TARQUINO PRISCO
61
Revista de Estudios Histórico-Jurídicos
[Sección Derecho Romano]
XXXI (Valparaíso, Chile, 2009)
[pp. 61 - 85]
TARQUINO PRISCO
[“Tarquinius Priscus”]
CARLOS FELIPE A MUNÁTEGUI PERELLÓ*
Pontificia Universidad Católica de Chile
R ESUMEN
A BSTRACT
El presente trabajo intenta un análisis
de la obra fundacional de Lucio Tarquino
Prisco. Postula que dicho personaje corresponde a un rey histórico y que habría
llevado adelante la reorganización de Roma,
dejando atrás su calidad de federación de
gentes para convertirla en una verdadera
ciudad. Para ello, llevó adelante una reforma
del Senado, una reestructuración de las curias y tribus y la introducción del imperium
como poder.
PALABRAS CLAVE : Tarquino – Imperium
– Senatus – Curiae – Tribus – Gentes.
This work tries to analyze the founding
work of Lucio Tarquino Prisco. We propose
that he was a historic king that reorganized
Rome and left its federation of people
feature behind to turn it into a real city.
In order to achieve the aforementioned,
he reformed the Senate, restructured the
curias and tribes and introduced imperium
as power.
K EY WORDS : Tarquino – Imperium –
Senatus – Curiae – Tribus – Gentes.
* Profesor de Derecho romano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad
Católica de Chile. Dirección postal: Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica de
Chile, Avenida Bernardo O’Higgins 340, Santiago, Chile. Correo electrónico: camunate@
uc.cl
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REHJ. XXXI (2009)
CARLOS FELIPE AMUNÁTEGUI PERELLÓ
I. INTRODUCCIÓN
Es extraño que el primer rey que podemos considerar plenamente histórico
de Roma, nos resulte oscuro en múltiples aspectos. En efecto, Tarquino Prisco,
el inaugurador de la dinastía Tarquina y el primero de los reyes de origen etrusco
que accedió al poder en Roma, es un personaje bastante complejo.
Su llegada a la ciudad, su acceso al poder, su obra e incluso las extrañas
circunstancias de su muerte lo hacen más apto para ser candidato a una novela
policial que a una investigación historiográfica.
La circunstancia de estar en varios aspectos la tradición confirmada por la
arqueología, lo hace uno de los personajes más claramente históricos de toda
la etapa arcaica de Roma. Su reinado es un período de expansión, un período
de abundancia que quedó caracterizado en la expresión “la gran Roma de los
tarquinos”1 utilizada para referirse a esta época.
Sin embargo, las frecuentes duplicaciones de su obra, sea con Rómulo, sea con
Tarquino el Soberbio, lo extrañas que resultan las circunstancias de su reinado y,
por qué no decirlo, la labor de la hipercrítica, han hecho de él un personaje menos
cristalino de lo necesario. Su importancia ha quedado soslayada por la leyenda.
Lo que nos proponemos en este trabajo es simplemente rescatar algunos aspectos del personaje, especialmente en lo relativo a la organización y ordenación
de la ciudad. En efecto, su función en este sentido parece haber sido mayor de
lo que la tradición reconoce. Su reinado parece haber sido una época de racionalización de la estructura de Roma, donde se altera de manera tan fundamental
su aspecto que marca el cambio desde una confederación gentilicia a una ciudad
propiamente tal.
Creemos que este hecho se encuentra oculto para la historiografía romana,
que sustituyó sistemáticamente a Tarquino Prisco por Rómulo en la mayor parte
de la obra del mismo.
II. LA TRADICIÓN Y EL ASCENSO AL PODER
Las líneas esenciales de la tradición referente a Tarquino Prisco están dadas por
Dionisio2 y Livio3, quienes nos presentan versiones concordantes de los hechos.
Lucio (Lucumón) Tarquino sería hijo de Demarato, un ciudadano corintio que
se refugia en la ciudad etrusca Tarquines huyendo de ciertas revueltas políticas.
Parte de la tradición4 se preocupa de puntualizar que Demarato pertenecería a
la familia real de los báquidas y que se habría autoexiliado durante la tiranía de
Cipselo.
El segundo hijo de Demarato fue llamado Lucumón. Habría tenido un her-
PASQUALI, Giorgio, La grande Roma dei Tarquini, en La Nuova Antología 16 (1936) pp.
405-416
2
DION. 3,46
3
LIV. 1,34.
4
Además de Dionisio, hacen eco de la misma historia: CIC., De rep. 2,34; y G. PLINIUS
Sec., Nat. 39,16,9.
1
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mano mayor de nombre Arrunte que premurió a Demarato, por lo que Lucumón
quedó como heredero y líder gentilicio.
Puesto que Lucumón no alcanzaba una posición de prestigio en la ciudad
de Tarquines debido al origen extranjero de su padre, a sugerencia de su mujer
Tanaquil (Gaya Cecilia5 en algunas versiones), decide emigrar a Roma. De camino a la ciudad, en Fidenas, un águila le arrebata el sombrero y luego vuelve a
ponérselo en la cabeza. Su mujer, que era versada en la adivinación, le predice
que alcanzará la monarquía6.
Al llegar es recibido en Roma como ciudadano; particularmente interesante
es el relato de Dionisio, donde Tarquino Prisco se desplaza seguido de toda su
gens7 a Roma, mientras que al llegar Anco Marcio le asigna tribu, curia y un lote
de tierra, lo que concuerda con la llegada de una nueva gens a la ciudad8.
Finalmente, llega a ser tutor de los hijos del rey Anco Marcio y, al fallecer
éste, se hace con el poder. En la versión de Cicerón9 y Livio10, por votación del
pueblo, mientras que sólo en la versión de Dionisio tienen lugar el interregno, la
votación del pueblo y nombramiento del Senado.
Gobernó durante muchos años, venció a los latinos, a los sabinos y a los
etruscos. De estos últimos obtuvo los símbolos del imperium11.
Siempre según la tradición, hizo los primeros intentos de desecar el foro,
5
PLUTARCH., Q. R. 30: "Dia\ ti ¿ th n\ nu /mfhn ei ¹sa /gontej le /gein keleu /ousin "o Àpou
su \ Ga /ioj,e )gw Ü Gai ¿ a
+ ”;”po /teron w Ðsper e )piì r (htoi j
Í eu q) uj\ ei s
ã eisi t% ½ koinwnei n
Í a (pa /
ntwn kaiì suna /rxein kaiì to \ me n
\ dhlou /meno /n e )stin "o Àpou su \ ku /rioj kaiì oi ¹kodespo /
thj,kaiì e )gw Ü kuri ¿a kaiì oi ¹kode /spoina:” toi j
Í d’ o )no /masi tou /toij a Ãllwj ke /xrhntai
koinoi j
Í ou Åsin,w Ðsper oi ¸ nomikoiì Ga /ion Sh /ion kaiì Lou /kion Tit¿ ion,kaiì oi ¸ filo /sofoi
Di ¿wna kaiì Qe /wna paralamba /nousinŸ; h Ä dia\ Gai ¿ a
+ n Kaikili ¿an kalh n
\ kaiì a )gaqh n
\
gunai k
Í a,tw n
½ Tarkuni ¿ou pai ¿dwn e (niì sunoikh /sasan,h Âj e )n t% ½ tou = Sa /gktou ie¸ r% ½
xalkou j= a )ndria\j e Àsthken; e Ãkeito de \ pa l
/ ai kaiì sanda l
/ ia kaiì a tà raktoj,to \ me n
\
oi ¹kouri ¿aj au )th j= ,to \ d¡ e )nergei ¿aj su /mbolo.
El detalle del presagio está reiterado en varias versiones secundarias. A saber: A PULEIUS
M ADAURENSIS, Soc. 7,6 “ut Tarquinius Priscus aquila obumbretur ab apice”; CIC., De leg.
1,4,12: “nec dubito quin idem et cum Egeria conlocutum Numam et ab aquila Tarquinio apicem
impositum putent”.
7
DION. 3,47,2,6 nos dice que tomó sus cosas y se fue con su mujer, amigos y parientes:
6
e )kei Í metene /gkasqai th n
\ oi k
ã hsin e g
à nw ta / te xrh /mata pa /nta suskeuasa /menoj kaiì
th n
\ gunai k
Í a e )pago /menoj kaiì tw n
½ a Ãllwn fi ¿lwn kaiì oi ¹kei ¿wn touj\ boulome /nouj: e )
ge /nonto de \ oi ¸ sunapai ¿rein au )t% ½ proqumhqe /ntej suxnoi ¿. No olvidemos que ante la
muerte de su hermano mayor, él, Lucumón, sería el líder gentilicio, lo que la tradición se
preocupa de destacar.
8
Compárese, por ejemplo, con la venida de los Claudios quienes también llegaron acompañados de sus clientes y a los que también se les entregó tierra. Véase: LIV. 2,49,3; DION.
9,15,1; PLUTARCH., Publicola 21,9.
9
CIC., De rep. 2,35: “Itaque mortuo Marcio cunctis populi suffragiis rex est creatus L.
Tarquinius”.
10
LIV. 1,35.
11
DION 1,61-62; LUCIUS A MPELIUS, Memor. 17,1: “Priscus Tarquinius qui insignibus magistratus adornavit”; FESTUS 298,67: “Solum, terram. Ennius lib. III: ‘Tarquinio dedit imperium
simul et sola regni’”; FLOR., Epit. 1,1,150: “duodecim namque Tusciae populos frequentibus armis
subegit. inde fasces, trabeae, curules, anuli, phalerae, paludamenta, praetextae, inde quod aureo
curru, quattuor equis triumphatur, togae pictae tunica eque palmatae, omnia denique decora et
insignia, quibus imperii dignitas eminet”.
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creó las tabernas en el mismo, estableció el circo máximo, aumentó el número de
vestales y otras obras urbanísticas de importancia.
