Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Ibérica por la libertad

Volumen 6, N.º 4, 15 de abril de 1958

Portada



Ilustración

IBÉRICA es un boletín de información dedicado a los asuntos españoles y patrocinado por un grupo de americanos que creen que la lucha de España por la libertad es una parte de la lucha universal por la libertad, y que hay que combatir sin descanso en cada frente y contra cada forma que el totalitarismo presente.

IBÉRICA se consagra a la España del futuro, a la España liberal que será una amiga y una aliada de los Estados Unidos en el sentido espiritual y no sólo en sentido material.

IBÉRICA ofrece a todos los españoles que mantienen sus esperanzas en una España libre y democrática, la oportunidad de expresar sus opiniones al pueblo americano y a los países de Hispano-América. Para aquellos que no son españoles, pero que simpatizan con estas aspiraciones, quedan abiertas así mismo las páginas de IBÉRICA.

Directora:

  • VICTORIA KENT

Presidentes de Honor:

  • SALVADOR DE MADARIAGA
  • NORMAN THOMAS

Consejeros:

  • ROBERT J. ALEXANDER
  • ROGER BALDWIN
  • CLAUDE G. BOWERS
  • FRANCES R. GRANT
  • JOHN A. MACKAY
  • VICTOR REUTHER

IBÉRICA is published on the fifteenth of every month, in English and Spanish editions, by the Ibérica Publishing Co., 112 East 19 th St., New York 3, N. Y. All material contained in this publication is the property of the Ibérica Publishing Co., and may be quoted, but not reproduced in entirety. Copyright 1958, by Ibérica Publishing Co.

Price: Single copy, 25 c. Year's subscription: $ 3.

Second class mail privileges authorized at New York, N. Y.






ArribaAbajoLos ejemplos de América en este otro 14 de abril

José M.ª de Semprún Gurrea


Hace poco, uno de los principales diarios italianos, moderado de tendencia liberal, publicaba un largo artículo de su corresponsal en Nueva York, con este detallado encabezamiento: «La revolución de Caracas vista desde Nueva York: En Sudamérica los hombres "de puño de hierro" están en baja. Apenas cinco años hace, sobre una veintena de Estados había tres democráticos y diecisiete con regímenes totalitarios de varios tipos. Hoy la situación ha cambiado mucho e incluso, numéricamente hablando, está exactamente al revés».

El artículo del corresponsal va luego desarrollando y completando esas significativas afirmaciones iniciales. Atengámonos a ellas, sin entrar en el cuerpo del escrito, no porque éste carezca de interés, sino porque ellas nos bastan para poner la cuestión y entrar en materia. Pero dejemos a un lado las cifras que contienen. ¿Eran, hace unos años, tres y nada más que tres, los Estados democráticos de la América que hablaban español y portugués, mientras llegaban a diecisiete los totalitarios y dictatoriales?... ¿Están hoy precisamente invertidas esas cifras?... ¿Para qué extenuarnos en tales operaciones estadísticas, de las cuales los propios interesados tendrían tanto que decir?... Retengamos, sin más, el pensamiento del periodista, despojado de guarismos innecesarios y discutibles; un pensamiento que, corroborado y reforzado por informaciones muy seguras, podríamos formular así: En la llamada América Latina (denominación cuya propiedad no es éste el momento de discutir, y que usamos provisionalmente para entendernos), la situación política, las instituciones y modalidades de la vida pública han cambiado en estos años, en estos últimos meses, radicalmente: Han cambiado en un sentido democrático y liberal. Y han cambiado con tal amplitud y tal empuje, que, considerada en su conjunto, se puede dar por completamente invertida la situación: si un día no lejano predominaban en aquella América las formas y poderes dictatoriales, hoy predominan los temperamentos e instituciones de tendencia resueltamente democrática.

Antes de señalar los modos y de examinar (en cuanto nos sea posible) las causas y raíces de ese hecho importantísimo, detengámonos un momento contemplándole y poniéndole en relación con cosas que son muy nuestras, no sólo ni principalmente por el legítimo placer que a cualquier amante de la Libertad y el Derecho ha de producirle ese espectáculo, ni por mera curiosidad de historiadores atraídos teóricamente por los grandes fenómenos de la vida humana, sino por algo mucho más actual, práctico y posiblemente útil (y esto explica que la contemplación tenga una muy precisa intención comparativa), es a saber, para empezar ya, desde el primer grado de nuestro examen, a aplicarnos el cuento, sin rodeos ni evasivas; pero también sin estériles diversiones ditirámbicas y sentimentales. Apliquémonos, pues, el cuento de lo que ha pasado en América, aun antes de buscar el cómo y el por qué, teniendo presente que nunca podríamos hacerlo en ocasión más oportuna: estamos en efecto, pasando por las horas que el calendario marca con una precisa fecha histórica: el 14 de abril. Estamos en otro 14 de abril...

Pero, cuando hemos empleado la misma expresión en el título de estas páginas, ¿no cometíamos un error, no simplemente teórico, sino cargado peligrosamente de nocivas consecuencias prácticas?... ¡Otro 14 de abril!... Sí; para el calendario desde luego; pero no para nosotros, los republicanos de todas las tendencias y matices; porque para nosotros ni puede haber ni hay más que un solo y único 14 de abril, el de 1931. Los otros, que el calendario repite, no son más que aniversarios y recuerdos de aquel. Y aquí está precisamente el busilis: en aquel 14 de abril de 1931 se hizo algo único, no sólo por ciertas excepcionales características del acontecimiento, sino porque desde que se verificó ningún otro ulterior le ha repetido; no ha habido (aunque fuera en otra fecha y con modalidades diferentes), ninguna repetición. NO SE HA REPETIDO EN ESPAÑA. Pero es bueno saber precisamente ahora cuando el suceso no se repite, pero se recuerda, que se viene repitiendo en varios países de América, en formas y fechas no idénticas, pero determinando en cada uno de esos pueblos y en el conjunto de la América Latina el importante resultado que el corresponsal italiano señalaba, pretendiendo incluso ponerle en cifras, a saber: una situación predominantemente dictatorial y agriamente autoritaria es substituida por otra predominantemente democrática. Este es el meollo de la historia. Y esto es lo que en España se hizo el 14 de abril; un 14 de abril que, por un malhadado contubernio de flojeras, vesanias, torpezas, traiciones, felonías y vergonzosas complicidades extranjeras (no olvidando la que prestó aquella falacia impúdica de la no-intervención), nos fue arrebatado un 18 de julio, y todavía no hemos acertado a reproducir, ni muchos de los compadres de marras (sin excluir a los grandes manitus del comunismo soviético), nos lo han facilitado (sea dicho sin intención de descargar nuestras culpas).

A estas fechas, exactamente a estas fechas, y estando así las cosas, ¿cómo no contemplar, y contemplar con emoción entrañable, lo sucedido en América?... ¿Cómo no aplicarnos el cuento con la insuperable oportunidad que nos ofrecen estas horas de recordación y aniversario?...

Contemplar estos sucesos americanos y relacionarles con uno nuestro, ya remoto, no es un puro placer intelectual artificioso e inútil. Tampoco se trata de evocar esos recientes y meritísimos ejemplos no más que para proponerles a nuestra imitación pedisecua y servil; como si no hubiéramos sido capaces de promover la surgencia, durante un inquietante periodo de la historia moderna, de aquella radiante y profética jornada que fue el 14 de abril de 1931, sin recurrir a ninguna imitación inmediata y directa, (realmente, creando algo inédito en la historia, donde se dice que hay precedentes para todo); y como si los espléndidos y vigorosos pueblos americanos no hubieran sabido recuperar ejemplarmente sus libertades y derechos, y crear, a su modo y por sus pasos, los respectivos 14 de abril, sin haberse propuesto imitar el nuestro. Los ejemplos de América lo son esencialmente en el sentido de que evidencian la posibilidad de repetir en otras fechas y con otros modos y procesos históricos, pero con profundas identidades de inspiración y de propósitos substanciales, lo que quisieron hacer y en gran parte hicieron los demócratas españoles en aquella fecha histórica. Cuando la recordamos, con explicable añoranza; cuando la celebramos sin acertar a verla reproducida y cuando vemos que otros a su manera y por sus caminos, la reproducen, no podemos echarlo en saco roto ni dejarlo pasar sin madura reflexión y severo examen de conciencia.

Porque, además, resulta que estas recientes hazañas democráticas, con tan acusado y vívido relieve puestas por la realidad a nuestra vista y con tan persuasiva flagrancia ofrecidas a nuestro examen, no han acontecido en la Luna (donde tales sucesos, quizá tendrán lugar muy pronto, pero aun no han ocurrido), ni en no se sabe qué Ínsula fabulosa o qué mitológica Atlántida... Ni siquiera en el Japón o en la República del Cabo, donde todo ello, aun siendo muy interesante, nos caería muy lejos, no solo geográficamente, y nos dejaría, por tanto, un poco fríos. No: estos ejemplos nos llegan ahora de países que se llaman Argentina, Colombia, Venezuela, añadiéndose a los que ya habían ofrecido México, Uruguay, Chile, Brasil, Costa Rica, etc. etc. Es decir nos llegan de pueblos y de gentes muy independientes, muy suyos, ¿cómo no?; pero muy hermanos nuestros, muy avezados a pruebas y experiencias como las nuestras, muy metidos en vicisitudes e historias, sobre todo políticas, entrañablemente, dramáticamente parecidas a las que hemos vivido. Lo que en ellos pase y ellos hagan no nos cae por fuera; no puede limitarse a invitarnos a una contemplación destacada e inoperante, como la del que mira un bello cuadro en una galería de pinturas, y después se va a tomar el aperitivo en buena compañía, sin acordarse de lo que vio. Estos otros 14 de abril americanos, que comentamos al recordar el que no hemos visto aun repetido en las mismas tierras españolas, donde originariamente se produjo, nos hablan de posibilidades tan próximas, y, para decirlo todo, tan nuestras, que no podemos limitarnos a afirmarlas y reconocerlas desinteresada e inactivamente, sino que por fuerza hemos de sentirlas muy adentro, cercándonos en su apretura, en su urgencia estimulante; gritándonos: Hicimos lo que vosotros; haced lo que nosotros. Son un aleccionamiento persuasivo; son un estímulo; son la llamativa evidencia de una posibilidad, tan nuestra y tan atrayente, que diciéndonos: mírame, nos dice: soy también tuya ¿por qué no te apoderas de mí, y me realizas?... En una palabra, lo de América no podría ser nunca, y menos podrá ser en estas horas de profundos recuerdos, suscitadores de esperanzas y propósitos, un hermoso espectáculo que se aplaude y admira, pasivamente, sino una experiencia arrolladora, que nos invita a reiterar las que un día hicimos (sin descuidar, ¡al contrario! las adaptaciones que el transcurso del tiempo y el cambio de muchas circunstancias, podrían recomendar. Por eso lo que allá pasó, alegrándonos mucho, debiera preocuparnos todavía mucho más, porque nos invita a la meditación y consiguiente cumplimiento de muy graves deberes.

