Salvación: ¿Quién la Necesita?

En la tierra de la libertad (los Estados Unidos), siempre oímos de “candidatos” y “elecciones”. Se nos anima a votar por un hombre o por una mujer, y un partido o una posición. El punto de este folleto no tiene nada que ver con la política norteamericana. Es acerca de otra “elección”. El Nuevo Testamento usa las palabras “elegir”, “elegido” y “elección” alrededor de 20 veces como sinónimos de salvación. Pedro no fue un político, pero nos enseñó la importancia de las elecciones—¡la nuestra! Él escribió: “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro 1:10).

Jesús dijo que pocos serán “elegidos” (llegarán al cielo) [Mateo 7:13-14]. Según una encuesta, más del 70% de norteamericanos cree que irá al cielo, ¿pero quién está realmente en la lista de invitación a las bodas del Cordero? Los discípulos una vez se sorprendieron cuando Jesús explicó que es muy difícil llegar al cielo (Mateo 19:23-26; cf. Lucas 13:24). Ellos preguntaron: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” (Mateo 19:25)—una buena pregunta. Jesús dijo que es imposible que alguien se salve por medio del hombre, pero con Dios todas las cosas son posibles.

¿Quién necesita la salvación? Veamos varias “elecciones” en el libro bíblico de las conversiones (Hechos) para averiguar qué clase de personas fueron buenos “candidatos”. ¡Las respuestas pueden sorprenderle!

Los Religiosos Devotos (Hechos 2:1-47).

Los que se reunieron en Jerusalén para la Fiesta del Pentecostés del año 33 d.C. fueron hombres devotos de toda nación bajo el cielo (Hechos 2:5). Muchos habían viajado una gran distancia y habían sacrificado muchas cosas para estar allí. ¿Necesitaba esta gente religiosa dedicada la conversión? Pedro claramente dijo que ellos estaban perdidos y que necesitaban hacer algo para salvarse (Hechos 2:22,37-38). Él convenció a 3,000 personas a creer en Jesús, arrepentirse de sus pecados y ser bautizadas para la remisión de los pecados (Hechos 2:37-41). Lucas dice que estas personas fueron añadidas a la iglesia (Hechos 2:47).

Hoy en día mucha gente religiosa devota todavía necesita ser convertida. Dios busca más que sólo devoción: Él quiere que nuestras prácticas religiosas sean correctas (conforme a la Escritura, Salmos 19:8). No podemos salvarnos si estamos involucrados en la religión falsa (Gálatas 1:6-9; Romanos 9:2-3; 10:1-3).

Los que Han Sido Engañados por “Milagros” (Hechos 8:4-12).

Simón el mago “había engañado mucho tiempo” a muchos en Samaria para que creyeran que él podía realizar grandes milagros (Hechos 8:11). Pero cuando ellos vieron el verdadero poder de Dios y oyeron la predicación verdadera de Felipe, se convirtieron a Cristo (Hechos 8:12). Ellos no fueron muy diferentes a muchas personas en la actualidad.

Muchos “Simones” reclaman ser “grandes” y alegan realizar milagros, sanar a los enfermos, predecir el futuro y contar los secretos de Dios. Ellos no revelan que “estudian” para saber conmover a sus audiencias, y que organizan cuidadosamente sus producciones. Aprenden a usar psicología y seleccionar cuidadosamente a los participantes. Los que han seguido su “magia” y emocionalismo necesitan volver a la verdad.

Los milagros han cesado en este tiempo (1 Corintios 13:8-10), pero Jesús no ha cesado de trabajar. Él todavía salva a los que vienen a Él (Mateo 11:28-30). Ya que la Biblia es el estándar que nos juzgará (Juan 12:48), necesitamos basar nuestra religión en ella en vez de nuestros sentimientos y emociones.

Los que Son Sinceros Pero Están en Error (Hechos 10:1-48).

Cornelio fue un hombre bueno—temeroso de Dios, generoso y religioso (Hechos 10:2). Si algún hombre no hubiera necesitado la conversión, pareciera que Cornelio sería ese hombre. Pero a él se le dijo que enviara a buscar a Pedro para que aprendiera lo que debía hacer para salvarse (Hechos 10:5; cf. 11:14). Al oír el sermón de Pedro, él y su familia fueron convertidos a Cristo (Hechos 10:48). Hoy muchos piensan que Dios les acepta simplemente porque poseen buena moralidad, aportan a las buenas causas, obedecen la ley, y tal vez asisten ocasionalmente a los servicios religiosos. Pero Cornelio les dice a ellos: “Ser una buena persona no es suficiente. Necesitan ser bautizados en Cristo y llegar a ser miembros activos de Su iglesia” (cf. Gálatas 3:26-27).