Finalmente fue asesinado por dos sicarios contratados por los herederos de
Anco Marcio que esperaban recuperar el trono. Sin embargo, sus asesinos fueron
burlados por su viuda Tanaquil y terminó por sucederlo Servio Tullio, un rey
nacional romano.
Es difícil saber cuánto de verdad existe en este relato, aunque, podemos decir
que hay algunos elementos estructurales verídicos en el mismo.
En primer término, está la existencia misma de una dinastía de reyes en
Roma conocidos bajo el nombre de tarquinos. Que la Roma primitiva fuese
una monarquía parece seguro por diversos factores, no sólo por la tradición
unánime de la historiografía antigua, sino también por el calendario antiguo y
por la existencia de un rex sacrorum entre los sacerdocios romanos e incluso por
cierta evidencia arqueológica, como la lapis nigra12. Respecto a la posibilidad que
alguna de las dinastías que gobernaron Roma bajo el sistema monárquico tuviese
efectivamente el nombre de tarquina, es también un hecho que ha encontrado
apoyo arqueológico.
Se trata de la tumba François de Vulci, descubierta en 1857. Ahí aparece
pintada una escena que tiene por protagonista a un Cneve Tarxunies rumax
(Gneus Tarchinus Rumach o el Romano). Si ha de identificarse con este Gneo
Tarquino con algún rey intermedio13 entre Prisco (fundador de la dinastía) y el
Soberbio (último rey romano) o no14 es un asunto secundario, comparado con
el hecho que esta tumba confirma la existencia de la dinastía15, que es lo que de
momento nos interesa.
En cuanto a su llegada y la manera exacta en que se hace con el trono, parece,
hoy por hoy, innegable el hecho que las sociedades etrusca y latina de los siglos
VII y VI a.C. eran sumamente porosas en cuanto a inmigración se refiere. En
efecto, el estudio epigráfico de las ciudades y necrópolis etruscas ha entregado
resultados sorprendentes16. En la ciudad de Orvieto, por ejemplo, para el siglo VI
a.C. se ha encontrado que sólo un sesenta por ciento de los nombres de las tumbas
son etruscos, mientras que el cuarenta por ciento restante corresponde a itálicos
de diverso origen. Es más, en Caere17 se encontró la inscripción de un Kalatur
Phapenas (Calator Fabius), de fines del siglo VII, esto es, de un latino miembro
de una gens conocida, los Fabios. Incluso hay testimonio de inmigrantes griegos
12
Respecto a la evidencia arqueológica, véase: SMITH, Christopher John, Early Rome and
Latium (Oxford, Clarendon Press, 1996), p. 186.
13
FRANCIOSI, Gennaro, Esogamia gentilizia e regalità latina, en Ricerche sulla organizzazione
gentilizia romana (Napoli, 1995, Jovene), III, pp. 66 ss.
14
OGILVIE, R. M., Roma antigua y los etruscos (Madrid, Taurus, 1981), p. 61; M ARTÍNEZPINNA, Jorge, Los orígenes de Roma (Madrid, Síntesis, 1999), p.192.
15
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana (Napoli, Jovene, 1973),
volumen I, p. 129.
16
Véase: TORELLI, Mario, Dalle aristocrazie gentilizie alla nascità della plebe, en Storia di
Roma, I: Roma in Italia (Torino, Einaudi, 1990), pp. 254 ss.
17
TLE. 65.
TARQUINO PRISCO
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en la zona, como es el caso de Rutile Hipucrates (griego Hipokrates con nomen
latino de Rutilio) en un túmulo tarquinense18.
Diremos también que existe la posibilidad que artesanos corintios hayan emigrado a Etruria hacia mediados del siglo VII a.C., esto es, en la época de la tiranía
de Cipsalos, toda vez que se observa una imitación local de la cerámica griega
en tal período19, aunque esto último no es más que una especulación. La verdad
es que, independientemente de la efectiva existencia de inmigrantes griegos de
Corintio en Etruria, los orígenes griegos de los tarquinos parecen un subterfugio
para resaltar la helenidad de los romanos, propósito expreso de Dionisio20, aunque
no exclusivo de él. Es posible que justamente por la efectiva existencia de algunos
exiliados corintios en Etruria, se haya otorgado tal ascendencia a Tarquino Prisco,
aunque esto es naturalmente indemostrable.
Lo que nos interesa resaltar mayormente es que existían fuertes lazos de migración entre las comunidades itálicas de la época, lo que concuerda con la tradición
sobre la llegada de los Tarquinos a Roma.
Naturalmente, la crítica ha considerado como probables también otras posibilidades, especialmente la conquista militar. Esta idea, con distintas variantes, ha
sido defendida por diversos autores, desde que Binder21 postuló a los tarquinos
como una dinastía de conquistadores etruscos que instauran una dictadura militar
que sustituye al “Volkskönigtum” indogermánico. Esta idea de un despotismo
militar etrusco representado por los tarquinos, como una etapa distinta a una monarquía original latina, menos poderosa, que gobierna con el consejo de ancianos
es perfeccionada por Wenger22. Más adelante, Alföldy23 postula que Roma fue
gobernada por “condottieri” etruscos durante el siglo VI a.C. La ciudad habría
caído sucesivamente bajo la influencia de Tarquines (Tarquinos), Vulci (Servio
Tullio) y Clusium (Porsena).
En verdad, a pesar que es posible, e incluso probable, que Roma haya sido conquistada en alguna ocasión por los etruscos, no podemos afirmar que justamente los
Tarquinos hayan sido un grupo de conquistadores. Aunque la cosa cambia cuando
pensamos en Servio Tullio y se vuelve prácticamente segura con Lars Porsena, no
hay nada en Tarquino Prisco que nos haga pensar en un “condottiero”.
En primer término, la tradición no nos entrega ninguna versión que nos
permita postularlo. Tarquino Prisco sigue un patrón similar al que los Claudios
adoptarán más adelante, se moviliza con toda su gens, obtiene del rey Anco Marcio
tierra, una tribu y una curia. La tradición es explícita en esto. Tarquino asume un
praenomen romano, cambiando de Lucumón a Lucio (que siempre mantendrá el
líder gentilicio), de manera similar a Atto Clauso que pasa a ser Apio Claudio y se
TLE. 155.
OGILVIE, R. M., Roma antigua y los etruscos cit. (n. 14), p. 61.
20
DION. 1,5.
21
BINDER, Julius, Die Plebs. Studien zur römischen Rechtsgeschichte (Roma, L’Erma di
Bretschnieder, 1965), pp. 580 ss.
22
WENGER, Leopold, Hausgewalt und Staatsgewalt in römischen Altertum, en Miscellanea
F. Ehrle (Roma, 1934), II, pp. 51 ss.
23
A LFÖLDY, Géza, Historia social de Roma (Madrid, Alianza, 1987), pp. 20 ss.
18
19
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presenta como un rey romano, no etrusco. En la tumba de Vulci, Cneve Tarxunies
rumax (Gneo Tarquino el romano) tiene también un praenomen latino y es explícitamente calificado como romano24. El gentilicio Tarquino es latino, pudiendo
apuntar a ciudad de Tarquinia, como quiere la tradición, o ser una latinización
del nombre Tarcna, que se encuentra en varias tumbas de Caere25.
En definitiva, nada impide identificar a los tarquinos con una gens inmigrada
que se habría hecho con el poder por su propia superioridad cultural respecto a
los grupos sabino-latinos de Roma26.
El problema es que la toma del poder de Tarquino Prisco no parece completamente legítima en todas las versiones. En efecto, parte de la tradición lo muestra
apelando al pueblo, como un tirano griego. Sólo Dionisio menciona el interregno
y la intervención del Senado, pero ninguno le muestra tomando auspicios. En
efecto, por toda toma de auspicios está el episodio del águila en el camino. Es
más, según la tradición habría tenido conflictos con los augures, especialmente
con un tal Nevius27.
Algún disgusto existe en la tradición con Tarquino Prisco. Algo respecto a
sus reformas, a su conflicto con los augures, que posiblemente tenga que ver con
el potente cambio que la Roma de las gentes experimentó durante su gobierno,
como veremos a continuación.
III. ROMA CAMBIA
La tradición está conteste en ubicar el reinado de Tarquino Prisco hacia fines
del siglo VII, específicamente se da la fecha convencional del 616 a.C. para su asunción al trono. Su gobierno dura 37 años28, hasta el 579 a.C., siguiendo la cronología
usual. Un reinado tan largo ha suscitado dudas entre la crítica, sospechándose que
existirían otros reyes de la dinastía desconocidos para la tradición.
Curiosamente, el reinado de Lucio Tarquino Prisco coincide con un período
donde la evidencia arqueológica denota un cambio fundamental en el desarrollo de
las comunidades establecidas en lo que hoy denominamos Roma. Este, conocido
como período IVB (630 hasta 580 a.C.), es probablemente el punto de inflexión
en cuanto a la evolución de dichas comunidades en una ciudad unitaria.
Para comprender su importancia, conviene tener presente que durante el
período inmediatamente anterior (IVA 730-630 a.C.), la estructura de la comunidad del Palatino ha cambiado muy poco. Es básicamente un conjunto de
cabañas rodeadas por un pequeño muro, con un área de entierros en el valle del
Foro que la vincula a las demás comunidades ubicadas en los montes y colinas
circundantes.
Durante el período IVA hacen su aparición las “tumbas principescas”, que
concentran grandes cantidades de metales y cerámica de lujo en ritos funerarios de
COLI, Ugo, Regnum (Roma, Apollinaris, 1951), pp. 28 ss.
OGILVIE, R. M., Roma Antigua y los etruscos, cit. (n. 14), p. 61.
26
GUARINO, Antonio, La rivoluzione della plebe (Napoli, Liguori, 1975), pp. 91 ss.
27
DION. 3,70; LIV. 1,36; CIC., De rep. 2,36; FESTUS 169,25; FLOR., Epit. 1,1,150.
28
LIV. 1,40,1.
24
25
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67
personajes de importancia, lo que atestigua una fuerte concentración de riqueza29.