*  *  *

Esto es lo que, a nuestro juicio, podemos sacar de los acontecimientos americanos, tan sólo con examinarles de manera global y por de fuera; o sea, limitándonos a contemplar su realidad y relacionándola seguidamente con otras que fueron muy nuestras y de cuya nostalgia, hasta que no se repitan, no podremos -ni deberemos- curar. Sería necesario ahora entrar un poco en la interioridad de esos importantísimos fenómenos políticos, analizando, sucintamente (y en cuanto nos sea desde aquí posible), su génesis, las modalidades de su proceso, en una palabra: el mecanismo que les puso en movimiento, con sus piezas principales, y cómo funcionó el aparato; cómo, y por qué.

Pero antes habrá que pasar por una consideración fundamental y radicalísima del problema; porque si algunos conceptos básicos no quedan aclarados, si algunos vastos e insidiosos pre-juicios, en el sentido más literal y peyorativo del término, no se liquidan, los espléndidos esfuerzos y alentadores resultados de los pueblos americanos en pro de sus libertades, podrían ser considerados como una de tantas vicisitudes frecuentes en los altibajos de una agitada vida pública, como un incidente (o accidente...) fortuito, pasajero, fruto del azar o del juego caprichoso de momentáneas coyunturas, y por todo eso, carentes del valor y de la estimulante ejemplaridad que, tan sólo al mirar con atención los hechos recientes, las hemos reconocido.

Porque, en efecto, la apasionante historia jurídico-política de los pueblos que viven -y ¡con qué intensidad!-, desde los linderos de Texas hasta la Tierra del Fuego ha pasado, -y es perfectamente explicable- por fases muy varias en su larga lucha por el establecimiento y la consolidación de las instituciones demoliberales. Resabio, o no resabio de nuestras peores costumbres políticas españolas; contagio o espejismo de nuestros desventurados y condenables «pronunciamientos», de nuestras «cuarteladas» de nuestros Vicálvaros y Saguntos, y last but not least, de nuestros más deteriorados y despreciables autoritarismos de levita. Lo cierto es que una vez en una Nación americana, y otras en Nación diferente, se han multiplicado los intentos y a veces se han prolongado los ejercicios de las dictaduras autocráticas. Añádase que tal vez los periodos democráticos no fueron acompañados del satisfactorio resultado, de la inconmovible tranquilidad exterior que, sobre todo las gentes timoratas y muy conservadoras, consideran como el índice único y supremo de la valía de un régimen.

Ante ese espectáculo, es decir, ante ese aspecto parcialísimo de un espectáculo inmensamente más rico y lleno de altísimos valores, los imbéciles de todas las observancias; esos imbéciles que Bernanos genialmente supo descubrir y denunciar públicamente, señalando su enorme y nefasta influencia en un mundo civilizado que, por paradoja, parece darles todas las facilidades posibles, adoptan su preferido gesto de suprema suficiencia, y con la más inaguantable y condescendiente de sus imbéciles sonrisas, os espetan: «Desengáñese Vd.: estos países no están preparados para la Democracia liberal...» Y si lo recordamos ahora no es sólo para que no se interpreten erróneamente los acontecimientos americanos que estamos examinando, sino por algo más práctico y legítimamente egoísta, a saber: porque también en este punto hemos de aplicarnos el cuento... Hemos de aplicárnoslo porque las semejanzas de la historia política americana y española y de los juicios que los imbéciles suficientes, o los suficientemente imbéciles formulan ante ella, son bastantes para que no debamos desentendernos ni del error ni del modo de combatirle.

Un colombiano insigne, en un estupendo discurso que sólo un hombre de su estatura cultural, moral y política hubiera podido pronunciar donde y cuando lo pronunció, es decir, en Nueva York, al celebrarse el bicentenario de su Columbia University -me refiero al Doctor Eduardo Santos, egregio repúblico y ex Presidente de Colombia-, dijo estas palabras insuperables: «[...] se dice a veces, y es cosa que conviene rectificar cada vez que se presenta la oportunidad: "Pero es que ustedes no están preparados para esos regímenes de libertad y de democracia; es que -para decir una frase familiar en América- eso les queda grande a los latinoamericanos". Tremendo error, -prosigue magníficamente el Dr. Santos- ignorancia total de la Historia. Nosotros hemos sido libres y hemos practicado la democracia y hemos demostrado una y otra vez que somos merecedores de ella y que podemos realizarla. Claro que hemos tenido caídas; como todos los pueblos de la tierra; claro que hemos fracasado muchas veces, como han fracasado muchos países. Pero hemos demostrado en repetidas ocasiones que somos dignos de la vida libre y de la democracia genuina a la cual aspiramos». (Vid. CUADERNOS, marzo-abril 1955, págs. 2 y sgts.).

Aducimos esas palabras, irreprochables e irrefutables por lo acertadas y por la autoridad moral y política de quien las pronunció, 1.º para mostrar que las realizaciones democráticas de los países americanos, y para el caso, las recientes de Argentina, Colombia y Venezuela, no son un incidente inopinado, fortuito y, por contera sospechoso, sino la manifestación genuina de profundas tendencias y capacidades democráticas, que en estas últimas empresas de recuperación cívica, se acercaban, vencedoras, a su línea de existencia normal; a su línea de vida pública, con respeto a las libertades y derechos de la persona humana; y 2.º, porque también en este punto tenemos que aplicarnos el cuento; yo diría, en este punto más que en ninguno, porque es fundamental. En efecto, también de nosotros se ha dicho -¡y lo han dicho españoles que presumen de «nacionales»!... -que somos gentes desprovistas de toda preparación; y de toda capacidad para la libertad y la democracia. Debemos rechazar ese «tremendo error» como lo califica el Presidente Santos, con sus mismos conceptos iluminados. Y ahora tenemos que rechazarlo, para siempre, invocando además la irrecusable experiencia y el claro sentido de los recientes acontecimientos americanos, tal y como les venimos recordando, y como en el N.º 1 de este mismo párrafo les hemos interpretado a la luz profética de las palabras pronunciadas por un gran americano, de cara a todo el mundo civilizado (cuyo mapa ojalá pudiéramos sobreponer, perfil por perfil, al del mundo llamado libre). No hay, pues, una insuficiencia o incapacidad original para la libertad democrática. No la hay en América. No la hay en España. Las palabras del Presidente Santos son válidas en ambas riberas del océano. Y los sucesos de América, confirmándolas, estimulan y corroboran toda nuestra profunda confianza en las capacidades políticas españolas; porque son experiencias de pueblos libres y perfectamente diferenciados, pero que actúan y luchan y consiguen, frente a obstáculos, por motivos, a través de impedimentos y en circunstancias tan semejantes a cuanto viene habiendo en España, que todo lo que allí resulte y florezca podría y debería resultar y florecer entre nosotros; como ya ocurrió una vez el 14 de abril de 1931. COMO VOLVERÍA A OCURRIR SI DE VERDAD PUSIÉRAMOS MANOS A LA OBRA DE RECUPERACIÓN NACIONAL TODOS LOS QUE ESTAMOS INTERESADOS EN QUE ELLA SE REALICE...

Nadie busque, por tanto, excusas a su temor o a su galbana en una inexistente falta de capacidad o de madurez política. La obra es factible. Pero hay que hacerla... Y como tampoco es demasiado fácil, hay que poner empeño... Hay que poner empeño, y tomar ciertas disposiciones; en una palabra: hay que saber y hay que querer hacer bien las cosas. Y he aquí que esto nos vuelve a poner frente a las preguntas relativas a la génesis; las modalidades y las tácticas con que han sido desbancadas las dictaduras y restituidas las libertades en América. Seguir paso a paso cada uno de los procesos respectivos sería larguísimo y seguramente imposible hoy por hoy para nosotros. Afortunadamente es además innecesario: lo esencial y merecedor de especial atención es conocido; conocido y reductible a pocas palabras. En Argentina, Colombia y Venezuela, como antes en otros países americanos, como en 14 de abril en España, se ha empleado, en resumidas cuentas, lo que llamaríamos el procedimiento Fuenteovejuna. Recordáis sin duda aquello: «¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, Señor. ¿Y quién es Fuenteovejuna? TODOS A UNA».

Testigos presenciales de lo ocurrido en Caracas nos lo han referido puntualmente en recientes visitas, corroborando y, a veces, corrigiendo lo que había publicado la prensa. La síntesis es ésta: se alzaron contra el despotismo TODOS A UNA... Desde el Sr. Arzobispo, -ante el que me descubro dos veces, como católico y como republicano demócrata-, desde Sacerdotes y Religiosos, encarcelados o expulsados, hasta los más humildes peones, hasta los que llegaban de las lejanas llanuras... Desde los Jefes políticos de fuerzas democráticas, diferentes y aun antagónicas, que con insuperable patriotismo y acierto TODOS A UNA laboraron por el triunfo de la ciudadanía, -Betancourt, Villalba, Calderas, para citar, sin ánimo exclusivista, a las que figuraron como máximos exponentes-, hasta los magníficos muchachos de las diversas Facultades; desde Almirantes, Generales, Oficiales de todas las armas, hasta el Proletariado que influyó decisivamente con su actitud en el venturoso desenlace... Esa es la síntesis, ése el secreto de la táctica y del procedimiento: ¡TODOS A UNA! Recordad ahora lo sucedido en Colombia. Hallaréis el ejemplar, heroico episodio de Guillermo León Valencia. Veréis como, también allí elementos del clero, con su Arzobispo a la cabeza, protegieron al héroe y apoyaron la causa de la libertad nacional por él encarnada. Comprobaréis, finalmente, que la gloriosa y fulminante obra de liberación no fue -como no puede ser nunca, si ha de valer y ser genuina- empresa de unos pocos sino empeño común, en que TODOS A UNA, estudiantes, obreros, empleados, industriales, hasta banqueros y financieros pusieron el asedio de asfixia en que, por irresistible presión ciudadana había de sucumbir el odioso despotismo. También TODOS A UNA, -huelga decir que me refiero a todos los amantes de la patria y de la Libertad- restauraron en la Argentina la vida democrática.

¿Está bastante claro?... ¿Podríamos afirmar haberlo visto con la necesaria claridad y estar dispuestos a aplicarnos el cuento, un cuento como el de Fuenteovejuna, viejo para nosotros de varios siglos, que, coma nuestros hermanos americanos, podríamos llevar de nuevo a efecto de manera y con eficacia esencialmente cívicas, sin necesidad, por tanto, de apresurarse a derramar tumultuariamente la sangre de nadie, ni reemplazar con la complacencia solitaria en imágenes cruentas la acción común a que, TODOS A UNA, estamos llamados?... De todo esto habremos de hablar abiertamente un día, entre españoles, haciendo nuestro severo examen de conciencia. Un día que podría no ser el 14 de abril: no importa, porque todo eso lo haremos siempre iluminados por el recuerdo del que tuvimos el privilegio de vivir, y que no olvidaremos jamás.

