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un sevillano en texas

La funesta manía de... copiar

  • Ideas. El español medio come, bebe, viste, calza, se divierte, trabaja y habla usando productos, servicios, procedimientos, sistemas, aparatos y terminología de origen norteamericano.

LOS trogloditas españoles del siglo XIX se desesperaban ante "la funesta manía de pensar" de los reformistas. Todo lo que los reformistas querían era sacarnos de la cueva. Desde hace unos cincuenta años los "modernistas" tienen algo en común con los trogloditas: no piensan, que cuesta esfuerzo. Copian, que no cuesta ninguno.

Cuando me refiero a copiar no pienso en la práctica estudiantil en los exámenes de usar la chuleta (hoy serán modernas tecnologías) donde figuraban transcritas en microscópica caligrafía textos y fórmulas matemáticas o aprovecharse de la industria y saber del vecino de banca o pupitre con o sin su colaboración. Recuerdo cómo hace setenta años en un examen parcial en la clase de Derecho canónico en la Universidad de Sevilla el catedrático (un ex ministro de la República) sorprendió a una de las dos alumnas en una clase de cuarenta sacándose de la manga su chuleta. Fue expulsada en el acto de la clase. Para mí que fue expulsada, más que por copiar, por bella. Revolucionaba nuestras hormonas. Don Manuel no toleraba sirenas en su clase.

No. Eso era, y es, plagio. Plagiar es ilegal. Copiar por copiar, por aparecer moderno (a veces con la debida autorización) es estúpido. Y es indicativo de que la inventiva y creatividad española se han secado. En España no se ha inventado nada sorprendente desde que los ingenieros Goicoechea y Oriol crearon el Talgo hace cincuenta o sesenta años. Aunque a decir verdad el otro día vi en el telediario de TVE cómo otros dos ingenieros españoles promocionaban en Nueva York un prodigioso artilugio llamado a preservar las corbatas.

El siglo XX español, llamado el siglo de plata, sucesor del de oro del siglo XVI, ha sido bien cortito. Aparte de los premios Nobel, de los escritores de la generación del 98 y de algunos genios, a saber, Picasso, Lorca, Dalí, Buñuel, Ortega, Albéniz, Marañón y Falla, ¿quién queda? Acaso Buero y Gala en teatro, Joaquín Rodrigo en música, Palacio y Cabrera en Física, Oteyza y Calatrava en arquitectura, Grisolía y Grande Covián en Bioquímica. Y en cuanto a los premios Nobel, compárense los ocho españoles con los 20 de Italia, 49 de Francia, 97 de Alemania, 103 de Reino Unido, y más de 200 de los Estados Unidos, cuatro de ellos actualmente viviendo y trabajando en Texas.

Miguel de Unamuno, en un rato de mal humor, que los tenía muchos, dijo "!Que inventen ellos!", "ellos" siendo, por supuesto, los países más adelantados. Algunos dirán: ¡Qué más da!

¿Que qué mas da? Pues esta desidia le cuesta al país millones y millones en patentes y derechos de autor extranjeros. Nos hemos convertido en colonos culturales de los Estados Unidos que es de donde copiamos. Como botón de muestra, en España no se ha estrenado una revista musical española en más de cincuenta años. Todas las producciones son americanas. Como se han desterrado nombres tradicionales como María y José sustituyéndolos por Jésica y Kevin, e importado fiestas como la de Halloween. Hoy el español medio come, bebe, viste, calza, se divierte, trabaja y habla usando productos, servicios, procedimientos, sistemas, aparatos y terminología de origen norteamericano. En vez de importar cosas y gestos útiles y cívicos, como crear espacios verdes, o no tirar papeles en la calles, o desterrar del callejero nombres de políticos, somos incapaces (perezosos) de traducir términos tales como marketing, look o login o hemos hispanizado vocablos tales como chequear o checar (to check) escanear (scanning), estresar y hasta estresaíllo (stress) formatear (formatting) y otras atrocidades. Lo curioso es que el público cree de buena fe que todo esto es fruto de la creatividad española.

Un colono cultural más antiguo que España ha sido México. Nada más alcanzar su independencia y hechizado por el progreso del coloso del norte, se apresuró a copiar su estructura política, su constitución y hasta su nombre. Siendo una colonia unitaria se convirtió en un estado federal y siendo conocido (y como lo es hasta la fecha) como México adoptó el nombre absurdo de Estados Unidos Mexicanos y éste es su nombre oficial, como aparece en documentos también oficiales. Pero es más y esto demuestra lo funesto de copiar. Copiaron de USA la constitución, según la cual la propiedad del subsuelo, siguiendo al derecho romano (ad coelum et ad ínferos) se corresponde con la del suelo, sin límites en cuanto a altura y/o profundidad. Cuando a fines del siglo XIX las compañías petrolíferas americanas empezaron a comprar terrenos a particulares los gritos nacionalistas llegaron al cielo. El gobierno se apresuró a cambiar el artículo 27 de la Constitución por el que la propiedad del subsuelo es del Estado.

En España hemos llegado al absurdo de las elecciones primarias. Los partidos políticos han copiado el nombre, pero no entendiéndolas, han equivocado el concepto. Las primarias españolas tratan de elegir por votación al jefe de un partido. Las primaries americanas tratan, dentro de un partido, de elegir (mejor sería decir nominar) por votación no a un jefe de partido sino a personas para cargos políticos federales o estatales desde presidente de la nación a sheriffs pasando por gobernadores de los estados.

Y punto final, que me siento un poco estresaíllo.

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