Esto se debe, probablemente, a la introducción de la arboricultura hacia el final
del período, particularmente del olivo y de la vid30.
Lo más destacable de dicho período IVA es el surgimiento de núcleos palaciales
sobre promontorios elevados que parecen ejercer el control de áreas determinadas,
donde se agrupan las gentes y ejercen su predominio como ejes de sociedades
aristocráticas31. Las comunidades latinas parecen verdaderas federaciones de
grupos gentilicios.
El período IVB, en cambio, constituye una verdadera revolución urbana. No
es sólo que la casa de piedra y tejas hace su debut y desplaza a la cabaña como
lugar de habitación32, sino que nace un centro en torno al Foro que unifica el
Palatino con el Quirinal y el Capitolio, esto es, la estructura urbana fundamental
de Roma.
En este arco de tiempo33 (625-580 a.C.) se inicia una importante serie de
trabajos en este sentido. Así, el cementerio del Foro dejó de ser utilizado y se
procedió a la desecación de la zona, hasta entonces frecuentemente inundada,
mediante el relleno del área con más de dos metros de material34.
Al mismo tiempo, se inicia la construcción de distintos templos de piedra,
como la casa de las vestales, el comitium35 y la Regia36. En la zona existen casas
de piedra con pequeñas habitaciones de que pueden ser asociadas a la tarbernae
veteres que Livio (1.35.10) atribuye a Tarquino Prisco37.
Parte de la historiografía antigua conoce de esta labor de relleno artificial del
Foro y su fijación como eje de la ciudad, pero la atribuye a Rómulo38, lo que,
como veremos, es una constante. Tal vez un recuerdo mitológico de tal actividad
es la supuesta lucha de Rómulo contra Metio Curcio, héroe epónimo del lago
que inundaba el Foro39.
Al finalizar el período, el Foro se encuentra íntegramente pavimentado40 y
SMITH, Christopher John, Early Rome and Latium, cit. (n. 12), p.112.
M ARTÍNEZ-PINNA, Jorge, Los orígenes de Roma, cit. (n. 14), p. 122.
31
Un buen ejemplo es la fortaleza de Murlo. Véase, al respecto: TORELLI, Mario, Dalle
aristocrazie gentilizie, cit. (n. 16), pp. 242 ss.
32
SMITH, Christopher John, Early Rome and Latium, cit. (n. 12), pp.141 ss.; véanse también: OGILVIE, R. M., Roma Antigua y los etruscos cit. (n. 14), p. 32; y BRAVO, Gonzalo, Poder
político y desarrollo social en la antigua Roma (Madrid, Taurus, 1989), p. 30.
33
FRANCIOSI, Gennaro, Famiglia e persone in Roma antica dall’età arcaica al principato
(Torino, Giappichelli, 1992), p. 236.
34
SMITH, Christopher John, Early Rome and Latium, cit. (n. 12), p. 101.
35
COARELLI, Filippo, Il foro romano. Periodo arcaico (Roma, Quasar, 1983), pp 119-160;
SMITH, Christopher John, Early Rome and Latium, cit. (n. 12), p. 102.
36
COARELLI, Filippo, Il foro romano, cit. (n. 35), pp. 56-79; OGILVIE, R. M., Roma Antigua
y los etruscos, cit. (n. 14), p. 33; BRAVO, Gonzalo, Poder político, cit. (n. 32), p. 30.
37
SMITH, Christopher John, Early Rome and Latium, cit. (n. 12), p.178
38
DION. 2,50,2.
39
DION. 2,42.
40
GJERSTAD, Einar, Early Rome (Lund, Skrifter Svenska Institutet i Rom, 1953), I; Acta
Instituti Romani Regni Succiae , 5, Opuscola archeologica 2 (Lund, Skrifter Svenska Institutet
i Rom, 1942).
29
30
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por primera vez, podemos afirmar que Roma tiene un verdadero centro urbano,
eje de la actividad política de la ciudad41. En pocas palabras, las obras públicas
que la tradición atribuye a Lucio Tarquino Prisco, en general, tienen un correlato
arqueológico en qué apoyarse. Si la tradición le atribuye obras de desecación del
valle del Foro y distintas obras de embellecimiento del mismo42, la arqueología
confirma que en esa misma época se iniciaron trabajos de importancia en el lugar.
Si la tradición nos indica que reformó el culto de las vestales43, la arqueología
nos indica que en torno al 600 a.C. se comenzó la construcción de la casa de las
vestales. Si la tradición nos indica una reforma en el número de senadores que
trasluce una reforma a las curias44, la arqueología nos muestra que hacia esa época
se construyeron la Curia y el comitium.
Paralelamente, en un sector aledaño a la isla Tiberina se desarrolla el Forum
Boarium45. Este, como su nombre lo indica, constituyó un mercado de animales
próximo al puerto sobre el río Tíber y fue el eje comercial de la ciudad. Aquí se
ubicaba un nudo de caminos de importancia para el intercambio entre el área
Lacial y Etruria. Roma se encuentra en una encrucijada de caminos que conduce las
exportaciones etruscas de hierro de la isla de Elba a las ciudades de Magna Grecia
evitando los riesgos del mar46. Así el Forum Boarium era un gran mercado al aire
libre por donde transitaban caravanas de carros llevando el metal hacia el sur47.
Por otro lado, al ser el Tíber navegable, el Portus Tiberino permitía el contacto
directo entre Roma y el comercio marítimo, posibilitando la importación de mercaderías a través de su curso. La importancia de este comercio queda confirmada
por el tratado romano-cartagines del 50948.
Esto se ve reforzado por el comercio de la sal, llevado al Forum Boarium
a través de la via Salaria, cuyo control parece estar definitivamente en manos
romanas para este período49.
En otras palabras, el desarrollo del Forum Boarium equivale a una fuerte ex41
DE FRANCISCI, Pietro, La formazione della comunità politica primitiva, en Conferenze
romanistiche (Milano, Giuffrè, 1950), pp. 86
42
DION. 3,67,4.
43
DION. 3,67,2.
44
CIC., De rep. 2,20,35; LIV. 1,35,6; DION. 3,67,1; FLOR. 1,1,5; VAL. M AX. 3,4,2.; EUTROP.
1,6 (5); ZONAR. 7,8.
45
COARELLI, F., Il Foro Boario (Roma, 1988); SMITH, Christopher John, Early Rome and
Latium cit. (n. 12), pp.179 ss.; OGILVIE, R. M., Roma Antigua y los etruscos cit. (n. 14), p.
33.
46
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 86; DE M ARTINO, Francesco, Historia economica de la Roma antigua (traducción castellana, Madrid, Akal,
1985), I, p. 18; A SHBY, Thomas, La rete stradale romana nell’Etruria meridionale in relazione
a quella del periodo etrusco, en Studi etruschi (Firenze, 1929), III, p. 175.
47
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 86; SERRAO,
Feliciano, Diritto privato, economia e società nella storia di Roma (Napoli, Jovene, 2006), I,
pp. 110 ss.
48
DE M ARTINO, Francesco, Historia económica, cit. (n. 46), I, p. 19; SMITH, Christopher
John, Early Rome and Latium cit. (n. 12), p. 188.; SERRAO, Feliciano, Diritto privato, economia
e società, cit. (n. 47), I, pp. 110 ss.
49
SMITH, Christopher John, Early Rome and Latium, cit. (n. 12), pp.179 ss.
TARQUINO PRISCO
69
plosión comercial que alteró la economía agropastoral de la zona. La producción
de artesanía a gran escala y el auge del comercio permitieron el surgimiento de
toda una nueva clase de sujetos cuya subsistencia no está directamente vinculada
al campo. Es muy posible que un buen número de ellos fuesen inmigrantes, dada
la porosidad de las sociedades latinas y etruscas en la época, y sobre todo por el
surgimiento de un barrio etrusco (vicus Tuscus) aledaño al Forum Boarium en esta
época asociado a Tarquino Prisco50, al menos por parte de la tradición51.
El surgimiento de un grupo humano independiente de la agricultura y centrado en la economía propiamente urbana es un hecho de particular importancia,
toda vez que el campo parece dominado por los grupos gentilicios; seguramente
este hecho marca un primer declinar de los mismos52. En efecto, coherentemente
con esta idea, puede observarse que la estructura de los asentamientos gentilicios
cambia, disminuyendo su tamaño y ubicándose en la llanura, dentro de los núcleos urbanos53. Llega incluso a desaparecer el ajuar funerario54, notándose poca
diferenciación entre las tumbas.
La riqueza gentilicia parece ser absorbida por el núcleo urbano, redistribuyéndose en beneficio de la ciudad lo que antes se atesoraba en las tumbas. La riqueza
sale de la muerte para favorecer a la comunidad de los vivos. La ciudad nace y
con ella los plebeyos55, qui gentes non habent.
IV. ¿CONSTITUCIÓN DE TARQUINO?
La crítica está dispuesta a reconocer en el instaurador de la dinastía etrusca
50
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 87; FRANCIOSI,
Gennaro, Famiglia e persone, cit. (n. 33), pp. 234 ss.; CERAMI, Pietro - CORBINO, Alessandro METRO, Antonino - PURPURA, Gianfranco, Ordinamento costituzionale e produzione del Diritto
in Roma antica (Napoli, Jovene, 2001), p. 26; SERRAO, Feliciano, Diritto privato, economia e
società, cit. (n. 47), I, pp. 111.
51
FESTUS 355,45: “Tuscum vicum con ... tores dictum aiunt ab <iis, qui Porsena rege> de[s]
ce[n]dente ab obsi<dione e Tuscis remanserint> Romae, locoque his dato <habitaverint> . . .
entes fratres Caeles et Vibenn<a> ... Tarquinium Romam secum max ... rint. M. Varro, quod ex
Cael<io in eum locum deducti> sint”. Es significativo que otra parte de la misma vincule el
hecho con Rómulo cuestión que, como veremos se repetirá frecuentemente: VARR., De ling.
