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INTELIGENCIA Y FILOSOFÍA marova Manuel Oriol (ed.) INTELIGENCIA Y FILOSOFÍA Concepción intelectual y generación corpórea Enrique Martínez Son muchos los que en nuestros días se sienten indignados ante situaciones que juzgan injustas, manifestando su indignación de modos singulares. Mas entre todas esas situaciones hay una que no suele reconocerse en el punto de mira de los movimientos de protesta social, y es la injusta degradación en que se encuentra el acto generativo humano. En efecto, nuestra sociedad se caracteriza por la promiscuidad sexual, que afecta particularmente a los jóvenes y aun a los niños, y que se ha extendido de forma incontrolada por medio de las nuevas tecnologías comunicativas; por una mentalidad radicalmente anticonceptiva, causante del desierto demográfico de occidente; por el debilitamiento que la cohabitación y el divorcio han provocado en la institución social nuclear de toda sociedad, que es la familia; por el uso antinatural de la sexualidad, amparado incluso por leyes contrarias a la esencia misma del matrimonio; y, finalmente, por la práctica generalizada del aborto, esto es, del asesinato de aquél que es el fruto de la generación humana. Pero de esta injusta situación no suelen protestar los que en nuestros días han pasado a denominarse «indignados». En este escrito no pretendemos hacer una reflexión sociológica sobre estos movimientos de protesta, sino resolver una cuestión teorética que nos permita comprender la verdadera naturaleza de la generación humana y de su dignidad. Sólo 419 fundados en este principio antropológico podremos denunciar convenientemente la degradación a la que ha sido sometida y trabajar por una renovación moral de la sexualidad humana. Dicha cuestión a resolver parte de la constatación de esta degradación anteriormente descrita, y que podríamos caracterizar sintéticamente de este modo: la generación humana ha dejado de ser reconocida socialmente según su especificidad humana, confundiéndose con la generación animal. Surge, entonces, la pregunta: ¿Qué es lo específico de la generación humana? Veremos si la respuesta a esta pregunta nos ilumina respecto de su dignidad y sus consiguientes exigencias morales1. Pero pudiera objetarse que no hay tal especificidad, como reivindican los defensores del «Proyecto Gran Simio», con Peter Singer a la cabeza2. En consecuencia, no habría que buscar diferencias esenciales entre la sexualidad humana y la animal, siendo legítimas las relaciones sexuales entre hombres y animales3. Frente a la negación de la especificidad, Santo Tomás de Aquino, a quien seguiremos a partir de ahora, deja claro que el hombre se distingue de los animales por la razón: «el hombre vive por la razón»4; no obstante, se podría buscar en apoyo de la tesis que asimila la generación humana con la animal, que cuando se pregunta por la imagen de Dios en el hombre dice el Aquinate encontrarse sólo en la razón, mientras que en las demás partes se da un mero vestigio sin semejanza específica con su origen, como sucede con los animales5. Y de ahí que al identificar las inclinaciones naturales comunes entre hombres y animales mencione la conjunción de los sexos, así como la generación y crianza de los hijos6. Mas que la generación sea una inclinación común a hombres y animales, no significa que se dé del mismo modo en ambos, como enseña el mismo Tomás7. Y esto es debido a que lo que no es racional en el hombre se encuentra, sin embargo, infor420 mado por la racionalidad, que lo atrae hacia sí y lo eleva. De ahí que cuando afirma que el hombre es por la generación más imagen de Dios que el ángel, incapaz de engendrar, añade que ello sólo debe decirse presupuesta la semejanza con Dios según la razón; de este modo, la generación corpórea manifiesta una cierta imagen de Dios en el hombre, pero no en el animal8. La razón es, por consiguiente, lo especificativo del hombre. Por la inmaterialidad del conocimiento intelectual el hombre está intencionalmente abierto a la comprehensión de todo ente, pudiéndose decir que es «en cierta manera todo»9. Por esta apertura intencional infinita puede el hombre conocer con su razón la ley natural escrita por Dios en su corazón, participación de la ley eterna; y desde ahí discernir lo necesario de lo contingente, lo esencial de lo accidental, posibilitándosele de este modo su libre albedrío y el ser dueño de sus actos. Y como los libres tienen a su servicio aquellos que no lo son, puede afirmarse que las creaturas irracionales están al servicio de las racionales10. Por eso afirma audazmente Santo Tomás de Aquino que toda generación entre los vivientes se ordena a la generación del hombre: «el hombre es