MADRID
Entre Gatas y Gatos

El proyeccionista que vigila las películas de la Filmoteca

Actualizado

Su pasión por el cine le viene de niño. Sus padres sabían que la única manera de que se estuviese quieto era delante de una gran pantalla. Así que le llevaban al cine una o dos veces por semana. Por eso, Nacho Estrada siempre ha vivido rodeado del celuloide.

Para conseguirlo, ha hecho de todo. Ha sido runner, acomodador, taquillero, proyeccionista, crítico, bloguero y académico. Toda una vida dedicada por y para el cine, aunque su familia, empleada en la banca, recelara de que el séptimo arte le fuese a dar de comer.

Y eso que en sus primeros comienzos se desilusionó con la profesión. «Era runner o lo que se conoce como "y veme", es decir, "y veme por un café" o "y veme por una cinta". Hacía de correpasillos y terminé desencantado. El mundo del cine no tenía el glamour que yo esperaba», relata.

La vida de Estrada ha dado muchas vueltas hasta llegar a la sala de proyecciones del cine Doré, en la Filmoteca Española, donde, en la actualidad, se encarga de revisar todo el material antes de que se proyecte en la gran pantalla.

La Filmoteca programa ciclos de películas antiguas y recibe material en todo tipo de soportes (35 o 16 milímetros, betacam o digital) y de todas las partes del mundo: tanto de las filmotecas de otros países como de colecciones privadas o de mecenas. Algunas filmotecas cuidan mucho el material, como la británica, pero hay otras, sin ir más lejos, la Academia de Hollywood, que a veces mandan películas en estado defectuoso.

El trabajo de Estrada consiste en verificar que los filmes reúnen unos mínimos de calidad para emitirse, que tengan los subtítulos o que las marcas estén bien colocadas.

En la Filmoteca se proyecta de bobina a bobina y no se empalman los rollos para que la película sufra menos. De esta forma, los proyeccionistas deben dejar unas marcas en la cinta para saber dónde se tiene que cambiar el rollo.

Cuando los filmes llegan al cine Doré, lo primero que tiene que hacer Estrada es rebobinar la película, comprobar las marcas y luego cargarla en la máquina de proyección.

Una vez realizados estos pasos, debe verificar que la máquina tiene el objetivo adecuado para el tipo de formato. Cuando todo esto está listo, puede comenzar la proyección.

Una profesión en peligro

Curiosamente, la Filmoteca es uno de los pocos lugares donde todavía se conserva la figura del proyeccionista, que antes era una profesión que se heredaba de padres a hijos. De hecho, antaño eran los que más dinero ganaban porque tenían el control sobre el filme.

«Almodóvar dijo en una ocasión que la última palabra sobre la película no la tiene el director sino el proyeccionista. Por ejemplo, una película se puede emitir desenfocada si no hace bien su trabajo», indica.

Sin embargo, este oficio ha sido barrido del mapa con la llegada de la era digital: «En las salas comerciales el mismo empleado que te pide la entrada y te entrega las palomitas es el que pone la película en remoto con el móvil». De hecho, Estrada lo vivió en sus propias carnes tras perder su empleo como proyeccionista durante 12 años en la cabina de los ahora Cinesa de Méndez Álvaro.

Tampoco se ve reflejado en la famosa película Cinema Paradiso, de la que ni siquiera quedó satisfecho el propio Giuseppe Tornatore tras ver el montaje final de los Weinstein. Los productores cortaron más de media hora de la obra y la imagen del proyeccionista del filme real era más cruel que la de la película estrenada.

Entre sus referentes Estrada no cita a John Ford ni a François Truffaut, como era de esperar, sino que reivindica a Steven Spielberg y a Richard Donner, director de Los Goonies. «Soy hijo del blockbuster y lo defenderé hasta la muerte. Para mí, Arma letal es la biblia», confiesa.

Este proyeccionista nunca se detiene. Los fines de semana echa un cable en la Academia de Cine y, en breve, piensa rodar un guion que tenía guardado en el cajón llamado La hazaña.

Nacho Estrada, en la sala de proyecciones del cine Doré.
Nacho Estrada, en la sala de proyecciones del cine Doré.ÁNGEL NAVARRETE

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