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Después de una ruptura, ¿por qué buscar solo encuentros sexuales esporádicos?

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Cuando tenemos relaciones sexuales con alguien por primera vez, se dispara la dopamina, que es el sistema de recompensa que genera el placer, la sensación de novedad y la adicción a cualquier cosa. En cambio, si repetimos, descienden los niveles de dopamina y testosterona mientras que aumenta la oxitocina, la hormona del vínculo, del apego y del bienestar.

Después de una ruptura, ¿por qué buscar solo encuentros sexuales esporádicos?

El 'guión' es el siguiente: salir de una relación sentimental larga y convertirse en coleccionista de encuentros sexuales esporádicos. ¿A qué ese hambre (¿o es apetito?) insaciable de pieles distintas cuando se 'reestrena' la soltería?

Antes de entrar en materia, Sigrid Cervera, sexóloga del Museo de la Erótica de Barcelona (MEB) y miembro de la Asociación Española de Profesionales de la Sexología (AEPS), aclara que "cuando hablamos de encuentros sexuales, ya sean esporádicos o de larga duración, estamos hablando de encuentros entre los sexos, estamos hablando de encuentros entre dos personas que llegan con su propia biografía: de dos seres diferentes y únicos que se encuentran en un momento concreto y único de sus vidas".

El impulso está en nuestro ADN, porque, "como seres sexuados que somos, buscamos el encuentro con el otro con nuestras fortalezas y nuestras vulnerabilidades; con nuestros "llenos" y nuestros "vacíos".

Bajo estas premisas, prosigue esta sexólgada, "el hecho de que, tras una relación -ya sea corta o larga-, sigamos en esa búsqueda de acercamiento con un otro, no es de extrañar. De lo que no hay duda es de que aquí entran los deseos de cada uno: yo puedo desear conocer a muchas personas sin querer establecer relaciones de larga duración o al contrario".

Esto, ya se sabe, es una especie de lotería. "A veces, el encuentro responde a lo que estamos buscando o deseando y otras, no. A veces, nos encontramos de forma esporádica y, a veces, esos encuentros duran más tiempo. A veces, buscamos y no encontramos y, a veces, damos con lo que justamente no estábamos buscando. Y esto por no hablar de cuando buscamos, y no encontramos. ¿Quién no se siente identificado con alguna de estas situaciones?".

La 'resaca' de una ruptura no es fácil de gestionar: "Después de una separación, se necesita un tiempo para pasar el duelo y superar la ruptura. Se trata de un proceso que está compuesto por diferentes etapas: la tristeza, la rabia, la culpa, la aceptación, la comprensión, el perdón, la etapa de fecundidad y el volver a nacer. Quién no hace el duelo no integra la pérdida del ex, la importancia de la relación y el aprendizaje derivado de ella. Si no atraviesa las fases del duelo tarda más su proceso de recuperación", apunta Monia Presta, psicóloga clínica especializada en gestión emocional, neurociencias, psicofisiología clínica, sexología y terapia de pareja.

Esta especialista cuenta como, en su libro 'Tu cerebro emocional' (RBA Libros), describe "cómo superé la ruptura con mi ex y como volví a nacer en un viaje en solitario en Cadaqués después de haber pasado por todas las emociones inherentes al duelo. Hacer el viaje en solitario para transitar todas las etapas del duelo y las emociones relacionadas es una manera de rehacerse, renacer, respetarse y respetar a los demás".

En su entender, "los encuentros sexuales esporádicos después de una relación larga suelen darse, porque, cuando se sale de nuevo al 'mercado', se quiere experimentar nuevas sensaciones, dejarse llevar por las novedades, descubrir nuevos cuerpos, conocer nuevas maneras de besar y de hacer el amor".

A esto habría que añadir, además, "la inyección de autoestima y el alimento para el ego que supone volver a escuchar cosas como 'qué bien que lo haces' o 'qué guapo o guapa eres', tras muchos años sin hacerlo".