JOSÉ MARÍA DE SEMPRÚN GURREA

Ilustración




ArribaAbajoLa tradición católica y el futuro político de España

I. La intervención social de la Iglesia


Xavier Flores1


De año en año, de un mes a otro, la situación de España evoluciona hacia un cambio cuyas condiciones y características no podemos prever por ahora. En parte, ese cambio será el resultado de nuestra acción y de sus consiguientes aciertos o errores. Esto lo repetiremos siempre: somos todos responsables del futuro de España. El mañana será lo que unos y otros hayan querido que sea. La responsabilidad -aunque se establezcan grados y atenuantes- no es exclusiva ni de las derechas ni de las izquierdas, ni de los franquistas ni de los antifranquistas. Es cosa que a todos atañe como la ley misma cuya ignorancia no exime a nadie de su cumplimiento. Ante el problema nacional tenemos todos el deber de colaborar en la búsqueda de una solución que asegure a las generaciones futuras un clima de honradez y de dignidad que a nosotros, desgraciadamente, se nos ha negado durante veinte años. Frente a las pretendidas soluciones enarboladas por los franquistas, debemos no solo preparar la nuestra, sino coordinar positivamente la acción política tanto en el interior como en el exterior y superar, en una unión de todas las fuerzas auténticamente democráticas, las divisiones que tanto contribuyeron a debilitar a la oposición antifranquista desde el final de la guerra civil.

Al margen de la cuestión institucional, cuya gravedad no se nos oculta, existen otros muchos problemas que desde ahora debemos abordar, pues del enfoque que se les dé hoy dependerá mañana la estabilidad del régimen que suceda a Franco. Uno de ellos es el problema religioso, mucho más complejo de lo que se imaginan la mayor parte de nuestros compatriotas.

La cuestión del lugar que debe ocupar la Iglesia en la vida nacional se ha complicado enormemente bajo el régimen actual. Por un lado padecemos de la inflación religiosa oficial, y, por otro, a guisa de contrapartida inevitable, de un anticlericalismo vengativo y negativo que se extiende progresivamente entre las clases trabajadoras. Este es el resultado inevitable de la íntima colaboración de ciertos sectores de la Iglesia española con el régimen actual. El carácter autoritario y absolutista tomado por nuestra Iglesia no sólo obedece a una tendencia tradicional -aunque más reciente de lo que parece, según veremos más adelante-, sino al contagio inevitable entre sus representantes de los métodos políticos seguidos por el propio régimen.

Los peligros de una identificación de los fines del Estado con los de la Iglesia lamentados por muchos y muy grandes figuras católicas, han sido definidos con meridiana claridad por el ilustre canónigo Jacques Leclerc, profesor de la Universidad de Lovaina: «Supongamos -dice Leclerc- un gobierno... que reconoce a la Iglesia, concede a sus pontífices una categoría oficial, hace obligatoria la enseñanza religiosa en las escuelas, paga un sueldo al clero y ayuda a la Iglesia a emprender aquellas obras que estima necesarias. Todo esto constituye los valores religiosos inmediatos... Pero este gobierno puede ser, en otros aspectos que llamaremos lejanamente religiosos, violento e injusto. Puede ser que descuide el bien del pueblo, que sea cruel con sus adversarios, que humille las libertades más legítimas. Los católicos se inclinarán, llevados por su fervor; a juzgar todo esto secundario, confiados en que si se desarrolla sin obstáculos la vida cristiana, esos pequeños defectos se resolverán por sí mismos... En suma, los católicos razonan como los comunistas cuando se les arguyen las crueldades e injusticias de la Rusia soviética... Cuando un régimen político sostiene la Iglesia, entiende recibir el pago de su actitud; y exige que a su vez la Iglesia lo sostenga. Entre otras cosas, sostenerlo estriba en defenderlo y en justificar todas sus iniciativas; las ventajas que concede a la Iglesia son pues un toma y daca... Así, la Iglesia arrastra consigo una clientela impura que especula con la religión para conseguir fines temporales, y la situación es inextricable porque entre esas dos formas de clericalismo (la que radica en subordinar lo temporal a lo espiritual y la que trata de colocar lo espiritual al servicio de lo temporal) existen formas intermedias que se mezclan entre ellas con dosis variables de modo infinito»2.

Esto es, exactamente, lo ocurrido en España. Hemos asistido a la apropiación del ideario católico por un Estado que pretende dar a su doctrina un valor insustituible en cuanto a la consecución de los fines religiosos, y por una clase dominante que no sólo ha acaparado la religión para su particular provecho, sino que se ha instalado como única definidora de lo que debe ser o no ser el catolicismo. Ora a la zaga, ora llevándole la delantera, la Iglesia oficial, en su gran mayoría, ha seguido hasta la fecha la política practicada por el Estado.

Estas actitudes son de una extraordinaria gravedad porque así como en el terreno político, al impedir el Gobierno que se forme una opinión democrática, favorece indirectamente la expansión de un comunismo su géneris, en el terreno religioso la ausencia e imposibilidad de un cristianismo valedero para todos y fundado sobre la eminente dignidad y libertad de los hombres, da lugar a un anticlericalismo radical que confunde el substrato trascendente de la religión con el uso que de él se hace en la vida pública. A nadie se le oculta cuánto se tocan los extremos en países de extrema pasión y miseria como España; a fuerza de decir «nosotros o el comunismo» se logrará paulatinamente arrojar a las masas populares en brazos de una forma de marxismo cuya dureza será paralela a la opresión sufrida. Y a fuerza de identificar la religión con los fines estatales y de impedir toda formación cristiana democrática, se logrará exasperar el anticlericalismo latente hasta extremos insospechados en la historia de la Iglesia.

Ya no era España un país de razones cartesianas ni de términos medios. Cabezas frías, lo que se dice cabezas frías y ecuánimes, nunca nos sobraron. Y lo terrible es que ahora la minoría pensante se está quedando en cuadro frente a un pueblo entero que, al primer estallido, podría librarse a terribles e irreparables reacciones. Las consecuencias, España no podría soportarlas pues ha sufrido demasiado y su miseria llega a extremos increíbles. Incluso para hacer una guerra civil hace falta un mínimo de salud y de aguante, y, hoy por hoy, el país no reúne esas condiciones.

Lo único que puede salvar el porvenir de España en todos los órdenes de la vida es el despertar de un espíritu crítico, tan honrado como equilibrado. Esta necesidad es insoslayable; tenemos que romper el círculo vicioso comunismo-franquismo, religión-ateísmo. Ahora bien; no lo romperemos nunca adoptando posturas extremas o equivocadas. En lo que respecta a la Iglesia, es necesario ante todo examinar desde el interior mismo de la tradición católica, cuál debería ser su papel en la futura sociedad española.

En primer lugar surge el problema de la intervención de la Iglesia en la vida política de la nación. Muchos -incluso católicos de muy buena, fe- sueñan con una Iglesia limitada a la evangélica labor de salvar a las almas, y totalmente desligada del mundo social y político. Esta postura entraña la gran limitación de sus fines al mundo de la trascendencia, en detrimento de su actuación en la realidad histórica inmediata que le compete tanto como a cualquier entidad social o política. Es tan necesario como lamentable tener que precisar hoy todavía que la Iglesia no está solamente ordenada en función de la trascendencia, sino también en relación con el mundo cotidiano, porque en función de la trascendencia sostiene una concepción de la sociedad humana histórica, aceptable o rechazable, pero que tiene pleno derecho de defender así como lo tiene toda organización o partido, utilizando los medios legítimos que le son propios. Si sostuviéramos lo contrario, dejaríamos de ser consecuentes con nuestro propio ideario democrático.

Precisemos un poco estos conceptos harto generales. En el curso de los siglos, los pensadores cristianos, y muy particularmente los grandes teólogos de la Iglesia, elaboraron un sistema de derecho natural y unas teorías del Estado que no podemos ignorar. El mundo moderno vive a cuenta, sin percatarse siempre de ello, de esas teorías forjadas en el seno del mundo católico. Bástenos recordar una vez más la postura de los grandes teólogos y juristas españoles sobre los fundamentos mismo del poder político3.

a) El poder no es de origen sobrenatural. Los hombres nacen libres y, por naturaleza, no sólo nadie disfruta de jurisdicción política sobre su prójimo, sino que además no existe razón alguna para atribuir tal poder a ciertos hombres a expensas de los demás. Se debe por ello descartar toda posibilidad de una delegación divina directa (carismas y providencialismos del siglo XX), o de una facultad originaria en una persona determinada. (Suárez, De legibus ac Deo legislatore).

b) En el caso de las monarquías hereditarias, queda entendido que los sucesores reciben el poder, no de sus antecesores, sino, a través de estos, de la comunidad (Suárez, idem), porque más consiste el reino en el pueblo que en el mismo rey (Fernández de Navarrete, Conservación de Monarquías).

c) El poder procede pues del pueblo y éste conserva siempre un derecho de control de los asuntos públicos. Disfruta, además, de la facultad inviolable de compartir con el príncipe el ejercicio del poder legislativo (Mariana, De Rege et Regis institutiones). Las leyes resultantes de la voluntad popular no pueden ser modificadas sin el acuerdo de la representación nacional, porque el poder de la república es superior al del rey (Covarrubias, Relect. Recc. y Mariana, idem).

d) El rey está obligado a conformarse a las leyes como todos los ciudadanos de la república porque si en tanto que autor y defensor de la ley es superior a ella, en tanto que sujeto del derecho es inferior a ella (Fox Morcillo, De regni regisque institutione).

e) Que el príncipe ejerza su autoridad plenamente o como mandatario sometido al control del pueblo, éste conserva siempre directa o indirectamente un derecho de intervención en todo lo relativo al bien común de la nación (Vázquez Menchaca, De vero iure et naturale, y Controversiarum aliarumque usu frequentium, libri Tres, Soto, De Iustitia et Iure, y Covarrubias, Relect, Recc.)

f) Toda infracción del príncipe respecto de las leyes naturales, divinas o positivas puede y debe ser castigada por el pueblo; la asamblea de la nación debe invitarle a conformar el ejercicio de su cargo a la justicia. Si esta advertencia no fuera escuchada por el rey, éste debería ser declarado enemigo público y destronado, e incluso ejecutado en caso de necesidad. Y en caso de que el pueblo se hallara en la imposibilidad de reunirse para juzgar el príncipe calificado, voce populi, de tirano, cualquier ciudadano podría matarlo lícitamente (Mariana, idem.) El pueblo conserva pues el derecho de resistencia activa cuando el rey obra contra las normas del Derecho natural o abandona la finalidad del bien común de su pueblo (Suárez, idem.)

Ahora bien, muchos laicos nos objetarán probablemente dos cosas: 1.º -que el pensamiento democrático, una vez consolidado, no debiera necesitar de la Iglesia; 2.º -que, pese a las normas anteriormente enumeradas, la Iglesia no ha cumplido su programa según suele decirse en términos políticos.