Lat. 5,46: “in Subur[b]anae regionis parte princeps est C<a>elius mons a C<a>ele Vibenna,Tusco
duce nobili, qui cum sua manu dicitur Romulo venisse auxilio contra Tati[n]um regem. hinc post
C<a>elis obitum, quod nimis munita loca tenerent neque sine suspicione essent, deducti di- cuntur
in planum. ab eis dictus vicus Tuscus, et ideo ibi Vortumnum stare, quod is deus Etruriae princeps;
de Caelianis qui a suspicione liberi essent, traductos in eum locum qui vocatur C<a>eliolum”.
52
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi, Diritto e potere nella storia di Roma (Napoli, Jovene,
2007), pp. 47 ss.
53
TORELLI, Mario, Dalle aristocrazie gentilizie, cit. (n. 16), pp. 251 ss.
54
SMITH, Christopher John, Early Rome and Latium, cit. (n. 12), p. 98; BRAVO, Gonzalo,
poder político, cit. (n. 32), p. 31.
55
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 75; FRANCIOSI,
Genaro, Famiglia e persone, cit. (n. 33), p. 238; SERRAO, Feliciano, Diritto privato, economia
e società, cit. (n. 47), I, pp. 72 ss.
70
REHJ. XXXI (2009)
CARLOS FELIPE AMUNÁTEGUI PERELLÓ
grandes obras urbanísticas en la ciudad. Se lo estima fundador de la urbs56 y reformador de su aspecto externo, pero no como un organizador de la misma.
Sin embargo, debe reconocerse que el ascenso al trono de Lucio Tarquino Prisco inaugura una nueva fase de la monarquía en Roma, donde la centralización del
poder en el rey termina por sobreponerse a los clanes gentilicios que hasta entonces
tienen primacía57. A través de la introducción del imperium será que transforme
una aglomeración de clanes en una auténtica ciudad, brindando protección a los
plebeyos al arbitrar sus diferencias con los viejos clanes gentilicios58.
No creemos que fue ésta una etapa de despotismo militar a la manera que
Binder59 o Wenger60 suponen, esencialmente porque damos fe a la tradición en
cuanto a la asunción pacífica del poder por parte de Tarquino Prisco.
No obstante, y a pesar de la opinión de Coli61, encontramos una diferencia
fundamental entre la villa sobre el Palatino y la ciudad centralizada en el Foro
que construyó este rey.
Es bastante poco usual que se hable de una constitución de Tarquino Prisco,
pero creemos estar en posición de demostrar que los cambios introducidos por este
rey son bastante más que meras reformas urbanísticas. La desecación del Foro, la
construcción del Comitium y de la Regia se corresponden con la creación de un
centro cívico, mientras que la fundación del Forum Boarium es la aparición de un
corazón económico en la ciudad. Estas mejoras espaciales son el reflejo de cambios
ideológicos y jurídicos que se manifiestan físicamente en la constitución de tales
centros neurálgicos. Un centro cívico supone la existencia de ciudadanos que lo
necesitan. En este sentido, la labor de Tarquino se asemeja a un fundador, a un
constituyente, más que a un mero constructor. Las líneas que siguen intentarán
demostrar esta tesis.
1. El “imperium”.
La historiografía antigua es algo contradictoria en lo que se refiere al imperium.
En el relato tradicional, Rómulo toma los símbolos del imperium y es acompañado
en sus actos por doce lictores con fasces y segures, esto es, con varas y hachas62. En
efecto, Rómulo aparece como un gobernante dotado de imperium y autocrático63,
donde el Senado opera como un mero consejo privado del rey.
Sin embargo, otra parte de la tradición nos indica que los lictores, como los
GUARINO, Antonio, La rivoluzione della plebe, cit. (n. 26), p. 95.
SERRAO, Feliciano, Diritto privato economia e società, cit. (n. 47), I, p. 73; EDER, Walter,
Zwischen Monarchie und Republik: das Volkstribunat in der frühen römischen Republik, en Atti
dei convegni Lincei 100 (Roma, Accademia Nazionale dei Lincei, 1993), pp. 109 ss.
58
FRANCIOSI, Genaro, Famiglia e persone, cit. (n. 33), p. 238.
59
BINDER, Julius, Die Plebs. Studien zur römischen Rechtsgeschichte, cit. (n. 21), pp. 580
ss.
60
WENGER, Leopold, Hausgewalt und Staatsgewalt in römischen Altertum, en Miscellanea
F. Ehrle, cit. (n. 22), II, pp. 51 ss.
61
COLI, Ugo, Regnum, cit. (n. 24), p. 29.
62
LIVIUS 1,8,2
63
En este sentido, PLUTARCH., Rom. 27.
56
57
TARQUINO PRISCO
71
demás símbolos del imperium, habrían sido introducidos por Tarquino Prisco64.
Este rey, en la versión de Dionisio, luego de derrotar a una liga de ciudades
etruscas, habría recibido los símbolos del imperium de ellas mismas. Dionisio
incluso llama la atención del lector sobre esta contradicción y, reconociendo el
origen etrusco de los lictores, dice que nada impediría que Rómulo hubiese sido
el primero en usarlos, cuestión que denota la alambicada manera de pensar y
conciliar que tiene este historiador65.
Respecto al origen etrusco de los símbolos del imperium, hoy por hoy caben
muy pocas dudas66, sobre todo desde el espectacular descubrimiento en 1898 de
la llamada “Tumba del lictor” en Vetulonia. Se conservan de Silo Itálico67 algunos
versos en que atribuyen directamente a Vetulonia el origen de la costumbre de
hacer preceder a los magistrados por doce lictores con sus características hachas
(secures). Singularmente, en la misma ciudad se descubrió una tumba que contenía
un hacha doble y las varas propias de los lictores. Una coincidencia sorprendente
que confirma el origen etrusco de dichos símbolos. Resulta bastante razonable
pensar que si los símbolos que representan al poder son etruscos, el poder mismo también lo sea, y, por tanto, el imperium haya sido introducido durante la
monarquía etrusca68.
Puesto que en la etapa republicana sólo tienen imperium las magistraturas
superiores, aquellas que poseen mando militar, y las demás (como los ediles,
por ejemplo), se encuentran privadas de él, parece claro que el imperium está
íntimamente ligado a la dirección de los ejércitos. En todo caso, el término no
es exclusivo del mando militar, pues se denomina imperium a todo el poder del
magistrado y no sólo su capacidad para comandar legiones.
Aparentemente, dentro de la etapa republicana el imperium habría recibido
alguna moderación69, pues dentro de la ciudad (dentro de los límites del pomerium)
los lictores no llevaban hachas en sus fasces y consecuentemente el magistrado
64
DION. 3,61-62; LUCIUS A MPELIUS, Memor. 17,1: “Priscus Tarquinius qui insignibus magistratus adornavit”; FLOR., Epit. 1,1,150: “duodecim namque Tusciae populos frequentibus armis
subegit. inde fasces, trabeae, curules, anuli, phalerae, paludamenta, praetextae, inde quod aureo
curru, quattuor equis triumphatur, togae pictae tunicaeque palmatae, omnia denique decora et
insignia, quibus imperii dignitas eminet”.
65
Existe, en todo caso, una tercera tradición que le atribuye la introducción de los lictores
y demás atributos del imperium a Tullio Hostilio. Véase: M ACROB., Sat. 1,6,7.
66
Véase, con abundante bibliografía: DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione
romana, cit. (n. 15), p. 92.
67
Silus Italicus, Pun. 8,484: “Maeoniaeque decus quondam Vetulonia gentis. bissenos haec
prima dedit praecedere fasces et iunxit totidem tacito terrore securis. haec altas eboris decorauit
honore curulis et princeps Tyrio uestem praetexuit ostro. haec eadem pugnas accendere protulit
aere”.
68
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi, Diritto e potere, cit. (n. 52), p. 47; SERRAO, Feliciano,
Diritto privat, o economia e società, cit. (n. 47), I, p. 74; GUARINO, Antonio, La rivoluzione della
plebe cit. (n. 26), p. 99; DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15),
p. 118; DE FRANCISCI, Pietro, Storia del Diritto romano (Milano, Giuffré, 1943), I, p. 195;
L ATTE, Kurt, Lex curiata und coniuratio, en Nachrichten von Gesellschaft der Wissenschaften
zu Göttingen (1934), pp. 59-73.
69
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 120.
72
REHJ. XXXI (2009)
CARLOS FELIPE AMUNÁTEGUI PERELLÓ
no podía ordenar que mataran ciudadanos, mientras que fuera de la ciudad, en
campaña militar, sí.
El carácter absoluto y militar del imperium ha sugerido diversas teorías acerca
del carácter de la monarquía etrusca. En primer término, está la teoría de Wenger70, quien ha sostenido que el imperium sería propio de la monarquía militar y
conquistadora etrusca que acabó con el reino latino-sabino. El rex habría impuesto
a la sociedad su poder despótico, que es el mismo que el pater tiene en virtud de
la patria potestas al interior de la familia, el derecho de vida y muerte.
Sin embargo, esta teoría, a pesar de su popularidad, no parece demasiado convincente. En efecto, no tenemos bases suficientes para suponer que los Tarquinos
conquistaron violentamente el poder en Roma. Incluso, como indica Coli71, el
relato tradicional72 nos habla justamente de lo contrario, de una victoria de Tarquino Prisco sobre los etruscos. Como hemos insistido más arriba, la tradición
se muestra bastante coherente con la migración.
Respecto a la equiparación del imperium y la patria potestas, lo único que tienen ambos en común es el hecho de ser absolutos, pero esto no es suficiente para
atribuirles la misma naturaleza. Esta tesis está construida sobre la teoría política de
la familia73, donde el pater sería un rex dotado de un poder idéntico al imperium,
el consilium domesticum su pequeño Senado y los mores familiares la normativa
jurídica del núcleo familiar. Verdaderamente, no tenemos confirmación alguna
de esto en las fuentes, sino más bien al contrario, pues el consilium no parece tener
tal carácter y ni siquiera existen los llamados mores familiares74. Al respecto ya nos
hemos pronunciado en otro lugar75.
