lo
el arnieííio
dírptorruniorue S~rtcoruie (estnseooí ray Ñenic:s literarias)», ema Los visigodos. Historia y Gi;:ilizaeirimo, Murcia. ‘987, Pp.
45-?)462. s-i Gi:tut ns, Ernst Rraber’t: Lieerair;rr, erur-o¡iea a Edíríi Media latirro-. tomo 1, Mad cid, 1989 (~3’ neimo;p.). p. 29.
Vease, puar cje rmrplo el elogio de España qoíe: incluye el Jíoeuioa de Ee,ssrhrr Coruzólez es; sus estrofas 45-- o56
(1 lLi~ANitt tI 1111/ lose: hierra-a deI6osmórr. Goo-ziilez e Hispcrto Pingo Cor-cia.Salausanaca, 200i - pp. 89 ‘92: ch, tarro-bidrí PP St 59 riel esloidio ítrelimasimiar).
55 1 tr(~\S OF ‘[‘ix Gnminica de Es
1raroa. pji. 3-ii. It; origi~salidaml de lora lucas 1-aa sido puesta de relieve ponluan
O-rL, <La lírustor migrafa-os. Pp. 88-89.
Fnísr-.aNíri Vn enture, )oíaro: «De larnde et deptoreutioueSpanuie... >~. p. 459.
:tt 3’ Mi NL! DF 1-tiro>, lliiili-igo Jlisrmir-ia ile los hechos de España. libro III. cap. XXI. PP. í48 ---í5o.
9’
u
Fmi. la Espcunei Medí corrí
2003. sí
20
Isidoro de Sevilla, spiritu prophetiae clarus
Juan Lisis Cantazo Rubio
Movido por este sentimiento, el Toledano decide completar el capítulo de la «alabanza»
8. Así, se convierte en «el primer autor
con otro dedicado al «llanto por España y los godos»9
que une a lalaus Hispanie la deploratio por el derrumbe del reino godo»; ylo hace con un «esti-
lo bíblico y clausular» que aumenta la intensidad de su lamento~~. Don Rodrigo se inspira en
la Crónica mozárabe de ~ pionera en estas deploraciones. para componer un fresco de tintes
apocalípticos capaz de impresionar al lector más indolenteíoo. El éxito de su hallazgo literario se
constata en la Esto,ia de España alfonsí, que traslada fielmente el esquema y contenidos del De
rebus Hispaniaeior; sancionando así «lo que ya quedaba constituido como un tópico de nuestra
historiografía»’s-~. Interesa destacar la utilización aquí de interjecciones como «~Ay
Espanna!» o «¡Espannma mezquina!»oS.
Como vemos, las grandes crónicas del siglo XIII proporcionaban los ingredientes esencia-
les: la figura del Isidoro profeta. el recuerdo de su De laude Spaniae, la asociación de ésta a la
apocalíptica conquista musulnnana y la interpelación a la patria que se desmorona en su propia
impasívidad. Tan sólo y-estaba llevara cabo una actiralización de la supuesta profecía isidoriana
sobre el ocaso de los godosrolA ello se dedica elyaaludídoPiantodeEspaña.José Guadalajara
ha observado la semejanza entre el «tono lastimero» adoptado por la Estonia alfonsí al referir
las consecuencias de la conquista, y el Planto atribuido a San Isidoro, e incluso la Lamentagión
de Spaña del marqués de Santillanaicí. Sin duda, los acontecimientos políticos vividos en la
Castilla del siglo XVofrecían un contexto favorable para el pensamiento apocalíptico, recogido
en gran número de textos. Las Coplas de Mingo Revulgo, escritas por fray Iñigo de Mendoza en
m464. son un buen ejemplo: tras la aniquilación de Justicia. Fortaleza, Prudencia yTemplanza.
se anuncia la inevitairle llegada de «las tres rabiosas lobas», es decir, eí hambre, la peste y la
guerra
roe
Al expirarel Medievo, la profecía atribuida a Isidoro sobre la nueva destrucción de España
se va a nutrir de contenido mesiánico y apocaliptico. tomando de las profecías del Anticristo su
cortejo de personajes escatológicos: el emperador de los últimos tiempos, el Papa angélico. el
Encubierto, el murciélago. el nuevo David. Términos todos ellos que nos remniten a la larga y
[dem, cap- XXII. Pp. o5o-í53.
FERNÁNDEZ VALVERDE, Juan: «De laude mt deplorationeSpanie...» - p. 460.
Crónica mmoozárabe de 754. rs-ap. VII, 55~ Pp. 72-75.
Primera Crónica General, tomo 1, caps- 558-559. pp. 300-314.
MAltávou. José Amamonio: El concepto de España ero la EdoA Media, Madrid, m
311yBlu respectivamente. También son «mesepainos»
98í (3)’ ed.),
losp.españoles
u3.
en las
estrofasquededicaala
~milestrucción»
delreinoelPoeoíadeEeraánGonzmilez(estr. 8
ío:r Priooera Crónica Ceroeral,
pp.
9,ed, cii.. p. 575).
‘u- ParaJosé GrraraÁ¡Ái±xicáMeotNA.«es indudroble ms-cía conqsaista musulmana produjo una 1-ronda conmoción ene1 medio Irispánico y que tal ver, por la magnitud de ésta, cuando otras graves circunstancias aquejaron
a la sociedad. se estableció í’n paralelismo con aquel dramático acontecimiento para predecir una catástrofe de
similares proporciones» (las profrcías delAnticri seo en la Edad Media, Madrid, ~996. p. 284).
‘<s- Idem, p. 345. La LnrroeneaQión de Sparta, en las Obras completas
8. de
pp.don
410-4a3).
Iñigo López
Cfr. LNPEsA,
de Mendoza
Rafael: Laobin
(cd, de
literaria
del Marr¡riés
cíe So-rotiílao.o-,
Madrid,
Angel Gómez
Morenoy
Maxinsilian
P. A. M.i Kerldaof, Barcelomra. i98
957. Pp. 24r -245Poesía cr-íticaysur¡i;rii:iudelsigloXV, ed, dejulio RodriguezPuértolas. Madrid, 1989 (Saed.), p. 259.
.i:a
21
En la España Mediciral
uoo3.u6 5-34
Juan Luis Carvi mozo Rubio
Isidoro de Seo’ illa. spiritu propbetiae clarus
fructífera tradición profética catalanay al resto de corrientes europeas, especialmente las que
arrancan de los vaticinios de Joaquín de Fiore. Jean de Roquetaillade o Arnaldo de Vilanovaer.
No extraña por tanto que el Planto y sus profecías —en las versiones que han llegado hasta no
sotros— presenten variantes significativas, fruto de una transformación continua de forma y
contenido. De hecho, el texto se nos ha conservado en unas pocas copias manuscritas tardías,
distorsionadas con añadidos de diversa procedenciaÓí. Para José Guadalajara.
-
lo que fue el originario Planto de España de tradición medieval ha de entresacarse de la
hojarasca de estas mixturas; sin embargo, no resulta muy complicada esta tarea, ya que la
confrontacióntextual entre varias de estas vcrsíonesysu comparacióna con escritos afíTres, como el caso dc la Lameníagión de Santillana, permiten estimar. unavez eliminados
también los componentes extraños [.], que el Planto hubo de ser una profecía que.
conectada conla tradición cronistica, vaticinaba entono lastimero una próxima destrucción de España a causa de los pecados hispánicos, entme los que se encontraba el consen—
timiento de la estancia musulmana en la penínsu]amfl9.
