Rehabilitación de suelos salinos

Los productores agrícolas del oeste del Valle de San Joaquín en California acostumbraban a drenar el agua de riego residual en el Depósito Kesterson, formado por una serie de estanques de retención que eran parte del Refugio Nacional para la Vida Silvestre de San Luis.

No obstante, los niveles de selenio en el agua se volvieron peligrosos para las aves acuáticas, por lo que las instalaciones de almacenamiento se cerraron en 1987. Desde entonces, los productores han estado guardando el agua residual, la cual contiene rastros de arsénico, boro y molibdeno en estanques de evaporación dentro de sus propiedades.

Esta práctica les quita alrededor del 10% de las tierras que podrían ocupar para producir.

Pruebas de soluciones
El científico edafólogo del Servicio de Investigaciones Agrícolas (ARS, por sus siglas en inglés) Dennis Corwin y sus colegas tuvieron otra idea. Teorizaron que sería posible utilizar el agua residual para regar campos sembrados con forraje tolerante a la sal; el cual es cultivado en suelos sódicos y salinos marginalmente productivos.

Los suelos sódicos contienen grandes cantidades de sodio, uno de los minerales encontrados en compuestos de sal. Los suelos salinos están contaminados con compuestos de sal a niveles que limitan en gran medida el crecimiento vegetal.

En caso de que este método funcione, los productores tendrán una alternativa viable a simplemente almacenar el agua residual usada hasta que se evapore, y tendrían la posibilidad de rehabilitar los suelos degradados, además de producir forraje para el ganado prácticamente sin costo.

Regar con agua residual también sirve para aprovechar hasta la última gota de agua en una región que siempre está luchando contra las limitaciones impuestas por las sequías intermitentes.

Corwin y sus socios realizaron su investigación en un campo privado de 32 hectáreas ubicado en el Valle de San Joaquín. Para los científicos, este caso era un ejemplo del peor daño que esperaban revertir. Los suelos en este sitio tenían tan malas propiedades de drenaje que el riego era una pérdida de tiempo y dinero.

El primer paso fue instalar drenes para canalizar el lixiviado del subsuelo fuera del campo, como parte esencial del proceso de rehabilitación del suelo. Después se utilizaron técnicas de mapeo en el Laboratorio de Salinidad de Estados Unidos para generar un mapa tridimensional de la salinidad y los elementos traza.

El mapa se utilizó para identificar los tipos de muestreo del suelo. El equipo recolectó muestras en incrementos de 30 cm de profundidad durante los 12 años que duró el estudio. Durante los primeros dos años del estudio, se estableció una parcela con pasto Bermuda tolerante a la sal y fue regado con agua residual. “El productor quedó tan complacido con los resultados que utilizó el mismo método en otros campos marginalmente productivos con niveles dañinos sódico salinos.”

Hallazgos más profundos

Los sorprendentes resultados no se limitaron a la superficie. Los investigadores determinaron que el agua residual de riego estaba lixiviando sales y elementos traza por debajo de la zona radicular —lo cual daba como resultado una mejora rápida y significativa en la calidad del suelo.

Los investigadores observaron una disminución general en los niveles de sales, boro y molibdeno, a través de la zona radicular. Asimismo, notaron una disminución general en la tasa de absorción de de sodio del suelo (SAR), la cual se determina comparando los niveles de sodio, magnesio y calcio.

En los dos últimos años del estudio, la sequía había reducido el abasto de agua de tal manera que ya se habían utilizado todas las fuentes de agua de drenado. Incluso el agua degradada que se usaba como respaldo, como por ejemplo el agua residual de la red municipal, la cual también se había agotado y no podía usarse para el riego.
Como resultado, se dejó de regar en el sitio y la lluvia se transformó en la única fuente de agua.

Durante este tiempo las sales, la tasa de absorción de sodio (SAR), la acidez del suelo y los niveles de boro, molibdeno y selenio, aumentaron en todo el perfil del suelo. En menos de dos años después de que se dejó de regar, el suelo casi había regresado a su mala calidad original.

Al final del estudio, Corwin y sus compañeros concluyeron que reciclar el agua de drenado para utilizarla en cultivos de forraje tolerantes a la sal, podía liberar aproximadamente 34 mil hectáreas que en ese entonces se utilizaban para estanques de evaporación.

El método no sólo redujo los volúmenes de drenado, sino también rehabilitó el suelo marginalmente productivo y se utilizó una fuente alternativa de agua. Corwin notó que los suelos regados con agua de drenado podrían necesitar monitoreo periódico, para asegurarse que las sales y los elementos traza no volvieran a acumularse hasta llegar a niveles problemáticos.

 

 

Fuente: Artículo escrito por Ann Perry y publicado por American Vegetable Grower, revista hermana de Productores de Hortalizas. Para más información, visite: www.ars.usda.gov. 

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