La clave está, según Buenaventura del Charco Olea, psicólogo Sanitario, psicoterapeuta y autor de 'Hasta los cojones del pensamiento positivo' (Editorial Samarcanda), en "entender la diferencia entre algo que hacemos de forma 'puta y genuina' o de forma 'evitativa e instrumental'". Esto, prosigue, "en psicología se llama funcionalidad, es decir para qué hago realmente eso".

Porque "el sexo -señala- se emplea mucho como mecanismo para obtener otras cosas, es decir, como medio y no como fin en sí mismo: para tapar el dolor, para expresar y permitirnos intimidad (cuando nos da miedo la afectiva y emocional), cómo ansiolítico, para tapar emociones (sobre todo tristeza) como forma de expresar otras (rabia, cariño...) y también como forma de poder y dominación".

Del Charco Olea hace hincapié en el hecho innegable de que "el sexo tiene un importante componente de actividad fisiológica (es intenso) y eso sirve para tapar bien otras cosas, porque tiene un componente corporal (las emociones se expresan en el cuerpo) y porque biológica y evolutivamente va ligado a necesidades muy básicas y potentes". También, porque, "culturalmente, hay mucha expresión del género, identidad sexual, poder, valor social y jerarquía". Y porque, "biológicamente, además. se produce una liberación de neurotransmisores y hormonas potentes que, sobre todo, en el orgasmo van asociadas a la relajación (pensemos en el 'piti' de después o esos 'abrazico' o sueño tierno), que lo hacen un ansiolítico o calmante muy poderoso".

El 'problema' (o no) es que, en este escenario de las app para ligar, lo de coleccionar amantes parece más sencillo que nunca. "Las personas se vician con citas y encuentros sexuales y lo único que buscan es placer y diversión. Hoy en día, sabemos con los estudios de neuroimagen que, cuando tenemos relaciones sexuales con nuevas personas aumenta la dopamina, que es el sistema de recompensa que genera el placer, la sensación de novedad y la adicción a cualquier cosa", afirma Monia Presta. Por tanto, sigue, "cuantas más relaciones sexuales con diferentes personas se tengan, más se activa la sensación de la sorpresa y se dispara la dopamina".

Se sabe, también, que "una conducta repetida reduce este sistema de recompensa". De hecho, cuando se repiten relaciones sexuales con la misma persona, "descienden los niveles de dopamina y testosterona mientras que aumenta la oxitocina, la hormona del vínculo, del apego y del bienestar. A partir de ahí, se suele formar una nueva pareja si el duelo está superado".

Tapar el dolor

¿Es un reflejo, esto de encadenar experiencias con gente diferente, del ansia de libertad? Monia Presta lo considera así. "Sí, es un reflejo del ansia de libertad, de ponerse en juego otra vez, para saber si se es capaz de volver a ligar, de divertirse, de gustar a otros. Como ya he mencionado anteriormente, aumenta la autoestima y la sensación de empoderamiento". En su opinión, es "una segunda adolescencia donde las personas quieren experimentar todo lo que creen que, aparentemente, perdieron cuando estuvieron en una relación larga. Pero, en la vida, cuando decidimos y apostamos por algo, siempre hay pérdidas y ganancias. Por tanto, cuando decidimos tener una relación podemos ganar una tranquilidad y estabilidad afectiva y dejar ir otras personas y experiencias. Cuando elegimos algo, dejamos ir algo. Y todo tiene sus ventajas si hacemos elecciones sanas para nosotros".

Para Buenaventura del Charco Olea, "el sexo sano y como fin puede ser un acto de libertad cuando, por ejemplo, sólo se quiere 'atender' algo que, quizás, ya estaba mal hacía tiempo (en los meses que la relación va mal pasa a un segundo plano, puede que haya menos frecuencia, etc). Es la vía para poder hacer cosas que no se podían hacer si se tenía una relación monógama: conocer otras personas, nuevos estímulos".