El Planto en cuestión debía articularse en torno a una reiteración de condenas sobre la msatísfactoria realidad coetánea, encabezadas por la interjección «gTlay» (equivalente al cae latino de Arnaldo deViloraova)rio:
Cuay de ti Españay del tu gran caudillo sin corona de virtudes, que tus fedoresylos tus
pecados grandes aborres~idos son a Dios y la sangre de los pequeños demanda vengan—
~a 1..]. Guay de ti, que rompiste los adarves dc las tus ciudades[.1 - Guay de ti, quebrantadora de las cosas [.1. Guay de ti, España, que faras barragana a la esposa de Jesucristo;
peor her-es que los gentiles idólatras [..]. España, criadora de la mala seta de Mahomad.
será destrimida erm cisma con gran furia y saña, ca los reinos della se levantarán los unos
contra los otros s-~
Sobme estas cuestiones soir de obligada consulta los libros de José GiiAnaar.AJaná
MEDtNA:
Las profmema del
Anticristo. - . - y Alama MiLFtOLt: Golónysu rrzeromoíiderci mes-id-rs-ira ero el arrrbientef-anciscanis;a español. Valladolid, r983.
~ Aiain Mimu-iom; coestaró la exisicírcia de varias copias del Planto en dos mamrorscritos de la Biblioteca
Nacional de Madrid (en adelmonre, B.N.M,)~ moms. 6549 (Id. mn4r-=28r)yms.a
779 (fol. 37v-S8vy5or-5iv). En el
pninaero, está eiapiado a par-tic dc tiro decainreoro de r~68. Ení el segomado. el vaticinio
6í. aparece
neta í).en
Dicha
una compilación
comrípilación
ferina
parteprofecías
de la Relación
de tododclolas
sucedido
en las Corrnt¿nidacles
de Castillay otna.s
de cíiveí-sas
del tiempo
Comunidades
(«La chauve-soui-is.,»,
p. r-ep-roos rey-nrando el erioperodor
Carlos qioiroto, atribuida era ocasiemaes erróneanaemote a Gonzalo de Ayora, euye capítulo cíe profr:eias lía sido cdi—
tado por llanoóir ALBA (Acerro- de al gui-respartiatí aridecíes de lera Corrtrinidades de Círst¿lla- tal tez reíacioui-adií.s corr el
supríesro acaecer terreno del Miliniir igualitario. Madrid. m975. pp. i¿9--209t el ~anro. en dos versiormes distintas,
ocupa lea páginas í
8oy ‘97-200).
Gor~oai.áíxtá7~Mn;íIríNa,
i
ola: Los pí-oj ecias deiintieí-is;o.., p. 346.
Fríe oury corroeidro sra p rofecirí -he nrr¿ndo iui. eeneiírrt arr-iris, corate mmi da crí so 1 ilmo De cyaaobali.s- I-?crlesiae, de
í3oí (idean, p. ‘97).
Rarrióní AíírA. Acer-ce di- elgaanasper-ricuíeridader pp. r~y—a
99. ¿Podemos ver ríma recuerde del «goay dc
ti, España» m,mr el verso «España, España. ~aydc ti!» del rorroairi:t: sobre la traición del conde doma Joliíarr? Oir.
Drttfia. Agiastiri Roríoenc-ero general o &li:rciónt.
de rorrrenres casec!ío,oos o-roteíioí-er ej sido YVIH lento 1, Madrid,
i945 (2a cil.) Biblitateca de Ancores Españoles, vol. so. 55~0 594 [5 405 Durán lo tonta deí generoso Címrocionero
de rorrtances i mrípresía por Martín Nocie (Aaaalacies. 1555). Segiria el editor. «a difeicracia (le los otros Camacioncres
En la EspañirMedr~ever-l
2003.26
534
22
Isidoro de Sei’illa, spiritu prophetiae claros
Juan Luis Cantazo Rubio
Ya hemos comentado que todo lo que no sea el lamento por la «pérdida» parece ser ajeno a
la concepción original delManto de España. Pero las versiones conservadas del Planto aparecen
siempre asociadas a una obra de notable contenido apocalíptico: la de fray Juan Unay el alemán
o fray Juan Alamany”~. El texto se conserva en manuscritos datables a partir de finales del siglo
3. La obra de Unay es controvertida
XVy en un impreso de comienzos de la centuria siguienterí
por varias cuestiones: nada se sabe sobre su autor, la bibliografía reciente utiliza distintas
denominaciones para titularía y no existe consenso sobre su fecha de redacción.
FrayJohanAlamany (o «frayJoanAlemany» o «Maestre Juan el alemán» o, también,
bajo forma de anagrama, «Maestro Juan Unay el alemán», o «Maestro Unay. frayle
menor alemán»). [.1 Ese misterioso religioso (¿catalán?, ¿de origen alemán?), «fraile menor de la orden de Santi Spim-itus» (¿franciscano joaquinita que creía enel adveril—
miento del Evangelio eterno del Espíritu?. ¿o miembro de la congregación hospitalaria,
llamada «orden del Espíritu Santo», fundada a fines del siglo XII por un hijo del conde
de Montpellier?) escribió en latín, con toda probabilidad en la primera mitad del siglo
XV, un tratado sobre elAnticristo, hoy desaparecido en su versión original, pero que tuvo
una gran difusión en castellano y catalán”4.
Pero ¿cuándo se fundieron en uno eí Planto pseudo—isidoriano y las elaboradas profecías de
fray Juan Unay? Es difícil saberlo, aunque cabe hacer algunas observaciones merced a los escritos
de uno de los autores más prolificos del siglo XV castellano: mosén Diego de Valera. El tema de la
destrucción de España ylas profecías que lo adornan son cuestiones que interesan sobremanera
que conservan las obras artísticas de los trovadores cultos del siglo XV. el de Ronmances contiene la poesía popu—
lary lajuglaresca. sino cia supnimitivapureza. si, al menos, la más próxima a los tiempos remotos donde nació»
(Ronoancero general. torno II, RAE., r6, p. 679). Sobre la edición de Nucio vénmose los comentarios de Paloma
Díaz—Masenel «Prólogo» asuRomrumncero, Barcelona. 1994. pp. 44-45.
Las versiones del Planeo editadas por BanoónAlba se encuentran separadas por la profecia del «maestro
IJray. frayle menoralemán de la Hordende Sancti Espiritus» (ALma, Ramón:Acercadealgunas particularidades.--.
pp a8o-í
97).Yel Manto del manarsenito 6149 B.N.M. intercala un resumen de la misma obra. Además, el texto
del maestro Ijnay en el nmíanuscnito 8586 B,N.M. va seguido de un párrafo con reflexiones sobre eí perdón de
Dios atribuidas a «SantoYsidro» (fol. Sor),
:.3 Frente a la versión taadiay edulcorada de la profecía de fray Juan Unay transcrita a partir del manuscrito
1779 B.N.M. por Ramón Alba, es preferible la edición realizada por José GUAnALAJABA MEDINA del ms. 8586
B.N.M. (LraaprofeciasdeiAromiciiato.... pp. 405-425). Alain MrLr-ioU advirtió también de la existencia de otraver—
sión en el ms. 6176 B.NM. (fol. 231v-247r). incluida ema un conjunto de numerosos textos franciscanos («La
chauve-souris..,», p. 6p, roota 29). Ademnás, Frederickj. NoisToN da noticia de dos impresiones de la Obra de la
oíengu.da de.4neic!oi-ist. Ab ‘tina reprobació de [asecta nralronoetica de JoanAlamany. traducida del latina1 catalán por
muestre Joan Carbourelí: una en r~x3 y otra en Valencia, por Juan Joffre, en sso, durante la revuelta de las
Germanías (La imnprerome crí España. ‘5o’ —íguo, Madrid. r997. p. 245. que renrite a los números 1352 y 5215 de su
A deseriptive caea[ogsoe ofprintingin Spain arod Portugal. rio’ —iguo. Canobridge. r978). El texto impreso en r5~c ha
3t estudio
preliminar
en las Pp. 73-89).
sido publicado por EuláIia Darranyjoan Requesens:
Profccia
ipoderalRcruzireorent.