Los que No Conocen a Dios en Absoluto (Hechos 16:30-34).

El carcelero encargado de vigilar a Pablo y a Silas no era un judío; por ende no conocía lo que el Antiguo Testamento decía concerniente al Mesías venidero. Pablo y Silas le enseñaron que necesitaba creer en Cristo para ser salvo (Hechos 16:31). Cuando aprendió lo que eso implicaba, él y su casa fueron bautizados “aquella misma hora de la noche” (Hechos 16:33). Desde ese momento se le describe como un creyente (Hechos 16:34). Para los que se oponen al evangelismo en el extranjero porque la gente en otras tierras no cree en la Biblia, el carcelero dice: “Por favor, no nos ignoren. Necesitamos el Evangelio y llegaremos a creer y obedecer a la Biblia”.

Los que Han Sido Inmorales (Hechos 18:8).

No había Las Vegas o San Francisco en el Imperio Romano, pero había un Corinto. Sus ciudadanos eran muy conocidos por su inmoralidad e impiedad. El evangelismo en ese lugar infundió temor en el corazón fuerte del experimentado apóstol Pablo (Hechos 18:9-10; 1 Corintios 2:3). Él pudo haber pensado: “Realmente estoy perdiendo mi tiempo aquí”.

Pero el Señor sabía lo que Pablo no sabía. Aunque los que finalmente constituyeron la membresía de la iglesia de Cristo en Corinto estaban muy acostumbrados a salir en las columnas de chismes y en los registros policiales (1 Corintios 6:9-11), muchos obedecieron cuando oyeron la Palabra. El Evangelio es lo suficientemente poderoso para alcanzar al “pecador empedernido” (Romanos 1:16).

El Evangelio puede alejar al borracho de su botella, al pornógrafo de sus sitios Web, al homosexual de su perversión, al fumador de sus cigarros, al ladrón de su botín y al adicto de su aguja. Los maestros de la Biblia nunca deben juzgar al prójimo como inadecuado para la instrucción del Evangelio. Jesús laboró entre publicanos y pecadores (Lucas 7:34). Tuvo éxito al cambiarles en el primer siglo, y Su Evangelio puede cambiar hoy a la gente. Los que se han involucrado en la inmoralidad no deben sentirse incapaces de llegar al cristianismo. La gente puede cambiar. Puede no ser fácil, pero con la fortaleza de Cristo, se puede lograr. Pablo escribió, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Si necesita hacer cambios, no se excuse pensando que ha vivido de esa manera demasiado tiempo. Dé un paso en la dirección correcta, y Cristo le ayudará a terminar el viaje.

Los que Previamente Fueron Bautizados, Pero Incorrectamente (Hechos 19:1-6).

Pablo se encontró con algunos en Éfeso que habían sido bautizados, pero determinó que habían sido bautizados incorrectamente. Después de corregir su entendimiento, les bautizó una vez más. Hoy algunos que han sido bautizados todavía necesitan convertirse, ya que entendieron mal lo que estaban haciendo. Ellos pueden haber sido “bautizados” cuando eran bebés, sin entender lo que estaba pasando. (Debemos ser creyentes antes del bautismo, Marcos 16:16). Se les puede haber enseñado que fueron salvos antes del bautismo. (El bautismo es el acto que Dios usa para lavar los pecados—Hechos 22:16; cf. 1 Pedro 3:21). Pueden haber sido bautizados de una manera incorrecta. (El bautismo es una inmersión—Romanos 6:4). Tal vez no se les enseñó que debían arrepentirse antes del bautismo (Hechos 2:38), y por ende nunca cambiaron sus estilos de vida. En tales casos, estas personas necesitan ser bautizadas otra vez, y correctamente.

¿Quién es un buen candidato para la salvación? Todos lo somos. ¡Usted lo es! Un predicador anciano que tenía poca educación, pero que sabía de “política eclesiástica”, declaró: “Dios votó por usted; el diablo votó contra usted; ahora es cosa suya hacer el voto decisivo”. Las elecciones han comenzado.