Sin embargo, advierte, puede ser "un medio para tapar la tristeza; calmar el miedo a la soledad (pensar que estamos en el mercado nos reconforta); para sentirnos ganadores respecto al otro (me has dejado pero me hincho a follar o qué guste indica tu error y equivocación); o para 'compensar' las carencias que sentimos en nuestra relación anterior".

Actualmente, destaca este especialista, "hay un factor cultural que está promoviendo las relaciones esporádicas. El miedo al compromiso, al fracaso, a no gustar o no ser suficiente o a que nos hagan daño promueve relaciones más superficiales que, si salen mal, nos dolerán menos. Argumentos como 'no quiero nada serio', 'lo vamos viendo' y demás, a veces, lo que hacen es hasta se disfrazan como responsabilidad afectiva, poligamia o relaciones abiertas (no quiero decir que ocurra en todos los casos, pero con frecuencia veo cómo le dan ese "barniz" ideológico)".

Hoy en día, nada parece estable. "Es la sociedad líquida de la que habla el filósofo Bauman, así como el hecho de que, cada vez vemos más al ser humano (al otro y a nosotros mismos) como un producto de consumo que tiene que satisfacernos y que tiene un valor en base a su productividad (¿cuánto folla?) o sus características y atributos (si es sexy o no, si gusta...) De la misma forma que un bolso vale más si es bonito o feo o es de cuero real o sintético, lo que se fomenta es el individualismo y un menor compromiso o deseo de entregarse, comprometerse y asumir riesgos por el otro", denuncia Del Charco Olea.

Culturalmente, desde la revolución sexual, "se plantea el sexo como acto empoderador, revolucionario y símbolo de libertad. Algo que, en su día, tuvo mucho calado, porque había sido algo muy reprimido por la moral cristiana, el machismo y demás, pero que, ahora, se exacerba y se sobredimensiona con el posmodernismo, el identirarismo y la batalla cultural". A esto habría que añadir, además, que "también hay gente que lo hace desde los principios desde postureo y narcisismo ideológico (tengo la mente abierta y soy mejor que tú y tal)".

¿Cómo es posible que no se sienta vacío? "El vicio es vacío; cambia sólo una letra. El hecho de sentirse deseados y sexualmente atractivos genera más ganas relaciones sexuales esporádicas", asevera la psicóloga Monia Presta. No obstante, "llega un momento en el que todo eso se va apagando y se quiere volver a tener una pareja". A no ser, eso sí, que "nos encontramos delante de una persona con un carácter de tipo aventurero o complejo de Peter Pan. Eso o que no haya superado el duelo y vaya tapándolo con ligues".

Porque, aunque no nos demos cuenta, si se tapa el dolor, aumenta su intensidad. "De hecho, evitar sufrir genera todo tipo de adicciones y sufrimiento. Es el mecanismo de todas las adicciones como el alcohol, la cocaína, las redes sociales, las máquinas tragaperras, etc... Entonces, el sexo también se convierte en adicción y se convierte en un vicio vacío".

¿Esto se pasa o dura para siempre? Monia Presta nos brinda su opinión: "Después de una separación, se sobrevalora el sexo. Cuando se supera el duelo, se regresa a un estado de equilibrio emocional interior y se empieza a dar importancia a más aspectos: la amistad, la afectividad, el compromiso, las ganas de emprender un nuevo proyecto en común, etc. Eso lo que suelo ver en la consulta, una vez que las personas vuelven a estar bien consigo mismas, se recuperan las ganas de tener una pareja".

Para Buenaventura Charco Olea, "el sexo sano, pero casual, suele saciarse como cualquier otra necesidad (sueño, dinero, hambre...) Y, llegados a este punto, nos aburre y nos interesa menos o nos cansamos".

En esto de las relaciones, nos recuerda Sigfrid Cervera, no hay una regla fija. "Hoy puedes buscar relaciones esporádicas y mañana no, sin más. Estamos en constante cambio y evolución, así que nuestras búsquedas también están en movimiento. Es la máxima expresión de libertad y con suerte, dura lo que dura", concluye.