Te=rrsprofrticscatalansfaoora—
MrLrtoU.
Alaima: Goión
y-su 1997.
orentalidad
mesiánica p. 238. Cfr. GUAn;AIAJARX MEDINA. José: Las prnfecías del
bies ::5
a Ferran
el Camólic.
Vrílemíeia,
pp. 91-mS
Annicristo..., pp. 375-389: y Rusos, Rafael: «El Libro del milenio de fray Juan IJnayr ¿una apologia de Femando el
Católico?», enArtar dclvi Congreso Iniemacionel dc leAsociación Hispánica de Literatura Medieí’a[, José Manuel
Lucía Megas, ed,, Madrid. r997, tomo [1, pp. a24i—i247.
23
En la España Medieval
2003,26
534
Juan Liria Carviaro Rubio
Isidoro de Seiilie. apíritír proplíetiae clartís
aValera, cuyas epístolas revelan un convencimiento pleno dc la efectividad de aqueflosvaticinios.
Así, en una carta de r441 dirigida a Juan 11 advierte a] monarca crí los siguientes términos:
Catad, Señor, que escrito es por algunos santos varones, España ayer de ser otra vez
destrozida. No plega a Dios en vuestros tienapos esto contezca: que mal aventurado rey es.
en cuyo tien
1)o los sus seflorios reciben caídas,
Ema otra carta a] mismo
rey,
fechada en m44.7, vuelve a insistir:
No queráis que era vuestros tiempos sea verificado aquel dicho de Isidoro que díze: O
mezquinaEspaña! dos vezes eres destruida e terceravezlo serás por casamientos illicitosñ.
Poe estas lechas Valera alude reiteradamente a «nuestra mesquina España, que con aquerados pasos trabaja ]lcgar
desastrada eepístolas
dolorosaqore
fin,hace
la qual
plegue
a Dios en eínauestros
7. Sina sra
en±argo,las
llegar
a Fernando
Católicotien
dospos
nunoca
veamos»
décadas
más
tarde difieren serasiblemervie ene1 conteraido de la profecía. Más qtíe la definitiva
ruina, crí 1475 pregona Valera la recuperaclón del pasado esplendor:
podrían ser estos reinos engrandecidos e tornados en el estado qtae solían; casi acaesciendo, podrían ser nuestros reyes antepuestos a los eyes de Francia, como lo fueron en
tíenpo dc los gloriosos rey-es dEspaña Ervigio e Banba, que señorearon todas las Españas
e Lenguadoqne, ye1 Del Finado, que entonces la Francia gótica se llamava. e allende la
ruar, Cebta e lánjer e muy gran parte de Afriearí,
Al año siguiente. confía en que con Fernando «se eonplirá lo profetizado dc umucíros tien-posaca»”¼yenla478escribe al rey qíre su mniisíóli a<consiste en dea-raigar los males e acrecentar los bienes, segiinr sentenciado Isidro»r~, Comprobamos así que las epístolas dirigidas a
luan II contenían únoicanaente el arauncio de la nueva destnaeción, mientras las enviadas al rey
eatólico añaderí cl conmíponente muesíaníco del Libe-o del milenio y otros textos coetánacos. Por
estas fechas, San Isidoro y Unaay anunciaban cori tina sola voz cl destino glorioso que bahía de
llevar a los reyes a conquistar Granada, el norte de Africa y la Casa Santa de Jenasalén, Pese a
todo, Valera -nos desconcierta, ¿Cónno es posible que tan arraigadas convicciones pmofétícas
respecto a Isidoro no tenígan reflejo en su (irónica cnbreeiodo, ele E%pah-cn?
Lt4beeo:tada o Valeriana ríos infran-nna de los esfuerzos de Isidoro contra la lrerejíay de sar níouer-te poro arada dice de su espiritu ísmofético ni de sus vaticinios sobre sí nnisnao o sobre el reino2’. Es
sus-lo Xl-’
h-osisetrs eosteiíeoos-- deL
Iticrír, II. p- 5ldcní, 111, p. 3.
ldemaa. y. ~< 1 ]ir:mít, \lI, e-
--
torno 1, crí. ile Mano Verona. Madrid. 5959: líA. E.. irá, epistola i. p. 4.
VxiJ:iau. I)iego de: tiró rok-cm abrasada de España, Sevilla. 482 (incrarrable conseivado enel ra;s. í34í B,N.M.,
fol. i~,8 --3a6), ereera parte, cap. XXiV. fol. 202v; y cap. XXVIII, fol. 203v. En este último leemnoa tan sólo: «nuirió
cl Lii eriauien tít indo Sant Li dro mrinay sarítanl en te cía la cibdad dc Seorilla » , y la lecira.
En le España Medieval
.roo3.s6 5-34
24
Isidoro de Seeilla. spirítu propheríae claros
Juan Luis Cantazo Rubio
25; ni se hace
eco de la supuesta y premiada devoción isidoriana de Femando IíI~~3. Tan sólo encontramos
reflejado eí anuncio a Alfonso VII en Baezazt Da la impresión de que eí Isidoro profeta no
necesitase ya de las crónicas para sobrevivir, Lo cual no implica que decayera el interés por su
figura. sino todo lo contrario. Prueba de ello es la traducción que de la 1/ita Sarncti fsidori realizó
Alfonso Martínez de Toledo, el célebre Arcipreste de Talaveras5. Para elaborar su «biografía».
Martínez de Toledo aprovechó fundamentalmente las noticias contenidas en la 1/ita Isidori,
además de algunos otros textos’~6. La obra, movida por la devoción al santo, admite toda leyen—
da o tradición en torno a Isidoro de Sevilla, al que presenta como incansable hacedor de milagrosy fuente segura de profecías’~L Losviejos asertos de la 1/ita plenomedieval cobraban actua—
lidad en la Castilla dcl siglo XV.
No en vano, contamos con testimonios de todo tipo sobre aquellas supuestas profecías de
Isidoro contagiadas de milenarismo joaquinita y mesianismo fernandino. Uno ciertamente
interesante nos lo proporciona el aragonés Pedro Marcuello. Improvisado poeta, Marcuello no
es un cortesano instruido, sino un modesto alcaide de pueblo que vive en Zaragoza y compone
un «cancionero» en honor a Fernando el Católico’~8. Alo largo del poema. Marcuello y su hija
se convierten en interlocutoresde distintos santos a los que piden protección paralos reyes. De
esta forma, la doncella invoca a nuestro Isidoro con los siguientes versos:
más, tampoco refiere la aparición del santo a Fernando 1 cuando relata su muerte’
Isidoro, illuminado.
arr~obispo de Seuilla:
siendo de Dios muy amado,
Idem, cuarta parte. cap. XXXIX. fol. 23
7v.
Idem, cuarta parte. cap. CXII. fol, 287v—a9ív.
‘4 Idem, cuarta parte. cap. CVII, fol. a8iv.
‘t ARcIPREsTE oc TAlAvERA: Vidas de San Ildefonsoy-San Isidoro, ed, de José Madozy Moleres, Madrid, 1952.
‘as- Madoz concluye ~ae el Arcipreste hubo de consailtar el mismo manuscrito misceláneo (formado por
diversos materiales isidorianos) que dos siglos noás tarde proporcionará Nicolás Amatonio a los Bolandistas para
la composición de susActa Sanetorurn. Estos, al contracto t11le elArcipreste de Talavera, suprínníeron los pasajes
más increíbles e inconsistentes.
