Diario Cofrade

La crónica del Domingo de Ramos de 2024 en Cádiz: Domingo de barro

Cofradía del Despojado. Semana Santa de Cádiz  2024

Cofradía del Despojado. Semana Santa de Cádiz 2024 / Julio González (Cádiz)

Las cofradías han incorporado un nuevo factor a sus salidas procesionales. Si de siempre la lluvia era el gran enemigo, al que hace unos años se sumó el viento, que en fuertes dosis podía causar estragos en determinadas piezas de los cortejos (los palios o las insignias bordadas de mayor volumen, como los Simpecados); este 2024 han descubierto los cofrades la calima, que traducido resulta el barro. Y ese material tan bíblico del que nacen buena parte de las imágenes procesionales que luego se tallan en madera se convirtió este Domingo de Ramos en letal para las hermandades del Domingo de Ramos. De casi cualquier rincón de Andalucía.

Los partes meteorológicos llevaban días vaticinando una Semana Santa complicada y apuntaban a un Domingo de Ramos sin procesiones por esa amenaza de lluvia que mezclada con la calima que lleva días en los cielos y en el ambiente agravaba la situación con ese barro que se aprecia en los coches y motos, en el suelo y en el mobiliario de la ciudad (palcos incluidos). Un barro que depositado sobre determinados elementos procesionales (el dorado de los pasos, la policromía de las imágenes o los bordados y los tejidos más sensibles, por citar varios ejemplos) podía ser muy perjudicial y obligar a futuras restauraciones e intervenciones.

Todo lo pronosticado desde hace días se reafirmó en un Domingo de Ramos con la Agencia Estatal de Meteorología insistiendo en un 100% de posibilidades de que hubiera precipitaciones a lo largo del día, tanto por la tarde como por la noche.

Una tarde de sorpresas

Y cuando todo apuntaba a que sería una jornada sin procesiones, llegaron las primeras sorpresas. La primera y más rotunda fue el anuncio del Despojado de salir a la calle, que llegaba tan solo minutos después de que Borriquita comunicara su decisión de no procesionar ante unas previsiones que en San José se consideraban concluyentes pero que a unos pocos metros de distancia abrían la puerta a una salida de once horas y varios kilómetros para llegar hasta la Catedral y volver a extramuros.

Así las cosas, ha sido esta hermandad salesiana la única en salir a la calle en este Domingo de Ramos del todo deslucido y casi inexistente. O la única que lo hizo en su totalidad, ya que durante la tarde llegaba la segunda de las sorpresas de la jornada: La Cena anunciaba que también saldría a la calle, después de solicitar hasta 45 minutos de demora en la decisión y de perder su lugar en carrera oficial en favor del Despojado, que transitaba por la ciudad a un ritmo vertiginoso (tanto, que en apenas dos horas y 40 minutos cubrió el trayecto desde el pabellón de Salesianos hasta el interior de la Catedral).

Llegaría esta cofradía a sacar la totalidad de su cortejo fuera de Santo Domingo (a las seis de la tarde, más de una hora más tarde del horario fijado), pero ante la insistencia de la lluvia cuando el paso de misterio se disponía a encarar la rampa de salida paralizó los planes de la junta de gobierno y obligó, esta vez sí, a dar por finalizada la procesión, regresando todos los capirotes al interior del santuario de la Patrona y devolviendo el paso de misterio a su emplazamiento inicial.

No quedaba ahí el Domingo de Ramos, que todavía daría margen para una nueva sorpresa, casi en paralelo al intento de salir de la hermandad de La Cena. Y es que el Despojado una vez llegado a la Catedral decidía regresar a Salesianos; primero recortando por el Campo del Sur y luego variando esa alternativa para anunciar el regreso por el interior (calle Pelotas y Sopranis, toda vez que se anunció que La Cena se volvía). Finalmente, y ante la insistencia de la lluvia que las webs ya indicaban que caería en el 100% de las posibilidades, la hermandad decidía dar por finalizada la estación penitencial, dejando el paso de misterio en el interior de la Catedral. Todo ello después de dos reuniones de la junta de gobierno y una hora y media de paciente espera del cortejo dentro del templo diocesano.

A las siete de la tarde, por tanto, se daba por finalizado el Domingo de Ramos, con solo una hermandad que había logrado ponerse en la calle y que desde que cruzara las Puertas de Tierra hasta llegar a Catedral se vio afectada por la lluvia, leve pero continua; y con otra, La Cena, que lo intentó hasta una hora después de su horario inicial. Curiosamente, sigue siendo el Despojado la única hermandad que no conoce lo que es suspender la salida procesional por lluvia desde que se incorporó a la Semana Santa en el año 2009.

Salidas suspendidas con normalidad

En el otro lado, en el plano normal de la jornada, el que huyó de los sobresaltos y atendió los partes que casi todos manejaban ayer, se quedaron en casa las hermandades de Borriquita, Las Penas y Humildad y Paciencia; quienes de hecho ni siquiera esperaron a la hora de la salida para ir comunicando la decisión de sus respectivas juntas de gobierno de no enfrentarse a la calima, al fuerte viento, a la lluvia y al barro que destrozó el Domingo de Ramos y que seguirá amenazando al resto de la Semana Santa.

En San Lorenzo los hermanos escucharon marchas, al acceder al interior las dos bandas para dedicar una composición cada una (Santa María en las cornetas y tambores de la Unión y Nuestro Padre Jesús por parte de la Filarmónica de Conil); y en San José sonaron, pero fuera de la iglesia, cuando se abrieron las puertas una vez realizada la estación en la forma reducida e íntima de unos cortejos de hermanos en los que se mezclaban la serenidad y aceptación con normalidad de los más veteranos con el disgusto y las lágrimas de aquellos más jóvenes que experimentaban posiblemente por primera vez este revés que supone no poder salir a la calle.

En cualquier caso, fuera de esos templos la ciudad no invitaba a procesión alguna, en una desapacible tarde que presagiaba estampas como las que se vivieron en torno al Despojado y, en menor medida, a La Cena, que en distintos contextos vieron truncadas sus intenciones de salir a las calles de la ciudad.

El Domingo de los estrenos, el de las palmas y los ramos, se deshacía hasta quedar en nada. Como el barro.

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