el fin de toda generación»11. Y no tanto por ser un viviente, sino por ser aquél que por su naturaleza intelectual es capaz de alcanzar a Dios, «capaz del Sumo Bien»12. De ahí que pueda decirse que por la razón el hombre es imagen de Dios13. Esta razón especificativa del hombre también lo es en lo referente a la generación. Así, cuando distinguía Santo Tomás el diferente modo en que se da la generación en los hombres respecto de los animales, completaba su explicación identificando el matrimonio como el lugar propio de la generación humana; y ello porque la naturaleza no sólo inclina al hombre a la generación y crianza de la prole14, sino a la educación para toda la vida15. Para lo primero, en efecto, no se requiere de suyo el matrimonio, y de ahí que en los animales se pueda en421 gendrar y alimentar a las crías sin una sociedad permanente; pero para la educación sí es necesaria una sociedad indisoluble entre un hombre y una mujer determinados, que es el matrimonio. Y esta exigencia pasa entonces a alcanzar congruentemente no sólo a la educación, sino a lo que a ésta se ordena, esto es, la generación y crianza de la prole. Ahí se fundamenta la moral sexual, que reconoce no sólo la ordenación de la emisión seminal a la generación humana en el acto unitivo entre hombre y mujer, sino que éste se dé en el matrimonio, que deberá luego ocuparse mancomunadamente de la debida educación de los hijos16. Por eso la generación humana también queda especificada por la razón. Esta elevación del acto generativo humano por causa de la racionalidad humana nos permite entender mejor la afirmación ya mencionada del Aquinate según la cual el hombre es en algún sentido más imagen de Dios que el ángel porque éste no engendra, a diferencia de aquél: «el hombre es del hombre como Dios es de Dios»17. En efecto, lo que verdaderamente permite afirmar esta condición de imagen de Dios no es el acto generativo en cuanto tal, sino que por él es engendrado otro hombre, «capaz de Dios» como su progenitor. Y es que la semejanza que se da en el hombre respecto de la Trinidad divina no lo es tanto por la generación corpórea cuanto por la concepción intelectual18, pues el hombre conoce formando interiormente en una palabra mental la semejanza de lo conocido, a semejanza de Dios, en quien se da asimismo la concepción intelectual de una Palabra. Todo conocimiento intelectual es, ciertamente, locutivo por naturaleza, esto es, expresivo de lo conocido en un verbo mental19, de manera que la unión inmaterial con lo conocido se vuelve fecunda en el decir interior del verbo mental. Es cierto que, como acabamos de decir, la generación divina del Verbo es una concepción intelectual, pero en ella se da co422 municación de naturaleza —el Verbo es consustancial al Padre, de su misma naturaleza—20, a diferencia de lo que sucede en el hombre, en donde el concepto del hombre en su entendimiento no es otro hombre21. Mas es precisamente esta concepción intelectual la que capacita al hombre para elevarse hasta Dios por el conocimiento y el amor22. Por consiguiente, el hombre es imagen de Dios como el ángel por esta naturaleza intelectual —aunque éste de modo más perfecto puesto que es más perfecta su intelectualidad—, mas el hombre es en algo más imagen del Dios que el ángel en tanto que engendra otro hombre capaz de conocer y amar a Dios. Por eso debe decirse que la generación de otro hombre presupone en cierto sentido la concepción intelectual, del mismo modo que el medio presupone el fin. Veíamos antes que la generación corpórea en el hombre tiende a completarse con la crianza y, sobre todo, con la educación de la prole en el seno del matrimonio23. Pues es en esta educación en donde se da la concepción intelectual, pues toda educación que perfecciona al hombre para que viva según la razón se realiza esencialmente por medio de la palabra24; una palabra que primero dice interiormente y luego manifiesta exteriormente al discípulo oyente; una palabra que se ordena en definitiva a que este discípulo llegue a concebirla por sí mismo en su propio entendimiento25. Por consiguiente, debe concluirse que la generación del hombre tiende como a su fin a aquella concepción intelectual por la que el hombre es capaz de Dios. Con esto queda resuelta la cuestión planteada al inicio acerca de la especificidad de la generación humana, pues lo específico de toda acción viene dado por su fin y hemos podido reconocer el fin al que se ordena. Con ello se nos revela también la dignidad de la generación humana, que es propia de los libres y no de los siervos, se establece asimismo el fundamento 423 del orden moral que corresponde al acto generativo, y se evidencia finalmente la injusta situación en la que se encuentra