Así, senos dice que «avía el varón sancta spíritu de propbeqia e dezia muchas cosas de las advenideras,
asy como sy fueranya pasadas y fechas, en manera orie más paresqia que recontava las cosas pasadas que no que
denanstrava las avenideras» (p. 95). Inmediatamente antes del lVConcilio toledano, «conosqió por espíritu de
profeqia el día de la su postrimería» (pp. a41-r42). Yya ene1 Concilio, hace público el nrás relevante de susvatí—
cinios: «sy vos apartáredes de aquestas cosas que vos mando, vernán sobre vos muchos males e caeredes en
manos de los enemigos e en’ pestílenQía e famnbre. Mas sy vos tornáredes al señorde todo corazón e syguiéredes
la verdat e bondat de la Yglesia universal, cobráredes señorío sobre vuestros eneanigos e avredes mayor gloria e
enxalí~amiento que oviérades pninoero» (p. r44). Por supuesto, tampoco podían faltar el episodio del viaje de
Mahoma a Córdoba (pp. ~ ío3) y la apanicióma añífonsoVIl enBaeza, con lahistoria del pendón de San Isidoro.
usado tarnbíéaa por el infante don Fernando de Antequera (pp. sbo—r6í),
87i yDisponemos
£7 Rinaodo de de
la círnquisma
de Granada
o Cancionero
de Pedro
Marmella,cd.ed.
Estrella
Ruiz—Gálvez
Príego.
dos ediciones
del libro
de MAnlcUEl.Lo:
Cancionero.
dede
José
Manuel
Blecun, Zaragoza.
19
Madrid. r
995, acompañaila esta última deunvolumen con la edíciónfacsímil íntegra del manuscrito 604(1339)
XIV—D—a4 de la biblioteca del Museo Condé en el castillo de Cbantilly (Francia).
25
En la España Medieval
noo3,r6
5-34
Jitan Luis CaerÁaro Rubio
Isidoro de Sevilla, spiritu proplretiae clarus
vos ovistes profetado.
desta reyna de Castilla.
donde dixistes qu’en l’anyo.
mill quatrocientos y ochenta,
sería contra este danyo.
dell eregia y enganyo.
vna duenya a Dios siruienta’09.
Supuestamente. Isidoro habria anunciado además que dicha reina «sería muy cristiana/y
virtuosa y real 1 de Castilla y Portogal», y «qu’en Sevilla ¡ se principiaría aquesto» (p. 327).
Tras constatar que los reyes ya han iniciado su empresa. la donzella hija del poeta iinplora a San
Isidoro que interceda ante Dios para que «les acreciente la vida» (p. 328). A continuación,
Marcuello introduce la respuesta de Isidoro a la joven:
que lo veyes.
aslo bueno de acertar.
yte digo, como creyes,
que íes digas a tus reyes.
más ganarán sin dudar;
digo después de tomar,
este rincón de Granada,
si quisieren conquistar.
éúlókiiiéfb<déThá mar.
avrán vitoria doblada.
Donzella. pues
La guerra contra «eregesy paganos» (judíosy musulmanes) habrá de reportar a los reyes la
gloria terrenaly espiritual, pues Dios íes tiene reservada «vida muy larga» y «en su ciudat tan
crecida/la gloria mucho doblada» (p. 329). Interpelada por el santo, la dorozclla no sólo ha de
actuar como mensajera ante los reyes, sino ante eí conjunto de la sociedad. Finalmente, tras
algunas consideraciones, Isidoro exhorta de nuevo a la joven: «tú diles tal nueva buena.! pues
con ffe su humildat suena: ¡más ganarán que Granada» (p. m2i).
Similares vaticinios encontramos en un poema coetáneo que, al igual que el Cancionero de
Marexaeflo, interesa más por su valor histórico que por su mérito literario. Me refiero a las
(‘oplas de la Pasión con la Rcsunrcción del Comendador Román (m4
9o). De Fernando el Católico
asegura que es «el Encubierto», «de quien dize sant Ysidro» que destruirá «la sinagogayla
mezquita/y hará las leyes -vi-ma» Más interesante aún que los anteriores es el texto profético
>~.
25
El Rimado de la conquista de Granada o Cancioneru de Pedro Marruello, cd. cit., Pp. 326-327.
Cito a partir dc la edición facsínril publicada en Valencia, ‘955: Incunables poéticos castellanos. PV. de
uy, Sobre los problemas filológicos deltexto véase el articulo de Giuseppe
M~occníi: «Para la edición crítica de las «Coplas de la Pasióro cori la Resurrección» delComendador Román>s,
en Lieeraeurn hispánieír, Rey-es OatólicosyDescubrirroieneo, Manrael Criado de Val, dir, Barcelona, í989. Pp. 285—
294: y soo edición publicada por la Ijniversitá di Pavia, 5990.
-a... la fonte que manay corre,,.», fol.
En Ion Espata Medieval
uoc3, ab s-~í-
26
Isidoro de Sevilla. spinitu prophetiae claros
Juan Luis Cantazo Rabio
incluido en una de las escasas biografias nobiliarias del siglo XV castellano: la Historia de los
3’. El capítulo XXXI reproduceuna carta que incluye un «juyzio sacahechos del marqués de Cádiz’
do de las reuelaqionesy prophe9ías de SantJuany SantYsidro que le fue enbiado porvn sabio»
(fol. 93V). El escrito habria sido difundido en 1486 por Rodrigo Ponce de León, como una mas
de sus muestras de lealtad y servicio a los reyes~».
Todos estos testimonios impiden considerar a Isidoro y sus profecías como una reliquia
anacrónica. Muy al contrario, el Planto de España constituye un texto de permanente actualidad
durante todo el siglo XV e incluso en la centuria siguiente. Alain Milhou ha estudiado varios
pliegos sueltos —impresos probablemente a principios de n5ím— en los que las autoridades de
Córdoba. Sevilla yToledo manifiestan su oposición al proyecto de Fernando de dirigir en per—
sona una cruzada contra Túnez. El pliego cordobés hace alusión a las «muchas y muy antiguas
profecías e dichos de sanetos varones» que anuncian la conquista de Jerusalénin. Muy ilustrativa resulta la perplejidad que manifiesta fray Prudencio de Sandoval ante los «pronósticos y
profecías en que creía el común» en época de Carlos V:
Estaban las cosas de España tan turbadas, los hombres tan desatinados, que no
parecía sino azote del cielo, y que venía sobre estos reinos otra destrución y acaba-miento peor que la que fue en tiempo del rey don Rodrigo. Creían en agtteros. echaban
juiciosypronósticos amenazando grandes niales. Inventaron algunos demonios, no sé
qué profecías. que decían eran de San Isidro, arzobispo de Sevilla; otras de fray Juan
de Rocacelsa, y de un Merlín y otros doctores, y de San Juan Damasceno; llantos o
plantos que lloró San Isidro sobre España. Yen todas ellas tantos anuncios malos de
calamidades y destrución de España. que atemorizaban las gentes y andaban pasmados.
Helas visto y leído, y son tantos los desatinos que tienen, que no merecen ponerse
aquí, sino espantarnos de que hubiese tanta facilidad de los hombres de aquel tiempo.
que creyesen semejantes cosas’3~.
La capacidad de adaptación del Planto de España explica su presencia incluso en la literatura
aljamiado-morisca’3~. La «Porofe<~íYa sakada por estrolojí~a i por el sabi~o digno de giran ~en~ima
~ «Historia de los hechos de don Rodrigo Ponce de León, marcpmés de Cádiz (5443-1488)5’. Colección de
Docam,rentos Inéditos para la Historia deEspaña (Madrid). oo6 (5893). pp. 545-357- Actualmente ultimo una rifleva edición, por lo que citaré a partir de mi propia lectura del manuscrito 2089 B.N.M.