A mayor abundamiento, la potestas parece tener una dimensión posesoria, pues
Gayo vincula la posesión de una persona al hecho de ejercer potestas sobre ella76.
Así, el pater puede poseer a través de quienes están bajo su potestas (esclavos de
su propiedad e hijos)77, pero no a través de quienes están in manu manquipioque
pues a dichas personas no las posee directamente78.
WENGER, Leopold, Hausgewalt und Staatsgewalt, cit. (n. 2), p. 52.
COLI, Ugo, Regnum, cit. (n. 24), p. 29.
72
DION. 3,52-62.
73
BONFANTE, Pietro, Corso di Diritto romano, I: Diritto di famiglia (Milano, Giuffrè,
1963), pp. 7 ss.; como también EL MISMO, La gens e la familia, en Scritti Giuridici, I: Famiglia
e Succesione (Torino, Unione Tipografico, 1916), pp. 3 ss.
74
En esta línea: VOLTERRA, Edoardo, Il preteso tribunale domestico in Diritto romano, en
Scritti giuridici (Napoli, Jovene, 1995), II, pp. 243 ss.; EL MISMO, Sui “mores” della familia
romana, en Scritti, cit. ibi, VII.
75
A MUNÁTEGUI PERELLÓ, Carlos, Origen de los poderes del “paterfamilias” I, en Revista de
Estudios Histórico-Jurídicos 28 (2006), pp. 37-143
76
Véase nuestro trabajo titulado “Loco filiae”, en Estudios de Derecho en Homenaje al Prof.
Dr. D. Francisco Samper (Santiago, Librotecnia, 2007), pp. 43-66.
77
Gai 2,89: “Non solum autem proprietas per eos, quos in potestate habemus, adquiritur
nobis, sed etiam possessio; cuius enim rei possessionem adepti fuerint, id nos possidere uidemur;
unde etiam per eos usucapio procedit”.
78
Gai 2,90: “Per eas uero personas, quas in manu mancipioue habemus, proprietas quidem
adquiritur nobis ex omnibus causis sicut per eos, qui in potestate nostra sunt; an autem possessio
adquiratur, quaeri solet, quia ipsa<s> non possidemus”.
70
71
TARQUINO PRISCO
73
En otras palabras, el pater posee a las personas que están bajo su potestas.
¿Podemos decir lo mismo del magistrado republicano? ¿Poseen acaso el cónsul o
el pretor a los ciudadanos? Evidentemente la respuesta es negativa.
Si aceptamos que el imperium de los magistrados es el mismo que aquel detentado por el rex etrusco, sólo que dotado de los límites de anualidad y colegialidad79,
entonces no podemos decir que el imperium del rex tenga una naturaleza análoga
a la patria potestas del paterfamilias.
Por otro lado, el imperium requiere cierta aprobación popular, pues se origina
en la lex curiata de imperio80. Esto concuerda mal con la tesis de la conquista.
Dicha institución estaba vigente para la época republicana, aunque resultaba un
mero formalismo durante la misma. Una vez electo un magistrado cum imperio,
treinta lictores, en representación de las treinta curias, promulgaban una ley que
le otorgaba el imperium.
Coli, contra Wenger, plantea una tesis alternativa. Para él, no existe una distinción entre la etapa sabino-latina y de los reyes etruscos81. El regnum completo
se caracteriza por el poder total del rey sobre la comunidad. El poder del rey era,
en verdad, la potestas y no el imperium, pues el primero resulta un poder más
amplio y absoluto que el imperium82.
Para este autor, el imperium tendría un proceso de formación distinta, vendría
del campo de las relaciones internacionales. En efecto, el imperium sería el poder
de mando que tiene el líder de la liga latina respecto al ejército común. Luego, en
época republicana, habría sido introducido como poder de mando para el magistrado al interior de Roma. Así, a imitación de las treinta ciudades latinas con un
dictator, Roma tiene treinta curias que le otorgan el imperium a un magistrado
mediante los comicios curiados. Por esto el imperium estaría relacionado con la
fides, no con la potestas, pues requiere de la entrega del mismo por parte del pueblo
mediante la lex curiata de imperio. El imperium, en este sentido, sería propio de
la República, mas no del regnum83.
Evidentemente la tesis de Coli presenta problemas de diversa naturaleza. Para
empezar, la tradición asocia específicamente los símbolos de la monarquía con el
imperium, mientras que la potestas no tiene símbolos propios. Por otro lado, como
ya hemos puesto de manifiesto, la potestas tiene una dimensión patrimonial de la
que difícilmente podemos encontrar trazas en lo que sabemos de la monarquía
etrusca.
Por lo demás, ¿para qué se querría el magistrado, en época republicana, revestirse de los símbolos de los reyes de Etruria si los reyes de origen etrusco de Roma
no lo hubieran hecho previamente para simbolizar su propio poder? ¿Por qué elegir
los símbolos etruscos y no los de algún otro pueblo o crear los propios?
Verdaderamente resulta improbable el origen latino que Coli otorga al imperium y mucho más improbable parece el nacimiento de la lex curiata de imperio en
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 119.
Gai 1.5.4: “cum ipse imperator per legem imperium accipia”.
81
COLI, Ugo, Regnum, cit. (n. 24), p. 29.
82
COLI, Ugo, Regnum, cit. (n. 24), pp. 99 ss.
83
COLI, Ugo, Regnum, (cit. (n. 24), pp. 145 ss.
79
80
74
REHJ. XXXI (2009)
CARLOS FELIPE AMUNÁTEGUI PERELLÓ
época republicana, cuando la asamblea centuriada está en pleno funcionamiento.
Si los magistrados en etapa republicana eran elegidos por las centurias, ¿por qué
crear paralelamente la lex curiata de imperio si no reflejase una situación que ya
se producía en la monarquía?
Este mismo inconveniente lo presenta la tesis de Lübtow84, según la cual la lex
curiata de imperium sería propia de la República y tendría por finalidad otorgar
al magistrado un poder que era inmanente al rex.
La tesis de Coli, en todo caso, tiene el mérito de poner de relieve la artificialidad de la organización curial y la conexión existente entre el poder real y las
relaciones internacionales. En efecto, los líderes de las ligas etruscas, al igual que
el rex romano, llevaban doce lictores, uno por cada ciudad85 que las conformaba.
Otro tanto respecto a la organización en treinta curias de Roma y su reflejo en las
treinta ciudades latinas, o el hecho que cada curia sea representada por un lictor
en tiempos históricos.
Así, es probable que la lex curiata de imperio estuviese ligada a las funciones
militares del comicio y sirviese para imprimir obediencia de los soldados al comandante. Recordemos que la Roma preetrusca era un confederación de gentes de la
misma manera que la liga latina era una confederación de ciudades. La lex curiata
de imperio le otorgaría, en este contexto, un poder al rex diferente de aquel que le
otorga la investidura por el Senado, pues sería un poder superior al simplemente
emanado de los líderes de las gentes. Su respaldo estaría en la ciudadanía, no en
la atribución gentilicia86. Para reforzarlo, se habría rodeado de los atributos de
los reyes etruscos e incluso no es improbable que dichos atributos le hayan sido
enviados desde Etruria en reconocimiento, no del liderazgo romano como postula
la tradición, sino de la condición de rex de Tarquino Prisco.
El imperium sería un nuevo poder incorporado a la vida intraciudadana por
los reyes etruscos a imitación de las relaciones internacionales para alcanzar una
posición hegemónica respecto de las gentes, cuyo órgano representativo, el Senado, se vería marginado de tal poder. El imperium fue el elemento que permitió
efectivamente al rex alcanzar la supremacía, y la tradición es consciente de ello
cuando propone a Rómulo como un autócrata dotado de imperium, adelantando
la existencia del mismo para no reconocer a los reyes etruscos el mérito de su
introducción.
Evidentemente, la introducción de la lex curiata de imperio supone la división
racional de las tribus y curias, pues estas, tal como aparecen históricamente, no
son sólo una representación de la liga latina o una división del pueblo, sino que
son también una unidad de reclutamiento, cuestión que trataremos más abajo.
2. El Senado y las curias.
El Senado de la monarquía latina era una verdadera asamblea de reyes. Cada
84
LÜBTOW, Ulrich, Die “lex curiata de imperio”, en Zeitschrift der Savigny-Stiftung, rom
Abt. 69 (1952), pp. 154 ss.
85
DION. 3,61,2.
86
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 121.
TARQUINO PRISCO
75
uno de sus miembros era, potencialmente, capaz de detentar el poder regio87. La
prueba más contundente de ello es el interregno. En virtud de esta institución,
al morir el rey, los auspicia volvían a los senadores (ad patres redeunt88). Entonces
los miembros del Senado ejercían el poder real por turnos en calidad de interreges
por períodos de cinco días.
Volvían a los senadores los poderes de mando, porque originariamente les
correspondían, y no era necesaria ninguna ley especial para que los detentaran89.
Sólo mediante el interregno se podía llegar a la creación de un nuevo rex, que
sería inaugurado como tal. El rey primitivo debió ser una suerte de primus inter
pares90. Los senadores, como líderes de los grupos gentilicios, seguramente organizados por curias, tenían el poder religioso original, los auspicia, que otorgaban
al rey su posición de tal.
El número de senadores parece poco claro en la tradición hasta Tarquino
Prisco, quien lo fija en trescientos91. Antes de Tarquino, la historiografía antigua
asigna a Rómulo92 la creación de un Senado original de cien senadores y luego
su posterior duplicación al unir la ciudad latina del Palatino con la sabina Cures,
sobre el Quirinal93.
La tradición está conteste en que Tarquino Prisco también habría aumentado
el número de senadores, aunque no es claro en cuántos. Así, Cicerón y Eutropio
hablan de una duplicación del número de senadores94, mientras que Livio95 y
Dionisio96 señalan que sólo habría aumentado el número en cien. Zonaras, en
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, (n. 15), p. 144.