En lo tocante al primer punto, si bien somos partidarios radicales de la separación de la Iglesia y del Estado, en beneficio de los dos, creemos que una mutua colaboración fundada en una absoluta sinceridad, y dentro de un espíritu auténticamente cristiano, puede dar frutos de un valor insospechado. En este mundo actual, poblado de cárceles y campos de concentración, que ha vuelto a instaurar la tortura como procedimiento judicial corriente, que pisotea día tras día la libertad humana -y esto vale tanto para las llamadas democracias como para los sistemas declaradamente totalitarios-, es necesario que los cristianos y su Iglesia insistan a diario sobre el carácter eminentemente sagrado de toda vida humana, sobre la condición insustituible, de cada hombre, y sobre el derecho inalienable a ser libre y a vivir dentro de una sociedad ordenada y justa en todos sus aspectos políticos, económicos y sociales. De como se ha pisoteado nuestra libertad, de como se han servido otros de nuestra miseria para consolidar y defender su prosperidad, nadie puede atestiguarlo mejor que nosotros, los exilados de dentro y de fuera de España, unos desposeídos de la libertad y otros privados de su patria, parias en un mundo indiferente pero ante cuya cobardía no dejaremos nunca de alzar nuestra voz.

Si un día se llegase a ese estado de justicia y de prosperidad que deseamos para España, seríamos los primeros, nosotros los cristianos demócratas, en alegrarnos viendo a la Iglesia ocupada tan solo en sus labores evangélicas. Pero mientras ese estado no se produzca, sostendremos siempre el derecho de la Iglesia de contribuir a la formación de una sociedad justa.

No obstante, esta afirmación tajante implica sus correspondientes aclaraciones: en España, donde no hay sociedad justa, tampoco tenemos Iglesia militante justa. Sería relativamente fácil reproducir la trayectoria seguida por nuestras jerarquías eclesiásticas así como por nuestros pensadores católicos, desde mediados del siglo XVII, es decir desde el ocaso de aquellas generaciones que dieron al mundo moderno no solo los fundamentos teóricos de la democracia, sino el ejemplo vivo de una sana independencia frente al poder político. Desgraciadamente, llevamos siglos de complicidad entre nuestra Iglesia oficial y las clases dominantes, y con limitarnos a citar los grandes ejemplos de nuestras antiguas tradiciones no podremos nunca justificar nuestra actitud en el presente. Repetiríamos la consabida traición que estriba en justificar la tiranía en nombre de aquel cristianismo primigenio que constituía «la buena nueva» para los esclavos del imperio romano.

Pero si los aciertos del pasado no bastan para justificar el presente, tampoco admitimos que en función de los errores cometidos se cristalice la futura actitud de la izquierda frente a la Iglesia. En primer lugar, a la Iglesia le ocurre lo que a todas las sociedades históricas: ha pasado por periodos de grandeza y de decadencia, ha tenido santos y simoníacos, mártires y traidores. Los que la defienden a ciegas, haga lo que haga -olvidando que la misión del cristiano es ante todo la lucha por la verdad- se colocan en el mismo plano de los que sistemáticamente la atacan. Unos y otros adoptan una perspectiva absolutista fundada en su experiencia pasada o inmediata. Nos hacemos cargo de que es muy difícil pedir una actitud de humana comprensión a todos aquellos que han sufrido persecuciones políticas o religiosas y conste que el autor de estas líneas es un exilado político. Si entre los cristianos cunde muchas veces el desánimo, ¡con cuánta más violencia no ha de propagarse entre las indiferentes! Por ello, no les acusamos de adoptar una actitud negativa, pero sí les pedimos que comprendan que la Iglesia es, en su actuación social y política, lo que de ella hacen sus fieles y sus jerarquías, y que en este sentido no faltan posibilidades ni perspectivas de una profunda renovación de la actitud de la Iglesia española.

Esta renovación es tanto más necesaria cuanto que hemos llegado a los últimos límites del fariseísmo oficial. O se purifica nuestra Iglesia, o en un futuro tal vez no muy lejano tendrá que hacer frente a las más duras e implacables críticas de su historia.

XAVIER FLORES

Próximo artículo: «Por una renovación del pensamiento cristiano español».




ArribaAbajoNuestro informe al senado

Informe presentado ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado Americano por el Comité de Ibérica


Abril 2 de 1958

Ante la petición formulada por el Gobierno español sobre un aumento considerable de ayuda económica de los Estados Unidos, para el presente año fiscal y los años venideros, fundada en el programa de Seguridad Mutua, hemos pedido la autorización de informar ante el Comité sobre las razones que nos asisten para considerar que el acceder a esa petición no favorece nuestros mejores intereses. No solamente pedimos con urgencia que la petición del Gobierno español sea negada, sino además, que se suspenda temporalmente toda ayuda a España. Porque es nuestro convencimiento que la ayuda americana no sirve para mejorar la situación del pueblo español sino que sustenta una dictadura opresiva y anacrónica que está convirtiendo España cada día en un país más vulnerable a la propaganda comunista y antiamericana.

La situación en la España de hoy

Queremos describir brevemente la situación interna actual de España. Es una situación que se caracteriza por una opresión rígida y una miseria increíble. Mientras que otros países europeos que han sufrido la segunda guerra mundial han recuperado su estabilidad económica, la economía española ha ido empeorando progresivamente respecto al poder adquisitivo de los sueldos y salarios. En gran parte esto es la falta de un gobierno inepto que tolera la corrupción y desanima la iniciativa privada. Los que tienen unidos sus intereses a los del régimen han amasado fortunas, muchas de ellas han huido ya al extranjero -especialmente a Suiza. En virtud del monopolio parcial del gobierno detrás del Instituto Nacional de Industria, el INI, las empresas privadas no resultan favorecidas. Los contratos americanos relacionados con los trabajos, de defensa suelen ser distribuidos entre las compañías subsidiarias del INI, resultando que los provechos revierten a los mismos interesados del régimen. Pocas veces el efecto de la ayuda americana llega a las clases que tienen más necesidad. Según los datos estadísticos del CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones de Sindicatos Libres), los obreros españoles reciben salarios más bajos que en toda Europa y frecuentemente se ven obligados a trabajar 14 o 16 horas diarias para poder subvenir a las mínimas necesidades de la vida; esto es demasiado conocido para insistir aquí. Sus inquietudes están reflejadas en las actuales huelgas de Asturias, Cataluña y el país Vasco.

Sin embargo, el descontento y la tensión no se limitan a las clases trabajadoras. En estos años recientes han sido evidentes las demostraciones de estudiantes de Madrid, Barcelona y otras ciudades universitarias. Las detenciones en gran escala y las torturas de los estudiantes en enero fueron una anticipación de las demostraciones estudiantiles del mes de febrero, en petición de la libertad académica. Cuando el Comité de IBÉRICA recibió información respecto a las detenciones y torturas de los estudiantes, envió un telegrama al Presidente Eisenhower, el 7 de febrero, en el que decíamos, entre otras cosas:

Estamos perdiendo a pasos acelerados las buenas relaciones con el pueblo por nuestro activo apoyo a una dictadura opresiva y necesariamente transitoria. Si queremos asegurar para el futuro el acceso a nuestras costosas bases estratégicas situadas en España, sería conveniente tomar hoy mismo otro punto de vista en nuestras relaciones con el pueblo español.



También existe una gran división en el Ejército, en el que muchos oficiales de alta categoría, incluso generales, están opuestos al régimen actual. Como prueba de esta oposición militar presentamos adjunto, como material suplementario, el «Manifiesto de las Juntas Patrióticas» publicado en IBÉRICA el año anterior. En la Iglesia Católica, miembros previsores de la jerarquía española y grupos católicos liberales de España, tienden gradualmente a retirarle el apoyo al régimen de Franco. Como en los casos de otras dictaduras de América Latina, la Iglesia es consciente de la situación política.

El peligro de apoyar al gobierno de Franco

Como hemos dicho, esta situación, caracterizada por la intranquilidad y tensión crecientes, es el resultado de la prolongación de una anacrónica y opresiva dictadura. Así con nuestra ayuda económica estamos contribuyendo a la prolongación de una situación que se presta a ser explotada por los comunistas.

En efecto, el Informe sobre España del CIOSL, y también otros informes de fuentes responsables, indican que, precisamente a causa de nuestra ayuda e identificación con el régimen de Franco, la propaganda comunista y antiamericana está aumentando, especialmente en las comarcas más pobres de España, como Andalucía.

En nuestra opinión, sin embargo, este nuevo espíritu de anti-americanismo en España está basado enteramente en el anti-franquismo. Los españoles son por naturaleza independientes e individualistas; en circunstancias normales no se sentirían atraídos por nada de lo que el comunismo representa. Sin embargo, el slogan de la propaganda franquista «Nosotros o el comunismo», y su política de colocar la etiqueta comunista sobre cada movimiento de oposición, resultan, al fin, en beneficio del comunismo.

No vamos a detenernos más en estos aspectos pesimistas de la España de hoy, vamos en cambio a llamar la atención sobre un aspecto positivo pero poco conocido que significa una promesa para el futuro: la formación en España de grupos y organizaciones de jóvenes, de bastante amplitud, opuestos al régimen actual, pero opuestos también a la violencia y totalitarismo en cualquier forma. Entre estos grupos están: «Juventud Progresista», «Nueva Generación Ibérica», «Acción Social y Democrática», «Agrupación Socialista Universitaria», «Democracia Cristiana», «Agrupación Laborista», etc. Además existen varios grupos monárquicos liberales, todos ellos opuestos al régimen actual. En estas circunstancias estos grupos se ven obligados a trabajar clandestinamente, pero algunos pueden llegar a ser la base de partidos políticos del futuro.

Todos estos jóvenes están opuestos a la ayuda americana porque, como algunos han señalado ya, después de cinco años de recibir esta ayuda la situación interna no ha mejorado en España; y también previenen que un aumento de la ayuda americana al gobierno de Franco sólo puede fomentar el comunismo en el país. Estos jóvenes quieren sobre todo una reconciliación nacional y la vuelta a una atmósfera de libertad y democracia. Sin embargo, consideran que hasta ahora la actitud americana ha estado tan desprovista de realismo respecto a España que ha llegarlo a desilusionarlos.

Naturalmente, los representantes oficiales españoles con el deseo de sostener el poder y sus privilegios, continúan insistiendo que la paz y la prosperidad reinan en España. El 26 de marzo, por ejemplo, el general Franco, en un discurso radiado, ha dicho lo siguiente:«Las realizaciones de nuestro régimen, el positivo bienestar que hemos llevado a todas las clases sociales, las mejoras que hemos aportado a la economía nacional, se reflejan en todos los hogares en una realidad tangible de la que debemos estar satisfechos».

La propaganda oficial puede lanzar declaraciones cínicas e irresponsables, pero nosotros no podemos silenciar el verdadero estado de la situación actual de España. Solamente tomando una actitud realista podemos llegar a entender la situación del pueblo español y ayudarle, y si le ayudamos ahora podremos recoger los frutos de esta ayuda en nuestras relaciones futuras con ese país de tan gran historia, que es de tanta importancia para nosotros, tanto en el sentido ideológico como en términos de defensa militar.