‘32 Para todo lo concerniente a este texto, me remito al estudio preliminmarde mí edición, así comoal artículo ya citado de Alain Míusou, «La chauve-souris...»,
‘“
Míuiou. Alain «Propaganda mesiánica y opinión pública. Las reacciones de las ciudades del reino de
Castilla frente al proyecto fernandino de cruzada (í5ro- mo)». enHormoenaje enJoséAntonio Maravalí. MM Carmen
Iglesias. Carlos Moyay Luis Rodríguez Zúñiga. cdc,. Madrid. 5985. p. 56.
‘34 SíNDovAL, Prudencio de: Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V. cd, de Carlos Seco Serrano.
tomo 1, Madrid, m955 (u.~ ed.): B.AE., So, cap. XIII, pp. 259-260.
‘35 Alvaro GAaiaÉ5 DF FUENTES, ha subrayado la importancia de las versiones aljamiadas para eí estudio dc la
profeciapseudoisídoniana (Dichos delos sietesabios de Grecia. Senterv.ñas nrorales en verso. Madrid, 1995. pp. q—5m).
Con anterioridad. Luce LÓPEz—BAR4LT reprodujo algunos fragmentos de la versión del flanco incluida en el mS-
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534
Jitare I,íeis Carriaro Riobio
Isidr,ro de Sevilla, apinituí propheeiae claros
Sant Esidri~o» ye1 «Planto de España» contenidos ene1 ms, 744 de la Biblioteca Nacional de
Paris, forman parte de un conjunto de jofores o «alguacías» (profecías moriscas), algunas de
las cuales son atribíridas al propio Mahoma. Entre otras aseveraciones encontramos las
siguientes:
Gu~ay de ti!. España; dos vezes fuste dest~ruída, una vegada por seka, otra vegada por
manos de agareños. Agora serás later§era por ellos i tú dest”niida por tus maldades. [-.1.
¡Gu~ay!, enton~es de la k~lerezi~a, ide los falsos rrelijosos. ke todos serán dest’ruidos por
sus grandes pekados
GuLy enton~es!, de los agareños de España, ke lavanagilom-iYa
de sas Aihamra, por lo alto será tomada [.1. Muchos pere~erán por armas, í nmuchos se
afogarán en la mar, i pasarán fuyendo a los Montes Kalaros, Irá el enkubi~em-to enpwés
d-ellos ígannaráa ~ebta, ia’Preme~én i aMarruwekosiíó,
[...].
Lo misma profecía será conocida por Pedro de Deza, quien escribe el 29 de enero (le m572 al
presidente de la Inquisición en Granada advirtiendo de su aplicación a la guerra de las
Alpujarras e identificando a don Juan de Austria con el Encmabiertot. Todavia en a6a3, fray
Marcos de Cuadalajara. en suProdiciónydesíierro de los moriscos de Castilla habrá de combatir
algunos vaticinios (le los moriscos recientemente expulsados, que siguen utilizando la autori—
dad de San Isidoro, en este caso, para justificar sus esperanzas:
Peri
rr-ct.-saa ro-Am
—-~-‘--- ~-“-‘~
~
Fo,,-~5
~.,
L.2r;-....-.-,~
~
¡‘plltLltalotlloruo.I100
:a,.
~
odaatua
y
VdlUIIUS
nusimus ¡Oque
avía de durar; y entre ellos cl sanato aryobíspo de SevillaYsidro, tan ieydo de los moriscos
quan mal entendido deilos (porque la prophecía de Dios no se aconaoda al perverso
entendimiento de los la IJOS de í¿o ira). Predixeron también los más antiguos astrólogos,
alfaquíes y hechiceros dc los marismos moros, a tiempo que hiñeron la conquista destos
reynos, hallando por los astros y por sus Ihísos oráculos que avía de durar hasta el año de
a óno para que así concordase todo con las prophecias de SanYsidrou,
También resulta interesante el testimonio dc Jaime Bleda. calificador de la Inquisiciónm (le
V¿oleneiay autor de una voluminosa Gorónico. dejos moros de España impresa pocos años después
de la expulsión de los moríscos3~, Al disertar sobre la «pérdida» de España. Bleda afirma que
«tuvo revelación desta erueliasima persecución eí glosioso 5. Isidoro, arQobispo de Sevilla y
774 (fondos árabes) de Ir, Biblioteca Nacional de Pas-is (~<Caónica de la elestnaecióia de rin oríamado: la literatura
aljamniado-morísea». enRelleñn Iíisparrique (lioíídeoa>, tonio 8a. n.0 i —a (i
98o), pp. 5a -55): amiaíruseriro que ha
sido editado pon Mercedes SÁNcnIEZ ALVAREz: El rroanisscr-ito rriiscelñneo 774 de la Biblioteca Nacional de Par-fr <leyendas, ieinem-arios de viajes, proferías sobre la derrnocción de España y otros razlatos ororiscos,), Madrid, 982.
it
SÁNcHEZ kvmrrr2. Mercedes: LI rrranroseolto rro¿scelriroeo 774---- PP 247-249.
C±xirra!vuíAc,Lisis: Moriscos -y cr-isi¿aroos. Un eofrerr.eariuenua polémico (r4p~— r¿40>. Madíid, 979. p. 63;
traiascaipción dc la carta cm: pp. 424-4.26.
Idemo, p. 66.
Bccr~xA, Jaime: (iorónica de los onor-os de kpeírio - Valencia. 6:8. Exístc miar m-ccieaate cd icióna facsi mil 1aoabli —
cada íaor la Universidad de Valencia.
En la Espafomm Medieval
2003.26
~-34
28
Isidoro de Sevilla, spíritu propbetiae clarus
Juan Luis Garriazo Rubio
primado de las Españas; el qual. hablando della, dixo: «Guay de ti, España, dos vezes perdida,
40.
y que otra vez lo serás»; y esto se cumplió quando los moros la ganaron»’
La fama profética de Isidoro llegó incluso a atravesar el Estrecho. El palentino Diego de
Torres, que actuó como alfaqueque en Marruecos entre 1546 y 1554, recoge un interesante testimonio al respecto. Según su relato, Pedro de Bedia. «un mercader cristiano natural de
Vizcaya» que Torres conoció y que era «gran amigo de Abrahán Cabei~a, iudío de Marruecos a
quien el xarife traía consigo, siempre ocupado en cosas de hazienda, y le tenia en mucho»,
expuso al judío lo siguiente:
Dígote que ai profecía entre los cristianos revelada de Dios a San Isidro, am-qobíspo que
fue de Sevilla, en que dize que los reyes de Fez ande perderse por el pecado de la sodomia, y pues los que agora reinany toda su familia lo cometen tan públicamente, de creer
es que es llegado el tiempo de su castigo4.
Abraham Cabeza transmitió la noticia al Xarife de Marruecos, que poco después conquistó
el reino de Fez. Paradójicamente, las profecías atribuidas a Isidoro no sólo eran útiles para los
reyes crístianos’% Llegados a este punto. no podemos dar por concluido nuestro itinerario historiográfico stú volver al lugar de partida: la Sevilla de Isidoro.
La antigua sede visigoda inspiró. acabadayala Edad Media, buen número de obras enlas que
se reivindican las cualidades proféticas del santo patrón. La primera y más interesante de estas
historias de la ciudad es la que compuso hacia í535 el bachiller Luis de Peraza, nacido curiosamente en la sevillana collación de San Isidoro. Aunque los capítulos dedicados a los últimos
años y la muerte del prelado hispalense no se han conservado, encontramos alguna alusión
previa a su «espíritu profético» para explicar que conociese de antemano el resultado de sus
curaciones milagrosas~. Sin recato alguno. Peraza atribuye al propio Isidoro la noticia de la
expulsión de Mahoma de Espafma’44. Ahora bien, lo que llama verdaderamente la atención son
las supuestas cartas cruzadas entre la ciudad de Sevillay los conquistadoresmusulmanes, en las
que el recuerdo de Isidoro ocupa un lugar importante. Así. Peraza transcribe íntegramente una
pretendida misiva del «senado»y «caballeros» deSevillaalmoroÁbalagis’~1. En ella. contono
‘40 Idem, libro II, cap. 1. p. 007. Con anterioridad. cl autor dedicavarios capítulosy no pocas páginas a explican los anunciosyprofccias que identificaban a Malmoma con el Anticristo (idem, libro 1. caps. Ill-IVyXVI—XIX,
pp. B-a5y48—64).