CIC., ad Brut. 13,4,5
89
Seguimos a DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), pp.
102 ss.
90
SERRAO, Feliciano, Diritto privato economia e società nella storia di Roma, cit. (n. 47),
I, pp. 73.
91
DION. 3,67,1.
92
LIV. 1,8,7; DION. 2,12,1-2; PLUT., Rom. 13,2; VELL. PAT. 1,8,5-6; FEST. 454; ZONAR.
7,3.
93
DION. 2,47.
94
CIC., De rep. 2,35: “Isque ut de suo imperio legem tulit, principio duplicavit illum pristinum patrum numerum et antiquos patres maiorum gentium appellavit, quos priores sententiam
rogabat, a se adscitos minorum”; EUTROP. 1,6 (5): “Deinde regnum Priscus Tarquinius accepit.
Hic numerum senatorum duplicavit, circum Romae aedificavit, ludos Romanos instituit, qui ad
nostram memoriam permanent”.
95
LIV. 1,35,6: “nec minus regni sui firmandi quam augendae rei publicae memor centum in
patres legit qui dei”nde minorum gentium sunt appellati, factio haud dubia regis cuius beneficio
in curiam ueneran”t.
96
DION., Antiq Rom 3,67,1: Au Âtai polemikaiì pra c/ eij basile /wj Tarkuni ¿ou mnhmoneu /
87
88
ontai,ei ¹rhnikaiì de \ kaiì politikaiì toiai ¿de tine /j,ou d) e \ ga\r tau /taj bou l
/ omai parelqei n
Í
a )mnhmoneu /touj. eu q) uj\ ga\r a Àma t% ½ paralabei n
Í th n
\ a )rxh n
\ to n
\ dhmotiko n
\ ox
à lon
oi ¹kei o
Í n e (aut% ½ poih s
= ai proqumhqei ¿j,w Ðsper oi ¸ pro /teroi basilei j
Í e )poi ¿oun,dia\ toiau /
taj eu )ergesi ¿aj u (phga /geto: e )pile c
/ aj a Ãndraj e (kato n
\ e c) a (pa /ntwn tw n
½ dhmotikw n
½ ,oijâ
a )reth /n tina polemikh n
\ h Ä politikh n
\ fro /nhsin a Àpantej e )martu /roun, patriki ¿ouj e )
poih
¿ se kaiì kate /tacen ei ¹j to n
\ tw n
½ bouleutw n
½ a )riqmo /n,kaiì to /te prw t½ on e )ge /nonto
R
¸ wmai ¿oij triako /sioi bouleutaiì te /wj o Ãntej diako /sioi.
76
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cambio habla de un aumento en doscientos miembros97, mientras que el resto de
la tradición no da cifras98.
Aparentemente el aumento que recibió el Senado fue, en alguna medida, traumático, pues las gentes de los senadores que resultaron electos fueron denominadas
minores gentes99, en contraste con las antiguas maiores gentes del Senado romuleo.
Sin embargo, la tradición no es del todo uniforme en este punto, pues Tácito
atribuye la creación de las minores gentes a Bruto100 y Dionisio a Rómulo101.
El significado exacto de la expresión minores ha dado lugar a dudas respecto a
la calidad de patricios de estos senadores y de las gentes que representan. Especialmente problemático resulta el hecho que tanto Dionisio como Zonaras declaren
que fueron elegidos entre los plebeyos. Momigliano102, al respecto, puso en relación
las gentes minores con los conscriptii del Senado. En efecto, los senadores eran llamados patres conscriptii. De conformidad al autor, esto se correspondería con una
composición doble del mismo, de patricios (patres) por una parte, y de plebeyos
(conscriptii) por otra. Alföldy opta por estimar a los conscriptii como un grupo de
plebeyos sin voto en el Senado, integrados a él sólo en etapa republicana103.
Otra parte de la tradición estima que la expresión patres conscriptii se refiere
a todos los senadores significando padres electos104, pues serían aquellos seleccionados por el rey de entre las gentes para ocupar un asiento en el Senado.
En verdad, para referirnos a la reforma de Tarquino no tenemos necesidad de
resolver este problema, pues contra lo que cree Momigliano, no hay nada en la
tradición que nos permita ligar la expresión conscriptii con las minores gentes.
Independientemente de si es que los conscriptii son un grupo plebeyo aparte
de los patres que serían patricios, parece indiscutible que las minores gentes son
patricias105, pues así lo afirma expresamente Cicerón106. El resultado del aumento
de miembros del Senado llevado a cabo por Tarquino no es la integración de
plebeyos en el mismo, sino la creación de las minores gentes, que son patricias.
En efecto, como Franciosi107 postula, la calificación de minores parece referirse a
nuevas, jóvenes, como Cato Maior y Cato Minor. Esta lectura parece confirmada
ZONAR. 7, 8
FLOR., Epit.1,1,150: “hic et senatus maiestatem numero ampliavit”; VAL. M AX. 3,4,2:
“numerum senatus amplificauit”.
99
LIV.1,35,6; CIC., De rep 2,35.
100
TAC., Ann. 11,25.5: “Isdem diebus in numerum patriciorum adscivit Caesar vetustissimum
quemque e senatu aut quibus clari parentes fuerant, paucis iam reliquis familiarum, quas Romulus
maiorum et L. Brutus minorum gentium appellaverant”.
101
DION. 2,47,1.
102
MOMIGLIANO, Arnaldo, Procum patricium en Journal of Roman Studies 56 (1966), pp.
16 ss.
103
A LFÖLDY, Geza, Historia Social de Roma, cit. (n. 23), p. 26.
104
OGILVIE, R.M., Roma Antigua y los Etruscos, cit. (n. 14), pp. 55-56.
105
DE M ARTINO, Francesco, Storia della costituzione romana, cit. (n. 15), p. 78.
106
CIC. ad fam. 9.21.2 fuerunt enim patricii minorum gentium
107
FRANCIOSI, Gennaro, Famiglia e persone in Roma antica cit. (n. 33), pp. 124 ss.
97
98
TARQUINO PRISCO
77
por Dionisio quien reputa la formación de las minores gentes a la ampliación hecha
por Rómulo108, traduciendo minores por newte/rouj, más nuevos, jóvenes.
Es posible que haya tomado grupos antes considerados plebeyos y les haya dado
una organización gentilicia. El problema, a este respecto, consistiría en determinar
qué grado de movilidad horizontal tenía la sociedad romana bajo el regnum109.
¿Podía el rex crear patricios? ¿Cuál sería el aspecto que determina que un grupo
sea una gens patricia? ¿Es su inserción en el senado, cómo plantea Capogrossi110?
En efecto, el ser adlectus in patres o in senatum, equivalía a ser adlectus inter patricios111. El testimonio más elocuente es el de Suetonio, v. Aug. 2,1, respecto a los
Octavios: “ea gens a Tarquinio Prisco rege inter minores gentis adlecta in senatum,
mox a Seru[il]io Tullio in patricias traducta, procedente tempore ad plebem se contulit
ac rursus magno interuallo per Diuum Iulium in patriciatum redit”.
Según dicho testimonio, la gens Octavia habría sido una de las que Tarquino
Prisco introdujo en el Senado112, con lo cual habría adquirido la calidad de patricia
con Servio Tulio. Luego, por propia decisión, habría perdido esta calidad y se
habría mantenido entre los plebeyos hasta la época de César.
El hacer entrar a un grupo entre los patricios no parece ser una prerrogativa
exclusiva de los reyes, como cree parte de la crítica que los estima dispensadores
exclusivos de la nobleza113. En efecto, los Claudios también fueron recibidos entre
los patricios, a pesar de llegar cuando ya no había reyes. Veamos el relato de Livio
2,16,4: “namque Attius Clausus, cui postea Appio Claudio fuit Romae nomen, cum
pacis ipse auctor a turbatoribus belli premeretur nec par factioni esset, ab Inregillo,
magna clientium comitatus manu, Romam transfugit. [5]. his ciuitas data agerque
trans Anienem; Uetus Claudia tribus-additis postea nouis tribulibus-qui ex eo uenirent agro appellati. [6] Appius inter patres lectus, haud ita multo post in principum
dignationem peruenit”.
El relato conserva el mismo orden que ya observamos a la llegada de la gens
Tarquina. Al llegar, a los Claudios con sus clientes se les da ciudadanía, luego se
les asigna un territorio y por último el líder gentilicio es lectus inter patres.
Dada la porosidad de la sociedad gentilicia durante los siglos VII y VI, este
procedimiento no parece haber sido excepcional para los grupos inmigrantes, y se
practicó profusamente, al menos hasta el 486 a.C.114 La pregunta más inquietante
es si Tarquino Prisco habría realizado algo similar respecto a grupos previamente
108
DION., Antiq. Rom. 2,47,1: Katasta /ntwn de \ tw n½ pragma /twn e Ãdoce toi jÍ
basileu s
= in,e )peidh \ pollh n
\ e )pi ¿dosin ei ¹j o x
à lou plh q= oj h ( po l
/ ij ei l
¹ h /fei,dipla /
sion tou = prote /rou poih s
= ai to n
\ tw n
½ patriki ¿wn a )riqmo n
\ proskatale c
/ antaj
su\n toi jÍ e )pifanesta /toij oi k
ã oij e )k tw n
½ u Àsteron e )poikhsa /ntwn i s
ã ouj toi jÍ
prote /roij,newte /rouj ou jÁ e )ka l
/ esan patriki ¿ouj: e c) w Òn e (kato n
\ a Ãndraj,ou jÁ ai¸
fra t= rai proexeiri ¿santo,toi jÍ a )rxai ¿oij.
109
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi, Diritto e potere nella storia di Roma, cit. (n. 52), p.
49.
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi, Diritto e potere nella storia di Roma, cit. (n. 52), p.51.
Para los Vitelios: SUET. v. C. Vit 1,3.
112
Además de los Octavios, los Papirii serían también minores gentes. Vid. CIC., ad fam.
