Mientras que algunos niños mienten de manera esporádica para salvarse de algún regaño o castigo, otros pueden llegar a decir mentiras innecesarias o a crear historias irreales, configurando así señales de alerta de una conducta adictiva que va a afectar diferentes ámbitos de sus vidas: la mitomanía.
El especialista en psicología clínica, Adolfo Castilla Sánchez, explicó que la mitomanía es “esa necesidad irresistible, permanente y compulsiva de mentir, con el objetivo de impresionar, manipular, ganar importancia, ser aceptado, evitar una sanción, cuestionamiento o rechazo social; buscar un beneficio, entre otros”, y se construye desde la infancia. Lea: Hay psicópatas entre nosotros: ¿podrías reconocer a uno si lo tienes al lado?
Señaló que el mitómano “sabe y es consciente que miente, crea sus historias por llamar la atención, sin aparentes consecuencias complejas; no obstante, sigue aumentando su conducta y eventualmente creyendo sus propias mentiras. Es ahí cuando confunde la línea entre la realidad y la fantasía, haciendo más visible su problema”. Lo más grave es que “la mentira se convierte en una forma de vida sin importar las consecuencias o afectaciones que puede generar en la misma persona y en quienes la rodean”, agregó el magíster en psicopatología clínica y forense.
¿Es un trastorno?
El experto destacó que “en la actualidad no se puede clasificar a la mitomanía como un trastorno dentro de los manuales de clasificación diagnóstica”, sino que se considera “una manifestación clínica o síntoma de otros trastornos, porque se ha observado que quienes tienden a mentir recurrentemente también presentan otro tipo de trastorno de base”.
Así, afectaciones mentales como el trastorno de personalidad limítrofe, antisocial, histriónico, narcisista, afectivo bipolar, al igual que el trastorno facticio (la persona engaña a los demás haciéndose el enfermo o enfermándose a propósito) y el síndrome de Munchausen (el cuidador del niño le inventa síntomas falsos o le provoca síntomas reales para que parezca que está enfermo) suelen estar detrás de los mitómanos. Lea: Cuida tu salud mental: Fundación Imagina atiende gratis a estratos 1 y 2
Adolfo Castilla Sánchez, psicólogo clínico.
¿Cómo tratarlos?
Castilla compartió algunas de las acciones con las que se maneja y ayuda a personas mitómanas.
“Es de trascendental importancia reconocer la causa u origen, es decir, identificar por qué miente y qué busca con mentir. Con esta información se plantea hacia dónde va dirigida la ayuda”, dijo inicialmente.
Añadió que se les puede ayudar “fortaleciendo su autoestima y amor propio desde la aceptación”, haciéndoles ver que no necesitan impresionar a nadie; “identificando los pensamientos que los conducen a construir una realidad alterna y buscando pensamientos alternativos que disminuyan la aparición de los anteriores”; “rompiendo los rituales obsesivos compulsivos por mentir, aquí es importante reducir la ansiedad con técnicas de respiración y relajación, control de pensamientos y reestructuración cognitiva”; y trazándoles propósitos de “solo por hoy no hacerlo o no recaer”.
“En algunas ocasiones es necesario el tratamiento por especialistas en salud mental, ya sea por psicología clínica y psiquiatría, y en casos excepcionales interdisciplinariamente, dependiendo del caso y la condición clínica que presente el paciente”, aseguró.
El psicólogo clínico Adolfo Castilla Sánchez recalcó que las personas con perfil mitómano se caracterizan porque:
Mienten de manera habitual hasta autoengañarse y creer su realidad alternativa.
Están siempre en búsqueda de admiración y simpatía a partir de las mentiras que cuentan.
Aumentan sus mentiras para evitar ser descubiertos.
Reducen la ansiedad a partir de presentarse como una persona importante que conoce de muchos temas o que es influyente con personajes reconocidos.
Sus historias tienden a ser elaboradas y con detalles.
A menudo hablan de experiencias que los hacen ver heroicos y victoriosos.
En ocasiones pueden tener diferentes versiones de la misma historia.
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