‘4’ TonnEs, Diego de: Pielación del origen y suceso de los sanfes y del estado de los reinos de Marruecos, En y
Tarud<rnte. ed. dc Mercedes García—Arenal, Madrid, 1980. cap. LXIX, Pp. 183-184.
‘4’ Esperamos ver pronto publicadas las investigaciones de Javier Castaño sobre la pervivencia de las profe—
cías pseudo—ísídonianas en textos sefardíes.
“-‘ Pesuazá, Luis de: Hisioria de la ciudad de Sevilla. cd. de Silvia Maria Pérez González, Sevilla. 0997, tomo 1.
libro III. cap. XII, p. aóB.
‘44 «Santo Isidoro en su Latina Crónicadice que en el año sexto de Sisebuto fue hecho huir de España el descreído Mahoma, dadorde laespurcísíma secta» (idem, libro III, cap. XIII. p- srs).
» Sorprende la coincidencia al transcribir el noarlire dckbd al~Aziz. hijo de Miisí b. Nusayr, con la
Crónica Sarracina. exitosa maovela histórica compuesta hacia .430. en la que también adquiere singular protago-
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Juon Lreis Crz-rriazo Rubio
Isidoi-o de Seí:ilía. spiritra propfretiae clanms
desafiante, le recuerdan que «mucho es que los moros a los sevillanos no podáis en el campo
sufrir, pues nuestro santo sevillano Isidoro a vuestro dañado profeta Mahoma dc Córdoba des-de esta ínclita ciudad de Sevilla hasta las puertas de Africa ignominiosamente compelió a
huir»
Del mismo modo. Peraza reproduce la supuesta oración que el arzobispo sevillano del
momento dirigió al pueblo y autoridades, Entre otros argumentos. leemos el siguiente
~
Y sí el gran doctor y primado de las Españas, vuestro am7obispo San Isidoro, al dador
de la espurcísima secta, Mahoma. (le la nooble ciudad de Córdoba lanzó viviendo y basta
pasar enAirica lo persigiaíó, agora que con Christo reina glorioso en la gloria sí convues-tras rogativas fuese importunado ¿a sus oscurisimos secuaces de este iniquisimno legisla-dor Mahoma del cerco de la clarisima ciudad de Sevilla poderosamente no levantará?I?.
Evidentemente. Peraza da cumplida cuenta de la traslación de Isidoro’~t y de sus prodigiosris, apoyándose pama ello en la edicióna salmantina dcl Libio de los rniloore,s. Pero donde se
explaya el bachiller es en’ los capítulos dedicados a la toma de Sevilla, Junto al auxilio y apari-ción de Isidoro a Fernando JJ
1r5o, recoge otros testimontios proféticos sobre la conquista de la
ciudad. Recurre en pi mer lugar a la General Hi.stoda de la Sagrada Otilen de los Predicadores y a
«la abreviación que de ella laizo eí venerable padre fray Donítingo Baltanás» para relatar cómo
el dominico Pedro González, confesor del rey. «lleno de muy grarm 5.
santidad
y muy
ilustre
conm
Sc a-datan
luego
los proespíritu
a Fernando
querecuerda
conquistaria
Sevilla’
digios dedelaprolecia>~,
Virgen deanunció
la Antígua’~t
Peraza
incltrso
la traslación del siglo Xl par-a
«constmuir» unaii¿&~Ñ¿kÚ~kddr~ÁW
la cual, en la revelación al obispo Ahito no
sólo le habría guiado hasta su sepultura. sino que ic habría anunciado que «esta ciudad hade
ser conmquerida de los cristianos». Por supuesto, el vaticinio llegó a oídos de los musulmanes,
que «entre ellos lo tenían como una muy gran profecía, conociendo el valor de nuestro gran
Isidoro. Yeada día tenniendo esperaban cuándo lo qase eííos no querían se babia de eurnplír»’<.
raísmno la eonmaisna de Sevilla por los mrisaílrmíaries. Sin embargo, lar fabulaciomaes de Peraza dificíerí totalmemote
de las de Pedro de Conwu,, ¿rónica del reydon /lodrigoposíriuroeíu rej-de los godos <Crónica smrracin-a). segaanda par-te, cd. de James Donald Fogelqraisc. Madrid, ceo’. eaps. c~lXlII--CXT.Il,P~. 240--254.yeaps CLXVIII--CLW<,
pp. 293--3i9.
~ Perr,vm. Luis eje: Historia libro VI, cap. 301V, p. 253.
“
Ideos, libro iV. cap. XXVII, p. c63,
ldemn, tonso II - libro VIII. caps. IV--IX,PP. 72--79.
‘¾ Idean. tomne II, libroVílí, caps.X--XL,pp. 8o--í3í.
ideo:, torno II, libro IX, cap. 1. p. ‘36.
¡5: InIco:, tenso II. libro IX. cap. II. ir. 3~. Obséivese cómo se aplicaal domn~iroico el «espiritía protético» isí-doniaoro, Isa abreviación citada es la Gr-orden brasuis ce geríeralis Or-diois Praedicaeor-rí,rir innena por fray l)ormoinígo de
Valtanás cii su farianera obra imupaesa: cl Maroríale I-i-aerroro haed-icaeonr¡mo (1524). Cfr. VALTANÁS, Domínogo:
Apología sobre ciertas malcríes otorales en qroe huí-opiniónyApologia de la coorroroiónfi-eernenme. ed. de Alvaro Huca-ga
y Pedro Sáim Rodriguez, Bareclomar,, 1963, <Estoidio preliminar»,pp. 47-50 y aa4--rm5.
Idena. torrio II. Iibao IX, cap. IV. Pp. :39--140. Véase al respecto mi articulo «Umí episodio extraordinario
enla historiografía de Ferníando III», cmi Sevilla 248.... pp. 747--756.
,tr PEIIALA. Luis dc: Historio oomrío II, libro IX, cap. V, PP. ‘4’- ‘42. Sobre las predicciones en la Sevilla
almohade eonservanmios alguna referencia di: interés. Goaizalo Amnecos DE MoErNA, cm’ la segunda anitad del siglo
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moo3. -.rC
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Isidoro de Sevilla. spiritu prophetiae clarus
Juan Luis Garriazo Rubio
Cuando llega la hora de la batalla final, el ejército castellano es capitaneado por «el apóstol
Santiago, al cual visiblemente con infinita multitud de ángeles en figura de caballeros blancos
vieron los moros, y el gloriosísimo San Isidro, nuestro sevillano arzobispo y beatísimo deJensor»’54. Según Peraza, el rey Fernando actúa convencido por las revelaciones de Isidoro’55. Es
mAs, en una devota oración a laVirgen de los Reyes le recuerda el monarca «cómo por vuestro
mandado y revelación dc vuestro glorioso confesor San Isidoro y otros santos, tomé esta empresa de la sevillana conquista»’56. A diferencia del autor del Tudense romm~ceado, a Peraza no
puede pasarle desapercibida la fecha del ízz de diciembre de 1248. en que se unen la festividad
de la traslaciónde Isidoro yla gloria militar del reysanto’57. Con semejante bagaje, no extraña en
absoluto que le agradara la idea de considerar a Isidoro fundador de la Universidad de ScvilIa’~.