en nuestra sociedad deshumanizada. Bibliografía Canals, F., Sobre la esencia del conocimiento, PPU, Barcelona, 1983. Martínez, E. Persona y educación en Santo Tomás de Aquino, Fundación Universitaria Española, Madrid, 2002. «La educación, una segunda generación», Doctor Communis, 1-2, 2010. Pablo VI, Humanae Vitae, AAS 60, 1968. Pío XI, Divini Illius Magistri, AAS 22, 1930. Singer, P., Unsanctifyin Human Life: Essays on Ethics, Blackwell, Oxford, 2001. «Heavy Petting», Nerve, 2001. Tomás de Aquino, De Veritate (www.corpusthomisticum.com) Scriptum super Sententiis (www.corpusthomisticum.com) Summa contra Gentiles (www.corpusthomisticum.com) Summa Theologiae (www.corpusthomisticum.com) NOTAS Véase al respecto, entre otras: Pablo VI, Humanae Vitae, AAS 60, 1968, como texto del Magisterio de la Iglesia más representativo de todos los que abordan esta cuestión; Tomás de Aquino, In IV Sent., dist. 26 y siguientes, y Summa contra Gentiles III, c. 122; E. Martínez, «La educación, una segunda generación», Doctor Communis, 1-2, 2010. 2 Entre otras muchas se podría citar: P. Singer, Unsanctifyin Human Life: Essays on Ethics, Blackwell, Oxford 2001. 3 Así lo defiende Singer, por ejemplo, en «Heavy Petting», Nerve, 2001. 4 Tomás de Aquino, Summa Contra Gentiles III, c. 122, n. 8. 5 «Id autem in quo creatura rationalis excedit alias creaturas, est intellectus sive mens. Unde relinquitur quod nec in ipsa rationali creatura inve1 424 nitur Dei imago, nisi secundum mentem. In aliis vero partibus, si quas habet rationalis creatura, invenitur similitudo vestigii; sicut et in ceteris rebus quibus secundum partes huiusmodi assimilatur» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 93, a. 6 in c). 6 «Secundo inest homini inclinatio ad aliqua magis specialia, secundum naturam in qua communicat cum ceteris animalibus. Et secundum hoc, dicuntur ea esse de lege naturali quae natura omnia animalia docuit, ut est coniunctio maris et feminae, et educatio liberorum, et similia» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae I-II, q. 94, a. 2 in c). 7 «Natura hominis ad aliquod inclinat dupliciter. Uno modo quia est conveniens naturae generis; et hoc est commune omnibus animalibus: alio modo quia est conveniens naturae differentiae qua species humana abundat a genere, inquantum est rationalis; sicut actus prudentiae et temperantiae. Et sicut natura generis quamvis sit una in omnibus animalibus, non tamen est eodem modo in omnibus; ita etiam non inclinat eodem modo in omnibus, sed secundum quod unicuique competit» (Tomás de Aquino, In IV Sent., d. 26, q. 1, a. 1 ad 1). 8 «Potest considerari imago Dei in homine, quantum ad id in quo secundario consideratur, prout scilicet in homine invenitur quaedam Dei imitatio, inquantum scilicet homo est de homine, sicut Deus de Deo; et inquantum anima hominis est tota in toto corpore eius, et iterum tota in qualibet parte ipsius, sicut Deus se habet ad mundum. Et secundum haec et similia, magis invenitur Dei imago in homine quam in Angelo. Sed quantum ad hoc non attenditur per se ratio divinae imaginis in homine, nisi praesupposita prima imitatione, quae est secundum intellectualem naturam, alioquin etiam animalia bruta essent ad imaginem Dei» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 93, a. 3 in c). 9 «Unaquaeque intellectualis substantia est quodammodo omnia, inquantum totius entis comprehensiva est suo intellectu» (Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles III, c. 122, n. 5). 10 «In quolibet autem regimine, liberis providetur propter seipsos: servis autem ut sint in usum liberorum. Sic igitur per divinam providentiam intellectualibus creaturis providetur propter se, ceteris autem creaturis propter ipsas» (Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles III, c. 112, n. 2). 11 «Sunt ergo elementa propter corpora mixta; haec vero propter viventia; in quibus plantae sunt propter animalia; animalia vero propter hominem. Homo igitur est finis totius generationis» (Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles III, c. 22, n. 7). 12 «Intensive et collective similitudo divinae perfectionis magis invenitur in intellectuali creatura, quae est capax summi boni» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 93, a. 2 ad 3). 13 «Uno modo, quantum ad id in quo primo consideratur ratio imaginis, quod est intellectualis natura. Et sic imago Dei est magis in Angelis quam sit in hominibus, quia intellectualis natura perfectior est in eis» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 93, a. 3 in c). 14 «Matrimonium principaliter institutum est ad bonum prolis, non tantum generandae, quia hoc sine matrimonio fieri posset, sed etiam promoven- 425 dae ad perfectum statum: quia quaelibet res intendit effectum suum naturaliter perducere ad perfectum statum» (Tomás de Aquino, In IV Sent., d. 39, q. 1, a. 2 in c). 