Carta del general Martínez-Monge

10 de marzo de 1958
Buenos Aires, Argentina

Mi distinguida compatriota:

De vez en cuando suelo recibir IBÉRICA que dirigís con acierto y entusiasmo, pero ignoro a quien debo la atención de tan gentil visita. Hoy ha llegado a mi poder el número 12 fecha 15 de diciembre del año pasado.

La he leído con sumo interés. Me ha impresionado la «Carta abierta a Algunos jóvenes y Demócratas», que suscribe José M. Semprún; la he releído con, deleite y me he sentido aludido, cuando escribe: «cualquier español tiene el deber de opinar, públicamente en el diálogo de las Españas»; sobre todo por que se refiere a los «viejos», que como yo aceptamos de buen grado el remoquete de «matusalenes», ya que he nacido en tiempos de la Primera República, me correspondió proclamar oficialmente la Segunda en Tetuán, capital entonces del Protectorado Español en Marruecos, llevo diecinueve años en la expatriación laborando por la Tercera, he cumplido dieciséis lustros; lo que me ha permitido ser testigo y en ocasiones actor de los interesantes episodios nacionales de la Restauración y la Regencia, perteneciendo a la tan discutida e inquietante generación del 98, de mi paisano Ganivet, Unamuno, Pérez Galdós, etc.; y creo que son blasones más que suficientes para acudir a tal invitación, reforzada por el toque de atención general que IBÉRICA dirige a los españoles que mantenemos, no ya la esperanza, sino la seguridad de ver una España libre y democrática. No creáis, que son chocherías de anciano andaluz; y con vuestra venia pido la palabra y dicto: ...Llevamos 19 años gastando pólvora en salvas y parece que debiéramos ser víctimas del escepticismo; pero no es así y no somos pocos los optimistas que esperamos la hora H. de nuestra reivindicación, considerándola como una realidad más que como una esperanza; esto lo venimos sosteniendo varios «matusalenes», desde Abril de 1939, el primer 14 de dicho mes en la expatriación. No la consideramos fecha de pronósticos, sino de acontecimientos que irremisiblemente se han de producir por la fuerza de la razón o por la razón de la fuerza. ¿Cómo, cuándo? Todos lo presentimos; depende del «color del cristal con que se mire». Las posibilidades se vieron con un cristal en 1939, y se ha proclamado en escritos y disertaciones públicas y privadas el empleo de la fuerza, que no pocos rechazaron porque se fundamentaban en la violencia; pero no, escasea el número de los que seguimos creyendo que no existe otra resolución que despeje la incógnita del llamado, por alguien, «ecuación española». Que desagrade la violencia es lícito, compartimos el repudio, pero que no podarnos prescindir de ella en ciertos momentos y circunstancias es otra realidad. En el mundo de Hipócrates, v. y g., a nadie le agrada la intervención quirúrgica, y sin embargo a ella se recurre con frecuencia para salvar vidas de las garras de la muerte, triunfando el acerado bisturí sobre la guadaña macabra.

Este es nuestro caso y claro que el clínico y el cirujano del régimen legal, en marzo de 1939, no diagnosticarían igual que los de los años 1945, 1946, 1953, ni en el momento actual; ahí está el quid a que alude Semprún en su bello artículo.

Por mi parte confieso que en los 19 años de expatriación se arraigó en mí la convicción de que el cuerpo nacional, hoy cataléptico, necesita la intervención quirúrgica de un bien templado bisturí democrático, no de un carneador providencialista de tipo totalitario; así lo venimos propalando desde que cruzamos los Pirineos.

En su vista, y dada la fe que siempre he tenido en las juventudes, no me extrañaría que la de hoy, que no conoció el negro fantasma del odio ni siente la propulsión de la revancha, optará el día menos pensado (cercano ya) por el repetido bisturí. Los testigos más que los actores de la mal llamada guerra civil, ya maduros unos y viejos otros, suelen estar abrumados con el recuerdo del terror, otros deformados por la corrupción que con sus eslabones de oro aprisiona más fuerte que con los grilletes; y otros, cegados por la tradicional deuda de sangre, latente aun, que espera y sigue esperando siempre. Sin embargo entre todos estos grupos y grupitos, me consta que no faltan hombres silenciosos, al parecer indiferentes, de todas las edades y filiaciones; patriotas sin chauvinismos, que voluntaria o involuntariamente constituyen la verdadera «resistencia» dentro de la península, cada cual a su manera, y también esperan pensando algunos en el abrazo de las Españas; claro que sin los contornos hipócritas a lo Maroto y Espartero, sino estructurado y tamizado por la pureza de un sufragio universal a lo 14 de abril, y basado en la cordialidad sin represalias, pero sin soslayar las responsabilidades de tirios y troyanos.

La gran dificultad para lograr en la práctica semejante política, mezcla de cordialidad y violencia, radica según nuestro leal saber y entender, en que a los «matusalenes» nos falta lo que a los «mozalbetes» les sobra; pero creo que ambos extremos se soldarían por ese grupo de los «maduros», los del medio siglo a que antes me he referido, que es numeroso y que seguramente saldrían de su indiferentismo aparente al comprender que de su intervención podría depender la salud de la Patria...

Es muy cierto que «con la mejor intención se ha perdido tiempo y energías con rodeos inútiles» y que nos hemos colocado ante el dilema de «herrar o quitar el banco»... Es evidente que si hasta el presente con nuestra razón no hemos alcanzado la legalidad, está claro que hay que recurrir a la fuerza... ¿Qué no la tenemos? ¿Qué en donde está? Busquémosla y vayamos a por ella a donde esté; que ese es el quid, repito.

Nuestra Representación, que reside oficialmente en París, y que será todo lo simbólica que se quiera, pero la única razón social legítima de la España libre, sabe al día todo lo que acontece dentro y fuera de la Península, y sabemos que actúa con arreglo a sus medios y circunstancias. Conocemos la eficacia del enlace que tenemos establecido con la oficialidad facciosa, de la que se ha logrado quebrantar su interior satisfacción y se acerca al arrepentimiento todavía con más eficacia con sus nuevas juntas de Defensa, que la «hornada» del arrepentimiento falangista de que nos hablan Sánchez Mazas (h) y otros jóvenes universitarios y proletarios.

Por lo tanto, que nuestra misión primordial, la de los que elegimos el camino de la lealtad, consiste en acentuar nuestra solidaridad estimulando a nuestra Representación y tomar junto a ella la decisión que justifique nuestros diecinueve años de expatriación.

OTROSI: Al fijarme en la fecha de hoy, no puedo sustraerme a la emoción de recordar a nuestro compatriota y excelente amigo Dr. Jesús de Galíndez, asesinado cobardemente hace dos años. Crimen que aun permanece en el misterio y que también reclama quizá intervención colectiva bien meditada pero enérgica, ya que es un suceso que no se debe soslayar.

Perdonad al dictador y a la dactilógrafa, ante mi digresión epistolar. Aprovecho esta oportunidad para ofrecerme atentamente. Estrecha su mano.

FERNANDO MARTÍNEZ-MONGE

Ilustración




ArribaAbajoSin permiso de la censura

Información de nuestro corresponsal en España


¿Cambio preventivo o cambio democrático?

Si el refrán dice que «no dura mucho la alegría en la casa del pobre», podría decirse también que «breve es la tranquilidad en los gobiernos que prescinden de la opinión».

Muy felices se las prometían en los alfombrados despachos de El Pardo, gracias a la política de mano dura, cuando la paz se vio turbada por las noticias procedentes de Asturias. Ahí es nada: ¡7 minas en huelga en la cuenca de Sama de Langreo! El asunto comenzó en los primeros días de marzo, en la mina «María Luisa», partiendo de la reivindicación de siete horas, prometida varias veces por los medios oficiales. Rápidamente la huelga se extendió y pese a la llegada de refuerzos de la Guardia Civil y de brigadillas especializadas de «la Secreta», alcanzaba a más de 25.000 obreros el día 10 de marzo. Con relativa rapidez se extendieron por Madrid los rumores de lo que pasaba en Asturias; en los medios políticos y periodísticos con bastante precisión, en la calle de manera más vaga, pero con mayor fuerza que en otras ocasiones análogas. En Oviedo, el gobernador no podía hacer otra cosa que entonar el conocido estribillo de la «conspiración extranjera», con música de Alonso Vega y Arias Salgado. En Madrid, el Consejo de Ministros se decidió a dejar traslucir en la prensa los acontecimientos, precisamente cuando todo Madrid empezaba ya a conocerlos. En la cuenca minera, las amenazas sirvieron para poco; el 17 de marzo sólo se reanudó el trabajo en cinco minas. En las restantes los obreros se reintegraron a sus puestos en el transcurso de la semana del 17 al 23, de manera organizada y progresiva. Por una vez se tenía la impresión de un movimiento organizado; la serenidad de los huelguistas y su deseo de evitar conflictos innecesarios (hubo quien habló de bombas, no se sabe con qué intención, y fue rápidamente atajado por los obreros).

El 22 de marzo diversos manifiestos circularon entre los obreros y los estudiantes de Barcelona. Se llamaba a una huelga para el día 25. En los medios universitarios la situación estaba aún más tensa a causa de la huelga -de carácter profesional- de los estudiantes de Medicina que había acarreado el cierre de esta Facultad. El caso es que el martes 25 la huelga comenzó en las fábricas «Hispano-Olivetti», «Villa» y otras. En la «Enasa» (camiones del I.N.I.) se paró por la mañana; por la tarde, muchos obreros volvieron al trabajo, pero al día siguiente la huelga era total. Esta fábrica, como tantas otras, era cerrada por orden gubernamental. En las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias, la huelga fue general, pese a los incidentes provocados por policías que se hacían pasar por estudiantes. A todo esto, la consigna de huelga obrera fue corriendo como reguero de pólvora; entre el miércoles 26 y el jueves 27, fueron entrando en la huelga los obreros de «Seat» y de una serie de empresas menores; el 27 entraron en la huelga los obreros textiles, comenzando por la gran fábrica de Battlo. 50 obreros de esta fábrica se dirigieron en delegación al gobierno civil, seguidos de varios centenares que fueron dispersados en la plaza pública por fuerzas de policía armada.

La importancia de la huelga se veía, de hora en hora, tanto por el número de huelguistas (no menos de 30.000 en la capital catalana, a la hora de escribir estas líneas) como por la manera organizada y serena de producirse.

El día 26 se declararon en huelga los obreros de las papelerías de Tolosa y los metalúrgicos de Andoain (Guipúzcoa). Los patronos cedieron y el miércoles se reanudó el trabajo después de haber sido aumentados los salarios. Pero la huelga se extendía por toda Guipúzcoa, en numerosas empresas de San Sebastián, Pasajes y Eibar. Dos días después han comenzado los síntomas de disminución del trabajo en la siderurgia de Baracaldo, aunque de esta zona las noticias son mucho menos precisas.

