Sexo

Los chicos sí lloran

El llanto es una de las maneras para que el cuerpo libere toxinas del cuerpo
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Cuando las luces de los semáforos se pintan de verde, los autos avanzan y los peatones crean en las esquinas puntos de reunión involuntarios. Ahí se escuchan chismes, quejas y conversaciones ajenas o un silencio que provoca ansiedad e incomodidad. También es donde uno puede ser testigo de la forma que un padre educa a su hijo.

—Deja de llorar, Miguel. Sé hombrecito —le dijo un tipo a un niño de unos cuatro años, mientras yo esperaba el paso. El adulto lo jaloneó con lo que solo logró que se intensificara el llanto de la criatura.

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Después de que, por fin, pude cruzar, indignado recordé que nunca en mi vida me habían dicho algo similar. Por el contrario, mis padres fomentaron que mi hermana y yo nos desahogáramos tanto y como fuera necesario. Incluso utilizaban esa misma palabra de forma imperativa, “desahógate”, cuando los ojos se nos humedecían. Pero mi formación fue una muy heterodoxa. Lo que me sorprende es que, en pleno 2017, llorar —o, más bien, la ausencia de esta acción— siga siendo parte del arquetipo de masculinidad.

¿Qué significa sé un hombre?

Me pregunto si al hombre que “disciplinaba” a su hijo en plena calle le gustan los deportes. De ser así , ¿qué pensó de la imagen de Tom Brady llorando después de una remontada histórica en el Super Bowl de hace unos días? ¿O Cristiano Ronaldo, derramando lágrimas de franca frustración tras haber tenido que abandonar el campo por lesión en la pasada copa del mundo? En lo personal no soy aficionado de ninguno de estos atletas —de hecho me caen bastante mal y por eso elegí sus ejemplos—, pero acaso, ¿no son lo suficientemente “hombrecitos”?

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La aversión masculina a las lágrimas no es un fenómeno exclusivo de la idiosincrasia machista latinoamericana. En un artículo para Psychology Today, el psicoterapeuta Sam Louie relata cómo ha presenciado los relatos desgarradores de pacientes masculinos quienes los cuentan como si no pasara nada. Al enfrentarlos sobre el tema, ellos le contestan que es la forma en la que fueron criados, “los hombres de verdad no lloran”.

Paradójicamente llorar es benéfico para la salud, como explica el propio Louie. “Los estudios muestran cómo el llanto es una de las maneras para que el cuerpo libere toxinas del cuerpo”, escribe el maestro en psicología clínica, “Desde una perspectiva fisiológica, cuando los seres humanos se estresan, hay un aumento en la hormona adrenocorticotrópica (ACTH). Con el tiempo, conforme se acumula, se producen mayores niveles de estrés que requiere ser liberado”.

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Consecuencias del sexismo

En 2001 un premio Nobel de psicología complicó el asunto con afirmaciones sexistas. Durante una ponencia en Corea del Sur, el doctor Tim Hunt aseguró que las mujeres lloraban más en los laboratorios porque no podían soportar la crítica. El comentario fue calificado por sus colegas (hombres y mujeres) como infundado, arcaico y fuera de lugar, por lo que Hunt se vio obligado a renunciar a su cargo como profesor honorario en el University College London en el Reino Unido. También suscitó que aumentaran los estudios sobre el tema.

Uno de ellos, encabezado por la tripleta de especialistas Ivan Nyklicek, Lydia Temoshok y Ad Vingerhoets, en Holanda, encontró que, en proporción, las mujeres sí lloran con mayor frecuencia, pero esto se debe a distintos factores físicos y hormonales y no a su poca tolerancia ante la crítica, como expresó Hunt. Los científicos escribieron que los hombres que lloran lo hacen para expresar orgullo, valentía, lealtad, triunfo y derrota. Sentimientos que nada tienen que ver con la ausencia de virilidad.

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Incluso, que nos aguantemos el llanto puede ser tan perjudicial como la muerte misma. En Australia, por ejemplo, se suicidan más de dos mil hombres al año. Una cifra alarmante que desembocó en una campaña para concientizar al sexo masculino sobre no tener pena o miedo de mostrar sus emociones. En un video de resistencia pura, varios individuos de diferentes edades luchan contra ellos mismos para no ser víctimas de las lágrimas. La pieza los exhorta a liberar sus emociones con un mensaje que es idóneo para concluir:

“A la chingada. Si te sientes mal, levanta la voz, porque el silencio mata. Se necesitan agallas para mostrar dolor. Un verdadero hombre sabe sentir. Se requieren huevos para llorar”.