15 «Matrimonium ex intentione naturae ordinatur ad educationem prolis non solum per aliquod tempus, sed per totam vitam prolis» (Tomás de Aquino, In IV Sent., d. 33, q. 2, a. 1 in c). 16 «Similiter etiam oportet contra bonum hominis esse si semen taliter emittatur quod generatio sequi possit, sed conveniens educatio impediatur. Est enim considerandum quod in animalibus in quibus sola femina sufficit ad prolis educationem, mas et femina post coitum nullo tempore commanent, sicut patet in canibus. Quaecumque vero animalia sunt in quibus femina non sufficit ad educationem prolis, mas et femina simul post coitum commanent quousque necessarium est ad prolis educationem et instructionem: sicut patet in quibusdam avibus, quarum pulli non statim postquam nati sunt possunt sibi cibum quaerere. Cum enim avis non nutriat lacte pullos, quod in promptu est, velut a natura praeparatum, sicut in quadrupedibus accidit, sed oportet quod cibum aliunde pullis quaerat, et praeter hoc, incubando eos foveat: non sufficeret ad hoc sola femella. Unde ex divina providentia est naturaliter inditum mari in talibus animalibus, ut commaneat femellae ad educationem fetus. Manifestum est autem quod in specie humana femina minime sufficeret sola ad prolis educationem: cum necessitas humanae vitae multa requirat quae per unum solum parari non possunt. Est igitur conveniens secundum naturam humanam ut homo post coitum mulieri commaneat, et non statim abscedat, indifferenter ad quamcumque accedens, sicut apud fornicantes accidit» (Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles III, c. 122, n. 6). 17 Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 93, a. 3 in c. 18 «Et ideo dicendum est quod Scriptura, postquam dixerat, ad imaginem Dei creavit illum, addidit, masculum et feminam creavit eos, non ut imago Dei secundum distinctiones sexuum attendatur; sed quia imago Dei utrique sexui est communis, cum sit secundum mentem, in qua non est distinctio sexuum. Unde apostolus, ad Col. III, postquam dixerat, secundum imaginem eius qui creavit illum, subdit, ubi non est masculus et femina» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 93, a. 6 ad 2). 19 Así lo afirmó Juan de Santo Tomás en perfecta continuidad con el Aquinate: «Sed quia intellectus format in seipso verbum non tantum cognoscendo, sed etiam exprimendo et loquendo: sibi convenit dicere et producere verbum non tantum ex indigentia, sed etiam ob manifestationem et locutionem» (Juan de Santo Tomás, Cursus Theologicus, disp. 32, a. 4). La naturaleza locutiva del conocimiento fue estudiada y expuesta detenidamente por Francisco Canals en su obra Sobre la esencia del conocimiento (cfr. F. Canals, Sobre la esencia del conocimiento, PPU, Barcelona 1983). 20 «Sic igitur processio verbi in divinis habet rationem generationis. Procedit enim per modum intelligibilis actionis, quae est operatio vitae, et a principio coniuncto, ut supra iam dictum est, et secundum rationem similitudinis, quia conceptio intellectus est similitudo rei intellectae, et in eadem natura 426 existens, quia in Deo idem est intelligere et esse, ut supra ostensum est. Unde processio verbi in divinis dicitur generatio, et ipsum verbum procedens dicitur filius» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 27, a. 2 in c). 21 «Ratio enim hominis in intellectu non est homo» (Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles IV, c. 16). 22 «Similitudo imaginis attenditur in natura humana secundum quod est capax Dei, scilicet ipsum attingendo propria operatione cognitionis et amoris» (Tomás de Aquino, Summa Theologiae III, q. 4, a. 1 ad 2). 23 «Non enim intendit natura solum generationem ejus, sed traductionem, et promotionem usque ad perfectum statum hominis, inquantum homo est, qui est virtutis status» (Tomás de Aquino, In IV Sent., d. 26, q. 1, a. 1 in c). Véase: Pío XI, Divini Illius Magistri, n. 17, AAS 22, 1930, p. 59; y E. Martínez, Persona y educación en Santo Tomás de Aquino, Fundación Universitaria Española, Madrid 2002. 24 «Verba doctoris propinquius se habeant ad causandum scientiam quam sensibilia extra animam existentia, inquantum sunt signa intelligibilium intentionum» (Tomás de Aquino, De Veritate q. 11, a. 1 ad 11). 25 «Homo dicitur causare scientiam in alio operatione rationis naturalis illius: et hoc est docere; unde unus homo alium docere dicitur, et eius esse magister» (Tomás de Aquino, De Veritate q. 11, a. 1 in c). 427 Fotocomposición Encuentro-Madrid Impresión y encuadernación Industrias Gráficas Afanias ISBN: 978-84-269-0467-6 Depósito Legal: M-35153-2012 Printed in Spain