La cosa no ha parado ahí. Por primera vez, se han producido movimientos de huelga en Valencia, donde hay que destacar el caso de los 3.000 obreros de la Constructora Naval que abuchearon al ministro de Hacienda llegado allí para asistir a la botadura de un petrolero. En los Altos Hornos de Sagunto el movimiento se ha iniciado el 27 de marzo y aún prosigue en este momento.

La oposición hacia la unanimidad

El gobierno y la oposición son perfectamente conscientes de hallarse ante el movimiento huelguístico más importante que se ha producido en estos veinte años. Por paradoja, voluntaria o no, el caudillo declaraba el 26 de marzo ante los directores de la prensa del movimiento que «nuestro Movimiento se encuentra en los mejores momentos». Por curiosa coincidencia, las dos fuerzas en acción coinciden en atribuir un carácter político a lo que está sucediendo. El gobernador civil de Barcelona, Sr. Acedo, no ha vacilado desde el primer momento en calificar de «subversión revolucionaria» la acción de los trabajadores, atribuyéndola -¿cómo no?- a «las consignas de las radios extranjeras». Las autoridades de Barcelona viven en un clima de verdadero nerviosismo: La Vanguardia publica notas en recuadro diciendo «la subversión revolucionaria sigue en el mismo estado»; la Diputación Provincial ha tenido una bufa «sesión patriótica», que parecía premonitoria de lo que un día pasará en todas partes.

Hasta ahora, la tendencia de mano dura predomina en el gobierno, y las detenciones se suceden con carácter masivo. Aunque la Dirección general de Seguridad sólo ha anunciado 11 detenciones se sabe que pasan ya de ciento. El sábado 29 se ha publicado la consabida nota de la Dirección General de Seguridad que, decididamente, arrostra el ridículo con entereza digna de mejor causa. Como el lector se supondrá, todo esto no es más que «una conspiración de las células comunistas, que han penetrado en las fábricas y que incluso preparaban manifestaciones de mujeres con fines de provocación». Bueno, pero ¿qué quieren ustedes que diga la Dirección General de Seguridad? ¿Qué es toda España la que está contra el Caudillo? ¿Qué socialistas, católicos, anarquistas, y también comunistas, amén de miles y miles de españoles que desean sencillamente un régimen de legalidad y libertad, están pronunciándose organizadamente contra el régimen? Entonces el Sr. Camilo Alonso Vega no tendría más que enfundar su sable, el Director de Seguridad vaciar el cargador de su pistola, y presentar la dimisión. Por eso, la acusación de «huelgas comunistas», aparte de probar la impotencia de un gobierno totalitario que hace dos meses blasonaba de haber deshecho a ese partido, no es más que una mentira necesaria, que no debe impresionar a nadie. Y conste que no queremos tergiversar la realidad; hay comunistas en la acción. No sabemos si los señores Canga Díaz y González Rada, detenidos respectivamente en Asturias y Bilbao lo son o no; en todo caso son antifranquistas. Ahora bien; la mayoría de los huelguistas, obreros y estudiantes, no son comunistas, el peligro comunista no existe en España más que en las hipótesis interesadas de los franquistas. La situación está adquiriendo, por momentos, un carácter de unanimidad nacional contra el régimen, que condena al ridículo esas acusaciones de «comunismo» contra la oposición. Esta no sólo se manifiesta en fábricas, minas y universidades, sino en otros medios sociales y políticos a los que voy a referirme. Señalemos, antes de eso, la abundancia de noticias procedentes de Barcelona en los medios políticos de Madrid, a diferencia de lo acaecido con la huelga de Asturias. Cada día se tiene aquí la impresión más acentuada de hallarse ante un primer intento de coordinación realizado por las fuerzas de la oposición.

La oposición católica

El mes anterior me había ya referido a la actitud oposicionista de la llamada Democracia Cristiana. Esta actitud se ha perfilado netamente durante el mes de marzo y su manifestación más acusada ha sido la conferencia en la Facultad de Derecho de Madrid del ex ministro de Agricultura Sr. Giménez Fernández.

En una disertación brillante, el antiguo ministro de Gil Robles, expuso sus puntos de vista así condensados: democracia parlamentaria, repudio a la tiranía y a la injusticia. Para luchar contra la ofensiva marxista, hay dos procedimientos, el húngaro y el polaco. El orador se manifestó partidario de este último, así como enemigo del empleo de la violencia dentro o fuera de España. También criticó el empleo de la Religión con fines políticos. Por último, se mostró decidido partidario de construir la Comunidad Europea.

Ilustración

La Conferencia fue frecuentemente interrumpida por vítores y aplausos de los seiscientos espectadores -aproximadamente- la mayoría de ellos estudiantes.

Al lado opuesto de la «democracia cristiana», el Sr. Martín Artajo continúa sin tomar posición ni contra ni a favor del régimen, pero sí a favor de la construcción europea. Su reciente conferencia en Barcelona ha versado sobre el porvenir del Sahara y sobre la necesidad que tiene Europa de proyectarse sobre África «haciendo honor a su historia y a su vocación expansiva y civilizadora».

Es posible que al lector le parezcan incongruentes las posiciones atribuidas al centro católico. Sin embargo, bien pudieran ser peones de un mismo tablero actuando por un lado con vista a la caída del régimen, por otro lado, con vista a un cambio preventivo, a un «apaño», que evite la solución catastrófica. Y en todo caso, se cumplen las consignas del Vaticano encaminadas a poseer una formación gubernamental liberal o semi-liberal que permita la alineación de España sobre las posiciones católicas de Italia y Alemania en futuros organismos europeos.

En España se piensa mucho menos en construcciones europeas -que sin embargo pueden servir como pretexto- que en la situación interior. Las clases conservadoras y las instituciones que les son fieles comienzan a temer un estallido de cólera nacional. Para prevenirse se intentan, con más fuerza que nunca, diversas combinaciones de compromiso.

Los capitanes generales y D.ª Carmen Polo de Franco

Con todas las reservas propias del caso, transmito un rumor que ha llegado hasta mí, procedente de fuentes adictas al gobierno, habiéndoseme insistido sobre su verosimilitud. Se trata de una reunión de capitanes generales que, según el rumor, se habría celebrado en Toledo, y cuyas conclusiones se habrían comunicado al Caudillo por intermedio de Doña Carmen Polo. Los capitanes generales serían partidarios del restablecimiento efectivo de la Monarquía, con un gobierno responsable ante las Cortes, un mínimo de libertades y un monarca: el Caudillo seguiría siendo Generalísimo de los Ejércitos. Los capitanes generales insistirían en que esta solución está inspirada en el bien de España y en el deseo de no ver destruida la obra regeneradora realizada por el Caudillo durante veinte años.

Tengo para mí que el Caudillo no debe apreciar demasiado ese género de cumplimientos. Vivir para ver. Los audaces hablan incluso de «ultimátum» y el nombre del general Rodrigo es el que suele estar más de moda. Por otra parte, las entrevistas de Doña Carmen y Don Juan, y el crucero atlántico de éste son objeto de comentarios para todos los gustos, pero siempre en estrecha relación con el género de rumores más arriba indicados. También se indica como segura la participación de importantes aristócratas -entre ellos el Duque de Veragua- en estas combinaciones.

Lo que hay de cierto en todo esto es la inquietud en los medios conservadores que, convencidos de la falta de viabilidad del régimen, buscan trabajosamente soluciones de compromiso para evitar que se hunda por completo el tinglado montado durante veinte años.

El inopinado viaje del Sr. Castiella, quien saldrá en breve para Washington, no deja de tener relación con todo esto. Verdad es que los objetivos de su visita al Departamento de Estado (por lo menos oficiales) son el litigio hispano-marroquí y el famosísimo Pacto Mediterráneo. Pero con toda seguridad, el Sr. Castiella va a contrarrestar en Washington la posible influencia de demócratas-cristianos y monárquicos, y a exponer con «pruebas irrefutables» que si se deja caer a Franco, España caerá en manos del Kremlin.

También desdichas en el exterior

Este mes de Marzo, tan desdichado para el gobierno en el orden interior, no lo ha sido menos en el exterior. Claro que cuando el Sr. Gaillard habló en el Parlamento francés de un «Pacto Mediterráneo», la explosión de júbilo hizo temblar las paredes de los palacios de El Pardo y de Santa Cruz. Al día siguiente, la prensa española, con la «espontaneidad» que todo el mundo le reconoce, proclamó el triunfo de la tesis batallonamente defendida por el Caudillo desde 1952. El general Díaz de Villegas (que de ser director de Marruecos y Colonias ha pasado a ser director de «Provincias Españolas de África», ¡oh maravilla de la terminología!) dijo que no, que Franco había pensado ya en eso desde la guerra civil y él y otros estrategas insistieron sobre este eslabón tan indispensable en el sistema defensivo del mundo occidental. Pero la inquietud remplazó pronto a la alegría y a su vez dejó el paso a la decepción. Nadie se dirigía a España y, por el contrario, en ciertos medios franceses se hacían hincapié sobre la imposibilidad de que entrase a figurar en semejante pacto. Por otra parte, las reservas de Túnez y Marruecos acabaron de enfriar el asunto. Se pensó entonces en echar un cable a Turquía y Grecia, que serían buenos aliados de España y en lanzar el «globosonda» de una conferencia preparatoria. ¡Nada! Los resultados fueron mínimos, y lo único que se logró fueron ciertas seguridades por parte del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, pero más bien encaminadas a la acción común en Marruecos y en la explotación del Sahara, que al Pacto Mediterráneo.

Marruecos insiste en la devolución de la zona Sur del antiguo protectorado, que aún sigue bajo el poder de España. Además la cuestión de Ifni y del Sahara dista mucho de presentarse bajo buenos auspicios.

La reconciliación del Sultán con Abd-El-Krim no parece favorecer en nada las posiciones españolas. Por otra parte, las gestiones del Sr. Laraki, enviado del Sultán, en Washington, han inquietado vivamente al gobierno español.

Por si faltaba poco, las relaciones con Bélgica se han agriado aún más, después de la muerte del hijo de Degrelle en accidente ocurrido cerca de Sevilla. El gobierno belga ha tenido una prueba más de la connivencia de Degrelle con el gobierno español que niega que el jefe del «rexismo» belga se encuentre en España. El día 28 de marzo el Gobierno belga ha llamado a su embajador en Madrid sin dar ninguna explicación, pero dando a entender que es una medida consecuente a la mala voluntad manifestada por el gobierno del Caudillo en este asunto.

«Esto se acaba»

El gobierno se consuela pensando que el ministro alemán Von Brentano vendrá la semana próxima y todo serán plácemes y miel. ¿Por qué? Porque el gobierno español va a devolver 13 empresas a sus propietarios alemanes y, muy probablemente, a otorgar un trato de favor a los capitalistas alemanes para que inviertan en España con participaciones superiores al 50 por 100.

Y mientras tanto, el español se ve obligado a pagar impuestos de lujo por el tabaco, por tener una nevera, una plancha eléctrica o por comprar un ramo de flores.