9,21,2
113
OGILVIE, R. M., Roma Antigua y los Etruscos, cit. (n. 14), p. 59.
114
FRANCIOSI, Gennaro, Famiglia e persone in Roma antica, cit. (n. 33), pp. 124 ss.
110
111
78
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CARLOS FELIPE AMUNÁTEGUI PERELLÓ
plebeyos. En verdad, nada obsta para que así lo haya realizado y del relato de
Suetonio esto mismo se desprende.
Tarquino Prisco necesitaba afirmar su poder respecto al primitivo Senado
gentilicio a fin de obtener una completa hegemonía sobre esa asamblea de reyes,
de manera que, junto con introducir un poder nuevo procedente de las relaciones
internacionales como es el imperium, aumentó el número de senadores introduciendo en él a sus propios partidarios, tal como la tradición postula. Lo verdaderamente relevante es que para llevarlo a cabo debió reformar la composición de
las curias, pues ellas, como uniones de gentes, eran la clave para la formación del
Senado, ya que sus miembros se elegían por curias115.
En efecto, la tradición está conteste en que la cantidad de senadores quedará
fijada en trescientos a partir de Tarquino Prisco, cifra que no variará hasta la crisis
de la República en el siglo I a.C.116.
Esta cantidad está en íntima conexión con el número de curias, pues los senadores son diez por cada curia, totalizando 30 curias. Incluso en época imperial se
llama decuriones a los integrantes de los senados municipales y esta proporción de
diez por curia parece fijada según rituales etruscos, como lo dice Festus 285,25:
“Rituales nominantur Etruscorum libri, in quibus perscribtum est, quo ritu condantur
urbes, arae, aedes sacrentur, qua sanctitate muri, quo iure portae, quomodo tribus,
curiae, centuriae distribuantur, exercitus constituant<ur>, ordinentur, ceteraque
eiusmodi ad bellum ac pacem pertinentia”.
A pesar del carácter precívico de las curias117, verdaderamente hay una fuerte
115
FESTUS 246,60: “donec Ovinia tribunicia intervenit, qua sanctum est, ut censores ex omni
ordine optimum quemque curiatim in senatum legerent”. Sobre dicho plebiscito, bastante oscuro
en verdad, véase, con abundante bibliografía: GIANGRIECO PESSI, Maria Vittoria, Dalla lex
Aemilia al plebiscito Ovinio, en SERRAO, F. (a cura di), Legge e società nella repubblica romana
(Napoli, 2000, Jovene), pp. 323 ss.
116
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi,Diritto e potere nella storia di Roma, cit. (n. 52), p. 51;
CERAMI, Pietro y otros, Ordinamento costituzionale e produzione del Dritto in Roma antica, cit.
(n. 50), pp.15 ss.; M ARTINEZ-PINNA, Jorge, Los orígenes de Roma, cit. (n. 14), p. 220.
117
En efecto, “curia” signif ica “unión de hombres”, así *co-viria>curia como
providens>prudens. COLI, Ugo, Regnum, cit. (n. 24), pp. 61 n. 47; y DE FRANCISCI, Pietro, La
formazione della comunità politica primitiva, en Conferenze romanistiche, cit. (n. 41), pp. 98;
ambos casos tomado de WALDE-HOFMANN, Latein. etymolog. Worterbuch (Heidelberg, 1938).
Por su parte, Aulo Gelio nos señala que las curias organizarían la ciudad por géneros de
hombres (estirpes o gentes), a diferencia de las tribus, que son territoriales, o de las centurias
que son por censo: AULUS GELLIUS 15,27,5: “Item in eodem libro hoc scriptum est: ‘Cum ex
generibus hominum suffragium feratur, curiata comitia esse; cum ex censu et aetate, centuriata;
cum ex regionibus et locis, tributa; centuriata autem comitia intra pomerium fieri nefas esse, quia
exercitum extra urbem imperari oporteat, intra urbem imperari ius non sit. Propterea centuriata
in campo Martio haberi exercitumque imperari praesidii causa solitum, quoniam populus esset in
suffragiis ferendis occupatus’”. En este mismo sentido véanse: C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi,
Diritto e potere nella storia di Roma, cit. (n. 52), pp. 24 ss.; SERRAO, Feliciano, Diritto privato
economia e società nella storia di Roma, cit. (n. 47), I, pp. 71 ss.; SMITH, Christopher John,
Early Rome and Latium, cit. (n. 12), pp. 196 ss.; GUARINO, Antonio, La rivoluzione della plebe,
cit. (n. 26), pp. 63 ss.
TARQUINO PRISCO
79
artificialidad en la vinculación de tres tribus, treinta curias y trescientas decurias118.
Aunque la tradición lo atribuye a Rómulo119 la división de la ciudad en tres
tribus y treinta curias, es también evidente que la cantidad de curias varió durante
la monarquía, pues se distinguía entre curias antiguas (veteres) y nuevas (novae)120.
Un número original de treinta es sumamente improbable, y sólo se llega a él
sumando a las curias antiguas las nuevas. Lo cierto es que su número final fue de
treinta. Algunos121 estiman que tal cifra sólo se habría alcanzado en la primera
República, aunque nosotros tenemos razones para apuntar al período etrusco de
la monarquía. En efecto, la cantidad de senadores compatible con la existencia
de 30 curias (300, diez por cada curia o uno por cada decuria) sólo se alcanza a
partir de Tarquino Prisco. Por otro lado, ya hemos comprobado que es bastante
frecuente que la tradición atribuya a Rómulo acciones que con seguridad son de
la monarquía Tarquina.
Amén de lo anterior, las treinta curias están construidas a imitación de la liga
latina, donde imitan las 30 ciudades de la liga y el rex es el líder federal122. Así,
el imperium que Tarquino Prisco introduce desde las relaciones internacionales
para afirmar su poder sobre los patres, se ve reforzado.
En fin, creemos que Tarquino Prisco efectivamente aumentó el número de
senadores sustancialmente, pero no como una medida aislada, sino que como
consecuencia de un aumento correlativo en el número de curias estableciendo
definitivamente la proporción treinta curias por trescientos senadores, que se
mantendrá como elemento fundamental de la institucionalidad romana a lo
largo de la República. No es casualidad, que tanto la construcción de la Curia,
como del Comitium, puedan reputarse al 600 a.C., es decir, al gobierno de Lucio
Tarquino Prisco.
La estructura triádica de la constitución “romulea” agrupa también las treinta
curias en tres tribus, que tienen íntima conexión con los efectivos militares. Las
reformas llevadas a cabo en esta cuestión serán la materia de nuestra próxima
sección
3. Las tribus y el ejército.
Es un hecho indiscutido que la táctica hoplítica entró en el Lacio desde Etruria123. El más antiguo ejército romano parece estar representado por los colegios
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi,Diritto e potere nella storia di Roma, cit. (n. 52), pp.15 ss.
DION. 2,7; CIC., De rep. 2,8,14; LIV. 1,13,8; PLUTARCH., Rom. 20,1-3.
120
Festus 174,39: “Novae curiae proximae compitum Fabricium aedificatae sunt, quod parum amplae erant veteres a Romulo factae, ubi is populum et sacra in partis triginta distribuerat,
ut in is ea sacra curarent, quae cum ex veteribus in novas evocarentur, quattuor curiarum per
religiones evocari non potuerunt. itaque Foriensis, Raptae, Veliensis, Velitiae res divinae fiunt
in veteribus curis”.
121
PALMER, Robert E. A., The Archaic Community of the Romans (Cambridge, Cambridge
University Press, 1970), pp. 131 ss.
122
COLI, Ugo, Regnum, cit. (n. 24), pp. 60 ss.
123
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi, Diritto e potere nella storia di Roma, cit. (n. 52), p. 54;
118
119
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de los salios, agrupaciones de sacerdotes guerreros dotados de armamento propio
de la edad del bronce124.
Había dos colegios, uno, propio del Palatino, establecido en honor a Marte
y atribuido a Numa125 y otro, en honor a Quirino y ubicado sobre el Quirinal,
atribuido a Tulo Hostilio126. La tradición sobre ambos, por su ubicación en la
geografía religiosa de la ciudad y por ser su establecimiento sucesivo en el tiempo,
concuerda con la unificación entre el asentamiento establecido sobre el Palatino
y la comunidad del Quirinal127.
Tanto los Salii Pallatini como los Salii Collini eran exclusivamente patricios,
provenientes de los grupos gentilicios, y probablemente constituían el nervio de
un ejército prehistórico, presidido por un rex que marchaba a la guerra sobre un
carro128. Al ejército primitivo es necesario añadir (siglo VII a.C.) una caballería
de hoplitas montados que lucha junto al rex y que representa los estratos superiores de los grupos gentilicios. Este ejército es la unión de las milicias que cada
gens individual aporta, constituyendo la expresión armada de la confederación
gentilicia de Roma preestrusca.
La táctica hoplítica constituye una revolución militar para la antigüedad.
En efecto, los hoplitas no son guerreros individuales que se enfrentan en duelos
heroicos al enemigo, sino más bien soldados ordenadamente formados y pesadamente armados.
Su poder reside en la disciplina de hierro y en la perfecta coordinación para
llevar adelante estrategias. Mientras la formación se mantenga el escuadrón hoplita tiene gran poder ofensivo y escasa vulnerabilidad, pero si su línea es rota, la
batalla puede darse inmediatamente por perdida y la carnicería es inminente. En
efecto, desde la introducción del hoplitismo, la batalla consistirá, básicamente,
en un ordenado intento de romper la línea contraria.
La disciplina interna es esencial para mantener la formación; el mando unificado y absoluto en batalla es completamente indispensable. En este sentido,
cuando la tradición presenta a Tarquino Prisco como introductor de los símbolos
del imperium, lo convierte también en posibilitador de la táctica hoplítica, pues
pone al ejército bajo un mando unificado129.
OGILVIE, R. M., Roma Antigua y los Etruscos, cit. (n. 14), p. 43; TORELLI, Mario, Dalle aristocrazie gentlizie alla nascita della plebe, in Storia di Roma, cit. (n. 16), I, p. 253.