En cualquier caso, rio todos los autores sevillanos establecen las mismas relaciones causales
en torno a las profecías de Isidoro yla conquista de la ciudad. El cosmógrafo Pedro de Medina.
contemporáneo de Peraza, nada dice al respecto en su Libro degrandezas y cosas memorables de
España (s
548)’59.Y ello pese aque demuestra
conocerque
los Peraza
pormenores
de latraslaciónyulte60. Más riguroso
y Medina.
el analista Ortiz de
riores
milagros
obrados
por
el
santo
Zúñiga tan sólo admite la oración de Fernando III a San Isidoro antes de la conquista de
Sevilla’6’.
Podríamos preguntarnos si la heráldica municipal sevillana —con el rey santo entre San
Isidoro y San Leandro—- transmite la idea de una primitiva asociación entre Isidoro y la conquista de Sevilla- Para dar una respuesta coherente es preciso conocer la antiguedad del motivo iconográfico. Por lo que respecta a las armas de la ciudad, observamos que el llamado «pendón grande» (siglo XV) tan sólo representa a San Fernando. mientras el «pendón chico»
(siglo XVII) incluye también a Isidoro y Leandroltí. Ahora bien, «la primera impronta
XVI. recoge una noticia procedente de b,renzo Calindez de Carvajal según la cual, entre los libros que los Beyes
Católicos tomaron de los reyes de Granada cuando se ganó la ciudad hablaun escrito que explicaba cómo cuando lbn Hud se levantó contra los almohades. «un moro hechizero que tenían entre ellos por gran profeta» predijo que tras la muerte del caudillo murciano no volveria a haber un rey musulmán en Sevilla (Elogios de los conquisrollores deSevilla, introducción de Manuel GonzálezJiménez. estudio heráldico de Faustino Menéndez-Pidal
de Navascués y transcripción deAntonio Sánchez de Mora, Sevilla, 1998, pp. 4-5). Diego ORTIZ DE ZÚÑIGA recoge la cita completa de Argot de Molinay añade: «Era muy fretwente entrelos moros este modo de adivinos>’
hechiceros, y sus amenazas y presagios, permitiendo Dios tal vez que atinasen algo de lo futuro, aunque sólo
reservado a su divino coííocimiento» (Anales eclesi&ticosyseculares de la muy noble jymuy leal ciudad de Sevilla.
metrópoli de laAndalucin. Sevilla, 1988, cd. facsínúl de la de Madrid. 1795. tomo 1, p. 49).
‘54 Prpáz.á, Luis de: Ilisíoria..., tomo II. libro IX. cap. VII, p. ‘46.
~‘
Idem, tomo II. libio IX. cap. VIII, p. ‘47, y cap. XI, p. 154.
‘5~ Idem, tomo II, libro X, cap. XXII, p. 230.
‘5’ Idem,tomo II, libroX. capiOUV, p. z35.
‘5’ Idem, tomo 1, libro IV, cap. 1. p. 176.
59 MEDINA, Pedro dc: Obrus. cd. de Angel González Palencia. Madrid. ~
XLVI, Pp. 76-78.
Idem, capXLVII. pr- 78-80; cap. HIll. Pp. 86-87; cap.XCIII, p. í36, cap.XCIV. pp.
138-í39;ycap.XCV,
PP. .39-541.
O OIITIZoEZÚÑIGA.Dicgo:Anales..tomol.p. 122.
O FEItY4ÁNDEY COMEZ, Marcos: Los sdlos dela ciudad de Sevilla, Sevilla. 1996, pp. 18-19.
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Juan Luis Carriaro Rubio
Isidoro de Sevilla. spiritu prnpltetiae claras
vada, posiblemente usada cii los siglos XIII yX[V, ya presenta a San Fernando acompañado de
los santos arzobispos» Desde luego, sino una protección sobrenatural, esta inclusión temprana evidencia el orgullo de la ciudad por su antiguo pre].ado visigodo.
Nuevos motivos para el recuerdo o la invención de profecíasy milagros ofrecerá, ya ene1 siglo
XV1I, el proceso de canonización de Fernando líl. acompañado en Sevilla de una singular producción historiográfica y Iiteraria’<Á. Resulta llamativo —por inesperado— que el jesuita Juan de
Pineda, escribiendo por encargo del arzobispo de Sevilla un prolijo Memorial sobre el rey santoy
recogiendo buen número dc argumentos proféticos en torno a su figura. no asocie la entrada de
Fernando III en la capital andaluza con ningún pronóstico de San lsidoro4~.Aquel mismo año de
1627 publicó la primera parte de su Historia de Sevilla don Pablo Espinosa de los Monteros, para
quien no pasa desapercibida la coincidencia de la fecha del ~ de dieiernbreíS(. Además, Espinosa
refiere l.a existencia (le uIt «pergamino de la capilla real» de la catedral hispalense que reeogia
«las lecciones dela dedicación de esta santa Iglesia»; en las que se explicaba cómo se aparecieron a San Femando los santos arzobispos, «y le dixeron que viniesse a poner cerco a Sevilla, que
ya ellos avian a]can~ado de Dios, sacasse esta ciudad de la captividad de los moros»’k.
Tal vez el testimonio más relevante sobre la consideración profética dc Isidoro en la Sevilla
barroca nos lo aporte un manuscrito deljesuita Juan Bernal conservado en la Catedral6t. No en
vano, uno asís epígrafes está dedicado a justificar que la conquista de la ciudad por San
Fernando ya había sido vatícin.ad.a por eí arzobispo hispalense’6~. Bernal rastrea minuciosa‘~.
Idení, fI. g~i; reprodí.íccióuí en p.
Corticuzado en í6,4, cl proceso no concluyó hasta 1671. Cfr. CXSTAIÑLDADELGAISO, Paulino: «Fernando 111:
el b.arnbrcy el. Santo», enArchivo Hispalense (Sevilla), 234-236 (‘994>, pp. 401-416.
.Píensá, Juan dc: Memorial de la excelente santidad»heroycas virtudes del señorrtcvdors Fernando, tercero deste rs.orríbre. prirsrero de (jnseiUa ¿ de Lcd rs, Sevilla. 1627. Pineda si menciona, en cambio, el anuncio de Isidoro a
Fernando 1 sobre eí dia de sí.’ oítíerte (p. 73> ola protección del santo a Fernando 111 en león (p. 153). Desde ísíe—
go. no puede iníputarse al jesuita sevillano itinguna hostilidad hacia lo extraordinario, pues él mismo arremete
contra Esteban de Garibayyiuarí de Mariana cori el argumento de que «tanviciosa es la facilidad en creer radagros corno la incredulidad en caltírituiarlos» (ibídem), Un elogio de este jesuita sevillano, en CilístAzo Y
AseoQunA. jitan de Mata: «El mensaje de Tanesos», £3 Gararnlsolo, Sevilla. 1992 (g•a cd), PP. 6z-63.
ESPINOSA ‘se í.os Mocirnas, Pablo: hintero porte dele Historsa, or¡eigii..edadesygmndezas dela ríerwnobleyrnuy
leal ciudad de SedIta, Sevilla. 1627, libro IV, cap. V,fol. í~ar-v.
Idem, libro IV, cap. VI, fol. 148r. Recoge la noticia y el rezo José MANZANO en su Udayporseneosos uríilogros
dccl,glorioso Sor- Isidro. arvolsispo ele Seí’sílayegrsgto d.oe-toryrrsn siro de lo.s Esparlas, Salamanca, 1732, libro JI. Cap.
)OaVíll, p. 207.