Todo el mundo comprende que «esto se acaba». Nadie sabe cómo ni cuando. Habría que ser profeta para saber si asistiremos a un cambio preventivo para salvar a una oligarquía o si los españoles recobrarán el derecho a regir sus propios destinos. De una u otra forma, el balance de diecinueve años de gobierno «nacional» no puede ser más negativo.

TELMO LORENZO

Madrid, 1 de abril de 1958.






ArribaAbajoEditorial

Un paso adelante


Los acontecimientos de España en estas últimas tres semanas son como para hacer reflexionar a los españoles, a los del interior y a los del exterior, y a los no españoles que se interesen por el futuro de ese país; entre estos últimos, y de manera especial, a nosotros americanos que por tantos motivos nos sentimos unidos a ese gran pueblo.

Desde aquí, en tierras de libertad y de democracia, alejados de influencias pasionales -contagiosas por la fuerza natural que las nutre- estamos en posición de poder apreciar los síntomas que, de no tener el decidido propósito de cerrar ojos y oídos, se muestran fáciles al diagnóstico.

Veinte años hace que el pueblo español vive sometido a una ignominiosa dictadura, dictadura organizada, apoyada por fuerzas que, desviando su razón de ser y la verdadera finalidad de su misión, se han puesto al servicio de esa monstruosa máquina franquista que oprime hasta la asfixia a todo un pueblo. No es fácil salir de una dictadura que no ceja en sus persecuciones y en su dureza; a un pueblo como el español forjado en la lucha por su independencia le ha costado 18 años poder empezar a dar muestras de su rebeldía. No olvidemos que detrás de estos 18 años hay millón y medio de muertos en la más atroz guerra civil. Pero la dictadura no es un sistema, la dictadura es el dique opuesto a la fuerza incontenible de la evolución de los pueblos y, más tarde o más temprano, esa fuerza rompe con violencia el obstáculo que la retiene, si antes no se le ha dado un cauce racional.

De dos años a esta parte el pueblo español ha venido haciendo patente su malestar social, su repulsa al régimen que le viene oprimiendo sin respiro, que no ha podido en veinte años encontrar solución a ninguno de los problemas creados por él mismo. Desde el año 1956 las huelgas de obreros y estudiantes se suceden en ciclos y se reprimen duramente; se encarcelan, se deportan, se les niega la entrada al trabajo a los obreros; a los estudiantes se les condena a la pérdida del derecho de entrada en cualquier Universidad del país, se les multa, se les encarcela y se les tortura. Nada. Los movimientos huelguísticos se repiten con más amplitud cada día. Superfluo es recordar que las huelgas en la España franquista son un delito y consideradas como tal están sujetas a penas graves.

La prensa española ha venido silenciando estos hechos, pero estas últimas manifestaciones de protesta, estas últimas huelgas han obligado a la censura a salir de su silencio, aunque sólo haya aludido a «perturbaciones en el trabajo» en Barcelona, Asturias y Vasconia. Las agrupaciones políticas se organizan; los jefes del Ejército se reúnen para estudiar el proceso de transición del régimen; los partidos católicos salen a la superficie y personalidades políticas alejadas de la vida pública desde hace veinte años exponen públicamente sus programas para el futuro; la Iglesia Católica, alerta y previsora, inicia un movimiento de repliegue frente al régimen.

Si la prensa española tuviera un mínimo de libertad hubiese dado cuenta de la agitación reinante en esas tres provincias españolas y el pueblo, en masa, se hubiese unido a la protesta de estudiantes y obreros para mostrar como ellos, pacíficamente, la unanimidad contra el general Franco y su régimen. Los republicanos españoles rinden fielmente cada año homenaje a la fecha 14 de abril en que proclamaron de manera ejemplar la República. El pueblo que así se supo conducir está en posesión del secreto de poder repetir ese alto ejemplo de civismo. Existe, es inútil negarlo, unanimidad en la repulsa al régimen y esto es un paso en firme hacia el futuro democrático de España.

Cientos de ejemplos tenemos que muestran que los españoles son capaces para derribar, para combatir al enemigo común, ahora se unirán contra la dictadura. La gran esperanza está en que la dura lección de la opresión sufrida les una también para edificar su nueva España.




ArribaResumen de noticias

Huelgas en España

En el sector obrero

Aunque la prensa no ha dado cuenta de las huelgas de trabajadores en España hasta el día 15 de marzo, prácticamente podemos decir que, de una u otra manera habían comenzado el día 4 de marzo.

El viernes 14 se reunió el Consejo de Ministros para tratar el asunto y el 15 publicaba una nota oficial de la que extraemos los párrafos siguientes:

La ilegal paralización del trabajo en determinadas minas de carbón de la región asturiana y la necesidad imperiosa de defender, dentro de la ley el interés general, aconsejan al Gobierno hacer uso de las facultades que le confiere el artículo 35 del Fuero de los Españoles.



Quedan en suspenso en las provincias donde radican las cuencas carboníferas españolas y durante el plazo de cuatro meses los artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles.



Estos artículos garantizaban, teóricamente, el derecho de libre residencia y la inviolabilidad del domicilio e impedían el encarcelamiento arbitrario. No significa la suspensión de estos artículos que antes estuvieran vigentes, la policía ha venido actuando sin ceñirse a ellos. Lo que es importante y lo que en realidad significa esta medida es que el gobierno ha reconocido la importancia y la gravedad de las huelgas comenzadas en Asturias.

A las huelgas de Asturias han seguido las de Barcelona y las de Vasconia. En Asturias la huelga dio comienzo en la mina «María Luisa», siguieron las de «Fondón», «Sotón» y «Santa Eulalia», esta situación significaba más de 15.000 obreros en huelga.

En Barcelona el Gobernador Sr. Acedo declaraba el 24 que la huelga tenía carácter de huelga general. Las fábricas Hispano-Olivetti, las de Vicente Illa, Enasa, fábrica nacional de camiones, y otras pequeñas industrias fueron a la huelga pacífica. En las provincias vascas las huelgas comenzaron en Guipúzcoa. En la Unión Cerrajera de Mondragón, huelga de brazos caídos, pero el Gobernador dio orden de despedir a todo el personal, lo que rechazó la dirección de la empresa por temor a que todos se lanzasen a la huelga y quedara paralizada toda la industria de la región. Los huelguistas pedían un aumento de salario. Por esta misma razón se declararon en huelga los obreros de Tolosa y Andoain de cinco fábricas papeleras. En Rentería fueron a la huelga el 80% de los trabajadores, en Irún el paro fue general en la fábrica de cerámica «Porcelanas del Bidasoa», en la fábrica de vagones C.A.F., y en «La Palmera» (cuchillería). En Hernani y en Eibar afectó el paro a una veintena de empresas de armas y bicicletas.

Aunque alguna prensa, sin insistir, de la noticia de que las huelgas han terminado, podemos decir que no es cierto, las reivindicaciones siguen planteadas y siguen las deportaciones y medidas represivas.

Represalias

Mientras que se deportan obreros a otras provincias distintas de donde tienen su hogar y su trabajo, las autoridades hacen saber a los patronos que incurrirán en graves sanciones aquellos que concedan aumento de salarios sin autorización. Sabemos que esta orden no ha sido respetada en algunas factorías. Se han practicado, en Asturias solamente, más de 80 detenciones y se han militarizado a unos 500 obreros. Se calcula unos 35.000 huelguistas en Cataluña, 15.000 en Asturias y 8.000 en Vasconia.

En el sector estudiantil

El día 21 de marzo comenzó en la Universidad de Barcelona la huelga pacífica de estudiantes. La Federación Universitaria de Cataluña había concertado el movimiento, a este de Cataluña siguieron otros con el carácter pacífico y ordenado en las Universidades de Madrid, Zaragoza y Valencia. El cierre de las Facultades de Medicina fue anterior en varias Facultades, entre otras en la de Sevilla, Valencia y Zaragoza.


Franco pide $250.000.000 anuales

Un despacho del corresponsal del New York Times Benjamin Welles, publicado el 20 de marzo, daba cuenta de que el general Franco había formulado una petición de $250.000.000 anuales de ayuda americana al Secretario de Estado Sr. John Foster Dulles durante la visita que éste hizo a Madrid el 20 de diciembre de 1957.

El Gobierno español ha solicitado también $120.000.000 para el año en curso, además de los $148.400.000 autorizados ya por el Congreso. Si esta petición se aprobara España recibiría un total de $268.400.000 en el presente año fiscal.



El Sr. Welles continúa diciendo en su artículo:

La ayuda económica de los Estados Unidos a España desde la firma del Pacto con aquel país en septiembre de 1953, ha sumado la cantidad de $811.800.000, cantidades suministradas como sigue:

Export-Import Bank, préstamos y créditos por un total de $106.600.000 millones; Commodity Credit Corporation por compras de harina en 1954, $20.000.000; ayuda para la defensa $341.000.000; compras de productos agrícolas $254.800.000; donativos para caridades en productos alimenticios, $89.400.000.

En estas cantidades no están incluidas $200.000.000 de equipos militares para el Ejército español. Un crédito adicional de $200.000.000 será entregado el próximo año.



Washington no confirma

Al final del artículo del Sr. Welles se inserta este despacho: «Washington, 19 de marzo: -Medios oficiales de Washington dijeron hoy que no pueden confirmar que Washington haya tomado en consideración la petición de $120.000.000 como ayuda adicional a España en este año fiscal»


Entrevistas de don Juan

En Estoril

A la aparente frialdad en las relaciones entre el general Franco y D. Juan han seguido cumplidas visitas de una parte y otra. El embajador de Franco en Lisboa dio los pasos preliminares y ha llevado las negociaciones para esos encuentros.

El 14 de marzo llegó a la frontera portuguesa la señora de Franco, le fueron entregados un ramo de flores del conde de Barcelona y una cariñosa carta de la infanta María Luisa, esposa de D. Juan, en la que le invitaba a tomar el té en su residencia de Estoril. La condición para que se celebrara esta entrevista fue que la invitación sería hecha por la infanta a D.ª Carmen de Franco. La invitada iba acompañada de sus hijos, los marqueses de Villaverde y del ministro de Relaciones Exteriores, Sr. Castiella y señora.

La entrevista duró menos de una hora, pero el conde de Barcelona que se disponía a marchar en su yate el mismo día de la llegada de D.ª Carmen a Portugal, si la entrevista no se celebraba, retrasó su viaje y despidió personalmente a la señora de Franco al día siguiente, que marchaba a la isla Madera.

En la Isla Madera

La segunda entrevista de D. Juan y D.ª Carmen tuvo lugar en la isla Madera; el yate «Saltillo», en el que viaja el infante, hizo escala en Madera, donde ya había llegado la señora de Franco. El infante visitó a la esposa del general y ésta visitó su yate, más tarde lo visitaron también el ministro Sr. Castiella y señora.