124
Sobre su armamento: LIV. 1,20,4 y DION. 2,70. Usaban un escudo en forma de ocho
(ancillae) que ha sido hallado en entierros de la edad del bronce. También llevaban una espada
larga, toga y un sombrero cónico.
125
CIC., De rep. 2,14,27; LIV. 1,20,4; DION. 2,70,1; FLOR. 1,1,2-3; POMPONIUS PORPHIRIUS
EP. 2,1,86.
126
DION. 2,70,1.
127
M ARQUARDT, Joachim, Römische Staatsverwaltung (Leipzig, 1884), III, p. 428; WISSOWA,
Georg, Religion und Kultus der Römer (Munich, 1912), p. 555.
128
Al parecer del hecho de concurrir en carro a la guerra (currus) deriva el adjetivo curul
(curulis), propio de las magistraturas superiores romanas. Véanse al respecto: DE FRANCISCI,
Pietro, La formazione della comunità politica primitiva en Conferenze romanistiche, cit. (n.
41), p. 96.
129
CERAMI, Pietro y otros, Ordinamento costituzionale, cit. (n. 50), p. 28.
TARQUINO PRISCO
81
La tradición, en el ámbito de la milicia, le reconoce un papel más bien modesto
a Tarquino Prisco. Al respecto, habría intentado añadir a las antiguas centurias de
caballería otras nuevas y llamarlas con su nombre, pero ante la oposición del augur
Atto Navio, debió simplemente conformarse con duplicar las ya existentes130. El
episodio es extraño, pues aquí las tres centurias de caballería se identifican con
las tribus “romuleas”131 en que el mítico fundador de la ciudad habría dividido
la población.
Sabemos que en etapa histórica, entre las dieciocho centurias de caballeros
existían seis llamadas sex suffragia por ser las primeras en votar dentro de la constitución centuriada. Estas centurias se dividían en priores y posteriores, dos Ramnes,
dos Tities y dos Luceres132. Esto debe entenderse como centurias de vanguardia
y de retaguardia133.
El pueblo se encontraría igualmente dividido en esta manera134, existiendo
seis vestales, una para cada centuria sea anterior o posterior.
El número triádico de vestales (seis) sólo se alcanza con Tarquino Prisco135,
pues con anterioridad serían sólo cuatro las vírgenes.
Estas centurias dobles están asociadas a Tarquino Prisco, quien habría reformado la caballería y aumentado su número136. La tripartición es artificial137 y debe
ser atribuida al rex. La tradición, con elevar de cien a trescientos los senadores
demuestra que la ciudad no nace con esta división triádica, sino que es obra de
los reyes138.
El origen etrusco de los nombres de las tribus está atestado en las fuentes
La fuentes principales son: LIV. 1,36 y DION. 3,71. También se relata el mismo incidente en: CIC., De rep 2,36: “Deinde equitatum ad hunc morem constituit, qui usque adhuc est
retentus, nec potuit Titiensium et Rhamnensium et Lucerum mutare, cum cuperet, nomina, quod
auctor ei summa augur gloria Attus Navius non erat. Atque etiam Corinthios video publicis equis
adsignandis et alendis orborum et viduarum tributis fuisse quondam diligentis. Sed tamen prioribus
equitum partibus secundis additis œ iœccc fecit equites numerumque duplicavit”; FESTUS 334,63:
“Sex suffragia appellantur in equitum centuriis, quae sunt adiectae ei numero centuriarum; quas
Priscus Tarquinius rex constituit”; FLOR., Epit.1,1,150: “Tarquinius postea Priscus, quamvis
transmarinae originis, regnum ultro petens accepit ob industriam atque elegantiam; quippe qui
oriundus Corintho Graecum ingenium Italicis artibus miscuisset. hic et senatus maiestatem numero
ampliavit, et centuriis tribus auxit, quatenus Attius Nevius numerum augere prohibebat, vir
summus augurio. quem rex in experimentum rogavit, fierine posset, quod ipse mente conceperat.
ille rem expertus augurio, posse respondit. ‘atquin hoc’ inquit ‘agitaram, an cotem illam secare
novacula possem’; et augur ‘potes ergo’ inquit, et secuit. inde Romanis sacer auguratus”.
131
PLUT., Rom. 20,1-3; CIC., De rep. 2,8,14; DION. 2,7; LIV. 1,13,8.
132
POUCET, Jacques, Les origines de Rome (Bruxelles, Facultes Universitaires Saint-Louis,
1985), pp. 101 ss.
133
OGILVIE, R. M., Roma Antigua y los Etruscos, cit. (n. 14), p. 44.
134
FESTUS 344,54: “Sex Vestae sacerdotes constitutae sunt, ut populus pro sua quaque parte
haberet ministram sacrorum; quia civitas Romana in sex est distributa partis: in primos secundosque Titienses, Ramnes, Luceres”.
135
DION. 3,67,2.
136
LIV. 1,32,2; FESTUS 452.
137
C APOGROSSI COLOGNESI, Luigi, Diritto e potere nella storia di Roma, cit. (n. 52), pp.
15 ss.
138
COLI, Ugo, Regnum, cit. (n. 24), pp. 60 ss.
130
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antiguas. La única explicación natural para tales nombres es que dicha división
en tribus sea obra de los mismos etruscos. Además, la división en tribus de las
ciudades está asociada a los rituales etruscos139, de igual manera que las curias y
centurias.
Buena parte de la doctrina estima que la división en tribus sería preetrusca,
sea según criterios étnicos, sea una división propia de los latinos. Sin embargo
esto parece difícil de justificar.
En nuestra opinión, tanto por el origen etrusco de los nombres de las tribus,
como por su sentido artificial y su conexión con la repartición en treinta curias de
las gentes de Roma, debe estimarse que las tribus son coetáneas a la racionalización
de Roma en treinta curias. Hay tradiciones que vinculan a Tarquino Prisco con
dichas tribus y es probable que a él debamos atribuir su autoría.
V. TARQUINO EL FUNDADOR
A lo largo de estas líneas hemos conseguido detallar algunos puntos interesantes
sobre la obra de Lucio Tarquino Prisco, el primero de los personajes propiamente
históricos que nos ofrece la tradición romana.
Su rol de constructor de los espacios comunes aparece ratificado por la fundación de las primeras instituciones de la comunidad. Las obras más importantes
a nivel topográfico, como la desecación del Foro o la construcción del Comitium
y de la Curia, encuentran un paralelo jurídico en la introducción del imperium
y la división triádica de la sociedad en tres tribus y treinta curias, que fijan en
trescientos a los senadores miembros de la Curia.
Bajo su gobierno, el rex adquirirá una independencia jurídica del Senado, pues
su poder deja de estar basado en los auspicia que de los líderes gentilicios recibe,
sino que se funda en el imperium, un poder de mando colectivo obtenido de las
treinta curias, como de las treinta ciudades el líder de los latinos obtenía el suyo
en las relaciones internacionales.
Antes, el rex latino era nombrado por un Senado gentilicio cuyo poder, los
auspicia, era patrimonio reservado de los patricios. Con Tarquino Prisco el rex,
dotado de imperium, se superpone al poder religioso de las gentes y sienta las bases
de la primera religión ciudadana, el culto a Júpiter sobre el Capitolio.
Tal vez por ello es que la tradición nos muestra a este rey enfrentado a los
augures. En efecto, Tarquino es el primero de los reyes que omite tomar auspicios
y el único que, en su intento de introducir reformas, debe enfrentar oposición de
un augur. Incluso la tradición imputa al rey el asesinato del augur140.
Muchas de las obras de Tarquino Prisco aparecen luego atribuidas a un personaje mitológico denominado Rómulo, héroe epónimo fundador de la ciudad.
Desde la desecación del Foro, a la introducción del imperium o la división triádica,
la tradición lo lleva todo a Rómulo. Incluso la fundación del primer templo a
Júpiter en el Capitolio141 es entregada a este héroe.
FESTUS 285,25.
DION. 3,72,3.
141
DION. 2,34,4.
139
140
TARQUINO PRISCO
83
A diferencia de Tarquino, Rómulo es presentado como augur142 y dotado de
auspicios. Es un héroe latino, descendiente de Eneas y como tal representa lo que
la ciudad quiere ser y a lo que aspira a convertirse. Tarquino, en cambio, es etrusco
y fundador de la dinastía que será expulsada en una revolución conservadora para
crear la República. Su sólo nombre es incómodo y la mutilación de su recuerdo
para construir al mítico Rómulo fue un sacrificio necesario.
Sin embargo, a la sombra de Rómulo sobreviven no sólo algunas duplicaciones que hacen sospechar la verdadera magnitud de la obra de Tarquino, sino que
incluso debe ser ayudado por un etrusco Lucumón (como Lucumón Tarquino)
en la lucha por la unidad ciudadana143 contra los sabinos.
Es más, Caele Vibenna, héroe etrusco que la tradición tirrena liga a la muerte de
Tarquino y el ascenso de Servio Tullio, aparece también asociado a Rómulo144.
Tarquino debe morir para que viva Rómulo. Es el destino de la semilla del
fundador: ser destruida para florecer.
[Recibido el 28 de marzo y aprobado el 4 de julio de 2009].
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CIC. Div. 1,107.
DION. 2,43. Podría pensarse que es simplemente un héroe epónimo para justificar la
existencia de una tercera tribu de Luceres, como hay una de Ramnes por Rómulo y una de
Tities por Tacio. Sin embargo, en el relato de Dionisio no se mencionan los nombres de las
tribus, que este autor parece desconocer. Lucumón, en dicha versión, no tiene, evidentemente,
tal justificación.
144
VARR., De ling. Lat. 5,46: “in Subur[b]anae regionis parte princeps est C<a>elius mons
a C<a>ele Vibenna,Tusco duce nobili, qui cum sua manu dicitur Romulo venisse auxilio contra
Tati[n]um regem”.
142
143
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