Biblioteca Capitular y Colombina, ras. 59-4-43 (signatura antigíta 35-5-40). La portada —verdadero
colloge forníado con recortes de distintos grabados— reza asi: Memorias históricas deSev¿llaporelpadreJoanBernal,
de lo. Gorrípañ¿o deJesús, rector de el coileto de San Cre#orio desea ciudad, recogida..spor el doctor don Ambrosio de la
Cuesta y Erín ¡edro. canórsigo en su Sortees Iglesúr. Al pasar la hoja, otro Otulo identifica la obra como Razón de ser
potrsrírclto.l laSarsctes Iglesia de Sevilla, y la fecha CII 1675. Sobre el autoryla nhravéanse los comentarios de Mario
MÉNDEZ, liF¡óíwso, Diccionario de esoil ores. nmeser’os y oradorra naturales de Sevilla y Su <mdínril ptuvi!tciel. torno 1.
Sevilla 1922, p. 72n y FernsinAnsN~x De V~xnr1,o¡u Hijos de Sevilla iirest res en santidad, letrns. armas, artes o dignidad.
Sevil be í p~6 (cd. faesimil de la de ‘79’). j~0J, pp. r~—¡6.
El epígrafe en críestión lleva eí siguiente encahe7.arstiento «Predice a el morir 5. Isidoro. prophetay doctor de las Españas y arzobispo de Sevilla. a estos reyrtos su caj>tiviciad crí poder de bárbaros y SIr restauración a
Chisto por las vi ludes heroicas e i rívencible espada del santo rey do mí Fernando» (fol. ir 4r).
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Isidoro de Sevilla, spiritu prophettae claras
Juan Luis Cariazo Rubio
mente cuantos argumentos puedan avalar su teoría. Recurre en primer lugar al apócrifo cronicón de San Ildefonso aludido por eí Tudense, según el cual «el legisiator fu spaniamm Isidovus,
spir¿tupropheticus clanes, Hispanniis verrturapredixit oreprophet¿co. e la refirió en una grave y bien
sentida elegía» (114r). A continuación presenta como prueba los anuncios de ruina del reino
visigodo enel supueslo epitafio de Félix de Toledo O s4v)~. Bernal entiende que eí anuncio isidoriano de una nueva restauración conllevaba la venida de «un héroe» que realizara el plan
divino.
Pero quál hubiesse de ser aquel tan afortunado quanto religiosso príncipe por más
que lo escondía el misterio, la persuasión común entre nuestras gentes fiixó desde luego
sus esperanzas e,’ que el rey que Dios havia elegido como a hechura de sus manos, por
quien España havia de recobrar el esplendor de su imperio ye1 culto religiosíssimo de la
fee de Jesuchristo, se llamaria Fernando; nombre por sí misterioso y porque hasta aquella edad ni españoles ni romanos ni godos jamás lo havianvisto en sus ps-incipes. (115r).
Mega Bernal que. durante siglos, el nombre Fernando agradó tanto a los cristianos cuanto
horrorizaba a los morosI~r. Curiosamente, el autor recurre al Memorial de Pineda para atribuir
a Isidoro la «revelación divina» que justificaba «por tan largos tiempos en toda España la voz
de ser los méritos de vn Fernando rey santo quien mudaría en misericordias las iras de la vengadora espada de la justicia de Dios» (115v). Acontinuación, Bernal nos describe cómo, viendo próxima la muerte, al despedirse Isidoro de su feligresía sevillana, «puestos enel cielo los
ojos y encendiéndose en spiritu profético. qual otro patríarcha Jacob. anunció a España el
espantosso castigo que por mano de los bárbaros el agrabiado cielo haya de executar en sus
godos» (ía5v). Ahora bien, el desconsuelo del sanlo fue mitigado porla «bondad divina».que
permitió que.
su afligido spíritu. estendiendo la vista a los siglos venideros, viesse con luz profética que
después de más de quinientos años de captiverio. restituirían con abentajadas glorias al
culto de Chisto en su explendor antiguo a su Iglesia sevillana las vencedoras relígiosissímas armas de vn rey santo de su misma sangre y linage. (az6r).
Tampoco puede dejar de referir Bernal «los desvelos, las asistencias personalesy los prodigios» con que Isidoro se dejó ver y oír «en aquestos reinos por más de ducientos años en
amparoycustodia de varios reyes». hasta lallegada de Fernando III, el «caballero de Chrísto»
(hlóv)r72. A éste entiende el jesuita sevillano que se referían los versos proféticos de Isidoro
Toraz el epitafio <le Juan TM,táyo SÁIÁZMI, Martyrologiurn hispanrzrrt, Lyon. 1651-1659.
Cita un testimonio de fray Marcos de Guadalajara según el cual todavia en tiempos de Felipe III «diarava
aquest.e terror, pues quando se gripo que el infante su hijo, que después ftse Cardenal, se llamava ene’ baptisrno
Fernando, consumíay desvaratava con pabor a los raoros oír este feliz nombre» (fol. ít5r).
La expresión miles Éh.risti aparece ya asociada a Fernando ca la Crónica latina de los r~yes de Castilla, ed. de
Luis Charlo Brea. Cádiz, r984, p. 94.
‘7’
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Isidoro de Sevilla, spiritu prophetiae clarus
transmitidos por el Tudense (s 17r). En realidad, la argumentación de Bernal se levanta sobre el
verso «Et stat¿o-t Domínns auaiííator ecU»
La expresión Dominas auxíhaíor es interpretada como un mote o dívisa que representa. sin
ningún género de dudas, a San Fernando. Envez de una traducción lógica, el autorpropone que
estas palabras sean «entendidas a la letra con el. alma que suele el estilo profético», considerando que Isidoro se limitó a utilizar «el común estilo de los profetas; los quales en la Sagrada
Seriptura, hablando en los successos de las gentes y naciones y personas insignes o reyes venideros, les muestran no por el nombre sin.o por proprias y singulares señales, motes, vanderas.
divisas» (s ryv). Bernal alude tamnbién a la divisa Fernandina Dominas aíuctor Ineus, en la que
encuentra suficiente paralelismo con la anterior, «como sinos señalase ser el sugeto de la divísa Dom-frs-ns a-uní¿¿ator con que Isidoro profetizó sus religiossas victorias» (ss9r). Y añade:
-
Hasta en el vaso de cli.ristal en que este santo rey bebía, el qual se guarda en el relicarío de la Santa Iglesia de Seufila desde eí día de su mmítíerte hasta oy con veneración summa de los sevillanos, dando viday salud con su agua a los enfermos, ene1 labio que dicho
cliristal. tiene de oro, se lee grabada aquesta sentencia: domínns auxil¿atormetís, non timebo. dejando llano ser Fernando el santo el príncipe en quien vio Isidoro que en beneficio
de España la divina bondad verificaría lo que en sentir de Paulo Orosio verificó en el
Imperio de Grecia en el santo emperador Theodosio el magno. (mí9v).
Evidentemente, a Juan Bernal no se le escapa la participación de San Isidoro en la conquista de Sevilla. sobre la que aporta detalles curiosos. Así, fecha en la primavera de í~45 la revelacian que el santo hizo al rey mientras éste rezaba ante su sepulcro. El mensaje concreto de
Isidoro3.a Para
Fernando
sido eldel
siguiente:
Fera-andus
rasíawaprohrurs
avalar habría
la veracidad
asunto, «Tu
Bernal
recuerdameam
la aparición
a Alfonsovrbem»
VII en
(í~r)’~
Baeza (m~3r-v) y resume algunos aspectos del Libro de los milagros del Tudense.
Sólo la modernahistoriografía se encargará de desmontar las ensoñaciones legendarias de
un Isidoro profeta que, en su ilimitada sabiduría, pronosticó los acontecimientos fundamentales de nuestra Edad Media.
‘3 Lainstigacióndelsidoroal reyparaque conquistase Sevillaaparece recogida en otro autorjesuita citado
porBernal Juan Eusebio NtEREMnusc, Corono r’irtu.osoyvirtud coronada. Madrid, í643. p. r95.
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