Según un despacho de la agencia A.P. -despacho recogido por algunos periódicos, entre otros La Tribune de Genève,- se dice que «parece ser que el Caudillo renuncia a su posición y que acepta el conde de Barcelona como heredero legítimo del trono vacante, desde que salió de Madrid, hace 27 años Alfonso XIII, padre de D. Juan».

«Esto explicaría -añade el periódico- las dos visitas que D.ª Carmen ha hecho a la familia Borbón tanto en Estoril como en Madera y haya llamado a D. Juan "Su majestad" inclinándose ante él con profunda reverencia. Se subraya el hecho de que haya sido portadora de una carta de su marido y se considera que no hubiera efectuado nunca tal visita si no hubiera recibido instrucciones precisas del propio generalísimo».




Un viaje con rumbo conocido...

El 18 de marzo el infante D. Juan salió a bordo del yate «Saltillo» con rumbo a New York, a donde espera llegar en unos 40 días. «El viaje -ha dicho el pretendiente- es simplemente una aventura deportiva y no tiene significación política de ninguna clase».

El yate hizo escala en la isla Madera y se señalan como etapas posteriores, isla Antigua, Bahamas, Florida y New York.


El arzobispo de Zaragoza contra los pudientes

Monseñor Morcillo, antiguo obispo de Bilbao y actual arzobispo de Zaragoza, ha publicado una pastoral en la que acusa a las clases pudientes, banqueros, terratenientes, etc. de vivir demasiado bien mientras los pobres viven demasiado mal.

Aunque Franco y su propaganda aseguran continuamente que nadie ha hecho nada por el obrero hasta que vino este régimen y dedicó veinte años a preocuparse de los trabajadores, el arzobispo dice todo lo contrario: que en veinte años nadie ha hecho nada por corregir los problemas sociales de España, los cuales continúan en el mismo estado y promueven el descontento de los obreros.

Monseñor Morcillo se muestra en su pastoral particularmente duro con los ricos que diariamente oyen misa y comulgan, pero que no practican los deberes de caridad que la Iglesia pide a sus fieles. (OPE)


Alocución a los españoles

El Presidente de la República española en el exilio, D. Diego Martínez Barrio, ha pronunciado, con motivo del XXVII aniversario de la proclamación de la República española, un mensaje del que reproducimos los párrafos siguientes:

La generación que fundó y gobernó la Segunda República ha sido ya prácticamente sustituida por otra cuya frustración figura entre los peores crímenes del franquismo, y tras esa generación, no ensayada, comienza a plasmarse la madurez de una nueva hornada, rica en promesas y pletórica de esperanzas.



Repítese en España el fenómeno de la Argentina, Colombia, y Venezuela. La dictadura castrense, al prolongarse, ofende a la Nación, irrita a los propios Jefes del Ejército y de la Marina. A la irritación se unen automáticamente las críticas y detrás de éstas surgen las conspiraciones. Un proceso mecánico incontenible produce, pronto o tarde, la transformación del régimen de dictadura o impone la revolución.

En las horas decisivas ocultar o disfrazar el pensamiento no sólo es dañoso y odioso, sino que raya en la traición. Los republicanos no podríamos aceptar ningún régimen impuesto por la fuerza o por el contubernio de grupos políticos o sociales. Nuestra ferviente adhesión a la idea de la reconciliación nacional tiene como límite natural e infranqueable el derecho del país a ser consultado y, en definitiva, obedecido. Cualquier aparente compromiso de tono ambiguo no contará con nuestra adhesión.



Abril de 1958


Un manifiesto de la C.I.O.S.L. sobre la situación en España

En su última reunión, celebrada en Bruselas el 17 de marzo, el Subcomité de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres aprobó el siguiente manifiesto sobre España:

La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres ha defendido siempre la causa de los trabajadores y del pueblo de España, denunciando el régimen dictatorial de Franco y presentando una y otra vez el problema español ante las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo y la Unesco. Después de meditado estudio de la situación, y de haber escuchado las voces de los que desde hace demasiado tiempo se ven imposibilitados de expresar en voz alta sus pensamientos, la C.I.O.S.L., en nombre propio y en el de sus organizaciones españolas afiliadas, hace público este manifiesto dirigiéndose a las fuerzas democráticas del mundo y al movimiento sindical libre de todas partes para que apoyen la consecución inmediata de los siguientes objetivos:

1.-Establecimiento de un Gobierno provisional sin matiz político, representativo de todas las fuerzas democráticas y antitotalitarias, que garantice al pueblo el ejercicio de sus libertades fundamentales y que prepare en el menor tiempo posible el camino para la celebración de elecciones libres, en las que el pueblo español pueda determinar la forma de gobierno que haya de regir los destinos del país.

2.-Derogación inmediata de la legislación que ampara a los desacreditados sindicatos falangistas y reinstauración del sindicalismo libre, sin interferencias en su actuación del Gobierno y de los patronos.

3.-Establecimiento del derecho de asociación y el ejercicio de todas las libertades individuales.

4.-Liberación y amnistía para todos los prisioneros políticos; regreso de los exiliados que deseen volver a España, rehabilitación y compensación a todos aquellos que individual o colectivamente sufrieron pérdidas, a causa de persecución política, en sus bienes, ingresos y derechos sociales.

5.-Un programa de renovación y fomento de la economía española y mejora del deplorable y bajo nivel de los obreros industriales y agrícola.

6.-Un genuino programa de reforma agraria, facilitándose inversiones en la agricultura y mejorando el cultivo de la tierra para asegurar la transformación progresiva de la producción agrícola.

7.-Ayuda internacional en amplia escala, financiera y técnica, para llevar a buen fin los programas de fomento de la industria y de la agricultura.

El mundo libre está obligado para con el pueblo de España y consigo mismo a ayudar a esta grande y vieja nación para que pueda, una vez más, abrirse camino en forma pacífica hacia la democracia y prosperidad para todos.




La C.I.O.S.L. y los mineros españoles

La Confederación Internacional de Organizaciones de Sindicatos Libres publicó el 17 del pasado mes la siguiente nota:

El Subcomité, en su 11 reunión celebrada en Bruselas del 17 al 20 del mes de marzo, se ha enterado con la mayor indignación de que el gobierno de Franco, con el fin de romper la huelga de los trabajadores de las minas de carbón de Asturias, ha suspendido derechos civiles fundamentales y a la deportación a otras provincias.

Esa medida que afecta a toda la provincia de Asturias y a otras en que se extrae el carbón, ha sido tomada contra trabajadores en huelga por un motivo de orden puramente económico. Al obrar así el régimen de Franco ha demostrado una vez más ante el mundo su desprecio absoluto por los derechos humanos, incluso de aquellos derechos que tienen reconocidos en el sedicente Fueros de los Españoles.

Protestamos enérgicamente contra los métodos de terror empleados por el régimen de Franco contra los trabajadores que defienden sus intereses económicos y sociales, en flagrante desacato de la Declaración de Derechos Humanos y de los principios y convenios de la Organización Internacional del Trabajo.

Rendimos homenaje a los valerosos trabajadores de las minas de carbón en España que se han declarado en huelga a pesar de las desigualdades de su lucha. Les aseguramos nuestro completo apoyo y asistencia a las familias de los trabajadores perseguidos a través del Fondo de Solidaridad Internacional, y encargamos al Secretario General que presente quejas contra el gobierno de Franco ante las Naciones Unidas y la O.I.T.




La C.I.O.S.L. envía un telegrama de protesta a Franco

2 de abril de 1958

La supresión de los derechos civiles en España, a la vez que las graves medidas represivas adoptadas contra los huelguistas, han incitado a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres a enviar un telegrama de enérgica protesta al Generalísimo Francisco Franco. El telegrama decía lo siguiente:

La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres protesta enérgicamente contra violación derechos humanos y laborales a través graves medidas represivas contra huelguistas y supresión derechos civiles Stop Sindicalismo libre simpatiza con estas huelgas producidas a causa deplorables condiciones de vida y no por comunistas Stop Hemos sometido quejas a la OIT y a la ONU y reclamamos inmediato restablecimiento derechos civiles liberación trabajadores detenidos retorno de deportados y autorización para que los patronos acepten reivindicaciones obreras.



La C.I.O.S.L. declara además que los recientes ejemplos de la tiranía del Estado en España durante las huelgas, revelan que los países libres no pueden tener confianza alguna en las seguridades dadas por los representantes de Franco de que el pueblo español goza de los derechos humanos y laborales, cuando, a pesar de la oposición de la C.I.O.S.L., España fue admitida en la O.N.U., la UNESCO y la O.I.T.

La manera severa y totalitaria de Franco de afrontar la situación de huelga prueba que, como Hitler y Mussolini, confía en la fuerza para aplastar todo tipo de oposición.

Al enviar su telegrama de protesta, la C.I.O.S.L. no hace sino reflejar la profunda indignación de los sindicalistas de todas partes ante las violaciones constantes de los derechos humanos y laborales por el régimen falangista, cuyos métodos de terror ha denunciado reiteradamente, y el profundo interés que el mundo libre siente por el pueblo oprimido de España.

El régimen dictatorial no ha vacilado en ordenar a la policía y al ejército que aplasten las huelgas por la fuerza; y entre otras violaciones de derechos humanos y laborales, desde que comenzó el movimiento de huelga a principios de marzo en Asturias, figuran: detenciones en masa, deportaciones y la supresión de derechos civiles.

La C.I.O.S.L. protesta igualmente que el régimen falangista haya acusado injustamente a cientos de huelguistas detenidos en la región asturiana de estar influenciados por «agitadores comunistas».

Al obrar así, el Gobierno español está siguiendo una pauta demasiado conocida: todo el que se atreve a desafiar al Estado falangista, donde no se reconocen los derechos sindicales, es invariablemente catalogado de comunista. Según fuentes dignas de crédito, es una falsedad la afirmación de que los detenidos sean comunistas.

Una vez más, el régimen policiaco de Franco ha probado al mundo de que no es digno de figurar entre las naciones libres que respetan ciertos principios de convivencia, y la C.I.O.S.L. anuncia que hará todo cuanto esté a su alcance para movilizar a las fuerzas de los trabajadores libres con vistas a ayudar a los trabajadores y al pueblo de España a conquistar al fin su libertad.


C.I.O.S.L. protesta ante la O.N.U. y O.I.T.

La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres ha formulado una protesta sobre la violación de los derechos humanos y laborales contra los trabajadores en España.

Sentado que la C.I.O.S.L. simpatiza con esas huelgas, declara «que esas huelgas han sido producidas por las deplorables condiciones de vida, no por los comunistas».

La C.I.O.S.L., cuyas filiales de América incluyen la AFL-CIO y Trabajadores Mineros Unidos, hace público que ha presentado quejas contra España, quejas que han sido sometidas a la Organización Internacional de Trabajadores y a las Naciones Unidas.

Las reclamaciones presentadas solicitan:

1 -Inmediato restablecimiento de los derechos civiles.

2 -Libertad de los trabajadores y vuelta de los deportados a sus hogares.

3 -Que el Gobierno permita a los patronos aceptar las peticiones de los obreros.



Indice